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'K'^r-!,-
^/m C^CHiM
Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE
Carmen
1
CRÓNICA DEL CENTENARIO DE 6 0 N 6 0 R A (1627-1927)
Ideas y proyectos.
Mes de abril de 1926. Una improvisada y amis'tosa tertulia pone sobre la mesa de un café el tema del Centenario de Oóngora. Hay que hacer algo. Y tenemos que hacerlo nosotros. Si espera-mos-que lo hagan las corporaciones oficiales pasaremos por el bochorno de que España celebre el Centenario de su más grande poeta entre una absoluta indiferencia, con cualquier actillo exterior y falso, algún certamen novelesco y media docena de artfculosxle enciclopedia, contentos de haber matado él tema nuestro de cada día o semana de colaboración. Actlllos, cer-íamenillos, ensa-YÍllos, trabados de cortapisas y reser-
Sil) tenor i los líos qoe la arnen,
deseeviielti, rtsyelta y espadóla,
agai teoéís a L o l a
m dirá lo m déte callar C a r m e n .
No estalla Diea—señores, no se alarmen—
uaa n u c M a — l i Inoceiite—sola.
vas miserables, cuando no de hipócritas agravios para la más pura de nuestras glorias poéticas.
y aquella misma tarde, aprovechando ideas de unos y de o-tros, quedaron trazadas las líneas esenciales del proyecto y acordada una próxima reunión general de todos los amigos de la poesía, unidos por lazos de mutuo trato y de idealidad espiritual. Aquella tarde estábamos reunidos Pedro Salinas, Melchor F. Almagro, Rafael Alberti, alguno más que no
recuerdo y Gerardo Diego.
A la primera Asamblea gongo-rina concurrieron, con los citados, Antonio Maricha-lar,' Federico García Lo rea, José Bergamfn, Moreno Villa, José María Hinojosa, Gustavo Duran,. Dá-
maso Alonso (entre los que re-cuerdo) y se adhirieron otros amigos que no podían acudir. Se distribuyó el trabajo de los 12 cuadernos o libros, y en ésta y en sucesivas reuniones quedó ultimado el plan. Gerardo Diego "presentó el siguiente proyecto de ediciones:
POESÍAS DE GÓNGORA
í.—Soledades.—Edición, prólogo y versión en prosa de Dámaso Alonso
2.—Romances.—Edición y prólog'o de José María de Cossío.
3.—Sonetos.—Edición y prólogo de Pedro Salinas.
4.—Octavas.—Edición y prólogo de Jorge Guillen,
5.—Letrillas.—Edición y prólogo de Alfonso Reyes.
6.—Canciones, Décimas, Tercetos.—Edi~ ción y prólogo de Miguel Artigas
HOMENAJE A GÓNGORA
7.—Antología en honor de Góngora desde Lope de Vega a Rubén Darío. Selección y prólogo de Gerardo Diego.
8.—Poesías de poetas contemporáneos a Góngora. Animador y colector: Rafael Alberti.
9.—Prosas de contemporáneos sobre Góngora. Colector: A. Maricha-lar.
10.—Álbum de dibujos (contemporáneos) Colector: Moreno Villa.
11.—Álbum musical.—Colector Ernesto Halfftter.
12.—Relación del Centenario.—Por varios
Esta Relación, un poco en el estilo de las del siglo XVII, recogería sucesos, anécdotas, epístolas (como la de Q. Diego a R. Alberti que se publicó en Verso y Prosa eutrapelias, y ha quedado reducida, como veis, a esta mísera Lola.
Porque además proyectábamos otra clase de homenajes y fies tas en honor de don Luis. El auto
de fe en desagravio de tres siglos de necedades (y los que vendrán). La representación de alguna comedia de Góngora. El concierto de música antigua y moderna sobre Góngora. Una verbena andaluza decorada por nuestros artistas. Y la exposición de los dibujos y grabados. Y conferencias. Y lecturas. Y toda clase de manifestaciones juveniles en serio y en broma, según conviniese a la oportunidad del momento.
Tan primoroso programa tropezó desde entonces con acumulados obstáculos. Pobreza pecu-naria, incapacidad organizadora de ios artistas, invencible pereza española, el disolvente del verano inmediato. Sin embargo, alguna de estas fiestas, el concierto por ejemplo, aun puede y debe tener realización, aunque sea fuera del año del Centenario.
Las ediciones
Se han publicado hasta ahora: las Soledades, los Romances y la Antología poética en honor de Góngora. Los 4 tomos restantes de poesías de Góngora estarán impresos-dado el escrúpulo Y el pudor de Guillen y Salinas, de Reyes y Artigas - para el IV Centenario de don Luis, en el año 2027. Me consta, no obstante, que Salinas tiene ultimados sus Sonetos - sa lvo unas cuitas de fechas-hace ya meses. Que Reyes ha entregado la mayor parte de las Le trillas que han padecido sus andanzas diplomáticas por dos continentes y otros tantos hemisferios, y que Guillen y Artigas han trabajado buena parte de su labor. ¡Animo, queridos cofradcsl
Justo es confesar aquí que la Revisfa de Occidente por boca de su director, José Ortega y Gasset, se puso desde el primer instante a disposición de los organizado^ res para editar y administrar todos los tomos proyeclados. Las Solé' dades por D. Alonso han obtenido un unánime éxito de cultos entusiasmos y disfrazados ladri-dos. Este solo libro bien merecía la pena de organizar un Centenario. Los Romances, primorosamente trabajados por Cossío, han sufrido una sensible epidemia de erratas, que ha contagiado asimismo la Antología de Q. Diego. Es de esperar que esto ya no ocurra en los volúmenes restantes, aleccionados por esta experiencia, y que la Revista de Occidente imprima al final de la serie una corrigenda para que las ediciones, ya que no ostenten el esplendor tipográfico soñado, sean al menos
EL ES
Y
su
LETRILLA
3 P E C T O R A D O R
LA S A L I V A
...los poetas que salivan poemilla
("El Espect.")
. . .un n iundo a la deriva empujado po r pá ja ros que
[can tan sin sal iva sin sal iva y po r spor t
(De "el Muñoz Seca de la poesía" según "Azorín").
Útiles y ofrezcan al trabajador o a simple gustador toda clase de garantías.
Invitaciones al homenaje.
En aquellas tertulias primave-rales de víspera se discutieron sabrosamente los nombres invitables al homenaje. Se convino en l imitarse a artistas españoles y - c s -piritualmentc-jóvenes. Un erudito ejemplar - Miguel Artigas - y un mexicano, cordialmcnte español -Alfonso Reyes-no debían quedar excluidos; y tuvimos la satisfacción de que acudieran con presta gentileza a nuestro llamamiento. La lista fué acordada por mayoría de opiniones, aunque luego, el secretario la amplió a algunos nombres más. He aquí los datos que Albcrti me comunica:
Poetas.
Contribuyeron los siguientes: Albcrti, Alcixandre, Altolaguirre, Adriano del Valle, Cernuda, Bucn-día. Frutos, Diego, Lorca, Guillen, Bcrgamín (?), Garfias, Romero Murube, Moreno Villa, Larrea, Hi -nojosa, Prados y Quiroga. (Si se me olvida alguno, estará en el n," de Litoral, 5, 6 y 7).
Poetas que prometieron y no enviaron versos: Antonio Machado, Salinas y Dámaso Alonso. Hubo algunos espontáneos—lo fué alguno de la primera lista —no admitidos por considerarse sus versos impropios del caso.
Se negaron a pariicipar en el homenaje:
Juan Ramón Jiménez, D. Miguel de Unamuno y D. Ramón del Va-lle-lnclán. Esquela, carta y tarjeta, respectivamente. Pero de esto ha-
blarcmos luego. No contestaronsiquiera a nues
tra invitación: Manuel Machado, Ramón de Basterra.
Prosistas.
Un fracaso completo. Algunos publicaron sus artículos en La Gacela Literaria, Verso y Prosa, etc. Pero nuestro secretario recibió únicamente originales de Cossío (J. M.) Y Arconada. Prometieron y no cumplieron: Miró, Marichalar, Espina, larnés, Ramón G. de la S., Almagro, Giménez Caballero, Alfonso Reyes y algún otro.
No contestaron siquiera: Pérez de Ayala, Ortega y Gassct, Vela y Ors.
La invitación.
Cop io -«Madr id 27 de Enero de 1927. Sr. Dn.
Muy Sr. nuestro: próxima la fecha—23 de Mayo del año actual —del tercer centenario de la muer-te de Góngora, nos hemos reunido para organizar un homenaje en honor del gran poeta. Además de editar su obra lírica, se publicarán varios volúmenes, uno de prosa, otro de poesía y otros de música y artes plásticas, con trabajos inéditos dedicados a Góngora. Nos dirigimos a Vd. para que, si el homenaje le parec3 simpático, nos honre con su colaboración, en-viándonos algo de lo que más estime.
La Editorial de la «Revista de Occidente» se ha comprometido a publicar los tomos de este homenaje.
Con objeto de prepararlo todo puntualmente, la premura del tiempo nos exige poner como límite a la entrega de los trabajos el 1." de
Marzo. Esperamos también su conformidad, a ser posible en el plazo de diez días, para poder dar su nombre en la lista de colaboradores y hacer la distribución del tomo. Si su aportación es poética, musical o plástica, no hace falta que aluda a temas gongorinos.
Sus affmos. Jorge Guillen; Pedro Salinas;
Dámaso Alonso; Gerardo Diego; Federico García Larca; Qafaei Alberíi.
P. S.—Su trabajo puede enviarlo a nombre de Rafael Alberti, Lagasca 101•.
Artistas plásticos.
Se recibieron trabajos de Picasso, Juan Gris, Togores, Dalí, Pa-Icncia, Borcs, Moreno Villa, Co ssío, Peinado, Ucclai, Penosa, V i -ñes. Angeles Ortiz, Manolo, G. Prieto.
Dice el espectorador
que carraspeos y flemas
pueden dar a los poemas
el líquido fijador.
Frase egregia: sí, señor.
Todo el que versos escriba
¿con qué los hará mejor?
con sálica
ya lo sabéis, oh poetas.
Cuidad, no os quedéis pobres.
