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el hombre amazónico
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Cuando llegaron los conquistadores, vivían en toda
Amazonia unos siete millones de personas. Las sociedades
más desarrolladas y numerosas habitaban los terrenos de
várzea, aprovechando la fertilidad del suelo. Tras años de
colonización intensa y con la implantación progresiva de
nuevas técnicas agrícolas y de conservación alimentaria
se fueron poblando las áreas interiores, donde se
establecieron núcleos urbanos al tiempo que comenzaban
a deforestarse grandes extensiones vírgenes para abrir las
ciudades a la elevada inmigración. Del encuentro entre las
comunidades indígenas y los nuevos pobladores surgió
la raza amerindia establecida sobre todo en la margen de
los ríos: los caboclos, que heredaron la sabiduría aborigen
para el aprovechamiento de la selva consistente en la
práctica de una agricultura itinerante combinada con la
recolección de productos naturales como el caucho o la
castaña, la caza y la pesca. Hoy, 17 millones de personas
viven en la Amazonia brasileña, y de ellas un 38% ocupa
las áreas rurales en plena integración con los dos grandes
ecosistemas: bosque inundado y tierra firme.
La población amazónica
Caboclo pescando con tridente
El éxtasis de los primeros naturalistas
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Este tipo de agricultura practicada por los indios y
transmitida también a los caboclos consiste en la
explotación de pequeños trechos de bosque donde se talan
los árboles y se queman los troncos caídos para cultivar
durante periodos de unos tres años. Agotada la fase de
explotación, en el terreno se suelen plantar árboles frutales
y palmeras. El método mantiene la fertilidad de la tierra
porque las cenizas nutren el suelo propiciando nuevos
brotes de vegetación espontánea que además serán pasto
para los animales. Los cultivos más frecuentes son la
mandioca amarga usada en la elaboración de harina y pan,
batata dulce, frijoles, mijo y habas, frutales como el abacaxi
o el caju y algunas variedades de banana.
Agricultura itinerante
Una vegetación alimenticia
La castaña de Pará es uno de los frutos de mayor
consumo entre la población, y su comercialización
ejerce una gran influencia en la economía de la
zona. Son también muy populares los derivados de
las leguminosas como el ingá, en forma de vaina y
revestido de una pulpa dulce; alubias, guisantes y
soja son otros ejemplos nutricios de esta subfamilia.
Uno de los frutos más sabrosos de Amazonia es
el cupuaçú, pariente del cacao también producido
en la región, con el que se elabora el cupulate
destinado sobre todo a pastelería y dulces. Quizá
el más famoso de los frutos amazónicos sea el
guaraná, un cardiotónico y energizante natural con
múltiples usos.
Cupuaçú, siempre presente en la huerta amazónica
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La región amazónica es una de las mayores consumidoras
de pescado del mundo. Anualmente se pescan 200.000
toneladas de peces, aunque de la ingente variedad de la
cuenca apenas 36 especies son explotadas con intensidad.
Entre los más comercializados están el tucunaré (Cichla
ocearis), el tambaqui (Colossoma macropomum) de más de
15 kilos, y el jaraquí (Semaprochilodus taeniurus). La carne
de la agresiva piraña (Serrasalmus nattereri) tiene fama de
afrodisíaca y se utiliza además para hacer caldo. Pero sin
duda el rey de la pesca es el enorme pirarucú (Arapaima
gigas) considerado el “bacalao” brasileño por su excelente
y abundante carne –unos doscientos kilos- que se vende
también en salazón. Su pesca se realiza con arpón, y tras
un titánico duelo el pescador impregna el hilo con tabaco
para adormecer al pez y poder izarlo así a la canoa.
Las artes de pesca Las técnicas tradicionales del pescador amazónico revelan
un profundo conocimiento del medio y los animales, y
son respetuosas con sus ciclos vitales. Los métodos más
utilizados son el arco y flecha, tridentes, arpones, anzuelos,
pequeñas redes, trampas y venenos vegetales que
paralizan a los peces y facilitan su captura. La explotación
intensiva de la pesca ha propiciado el empleo de sistemas
de arrastre con grandes redes y el uso de explosivos,
que provocan graves daños en las reservas naturales de
ictiofauna.
