vegas escuela traductores de toledo en la historia de la filosofía
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7/23/2019 Vegas Escuela Traductores de Toledo en la Historia de la filosofa
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ARETARETARETARETARETRevista de FilosofaVol. XVI, N01, 2004
pp. 101-132
La Escuela de traductores de Toledo en la historia de lafilosofa como disciplina
Sera fn Vega s
Un ivers idad de A lca l
En la constitucin de la historia de la filosofa como disciplina autnomase puso el acento en que la filosofa escolstica manipul la filosofaaristotlica, recibida a travs de los rabes, para ponerla al servicio deintereses religiosos, desvirtuando y entrando en ruptura con las exigenciasdel espritu filosfico. Atendiendo, sin embargo, tanto al significado
histrico como a la significacin filosfica del devenir de la Escuela detraductores de Toledo como centro bsico, aunque no exclusivo, de latransmisin de la filosofa y de la ciencia greco-arbigas al Occidentemedieval, se pone de manifiesto la tendencia continuista que da sentido ala historia de la filosofa como disciplina.
*
The Translators School of Toledo in the History of Philosophy as aDiscipline. In the constitution of the history of philosophy as anautonomous discipline, it was stressed that Scholastic philosophymanipulated Aristotelian philosophy inherited through the Arabs, to putit to the service of religious interests, thus disrupting the demands of thephilosophical spirit. However, considering both the historical and thephilosophical meanings of the translators School of Toledo, as a basicthough not exclusive centre for the transmission of Greek-Arabicphilosophy and science to Medieval Europe, the A. points out thecontinuity that gives sense to the history of philosophy as a discipline.
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A mediados del siglo XVIII, surge la historia de la filosofa como
d i s c i p l i n a autnoma, es decir, como construccin terica que asume
conscientemente unas reglas y procedimientos metodolgicos preci-
sos. La aparicin de la historia de la filosofa, en el sentido riguroso
que hoy hemos de dar al trmino historia de la filosofa, corre para-
lela al nacimiento de la moderna institucin acadmico-universita-
ria alemana, un nacimiento estimulado y apadrinado por el poderpoltico, en la medida en que la clase poltica entiende que la esfera
institucional-universitaria poda contribuir en no pequea medida a
la consolidacin de las exigencias socioeconmicas de la burguesa
protestante alemana, articuladas en torno al marco poltico de la crea-
cin de la monarqua prusiana.
Un planteamiento de este estilo contaba a su favor con lo acae-
cido unos aos antes en los Pases Bajos, en los que la burguesa
preindustrial protestante haba buscado en la renovacin de la ense-
anza universitaria la difusin a partir, especialmente, de la Uni-
versidad de Leiden de los nuevos saberes fsico-naturales y matem-
ticos ms avanzados, propiciando un modelo de conocimiento en el
que la reflexin rac iona l, entendida al hilo de las propuestas carte-
sianas, habra de sustituir al rigorismo intelectual de la t r a d i c in
medieval, basada en los principios de la repeticin y del principio de
autoridad. La moderna institucin acadmico-universitaria holande-
sa surge precisamente al amparo de la bandera enarbolada en contra
de la tradicin por la nueva clase rectora del orden poltico-econmi-co, la clase de la burguesa protestante preindustrial que consigui
personificar la opresin del yugo poltico-econmico e intelectual con
la t rad ic in, en su sentido ms amplio, representada por las f ue rzas
poltico-militares del invasor catolicismo feudal espaol. Con ello, las
nuevas enseanzas universitarias habran de servir para apuntalar
el nuevo orden conservador burgus, instalado al amparo de la ideolo-
ga y de la religin protestantes.
Aunque sin esta referencia al caso concreto de la ya desapare-cida dominacin espaola, la naciente universidad alemana del XVIII
trat, al hilo de lo acontecido en los Pases Bajos, de dar respuesta a
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las necesidades de formacin en disciplinas de nuevo cuo que la
clase burguesa demandaba para la formacin de unos dirigentes ca-paces de dar una respuesta adecuada y eficaz a los retos planteados
por la nueva sociedad, que estaba dando sus primeros pasos hacia la
implantacin de un ordenamiento afn a los intereses de la burguesa
industrial. Los nuevos saberes que haban de tener cabida en las re-
cin creadas universidades alemanas tendran que abarcar lo concer-
niente al desarrollo de las ciencias fsico-matemticas, pero tambin
tendran que prestar una atencin especial a lo que vena demandado
por la irrupcin del conocimien to h is tr ico, adecuadamente reglado enuna especfica metodologa, en su aplicacin a los diferentes saberes
y disciplinas, lo que, en el caso de la filosofa como reflexin acerca de
las races ltimas de la realidad, habra de traducirse en la aparicin
de una disciplina, la his tor ia de los sistemas filosficos y, con ello, de
la filosofa misma, construida de modo ajeno a las viejas relaciones y
clasificaciones de sectas, escuelas y de filsofos del pasado, las cua-
les eran ajenas al espritu exigido por la naciente investigacin
historiogrfica.
Puestas as las cosas, resulta todo menos casual que, de un lado,
los padres fundadores de la historia de la filosofa como disciplina aut-
noma (Thomasius, Buddeus, Heumann y, de modo especial, Brucker)
tuvieran todos ellos una relacin directa con las tres ms grandes
universidades surgidas en el XVIII alemn (Halle, Jena, Gttingen) y,
de otro lado, que aquellos iniciadores de la historia de la filosofa como
disciplina se vieran todos ellos a s mismos como historiadores y no
tanto como filsofos, estableciendo una direccin que iba a verse, sin
embargo, quebrada, al menos en parte, por los seguidores de las doc-trinas kantiana y hegeliana acerca de la historiacin de lo filosfico.
Dicho esto, conviene llamar aqu la atencin sobre la pertinen-
cia de una tercera observacin, la referida a que la renovacin de
saberes a la que haba de responder la moderna universidad alemana
vino ciertamente propiciada por el caldo de cultivo de un naciente
esprit u i lu str ad o, a cuyo asentamiento y consolidacin, a su vez, aquella
universidad contribuira de modo decisivo. Ahora bien, aquella
Frhau fk lrung vino matizada, por lo general, en funcin de los inte-reses del conservadurismo ideolgico de una burguesa que intent
hacer de la teologa y del pensamiento protestantes un aliado para la
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implantacin de su dominio socioeconmico. De ah que las nuevas
disciplinas historiogrfico-universitarias (y, entre ellas y de modoespecial, la historia de la filosofa) fueran concebidas en sus primeros
pasos, en dependencia ntima con la religin y la teologa protestan-
tes, como baluarte contra las orientaciones ateas y materialistas y
como defensa positiva del protestantismo en contra de la tradicin
catlico-medieval.
No es de extraar que, a la vista de ello, la historia de la filosofa
en sus primeros pasos como disciplina especfica siguiera una doble
direccin: si, por una parte, el componente h is tor iogrfi co de aquellahistoria exiga abordar el tratamiento de la filosofa y del pensamien-
to medievales como perodo concreto y determinado del devenir hist-
rico de la filosofa, la naciente disciplina historia de la filosofa no
deba, por otra parte, olvidar su funcin ideolgico-conservadora, liga-
da a su docencia universitaria, que obligaba a tratar aquella filosofa
medieval (identificada, en los inicios de la historia de la filosofa, a
travs de su manifestacin escolst ica) como expresin de la prdida
del espritu filosfico alumbrado en Grecia en aras de las ms espu-
rias conveniencias de la institucin eclesistico-romana, gestadas,
segn Brucker, en las directrices impuestas por el Papa Gregorio
Magno.
En relacin con ello, durante largo tiempo estuvo acrticamente
vigente la opinin creada por los fundadores de la historia de la filoso-
fa como disciplina de que el pensamiento medieval-escolstico no
pas de ser, de un lado, un logomquico complejo de discursos sin
sentido y ajeno a la investigacin de los principios y axiomas de la
realidad1 y, de otro lado, una ars rixosa supeditada a los dictados ydogmas teolgicos que nada tena que ver con las exigencias de la
1Cf. por ejemplo, Brucker, J., Historia crit ica philosophiae a mund i incuna bulis ad n ostramusque aetatem deducta, Leipzig: Literis et Impensis B. C. Breitkopf, 2a ed., 1766-1767. (Reprod. anast.: Hildesheim/Nueva York: 1975), III, p. 873: nempe adabstractarum notionum praecisionumque mentalium sylvam semel delati, cum nonex natura rerum de axiomatibus et principiis earum essent solliciti, sed vaga et vanaconceptuum ludificatione argumentum, quod defendere susceperant, tueri, et
contrarias opiniones debellare fuissent aggressi, in tenebris his, quas ideae obscurae,voces nihili, termini barbari ipsoque strepitu suo horrendum quid sonantes,excitaverant, magnos quidem pulveres excitarunt, sed multum movendo parumpromoverunt.
