resumen de el príncipe de nicolás maquiavelo
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Resumen de El príncipe de Nicolás Maquiavelo
Enviado por brenda oviedo martinez oviedo
Resumen de "El príncipe" de Nicolás Maquiavelo - Monografias.com
Resumen de "El príncipe" de Nicolás Maquiavelo
El príncipe
La razón para escribir el libro fue para regalárselo a Lorenzo de Medicis un príncipe
de Italia.
Comienza explicando las clases de principados y como se adquieren pueden ser
hereditarios, nuevos o agregados a un hereditario (mixto).
Se pueden adquirir mediante las armas propias o por las ajenas, por la suerte o por la
virtud.
Los principados hereditarios son más fáciles de conservar según Maquiavelo ya que el
pueblo está acostumbrado a vivir bajo una dinastía se necesita hacer todo lo posible por
no alterar el orden preestablecido o contemporizarlos a los cambios y por ser los príncipes
naturales es más fácil ser amado por los suyos y por el pueblo.
Los principados mixtos lo son porque el príncipe es hereditario en su lugar de origen y
cuando adquiere un nuevo estado se convierte en príncipe nuevo para este dándole
un carácter mixto, cuando se adquiere por inconformidad del pueblo con los gobernantes
anteriores el conservarlos se hace más difícil ya que el tampoco podrá contentarlos
entonces estos se unen a los ofendidos por la entrada del príncipe para derrocarlo.
Los factores que hacen que un príncipe pueda conservar esa clase de principado cuando
se comparte elementos como la lengua, la religión y costumbres es preciso solamente
eliminar la familia del anterior príncipe y mantener lo más parecidas las leyes anteriores.
Cuando los pueblos son de costumbres, religión y lengua diferentes es preciso poner las
reglas antes expuestas y debe irse a vivir por lo menos por algún tiempo allí para que el
pueblo lo conozca y él pueda conocer a este y controlar los desórdenes que se pueda
presentar también se puede colonizar para no gastar tanto dinero y solo se afecta a los
que se despoja es importante dejarlos imposibilitados para vengarse y tratar bien a los
demás para que no se sientan perjudicados se debe ayudar a los vecinos menos
poderosos y hacerse temer de los que tienen más poder y expulsar a los extranjeros
poderosos porque si no se cuida de ellos podrían quitarle el reino.
Los desórdenes deben controlarse cuando aún son pequeños porque si se les deja crecer
se hacen grandes e incorregibles resalta las formas en que se pueden gobernar los
principados: por medio de ministros o rodeados de nobles exponiendo que los ministros
son servidores del príncipe y el amor del pueblo es para él también puede reemplazarlos
a su antojo(Turquía) .con los noble es diferente que tienen sus propios súbditos apoyan al
príncipe solo si es conveniente y además pueden dominar al pueblo individualmente y no
los puede reemplazar cuando quiere(Francia).
Para conquistar ambos principados se hace más difícil conquistar el primero pero luego es
fácil conservarlo.
Es difícil conquistarlo porque los súbditos se encuentran en mora y esclavitud con el
príncipe es raro que se pueda sobornar a alguien pero el pueblo no sigue a los traidores
aquí es fundamental guerrear y dejarlo en tal condición que no se pueda recuperar,
eliminar la familia real, no hay que cuidarse del pueblo ya que esta acostumbrado a ser
dominado
En cambio en el otro caso es fácil conquistarlo y difícil conservarlo si se atrae nobles
descontentos fácil será entrar y conquistar pero cuando se aburren los que apoyan y se
cansan los que oprimes no es suficiente matar a la familia real porque los nobles se hacen
cabecillas de los movimientos y se pierde el poder en la primera oportunidad.
Las ciudades que está acostumbrada a regirse por sus propias regla es mejor arrasarlas y
luego reconstruirlas ya que estas ciudades no son como las otras y si se les conquista las
rebeliones estarían al orden del día por eso el autor reitera que es mejor destruirlas o
mudarse a ellas ya que sus habitantes son amantes de la libertad y no estarán bien hasta
ser libres.
Aborda por fin los principados nuevos conquistados por las armas propias y el talento o la
virtud personal aconsejando seguir el ejemplo de los grandes hombres o por lo menos
asemejarse en sus virtudes.
Expresa la que la dificultad de conservar un principado nuevo varía según las virtudes del
príncipe no debe dejar nada al azar para conservar el poder, facilita el no tener más
estados y establecerse en lo conquistado y encontrar la ocasión precisa y los méritos
adquiridos le permitan alcanzar la gloria, la fama y el poder.
Los que sigue están instrucciones llegan al poder con dificultades y lo conservan sin
sobresaltos se empieza implantando nuevas leyes para fundar su estado y
proveerse seguridad pero he aquí un problema ya que se echa de enemigos a los
beneficiados con las antiguas leyes, se expone a la incredulidad de los hombres que
confían en las nuevas leyes porque le temen a lo nuevo solo hasta que no ven sus
resultados si se presentan incidentes el príncipe debe imponer la nuevas leyes por
la fuerza ya que quien tiene las armas tiene el poder.
Debe buscar nuevas amistades y un nuevo ejército para hacerlos sus fieles servidores
para mantenerse en el poder por el amor del pueblo "lo que es difícil conseguir es fácil de
conservar".
Aborda el tema de los principados conseguidos por las armas y fortuna ajenas
Se hicieron príncipes por suerte pero les hace falta mucho esfuerzo para conservarlos
porque se obtuvieron por un regalo, compra, nombramiento, por los soldados,
corrompiendo a las gentes.
El problema es que no se tienen las fuerzas para llegar al poder y se carece de armas y
fortuna propias se debe desordenar el estado de las cosas, buscar otros poderosos para
buscar el apoyo de sus ejércitos, comprar los nobles o ganárselos por medio de
obsequios y una vez en el poder concederles administraciones.
Si los nacionales intentan rebelarse se debe buscar ayuda de los extranjeros para
controlar y cuando se consiga de nuevo la autoridad es necesario reconquistar por medio
de favores a los rebelados, eliminar a los jefes y convertir a sus partidarios en amigos
luego hay que buscar el bienestar del pueblo pero cuando se presentan desordenes hay
que ser severos para establecer el orden y la paz cuando se es muy severo hay que
saber fingir que no fue uno el que los maltrato si no un ministro malvado entonces debe
hacer leyes que favorezcan al pueblo y los hagan sentir importantes.
Cuando se llega a ser príncipe por medio de crímenes es importante hacer buen uso de la
crueldad que si solo es para llegar al poder se deben cometer todos los crímenes de una
vez ya que si duran menos hieren menos y para conservarse es conveniente volverse
beneficioso para los súbditos los beneficios se deben otorgar lentamente para que el
pueblo los asimile mejor ya que no es fácil recibir bien de quien solo esperaban mal.
Cuando se llega ser príncipe por medio de los ciudadanos, el principado lo puede
implantar tanto el pueblo como los nobles, según la ocasión se presente.
Cuando los nobles no pueden controlar al pueblo concentran la autoridad en uno de ellos
y lo hacen príncipe, cuando el pueblo no puede con los nobles escogen uno de ellos y lo
hacen príncipe.
Resulta que cuando se llega al principado por los nobles se mantiene con dificultad que
cuando se llega al poder por medio del pueblo porque los nobles se creen sus iguales no
los puede mandar como quiere en cambio en el pueblo no hay nadie que no disponga
obedecerlo si se los mantiene contentos es cierto que no se puede tener a los dos bandos
contentos entonces es mejor tomar partido por el más numeroso y cuidarse de los nobles
según su naturaleza si son pusilánimes no son peligrosos pero si son ambiciosos hay que
considerarlos enemigos de por vida.
La amistad del pueblo es algo que no se puede perder por eso hay que procurar que
siempre necesiten del príncipe.
Los principados que quieran ser independientes deben ser fuertes y no depender de otros
cuando se presenta una guerra debe formar un ejército fuerte que no tema guerrearle a
nadie. Si no debe fortificar la plaza con artillería, comida, con que encender el fuego y
oficios para desarrollar para un año ya que no hay príncipe tan ocioso como para sitiar
una plaza durante un año teniendo muros y fosos adecuados.
Solo falta por explicar los principados eclesiásticos son felices y seguros por naturaleza
para llegar a ellos se pasa por todas las dificultades pues se adquieren por suerte o
por valor y se mantienen solos porque se basan en viejas instituciones.
Tienen estados y no los defienden tienen súbditos y no los gobiernan están indefensos y
no le son arrebatados porque son gobernados por leyes superiores.
El papel de los hombres cobro importancia desde Sixto IV en adelante pero fue Alejandro
quien recaudo gran cantidad de dinero para engrandecer a la iglesia.
Las tropas con las que un principado se defiende pueden ser propias, mixtas, auxiliares y
mercenarias.
Dice Maquiavelo que las tropas mercenarias son inútiles porque están con el príncipe por
la paga se hacen famosas por su bravura y cuando es hora de demostrarla fallan y llevan
el príncipe a la ruina
Sin contar con que los capitanes siempre quieren tener el poder por eso es mejor tener
milicias propias dirigidas por el príncipe en persona o por un ciudadano con aptitudes para
la guerra.
Cuando se piden tropas auxiliares a otro príncipe se corre el riesgo de perder la guerra o
si gana puede que dar prisionero de ellas ya que solo les son útiles a sus amos
En suma a las mercenarias hay que temerles por las derrotas y a las auxiliares por los
triunfos es por eso que un príncipe prudente prefiere perder sus tropas en una guerra que
ganar la guerra con armas ajenas ya que no es una victoria propiamente dicha y aunque
este en tiempos de paz debe ocuparse en los asuntos militares, ejercitarse en conocer su
comarca, aprender a crearestrategias y estudiar historia papa prepararse para un
accidente
Un príncipe también debe aprender a utilizar la maldad en momentos necesarios que le
ayuden a conservar el estado y dejar a un lado otras que por debilidad le hagan perder el
estado.
Considera que la progalidad es conveniente cuando lo que se gasta no es lo del estado
como lo adquirido de las conquistas para no gastar los dineros de estado y si no se tienen
dichas posiciones es mejor ser considerado tacaño que prodigo para no oprimir al pueblo
y que luego este le derroque.
La clemencia debe usarse en momentos de paz pero si es tiempo de caos no debe
guardarse de cometer actos crueles para restablecer el orden por eso es mejor ser temido
que amado cuando no se pueden reunir las dos virtudes.
Tratar siempre de evitar el odio y no ofender a sus súbditos y disciplinarlos solo si es
necesario.
Se debe aparentar ser bueno y tratar de serlo pero para pasarse al mal no hay que
dudarlo y cuando se hable se debe parecer bueno aunque haga el mal debe mantener
contento al pueblo y no ofenderlo constantemente.
Mostrarse hábil guerrero a los soldados para ganarse su aprobación pero su prioridad es
mantener contento al pueblo.
Cuando se encuentra al pueblo desarmado debe armarlo o en su defecto armar a los que
tienen más deberes también debe organizar un ejército nuevo para su nuevo principado.
Pero cuando se encuentra al pueblo armado debe desarmarlo con excepción de los que
se mostraron sus partidarios desde el principio y a los otros es preciso debilitarlo,
relegarlos a la inactividad y arreglárselas para que el ejército del estado este compuesto
por su él ejecito antiguo.
Debe saber el motivo de porque lo ayudaron a subir al poder por descontento el tampoco
podrá contentarlos y si fue por afecto natura le será fácil conservarlo
Las fortalezas se deben construir cuando el príncipe teme más al pueblo que a los
extranjeros y se deben destruir cuando se le teme más a los extranjeros que al pueblo
pero considera que la mejor fortaleza es el no ser odiado por el pueblo ya que no hay
fortaleza que lo salve cuando el pueblo lo odia.
Para ser estimados debe parecer grande e ilustre en sus actos y cuando cualquier súbdito
haga algo notable bueno o malo debe descubrir como premiarlo o castigarlo que de
amplio tema de conversación.
Debe ser valiente para escoger un partido y no permanecer neutral para ayudar a su
favorito a ser el vencedor.
Se mostrara amante de las virtudes y apoyara a los que se destaque en las artes dar
seguridad a los ciudadanos para que realicen sus profesiones en el comercio o a
la agricultura para engrandecer la ciudad. Debe prestar atención a los gremios y reunirse
con ellos.
Debe buscar ministros que no piensen en ellos si no en el príncipe que haría como lo
haría para engrandecerlo, recodarle las cosas que le pertenecen y por eso el príncipe
debe colmarlos de honores, cargos y deberes.
Como consejeros debe escoger hombre con juicio que no teman decirle la verdad cuando
el príncipe les pregunte y el príncipe debe hacer lo acordado y ser obstinado hasta
realizarlo. Si se deja llevar por los aduladores y cambia de parecer es tenido por menos.
El no obedecer las reglas antes expuesta fue lo que hizo a los príncipes de Italia perder
sus estados porque tuvieron al pueblo por enemigo y no se cuidaron de los nobles así se
pierden los estado con dinero suficiente para costease un buen ejercito de campaña
porque no hicieron como Filipo no el de macedonia el que fue vencido por tito quincio
aunque tenía un ejército reducido, tuvo al pueblo por amigo y contuvo a los nobles poseía
virtudes guerreras para reinar muchos años.
Dicen que la fortuna es juez de nuestros actos y los sabotea pero Maquiavelo dice que la
fortuna es juez de la mitad de nuestros actos deben los príncipes con virtudes oponerse a
la fortuna para que no haga desastres en su principado se debe ser dúctil en esas
circunstancias adversas.
Por ultimo exhorta a los italianos a liberarse de los barbaros ya que las circunstancias
están a favor de que un nuevo príncipe prudente y virtuoso pueda instaurar un
nuevo gobierno y dar felicidad a sus súbditos y redimir la crueldad de los barbaros
rodeándose de armas propias, nuevas estrategias y el amor de pueblo.
"la virtud empuñara las armas contra el atropello y el combate ser breve pues el antiguo
valor no ha muerto en los corazones italianos".
Petrarca.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos94/resumen-principe-
maquiavelo/resumen-principe-maquiavelo.shtml#ixzz2rWLXv0kR
Nicolas Maquiavelo. El Principe. Resumen/Monografia/Apunte APUNTES Y MONOGRAFÍAS | HACE MÁS DE 2 AÑOS
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El príncipe habla de cómo una persona debe ejercer el gobiernode un
estado, sea propio o conquistado.