Pescando con arco y flecha
La piel de algunas especies de peces se somete a
un proceso de curtido para obtener un cuero fino y
dúctil que se emplea en multitud de artículos. En el
INPA (Instituto Nacional de Pesquisas Amazónicas)
se realizan investigaciones que estudian su
elasticidad e impermeabilidad para la obtención de
prendas de alta resistencia.
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Desde el mito de El Dorado la búsqueda y explotación
mineral de la selva ha sido constante a pequeña y gran
escala. Se calcula que a finales del siglo pasado había un
millón de buscadores de oro en la región que extrajeron
cerca de 650 toneladas y utilizaban unas 500 pistas
de aterrizaje clandestinas. El mercurio que utilizan los
garimpeiros en el proceso de fijación del oro se vierte al
medio ambiente y contamina a los peces y otros animales
que serán consumidos por la población, provocando
alteraciones del sistema nervioso y disfunciones
reproductoras. La actividad de los buscadores altera
además el lecho de los ríos con el consiguiente impacto al
entorno.
Oro en la selva
Extracción intensiva en la mina de Sierra Pelada
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Dos de cada tres indios brasileños viven hoy en
áreas protegidas. El territorio ocupado por las
reservas equivale a un tamaño de tres veces el de
Alemania. Según esto, cada indio disfruta de una
media de más de tres kilómetros cuadrados de
selva. Sin embargo, las amenazas que sufren no
han cesado. El gobierno de Brasil creó la Fundación
Nacional del Indio (FUNAI) para proteger y
preservar estas comunidades. La fundación explora
la selva con unidades llamadas Frentes de Contacto
que localizan y delimitan las tierras indígenas para
evitar tanto el contacto que pueda contaminar su
modo de vida en los casos de tribus alejadas de la
civilización, como las posibles agresiones ejercidas
por madereros o garimpeiros. Aún quedan unos
cuarenta grupos de indios aislados.
Durante los 500 años de colonización los grupos indígenas
fueron diezmados en gran número. Sólo en los 150 años
posteriores a la conquista europea, la población fue
reducida en un porcentaje de veinte a uno. Aún hoy, su
convivencia con el hombre blanco genera multitud de
conflictos y los gobiernos han ido tomando medidas para
preservar su cultura y su forma de vida, así como para
protegerlos de las agresiones de buscadores de oro y
piedras o de madereros ilegales. Pero el reclamo de las
riquezas minerales que atesoran sus tierras hace de su
protección un complicado objetivo.
En la actualidad existen en la Amazonia brasileña 160
pueblos indígenas repartidos en más de cien millones
de hectáreas. La mayoría de ellos posee lengua y cultura
propias y diferentes, y su preservación es fundamental para
el legado cultural del país. Por ello, se han demarcado ya
370 áreas indígenas cuya superficie corresponde a más del
20% del territorio amazónico. Algunos grupos tribales no
tienen contacto con la civilización o incluso nunca han sido
vistos; son los indios aislados o no contactados.
Amazonia indígena
Indios D´slala, aislados en el Valle del Javarí (AM – Brasil)
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El conocimiento de los procesos biológicos de su hábitat
que han adquirido los pueblos indígenas queda patente
en el uso que hacen de la flora y la fauna que les rodea.
En sus costumbres no es raro observar restricciones al
consumo de determinados alimentos, implantación de
tabúes territoriales o ciertos mecanismos naturales para
el control de la población. Los indios poseen, además, un
conocimiento ancestral sobre las propiedades medicinales
de muchas plantas que ha sido explotado luego por la
industria química o farmacéutica, y que no sólo no ha
redundado en su beneficio sino que en muchos casos
ha provocado el expolio masivo de la selva. Más de diez
mil especies de plantas son conocidas y utilizadas por
los pueblos nativos, aunque sólo un pequeño porcentaje
de ellas ha sido estudiado científicamente. Hoy sabemos
que muchas plantas de uso extendido en Europa, África y
Oceanía provienen de la cultura amerindia como el tomate,
la patata, el mijo, el algodón, el cacao o el tabaco.
