josé l. sicre - los profetas de israel
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JOSE L. SICRE
LOS PROFETAS
DE ISRAEL
Y SU MENSAJE
Antologa
de textos
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PROLOGO
Los libros profticos constituyen uno de los bloques ms importantes del Antiguo
Testamento. Para la Iglesia primitiva fueron de sumo inters. En nuestro tiempo, los
profetas estn de moda. Nada de esto debe extraarnos, porque los profetas ejercieronun influjo decisivo en la religin israel.
Pero estos libros tan interesantes resultan tambin de los ms difciles para un
lector moderno. Ante todo, porque los profetas se expresan a menudo en lenguaje
potico, y todos sabemos que la poesa es ms densa que la prosa, menos atractiva para
gran nmero de personas. Por otra parte, el mensaje de los profetas hace referencias
continuas a las circunstancias histricas, polticas, econmicas, culturales y religiosas de
su tiempo. Numerosas alusiones, evidentes para sus contemporneos, resultan
enigmticas para el hombre actual.
Cuando se dan charlas o conferencias sobre los profetas es fcil superar estasbarreras. he podido experimentarlo en los ambientes ms distintos, desde el
estrictamente universitario de Espaa hasta el ms sencillo de los campesinos y obreros
salvadoreos.
Despus de esas charlas, ocurra con frecuencias que personas interesadas en
conocer ms a fondo a los profetas me preguntaban qu textos deban leer, o por qu
libro empezaban. Nunca consegua dar una respuesta satisfactoria, porque enseguida me
venan a la mente el cmulo de dificultades que encontraran al ponerse en contacto
directo con el texto. Por otra parte, los numerosos estudios tcnicos, o de poner en
contacto con sus ideas ms que con sus palabras. Al final, el lector quiz sepa lo que
pensaba Isaas o Ams sobre un punto concreto, pero es probable que no haya ledo ni
uno slo de sus poemas.
Surgi de este modo la conviccin de que convena hacer una antologa de los
principales textos profticos, pero agrupndolos por temas, para que el mensaje resultase
ms claro y la exposicin ms pedaggica. Este proyecto lo fui relegando, en parte por
el deseo de escribir una obra seria y extensa sobre la justicia social en los profetas, que
titul Con los pobres de la tierra. Una vez publicada, y cuando ocupaciones de tipo
burocrtico me impiden dedicarme a estudios demasiado tcnicos, cre llegado el
momento de abordar este antiguo proyecto.
La seleccin de los textos se orienta en torno a los dos grandes polos del mensaje
proftico: la denuncia y el anuncio. Me baso para ello en el relato de la vocacin de
Jeremas, al que Dios llama para arrancar y arrasar, edificar y plantar. Estas
imgenes, tomadas del mundo de la agricultura (arrancar, plantar) y de la construccin
(arrasar, edificar), expresan muy bien el doble aspecto de la predicacin proftica y son
de suma actualidad. A muchas personas slo les atrae la primera tctica: se inclinaba
por la crtica dura, radical, cerrada casi a la esperanza. Otras, quiz con ingenuo
optimismo, slo piensan en una labor constructiva, edificante, como si la crtica fuese
un elemento pernicioso para la Iglesia. La vocacin de Jeremas nos indica que ambas
actitudes son necesarias en los planes de Dios. Y el mensaje proftico, tomado en su
conjunto, sigue esta doble pauta.
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La extensin de los comentarios es algo que me preocupaba. No deban ser muy
amplios, porque lo importante es el contacto directo con el texto. Pero tampoco tan
breves que dejasen al lector en la misma oscuridad del comienzo. La lnea adoptada
supone algo intermedio. Ms que detenerme en el comentario, he procurado situar el
texto dentro de la problemtica correspondiente y de la poca en que surge. Esto lo
ilumina suficientemente, al menos como punto de partida. En los dos volmenes sobreProfetas, que L. Alonso Schkel y yo publicamos hace pocos aos en Ediciones
Cristiandad, puede encontrar el lector un comentario ms amplio a cada pasaje. Aqu he
recogido algunos de esos materiales, pero casi todo es nuevo.
Al tratarse de un libro de divulgacin he suprimido sistemticamente todo tipo de
notas filolgicas y de discusiones tcnicas. El especialista sabe que este procedimiento
es peligroso; puede provocar en el lector la impresin de que las cosas son sencillas.
Pero conviene correr este riesgo. Los textos profticos, como cualquier produccin
artstica, se pueden entender a distintos niveles. A veces he comparado este fenmeno
con los niveles de comprensin de una sinfona o de una pelcula. Amadeus, de Milos
Forman, ha sido un xito reciente, que atrajo a gran cantidad de pblico. En principio,supongo que todos los espectadores la entendieron. Pero el conocedor de la msica de
Mozart, que identifica inmediatamente un pasaje de Don Giovanni, o advierte hacia el
final el paso reiterado del Requiem a La flauta mgica, capta sugerencias y matices
que pasan desapercibidos a la mayora de los espectadores. Igual ocurre con los textos
profticos. El especialista notar que quedan muchas cosas sin comentar. Pero no
escribo para ellos, sino para ese gran pblico que desea conocer algo la personalidad y el
mensaje de los profetas. Si este libro les anima a un contacto ms profundo con los
textos y sus autores, habr cumplido su misin.
Es normal que una antologa literaria vaya precedida de un estudio sobre el autor o
los autores recopilados. Tambin en este caso me pareci necesario incluir unaintroduccin sobre el fenmeno proftico y los principales problemas que plantea al
hombre de hoy. Quiz extrae a alguno la relativa amplitud con que he tratado los
gneros literarios, en comparacin con el nmero de pginas dedicadas a otras
cuestiones. el motivo es sencillo. Los otros puntos se encuentran fcilmente
desarrollados en cualquier introduccin a la Biblia. sin embargo, los valores literarios
quedan con frecuencia en la penumbra. Y es una lstima, porque muchos de los profetas
son autnticos genios de la literatura universal. Los datos que aporto no significan un
estudio estilstico serio, pero espero que despierten en el lector una mayor sensibilidad
hacia la forma externa del mensaje proftico.
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1 PARTE
QU ES UN PROFETA?Los problemas planteados por los profetas y los libros profticos a la ciencia
bblica han sido objeto de numerosos estudios, que reflejan el inters y la complejidad
de dichas cuestiones. Muchas de ellas preocupan tambin al cristiano sin especial
formacin teolgica. Otras lo desbordan, y tratarlas aqu slo contribuira a aumentar
esa dosis de aburrimiento que, como escriba Kierkegaard, fue invadiendo el mundo
desde el momento de la creacin. Limitar, pues, estas pginas introductorias a plantear
y responder de forma muy sencillas las preguntas que con ms frecuencia me han
surgido al hablar de estos temas.
1. Qu es un profeta?
Para la mayora de la gente, el profeta es un hombre que predice el futuro, una
especie de adivino. Esta concepcin tan difundida tiene dos fundamentos: uno, errneo,
de tipo etimolgico; otro, parcialmente justificado, de carcter histrico. Prescindo del
primero para no cansar al lector con cuestiones filolgicas. En cuanto al segundo, no
cabe duda de que ciertos relatos bblicos presentan al profeta como un hombre
capacitado para conocer cosas ocultas y adivinar el futuro: Samuel puede encontrar las
asnas que se le han perdido al padre de Sal (1 Sm 9, 6-7.20); Ajas, ya ciego, sabe que
la mujer que acude a visitarlo disfrazada es la esposa del rey Jerobon, y predice el
futuro de su hijo enfermo (1 Re 14, 1-16); Elas presiente la pronta muerte de Ocozas (2
Re 1, 16-17); Eliseo sabe que su criado, Guejaz, ha aceptado ocultamente dinero del
ministro sirio Naamn (2 Re 5, 20-27), sabe dnde est el campamento arameo (2 Re 6,
8s), que el rey ha decidido matarlo (2 Re 6, 30s), etc. Incluso en tiempos del Nuevo
Testamento segua en vigor esta idea, como lo demuestra el dilogo entre Jess y la
samaritana; cuando l le dice que ha tenido cinco maridos, y que el actual no es el suyo,
la mujer reacciona espontneamente: Seor, veo que eres un profeta. Y en la novela
deJosyAsenet, escrita probablemente en el siglo I, se dice: Lev advirti el propsito
de Simen, pues era profeta y vea con anterioridad todo lo que iba a suceder (23, 8);
cf. Apcrifos del Antiguo Testamento III (Ed. Cristiandad, Madrid 1982) 189-238, cita
en p. 231.
Esta mentalidad se encuentra tambin difundida en ambientes cultos. El autor del
Eclesistico escribe a propsito de Isaas: Con espritu poderoso previ el futuro y
consol a los afligidos de Sin; anunci el futuro hasta el final y los secretos antes de
que sucediesen (48, 24-25). Y el gran historiador judo del siglo I, Flavio Josefo,
hablando de Juan Hircano dice que posey las tres cosas que hacen ms felices: la
realeza, el sacerdocio y la profeca. Este ltimo don lo explica del modo siguiente:
Efectivamente, la divinidad tena tanta familiaridad con l que no ignoraba ninguna de
las cosas futuras; incluso previ y profetiz que sus dos hijos mayores permaneceran al
frente del gobierno (Guerra juda, 1, 2, 8).
Se trata, pues, de una concepcin muy divulgada, con cierto fundamento, pero que
debemos superar. Los ejemplos citados de Samuel, Ajas, Elas, Eliseo, nos sitan en laprimera poca del profetismo israel, anterior al siglo VIII a.C. Leyendo los libros de
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Ams, Isaas, Oseas, Jeremas, etc., advertimos que el profeta no es un adivino, sino un
hombre llamado por Dios para transmitir su palabra, para orientar a sus contemporneos
e indicarles el camino recto. A finales del siglo VI a.C., Zacaras sintetizaba la
predicacin de sus predecesores con esta exigencia: Convertos de vuestra mala
conducta y de vuestras malas acciones (1,4). Esta exhortacin a convertirse va
acompaada con frecuencia de referencias al futuro, prediciendo el castigo oprometiendo la salvacin. En determinados momentos, los profetas son conscientes de
revelar cosas ocultas. Pero su misin principal es iluminar el presente, con todos sus
problemas concretos: injusticias sociales, poltica interior y exterior, corrupcin
religiosa, desesperanza y escepticismo.
En el Antiguo Testamento aparecen como profetas personajes muy distintos. Esto
ha sido objeto de diversos estudios sobre la sociologa del movimiento proftico.