Fue escrito por Nicolás Maquiavelo y dedicado almagnífico Lorenzo de
Medici con el objetivo de brindarle información acerca delpoder político
del mundo.
El Príncipe de Nicolás Maquiavelo
La obra comienza hablando de los principados, estos puedenser
nuevos o hereditarios, los hereditarios son los que ya están
acostumbradosa vivir bajo la dirigencia de un príncipe, en cuanto a los
nuevos; debenadoptar el nuevo sistema que se le es impuesto.
Los estados hereditarios son más fáciles de conservar debidoa que se
mantienen la cultura, lengua, etc. El príncipe solo debe seguir los
pasos de sus antepasados.
Los principados mixtos presentas mayores dificultades a lahora de
gobernarlos debido a las distintas características que se le imponen
alos nuevos súbditos. La manera más fácil de lograr esto es radicarse
en lasnuevas tierras y gobernar directamente.
En caso que el príncipe designe a esclavos que gobiernen por él,debe
dejar en claro que realmente él es la mayor autoridad.
Para imponerse ante un gobierno que estaba acostumbrado
agobernarse por sí mismo el príncipe debe arruinar su cultura e
imponersetotalmente. Además debe asegurarse nocrear sed de
venganza en los súbditos.
Al obtener la soberanía por medio de las armas propias, se debe obrar
como jefe y establecerclaramente los nuevos estatutos.
Al obtener la soberanía por medio de la fortuna es másdifícil
mantenerla, ya que la obtienen de una manera muy fácil y al luchar
porella se les hace difícil.
Al obtener la soberanía por medio del rigor, debe asegurarseel
príncipe de utilizarlo solo una vez, y no volver sobre este nunca más.
También en la obra se habla del principado civil, en el cualgobierna un
representante del pueblo, este debe mantener un equilibrio entrelos
intereses del pueblo y el de la elite.
Los Príncipes se sostienen a sí mismo, cuando tienen
suficientes hombres y dinero paraformar un
buen ejército,para dar batalla a cualquiera. Un Príncipe que
tiene una ciudad fuerte y no sehace odiar enella, no puede ser
atacado.
Los principados eclesiásticos sonlos que más fácilmente progresan, ya
que reciben un fuerte apoyo religioso.
También el príncipe debe estar encondiciones de defender sus tierras,
para esto puede usar soldados mercenarios,que son peligrosos ya que
se presentan valientes mientras están unidos pero seacobardan
cuando se separan, además de que luchan a cambio de dinero.
Los príncipes prefieren perdercon sus armas antes que ganar con
ajenas, ya que de esta manera quedan en deudacon los más
poderosos y corren el riesgo de caer en la servidumbre.
Con respecto a su ejército, elpríncipe debe asegurarse de mantenerlos
con disciplina y orden, para que estosno se vuelvan contra él. Esto lo
logra siendo ejemplo frente al ejército, en elaspecto físico y cultural,
manteniéndose en forma y estudiando el arte de laguerra.
Además el príncipe debe presentarante súbditos y pares un aspecto
respetable, no deben tratarlo de débil,afeminado, duro, flexible, etc.
La liberalidad también esimportante en el gobierno del príncipe, que no
debe convertir a esta algonatural de los súbditos, ya que abusaran de
esta y arruinaran al estado, de talmanera que le será imposible
recuperarse.
Ser temido y amado tambiénaparece en la vida del príncipe, que debe
crear un equilibrio entre ambosconceptos, ya que dependerá de los
dos en determinadas situaciones.
El príncipe también debe evitarser odiado y despreciado, para evitar la
rebelión del pueblo y ladesestabilización de su poder.
En el momento en que el príncipetoma un pueblo, es necesario que lo
desarme de tal manera que no se vuelvan ensu contra, y también que
proteja al pueblo mediante una fortaleza para no serinvadido por
alguien que quiera arrebatarle el poder.
El príncipe también debepreocuparse en obtener simpatía de los
súbditos más ilustres, premiándolosfrente a sus logros más
destacados.
Un Príncipe para conservar un buen ministro
(secretario),debe honrarlo, enriquecerlo y entregarle la
dignidad y cargos que él se merece.
Los príncipes de Italia perdieronsus estados por culpa de ejércitos
débiles y en algunos casos de su propiafragilidad como “señor”.
También debe ser acompañado de lafortuna, pero no depender
definitivamente de ella.
Conclusión
El príncipe trata de cómo debe hacer una persona parahacerse con el
poder, sin importar los medios por lo cual lo logre.
La obra presenta formas inmorales para lograrlo,sosteniéndose en la
frase “el fin justifica los medios”.
Centra a la violencia como algo fundamental para mantenerel orden
dentro de un pueblo para llegar a un destino efectivo de tal maneraque
pueda ejercer el poder de manera efectiva.
___________________________________________
Maquiavelo divide a los principados en dos categorías: hereditarios y nuevos. La primera
clase viene de la sangre y de saberse heredero de algún reino; los principados nuevos se
obtienen por vía directa de la proclamación o al añadirse un pueblo al Estado. A su vez, el
autor hace notar que dichos pueblos están habituados a vivir bajo cierto régimen o libres.
El nuevo príncipe pudo haber adquirido aquel nuevo reino con la ayuda de armas ajenas,
propias, gracias a la suerte y en el mejor de los casos, a su valor.
Pero, si el nuevo estado se diferencia en lengua, costumbres y constitución, las
dificultades aumentan. Para mantener el poder, Maquiavelo sugiere que el príncipe vaya a
radicar al nuevo terreno y que suprima de inmediato cualquier asomo de rebelión o
descontento. Las colonias a su vez, son de mucha ayuda para mantener el orden y la
vigilancia del nuevo estado adquirido. A sí mismo, el príncipe debe convertirse en jefe y
protector de los reinos vecinos –sobre todo de los menos fuertes- para que a la postre, se
debiliten los reinos vecinos y poderosos. Maquiavelo pone a los Romanos como ejemplo:
de todas las provincias que se adueñaron, las poblaron primero con colonias, no
permitieron que los reinos vecinos aumentaran su fuerza y no dejaron que alguna
potencia extranjera se instale en las cercanías; sabiamente previeron que alguien
poderoso, haciendo alianzas con los menos fuertes, pudiera en un momento dado
convocar una rebelión y destronar al creciente imperio. El que ayuda a otro a hacerse
poderoso provoca su propia ruina.
El siguiente capítulo, aconseja sobre la manera de gobernar un territorio de ajenas y
recientes costumbres. Maquiavelo propone arruinarlos o mudarse a dichos territorios. Así
mismo, recomienda permitir o no la conservación de sus leyes previo estudio de la
cantidad de enemigos que el nuevo príncipe pueda tener.
Los capítulos VI, VII y VIII hablan de las tres maneras de adquirir un principado: a) por
valor y con armas propias, b) por fortuna y armas no propias y c) los que llegan por obra
de sus maldades.
De los primeros, el autor advierte sobre los enemigos que tendrá al introducir las leyes
que regirán su estado. Es de suponer, que aquellos beneficiados del antiguo régimen
tornan perjudicados al entrar el nuevo. Por ello, la oposición es abierta y en tiempos de
crisis defienden poco al sistema. El príncipe, debe mantener su carácter – demostrado de
sobra pues las armas y los ejércitos usados le eran propias y tendrá el mérito de
conquistar aquel territorio y sumarlo a su reino- Habrá que aclarar que también un estado
es nuevo por razones internas de donde surgen caudillos que pretendan cambiar el
sistema.
En el caso de aquellos que ascienden al principado gracias a la fortuna y a las armas
prestadas, Maquiavelo apunta: los estados que se forman de repente no tienen las raíces
que le son necesarias para consolidarse. En otras palabras, no es de buen augurio llegar
a un reino en condiciones adversas. Los oportunistas que ven coronadas sus
expectativas, carecen de la energía y la visión necesaria para mantener un puesto de
tales dimensiones.
Finalmente, los que llegan al principado por el uso de la maldad, podrán alcanzar el
dominio más nunca la gloria. Sin embargo, no resta agregar que tales hombres de viles
decisiones, mantuvieron una actitud temeraria que los llevó a reunir ejércitos tras ejércitos
hasta ascender a un título monárquico y lo anterior también es factible. Maquiavelo
aprovecha y escribe sobre el equilibrio que debe haber durante los actos de severidad mal
usados es decir, los castigos reales.
Un civil puede llegar a un principado de dos maneras; una sería por el uso de la maldad,
arriba explicado, y otra por medio de la aprobación y promoción directa de sus
conciudadanos. El Principado Civil es como lo llama Maquiavelo y es tema del capítulo IX.
Aquí no se necesita del valor o la fortuna sino de una astuta combinación de ambos. De la
misma manera, el príncipe civil debe enfrentarse a las necesidades de los grandes con el
pueblo, responsable directo de su triunfo. El panorama no es fácil pues el pueblo sólo
quiere no ser oprimido y los aristócratas, terratenientes o burgueses etc., no quieren hacer
el trabajo del pueblo.
A continuación, Maquiavelo observa la manera como un reino se mide frente a los otros.
Un príncipe es autosuficiente cuando tienen suficientes hombres para armar un gran
ejercito capaz de intimidar a los vecinos. Cuando no es el caso, queda amurallar el reino y
defenderlo. En caso de ataque, habrá de confiar en la gratitud popular hacía su rey. De
ahí la importancia previa de ganarse su confianza y respeto.
“El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo (Resumen)
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Introducción
El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos. Su concepción y su
practica ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización.
Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en
forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo.
El propósito de este trabajo es analizar El Príncipe considerado como texto
fundador de la ciencia política, aunque hoy en día esta disciplina se ha
desarrollado mucho mas allá de aquellas recomendaciones.
La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro leído, es la del cinismo como
actitud indispensable en las tares del gobierno.
Desarrollo
Si en la antigüedad, Constantinopla logró convertirse en una de las ciudades
más importantes por su actividad cultural y comercial, Florencia logró un lugar
excepcional por ese mismo aspecto durante los siglos XV y XVI. Esta ciudad se
encontró envuelta en la difusión de las nuevas ideas de la revolución
renacentista.
Se puede afirmar que esa urbe se constituyó en el epicentro del nuevo sistema
político y cultural. Maquiavelo estuvo ligado desde muy joven a la
administración política de esa ciudad y participó como arquitecto de la política
exterior de la república. El vínculo más decisivo de Maquiavelo con su lugar de
origen fue su indeclinable y permanente decisión de defender la libertad
republicana. Bajo ese deseo logró modelar su obra y ligar su vida al destino
político de Florencia, aportando de manera sólida sus conocimientos de gran
valor histórico.
Su tiempo histórico es real y corresponde al proceso de transito de la Europa
medieval a los tiempos modernos, sobre cuyas bases surgió posteriormente el
modelo capitalista de organización de la economía. La libertad mental
conquistada por el hombre del Renacimiento y que lo apartaba de dogmas para
enfrentar de manera más creadora la realidad material, representa el nuevo
espíritu con el que la burguesía ascendente organizó las relaciones sociales en
la Europa de los siglos XIV, XV, XVI.
La liberación de la individualidad en el Renacimiento contrastó con el
estancamiento de la economía y de la persona disuelta en el marco del grupo
feudal.
Durante el Feudalismo el arte, el pensamiento y el comercio alcanzaron un
nivel de estancamiento extremo. La individualidad logró sobrevivir a través del
misticismo.
Éste fue el único escape de las ansias de pensamiento y acción.
No toda Europa logro ser cobijada por ese movimiento espiritual y económico
renovador. En la Europa central el Feudalismo se mantuvo por varios siglos.
El desarrollo de la ciencia permitió la libre investigación de los problemas
humanos y de la naturaleza. La realidad se confronta a partir de la razón y de
la experiencia concreta con el mundo, desmitificando el método escolástico.
Maquiavelo constituye desde esa perspectiva una de las síntesis mas
reveladoras del nuevo espíritu burgués, caracterizado esencialmente por una
mentalidad profana e inquisitiva y para el cual la realidad inmediata y sensible
es la fuente del conocimiento.
Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir que los valores y
la moral tradicional cimentados por la iglesia católica no se ajustaban al mundo
cambiante e inestable que surgía en Europa renacentista. La edad media había
creado en Europa un sinnúmero de principados feudales fraccionados y
dispersos. Todos ellos operaban como factores adversos a la necesidad de
centralización del poder requerido por las nuevas clases sociales en su camino
de expansión comercial. La amplia experiencia acumulada por Maquiavelo en
las cortes europeas como representante de la cancillería florentina, su contacto
con príncipes y su observación de las decisiones gubernamentales, le
ofrecieron una visión excepcional sobre el carácter de los hombres de Estado y
los alcances de sus actos políticos.
Con el tiempo Maquiavelo colocó este juicio en el autentico corazón de su
análisis sobre el caudillaje político en El Príncipe.
En El Príncipe se complementan de forma extraordinaria el creador literario, el
investigador histórico y el analista político. Con esas ventajas, esta obra pudo
situarse entre la más bellas construcciones de la prosa italiana del siglo XV y
de la literatura universal. El hombre que se sumerge en los hechos y que vive
intensamente los acontecimientos políticos de su época, no riñe con el
observador que luego los mide y los confronta con su visión del Estado y de la
naturaleza humana.
Tema y Argumento
En esta obra se plantea una necesidad de cambio en la política de gobierno de
Lorenzo de Médicis, el cual para conseguir una Italia unida, debería seguir los
consejos de los 26 capítulos de “El Príncipe”. Los cambios que propuso son
extraídos de la observación y se deberían basar en realidades.
El autor, intuye que los valores y la moral tradicionales no se ajustan a la
cambiante e inestable Europa renacentista. Por eso muestra al gobernante: “el
arte de conquistar el poder”, al que identifica como el Estado. Es este arte la
política del gobernante, y ha de estar exento de toda norma. El bien común
radica en el poder y en la fuerza del estado, y no es subordinable en ningún
caso a fines particulares (por muy sublimes que se consideren). Así el Estado
podrá articular las relaciones sociales, garantizando que los hombres vivan en
libertad a través de sus leyes. Solo así se logra el bien común, y todo lo que
atente contra él puede ser rechazado, siendo cualquier medio lícito.
Podemos dividir el texto en diversos bloques atendiendo al contenido de cada
uno de ellos. Así tendríamos un primer bloque que iría desde el capítulo I hasta
el XI, donde se analizan la naturaleza y clases de principados como las
condiciones para crearlos, consolidarlos y mantenerlos. Contiene definiciones
de términos políticos.
