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Oración y reflexión
para la preparación del
Capítulo General
de la Orden del Carmen
2013
“Una palabra de esperanza y salvación” (Const. 24):
vivir el carisma carmelita y la misión del Carmelo hoy
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Algunas citas y reflexiones mientras os preparáis...
“Es necesario un serio y constante discernimiento para escuchar lo que el
Espíritu dice a la comunidad (cf. Ap 2,7), para reconocer lo que viene del Señor y lo que
le es contrario (cf. Vita consecrata, 73). Sin el discernimiento, acompañado de la
oración y de la reflexión, la vida consagrada corre el peligro de acomodarse a los
criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo, el materialismo; criterios
que hacen disminuir la fraternidad y hacen perder fascinación y penetración a la misma
vida consagrada. Sed maestros del discernimiento, para que vuestros hermanos y
vuestras hermanas asuman este habitus y vuestras comunidades sean signo elocuente
para el mundo de hoy” (Papa Benedicto XVI, dirigiéndose a la Asamblea de la Unión de
los Superiores Generales 2011. Citado en el discurso del P. Prior General en la
Congregación General de Niágara, 2011).
“Así, vemos que el viejo árbol, trasplantado a un nuevo terreno, mantuvo su
crecimiento. Ese crecimiento fue influenciado, por supuesto, por las nuevas
condiciones, pero sobrevivió a las tormentas e inviernos de su nuevo entorno. Por su
propia vitalidad interna y el cuidado del Jardinero Celestial asentó sus raíces en la nueva
tierra. A veces las tormentas arrancaron una rama aquí y allá, y su vida se vio
amenazada, pero el viejo tronco no pudo ser destruido. Nacen nuevos brotes y sus ramas
se extienden, incluso, más ampliamente que antes. Y ahora se alza, ante todo, entre los
árboles más nobles en el gran jardín de la Iglesia” (Tito Brandsma, La belleza del
Carmelo, p. 58).
“La lectio divina es una fuente genuina de la espiritualidad cristiana y a ella nos
invita nuestra Regla. Practiquémosla cada día para adquirir un suave y muy vivo amor
para aprender la supereminente ciencia de Jesucristo. Así cumpliremos el mandato del
Apóstol Pablo que nos recuerda la Regla: “La espada del Espíritu, que es la Palabra de
Dios, habite con toda su riqueza en vuestra boca y en vuestros corazones, y todo lo que
debáis hacer hacedlo en el nombre del Señor” (Const. 82).
“Así, digo ahora que… todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen
somos llamadas a la oración y contemplación” (5 M 1, 2)… “y ninguna es bien que se
queje, sino que, si viere va cayendo en algo su Orden, procure ser piedra tal con que se
torne a levantar el edificio, que el Señor ayudará para ello…” (F 4, 8). Por amor de
nuestro Señor les pido se acuerden cuán presto se acaba todo y la merced que nos ha
hecho nuestro Señor a traernos a esta Orden, y la gran pena que tendrá quien comenzare
alguna relajación. Sino que pongan siempre los ojos en la casta de dónde venimos, de
aquellos santos Profetas. ¡Qué de santos tenemos en el cielo que trajeron este hábito!
Tomemos una santa presunción, con el favor de Dios, de ser nosotros como ellos. Poco
durará la batalla, hermanas mías, y el fin es eterno (F 29, 33). (Santa Teresa de Jesús).
“Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo
añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino
nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama,
y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así
ambos se conservan” (Mt 9, 16-17).
“En estos decenios ha aumentado la “desertificación” espiritual. Si ya en
tiempos del Concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que
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podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día
a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío. Pero, precisamente, a partir de la
experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la
alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se
vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo
contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida,
a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan
sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra
prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza. La fe vivida abre el corazón a
la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere
decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así indicar el camino”
(Papa Benedicto XVI, Santa Misa para la apertura del año de la fe).