Pero, en lneas generales, los rasgos ms llamativos de la personalidad proftica me
parecen los siguientes:
a) El profeta es un hombre inspirado, en el sentido ms estricto de la palabra.Nadie en Israel tuvo una conciencia tan clara de que era Dios quien le hablaba y de serportavoz del Seor como el profeta. Y esta inspiracin le viene de un contacto personal
con l, que comienza en el momento de la vocacin. Por eso, cuando habla o escribe, el
profeta no acude a archivos y documentos, como los historiadores; tampoco se basa
generalmente en la experiencia humana general, como los sabios de Israel. Su nico
punto de apoyo, su fuerza y su debilidad, es la palabra que el Seor le comunica
personalmente, cuando quiere, sin que l pueda negarse a proclamarla. Palabra que a
veces se asemeja al rugido del len, como indica Ams (1, 2), y en ocasiones es gozo y
alegra ntima (Jr 15, 16). Palabra con frecuencia imprevista e inmediata, pero que en
momentos cruciales se retrasa (Jr 42, 1-7). Palabra dura y exigente en muchos casos,
pero que se convierte en un fuego ardiente e incontenible encerrado en los huesos,que es preciso seguir proclamando (Jr 20,9). Palabra de la que muchos desearan huir,
como Jons, pero que termina imponindose y triunfando. Este primer rasgo resulta
desconcertante a muchas personas. Por eso volver sobre l ms tarde, cuando
terminemos este breve esbozo del profeta.
b) El profeta es un hombre pblico. Su deber de transmitir la palabra de Dioslo pone en contacto con los dems. No puede retirarse a un lugar sosegado de estudio o
reflexin, ni reducirse al limitado espacio del templo. Su lugar es la calle y la plaza
pblica, el sitio donde la gente se rene, donde el mensaje es ms necesario y la
problemtica ms acuciante. El profeta se halla en contacto directo con el mundo que lo
rodea: conoce las maquinaciones de los polticos, las intenciones del rey, el descontentode los campesinos pobres, el lujo de los poderosos, la despreocupacin de muchos
sacerdotes. Ningn sector le resulta indiferente, porque nada es indiferente para Dios.
c) El profeta es un hombre amenazado. En ocasiones slo le ocurrir lo quedice Dios a Ezequiel: Acuden a ti en tropel y mi pueblo se sienta delante de ti;
escuchan tus palabras, pero no las practican (...). Eres para ellos coplero de amoros, de
bonita voz y buen taedor. Escuchan tus palabras, pero no las practican (Ez 33,30-33).
Es la amenaza del fracaso apostlico, de gastarse en una actitud que no encuentra
respuesta en los oyentes. Pero esto es lo ms suave que puede ocurrirle. A veces se
enfrentan a situaciones ms duras. A Oseas lo tachan de loco y necio; a Jeremas
de traidor a la patria. Y se llega incluso a la persecucin, la crcel y la muerte. Elasdebe huir del rey en muchas ocasiones; Miqueas ben Yiml termina en la crcel; Ams
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es expulsado del Reino Norte; Jeremas pasa en prisin varios meses de su vida; igual le
ocurre a Janan. Zacaras es apedreado en los atrios del templo (2 Cr 24, 17-22); Uras
es acuchillado y tirado a la fosa comn (Jr 26, 20-23). Esta persecucin no es slo de
los reyes y de los poderosos; tambin intervienen en ella los sacerdotes y los falsos
profetas. E incluso el pueblo se vuelve contra ellos, los crtica, desprecia y persigue. En
el destino de los profetas queda prefigurado el de Jess de Nazaret.
Silenciaramos un detalle importante, si no dijsemos que la amenaza le viene
tambin de Dios. Le cambia la orientacin de su vida, lo arranca de su actividad
normal, como le ocurre a Ams (7, 14s) o a Eliseo (1 Re 19, 19-21); le encomienda a
veces un mensaje muy duro, casi inhumano, teniendo en cuenta la edad o las
circunstancias en que se encuentra.
Aclarar este punto con dos ejemplos muy distintos. El primero, tomado de las
tradiciones sobre Samuel, quiz tenga un fondo ms legendario que histrico, pero
ayuda a hacerse una idea de las tremendas exigencias de Dios:
"El nio Samuel oficiaba ante el Seor con El. La palabra del Seor era
rara en aquel tiempo y no abundaban las visiones. Un da El estaba acostado en
su habitacin. Sus ojos empezaban a apagarse y no poda ver. An no se haba
apagado la lmpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el santuario del Seor,
donde estaba el arca de Dios. El Seor llam:
Samuel, Samuel!
Y ste respondi:
Aqu estoy!
Fue corriendo a donde estaba El y le dijo:
Aqu estoy, vengo porque me has llamado.El respondi:
No te he llamado, vuelve a acostarte
Samuel fue a acostarse, y el Seor lo llam otra vez. Samuel se levant, fue
a donde estaba El, y le dijo:
Aqu estoy, vengo porque me has llamado.
El respondi:
No te he llamado, hijo; vuelve a acostarte.
(Samuel no conoca todava al Seor; an no se le haba revelado la palabra
del Seor).
El Seor volvi a llamar por tercera vez. Samuel fue a donde estaba El, y le
dijo:Aqu estoy, vengo porque me has llamado.
El comprendi entonces que era el Seor quien llamaba al nio, y le dijo:
Anda, acustate. Y si te llama alguien, dices: Habla, Seor, que tu siervo
escucha.
Samuel fue y se acost en su sitio. El Seor se present y lo llam como
antes:
Samuel, Samuel!
Samuel respondi:
Habla, Seor que tu siervo escucha" (1 Sam 3,1-10).
Este es el relato de la vocacin de Samuel, conocido quiz por la mayora de loslectores. Pero se olvida con frecuencia lo que sigue:
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El Seor le dijo:
Mira, voy a hacer una cosa en Israel, que a los que la oigan les retumbarn los
odos. Aquel da ejecutar contra El y su familia todo lo que he anunciado sin que
falte nada. Comuncale que condeno a su familia definitivamente, porque l saba
que sus hijos maldecan a Dios y no les reprendi. Por eso juro a la familia de El
que jams se expiar su pecado, ni con sacrificios ni con ofrendas" (1 Sm3, 11-14).
Muchos autores ponen en duda la historicidad del relato y de la comunicacin de
Dios a Samuel nio. Pero este detalle es secundario para nosotros. Nos interesa el
concepto que refleja este texto sobre la misin del profeta. Samuel es un nio, educado
desde pequeo con el sacerdote El, que lo trata como un padre. Sin embargo, recibe de
Dios el encargo ms duro: transmitirle su propia condena y la de sus hijos. Con razn
aade el autor que, a la maana siguiente, Samuel no se atreva a contarle a El la
visin (v. 16), y si lo hace es forzado por el mismo El.
El segundo ejemplo est tomado de Ezequiel. Dios le anuncia un acontecimientosumamente doloroso: la muerte de su esposa. Pero, incluso entonces, no podr dejarse
dominar por la pena ni cumplir los ritos fnebres habituales. La existencia del profeta
est en todo momento al servicio de Dios, y tambin este hecho ser punto de partida
para transmitir su mensaje:
" Me vino esta palabra del Seor:
Hijo de Adn, voy a arrebatarte repentinamente
el encanto de tus ojos;
no llores ni hagas duelo ni derrames lgrimas;
lamntate en silencio como un muerto,sin hacer duelo;
late el turbante y clzate las sandalias;
no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.
Por la maana yo hablaba a la gente,
por la tarde se muri mi mujer
y a la maana siguiente hice lo que se me haba mandado.
Entonces me dijo la gente:
Quieres explicarnos qu nos anuncia
lo que ests haciendo?
Les respond: Me vino esta palabra del Seor:
Dile a la casa de Israel: Esto dice el Seor:Mira, voy a profanar mi santuario,
vuestro soberbio baluarte,
el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas.
Los hijos e hijas que dejasteis caern a espada.
Entonces haris lo que yo he hecho:
no os embozaris la cara ni comeris el pan del duelo;
seguiris con el turbante en la cabeza
y las sandalias en los pies,
no lloraris ni haris duelo;
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os consumiris por vuestra culpa
y os lamentaris unos con otros.
Ezequiel os servir de seal:
haris lo mismo que l ha hecho" (Ez 24, 15-24).
Estos ejemplos, que podran multiplicarse, bastan para demostrar que la existenciadel profeta no slo est amenazada por sus contemporneos, sino tambin por el mismo
Dios. No es extrao que alguno de ellos, como Jeremas, llegar a rebelarse en ciertos
momentos contra esta coaccin (Jr 20, 7-9.14-20), si bien se trat de crisis pasajeras.
d) Por ltimo, conviene recordar que la profeca es un carisma. Como tal,rompe todas las barreras. La barrera del sexo, porque en Israel existen profetisas, como
Dbora (Jue 4) o Hulda (2 Re 22). La barrera de la cultura, porque no hacen falta
estudios especiales para transmitir la palabra del Seor. La barrera de las clases, porque
personas vinculadas a la corte, como Isaas, pequeos propietarios, como Ams, o
simples campesinos, como Miqueas, pueden ser llamados por Dios. Las barreras
religiosas, porque no es preciso ser sacerdote para ser profeta; ms an, podemosafirmar que gran nmero de profetas eran seglares. La barrera de la edad, porque Dios
encomienda su palabra lo mismo a adultos que a jvenes.
2. Breve nota sobre la inspiracin proftica
En el esbozo anterior hemos puesto como primer rasgo el hecho de la inspiracin.
Es algo que judos y cristianos aplicamos a todos los autores bblicos, pero que en los
profetas adquiere especial relieve. As dice el Seor, esto me comunic el Seor,
esto me hizo ver el Seor, orculo del Seor, son frmulas que se repiten hasta la
saciedad en este bloque de libros. Mucha gente se pregunta cmo debemos entender
estas afirmaciones. No pretendo resolver en pocas lneas un problema tan complejo.
Quien desee profundizar en el tema puede leer la densa obra de L. Alonso Schkel, La
Palabra Inspirada (publicada recientemente en 3. ed. por Ediciones Cristiandad), o el
excelente artculo de Karl Rahner, Inspiracin, en Conceptos fundamentales de la
Teologa II (Ed. Cristiandad 1979) 781-790. Por mi parte, me limito a sugerencias muy
sencillas que puedan esclarecer la cuestin.
Como punto de partida es til referirse a un campo ms conocido para nosotros y
al que aplicamos frecuentemente el concepto de inspiracin: La creacin artstica.
En ella, la inspiracin aparece como un hecho real, constatable e indiscutible, pero
difcil de definir y precisar. Una poesa, una obra de teatro, una sinfona o una escultura
estn inspiradas. Pero, en qu consiste esa inspiracin de su autor? En lneas
generales podramos decir que en la fusin perfecta de la tcnica propia de un artista con
el espritu que lo alienta. De estos dos elementos, el ms importante es el segundo, el
espritu. La tcnica, fundamental en el arte, no lo es todo; incluso puede provocar una
obra tan fra que, a pesar de ser perfecta, nos deje la sensacin de no estar inspirada.