Un segundo bloque serían los capítulos XII y XIV que tratan sobre el aparato
militar, en ellos se aborda los riesgos inherentes a las tropas mercenarias tan
habituales en su época y sobre las obligaciones del príncipe.
El tercer bloque que engloba desde los capítulos XV hasta XXIII, reflexiona en
torno a las cualidades que deben guiar las acciones de los príncipes, los
recursos psicológicos que debe atesorar el príncipe moderno para conservar el
poder y sentar las bases de la dominación social sobre sus súbditos.
Constituye este bloque la parte más universal y atemporal del discurso y sobre
la que se han intentado fundamentar más las críticas morales a la obra a partir
de la concepción maquiaveliana de la dialéctica entre medios y fines.
El cuarto bloque serían los capítulos tres últimos capítulos (XXIV hasta XXVI),
que vendrían a ser la traducción de la crisis italiana de los aspectos
anteriormente descritos. Es aquí donde toda la articulación teórica del texto
alcanza su plenitud y se invoca al príncipe nuevo que levante desde su “virtud”
el orden también nuevo que la necesidad histórica reclama.
La innovación de “El Príncipe” no se trata pues del tema, sino del contenido y
del método de análisis: es una reflexión teórica que indaga rigurosamente la
realidad tal como es y no como (moralística e idealmente) nos imaginamos que
debería ser.
Los problemas que afronta Maquiavelo no son problemas abstractos que se
ponen en el plano de las categorías universales (moral, religión…) sino
problemas unidos a la solución de una situación política concreta. Por esto “El
Príncipe” se centra en la figura del príncipe nuevo como la única que pueda
deshacer de manera adecuada la compleja trama de la crisis italiana.
Por lo tanto el Estado, es la única fuerza sobre la que apoyarse, y el hombre
(malvado por naturaleza, sin ninguna virtud sobre la que alzarse) se reduce a
ser “ciudadano”, un simple “animal político”, al cual se puede juzgar por su
grado de sociabilidad y por sus virtudes cívicas.
La obra de Maquiavelo es una teoría del Estado, es decir de las formas de
organización que permiten al hombre (venciendo su egoísmo instintivo) vivir
en sociedad, vivir sin que el bueno pueda ser aplastado por el malo. De ahí su
insistencia en el término “virtud” ya que le da un nuevo significado con una
nueva carga moral (vitalidad, energía…). Esta virtud es la que distingue al
verdadero hombre, al ciudadano, al hombre de estado, al príncipe, en
definitiva.
Maquiavelo, resalta la diferencia entre tirano y príncipe, considerando tirano al
que gobierna en beneficio propio y príncipe el que lo hace buscando los
intereses del estado y de la colectividad. Por eso aconseja la violencia, la
crueldad… pero solo cuando sean necesarias y en la medida en la que sean
necesarias. La mayor parte de los dictadores han malinterpretado la figura del
príncipe queriéndose comparar al personaje de Maquiavelo cuando en realidad
por la definición que este nos hace, son tiranos.
El príncipe antes de ser gobernante ha sido hombre, y como todos los hombres
es malvado, egoísta, voluble etc.; pero ha sabido, en el momento adecuado,
adaptarse a la situación que le exige erigirse como líder para dejar de ser un
simple ciudadano. El hombre del pueblo no se preocupa por contener sus
emociones y sus pulsiones, es “libre” de actuar en función a sus propias
necesidades, y por eso puede ser juzgado por su grado de sociabilidad y sus
virtudes cívicas. Sin embargo el gobernante está atado a la moral publica que
le exige una forma de comportamiento muy estricta, de la cual no le esta
permitido salirse. Posiblemente en muchas ocasiones, por ser también hombre,
tenga la necesidad de transgredir sus propias leyes: ahí es cuando surge el
dilema, y es donde tiene que prevalecer el interés publico al privado para no
caer en la tentación de anteponer sus prevalencias a las del pueblo. La persona
que ha decidido tomar la iniciativa de llevar un pueblo, debe saber a lo que se
expone, a lo que tiene que renunciar para ser un buen gobernante. Si no esta
dispuesto a ello no debería plantearse ningún dilema, y podría seguir siendo un
ciudadano mas, un hombre común que lleva a cabo sus intereses sin intervenir
en los de los demás.
Parecería que “el Príncipe” es concebido por Maquiavelo como una víctima de
su posición, obligado a comportarse de determinadas maneras debido a la
maldad de los demás, dispuesto a condenarse con tal de cumplir con su deber
y mantener en vida el Estado. Esa moral cruel que le aconseja al príncipe está
en función del bienestar de los hombres, que no es posible sin la existencia de
un estado ordenado y tranquilo, seguro de los enemigos externos y no
“desordenado” por los enemigos internos.
Época
Durante los siglos XV y XVI, Florencia logró convertirse en una de las ciudades
más importantes por su actividad cultural y comercial, era el centro de la
difusión de las ideas de la revolución renacentista. Europa vive un proceso de
transición hacia los tiempos modernos, donde el teocentrismo y el feudalismo
ya no tienen cabida. La burguesía se nutre del comercio emergente y el nuevo
modelo capitalista de organización de la economía empieza a amanecer.
La Edad Media había creado en Europa un gran número de principados
feudales fraccionados y dispersos. Todos ellos operaban como factores
adversos a la necesidad de centralización del poder requerido por las nuevas
clases sociales en su camino de expansión comercial. La amplia experiencia
acumulada por Maquiavelo en las cortes europeas como representante de la
cancillería florentina, su contacto con príncipes y su observación de las
decisiones gubernamentales, le ofrecieron una visión excepcional sobre el
carácter de los hombres y los alcances de sus actos políticos.
El Príncipe
El Príncipe fue la obra póstuma de Maquiavelo. En ella podemos decir que el
autor acabó de definir el “descubrimiento” de la posibilidad de una ciencia
política autónoma, independiente de los antiguos principios generales y al
margen de consideraciones de orden moral. Según Maquiavelo, el príncipe ha
de seguir los preceptos de la utilidad, el valor, la virtud, la fuerza y la astucia.
Al escribir esta obra, el secretario florentino parte de realidades, a veces
experimentadas personalmente, siendo coherente con su idea de la autonomía
de la ciencia política. Se propone dejar de lado las utopías políticas, como la de
Platón, para teorizar sobre un nuevo modelo de política más realista y aplicable
a los gobiernos de su época. Francis Bacon decía que Maquiavelo se limita a
describir lo que los hombres hacen realmente. Lo que son, no lo que debieran
ser.
Aunque Maquiavelo empieza describiendo los diferentes tipos de principados,
su objetivo es hablar del “príncipe nuevo”, es decir, del hombre que llega a
dirigir un Estado por factores como la propia virtud, la buena fortuna, el favor
del pueblo o la colaboración militar de otros príncipes. Para cada uno de estos
casos, Maquiavelo expone causas y motivaciones, analiza posibles peligros y
desequilibrios del poder o de las relaciones de éste con los súbditos y con los
nobles o magnates del Estado.
Teniendo en cuenta las vivencias personales de Maquiavelo y su entorno
político-social, no es de extrañar su pesimismo extremo.
Maquiavelo da mucha importancia al arte de la guerra como medio para lograr
mantener un Estado íntegro y próspero, al igual que insiste en la importancia
que el pueblo respete y tema a su señor. Él cree que un príncipe ha de dar una
buena imagen de sus atributos, aunque en realidad no los tenga. Maquiavelo
alaba la virtud de los gobernantes que son crueles con unos pocos y así
mantienen el Estado, mientras que critica a los pueblos y príncipes crédulos
que son buenos y dejan que sus enemigos destruyan una parte de su patria,
seguros de que así la sed de conquista de sus enemigos se saciará.
El bien del Estado no se subordina al bien del individuo, y su fin se sitúa
absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes
que se consideren.
Pensamiento
El poder considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu
humano y el fenómeno político visto como la expresión suprema de la
existencia histórica, que involucra todos los aspectos de la vida, es la
concepción que subyace en las disertaciones de El Príncipe.
El Renacimiento había dado inicio a la secularización del mundo y las
cuestiones religiosas quedaban restringidas al ámbito de la conciencia
individual. La ciencia renacentista había despojado al hombre de su armadura
teológica y le había devuelto la voluntad de organizar su existencia sin temores
o esperanzas de compensación espiritual.
El Estado también empezaba a concebirse como un poder secular no ofrecido a
los individuos por derecho divino sino por intereses económicos, de clases o
ambiciones personales. Fue esa gran mentalidad la que permeó la obra de
Maquiavelo y de la que derivó su concepción del poder y de la política.
Maquiavelo no es ajeno a la moral. Y supo intuir antes que sus propios
contemporáneos que era imposible organizar un Estado en medio del derrumbe
social de Italia.
Las opiniones posteriores sobre su obra, en lo concerniente a su política de
maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, ignoran que el
escritor florentino fue un ardiente partidario de la libertad. Y lo demostró con
sus escritos defendiendo las instituciones republicanas que fueron destruidas
con la invasión de Francia y España a Italia; lo mismo que contra la corrupción,
a la que consideraba una amenaza contra la libertad, virtud sin la cual ningún
pueblo puede construir su grandeza. “La experiencia muestra que las ciudades
jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres”, dijo
Maquiavelo. “El fin justifica los medios”, no es una sentencia carente de moral
y ética como han pretendido demostrar los críticos de Maquiavelo.
Sencillamente es una reflexión en la que se reconoce que de las mismas
circunstancias que enfrenta El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias
para desenvolverse en un mundo cambiante.
El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas
y armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades
las que impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que los
hombres se miden con el mundo y actúan sobre él. Premisa infalible que había
olvidado la Edad Media. Ello significa que la ambición de Maquiavelo de ver una
Italia unida, expuesta de forma precisa en los consejos que en 26 capítulos
sugieren al magnífico Lorenzo de Médicis, no constituyen un espejismo político
sino que puede realizarse en la realidad material a través de la lucha por el
poder y estimulando en los italianos los sentimientos comunes que
configuraban la identidad cultural de ese país.
Existe una circunstancia concreta: Italia invadida por fuerzas extranjeras, y
una necesidad real: la liberación nacional y la construcción de la unidad
política. El medio para lograrlo es la guerra y el fin, adaptarse a las exigencias
de los nuevos tiempos, organizándose como estado nacional. Para Maquiavelo
los fines políticos eran inseparables del “bien común”.
La moral para el diplomático florentino radica en los fines y la ley constituye el
núcleo organizador de la vida social. Todo lo que atenté contra el bien común
debe ser rechazado y por ello “la astucia, la hábil ocultación de los designios, el
uso de la fuerza, el engaño, adquieren categoría de medios lícitos si los fines
están guiados por el idea del buen común, noción que encierra la idea de
patriotismo, por una parte, pero también las anticipaciones de la moderna
razón de Estado”.
Las simplificaciones de las que ha sido víctimas Maquiavelo, no han logrado
minimizar esa nueva dimensión ontológica sobre el poder genialmente
concebida por el estadista florentino. Para Maquiavelo está claro que ha
diferencia de los países europeos, en Italia no había sido posible construir el
Estado-Nación. El soberano que fuese a enfrentar este reto histórico,
necesitaría de una suma de poder que lo convirtiera en un monarca absoluto.
Esa empresa solo es posible si el gobernante dispuesto a llevarla a cabo, arma
los ciudadanos para liberar a su patria de las fuerzas extranjeras. Cumplida
esta tarea procurará ofrecer al pueblo leyes justas y éste a su vez , asumirá la
defensa y seguridad de la nación.
El interés de Maquiavelo se centra, a través de toda su obra, en la política
como “arte de conquistar el poder”. La política es por tanto el arte de el
príncipe o gobernante en cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto conquistador y
dueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio (y no
por accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las
condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesión del poder,
“que sea astuto como la zorra, fuerte como el león”. Dice Maquiavelo que el
príncipe que quiere conservar el poder “debe comprender bien que no le es
posible observar, en todo, lo que hace mirar como virtuosos a los hombres,
supuesto que a menudo para conservar el orden de un Estado, está en la
precisión de obrar contra su fe, contra las virtudes de la humanidad y caridad y
aún contra su religión”.
Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado
(que identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en
sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores
éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta. El
bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, la perfección de la propia
naturaleza, el placer o cualquiera de las metas que los moralistas propusieron
al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y de su personificación el
príncipe o gobernante. El bien del Estado no se subordina al bien del individuo
o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por
encima de todos los fines particulares por más sublimes que se consideren.
El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellos
prosiguen en la tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que
los trasciendan más allá del simple plano individualista o de atomización social
en el que viven dentro de las sociedades contemporáneas de finales del siglo
XX. La permanente transformación de la política, como la soñó Maquiavelo,
puede ser el camino para la humanización del poder y la sociedad.
Leer “El Príncipe” es enfrentarnos al triunfo del espíritu renacentista sobre la
religión, como también bordear el lado más creador y sombrío de los hombres
en la ardua e inconclusa tarea de perfeccionamiento de la conciencia humana y
de la sociedad. Generalmente se afirma que la historia es el registro de los
choques entre situaciones o estructuras extremas. Desde esa interpretación “El
Príncipe” de Nicolás Maquiavelo es la síntesis de la disolución de un mundo, el
medioevo, y el nacimiento de un nuevo principio de realidad en el que el
hombre, volvía a ser la preocupación esencial de todas las cosas, el
Renacimiento.
Si la política debía ser el arte de lo posible, para Maquiavelo ello significaba
que ésta debía de basarse en realidades. Las necesidades de cambio que él
formuló para su tiempo, fueron extraídas de su observación del mundo
material y del estado de ánimo colectivo de sus compatriotas. Sin embargo en
la médula de “El Príncipe” se encuentra la reivindicación del Estado moderno
como articulador de las relaciones sociales y la necesidad de que los hombres
vivan en libertad.
El Príncipe y su ética
El príncipe es un libro escrito por Maquiavelo para Lorenzo de Médicis, en
muestra de su apreciación. Este libro habla de las distintas formas de obtener
el poder, de como conservarlo y acrecentarlo, bajo una ética muy particular.
Contraria a la ética que nos inculcaron desde niños; la aristoteliana, que nos
habla del respeto la mesura, el equilibrio y que tiene como bien superior la
felicidad. Esta la ética que plantea Maquiavelo en su libro.