No la malgastéis en sobres.
Estos dibujos Y rcproducciO' ncs se publican juntamente con el homenaje poético y un fragmento de la música de Falla (autógrafo) en el número 4, 5,6 de ¿//ora/(Imprenta Sur-San Lorenzo, 12, Má" laga) muy bellamente impresos.
Músicos.
Han concluido sus homenajes: Manuel de Falla: 'Soneto a Córdoba' para canto y arpa. Osear Espía: Epitalamio de las Soledades para canto y piano. Ernesto Halfftter, su hermano Rodolfo, Adolfo Salazar y algunos otros creo que trabajan o han terminado ya sus obras.Se proyecta un álbum en que se edite todo el homenaje musical, con autorización de los respectivos editores de cada autor. Músicos extranjeros como Ravel y Prokoficff proyectaban sumarse a este homenaje.
ni en sellos, ni en malas tretas.
Los versos de las cuartetas,
los de la décima esquiva,
¿con qué "pegarán'" mejor?
con saliva.
y a la morosa novela,
y al cinemático drama,
y a la conferencia en rama,
y al ensayo de canela,
Digaisme: Morente o Vela,
Ors u Ortega ¿qué expansiva
secreción les va mejor
que la saliva?
La conversión de Falla.
Federico O.^ Lorca nos ha contado la conversión de Falla al gongorismo. A nuestras invitaciones había sucedido un silencio angustioso. Falla no era amigo de Góngora; inflin'do sin duda por el concepto corr iente-tan in jus to-sobre don Luis, le juzgaba probablemente seco, Y poco espiritual. Lorca no perdía sin embargo la esperanza. Un día consiguió que el maestro leyera unas cartas de Góngora en la edición de Foulché Dclbosc. Al día siguiente, encontró a Falla enfrascado en Góngora. - «Magnífico, magnífico. ¡Que hombre! ¡Qué grandeza de espíritu! ¡Qué artista! Y mire usted: igual que con nuestros artistas. Las mismas incomprcsiones para la pureza, para la firmeza de su arte». Ya sólo faltaba la elección de texto. El «Soneto a Córdoba» escrito desde Granada. Falla ha fechado su música también desde Granada. Los versos de Góngora se cantarán gloriosamente en lodo el mundo-«Porque Córdoba-d ice Fal l a -es romana, romana, como la veía don Luis, y no árabe. No hay en su soneto una alusión que no sea romana, crisliana».
fiace unos días cenábamos con Falla un grupo de amigos suyos y de Góngora. El maestro feUcitó efusivamente a Dámaso Alonso por su prólogo y versión de las Soledades - «Claro. Si es Andalucía, si es España todo el paisaje de las Soledades. Si no fuese por aquellas focas....«
Crónica de los sucesos.
(Esta crónica fué escrita para publicarse en «La Gaceta Litera-
ria» por encargo de su director y de su secretario. Voy a transcribirla exactamente-aunque a des-tiempo, pero esto ya no es culpa mía - ta l como se improvisó, con poca gracia indudablemente y a toda prisa, con objeto de alcanzar el número extraordinario de 1.° de lunio.
El auto de fe.
Era el número esencial de la conmemoración y desagravio gon-gorino. tal como se acordó en las reuniones organizadoras de Mayo del año pasado. Se celebró solemnemente el 23 cnire las dos luces - oro y cera - del atardecer. La urbanización de la Plaza Mayor no la consintió ser el escenario adecuado. Alguien propuso la Plaza de Toros, pero esto daba un carácter cerrado, íntimo, al auto que requería toda la libertad y expansión. No daremos los detalles del solar-verdadera plaza tétrica -donde al fin tuvo lugar, para evitar responsabilidades al dueño. Los vecinos lejanos creyeron anticiparse en un mes justo las hogueras sanjuaiieras.
El Tribunal.
Lo constituían los tres mayores gongorinos: Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Rafael Alberti. Dámaso, secuestrado la víspera por siete alemanes en la sierra de Guadarrama, no pudo comparecer y fue sustituido por el animoso su-pcrrealisía )osc María de Hinojo-sa. Negras hopalandas y severos hábitos cortados según los modelos de los cuadros de la época en el Prado. De subdiáconos y acólitos oficiaban José María de
Cossío, Buñuel, Pepe Bergamín, Chalas, con la voz más tostada que nunca, y otros varios jovcnci-tos cuyos nombres sentimos no recordar. Gervasio Manrique actuó felicísimamentc de pregonero. Inútil decir que los oficiantes llevaban las insignias y hábitos de rigor. (Figurines de Salvador Dalí y Guillermo de Torre).
Estaba preparado el quemadero del modo más sobrio y eficaz. Un gran haz de leña (modelo Nu-ñez de Arce) y otro aparte para que no se contaminasen con las cenizas infamantes las de algunas víctimas a quienes se debía todo respeto. Se constituyó el tribunal. Gerardo Diego acentuaba su fanatismo y se consumía en oscilantes ardores. Alberti concentraba el verdor de su rostro y su sonrisa se le torcía en un matiz sarcástjco. Cossío, siempre optimista, actuaba de abogado defensor. Pero el
Viva la filosofía
de moda a lo Jorge Simmel.
Viva el folletón con rimmel
y la glosa con su tía.
Poetas, escupid poesía,
y que nadie os prohiba
untar bien el borrador
con saliva.
C H I C L E T .
(Rigorosamente prohibida la reproducción).
fiscal sevcrísimo Bergamín, con la cara más larga aún que de costum-tumbrc, condenaba a todos los procesados sin apelación.
La quema.
Primero ardieron fesíivalmentc los tres monigotes de trapo (mo» dclos de Moreno Villa) represen» tativos de los tres enemigos de Góngora: El erudito topo, el ca ' tcdrático marmota y el académico crustáceo. Los grotescos muñecos con los atributos profesionales ardieron entre la mayor algarabía. Después se incendiaron los ejemplares, la mayoría auténticos, y los que no se encontraron, en efigie de papel, de los siguientes libros:
HOGUERA A: Justa poética de San Isidro, de Lope de Vega.
La culta Latiniparla, de Quevedo. Un tomo de Las ¡deas Estéticas de
Menéndez Pelayo. HOGUERA B: La Poética, de Luzán. La derrota de los pedantes, de Moratín El arte de hablar en prosa y verso, de
Hermosilla. La Poética, de Campoaraor. Zumalacarregui, de Galdós. Obras completas, de Rodríg^iez Ma
rín, representadas por la bonita novela histórica Pedro de Espinosa.
El conde de Villamediana, de Cotarelo Historia de la Literatura y La verdade
ra poesía Javiera, de Cejador. Literatura Española, de Hurtado y Fa
lencia (coincidieron varios ejemplares. Eadem, de Fitsmaurice-Kelly. Los libros g-ong-oristas de Thomas,
salvadas algunas péginas. Todos los libros de texto, representa
dos por los de Méndez Bejarano, Rufino Blanco, otra vez Hurtado y Falencia, Felipe Sassone, José Ciurana, etc.
Poussin y el Qreco, de Ors.
Tigre Juan, de Pérez de Ayala (por lo d e la viuda).
Todos los Boletines de todas las academias, gramáticas y diccionarios.
Opera Omnia, rociada con zotal, de Valle-Inclán.
Todos los Lunes del Imparcial, incluso los de Bergamín.
Teoría de Andalucía, de Ortega y Gas-set. Etcétera.
Se quemaron también libros inminentes, aún no aparecidos, en simbólico anticipo. Por ejemplo:
El vocabnlario de Góngora, del académico D. José Alemanyy Bolufer (padre) premiado por la Real Academia Española
Góngora en la mano, .(edición Nova Novorum, de García Morente.
y finalmente el número de homenaje de La Gaceta Literaria.
Una excomunión.
El tribunal del Santo Oficio acordó excomulgar de la capilla gongorina al elapso Jorge Guillen por no haberse presentado, como era su obligación, al auto de fe. En descargo suyo, se leyó un telegrama de adhesión combustible desde Vailadolid que terminaba con un "Viva la novia". Pero el tribunal desestimó esta atenuante. (TV. de la Q.). A última hora se rumorea que Guillen será admitido nuevamente al Góngora P. C. después de una cuaresma de penitencia y se volverá a alinear en su puesto de interior izquierda).
Adhesiones y sucursales.
Se leyeron adhesiones, y se a-provecharon colaboraciones combustibles e instrumentales (fuelles, cerillas, grasas), que se recibieron de Sevilla (Mediodía), Málaga (Li' lora I), Murcia {Verso y Prosa), Huciva (Aleluyas), Vailadolid, Si -güenza, Barcelona, Figueras, G i -jón, París y Vallecas. 'Se distinguieron por su ardor y entusiasmo
las de Juan Guerrero en Murcia, que estableció su hoguera sucuP' sal, y la de Basilio y Piñer en Gi -jón que añadieron también el nú ' mero de los
Juegos de agua
De este festejo, muy Felipe IV, se encargaron ios más arriesgados y tiernos gongorinos. Y en la noche memorable fueron decora" das las paredes de la R. A. E. con una armoniosa guirnalda de efímeros surtidores amarillos. El caudal sobrante se distribuyó entre algunos monumentos públicos.
ior augurio. Felicidades a todos.
Al día siguiente.
Conmemoración religiosa
Se celebró una solemne misa de réquiem en sufragio del alma de don Luis. Tuvo lugar en las Sa-lesas, con la asistencia ún ica-a pesar de los anuncios de prensa -de los doce organizadores que recibieron mutuamente los pésames reglamentarios.