La sabiduría aborigen
Semillas de guaraná, cuyo poder energizante es más potente que el ginseng
Botánica medicinal
• Los indios ya conocían los poderes estimulantes de
algunas plantas como el guaraná (paullinia cupana),
potente energizante gracias a su contenido en cafeína;
la hierba-mate (Illex paraguariensis) con la que
elaboraban remedios medicinales y también secaban
para hacer té; y el tabaco (Nicotiana tabacum) que
utilizaban en rituales mágicos y pociones curativas.
• Del urucú (Bixa orellana) los indios extraen las
semillas para molerlas y obtener el polvo rojo con
el que decoran su cuerpo; mezclado con ciertos
aceites vegetales resulta un eficaz protector contra las
picaduras de insectos.
• La corteza y las raíces de la liana escada de lontra
(Strychnos sp) contienen un alcaloide, la estricnina,
que se utiliza en la elaboración del curare, veneno
utilizado para impregnar las puntas de las flechas
y lanzas de caza, ya que paraliza o puede llegar a
matar. La tubocuranina, sustancia activa del curare,
forma parte de los principales anestésicos de uso
clínico. Otra liana, el timbó (Thephrosia sp) contiene
un ingrediente del DDT, la rotenona, empleado como
insecticida de uso sanitario y agrícola.
• Algunos remedios naturales son ampliamente
conocidos por la población como el aceite de andiroba
(Carapa guianensis), uno de los antiinflamatorios y
antiinfecciosos más utilizado, con el que también se
elaboran jabones y cremas. La quina (Cinchona spp)
era hasta 1930 el único antimalárico disponible. De la
corteza del árbol tachi (Tachigali cf. Mymercophyla) se
obtiene una mistura destinada al alivio de hemorroides.
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el futuro: amenazas y estrategias
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El Ministerio de Medio Ambiente de Brasil calcula que entre
el 15 y el 18% de Amazonia ha sido deforestado desde la
pasada década de los 70. Las amenazas que se ciernen
sobre la región son múltiples y responden a muy diversos
intereses. Más allá de la visión romántica de la preservación
de la selva, la exigencia de su protección es obvia por la
influencia ya demostrada que la Amazonia, con la gran
extensión boscosa que ocupa, tiene sobre el equilibrio
atmosférico mundial y la riqueza biológica del planeta. Pero
además, la población rural de indios y caboclos que habita
en ella depende de los recursos forestales para obtener
ropa, refugio o alimento, y se está viendo expulsada de sus
tierras con la llegada de una nueva y voraz colonización.
Esto está generando numerosos enfrentamientos entre los
propietarios de las tierras y las comunidades de nativos
e indígenas que reclaman sus derechos. La incapacidad
de retención de excedentes para el autosustento y una
distribución desigual de la riqueza donde prevalecen
actividades “rentables” como el comercio ilegal de su fauna
y flora y la extracción mineral a pequeña y gran escala,
hacen que Amazonia sea a pesar de su potencial una
región pobre por la mala gestión de sus inmensos recursos.
Amazonia está en peligro
Los incendios en Amazonia no suelen ser accidentales
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La proliferación de explotaciones ganaderas y agrícolas no
autóctonas como las plantaciones de soja está devastando
inútilmente grandes extensiones de selva, ya que este
tipo de cultivos no está adaptado a la pobreza del suelo
y la abundancia de lluvias características de la región. De
ello, junto con las dificultades del transporte, resulta un
fiasco económico que empuja a los agricultores y colonos
a buscar nuevas áreas de explotación abandonando el
terreno que ya han desmantelado. La actividad ganadera de
los hacendados supone uno de los mayores responsables
de la pérdida de biodiversidad, ya que las quemas anuales
de grandes extensiones para estimular la germinación
de pastos van anulando la capacidad de regeneración de
la tierra. En estas explotaciones se están introduciendo
además especies exóticas como el búfalo africano cuya
adaptación tampoco está resultando beneficiosa.
La explotación forestal, que era una prometedora vía para
la prosperidad de la región, está siendo malgastada por
una industria sin control responsable de un 72% de la
deforestación, que además desperdicia un gran volumen
de madera en sus aserraderos. Existen más de dos mil
especies de árboles que podrían incorporarse al mercado
de una manera sustentable y más equitativa, pero éste se
concentra en unas cincuenta variedades que tienen su
valor comercial asegurado por la demanda internacional.
