lirica romántica pérez bonalde
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Lirica Romántica
El romanticismo fue el movimiento literario que dominó la literatura europea desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Se caracteriza por su entrega a la imaginación y la subjetividad, su libertad de pensamiento y expresión y su idealización de la naturaleza. El término romántico se empleó por primera vez en Inglaterra en el siglo XVII con el significado original de “Semejante al Romance”, con el fin de denigrar los elementos fantásticos de la novela de caballerías. Hacia finales del siglo XVIII los gustos literarios en Alemania y Francia se alejan progresivamente de las tendencias clásicas y neoclásicas. Los autores románticos encuentran su primera fuente de inspiración en la obra de dos grandes pensadores europeos: el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe. Se exaltan los sentimientos hasta el punto de justificar el suicido por un amor no correspondido, y se establece un tono y un estado de ánimo imitado por los autores románticos tanto en sus obras como en su vida personal.
La literatura romántica, una literatura en la que la libertad se dio en todos los sentidos, con creatividad sin necesidad de reglas, así como una libertad de espacio, buscando la soledad. Además no solo exalta el yo personal, sino también el yo colectivo y es un reflejo de la literatura de la época.
Características:
1- Exhalación de Yo: El yo debe ocupar el primer plano (Sentimiento y Pasión).
2- Íntima correspondencia entre el arte y la vida: Los románticos reflejan los aspectos significativos de su propia vida.
3- Identificación de la naturaleza con estados de ánimo del poeta: Presenta el paisaje humanizándolo, como incorporado al mundo emocional del poeta.
4- Presencia del elemento religioso: Los románticos podían manifestarlo de dos maneras: en una forma Afirmativa o bien en una forma Negativa.
5- Preocupación por los aspectos metafísicos de la existencia: Una de las constantes de la lírica romántica es la preocupación por hallar alguna explicación de aquellas cosas que escapan a la razón humana.
6- La polimetría: Los románticos establecieron la libertad métrica en todos sus aspectos.
7- Recursos expresivos de la lírica romántica:
a) Uso de adjetivos que sirven para dar mayor énfasis a la expresión.
b) En la lírica romántica predomina la emoción, por esto las figuras que se literarias que más se utilizan son la Interrogación y la Exclamación.
c) Uso de la hipérbole romántica, para exaltar emocionalmente las cosas.d) Uso frecuente de las licencias métricas como una tendencia a la libertad de la
expresión poética.
Autor: Juan Antonio Pérez Bonalde
Nace el 30 de enero de 1846 en Caracas - Muere 4 de octubre de 1892 en La GuairaPoeta que llevó a su plenitud nuestra poesía romántica y abrió las puertas de nuestra lírica modernista.
Poemas Destacados:
• Vuelta a la Patria
• Poema del Niágara
• Flor
JUAN ANTONIO PÉREZ BONALDE: Pérez Bonalde nace en Caracas el 30 de enero de 1846, cuando Venezuela comienza a vivir la etapa agitada de su republicanismo. Hijo de Juan Antonio Pérez-Bonalde y de Gregoria Pereira Rubín, cuyo hogar por tradición y convicción fue liberal y civilista, lo que le habría de traer problemas en esa Venezuela enfrascada en permanentes disputas de carácter político.
La época que corre paralela a su infancia se identifica con la violencia que sacude al país. Desde el punto de vista literario, cuando nace Pérez Bonalde, ya el romanticismo se ha impuesto en América. Los poetas venezolanos toman como modelos los románticos franceses y españoles, pero aún no se había producido un poeta romántico de carácter universal.
Cuando Pérez Bonalde tiene 15 años, en 1861, su familia decide emigrar para evadirse de los peligros de la guerra. Se dirigen a Puerto Rico donde encuentran refugio. Allí el futuro poeta ayuda a su padre a regentar un plantel educativo y se dedica a aprender idiomas. Pronto llega a dominar el inglés, el alemán, el francés, el italiano, el portugués, el griego y el latín. Esta afición a las lenguas extranjeras le va a permitir en años posteriores traducir con maestría poetas de otras nacionalidades como Edgar Allan Poe y Heinrich Heine.1
Tras el fin de la Guerra Federal, en 1864, su familia regresa a Venezuela. Ese mismo año, Juan Antonio sufre el primer golpe doloroso de su vida, muere su padre y el poeta debe velar por su familia.
