principios n°34 - abril de 1944 - partido comunista de chile
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8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
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8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
2/26
R E V I S T A M E N S U A L T E R I C A Y
r u L T I C A
E D I T A D A P O R
C O M I T C E N T R A L D E L P A R T I D O C O M U N I S T A D E C H I L E
Et
Direccin y Administracin:
Moneda
712. Tel.
64530.
S AN T I AG O DE
CHILE
D I R E C T O R :
G A L O
G O N Z L E Z
SEGUND POC
Santiago,
abril de 944
nmero 34
5
M
* R I
O .
*
D E L
P A N O R A M A I N T E R N A C I O N A L
KARL
BROWDER:
Fortalezcamos la Unidad Nacional
E N E L
A N I V E R S A R I O
D E L A
R E P B L I C A E S P A O L A
'NTON1Q G U A R D l O L A i
E l
pueblo espaol reclama
la
ayuda
A t
Amrica.
.L l a m a m i e n t o
l anzado por la
Junta
Supie.
ma de Unin Nac iona l ,
T R I B U N A D E L
P A R T I D O N I C O
V AL O GO NZ LE Z : '
Part ido nico
y su
fo rmacin
a
travii
de las luchas
obreras.
L L U C H A DE L C L A S E
OBRER
C O N T R A EL F A S E I S M O
4. D ANI LO y i
El papel de los
(sindicato
'
D E L T E S O R O M A R X I S T A - L E N I N I S T f e
'pn .hombre notable del Estado Sovit ico: Y a k o v Sverdlov.;
llf.
SORKlfH
M a r x
y la
C o m u na
d Par*
D O C U M E N T O S P O L T I C O S
C.
C.DEL P. C. DE
CHIL& Ganar los municipios
para
la democracl:.,
el
b ienestar
y el
p rog reso comunal .
D os resoluciones de la Com isin Pol t ica
del
Par t ido Comunis ta .
Sobre
el
reconocimiento
de l
gobierno
de
Farrell.Pern por el gobierno
chileno.
Sobre
la
ayuda
al
pueblo espaol.
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
3/26
FortStezcamos la Unidad
Nacional
P o r EARL
BROWDER
P O R U N R P I D O TRIUNFO SOBRE E L E J E , P O R U N A P OL T I C A V I C T O R I O S A
P A R A A Y U D A R A
G A N A R
LA
G U E R R A
A
T R A V S
D E L A S
E L E C C I O N E S
D E
1944.
POR UN
M U N D O
OR
D E N A D O
DE POSTGUERRA
( T e x t o d e l i n f o r m e d e E a r l B r o w d e r a l
C . < u
i i s l P . C . Norteameri cano, e n
la r e u n i n de l 7- 9 de enero, r e a l i z a da en la c i u d a d de Nueva Y o r k )
C
UALQUIER
an l isis
real is ta
de los
problemas nacionales y
mundia les
de -
be comen zar y terminar hoy con una
apreciacin
de la
reunin
de
Teher n
de
Churchi l l , Stal in y Roosevel t y de las Con-
ferencias
aux i l i a r es r ea l i z adas
en El
Cairo
y Mosc. La respuesta a todos los dems
problemas depender, en l t im o
anlis is ,
del
juicio que se haga sobre la
C on f e r e nc ia
de
Tehern y sus consecuencias .
An t es de Teher n , el mun do en car aba do s
problemas
centrales
que no
haban s ido toda-
va contestados:
E r a posible
para Gran Bre-
taa,
la Unin Sovit ica y los EE.
UU .
di-
r igir toda la fuerza de su poder combinado
Contra el enemigo
princ ipa l ,
la
A l e m a n ia
nazi,
en una
coalicin
de
guerra total para
asegurar as la victor ia ms rpida y me-
ros costosa? Se desintegrar a esta coali-
cin, despus
de la
des t ruccin
de su ene-
migo comn, en f o r ma que cada uno de sus
in tegrantes
mar char a .por
su
lado, abr iendo
as , inmediatamente,
un
nuevo per odo
de
t rastornos revolucionarios y de guerras inter-
nac iona les que inevitablcmentee desemboca-
r an en una tercera guerra
mu n d i a l ?
En Tehern los tres di rigentes de las
tres
potencias han dado una respuesta clara y de-
f inida a
ambos interrogantes .
Ya que su de-
: laracin
es de una concis in que es la ca-
racters t ica de los ms g r an des documentos
de
la his tor ia, yo quiero ci tar el texto nte-
gro, Dice as:
'f A G I N A
DOS
Nosotros, el
Presidente
de los EE. UU.
de Amrica, el Primer Ministro de Gr an
Bretaa y el Premier de la Unin Sovitica,
nos
hemos reunido durante los
cuatro
das
recin pasados en esta capital de nuestro alia-
do
Tehern, y hemos m odelado y ratificado
nuestra'poltica comn.
Hemos
expresado la profunda -determina'
don de que nuestras naciones colaboren jun-
tas cu la (jucrra y en la paz que le seguir.
En lo que se
refiere
a la
guerra,
nuestros
consejeros militares se nos han unido en
esta
discusin
y
hemos
concertado
nuestros
esfuerzos
fiara la
destruccin total
de las
fuerzas alemanas. Hemos llegado
a un
com-
pleto acuerdo sobre el alcance y momento de
iniciar las operaciones que sern emprend'
das desde el
Este
y el Sur.
El
acuerdo comn
que aqu
hemos
alcanza-
do
garantiza
que la victoria ser
nuestra.
En lo que se refiere a la paz, estamos se-
guros que
nuestro
acuerdo
permitir
tina
pa z
duradera. Reconocemos
ampliamente
la su-
prema, responsabilidad que descansa sobre
nosotros. Con nuestros consejeros diplomti-
cos hemos estudiado los problemas del futu-
ro. Tratremos de obtener la cooperacin y
participacin
activa
de todas las naciones,
grandes y pequeas, cuyos
pueblos,
en su co-
razn, estn dedicados como nuestros propios
pueblos
a la
eliminacin
de la
tirana,
la es-
clavitud, opresin y la intolerancia.
Les daremos a bienvenida cuando . deseen.
'tnirr en la familia d fas "naciones
'demo'
crticas
del
mundo.
Ningn poder de la tierra podr impedir
que destruyamos a os ejrcitos alemanes en
tierra, a los submarinos en el mar y a
las
plantas blicas desde el aire.
Nuestros
ata-
ques
irn
implacablemente en
aumento.
En
esta amistosa conferencia miramos
con
confianza hacia el da en que todos los pue*
bhs del mundo puedan vivir su s vidas en for-
ma libre, sin ser alcanzados por la tirana,
de acuerdo con sus
diversos
deseos y
su
pro-
pia conciencia.
Hetnss
venido agu con esperanza y deter-
minacin. Por lo Menos, nuestros espritus y
nuestros propsitos son francos."
Esto
es
todo.
V bastante para da r
respues-
ta a
las cuestiones principales
y
para
dar en
fer ina nU s realista ufia nueva perspectiva al
No hay ms que un camino para
compren-
der la
-declaracin d* Tehern. Y es el te-
nirla en su valor nohiinl. Signi fica lo que
textualmente dice y o
signif ica
ninguna cosa
ms. Todos los comentar is tas que han tra-
tid d desci frar
alguno*
misterios o signi-
ficados
secretos y escondidos detrs de las
palabras
abiertas y francas de la declaracin,
ha n marchado como consecuencia, de
c on f u -
sin
i confusin y d
disparate
en
disparat.
S pueden sacar p ro fu n d a s conclusiones de la
declaracin,
pero
solamente a condicin de
qu
par amos
incues t ionablemente
d la pre-
misa
d que las pa labras s ignif ican lo qu e
rMnf dicen*
LA
G A R A N T A
D E L A
V I C T O R I A
M I L I T AR
E
L completo acuerdo sobre el alcance
>
la
f e c ha de las
operaciones mil i tares
desde el ste, Oeste y el Sur, logrado
entre el Alto Comando de los tres grandes
aliados, ha
s ido interpretado
p ro f und a m e n t e
por todas las personas ser ias , como la nica
garanta de la victor ia. Los nazis haban
comprendido cot
mucha anticipacin
q ue
esto
signif icara
la sentencia de muerte del Tercer
Reich. De la nica cosa que no estaban
se-
gurbs era de s i es te acuerdo
poda
ser
alcan-
zado. Los r tzi basaban todas sus esperanz as
en
Que
l acuerd Ddra ser obstruido or
las diferencias existentes entr sus enemigos,
es t imuladas
y avivadas por sus amigos en
el
inter ior
de
Gran Bretaa
y EE. UU. Por
su
par te, todos los anti fascis tas dedicaban todot
sus esfuerzos, de palabra y de hecho, * con-
tribuir en todo lo posible a que este acuerda
se transformara en real idad. Esto fu e logra-
do en Teherm
Por
la naturaleza misma de las cosas,
loi
detalles
de
este acuerdo sern conocidos
so*
lamente cuando los hechos losApongan en evi'
dencia. Pana la gente extraa al comando mi
litar activo, la nica cosa que importa es
existencia
de
dicho acuerdo. Producido este
acuerdo, ninguno de nosotros tiene reservat
contra el lema, "dejmoselo a los expertos",
al cual nos oponamos cuando era utilizado,
ms para obstaculizar el acuerdo qu e par
concertarlo y e jecutarlo.
Pero la
garanta
de la
victor ia,
no es, sin
embargo,
la victoria
mi s ma .