La obra de arte se produce cuando el artista tiene algo que decir y sabe decirlo.
El ejemplo del arte nos lleva a dos conclusiones: 1) el concepto de inspiracin es
casi imposible de definir; 2) una obra puede estar inspirada aunque los recursos
tcnicos del artista sean deficientes o elementales. El villancico Noche de Dios es de
las composiciones ms inspiradas, aunque sus recursos armnicos son extremadamentesimples.
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Aplicando estos criterios al terreno bblico, lo primero que debemos tener presente
es que la inspiracin de un texto no depende de su mayor o menor tcnica literaria, sino
de que el autor est alentado por un espritu y tenga algo que decir. En el enfoque
tradicional de la inspiracin bblica, este problema est resuelto de antemano, porque el
espritu que alienta al autor es el Espritu de Dios y lo que debe transmitir es palabra
de Dios.
Sin embargo, esta interpretacin, con todo lo que tiene de exacta, corre el peligro
de resultar simplista, concediendo a todos los autores el mismo nivel de inspiracin y
dando el mismo valor a afirmaciones de contenido muy distinto. De esta forma,
terminamos siendo injustos con la palabra de Dios, incluso la ridiculizamos. El
proverbio: Ms vale vivir en el rincn de la azotea que dentro de la casa con mujer
pendenciera est perfectamente formulado, pero no es preciso recurrir a una especial
revelacin divina para su autor. De igual modo, no podemos equiparar la inspiracin del
autor del libro de Job, o del Deuteronomio, con la del autor que redacta el segundo libro
de los Macabeos, limitndose a resumir los cinco libros de Jasn de Cirene.
La teora oficial sobre la inspiracin olvida que muchos autores bblicos nunca
reivindican este don. Este hecho es palpable en los historiadores y en los sabios.
El eplogo del Eclesiasts, escrito por un discpulo, presenta la obra de su maestro de
manera muy sencilla, sin recurrir a especial comunicacin de Dios: El Predicador,
adems de ser un sabio, ense al pueblo lo que l saba. Estudi, invent y formul
muchos proverbios; el Predicador procur un estilo atractivo y escribi la verdad con
acierto (Ecl 12, 9-10). Y el traductor griego del libro del Eclesistico se expresa de
forma parecida: Mi abuelo Jess, despus de dedicarse intensamente a leer la ley y los
profetas y los restantes libros paternos, y de adquirir un buen dominio de ellos, se dedic
a componer por su cuenta algo en la lnea de la sabidura e instruccin, para que los
deseosos de aprender, familiarizndose tambin con ello, pudieran adelantar en una vidasegn la ley (Prlogo, letra c).
Con ms modestia an se expresa el autor del segundo libro de los Macabeos:
Jasn de Cirene dej escrita en cinco libros la historia de Judas Macabeo y sus
hermanos (...). Nosotros vamos a intentar resumirlo en un solo volumen... procurando
ofrecer entretenimiento a los que se contentan con una simple lectura, facilitar a los
estudiosos el trabajo de retener datos de memoria y ser tiles a los lectores en general.
Para quienes hemos emprendido la penosa tarea de hacer este resumen no ha sido un
trabajo fcil, sino de sudores y vigilias, como no es fcil el trabajo del que organiza un
banquete, que tiene que atender al gusto de los dems (2, 23-27).
Es justo que ms tarde se reivindicase para estos autores una especial inspiracin
de Dios? La Iglesia as lo ha decidido, pero los telogos estn obligados a repensar
estos datos y formular nuestra fe tomndose en serio no slo al hombre de hoy, sino
tambin, y sobre todo, al mismo Dios.
Con los profetas no ocurre lo mismo que con historiadores y sabios. Ya hemos
indicado la certeza e insistencia con que afirman transmitir la palabra de Dios. Sugieren
una comunicacin directa, casi fsica, entre ellos y el Seor. Esto desconcierta al
hombre moderno. Pero, si evitamos el literalismo, sus frmulas expresan una verdad
profunda, bastante comprensible. Pensemos en las personas que podemos considerar
profetas de nuestro tiempo: Martn Luter King, Oscar Romero, etc. Estos hombresestaban convencidos de que comunicaban la voluntad de Dios, de que decan lo que
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Dios quera en ese momento histrico. Por eso no podan echarse atrs, aunque les
costase la vida. Si hubisemos podido preguntarles: Es que Dios le ha hablado esta
noche? Se le ha revelado en visin?, tendran que responder: Efectivamente, Dios me
ha hablado; no en sueos ni visiones, pero s de forma indiscutible, a travs de los
acontecimientos, de las personas que me rodean, del sufrimiento y la angustia de los
hombres. Y esta palabra externa se convierte luego en palabra interior, encerrada enlos huesos, como dira Jeremas, que no se puede contener.
El hombre corriente puede poner en duda la validez de este convencimiento del
profeta. Lo atribuir a sus propios deseos y fantasas; el profeta sabe que no es as. Y
acta de acuerdo con esa certeza.
Naturalmente, cabe una pregunta posterior: No puede equivocarse el profeta?
No puede, a pesar de su buena voluntad, transmitir como palabra de Dios lo que slo es
palabra suya? Evidentemente, s. De esta forma surge el problema de los falsos
profetas, a los que dedicaremos el siguiente apartado.
3. Los falsos profetas
Dentro del Antiguo Testamento se distinguen dos grupos: el de los profetas de
divinidades extranjeras (como Baal) y el de los que pretenden hablar en nombre de
Yahv. Al primero lo encontramos especialmente en tiempos de Elas (1 Re 18). Para
la historia del profetismo carecen de importancia, a no ser por el influjo pernicioso que
pudieron ejercer sobre el pueblo. Ms grave es el caso del segundo grupo, porque
fundamentan sus falsas promesas en una pretendida revelacin del Dios verdadero.
Segn Bright, los falsos profetas surgen con motivo de la persecucin de la reina
Jezabel, durante el siglo IX a. C. En estos momentos difciles, no todos consiguieronresistir a la prueba y se pasaron al bando del rey. Los encontramos en 1 Re 22
enfrentados a Miqueas ben Yiml. Y de ellos nos hablan Oseas (6, 5), Isaas (28,7),
Miqueas (3,5.11), Jeremas (23, 9-40; 27-29), Ezequiel (13, 2s; 14, 9).
Edmon Jacob indica cuatro causas de la proliferacin de los falsos profetas:
- el peso sociolgico de la monarqua, que atrae en torno a ella personas dispuestas a
defender sus intereses;
- la importancia concedida a la tradicin, que los convierte en papagayos, repetidores
de ideas antiguas, sin prestar atencin a Dios ni a los acontecimientos;
- el deseo de agradar al pueblo y de no enfrentarse a l;
- el deseo de triunfar y asegurarse una forma de vida.
En el Deuteronomio, la pena asignada a los falsos profetas es la muerte (13,1-6).
Sin embargo, si prescindimos de la matanza ordenada por Elas en el monte Carmelo
contra los profetas de Baal (1 Re 18,19s), y de la realizada por Jeh, con carcter ms
poltico que religioso (2 Re 9-10), el Antiguo Testamento no conoce ms casos de
aplicacin de esta ley. Son precisamente los profetas verdaderos los que mueren
(Zacaras, Miqueas, Juan Bautista, Jess).
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El problema ms grave que plantean los falsos profetas no es el de su origen o el
de la evolucin del movimiento, sino el de los criterios que ayudan a distinguirlos de los
verdaderos.
Es un tema de inters histrico y teolgico que preocup a muchos autores,
especialmente a Jeremas. Pero es tambin de gran actualidad, ya que en la Iglesiaconviven opiniones muy diversas y muchos cristianos no saben a qu atenerse.
a) Criterios internos.
R. Chave indica nueve: inmoralidad (adulterio, borracheras, venalidad, mentira),
impiedad, magia, sueos engaosos, optimismo, profesionalismo, xtasis, deseos de
querer profetizar, no cumplimiento de sus profecas. Resultan demasiados criterios, y
tomados uno a uno no prueban suficientemente. Por ejemplo, en qu consiste el
optimismo? Se puede decir que los profetas verdaderos sean pesimistas? Qu es
moral e inmoral? Por otra parte, resulta difcil encontrar todos estos defectos en una
misma persona. Por eso, otros autores se han fijado en criterios distintos:
El modo de revelacin: el verdadero profeta excluye los mtodos adivinatorios,incluyendo los sueos, las suertes, etc. Pero no resulta claro, porque los verdaderos
profetas pueden tener sueos y los sacerdotes echan las suertes. Adems, hay falsos
profetas que no usan procedimientos adivinitarios, como Ananas (ver Jr 28).
La conciencia de haber sido enviado, de estar investido de una autoridad divina.Es muy subjetivo. Tambin los falsos profetas pueden tenerla.
El criterio moral. Es muy relativo. Oseas se casa con una prostituta; Jeremas
miente a los ministros del rey (38, 24-27). Pero debemos reconocer que los verdaderosprofetas tienen una conducta moral y una predicacin que falta en los otros.
El espritu. Segn Mowinckel, los profetas de Jud anteriores al destierro semuestran reticentes con respecto al espritu; lo importante para ellos es el poder, la
fuerza, el juicio. Este criterio es falso. Tambin en Jud se habla de la importancia del
espritu antes del destierro (Miq 3, 8) y Ezequiel lo reivindica con frecuencia (3,12-14;
8,3; 43,5). Por otra parte, este criterio no sirve para el Reino Norte, donde se estima
grandemente el espritu como don de Dios.
Orculo de condenacin-orculo de salvacin. Los primeros seran tpicos de
los verdaderos profetas, los segundos de los falsos. Tampoco es cierto. Los verdaderosprofetas hablan de la salvacin. Sus discpulos as lo entendieron y acentuaron al
redactar los libros.
Cumplimiento-incumplimiento de las profecas. Dt 18,22 lo pone como criteriofundamental. Pero este criterio no se sigui estrictamente en Israel, porque es muy
difcil. Cmo se cumplieron las promesas del Deuteroisaas sobre la vuelta del
destierro? O las de Jeremas sobre la destruccin total? O las de Habacuc, pocos aos
antes de la destruccin de Jerusaln? No parece conveniente utilizar este criterio como
el fundamental; entre otras cosas, porque slo sirve a posteriori, no en el momento de la
discusin. Por consiguiente, los criterios internos no aportan una claridad total al
problema.
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b) Criterios externos.
