enamorándome del verano, de diana linqui
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Título del escrito: Enamorándote del Verano
Género: Romance
Nombre o Seudónimo: Diana Linqui
Edad: 18 años
Nacionalidad: Salvadoreña
Publicado en: LeerLibrosOnline.es
ENAMORANDOME DEL VERANO
By Diana Linqui
Capítulo I
El viento rozando mi cara, el sol dando las ultimas pinceladas de color del día, ocultándose en
el horizonte; el calor reinaba mi cuerpo, mis piernas hacían el último esfuerzo para no
tambalear, mi frente llena de sudor, así se siente Washington D.C, después de correr por sus
calles, a principios de verano. Que delicia correr mientras se espera el atardecer, por la zona
de Garden Valley. Las calles están mayormente frecuentadas por los niños emocionados que
ya empieza el verano, señores ancianos caminando en pareja, jóvenes platicando y yo; por
supuesto yo corriendo.
Falta solo un día para que acaben las clases de los más pequeños; por otro lado los graduados
recibimos nuestro diploma hace una semana y el verano ya está por empezar en unas horas,
todos con sus preparativos de vacaciones, como las pasaran, trabajando, disfrutando, ropa y
entre muchas otras cosas. Verano, simplemente escuchar mencionarlo me dan nauseas y una
extraña sensación en mi cabeza, mi corazón da un brinco y todo en mi parece estremecerse. El
inicio de una canción interrumpe mis pensamientos de pronto, Asleep de The Smiths, increíble
canción, no es lo que normalmente una persona escucha mientras se ejercita pero para mí
tiene un significado mucho mas grande. Miro a mi alrededor y veo casas por doquier, las casas
son separadas por pequeños jardines, típico de los suburbios, corro unos metros más y estoy
frente a mi casa, una casa de color beige, los marcos de las puertas y ventanas de color madera
oscuro, una puerta del mismo color, grande y rectangular
Tomando un poco de mi botella rosada que siempre ocupo para correr respiro profundo
descansando un poco y entro a la casa, la puerta estaba semi abierta y escuche un ruido al
fondo.
-Mama ya llegue.-
-Amanda, ven y dame una mano.- su voz era fuerte desde el fondo de la cocina.
Pase el recibidor poniendo mi teléfono en la mesa redonda que estaba en el centro, dando
tragos de mi botella, pase frente al estudio y entre en la sala de muebles color café claros,
dando unos pasos más entre en el comedor, luego en la cocina. En el pequeño desayunador
estaba mi madre, su cabello castaño cubría sus hombros, sus ojos celestes buscaban algo
dentro de una caja de plástico transparente, llevaba un vestido formal de color negro y una
chaqueta del mismo color, muy profesional; una abogada muy reconocida y jefe de un bufete
de prestigio.
Sus ojos se encontraron con los míos.- Amanda, ¿Has visto mi folder de color negro?- dando un
Respingo con su nariz un poco desviada, aunque este defecto no evitaba aquella belleza y
respeto que su rostro emanaba.
-No.- dije caminando hacia el interior de la cocina y abrir el refrigerador.- Creo que lo
guardaste en la otra caja, en la de verde.-
-Mmm… estoy segura que la guarde acá.- dijo dudando.- ¿Ya tienes tus papeles listos?-
pregunto cambiando de tema.
-Sí, ya está todo arreglado.- dije sin reparos. Me senté en una de las sillas altas del
desayunador. Aunque solo tengo diecisiete años me considero una persona lo suficientemente
madura y autosuficiente, no necesito que me este preguntando y simplemente saber mi
paradero por los siguientes meses me hacen estar de mal humor.
-Tu padre hablo hoy, está emocionado.- dijo con un tono de voz un poco misterioso, mis
padres se divorciaron hace cinco veranos y este sería el primero que pasaría con él, es una de
la razones por las que odio los veranos; recuerdo ese día a la perfección, las caras de ambos
sin expresión. Mis hermanos y yo creímos que eso era algo normal, que después vendría el
llanto de mi madre o que tal vez pasaríamos por algún tipo de estado depresivo, pero eso
nunca vino, mi mamá y mi papá seguían hablando como que fueran mejores amigos, por
teléfono o se veían, mi mama nunca lloro, y mis dos hermanos y yo no resultamos los niños
perdidos del camino por que sus papas se divorciaron.
Era más como un acuerdo, como que si nunca hubo amor o como si siempre se quedo ahí.
Pero desde el divorcio no puedo ver a mis papas igual, no son la pareja romántica con la que
muchos niños crecen, son mas como dos amigos que quisieron tener hijos juntos, eso me hace
ver a mi padre distante, aparte que desde hace cinco veranos solo lo veo en navidad y año
nuevo y cuando las circunstancias de emergencia lo requieren; los últimos cinco años me he
criado con mi madre pero eso tampoco significa que sea unida a ella, simplemente convivimos
mucho mas.
Mi hermano Liam, el mayor de todos, vive en Alemania estudiando Negocios, hace un año que
se fue, fue el que actuó como padre desde el divorcio; ahora tiene 23 y tenia dieciocho cuando
paso, lo suficientemente maduro para cuidar de mi hermano y de mi,. Wyatt mi otro hermano,
tiene 20 y está en Japón, estudiando Economía. Ambos son cariñosos, esos hermanos que
siempre te cuidan y a veces hasta agobia que sean tan sobreprotectores, lo bueno es que soy
independiente y no he necesitado demasiado de sus cuidados.
Esos nos deja a mi madre y a mí, y mucho tiempo para llenar con conversaciones que ninguna
de las dos quiere mantener en realidad.
-Amanda.- repitió mi madre haciéndome salir de mi ensimismamiento.
-¿Si?-
-Te digo que deberías llamarlo, ¿Ya arreglaste tu equipaje?- pregunto en tono de jefe como
siempre.
-No.- dije en seco.- Le llamo luego.-
-¿Luego?- pregunto retóricamente.- Deberías de hacerlo ya, dentro de unas horas estarás con
él.-
-¿Entonces para que llamarlo?- me dedico una mirada fulminante, rodé los ojos y retome la
palabra.-Lo sé, Mama tranquila.- dije sin evitar mi tono de superioridad.-Me iré a bañar, nos
vemos en un rato.- dije saliendo de la cocina.
Sin esperar que me contestara o dijera algo mas salí de ahí, regrese por mi celular, mientras
subía las gradas revise, tenía dos llamadas perdidas de Mathew y otras dos de Kate, son mis
amigos más cercanos. Varios mensajes de chicos que ni siquiera reconozco sus nombre y otros
de amigos que no me molestare en contestarles. Y le marque a papá.
-Hola, mi amor.- contesto una voz ronca y casi paternal.
-Hola, papá.- respondí.
-Qué bueno que me llamaste, Amanda, estoy emocionado por verte.- dijo con evidente
entusiasmo.
-Yo también.- hice una pausa.- Solo llamaba para saludar, y avisarte que estoy casi lista.-
-Gracias, hija.- podía sentir su sonrisa.- Te quiero nos vemos.- Por lo menos el entendía que no
tenemos nada más que decirnos.
-Adiós, también te quiero.- ahora sentía su sonrisa aun más pronunciada. Termine la llamada y
vi a mi alrededor, ya me encontraba en el lado derecho de la casa donde están las habitaciones
de mis hermanos y la mía, una sala amplia en el centro con un televisor pantalla plana y
muebles alrededor. El color rojo de mi habitación me recibió alegre, las cortina estaban
corridas y la luz del atardecer se iba opacando.
Mi cama ordenada a la perfección, el escritorio blanco con rojo a un lado de la cama, un
pequeño sillón de cuero blanco adornaba la alfombra oscura. En el baño puse ambas manos en
el mueble y contemple mi rostro en el espejo, mi cabello pelinaranja agarrado en una cola que
estaba a punto de deshacerse, mis cejas espesas, mis ojos color azul mirándome directamente,
mi nariz recta y mis labios rojos y voluptuosos. Aparte la mirada y me lave la cara, tenía que
empacar, mañana me iría con mi padre a su casa en Georgia. Hace una semana que me gradué
de la preparatoria y cualquiera espera que el mejor verano de su vida llega, pero yo tendré que
bueno… pasarlas en Georgia.
-¿Cuánto tiempo te vas?- me pregunto Mike interesado, tenía que elevar la voz debido a la
música fuerte de alrededor.
-¿Por qué te interesa? – pregunte enarcando una ceja.
-Simplemente me interesa.- dijo sonriendo mostrando su dientes blancos, paso una mano por
su cabello rubio, típica táctica de niño que se cree lo mejor.
-Ho… la.- escuche una voz detrás de mí y sentí un dedo tocando mi hombro, voltee la cara con
rapidez para ver a quien le pertenecía esa voz entrecortada y nerviosa, obligue a mis silla alta
del bar a dar la vuelta también.
-¿Hola?- dije más que como un saludo una pregunta.
-Qui..si…er..ras.. bailar..rrr. … con…migo.- pregunto un chico de lentes ojos oscuros, cabello
rubio cenizo, usaba una camisa cuadriculada y unos pantalones cafés.
-No, gracias.- dije sonriéndole amablemente, bueno eso creo. El chico sin decir nada mas salió
casi corriendo a la otra esquina donde habían varios chicos tomando coca cola y
nerviosamente mirando a su alrededor.
-Eso es cruel.- escuche la voz de Mathew decir.
-¿El qué?- pregunte dándome la vuelta para verlos.
-Amanda, ese chico te pregunto si bailarías con él y le dijiste que no.- dijo casi ofendida Kate.
-Kate, baila tú con el entonces.- le dije enarcando una ceja, mejor no me dijo nada y escucho lo
que Mike iba a decir.
-Ese niño solo representa a los otros que no se atreven a pedirte que bailes con ellos.- dijo
Mike burlonamente.
-¿Te refieres a ti?- pregunte sonriendo burlonamente.
-Yo si te pido. ¿Quieres bailar conmigo?- pregunto cambiando a un tono serio. Empecé a
reírme cuando vi que su expresión no cambiaba y todos me miraban, pare.
-Mmm… no gracias.- dije sonriendo “amablemente”.
Jonathan y otros chicos que estaban ahí sonrieron y menearon la cabeza como sabiendo que
iba a decir.- ¿Qué?- pregunte cuando vieron a Mike enarcar una ceja.
-Te reto…- empezó el rubio.
-¡No!- gritaron Mathew y Kate al mismo tiempo. El grupo de chicos, más o menos unos 5,
amigos nuestros se quedaron viéndonos, incluida una chica llamada Jenny.
-Dejen que la rete.- dijo sonriendo pícaramente Jenny.
Escuche que Kate le susurro algo al oído a Mathew.- Si es grave no dejes que acepte, siempre
acepta cuando la retan.- rodé mis ojos, vi como la pequeña y dulce Kate ponía cara
preocupada, su cabello negro intenso brillaba con las luces de la pista de baile, sus ojos verdes
me miraban intensamente, sus brazos cruzados expectantes y fingiendo una sonrisa de agrado,
sonreí al pensar que por más insignificante que fuera el reto se preocupaba, ya hemos tenido
varios problemas por los retos que he aceptado quizás eso hace que esta vez este mas alerta.
-¿Cuál?- pregunto sintiéndome capaz y superior a los que me retaban.
-Saca a uno de esos chicos a bailar.- sonrió Mike como que hubiera dicho algo a lo que me
negaría. El alivio de Kate y Mathew fue evidente, Mathew con sus ojos cafés avellana me miro
inquisitivamente, su cabello castaño oscuro también brillaba mientras las luces se posaban en
su cabeza su labios formaban una curva que puedo decir era una sonrisa burlona escondida.-
Te comportas como tímida y luego lo dejas.-
-Eso es más cruel.- dijo Kate acusadoramente.
-Ese es el punto.-dijo Jenny con su voz chillona, que irritante esa chica.
-Bien, acepto ni siquiera es un reto, lo haría de todas maneras.- dije bajándome de la silla alta.-
Pero lo hare solo si tu, sacas a bailar a una de esas dos chicas tímidas que están en la otra
esquina y luego las dejas.- dije enarcando una ceja. El rubio se bajo de la silla sonriendo como
disfrutando de un secreto personal, me estrecho la mano y se acerco a mí, por molestarlo me
acerque a su oído, sin decirle nada me aleje rápidamente y sentí como él contenía su
respiración.
Camine hacia el grupo de chicos de la esquina, todos se pusieron pálidos cuando me vieron
acércame, busque al de camisa cuadricula y pantalones cafés, la verdad si se arreglara y
quitara esos lentes sería un buen partido, para otra chica claro. Con Mike quedamos que
esperaría a que yo terminara de bailar así ambos veíamos mientras completábamos el reto.
-Hola.- dije sonriendo.- Perdón, cuando me invitaste a bailar no escuche muy bien, estaba
distraída y bueno… Bailemos.- dije en afirmación. El chico de lentes me miro abriendo los ojos.
-Cla…ro.- dijo sonriendo y acercándose a mí, extendí mi mano para que la tomara, vi a
Jonathan acercarse al dj de la fiesta y una canción lenta empezó a sonar, reprimí el deseo de
voltearlos a ver con odio para que el chico de lentes no se sintiera incomodo, aunque estoy
segura ya lo estaba de tantas miradas posadas en nosotros.
-¿Cómo te llamas?- le pregunte cuando llegamos a la pista y se supone en este baile debía
agarrar mi cintura.
-Jesse.- dijo el chico, esta vez sin tartamudear.
-Soy Amanda.- dije sonriéndole mientras agarraba sus manos y las ponía en mi cintura, lo
rodee con las mías en el cuello, el chico se tenso evidentemente y aunque trataba de empezar
el baile se veía incomodo, pude ver como sus amigos nos miraban desconcertados y me sentí
culpable.
-Lo…sé.-dijo bajando la mirada. Habían muchas parejas a nuestro alrededor, algunos bailaban
sin el compas de la música, mucho más rápido, otros se adentraban en un beso demasiado
profundo para estar en público.- ¿Por… quee… quisiste bailar conmigo?- pregunto
tímidamente y al parecer buscando todas su fuerzas por no tartamudear.
-No lo sé ¿te molesta?- pregunte sonriendo. Negó con la cabeza y me miro directamente a los
ojos.
-Tus… ojos…. – empezó pero la canción paro, su rostro estaba mucho más cerca de lo que
antes habíamos estado, me aleje con fuerza, ¿Qué estaba pensando ese chico?
-Gracias por el baile, nos vemos.- dije dejándolo en medio de la pista, era obvio que sus
intenciones eran de acercarse más, eso no pasaría, y aparte la música se había cortado de
improviso, que bueno. Cuando llegue junto a Kate y Mathew los mire con desconcierto.
-Ese chico iba a besarte.- dijo Mathew sonriendo, luego empezó a aguantar una risa porque el
chico nos veía directamente, sonrojado, bueno eso creo, bajo la luz intermitente y tantas
personas no sabía distinguir muy bien; pero se dio la vuelta y se fue. Mike me agarro por el
brazo suavemente.
-Mi turno.- me susurro al oído, su aliento apestaba a alcohol y a cigarro.
Vimos como Mike se alejaba con gracia hacia una chica de cabello rizado, demasiado rizado de
color oscuro.-Dame un tequila shot.- le dije al chico que atendía el bar, me tome uno
rápidamente y regrese la mirada a contemplar la escena. Mike bailaba con la chica, ella no
podía ocultar su emoción y se sostenía de su cuello fuertemente, sus ojos brillaban y ambos
bailaban, él obviamente dándole esperanzas. Al acabar la canción la chica se abalanzo sobre el
dándole un beso en los labios, todos los que observan y sabían del reto abrieron la boca
formando una O. Yo en cambio solo sonreí, eso era ganar el reto. Mike la había empujado y
camino a zancadas hacia el bar donde estábamos.
-Está bien, ganaste.- dije sonriéndole.
-Me debes un beso.- dijo sonriéndome.- tres shots de tequila.- el del bar se los sirvió y se los
tomo seguidos.
-No te debo nada.- le dije a la defensiva.- pero sí que ganaste este reto.- dije burlonamente y
carcajeándome.
-el otro chico te iba a besar también.-
-No hubieras dejado besar por la chica si no querías.-
-Se abalanzo sobre mí.-
-Tal vez cumplió su sueño.- dije carcajeándome. Mike se acerco amenazadoramente y lo
empuje de una sola vez.- Adiós.- le grite cuando entendí su intención.
-Amanda.- me dijo Mathew para que me sentara junto a él.-Kate esta algo mal.- dijo viendo a
Kate con desaprobación, saltaba en uno de los sillones de la casa gritando con emoción.
La fiesta no duro mucho más, suerte que nos fuimos un poco antes de que llegara la policía.
Me despedí de todos, que no lograría ver hasta el fin del verano, bueno un poco antes del fin
del verano, porque exactamente la primera semana de Agosto, yo me iría a Francia a la
universidad.
Al salir de la casa tuve que caminar un poco para llegar a donde estaba mi camioneta y poder
manejar de regreso a casa, manejo con cuidado. Todo estaba solo, en la oscuridad de la noche
y aun así, sentía que una historia simplemente estaba por empezar, la noche inspira eso, un
comienzo, bueno o se puede ver como el final del día o el inicio, yo lo veo como el inicio, algo
que reconforta, su silencio, estar solo tú y tus pensamientos. Aunque no soy una persona
solitaria, tengo amigos y siento que los puedo hacer fácilmente sin ningún problema, me gusta
la idea de estar a solas con la noche. En vez de ir hacia mi casa me dirigí hacia la carretera, no
muy lejos se encuentra una cafetería donde sirven un buen café.
Entre a la cafetería, estaba tranquilo como la mayoría del tiempo, solo unos cuantos que
pasaban por el descanso, unos camiones parqueados afuera y motos. Me senté en una de las
butacas de color rojo con gris, parecen de comida rápida, ordene el café de siempre a una
mujer que se llama Wendy, siempre me atiende y ahora nos conocemos un poco.
-Aquí tienes, lo mismo de siempre.- me dijo pasándome un café con bolsitas de azúcar al lado y
un pie de queso.
-Gracias.- le sonreí y rompí una de las bolsitas de azúcar para ponerle al café. En esos
momentos cuando estás sola, dando sorbos a un café caliente, es cuando sientes que toda tu
vida puede resumirse en pocas palabras; siempre he tratado de crear los mejores recuerdos,
de vivir el momento y así luego tener algo increíble para recordar, odio la monotonía, la rutina
y todo lo que se vuelve predecible. Pero aun así son indispensables las costumbres o un hábito,
como se me ha hecho venir a esta cafetería, en medio de la carretera, para estar solo yo, una
taza de café y mis pensamientos.
Deje un billete en la mesa y salí rápidamente al acabarme mi café y mi pie. El viento de verano
estaba soplando ya fuertemente, mis jeans oscuros se pegaba a mi piel igual que mi camisa de
puntos rojos y fondo blanco, y quedaba volando de un lado, logre llegar rápido a mi
camioneta, arreglándome el cabello me mire por unos momento en el reflejo del vidrio, mi
cabello largo caía en cascada en mis hombros, lacio por arriba y puntas acolochadas,
mechones más claros y un poco cortos caían sobre mi cara y mi rostro con casi nada de
maquillaje más que un poco de mascara.
Llegue a mi habitación un silencio sepulcral, mi mamá seguro se había dormido hace horas,
eran las 2 de la madrugada, y ella siempre se dormía temprano, bueno cuando no tenía nada
por hacer.
No puedo dejar de pensar en el viaje con mi papa hacia Charleston, Georgia; es como un
pueblo según cuenta mi mamá, la playa perfecta para un buen verano según Kate, pero yo no
soy chica de verano, prefiero el invierno, usar abrigos, la nieve, el frio y pasear por Washington
o Nueva York con los paisajes llenos de nieve. Después convencerme de no sobre pensar
acerca de ese tipo de cosas, me sumergí en un sueño profundo.
Capítulo II
Mamá me llevo al aeropuerto, no fue de esas despedidas sentimentales o mucho menos, solo
fue una despedida tranquila en la que nos abrazamos y nos despedimos para vernos dentro de
poco tiempo.
Llevaba puestos jeans oscuros cómodos y una camisa sin mangas rosada con blanco y unos
puntos en franja gruesa por la parte de atrás fingiendo ser botones. Mi maleta era rosada,
pasamos para chequearnos y me quede solo con una cartera de color marrón. Y durante todo
el viaje pude dormir con tanta tranquilidad de la que desperté solo hasta el último momento.
-¿Cómo estuvo el viaje?- pregunto tratando de hacer conversación después de que me soltó de
un gran y fuerte abrazo, normalmente no soy una persona de abrazos, pero vamos es mi padre
y aunque muchas veces no lo demuestro, lo quiero muchísimo.
-Bien. ¿Tu como has estado?- pregunte sin pensarlo.
-Bien.- hizo una pausa.- Aunque algo cansado, ayer tuve que viajar desde Nueva York hasta
acá.- dijo con voz tranquila, mientras salíamos del aeropuerto a esa brisa marina, pegajosa y
caliente.
-¿Si? ¿Y eso por qué?-
-Pues estoy con la empresa tratando de arreglar unas alianzas allá en Nueva York.-
-¿En que estas trabajando, digo la alianza?-
-Pues es una nueva tecnología de seguridad avanzada.- dijo sonriendo. -¿Estás bien con ir a la
playa y eso?- pregunto tentativamente.
-Creo que si.- respondí demasiado rápido para su gusto.
-Amanda.- hizo una pausa.- Puede ser un poco difícil tal vez por los primeros días, pero tal vez
termines volviendo a disfrutar de ese panorama.-
Después de unos minutos de silencio en el que no me moleste en contestar a eso, no pude
soportarlo más y le pregunte.- ¿Quién es tu nueva novia?- cambiando radicalmente de tema.
-Se llama Rebecca, Smith.- dijo sonriendo y ladeo el rostro para verme.- Te agradara.-
-¿Cómo es?- pregunte ignorando su afirmación.
-Mm, ya la conocerás.- dijo un poco confundido por mi repentino interés.
-No, quiero que me digas como tú.-
-Pues es muy bonita, tiene cabello castaño oscuro, sus ojos son cafés oscuros, su piel
bronceada…-
-No físicamente, su personalidad.- lo interrumpí.
-Pues, es amable, respetuosa, tiene sus cosas que nadie se las saca de la cabeza hasta que lo
logra.-
-¿Perseverante o caprichosa?- pregunte interrumpiendo, mientras levantaba ambas cejas.
-¿Puedo saber a qué se debe el repentino interés?-
-Siempre lo he estado, nunca te pregunte.- dije como bofetada.
-¿Por qué?-
-No quería.- dije viendo la carretera.- ¿En cuánto tiempo llegaremos a Charleston?-
-Vamos cerca de Charleston pero no exactamente ahí.- no dije nada y el continuo.- en una
media hora.-
-Bien.- Son las 9 y 30, queda mucho por delante para la noche.
Exactamente en 25 minutos llegamos a la entrada de lo que parecía un pueblo, tenia nombre
algo como Charleston villaje o algo que no alcance a leer, pero al parecer era un pueblo más
pequeño que el pueblo.
Al principio las casas del centro estaban todas unidas, un pequeño centro comercial,
gasolinera, un supermercado, tiendas de ropa, restaurantes, desde lo lejos a menos de 2
kilómetros, esta un puerto y se veía el mar, aparte la mirada rápidamente, vi el muelle, con
tiendas alrededor y luego solamente el muelle hasta donde habían unas motos acuáticas, yates
o algo parecido. En él estaba una feria, juegos mecánicos y kioscos alrededor, clásico del
verano.
Ahí en la plaza habían grupos de personas platicando, una rueda rusa gigante en el fondo,
todos los colores alegres, no parecía en verdad un pueblo, mas parecía una ciudad en
miniatura, habían edificios no muy modernos pero eran edificios, pasamos la parte iluminada
y habitada para entrar en una colonia, varias casas separadas por casi un bosque. Hasta que al
fin, llegamos a una casa grande con columnas frente a la puerta, parecía sacada de revista,
magnifica, de ensueño y el motor se apago.
-Es increíble.- dije sin poder evitarlo.
-Gracias.- dijo sonriendo, la casa era enorme, igual que las otras de la colonia, blanca perfecta,
ventanas abiertas donde las cortinas se salían por el viento, unas cuantas gradas para subir a la
entrada, la puerta doble de color carmesí. Abrió sin usar llave, la parte de adentro era aun más
increíble, el piso era de madera claro, los muebles modernos pero a la vez hogareños, en la
sala principal una chimenea, un gran pasillo ancho que llevaba a la cocina grande y espaciosa,
con desayunador, un mueble en el medio, luego otras doble puerta para el comedor, un salón
de piano, oh el piano, casi olvidaba que lo tocaba, era blanco y de cola tres cuartos. Mire a mi
papá inquisitivamente. El asintió. -Pensé en ti cuando lo compre.- me dijo sonriendo.
Entre en la habitación, el suelo de madera era más oscuro y dos sillones individuales estaban
frente al piano, la pared era de un verde musgo dándole realce al piano blanco. Lo toque con la
yema de los dedos, sintiéndolo levante la tapa blanca que protegía las teclas, y pasando mis
yemas de los dedos por ellas, sentí como las notas se esparcían por toda la habitación, sin
melodía pero hermosas.
Me senté en el banco de color café oscuro y empecé a formar una melodía con mis dedos, se
sentía hermoso, tranquilizador, le sonreí a mi padre y descubrí, que aunque él no amara el
piano como yo lo hacía, el me entendía. El no es un fan de la música clásica, menos la del
piano, pero si solo compro el piano, y si fue por mí, eso me…emocionaba.
-Ya vinieron.- dijo una voz femenina y un poco aguda.-Hola amor.- dijo dándole un beso en los
labios a mi padre.-Tú debes ser Amanda.- dijo acercándose a mí y abrazándome.
-Tú debes ser Rebecca.- dije sin evitar desdén en mis palabras, pero al parecer no lo entendió o
no se hizo la entendida.
-Si.- dijo emocionada.- Bien te enseñare tu habitación, la decoramos solo para ti.- dijo
alegremente que casi sentía que saltaba.
-Bien.- dije parándome con suficiencia, ella estaba utilizando tacones y aun así solo me pasaba
por como dos centímetros.
-Eres alta.- dijo observándome.
-Promedio.- le dije con intención escondida pero me sonrió sin entenderme, otra vez. Su
cabello era café oscuro como dijo mi padre, sus ojos cafés y grandes, con pestañas llenas de
mascara y muy delineados los ojos, sus pómulos rosados de rubor y una sonrisa agradable que
no me tragaba.
-Bueno ven.- dijo tapando las teclas del piano. La casa era impecable, limpia, ordenada, fotos
en las paredes de ellos juntos, otras de mis hermanos y yo cuando éramos pequeños. Entre
muchas otras cosas, pinturas, paisajes y otros adornos. Era muy hogareña. En la parte de arriba
había una gran foto reciente de mis hermanos y yo, en una fiesta que fuimos juntos, éramos
increíblemente parecidos, solo nuestro color de cabello cambiaba y ojos, Liam castaño oscuro
con ojos celeste, Wyatt castaño con ojos miel, y el mío era un rojo claro, mas anaranjado con
mechones claros llegando a rubio y ojos azules; pero las facciones muy parecidas, excepto que
las mías un poco más delicadas y por supuesto femeninas. La parte de arriba era de alfombra,
una sala con unos muebles blancos de terciopelo, y una mesa de centro.
Había 4 puertas dobles, que llevaban a diferentes habitaciones. Un gran pasillo que parecía
recorrer toda la casa.- Esta es la tuya.- dijo abriendo la puerta. Abrió ambas puertas para
entrar a una habitación de color blanco, una cama de madera oscura y un escritorio del mismo
color, la cama estaba ordenada con un rosa fuerte, un espejo en tríptico estaba en la esquina
para verse de cada ángulo y dos puertas una al baño con cerámica blanca y otra al closet.
-Es increíble.- dije tirando mi cartera marrón.- ¿Tú hiciste esto?-
-Bueno yo decidí que cosas, pero hay gente que se encarga de esto.- Fruncí el ceño al verme al
espejo, mi ropa combinaba en aquella habitación, no soy así, no soy chica rosa.
-¿Gente?- pregunte confundida.
-Si, por ejemplo, aquí viene Greta con tus cosas.- dijo cuando la pequeña joven entro con mi
maleta de viaje verde. La chica iba con una coleta alta, era un poco más pequeña que yo, y
estaba en sus veinte y algo. Su cabello café oscuro combinaba con sus ojos verdes claros.
-Gracias, Greta.- dije sonriendo.
-De nada Señorita Wells.- sonreí al escucharla decirme así, pero estaba confundida.
-Te acostumbraras.- dijo Rebecca sonriendo.- Ya es tarde supongo que tienes sueño.-
-¿Cuántos años tienes?- pregunte acercándomele a Rebecca.
-Treinta.- dijo sonriendo.
-Te ves más joven.- dije pensativa.- No tengo sueño, quiero hacer algo, quizás quieras dar una
vuelta, me enseñas alrededor y así te conozco mejor.- Rebecca pareció sorprendida ante mi
propuesta, quizás aun no era tiempo para usar mi tono imponente.- Por favor.-
-Claro, un gusto.- dijo sonriendo y se dio la vuelta.- Quizás quieras cambiarte de ropa, algo mas
nocturno.- dijo antes de salir.
