juan pablo milanese - repository.icesi.edu.co · nacido como el antecesor de la comunidad andina de...
Post on 16-Oct-2018
224 Views
Preview:
TRANSCRIPT
1
Colombia y Venezuela: interpresidencialismo e integración regional
Juan Pablo Milanese
Introducción
Históricamente Colombia y Venezuela han tenido una relación conflictiva. Sin
embargo, desde finales de los ochenta y sobre todo a principios de los noventa ambos
países establecieron nexos cada vez más estrechos, que se convirtieron en un
prometedor proceso de integración bilateral. Esto no es casual, sobre todo en un
momento histórico en que el poder de las fuerzas centrífugas de la globalización actuó
paralelamente a las fuerzas centrípetas de la regionalización. Dicho acercamiento
procuraba superar los fallidos intentos previos del subcontinente, incluso de la misma
región andina, generando además un importante grado de interdependencia a través de
metas y procedimientos razonablemente aplicables.
Refiriéndose a esta cuestión prestigiosos observadores se manifestaron del
siguiente modo:
Comentaristas especializados, reconocidos dirigentes, congresistas atentos y
académicos de distintas disciplinas, convergen en manifestar y reiterar la
importancia en sentido positivo de los lazos colombo-venezolanos. De allí que la
voluntad y la determinación de Colombia a favor de la integración con Venezuela
se haya tornado en una prioridad definitivamente nacional. Todo lo cual
incrementa el desafío que significa mejorar y reforzar los múltiples y ricos
compromisos entre Bogotá y Caracas. Más aun cuando probablemente sólo caben
Versiones previas del presente trabajo fueron: expuesta en el 20
th International Political Science
Association World Congress, Fukuoka 2006, en el panel Prospects for Regional Integration - presentado
al jurado del congreso en el mes de junio de 2005-, y publicada en Cuadernos del Centro Latinoamericano
de Economía Humana N° 91, CLAEH, Montevideo, diciembre 2005.
2
a ambos países dos alternativas frente al siglo XXI: o, llegan al mismo separados,
siendo así parte de una periferia altamente subdesarrollada; o bien, lo hacen en
forma conjunta, haciendo gravitar a su alrededor los destinos de una región, siendo
así interlocutores de alguna relevancia en el sistema global (Cardona, D. Nasi, C. y
otros 1992: 92).
Dentro de este marco, el presente trabajo pretende analizar el apogeo y la crisis de
dicho proceso de integración incluido dentro de uno de mayor envergadura, aunque
menor profundidad, como el andino que incluye además a Ecuador, Perú y Bolivia. Se
observará además la incidencia directa de los presidentes, por encima del resto de los
actores políticos de ambos países, tanto para impulsar como para detener e incluso,
hacer retroceder al proceso. En este contexto, la participación de los jefes de Estado se
constituyó como el principal mecanismo de promoción, aunque dejó como déficit
principal un precario sistema institucional que no logró contener al esquema de
integración en períodos de desavenencias presidenciales como las que se dieron durante
los últimos años de la década de los noventa y principios de la de 2000. Así se podrá
observar cómo choques de ideologías y personalidades de los primeros mandatarios se
transformaron en el principal obstáculo para el mantenimiento de un proceso que pocos
años atrás se veía prácticamente como ―irreversible‖.
El inicio del proceso integrador en la región andina
Nacido como el antecesor de la Comunidad Andina de Naciones, el Pacto Andino
surgió del Acuerdo de Cartagena en 1969. Inicialmente fue integrado por Colombia,
Ecuador, Perú, Bolivia y Chile (quien se retiraría en 1976), sumándose Venezuela en
1973. Su principal objetivo era la gradual construcción de un Mercado Común de
América Latina surgiendo del fracaso de la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (ALALC). Dentro de este marco, se caracterizó fundamentalmente por dos
elementos centrales como la liberalización del comercio intraregional y la planificación
industrial común.
La idea de sus creadores era que todos los miembros del grupo debían beneficiarse
del cambio de la estructura industrial, por lo que el Tratado establecía un trato
preferencial para los países de menor desarrollo relativo como Bolivia y Ecuador. De
3
este modo, se pretendía que el desarrollo se llevara a cabo en un marco de ―armonía y
equilibrio‖. Si debía existir una planificación subregional no solo debía preocuparse por
la eficacia sino también por la equidad, de modo que era necesario contar con
instituciones que velasen por los intereses del conjunto. En este contexto, aparecieron
dos: en primer lugar la Junta, institución de carácter supranacional cuyas principales
características eran la capacidad técnica de proponer una programación y el poder de
iniciativa; en segundo lugar la Comisión de Representantes de Gobierno, institución
intergubernamental que funcionaba bajo el sistema de voto mayoritario.
Si bien sus resultados fueron satisfactorios en un primer momento su performance
comenzó a decrecer con la inclusión de Venezuela y el alejamiento de Chile1 (Malamud,
A.).2 Por otro lado, el Acuerdo tenía un exceso de disposiciones intrascendentes
respecto del tratamiento a los países de menor desarrollo que entorpecieron el
funcionamiento del bloque. Esto se contraponía a la ausencia de instituciones
fundamentales como un tribunal de solución de controversias, imprescindible dentro de
un acuerdo predominantemente económico (Salgado, 1998).
La solución para superar la crisis planteada se buscó a través de la construcción de
dos nuevas instituciones regionales. Así, en 1979, se constituyeron la Corte de Justicia y
el Parlamento Andino, ambas prácticamente carentes de poder y donde la forma
precedió a la función (Malamud, A., 2002). De este modo, el Pacto cayó en la
inoperatividad de una inútil fachada institucional, agravada por la ausencia de liderazgo
político. Además, si bien el intercambio de mercancías se desarrolló positivamente
estuvo muy lejos de ser un éxito.
Por otro lado, ―[...] la planificación industrial probó ser un fracaso. Los intereses
divergentes sumados a la falta de infraestructura, el escaso entendimiento y
complementación mutua de las economías participantes, se interpusieron en el camino
hacia el crecimiento conjunto‖ (Von Gleich, 1994: 44). Además, las políticas de ajuste
implementadas en la región disminuyeron el nivel de actividad económica y por lo tanto
de importaciones incluyendo las intrarregionales. Esto profundizó la crisis de los
1 Dado lo complejo del esquema en el que se fundamentaba el proceso, dicho evento llevó a la
renegociación de mecanismos básicos del mismo, perturbando el cronograma de integración establecido
inicialmente (Mace, 1988). 2 http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/Doctorado0304/Seminario_Investigacion03/Malamud04.PDF
4
acuerdos ya que dichas disposiciones unilaterales no discriminaron entre socios y no
socios (Fairlie Reinoso, 2002).
El Interpresidencialismo como eje de la integración latinoamericana de los ´90
Ya desde los sesenta la CEPAL reconoció que los costos de la sustitución de
importaciones podían ser altos. Esto impulsó el nacimiento de la visión de desarrollo
hacia un ―modelo mixto‖ que combinaba a la industrialización por sustitución de
importaciones (ISI) con una política de promoción de exportaciones. Éstas fueron las
ideas que permearon el desarrollo de los primeros procesos de integración
latinoamericanos (Ocampo, 2001). A partir de ellas se pensaba superar las limitaciones
del ISI creando un mercado regional ampliado. De este modo se eliminaban las barreras
internas al comercio, sin perder los elevados niveles de protección externa.
Sin embargo, desde el inicio de los mismos comenzó a percibirse un importante
grado de debilidad, o incluso ausencia, de intereses transnacionales que hizo fracasar la
primera oleada.3 De hecho, ya antes de la crisis económica de inicios de los años
ochenta se manifestó claramente que las ambiciones de la integración latinoamericana
estaban en un callejón sin salida (Von Gleich, 1994: 39).
Hacia fines de la década de 1980 surgió en la región un nuevo tipo de metodología
caracterizada por las rebajas arancelarias indiscriminadas, lineales y automáticas
(Vázquez, 2003) en el plano económico y una activa participación de los presidentes en
el plano político. Justamente fueron los presidentes quienes contribuyeron en mayor
medida a configurar la integración regional proveyendo dirección y liderazgo a los
procesos sobre el resto de los actores políticos nacionales como los congresos y otros
que han sido sistemáticamente mantenidos al margen (Malamud, A., 2002).
¿Por qué los presidentes? Porque los presidencialismos latinoamericanos se
caracterizaron históricamente por la concentración del poder en el ejecutivo, más
precisamente en el primer mandatario, bajo una tradición de cultura política personalista
y caudillista (Nohlen, 1991: 42). Como plantea Jonathan Hartlyn (1998: 202) ―[…] tal
como ha demostrado la historia, el presidencialismo ha sido un principio incuestionable
en Colombia […]‖, sumado esto a la tradicional supremacía del presidencialismo
venezolano a pesar de algunas tensiones entre el ejecutivo y el legislativo. De este
3 Esta primera oleada estuvo constituida por casos como la ALALC, la Asociación Latinoamericana de
Integración, el Mercado Común Centroamericano y el Pacto Andino.
5
modo, las presidencias centralizaron una importante cuota de poder respecto del resto de
las instituciones que componen el Estado. Así, con una reducida participación de otros
actores resulta más fácil para el ejecutivo controlar y manipular recursos de poder como
las instituciones, la iniciativa, la información y las ideas (Malamud, A., 2002: 13).
De este modo, la integración se basó en la ―hiperactividad presidencial‖, a partir
de la cual la politización de los procesos ―ahoga‖ la posibilidad de construcción de
cualquier organismo técnico, dejándolo sin margen autónomo de acción. Así, los
presidentes, por sus capacidades institucionales y el papel tradicional de la estructura
presidencial, se constituyen como los principales generadores de reglas. Por lo tanto,
cada demanda, ya sea significativa o irrelevante, se deriva directamente al presidente
(Malamud, A., 2003).
En este contexto, las cumbres presidenciales juegan un papel central ya que,
aunque no son garantía de éxito, potencian la probabilidad de alcanzar resultados
positivos. El presidencialismo virtuoso (que no abusa de los atributos presidenciales en
la conducción de política exterior) encuentra en las cumbres una herramienta
fundamental ya que la presencia de los Jefes de Estado en las negociaciones legitima el
proceso Pero de no funcionar, el fracaso también puede alcanzar una dimensión
extraordinaria. (Deustua, 2004).
Durante los noventa esta modalidad de integración basada en la diplomacia
interpresidencial funcionó de manera positiva, haciendo que la toma decisiones
estratégicas por parte de los presidentes llevase a la resolución de graves crisis
(Malamud, A.). Pero así como el presidencialismo concentracionista pudo haber
impulsado satisfactoriamente la integración con una endeble estructura institucional,
durante gran parte de la década del noventa (Malamud, A., 2002) también resultó
nocivo en períodos de desavenencias entre los gobernantes de los distintos países.
El liderazgo de los presidentes en la construcción de la de la integración andina
Llegados los años noventa renació el interés por la integración, generando nuevos
brios en los viejos procesos latinoamericanos que amenazaban con desaparecer. Así,
dicho término reaparece asiduamente en el discurso de los jefes de Estado, y las metas
6
que durante más de veinte años fueros esquivas comenzaron a transformarse en realidad
(Pardo García Peña, 1992: 5).
Pero estos nuevos casos se construyeron a partir de características absolutamente
diferentes, inspirados en el concepto de nuevo regionalismo. Éste se caracterizó
principalmente por la convergencia de las políticas económicas de la región bajo
preceptos como la apertura unilateral, las privatizaciones y los programas de
estabilización. Dentro de este marco se establecieron: la liberación comercial amplia (lo
esencial del intercambio mutuo a mediano plazo) con rebajas automáticas, el
establecimiento de reglas de origen más elaboradas y complejas, la inclusión de otras
áreas además del comercio, limitación o desaparición del trato diferencial para países
menos desarrollados y la integración orientada por el mercado (Zalduendo, 2002;
Mattos, J, 1999: 91).
Así es como la integración pasó de ser una ―herramienta defensiva‖, dirigida a la
construcción de espacios económicos protegidos, a una dirigida a la apertura de los
mercados. Esta última cuestión dejó de ser una contradicción a las aspiraciones de
integración en la economía mundial cuyo objetivo central comenzó a ser el aumento de
la competitividad. Sin embargo el cambio no se dio exclusivamente en el plano
económico sino también en el institucional. En este aspecto la orientación pro-mercado
favoreció la construcción de una institucionalización reducida centrada en una
estructura intergubernamental con un claro predominio de los presidentes:
Los acuerdos subregionales tradicionales han comenzado a reformar la estructura
institucional que habían heredado del pasado, en tanto que los regímenes más
recientes se basan en acuerdos intergubernamentales más espartanos (Iglesias,
2001: 142).
El caso andino se caracterizó, sin embargo, por la construcción de un andamiaje
institucional amplio (sin que esto signifique que los presidentes no fuesen los
principales impulsores del proceso), aunque solo en términos formales. Cuatro
documentos fundamentales sentarían las bases sobre las que se apoya el renacimiento de
la integración en la región: el Protocolo de Quito, el Acta de Galápagos, el Acta de La
Paz y el Acta de Barahona.
7
A través del Protocolo de Quito (1988), que modificó el Acuerdo de Cartagena, se
flexibilizaron los principales instrumentos económicos como la prórroga de plazos de la
liberalización comercial o la inclusión de la cláusula de nación más favorecida, tanto
hacia adentro como hacia fuera. Sin embargo no fue sino hasta 1989 cuando la región
inició un firme proceso de profundización y apertura. En pocos meses se materializaron
importantes resultados en lo que se refiere a liberalización del comercio recíproco, algo
impensable en las dos décadas anteriores (Salgado, 1998).