Maquiavelo considera correcto de una manera diametralmente opuesta, en vez
de teórica, de una manera práctica. Propone una ética pragmática, fría, mas
que un ideal, un día a día, expresada en su máxima “El fin justifica los medios”
es decir no importa como se logre mientas que se logre.
Considero la frase aplicable, pero con ciertas restricciones:
Siempre y cuando los medios no contradigan el fin.
Y el fin (sus beneficios u objetivos) sea muy poderoso.
En lo personal creo que esta ética, en el plano individual, puede ser llevada a
acabo en situaciones excepcionales y no cotidianas, como solemos hacer.
Además pienso que, aplicar ante cualquier situación, esta ética es un
menoscabo a la inteligencia, ya que demuestra que no somos capaces de
idear una solución que concilie los medios y el fin.
Necesidad de la ley y de la fuerza por parte del gobernante
Se trata de un texto que encontramos en el capítulo XVIII de la obra de Nicolás
Maquiavelo: El Príncipe.
La idea principal responde a una defensa apasionada de cuál es el mejor modo
de llevar a cabo las conveniencias del Estado.
La ideología maquiavélica al respecto se refleja a través de una ética que no
contempla más que llegar al fin perseguido, debido a lo cual quedarán
automáticamente justificados todos los medios utilizados para ello, por
condenables que puedan parecer.
El párrafo primero es un alegato en favor de la tesis expuesta anteriormente.
La idea de Maquiavelo de que un gobernante debe ser inflexible ante todo para
preservar el bien del Estado, aunque sea a costa de una conducta moralmente
indigna.
Ello suscitó la inmediata incomprensión de casi todos sus coetáneos que lo
interpretaron como una astucia maligna, saltaron los mecanismos de defensa
sociales y pronto se estableció una corriente antimaquiavélica en defensa de
las bases morales hasta entonces establecidas que aún perdura en nuestros
días, asociada a la idea de astucia, mala fe y cinismo en política.
Cosa bastante injusta porque Maquiavelo no acepta ni legitima la violencia
como norma del obrar político, sino sólo en casos extraordinarios y en orden,
no al mantenimiento del poder por parte del gobernante, sino en orden al
bienestar de todos.
El segundo párrafo establece la necesidad de uso por parte de los gobernantes
de la fuerza bruta como conveniente complemento para reafirmar el poder
propio de quienes poseen la inteligencia para aplicar las leyes que aseguran el
bien del Estado. Esa fuerza bruta será un buen complemento porque utilizada
con inteligencia asegura el sometimiento de los demás hombres y por tanto el
poder.
En el tercer párrafo la tesis anterior se desarrolla desvelando el pensamiento
de Maquiavelo. Se expone el mejor modo de reafirmarse y asegurarse en ese
poder. Para él está claro que aunque puede que los hechos acusen los
resultados excusarán; de modo que la falta de escrúpulos debe ser tenida
como el modelo correcto de actuación para el buen gobernante. Y esto lo
justifica mediante la teoría de que el hombre es malo y al ser malo lo mueve
su naturaleza. Tal teoría la demuestra exponiendo los numerosos ejemplos de
ello que a lo largo de la historia se han sucedido. Ejemplos que dejan al
descubierto y sin lugar a dudas, cómo cada desastre social, guerras, miseria,
etc…, ha sido siempre culpa de los mismos hombres que movidos por su propia
maldad actúan siempre unos en contra de otros, destruyendo todo cuanto se
ha construido, resultando el más perjudicado el Estado.
Por eso no pasa nada si se actúa para defenderlo en contra de quienes lo
atacan.
Como se ha dicho, prueba de ello son los numerosos ejemplos que se van
repitiendo cíclicamente, por lo que habrá que anticiparse al desastre para
atajarlo sin miramiento alguno. La falta de ética será excusable en la aplicación
de tal precepto porque precisamente va en contra de la maldad humana y en
bien del Estado.
Alude algunas cualidades animales para ejemplarizarlo. El gobernante debe
poseer la astucia de la zorra en combinación con la fuerza del león, para
librarse de las trampas y los lobos, que son al fin y al cabo los traidores y los
opositores al gobernante. Aconseja que tales “virtudes” se disfracen y se
disimulen para mayor efecto de tal arma.
Y vuelve a justificar la necesidad de falta de escrúpulos debido a esa
naturaleza humana maligna de la que el Estado debe protegerse.
Por tanto, si se utilizan el engaño y el incumplimiento de promesas no pasa
nada porque siempre hay gente dispuesta a dejarse engañar y siempre hubo
quien faltó a sus promesas antes.
En el párrafo cuarto utiliza la eminente figura del Papa Borgia, Alejandro VI
como ejemplo para la idea anterior, un hombre que utilizó la técnica del
engaño brillantemente para la consecución de sus fines porque conocía
perfectamente dónde se movía y cómo era cada quién y por tanto, qué debía
darle a cada cual.
El autor del texto entendía perfectamente la actitud de Alejandro VI porque
tampoco a él le interesó nunca la religión más que como un instrumento más
de manipulación política.
Por tanto ello se complementa con otra idea que también aparece: el
gobernante necesita ser un maestro de la manipulación y la seducción
mediante el lenguaje para manipular al pueblo tanto en sus creencias y
opiniones como para asegurarse su incondicional adhesión. Es así como el
gobernante debe aprender a instrumentalizar las pasiones humanas y
confundir las cabezas de los hombres con todo tipo de embustes ya que en
política sólo cuentan las apariencias aprovechando que la mayoría de la gente
vive muy alejada de la realidad. De nuevo la torpeza humana sirve como
excusa para dar rienda suelta a toda clase de manipulaciones e intrigas.
El párrafo quinto es una prolongación de la tesis anterior que entra ya en el
terreno de las influencias que Maquiavelo recibe del modelo político de la
República Romana, que él tanto admira. Habrá que llegar a la crueldad si es
preciso, aunque siempre distinguiendo entre “la bien usada y la mal usada”, y
lo más importante de todo que la virtud política del gobernante la va a
constituir precisamente saber conservar su Estado a base de distinguir cuando
no debe alejarse del bien y cuando va a necesitar entrar en el mal para ello.
Es el bien común y no el privado el que legitima la violencia en determinadas
situaciones pero, puesto que con sus acciones lo que el gobernante busca son
buenos resultados, debe conocer bien el alma humana para atacarla allí por
donde sea más oportuno, manipulación al fin, y si para ello necesita entrar en
el mal deberá colorearlo y disimularlo para asegurarse el éxito y no el
desprestigio. Sacar provecho de todo y de cada situación.
El párrafo sexto es la conclusión final de todos estos preceptos:
La defensa de la conveniencia de manipular al vulgo, razonando para ello que
el vulgo lo único que valora es el resultado final, puesto que la naturaleza
humana es limitada y sólo alcanza a ver lo que muestran las apariencias.
Con ello excusa el engaño y demás medios inmorales.
Todo con el único fin de salvaguardar la seguridad y el bienestar del Estado.
Siempre obligarse a aparentar bondad, buenas maneras, correcta moral en
definitiva, porque ello asegura la ventaja a la hora de la manipulación.
Como se expone en el párrafo tercero, surge la apología a la idea de que los
hechos acusan pero los resultados excusan.
Utilización de la figura de César Borgia como modelo a seguir ante todo lo
expuesto. Aunque el personaje se refiere de un modo velado, queda patente su
personalidad “correctamente maquiavélica”. Su actuación puramente
contradictoria a su predicación pero totalmente efectiva a sus fines era el
mejor ejemplo con el que el autor podía ilustrar su texto.
Contexto Histórico e Ideológico de Maquiavelo y “El Príncipe”
El absolutismo papal correrá parejo al desarrollo del poder monárquico
creciendo a expensas de los poderes rivales . El poder político se condensa en
manos del monarca siendo común la concepción del soberano como fuente de
todo poder político. A finales del siglo XV se produce una remodelación de las
instituciones medievales por los cambios económicos producidos y debidos a
una mejora de las comunicaciones produciéndose un cambio en el ámbito
geográfico el cual pasará a ser local. El mayor beneficio de mercado será el
aventurero, comerciante dispuesto a aprovechar cualquier situación y que
domina la producción encontrándose fuera de la potestad de gremios y
ciudades. Este comercio debía encontrarse políticamente en manos de un
gobierno de mayor poder que el local. Esta burguesía será el enemigo de la
nobleza necesitando de un poder fuerte cuyo centro será el monarca poder
político y militar. Se ganará en un gobierno ordenado y eficaz.
El absolutismo moderno
Las instituciones medievales han fracasado encubriendo a menudo el fracaso
de las monarquías y estas pasan a ser absolutas derrocando a los poderes del
constitucionalismo medieval y a las ciudades-estado libres en las cuales se
basó la civilización medieval. Expolia los monasterios y los eclesiásticos son
sometidos al control monárquico desapareciendo la autoridad jurídica de la
iglesia. En España la era de la monarquía absoluta se inicia con los Reyes
Católicos convirtiéndose el país en una de las mayores potencias. En Inglaterra
comienza con la dinastía Tudor cuando Enrique VII se ve obligado a conseguir
el apoyo de la nobleza, establecer el orden y fomentar el comercio. En
Alemania la situación se retrasará.
Francia es el ejemplo donde la Guerra de los Cien Años afectó sobre todo a la
nobleza y en el XV es la nación más unida y compacta agrupando toda la
fuerza militar bajo las manos del rey, el cual someterá a los disidentes y a los
feudatarios asimilando impuestos e imponiéndose a la iglesia quedando el
monarca como único representante de la nación. Será Maquiavelo quien
revolucione la teoría política del momento junto a una nostalgia hacia la
civilización romana.
Italia y el Papa
En estos momentos Italia se encuentra dividida en cinco estados y en 1512 cae
la República Florentina ejemplo del destino de los estados débiles. El Estado
Pontificio se convertirá en un estado fuerte y compacto. Ya no serán árbitros
pero conservan la soberanía de la Italia Central. En toda la península existe
una fuerte división entre los tiranos y la mayoría de la población cree que la
Iglesia es culpable de dicha situación. Dentro de una sociedad cargada de
tintes libertinos y corruptos donde el individuo es egoísta.
El Príncipe trata de las monarquías o estados absolutos siendo la indiferencia
moral ante los medios utilizados la principal característica del pensamiento de
Maquiavelo junto a la fuerza y astucia como puntal de un gobierno bueno .
Escribe sobre la mecánica de gobierno siendo de su interés las medidas
políticas y militares. La finalidad política es conservar y aumentar el poder
político y la medida de su éxito la consecución de ese propósito
independientemente sea cruel o injusta.
Sobre esta indiferencia moral nunca se puede presuponer que tomase como
modelo a alguien. Condena la servidumbre cristiana y con ella a la religión
Cristiana valorando mucho mas a las antiguas religiones paganas. Nunca duda
que la corrupción del ciudadano hace imposible al buen gobierno y cree que
eran las virtudes cívicas de los antiguos romanos las que hicieron posible el
imperio pero este no tiene porque ser así en los gobernantes juzgando de
forma diferente a los dos puesto que en el gobernante se encuentra fuera del
grupo. Utiliza los ejemplos de la historia pero no puede llamarse propiamente
empírico.
Egoísmo universal
Será en aquello que Maquiavelo se basa recíprocamente en la necesidad de
seguridad buscando el apoyo de un gobierno fuerte. Los hombres desean
conservar y tener mas, eso hace que estén continuamente en lucha por la
realidad de la escasez natural. Observa que generalmente los hombres son
malos y que el gobernante prudente debe basar su gobierno sobre ese hecho,
puede matar pero no saquear. En Italia el problema se encuentra en fundar un
estado sobre una sociedad corrompida donde el único gobierno posible sería la
monarquía absoluta. Solo se puede ordenar mediante el poder despótico. Junto
al egoísmo humano existe asimismo la constante lucha que hace que la derrota
pueda estar cerca de los pasos de la política.
El legislador omnipotente
Un estado afortunado tiene que ser fundado por un solo hombre, lo cual
determinará el carácter nacional de su pueblo, la restauración de una sociedad
debe ser efectuada por un legislador. No existen límites a lo que puede hacer
un estadista siendo el poder lo único que puede mantener unida a la sociedad
y las obligaciones morales que existen tras ella. El gobernante como creador
del Estado está fuera de toda moral no siendo digna la violencia destructiva. El
príncipe modelo encarna astucia y egoísmo y aprovecha vicios y virtudes, el
cuadro idealizado de un tirano del XVI. Desconfía de las medias tintas políticas
admirando al déspota y al pueblo que se gobierna a sí mismo bajo el imperio
de la ley. No convertirá a su legislador en teoría del absolutismo político.
Republicanismo y nacionalismo
Todo gobierno debe encontrarse regulado por ley. El gobernante no debe tocar
la propiedad ni a las mujeres de los súbditos. Prefiere elección a herencia,
empleo de la severidad con moderación y libertad de expresión estimando el
gobierno liberal y sujeto a las leyes. Aristocracia y nobleza no son más
elementos perniciosos para cualquier gobierno útil. Otro elemento
distorsionador es el de los soldados mercenarios que agotan el oro y no son
útiles para cuando verdaderamente sé les necesita, por ello el gobernante debe
dispone de un ejercito compuesto por sus súbditos, equipado, disciplinado y
enlazados con el estado por la lealtad. Espera que algún tirano de Italia pueda
encargarse de la tarea de organizar y unificar el estado italiano aunque no
tiene nada que pueda verse como una teoría de unificación. Su meta sería
conseguir la ciudad-estado expansionista.
Más que cualquier otro pensador político, Maquiavelo será el creador del
significado de la palabra Estado como fuerza organizada dentro de un
territorio.
Los primeros reformadores protestantes
Esta reforma mezcla teoría política con reformas de credo religioso y con
problemas de dogma teológico. No se producirá nada semejante a una teoría
política puesto que los diversos eruditos comparten el mismo fondo cristiano.
La semejanza de esas convicciones políticas depende mas de las circunstancias
y las diferencias de las existentes entre las diferentes iglesias. Las teorías
políticas no tienen porqué coincidir con las religiosas. La rotura de los
protestantes con Roma no significa la no insmicución del clero en la política o
la interferencia del poder secular en el religioso. Ahora la religión depende en
mayor grado de la política. Por vez primera se quebranta la unidad de la iglesia
y los resultantes siguen actuando de manera autoritaria donde se corta el
poder de la iglesia, el mantenimiento de este queda en manos del poder
secular. El estadista considera el mantenimiento de la religión como garante
del orden publico.