Me está agradando. ¿Nocturno? ¿Qué usaran de nocturno en este pueblito? Bien a
desempacar, abrí mi maleta y busque algo negro o brillante, quizás eso se pase por nocturno,
encontré unos pantalones negros pegados y una camisa con brillante de color crema de manga
hasta los codos. Todo esto fue muy rápido, me deje unas zapatillas, las mismas que mi madre
me reclamo por usar en un evento importante hace pocas horas.
-Que linda.- dijo Rebecca cuando me vio salir, ella usaba un vestido sin mangas de color negro
y pegado al cuerpo, unos tacones de aguja del mismo color.
-Gracias, tu también.- trate de esforzarme por hacer el cumplido y poner una sonrisa en mis
labios.
-¿Adonde van?- pregunto mi padre que ya no usaba el traje formal y ahora usaba unos shorts
que parecían para dormir y una camiseta blanca.
-Llevare a Amanda a dar una vuelta.- dijo Rebecca sonriéndole.
-Si papá, solo una vuelta.- concorde.
-Bien, pórtense bien.- dijo sonriendo y alejándose por el pasillo.
-Estará bien.- me dijo Rebecca con complicidad.
Salimos de la colonia en un carro deportivo de Rebecca, de color blanco y asiento oscuros.-
¿Adónde vamos?- pregunte expectante, quería un poco de café.
-Mmm… ¿te parece si empezamos por el muelle? hay lugares donde bailar y hay más jóvenes
que puedes conocer.-
-¿Una disco?- pregunte levantando las cejas.
-O… comida.- dijo tentativamente, pensándoselo mejor.
-Me quedo con la comida, por hoy.- dije sonriendo.
-Tienes una linda sonrisa.- dijo Rebecca de golpe.
-No debes hacerme cumplidos, no es necesario.- trate de usar un tono neutro.
-No te los hago porque creo que así te caeré bien.- dijo sin verme.- Se que no eres de esas, se
te nota.- dijo esta vez desviando solo un segundo su mirada hacia a mí.
-¿Ah sí? ¿Se me nota?- esto fue como algo mas para mí misma que preguntándoselo.
-Ok, para que no tengamos problemas y sé que venias ya con ideas predispuestas sobre mi…-
-La verdad no.- le admití, no había escuchado lo suficiente como para hacerme una idea.
-Mejor.- dijo sonriendo-Hoy también empezaron las vacaciones por acá.- me dijo cuando vio
que todo estaba abarrotado de personas. –No es así siempre.- sonrió alegremente.
Nos bajamos en un restaurante de mariscos. -Camarones empanizados y un café.- le dije a la
camarera.
-Yo solo… mm… pastelitos de cangrejos.- dijo ella viendo el menú.- ¿Bueno, Amanda cuéntame
de ti?-
-¿Qué quieres que te cuente?- pregunte, iba a tratar de comportarme.
-Pues, ¿Cómo estas con tus amigos?- Bueno creo que puedo con eso.
-Pues algunos se van de campamento, otros de viaje, otros se quedan ahí en Washington, tal
vez un viaje corto a la playa.- dije sonriendo.- ¿Y tus amigos?-
-Pues como vivimos en la playa, son pocos los que se van, aparte nuestra edad nos exige que
continuemos en el trabajo.- dijo sonriendo, note que varios chicos y hombre volteaban sus
miradas, no me incomodaba, aunque es un poco tonto admitirlo estoy acostumbrada, pero
ella se sonroja.- ¿Qué te gusta hacer?-
-Me gusta tocar el piano, correr, jugar voleibol, tenis, andar en patineta, manejar, leer y
conocer lugares, también salir con amigos y cualquier otra cosa.- espere que dijera algo.
-¿Favorito de todos?-
Me lo pensé bien, amaba surfear pero si ella no lo sabía aun no tendría porque hablar de ello.-
Patinar, tocar el piano y leer.- sonreí.
-Piano, tocas muy bien.-
-Gracias.-
-¿A qué te refieres con cualquier otra cosa? Algo en… especifico quizás.-
¿Quién se cree? Ok, es una psicóloga, era de lo poco que mi padre me había contado en la
ocasión que me dijo que salía con alguien.- Mmm… pues la verdad no debo decirlo.-
-¿No debes o no quieres?-
-Ok, ¿Cuánto le tendré que pagar después de esta sesión Dr. Smith?- pregunte en broma y
sonreí.
-Oh, si tienes sentido del humor.- dijo riéndose.- ¿Te molesta tener que venir al mar…
porque…?-¿Cómo se atreve? No llevamos ni una hora de conocernos.
-Disculpen.- nos interrumpió la camarera que llevaba dos frozen de fresa.- Aquellos chicos de
allá la invitan a usted y a su amiga a este frozen.- dijo dirigiéndose a mí, Rebecca levanto la
cara para ver a los chicos, yo no me voltee.- Y le mandan esto.- Era un papel con un número de
teléfono y un nombre.
Sonreí, Rebecca no dijo nada y aproveche.- Dígales que muchas gracias por el frozen que
seguramente esta delicioso pero que no estamos interesadas en sus números y mucho menos
en sus nombres.-
Rebecca abrió los ojos como platos y la camarera se sonrojo. -Mmm… señorita no creo que
yo…-
-No se preocupe usted solamente ha sido la mensajera.- dije sonriendo.- Gracias.- La camarera
se retiro y nos dejo las bebidas.
-Amanda.- dijo Rebecca tomando del frozen mientras se sonrojaba tímidamente. Es tímida,
que raro.
-No ha sido nada.- dije sin evitar mi tono. Oops, no mas tono de superioridad debo
arreglármelas para no aumentar mucho en su perfil.
-¿Crees que fue muy rudo?- dijo recobrando su tono profesional y a la vez de confianza,
levanto la vista para ver a los chicos a mis espaldas.
-Mmm… no lo veo así.- dije sonriendo, la misma camarera regreso con lo que ordenamos, sin
decirnos nada, solo dimos las gracias.
-No dejan de ver hacia acá.- dijo sonriendo. Por Dios, ya esta grande para prestarle atención a
eso.
-No los veas.- me agarre mi cabello pelirrojo en una coleta desenfadada y le sonreí.- Y…¿Cómo
se conocieron mi padre y tú?-
-El…- busco algo a su alrededor con la mirada, como esperando que las palabras le saltaran de
algún lugar.-Fue a buscar ayuda para ti, y le dieron mi numero, lo conocí y nunca me volvió a
proponer que fuera tu psicóloga, es mas salimos desde el día que nos conocimos.-
No pude evitar mi sorpresa, no sabía que papá me estaba buscando ayuda, mis mejillas se
encendieron, me molestaba que siguieran insistiendo en que necesitaba ayuda y a la vez me
enternecía su interés; ¿Eso era posible?
-Amo a tu papá.- soltó de golpe
-Me alegro.- su mirada cambio, ahora la de ella llena con curiosidad. Oh no, le he dicho mucho
más de lo que le he querido decir.
-¿Te alegra?- pregunto entre confundida y con curiosidad. Bueno que más da, le puedo decir
esto.
-Si.- pero que pregunte.
-Pensé que estarías como enojada porque él tiene otra que no es tu mamá.- dijo con
naturalidad.
-Pues no, todos esperan algo, es como un patrón después del divorcio, pero no paso nada ni
similar con mis papas, o con nosotros.- dije tranquilamente.- Mi mamá, nunca lloro, siguieron
viéndose y riendo juntos.- me encogí de hombros.- Solo fue como que papa se fuera de la casa
pero siguiera todo normal, sin verlo tanto y ya.- hice otra pausa.- y al parecer a ti te quiere, eso
es bueno.-
-¿Crees que no quería a tu mamá?- pregunto con curiosidad.
-Pienso que fueron como dos mejores amigos que decidieron tener hijos juntos.- dije con
simpleza.
Rebecca rio.- Si así pareciera.- la conversación cambio de rumbo, era muy fácil hablar con ella,
aunque a veces adoptara un tono profesional, me agrado y no parecía tan superficial como
había creído, y en cierto modo creo que me agrado porque parecía mucho más madura para su
edad, quizás el hecho de estar con alguien mucho mayor la hacía así o simplemente fue eso lo
que los unió.- Quizás después podamos ir a la feria.- dijo señalando el muelle desde el otro
lado y se podía ver mejor la rueda rusa con otros pequeños kioscos; también se veía el mar, se
veía agresivo y hermoso, pero también doloroso, una lagrima se acumulo en mi ojo pero la
seque antes que recorriera mi mejilla.
Capítulo III
Abrí mis ojos con dificultad y solo vi rosa, rosa en la cama, rosa en la pared por la luz que
traspasaba las cortinas rosa, todo rosa. Eso aburre un poco. Me frote los ojos y vi mi teléfono
que se había apagado el día anterior, encontré varios mensajes de amigos deseándome suerte
en el verano, respondí unos cuantos con los mismos deseos y lo puso otra vez en la mesita de
noche.
Me levante de un salto, estaba usando unos shorts blancos y una camisa negra con una hello
kitty. Rodé mis ojos al verme; vamos a ver que tiene este pueblo, me dije a mi misma,
dándome una ducha bien fría y arreglándome lo más rápido que pude. Vi el reloj de pared,
eran las nueve con treinta, esta temprano. Baje con unos shorts, para variar, azules y una
camisa blanca que caía en un hombro dejando ver la parte que hacia chonga en mi cuello del
bikini azul con puntos blancos; también un poco corta de adelante dejando ver mi vientre si
levantaba mis brazos. Llevaba mi celular en una bolsa del short y dinero por cualquier
emergencia o antojo; no que supiera diferenciar la emergencia que sentía por comer un corn
dog.
Estando abajo me encontré con mi padre que estaba desayunando.- Amanda.- me saludo
emocionado en el comedor, por ayer en la noche no había visto que eran ventanales grandes
los que habían cubriendo casi toda la pared, dejando entrar la luz con las cortinas corridas,
dejaba ver el patio trasero, con una pérgola y una piscina cerca de esta, y si se caminaba unos
metros más se llegaba a la playa, donde hasta acá se escuchaban las olas chocar con la arena,
ese sonido…
-Papá, buenos días.- dije sentándome a su lado.
-¿Qué quieres comer?- me pregunto sonriente. Vi su plato tenía unos pancakes, y unos huevos
revueltos.
-Huevos revueltos y quizás frijoles o algo así.- Estaba observando el patio cuando Greta llego
con exactamente lo que yo había pedido. –Gracias, Greta.- dije sonriendo y la joven asintió.-
¿Dónde está Rebecca?- pregunte por hacer conversación.
-Debe estar en el trabajo, yo me iré en unos minutos, espero que disfrutes de la casa.- dijo
sonriendo.
-Sí, es muy bonita, papá.- sonreí.- Pero quisiera salir a dar una vuelta.-
-Mm… si.- dijo como en aprobación.- Te compre una bicicleta.- dijo sonriendo como esperando
que yo saltara de alegría, Ok si vivo en los suburbios pero no me muevo en bicicleta.
-Gracias, pero esperaba que…-
-Ya sabes lo que pienso de que manejen tan jóvenes, una bicicleta te sentara bien.- sonrió sin
decir nada más, y no lo discutí.
Terminamos el desayuno y ambos fuimos ha cepillarnos los dientes para luego bajar para
recibir mi nueva bicicleta, como era de esperarse era rosa, grande y perfecta para mi estatura.-
Es de montaña.- dije sonriendo, podría ir casi a cualquier lugar con ella.- Me encanta, gracias.-
le dije con un medio abrazo y me subí en la bicicleta.
Fue perfecto, el aire rozaba mi cara, aunque hacia que el calor un poco menos pegajoso, se
sentía bien, refrescante, un poco como correr, pedalee fuerte hasta salir de la colonia y
adentrarme al pueblo ahí pase lentamente por las tiendas, al parecer muchos ocupaban
bicicletas como su medio de transporte, los de mi edad andaban en bicicleta y las dejaban en
las afueras de las tiendas.
Pase lentamente por todas, mirándolas desde afuera, las chicas andaban con mini faldas y solo
la parte de arriba del bikini, lentes de sol o con vestuario de playa, la mayoría de chicas eran
rubias de piel pálida pero enrojecida en algunas áreas, quizás han estado buscando broncearse
un poco.
Pase el restaurante en el que Rebecca y yo comimos la noche anterior, luego llegue a la
entrada del puerto y el muelle, habían personas caminando por la pequeña plaza que
introducía el muelle y el puerto, ahí habían otras tiendas y restaurantes, un lugar especial para
dejar bicicletas se encontraba a mi derecha solo había que agarrar la parte de la rueda con un
candado, vi que la bicicleta tenía ya un candado incorporado, supuse que mi padre lo había
previsto, saque la llave que venía amarrada y agarre la bicicleta con el poste delgado
bloqueando el candado. La pequeña llave la metí en uno de los bolsillos de mis shorts.
Un poco desorientada camine recto hasta llegar al puerto, vi como unos chicos se subían a una
lancha blanca y salían a mar abierto, también vi personas sentadas en el muelle, otros
comprando en los kioscos cuando llegue casi a la feria y regrese mi mirada hacia atrás pude ver
lo increíble que era el pueblo era un hilera de casas, negocios etc., pintorescos a la orilla de la
playa, el mar estaba azul impecable aparte rápido la mirada evitando ver las olas y mejor dirigí
la mirada al cielo de un celeste, la brisa de mar y el olor a sal llegaba por todos lados. Poniendo
mucho más atención al paisaje que brindaba la orilla pude detectar a unos kilómetros la
entrada a la casa de mi padre, sonreí y me di la vuelta para seguir caminando. Era un gran
avance que me permitiera a mi misma contemplar aquello, aunque parecía confiada sentía
cierto nerviosismo y no temor pero enojo contra aquel hermoso mar.
-Ey no es esa la chica que se negó a aceptar tu numero ayer.- escuche a mis espaldas una voz
masculina y un poco extraña.
Trate de ignorarlo pero alguien agrego.- Si, si es ella.- dijo una voz agradable.
-Chicos déjenla.- dijo otra voz más aguda.
-Que escuche.- dijo la primera voz, la extraña.- Oye tu, la de short azul.- grito el chico, lo
ignore.
-Y te ignora, igual que ayer a mí.- dijo la voz agradable y masculina.
-Ayer ni siquiera nos volteo a ver.- dijo otro que no había hablado, su voz era ronca. Pare de
golpe porque venían dos ancianos de frente y me hice de lado para que pasaran. –Justo igual
que ahorita.- grito para que lo escuchara. Esta vez voltee la cara, los mire de frente, mi mirada
era fuerte e intensa, podía sentirlo, sin saberlo dos chicos habían estado caminando detrás de
mí, supuse el de la voz agradable y el de la extraña. Eran mucho más altos que yo, uno con
barba recién saliendo después de una afeitada, sus cejas espesas definían unos ojos grises, su
piel morena clara, sus torso musculoso pero extraño; el otro era también más alto que yo, su
cabello era despeinado de color café claro, piel blanca y ojos verde intenso, su mandíbula era
perfecta, le daba un toque más masculino, era musculoso y su camisa se le pegaba levemente
al cuerpo.
Ambos llevaban camisetas blancas, el moreno unos pantalones cortos de color azul y el otro
unos parecidos pero en beige. –Mierda.- dijo uno de los de atrás y reconocí como era el de voz
extraña, estaba sentado en uno de los bancos a la orilla del muelle, era delgado y alto, tenia
ojos cafés avellana, su cabeza estaba rapada, usaba una calzoneta azul y una camisa celeste,
estaba junto a otro con unos pantalones cortos de color verde oscuro y una camisa polo
blanca, era musculoso, su cabello café oscuro y unos ojos celeste cristalino, los dos chicos
caminaron hacia los que venían detrás de mí.
-Al fin volteas.- dijo el de mandíbula perfecta.- Perdón si te has sentido ofendida, solo hemos
querido hablarte.- Mi mirada seguía siendo penetrante y no hice intento de ablandarla.
-No sé porque se molestan.- dije con un sonrisa, pero sin evitar el tono de superioridad.
-Uh-oah, con carácter.- dijo el moreno, al cual voltee a ver y le pertenecía la voz ronca.
-Si me disculpan, me retiro.- dije volteando para seguir caminando en dirección al centro de la
feria.
-No sabes ni como hablarle a una chica.-dijo la voz aguda.
-Ay si, danos de tus consejos., entonces.- dijo la voz agradable, esta vez se iba alejando, ellos
no se habían movido pero yo caminaba mucho más rápido. La verdad es que me sentía fuera
de lugar, totalmente ajena a aquel paisaje, pero podía lograrlo, solo dos meses, solo son dos
meses; me repetí a mí misma.
Pare a comprar un algodón de azúcar, no solían vender muchos de estos en Washington,
quizás en el centro comercial pero solo si había un evento, compre uno rosa, para variar. Dos
chicas estaban comprando uno también, se veían cercanas y muy amigas. Una tenía el cabello
rubio, sus ojos verdes grandes y brillantes, sus labios rosados y finos, con una nariz respingada;
la otra tenía cabello oscuro casi negro, sus ojos grises miraban alrededor, era delgada,
demasiado delgada, sus dedos largos agarraban un pedazo de algodón mientras reían, las mire
con curiosidad, pero me obligue a apartar la mirada.
Desde ese punto del muelle, pude ver la infinidad del mar, ese paisaje era precioso. –Hola.-
dijo una voz dulce. Deje de ver el paisaje para buscar a quien me hablaba, era la chica rubia.
-Hola.- respondí con una sonrisa.
-No eres de por acá, ¿verdad?- pregunto la delgada.
-No, solo vengo de visita.- sonreí.
-Me llamo Penélope.- dijo la rubia.- dime Penny.-
-Sheila-dijo la de ojos grises, sonriendo.
-Mucho gusto, soy Amanda.- me sorprendí porque mi voz sonaba un tanto formal.
-¿Quieres que te enseñemos los alrededores?- pregunto Sheila.
No tenía idea quienes eran, pero no creo que sean peligrosas, papá me había mencionado la
cordialidad y amabilidad de las personas en el pueblo.-Claro.- respondí alegre.
Me hicieron ademan para que las siguiera, saliendo del muelle.- ¿Y cómo es que viniste a parar
acá?- preguntó Penny sonriendo, su voz era dulce y agradable aunque un tanto empalagosa.
-Pues, mi padre vive acá desde hace cinco años y me decidí por pasar el verano con él.- dije
mientras caminábamos en la arena para llegar a la hilera que antes había contemplado desde
el muelle. Llegamos a una como acera, perfecta para el turismo, era adoquinada y habían
faroles que de seguro en la noche alumbraban destacando lo pintoresco, visitantes y
extranjeros caminaban por los adoquines, pude distinguir que los edificios hogareños eran
hoteles lujosos y hermosos.- ¿Ustedes, viven acá?-
-Sí, desde siempre.- dijo Penny, que saco de su cartera una botella de jugo de naranja con
pajilla.
-Sí, así que verano acá, es una estación más, pero seguro te encantara.- agrego Sheila.
-Por lo que he visto es muy bonito.- dije siendo sincera.- ¿Qué hacen ustedes aparte de
pasearse por las playas?-
-Pues trabajo en un café de aquí cerca.- dijo Sheila.- y Penny…- La rubia se había quedado
distraída viendo a un grupo de chicos, cuando me di cuenta eran los mismo chicos que había
visto hace unos minutos y me reclamaron por no voltearme.
-Mmm… si yo trabajo en la tienda de mi papá.- dijo sin dejar de verlos, los chicos se voltearon y
mi mirada se choco con la de ellos, entrecerré los ojos y la aparte.
-¿Qué tienda?- pregunte con interés.
-Sorbetería.- respondió Sheila por Penny, que seguía viéndolos.- Penny deja de voltear a
verlos, pareces acosadora.- luego Sheila me miro a mi.- Si quieres trabajar, necesitamos una
ayuda en el café.-
-Shhh.- dijo Penny que regresaba la mirada para ver por donde caminaba.
-Gracias, lo tendré en cuenta.- hice una pausa-¿Quiénes son esos chicos?- pregunte con
interés, aunque supuse, los típicos chicos deseados por las chicas, que se niegan a muchas
pero odian que se les nieguen, los que se creen lo mejor dentro de la escuela, si conozco
muchos y muchos de esos son mis amigos. Me reí en mi interior, Mike es muy parecido a ellos
ahora que lo pienso, igual que Jonathan y los demás.
-Son estos chicos de la escuela, los más guapos.- dijo Penny dando un largo trago con su
pajilla.- pero el mejor es Luke.-
-¿Quién es Luke?- pregunte.
-Pantalones beige.- permanecí indiferente pero la verdad es que es atractivo y su mandíbula
con esos ojos verdes eran… porque estoy pensando eso, ese chico me acaba de gritar y
reclamar. Sheila rodo los ojos.- Si vamos a decir quién es el mejor debo decir que es de
pantalones verdes, Jack.-
-Bueno el también, con cualquiera de los dos me conformo.-
-Te escuchas tan necesitada.- le reprimió Sheila.
-Quiero un amor de verano.- dijo como fingiendo capricho Penny.- ¿Qué opinas Amanda?-
-No tengo opinión sobre eso por el momento.-
-¿Siempre eres tan formal?-
-Penny.- le reprimió su amiga.
-¿Qué?- dijo riéndose.
-Bueno me tengo que ir al trabajo.- dijo alegremente Penny.- Nos vemos más tarde, Sheila
invita a Amanda a la fiesta de hoy en la noche.-
-De esa fiesta.- dijo como recordándolo.- hay una fiesta hoy en la noche en una casa, no muy
lejos de acá, si quieres puedes venir con nosotras.-
Fiesta, por supuesto. –Siempre lista para fiestas.- dije sonriendo.
Caminamos un buen rato por la acera adoquinada, hablando de cosas triviales, más que todo
era ella la que hablaba.- Y entonces siempre es Penny la que los busca pero ellos, bueno el no
le presta atención, aunque salió con uno de ellos hace mucho tiempo, con Brant, pero debió
aprender.- hizo una pausa para respirar.-Brant era el moreno… ¿en que estaba? Ah sí que no
son el tipo de chicos que se merece, Brant nunca le volvió a hablar después de ya sabes que se
besaron y bueno… trato de ayudar que no se meta con los chicos equivocados pero es un poco
difícil.- Volvió a pausar.- Cuando ella es tan insistente para cometer errores.- No sabía que
decir a eso, la verdad es que con Kate no hablábamos así, bueno casi no hablábamos de chicos,
menos porque siempre teníamos a muchos con nosotras en el plan de amigos y fuera muy
incomodo para ellos escucharnos, nos divertíamos mas bromeando y viviendo el momento
que llegar a ese tipo de platicas junto con ellos. - Ridículo, si quieres vamos…- el sonido de un
tintineo la interrumpió.- Disculpa es mi jefe.- contesto la llamada.- ¿Hola?- hubo una pausa.-
Claro.-corto la llamada.- Lo siento mi jefe me llama, cualquier cosa estaré en el café que está
en la plaza.- dijo sonriendo Sheila.
-No te preocupes, ve, gracias.- Intercambiamos números de teléfono, así ella me llamaría para
irnos juntas a la fiesta. Camine sola unos metros, luego vi una anuncio gigante en la orilla
pegado en la baranda que ahí se vendían artículos deportivos a la izquierda, del lado de la
hilera de locales, mire en el interior y ahí estaba un chica rubia en la máquina registradora, dos
chicos y lleno de artículos deportivos; sonreí y entre en el local, el aire acondicionado estaba
encendido y era mucho más fresco adentro.
-Bienvenida.- dijo la chica de la caja registradora.- ¿Buscas algo en especial?- La tienda era
amplia, habían calzonetas, bicicletas, patinetas, patines, raquetas, pelotas y otro tipo de
artículos.
-Pues solo estaba viendo.- Dos chicos voltearon a ver y luego regresaron a lo que sea que
hacían antes.
Camine hasta el fondo la sección de tablas de surf, pase las yemas de mis dedos por ellas, se
sentía el material helado y grueso, habían de diferente estilos, la mayoría estaban ahí, para
todo tipo de niveles y todo tipo de olas. Había blancas, de colores, con diseño, sin diseño. De
repente vi una que era blanca de fondo y tenía un diseño verde con café y anaranjado en
forma de curvas acolochadas, era muy parecida a un diseño personal que hice hace un tiempo
cuando viví en California y cuando pasaba los veranos ahí. Sentí una contracción de algo en mi
pecho y me dirigí a otro pasillo.
Después de observar todo a mi alrededor, salí de la tienda despidiéndome con la mano de la
chica que estaba atendiendo y al abrir la puerta, sentí el calor golpearme como una bofetada.
Baje unas tres gradas a la arena, camine un poco más hacia la playa. Me atreví a ver el mar, el
oleaje era suave, tranquilo, golpeaba la arena con ritmo, seguí caminado hasta donde el agua
llegaba pero no tocaba mis pies. Me quite mis sandalias, y dio solo un paso, sentí el agua tibia
tocar mis pies delicadamente, con suavidad, inofensiva, no pude mas y di un paso hacia atrás.
Camine sintiendo la arena en mis pies a lo largo de la orilla, era un sentimiento reconfortante,
mire el agua subía y bajaba. Era un movimiento triste, y a la vez prometedor, por lo menos ya
me atrevo a ver el mar, pero aun no estoy preparada para sentirlo.
Seguí caminando sin darme cuenta hacia el muelle mientras me esforzaba por marcar bien mis
huellas en la arena y llevaba mis sandalias en la mano. -¿Entretenida?- escuche una voz por
detrás, me voltee, era un chico bronceado, llevaba solo una calzoneta negra desde las caderas,
su cabello era café oscuro y sus ojos de un verde intenso. –Soy el salvavidas.- dijo como
introducción.
-No creo que mi vida este corriendo peligro.- dije enarcando una ceja.
El chico rio, sus labios rosados formaban una sonrisa perfecta.- Me llamo Scott Hastings.- dijo
sonriendo con los labios y le llego hasta los ojos.
-Me llamo Amanda Wells.- dije sonriendo.
Su cara pareció sorprendida-¿Hija de Ryan Wells?- pregunto.
-Sí, ¿Cómo sabes?-
-Todos por acá lo conocen.- dijo sonriendo.- Bueno la mayoría.- movió los ojos como tratando
de recordar algo, luego asintió.
-Ah, entiendo.- dije pasando un mechón de cabello detrás de mi oreja.
-Sí, bueno y ¿Por qué no te he visto por acá… si eres hija del Sr…?
-Soy de Washington.- interrumpí; el chico pareció confundido pero sonrió.
-Una turista.- hizo una pausa para ver hacia un grupo de gente.-Todos buscan el calor.- y sonrió
de una manera traviesa, lo que me hizo fruncir el ceño inconscientemente.
-Trato de evitarlo lo más que puedo, pero tuve que venir aquí.-dije con tono tranquilo.
-Yo, amo el mar.- dijo sonriendo.
-Cuando no tienes porque odiarlo supongo que es perfecto.- admití. Pareció que iba a decir
algo pero una chica le grito por detrás.
-Scott, Scott.- gritaba con su voz chillona una rubia en bikini rosado, pero con el cabello
acabado de planchar sin intenciones de entrar en el mar.
-Lo siento, tengo que…-- dijo volteando a ver y luego regreso su mirada a mí.-Nos vemos
después, por acá.- dijo sonriéndome.
-Claro.- dije caminando hacia a la hilera de negocios; de repente mi teléfono empezó a sonar
con una de las canciones de Cobra Starship, busque mi teléfono en el short y vi que era mi
papá.- ¿Hola?-
-Amanda, hola.- dijo alegremente.- Mira, con Rebecca estábamos pensando si quieres venir un
rato a la ciudad y almorzamos los tres juntos por un restaurante cerca. ¿Te gustaría?-
-Claro.- respondí con entusiasmo.- ¿Cómo llego?-
-Mmm…- parecía que no había pensado en eso.-Creo que puedo mandar a alguien por ti.-hizo
una pausa.- Pasaran por ti en media hora.-
-Está bien, ahorita voy de regreso a la casa.Que tonto, mi vida es totalmente diferente a como
se vive acá, en Washington creo que ni loca me iría a la escuela en bicicleta y acá estoy en
Georgia andando en bicicleta, aguantando el calor de la playa, el recuerdo del mar en vivo y en
directo, cerca de mi padre y de su novia; pero mi espíritu aventurero buscaba riesgos, nuevas
experiencias y la brisa del mar me lo recordaba, por eso ensanche mi sonrisa y me dirigí hacia
lo que podía ser un nuevo comienzo.
---
Distraídamente pasee la mirada por la calle en la que iba, a mi derecha se veían fragmentos de
la playa de lo que se podía ver entre los locales. Entre en la colonia y di un par de vueltas para
ver las casas, eran grandes, con un espacio vasto de zona verde, la mayoría de casas eran de
color blanco quizás para que fueran más frescas, llegue frente de la de mi padre y deje la bici
apoyada en la pared del frente y entre corriendo. Una chica parecida a Greta en atuendo y
peinado me abrió la puerta.
-Señorita Wells.- me sonrió amablemente.
-Gracias.- como iba corriendo tuve que parar de golpe para verla, se veía un poco mayor y mas
alta, sus ojos eran oscuros y pequeños. Sonreí y seguí caminando a mi habitación, digo la
habitación que estaba arreglada para mí.
-¿Señorita Amanda Wells?- pregunto un hombre robusto y de piel morena, usando unos lentes
de sol completamente negros, parece Will Smith en la película de los hombres de negro, me reí
para mis adentros.
-Si.- respondí bajando las pequeñas gradas de la entrada principal, me había bañado y
cambiado mi ropa, ahora usaba unos pantalones celestes, con sandalias y una camisa de color
rosado pálido dejando al descubierto mis brazos.