Ramlot aduce los siguientes:
- Criterio comunitario. El pueblo de Dios (en este caso Israel, y luego la Iglesia) hacanonizado a unos y rechazado a otros.
- Criterio de las contrariedades, el sufrimiento y la muerte. Para Jeremas, porejemplo, la nica profeca autntica es la que constituye una carga impuesta desde
fuera, algo que no se busca, sino que Dios impone. Esto lleva a encontrar oposicin
por todas partes, persecucin, crcel, insultos, muerte.
- Criterio de intercesin. Segn Jr 27, 18 y Ez 13, 5, es un criterio distintivo. Elverdadero profeta intercede por el pueblo ante Dios, pidiendo su perdn, mientras el
falso profeta se despreocupa de ello, quiz porque no tiene conciencia del pecadodel pueblo.
De estos tres criterios aducidos por Ramlot, los dos primeros son a posteriori.
Slo el tercero, la intercesin, se puede valorar en el momento histrico. Pero la
intercesin se da muchas veces a solas entre el profeta y Dios, con lo cual deja de servir
de criterio perceptible por la gente. Adems, la intercesin falta en muchos profetas.
Con respecto al Antiguo Testamento, no existe problemas para nosotros, porque la
Iglesia nos indica qu profetas son los verdaderos. Las dudas surgen cuando pensamos
en figuras contemporneas. El Sermn de la Montaa nos ofrece un criterio mucho ms
clarificador de lo que puede parecer a primera vista: Cuidado con los falsos profetas,sos que se os acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus
frutos los conoceris. A ver, se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos, As,
los rboles sanos dan frutos buenos; los rboles daados dan frutos malos. Un rbol
sano no puede dar frutos malos, ni un rbol daado dar frutos buenos, y todo rbol que
no da fruto bueno se corta y se echa al fuego. Total, que por sus frutos los conoceris
(Mt 7,15-20)
Lo ms interesante de este texto es que recomienda una actitud de vigilancia y de
espera. Y ninguna de estas cosas resulta agradable. Preferimos emitir un juicio rpido,
apasionado a veces, en favor o en contra del personaje. Es el camino ms seguro para
equivocarse. Dar tiempo al tiempo y analizar los frutos producidos por ese mensaje esla nica actitud segura. Por otra parte, esos frutos se deben considerar a la luz del
evangelio. Por muy desagradable que nos resulte una persona o el contenido de sus
palabras, si nos animan a mantenernos fieles al espritu de Jess, y esa enseanza la
corrobora con su vida, estamos obligados a considerarlo un verdadero profeta. Al
contrario, por agradable que nos resulte una persona, por mucho que sintonicemos con
ella, si nos aleja del camino del evangelio, ser un lobo rapaz, disfrazado con piel de
oveja.
Con esto llegamos a un tema que slo puedo insinuar aqu. El desconcierto de
muchos cristianos ante la diversidad de opiniones que escuchan slo se explica a causa
de su pereza intelectual, que les impide buscar la luz en el evangelio. Quieren recetasrpidas, decisiones terminantes, sin esforzarse por tener criterios propios fundamentados
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en la persona y el mensaje del nico que es el camino, la verdad y la vida.
4. Los medios de comunicacin de los profetas:
1) La palabra
El medio ms habitual entre los profetas para transmitir el mensaje de Dios es,
naturalmente, la palabra. Muchos podran pensar que ese mensaje lo comunican
mediante un discurso o un sermn, que son los gneros ms habituales entre los
oradores de nuestro tiempo. A veces lo hacen, pero generalmente emplean una gran
variedad de gneros literarios, tomados de los mbitos ms distintos. A continuacin
indicar diferentes ejemplos, para que el lector se haga una idea de la riqueza y vitalidad
de la predicacin proftica.
a) Gneros tomados de la sabidura tribal y familiar.
Desde antiguo, la familia, el clan, la tribu, han empleado los recursos ms diversospara inculcar un recto comportamiento, hacer reflexionar sobre la realidad que rodea a
nios y adultos: exhortacin, interrogacin, parbola, alegora, enigmas, bendiciones y
maldiciones, comparaciones. De todos ellos encontramos ejemplos en los profetas.
Comenzaremos con una de las parbolas ms famosas, la dirigida por Natn a David tras
el adulterio con Bersab y el asesinato de su esposo, Uras. Natn no aborda el caso
directamente, le tiende al rey una trampa:
"Entr Natn ante el rey y le dijo:
Haba dos hombres en un pueblo: uno rico y otro pobre. El rico tena muchos
rebaos de ovejas y bueyes; el pobre slo tena una corderilla que habacomprado; la iba criando, y ella creca con l y con sus hijos, comiendo de su pan,
bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Lleg una visita
a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su
husped, cogi la cordera del pobre y convid a su husped.
David se puso furioso contra aquel hombre, y dijo a Natn:
Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte! No quiso respetar lo del
otro, pues pagar cuatro veces el valor de la cordera.
Entonces Natn dijo a David:
Ese hombre eres t!" (2 Sm 12, 1-7).
En otro caso, el profeta Ezequiel quiere denunciar al rey de Jud porque, despus
de prometer fidelidad al rey de Babilonia, viola el juramento y busca la ayuda de Egipto.
Para llevar a cabo su denuncia recurre a una alegora:
"El guila gigante, de gigantescas alas,
de gran envergadura, el plumaje tupido,
de color abigarrado, vol al Lbano;
cogi el cogollo del cedro,arranc su pimpollo cimero
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y se lo llev a un pas de mercaderes,
plantndolo en una ciudad de traficantes.
Despus cogi simiente de la tierra
y la ech en terreno sembrado.
La sembr riberea, junto a aguas abundantes,
para que germinara y se hicieravid aparrada, achaparrada,
para que orientara hacia ella sus sarmientos,
y le sometiera las races.
Y se hizo vid,
y ech pmpanos y se puso frondosa.
Vino despus otra guila gigante,
de gigantescas alas y de espeso plumaje,
y entonces nuestra vid,
aunque estaba plantada en buen terreno,
junto a aguas abundantes,
sesg sus races hacia ellay orient hacia ella sus sarmientos, para recibir ms riego
que en el bancal donde estaba plantada,
y as echar ramas y dar fruto
y hacerse vid esplndida.
Esto dice el Seor: Se lograr?, o la desceparn
y se malograr su fruto
y se marchitarn sus renuevos?"
(Ez 17, 1-9); el texto contina explicando la alegora).
Al mbito sapiencial corresponde tambin la bendicin y maldicin, como stasque encontramos en Jr 17, 5-8:
As dice el Seor:
"Maldito quien confa en un hombre y busca apoyo en la carne,
apartando su corazn del Seor!
Ser cardo estepario que no llegar a ver la lluvia,
habitar un desierto abrasado, tierra salobre e inhspita.
Bendito quien confa en el Seor y busca en l su apoyo!
Ser un rbol plantado junto al agua,
arraigado junto a la corriente; cuando llegue el bochorno,no temer, su follaje seguir verde,
en ao de sequa no se asusta, no deja de dar fruto."
El pasaje anterior une la bendicin-maldicin con las comparaciones, otro gnero
frecuentemente entre los sabios. Jr 17, 11 constituye un ejemplo ms:
"Perdiz que empolla huevos que no puso
es quien amasa riquezas injustas:
a la mitad de la vida lo abandonan,
y l termina hecho un necio."
La pregunta es una forma de hacer reflexionar y de inculcar una conclusin
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inevitable. Es lo que ocurre en Am 3,3-6, donde el profeta prepara paso a paso la
cuestin final:
"Caminan juntos dos que no se han citado?
Ruge el len en la espesura sin tener presa?
Grita el cachorro en la guarida sin haber cazado?Cae el pjaro al suelo si no hay una trampa?
Salta la trampa del suelo sin haber atrapado?
Suena la trompeta en la ciudad
sin que el vecindario se alarme?
Sucede una desgracia en la ciudad
que no la mande el Seor?"
b) Gneros tomados del culto.
Podemos clasificar en este apartado himnos, oraciones, instrucciones y, quiz, los
orculos de salvacin.
En Ams tropezamos con un caso curioso; a lo largo del libro encontramos en
diversos momentos lo que parecen fragmentos de un himno al poder de Dios:
"El form las montaas, cre el viento,
descubre al hombre sus pensamientos,
hizo la aurora y el crepsculo
y camina sobre el dorso de la tierra:
se llama Seor, Dios de los ejrcitos (4,13).
Cre las Plyades y Orin,
convierte las sombras en aurora,el da en noche oscura;
lanza la destruccin contra la fortaleza,
y la destruccin alcanza a la plaza fuerte (5, 8-9).
El Seor de los ejrcitos,
que al tocar la tierra la zarandea,
en un flujo y reflujo como el del Nilo,
y hacen duelo sus habitantes;
que construye en el cielo su escalinata
y cimenta su bveda sobre la tierra;
que convoca las aguas del mar
y las derrama sobre la superficie de la tierra;se llama el Seor" (9, 5-6).
Es posible que este himno (que plantea numerosos problemas de traduccin e
interpretacin, de los que prescindo) no fuese compuesto por Ams, sino tomado por l
y distribuido a lo largo del libro, en momentos claves, para subrayar la omnipotencia
divina. En Isaas s encontramos un himno de primera mano, compuesto por el profeta o
por el redactor del libro:
"Te doy gracias, Seor,
porque estabas airado contra m,
pero ha cesado tu ira y me has consolado.El es mi Dios y salvador: confiar y no temer,
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porque mi fuerza y mi poder es el Seor,
l fue mi salvacin.
Y sacaris agua con gozo
de las fuentes de la salvacin.
Aquel da diris:
Dad gracias al Seor, invocad su nombre,contad a los pueblos sus hazaas,
proclamad que su nombre es excelso.
Taed para el Seor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sin:
Qu grande es en medio de ti
el Santo de Israel" (Is 12).
La instruccin (tor) es un gnero tpico del culto. Lo emplea el sacerdote cuando
responde a alguno de los problemas concretos que le plantean. Los profetas tambin
usan el gnero, aunque puede ocurrir, como en el caso de Ams, que sea con intencionesdistintas, en plan irnico:
"Marchad a Betel a pecar, en Guilgal pecad de firme:
ofreced por la maana vuestros sacrificios
y a tercer da vuestros diezmos;
ofreced zimos, pronunciad la accin de gracias,
anunciad dones voluntarios,
que eso es lo que os gusta, israelitas
-orculo del Seor-" (Am 4, 4-5).