Obediencia pasiva y derecho de resistencia
Se aumenta y consolida el poder de las monarquías y la reforma depende de
poder contar con el apoyo de los príncipes con la consecuencia de robustecer
más al poder ganando peso la monarquía absoluta. Los grupos reformistas
luchaban contra el Papa y la franja lunática, movimiento reprimido cruelmente.
Monarquía, economía y reformadores se unen realizando la forma típica del
estado europeo.
En el Norte se producen minorías religiosas relativamente fuertes que acaban
siendo fuentes potenciales de desorden lo cual hará surgir una política de
tolerancia religiosa basada en la común lealtad política. Así amalgama de
religión y política es completa siendo un articulo primordial el respaldo a los
gobernantes. La verdadera religión incluye el derecho a disentir del gobierno y
a resistirlo en interés de esa verdad. En esos momentos serán los reyes
herejes quienes están devastando la iglesia. El derecho a resistir deriva de que
los reyes poseen su poder a través del pueblo y pueden ser llamados a cuenta
por él.
Martín Lutero
Tanto el cómo Calvino se basaron en razones idénticas, sosteniendo que la
existencia del gobernante es mala, algo que no se demostrará coherentemente
e históricamente. Lutero considera que la sustancia de la religión se basa en
una experiencia mística y personal donde el exterior supone una ayuda para
alcanzar esa experiencia. Las acusaciones que vierte hacia la iglesia de Roma
se basan en agravios antiguos atacando los privilegios especiales del clero y
por tanto en asuntos temporales los clérigos tienen las mismas
responsabilidades que los seglares aunque no puede prescindir enteramente de
la disciplina y autoridad eclesiástica y por ello es llevado a pensar que hay que
reprimir la herejía.
El resultado práctico de su ruptura con Roma fue que el poder secular se
convirtió en agente de la reforma contribuyendo a crear una iglesia nacional
con el deber de obediencia pasiva de los súbditos. Tenía confianza en las
magistraturas y ninguna en las masas. Los Príncipes eran súbditos del
Emperador y se vio obligado a admitir que podría existir una resistencia hacia
este cuando se excediera de su autoridad aunque de manera muy vaga. Así
sus iglesias serán ramas del Estado y los frenos del poder secular desaparecen
ganando la religión en espiritualidad y el estado en poder.
Calvinismo
Desde Holanda, Escocia y Norteamérica se extiende en Europa Occidental la
justificación de la resistencia. En un principio Calvino postulaba la obediencia
pasiva, pero en Francia y Escocia se encuentra en oposición a unos gobiernos
que no puede someter. También en principio su doctrina adolece de
consideraciones hacia el liberalismo o el constitucionalismo teniendo campo
libre en una teocracia antiliberal y opresora. Se oponen a la mezcla estado-
iglesia para que esta ultima tenga el poder necesario disponiendo del apoyo
secular. El gobierno calvinista dio las dos espadas al clero con el resultado de
un intolerable gobierno de santos con inmiscución entre los asuntos íntimos.
Su ética es una ética de acción como que el instrumento elegido por la
voluntad de Dios es el hombre donde su creencia es la de un sistema cósmico
de dependencia cuasi militar agotando el vocabulario del derecho romano y su
disciplina es la del domino sobre sí mismo haciendo de las iglesias calvinistas
la parte militante del protestantismo. El reformador moral presenta un carácter
autocrático dando a los santos el derecho de gobernar y da mayor valor a las
instituciones seculares siendo su primer deber mantener el culto a Dios
desterrando la herejía. Aspira a la censura moral por la influencia que da al
clero. Incluye la representación por elders lo cual no significa que quiera
introducir la democracia. En teoría todo el poder reside en el cuerpo cristiano
aunque no existe autonomía. En Escocia donde la asamblea general se
compone de presbíteros y sínodos era más representativa de la generalidad de
la nación que el parlamento escocés. Aquí la reforma es un movimiento
popular contra la corte, algo que en sus inicios no postula el calvinismo. Este
no es recomendable en una nación donde el monarca sea el jefe temporal
puesto que el calvinismo cree en la superioridad de la autoridad espiritual,
hace autónoma a la iglesia incluyendo al clero y a los seglares y en las iglesias
nacionales. Si no hay obispo no hay rey. Esta es la forma de poder eclesiástico
defendida por la oposición. Es no-monárquica.
Como el poder secular es el medio externo de salvación, la posición del
magistrado el honorabilísima y la resistencia hacia el es resistencia hacia dios,
así que el ciudadano privado no tiene porque opinar en asuntos políticos. El
mal gobernante es un castigo devino por los pecados del pueblo y la sumisión
es hacia la magistratura no hacia la persona. La ley de dios obliga tanto a jefes
como a súbditos y la ley civil fija la pena para lo intrínsecamente malo pero el
castigo hacia un magistrado compete a Dios. Señala que hay constituciones en
las que ciertos magistrados menores tienen el deber de resistencia hacia la
tiranía en beneficio del pueblo, el derecho a resistir deriva de Dios, pero no es
un derecho general del pueblo a resistir. El poder soberano es un conjunto y
uno de los que participan en el tiene el derecho a impedir el abuso del otro. La
teoría constituirá una mitigación aristocrática de la doctrina general de los
derechos naturales inherentes al pueblo. La obligación del gobernante es
actuar hacia Dios, no hacia el pueblo, todo deriva de Dios. En el sistema solo
hay lugar como rey hacia Dios. Reproduce el antiguo sistema mixto criticando
la monarquía hereditaria. Es marcadamente aristócrata. Su teoría es inestable
por ser fácil presa de las circunstancias puesto que si el gobernante no acataba
sus normas si que debiera resistírsele.
Jhon Knox
Será quien realice el primer cambio de posición por la situación del
protestantismo escocés. La corona es católica y por ello puede esperar mucho
de una política de resistencia y así logra la reforma escocesa. No se aparta de
los principios de Calvino como la superioridad sobre la iglesia católica o el
deber de imponer la verdadera religión a aquellos que no la aceptan
voluntariamente. Así en Escocia afirma que es su deber corregir y reprimir a un
rey que actúa contra la verdadera religión. Abandona la creencia que la
resistencia es siempre mala y apoya a esta como parte del deber de apoyar a
la religión. Es el deber religioso, no los derechos del pueblo.
Conclusiones
“El Príncipe” es el manual del gobernante renacentista, secular, profesional,
nacionalista y expansionista.
Breviario del arte de conservar el Gobierno, desiste de todo intento de buscar
una justificación teológico-racional del poder: el poder se justifica a sí mismo y
es árbitro absoluto de todo lo que, pretendidamente eran sus reglas, incluida la
moral. Tres son los factores que juegan en todo el proceso de adquisición,
conservación y pérdida de sus principados: fortuna, virtud y talento / mérito.
Escrito con gran elegancia y en un estilo claro y sencillo, muestra, asimismo,
una gran erudición histórica y un intelecto poderosos en la capacidad de
extraer conclusiones y de razonar. Probablemente quepa mantener la tesis de
que Maquiavelo era republicano (seguramente, también, demócrata) y
partidario de un gobierno justo y no despótico, sin necesidad de hacer muchas
filigranas para ello: “ Es mejor que el príncipe sea justo (o en todo caso, que lo
aparente)”. Gran lucidez en todo lo relativo a las consecuencias políticas de la
actuación moral. Notable el nacionalismo Maquiavélico.
En ellas sostiene que las normas de la política practica se apartan se apartan
de las establecidas para
la ética por lo que los actos y resoluciones del gobernante deben inspirarse en
motivos de orden político, sin consideración a los conceptos del bien y del mal
Política
En esta obra la política aparece por primera vez tratada como ciencia en ella se
analiza los medios y procedimientos por los cuales un hombre ambicioso pudo
llegar al poder supremo de un país. Maquiavelo estudia al gobierno de los
principados desde su punto de vista, como una ciencia.
En esta Maquiavelo hablaba de las distintas clases de principados, de la
dificultad de gobernar unos y de la facilidad de gobernar otros.
También se habla de ejemplos en los que se representan los diferentes casos
de adquisición de reinados. Sin embargo Maquiavelo aisló el problema político
y solo se concentro en este y perdió de vista muchos aspectos que están
ligados a la constitución y administración del estado mismo.
Maquiavelo al pretender dar lecciones a los reyes, dio lecciones a los
pueblos.
Maquiavelo escribió cosas provechosas, siguiendo la verdad efectiva de las
cosas.
El Príncipe es un libro Republicano.
Los hombres son malos y están dispuestos a demostrarlo si la ocasión lo
amerita.
La virtud es todo lo que resume un dirigente.
La accione del príncipe no será moral, sino ordenadora.
En resumen El Príncipe de Maquiavelo tuvo y tiene un gran interés político. Su
autor ha sido definido en muchas ocasiones como un personaje de
enrevesadas ideas (de todos es conocida la popular expresión “tener ideas
maquiavélicas”). Sus reflexiones han sido objeto de muchas críticas, para él la
moral y la ética se dejan en un segundo plano cuando se trata del
mantenimiento del gobernante en el poder. Así justifica determinados
comportamientos y cualidades que debe tener el príncipe para mantenerse en
el poder. Estas condiciones y aptitudes se resumen en su capacidad de
aprovechar situaciones y manipular deseos y voluntades de tal modo que sean
consideradas como medios y no como fines, cualidades que a nosotros nos
parecen amorales. Según él un príncipe puede ser cruel “…debe por tanto un
príncipe no preocuparse de la fama de cruel si a cambio mantiene a sus
súbditos unidos y leales porque con poquísimos castigos ejemplares será más
clemente que aquellos otros que por excesiva clemencia permiten que los
desórdenes continúen”; puede ser hipócrita “… es necesario saber colorear
bien esa naturaleza y ser un gran simulador y disimulador” y sobre todo y lo
más importante se le permite el uso de la violencia como instrumento de
cohesión social, si bien no es bueno su uso continuado.
Otro aspecto importante de su obra es el profundo desprecio hacia la
concepción humana, motivadas por una situación política controvertida y por
una visión personal del mundo y de los hombres totalmente pesimista. Así se
observa en muchas de sus frases: según él el hombre no es bueno “…porque
un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará
necesariamente su ruina entre tantos que no lo son”, describe las cualidades
de los hombres “…se pude decir de los hombres lo siguiente: son ingratos,
volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen del peligro,
están ávidos de ganancia; y mientras les haces los favores son todos tuyos, te
ofrecen la sangre, los bienes, la vida, los hijos cuando la necesidad está lejos;
pero cuando se te vuelve encima vuelven la cara…”.
A pesar de estas reflexiones que hace Maquiavelo no debe, a modo personal,
ser objeto de una critica despiadada, pues detrás de ese pesimismo y frialdad
moral se encuentra un profundo análisis políticos que en algunos momento
parecen referirse a nuestro tiempo con una total vigencia, lo que convierte a
Maquiavelo , más que en un pensador “moderno”, en un politólogo
contemporáneo.
Lo que si que esta claro es que un buen político tiene que hacer prevalecer los
intereses de quien representa sobre los suyos propios, y que por esto es, en
parte, “prisionero” de sus actos (de todas formas no tienen derecho a
quejarse, porque son ellos los que han elegido seguir ese camino). Esto es lo
que no parecen haber entendido la gran cantidad de hombres que han querido
imponer sus ideas a costa de los intereses de los que supuestamente deben
apoyar y defender.
En conclusión Maquiavelo describe las mentiras, los métodos inmorales, las
tácticas de cómo ganarse a su pueblo, propuso las condiciones que habían de
caracterizar a un príncipe, entendida esta figura como la cabeza o jefe del
Estado.
El hombre, desde el principio de los tiempos, se ha relacionado a partir del
poder o la aspiración a éste. Pero conseguir manipular y gobernar a una
persona o a un estado no es sencillo. Se necesita ser un buen estratega, cínico
y hábil, manipulador de las masas, hipócrita en las acciones, fuerte y justo en
los movimientos. Mantener el poder requiere un gran esfuerzo y una gran
destreza que no todos los hombres poseen. Maquiavelo, cuando escribió El
Príncipe era consciente de esta realidad. Por eso, dedicó su obra póstuma a los
políticos de su tiempo.
“A los hombres se los ha de gobernar con mano de acero dentro de guante de
terciopelo” – Napoleón Bonaparte
Las ideas de Maquiavelo marcaron el inicio de la política como la conocemos
hoy en día. Todo gobernante actual que no siga sus consejos no podrá
mantener su poder durante un largo periodo de tiempo.
“Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la
perspectiva de ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia ti es la
probabilidad de sufrir daños” – El Arte de la Guerra (Sun Tzu)
La obra de Nicolás Maquiavelo representa una interesante perspectiva para
comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el
Renacimiento.
Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese
tratado de política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas
interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los
gobernantes mismos.
Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre
fría. Por lo contrario, era un ardiente partidario de las instituciones
republicanas, que percibía más claramente que el resto de sus compatriotas.
Como ningún Estado podría prosperar donde la moral había fallado, como
había ocurrido en Italia.
En lo personal me parece que fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que
permitió diagnosticar precozmente el sentido del naciente orden europeo,
establecer los fines ideológicos que convenían a la comunidad de la que
formaba parte y señalar los medios eficaces para lograrlos a partir de las
situaciones reales que predominaban en la Italia de su tiempo.
Esta obra de tipo filosófica y política representa una interesante disertación y
realidad que ayuda a comprender la evolución social y política del mundo del
renacimiento.
El Príncipe deja complejas y atrevidas interpretaciones acerca del poder y los
gobernantes. El realismo de Nicolás Maquiavelo fue implacable, demostrando
un sentido de orden, fines políticos e ideológicos que pueden ser convenientes
para la comunidad señalando métodos sagaces, inteligentes, astutos, lógicos y
eficaces para lograrlos a partir de situaciones reales que predominaban en
aquel tiempo.
El Príncipe
Para otros usos de este término, véase Príncipe (desambiguación).
El príncipe
Portada en 1550.
Autor Nicolás Maquiavelo
Tema(s) política
Título original Il principe
País Italia
Fecha de publicación 1532
Nicolás Maquiavelo
Discursos sobre la
primera década
de Tito Livio
El príncipe Andria
El príncipe (en el original en italiano, Il principe) es un tratado de teoría política escrito por Nicolás
Maquiavelo en 1513, mientras este se encontraba encarcelado en San Casciano por la acusación de
haber conspirado en contra de los Médici. El libro fue publicado en 1531 y dedicado a Lorenzo II de
Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación, a modo de regalo1 .