Para esto fue esencial la construcción del Consejo Presidencial. Creado en 1990 y
compuesto por los presidentes de los Estados miembro, su función es la de emitir
Directrices sobre distintos ámbitos de la integración subregional, instituyéndose como el
principal órgano del Sistema Andino de Integración (Malamud, A., 7). En este caso la
realización de cumbres interpresidenciales potenció extraordinariamente las
construcción de una suerte de orden regional (Deustua, 2004). Una característica
preponderante de este periodo fue la decisión con que los presidentes intervinieron en la
construcción del nuevo acuerdo. Esta participación de los Jefes de Estado sirvió para
disolver los obstáculos económicos y políticos con que se había estado tropezando
(Vieira Posada, 2003: 46). Incluso entre los años 1992 y 1995, en los que el Consejo no
se reunió, se notó una fuerte desaceleración en el plano político del proceso de
integración.
La constitución del Consejo representó la principal innovación institucional del
relanzamiento andino y no el cambio de nombre de Pacto Andino a Comunidad Andina
de Naciones (1997) que intentó constituirse como un avance simbólico (imitando el
caso de las Comunidades Europeas) sin resultados significativos. Fue justamente a
partir de la construcción del Consejo cuando quedó claro que las autoridades vinculadas
al proceso de integración eran las de mayor jerarquía y no solo las de comercio. De este
modo se confirmaba la fuerte vocación del nuevo proyecto andino (Cardona, 2002a: 11
y 12). Así los gobiernos decidieron poner en marcha los compromisos integracionistas y
fueron los presidentes de los cinco miembros quienes asumieron la conducción del
proceso (Vieira Posada, 2003).
De este modo, en cualquier evaluación correspondiente al desempeño del Pacto
Andino primero, y posteriormente de la CAN, la mayoría de los autores coinciden en
que los éxitos conseguidos se deben fundamentalmente al trabajo del Consejo
8
Presidencial (Malamud, A., 2003: 61). Como reflexionó Lloreda Ricaurte, quien fuera
director del Secretariado General de la Comunidad Andina: ―la participación activa de
los presidentes (en el Consejo Presidencial Andino) ha sido un factor de primer orden
en la consolidación y la profundización del proceso andino de integración‖,4 sumado a
lo expresado por Edgardo Mondolfi Gudat (2002), Segundo Secretario de la embajada
de Venezuela en la República Argentina: ―Buena parte de la agenda entre ambos países
(refiriéndose a Colombia y Venezuela) se lleva a través de encuentros presidenciales
que usualmente se realizan en ciudades fronterizas […]‖.
Colombia y Venezuela, motor de la integración
El aumento del comercio recientemente mencionado llevó a varios analistas a
señalar que:
Como se advierte, la vigorosa reactivación del Grupo Andino ha creado
interdependencias que, si la tendencia no se quiebra, puede consolidar una
integración que tendría la ocasión de proponerse metas mucho más ambiciosas
(Salgado, 1998: 71).
Frente a esto es indispensable resaltar el papel fundamental que Colombia y
Venezuela, quienes hasta la década del ´90 vivieron económicamente de espaldas con
empresarios que no se conocían e inversiones casi insignificantes, jugaron tanto en lo
que se refiere al aumento del comercio como a los progresos del proceso de integración
en dichos años, como resaltara Pardo García Peña (1992: 6-7):
Colombia y Venezuela están haciendo un esfuerzo sin precedentes por sacar
adelante un esquema integracionista que utiliza una concepción diferente, por lo
pragmática, a los ideales que inspiraron la búsqueda de la unidad en el pasado. La
realidad demuestra, que los avances son mayores y que la voluntad de las dos
naciones ha permitido, hasta ahora, enfrentar los obstáculos que se han presentado
[…]
4 Malamud, A. (2003): ―Presidential Democracies and Regional Integration. An Institutional Approach to
Mercosur (1985-2000)‖, PhD Thesis European Uneversity Institute, Florence.
9
[…] A la vez, la unificación de los mercados está jalonando iniciativas hacia la
armonización e integración en otras áreas de las dos economías. Y el contexto
global de las relaciones bilaterales ha creado un clima apto para la cooperación en
varios frentes: el de las acciones policivas y militares, la concertación política, la
negociación de los temas de mayor sensibilidad para la opinión pública de los dos
países y el desarrollo fronterizo.
Comercialmente hablando, la alianza colombo-venezolana también jugó un papel
central, siendo reconocida como un éxito por la Organización Mundial del Comercio
que la ha identificado como un ejemplo iberoamericano para el resto del mundo.
Incluso, pese a la suspensión de Perú (que implicó no solo un problema político
sino la desaceleración del crecimiento del comercio intrazona)5, los resultados en la
década del noventa fueron positivos haciéndose evidente un rápido crecimiento de los
flujos comerciales entre Colombia y Venezuela. De este modo, se transformaron en el
eje más dinámico de la región Andina hasta 1998 (Salgado, 1998: 68).
Durante esos años, el Grupo Andino cumplió con uno de los principales objetivos
de todo procesos de integración entre países en desarrollo: alentar las exportaciones de
productos no tradicionales, especialmente manufacturas. Justamente fue en el caso de
Colombia y Venezuela donde se dio el más alto grado de diversificación (Salgado,
1998: 71). Dentro de este marco la región logró liberalizar el comercio mutuo, a lo que
se agrega el acuerdo para el establecimiento de un arancel externo común entre
Colombia y Venezuela (Ocampo, 2001: 152; Garay, 1992: 81). Estos países han
establecido, sobre la base de un activo intercambio comercial y financiero una zona de
libre comercio desde el 1° de enero de 1992 bajo el marco del Acta de San Pedro
Alejandrino que inicialmente se enmarcó en el proceso del Pacto Andino. De este modo,
ambos se convirtieron en el eje que otorgó dinamismo a la integración de la región,
incluso acercándose a México mediante la construcción del G3 (Serbín, 1992: 26).6
5 El temporal alejamiento del Perú se basó por un lado en la dificultad para negociar el arancel externo
común y por el otro, en el distanciamiento en las relaciones entre Perú y Venezuela, producto de la
disolución de Congreso y la Corte Suprema de Justicia por parte de Alberto Fujimori, en 1992. La
Comisión aprobó el alejamiento mediante la Decisión 321, ―Suspensión temporal del Perú‖ (Mauricio
Pacheco Suárez). 6 Si bien las posibilidades del G3 eran muy superiores a las del Pacto Andino, dada la inestabilidad del
resto de las economías de la región (Zapata, 1992: 108), finalmente fracasó por varios motivos entre los
que se encontraban el profundo anclaje de México en el NAFTA, la oposición de un gran sector del
10
Incluso, el acercamiento colombo-venezolano aparecía como mucho más realista
que el andino7 (Cardona, 2002a: 21). Colombia rescataba del Pacto Andino la fuerza de
las negociaciones con Venezuela y se tenían muy pocas expectativas en una efectiva
integración con Bolivia, Perú y Ecuador, países que contaban con muy poco que
ofrecerle en el plano comercial (Zapata, 1992: 128).
Pero este acercamiento no fue casual. En él jugaron un papel central los
presidentes César Gaviria y Carlos Andrés Pérez que lograron dejar atrás viejas
rivalidades construyendo una agenda común de cooperación. Clara muestra de esto dio
el ex presidente Pérez cuando declaró: ―Ojalá sean los empresarios quienes nos exijan
más en materia de integración‖.8 De este modo, la voluntad de acercamiento de ambos
países generó un fluido contacto que no tardó en materializarse en instituciones
bilaterales como: la Comisión Presidencial Negociadora, la Comisión Presidencial de
Integración, la Comisión Presidencial de Asuntos Fronterizos y la de Asuntos Puntuales
en Materia de Comercio.
Dentro de este marco se realizó una fructífera serie de encuentros que comenzó en
marzo de 1991 cuando Gaviria9 viajó a Caracas acompañado de una numerosa comitiva
que incluía empresarios y a los ministros de Relaciones Exteriores, Hacienda y
Agricultura. De este modo se involucró al sector empresarial, haciéndolo parte efectiva
del proceso. Poco después, en mayo de 1991, Pérez visitó Colombia firmando con el
primer mandatario de ese país una declaración conjunta que señalaba la necesidad de
intensificar la lucha contra el narcotráfico (Cardona, D. Nasi C. y otros 1992: 22, 35).
Salvando las grandes diferencias del caso Colombia-Venezuela parecían erigirse como
los líderes e impulsores del proceso de integración regional del mismo modo que
Francia y Alemania lo habían hecho en Europa.
empresariado venezolano y la poca presencia del colombiano durante el proceso de negociación
(Cardona, 2002b: 60). 7 Ya desde principios de 1992 el Grupo Andino se encontró en una situación paradójica; por un lado el
comercio entre los Estados mantenía una evolución ascendente, pero por otro las negociaciones no podían
resolver la adopción de un arancel externo común (período que entre 1992 y 1995 que coincidió con la
inexistencia de reuniones del Consejo), esencial para la ceración de una Unión Aduanera; tampoco se
llegaba a un acuerdo sobre la armonización de políticas macroeconómicas avances, que si se daban entre
Colombia y Venezuela (Vieira Posada, 2003). 8 Economía de Venezuela en plena reactivación, Integración Financiera, Noviembre 1991, N° 34.
9 No sería exagerado decir que la presidencia de Gaviria representó el paso más exitoso de Colombia a
nivel bilateral, elemento que fue central para el progreso de la integración andina (Cardona, 2002: 10).
11
Hacia la segunda mitad del mandato de Gaviria parecía estar claro que Venezuela
y la integración colombo-venezolana eran una referencia estratégica de la política
exterior colombiana. Se percibían significativas convergencias con el país vecino,
ubicando a la política hacia Venezuela en un lugar privilegiado. En este contexto tanto
el gobierno como el sector privado unieron esfuerzos para brindarle una mayor
intensidad a los vínculos bilaterales. Esta situación se dio en varios sectores de la
economía en los que se evidenció una clara convergencia entre los empresarios de
ambos países. (Cardona, D. Nasi C. y otros, 1992: 81).
Pero el acercamiento no se daba solamente a nivel económico. ―Se hablaba de un
emprendimiento integral con una amplia y muy compleja agenda común para ser
atendida institucionalmente‖, construyéndose además un vasto registro de temas. Todo
esto era posible no sólo por el conocimiento de los aspectos tensos de la relación, sino
además por una mayor conciencia de las ―interdependencias positivas‖ que podrían
potenciarse si se trabajaba cooperativamente en la agenda bilateral. Incluso durante el
gobierno de Pérez se definió al conflicto guerrillero colombiano como un problema
común, que obligaba a Venezuela a tener una participación activa en la facilitación de la
solución negociada del mismo (Cardozo, 2003).10
De este modo se planteaba que:
Cumplidos los años de la administración Gaviria, cada día tiene mayor vigencia,
tanto desde la perspectiva oficial como desde el terreno no gubernamental, la
crucial significación de Venezuela en la política internacional colombiana. Con
cambios, alteraciones y reacomodos, los vínculos colombo-venezolanos, públicos
y privados, civiles y militares, políticos y económicos, desde el centro y en las
fronteras, se han fortalecido y adquirido una dinámica intensa y positiva. La
integración real entre ambas naciones es un hecho fundamental para la historia de
ambos pueblos y los dos Estados, y volver atrás en el proceso, tendría un
elevadísimo costo para los dos países.
Seguramente las dificultades e inconvenientes continuarán. No obstante el manejo
creativo de las diferencias y el impulso audaz de las convergencias son hoy más
viables y necesarias (Cardona, D. Nasi, C. y otros,1992: 92).
10
Venezuela Ante el Conflicto Colombiano:
http://www.tableroglobal.com/HTML/_cEnsayos/Ensayo4.asp
12
La integración andina, liderada por Colombia y Venezuela aparecía como espacio
de proyección internacional basado en un marco institucional endeble pero respetado.
Pero, ―nada dura para siempre‖. Como ya fue anteriormente mencionado, en la segunda
mitad de los noventa el clima integracionista comenzó a enfriarse. Los cambios en las
tendencias de la economía internacional y las crisis políticas sufridas por países
miembros comenzaron a alejar un futuro que había comenzado a percibirse como
indivisible.
Colombia y Venezuela, motor de la desintegración
Rápidamente los avances logrados comenzaron a desvanecerse. Las tendencias
centrífugas existentes dentro del proceso comenzaron a prevalecer sobre su capacidad
de cohesión. Así como Colombia y Venezuela se constituyeron en algún momento en
eje de la integración, serían los principales artífices de la desintegración y si los
presidentes fueron actores centrales para el acercamiento también fueron protagonistas
del alejamiento.
La Internacionalización del conflicto colombiano como fuente de tensión
Hacia 1996 podía observarse un mayor grado de tensión e internacionalización del
conflicto colombiano. La financiación de los grupos guerrilleros y paramilitares con
recursos provenientes del narcotráfico fortaleció la tendencia al aislamiento,
comenzando a presentarse como una amenaza para los países limítrofes. Situación que
además se vio complicada por la inestabilidad política que generaban las sospechas de
financiación de la campaña electoral del presidente Ernesto Samper con recursos
provenientes del tráfico de drogas.11
Así, el balance de la gestión de este último implicó
la intensificación del conflicto armado, y el subsiguiente aumento de la violencia, la
agudización de la crisis económica y el incremento de la ingobernabilidad que generó
un clima nada propicio para la paz (Tickner, A., 2003).
11
Al día siguiente de haber ganado las elecciones, el candidato perdedor Andrés Pastrana, denuncia
públicamente que Samper había llegado a la presidencia con financiación del narcotráfico. A partir de ese
momento el presidente electo tuvo que empezar una defensa de su estadía y permanencia en el poder por
cuatro años (Murillo, 2002). De hecho la crisis de su administración se extendió a niveles que implicaron
la no renovación de la visa americana por parte del gobierno de Clinton (Camacho Guizado, 2003).
13
Sin embargo no fue sino hasta el gobierno de Andrés Pastrana cuando el conflicto
tomó una clara dimensión internacional, por lo menos formalmente hablando. Ya
durante la campaña presidencial planteó la necesidad emprender una suerte de ―Plan
Marshall‖, para conseguir la paz en Colombia, que implicaba la participación de los
Estados Unidos (Carvajal y Pardo, 2002, 184).