-La llevare hacia la ciudad.- dijo mientras abría la puerta trasera de un sedan negro, parecía
una limosina corta.
-Gracias.- dije ingresando en la parte de atrás. Espere unos segundos, vi como pasaba frente al
auto para incorporar en el asiento del conductor.
-¿Todo en orden?- me pregunto, creo que mi rostro parecía algo tenso.
-Sí, si gracias.- dije mientras veía por la ventana, el polarizado era bastante oscuro para impedir
que los rayos del sol calentaran el interior, el aire acondicionado parecía estar moderado a la
perfección. No había prestado mucha atención cuando me di cuenta de que las ventanas eran
blindadas; mientras veía por las ventanas observe el camino hacia la ciudad, después de entrar
en la carretera cruzamos en algo que parecía un triangulo y entramos en la ciudad, era una
gran ciudad, edificios de vidrio altos como en New York, calles abarrotadas de gente, carros,
taxis, un tráfico increíble y gente caminando por las aceras.
Mire sorprendida por la ventana, no me esperaba eso, tal vez una ciudad un poco menos… la
verdad pensé que no habrían edificios. Llegamos a uno que el vidrio parecían espejos, dos
oficiales parados frente a las tres puertas que se abrían y cerraban, un aire bastante
profesional y formal. –Llegamos señorita.- dijo mientras apagaba el motor; me baje del carro
negro brillante, despidiéndome del amable hombre y entre en el edificio, sintiéndome un poco
fuera de lugar, era un sentimiento extraño dado que nunca me sentía así, pero no era nada
que definiera después, recogí mi orgullo, camine erguida y con confianza.
-Buenas días, busco a Ryan Wells.- dije con mi tono educado y formal a la señorita de la
recepción, tenía un manos libres en el oído, su cara bien maquillada y su cabello rubio recogido
en un moño. Dios los rubios estaban todos confinados en este estado. Adentro estaba helado
debido al aire acondicionado y todos usaban saco o chaquetas.
-Señorita disculpe pero no puedo hacerla pasar.- me dijo con tono profesional.
-El me espera, es mi padre.- dije con tono y aire de superioridad intencional, bueno siempre
me sale aunque no trate y la verdad no es algo de lo que este del todo orgullosa.
La cara de la mujer empalideció, ni el maquillaje le ayudo a ocultarlo, se paso un mechón de su
fleco atrás de la oreja nerviosamente, se paró de inmediato y apenada me dijo.- Disculpe,
ahorita la llevo con el.-
El trabajo de mi papa, no sé exactamente cuál es, solo sé que trabaja con una empresa que
tiene tecnología, incluyendo política y otras cosas sociales, pero la verdad nunca me lo ha
explicado, al parecer es un cargo muy importante por como la mujer reacciono al saber que
era mi padre. Me ofreció comida, café, té, jugo y estoy segura que si le pedía caviar me lo
hubiera llevado en ese instante, sonreí al pensarlo.
Camine detrás de la mujer, subimos al ascensor, un silencio incomodo de parte de ella, a mi no
me importaba, se veía tensa y tratando de mantenerse profesional, al llegar al nivel 11 del gran
edificio las puertas del elevador se abrieron. Caminamos por un pasillo ancho, una pequeña
recepción por ahorita sin recepcionista, era alfombrado con color azul marino, las paredes
blancas y decoradas con cuadros hermosos y abstractos. Una puerta doble de madera clara se
extendía al final del pasillo ancho, vi como personas caminaban de arriba abajo frente a la
puerta, pero no parecía como esas películas donde hay cubículos y todos en un espacio
reducido si no que habían puertas, eran otras oficina, seguro que ahí era donde estaban todos
los jefes o algo por el estilo.
La mujer rubia se arreglo la chaqueta y toco a la puerta, una voz desde adentro dio el pase de
entrada. –Señor Wells, su hija está aquí.-dijo en tono profesional y puedo decir que un poco
nervioso. Entre en la oficina y la mujer cerró la puerta, mi padre se veía imponente y superior
en aquella silla de respaldo negro y alto.
La oficina era grande, bastante grande, había una pequeña sala, pude ver que había botellas
de vino en un bar pequeño, el escritorio largo y ancho donde tenía su computadora y papeles,
la pared de la entrada era de madera y tenía un cuadro. Una repisa al lado derecho que
funcionaba como librera, habían carpetas y libros con lomos empastados. Detrás del escritorio
la vista era increíble, se veía toda la ciudad en la pared de vidrio.-Hola papá.- dije caminando
hacia él y abrazándolo.
-Hola ¿Qué quieres comer?- me pregunto sentándose de nuevo en la silla de cuero.
-Pues… pensé que ya tenías algo planeado.- dije mientras me sentaba en un sillón de la
pequeña sala.
-La verdad no, pero sería bueno que probaras un pescado delicioso.- dijo sonriendo.
-Ok, suena bien- dije observando a mi alrededor, el no dijo nada y después de unos minutos de
silencio agregue.- Mmm… ¿Papá?-
-¿Si?- pregunto, supuse no tenía toda su atención por que revisaba unos papeles de su
escritorio y su mirada estaba inmersa en ellos aunque me había respondido.
-¿Qué es exactamente lo que haces aquí, o que hace la empresa?- pregunte mientras me
levantaba del sillón y me sentaba en una de la sillas de cuero frente al escritorio. Esta vez elevo
la mirada, mezclando sus ojos miel con los míos, parecía sorprendido. Ahora que lo miraba con
cautela mi físico era bastante similar, sus ojos eran grandes y aunque no del mismo color, su
nariz era recta y perfecta, su cabello lacio y al final acolochado pero corto, la tez blanca y un
poco bronceada, el mas que yo claro, vive en la playa.
-La empresa se dedica a desarrollar tecnología avanzada, y mi trabajo es relacionarme con los
políticos para que estos contribuyan y sean nuestros clientes y patrocinadores. Llevar a cabo el
presupuesto, estadísticas y supervisión de alianzas y que todo esté funcionando bien.- su voz
era profesional y serio, luego una sonrisa más paternal se formo en sus labios.-Y soy el
accionista mayoritario.-
-Entiendo, eso es un gran trabajo, ¿Pasas muy ocupado?- pregunte entendiendo como era que
se veía que le tenían tanto respeto.
-Sí, bueno lo normal.- dijo sonriendo.- Basta de eso, creo que Rebecca estará aquí en unos
minutos.- Asentí y me levante para pararme frente a la pared de vidrio, me acerque a la orilla y
un sentimiento de que podía caer me invadió, pero me quede observando. Mire hacia abajo,
se podían ver los carros en pleno tráfico, el sol no daba de frente y no molestaba a la vista. Se
podía ver todo el paisaje, el cielo celeste claro con nubes blancas que daban la impresión
esponjosa de un algodón, los edificios altos como el que estábamos.
Se escucho un ruido seco que golpeo la puerta, seguidamente Rebecca entro por la puerta
doble de color madera.- ¡Amanda! Ya estás aquí.- dijo sonriente y alegre.
-Hola, Rebecca.- dije con naturalidad, alegre pero no tanto como ella.
-Estaba pensando en ese pescado delicioso que queda a unas cuantas manzanas.- dijo viendo
por aprobación a mi padre.
-Si eso le estaba diciendo.- dijo mi padre sonriendo y abrazando a Rebecca, se veían bien
juntos.
Al bajar por elevador y caminar en la recepción muchos de los hombres y mujeres, vestidos
formales, la mayoría de negro con chaquetas y sacos y un portafolio; saludaban.- Señor Wells.-
y seguían su camino. Entramos en un aparcamiento de al lado, donde la camioneta de mi
padre estaba. Avanzamos unas seis manzanas con tráfico fluido, en menos de cinco minutos
ya estábamos frente a un restaurante de mariscos, era lujoso, un hombre delgado y pálido
estaba en la entrada pidiendo los nombres para la reservación.
El hombre pálido que usaba un esmoquin negro y corbatín, sonrió a mi padre.- Bienvenido,
Señor Wells.- dijo amablemente. Dos parejas estaban esperando para entrar pero el hombre
nos hizo pasar.- ¿Mesa para dos?-
-Hoy serán tres, Fred.- dijo sonriendo mi padre. El hombre asintió y me dio una mirada rápida.
Ahora si me sentía fuera de lugar, iba con jeans y camisa de playa, todos a mi alrededor usaban
o un traje formal o vestido. Rebecca precisamente andaba un vestido azul y encima una
chaqueta doblada de las mangas que mostraba líneas rojas con blanco, se la quito y me la
extendió.
-Ten, ayudara un poco.- dijo sonriendo y dejando al descubierto sus brazos, sonreí agradecida.
-Gracias, creo que si me ayudara.- asintió.
Nos llevaron a una mesa de tres, los asientos eran sofás individuales y una mesa grande. Todo
combinaba con azul y café. Las paredes eran blancas y la luz que iluminaba todo, era
amarillenta.
-Un pescado relleno, cangrejo y… una langosta.- dijo mi papá al mesero mientras revisaba el
menú.
-¿De tomar?- pregunto un mesero con corbatín.
-Vino tinto.- dijo ahora levantando la mirada.
-Papá quiero una soda o algo.-dije sonriendo.
-Le tenemos coca cola solamente.- dijo el mesero.
-Eso tráigale.-dijo sonriendo mi papá.
-Amanda, tengo que decirte, este sábado hay una gala.- dijo Rebecca viéndome, la observe y
espere que continuara.- Es por el inicio del verano y estarán muchos políticos importantes y
dueños de empresas.-
-Un gran evento.- comente.
-Si quieres puedes venir con nosotros.-
-Me encantaría per…-
-Puedo prestarte un vestido o si no te compramos uno.- dijo interrumpiéndome para decirme
rápido.
Voltee a ver a mi padre que me sonrió con aprobación.- Si seria genial.- dije, la verdad no es de
mis eventos favoritos, he tenido que ir a muchos por mi madre, pero no me negare, han sido
muy tranquilos y amables por el momento.
-Si quieres ahorita después de almuerzo podemos ir a buscar un vestido.- dijo entusiasmada
Rebecca.
-¿No tenias la conferencia?- pregunto mi padre mientras la observaba, nos observaba.
-Es cierto, ¿Qué tal mañana?-
-Suena perfecto.- Nos llevaron las bebidas y unos minutos después la comida, estuvo exquisita,
probé un poco de todo, estaba increíble.
Capítulo IV
-Amanda, creo que Samara estará encantada de conocerte.- dijo Penny mientras caminábamos
en la playa, no mi idea.
-¿Quién es Samara?- pregunte confundida.
-Una amiga nuestra, muy buena amiga.- contesto Sheila. Asentí mientras observaba el mar, de
repente el chico bronceado de en la mañana venia corriendo, desde un poco más adentro de la
orilla, mi mirada se clavo en el por unos segundos, era atractivo, muy atractivo. La aparte y
seguí apretando fuertemente mis pies contra la arena para deja una huella más marcada,
llevaba mis sandalias en la mano.
-Es Scott Smith.- dijo Sheila de repente, estaba abstraída en la arena y solo levante la mirada
para verla.-El chico que está ahí, se llama Scott Smith.-
-Sí, ya se presento.- dije sin sonreír.
-Es guapísimo.- dijo Penny sin verlo.
-Siiii.- admitió Sheila prolongando la i.-
-Scott es el amor platónico de Sheila desde que tiene memoria. Penny era un poco indiscreta al
hablar, Sheila la fulmino con la mirada.
-Ya no.- se quejo.
-Deberías tratar.- le dije.
-No, solo se fija en las plásticas.- yo la observaba con curiosidad, luego abrió la boca en forma
de O y agrego apresuradamente.- No es que diga que… no creo que tú…-
-No lo pensé.- dije riéndome.
-Es que como te hablo y…- parecía apenada.
-No, no- sonreí.- Creo que solo quería comprobar que no era de por acá.-
De repente unas personas a lo lejos empezaron a gritar, me voltee buscando la razón de eso.
Las personas se arremolinaban en la orilla, escuche que alguien gritaba.- Salvavidas salvavidas,
se ahoga alguien.- era una mujer anciana la que gritaba.
Al parecer Scott que se supone era el salvavidas no escuchaba porque seguía corriendo en
dirección contraria, las olas del mar golpeaban con más fuerza indicando que la marea estaba
alta, empecé a quitarme mis shorts y mi camiseta mientras corría y las tire cerca de unas
personas, corrí hacia el mar y vi a un niño pequeño que peleaba contra las olas, nadie entraba
en el mar solo observaban y gritaban; típico.
Todo paso tan rápido que no recuerdo cuando toque el agua y ya estaba nadando hacia el
niño, su respiración era cortada y había tragado agua, sus ojos rojos por la sal que le había
entrado, su expresión era de miedo y me tomo la mano, lo ayude contra las olas. El mar lo
había arrastrado unos 20 metros de la orilla y en ese momento de adrenalina ni siquiera había
sentido que tan rápido llegue hacia él. Ni siquiera lo había pensado, solo reaccione.
Cuando lo saque al mar, Scott el supuesto salvavidas se había metido, muy tarde yo ya llevaba
al pequeño hacia afuera, lo acosté en la arena y deje que Scott se encargara de sacarle el agua
que podía haber tragado, me quede arrodillada junta al niño para observarlo, una mujer rubia
y como de unos 40 se acerco a abrazar al niño.-Gracias, gracias.- me decía mientras lo
abrazaba y el niño reaccionaba, era pequeño no más de un metro, su cabello era rubio claro y
brillantes ojos celestes, su piel blanca pálida.
Cuando comprobé que todo estuviera bien me puse de pie y las personas me decían halagos
como.-Bien hecho.- o –Buen trabajo.- quizás pensaban que yo era un salvavidas de la playa
también. Cuando salí del remolino de gente que agobiaban al niño con sus miradas curiosas, vi
a Sheila y Penny desconcertadas.
-Te fuiste tan rápido que ni alcance a verte hasta que ya traías al niño hacia la arena.- dijo
Penny emocionada y a la vez desconcertada.
-Wow- dijo Sheila.- Eso estuvo increíble.-
-Solo saque al niño del mar.- dije con simpleza.
-Le salvaste la vida, era tan solo un pequeño.- dijo Sheila. Asentí, si era solo un pequeño,
¿Dónde había estado su madre para impedir que fuera solo al mar? Busque mi ropa con la
mirada en la arena.
-¿vieron donde tire mi ropa?- pregunte mientras miraba alrededor y a lo lejos pero no veía
nada en la arena.
-Aquí te la tengo.- dijo Sheila extendiéndome mis shorts y camisa.
-Gracias.- dije pero aun estaba mojada y no me la iba a poner.
Vi cuando el niño caminaba al lado de la mujer rubia hacia las afueras de la plaza, regreso la
mirada y me vio, soltándose de la mano de la señora supongo su abuela, corrió hacia mí.
Estaba a pocos metros y llego rápidamente, me abrazo y sonriente me dijo.- Gracias.- luego
salió corriendo a donde lo esperaba la señora que había caminado en nuestra dirección y me
dedico una sonrisa agradecida.
-Qué lindo.- dije sonriente y luego me di cuenta que había entrado al mar, desde hace once
meses no quería saber nada del mar, durante todo este día lo había observado con
sentimiento de dolor y furia hacia él; pero sin pensarlo había corrido hacia el niño al que nadie
ayudaba.
-Amanda, ¿Iras así a la fiesta?- pregunto Penny, que usaba un vestido de flores hasta rodilla y
se amarraba del cuello dejando su espalda blanca al descubierto.
-Mmm… si.- dije como que si fuera obvio.
Sheila me miro sonriente pero puedo decir que la mirada de Penny no era de aprobación.-Es
fiesta de verano, Penny.- le reclamo Sheila.
-Sí, pero igual.- dijo no muy convencida. Ay no, sinceramente no me importa tanto lo que esté
usando, me siento bien y la verdad me veo bien en mis shorts azul oscuro y doblados de abajo
como cinco centímetros arriba de la rodilla, mi camisa verde floja dejando ver mi hombro y mi
bikini verde musgo. Esto es tan no yo, no soy así, no soy de las que se dejan preguntar ese tipo
de cosas y ser tranquila en mis respuestas, y…. estoy segura que este calor me está afectando.
-Así quiero ir.- dije sonriendo, mi tono de superioridad finalmente encontró el modo de salir y
sentirse en mi voz, la chica pareció cambiar de expresión. Al fin.
-Está bien, igual te ves bien.- dijo sonriendo tímidamente. Ay no, casi sentía que estaba a
punto de llorar; le di una sonrisa amable para tranquilizarla.
Caminamos un poco más, Sheila me había pasado a traer a la casa, no sé cómo es que se pudo
haber ofrecido, solo tenía 6 horas o quizás menos de conocerla, estas personas tienen
demasiada confianza. Había dejado su carro no muy lejos de la plaza, era un Volkswagen de los
antiguos, de color blanco.
-Herbie.- dije, repitiendo lo que le había dicho cuando la vi frente a la casa de mi papá, la chica
rio y Penny solo se limito a asentir para decir “es cierto”.
-Bien llegamos.- dijo Sheila cuando estuvimos enfrente de una casa que quedaba frente al mar,
era del tipo típico de casas de playa, un porche, ventanas grandes, color blanco, de madera y
baldosas de color claro. La parte de enfrente estaba llena de carros, bicicletas y motocicletas.-
Creo que los papas de Samara no están.- añadió Sheila.
-Sí, no permitirían este desorden frente a su casa.- agrego Penny. Yo no sabía y mejor no
comente.
Entramos en la casa, primero pasando por el porche donde estaban un grupo de chicos y
chicas ablando apoyados en la baranda, el piso de madera claro y las ventanas con las orillas
celestes. Al entrar la casa era sencilla pero se veía ordenada, sillones de terciopelo de color
azul oscuro, una pequeña cocina con un desayunador y desde la entrada se veía la terraza,
donde estaban todos, en la sala había un pequeño grupo que bailaba con la música que
acababan de poner cuando entramos, la melodía era algo movido que no reconocí pero
contagiaba emoción. A mi derecha estaba un pasillo para el resto de la casa y antes de ese
pasillo oscuro unas gradas para subir a la segunda planta, en las gradas había dos parejas que
se estaban besando, en los sillones un chico y una chica hablando. Todos eran desconocidos
para mí, pero sentía ese ambiente familiar y conocido, las fiestas son casi iguales en todo el
país. Sonreí ante la idea.
-Chicas, vamos por algo de tomar.- propuse. Camine hacia la cocina sin ver si me seguían, pero
lo hicieron.
-¿Qué quieres de tomar?- pregunto Penny que agarraba una coca cola en lata. Sheila rodo los
ojos.
-Pensé que ibas a tomar hoy.- le dijo casi en un tono acusador.
-Supongo que tú lo harás y no podrás manejar.- dijo con tono de un buen argumento.
-Manejo mejor yo tomada que tu sobria.- le grito sobre la música.
-Sheila, Penny.- grito una voz chillona y fresa.
-Samara.- dijeron al unisonó las chicas con evidente entusiasmo. Ok, necesito ver quien esta
Samara, voltee a ver, era una chica de cabello rubio, usaba tacones, unos shorts blancos y una
camisa rosada chillante sin tirantes; su rostro estaba repleto de maquillaje, seguro se los acabo
en una sola usada. Eso lastimara mis ojos, a pesar que se veía alta no era más alta que yo
quizás un poco mas bajita.
-Trajimos una amiga.- dijo Penny gritando, pero la música bajo de volumen y se escucho
fuerte, Penny me estaba observando, igual que Sheila y luego tuve la mirada de Samara que
me observo de pies a cabeza con desdén. Ha, ¿Quién se cree? Mi mirada era severa y con aire
de superioridad, nada me intimidaba mucho menos ella. ¿Enserio ella era amigas de estas dos
chicas?
-Ella es Samara Truman.- dijo Sheila rápidamente.
-¿tu quien eres?- pregunto con desprecio.
-Amanda Wells.- respondí con suficiencia.
-Vaya, bienvenida a mi casa, espero que disfrutes la fiesta.- dijo acariciando su cabello rubio
tostado.-Ven conmigo.- Volteo a ver a Sheila y Penny que asintieron, empezando a caminar
detrás de la chica, la curiosidad me gano y también seguí. Salimos a una terraza, el atardecer
había ocurrido hace unos minutos por lo que el tinte rojizo y anaranjado ya se estaba
desvaneciendo del cielo. Luego supe quien era, era la misma chica que vi llamando al
salvavidas hace un par de horas.-Te vi con Scott.- dijo tomando un trago del vaso.-No somos
novios aún, pero ahí hay algo, si te gusta aléjate.- Fruncí el ceño, Sheila y Penny también lo
hicieron pero Sheila aparto la mirada, evidentemente se acaba de dar cuenta; pero no dijo
nada.
Dios que hormonal, el tal Scott ni siquiera me había llamado la atención como para recibir esa
estúpida y ridícula advertencia. Justo había tomado un trago de mi bebida que estuve a punto
de escupirlo de la risa, lo traje rápidamente para no hacerlo.
-¿Qué es tan gracioso?- pregunto cómo ofendida.
-Tranquila, tu chico se quedara en donde esta.- La rubia pareció relajarse y sonrió.
-Muy, que bueno que nos entendamos.- Me di media vuelta y empecé a acercarme a la terraza
para ver el mar. Sheila y Penny parecieron asustadas.
Como detesto esas chicas plásticas, mas el calor agobiante que hace dentro de la casa, aquí en
la terraza se siente más fresco, una suave brisa me eriza la piel. Respire profundo y veo el mar,
la luna llena, hermosa iluminando el cielo estrellado, el olor a sal y el sonido del mar es
asfixiante, observo el mar y me quedo viéndolo durante unos segundos mientras le doy un
trago de mi bebida.
-Amanda ¿cierto?- escuche una voz un poco conocida. Quite mis brazos de la baranda en la
que me estaba apoyando y me voltee. Era el chico de pantalones beige, mandíbula
perfectamente masculina y ojos verde intenso. Solo que ahora usaba unos pantalones jeans
oscuros y una camisa polo rojo-
Asentí y me esforcé en sonreírle.
-Luke Montgomery.- dijo sonriendo. Lo mire casi sin pestañear. Pasaron unos segundos y yo no
dije nada mas.- ¿Tu apellido es Wells?-
-Si.- dije dándome la vuelta para seguir contemplando el mar. Espero que eso haga que se
aburra de esta conversación.
-Creo que no eres muy amigable.- dijo con burla. No sabía que responderle por lo que me sentí
culpable de ser tan grosera con alguien que ni conocía.
-Lo siento, me tomaste en mal momento.- sonreí de lado.- ¿Luke Montgomery?-
-Sip.- y tomo un sorbo de lo que sea que tenía en el vaso.- ¿Qué te trae por acá?-
Típica pregunta, pero me esforcé en seguir la conversación.- Mi papa vive acá, y pasare el
verano con el.-luego lo mire, tenía sus ojos verdes clavados en mi.- ¿Tu?-
-Viví acá, ahora vivo en Nueva York por la Universidad.-
-¿Nueva York? - sonreí.- Amo New York. ¿A qué universidad vas?-
-Columbia.- apretó los labios y lo dijo como restándole importancia.- Estudio Negocios.-
-Interesante carrera, te veía más como un chico de Publicidad o algo así.-
-¿Enserio? Todos me dice lo mismo.- sonrió y por el amor a lo que fuera se veía tan atractivo,
metió una mano en su bolsillo dándole un aspecto desenfadado.-Te me haces conocida y tu
nombre me suena de algun lugar.- “No, no…” repetí en mi cabeza. Dio un trago y se encogió de
hombre, observo al mar y luego se dio media vuelta para irse.
Me di la vuelta de golpe casi botaba el poco liquido que había en el vaso, lo busque con la
mirada y no lo vi detrás de mí, ni cerca. Pase por un basurero y tire el vaso vacio, buscaba su
cabello entre la gente, tenía que disculparme, no soy de las que se disculpan por cualquier
cosa peor no quiero ser grosera con él, solo porque me habla.
-Luke.- le grite a un chico cabellera rubia, no volteaba, cuando me puse frente a él me di
cuenta que no era él y solo sonreí y me aparte. Habían tantos rubios que parecía una marea
dorada. Que dolor de cabeza. ¿Qué diablos se hizo en dos segundos?
Regrese a la cocina donde vi que estaban los amigos de Luke, los tres agarraban un vaso
plástico entre sus manos, y cerca de ahí estaban Samara, Penny y Sheila. Las dos últimas me
vieron con interés.-Amanda, ¿estás bien?- pregunto Sheila.
-Sí.-dije sonriendo y buscando a mí alrededor. Mi mirada se detuvo en los tres chicos que se
reían continuamente, el moreno y de voz ronca me vio con su mirada gris, luego se le dibujo
una sonrisa en los labios, pareció decirle algo a los otros dos y dejaron de reír, no aparte la
mirada y los otros dos chicos voltearon a verme. -Iré por algo de tomar.- Me aleje un poco de
la cocina donde habían sacado las bebidas en una mesa casi llegando a la sala.
Saque una coca cola bien fría en lata, la abrí y empecé a dar pequeños tragos. Luego dos chicos
se pusieron uno de cada lado de mi, no sé que sentí pero me hice hacia atrás y me golpee con
el otro que estaba atrás mío. Esto puede ser un tipo de acoso leve o algo así.- Hola.- sonreí con
suficiencia, sintiéndome con confianza de responderles.
-Amanda Wells.- dijo el moreno claro y ojos grises. ¿Cómo diablos todos sabían mi nombre?
Luego recordé lo parlanchina que era Penny y también Sheila.
-Chicos.- dije sonriendo.
-Pensamos que no te veríamos en esta fiesta.- dijo el delgado con la cabeza rapada.
-Perdón pero quisiera pasar.- dije tratando de salir de aquel acorralamiento.
-Amanda, deberías ser un poquito más… amistosa.- dijo el otro de ojos celeste cristalinos y voz
aguda. Esto en otras circunstancias o a otra persona le hubiera asustado.
-Chicos, soy amistosa.- dije sonriendo sarcásticamente.- ¿Quieren que les pregunten como se
llaman?- Ninguno dijo nada y yo rodé los ojos.- Ok, ¿Tu rapado cómo te llamas?-
Los chicos se miraron entre ellos confundidos pero el rapado respondió.- Sean Johnson.- dijo el
chico sonriendo.
-¿Tu?- mire al de ojos grises.
-Brant Tompkins.- dijo sonriendo de una manera como si tuviera algún chiste que yo no
entendía.
Asentí y luego vi al otro chico, el solo entendió y dijo.-Jack Parker.- era el de cabello oscuro y
ojos celestes cristalinos.
-Bien, ahora por favor déjenme irme.- dije sonriendo. Los tres negaron con la cabeza.- ¿Qué
quieren?-
-Sabemos quién eres.-dijo Sean como cansado de tanto preámbulo.
Mis ojos se abrieron como platos y di un gran trago de mi coca cola.- ¿Quién soy?- enarque
una ceja casi inconscientemente
-Sabemos que surfeabas en California.- dijo Jack, estoy segura que mi cara palideció.
-Ah sí, los veranos traen ese tipo de pasatiempos.- dije tratando de mantener la calma.
-Chicos, ya.- era Luke, los tres que la acorralaban se dispersaron, por fin sintió que podía
respirar. –Sabia que tú nombre me sonaba de algo, y también tu cabello.-
-Sí, bueno surfeaba ¿Y qué? -dije arreglando mi cabello hacia atrás. No entendía por que tanto
secretismo y misterio.
-Queremos que te unas a nuestro equipo.- dijo Sean más tranquilo y amigable.
-Es una competencia, se ganan 50, 000 mil dólares el equipo ganador, pero necesitamos una
chica.- dijo frustrado Brant.-Necesitamos ese dinero.-
-Sí y acosándome lograran que regrese a surfear.- estaba confundida. No me pregunto cómo
se enteraron que surfeaba, porque ya se la respuesta, la pregunta es ¿Porque esta actitud y
porque me quieren en su equipo? Surfee solamente 4 años de forma competitiva, desde los
trece hasta el año pasado justo antes de cumplir dieciocho.
Pero todos parecían serios al respecto, mi mirada se poso en Luke, dio un trago de su bebida,
¿Surfeaba también?-Dios.- fue lo único que salió de mi boca, trate de hacerme paso, ahora los
cuatro me rodeaban pero no se movieron ni un poco para que pudiera pasar.
-Por favor.- dijo Luke mirándome fijamente.
-No sé de esta competencia, no tengo entrenamiento, no quiero surfear nunca más.- todo salió
rápido sin mi permiso.
-Te vimos en las mejores revistas de surf, Amanda.- dijo Jack acusadoramente.-Y alguien como
tu debe saber que eso no es algo que se olvide; las olas son tuyas.-
Mire a mi alrededor por unos segundos, no sabía que decirles, no quería aceptar, cuando
surfeaba lo hacía para distraerme de tanto en ese tiempo y acabo tan mal.- Amanda,
pensamos que eras de esas chicas seguras de lo que saben y de lo que son.- dijo frustrado
Brant. Los otros dos chicos lo fulminaron con la mirada. Tiene razón soy segura de mi misma,
pero esto, esto no, no quiero que me pase lo de la ultima vez, pase en el hospital por tres
semana, inconsciente por dos días y desde ese accidente no había podido ni pensar en el mar
hasta hace unas semanas y la idea de sentir el agua del mar sobre mi me abrumaba.
-Lo sé.- me dije a mi misma.
-Lo puedes pensar, de todas maneras aun hay tiempo para entrenar.- dijo con voz amigable
Jack.
-¿Quiénes mas están en el equipo?- pregunte, se requieren de seis para poder competir como
a menos que sea una individual.
