emanuel horvilleur
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Nota de tapa8
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EMMANUELHORVILLEUR
IRRUMPIÓ EN LA ESCENA DEL ROCKNACIONAL A PRINCIPIOS DE LOSNOVENTA, CUANDO ERA UNADOLESCENTE QUE NO PODÍATERMINAR EL COLEGIO. DURANTE DIEZAÑOS FUE PARTE DE ILLYA KURYAKI &THE VALDERRAMAS, JUNTO CON DANTESPINETTA. HOY SE CONSAGRA COMOSOLISTA POP Y REFERENTE DE LA JARANAMODERNA. UN REPORTAJE DONDEINTENTAMOS DESENTRAÑARLO.
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Por Lucila Rolón • Fotos: Macarena Otero
“EL MUNDO SE VOLVIÓ UNPOCO ÁSPERO”
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Emmanuel Horvilleur llega vestido de jean
y chaleco oscuro, pero tiene un bolso
grande y muy colorido. Las tres mujeres
que estamos esperándolo para hacer la
nota se lo halagamos. “Lo compré en las
últimas vacaciones, en Brasil”, les cuenta
él. Y lo abre despacio. Mete sus manos,
revuelve y, tímido, dice: “Traje algo para
las fotos. Una campera, una camisa, na-
da…”. Sonreímos. La fotógrafa le habla.
Juntos analizan las opciones de tapa.
Emmanuel la escucha atento y coopera
entusiasmado: se para frente a la lente e
improvisa gestos. Estira el puño, se toma
el mentón, juega su rol. Insiste en dejarse
las gafas negras. Finalmente cede ante
las insistencias de la platea femenina,
acepta y se las saca. Tuerce la boca ha-
cia el costado, como si tuviera el siete de
espadas. La fotógrafa le agradece. Él sa-
be lo que hace. Respira y exhala. Termi-
na la sesión y empieza la charla.
Lo primero que dice es que viene de un
año a full de trabajo. Horvilleur, solista
pop, ícono del glam e ícono del glam y
para muchos, referente de la jarana mo-
derna, cuenta que, durante 2008, dio
gran cantidad de recitales. Que visitó va-
rias provincias del país y que todavía fal-
ta que corran nuevos cortes difusión de
Mordisco, su último disco, el tercero co-
mo solista. “Ahora sale con fuerza en las
radios 19, el tema que canto con Gusta-
vo Cerati”, adelanta entusiasmado. Y
bosteza. Anoche salió con amigos y aho-
ra se estira, cómodo, sobre la amplísima
cama del hotel donde hicimos las fotos.
“¿Dónde preferís que charlemos?”, pre-
gunto, y la respuesta es lo que espera-
mos que él diga: “Acá, en la cama”. Así,
relajados y muy cómodos, se desnuda
(¡metafóricamente hablando!)
–¿Cómo te pega que relacionen tu músi-
ca con la fiesta moderna?
–Yo me identifico con relatar lo que veo, así
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que está bien por mí. Puedo entrar y salir
del ambiente que sea, más allá de perte-
necer. Me gusta hacerme eco de ciertas
situaciones en las que, por la música que
hago o los lugares donde toco, pasan co-
sas especiales. Me gusta describir.
–¿Cómo ves la fiesta moderna?
–No tiene el arte de otras épocas. Es di-
ferente a lo que era. Esa cosa de happe-
ning, que vos salías de noche y eras
parte de algo especial. Sigo creyendo
que si salgo, eso va a servir para algo,
para alguna canción, pero porque me
pasa con todo. Trato de transformar la
vida en algo artístico. Pero bueno, en
otra época, salir daba la sensación de
que estaba pasando algo más. Ahora
no, tiene esa cosa más frívola: la fiesta,
la música, las chicas, pasan.
–Pero tu canción suena mucho en esos
eventos.
–Tus canciones pueden estar en donde
sea. Uno no puede hacerse mucho cargo
de eso. Es más, busco eso, que mis canciones tras-
ciendan un nicho de gente. Además, siempre me pa-
só con la música; con Kuryaki, por ejemplo, los nenes
de 3 o 4 años bailaban con “Abarajame”.
–¿Por qué creés que pasa eso con tu música?