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especulacin racional2. Por ello, de los filsofos medievales no se poda
hacer otra cosa mejor que caracterizarlos como otiosi illi homuncioneset temerarii omnis sanioris philosophiae corruptores3, siguiendo la
lnea de las descalificaciones renacentistas en relacin con la escols-
tica. Lo que en esta cuestin vinieron a aportar los fundadores de la
historia de la filosofa fue que aquella negacin de cualquier impronta
filosfica valiosa en el pensamiento medieval fue consecuencia direc-
ta de la manipulacin escolstica del pensamiento a r is totl ico que los
latinos reciben a travs de la recepcin de la filosofarabe, una recep-
cin que permiti a los latinos hacer de Aristteles el Monarchaingeniorum de todo el Occidente medieval (Heumann) hasta conse-
guir que totus orbis christianus fieret Aristotelicus4.
Los promotores de la historia de la filosofa como disciplina au-
tnoma se encontraron, as, con que, por su condicin de historiado-
res, tenan que destacar, de un lado, que tras la cada del Imperio
Romano y del cierre de las Escuelas de Atenas y de Alejandra, la filo-
sofa desapareci casi por completo5, de tal manera que Graeci quoque
sermonis usus et cognitio tandem perderetur, paucique et fere nulli
essent, qui Graecorum philosophorum libros legere possent6. Por otro
lado, sin embargo, tenan que dar cuenta como historiadores de que
el Occidente medieval pudo recuperar la tradicin filosfica griega a
partir de las traducciones rabes de los textos ms destacados de la
filosofa aristotlica.
Si los padres de la historia de la filosofa se hubieran limitado a
destacar este punto, estaran reconociendo con ello que la filosofa
2 Philosophia ad hos modo fines respicere iussa est, ut ancillaretur theologiae,huicque diligenter atque fideliter serviret ( ib id ., III, p. 724).3 Reinhard, L., Compend i u m H i s t o r i a e ph i l o s oph i c ae, cu i u s pa r s p r ima omnesphi losophorum sectas earum que dogmata enarra t , a l tera vero s ingu larum disc ip l inaru mphilosophicarum fata s peciat im r ecenset, Leipzig: Impensis Heredum Frid. Lanckisii,1725, p. 207.4Brucker, J., o.c., III, p. 730.5Cf.Buddeus, J.F., Compedium h istoriae philosophiae observationibu s illustratum, Halle:Tipis et impensis Orphanotrophii, 1731, p. 344.
6 Cf. Brucker, J., o.c., III, p. 559. En estas condiciones, las traducciones de Porfirio yde Boecio, citadas por Brucker, no habran tenido apenas incidencia en la constitucinde la filosofa escolstica. De las traducciones que Jacobo Vneto llev a cabo deAristteles, Brucker no tiene noticia.
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escolstica encerraba un s i g n i f i c a d o histrico incuestionablemente
valioso, a saber, que esta filosofa vino a ser el lugar de acomodo de laespeculacin filosfica que, con el paso del tiempo, dara paso a las
exigencias de la filosofa moderna. Con ello, habra quedado desdibujada
la aportacin de la Reforma a la cuestin de las relaciones entre la
filosofa y la religin, algo que resultaba incompatible con el compo-
nente ideolgico-protestante que haba dado cuerpo al nacimiento de
la historia de la filosofa como disciplina autnoma. No es de extra-
ar, por ello, que los gestores de los pasos primeros de la historia de la
filosofa como disciplina autnoma hicieran hincapi en que, ademsde aquel s ign i f i cado histrico de la recepcin de Aristteles a travs
de las traducciones rabes, haba que fijarse en la s ign i f i cac in que
aquella recepcin encerraba para los intereses de lo filosfico, vistos
estos intereses a la luz del protestantismo. De este modo, la radical
descalificacin que Reinhard llev a cabo de los escolsticos estaba
basada en el supuesto de que el pensamiento medieval llev a cabo
una interesada manipulacin de la filosofa de Aristteles yde la filo-
sofa rabe para convertirse, a travs de la identificacin entre filoso-
fa y teologa, en el ms adecuado instrumento para reforzar el dominio
de la curia romana.
Brucker da, incluso, un paso adelante en esta direccin, desta-
cando que la corrupcin de la filosofa medieval, sometiendo el dis-
curso filosfico a las exigencias del poder del Papado, no slo fue
paralela al conocimiento de los textos aristotlicos a partir de las tra-
ducciones rabes al latn sino que fue debidaju s tamen te al hecho de
que los escolsticos buscaran servirse de Aristteles, interpretn-
dolo (pero no comprendindolo) en funcin de las traducciones ra-bes, metodolgicamente orientadas a poner de mani f iesto la
supeditacin de la verdad filosfica a las exigencias religiosas, ha-
ciendo de Toms de Aquino el paradigma de la negacin escolstica
de la autntica filosofa: in quibus cum ea in philosophia ad
theologiam applicanda methodo uteretur, ut consensu patrum et
Scripturae quidem quaesito, eo vero ex rationibus metaphysicis et
testimoniis philosophorum gentilium confirmato, magnum doc t r i n ae
sacraepraesidium in phi losophia ar is to te l ica poneret, moreque Arabumsub t i l i s s imas quaestiones et amb iguas de divinis disputationes annec-
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teret, perspicuum est, scholasticae philosophiae vitia eum non sustu-
lisse, sed auxisse.7
La incuestionada autoridad de la h is to r ia bruckeriana llev a que
durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer tercio del siglo
XIX se convirt iera en tpico acrt icamente repetido que la filosof a
escolstica deba su degenerada trayectoria a la recepcin y la in-
terpretacin de la filosofa aristotlica por las traducciones latinas de
la filosofa rabe. Los contados historiadores de la filosofa que, a fina-
les del siglo XVIII, quisieron ver (como puede ser el caso de Tiedemann
o el de Adam Smith) en aquella recepcin de Aristteles a partir delas traducciones al latn del rabe un elemento d e algn m odo positivo
para el devenir de la filosofa y de la ciencia8, no pasaron de ser voces
en el vaco del panorama de una historiografa filosfica dominada por
los planteamientos germnicos.
Algo anlogo hemos de decir en relacin con la compilacin de
las traducciones medievales que, a partir de las investigaciones de
Renaudot, fueron compiladas en la B ib l i o t heca Gr aeca, de Fabricius
(ed. de 1793). Slo a partir de la difusin de la segunda edicin (1843)
de las Recherches de A. Jourdain, los historiadores de la filosofa pu-
dieron contar con las bases adecuadas para interpretar de modo pre-
ciso y adecuado la importancia que las traducciones latinas a partir
de los textos rabes tuvieron para la constitucin del pensamiento
occidental medieval, entendido ahora como apropiacin de lo que de
7Ib id., III, pp. 806-807 (subrayados nuestros).8En su Geist der spekula t iven Philosophie(1791-1797), Dietrich Tiedemann trat desubrayar que los escolsticos recibieron de los griegos y de los rabes unos estimables,aunque l imitad os y a l icortos, planteamientos tanto en el campo de la ontologa como enel de la ciencia fsica general y en el de la teologa. Por su parte, la History ofAstronomy(el primero de los tres breves tratados que dan cuerpo a la edicin pstumade los Essay s on Philosophical Sub jects) de Adam Smith (1720-1790) llam la atencinsobre el hecho de que las traducciones latinas de los textos cientfico-filosficosrabes permitieron a los escolsticos el conocimiento de la filosofa de Aristteles yde relevantes aportaciones cientficas griegas, entre las que A. Smith destacaba laobra astronmica de Hiparco. La descalificacin kantiana, sin embargo, de Tiedemanncomo historiador de la filosofa contribuy no poco decisivamente a olvidar el juicio
de ste acerca de las traducciones latino-medievales. Y en lo que concierne a AdamSmith, tampoco fue tenido en gran estima como historiador de la filosofa por suscontemporneos, a pesar del empeo puesto por Douglas Stewart por hacer de losEssayssmithianos un ejemplo a seguir en el mbito de la philosophical history.