INTRODUCCIÓN
La finalidad de la vida carmelita
En el corazón de la tradición carmelita hallamos la doble finalidad de la vida
carmelita, tal como fue enunciada por Felipe Ribot (Libro de los primeros monjes, I, 2):
“ofrecer a Dios un corazón santo y purificado de toda mancha actual de pecado” y
“saborear en el corazón y experimentar en el alma el poder de la presencia divina y la
dulzura de la gloria celeste no sólo después de la muerte, sino también en esta vida
mortal”. Si, de hecho, consideramos que esta afirmación es verdad para nosotros,
entonces, tal vez, con nuevas expresiones, nos veremos retornando una y otra vez sobre
esta idea hasta que caigamos en la cuenta que realmente da sentido a nuestras vidas. Se
nos invita a pensar, al mismo tiemp,o en la santidad y la justicia (“para que vivamos en
santidad y justicia todos los días de nuestra vida” (Lc 1,75) y afirmar que no queremos
que estos dones sean sólo para nosotros, sino para todo el pueblo con el que
compartimos, vida, ministerio, comunidad, alegrías y tristezas.
Tres cuestiones:
Surgen una serie de cuestiones muy claras, las cuales nos preocupan, cuando
tenemos una visión general de los acontecimientos y cuando oímos las declaraciones de
los dirigentes de la Orden (i.e. el Prior General y su Consejo, así como el Consejo de las
Provincias 2009 y la Congregación General de 2011):
1) Necesitamos renovar con orgullo y entusiasmo nuestra fe, nuestras tradiciones
y lo que nosotros, como carmelitas, tenemos que ofrecer a la Iglesia y al mundo.
2) Tenemos que promover lo que para algunos miembros de la Orden -no para
todos- será una forma completamente nueva de trabajar con los laicos, con los
miembros de la Familia carmelita en general, y con los miembros de otras
organizaciones comprometidas en la Iglesia.
3) Deberíamos centrarnos en algún tipo de ministerio particular en el trabajo con
la gente: algunos sugieren que el área de la oración y la guía espiritual podría ser la
respuesta; otros que tenemos que unir nuestro don de la contemplación con la tarea de
transformar de la sociedad, transformando en primer lugar a la persona. Todo esto
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continuará llevándose a cabo en santuarios, parroquias, centros educativos, nuestra
ONG, y muchos otros ministerios. Las respuestas a estos tres interrogantes podrían tener
importantes implicaciones para la “misión" y las “misiones” de la Orden, ahora y en el
futuro.
Nuestro carisma
Vemos que hoy, como resultado de mucho estudio y discusión, nuestro carisma
ha sido definido y explicado con claridad en las Constituciones del año 1995 y en la
RIVC. Nuestro carisma es la “contemplación”, por el cual vivimos en obsequio de
Jesucristo, en oración, fraternidad y servicio, siguiendo los ejemplos de Elías y María.
¡Sabemos cuál es nuestro carisma! Lo que hace falta ahora es vivirlo, a nivel personal y
comunitario, como un servicio a la Iglesia y al mundo.