La agenda del inicio del gobierno de Pastrana (1998) contó entre sus temas
principales la normalización de sus relaciones con EEUU (desgastadas durante la
administración Samper). Rápidamente, el presidente William Clinton reconoció el
conflicto colombiano como un tema sensible para la agenda de seguridad de su país.
Esto fortaleció a Pastrana aunque a más largo plazo restringió el margen de maniobra
externo del Estado, legitimando una creciente incidencia de Estados Unidos en los
asuntos nacionales. Para entonces, sin duda el conflicto estaba cobrando una nueva
dimensión. Incluso, hacia 1999 se tornaba cada vez más difícil cualquier tipo de
solución como producto del estancamiento económico y aumento del tamaño de las
FARC, que para entonces llegaron a tener alrededor de 20 mil hombres y un
presupuesto que superaba los 500 millones dólares anuales (Ortiz, 2003).12
Fue en este marco en el que se inauguró el Plan Colombia. Analizado muy
sintéticamente, consiste en un paquete de ayuda norteamericano destinado a la
resolución del conflicto. Basado fundamentalmente en el principio de
corresponsabilidad,13
mutó rápidamente de un programa de desarrollo a una iniciativa
antinarcóticos y de guerra contrainsurgente lo que le da un carácter militar más que
policíaco. Sumado a esto, la iniciativa se concentró además en el fortalecimiento de
algunas instituciones del Estado como las Fuerzas Armadas, la Policía y los servicios de
Inteligencia (Ortiz, 2003).
A nivel interno fue rápidamente criticado tanto por su falta de debate como por la
gran influencia norteamericana a la hora de su realización, además de su enfoque
predominantemente militar. En este punto, pese a que Pastrana sostenía que el 80% del
Plan pertenecía a una dimensión social, solo era utilizado, para este fin, un 20%.
También se le criticó fuertemente su falta de perspectiva regional aunque a lo largo de
12
Recordemos que durante la década del noventa los grupos terroristas y paramilitares remplazaron en
gran medida a los cárteles como los principales productores y traficantes de drogas, actividad que les
proveía los recursos necesarios para su accionar. 13
El principio de coresponsabilidad consiste en el hecho que Estados Unidos reconoce su cuota de
responsabilidad en el conflicto por su carácter de mercado consumidor de drogas.
14
los meses en que se demoró la programación del Plan los países andinos se
pronunciaron escasamente respecto del mismo. Lo hicieron una vez que el Congreso
norteamericano decidiera apoyar la iniciativa con U$S 1300 millones (Pinto, 2003: 245
y 234).
Indudablemente esta iniciativa traería un importante revuelo en la región y tanto
Venezuela como Perú, Ecuador y Brasil tomaron medidas militares para proteger sus
fronteras de los potenciales efectos del ―derrame‖ de la crisis colombiana. A raíz de
estas preocupaciones, el gobierno de G. W. Bush lanzó, en 2002, la Iniciativa Regional
Andina, por la que Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú y Panamá recibieron asistencia
americana. A pesar de ello, la regionalización de la guerra contra las drogas suprimió
otros temas relevantes en las relaciones subregionales, como el comercio, mientras que
ha facilitado la inclusión del problema de las drogas en la agenda de seguridad y, con
eso, la obstaculización de esquemas que tienen en cuenta los graves problemas sociales,
políticos y económicos que estos países comparten, para hacer frente a este tema
(Tickner, A. 2003).
Desandando el camino del interpresidencialismo
Para entonces ya las relaciones entre Colombia y Venezuela comenzaban a
enfriarse. Mientras Colombia dirigía su mirada hacia EEUU, el presidente Rafael
Caldera había comenzado a hacerlo hacia Brasil (Cardona, 2002a: 21).14
Se iniciaba un
período de desencanto entre los países, que juntos habían sido vistos como el ―futuro‖
de la región andina. A diferencia de Pérez, Caldera tenía una aproximación no tan
cercana y más pragmática y defensiva que definió a la guerrilla como enemiga de la
seguridad venezolana.15
Sin embargo, ambos estuvieron comprometidos con los
principios cooperativos, incluso a pesar de las dificultades que la crisis del gobierno
Samper generaba para la construcción de una agenda común. Pero, faltaba poco ya para
14
Es importante resaltar que, si bien Caldera se acercaba cada vez más a Brasil, durante su presidencia se
llegó al más alto punto de coordinación entre las fuerzas armadas de ambos países al punto de autorizar
las persecuciones ―en caliente‖ dentro del territorio venezolano (Malamud, C., 2004: 57). 15 Debe reconocerse que hubo dos hechos de fuerte tensión. El primero, la pugna por la Secretaría
General de la OEA entre el ex presidente César Gaviria y el canciller Miguel Ángel Burelli Rivas, que
apenas comenzado el período de Caldera enrareció el clima de las relaciones. El segundo, el ataque al
puesto de la Armada venezolana a las orillas del Meta, en febrero de 1995, que se constituyó en el
momento más tenso desde la crisis de 1987 (Cardozo, 2003).
15
que hiciesen su aparición en la arena jugadores que terminarían de dar el giro de la
política bilateral.
1998 sería un año central. ―El inevitable fracaso de Caldera, quién trató de
gobernar como lo había hecho en su anterior período (1968-1973) abstraído de las
nuevas realidades mundiales y regionales‖ (Romero, A., 2003: 111), produjo una crisis
terminal dentro del sistema político venezolano. Creó así el caldo de cultivo para la
candidatura presidencial de Hugo Chávez, ex golpista elegido por una abrumadora
mayoría en diciembre de 1998. Fueron estas elecciones las que cambiaron
definitivamente las buenas relaciones entre ambos países. La política exterior
venezolana comenzó a reconfigurarse claramente desde 1999, destacándose la
reconsideración de fines, medios y de sus políticas de alianzas (Fescol Policy Paper 7,
2006). ―Desde su llegada al poder Chávez comenzó a modificar muchos de los acuerdos
o sobrentendidos que hasta entonces habían construido un importante nivel de confianza
entre ambos gobiernos‖ (Malamud, C., 2004), entre los que también se podía observar
la irregularidad de las reuniones de las comisiones presidenciales bilaterales.
Si bien los problemas de la frontera colombo-venezolana tienen una mayor
envergadura que con el resto de los vecinos, las actitudes de Chávez agravaron
profundamente la crisis. Desde 1998 el primer mandatario venezolano ha lanzado una
permanente batería de declaraciones que no hace más que dificultar la relación, por
ejemplo:
―No somos enemigos del gobierno ni de la guerrilla de Colombia‖
―Tenemos una posición neutral, sin darle beligerancia a la guerrilla. Ha sido el
mismo gobierno colombiano, la gestión de Andrés Pastrana en su búsqueda de paz,
la que dio beligerancia y estatuto político a la guerrilla‖.16
De este modo, el gobierno venezolano perdió credibilidad y aceptación como
interlocutor para su par colombiano, ya que la administración Pastrana entendió la
injerencia del gobierno de Venezuela en los asuntos colombianos como un esfuerzo por
elevar el status de las guerrillas. Incluso, después de los sucesos del 11 de septiembre de
16
Malamud, C., 2004: 60.
16
2001, Venezuela se negó a declarar grupos terroristas tanto al ELN como a las FARC
aunque si lo hizo con los grupos paramilitares (ICG, 2003: 13, 14).
Por otro lado, en términos de integración regional Chávez privilegia la dimensión
político-defensiva frente a la de liberalización comercial. Además, ha promovido una
reconfiguración de la CAN en este sentido. Ya desde 1999 las reservas político
ideológicas del primer mandatario venezolano hacia la Comunidad eran grandes. Así, si
bien durante sus tres primeros años de gobierno suscribió todas las declaraciones,
también manifestó abiertamente sus objeciones al proceso: ―Tengo tres años diciendo
que el sistema andino de integración no es un sistema de integración[...]‖. Las
relaciones del gobierno de Chávez con Colombia estuvieron fuertemente marcadas por
una nueva concepción geopolítica caracterizada fundamentalmente por la pretensión de
un orden mundial multipolar que funcionase como contrapeso a la presencia
estadounidense en la región. De esto la clara oposición al Plan Colombia (Cardozo, E.,
2002: 155, 158).
También deben sumarse sus ambiciones de liderazgo regional observables en las
numerosas ocasiones en las que ha mencionado sus pretensiones de exportar la
―revolución‖ a otros países de la región. Incluso en más de una oportunidad su retórica,
esencial para su proyecto bolivariano, generó claros choques con Colombia. De todos
modos es necesario reconocer que ha existido una importante brecha entre la retórica
revolucionaria y la realidad a pesar de los desplantes y amenazas (Romero, A.,
2003:114). Sin embargo, fue dentro de este marco donde los gobiernos de Chávez y
Pastrana llegaron a niveles de tensión sin precedentes. Posiblemente, el punto
culminante fue durante el intento de golpe de Estado del 11 de abril de 2002.
Durante ese intento, Juan Manuel Santos, ministro de economía y mayor artífice
técnico de la integración económica colombo-venezolana, declaró:
La situación con el presidente Chávez misma estaba deteriorando mucho el ambiente
económico aquí en Colombia frente a Venezuela, y yo esperaría que eso se
normalice […] Dije que el señor Pedro Carmona era un conocedor de Colombia, ya
17
que con él negociamos el acuerdo de libre comercio hace 10 años, y por lo tanto sería
un magnífico interlocutor en materia comercial y económica.17
A lo que la Vicecanciller Clemencia Forero agregó, sin ocultar su alegría:
Se está organizando un gobierno interino presidido por un gran integracionista que es
don Pedro Carmona, de tal manera que nosotros deseamos que esta transición que se
inicia en Venezuela sea signada por el regreso a los principios democráticos y a la
garantía de los derechos fundamentales de los venezolanos.18
Esto generó la inmediata reacción del chavismo que acusó al triángulo
Washington, Bogotá y la ―oligarquía venezolana‖ como la fuente ideológica y material
del intento de golpe de Estado. Posteriormente con la llegada de Uribe, si bien hubo
mayor distensión, ambos mandatarios mantuvieron un elevado nivel de enfrentamiento.
A eso refirió el presidente venezolano del siguiente modo:
Las relaciones [...] han venido deteriorándose, porque llegaron a un punto, y esto
hay que reconocerlo, de congelamiento prácticamente, sobre todo después del
golpe de estado. La posición del gobierno de Pastrana fue muy inconsistente. Nada
clara. Algún funcionario del alto grado del gobierno llegó incluso a aplaudir el
golpe públicamente. Y aún después de haber retornado este servidor aquí, no
ratificaron, lo que hubiese sido bien recibido por nosotros.19
En 2002 una vez electo Álvaro Uribe recibió de Pastrana un país rehabilitado en
sus relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea. Desde entonces, su política
exterior se centra en una pragmática búsqueda de apoyo internacional a la estrategia de
seguridad, recabando principalmente en Washington y sin que exista una visión de
seguridad compartida de nivel regional, fundamentalmente debido a la incapacidad
política de las sociedades y los gobiernos regionales de construir agendas comunes. Ya
17
Presidentes A. Latina condenan ruptura democracia en VenezuelaTerra/Reuters
http://www.terra.com/actualidad/articulo/html/act76809.htm 18
Presidentes A. Latina condenan ruptura democracia en VenezuelaTerra/Reuters
http://www.terra.com/actualidad/articulo/html/act76809.htm 19
El espectador.com, ―Entrevista exclusiva con Hugo Chávez Frías‖, Carlos Salgar y Libardo Cardona.
18
desde la campaña electoral, el entonces candidato apostó por una estrategia que
resaltaba el endurecimiento de la política de seguridad, buscando el reforzamiento
militar del Estado mucho más que el diálogo con los actores armados, rompiendo con
la tradición de negociar en búsqueda de pacificación de los grupos violentos. Además,
casi toda su política exterior ha sido puesta al servicio de la seguridad (Restrepo, 2004:
50, 51), cuestión que aumenta la potencia de sus choques con Chávez (ICG, 2003:16).
Sin embargo, con la administración de Uribe el acercamiento a Estados Unidos no
aumentó sólo en el plano de la seguridad sino también en lo referido al comercio, donde
rápidamente avanzaron las negociaciones para la firma de un tratado de libre comercio.
Esta situación es completamente distinta en el caso venezolano (aunque sigue
manteniendo a Estados Unidos como su principal socio comercial a través de las
exportaciones de crudo) que reforzó su aproximación a Brasil, sobre todo después de la
victoria de Da Silva, y el MERCOSUR, oponiéndose fervientemente a la firma de un
TLC con el gobierno americano. Indudablemente, este es otro punto de controversia que
no solo aleja políticamente a ambas administraciones sino que, además genera un fuerte
efecto centrípeto en la CAN.
Similitudes que generan choques
Así como pueden observarse grandes diferencias en el nivel ideológico y de
pensamiento geopolítico y geoeconómico entre Chávez y Uribe, existen también
importantes similitudes en cuanto al estilo de liderazgo personalista que alejaron aún
más a estos dos carismáticos líderes. Éstas se centran principalmente en cuestiones
como la concentración del poder en manos de los ejecutivos llegando a extremos de
incumplimiento del Estado de derecho. Como resalta María Jimena Duzán (2005):
A pesar de que aparentemente profesan ideologías distintas, ambos son
gobernantes de talante autoritario, que tienden a centralizar las decisiones en ellos
mismos y a ejercer el poder desconociendo los canales institucionales que existen
para solucionar problemas o evitar crisis […]
Los dos han reemplazado la palabra "nación" de su vocabulario presidencial, por la
de "Patria", como si ambos tuvieran la ardua y difícil tarea de refundar a sus
respectivos países. Chávez habla de manera siempre exultante, de la "Patria
19
Bolivariana" y Uribe de "los soldados de la Patria", de "los empresarios de la
Patria" e incluso hasta de los "los terroristas de la Patria.