-Aparte de nosotros cuatro, esta Arturo.- dijo Sean.
-Lo pensare.- dije tratando de sonreír. Desde que supe que tendría que ir a Georgia, no dejaba
de pensar en el accidente, trate de superarlo en serio trate, si había dejado de pensarlo es
porque no era que me afectara si no que me enojaba y frustraba, bueno si me afectaba y me
hacía sentir triste. Me despedí con la mano y salí de ahí, de la casa, alejándome hacia la playa.
Le di una patada a la arena, haciendo que se levantara por el aire, una lagrima rodo por mi
mejilla y la seque bruscamente mientras caminaba hacia la playa. De repente no sabía porque
no pude mas y las lagrimas empezaron a brotar bruscamente de mis ojos, no podía detenerlas,
en ese accidente, cuando la ola avanzaba y nos arrastraba hacia las roca, ese sentimiento de
miedo y frustración, sentir la muerte cerca. Algo que me hacía sentir culpable, ¿Por qué fui yo
la que sobrevivió?, no lo merecía. El chico que murió junto a mí, mientras yo sentía que me
ahogaba, y no podía ayudarlo, el tenia mas ideales para su vida, todo planeado, más optimista
con más confianza, el tuvo que haber sobrevivido no yo.
Un recuerdo regreso a mi memoria, de el peleando contra la marea mientras trataba de
ayudarme y en eso una ola lo golpea, lo arrastra hacia donde habían mas rocas gigantes; todo
eso paso antes que yo perdiera la conciencia y me golpeara con las rocas. Las lágrimas
empezaron a salir más fuerte de mis ojos, entre sollozos me tire en la arena poniendo la cara
entre mis manos. Stephan era mi mejor amigo y todo por un estúpido intento de tomar la ola
juntos, tuvo que sufrir las consecuencias, el merecía vivir. Desde el accidente tuve serios
problemas de confianza conmigo misma, cuando las recobre y en un grado demasiado grave,
solo trataba de olvidarme de todo y nunca recordar el mar, no así, nadie se merece sufrir de
esa manera. Pero aquí estoy en la arena frente al mar, se siente tan pasivo y tranquilo, el
sonido que relaja, pero es traicionero se muestra ante tus ojos, tranquilo y en realidad es
agresivo y violento.
-Te detesto.- dije en susurro mientras apretaba los dientes y tiraba arena al mar, aunque no
estaba lo suficientemente cerca para que tocara el agua. Levante la mirada y contemple la
luna, quieta ahí iluminando la noche, voltee mi mirada y había caminado bastante lejos de la
casa donde era la fiesta.
-No creo que la arena se merezca tanto odio.- dijo una voz agradable y evidentemente
tratando de decirlo como chiste. Lo mire, era Luke, sus ojos azules estaban llenos de curiosidad
pero había algo más que no podía descifrar. Me seque las lagrimas rápidamente y quería
responder o decirle algo pero no podía. Baje la mirada a la arena y volví a poner mi cara entre
mis manos y entre mis piernas dobladas. Sentí cuando se sentó a la par mía y suspiro como
pensando que decirme.-Yo no sé qué te pasa pero si te ayuda, tus ojos se ven muy lindos
llorosos.-
No pude evitar mirarlo fuertemente y luego empezar a reírme a carcajadas que sentía mi
abdomen iba a explotar. Dejaron de salirme lagrimas y le sonreí.- Te estaba buscando.- le dije
apenada.- Por lo de antes…. Yo no quería ser…-
-No te preocupes.- me dijo sonriendo.-
-Yo no quería ser grosera.- continúe, ignorando su interrupción.-Es solo que no me gusto que
me gritaran en el muelle.- dije sonriendo viéndolo a sus ojos azules.
-Si supongo que te asustaste un poco.- dijo sonriendo de lado y dejando de verme para ver el
mar.-Soy yo el que te debo una disculpa. Lo siento.-
-Si un poco.- dije sonriendo.- Lo que más me asusto, fueron tus amigos hace unos minutos allá
adentro.
-Si eso, les dije que no te abordaran tan acosadores y agresivos, estoy seguro que no fue
agradable.- esta vez me vio y en su mirada me decía que lo sentía, supongo que se entero de la
noticia, hace exactamente 11 meses había estado por todos los periódicos nacionales, revistas
de deportes, internet, habían fotos, videos e historias de testigos pero nunca fue mi versión,
pero las personas tenemos simpatía solo con saber la historia supongo que se imaginan que
los que la vivimos estuvimos o estamos tristes.-Ah…- se le ilumino la cara, ahora entendía
porque había llorado.
-Fue raro, muy raro.- sonreí de lado y luego me mordí el labio.
-¿Enserio?- parecía sorprendido.- Porque entendería que te negaras, creo que esa debe haber
sido una…- su mirada se bajo hacia mis labios luego volvió a verme a los ojos.
-Horrible, sí.- le corte, nunca le había contado nada de ese día a nadie, por eso me habían
mandado al psicólogo y el psiquiatra, veía más doctores en un día que alguien más en toda su
vida; pero mi versión, lo que sentí lo que vi, lo que sentí después nunca había querido
decírselo a nadie, y ahora frente a este chico que no tengo ni veinte cuatro horas de conocerlo
y de repente tenía una ansiedad por decírselo, sacarlo de mi mente y que alguien más lo
supiera, que no fuera yo sola con la carga emocional. Me siento egoísta, sé que no le importa a
él, pero ya no quiero tener este recuerdo rondando cada vez que veo esas tablas de surf, cada
vez que veo las olas, son una mezcla confusa de alegría y sufrimiento.
No, no puedo contárselo, no puedo, eso haría que perdiera el control de mi misma. Por algo no
lo he contado a nadie, si alguien supiera que vi su mirada extinguirse de vida, si alguien supiera
que murió por mí, no podría con eso. Varias lagrimas rodaron por mi mejilla, sintiendo mi
corazón contraerse y repasando el rostro de Stephan en mi mente, su rostro perfecto, esa
mirada amigable y traviesa de color azul como el mar, sus labios formando una sonrisa abierta
y llena de confianza, su cabello oscuro y despeinado, que daba la impresión que siempre
estuviera sereno y relajado.
-Lo siento mucho.- dijo el chico mientras trataba de descifrar mi rostro.-Vi las noticias y todo
cuando paso.-
-¿O sea tu ya sabias quien era cuando me mandaste el frozen?-
-El del frozen fue Brant.- dijo el chico casi ofendido.-No lo sabíamos, pero te veíamos algo
familiar.- dijo apenado, lo mire con duda.- Nos dimos cuenta cuando supimos tu nombre y te
vimos salir de la tienda de artículos deportivos, verte cerca de ahí nos refresco la memoria,
tienes que saber que muchos te apoyaron.- agrego rápidamente. Si, recuerdo esos días cuando
veía mis fotos en revistas, tiendas de deportes, el periódico, diciendo que esa era una manera
de apoyarme; No solo yo también Stephan, y yo fui una de las que lo apoye, tenía sus fotos, las
revistas, el periódico, pero tuve que esconder eso después, no me hacia bien.
Asentí, luego toque la arena con las yemas de mis dedos haciendo círculos y formas indefinidas
en ellas.-Y… supongo que no empezamos bien.- dije sonriéndole.- Amanda Wells un gusto.- me
miro con expresión divertida.
-Luke Montgomery, el gusto es mío Señorita Wells.- rio divertido.
-Debe ser…entretenido vivir cerca del mar.-
-Se vuelve rutinario.- dijo sonriendo.
-Odio la rutina.- negué con la cabeza en desaprobación.
-Yo también.- respondió observando el mar.
-Se vuelve aburrido.-
-Exacto.- concordó él.
Asentí. Me quede pensando lo sorprendido que había estado cuando dije que lo pensaría
acerca de aceptar entrar en su equipo de surf.
-Luke.- gritaba el chico. Luke volteo a ver, yo también voltee, era Brant. Voltee la mirada hacia
el mar, cerrando mis ojos y limpiándome la cara para que no supiera que había llorado.-Luke.-
dijo esta vez más cerca.- No estaba seguro si eras tú.- dijo luego me vio y parecieron
intercambiar algo con la mirada.
-Brant, emm.- dijo Luke levantando la mirada, seguíamos sentados en la arena, Brant se
agacho y nos vio extrañamente a los dos.
-¿Ya lo pensaste?- pregunto Brant.
-Brant.- le reprendió.
-¿Qué?- pregunto sin entenderle.
-Está bien lo hare.- respondí de golpe, ni yo me creía las palabras, voltee a verlo, sabía que mis
ojos estaban rojos por haber llorado, pero mi mirada era decidida.- Lo hare.-
Brant se quedo con la boca abierta, se que estaba buscando algo que decir, Luke me miro
confundido y sorprendido al mismo tiempo y una sonrisa se le dibujo en los labios.-Amanda,
¿Segura?- pregunto con su voz agradable y masculina.
-Segura.- respondí respirando hondo y regresando mi mirada al mar, ahora lo veía diferente lo
sentí tentador y peligroso.
-Gracias.- grito Brant.- Gracias.- se tapo la boca y me dio un abrazo fugaz.- Tengo que ir a
avisarle a los chicos.- hizo una pausa.- Voy a avisarle al maldito de Arturo.-
-Espera.- dijo viéndome a mí.
Me levante y lo mire a los ojos azules.- Ve a avisarles, tengo que despedirme de las chicas.-
-Vamos a la casa entonces.- Los tres juntos caminamos en silencio hasta la casa, Brant no
escondió su alegría y yo caminaba levantando la arena.
-Mañana conocerás a Arturo.- hizo una pausa.- Hoy no está por acá.- dijo Brant cuando
llegamos a la casa, me dirigieron a donde estaban los otros dos.-Chicos, Amanda acepto.- dijo
casi gritando.
Los dos chicos estoy segura que estuvieron a punto de saltar y los tres me abrazaron
amistosamente.-Gracias.- fueron sus palabras, ahora era yo la que tenía que encontrar el valor
refundido dentro de mí para poder pararme sobre un tabla.
Me despedí de ellos rápidamente, mientras buscaba con la mirada Sheila y Penny, las vi en la
sala, ambas sentadas escuchando a Samara mientras hablaba con un chico rubio, delgado y
pequeño.
-Chicas, ya me voy. Gracias.- les dije parándome cerca del sillón.
-¿Ya?- pregunto Sheila frunciendo el ceño.- No, esto apenas empieza.-
-Sí, pero quiero hacer algo y debo irme.- dije sonriendo.- Gracias.- No evite dedicarle una
mirada venenosa a Samara que se veía incompetente con ese chico, hablando y hablando que
casi lo dormía.
Camine pero en dirección a la playa, me quite las sandalias e hice como pude para meterlas
una en cada bolsillo de la parte de atrás del short, ya estaba en la arena sintiéndola en mi pies,
me agarre mi cabello castaño en un cola, y empecé a correr, primero despacio y luego lo más
rápido que mi cuerpo resistía, me mantuve así durante un buen tiempo, sintiendo la arena en
mis pies y viendo todo sin detalles, escuchaba el mar, sentía la brisa y el olor.
Corrí por más de quince minutos, cuando me obligue a parar, había ido tan rápido que mis
piernas temblaba, ni sabia a donde estaba, entonces me vi cerca del muelle, pase la plaza
caminando y luego de descansar sentada un rato en las gradas, seguí corriendo hasta donde
se veía la entrada a la casa de mi papá.
Llegue a la parte de atrás de la casa, mi respiración era acelerada y mi corazón latía fuerte, me
toque el estomago que sentía se me había revuelto. Camine a paso lento mientras entraba al
patio, luego vi una puerta de vidrio para entrar a la terraza, antes pase por la piscina.
Me senté el desayunador, vi salir a la mujer que me había abierto la puerta hoy más
temprano.- ¿Señorita, desea algo de tomar?-
Dudé.- Mm… agua por favor.- podía sentir mi respiración cortada, me acerque a agarrar una
servilleta seque mi sudor, busque el basurero y la bote. Me volví a sentar en una de las sillas
altas de madera.- ¿Cómo se llama?-
-Cynthia.- me respondió sonriente.
-Gracias, Cynthia.- dije cuando me extendió el vaso con agua. Cynthia se retiro de la cocina
dejándome a mí y a mis pensamientos a solas.
Ahora me daba cuenta de la gravedad del asunto, había aceptado a surfear, otra vez. Mi
subconsciente daba vueltas de alegría, pero mi corazón se contraía. El rostro de Stephan,
sonriendo y arrugando su nariz me vino a la mente, había sido mi mejor amigo desde los
primeros años que estudie en California y descubrimos juntos la pasión por surfear.
Después de pasar un tiempo pensando y repasando como se sentía surfear, una pizca de
emoción se despertó en mí, solo una pizca. Con al vaso de agua en la mano recorrí la casa,
pase por la puerta que Rebecca me había dicho era la biblioteca, pero estaba cerrada así que
entre al salón del piano. Mis dedos se balancearon por las teclas sin dudarlo, una melodía
triste y melancólica sonaba en todo el salón, me sentí fuera del mundo mientras la canción me
consumía.
Toque un par de canciones hasta que un sonido seco a la puerta aun abierta interrumpió la
pequeña burbuja que la música me había creado.
-Pensé que regresarías más tarde.- dijo la voz de Rebecca.
-Yo…- no tengo porque explicarme.- Si, pero decidí venirme.- dije sonriendo.
-Te gusta la noche, fiestas… ¿Cuál será la razón?- pregunto mientras se sentaban en el sillón
frente al piano.
-No es nada- dije apartando la mirada.
-¿Es porque aceptaste entrar al equipo de… surf?- pregunto tanteando el terreno.
Me voltee, con el rostro lleno de sorpresa.- ¿Cómo… como sabes?- le pregunte-
-Una a miga tiene un hijo en el otro equipo y también querían que entraras con ellos, supongo
que les informaron.-
-¿Qué…?- empecé sorprendida.- Ni siquiera los conozco.-
-Amanda lo siento pero supongo que tu nombre no puede pasar tan desapercibido en un
pueblo tan pequeño.- se encogió de hombros. Y la vio con… lastima.
-No necesito tu lastima, no hay nada porque tenerme lastima.- dije conteniendo el enojo.
-No te tengo lastima.- pero seguía viéndome de la misma manera.
-Bien.- dije enojada.
-Creo que debes contarle a alguien tu experiencia y así hacerla menos dolorosa.- dijo con tono
profesional. Cerré mis ojos con fuerza, como que si eso eliminara lo que acaba de escuchar,
despertó recuerdos en mi mente.
-No puedo.- dije con los ojos cerrados.
-Amanda.- dijo poniéndome la mano en mi hombro.-Claro que si.-
-No lo entiendes.- dije abriéndolos, sentía mis ojos húmedos.
-Puedo tratar.-
-No quiero que trates ¿ok?- mi voz se quebraba.-Solo quiero que hagas como que no lo sabes.-
-Ocultar tus problemas, no los hace desaparecer.-
-Contarte la historia no revivirá a Stephan.- dije con crueldad, me tape la boca y de mis ojos
brotaron lagrimas gruesas. No sabía porque lo había dicho, no sabía que sentía exactamente,
salí corriendo del salón, a lo que por lo menos por un tiempo podría llamar mi habitación. Las
puertas estaban cerradas, las abrí con dificultad y corrí a la cama, apretando mi rostro contra
la almohada. Que estúpida me siento, no suelo hacer esto, no suelo llorar así, no me escondo
en la habitación.
Algo que no me esperaba paso, sentí dos manos acariciar mi cabello y hacerlo para atrás,
Rebecca me miraba con dulzura y casi maternal.-Tranquila, todo estará bien.- decía mientras
me empezaba a abrazar.
No me esperaba eso, claro que no, mi madre no era cariñosa y desde hace mucho no me
dejaba abrazar de aquella manera, deje que Rebecca me abrazara pero sin corresponderle. La
verdad es que no me siento cómoda con las personas tocándome pero estoy demasiado débil
para resistirme y sin saberlo, caí en un profundo sueño, aun con lágrimas en mis ojos.
Capitulo V
Correr. Corre cuanto puedas, me repetí a mí misma. Estaba en la playa, corriendo con tenis, se
sentía extraño pero era lo que siempre usaba en casa, unos shorts deportivos grises y una
camisa celeste pegada al cuerpo y enseñaba un poco de mi vientre. Creo que odio la rutina
porque es parte de mi vida, mi vida es una rutina, siempre hablo que se debe de ser
espontaneo, pero creo que nada en mi vida lo es, siempre salgo a correr, siempre toco el
piano, aunque no planeo cuando hacerlo al final de todo, lo hago.
Pare para tomar de mi botella, el cielo aun empezaba a iluminarse con la luz del sol, en Georgia
estaba amaneciendo. Sonreí al cielo, vi el mar con cierto recelo y me senté en la arena, las
piernas cruzadas, audífonos en mis oídos, y tomando de mi botella.
Era hermoso, las tonalidades que el cielo cobrara solo con la iluminación del sol y las estrellas
ocultándose. Cerré mis ojos y sentí la brisa del mar, cálida pero refrescante. Cuando abrí mis
ojos vi no muy lejos de ahí una glorieta improvisada, hecha de palmeras, los cuatro troncos
que la sostenían eran gruesos y las palmas que hacían las veces de techo parecía muy bien
sujetadas, cuando me acerque vi que parecía una cueva, solo tres paredes, la de los lado y del
fondo. Había una luz parpadeando en una mesa, era de las lámparas que se les pone gasolina
para funcionar. En la pared estaban dos tablas de surf apoyadas, con suerte la bien sujetada
palmera lograba aguantar el peso. Sin pensarlo me adentre un poco más, había una hielera
portátil, una mochila negra en la arena, y un par de calzonetas.
-Buenos días.- dijo una voz masculina, me di la vuelta lentamente.- Es penado por la ley si
robas algo.- Un chico con camiseta blanca mostrando sus brazos y una calzoneta roja, su
cabello castaño claro brillaba con la luz del sol, no podía distinguir su rostro.
-No iba a robar.- fruncí el ceño y apreté los ojos, el resplandor del sol me molestaba.-Solo
estaba viendo.-
-Sí, eso mismo me dijo un chico que llevaba mi tabla en sus brazos.- no sabía que decirle, pero
por supuesto que no iba a robar nada. Definitivamente este salvavidas no era el tal Scott.
-¿Qué?- fue lo único que pude decir.
-Sal de ahí.- Se aparto de la luz y estaba vez la luz me llego directamente, haciéndome
cubrirme los ojos. Obedientemente quizás por lo apenada que me sentía salí del lugar.
-Solo estaba viendo, lo prometo.- Supongo que era una broma porque rió. En ese momento
pude sentir el sudor recorriendo la parte trasera de mi cuello y mi frente.
-Muy bien.- dijo entrando a su pequeña cueva y sacando algo de la hielera.
-¿No deberías estar viendo si alguien se ahoga o algo así?- Dije señalando a la playa.
-No hay tanta acción como crees.- dijo tomando de una botella con agua que se veía bien fría,
también hice lo mismo.-Aparte el otro salvavidas ya está en su puesto.-
-¿Scott?- puedo creer que lo escuche reírse, pero parecía que lo había imaginado porque
rápidamente volvió a hablar.- Otro, pero Scott tiene los turnos de la tarde.- Pude verlo enarcar
una ceja, justo con el reflejo en su rostro, al parecer ninguno nos habíamos visto el rostro por
el sol. Volvió a tomar un largo trago de la botella.- ¿Entonces qué hacías viendo en mis cosas?-
Yo había bajado la mirada a algo que estaba en una bandeja en el piso, eran unas estrellas de
mar con agua de lo que seguramente era marina.-¿Por qué tienes eso?- Señale, no estoy
segura pero no ha de ser fácil obtenerlas.
El chico sonrió pero no me respondió.-Yo hago las preguntas aquí.- Agh que arrogante.
-Curiosidad ¿ok?-
-La curiosidad mato al gato.- Enarque una ceja ¿Esto es enserio?
-Gracioso.- dijo sonriendo sarcásticamente, me di media vuelta y empecé a caminar lejos de la
cueva hecha de palmeras.
-¿Quieres una?- ¿Una estrella de mar? Me voltee rápidamente, eran hermosas y un par eran
no más grande de cinco centímetros y otro par un poco más de diez. La sonrisa en su rostro
era amplia, como si supiera porque estaba ahí, ahora si podía ver su rostro, su cabello de un
castaño cenizo con mechones rubios de tanta exposición al sol, su piel bronceada con
músculos bien torneados, sus ojos parecía de un gris verdoso recibiendo la luz, su rostro
monstruosamente perfecto, nariz recta, mandíbula marcada, pómulos levantados, sonrisa
sonrosada y dientes blancos, cejas espesa del color cenizo de su cabello. Trate de evitar verlo,
de esa manera porque bueno era incomodo.
-¿Estas bromeando?-
-No, parece que te gustan.-
-Morirán si las sacas del agua.-
-¿Quién dice que lo hare?- Lo vi sacar algo de la hielera, un deposito de vidrio, puso un poco de
agua que tenía una bolsa.-Es agua de amar.- Agarro las estrellas de mar más pequeñas y las
observo por el perfecto vidrio transparente, parecía como si en realidad solo sostuviera el agua
y no el depósito.
-¿No es algo así como ilegal?-pregunte viéndolo.
-También es ilegal entrar en propiedad ajena sin ser invitado.- Cruce mis brazos debajo de mi
pecho.-Pero no, esto no es ilegal.- Pareció meditar algo.- No creo que te merezcas estas
hermosas estrellitas.- lo dijo en un tono que parecía ser el chico más dulce que hubiera
escuchado. Aunque para mí era un insulto.-No, no creo que estés lista para esto.-Dejo el
depósito cerca de la bandeja, en una silla de madera sin respaldo que bien pasaba por una
mesa miniatura.
Trague saliva cuando me vio, porque sus ojos grises verdosos me dieron un amplio escrutinio
que no se digno en disimular, luego se volteo como si nada y agarro su tabla de surf.-Debo
irme, no te quedes aquí o pensare que estas en verdad planeando algo.- Me señalo después de
señalarse sus dos ojos como diciendo “Te estaré vigilando”. El tenia una tabla extra, una que
parecía decente para yo poder usar.
-Espera.- grite. El no había avanzado mucho, pero ya había tirado la camisa sobre la hielera, su
abdomen bronceado y perfectamente marcado con musculatura.
-¿Qué pasa?- pregunto él.
-Te alquilo esa tabla.-
El chico empezó a reír como si fuera lo más tonto del mundo.-Claro.- Se dio media vuelta y
siguió su camino.
-Es enserio.-
-¿Si quiera puedes usarla o querrás pagarme por clases también?- Así que el si no tenía idea.
-Aprendo rápido.- es lo único que pude decir con una gran sonrisa.
-Bien, tráela.- me acerque a la tabla, me quite mi top deportivo y mis shorts, dejándolos sobre
mis tenis. Para luego agarrar la tabla y caminar hacia el chico. Cuando llegue a su lado el ya
había avanzado o suficiente como para tocara el agua con sus pies, ahí me esperaba.-¿Sabes lo
básico?-
Se mas que lo básico, pero no se lo dije.-Algo así.-
El rodo los ojos y aparto los mechones largo que le caían sobre la frente. Tenía el típico estilo
de un chico que vive en la playa, el cabello hasta las orejas, lo bronceado y la tabla a su lado.
Puso la tabla con líneas azules en el contorno sobre la arena. Me explico lo básico, era
gracioso, porque lo sabia solo quería probarlo, ¿Qué tan buen surfista podía ser? Quizás era de
los del equipo contrario con el que me había involucrado ayer. En 15 minutos me explico
rápidamente lo que creía importante, la urgencia por entrar en las olas era evidente en él.
-Bien, si te caes no es mi problema.- Y empezó a correr sobre el agua. -Sígueme, haz lo que yo
haga.- fue lo que alcance a escuchar y así hice, lo seguí, pero no hice lo que él hacía, su estilo
no era el mío. Nos pusimos en la parte de atrás lejos de la orilla, esperando que las olas se
formaran, logre ver futuro en una pero caí antes de agarrarla. Mierda.
El empezó a reírse y se encogió de hombros cuando lo fulmine con la mirada. Apreté otra vez
el seguro en mi tobillo. En desesperación mire a ambos lados buscando por rocas como si la
historia se fuere a repetir, estaba molesta ahora, podía sentir la adrenalina correr en mis
venas, trate de agarrar una ola pero de pronto el rostro de Stephan molesto estaba
difuminado en la luz, supe que caí de la tabla, no podía salir a la superficie, vi los ojos azules de
Stephan perder la vida después de que el agua se volvía roja, estoy segura que empecé a llorar.
Lo último que se es que estaba en la playa, apoyando mi espalda contra la arena el agua
llegaba hasta mi espalda baja y se iba con la marea. Sentí como presionaban mi pecho para
que sacara el agua que había tragado, luego abrí mis ojos y me encontré con los grises
verdosos del chico.
Tosiendo me senté.- Dios mío pensé que mi turno había acabado.- dijo en broma, mi
respiración aun era forzada, sentí arder cada vez que trataba de respirar. Aquí estaba mi
respuesta, no puedo hacer esto, no puedo surfear.
-Pensé que no iba a ser tu problema si me caía.- EL apretó los labios y pareció pensárselo.
-Si te ahogaba cerca de un salvavidas, ¿Quién confiaría en mí después de eso?- Su tono era
amistoso. Después de unos minutos me extendió una mano para que me levantara.-Vamos te
llevare a casa.-
-No.- dije cortante.-Vamos a seguir tratando.- me solté de su agarre, agarre una tabla que
estaba incrustada en la arena, era la de él, no la que me había prestado. Corrí hacia las olas,
me puse en posición, el venía detrás de mí pero cuando llego a donde yo estaba, agarre una
ola. Juro que en ese momento sentí que por fin vivía. Agarre la ola, si forzar recordar los
movimientos, mi cuerpo lo sabía era la ola perfecta para mostrar mi talento, logre hacer el
túnel. Lo cual no es muy sencillo, Seguí moviéndome de lado a lado, con una sonrisa
impregnada en mis labios, luego cuando termino y llegue a la orilla, desde lo lejos podía ver la
expresión sorprendida del chico, que obviamente trato de ocultar. Luego lo observe agarrando
una ola. En verdad era bueno, incluso casi al nivel de Stephan, sus movimientos me recordaron
a él, pero en vez de apartar la mirada lo observe como en un hipnotismo.
-Eres una experta, ¿Por qué no me lo dijiste cuando te estaba explicando todas esas cosas
antes de entrar?- Sonreí ampliamente ni yo sé porque no lo detuve.
-Si fuera experta no hubiera perdido todas esas olas que perdí antes de casi ahogarme.- Luego
su mirada se ilumino, se hizo un poco hacia atrás; pero no dijo nada.
-Solo falta un poco de práctica y dominarías todas.- su tono no cambiaba pero yo sentí algo
raro, no se estaba burlando de mí.- Por cierto, agarraste mi tabla.- me fulmino con la mirada.
-Oops.- el chico empezó a reír pero me la quito y me devolvió la otra. Sin hablar, como en un
acuerdo silencioso conseguimos otras olas antes de que el mar se calmara y nos dejara sin
ninguna ola que abordar.-Gracias.- dije mientras colocaba la tabla en la pequeña cueva o
cabaña o como sea que le digan. En ese momento fue que me di cuenta que no habia visto a
nadie pasar por aquí, debería estar muy lejos del puerto que no lograba divisar enfrente mío,
así me volteo y lo vi a lo lejos a mis espaldas.
-¿Dejas tus cosas aquí?- pregunte después que el asintiera aceptando mi gracias.
-Por supuesto que no.- dijo mirándome como que fuera lo más estúpido del mundo, cosa que
me molesto. -¿Me ayudas con eso?- Me extendió una mochila en la que metió sus calzonetas
que habían estado desde que llegue, dejando solo una en una pequeña caja de madera en la
esquina casi imperceptible si no veías bien. Metió las estrellas en la hielera ahora solo con
botellas de agua vacía, después de que me tirara una que agarre en el aire. Me puse la mochila
en mis hombros después de ponerme mi ropa y tenis. –Ya que estas aquí ¿Me ayudas a llevar
esto adentro?- Asentí sin decir nada, él llevaba la hielera y una tabla de surf, yo llevaba la
mochila, la tabla y la lámpara de gasolina colgando de la mochila. Caminamos un poco más
lejos de la playa, llegamos a una bodega que parecía una casa miniatura, ahí dejamos las
tablas, luego entramos a una casa enorme, con piscina, varias terrazas en los pisos arriba, sin
decir nada lo seguí hasta el interior de la casa, todo parecía sacado de una revista, era elegante
pero a la vez adecuado para una vida en el mar. Puso la hielera en la cocina.
Todo parecía estar tranquilo y… vacío. Me quite la mochila y el la coloco en una de las sillas
altas del desayunador.-¿Quieres comer?- me pregunto mientras tenía la cabeza metida en el
refrigerador.
-¿Puedes cocinar?-
-Por supuesto.- Saco la leche y me puso una caja de cereal frente a mí, su sonrisa era amplia,
luego me puso un plato blanco y hondo. Rodé mis ojos divertida.
-El mejor chef, Sr. Rice Krispies.- dije sirviéndome un poco.
-Soy tan buen chef, solicitado por todo el país.- dijo levantado su cuchara. Se sentó frente a mí
en una de las sillas altas y cuando solté la caja él empezó a servirse.
Después de unos minutos en silencio mire la cocina, el comedor y después de una puerta
blanca con centro transparente la sala.-Linda casa.- solté.