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ms valioso y avanzado suministraron la ciencia y la filosofa greco-
rabes, en lo que vino a incidir la celebrada, aunque no suficiente-mente justificada, apelacin del Renan de Averroes y el a verr osm o(1852)
en pro de reescribir la historia de la filosofa medieval en funcin de
las traducciones latino-medievales9.
Aunque fuera muy lentamente, los historiadores de la fi losofa
se decidieron a transitar por la senda abierta por Jourdain, coinci-
diendo con el hecho de que en la segunda mitad del siglo XIX comen-
zaran a orse las primeras voces en pro de la consideracin de la
historia de la filosofa medieval desde una perspectiva con t inu is ta dela historiografa filosfica, de tal manera que fuera tomada en consi-
deracin la articulacin caracterstica de la filosofa escolstica des-
de una perspectiva incompatible con el tratamiento de aquella filosofa
en funcin de intereses ideolgicos ajenos a las cuestiones especfi-
cas de la historia de la filosofa entendida como disciplina autnoma.
As lo reclam ya B. Haurau en su De la phi losophie scolas t ique(1845),
enlazando con las propuestas de Leibniz10y de Lessing11, al tiempo que
pona la historia de la filosofa medieval en consonancia con la apuesta
que, en el espacio de la cultura francesa, haba hecho Comte (y, antes
que l, Turgot) en pro de una caracterizacin autnomamente positi-
va de lo medieval.
A pesar de todo, hay que recordar que la polmica en torno al
puesto que la filosofa escolstica haba de ocupar en el marco de la
historiografa filosfica sigui estando vigente hasta bien entrada la
9En su H ist oria crtica d el p ensam ient o esp aol, Madrid: Espasa-Calpe, 1979, I, p.211, J.L. Abelln aplica, aunque sin citar su procedencia, a la Escuela de Toledo laexpresin de Renan de que la empresa traductora divide en dos pocas la historiacientfica y filosfica de la Edad Media.10En la reimpresin del De veris pri ncipi is, de Mario Nizolo, Leibniz, al destacar lacontinuidad del devenir de lo filosfico, haca notar, en relacin con los nominalistas(tan denostados por Brucker como uno de los elementos principales de la corrupcinfilosfico-medieval): secta nominalium omnium inter scholasticas profundissima, ethod ie rnae re forma tae philosophandi rationi profundissima. Acerca de ello, esrecomendable tener en cuenta las precisiones de Mattieu, V., Leibniz, Nizolius etl'histoire de la philosophie, en: Studia Leibn i t iana, 23 (1983), pp. 143-150.11
Nos referimos al Lessing que se opona decididamente a que se mantuviera la ideade una ruptura entre el pensamiento filosfico medieval y el ilustrado, como hapuesto de manifiesto Flasch, V., Lessing e la storia della filosofia medievale, en:Giorna le cri t ico del la f i losofia it a l ian a, 61 (1982), pp. 253-277.
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segunda mitad del siglo XX12. A partir de entonces13, la notablemente
creciente produccin bibliogrfica relacionada con la historia de lafilosofa medieval est contribuyendo de modo decisivo a reivindicar
el espacio propio de la filosofa medieval. Los actuales historiadores
de la filosofa medieval no se han detenido, sin embargo, aqu, sino
que estn consiguiendo tambin articular, de un modo cada vez ms
convincente, aquel espacio de lo medieval en la continuidad del deve-
nir histrico de la filosofa. De ah que si, de un lado, puede conside-
rarse ya suficientemente atestiguado el enlace del pensamiento
filosfico moderno con la filosofa medieval a travs de Descartes14
, lareferencia, de otro lado, al s i gn i f i c ado histrico de las traducciones
latino-medievales de la filosofa y de la ciencia greco-rabe ha venido
a confirmar la s ign i f icac in filosfica que encierran las culturas cris-
tiana, musulmana y juda medievales.
La Escuela de tra du ctores de Toledo
Llegados a este punto, se impone dar un paso hacia delante de-
jando constancia de que la celebrada investigacin de Jourdain15 hizo
12 Una polmica de la que se ha ocupado de modo especial Piaia, G., Vestig iaphi losophorum . Il medioevo e la storiograf ia f i losofica, Rimini: Maggioli, 1983, obra quetambin ofrece (p. 164) una cuidada bibliografa acerca de esta cuestin, de la que pornuestra parte destacamos la aportacin de Gssmann, E., Ant iqu i und M odern i imMittelalter. Eine geschichtliche Stan dortbestimmu ng, Munich: Grabmann Institute, 1974.13Y una vez que qued patente la esterilidad de reproducir, con el enfrentamientoentre Gilson y Brhier, la cuestin acerca del significado de filosofa cristiana,decisiva en los primeros pasos de la naciente historia de la filosofa como disciplinadel siglo XVIII.14En la lnea establecida por Gilson, E., tu des su r le rle d e la pen se md ieva le dansla f orma t ion d u sy stme cartes ienn e, Pars: Vrin, 1930. Actualizaciones de esteplanteamiento pueden verse en Ariew, R., Descart es and the Last Scholast ics, Ithaca/Londres: Cornell University Press, 1999; Secada, J., Cartes ian Metaph ys ics . TheScholast ic Origins of Modern Philosophy, Cambridge: Cambridge University Press, 2000.15Jourdain, A.,Recherches critiques sur l'ge et l'origine des tra du ctions la tines d 'Aristoteet sur des commentair es grecs ou a ra bes employs pa r d es docteurs scholast iques, Pars:1819 (citaremos en adelante por la segunda edicin, con escasas modificaciones, a
cargo de Jourdain, C., Pars: 1843, reimp.: Nueva York: Burt Franklin Reprints,1974). Acerca de la obra de Jourdain, cf. Racine, P., Y a-t-il eu une cole de Tolde?,en: Hur, J. (ed.), Tolde (1085 -19 85 ). Des t ra ducti ons md iva les au my th e li ttra ir e,Pars: Trdaniel, 1989, pp. 31-40.
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especial hincapi en que, en el marco general de las traducciones
cientficas y filosficas medievales, fueron justamente las aportacio-nes del co l lge de los traductores toledanos las que contribuyeron de
modo decisivo a establecer las pautas a seguir en la asimilacin que
el Occidente medieval iba a llevar a cabo de la Antigedad filosfica
griega, a partir de las doctrinas aristotlicas, y de la filosofa rabe,
as como de las aportaciones cientficas griegas y rabes. La obra de
Jourdain vena, as, a confirmar algo que desde los pasos iniciales de
la historia de la filosofa como disciplina se haba dado por estableci-
do, a saber, que el origen de la filosofa escolstica haba que situarloen gran medida en las traducciones realizadas y dadas a conocer a partir
de la Espaa medieval, como expresamente queda recogido en la tan
repetida anotacin de Buddeus: cum Saraceni, gens arabica, magnam
Africae partem occupassent et tandem i n H ispan iam t ran s i issen t, simul
in Europam philosophiam Arabico-Ar is to te l icam intulerunt originemque
dederunt ph i losoph iae scho las t icae16.