Obsequios
Los jóvenes inquisidores, maestros y acólitos, obsequiaron con delicados presentes a algunos representativos enemigos de Góngora. Fueron e l e g i d o s tres: un marqués, un erudito y un chantagista. L o s nombres nos parece ocioso reproducirlos. Los obsequios, envueltos en versos y ofrendas gongor inas , eran comestibles, fumigabics y, alguno de ellos, el de los cuatro ferruginosos coturnos, curvados en arco de herradura, útilísima y del me-
Ha dicho Francisco Ayala en "La Gaceta Literaria "(n° del "meridiano") comentando unas palabras—correctas, bondadosas—de Jarnés en sus Ejercicios sobre los poetas que vuelven a la estrofa (?) después de haber ensayado versos nuevos hacia el futuro, que no hace falta citar sus nombres. Porque ya se sabe que los que hacen eso son "fáciles a la incitación de cualquier vileza, lo mismo en el arte que en la vida". ¿De veras cree Ayala que no hace falta citar nombres cuando se dicen esas cosas? Sean sus palabras aludiendo al autor de Versos humanos, al que muy de cerca atañe por lo menos el párrafo comentado de Jarnés. Sean para alguno de sus amigos, o de un modo vago y ciego para cuantos poetas no hayan cometido más delito que hacer estrofas (?) después de haberlas real o aparentemente repudiado, yo espero de Francisco Ayala una pronta, noble, cabal rectificación a sus injuriosos conceptos. Le hago la merced de suponerle en un estado de inconsciencia cuando escribió esas gravísimas y absurdas acusaciones. Por hoy nada más. Francisco Ayala tiene la palabra.
G E R A R D O DIEGO.
Autenticidades
Hasta a q u í la Crónica de Jos su cesos, la terrible Crónica, no admitida por La Oace-ía Literaria que la había solicitado. ¿Razones? Citaré sólo hechos. Se dijo que estaba llena de falsedades. Pero esto no es cierto. Hay testigos. Hubo hoguera, hubo haz de leña, hubo papel quemado. Se tostaron libros auténticos y otros en efigie. Aparte de otros testigos que podrían ser recusables por su a-centuado gongo-rismo, puede preguntársele a un camarero del restorán "Achur i " .
6. D. (Continúala)
r\r. DE Roomeo -aiaüENSA.
:¿p.f^Z CALchd]
Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE
Carmen
C R Ó N I C A DEL C E N T E N A R I O DE e O N G O R A (1627-1927)
(Conclusión)
Castor Jaurcguibeitia Ibarra (antes «Cochento de Bilbao») es el dueño de dicho restorán, cuyo camarero acertó a presenciar la combustión. De la autenticidad de la misa responden los sacerdotes, sacristán y monaguillos oficiantes. De la de los obsequios los propios interesados, si no>es que prefieren callar. Pregúntese entonces a la servidumbre del Hotel Majestic, que ayudó a confeccionarios.
Más hechos. En el citado n.", o por lo menos en alguno de los inmediatos de «La Gaceta Literaria-que no admitió la Crónica, se amunciaban libros trabajados por Hurtado y Palencie, autores de un famoso texto de Literatura del que coincidieron varios ejemplares en la hoguera. Igualmente, alguno de los autores chamuscados. Griega y Gasset, por ejemplo, pertenece al número sagrado de los tabús de
La Oaceía y su director, en compañía de Baroja, Urgoiti, Calpc y algún otro. Son intangibles. Y en todo caso, si La Oacefa no se quería hacer responsable de una peligrosísima crónica anónima, ¿por que no propuso a los que se la enviaron que la firmaran, particular o colectivamente? Una simple palabra, el comité o los inqui' sidores hubiera bastado para aclarar los hechos, a condición de que en otro lugar del n.° se hubiese indicado qué personas lo formaban y qué actos eran los que ellos habían organizado, independientemente del homenaje del i)criódico. Simplemente, la inserción de la carta-invitación, encabezando las respuestas de que enseguida hablaremos.
Del artículo de Dámaso Alonso se suprimió un párrafo en el que achacaba gran parte de la dificultad del texto]¡de Góngora a lo incorrecto y descuidado de las edi-
ciones, copiadas unas de otras sin la menor atención a la puntuación y a las viciosísimas erratas que se van multiplicando hasta llegar al bochorno de la peor de todas, la de la editorial "Prometeo" , pergeña-da para aprovechar la oportunidad del Centenario. Ahora bien, en ese n." se anunciaba visiblemente la nefanda edición "Prometeo" , y fué suprimido el párrafo sin previo aviso.
Tarjeta, carta, esquela
y otras cosas
Otro hecho es que el n.° se abría con unas cartas de Unamu-no, Valle-Inclán, Reyes, etc. con opiniones sobre Góngora. Pues bien: esas cartas, publ icadas-alguna de ellas parcialmente-sin destinatario, eran contestación a la invitación al homenaje firmada por nosot ros-un «nosotros» en el que para nada figura «La Gaceta Literaria* - y que he transcrito más arriba. De esa manera cualquier lector que no estuviera en antecedentes, pensaba con razón que eran dirigidas a «La Gaceta» como organizadora del homenaje.
Compárese ahora el tono de la respuesta de Valle-lnclán en su tarjeta con el tono de nuestra súplica. Agregúese a ello que eran entonces recientes unas declaraciones del propio escritor a un diario americano, con conceptos injustos y ofensivos para la dignidad e independencia espiritual de la juventud literaria española, que allí, sin derecho alguno a ello, se suponía cercenada y menoscabada por sumisiones que no existen.
Porque cada uno de nosotros pensamos Y escribimos sin importarnos un rábano cuanto-en orden a un posible magisterio ideológico o estético-piensan y escriben Unamuno, Ortega y Qasset, Jiménez y el propio magnífico Valle-Inclán, aunque guardemos para ellos la consideración debida a sus innegables méritos. Y se comprenderá que me creyera en la obligación de añadir un brusco colofón a mi artículo Balance del gongo-rismo.
Ahora bien, este colofón - agravado aún, por no comentar «La Gaceta» como prometió las declaraciones de Valle-lnclán - y la broma un tanto pesada que le gastamos a Lorca en el mismo n.° contrahaciéndole un Romance apócrí' fo en castigo de no presentarse a los actos de Madrid, ni enviar siquiera adhesión, resultaban detonantes e injustas en un n.* de homenaje a Góngora, acomodaticio, pancista y de una seriedad impropia del aire juvenil que debía tener siempre «La Gaceta Literaria», y más tratándose de honrar a un j o ven auténtico de 366 años, a un bisiesto de la poesía.
La carta de D. Miguel de Unamuno fué publicada parcialmente. De este asunto me es imposible hablar por razones fáciles de comprender. Sólo he de decir que D. Miguel se excusó con nosotros de una manera digna y cortés, absolutamente respetable.
Juan Ramón Jiménez contestó a nuestro requerimiento con una esquela que no se recibió postal-mente, y que ha hecho pública ahora en el n.° 1 de su «Diario Poético (Obra en Marcha)» así:
Dice
Esquela contra
• Madrid, 17 fcb. 1927.
Sr. D. Rafael Alberti
Madrid
Mi querido Alberti: Bergamfn me habló'ayer de lo
de Góngora. El carácter y la ex ' tensión quc¡ Gerardo Diego pretende dar a este asunto de la REVISTA DE DESORIENTE, me quitan las ganas de entrar en el. Góngora pide director más apretado y severo, sin claudicaciones ni gratuitas ideas fijas provincian a s - q u e creen ser aún ¡las pobres! gallardías universales - . Ust e d - y Bergamín-me entienden, sin duda.
Suyo siempre
K, Q, X..
SERRANILLA DE LA
JINOJEPA
Musa tan fachosa
non vi en la Poesía,
como la Hinojosa
de José María.
Faciendo la vía
desde el surrealismo
a California
—y lo cuenta él mismo-
Bueno: K, Q, X. es el mismísimo Juan Ramón Jiménez según él mismo confiesa, aunque la gravedad de las acusaciones que en esa esquela se leen no parece lo más congruente con esa bromita de firmar en cifra. Pero en fin, le seguiremos el humor, y buscando una interpretación razonable y conciliadora le llamaremos por .ahora Kuan Qamón Ximcnez, que es francamente precioso. Kuan Qamón Ximénez: preciosísimo. (Quemamos en holocausto a don Luis un ejemplarito de esc «Diario Poético» donde se le pospone a cierto «orgulloso poeta descontento*; busquen sus leves cenizas la compañía aérea que más les agrade. Lo que siento es que se queme también la «bella queja de amor lanzada en Cartagena* al dorso del distingo a Góngora). Y, naturalmente, le contes ta remos por la misma vía Alberti, y en serio, con una
Esquela pro
Madrid - 3 - Diciembre - 1927.
Querido amigo Rafael:
Leo hoy la Esquela contra que me propina K, Q, X. por tu conducto. Me interesa rectificar dos errores históricos que advierto en su texto. Sobre todo para que conste en la Crónica del Cenle-nario. El carácter y la extensión del homenaje a don Luis, ha sido como todo el mundo s a b e - y K, Q, X. por lo visto ignoraba -acordado entre unos cuantos amigos: los seis firmantes de la invitación Y varios más, según consta en mi verídica Crónica. La «Re-
vista de Occidente» ha sido sim^ plementc editora, y el asunto Gón-gora, por consiguiente, no tiene más relación con ella que la de agradecimiento por liaberse ofrecido amablemente a editar cuanto le entregáramos, dejándonos en la más plena libertad. Por lo tanto, la condenación que sobre mí pesa en esa leve esquela, repartírosla a cargas iguales, tú, Salinas, Lorca, Bergamín, Dámaso, etc. Yo no he hecho otra cosa - todos lo sabéis - q u e animaros a trabajar, y someter a vuestra aprobación un plan general de ediciones. Si esto merece la condena de K, Q, X. la acepto gustoso, sabiendo que en ella me acompañáis todos vosotros, igualmente pecadores. Por lo demás-ya tú y Bergamín me entendéis, sin duda - hemos ya comentado suficientemente esta lamentable actitud de K, Q, X. Tu buen amigo
Gerardo.
y nada más, porque la opinión de K, Q, X. sobre mis ideas poéticas y misclaudicaciones—supongo que estéticas o literarias, porque morales, gracias a Dios, no me acusa mi conciencia de ninguna—la respeto, como respetará él la mía sobre las suyas, que por ahora es francamente admirativa Y cordial.