―Ambos casos pueden enmarcarse, dentro de por lo menos cuatro problemas
identificables como inherentes a los presidencialismos latinoamericanos: los efectos de
las tentativas de abuso del poder presidencial en paralelo con el incesante intento por
reforzarlo, la ausencia de un poder moderador y la naturaleza de ganador único de las
elecciones presidenciales‖ juego de suma cero (Hartlyn, 1998: 193). Dentro de este
marco se constituyeron instituciones precarias, regidas por relaciones de carácter
clientelista que regulan el intercambio de recursos a cambio de lealtades. ―El
prebendarismo y el patrimonialismo aparecen así como consecuencias del desgaste o
desaparición de instituciones capaces de canalizar el conflicto y las demandas sociales
producto de la insatisfacción de los rendimientos económicos nacionales, la violencia, la
desigualdad social y la pobreza‖ (Bonilla, 2003).
De este modo, en ambos casos comenzó un proceso de hostilidad hacia los
partidos políticos que desembocó, ante la ausencia de contrapesos, en formas de
gobierno cuestionablemente democráticas. Esta situación se caracterizó por el
surgimiento de liderazgos individuales en manos de outsiders que personifican
demandas de difícil o imposible solución en un marco de políticas de superoferta.
Sumado a esto, ―el tradicional sistema presidencialista venezolano ha sido potenciado
por la Constitución de 1999‖ que fue sancionada en un contexto de debilitamiento del
principio de separación de poderes (Combillas, 2002). Ello se vio reflejado en su propio
texto donde predomina el Poder Ejecutivo y la centralización de atribuciones en el
presidente reforzadas por una forma de gestión política plebiscitaria, particularmente
fuerte en el caso de Chávez. ―Por otro lado en el caso colombiano, si bien instituyó
algunas limitaciones, la constitución de 1991 ha mantenido al presidencialismo como
principio incuestionable‖ (Hartlyin, 1998: 231).
Dentro de estos parámetros, Uribe ha buscado solidaridad latinoamericana en la
lucha contra el terrorismo. Esto encontró una fuerte resistencia en Chávez y
actualmente de Alfredo Palacios y moderada en Luiz Inácio Da Silva y Lucio
Gutiérrez. Con Venezuela las relaciones son difíciles y oscilantes (Restrepo, 2004: 51),
incluso, durante la realización de la XVII Cumbre Presidencial del Grupo de Río,
20
realizada en Cuzco en mayo de 2003, se generó un tenso debate entre Ricardo Lagos y
Chávez,20
ya que el presidente chileno declaró sobre la necesidad de solicitar a la ONU
que conmine a las FARC a dialogar con el gobierno colombiano. Esto generó la total
oposición del presidente venezolano que rechazó terminantemente la posibilidad de
cualquier intervención multilateral en la región. Finalmente, Venezuela fue el único país
que se negó a apoyar las propuestas de los presidentes de Perú, Alejandro Toledo, y
Ecuador, Lucio Gutiérrez, en pos de una salida que respalde al gobierno de Uribe.
También es importante tener en cuenta la naturaleza combativa y polarizante del
discurso antiterrorista de Uribe, que se constituye en otro factor que permite entender
los obstáculos que ha encontrado el gobierno colombiano a la hora de buscar aliados
regionales. De este modo, desde que asumió la presidencia, Uribe abogó por la
necesidad de crear iniciativas regionales de combate al terrorismo sin conseguir que sus
iniciativas resulten exitosas (Tickner, A., 2003).
La fuerte oposición de Venezuela se debe a que Chávez21
percibe la posibilidad de
una ―aventura‖ de Estados Unidos en la región. De ahí proviene la mayor fuente de
críticas proferidas contra el Plan Colombia desde Venezuela, entre las que se advierte
como la principal al hecho que el mismo haya sido elaborado unilateralmente por
Colombia que solo requirió la participación de EEUU, sin que en ningún momento
hubiese existido un pedido de cooperación a los vecinos que sufren consecuencias tanto
directas como indirectas del Plan (Pinto, 2003: 249).
Por otro lado, el gobierno de Uribe manifiesta permanentemente su insatisfacción
por la presencia de la guerrilla en territorio venezolano y la dificultad para coordinar
acciones comunes. Es así como en el campo de las relaciones bilaterales pareciera estar
observándose un diálogo de sordos. Tanto las agendas domésticas como las
internacionales son radicalmente distintas y los objetivos propuestos para la región son
contradictorios (Malamud, C., 2004: 59).
Recapitulando
20
Incluso, las relaciones con Chile estuvieron a punto de la ruptura ante la imprudente decisión de
Chávez de enarbolar la bandera de la salida al mar de Bolivia, hasta que la intervención de los presidentes
Lula y Kirchner lo obligó a silenciar sus arengas. 21
Que en alguna oportunidad llegó a manifestar la posibilidad de realización de un plan Venezuela.
21
Como se observa a lo largo del trabajo, a más tres décadas de su inicio la
integración andina arroja un saldo muy pobre. Existe una escasa propensión de los
miembros de la CAN a llevar adelante iniciativas comunes. Si bien en algún momento
fue la intención de la Comunidad Andina la construcción de redes institucionales que se
asentaran en una forma de reconstruir el pasado, erigidas sobre símbolos e íconos
comunes (Bonilla, 2003), ésta fracasó. La integración andina registró un gran
dinamismo a lo largo de los noventa pero en ningún momento logró generar fuerzas
centrípetas suficientes para garantizar su supervivencia y no caer en la irrelevancia. Las
grandes divergencias entre sus principales líderes provocaron un fuerte efecto centrífugo
erosionando la confianza recíproca y, en menor medida, el sentido de pertenencia a algo
más que los límites del Estado Nación. Incluso, como expresara Germánico Salgado
(1998: 110) ―En su ya larga vida, el empeño andino ha sido tantas veces noticia
conflictiva que para muchos es imposible verlo con el rostro del éxito‖.
Colombia y Venezuela se habían transformado en socios estratégicos, superando
complicaciones y generando un estrecho vínculo de gobierno a gobierno, siendo los
presidentes (fundamentalmente Gaviria y Pérez) los principales protagonistas, aunque
no únicos, del proceso. De este modo el compromiso de los primeros mandatarios
funcionó como la mejor garantía del mismo, aunque le dejase un muy escaso campo de
acción a las instituciones técnicas, ya que aparecían como intermediarios fuertes y
confiables capaces de vencer incluso las más sólidas resistencias de importantes grupos
de presión y con gran influencia en la vida pública e institucional.
Si bien esta metodología de integración, caracterizada por la impresión de una
fuerte estampa política y personal (Malamud, A., 2002: 51), puede producir efectos
positivos rápidamente, posee grandes limitaciones a la hora de la construcción
institucional. Durante los períodos de convergencia entre presidentes la integración
puede avanzar de manera considerable pero ante la ausencia de instituciones es probable
que genere grandes retrocesos durante las etapas de divergencia. Este fue justamente el
caso de Colombia y Venezuela.
Las relaciones entre ambos países se han debilitado, multiplicándose las causas de
tensión como producto en muchos casos de exabruptos discursivos y silencios del
gobierno venezolano, así como por la intensificación del conflicto colombiano
(Cardozo, 2002: 159) y la realización de acciones poco claras por parte del gobierno de
22
Colombia como la del ―caso Granda‖. Todo esto, sumado a la naturaleza combativa y
polarizante del discurso antiterrorista de Uribe y antiliberal de Chávez, no hacen más
que distanciar a la administración colombiana de la del país vecino. Dentro de este
marco, se yuxtaponen dos modos personalistas de hacer política sumados a dos
discursos absolutamente antagónicos en cuanto a sus objetivos. Así, las diferencias
político-ideológicas a las que se añade el choque de las personalidades de los
presidentes (extraordinariamente reforzados por la investidura institucional) se
establecieron como un fuerte obstáculo para la integración.
De este modo, no se ha avanzado en medidas concretas dentro del proceso, y en
muchos casos, cuando no se generaron fuertes choques, no se fue más allá de periódicas
e inútiles declaraciones cargadas de buenas intenciones, pero con escasos resultados
concretos (Malamud, C., 2004: 53). Así se produjo un proceso de crisis de las cumbres
presidenciales, sobre todo porque sus integrantes las utilizan para criticar su utilidad,
como ha ocurrido en varias ocasiones con el presidente Chávez. Es así como el discurso
pro integración ha coexistido permanentemente con acciones desintegradoras,
estableciendo como ya fue mencionado una suerte de diálogo entre sordos dentro del
campo de las relaciones bilaterales. En este contexto puede observarse cómo, en las
cumbres entre los países, los intereses en conflicto superan las coincidencias generando
una fuerte desaceleración, la detención y retroceso del proceso de integración.
Por último, es importante resaltar que la crisis bilateral no solo afectó a Colombia
y Venezuela. Inevitablemente ella se derramó hacia el resto de los socios de la CAN
transformándose así en uno de los principales factores de la parálisis o el retroceso de la
misma. De este modo, justamente los países que en períodos de relaciones cordiales
fueron las ―locomotoras‖ de la integración se transformaron rápidamente en las de la
desintegración.
23
Bibliografía
Bonilla, Andrés, ―Una agenda de Seguridad Andina‖, Center for Hemispheric
Defense Research and Education in Defense and Security Studies REDES Studies,
October 28-30, Santiago, 2003.
Camacho, Álvaro, ―Plan Colombia and the Andean Regional Initiative. The Ups and
Downs of a Policy‖, Paper presented at the seminar “Internal Armed Conflict, Peace
Processes and Peace Negotiations – Is there a way forward in Colombia?” Arranged
by Colombia Forum, Collegium for Development Studies, Uppsala University,
December 2, 2003.
Cárdenas, J.: ―Se fortalece la Integración Andina‖. Cámara de Comercio de Bogotá,
N° 86, Abril. (1993)
Cardona, Diego, ―Colombia y el Mundo‖, en Ardila, Martha. Cardona, Diego.
Tickner, Arlene (eds.): Prioridades y Desafíos de la Política Exterior Colombiana,
FES, Bogotá, 2002b.
Cardona, Diego, ―¿Hacia donde va la Comunidad Andina?‖, Desafíos, Universidad
del Rosario, Bogotá, segundo semestre. (2002a):
Cardona, Diego y otros, Colombia-Venezuela: Crisis o Negociación, CEI-FESCOL,
Bogotá, 1992.
Cardozo, Elsa, ―Venezuela ante el conflicto colombiano‖, Tablero global, 2003
http://www.tableroglobal.com/HTML/_cEnsayos/Ensayo4.asp
Cardozo, Elsa, ―Venezuela en la Comunidad Andina retroceso a tres escalas‖, Aldea
Mundo, Universidad de los Andes San Cristóbal, noviembre-abril año-vol 8 número
016, 2002.
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/543/54381604.pdf
Carvajal, Leonardo, Pardo, Rodrigo, ―La internacionalización del conflicto
doméstico y los procesos de paz‖ en Ardila, M. Cardona, D. Tickner, A. (eds.):
Prioridades y Desafíos de la Política Exterior Colombiana, FES, Bogotá, 2002.
Combillas, Ricardo, ―La Constitución de 1999 y la reforma política: implicaciones
para la gobernabilidad democrática‖, VII Congreso Internacional del CLAD sobre la
Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002
24
Comunidad Andina de Naciones: 35 años de integración regional 1969-2003, 24 de
septiembre, 2004.
Delvin, Robert, Estevadeordal, Antony: ―¿Qué hay de Nuevo en el Nuevo
Regionalismo de las Américas?‖, INTAL, Buenos Aires, Documento de Trabajo 7,
2001.
Deustua, Alejandro, ―Procesos de Cumbres: Gobernabilidad, Seguridad y
Participación de las OSCs,‖ Department of Foreing Affairs and International Trade
Canadá, FLACSO, Santiago, 2004.
Duzán, María Jimena, ―Cuando los Extremos se Tocan. Lo que va de Uribe a
Chávez‖, El tiempo, 17 de enero de 2005.
Economía de Venezuela en plena reactivación, Integración Financiera, Noviembre
1991, N° 34.
FESCOL, ―El desarrollo de las regiones: ¿Relanzamiento de la integración andina?
La inserción de Colombia en el sistema internacional cambiante‖, Policy Paper 7, 2006.
http://www.fescol.org.co/Doc%20PDF/policy%20paper-7.pdf
Fairlie Reinoso, Alan, ―Desafíos para la integración andina‖, en: López, Victo y Di
Masi, Jorge (comps): Del TLC al MERCOSUR, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002.
Garay, Luis Jorge, ―The prospects for Andean Integration‖, en: Prospects for the
processes of subregional integration in Central and South America, IRELA, Madrid,
1992.
Hartlyn, Jonathan, (1998): "El presidencialismo y la política colombiana". En Linz,
Juan y Valenzuela, Arturo (eds): Las crisis del presidencialismo. 2. El caso de
Latinoamérica, Madrid, Alianza.
Iglesias, Enrique, ―Doce lecciones de cinco décadas de integración regional en
América latina, y el Caribe‖, Integración & Comercio, Intal, N13 año 5 anero-abril,
Buenos Aires, 2001.
Internacional Crisis Group, Colombia and its neighbours: the tentacles of
instability. Brussels, April 8, 2003.
Mace, Gordon, ―Regional Integration in Latin America: a Long and Winding Road‖,
Internacional Journal 43(3), 1988.
Malamud, Andrés, Jefes de gobierno y procesos de integración regional: las
experiencias de Europa y América Latina.
25
http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/Doctorado0304/Seminario_Investigacion03/Mal
amud04.PDF
Malamud, Andrés, Presidential Democracies and Regional Integration. An
Institutional Approach to Mercosur (1985-2000), PhD Thesis European Uneversity
Institute, Florence, 2003.
Malamud, Andrés: ―Integración regional en América Latina: Teorías e institucionaes
comparadas‖, Revista Argentina de Ciencia Política. Bueno Aires, N° 5/6 2001/2002,
2002.