Las Recherches de Jourdain no slo vinieron a justificar de un
modo admirablemente documentado afirmaciones de este tipo, sino
que tambin pusieron de manifiesto que aquella referencia histrica
a la aportacin decisiva de la Espaa medieval a la historia de la filo-
sofa tena que ser precisada en el sentido de que fue justamente el
Toledo medieval, a travs de su Escuela de traductores, el centro
16Cf. Buddeus, J.F., o.c., p. 344 (subrayados nuestros). En lo concerniente a los msreputados padres de la historia de la filosofa como disciplina autnoma, tambinBrucker (o.c., III, p. 687) ser de la opinin de que la filosofa y la teologa escolsticasprovienen de la teologa y de la filosofa sarracenas, madre de aqullas. Tiedemanny Buhle, por su parte, destacarn que el conocimiento de la filosofa aristotlica en elOccidente medieval se hizo posible a travs de las traducciones del rabe al latn, yespecialmente de las llevadas a cabo en Espaa, mientras que Tennemann buscconjugar esta afirmacin con la de que la filosofa aristotlica lleg a los medievalescristianos tambin a partir de traducciones latinas de los manuscritos griegosconservados en el Imperio greco-oriental, una cuestin ya abordada por Jourdain, A.,o.c., pp. 5-15; 219-243. En relacin con todo ello, advertimos que, cuando hablemosaqu de la introduccin de Aristteles en la primera escolstica a partir de lastraducciones arbigo-latinas, no nos estamos refiriendo a la obra lgica del Estagirita,que el mundo occidental conoci (a partir, sobre todo, de las traducciones de Boecio)
antes de que, a partir del ltimo tercio del siglo XII, comenzaran a difundirse en lasescuelas y centros de enseanza franceses e ingleses las doctrinas fsicas y metafsicasde Aristteles a partir de las traducciones de los comentaristas rabes de talesdoctrinas.
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bsico, aunque no el nico, de referencia a partir del cual se hizo
posible la asimilacin de la ciencia y de la filosofa griegas ms avan-zadas (el aristotelismo) a travs de la funcin catalizadora ejercida
por el pensamiento cientfico-filosfico rabe17.
La tesis de Jourdain tuvo una amplia fortuna a medida que los
ms conscientes historiadores de la filosofa comenzaron a intere-
sarse, a partir del primer tercio del siglo XX, por la s ign i f icac in filos-
fica de las traducciones latino-medievales, aunque dejando, por lo
general, que fuesen los historiadores y fillogos medievalistas los que
se ocupasen del s ign i f i cado histrico que encerraban aquellas traduc-ciones. De este modo, y haciendo de Jourdain la autoridad indiscutida,
fueron los historiadores de la filosofa los que contribuyeron en gran
medida a crear la idea de que la Escuela de traductores toledanos fue
el centro pr im ero y exclus ivo que hizo posible que la cultura del Occi-
dente medieval tomara contacto tanto con la filosofa de Aristteles y
la ciencia de la Antigedad griega como con la filosofa y la ciencia
rabes.
17Lo cual resalta lo inadecuado de aquellas afirmaciones que, como la del Ortega yGasset del curso de 1933, desconocen lo que un siglo antes haba establecido A.Jourdain. Ortega, en efecto, no tena especial inconveniente en sostener cosas comolas siguientes: En los siglos de oro suele ser efectivo oro casi todo lo que reluce. LaEdad Media tuvo el suyo: fue el siglo XIII, la centuria que empieza con Alberto Magnoy sigue con Toms de Aquino Al Occidente acaba de acaecerle una gran peripecia:locamente, romnticamente, el europeo ha invadido el Oriente con las Cruzadas Eleuropeo tom en ellas pleno contacto con la civilizacin rabe, que entonces llevabadentro de s la griega. Cuando los cruzados en resaca se retrajeron a sus glebasoccidentales, arrastraron a ellas el lgamo de la ciencia arbigo-helnica. Un torrentede nuevo saber penetra en Europa, en la Europa cristiana, mstica, casi puramentereligiosa y blica, apenas intelectual, por lo menos muy poco cientfica. Es la fechaen que rebrota dentro de la vida medieval el hontanar inquietante de Aristteles(Ortega y Gasset, J., Obras comp letas, Madrid: Revista de Occidente, 1983, V, pp. 90-91). La rotundidad de estos incorrectos planteamientos de Ortega contrasta con lasno menos definitivas y rotundas aseveraciones que, unos diez aos ms tarde, hicieraG. Thry de modo ms acertado y respetuoso con los datos histricos y que, a pesarde ello, siguen sin haber recibido el eco que merecen: En mi opinin, los cruzadosno tuvieron ms que una influencia harto lejana en el enriquecimiento de la culturaintelectual europea Para ellos no tena sentido alguno ni ningn inters traer unmanuscrito rabe. De hecho, no hay constancia alguna de que los cruzados hayan
trado algn libro rabe a Europa. El circuito intelectual no ha seguido en modoalguno la ruta de las Cruzadas (Tolde, gr ande v il le d e la ren a is sa nce md iva le. Pointde jon ction entr e les cultur es mu sulm an e et chrtienn e. Le circuit de la civ i l isat ionmd iter ranen ne, Orn: ditions Heintz Frres,1944, pp. 117-118).
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En relacin con ello, todava sigue teniendo no poco predicamento
entre los historiadores de la filosofa medieval la idea que con tanardoroso entusiasmo defendi G. Thry a mediados del siglo XX de
hacer de la Escuela de traductores de Toledo el punto en el que con-
fluye el sentido de la cultura del circuito mediterrneo, que va de
Atenas a Edisa y a Nisibis, de Persia a Bagdad y de Bagdad a Crdoba,
convirtiendo, de este modo, a la Escuela toledana de traductores en el
motor nico que hizo posible que en la Universidad parisina del siglo
XIII pudieran darse cita los tesoros ms sobresalientes del espri tu
filosfico, de tal manera que por Toledo van a expandirse en Europalas oleadas de la sabidura antigua.
Thry, siguiendo esta lnea, llega luego a postular cosas tales
como que en Toledo hemos encontrado el pr im er contacto de las cultu-
ras musulmana y cristiana; ms an, con las obras de Gundisalvo,
hemos datado la p r im e ra penet rac in en la filosofa occidental de un
conjunto de ideas sacadas de las especulaciones rabes, orientadas
al avicenismo y que se van a convertir en centros de discusin en el
siglo XIII; con Juan de Toledo, es la pr im era reaccin, todava no razo-
nada sino cuasi-instintiva, de la conciencia cristiana, frente a deter-
minadas doctrinas de Avicena. Avicena, con ello, no pierde nada; no
se le contradice; se le perfeccionacoronndole de un espritu agustiano.
De todas estas conclusiones debe tomar, en lo sucesivo, buena cuen-
ta la historia de la filosofa medieval. Toledo es el punto de llegada de
toda la corriente del pensamiento aristotlico-rabe, partida de Bagdad
en el siglo X Recalando en Alejandra, Tnez, Fez, la filosofa de
Aristteles ha llegado al Occidente latino (y) Toledo, situado ahora
en los confines de dos mundos, rabe y cristiano, se convierte en lapuerta de comunicacin entre el Islam y Europa Toledo recoge el
Islam y lo transmite a los latinos y a los cristianos. El catlogo de
obras rabes traducidas en el Toledo del siglo XII es comparable al
catlogo de la ms grande de las editoriales actuales. Obras cientfi-
cas: medicina, geometra, astronoma, matemticas, geomancia; obras
filosficas, comentarios de Aristteles y de sus comentadores. Todo
se traduce18.
18Cf.Thry, G., o.c., pp. 114-125 (subrayados nuestros).
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Opiniones de este tipo han venido deformando tanto el s ign i f i ca -
d o histrico como la signif icacin filosfica que la Escuela de traducto-res de Toledo ha de tener en un adecuado tratamiento de la historiacin
de lo filosfico entendida en funcin de su carcter de disciplina histo-
riogrfica ejercida en la vertiente especfica de la historiacin filos-
fica. Hay que atender, por ello, a las investigaciones llevadas a cabo a
partir, sobre todo, del segundo tercio del siglo XX para que las cosas
sean puestas en su justo lugar, con la confianza aadida de que otras
nuevas investigaciones van a hacer posible llegar a una cada vez ms
correcta interpretacin del puesto que la Escuela de traductores deToledo ha de ocupar en el espacio de la historia de la filosofa. Inten-
tando una aproximacin a este tipo de interpretacin, pasaremos ahora
a hacer unas breves referencias sobre algunos de los aspectos que
creemos de ms urgencia tener en cuenta.