Se trata de la obra de mayor renombre de este autor, aquella por la cual se acuñaron el
sustantivomaquiavelismo y el adjetivo maquiavélico.
Índice
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1 Sobre los principados mixtos
2 Sobre ser amado o temido
3 Autoritarismo o liberalismo
4 El arte de la guerra
5 Referencias
6 Enlaces externos
Sobre los principados mixtos[editar · editar código]
En esta parte de su obra, Maquiavelo trata sobre los principados mixtos, viene a ser aquel que no es
enteramente nuevo y posee un miembro añadido a un principado antiguo ya poseído, éste se asemeja
mucho a los principados nuevos, tiene casi las mismas dificultades para conservar el poder. Los
principados mixtos consisten en que los hombres, aficionados a mudar de señor, con la loca y errada
esperanza de mejorar su suerte, se arman contra el que los gobernaba y ponen en su puesto a otro, no
tardando en convencerse, por la experiencia, de que su condición ha empeorado. Ello proviene de la
necesidad natural, en que el nuevo príncipe se encuentra, de ofender a sus nuevos súbditos, ya con
tropas, ya con una infinidad de otros procedimientos molestos, que el acto de su nueva adquisición
llevaba consigo.
Se consideran varias estrategias para conservar este principado: la primera, eliminar el linaje del
príncipe anterior y no alterar las leyes ni aumentar los impuestos.
Asimismo, Maquiavelo aclara que los principados mixtos son los mejores en todo sentido.
Sobre ser amado o temido[editar · editar código]
Nicolás Maquiavelo
Maquiavelo aconseja a los príncipes que deben ser amados y temidos simultáneamente. Pero como
estas relaciones raramente existen al mismo tiempo, aclara que es preferible ser temido que amado.
Fundamenta su pensamiento en que en el momento de una revolución, el pueblo puede que se olvide
del amor, pero el temor siempre lo perseguirá. En consecuencia, si un soberano es temido hay menos
posibilidades de que sea destronado. Además Maquiavelo aconseja que sobre todas las cosas uno
siempre debe evitar ser odiado, ya que en esa situación nada impedirá que termine destronado. Para
evitar ser odiado el príncipe nunca debe interferir con los bienes de sus súbditos ni con sus esposas, ya
que argumenta que un subordinado olvida más rápido la muerte de su padre que la pérdida de sus
riquezas.
El sentido contextual de Nicolás Maquiavelo respecto de ser "amado" y/o "temido", radica
primordialmente en que debe haber un punto equidistante entre una y otra; toda vez que si bien es cierto
un príncipe, entendiéndose no como tal, sino como la cabeza de un Estado, debe ser clemente y al
mismo tiempo hacerse temer, en cierta manera, para mantener la firmeza del territorio que gobierna, no
así si se pasa de temeridad pues será aborrecido, y no ser del todo indulgente, pues esto desencadena
desorden y posteriormente la destrucción del Estado.
Autoritarismo o liberalismo[editar · editar código]
Los pensamientos de Maquiavelo sobre este tema fueron asignados a un capítulo entero en El príncipe.
Él pensaba que es mejor ser autoritario, ya que cuando se es clemente o liberal se le da libertad tanto a
las personas como a los hechos. Hechos tales como lo son las masacres y matanzas afectan a toda la
población. En cambio cuando uno es autoritario evita los hechos que afectan a toda la población, y en
vez sólo ejecuta a unas personas, para mantener el orden y el autoritarismo. Además, estas ejecuciones
sólo afectan a unos pocos individuos.
El arte de la guerra[editar · editar código]
Aquí, Maquiavelo nos dice que un príncipe siempre se debe preocupar por estas cuestiones y debe
tener en cuenta que una postura neutral ante los problemas es en muchos casos una postura
desventajosa y solamente retrasa los mismos.
Nada que ver con su homónimo el arte de la guerra de Sun Tzu.
Resumen Y Análisis De
“El Príncipe” Escrito Por Nicolás Maquiavelo
Capitulo I
DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y LA FORMA EN QUE
SE ADQUIEREN
Los principados son, o hereditarios, cuando una misma familia a reinado en
ellos largo tiempo, o nuevos. Los nuevos, o lo son del todo, o son como
miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere, los
así adquiridos se adquieren por las amas o por las ajenas, por la suerte o
por la virtud
Capitulo II
DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS
Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía,
que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los
príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que pueden
producirse.
Capítulo III
DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS
Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la
misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están
acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber
borrado de la línea del príncipe que los gobernaba porque siempre que se
respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecen
sosegados.
Sólo con muchísima dificultad podrá perderlo.
Las colonias no cuestan, y son más fieles y entrañan menos peligro; y que
los damnificados no pueden causar molestias, porque son pobres y están
aislados.
El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización
distintas a las de la suya, debe también convertirse en paladín y defensor,
ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que, Bajo
ningún pretexto, entre en su estado un extranjero tan poderoso como él.
Capitulo IV
POR QUE LE REINO DE DARÍO OCUPADO POR ALEJANDRO NO SE
SUBLEVÓ CONTRA LOS SUCESORES DE ÉSTE DESPUÉS DE SU
MUERTE
Todos los principados de que se guarda memoria han sido gobernados de
dos modos distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo
son todos los ministros que lo ayudaran a gobernar, o por un príncipe
asistido por nobles, que no, a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su
linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen Estados y
súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural
afección. Mientras que, en los Estados gobernados el príncipe goza de
mayor autoridad; por que en toda la provincia no se reconoce soberano sino
a él, y si se le obedece a otro, a quien además no se le tiene particular
amor, sólo se lo hace por tratarse de un ministro y magistrado del príncipe.
Capítulo V
DE QUE MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS
QUE ANTES DE SER OCUPADOS, SE REGIAN POR SUS PROPIAS
LEYES.
Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquiridos,
estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad:
primero destruirlo; depuse radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus
leyes, obligando a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por
un corto número de personas, para que se encargue de velar por la
conquista. Como ese gobierno sabe que nada puede sin la amistad y poder
del príncipe, no ha de reparar con medios para conservarle el estado.
Porque nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una
ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos
ciudadanos.
En verdad el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a
vivir a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no
la aplaste, espere a ser aplastado por ella.
Capítulo VI
DE LOS PRINCIPADOS NUVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS
PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL
Estos adquieren el principado con dificultades, pero lo conservan sin
sobresaltos, las dificultades nacen en parte de las nuevas leyes y
costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el estado y
proveer de seguridad.
Si se quiere analizar bien esta parte, es preciso ver si estos innovadores lo
son por sí mismos, o si dependen de otros: es decir, si necesitan recurrir a
la súplica para realizar su obra, o si pueden imponerla por la fuerza.
Hay que reconocer que estos revolucionarios tropiezan con grandes
dificultades, que todos los peligros surgen en su camino y que sólo con gran
valor pueden superarlos; pero vencidos los obstáculos, y una ves que han
hecho desaparecer a los que tenían envidia de sus virtudes, viven
poderosos, seguros, honrados y felices.
Hay que agregar otro de menor jerarquía el que de simple ciudadano llegó a
ser príncipe sin tener otra deuda con el azar que la ocasión; y solo fue por
los meritos que hizo para que lo eligieran príncipe.
Capítulo VII
DE LOS PRICIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON ARMAS Y
FORNTUNA DE OTROS
No es posible conducirse de otro modo cuando se tiene tanto valor y tanta
ambición
El príncipe nuevo que crea necesario defenderse de enemigos, conquistar
amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los
habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los k puedan
perjudicarlo, reemplazar con nuevas leyes antiguas, ser severo y amable,
magnánimo y liberar, disolver la milicias infieles, crear nuevas, conservar la
amistad de reyes y príncipes de buen grado o lo ataquen con recelos; el que
juzgue indispensable hacer todo esto.
Capítulo VIII
DE LOS PRINCIPADOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE
CRIMENES
Primer caso es el que se asciende al principado por un camino de
perversidades y delitos; y después, el caso en que llega a ser príncipe por el
favor de los conciudadanos.
Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio; con el tiempo
antes crecen que se extinguen. Quien procede de otra manera, por timidez
o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el
cuchillo en la mano, y mal puede contara a sus súbditos cuyas ofensas
continuas y todavía recientes llenan de desconfianza.
Capítulo IX
DEL PRINCIPADO CIVIL
El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles y los
nobles cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran
toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe, pero el que llega al
principado con ayuda de los nobles se mantiene con mas dificultad que el
que a llegado mediante el apoyo del pueblo, por que los que lo rodean se
consideran iguales y se le hace difícil mandarles y manejarlos como el
príncipe quiera.
Estos principados peligran cuando quieren pasar de principado civil a
principado absoluto pues estos príncipes gobiernan por sí mismos o por
intermedio de sus magistrados, su permanencia es más insegura y
peligrosa, por que depende de al voluntad de los ciudadanos que ocupan el
cargo de magistrados los cuales pueden arrebatarle el poder y el príncipe
rodeado de peligros no tiene tiempo para asumir autoridad absoluta, ya que
los ciudadanos y los súbditos, acostumbrados a recibir ordenes no están en
semejantes trances dispuestos a obedecer la suyas.
Capítulo X
COMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS
Si un príncipe posee un estado tal que pueda sostenerse por sí mismo, si
tiene en tal caso, que recurrir a la ayuda de otros.
Un príncipe que gobierne una plaza fuerte y a quien el pueblo no odie, ni
puede ser atacado pero se lo fuese, el atacante se vería obligado a retirarse
sin gloria, por que son tan variables las cosas de este mundo que es
imposible que alguien permanezca con sus ejércitos un año sitiando
ociosamente a una ciudad
Capítulo XI
DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS
Los principados eclesiásticos son aquellos que todas las dificultades existen
antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se
conservan sin el uno ni la otra dado que se apoyan en antiguas instituciones
religiosas que son tan potentes y de tal calidad, que mantiene a sus
príncipes en el poder sea cual sea fuere el modo en que éstos procedan y
vivan, estos son los únicos que tienen estados y no los defienden; súbditos
y no los gobiernan, son los únicos principados seguros y felices.
Capítulo XII
DE LAS DISTINATAS CLASES DE MALICIAS Y DE LOS SOLDADOS
MERCENARIOS
Las tropas con que un príncipe defiende a su estado son propias,
mercenarias, auxiliares o mixtas. Las mercenarias y auxiliares son inútiles y
peligrosas; y el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios
no estará nunca seguro, por que están desunidos, por que son ambiciosos
desleales, valientes entre amigos, pero cobardes cuando se encuentran
frente a los enemigos; porque no tienen disciplina, como tienen temor de
Dios ni buena fe como los hombres. Los capitanes de mercenarios o son
hombres de mérito o no los son; no se puede confiar en ellos si lo son
porque aspirarán siempre a forjar su propia grandeza, ya tratando de
someter al príncipe.
Un principado o una republica deben tener sus milicias propias; que en un
principado si, el príncipe debe dirigir la milicias en persona y hacer el oficio
de capitán
Capítulo XIII
DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y PROPIOS
Las tropas auxiliares son aquellas que se piden a un príncipe poderosos
para que nos socorra y defiende estas tropas pueden ser útiles y buenas
para sus amos, pero para quien las llama casi siempre son funestas; pues si
se pierden, queda derrotado, y si gana, se convierte en su prisionero, todo
el que no quiera vencer no tiene más que servirse de estas tropas,
muchísimo más peligrosas que las mercenarias, porque están
perfectamente unidas y obedecen ciegamente a sus jefes, con lo cual la
ruina es inmediata
Capítulo XIV
DE LOS DEBERES DE UN PRINCIPE PARA CON LA MILICIA
Un príncipe jamás debe dejar de ocuparse del arte militar, y durante los
tiempos de paz debe ejercitarse más que en los de guerra; lo cual puede
hacer de dos modos: con la acción y con el estudio. En lo que atañe a la
acción debe, tener bien organizadas sus tropas, dedicarse constantemente
a la caza con el objeto de acostumbrar el cuerpo a las fatigas y de conocer
la naturaleza de los terrenos, tal estudio aprende dos utilidades: primero se
aprende a conocer la región donde se vive para defenderla mejor; después,
en virtud del conocimiento de otra donde sea necesario actuar de manera
que el conocimiento de otra donde sea necesario actuar.
Capítulo XVI
DE LA PRODIGALIDAD Y DE LA AVARICIA
La prodigalidad, practicada de manera que sepa que uno es pródigo,
perjudica; y otra parte si se la practica virtuosamente y tal como se la debe
practicar, la prodigalidad no será conocida y se creerá que existe el vicio
contrario, ya que un príncipe no puede practicar públicamente esta virtud sin
que se perjudique, si es sensato, que no se preocupe si es tildado de tacaño
porque, con el tiempo al ver que con su avaricia le bastan las entradas para
defenderse de quien le hace la guerra, y puede acometer nuevas empresas
sin gravar al pueblo, será tenido siempre por más pródigo, pues practica la
generosidad con todos aquellos a quienes no quita , que si innumerables, y
la avaricias con todos aquellos a quienes no da, que son pocos
Capítulo XVII
DE LA CRUELDAD Y LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMDO QUE
TEMIDO O SER TEMIDO QUE AMADO
Declaro que todos los príncipes deben desear ser tenidos por clementes y
no por crueles. Surge de esto una cuestión si vale, más ser amado que
temido o temido que amado declaro entonces que es más seguro ser
temido que amado. Cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene
que gobernar a miles de soldados, es absolutamente necesario que no se
preocupe si merece fama de cruel, por que sin esta fama jamás podrá
tenerse ejército alguno unido y dispuesto a la lucha.
Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la
voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no
en lo ajeno, pero tratando siempre de evitar el odio.
Capítulo XVIII
DE QUE MODO LOS PRINCIPES DEBEN CUMPLIR SUS PROMESAS
Nadie deje de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que
cumple la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez, pero son
precisamente los príncipes que han hecho menos caso da la fe jurada. Un
príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre; ya
que se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe se
transforme en zorro y en león, porque el león no sabe protegerse de las
trampas ni el zorro protegerse de los lobo, los que solo sirven de las
cualidades de el león demuestran poca experiencia.
Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades
del momento, que aquel que engaña encontrará siempre a quien se deje
engañar.
El tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil.
Esta bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso y asimismo serlo
efectivamente; pero se debe de estar dispuesto ha estar dispuesto a irse a
otro extremo si ello fuera necesario.