De un sacerdote del antiguo Israel cabe esperar una exaltacin del culto, lainvitacin a frecuentar los grandes santuarios, cumpliendo todos los ritos prescritos o
aconsejados. Ams indica que todo eso responde slo al capricho de los hombres ( eso
es lo que os gusta, israelitas), no a la voluntad de Dios. La lleva a cabo, y despus de
firmar el contrato ora al Seor, pidindole al final la explicacin de este misterio:
"Ay, mi Seor! T hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, con brazo
extendido, nada es imposible para ti. T eres leal por mil generaciones, pero
castigas el pecado de los padres en los hijos que les suceden. Dios grande y
esforzado, cuyo nombre es Seor de los ejrcitos. Grande en ideas, poderoso en
acciones, cuyos ojos estn abiertos sobre los pasos de los hombres, para pagar a
cada uno su conducta, lo que merecen sus acciones. T hiciste signos y prodigiosen Egipto un da como hoy, en Israel y entre todos los hombres, y te has ganado
fama que dura hasta hoy. Sacaste de Egipto a tu pueblo, Israel, con prodigios y
portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran terror. Les diste esta
tierra, que habas jurado a sus padres darles, tierra que mana leche y miel, y
entraron a poseerla. Pero ellos no te obedecieron, no procedieron segn tu ley,
no hicieron lo que les habas mandado hacer; por eso les enviaste todas estas
desgracias. Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad
est entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y
la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo ests viendo. Y t, Seor, me dices:
'Cmprate el campo con dinero, ante testigos', mientras la ciudad cae en manos
de los caldeos" (Jr 32,16-25).
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La respuesta a esta oracin viene poco despus, cuando Dios comunica al profeta
que la compra del campo contiene un mensaje de esperanza: a pesar de las
circunstancias actuales, se comprarn campos en esta tierra, de la que deca: 'Est
desolada, sin hombres ni ganados, y cae en manos de los caldeos' (32, 43).
Ms discutible es que el orculo de salvacin pertenezca al mbito del culto.Quiz su contexto primitivo fuese el de la guerra, cuando un sacerdote o profeta
anunciaba la victoria en nombre de Dios y animaba no tener miedo. Este gnero es muy
utilizado por Deuteroisaas, del que entresaco un ejemplo:
"T, Israel, siervo mo; Jacob, mi elegido;
estirpe de Abrahn, mi amigo.
T, a quien cog de los confines del orbe,
a quien llam de sus extremos,
a quien dije: T eres mi siervo,
te he elegido y no te he rechazado.
No temas, que yo estoy contigo;no te angusties, que yo soy tu Dios:
te fortalezco, te auxilio,
te sostengo con mi diestra victoriosa.
Mira, se avergonzarn derrotados
los que se enardecen contra ti;
sern aniquilados y perecern
los que pleitean contra ti;
los buscars sin encontrarlos
a los que pelean contra ti;
sern aniquilados, dejarn de existir
los que guerrean contra ti.Por que yo, el Seor, tu Dios,
te agarro de la diestra,
y te digo: No temas, yo mismo te auxilio.
No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel,
yo mismo te auxilio -orculo del Seor-,
tu redentor es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado:
trillars los montes y los triturars,
hars paja de las colinas;
los aventars, y el viento los arrebatar,
el vendaval los dispersar;
y t te alegrars con el Seor,
te gloriars del Santo de Israel" (Is 41, 8-16).
c) Gneros tomados del mbito judicial.
A veces se emplea el discurso acusatorio, la requisitoria, la formulacin casustica,
o algunos elementos de estos gneros para insertarlos en un contexto ms amplio. Por
ejemplo, el discurso de Ez 22,1-16:
"Y t, hijo de Adn, juzga,
juzga a la ciudad sanguinaria,denuncindole todas sus abominaciones,
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diciendo: Esto dice el Seor:
Ciudad que derrama sangre dentro de s,
acelerando su trmino,
y que se ha contaminado fabricndose dolos (...).
Mira, prncipes de Israel hay en ti
que actan a su arbitrio hasta derramar sangre.Al padre y a la madre desprecian en ti,
al forastero lo oprimen en ti,
al hurfano y a la viuda los explotan en ti (...).
Hay en ti gente que calumnia hasta derramar sangre (...).
En ti se practica el soborno hasta derramar sangre."
Son las acusaciones tpicas de un fiscal en un proceso.
En este contexto se sita tambin lo que llama Schulz declaracin jurdico-
sacral, esencial en Ezequiel: la enumeracin de una serie de comportamientos justos
termina con la declaracin de que esa persona merece vivir (en contra del discurso
acusatorio, que implica, al menos en ciertos casos, la condena a muerte):
"El hombre que es justo,
que observa el derecho y la justicia,
que no come en los montes
y no levanta sus ojos a los dolos
de la casa de Israel;
que no profana a la mujer de su prjimo
ni se llega a la mujer en su regla;
que no explota a nadie,
devuelve la prenda empeada,
no roba,
da su pan al hambriento y viste al desnudo;
que no presta con usura ni acumula intereses;
que aparta su mano de la iniquidad
y juzga imparcialmente los delitos,
que camina segn mis preceptos
y guarda mis mandamientos, cumplindolos fielmente,
ese hombre es justo. Vivir -orculo del Seor-" (Ez 18, 5-9).
Este mismo espritu jurdico, tan acentuado en algunos textos de Ezequiel, es el
que le lleva a una serie de formulaciones casusticas. El texto que acabamos de citar
contina:
"Si ste engendra un hijo criminal y homicida,
que quebranta algunas de estas prohibiciones
o no cumple todos estos mandatos (...)
morir ciertamente
y ser responsable de sus crmenes.
Y si ste engendra un hijo,
que a pesar de haber visto
los pecados de su padre no los imita ()
ese hombre no morir por la culpa de su padre."
Entre los gneros tomados del mbito judicial uno de los que ms ha interesado a
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los comentaristas es el de la requisitoria proftica (rb). En pginas posteriores
incluiremos Miq 6, 1-8, ejemplo tpico de este gnero.
d) Gneros tomados de la vida diaria.
Incluyo en este apartado una serie de cantos que surgen en las ms diversassituaciones de la vida: el amor, el trabajo, la muerte, etc. La famosa cancin de la
via de Isaas es presentada por el profeta como una cancin de amor:
"Voy a cantar en nombre de mi amigo
un canto de amor a su via:
Mi amigo tena una via en frtil collado.
La entrecav, la descant y plant buenas cepas;
construy en medio una atalaya y cav un lagar.
Y esper que diese uvas, pero dio agrazones.
Pues ahora, habitantes de Jerusaln,
hombres de Jud,por favor, sed jueces entre m y mi via.
Qu ms caba hacer por mi via
que yo no lo haya hecho?
Por qu, esperando que diera uvas, dio agrazones?
Pues ahora os dir a vosotros
lo que voy a hacer con mi via:
quitar su valla para que sirva de pasto,
derruir su cerca para que la pisoteen.
La dejar arrasada:
no la podarn ni la escardarn,
crecern zarzas y cardos;prohibir a las nubes que lluevan sobre ella.
La via del Seor de los ejrcitos
es la casa de Israel,
son los hombres de Jud su plantel preferido.
Esper de ellos derecho,
y ah tenis: asesinatos;
esper justicia, y ah tenis: lamentos" (Is 5, 1-7).
Ezequiel nos ofrece un ejemplo de cancin de trabajo domstico, realizado por
un ama de casa, que le servir para aplicarla al futuro de Jerusaln:
Pon la olla, ponla, echa en ella agua;
echa en ella tajadas,
las mejores tajadas, pernil y espaldilla;
llnala de huesos escogidos.
Coge lo mejor del rebao;
luego apila debajo la lea,
cuece las tajadas en la olla
y hierve los huesos ()
Ay, ciudad sanguinaria!
Yo mismo agrando la pira,
arrimo ms lea, enciendo la hoguera,consumo la carne, saco el caldo
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y los huesos se queman" (Ez 24,3-5.9-10).
En otra ocasin encontramos un canto a la espada:
"Espada, espada afilada y adems bruida!Afilada para degollar, bruida para fulgurar.
La llevaron a bruir antes de empuarla;
ya est afilada la espada, ya est bruida
para ponerla en manos del sicario.()
Que se duplique la espada, que se triplique;
la espada de los acribillados,
la espada grande acribilla,
que los tiene acorralados ()
Da estocadas a diestra y tajos a siniestra;
donde tu hoja sea requerida" (Ez 21,13-21).
Entre estos cantos que surgen en distintos momentos de la vida, el ms importante
y frecuente es la elega, entonada con motivo de la muerte de un ser querido, que los
profetas utilizan para presentar la trgica situacin de su pueblo en el presente o en el
futuro. La ms antigua y concisa la encontramos en Ams:
"Cay para no levantarse la doncella de Israel,
est arrojada en el suelo y nadie la levanta.
Pues as dice el Seor a la casa de Israel:
La ciudad de donde partieron mil se quedar con cien;
de donde partieron cien, se quedar con diez" (Am 5,2-3).
Elementos elegacos y alegricos se unen en este otro texto de Ezequiel para
describir la situacin de los ltimos reyes judos:
"Entona esta elega por los prncipes de Israel:
Qu leona tu madre en medio de leones!
Tumbada entre leoncillos amamantaba a sus cachorros.
Cri a uno de sus cachorros, que se hizo leoncillo
y aprendi a desgarrar la presa, devorando hombres.
Reclutaron gente contra l, lo atraparon en la fosa,
y con ganchos se lo llevaron a la tierra de Egipto.Y viendo desvanecida y burlada su esperanza,
tom otro de sus cachorros y lo hizo leoncillo.
Merodeaba entre los leones hecho ya un leoncillo;
haca estragos en los palacios y arrasaba las ciudadelas;
tena el pas y sus moradores amedrentados con sus rugidos.
Cargaron contra l los pueblos y lo atraparon en la fosa.
Con clera y con ganchos lo llevaron al rey de Babilonia;
enjaulado se lo llevaron para que no volviera a orse su rugido
en las montaas de Israel" (Ez 19,1-9).
Muy relacionados con el mbito vital de la elega se encuentran los ayes. Ayay, es uno de los gritos entonados por las plaideras cuando acompaan el cortejo
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fnebre. Los profetas utilizan este gnero para indicar que determinadas personas (ms
bien grupos) se encuentran a las puertas de la muerte por sus pecados:
"Ay de los que aaden casas a casas
y juntan campos con campos,
hasta no dejar sitio,y vivir ellos solos en medio del pas!
Lo ha jurado el Seor de los ejrcitos:
Sus muchas casas sern arrasadas,
sus palacios magnficos quedarn deshabitados,
diez yugadas de via darn slo un tonel,
una carga de simiente dar una canasta (Is 5,7-10).
Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal,
que tienen las tinieblas por luz
y la luz por tinieblas,
que tienen lo amargo por dulcey lo dulce por amargo! (Is 5,20).