Factores de una destrucción
La tragedia de las hidroeléctricas
La implantación de centrales hidroeléctricas de
acuerdo con la política de desarrollo de las tres
últimas décadas fomentó la construcción de
pantanos en la planicie amazónica que anegaron
grandes áreas de selva, como la de Surinam en
1964 que inundó 915 km2, donde la podredumbre
de la vegetación inmersa y los cadáveres de miles
de peces produjo emanaciones de hidrógeno
sulfídrico, y la proliferación de malaria y otras
enfermedades llegó a afectar a catorce millones de
brasileños. La construcción de la presa de Balbina
en los años ochenta para el abastecimiento de la
ciudad de Manaos hizo desaparecer una enorme
extensión de la reserva tribal de los Waimiri-Atroari.
Ya en los años 60, la construcción de la carretera
BR 174 había costado la vida a millares de indios
de esta tribu en uno de los mayores genocidios
de América Latina. La insuficiente fuerza de las
aguas o el surgimiento de fugas imprevistas por
errores topográficos fueron el triste resultado de
un proyecto que ni siquiera cubre el 25% de las
necesidades energéticas de la ciudad, y que hoy es
considerado una aberración.
Pese a la creación de reservas, las talas ilegales siguen
castigando estas áreas y a su población, y la vigilancia
de este contrabando forestal se vuelve insuficiente en un
territorio de tan enormes dimensiones. Un ejemplo de esta
impunidad podemos encontrarla en el estado de Rondonia,
donde una colonización incontrolada ha ocupado grandes
áreas de bosque talando y vendiendo bajo la denominación
falsa de cedrinho muchos castaños de Pará que estaban
legalmente protegidos, y convirtiendo luego las tierras en
granjas de ganado vacuno.
El comercio ilegal y abusivo de la selva está provocando la
desaparición de numerosas especies como el palo rosa
(Aniba spp) rico en linalol, un aceite usado en perfumería
cuyo ejemplo más conocido es el perfume Chanel Nº5; la
palma de rosario (Euterpe oleracea) de la que se cortan
bosques enteros para extraer el palmito; o algunos árboles
de resinas y aceites resinosos comerciales como la copaiba
(Copaifera spp) o la massaranduba (Manilkara spp). A
este derroche que está acabando con los bosques hay
que sumar la rapiña de muchos laboratorios extranjeros
que están desarrollando gran cantidad de medicamentos
inspirados en el saber tradicional de la población,
registrando además las patentes de sus fórmulas.
Imágenes satelitales que muestran la deforestación alrededor de Manaos
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A partir de los años ochenta la legislación brasileña
introdujo la obligatoriedad de realizar estudios previos de
impacto ambiental, social y económico para los grandes
proyectos de explotación. La preocupación internacional
al respecto ha promovido el Programa Piloto para la
Conservación de Bosques Tropicales financiado por el
G7, la UE y el gobierno brasileño que busca fórmulas
de explotación sostenible y que supone el de mayor
inversión realizado en un único país con objetivos
medioambientales; y el Programa de Áreas Protegidas de
la Región Amazónica por parte del gobierno brasileño, el
Banco Mundial y diversos organismos internacionales para
convertir el 10% del territorio en áreas protegidas. Con
e ste último plan se pretende ampliar los 12 millones de
hectáreas que ya estaban bajo el programa hasta llegar a
los 37 millones.
La creación de Unidades de Conservación es otra de
las medidas adoptadas, donde grandes extensiones del
territorio son vigiladas por guardas armados para frenar
la incursión de madereros y la especulación de tierras
por parte de los grileiros, que extienden contratos falsos
de propiedad sobre las mismas a sus nuevos ocupantes.
Planes y estrategiasAsí mismo, la implantación de reservas extractivistas en
terrenos públicos alcanza ya cerca de los cuatro millones de
hectáreas. Estas reservas siguen el patrón de adaptación al
bosque de los pueblos nativos y en ellas se otorga derechos
de explotación a largo plazo a comunidades o cooperativas
para la recolección cíclica de productos vegetales como
semillas, frutos, fibras, aceites, gomas o resinas, cuyo
comercio tiene gran influencia en la economía regional.