La Misa y otros excesos
Volviendo a Qecé, además de las omisiones notadas, cometió repetidas veces comisiones in exactas, como decir en El Sol qu?* los gongorinos no habíamos hecho en honor de don Luis más que una misa, para deducir de este acto conclusiones políticas y litera
rias inadmisibles. V en una apócrifa «Visita' del propio Oecéa Gedé le inventaba toda una teoría del fascismo literario a la que el pobre Oedé es tan inocente como Done' iedegé. Estos artículos tuvieron su resonancia, y motivaron censuras, más o menos deslenguadas, como un artículo Los Innovadores de E. Lópcz-Parra, que aparentaba tomar en serio la susodicha 'V is i ta* y deducía ridiculas consecuencias. A esc artículo pensé contestar y hasta escribí una carta abierta que luego me dio pereza enviar a ninguna parte. Í̂ á trascribo ahora.
El señorito 6óngora o una
víctima del fascismo
Amigo López Parra: Su artículo Los Innovadores en El Liberal del 2 de agosto me obliga a escri-
por tierra fangosa
perdió la sandía
aqueste Hinojosa
de José María.
Cerca del Moncayo
—forzoso es decillo-
topó a su tocayo
Pepe el Tempranillo.
y dice la glosa
que no le creía
el otro Hinojosa
dejóse María
birle esta carta abierta para aclarar las cosas. La Visita Literaria a que usted alude es, en cuanto tai visita, perfectamente fantástica. G. C. ha urdido con su habitual gracejo un pintoresco artículo, in ' debidamente elogioso para mí, que no merezco tal distinción. Pero ¡ay! yo no podía libertarme de su
. sistemática táctica periodística de curioso impertinente—eso sí que es fascismo: eso y el de Sánchez Mazas, amigo L. P . - a u n con la mejor intención para mí, no lo dude usted. Ahora que yo no soy responsable de esos monosílabos con que me hace responder a su ventriloquia. Si yo lo hubiera previsto... pero él me anunció una visita; y yo la estaba esperando con intención de disuadirle de toda publicidad, cuando me encuentro con la flamante invención consumada.
Conste, pues, que yo no soy
En un reservado
con varios pintores,
con Joaquín Peinado,
con Francisco Bores
y Apeles Penosa,
retratos pedía
el buen Hinojosa
de José María.
En la catoblepa
se encontró a Picasso
y dijole: —Paso.
Europa es ya Eurepa.
fascista, ni en política ni en arle ni en nada. Que soy igualmente ajeno a todo maurismo y a toda revolución, desde arriba y desde abajo. Que «la pirueta en el orden» no ha sido nunca mi lema, sino todo lo contrario, sabiendo entenderlo en cierto sentido: «el orden en la pirueta*.
Creo también que es usted injusto con nuestros jóvenes escritores. Algunos—no lo pudimos evitar—somos de provincias. Reconozco que esto es una pena. Enhorabuena por su Lavapiés o su Chamberí (si es que usted, como es de creer, es de por esos barrios). Pero ahí tiene usted, por ejemplo ai propio Q. G. en cuya prosa se respira—o se padece— el característico tonillo plebeyo de los madriles. Los hay ricos (o se-mi ricos) y los hay pobres; por mi desgracia, me encuentro en esta segunda categoría. Los hay católicos y los hay que no creen. Vea usted el caso que nos hacen, por ejemplo, en E¡ Debate o en El Siglo Futuro y se dará usted cuenta de lo poco católica que es, en conjunto, la joven literatura.
y sin embargo, hemos honrado la memoria de Oóngora con una misa, a la que hemos asistido católicos—yo, por ejemplo—y descreídos. Misa a la que- no asistió ni una sola persona más que los organizadores. ¿No es profundamente liberal honrar así la memoria de un sacerdote católico como don Luis? ¿No sería a gusto suyo ese homenaje que su fe le garantiza vivo y eficaz? ¿Era posible otro, no al poeta, al hombre? Fio-res, peregrinaciones a la tumba, ofrendas, todo eso es más espectacular cuando no nace de un sen-
timiento real e inmediato de duelo. Y—la verdad—ninguno de nos-otros ha podido derramar una lá-grima por Qóngora. Y además ¿por que había de ser menos Góngora que Cervantes, a quien la R. A. E. dedica una misa por año? Al menos, una por siglo pa-ra el pobre don Luis—cuyo cente-nario ha transcurrido entre la indiferencia académica—no nos pare-cía un despilfarro de sufragios. (Seguía aquí una enumeración de los otros actos y ediciones organizados en honor del poeta.)
Conste para terminar que Qóngora fué un señorito, un voluntario de la aristocracia, un provinciano, y—en el sentido en que usted lo emplea—seguramente también un estéril y un selecto intelectual, un elegante. Y que cada uno de los jóvenes poetas y escritores de España, aun de los más amigos de Góngora, tienen su modo de pensar y no coinciden más que en cierto programa mínimo, más que nada de escrúpulos morales y de exclusiones literarias. Mis opiniones, por ejemplo, no las comparte totalmente nadie, y me paso la vida riñendo teóricamente con mis mejores amigos.
Suyo afectísimo G. p.
Presto final
Imposible recoger en esta Crónica todos los actos, sucesos y letra impresa dei Centenario de Góngora. He hablado solamente del nuestro. En general, ha resultado todo lo pobre y lo inadvertido que para vergüenza de España, era de esperar. Los hispanistas extranjeros—como siempre—han hecho más que nosotros. Quedan
como desagravios humildes, pero leales, nuestros actos y libros, los muy simpáticos de Córdoba y Sevilla. Los números de Verso y Pro sa (Junio-Merccd-22-Murcia) y Li-íoral. Algunas conferencias y artículos sueltos, entre otros - no muchos, pero demasiados-ignorantes, pedantes, y hasta malolientes. El Centenario ha sido un reactivo magnífico y cada cual se ha manifestado como lo que es: a la orilla de allá, a la de acá o haciendo equilibrios. No era hora de distingos o reservas, sino de entregarse noble, generosamente a un bello entusiasmo, perfectamente compatible con las sombras que cada cual pueda advertir en la obra humana, imperfecta, de Góngora. Y sin embargo, también se nos ha re prochado este entusiasmo, que era obligada purísima pasión de justicia postuma. Todo ha estado en su
y viva la Pepa.
Ya no liay mes poesía
que lajinojepa
de José María.
El Marqués di Alloiapirre.
NOTA.—El celebre Tempranilla se llamaba también José María Hinojosa.
punto. La Real Academia Españo-la no organizó acto alguno en honor de don Luis, porque el premiar el libro de Artigas fué una mera casualidad de que resultase el mejor biografiado, como pudo serlo Quevcdo, Salas Barbadillo o Alonso de Cartagena. Además, un académico, el señor Alemany -Azorfn también se declaró enemigo de Góngora - atemorizó a sus compañeros, indignándose ante la idea de honrar a Góngora, «un poeta lascivo*. Y el bochorno de la actitud académica subió a su colmo al acoger en su' «Boletín-el ignorante y torpe artículo de Justo García Soriano. Justo Merecido el que le aguarda en el estricto y documentado varapalo que en breve publicará el implacable Dámaso Alonso.
En compensación de honores
oficiales se le han dedicado—a Góngora, claro—los Concursos Nacionales de Bellas Artes. Gracias a Sigüenza; no a la Sigücnza natal de Lola, sino al otro, al de los libros bienamados.
Bueno. Esta pequeña tabarra — ineludible, querida Lola—se a-caba, gracias a Dios. Y nuestro compromiso con don Luis en este año de los Luises (Bcethoven, Góngora, Fr. Luis, poetas jóvenes, Y el Espíritu de San Luis volando sobre las aguas) concluye también. Adiós: don Luis. Hasta el siglo que viene.
(Escena úllima. Ko.—Que ganas tenía de quedar libre de este gran pelma de don Luis. Alberti: —Hasta la coronilla, chico. ¡Qué lata!. - {Dámaso refunfuña).
6. D.
DECLINACIÓN
SINGULAR
A'oOT.—Chabás C7c/7.—Chalas Dat. —Mabús >lcí/s.—Chava Foc—Chaves Abl.—Chalas
DE CHABAS
PLURAL
A/b/77.—Aprile Oe/7.—Velaggio Z>a/.—Palazzeschi y4c£/s.—Bontempelli Koc—Pensilc i4Z>/.~Don Giovanni
KOTA. -E\ Singular está compuesto por erratas de imprenta rigurosamente históricas. Para estudiar el Plural, de tan sorprendente irregularidad, se ha constituido una comisión de filólogos, formada por los señores Vighi, Veguc Qoldoni, Alberti, Sassone y Pittaluga.
- r n i ' j¡
üóirtiínoij r5í .iíiobioO
D. ACRÓSTICO y D.» CHARADA
Don Acróstico y ' doña Charada pertenecen, según J. R. J. al número de los ogros pavorosos que amenazan adormilar—y tragar—a los jóvenes poetas. Y los jóvenes poetas agradecen el prudente consejo. Pero no lo pueden remediar. No los tienen miedo. Y juegan con ellos, con la mente y la ilusión—y la libertad—bien desdespiertas. No tienen nada que ver con la Poesía, naturalmente; por eso mismo son inofensivos y les divierten de cuando en cuando.
Don Acróstico sirve, por ejemplo, para dar un
BIBA JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
por la inicial perpendicular de dos décimas en Cifra (cifra también de intenciones—libres, libérrimas entre sus dos esclavitudes limítrofes—desnudamente poéticas, ele-vadamente espirituales, y ni mejor ni peor logradas que en otros versos del poeta) que Gerardo Diego imprime, contra su costumbre, en mayúsculas iniciales en este número 2 de Carmen. A mí, amigo suyo de toda la vida, me ha comunicado el secreto. Y yo se lo descubro al vitoreado y a los lectores de Lola, que, por esta y otras razones no se debe leer, queridos amigos, hasta después de concluir la atenta lectura de Carmen.
)fl ¡Ahí Yo he prometido, en cam-bji«i, al poeta de Cifra, hacerle una dcteá Críórada más o menos poéti-
10((|p»rá,4ÍÍ{i;o número de Z,o/fl. Y él me ha dicho que sorteará un premio—baratito— entre los suscrito-
Ktj lhTip To" l TVíihrtí'Htt'^ii-V*«-ii->7A'NAS
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^ A A '?2L LALCfi^U
Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE
CarmeM
3-4
CARTA DE MARICHALAR
M a d r i d - l - l - 8 .