Los traba jos de la Escuela d e Toledo en el mar co de las tra d ucciones medie-
vales
Cuando, en los aos veinte del pasado siglo, Haskins estudi el
papel jugado por el conjunto de las traducciones medievales al latn
en la constitucin del renacimiento de la Europa del siglo XII19 y de
lo que luego no se ha dudado en calificar como autntica revolucin
intelectual20, puso las bases para que quedara descalificada aquella
19Cf .Haskins, Ch.M., The Renaissan ce of Tw elfth Century, Cambridge, Mass.: HarvardUniversity Press, 1924; Studi es in the History of Mediaeval Science, Cambridge Mass.:Harvard University Press, 2a ed.,1927.20Cf. Stifel, T., The Intel lectua l Revolut ion in Tw elfth-Centu ry Eu rope, Londres: CroomHell, 1985; Weinar, P. (ed.), Die Renaissance der Wissenschaften in der 12. Jahr hun dert,Zurich: Artemis, 1981. No hace falta decir que, como ocurre en lo concerniente atoda gran transformacin intelectual, aquella revolucin del siglo XII es paralela a,y en parte producto de, los cambios cientficos, tecnolgicos y socioeconmicosacaecidos por entonces (cf. Gimpel, J., The Medieva l M achine, Nueva York: Penguin,1983; Cipolla, C.M., Before the Ind ustr ia l Revolut ion: Eur opean Society an d Economy1000-1700, Nueva York: W.W. Norton, 1994; Gies F. y J. Gies, Cathedra l , Forge, an dWaterw heel : Tecnology a nd Invent ion in the Midd le Ages, Nueva York: Harper Collins,1994). En el marco apuntado, conviene tener en cuenta el hecho de que las
traducciones arbigo-latinas de la Escuela de Toledo vienen a coincidir con laconsolidacin occidental de la transformacin de la cultura oral en cultura escrita yla bsqueda de nuevos saberes a asimilar en la privacidad de la lectura silenciosa yparticular, lo que provoc una notable demanda de nuevos textos que permitieran
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entrar en contacto con las enseanzas y saberes de otros pueblos considerados
culturalmente ms avanzados, como eran las aportaciones de los rabes (cf. Montgomery,S., Science in Transla t ion. Movements of Know ledge through Cultu res and Time, Chicago:The University of Chicago Press, 2000, pp. 139-140).21Cf .Mills Villacrosa, J.M., Las tra du cciones orienta les en los man uscri tos de la
abusiva interpretacin que haca de la Escuela toledana el medio pri-
mero y exclusivo a travs del cual la Europa medieval habra pasado,casi sin solucin de continuidad, de la ms honda privacin intelec-
tual a estar en contacto con lo ms avanzado de la ciencia greco-ra-
be, tanto en la faceta matemtico-geomtrica, como astronmica y
astrolgica (entendida sta como astronoma aplicada) o en la rela-
cionada con la medicina.
Siguiendo la estela de Haskins, Mills Vallicrosa dej, por su
parte, perfectamente delimitada la senda por donde habran de trans-
currir en lo sucesivo las investigaciones concernientes al lugar quelas traducciones filosficas y cientficas del Occidente medieval ha-
ban de ocupar en la historia del pensamiento: hasta ahora se haba
credo por los historiadores que el contacto de la cultura arbiga con
la Europa cristiana no se haba verificado, salvo algn caso aislado,
hasta bien entrado el siglo XII, merced a la llamada Escuela de tra-
ductores de Toledo, y por ende se dilataban y se recargaban las som-
bras que en el aspecto cultural envolvan a Europa Pues bien, esta
divisin tan categrica en dos pocas de un desnivel cultural extre-
mado, en modo alguno refleja la realidad; en las escuelas irlande-
sas y en algunos cenobios del noreste de Espaa no dejaron de
cultivarse en pleno siglo X las letras clsicas, y con el griego y el latn
aparece aun el hebreo. Y esta ansiedad cultural que velaba en algn
Scr ip tor ium benedictino, nos explica que en el preclaro cenobio de Santa
Mara de Ripoll encontremos manuscritos latinos del siglo X, que con-
tienen traducciones de tratados de astronoma, tcnica y clculo
arbigos Y no se crea que el caso de Ripoll fuese una excepcin sin
ninguna transcendencia sobre la cultura europea Por otros canalesaflor tambin tempranamente la cultura oriental a Europa: nos refe-
rimos al sur de Italia, donde mediante los trabajos del judo Sabbatay
Dnnolo y de Constantino el Africano, la cultura rabe, amalgamada
con la griega, penetra en el mundo latino para dar lugar al sincretismo
que caracteriza la Escuela de Salerno21.
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Afirmaciones de este tenor, a las que pueden aadirse, por po-
ner otros ejemplos significativos, las hechas por Minio-Paluello22 o porLomba23, vinieron a remover los cimientos de las tesis destinadas a
exaltar en exceso los mritos de la Escuela de traductores de Toledo.
Puestas as las cosas, la excelente presentacin que M.Th. DAlverny
ha hecho del tema24 ha contribuido de modo decisivo a poner definiti-
vamente de manifiesto que la innegable importancia que encierran
las traducciones toledanas medievales no ha de conducir a mantener
el mito, ms o menos interesado, de que el Toledo medieval fuera el
contacto p r ime ro entre la cultura filosfico-cientfica greco-rabe y elpensamiento cristiano.
De ah que, por ello, la historiografa filosfica haya de tomar
buena nota de los estudios que estn tratando de poner de manifiesto
la relevancia que pudieran haber tenido como lugares de encuentro
entre el pensamiento greco-rabe y el latino-medieval cronolgi-
camente anteriores a la Escuela de Toledo las traducciones de
Cassino y de Salerno y las llevadas a cabo en el sur de Francia, as
Bibl ioteca Catedra l de Toledo, Madrid: CSIC, 1942, pp. 6-7. Mills Vallicrosa y susdiscpulos han insistido luego, acertadamente, en la importancia de las traduccionescientficas del rabe al latn, anteriores a la aparicin de los traductores toledanosmedievales, llevadas a cabo en Espaa (cf. Mills Vallicrosa, J.M., Nuevos estud iossobr e his tor ia d e la ciencia espaola, Barcelona: CSIC, 1961, p. 61ss.; La corriente delas traducciones cientficas de origen oriental hasta fines del siglo XIII, en: Cahiersdh istoire mond iale, 2 (1954-1955), p. 407ss.; Vernet, J., Les traductions scientifiquesdans lEspagne du Xe sicle, en: Cahiers de Tunis ie, 18 (1970), pp. 47-59).22Una cosa parece segura: que en el norte de Francia hubo (en la primera mitad del
siglo XII) un centro de inters por el nuevo Aristteles que produjo el primer intentoconocido de exgesis latina y de propagacin de las obras (aristotlicas). Si Salerno yToledo fueron los centros primeros a partir de los cuales lleg a los cientficos de laEuropa occidental un conocimiento parcial de Aristteles, fue acaso en el lado francsdel Canal donde acaso (Aristteles) se dio primero a conocer a los estudiosos latino-hablantes de filosofa y de teologa (Minio-Paluello, L., Jacobus Veneticus Grecus.Canonist and Translator of Aristotle, en: Tradi t io, 8 (1952), p. 294).23A juzgar por los primeros comentarios que (de Aristteles) hizo Avempace, y porciertas alusiones al Estagirita que hicieron otros intelectuales del valle del Ebro,hacen pensar que probablemente el corpus aristotlico completo o casi completoentr en al-ndalus por la Frontera Superior, y no por Crdoba, como se vena creyendo(Lomba, J.,
El Ebro: puente de Europa, Zaragoza: Mira Editores, 2002, p. 127).
24 En su Translations and Translators, en: Benson, R.L. y G. Constable (eds.),Renaissance and Renew al in th e Tw elfth Century, Cambridge, Mass.: Harvard UniversityPress, 1982, pp. 421-462.
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como el papel jugado en este campo por Adelardo de Bath25 y los que
llevaron a cabo su labor traductora en el valle del Ebro, en relacincon los cuales Gabriella Braga ha hecho notar: sobre todo en la pri-
mera mitad del siglo XII y a travs de las traducciones del rabe al
latn, esta regin reviste una importancia fundamental que, slo len-
ta y fatigosamente, se est poniendo de relieve.26
En este orden de cosas, no conviene perder de vista que el inte-
rs que las traducciones medievales encierran para la historia de la
filosofa estriba fundamentalmente en la incidencia que las versio-
nes del rabe al latn pudieran haber tenido en la transmisin de lafilosofa y de la ciencia a r is totli ca s al Occidente medieval y en la re-
cepcin de la obra aristotlica en lo concerniente a la elaboracin del
pensamiento cristiano-medieval27. Tambin aqu conviene poner las
cosas en su sitio y reconocer que hasta cierto punto, aunque slo
hasta cierto punto, no iba demasiado descaminado Minio-Paluello al
sealar que todava se sigue repitiendo, a pesar de ms de un siglo
de investigaciones, que las obras de Aristteles llegaron al mundo
latino pr imero a travs del rabe, d espus directamente del griego28.