-Mis papás te dicen… “Gracias señorita si puedo surfear”- rió poniendo a sus padres como algo
distante.
-¿Eso dirían?- enarque una ceja.
-En realidad te llamaran por nombre y apellido.- se encogió de hombros. Siguió comiendo, dejo
su cuchara y levanto la mirada, no parecía de los chicos que vivía en una de estas casa tan
lujosas, no es que puedas decirlo solo con verlo, pero él era más como un espíritu libre.-¿Cómo
te llamas a todo esto? No podre decirte la chica rara que casi se ahoga y si podía surfear.- Me
miro fijamente.
-Muy largo.- el apretó los labios y si pego con la cuchara en la barbilla, gesto que me causo
mucha gracia.
-Tienes razón.- enarco una ceja.- Solo rara, así estará bien.-
-Amanda.- sonreí.- Me llamo Amanda.-
Algo brillo en sus ojos, de repente un sonido de llaves chocando contra la cerradura hizo eco
en la silenciosa casa. -¿Arturo?- alguien grito.
-En la cocina.- Me miro sonriendo, ahora sabia su nombre era el otro chico de los surfista, mi
corazón empezó a palpitar mas fuerte sin saber exactamente porque. De repente supe de
quien era la voz, era Luke, la voz amigable peor ahora sonaba un poco más con confianza.
Arturo no se molesto en pararse y siguió comiendo, de repente Luke apareció en el comedor,
iba viendo algo que tenía en sus manos, lo que hizo recordar a Arturo que tenía que sacar las
estrellas de mar de la hielera, Amanda casi le dice que se quede ahí donde estaba, pero el ya
estaba sacando las estrellas de la hielera.-Arturo, ¿te llamo Brant?- preguntó ahora levantando
la mirada, dio un paso hacia atrás cuando me vio.- ¿Amanda?-
-No sé, he perdido mi celular.- dijo levantándose mientras ponía las estrellas de mar en su
bandeja en el mueble.-O quizás lo escondí por ahí para no recibir llamadas.- Luego cuando se
volteo y nos vio a ambos sorprendidos de encontrarnos aquí.-¿Se conocen?- pregunto
señalándonos.
-Sí.- fui yo la que respondió.- Ayer en la fiesta.-
-¿Fuiste a ese intento fallido de fiesta?- pregunto Arturo retomando su puesto en el
desayunador. Luego sacudió la cabeza en desaprobación.
-Arturo.- Luke se acerco, había cierto parecido en ellos, pero no podía decir exactamente el
que. Luke era más serio que Arturo eso era seguro.- Ella es Amanda Wells, la chica que se unió
a nuestro equipo justo ayer.-
Arturo me vio directamente, una sonrisa cómplice se formo en sus labios.-¿Ah sí? Pensé que
estabas en nivel básico.- dijo riendo.- Si lo sé.- ¿Lo sé? ¿A qué se refería?
-¿De qué hablas?- soltó Luke.
-Relájate, estamos comiendo.- dijo agarrando un poco de cereal en su cuchara y masticando,
me sentía incomoda entre ellos. ¿Qué hago acá? Me pregunte varias veces como esperando
que la pregunta se respondiera de repente.
Luke pareció tensarse, vi su mandíbula mas apretada de lo normal, eso era, sus mandíbulas
eran casi idénticas.- ¿Ustedes son hermanos?- Ambos levantaron la mirada tan rápido y de
repente que casi me caigo de la silla, Arturo empezó a carcajearse y Luke le pego en la cabeza
con la palma de su mano.
-Dios, no.- dijo Arturo devolviéndole el golpe.-Somos primos, por desgracia.-
-Se parecen.- Luke rodo los ojos y empezó a caminar al refrigerador.-Creo que me voy.- le
susurre a Arturo, raramente aunque conocí a Luke justo ayer podía decirse que lo conocía un
poco más que a Arturo pero el ultimo me inspiraba mas familiaridad.
Lave mi plato, sin antes apartar las estrellas de mar.-Déjalo ahí, yo lo hago.- me dijo Arturo
mirándome a los ojos.
-¿En cuántos años después?- enarque una ceja.
-Tienes razón, te dejare por hoy.- Luke nos vio y mientras comía una manzana pregunto.
-¿Desde cuándo se conocen?-
-Desde hoy en la mañana, trato de robar mis estrellas y mi tabla.- dijo Arturo como si eso
pasara todos los días.
-Claro que no.- volteo a ver mientras ponía los platos a secar.- Eso es mentira.- Arturo se
encogió de hombros y me puso el plato para que lo lavara. Lo hice sin saber exactamente de
donde me nacían las ganas de ser servicial.
-Ah…- fue lo único que dijo Luke.
-¿Viven juntos?- pregunte, Luke negó con la cabeza pero Arturo aparto la mirada ¿Tema
sensible, quizás?
-Yo vivo a un par de casa de acá.- Luke volteo a ver a Arturo.
-Creo que me voy.- dije secándome las manos, apretando las cintas de mis tenis, y empezando
a caminar hacia la puerta trasera.
-Te puedo llevar.- dijo Arturo señalando con su pulgar hacia atrás.
-No gracias, iré por la playa.- Salí de la casa, pasando por la piscina, dios cuando llegue a la casa
de mi papá lo primero será tirarme en esa piscina enorme.
-Amanda.- escuche a Arturo gritar, corría a mi alcance.- Te veo en la plaza, a las cuatro.- me
guiño un ojo y no me dio tiempo de refutar porque salió corriendo de regreso a la casa.
Mientras caminaba hacia la casa de mi padre, observe el mar, no puedo negarlo es hermoso,
me encanta y quizás por eso me siento más culpable, porque aunque me duela recordar y sé lo
que paso no puedo odiarlo.
Me volví a hacer la coleta que se me estaba deshaciendo y en ese momento recordé que no
había hablado con mi mamá, para avisarle que estábamos bien. Bueno puede esperar. No
tengo ánimos de hablar con ella de todas maneras, quizás nunca los tengo, es tan difícil hablar
con ella sin que termine dándote un sermón o presionándote para que te involucres en algo
académico o de relevancia. La falta de temas de conversación era y es la principal barrera
entre mi mamá y yo, no nos interesa casi nada en común…
No pensaría en ella ahora. Cuando me di cuenta ya estaba cerca de la entrada trasera de la
magistral casa blanca, una piscina con el agua pasiva se veía tentadora.
Me quite mi ropa, quedándome solo en traje de baño y me tire a la piscina, bloqueando todo
ruido del mundo exterior intercambiado por un silbido silencioso.
-Amanda.- dijo la voz conocida de Rebecca una vez estuve en la superficie, frote mis ojos antes
de abrirlo para luego girarme y verla directamente-Vamos os a comer al jardín.- dijo sonriendo.
-Ya comí.- dije dejando a mi cuerpo flotar sobre el agua. Pude ver o muy lejos en el jardín una
mesa blanca, delicada y no sé exactamente qué tipo de material, pero se ve en armonía con la
decoración de la casa.
-Dice Greta que saliste muy temprano, sospecha que a correr.- dijo sonriendo, su tono de voz
era serio y casi tan formal como que no hubiéramos hablado antes, que me pare en la piscina
para verla.
-Sí, he salido a correr.-dije sonriendo, entrecerró los ojos y me miro con curiosidad. No iba a
decirle que correr era ya casi una necesidad para darme un respiro.
-¿Ah sí?- sonrió abiertamente.- De haberlo sabido, me hubiera unido.-
-Te lo dije, bueno que me gustaba.-
-Sí, lo sé pero no sabía que tanto para levantarte temprano, dice tu padre que no te gusta
levantarte temprano.- dijo divertida.
-Bueno no amo despertarme pero si lo hago la disfruto.- sonreí mientras miraba el mar desde
ahí, era hermoso, a quien quiero engañar, yo lo amo, me apoye en la orilla cruzando mis
brazos para colocar mi barbilla, podía verla sentándose en una de las sillas que iba a ocupar
para desayunar.
-He pedido permiso en la mañana para ver si quieres ir por tu vestido.- En ese momento llego
Greta con Cynthia, ambas acomodaron las comida en la mesa que hasta el momento no me
había dado cuenta estaba arreglada con manteles y tenedores, un pequeño florero con solo
dos rosas rojas.
-Claro.- dije sonriendo. Me salí de la piscina para sentarme frente a Rebecca mientras la veía
comer.
Greta volvió a acercarse y puso el periódico en la mesa, en la portada se leía “Periódico de
Charleston”, y una imagen que no alcanzaba a ver, no lo intente.-Mmm… Es el periódico local.-
dijo sonriente Rebecca.- Mira quien sale en la portada, debo advertirte acá se toman muy
enserio eso del…- había levantado el periódico y pude una de mis fotografías mientras
surfeaba. Oh no, no, no. Mis ojos se desorbitaron mirando la primera plana, aparte de esa
fotografía estaba una de ayer cuando llegue a la plaza e ibas saliendo de la tienda de artículos
deportivos.-La famosa surfista de California, Amanda Wells, parece que ha regresado a las
andadas…-
-¿Por qué?- la interrumpí.-No quería salir en el periódico.- hice una pausa.-Y que horrible
manera de describirlo.- Rebecca la miro con diversión y continúo. No quiero ni ver ese
periódico.
-La chica de ahora 18 años de edad, campeona de la Copa de Surf de los Estados Unidos;
parece que después del trágico accidente del verano pasado, al fin decidió volver a deleitarnos
con su grata presencia en este campeonato. Residentes de la zona dan confirmación de
haberla visto, rumoran que ha regresado y se ha unido a un grupo de surfistas principiantes:
SurfBlue.-
-Por Dios, ni yo sabía el nombre del equipo… esto es ridículo.- hice ademan para que me
pasara el periódico.- Yo lo leeré.-
Pasee mi mirada por la portada, una foto de la ola conmigo saliendo de esta triunfante, era
increíble, sentí el nerviosismo creciendo en mi, a lado en una foto más pequeña caminando en
la acera adoquinada junto a Sheila y Penny, otra solo mía, al abrir el periódico busque la
pagina donde estaba el articulo extendido, había una secuencia de fotos, cuando corrí a al mar
para salvar al niño, cuando salí y cuando me aleje con las chicas.
-Por Dios, ahí ni siquiera me habían planteado la idea de unirme al grupo.- dije casi asustada
por la intromisión a mi privacidad.- Léelo tu mejor.-
Rebecca sonrió.- Esto es un halago.- dijo riendo.
-No, gracias, no quiero estar en la portada de un periódico con solo dos días de estar acá,
aparte esto solo me recuerda a otra cosa.- dije viendo el periódico con desdén mientras se lo
daba a Rebecca.
-Exageras.- dijo mirando el periódico abierto.- La hermosa, talentosa y exitosa joven de 18
años, Amanda Wells, nos deleitara con su regreso y presencia en el campeonato de surf de
este año. Dicho campeonato que se llevara a cabo el 25, 26 y 27 de Julio.-decía muchas cosas
más sobre mí, el accidente y entre algunas cosas que me halagaban, pero para mí eso no
importaba.-Esperamos con ansias su participación.- Termino Rebecca, que tenía una gran
sonrisa en sus labios.
-Me están usando de propaganda.- dije mirando a la piscina, se veía más tentadora, quería
sumergirme en ella y olvidar todo a mi alrededor.- No es que me sienta tan importante, pero
eso es lo que hacen.- agregue al ver la escrutiñadora mirada de Rebecca
-Disculpe, señorita Wells.- empezó Cynthia.- Alguien le llama por teléfono, le he dicho que le
preguntaría si podía atenderlo.-
-¿Quién es?- pregunte confundida, ni siquiera yo sabía cuál era el numero de la casa de mi
papá.
-No dice, solo que es urgente.- Me levante pero ella me extendió un teléfono inalámbrico
negro.
-Amanda Wells.- respondí con tono formal que hasta me asuste.- ¿Con quién hablo?-
-Amanda.- dijo una voz masculina emocionada.- Siempre con el tono espectacular.- sentí que
sonreía. Oh no, ya sé quién es.
-¿Qué deseas Gordon?- pregunte casi con desdén.
-Amanda, por favor, tu regreso debía alertar a alguien más que solo a unos simples periodistas
y hogareños de Charleston.- era casi burlesco su tono.-Recuerda, este es tu destino.-
-Por favor, Gordon.- dije con suspicacia.- Debes saber que no todo lo que me pasa es un
complot que arma el destino.- sonreí pero no era genuina.
-Pero que bien te ves en ese traje de baño corriendo por el niño, buena propaganda que
sacaron los del pueblo para atraer más audiencia a su campeonato, yo vote en contra que
fuera en ese pueblo, pero bueno no pude hacer nada.- rio, esa risa aguda que tanto detesto.-
Dicen que tiene olas increíbles, ¿acaso las has probado ya?-
-¿Cuál es tu problema? - pregunte, mas retóricamente que esperando una respuesta.- Pero
basta de preámbulos, se que ese no es el único motivo de tu llamada, por cierto debo decir
que tu acoso me aterra, ni siquiera yo me puedo el numero de esta casa.-
-Querida Amanda, es lo menos que puedes esperar de mi.- sentí su sonrisa o través.- Bueno la
verdadera razón es que quiero reclamarte, ¿Por qué has aceptado entrar a un grupo tan inepto
como SurfBlue? Créeme tu grupo anterior sigue siendo excepcional y dado a tu increíble
regreso debes dar buena impresión. – A todo esto me había olvidado de lo que pasaba a mi
alrededor, levante la mirada, yo seguía aun de pie y vi a Rebecca, mirándome confundía y
expectante, creo que debería de ser por cómo había estado hablando y es que eso solo se
podía con Gordon Fields, no eran insultos educados pero si eran una cierta clase de pelea
verbal encubierta y era hasta un punto divertido.
-No reconozco al grupo en sí, pero se ven capaces, debo decirte.- sonreí, me da gracia todo
esto.- ¿Quizás me instruyas? Pero regresar con SeaUs, no lo creo.-
-Amanda, sabes perfectamente que encajarías, con tu perfecto regreso…-
-Deja de decir lo de regreso.- impuse.- Sabes perfectamente que las circunstancia no me
dejaron regresar antes, y no había ni considerado hacerlo, ¿Qué mas deseas?- mi voz había
cambiado a una de enojo.
-Tranquila, linda.- sentí que se contenía una risa.- Te saldrán arrugas si te enojas tanto, bueno
debo decir que tu ausencia ha sido de gran influencia, extrañamos también a Stephan, pero
¿Por qué negarte a regresar junto a nosotros?-
-Ya sabes porque.- agregue en seco y casi venenoso.
-Si no aceptas, creo que no tendrás el privilegio que iba a ofrecerte.-
-¿Y cuál sería ese?-
-Que la compañía más famosa en fabricación de tablas seria nuestra patrocinadora.
BoardWorld.-
Diablos los patrocinadores, se me olvidaba.-Suerte con eso.- dije sarcásticamente.- Si eso es
todo, me despido.-
-Como siempre tan cortante, linda.- hizo una pausa.- Te deseo suerte con tu grupo de
principiantes, se que se han destacado en varias competencias locales pero eso no supera lo
que les espera, amenos claro que recuerdes todo lo que sabes. Adiós.- Y con eso, ambos
colgamos la llamada.
Me quede viendo el teléfono por unos instantes y deje salir un suspiro, sentándome de nuevo
en la silla frente a Rebecca.- ¿Quién era?- pregunto con gran interés.
-Gordon Fields.- respondí.- Un chico del grupo con el que competía y mi mayor competencia.-
-Pensé que la mayor competencia era… el otro chico.-
-Stephan era mi amigo, si el ganaba es casi como que yo lo hiciera, en cambio él… era
competencia de ambos.-
-¿Y eran del mismo equipo?-
-Si, por eso no somos reconocidos como gran competencia por estar en el mismo.-levante la
mirada y la vi directo a los ojos oscuros.- Pero ahora le daré su merecido.- sonreí
abiertamente.
Capítulo VI
Eran las cuatro y cuarto, me había entretenido tocando el piano y como tenía que irme en
bicicleta me había tomado más tiempo de lo esperado, estaba corriendo por la plaza,
buscándolos con la mirada. La mañana había sido un poco agotadora, habíamos estado viendo
miles de vestidos en el closet de Rebecca, pero ninguno me sentaba bien, ningún color me
quedaba bien, eran demasiado opacos, sentía aburrido y monótono; así que me insistió en
comprar uno cuando yo ya me había decidió por uno negro de su closet.
-Hola.- le dije sonriendo tranquilamente a Brant, que fue al primero al que vi, sus ojos grises
me vieron con diversión.
-Hola.- dijo alegremente, seguido por Jack y Sean. Luke, ni Arturo estaban ahí.
-¿Dónde están los otros?- pregunte con una confianza que los sorprendió.
-Vienen en camino.- sonrieron.-Nos encanta que hayas decidido aceptar nuestra propuesta.-
Todos me veían con curiosidad pero Sean era el que hablaba.
-Bueno, creo que es una oportunidad, gracias a ustedes.- hubo una pausa, tenían sonrisas de
agradecimiento y asintieron. Después de un extraño silencio.
-Saliste en el periódico local.- dijo casi emocionado Jack.
-Lo sé.- rodé los ojos en desagrado.
-Es increíble.- dijo Brant.
-La verdad no.- agregue.- Ni siquiera me habían dicho de la propuesta cuando fueron tomadas
las fotos.-
-En este pueblo que ama el surf, todos saben de ti.- agrego como si fuera obvio, Sean.
-Ahí vienen.- dijo Jack.
-Hola.- dijo Luke sonriente de verme, como si esperara darse cuenta que yo no iba a estar ahí y
le sorprendía ver que había asistido.
-El es Arturo- sonrió Brant.
-Lo sé.- dije sonriéndole a Arturo, quien correspondió a la sonrisa.
-Conocí hoy temprano a nuestra pequeña integrante.- ¿Pequeña? Lo mire con suficiencia.-
Bien.- miro hacia un lugar lejano, me sentí diminuta, sin saber porque.- Traje la tabla extra.-
me guiño el ojo. -Tenemos que hacerte una prueba.- mis ojos se abrieron como platos.- No
creíste que ibas a entrar así de fácil.
-Pero…- empecé.
Bran interrumpió. -Pero nosotros se lo ofrecimos.- dijo con evidente molestia, eran del mismo
tamaño. Hasta Luke se veía diminuto (metafóricamente) porque eran igual de altos, hoy que lo
pienso, los cinco parecen tener la misma estatura.
-Supongo que es lo justo.-dije dedicándole mi mirada más indiferente sacada desde el fondo
de mi ser porque ya tenía un par de días de no ocuparla y el calor me estaba afectando.
-Necesario.- dijo Arturo sonriendo socarronamente, supongo que no les diría que habíamos
surfeado justo esta mañana.- Bien, síganme.- todos se dispusieron a seguirlo pero me cruce de
brazos.
-¿Adónde?- Que hubiera dado porque alguien me tentara más veces, amo los retos.
-Adonde yo diga.- pareció divertido ante la niña que cuestiona su orden, no parecía el mismo
chico de hoy temprano. Enarque mi ceja derecha y espere.- Hay un lugar aquí cerca donde las
olas son un poco más grandes y estaremos sin espectadores.-
-Bien.- sonreí sarcásticamente y me puse junto a él para caminar, no a seguirlo, los otros
parecían desconcertados ante mi total cambio de personalidad, cualquiera pensaría que tengo
algún trastorno mental.
Llegamos a las orillas de la plaza y una Hummer negra estaba ahí aparcada con seis tablas de
surf en el techo amarradas, los chicos sabían adónde iban por que se acercaron rápido para
que les abriera las puertas, seguí a Brant que por una razón lo sentí protector.
Sean, Brant, Jack y yo nos sentamos en la parte trasera del carro, yo en la ventana, gracias al
cielo. Luke se sentó en el asiento del copiloto y Arturo iba manejando, vi que avanzamos
saliendo del pueblo y luego se metió en una parte desolada, pasando árboles al alrededor,
parecía un pequeño forestal.
-Ok, ¿Qué tabla ocupare?- dije viéndolos cuando ya nos habíamos bajado del carro y
estábamos en la arena.
-Esta.- me extendió la misma que había ocupado hoy temprano, agarrándola con dificultad. –
La práctica se pierde.-
Me tense inconscientemente, entrecerré los ojos y lo mire con suficiencia.- Te sorprenderías.-
eso no tuvo mucho sentido pero sé lo que mi mente quiso decir, si se pierde, no fue sarcástico.
El chico se rio pero no divertido.-Bien muéstranos.- dijo con aire de superioridad. Los otros
cuatro no decían nada y eso me frustraba.
-Tú puedes.- sonrió Brant. Y fue seguido por su mirada de aprobación seguida de los otros.
Respire profundo, me quite la ropa para quedarme solo en bikini y camine hacia la playa, ok,
corrí.
Sentí el agua golpearme, y el peso de la tabla me fue difícil de cargar no porque fuera pesada
en sí, si no que porque sentí algo extraño y mi corazón encogiéndose para luego entrar en un
tipo de convulsión. Si no hubiera estado en el agua estoy segura que lagrimas brotaban de mis
ojos. Me senté en la tabla a esperar una ola apropiada, podía sentir las miradas sobre mí, me
sentí observada y expuesta. Entonces supe, que si guardas algo por tanto tiempo, luego te
explotara en la cara y todo se te derrumbara, por eso había llorado pero hoy tenía que
aguantarme ese estúpido llanto y coger una ola.
Trate de agarrar una ola, sentí el mar balanceándome, mientras recogía todo el valor dentro
de mí, sentí mis ojos empañados y nublados por ese estúpido sentimiento. ¿Pero porque justo
hoy temprano había agarrado unas buenas olas? Con el chico que ahora pretendía no
conocerme o haber hablado conmigo. Tenía que demostrar algo y no sabía exactamente cómo
lograr entender a mi cuerpo de eso, al fin logre agarrar la ola.
Quizás fue la adrenalina, quizás el puro miedo impulsado por todo el coraje dentro de mí, no
sé que fue, pero cuando volví a estar consciente de mi alrededor había agarrado una ola
increíble, hice el túnel otra vez como hoy temprano, sentí el agua como barreras,
protegiéndome, tentándome. El mar es increíble, tiene la capacidad de ser suave, tranquilo y a
la vez agresivo y violento, un traidor o un amigo. Pero a pesar de todo alegre y triunfante, salí,
fue más que increíble, espectacular, glorioso, quiero abrazarme a mí misma, yo sabía que
podía. Quizás no he perdido del todo la habilidad, pero esto ha sido demasiado fácil… como
diría Gordon ¿Qué me tiene preparado el destino? Porque no todo viene tan fácil.
Los 5 chicos al llegar a la orilla, me vieron atónitos y sonrieron, hasta Arturo- No te emociones,
Amanda.- sonrió disfrutando algún chiste privado.
-Fue increíble.- dijo emocionado Sean.-Ella… es increíble- le dijo a Arturo para que entendiera.
Un dolor en el pecho había empezado a crecer más rápido y más rápido, mis piernas
temblaban y mis manos también. Oh, esto es, estaba aterrada eso que hice fue solo un ataque
de adrenalina. Stephan me vino a la mente, era una imagen tan vivida, sonriéndome
alegremente. “Tú puedes Am”.
-¿Amanda, estás bien?- pregunto Luke preocupado.
-Sí, si.- sonreí pero mis piernas temblaban ligeramente sin poder controlarlas, me senté
rápidamente en la arena para ocultarlo.
Me seque con una toalla que Luke me extendió y me puse mis shorts y mi camiseta.- El
entrenamiento consiste en correr por la playa, hacemos ejercicios constantes, a veces juntos a
veces no.- dijo Arturo, su tono más formal que cuando hablábamos en su desayunador.
Corrimos, sin hablar, mejor me podía empezar a doler si corría y hablábamos, sin esfuerzo él
era más rápido y ágil que yo, su cuerpo se notaba que se ejercitaba, trate de alcanzarlo porque
me llevaba como por tres metros, corrí un poco más rápido y le pase. El sonrió complacido.
Cuando estábamos a una distancia bastante comprometedora de los chicos paro de golpe.- Ok,
espera.- dijo cuando vio que yo no pare.
-¿Acaso ya no aguantas?-pregunte burlándome.
-Sí, pero pensé que sería apropiado un poco de distancia para hablar.- No pude evitar tensar
mi mandíbula, habíamos corrido tanto solo para hablar. Sus ojos grises verdosos, me miraron
con algo que no supe distinguir, los aparto y el propio mar pareció mezclarse en sus ojos. -
¿Buena actuación, huh?- dijo riéndose. Di un respingo y me hice hacia atrás.
-No estoy tan segura de eso.- Pareció divertido y regreso la mirada hacia mí. No era como al
mirada de Brant o Luke, o cualquiera de los otros, que sentía que me miraban hasta con
lastima por ser la pobre chica que casi muere en un accidente mientras hacia lo que amaba, no
él era como cualquier persona norma que no conoce el caso, eso me reconforto.
-Era solo para que no creyeran que soy tan fácil de convencer.- sonrió mostrando sus dientes
blancos.-Una reputación que mantener.- ante esto empecé a carcajearme, luego me tape la
boca para que los demás no vieran. Tenía ambas manos sosteniéndose en sus caderas.
Corrimos un poco mas y mis ojos no pudieron evitar posarse en su torso y en su espalda
tonificada, corrí detrás de él para observarlo, me maldigo en mis adentros.
-Apúrate.- dijo entre risas. No hay nada de gracioso en eso, así que apresure el paso y me
adelante.-Bien chicos, creo que es todo.- dijo sonriendo. Me adelante frente a ellos, todos
tenían sus tablas a su lado ahora. A pesar de que ellos fueran desconocidos sentí como que los
conocía desde hace mucho. Recordé a mi equipo de SeaUs, teníamos entrenadores
profesionales, equipos para entrenar nuestros cuerpos antes de entrar al mar, estrategias,
pero ellos eran más libres.
Estuvimos en el mar hasta el atardecer. -Míralo, para nunca olvidarlo.- escuche a Arturo,
estábamos detrás de donde formaban las olas, balanceándonos con la marea baja, sentados
sobre las tablas. Observamos el cielo volverse anaranjado mientras el sol se metía entre la
línea imaginaria que separaba el mar del cielo.
Hicimos nuestro camino de regreso al auto, en el piso del auto vi unas revistas debajo del
asiento, no pudo evitar ver la portada de una, me estremecí al ver la foto que cubría toda la
portada, era yo con Stephan en una de las competencias. No sé porque las revistas de
deportes durante el verano se vuelven locas con los deportes del momento y les gusta sacar a
los deportistas en vez de hablar en general del deporte en sí. No pude evitar estirar mi mano
para tomar la revista, se podía leer. “El amor en el agua” Por Dios que frase más estúpida.
Y ahí estaba yo, en una plática alegre con Stephan mientras veíamos la competencia, lo sé
porque recuerdo el panorama pero si solo se ve la foto de la portada parecía que fuéramos
pareja. Al levantar esa revista vi que había otra, esta solo estaba yo en una tabla de surf.
“Princesa de las olas” También la levante y vi que habían otras más “El trágico accidente del
amor” Porque se empeñaban en hacer creer a los espectadores y lectores que éramos una
pareja cuando en realidad entre nosotros solo pudo haber amistad.
“La tragedia no superada.” “¿Qué se hizo la Princesa de las Olas?” “¿Volverá? Amanda Wells a
desaparecido de las hermosas playas de California.”…. Y otros titulares, ¿Qué era aquello? El
corazón se me acelero tanto que sentí como si se me fuese a salir del pecho y luego explotaría,
sus manos temblaban mientras ponía agresivamente las revistas de regreso en su lugar, no era
de tristeza era de enojo; por todos esos que en realidad no les había interesado la vida de ella
y solo habían publicado cosas, no eran malas pero no eran la verdad y eso llevaba a malos
entendidos, Dios sabe cuántos problemas estúpidos e insignificantes tuvo por aquellas líneas
que afirmaban sin saber el supuesto amor que había entre Stephan y ella. Recordar a su mejor
amigo le puso una sonrisa en los labios aunque también una lagrima en los ojos.
-Amanda…- escuche la voz de Luke.
-¿Si?- alce la mirada.
-Iremos a la plaza, por un café.- sonrió mientras se introducía en el carro.- ¿Vienes, cierto?-
-Claro.- sonreí. Mi cabello aun estaba mojado y trate de arreglarlo un poco, mientras nos
dirigíamos de regreso a la plaza, no pude evitar pensar en lo que había logrado hoy, volver a
apreciar el mar. Cualquiera cree que es miedo y que quede traumada porque casi me ahogo
pero eso no es así, no veía el mar y no quería saber de el por qué algo dentro de mi me hacía
sentir culpable de disfrutar lo que mato a mi amigo, a Stephan, el tan lindo y cariñoso Stephan.
-Llegamos- dijo la voz de Brant que venía del asiento de adelante.- Amanda.- Era la única que
no me había bajado del carro aparte de él. Arturo me abrió la puerta y me extendió su mano
para ayudarme.
-Tienes decencia.- dije en agradecimiento pero no evite el tono sarcástico.
-Por supuesto que si.- dijo fingiendo estar ofendido para luego reír.
Entramos en el café, sinceramente no le pongo atención a mi alrededor y solo me siento en
una de las mesas cuadradas que hay ahí, los chicos se arremolinan y se sientan a mi alrededor,
Arturo levanto la mano para llamar a la mesera que aun no se había presentado, una estaba de
espaldas y la otra le dijo que fuera a atendernos.