Malamud, Carlos, El largo camino para la paz en Colombia, Cátedra Corona,
Universidad de los Andes Bogotá, 2004.
Mattli, Walter, The Logic of Regional Integration. Europe and Beyond, Cambridge,
Cambridge University Press, 1999.
Mattos, José, ―La inserción económica internacional de la Comunidad Andina‖; en
Hacia una política exterior de la Comunidad Andina, Secretaría General Comisión
Andina- Cooperación Regional Francesa para los Países Andinos Bogotá, 1999.
Milanese, Juan Pablo, ―¿Supranacionalidad en el Cono Sur? Análisis de un caso
inédito, ignorado y potencialmente paradigmático‖, Humánitas N°1, julio de 2006, PUJ,
Cali.
Milanese, Juan Pablo, ―Colombia-Venezuela ¿Último tren hacia la integración?‖,
Universitas Xaveriana, segundo semestre, n°34, Cali, 2006.
Milanese, Juan Pablo, ―Colombia y Venezuela. Motores y verdugos de la
integración andina‖. Cuadernos del CLAEH N° 91, 2ª Serie, año 28. Montevideo,
2005/2.
Mondolfi Goudat, Edgardo, ―La Política Exterior de Venezuela‖, Conferencia
realizada en la representación de la Universidad de Bolonia en Buenos Aires el 5 de
junio de 2002.
Murillo, Gabriel, ―La viabilidad del régimen político en Colombia‖, Conferencia
realizada el día 3 de octubre en la representación Buenos Aires de la Universidad de
Bolonia, 2002.
Nohlen, Dieter, ―Sistemas de gobierno: perspectivas conceptuales y comparativas‖,
en Fernandez, Mario y Nohlen, Dieter (eds.): Presidencialismo versus
Parlamentarismo, Nueva Sociedad Caracas, 1991.
26
Ocampo, José Antonio, ―Pasado presente y futuro de la integración regional‖,
Integración & Comercio, Intal, N13 año 5 anero-abril 2001.
Ortiz, Román, La estrategia contrainsurgente del presidente Álvaro Uribe:
¿Fórmula para la victoria o receta para la crisis?, Documento del Real Instituto
Elcano, 3 de febrero, 2003.
http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/imprimir/39imp.asp
Pacheco Suárez, Mauricio, Los órganos de la Comunidad Andina y su papel en el
logro efectivo de la participación civil en el proceso de integración, Obra suministrada
por Universidad Andina Simón Bolívar de Bolivia, Biblioteca Digital Andina.
Pardo García-Peña, Rodrigo, ―Colombia y Venezuela: la nueva integración‖, en:
Cardona, y otros, Colombia-Venezuela: Crisis o Negociación, CEI-FESCOL, Bogotá,
1992.
Pinto, María Elena, ―El Plan Colombia y los procesos de integración subregional
andina: visión desde Venezuela‖, en Montúfar, Cesar y Whitfield Teresa (eds):
Turbulencia en los Andes y Plan Colombia, Universidad Andina Simón Bolívar -
Corporación Editora Nacional. Serie Estudios Internacionales, Quito, 2003.
Restrepo, Luis Alberto, ―La difícil recomposición de Colombia‖, Nueva Sociedad,
FES, julio-agosto, Caracas, 2004.
Romero, Aníbal, (2003): ―Venezuela y la Revolución Bolivariana‖, en Montúfar,
Cesar y Whitfield Teresa (eds): Turbulencia en los Andes y Plan Colombia, Universidad
Andina Simón Bolívar - Corporación Editora Nacional. Serie Estudios Internacionales,
Quito, 2003.
Salgado, Germánico, El Grupo Andino de Hoy: eslabón hacia la integración de
Sudamérica, UASB-CEN, Quito, 1998.
Serbín, Andrés, ―Venezuela y el Grupo de los Tres en el marco de las
transformaciones globales y hemisféricas‖, en: El grupo de los Tres, Políticas de
Integración, Fescol, Bogotá, (1992):.
Tickner, Arlene, ―Convergencias y contradicciones en las políticas internas y
externas de Colombia: de Andrés Pastrana a Álvaro Uribe‖, Trabajo preparado para
ser presentado en el congreso de 2003 de Latin American Studies Association (LASA),
Dallas, Texas, 27-29 de marzo de 2003.
http://136.142.158.105/Lasa2003/TicknerArlene.pdf.
27
Vargas, Alejo, (2003): ―El Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina:
equivocada respuesta al problema insurgente y poca eficacia en la lucha contra el
narcotráfico‖, en Montúfar, Cesar y Whitfield Teresa (eds): Turbulencia en los Andes y
Plan Colombia, Universidad Andina Simón Bolívar - Corporación Editora Nacional.
Serie Estudios Internacionales, Quito, 2003.
Vázquez, Mariana, ―El MERCOSUR: Antecedentes, Instituciones, Debate‖, Revista.
Argentina de Economía y Ciencias Sociales, 2003.
Vieira Posada, Edgar, Comunidad Andina y Situación de Colombia y Venezuela,
Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, 2003.
Von Gleich, Albrecht, ―Los nuevos procesos de interacción en América Latina.
Resultados y perspectivas‖. REDIAL, n°3, junio 1994.
Zalduendo, Susana, ―Nuevo Regionalismo‖, E-Prints Biblioteca Virtual
Universidad de Bologna Representación Buenos Aires, 2002.
Zapata, J, ―El Grupo de los Tres: Punto intermedio entre el Pacto Andino y la
Iniciativa de las Américas‖, en: El grupo de los Tres, Políticas de Integración. Bogotá,
FESCOL, 1992.
28
Colombia and Venezuela: interpresidentialism and regional integration*
Juan Pablo Milanese
Introduction
Colombia and Venezuela have had a troubled relationship historically. But after
decades of a distant relationship, since the early 80’s and mostly in the early 90’s, they
created close links building a promising process of bilateral integration. This was not
casual in a moment when the power of centrifugal forces of globalization acted along
centripetal forces or regionalization. Gradually and pragmatically, this approach tried to
overcome the failure of the subcontinent’s previous attempts, even in the Andean
region, of increasing economic and political interdependency through reasonably
applicable goals and procedures.
Addressing these issues, reputable observers have manifested:
Comentaristas especializados, reconocidos dirigentes, congresistas atentos y
académicos de distintas disciplinas, convergen en manifestar y reiterar la
importancia en sentido positivo de los lazos colombo-venezolanos. De allí que la
voluntad y la determinación de Colombia a favor de la integración con Venezuela
se haya tornado en una prioridad definitivamente nacional. Todo lo cual
incrementa el desafío que significa mejorar y reforzar los múltiples y ricos
compromisos entre Bogotá y Caracas. Más aun cuando probablemente sólo caben
a ambos países dos alternativas frente al siglo XXI: o, llegan al mismo, separados,
siendo así parte de una periferia altamente subdesarrollada; o bien, lo hacen en
forma conjunta, haciendo gravitar a su alrededor los destinos de una región, siendo
así interlocutores de alguna relevancia en el sistema global (Cardona, D., Nasi, C.,
Obregón, L., and others 1992: 92).
Within this context, this paper pretends to analyze this integration process apogee
and crisis. It will also study the influence of their presidents, above all other political
actors of these countries, to stimulate, to block and to deter the process. The
* Previous versions of the present paper were: in the 20
th International Political Science Association
World Congress, Fukuoka 2006, in the panel Prospects for Regional Integration, and Publisher
Cuadernos del Centro Latinoamericano de Economía Humana N° 91, CLAEH, Montevideo, December
2005.
29
participation of the chiefs of state became the main advertisement mechanism. Even
though it left, as a principal deficit, a precarious institutional system that could not
maintain the integration scheme in periods of presidential disagreements, as occurred in
the late 90’s and early 2000. It will show how conflicts between the top leaders—
without an institutional structure—became the principal obstacle to support a process
that in past years appeared to be ―irreversible‖.
The beginning of the andean integration
Born as the former Comunidad Andina de Naciones (CAN), the Pacto Andino
emerged from the Acuerdo de Cartagena in 1969. Initially, its members were Colombia,
Ecuador, Peru, Bolivia and Chile (which withdrew in 1976), with the addition of
Venezuela in 1973. The main goal was the progressive building of a Latin American
Common Market. Its initiation directly depended on the Asociación Latinoamericana
de Libre Comercio (ALALC) failure. The Pacto Andino was characterized by two main
elements: interregional free commerce and joint industrial planning.
The craftsmen idea was that each member of the group should benefit from
changes in the industrial structure. In this way, the Treaty established preferential
treatment to the less developed countries, like Bolivia and Ecuador. Its intention was
that development would be take place in a framework of ―harmony and equilibrium‖.
Sub-regional planning should be concerned with efficiency and equity; because of this,
it was necessary to create institutions to look after common interests. Two institutions
were created: the Junta, a supranational institution, whose main characteristics were the
technical ability to propose a program and its initiative power, and, in second place, the
Comisión de Representantes de Gobierno, an intergovernmental institution that worked
under a majority voting system.
Although successful at the beginning, the performance of the Grupo Andino
started to decrease with the addition of Venezuela and the withdrawal of Chile22
(Malamud, A).23
On the one hand, the Treaty had an excess of insignificant dispositions
22
Due to the complexity of the process scheme, the addition of Venezuela and the withdrawal of Chile
forced the renegotiation of basic mechanisms, disturbing the established schedule of integration (Mace,
1988). 23 http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/Doctorado0304/Seminario_Investigacion03/Malamud04.PDF
30
regarding treatment of less developed countries which slowed down group performance.
On the other hand, the Grupo lacked fundamental institutions such as a dispute
settlement tribunal, vital in an essentially economic agreement (SalgadoG., 1998). In
this way, the Pacto Andino was an unproductive institutional ―façade‖, worsened by the
lack of political leadership. Even if the development of the merchandise exchange was
positive, it was far from being a success.
The solution to overcoming this crisis was the formation of two new regional
institutions. In 1979, the Corte de Justicia (Court of Justice) and the Parlamento Andino
(Andean Parliament) were built, both with a lack of power where form presided over
function (Malamud, A., 2002).
On the other hand, the industrial planning turned out to be a failure. Divergent
interests, the absence of an infrastructure, the scarce understanding and
complementation of the economies were an obstacle to mutual growth (Von Gleich,
1994: 44). Furthermore, the adjustment policies implemented in the region reduced the
economic activity level. Likewise, the integration agreements crisis was deepened
because the unilateral measures did not discriminate between partners and non-partners
(Fairlie Reinoso, 2002).
The interpresidentalism core of the Latin American integration in the 90’s
From the 60’s, CEPAL was aware that the costs of imports substitution might be
elevated. Because of this, a vision towards a mixed model development was born. This
model used industrialization as a substitute for imports (ISI) and exports promotion
policy. These ideas allowed the development of the first Latin-American integration
process (Ocampo, 2001).
The ISI limitations were overcome by creating a regional market. Therefore, the
inner barriers of commerce would be eliminated, maintaining or increasing high levels
of external protection and widening the industrial planning on a regional scale.
However, from the beginning, a significant degree of weakness existed, and even
an absence of transnational interest that produced the first crisis.24
Even before the crisis
24
The first wave was formed by cases like ALALC, the Asociación Latinoamericana de Integración, the
Mercado Común Centroamericano and the Pacto Andino.
31
of the 80’s, it was clear that Latin-American integration was at an impasse (Von Gleich,
1994: 39).
A new methodology began in the region in the late 80’s characterized on the level
of economy by indiscriminate, lineal and automatic ―tariff‖ reductions (Vázquez, 2003)
and on the political level by the active participation of the presidents. They were the
ones who contributed in a broader sense to regional integration (Malamud, A., 2002) by
providing leadership and direction to the process over other national political actors,
like the congress and others that had been kept away.
Why presidents? Because Latin-American presidentialism was characterized by a
concentration of power in the executive branch, more precisely in the chiefs of state,
with a cultural tradition of personalism and caudillismos (Nohlen, 1991: 42). Jonathan
Hartlyn (1998: 202) states ―[…] Tal como ha demostrado la historia, el
presidencialismo ha sido un principio incuestionable en Colombia […]‖. This
combination of factors, added to the traditional supremacy of the Venezuelan
presidentialism, created tension between executive and legislative branches. In this way,
the president had a large amount of power compared to the other institutions that form
the State. Thus, with reduced participation of other actors, it was easier for the executive
to control and manipulate power resources like: institutions, initiative, information and
ideas (Malamud, A., 2002: 13).
In this way, integration was based on ―presidential hyperactivity‖ from which the
politicalization of the processes ―drowns‖ the construction of any technical organism,
leaving it without an independent frame of action. Thus, because of the presidents’
institutional abilities and the traditional role of the presidential structure, they became
main regulation makers. Therefore, each demand whether trivial or significant that
originated from national actors or from foreign governments is sent to the president
(Malamud, A., 2003).
The summit presidential meetings played an important role, even if they did not
guarantee success. They offer the probability of reaching positive results through last
minute agreements. However, if success is not achieved, the failure could be of
extraordinary dimension. The ―presidencialismo virtuoso‖ (not taking advantage of the
rights or the presidential obligation of addressing foreign politics) finds summit
32
meetings as an important tool because the presence of the heads of state in negotiations
legitimates the process (Deustua, 2004).
During the 90’s this form of integration, based on inter-presidential diplomacy
worked positively, resulting in the making of strategic decisions by presidents that led
to the solution of serious crisis (Malamud, A.). But, as well as the ―presidencialismo
concentracionista‖ might have stimulated the integration with weak institutional
structure during most part of the 90’s, (Malamud, A., 2002) it was also injurious in
disagreement periods between the governments of the various countries.
The Andean integration and presidents leadership
In the early 90’s, interest in integration was reborn, creating new stimulus for the
old Latin-American processes that threatened to disappear. Thus, the term ―integration‖
frequently appears in chiefs of state and chancellors’ speeches, and goals that were
elusive for more than twenty years turned into reality (Pardo García Peña, 1992: 5).