Querido Gerardo CMego:
Muchas gracias por su ejemplar de Carmen. Hasta hoy no he podido leerlo con sosiego. Está muy bien Carmen. No podía estar mal tepiendo un nombre así y buenos poemas en el texto. Tengo una duda, sin embargo; que no merezca usted una novia como esa; que no sepa usted llevarla. Por lo pronto, no quiere que se la confunda con "Ca rmen" , y la carga usted de desplantes fuertes y le pone navaja en la liga; hoja traidora, entre pliegues envuelta y disimulada... Ella ^ " la inocente" -so la , hubiera estado mejor que en compañía de Lola. Y es preciso protestar, en su - maravilloso - nombre, porque la más perjudicada por esas bromas es Carmen precisamente.
Dirá usted que no tiene la culpa; que encontró dos mujeres, y le resultaron distintas... Posible. Cada cual es como es, y sale como sale. Pero, en Fm, ya sabe a lo que se expone el que saca mujeres como Lola a la calle; a pagar los vidrios rotos tras de otros males.
No son bastante blancas las manos de Lola para que no molesten sus confíanzas. Por lo que a mí, personalmente, atañe, dos cosas hay. en ella.'que me cargan: aquello de "Prometieron y no cumplieron: Marichalar, (¿\c..." y la gratuita iniciativa fiscal que supone. No, amigo Gerardo: ofrecí, y cumplí. Recuerde usted bien los hechos. Lo que me encomendó la primera reunión gongorina no fué recolectar
prosas (de eso se encargó a Almagro) sino misión más delicada y difícil, y que entonces parecía imposible: encontrar editor, y, mejor que ninguno, el de la Revista de Occideníe. A las pocas horas, mi gestión había encontrado, plenamente, la acogida que se anhelaba. (Esto lo reconoce Lola). Y conforme se ofreció, todo se ha ido ha» cicndo, aunque yo-que tengo "el triunfo harto modesto"-con el encargo conseguido, me retiré discretamente. Conste, pues, que Marichalar ha cumplido. Lo único que ha quedado sin cumplir es una deuda elemental de gratitud respecto al editor de la Revista de Occidente.
En cuanto al original ofrecido, no había porqué enviarlo, puesto que-a instancia mía, entre otras-se desistió de hacer tomo-homenaje. Pero conste, también, que "Quínolas y trocadas (Góngora y su golpe de dados") estaba en notas.
Y nada más. Póngame a los pies (q. b.) de Carmen (y de Lola) y al fiero inquisidor que. con una de cada brazo, desde ese Real Instituto, pretende edificarnos, recuérdole, para epígrafe de sus fulminaciones, aquellas palabras de un libro de edificación en las que se recomienda: "Ponte primero a tí en paz, y después podrás apaciguar a los otros".,
No le pido a Lola la publicación de esta carta, pero la espero de la rectitud de usted y de su nobleza, que jamás ha tratado de emboscarse detrás de un nombre de mujer.
Suyo afmo. amigo y compañero
Antonio Marichalar.
R E P L I C A
Querido amigo Marichalar: Ya lo creo que publica Lola su carta. Y con verdadero gusto, porque, amigo siempre de la verdad y de la justicia - aunque falible y pecador, lo confieso - me da ella pretexto para decir unas cuantas cosas en defensa-y ataque-de mis intenciones, al parecer no piadosamente interpretadas por todos. Usted, noble siempre, las justifica desde luego, y por ello y por sus cumplidos a Carmen le quedo obligadísimo y acepto con humildad sus consejos y su suave reprimenda.
Efectivamente: recuerdo que fué usted encargado de buscar edi-. tor y que lo consiguió con toda felicidad. La deuda de gratitud de
que usted habla ha quedado, a mi leal entender, saldada con la nof i ' cia escueta que apareció en Lola-1 reconociendo el ofrecimiento in^ condicional de la Revista de Occidente, y con la frase de gratitud de la Esquela a K, Q, X, escrita e! 3 de diciembre, pero que no le tocó aparecer hasta la segunda Lola. Sin embargo, reconozco que se me había olvidado un detalle impoftante. La única condición que la Revista de Occidente impuso fué la de una aproximada puntuali' dad en la entrega de los originales. Y salvo los tomos publicados, entregados antes de la fecha del Centenario, los demás comprometidos se han ido demorando-por causas razonables e involuntarias sin duda, porque no es posible dudar de su buena intención-hasta sabe Dios cuándo, haciendo con ello un flaco servicio a' Góngora y a los tomos publicados, que necesariamente han de resentirse de no haberse completado la serie en la sazón oportuna, lo que hubiera facilitado el mutuo auxilio y venta —y utilidad —de la colección. (Alfonso Reyes me anunciaba en noviembre último el envío de su tomó que hasta la fecha—fines de febrero—no ha llegado a mis manos). Pero como todo había que decirlo, no tuve más remedio que declarar que dos de los tres tomos publicados no se habían editado con la descada limpieza y cuidado, seguramente tampoco por incuria — un libro viciado es siempre un descrédito editorial—sino por la aeü-muiación de diversas circunstancias, tan imprevistas como lamentables.
Celebro que estén hechas esas notas para las Quínolas y trocadas que Carmen desearía publicar. En efecto, fué Melchor F. Almagro el encargado de la recogida de prosas. Pero en carta que de el guardo se disculpó por sus quehaceres y propuso que se le relevara del compromiso. Dámaso, Albcrtí y yo pensamos en usted, y yo estaba en la idea de que alguno de nosotros le había avisado para que se encargara usted de ello. No fué así por lo visto, y el tomo de prosas quedó en proyecto por la desorganización y el previo escepticismo de los que lo habían de trabajar. Aunque el caso de usted, que preparó su artículo, no es único. Sé lo mismo de Gabriel Miró. Nada, plues, de responsabilidades. Lo único que hay que lamentar es que no se reunieran esas soñadas prosas en un volumen de la colección.
Y varrtos con lo de la edificación y la gratuita iniciativa fiscal. Todos'queríamos celebrar a Góngora, pero si alguno de nosotros no sc^hubiera propuesto llevarlo a cabo por encima de todo, es de suponer que hubiera sucedido lo que con el tomo de prosas: el consa-
bido "unos por otros". Del proyecto inicial formaba parte la Crónica o Relación anónima. Si yo no la hubiera escrito ¿la habría escrito alguno? Y era más necesaria esa Crónica para aclarar las confusiO' nes^ no todas de buena fe, que aparecieron en los periódicos. Yo no he pretendido edificar a nadie. Me considero falible y, en muchas cosas, culpable. No soy tan fiero inquisidor como me pintan. Usted sabe que nuestros autos y actos de inquisición, tan auténticos (usted presenció la hoguera) como ligeros y cutrapélicos, que algunos censores han tomado tan ridiculamente por la tremenda, no fueron más que una inevitable expansión de un momento juvenil y primaveral. Tres días de asueto y de broma, bien ganados por algunos de nos-otros que previamente habíamos trabajado en serio varios meses en honor de Góngora. Buria, burlando, una manifestación—intrascendente—de independencia y de irrespetuosidad a cosas y personas, respetables sin duda, pero que dejaban de serlo por su conducta reprobable y torpe frente a Góngora.
Y no es que yo crea que el nombre de don Luis es sagrado c invulnerable. Ninguno humano lo es, ni siquiera el de Cervantes. Yo le propuse a Gecé un artículo en su periódico atacando duramente a Góngora, para lo que no me habrían faltado razones, mejores, claro está que las x\Q.c\as—nescio, is, iré—de García Soriano en el coránico boletín académico. Y el desconcierto de mucha gente me habría divertido mucho.
Y es que en España, querido Marichalar, no se comprende la broma o la sátira inocente, festiva, alegre, desinteresada; sino el ataque injusto, envidioso, sectario, amargado y barriendo para casa. Y usted conoce bien algún caso de falsa interpretación de algún supuesto agraviado. A mí me venía dando vergüenza el espectáculo de la juventud española, de entre los 20 y los 35, adulando, lisonjeando a los "maestros", posibles y, en algún caso, reales protc'ctores de los susodichos decrépitos jóvenes aprovechados. Este era un caso inédito en la vida literaria española. Esos mismos "maestros" son los que comenzaron su carrera negándoselo todo a sus mayores, con evidente injusticia e ignorancia de su obra. Pero nosotros— algunos de nosotros—hemos pecado de demasiada prudencia, cortesía y silencio, si en esto cabe pecar, que yo creo que sí. Porque de ese silencio noble y respetuoso se han valido otros deslenguados para la más servil de las adulaciones. Eso sí, pelean denodadamente contra el pobre Palacio Valdés o el difunto Qaldós. Que es como
si Valle-lnclán hubiese iniciado su contumaz campaña maídicienk, denostando a Zorrilla y a Fernán Caballero para poner por las nubes a Núñez de Arce y a Echegaray.
Resumiendo: Yo no soy infalible ni trato de edificar a nadie, y rectificaré con mucho gusto siempre que me equivoque. Lola - que saldrá cuando le parezca, sin obligación ninguna - seguirá riéndose de todo lo risible y quitando solemnidad a toda la figurería literaria española, que tan a menudo desbarra en sus palabras y actitudes frente a la poesía. Toda la literatura junta—comprendidos también los poetas, claro - no es más (no somos más) que un atajo de vanidades y miserias. Esta es la pura verdad tal como yo la siento. Por eso estimo un deber el que Lola siga con sus "gambetas, morisquetas y cuchufletas':, de las que no querría ver libres ni a sus mejores amigos, ni a su propio pecador padrino, y amigo de usted cordia-lísimo
Gerardo Diego.
C A R T A DE A Z O R Í N
Sr. D. Gerardo Diego.
Mi distinguido amigo: todos los divertimientos que usted quiera; todas las gambetas, morisquetas y cuchufletas que a usted le plazcan. Pero juego limpio; la verdad por delante, Y la verdad es que yo ni en la Academia, ni en la calle, ni en mi casa, ni en la del vecino, ni despierto, ni durmiendo, me he declarado enemigo de Qóngora, a quien siempre he elogiado, he admirado, he leído y he releído con fervor y devoción.