Contexto
Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia forma de describir y juzgar el
ambiente donde vivimos y en el que nuestro Capítulo General se va desarrollar. El
contexto de nuestro Capítulo General está condicionado por una serie de factores: por
una parte, y de forma positiva, nuestra Orden se ha extendido en muchos lugares del
mundo; atesoramos la riqueza que supone un mejor conocimiento de nuestro carisma y
tradición; el nuevo despertar de los laicos que quieren formar parte de nuestra Familia,
etc.; pero, por otra parte, y al mismo tiempo, en otros lugares de nuestro mundo hay
severos recortes en los ingresos de la gente; la subida del paro, especialmente entre los
jóvenes; la desconfianza en las instituciones y en sus líderes, el abismo creciente entre
ricos y pobres; la severa amenaza de nuestro ecosistema, tanto en el hábitat humano
como el del resto de las especies, debido a la codicia y a falta de sensibilidad; la
confianza y creencia en todo tipo de “dioses”, los cuales desplazan al Dios cristiano;
aquellas esperanzas y expectativas del Concilio Vaticano II que aún tienen que hacerse
realidad. En este contexto, como carmelitas, están llamados a ofrecer y llegar a ser una
palabra de esperanza y de salvación, viviendo nuestro carisma y misión…
“Para podernos convertir en una palabra de Dios, es necesario entrar en un
proceso de transformación interior y consentir que Dios esté presente y actúe en nuestra
vida. Esto es obra de Dios, pero Dios no lo hará sin nuestro consentimiento. Este
proceso puede ser doloroso, pues a través de él, nos vemos tal como somos y tal como
nos gustaría ser. El gran peligro es alejarnos y huir para no ver y aceptar lo que se está
produciendo dentro de nosotros. Este proceso de transformación incluye una
destrucción del falso ego que está dentro de nosotros, a fin de que pueda nacer la
verdadera vida” (Joseph Chalmers, El Dios de nuestra contemplación, 2004, 39).
Preguntas para la reflexión personal al final de cada sesión:
1. ¿Qué es lo que más me ha llamado la atención (una intuición; una
llamada interna)? ¿Qué veo que sucede en el mundo que me rodea?
¿Considero que tengo algo que ofrecer?
2. ¿Me siento movido a hacer algo? ¿A ser sacerdote? ¿A ser religioso? ¿A
vivir en comunidad dando testimonio? ¿A ir a servir a los pobres? ¿A
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trabajar con aquellos que son influyentes y poderosos? ¿A enseñar? ¿A
predicar? ¿A trabajar en la dirección espiritual?
3. ¿Con qué recursos voy a trabajar? ¿Con mi propio talento, mi formación,
mi comunidad? ¿Con otras personas? ¿Con mi oración y la fe?
4. ¿Qué podría necesitar que no tengo? ¿Otros con los que trabajar
conjuntamente? ¿Más formación, más preparación? ¿Mayor unión a la
hora de tomar decisiones? ¿Más recursos económicos?
PRIMERA MEDITACIÓN
TEMA: La contemplación en el corazón de nuestro carisma:
el amor de Dios nos transforma.
“¿No ardía corazón mientras nos hablaba en el camino?” (Lc 24,32).
Los discípulos en el camino hacia Emaús viajan desde la tristeza y el vacío a la
alegría de reconocerlo en el compartir su Palabra y en la fracción del pan. Los
discípulos, que lo descubren a través de la contemplación, se convierten en artesanos de
la comunidad y en heraldos de su Resurrección.
Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo,
tú nos ayudas a servir a Dios, nuestro Padre,
con un espíritu nuevo y no con una ley caduca (Rom 7,6),
te pedimos que, cuando leamos tu Palabra,
descorras el velo de nuestros corazones,
y, así, descubramos en ella el rostro de tu Hijo Jesucristo (2 Cor 3,4)”.
Que vive y reina contigo, por los siglos de los siglos. Amén.
Tomando conciencia de lo que está sucediendo en el mundo
Hacemos una breve pausa para la reflexión personal o comunitaria sobre
tu/nuestra experiencia de lo que está sucediendo ahora en el mundo, prestando especial
atención a la presencia o ausencia de Dios. Al meditar sobre nuestro mundo,
descubrimos que estamos preparados para volvernos cada vez más a Dios y buscar su
Palabra.
1ª Lectura: Lc 24,13-35. “Lo reconocieron en la fracción del pan”
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamados Emaús, que distaba
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y
sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió
con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. El les dijo: '¿De
qué discutís entre vosotros mientras vais andando?' Ellos se pararon con aire
entristecido.
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Uno llamado Cleofás les respondió: '¿Eres tú el único residente en Jerusalén que
no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?' Él les dijo: '¿Qué cosas?' Ellos le
dijeron: 'Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras
delante de Dios y de todo el pueblo, cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le
condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a
librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El
caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de
madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían
visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los
nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le
vieron'.