Muy pronto la guerra civil vuelve a hacer su aparición en el país. Esta vez el nuevo caudillo es Antonio Guzmán Blanco quien se impone y comienza el despotismo ilustrado que va a durar siete años, Pérez Bonalde se opone al dictador y tiene que expatriarse voluntariamente a partir de 1870. Fija su residencia en Nueva York. Allí va a
ocuparse en diversas actividades pero también va a escribir lo más importante de su obra poética. Para ganarse el sustento se ve obligado a trabajar en una fábrica de perfumes en la Compañía "Lahman y Kemp". Redacta propaganda comercial en varios idiomas y viaja por las principales regiones de Norteamérica. Desempeñando este trabajo, tuvo la oportunidad de conocer, en viajes de negocios, varios continentes: Europa, Asia y África, con lo cual adquirió una concepción más amplia de la cultura.
Estando en Nueva York recibe la noticia de la muerte de su madre, lo que va a significar un rudo golpe para el poeta. En 1876 las circunstancias políticas abren las puertas de Venezuela a Pérez Bonalde. El presidente Francisco Linares Alcántara propicia un clima de tolerancia política y el poeta regresa. Durante la travesía, en el barco que lo conducía a Puerto Cabello, un mundo de recuerdos lo invade: la infancia, la patria, el dolor por la madre muerta, le producen la inspiración necesaria para escribir el poema Vuelta a la Patria.
En 1877 regresa a Nueva york y recoge todos los poemas que ha escrito hasta el momento en un volumen que tituló Estrofas, son cuarenta poemas donde está incluido Vuelta a la Patria.
En 1879 contrae matrimonio con la norteamericana Amanda Schoonmaker, que le dará una hija, Flor, a pesar de no ser una pareja especialmente feliz. Pérez Bonalde se centrará en su hija. Es tanta la alegría que ese mismo año publica su segundo libro de poesías originales: Ritmos, conjunto de 35 poemas, en donde aparece El canto al Niágara una de sus más celebradas composiciones. En 1883 muere su hija Flor en forma inesperada. Conmovido por ese inmeso dolor escribe el poema Flor y además el poema Gloria in Excelsis.
Paulatinamente cae en las drogas y el alcohol, por lo que su salud pronto se resiente. En 1888 enferma gravemente y es recluido en un hospital donde permanece un año. En 1889 es llamado a Venezuela para colaborar en el gobierno de Raimundo Andueza Palacio, será este su último retorno al país.
Pérez Bonalde viaja a Amberes, pero enferma y se ve obligado a regresar desde Curazao. El 4 de octubre de 1892 muere en La Guaira. En 1903 se trasladaron sus restos al Panteón Nacional, en donde se le rindieron honores fúnebres.
El venezolano Juan A. Pérez B. se asomó muy excepcionalmente .Su sensibilidad y su vida, su gusto y sus conocimientos iban a permitirle encontrar rumbos para la estancada poesía hispanoamericana. Es después de Bello el más alto y más culto de los poetas que han existido e Venezuela.
Vuelta a la Patria
Vuelta a la Patria es la producción lírica más conocida y famosa
del poeta venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde. Fue publicado por primera vez en
el libro Estrofas que el poeta editó en Nueva York en 1877.
Según investigaciones realizadas por el crítico Santiago Key Ayala, el poeta concibió este
poema en 1876 en su segundo retorno a Venezuela, motivado por la muerte de su madre.
Dicho viaje fue realizado navegando hacia Puerto Cabello y no hacia La Guaira, como
muchos suponían, por lo tanto el poeta no tenía por delante el paisaje que le servía de
inspiración en ese momento. Key Ayala agrega que el poeta soñaba que iba hacia La
Guaira. Esto explica el porqué el paisaje descrito en la primera parte del poema está como
desdibujado, un poco apagado, con colores muy tenues, e íntimamente ligado a un estado
remoto de felicidad asociado con el mundo de su infancia.
Estructura
Vuelta a la Patria es un poema de cierta extensión que está estructurado en dos partes muy
bien definidas por los motivos que la inspiran. La primera es el poema del amor a la patria,
donde el poeta aparta las emociones más dolorosas y solo deja las emociones más dulces y
los colores y las formas más livianas.1 La segunda parte tiene como motivo fundamental
el dolor que el poeta padece por la pérdida de su madre, muerta durante la ausencia.