–Con los ingredientes que te llaman la atención de mi
música. Esa producción de muchos sonidos, de mu-
chas cosas que pasan constantemente y que son lin-
das de escuchar. Me gustan los colores de los sonidos.
Además, no soy una persona que escriba de manera li-
neal: se pueden colar cosas de diferentes ámbitos.
Emmanuel entró a la escena local del rock a principios
de los noventa, cuando era un adolescente. Durante
diez años fue parte de Illya Kuryaki & The Valderramas
(IKV), junto con Dante Spinetta, y dejaron estela de
aquellos tiempos de rock fusión. Con una base sólida
de rap, soul y funk, entregaron ocho discos para el re-
cuerdo. Pero fue el tercero, Chaco (1995), el que los
disparó a cinco mil pies del suelo. La placa llegó a ven-
der 250 mil copias, y el dúo giró por
todo el continente (participaron del
famoso festival Vive Latino, de Mé-
xico) tocando sus canciones. Hasta
que en 2001 se separaron y cada
uno tomó un camino diferente.
Dante aún transita los beats del
hip-hop y Emmanuel se abrazó al
pop con fuerza y purpurina. En
2003, y después de pensarlo y re-
pensarlo, sacó su primer disco so-
lista, Música y delirio. Luego llegó
Rocanrolero, en 2005, y mientras Mordisco (2007) sigue
girando en todas las radios, él se prepara para encarar
la producción de su nuevo trabajo, que piensa editar
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“ESTOY HABLANDO DE UTOPÍAS PERO CREO LA GENTE DEBERÍA TRABAJAR MUCHO SIENDO JOVEN, –LO DIGO COMO UN IDEAL DE PLANETA- Y QUE EN UN MOMENTO CADA UNO SE DISPONGA A DISFRUTAR DE LA VIDA”.
EMMA DIXIT
Emmanuel Horvilleur músico no sería Em-
manuel Horvilleur músico si no fuera por:
Illa Kuriaki & The Valderramas: “Fueron diez años en
los que aprendí cómo era esto de ser músico, con las
manos en la masa”.
Luis Alberto Spinetta: “Es el referente que más mamé
de chico. Era el papá de Dante, siempre estaba por
ahí haciendo alguna canción. Siempre escuché sus dis-
cos. Me parece un artista muy completo que aún si-
gue en carrera pelando buenos discos”.
The Beatles: “Es la banda de rock y pop que más me
gusta”.
Prince: “Porque cada vez que lo escucho no lo puedo
creer… Que sea tan robot, tan perfecto. En sus soni-
dos, cómo entendió las épocas, cómo las encaró”.
Michael Jackson: “Porque de chico, me mató. Off the
wall, ese disco, o Thriller. Me volví loco”.
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este mismo año. Emmanuel disfruta de su vida de mú-
sico. Dice que nunca tuvo dudas de cuánto lo apasio-
naba, pero también recuerda aquellos días en los que
no sabía qué sería de sus canciones.
–¿Cómo pasaste tu secundario, en pleno auge del
disco Chaco?
–Mi paso por el colegio fue un poco accidentado. Fui
al Liceo 1, en Santa Fe y Laprida. Repetí tercer año e
intenté terminarlo un tiempo después, en un colegio
para adultos, pero no pude. Y justamente en esa épo-
ca los IKV empezaron a ponerse más masivos.
–¿A tocar más?
–Y a tener más trabajo. Estábamos con el segundo
disco, Horno para calentar los mares, pero también se
gestaba el germen de Chaco. Ese disco nos permitió
salir por toda América. Y durante los años previos, era
algo así como “ojalá me vaya bien con esto; si no, no
sé qué voy a hacer”.
–¿A qué le temías?
–Tenía mis inseguridades, obviamente, como to-
dos a esa edad. Porque siendo un Kuryaki y con dos
discos en la calle, seguía haciendo de cadete de mi
viejo, por ejemplo: llevaba sus rollos a revelar, lo ayu-
daba mucho. Con Dante no ganábamos mucho dine-
ro. Además, y previo a Chaco, yo vivía con mis padres.
No tenía ni pensado irme a vivir a otro lugar, alquilar.
Después explotó todo y pude despegar.
–¿Qué te hizo seguir hasta el final?