Ay del que acumula bien ajeno,
por cunto tiempo?
y amontona objetos empeados!
De pronto se alzarn tus acreedores,
despertarn y, sacudindote bien, te desvalijarn;
porque saqueaste a tantas naciones,
los dems pueblos te saquearn;
por tus asesinatos y violencias
en pases, ciudades y poblaciones" (Hab 2, 7-8).
e) Gneros estrictamente profticos.
Dos casos merecen especial atencin: el orculo de condena dirigido a un
individuo y el orculo de condena contra una colectividad. Ambos constan de diversos
elementos, pero son esenciales la denuncia del pecado y el anuncio del castigo. En las
tradiciones de Elas encontramos ejemplos significativos. Cuando el rey Ajab se ha
apoderado de la via de Nabot tras su asesinato, el profeta le sale al paso para
interpretarlo:
"Has asesinado y encima robas? Por eso, as dice el Seor: En el mismositio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, tambin a ti los perros te
lamern la sangre" (1 Re 21,17ss).
En otra ocasin, el rey Ocozas, enfermo, enva a consultar a un dios pagano.
Elas interviene de nuevo:
"Es que no hay rey en Israel para que mandes a consultar a Belceb? Por
eso, as dice el Seor: No te levantars de la cama donde te has acostado.
Morirs sin remedio" (2 Re 1,3-4).
Esta formulacin tan sucinta la encontramos tambin en Ams cuando se enfrentacon el sumo sacerdote de Betel, Amasas:
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"Escucha la palabra del Seor. T dices: "No profetices". Pues, bien, as
dice el Seor: Tu mujer ser deshonrada, tus hijos e hijas caern a espada; tu
tierra ser repartida a cordel, t morirs en tierra pagana" (Am 7, 16-17).
En estos tres casos, aunque las situaciones son muy distintas, se emplea siempre la
misma estructura. Denuncia (asesinar y robar, consultar a Belceb, prohibirprofetizar) y anuncio del castigo (que es siempre la pena de muerte), precedido por la
llamada frmula del mensajero (as dice el Seor).
Como indica Wextermann, nos encontramos en un ambiente de juicio, con una
falta, un juez y una sentencia. La falta denunciada consiste en la transgresin del
antiguo derecho divino. El juez es siempre el mismo Dios, guardin del derecho, que
puede actuar incluso contra el rey, su vasallo. La sentencia es en los tres casos la pena
de muerte. Pero el mensajero (Elas o Ams) no posee poder ejecutivo y el efecto de la
sentencia queda en suspenso (al contrario de lo que ocurre en la maldicin mgica, que
se supone de efecto inmediato); tendr lugar ms tarde, dentro de un plazo relativamente
breve.
De lo anterior no debemos deducir que el profeta, al condenar a un individuo, se
atenga siempre a este mismo esquema, sin poder modificarlo. A veces recurre a
metforas para desarrollar el anuncio del castigo, como hace Isaas en su orculo contra
el mayordomo de palacio, Sobna:
"As dice el Seor de los ejrcitos:
Anda, ve a ese mayordomo de palacio, a Sobna,
que se labra en lo alto un sepulcro
y excava en la piedra una morada:
Qu tienes aqu, a quin tienes aqu,que te labras aqu un sepulcro?
Mira: el Seor te aferrar con fuerza
y te arrojar con violencia,
te har dar vueltas y vueltas como un aro,
sobre la llanura dilatada.
All morirs, all pararn tu carroza de gala,
baldn de la corte de tu seor" (Is 22, 15-18).
El orculo de condenacin individual es breve, directo, se pronuncia en presencia
del interesado, que escucha la sentencia. El orculo de condenacin colectiva se dirige a
todo el pueblo, a un grupo o a las naciones extranjeras y aparece como un desarrollo delanterior, con un horizonte ms amplio.
La acusacin abarca una multitud o una serie de faltas. Generalmente consta de
dos miembros: el primero denuncia de forma general, el segundo ataca un pecado
concreto. Por ejemplo:
"A Damasco, por tres delitos
y por cuatro, no le perdonar.
Porque trill a Galaad
con trillos de hierro (Am 1,3).
A Gaza, por tres delitos
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y por cuatro, no le perdonar.
Porque hicieron prisioneros en masa
y los vendieron a Edom" (Am 1,6).
El anuncio del castigo tambin tiene dos partes: intervencin de Dios y
consecuencias:
"Romper los cerrojos de Damasco
y aniquilar a los jefes de Valdelito
y al que lleva cetro en Casa Delicias,
y el pueblo sirio ir desterrado a Quir" (Am 1,5).
El orculo individual es vivo, inmediato; el colectivo se vuelve ms literario y, con
ello, ms libre y extenso. La creatividad del profeta le induce a introducir cambios en la
estructura fundamental. Por ejemplo, no es raro que invierta el orden de los elementos,
situando el anuncio de castigo antes de la acusacin, o las consecuencias antes de la
intervencin de Dios. Esta misma creatividad hace que el profeta ample a veces elesquema primitivo, hasta el punto de que en Jeremas y Ezequiel resulta casi
irreconocible.
En tan pocas pginas no se puede describir la riqueza del lenguaje proftico. Por
otra parte, nos hemos limitado a los gneros que emplean, sin descender a otros detalles
estilsticos quiz ms importantes, pero que habra que analizar caso por caso. Un lector
con sensibilidad literaria habr advertido en lo anterior numerosos detalles de inters y
encontrar otros muchos en las pginas que siguen.
5. Los medios de comunicacin:
2) Las acciones simblicas
Para transmitir su mensaje, los profetas no se limitan a la palabra. A veces la
acompaan de gestos y acciones para darle ms fuerza. Partamos de un ejemplo
concreto.
"Un da sali Jerobon de Jerusaln y el profeta Ajas de Sil, envuelto en
un manto nuevo, se lo encontr en el camino; estaban los dos solos, en
descampado. Ajas agarr su manto nuevo, lo rasg en doce trozos y dijo a
Jerobon: Cgete diez trozos, porque as dice el Seor, Dios de Israel: Voy a
arrancarle el reino a Salomn y voy a darte a ti diez tribus" (1 Re 11,29-31).
Para qu destrozar un manto nuevo? O descuartizar una pareja de bueyes (1 Sm
11,6-7)? O tirar unas flechas por la ventana (2 Re 13, 14-19), cargar con un yugo al
cuello (Jr 27, 1-3.12), o dibujar una ciudad en un ladrillo (Ez 4, 1-3)? Para una
mentalidad prctica, la accin simblica parece una prdida absurda de tiempo, energas
y dinero. Podra haberse transmitido el mismo mensaje sin necesidad de ese despilfarro.
Sin embargo, no es as. Las palabras seran las mismas. Pero la fuerza expresiva,
la capacidad de atraer la atencin del oyente, es mucho mayor en la accin simblica.
Visualizan algo que las palabras slo pueden enunciar con frialdad. Se meten por los
ojos.
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Quiz por ello los profetas emplearon a veces este tipo de acciones, aunque
tenemos la impresin de que estuvieron bastante condicionados por el gusto de la poca.
Por ejemplo, entre los profetas del siglo VIII es difcil encontrarlas, mientras son
frecuentes en Jeremas y Ezequiel, profetas de finales del siglo VII y comienzos del VI.
Esto demuestra que la importancia de las acciones simblicas es relativa; juegan un
papel secundario dentro del modo de expresarse de los profetas. A pesar de todo merecela pena conocerlas ms de cerca.
En la mayora de los relatos sobre acciones simblicas podemos encontrar, segn
Fohrer, seis elementos:
La orden de ejecutarla; viene siempre de Dios y este mandato, introducido por lafrmula del mensajero (as dice el Seor), es para el profeta un elemento decisivo, que
exige obediencia.
El relato puede ser muy variado; en ms de la mitad de los casos no se cuenta la
ejecucin de la accin simblica, se da por supuesta.
La interpretacin se da mediante palabras que desvelan el sentido de lo realizado;este elemento es esencial, para evitar interpretaciones errneas.
Los testigos oculares. Si exceptuamos ciertos casos de Jeremas y Ezequiel,aparecen mencionados con mucha frecuencia; cuando faltan es por buenas razones,
como en la mudez de Ezequiel, que slo tiene sentido para el profeta.
El compromiso de Dios a ejecutar lo simbolizado.
El nexo entre la accin simblica y lo simbolizado.
No siempre se dan todos los elementos. Pero esto es secundario. Lo importante es
conocer algunos ejemplos concretos.
El Seor me dijo: Vete a comprar una jarra de loza; acompaado de algunos
concejales y sacerdotes, sal hacia al valle de Ben Hinnn, adonde la Puerta de los
Cascotes, y proclama all lo que te dir. Rompe la jarra en presencia de tus
acompaantes y diles: As dice el Seor de los ejrcitos: Del mismo modo
romper yo a este pueblo y a esta ciudad; como se rompe un cacharro de loza y
no se puede recomponer(Jr 19, 1-2.10-11).
Se trata de un caso interesante, en el que todos los elementos quedan incluidosdentro de la orden de Dios; en ella se habla de la presencia de testigos, se interpreta el
sentido de la accin, el Seor se compromete a cumplir lo simbolizado y existe relacin
entre la accin simblica y el futuro anunciado (romper la jarra, romper a la ciudad).
Slo falta el relato de la realizacin, que el profeta considera innecesario.
A continuacin nos fijaremos en una cadena de acciones simblicas realizadas por
Ezequiel, todas ellas relacionadas entre s, y que encuentran un final sorprendente en la
interpretacin. El texto, que ha sufrido numerosos aadidos y comentarios, lo reduzco a
su probable formulacin primitiva:
"Y t, hijo de Adn, coge un adobe,pntelo delante y graba en l una ciudad,
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ponle cerco, construye torres
de asalto contra ella,
y haz un terrapln contra ella;
pon tropas contra ella
y emplaza arietes a su alrededor(4,1-2).
Y t, coge trigo y cebada,
alubias y lentejas, mijo y escanda;
chalo todo en una vasija
y con ello hazte de comer.
Comers tasado tu alimento:
una racin diaria de ocho onzas (=250 gramos),
a una hora fija la comers.
Bebers el agua medida:
la sexta parte de una cantarilla,
a una hora fija la bebers (4,9-11).
Y t, hijo de Adn, coge una cuchilla afilada,
coge una navaja barbera
y psatela por la cabeza y por la barba.
Despus coge una balanza y haz porciones.
Un tercio lo quemars en la lumbre
en medio de la ciudad
un tercio lo sacudirs con la espada,
un tercio lo esparcirs al viento (5,1-2).
