la vendedora de rosas-2da corrección
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La vendedora de rosas –guión cinematográfico–
Víctor Gaviria
Carlos Henao
Diana Ospina
Primera edición: diciembre de 2012© Víctor Gaviria© Carlos Henao© Diana Ospina© Corporación Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia© Fondo Editorial Universidad EAFITCra. 48A No. 10 sur - 107. Tel. 261 95 23www.eafit.edu.co/fondoeditorialCorreo electrónico: fonedit@eafit.edu.coISBN: 978-xxxxxxxxxxx
Editado en Medellín, Colombia
La vendedora de rosas –guión cinematográfico–
Contenido
Prólogo al guión de La vendedora de rosas
Lisandro Duque Naranjo .......................................................... 7
Relato inicial de La vendedora de rosas
Víctor Gaviria ........................................................................ 11
La vendedora de rosas (1996)
Sinopsis ................................................................................ 21
Ficha técnica ........................................................................ 23
Reparto ................................................................................ 24
La vendedora de rosas –guión cinematográfico– ........................ 25
Vestuario y fotografías .......................................................... 184
Premios ................................................................................ 193
222
Conversación con los guionistas de La vendedora de rosas
Pedro Adrián Zuluaga .............................................................. 195
Conversaciones de Víctor Gaviria con las jóvenes de
La vendedora de rosas ..................................................................... 225
La vendedora de rosas: reflexiones sobre los niños
de la calle en Medellín ................................................................. 233
Glosario ..................................................................................... 249
Los autores ................................................................................. 255
7
Prólogo al guión de La vendedora de rosas
A manera de insumos para este prólogo, Víctor Gaviria y Diana Ospina
–guionistas, junto a Carlos Henao, de La vendedora de rosas–, me enviaron,
aparte del guión escrito, la entrevista de ellos tres con Pedro Adrián
Zuluaga, así como una entrevista de Víctor con la revista Número y un
listado de escenas filmadas de la película que no quedaron incluidas en
la versión final, quizás porque desafinaban la estructura ya lograda o
porque le aumentaban la duración innecesariamente.
Yo no requería de tanta información, aunque la leí toda, salvo que
este Prólogo pretendiera ser un material exhaustivo, casi una tesis de
grado, algo en lo que no soy especialista y con lo que podría fatigar
a los lectores. De modo que terminé dándole prelación a la película
propiamente dicha, al guión escrito y a la conversación de los guionistas
con Pedro Adrián Zuluaga.
La alusión a tan prolijo envío, sin embargo, viene al caso, porque
es una prueba de lo minuciosos que fueron, y siguen siéndolo, los
tres guionistas en cuanto atañe a la metodología que desplegaron
a lo largo del proceso que concluyó en La vendedora de rosas como
produc to fílmico listo para ofrecérselo al público. Y de ese itinerario
comple jo, es suficiente constancia la entrevista en mención, toda
una cátedra de trabajo de campo destinado a desenlazarse en una
película de excelencia valorada como una pieza de culto no solo de la
cinematografía colombiana. Aquí sí que podría decirse lo que de su
8
técnica novelística expresó Alain Robbe Grillet: “No solo me interesa
el relato de una aventura, sino la aventura de un relato”.
Si bien este libro circulará con preferencia entre sectores de cinéfilos
y estudiantes de cine, contribuyendo a madurarlos en la construcción
de historias magníficas, de ficción o documental, me parece inevitable
que su interés llegue a expandirse a autores de otros lenguajes, como
la literatura, el periodismo de profundidad, el ensayo y la etnografía.
Y aunque no se lo propusieron los guionistas, o Víctor, que es entre
los tres quien más abunda con esa obsesión a lo largo de la entrevista,
hasta a las disciplinas que se ocupan de las adicciones infantiles a los
sicotrópicos debiera inquietarles el hecho –que desde luego no preten-
de ser un descubrimiento, pero que como pálpito es invaluable–, de
que para varios de los niños abandonados de la mano de dios aspirar
un estimulante como el sacol es un recurso que les permite recuperar el
paraíso perdido de su reciente infancia, cuando sus abuelos aún vivían y
lo que ahora se llama eufemísticamente “disfuncionalidad familiar” no
los había arrojado aún a las calles de la agresiva urbe en que transcurre
la película. “El camino de los afectos” llama Gaviria a esos edenes
artificiales.
La escena en que la Cachetona, casi contra su propio deseo y sentido
de la “libertad”, es recuperada por su padre del inquilinato lumpen en el
que habita con sus compañeras, es de los escasos momentos en que ese
“camino de los afectos” se ofrece viable y no constituye una alucinación.
Es una secuencia emotiva, en la que el reintegro a la formalidad familiar
es de todas maneras “negociado” entre padre e hija, salvándose esta de
la fatalidad de la calle que para sus amigas seguirá siendo inexorable.
Hay otros instantes en que las peladas, sin necesidad de ensacolarse, en
su conversación recrean picarescas pertenecientes a una Antioquia “feliz”
(la de los tiempos de la arriería o la “pujante” de Coltejer y Fabricato),
lo que se ilustra cuando una de las adolescentes, al ser presentada a
otra, le dice: “Mucho gusto, me llamo José Repelín Cuchara”. No todo,
pues, como suelen recriminárselo a Gaviria –y que ni el guión ni la
9
película podían eludir para satisfacer a la “gente de bien”–, es “gonorrea”,
“entonces qué papá”, “sí o qué”, vocabulario emergido a partir del
mo mento en que Medellín se escindió culturalmente ya sabemos por
qué. No: Carrasquilla se mueve muy a su antojo por los diálogos de
La vendedora de rosas. “El camino de los afectos” incluye también la
reivindicación de la oralidad ancestral.
A los guionistas, además, se les atravesaron –en su peregrinar al
lado de las precoces peladas que los guiaban por el Medellín profundo–,
tantas situaciones, que por sí solas eran, cada una, un hilo de Ariadna
que al jalarlo los conduciría a revelaciones que, de sucumbir a ellas
por su riqueza dramática, terminaría atomizándoles una estructura
ya acordada. Muy a pesar suyo y queriendo evitar esas tentaciones,
no tuvieron más remedio que delimitar sus curiosidades a efecto de
no dispersarse temáticamente, para lo que les resultó decisivo haber
adoptado el texto de Hans Cristian Anderson, “La vendedora de cerillas”
como eje narrativo, como brújula hacia un final convincente, como
cinturón de castidad dramatúrgica que los cuidara de ser devorados
por la infinitud de primicias trágicas que constituyen la cotidianidad
de los niños y niñas de las populosas comunas de Medallo. De no haber
mediado esa metodología contenida, los tres guionistas hubieran sido
devorados por la espesura de episodios inagotables y la película nunca
se hubiera empezado.
Decía el dramaturgo inglés Eric Bentley, que “un autor dramático
se parece a esos capitanes de barco que, para evitar un naufragio, deben
arrojar carga preciosa al mar”. Creo que los guionistas de La vendedora de
rosas se tomaron a pecho esa estrategia.
Lisandro Duque Naranjo
11
Relato inicial de La vendedora de rosas1
Mónica tiene doce años, pero su delgadez y su figura menuda le hacen
aparentar menos, quizás nueve o diez años, lo que le permite todavía
provocar la ternura que deben inspirar las vendedoras callejeras, espe-
cialmente las vendedoras de rosas.
Ya todas las tabernas están cerradas, amanece en las calles y Mó-
nica está con algunas amigas de su edad, que se han pasado la noche
inhalando pegante, lo que ya las tiene embaladas y nerviosas. Mónica
se deja llevar por la tentación y durante unos segundos se ha pegado
del frasco de una amiguita y comienza a sentir el cosquilleo de la traba.
Pero ya amanece y quiere llegar rápido a su casa.
En el bolsillo guarda un secreto, el regalo que le ha dado alguien en
la noche, un hombre borracho y cariñoso que ha querido ser especial
con ella: un reloj de propaganda barato, de plástico, pero muy vistoso,
con números y figuras pintadas alrededor del horario.
Mónica lo saca del bolsillo y lo mira con cuidado. Como está con
sus amiguitas embaladas, se deja llevar por ellas y termina en el fondo de
1 A partir de este relato inicial, que nació de la primera conversación con Mónica Rodríguez, cuando tenía once años, y del cuento “La vendedora de cerillas”, de Hans Christian Andersen, se elaboró el guión.
12
una callejuela, en La Iguaná, en donde están unos muchachos alterados
por alguna droga. Desprendida, sin pensarlo, Mónica ofrece su reloj a
cambio de algo, de plata sobre todo, porque la necesita para el 24 2…
Uno de los muchachos, el más joven, se enamora de inmediato del reloj
y lo toma sin pedir permiso. Del bolsillo saca de inmediato un reloj de
mujer, delgado y no muy llamativo, de correa negra y se lo da a cambio
del suyo a Mónica. El reloj cautiva de golpe a la niña, puesto que es
un reloj de mujer que tal vez pueda regalar o vender con facilidad…
obviamente es un reloj robado. Mónica lo guarda en el bolsillo y se va
enseguida.
En la llegada a su casa, Mónica se mezcla con serenateros borrachos
que apenas llegan y con peladas que salen a trabajar a las casas, con la
grisosa luz del día. Al cruzar frente a un callejón cree ver a una señora
al fondo que le hace una seña. Se devuelve sorprendida, pero ha sido
una ilusión… Asustada se apresura hacia su casa.
***
Mónica se levanta en la tarde… Al salir a la calle ve a mujeres del barrio
con minifaldas, provocativas, que se levantan sobre las piedras de las
calles para ir donde hombres que las esperan en la avenida en carros
suntuosos… Mónica se ríe de ellas, pero envidiosa… Es 23, debe ir por
las rosas… Una amiguita viene por ella para ir juntas. Es diciembre, hay
globos, natilla, gente bebiendo…
Cuando sale a la avenida Colombia ya sus amiguitas han comenzado
a oler sacol… Ella se asusta, comenta la alucinación del día anterior y
promete que no va a meter nunca más. Eso la enloquece.
La tarde del 23 de diciembre se extiende ante Mónica, que todavía
no tiene las rosas. Camina por el sector, por la carrera 65 en donde se
2 24: Fiesta familiar que se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del nacimiento del Niño Jesús.
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encuentra a muchos amigos de su edad, los pelados que limpian los
parabrisas sin autorización, desplegando toda esa escena tan deliciosa
que se ve a través de la transparencia de los vidrios de los carros.
Ellos quieren decirnos: “¡miren cómo trabajamos nosotros!”. Es pura
actuación.
Al atardecer, una vez ha conjurado las tentaciones del vicio, luego
de un acercamiento hermoso con una de las amiguitas, que la quiere y
le habla siempre con amor, un tanto homosexual, pero amor, Mónica se
va por los lados del Éxito, un almacén atestado de gente que compra los
regalos de navidad. Mónica visita a un amigo, celador de un parqueadero,
al que encuentra en problemas con unos muchachos en moto, que lo
quieren matar. Está muy nervioso, no pasa de aquel día, piensa con
pesimismo.
Mónica oye también los diálogos de la gente, que el aire le trae a
jirones. Preocupaciones tontas de quienes lo tienen todo, compromisos,
insatisfacciones, peleas, mimos de niños y adolescentes… Gente que
come helados, modas, pelaos muy bellos que Mónica ve también con
envidia.
Frente a las vitrinas, bajo los anuncios de luces de la navidad, Mónica
tiene conversaciones muy especiales de gente pobre: alguien que fue
encontrado muerto bajo un puente, peligros, peleas, rencillas de la calle.
***
De pronto aparece la pólvora. La trae una niña amiga de Mónica, a
quien su padre ha dado varias docenas de chispitas mariposas para
vender en la calle, también borrachitos, chorrillos, etc. Mónica las ve en
una callejuela, detrás del almacén, encendiendo las chispitas que llenan
la calle de alegría.
Mónica la sigue, interesada, obsesionada, enamorada de la pólvora.
No tiene plata, lo único que puede cambiar por pólvora es el reloj de
mujer que cambió con el muchacho del barrio.
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Su amiga acepta al ver el reloj. Como Mónica quiere más pólvora,
diversa, no solo “chispitas”, mañana completará con muchas más, ocho
o diez mínimo.
Antes de comenzar a trabajar, a vender rosas, Mónica enciende
alguna caja, para su propia diversión y alegría. De pronto, en la esquina
ve cruzar a una señora que se le parece a su abuela, a quien tanto quiere,
quien tanto la quiso antes de morir. La busca desesperada, pero se da
cuenta que es una equivocación, es otra señora de la calle. Mónica le
comenta a su amiga de su abuela, de lo importante que fue para ella, y
de cómo murió a mediados del año, un día preciso cuyo número Mónica
recuerda con exactitud.
***
Por la noche, de taberna en taberna, bastante solas por las fiestas fami-
liares de navidad, Mónica consigue su plata del día. Ella es inmejorable
para vender sus rosas de amor. Sabe decir lo preciso cuando ve a una
pareja, tiene gran capacidad para hablar, para convencer a los indecisos…
En el ambiente de la noche hay de todo: niñas prostitutas, magos, mú-
sicos serenateros, señoras que se la pasan con escopolamina para dormir
a alguien.
La amiguita suya que está enamorada de ella se le acerca y le enseña
un ratoncito amarrado con una pita, que lo convierte en mascota. La
invitan a sacol, pero ella corre a la casa de su tía a dormir.
Está amaneciendo cuando llega a su cama, oye los pájaros, oye el
agua del río, oye a los muchachos del barrio, tan locos y tan violentos
a esas horas de la noche o de la madrugada. Oye a una señora vecina,
parecida a su abuela, que se levanta a esa hora a cocinar, oye cómo trata
a su nieta. Siente su ausencia de inmediato.
***
Es el 24. Después de levantarse, Mónica busca en un baúl unos zapatos
nuevos de su mamá, que su tía tiene guardados. Como son grandes,
los llena con periódicos y se los pone.
15
Luego Mónica está por la calle, sola, cuando el muchacho del reloj
la aborda. Rápido le comenta el problema: el reloj de números y pro-
paganda se le ha mojado y ha perdido los dibujos, se han borrado los
números. El muchacho se lo muestra a Mónica. Pero ella ya no tiene
el reloj, lo cambió por pólvora. Al muchacho solo le interesa el reloj,
además porque piensa regalarlo hoy que es 24. El muchacho amenaza a
Mónica, ella le responde airada. “Máteme si quiere”, le dice desafiante,
sin meditarlo mucho.
Por la tarde Mónica está triste, va de un lugar a otro, hasta que se
encuentra un grupo de amigas. Como es 24, bebe un poco de aguardiente
de una botella que sus amigas han conseguido, también prueba el sacol,
cae en la tentación.
Sus compañeritas, ya mareadas y embaladas con el sacol, deciden
robar algo. Esto la aleja. Busca a la que le debe las cajas de pólvora. Ella
quiere ir temprano a la casa para aportar la pólvora a la fiesta. Eso la
pone feliz. Todo lo demás la entristece: los traídos, las fiestas familiares,
la soledad.
***
Al atardecer Mónica ve algunas imágenes que le remueven algo en su
interior: un carro con una familia modelo, con muchos hijos graciosos,
sanos, optimistas…
Luego asiste a fiestas familiares, una marranada, que Mónica mira
embelesada.
Un grupo de muchachos, cazadores de globos, le arrebatan uno
que casi encuentra sin que nadie se diera cuenta de su caída. Parece
men tira que lo tiene en sus manos, pero enseguida aparecen decenas de
muchachos especialistas en coger todo lo que sobre en la ciudad.
De pronto sus amiguitas aparecen de nuevo. Mónica sigue oliendo
sacol. Es inconsecuente, mentirosa, inconstante. Así es nuestra heroína.
Incluso ya no quiere comer nada, ni natilla, ni buñuelos de sus amigas.
Bajo una lámpara dramática, Mónica se encuentra con el muchacho del
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reloj. Es un momento difícil, duro, porque el muchacho está embalado,
con ideas muy claras, muy amenazantes. Mónica no puede devolver el
reloj, se le escapa porque es rápida, porque es decidida. El muchacho
queda ofendido, inquieto, rabioso.
Mónica deambula sin encontrar a ninguna amiguita. Al fin en el
parqueadero del Éxito encuentra a su amiguita que tiene el frasco de
sacol y ella se lo pide y termina quedándose con él. Pasa un poquito a
un frasquito que ha encontrado en una caneca… ahora ella ya puede
andar sola, a sus anchas, con su paquete de pólvora y su sacol…
El muchacho del reloj la persigue. Paso a paso la busca con rencor,
ya armado, está loco por hacer algo raro aquella noche de navidad.
Mónica cruza frente a una casa en donde hacen una fiesta. Pero
allí no se queda. Va hasta una pared oscura de una casa, y allí, cansada
y descalza, se recuesta un momento mientras toma nuevas fuerzas…
Allí prende, con una caja de fósforos que se ha encontrado en la
fiesta, las Chispitas Mariposa que tiene guardadas con amor. Entonces
tiene las alucinaciones.
***
La primera es la transparencia de esa pared donde se apoya. Se vuelve
como gasa, traslúcida, y se ve en una fiestecita familiar, llena de gente
amiga que no se inmuta con su presencia, en cambio la admiten
con calidez… De pronto, un pollo asado que está sobre la mesa sale
caminando, corriendo, con un cuchillo enterrado en el lomo… Ella se
asusta, pero la alucinación se apaga con la luz de la pólvora.
Enciente otra luz, apresurada, y ve entonces un pesebre en una
vitrina, pero tan grande, que parece de verdad un establo. Primero siente
los animales, el buey y la mula, las pajas, y ve a la Virgen María, tan
pa recida a alguien que ella quiere reconocer… También está el niño, el
Niño Dios de verdad… Como ella está tan cansada, se hace a un lado
para recostarse, y de pronto ve a un lado del pesebre una cama grande
y con sábanas limpias en donde dormir… Nunca ha visto en una vitrina
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algo tan hermoso. Pero la luz también se apaga y, de pronto, ella ve en
el cielo la estrella de la Navidad que corre y se apaga, como una simple
estrella fugaz…
Se ve a sí misma, oscura, siente las voces de estar acompañada de
alguien, se siente acompañada de su abuelita, que le dice que una estrella
fugaz es un alma que ya ha salido del cuerpo y asciende hacia el cielo…
La palabra “moribundo” llega hasta sus labios, y prende de nuevo con
angustia otra pólvora, para que su abuela se le aparezca.
Con la luz de la Chispita su abuela se hace nítida, viene por un
caminito del barrio y se encuentra con ella de golpe, la llama y la abraza…
Ella está más niña que ahora. Mónica la mira con amor, reconoce la luz
de los ojos de su abuela, que simplemente le bastan, más que un regalo
o una cama o una comida. Ella le limpia la piel de la cara, le arregla la
tela del vestido, le limpia los pies que ya no tienen zapatos.
Como Mónica ya sabe que con la luz extinguida de la pólvora su
abuela desaparecerá, enciende una y otra Chispita Mariposa para que
su abuela permanezca.
Pero el muchacho del reloj está por ahí merodeando. Un celador
lo echa de un patio interior de un condominio que, tristemente, lo lleva
a donde está la niña escondida, recostada a la pared de la casa… La
luz y el olor a pólvora le llaman la atención, lo conducen hasta ella…
Entonces la encuentra, pero ella no se da cuenta.
Desde lejos vemos al muchacho que llega hasta la niña, la increpa,
vemos la luz sombría de un revólver. Son las doce, el ruido explosivo
se confunde con todas las luces y los estallidos de pólvora del instante
de navidad.
Muchos niños salen en ese momento a la calle con sus traídos de
Niño Jesús.
***
Al día siguiente Mónica está a un lado de la pared, estirada como una
muñeca, con los brazos todavía con los palos de la pólvora, al parecer
con los brazos cruzados como si tuviera frío.
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Alguien, un celador, la descubre y se acerca con temor. Luego llega
más gente, señoras que se escandalizan con el cadáver de la niña.
¿De qué murió? A través de los pies de los señores vemos a Mónica
recostada en la pared y el suelo, pero con una sonrisa en los labios.
… Porque nadie sabe que su alma partió como una estrella fugaz en el
cielo hacia su abuelita que la esperaba, más grande y más clara que nunca,
con los brazos abiertos, en aquel caminito del barrio, en donde siempre la
esperó, con un amor más grande que la estrella de Navidad.
Víctor Gaviria
La vendedora de rosas (1996)
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La vendedora de rosas (1996)Sinopsis
Mónica tiene trece años y ya se ha rebelado contra todo. Ha creado su
propio mundo en la calle, donde lucha con coraje para defender lo poco
que tiene: sus amigas, tan niñas como ella; su novio, un traficante de
drogas; y su orgullo, sin hacer concesiones a nadie. La noche de Navidad,
como todas las noches, vende rosas para ganarse la vida y para comprar
el sueño de una velada con ropa recién estrenada y una salida con su
novio, pero la vida le depara una nueva cita con la soledad, la pobreza,
la droga y la muerte. Mónica es la otra cara de una ciudad intensa y
cruel como Medellín o como cualquier ciudad en donde los niños de la
calle no tienen lugar en este mundo.
23
Ficha técnica
Dirección: Víctor Gaviria
guión: Víctor Gaviria, Carlos Henao, Diana Ospina
ProDucción: Erwin Goggel
Dirección fotografía: Rodrigo Lalinde
comPosición y Dirección musical: Luis Fernando Franco
Dirección De arte: Ricardo Duque
cámara: Erwin Goggel y Olmedo Cardozo
soniDo: Heriberto García, Rafael Umaña y Ramón Pulecio
montaje: Agustín Pinto
asistencia De Dirección: Carlos Henao, Mónica Rodríguez, Sandra Higuita, Marlin Franco
ProDucción De camPo: Leda Bustamante, Olga Lucía Pérez, Carlos Zárate, Hilda Ospina y Javier Quintero asistencia De arte: Rodrigo Isaza
maquillaje: Gloria Caro y Girlesa Monsalve
Vestuario: Karina Blumencwejg
Dolly: Raúl Soto
foto fija: Eduardo Carvajal
utilería: Aníbal Silva y Martín Tirado
luces: Juan A. Restrepo y Armando García
tramoya: Iván Darío García y José Juan Posada
aDministración: Guillermo López
ProDuctores asociaDos: Silvia Vargas, Pierre Cottrel y Sergio Navarro
24
Reparto
mónica: Leidy Tabares
yuly: Marta Correa
anDrea: Mileyder Gil
la Cachetona: Diana Murillo
clauDia: Liliana Giraldo
marcela: Yuli García
milton: Alex Bedoya
anDerson: Elkin Vargas
chocolatina: John Fredy Ríos
robin: Róbinson García
el Zarco: Giovanny Quiroz
Don héctor: Elkin Rodríguez
joVany: William Blandón
lolo: Wilder Arango
elkin: Duván Vásquez
norVey: Giovanni Patiño
25
La vendedora de rosas–guión cinematográfico–
SECUENCIA 1
EXTERIOR - NOCHE - FACHADA CASA ANDREA - CALLE -
PUENTE - LA IGUANÁ
Las casas de La Iguaná están llenas de decoración y luces de navidad.
Frente a la escuela hay un grupo de personas que elevan un globo de
dos pisos de alto. El globo se eleva sobre el barrio.
En un callejón, que también está adornado con guirnaldas de navidad, se
observa el júbilo de los niños por el globo y se escuchan los gritos de una
mamá que pelea con su hija.
magnolia (off)
¡Andrea venga!
anDrea (off)
¡¿Señora?!
magnolia (off)
¿Usted por qué me dañó la grabadora?
anDrea (off)
¡Yo no fui!
e
26
magnolia (off)
¡Por qué tiene que cogerme las cosas mías!
anDrea (off)
¡Yo no la dañé!
magnolia
¿Entonces quién la dañó? ¿Usted a quién entró?
anDrea (off)
Es que se me cayó...
magnolia (off)
¡Cómo que se me cayó!
anDrea (off)
¡Ah no, no me pegue!
magnolia (off)
¡Usted no tiene por qué cogerme mis cosas!, ¿entiende?
anDrea (off)
¡Ay, amá, no me pegue! ¡No me pegue!
magnolia (off)
¡No me coja la mano!
En el callejón, la gritería ha hecho que unos niños se detengan a mirar
por la puerta de una casa pequeña. Una ventana que está al lado de una
puerta se abre y salta Andrea, una niña de nueve años, que corre por el
callejón escapando de su mamá.
anDrea
¡Vieja descarada! ¡Hijueputa!
Doña Magnolia sale furiosa a la puerta con un cable de grabadora en la
mano.
27
magnolia
Vení, culicagada, ¡vení que te voy acabar! Me tenés
que responder por lo que me hiciste. ¡Esta malparida
me dejó sin música pa’ el 24!1
Andrea corre llorando por la calle principal, entre las señoras que hacen
natilla y buñuelos en la calle y los muchachos que beben frente a un pesebre.
Cojea y se detiene a tocarse las heridas de cable que tiene en el muslo, que
su falda corta apenas logra cubrir.
Andrea sale de la última calle del barrio y entra a un puente oscuro en
donde se cruza, frente a una virgen iluminada con instalaciones de navidad,
con el grupo del Zarco que camina en sentido contrario. Uno de ellos,
Héctor, va en silla de ruedas. La niña los evita cambiándose de acera. Está
vestida con una blusa ombliguera. Al final del puente se mete en una calle
oscura, recién asfaltada. Andrea corre, llorando, furiosa, sin dejar de cojear.
SECUENCIA 2
EXTERIOR - NOCHE - CORREDOR CENTRAL - CORREDOR
TRASERO - CALETA DE SACOL - ESCALAS DE ATRÁS - BOLERA
Mónica, una niña delgada de doce años, lleva unas rosas en la mano y
va cojeando por el corredor central de la Bolera porque su sandalia está
reventada. A medida que va caminando pasa por distintos sitios donde
hay muchas personas rumbeando. De las tabernas se reflejan luces
de diversos colores y se escucha música de diferentes ritmos: carrilera,
boleros, vallenato.
1 24: Fiesta familiar que se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del nacimiento del Niño Jesús.
e
28
Mónica sale a un corredor solitario y oscuro, en la parte trasera de la
Bolera, y se acerca a una jardinera, suelta las rosas en el suelo y se sube
al murito. Se agacha para mirar hacia el interior de la jardinera y mete la
mano hasta el fondo de las plantas. Como no encuentra nada se baja de
la jardinera y mira hacia donde está Milton, un niño de trece años que está
acostado con la mirada perdida, en otra jardinera cercana a unas escalas.
mónica
Usted me cogió la botella que había aquí, ¡marica!
Milton sonríe, pero no reacciona y la mira como si no la reconociera.
Mónica busca la botella junto a él y la encuentra escondida, debajo de
su cuerpo.
milton
¡Mónica! ¡Venga!
Milton la trata de acariciar. Mónica se sienta en un murito, fuera del alcance
de Milton, y aspira sacol pegando la botella a sus labios. Milton, con sus ojos
perdidos, mira algo que está ocurriendo dentro de su cabeza. Suenan unos
voladores. Milton mira hacia atrás y sonríe cuando ve las luces de colores
que estallan en el cielo. Mónica, pegada de la botella de sacol, también las
mira. Sigue las luces hasta que caen a la calle y allí ve pasar a una anciana
humilde, quien lleva dos niños de la mano. Luego se ve a ella misma de
la mano de la abuelita. Se sorprende al ver a la señora y se levanta como
si la conociera.
La señora tiene el pelo corto y blanco, su rostro es idéntico a... Mónica
pronuncia la palabra abuelita sin que se escuche.
Milton se ríe alucinando con las luces. La anciana con los dos niños sale del
campo de visión de Mónica, que permanece paralizada sin dejar de mirar.
e
29
SECUENCIA 3
EXTERIOR - NOCHE - CORREDOR DE ATRÁS - ESCALAS DE
ATRÁS - CALETA DE SACOL - BOLERA
Yudy, una niña de catorce años, aparece corriendo por el corredor de atrás
de la Bolera. Viene con su ropa muy ceñida al cuerpo y unas rosas en la
mano. Busca a Mónica con la mirada.
yuDy
¡Mónica! ¡Mónica!
Mónica continúa mirando hacia donde vio pasar la viejita. Al ver
que Mó nica no le responde, Yudy se acerca hasta la jardinera y ve que
se está sacoliando junto a Milton.
yuDy
¡Eh Avemaría, Mónica! ¿Usted... dizque no se iba a
sacoliar pues hoy? ¡Venga pues, que no hemos vendido
nada!
mónica
Yudy, fíjese que yo vi a mi mamita.
yuDy
¿Cómo?
mónica
¡Ay, sí! ¡Yo la vi! Por allí.
yuDy
No... usted está muy galeocha.
mónica
¡Ay no! ¡Seguro Yudy que no! ¡Yo la vi! ¡Yo la vi! Era
una señora igualitica a mi mamita.
yuDy
¡Ah... seguro que no! ¡Uhm, usted si tiene que estar
muy galeocha! ¿Usted no me dijo pues, que se había
muerto su abuelita?
30
mónica
Pero era igualitica... Mire cómo quedé temblando del
susto. Seguro que era igualitica.
yuDy
¡Ay mija! Es mejor que no siga pensando en su abuelita,
porque eso sí la hace poner muy triste... Venga, mejor
vámonos a vender rosas. Mire que acabó de llegar una
gallada ni la hijueputa a rumbiar a la taberna. ¡Venga
pues!
Mónica guarda la botella de sacol en la jardinera. Cuando las niñas dan la
vuelta para irse hacia la taberna, Milton estira las manos cariñosamente
hacia Mónica.
milton
¡Mónica... venga que usted es muy linda! Quédese otro
ratico conmigo...
Yudy arrastra a Mónica de la mano.
yuDy
¡Venga! Venga pues, que yo distraigo al celador. Yo lo
llamo y le invento un paro.
SECUENCIA 4
EXTERIOR - NOCHE - PARQUEADERO DE ATRÁS - CORREDOR
DE ATRÁS - CORREDOR CENTRAL - BOLERA
La Cachetona, una niña alta y morena que lleva rosas en la mano, está
tratando de abrir las portezuelas de unos carros del parqueadero de atrás,
alcanza a ver a Yudy y a Mónica que pasan por el corredor trasero.
e
31
cachetona
¡Yudy, Mónica, espérenme! ¿Pa’ dónde van muchachas?
yuDy
Es que llegó un cocao de gente a Años 60.
cachetona
Pero ese hijueputa celador le pega a uno con ese bolillo.
yuDy
¡Venga! Entren juntas, que yo ya sé qué le invento a
ese marica.
Yudy le entrega las rosas a Mónica.
yuDy
¡Pilas, pues! Tenga 2, 4, 6, 8... rosas mías, después
arreglamos.
Las tres niñas salen corriendo y se pierden por el fondo del corredor
central.
SECUENCIA 5
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - CORREDOR DELANTERO -
ACERA DELANTERA - FACHADA TABERNA AÑOS 60 - BOLERA
Mónica y la Cachetona caminan por el corredor delantero con unas rosas
en la mano. Yudy baja las escalas que dan a la acera, camina por la parte
delantera, y llega hasta el frente de Años 60, desde allí llama al celador.
yuDy
¡Ey! ¡Cela! ¡Venga! Venga que le mandaron una razón
que le interesa.
e
32
Mónica y la Cachetona se ven a través del calado de Años 60 dirigiéndose
hacia la entrada, mientras el celador se acerca hasta donde está Yudy. Ella
le hace una seña y lo hace mover para hablar con él.
celaDor
¡Ah ver... suéltela pues!
yuDy
Es que sabe qué... Luz Elena, la mona amiga de la
muchacha de los perros, le manda a decir que la espere
a la salida... que quiere hablar con usted.
celaDor
Y ¿dónde está ella?
yuDy
No, es que ella está por venir... Ella le mandó saludes
y no se demora.
SECUENCIA 6
INTERIOR - NOCHE - TABERNA AÑOS 60 - BOLERA
A través de los corazones y los calados de la taberna, se ve entrar a Mónica y
a la Cachetona aprovechando que el barman está de espaldas. En el primer
salón hay unos “músicos boleristas” que Mónica escucha embobada;
mientras la Cachetona ofrece rosas a la pareja de novios.
cachetona
¿Una rosita para su novia?
La pareja la mira y le hace un gesto negativo.
cachetona (para sí misma)
¡Vieja malparida!
e
33
Mónica se mueve entre las mesas y les ofrece sus rosas a una pareja de novios, mientras mira impaciente hacia la puerta.
mónica
¿Me van a colaborar con la rosita? Mire cómo es de bonita ella (refiriéndose a la muchacha). Se merece una rosa, ¿cierto? ¡Venga...! ¡Regálesela!
La pareja la mira con ternura.
noVio
Y ¿cuánto vale?
mónica
Son a 1.000 pesos, pero si me la compra no se va arrepentir... estas son las rosas del amor.
La pareja sonriente recibe la rosa. Mónica sigue cojeando con gracia por entre las mesas. Detrás de una columna hay una pareja. La novia observa a Mónica cojeando, y la llama.
noVia
¡Niña! ¡Niña! Venga.
Mónica se acerca hasta la mesa. La muchacha le sonríe a Mónica y luego se dirige hacia su novio.
noVia
¡Mi amor! yo quiero una rosita de estas.
noVio
¿Nada más una?
noVia
Regáleme pues dos. Pero también le da plata a la niña, para que se mande a arreglar la sandalia.
Mónica mira con ternura a la muchacha.
mónica
¡Tan linda usted! Ojalá pase una navidad bien feliz con él.
34
SECUENCIA 7
EXTERIOR - NOCHE - PARQUEADERO DE ATRÁS - ESCALAS
DE ATRÁS - CORREDOR DE ATRÁS - BOLERA
Andrea llega cojeando a la Bolera por la parte de atrás donde está el
parqueadero de los carros. Ve a Milton y se acerca.
anDrea
¡Ay oiga! ¿Usted no sabe dónde está una pelaíta de La
Iguaná que vende rosas?
milton
Y ¿cómo se llama?
anDrea
Mónica.
milton
Ella estuvo por acá pero... ¡A vea! Ahí está Anderson.
El novio. Él debe saber.
Anderson aparece vendiendo droga en el parqueadero a un cliente de un
carro. Luego hace cabriolas en su bicicleta y se acerca hasta donde están
Milton y Andrea. Prende un bareto y mira malicioso a Andrea. Ella está
llorosa y no puede impedir que los muchachos le vean la herida que tiene en
la pierna. Al ver la herida, Anderson hace un gesto de dolor, sin embargo,
se le acerca a Milton y le habla al oído.
anDerson
Está buena la pelaíta...
milton
Ella está preguntando dónde está Mónica.
milton
¿Y es que nosotros no le servimos mamacita?
e
35
Anderson le mira la herida de la pierna y le ofrece bareta.
milton
Tome mejor pa’ que se ponga contenta. Usted tan linda
no debe estar así. Hágale, dele una fumadita.
La propuesta es tan absurda que Milton y Anderson se ponen a reír. Andrea
se asusta y se aleja de ellos.
anDrea
¡No! Seguro que no saben dónde está Mónica.
anDerson
Pero ¿qué le pasa? Es que ¿se aburrió con nosotros?
anDrea
No, yo mejor me voy a buscarla.
anDerson
No pero ¡venga!
anDrea
No..., pero es que la necesito.
anDerson
¿Por qué no le da una vueltecita a la Bolera? (se ríe) Por
aquí nadie muerde...
Andrea sube las escalas cojeando y atraviesa el corredor de atrás, luego se
pierde entre la gente de la Bolera.
anDerson
¡Está buena! ¡Aguanta la pelaíta!
e
36
SECUENCIA 8
INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - TABERNA AÑOS 60 - CO-
RREDOR DELANTERO - ACERA DE ADELANTE - PASAJE -
BOLERA
Mónica alcanza a ver a la Cachetona que les está vendiendo rosas a un
grupo de empleados que se han reunido en torno a varias mesas, en el
otro salón de la taberna. Mónica se dirige hacia allá, también quiere
venderle sus rosas a ese grupo. En ese momento la Cachetona alcanza
a ver el celador, que acaba de entrar bruscamente con el bolillo en la
mano, y sale corriendo hacia la puerta.
cachetona
¡Mónica! ¡Ábrase que llegó el cela!
Mónica sale detrás de la Cachetona, pero el celador le alcanza a dar con
el bolillo cuando ella está llegando a la puerta, a punto de escaparse.
celaDor
¡Ey! ¡Ey! ¡Pa’ fuera pues! ¿Cómo hay que hablarles
a ustedes? ¡Qué no las vea más por aquí pues, mari-
concitas!
La Cachetona y Mónica corren rápidamente por el corredor delantero.
Yudy se ríe al ver a Lady sobándose el brazo.
Mónica se pierde, entre la muchedumbre, por el pasaje de la Bolera.
SECUENCIA 9
EXTERIOR - NOCHE - PASAJE - FRENTE TABERNA BOCA DE
CHICLE - ESCULTURA - BOLERA
Mónica se encuentra con Anderson frente a Boca de Chicle, donde un
grupo de personas están cantando música de los años sesenta. Mónica
e
37
está llorosa sobándose el brazo. Anderson la saluda, se abrazan y se cogen de la mano.
anDerson
¿Por qué estás llorando mi amor?
mónica
¡Ese marica celador me pegó un bolillazo!
anDerson
A ese marica se la cobramos. El sale ahora y lo cogemos, pa’ darle una pela bien hijueputa...
Se van caminando hacia la escultura.
mónica
Pa’ que deje de ser tan regalado, ese marica.
anDerson
Mamita venga pues, vamos pa’ la 70.2
mónica
Yo voy a terminar y le caigo más tardecito.
Mónica se mira la sandalia reventada y se la muestra a Anderson.
mónica
Mire cómo estoy de mal... ¡Uhm! Usted me dijo que me iba a dar plata para comprar unos zapatos.
anDerson
Tranquila mamacita, yo mañana seguro que le doy la plata pa’ que se compre unos zapatos y para que compre el estrén.
mónica
¿Sí?, ¿pero seguro que mañana va a pasar conmigo el 24?
2 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos a donde la gente acude a enfiestarse.
38
anDerson
Ahora hablamos en la 70.
SECUENCIA 10
EXTERIOR - NOCHE - ESCULTURA - PASAJE - TELÉFONO PÚ-
BLICO - BOLERA
Al acercarse a la escultura, Anderson y Mónica se encuentran con Yudy,
la Cachetona, Andrea y Milton.
yuDy
¡Mónica! ¡Mónica! ¡Venga! Esta pelaíta la está buscando.
Anderson le da un beso en la mejilla a Mónica.
anDerson
Entonces, nos vemos a la 11 en la 70.
Anderson se monta en la bicicleta que tiene Milton y empieza a hacer
cabriolas. Mónica se acerca a Andrea que continúa llorosa.
mónica
Yo distingo a la pelaíta, ¿cierto que usted vive en La
Iguaná? ¿Y usted qué está haciendo por aquí? ¿Qué le
pasó?
anDrea
!Ah! Es que me volé de la casa, porque mi mamá me
pegó con un cable de grabadora.