La chica de cabello oscuro se dio la vuelta, me fije en sus ojos verdes y reconocí a Sheila; ella
camino distraída hacia la mesa mientras en su pequeño delantal que tenía un logo del café
sacaba un lapicero y una libreta, usaba unos jeans y una camisa polo negra con el delantal de
color verde. -¿Qué desean ordenar?- pregunto en un tono que parecía aburrida, no la Sheila
que conocí… ayer.
Al levantar la mirada y vernos, se quedo con la boca abierta mientras masticaba chicle.- Hola,
Sheila.- salude sonriendo.
-¿Amanda?- pregunto cómo que no me reconociera.
-Si.- sonreí, sentí mis hoyuelos marcarse. Parecía nerviosa, los chicos ni le habían prestado
atención hasta que la salude, y me voltearon a ver. Luego siguieron viendo el menú.-¿Qué tal
termino la fiesta?- pregunte con normalidad.
-Pues te buscamos pero Samara dijo que te vio irte.- me miro fijamente.- Te llame un par de
veces hoy.-
-¿Ah sí? No he escuchado.- Lo saque para revisar y evidentemente tenia llamadas de la chica.
“Oops” no lo dije por supuesto.
-Quiero un mocha blanco.- dijo Arturo, los demás hicieron su ordenes y Sheila no dejaba de
parecer sorprendida de verme con ellos. Lo cual era raro, quizás no veía el periódico.
-Qué raro que pidan calientes con este calor.- dijo Brant con cara chistosa. El aire
acondicionado estaba al máximo en el local, se sentía reconfortante.
-Es adicción.- dije sonriendo.
-Más tarde por cervezas.- era Arturo que veía hacia afuera del local. Scott venia entrando al
local, todos los saludaron y se sentó a mi lado.
-Ey tú.- sonriendo viéndome fijamente.
-Hola.- me levante y me acerque a Sheila.- Hey.-
-Hey.- me respondió sonriendo.-¿Qué haces con ellos?-
-Soy parte de su equipo de surf ahora.- dije mirándola. Sheila pareció verme en verdad.
-Dios que tonta soy.- se puso un mano en la cara.-Claro, ya sé, escuche algo de eso hoy
temprano.-
-Si bueno, vuelan las noticias por aquí.-
-Es pequeño.- dijo Sheila asintiendo, luego ambas empezamos a reír.
-Se que no le agrade a tu amiga.- dije mirándola fijamente.
-Ah pero después sí, ya que dijiste que no le quitaras a su chico.-
-El chico no es de nadie, pero no, no es mi tipo.- le sonreí; pude verla observando al chico,
voltee para verlo, reía con algo que los chicos habían dicho y miro hacia nosotras sonriendo.
-Ey, Amanda, ven.- grito Arturo, Sheila me hizo gesto de que fuera que tenía que trabajar,
cuando exactamente otros clientes entraron. Me senté en donde antes había estado sentada.-
tienes que enseñarle a Scott como ser salva vidas.- todos empezaron a carcajearse, yo miro a
Scott divertida y el hizo un gesto como “aja” y rodo los ojos a Arturo, luego me vio a mí y
sonrió.
-Si.- dijeron los demás y yo solo los observe divertida.
Logre entablar una conversación más o menos normal con los chicos, empezaba a sentirme no
tan fuera de lugar aunque no pude evitar tener unos cuantos altercados sarcásticos con Arturo
que divertía a los demás.
-Ey… Amanda, tú que sabes mas de esto de competencia ¿Cómo crees que podemos conseguir
más patrocinadores?- hizo una pausa Brant y yo espere.- Nuestro representante vendrá hasta
la otra semana y por ser un grupo…novato no tenemos mucha influencia.-
-Mmm… creo que puedo pedirle a mi padre y hare contacto con empresas que antes me
patrocinaban si eso les parece.-
-Claro.- dijo Jack, que a medida que hablábamos me di cuenta era el más callado de los cinco,
en ese momento llego Sheila con todas las bebidas y me sonrió tímidamente ates de retirarse.
-¿Cómo la conoces?- pregunto frunciendo el ceño mientras parecía desinteresado Arturo.
-Ayer, no se me las encontré en el muelle a ella y a Penny.- me encogí de hombros.- Y
hablamos, ellas me llevaron a la fiesta.-
-Definitivamente tienes que salir con nosotros, te presentaremos a todos.- dijo Sean.
Y la conversación siguió hasta un poco entrada la noche, sinceramente los chicos no eran para
nada aburridos y ya me estaba acoplando con ellos. Raro, si muy raro.
-¿Quieres ir a la feria?- me invito Brant sonriendo cálidamente, estoy segura que Brant me
recuerda a alguien aunque no se a quien, me siento protegida y con confianza cuando él me
habla como que lo conociera de toda la vida.
-Sí.- dije sonriendo.
-Genial.- dijo Jack, Arturo, solo se dedico a darme una mirada llena de superioridad y a alzar
una ceja.
-Te encantara.- dijo Luke sonriendo.
Pagamos la cuenta, bueno me pagaron la cuenta y salimos del café, busque con la mirada a
Sheila antes de salir, pero me miro con una expresión extraña que solo me despedí con la
mano y le sonreí. Normalmente me llevo mas con los del sexo opuesto, no porque me
identifique con ellos porque soy muy femenina, claro no al extremo de ser feminista pero
prefiero ahorrarme el drama que las chicas causamos, por eso mi única y verdadera amiga es
Kate, y de ahí son más chicos que siempre me han apoyado.
Marque el número de mi padre y espere que sonara, poco segundos y cuando pensé que ya no
iba a contestar.
-Hola. ¿Dónde estás?- pregunto la voz paternal de mi padre.
-Hola, pa.- dije sonriendo.- Emm… ¿Les molesta si voy a pasear un rato al muelle? Llegare…- no
doy explicaciones.
-No claro que no, diviértete.- dijo, pude sentir su sonrisa.
-Gracias, nos vemos.-
-Rueda de la fortuna.- dijo Brant sonriendo. Ya sé, me recuerda tanto a la personalidad de
Mathew, esa confianza y calidez que emanan cada vez que te preguntan algo, mas su sonrisa
que llega hasta los ojos; raramente Brant es el que parece más rudo, supongo que lo es, pero
me trata de una manera agradable.
Sonreí de lado y mire al grupo de chicos, Arturo marcaba algo en su teléfono con indiferencia.
-¿Con quién hablas tanto?- le pregunto Luke como con burla.
-Solo alguien.-dijo con molestia casi en susurro que alcance a escuchar
-¿Quién?-
-Samara.- no sé porque pero sonreí, la vez pasada había visto como agobiaba a un chico de
tanto que hablaba. Mire a Brant que lo veía con diversión en sus ojos grises. ¿Pero no era que
me había advertido de no acercarme a Scott?
-¿Qué tiene de divertido eso?- pregunte haciéndome la que no sabía quién era.
-Es esta chica, se le pega a todos los chicos que puede pero su principal objetivo siempre ahí
sido Scott.-
No pude evitar poner cara de repulsión, las chicas que no se respetan a ellas misma más que
nada me dan lastima. Caminamos hasta el muelle, adentrándonos en la marea de gente que
iba y venía, una música extraña sonaba como fondo, Luke me compro un almidón de azúcar, y
ellos compraron sus cervezas.
-Por favor.- le dije a Luke, cuando le estaba insistiendo que nos subiéramos a la rueda rusa.
-No, no.- negó, parecía… miedo. Me resigne, ninguno de ellos quería subir conmigo bueno…
solo me faltaba…
-Yo subo contigo.- dijo Arturo, con algo que parecía una sonrisa disimulada en sus labios.
-¿Enserio?- le pregunte tratando de parecer indiferente pero sonó como sorpresa. El enarco
una ceja y camino a la taquilla donde vendían los tickets, le extendí un billete de a diez para
que comprara ambos.
-La siguiente tú.- me dijo casi de manera amable. Subimos a la rueda rusa en uno de esos
asientos dobles. Estaba emocionada, desde hace años que no subía en una, Arturo junto a mi
parecía de lo mas indiferente como que lo había hecho toda la vida y estuviera acostumbrado,
aunque eso podía ser posible.- No te subes muy seguido a algo de esto, supongo.- dijo sin
verme si no que veía al mar que estaba a unos metros de distancia, el paisaje le daba más
emoción.
-No.- admití sonriendo. Un ayudante de la feria nos aseguro en nuestros asientos.- ¿Esto de tu
actuación continuara aquí?- pregunte, la verdad me molestaba que me tratara así.
-Por supuesto que no.- me quito del algodón de azúcar que sostenía en mi mano. -¿Y quién es
en realidad Amanda Wells?- sonrió ampliamente, ¿Qué se supone que debía responder?
-Deberías saberlo, tienes todas las revistas en las que he salido.- eso salió con mas molestia de
la que pretendía.
-Ah, eso.-hizo una pausa.- No te sientas halagada.- me miro fijamente.- Tu deberías saber que
no todo lo que dicen las revistas es cierto, lo alteran y mucho.- en eso tenía razón.
La rueda empezó a girar, inmediatamente y sin pensar me agarre de su brazo, no pareció
molestarse ni intento que lo soltara así que me aferre a él.
-¿Miedo?- enarcaba una ceja cuando lo vi a la cara, me solté rápidamente, me quito lo último
de algodón de azúcar y lo fulmine con la mirada.
-Miedo, nunca.- La rueda empezó a girar más rápido y más rápido, haciendo que tuviera una
sensación de emoción que recorrió mi cuerpo, cuando vi hacia abajo sentí que iba a caer y
volví a sujetarme de su brazo.
-¿Decías?-
-Es emoción.- dije rápidamente.
-Aja, aja.- Arturo parecía divertido con la situación, lo que extrañamente me hizo sonreír
genuinamente.
Suspire, sintiendo todo ese aire de verano en mi rostro, con mi cabello suelto que se hacía
para atrás con el viento. Al llegar a la casa puse la bicicleta cerca de donde los carros estaba
aparcados, apoyada en la pared. Subí sin mucha energía las gradas que me llevaban a la puerta
principal y esta se abrió, para dejar ver un poco del interior y la sonriente cara de Greta.
-Buenas noches, Señorita Wells.- me dijo alegro.
-Buenas noches.- pero no entre, ella me miro confundida.-Dime Amanda.-
-Ok, Señorita Amanda.- sonreí ante eso.
-Solo Amanda.- y entre en la casa.
-La Señorita Smith está en la terraza esperándola.- dijo cuando vio que no avanzaba de la sala.
-¿Mi papá?- pregunte, con una sensación tan extraña.
-En el estudio.- dijo y empezó su camino hacia la cocina.- ¿Tiene hambre o algo de tomar,
quizás?-
-Por ahorita no gracias.- Camine hacia la terraza y vi a Rebecca con una cerveza en su mano y
un cigarro en la otra, sinceramente eso me sorprendió no me la imaginaba así, ni lo había
pensado, rápidamente cuando me vio, dejo en cigarro en el cenicero y soltó lo último de
humo.
-Perdón.- se disculpo tímidamente.
-No te preocupes.- dije sentándome en la silla reclinable que estaba junto a ella.-¿Ya
comieron?- pregunte sonriendo de lado.
-No.- se veía turbada por algo, su mirada era perdida y no parecía la misma con la que había
estado entablando conversaciones desde que vine.
-¿Pasa algo?- pregunte preocupada.
-No.- dijo sonriendo.- Ha sido un día cansado y cosas de trabajo, nada de lo que tu tengas que
preocuparte.- dijo sonriéndome agradecida por preocuparme por ella.
-Cocinare algo, tal vez te ponga de mejor humor.- Rebecca la vio confundida.
-No, dile a Greta que te lo cocine.- Ashh eso, odio que alguien más haga mis cosas.
-No, yo quiero hacerlo sonreí.-
-Como digas.- dijo sin moverse.- ¿Qué cocinaras?-
-Ya veré.- dije con tono misterioso. Me levante para caminar hacia la cocina ahí estaban
Cynthia y Greta conversando pero pararon de golpe al verme entrar, parándose erguidas y
esperando a que les dijera algo.-Por favor sigan, no dejen de hablar por mi.- me acerque a la
nevera, ambas se dedicaron miradas confundidas.- ¿Qué creen que puedo cocinar con lo que
hay aquí?- dije mientras veía el interior de la cocina.
-Señorita, permítame, le preparo la cena.- escuche la voz de Cynthia.
-No yo quisiera hacerlo.- dije sonriendo. Al final prepare Espaguetis en salsa Alfredo, fue fácil,
en realidad estoy acostumbrada a cocinar, en casa aparte que mi mamá no le gusta debía
hacerme cargo de cocinar, pero nos turnábamos con mis hermanos. Rebecca y mi padre la
acompañaron con vino y yo con un te bien frio y unos cuantos tragos del vino tinto.
-Te quedo deliciosa.- dijo Rebecca sonriendo.
-Increíble.- dijo su padre dando un trago al vino.
-Gracias.- pude sentir que la sangre llegaba suavemente a mis mejillas.
-¿Cómo te fue hoy con los chicos?- pregunto interesada Rebecca.
-¿Chicos? ¿Qué chicos?- pregunto mi padre casi alarmado.
-Los de surf.- le dijo tranquilamente Rebecca.
-Pues bien, logre hacer bien una ola, pero me costó, tenía un poco de miedo.-
-¿Entonces ya es seguro que regresas a surfear?- pregunto con evidente interés mi padre.
-Algo así, aunque no quiero que eso consuma mi tiempo, iré a buscar un trabajo.- dije
sonriente.
-¿Por qué no vienes a la compañía?- dijo extremadamente feliz mi padre.
Mire a Rebecca, luego de regreso a mi padre.- Claro podría tomar eso en cuenta.-
-Te pagaremos, claro.- dijo sirviéndose más pasta.
Después de hablar de ellos comentaran varias cosas de su trabajo, se creó en un silencio un
poco incomodo.
-¿Ya le hablaste a tu mamá?- pregunto mi papá por fin.
-No.- dije en seco, no tengo ganas de hablarle pero sé que en un momento u otro tendré que
hacerlo.
-¿Por qué?- pregunto Rebecca sonriendo de una manera que no supe descifrar.
-No he podido.- mentí.
-Amanda.- dijo mi padre en tono acusador.
-En un rato le hablo.- dije apartando el plato.
-Eso espero.- dijo sonriente mi padre. Ahora que lo pienso la verdad es que ni me he detenido
a ver mi teléfono.
Cuando nos levantamos de la mesa, estaba relativamente temprano una hora en la que nunca
se me ocurriría ir a dormirme pero ahora si pienso que el calor trastorna el cerebro porque
tenía sueño, bostece varias veces y me dirigí a la segunda planta a mi habitación, ahí me acosté
en la cama y observe mi teléfono durante un buen tiempo antes de llamarle a mi madre.
-Hola cariño al fin llamas.- contesto con tono profesional, como que no supiera mi número
para llamarme.
-Hola mamá.- respondí.- Solo avisarte que todo está bien por acá.-
-Sí, supuse, apareciste en el periódico y SeaUs me llamo.- dijo en tono profesional y parecía
que tomaba un trago de algo.
-Lo sé.- dije en seco.- Me uní a un grupo de acá de surf y competiré con ellos.-
-Me doy cuenta.- suspiro.- Pensé que iba pasar más tiempo para que decidieras regresar a eso,
bien sabes que no lo apruebo, es muy peligroso.-
-Eso ya no tiene caso.- dije mirando desesperadamente a la almohada como lo más interesante
del mundo.- No quiero… digo quiero que todo vuelva a ser igual.-
-Lo sé, cariño.- dijo sin el tono maternal.- Pero bueno son tus decisiones, espero que te
diviertas.-
-Gracias.- dije pensativa.- Te quiero.-
-Igual, nos vemos.- y eso fue todo, todo, nada más.
Revise mi teléfono, Kate me había mandado un correo electrónico el cual decidí leer
inmediatamente pero no decía mucho.
“Amanda, tenemos que venir juntas a Brasil es increíble, las playas todo, los chicos;) te extraño
y estoy bien con el primer día en Sur América, te quiero”
Mi respuesta fue:
“Supongo que sí, disfruta al máximo, también te quiero.”
Luego llame a Mathew, necesitaba escucharlo. -Hola, Amanda.- respondió con su voz
carismática.
-Hola, Mathew.- sonreí al hablar.
-Estaba un poco preocupado que no me contestaras, te vi en el periódico y yo…- no dijo nada
durante un segundo, luego suspiro y agrego.- ¿Cómo estás?-
-Bien, se que salí en el periódico bueno el local, no he visto otro, y estoy bien con todo eso,
¿tú?-
-Bien, salgo la otra semana al campamento.- hizo una pausa y le dijo a algo a alguien que
estaba con él.- Aunque es un poco aburrido sin ninguna de ustedes por acá, Mike se la pasa
haciendo solo tonterías.- empezó a reírse y yo le seguí.
-¿Qué tonterías?-pregunte interesada.
-Hoy invento hacer una fiesta y nadie vino.- empezó a reírse.- Creo que nadie pasa el verano en
casa.- dijo riéndose.-Bueno no sé, pero solo han sido dos días.-
-Sí, ya encontraran que hacer.-
-Esperemos.-
-Mathew.- dije solo por decir.
-¿Amanda?- se escucho su respiración un poco mas fuerte.- ¿Te pasa algo?-
-Gordon me llamo hoy temprano.- dije con indiferencia.
-¿Qué dijo?-Le conté lo que había conversado con Gordon, luego como me sentía con todo,
con el mar, con las personas en general.
-Perdón que siempre te aburra con esto.- dije como apenada en una ocasión pero él me
permitió seguir.
-Claro que no.- su tono era el de siempre, el tono de Mathew, inspirándote a hablar más.
-Enamórate del verano, Amanda.-
Capítulo VII
La semana transcurrió con tranquilidad, después del primer entreno con los chicos, el resto
del día lo había dedicado a buscar el vestido junto a Rebecca, el cual encontraron y según ella y
la que atendía la tienda “Parecía sacado de un sueño”, transcurrieron dos semanas.
Entrenando cada día había logrado acostumbrar otra vez a mi cuerpo, resistencia y otras cosas,
mis músculos volvían a marcarse como antes, no los había perdido solo no estaban tan
tonificados. Raramente, digo raramente porque supe que no era normal, Arturo es algo asi
como el líder del grupo, pero desde la segunda semana de entrene llegaba solo
esporádicamente, hablamos cortamente y luego volvía a desaparecer, llevaba tres días sin
llegar al entreno. Nadie parecía saber porque. Hoy era el día de la tal gala, de la que Rebecca
comentaba.
-Todas las personas importantes de la ciudad estarán ahí.- Supongo que cuando no hay
muchas cosas por las que emocionarse, esta gala resalta ante todo.
-Me imagino.- Me peinaba mi cabello dejándolo caer en mi espalda.
-Te veras hermosa.- dijo saliendo de la habitación.-En una hora, nos vamos.- cerró la puerta
tras de sí. ¿Me pregunto si alguien de los que ya conozco irán? Sheila y Penny, eran las que
sabía que estarían ahí, me di cuenta que el papá de Sheila era un algo así como miembro de los
consejeros del alcalde, y como su madre no iría llevaría a Penny, lo cual me hacia estar más
tranquila. He pasado mucho tiempo con ellas, llegándolas a conocer.
Penny es una chica que le encantan los animales, sueña con ser veterinaria, pero empezara
con un titulo en biología cuando termine el verano, es muy dulce y aunque a veces indiscreta y
muy parlanchina, me he llegado a acostumbrar. En cambio Sheila, aunque también habla
mucho, al menos sabe cuando decir las cosas, es seria y puede controlar los impulsos
hormonales de su amiga; le gustan las cosas punk, lo cual me pareció extraño porque se ve
completamente normal, pero hace poco se hizo dos aretes extra que oculta de sus padres.
Ninguna tiene hermanos, son hijas únicas, lo cual las une aun mas, incluso a Samara que es
muy amiga de ellas, pero prefiero alejarme cuando ella está cerca.
En cuanto a los demás, Brant por ejemplo resulto ser el mayor de tres hermanos, los conocí y
son todos tan lindos, el los cuida cuando su madre no está en casa, su padre tiene una
compañía que vende yates, no sé si ira a la fiesta.
Sean y Jack, viven juntos cerca de la playa, ambos dejaron de vivir con sus padres al cumplir
dieciocho y estudian en la universidad de Georgia, sin querer dejar el mar atrás. No hablo
mucho con ellos, al menos no de cosas tan personales como su familia y eso, más que todo
hablamos de lo buena que estuvieron las olas y de una que otra cosa en las fiestas que hemos
ido juntos. Que han sido tres…
Luke es con quien más me he relacionado, es divertido, me recuerda a Jonathan con una
mezcla de Mathew, lo que lo hace familiar, conocí a sus padres un día que íbamos para la
playa, a entrenar, son muy joviales, el parecido es increíble con su madre. No habla mucho de
ellos, pero al parecer su madre es una chef reconocida en la ciudad y siempre nos deja algo
que comer para después del entreno. Su padre trabaja con el mío, pero nunca lo he odio
mencionar.
En cuanto a Arturo, no sé cómo decirlo, pero él, él es diferente, es divertido, muchas veces no
puedo parar de reír, es sarcástico, intimidante, amable y educado. Aun estoy tratando de
descifrar como eso puede ser posible en una sola persona. Es dulce. Lo sé por cómo trata a los
hermanos de Brant que los lleva de vez en cuando a que nos vean entrenar. Arturo se toma el
tiempo de explicarles lo básico del surf, a subirlos en las tablas y esperar a las olas.
Una noche después de una fiesta en la que yo lleve mi bicicleta y le también, anduvimos juntos
por las calles.- Es extraño usar estas cosas.- me dijo sonriendo.
-Lo sé, aun me cuesta acostumbrarme.- A veces entre dos personas se forma una tensión que
es cómoda, no sé cómo explicarlo porque ni yo entiendo.
-¿Qué piensas hacer cuando el verano termine?- Me pregunto parando en la salida trasera de
la casa de mi padre, ahí llevamos nuestras bicicletas a la arena y las dejamos ahí, mientras
nosotros veíamos a la luna.
Le conté como mi viaje a Francia estaba planeado desde hace meses, que iba a estudiar
Medicina. Lo cual lo sorprendió y me miro con una pizca de diversión.- ¿Enserio? Pobres
pacientes.- dijo riendo y yo le empuje suavemente el hombro con el mío. Fue nuestro primer
gesto de confianza en verdad, eso hace cuatro días, justo después de que me dejo en la puerta
trasera de la casa, no lo he vuelto a ver.
Me dijo que estudia para ser cineasta, guionista en realidad, siempre le ha gustado escribir y
quiere hacerlo para expresar su perspectiva de la vida, lo dijo en broma, pero se que estaba
hablando en serio.
Estando con todos aquí, tan cerca del mar, es raro que piense mucho menos en Stephan, antes
pensaba constantemente. Si alguien decía palabras características de Stephan, rápidamente mi
mente divagaba en él.
Me mire al espejo, cuando pasas mucho tiempo frente a uno, y te analizas con escrutinio te
das cuenta de lo extraño que es verte, como si fuera surreal.-Amanda.- Repetí mi nombre
mientras me observaba. Raro. Parecía como si el nombre no me pertenecía. Rebecca había
ofrecido estilistas para que me arreglaran, pero no entendí por que los necesitaría, mi madre
siempre pedía que llegaran a arreglarla a la casa, totalmente normal, pero a mí no me gustaba.
Me puse el vestido azul, de brillantina, parecía sin mangas porque donde empezaba el escote
corazón empezaba como continuación para arriba una tela transparente brillante que me
llegaba justo hasta el hombro. No necesitaba nada más de accesorios, el vestido estaba
completo justo como era. Me acomode el cabello en un moño desenfadado pero que m hacia
ver elegante, gracia a mi hermoso amigo internet, logre crearlo.
Normalmente no me gusta usar maquillaje, porque al verme al espejo siento que no soy yo, en
realidad maquillaje puede hacer milagros cubre las imperfecciones como las grandes sombras
negras debajo de mis ojos. Ok, si estoy exagerando son menos que en época normal. Pero este
evento parece muy especial para papá y Rebecca, quizás deba preocuparme por mi apariencia.
Usando todo lo más natural que el producto me permitía, termine revisándome en el espejo, el
delineador destacaba mis ojos y el lápiz de labios quedaba perfecto con mis labios.
-Bien.- me dije a mi misma guiñándome un ojo. Aunque suene tonto, si tú misma no te halagas
¿Quién lo hará?
-Amanda.- tocaron a mi puerta, levante la vista, mientras me ponía unos aretes plateados que
me había regalado mi padre al ver el vestido que había escogido. No colgaban eran pegados a
las orejas y coincidencia, tenían forma de estrellas de mar de plata con un leve polveado de
brillantina. Rebecca entro en la habitación, maquillada por profesionales, usando su hermoso
vestido de verde que destacaba el tono de su piel. Ahora entendía porque mi padre estaba
loco por ella, era hermosa y su personalidad hacia que fuera imposible de odiar, como sería
normal de parte de una hija de padres divorciados odiando a la otra de su padre.-Estas
hermosa.- me dije haciéndome al lado del espejo tricúspide, aparecimos las dos tres veces de
diferentes ángulos.
-Tu estas hermosa.- le dije sin poder evitarlo, es que nadie podría negarlo. Sentí un poco de
envidia, su piel bronceada no era como la mía, yo estaba dorada y rojiza, en cambio ella tenía
un color bronce que la hacía brillar.
En ese momento en el reflejo del espejo vio a su padre y se dio la vuelta para sonreír.- Vaya,
estas lindísima.- dijo acercándose para darle una abrazo.
-Gracias.- acepto el abrazo, correspondiéndolo, últimamente habían creado un lazo entre ellos,
no como antes que era más del tipo educado y distante.
Si me hicieran regresar a casa y dirigir el camino, probablemente nunca llegaríamos, llegamos a
la ciudad de Georgia pero dimos varias vueltas que nos sacaron hasta el otro extremo de la
ciudad, llegamos a una mansión que se podía asemejar a la casa blanca, fue la única
comparación que se me venía a la mente, con esos grandes pilares en la entrada, una fuente
en el centro donde los carros dejaban frente a la entrada a los invitados y los motoristas o los
empleados se los llevaban a parquear a un lugar.
Baje del auto blindado, un empleado me ofreció su mano para bajar, la cual acepte no porque
la necesitara pero más por no ser maleducada. Habían luces desde abajo iluminando los
pilares, haciéndolos ver de diferentes colores. Cuando subimos los escalones me di cuenta que
todo era de mármol puro, se veía hermoso, las personas perfectamente arregladas se
saludaban en la entrada, espere a Rebecca y a mi padre para seguir. Saludamos a varias
personas importantes, al alcalde de Georgia, unos políticos, accionista de la misma empresa
con mi padre, miembros del consejo y de la junta. Mucho blah blah, en el cual yo no era
involucrada.
Divise la cabellera rubia, ok si muchos rubios, había pensado que era Penny, pero era otra
chica que llevaba un vestido rosa pegado al cuerpo hasta los tobillos ¿Cómo diablos camina?-
Hola.- alguien toco mi hombro.
Vi a Sheila y a Penny, Sheila usaba un vestido verde musgo, el maquillaje le sentaba bastante
bien, destacaba sus ojos verdes, Penny había recogido su cabello rubio y usaba un vestido
aqua con estilo sirena. –Que lindas.- les dije familiarizándome con su vocabulario, eso sería
raro de decir, probablemente Erika me zarandeara hasta que regresara a la normalidad pero
ellas lo tomaron como el cumplido que era, simplemente.
-Gracias, tu estas despampanante.- dijo Penny sonriendo y tomando de una copa de sidra.
-Gracias.- pude sentir el sonrojo en mis mejillas. A pesar del calor de verano, por las noches
había una brisa que erizaba la piel, dentro de la mansión que resulto ser el lugar preferido de
eventos en Charleston, algo así como un salón de recepciones inmenso, ahí el ambiente era
perfectamente regulado por el aire acondicionado, el cual ame.
Escanee el lugar con la vista, la mayoría estaban parados en el centro, otros sentados en las
mesas acomodas en las orillas dejando un espacio para bailar.-Buenas noches.- una voz resonó
desde la tarima. Era el Alcalde, el lugar de inmediato llego a su silencio, muchas personas se
acomodaron en sus lugares, pero Penny, Sheila y yo nos quedamos en una esquina
observando. El Alcalde dio un discurso agradeciendo a unas personas, hablando sobre los
logros de la ciudad. Y muchas otras cosas en las que no puse atención porque llenaba mis
malvaviscos en la fuente de chocolate.-Amanda.- escuche a Sheila.
-¿Si?- cuando me voltee Samara estaba parada frente a nosotras, era la chica del vestido rosa
pegado hasta los tobillos, no es que me sorprenda lo pegado pero sus pies parecen muy unidos
como para ser fácil caminar, cuando la vi caminar supe que la tela permitía estirarse lo
suficiente para permitírselo. Mi vestido en cambio se ajustaba a mi figura, pero después de mis
rodillas parecía aflojarse manteniendo la forma para hacer cómodo el caminar.
-Hola.- me sonrió, parecía nerviosa, me agrada más esta Samara que la que conocí en su casa y
vi un par de veces en la plaza.
-Hola.- sonreí mordiendo el malvavisco. Me miro con interés.
-¿Esta bueno?- pregunto con deseo. Mire a Sheila y Penny que sonreían, seguramente esta era
la Samara con la cual se habían hecho amigas.
-Delicioso.- ella apretó solo un lado del labio y aparto la mirada.