La garanta
s*
real iza solamente en la batal la, y para los
EE. UU.
la
1
lucha ser ia, en gran escala, est
solamente comenzando ahora . Solamentt
ahora el pueblo americano comienza a pagar
el precio de la victoria en listas de baja
de muertos, heridos
y
pr is ioneros
que excede-
rn nuestro desangre normal de t iempo
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
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/A
MOVILIZACIN
T O T AL D fe
N U E S T R O S A L I A D O S
i
C
ONSECUENTE con' este completo
acuerdo sobre
el
empleo
de las princi-
pales fuerzas mi l i tares de los tres
"grandes
aliados, se ha iniciado por fin el
proceso de movi l izacin de nuestros otros
liados para la lucha por las tareas
conjtsn-
tas de la coalicin. La lnea poltica adoptada
Se puede apreciar
por las
declaraciones sobre
Austria e Ita lia hechas en la Conferencia de
Mosc,
y por los actuales pasos que se estn
'dando en apoyo del Gobierno del Mariscal
[Tito e Ivan Ribar en Yugoeslavia.
Yo no
repetir
aqu las extensas discusio-
tos
en
que nos hemos embarcado sobre estos
problemas
durante el l t imo ao y medio.
Sobre ellos ha in formado to talmente nuestra
propia
prensa. Los
acontecimientos
se han
encargado de demostrar nues t ra jus teza en
toda la discusin. Lo nico lamentable es que
slo mu y
pocos
de
aquellos
qu e ahora ven
la verdad sobre Yugoeslavia, tienen concien-
cia de que
nicamente
su
mortal preju icio
an -
t icomunis ta
los
ceg
po r
tanto tiempo,
impi"
dindoles ver la
verdad.
Hay una excesiva demora en poner en
eje-
ucin la
poltica trazada sobre Italia.
Es ta
demora resulta costosa en sent ido mi l i tar, ya
que
provoca la prdida de muchas v idas
americanas.
En mi reciente discurso en la
U nin
de los Obreros del Cobre, seal qu e
si preju icio ant icomunis ta
de la
pandi l la
An -
tonini-Pope,
ejercida sobre C arlos Polet t i
(ofic ia l americano
de
graduacin
A,
M . - G . ) ,
era indudablemente responsable de esta de-
mora. En in ters de un mayor esclarecimien-
to,
debo ahora
agregar que mster
Polet t i ,
no
es el
tns alto
o f i c i a l
del A. M. G. en
I ta l ia
y que su J e f e es un britnico, Lord Remiel
de Rodd.
N o
estar a
de ms que hiciramos saber de
paso, que este Lord
Rennel l
de Rodd,
princ i-
pal responsable de la triste hoja de servicio
del A. M. G. en
I ta l ia , t iene
las ms
n t imas
conexiones con la v ieja camari l la de
Cl ive-
den
y el movimiento de Oxford, notoriamente
pro
hit l e riano.
Su
h i j o
es
casado con Na n c y
Fr eeman Mit ford, hermana de U n i t y Free-
ma n
Mit ford, la que emigr a Alemania para
v iv i r cerca de su dolo , Hi t ler, y que se
d i s -
par un t i ro cuando f u e despedida por su
Fuehr c r . Una segunda hermana es la esposa
del
seor
O s wa l d
Moslcy,
el j e f e del
fasc is -
mo bri tn ico , cuya reciente l ibertad de su
FAGINA CUATRO
conf inamiento na levantado un a gran tormn-
ta en
Ingla terra . Este
Lord Rennell est en
estrecho contacto con los crculos polacos
antisoviticos de Londres. El ardor de todo
este crculo
en la
guerra contra
Hitler ,
puede
ser apreciado por su actual consigna:
"El
nazismo s slo una plida copia del bolche-
vismo".
Es
claro
que con
hombres como stos
en
situacin
de
determinar
la
aplicacin
de la
poltica,
no
tendremos xi to
en la
movi l iza-
cin
de
nues t ros al iados
y de los
aliados po-
tenciales enEuropa. En cada pas de Europa,
la movi l izacin del pueblo contra
H i t l e r
re-
quiere un frente nico Qu e incluye a los co-
munistas, segn el modelo del Gobierno
y
del ejrcito
de
liberacin yugoeslavos. Hom-
bres como Lord Rennel l
de
Rodd. cue necesi-
ta la
aplicacin
de
sales
pa r a
.no
desmayarse
cada
vez que se
menciona
la
palabra comu-
nista en su aresencia.
s on '
totalme nte inca pa-
ces de aplicar las decisiones de las conferen-
cias
de
Mosc
y Tehern.
La rapidez con que
est
siendo esclarecida
la situac in yugoes lava en estos das, deba
servi r para da r n os
v
la esperanza de que este
mismo progreso
ser
alcanzado
en
todas
car-
tes. La c a ma r i l l a de los Lords de Cliveden y
de
los grupos Antonin i -Pope en Amrica no
pueden frenar
por ms
t iempo
la
completa
aplicacin
de los principios contenidos en la
C onf e r e nc ia
de Tehern , que es la nica for-
ma de m ov i l i za r a
nues t ros al iados para
la
guerra to tal contra el h i t lerismo.
La '
declaracin sobre la conferenc ia rie '
Cai ro ,
f i r m a d a po r
Roosevel t , Churchi l l
y
Chiang-Kai-Shek, es un claro esbozo de
los
objet ivos mi l i tares contra el J ap n y del ca-
pel reservado a China en el mundo de
post-,
guerra. Es te es un hecho de una importancia
f und a m e n t a l y est llamado a ir muy lejos,
en lo que se refiere a la adopcin de una
es t rategia pol t ica as it ica, paralelamente
a.
la de Europa. Sin embargo, no hay todava
ningn
indicio of icia ,
de que se haya or-
cido alguna ayuda di recta para resolver la
cris is in terna de China, que amenaza con
grandes desastres a la causa aliada en el
Lejano Oriente.
Cu a n p r o f u n d a
y
a me n a z a n t e
es la
cnsii
en el in terior de China , ha s ido revelado pp r
primera vez
en los documentos
publ icados
en
el
l t i mo n me ro del "The C om un is t " . N ue s -
t ra dip lomacia t rad ic iona l ha cons iderado que
es to debiera ser ocul tado por la censura de
guerra, de suerte que la nica manera con
que
nacemos irente*"S
un a
amenaza
tan ie*
r r ible
para
las
vidas
americanas , es
la
pol-
tica de l aves t ruz de enterrar nues t ra cabeza
en la arena. (Entre
parntes is , autoridadei
en la materia n iegan que el aves t ruz sea tan
es tpido para hacer frente a una amenaza ta-
pndose los o jos ; esta historia
fu e
inven-
tada
po r
hombres
a
quienes
no
agradaba pre-
sentar a la
humanidad como
el
nico ejem
po de tal es tupidez). Durante aos he estado
l lamando la
atencin pb'lica hacia este
ver*
gonzoso espectculo en el
Lejano
Oriente .
Pe r sona s autorizadas como Edgar S n ow ,
Agnes Smedley y el Coronel Carlsone haa
hecho
mucha
luz
sobre
el
part icular
en
n u m e '
rosos
l ibros de gran ci rculacin . Ya pasaron
los t iempos en que un asunto de tal naturaleza
poda se r
dejado marchar
a la
deriva hacia
el
desas t re
seguro.
Es
obligacin
de l
.Gobier-
no de los EE.
UU.
establecer repr esentaci n
consular y mi l i tar en las regiones fronterizas
autnomas del Noroeste de China, cuyos
ejrcitos soportan la mi tad de la
carga
mil i-
tar en la guerra contra Japn en terri torio
chino; asegurar
que una part ic ipacin
pro-
porcional
de la
ayuda americana
de
pres ta
mos
y arriendos
llegue
a
aquellos
e j rc i t o s ;
y emprender , en el espri tu de la Car ta del
Atlntico, la
ayuda
al
rgimen
de Chung-
King,
para
evitar la a me n a z a de una guerra
civi l en China.
Es una clara seaj de pel igro el que en los
iiomentos en que el Eje est siendo conte-
nido
y
empujado
hacia a trs co n
fuertes pr=
didas en Asia y en Europa, haya podido, sin
embargo,
real izar dos descarados avances en
el
Hemis ferio Occidental .
A la
dictadura
mi -
litar
de Ramrez en Argent ina, ha seguido
Un golpe s imi larmente inspi rado y organiza-
do en Bol iv ia . Pos teriormente se ha sabido
que los agentes bolivianos de la conspiracin
mil i tar pro fascis ta que han tomado el po -
der, es taban t rabajando desde hace-mucho
t iempo dentro
de las
agencias
del
Gobierno
de los EE.
UU.,
y que gozaban de la con-
fianza de los ms altos crculos de este pas.
Todo
lo que se les exiga para conquistar su
en t r ada en los crculos- oficales ms confi -
denciales , era demostrar sus preju icios ant i -
comunistas. Al mismo t iempo poderosas fuer-
zas en las EE. UU. es tn ins t igando
abier ta-
mente y respaldando el movimiento sinarquis-
ta en Mxico, movimiento pro-Eje y anti-
Naciones Unidas ,
s in el menor
reproche
e
impedimento de nues t ro ,Gobierno. El se rvic io
xterior de los EE. UU. est plagado de
-
esar
ms
a-K S ^
v s s u s s
'
s
a
agente actual
o
potencial
de
v
Hitler .