Andrea gaguea al hablar, les muestra la herida de la pierna y todos se
alarman.
e
39
yuDy
Yo también me volé de la casa, porque mi mamá me
iba a tirar con un cuchillo, si no es por mi hermanito,
que le cogió la mano, me mata esa ¡vieja hijueputa!...
Y ¿no presenta?
mónica
Ah... vea, una amiguita.
yuDy
José repelín cuchara apellido tenedor...
Yudy se monta a la escultura con un bareto en la mano.
anDrea
Es que esa vieja malparida, porque saqué la grabadora
y la dejé caer... cogió el cable y me pegó.
yuDy
Qué pereza las mamás que son unas gonorreas las hi-
jueputas. Es que lo que usted tiene que hacer es no
vol ver a la casa, con eso se baja a su mamá de encima,
porque ella ya sabe qué es un desprecio de una hija. Vea
mi mamá... ¿Qué me dice mi mamá ahora en día? Me
deja quieta, ¿sí o no Mónica? ¡Yo la hice coger cariño
a las malas!
Anderson y Milton se van montados en la bicicleta.
anDerson
Pónganla a goliar que esa pelaíta aguanta.
cachetona
¡Ay! Sí, verdad... Le digo pa’ qué aguanta ella. Le digo
¿pa’ qué aguanta? Pa’ goliar niña. ¿A usted le gustaría
goliar?
anDrea
Qué es eso... Yo no sé.
40
mónica
Eso es robar, dígale que usted no sirve pa’ eso.
yuDy
¡Usted qué va a poner a golear a esta pelaíta! Por Dios,
que si yo me doy cuenta que usted la pone a goliar, se
va de tropel conmigo mija.
mónica
¿Y usted donde va dormir Andrea?
anDrea
Yo no sé.
mónica
Si quiere se va con nosotras a dormir a una pieza que
tenemos en el centro.
cachetona
Encima de mí no duerme.
yuDy
Niña, a lo correcto, nosotras cada una tenemos una
cama. ¿Sí o no Mónica? Si quiere, duerma conmigo,
pero yo tiro mucha pata.
mónica
Tranquila que va a dormir conmigo.
yuDy
¿Sabe qué? Nosotras le damos el plante para que venda
rosas.
Yudy se baja de la escultura.
yuDy
Mónica, entréguele mis rosas a ella. Yo me voy a bailar
a Mercurio, ¡que allá hay unos papitos!
41
cachetona
Y usted, ¿qué se va a poner a disponer de esas rosas? ¡¿Si el plante es de Claudia mija?!
yuDy
¡Ah! Deje de ser metida ¡maricona! Yo arreglo con ella cómo me dé la puta gana. Yo le respondo a ella, no a usted.
cachetona
Venga pues, hablemos con ella, a ver qué dice.
Yudy y la Cachetona se pierden por el pasaje de la Bolera. Mónica y An-drea permanecen en el parche de la escultura.
mónica
Muéstreme lo que le hizo su mamá.
Andrea le muestra nuevamente la herida que tiene en la pierna.
mónica
¿Es que sabe qué, Andrea? ¡Pa’ gonorrea, gonorrea y media!
anDrea
Venga, acompáñeme a llamar a mi mamá por teléfono.
mónica
Yo le marco el número.
SECUENCIA 11INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - TABERNA MERCURIO - PASAJE - BOLERA
Yudy y la Cachetona se encuentran en Mercurio con Claudia que está bai lando. Yudy ve a Milton al lado de la bicicleta de Anderson. Busca a
e
42
Anderson y lo ve bailando con Marcela amacizados. Él le susurra cosas
en el oído. Claudia termina de bailar y se acerca hasta donde Yudy.
clauDia
¿Dónde están las rosas? ¿Ya las vendió todas?
yuDy
¡Ah...no! Me las va a vender una pelaíta que es amiga
de Mónica. Pero tranquila que yo respondo por ella,
no hay problema. Todo bien con la pelaíta.
Yudy ve a lo lejos a Anderson y a Milton que salen montados en la bicicleta.
Luego mira para la pista y ve a Andrés.
SECUENCIA 12
EXTERIOR - NOCHE - TELÉFONO PÚBLICO - ESCULTURA -
BOLERA
Mónica marca los números que Andrea le dicta.
mónica
¿Cómo es que se llama su mamá?
anDrea
Magnolia...
mónica
Me pasa a doña Magnolia
anDrea
¿Quién era?
mónica
¡Un cucho!
e
43
anDrea
Esa es la gonorrea de mi padrastro.
mónica
¿Doña Magnolia? Espere un momentico...
anDrea
Oiga amá, ¿usted por qué me pegó? Y... si yo dañé esa
grabadora... pero si yo no la sabía manejar. ¿Entonces
pa’ qué la casa si uno no puede coger la grabadora?...
Es que usted no hace sino pegarle a uno, como si uno
fuera un trapo sucio. Usted no más le pega a uno, pero
no es capaz de pegarle a la otra... Sabe ¿por qué me
volé? Porque usted es una mamá que lo trata a uno sin
consideraciones... Y, además, yo estoy muy aburrida
en esa casa, gonorrea... Porque usted no me da tanto
gusto como le da a la otra niña... Yo la voy a despegar
de la casa. No... ¡Esa gonorrea de marido que usted
tiene! Y usted apoyándolo. No... Yo entonces me voy
a abrir de la casa, ¡suerte!
mónica
Dígale que usted ya consiguió amigas en la calle.
anDrea
Sí, yo ya tengo unas amigas, que me apoyan en las
buenas y en las malas, mejor que usted y mi pa-
drastro... ¡suerte! ¡Coma mierda, hijueputa, gonorrea!...
Me colgó.
e
44
SECUENCIA 13EXTERIOR - NOCHE - ESCULTURA - PASAJE - BOLERA
Llega la Cachetona con unas rosas en la mano.
cachetona
Mónica, que se vaya para Mercurio... Allá la está esperando Yudy.
mónica
Venga pues, acompáñela a vender rosas.
cachetona
¡A mí no me van a encartar con la pelaíta!
mónica
¡Eh! ¿Pero quién te está diciendo que te va a encartar? Ella también puede ir sola.
anDrea
Es que de pronto me encuentro por ahí a mi mamá...
cachetona
¡Qué va venir esa vieja hijueputa por acá!
anDrea
No la trate así tampoco...
mónica
Vea, aquí le entrego diez rosas, ponga cuidado: estas son las de Yudy y las mías, después arreglamos. Véndalas a 800 o si no a 500 pesos, y si no le compran, pide la liga. Y no se vaya a dejar quitar la plata de esta Cachetona.
Mónica sale para Mercurio. Andrea y la Cachetona se quedan un momento en la escultura y luego empiezan a caminar hacia una taberna.
cachetona
¡Oiga pelaíta! ¿Y a usted no le da pesar estar el 24 fuera de la casa?
Andrea se queda un momento en silencio, dudando.
45
anDrea
¡Ah cuál! ¡Qué la despegue esa cucha conmigo!
SECUENCIA 14
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - PASAJE – FRENTE A TABERNA
BOCA DE CHICLE – TABERNA MERCURIO - BOLERA
Mónica atraviesa Boca de Chicle y llega a Mercurio. Desde allí ve bailar
a mucha gente y distingue a Claudia bailando con otra muchacha. Yudy
se le acerca emocionada.
yuDy
¡Ay hermana! Siquiera vino. Por aquí hay una mano
de papitos, ni la hijueputa. ¡Mire! ¡Mire! ¡El que más
me gusta es ese!
Yudy señala con el dedo a Andrés, un muchacho joven. Mónica mira hacia
la pista y ve a Andrés. También observa a Claudia bailando con Marcela.
mónica
Yudy, ¿quién es esa muchacha que está bailando con
Claudia?
yuDy
¡Ah! ¡Esa picaíta! Es una amiga de Claudia, que le tira los carros a todo el que ve.
Claudia y Marcela se acercan a una mesa, cerca de donde están Mónica
y Yudy.
clauDia
¡Ah no hermanas! Ábranse rapidito de aquí, que de
pronto viene el celador y nos pone problema por esa
pelaíta (mirando a Mónica).
e
46
Las niñas no le hacen caso.
yuDy
Todo bien. ¡Qué guevonada! Nosotras también nos
podemos hacer solas. Vamos Mónica.
Yudy se encuentra con Andrés y baila amacizada con él. Mónica baila
sola mientras roba una estrellita de navidad, y se la mete por dentro de
la camiseta.
SECUENCIA 15
INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - TABERNA BOCA DE CHICLE
- PASAJE - BOLERA
En Boca de Chicle Andrea se acerca a una mesa donde hay una pareja
de novios.
anDrea
¿Me va a comprar esta rosita?
La muchacha le muestra una rosa que tiene sobre la mesa.
muchacha
Ya se le adelantaron mi amor. Niña, ¿dónde piensa
pasar mañana 24?
anDrea
¡Ah!... en la casa con mi mamá.
Andrea saca una caja de chicles.
anDrea
Oiga... entonces ¿me compra esta caja de chicles?
El novio saca un billete y le paga los chicles a Andrea. Ella se dirige a otra
mesa donde hay otra pareja. Ve a lo lejos a la Cachetona y le hace un gesto
e
47
con la mano, expresando que le está yendo muy bien. Luego se ve desde
lejos ofreciendo las rosas a otra pareja de novios.
SECUENCIA 16
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - CALLE LA IGUANÁ - CASA
NOVENA - KIOSKO GUSTAVO - CHANCES3 – LA IGUANÁ
Lina, la hermanita menor de Andrea, va por la calle montada en unos
patines con ruedas fosforescentes, al lado de su mamá. Lina guarda con
dificultad el equilibrio. Se paran cerca a un grupo grande de niños que está
alrededor de un pesebre donde se celebra la novena de navidad.
lina
Mami, yo me voy a quedar un ratico en la novena...
magnolia
Pero no se vaya a mover pa’ ninguna parte que
enseguida la recojo.
Doña Magnolia se acerca a la mesa de chances donde está doña Ligia.
magnolia
Buenas noches doña Ligia, dígame una cosa: Mónica,
la sobrina suya, ¿no ha estado por aquí hoy?
ligia
¿Mónica?, no, esa muchacha hace tiempos que no viene
por aquí, esa niña cogió la calle del todo desde que se
murió la abuelita y ya no hay nada qué hacer por ella...
e
3 Chance: mesas ambulantes de apuestas.
48
magnolia
¡Eh Avemaría!, por eso le pregunto. Imagínese doña
Ligia que Andrea, la mayor mía, se fue de la casa
aho ra porque le di una pela, y pensé que podían estar
juntas. Usted no sabe dónde se mantiene Mónica, o
dónde trabaja, a ver si me voy a buscar a Andrea...
ligia
Yo no sé, a mí lo que me cuentan es que Mónica
mantiene por la 70 vendiendo rosas con otras ami-
guitas.
magnolia
No, qué muchacha tan rebelde, ya no sé qué hacer
con ella; si la trato bien, no entiende, si la trato mal,
peor... Mis amigas me dicen que no la alcahuetee, que
la castigue, que no le dé todo lo que me pida, a ver
si de pronto, pero yo no sé... ¿Usted no sabe dónde
vive Mónica?
ligia
Sé que vive en una pieza en el Centro con las otras
amigas, pero yo nunca he ido.
magnolia
¡Ay, Dios mío bendito!, tocarme a mí esto un 24; no
voy a tener vida pensando que está por ahí en la calle
expuesta a todos los peligros... ¡Ay, es que me provoca
amasar a esa culicagada!...
Doña Magnolia mira hacia la esquina, donde un grupo de muchachos
acaban de elevar un globo en forma de vaca.
e
49
SECUENCIA 17
EXTERIOR - NOCHE - ORILLA - QUEBRADA - LA IGUANÁ
Frente a la ruina de una casa, Jovany, un primo de Mónica, Elkin y don
Héctor, el de la silla de ruedas, ven pasar el globo en forma de vaca que
viene desde la calle principal. El Zarco está solo fumándose un bazuco
detrás de una pared.
Zarco
¡No, qué chimbada hermano! ¡Si uno saca un fierro es
pa’ estallarlo guevón!
joVany
Fresco Zarco, hoy no fue el día... pero después le
buscamos la caída a esos pirobos. No se preocupe.
Zarco
Nosotros dizque esperándolos en esa tienda, ¡guevón!
¡Debimos haber subido por esos animales, marica!
hector
Hermano no fue el día y punto ¡Deje de ser tan
acelerado guevón!
El Zarco sale de la ruina y sus amigos lo siguen detrás. Don Héctor
sostiene un revólver en la mano, va en su silla de ruedas empujado por
Elkin. Jovany camina al lado tomándose un trago de brandy, ve a un
bazuquero del barrio agachado junto a un cerro de arena.
joVany
¡Qué hubo hombre Lolo! Este desecho es vecino mío,
es un chirrete ¡el hijueputa! No para de gueler todo el
día.
héctor
Loquito, regálenos un baretico.
lolo
¡No tengo patrón! Estoy manos arriba.
50
El Zarco lo mira con recelo.
Zarco
¿Cómo no vas a tener bareta, vos chirrete, malparido?
El Zarco esculca a Lolo a la fuerza, Jovany le mete la mano en un bolsillo, pero Lolo se resiste.
Zarco
¿Es que vos debés algo, gonorrea? ¿O cuál es el pecado pues?
héctor
¡Eso, eso, raquetéelo mijo!
joVany
¿Tiene baretica o no?
lolo
De verdad no tengo, hermano.
Zarco
¡Ojalá tengás un moño!
lolo
El hombre me distingue, él sabe quién soy yo.
joVany
¡Vea que sí tiene, mire!
Zarco
¡Sí ve esa gonorrea!
joVany
¿Por qué nos niega bareta parce?, usted que me conoce.
El Zarco tumba a Lolo de un patadón.
Zarco
¡Torcido, gonorrea!
héctor
¡Ya, ya hermano! ¡Abrite de aquí gonorrea!
51
El Zarco camina detrás de sus amigos, desmenuzando la bareta en la
mano.
Zarco
¡Gonorrea, hijueputa home, qué va!
elkin
Sí tenía bareta ese pirobo.
El Zarco le entrega el bareto a don Héctor y le coge el revólver con rapidez.
héctor
Loquito, ¿usted pa’ dónde va?
Zarco
Ya vengo don Héctor.
El Zarco se devuelve a paso rápido detrás del chirrete.
joVany
¿Qué va hacer guevón?
Jovany ve al Zarco correr hasta donde el bazuquero y desde allí mismo
observa cómo el Zarco le descarga tres disparos, sin darle tiempo de nada
y le arrebata a Lolo un reloj de mujer que tiene puesto en su muñeca.
joVany
¡Uy, este man lo mató! No había necesidad de cascarlo
guevón, ¿por un bareto?
Zarco
Y a vos qué te importa, home gonorrea.
héctor
Zarco, loquito, venga entrégueme ese fierro guevón.
Abrámonos de aquí, que esto ya se calentó.
Zarco
Todo bien don Héctor. A mi ningún chirrete me va a
negar bareto.
52
héctor
¡Ya lo cascó! ¡Ya que hijueputas! Elkin apúrele guevón
que se nos va a dañar el 24.
El Zarco le entrega el arma a don Héctor y este le ofrece un trago de
brandy.
Dos niños se asoman al callejón atraídos por los disparos, pero al ver
venir al grupo del Zarco se devuelven asustados.
SECUENCIA 18
INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - ACERA DELANTERA -
CASETA DE LOS CHUZOS -BOLERA4
Claudia está al lado de una caseta de chuzos y le entrega a la señora de
los chuzos un billete de 5.000 pesos.
señora chuZos
¿No tiene los 3.000?
Claudia le hace un gesto negativo con la cabeza mientras come chuzo.
La señora mira el billete y le devuelve. Claudia recibe la devuelta y sale
con Marcela caminando hacia la escultura.
e
4 Secuencia no rodada.
e
53
SECUENCIA 19
EXTERIOR - NOCHE - ESCULTURA - PARQUEADERO DE
ATRÁS - BOLERA
Mónica llega al prado de la escultura. Se saca de la camiseta, con cui-
dado, la estrella de navidad que ha robado en Mercurio y la descarga
sobre la hierba. Viniendo desde el parqueadero, llegan la Cachetona con
cuatro rosas en la mano y Andrea con cinco.
mónica
Oigan parceritas ¿cómo les fue con las rosas?
cachetona
¡Ah...bien! Un cucho todo borracho... dizque invitán-
donos a un aguardiente. Y esta pelaita es como frenaíta
pa’ hablar.
La Cachetona se ríe.
anDrea
Yo sí... vendí una caja de chicles. Y... un señor me
regaló 1.000 pesos.
mónica
¡Oiga, Cachetona! ¿Usted por qué no me consigue
una bolsa pa’ guardar esta estrella?
Andrea mira la estrella de navidad.
cachetona
¡Eh! ¿Se la estaba goliando?
La Cachetona se va caminando por el pasaje. Desde el fondo viene Clau-
dia que se está fumando un bareto, a su lado viene Marcela.
clauDia
Qué papitos los que nos conseguimos. ¿Sí o no Marce?
Marcela afirma con la cabeza. Mónica sorprendida observa cómo Mar-
cela, alta y femenina, se estira el bluyín que se le pega a las piernas.
54
clauDia
¿Entonces qué? ¿Cuántas han vendido?
Claudia mira a Andrea.
mónica
¡Ah vea! Esta es la pelaíta que me está ayudando.
clauDia
Deme la plata... que si usted sigue conmigo, usted
tiene comida y dormida.
Andrea se acerca y le entrega la plata a Claudia, ella la cuenta.
Claudia le hace un gesto a Marcela para que se acerque.
clauDia
Nosotras ya nos vamos pa’ la 70.
mónica
¿Sí?... ¿Y pa’ qué?
clauDia
Es que ella quiere conocer a Anderson.
mónica
¿Quién?... ¿Usted?
marcela
¿Por qué?... ¿Usted, qué es con Anderson?
mónica
Yo soy la novia.
clauDia
¿Sí?... Yo no sabía (se ríe). Y... ¿desde cuándo?
mónica
Hace más de quince días. Y... usted sí sabía, no se
haga la boba.
55
clauDia
Vea parcerita, yo le presento la novia del famoso
Anderson. Apenas es pa’ él, ¿sí o no?
Claudia, que continúa trabándose, se ríe sin parar. Marcela también
se ríe. La Cachetona, interrumpiendo, llega con la bolsita en la mano
armando escándalo.
cachetona
Ay, hijueputa, esa vieja de los chuzos está toda puta
porque le metieron un billete de 5.000 pesos falso. Y
está diciendo que fueron unas pelaítas roseritas. La
que fue, que se ponga en la jugada a pagar eso, pa’
que no nos caliente el parche.
Claudia se ríe con nerviosismo mirando a Marcela, se levanta y coge
una botella de sacol de la jardinera.
clauDia
Ah, ¡qué guevonada! Abrámonos parcera pa’ la 70, antes
que nos deje el bus. Vamos a buscar a los muchachos.
mónica
Espere parcera, ¿me va a prestar el gale pa’ pegar esta
chancla?
Claudia le entrega la botella a Mónica.
clauDia
Pero pásemelo pues rápido ñerita que voy de afán.
mónica
¡Ah, pero deje el azare! ¿O es que usted fue la que le
metió el billete falso a esa cucha?
Claudia le arrebata la botella de sacol, se la mete dentro de la camiseta
y sale con Marcela. Apenas las ve atravesar la calle, Mónica se levanta
preocupada.
56
Un señor estaciona un carro.
señor
¡Ey, peladas, póngale el ojito a ese carro!
Andrea y la Cachetona se van para el parqueadero y Mónica se va por
el pasaje de la Bolera.
SECUENCIA 20
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - PASAJE – TABERNA
MERCURIO - ACERA DELANTERA - PARQUEADERO DEL
FRENTE - BOLERA
Mónica busca a Yudy en Mercurio, pero no la encuentra, continúa hacia
el parqueadero y la ve desde lejos en un carro con las puertas abiertas.
SECUENCIA 21
INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - CARRO DE ANDRÉS -
PARQUEADERO DE ADELANTE - CALLE 51 - BOLERA
Yudy está en el parqueadero sentada dentro de un carro con la puerta
abierta. Abre la gaveta y saca una credencial.
yuDy
¡Uy, qué chimba! Me la va regalar o ¿qué?
Yudy deletrea con dificultad.
yuDy
“Mi amor por ti sube hasta las estrellas”
e
e
57
anDrés
Claro mi amor, ese es su aguinaldo.
yuDy
¡La chimba, que esta gonorrea de credencial es mi
aguinaldo!
anDrés
No, pero usted por qué es tan mal hablada. Como se
ve de feo una mujer diciendo groserías.
yuDy
A lo correcto, Andrés, mire la hora que es y no he
conseguido un hijueputa peso. Y por irme a bailar
con usted, escondí las rosas y me las robaron.
anDrés
¿Y cuántas eran, mamacita?
yuDy
Cinco rosas, a quinientos cada una.
anDres
Bueno, yo la desvaro, mi amor, pero venga demos
una vueltecita en el carro y vemos los alumbrados.
Andrés le pone la mano en el muslo.
yuDy
Bueno, ¿cuánto me va a dar pues? ¡Plata en mano y
culo en tierra!
Yudy escucha a Mónica que la está llamando desde la acera.
yuDy
¿Sabe qué, papi? Espéreme yo despego esa pelaíta.
Yudy se baja y va a conversar con Mónica, quien se ha acercado a un
lado del carro.
58
mónica
¡Eh Avemaría! ¡Usted sí es una fufa! ¡¿Qué está ha-ciendo ahí?!
yuDy
¡Cuál! ¡Si ese es un amigo mío! Me va a dar una liga
para el estrén del 24 que me la había prometido hace
días...
mónica (acelerada)
No, venga que Anderson me está esperando en la 70.
Y ahí se fue Claudia con esa grandulona que le está
tirando los carros a Anderson.
yuDy
¡Ah, sí, sí, marica! Esa hijueputa es tremenda víbora,
yo ahora le comento. Pero espéreme en el parche, yo
voy a acompañar a este man a hacer una vuelta.
Yudy da la vuelta y se sube al carro de su amigo. Mónica permanece
mirando, Andrés enciende las luces y el carro se va.
SECUENCIA 22
EXTERIOR - NOCHE - CARRO DE NORVEY - ACERA DE-
LANTERA - PARQUEADERO DE ADELANTE - CALLE 51 -
BOLERA
Apenas se aleja el carro de Andrés, un carro viejo y oscuro modelo 50,
se estaciona a un lado de Mónica y la asusta con el pito. Norvey, un
hombre moreno de veintiocho años, con camisilla y cachucha, la saluda.
Se está comiendo una arepa de chócolo con quesito.
e
59
norVey
¿Entonces qué, Mónica? ¿Dónde está Yudy?
Mónica titubea y le miente.
mónica
¡Yo no sé! Yo creo que ella se fue para la 70.
norVey
Y usted qué mi amor, ¿no está vendiendo rositas?
mónica
No, hoy estuvo muy malo el negocio... Entonces qué
Norvey, ¿me va a dar la liguita?
norVey
No mi amor, pídame lo que quiera, pero plata no, usted
sabe por qué. ¿Quiere que la invite a una arepita?
mónica
No, mejor deme la que se está comiendo.
Norvey le entrega la arepa a Mónica y enciende el motor que produce
un ruido escandaloso.
norVey
Venga pues, súbase al carro y vamos a buscar a esa
zurrona a la 70.
mónica
No, es que yo tengo que ir por unas parceritas, que me
están esperando.
norVey
¡Entonces, suerte!
Norvey acelera mientras Mónica se dirige otra vez hacia la Bolera.
60
SECUENCIA 23INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - CARRO DE ANDRÉS - CENTRO - CIUDAD
Yudy mira por la ventanilla un árbol de navidad hecho de bombillas de colores en las afueras de un edificio. Andrés le toca los muslos.
yuDy
Pero, ¿cuánto me va a pagar pues? Diga.
anDrés
¡Ah, pero usted está muy esquiva hoy!
yuDy
A lo correcto, deme 5.000 pesos, me soba y si quiere me chu pa las tetas un ratico, pero no más, a mí no me gusta que me lo metan.
En ese momento el parabrisas se llena de luces y el carro se mete en una avenida llena de decorados navideños: ángeles con trompetas plateadas, velas de colores... Yudy se emociona a tal punto al ver los alumbrados que no se da cuenta que Andres le está acariciando el cuerpo.
SECUENCIA 24EXTERIOR - NOCHE - CORREDOR DE LA MITAD - BOLERA
Mónica atraviesa el pasillo central de la Bolera, que está lleno de humo y de personas que van de un lado para otro. En el corredor de atrás, que está prácticamente oscuro, hay varios grupos de muchachos que se están trabando. De uno de los grupos sale el tipo borracho que estaba en el teléfono y se dirige a Mónica.
e
e
61
borracho
¡Niña, venga!... ¿Usted por qué está a ésta hora por
acá? ¿Por qué no se ha acostado?
mónica
¿Por qué?
borracho
Es que ya es 24. Y usted por ahí en la calle todavía.
mónica
¡Oiga! Todavía no es 24, ¿qué horas son pues?
borracho
¡Ya es 24! Mire que ya son las doce.
El tipo borracho se saca un reloj del bolsillo, y se lo enseña a Mónica.
mónica
¡Cuál, si son las diez y media!
borracho
¿Ah, sí? ¿O sea que todavía no es 24?... Muy bien mi
amor. ¡Ya se lo ganó!... Este reloj es suyo, lléveselo
de aguinaldo.
Mónica se sorprende, su rostro refleja alegría. Mira el reloj, que es muy
vistoso porque en vez de números tiene regalos en los horarios. El tipo
borracho se aleja mirándola, sin decirle nada más.
mónica
Que la Virgen lo acompañe.
e
62
SECUENCIA 25
EXTERIOR - NOCHE - PARQUEADERO DE ATRÁS - ESCULTURA
- PASAJE - CALLE 51 - BOLERA
Andrea está parada frente a la trompa de un carro campaneándole a la
Cachetona, quien acaba de descubrir una ancheta de navidad en el
asiento de atrás y trata de forzar la puerta con una navaja.
anDrea
¡Ey, ahí viene Mónica!
cachetona
¡Ay, hijueputa! ¡No pude con esta marica chapa!
Mónica llega al parche de la escultura poniéndose el reloj en la muñeca.
mónica
¡Parceras, miren el reloj que me regalaron!
cachetona
¿Regalaron?... ¡También cree que le iban a dar esta
chimba de reloj! ¿A quién se lo golió?
mónica
¡A nadie! ¡Me lo regaló un borracho, que hay allí!
anDrea
¡Ay, mirá, no tiene números sino dibujitos!
Yudy llega desde el pasaje de la Bolera corriendo con un bareto en la
mano.
yuDy
¿Qué pasó, fufurufas?
mónica
Mire el traído que me dio un borracho el hijueputa.
yuDy
¡Qué cuca de reloj! ¡Véndamelo, que yo tengo plata,
parcera!
63
Se mete la mano al bolsillo y se saca varios billetes. La Cachetona ve al
cucho del carro y corre con Andrea para reclamarle la plata.
yuDy
¿Cuánto vale ese marica reloj pues?
mónica
¡No, este es el regalo pa’ Anderson!
yuDy
Yo le dije a usted ahorita, que le iba a comentar
una cosa: antes de que usted llegara a Mercurio, esa
hijueputa de Marcela estaba bailando todo pegada
con Anderson. A lo correcto, lo que usted tiene que
hacer es despegar esa hijueputa.
mónica
¡Vámonos Yudy pa’ la 70!
anDrea
¡Mónica venga, vámonos a comer un chuzo!
yuDy
Venga, vamos donde la Mamita, yo las invito parceras.
Yudy se ríe contenta con los billetes en la mano, Mónica mira a Yudy
y le hace mala cara. Las niñas se pierden por el pasaje de la Bolera.
SECUENCIA 26
EXTERIOR - NOCHE - LAVAMATIC - CARRERA 70
Anderson está al lado de la ventanilla de un carro atendiendo a un cliente.
anDerson
¿Cuántos va a llevar?
e
64
cliente
Unos cinco cositos ahí, pues.
anDerson
Todo bien parcero...vea.
cliente
¡Listo!
anDerson
Que esté bien, ¡Suerte!
Anderson se acerca hasta donde está Marcela.
anDerson
Entonces qué, ¿nos vamos a dar un roce?
Marcela se monta en la bicicleta.
marcela
¡Uy, despacio que yo no me voy a estrellar!
anDerson
Serena, que yo soy buen piloto.
SECUENCIA 27
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - KIOSKO DE LA 51 CON LA
CARRERA 705
Juan Camilo, un hombre joven, rubio y alto, pero muy flaco, lleva una
escoba larga y nueva, está terminando de fumarse un bazuco, se acerca
hasta el kiosko donde están las niñas.
e
5 Secuencia no rodada.
65
juan camilo
Yo era locutor de la radio, pero el bazuco me mató. Mañana me la voy a pasar dando vueltas por don-de vive mi familia. ¡Esas fiestas que arman! Y yo escuchando todo ese bullicio, esa alegría, esos papeleteos, y yo queriendo estar ahí, pero... no poder... ¡Cómo me hacen de falta mis hijas!
Mónica, Yudy, Andrea y la Cachetona, comen con avidez en un kiosko de lata en donde venden comida muy barata. Mamita, la dueña del kiosko es una señora de sesenta años que trata con mucho cariño a las niñas. El frío de la noche se mete por dentro de la camiseta ombliguera de Andrea y la hace tiritar.
juan camilo
¡Qué hubo pues, Mónica! ¡¿Qué más niñas?! Aquí traigo las escobas especiales para limpiar telarañas en las casas de los ricos.
yuDy
¡Ey, Andrés Escobero!6
juan camilo
¡Qué hubo bizcocho! ¡Ah, pero yo no me burlo de us ted! Todos tenemos defectos, sin embargo, yo no le digo nada, porque usted es muy linda, ¡vea esos ojos de gata tan bonitos!
yuDy
Pero es que a lo correcto, usted con esa cara tan larga, ¡es tremendo care caballo!
juan camilo
Si mi amor, hágame caso. ¡Usted es muy chaparrita! Mamita, me da un plato de fríjoles bien reforzado, que yo se lo pago mañana.
6 Referencia al futbolista Andrés Escobar, asesinado en 1994.
66
mamita
¡No mijito, yo mañana 24 no abro! Pero ya mismo le
sirvo.
juan camilo
¡Ah, esta Mamita si es lo más lindo del mundo!
Mónica se queda mirando como la Mamita cobija al nietecito, quien
está acostado al lado de un perro, en una cama improvisada, debajo de
una estrella de navidad que hay colgada en el kiosko.
SECUENCIA 28
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE DE LA 47 - CARRERA 707
Las niñas van caminando por el puente de la 70 con la 47, por un sitio
oscuro, debajo del viaducto del METRO.8 Aparecen unos hombres en
una moto, van en contravía y les tiran la moto a las niñas, asustándolas.
Las niñas salen rápido escapándose de los tipos, Andrea corre asustada.
yuDy
¡Ay, Mónica qué susto tan hijueputa! Yo creí nos iban
a coger.
Las niñas se ríen y entran a la parte de la 70 que está llena de luces
navideñas.
e
7 Secuencia no rodada.
8 Metro: tren metropolitano de Medellín.
e
67
SECUENCIA 29EXTERIOR - NOCHE - ESQUINA - LAVAMATIC - CARRERA 70
Desde el interior de un Renault 18 un hombre de unos cuarenta años negocia un bareto con Milton, quien está todo ensacolado y pegado de la botella que tiene entre la camiseta.
cliente
¡¿Cuál es pues, a ver?!
milton
¡Entonces qué cliente! ¿Cuántos va a llevar?
cliente
Entonces qué mijo, ¿bien? ¡Ah, hoy estas muy embalado!
Anderson estruja a Milton y les hace una seña a los muchachos para que se lo lleven.
anDerson
¡Milton hermano, Milton ... ¡Ey Milton! ¡Robin, vea a este pelao! ¡Vea este pelao hermano!
robin
¡Ey, Milton, venga parcero, venga, venga!
milton
Yo le caí primero...
robin
Déjelo que él venda hermano, es que usted está muy galeocho, parcero.
Robin coge a Milton y lo lleva a la esquina, donde es el lugar de reunión. Chocolatina que ha estado observando el cruce, suelta una carcajada y le da una patada a Milton haciéndolo perder el control, lo levantan y lo tiran contra la reja metálica de un almacén.
chocolatina
Le vamos a dar es una pela.
68
milton
No, no me van a quitar mi gale.
robin
¡Pasa ese sacol, home gonorrea.
anDerson
No Milton, usted no puede trabajar en la plaza así
hermano.
robin
Si no puede dejar ese vicio, entonces ábrase de la
esquina parcero.
chocolatina
A ver los baretos y la plata. Y si lo volvemos a ver
chupar sacol, se va por su lado.
milton
¡Ey, ey, no me den en la cabeza!
robin
Es que usted chimbea mucho hermano.
Claudia y Marcela, que han estado observando a lo lejos, llegan donde
los muchachos.
clauDia
¡Ya! ¿Qué hubo mijo? Déjenlo tranquilo, no se apro-
vechen, ¡déjelo pelao!
chocolatina
Bueno, entonces hágase cargo de él.
clauDia
Si, déjelo aquí que yo me encargo.
robin
Bueno, pero que no banderee más la plaza.
Claudia se sienta con Milton en el murito, ella saca un billete de mil.
69
clauDia
Uste es bobo que se deja pegar, vaya y me compra una botellita de gale que yo le regalo un poquito en otra botella.
Milton se para lentamente y se escabulle en la calle.
SECUENCIA 30EXTERIOR - NOCHE - ESQUINA CERCA A LAVAMATIC - CARRERA 70
Mónica y Yudy llegan a comprar un cigarrillo en una chaza. Mónica mira hacia donde están Anderson y Marcela.
yuDy
¡Ay, Mónica, es que mirá esa hijueputa! ¡Si ve, parcerita!
Esa fufa si está detrás de Anderson.
SECUENCIA 31EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC - CARRERA 70
Anderson y Marcela conversan sentados en el muro.
anDerson
Deme el teléfono pa’ yo invitarla mañana a cine.
marcela
Es 2113226...
e
e
70
anDerson
No, pero apúntemelo en un papelito que yo no tengo memoria...
Yudy irrumpe en la acera.
yuDy
¡A ver, Anderson, póngame a trabar...!
anDerson
No, es que a usted le da el síndrome y se pone toda cansona.
yuDy
Métaselo por el culo, carechimba, hijueputa.
mónica
Anderson me hace el favor, un momentico...
Mónica llama aparte a Anderson para conversar. Yudy se acerca hasta donde está Marcela y le ofrece bareta.
yuDy
¿Entonces qué parcerita? Cómpreme esta credencial, para que se la regale a Anderson.
marcela
Pero ¿qué le pasa? Él no es pues el novio de Mónica.
yuDy
¡Ah, usted se tragó ese cuento! A lo correcto parcerita, él la tiene es nada más de parche. ¡Oiga, ella está muy chiquita para él como es de papito! A él le gustan mujeres que le den más y Anderson mismo me ha dicho que usted le gusta mucho a él. Confíe en mí que yo le hago el cruce.
Marcela recibe la credencial y la lee contenta.
marcela
Claudia, entréguesela usted... Hágame el cruce.
71
clauDia
Présteme esa chimba de credencial, que yo hago lo que
sea.
Claudia está ensacolándose sin parar. Yudy ve a Jorge el costeño con su
grupo de vallenato y corre emocionada a saludarlo.
SECUENCIA 32
EXTERIOR - NOCHE - LAVAMATIC - CARRERA 70
Anderson y Mónica pasan conversando frente a Yudy, que conversa
con el vallenatero.
mónica
¿Amigos nada más? ¿Sí? Yo creo que son algo más.
Porque ella le tira los carros a usted y usted se los tira
a ella.
anDerson
¡Cuál! Pero es que eso no tiene nada de malo.
mónica
¿No? Si no quiere nada, entonces no sigamos y ya,
se queda con Marcela.
anDerson
No, pero por qué, si yo a usted la quiero mi amor.
¿Usted porque siempre piensa mal de mí? Si yo no
tengo nada con esa pelaíta.
mónica
Ah, usted siempre me dice lo mismo. ¡Cuál, usted es
un mentiroso ahí!
e
72
Llega un cliente en un carro y Anderson se va en su bicicleta para
atenderlo.
anDerson
Espéreme aquí que yo ya vengo.
SECUENCIA 33
EXTERIOR - NOCHE - CALLE - CERCANA A LAVAMATIC -
CARRERA 70
Robin, Chocolatina y Anderson se acercan a atender al cliente, que es
un profesor universitario, se alegran de verlo y lo saludan con choques
de manos.
Profesor
¡Qué hubo pues muchachos!
Chocolatina se sienta en la silla de adelante del carro.
chocolatina
¿Cómo es la cosa, pues? ¿Cuándo nos va a pagar la
plata que nos debe hermano?
Profesor
¡Pero yo no les debo nada! Si esos últimos gramos
que les había fiado se los cancelé a Robin el sábado
pasado. ¿Sí o no Robin?
chocolatina
Sí pero esa entrevista que una amiga suya nos hizo,
¿qué? Ella nos dio una chichigua y nos dijo que des-
pués nos traía el resto y se perdió. ¡Esa si es mera
torcida!
e
73
Profesor
¡Frescos, que yo se los pago! Es que ella ha estado muy ocupada. Yo mañana paso con ese resto y les doy la liga del 24. ¡Seguro muchachos!
Robin, que está afuera, ve llegar dos motos de policías con intenciones de dirigirse al carro. El profesor los ve también por el retrovisor. Robin reacciona asustado y se monta también en el carro del profesor.
robin
¡Ábrase pues hermano que nos van a coger y estoy cargado!
Se cierran las puertas de golpe y el profesor acelera.
SECUENCIA 34EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC - CARRERA 70
Anderson no se alcanza a montar en el carro. Se dirige hacia donde está Mónica y se descarga de la botella de sacol.
anDerson
En la jugada que ahí están los tombos. Si me coge la ley me lleva comida.
La policia irrumpe bruscamente y le hace una requisa a Anderson, lue-go le quitan a Mónica la botella de sacol, la quiebran y le prenden un fósforo, luego se van.
anDerson
¡Cuál, esas gonorreas ya perdieron el año conmigo!
mónica
¡Qué hijueputas! ¡Como a ellos no les cuesta nada!
e
74
anDerson
Pero esas no son penas, mire lo que tengo aquí.
Anderson le muestra a Mónica el radiecito de plástico que tiene en la
mano, se ríe mientras abre el lugar de las pilas donde ha escondido los
cigarrillos de bareta. Mónica también se ríe. Anderson prende orgulloso
un bareto y saca de una jardinera de una casa una botella de sacol, se da
un plón largo, vuelve y se ríe.
anDerson
Uhm, ya Robin perdió el año con este sacol. Venga
mi amor, perdámonos de aquí y conversemos un rato.
