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INFORME PRELIMINAR SOBRE LOS RESULTADOS DE LOS
TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS PREVIOS AL INICIO DE LAS
OBRAS DE CONSOLIDACIÓN Y REHABILITACIÓN DE LA
CAPILLA DE LA CONCEPCIÓN (TREVIANA, LA RIOJA)
Pedro Álvarez Clavijo / Arqueólogo
ÍNDICE
Página
1. ESTADO INICIAL DEL ÁREA ESTUDIADA. ....................................................... 1
2. OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA ................................ 2
3. RESULTADOS DE LOS TRABAJOS YA EJECUTADOS. .................................. 4
3.1. Características de la sedimentación arqueológica ............................................. 4
3.2. Avance del estudio estratigráfico de la edificación ........................................... 9
4. CONCLUSIONES PROVISIONALES ................................................................... 12
4.1. Evolución histórica del edificio ......................................................................... 12
4.2. Trabajos pendientes de ejecución ..................................................................... 13
4.3. Consideraciones sobre las posibilidades de intervención en las ruinas ......... 14
ANEXO. Calicatas realizadas para comprobar la cimentación de los muros ..... 16
FOTOGRAFÍAS ........................................................................................................ 32
1
1. ESTADO INICIAL DEL ÁREA ESTUDIADA
La capilla denominada de La Concepción corresponde a la cabecera de un
antiguo templo de origen medieval, del que también se conservan parcialmente los
muros que delimitaban la nave por el norte y por el oeste.
Todo indica que la primitiva iglesia ya se encontraba arruinada en 1821, cuando
se decidió emplazar en este paraje un nuevo cementerio, situado fuera del casco urbano.
En el curso de dicha operación, se procedería a demoler el cierre meridional de la nave;
pero se mantuvieron en pie las paredes restantes, que pasarían a formar parte de dicho
perímetro cercado. El acceso al interior del cementerio se habilitó a través de la puerta
que ha venido utilizándose hasta ahora, compuesta tras rasgar el muro septentrional del
antiguo templo. La cota de su umbral revela que, ya entonces, el interior de la iglesia
presentaba un nivel de colmatación sensiblemente parecido al actual.
La conservación de la cabecera del templo estaría relacionada con la intención
de dotar al cementerio de una capilla en la que pudieran celebrarse diversos ritos
relacionados con el nuevo uso funerario del lugar. Tal extremo ya se contemplaba, con
carácter general, en una Real Cédula promulgada por Carlos III en 1787, que instaba a
retirar los cementerios del interior de los núcleos de población.
Antes de que se iniciase la excavación arqueológica, los restos de la iglesia
medieval se encontraban, en buena medida, cubiertos por los sedimentos acumulados
secularmente. Así sucedía, tanto en el interior de la nave, como en los flancos
meridional y noroccidental del edificio (fotos 1 a 3). En cambio, en la vertiente
nororiental, el declive del terreno permitía que quedase a la vista la cimentación de la
cabecera, mientras que, en su interior, unos trabajos de limpieza acometidos a
comienzos de la década de 1980 habían propiciado la extracción de las tierras
depositadas dentro del presbiterio.
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2. OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA
Inicialmente, el proyecto de restauración de las ruinas de la capilla de La
Concepción de Treviana contemplaba la realización de varios trabajos arqueológicos
simultáneos al desarrollo de las obras. Dichos trabajos tenían un alcance limitado y,
desde luego, no permitían documentar adecuadamente el monumento, ni determinar la
entidad y el estado de las estructuras conservadas, al encontrarse parte de ellas ocultas
por los sedimentos.
A la vista de las prescripciones establecidas por el Consejo Superior de
Patrimonio Histórico de La Rioja, y de acuerdo con la dirección facultativa y con la
empresa SOPSA, la actuación arqueológica pasaría a realizarse con carácter previo a la
intervención restauradora, con el fin de reconocer debidamente la entidad de las ruinas
conservadas y poder aplicar, a continuación, las soluciones técnicas más adecuadas para
garantizar su conservación.
En este sentido, los trabajos arqueológicos que se preveía realizar eran los
siguientes:
La excavación del relleno acumulado dentro de la planta de la nave, cuyo
espesor se estimaba en torno a los dos metros de potencia.
La delimitación del perímetro exterior del edificio, retirando los sedimentos
antrópicos hasta la localización de la base de los muros.
El análisis estratigráfico de las fábricas conservadas, con el fin de registrar el
rastro dejado por las sucesivas intervenciones constructivas y los procesos de
ruina sufridos por el edificio.
La elaboración de la correspondiente memoria científica, en la que se recogerían
los resultados de los trabajos realizados.
Estos trabajos dieron comienzo el pasado 10 de agosto y, hasta el momento, han
permitido completar la excavación del interior de la nave y de una franja de terreno de,
aproximadamente, 3 m de anchura a lo largo del flanco meridional de los restos de la
iglesia. También se han practicado sendas catas en el exterior del muro septentrional, a
ambos lados de la puerta de acceso al cementerio y, a petición de la dirección
facultativa, se han abierto quince pequeñas calicatas con objeto reconocer el carácter de
la cimentación de los muros medievales. Paralelamente, se ha iniciado la recogida de
datos que debe permitir elaborar la lectura estratigráfica del edificio.