Dirs a la casa de Israel:
Esto dice el Seor:
Se trata de Jerusaln:
la puse en el centro de los pueblos,
rodeada de pases,
y se rebel contra mis leyes y mandatos
pecando ms que otros pueblos,
ms que los pases vecinos.
Por eso, as dice el Seor:
Aqu estoy contra ti para hacer justicia en ti
a la vista de todos los pueblos.
Por tus abominacioneshar en ti cosas que jams hice
ni volver a hacer.
Te har escombros a la vista de los que pasen.
Sers escarnio y afrenta para los pueblos vecinos,
cuando haga en ti justicia con castigos terribles.
Yo, el Seor, lo he dicho" (5,5-6.8-9.14-15).
Hay que colocarse en la situacin que presupone el libro. Ezequiel se encuentra
deportado en Babilonia, junto con otros paisanos judos. Estos esperan que su trgica
situacin pase pronto y puedan volver a la tierra prometida. Lo inimaginable es que
Jerusaln pueda sufrir una nueva desgracia. En este ambiente, Ezequiel comienza suaccin cogiendo un ladrillo y grabando en l el escueto plano de una ciudad, que luego
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asedia con torres, terraplenes y tropas. Como un nio que juega con sus ejrcitos de
plstico. Los espectadores saben que no se trata de un juego de nios. Y piensan que
esa ciudad sitiada debe ser su mortal enemiga, Babilonia. El profeta no dice nada.
Sigue con una nueva accin relacionada con el asedio: el hambre. Y aade una tercera,
que sugiere las terribles consecuencias de la cada de la ciudad: un tercio de la
poblacin muere en el incendio, un tercio muere a espada, un tercio se dispersahuyendo. Los paisanos han comprendido la relacin entre las distintas acciones. Pero
seguro que las han interpretado mal, depositando en ellas falsas esperanzas. Por eso es
imprescindible la interpretacin, que evita los malentendidos: Se trata de Jerusaln.
Las palabras siguientes no se detienen en explicar el sentido de las acciones, obvio para
los espectadores, sino en justificar la actitud de Dios con la capital.
En los pasajes anteriores predomina el elemento visual. A veces, el relato de la
accin simblica adquiere un tinte ms literario u oratorio, con claro predominio de la
palabra. Es lo que ocurre en este otro texto de Ez 21, 24-27:
"Y t, hijo de Adn, traza dos rutas para la espada del rey de Babilonia; lasdos arrancarn del mismo pas. Pon una seal en el arranque de cada ruta para
la espada: 'A Rabat de los amonitas; a Jud, que tiene en Jerusaln su plaza
fuerte'. Ha hecho alto el rey de Babilonia en la bifurcacin de la calzada, donde
se dividen las dos rutas, para consultar el vaticinio: baraja las flechas, pregunta a
los dolos, inspecciona el hgado. Ya tiene en su mano derecha el vaticinio: A
Jerusaln! A prorrumpir en alaridos y lanzar gritos de algazara, a emplazar
arietes contra las puertas, a hacer un terrapln y construir torres de asalto!"
De nuevo juega el profeta con el elemento sorpresa. El rey de Babilonia est a
punto de comenzar su campaa anual. Y se le trazan dos posibilidades: contra los
amonitas, contra los judos. Los espectadores esperan lo primero. En este momento, laaccin simblica se convierte en descripcin literaria, con tensin creciente. El lector
contiene el aliento cuando el rey hace alto en la bifurcacin de la calzada. Es preciso
leer el texto despacio, dando tiempo a la imaginacin para ver cmo se barajan las
flechas, se consulta a los dolos, se inspecciona el hgado de un animal muerto. Hasta
que, finalmente, se obtiene la respuesta, contraria a los deseos del espectador: A
Jerusaln! Magnfico ejemplo de la libertad con que emplean los profetas las
estructuras literarias habituales.
En los ejemplos citados, se emplean elementos externos para simbolizar algo: un
adobe, alimentos de diverso tipo, un cinturn de lino. Hay casos en que la misma
persona del profeta se convierte en objeto central de la accin. Es lo que le ocurre aIsaas en el relato del captulo 20. Para entenderlo conviene cambiar el orden de los
versos, restituyendo su orden cronolgico. Todo comienza con un mandato impensable
de Dios: -Anda, destate el sayal de la cintura, qutate las sandalias de los pies. El lo
hizo y anduvo desnudo y descalzo.
Es difcil imaginar a un personaje como Isaas, tan sobrio y casi hiertico,
paseando de esta forma por Jerusaln durante meses y meses. Qu quiere expresar con
ello? La respuesta tiene lugar mucho ms tarde:
El ao en que el general enviado por Sargn, rey de Asiria, lleg a Azoto, la atac
y la conquist. Entonces el Seor habl por Isaas, hijo de Ams:
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Como mi siervo Isaas ha caminado desnudo y descalzo durante tres aos, como
signo y presagio contra Egipto y Cus [= Etiopa], as el rey de Asiria conducir a
los cautivos de Egipto y a los deportados de Cus, jvenes y viejos, descalzos y
desnudos. Sentirn miedo y vergenza por Cus, su confianza, y por Egipto, su
orgullo. Y aquel da los habitantes de esta costa dirn: Ah tenis a los que eran
nuestra confianza, a los que acudamos en busca de auxilio para que nos librarandel rey de Asiria; pues nosotros, cmo nos salvaremos?
Nos encontramos en el ao 715 a.C. cuando Isaas comienza su accin simblica.
Desde el 734, Jud est pagando tributo a Asiria. Polticos y pueblo desean liberarse de
ese yugo. Cuentan con la ayuda de egipcios y etopes para levantarse contra sus
dominadores. Pero Isaas desconfa de ellos y adopta la costumbre de marchar por
Jerusaln desnudo y descalzo, igual que los prisioneros de guerra. El sentido queda
claro dos aos ms tarde, 713, cuando las tropas asirias conquistan Azoto, demostrando
con ello su superioridad. La rebelin es un locura, como ha estado sugiriendo Isaas
desde el comienzo.
Otras veces es la forma de vida del profeta, o ciertas actitudes concretas, las que se
convierten en smbolo de un trgico futuro. Es lo que ocurre en la triple orden que
recibe Jeremas de Dios (16, 1-9):
Me vino la palabra del Seor:
No te cases, no tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque as dice el Seor a los
hijos e hijas nacidos en este lugar, a las madres que los parieron, a los padres que
los engendraron en esta tierra: Morirn de muerte cruel, ni sern llorados ni
sepultados (...).
As dice el Seor:
No entres en casa donde haya luto,
no vayas al duelo, no les des el psame,
porque retiro de este pueblo -orculo del Seor-
mi paz, misericordia y compasin.
Morirn en esta tierra grandes y pequeos,
no sern sepultados ni llorados,
ni por ellos se harn incisiones
o se raparn el pelo;
no asistirn al banquete fnebrepara darle el psame por el difunto,
ni les darn la copa del consuelo
por su padre o su madre.
No entres en la casa
donde se celebra un banquete
para comer y beber con los comensales;
porque as dice el Seor de los ejrcitos,
Dios de Israel:
Yo har cesar en este lugar,
en vuestros das, ante vosotros,
la voz alegre, la voz gozosa,la voz del novio, la voz de la novia.
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Para completar estas ideas sobre las acciones simblicas nos fijaremos en dos
cuestiones:
a) Se trata de acciones reales o de ficcin literaria?Algunos autores consideran de inters secundario esta pregunta. A principios de
siglo escriba Tobac: Sea real o ficticia la accin simblica, el resultado desde el punto
de vista de la enseanza es sensiblemente el mismo, y no perdemos mucho al no poder
determinar siempre con exactitud su carcter. Van den Born tambin subraya que para
el fin esencial simbolizar lo que Dios har no es imprescindible que se ejecute la
accin. Es suficiente contarla. Sin embargo, otros comentaristas consideran muy
probable que fuesen llevadas a cabo. Segn Fohrer, no existen motivos vlidos para
dudar de la historicidad de los relatos y ofrece en favor de ella los siguientes
argumentos:
- el mandato divino es tan serio que se supone que el profeta lo cumplir; aunque en
ms de la mitad de los casos no se cuente la ejecucin de la orden, esto no prueba
que se trate de ficciones literarias;
- el hecho de que los espectadores exijan a Ezequiel una interpretacin de sus acciones
demuestra que stas son reales.
- los relatos ofrecen pormenores de la vida diaria;
- la accin simblica debe ser un signo para el pueblo, y esto requiere que sean
llevadas a cabo;
- muchas acciones se realizan en circunstancias histricas concretas y muy
importantes.
Estoy bsicamente de acuerdo con Fohrer, pero no tendra inconveniente en
admitir que algunas de ellas son mera creacin literaria.
b) Accin simblica y magia.
Para algunos comentaristas, como Van de Born, las acciones simblicas de los
profetas son los ltimos vestigios de las prcticas mgicas. Fohrer lo niega por los
siguientes motivos:
- El origen de la accin simblica es una orden de Dios y no el deseo del profeta ni la
voluntad de otros hombres. Es raro que falte este mandato.
- La interpretacin que da el profeta demuestra que la accin simblica no se asemeja
a la magia, que opera por su propia fuerza. Ordinariamente, la accin mgica
carece de interpretacin.
- La garanta divina de que ejecutar lo simbolizado la diferencia an ms de la
magia, donde nunca estamos seguros del resultado. En la accin simblica, el
elemento mgico queda dominado, porque es el poder de Dios el que opera en larealidad humana.
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- Los profetas no deseaban las calamidades simbolizadas; en los magos ocurre lo
contrario.
- La magia procede generalmente con un ritual complicado, del que no encontramos
huella en los profetas.
- La accin mgica pretende modificar el curso del destino. La simblica, por el
contrario, revelar los planes de Dios; no intenta modificarlos, sino que el hombre se
someta a ellos.
Entre la magia y el profetismo bblico existe todo el abismo que separa la
voluntad o el deseo del hombre de la voluntad de Dios, a menudo incondicional. La
religin bblica constituye probablemente la confrontacin ms decisiva con la magia
que conoci la Antigedad. Representa la oposicin decidida a las recetas humanas para
evadirse de la gracia divina, protectora y creadora de un mundo nuevo (Ramlot).
* * *
Nuestro conocimiento de los profetas de Israel se basa en dos clases de
documentos: los relatos contenidos en los libros de Samuel, Reyes y Crnicas y los
llamados libros profticos. Los problemas que plantean son muy distintos y conviene
conocerlos aunque sea de forma somera.
6. Las narraciones sobre profetas
Nos ponen en contacto con numerosos personajes (reales o ficticios) de inters
para los primeros siglos del profetismo y con otros posteriores que no dejaron obra
escrita. Son los siguientes:
Samuel (1 Sm 1-3; 7-13; 15-16; 28,3-5).