Anderson abraza a Mónica y se van juntos conversando por la acera
con la bicicleta. Pasan por donde está Yudy con Jorge. Mónica le hace
un gesto a Yudy con la mano.
mónica
¡Yudy todo bien!
SECUENCIA 35
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 709
Jorge es un muchacho de unos veinte años, de pelo largo y ojos claros,
que también se alegra de ver a Yudy.
jorge
Está muy bonita hoy, ¿cuándo es que vamos a salir
juntos, pues?
e
9 Secuencia no rodada.
75
yuDy
¿Sabe qué hermano? Caiga mañana a la pieza del
centro y lleva el conjunto suyo para que armen la
rumba que nosotras vamos a hacer un bailecito.
Yudy ve aparecer el carro de Norvey, quien la está buscando. Se esconde
detrás de los vallenateros.
yuDy
¡Qué hijueputa tan cansón, no me deja tranquila ni
un día!
SECUENCIA 36
EXTERIOR - NOCHE - CERCA A SAN JOAQUÍN - CARRERA 70
Frente a la iglesia de San Joaquín el profesor detiene su carro pero
Chocolatina y Robin no se quieren bajar. Han quedado excitados con
la aventura que acaban de pasar.
robin
¡Cuál, deja de ser torcido! Llevanos a dar una vuelta
por la ciudad a ver los alumbrados.
Profesor
No pelaos, hoy no puedo llevarlos. Mi esposa me está
esperando. Pero seguro que mañana los ligo.
chocolatina
¡Ah, dejá de ser picao! Vamos pues al Pueblito Paisa.
El profesor abre las portezuelas y niega con la cabeza.
chocolatina
¡Qué va! Vos sos mero torcido, ¡perdete pues!
e
76
Robin y Chocolatina se bajan de mala gana del carro, pero al final aceptan despedirse amistosamente de él, con el mismo choque de manos. Ven despegar el carro.
robin
¡Ah, cuál, yo no voy a seguir trabajando! ¡Nos vamos a enrumbar ya!
SECUENCIA 37EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
La Cachetona está tomándose un guaro en un puesto cerca de donde está Andrea, que está jugando con el yoyo de colores fosforescentes y terminando de fumarse un bareto. Le pasa la chicharra a la Cachetona, mientras tose ahogada por el humo.
SECUENCIA 38EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Mónica camina por la 70 abrazada a Anderson. Anderson se da un plon de sacol y mira el reloj que le ha mostrado Mónica.
anDerson
Oiga mamita, ¿éste es mi traído?
Mónica lo mira a los ojos.
mónica
¡Claro! Pero yo no se lo voy a dar ahora, se lo entrego mañana 24. Mire que dibujitos tan lindos.
Anderson besa a Mónica.
e
e
77
SECUENCIA 39
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
A un lado de un carro de arepas, en una esquina de la 70, una señora
les entrega unas pastillas a Chocolatina y a Robin, que ellos enseguida
se tragan pasándolas con aguardiente.
chocolatina
¿Qué vamos a hacer todos pepos, pues? No nos vamos
a embolatar. Sabe qué, yo ya estoy todo loco. A mí
que no me molesten. Yo loco no como de nada y no
conozco a nadie. ¡Qué nadie se me duerma con la
plata, porque los atraco!
robin
La demora es que pase el traído y le echamos garra
mano a mano.
Robin y Chocolatina salen montados en una bicicleta “todo terreno”
por la 70.
SECUENCIA 40
EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC -
CARRERA 70
Mónica y Anderson continúan caminando mientras conversan. Se de-
tienen un momento en la penumbra de un jardín de una casa de San
Joaquín y se miran a los ojos.
e
e
78
anDerson
¡Qué pequitas mi amor! ¿Cuál me va a regalar?
Anderson le da un beso largo a Mónica, que es interrumpido por Robin
y Chocolatina, que pasan en su bicicleta haciendo escándalo y tratando
de atropellar a Anderson.
chocolatina
¡En la trampa que estamos es cuescos!
La bicicleta choca contra un poste y Robin y Chocolatina caen al piso.
A pesar de que se han raspado las rodillas no paran de reírse, sin hacer
caso de las heridas se montan y arrancan otra vez.
SECUENCIA 41
EXTERIOR - NOCHE - SAN JOAQUÍN - CARRERA 70
El escándalo con la bicicleta hace que Anderson y Mónica se separen.
Claudia aprovecha para entregarle la credencial a Anderson.
clauDia
Anderson, vea Marcela le manda esto.
Anderson lee la credencial y se ríe halagado.
anDerson
Dígale que dónde quiera y cuándo quiera nos en-
contramos.
Mónica le arrebata la credencial a Anderson y la parte.
mónica
Usted Claudia es una torcida, ayudándole a Marcela
para que se quede con Anderson. ¡Todo bien!
e
79
clauDia
Ah, cuál, que nadie se vaya a limpiar el culo conmigo, Yudy fue la de todo.
Mónica se va hasta donde está Marcela y se le tira encima. Yudy azuza a Mónica para que le casque a Marcela.
mónica
Esta es mucha fufa, gonorrea, dizque quitándome el novio.
yuDy
Sí, cascale, cascale, para que no se meta con vos, ¡esa hijueputa!
clauDia
¡Eh, Yudy, usted cállese mija! Usted fue la que nos metió en ese rollo marica de la credencial. Y despé guela pues yo no vuelvo a ser carrito de nadie.
Mónica trata de arañarle los brazos, pero como Marcela es mucho más alta y fuerte, es ella la que le aruña la cara y la tira lejos, haciéndola caer.
marcela
Cuál, si Yudy fue la que me dijo que Anderson la tenía a usted como un parche no más, y que él era muy papito para una niñita como usted y que Anderson mismo se lo había dicho.
mónica
¿Yudy eso es verdad?
yuDy
Cuál, yo creí que usted sabía que él no está sino de parche con usted. Además usted sabe que a él le gustan es las peladas mayores, más mujercitas.
mónica
No hermana, usted dizque mi mejor amiga. Despé guela que usted es la peor torcida.
80
clauDia
Sí, y ella se parchó una vez con él, todos sacoliados.
Mónica le da una trompada a Yudy y se retira a un lado, Claudia se le
acerca.
clauDia
¡Mónica, todo bien hermana! Es que quién le dijo
que un hombre es de una mujer sola... ¡todos somos
de todos!
Mónica se separa del grupo sin decir nada, va llorando. Anderson trata
de retenerla, ella lo empuja y continúa caminando muy triste.
SECUENCIA 42
EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC -
CARRERA 70
milton
¡Mónica, venga, venga!
Mónica se acerca cabizbaja hasta donde está Milton.
milton
No se azare, eso no son penas parcera. Usted sabe que
yo siempre he estado detrás de usted. ¡Yo le tengo la
buena!
mónica
Milton, deme un plon.
milton
Tranquila mi amor, que aquí nos armamos la farra y
el moco.
e
81
mónica
¡Ah, pero que vá! Yo a Anderson lo quiero mucho,
pero como uno quiere, también puede odiar y olvidar.
milton
Mónica ¿entonces hay turnito pa’ mi? Acuérdese que
yo voy de primero en la fila.
SECUENCIA 43
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Yudy está mirando hacia donde están Milton y Mónica y escucha el
grito de Norvey, quien la llama desde su carro. Yudy aprovecha para
separarse del grupo.
norVey
¿Estás de guerrilla otra vez o qué?
yuDy
No, yo bien, normal. Lléveme a la pensión ya.
norVey
Venga pues móntese.
Yudy se monta al carro y Norvey le toca las piernas.
norVey
¡Vamos a rumbiar, mamita!
yuDy
No, ya estoy muy cansada. Lléveme pa’ la pieza que
yo me quiero ir a dormir.
norVey
¿Ya vendió todas las rosas?
e
82
yuDy
¡Sí, sí!
norVey
¿Y sus amiguitas no van?
yuDy
¡Ah vamos! ¡Vamos!
Norvey enciende el carro y se van.
SECUENCIA 44
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Anderson está al lado de Marcela, pegado de la botella de sacol.
anDerson
¡Venga mi amor! ¿Por qué no nos vamos a parchar por
allí?
marcela (furiosa)
¡Ah, pero si deja de estar tirando sacol!
SECUENCIA 45
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Andrea va sola caminando por la acera, camina sin ver a nadie, hasta
que en la esquina de la 70 ve pasar a un reciclador borracho que la mira
malicioso y empieza a molestarla.
e
e
83
reciclaDor
¿Niña venga, usted dónde duerme? Venga vamos para
mi casa. Tome yo le regalo esto.
El reciclador le entrega un confite.
reciclaDor
¡Niña venga! ¡Venga yo le mamo eso!
El reciclador trata de coger a Andrea.
anDrea
¿Usted que se está creyendo? ¡Sádico, hijueputa!
Andrea corre escapando del reciclador y le tira piedras.
reciclaDor
¡No se azare, cómo está de linda! ¡Qué teteritos! ¡Pa’
mamale eso!
anDrea
¡Perro, morboso! ¡Deje de ser sádico, gamín hijueputa!
SECUENCIA 46
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Mónica está al lado de Milton pegada de la botella de sacol. Milton está
mirando la calle desierta, se asusta y habla con lentitud mientras Mónica
continúa pegada a la botella de sacol.
milton
Ahí está esa gonorrea que me metió la pela. ¿Si lo estás
viendo, Mónica?
mónica
Milton mijo, usted está muy ensacolado.
e
84
milton
¡Venga pues matémonos papá! ¿Usted no pues dizque quedó ofendido? ¡Eh, se me va a pegar, velo, velo!
Milton alucina con un muchacho que está en la sombra amenazante, es una aparición rápida donde se ve a un hombre parado detrás de un poste, apuntándole con un cuchillo. Milton se ríe.
mónica
Milton, ¿a quién está viendo?
milton
¡Ah, son unos manes del reformatorio! Déjense venir gonorreas, dejen de ser visajosos que aquí los estoy espe rando.
Milton se levanta y saca una navaja, la mueve para los lados, peleando con el hombre imaginario, luego se sienta y continúa mirando con insistencia hacia el poste, habla alargando las palabras. Mónica escucha el escándalo que hace Andrea, quien está corriendo para huir del reciclador. Mónica se va a ayudarle. En la corrida se le despega la sandalia.
mónica
¡Ve, este malparido! ¿Qué pensabas hacerle a la niña? ¡Maricón, hijueputa!
Mónica le tira una piedra al reciclador. En ese momento aparecen Robin y Chocolatina y alcanzan a ver al reciclador. Al darse cuenta de lo que ha pasado, salen persiguiéndolo en la bicicleta. Andrea se queda llorando con Mónica.
anDrea
Mónica, yo tenía mucho miedo. Yo estaba ahí y me dejaron sola. Yo creía que ese viejo me iba a violar.
mónica
Venga, ¡vámonos ya para La Iguaná!
Mónica está pegada de la botella de sacol, Andrea camina junto a ella, pasan por el lado de Milton quien está acostado al lado de una jardinera.
85
SECUENCIA 47
EXTERIOR – NOCHE - CARRERA 70
Robin y Chocolatina van en la bicicleta mirando para todos los lados. Se
resbalan en la bicicleta y se caen, se levantan nuevamente y continúan.
chocolatina
Me acaba de explotar una cuesca, ahora si estoy más
loco.
En ese momento alcanza a ver a un reciclador, quien se está acostando
en una acera. Chocolatina se va hacia el tipo gritando.
robin
Este es el desechable, ¡hijueputa!
SECUENCIA 48
EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Mónica y Andrea ven a Robin y a Chocolatina en la acera del frente.
Ellos en ese momento se le van encima al reciclador.
Choco le da tres chuzones. El reciclador se levanta y trata de soltarse de
ellos pero en un momento Robin le esculca los bolsillos y le saca unos
billetes arrugados. El reciclador sale tocándose el costado donde tiene
las heridas.
robin
¡Choco marica, pero ese no es el desechable!
Chocolatina se ríe escandalosamente.
e
e
86
chocolatina
¡Yo creo que ese sí! Y sino de malas, nada se pierde.
Mónica y Andrea miran asombradas y caminan rápido.
anDrea
¿Ese no era, cierto?
SECUENCIA 49EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70
Mónica y Andrea van caminando y pasa Norvey en el carro, con Yudy, Claudia y la Cachetona. El carro se detiene y Yudy habla a través de la ventanilla.
yuDy
¡Ey, muchachas móntense rápido en el carro que nos vamos ya para la pieza a dormir!
mónica
Cuál, usted es una torcida, despéguela que yo no me voy a ir con usted.
yuDy
Mónica pilas que usted está muy sacoliada y la pueden coger por ahí y pasarle algo raro. Es mejor que se vayan rápido porque Robin y Chocolatina están muy enrochados, no reconocen a nadie y son capaces hasta de robarles los zapatos.
Mónica no le hace caso y se queda pegada de la botella de sacol.
mónica
Andrea, venga vámonos para La Iguaná, para que usted saque la ropa.
Norvey arranca, Mónica y Andrea continúan caminando.
e
87
SECUENCIA 50EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 7010
Marcela está prendida tomándose un aguardiente con Jorge y los valle-nateros, quienes están jugando con unas monedas en la calle.
Apuestan al que lance la moneda más cerca a un límite demarcado por una raya. Jorge está a su lado y cada vez que hay un motivo de risa, apro vecha para abrazarla. Anderson también está jugando, pero está tan galeocho que no se da cuenta que Mónica y Andrea pasan por la acera.
Mónica ve a Marcela con los vallenateros y continúa pegada de la botella, con la bolsita de la estrella de navidad en la mano, mientras Andrea ca mina lentamente unos pasos atrás, con unas rosas ajadas en la mano.
SECUENCIA 51EXTERIOR - MADRUGADA - CARRERA 70 CON CALLE CO-LOMBIA11
Mónica y Andrea caminan por la 70 cerca al cruce con la calle Colombia. Andrea lleva unas rosas en la mano, está soñolienta. Mónica, un poco rezagada, lleva la bolsa con la estrella de navidad en una mano y con la otra aspira el sacol que lleva dentro del cuello de la camiseta. Mónica camina despacio y distorsiona las cosas: están muy lejos o muy cerca, los sonidos también se distorsionan, se alargan; lo mismo que las luces de los carros que pasan veloces y solitarios a esa hora. Al atravesar la calle
e
10 Secuencia no rodada.
11 La última parte de la secuencia, cuando Mónica alucina, no fue rodada.
e
88
Colombia, Mónica se ve a sí misma elevándose por encima de la calle,
ve a Andrea abajo. Se asusta cuando un carro pasa rápido por su lado.
SECUENCIA 52
EXTERIOR - MADRUGADA – PUENTE - LA IGUANÁ
Llegando al puente de La Iguaná, Mónica se ríe, luego se pone triste. Al
fondo ve una viejita arrastrando una carreta. Mónica se queda mirándola.
Mónica ve la virgen del puente que tiene una instalación de navidad,
ella se detiene y la mira con desconcierto. La pólvora que deja estrellas
de colores en el cielo, produce un destello especial sobre la virgen y la
empieza a ver viva, pero no es joven sino viejita y agradable. Mónica le
habla a Andrea sin apartar la vista de la virgen, quien empieza a elevarse.
mónica
¡Andrea, mirá, mirá! ¡Yo la estoy viendo, esa es, sí,
esa es! ¡Está en la Virgen, sí es la Virgen!
anDrea
Yo no veo nada. ¡Ay no Mónica, usted está muy rara!
mónica
¡Sí ... mirá! Y tiene el vestido blanco, así la vi la última
vez.
Su abuela le abre los brazos.
mónica
¡Mamita, lléveme con usted, mamita!
Mónica ve como se desvanece la imagen de su abuela en medio del cielo.
Ahora ve la imagen quieta de la virgen. Sus ojos están encharcados.
Andrea coloca las rosas que lleva al lado de la Virgen y llama a Mónica
para que sigan hacia el barrio.
e
89
anDrea
Mónica mija, venga pues que mi mamá ya va a salir.
Mónica y Andrea terminan de cruzar el puente, al fondo se ven las
primeras casas del barrio.
SECUENCIA 53
EXTERIOR - DÍA - PARCHE ÁRBOL DE MANGOS - LA IGUANÁ
Jovany, el primo de Mónica, camina con una botella de aguardiente en
la mano. Se acerca al parche donde están Héctor, en la silla de ruedas;
el Zarco, que está fumándose un bazuco cerca a un árbol que tiene
unas instalaciones de navidad todavía encendidas; debajo del árbol
está sentado Elkin. Jovany le entrega la botella a Héctor, este chorrea
un poco en el piso.
héctor
Para las ánimas benditas.
Héctor bebe un trago. Elkin quien se ha levantado de la silla, se acerca
a Héctor.
elkin
Entonces qué Héctor, parcero, ¿me va a prestar ese
marica fierro?
héctor
Vea, no se lo presto por lo que pasó anoche con ese
chirrete hermano, ¿no ve lo que hizo el Zarco?
elkin
Ah, pero que se va a llamar fierro hermano... Entonces
sabe qué, regáleme pues un chorro de buena vo-
luntad.
e
90
Elkin bebe un trago.
elkin
Cuál, no prestar un marica fierro, además yo no soy
el Zarco parce, ¡ese marica que es todo desatinado!
El Zarco se acerca a la cara de Elkin y lo mira amenazante.
Zarco
¿Ah, me vas a arrancar, si o no? Vos te me vas a pegar.
elkin
¡Tenés el pecado o qué home gonorrea!
Zarco
Vos me vas a arrancar Elkin, ¿entonces pa’ que estás
prestando un fierro?
héctor
¿Usted por qué estaba tan asado? ¿Por qué mató ese
man anoche?
joVany
Nos calentó a todos guevonamente. Ahí acabaron de
llevar a la casa ese muñeco.
Zarco
¡Ah! ¿Entonces vos sos doliente?
joVany
¡Qué va hermano, por un marica bareto!
héctor
Usted está tomando muchos roches y ya sabe que no
quiero nada de nada. Me pone a volar, un día es que
me dan ganas de pegarlo pelado, cuando le diga pelao,
¡ya me sacó de los chiros guevón!
91
Zarco
Ese era el traído mío, me las debía a mí don Héctor home, y a la final, ¡se tenía era que morir esa gonorrea home!
héctor
La última vez que me lo tuerza lo pego de una vez guevón.
Zarco
¡Todo bien home don Héctor! Yo le he hecho los camellos y le he probado es finura hombre ¡Shh! Lo he sacado de broncas home gonorrea para que me venga con eso, todo bien, no ha pasado nada llave, las
palabras sobran.
SECUENCIA 54EXTERIOR - DÍA - CALLE - PARCHE ÁRBOL DE MANGOS - LA IGUANÁ
Mónica y Andrea se detienen en un camino que está interrumpido por una pared, a un lado hay montículos de escombros y una casa derrumbada hasta la mitad.
anDrea
Mija ¿usted pa’ dónde va? ¡¿Usted cuánto hace que no venía, que se metió por ahí?!
Mónica camina detrás de Andrea y se meten por una calle donde se llega a un puente recién construido. Al fondo se ve el árbol. Debajo está el Zarco con los parceros.
anDrea
Mónica, ¿qué hora es?
e
92
Mónica se saca el reloj que tiene guardado en el bolsillo y lo mira.
mónica
¡Son las siete!
Jovany distingue a su prima Mónica.
joVany
¡Mónica venga!
Mónica se dirige hacia su primo.
anDrea
Mónica, yo caigo ahorita a su casa.
Mónica le hace un gesto afirmativo y se acerca donde Jovany.
joVany
¿Qué hubo primita, muy galeocha?
Zarco
¡Qué bandera, parcero!
joVany
Venga prima, no se azare, ¡venga!
Mira al Zarco que se ríe malicioso.
joVany
Vea que viaje el que tiene.
héctor
Deje ese vicio niña, que ese gale la manda para el otro
mundo.
joVany
¿Usted qué tiene ahí?
Jovany le coge el reloj de Mónica y lo mira.
joVany
¿Quién se lo regaló?
93
mónica
Me lo dio un borracho.
joVany
No se confíe de esos borrachos que se la roban.
El Zarco se acerca por detrás, se enamora del reloj con solo verlo y se
lo arrebata. El Zarco se ríe como un niño.
Zarco
¡Ya la robaron guevón! ¡Ya la robaron! Este es el traí do
de Stevenson, mi sobrinito.
joVany
No, todavía no la han robado.
El Zarco saca del bolsillo del pantalón el reloj que le robó al chirrete.
Zarco
¡Bien! No se lo han robado, pero sí se lo voy a cambiar
por este parcero, que es un relojito elegante de mujer.
Mónica toma el reloj del muerto que el Zarco le entrega.
joVany
¿Le va a armar la podrida a la prima, parce?
Zarco
¿Y es que vos te vas a meter, maricón!
mónica
¿Se va a quedar con él?
Zarco
Despéguela de aquí, niña, ábrase si no quiere perder
el otro reloj también...
joVany
No se aproveche de la pelada...
94
Zarco
No se meta guevón, ya se lo dije por primera vez, pero
si no escucha y tiene algún problema conmigo, me lo
dice; porque ¡usted no me va a recochar aquí, home, gonorrea! ¿O es que usted es policía o qué, home?
joVany
¡Qué tal! Yo qué voy a ser un sapo, respéteme, Zarco.
Pero cálmese, que todo bien.
mónica
¡Usted sí es torcido, gonorrea!
joVany
Váyase mejor prima, perdimos. Usted no se va hacer
matar por un reloj, ¿cierto? Váyase que usted no tiene
nada que hacer aquí...
Mónica dice rabiosa y en voz baja.
mónica
¿Que se lo coma y se lo trepe!
El Zarco se queda mirando el reloj y se ríe malicioso. Mónica camina
lentamente con la bolsita donde lleva la estrella de navidad en una mano.
Va mirando el reloj de mujer, que es pequeñito, con brillantes alrededor
de la mica.
SECUENCIA 55
EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - FACHADA CASA DE ANDREA
- PIEZA
Andrea camina por un callejón estrecho, siente pasar a una señora y se
esconde. Llega hasta la puerta de su casa que está cerrada, se mete por
e
95
una ventana de madera y cae a una cama en una pieza pequeña. Su
mamá escucha el ruido y entra a la pieza.
magnolia
¿Usted dónde estuvo metida toda la noche? ¡¿Qué
son éstas horas de llegar?!
Doña Magnolia la coge del brazo, la sacude y la saca a un corredor.
anDrea
¡Despéguela, cucha que yo me voy a largar de acá, pa’
que aprenda a respetar!
magnolia
¿Qué son esas palabras?, ¡deje de ser grosera!
Doña Magnolia le pega en la boca.
magnolia
¡Usted no se me va de aquí, culicagada! A la noche
arreglamos.
Andrea se ve las marcas de los arañetazos que tiene en el brazo y mira
con resentimiento a la mamá.
anDrea
¡Uhm! ¡Mire lo que me hizo!
La mamá coge una bolsa, que está sobre la mesa, y sale renegando. Al
frente de la casa, doña Magnolia se encuentra con su vecina y se le queja.
magnolia
¿Esta muchachita con solo verla me mortifica!
Desde el corredor de la casa, Andrea escucha el diálogo, entre su mamá
y la vecina.
Vecina (off) Doña Magnolia, esa rebeldía hay que saberla tratar,
porque es peor que se vayan para la calle a buscar
peligros.
96
magnolia (off) Pero, yo no sé por qué, me dan ganas de amasar a esa
muchachita cada vez que la veo.
Andrea espera que su mamá se vaya por el callejón, abre la puerta de una pieza donde están acostados Alonso, su padrastro, y su hermanita Lina, de seis años.
SECUENCIA 56EXTERIOR - DÍA - ENTRADA CASA DE LA TÍA LIGIA - LA IGUANÁ12
Al doblar hacia un callejón, Mónica se encuentra con su tía Ligia quien va para el trabajo. Mónica se asusta y esconde el frasquito que tiene metido entre la manga de la camiseta. Doña Ligia la mira con rabia y con tristeza.
ligia
¡Eh Avemaría! No le da vergüenza como está, toda sucia y flaca, como una gamina.
Mónica no contesta nada, mueve la bolsa con la estrella de navidad que tiene en la mano.
ligia
Siquiera su abuelita no está viva para que no le toque verla así en esas condiciones. Vaya a la casa pa’ que se bañe y le den un desayunito... Vaya pues Mónica.
mónica
¡Bueno tía!
Mónica se va escondiendo la botellita.
e
12 Esta secuencia se rodó, pero no se incluyó en la edición de la película.
97
SECUENCIA 57
EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - FACHADA CASA DE LA TÍA
LIGIA - SALA - LA IGUANÁ
Viviana, la prima de Mónica, se asoma por la ventana cargando un niño
de año y medio, es su sobrino Pipe, que está cubierto por una toalla.
ViViana
¿Usted qué quiere?
mónica
¡Déjeme entrar!
ViViana
¿Pa’ qué la voy a dejar entrar? ¿Pa’ que me robe?
mónica
Su mamá dijo que me abriera, pa’ organizarme.
ViViana
¿Hoy es 24, vino por el aguinaldo, cierto?
mónica
¡Ay, mija! Yo no soy interesada, déjeme entrar, ¿no
ve cómo estoy de cochina?
ViViana
Quién la manda a andar por la calle.
mónica
Mire que yo vine por unos zapatos.
ViViana
Entre pues, pero entrégueme esa botellita, porque yo
con eso no la dejo entrar. Aquí no va a tirar vicio.
e
98
Mónica le entrega de mala gana la botella de sacol a Viviana, a través
de la ventana. Viviana abre la puerta con Pipe en los brazos. Gustavo,
el hermano de Viviana, está cargando dos cajas de cerveza.
gustaVo
¡Eh Avemaría!, ¿no pensás cambiar o qué?
Mónica lo mira seriamente sin contestarle. Gustavo le habla a Viviana
al oído.
gustaVo
Ponéle pilas que no se vaya a llevar nada. Raquetéela
cuando salga.
SECUENCIA 58
INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - SALA - COMEDOR - LA
IGUANÁ
Viviana termina de secar a su sobrino con la toalla y lo peina.
ViViana
Si usted se va a quedar aquí, gánese el desayuno y
ayúdeme a arreglar la casa.
El papá de Viviana habla con voz de borracho desde el comedor.
PaPá (off) ¿Quién llegó?
ViViana
Nadie...
Ciro entra a la sala con media de aguardiente en la mano.
ciro
¿Quién la llamó a usted aquí?
e
99
mónica
¿Quién me llamó?
ciro
Yo no la quiero ver a usted. Hágame el favor y se
retira.
ViViana
Déjela, apá, que ella apenas vino a bañarse... Déjela,
no sea descarado. (En voz baja a Mónica) Venga
vámonos pa’ arriba, que mi papá está muy cansón.
Mónica y Viviana con el bebé cruzan frente a Ciro hacia el fondo de
la casa. En la cocina, Viviana le mide la temperatura, con la mano, a
un tetero que hay dentro de una olla con agua caliente, sobre el fogón.
ciro
¡No la deje sola!
mónica
Yo no necesito que nadie me humille. Yo vine a po-
nerme unos zapatos que mi abuelita me dejó.
SECUENCIA 59
INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - COCINA - ESCALERAS -
LA IGUANÁ
Viviana, con Pipe en los brazos, comienza a subir las escaleras, pero
Mónica, en vez de seguirla, abre la puerta de una pieza.
Sorprendida, ve a la intemperie las ruinas de lo que era el cuarto de su
abuelita.
mónica
¿Qué pasó aquí? ¿Qué se hizo la pieza de mi abuelita?
e
100
ViViana
¡Ah, no mija!, es que usted hace mucho no viene por
aquí. ¡Casi nos tumban la casa!
Mónica recorre angustiada las ruinas hasta el borde de la canalización.
mónica
¿Y dónde está el baúl y todas las cosas de mi mamita?
ViViana
Todo eso está arriba... Venga subamos... Hasta yo
estoy durmiendo en la cama de ella...
Mónica se le adelanta a su prima y sube corriendo las escaleras.
SECUENCIA 60
INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - SEGUNDO PISO - LA
IGUANÁ
Mónica descarga la bolsa donde tiene la estrella de navidad, saca un
baúl que hay debajo de una cama y lo abre. Metidas en un cuaderno
encuentra unas fotos a color. En una de ellas está Mónica más pequeña,
con su abuelita, al frente de la casa, vestida de primera comunión. Pone
el cuaderno con las fotos a un lado y coge del fondo del baúl una bolsa
de papel donde hay unos zapatos blancos de tacón pequeño. Mónica
saca los periódicos que tienen adentro y se los mide.
Viviana ha puesto a tomar el tetero a su sobrinito sobre una cama,
mientras busca en un escaparate la ropa para vestirlo.
ViViana
¿Usted se va a poner esos zapatos, como le quedan
de grandes?
e
101
Al ver que los zapatos se le salen de sus pies, Mónica les pone tacos
de periódico en las puntas, y da luego una vuelta por la pieza con ellos
puestos.
mónica
Me voy a quedar con estos zapatos porque eran de
mí mamá. Mi mamita me los guardó para cuando
me sirvieran.
ViViana
Le quedan muy bien, esos son los que se están usando
ahora. ¿Y que ropa se va a poner hoy 24, ya compró
el estrén?
mónica
¿Y usted por qué no me presta una camiseta de las
suyas?
Viviana le entrega una camiseta ombliguera. Mónica se cambia la
camiseta.
ViViana
Le luce mucho, se le ve el estómago muy bonito.
Viviana viste al niño que ya se ha acabado de tomar el tetero.
ViViana
Yo se la presto, pero si se queda con nosotros hoy. ¿O
usted, dónde va a pasar el 24?
mónica
Yo todavía no sé.
ViViana
¿Usted sí vió el kiosko que pusimos al frente? Nos está
yendo muy bien, vendemos cerveza, aguardiente con
ensaladita y hasta empanadas. Hoy vamos a hacer
una rumbita allá para celebrar el 24. Quédese, no se
vaya a andar la calle por ahí sola, quédese y me ayuda
102
a atender la gente que yo le pago. Seguro que vamos a pasar muy bueno.
mónica
No, ¿sabe qué?, no me pague nada. Yo me quedo con usted, es que no tengo donde pasar el 24.
Viviana termina de ponerle los zapatos al niño y lo carga.
ViViana
¿Quiere tomarse un chocolatico con arepa?
mónica
No, ahorita mas tarde.
ViViana
Es que el sacol no le deja entrar la comida... Si se va a quedar, acuéstese un momentico para que descanse, que yo ahorita vuelvo.
Viviana sale de la pieza cargando el niño. Mónica continúa mirando las cosas que hay en el baúl, saca una mantilla y unas peinetas de carey.
SECUENCIA 61INTERIOR - DÍA - CASA ANDREA - PIEZA DE LA MAMÁ - CORREDOR CASA - LA IGUANÁ
Andrea está metida debajo de la cama cogiendo unos zapatos. El pa-drastro, quien está acostado en la cama, se despierta.
PaDrastro
¡Qué es la bulla! ¡Váyase de aquí culicagada! Deje dormir ...
Andrea mete los zapatos en una caja de cartón, luego coge un palo de escoba y le pega a Alonso su padrastro.
e
103
anDrea
¡Levántase a ver vago! Deje de dormir todo el día y
mi mamá trabajando. ¡Deje de ser mantenido!
El padrastro coge una arrastradera y se la tira.
PaDrastro
Te salís de aquí, malparidita, si no querés que te coja
a pata hijueputa.
Andrea se escapa de la pieza con su caja. En el corredor se encuentra
con su hermanita Lina, montada en los patines.
lina
Le voy a decir a mi mamá que usted ayer no vino a
la casa a dormir. Mi mamá le dejó la plata pa’ que
comprara el revuelto del almuerzo.
anDrea
¡De malas! Despéguela que yo no voy a hacer ningún
almuerzo y me voy a largar de esta casa.
lina
Le voy a decir a mi mamá que usted se va a ir pa’ que
le pegue.
Andrea empuja a su hermanita a un lado porque no la deja pasar.
lina
Le voy a sacar todas esas mechas que metió ahí.
anDrea
Sáquemelas, maricona, que usted no me manda, yo
soy la mayor de la casa y yo no me la voy a dejar
montar más de mi mamá, ni de usted.
lina
Usted es la mayor, pero mi mamá me quiere más a
mí.
104
SECUENCIA 62
INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - SEGUNDO PISO - LA
IGUANÁ
Mónica, con los zapatos y las peinetas puestas, se acuesta a mirar las
fotos de su abuelita. En una de las fotos está su abuela joven con tres
hijos junto a un río. Ella se fija sobre todo en su madre, la más pequeña
de todas. Mónica escucha que afuera una señora llama a su nieta.
señora (off)
Merceditas, venga tómese la aguapanela...
Mónica cierra los ojos, vencida por el sueño.
SECUENCIA 63
INTERIOR - DÍA - ANTIGUA PIEZA DE LA ABUELITA - LA
IGUANÁ
Mónica abre la misma puerta que abrió en la casa de su tía, con la
diferencia de que ahora la pieza que vio en ruinas está entera, con techo,
paredes y muebles que crean una atmósfera única: el “apartamentico” de
su mamita, formado por dos piezas; la primera, en donde está la cama
grande y espaciosa de su abuelita, además de la suya propia, que es
estrecha, contra la pared, y una mesa de madera, baúl, etc. Y la segunda
pieza, en donde está la cocina, el lavaplatos, un baño, con una ventana
grande por donde entra la luz del día.
Mónica abre la puerta y ve al fondo a su abuelita sentada frente a una
mesita en la cocina, pegando con engrudo bolsas de papel.
e
e
105
Luego se ve a ella misma servir una taza de chocolate caliente y llevársela a su abuelita, quien da un sorbo y la coloca a un lado de su banca. Mónica ve que ella se sienta al frente de su mamita y le ayuda a pegar también las bolsas de papel. Su abuelita fuma y la mira con un amor que está más allá de las palabras.
SECUENCIA 64 INTERIOR - DÍA - CASA DE ANDREA - FACHADA DE LA CASA - COCINA - PATIO - LA IGUANÁ
Lina llega con dos cervezas y se las entrega a su papá, quien está sentado en una silla a la entrada de la casa.
alonso
¡Hola mami! ¿Usted por qué se demoró tanto? ¿Se quedó jugando o qué?
lina
No papi, es que había mucha gente comprando, yo no me quedé jugando.
Andrea escucha desde la cocina, comiéndose una arepa y acabándose de tomar un chocolate.
alonso (off) ¿Pero más de media hora? Dígame la verdad... ¿dónde
se quedó? ¡Contésteme por favor! Venga para acá, se sienta y me cuenta que fue lo que pasó.
lina (off) ¡Ay pero papi! ¿Cómo quiere que le explique?
alonso (off) Está bien. Yo le creo mi amor, yo sé que usted es una
niña muy obediente.
e
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Andrea sale al patio a descolgar una ropa que hay en el alambre, ve los
patines de la hermanita, tirados en un rincón. Entra a la cocina pero en
seguida se devuelve y coge los patines de su hermanita, los guarda en la
caja y se va hacia la puerta de salida, con la caja en las manos.
lina (off)
Papi, pero que día tan largo. Yo quiero que el Niño
Jesús me traiga rápido.
Andrea sale corriendo por la puerta. Lina la persigue cuando la ve y
trata de mirar lo que hay dentro de la caja.
lina
¡A ver! ¿Usted qué lleva ahí? ¡Cuidadito con haberme
cogido una de mis muñecas!
anDrea
¡Pobre pendeja, yo a usted no necesito cogerle nada!
lina
Le voy a botar las cosas suyas.
alonso
¡Lina! Venga mi amor. Déjela que se vaya, que ella
vuelve esta noche.
anDrea
¡Bótemelas! ¡Bótemelas al río si le da la gana! ¡Loca!
lina
¡La loca es usted!
Andrea se pierde por el fondo del callejón.
e
107
SECUENCIA 65
INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGA - SEGUNDO PISO - LA
IGUANÁ
El tío borracho sube las escalas y llega a la pieza donde duerme Mónica,
la mira morbosamente.
ciro
¡Mónica, Mónica! ¿Dónde están las amiguitas suyas?
Mónica se despierta y se levanta asustada.
ciro
¿Cuánto están cobrando, pues? Tráigame la más gran-
decita yo le doy un tren de chimbo. Y esas pelaítas se lo
maman a uno también, ¿cierto?
Mónica se queda callada, sin saber que responderle. Coge la bolsa donde
tiene la estrella de navidad y mete el cuaderno con las fotos, le habla
en voz baja.
mónica
¡Borracho degenerado, cochino! ¡Sádico, hijueputa!
ciro
Venga yo le chupo ese ombliguito.
Ciro intenta meterle el dedo en el ombligo, pero ella sale asustada de
la pieza.
mónica
¡Hijueputa! Te aprovechas porque mi abuelita no está
viva. ¡Sádico, malparido!
e
108
SECUENCIA 66 EXTERIOR - DÍA - KIOSKO DE GUSTAVO - CALLE LA IGUANÁ
Mónica llega asustada al Kiosko de Gustavo, donde está Viviana pelando papas y revuelto para el sancocho. Gustavo mete unas cervezas en el refrigerador. Dos amigos de Gustavo están prendiendo un fogón de leña.
ViViana
¿Y a usted qué le pasó que está tan pálida? ¿Pa’ dónde va? ¿Se va a ir ya o qué?
mónica
Sí, es que me tengo que ir para terminar de orga-nizarme... yo tengo que conseguir un estrén para hoy.
ViViana
Pero venga un momentico, pa’ que me ayude a pelar este revuelto.
A la entrada del kiosko, Mónica ve que Pipe, el sobrino de Viviana, está jugando a colocar piedras en un pesebre. Mónica saca la estrella de navidad y se la entrega a Viviana.
mónica
Prima, vea que elegancia de estrella pa’ que la ponga en el pesebre.
Viviana la recibe.
ViViana
¡Uy que belleza! Gustavo mirá, pa’ el pesebre.
gustaVo
¡Eh, qué chimba!... ¿Oiga usted si le va ayudar a Viviana esta noche a atender a la gente? Vamos a rifar regalos pa’ los niños. ¡Aquí todos los niños van a tener traídos, mija!
mónica
Sí primo, yo voy a venir desde por la tarde. Y voy a traer pólvora también.
109
ViViana
¡¿Sí?! ¿Y usted con qué la va a comprar?
mónica
Es que... ¿usted cree que yo no tengo plata pa’ pasar
el 24?
El Zarco, Héctor, Elkin y Jovany pasan por delante del kiosko. Jovany
se le acerca a Gustavo.
joVany
¡Ey, Gustavo! Fiame mediecita que esta tarde te la
pagamos.
gustaVo
Quién me la va a pagar. ¿Usted?
joVany
Don Héctor te la paga. ¿Sí o no?
héctor
¡Sisas!
El Zarco se acerca hasta el kiosko.
Zarco
¡Deje de ser tan desconfiado, hermano!
Gustavo le entrega a Jovany la media, pero el Zarco se la arrebata.