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Como nivel de referencia para las excavaciones se ha tomado la cota
correspondiente al umbral de la puerta de acceso al cementerio, medida sobre la losa
que lo conforma, junto a la base de la jamba occidental. Esta será, por tanto, la cota 0 a
la que se referirán las medidas de profundidad que se citen a lo largo de este informe.
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3. RESULTADOS DE LOS TRABAJOS YA EJECUTADOS
3.1. Características de la sedimentación arqueológica
3.1.1. Interior del templo
La limpieza efectuada en el interior del presbiterio confirmó que, durante la
excavación realizada hacia 1980, se había retirado todo el sedimento arqueológico,
hasta alcanzar los estratos geológicos en los que se asentaba la fábrica. Del testimonio
de uno de los participantes en dichos trabajos se deduce que este espacio también habría
sido utilizado para realizar inhumaciones durante los siglos XIX y XX.
Por su parte, el espacio correspondiente a la nave aparecía colmatado hasta la
cota correspondiente al umbral de la puerta de ingreso en el cementerio. La secuencia
estratigráfica registrada tras proceder a su excavación es la siguiente:
En primer lugar, se reconoció la existencia de sendos encintados, elaborados con
bloques de arenisca o sillares reaprovechados, que enmarcaban un breve pasillo
de tránsito que se iniciaba una vez franqueada la puerta. El piso, sin embargo,
carecía de pavimentación y se componía únicamente de tierra apisonada.
Bajo la superficie, se extendía por toda el área de la nave un estrato formado
como consecuencia de la creación del cementerio en 1821 (foto 4). Dentro de él,
las inhumaciones se acumulaban sin solución de continuidad que pudiera delatar
la existencia de interrupciones en el proceso de utilización de esta parte del
camposanto. La mayoría de los enterramientos se realizó previa apertura de
fosas orientadas de oeste a este, en las que se depositaron los restos
directamente, sin emplear ataúdes. También se detectó la existencia de algunas
5
sepulturas dispuestas cortando perpendicularmente a las anteriores; así como
acumulaciones de restos óseos correspondientes a neonatos e infantes
depositadas en pequeños hoyos. La excavación de las fosas para los
enterramientos cortó un sedimento arenoso acumulado sobre restos de escombro
que, presumiblemente, corresponderían a la ruina de las bóvedas de la iglesia.
Incluso, en algunos casos; quizás, en los de las sepulturas más antiguas; se llegó
a seccionar los estratos geológicos, quedando señalada en ellos la impronta de
las tumbas (foto 5).
Algunas inhumaciones descansaban sobre los restos de un banco corrido,
adosado a los muros occidental y septentrional de la nave. Se trataba de una
estructura compuesta con sillares y bloques de arenisca reaprovechados, entre
los que se recogieron sendas dovelas molduradas pertenecientes al arco de una
puerta o ventana desaparecida. El banco tenía una altura aproximada de 0,53 m,
no estaba trabado con los muros de la iglesia y aparecía cubierto por un enlucido
de cal (fotos 6 y 7).
La base del enlucido del frente del banco corrido dibujaba una línea horizontal
que coincidía con la cota a la que aparecían los restos de un pavimento de cal,
reconocibles todavía en los pies de la nave. Sin embargo, en el resto del espacio
habían quedado cortados por las fosas abiertas para contener las inhumaciones
(fotos 5 y 7). Este suelo se situaba a una cota de -0,90/-0,92 m respecto a la
correspondiente al umbral de la puerta del cementerio.
Puntualmente, allí donde la estratificación preexistente no se había visto alterada
por los enterramientos contemporáneos, se detectó la presencia de pequeñas
bolsadas de tierra apelmazada y coloración parda, acumuladas directamente
sobre los estratos geológicos. En uno de estos depósitos, localizado en el
cuadrante suroccidental de la nave, con un espesor de 0,15 a 0,20 m, se
recogieron fragmentos de, al menos, tres vasijas de cerámica, asociados con una
moneda de vellón, pendiente de ser restaurada, que podría aclarar la cronología
del conjunto. Con todo, las características de dichas cerámicas permite
compararlas con otras que han aparecido en varios contextos cercanos, fechados
dentro del siglo XIV.
Por último, en el centro de la mitad occidental de la nave, por debajo del nivel de
las inhumaciones y cortando los estratos geológicos, se descubrió una fosa
rectangular en la que comenzaron a aflorar los restos de un pequeño horno
semiencajado en el sustrato rocoso (fotos 8 a 10). De su estructura, se
vislumbraba una cámara semiesférica, delimitada por paredes de arcilla y abierta
en su parte superior. Su planta tendría un diámetro aproximado de 0,90 m y la
parte superior de la misma afloraba a -1,60 m respecto a la cota de referencia. La
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delimitación de esta instalación no ha podido completarse todavía porque, para
ello, sería necesario ampliar la excavación hacia el oeste, zona en la que se
asientan los apuntalamientos del muro occidental del templo.
