poemas de amor y desamor
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POEMAS DE AMOR
Y DESAMOR
Macarena Díaz Monrové
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© Bubok Publishing S.L., 2012
1ª edición
ISBN:
Impreso en España / Printed in Spain
Impreso por Bubok
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Dedicatoria
A mi madre,
a la que tanto quiero.
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Índice
Todas las palabras 9
¿Qué es la realidad? 11
El mundo está retenido en ti 13
El desamor 15
Eso que llamaban amor 17
Cuando… 19
Vivo en tu olvido 21
Recuerdo 23
Pasarán los años 25
Llueve 27
Un día os fuisteis 29
Es eterno 31
¿Qué hago aquí? 33
8
Estás aquí 35
Pasas 37
Qué difícil 39
Sombras 41
Todo se ha ido 43
El sitio de Dios 45
Huésped de amor 47
Cuánto tiemblo 49
Todo lo que empieza 51
Más allá 53
Deja 55
9
I
Todas las palabras
Tristes en su recuerdo vuelcan su nostalgia
entre los pliegues de sus líneas.
Es el silencio su guardián,
la soledad su fría compañera.
Hay en mi alma un escondido recodo
donde yacen de tedio y dolor
todas las palabras que guardadas se quedaron,
todas las que un día no se pronunciaron.
10
11
II
¿Qué es la realidad?
Cae la noche y viene tu recuerdo
y eres tú, tu voz y tu mirada,
te veo con mi alma, escucho tus palabras.
¿Y qué es la realidad?,
¿esta sensación de tenerte,
de vibrar con tu sonrisa?
¿Y qué es la realidad?,
¿el que no estés aquí,
el que solo seas fruto de mi mente?
12
¿Acaso tú eres real?
Eres luz al pasar,
tu voz presa de mi alma ha quedado,
tus ojos son las llaves que abren mis sueños,
y tu mirada es el abismo
de vida y muerte que anhelo yo.
Si tú lo sabes, dime:
¿qué es la realidad?
13
III
El mundo está retenido en ti
El mundo está retenido en ti,
prisma de encuentros y soledades.
No hay sol que alumbre
ni nube que lo oculte
que yo no viva desde tu universo.
Creador de esta esfera paralela
a toda dimensión,
trae tu alma hasta la mía
y abre mis manos
14
ante esta ansiedad
de querer retener tu mirada,
que la angustia de no tenerte
vuelca mi vida
en una fuente en la que la tristeza
se reinventa una y otra vez
para hundir mis días
entre la luz de tu recuerdo
y la oscuridad de tu lejanía.
15
IV
El desamor
Se derritió el tiempo entre mis manos,
se perdió en el aire como un suspiro.
Hoy llegó a mí el sonido de las horas marchitas
que se aferraron a aquella ventana.
Huye lejano el sentimiento que un día en mí
vivió.
Y te vas y te vas…
y te veo ante el espejo despegado de mi piel,
y te siento ausente en cada anhelo que se
escapa
de esta alma que era tu alma.
16
Tú, que ya te vas, déjame al menos tu
destello,
y pinta con tu pincel el reflejo de tu luz.
Lejana dicha, tiñe mi mente
con el brillo de los momentos pasados,
su recuerdo luminoso alumbrará mi vida
en esta soledad que estoy sintiendo
desde que sé que tú de mí te estás yendo…
17
V
Eso que llamaban amor
Tiembla entre las nubes
aquel lejano y último suspiro
que hoy vuela incansable
en donde se vuelca el horizonte.
Trémulo de silencios agotados
se pierde en la lejanía del no sentimiento
y se evapora entre manos abiertas,
ya siempre separadas…
-¿Hacia dónde vas?, dime.
- Voy hacia donde día y noche se funden,
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a donde no hay voz ni silencio.
Voy hacia la nada que me devora,
esa donde los amantes desechan
eso que llamaban amor
y que hoy muere sin nombre en el ocaso.
19
VI
Cuando…
Cuando el mundo navega a la deriva,
cuando el sueño se hace pesadilla,
cuando la esperanza no es más
que un recuerdo ya perdido,
cuando en la nieve el sol
se convierte en aguacero,
cuando no quedan más que palabras
y un doble silencio.
Cuando la ilusión se ha marchitado
y la imaginación
20
como mi sombra se ha consumido,
¡y cuando todo esto no basta
para olvidar que aún te quiero!