-Mi dieta me prohíbe comer esto.- dijo mirando a otro lado, estoy segura que se asusto porque
abrí mucho los ojos y casi se me cae el malvavisco de la boca.
-Que mal, estas cosas son como un pedazo del cielo en el infierno- cogí un trocito de chocolate
de la mesa y me lo comí. Cerré los ojos, no por tentarla, pero es que es… recordé a Stephan
“Debería ser ilegal que comieras con tanto placer” Y me metía otro chocolate en la boca para
verme y yo le guiñaba un ojo. Sonreí ante el recuerdo. -Deberías cambiar de dieta, ya sabes
una que si los incluya.-
-Samara quiere ser modelo profesional.- Penny hablo con su tono anunciado los hechos. En
ese momento recordé cuando yo modelaba para mis patrocinadores, trajes de baño incluso
tablas de surf, entre otros productos deportivos, en las revistas de las líneas deportivas mas
reconocidas.
-Un pedazo no te engordara.- se lo extendí, ella me vio dubitativa, se lo metió a la boca como
arrepintiéndose pero cuando lo sintió en su lengua también cerró los ojos con fuerza.
-Esto sí es el cielo.- me dijo riendo. Creo que fue ahí cuando ella me empezó a agarrar, me dijo
que olvidara la amenaza que me había dado de Scott, pero le comente que sinceramente no se
preocupara, no tenia porque Scott, lo que había llegado a conocer era el típico chico que
siempre anda en busca de fiesta y nunca piensa enserio de la vida.
Ninguna teníamos ánimos de permanecer sentadas aunque eso me implicara seguir sufriendo
con los instrumentos del demonio que muchos llamaban, zapatos altos. Como los detesto.
Estábamos riendo cuando de repente sentí que alguien tocaba mi brazo, me voltee al ver las
caras de las tres chicas, era Arturo.-Hola.- trate de sonar neutral, aunque tenía ganas de verlo
quería aparentar indiferencia. Aun con tacones tenía que levantar mi mirada para verlo
directamente a los ojos.
-Me permites un baile.- no estoy segura pero eso debía hacerlo con tono de pregunta,
extendió su mano y yo la acepte, quizás solo para alejarme de la plática superficial con las
chicas sobre los vestidos y apariencia de otros, en la cual no estaba participando mucho, o
quizás porque en verdad quería hablar y bailar con él.
Llegamos a la pista y puse atención por primera vez a la música, era música clásica, la mayoría
de parejas que bailaban eran mayores, o adultos como mi padre. Mi cuerpo se tenso al sentir
su mano en mi espalda media, y la otra acomodándose en mi mano.-Te ves hermosa.- me
susurro al oído, eso solo ayudo a que mi cuerpo perdiera el control. Pero el me sostenía, o si
no seguramente hubiera caído directo al piso. Bailamos con él dirigiendo, no soy buena para el
baile nunca lo he sido.
-Lo siento no puedo bailar.- dije cuando pise su pie, volví a hacerlo pero él no dijo nada, solo
me mantuvo de pie haciéndome moverme junto con él. Seguramente nos veíamos muy
gráciles. -Tú te ves muy guapo.- logre decir después de unos minutos, que hasta pareció
extraño, por lo mucho que deje pasar desde su halago. El rió, aguantando una carcajada. Y
bajo su mirada directamente a la mía, la canción cambio, era del mismo estilo o quizás más
lenta, no estoy segura todo era como lejano. Su mano me atrajo más hacia él, pegando mi
pecho con el de él.- ¿Porque no te he visto esto últimos días?- pregunte, no quería parecer
demasiado interesada, pero creo que falle.
-He tenido asuntos que resolver.- Quería saber que asuntos, pero le daría el derecho de
mandarme a volar por meterme en asuntos que no me competían.
-Oh.- lo miro a sus ojos grises verdosos, ahora en este momento eran más verde que grises, a
veces en la playa los veo más grises que verdes, es… entretenido.
-¿Quieres leer mi mente?- Sonrió al darse cuenta que lo veía con un escrutinio penetrante.
-Quisiera tener ese poder, siempre me pareció interesante.- dije apartando la mirada y
sonriendo.
-Si eres un mequetreque.- apreté su mano con fuerza y ambos reímos.-Yo quería el poder de
levitar cosas, o controlarlas, ya sabes, como Magneto.-
-Sí, yo como profesor X.- dijo sonriendo, el rodo los ojos. Hace unos días habíamos descubierto
la pasión por los comics, en especial X-Men.- O tipo Quicksilver.-
-Ese, seria increíble.- dijo riendo, se relamió los labios y se volvieron una línea, no era seria
pero tampoco estaba sonriendo.-¿Y me extrañaste?- Cuando rodé los ojos empezó a reír.
-No… creo haberle dicho a todos que era mejor el entreno.- dije fingiendo recordar.- Si creo
que eso dije.-
-Ni tú te crees esa basura.- me guiño el ojo, y apreté otra vez su mano, antes solo sujetadas
por las palmas, ahora entrelazo sus dedos con los míos, sentí un corriente recorrer mi brazo,
pero se sentía bien.
-Quizás.- enarque una ceja. ¿Cuándo empezamos a tener tanta confianza, de esta manera? Su
aliento era fresco, como a menta, esperaba que no sintiera el mío, seguro seria una mezcla de
manzana con chocolate, lo cual no imaginaba que podía ser agradable. ¿Por qué pienso eso?
Aparte rápidamente esa línea de pensamientos, me había ensimismado por unos segundos y él
me miraba con interés.
-¿Qué piensas?-
-No eras tú el que dijo que el poder de leer la mente era ridículo.- enarque una ceja.
El enarco una socarrona y sonrió.- Si, porque puedes preguntarlo, si te interesa.-
-¿Te interesa?- Sonreí haciéndome un poco hacia atrás para examinar su rostro, el me pego
otra vez contra él y no respondió nada.
-Ay… a viene Luke.- me dijo separándome de él.- Le robe sus zapatos, me va a matar.-
-¿Por qué harías eso?-
-No tenía ganas de ir a comprar unos.- dijo riendo.- Y el ya los había comprado.-
Luke se puso justo entre nosotros, sonriendo sarcásticamente, luego separo los labios y miro
hacia abajo, a los zapatos, parecía perplejo y a la vez no.- ¿Cómodos?- frunció el ceño, era
simplemente gracioso.
-Que buen gusto.- sonrió Arturo.- ¿Italianos?-
Luke abrió la boca para responder algo sarcástico, tuve que imaginar eso no se si iba a hacerlo
peor no dijo nada. Vi los zapatos de Luke, eran los mismo zapatos de cuero que usaba Arturo.-
¿fuiste a comprar otros iguales?- pregunte.
-Sí.- respondió.- Serán el regalo de navidad que siempre olvido comprarte.- dijo mirándolo
fijamente luego me vio por primera vez en la noche y sonrió.
-Vaya, no pensé que podrías verte mejor.- me guiño un ojo y se fue.
-¿Eso fue un cumplido?- solté al aire.
-Definitivamente.- Arturo aun no soltaba mi mano, pero yo ya no tenia ánimos de bailar así
que lo solté pero él no me dejaba ir.
-Ya no quiero bailar.-
-Yo bailaba tu seguías.- dijo divertido.
-Bien, entonces ya no quiero seguirte.- sonreí inocentemente.
El asintió, sin soltarme caminamos hacia algo parecido a un bar sin sillas, donde entregaban
bebidas.- Una sidra y una copa con champagne.- dijo al mesero, su tono era más formal.
-¿Sidra?-
-No puedes tomar.- dijo tocándome la punta de la nariz con su dedo índice. Por fin soltó mi
mano, sentí el vacío acompañado con la brisa nocturna de verano. -¿Quieres salir?- dijo ya con
su copa en la mano, mientras me extendía la mía. Fue como en las películas, pero no igual,
salimos de la fiesta, alejándonos un poco, hasta llegar al jardín donde había un banco de
cemento áspero sin respaldo y por detrás un árbol, recortado amoldándose a la forma de un
arco.
La brisa te erizaba la piel, pero no era frio exactamente, probablemente ni siquiera era de
culpar a la brisa nocturna. Adentro no me había percatado que la música era bastante fuerte
porque la podía escuchar lejana desde donde estábamos, me quite los instrumentos del
demonio y mire hacia el cielo, la luna ocultada por nubes oscuras y las estrellas débilmente
tintineando su opaca luz.
-¿crees que exista vida fuera de la tierra?- Me pregunto viendo al cielo, como si estuviera
viendo otras galaxias las estrellas se reflejaban en sus ojos dilatados. Me volteo a ver.
-Pues, creo que el universo es tan grande que no creo que la tierra se la única en donde
habitan seres vivientes.- era el tema más al azar que alguien se le podía ocurrir. Ahora ya no
veía las estrellas reflejadas en sus pupilas dilatadas, veía mi reflejo, mi cabello dando la
impresión que en el centro de su pupila había una llama encendida. La luz blanca que
iluminaba el sendero pareció parpadear. Pero quizás porque yo lo hice lentamente.
Pude sentir como mi respiración se volvía mas difícil, mis piernas temblaban bajo la delicada
tela de mi vestido, y mis manos peleaban por encontrarse una con la otra, hasta que el tomo
una y la calentó con la suya. Se iba acercando poco a poco, mi corazón parecía que saldría
disparado de mi pecho en cualquier momento, y por primera vez no me imaginaba a Stephan,
por primera vez quedo fuera de mis pensamientos pero algo lo detuvo. Sonrió abiertamente y
me dijo.- Esta era la casa de mis abuelos.- Se levanto de golpe soltando mi mano, y camino
adentrándose al jardín, la respiración se volvió más difícil pero me las arregle para colocarme
los zapatos altos, no lo seguí hasta que me llamo. Me enseño un estanque, en el que flotaban
flores de todos colores y hojas con formas diversas.
Lo mire inquisitivamente y rodeando el estanque dijo. -Solía traernos aquí, a mis hermanos y
primos, contarnos historias de su vida, las cuales eran muy interesantes.- levanto el rostro y
me vio a los ojos.
¿Qué iba a decir a eso? La calidez en su voz decía que había sido cercano con su abuelo, pero
yo apenas conocí a los míos, nunca he tenido experiencias familiares que recordar con tanto
cariño.-¿Porque hacen las fiestas aquí si es de tus abuelos?-
-Mi abuelo murió el verano pasado.- sonrió tristemente mientras me observaba, veranos,
malditos veranos, pensé. Todo es verde, la gente sonríe por todos lados aunque haga un calor
del demonio, son las vacaciones esperadas pero causan destrozos. Con esto si podía
simpatizar.
-Seguramente era un buen hombre.- dije agarrando una flor del estanque, era difícil de verlas
en verano, porque no crecían en cualquier lugar menos con el calor, eran más de primavera,
las hermosas y rara diente de león.- Por tu abuelo.- y sople la flor dejando que se fuera
volando con la brisa. Con la muerte de Stephan, las personas repetían monótonamente las
palabras “Lo siento, está en un mejor lugar” Primero que nada, no es su culpa para sentirlo, y
si es por simpatizar, lo de estará en un lugar mejor no lo saben, cuando extrañas tanto a
alguien esas palabras se vuelven inútiles y sin sentido. Cualquier cosa que digan es inútil en
verdad.
Arturo sonrió genuinamente y levanto otra flor, pensé que diría “Por mi abuelo” pero lo
escuche me sorprendió.- Por Stephan.- y soplo la flor. Me conmovió, aunque yo sabía que el
sabia del incidente, nunca habíamos hablado de ello, por lo que en verdad me sorprendió que
se hiciera el enterado.
Capítulo VIII
Después de la noche de gala nada volvió a ser igual, no que fue para mal, aun no puedo
decidirme, pero al regresar a la fiesta, no podía dejar de pensar que Arturo estuvo a punto de
besarme, o quizás no era esa su intención y yo lo estaba imaginando todo en mi cabeza. Debo
decir, el calor me hace mal.
Charle con las chicas, Penny pareció llevarse muy bien con Luke, lo cual me sorprendió, en
realidad no era tan descontrolada como la imaginaba, Samara hablaba con Scott, quien e
pareció raro verlo hasta ese momento. Arturo hablaba tranquilamente como siempre, con su
primo, con las chicas, conmigo. Trate de comportarme como siempre, pero sentía urgencia de
salir de ahí. Rebecca seguramente es una gran psicóloga, cuando íbamos en el auto, me
pregunto si algo había pasado.
-Nada especial.- dije sonriendo. Al final de cuentas no era una mentira.
Los días pasaron, entrenando duro para la competencia, de vez en cuando iba a la ciudad a
visitar a mi papá y salir con Rebecca después del trabajo. Se volvió casi como una costumbre
cada vez que terminaba el entreno, en las noches a veces nos quedamos afuera en la playa con
las chicas, ahora incluyendo a Samara, que creo que ya dije que me agrada; también a los
chicos del equipo, al principio Sheila y Penny se sentían incomodas con ellos, nunca habían
hablado en la escuela, pero ahora eran como un sólido grupo para salir. Me sentí orgullosa.
Aunque no debería.
Mañana inicia el torneo, pude ver a muchos equipos venir desde temprano a acomodarse al
lugar y probar las olas, pero debieron buscar lugares escondidos para hacerlo porque nuestro
lugar entre los dos riscos estuvo desolado, aparte de nosotros claro, y las chicas que nos
llevaron comida para después del entreno. Estoy nerviosa, no puedo negarlo, no solo viene
Gordon Fields, que me pone la piel de gallina si no todo el que solía ser mi equipo y
seguramente una chica y un chico con el que reemplazaron a Stephan a mí, trate de imaginar
todos los que esperaban vacantes cuando yo aun estaba en el grupo pero habían tantas
probabilidades.
Una roca golpeo contra mi ventana, que me hizo dar un brinco, apenas estaba desempacando
el traje que nuestros patrocinadores me habían enviado para usar mañana, quiero ver a SeaUs
con la boca abierta para que vean quienes le quitaron patrocinadores importantes.
Ignore la roca porque estaba haciendo mucho viento afuera, aún no sabía que era una roca,
por supuesto. Luego la vi, la roca golpeando mi ventana y estuve a punto de recibir una justo
en la nariz si no fuera porque aparte mi rostro rápidamente.-Dios, lo siento.- grito tratando de
que escuchara sobre el viento. Era Arturo. Vi la roca que cayó en mi dormitorio, y la tire al
suelo, cayendo justo de lado izquierdo del chico, reía cuando vi su expresión sorprendida.
Baje rápidamente las escaleras y abrí la terraza, el viento era fuerte, las palmeras se iban de
lado en dirección en la que soplaba el viento. Arturo esperaba ahí en medio, con el cabello
despeinado y su ropa al viento.
-Hola.- dije sonriendo.
-Esa fue a propósito.- me dijo señalando la piedra.
-No te iba a caer.- sonreí.- Aunque esperaba que le viento hiciera su trabajo.-
-Ha, muy graciosa.- fingió enojo pero luego carcajeo.- No pudieras ver mi hermosa cara como
antes.-
-Que tu ego se vaya con el viento.- dijo rodando los ojos.
-No creo, tenemos un lazo muy fuerte.- se puso la mano en el pecho, ambos reímos.
-¿Y… - quería hacer la pregunta de porque estaba aquí.
-Quería desearte suerte mañana, sin que todos estuvieran ahí.- dijo mirándome fijamente,
sentí como mi piel empezaba a erizarse, y supe que no era la brisa de la noche de gala, ni el
viento rompiendo su camino cuando chocaba contra mí.
-Digo lo mismo, suerte.- sonreí. Ambos sabíamos que no era suerte la que necesitábamos,
necesitábamos que todo nuestro esfuerzo reluciera sobre una tabla con la ola perfecta.
Habíamos hablado de eso un día de estos. Que la suerte, ni las coincidencias existían.
-Quizás…- miro hacia la arena que se removía ferozmente a unos metros.
-¿Quieres entrar?- pregunte, no quería que se fuera. Me duele admitirlo pero sentía que lo
necesitaba, tampoco decido si me gusta ese sentimiento o me hace sentir débil.
-Sí, claro.- dijo subiendo los escalones que nos separaban. Sin saber cómo fue que me atreví, lo
abrace con fuerza, como si tuviera miedo que el aire se lo llevara.
Cuando por fin lo soltó, quizá habían pasado más de dos minutos, le deje rojizo el cuello y
abrió mucho los ojos.-Vaya, y yo que pensaba que nunca había estado a punto de morir.-
bromeo, toco mi abdomen con la punto de dedo y salte para atrás, siempre solía saludarme
así.
Me asusto lo rápido que hablaba de él como si nos conociéramos de toda la vida. Ahora no
puedo culpar al calor.
Entramos a la casa, asegurando la puerta, Cynthia ni Greta estaban en ningún lugar para ser
vistas, mi padre estaba en su estudio arreglando cosas de la empresa y Rebecca, ¿Dónde
estaba Rebecca? Aparte el pensamiento cuando lo vi sentado en el desayunador.
-¿Quieres chocolate caliente?- pregunte mirándolo a los ojos, el asintió.- Nunca les pregunte
¿Ya han estado en una competencia como esta antes?- Pregunte, el que supuestamente era el
representante del equipo resulto ser uno de los representantes retirados de grandes equipos
en california, lo cual ayudo increíblemente, porque el busco patrocinadores y completo las
inscripciones.
-No como esta, solo pequeñas.- dijo tomando la taza que le puse enfrente.
-Bueno, entonces debo prepararte.- sonreí sentándome frente a él.- Es lo más horrible pero
vale la pena.-
-¿Segura que no fuiste animadora en la preparatoria? Tu emoción hace que quiera llorar de
emoción.- ambos reímos.
-Me refiero a que la presión es horrible, los de los otros equipos se confrontan también fuera
del mar, lo cual lleva a intercambio de insultos.- sonrió.- Pero es divertido ver sus rostros
cuando sostienes el trofeo en tus manos.-
-Y cuando ganas las olas.- levanto su dedo como aclarando algo.
-Exacto.- lo mire de reojo tomando de mi taza.
-Estás nerviosa.- lo dijo como afirmación. Vi porque lo decía, mi mano temblaba sutilmente.-
¿Es porque veras a tu ex equipo? Seguramente ya están por aquí en algún hotel.- No era por
eso pero buena escapatoria que le había dado.
-No sé, será extraño verlos.- apreté mis labios y oculte mi rostro con la taza.
-Tranquila.- su voz era jovial como siempre pero tratando de empatizar.
Estaba tratando de sonar segura así que dije.- Lo estaré.- y guiñe un ojo. El enarco una ceja y
estuve a punto de agregar algo cuando Rebecca apareció por el umbral de la cocina, me
sorprendí al verla no había escuchado a nadie entrar.
-Hola, chicos.- sonrió. Hace unos días todos habían venido a la piscina y mi papá y Rebecca los
habían conocido.
-Buenas noches.- dijo Arturo con su voz formal y educada que ponía cuando no eran sus
amigos con los que hablaba.
Rebecca me vio enarcando una ceja y algo que no logre captar de su mirada, pero bien pudo
ser creado por mi mente porque así como llego se desvaneció.- Suerte mañana.- se dirigía a
Arturo.- no creo que pueda ver los primeros pero quizás al final.-
-Eso sería genial.- quizás ella le inspiraba confianza.- Necesitaremos personas de nuestro lado.-
-Seguro todo Charleston estará de su lado.- sonrió Rebecca para luego irse con dos vasos con
jugo de naranja.
-Espero que sí, nunca he visto al otro grupo de acá entrenar.- dijo dando el último trago de
chocolate mientras se dirigía a mi.-Scott es parte de ese equipo, no somos necesariamente
rivales.- dijo sonriendo de lado.
-Solo que prefiero que gane el nuestro.- agregue.
El asintió saboreando mientras relamía sus labios. Abrió la boca como si quisiera decir algo
peor la cerró, yo también quería decir algo pero nada se formulaba coherentemente.
-Quizás deba irme, mis padres me pidieron cenar con ellos.- se levanto de la silla alta, le quite
la taza para ponerla a lavar.
-Si quizás.- respondí, mordiéndome el labio con nerviosismo, tenia años de no hacerlo, me
reprimí a mi misma y deje de hacerlo al momento. Ambos salimos a la parte de atrás, el viento
seguía igual.-Le pediré prestado el carro a mi padre, para llevarte.-
-No.- dijo sonriendo, no era su típica sonrisa burlona y graciosa era… no puedo en si describirlo
solo se lo que causo en mi, una calidez me invadió, haciéndome sonreír, me había tomado del
brazo para que no fuera a pedirle el carro, estaba un escalón abajo, haciendo que nuestros
ojos se encontraran sin dificultad. Los ojos grises verdosos apenas se veían porque sus pupilas
estaban dilatadas, ¿Me pregunto cómo se ven los míos? No pude pensar eso por mucho
tiempo porque su rostro se acerco al mío, paro a unos cuantos milímetros, la tensión se volvió
palpable pero no hice ningún movimiento, cualquier cosa que hiciera podía ser lo equivocado,
incluso si no lo hacía, pero estaba paralizada. Por fin, el la vio directo a los ojos, sonrío
juguetonamente y me beso.
Sus labios eran cálidos, tiernos, suaves acariciando los míos que le correspondían sin que yo lo
pensara, el beso fue tierno y lento. Eran de esos besos en los que quieres mas, como cuando la
sed solo que no quería dejar de sumergirme en sus labios. Cuanto se separo de mi sonreíamos,
los dos, como tontos. Y siempre me burlo de los malditos que sonríen así, me parecía ridículo
pero en este momento los entiendo.-Buenas noches.- me dijo ahora con un beso en la mejilla.
Y juro por todo en lo que creo que ese, ese fue mi primer beso, porque envió chispas por todo
mi cuerpo, mi piel estaba eriza, mi mente daba vueltas y mi sonrisa era imposible de borrar. Yo
ya había besado otros chicos por supuesto, pero no podía compararlo con nada, ni siquiera
besos mas pasionales me habían hecho sentir como ese lo hizo. Horas después de que el
viento había parado, mire en la ventana. Muchos se besan bajo la lluvia, bajo la nieve y se
considera romántico, ahora también considerare el viento. Y con esos pensamientos me
tranquilice del nerviosismo de la competencia y caí en los brazos de Morfeo.
No sé si mencione que mi papá un día hace unas semanas llego a casa con mi nueva tabla de
surf, justo como me gustaba, era completamente lisa pero un orilla roja la contorneaba. Era
sencilla y los patrocinadores se habían encargado de poner sus logos en ella como en la de mis
otros compañeros que también tenían tablas nuevas.
“Usare la mía” dijo Arturo “Tiene historia” y me guiño el ojo, haciendo que también pusieran
logos de los patrocinadores en ella. Los demás sin problema aceptaron las nuevas.
Aún era temprano, acaba de amanecer pero la playa estaba llena, los que arreglaban las carpas
y las mesas de los jurados habían tenido un atraso por el viento de ayer en la noche. Solo
espero que no pase lo mismo hoy. La playa había sido limpiada porque ramas de palmeras
habían llegado hasta la orilla.
Pudo ver como algunos de sus competidores anteriores estaban ahí, preparándose y
preparando sus tablas como yo lo hacía. Brant a su lado parecía concentrado que cuando
hablo di un respingo. -¿Crees que tenemos oportunidad?- Sus ojos grises se posaron sobre mi.
Yo ya terminaba de encerar mi tabla y sonreí.
-Por supuesto, hemos entrenado duro, ustedes surfean como si las olas les pertenecieran.-
Brant pareció tranquilizarse y asintió. Me acerque a él porque sabía que seguía nervioso.- me
recuerdan a alguien que era el mejor.-
-¿Mejor que tú?-
-Miles de veces, en todo sentido.- sonreí.- A Stephan Verlac.- el nombre fue reconocido por el
chico de inmediato y sonrió esta vez con amplitud.
-Eso es mucho.- asentí y guarde la cera en una bolsa, cada grupo recibía una carpa donde
quedaban sus cosas. Seguridad en cada una por si alguien trataba de hacer trampa y fastidiar
las tablas.
En ese momento llegaron los demás, incluso las chicas, Samara llevaba bebidas para todos en
una hielera, lo que me recordó de Arturo, lo busque con la mirada pero no estaba por ningún
lugar. Mientras buscaba, vi que ya no era una marea rubia, estaba llena de colores, vi a Gordon
Fields riendo a lo lejos su cabello oscuro ahora más corto, su piel bronceada como siempre,
usaba unos lentes de sol que ocultaban sus ojos celestes y una de esas camisas pegadas
características del surf, vi a los demás a Ronnie un chico moreno y alto, así que con él
reemplazaron a Stephan; John, un chico con la cabeza rapada, Tom que era de los más
cercanos cuando estaba en el equipo, su sonrisa era tan conocida que casi la sigo al verlo,
ahora también usaba la cabeza rapada con inicios que volvía a crecer, Dan tenía el cabello
rubio de siempre, sus ojos miel divagaba por el lugar mientras fruncía el ceño por el resplandor
que le daba y estaba la chica, estoy segura que la he visto en algún lugar, su cabello era
pelirrojo pero no como el mío, era más rojo intenso, falso. Mackenzie. Su nombre resonó en mi
cabeza, recordando que siempre estuvo esperando que yo saliese del equipo para entrar.
¿Ahora es pelirroja? No estoy segura pero creo que hasta la he visto con el cabello azul.
-Amanda.- alguien pasaba su mano frente a mis ojos para llamar mi atención, era Sheila.
-¿Ah, sí?- pregunte mirándola.
-Debes mantener hidratada.- me dijo pasándome una botella con agua. En ese momento llego
Arturo, parecía cansado pero listo para seguir, agarro una bebida energizante, al verme enarco
una ceja y me guiño el ojo, rodo mis ojos y enarque mi propia ceja.
Salto la hielera, y sin importarle nada se acerco a mí, puso un mano en mi cadera y me beso en
los labios solo un roce corto y rápido. Abrí los ojos para encontrarse con los grises del chico,
parecía que el mundo hubiera contenido la respiración, incluso yo. Todos nos observaban,
supongo que era una gran sorpresa, no coqueteábamos entre nosotros así que podría ser una
gran sorpresa, pero no era ese tipo de sorpresa era algo más. Arturo se aparto de mí
sonriéndome, luego empezó a decir cosas como hay que ver como los otros agarran las olas
cuando pasen antes que nosotros y ese tipo de cosas.
-¿Desde… Desde cuándo? - me pregunto Brant cuando Arturo se fue con Jack a buscar al
representante.
-¿Desde cuándo qué?- pregunte.
-Ustedes.- trataba de no ser muy directo.
-Ayer, creo.- dije sin verlo, ambos veíamos al mar.
-Oh.-
-¿Por qué te sorprende?-
-No es malo, solo que él no sale con nadie.-
-No salimos.- dije esta vez viéndolo.-Ahora dime.-
-Pero tienen algo.- dijo como si fuera obvio.
-No sé.- dije lo más tranquila que pude.-¿Me vas decir o tendré que chantajearte?- El moreno
enarco una ceja.-Por favor.-
-Muy bien, pero no digas que yo te lo dije.- Me acerque más para escuchar. El se cruzo de
brazos.
-Hace dos años su novia justo se había recuperado del cáncer, para celebrar el la convenció
que debían salir de viaje y eso, pero se irían en diferentes aviones, los padres de la chica vivían
en Australia.- Sentí mi corazón palpitar más fuerte en expectación. ¿Cáncer? ¿Aviones? Nada
parecía tener sentido.-Ella se fue una semana antes, y su… su avión tuve un accidente, ella
estuvo entre los muertos.- Sentí como los ojos se me habían llenado de lagrimas, no por la
chica que murió y nunca conocí, si no que por Arturo, podía entender su dolor o al menos
creía.
-Oh, Dios.- fue lo único que pude decir.
-Nunca volvió a salir con nadie después de eso.- dijo viéndome. Volví a ser consciente de mi
alrededor, los demás se habían acercado al mar. De repente una trompeta resonó sobre la
música que ponían para amenizar el evento. Estaríamos a punto de dar inicio.
El presidente del evento hablo primero, sobre el respeto, reglas y mucho blah blah, mi mente
aun divagaba por un joven Arturo sufriendo por su novia. Me hacia contraer mi corazón
imaginármelo en esas circunstancias, el que era tan agradable y divertido como si nada
hubiera perturbado su vida nunca.
-Categoría uno: Femenino quince a dieciséis.- El anunciador principal se hizo escuchar, las
chicas se pusieron en posiciones una pistola de goma hizo el sonido característico. Las vi correr
al mar, esperar la ola, solo seis de nueve agarraron ola.
Vi reporteros entrevistando a los surfistas que quedaban en la arena, uno de ellos era Gordon
Fields, de repente no solo uno si no que varios llegaron a nuestra carpa.-Amanda Wells.-
decían todos al mismo tiempo que e causaron una jaqueca.
Nuestro representante me coloco frente a los reporteros, todos hacían preguntas al mismo
tiempo poniendo micrófonos y grabadoras frente a mí, hasta que uno lograba hacer una
pregunta sobre los otros.- ¿Cómo te sientes con tu regreso a las olas?- Pregunto uno con un
tono británico.
-Pues la verdad me siento muy satisfecha con el trabajo que hemos logrado, creo que como
siempre estoy haciendo lo que amo y bueno espero que valga la pena el esfuerzo.- dije
rápidamente, apenas recordaba cómo eran los días en que estaba rodeada de reporteros pero
mí cuerpo se acoplo rápidamente.
-¿Conociendo a tu competencia crees que tiene oportunidad, SurfBlue?- Sonreí ampliamente,
la pregunta había sido hecha por un hombre moreno y corpulento.