En el curso de la excavación, no se ha localizado indicio alguno de la existencia
de un piso holladero que pudiera relacionarse con la utilización inicial de la fábrica
románica original. Por el contrario, la base de la secuencia arqueológica descansa sobre
los estratos geológicos, que presentan un marcado declive desde el oeste hacia el este.
Aunque su superficie quedó alterada por la excavación de las fosas funerarias, es
posible reconocer la existencia de un desnivel de, aproximadamente, 0,75 m entre la
cota que presenta en la zona occidental de la nave y la correspondiente en la vertical de
la clave del arco que da acceso al presbiterio.
3.1.2. Excavación del flanco meridional de la iglesia
Para poder acometer la excavación de este sector fue necesario proceder, en
primer lugar, al traslado de varias sepulturas recientes que se alineaban a lo largo de la
banda delimitada; y, en segundo término, a talar los dos cipreses plantados frente a la
puerta de ingreso en el cementerio. Una vez resueltos estos problemas, se reanudó la
intervención arqueológica que aportó la siguiente información:
El grueso de la estratigrafía estaba afectado por la utilización funeraria de este
espacio durante los siglos XIX y XX. Las inhumaciones más recientes se
habrían realizado en ataúdes de madera, mientras que las más antiguas se
practicaron directamente en fosas excavadas en el sedimento arenoso, poco
compactado, con un espesor medio de 1,50/1,60 m. Además, el rincón
nororiental del cementerio, junto al ábside de la iglesia, había sido utilizado
como osario y vertedero, tal como se deduce la acumulación desordenada de
restos óseos y de materiales relacionados con la ornamentación funeraria.
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Debajo de las sepulturas y excavado en los estratos geológicos, se localizó un
silo que presentaba la planta circular y la sección periforme habituales en este
tipo de depósitos medievales. La boca del mismo parecía desmoronada en la
zona suroccidental; con todo, podía estimarse que el diámetro de la misma podía
estar en torno a 1 m. Tan sólo se extrajo la parte superior de su relleno, hasta
0,60 m de profundidad, que proporcionó restos de tejas y un fragmento de la
basa de una semicolumna amortizada. No se continuó el vaciado porque las
tierras que rellenaban el silo eran prácticamente estériles desde el punto de vista
arqueológico. Probablemente, esta circunstancia se debía a que, al carecer de
contenido, la presión de la tierra habría provocado el hundimiento parcial de la
pared y la colmatación subsiguiente.
El sedimento en el que se excavaron las fosas funerarias ocultaba la parte
inferior de los muros de la cabecera de la iglesia. Una vez retirado aquel,
salieron a la luz las hiladas inferiores de la fábrica, que apenas se habían visto
alteradas por la erosión. También se descubrió una cimentación encajada en los
estratos geológicos, que se proyectaba en planta hacia el sur, prolongando la
línea correspondiente al arco de acceso al presbiterio (foto 11).
Presumiblemente, correspondería al basamento del contrafuerte que debía
soportar dicho arco y, quizás, también una espadaña prevista inicialmente.
Además, este cimiento podría estar relacionado con el asiento de un cuerpo del
edificio que, hipotéticamente, contendría una escalera de husillo para facilitar el
acceso desde el interior del presbiterio hasta la cubierta del templo.
Otros restos de cimentación localizados aparecieron adosados a la base del
flanco suroriental del ábside. Pertenecían a una estructura que se prolongaba
hacia el nordeste, aflorando por debajo de la esquina de la tapia del cementerio,
donde la fábrica descendía adaptándose al declive del terreno. No es posible
determinar la función de este elemento. Quizás estuviera relacionado con el
intento de configurar un aterrazamiento con el que se trataría de contener el
terreno en torno a la cabecera de la iglesia (fotos 12 y 13).
Uno de los aspectos que se pretendía documentar con la excavación
arqueológica era la definición en planta del desarrollo del muro que,
originalmente, debía cerrar el lado meridional de la nave de la iglesia. A la vista
de los pobres restos descubiertos, es de suponer que buena parte del aparejo que
conformaba esta pared fue aprovechada para levantar las tapias del cementerio.
Durante los trabajos, apenas se localizaron restos de dos hiladas del tramo inicial
de este muro, que luego quedaban reducidas a meras improntas de cimentación,
reconocibles por los entalles practicados en los estratos geológicos (foto 14).
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3.1.3. Catas realizadas en el flanco septentrional de la nave de la iglesia
Con el fin de reconocer las características de la cara externa del muro que
cerraba la nave del templo, se abrieron sendas catas a ambos lados de la puerta de
acceso al cementerio:
La primera se practicó al oeste de la entrada, en paralelo al muro, con una
longitud de 2,50 m y una anchura de 0,80 m. La profundidad alcanzada fue de 0,90 m, y
dejó a la vista cuatro hiladas de sillería perfectamente aplomadas. Dado que el
basamento del muro puede encontrarse todavía hasta 1 m por debajo de dicha cota, y
que para alcanzarlo en las mejores condiciones sería preciso ampliar la excavación, se
decidió posponer esta tarea para no afectar al camino provisional que conduce hasta la
nueva entrada al cementerio. La excavación interesó, en primera instancia, a un estrato
de tierra arenosa, bastante suelta, que contenía restos de material de construcción
amortizado. Debajo de él aparecía una capa de tierra arcillosa, más compactada, que
parecía relacionada con la alteración de los estratos geológicos (foto 15).