21
VII
Vivo en tu olvido
Vivo en tu olvido
como vive en la vida
el destino de la muerte.
Y es terrible su sonido
de palabra usada
por tantos labios
rotos de olvido,
porque aquellos
que nunca lo pronunciaron
son precisamente
22
los que olvidaron sin ser olvidados.
23
VIII
Recuerdo
Recuerdo tu nombre,
recuerdo tu mirada lejana,
huyen de mi mente
como en aquella fría mañana.
Recuerdo que una sombra vagaba
alrededor nuestra,
una sombra larga como la nada
que giraba y giraba por mi cabeza,
oscura agonía.
La noche lo envolvió todo,
24
la niebla letárgica se acrecentaba.
Ya no recordaba tu nombre
ni tu mirada lejana…
Era el sueño de la muerte y del olvido,
el único que de ti podía apartarme.
25
IX
Pasarán los años
Pasarán los años
Uno a uno los iré contando
Como quien cuenta las migas
Que alguien en el camino va abandonando
Y al fin cuando pare de contar
Una tarde ardiente de verano
Miraré hacia la luz de tus ojos
¡y sabré que te he encontrado!
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27
X
Llueve
Llueve sobre el suelo,
caen gotas tras gotas,
cadente monotonía
de agua que muere
sobre el asfalto.
Una, otra, cien, mil,…
Silencio de horas perdidas,
tedio en el paso del tiempo.
Así pasa la vida,
días tras días que mueren en el ocaso,
28
uno, otro, cien, mil,…
Aquí, viendo pasar
el azote del viento,
que quiebra el alma
desde mi ventana.
29
XI
Un día os fuisteis
Un día os fuisteis
hacia un sol que brillaba más,
vuestra luz voló de esta tierra
hacia lugares más puros,
desde entonces la oscuridad
se acrecentó, vuestra luz huyó,
pero cuando la noche se cierne
y el dolor se vierte en desesperación
entorno los ojos y me miro hacia dentro,
os veo al lado mío, alumbrando mi alma
30
eternos en vuestro amor,
entonces entiendo que vuestra luz,
que un día hacia el cielo voló,
aquí también por siempre se quedó.
31
XII
Es eterno
Es eterno ese segundo que queda
del aroma de la flor,
es eterna la visión del vuelo
de un ave hacia el sol,
se hace eterno todo lo que en esta vida
traspasa la piel hacia el sentimiento.
Tu cálida mirada de aquel instante
en aquel día todavía me está mirando,
desde el alma mía,
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eterna por siempre se ha quedado
y ganando victoriosa a la muerte
la eternidad de tus ojos ha ganado.
33
XIII
¿Qué hago aquí?
En la distancia te llevo,
a través del tiempo te llevo,
en esta lejanía absurda
mente y cuerpo te llevan.
Eres como el sueño aquel
que despertó sin terminar.
En el aire se quedó
nuestra última sonrisa,
¿y qué hago aquí?
Recordar y recordar
34
el último hasta luego
y no sé si en esta vida
volveré a verte de nuevo.
¿y qué hago aquí?
¿qué hago aquí?
35
XIV
Estás aquí
Aparece en mi mente
tu voz, tu sonrisa,
vienen a mí
como en aquellos días
y te siento de nuevo,
tú nunca te fuiste del todo,
estás aquí,
tu recuerdo me lo dice.
Hoy tu presencia llena mi alma
como en aquella tarde
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paseabas feliz al lado mío.
Hoy como en aquel día
tu luz de nuevo me acompaña.
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XV
Pasas
Pasas por la calle…
yo te veo pasar por mi alma.
El gris cemento húmedo y reciente de mi
soledad
se va secando a tus pasos,
intentando atrapar
las huellas que en mí vas dejando.
Y así corro cada día tras de ti,
pisando el camino por el que tú has pisado,
yendo a tientas e infatigable
a través de este laberinto que se cierne
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en cada despertar de un sueño,
cuando mi alma choca frente a frente
contra el muro
de tu cerrada indiferencia.
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XVI
Qué difícil
Qué difícil admitir
que en ti de mí
no hay nada.
Qué fácil decir
que en mí de ti
lo es todo.
Acércate con tu indiferencia,
más vale tu presencia ausente
que la ausencia de tu amor en mi alma.