De
este
modo
se
p e r f i l a
un
pel igro
en
relacin
con la
A m r i c a Latina, s imi lar
a
loi
de
China,
L A V I C T O R I A S O B R E HITLER
EN 1944
L' General Eisenhower , comandanta
de
las
fu e rz a s anglo
-norteamericanaf
en ia
prxima invas in
de la
Eu ro -
pa Occidental, ha dado oficialmente la pers=
pectiva de la
v ictoria
sobre el h i t lerismo
ea
este
a o
de 1944.
La s g igantescas v ictorias alcanzadas ya por
los
ejrci tos ro jos ,
las
heroicas hazaas
de las
f ue r za s del Mariscal
Ti to
gri los Balcanes,
las pos iciones conquis tadas por las
f ue r za s
anglo-norteamericanas
en el
Medi terrneo,
la
ruptura del b loqueo submarino en el At lnt ico
y
la aplas tante acumulacin de materiales de
guer r a
en los EE. UU. * I n g l a t e r r a , eontri=
buyen
a
crear
un
clima,
en el
cual
los
oficia-
les
y
t ropas anglo-norteamericanas pueden
juiciosa y realmente f i j a r s e como meta la vie
tor ia
para este ao.
Pero
las
fuerzas mi l i tares pueden real iza?
los planes m s realistas, slo s i es tn slida '
mente respaldadas por
el
frente in terior en
eada
pas
y si la
coalicin
de
naciones
est
sl idamente unida en un
todo,
No obtante quedan serios peligros en estos
campos ,
a los
cuales propongo
qu e
di ri jamos
nuestra atencin en seguidas
LA EXTENSIN D E L A C O A L I C I N
D E L A U N I D A D A L
P E R I O D O
D E L A P O S TG U E R R A
C
H U R C H I L L ,
Stal in
y
Roosevelr
ex-
presaron en Tehern su determinacin
de
" t rabajar juntos en la guerra y
en
la paz que la seguir"
,
No es una casualidad que se hayan r e f e r i -
do as a la guerra y a la paz en una misma
f r a s e .
El lo
r e f l e j a las
insuperables
d i icur*
tades de sobrel levar una guerra conjunta ,
sin
tener una perspect iva conjunta sobre la paz
que vendr a cont inuacin y la imposibil idad
de toda perspect iva para
una
larga paz,
a me-
nos que la guerra sea realizada en conjunto
y ganada en c on j un t o ,
Am';as fases de esta dec - iac in
d.l.en
ser
t o ma d a s
con i g u i ' . I s;r s::
. .
l' o
i,r/.Ln'c.?
aceptar
una y
rechazar
a
oa'a.
Las dos
c i s
P A G I N A
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
5/26
uidas
por su naturaleza misma como
ios
hermanos siameses, quienes correran el pe-
l igro
de una
muerte imediata,
si se
les
se-
parara.
Cu a n d o
Churchil l , Stal in
y Roosevelt
pueden
decir que "han examinado los proble-
mas del fu turo" , y que "estamos seguros que
nuestra armona har posible
una paz
durade-
ra"; cuando ofrecen una perspectiva de un
f u t u r o que "desterrar el f lagelo y el terror
de la guerra por muchas generaciones", po -
demos estar seguros de que estos tres hombres
han encontrado el camino, para el cual co-
mo
realistas esperan ganar
no
solamente
a la
gran mayora
de su
propio pueblo, sino
a U "aplastante masa
de los
pueblos
del
mun-
do". Ellos no estaban jugando co n f rases di-
plomticas. Estaban proyectando un a
poltita
prctica .
Las dif icultades que exis t an en el cam-
bio de tales acuerdos, no eran secretas. To -
do l mundo pensante saba que exis t an. Y
sabiendo esto, podemos empezar
a
formular
para
nosotros mismos,
en una
escala mucho
m s
amplia
que la que nos dan los
comunica-
dos oficiales, el carcter de la poltica co-
m n ,
de la armona que
ha
comenzado en
Tehern.
No obstante, estas d if icul tades fueron
eficaces
en Tehern al proporcionar moti-
vos para un acuerdo en el perodo de la
post-
guerra, tan imprescindible como el motivo
par un acuerdo sobre la necesidad de librar
1a guerra en conjunto.
As
como
la
consideracin predominante
para un a coa l ic in de guerra contra el hi t le-
rismo, es la
al ternat iva
de un
mundo domi-
nado por
Hit ler ,
lo cual
signif ica
la ext in-
cin de la c ivil izac in para las generaciones
f u t u r a s , as
t ambi n
se
debe reconocer
que
la coalicin para la paz, despus de que
*1 hit l e rismo haya s ido destruido, es igual-
mente necesar ia, pues sin ella la al ternat iva
ser
el rstallido de
guerras
civiles
sobre vas-
tas reas , culminando
f i n a l
e inevi tablemen- '
te en una nueva guerra mundial entre las na -
ciones.
Aquellos que han dicho
fest ivamente ,
que fu e
H i t l e r
quien forj l a
coalicin an-
glo-sovit ico-americana,
pero que,
tan
pronto
como se t e rmine con Hit ler la coalicin se
despedazar de la
noche
a la
ma an a ,
no son
Blas
que pensadores
superf iciales
que subest i-
man la profundidad de la cr is is mundial que
estamos viviendo.
De l
mismo modo subest i-
man, tambirt,
el grado de efect iva com-
prensin alcanzada por la humanidad. Roo-
sevelt, Stalin y Churchil l fueron en Tehern,
los representantes de la comprensin colecti-
va de la humanid ad encarando la amenaza de
la suprema
cats t rofe
de la historia y su
reso-
lucin de evi tar la,
{Cules eran las
d i f i c u l t a d e s
que se opo-
nan a la armona?
En
pr imer lugar, estn
las
diferencias
exis tentes entre los sectores socialistas y ca-
pitalistas
de la
coalicin
antihi t ler iana. Ca*
da uno de estos
sectores
se
sentira
fel iz si
el resto del mundo estuviera conformado del
modo ms
cercano
a su propia imagen. Lo s
crculos
dir igentes
de
Gran Bretaa
y
Nor-
teamrica han crecido en un ambiente de U*
mo r
y odio a la revolucin socialista encar-
nada en la Unin Sovitica, y hacia
todo
lo
que remotame nte estuvier a, a su juicio, aso-
ciado a ella. Fue ese p r o f un do e i r racional
temor, el que condujo
_
indudablemente a la
poltica
de
Munich,
que
f omen t
el
poder
de
Hi t l e r y que llev a Gran Bretaa y a Nor-
teamrica al borde de la destruccin. Por su
parte,
la
Unin Sovitica mantena fresca
en
su memoria la hostilidad universal del mundo
capitalista, las invasiones armadas para
derri-
barla, las reiteradas conspiraciones para so-
cavarla desde dentro
y
f inalmente,
la incita-
cin de Munich a Hit ler para invadir la, le
que
f ina lmente
tuvo lugar en j un i o
de
1941.
Estas
viejas host i l idades
y suspicacial
ten an que ser vencidas como condicin pre-
via
para la armona de Tehern.
Los crculos dir igentes br i tnicos y nor-
teamericanos
tenan que convencerse que de
esta guerra
en
con j un t o
con la
Unin Sovi-
tica, no
resultar a
la
extensin
del
sistema
so-
cialista
sovit ico
a la
Europa Occidental
ba-
jo el estmulo de los victoriosos ejrcitos
ro-
j os . Los hombres que determinan
la
poltica
sovit ica
tenan que convencerse de que los
c rculos
capital is tas occidentales haban
aprendido por fin que la
Unin Sovitie
exis te
y
continuar existiendo,
ya que
cual-
quier
host i l idad contra el la t raer
solamente
desastres , tanto para los ctir.o para el resto
del mundo. Sobre esta base, ambas
par tea
podan ponerse de acuerdo en todos los pro-
blemas que deban ser resueltos por la Con-
fe renc ia en
f o r ma
que no
hubiera necesidad
de recurr ir al arbi tr io de la guerra, ni inme-
diata ni
u l t e r i o rme n t e .
Es
claro
qu e
cuando Roosevelt, Churchill
y Staliti suscribieron tales acuerdos bsico*
en Tehern, ataban actuando, na folamentfl
egri sus
convicciones
personales, sino que
hablaban
tanto en nombre de una creciente
mayora de sus propios pases, como del res-
to del mun do .
Capital ismo y Social ismo han empezado
a
encontrar
el
camino para
la
co-exis tencia
y colaboracin
p a c f i c a
en un mismo mundo.
Pero estos acuerdos generales deben re-
velarse
prct icamente,
no slo en la conduc-
cin de la lucha mil it a r , s ino comenzando a
da r f o rm a al
mun do
d e
p o s t g u e r ra
qu e
emer -
ger
de
el la. Tales acuerdos comienzan
a.
*omar su
f o r m a
en los
ejemplos
de
Ita lia
y
Y ugoes l av i a .
Ellos mantienen durante el per odo de la
guerra
el
principio bsico
de la
propiedad pr i-
vada, las bases del capital ismo, ahuyentando
s
los temores de los crculos dir igentes br i-
tnicos
y
americanos; l iberan
las fuerzas
revolucionarias de los '.pueblos demo crticos
y barren con todas las formas del absolut is-
mo, ahuyentando as la ansiedad de los gober-
nantes soviticos de una posible reaparicin
de las viejas fuerz as antisovit icas . Ellos
mant ienen
para esta nacin el derecho funda-
mental
de
determinar
por s
misma, dentro
de esta estructura, la forma de gobierno y
organizacin
social que desee, sin nin gun a
pres in
ex t e r i o r .