Mónica y el Zarco se miran. Mónica observa que el Zarco tiene el reloj
puesto.
Andrea pasa corriendo con su caja frente al kiosko pero se detiene al
ver a Mónica.
anDrea
¡Mónica, venga yo le muestro una cosa!
Mónica se acerca y ve los patines nuevos en la caja.
anDrea
Me los traje de la casa para que los vendamos.
110
Mónica se da cuenta que el Zarco la está mirando.
mónica
No, venga. Vámonos ya pa’ la pensión.
Mónica empuja a Andrea para que salgan rápido de allí.
mónica
Viviana, nos vemos entonces a la tarde.
Las dos niñas se cruzan con el Zarco y con don Héctor. Se apartan rápi-
da mente de ellos. Mónica se da cuenta que los muchachos doblan por
un callejón evitando la calle principal.
SECUENCIA 67
EXTERIOR - DÍA - CALLE PRINCIPAL - LA IGUANÁ
Mónica y Andrea pasan frente a una casa humilde, de un piso, en la
que están entrando un ataúd sencillo. A un lado está estacionada una
camioneta mortuoria.
SECUENCIA 68
EXTERIOR - DÍA - PUENTE SAN JUAN
Mónica y Andrea caminan por el puente San Juan y se encuentran con
Galileo, un amigo de Mónica, que es carretillero.
mónica
Entonces qué Galileo, ¿todo bonito?
e
e
111
galileo
¡Ah, todo bien mi amor! Levantándome los últimos
pesitos pa’ bebérmelos a la noche.
SECUENCIA 69
EXTERIOR - DÍA - VIADUCTO METRO13
Mónica y Andrea caminan cerca al viaducto del Metro y lo ven cruzar.
SECUENCIA 70
EXTERIOR - DÍA - CALLE - BARRIO TRISTE14
Un grupo de muchachos, algunos de ellos ayudantes de mecánica, juegan
fútbol en una calle. El balón golpea el espejo de un Mazda último modelo
que está estacionado cerca. La Chinga, un sacolerito de diez años con
rasgos indígenas, que ha estado observando el partido, se acerca a coger
el balón. Un señor, de unos cuarenta y cinco años, se asoma para ver lo
que ha sucedido y le da una patada a la Chinga, que en ese momento
tienen el balón en la mano.
señor
¡Qué hubo pues, malparido! ¿Me vas a pagar el daño
o qué hijueputica? ¡Se van de aquí ya!
e
13 Secuencia no rodada.
14 Secuencia no rodada.
e
112
chinga
Ya me la vas a montar a mí, o ¿qué pues?
Los muchachos que han estado jugando fútbol, le silban al señor y
continúan jugando. La Chinga sale corriendo y se pierde entre los carros.
SECUENCIA 71
EXTERIOR - DÍA - IGLESIA - TALLER NORVEY - BARRIO
TRISTE
Mónica y Andrea, soñolienta, pasan por la iglesia de Barrio Triste y se
santiguan. Llegan donde Norvey, el amigo de Yudy, que trabaja mane-
jando una máquina de coser para hacer carpas.
Norvey coordina desde allí varios sancochos que organizan en canecas
los recicladores para la celebración de la navidad. En uno de los sanco-
chos un reciclador está vaciando la sal.
norVey
Pilas hermano... que la última vez se le fue la mano,
¡y eso quedó más salado que un berraco!
reciclaDor
Norvey, hermano esas yucas no alcanzaron.
norVey
Vaya donde Tolima, que él dijo que nos iba a regalar
revuelto.
Mónica y Andrea pasan cerca a Norvey.
norVey
Entonces qué pelaíta, vengan pa’ que se coman un
sancochito.
e
113
Mónica le hace un gesto de mala cara a Norvey y se aleja con Andrea
por entre los ventorrillos de la calle.
norVey
¡Pero yo no te hecho nada, home!
mónica
Usted no, pero la que ya sabemos sí.
SECUENCIA 72
EXTERIOR - DÍA - ACERA - FRENTE A PENSIÓN - BARRIO
TRISTE
Mónica camina y mira detrás de los carros tratando de encontrar a la
Chinga. Al lado, va Andrea que lleva su cajita y mira con desconcierto
a la gente que ve a su alrededor. Llegando a la pensión, Mónica ve un
corrillo de sacoleros detrás de un carro. Jennifer, el Diestro, la Chinga y
otros dos niños.
Unos sacoleros están sentados en una acera. Mónica se acerca hasta donde
está la Chinga comiéndose una bandeja paisa.
mónica
¿Qué hubo Chinga? ¿Usted dónde estaba?, yo lo estaba
buscando.
chinga
Por ahí, en cualquier parte.
mónica
¿Y usted que va a hacer el 24?
chinga
¿Que qué voy hacer el 24? ¡Pues, qué hijueputas voy
hacer! ¿Quiere chute? Es que por allí están regalando
e
114
sobrados, chutes, de todo, vaya y después nos vamos
a tirar sacol.
yeniffer
¡Ay, mentiras!
chinga
Es que yo me robé un reloj y lo vendí en 5.000 pesos
y me compré esto.
yeniffer
Mentiras... a él se lo regaló ese mecánico del frente.
La Chinga coge una papa, con su mano sucia, y se la ofrece a Mónica.
mónica
No, vea le presento esta amiguita mía, ella se fue de
la casa y va a vivir con nosotras.
anDrea
Yo me llamo Andrea.
yeniffer
¿Usted no quiere a su mamá? No vaya a coger malos
vicios, eso es muy malo... uno por el momentico tiene
el diablo en la cabeza.
chinga
¡Cuál diablo! Si usted quiere tirar lo que sea, nadie le
dice nada y qué va... ¡ni qué hijueputa!
La Chinga le entrega un plato de sopa a un sacolerito.
Diestro
¡Yo soy el diestro!
chinga
¡Sabe qué! El es amigo mío. ¡Parcerazo de aquí a la
puta mierda! Y lo quiero de aquí a morir.
115
yennifer
¡Oiga, ni por el chucho! Él me quiere más a mí.
chinga
Ah, es que el chucho es usted.
yennifer
¡El chucho es usted que no se baña!
chinga
Yo no me baño y usted se mete una araña.
La Chinga mira a un sacolerito que está chupando sacol.
chinga
¡Ey, hágame el favor y se me quita del frente con ese
sacol hermano, que estoy comiendo!
mónica
Chinga venga subamos pa’ que se bañe y se organice.
chinga
Ah, es que es muy aburridor.
mónica
¿Y dónde tiene los zapatos que le regalé?
chinga
Pa’ qué zapatos si no hay casa.
mónica
Entonces, venga pues... ¿por qué no se baña?
chinga
Porque no me da la gana... y no me da la gana.
Andrea se da cuenta que, a unos metros suyos, hay un niño sacolero tirado
en el suelo. A su lado, una niña se amarra con dificultad un patín viejo.
chinga
Ahora cuando termine... le voy a robar a ese man
que me pegó una patada... y tiene un carro, pa’ que
116
le robemos espejos, antenas... ¡una mano de chimbas! Tiene una mano de plata en el bolsillo, pa’ que lo cojamos.
sacolero
Sí, nosotros lo acompañamos, pa’ que le caigamos todos.
chinga
¡No, yo ando solo ñeros! A mí me gusta es robar solo. Venga pues, yo les reparto la sobremesa.
La Chinga coge una botella de sacol y se las reparte a los otros sacoleros, vaciando poquitos en cada frasco.
Andrea ve a la niña sacolera que viene cantando, montada en su patín.
niña
“Ella nació... en un jardín... de claveles...rosados! Le entregaron coronas, le dieron gobiernos y en su palacio escribió...”.
La llegada de la niña crea desorden y alboroto entre los sacoleros. Esto hace que Mónica le haga una seña a Andrea para que se vayan de allí.
niña
“...Ella nació... un día de sol cuando vivía en su barrio, la miraba de lejos... nunca la reina que ha
vis to jamás... Verónica... Verónica...”.
SECUENCIA 73
EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - CALLE - ENTRADA - ESCALAS
- PATIO1 - PATIO2 - PENSIÓN - BARRIO TRISTE
Mónica y Andrea, con sus ojitos apagados por el sueño, cruzan una
calle. En la mitad de la calle, Mónica le señala con orgullo la ventana
e
117
de una pieza, en un segundo piso de una edificación vieja, adornada
con guirnaldas y arreglos navideños.
mónica
Esta es la pieza de nosotras. ¿Cómo le parece?
Mónica y Andrea suben las escalas estrechas y oscuras, y se cruzan con
Alcides, un muchacho joven, que baja las escalas cargando una bici cleta
de granero.
alciDes
¡A ver, a ver! ¡Ábranme paso!
Las niñas, para no devolverse, se hacen a un lado y se agachan, pasando
por debajo de la bicicleta, pero a Mónica se le sale un zapato de su pie.
Al terminar de subir las escalas, se lo acomoda nuevamente. Andrea mira
hacia la izquierda y ve una reja donde hay un bazuquero. Al fondo hay
una pared donde está colgado el rostro de Cristo, con una leyenda debajo
que dice: “Cristo es tú salvación”. Mónica toca una puerta de madera.
Doña Berenice, la señora dueña de la pensión, abre la puerta y la saluda.
mónica
Doña Berenice, esta niña va a dormir con nosotras.
berenice
¿Quién va a pagar por ella?
mónica
Tranquila doña Berenice que yo respondo por ella...
Al entrar, Mónica y Andrea pasan por un patio muy organizado y
adornado con matas, un pino artificial con adornos, y otros arreglos
navideños. En un extremo del patio hay una hornilla donde don José,
su esposo, prepara natilla y buñuelos.
josé
Niñas, ahorita pasan, pa’ que coman buñuelitos.
Al atravesar por el otro patio, Andrea ve a dos viejitos sentados frente
a una mesa, donde tienen dos cajas con mercancía. Doña Belarmina,
118
con recelo y desonfianza, le está entregando a don Manuel, su esposo, el
surtido de la caja: paquetes de cigarrillos, confites, papitas y chocolatinas.
belarmina
Ahora no me salga con que lo tumbaron como ayer.
manuel
Pero si fue que usted hizo mal las cuentas, mijita...
belarmina
¡Déje la bulla! Cuente bien... vea dos, tres, cuatro
paquetes.
Milena, una joven prostituta, que vive en la pieza al lado de Mónica,
viene de lavarse el cabello. Al llegar a la puerta de su pieza Mónica se
acerca.
mónica
Milena, yo enseguida vengo pa’ que me haga un favor.
milena
Quién sabe mija, porque yo enseguida tengo que salir.
SECUENCIA 74
INTERIOR - DÍA - PIEZA NIÑAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE
Mónica y Andrea entran a la pieza y se asoman por la ventana. La
pieza tiene a un lado un fogoncito, enseres de cocina y un espejo. Al
otro lado hay dos camas, en una de ellas está Yudy acostada, y en la
otra duerme la Cachetona al lado de Claudia, quien está pegada de una
botella de sacol. Mónica se apresura a acomodar a Andrea en la cama
donde duerme Yudy.
mónica
Acuéstese, que yo ahorita vengo.
e
119
Andrea guarda la caja debajo de la cama donde duerme Yudy y se acuesta
a su lado. Yudy entre dormida le abre campo.
yuDy
Córrase para acá parcerita pa’ que nos calentemos.
Mónica se da cuenta que Claudia se está ensacolando y sale de la pieza.
Andrea mira extrañada a Claudia, que susurra cosas incomprensibles,
mientras aspira de la botella de sacol que tiene debajo de la cobija.
Claudia oye voces que le dicen que debe votar la botella de sacol, que
debe quebrarla, que debe dejar de ensacolarse.
clauDia
No, yo no voy a dejar el gale... no, no lo voy a dejar,
¿por qué?
Mira luego a la Cachetona, su compañera de cama, y se ríe porque la
ve como un osito de peluche. Le trata de tocar la cara a la Cachetona y
la ve cubierta por una piel de animal. Ve la cara de la Cachetona como
la de un oso de peluche.
clauDia
¡Ay... qué osito tan lindo!
Luego, la ve transformarse en osito de peluche, es decir, en muñeco y
la abraza. La Cachetona se molesta y reacciona volteándose para el
otro lado.
cachetona
¡Ah, dejá de chimbiar a ver!
clauDia
¡Ah... osito, mariconcito!
Cuando mira hacia la otra cama, también ve a sus otras dos amigas,
Andrea y Yudy, como animalitos de peluche. Pero no solo las caras,
las ve de cuerpo entero dormidas a lo largo de la cama como si fueran
ambas muñecos de juguete.
120
SECUENCIA 75
INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - PENSIÓN - BARRIO TRISTE15
Mónica entra a la pieza de Milena, que está en interiores, peinándose
el cabello.
mónica
Milena, présteme unos tenis.
Mónica se sienta en la cama junto a una niña que está desvistiendo una
muñeca y se quita los zapatos.
milena
¿De quién son esos zapatos?
mónica
Eran de mi mamá.
milena
Están muy bonitos.
Milena saca unos tenis de un cajón y se los tira a Mónica, luego se mira
con coquetería frente al espejo.
milena
¿Cómo le parece como estoy de buena, mija? ¡Qué
culo el que tengo!, ¿cierto?
mónica
¡Eh Avemaría, usted si es cochina! Cuidado mija le
pegan un sida bien hijueputa.
Mónica envuelve los zapatos y los coloca al lado del escaparate.
e
15 Secuencia no rodada.
121
SECUENCIA 76
EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - ALMACÉN - CALLE - BARRIO
TRISTE16
Mónica, con sus tenis rosados y una botellita de sacol bajo la camisa,
camina por la acera hasta llegar frente al mismo Mazda último modelo,
engallado con biseles y retrovisores, que golpeó el balón de los niños
me cánicos. Mónica entra al almacén haciéndose la lenta hasta donde
está el dueño del carro que está bebiendo aguardiente con dos amigos.
mónica
¿Me va a dar el aguinaldito?
Uno de los amigos saca unas monedas y se las regala a Mónica para
qui társela de encima, pero Mónica se dirige al dueño del carro.
mónica
Señor, ¿usted me va a colaborar con el aguinaldito?
Dueño
No, ya usted con esas moneditas tiene... despéguela,
despéguela pues niña.
Mónica le insiste a los otros, recostándose y casi durmiéndose en el
mostrador, como si estuviera en un viaje de sacol.
mónica
Ah... venga... es que hoy es 24...
En la acera del frente la Chinga sale y se arrima agachado al Mazda
con un costal en la mano. Rápidamente tira de una coca, la guarda en
el costal y luego hace lo mismo con la otra.
Dentro del almacén, el dueño fastidiado se levanta y trata de sacar a
Mónica cogiéndola de un brazo, pero la niña se tira al suelo, como
16 Esta secuencia se cambió completamente.
122
borracha. Cuando el hombre reacciona y la trata de arrojar afuera
con violencia, Mónica se levanta de un salto, coge unos adhesivos
fosforescentes de encima de una vitrina, y se echa a correr por la acera
con sus tenis rosados. El dueño no sabe cómo responder, hasta que
decide correr también en persecución de la ladrona.
Dueño
¡Ve, esta culicagada ratona! ¡Ey, ey dejá eso!
La Chinga mientras tanto se levanta sin que lo vean un retrovisor, lo
despega de un golpe con una piedra, lo mete al costal y sale caminando
tranquilo hacia el lado contrario por el que salió Mónica.
SECUENCIA 77
INTERIOR - DÍA - PIEZA - PENSIÓN - BARRIO TRISTE
Andrea monta la olla con el arroz en un fogón de una sola parrilla,
pero se tiene que empinar para echarle la sal. Luego coge una escoba y
comienza a barrer la pieza.
En su cama está Yudy, vestida con una camiseta rota y una pantalone ta
de muchacho, chupando dedo como una niña y pegando con sacol caji-
tas de chicle en las hojas de un cuaderno. Detrás de las cajas pequeñas
escribe una fecha y un nombre con un lápiz.
yuDy
Andrea, consígame un cigarrillo con doña Yolanda,
que yo ahorita se lo pago.
En la otra cama está la Cachetona sentada, tomando gaseosa con pan,
mientras mira en blanco y negro las imágenes de una televisión sin
volumen, oyendo en cambio una emisora de vallenatos en un radio
pequeño que está sobre el televisor.
e
123
Claudia está dormida al lado suyo.
cachetona
¿Ya consiguió otra pa’ mandar?
yuDy
¡Deje de ser metida, maricona!
Al volver con el cigarrillo y el fósforo, Andrea se sienta en la cama al lado de Yudy.
anDrea
Si quiere, yo le puedo barrer la pieza todos los días...
La Cachetona hace un gesto irónico.
yuDy
¿Y usted sabe hacer sudado, Andrea?
anDrea
No, ojalá.
Yudy hace mala cara, y se concentra otra vez en el cuaderno.
anDrea
¿Me regala una fumadita?
Yudy le pasa el cigarrillo pero Andrea tose a la primera fumada.
yuDy
¡No mija, usted no sabe fumar!... No aprenda los vicios parcerita.
Andrea mira con curiosidad el cuaderno de Yudy.
anDrea
¿Qué es eso, una tarea o qué?
yuDy
Recuerdos...
anDrea
¿De quién?...
124
yuDy
De los pelaos... Cositas que ellos me regalan...
anDrea
Ahhh...
Yudy le muestra las cajas de chicle y las envolturas de chocolatina que
están pegadas en cada página, con algunos nombres de muchachos
escritos a un lado.
yuDy
Este me lo regaló un pelado que yo quise mucho de
por mi casa que se llamaba Tico. Y esta me la dio
John, un pelado de la 70...
anDrea
¿Y qué dice ahí?
yuDy
De Anderson para Yudy...
anDrea
Anderson, ¿el novio de Mónica?
La Cachetona desde la otra cama.
cachetona
Es que esa no deja escapar ni uno.
Yudy se ríe maliciosa.
yuDy
¿Es que usted no sabe leer?
anDrea
No...
yuDy
Si quiere yo le enseño... Venga pues yo le leo estos
versos, pero no me interrumpa maricona.
125
anDrea
De malas, carechimba...
yuDy
“Con amor y cariño/ fabricamos un niño”... Y vea
este otro: “Ayer pasé por tu casa/ te ví moliendo
cacao/ me dió tanta tentación de risa/ al verte el culo
cagado”.
anDrea
Ja, ja, ja... ¡Eh, Avemaría, qué letra! ¿Vos escribiste
eso?!... Yudy, venga yo le muestro una cosa... Venga,
que le conviene.
Andrea lleva a Yudy hasta la caja que está a un lado del escaparate y le
muestra el par de patines.
anDrea
Ayúdeme a vender estos patines.
yuDy
¿Y usted de dónde los sacó, parcera?
anDrea
Se los robé a mi hermanita.
yuDy
Ay, hermana, nos vamos a meter todas en un lío. ¿Su
mamá no viene a buscarla a usted aquí?
anDrea
No... no le digo pues que mi mamá nada más se preo-
cupa por mi hermanita chiquita, pero por mí no...
yuDy
Ah, es que esas viejas hijueputas siempre prefieren
a los chiquitos... Pa’ qué se ponen a abrir las patas si
no son capaces de tratar los hijos por parejo, ¡viejas
carechimbas!
126
anDrea
Verdad... ¿Oiga y usted si los vende a buen precio?
La Cachetona se ríe con malicia, mientras Yudy emocionada se coloca
los patines.
yuDy
¡Sisas paracerita! Ya mismo se los vendo.
SECUENCIA 78
EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - ACERA PENSIÓN - ESCALAS -
PIEZA MILENA - BARRIO TRISTE17
A la entrada de la pensión, Mónica que viene agitada se choca con un
señor moreno, el papá de la Cachetona. Sube rápidamente las escalas
y llega a la pieza de Milena, que está preparada para salir con su hija.
milena
¡Uy, qué agite, seguro estaba robando! ¡Muestre a ver
qué golió!
Mónica le muestra las calcomanías fosforescentes.
milena
¡¿Ah, usted se arriesga por eso?!
mónica
¡¿Es que usted cree que yo golié sola?!
milena
Siga así hermana, y verá que se estrella.
e
17 Secuencia no rodada.
127
mónica
¡Es que yo prefiero despelucar a un malparido! ¡Usted
sabe que yo no soy capaz de ponerme a pedir, ni a
dejarme tocar de ningún hijueputa! ¡Yo no soy corta
de espíritu!
milena
¡Ja, ja, ja! Usted lo que está es corta de tetas, mija.
¡No sabe lo que es tener un papito encima!
mónica
Milena, entonces, ¿me va a dejar quedar aquí un rato?
milena
Y ¿qué va hacer aquí?
mónica
Nada, me voy a recostar un ratico y después me voy.
milena
Me cierra con candado cuando salga.
Mónica carga la niña y sale con Milena de la pieza.
SECUENCIA 79
INTERIOR - DÍA - PUERTA PENSIÓN - PATIO 1 - PIEZA NIÑAS
- BARRIO TRISTE
Mónica se acerca hasta la puerta de la pensión, y mira con curiosidad
al señor moreno que está hablando con doña Berenice.
berenice
... Y, ¿cómo es la niña pues?
e
128
señor
Es alta, troza y morenita.
mónica
¡Ah, sí... ella vive con nosotras! ¡Cachetona!
Mónica atraviesa corriendo el patio llamando a la Cachetona y llega
hasta su pieza. Yudy está montada en los patines, apoyada del brazo
de Andrea.
mónica
Cachetona, vino un señor preguntando por usted.
La Cachetona sale intrigada de la pieza. Mónica la sigue. Al ver el señor
moreno la Cachetona se devuelve asustada.
cachetona
¡Ay, jueputa!... ¡es mi papá!
Mónica se acerca asombrada donde la Cachetona y la anima.
mónica
¡Fresca parcera! Vamos... yo la acompaño.
La Cachetona llega hasta el primer patio, acompañada por Mónica, y
mira a su papá con temor.
cachetona
¡Qué hubo apá!
El papá la observa con un gesto duro en la cara.
PaPá
¿Usted por qué se fue de donde sus tías?
La Cachetona empieza a llorar.
cachetona
¡Ah!, a mi no me gusta vivir con esas cuchas que lo
hu millan a uno... y no me dejan salir a la calle... me
mantienen encerrada, como si eso fuera una cárcel.
129
El papá de la Cachetona contiene la rabia.
PaPá
Lo único que usted tiene en la vida... es a su papá.
Y por eso vine por usted, pa’ que nos vamos pa’ la
costa.
Mónica ve a Yudy que viene haciendo escándalo, montada en los patines
sosteniéndose del brazo de Andrea.
cachetona
¿Entonces mis hermanitas qué?...
PaPá
Yo después vengo por ellas... pero ahora me la voy
a llevar a usted, pa’ que me ayude, que yo estoy
administrando un estadero en Tolú.
Mónica mira con enojo a Yudy, que pasa por el patio interrumpiendo
por un momento la conversación de la Cachetona.
PaPá
¡Bueno mija, entonces a las cuatro vengo por usted!
La Cachetona camina cabizbaja hacia la pieza. Yudy se ríe escanda-
losamente, mientras sigue montando en los patines por el patio de la
pensión.
yuDy
Andrea, no se me haga tan lejos que de pronto me
caigo.
Al salir el papá de la Cachetona, la Chinga aprovecha para cruzar la
puerta de la pensión.
berenice
¿Ey, Chinga usted pa’ dónde va?
Desde el corredor, Mónica ve entrar a la Chinga y lo espera. Lleva en
la cabeza un sombrero de cartón con cintas de colores y media botella
de sacol entre el pantalón.
130
chinga
Voy pa’ dentro... donde las muchachas.
SECUENCIA 80
INTERIOR - DÍA - PIEZA NIÑAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE18
Claudia arma un bareto mientras mira a la Cachetona sacar ropa de un
cajoncito.
clauDia
¡¿Pero ese cucho por qué estaba tan asado?!
cachetona
¡Ah, no! Es que él apenas ayer se dio cuenta que me
había volado de la casa.
La Cachetona saca una blusa ombliguera y se la tira a Claudia.
cachetona
Ah, vea, quédese usted con esa blusita.
clauDia
Y entonces... ¿usted?
cachetona
¡Ah, no!... es que yo voy es de parche para el mar.
Claudia prende un bareto, le da un pitazo y se lo pasa a la Cachetona.
e
18 Secuencia no rodada.
e
131
SECUENCIA 81
INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - PENSIÓN - BARRIO TRISTE
La Chinga se entusiasma con los billetes en la mano y celebra inhalando
sacol.
mónica
Báñese, yo lo acompaño a comprar una camisa.
chinga
Y nos vamos a ver los alumbrados, vamos al Pueblito
Paisa... a subir y a bajar las banderas.
mónica
Con esas treinta lucas... ¡hasta pa’ pagarse una pieza!
chinga
Venga yo le pago pues una pieza y nos vamos juntos.
Mónica se asusta por un momento y reacciona.
mónica
¡Oiga!... ¡qué le pasa mijo!
chinga
Mónica, usted es muy linda...yo la quiero mucho, mi
amor.
mónica
Yo también, pero es que usted no se deja querer. Bá-
ñese que es que así se ve muy feo.
chinga
Y nos vamos a dar picos...
mónica
Chinga, es que yo a usted lo quiero como un amigo...
no se haga ilusiones.
132
chinga
¡No oigo nada!... Tengo los oídos taquiados.
mónica
¡Ja, ja, ja! No vio, ¡báñese mijo!
chinga
¿Usted le ve risa a eso? ¡Yo no le veo cara de risa a
eso!
SECUENCIA 82
INTERIOR - DÍA - CUEVA JÍBAROS - BARRIO TRISTE
Yudy atraviesa la puerta de la pensión montada en los patines al lado
de Andrea. Entre las risas escandalosas se acerca a una reja donde está
parado el Ojón.
ojón
¿Usted qué viene hacer acá?
yuDy
Déjeme entrar que yo vine hablar con doña Marta.
Las niñas entran al corredor donde hay varias piezas pequeñas con ven-
tanitas en las puertas. En algunas de ellas Andrea ve las caras de tipos
viciosos. En la puerta de un baño, también se ven tipos agachados en
cuclillas, pegados de un bazuco.
En la última pieza hay una reja desde donde se escucha rezar una no-
vena. Una joven está sentada frente a una mesa empelpando unos bazucos
con picadura.
yuDy
Déjeme entrar que necesito hablar con doña Marta.
Andrea, espéreme aquí que yo no me demoro.
e
133
Yudy ve a doña Marta atendiendo unos clientes. La pieza está vacía
de muebles. Hay diez hombres fumando bazuco, mientras una gorda
rezandera hace una novena a la que solo responde la joven de la entrada
y Juan Camilo, quien también está sentado fumando.
Andrea también responde a la novena y ve que Yudy se quita los patines
y se acerca a hablar con doña Marta.
yuDy
¿Cuánto me va a dar por estos patines?
Doña Marta coge los patines y los mira. En ese momento se le acerca
un bazuquero.
SECUENCIA 83
INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - PATIO 2 - PIEZAS NIÑAS -
BARRIO TRISTE19
La Chinga tiene recostada la cabeza sobre el hombro de Mónica y con
la botella de sacol pegada a la boca.
chinga
... ¿y cuándo me va a querer?
La Chinga trata de darle un beso en la boca a Mónica pero ella alcanza
a hacerle un desquite y sale corriendo hasta la puerta. Se asoma y ve en
el patio a don Agustin, el vendedor ambulante.
mónica
¡Que lo vea en el baño pues! Yo ahorita vengo...
e
19 Secuencia no rodada.
134
Mónica se asoma por la puerta de la pieza donde están Claudia y la
Cachetona.
mónica
¡Claudia, ya llegó don Agustín!
Las muchachas salen animadas de la pieza.
SECUENCIA 84
INTERIOR - DÍA - CUEVA JÍBAROS - BARRIO TRISTE20
Doña Marta saca unos billetes y se los extiende a Yudy.
marta
¡Vea le doy 25 por ellos!
yuDy
Oiga... mínimo 40, ¡no ve como son de finos!
marta
Pues, sí, pueden ser muy finos pero no le puedo dar
más.
yuDy
Déme pues siquiera 30.
Doña Marta le entrega unos billetes a Yudy, que sale feliz de la pieza.
yuDy
¡Si vió parcerita! Ya se los vendí por 20...15 pa’ usted
y 5 pa’ mí por el negocio.
20 Secuencia no rodada.
e
135
Andrea y Yudy se devuelven emocionadas. Yudy brinca descalza por el
corredor. El Ojón le abre y ellas atraviesan, de nuevo, la reja de salida.
SECUENCIA 85
INTERIOR - DÍA - PATIO 2 - PENSIÓN - BARRIO TRISTE
En el segundo patio de la pensión, Yudy y Andrea se encuentran con
las muchachas comprándole ropa a Agustín, el vendedor ambulante.
yuDy
Eh, don Agustín... yo creí que ya no iba a venir.
anDrea
¡Ay, yo quiero comprarme un estrén!
Andrea saca la plata de los patines.
mónica
¿Y usted de dónde sacó eso?
anDrea
Es que Yudy me hizo el favor de venderme los patines.
La Cachetona acompaña a Claudia a medirse un pantalón en la pieza.
mónica
¿Y cuánto le dio?
anDrea
15, porque ella se quedó con 5 por el favor.
Mónica se queda mirando a Yudy, quien está emocionada escogiendo
varias cosas para negociar con el vendedor. Claudia y la Cachetona salen
con unos pantalones estrech puestos.
e
136
agustín
¡Qué les dije!, eso es talla única.
clauDia
Don Agustín pero eso está muy caro.
agustín
Eh, Avemaría, ¿caro? ¡Si eso es precio de fábrica,
home!
Mónica mira con desconfianza a Yudy, quien ya ha separado varias
camisetas, un pantalón y otras cosas, de las más caras. La emoción de
Andrea la distrae.
anDrea
¡Ay, qué tan bonita!... ¡Yo quiero una de esas!...
Mónica mira la faldita que Andrea tiene en la mano.
mónica
Esas son las “engañadoras”... son muy bacanas... yo
me voy a comprar una... cómprese una usted también
pa’ que estrene.
agustín
Y se las doy bien baraticas pa’ que las lleven... no son
sino ocho luquitas cada una.
Andrea saca emocionada la plata y le paga a don Agustín. Mónica saca
del bolsillo el reloj que le cambió el Zarco y se lo muestra a don Agustín.
mónica
Don Agustín vea... recíbame este relojito.
Agustín mira con desconfianza el reloj y se lo devuelve.
agustín
¡No mijita! este es un reloj chichipato. Págueme mejor
con billetes y me va dando también lo del contado...
que está muy colgadita.
137
Después de recibir unos billetes que le entrega Mónica, don Agustín
anota algo en una libreta.
yuDy
Don Agustín, hágame pues la cuenta a mí.
agustín
A ver... son 25, 30.000 pesos.
Yudy saca de entre los brasieres unos billetes y se los entrega a don
Agustín. La Cachetona tiene una toalla colgada en el hombro y recoge
una ropa de un alambre. Claudia mira unos dijes de fantasía. La re-
zandera llega al corredor del patio.
yuDy
¡Vea pues! ¡Cuéntelos bien!
Mónica se queda mirando con rabia a Yudy.
mónica
¡Usted si es muy descarada! Sí ve Andrea... ¡¿quién
sabe cuánto le darían por esos patines?!
Al sentirse engañada, Andrea se entra a llorar a la pieza.
mónica
¡Eh Avemaría, usted si es aprovechada de las chiquitas,
hermana!
Yudy se queda un poco preocupada. Mónica llega a la pieza, donde
la rezandera acaba de entrar, y ve a Andrea llorando sobre una cama.
reZanDera
Mi amor... ¿y usted por qué está llorando?
mónica
Lo que pasa es que Yudy la tumbó con una plata.
reZanDera
¿Ella es nueva?... Yo no la había visto por acá.
138
mónica
Es que ella se fue de la casa.
reZanDera
¡Si ve! Es que ustedes se van de la casa creyendo que
van a encontrar el cielo... pero es mejor sufrir con
conocidos y no con extraños ¿Y usted va a pasar el
24 sin su mamá?
Yudy entra a la pieza con las cosas que ha comprado.
yuDy
Eh, pero ¿qué pasó aquí?
Yudy se acerca donde Andrea y Mónica.
yuDy
Es que a lo correcto Mónica, usted siempre piensa mal
de mí... pero yo todo lo que consigo es pa’ ustedes
y pa’ la pieza. Y ¿sabe qué parcera?... vea aquí tengo
10.000 pesos pa’ comprar mañana mismo un televisor
a color para la pieza.
La rezandera se despide desde la puerta.
reZanDera
Niñas, entonces ahorita pasan por natilla.
Yudy les entrega unas camisetas ombligueras a Mónica y a Andrea.
yuDy
¡Vea parceritas el aguinaldo que les había prometido!
Andrea recibe emocionada la camiseta.
anDrea
¡Qué tan bonita!
mónica
¡Uy, qué belleza de ombliguera! ¡Gracias Yudy!
Mónica y Andrea se miran frente al espejo con las camisetas puestas.
139
SECUENCIA 86INTERIOR - DÍA - PIEZA NIÑAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE21
En la pieza todas las niñas están recién bañadas y tienen puestos los estrenes del 24. Andrea observa como Yudy le hace la rayita en los ojos a Claudia.
anDrea
Yudy, enseguida me la hace a mí.
Mónica se echa un labial rosado frente al espejo.
yuDy
Entonces qué parceritas... ¿si vamos a ir pues ahora por el Éxito? Seguro que yo tengo unos amigos que van a ir por mí en carro... pa’ que nos den vueltas y pa semos bien bacano.
mónica
¡No mijita, yo no voy por allá!... no ve que a mí me están esperando en una fiesta donde mi tía... yo voy a llevar la pólvora.
La Cachetona vestida de blue jean y camisa ancha, está metiendo un vestido de baño en una bolsa.
yuDy
Andrea, entonces usted se viene conmigo. Si parcerita... a la noche vamos a bailar, yo la llevo parcerita y venga pues, yo le hago la rayita...pa’ que se levante un papito...pero pilas se mueve mariconcita, que le
chuzo el ojo.
e
21 Se rodó solo el final de la secuencia, cuando la Cachetona se despide de sus amigas.
140
mónica
La Cachetona va para el mar. Nos manda fotos
parcerita.
yuDy
¡Ah, yo una vez me oriné en el mar!... Esa mano de
papitos que se ven por allá, parcera!
Doña Berenice toca a la puerta.
berenice
¡Cachetona! Su papá volvió y la está esperando ahí
en la puerta.
cachetona
Bueno parceras, entonces nos hablamos...
La Cachetona se acerca donde las muchachas y se despide de beso.
mónica
Ojalá pase bien bueno... ahí perdona todo lo malo y
no me olvide parcera, que yo siempre me voy acordar
de usted.
yuDy
¡Uhm, pero Avemaría mija!... usted parece una monja
con esa ropa.
cachetona
Lo que pasa es que usted no conoce a mi papá.
anDrea
¿Cachetona y usted se va a ir del todo con su papá?
cachetona
Quién sabe... a lo mejor yo vuelvo en enero.
La Cachetona y Claudia, con los ojos encharcados, salen de la pieza.
clauDia
¿Entonces usted dónde va a pasar el 24?
141
cachetona
Ah, yo creo que donde mis tías... mañana nos vamos pa’ la costa.
clauDia
Acuérdese pues parcerita que usted quedó de escri-birme.
cachetona
Seguro parcera... yo no le voy a fallar.
clauDia
Si de pronto le pegan, ¡véngase!... yo no voy a alquilar el lado suyo de la cama.
Claudia le entrega una esclava de fantasía a la Cachetona y le da un beso en la mejilla.
cachetona
¡Gacias, parcerita!
Pegada a su botella de sacol, Claudia mira ensimismada a su amiga, quien se pierde por el corredor cargando una bolsa en la mano con todo su equipaje.
SECUENCIA 87INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - KIOSKO ALUCINE - BARRIO TRISTE22
La Chinga está pegado a su botella de sacol revolcándose en el piso. La Chinga alucina que va a comprar algo en un kiosko, pero se busca la plata en los bolsillos y no la encuentra, por más que se requisa.
e
22 Secuencia no rodada.
142
chinga
Deme una gaseosa y un pan... ¿Cuánto vale? Démela...
La Chinga busca insistentemente en el bolsillo.
chinga
¡Ya le pago!...yo tengo aquí la plata...dónde... ¡no, la plata! Ahh... pero... ¡pero la plata! Yo sí tengo... sí tengo.
El viaje de sacol es tan intenso, que la Chinga está acostado en el piso, y se revuelca como si estuviera en una pesadilla. Actúa –hablando con el dueño del kiosko imaginario–, como actúan los sonámbulos: los ojos cerrados y haciendo ademanes ciegos hacia adelante.
SECUENCIA 88INTERIOR - DÍA - ENTRADA PENSIÓN - BARRIO TRISTE23
En la puerta de la pensión, el papá de la Cachetona le recibe la bolsa.
PaPá
¡Mija, venga yo le llevo esa bolsa!
La Cachetona y su papá bajan en silencio las escalas de la pensión.
SECUENCIA 89INTERIOR – EXTERIOR - DÍA - VENTANA PIEZA NIÑAS - ACERA PENSIÓN - BARRIO TRISTE
e
23 Secuencia no rodada.
e
143
Mónica, Yudy, Andrea y Claudia están asomadas por la ventana obser-
vando con nostalgia y también alegría a la Cachetona y a su papá, quienes
se alejan por la calle. Claudia hace un gesto con la mano.
clauDia
¡Eh Avemaría... uno tener un cucho como ese! ¡Qué
elegancia!
SECUENCIA 90
INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - CORREDOR - BARRIO
TRISTE
Mónica y Andrea entran a la pieza donde está la Chinga y lo ven tirado
en el suelo revolcándose, con la botella de sacol en la boca, mientras
habla alargando las palabras.
chinga
¡A veeeer la plaaata...a ver eeesa mariiica plata!...
¡oigaaa la plata pueees!
Mónica se acerca hasta donde está la chinga acostado y lo mira.
chinga
Démelaaa que yo le paaago... aquí teeengo la plata...
Andrea ve como la Chinga se esculca insistentemente los bolsillos.
chinga
¡¿Ey, quién laaa tieene pues?! La plaaata...la plaaata...
dónde está la plata...
Mónica ve el fajo de billetes sobre la cama. La Chinga continúa revol-
cándose en el suelo, con las manos esculcando los bolsillos y mirando
como al vacío. Mónica tiene un sobresalto y se toca los bolsillos,
e
144
encuentra los billetes y luego sale de la pieza al lado de Andrea, sin
decir nada.
SECUENCIA 91
INTERIOR - DÍA - PATIO - ESCALAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE
Mónica, Andrea, Yudy y Claudia pasan la puerta de la pensión. La
seño ra rezandera sale con un plato de natilla.
reZanDera
Ya les iba a llevar natilla.
Las niñas bajan brincando las escalas de la pensión.
reZanDera (off)
No se les olvide que la novena es a las 7.