Él les dijo. '¡Oh, insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los
profetas! ¿no era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?' Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había
sobre él en todas las Escrituras.
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero
ellos le forzaron diciéndole: 'Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha
declinado'. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con
ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les
abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a
otro: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras?”
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a
los Once y a los que estaban con ellos, que decían: '¡Es verdad! ¿El Señor ha resucitado
y se ha aparecido a Simón!' Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el
camino y cómo lo habían conocido en la fracción del pan'”.
2º Lectura. “Viviendo en la presencia y el amor de Dios”
“La contemplación constituye el viaje interior del carmelita proveniente de la
libre iniciativa de Dios que lo toca y lo transforma hacia la unidad de amor con él,
elevándolo a poder gozar gratuitamente de ser amado por Dios y vivir en su presencia
amorosa. Esta es una experiencia transformante del amor de Dios que sobrepasa. Este
amor nos vacía de nuestros modos humanos limitados e imperfectos de pensar, amar y
obrar, y los transforma en “modos divinos” y nos habilita “no sólo después de la muerte,
sino también en esta vida mortal, para saborear en el corazón y experimentar en el alma
el poder de la presencia divina y la dulzura de la gloria celeste” (RIVC 23).
3ª Lectura: “Fidelidad a nuestro carisma y valentía en nuestras decisiones”
“La pérdida de sentido radical de la vida, el pluralismo de las visiones del
mundo y del hombre, el sentimiento de insatisfacción existencial, por una parte, como,
por otra, la exigencia de infundir esperanza en la lucha por el cambio y la construcción
de un mundo mejor y más fraterno, hacen que surja en la humanidad el grito y la
demanda de trascendencia y de contemplación. Este grito y esta demanda interpelan
directamente nuestra fidelidad al carisma y nos estimulan a opciones valientes. Seremos
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fieles a nuestro carisma en la medida en que sepamos afrontar las diversas situaciones y
culturas con sentido profético y con actitud de fe para descubrir al Dios que vive y habla
en la historia. Cualquier opción nuestra en servicio de nuestros hermanos debe proceder
de esta actitud contemplativa y siempre en referencia a la misma” (Falco J. Thuis, Prior
General, Fascinados por el misterio de Dios, Roma 1983).
Preguntas para la reflexión personal o comunitaria
1.- ¿Qué papel juega la contemplación en tu vida?
2.- ¿Cómo te ha ayudado la Orden del Carmen a hacer crecer el don de la
contemplación en tu vida?
3.- ¿Qué piensas sobre la idea de que la contemplación es el mejor “don” que
nuestra Orden puede ofrecer a la Iglesia?
4.- Los discípulos experimentaron que se derrumbó todo aquello en lo que
habían depositado sus esperanzas, para encontrar, a través de la Palabra de Dios, una
nueva vida abierta delante de ellos. Si esta imagen refleja lo que está sucediendo en
nuestro mundo, o en nuestra Orden, entonces, siendo fieles a la palabra de Dios, ¿qué
clase de mundo ves que está naciendo delante de nosotros?
Oremos, dando gracias a Dios:
Por el don de conocer a Dios, en Cristo Jesús, por medio del Espíritu Santo.
Bendito seas por siempre, Señor.
Por el don de la salud y el cumplimiento de nuestras realizaciones
personales, por el don de la educación y el bienestar.
Bendito seas por siempre, Señor.
Por el don de la gente que nos alimenta y trabaja con nosotros, por el don
de los que esperan de nosotros una palabra de esperanza y de salvación.
Bendito seas por siempre, Señor.