Y nada más. Con toda cordialidad le saluda
Azorín. Madrid 9 febrero 1928.
R E P L I C A
Y 3r- Azorín.
"¥A'I áhmirado amigó: Mucho me complace que siga usted siendo sfé'fñpre'ün buen amigo de Góngora. Yo por tal fe tenía. Pero unos irifofni^s, primero indirectos por dos conductos distintos, después dlfóbtós'de un digno miembro de la R. A. E. me habi'an asegurado qticükf(^'d se opusiera a que la Academia celebrara el Centenario. Sí fü¿ra't>reciso, diría el nombre del académico, y añadiría circuns' tártcías'y testigo, que oyó conmigo lo de la indignación del Sr. Alc-nldny Y otros detalles. Yo ya sé que no es discreto utilizar tales con-fídenci'ás,.pcro el pecado de indiscreción-tan frecuente en periódi' cóSi^uc' pasan por muy serios - me parecía perdonable en.la indis-creta ¿0/5, ansiosa de espiar las verdades sobre Góngora por los resquicios d'el velo sagrado que nos oculta los concilios inmortales. Disculpe usted, pues, el error -porque tratándose de personas honorables no es posible suponer otra cosa— y justifique mi juego limpio. Le felicita por su noble afición a don Luis, su cordial y respetuoso amigo
Q. D.
CARTA A FRANCISCO AYALA
! Muy bien, amigo Ayala, su noble rectificación en La Gacela Li' t&mrim áf^\ de febrero. Siempre le supuse incapaz de agraviar ih-jiffilgnreriteí.y-'he celebrado muy de veras que lo demuestre ahora cort su-conducta. Como esto era lo esencial, no contesto a ciertos detalles de su carta. La ironía es arma lícita y no seré yo quien le reproche su uso. Por lo demás, ahí están los textos: ej: de usted, el mío que lo motivó y el suyo de \.° de setiembre, por si algún curioso desocupado quiere confrontarlos y juzgar.
Su amigo G. D.
ODA A
6e-ce-be-de-o y 6e-de-te-be-o
Las selvas conmoviera
Y a Arconada, James , Pérez Perrero,
si ya mi canto fuera
tal como yo le quiero,
cantándote, E. Giménez Caballero.
Y fueran tus patrañas.
por mi con voz eterna celebradas,
y las altas cucañas
por tus manos, alzadas
de un bárbaro furor, arrebatadas.
Y aquella nao dichosa
que rig-es, "La Gaceta Literata",
como dice graciosa
la criada turulata
de Villalón, el de la voz de plata,
y tú, alado mancebo,
secretario que acudes, corres, vuelas,
vanguardista sin cebo,
Guillaume de Tour, que anhelas
desenrollar tu film sin fin de estelas.
Ultraporvenirista,
zodiacal, novimorfo, fotogénico,
cuatridimensionista,
autóctono, roentgénico,
príncipe del esdrújulo archipénico.
No mffe larga ausencia,
no sufre, no, el amor que es verdadero.
Vuelve a hélice y a esencia.
Torna en vuelo ligero,
que te llama Giménez Caballero.
Por los tendidos mares la "Gaceta" sin rumbo oa cortando, a Olariaga, a Millares, al Nuncio, a Isaac del Vando, y a la esposa,de Grau interviuvando.
Ya pasa de Baquero, ya Duela por Ortegra, atrás ya deja a Ramón el pombero; de Baroja se aleja y por llegar a Valle-Inclán se aqueja.
Esfuerza, viento, esfuerza. Hinche a Fernando Vela, embiste en popa. El viento haz, que no tuerza do Espasa casi topa con Calpe, editorial magfna de Europa.
Y tú, Gecé, seguro del reclamo gitano que te espera, con el ánimo puro ocupa la ribera; recibirás tu guarda verdadera.
Al infernal Espina que en ponzoña—qué horror—la pluma cuela a Ayala, el de la fína critica barberuela, y a cierto E. que Salazar Chapela.
Acude, vuela, corre. Traspasa el alta sierra, ocupa el llano, tras Guillermo de Torre. No des paz a la mano. Menea sin cesar el meridiano.
La cursiva de fray Luis de
León. El resto de fray Luis de
Pato.
^DiiHo.»i5iJciizr>
A/^^l(J\UM¡
Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE
Carmen
CORONACIÓN DE DÁMASO ALONSO
Una alegre jira de siete amigos - "la brillante pléyade", que había de decir un periódico local - a la siempre despierta y admirable Se-villa, invitados amablemente por el Ateneo, había de rematarse con una conmovedora ceremonia que no se había repetido en la península desde los tiempos trovadorescos de Quintana y Zorrilla: la solemne, la triunfal coronación de Dámaso Alonso en la Venta de Antequera. Lo/a se cree obligada a narrar rauda y verídicamente la efemérides.
La alegría comenzó con el viaje, que coincidió con la salida de la primera Lo/a. Con ella viajamos los siete "literatos madrileños de vanguardia" como nos llamó E/ SoL- Bergamín, Guillen, Cha-bás, Diego, Alonso, García Lorca y Alberfi. Invitados también, Ma-richalar, Fernández Almagro y Espina se excusaron en sendas cartas de adhesión La conjunción de siete poetas-Bergamín ha depositado ya su correspondiente nefanda décima (en tinta efímera) en el ¿/7o/a/gongorino, y sus "escarabajos sin trabajo" en el último libro -tenía que provocar cataclismos inesperados. Uno de ellos la deten" ción del tren expreso que nos robó el albcdrío de avanzar, cerca de la patria honesta de Guillermo de Torre. Otra, aún más grave, la confección de un soneto a diez manos en honor de Dámaso Alonso,
héroe presunto de la expedición, con versos mutuamente descono
cidos y luego yuxtapuestos. Soneto en que se leían disparates tan
perfectos como aquel de
Nunca junto se vio tanto pandero
menendezpidalino y acueducto
y en que salió este final, más redondo que muchos de antología,
Repite por favor tu pantomima
y el teatro estará de bote en bote.
En Sevilla, a la que nombramos por méritos propios, históricos
y vivos, capital de la poesía española, actuamos dos noches segui'
das ante un grupo de hispáiicos amigos que soportaron nuestros
alegatos - en prosa y en verso - con heroica entereza. Dámaso Alon
so lució su perfecta vocalización y consonantización fonético-peda-
gógica en una conferencia suya y en otra de Bergamín que perdió
su voz en el bonito saludo de presentación. Tan brillante fue el éxi
to de Dámaso que cuatro bellísimas muchachas no pudieron conte
nerse y desfilaron ante su tribuna para felicitarle antes de concluir
su conferencia, aprovechando una pausa de sorbo de agua. (El con
ferenciante correspondió con la más galante y comprensiva de sus
sonrisas). Juanito Chabás disecó a nuestros jóvenes prosistas en ar
moniosos párrafos sostenidos en las ondas concéntricas de su voz
de embudo levantino. Gerardo Diego empalmó su "Defensa de la
Poesía" con un cínico reclamo de Carmen inminente. Lorca y Al -
berti, los dos primos -entre s í - d e la poesía andaluza representaron
un trozG de las Soledades, en el cual lució "e l bienaventurado A l -
berti a cualquier hora" una propísima voz ronca de náufrago en
tierra.
Por último, Jorge Guillen, Diego, Lorca y Alberti leyeron en com
petencia versos suyos, después de otros ajenos de jóvenes presen
tes y ausentes. Era verdaderamente admirable, inaudito, oir a Gui
llen enjaretar impertérrito, persuasivo, doctoral, décima tras roman
ce y romance tras décima, y al rematar cada pase de la matemática
y abstracta faena escuchar las taurinas, gloriosas ovaciones del se
nado. Después, los romances de Federico señalaron el alza máxima
del entusiasmo, mientras Adriano del Valle, de pié sobre su escaño,
se despojaba de sus prendas de vestir en un arrebato de enajena
ción.
No hablaremos de otras cosas como de la exposición íntima de
mapas astronómicos de la poesía, en los que Lorca se pintó a sí
mismo la estrella de mayor magnitud con una cantidad inmoderada
y a todas luces fabulosa de satélites. Ni de la improvisada canción
a las ruinas - friclinios, termas regaladas-de Nínivc, Babilonia y
Cartago. Ni de la celeste noche surrealista del manicomio e islas
adyacentes. Ni de la travesía heroica y nocturna del Betis desbor
dado.
Pero sí unas escuetas palabras sobre la imperecedera fiesta, el
banquete, culminación de aquella serie gentilísima de agasajos, en
la Venia de Antequera. Mediada la comida, apareció, escoltado por
una comisión que integraban representantes del Ateneo y de la revis
ta Mediodía, el rector de la Universidad de Apolo, Max Jacob An-
túnez. Después de un elocuentísimo discurso, salpimentado de eru
ditas alusiones, depositó sobre las sienes ruborosas de Dámaso una
auténtica corona de laurel. La siempre verde y vencedora rama fue
cortada a un árbol vecino por las manos, expertas ya en tales cose
chas, de Ignacio Sánchez Mejías. La ceremonia de la coronación
constituyó un acto tan sencillo como inolvidable. Los comensales,
puestos en pie, aclamaban delirantcmentc la modesta y laureada ca
beza-portada viva de sus "Poesías completas" - del " joven eru
dito D. Isaías Alonso, profesor de castellano en Barcelona" según
la prensa del día. Se lamentó por todos la ausencia de su compa
ñero en el Premio Nacional de Literatura, " D . Miguel Arteaga" (¿y
Paravicino?), según la misma delicada prensa.
Finalizada la coronación, Max Jacob Anfúnez entretuvo a la con
currencia con una magnífica e improvisada disertación-con e¡cm-
p los-sobre el cante jondo, que según el ilustre rector, se basa todo
en este sencillo teorema: 2 y 2 son 4.
La Brillante Pléyade.
JINOJEPA DE LOS ALT0LA6UlRF?ES
(La extraña semejanza física de los más jóvenes poetas sevillanos con Manolito Altolagui-rre, inspiró a la brillante pléyade, en colaboración con don Luis de Góngora, la siguiente
Jinojepa.)