La segunda cata se abrió al este de la puerta de entrada, dentro de un espacio
rectangular delimitado por el muro de la nave, al sur, la rampa de acceso hasta la puerta,
al oeste, y sendos muretes levantados con sillares y mampuestos reaprovechados, al este
y el norte, respectivamente (foto 16). La potencia del relleno acumulado disminuía
paulatinamente, siguiendo el declive de la ladera, pero alcanzaba hasta 1,60 m de
espesor junto a la base de la jamba oriental de la puerta del cementerio y ocultaba las
hiladas inferiores del muro de sillería. El sedimento depositado correspondía a una
potente capa de tierra que contenía material constructivo amortizado, y se había visto
alterado por la apertura de fosas utilizadas como osarios. Esta actividad afectó a los
restos de un contrafuerte de sillería relacionado con la fábrica de la iglesia, del que, al
parecer, sólo llegaron a componerse las tres hiladas inferiores (foto 17).
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3.2. Avance del estudio estratigráfico de la edificación
El análisis de los restos visibles del edificio, unido al de los elementos
exhumados por la intervención arqueológica, permite afirmar que el monumento que ha
llegado hasta nosotros es el resultado de la sucesión de diversas fases de obra, jalonadas
por la introducción de modificaciones sobre el proyecto inicial y por la huella que han
dejado los períodos de abandono y ruina de la fábrica.
A la ejecución del proyecto original correspondería la mayor parte de los restos
de la cabecera conservados en la actualidad. Entre ellos también se encontrarían
los correspondientes a la pequeña dependencia existente al sur del presbiterio, en
la que se abre una puerta que comunica con el exterior del templo, y donde
encontramos restos de un pasillo intramural. Este corredor pudo estar
comunicado con una hipotética escalera de caracol, que facilitaría el acceso
hasta la cubierta (fotos 18 y 19).
En origen, se pretendería completar la iglesia con una nave cubierta mediante
una bóveda de piedra sustentada por arcos fajones. Al menos, eso cabe deducir
del hallazgo en el muro septentrional del arranque de una pilastra compuesta y
del de su correspondiente contrafuerte exterior (fotos 20 y 21). Estos elementos
no se completaron porque, en un momento dado, se decidió continuar la obra
con muros de sillería sin contrafuertes; quizás, pensando en resolver el techado
de este espacio recurriendo a una armadura de madera que sustentase el tejado.
La ausencia de discontinuidades estratigráficas relevantes permite concluir que,
tras este cambio de criterio, se completaron los muros septentrional y occidental
de la nave; no así el meridional que, a tenor de los escasos indicios disponibles,
quedó sin ejecutar en esta fase de la obra.
Los datos disponibles sugieren que la iglesia quedó inconclusa durante un
período de tiempo prolongado. La nave carecería de cierre por el sur y de
techumbre, y tampoco se habría nivelado el piso holladero, aflorando los estratos
geológicos a una cota superior en los pies que en el tránsito hacia el presbiterio.
Del mismo modo, no es posible determinar si llegó a construirse la escalera de
husillo que, según los indicios disponibles, debía situarse en el flanco meridional
del presbiterio. Entre las causas que podrían justificar este abandono cabe
especular con la ausencia de financiación para continuar los trabajos y con los
problemas de estabilidad que presentaría la obra ya realizada.
Cuando finalmente se procedió a cerrar la nave, la fábrica construida con
anterioridad exhibía huellas evidentes del deterioro provocado por la acción de
los elementos. Estos daños, achacables a la prolongada ausencia de cubierta,
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pueden reconocerse, por ejemplo, en el rincón nororiental de la nave, en la
intersección del muro septentrional con los soportes del arco triunfal que da paso
al presbiterio. La pérdida de volumen de algunos sillares se intentó paliar con la
aplicación de mayor carga al enlucido de cal con el que se decidió cubrir las
paredes (foto 22). Sería entonces cuando también se compuso un pavimento de
cal que niveló el piso de la nave, consolidando un relleno acumulado que
ocultaba ya la parte inferior de los muros medievales. Dicho suelo aparecía en
torno a 0,90 m por debajo de la cota de referencia tomada en el umbral de la
puerta del cementerio (fotos 5 y 7). Tal vez, coincidiendo con estas obras, se
cubrió la nave con dos tramos de bóvedas de arista, construidas con ladrillo y
yeso. Su impronta todavía puede reconocerse en los rincones noroccidental y
nororiental del recinto (foto 23).
Una vez completado el cierre del edificio, todo hace suponer que la iglesia
quedaría abierta al culto. Incluso, algunas improntas reconocibles en el interior
de la cabecera podrían corresponder a los anclajes de un retablo que pudo
superponerse a la fábrica de sillería del ábside (foto 24).