Oraciones aspirativas
(las podemos guardar en nuestro corazón y repetir con frecuencia)
“Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo” (Sal 62)
“Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios
mío” (Sal 41)
¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino? (Lc 24,32)
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SEGUNDA MEDITACIÓN
TEMA: Una nueva relación con la gente con la que compartimos el camino
“Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies,
vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros” (Jn 13,13)
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Si nos sentimos superiores a los otros, nos tenemos que preguntar, si es un estilo
de vida evangélico. Si nos resulta difícil trabajar con los otros, prefiriendo siempre
nuestra forma de hacer por encima del resto, nos tenemos que preguntar, si es un estilo
de vida evangélico. Si descubrimos que nos disfrutamos suficientemente con el talento
de los demás, de tal forma que desconfiamos de ellos para construir nuestra comunidad,
tenemos que preguntarnos si es un estilo de vida evangélico.
Invocación del Espíritu Santo
Espíritu Santo,
tú que vienes en ayuda de nuestra debilidad
cuando no tenemos palabras para rezar,
asístenos en los momentos de mayor oscuridad
y levanta nuestros corazones,
nuevamente esperanzados
en el conocimiento de que somos hermanos
e hijos de un mismo Padre.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Viviendo en el presente
Breve silencio para la reflexión personal o comunitaria sobre tu experiencia
personal, alegrías y retos vividos en el trabajo con los otros. Al meditar sobre nuestro
mundo, descubrimos que estamos preparados para volvernos cada vez más a Dios y
buscar su Palabra.
Lectura de Jn 13,1-17. “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros lo hagáis…”
“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de
pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los
amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a
Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había
puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la
mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un
lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que
estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: ‘Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?’
Jesús le respondió: ‘Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más
tarde’. Le dice Pedro: ‘No me lavarás los pies jamás’. Jesús le respondió: ‘Si no te lavo,
no tienes parte conmigo’. Le dice Simón Pedro: ‘Señor, no sólo los pies, sino hasta las
manos y la cabeza’. Jesús le dice: ‘El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del
todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos’. Sabía quién le iba a entregar,
y por eso dijo: ‘No estáis limpios todos’. Después que les lavó los pies, tomó sus
vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ‘¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo,
el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies
unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he
hecho con vosotros. ‘En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el
enviado más que el que le envía. ‘Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís’”.
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2ª Lectura. Lumen Gentium 30.
“Que todos, a su modo, cooperen unánimemente en la obra común”
“El santo Concilio, una vez que ha declarado las funciones de la Jerarquía,
vuelve gozoso su atención al estado de aquellos fieles cristianos que se llaman laicos.
Porque, si todo lo que se ha dicho sobre el Pueblo de Dios se dirige por igual a laicos,
religiosos y clérigos, sin embargo, a los laicos, hombres y mujeres, por razón de su
condición y misión, les atañen particularmente ciertas cosas, cuyos fundamentos han de
ser considerados con mayor cuidado a causa de las especiales circunstancias de nuestro
tiempo. Los sagrados Pastores conocen perfectamente cuánto contribuyen los laicos al
bien de la Iglesia entera. Saben los Pastores que no han sido instituidos por Cristo para
asumir por sí solos toda la misión salvífica de la Iglesia en el mundo, sino que su
eminente función consiste en apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y carismas
de tal suerte que todos, a su modo, cooperen unánimemente en la obra común. Pues es
necesario que todos, ‘abrazados a la verdad en todo crezcamos en caridad, llegándonos
a Aquel que es nuestra cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo, trabado y unido por
todos los ligamentos que lo unen y nutren para la operación propia de cada miembro,
crece y se perfecciona en la caridad’ (Ef 4.15-16)”.
3ª Lectura: Constituciones
“El convento, lugar del “con-venir”, donde se reúne la comunidad, es para el
Carmelo lugar también de acogida, para compartir con ellos la comunión de corazones,
la reconciliación fraterna y la experiencia de Dios que se vive en la comunidad” (Const.
23).