Al salir a la calle, las niñas se encuentran con Norvey, quien ha llegado
a buscar a Yudy.
yuDy
¡Ay, hermano! Yo ahora no puedo ir con usted... voy
a ir a acompañar a Mónica a comprar una pólvora.
norVey
Ah... ¿pero cómo así?
yuDy
¡No, parcerito! Ahora nos vemos.
Yudy afana a sus amigas para que se vayan ligero.
e
e
145
SECUENCIA 92
EXTERIOR - DÍA- CALLE - BARRIO TRISTE
Mónica, Yudy, Andrea y Claudia caminan en medio de los vendedores
ambulantes por una calle de Barrio Triste. Yudy se mete por un mercado
de reducidores.
yuDy
¡Ey, muchachas! No… ¿sabe qué?! Vámonos rapidito,
yo no quiero que me vuelva a encontrar ese hijueputa.
mónica
¿Cómo así?... ¿no me van a acompañar a comprar la
pólvora?
yuDy
¡No... parcerita! Nosotras nos vamos ya... es que seguro
que yo no me quiero ir a rumbiar hoy con ese man...
y yo que le prometí a él que íbamos a pasar juntos el
24! ¡Ay, hijueputa! Si hasta le dije que en la casa de
mi mamá y todo! ¡No parceritas, vámonos, vámonos!
Yudy le pone la mano a un taxi y se monta con Andrea y Claudia.
Mónica mira desconcertada a sus amigas montándose apresuradamente
al carro, sin darle tiempo de decir nada más. El carro acelera, Mónica
reacciona y cruza rápidamente la calle.
SECUENCIA 93
EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - CASA POLVORERÍA - BARRIO
TRISTE
Mónica sube rápido unas escalas estrechas y empinadas que hay al lado
de un bar. Toca la puerta y un niño abre una ventanita.
e
146
niño
¿Quién es?
mónica
¿Aquí venden pólvora?
niño
Espere un momentico.
El niño le abre la puerta y la lleva hasta donde está el polvorero.
mónica
¿Tiene chorrillos... chispitas y... pilas?
PolVorero
Sí.
mónica
Deme dos pilas, tres paquetes de chorrillos y dos cajas
de chispitas.
El polvorero le empaca la pólvora en papel periódico y la mete en una
bolsa de papel. Mónica saca del bolsillo el reloj que le cambió el Zarco.
mónica
¿Me va a recibir este reloj?
El polvorero recibe el reloj y lo mira.
PolVorero
Por este reloj le doy cuatro pilas más.
mónica
¡Listo! Empáquemelas pues.
Mónica recibe emocionada la bolsa.
e
147
SECUENCIA 94
EXTERIOR - TARDE - ESQUINA - BARRIO TRISTE24
En una esquina de Barrio Triste, cerca al puente por donde pasa el
río, unos tipos encienden una pólvora que produce un gran estallido.
Mónica se asusta con el estruendo y, como instintivamente, le pone la
mano a un taxi.
SECUENCIA 95
INTERIOR - EXTERIOR- DÍA - CASA ZARCO - PATIO - LA
IGUANÁ
En el patio está el Zarco bañándose con el reloj puesto. Se da cuenta
que no se quitó el reloj y está empañado por dentro.
Rápidamente se lo quita y le destapa la mica para limpiarlo con un
trapito. Al hacerlo el trapo queda manchado y las figuritas se han borra-
do. El Zarco se asusta y enojado maldice.
Zarco
Me entró al baile esa gonorrea, hijueputa, con este gallo
tuerto.
e
24 Secuencia no rodada.
e
148
SECUENCIA 96 EXTERIOR - DÍA - PUENTE DE LA 70 - ENTRADA LA IGUANÁ
Mónica se baja de un taxi que está parado en el cruce del puente de la 70 con la entrada a La Iguaná. Lleva la bolsa con pólvora en la mano. Pasan dos policías en moto.
SECUENCIA 97EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - FACHADA CASA TÍA LIGIA - KIOSKO GUSTAVO - LA IGUANÁ
Jovany organiza unas botellas vacías en una caja de cervezas. Al ver llegar a dos policías en moto, que paran en el Kiosko, Jovany se esconde asustado.
Policia 1 ¿Usted tiene un hermano que se llama Jovany?
gustaVo
Sí.
Policia 2 Ese muchacho está metido en problemas... anoche
mataron un pelao y dicen que fueron él y los amigos de él... un muchacho en silla de ruedas y otro que llaman el Zarco.
gustaVo
Es que por aquí inventan mucho... con tal de perju-dicar a la gente dicen lo que sea. Yo no he escuchado nada de eso. Es que yo me mantengo metido aquí trabajando, señor agente.
Policia 2 A esos hijueputas se les acabó el reinado.
e
149
Cuando los policías terminan de hablar y salen, Jovany se levanta
nervioso.
gustaVo
¡¿Vio hijueputa lo que gana usted con esa gonorrea de
amigos?! Usted va terminar en la cárcel hijueputa.
joVany
¡Cuál, yo no estaba con ellos anoche! Yo estaba con
una amiguita en San Germán ...
gustaVo
¡Qué va marica! A usted lo va a salir matando el Zarco
guevón ¡Perdéte, perdéte de aquí mejor!
SECUENCIA 98
EXTERIOR - DÍA - CALLE - FACHADA CASA VELORIO - LA
IGUANÁ
Mónica pasa al lado del velorio donde se escuchan unos gritos deses-
perados. Los policías motorizados le interrumpen el paso por un
momento.
SECUENCIA 99
INTERIOR - DÍA - CASA ZARCO - PIEZA - TERRAZA - LA
IGUANÁ
En la habitación el Zarco está en pantaloneta y sin camisa, juega con
Stevenson, su sobrinito de cuatro años, quien está comiendo un cono.
e
e
150
El Zarco le hace cosquillas a Stevenson, quien se rinde rápidamente,
pero el Zarco continúa el juego, lo agarra por el cuello y lo amenaza,
en broma, con una navaja pequeña.
Zarco
Quédese quieto gonorreíta... Usted sabe pelaíto que
tiene que ser un hombrecito en la vida. ¡Deme cho-
cocono!
steVenson
¡No!
Zarco
¡Ah no! Deme chococono, deme pues.
El niño le entrega el chococono.
Zarco
Usted sabe Stevenson que la gonorrea que le haga
alguna cosa, me dice, ¿oyó? Y si algún marica por
ahí le dice cualquier cosa, no coma de nada, y si no, me
dice a mí, usted sabe que yo soy su tío papá... y si a
mí me tumban, usted ya sabe que me tiene que vengar,
tiene que cobrárselas... tiene que mantenerse detrás de
mí, en la espalda mía, para que si a mí me dan, usted
sepa quién es, y se quede acordando de él para cuando
crezca.
Emilia, la mamá del Zarco, entra a trapear la pieza y se escandaliza al
escu char la conversación del Zarco con su nieto.
emilia
¡Présteme el niño para acá! Cómo se le ocurre darle
esos consejos... pero ¿cómo se le ocurre?
Zarco
¡No cuchita... pero amá!
151
emilia
No se quede con su tío, ¿no ve que le está dando unos
consejos muy horribles?
Zarco
No amá, déjelo, déjelo conmigo.
emilia
Pero no me aconseje al niño mal. Ya que no piensa
en su vida, piense en la del niño... Es que usted ni
siquiera debería estar aquí en la casa.
Zarco
Pero amá ¿cómo así, hoy 24? ¡Qué va home!
emilia
Aunque sea 24, usted se tiene que ir del barrio mijo.
Ya le dije que por ahí no hacen sino decir que usted
mató a un muchacho, al hijo de doña Marina.
Zarco
¿Es que usted les cree? ¡Créales, créales cucha!
emilia
Yo como mamá... quiero que mi hijo me diga la
verdad. Y no quiero que ningún hijo mío se manche
las manos de sangre. Y menos que le vaya a pasar
alguna cosa… ese muchacho tenía unos familiares
muy malos, y si creen que fue usted, lo pueden estar
buscando.
Zarco
Ah, todo bien cuchita.
emilia
¡Váyase, váyase del barrio! Es mejor... si yo pudiera
me lo llevaba para un pueblo... pero váyase pa’ donde
algún amigo.
152
Zarco
Yo no me voy cuchita… cómo la voy a dejar a usted y
a Stevenson. ¡Yo no me voy! Créalo cucha que usted
sabe cómo soy yo... cerrado en la banda. No pare
bolas a eso, usted sabe que yo me cuido solo.
emilia
Váyase que yo no tengo vida con usted en la calle,
pensando en que me lo van a matar. No, no...
Doña Emilia llora y el Zarco sale renegando de la pieza, saca un moño
de bareta del bolsillo y sube a la terraza desmenuzándolo en la palma
de la mano.
SECUENCIA 100
EXTERIOR - DÍA - TERRAZA - ACERA - CASA ZARCO - LA
IGUANÁ
En la terraza, el Zarco se fuma un bareto. Le silban desde la calle y él
se asoma. Jovany, con media de aguardiente, y don Héctor, con una de
whisky, están en la acera.
héctor
Los tombos estuvieron en la casa de este man, pregun-
tando por usted y por mí. Yo no sé que va hacer usted
marica... ¿Pero sabe qué Zarquito?, yo le doy un
consejo: ¡ábrase, ábrase que esto por aquí está muy
caliente!, pa’ usted sobre todo. Además usted está
muy loquito haciendo guevonadas... y no aguanta.
Zarco
Don Héctor, pero ¿yo pa’ dónde me voy hoy 24? ¡Yo
no tengo pa’ dode irme, home!
e
153
héctor
Entonces, guárdese, guárdese marica, no se deje ver
de nadie por ahí, encalétese mijo.
Zarco
¡Hijueputa, qué 24 tan pichurrio el mío! ¡No!... Estoy
es grave.
Alguien que ve venir por la calle, enfurece al Zarco.
Rápidamente salta de la terraza y corre por la calle principal, en donde
aborda bruscamente a Mónica, que viene con la bolsita de pólvora.
Zarco
¡Oe, mariconcita, todo bonito! ¿Está muy enviajada o
qué?
mónica
¡¿Qué?!
Zarco
¿Sí te acordás de mí, mariconcita? Esa gonorrea de
reloj que me metiste, ¡mirá...mirá!
El Zarco se saca el reloj y se lo pega junto a los ojos a Mónica, que
alcanza a ver las figuras borrosas.
Zarco
A ver, ¡devolveme el reloj, hijueputa! ¡¿Creíste que
me ibas a meter un gancho ciego, o qué gonorrea?! ¿Me
viste cara de qué, mariconcita?
El Zarco la trata de esculcar a la fuerza, pero Mónica se rebela.
Zarco
A ver, ¿dónde está?
mónica
Ah, pero déjeme... yo ya no lo tengo... ¡¿entonces
usted pa’ qué me lo cambió?!
154
El Zarco furioso le da una patada a Mónica que la hace caer con su
bolsa de pólvora.
joVany
¡Cálmese hermano, deje de hacer escándalo, deje de
ser bandera, home!
Zarco
¡Entrégueme el reloj, si no quiere que la coja a pata,
hijueputa!
El Zarco lanza una patada al aire, tan fuerte, que Mónica retrocede
asustada.
joVany
Entrégueselo primita, entrégueselo si no quiere que
este animal la mate.
Zarco
Si quiere volver a entrar al barrio me lo trae, ¡malpa-
ridita!
El Zarco tumba de una patada a Mónica y la hace correr asustada por la
calle. El Zarco la persigue hasta la boca del callejón por donde ella voltea.
Don Héctor se toma un trago de whisky, mirando al Zarco.
héctor
¡Este hijueputa no aguanta! No va a alcanzar a comer
natilla y buñuelo este año.
El Zarco le arrebata la botella de aguardiente a Jovany y se traga unos
roches.
Mónica todavía corriendo, pasa por una calle del barrio donde unos
niños están cogiendo un globo.
e
155
SECUENCIA 101
EXTERIOR - FINAL TARDE - PARQUEADERO - ÉXITO25
Mónica atraviesa el parqueadero del Éxito con su bolsa de pólvora, en
sentido contrario a la gente, que son en su mayoría familias con paquetes
y bolsas de las que asoman los traídos de navidad. Algunos niños se suben
felices y entusiasmados a los carros; otros lloran y discuten porque sus
padres les han contrariado algún deseo.
SECUENCIA 102
EXTERIOR – NOCHE – VITRINA – ALMACÉN ÉXITO
Mónica llega a una vitrina del almacén en el momento en que esta se
enciende: toda la superficie de la vitrina está cubierta de nieve, el Papá
Noel está suspendido en el aire con su trineo, un pino nevado está al
fondo con bolitas de navidad. Pero lo que llama la atención a Mónica
es un fuego falso, hecho de bombillos eléctricos, que se aviva bajo unos
troncos pequeños.
El ruido de un carro de rodillos distrae a Mónica, por la calle va una
señora de edad, empuja un carrito en el que van montados tres niños
pequeños.
25 Secuencia no rodada.
e
e
156
SECUENCIA 103
EXTERIOR - NOCHE - ESQUINA FRENTE - VIADUCTO METRO
- PICHINCHA
Cuando Mónica llega, ve que Yudy está desafiando a una muchacha
mayor que tiene una falda estrecha. Yudy la amenaza con una navaja.
yuDy
¡Bueno te vas de aquí, hijueputa! ¡Anda buscá tra bajo
a otra parte, que aquí vienen los amigos míos, mal-
parida!
La prostituta la mira aparentando indiferencia y camina despacio.
muchacha
Ve... ¡¿esta carechimba que se está creyendo?!
Mónica se acerca hasta donde Yudy.
mónica
¿Dónde están las muchachas?
yuDy
Andrea está bailando y Claudia...véala allá está parchada... me está esperando... Y... ¿es que ya se acabó,
pues, la fiesta donde su tía?
mónica
No... es que mi tía se enfermó.
yuDy
¡Ah, parcera, usted si es muy de malas! ¿Entonces qué
va hacer hoy?
Mónica mira con cierta indiferencia.
mónica
¡Yo no sé!
yuDy
Mónica, ¿usted por qué huele a sacol?
157
Mónica saca la botellita que tiene en la cintura.
mónica
¿Quiere un ploncito?
yuDy
¡No... hermana! Yo no quiero meter de eso.
El rebuscador, un tipo de treinta años, estaciona un jeep en la esquina
y pita llamando la atención de Yudy.
yuDy
¿Quién es ese man?... ¿quién es?
Yudy se acerca intrigada hasta la ventanilla.
rebuscaDor
¡Qué hubo mi amor! ¿Qué está haciendo por aquí?
yuDy
Ah, no... esperando a unos amigos.
rebuscaDor
¿Entonces qué?.. ¿Nos vamos a dar una vuelta?
Yudy mira a Mónica y se le acerca haciéndole un gesto para que se
vayan juntas en el carro.
yuDy
¡Mónica venga!... Vamos a dar una vuelta.
mónica
No... usted sabe que a mí eso no me gusta... ¡Eh
Ave maría Yudy! No va a aprender hasta que le pase
un cacho bien maluco.
yuDy
Eso es problema mío... además yo necesito plata,
hermana... pa’ comprarle el regalo a la cucha. Después
nos vemos parcerita.
Mónica se queda mirando el carro donde Yudy se ha montado.
158
SECUENCIA 104
EXTERIOR - NOCHE - VIADUCTO METRO - PICHINCHA
Claudia está acurrucada en la puerta de un garaje, frente a una fogatica
y pegada a su botella de sacol. Claudia le está hablando a alguien que
parece estar al lado de un arbusto.
clauDia
Yo seeee pero ¡todo bieeeen! El parceritoooo.
Mónica llega hasta donde está Claudia y la observa. Luego se acerca
a mirar y se da cuenta que no hay nadie detrás del arbusto. Claudia se
ríe mientras continúa mirando, con los ojos apagados, en dirección del
arbusto.
Mónica ve que Claudia saca una bolsita de plástico, deja chorrear tres
o cuatro gotas de sacol y se da unos sube y baja.
clauDia
Este pelaiiito como está de chaaarro... pero... me prueba
finuraaaa...
Mónica se da un plon de sacol, mira la fogatica y saca unos borrachitos
y unas chispitas de la bolsa de papel donde lleva la pólvora.
clauDia
Venga yo preeendo una... yo también soy caaapaz,
parcera...
Mónica le entrega unos chorrillos a Claudia, luego saca una pila y la
en ciende. A través de las luces de la pila, se ve la emoción en los rostros
de Mónica y Claudia, quienes no separan sus ojos de las chispas de
colores, mientras aspiran la bolsa con sacol.
e
e
159
SECUENCIA 105
EXTERIOR - NOCHE - TABERNA - SÚPER
Bajo la luz de la miniteca, Anderson baila amacizando a Andrea. En la
pista también están Chocolatina, Robin y Milton bailando animadamente
con Marcela, Alejandra y otra niña roserita.
SECUENCIA 106
EXTERIOR - NOCHE - VIADUCTO METRO - PICHINCHA
El rostro de Mónica se ve iluminado con el resplandor de tres pilas,
que están encendidas al tiempo, hasta que finalmente se extinguen por
completo.
Pegada a la bolsa con sacol Claudia está con la mirada fija angustiada
en algo que ve al frente.
clauDia
¿Ay, nooo...pero qué eees esto?... ¿Qué eees esto?
El llanto y los quejidos desesperados de Claudia asustan a Mónica. Ella
recoge las bolsitas de plástico del suelo y mira dentro de la bolsa de papel
donde tiene la pólvora.
mónica
¿Claudia... quiere pólvora?... ¿le dejo pólvora?
Claudia no la escucha, se mira a sí misma tocándose el cuerpo, luego
vuelve a mirar con espanto hacia la pared del frente, al otro lado de la
calle. Claudia ve chorrear sangre en abundancia. La sangre cae desde
arriba y cubre la superficie hasta derramarse por el suelo.
clauDia
Ay, nooo...pero pooor qué veo tanta saaangre...
sangre...
e
160
Desde el lugar donde está Claudia no se aprecia el color de la sangre,
sino su condición espesa y brillante. Pero al acercar momentáneamente
el punto de vista, la sangre adquiere su color rojo, de herida.
SECUENCIA 107
EXTERIOR - NOCHE - CALLE 47 CON 70 - ESTADIO
El jeep del rebuscador, donde se había montado Yudy, está estacionado
cerca a un parqueadero. El hombre con la bragueta abierta, acaricia
apasionadamente a Yudy, quien tiene la blusa bajada hasta el codo. Es
tanta la emoción que tiene el rebuscador que la quiere penetrar. Yudy
reacciona cuando él intenta bajarle los pantalones.
yuDy
¿Qué le pasa? ¡No... no... hermano!
rebuscaDor
Venga... déjeselo meter... yo le doy 20.000 pesos.
yuDy
¡No... a mí no me gusta que me lo metan!
El rebuscador estira con fuerza el chicle que tiene puesto Yudy y se lo
baja hasta los muslos.
rebuscaDor
Entonces el dedo no más... venga...
yuDy
Ve esta gonorrea... dejáme pues...
El rebuscador le tapa rápidamente la boca a Yudy y se le tira encima.
Yu dy forcejea con el tipo, saca la navaja y le chuza la pierna. El rebus-
cador adolorido se manda la mano a la pierna.
e
161
Yudy aprovecha para bajarse del carro, pero el tipo enfurecido la alcanza
a agarrar del cabello, saca una perica y le chuza el hombro.
yuDy
¡Ay... hijueputa! ¡Este carechimba!
Yudy huye tocándose el hombro y quejándose por el dolor. Se detiene
un momento en una esquina, se mira el hombro, de donde le sale sangre,
y se lo cubre con la manga de la camiseta, tapándose la herida.
SECUENCIA 108
EXTERIOR - NOCHE - PARQUE SÚPER
Anderson y Andrea llegan al parque. Detrás de Anderson aparecen
Cho colatina, Milton y Robin. Chocolatina le quita con rapidez la gorra
a Anderson y atraviesa el parque haciendo escándalo.
anDerson
¡Ey, qué hubo marica!
chocolatina
¡Ya la perdió conmigo, parcero!
anDerson
¡Ay, hijueputa! ¡Como están de cuescos estos maricas!
Anderson saca de un matorral media botella de ron, toma un trago y
le ofrece a Andrea.
anDerson
Usted así maquillada se ve como una mujer... y como
baila de rico.
anDrea
¡Es que a mí me mata bailar vallenato!
e
162
anDerson
¿Entonces qué Andreita?... ¿cómo voy yo ahí con
usted?
anDrea
Uhm...usted que le tira los carros a todas... además, yo
apenas tengo nueve años.
anDerson
Es que usted es muy desarrollada... yo conozco hem-
britas de quince años que no tienen la mitad de lo que
usted tiene.
Andrea sonríe apenada.
anDerson
¿Sabe qué mi amor?... Es que usted me gusta mucho
porque es muy seriecita.
Por la calle, al lado del parque, Norvey estaciona su carro, se baja y
compra un trago en una chaza. Desde allí ve a Andrea con Anderson.
norVey
¿Ey, dónde está Yudy?
anDerson
Ella no ha venido por acá.
SECUENCIA 109
EXTERIOR - NOCHE - CASA FIESTA – PARQUE SÚPER
Chocolatina, Robin y Milton están al frente de un carro burbuja que hay
estacionado al lado de una casa donde se celebra una fiesta con serenata
de mariachis. Un hombre joven, calvo y corpulento, canta animado.
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163
Chocolatina se acerca hasta el carro burbuja, mira a través de la ventanilla
un maletín de cuero y se entusiasma frotándose las manos.
SECUENCIA 110
EXTERIOR - NOCHE - PARQUE SÚPER
En el parque Anderson acaricia el cabello de Andrea.
anDerson
Andrea… ¿usted tiene novio?
anDrea
No...
anDerson
¡Eh, Avemaría!... ¡¿usted tan linda?! ¡Qué desperdicio!
¿Entonces qué... nos vamos a parchar juntos?
Andrea le sonríe tímidamente. Anderson la mira prendido, se encuentran
las miradas y sin decirse nada se dan un beso en la boca. Andrea inte-
rrumpe el beso.
anDrea
¡Gas!... ¡A usted esa boca le huele a puro sacol!
anDerson
¿Sacol?... ¿y qué tanto es eso?, ¡deje de ser picada!
Mónica, pegada a su botella de sacol, atraviesa el parque y cruza cerca
a donde están Anderson y Andrea, sin verlos.
e
e
164
SECUENCIA 111EXTERIOR - NOCHE - CALLE - PARQUE SÚPER
Mónica se encuentra con Norvey, que está tomándose una copa de aguardiente al lado del carro.
norVey
Mónica, ¿dónde dejaste a Yudy?
Mónica hace un gesto de indiferencia y continúa pegada a la botella de sacol.
norVey
¡Qué hubo mija! ¿Usted en qué mundo está... no se acuerda que hoy es 24? ¡Eh, Avemaría Mónica... no le da pena!
Mónica se da cuenta que Norvey le está hablando pero no entiende lo que le dice. En su distorsión, lo ve más lejos de lo que está en realidad. De pronto se le atraviesa la imagen de Yudy que viene llorando, y se extraña al verla triste.
norVey
¡Qué hubo mi amor! ¿Qué le pasó?
Yudy habla con la voz entrecortada sin mirar a Norvey.
yuDy
Unos malparidos... que me robaron una plata.
Mónica la mira un poco desconcertada y habla alargando las palabras.
mónica
¡Ah... la parceriiita!
norVey
¿Quiénes son? Vamos a buscarlos en el carro.
yuDy
¡Cuál... ya deben andar en la puta mierda!
norVey
Pero, a ver mi amor... ¿qué le hicieron?
165
Mónica continúa mirando a Yudy.
yuDy
Nada...
norVey
¿Se va a tomar un roncito pa’ que le pase el susto?...
o ¿qué quiere? Dígame mi amor.
yuDy
Sí, bueno, ¡tráigame pues un ron!
SECUENCIA 112
EXTERIOR - NOCHE - CASA FIESTA – PARQUE SÚPER
Aprovechando que los invitados están eufóricos escuchando la serenata
de mariachis, Chocolatina se acerca al carro burbuja que está estacionado
al lado de la fiesta, abre rápidamente la portezuela del carro que está
sin seguro, y saca con habilidad el maletín de cuero. El dueño del carro
advierte que le están robando y sale gritando. Chocolatina arroja el ma-
letín debajo del carro. El dueño saca una pistola que tiene en el maletín
y empieza a dispararle repetidas veces a Chocolatina. De súbito aparece
Robin, al lado de Milton, y con un palo de escoba se acerca hasta donde
el dueño y lo desarma de un golpe. Luego lo amenaza apuntándole con
el palo.
robin
¡Qué hubo, home gonorrea!
Al escuchar los disparos Anderson y Andrea llegan corriendo para ver
lo que está sucediendo.
anDerson
¡Ay... hijueputa!... ¡son los muchachos!
e
166
Anderson y Andrea continúan corriendo detrás de los muchachos
mientras el dueño del carro, que ha vuelto a recoger el arma, dispara
hacia ellos. Andrea también corre dando rodeos, para evitar las balas.
Unas cuadras más allá Milton, que viene cojeando, se sienta en la acera.
robin
¿Sí vieron maricas cómo le tumbé el fierro a ese man?
Chocolatina se ríe escandalosamente.
milton
No... maricas... yo estoy muy cansado.
chocolatina
¡Ah... dejá de ser chillón! ¡Paráte a ver, marica!
Andrea se acerca a mirar a Milton, quien continúa quejándose, y des-
cubre horrorizada que tiene una herida de bala en la pierna.
anDrea
Anderson... mire... le está saliendo sangre.
anDerson
¡Ey maricas... le dispararon a Milton!
Anderson le pone la mano a un taxi y ayuda a Milton a subirse en el carro.
anDerson
¡Fresco parcerito que ya vamos para el hospital!
Andrea observa como arranca el taxi. Al sentirse sola, mira asustada
tratando de ubicarse y sale corriendo hacia el parque Súper.
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SECUENCIA 113
EXTERIOR - NOCHE - CALLE - PARQUE SÚPER
Mónica observa ensimismada a Yudy y a Norvey hablar cerca al carro
viejo.
norVey
¿Entonces qué?, ¿nos vamos pa’ la fiesta donde su
mamá?
yuDy
Pero... es que no tengo nada para llevarle...
Andrea llega asustada interrumpiendo a Yudy.
norVey
¿Qué hubo pelaíta... usted que se había hecho?
anDrea
¡Ay... no!... ¡es que casi me matan! ¡Vámonos de aquí!
norVey
¿Qué le paso pues?
anDrea
¡No... por allí hubo una balacera! ¡Yo me quiero ir
ya!
Mónica con la mirada apagada y con su botella de sacol en la boca, le
habla con lentitud.
mónica
Yo... la acompaaaño... Andreeea ... la acompaño...
norVey
Entonces... ¡súbanse pues!
Norvey se va abrir la portezuela y Yudy aprovecha para mostrar el
hombro a las muchachas.
yuDy
¡Miren... la chamba que me hizo un sádico!
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anDrea
Y... ¿por qué?
yuDy
Ah...me iba a violar... ¡pero yo chucé a esa gonorrea!
Andrea horrorizada le mira la herida.
yuDy
No diga nada...
Yudy y Andrea se montan en el carro. Yudy acosa a Mónica que se
acerca con lentitud.
SECUENCIA 114
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE DE LA 70 - LA IGUANÁ
Jovany está en el puente de la 70 y le pone la mano a un taxi que sigue
derecho sin parar. El Zarco está al otro lado del puente, en un prado,
después de la baranda.
Zarco
¡Qué le pasa, guevón! ¡Cuál es el visaje! ¡Cójalos de
una, carechimba!
joVany
Fresco, hermano, deje de ser asado...
El carro antiguo de Norvey aparece en el puente. Jovany le pone también
la mano, pero el carro sigue hasta detenerse frente a la entrada del barrio.
Zarco
¡Paró, paró, marica!
El Zarco hace el amague para caerle al carro de Norvey, pero en aquel
momento un taxi le para a Jovany. Este se le acerca a la ventanilla.
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SECUENCIA 115
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ
Mónica y Andrea se bajan por la parte de atrás del carro de Norvey, que
está estacionado sobre el puente de La Iguaná.
yuDy
Ah, Mónica, parcerita, venga acompáñeme, no me
deje ir sola a mi casa...
Mónica le responde lentamente, por el sacol.
mónica
Nooo pueeedo, poorque yoo teengoo que lleeevar
eestaa póólvora doondeee miii tííaaa...
norVey
Mónica, si usted va pa’ donde sus primos, bote esa
botellita pa’ que no se meta en problemas... Venga,
entréguemela a mí mejor...
mónica
Noooo, yoo ahooriitaa la bootoo...
Andrea ve, al otro lado del puente, el taxi con las luces encendidas, y a
Jovany hablando con el taxista.
SECUENCIA 116
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ
Jovany conversa desde la ventanilla con el taxista.
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joVany
Amistad, hágame una carrerita a Robledo...
El taxista es un señor de edad, con el pelo completamente blanco.
taxista
¿Qué parte de Robledo?
De pronto el Zarco mete la cabeza por la ventanilla del taxista con un
cuchillo en la mano. Lo coge del cuello y lo zarandea.
Zarco
¡La plata, gonorrea! ¡A ver la plata!
El Zarco le requisa los bolsillos de la camisa y del pantalón. Jovany abre
la gaveta del carro.
SECUENCIA 117
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ
Norvey enciende el carro y, desde la ventanilla, Yudy se despide de
Mónica.
yuDy
¿Entonces qué Mónica?... ¿Mañana nos vemos en la
pieza? Le tengo que contar muchas cosas...
mónica
Liiistoo... parceritaaaa...
Yudy se toca el hombro adolorida.
anDrea
Yudy, es mejor que vaya a un centro de salud...
Yudy le hace un gesto para que se calle. El carro acelera dejando a la
niñas en la acera del puente.
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SECUENCIA 118
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ
Jovany y el Zarco continúan en el atraco, cada uno a lado y lado de las
ventanillas de adelante del carro.
joVany
Cucho, colabórenos pa’ que no le pase nada.
Zarco
¿Esto es todo lo que tenés vos, marica? ¡¿Te vas a
hacer matar?! ¡Mostrános la caleta, gonorrea!
taxista
No me vayan a matar muchachos que yo acabé de
salir.
Zarco
¡A ver la caleta! ¿Vos nos creés guevones? Buscá, que
te vas a hacer matar. Levantá ese tapete.
El Zarco lo asfixia con la mano. El taxista, aterrorizado, saca un fajo de
billetes debajo del asiento.
Zarco
¿Sí ves esta gonorrea escondiéndonos la plata?
El Zarco le arrebata el dinero y, sin dar tiempo a nada más, le entierra el
cuchillo en mitad del pecho al taxista. El viejo suelta un gemido mortal
que impresiona a Jovany.
joVany
Hermano, pero ¿qué hizo usted, guevón? ¡No había
necesidad!
Jovany corre por el puente detrás del Zarco, reclamándole.
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joVany
Zarco, hermano, pero a ese viejito lo estaban espe-
rando en la casa... Hoy es 24, hermano... ¿Usted por
qué hizo eso, marica? No aguanta...
El Zarco se devuelve furioso hacia Jovany e inesperadamente le tira a
llevárselo con el puñal, alcanzándolo a herir en la palma de la mano.
Zarco
¿No aguanta qué, gonorrea?
Jovany pega un brinco hacia un lado y sale corriendo asustado por un
sendero que conduce al barrio.
SECUENCIA 119
EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - RUINAS DEL BARRIO -
CALLE PRINCIPAL - CASA DERRUMBADA - LA IGUANÁ
Al ver lo que está ocurriendo, Andrea se quiere llevar a Mónica para
que entren rápido al barrio.
Mónica, ensacolada, se queda paralizada en la acera. Jovany pasa co-
rriendo junto a ella. El Zarco se detiene al ver a Mónica con su bolsa de
pólvora. Ambos se reconocen de inmediato y el Zarco se le tira encima
con el puñal. Mónica reacciona y corre metiéndose por el sendero de
ruinas del barrio, mientras Andrea corre por la calle principal.
El Zarco persigue a Mónica, quien en la carrera ha perdido los zapatos
blancos. Mónica se mete por entre un grupo de muchachos que pasan
enrumbados, logrando que el Zarco la pierda de vista. Mónica se encuentra
con la pared de una casa derrumbada, se mete por debajo de unos
alambres y continúa corriendo por entre los escombros.
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SECUENCIA 120
EXTERIOR - NOCHE - CALLE PRINCIPAL - CALLEJÓN -
FRENTE CASA ANDREA - LA IGUANÁ
Andrea corre por la calle principal y se mete al callejón que la lleva a su
casa. Al doblar una esquina ve que hay una fiesta en todo el callejón. La
vecina de doña Magnolia que está friendo en un fogón de leña, saluda
a Andrea.
Vecina
Andreíta, ¿usted dónde estaba? Su mamá la está
buscando.
Lina se acerca por detrás con una amiguita, vienen comiendo mecato
y la mira escandalizada, cómo buscándole algo.
lina
Ay, ¿usted me trajo mis patines? ¿Dónde están?
Lina mira hacia el fondo del callejón donde está su mamá.
lina
¡Mami, vea! ¡Andrea está aquí!
Andrea se asoma tímidamente y ve a su mamá al frente de su casa
sirviendo un plato de hojuelas. Andrea se empieza a devolver al ver que
su mamá viene hacia ella.
magnolia
Andrea, venga, no le dé miedo. Yo necesito hablar
con usted.
lina
Mami. Andrea se va a volar...
Alonso está bebiendo aguardiente al frente de su casa y se da cuenta
que Andrea ha llegado.
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alonso
¡Lina! Venga mija, no se meta, deje que su mamá
hable sola con la niña.
Alonso le sube el volumen a una canción de Buitrago y celebra la llegada
de Andrea.
alonso
¡Ahora sí se compuso esta fiesta! Venga Linita baile-
mos ésta pieza juntos.
Andrea se aleja de la fiesta, pero su mamá la alcanza cuando sale del
callejón.
magnolia
¡Venga Andrea! No le dé miedo... ¿Usted me tiene
miedo?
Andrea la mira.
magnolia
Venga que yo no le voy a pegar. Yo quiero hablar con
usted. Usted es mi hija mayor y me hace mucha falta.
A Andrea se le encharcan los ojos y baja la cabeza.
magnolia
Andreíta, ¿usted me quiere?
anDrea
Sí.
magnolia
¿Es que usted cree que yo le tengo bronca o rabia?
Andrea no responde.
magnolia
Yo no quiero que usted se vuelva a ir nunca más de
la casa.
Magnolia le levanta la cara a Andrea.
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magnolia
Póngase contenta que ya está otra vez en la casa.
anDrea
Pero es que a mí me robaron los patines.
magnolia
Eso no importa. Venga, yo le doy una comidita que
usted debe tener mucha hambre. ¿Cierto?
anDrea
¡Sí, mami!
magnolia
Yo no hacía sino pensar en que usted estaba aguan-
tando hambre por ahí y sufriendo. ¿Usted no pensaba
en mí cuando tenía hambre?
anDrea
Sí, mamá... y pensaba que usted también debía estar
llo rando por mí, porque le había pesado lo que me
hizo.
Doña Magnolia se ríe con los ojos llorosos y abraza a Andrea.
Las dos caminan por el callejón hasta la fiesta y se sientan.
Alonso le da un plato de comida. Andrea se da cuenta de que todos se
alegran al ver que ella ha regresado.
SECUENCIA 121
EXTERIOR-NOCHE-CALLEJÓN-FACHADA CASA-LA IGUANÁ
Jovany llega corriendo hasta una casa en donde hay un grupo de mu-
chachos rumbeando en la acera. Don Héctor está borracho tomándose
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un trago de whisky, al lado de Elkin. Jovany se acerca y les muestra la
herida que tiene en la palma de su mano.
joVany
Don Héctor, vea... ese hijueputa del Zarco me tiró a
matar. Ese hijueputa no aguanta sino pegarlo.
héctor
Tómese un trago y tranquilícese hermano... ¡Elkin!
Elkin se acerca y Héctor le habla al oído.
héctor
Vaya saque el 38 mijo, pa’ que hagamos un cruce.
SECUENCIA 122
EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
Mónica camina al lado de la quebrada hasta llegar, casi arrastrándose,
a la parte trasera de la casa de su tía. Sin soltar sus tesoros, Mónica
se esconde entre las ruinas de la pieza de su abuelita. Se recuesta un
momento mientras toma fuerzas. Espera en silencio unos segundos,
acurrucada junto a lo que queda de una de las paredes de la pieza.
Mónica se refugia nuevamente en su botella de sacol. Cansada y descalza,
se recuesta un momento mientras toma nuevas fuerzas...
Allí, prende una Chispita que tiene guardada en la bolsa.
De pronto la pared que ha estado oscura se ilumina y tiene alucinaciones.
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SECUENCIA 123
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
La alucinación hace aparecer una ventana por donde sale el resplandor
de una fiesta. Mónica se asoma a la ventana y ve adentro el apartamento
de su mamita lleno de vecinos de La Iguaná, una mesa con mantel de
cuadros donde hay de todos los manjares tradicionales: natilla, buñuelo,
hojuelas y chicharrones..., además de sabajón, aguardiente y vino dulce
en abundancia; los adolescentes y las señoras están alrededor... Mónica
ve también a su prima Viviana, a Gustavo y al mismo Jovany, todos con
vestidos de estrén para la fiesta.
Circulando con alegría y dulzura, Mónica ve a su mamita sirviendo
a los vecinos y parientes con un charol, y luego la ve atendiendo una
hor nilla en la que fríe chicharrones y empanadas. La abuelita toma los
chicharrones con el cucharón y los coloca sobre una bandeja que está
en la mesa.
Mónica entra por una puerta que limita con la ventana y trata de llegar
donde la mamita, pero los invitados se lo impiden. Llega a la mesa, la
tientan los chicharrones en la bandeja, estira la mano para coger el más
grande, lo coge, y de pronto el chicharrón se anima como un gusano
que tiene una docena de patas, camina por la mesa hasta caer por el otro
extremo de la mesa. Mónica da un salto atrás, repugnada por la visión.
SECUENCIA 124
EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
Mónica se asusta, pero la alucinación se apaga con la luz de la pólvora.
Enciende otra luz apresurada.
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SECUENCIA 125
EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - VITRINA PESEBRE26
Mónica está al frente de la marquesina de una vitrina, idéntica a la
vitrina del almacén Éxito. Solo que esta vitrina está oscura, con un débil
resplandor de fogata que viene desde el fondo.
Al asomarse a la vitrina ve algo semejante a un lote oscuro con un pe-
se bre al fondo. Pero entre el vidrio y el pesebre hay una fogata o una
candelada, que al principio es como el que Mónica vio en el Éxito:
una fogata de bombillos eléctricos que se transforma en fuego real.
El pesebre es una pesebrera con dos cuartos. En el primero está un señor
de unos treinta y cinco años, un campesino mono de bozo espeso, risueño
y saludable. Está desensillando un caballo y pasándole una esponja con
agua por el lomo.
A Mónica se le atraviesan todo el tiempo animales: burritos pequeños,
como los de La Iguaná, gallinas y perros de monte.