But these new cases were built from different characteristics inspired by the
concept of ―new regionalism‖. This was mainly characterized by economic policies of
the region (under unilateral opening), privatizations and stabilization programs
converging. Within this framework, the wide commercial release (an essential part of
mutual exchange in the mid-term) with automatic discounts, the establishment of more
elaborate and complex origin regulations, the inclusion of other areas (besides
commerce), the limitation or disappearance of special treatment given to less developed
countries and market oriented integration was established (Zalduendo, 2002; Mattos, J,
1999: 91).
This is how integration passes from being a ―defense tool‖ issue for the
construction of protected economic spaces to being a tool with which to address open
markets. This ceased to be a contradiction to the integration aspirations in the world
economy whose main objective began to be the increase of competitiveness.
However, the change was on both economic and institutional levels. The pro-
market orientation helped the construction of reduced institutionalization focused on an
intergovernmental structure with a clear presidential influence.
33
Los acuerdos subregionales tradicionales han comenzado a reformar la estructura
institucional que habían heredado del pasado, en tanto que los regímenes más
recientes se basan en acuerdos intergubernamentales más espartanos (Iglesias,
2001: 142).
The Andean case was characterized by wide institutional staging construction (this
does not means that the presidents were not the main process propellers), although only
in formal terms. The renaissance of the integration of the region was based on four
documents: the Protocolo de Quito, the Acta de Galápagos, the Acta de La Paz and the
Acta de Barahona.
Through the Protocolo de Quito (1988), which modified the Acuerdo de
Cartagena, the main economic instruments were made more flexible, for example: a
time extension for commercial liberalization or the inclusion of a most-favored nation
clause. Nevertheless, it was not until 1989 that the region initiated a firm process of
deepening and liberalization. In a few months, important results regarding the reciprocal
commerce liberation materialized and which had been unthinkable during the two
previous decades (Salgado, 1998).
The construction of the Consejo Presidencial was essential for this. Created in
1990, and formed by the presidents of the member states, its function is to emit
guidelines about various fields of sub-regional integration (Malamud, A., 7). The inter-
presidential summits strengthened the construction of a regional order (Deustua, 2004).
A prevailing characteristic of that period was the decision of the presidents to intervene
in the construction of a ―new‖ agreement. This participation enabled a breakdown of the
economic and political difficulties that had been constant obstacles (Vieira Posada,
2003: 46). Even between 1992 and 1995, years in which the Council did not meet,
strong deceleration regarding the political factor of the integration process was noticed.
Constitution of the ―Council‖ represented the main institutional innovation of the
Andean relaunching; not the change of name from Pacto Andino to Comunidad Andina
de Naciones (1997) which had tried to constitute itself as a symbolic advance (imitating
European Community cases) without significant outputs. From the forming of the
Consejo, it was clear that the authorities linked to the integration process were very
highly ranked and not only the commerce ones. In this way, the strong calling of the
new Andean project was ratified (Cardona, 2002a: 11 y 12). The governments decided
34
to begin the integration commitments and the five chiefs of state were the ones that led
the process (Vieira Posada, 2003).
These integration commitments, led to a performance evaluation was made
initially of the Pacto Andino and then to the CAN where most of the authors agreed that
the successes achieved were mainly because the Concejo Presidencial works
(Malamud, A 2003, 61). Mr. LLoreda Ricaurte, former Director of the Secretaría
General of the Comunidad Andina, stated: -―La participación activa de los presidentes
(in the Consejo Presidencial Andino) ha sido un factor de primer orden en la
consolidación y la profundización del proceso andino de integración‖.25
This added to
what Edgardo Mondofi Gudat (2002), Second Secretary of the Venezuelan Embassy in
Argentina, stated: ―Buena parte de la agenda entre ambos países (referring to Colombia
and Venezuela) se lleva a través de encuentros presidenciales que usualmente se
realizan en ciudades fronterizas […]‖
Colombia and Venezuela, the integration engine.
The recently mentioned increment in commerce leads several analysts to point out
that:
Como se advierte, la vigorosa reactivación del Grupo Andino ha creado
interdependencias que, si la tendencia no se quiebra, puede consolidar una
integración que tendría la ocasión de proponerse metas mucho más ambiciosas
(Salgado, 1998: 71).
This makes it important to highlight the fundamental role that Colombia and
Venezuela have played. Until the 90’s, they had little economic contact; since then they
have worked to increase binational commerce and the integration process, as Pardo
García Peña states (1992: 6,7):
Colombia y Venezuela están haciendo un esfuerzo sin precedentes por sacar
adelante un esquema integracionista que utiliza una concepción diferente, por lo
pragmática, a los ideales que inspiraron la búsqueda de la unidad en el pasado. La
25
Taken from: Malamud, A. (2003): ―Presidential Democracies and Regional Integration. An Institutional
Approach to Mercosur (1985-2000)‖, PhD Dissertation European University Institute, Florence.
35
realidad demuestra, que los avances son mayores y que la voluntad de las dos
naciones ha permitido, hasta ahora, enfrentar los obstáculos que se han presentado
[…]
[…] A la vez, la unificación de los mercados está jalonando iniciativas hacia la
armonización e integración en otras áreas de las dos economías. Y el contexto global
de las relaciones bilaterales ha creado un clima apto para la cooperación en varios
frentes: el de las acciones policívas y militares la concertación política, la
negociación de los temas de mayor sensibilidad para la opinión pública de los dos
países y el desarrollo fronterizo.
Commercially speaking, the Colombo-Venezuelan ―alliance‖ also played a
fundamental role, recognized as a success by the World Trade Organization which
highlights it as an Latin American example for the world.
Despite the suspension of Peru (which not only involved a political problem but
also a deceleration of the intra-zone commerce growth),26
the outcomes of the 90’s were
positive, e.g. the rapid growth of commercial trade between Colombia and Venezuela.
In this way, they become the center of Andean dynamism until 1998 (Salgado, 1998:
68).
During those years, the Grupo Andino fulfilled one of their high-priority goals of
integration between developing countries: encouraging exports of non-traditional
products, especially manufactured ones. It was especially true in the Colombian and
Venezuelan case where a higher grade of diversification was noticed (Salgado, 1998:
71). Because of this, the region was able to liberalize mutual commerce, and in addition,
an agreement to establishment a common external tariff between Colombia and
Venezuela (Ocampo, 2001: 152. Garay, 1992: 81) is added. These countries established
a free trade area on the basis of active commercial and financial exchange, beginning
January 1st of 1992, following the Act of San Pedro Alejandrino that initially was
framed in the process of the Pacto Andino. In this way, both were transformed into the
dynamic axis for regional integration, approaching Mexico´s G327
construction (Serbín,
26
The temporary removal of Peru was based in two concrete situations: the difficulty of negotiating a
common external tariff and the political distance between Peru and Venezuela because of Alberto
Fujimori’s dissolution of the Congress and the Supreme Court de Justicia in 1992. The Comisión
approved the measure with the Decisión 321 ―Suspensión temporal del Perú‖ (Mauricio Pacheco Suárez). 27
Even so, the success possibilities of the G3 were, apparently, higher than the PA (Zapata, 1992: 108). It
failed because of the larger Mexican interest in NAFTA, the opposition from an important part of
36
1992: 26). It also influenced a certain agreement in the management of macroeconomic
policies, mostly regarding the opening to international commerce.
The Colombo Venezuelan approach seemed more real than the Andean28
one.
(Cardona, 2002a: 21). Colombia utilized the Pacto Andino for strong negotiations with
Venezuela leaving behind real integration with Bolivia, Peru and Ecuador, countries
that had very little to offer commercially (Zapata, 1992: 128). Even at a sub-regional
level, in the second half of the 90’s, the integration process slowed down, beginning a
period of unfulfilled proposals and terms (Cardona, 2002a: 14).
This approach was not casual. Presidents Cesar Gaviria and Carlos Andrés Pérez
played a central part in it. They managed to leave behind their old sense of rivalry to
build a common agenda of cooperation. Proof of this was expressed by ex-president
Pérez: ―Ojalá sean los empresarios quienes nos exijan más en materia de integración‖. 29
In this way, the approach of both countries created such bilateral institutions as: the
Comisión Presidencial Negociadora, the Comisión Presidencial de Integración, the
Comisión Presidencial de Asuntos Fronterizos and the Asuntos Puntuales en Materia de
Comercio.
Within this framework, a successful series of meetings began when Gaviria30
traveled to Caracas, joined by a large group of people that included almost forty
manufacturers and the Foreign Affairs, Treasury and Agriculture Ministers. In this way,
the business sector was involved directly in the process. A couple of months later, in
May of 1991, Pérez made an official visit to Colombia signing with the Colombian
President a common declaration that emphasized the need to intensify the fight against
narco-trafficking (Cardona, D., Nasi, C., Obregón, L., and others, 1992: 22, 35).
Regarding differences, Colombia and Venezuela seemed to stand out as the leaders and
Venezuelan Businessmen and scarce Colombian presence during the negotiation process (Cardona,
2002b: 60). 28
From end 1992 the Grupo Andino was in a difficult situation. In one hand, the commerce between
countries was increasing, but on the other the advance of external common tariff negotiations were
winding (the periods between 1992 and 1995 coincided with the inexistence of Consejo meetings). In the
same way, Colombia and Venezuela could not arrive at an agreement for the macro-economical policies
(Vieira Posada, 2003). 29
Taken from: Economía de Venezuela en plena reactivación, Integración Financiera, Noviembre 1991,
Nº 34. 30
Gaviria’s presidential term represented the most successful step in the bilateral level. It was one of the
most important elements for the Andean Integration progress (Cardona, 2002: 10).
37
engines of a regional integration process in the same way that France and Germany did
in Europe.
By the second half of president Gaviria’s government, it was clear that Venezuela
and both countries’ integration played an important role in Colombia’s foreign political
agenda. The national policy towards Venezuela was privileged; the government and
private sectors joined forces to give a better chance to bilateral links between the two
countries. Several economic sectors lived this situation and a clear convergence
between businessmen from both countries was demonstrated. One of the main cases is
the financial markets, where the purchase of entities from the neighbour dinamized the
sector. On the other hand, relations with the automobile industry were much more
complicated, but in the end a solution was found. (Cardona, D., Nasi, C., and others,
1992: 81).
The rapport between the two governments was not only on the economic level.
They were talking about an entrepreneurship with a wide and complex common agenda
to be attended institutionally. This was possible because of the common knowledge of
the issues and the possibility for more social awareness. Even during Pérez’
government, the Colombian guerrilla conflict was defined as a common problem which
forced Venezuela to participate in a negotiated solution (Cardozo, 2003).31
Cumplidos los años de la administración Gaviria, cada día tiene mayor vigencia,
tanto desde la perspectiva oficial como desde el terreno no gubernamental, la
crucial significación de Venezuela en la política internacional colombiana. Con
cambios, alteraciones y reacomodos, los vínculos colombo-venezolanos, públicos
y privados, civiles y militares, políticos y económicos, desde el centro y en las
fronteras, se han fortalecido y adquirido una dinámica intensa y positiva. La
integración real entre ambas naciones es un hecho fundamental para la historia de
ambos pueblos y los dos Estados, y volver atrás en el proceso, tendría un
elevadísimo costo para los dos países.
Seguramente las dificultades e inconvenientes continuarán. No obstante el manejo
creativo de las diferencias y el impulso audaz de las convergencias son hoy más
viables y necesarias (Cardona, D. Nasi, C. Obregón, L., and others, 1992: 92).
31
Venezuela Ante el Conflicto Colombiano:
http://www.tableroglobal.com/HTML/_cEnsayos/Ensayo4.asp
38
The Andean Integration lead by Colombia and Venezuela seemed to be a space
for international projection based on a weak but respected institutional framework. But
―nothing lasts forever‖. As already mentioned, during the second half of the 90’s, the
pro-integration climate started to cool off. The tendency of the changes in international
economy, as well as the political crises of the member countries, started to delay the
integration process more.
Colombia and Venezuela: The deisntegration engine
Very quickly, all these achievements began to disappear. The centrifugal process
tendencies started to prevail over its capacity for cohesion. In the same way that
Colombia and Venezuela were once the axis of integration, they turned into the main
actors of ―disintegration‖. The presidents, who at some point had been the main actors
to the approach process, became also the leading men for distance in both nations.
The internationalization of the Colombian conflict as a source of tension
By 1996, the Colombian conflict caused a higher grade of tension and its
internationalization deepened. Historically, the conflict was isolated, but during this
time the terrorist and paramilitary groups were financing themselves with narco-
trafficking and expanding their areas of operation which threatened neighboring
countries. This situation was also affected by rumors that the current president, Ernesto
Samper´s electoral campaign was financed by narco-trafficking.32
In this way, the
balance of Samper’s term shows an intensification of the conflict, increased violence, an
economic crisis and the generalization of ungovernability to create a non-propitious
atmosphere to attain peace (Tickner, A. 2003).
Yet, it was not until President Andrés Pastrana’s government that the conflict took
on an international dimension. During his electoral campaign, he proposed a sort of a
―Marshall Plan‖ to achieve peace in Colombia which clearly implied the participation of
the United States (Carvajal y Pardo, 2002, 184).
32
The day after Samper’s success the opposite candidate Andrés Pastrana, publicly claimed that the new
President’s campaign was financed with narco-traffic resources (Murillo, 2002). The crisis of Samper’s
administration reached unprecedented levels, to the point that Clinton’s Government refused to give an
American visa to him (Camacho Guizado, 2003).
39
One of the main points of Pastrana’s agenda in 1998, the first year of his term was
the normalization of relations with the USA government, debilitated during Samper’s
administration.