Capítulo XIX
DE QUE MODO DEBE EVITAR SER DESPRECIADO Y ODIADO.
Un príncipe debe temer dos cosas: en el interior, que se le subleven los
súbditos; en el exterior, que lo ataquen las potencias extranjeras. Los
estados bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no
exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo.
Un príncipe debe estimar a los nobles pero sin hacerse odiar por el pueblo,
cuando el príncipe no puede ser evitado odiado por una de las dos partes,
debe inclinarse hacia el grupo más numeroso, y cuando esto no es posible,
inclinarse hacia el más fuerte.
Capítulo XX
SI LAS FORTALEZAS, Y MUCHAS OTRAS COSAS QUE LOS PRINCIPES
HACEN CON FRECUENCIA SON UTILES O NO.
Las armas del pueblo se convierten en las del príncipe y los que recelan se
hicieron felices, los fieles continúan siéndolo y los súbditos se hagan
partidarios.
Hay quienes afirman que un príncipe hábil debe fomentar con astucia
ciertas resistencias para que al aplastarlas se acreciente su gloria.
Elogiare tanto a quien construya fortalezas, como a quien no las construya,
pero censuraré todo el que, confiando en las fortalezas, tenga en poco el
ser odiado por el pueblo.
Capítulo XXI
COMO DEBE COMPORTARSE UN PRINCIPE PARA SER ESTIMADO.
Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el
ejemplo de raras virtudes.
En beneficio del príncipe el hallar medidas sorprendentes a lo que se refiere
a la administración, el príncipe debe ingeniarse por parecer grande e ilustre
en cada uno de sus actos, cuando el príncipe se declara valiente por una de
las partes, se triunfa aquella a la que se une, aunque sea poderosa y él
quede a su discreción, estarán unidos por un vínculo de reconocimiento y
afecto; y los hombres nunca son tan malvados que, dando una prueba de
tamaña ingratitud, lo sojuzguen; un príncipe nunca debe aliarse con otro
más poderoso para atacar a terceros sino de acuerdo con lo dicho, cuando
las circunstancias lo obligan porque si venciera en su poder, y los príncipes
deben hacer lo posible por no quedar a disposición de otros.
El príncipe se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se distingan
en las artes. Todas las ciudades están divididas en gremios o corporaciones
a las cuales les conviene que el príncipe conceda su atención.
Capítulo XXII
DE LOS SECRETARIOS DEL PRINCIPE.
La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los
hombres que lo rodean: si son capaces y fieles podrá reputárselo por sabio,
pues supo hallarlos capaces y mantenerlos fieles; pero cuando no lo son, no
podrá considerarse prudente a un príncipe que el primer error que comete lo
comete en esta lección.
Para conocer a un ministro hay un modo que nunca falla cuando se ve que
un ministro piensa más en él que en uno y que en todo no busca sino su
provecho, estamos en presencia de un ministro que nunca será bueno y en
quien el príncipe nunca podrá confiar porque el que tiene en sus manos el
estado de otro jamás debe pensar en sí mismo, sino en el príncipe, y no
recordarle sino las cosas que pertenezcan a él. Por su parte, el príncipe,
para mantenerlo constante en su fidelidad, debe pensar en el ministro. Debe
honrarlo, enriquecerlo y colmarlo de cargos, de manera que comprenda que
no puede estar sin él, y que los muchos honores no le hagan desear más
honores, las muchas riquezas no le hagan ansiar más riquezas y los
muchos cargos le hagan temer los cambios políticos.
Capítulo XXIII
COMO HUIR DE LOS ADULADORES.
Un príncipe prudente debe preferir rodearse de los hombres de buen juicio
de su estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque
en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas.
Es conveniente que los buenos consejos vengan de quien vinieren, nazcan
de la prudencia del príncipe y no la prudencia del príncipe de los buenos
consejos.
Capítulo XXIV
POR QUE LOS PRINCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS.
Los hombres se ganan mucho mejor con las cosas presente que con las
pasadas, y cuando en las presentes hayan provecho, las gozan sin inquirir
nada; y mientras el príncipe no se desmerezca en las otras cosas, estarán
siempre dispuestos a defenderlo. Así, el príncipe tendrá la doble gloria de
haber creado un principado nuevo y de haberlo mejorado y fortificado con
buenas leyes, buenas armas, buenos amigos y buenos ejemplos.
Las únicas defensas buenas, seguras y durables son las que dependen de
uno mismo y de sus virtudes.
Capítulo XXV
DEL PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y EN LOS
MEDIOS PARA OPONERSELE.
Con la fortuna que se manifiesta con todo su poder ahí donde no hay virtud
preparada y dirige sus ímpetus allí donde sabe que no se han hecho diques
ni reparos para contenerla.
Se ve que los hombres para llegar al fin que se proponen proceden en
forma distinta: uno con cautela, el otro con ímpetu; uno por la violencia, el
otro por la astucia; uno con paciencia el otro con su contrario; y todos
pueden triunfar por medios tan dispares.
Como la fortuna varia y los hombres se obstinan en proceder de un mismo
modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte e infelices
cuando estén en desacuerdo con ella, considero que es preferible ser
impetuoso y no cauto, por que la fortuna es mujer y hace preciso si se le
quiere tener sumisa golpearla y zaherirla. Y se ve que se deja dominar por
estos antes que por los que actúan con tibieza y como una mujer, es amiga
de los jóvenes por que son menos prudentes y más fogosazo y se imponen
con más audacia.
Capítulo XXVI
EXHORTACION A LIBERAR A ITALIA DE LOS BARBAROS.
No es asombroso que ninguno haya podido hacer lo que es de esperar que
haga vuestra ilustre casa, ni es extraño que después de tantas revoluciones
y revueltas guerreras parezca extinguido el valor militar de los soldados.
Pero se debe a que la antigua organización militar no era buena y a que
nadie ha sabido modificarla. Nada honra tanto a un hombre que se acaba
de elevar al poder como las nuevas leyes y las nuevas instituciones ideadas
por él, que si están bien cimentadas y llevan algo grande en sí misma, lo
hace digno de respeto y admiración.
Pero en las batallas, y por culpa exclusiva de la debilidad de los jefes;, su
papel no era nada brillante; por que los capaces no son obedecidos; y todos
se creen capaces, pero hasta ahora nadie hubo que supiese imponerse por
su valor y por su fortuna, y que hiciese ceder a los demás.
Definición de individuo y sociedad y su relación anexa con opinion personal
Bueno antes de comenzar con la opinión creo que es muy importante decir
que ami parecer el individuo es el príncipe, y la sociedad son los
gobernados pero estos a su vez son individuos de hay parte mi opinión por
que al examinar a El Príncipe es enfrentarnos al circundar la parte más
creadora y opaca de los individuos en la peligrosa e indefinida labor de
beneficio de la razón humana y de la sociedad. Habitualmente se alega que
la historia es la investigación de los tropiezos entre contextos y
organizaciones extremas. Es la suma de la disolución de un universo, de un
nuevo principio de la realidad en el que el hombre, regresaba a formar la
inquietud principal de todas las cosas, si la política concierne al ser el arte
de lo permitido, para Maquiavelo ello simbolizaba que ésta debía de
organizarse en medios reales, las necesidades de cambio que él expresó,
fueron extraídas de su reflexión del mundo basto y del estado de coraje
agrupado de sus contemporáneos. Sin embargo en el centro del Príncipe se
encuentra la reclamación del Estado moderno como articulador de las
relaciones nacionales y la necesidad de que los individuos estén en libertad.
Me pareció muy interesante algo que dijo que para elevarse el príncipe
deberá ser un hombre hábil o bien protegido por la fortuna por lo tanto
siendo hábil debe elegir con cuidado a sus consejeros y evitar el cederles la
menor parcela de autoridad; se dedica tan sólo a defender y extender su
poder por todos los medios, incluso el crimen si es necesario: vale más ser
temido que ser amado claro, cuidando su reputación; su fortaleza mayor es
el apego de su pueblo. La hipocresía se convierte en un deber. Si logra
conservar su vida y su estado, todos los medios que haya aplicado serán
juzgados honorables.
Al proponer como modelo a César Borgia, Maquiavelo permanece dentro de
la lógica de su concepción, pero subraya involuntariamente la fragilidad de
sus aforismos. Exagera, sin duda, la grandeza de propósitos que atribuye al
hijo del papa Alejandro vi; por otra parte, el papel que concede en la historia
a la fortuna le sirve de explicación un poco fácil del fracaso final, rápido y
total de su héroe. A continuación cito una crítica que me pareció muy
interesante la encontré en una página Web: La obra de Nicolás Maquiavelo
representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social
y política del mundo moderno surgida en el Renacimiento. Desde el año
1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de
política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas
interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los
gobernantes mismos. ---Incluiré aquí las visiones de algunos analistas de la
política y la historia acerca de las influencias de El Príncipe--- "Leer El
Príncipe hoy, es acordarnos del lado más sombrío de la transformación.
Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre
fría. Por lo contrario, era un ardiente partidario de las instituciones
republicanas, que percibía más claramente que el resto de sus
compatriotas. Como ningún Estado podría prosperar donde la moral había
fallado, como había ocurrido en Italia". (R.H.S., Crossman) "Fue el
implacable realismo de Maquiavelo lo que permitió diagnosticar
precozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer los fines
ideológicos que convenían a la comunidad de la que formaba parte y
señalar los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones reales
que predominaban en la Italia de si tiempo".
Nicolás Maquiavelo, el príncipe editorial porrua, S. A. México 1989
http://comunidad.derecho.org/djcm/djcm.html
Ética y política en “El Príncipe” de
Maquiavelo
Junio 23, 2009 Por Tania Lucía Cobos One comment
Escrito en el 2000, que lo disfruten.
Ética y política en “El Príncipe” de Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo vivió en la época de una Italia dividida, donde cada
ciudad era un “reino”, donde permanentemente se invadían unos a otros
o países extranjeros ocupaban los territorios de la península itálica, todo
en el marco de una Europa que empezaba a escapar del yugo de la
apostólica y católica iglesia romana.
Maquiavelo nació y vivió toda su vida en Florencia, que para esa época
era un reino autónomo. Fue aquí, que a partir de los 25 años, empezó a
tener contacto con la política interna y externa en misiones diplomáticas
en Alemania, Francia, España y otros estados italianos.
La llegada al poder de la familia Médicis en Florencia, truncó su vida
política y fue encarcelado acusado de conspiración, y es aquí donde
Maquiavelo empieza a redactar su obra El Príncipe, que más que una
manifestación del espíritu del renacimiento y una obra maestra de la
literatura universal, es un texto fundador de las ciencias políticas
modernas, una tratado que sienta las bases para un nuevo sistema
político: el Estado moderno encarnado y de poder centralizado en la
figura de El Príncipe.
Maquiavelo encontró como fuente de inspiración la unificación de
Francia, sus ideales republicanos y la consecución de la añorada libertad
de los territorios italianos invadidos, para la unificación de Italia como
un Estado.
Desde un principio, este libro como lo dice Maquiavelo mismo, fue
dedicado a Lorenzo de Médicis, llamado “El Magnífico”, y cada uno de
sus capítulos no son mas que consejos dados para que este príncipe
lograra la unificación de Italia, lo cual le vale a Maquiavelo conseguir el
favor de los Médicis.
El tratadista florentino ilustra en su obra los diversos tipos de príncipes
encarnados en muchos personajes de la Europa renacentista como el
Papa Alejandro IV (Rodrigo Borgia, papa español que murió envenenado
y cuya vida fue muy escandalosa), César Borgia, duque de Valentinois
(hijo del anterior y hermano de Lucrecia a quien utilizó para sus fines
políticos. Maquiavelo siente especial admiración por él debido a su
excelente habilidad política y decisiones acertadas), también a Fernando
El Católico (católico rey de España, esposo de la católica Isabel,
patrocinadores de la católica y cristiana misión de Colón al nuevo
mundo), y otros más.
En El Príncipe, Maquiavelo toca un tema que ha seducido a los hombres
desde tiempos inmemoriales: el poder, pero no como un poder proveído
por Dios y heredado de un hombre a otro por la consaguinidad y
designios divinos, sino como el poder que el hombre se provee a sí
mismo para su propio gobierno, mediado por intereses económicos, de
clase, ambiciones personales; incluyendo aquí también el poder del papa
(príncipe eclesiástico) y su imperio católico y adeptos (estado
eclesiástico), lo cual causó enemistad con la Santa Madre Iglesia.
Por otro lado, Maquiavelo demuestra que los valores y la moral
tradicional cimentadas a lo largo de la edad media por la católica y
cristiana iglesia ya no se ajustaban a la cambiante e inestable Europa
renacentista, se necesitaba reformar las concepciones sobre moral y ética.
Además de esto, Maquiavelo deja obsoleto el sistema feudalista como
forma de gobierno, implantado por la Iglesia, que lo único que había
conseguido, fuera de detener el desarrollo de la ciencia, el arte y reducir a
su mínima expresión la individualidad, era mantener al continente
europeo fraccionado y disperso.
El nuevo modelo político por el que Maquiavelo aboga está basado en
ciudades libres (estados, tal como se anotaba anteriormente, Maquiavelo
fue partidario ferviente de la libertad italiana y la unificación de cada uno
de los “reinos” en uno solo), gobernadas por un príncipe (no importa
como haya llegado el poder, sino la manera de cómo lo conserve), donde
el poder esta centralizado en las manos de este príncipe y es él quien
toma las decisiones autónomamente.
Además este príncipe debe estar muy bien instruido en las artes de la
guerra, debe tener a servicio del principado un ejército propio (los
ciudadanos del estado), no mixtos, ni mercenarios ni prestados, ya que
así garantiza su lealtad y obediencia. Este príncipe debe ser temido y
amado, entre tirano y benevolente con su pueblo y sus súbditos, así
logrará que estos no lo traicionen a la primera oportunidad. Igualmente,
debe preocuparse por el bienestar y desarrollo del principado (viéndolo
como un todo, y no como individuos), sino el mismo pueblo causará su
ruina, tal como pasaba con los Luis en Francia. Debe explotar los
factores que contribuyan a la creación y afirmación de la identidad del
principado (nacionalismo y patriotismo) y sobre todo, ser enemigo y
castigar duramente los brotes de corrupción.