No son iodos jiianramones los que cantan, ni viílalones. Sino altolaguirres de plata, pómulos, ojos menudos, sino altolaguirres de oro, afilados, agudos, que entran, salen por el foro.
No todas las voces ledas son de guillenes con plumas ni los manuales de espumas cantan por las alamedas. Si acernudado te quedas a sus tempranas canciones, no son todo juanramones
etc.
Lo artificioso que admira y lo dulce que consuela es del Gordillo que vuela, del García que se estira. Sevilla toda suspira en sus tiernas promociones.
No son todos juanramones los que cantan, ni viílalones. Sino altolaguirres de plata, oómulos, ojos menudos, sino altolaguirres de oro, afilados, agudos, que entran, salen por el foro.
VARIACIONES A CUATRO MANOS
¡El tonto de Rafael!
(AUTORKTRATÜ)
Por las calles: ¿Quién aquél? —jEl tonto de Rafael!
Tonto llovido del cielo, ¡del limbo!, sin un ochavo. Mal pollito colipavo, sin plumas, digo, sin pelo. ¡Pío-pío!, pica, y al vuelo picos le pican a él.
—¿Quién aquél? —¡El tonto de Rafael!
Tan campante, sin carrera, no imperial, si tomatero. Grillo tomatero, pero sin tomate en la grillera. Canario de la fresquera, no de alcoba o'mirabel.
—¿Quién aquél? —lEl tonto de Rafael!
Tontaina, tonto del higo, rodando por las esquinas bolas, bolindres, pamplinas y pimientos que no digo. Mas nunca falta un amigo que le mendigue un clavel.
—¿Quién aquél? —¡El tonto de Rafael!
Patos con gafas, en fila, lo raptarán tontamente en la berlina inconsciente de San Jinojito el Lila. ¿Qué run-rún, qué retahila sube el cretino eco fiel?
¡Oh, oh! ¡Pero si es aquél el tonto de Rafaell
£1 t o n t o de R a f a e l !
(RE TRATO POR UN FOTÓGRAFO AL MINUTO)
Míralo por donde viene: el faisán de Alberti, él. (El malange de Rogelio.)
Azul—mi vida^baranda, ya, barbilampiño, tú —Miss X, Mistar K, Q.— Dime, di ¿quien te lo manda?
Dime, anda. Que yo vi el ángel de miel, tonto el ángel, tonto él.
Si Garcilaso volviera, no serías su escudero. Serías su repostero o el que la barba le hiciera.
Guardabarrera, tú, junto al paso a nivel. Tonta ella y tonto él.
Menta, ciruelas, caireles, sirenita le arrebata ¿cómo? ¿qué? ¿quién? ¿cuál? La nata, la flor de los moscateles.
Los cocteles, cantinero Rafael, tonto el barman, tonto él.
J
A L E L U Y A S Y L I S T E Z A
DEL 0RAN RICARDO BAEZA
Estudió en e! Instituto más latín que Marco Bruto.
Habla ¡María Santísima! de los nooa y los novissima.
Aprendió inglés y francés, y el ruso aprendió después.
Moró mucho en Lombardía por aprender cortesía.
De Dostoiewsky nos dijo más que Lepe y que Lepijo.
De Gaetano y áe Osear nadie se atreva ya hablar.
Volvió a darnos —fina coba— memorias de Casanova.
Admira mucho a Miró y deja al lector k. o.
en tres rounds, columnas netas de prosa vil sin reg-letas.
Luego se fué con la Heredia para hacer "comedia media".
Mil novedades estrena: "Malvaloca" y "Hierbabuena".
La muerte de la poesía profetiza cada día.
A manos de las piruetas de los jóvenes poetas.
Dice que plagian a Lorca Málaga, el Puerto y Menorca.
(Ay, Federico García, príncipe de Andalucía.
Ay, Federico gallera. ¡Qué jinojepa te espera!)
Cállese, señor Baeza. No nos diga otra paveza.
Entiende usted de poesía menos que Salaverría.
La poesía que usted mata se escapa por la corbata.
Tiene siete vidas: ¡miau!
(No me ha sido posible encontrarle consonante a ese ¡miau! Súplalo el ingenioso lector.)
Jaime de Atarazanas.
D E U D A
Jaime de Atarazanas ha tenido la desfachatez de presentarme tres charadas—cumpliendo una pronxesa del n.° 2—a cual más idiotas, como las del Blanco y Negro Y yo, claro, no las publico. Mi padrino Gerardo me encarga os diga que en compensación del premio prometido, Carmen se despedirá con un número doble, que recibirán sin recargo los suscritores. Yo por mi parte os anuncio una preciosa Tontología.
Lola.
Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE
Carmen
6-7
PRÓLOGO A LA T0NT0L06ÍA
Si todos los antologistas se quejan, al prologar su labor, de las dificultades selectivas ¿qué deberá decir el tontólogo? Como abundan siempre más las tonterías que las bellezas, no sabe uno por dónde empezar. Desde luego, hubiese sido sencillo publicar versos malos de poetas malos. Pero eso no tenía gracia. En cambio, resultaba de una conmovedora edificación el recoger algunos de los muchos resbalones de los poetas capaces de escribir versos buenos. (No estoy muy seguro de que los hayan hecho alguna vez, ni Pérez de Ayala, ni Gerardo Piégo, ni Díez-Canedo. Pero se incluyen en el tontilegio versos suyos, entresacados al buen tun-tun, a petición respectivamente de Jorge Guillen, Dámaso Alonso y Rafael Albertí).
Ya sé, ya sé: sj son todos los que están, no están todos los que son. Pero no se podía comprometer demasiado la esbeltez de Lola. Amiga de los buenos poetas, lo es más - naturalmente - de la poesía. Todo sea por ella. Y en homenaje a los sueñecitós del padre Homero,
El Tontólogo.
T 0 N T 0 L 0 6 I A
Antonio Machado
Ni vale nada el fruto cogido sin sazón... ni aunque te elogie un bruto ha de tener razón.
En esta España de los pantalones lleva la voz el macho; mas si un negocio importa lo resuelven las faldas a escobazos.
Rejas de hierro; rosas de grana. lA quién esperas con esos ojos y esas ojeras, enjauladita como las fieras, tras de los hierros de tu ventana?
Entre las rejas y los fosales, Jsueñas amores de bandoleros galanteadores, fieros amores entre puñales? Rondar tu calle nunca verás ese que esperas; porque se fué toda la España de Merimée.
Por esta calle—tu elegirás— pasa un notario que va al tresillo del boticario, y un usurero, a su rosario. También yo paso, viejo y tristón. Dentro del pecho llevo un león.
(Pueden verse estas tres maravillas en las pgs. 204, 211 y 257 de las Poesías Completas o Manual del perfecto tornero, editado por Caloe).
Manuel Machado
S O L E A R E S
Hermanita y compañera, la de los ojitos negros y la carita morena...
Tú eras buena y eras mala, pero como te quería, toíto te lo pasaba...
Toito te lo pasaba... y ahora, como no te quiero, se acabó lo que se daba.
No te quiero decir ná... No quiero que la carita se te ponga colora.
Se te olvidaron, serrana, las cositas que decías y los suspiros que dabas.
Allá, cuando Dios quería, una carita de gloria se juntaba con la mía.
etc. etc.
LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES
Rico pan de esta carne morena, moldeada en un aire caricia de suspiro y aroma... Sirena encantadora y amante fascinada, los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...
Vuestros nombres de menta y de ilusión sabemos: Carmen, Lola...
(lAlto ahíll Que Carmen y Lola no han posado jamás para Romero de Torres. Pgs. 195 y 244 de la Opera Lírica Perfecta.)
Juan Ramón Jiménez
T R O P I C A L
Para Manuel Machado.
...Derramando fragancias cantarelas brisas y a sus besos suspiran los platanares... y en juegos refulgentes de frescas risas, voluptuosos ondulan los áureos mares...
Balanceando la hamaca con indolencia su escultura velada tras niveos tules, la niña, en su fantástica somnolencia, se entrega a un rubio príncipe de ojos azules.
Su corazón, al ritmo del balanceo, vuela por los jardines de los Amores... y en los ígneos espasmos de un Himeneo, enérvase entre goces embriagadores...
y sueña la indolente, que, entrelazada con el príncipe rubio de ojos azules, vagando va en la góndola sonrosada que conduce a las playas de blancas Thules...
y sueña en ía locura del lazo de oro que funde almas y cuerpos enardecidos en un choque de besos, tierno y sonoro, en que alternan las risas y los gemidos...
...Con sus hojas caídas, al mar alfombra la rosa de escarlata del Sol muriente...; del platanar tranquilo, la fresca sombra a la niña dormida besa en la frente...
y despierta la niña..<; su cuerpo que arde en el soñado espasmo de un Himeneo, a el ósculo suave de la azul tarde extenuado prosigtfe su balanceo...
y entornando los ojos lánguidamente, en un éxtasis mudo mira al Ocaso, por donde el Sol de fuego se hunde riente, envuelto en roja veste de oro y de'raso.
(Eata Tpieciosa.'habanera está en la pg. 6 9 de Mra/eas (MCM) el segundo libro de /f. O, X. con un retrato imberbe y mal-Va. Cosas de los pocos años. He áquf el estado actual de la misma poesía, según la depu» ración de 1928.)
Trastornadorattiénte, total, abierta, chorreante rosa lenta en sinfines de vaioenes, contra el poniente duro y grana, un surtidor te oiste y un jazmín te desnuda —inminente, presente, siií, sin alas-confusa y sola entre mi joya última, májica ¡no! perenne.
( 1 9 0 0 - 0 4 - 2 8 )
¡Mañana de primaveral Vino ella a besarme, cuando una alondra mañanera subió del surcoj cantando: "iMañana de primaveral"
Le hablé de una mariposa blanca, que vi en el sendero; y ella, dándome una rosa, me dijo: "iCuánto te quiero! ¡No sabes lo que te quiero!"
¡Guardaba en sus labios rojos tantos besos para mí! yo le besábalos ojos... —"¡Mis labios son para tí; tú para mis labios lojosl"
Etc.
E L M O M E N T O
iQue se me va, que se me va, que se me va! . . . iSeme fué!
lY con el momento, se me fué la eternidad!