Gad (1 Sm 22,5; 2 Sm 24).
Natn (2 Sm 7; 12; 1 Re 1,11-48).
Ajas de Sil (1 Re 11, 29-39; 14,1-8).
Samayas (1 Re 12,21-24; 2 Cr 12,5-8).
Un profeta annimo (1 Re 13).
Jeh, hijo de Janan (1 Re 16,1-4; 2 Cr 19,1-3).
Un profeta annimo (1 Re 20,13-28).
Uno de la comunidad de profetas (1 Re 20, 35-43).
Miqueas ben Yiml (1 Re 22).Elas (1 Re 17-19; 21; 2 Re 1)
Eliseo (2 Re 2; 3,4-27; 4,1-8,15; 9,1-10; 13,14-21).
Julda (2 Re 22,13-20).
Azaras, hijo de Oded (2 Cr 15,1-8).
Janan (2 Cr 16,7-10)
Yajziel (2 Cr 20, 13-17)
Azaras, hijo de Yehoyad (2 Cr 24,17-22)
Un profeta annimo (2 Cr 25,5-10).
Otro profeta annimo (2 Cr 25,5-10).
Otro profeta annimo (2 Cr 25,14-16).
Oded (2 Cr 28,9-13).
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Una lectura rpida de estos textos bastara para advertir grandes diferencias entre
ellos. A veces se trata de notas brevsimas; en otros se cuentan simples ancdotas;
algunos presentan los hechos con sentido dramtico y profundidad religiosa. Cada vez
existe menos unanimidad en la forma de clasificarlos. Pero, sin entrar en profundidades,al lector puede ayudarle la divisin en tres grupos propuesta por Jepsen:
a) Un primer bloque de textos presenta a estos profetas a la luz de la historia,
destacando su inters por la poltica exterior o interior; el profeta aparece como un
hombre que aconseja al rey o le reprende, interviene en la guerra, fomenta la subida al
trono de un personaje, etc. Por ejemplo, cuando el profeta Gad aconseja a David que
abandone el refugio del desierto y se asiente en territorio de Jud (1 Sm 22,5), Natn
condena a David por su adulterio y asesinato (2 Sm 12) y ms tarde interviene de
manera decisiva en la subida al trono de Salomn (1 Re 1,15-48); o cuando Eliseo
interviene de forma indirecta en la uncin de Jeh como rey (2 Re 9).
b) El segundo abarca leyendas profticas, embellecidas por la tradicin oral y, en
ciertos casos, inventadas por ella. En este segundo grupo tiene ms importancia el ideal
del profeta que la realidad histrica. Aunque algunos de estos textos se fijan en
intervenciones polticas de los profetas, su inters se centra en el aspecto humano,
especialmente en sus numerosos milagros. Es tpico de muchos de estos relatos
subrayar el poder proftico de adivinacin. Es conveniente advertir que estos relatos no
siempre contienen datos histricos para evitar interpretaciones errneas. En su libro
Por qu no soy cristiano? aduce Bertrand Russel la siguiente tradicin proftica:
Subi Eliseo desde Jeric a Betel, y segn suba por el camino salieron del
poblado unos chiquillos, que se burlaban de l:
Sube, calvo! Sube, calvo!
Eliseo se volvi, se les qued mirando y los maldijo invocando al Seor.
Entonces salieron de la espesura dos osas que despedezaron a cuarenta y dos de
aquellos nios (2 Re 2,23-24).
Si se interpreta el relato al pie de la letra, como un hecho histrico, es para
escandalizar a cualquiera y decidir, como Russel, no creer en ese Dios. Pero lo que
tenemos ante nosotros es una simple leyenda que intenta inculcar respeto a la persona
del profeta y subrayar el poder de su palabra. Desde luego, la leyenda es bastantedesafortunada; corresponde a una concepcin religiosa muy primitiva, nada semejante a
la cristiana. Y tambin es de tremenda ingenuidad. Porque dos osas podrn matar a
cuatro o cinco nios; los restantes habran huido inmediatamente. Quien invent la
historia entenda muy poco de osas y mucho menos de nios. Y lo que es peor, tampoco
conoca bien a Eliseo, ese personaje tan preocupado por la gente pobre y sencilla, a los
que alimenta, cuida y protege. Habra sido incapaz de maldecir a unos nios porque se
burlasen de l. Este ejemplo nos demuestra que las tradiciones de este grupo debemos
leerlas con ciertas reservas desde el punto de vista histrico y no escandalizarnos ni
entusiasmarnos demasiado con ellas.
c) El tercer grupo est formado por discursos de profetas, que sintentizan en pocaspalabras su mensaje; quiz porque estos hombres slo tuvieron una o dos
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intervenciones, quiz porque no se conserv nada ms de ellos. Pero tambin es posible
que tales discursos fuesen creados por los historiadores posteriores, para ir dando una
visin teolgica de los acontecimientos o para justificar en nombre de Dios
determinados hechos posteriores. Un ejemplo tpico lo encontramos en 1 Sm 2,27-36:
"Un profeta se present a El y le dijo:
As dice el Seor: Yo me revel a la familia de tu padre cuando eran
todava esclavos del Faran en Egipto. Entre todas las tribus de Israel me lo eleg
para que fuera sacerdote, subiera a mi altar, quemara mi incieso y llevara el efod
en mi presencia, y conced a la familia de tu padre participar en las oblaciones de
los israelitas. Por qu habis tratado con desprecio mi altar y las ofrendas que
mand hacer en mi templo? Por qu tienes ms respeto a tus hijos que a m,
cebndolos con las primicias de mi pueblo, Israel, ante mis ojos?
Por eso, orculo del Seor, Dios de Israel, aunque yo te promet que tu
familia y la familia de tu padre estaran siempre en mi presencia, ahora orculodel Seorno ser as. Porque yo honro a los que me honran y sern humillados
los que me desprecian. Mira, llegar un da en que arrancar tus brotes y los de
la familia de tu padre, y nadie llegar a viejo en tu familia. Mirars con envidia
todo el bien que voy a hacer; nadie llegar a viejo en tu familia. Y si dejo a
alguno de los tuyos que sirva a mi altar, se le consumirn los ojos y se ir
acabando; pero la mayor parte de tu familia morir a espada de hombres. Ser
una seal para ti lo que les va a pasar a tus dos hijos, Jofn y Fines: los dos
morirn el mismo da.
Yo me nombrar un sacerdote fiel, que har lo que yo quiero y deseo; le
dar una familia estable y vivir siempre en presencia de mi ungido. Y los quesobrevivan de tu familia vendrn a prosternarse ante l para mendigar algn
dinero y una hogaza de pan, rogndole: 'Por favor, dame un empleo cualquiera
como sacerdote para poder comer un pedazo de pan'."
En principio podramos pensar que se trata de un discurso histrico pronunciado
por un profeta desconocido. Nadie debe extraarse de que alguien se levante en nombre
de Dios contra los pecados de la familia del sumo sacerdote El. Pero al final del
discurso encontramos un dato sorprendente: se anuncia que la dinasta sacerdotal de El
ser sustituida por otra que vivir siempre en presencia de mi ungido. Ya que el
ungido es el rey, se habla de una familia sacerdotal al servicio de los monarcas. Pero en
tiempos de El no existe monarqua ni se piensa todava en ella. Se trata, pues, de undiscurso creado posteriormente, cuando ya se saba que la familia de El haba pasado a
segundo plano, siendo sustituda en importancia por la de Sadoc. Esto ocurri muchos
aos ms tarde, cuando Salomn desterr al sacerdote Abiatar, descendiente de El, por
haberse puesto en contra de su nombramiento como rey. El autor de la Historia
deuteronomista (que abarca los libros de Josu, Jueces, Samuel y Reyes) ha creado la
figura de este profeta annimo y le ha puesto un discurso en la boca para anticipar los
acontecimientos y justificarlos como voluntad de Dios.
Este ejemplo no debe provocar en el lector una sospecha absoluta con respecto a
todos los discursos de profetas pertenecientes a este bloque (1 Sm 2,27-36; 13,10-14;
15; 1 Re 11,29-39; 14,1-16; 16,1-4, etc.), pero s precaverle para valorarles rectamente.
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Los grupos de textos que hemos considerado en este apartado son muy
importantes para conocer la historia del profetismo en sus orgenes y primeros siglos de
existencia. Pero la aportacin capital de los profetas se nos ha transmitido en los libros
que analizaremos a continuacin.
7. Los libros profticos: su formacinLa Biblia hebrea incluye en este bloque los libros de Isaas, Jeremas, Ezequiel y
los Doce (Oseas, Joel, Ams, Abdas, Jons, Miqueas, Nahn, Habacuc, Sofonas,
Ageo, Zacaras, Malaquas). La traduccin griega de los Setenta (LXX) realiza algunos
cambios de orden dentro de los Doce (Oseas, Ams, Miqueas, Joel, Abdas, Jons, etc.),
y los sita antes de Isaas. Por otra parte, despus de Jeremas introduce Baruc,
Lamentaciones y la Carta de Jeremas (= captulo 6 de Baruc en muchas ediciones
actuales). Estos aadidos resultan comprensibles: Baruc fue secretario de Jeremas; las
Lamentaciones las atribuyen los LXX a este gran profeta. No es raro que ambas obras
fuesen situadas despus de su libro. En realidad, el libro de Baruc no lo escribi el
discpulo de Jeremas, y las Lamentaciones no son suyas. Pero estos detalles no se
conocan en siglos pasados.
Por ltimo, nuestras ediciones acostumbran incluir entre los libros profticos a
Daniel, aunque los judos lo colocan entre los otros escritos (Ketubim). La decisin
actual parece acertada ya que Daniel es, al menos en parte, el representante ms genuino
de la literatura apocalptica, hija espiritual de la profeca.
El principal problema que plantea esta serie de libros es el de su formacin. La
cuestin es tan complicada que podramos dedicar muchas pginas a un solo libro. Nos
contentaremos con unas ideas generales.
Nosotros estamos acostumbrados a atribuir una obra literaria a un solo autor, sobre
todo, si al principio nos da su nombre, como ocurre en los libros profticos. Pero en este
caso no es cierto que todo el libro proceda de la misma persona. Podemos comenzar
recordando el ejemplo ms sencillo: Abdas. Este profeta no escribi un libro ni un
folleto; una sola pgina con veintin versos resume toda su predicacin. Sera normal
atribuirle estas pocas lneas sin excepcin. No obstante, los comentaristas coinciden en
que los versos 19-20, escritos en prosa, fueron aadidos posteriormente; el estilo y la
temtica los diferencian de lo anterior. Quin insert estas palabras? No lo sabemos.
Quiz un lector que vivi varios siglos
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