–Con Dante estábamos muy convencidos de que ha-
cíamos buenos temas, y teníamos la banca de nues-
tros padres. Aunque, a pesar de que nos exigían, en
mi casa, por ejemplo, había esa cosa de los padres
por verte en acción. Con la música o con lo que sea,
pero se quedaban tranquilos si me veían en acción. Y
le puse –le pusimos– todo a la música. Chaco empe-
zó a golpear fuerte. Hicimos dos Ópera, Obras, el
Gran Rex, el festival en México... Mirando a la distan-
cia, fue increíble que gracias a ese disco hayamos po-
dido empezar a delirar y a hacer cosas de sueños.
Grabamos temas con los mismos vientos que Michael
Jackson, por ejemplo. Un lujo. Nosotros, pibes de 20
años, haciendo cosas muy elevadas, sin techo.
–Ahora, como solista, ¿cómo te organizás para estar
con tu hijo? [nota de la autora: el que tuvo con Celes-
te Cid].
–Trato de no irme demasiado. Y cuando vuelvo, estoy
con él. Entiendo que es mi trabajo.
–¿Ser padre?
–No, ser músico. Ser padre está buenísimo. Estás con
una persona que te da tanto… La sensación de estar
con André es algo como “ya no necesito más”. La pa-
so bien y me conecto realmente con eso, no como
una exigencia, sino como un deseo.
–¿Cómo lo ves a él?
–Divino. Muy activo, con demasiada energía. Y con
mucho poder de asimilación. Obviamente, cuatro
años es mucha belleza junta. Mi trabajo para con él es
darle todas las armas para que sea una persona segu-
ra, fuerte. Darle mucha avena…
–Con dulce de leche.
–Mucho dulce de leche. Espero que podamos seguir
apuntalándolo de esa manera. Veo que los adolescen-
tes están un poco cortos, violentos, frustrados, resenti-
dos. Es entendible, el mundo se volvió un poco áspero.
–¿Te ves reflejado en él?
–Sí, mucho. A veces creo que demasiado. En ocasio-
nes lo veo y digo “éste soy yo cuando era chico”, que
no es así, porque él es él y tiene otra vida. Le gusta es-
tar al palo: jugar, ver películas, estar con gente. Se ha-
ce de amiguitos en cualquier lado. Es una persona con
“LUIS ALBERTO SPINETTA ES EL REFERENTE QUE MÁS MAMÉ DECHICO. ERA EL PAPÁ DE DANTE, SIEMPRE ESTABA POR AHÍ HACIENDOALGUNA CANCIÓN. ME PARECE UN ARTISTA MUY COMPLETO QUEAÚN SIGUE EN CARRERA PELANDO BUENOS DISCOS”.
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vida, tan abierta… Ojalá sean todos los
niños así.
–¿Hay algo que no quisieras repetir de
tus padres?
–Uno puede repetir errores de sus pa-
dres porque uno es un ser humano co-
mo ellos.
–¿Cómo contemplás que André tenga a
sus padres separados?
–Lo pienso constantemente. Pero lo
guardo un poco más para la terapia.
Ahora retomé el psicoanálisis. Estoy pro-
bando, medio resistido.
–Cuesta entregarse.
–Sí, pero hay ciertos mecanismos de
uno mismo que, solo, no se pueden
cambiar. Para eso recurro a una ayuda
externa. Se puede ir siempre para ade-
lante, pero si sentís que algo te está jo-
diendo, está bueno tratar de ver si lo po-
dés transformar.
–¿De qué otras artes disfrutás, además
de la música?
–Hago otras cosas, pero las guardo más
para mí. Dibujo, hago cuadros, pero no
me interesa mucho darlos a conocer. A
veces pinto, pero no tanto porque soy
malísimo. En realidad, dibujo personajes.
–¿Hombres, mujeres, niños?
–Mezclas. Hombres, mujeres, niños, ani-
males, extraterrestres...
–¿Cómo te ves más adelante?
–Viviendo más de vacaciones. Creo que
hay que trabajar mucho y en un momen-
to. Estoy hablando de utopías, pero la
gente debería trabajar mucho siendo jo-
ven –lo digo como un ideal de planeta–,
y que en un momento cada uno se dis-
ponga a disfrutar de la vida. Eso, y tomar
ricos jugos de fruta.
Agradecemos al hotel Nuss Buenos
Aires Soho su colaboración en esta nota.
Más información: www.newage-hotels.com
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