A falta de un estudio de la documentación histórica relativa a la iglesia, no es
posible determinar durante cuánto tiempo pudo ser utilizada, una vez concluidas
las obras descritas en el apartado anterior. Sólo sabemos que en 1821 debía
encontrarse arruinada porque se decidió instalar junto a ella el cementerio de la
villa y aprovechar parte de sus muros para extraer piedra con la que componer
las tapias del mismo. También sería entonces cuando se rasgó el muro
septentrional de la nave, con el fin de componer la puerta de ingreso en el
cementerio que ha venido siendo utilizada hasta ahora.
En cuanto a las intervenciones ulteriores, a través de varias fotografías tomadas
hacia 1963 y siguiendo los testimonios de varios vecinos de la población,
podemos saber que el aspecto que tenían los restos de la cabecera al comenzar la
actuación arqueológica era deudor de varios trabajos de limpieza y
consolidación acometidos a comienzos de la década de 1980. En el curso de los
mismos, se extrajo el relleno de tierras y restos de enterramientos acumulados
dentro del presbiterio, fue demolida una edificación empleada como osario, que
se adosaba al flanco oriental del ábside, y se reformaron las cubiertas.
Al margen de los rasgos evolutivos generales que acaban de exponerse, en la
fábrica románica se reconocen otras discontinuidades, cuya relación con las fases de
obra o abandono descritas es difícil de establecer. Así, se anotan incidencias como el
repicado de parte del friso decorativo que recorre el exterior del ábside, al sur del
ventanal central (foto 25), la interrupción del desarrollo de los contrafuertes que
soportan el flanco septentrional del presbiterio, la intrusión de algunos canes en las
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arquivoltas que enmarcan la ventana septentrional del mismo o las irregularidades
reconocibles en la fábrica situada sobre el paso abierto en el lado meridional del
presbiterio, en parte, borradas por las reformas acometidas en la década de 1980.
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4. CONCLUSIONES PROVISIONALES
4.1. Evolución histórica del edificio
A la luz de los datos arqueológicos recopilados hasta la fecha, puede adelantarse
que la capilla de La Concepción, antigua iglesia de San Pedro, ha pasado por las
siguientes vicisitudes:
El templo comenzaría a construirse a fines del siglo XII o comienzos del XIII,
en estilo románico. Sin embargo, sólo se completaría su cabecera, cubierta ya
con bóveda de cañón apuntado. En el caso de la nave, únicamente se levantaron
los muros septentrional y occidental; aunque, en el curso de las obras, el
proyecto sufrió una rectificación que debió suponer que la bóveda sustentada por
arcos fajones, prevista inicialmente, no se ejecutara. Es probable que, en su
lugar, se pensara en componer una armadura de madera que, quizás, tampoco se
llegó a confeccionar inmediatamente.
Durante un período de tiempo indeterminado, la iglesia permaneció inconclusa.
Así se desprende de la ausencia de huellas de un suelo regularizado (foto 26),
del deterioro que presenta en algunas zonas la sillería de la cara interna de los
muros, explicable si la nave carecía de cubierta, o de la localización de
determinados contextos arqueológicos bajomedievales o postmedievales que
ocupan de manera inusitada el espacio correspondiente a esta última. Es el caso
de algunas bolsadas de tierra acumuladas sobre los estratos geológicos, que
contienen restos de cerámicas clasificables, en primera instancia, dentro del siglo
XIV, o de la existencia de un horno compuesto en la mitad occidental de la nave,
tras excavar una fosa en el terreno natural.
En algún momento, quizás, entre los siglos XVI y XVII, se toma la decisión de
completar la iglesia. Para ello, se levanta el muro meridional y se cubre la nave
con dos tramos de bóvedas de arista, construidos con ladrillo y yeso. También se
compondría entonces un pavimento de cal sobre los sedimentos acumulados
durante la etapa de interrupción de las obras, que ya ocultaban la parte inferior
de los muros del presbiterio y el ábside. Al mismo tiempo, se enlucen las
paredes, matizando la pérdida de volumen de algunos sillares, y se acondiciona
un banco corrido, adosado a los muros septentrional y occidental de la nave.
Al parecer, a comienzos del siglo XIX el templo ya se encuentra abandonado y
en estado de ruina, lo que propicia que el lugar sea aprovechado para construir
allí el nuevo cementerio de la localidad. Parte de los muros sirven de cantera
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para levantar las tapias del camposanto, pero se mantiene en pie la cabecera,
reconvertida en capilla del camposanto.
4.2. Trabajos pendientes de ejecución
A la hora de redactar este informe, quedarían pendientes de ejecución las
siguientes actuaciones vinculadas con la intervención arqueológica:
La excavación completa del horno aparecido bajo el piso de la nave, lo que
permitirá determinar con qué actividad estaba vinculado y, quizás, precisar su
cronología. Al mismo tiempo, se podrá valorar si su entidad aconseja integrarlo
como elemento visible en el conjunto de las ruinas restauradas o si, por el
contrario, es preferible volver a cubrirlo y dejarlo oculto bajo el tratamiento
superficial que finalmente se aplique.