Esta amplia y clara politic, con j un -
ta en
relacin
a
Europa , lleva consigo
la
obligacin conjunta de ejercer toda su in-
f luenc ia
para reducir al mnimo, y si es po-
sible
el iminar el uso de la lucha violenta para
el
arreglo
de los
problemas internos,
con
excepcin de la derrota de las f ue r za s del
Eje y sus
Quisl ings.
Un
.amplio campo
de-
mocrtico que incluya a todos los
ant ifasc is-
tas debe establecerse en cada pais, dentr o
del
cual deben determii.arse todas las rela-
ciones . y
solucionarse todos
los
problemas
por medio de la libre discusin-, la libre aso-
ciacin
pol t ica
y el
s u f r ag i o
Universa l . .
Ta l
campo democrt ico debe incluir
necesaria-
mente
a los
comunistas,
y
esto debe
ser
subrayado porque en Norteamrica todava
es
discuti do por muchos q ue se llaman a s
mismos
"l iberales
avan zados " .
Parte esencial de un programa general
para un mundo pacf ico de postguerra, es el
logro
de la
unidad obrera continental .
El
Congreso de los Trade Unions br i tnico ha
tomado una
iniciativa
con este objeto al lla-
mar a un Congreso Internacional de traba-
jadores
que debe real izarse en Londres en ju-
nio prx im o. La aplastante mayora del mo-
vimiento
obrero
de" las Naciones
Unidas Ka
aprobado
este llamado. Solamente la Direc-
cin
de la
Federacin Americana
de l Traba-
jo, a
travs
de
M at t hew Woll,
se ha
pronun
ciado contra l. Wol l y sus
amigos
han sida
justamente censurados por los pr incipales vo-
ceros del
movimiento obrero br i tnico. Es
di
esperar que la intel igente y patr it ica mayo-
r a de la Direccin de la Federacin A m e r i -
cana
de l
Trabajo,
qu e
recibir seguramente
el
apoyo de la
may or a
de sus a fil iados, si se
.di rigen a ella, obligar a cambiar la actitud
a estos
dirigente
reaccionar ios . Los Sindi-
catos soviticos
ya no
podrn seguir s iendo
excluidos del movimiento obrero internado,
nal. Wol l pretende desempear el rol del Rey
Canuto ,
demasiado tarde en la his tor ia pa ra
que pueda tener x i to . Lo nico que puede
conseguir
es el
ais lamiento
de la F. A. del T,
en
vez del ais lam iento de los
sindica tos so-
vit icos.
Tal es el esbozo del conte nido poltica y
social de la poltica conjunta sobre la cual es-
t basada la promesa de un mundo de
post-
guerra, en el que la cooperacin
anglo-sovi-
t ico-alher icana ser continuada y en el cual
se organizar la gran
famil ia
de las Naciones
Democrt icas del mundo, l ibres y amantes de
la paz.
Esta es una
poltica
qu e
corresponde
a
los
in tereses
nacionales
de
todos
los
pueblos,
g ra n d e s o pequeos. No hay otra al ternat iva
que
se
oponga
a
est pol t ica,
a no ser la al-
ternat iva de la
anarqua internacional .
Esta es la salida suprema que se presenta
al mundo de hoy.
Por o
contra
la
declaracin
de la
Confe-
rencia de Te he r n , es la barrera Q ue separa a
"las ovejas de los chivos", la posicin que
determina todos los untamientos sol t icos de
ahora en
adelante,
hasta que la
poltica
all
enunciada hava s ido real izada completamente
en la
guerra
y en la
paz. Ella
es,
tambin,
la d ife renc iac in
dominante
en los EE. UU.
para
las
elecciones
de 194
III
LA U N ID A D
N A C I O N A L
EN L O SPE-
R I O D O S D E
G U E R R A
Y POST
G U E R R A
L
A
unidad nacional
en los EE.
UU.
para
la
exi tosa prosecucin
de la
gue-
rra, es t s iendo ms ser iamente amena-
zada, precisamente en los momentos en que
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
6/26
m M necesita, en los momentos en que las
fuerzas
angloamericanas estn
preparando el
golpe supremo para la invasin de la E uropa
Occidenta l . Justamente ,
en
estos m om e n t os
s e,
ha desencadenado un a mare jada de luchas in-
testinas
en el
pas,
que se
extienden desde
los
notins raciales a las provocac iones
hue l gu s -
ticas,
desde
la
abie rta agitac in derrot ista ,
a
la ms irresponsable campaa por la,s elec-
ciones
de 1944.
El punto m s dbil de nues t ra unidad na -
cional de.
t iempo
de
guerra , es
la
c reenc ia
am -
pl iamente d ifundida de que inevitablem ente
en el momento de la victoria sobre Hit l e r se
desatarn
simul tneamente todos
los
conf lictos
internos
que haban sido de jados en suspenso
por la guerra..L a fa l t a de una perspec t iva
clara de
unidad
nacional, en el
perodo
de
post -
guerra,
sirve
as
para mantener
la ms
gran-
de tensin sobre la unidad nac iona l de t i e m -
po de guerra. Esto es
verdad,
espec ia lmente
cuando se ha
d icho
autorizadamente
en
el
pas
que la vic toria se obtendr en
1944,
lo
que quiere decir que se destapar la olla de
todas las luchas intest inas en los prx imos
Ineses;
casi todo el m und o , an aque l los qu e
se
oponen
a una tal
perspec t iva , empiez; in
a
ser. t irse empujados
a
prepararse
para el es -
tallido de toda suerte de conf lictos de clases,
de sectores, de g rupos y de
individuos ,
que ha-
ban sido pospuestos en consideracin a la
guerra. Esta
situac in proporc iona
la
opor t u -
nidad para
el
pe l igroso t raba jo
de los
amigos
y
agentes secretos
de Hitler en el
in t e r io r
de
Jos
EE . U U .
Ant ic ipndonos a una t emprana vic toria , l a
estamos perjudicando
de
esta
mulera muy se-
riamente.
La ms grande cont ribuc in que se podra
preMar a l a
un id a d na c iona l
de
t iempos
de
g u e r ra ,
sera
la de
establecer se riamente
la
perspec t iva de que esta unidad
continuar
en
el .perodo de postguerra y que no esta l l a r
un caos de luchas intest inas en e l momento
en que cesen las hostilidades.
A
continuacin,
la
presunc in
del es tall ido
de un nme ro, il imitado de confl ic to s inte r-
nos, amenaza d e s t r u i r , t ambin, l a perspec t i-
va de la unidad inte rnac iona l establec ida en
Tehern. Si deseamos apoyar y l l evar a la
prc t ica la perspec t iva de Tehern, debemos
encont ra r e l camino de reduc ir a l mnimo,
.d e colocar l mites def inidos , a es tall ido de
comlietos provocados por d i f e r e nc i a s in t e r -
nas en
perodo
de
pos t gue r r a .
La
perspec-
tiva
de un
caes in terno
en los EE. UU. es
PAGINA
OCHO,
incompat ible
con la
perspec t iva
de un
orden
inte rnac iona l .
Estas dos considerac iones bsicas son su-
f icientes
para
de te rminar l a suprema respon-
sabilidad que recae sobre todos los que apo-
yan la
pol t ica
de
Tehern,
de
t r a ba j a r
por
un a tal poltica en el interior del pas, que
nos conducir , , y da una promesa rea l ista de
ello, hacia
la
c on t inua c in
de la
un id a d
na -
c icna l
en el
perodo
de postguerra por un
gra n nm e ro de aos.
Esta
es, c ie rtamente , una meta dif ci l de
a lcanzar.
Hay en
nuest ro pa s
un a
c rec iente
acumulac in de luchas, cont radicc iones, con-
f l ictos ,
antagonismos y problemas sin resol -
ver, que si no ex iste una c la ra pol t ica
diri-
gida a cont rola r y mejorar esta situac in,
una pol t ica que cuente con una e fec t iva ma-
yora de l pa s f irme men te unid a en su
apoyo,
seguramente anular l as perspec t ivas de Te-
he r n
y nos
veremos abocados,
otra
vez,
de
cara
al
desast re .
D e be m os
e n c a ra r
todas estas d i f i c u l t a d e s
fma c a me n t e
d e n t ro
de un
comple to
rea l ismo.
Pero los buenos deseos y las ilusiones no nos
a y ud a r n
a s a l i r de este
grave
perodo de l a
historia .
Para e l l o ' d e be m os a f ron t a r l a s d i f i c u l t a -
de s
con la comple ta
d e t e rm ina c in
d e vencer-
las . No podemos tole ra r hoy ni l a ms l igera
t endenc ia hac ia e l derrot ismo, l a desespera-
cin o el
f a t a l i s m o ,
lodo lo que sea necesario para ganar la
g u e r ra en e l ms breve t iempo posible y p a ra
l og ra r
una paz
estable es decir , para l l evar
a l a .prc t ica l as dec isiones de
T e h e r n de-
be ser y ser
hecho. V
como esto incluye pri-
mero
un e
na d a
la
consolidacin
de la
unidad
n a c i o n a l
en
nue s t ro pa s
y su
prolongac in
para e l perodo de postguerra , esto, t ambin,
debe ser y ser realizado
LA PLANIFICACIN
D E POSTGUE-
RRA Y LA U N I D A D N A C I O N A L
E
N verano de 1942. escriba a nombre de
nue s t ro Pa r t i d o en mi l ibro "Vic toria
y Po s t g u e r ra " , lo siguiente con respec to
a
la p l a n i f i c a c i n
de
pos t gue r r a :
"/,n
victya
de
las Naciones Unidas
sobre
el
Lije,
nos
colocar
frente a frente a los
problemas
de la reorganizacin del
mundo
de postguerra.