Con este sistema, que ya se está copiando en otros países
de la cuenca amazónica, se favorece la participación de la
población local en la protección del medio y se lucha contra
la extracción a gran escala, que sólo generaba beneficios a
grandes empresas o familias poderosas.
Durante los últimos años varios pueblos indígenas han
logrado importantes acuerdos para la demarcación de
sus tierras con los diferentes gobiernos, recuperando
en parte la autonomía política de la que gozaban
antes de la colonización. Aliados con diversos grupos
conservacionistas, han supuesto un freno a los agresivos
proyectos de desarrollo que amenazaban el medio
ambiente y su forma de vida tradicional. Por otra parte,
los propietarios de tierras y la Confederación Nacional
de Agricultura se han opuesto a la protección territorial
argumentando que entorpece el desarrollo del país, y han
pedido compensaciones económicas. Los enfrentamientos
entre ambos han desembocado a veces en los violentos
sucesos aparecidos en la prensa.
La nutria gigante se reproduce en las selvas intactas
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Hoy se sabe que la mejor opción para evitar más programas
inviables de desarrollo es la aplicación de los métodos
tradicionales indígenas de explotación con las herramientas
que proporcionan las nuevas tecnologías. Para ello se han
realizado diversos estudios sobre técnicas de agricultura
sustentable que mejoren la productividad y eviten así la
devastación de nuevas áreas en busca de tierras fértiles.
El ecoturismo se va abriendo paso como una vía de
crecimiento económico poco explotada hasta el momento,
así como la biotecnología y el aprovechamiento de
los recursos médico farmacéuticos con la creación de
centros de investigación para atajar el oportunismo de los
laboratorios extranjeros.
La madera sigue siendo un producto esencial para el
desarrollo de la región, y por ello se buscan métodos de
producción no agresivos. En los últimos años se ha plantado
un millón de hectáreas con ejemplares destinados a la tala,
y veinte aserraderos amazónicos se han comprometido a
practicar la rotación en sus áreas de explotación y a tomar
medidas para la regeneración de los bosques.
Alternativas para el futuro
Surcando un canal abierto en época de aguas altas
La empresa Mil Madereira, pionera en la aplicación de
estos métodos, ha dividido 55 mil hectáreas de extracción
en treinta lotes para explotarlos sucesivamente una vez
cada treinta años, manteniendo además una reserva
permanente de 25 mil hectáreas.
Todos los estudios recientes y la opinión de los expertos
se orientan hacia la búsqueda de la rentabilidad en la
conservación de los espacios naturales como la Amazonia,
a través de una explotación sostenible de sus recursos que
mantenga en óptimo estado sus condiciones biológicas y
permita el sustento de todos sus habitantes. Pero la función
beneficiosa que tienen sobre la biosfera sigue siendo sin
lugar a dudas la mayor prioridad y una responsabilidad de
todos, ya que de ella depende el futuro de nuestro planeta.
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epílogo
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Volvamos al principio, a las imágenes que la palabra Amazonia deja en nuestra mente, al vuelo sobre la selva extendida a
nuestros pies como una fabulosa alfombra. Ahora que ya hemos visto todo lo que cabe dentro, dejemos una pregunta en el
aire: ¿cómo meter Amazonia en una habitación? Bien, ahí comienza el trabajo de Cipó Exposiciones, nuestro trabajo.
Una habitación con vistas a la selva
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En realidad, todo ocurre mucho antes, porque para que la habitación esté llena de selva hemos navegado por los ríos; por los
pequeños en los que sólo cabe una canoa y por los grandes, donde la vista se pierde buscando las orillas. Guiados por algún
amigo caboclo que sabe leer donde no hay palabras sino huellas, nos hemos adentrado en la umbría de bosques que nunca
duermen; allí la enorme cabeza de los árboles no deja entrar apenas los rayos del sol. Si uno se detiene, puede presentir el
movimiento de cientos de seres amparados por la espesura, o contemplar la chispa de una diminuta gota de agua que tiembla
sobre una hoja antes de caer. Siempre el agua, sobre las hojas y sobre la tierra y también sobre nuestra piel. Casi se podría
beber el aire. Botánicos, investigadores y entomólogos han apoyado nuestra búsqueda regalándonos su tiempo y su sabiduría;
gracias a ellos el rigor científico también tiene lugar en esta muestra. En Amazonia algunos despachos huelen a fruta y a
madera; en los del INPA (Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia) y el IBAMA (Instituto Brasileiro de Meio Ambiente)
personas cuya medida de responsabilidad es del mismo tamaño que su generosidad nos han ayudado a recolectar nuestros
tesoros autorizando su traslado. Como las obras de arte, son ejemplares únicos.