Mantenerse, por ello, en la idea de la prioridad cronolgica de
las traducciones toledanas de la filosofa y de la ciencia aristotlicas,
supone hacer un flaco servicio a la historiografa filosfica, la cual se
25 Y por aquel puado de intelectuales diseminados en diferentes lugares de laInglaterra medieval, un tema que ha estudiado Burnett, C.S.F., The Introdu ction ofArab ic Learn in g in to England, Toronto: University of Toronto, 1997.26Cf. Braga, G., Le prefazioni alle traduzioni dallarabo nella Spagna del XII secolo,en: La d if fu sione del le scienze is lamiche nel Medio Evo Europeo, Roma: AccademiaNazionale dei Lincei, 1987, p. 324. De todas formas, ya ha llovido bastante desdeque J. Vernet sealara la labor intelectual y traductora del Valle del Ebro como lugarde encuentro de la cultura rabe y de la latino-medieval: El valle del Ebro como nexoentre Oriente y Occidente, en: Boletn de la Real Academia d e Buena s Letra s d e Ba rcelona,23 (1950), pp. 249-286. En lo concerniente a la labor cientfico-filosfica del valledel Ebro, la obra antes citada de J. Lomba est llamada a convertirse en referenciainexcusable.27Cf .acerca de ello, la amplia bibliografa recopilada por Daiber, H., LateinischeUebersetzungen arabischer Texte zur Philosophie und Ihre Bedeutung fr dieScholastik des Mittelalters, en: Hamesse, J. y M. Fattori (eds.), Rencontres d e culturesd an s l a ph ilosophie md ival e. Trad uctions et tr ad ucteur s d e la nt iquittar d ive a u XIVe.
Sicl e, Lovaina/la Neuve/Cassino: Publications de lInstitut dtudes Mdivales,1990, p. 205ss.28Cf. Minio-Paluello, L., Opuscula. The Latin A ristot le, Amsterdam: Adolf M. HakkertPub., 1972, pp. 504, 572-573.
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vera obligada a desconocer la persistencia de la tradicin aristotlica
de la cultura bizantina o las resonancias aristotlicas que animarona Focio a inspirar la fundacin de la primera universidad, en 860. La
historia de la filosofa no tendra, sobre todo, que poner entre parnte-
sis el hecho de que la refundacin, en 1045, de la Universidad de
Constantinopla puso las bases para la revitalizacin de la filosofa
aristotlica a travs de los comentarios de Miguel Psello, Juan el Italia-
no, Eustasio, Miguel de feso o Miguel el Italiano, el celebrado maes-
tro aristotlico del siglo XII. Todo lo cual propici la labor traductora
directamente del griego al latn, especialmente en lo que concierne ala empresa llevada a cabo en este sentido por Jacobo Vneto.
La h istor ia d e la filosofa a cerca d e la recepcin e inf luen cia d e las tr ad uccio-
nes toleda nas
Por ms que los traductores toledanos de los siglos XII y XIII no
fueran cronolgicamente los primeros, ni los nicos, en buscar enla-
zar (o, si se quiere, en servir de puente) entre la ciencia y la filoso-
fa de griegos y de rabes con la cultura del Occidente medieval, el
efectivo devenir histrico de la constitucin, no de la evolucin poste-
rior, de la filosofa y de la ciencia medievales slo pudo realizarse
gracias a la amplia recepcin y a la sorprendentemente rpida difu-
sin que tuvieron los trabajos desarrollados en la Escuela de Toledo,
la ciudad que se convirti en el centro de aquel autntico peregr ina je
in te lec tua l de los eruditos europeos de aquel tiempo, al que de modo
tan concluyente se refiri David de Morley. As, por traer aqu a cola-
cin algn ejemplo, Haskins ha demostrado de modo concluyente queel Almagesto ptolemaico fue traducido en Sicilia directamente del grie-
go al latn, quince aos antes de que Gerardo de Cremona tradujera
en Toledo, en 1175, aquella obra al latn a partir del compendio de al-
Frgn. Pero el hecho histrico es que fue esta traduccin del Cremo-
nense, y no la siciliana, la que fue estudiada por los intelectuales y
cientficos medievales que hicieron de aquella obra de Ptolomeo una
de las bases decisivas de la renovacin de la cultura cientfica del
Occidente medieval29
.
29De hecho, la traduccin siciliana fue desconocida durante largo tiempo y slo se
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Algo anlogo se ha de decir en lo relativo a las doctrinas cient-
fico-filosficas de Aristteles, ms all de sus aportaciones meramentelgicas, y no hay necesidad especial de echar mano aqu del conocido
juicio de Roger Bacon30. Tales doctrinas fueron conocidas en Occiden-
te, en un primer paso, no a travs de las traducciones directas del
griego al latn (anteriores y, en no pocos casos, ms fiables que las
traducciones toledanas a partir del rabe) sino justamente a partir de
la recepcin y de la influencia que alcanzaron las traducciones de la
Escuela de Toledo, tanto de las versiones rabes de los textos aristo-
tlicos como, sobre todo, de los filsofos y de los comentaristas rabesde la filosofa aristotlica. Y es que, aun cuando la cu lminac in de la
consolidacin de la filosofa escolstica en la Universidad de Pars fue
tuvo noticia amplia de ella cuando la geometra astronmico-ptolemaica haba dejadoya de ser el referente de la ciencia ms avanzada. No se olvide, en relacin con ello,que, segn el Eulogiumde Gerardo de Cremona, ste por amor al Almagesto, que nose poda encontrar entre los latinos, se vino a Toledo (Sudhoff, K., Die kurze Vita
und das Verzeichnis der Arbeiten Gerhards von Cremona, en: Archiv f r Geschichteder Mediz in, 8 (1914), p. 74).30Como es bien sabido, Bacon ha dejado constancia expresa de que las traduccionesdirectasdel griego al latn que Boecio llev a cabo de algunos tratados lgicosy dealgunas otras obras de Aristteles no tuvieron incidencia en la recepcin de lafilosofa y de la ciencia aristotlicas en el Occidente latino-medieval. Bacon, acontinuacin, supone errneamente (tan errneamente como luego lo hara Casiri ensu Bibl iotheca ara bico-hispan a Escuria lensis) que aquella recepcin fue debida a lastraducciones del rabe al latn de Miguel Escoto, lo que negara la influencia de laEscuela de Toledo en la gestacin primera del aristotelismo entre los latinos. Sinembargo, el propio Bacon no dejara de sealar tambin que la asimilacin de lafilosofa aristotlica en el Occidente medieval fue debida tanto a las traducciones de
Averroes como a las de Avicena, y las traducciones de las obras avicenianas al latnfueron la empresa por antonomasia de la Escuela de Toledo, unas traducciones cuyarpida asimilacin por las universidades de la segunda mitad del siglo XII y de laprimera mitad del siglo XIII hacen, por ello, de los traductores toledanos el punto dereferencia inevitable de la introduccin de Aristteles en el marco del pensamientolatino. La cita de Bacon a la que nos estamos refiriendo ha de leerse, en definitiva,en su conjunto y no aisladamente, como suele hacerse: et licet aliqua logical ia etquaedam al ia translata fuerint per Botium de Graeco, tamen a tempore MichaelisScoti magnificata est philosophia Aristotelis apud Latinos (Bacon, Roger, Opusmajus, Oxford: Bridges, 1900, III, p. 66 (subrayados nuestros)). Pero antes, en lamisma obra, Bacon haba dejado escrito: scimus enim quod temporibus nostris, diu
fuit contradictum natu ra l i ph i losophiae et m etaphys icaeArtistotelis per Avicenn am etAv err om exposi ti set ob densam ignoratiam eorum fuerunt libri eorum excommunicatiet utentes eis per tempora satis longa (Bacon, Roger, o.c., III, p. 21 (subrayadosnuestros)).
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ya ajena a las traducciones toledanas, la gestacin de aquella filosofa no
puede ser histricamente explicada ms que en funcin de la difusin yde la asimilacin, en una primera fase, de la filosofa de Aristteles dada
a conocer por los comentaristas rabes traducidos en la Escuela de Toledo.