Muchas
personas
y
organizaciones estn
reparando apresuradamente
proyectos
con
anticipacin. Este es mi pasatiempo en el _
cual yo no
puedo
participar. Yo no
tengo
proyectos
para el
mundo
de
postguerra."
Esta
pos ic in c on t ina pe r f e c t a m e n t e v -
lida hoy.
Nues t ro plan de postguerr a es l a unidad
nac iona l
para
la r e a l i za c in de las perspec t i-
vas aprobadas en Tehern .
La
unidad nac iona l
en los E. UU. no
pue-
'de ser
const ruida sobre
la
base
de
planes
preconcebidos, porque debe ser un compromi-
so ent re c lases, grupos y t endenc ias que to-
dava no se han puesto de acuerdo sobre l a
forma de un plan y los cua les solamente pue-
den
ponerse de acuerdo en la medida que su
unidad nac iona l tome forma paso a paso.
Aquel los que estn enamorados de l a plani-
f icacin
por su propio riesgo, estn t e rrible -
me n t e d isgustados con este planteamiento. Se
han incorporado con entusiasmo a lad ive r s in
he
m od a d e p l a n i f i c a rpara l a postguerra . Son
lo
m is m o
que
aquella buena esposa
que se
siente desnuda si no t iene un nuevo sombrero
a la moda . As sucede con nuest ros
p l a n i f i c a -
dores de
postguerra .
Un plan para los EE. UU. no puede ser de
n inguna
u t i l i d a d ,
si no logra demost ra r que
puede servir a l a unidad de una mayora e fec-
t iva del pueblo americano, encuadrando la
poltica
de
nuest ro pa s
en las
l neas
de la
C on f e r e nc ia d e T e h e r n .
El mayor pe l igro que encara nuest ro pa s
es
s um e rg i r s e
en una
t um ul t uos a
c o n f u s i n
de
planes
de las
f u e r z a s democr t icas progre-
sistas, mient ras que los reacc ionarios se ha-
l l a r n unidos en torno a un solo plan: "e l de
tomar e l poder en sus manos para desvia r a l
pa s de l camino de Tehern".
Ser
necesario que nos pongamos muy fir-
mes, i n f l e x i b l e s , a n t e la ins is tente demanda
dc >
que
e laboremos nosot ros t ambin planes
para l a postguerra . Debemos plantear unas
pocas cuest iones y ex igir respuestas c la ras so-
br e
ellas
a
todos
lo s
a s p i r a n t e s
a h.cer
pla -
nes para
Norteamrica
L a p r im e ra cuestin se r l a de preguntar-
les qu
clase
de EE. UU.
estn planeando.
U na N or t e a m r ic a socialis ta o c a p i t a l i s t a ?
Nadie puede acusarme de t ener a lgn
pre-
j u . c i o en favor de l capita l ismo, ya sea en EE .
UU. o en
a lguna o t ra parte .
Yo he
sido abo-
gado de l soc ia l ismo durante toda mi vida de
adul to, abogado de un soc ia l ismo para EE .
U U . E l Part ido Comunista es el nico
parti-
do del socialismo en este
oas.
Pero no tengo
'n inguna vac ilac in al declarar que euatquie?
plan
para
la
reconst rucc in
de
pos t gue r r a
en
EE. UU. que est basado en la int roducc in
del soc ia l ismo, const ituye en la prc t ica
un
repudio
a los obje t ivos de
u n i r
a la mayor
de la nac in t ras la pol t ica de
Tehern.
Es mi meditada opinin que el pueblo amt
r icano est
tan mal
preparado subje t ivamen
te para cua lquie r cambio profundo eij d iree
c in hac ia
el
soc ia l ismo,
que los
planes dS
postguerra que persigan ta l obje t ivo no ayu
daran a unir a l a nac in, sino que la d ivid i-
ran . Y es tos planes d ivid ir an y debil it a r an
prec isamente a l as f u e i z a s democr t icas y
progresistas, a l mismo t iempo, que unir an y
forta leceran a las f u e r z a s m s reacc ionarias
del
pas .
En la
prc t ica , ayudaran
a las
f u e r ,
za s
a n t i -T e he r n a t om a r el poder en loi
EE. UU.
Si l a unidad nac iona l de l periodo de gue*
rra
debe ser mantenida y an for talecida en
el periodo de postguerra , debemos
reconocer
entonces, que esto ex ige de los
i riarxis tas
en
EE. UU. la r e a i rm a c in de nue s t r a poltica
de guerra, en el sentido de no plantear la
s"a-
l ida de l soc ia l ismo en forma que pueda po
ne r en pe l igro o debil i tar la u n i d a d
nacional.
Esto no es una
cosa nueva
para nosotros.
Ya a
mediados
de
1942,
escrib :
Si los EE. UU.
afrontan
con xito la
duras pruebas
de esta
guerra
y aportan
sn
contribucin a lavictoria, es
casi
seguro qut
entrarn al mundo de la postguerra
como
el
ms
fuerte
pas capitalista y como el
centra
de gravedad de la poltica del sector cap"
talista
en
el mundo entero. EE. U U. tendr
que
jugar, por consiguiente, un rol
enorme"
mente importante en la familia de las
< J
dones.
El
problema
central
de es te mundo de
post*
guerra ser si la
colaboracin realizada
dw
rqnte la guerra
entre
las Naciones Unidas
puede
a 'no
ser continuada y ampliada
des'
pues
de la guerra para
resolver
colectivamen"
te
los
problemas
de la
reconstruccin
econ*
mica
y
poltica-del mundo.
De la respuesta
a esta
cuestin
depende toda
ulterior deter-
minacin sobre el
carcter
del mundo de la
pos tguerra^
Si las
Naciones Unidas, como
centro de
a
colaboracin
mundial, pueden
continuar y
ensanchar su
accin despus
de a guerra, es
posible
ofrecer a
perspectiva
realista de una
NUEVE
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
7/26
rpida cicatrizacin
d las terribles heridas
de la guerra y de un avance a grandes pa-
tos hada
la
consecucin
de la
meta delineada
tn la
Carta
del Atlntico, sobre el avance
econmico y cultural de os pueblos. Ser
posible, entonces, reducir al mnimum los le-
vantamientos y
guerras
civiles que son gene-
rados
en el curso de la guerra internacional
y que tendern a estallar en el momento de
fu terminacin; tambin
ser
posible,
enton-
tes,
encontrar al
(rada
mximo la formula
el desarrollo pacfico y ordenado de todas
lai naciones."
(Victoria y
Postguerra).
UB R E EMPRESA
Y
CAPITALISMO
Esta posible perspectiva es la misma que
ha s ido conf irma da en Tehern. Si creemos
que ella es real is ta y
posible
y nosotros
tenemos ahora el compromiso de Winston
Chrchil , Jos Stal in y Roosevel t
enton-
ces todos nuestros planes i rn directamente
hacia la real izacin de este t rabajo.
La situaci n en otros pases pu ede ser
cualquiera,
pero en los Estados Unidos esto
s ign i f i c a una
perspectiva,
en
el periodo
in-
mediato de postguerra, en cuanto se re fie 're
la expansin y aprovechamiento de la pro-
duccin
y la c on f i rm a c in de la
democracia
dentro del esqueleto del presente s is tema, y
no
una perspectiva
de
t rans icin hacia
el so-
cialismo.
i
Podemos e s fo rz a rn o s
po r
real izar
la
po-
ltica
de Tehern, o
bien
dedicarnos a la
ta -
rea de e m pu j a r
inmediatamente
a los EE. UU.
hacia el social ismo? Lgicamente, no pode-
mos
escoger ambas cosas
a la
vez.
La
pr imera poltica,
con
todas
sus d i f i c u l -
tades,
est
de finit ivamente
dentro del plano
de las posibilidad es reales. La seg unda, sera
ciertamente
dn.-losa, especialmente s i
recorda-
mo s que an el sector m s progresis ta de l
Innvimiento
de
trabajadores , es t
influenc ia -
do por el
capital ismo
y ni
siquie ra
es tan
vagamente social is ta como
el
Par t ido Labo-
r is ta br i tnico.
Sin embargo, la poltica de' los
marxis tas
en los EE. UU. es
encarar
con
todas
sus
con-
secuencias la perspectiva de una recons t ruc-
cin
capita l ist a en la
postguerra
en EE. UU.
y de
considerar todos
los
planes sobre
esta
base, para colaborar act ivamente con la ma-
yor a democrt ica progresis ta
del
pas
en una
unin
nacional
sufic ientemente amplia y e fec-
t iva , como para realizar la poltica de
Tehern.
L
OS crculos ms reaccionarios y pro
fasc istas en los EE. UU. han
enarbo-
lado la bandera de la "libre empresa"
en su lucha por el poder en las elecciones de
1944. Esperan
de
esta manera arrojar
la
con-
fusin
sobre
el
campo democrt ico'progresis-
ta, muchos de cuyos elementos toman al
ca-
pi tal i smo
como
equivalente
de la libre
em -
pesa.
Lo s marxis tas
no '
ayudarn a los reaccio-
narios oponiendo la consigna de la "libre em-
presa"
a ninguna
o t ra .
Si alguien desea
representar el sistema existente de
capita l is-
mo en EE. UU. como de "libre empresa",
nosotros
lo
aceptamos
y
declaramos f ranca-
mente
que estamos
listos para cooperar
a fin
de que este capital ismo trabaje ef icazmente
en el perodo de postguerra , con el mnimun
de
cargas posibles para
el
pueblo.