Clavo débil, clavo fuerte... Alma mía Iqué mésidál fuera cual fuera la suerte, el cuadro se caeré.
(Mañana de Primavera en Segunda Antolojia Poética, pg. 34. El Clavo en el mismo libro, pg. 254 y el Momento en Piedra y Cielo pg. 148.)
E. Díez-Canedo
P R I M A V E R A
TIENES razón: es lo que pasa. ¡Pero si tú le quieres más de lo que creías! Son cosas de hombres y mujeres... cosas de todos los días... Luego, en su casa, lo pensaría bien, tranquilo. Tú ya se lo dijiste. Dijiste... la verdad: no' es para tanto, y temblaba en el hilo de tu voz todo el llanto que a solas más tarde vertiste. ¡Fué tu noche tan triste! Contaste hora tras hora, pálida en tu desvelo, y cuando, al fin, rendida te quedaste dormida...
Etc. etc.
(Algunos Versos, pg. 69).
f?amón Pérez de Ayala
L A C E N D O L I L L A Q U E D A N Z A
ERES candida y perversa, llena de gracia primitiva, llena de gracia natural, llena de gracia irreflexiva. Eres como una brisa salitrosa y atemperada, que desde la mar viene y pasa riendo sobre la tierra seca, que eso es mi alma. Sabes de las malicias sin haberlas gustado, adormeces los ojos lúbricamente; toda entera palpitas, como una llama; y eres fría y no sientes latir la carne, esa carne que yo deseo, A tu gracia espontánea de animal joven, ¿quién le ha enseñado el gesto torpe, lascivo? ¿Por qué no te sonríes como los ángeles, con tu boca divina que yo he besado, yo solamente... sin que tú me besaras? Te adoro, yo te adoro, virgencita insensible y alada.
(Pg. 75 de El Sendero Andante.)
Pedro Saíinaé
Cuando yo alcé los ojos a mirarte (por tu bien o tu mal),
para mirarme alzabas tú los ojos (por mi bien o mi mal).
Esa palabra que iba yo a decir (¿de bendición o maldición sería?)
se te asomó a los labios, sin decirla. (De bendición o maldición sería).
Nunca fuiste primera ni yo último. (¿En qué final o para qué comienzo?)
Nunca el primero yo ni tú la última. (¿En qué final o para qué comienzo?)
Los dos exactamente a un tiempo mismo.
y así todos los actos se abolieron (ir yo hacia tí, venir tú a mí)
en la inutilidad de todo acto (ir yo hacia tí, venir tú a mí)
previsto ya al nacer por otro idéntico.
y así la identidad que nos unía (tú y yo perdidos o tú y yo salvados)
separó nuestras vidas para siempre. (Tú y yo salvados o tú y yo perdidos).
(Presagios, pg. 59. Cuéntese también como incluida la de Manuela Plá.)
A I R E C I L L O S
Fábula depoTtiúá
Oso y coloso en coso. ¿Quién será el victorioso? jEl hermoso? jEl velloso?—iVictorioso el hermosol— grita una voz del coso. ¿y quién es el hermoso?—pregúntase un curioso.— ¿El coloso o el oso?—¡Viva, viva el velloso!— clama la voz del coso.
—¿Seré hermoso el velloso?—muy confuso el curioso piensa observando al oso.—Velloso es eíl coloso. ¿Será acaso el hermoso? —Yo no sé'—sin reposo concluye, aún más curioso— quién será el victorioso: acaso^ acaso^ el oso; quizá, qiñzá, el coloso.
Moraleja O tal ver el curioso.
"..-4. ^Yi '? V
Jorge é.uillért %^t^ ^
Tinta simpática Noche joven. Gobierna el cielo, tinto con la tinta en que moja Dios la pluma para tachar el "Fiat lux" de antaño.
y truécase en primor de laberinto la calle, antes sabida, que se esfuma, muy reticente, en el astral amaño.
P O E S Í A ALLÁ a la vuelta, de una vez: un mero
Callejón sin salida... Narciso en fuga de su ser postrero: .
Callejón sin salida... A bulto pululante en tilde y risco:
Callejón sin salida... En pulcritud prolijamente arisco:
Callejón sin salida... Acaso descorchado, nunca parco:^
Callejón sin salida...
Terne el corcho, aunque torpe, sobre el charco Callejón sin salida...
Perdidizo, sin tardes, cejijunto: Callejón sin<salida...
Embozado, por sí nocturno, punto: ' Callejón sin salida...
(Alfar, núms. 42 y 46).
óerardo Diego
E L E P I T A L A M I O D E L O S F A R O L E S
Venid, hombres, mujeres, venid a nuestro tálamo. Venid a nuestro lecho de plumones de gas. Venid. Que os acaricie la copa de este álamo, como un casto abanico que se mueve a compás.
Cantad, cantad, amantes, la canción de los besos; Enredad vuestros miembros desquiciados de amor; Amaos hasta sentir derramados los sesos. Amantes inconfesos, consumios de ardor.
Nuestra luz os protege, nuestra luz de ultratumba, luz suave, apantallada, de capilla nupcial. Oficiad vuestros ritos en la blanda penumbra, en la blanda penumbra del discreto portal.
Etc.
(Grecia, n. XXllI).
UNA VARIANTE DE LA JINOJEPA
(Lugar del suceso: El Instituto de Jovella'-nos, el 4 del presente junio).
El profesor:
El examinando: El profesbr: El alumno:
El profesor: El alumno:
Dígame alguna poesía del Marqués de Santillana. Las famosas Serranillas. ¿Recuerda usted alguna? Moza tan fermosa non vi, non
non vi en la frontera... como una vaquera de la filoxera.
(El alumno recibió la nota de sobresaliente y el nombramiento de colaborador honorario de Lola).
Manuel Altolaguirré
P O E S Í A
Será un día como hoy. Dosel de cielo a mi espalda, y alfombra verde extendida delante de mi mirada.
Como un rey de mi pasado alegre convocaría a mis yoes olvidados.
y sueño que esa ilusión que ahora tengo, realizada la tendré como pasada y así la recordaré.
y siento tal alegría recordando lo que espero que, espero mes ese día en que así recordaré, que aquel en que realizado he de ver lo deseado.
(Meseta, n.°j2).
El eco del pito del barco debiera de tener humo.
(Por mí que lo tenga. Las Islas Invitadas, sin paginar).
Federico García Lorcá
F R I S O
Tierra
Las niñas de la brisa van con sus largas colas.
Cielo
Los mancebos del aire saltan sobre la luna.
C A N C I Ó N T O N T A
(¡Claro!)
Mamá. Yo quiero ser de plata.
Hijo, tendrás mucho frío.
Mamá. Yo quiero ser de agua.
Hijo, tendrás mucho frío.
Mamá. Bórdame en tu almohada.
jEso sí! ¡Ahora mismo I
(Canciones, pgs. 21 y 44).
E . S T A M P A D E L C I E L O
LAS estrellas no tienen novio.
jTan bonitas. como son las estrellas!
Aguardan un galán que las remonte a su ideal Venecia.
Todas las noches salen a las rejas. —]Oh cielo de mil pisosl— y hacen líricas señas a los mares de sombra que las rodean.
Pero aguardar, muchachas, que cuando yo me muera os raptaré una a una en mi jaca de niebla.
(Verso y Prosa, n.° 8).
E L M A C H O C A B R I O
El rebaño de cabras ha pasado junto al agua del río. En la tarde de rosa y de zafiro, llena de paz romántica, yo miro al gran macho cabrío.
¡Salve demonio mudo! Eres el más intenso animal. Místico eterno del infierno carnal.
Etc. etc.
(Libro de Poemas. Pg. 293).
Dámaso Alonso
Novia, si eres triste, novia; novia, si eres triste, mía: toma la estrella pequeña de mis poemillas.
Mira, me la dio mi madre porgue yo era bueno, un día... y yo la puse en mis versos... Ipues te la regalo, mira!
Novia, si eres triste, novia.
(Poemas puros, pg. 79).
C O P L A S
TODA la noche he tenido en mi regazo un lucero; cuando se quedó dormido lo envolví con un pañuelo.
Ábreme los ojos sobre este dolor, acaricíalo con tu claridad.
(Verso g Prosa, n.° 5).
Rafael Alberti
Siempre que sueño las playas, las sueño solas, ifti vida. ...Acaso algún marinero... quizás alguna velita de algrún renvoto velero...
Marínerito delgado, Luis Gonzaga de la mar, ¡qué fresco era tu pescado, acabado de pescar!
Te fuiste, marinerito, en una noche lunada, ¡tan alegre, tan bonito, cantando, a la mar salada!
Etc.
Soñabas tú, que no yo, que cinco marinerillos en alta mar naufragaban, y que cinco sirenillas consigo se los llevaban.
(Estas tres joyas son dé Ma-rinero en Tierra, pgs. 142, 152 y 190). ,
L A P E R E J I L E R A
Al salir el sol dorado esta mañana te vi cogiendo, niña, en tXi huerto matitas de perejil.
Para verte más de cerca en el huerto me metí . y sabrás que eché de menos mi corazón al salir.
Tú debiste de encontrarle, que en el huerto le perdí. "Dámele, perejilera, que te le vengo a pedir."
C A N G R E J O S
TU cangrejo de río me ha enamorado a mí.
Pero el cangrejo mío, el de la mar, á tí.
Dormido quedé, mi amante, al norte de tus cabellos, bogando, amante, y soñando que dos piratitas negros me estaban asesinando.
(La Amante, pgs. 6, 38 y 81)
D E S P E D I D A
]A1 sur, de donde soy yo, donde nací yo, no tul
—¡Adiós, mi buen aitdalaz! ' —Niña del pecho de España, Imis ojosl ¡Adiós, mi vidal —¡Adiós, mi gloria del sur! —iMi amante, hermana y amiga! —jMi buen amante andaluz!
(7 después de esta despedida tan conmovedora que es también de La Amante, pg. ^ , ¿o/a también se despide.— ¡Adiós, prenda!—¡Adiós, que se nos va, que se nos va, que se nos va!—¡Adiós, mi infierno del norte! ¡Adiós!
F I N
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