En caso de que fuera posible, debería procederse a la retirada, con supervisión
arqueológica, de las tierras acumuladas junto a la cara externa de los muros
occidental y septentrional de la nave, ya que las mismas ocultan parte de las
estructuras medievales y comprometen la conservación de unos elementos que,
originalmente, no debieron concebirse como muros de contención.
La supervisión arqueológica del desmontaje de determinados elementos
añadidos a la fábrica original como, por ejemplo, el relleno que cierra el pasillo
existente dentro del muro meridional del presbiterio (foto 27) y, en su caso, de la
retirada del material acumulado sobre la bóveda cuando se reformó la cubierta
hacia 1980.
La restauración, a cargo de un técnico especialista, de los materiales metálicos
recuperados, especialmente, de las monedas, que pueden aportar información
para fechar los contextos arqueológicos identificados durante la excavación.
La realización de un estudio histórico, a partir de la documentación escrita
concerniente a la iglesia, que permita completar la información obtenida por vía
arqueológica. Esta actuación no sólo puede ser útil para entender la evolución
del monumento, sino también para procurar su puesta en valor una vez
restaurado. Tan importante es conservar los restos, como saber explicarlos.
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4.3. Consideraciones sobre las posibilidades de intervención en las ruinas
A partir de los datos recopilados durante los trabajos arqueológicos es posible
plantear algunas reflexiones que pueden ser de cierta utilidad a la hora de definir los
criterios de la intervención restauradora.
En primer lugar convendría aclarar si nos encontramos ante un edificio
arruinado, susceptible de volver a ser funcional, o ante unas ruinas arqueológicas que
deben consolidarse. En mi opinión, la segunda opción sería la más acertada. Todo indica
que la edificación proyectada inicialmente nunca llegaría a completarse y que cuando se
consiguió cerrar el templo, sería de manera precaria, antes de terminar sirviendo de
cantera. Por lo tanto, las obras de restauración deberían servir para garantizar la
conservación de los elementos que han perdurado y, a lo sumo, para sacar a la luz
aquellos otros que han permanecido ocultos, pero no para recrear algo que nunca
existió.
En segundo término, cabría considerar en qué medida la estabilidad de las
estructuras conservadas se ve comprometida por las características de los estratos en los
que se apoyan. En este sentido, los resultados de las calicatas practicadas confirman que
los muros de la edificación original carecen de una cimentación específica. Salvo en
puntos concretos, en los que aparecen algunos recalces realizados con lajas de arenisca
y argamasa, la fábrica de sillería descansa directamente sobre los estratos geológicos
que, a lo sumo, fueron entallados para facilitar el asiento de las hiladas inferiores.
Dichos estratos se englobarían genéricamente dentro de la formación miocena
denominada facies Haro, que se caracteriza por la alternancia de vetas margo-arcillosas
y de areniscas, de tonalidades amarillentas. Sin embargo, el espesor y la consistencia de
dichos materiales pueden ser muy variable, como se advierte en el subsuelo de la capilla
de la Concepción, donde los apoyos del arco de acceso al presbiterio descansan sobre
estratos de naturaleza rocosa, mientras que el ábside lo hace sobre un estrato arcilloso
menos consistente. Sería interesante comprobar, mediante el oportuno análisis
geológico, si estos componentes arcillosos podrían ganar plasticidad en contacto con el
agua y propiciar el desplazamiento de las estructuras superpuestas.
En tercer lugar, se plantean algunas dudas a la hora de determinar cuál sería el
tratamiento más apropiado que debería recibir el área excavada. En principio, no es
aconsejable que los estratos geológicos queden expuestos a la intemperie porque se
degradan fácilmente. Por su parte, la composición de un pavimento rígido, con un nivel
homogéneo, tampoco parece una solución adecuada porque para ello habría que optar
entre sobreexcavar la nave o rellenar el presbiterio. Además, se crearía un elemento que,
a la vista de los datos arqueológicos, no llegó nunca a componerse. Tal vez fuera más
procedente que, una vez resueltos los problemas de drenaje, se preparara una superficie
escalonada, adecuada a los desniveles que presenta el terreno, compuesta con un
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material que facilitase la escorrentía, sin dañar los muros, y que permitiera un fácil
mantenimiento del conjunto. En caso de que se optase por el relleno con áridos –mejor
gravas que arenas-, podría tomarse en consideración la posibilidad de emplazar
pasarelas que ordenasen la circulación del público sin que tuviera que hollar la base de
la excavación.
Por último, conviene recordar que cualquier solución que se adopte, relativa al
acondicionamiento del área excavada, quedará a expensas de la decisión que se tome a
propósito de la relación que vaya a existir en el futuro entre los restos de la iglesia y el
cementerio. Principalmente, habrá que determinar cuál será la vía de acceso definitiva
para llegar hasta este último y, en caso de que se opte por seguir utilizando la puerta
existente en la actualidad, cómo se conciliará la visita a las ruinas con la circulación de
las personas que acudan al cementerio, especialmente, durante los sepelios.
Logroño, 16 de septiembre de 2010
Fdo.: Pedro Álvarez Clavijo
ANEXO
Calicatas realizadas para comprobar la cimentación de los muros de la capilla
CALICATA Nº 1
La hilada inferior del ábside descansa, sin solución de continuidad, sobre los estratos
geológicos de naturaleza arcillosa. La cota se refiere a la del umbral de la puerta de
ingreso en el cementerio.