“Este modo de estar en medio del pueblo es, finalmente, signo y testimonio
profético de nuevas relaciones, amistosas y fraternas, entre hombres y mujeres, en todo
lugar,; es profecía de justicia y de paz en la sociedad y entre los pueblos, realizada como
elemento constitutivo de la Buena Nueva, en el compromiso efectivo de colaborar en la
transformación de los sistemas y estructuras de pecado en sistemas y estructuras de
gracia. Es también “decisión de compartir con los minores de la historia, para decir,
desde dentro, más con la vida que con la boca, una palabra de esperanza y salvación.
Esta opción es consecuencia lógica de nuestra profesión de pobreza en una fraternidad
mendicante y en línea con el obsequio de Jesucristo, vivido también en obsequio de los
pobres y de aquellos en quienes se refleja preferentemente el rostro del Señor” (Const.
24).
Preguntas para la reflexión personal o comunitaria:
1.- ¿Dónde has sido capaz de reconocer los dones y ministerios de los laicos en
tu trabajo y en tu vida?
2.- ¿Qué te ha resultado difícil o desafiante al compartir tu trabajo y ministerio
con otros miembros de la Iglesia, incluidos los laicos?
3.- ¿Qué les estaba Jesús enseñándo a sus discípulos cuando les lavó los pies?
¿Cómo podríamos interpretar hoy el lavatorio de los pies?
4.- ¿Cuál ha sido tu reacción frente a la aparición del concepto de “Familia
carmelita” en los últimos tiempos? ¿Cuáles podrían ser las ventajas de hablar más sobre
“Familia carmelita” en lugar de “Orden carmelita”?
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Momento penitencial
Señor Jesús, el primer mandamiento es el del amor. Perdona mi falta de amor
y ayúdame a amar a los demás como tú me has amado.
Señor, ten piedad.
Señor Jesús, tú nos has entregado los unos a los otros para fortalecer el
cuerpo y hacer que tu Reino se haga presente aquí en la tierra. Perdóname
por no alegrarme con el don de los demás y ayúdame a alegrarme cada vez
más en todo aquello que podemos hacer juntos.
Cristo, ten piedad.
Señor Jesucristo, que lavaste los pies de tus discípulos y les enseñaste tu
ejemplo. Perdona el orgullo que me detiene y ayúdame a ser servidor de
todos.
Señor, ten piedad.
Continúa
Señor Jesús, juntos pedimos tu perdón y misericordia.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
Oraciones aspirativas
El siervo no es más que su señor... (Jn 15,20)
Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza (2 Cor.
12,9).
Cuando el Hijo del Hombre venga ¿encontrará la fe sobre la tierra? (Lc
18,8).
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68).
“En Cristo, un solo cuerpo y un solo espíritu” (Plegaria eucarística II).
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TERCERA MEDITACIÓN
TEMA: Llamados a ser portadores de la Palabra:
un enfoque particular para nuestros apostolados.
“En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó en mi vientre” (Lc 1,44)
Los carmelitas nunca nos hemos definido por [desempeñar] sólo un apostolado
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concreto. Sin embargo, es cierto que nuestra Orden ha priorizado algunos de ellos; a
saber, el ministerio parroquial, santuarios, colegios y centros de espiritualidad.
¿Podemos llevar la Palabra de Dios a los otros, sin importar de qué apostolado se trate,
o, en cambio, algunos apostolados nos permitirían realizar esta tarea mejor que otros?
Invocación del Espíritu Santo
Señor y Padre nuestro,
fuente del amor y de la alegría,
tú nunca te reservas la gracia de tu Espíritu,
sino que la derramas sobre tus hijos
con la generosidad abundante de tu gracia divina.
Te pedimos que, enviándonos el Espíritu de tu Hijo,
derrames sobre nuestros corazones la plenitud de tu amor,
para que, amándote sólo a Ti,
podamos también amar con ternura al prójimo.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Viviendo en el presente
Breve silencio para la reflexión personal o comunitaria sobre tu experiencia
sobre qué está pasando actualmente respecto a las nuevas exigencias del apostolado en
la sociedad en general, en la Iglesia, en nuestra Orden y en el mundo que te rodea. Al
meditar sobre nuestro mundo, descubrimos que estamos preparados para volvernos cada
vez más a Dios y buscar su Palabra.