Very quickly, USA president, William Clinton, recognized the Colombian conflict
as an important issue in his country’s security agenda. This strengthened Pastrana,
although in the long term, it restricted the government’s external relationships by
legitimating an increase in the influence of the United States in national matters. It
became clear that the conflict was taking on a new dimension. Furthermore, in 1999 it
was more difficult to achieve any kind of solution due to economic stagnation and the
increase in the size of the FARC, which by this time had reached 20 thousand troops
and had a budget that exceeded 500 million dollars a year (Ortiz, 2003).33
With this panorama, the Plan Colombia was forged. In a few words, it is basically
a USA aid package, designated as the solution of the conflict. Fundamentally based on a
principle of co-responsibility,34
it quickly changed from a development program into an
initiative of antinarcotics and counterinsurgency. Added to this, the initiative
concentrated on strengthening some State institutions, such as the armed forces, the
police and intelligence services (Ortiz, 2003).
Inside the country, it was quickly criticized because of the lack of debate and
because of the large North American influence in its development, and because of its
predominantly military approach. At this point, although Pastrana maintained that 80%
of the Plan consisted of social aid. This was not true. Only 20% was designated for
social aid. It was also strongly criticized for its lack of regional perspective, although
during the months of the Plan’s programming, the Andean countries barely mentioned
it. They only made a statement when the USA government decided to approve the
initiative with US $1300 million (Pinto, 2003: 245 y 234).
Without a doubt, this initiative brought unrest to the region as well. Venezuela,
Peru, Ecuador and Brazil took military measures to protect their borders from the
potential spillover effects of the Colombian crisis. Based on these preoccupations, the
government of G. W. Bush created a regional strategy in 2002, called the Andean
33
During the 90’s the guerrilla and paramilitary groups replaced the cartels as the main drugs producers
and pushers, finding an extraordinary way of financing their activities. 34
The co-responsibility principle means that the US government admits its own responsibility in the
Colombian conflict, because of its position as the biggest cocaine consumer.
40
Regional Initiative, which gave Bolivia, Brazil, Ecuador, Peru and Panama, USA
assistance. In spite of this, the regionalization of the ―war‖ against drugs has set aside
other important subjects in sub-regional relations, such as commerce and regional
integration schemes. On the other hand, the drug problem has been approached as a
security problem rather than as a social, political or economic problem (Tickner, A.
2003).
Unwalking the Inter-presidentialism path
By this time the relationship between Colombia and Venezuela had cooled
considerably. While Colombia looked toward the USA, President Rafael Caldera began
leaning toward Brazil, although not necessarily to MERCOSUR (Cardona, 2002a: 21).35
It was the beginning of an era of disillusionment between both countries, when
previously they were considered the ―future‖ of the Andean region. President Caldera
had a more pragmatic and defensive vision than Pérez, and he defined the Colombian
guerrilla as enemies of Venezuelan security. 36
In spite of the crisis in Samper’s government, both countries were engaged in
democratic and cooperative security principles generating the construction of a common
agenda. But it was only a matter of time before other actors began to appear and to
make a complete turn in the bilateral politics.
The key year was 1998. Caldera’s failure was predictable; he tried to govern as he
did in his past term (1968-1973), ignoring new world and regional realities. Thus a
crisis within the Venezuelan political system was created and generated the perfect
spotlight for the presidential candidacy of Hugo Chávez, an ex-coup d’état leader who
was elected by an overwhelming majority in December 1998 (Romero, A. 2003: 111).
This election definitely changed the good relationship between the Colombian and
Venezuelan governments. After 1999, Venezuelan foreign politics were restructured,
35
It is important to remark that, even thought Caldera’s Government moved closer to Brazil, during his
administration, Colombia and Venezuela reached the highest point of military coordination when his
government admitted the Colombian ―hot persecutions‖ on his side of the border (Malamud, C. 2004: 57). 36 There were two facts of high tension. The first one was the conflict for the General Secretariat of the
OEA between former Colombian President César Gaviria and the Venezuelan Minister of Foreign Affairs
Miguel Ángel Burelli Rivas. This created a weird environment of the relationships just when Caldera’s
period was getting started. The second one, was the attack on February 26th
, 1995 on a military
Venezuelan commodity, located near the bank Cararabo, Meta, that became most difficult moment of the
bilateral relationship since the 1987 crisis (Cardozo, 2003).
41
emphasizing the reconsideration of means, aims, and political alliances (Fescol Policy
Paper 7). Initially, Chavez started to modify several agreements that had built an
important level of trust level between the Colombian and Venezuelan governments
(Malamud, C. 2004).
Problems with the Colombo-Venezuelan border had more magnitude than with
other neighbors. The crisis deepened—basically due to President Chávez´ attitude.
Since 1998, the Venezuelan chief of state has launched a series of declarations that
obstruct even further the process of integration, for example:
No somos enemigos del gobierno ni de la guerrilla de Colombia.
Tenemos una posición neutral, sin darle beligerancia a la guerrilla. Ha sido el mismo
gobierno colombiano, la gestión de Andrés Pastrana en su búsqueda de paz, la que
dio beligerancia y estatuto político a la guerrilla.37
In this way, the Venezuelan government lost credibility and the acceptance of
Pastrana’s administration, because Colombia believes their neighbors tried to elevate
the status of the guerrillas. An example of that is when after September 11th
, Venezuela
rejected the declaration of the ENL and the FARC as terrorist groups while declaring
that the paramilitary groups, on the other hand, are terrorists. (ICG, 2003: 13, 14).
On the other hand, Chavez favored a political-defensive dimension over
commercial liberation. He has also promoted a reconfiguration of the CAN even
though, since 1999 he had had certain reservations about it. During the first three years
of his term, he declared: ―I have been saying for the past three years that the Andean
system of integration is not a system of integration […]‖
The relationship between Chávez and Colombia was strongly marked by a new
geopolitical conception, mainly characterized by the desire of a new world multi-polar
order to work as a counterweight to United States´ presence in the region. This is why
Chavez was so strongly opposed to the Plan Colombia (Cardozo, 2002: 155, 158; 2003).
In addition, his intention is to export his “revolution” to other countries in the region,
which demonstrates his ambition for regional leadership. In fact, on more than one
37
Taken from: Malamud, C. 2004: 60.
42
occasion his rhetoric, essential for his ―Bolivarian‖ project, has created breach with
Colombia. Either way, it is important to recognize the existing gap between his
revolutionary rhetoric and reality, despite the threats of the ex-colonel (Romero, A.
2003:114). So, it was during this period when the governments of Pastrana and Chávez
reached unprecedented tension. Most probably, the peak of tension occurred with the
coup d’état on April 11th
, 2002.
During the coup d’état, Juan Manuel Santos, Colombian Minister of Economy and
the key person for the economic integration between both countries, declared:
La situación con el presidente Chávez misma estaba deteriorando mucho el
ambiente económico aquí en Colombia frente a Venezuela, y yo esperaría que eso
se normalice"…"Dije que el señor Pedro Carmona era un conocedor de Colombia,
ya que con él negociamos el acuerdo de libre comercio hace 10 años, y por lo tanto
sería un magnífico interlocutor en materia comercial y económica.38
To this statement, the Vice-chancellor Clemencia Forero added:
Se está organizando un gobierno interino presidido por un gran integracionista que
es don Pedro Carmona, de tal manera que nosotros deseamos que esta transición
que se inicia en Venezuela sea signada por el regreso a los principios democráticos
y a la garantía de los derechos fundamentales de los venezolanos.39
This generated an immediate reaction of Chavismo, followers who accused the
triangle formed by the US government, the Colombian government and the
―Venezuelan oligarchy‖ of being the source of ideology for the coup d’état attempt.
Later, with the arrival of President Uribe, both chiefs of state maintained a high level of
rivalry and disagreement. It was also a period of more relaxed relations. On this issue,
the Venezuelan President stated:
38
Presidentes A.Latina condenan ruptura democracia en VenezuelaTerra/Reuters
http://www.terra.com/actualidad/articulo/html/act76809.htm 39
Presidentes A.Latina condenan ruptura democracia en VenezuelaTerra/Reuters
http://www.terra.com/actualidad/articulo/html/act76809.htm
43
Las relaciones han venido deteriorándose, porque llegaron a un punto, y esto hay
que reconocerlo, de congelamiento prácticamente, sobre todo después del golpe de
estado. La posición del gobierno de Pastrana fue muy inconsistente. Nada clara.
Algún funcionario del alto grado del gobierno llegó incluso a aplaudir el golpe
públicamente. Y aún después de haber retornado este servidor aquí, no ratificaron,
lo que hubiese sido bien recibido por nosotros.40
In 2002, Alvaro Uribe inherited a country rehabilitated in its relations with the
United States and the European Union. Since then, Colombian foreign politics have
been focused on a pragmatic goal of international support for strategies of security,
mainly asking Washington for help, even though a common vision of security does not
exist, basically due to the political inability of regional governments to build common
agendas. Since his political campaign, one of Uribe’s strategies was to toughen security
policies and military reinforcement of the State, instead of dialoguing with armed
insurgents. Thus, he has changed the tradition of negotiation (to the use of force) for
seeking peace with those violent groups. Besides, almost all of his foreign politics have
been about security (Restrepo, 2004: 50, 51), which further increased his differences
with Chávez (ICG, 2003:16).
However, during Uribe’s administration approaching the United States not only
increased the security issue but also other issues regarding commerce where
negotiations to sign a Free Trade Agreement quickly advanced. These situations are
totally different from the Venezuelan case (although the United States is still their main
commercial partner through oil exports) which strengthened its approach to Brazil even
further after Da Silva’s victory, with MERCOSUR, and openly opposed the FTA with
the American government. Undoubtedly, this is another issue for controversy which not
only separates both nations politically, but also generates a strong centripetal effect
within the CAN.
Similarities that generate conflicts
There are many ideological, geo-political and geo-economical differences between
Chávez and Uribe, yet there is also a remarkable resemblance in their personal style of
40
El espectador.com, ―Entrevista exclusiva con Hugo Chávez Frías‖. Carlos Salgar y Libardo Cardona.
44
leadership that alienates them even more. These are focused on matters such as the
concentration of power in the executive branch, and in this way, not complying with the
State of Law. As María Jimena Duzán states (2005):
A pesar de que aparentemente profesan ideologías distintas, ambos son
gobernantes de talante autoritario, que tienden a centralizar las decisiones en ellos
mismos y a ejercer el poder desconociendo los canales institucionales que existen
para solucionar problemas o evitar crisis […]
Los dos han reemplazado la palabra "nación" de su vocabulario presidencial, por la
de "Patria", como si ambos tuvieran la ardua y difícil tarea de refundar a sus
respectivos países. Chávez habla de manera siempre exultante, de la "Patria
Bolivariana" y Uribe de "los soldados de la Patria", de "los empresarios de la
Patria" e incluso hasta de los "los terroristas de la Patria.
―Both cases can be marked by at least four inherent problems of Latin American
presidentialisms: the effects of the abuse of presidential power paralleled with
unceasing attempts to strengthen it, the absence of a moderating power and the nature of
one winner only for presidential elections‖ – a game called adding up to zero (Hartlyn,
1998: 193). Within this framework, precarious institutions were built, ruled by a
―clientelism‖ type of relations where services and resources are exchanged in return for
loyalty. The prebendarismo and the patrimonialismo surged as consequences of the
wear and tear or even the disappearance of institutions that were capable of channeling
the conflict and social demands due to disappointments in terms of national profits,
violence, social inequity and poverty (Bonilla, 2003).
In this way, hostility towards the processes of political parties began in both cases.
It converged into types of government which, because of the absence of counterweights,
fitted into questionable democratic parameters—much more so in Chávez´ case than
that of Uribe’s. This situation was characterized by the appearance of individualistic
leaderships from outsiders who single out demands with difficult or impossible
solutions. In addition to this, the traditional Venezuelan presidentialism system has been
empowered by the 1999 Constitution, sanctioning the weakening of the separation of
powers (Combillas, 2002). This was reflected in text of the new Constitution, where the
45
Executive Power and the centralization of functions in the president prevail, and were
reinforced by a plebiscite, in Chávez´ case.
―On the other hand, although Colombia established some limitations, the 1991
constitution has retained presidentialism as an unquestionable principle‖ (Hartlyin,
1998: 231).
Within these parameters Uribe has looked for Latin America solidarity in the war
against terrorism. This has generated a strong resistance from Chávez and a moderate
resistance from Da Silva. With Venezuela the relationship are difficult and changeable
(Restrepo, 2004: 51), even during the XVII Cumbre Presidencial del Grupo de Río,
which took place in Cuzco during may 2003. A tense debate took place between
Ricardo Lagos y Chávez41
. The Chilean President stated the need for the UN to give the
FARC an ultimatum. The Venezuelan President rejected the possibility of any
multilateral intervention in the region. Finally, Venezuela was the only country against
the proposal of President Alejandro Toledo of Peru and President Lucio Gutierrez of
Ecuador, who proposed a way to support Uribe’s government.
Uribe’s antiterrorist speech has a polarizing and combative nature, which impedes
the Colombian government when they search for regional allies in the ―war‖ against
drugs and the insurgents. Since Uribe became president, he has pleaded for the need to
create regional plans to fight terrorism, but they have not been successful (Tickner, A.
2003).
Venezuela’s strong opposition is because Chávez42
senses the possibility of an
American ―adventure‖ in the region. The mayor source of criticism from Venezuela of
the Plan Colombia comes from this fear. The main fact is that Colombia built it
unilaterally with the participation of the USA and without asking for cooperation from
its neighbors who are the ones that suffer —either directly or indirectly— the
consequences of the Plan (Pinto, 2003: 249). On the other hand, Uribe’s government
has permanently manifested its discontent with the presence of Colombian guerrillas on
Venezuelan territory and the difficulty of coordinating actions with the Venezuelan
government. Due to these problems, bilateral relations seem to have been made with
41
Even the relations with Chile were near a breaking point with Chavez’s imprudent decision to proclaim
the Bolivian need to have an exit to the Pacific Ocean. Only Lula’s and Kirchner’s intervention stopped
him. 42
Who expressed the possibility of the construction of a ―Plan Venezuela‖.
46
deaf interlocutors. Domestic and international schedules differ a great deal and proposed
goals for the region are contradictory (Malamud, C. 2004: 59).