Nosotros
no venimos a establecer lneas divisionistas
en las elecciones de 1944 en ninguno de los
aspectos
de
"libre empresa".
Produce una par t icular confusin y por
lo tanto ayuda a los reaccionarios, el
p lan-
tear
el
nroblema ante
el
pas como
la
lucha
de la Doltica de Roosevelt versus "libre em-
presa". Esto sirve para oscurecer el hecho
central
de que
todas
las
tcticas
de
Roosevelt
han s ido encaminadas a la preservacin del
capi tal i smo ( l ibre empresa) ; en la prct ica
han robustecido al capital ismo, mientras la
poltica de sus oponentes reaccionarios lo ha-
br a conducido rpidamente a una cr is is tan
honda como
la de la
Administracin
Hoover.
Nunca ha habido nada de socialismo en la
poltica de Roosevelt y toda sugestin con-
traria, venga
de
dnde venga,
no
sirve
m s
que para fa l sif ica r el problema y confundir
los hechos. En realidad la poltica de
Roosevelt ha llevado al mnimo la interven-
cin del Estado en materias econmicas (ca-
pi tal ismo de Estado) a ese requisito, a ese
mnimum indispensable para conjurar cr is is
mayores y nunca ha presentado estas medi-
das en otra forma que como desgraciadas ne-
cesidades. En otras palabras, Roosevelt ni
ni-
quiera es
cap i t a l i s t a
de
Estado,
en
cualquier
sent ido programtico, sino al contrario, es ca"
pi tal i s ta de
"libre empresa",
a n
cuando esta
consigna expresa, no solamente oposicin al
socialismo, sino tambin oposicin hacia las
formas ms altas del capitalismo.
Es muy revelador anotar que los
crculo
conservadores ingleses, que por una dur* ne-
cesidad han
adoptado,
como una poltica
'd
largo alcance, grandes medidas
de
capitalis-
mo de Estado, han ido mucho ms all que
cualquiera de las medidas que jams haya
sugerido Roosevelt. M r. Erie Johnston, pre-
sidente de la Cmara de Comercio de los
EE. UU. y uno de los ms
vociferantes
campeones
de la
libre empresa,
en su
recien-
te
viaj
a
Inglaterra,
se
encontr
a s
mismo
frente a los grandes hombres de negocios
ingleses, en una
oposicin mucho
m s
aguda
que
f rente
a
Roosevelt,
en lo que a cuestiones
programticas se r e f i e r e . M r.
Johnston,
pa-
rece
considerar de hecho a los conservadores
ingleses
como terribles
"bolcheviques".
An bajo la terrible presin de la
guerra,
Roosevelt ha rehusado aplicar aquellas me -
didas de capitalismo de Estado, indispensables
para la
movilizacin econmica, llevada
al
mximo y
sugerida
por los
visionarios
re-
presentantes
del
capitalismo americano (pro-
yecto de
Tolan,
Kilgore y
Pepper,
de econo-
ma de
gue r ra ) .
Pref ir i dejar muchos de
estos problemas en el campo de la "libre em-
presa", lo que
significaba dejarlos
a la de-
cisin
de los 10 ms
grandes monopolios.
En vista de la incapacidad de Roosevelt
para asegurarse
un
apoyo
del
Congreso, debi-
do a su suave
"programa
de siete puntos"
contra la in flacin , por cuyo fracaso es prin-
cipalmente responsable de la crisis interna del
trabajo,
no
puede
uno
aseverar
que la
razn
de su oposicin al proyecto de Tolan, Kil-
gore
y
Pepper,
haya sido un a equivocacin,
.Probablemente
l
conoca mejor
que
nosotros
los peligros del desafecto capitalista hacia el
e s fu e rz o de guerra si sus prejuicios eran
desafiados an en sus
propios intereses.
Est perfectamente claro
que an un
pro-
grama de capital ismo de Estado sera resis-
, tido desesperadamente
por poderosos
crcu-
los en los EE. UU. Medidas tan elementales
como nacionalizacin de
bancos,
ferrocarr i-
les,
carbn
y acero, har an seguramente la
economa capitalista
m s
fuer te
y ms
capaz
de resolver sus problemas. Un programa que
favoreciera
tales medidas,
sin
embargo,
no
tendra ni an el apoyo unido del movimiento
de los trabajadores y mucho menos el de la
alta
y
media burguesa
en las
elecciones
de
1944.
Por
consiguiente,
no
debemos esperar
que tal programa sirva de vehculo par e l
vasto campo democrtico
en las
elecciones ci-
tadas
El
proyecto
de "libre
empresa"
no dar
forma de
ninguna manera a
la lucha por el
control de la
poltica
en EE. UU.
iai
elecciones parlamentarias y presidenciales.
MONOPOLIO Y L I B RE E M P R E S A
S
I es verdad, como yo mantengo, que la
mayora progresista democrtica en el
pas no puede ser unida y aglut inada
efect ivamente sobre
la
base
de un
rechazo
programtico de la "libre empresa", es tanr
bien igualmente cier to que no puede real izar-
se bajo la consigna del "antimonopolio"
y
contra "las grandes empresas", tratando glo-
balmente a los grandes
capi tal i s tas
co:no un
todo,
como enemigos
y
exigiendo que, even-
tualtnente, su
poder
sea
drst icamente
elimi-
nado
y quebrantado.
El capitalismo americano es el capitalismo
de
los
monopolios. Despus
de esta guerra
esta condicin
se
acentuar mucho ms.
La
conversin
de la
industr ia nor teamericana
co n f ines guerreros, ha reforzado enorme-
mente
la
posicin
de
g,v..*i*s fuerzas centra-
lizadas
del
capital,
3o ;**
const i tuye
un
mo
nopolio dentro de la economa nacional. Hoy,
al hablar ser iamente de f renos drst icos al
monopolio
del
capital, tratando
de quebran-
tar su poder e impon indolo s sobre el capital
monopolista contra su voluntad, es simple-
mente otra forma de proponer la inmediata
transicin al
social ismo o
sea, es la utopa
de volver a la etapa pro monopolista del
Es-
tado
capitalista.
La unidad nacional alrededor de un pro-
grama para romper el poder del monopolio
capi tal i s ta ,
es solamente posible cuando la
mayora del pueblo pueda unirse para el
esta-
blecimiento
del
social ismo
en EE. UU.
Esta
situacin no est madura an
para
las
elecciones
de
1944.
Ciertamente el juego sin restricciones de
las
tendencias
del
monopolio capitalista,
con
desastrosos res ultados , debe preven irse, y los
negocios pequeos deben ser protegidos, ayu-
dados
y con
probabilidades para desenvolver-
se.
Pero
las restricciones necesarias sobre el
monopolio debern ser aprobadas por una in-
mensa mayora y adoptadas con el acuerdo y
la
colaboracin
de, por lo
menos,
un a
parte
represe ntativa y decisiv a de la clase capita-
lista, de los grandes capitalistas, de Jos ms
inteligentes capitalistas monopolistas,
si se
quiere, que comprenden que los abusos sin
restriccin son peligrosos para todo su sis-
tema.
Los
marxistas deben
ser las
ltimas per*
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
8/26
fonas en l mundo que se engaen s\ mis-
Ras
con la retrica f a n f a r r o n a al estilo de
f ormait Thornas.
Cu a n d o nosotros ,
los ma r -
icistas, hablamos de romper el poder del mo -
nopol io capi tal i s ta , en tendemos colocar otro
poder
en su lugar.
Y s te puede
ser
solamen-
te
el poder
de la
clase t rabajadora unida bajo
un
programa
socialista,.
Cuando no tenemos tan seria y real is ta
perspect iva,
no nos contentamos con frases
es t ridentes , seudo revolucio narias que no t ie-
nen
otro
alcance que el t ransportarnos a un
sueo
pueril mundia l y nos priva de nues t ra
influenc ia en el mundo
real .
No hablemos
entonces de romper el monopol io capi tal i s ta
como programa
de
unin nacional
en EE. UTJ.
en 1944.
E S E L
C AP I T AL
MONOPOLISTA
UN A
M A S A R E A C C IO N A R I A ?
St
ha n
hecho
mu y
severas observaciones
Sobre un punto de
tni
discurso pronunciado
n
Bridge
Por t
tn d i c i e mb re 12. Pe rmi t i d me
Ci tar el p r r a f o *n cues t in y discut i r el
Broblema
en forma ms profunda. Deca
Vosotros tendremos qut estar preparados
fart rompef ton
cualquiera
que rehuse apo-
yar
Ji luchar por la
realizacin
del
acuerdo.
df
ehern
y a coalicin
anglo-sovitico-
ttorteamericant. Tintemos
que
estar prepara"
dos
tara freitar gyuda
y
confraternidad
a
cualquiera qut luchf por la realizacin de
tsa
coalicin.' Si J . D. Morgan apoya esa
foaliciH
y sigue la
lnea
marcada por ella,
yo eom
comunista, estoy preparado para
es*
trechar su mano y
unirme
a l para reali-
Sarla.
La
divisin
de
clases
y los
grupos i > o
lticos
no tienen importancia
ahora, excepta
'tn
el sentido de que reflejan un lado
otra
dt este asunto
Sin perder t iempo en escapatorias
intiles,
Explico
di rectamente
lo
inherente
al
pensa-
miento
expresado, a
saber,
que yo no
es taba
haciendo una abol icin verbal de las di feren-
cias de clases, sino que es taba rechazando la
Consigna
pol t ica "clase contra
clase" como
gua
de
al ineamiento para nues t ro
prx im o
perodo. Habl s imbl icamente de M r. M o r-
gan, anal izndolo como un representante de
Una clase
y no
como
un
individuo
a quiea
desconozco en ese sentido.