CALICATA Nº 2
La base del ábside descansa directamente sobre los estratos geológicos. El contrafuerte,
por su parte, presenta un recalce compuesto con lajas de arenisca.
CALICATA Nº 3
La base del muro septentrional del presbiterio descansa directamente sobre los estratos
geológicos de color grisáceo, más consistentes que los que afloran bajo el ábside. Por su
parte, el contrafuerte aparece recalzado con una laja de arenisca.
CALICATA Nº 4
La hoja exterior del muro septentrional de la nave y los restos del contrafuerte
interrumpido descansan sobre un estrato geológico muy consistente, de color grisáceo.
CALICATA Nº 5
La cara interna del muro septentrional de la nave y la pilastra inconclusa descansan
sobre un lecho compuesto por fragmentos de arenisca y argamasa que, a su vez, cubren
un estrato rocoso de color grisáceo. La cota de la base de la sillería indica que esta hoja
se inicia una hilada por encima de la correspondiente de la hoja exterior.
CALICATA Nº 6
En el rincón nororiental de la nave, la sillería recupera una hilada de profundidad y se
asienta directamente sobre un estrato geológico muy compacto, de color gris.
CALICATA Nº 7
En el rincón noroccidental del presbiterio, la base de la cara interna del muro descansa
sobre el estrato geológico compacto de color grisáceo.
CALICATA Nº 8
La base de la sillería de la cara interna del tramo recto del presbiterio y la del ábside
descansan a la misma profundidad. Lo hacen directamente sobre un estrato geológico
arcilloso de color amarillento, algo menos consistente que el localizado en el tránsito
hacia la nave.
CALICATA Nº 9
La base del muro del ábside carece también en su cara interna de cimentación
específica. La sillería descansa directamente sobre el estrato geológico arcilloso de color
amarillento.
CALICATA Nº 10
La base de la hoja interna del muro meridional del presbiterio se eleva una hilada
respecto a la correspondiente a la base del ábside. El salto se salva con la inserción de
un mampuesto vertical. La sillería descansa directamente sobre el estrato arcilloso de
color amarillento.
CALICATA Nº 11
En el rincón suroccidental del presbiterio, la sillería de la cara interior del muro
meridional vuelve a descansar sobre un estrato rocoso de color grisáceo, muy compacto.
El basamento de la semicolumna que soporta el arco que da paso a la nave, descansa
sobre una preparación de unos 0,10 m de espesor, elaborada con fragmentos de arenisca
y argamasa.
CALICATA Nº 12
En el rincón suroriental de la nave, el basamento de las pilastras que soportan las
arquivoltas del arco que corona el paso hacia el presbiterio, descansa directamente sobre
un estrato geológico muy consistente, de color gris.
CALICATA Nº 13
En el flanco meridional del presbiterio, la base de la hoja de sillería descansa
directamente sobre un estrato geológico muy compacto, con una coloración veteada,
entre grisácea y amarillenta. La cota es la misma para el arranque de los restos de
cimentación del cuerpo que, posiblemente, albergaría una escalera de husillo.
CALICATA Nº 14
En el encuentro entre el muro meridional del presbiterio y el ábside, la base del primero
descansa directamente sobre el estrato geológico de color amarillento, mientras que la
del segundo presenta una leve lechada de argamasa intercalada.
CALICATA Nº 15
El basamento de la estructura adosada al flanco suroriental del ábside también descansa
directamente sobre el estrato geológico arcilloso, de coloración amarillenta.
FOTOGRAFÍAS
Foto 1. Interior de la cabecera antes del inicio de las obras. En la parte inferior, se aprecia la
cota del relleno acumulado dentro de la nave de la iglesia.
Foto 2. El espacio de la nave antes del inicio de las obras, ocupado todavía por algunas
sepulturas recientes.
Foto 3. Lado meridional del presbiterio antes del inicio de las obras, con los muros y la puerta
de acceso semienterrados en los sedimentos acumulados.
Foto 4. Excavación del relleno acumulado dentro de la nave, compuesto por tierras arenosas
sin compactar, restos óseos humanos correspondientes a las inhumaciones realizadas a partir
de 1821 y raíces de los cipreses plantados ulteriormente.
Foto 5. Excavación de los pies de la nave. En los estratos geológicos queda la impronta de la
fosa de una sepultura excavada de norte a sur (1), cortando otra zanja anterior (2) que
apareció rellenada con fragmentos de tejas, tierra quemada y madera carbonizada. A su vez, la
apertura de ambas fosas seccionó un suelo compuesto con mortero de cal (3) que, en algún
momento, sirvió como piso holladero de la iglesia.
Foto 6. Excavación del relleno acumulado dentro de la nave. La flecha señala los restos de un
banco corrido que apareció adosado al muro septentrional.
Foto 7. Aspecto parcial del banco corrido adosado al muro septentrional de la nave, cubierto
por restos de enlucido de cal. La línea de base de este último coincidiría con la cota
correspondiente al pavimento localizado en los pies de la nave (foto 5).