No pecaban, por ello, de vanidad desmedida los traductores toledanos
medievales cuando hacan constar de modo expreso que, en sus traduc-
ciones de aquellos comentaristas rabes de Aristteles, estaban propor-
cionando al Occidente medieval un tesoro cultural hasta ahora oculto a
los latinos (quod h actenus ext i t it in cognitum)31.
Mencin especial merece en este punto la magnitud de la tareaque se propuso llevar a cabo la Escuela de Toledo traduciendo el Shif'
aviceniano (por ms que la empresa quedara incompleta), con la idea
de dar a conocer con esta traduccin del sistema filosfico av icen iano
la mejor de las exposiciones de la filosofa de Aristteles (qu i cqu i d
Ar is t o teles d ix i t). Y es que, como ha avisado DAlverny, no hay que olvi-
dar que cuando los traductores toledanos emprendieron la traduc-
cin del Ki tb al-sh if', la enciclopedia filosfica de Avicena, buscaron
proporcionar a los escolares occidentales un comentario de las obras
de Aristteles. De hecho, parece ser que aquellas traducciones, espe-
cialmente la del De an im a, comenzaron a circular bajo el nombre de
Aristteles32.
La s ign i f icac in que de ello ha de extraer el historiador de la filo-
sofa es que la eleccin de Avicena fue todo menos casual y que, con
esta eleccin, fue justamente la Escuela de Toledo la que llev a la
prctica aquello de lo que estaban convencidos los ms avanzados in-
telectuales, de toda condicin y de toda procedencia: que la lectura de
la obra aviceniana era el instrumento ms adecuado para una lectu-ra en profundidad (in tus- legere) de los textos filosficos y cientficos de
Aristteles. Por poner un ejemplo, Ibn Tufayl, el conocido filsofo mu-
sulmn, escriba, al mismo tiempo que el Sh i f ' aviceniano estaba
31Cf. Van Riet, S., Avicenn a lat in us. Liber de Anima seu Sextus de Natur al ibu s, I-I I-I I I .d it ion cri ti que de la tr aduction la ti ne-md iva le, Lovaina: E. Peeters/Leiden: Brill,
1972, p. 104.32Cf .DAlverny, M.Th.,Trans la t ions and Trans la tors, o.c., p. 451. En este puntosiguen resultando de inters las observaciones de Hunt, R.W., The Preface of thespeculum Ecclesiae of Giraldus Cambrensis, en: Viator, 8 (1977), pp. 198-213.
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siendo traducido en Toledo: en lo que se refiere a los escritos de
Aristteles, el maestro Ab Al (Avicena) se ha encargado de explicar-nos su contenido y sigue el mtodo de su filosofa en el Kit b al -shif'.
El que se tome la molestia de leer el Ki tb a l -sh i f ' y las obras de
Aristteles, podr ver con evidencia que am bas coinc iden en la mayor
parte de los asuntos, aunque haya en el Kit b a l-shif ' algunas doctri-
nas que no han llegado a nosotros a travs de Aristteles.33
En consonancia con opiniones de este estilo, la rpida y amplia
difusin que alcanzaron las traducciones toledanas de Avicena en el
marco universitario parisino, contribuy decisivamente a que, hastacasi el comienzo de la segunda mitad del siglo XIII, tambin la cultu-
ra filosfica y cientfica latino-medieval ms avanzada viviera del
supuesto de que si se estaba a favor o en contra de Aristteles, se
estaba entonces a favor o en contra de Avicena34, en la medida en
que la obra aviceniana fue tenida por entonces como la expresin ms
fiel de las doctrinas aristotlicas. Lo que la historia de la filosofa ha
de tener entonces bien presente es que cuando las condenas de 1210
y de 1215 buscaron servir de rpido dique a la difusin del aristotelismo
en la Universidad de Pars, lo que se estaba en realidad prohibiendo
era la enseanza del s i s t ema aristotlico, modulado a la luz del
avicenismo traducido en la Escuela de Toledo y que, casi sin solucin
de continuidad, encontr en la Universidad de Pars su ms amplio
foco de resonancia.
La introduccin de Avicena, gracias a las traducciones toleda-
nas, como correa de transmisin de la filosofa de Aristteles en la
Universidad de Pars contribuy decisivamente a modelar los prime-
ros pasos de un nuevo espritu filosfico y cientfico en el Occidentemedieval, sobrepasando aunque no necesariamente negando, como
luego diremos las estructuras culturales de la tradicin romano-
isidoriana. Claro est que en este punto no fue exclusivamente la
Universidad de Pars la que se dedic a tamaa empresa, por ms que
33Citado en: Cruz Hernndez, M., Los problemas del pensamiento islmico andalusen el siglo XI, en: Actas d e las J orna d as de cult ur a ra be e islmi ca, Madrid: IHAC,
1981, p. 317 (subrayados nuestros).34Tal como en su da puso de manifiesto, y sin que haya podido ser desmentido, DeVaux, R., La premire entre dAverres chez les latins, en: Revue d es sciencesph ilosop hi ques et thologiqu es, 22 (1933), p. 243.
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el protagonismo de los maestros parisinos no pueda ponerse en duda.
A pesar de ello, el historiador de la filosofa no ha de perder de vista elpapel jugado por la Universidad de Oxford en el nacimiento y en las
primeras manifestaciones de aquel nuevo modelo cultural cientfico-
filosfico. Ello no ha dejado de provocar recelos entre algunos entu-
siastas de la labor traductora de la Escuela de Toledo, acaso demasiado
ofuscados por la idea de que las traducciones toledanas del avicenismo
aristotlico quedaron confinadas en Pars, con lo que el primer
aristotelismo oxoniense habra de quedar entonces desvinculado de
la influencia de Toledo.Aunque sea sin nimo de entrar aqu en demasiadas polmicas,
dejemos constancia de que una opinin de este estilo no slo introdu-
cira una laguna importante en lo concerniente a la s ign i f icac in filo-
sfica de los hechos que ha de afrontar la historia de la filosofa, sino
que, adems, no prestara la atencin suficiente al s ign i f i cado hist-
rico de aquellos hechos. Para poner remedio a esta situacin, hay que
tomar en la consideracin debida las enseanzas del ingls John Blund,
el maestro que tan destacado protagonismo tuvo en la introduccin
primera del aristotelismo a partir de Avicena tanto en la Universidad
de Pars como en la de Oxford, si es que hemos de dar crdito (y no hay
razn para no hacerlo) a su apologista Henry of Avranches, al destacar
que Blund fue famoso tanto en Oxford como en Pars por haber sido
el primero en estudiar y en ensear los libros de Aristteles que los
rabes recientemente enviaron a los latinos, que no eran otros que
las traducciones toledanas de la obra aviceniana35.
Si, en relacin con ello, parece confirmada la aficin de John
Blund a las traducciones toledanas de Avicena, acaso se est con ellodando pie a la sospecha que en alguna otra ocasin hemos manifesta-
do, en el sentido de que Blund fue el instrumento para la introduccin
de Avicena en Oxford en el tiempo en el que la Universidad oxoniense
se afili de modo decidido a las doctrinas a r is totlica s por ver en ellas
el medio ms apropiado para proporcionar al Occidente latino-medie-
35
Cf .Callus, D., The Introduction of Aristotelian Learning in Oxford, en: Proceedingsof the Br i t ish Academy, 29 (1943), p. 242; Jolivet, J., The Arabic Inheritance, en:Dronke, P. (ed.), A His t ory of Tw el f th-Century Phi losophy, Cambridge: CambridgeUniversity Press, 1988, p. 146.
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val unas nuevas perspectivas acordes con la filosofa y la ciencia ms
avanzadas. La referencia a Blund es la que acabara explicando, anuestro juicio, la temprana recepcin que tuvieron en Oxford los tra-
tados del Shif' traducidos en Toledo36y, como ha puesto de manifiesto
Burnett, no est de ms recordar aqu que las dos primeras copias de
traducciones avicenianas de la Escuela de Toledo37 fueron escritas
por manos inglesas.