En mi opinin ste es el nico camino
acertado
para
el al ineamiento osltico dentro
di los EE. UU.
Tfimrei, y sobre todo,
elegiremos nuestros
asociados anal izando si es tn por o contra la
poltica
de Tehern y pesando la efect iv idad
de su
aporte
sin
cons iderar
las
d ife renc ias
d
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
9/26
Es
obvio
qu no
hab r di ferencias
insal-
vables de opinin en lo que se refiere al rol
de l Gobierno para abri r mercados ext ranje-
ros,
que son
indispensables
a la
indus t ria
y
la
agricul tura
en los EE. UU. Con
entera
Conciencia convenimos que el Gobierno no
debera
ir ms
all
en el
sentido
que lo que
los mismos exportadores capi tal i s tas exigen
pa ra
obtener sus pedidos y obtener el
pago
despus.
Respecto a la expans in de l mercado in te-
r ior, es un
tema
de
discus in mucho
m s
agudo. Suponiendo que el mercado interior
sea igual al ext ranjero en la capacidad para
absorber
los 85
billones
de
dlares adiciona-
les de las
mercaderas
en
t iempo
de
paz,
sto
s ign i f i c a doblar aproximadamente el actual
mercado in terno.
Es
claro
que por los
canales ordinarios
de
la
expans in indus t rial (u t i l i zacin
de los
24 billones de dlares representados en bo-
no s de guerra ,
obras pblicas, construcciones
de hogares , caminos ,
e tc .) ,
eso no podra con-
seguirse; ni tampoco co n nuevas invers iones
de capi tales en p lantas product ivas , las que
precisaran
de una
mayor expansin. Deben
encontrarse algunos medios ext raordinarios
pa ra doblar la capacidad adquis i t iva del mer-
cado
in terior
y
parece
que no hay otro
me -
dio de obtenerlo que doblando el
poder
adqui-
sitivo de l consumidor individual . Lo que de-
beinos hacer
en
este sentido
no lo suger ire-
mos en
esta ocasin. Esperamos suges t iones
de los capi tal i s tas , quienes debern encontrar
soluciones
en orden a mantener sus p lantas
en
actividad. Especialm ente, esperamos reco-
mendaciones prcticas, sugeridas por el
gran
movimiento obrero organizado.
Co n
respecto
al
grado
de
in tervencin
del
Gobierno para
g a ra n t i z a r
la completa oc\r
pacin y produccin, esto punto, el ms dis-
cut ido
de
todos, deber resolverse
de
alguna
manera dentro de la l nea de convenio
en
que
las
empresas privadas neces i ten
para
ponerse
a n ivel de l s tandard de 150 billones del in-
greso
a n u a l
de la
Nacin .
La
C on f e r e nc ia
de Tehern s lo ofrece la
promesa, s iempre que las prct icas sean
ampl iamente apl icadas , de real izar un progra-
ma econmico de unidad nacional .
Este
es
d i f c i l
de
llevar
a cabo, pero bien vale hacer
todos
los
es fuerzos para
lograr su
consecu-
cin.
Nosotros
los
comunis tas
no s
oponemos
a
permit i r un confl icto de clases en nues t ro
pt
cuando
la guerra
termin,
Si
esto suce-
de
to
ser
d nuestra responsabilidad,
sino
de
aquel los que no saben usar su poder en
pro de los intereses nacionales y que abando-
nan
la
nacin
en
beneficio
de su codicia,
LAS PRXIMA S E LECCIONES
P R E S I D E N C I A L E S
E
N
noviembre
de
este
ao el
pueblo
ser l lamado a elegir su Je fe Ejecu-
tivo por los cuatro aos siguientes. La
eleccin se veri ficar ent re los dos candida-
tos seleccionados por dos Convenciones
de-
signativas, conocidas por los nombres de Par-
tido Democrtico y Republ icano.
Ellos son
part idos , so lamente
en un senti-
do
legal
y
f o r m a l ;
no son
partidos
en
1 sen-
tido de representar pol t icas al ternat ivas b ien
definidas.
Son
coaliciones
de
intereses
loca-
les y
regionales
d
diversas tendencias del
pensamiento pol t ico y de pol t icas profes io-
nales,
de las
cuales
la
poltica nacional
y el
inters nacional se desprende como un camino
sinuoso, con mucha confusin y una mxima
dependenc ia
de la persona lidad que surge
como lder. Es un sistema
pecul iarment
arfte-
ricano,
sin
paralel
en
n inguna part del
mundo.
Q u i n
ser el
candidato
del Partido D
m cr a t a? Qu
pol t ica
representar ese
can-
didato?
Hay un
solo punto cierto al buscar
las
respues tas .
Este
punto es que seguramente la
Convencin Democrt ica des ignar nueva-
mente a Roosevelt,
si l
acepta
la
designa-
cin. Si el Pres idente rehusara, no hay la
menor seguridad d que el candidato repr-
sente la continuacin de la poltica d
Roosevelt. En el hecho, podra
ser
alguien
del tipo
del
senador Taft
o
Byrd,
por
e jem-
plo. Esta
es una
s i tuacin al tamente
i r ra-
cional. Pero
es la
real idad
con la que
debe-
mo s
tra tar .
En la sucesin de las directivas
del partido no existen seguridades
en
la
con-
iinuacin de la
pol t ica,
por el
contrario,
es
casi seguro que un cambio en la persona
re-
presentara un cambio en la
pol t ica.
El
Part ido Republ icano es igualmente
in
es table. Wendel l Wil lkie es uno d sus po-
sibles
candidatos. Sin embargo, su designa*
cin casi depende por completo de que su
oponente democrtico
sea
Roosevelt.
En l
momento en que la Convencin Republ icana
est segura de 'que Roosevel t no part ic ipa,
las pos ibi l idades de Wil lkie caeran vert ical -
fflente y los delegados republicanos elegiran
PAGINA CATORCE
un candidato fabricado
por la
mquina elec-
toral
de
alguien como Dewey
o
B r i c ke r .
Wil lkie es t t ratando desesperadamente de su
perar es te
handicap
en su contra por medio
de
discursos demaggicos ; es t cayendo en'
t re dos rocas; t ratando de i mi t a r al
Presi-
dente y de parecer al mismo t iempo como su
opositor.
Te nd r
necesariamente
que escoger
lo que va a
s e r ;
no
puede continuar siendo
las dos cosas a la vez.
Estos hechos revelan cuan oscura
se
pre-
senta la supues ta al ternat iva ent r Roosevel t
y Wil lkie y, por lo tan to , el ganar la conti-
nuidad de poltica con
el
cambio de part ido.
An admi tiendo, de -acuerdo con los
argu-
mentos (lo que est resul tando menos verda-
dero cada da)
qu e
Wil lkie aboga
por una po-
ltica
muy semejante a la de Roosevel t , si-
que siendo e fec t ivo que Wil lkie no puede
vencer en la Convencin Republ icana s i e l la
comprueba que puede elegi r o t ro candidato ,
lo que har, a menos qu e Roosevelt partici-
pe; y
Roosevel t
no
consent i r
en ser
candi-
dato
si no es respaldado por una gran
mayo-
ra que asegure su reeleccin, sin obl igarlo
a descuidar la guerra por la campaa electo-
ral .
En
ambos casos , Wil lkie est perdido.
Fu e el amplio reconocimiento de estos he-
chos
bsicos
lo que
orient
a un
amplio sec-
tor del mo vim iento obrero y a en 1943, a le-
vantar la demanda de que Roosevelt sea el
candidato de 1944.
La
Co n fe re n c i a
de
Tehern
ha
p ro f und i -
zado y ampl iado ms esa exigencia. No es
que la pol t ica de Tehern sea propiedad del
Partido Demcrata . No: es propiedad de la
Na c i n
y
todos
los que la
apoyan
se
bene-
f i c i a r n con ella. Pero a nadie escapa que
el h o mb re que jug un gran papel en la
real izacin conjunta de la Conferencia de
Tehern y que aport un
gran
e s f ue r zo para
que fuera un xi to , deber es tar ident i ficado
en la opinin pblica con el ms g'rande acn-
tec 'miento de la Nacin .
F-n
la sesin plenaria de
.nuestro
Co mi t
Nacional d junio l t imo, in form que:
"L a corrien te principal en el campo de-
rro t is ta se di rige a real izar una t rip le
divi-
i n .
en la eleccin, a fi n de negar mayora
a cualquier candidato y l levar la des ignacin
a la
C ma ra
de
R epresentantes,
que
est
con-
trolada
por una coalicin reaccionaria, ale-
jando as los Es tados de l Sur, (de "voto cen-
si tar io") , de
Roosevelt
o de su
candidato ,
1
para
oponer un candidato democrt ico rival
designado por la Convencin que d e j a r a a
Roosevel t fuera de la lucha en aquellos Es-
tados".