Sinopsis
El poema comienza cuando el poeta va de regreso y el barco se acerca a las riberas de
Venezuela. Poco a poco los elementos del paisaje se van haciendo presentes y traen a
su memoria los recuerdos más felices de su infancia. Una vez que pisa el suelo de la patria,
emprende en cocheel viaje de ascenso hacia la ciudad añorada y de nuevo las imágenes
naturales son asociadas con los más alegres tiempos de su vida pasada. De pronto ese
estado de ensimismamiento se ve interrumpido cuando el cochero le advierte la presencia
de la ciudad. Entonces el poeta se emociona y siente un súbito deseo de apurar la marcha
para entrar en contacto con los suyos, pero, al volver a la realidad, se da cuenta de que no
tiene hogar y decide ir al cementerio donde lo aguarda la tumba de su madre. En medio de
un estado doloroso, de angustia e inconformidad, concluye la primera parte de Vuelta a la
Patria.
La segunda parte tiene las características de una elegía. El poeta va presentando los
diferentes estados de ánimo que invaden su mente mientras se desahoga ante la tumba de la
madre. Lentamente se le van agolpando los recuerdos como en una especie de
dolorosa cadena que va desde la triste y última despedida que dio a su madre enferma, hasta
el nuevo retorno a la Patria, después de haber sido golpeado por los rigores del destierro.
Luego, ya al final de su discurso lírico, se conforma ante la pérdida irreparable, reafirma
su amor filial y anuncia su decisión de enfrentarse de nuevo con la vida hasta que lo
sorprenda la muerte.
Fragmento del Poema Vuelta a La Patria
¡Terra!, grita en la proa el navegante y confusa y distante.
Una línea indecisa entre brumas y ondas se divisa; poco a poco del seno destacándose va
del horizonte, sobre el éter sereno, la cumbre azul de un monte; y así como el bajel se va
acercando, va extendiéndose el cerro y unas formas extrañas va tomando; formas que he
visto cuando soñaba con la dicha en mi destierro. Ya la vista columbra las riberas bordadas
de palmares y una brisa cargada con la esencia de violetas silvestres y azahares, en mi
memoria alumbra el recuerdo feliz de mi inocencia, cuando pobre de años y pesares, y rico
de ilusiones y alegría, bajo las palmas retozar solía oyendo el arrullar de las palomas,
bebiendo luz y respirando aromas. Hay algo en esos rayos brilladores que juegan por la
atmósfera azulada, que me habla de ternuras y de amores de una dicha pasada, y el viento al
suspirar entre las cuerdas, parece que me dice: « ¿no te acuerdas?». Ese cielo, ese mar, esos
cocales, ese monte que dora el sol de las regiones tropicales... ¡Luz, luz al fin! Los
reconozco ahora: son ellos, son los mismos de mi infancia, y esas playas que al sol del
mediodía brillan a la distancia, ¡oh, inefable alegría, son las riberas de la patria mía! Ya
muerde el fondo de la mar hirviente del ancla el férreo diente; ya se acercan los botes
desplegando al aire puro y blando la enseña tricolor del pueblo mío. ¡A tierra, a tierra, o la
emoción me ahoga, o se adueña de mi alma el desvarío! Llevado en alas de mi ardiente
anhelo, me lanzo presuroso al barquichuelo que a las riberas del hogar me invita. Todo es
grata armonía; los suspiros de la onda de zafir que el remo agita; de las marinas aves los
caprichosos giros; y las notas suaves, y el timbre lisonjero, y la magia que toma hasta en
labios del tosco marinero, el dulce son de mi nativo idioma. ¡Volad, volad, veloces, ondas,
aves y voces! Id a la tierra en donde el alma tengo, y decidle que vengo a reposar, cansado
caminante, del hogar a la sombra un solo instante. Decidle que en mi anhelo, en mi delirio
por llegar a la orilla, el pecho siente dulcísimo martirio; decidle, en fin, que mientras estuve
ausente, ni un día, ni un instante hela olvidado, y llevadle este beso que os confío, tributo
adelantado que desde el fondo de mi ser le envío. ¡Boga, boga, remero, así llegamos! ¡Oh,
emoción hasta ahora no sentida! ¡Ya piso el santo suelo en que probamos el almíbar
primero de la vida! Tras ese monte azul cuya alta cumbre lanza reto de orgullo al zafir de
los cielos, está el pueblo gentil donde, al arrullo del maternal amor, rasgué los velos que me
ocultaban la primera lumbre. ¡En marcha, en marcha, postillón, agita el látigo inclemente!
Y a más andar, el carro diligente por la orilla del mar se precipita...
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