Uno de estos animales la lleva al segundo cuarto de la pesebrera, en
donde está una vaca echada entre la paja. Y a un lado de la vaca está una
mujer joven, en embarazo, que aviva un fogón en donde cocina algo.
Detrás de la mujer hay una cama baja, amplia y de sábana blanca, hacia
la que Mónica avanza para acostarse.
Mónica está muy cansada, con el cansancio de los sacoleros. Lleva todo
el tiempo su botellita bajo la camisa. Con dificultad, como si fuera más
chiquita, Mónica se sube a la cama y descansa con placidez junto a un
gato pequeño que está dormido.
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26 Se rodó solo la parte final de la secuencia, cuando Mónica se sube y se acuesta en la cama, pero no se incluyó en la edición de la película.
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27 Secuencia no rodada.
SECUENCIA 126EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
La luz también se apaga y Mónica enciende otra chispita.
SECUENCIA 127EXTERIOR - NOCHE - CALLE PRINCIPAL - LA IGUANÁ
El Zarco va por la calle principal mirando para todos los lados. Ve a lo lejos a Don Héctor, a Jovany y a Elkin, y evadiendo el encuentro, se mete por un callejón.
SECUENCIA 128EXTERIOR - NOCHE - ÁRBOL DE NAVIDAD - LA IGUANÁ27
Al voltear su rostro, Mónica encuentra en un solar un árbol grande y frondoso con decenas de luces en las ramas, haciendo la forma de un árbol de navidad. Arriba, coronándolo, hay una luz más intensa y blanca que las demás.
Las hojas del árbol de navidad suenan todo el tiempo, al igual que las gotas de lluvia que caen sobre él.
De pronto, las luces se apagan todas al tiempo, como sopladas por un golpe de viento, menos la última de arriba, que se resiste y aviva unos instantes.
Mónica mira hacia el cielo y lo ve lleno de estrellas que titilan.
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De pronto, ve la luz de una estrella que viene desde el otro extremo del cielo, la ve cruzar como una estrella fugaz en dirección a ella.
Mónica siente caer detrás de ella la llovizna de luz de la estrella fugaz.
SECUENCIA 129
EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
Mónica enciende una y otra chispita.
SECUENCIA 130EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
El Zarco está merodeando al lado de la quebrada fumándose un bazuco. De pronto llega a unas ruinas donde encuentra a Mónica. El Zarco se le acerca embalado, la estruja y la patea.
Zarco
¿Te vas a llamar reloj?... ¿o qué? ¡hijueputa!
SECUENCIA 131EXTERIOR - NOCHE - CALLEJÓN ALUCINACIÓN - LA IGUANÁ
Mónica está con su abuela. La ve más grande con los brazos abiertos y más clara que nunca. Está en aquel caminito del barrio en donde siempre
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la esperó. Su abuela la mira con amor mientras le arregla la tela del
vestido y le limpia los pies que ya no tienen zapatos.
A un lado de las ruinas, frente a la puerta entreabierta de una casa,
Mónica ve a su mamita, quien se dirige a ella, llamándola con un gesto
de la mano y con palabras que su abuelita pronuncia, pero que no se
escuchan.
Mónica ve que su abuelita la espera con paciencia todo el tiempo que
sea. Como la abuelita está tan cerca, en la casa vecina, a tres o cuatro
pasos, Mónica trata de llegar donde su abuelita.
SECUENCIA 132
EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
Jovany, Elkin y don Héctor llegan a las ruinas donde encuentran al Zarco.
Héctor dispara en dirección al Zarco que, de inmediato, sale corriendo.
SECUENCIA 133
EXTERIOR - NOCHE - RUINAS ALUCINACIÓN - LA IGUANÁ
Mónica se acerca a su abuela con la lentitud de los sacoleros, y se arroja a
los brazos de la mamita, quien la toma y la levanta hacia su pecho tibio
de abuelita. Son las doce de la noche y la pólvora se escucha estallar.
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SECUENCIA 134
EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ
Sobre los lamparones que producen los disparos se escuchan los estallidos
de pólvora. Son las 12 de la noche, el cielo se llena de luces de colores.
Jovany y Héctor, arrastrado por Elkin, persiguen al Zarco. Los sonidos
de los disparos que hace don Héctor, desde su silla de ruedas, se pierden
entre los estallidos de pólvora.
SECUENCIA 135
EXTERIOR - DÍA - CALLE PRINCIPAL - RUINAS - PIEZA
ABUELA - LA IGUANÁ
Por las calles y callejones de La Iguaná muchos niños salen con sus
traídos del Niño Jesús. Andrea camina con una grabadora rosada en su
mano. A su lado va Lina, su hermanita, arrastrando un coche con una
muñeca de trapo.
Un grupo de personas están formando un tumulto al rededor de alguien.
Es el Zarco quien yace en el piso, bajo las miradas curiosas de la gente.
Unos metros más allá, unos niños juegan con un balón, que en un
momento se les pierde por entre unas ruinas. Los niños corren para
recuperar el balón y encuentran a Mónica.
niño
¡Ey... miren ésta pelaíta!
Los niños miran con curiosidad.
niño
Está dormida....
Una de las niñas descubre con asombro, que Mónica tiene una herida
en el pecho, al lado del corazón.
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niña
Vámonos...vámonos de aquí...
Mónica está tirada en el piso como una muñeca. Tiene las manos todavía
agarrando los palos de pólvora y los brazos cruzados, como si estuviera
abrazando a alguien. La sonrisa infantil de sus labios parece iluminar
su rostro pálido y tranquilo.
fin
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Vestuario y fotografías
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mónica: Leidy Tabares
clauDia: Liliana Giraldo milton: Alex Bedoya
chocolatina, anDerson y robin John Fredy Ríos, Elkin Vargas y Róbinson García
186
marcela: Yuli García norVey: Giovanni Patiño
elkin: Duván Vásquez yuly: Marta Correa
187
mónica: Leidy Tabares
188
la Cachetona, mónica y anDrea: Diana Murillo, Leidy Tabares y Mileyder Gil
milton: Alex Bedoya
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yuly y norVey: Marta Correa y Giovanni Patiño
chocolatina: John Fredy Ríos
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mónica, yuly y anDrea: Leidy Tabares, Marta Correa y Mileyder Gil
mónica y yuly: Leidy Tabares y Marta Correa
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anDerson: Elkin Vargas
mónica y anDrea: Leidy Tabares y Mileyder Gil
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el Zarco y mónica: Giovanny Quiroz y Leidy Tabares
Don héctor, el Zarco, joVany, lolo y elkin: Elkin Rodríguez, Giovanny Quiroz, William Blandón, Wilder Arango y Duván Vásquez
193
Premios
Festival de cine de Bogotá, 1998
• CírculoPrecolombinodeOroamejordirector:VíctorGaviria
• CírculoPrecolombinodeOroamejorpelícula
Festival de Viña del Mar, 1998
• Paramejoractriz:LeidyTabares
• Paramejordirector:VíctorGaviria
Festival Internacional del Nuevo Cine Hispanoaméricano de La Habana, 1999
• TercerPremioCoralamejorpelícula
• PremioCoraldeEdición:AgustínPintoyVíctorGaviria
• MenciónEspecial deActuación Infantil aLeidyTabares y elcolectivo de La vendedora de rosas
• PremiodelaOCICalapelícula
• PremioGlauberRocha,delaPrensaExtranjeraAcreditadaenelFestival, auspiciado por Prensa Latina a la película
• PremioCaracol, de laUnióndeEscritores yArtistas deCuba,Premio Especial a la película
• PremiodelaUnióndeCírculosCinematográficosArciNovaalosniños y niñas de La vendedora de rosas
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Festival internacional de Bratislava, 1999
• PremioMejoractriz:LeidyTabares
• Premioespecialdeljuradoaldirector:VíctorGaviria
Festival Hispano de Miami, 1999
• GarzadeOroalmejordirector:VíctorGaviria
Nominaciones
Festival Internacional de Cine de Cannes, 1998
• NominadaaPalmadeOro
Premios Ariel, 2000
• NominadaaArieldePlata,mejorpelículaiberoamericana
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Conversación con los guionistas de La vendedora de rosas
A partir de la experiencia de Rodrigo D., cuyo estreno al comienzo de
los años noventa significó un estremecimiento epistemológico en el cine
colombiano por la manera de abordar el trabajo del actor, la relación
con los entornos y locaciones de filmación y el uso del lenguaje oral,
pudo haberse extendido la idea de que las películas de Víctor Gaviria se
ruedan sin guión. Y aunque ese fue el caso de su primer largometraje,
con matices que quizá se aclaren en esta entrevista –no existía guión
pero sí un norte y unos conceptos claros que amarraban la narración–,
La vendedora de rosas siguió un patrón bien distinto, porque asimismo
fueron otras las condiciones de producción.
La conversación que se transcribe enseguida ocurrió el 2 de octubre
de 2011 en el apartamento de Víctor Gaviria en Medellín. Fue un diálogo
a cuatro voces donde los tres guionistas de La vendedora de rosas iban
tratando de racionalizar una experiencia que se prolongó durante casi
una década, desde los primeros encuentros con las niñas de la calle, y en
particular con Mónica Rodríguez, hasta el momento en que ese universo
aparentemente caótico adquirió forma ficcional y fue recibido por el
público como una prolongación y profundización de un “método” de
trabajo iniciado en Rodrigo D., que le da voz y entidad a unos narradores
–a veces convertidos en actores– que al mismo tiempo son coautores de
la trama.
La idea general de este libro, y por supuesto de esta entrevista, es
mostrar el proceso de escritura de un guión singular por su objeto –el
196
escurridizo universo de los niños y niñas de la calle– y por su metodología.
Con Víctor, Carlos y Diana se logró, al menos, identificar tres fases de
ese proceso: una investigación de carácter, si se quiere, etnográfico que
parte del interés de Víctor por el universo de los no incluidos –o los ex-
cluidos del tiempo regulado de las costumbres y los hábitos, y del hecho
simple y definitivo de no tener un lugar de referencia en el mundo o
por lo menos de haberlo perdido en algún momento–; los ensayos con
los narradores convertidos en actores que iban aportando episodios,
modulando los tonos propios y realistas de los diálogos y aclarando los
con ceptos guía que orientaban la narración; y, por último, los espacios
de discusión y de escritura donde se tomaban decisiones que aterrizaban
en el guión en forma de descripciones, acciones y diálogos, de acuerdo
con las necesidades de la historia.
Lo excepcional de esta forma de trabajo es que altera la dinámica
tradicional de producción cinematográfica, donde el guión precede a
los procesos de casting y a los ensayos con los actores. En el caso de La vendedora de rosas, lo que normalmente es sucesivo se dio simultáneamente.
La siguiente conversación aporta elementos para entender las parti-
cularidades de este guión, pero los otros materiales que se publican en
este libro son igualmente reveladores y necesariamente complementarios.
Por ejemplo, la transcripción de entrevistas con los personajes.
Pedro Adrián Zuluaga. El guión de La vendedora de rosas, y ustedes me
corregirán, surgió de varias fuentes: el cuento de Christian Andersen
que es como un sustrato dramático de acciones que la película retoma;
el contacto con los niños y con la cultura de la calle, la investigación que
eso supone con los personajes, y también la investigación en los entornos
y los lugares, por ejemplo la 701 y La Iguaná. Entonces quisiera empezar
por saber: ¿Qué tan diferenciados o unidos estuvieron esos procesos de
investigación o el contacto con esas fuentes? ¿Qué tan simultáneamente
1 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos a donde acude la gente a enfiestarse.
197
se trabajaron o cómo se fueron transformando unas en otras durante el
proceso de escritura del guión, si es que se puede hablar de proceso de
escritura en este caso?
Víctor Gaviria. Sí, sí es un proceso de escritura. La primera parte viene
de fabricar o de escribir un relato inicial que surgió de una conversación
que tuve con Mónica Rodríguez; de ahí surge un poco la idea de hacer La vendedora de rosas. Cuando conocí a Mónica Rodríguez, siendo ella una
niña todavía, de unos ocho o nueve años, ella me habló de las relaciones
con sus amigas; no recuerdo muy bien si mencionó la Navidad, pero la
lucha contra la droga me la dio ella a mí. Siempre la droga estaba un
poco en la mitad y eso hacía que la vida en la calle estuviera alterada por
esa lucha, que a su vez alteraba la vivencia de la calle, las expectativas y
todo lo demás. De ahí surgió ese primer relato. En esa época, la idea era
hacer una historia de niñas de la calle a quienes conocí a través de Mónica
en el internado de Mamá Margarita donde hicimos un documental; allí
me di cuenta de que ellas eran muy buenas actrices y eso fue lo que a mí
me llamo la atención. Todo eso fue más o menos en 1989. Cuando me
encontré otra vez con Mónica en 1995, ella ya tenía dieciséis años. Pero
cuando la conocí y ella iba a la oficina de Tiempos Modernos2 en el 88
y 89 y nos visitaba y era amiga de todos nosotros, de Javier Quintero,
del Chiqui Arredondo, tenía nueve años y nos asombraba por encima de
todo su capacidad de actuar. Entonces yo pensé: “¡Qué interesante hacer
una película con esas actrices naturales de la calle!”. Creo que eso fue lo
que motivó el acercamiento a ese mundo, a esas niñas, a esos personajes.
P A Z. Y ese primer relato del que usted habla Víctor, ¿en qué consistía
y cuándo se escribió?
V G. Bueno, no me acuerdo muy bien cuándo lo escribí.
Carlos Henao. Fue más o menos en diciembre del 94 o 95, cuando vos
me lo mostraste.
2 Tiempos Modernos: oficina de producción de cine y televisión.
198
V G. Sí, nosotros conocimos a Mónica en su proceso de reeducación
en el internado de Mamá Margarita, que tiene tres etapas. Una primera
etapa es cuando recogen a las niñas de la calle y las tienen por días. Luego
llega una segunda etapa que es cuando se van a vivir a un internado
como tal, en donde siguen un proceso de reeducación en valores para
organizar sus propias vidas, donde se les enseña a que sean capaces de
tener una disciplina, tender la cama, barrer, todas esas pequeñas cosas.
Ese fue el documental que hicimos: seguir ese proceso de ellas para darle
un orden al caos que venía de sus familias. Luego Mónica desapareció.
Cuando volvió a aparecer fue que yo escribí el cuento, por ahí en el 94,
como dice Carlos.
P A Z. ¿Pero era un cuento entonces…?
V G. No, no era un cuento, era como una especie de sinopsis…
C H. Era como una primera aproximación, realmente era un tratamiento
en donde se dibujaba la estructura del cuento.
V G. Es que nosotros fuimos a Teleantioquia y les vendimos la idea
de sacar un cuento de Navidad. La idea era hacerlo para diciembre
de 1995, para los diez años de Teleantioquia. En los cinco años de
Teleantioquia presentamos el mediometraje Los músicos. Y pensamos
en aprovechar los diez años del canal para que Teleantioquia nos diera
un aval. Nosotros habíamos hecho Simón el Mago de esa misma manera,
Teleantioquia se había comprometido a que saldría en televisión, en
una pequeña serie de cuatro capítulos, y con esas cartas fuimos a pedir
ayuda a empresas. Recogimos como 18 millones de pesos en esa época
e hicimos Simón el Mago, y con el cuento de Navidad queríamos hacer lo
mismo, porque hacer algo en cine realmente no estaba en el horizonte,
la industria estaba desmontada. Nosotros también estábamos en la calle
en cierto sentido como para pensar en el cine. Y pensamos en hacer
otro cuento bien interesante con estas niñas. Ellas son como gatos, que
uno tira para arriba y caen parados. Yo siempre tengo esa idea de los
actores naturales, los actores naturales caen parados donde sea: en una
199
secuencia, en una esquina, en la 70, a esas peladas no es sino decirles y
ya… Entonces pensamos en un cuento de Navidad con estas niñas, es
decir, las mezclamos a ellas con el cuento de Navidad. Me puse a ver
cuentos de Navidad y el único que encontré que era parecido a ese era
el de Andersen, “La vendedora de cerillas”. El cuento de Andersen le
dio la estructura a la película, pues las niñas que me interesaban lo único
que hacían era estar vendiendo rosas. Esa fue la primera parte.
P A Z. Pero finalmente el cuento de Navidad no se hizo, por lo menos
no como estaba previsto.
V G. No, no se hizo porque no conseguimos la plata, y entonces el cuento
se fue volviendo más complejo. Yo escribí esa primera estructura porque
la necesitaba. En estas películas de investigación, hay mucha gente que
se mete sin un primer relato y eso se les vuelve una pesadilla; no pueden
salir al otro lado. Antes de afrontar una investigación como la que
hicimos con Rodrigo D., se debe tener un relato, una columna vertebral
que sirva, que tenga un comienzo y un final, unos desarrollos… para
no estar perdido. Esa historia hay que respetarla, uno no puede estar
en la primera parte de la investigación cambiando la historia, hay que
pegarse a lo que se tiene. Aquí era una niña a la que el 23 de diciembre
le pasa tal y tal cosa y al final la matan… la matan creyendo que subió
al reino de los cielos.
P A Z. En una entrevista para un número especial de Kinetoscopio sobre
guión,3 usted habla de los conceptos que guían la estructura de una
pe lícula. ¿En ese punto del primer relato están claros esos conceptos?
V G. No, tenemos solamente la estructura. Sabemos que el guión no
existe o existe de una manera transitoria y más bien esquemática, como
un boceto, y los conceptos todavía no existen… Entonces ya empieza
3 Ver: Pedro Adrián Zuluaga “El guión de los actores naturales o de cómo un autor es su método”, Kinetoscopio, vol. 16, núm. 77, 2006, pp. 44-52.
200
todo el trabajo: vamos a buscar los actores. En ese sentido, uno se con-
sigue el dinero para producir la película y el guión se produce casi si-
multáneamente en toda la etapa de preproducción y la etapa del casting.
Hay que tener un universo, la historia es como una anécdota, o algo
que ocurre en un universo; para que esa historia tenga todo el sentido
de pro fundidad hay que buscar ese universo. Ya teníamos un cuento, el
de Andersen; yo personalmente no sabía que ese cuento tenía tanto que
ver con ese universo de los niños de la calle de su ciudad.
P A Z. Las alucinaciones, por ejemplo, es impresionante la manera
como están ahí…
V G. Para resumir, teníamos el cuento que yo había escrito, que ya tenía
elementos de ese mundo de las niñas de la calle, lo que Mónica me había
contado. Yo iba una vez en mi carrito por la avenida Oriental y vi que ella
pasó con unos peladitos delante del carro. Mónica se nos había perdido,
porque había interrumpido el proceso de reeducación, había fra casado
en ese proceso y caído de nuevo a la calle… La vida de ella es un fracaso
en ese sentido porque la asesinan en el 96, antes del rodaje; cuando me
la encuentro, ella ya está por fuera de cualquier institución, se ha metido
totalmente en la calle, se ha convertido en una ladrona. En tonces yo
le dije: “Mónica, ayúdenos hermana que vamos a hacer La vendedora de rosas. Acuérdese que habíamos quedado en que íbamos a hacer una
película sobre las niñas de la calle”. Porque el proyecto de La vendedora
se volvió a actualizar en el año 95. Fue ahí que nos volvimos a encontrar
y fue Mónica quien nos abrió las puertas de ese universo. Ella era la niña
más inteligente del mundo, la más sencilla, la que nos abrió todo, todo.
Y así nos reunimos en lo que era Ivo Romani4 y donde estaba Tiempos
Modernos en esa época, y asumimos hacerla como cuento de Navidad.
C H. Yo quería decir una cosa acerca de lo que estábamos hablando
sobre la estructura; la película conservó una estructura que es en cierto
4 Ivo Romani: casa donde se realizó la producción de la película.
201
sentido “el tiempo”, lo que le da la intensidad. La vendedora tiene una
estructura de treinta y seis horas que empieza el 23 de diciembre en la
noche y termina en la madrugada del 25. Hay una cosa muy importante
del cuento de Andersen y que también está en la película y es el deseo
de la niña de estar con su abuela. Ese deseo fue lo más importante en
la película, pues ahí descubrimos una cosa compleja de narrar, porque
era como un deseo inconsciente de ella como personaje, que afloraba a
través del sacol. ¿Cómo explorar ese deseo? Lo que ella más quería era
estar con su abuela y de hecho muchas cosas que ella hace cuando va a
la casa es como buscando el recuerdo de su abuela…
V G. Nosotros partimos del cuento de Andersen que también es en
Navidad y en ese sentido tiene una temporalidad ritual. No es solamente
un sábado o un domingo, aunque en estos días también hay una
ritualidad y una cosa cultural, pero aquí era una ritualidad muy clara
que es la víspera del 24.5 Vos sabés que todos como niños vivimos el
conteo regresivo que se hace desde el primero de diciembre hasta que
llega el 23… Todo el mundo dice: ¡Es 23! Es una víspera maravillosa.
Uno trata de ver en el aire qué hay anunciado ya del 24 . Cuando llega
el 24 uno se levanta a ver si el 24 se nota, uno mira todas las cosas y a
uno le parece que se nota… “Hombre, hoy es 24”.
P A Z. Es claramente un tiempo distinto…
V G. Sí, y en el cuento lo teníamos… Solo que cuando yo hice el tra-
tamiento, ampliaba el tiempo un día más porque en el cuento es 24, once
de la noche o diez de la noche; incluso hay traducciones del cuento de
Andersen donde es el 24 y hay traducciones donde es el 31de diciembre,
y estas son muy distintas porque para nosotros, por lo menos, el 31 es
el muñeco de añoviejo mientras que el 24 es el Niño Jesús, es el traído. El
añoviejo es el traído en el otro sentido: “el muerto”. Nosotros optamos
5 24: Fiesta familiar que se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del nacimiento del Niño Jesús.
202
por el 24 y ampliamos el tiempo a un día más. En el cuento de Andersen
hay esa dramaturgia de que ella va para donde la abuela, va a los brazos
de la abuela. Ahí empezamos el proceso de investigación para saber qué
significaba que ella fuera hacia donde la abuela. En el cuento de Andersen
no hay un sentido de unidad, se habla de la mamá de la niña, de que el
papá le va a pegar, de que ella perdió los zapatos que eran de la mamá
pero no aparece la abuela todavía. Entonces en el proceso de investigación
entró inmediatamente la droga. En la realidad de los niños de la calle está
el sacol. Es una cosa que no solamente ocurre aquí, sino en todo el mundo,
es algo con lo que uno tiene que contar.
Me acuerdo que Mónica nos llevó a una niñita que ella decía que
era la más extraordinaria dos dedos que había conocido… robaba en
los buses sacando billeteras de los bolsillos y era extraordinaria. Cuan-
do la llevó, la niña permanecía totalmente ensacolada. Esa niña nos
fue mostrando un poco hasta qué punto los niños de la calle estaban
intervenidos por el sacol. Como esta niña no podía actuar, Mónica nos
trajo a Marta Correa que fue la que hizo de Yudy. Con Marta fuimos
a pensiones donde encontramos muchas niñas, sobre todo en Barrio
Triste. Hablábamos con las niñas, muchas estaban acompañadas por
sus mamás en una situación de indigencia bien tremenda, de soledad
y también de mucha droga. Ahí fue que Marta nos dijo: “Yo creo que
tenemos que buscar a las niñas donde yo estaba, en el internado de
donde yo vengo. Yo estoy segura de que las compañeritas mías pueden
servir”. Ese internado queda entre La Estrella y Caldas, subiendo unos
rieles, se llama La Colina. Cuando llegamos al internado, las hermanas
muy amables con nosotros no tuvieron ningún reparo en que fuéramos
a hacer una película, no les pareció peligroso para las niñas, creo que
el primer día hicimos unos acercamientos y el segundo día nos sacaron
una cantidad de niñas escogidas como las más talentosas para el teatro.
Ese día entrevistamos a veinte niñas entre las cuales conocimos a Leidy
Tabares, a Mileidy y a Diana Murillo, la Cachetona. Cuando volvimos
a la oficina, teníamos la certeza de que Leidy era la vendedora de rosas
y que la Cachetona era su compañera.
203
En una entrevista que le hicimos a Mónica, a la que tanto ella como
nosotros le dimos mucha importancia –ella se fue con un sombrero
morado, se fue con una ropa morada, se pintó como si fuera un domingo,
como si fuera a una fiesta y todas las niñas se hicieron alrededor de ella
en la terraza de Ivo Romani–, Mónica nos habló durante horas y horas,
nos contó qué era la calle y nos habló por primera vez o de una manera
más organizada de lo que era el sacol; ella había sido una sacolera y nos
contó las alucinaciones, nos dio la clave de que el sacol era la forma que
tenían ellas de buscar a las personas que las habían querido, de buscar
ese origen del amor.
P A Z. Claro, un vehículo para hacer el viaje a los afectos… Que el sacol
no era una cosa solamente de hambre o de frío, sino de búsqueda de las
fuentes y de las raíces.
V G. Sinceramente ahí sonó la campana. Ese cuento que teníamos,
del cual habíamos partido por un sentido práctico, para convencer a
Teleantioquia y tener un cuento que no solo fuera un relato de Navidad
creado por nosotros, sino un cuento tradicional, logró que se juntaran
las dos cosas. La niña de Andersen y estas niñas estaban buscando ese
camino de los afectos; en un caso se daba a través de la magia, pero
nosotros estábamos tratando de escribir un guión realista, en donde la
droga producía las alucinaciones, no eran una fantasía.
D O. ¿En ese momento ya habías tenido contacto con Bienestar Familiar
para investigar sobre los niños de la calle?
V G. Cuando yo escribí unas reflexiones sobre los niños de la calle,
donde ya están los conceptos, sin ser muy consciente de ellos, Bienestar
Familiar me dijo: “Víctor, le damos 10 millones de pesos pero tiene
que ir a dar una conferencia en un seminario sobre niños de la calle en
Medellín”. Al final se canceló porque Medellín estaba muy violenta en
esos días y no les pareció que fuera el momento propicio para hacerlo.
Pero entonces me vi obligado a escribir, pues ya habíamos adelantado
mucho en la investigación y estábamos trabajando con Erwin Göggel.
204
Diana Ospina. Ese primer relato del que habla Víctor es como ya se dijo
una sinopsis, es como lo primero que aparece. En paralelo había todo
un proceso de investigación, descubrimientos que se iban integrando al
relato central, y entonces fueron saliendo los personajes…
P A Z. A propósito, en la misma entrevista para el número especial
de Kinetoscopio, Víctor dice que los guionistas tradicionales o de cine
clásico trabajan las acciones y el carácter de los personajes por separado;
primero definen un carácter del personaje y después unas acciones, como
si fueran cosas independientes, y que en cambio el actor natural es una
unidad que incluye lo que él es, lo que le pasa y su propia transformación,
y además su contexto, que en este caso viene dado por el lenguaje y
por los elementos de su entorno. Podríamos hablar un poco de eso, de
cómo aparecieron los personajes y cómo se involucraron en el guión las
acciones y todo el tema de las motivaciones, las peripecias…
V G. Los personajes van apareciendo: Marta es toda una novela, toda
una historia, incluso ella misma se sienta y escribe su autobiografía
de una paginita, pero nosotros la entrevistamos muchísimo y ella nos
cuenta varias cosas. Y aparece también Leidy y de una definimos que
ella era el personaje de La vendedora de rosas, la protagonista, y entonces
empiezan a aparecer las amigas de Marta. Marta nos lleva a la 70 y allí
conocemos a sus amigas; nos damos cuenta que ese personaje solitario
no existía como en el cuento de Andersen, sino que esto era un entorno
de amigas, una especie de familia…
C H. Eran muy solidarias, como protegiéndose entre ellas de todos los
peligros que corrían.
V G. A través de ellas llegamos a saber qué pasaba el 23, qué pasaba el
24, porque la verdad era que teníamos que llenar de universo todo esa
sinopsis inicial donde el personaje estaba solo; entonces entran Marta,
Leidy, la amiguita que se llama Liliana y que en la historia se llama
Claudia… Entra la Cachetona y entra Mileidy de última. Ocurrió una
transformación. La vendedora de rosas se partió en cinco. Y nosotros
205
lo aceptamos como la manera de llegar a este universo. Con una sola
no éramos capaces; con ellas cinco, cada una con sus ramificaciones,
creíamos poder abarcar todo el universo…
C H. Además, parte de la estructura también son el espacio y los
lugares…
V G. ¿Pero esos lugares de dónde nacen Carlos? Esos lugares nacen
de lo que ellas nos cuentan, porque ellas nos dicen: “Es que esto lo
ha cemos en La Bolera”. Y así nosotros empezamos a hacer la película
tomando de los relatos de ellas… Como quien dice: “Vamos a copiar
totalmente esto de tal manera que cuando hagamos la historia, surja en
un realismo total”.
C H. Hay una cosa muy interesante, por ejemplo Leidy nunca había
tenido esa relación tan fuerte con una abuela como sí la tiene el personaje
de Mónica en la película. En cambio otra niña, Liliana, sí había tenido
una relación con la abuela, y lo que ella nos contaba iba alimentando
todo la relación de Mónica con la abuela…
V G. Lo que pasa es que Leidy no era sacolera, y la otra sí; entonces
comenzamos a mezclar las experiencias de todas y a crear personajes.
Leidy tenía mucha consciencia de sí misma, no sabía lo que era alucinar.
Mientras que Liliana nos volvió al cuento de Andersen y nos profundizó
lo que Mónica nos había dicho… La hipótesis de que la droga era una
forma de ir a la fuente del amor, de hacer el viaje a los afectos, que me
parece menos retórico…
D O. Pero ahí en los personajes y su diferenciación está el paso siguiente
en la estructuración del guión; yo recuerdo que Mileidy era la que apenas
estaba saliendo de los procesos, Marta era la chica que tenía esa tendencia
tan marcada hacia la prostitución, Liliana era la sacolera por excelencia…
V G. Y era la que tenía un sentido práctico del negocio de las rosas,
la que reunía el plante y hacía de papá de todas ellas, o de mamá…
Fui mos encontrando también las funciones dentro de ese grupito de
niñas, el carácter de cada una. Pero la hipótesis que Mónica nos dio no
206
fue que nosotros la cogimos de una, sino que empezamos a investigar,
fuimos a hablar con niños de la calle, conocimos a Papá Giovanny.
Él inmediatamente nos abrió todas las amistades y los contactos en
Barrio Triste. Un día fuimos a hablar con niños de la calle, con los
últimos, los que estaban más abajo de todos, ellos nos dieron la idea
real de que cuando consumían droga “recordaban”… En sano juicio no
recordaban ni les interesaba recordar, ni volver a la casa, no recordaban
dónde quedaba la casa, ni cómo se llamaban los hermanos, ni la mamá
incluso… Cuando se drogaban tenían una especie de sueño donde se
acercaban a esos recuerdos. Cuando le hicimos la entrevista a Liliana,
ella nos llevó a una escena del cuento de Andersen: “No, es que mi
abuelita era la única que me ayudaba a mí, mi mamá siempre me trataba
muy mal, mi abuelita era la que me quería, yo me la pasaba con mi
abuelita haciendo unas bolsitas con engrudo para meter las frutas que
se vendían en la calle, vendíamos las bolsitas en la calle, las hacíamos
de papel reciclado. Cuando mi abuelita se murió, ella volvía a estar en
esos momentos”.
C H. Ella vivía con la mamá, que se consiguió un amante y entonces
desplazó a la niña y ella se fue con su abuela. En cierto sentido, el espíritu
de Liliana con la abuela es el que está en la película…
D O. Pero ahí fue donde surgieron las fricciones de los personajes…
P A Z. Eso iba a preguntar, a propósito de la idea de un personaje co-
lectivo, de personajes que no son autónomos sino que tienen unos roles
muy marcados dentro de una estructura mayor.
D O. Sí, porque dentro de la estructura general tienen que empezar a
aparecer los conflictos. No sé exactamente en qué momento empezaron
a entrar los chicos. La primera fase fue con lo del sacol, pero entonces
nos preguntamos quiénes eran los amiguitos, los parceritos de estas niñas.
Víctor, ¿cuándo empiezan a entrar los muchachos?
V G. Creo que primero aparecen los de la 70 y después aparece el
Zarco, que es tan importante, es otro universo… Pero aparece por otra
207
cosa. Yo conocía a los niños de la calle porque había vivido mucho por
la 70, con mi mamá y mis hermanos. El Tufo era un bar que quedaba
por la 70 y mi mamá se mantenía en ese bar, porque era muy fiestera en
esa época y se hizo amiga de unos muchachos emboladores a quienes
ella les guardaba las cajas de embolar; mi mamá hablaba mucho con
ellos, los conocía. Yo también los conocía porque los había visto de
estar por ahí. Entonces yo iba a buscarlos y les decía: “¿Ustedes a qué
horas llegan por acá? –No, nosotros llegamos por ahí a las dos o tres de
la tarde”. Y yo creyendo que ellos tenían algún sentido del horario, la
disciplina o la puntualidad, pero ellos obviamente no sabían lo que era
eso. Entonces nunca podía cumplir las citas con ellos, nunca estaban.
Fue cuando Marta nos dijo: “Venga que ellos son los novios míos, yo
he sido novia de estos muchachos, vengan”. Un día me fui en el carro
con Marta y ella salió por la ventanilla y les dijo: “Muchachos, vengan
que tal cosa”. Y todos los muchachos se metieron al carro y me los llevé
para Ivo Romani. Ahí empezó a entrar todo ese mundo, el universo que
eran los hombres, los novios de ellas.
P A Z. ¿Cómo entró el Zarco?
V G. Bueno, un día fue una niña a Tiempos Modernos y me dijo: “Vea,
yo soy de La Iguaná, ustedes son los de Rodrigo D., ¿no? Yo quiero mos-
trarles a ustedes este libro que escribí”. Eran como tres cuadernos de la
historia de Argiro, su hermano. Argiro era un pelado que habían matado
allá en La Iguaná y era muy amigo de un tipo muy malo, y por haberse
enredado con él, lo habían matado; Argiro había estado en un atraco
un 24 de diciembre y antecitos de las 12, el otro man había matado a un
taxista enterrándole un puñal en el corazón, y a partir de ahí la vida de
Argiro se había vuelto un lío, se había metido en miles de problemas.
Lo habían herido, había huido, su vida se había vuelto una catástrofe,
hasta que lo mataron. De ahí recuerdo que le pedimos a alguien que
trans cribiera toda la vida de Argiro… Esos cuadernos eran una cosa
casi ilegible por los errores de ortografía que tenían, parecía como si
208
fuera otro idioma, pero la historia era muy interesante. Como de todas
maneras se pensó que la historia iba a transcurrir entre la 70 –que era
el lugar original de esos niños– y La Iguaná, entonces me pareció que
la historia de Argiro llegaba a completar algo. En el primer tratamiento
literario aparece un personaje que mata a la protagonista. Por lo tanto
había que justificar quién era ese personaje, y la novela de Argiro nos
dio todo ese universo.
P A Z. El motivo del reloj, que simbólicamente es tan importante porque
tiene que ver con el tiempo regulado de los incluidos, de quienes tenemos
hábitos y costumbres, frente al tiempo de los niños de la calle que no
tienen esa posibilidad, ¿cómo surgió como detonante de conflictos?
V G. Eso está en el primer tratamiento literario, o sea, surgió antes.
Nosotros acabábamos de hacer un documental para un canal alemán,
Yo te tumbo, tú me tumbas. En un pedazo del documental surgió la idea
de dos amigos que nosotros pusimos en escena: habían robado unos
relojes y los habían intercambiado. Uno se había dañado por el agua y
entonces uno de ellos le pide al amigo que le devuelva el otro reloj, pero
este se lo había regalado a la novia y no podía reversar esa decisión…
el otro tipo le pegó un tiro y lo mató. Se trataba de un pequeño relato
del azar, de todos los malentendidos que la violencia produce en los
barrios, malentendidos que cuando son llevados hasta el final causan
de todo, muertos y desgracias. Eso nos llenó la pregunta de cómo Leidy
se gana ese enemigo.
D O. Cuando aparece un relato como este y se ve que tiene un lugar
dentro de la historia, uno empieza a cuestionarse por la verosimilitud que
tiene dentro del universo ficcional, aunque este universo esté alimentado
por una realidad total. En la entrevista con Mónica, precisamente Víctor
le pregunta por la secuencia del reloj, ¿qué tan verosímil es? Y ella dice
que es muy difícil que un muchacho mate a una niña por eso, pero
entonces hay que construir la verosimilitud…
209
V G. Lo del reloj fue justificado por las conversaciones con Marta y con
las niñas que se prostituían en la 33,6 en la glorieta de la 33. Las niñas se
mantenían por ahí, y entonces ellas nos contaron de unos episodios en
los que una amiguita se había metido en un problema con unos bandidos
de Niquitao. Se había gastado una droga que se suponía que estaba
vendiendo, la había consumido y se había gastado la plata. Nosotros
tratamos de igualar eso a lo del reloj, tratamos de darle sentido a esos
episodios que no podíamos ya desechar.
D O. Lo mismo que el motivo del conflicto entre Leidy y su novio por lo
de la credencial, y que genera que ella se quede sola en la Nochebuena; ese
también es un elemento que surge de una referencia en unas entrevistas,
no solamente a Marta sino a las amiguitas de Marta acerca de ella. En
algún momento salió a relucir que Marta era una niña muy cizañera,
le gus taba hacer cosas como poner a pelear a dos noviecitos, a punta de
chismes y de regalitos y de credenciales… Entonces, las situaciones que
ellas mismas vivían se iban introduciendo y tejiendo dentro del guión
para darle flujo a la historia. Creo que Marta era de los personajes que
era más ella misma, fue el que más realmente se encarnó, porque por
ejemplo a Leidy había que construirle más cosas que eran de otros….
C H. Marta tenía una terquedad y una personalidad arrolladoras. Era
muy curioso porque cuando nosotros ensayábamos con ella empezaba
a actuar muy bien y de pronto, de un momento a otro, miraba a cámara;
al principio miraba mucho a cámara. Una vez viendo aquí material con
Víctor, la mayoría de la gente pensaba que no iba a estar en la película por
ese problema que tenía, todo el mundo pensaba que era mala actriz, que
no se concentraba, y eso generó al principio un rechazo hacia ella, pero
después se quedó por su insistencia, porque realmente su personalidad
era un contraste muy fuerte en la película; esto se ve muy bien en el
6 La 33: avenida en Medellín con bares y estaderos a donde la gente acude a enfiestarse.
210
detrás de cámara de la película, el de Göggel,7 hay un momento en que
hay una pelea muy fuerte entre entre Leidy y ella…
P A Z. En una narrativa tan concentrada, de 36 horas, es muy difícil hablar
de transformaciones de los personajes. Son muy claras las motivaciones,
sobre todo de Mónica, y es como si toda la narrativa de la película es-
tuviera movida por ese deseo de Mónica de hacer algo para reconstruir
ese tejido afectivo del que ha sido expulsada, para su Nochebuena.
La transformación de los personajes o el autorreconocimiento de esos
personajes, ¿cómo lo trabajaron?