Mi in forme sobre la
exis tencia
de este plan
recibi pbl ica confi rmacin
a
t ravs
de uno
d sus
campeones ,
(un
senador
de
Carol ina
del Sur), en el
Senado har unas pocas
se-
manas . Cuando
me
r e f e r
a
este asunto,
era
sta
un a
inspiracin secreta, pero
verdadera-
mente pel igrosa que ya en el momento en
que el senador la levant abiertamente como
una amenaza, se haba t rans formado en un
pel igro cierto . No, el Sur no ya a separarse
del
Part ido Democrt ico
por la
abol ic in
del
voto cens i tario n i por la labor progres is ta de
Roosevelt. Tambin el Sur ha comenzado a
comprender que no puede vivirse en el. pa-
sado y que debe empezar a modernizarse y
a ponerse al mismo nivel de l resto de l pas.
Carol ina del Sur s igui a sus senadores en
la separacin que desencaden la guerra civ i l
de
1861, pero este Estado no seguir a sus
senadores en una nueva separacin en 1944.
No. Los
part idarios
del
voto cens i tario de*
bern encontrar nuevos caminos , ms ocul-
tos al pueblo , para poder cobrar esperanzas
y
seguir adelante
en su
sucia tarea
en la
fu-
t u r a eleccin presidencial.
Esencialmente el mismo signif icado prc-
tico tuvo el
e s f ue r zo
desplegado en 1943 para
dispersar
a un
sector del movimiento obrero
en un tercer "partido", que
fu e
llevado a cabo
para oponerse al e s f ue r zo de guerra por los
John Lewis , los t ro tskis tas y los social is tas
de N o r m a n Thomas .
Es ta
desviacin tambin
ha
s ido derrotada
gracias al buen sent ido de los t rabajadores
y
a la c a p a z j e fa t u ra de Phi l l ips
M u r r a y
y
Sydney
H u l m n .
Ahora, e l campo reaccionario y derrot is ta
no ha dejado n inguna t reta por real izar para
las elecciones de 1944,
en
las cuales esperan
a n
conseguir
el
poder; salvo luchas
por
con-
t ro lar
la
designacin en uno o ambos
par t i -
dos. Si Roosevel t les hace el ines t imable
a-
vo r
de
ret i rarse
del
campo, entonces
lo
reaccionarios y derrotistas vern aumentada*
sus
esperanzas
de
controlar
las
elecciones
en
ambos part idos .
En
este caso
el
pas tendr
que apres tarse verdaderamente para un mal
tiempo.
Si Roosevel t
es
f ina lmente convencido por
las exigencias del pueblo, contra sus propios
deseos de no presentarse nuevamente, la ni -
ca
e s p e ra n z a
de los
derrotistas estar
en el
Partido
Republ icano y an all, tendrn que
FAGINA QUINCE.
-
8/10/2019 PRINCIPIOS N34 - ABRIL DE 1944 - PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
10/26
enfrentarse con
la f i g u ra de Willki que o
C S
el
hombre
que
desean.
A D I S A L L EM A D E L N E W
D E A L
E
L Pres idente expres la profunda es -
t rategia
de la
unidad nacional , cuando
recientemente
declar a la prensa que
en su opin in el lema de "New Deal" para
caracterizar
a su
administ rac in debera
ser
reemplazado por algo ms actual como el de
"ganar
la
guerra".
El
vocero
de
la v ieja guardia republ icana
"Spangler"
inmediatamente sali a la pales-
t ra , demostrando as que
Rooseveh
estaba en
lo correcto. Spangler atac
f u r ios a m e n t e
esta, caracterizacin e ins is t i que el
Pa r -
t ido Republ icano seguira batal lando segn
los
vie jos
modelos en 1944 y que rehusaban
reconocer que
el
mundo haba cambiado por
completo.
La vie ja guardia social -demcrata aprove-
ch t ambin la ocasin para
ag r an dar
el abis -
mo
entre
ella y el Pres idente, abismo que ha
es tado cavando laboriosam ente en es tos l t i -
mo s meses.
Lo s
l iberales
de New Republ ic fueron
ata-
tados de h is terismo y declararon que nunca,
nunca, jams , e l los podran
acepta r
que 'la
adminis t racin
Roosevel t se cobi jara bajo el
lema "ganar
la
g u e r ra "
en vez del
"New
Deal".
Por
qu no
a
us tar las cons ignas a las
tareas
cambiantes de los tie mpos ? Como el
Pres idente lo ha sealado, el contenidp del
perodo del New Deal cons is t a en una serie
de
28 medidas ahora bien es tablecidas y a las
cuales ni siquie ra los ms rabiosos
.anti-
K ew
Deal
se
at reveran
a
oponerse
si se
pre-
sentaran de candidatos a la Presidencia. Son
vl idas y c on t inua r n s indolo . Pero hoy da
ie
imponen ot ras medidas
y
todas ellas
es tn
ligadas
la neces idad de ganar la guerra.
Y si alguno se interesa en lo que piensan
los
comunis tas respecto a la
cuest in,
bas ta
con repet i r lo que nosotros decamos a nues-
' t ro C omit Nacional en j u l io pasado:
"E l
punto c u l m ina n t e
no
es t p lanteado
ntre "ala derecha"
y
"ala i zq u ie rd a '
1
;
di-
cho en o t ras palabras , en t re el " Ne w
Deal"
y el "Od Deal"; no se
t ra t a
de
ma n t e n e r
el
st?.tu
quo (lo
e x i s t e n t e )
; se
t ra t a
de ver
lo que est por la victoria y contra los
derro-
tistas. Y en toda esta lucha, no slo estn las
lneas para
la
eleccin
de
1944,. s ino tambin
par todos
los
asuntos
cotidianos que inci-
PAGINA DIECISEIS.
den en el
desenvolvimiento
d la
guerra}
nuestros amigos y nuestros aliados no
estn
determinados po r n inguna cpns ideracin
ideo-
lgica o por
pos iciones pol t icas formale s .
Nosotros somos socios
y
aliados
de
todo ame*
ricano
qu e es t dispues to a pelear contra los
derrot is tas in ternos
y a
proseguir
la guerra
hasta la victoria.
Esta
es nues t ra pol t ica
para hoy y para el prximo ao. En el curso
de esta lnea debemos guiarnos
sin
ninguna
desviacin.
POLTICA
D E SA L A R IO S , H U EL -
G A S Y ACCIN P O L T I C A DE L A
C L A S E O B R E R A
L
A
cons iderable confusin
en el
manejo
de la poltica de salarios, ha llegado
a un
punto
en que
toda
la
materia
al
respecto precisa un a revis in
seria
po r
parte
de la
Adminis t racin
para
la
el iminacin
de
las
normas es tt icas
y
rg idas , modi ficadas
solamente po r medidas chapuceras no
ajusta-
das a una pol t ica di rigente.
Este manejo dogmt ico y r gido de los pro*
blemas de
salarios,
ha
abierto campo para
lo
provocadores y divisionistas, quienes ha n
aprovechado la oportunidad para sembrar el
descontento ent re los t rabajadores y
dir igir"
los contra la adminis t racin y el e s fu e rz o di
la guerra. Lo s peores enemigos en este aspec-
to han
sido
los
elementos reaccionarios
entre
los empleadores , secundados hbi lmente por
Lewis y sus admiradores dentro del mov*
miento obrero .
En
general,
los
t rabajadores
y en
especial
la CIO, bajo la di reccin de Phi l l ips Mu"
r r a y ,
t ienen un magn fico record en el apoyo
de la
guer r a ,
en el aumento de la produccin
y en la serenidad para hacer fren te a las pro'
vocaciones , adhiriendo f i rm e m e n t e a la pol-
tica
de no
hacer huelga.
Lo s
t rabajadores
hari
soportado las cargas y los s a c r i f i c i o s de la
guerra s in quejarse cuando desvergonzados
aprovechadores
l l enaban
de denues tos sus
odos, j' ha n comprendido su s responsabi l ida-
des como columna vertebral de la nacin .
Pero los
t ra b a j a d o re s
ha n
entendido tam*
bien que no es patritico permitir el empeo-
ramiento
en las
condiciones
de
v"ida,
en
la
a l imentac in, abrigo y habi tacin ,
necesar ias
para
los
soldados
de la
produccin , cuando
esto no es el resul tado de la escasez, sino ds
los malos manejos y de la
ma l a
fe. Los sol*
dados de la produccin merecen y
necesitan'
tan
cuidadosa provisin para
sus
necesidades,
como la
que
precisan
los
soldados
en los
campamentos y en las batal las . La nica ra-
z n
leg t ima para reduci r
el
s tandard
de vida,
cuando
ellos
t rabajan el doble que lo normal ,
sera una
escasez real
y
f s ica
de
mercancas ,
lo que no ocurre en este cas.
Cualquier pol t ica razonable de salarios
debe ser des t inada a levantar al mximo la
produccin , sin embargo debe guardar tam-
bin
los salarios en
relacin
con los
precios,
corrigindose constantemente las des igualda-
des, dirigindose a que igual t rabajo merezca
igual
salario
y
debe l imi tar
las
ganancias
en
una relacin establecida por la expans in de
la produccin. Cada grupo de t rabajadores e
individuos debe comprender que no es una
vctima . desvalida ante un . capricho arbit ra-
rio, sino que la poltica de la Adminis t racin
est
paulat inamente t rabajando
por acercar-
se a un aceptable standard de jus ta compen-
sacin
que
tiene
en
cuenta
su
contribucin
al
es fuerzo nacional .
La ausencia de esta poltica de salar ios
de sentido comn no es j u s t i f i c a c i n para la
huelga. Tod a
huelga es hoy da perju dicia l ,
para
la
guerra, perjudicial para
la
nacin,
perniciosa para
el
movimiento t rabajador
y
nociva
pa ra
cada
obrero individualmente.
Nosotros hemos dicho clara
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