1ª Lectura. Lc 1,39-46
“Saltó el gozo el niño en su seño”
“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa,
a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en
cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó
llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del
Señor!’ Y dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador?’”
2ª Lectura. Carta de los jóvenes al Prior General, después de la
Peregrinación de la Esperanza 2010
“En Roma, fue maravilloso conocer a tantos jóvenes de diferentes países de toda
Europa. Hemos llegado a reconocer que no estamos solos. Muchas personas luchan con
los mismos problemas que nosotros. Sin embargo, en la convivencia, nos hacemos
conscientes de que somos parte de algo mayor, una comunidad de fe. Esta comunidad
nos da fuerza y valor para vivir nuestra fe con más detalle. La fe tiene muchas
expresiones, y abarca muchos aspectos de nuestras vidas, es importante darnos cuenta
de que la fe puede incluso encontrar expresión cuando simplemente nos estamos
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divirtiendo. A través de la música, la oración y la creatividad, descubrimos que la fe es
un lenguaje que trasciende todas las fronteras, ya sean geográficas, culturales o
económicas. Es importante que aprendamos a comunicar este mensaje a través de la
forma en que vivimos”.
“Hay tantas dificultades que enfrentan los jóvenes hoy en día. A veces, parece
que nuestras voces no son escuchadas dentro de la Iglesia. En Roma, tú nos escuchaste.
Queremos continuar el diálogo que tú comenzaste. Nos revelaste los tesoros de la
tradición carmelita, ¿cómo podemos compartir estas riquezas con otros jóvenes de hoy?
Inculcaste en nosotros un sentimiento de orgullo de ser parte de la familia carmelita. En
un tiempo en que muchos jóvenes se sienten aislados en su fe, a menudo en entornos
hostiles o cada vez más secularizados, sabemos que la tradición carmelita tiene mucho
que decir a ellos, pero ¿cómo podemos comunicar esto? Es importante que vivamos con
el ejemplo. Nuestra fe debe ser auténtica. Reconocemos que, como Angelo Paoli,
tenemos la obligación de mostrar solidaridad con los pobres y los marginados. Es difícil
discernir la mejor manera de avanzar, te pedimos que por favor nos ayudes” (Carta de
los jóvenes en la Peregrinación de la Esperanza, Roma 2010).
3ª Lectura. “Cómo Sta. Tersita de Lisieux descubrió su vocación”
“Como estos mis deseos me hacían sufrir durante la oración un verdadero
martirio, abrí las cartas de san Pablo con el fin de buscar una respuesta. Y mis ojos se
encontraron con los capítulos 12 y 13 de la primera carta a los Corintios... Leí en el
primero que no todos pueden ser apóstoles, o profetas, o doctores, etc...; que la Iglesia
está compuesta de diferentes miembros, y que el ojo no puede ser al mismo tiempo
mano... La respuesta estaba clara, pero no colmaba mis deseos ni me daba la paz...
Seguí leyendo, sin desanimarme, y esta frase me reconfortó: “Ambicionad los carismas
mejores. Y aún os voy a mostrar un camino inigualable”. Y el apóstol va explicando
cómo los mejores carismas nada son sin el amor... Y que la caridad es ese camino
inigualable que conduce a Dios con total seguridad. Podía, por fin, descansar... Al mirar
el cuerpo místico de la Iglesia, yo no me había reconocido en ninguno de los miembros
descritos por san Pablo; o, mejor dicho, quería reconocerme en todos ellos... La caridad
me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto
de diferentes miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos ellos.
Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor.
Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el
amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se
negarían a derramar su sangre... Comprendí que el amor encerraba en sí todas las
vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares...
En una palabra, ¡que el amor es eterno...! Entonces, al borde de mi alegría delirante,
exclamé: ¡Jesús, amor mío..., al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el
amor...! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien
me lo ha dado… En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor... Así lo seré
todo... ¡¡¡Así mi sueño se verá hecho realidad...!!! (St. Teresa del Niño Jesús, Ms B.f.