C H. Se puede hablar de una dramaturgia de la vida cotidiana; todas
las niñas tienen alguna motivación que está dada por la Navidad, por
el 24. Esa necesitad de afecto y compañía en cada una de ellas, esa
búsqueda por resolver qué van estrenar el 24 o qué van a comprar de
regalos. Las transformaciones son muy emocionales; se pasa de un estado
de ánimo al otro; se van construyendo todas esas situaciones que van
llevando a Mónica al barrio, y todas están muy ligadas con el afecto,
con la fragilidad de las emociones que expresan estos niños.. No sucede
una gran transformación, pero sí pequeños cambios en el terreno de lo
emocional… Mónica pelea con el novio, Martica está consiguiendo
di nero para su 24 y un man la chuza… Yo creo que esa concentración
permite explorar una dramaturgia de la vida cotidiana, las necesidades
de estos personajes están muy ligadas a resolver su día a día, marcado
por la vulnerabilidad de la calle.
P A Z. Si entiendo bien, estas niñas hacían los relatos de sus vidas o de
las situaciones que habían atravesado y al mismo tiempo las comentaban;
ellas mismas aportaron la visión de cómo se transformaban a partir de
sus experiencias.
7 Erwin Göggel, Sergio Navarro y Víctor Gaviria, dirs.,Cómo poner a actuar pájaros, Televideo, 1999. Göggel fue asimismo el productor ejecutivo de La vendedora de rosas.
211
D O. Sí, claro, porque son muy autorreflexivas; sobre todo Mónica tenía
la capacidad de analizarse, de verse a sí misma y de reflexionar sobre
su situación.
Como para ir visualizando el proceso, el segundo paso con respecto
a la escritura del guión, a partir de la sinopsis, fue hacer una escaleta
y empezar a hacer esa primera división del guión, donde empezaron a
entrar los personajes y lo que les sucedía, guiados por la estructura previa
que de esa forma empezó a crecer.
P A Z. ¿Todas las acciones incluidas en la película –y en el guión–están
tomadas de los relatos que los personajes les hicieron?
V G. Todas, nosotros lo que hacíamos era entrevistar y dejar que entraran
personajes…, o sea que ya no era una vendedora sino un grupito, y pre-
guntarnos cómo funcionaba eso, cómo era la primera noche de ellas, los
novios. Ellas al principio se nos aparecieron a nosotros como si fueran
policarpas salavarrietas, porque eran todas rebeldes.
P A Z. A propósito de la rebeldía, que entiendo era un concepto central,
sigamos hablando de los conceptos que guían la estructura y el relato.
¿Cómo se llegó a ellos?
V G. El primer concepto, el concepto más importante fue “el camino
de los afectos”; después entró el concepto de la rebeldía. Ahora, los
muchachos eran mucho más sobrios y tenían una rebeldía más escon-
dida, no nos la revelaban tanto; pero estas peladas tenían sobre todo
una rebeldía contra las mamás, una especie de ideología entre comillas
de lo que era la confrontación con sus madres. En la 70 lo que las ni-
ñas contaban y lo que nosotros veíamos era que ellas tenían un sen-
tido de consciencia y de estar trabajando para algo; en un momento
dado el concepto de familia, la familia sustituta, el remedo de familia
que ellas hacían se vio en el mundo de la pensión. Lo que nosotros
hicimos fue investigar y convertir todo eso en secuencias, pero por lo
general no inventábamos nada, éramos muy milimétricos al escoger
los momentos y las situaciones; de las situaciones hacíamos entrevistas
212
para tener episodios. El capítulo de la pensión tenía que tener unos
cuantos episodios, escogíamos episodios que fueran dándole forma a
las secuencias. Entonces entra el episodio del robo, entra el episodio
en que un niño se enamora de Mónica, entra también el episodio del
papá que llega a llevarse a una de ellas. Era importante que no se nos
olvidara que cada personaje debía tener su historia y su desarrollo y su
desenvolvimiento.
C H. Y es que había una dinámica que permitió eso, teníamos la certeza
de que se estaba escribiendo un guión porque se iba a rodar, y eso nos
daba una simultaneidad entre investigar y hacer casting; luego íbamos
y revisábamos la escaleta, y cuando ya habíamos preseleccionado a las
niñas, entonces ensayábamos. Eso se ajusta a la idea de que el guión es
el borrador de la puesta en escena; nunca fue un guión que primero se
escribió y luego se filmó.
P A Z. ¿Pero en algún momento el guión se terminó?
C H. Claro, hubo un momento en el que sí se cerró el guión, pero había
una retroalimentación en la construcción de cada elemento.
D O. Mucho de lo que no lograba aclararse en la entrevista aparecía en
el ensayo con los actores, y ya en esa improvisación se podían resolver
ciertas cosas. Se ensayaban sobre todo los momentos más importantes;
cuando no aparecía la resolución por una anécdota directa dada por las
entrevistas, entonces eso se resolvía en los ensayos. Por ejemplo, alguna
vez alguien contó lo que hacía un policía cuando cogía a estos chicos
con las botellitas de sacol. Se las estrellaba contra el piso y las encendía.
V G. Nosotros fuimos a entrevistar a los policías y ellos nos decían:
“A nosotros lo único que nos interesa es que estos muchachos no sigan
des truyéndose”. Nos dieron ese episodio. Nosotros fuimos recogiendo
episodios de esa vida cotidiana entre el 23 y el 24.
P A Z. Ustedes me dicen que sí hubo un momento en el que claramente
el guión se cerró, y empezó otro proceso. ¿Cuál fue ese proceso? Aquí fue
213
todo casi simultáneo. Porque me dicen que hubo cosas que surgieron en
los ensayos. Cuando se dieron los ensayos, ¿ya el guión estaba terminado
o no?
D O. No no, es que precisamente eso es lo que va aclarando el guión,
porque hay situaciones que todavía estaban en escaleta, todavía no
te nían suficiente desarrollo; entonces a partir de un ensayo en el cual
improvisábamos sobre una situación del guión, ganábamos más claridad.
Los ensayos sirvieron mucho para los diálogos, porque inclusive muchos
de los diálogos surgieron a partir de la improvisación en el ensayo.
Bus cábamos cómo decían ellas las cosas, cómo hablaban. En el ensayo
aparecía eso, del ensayo se transcribía y luego de esa transcripción ya
uno ubicaba ese diálogo en el lugar que correspondía.
V G. Y los ensayos daban mucha forma a las secuencias, nosotros sa-
bíamos las cosas que ocurrían, pero no sabíamos muy bien, por ejemplo,
cómo era cuando ellas entraban a la pensión y la dueña les cobraba, quién
más estaba ahí, la rutina, cómo dormían. Por ejemplo, el episodio en que
la niña cree que la amiguita es un oso de peluche. Eso iba surgiendo en las
entrevistas. La verdad es que ahí también fueron surgiendo los conceptos,
por ejemplo el camino de los afectos debía ser mostrado durante toda
la película, no solamente con respecto a un personaje sino con todos.
¿Por qué escogíamos unas cosas u otras? Por la belleza intrínseca que
tenían unas situaciones, pero también porque las necesitábamos para
que el espectador fuera elaborando los conceptos.
Hay una cosa muy importante que quiero decir, y es que Göggel
también metía mucho la mano; en el primer tratamiento literario Mónica
muere como en el cuento de Andersen en las casas de unos burgueses.
Göggel insistía desde el comienzo en que eso no le gustaba, el insistía
con una intuición rara en que ella debía volver al barrio.
D O. Él insistía en que a ella tenía que matarla la calentura del barrio;
siempre en el proceso de escritura del guión hubo unas discusiones
permanentes y Göggel intervino mucho…
214
C H. Yo me acuerdo que él intervino sobre eso de que Mónica volviera
al barrio a morir y sobre lo del papá que va por una de las niñas a la
pensión.
V G. Él no quería ese episodio del papá, no le parecía que fuera verosímil;
entonces lo improvisamos con la Cachetona basados en lo que ella nos
había contado, que el papá se había ido y no había regresado, que había
llamado de Coveñas… Se improvisó y se creó el episodio de que el papá
volvía por ella, cosa que no ocurrió en la realidad. A Göggel nunca le
gustó esa vaina del papá, pero yo le decía: “Aquí tiene que haber un
papá en esta película, ¿sí o no?”. Porque no había ninguno, eran solo
mujeres y la pregunta por el papá nunca se solucionaba. Llegamos a la
conclusión de que ese momento era importante.
Ah, bueno, algo también muy importante es cuando Papá Giovanni
lleva a los niños de Barrio Triste y empezamos a improvisar con un niño
maravilloso que se llama la Chinga, y en una de esas improvisaciones nos
dice “para qué zapatos si no hay casa”. Cuando nosotros escuchamos eso,
y como ya estábamos en el camino de los afectos, nos dimos cuenta de
lo que el niño estaba queriendo decir: “Es que nosotros no necesitamos
que nos ayuden, nosotros necesitamos es volver a la casa”. “Para qué
za patos si no hay casa” fue como un amarre en la unidad de la historia.
P A Z. Hablemos más de cómo se trabajaron los diálogos, cómo
sur gieron, cómo se transformaron y cómo finalmente esos diálogos
terminaron rodándose.
V G. Bueno, Göggel nos exigió que hubiera un guión de rodaje, no como
en Rodrigo D. que se había rodado sin guión y en donde yo trabajé con
mis notas.
C H. Sobre todo por los diálogos, porque él pensaba que el guión estaba
muy largo y que una manera de controlar el tiempo era controlar los
diálogos. Nosotros con la escaleta planteábamos la situación, los actores
la improvisaban y se iba corrigiendo; Víctor iba dirigiendo… es decir,
a veces nos concentrábamos tardes enteras en escoger una escena e ir
215
construyéndola con los actores, no era que simplemente la improvisaran
y ya. Todo eso se grababa, la escritura era la cámara de video en cierto
sentido y luego esos diálogos se transcribían…
V G. Pero para que la palabra ensayo cobre sentido hay que entender
ensayo como improvisación.
P A Z. ¿Los actores improvisaban sobre indicaciones y situaciones que
ustedes les daban?
V G. Sí, porque normalmente la gente ensaya ya con guión. Nosotros
ensayábamos para alimentar el guión. Yo le decía a Carlos en esa época
que teníamos que buscar los episodios que nos ilustraran las ideas que
teníamos; por eso, cuando por ejemplo queríamos saber de las relaciones
entre ellas, necesitábamos un episodio que nos ilustrara el hecho de que
las amistades de las niñas de la calle son parecidas a los noviazgos, cosa
que no nos ocurre mucho a nosotros.
P A Z. ¿En qué sentido?, ¿de protección, de reclamos, de celos?
V G. De amor, como de pareja… Como que se sienten tan solas, que
una amiga es un tesoro tan grande que si la amiga tiene otra amiga se
arman unos problemas muy verracos… No es como uno que acepta
que los amigos tengan muchos amigos, ellas no.
Del orden y el caos
P A Z. ¿Había alguna clave para organizar ese caos de la vida cotidiana,
sobre la cual ustedes basaban la narrativa de la película?
V G. Nosotros trabajábamos por episodios. Teníamos unas niñas y
buscábamos unos episodios, que encontrábamos de pronto. Yo llegaba
y decía a veces: “Este es el episodio, este es”. A veces funcionaba, a
veces no, a veces eran tan buenos que hacían que la película cogiera para
otro lado. Pero escogimos ciertos episodios que nos marcaban tránsitos
completos de diez o doce secuencias en un solo episodio.
216
Trabajábamos así, teníamos que cubrir toda esa vida cotidiana para
ilustrar los conceptos de ese mundo; no inventábamos casi nada, para
lograr que los episodios, que son la textura dramatúrgica del relato,
tuvieran esa vida del episodio real… Incluso los conceptos mismos
tampoco se nos ocurrían a nosotros, no caían abstractamente sino que
los episodios los generaban. En general los episodios nos daban los
conceptos.
P A Z. Pero fue como un proceso de ida y vuelta…
D O. Claro, pero no todo fue producto de los ensayos ni directamente
de las entrevistas; muchas de las discusiones que teníamos se daban era
para resolver qué se iba a hacer en determinada secuencia, obviamente
a la luz de todo ese bagaje construido, de todo ese conocimiento. Nada
era inventado, pero muchas cosas se adaptaron a unas demandas de
la historia. Por ejemplo lo de la credencial… ¿de dónde surge? De una
entrevista en la que empieza a aclararse lo que sale a flote cuando Marta
ve una pareja contenta.
Para mí el guion y la película en sí son la forma de dar cuenta de
todo un trabajo, de una investigación etnográfica que básicamente la
hicieron Víctor y Carlos, acompañados por un equipo; es como expresar
todo ese conocimiento que se adquirió a partir de la investigación.
V G. Y fue diferente con las niñas que con los muchachos; ellas como
que se revelaban más rápido; de los pelados no se sabía muy bien
cómo eran, entonces se les entrevistó, se conversó con ellos, porque eran
unos personajes muy fantasmales, no tenían ese verbo, ese entusiasmo de
ellas. Ellos empezaron a contar sus anécdotas, por ejemplo que montaban
bicicleta y se chocaban, a mí me tocó verlos algún día totalmente ras-
pados, vueltos mierda, con unos dolores superficiales que cubrían un
dolor mucho más profundo: el dolor de no tener un lugar en el mundo,
de ser niños de la calle. Ese fue un concepto fundamental. Estos niños
juegan a no existir; recuerdo que en la reflexión de los niños de la calle
para Bienestar Familiar hay esa idea que nació de los episodios que ellos
mismos nos contaban.
217
Alguna vez una de las niñas fue perseguida por un indigente que
quería violarla, y nosotros metimos eso, pero dentro de un concepto más
amplio, que era que se tomaban unos robinoles, unas pastillas para jugar
a perder la consciencia y vivir la noche como una serie de aventuras
inconscientes… Nos contaron un día que persiguiendo a quien había
tratado de violar a una de sus amiguitas encontraron en un parque a un
indigente y, creyendo que ese era el que la había perseguido, lo habían
apuñalado. Después se habían dado cuenta de que ese no era el indigente.
Ese episodio tan tenaz había que cogerlo y meterlo dentro de una
idea; fue así que empezamos a buscar episodios, o yo creo que ni a bus-
car, pues ellos nos contaban sus episodios, eran todos episodios de jugar
a la inexistencia… A propósito de la indigencia, hay que decir que en la
calle hay grados, escalas, estratos; los indigentes eran eso a lo que nadie
quería llegar y por eso los demás eran muy crueles con quienes estaban
en ese estado; era como si fueran una sombra de ellos que había que
destruir; también analizábamos esa relación que ellos tenían con los
otros miembros que se supone que eran como de la misma comunidad,
pero mentiras, marcaban unas diferencias bien grandes.
P A Z. Aclaremos otro asunto respecto a los conceptos, ¿estos surgen de
la repetición, de la reiteración, de encontrárselos muchas veces ilustrados
en situaciones? ¿O cómo realmente se identifican?
V G. En Rodrigo D., por ejemplo, había un universo desconocido
que estaba lleno de historias y de personajes; la única manera de te-
ner un orden seleccionador y organizador de esa cantidad de acon-
tecimientos, anécdotas, momentos y episodios, era sacar unos conceptos
después del contacto de uno con esas historias. Es el proceso de
cual quier conocimiento, uno condensa unos conocimientos que son
como conceptos. Al confrontarme con todo ese mundo, digámoslo
intuitivamente, sin ser muy reflexivo ni muy filósofo, de todas maneras
iba sacando conceptos. Recuerdo que cuando en Rodrigo D. me cuentan
las primeras atracadas, me doy cuenta de que ellos tienen un proceso de
transformarse en monstruos, de congelar a los atracados, de cogerlos de
218
quieto, como ellos dicen. Ese proceso de convertirse en monstruos los
transformaba interiormente, permanentemente, y no solo en el momento
en que lo hacían. Entonces, yo sacaba conceptos y ponía episodios que se
fueran por ese lado. En La vendedora de rosas también fue así: discutíamos,
hablábamos, yo tomaba nota, todos tomábamos notas.
Pero las películas no se hacen con conceptos sino con episodios;
lo único que existe son los episodios porque los conceptos no sirven en
las películas, sirven en los ensayos, en los libros, en otro tipo de cosas.
Cuando Göggel nos obligó a escribir el guión, fue muy tenaz, porque yo
me resistía mucho a eso, yo siempre me resisto a escribir las historias.
D O. ¿Te parece que en el caso de La vendedora se hizo otra cosa en el
rodaje?
V G. No, porque en parte nosotros tomábamos de modelo todos los
en sayos y eso nos daba ya un pie…
D O. Esa es la particularidad de este guión, de este proceso de cons-
trucción para llegar a la película...
P A Z. Sí, este guión se escapa de lo convencional, porque los procesos
que en otros guiones son sucesivos aquí se dieron simultáneos. Mi
inquietud es, en relación con el rodaje, ¿el guión al fin para qué sirvió?
V G. Sirvió muchísimo, porque en la película era un reto el hecho de
trabajar con una gente tan dispersa; las dificultades eran enormes y el
guión nos sirvió de guía y nos dio seguridad…. Se rodó casi al pie de
la letra…
D O. Pero hubo algunas secuencias que salieron, o unas que se rodaron
y que finalmente no quedaron; de entrada se decidió que algunas no se
rodarían. Hay una cosa que señala Víctor, y es el impacto que tiene la
realidad en la historia; en eso llegábamos hasta el último momento. Yo
creo que por eso es que a Víctor no le gusta escribir los guiones.
C H. Otra cosa muy interesante es que muchos de los ensayos los ha-
cíamos en las locaciones. Por ejemplo, antes de rodar alquilamos una
219
casita en La Iguaná y los ensayos con los actores en la locación nos iban permitiendo toda la retroalimentación. Una cosa muy irónica acerca de los diálogos era que fueron improvisados por ellos, luego se transcribieron y luego se hizo una edición de esos diálogos para incorporarlos en el guión… Lo paradójico era que muchos de esos niños no sabían leer ni escribir. Entonces cuando íbamos a rodar, se les leían los diálogos que volvían a sus memorias y en cierto sentido había alguna libertad.
V G. El guión era más para nosotros que para ellos.
C H. Realmente lo que permitió toda esta libertad, paradójicamente, era que había una estructura bien armada, y los episodios o acontecimientos estaban incorporados de una manera que permitía que la estructura fluyera; había una claridad en el devenir de las acciones de los personajes en función de que sabíamos cómo iba a terminar la película. Si nosotros no hubiéramos tenido esa claridad de cómo iba a ter-minar la película, seguramente muchas cosas se habrían dejado al azar. Teníamos sesenta casetes de Vhs, casi todos de entrevistas que hicimos en el internado; así que de material audiovisual hay no sé cuántas ho-ras en video y audio, mucho material, muchas cosas estaban ahí. Lo que convenció y emocionó a Göggel para producir la película fue que precisamente nosotros enviamos a Bogotá material con video, y él se entusiasmo tanto que quiso venir a Medellín a conocer a estos niños y a ensayar con nosotros; él terminó haciendo ensayos e involucrándose un poco por ese lado, eso fue lo interesante. Durante más de un año nos reuníamos para decidir qué iba a quedar en cada escena, y muchas veces no era producto de algo que se hubiera ensayado realmente. Fue un espacio de discusión interesantísimo.
D O. Muchas de las situaciones que se discutían se iban resolviendo a partir de un conocimiento previo que luego aterrizaba según lo que se estuviera necesitando. Pero no se trataba de pasar de aquí a allá, era más bien como esculpir en el tiempo esa historia a partir de la realidad. Había unas directrices, unos criterios que se tenían en cuenta. Siempre éramos conscientes de que si metíamos algo teníamos que tener en cuenta los antecedentes y las consecuencias.
220
P A Z. Esta forma de trabajo parece imposible de convertir en un método,
y es claro que la gente siempre busca modelos. ¿Qué piensan ustedes que
fue La vendedora de rosas como método de trabajo? ¿Qué de este modelo
se puede replicar? ¿O fue una experiencia donde definitivamente las
condiciones de producción y el tipo de personajes impusieron la propia
naturaleza del trabajo?
V G. La verdad es que fue una película de condiciones económicas
muy buenas, donde nosotros estábamos a la par haciendo el casting y
escribiendo el guión. Eso es muy costoso en tiempo y equipo; teníamos
un equipo de tiempo completo. Quizá porque esas condiciones son
difíciles de repetir es por lo que yo ahora no he podido hacer ninguna
otra película después de Sumas y restas.
D O. Pero yo creo que ese es el método que vos necesitas Víctor.
P A Z. Se suele hablar del método de trabajo de Víctor Gaviria, pero
insisto, ¿qué tanto es un método?
V G. Digamos que mi manera de trabajar se basa en el enfrentamiento
de unos narradores, a los que uno busca como posibles actores. Se trata
de ir a buscar los narradores de un universo. Primero que todo sí hay que
tener una lectura, un marco, porque de lo contrario uno no sabe para
dónde coger, y ese marco uno lo puede coger de ese mismo universo.
A mí Mónica me dio un universo, me lo explicó ella como narradora,
pero después uno necesita otros narradores, la mayoría de los cuales
van a ser los actores; otros no porque no tienen el talento o porque no
corresponden o por su temperamento. Al entrar en contacto con esas
narraciones, uno hace el proceso normal del pensamiento, que es sacar
unos conceptos que están ilustrados por episodios. Eso es lo que yo he
visto de mi trabajo, voy a la búsqueda de unos conceptos que se ilustran
por episodios…
Esos narradores están inmersos en sus vidas, son narradores muy
concretos, no son ni filósofos ni sicólogos que dicen “la vida es así o el
mun do es así”. De eso no se sacaría nada para un guión. El narrador
221
cuenta su vida, pero la cuenta de una manera tan desde su propio lugar que
al mismo tiempo está diciendo entre líneas que piensa él de su vida… Son
autorreflexivos, no solamente cuentan lo que les pasa, sino que cuentan
quiénes son ellos a partir de lo que les pasa y cuál es la vida en la que
ellos están inmersos. Cuando los periodistas se enfrentan a las entrevistas,
yo creo que hacen un trabajo donde muchas veces dejan las anécdotas
desnudas y rompen un poquito esa unidad con la reflexión que tiene un
sujeto cualquiera; la entidad profunda del sujeto es la persona que cuenta
al mismo tiempo quién es él.
Entonces los conceptos ellos se los dicen a uno, pero no directamente.
Los muchachos de Rodrigo D. me decían los conceptos, hacían una
metanarracion. En general, cuando uno se enfrenta a unos conceptos
vivos la autorreflexion está ahí, y uno simplemente hace un esfuerzo por
darles unidad. La vendedora de rosas no es la historia de una muchachita
que vendía rosas y al mismo tiempo le dieron medio kilo de bazuco y
entonces se le perdió el medio kilo porque se lo dio a guardar a un niñito
al que se le mojó y entonces toda la película es persiguiendo a esta pelaíta
hasta que la matan. Eso es un guión de acción, como Perro come perro,
un man que se roba un dinero y toda la película consiste en perseguir ese
dinero. No, aquí no sabíamos qué era la película, estábamos montados
sobre una estructura temporal un poco ritual que todos compartíamos,
que es la víspera del 24, pero nosotros no sabíamos para dónde íbamos.
Sabíamos que mataban a Mónica, pero no sabíamos qué y cómo era ese
mundo.
C H. Yo quería decir una cosa alrededor del método: creo que lo que pasa
es que el método es una necesidad por resolver, y me parece que cada día,
todo director, todo autor, toda película está pidiendo su propio método,
que está ligado a un gusto por el cine. Es decir, ¿cuál es la película que
te gustaría hacer? El problema a veces es que los métodos no funcionan
si no corresponden a una necesidad que venga de adentro de quien lo
propone, de quien lo busca.
222
P A Z. Para cerrar y terminar con el proceso natural de toda película,
que es la recepción por parte del público, ¿por qué creen ustedes que
es tan caprichosa esta recepción? Uno a veces siente que el espectador
reduce estas películas, por ejemplo Rodrigo D. o La vendedora, a la anéc-
dota precisamente, a lo más exterior, y no entran en los conceptos. Es
muy difícil que se vea Rodrigo D. como una película sobre la pérdida
de la madre, o sobre la rebeldía y la resistencia a través de la música,
e igualmente es muy difícil que la gente vea en La vendedora no lo
excepcional de la experiencia de estas niñas sino lo común a todos: el
viaje a los afectos.
C H. Hay una cosa que yo me estaba preguntando, y la hablaba con
Víc tor hace días… Creo que una película mientras más realista es, y
precisamente por ese respeto y esa relación con la realidad, resulta más
compleja para el espectador, pues este tiende a relacionarse con ella como
si fuera la realidad y no una ficción. Uno como guionista escribe acciones
y en alguna medida un personaje es una acción, pero lo complejo de esa
acción es que no tiene su significado por sí misma, sino que esa acción
está ligada también a lo que significa para el personaje. Entonces a veces
el problema es que la gente se queda en la superficie de las acciones, pero
creo que hay momentos en que el espectador también va encontrando
su significado. El hecho de que la película resuene en el espectador tiene
más que ver con que este pueda conectarse con la emoción que suscita
la película; en el fondo el espectador se relaciona más desde la emoción,
más que desde la razón alrededor de lo que está mirando.
V G. Pero sí puede ser que no haya una recepción en la que se perciban
claramente los conceptos, las intenciones, o sea, que la película va más
allá de unas anécdotas. Depende de la forma en que se haga la pe lí-
cula… el relato debe tener momentos en los cuales le dé herramientas
al espectador para darse cuenta de que va más allá de la anécdota, pero
no sé si lo hemos logrado o no…
P A Z. Claro, hay lecturas muy profundas de la película, pero pensemos
en la recepción más masificada.
223
D O. El común de la gente quizá sí tiene una visión de la historia muy
de la superficie y lo otro lo va cogiendo como de una manera aislada;
pero la recepción de La vendedora de rosas marcó una diferencia o por lo
me nos tuvo un impacto fuerte con respecto al cine que se estaba viendo
en el momento; creo que es de las películas que más ha llegado al gran
público en Colombia. En ese sentido numérico, si se quiere, la recepción
fue muy positiva.
P A Z. Sí, hay una percepción de que es una de las película más refe-
renciales del cine colombiano; en procesos de formación de públicos la
gente siempre habla de La vendedora de rosas, pero a veces uno no sabe
si en esa atención que la película ha merecido no hay elementos extra
cinematográficos, anecdóticos precisamente, aunque desde otro punto
de vista muy significativos: lo que pasó con Leidy como símbolo de la
tragedia de estas niñas, por ejemplo.
D O. Pero en realidad la película sí causó un impacto. Mucha gente
valoró el hecho de que Víctor se atreviera a poner la mirada sobre estos
personajes que habían sido invisibles. Mucha gente decía: “Yo nunca
me imaginé que pudieran tener esas historias, esas vidas”.
Pedro Adrián Zuluaga
225
Conversaciones de Víctor Gaviria con las jóvenes de La vendedora de rosas
A continuación se presentan algunos fragmentos de las conversaciones
que Víctor Gaviria llevó a cabo con Marta, Liliana, Sandra, Alejandra
y Mónica Rodríguez, esta última quien inspiró la creación del personaje
de ficción de Mónica, encarnado por Leidy Tabares. Las conversaciones
seleccionadas tienen que ver con algunos aspectos que fueron de-
sarrollados en el guión, como el oficio de las vendedoras de rosas, su
relación con las mamás, las abuelas, las amigas, los novios, el consumo de
droga y, finalmente, un pequeño fragmento con una conversación sobre
la situación del “robo del reloj”, elemento crucial dentro de la historia
y un ejemplo de cómo estas jóvenes participaron en la construcción de
este universo ficcional.
Víctor Gaviria. Cuéntame cosas que te han pasado vendiendo rosas
por La Bolera.
Marta. El primer pleito que yo tuve por allá fue con un celador, iba a
entrar a vender una rosa porque me habían llamado y el celador no me
dejó entrar, entonces yo lo bravié y me metió un palazo con el bolillo;
y yo cuando lo vi solo por allá cogiendo el carro como a las tres de la
mañana, lo encendí a roca, le dije a los muchachos: ¿me van a ayudar
a tirar roca? Me desquité, me dejó hinchada la espalda tres días […]
V G. Alejandra, contanos de la época en que Martica vendía rosas.
226
Alejandra. A Marta como que no le siguió gustando la idea de vender
rosas, entonces se dedicó mejor a otras cosas, como trabajar en la 30,1
entonces ella siguió yendo a La Bolera común y corriente, pero ella
nada más iba a bailar y ya no volvió a vender rosas y de ahí se salía pa-
ra la 30 y la 33;2 por allá pasaban amigos de nosotras, claro que la que
más amigos conseguía era Marta, porque era más formal que nosotras,
porque a nosotras nos daba mucha pena, nos daba mucha cosa porque
ellos nos decían: vengan. Y a nosotras nos daba pena, entonces Marta
nos decía: entonces esperen acá que yo voy. Ella se iba media hora y
nosotras la esperábamos.
V G. Entonces ella se montaba a los carros y ¿se supone que qué hacía
Martica?
Alejandra. Se dejaba tocar y le hacía la paja al muchacho. Ellos eran
muchachos jóvenes, entonces la que más conseguía era Marta, ella era
la que más temprano se iba para allá, la que más temprano conseguía
plata, ella, la que más compraba cosas, entonces nos decía que los amigos
de ella le decían que porque nosotras no nos hacíamos amigas de ellos,
que ellos eran bien y nos querían ayudar […]
V G. ¿Te quedabas muchos días sin ir a tu casa?, ¿te hacía falta tu mamá?
Marta. Bastantes días, claro que me hacía falta mi mamá, la llamaba
cuando me hacía falta. Una vez que tuve un problema en el centro la
llamé. Me había agarrado con una boba y me había cascado, cuando me
abrieron la cara… es que yo tengo mis secretos y me da pena hablar. Me
fui de la casa porque tuve un problema con mi mamá y alegué con ella
y ahí tuvimos un problema por una guevonada, porque ella me trató a
1 La 30: calle solitaria en Medellín donde se reunen prostitutas y travestis a esperar clientes.
2 La 33: avenida en Medellín con bares y estaderos donde la gente acude a enfiestarse.
227
3 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos, a donde la gente acude a enfiestarse..
mí de pichona y a mí me dio rabia, yo le dije: será que vos me serviste de
ten dido. Y la insulté a ella muy feo y la he de ver a mis pies arrodillada.
El otro día era búsqueme y búsqueme por todas partes, le decían que yo
estaba en La Bolera, que yo estaba por el Estadio […]
Liliana. Yo fui criada en la 70,3 toda la vida he vendido rosas, con eso
man tuve un tiempo a mi familia, hasta que murió mi mamita y ya no
seguí ayudándole a mí mamá porque ella se consiguió un esposo y a mí
no me gustaba vivir con él. Él antes le quitaba plata, ellos se cuadraron
después de la muerte de mi mamita.
Mi mamita hacía bolsas de papel y las vendía. Ella me quería mu-
cho a mí que porque yo era la primera y ella, cosa que llevaba, me daba
era a mí, y mi mamá no podía entrar a la casa sin mí porque de una la
devolvía a buscarme, y si yo no entraba con ella no podía entrar tampoco
a la casa hasta que yo no entrara; pero nunca pasó así porque el tiempo
que yo estuve con mi mamita yo era bien, yo no tiraba drogas. Hace
siete años que murió mi mamita yo cogí la droga.
V G. ¿Y por eso te tiraste a la calle, por la muerte de tu abuelita?, o
¿porque te empezaste a llevar mal con tu mamá?
Sí, porque mi mamá se consiguió un muchacho y no le importaba dónde
estaba yo, entonces ya me empecé a ir. La primera vez fue porque él le
pegó a mi hermanita, a mí no me gustó y lo insulté muy feo y ese mismo
día me fui para Cartagena con mis amigas. Yo tenía diez años cuando
me fui y el mismo día nos regresamos porque por allá se consiguieron
dos amigos costeños y antes era para hacernos mal. […]
V G. Cuéntanos de los novios.
Marta. Liliana una vez cascó a Libia por un novio. Yo estaba vendiendo
rosas y ella me estaba esperando afuera de una taberna, entonces a ella
228
fueron y le llevaron el chisme de que Libia le estaba tirando los carros a
Caliche; cuando eso ellos dos no eran maridos sino novios, entonces
ella lo quería mucho y a ella le dio mucha rabia y lo paró a él y él le dijo
que no, entonces la paró a ella y ella le dijo que no, y Liliana le dijo: “no
mintás maricona que eso sí fue verdad”. Entonces Liliana me dijo: “Mar-
tica vení, la vas a cascar por mí”, y yo le dije: “no, yo no me meto parcera
porque él no es mi novio”. Entonces Liliana se la llevó para la manga y yo
tenía un chulo y me dijo: “prestámelo”. Y se cogió el pelo y se lo amarró
como pudo, para que no la agarrara del pelo, y la esperó, porque ellas
dos se citaron, y cuando fue bajando Libia, la convidó por allá detrás de
un gimnasio vacío, por Colombia, y como detrás de ese gimnasio hay
pura manga, entonces la esperó allá y ella era con esa rabia y decía: “esta
maricona me va a dejar, no me cumplió, pero me la cojo y le doy más
duro, mirá a ver Martica si viene por ahí”. Cuando yo: “por allá baja,
por allá baja”, le decía toda contenta porque se iba a fajar. Entonces Libia
bajó con una pelada como para que la cascara a ella, y la pelada le iba a dar
primero, entonces Liliana le dijo: “un momentico, es que con usted no es
el problema”. Entonces Liliana se encedió con Libia, y yo era diciéndole:
“matala, matala”. Yo era dándole bomba, y ella le daba más duro, y yo:
“dale contra el suelo, dale contra el suelo”. Y ella la cogía y le daba contra
el suelo, y yo con esa risa por allá […]
V G. ¿Le contaron cómo le estaba echando los perros a Caliche?
Marta. Que ella le mandaba saludes, le mandaba esquelas y le mandaba
credenciales.
Liliana. Un día los vi. No ve, yo vi cuando le mandó la credencial y él
la recibió y yo la vi y cogí y la partí y se la llevé a ella y se la tiré en la
cara. Esa la mandó con Marta.
Marta. Es que ella me decía que fuera y que le entregara la credencial a
él, entonces yo le dije: “¿Caliche me va a mostrar la credencial?” Y yo la
dejé en la pieza y le dije a Liliana: “en la pieza hay una credencial que
229
Libia le mandó a Caliche”. Entonces ella se fue y dijo: “deje y verá
que esta maricona me las paga”. Entonces se fue y la quebró y por la
noche y le dijo a Libia: “vení, ¿que vos no le estás tirando los carritos
a Caliche?, ¡las guevas!”. Entonces se la tiró en la cara con todo y
estuche. Y ella: “es que él me dijo que había cumplido años”. Y ella
le dijo: “vea, si me lo mama un ratico le creo”. Entonces yo le dije:
“cascala, cascala que me la dio a mí”. Entonces Libia me dijo: “venga
sosténgamelo”. Y yo le dije: “¿usted me va a caretiar a mí”?
V G. ¿Por qué se la recibiste entonces?
Marta. Para que Liliana la cascara.
Liliana. Y yo la quería coger en la trampa a ella.
Marta. Yo le dije a ella: “vea Libia, cuando le vaya a mandar credenciales
a Caliche, como usted sabe que yo soy muy amiga de él, le hago los
cuartos” […]
V G. Alejandra contame de la 70, cuando estabas enamorada, cuando
te cuadraste ¿qué hacías?
Alejandra. Nos quedábamos toda la noche juntos, a él no le gustaba
que yo tirara gale, Robin casi no tiraba gale y yo no tiraba, casi no me
gustaba, por allá vine a cogerlo cuando me fui a vivir a Los puentes. Los
muchachos venden bareta, roches, perico y tiran gale. A mí no me choca,
yo llegaba ahí donde todos se mantienen en Lavamatic y yo me sentaba
allá con ellos, porque me invitaban a trabarme, cuando yo llegaba me
regalaban un bareto, después compraba cigarrillos, una caja de chicles
y me iba para La Bolera y allá me caía él; por ahí a las doce llegaba y
nos poníamos a hablar, a bailar no, porque en semana no abren eso,
y nosotros no íbamos sino los sábados, porque lo dejan abierto hasta las
tres de la mañana; íbamos allá y nos poníamos a bailar todos y a las tres
de la mañana nos parchábamos a la vuelta hasta las cinco de la mañana
y de ahí nos íbamos todos […]
V G. Cuéntanos cuando te ensacolabas ¿cómo eras?
230
Liliana. Yo en el centro tiraba día y noche, la comida mía era eso, ya no
me mareaba y yo antes les quitaba a ellas [las amigas] y me lo chupaba.
Un cuarto [de sacol] me dura un día. Cuando uno está ensacolado y al-
guien lo mira a uno con rabia a uno le va dando también rabia y se le
va tirando a la persona. Los primeros días yo veía a una persona y yo
me la gozaba y con la marihuana pasaba lo mismo, yo me trababa y
cogía a la gente de parche, yo empezaba a gozármelos, a preguntarles
cómo era la marihuana, sabiendo que yo estaba bien trabada… sino que
me hacía la boba y ellos me decían que la marihuana es esto y esto. Y
cuando estaba toda ensacolada cogía las flores y las botaba y me daba
pereza, entonces Martica vendía las rosas por mí y yo pagaba la pieza y
comíamos de eso. A mí me podía decir un hombre que me daba 20 mil
o 30 mil pesos, entonces yo le decía que yo prefiero aguantar hambre
que vender mi cuerpo por plata […]
V G. ¿Nunca tuviste alucinaciones con el sacol?
Liliana. Sí, en la pieza tuve un sueño cuando todos se durmieron y yo me
quedé sola; entonces yo con el sacol miraba para arriba y yo veía que el
bombillo subía y bajaba, que la pieza estaba llena de muñecos, que todos
eran peluches, todas las muchachas que vivían conmigo yo las veía como
muñequitos, como unos peluches y yo los sobaba y a lo último me puse
fue a reír sola y se despertaron; las veía como peluches, así grandes y en
la pieza me decían que botara el sacol. Alguien me hablaba, como una
voz de un hombre, y yo le decía: “no, que por qué lo iba a botar, que si
me lo iba a pagar, yo si lo botaba, pero que por ninguna gracia yo lo iba
a botar”. Entonces yo oía que… “no, que lo bote, o si no, ve peor de lo
que está viendo”; entonces de un momento a otro yo miré para el foco y
se me resbaló el sacol y se quebró, yo me asusté […]
Yo soñé un día, pero fue en mi casa, cuando mi mamita tenía una
semana de muerta, yo miré para una ventana y la ventana se puso roja,
roja y era de varilla y era dizque un monte y en esos montes habían puros
huevos y que ahí ella me dijo: “metete aquí y serás librada”, y que yo me
metí, no me dio susto sino que yo de una me metí, yo le dije que sí, que
231
yo me metía en el hueco con tal de que fuera salvada. Y ahí fue donde
me desperté del sueño con sacol. Yo metía sacol al escondido, todos se
acostaron y apagaron y yo me quede chupando sacol toda la noche, no
me daba sueño.