Un buen príncipe que desee conservar el poder en su principado por
mucho tiempo, debe llevar a cabo una política de maximizar los medios
frente a los fines en el ejercicio del poder, dicho en otras palabras, la tan
conocida frase “el fin justifica los medios” y la derivación del adjetivo
maquiavelismo.
Es aquí donde surge la critica que se le hace a El Príncipe, pues la
primera impresión que causa es que está haciendo un llamado al cinismo,
la inmoralidad y la falta de ética, pero esto no es así, Maquiavelo lo que
intenta decir es que dependiendo de las circunstancias a las que se
enfrenta el Príncipe, él debe juzgar y extraer las premisas necesarias
(juicios y acciones) para desenvolverse en un mundo cambiante. “El
éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a la situaciones,
valorarlas y armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas, son
las necesidades las que impondrán la respuesta”.
Para Maquiavelo, los fines son inseparables del “bien común” , la moral
radica en los fines y la ley constituye el núcleo organizador de la vida
social. Todo lo que atente contra el bien común debe ser rechazado y por
ello “la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la fuerza,
el engaño adquieren categoría de medios lícitos si los fines están guiados
por la idea del bien común, noción que encierra la idea de patriotismo,
por una parte, pero también, las anticipaciones de la moderna razón de
Estado”.
“La política es el arte de conquistar el poder” y es por lo tanto el arte de
El Príncipe como gobernante, el príncipe como conquistador y dueño del
poder, es la encarnación del estado y por lo tanto, por principio está
exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las condiciones
naturales (que tenga las actitudes y aptitudes para serlo) como para
asegurar la conquista y posesión del poder”, en otras palabras, El
Príncipe encarna la razón del estado, es el fin último de este y por lo
tanto es independiente y opuesto al orden dado por la moral y los valores
éticos, ya que su figura se sitúa por encima de estos con instancia
absoluta.
Como conclusión, un príncipe maquiavélico no es más que aquel que se
adapta a las transformaciones de la política con habilidad y destreza,
como lo plantea Maquiavelo, cuyo poder es ejercido por él como estado
y a servicio del estado, al final, puede ser una opción , un camino para la
humanización del poder y la sociedad.
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principe-de-maquiavelo/#sthash.zPwa2qtY.dpuf
Por: Alfredo Valdivieso
Jueves, 28 Noviembre 2013 01:49 Su incidencia en la ciencia política actual
El próximo 10 de diciembre se cumplen 500 años del día en que el pensador
florentino terminó de escribir su célebre obra, aunque solo años más tarde vio la imprenta. En algo así como diez meses y haciendo un alto en otro de sus libros esenciales,
„Discursos sobre las primeras décadas de Tito Livio‟, fue terminada la “pequeña obra”
(XXVI capítulos en 101 páginas, en editorial Gredos de Madrid) destinada a Lorenzo de
Médicis, duque de Urbino, al que aunque Maquiavelo señala con el cognomento de „El
Magnífico‟, nada tiene que ver con su abuelo, antiguo gobernante de facto de la República
de Florencia, muerto en 1492. Ser dedicado a un hipotético y futuro príncipe, muestra, en palabras de Antonio
Gramsci, “el carácter utópico que reside en el hecho de que un Príncipe tal no existía en la
realidad histórica, no se presentaba al pueblo italiano con caracteres de inmediatez objetiva,
sino que era una pura abstracción doctrinaria, el símbolo del jefe, del condottiero ideal”. Y
según el mismo Gramsci: “pero los elementos pasionales, míticos, contenidos en el
pequeño volumen y planteados con recursos dramáticos de gran efecto, se resumen y
convierten en elementos, vivos en la conclusión, en la invocación de un príncipe "realmente
existente". “La investigación es llevada con rigor lógico y desapego científico”. La obra, que ha sido considerada desde diversos ángulos, puede señalarse como la
pionera de la ciencia política moderna, clara definidora del Estado: de la necesidad del
estado nacional, de la moderna nación; y como la obra de un antifilósofo de la pragmática
realpolitik. Su interés es abrir brecha y mostrar un camino para la reunificación de Italia,
dividida en muchos pequeños estados, que tras múltiples guerras intestinas, con la paz de
Lodi en 1454, lograron establecer un equilibrio y una concentración por medio de cinco
Estados no hegemónicos: la república de Florencia, el ducado de Milán, la serenísima
república de Venecia, los Estados pontificios y el reino de Nápoles. Es la conclusión de la
urgente necesidad de liquidar la dominación extranjera y la dependencia de tropas
mercenarias; de la construcción de un ejército nacional; y es en esencia la obra política que
establece en definitiva una barrera entre la Edad Media y los albores del Renacimiento. Muy antes de la aparición de El Príncipe, la política, confundida entre el poder
espiritual y el poder temporal (papas y reyes) en toda Eurasia, se fundamentaba en la
„Ciudad de Dios‟ obra de Agustín de Hipona, escrita entre 413 y 426, cuya finalidad era
refutar la opinión generalizada de que la caída del imperio romano a manos de Alarico en
410 fue por la aceptación del cristianismo y el abandono de los antiguos dioses. Sus cinco
primeros capítulos de los veintidós, sustentan la defensa de la nueva religión, y sus doce
últimos justifican las dos ciudades: la de dios y la de los hombres y la concatenación de las
mismas. Es el inicio de la formulación de teorías políticas, tras mil años de abandono de las
tesis de los clásicos griegos y siglos después de los clásicos romanos Séneca y Cicerón,
aunque a diferencia de éstas, ligadas estrictamente al supuesto poder delegado por dios al
papado. A la Ciudad de Dios sucede un largo y profundo debate político, por
las expectativas e intereses (sobre todo económicos y las necesidades de mercados
abiertos) de las clases aristocráticas y el feudalismo, con el cuestionamiento del papel
preponderante de la Iglesia como directora hegemónica de la sociedad y la detentadora del
poder político con un solo Estado, inicialmente el sacro impero romano y luego el romano-
germánico. Varias obras justificadoras del origen divino del poder y su obvia supeditación a
la Iglesia fueron las únicas formulaciones políticas de toda Europa (al menos las
publicadas). El „Régimen monárquico‟, iniciado por Tomás de Aquino, y terminado por
uno de sus discípulos. La obra de similar nombre (De regimene principum) de Egidio
Romano y otras continuadoras de la misma ideología pretenden mantener, con pequeñas
variaciones la agustiniana. La lucha porque el emperador se sometiera al papa o porque el
poder temporal quedara liberado del papado, llevó al surgimiento de los que pudiéramos
llamar proto partidos en el conglomerado de Italia, que trascienden a otros varios países
europeos: los güelfos, partidarios del papa, del que fuera uno de sus líderes Francisco de
Asís; y los gibelinos, partidarios de la separación del poder, uno de cuyos esenciales líderes
fue Dante Alighieri. Y es justamente Dante quien en „De Monarchia‟ (escrita en 1313) propugna la
separación de los poderes, aunque no concibe todavía las nacionalidades, que insurgirán
con la plenitud del Renacimiento y la ascensión de la incipiente burguesía como clase
esencial de la sociedad. Es Dante el último escritor del Medioevo y el primero del
Renacimiento, y sobre el desarrollo de sus tesis se abonará un fértil terreno en materia
política. El cura, teólogo y médico Marsilio de Padua formula poco después una especie de
monarquía-república, representativa, con legislativo ejercido por el pueblo en su obra
„Defensor Pacis‟ (Defensor de la paz, 1324) y prevé tímidamente la creación de gobiernos y
estados nacionales. Tras ellos (y otros de menor trascendencia) y sobre la experiencia y la
observación aguda y perspicaz, Maquiavelo inaugura entonces el rudimento de la moderna
ciencia política. Pero ésta no surge de la nada. Aunque en el siglo XV se desvanece la ciencia
política de la Edad Media, la práctica con la aparición de las repúblicas en Italia y otros
lugares de Europa, que se transforman en tiranías y devienen principados, impone la
necesidad histórica de intentar justificar y teorizar sobre esos hechos. Girolamo Savonarola,
por ejemplo, a su paso como jefe de la República de Florencia con el derrocamiento de los
Médici, escribe su opúsculo –casi olvidado hoy– „El régimen de gobierno de la ciudad de
Florencia‟. La literatura humanista formó, conjuntamente con los ejemplos de la antigüedad, el
concepto intelectual e ideológico de que los asuntos sociales, entre ellos los políticos, son
meramente humanos y naturales. No obstante los nuevos conceptos políticos no aparecen
sistematizados en obras claras y precisas, sino especialmente en cartas y correspondencia
diplomática, más observadoras, que abandonan el latín como lengua oficial y establecen
una especie de método. F. Guicciardini y N. Maquiavelo son los principales compiladores,
o mejor tratadistas, de las experiencias y observaciones en Italia. El análisis juicioso y
riguroso, fijado hasta en el detalle lleva a Nicolás Maquiavelo a escribir (en el retiro
forzoso de su actividad política) sus tres obras que son enlace entre sí: El príncipe, el
Discurso sobre las primeras décadas de Tito Livio y El arte de la guerra, ninguna de las
cuales puede entenderse separada. La primera acabada de la trilogía, El Príncipe, circula de
mano en mano, y solo es dada a la imprenta y publicada en 1532 con „gracia y privilegio‟
del papa Celemente VII; aunque sin embargo, producto de la Contrarreforma de Trento, es
incluido dentro de los libros prohibidos, en 1559. Las décadas (de Tito Livio) fue publicada
en 1531. No es que Maquiavelo haya ideado nada amoral en la política; simplemente puso a
la luz del día lo que era la práctica de gobierno tanto de repúblicas como de monarquías.
Pero lo más impugnado es que aconsejara la doblez, la apariencia, la utilización de
cualquier método con tal de poner por encima de todo la razón de Estado. “Todos ven lo
que aparentas, pocos comprenden lo que eres” es una máxima que era ya común, aunque
velada en su época. Pone de manifiesto una particularidad de la naciente sociedad burguesa,
y el individualismo de ella emanado, acrecentado cada día, y recomienda al gobernante un
trato que no afecte los intereses económicos de sus súbditos, ni aun sus enemigos: “Los
hombres olvidan más fácilmente la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”. A
lo que liga el consejo de usar de golpe lo más impopular y administrar a cuentagotas los
supuestos beneficios: “El mal se hace todo junto y el bien se administra de a poco”. Contra sus „consejos‟ se desata toda una oleada de críticos acerbos, comenzando,
entre los más notables, con la reina Cristina de Suecia (siglo XVII) en sus comentarios;
siguiendo por Federico de Prusia, quien escribió y publicó su Antimaquiavelo en 1740, con
prefacio de Voltaire; y continuando con Napoleón Bonaparte. Los dos primeros (Cristina y
Federico) se sabe con certeza que además de tener El Príncipe como libro de cabecera
practicaban como de actualidad las enseñanzas, o mejor los desvelamientos de la obra. De
Napoleón se sabe que en junio de 1815, tras la batalla de Waterloo, en su carroza se
hallaron los manuscritos de los comentarios (hoy se consigue incluso en la red con el título
„dos obras en una‟: El príncipe de Nicolás Maquiavelo comentado por Napoleón
Bonaparte). Es justamente el corso quien en uno de sus apuntes o comentarios de pie de
página en su libro de lectura anota: “¿Qué importan los fines con tal que se llegue? Y en los
manuscritos de la carroza había apuntado: “el éxito (no el fin) justifica los medios”. Hay
quienes afirman que los manuscritos fueron propaganda negra de los ingleses y sus aliados
contra el corso. Pensadores posteriores como Antonio Gramsci –ya comentado– fundador del
Partido Comunista de Italia y muerto en las cárceles fascistas, escribió un pequeño
opúsculo „El moderno príncipe‟ que se ha insertado en muchas ediciones como prólogo a la
obra de Maquiavelo. “El moderno príncipe, el mito-príncipe, no puede ser una persona real,
un individuo concreto; sólo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en
el cual comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente
en la acción. Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo histórico y es el partido
político: la primera célula en la que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva que
tienden a devenir universales y totales”. El marxismo ha considerado El Príncipe como una de las obras fundantes de la
ciencia política. Maquiavelo sintetizó lo que había aprendido de los hombres, sobre todo de
los detentadores del poder; no buscó enseñar a los hombres cosas que desconocieran. Las
puso en negro sobre blanco; manifestó expresamente sus pensamientos y si recomendó la
apariencia fue lo sistematizado de la experiencia política en sus largos años al servicio del
poder. Para los comunistas, lejanos a la imputación que se nos hace de seguir solo a los
fundadores del socialismo científico, Maquiavelo es uno de los maestros de la política
universal y como tal hay que conmemorar, así sea de forma sencilla, el quincentenario de
uno de sus escritos. Sus máximas tienen hoy aplicación en todos los Estados. Véase nada más la
apariencia de respeto a las libertades y garantías públicas en EE.UU. y la práctica impuesta
en especial con el espantajo de la lucha contra el terrorismo: conculcación de todas las
libertades, por razones de Estado: “Las armas se deben reservar para el último lugar, donde
y cuando los otros medios no basten”. Véase a Juan Manuel Santos, solo como ejemplo:
“Es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en el fingimiento”. Es
recomendación que siguen al pie de la letra todos los políticos burgueses del mundo: “Los
hombres son tan simples, y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes, que
quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar”. Con exactitud no se sabe de qué murió Nicolás Maquiavelo. Uno de sus hijos
informa al profesor de la universidad de Pisa, F. Nelli: “Con lágrimas en los ojos os digo
que el 22 de este mes (junio de 1527) nuestro padre Nicolás ha muerto de dolores de
entrañas causados por un medicamento que tomó el día 20”. De todas formas su obra sigue
viva más que nunca a 500 años de haberse terminado una de las principales, y ese hecho
debería al menos recordarse. Alfredo Valdivieso
Secretario General PCC Santander. -.o0o.-
_____________________________-
Resumen
El Príncipe de Nicolás de Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) es, sin duda, un clásico en el sentido más literal del
término, pero también uno de los libros peor entendidos de la historia de la literatura mundial. Baste pensar en el
sentido negativo que en todas las lenguas se da a los términos maquiavelismo y maquiavélico. Con ellos
usualmente se designa un uso del poder político carente de prejuicios, en el que el fin justifica cualquier medio.
No ha existido hombre poderoso en la tierra, desde Carlos V a Catalina de Médicis, de Luis XIV a Napoleón,
hasta los dictadores de la época contemporánea, que no hayan sido acusados de leer secretamente El Príncipe
para obtener consejo e inspiración.
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