Foto 8. Excavación de la nave. Perímetro del entalle practicado en los estratos geológicos, que
contiene los restos del horno construido con paredes de arcilla.
Foto 9. Restos de la cámara de cocción de un horno (1), construida con paredes de arcilla y
encajada en el entalle realizado previamente en los estratos geológicos. Con posterioridad,
sobre esta estructura amortizada, se excavaron sendas fosas para realizar inhumaciones (2).
Foto 10. Detalle de la estructura del horno, con indicación de la cota superior de la misma, la
correspondiente a la base de una de las fosas funerarias superpuestas y la que presenta la
superficie del terreno geológico; siempre en relación con la cota del umbral de la puerta del
cementerio.
Foto 11. Excavación en el flanco meridional de la iglesia. Restos de la cimentación de un
posible contrafuerte y de la base de un cuerpo que contendría una hipotética escalera de
husillo.
Foto 12. Excavación en el flanco meridional de la iglesia. Restos de cimentación de un
elemento adosado al ábside, que se proyecta hacia el exterior, por debajo de la esquina
nororiental de la tapia del cementerio. La huella de perforación que presentan los sillares
escalonados corresponde al punto en el que se realizó uno de los sondeos geotécnicos en el año
2009.
Foto 13. Vista del exterior de la base del ábside en la que se aprecia la proyección de la
estructura que aparece adosada a su flanco suroriental, sobre la que se levantó el esquinazo de
la tapia del cementerio.
Foto 14. En primer término, restos del arranque del muro que cerraría la nave de la iglesia por
el sur (1). De su desarrollo hacia el oeste, apenas quedan improntas de los entalles realizados
en los estratos geológicos para asentar su hilada inferior (2)
Foto 15. Cata abierta junto a la cara externa del muro septentrional de la nave, al oeste de la
puerta de acceso al cementerio.
Foto 16. Recinto adosado a la cara externa del muro septentrional de la nave, concebido para
servir como osario. Aparece delimitado mediante muretes compuestos por sillares y
mampuestos reaprovechados, que se asentaron sobre rellenos de origen antrópico.
Foto 17. Excavación del interior del recinto que aparece en la foto 16. En el perfil occidental
de la cata se reconoce la calidad del relleno acumulado, que contiene abundantes restos de
escombro. Además, este sedimento fue removido por la apertura de fosas para realizar alguna
inhumación marginal y para depositar restos óseos reducidos. Dicha actividad también alteró
los restos del arranque de un contrafuerte correspondiente a la fábrica románica, cuya
construcción había quedado interrumpida.
Foto 18. Detalle del vano rematado por un arco rebajado que se abre en el lado meridional del
presbiterio. Corresponde a la fábrica románica original de la iglesia, ya que no existe ninguna
discontinuidad estratigráfica que permita defender su posterioridad.
Foto 19. Detalle del paso adintelado construido dentro del muro meridional del presbiterio, por
el que, presumiblemente, se accedería hasta una escalera de husillo que llevaría hasta la
cubierta.
Foto 20. Arranque de una pilastra compuesta que aparece en la cara interna del muro
septentrional de la nave, probablemente, prevista para soportar un arco fajón. Su ejecución
quedó interrumpida y sobre su remate inacabado se apoyó el banco corrido, construido
ulteriormente.
Foto 21. Detalle del arranque de un contrafuerte situado en la base de la cara externa del muro
septentrional de la nave. Se correspondería con la pilastra aparecida en la cara interna y,
como sucedió con aquella, su construcción quedó interrumpida.
Foto 22. Detalle del rincón nororiental de la nave, en el que se aprecia que el deterioro de la
sillería ya se había iniciado antes de que las paredes fueran enlucidas.
Foto 23. Detalle del rincón noroccidental de la nave, donde quedan restos del arranque de una
bóveda de arista compuesta con ladrillo y yeso.
Foto 24. Vista del interior del ábside, en la que se han resaltado las huellas de los posibles
anclajes de un retablo que, en algún momento, quizás durante la Edad Moderna, ocultaría la
ventana posterior.
Foto 25. Discontinuidades estratigráficas reconocibles en el ábside:
1) Fábrica original
2) Repicado de la imposta decorativa original
3) Recomposición de parte del muro con aparejo de diferente calidad, dispuesto en hiladas que rompen el
orden de la fábrica original
4) Mechinales compuestos para anclar alguna estructura adosada
5) Tapia del cementerio levantada a partir de 1821
6) Reformas y rejuntados acometidos hacia 1980
Foto 26. Interior de la nave. Apeo provisional de los restos del muro occidental y, en primer
plano, aspecto de la superficie de los estratos geológicos, que va ascendiendo hacia el oeste y
se encuentra alterada por la excavación de las fosas funerarias contemporáneas.
Foto 27. Interrupción del muro meridional del presbiterio, resuelta con un relleno irregular de
sillares reaprovechados, cascotes y mortero, que sería retocado durante las obras realizadas a
comienzos de la década de 1980. Este material corta el acceso hasta los restos del pasillo
intramural que comunicaría con una posible escalera de husillo desaparecida o no completada.
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