Conclusions
As shown in this paper, after more than three decades of Andean integration, the
outcomes are unsatisfactory. There is a scarce tendency of the CAN members in
achieving common goals even though an attempt to build institutional and bureaucratic
networks—established with common icons and symbols (Bonilla, 2003)—failed.
Andean integration showed great dynamism during the 90’s, but it has never achieved
enough force to generate centripetal forces to enable it to survive and not become
irrelevant. The huge divergences between its main leaders generated a strong centrifugal
effect, eroding mutual trust and a sense of belonging to something more that the Nation
State borders. Currently, as Germánico Salgado (1998: 110) stated: ―En su ya larga
vida, el empeño andino ha sido tantas veces noticia conflictiva que para muchos es
imposible verlo con el rostro del éxito‖.
Colombia and Venezuela became strategic partners, overcoming complications
and generating a close bond between both governments while under Presidents Gaviria
and Pérez. Though Gaviria and Pérez were its main characters, they were not the only
ones involved in this process. The commitment between the chiefs of state worked as a
guaranty, but left a scarce framework of action for technical institutions. They were
strong and reliable intermediaries, able to defeat even the strongest resistance of
important lobby groups.
In spite of the fact that this integration methodology might produce positive
effects, it has many limitations regarding institutional construction. During the periods
of convergence between presidents, the integration might deepen considerably, but due
to the absence of institutions, it is likely to move backwards during stages of
divergence. This was the Colombian-Venezuelan case.
The relationship between Colombia and Venezuela are now weakened. The causes
of tension increase as a result of many questionable statements from the Venezuelan
government and the intensifying of the Colombian internal conflict (Cardozo, 2002:
159). All of this is added to the combative and polarizing nature of Uribe’s antiterrorist
47
and Chavez anti-liberal stances, which has increased the distance between neighboring
administrations. In addition, the juxtaposition of political personalism and fighting
discourse worsen the situation. In this way, the political-ideological differences grow
with the clash of presidents´ personalities.
In recent years, the process has not advanced in concrete ideas, mostly
governments have wasted time in frequent and useless declarations full of ―good
intentions‖ or ―cynicism‖ but without political results (Malamud, C. 2004: 53). This
situation produced the crisis of presidential summits. This is how the ―pro-integration‖
discourse has coexisted with ―disintegration‖ actions. In this way, it is observable that
the summits are plagued by conflicting interests which result in strong deceleration—or
even backing down—to the process.
To conclude, it is important to mention that the bilateral crisis not only affected
Colombia and Venezuela but spilled over to the rest of the CAN partners becoming one
of the main factors for the paralysis and regression. In this way, the same countries
which were the engines of integration quickly became the executioners of its demise.
Bibliography
Bonilla, Andrés, ―Una agenda de Seguridad Andina‖, Center for Hemispheric
Defense Research and Education in Defense and Security Studies REDES Studies,
October 28-30, Santiago, 2003.
Camacho, Álvaro, ―Plan Colombia and the Andean Regional Initiative. The Ups and
Downs of a Policy‖, Paper presented at the seminar “Internal Armed Conflict, Peace
Processes and Peace Negotiations – Is there a way forward in Colombia?” Arranged
by Colombia Forum, Collegium for Development Studies, Uppsala University,
December 2, 2003.
Cárdenas, J.: ―Se fortalece la Integración Andina‖. Cámara de Comercio de Bogotá,
N° 86, Abril. (1993)
Cardona, Diego, ―Colombia y el Mundo‖, en Ardila, Martha. Cardona, Diego.
Tickner, Arlene (eds.): Prioridades y Desafíos de la Política Exterior Colombiana,
FES, Bogotá, 2002b.
48
Cardona, Diego, ―¿Hacia donde va la Comunidad Andina?‖, Desafíos, Universidad
del Rosario, Bogotá, segundo semestre. (2002a):
Cardona, Diego y otros, Colombia-Venezuela: Crisis o Negociación, CEI-FESCOL,
Bogotá, 1992.
Cardozo, Elsa, ―Venezuela ante el conflicto colombiano‖, Tablero global, 2003
http://www.tableroglobal.com/HTML/_cEnsayos/Ensayo4.asp
Cardozo, Elsa, ―Venezuela en la Comunidad Andina retroceso a tres escalas‖, Aldea
Mundo, Universidad de los Andes San Cristóbal, noviembre-abril año-vol 8 número
016, 2002.
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/543/54381604.pdf
Carvajal, Leonardo, Pardo, Rodrigo, ―La internacionalización del conflicto
doméstico y los procesos de paz‖ en Ardila, M. Cardona, D. Tickner, A. (eds.):
Prioridades y Desafíos de la Política Exterior Colombiana, FES, Bogotá, 2002.
Combillas, Ricardo, ―La Constitución de 1999 y la reforma política: implicaciones
para la gobernabilidad democrática‖, VII Congreso Internacional del CLAD sobre la
Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002
Comunidad Andina de Naciones: 35 años de integración regional 1969-2003, 24 de
septiembre, 2004.
Delvin, Robert, Estevadeordal, Antony: ―¿Qué hay de Nuevo en el Nuevo
Regionalismo de las Américas?‖, INTAL, Buenos Aires, Documento de Trabajo 7,
2001.
Deustua, Alejandro, ―Procesos de Cumbres: Gobernabilidad, Seguridad y
Participación de las OSCs,‖ Department of Foreing Affairs and International Trade
Canadá, FLACSO, Santiago, 2004.
Duzán, María Jimena, ―Cuando los Extremos se Tocan. Lo que va de Uribe a
Chávez‖, El tiempo, 17 de enero de 2005.
Economía de Venezuela en plena reactivación, Integración Financiera, Noviembre
1991, N° 34.
FESCOL, ―El desarrollo de las regiones: ¿Relanzamiento de la integración andina?
La inserción de Colombia en el sistema internacional cambiante‖, Policy Paper 7, 2006.
http://www.fescol.org.co/Doc%20PDF/policy%20paper-7.pdf
49
Fairlie Reinoso, Alan, ―Desafíos para la integración andina‖, en: López, Victo y Di
Masi, Jorge (comps): Del TLC al MERCOSUR, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002.
Garay, Luis Jorge, ―The prospects for Andean Integration‖, en: Prospects for the
processes of subregional integration in Central and South America, IRELA, Madrid,
1992.
Hartlyn, Jonathan, (1998): "El presidencialismo y la política colombiana". En Linz,
Juan y Valenzuela, Arturo (eds): Las crisis del presidencialismo. 2. El caso de
Latinoamérica, Madrid, Alianza.
Iglesias, Enrique, ―Doce lecciones de cinco décadas de integración regional en
América latina, y el Caribe‖, Integración & Comercio, Intal, N13 año 5 anero-abril,
Buenos Aires, 2001.
Internacional Crisis Group, Colombia and its neighbours: the tentacles of
instability. Brussels, April 8, 2003.
Mace, Gordon, ―Regional Integration in Latin America: a Long and Winding Road‖,
Internacional Journal 43(3), 1988.
Malamud, Andrés, Jefes de gobierno y procesos de integración regional: las
experiencias de Europa y América Latina.
http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/Doctorado0304/Seminario_Investigacion03/Mal
amud04.PDF
Malamud, Andrés, Presidential Democracies and Regional Integration. An
Institutional Approach to Mercosur (1985-2000), PhD Thesis European Uneversity
Institute, Florence, 2003.
Malamud, Andrés: ―Integración regional en América Latina: Teorías e institucionaes
comparadas‖, Revista Argentina de Ciencia Política. Bueno Aires, N° 5/6 2001/2002,
2002.
Malamud, Carlos, El largo camino para la paz en Colombia, Cátedra Corona,
Universidad de los Andes Bogotá, 2004.
Mattli, Walter, The Logic of Regional Integration. Europe and Beyond, Cambridge,
Cambridge University Press, 1999.
Mattos, José, ―La inserción económica internacional de la Comunidad Andina‖; en
Hacia una política exterior de la Comunidad Andina, Secretaría General Comisión
Andina- Cooperación Regional Francesa para los Países Andinos Bogotá, 1999.
50
Milanese, Juan Pablo, ―¿Supranacionalidad en el Cono Sur? Análisis de un caso
inédito, ignorado y potencialmente paradigmático‖, Humánitas N°1, julio de 2006, PUJ,
Cali.
Milanese, Juan Pablo, ―Colombia-Venezuela ¿Último tren hacia la integración?‖,
Universitas Xaveriana, segundo semestre, n°34, Cali, 2006.
Milanese, Juan Pablo, ―Colombia y Venezuela. Motores y verdugos de la
integración andina‖. Cuadernos del CLAEH N° 91, 2ª Serie, año 28. Montevideo,
2005/2.
Mondolfi Goudat, Edgardo, ―La Política Exterior de Venezuela‖, Conferencia
realizada en la representación de la Universidad de Bolonia en Buenos Aires el 5 de
junio de 2002.
Murillo, Gabriel, ―La viabilidad del régimen político en Colombia‖, Conferencia
realizada el día 3 de octubre en la representación Buenos Aires de la Universidad de
Bolonia, 2002.
Nohlen, Dieter, ―Sistemas de gobierno: perspectivas conceptuales y comparativas‖,
en Fernandez, Mario y Nohlen, Dieter (eds.): Presidencialismo versus
Parlamentarismo, Nueva Sociedad Caracas, 1991.
Ocampo, José Antonio, ―Pasado presente y futuro de la integración regional‖,
Integración & Comercio, Intal, N13 año 5 anero-abril 2001.
Ortiz, Román, La estrategia contrainsurgente del presidente Álvaro Uribe:
¿Fórmula para la victoria o receta para la crisis?, Documento del Real Instituto
Elcano, 3 de febrero, 2003.
http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/imprimir/39imp.asp
Pacheco Suárez, Mauricio, Los órganos de la Comunidad Andina y su papel en el
logro efectivo de la participación civil en el proceso de integración, Obra suministrada
por Universidad Andina Simón Bolívar de Bolivia, Biblioteca Digital Andina.
Pardo García-Peña, Rodrigo, ―Colombia y Venezuela: la nueva integración‖, en:
Cardona, y otros, Colombia-Venezuela: Crisis o Negociación, CEI-FESCOL, Bogotá,
1992.
Pinto, María Elena, ―El Plan Colombia y los procesos de integración subregional
andina: visión desde Venezuela‖, en Montúfar, Cesar y Whitfield Teresa (eds):
Turbulencia en los Andes y Plan Colombia, Universidad Andina Simón Bolívar -
Corporación Editora Nacional. Serie Estudios Internacionales, Quito, 2003.
51
Restrepo, Luis Alberto, ―La difícil recomposición de Colombia‖, Nueva Sociedad,
FES, julio-agosto, Caracas, 2004.
Romero, Aníbal, (2003): ―Venezuela y la Revolución Bolivariana‖, en Montúfar,
Cesar y Whitfield Teresa (eds): Turbulencia en los Andes y Plan Colombia, Universidad
Andina Simón Bolívar - Corporación Editora Nacional. Serie Estudios Internacionales,
Quito, 2003.
Salgado, Germánico, El Grupo Andino de Hoy: eslabón hacia la integración de
Sudamérica, UASB-CEN, Quito, 1998.
Serbín, Andrés, ―Venezuela y el Grupo de los Tres en el marco de las
transformaciones globales y hemisféricas‖, en: El grupo de los Tres, Políticas de
Integración, Fescol, Bogotá, (1992):.
Tickner, Arlene, ―Convergencias y contradicciones en las políticas internas y
externas de Colombia: de Andrés Pastrana a Álvaro Uribe‖, Trabajo preparado para
ser presentado en el congreso de 2003 de Latin American Studies Association (LASA),
Dallas, Texas, 27-29 de marzo de 2003.
http://136.142.158.105/Lasa2003/TicknerArlene.pdf.
Vargas, Alejo, (2003): ―El Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina:
equivocada respuesta al problema insurgente y poca eficacia en la lucha contra el
narcotráfico‖, en Montúfar, Cesar y Whitfield Teresa (eds): Turbulencia en los Andes y
Plan Colombia, Universidad Andina Simón Bolívar - Corporación Editora Nacional.
Serie Estudios Internacionales, Quito, 2003.
Vázquez, Mariana, ―El MERCOSUR: Antecedentes, Instituciones, Debate‖, Revista.
Argentina de Economía y Ciencias Sociales, 2003.
Vieira Posada, Edgar, Comunidad Andina y Situación de Colombia y Venezuela,
Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, 2003.
Von Gleich, Albrecht, ―Los nuevos procesos de interacción en América Latina.
Resultados y perspectivas‖. REDIAL, n°3, junio 1994.
Zalduendo, Susana, ―Nuevo Regionalismo‖, E-Prints Biblioteca Virtual
Universidad de Bologna Representación Buenos Aires, 2002.
Zapata, J, ―El Grupo de los Tres: Punto intermedio entre el Pacto Andino y la
Iniciativa de las Américas‖, en: El grupo de los Tres, Políticas de Integración. Bogotá,
FESCOL, 1992.
52
EL AUTOR / THE AUTHOR
Juan Pablo Milanese
Es director y profesor del Programa de Ciencia Política en la Universidad de ICESI en
Cali, Colombia. Graduado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires y MA
en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bologna. Ha enseñado previamente
en el Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, y se desempeñó como
investigador en el Campus Buenos Aires de la Universidad de Bologna. Miembro del
grupo de investigación ―Estudios de región, política y democracia‖ de la Universidad
Icesi.
He is Professor of Political Science and Chair of the Program of Political Science at
ICESI University in Cali, Colombia. A graduate in Political Science of the University of
Buenos Aires. He earned a MA in International Relations from the University of
Bologna. He has previously taught at the Pontificia Universidad Javeriana de Cali,
Colombia and did research at the University of Bologna, Campus Buenos Aires.
Member of the research group ―Estudios de región, política y democracia‖, Universidad
Icesi.
top related