Un día con el sacol en el Centro, me apareció una mano por una
ventana y me quitó el sacol, yo estaba en la pieza y me miré la mano y
no tenía sacol.
V G. ¿Hubo momentos en los que quisiste dejar el sacol o que estuvieras
cansada de él?
Liliana. Sí, ahora que estoy donde las hermanas sí le doy gracias a Dios
que yo dejé el sacol. Al principio me fue muy difícil, pero yo me resigné,
y ahora no me gustaría coger la botella. Yo dije: “yo desde este sueño
que tuve no vuelvo a tirar sacol” […]
V G. ¿Alguna vez tuviste visiones o soñaste cosas raras?
Sandra. Sí, yo tiraba gale en bolsa y yo veía que las paredes donde yo
estaba chorreaban sangre y yo veía un chorro de sangre y a mí me tenían
que quitar la bolsa ahí mismo porque yo era diciendo: “¿qué es esto?,
pero mirá ¿qué es esto?”. Y yo con los ojos todos encharcados llorando,
y yo: “pero ¿por qué veo tanta sangre?”. Y yo me tocaba y me miraba
porque yo veía que echaba sangre […]
Conversación con Mónica Rodríguez
Todos los sacoleros sueñan y viajan. El sacol hace el efecto, uno si es muy entregado compra una botella, vienen de media. Si uno está apenas empezando compra el sube y baja, que son 300 o 500 pesos de sacol en un tarrito, eso lo venden en el Centro, en esas zapaterías que hay en el Cen tro, que venden suelas. Entonces compra el sube y baja o si se va a hablar con el gale o a soñar, compra media o una. Yo cuando tiraba sacol no era entregada, me gustaba era por los sueños, por los viajes que yo hacía. Yo compraba media, yo no compraba una porque me daba miedo quedarme en un sueño, porque me han dicho que hay niños que se han muerto […]
232
Lo del reloj me lo imagino así. Yo soy el personaje y me dan un reloj,
un borracho me da un reloj. Yo nunca he tenido relojes, como no se de
eso voy a preguntarle a esa banda a ver qué me dice. Me arrimo y con
di simulo y malicia llamo a uno porque me da miedo que de pronto me
lo quiten. “Venga, ¿este reloj qué?” El man me lo ve, va y se lo muestra a
los parceros, se entran al bazar con el reloj. Me hacen el cambiazo, vuelve
el man al que se lo mostré y como por no quedar mal, porque le da pesar,
me entrega otro reloj. “Este no es el reloj mío pelao, ¿qué le pasa? Este no
es el reloj, este no es el reloj mío pelao. Entrégueme mi reloj”. Entonces
el man me amenaza. “Ah listo, todo bien, ¿perdí? Listo mijo, qué se va
a hacer pelaíto, todo bien mijo”.
233
La vendedora de rosas: reflexiones sobre los niños de la calle en Medellín
Película y conocimiento
El conocimiento que se adquiere a través de la realización de una película
de ficción es, para empezar a describirlo, un conocimiento intuitivo que
se desplaza continuamente hacia casos concretos. En otras palabras, es
un conocimiento que no gusta de la abstracción, que escapa de la fijeza
y constancia de los conceptos, para pretender vivir en el dinamismo del
relato.
Extremando esta propiedad, tendría que describir aquí la película,
secuencia por secuencia, y detalle por detalle, para entregar el cono-
cimiento que sobre los niños de la calle en Medellín he construido yo
mismo al hacerla.
Afortunadamente este no es el único camino, puesto que una película
se hace contando y pensando al mismo tiempo; acciones e ideas, eso
conforma una película, por mala o buena que sea.
La ficción es el rodeo que se hace a través de la imaginación para
llegar a la verdad de lo que está aquí mismo, a la verdad de la elusiva
realidad nuestra de todos los días...
La realidad tiene esta doble condición: está ahí, cotidiana, mostrán-
donos la cara, pero al mismo tiempo es elusiva en sus significados,
234
indescifrable, pared de símbolos que pide lectura y discernimiento.
¿Por qué esta doble existencia de la realidad? Porque la realidad somos
nosotros mismos, y nosotros estamos cercados de secretos: verdades
acalladas, verdades escondidas, verdades sustituidas por otras, verda-
des irreconocibles e irreconocidas.
El conocimiento que ofrece esta película estará siempre moviéndose
entre la idea y la acción, por lo que me veré obligado siempre a contar
anécdotas y peripecias de las personas, al tiempo que trataré de concluir
algunas ideas que, en este caso concreto de los niños de la calle, deberían
llegar hasta ustedes e interesarlos.
Lo que logra la ficción
La ficción no está, como el periodismo, detrás de los hechos. La ficción
nos pone delante, primero que todo, a los personajes: Leidy, Marta,
Mónica, Andrea... Su singularidad y su particularísimo punto de vista.
La ficción quiere saber lo que ellos piensan cuando hacen lo que hacen,
lo que piensan y lo que sienten los personajes cuando están en escena.
Esta intención coincide con lo que se han propuesto algunos
historiadores contemporáneos cuando acuden al concepto de la historia
como “historia de las mentalidades”. Las conductas y las costumbres
tienen de fondo algo que las sostiene y las explica: las “mentalidades”,
ideas intangibles que se propagan produciendo los hechos.
Sin embargo, la ventaja que incluyen los personajes no es solo la de
los puntos de vista. Este punto de vista cambia y se transforma, puesto
que la ficción es un relato en el tiempo. El director de la película no
puede juzgar a sus personajes, sino solo pretender acompañarlos durante
el transcurso del relato. Si los juzga, los detiene en su movimiento
dramático que parte de algo y busca algo... Su obligación consiste en
testificar esta transformación. Esto es ver a los personajes en el tiempo.
Esto significa, además, aprender a ver a las personas con paciencia
y permisividad, deteniendo el juicio momentáneo para entender el
espacio humano en el que despliegan su vida. La mirada humana sobre
235
una persona no es otra cosa que observarla en el tiempo. Esta ventaja
del cine de ficción la deberíamos aprender todos. Ver a los demás en el
tiempo, con su carga inevitable y su sorpresa, aunque su presente sea
un problema oscuro sin solución.
Marta, de trece años, pelea furiosamente con su mamá y destruye
con las más atroces palabras los últimos puentes que las comunican
entre sí, y luego se pasa quince largos días deambulando por el centro
de la ciudad, durmiendo en las aceras y sin bañarse, hasta que por
fin encuentra las amigas con quienes se instala en una pieza limpia y
ordenada, donde ella, por primera vez, hace de comer y reúne el dinero
para comprarse una vajilla de loza como la que nunca tuvo con su madre.
Carolina, de nueve años, también se “vuela” de su casa, y va a de-
jarse tocar por un zapatero que le paga 500 pesos para que no se lo di ga
a nadie. Pero ahora está en un internado, y habla de estas cosas que
ocurrieron hace tantos días extendidos de niña, que pone la cara perfecta
de la inocencia reconquistada.
Ellos, los personajes, buscan angustiosamente con los ojos vendados
su punto de equilibrio, donde se pongan por fin a la altura de su dignidad.
Mejor dicho, de lo que ellos piensan que es su dignidad.
Un vicio triste que es un símbolo más triste
Pocas imágenes pueden impresionar más la sensibilidad de un ciudadano
que el gesto del niño que cruza el brazo sobre el pecho para llevarse a la
boca un frasco con sacol. Esta impresión, me parece, proviene del hecho
de que el gesto supone dos personas, cuando en realidad hay solo una. La
segunda persona está sin estar, se halla presente a través de su ausencia.
Por medio de la botella, los niños simbolizan a la madre cariñosa que
ya no está por ninguna parte. La madre que transforma por completo
el ánimo y el sentido de la vida de un niño.
Como la realidad les ha negado la continuación de esta madre
ferviente, ellos se desenvuelven en el tiempo hasta llegar a un momento
en que aquel vínculo feliz existió. Hasta aquella época en que los niños
236
vivían a los golpes de la sangre de su madre, fluido milagroso de vida
que los alimentaba y los hacía valiosos por sí mismos.
El sacol es, creo, el puente de alivio a través del cual los niños de la
calle buscan retornar a su infancia perdida. Pero no escamoteada por el
tiempo, como la infancia de los adultos, quienes pueden darse el lujo de
perder la infancia al traspasar “la línea de sombra” de la adultez. Aquella
infancia desaparecida de golpe, destruida, arrancada, raptada, robada...
cuando todavía se es un niño, cuando todavía no se ha atravesado la luz
de la inocencia que hace visible el mundo.
Se trata de un vicio triste que busca restaurar la verdadera
infancia de los niños sacoleros, cuando era infancia verdadera; es
decir, cuando el niño gozaba todavía de la inocencia, el único regalo
impostergable que la ciudad debe dar a los niños: vivir la ilusión del
mundo por fuera de la sobrevivencia. Vivir el mundo mágico, lleno
de engaños inocentes, y trazar el suave y graduado camino hacia los
conocimientos de la muerte, la declinación y la separación...
La infancia de estos niños es el sacol. Ellos han visto su infancia
interrumpida abruptamente, y la encuentran tristemente sustituida por el
alivio de una borrachera y un viaje (del ánimo) que la aleja de la realidad,
igual que si estuviera rodeada de colchones de aire que la tamizan como
un sueño. No hay hambre, ni frío, ni soledad...
Los niños de la calle, especialmente las niñas, que pueden ser
violadas, prostituidas y embarazadas con otro niño desamparado en
segunda generación, recorren durante las horas del día etapas enteras
de crecimiento que demoran años en otros niños que han vivido una
infancia normal.
Pero, más allá de este alivio, lo interesante es que los viajes del sacol se materializan en “sueños” concretos, de los cuales los niños sacoleros prefieren no hablar, tal vez motivados por el carácter intraducible de sus
experiencias y su pobreza de palabras.
Los niños y adolescentes sacoleros “sueñan”, alucinan y tienen
visio nes de imágenes pacientemente construidas: ven a su mamá,
que está tan lejos, aparecer de pronto para regañarlos e indicarles un
237
camino que ellos odian sin saber la razón... A veces sueñan con la
Virgen María, aparición dulcísima, que está suspendida sobre la calle,
y les murmura, sin traicionar los labios, palabras de cariño saturadas
de dulzura increíble... Luego la Virgen se transforma en la mamita, la
abuelita que le ordena dejar la botella de sacol y volver al internado de
las monjas... O sueñan que son más altos que los edificios, o sueñan que
se hacen tan pequeños que ya nadie los ve ni los persigue... O viendo
rostros cambiantes en las nubes del cielo, o con amigos queridos que
conversan con ellos durante horas, amables y agradables, riéndose de
la gracia absurda de las palabras...
Con todo, también los sueños del sacol pueden ser negros y oscuros:
enemigos, culebras y traídos; paredes cubiertas de sangre: las de los niños
heridos en la ciudad durante el último fin de semana, por ejemplo. Sangre
de niños que se anuncia, para evitarla.
Los niños sacoleros tienen acumulados todos los años de la infancia:
las innumerables capas de asombro petrificadas sobre su rostro.
La Chinga es un niño de estos. No sé cuántos años tiene: ¿diez,
quince?... Se le nota una luz oscura en la cara, inversa a la luz de la
inocencia que ha perdido a punta de golpes. ¿Qué resulta al invertir
la inocencia? Creo que la ironía. Ironía que aleja de la realidad, igual
que el sacol, pero conservando los lazos lo suficiente como para que la
risa surja y brote, despertando al niño a la cultura de las asociaciones...
Ironía que es cultura elegante de la calle.
Cuando alguien le pregunta a La Chinga por su falta de zapatos, él
responde: “¿Para qué zapatos, si no hay casa...?”.
A esta ley oscura de la ironía se opone la luz de las niñas inocentes;
la dramaturgia de la inocencia que inventa el espectáculo íntimo de la
gracia.
El “sueño” de los destinos
Carlos es un niño sacolero de nueve años que tendrá, probablemente, una
presencia fugaz en la película. Está rapado y su cara es de indio moreno,
238
ennegrecido el rostro todavía más por el polvo de la calle. Casi no habla
con extraños, ni con nadie, acostumbrado a la mudez de la desconfianza.
Pero él contó el siguiente sueño, que quedó registrado en video junto
a los ensayos de actuación:
Caliche soñó ensacolado que, estando en Medellín, se iba volando
hasta la casa de su mamá, que quedaba en Urrao, y la buscaba
por los alrededores, observando pero sin ser observado, hasta que
veía a su hermanito jugando solo, sin nadie, puesto que él mismo
se había volado de la casa; y luego buscaba a su mamá por los
corredores hasta que la encontraba en la cocina. Ella lo veía al
entrar, lo saludaba por el nombre y luego le ponía un “destino”,
es decir, le mandaba a hacer alguna cosa: traer leña, traer agua,
encerrar la vaca con su ternero. En Antioquia, destino significa
“trabajos de la casa para hacer” [...]
Cuando converso con los niños sacoleros me confunde la aparición de
algunas frases inconexas que parecen querer expresar la súplica y la rabia
por haber perdido el camino que trazaba la madre, porque al principio de
la infancia, la madre los guiaba y les daba un destino en el mundo. Los
niños sacoleros necesitan volver a escuchar los destinos que les dictaba su
madre.
Los niños de la calle están perdidos en el tiempo de la ciudad, sin
el legado de estos destinos elementales: traer agua o leña, perseguir la
vaca, ser valiosos para algo grande como la casa.
La rebeldía contra las causas
Marta Cecilia Correa es una niña de catorce años que tiene los ojos tan
grandes y vivaces que disimulan, hasta hacerla insignificante, una cicatriz
en la mejilla en forma de cuatro. Este número casual la mortifica. A los
lados, y en la otra mejilla, tiene otras señales, esparcidas en todas las
direcciones, que son las demás huellas de sus días difíciles. Su cara, con
el mentón levantado, ha atravesado sus años de adolescencia como si se
tratara de un largo accidente.
239
Este accidente está hecho por lo menos de una decena de heridas
en la cara. Un rostro manchado al azar por las peleas mortales que las
ni ñas tienen entre sí, armadas con cuchillos o navajas. ¿Los motivos?
Insignificantes, triviales, simulados. En una palabra, intrascendentes,
nacidos del azar, como en los accidentes verdaderos.
Y los motivos pueden ser cualquier cosa, porque las niñas de la
calle no están molestas con algo en particular, sino rebeladas contra el
mismo movimiento del mundo, por una injusticia social tan grande que
las ahoga y les impide explicarse...
Creo que nunca he observado una rebeldía tan soberana y tan rabiosa
como la que impulsa, a manera de un motor insaciable que no da tregua,
a esta niña de catorce años, Marta Cecilia, que será nuestra actriz, un
tanto incontrolable. Esta fuerza tira para todos los lados y traza todas las
direcciones porque es ciega y su enemigo es todo lo que hay alrededor.
Para quien la padece es un poco como estar abandonado al azar de un
“carrito chocón”, o como se dice en la jerga callejera, ser un carroloco
que tarde o temprano se “estrellará”.
Bernardita Correa, la mamá de Marta, pertenece a una familia
cam pesina de Yarumal, que emigró a Medellín hace veinticinco años,
después de la muerte de su padre, Pascual Correa. Ha levantado sola,
en Santo Domingo Savio, a sus tres hijos, que conocen a su papá solo de
oídas. Y para “levantarlos” ha hecho honor a su apellido, educándolos
como a ella la educaron, es decir, castigándolos a punta de correa y palo
corrido.
Todo iba relativamente bien para ella hasta cuando se encontró con
un obstáculo que la venció y le amargó desde entonces la vida: la rebeldía
de su hija, que no logra entender ni resolver como buen acertijo que es.
Esto es para mí también un enigma y una pregunta oscura: propongo
a ustedes tomarla en serio y tratar de resolverla, puesto que por esta
rebeldía insomne y radical muchas niñas y niños terminan separados
de sus familias, inventando “películas” en la calle, como ellos dicen,
donde el director es el azar.
240
Marta se fue de la casa hace dos años, para que su mamá aprendiera
a respetarla. No le aguantaba más que atentara todos los días contra su
libertad: libertad de bailar, conseguir novios y trasnochar... También
libertad de estrenar o de ponerse ropa prestada...
Libertades que Marta defiende con un ímpetu justiciero difícil de
descifrar. Antes de irse, le dijo a su mamá estas palabras: “Usted no es
mi mamá, usted es cualquier cucha; despéguela, señora”. Y continuó:
“Usted me tiene que aprender a respetar, y para eso tiene que sufrir,
vieja hijueputa...”.
Y Marta se fue para el centro, a vivir con un grupo de niñas en una
pieza alquilada por 2.000 pesos diarios. Atravesó todos los peligros de
la calle, pero al mismo tiempo ordenó algunas cosas de su vida: tuvo
una pieza organizada, cocinó e hizo reunir plata para un televisor y una
porcelana de adorno que colocaron encima de un chifonié de madera
que ella también había comprado.
A los seis meses su madre encontró la pieza, se la barrió y limpió, e
incluso les hizo sudado de carne y papas a su hija y a sus amigas. Antes
de irse le hizo entender a su hija que volviera, que ella la iba a respetar
en todo lo que quisiera. Que viviera como quisiera, con tal que regresara
a la casa.
Quince días antes de conocernos en esta película, Marta volvió a la
casa con serenidad, triunfante porque había vencido a su madre y le había
enseñado de una vez por todas a respetarla, a no injuriarla, humillarla o
castigarla; le había dado la lección de que ella, su hija, era una persona
que no se podía ultrajar.
Estuvieron juntas en el centro, vendiendo morcilla y empanadas,
reconciliadas y humildes, durante algunos meses; Marta dormía en una
colchoneta con su hermano mayor, de quince años, al pie de la cama de
madera donde dormían su mamá y el hermanito pequeño. Veía televisión
donde el vecino y conversaba con los novios del día hasta las once de la
noche, cuando las calles se vaciaban de curiosos...
Durante estos meses Marta tuvo novios de barrio, bailó en las
he laderías de barrio, fue de paseo con sus amigos hasta la laguna de
241
Piedrasblancas y jugó basquetbol en las canchas de La Salle, hasta
cuando alguien (tal vez ella) botó el balón para toda la tarde...
Sin embargo, ahora se dicen muchas cosas de Marta en el barrio:
que se robó una minifalda en un patio vecino, que hirió con una navaja a
su hermano, que se besó con unos muchachos en la calle... Su madre lo
confirma, pero ella lo niega. Por consiguiente, no quiere vivir más con su
madre. Me llama y me dice, seriamente: “Víctor, no me entiendo con mi
mamá; voy a vivir en una pieza en el barrio, que vale 30.000 pesos. Quiero
que usted me apoye. Voy a coger la pieza con Milena, que es aquella amiga
a la que se le fue la mamá de la casa”.
Ambas, Milena y Martica, van a cumplir en los próximos meses
quince años de edad. Están, como decenas de niñas de los barrios
populares, separadas de sus madres y de sus familias por un odio que
no han podido comprender; en resumen, andan en busca de una pieza
que les reafirme la libertad...
Tal vez Marta salga de su casa en los próximos días, duerma de
nuevo en las aceras de la 70,1 y vuelva a refugiarse en el sacol y a ser
aruñada y perseguida...
Todo esto puede suceder si no resolvemos el enigma de su rebeldía.
¿Qué significa?, les pregunto también a ustedes. Hace algunos meses, a
la pregunta constante por su padre, doña Bernardita les contestó a sus
hijos inocentemente que él se había ido a Cali, antes de morir, a trabajar
con el cartel de la ciudad... Este solo indicio bastó para que Marta y su
hermano se sumergieran en el desorden y la rebeldía más completa...
Creo que ellos dos son así por no haber tenido un padre verdadero, sino
solo un padre de oídas. Pienso que Martica y su hermano se han rebelado
radicalmente por tener una ley sin papá.
1 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos a donde la gente acude a enfiestarse.
242
La dignidad de Mónica
Conocí a Mónica Rodríguez hace ocho años, es decir, cuando era apenas
una niña que vivía interna donde las hermanas de “Mamá Margarita”.
Allí se destacaba debido a su inteligencia vivaz y a su capacidad para
expresar con palabras las observaciones más sutiles sobre su experiencia
inédita de niña de la calle.
Las mismas hermanas no salían de su asombro: elocuencia y dra-
matismo encarnados en una niña menuda que hacía que el mundo
pareciera divertido. Gracias a ella fue que yo concebí La vendedora de
rosas. Pero el tiempo ha pasado y Mónica ya no tiene ocho años, es una
adolescente de dieciséis años, solo que durante estos días de no vernos
su vida ha dado tantos giros inesperados que, no sabe por qué, ahora es
madre de dos niños.
Aunque no existieran las películas ni ningún medio para grabar
su vida, Mónica es una persona que nos hace volver sobre ideas aban-
donadas. Particularmente sobre el heroísmo en la vida, palabra que alude
a quienes inventan de la nada sus propios caminos, y que han construido,
conversando muy largamente consigo mismas, un criterio y un punto de
vista único de las cosas. Mónica es una adolescente que ha recibido todos
los azotes de la intemperie, pero debajo de su sombrero deshecho y su
pelo mojado, debajo de su cabeza que da vueltas, permanece el criterio
de la heroína. Es decir, la vocecita digna y sin renuncia que morirá con
ella.
Por muchas razones inevitables, Mónica se fue del lado de las
monjas. Al comienzo pidió limosna en la calle y en las plazas de mercado
para alimentar a su mamá y a sus siete hermanos, hasta cuando su cambio
de niña a mujer hizo que los hombres a quienes les solicitaba ayuda la
miraran ahora con malicia y ambigüedad. Se fue también de la casa,
ofendida en su orgullo, porque su mamá creyó que ella coqueteaba con
su padrastro.
Así las cosas, Mónica hizo un balance de sus opciones y concluyó
que, debido a su dignidad, ella no podía seguir pidiendo ni tampoco iba
243
a dejarse tocar y “comer” de desconocidos por el dinero que le faltaba
para vivir.
Las niñas que piden o se prostituyen son, en su concepto, personas
“cortas de espíritu”, pobres de iniciativa y sin respeto por sí mismas,
algo muy alejado de su dignidad. Por eso, después de pensarlo durante
días en una pieza de pensión, Mónica decidió convertirse en ladrona de
la calle, en la mejor de todas, puesto que robar es una profesión difícil.
Creo que pocas veces he conocido una adolescente con tanta inte-
ligencia y talento para cualquier cosa como Mónica. Y también, hay
que decirlo, para robar. Los ladrones del centro, veteranos de guerras
mortales e inútiles, a quienes ella mira con el rabillo del ojo, la saludan
desde lejos levantando el pulgar; son ruidosos, mientras ella les responde
débilmente, para no llamar la atención. La razón está en que a Mónica,
La Ratona, todos la respetan y la aprecian por la firmeza de su criterio.
“Eso es lo último que se puede perder”, dice.
Mónica conoce como nadie la compleja profesión de robar, sus
modalidades, sus opciones, sus misterios y sus trucos. Y en ese árbol
lleno de ramificaciones ella ha buscado su lugar, de acuerdo con su
temperamento. Nadie podría resumirlo mejor que ella.
Pero todo lo anterior lo envuelve con un pensamiento más profundo,
que demuestra el alcance de la consciencia de sus actos: ella roba –dice
con franqueza– para mortificarles y dañarles el día a los ricos, para
agriarles el ánimo; o por lo menos para asustarlos con el mismo susto
con que viven los niños de la calle, para que sientan las penas de los que
no tienen nada.
Y es que detrás de la rabia de Mónica hay una enorme amargura, que
se duele y llora por la suerte que les ha tocado a ella, a Mónica, la niña
divertida, a sus hermanos y a su madre la pobrecita: la suerte aplastante
de ser pobres, que emborracha su cabeza con preguntas constantes.
Este talento inagotable que se disuelve en rabia vengativa a través
del atraco, este pesar hondo y lírico que pregunta por el destino de tantas
personas amadas, debería tener, creo yo, un final distinto.
244
Mónica Rodríguez era ya una actriz cuando la conocí en el internado
de las hermanas. Tenía ocho años y se subió a un árbol a contestarme
una entrevista. Qué bella imagen, pensé, al ver que me hablaba pasando
de una rama a otra.
Jugando a la existencia
Las vendedoras de rosas escogen sus novios y sus parejas de baile de un
grupo de muchachos adolescentes, de catorce y quince años, que trabajan
en una esquina de la 70 vendiendo cigarrillos de marihuana, y también
de los otros... Su apariencia inocente de niños “bien parecidos”, dista
mucho del cliché del vendedor de drogas. Simpáticos, atractivos por su
gracia infantil, ellos también son niños de la calle, aunque viajen cada
madrugada, como “gallinaciegas”, a dormir en las casas de sus papás
o de sus tíos, donde viven somnolientos, a medias, eclipsados como los
celadores que duermen todo el día.
A las siete de la noche arriban a la esquina, frescos y radiantes como
señoritas, adornados por sus chaquetas americanas que parecen gabanes
de lo holgadas, coronados con elegancia misteriosa –¿son niños bien?;
¿no lo son?– por las cachuchas de moda que aparecen en los comerciales;
solo que ellos convierten la moda a su gracia particular de niños de la
calle, es decir, de niños suspendidos en el tiempo.
Esta esquina, que aparece tan agitada y variable a los ojos del que
cruza y sigue sin parar, es en verdad un lugar bastante confortable y
habitable, es decir, un sitio con carácter. Solo que este carácter es un poco
humorístico: el lugar donde se sientan, cerca de la malla metálica de la
lavandería, lo llaman “la oficina”. A Jaime, un niño espigado de trece
años, que se la pasa excitado bordeando la calle, casi siempre ensacolado,
sin saber adónde ir ni qué hacer, lo han bautizado El Alcalde, lo que les
produce risa incontrolable. Y cuando alguno se sale de cauce, lo cual es
muy frecuente, y perjudica con su conducta la existencia de la plaza de
droga, ellos le hacen una rápida audiencia en “la oficina”, y luego, con
un sentido del humor paródico y violento, lo llevan a la “silla eléctrica”,
245
que consiste en una graciosa andanada de pata y coscorrones; después,
el acusado se ve obligado a pedir perdón y opacarse durante la noche.
Todos están vestidos con camiseta y bluyines a la última moda,
costosos y difíciles de adquirir para un ciudadano normal. Modas
estra falarias, exageradas, tal vez de mal gusto, modas estrambóticas de
los desclasados. Ellos usan bluyines 60.000 pesos y camisas de 40.000,
porque están de fiesta cada noche de la 70, iluminados como cuando se
ponen frente a las farolas de los autos, eufóricos de estar tan visibles y
tan libres en la apariencia de la calle.
Pero es una fiesta humorística porque está hecha de las ilusiones de
la noche, no de las del día entero. Uno de ellos, de quince años, moreno
pero de cabello aindiado, es conocido por todos como Chocolatina, y
su apellido es Jet.2 Tiene el mismo pendiente de cristal que porta Mario
Barakus, y he sido testigo de que le brilla intensamente con las luces
de la 70. Dos de sus amigos más cercanos son Elkin, a quien le dicen
Mur doc, también como en Los Magníficos, y Alex, Pesadilla, que se carac-
terizan porque siempre llevan los bluyines caídos sobre las nalgas, en un
humor involuntariamente cantinflesco, que contamina toda la noche.
Elkin, de catorce años, rubio y buen mozo, de habla dulce y ma-
tizada, vive con sus primos en la última pieza de la casa, en seguida de
un patio sin construir que, por su olor, ha estado abandonado desde
hace meses. Chocolatina tiene un papá de treinta y cinco años, albañil,
bien vestido y apuesto como él, que parece más ingenuo que su hijo;
incluso me confesó súbitamente que él no conocía nada de su hijo, que
no sabía cómo era su vida. En otras palabras, Chocolatina no existe
para su padre.
En mi opinión, las noches de estos muchachos son humorísticas
porque ellos se saben profundamente inexistentes, porque saben que la
2 Jet: referencia a la chocolatina Jet, producto muy conocido en Medellín de la empresa Nacional de Chocolates.
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calle en la noche los hace existir de manera transitoria, les da la pompa
de la existencia.
Pero como precisamente la vida en la calle es un poco irreal, es-
tos niños de la 70 se inclinan a experimentar con dicha irrealidad, a
ex tenderla, a llevarla cada vez más lejos, tal vez con la esperanza de
encontrar sosiego en un destino claro de inexistencia.
A cierta hora –¿las diez, las doce?–, dan por terminado el trabajo y
comienzan las verdaderas peripecias de la noche, un excitante camino de
derivaciones manejado por el azar de la calle. Le compran las pastillas
a una señora que vende aguardiente en la cuadra de en seguida, se
reúnen en la penumbra de un jardín, y se advierten mutuamente antes
de tragarlas: “De ahora en adelante no respondo por mí, y no reconozco
a nadie... para que no se me confíen”.
Los finales casi siempre son patéticos, pero los comienzos de estas
aventuras de “borrar el casete”, como ellos dicen con frialdad, cons-
tituyen una especie de parodia humorística: atracan a los conocidos, a
sus mismos amigos de la esquina, y algunas veces atracan incluso a las
mismas vendedoras de rosas, a Marta o a Liliana; la situación es tan am-
bigua que, vista desde afuera, está envuelta en un absurdo humorístico
que los hace reír hasta a ellos mismos... Pero aunque el amigo no lo crea,
y se ría, en ocasiones ellos se ven obligados a herirlo con una navaja, para
que comprenda que el robo va en serio y que tiene que desprenderse de
su plata o sus zapatos...
Hace un mes Chocolatina aprovechó una serenata de mariachis,
cerca de la 70, para robarse un maletín que estaba dentro de una camio-
neta Toyota, con tan mala suerte que fue cogido in fraganti por su dueño.
El hombre sacó una pistola del maletín que Chocolatina había arrojado
debajo del carro, y le disparó repetidas veces, pero el muchacho corrió
de espaldas y las balas se alejaron de él. Entonces apareció Elkin, que
había estado también en la reunión de las pastillas, y con un palo de
escoba se acercó hasta el dueño y lo desarmó de un golpe, y luego lo
amenazó apuntándole con el palo, como si se tratara de un fusil.
247
Pero el señor de los mariachis rescató su pistola y volvió a dispararles,
mientras Elkin y Chocolatina huían dando los rodeos de los borrachos,
las curvas indiferentes de los niños que juegan a existir de mentiras.
Cuando llegaron a “la oficina”, se doblaron de risa por el peligro
que habían corrido, sobre todo por el palo de escoba que se había trans-
formado humorísticamente en arma mortal. Pero de pronto Elkin se
sintió débil, la fuerza de sus piernas lo abandonó y se tuvo que sentar
en la acera. Tenía una herida de bala en la espalda, que Chocolatina se
demoró en creer, hasta que una de las niñas, horrorizada, la descubrió.
Recuerdo que leí alguna vez en Vladimir Propp, el estudioso del
cuento maravilloso, que cuando el cuento se llenaba de transformaciones
humorísticas quería decir que antes existieron allí los héroes con sus
heroísmos. En otras palabras, que donde se lee ahora “Peralta le ganó
al diablo con los dados”, decía antes “Peralta venció al dragón”.
Detrás de los niños de la 70, que juegan a la inexistencia como
ejercicio humorístico e irónico, hay –si lo de Propp es verdad– una docena
de héroes infantiles que atraviesan la larga noche de luces tratando de
vencer un dragón. ¿Cuál es este dragón?, me pregunto.
Tal vez el tiempo inútil de los niños de la calle que no tienen lugar
en este mundo.
Víctor Gaviria
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Glosario
Amá: mamá
Añoviejo: muñeco de paja y algodón que se quema a las 12 de la noche
del 31 de diciembre y que representa el año que se acaba
Apá: papá
Arrancar: salirle a alguien con violencia, atacar a alguien
Asado: furioso, con deseo de matar
Azare: susto, miedo
Bandera: persona mal vestida; falso
Banderiar: poner en evidencia, señalar; molestar
Bareto, baretico, baretica: mariguana
Braviar: desafiar
Cacho: cigarrillo de bazuca o mariguana; accidente, susto
Calentó: ponerse peligroso
Camellos: trabajo, ocupación
Campanear: vigilar mientras se comete un acto delictivo
Carechimba: insulto
Carroloco: muchacho que va corriendo sin frenos por la vida hasta que se
estrella
250
Caretiar: encarar, enfrentar
Cascar: matar, dar bala o golpes
Charro: cómico, gracioso
Chicharra: colilla de cigarrillo de mariguana
Chichigua: cosa ínfima
Chichipato: gamín; de poco valor; ladrón de esquina
Chimba: bonita, algo que gusta
Chimbada: algo que molesta
Chimbear: molestar
Chiros: prendas de vestir humildes
Chirrete: bazuquero, mariguanero
Chucho: diablo
Chulo: resorte o caucho para cogerse el pelo
Chute: comida
Cocao: cantidad de personas
Cogerlos de quieto: paralizarlos con el miedo
Cositos: cigarrillo de mariguana o bazuco
Credencial: tarjeta que se da de regalo con algún mensaje de amor o amistad
Cruce: negocio, favor, actividad ilícita
Cuca: bueno, bonito
Cucha: madre, anciana
Cucho: padre, anciano
Cuescos: pepos, empastillados
Culebra: enemigo por deuda
Desecho, desechable: persona sin valor, persona de la calle
Despegar: echar
Despéguela: váyase
251
Dos dedos: experto en robar billeteras de los bolsillos
El 38: revólver
Embalado: en problemas
Embolatar: engañar
Empelpar: armar bazucos
Engallado: arreglado, adornado
Enrochados: bajo el efecto de pastillas psiquiátricas
Enrumbados: enfiestados
Ensacolarse: drogarse con pegamento
Entrar al bazar, entrar al baile: caer en el engaño de otros
Enviajada: drogada
Estrén: ropa nueva
Estrech: (stretch) tela que estira
Fajar: tener éxito
Fierro: qué nota, bonito; arma de fuego
Finura: valentía, capacidad
Fufa: prostituta
Fufurufas: prostitutas
Gale: pegamento que se usa para drogarse
Galeocho, a: drogado con pegamento
Gancho ciego: el que participa en un negocio sin darse cuenta
Garra: coger a alguien fácilmente, como a un animalito
Goliar: cometer un robo con éxito
Gonorrea: persona despreciable, insulto
Guaro: aguardiente
Gueler: inhalar alucinógenos
Guevón: tonto, bruto
252
Guevonada: bobada, tontería
Home: hombre (en el trato de amigos)
Jueputa: insulto
Ley: policía, ejército, autoridades
Liga: propina
Llamar fierro: reclamo que se la hace a una persona cuando se aferra a un
objeto
Lucas, luquitas: dinero, plata; medida del dinero por miles, 30 lucas: 30 mil
pesos.
Man: hombre
Marranada: fácil de engañar
Mecato: vicio, droga
Medallo: medellín (cariñosamente)
Mija: señora de confianza
Moco: alguien despreciable; tener sexo, alude al semen
Montar: molestar o perseguir a alguien
Moño: rama de la mariguana
Muñeco de añoviejo: muerto, cadáver
Muñeco: muerto
No coma de nada: no temerle a nada
Ñero, a: compañero
Papeleto: fastidioso, pegajoso.
Papi, papito: joven apuesto
Parceritas: amigas, compañeras
Parchar: reunirse con alguien en un lugar donde se pasa bien
Parche: sitio en donde se pasa bien; lugar fijo de reunión
Paro: disculpa
Patas: colillas de cigarrillos de mariguana
253
Patrón: el que paga los trabajos, amo, señor
Pegarlo: matarlo
Pelado, pelada, pelao, pelaíta: muchacha, sardina
Pepos: adicto a las pastillas psiquiátricas
Picado, picada, picaíta, picao: petulante, orgulloso
Pichurrio: persona despreciable
Pilas: ponerse en estado de alerta, activarse
Pirobo: homosexual, insulto
Pitazo: fumada de cigarrillo o mariguana
Plante: base económica
Plón: fumada
Póngale el ojito: observar algo que se delata a sí mismo
Prendido: achispado por el alcohol
Quebró: mató
Raquetéelo: requisar, esculcar
Recochar: hacer fiesta; burlarse
Roce: dar una vuelta sin objetivo; fumada.
Roche: pastilla psiquiátrica.
Rubinoles: pepas, pastillas psiquiátricas
Rumbiar: (rumbear) salir de fiesta.
Sacol: marca de un pegamento usado para drogarse.
Sacoliar: drogarse con pegamento
Sisas: afirmación
Sube y baja: pegamento que se aspira en una bolsa plástica
Teteritos: senitos pequeños
Tirar: consumir narcóticos
Tirar los carros: coquetear
254
Tombo: policía
Torcido: traidor
Trabarse: drogarse
Traído: regalo de navidad; presa fácil de robar o de matar
Tumbar: engañar, matar
Viaje: traba
Visaje: mirada, vigilancia, espionaje
Visajosos: escamoso, preocupado, vigilante
255
Los autores
Víctor Gaviria (Medellín, 1955)
Poeta, guionista y director de cine. Ha publicado algunos libros de poesía, entre los que se destacan Los días del olvidadizo (1998) y La mañana del tiempo (2003). Ha dirigido Rodrigo D. No futuro (1990) y La vendedora de rosas (1998), ambas invitadas a la Selección Oficial del Festival de Cine de Cannes en sus respectivos años. Sumas y restas (2005), fue su tercer largometraje.
Carlos Eduardo Henao (Medellín, 1957)
Estudió Artes Plásticas en la Universidad de Antioquia. Guionista y asis-tente de dirección. En sus inicios asistió al director Pepe Sánchez en San Antoñito (1985), a Dunav Kuzmanich en El día de las Mercedes (1986) y Mariposas (1987). Coguionista de Simón el mago, serie para tV (1991), Sumas y restas (2000) y La sangre y la lluvia (2009). Algunas de las películas que cuentan con su asesoría en el guión, son: Los colores de la montaña, El vuelco del cangrejo, Yo soy otro, Lecciones para un beso, y La Playa D.C. Participó en la creación de la Asociación Nacional de Guionistas Colombianos; en la fundación de la Corporación Cinefilia, de la cual es director académico; y en la Corporación Festival de Cine y Video de Santa Fe de Antioquia.
Diana Ospina (Medellín, 1963)
Magíster en Literatura Colombiana y Especialista en Dramaturgia de la Uni versidad de Antioquia. Docente universitaria. Ha publicado cuentos en revistas y antologías. Vicepresidenta de la Asociación de Guionistas Colombianos, Los guionistas cuentan. Ganadora de la Beca a la Creación Ar tística y Cultural Medellín, para la escritura de la novela El sueño de la luna (2012). Ganadora de la Beca de Creación del Municipio de Medellín para la escritura del guión para largometraje Las llaves del periódico (2010). Guionista y realizadora de documental y argumental.
Este libro se terminó de imprimir en Cargraphics,
para el Fondo Editorial Universidad EAFITMedellín, noviembre de 2012
Fuente: Calisto MT Regular, Calisto MT italic
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