-No solo creo, estoy segura que tenemos oportunidad.- Todos asintieron satisfechos con la
respuesta.
-¿Qué se siente no tener a tu lado a Stephan Verlac?- era una mujer rubia que me veía
fijamente. Mi corazón dio un brinco pero la sonrisa se formo en mis labios.
-Aprovechando la pregunta, quiero decir que le dedico todas mis olas a Stephan Verlac, fue el
mejor compañero que he podido tener y un gran amigo, en su memoria y por él sigo aquí.- Un
suspiro de las mujeres reporteras y una sonrisa de parte de los hombres. De ahí, señale a mis
nuevos compañeros de equipo.- Ellos merecen toda la atención, seguramente después de este
evento serán los surfistas más codiciados por los grandes grupos.- les guiñe el ojo y empezaron
entrevistándolos, los reporteros se dispersaron para entrevistarlos uno por uno tomando
turno.
Escuche lo que un reportero le preguntaba a Sean.- ¿Qué se siente tener como compañera a
una de las grandes entidades en el mundo del surf?- Quería escuchar lo que respondería.
-Ha sido un honor para todos nosotros, hemos logrado aprender mucho de ella y mejorar,
gracias a ella estamos aquí.- Y siguieron las entrevistas, tuve una mas y llego mi categoría, ya
eran once de la mañana, había avanzado rápidamente.
-Categoría siete: Dieciocho diecinueve Femenino.- Los chicos se acercaron a la orilla dando
palmadas de apoyo, pero no tanto para dar espacio a los demás, aquí es donde se ponía buena
la competencia.
-Listos, fuera.- la pistola de goma resonó y empecé a correr al mar, esperando que llegara el
inicio de una ola pude ver fugazmente a mi competencia. Entre ellas Mackenzie. Espere
sentada pero nada empezaba a formar excepto que olas pequeñas que muchas fallaron y
tomaron cayéndose en el intento. Vi mi oportunidad, también la pelirroja falsa, bloquee el
mundo cuando agarraba la ola, no me importaba nada más, pero supe que este era el día de
mi regreso oficial, debía ser la mejor, no por los demás, no por la audiencia, no por el premio,
ya no por Stephan si no que por mí. Como en un sueño hecho realidad, logre coger la ola más
grande dejando atrás a la pelirroja, los movimientos vinieron con mi cuerpo disfrutando el
delicioso sentimiento de estar sobre la tabla. La ola era perfecta, esta playa era mi suerte, el
túnel fue perfecto, me movía con agilidad. “Me impresionas, Wells” la voz de Stephan, cuando
todo termino parecía un sueño que quería recordar por siempre. Mi equipo gritaba, vi a
Mackenzie en la orilla, le había quitado la ola como todo una profesional, enarque una ceja y
fue la primera vez en meses que mí mirada choco contra la de Gordon Fields.
Pero mi equipo me interrumpió me abrazaron con fuerza, Arturo sonrió y despeino mi cabello.
Recibimos nuestras puntuaciones. Yo siendo la más alta.
Sheila, Penny y Samara me recibieron emocionadas. Penny incluso saltaba de emoción.- Vaya,
vaya.- Gordon me había seguido hasta ahí.
-No es un gusto verte, Gordon.-
-Siempre tan cariñosa.- sonrió.- Ven acá salúdame decentemente.- extendió sus brazos y ella
se cruzo de hombros.
-No querrás perder tu turno.- Gordon sonrió y empezó a caminar de regreso a su lugar para no
perder su turno.
-Nos vemos después, linda.- me guiño un ojo.
Trate de ignorar eso para poner atención en lo que venía.- Era el turno de Brant, Jack y Luke ,
junto con Tom y Dan.- Los cuatro eran buenos, buenísimos. Esto iba estar difícil. Brant y Jack
lograron hacer buenas olas, Dan, igual pero Tom cayo cuando un chico de otro equipo se le
cruzo y perdió la ola.
El puntaje fue reñido entre Dan y Brant, Jack solo por un punto menos y Tom de los más bajos
pero Luke fue el más alto de la categoría. Ahora era la categoría de Gordon, Sean, Arturo y
John.- Dios.- me puse una mano en la boca. Esto era lo difícil, Arturo deslumbro en las olas,
todo estaba a su favor, fue el único que logro túnel completo en su categoría, luego Gordon, se
movió con agilidad y destreza pero le costaría igualar a Arturo; quien consiguió mayor
puntaje.- Felicidades.- lo abrace y me levanto de la arena. Me dio un beso en los labios que
sabia al mar.
-Celebren mientras pueden.- dijo Gordon pasando a nuestro lado. Dan, y Tom se acercaron
sonriendo.
-Felicidades.- Tom me abrazo y luego Dan, para mi sorpresa.
-Dios, te ves increíble.- me dijo Dan.
-Gracias, ustedes igual.- sonreí, Arturo estaba ahí observando.- El es Arturo Wellington.- dije
presentándolos.
-Dan Firenzze y Tommas Waters.- señale a cada uno.
-Mucho gusto.- dijeron al unisonó, luego regresaron su mirada a mi.- Vaya es increíble verte.-
dijo Dan.
-Un gran regreso, eso es seguro.- dijo Tom. Hablamos cosas básicas, me pusieron al tanto de
los cambios que ha habido, como esta competencia puede llevarnos a las grandes ligas, lo cual
yo podía recordar la tensión en el grupo. Como Gordon odia a Mackenzie porque no es tan
buena como yo, como estaba de furioso cuando supo que no iba a regresar con ellos aun
cuando regresara a surfear. Incluso me dijeron como me habían extrañado en California, como
extrañaban a Stephan. Para este momento Arturo se disculpo y se alejo de nosotros.
-Nos vemos luego.- y ahí nos separamos. Ronnie había sido el mejor de su categoría pero en
esa categoría no había nadie de nuestro equipo.
Para la tarde las personas seguían en la playa pero la mesa de jueces estaba vacía, solo los
espectadores eran los que ahora surfeaban o aprovechaban de hablar con su favorito. Hable
con varios seguidores de nuestro equipo incluso me tome fotos con algunos, los reporteros no
tardaron en llegar y preguntar cómo había sentido las olas, lo reñido que parecían ir SeaUs y el
naciente SurfBlue, mucho palabrerío que aun siento extraño salió de mi con naturalidad, como
antes, solo que Stephan no está aquí para acompañarme.
-Wooooo.- Mathew corrió hacia mi.- Tuvimos que ver tu participación en la repetición pero
Wow.- Kate estaba ahí también uniéndose al abrazo.
-POR DIOS.- seguí el abrazo, no puedo explicar lo que sentí a menos que lo hayan sentido en
algún momento, es como la muestra que todo es normal, sentía felicidad y emoción.-Es
increíble que estén aquí.-
-Lo sé, nos extrañabas.- esta vez era Mike.
-Tuve que traérmelo.- dijo Mathew como si estuviera harto, pero no importo lo abrace a el
también.
-Gracias, gracias.- sonreía ampliamente.- ¿Qué les pareció?-
-Wow, Wow.- dijo Mike.- Y yo pensé que no podrías sorprenderme más.- dijo con insinuación.
Rápidamente les presente a mis nuevos amigos acá en Georgia, Mike se llevo muy bien con
Sheila y al parecer Mathew y Kate por fin se declararon, según me ponía al tanto ella
rápidamente.
-Todo fue increíble después de eso.- sonreí, si el amor de verano. Recordé las palabras de
Mathew “Enamórate del verano, Amanda”. Me sentí completa con ellos ahí, apoyándonos.
Al único que no pude presentarles fue a Arturo, porque no aparecía por ningún lugar, incluso
habían conocido al representante y otros chicos que conocía de fiestas que había ido y que nos
apoyaban, Dan paso cerca y me saludo con un gesto de manos para luego seguir con su
equipo. Invite a todos a una reunión en mi casa Rebecca me había incitado a eso, diciendo que
ella se encargaría de todo incluso las bebidas alcohólicas que ninguno de los surfistas
podíamos consumir.
Buscaba a Arturo antes de irme directo a mi casa, Mike subía mi bicicleta en la camioneta
alquilada desde el aeropuerto. Mientras que yo buscaba a Arturo entre la marea de rubios.-
¿Estas bien?- me pregunto Mike apoyándose en la camioneta, mientras observábamos a todos
dispersarse.
-Eso creo.- sonreí.
-Deberías, tus entrevistas fueron como el top en ESPN.- silbo y luego empezó a reír.- También
tu abordaje a la ola, increíble.- beso los dedos índice y pulgar. Reí, era imposible no reírse.
-¿Qué mas esperabas de mi, Callahan?-
-Sin presión, pero espero que ganen.- en ese momento Kate y Mathew llegaban. Tuvimos que
irnos, les dije a los chicos que los esperaba e mi casa, cuando llegue a casa estaba atestada de
personas que asistían a la “Reunión” cuando vi a los demás del equipo pregunte qué era eso,
no esperaba tanta gente, pero resulto ser divertido, jugando billar que Rebecca se había
encargado de sacar al patio, personas en la piscina, la música estridente.
“La mejor fiesta del verano” Escuchar a alguien decir cuando rellenaba mi vaso de coca cola en
la cocina. Todo parecía ir a la perfección. Sheila y Mike se estaban conociendo mucho mejor, y
por eso me refiero que necesitaban una habitación que no les iba a dar.-Ey, ey.- les dije,
levante ambas cejas.- Ninguna habitación está disponible para eso.- No quería ese tipo de
cosas en la casa de mi padre, los dos rieron y negaron con la cabeza.
-Buena fiesta.- me dijo Luke que dejaba el taco del billar para que otros jugaran.
-Sí, eso creo.- dije dando un trago.- No pude decirte, pero que increíble tomaste esa ola.-
-Gracias.- dijo sonriendo mientras mostraba su dentadura perfecta; yo apreté mis labios en
intento de una.-¿Estás bien?-
-¿No sabes donde esta Arturo? De la nada, solo… desapareció.- le dije mirándolo a los ojos
celestes.
-Ni idea.- parecía preocupado.- Quizás lo llamare.- saco su teléfono, después de unos segundos
negó con la cabeza y apretó los labios.-Nada.-
La fiesta seguía, por unos momento me olvide que Arturo estaba perdido, porque reia con mis
amigos que habían venido a visitarme y con Brant que resulto ser un buen imitador de voces
de caricaturas. Todos reían al escucharlos, terminamos en la piscina, intentando bailar y
disfrutar. Estaba sentada junto a Brant, escuchándolo cuando el rabillo de mi ojo capto una
cabellera mixta con mechones claros y oscuros. Arturo. Inconfundiblemente. Me levante para
ir hasta el fondo de la multitud y lo encontré ahí, sereno como si nada le perturbara, pero sus
ojos tenían algo diferente.
-¿Qué pasa?- pregunte manteniendo al calma, no podía ponerme loca e histérica por no
haberlo visto en un par de horas, entiendo lo de la privacidad lo que no entiendo es el
secretismo.
Negó con la cabeza y frunció los labios. Espere que dijera algo.- En realidad… No he sido del
todo honesto contigo.- espere que continuara.-Yo no puedo estar contigo.- Me miro directo a
los ojos, yo fruncí el ceño como si no le creyera.
Trate de contenerme.-¿Por qué?- pregunte con lo máximo de dulzura que mi orgullo me
permitía.
-Simplemente no podemos.- tomo mis manos entre las suyas y las besó.- Por favor no te
preocupes por mí, no me busques, la competencia terminara y será más fácil para ambos.-
sonrió de lado y se fue, solo así, se fue.
Lo siguiente fue como una mancha oscura bloqueando los anteojos, no recuerdo nada hasta la
mañana siguiente, cuando baje de mi habitación la casa estaba impecable como que ni un
alma jamás hubiera llegado a perturbar. Lo siguiente fue monótono, las conversaciones las
entrevistas, era como que yo hablaba, yo decía cosas, yo hacía cosas pero nada de eso parecía
en si mi persona porque me sentía una espectadora de lo que yo misma hacía. Di el todo por el
todo en mi siguiente abordaje, mi equipo recibió el mayor puntaje, para el tercer día, cuando
anunciaron que SurfBlue los ganadores salte, me emocione, grite, abrace, pero otra vez como
una espectadora. Ver a Arturo no me provocaba nada, ni emoción ni odio, como si todo
hubiese sido bloqueado, solo tenía dudas, dudas y muchas. Las siguientes horas fueron iguales,
una gran fiesta estaba llevándose a cabo en uno de los clubs de muelle en celebración.
Nunca, nunca, puedo decir de mi misma como una persona débil pero esto me tomo
desprevenida, nada con Arturo era normal, de todas maneras el había actuado como si
rompiera conmigo cuando no teníamos nada que romper, solo fueron un par de besos, el me
agradaba, eso lo sabia pero no entendía porque cuando la anestesia que me provocaba la
adrenalina de la competencia se empezó a desvanecer, porque estaba tan furioso y dolida. No
tenía derecho a estarlo. Ninguno.
Mike me ofrecía bebida como siempre la diferencia es que esta vez acepte, no quería ver la
cara de mi padre si me llegaba a ver en estado de ebriedad pero todo me importaba poco.
Incluso los competidores de grupos contrarios llegaron a la fiesta, lo cual fue divertido porque
resultaron que fuera de competencia eran muy amigables, incluso Gordon y Mackenzie
estuvieron ahí, Gordon me felicito y me dio un corto abrazo. Dan, después de estar un poco
pasado de copa me pidió bailar con él. Lo cual acepte, recuerdo las miradas que Stephan le
dedicaba cada vez que una fiesta me invitaba a bailar, pero Stephan no estaba aquí, no me
importaba en lo absoluto.
Dan tenia su mano en mi espalda baja, ahora todo en verdad era borroso, el olor a cigarro y
alcohol estaba penetrado en el sudor de todos a mi alrededor.- Eres tan linda.- me dijo Dan
rozando mi lóbulo derecho, pero no me ocasiono nada más que las cosquillas tradicionales.
En un momento de lucidez me aparte de él y asentí, para luego largarme lejos de él. Todo daba
vueltas a mí alrededor. Esperaba no vomitar, en realidad no quería vomitar, pero no culparía a
mi estomago por no aguantarlo porque me había pasado de tragos. Brant y Luke al verme
pidieron un café al del bar, vi que rodo los ojos al verme pasada de tragos y con palidez en mi
rostro. Lo tome por sorbos sintiendo el calor en mi garganta, pude ver al fondo chicos y chicas
demasiado juntos, luego muchos en la pista, incluso Gordon con un chica rubia, que raro,
rubias por todos lado. Luego a Mackenzie con alguien, a Kate con Mathew que al verme
corrieron hacia mí, luego Sheila con Mike, Penny sentada observándome mientras le
preguntaba a Luke que cuanto había tomado. Samara con Scott, hace semanas que salían
juntos con consentimiento de ambos.
-No es nada.- logre decirles a Mathew y Kate. Sentándome recta, podía sentir el café surtiendo
su efecto. Insistí que disfrutaran la fiesta, incluso a Luke, que miro a Brant, el no iría a ningún
lugar, lo supe cuando me sostenía por los hombros y me sonreía amigablemente. Ahora que lo
veía, cuando lo compare con Mathew estuve en un gran error, porque Brant no podía ser
comparado tan fácilmente, me recordaba a mis hermanos. Cuando creí que estaba bien y salí a
tomar aire fresco, grave error, vomite en un pasto verde que había a la orilla del club, Brant
hizo cara de asco pero sostuvo mi cabello. No sé si han escuchado a alguien decir “Si la vez
vomitar nunca la veras igual nunca más” Creo que es cierto pero Brant evitaba ver
directamente, solo ayudándome, pude sentir otras manos sostenerme pero no podía ver quién
era.
Frotaba mi espalda con seguridad y familiaridad. Creo que era la misma persona que amarro
mi cabello en una coleta. Vi a Brant tirar su bebida al lugar donde había vomitado, me dio una
vaso con agua y enjuague mi boca, luego me llevaron a uno de los bancos de metal enfrente
del club, tenía la vista mar, los movimientos me adormitaban, estaba tan molesta, ahora lo
sabía. ¿Quién diablos se creía Arturo? Estaba perfectamente sin que él me besara, estaba bien
con nuestra amistad, luego me besaba y el siguiente día me decía que no podía sin dar una
buena explicación.
Al cabo de una hora Brant me llevo un cepillo de dientes, los lave unas seis veces en el baño
del club, aun no veía quien mas estaba con nosotros porque todo era borroso. Una vez más
cepille mis dientes. Hasta sentir un aliento fresco que solo podía ser dado por la pasta de
menta. Metí un chicle a mi boca, sin ánimos de fiesta salí a la banca de metal y me quede ahí,
Brant probablemente seguía dentro del club, pero que mas da espero que disfrute la fiesta.
Al ver el mar vi a Stephan, realmente lo vi. –Amanda.- decía.-Amanda.- yo parecía estar en un
ensueño del que él me despertaba. Lo veía directo a sus ojos grandes y brillantes.-Te quiero lo
sabes.- Negaba con la cabeza.- Si tienes razón, Te amo.- la escena cambio, ahora estábamos
sentado comiendo un sándwich observando las playas de Miami en uno de nuestros cortos
viajes.
-¿Sabes porque dicen que el mar es peligroso?- Rodé los ojos, que clase de pregunta era esa.
-¿Por qué?- pregunte como si la duda fuera existencial.
-Porque confiamos en él.- fruncí el ceño.
-¿Qué diablos?- le pregunte.
-Si no confiáramos en él no creeríamos que nos traiciona cuando nos lleva la corriente, piensa
de él como un amigo pasajero.- Eso me tuvo pensado unos segundo y nos fundimos en un
silencio profundo hasta que el sol se oculto detrás de él.
La escena volvió a cambiar pero esta vez no era placentera, el día que vi esos ojos azules por
primera vez.- Sera divertido.- me dijo al oído. Agarramos la ola pero no soportamos mucho
tiempo, la marea nos arrastro hasta las rocas, fui la primera en caerme de la tabla y golpearme
con la primera línea de rocas, Stephan estaba lejos, lo suficiente para salvarse, pero yo hubiera
hecho lo mismo que el hizo, por la misma razón, nos amábamos sin decírnoslo de la manera
romántica. Nado hacia mí, subió una roca y me agarro con fuerza lo suficiente para subirme a
la roca, estábamos a punto de saltar al otro lado cuando una ola fuerte lo boto de la roca en la
que estaba y me llevo a mi también, al extremo donde las rocas eran más pequeñas y a él
directo a su muerte. Nade hacia él, una sonrisa formada en sus labios, el agua empezaba a
llenarse de un tinte rojo. Sangre.
-Te amo.- sus ojos iba perdiendo la vida y de pronto su cuerpo era más fácil de mover por las
olas que golpeaban el mar, yo me golpeo con una roca, incluso volví a sentir el dolor en mis
brazos y mi cráneo, todo se volvió negro.
Abrí mis ojos, sentía como si al agua me estuviera ahogando, forcé a mis pulmones a retener
mas aire y me di cuenta que me había quedado dormida, Stephan sacrifico su vida por mí,
porque me amaba, eso creo que fue lo último que dijo y siempre era borroso en mis
recuerdos, espero que eso haya sido lo que intentaba decirme porque…
Mi cabeza no está sobre metal, es algo cómodo, me revuelo un poco y por fin me digno a ver
sobre que, mejor dicho quien, estaba en las piernas de Arturo, vi sus ojos verdes grisáceos,
porque estaban más verdes que grises.
Me levante de golpe, aun seguíamos frente al club, y las personas parecían reír y disfrutar, así
que no había pasado mucho tiempo. Lo mire fijamente apoyando mis manos en el frio metal.
¿Es él quien había ayudado a sostenerme mientras expulsaba todo líquido de mi sistema?-Al
final parecías tener pesadillas.- dijo suavemente. No dije nada por un tiempo por lo que el
continuo.- Lo siento por lo del... lo que te dije.-
-No me ofendiste.- expuse como un hecho.-Es solo lo que quieres, no te disculpes por eso.-
Mire hacia el mar, evitando su escrutinio en mis ojos, no quiero que sepa que estoy molesta.
-Te hice daño.- dijo buscando mi mano.
-¿Crees que soy tan débil para eso?- lo mire enarcando una ceja.-Pues no, no lo soy, puedo
soportarlo no vengas a disculparte.- Creo que mi enojo iba creciendo.
-Tienes razón no eres débil pero se que estas molesta conmigo.-
-Por Dios, Arturo.- lo mire con intensidad, trate de no distraerme en su mirada ni en sus labios
ni en lo perfecto que era su maldito rostro, ni todo el enojo que sentía era suficiente para
apaciguar que lo observara.- ¿Quién no? No significa nada para ti, hare que no signifique nada
para mí, pero ¿sin explicaciones? Quizás no quiero saberlas pero por favor dame crédito,
necesito saberlo. ¿Qué paso?- pregunte molesta.
Bajo la mirada y vio a sus manos.- Tengo cáncer.- Levanto las miradas, y para cuando lo hizo
mis ojos estaban llenos de lagrimas. Trague saliva como si así mis lagrimas se fueran, pero no,
tampoco podía despejar mi mente para preguntar algo, por lo que el continuo.- Estaba bien
con ello, recibiendo el tratamiento y viviendo por vivir.- Me miro fijamente.-Pero te conoci, no
sabias nada al respecto, no me veías con lastima y no tratabas de cuidar de mi como todos los
demás, me sentí bien.-
-Art…- Me interrumpió, sonrió de lado, luego se formo en una pequeña sonrisa, como si
tratara de consolarme a mi cuando yo debería hacerlo con él.
-He estado mejorando, pero tengo miedo que la recuperación no llegue, luego te bese, fue un
impulso que ni con toda mi cordura pude contener, no puedo hacerte esto, estaba tratando de
salvarte.- me miro fijamente, yo negué con la cabeza.- Cuando te vi tan distante al ganar la
competencia, supe que fue un error, dejarte así justo en un momento crucial pero seguiste,
seguiste con todo, eso me impresiono y me hizo sentir minúsculo a tu lado. Un cobarde por no
decirte la verdad.- volvió a ser una pausa y exhalo aire.- Vine a buscarte, solo quería verte pero
te encuentro vomitando y Brant dice que tomaste demasiado, nunca tomas en las fiestas,
supuse que ahora había algo diferente y no necesariamente celebrando.-
-¿Dónde lo tienes?- me miro confundido.- ¿El cáncer, donde?- de todo, era lo único que me
importaba.
-Colón.- Me miro fijamente.- Me hicieron una cirugías antes de empezar al verano, me sentí
muy mal mientras entrenábamos no debería tener tanto esfuerzo físico, por eso falte varias
veces.- Lo observe aunque mi vista era borrosa.
-Pero las posibilidades de vivir son altas con ese tipo de cáncer.- dije indicando lo importante.-
Tienes oportunidad aun.-
Arturo sonrió enternecido supongo.- El problema no es el tipo, o si este se me vaya a curar, lo
cual estoy logrando con la radioterapia.- lo escuchaba con detalle.- El problema es que es la
segunda vez que tengo cáncer, cada vez es un poco más difícil de combatirlo, no puedo saber
si recaeré, o volverá más agresivo.-
-Arturo, eso no es razón para que te prives de vivir.-
-Créeme que no me he privado de vivir, pero no puedo hacerte esto, has sufrido demasiado,
todos tus veranos arruinados haciendo que los odies.- me acerque a él, sintiendo su calor
corporal. Recordé lo que habíamos hablado hace un par de semanas, primero el divorcio de
mis padres, luego mi primer novio había resultado un maldito mujeriego que andaba con
todas, tercero, lo de Stephan; peor todo aparte de la muerte de mi mejor amigo, parecía tan
insignificante en comparación a lo que había vivido Arturo.
-Arturo, eso es tan estúpido.- le dije apartando los mechones que le caían en la frente.- Se lo
de tu novia.- me miro como asustado, luego acaricie su barbilla.- ¿En verdad crees que es peor
lo que me ocurrió a mi? Ahora odio los malditos veranos por lo que te paso a ti, lo mío es
estúpido estuve consumida en caprichos por odiar algo, pero no puedo permitir que te alejes
de mi porque crees que me salvas.- Iba a decir algo pero puse mi dedo en sus labios suaves.-
Déjame decidir eso ¿sí?- enarco una ceja y lo bese, el correspondió mi beso como si hubiese
nacido para ello. Mi cuerpo temblaba, de la emoción de sentir tan cerca y de lo triste que al
fondo me sentía por él.
-Supongo que nunca has sido buena tomando decisiones.- le pegue suavemente en el brazo.
-Creo que no.- y nos volvimos a besar, con el olor a mar, menta y la brisa nocturna que estaba
segura no era la causa de mi piel erizada. Ahora tampoco podía culpar al calor.
EPILOGO
5 meses después.
Estoy segura, plenamente segura que la frase de Mathew se volvió mi lema “Enamórate del
verano, Amanda” Pero no solo amo el verano, veo el mundo de diferente manera, y nos que el
mundo cambio pero yo lo hice.
Después de que Arturo me dijera lo del cáncer, fue una presencia constante en su tratamiento,
no quería perderlo, quería que se sintiera apoyado, mientras más se recuperaba, más feliz me
sentía por él, pasamos las siguientes noches de verano en su lugar favorito, esa pequeña cueva
hecha de ramas de palmera. Extrañaba las noches, porque desde que había llegado no eran
como cuando iba a la cafetería por mi café para leer un libro o cuando me quedaba en el patio
de mi casa viendo las estrellas, pero las noches y madrugadas con Arturo a la luz de las
estrellas y el sonido del mar, ganan por mil. Ok, si quizás me volví un poco cursi, creo que no es
justo ser juzgada por tal “atrocidad”.
Durante el verano seguimos saliendo con nuestros amigos, aunque a mi pesar, Kate, Mathew y
Mike tuvieron que irse eventualmente días después de la competencia. No mucho después me
di cuenta que los chicos querían ganar la competencia por Arturo, no por el dinero, todos ellos
tenían suficiente dinero para vivir dos veces, ¿Pero a quien le cae mal un poco de miles extra?
Por si buscan la respuesta, ruedo los ojos cada vez que le menciono a Arturo. A Na-die.
Cuando el verano termino, tuve que ir a Francia, normalmente las personas en mi posición
dudan mucho en tomar sus oportunidades, pero era la única que iba a tener de en realidad
hacer algo por las personas enfermas, no podía dudar, me despedí de Arturo con una
contracción en el miocardio. Ok, ya tengo términos médicos en mi vocabulario, tampoco
puedo ser juzgada por eso.
Pero mientras estaba allá, recibí la hermosa, flamante e increíble noticia que el cáncer de
Arturo había desaparecido con el tratamiento, moría por tomar un vuelo y regresar solo para
abrazarlo, pero las cosas no son tan fáciles como desearlas, estaba justo en exámenes finales
lo que me hizo tener más entusiasmo, logrando ser la mejor de la clase, uff y en francés.
Con respecto a mis padres, tengo una mala noticia y una buena, ah y una que no estoy segura
como tomarla, mi madre tiene novio, esa es la que aun no me decido que tipo de noticia es, la
buena es que mis hermanos fueron a visitarme a Francia, y no solos, Arturo iba con ellos, la
mejor experiencia de toda mi vida. Seguro un plan macabro de Rebecca. Hablando de Rebecca,
mala es que no puede tener hijos. Eso es muy triste, con mis sentimientos a flor de piel el día
que lo supe no pude parar de llorar. Que cambios, casi tenía ganas de abofetearme mientras
me observaba en el espejo.
Para navidad, convencía mi madre, hermanos y a Kate y Mathew de pasarlo en Georgia, lo
cual no dio resultado porque solo me engañaron diciendo que si, todos venían justo para
Washington, Arturo estaba conmigo en ese momento, directo desde Nueva York.
Es año nuevo, es de los días que todos se quedan despiertos hasta tarde, no solo yo, ni solo
Arturo, que tiene la misma manía.
-¿Qué piensas tanto?- me pregunto besándome en la mejilla.
-En nada.-
-Ahora quisiera ese poder del que tanto hablabas.- sonreí y apreté su nariz.
-Te lo dije, es el mejor poder.- enarco una ceja y me levanto del asiento en un abrazo, para
besarme delicada y tiernamente como si fuera rosa. Abro solo un ojo y puedo ver en la sala de
estar de mi casa en Washington, una pecera con agua de mar, donde cuatro estrellas de mar
están pegadas al vidrio transparente, como si colgaran en el aire.
“Te mereces esto y mucho más” Me dijo extendiéndome la bandeja con sus estrellas de mar,
supe que era importante y después de eso, fue la que primera vez que nos besamos y ya no
era verano.
¿Quién dice que lo que paso en verano se queda en verano? Ah esa fui yo hace mucho tiempo
aunque en realidad no vivía creyéndolo, pero ahora está descartado.
Solo me queda por decir “Enamórate del verano” o mejor aun “Enamórate de la vida.”
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La literatura no sólo pertenece a los libros, que son tan sólo un soporte. La literatura está también en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo, en los archivos más escondidos de un ordenador, en una libreta manida en la que alguna vez se quisieron crear historias, en un trozo de papel vetusto en el que aún se lee una preciosa nota que alguna vez alguien te entregó. La literatura está en folios que acabaron en la basura, en cartas que nunca llegaron o que se guardaron en cajones de olvido, en blogs escondidos en la Web que los buscadores nunca van a mostrar, en letras de canciones inventadas que sólo se conservan en las memorias vergonzosas. La literatura está en todos lados, aunque mucha no se conozca ni se vaya a conocer.
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