3r-v).
4ª Lectura. Sobre el apostolado específico de los carmelitas
“Me gustaría resumir mis pensamientos con las palabras del Papa Benedicto
XVI, que he citado esta mañana: “Los Carmelitas son los que nos enseñan a rezar...”.
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Estas palabras expresan, básicamente, cuál es nuestra tarea en la Iglesia y, además, son
palabras que vienen de un papa. Esta es nuestra misión específica en la Iglesia: con la
ayuda del Espíritu Santo y la gracia de Dios, y con la intercesión del profeta Elías y
María, la Mater et Decor Carmeli, ayudar a otros en su búsqueda de Dios y enseñarles a
rezar, mientras que, nosotros, rezando, nos convertimos en personas cualificadas que
viven una relación personal con Cristo. En el transcurso de 800 años, hemos adquirido
una gran experiencia, la cual, si nos esmeramos, nos puede ayudar en esta misión tan
importante para Iglesia. Dejémonos conducir a la tierra del Carmelo, y así, inspirados
por su fecundidad y su belleza, podremos también conducir a otros” (Michael Plattig,
O.Carm. Ejemplos prácticos del significado de la espiritualidad carmelita en la Iglesia,
en Congregación General, Niagara Falls 2011).
Una palabra de esperanza y salvación:
“Finalmente, la espada del Espíritu, es decir, la Palabra de Dios, habite en toda
su riqueza en vuestra boca y en vuestros corazones. Y lo que debáis hacer, hacedlo
conforme a la Palabra del Señor” (Regla 19).
Preguntas para la reflexión
1.- ¿Qué crees que estamos llamados a ser los carmelitas hoy?
2. ¿Qué parecido puede haber entre lo que le sucedió a Santa Teresita y lo que
nos ocurre a nosotros como individuos y como Orden hoy?
3. ¿Dónde has visto el don de “ser contemplativos en la acción” en el Carmelo?
4. ¿Según tu parecer, qué están buscando los jóvenes hoy, y cómo lo interpretas?
5. ¿Qué es lo que tenemos que hacer para responder mejor actualmente a las
necesidades de los jóvenes?
Momento para la intercesión
Por la Iglesia y sus dirigentes...
“Señor, escucha nuestra oración”.
Por la preparación y trabajo del Capítulo General…
“Señor, escucha nuestra oración”.
Por las personas con las que vivimos y por los que nos esforzamos en
servir…
“Señor, escucha nuestra oración”.
Por las personas que están sufriendo…
“Señor, escucha nuestra oración”.
Por los que dedican su vida al servicio de los demás…
“Señor, escucha nuestra oración”.
Para que haya justicia y concordia en el mundo y en nuestra Iglesia…
“Señor, escucha nuestra oración”.
Oraciones aspirativas
“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros
estéis en comunión con nosotros” (1 Juan 1,3).
“Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los constructores” (Sal
127,1).
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“Que en sus días florezca la justicia y la paz habite eternamente” (Sal 72,7).
Oración final
Señor de la vida y Dios de salvación,
que nos has llamado a participar en la misión de tu Hijo,
haz que, dedicados a su servicio y, siguiendo su ejemplo,
podamos llevar a cabo todo aquello que esté a nuestro alcance.
Concédenos que, dando a conocer su Amor en el mundo,
muchos sean atraídos hasta Ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Preguntas en vista del Capítulo General
1. ¿Cuál es mi punto de vista sobre el estado de la Orden/Familia carmelita
en este momento de la historia?
2. ¿En qué creo que el Capítulo General tiene que animar e impulsar para
que la Orden siga adelante?
3. ¿Qué propuestas o sugerencias me gustaría proponer al Capítulo?
4. ¿Cuáles son las preguntas que deberían realizarse y que ninguno plantea?
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