40
Amor, olvidarte sería igual
que dejar mi vida entre los raíles rotos
de una vía muerta.
Tú, principio de todo,
conocerte fue volver al momento aquel
de mi primer amanecer.
Olvidarte, olvidarse, olvidarme
sería lo mismo,
rechazar tu recuerdo, ignorar mi vida.
41
XVII
Sombras
Las sombras se ciernen,
el día se vuelve noche.
De plomo se vuelve el aire,
plumas negras vuelan alrededor
hojas que caen por el torbellino,
horas de tedio y agonía.
La luna ya salió
y el silencio del planeta se apoderó.
Sueño vuelto en pesadilla,
Alma, que entre nieblas,
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despierta al fin a la vida.
43
XVIII
Todo se ha ido
Todo se ha ido, todo.
El amor es ahora
la sombra abandonada
de un cuerpo que sueña en la noche.
Todo se ha ido, todo.
Cayeron de las ramas
caricias marchitas en pieles dormidas,
llovieron de las nubes
besos de plomo
en labios grises.
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Todo se ha ido,
todo se fue con la nada…
El recuerdo agonizante murió,
el silencio, callando almas y corazones,
uno a uno le fue clavando
puñales de olvido.
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XIX
El sitio de Dios
Con cuanta dulzura
te apareces ante mí,
un caudal de estrellas fulgurantes
resplandecen y estallan
en este universo de amor
que llevo por dentro
y giras y giras en mí,
circular tu mirada envolvente
que hace que mi centro
sea rayo, sea luz, sea sol…
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Templado calor resplandeciente,
tu amor me hace sentir
el sitio justo donde Dios
radica en mí.
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XX
Huésped de amor
Todos somos alguna vez
huésped de amor.
¡Ay de aquel que nunca llama a su puerta,
se sienta en su silla,
come de su plato,
se acuesta en su cama!
¡Ay de aquel
que no muere en su tumba!
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49
XXI
Cuánto tiemblo
Amor,
¡cuánto tiemblo
cuando te miro!
Mi alma es
un nido de galaxias
en formación,
un volcán de lava
en erupción.
Amor,
¡cuánto tiemblo
50
cuando me hablas!
Tus palabras susurrantes
de amor rasgadas
llenan de miel
la almena de mi alma.
51
XXII
Todo lo que empieza…
“Todo lo que empieza lleva a la eternidad…”
Pero tus silencios fueron largos
y mi voz murió ahogada.
Busqué tus manos
como quien busca un pensamiento perdido
y tus manos estaban cerradas.
Me acerqué a tu alma
con la mía llena de flores para ti,
la tuya ,seca como hoja de otoño,
en seguida las marchitó.
52
Pensé que el verano era eterno
y tapé las nubes con mi paraguas,
el frío lo convertí en calor.
Pensé que existía la eternidad…
pero haciendo un nudo a mi alma
y vertiendo todo mi valor
te diré la palabra que nunca pensé pronunciar
y que hoy cobra sentido de vida e inicio,
porque este poema que yo empecé
tú le pusiste el final.
53
XXIII
Más allá
Más allá en las estrellas,
donde el cielo
en cascadas se desborda,
allá, allá muy alto
donde la noche nos envuelva
entre las nubes y el hielo,
donde no quede más que el alma
y todo lo eterno.
Allá, allá muy lejos
sin horas, ni fechas, ni tiempo…
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Quizá entonces,
en amor el alba deshecho,
¿podrás sentir por mí
lo que hoy no es más
que un sueño?
55
XXIV
Deja
Deja abiertas las puertas de tu alma,
puedo dibujar con el tul de tus palabras
la luz que se escapa de tu mirada.
Deja abiertas las ventanas de tus manos,
puedo tender un puente de caricias
con el silencio de tu nostalgia.
Deja que busque de entre el velo
de tu indiferencia, un pequeño atisbo
que le dé a este sentimiento una esperanza.
Necesito de ti como de estas palabras
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por las cuales sólo respiro.
Deja el frío para el invierno,
derrite con sonrisas tu hielo,
aparta esa coraza que te recubre,
y rompe la roca con la que te disfrazas,
sólo quiero verte a ti,
sólo te quiero a ti,
sin más miedos, sin más silencios…
Tú, únicamente,
con la luz que te envuelve,
tú, sólo tú.
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