Por fin, volvemos a España cargados con un puzzle amazónico cuyas piezas interpretarán y ordenarán diseñadores,
guionistas, escenógrafos, escultores, fotógrafos, maquetistas, técnicos de imagen y sonido, carpinteros, herreros y pintores.
De este modo, y gracias a la muestra que ofrece la Obra Social de C, una sala de exposición se convierte en el
privilegiado observatorio de un singular planeta verde que nunca querríamos dejar de contemplar, y del que aún queda mucho
por descubrir.
100 101
Biodiverdidade na Amazônia Brasileira
VV.AA.
Editora Estação Liberdade / Instituto Socioambiental, 2001
Amazônia Urgente
Berta G. Ribeiro
Editora Itatiaia Limitada, 1990
Historia Natural dos Ríos Amazônicos
Michael Goulding
Sociedade Civil Mamirauá / CNPq / Rainforest Alliance, 1997
Florestas do Rio Negro
Alexandre Adalardo de Oliveira y Douglas C. Daly
Editora Schwarcz Ltda., 2001
Flora da Reserva Ducke
VV.AA.
INPA-DFID, 1999
Enciclopédia da Floresta
VV.AA.
Companhia das Letras, 2002
Situación General de la Conservación y Biodiversidad en la Región Amazónica
Carlos Castaño Uribe
FAO / CEE / UICN, 1993
Utilización de productos forestales por los habitantes de los bosques amazónicos
J.C.L. Dubois
FAO, 1998
Bibliografía
Idea original
Cipó Exposiciones - www.cipoexposiciones.com
Dirección de contenidos
Luis Miguel Domínguez
Daniel Garibotti
Diseño escenográfico y dirección de arte
Matteo Mariotti
Dirección de producción
Daniel Garibotti
Matteo Mariotti
Creación gráfica
Carlos Valcárcel
La Nube Studio
Fotografías
Leo Príncipe
Secretaria de Turismo de Amazonas (Brasil)
PDBFF
Marcelo Gordo
Lati Maraña
Daniel Úbeda
Daniel Garibotti
Textos carteles, cuadernos del profesor y alumno
Marta Caravantes
Diseño cuaderno del profesor y guía del alumno
Bolaextra
Texto catálogo
Ana Esteban
Créditos
Diseño catálogo
El Taller de Gráfica y Comunicación
Réplicas de fauna
Paco Ventura
Piezas de hierro
Eusebio de Miguel
Piezas de madera
Pedro Clemente Ruiz
Metacrilatos
Negoplast
Lupas y fibras ópticas
Greenlight
Asesoramiento iluminación
Lati Maraña
Daniel Úbeda
Diseño de sonido
Israel del Santo
Mezcla de sonido
Oscar Maceda
Colaboración institucional en Brasil
INPA – Instituto Nacional de Pesquisas da Amazonia
IBAMA – Instituto Brasileiro de Meio Ambiente
FUNAI – Fundación Nacional do Indio
SIVAM – Sistema de Vigilancia de la Amazonia
Fauna viva
Exotarium de Titulcia
José Luis Méndez
Asesoramiento estratégico científico
Victor Py Daniel
Impresión
Cartelón
Kromatek
Placas señaleticas
Vitrex
Impresión catálogo
VA Impresores
Madrid 2005
Amazonia es un planeta de biodiversidad: sus miles de especies únicas de flora y fauna, sus enormes extensiones de selva y la colorida variedad de sus millones de habitantes forman una parte esencial del patrimonio natural de la Tierra. Hoy más que nunca necesitamos conocer Amazonia para protegerla de múltiples amenazas, porque es uno de los últimos paraísos que nos quedan.
Teléfono información: 902 2 4 6 8 10www.obrasocialcajamadrid.es
planeta amazonia
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