Las otra s tra du cciones toleda na s d e Aristteles
Si la historia de la filosofa ha de remitirse a la Escuela de Toledo
en lo concerniente a la i n t r o ducc in de la filosofa y de la ciencia
aristotlicas en la cultura del Occidente medieval, en lo relativo a la
conso l idac in de la filosofa de Aristteles, especialmente en el marco
de la Universidad parisina, el protagonismo sigui correspondiendo a
las traducciones del rabe al latn de los comentarios de Averroes y de
las versiones rabes de los textos aristotlicos, traducciones que, en
su inmensa mayora, ya fueron hechas fuera del crculo de los traduc-
tores toledanos.
A pesar de ello, el historiador de la filosofa ha de tomar en la
consideracin debida que aquella consolidacin no signific una rup-
tura con la introduccin de Aristteles gestada a partir de las traduc-
ciones toledanas, sino un profundizar en la lnea establecida por la
Escuela de Toledo para la renovacin de la cultura medieval. El ejem-
plo de los traductores de Toledo de hacer de Aristteles y de los co-
mentaristas rabes del Estagirita el referente de la nueva cultura
latino-medieval se extendi por Europa a partir del segundo tercio delsiglo XIII y encontr un asiento singular en la corte siciliana, desde
donde Scoto dio a conocer a Averroes, el comentador por excelencia de
Aristteles.
Aun as, y sin necesidad de tener que echar mano del poco fiable
comentario de Renan, el historiador de la filosofa har bien en no
olvidar que es justamente en Toledo donde Scoto se forj como traduc-
36Para esta recepcin temprana en Oxford de los trabajos de la Escuela de Toledo, cf .Burnett, Ch., The Introd uction of Ara bic Learnin g, o.c., pp. 52-53.37Manuscritos de Pars, BN lat. 8802 y de Worcester, Bibl. Cap. Q 81.
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tor del rabe al latn, antes de acogerse al patrocinio de la corte
siciliana de Federico II. En Toledo, en efecto, Scoto tradujo al latn elmanuscrito rabe del De an ima l i bus aristotlico y, por otro lado, pare-
ce confirmarse el or igen to led an o38 de las traducciones que Scoto llev
a cabo tanto del Comenta r io Magno de Averroes al De caelo de Aristoteles
como del Comenta r io Ma gno averrostaal De an ima aristotlico, dos tra-
ducciones que tanta influencia iban pronto a tener en los medios
universitarios parisinos.
Junto con Scoto, Hermann el Alemn fue el segundo traductor
de Averroes al latn a partir del trabajo desarrollado por ste en Toledoentre 1240 y 1256 (dejando aqu aparcada la cuestin suscitada por
Cruz Hernndez de si fue una estancia continuada o, por el contrario,
dos estancias temporalmente interrumpidas). En este orden de cosas,
hay que citar aqu sus traducciones del Comenta r io Med io de Averroes
a la ti ca a Ni cmaco, de la traduccin del rabe al latn de la Retrica
aristotlica, pero con comentarios aadidos de al-Frb, de Avicena
y, sobre todo, de las observaciones extradas a partir del Comenta r io
Med io de Averroes a aquella obra de Aristteles; del Comenta r io Med io
de Averroes a la Potica de Aristteles. Esta ltima traduccin, fecha-
da por Hermann el Alemn en 1256, alcanz una rpida difusin y
una notable pervivencia, a pesar de sus abundantes deficiencias y
errores, de tal manera que aunque en 1278 fue dada a conocer la
traduccin directa del griego al latn del texto completo de la Potica
aristotlica, la traduccin toledana de Hermann el Alemn continu
usndose como manual universitario para la explicacin del texto
aristotlico hasta bastantes aos despus.
Independientemente de todo ello, la preocupacin de los toleda-nos por dar a conocer a Aristteles entre los latinos no se redujo a la
relacin que la Escuela de Toledo tuvo con los dos ms grandes co-
mentaristas rabes del Estagirita. Desde el comienzo mismo de la
Escuela de Toledo, buscaron tambin dar a conocer a Aristteles a
travs de las traducciones de obras de f a ls i fa tan destacados como
38Cf. Manselli, R., La corte di Federico II e Michaele Scoto, en: Laverr orismo enItalia, Roma: Accademia Nazionale dei Lincei, 1979, pp. 63-80; Cruz Hernndez, M.,Averroes. Vida , obra , pensam iento, influencia, Crdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros,1986, p. 251; Thorndike, L., Micha el Scot, Londres: Nelson, 1965, p. 27.
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al-Kind, al-Frb y al-Gazzl, acaso el pensador rabe que fue ms
conocido entre los intelectuales cristiano-medievales, tras Avicena yAverroes, y en relacin con el cual ha sido dicho que la recepcin y
difusin de la traduccin toledana de los Maqsidde al-Gazzl mere-
ce por s misma tod o un captu lo d e la h is tor ia d e la f i l osofa39.
El entusiasmo que estas traducciones despertaron en los me-
dios culturales latino-medievales ms avanzados estuvo en propor-
cin directa con la asimilacin del convencimiento vivido por los
traductores toledanos de que las aportaciones de aquellos filsofos
rabes contribuan de modo notable al conocimiento de la doctrinaaristotlica. De hecho, si estas traducciones toledanas tuvieron una
rpida y extensa recepcin entre los intelectuales latinos40, y de modo
especial en la Universidad de Pars, ello fue debido a que estos inte-
lectuales compartieron ampliamente el criterio de los toledanos de
que tales traducciones podan contribuir de modo notable a poner la
nueva cultura cristiana que se estaba forjando en la segunda mitad
del siglo XII bajo los auspicios de la doctrina aristotlica.
Siguiendo esta lnea, la Escuela de Toledo introduce, con Gerardo
de Cremona, las traducciones de las versiones rabes de los textos
ms relevantes de Temistio y de Alejandro de Afrodisia, los comenta-
dores ms autorizados en la Antigedad de la obra del Estagirita. Y es
tambin el Cremonense el que hace que la Escuela de Toledo entre
en relacin, por vez primera, con textos aristotlicos tan importantes
como los Ana ly t ica Poster iora y la Physica, cuyas traducciones del ra-
be al latn vinieron a significar un autntico revulsivo en la cultura
filosfico-cientfica del Occidente medieval, por ms que tales obras
hubieran sido ya traducidas con anterioridad directamente del griegoal latn, traducciones estas ltimas que no tuvieron incidencia signi-
ficativa en los medios universitarios del siglo XII cristiano.
La au t o r i d ad de las traducciones toledanas de los textos aristo-
tlicos y de los comentaristas rabes de las obras del Estagirita fue,
39Cf. Hana, G.G., Die Hochscholastik nun eine Autoritt rmer, en: Festchri f t frHerma nn H eimpel zum 70. Geburs tag, Gotinga: Verffentlichungen des Max-Planck-
Instituts fr Geschichte, 1972, II, p. 885.40Cf. Elarmi-Jamal, J., La rception de la philosophie arabe l'Universit de Parisau XIIIe sicle, en: Butterworth, E. y B.A. Kessel (eds.), The Introduct ion of Arab icPhilosophy in to Europe, Leiden/Nueva York: Brill, 1994, pp. 31-39.
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en definitiva, una referencia incontrovertida durante ms de un si-
glo y el ejemplo ms significativo de ello es lo sucedido con la traduc-cin que Gerardo de Cremona hizo del L iber de caus is41, atribuyndolo
errneamente a Aristteles. A pesar de, o precisamente por esta equi-
vocada adscripcin, aquella traduccin modul decisivamente la en-
seanza medieval de la filosofa de Aristteles, primero en la medida
en que fue tenida en los medios universitarios como una indispensa-
ble contribucin al conocimiento de la obra misma aristotlica (de
hecho, todava en el siglo XVI el L iber de caus is figuraba en ediciones
de las obras de Aristteles) y, luego ms tarde, cuando ya se puso enduda la autora de Aristteles, en la medida en que esta traduccin de
Gerardo de Cremona fue estudiada como texto universitario que sir-
viera de complemento a la Meta fs ica aristotlica.
Relacionadas directamente con la obra llevada a cabo por Gerardo
de Cremona estn las traducciones realizadas en el marco de la Es-
cuela de Toledo por Alfred de Shareshel (Alfredus Anglicus), uno de
tantos intelectuales que, segn el testimonio de Daniel de Morley,
acudieron a Toledo en la segunda mitad del siglo XII para ponerse en
contacto con lo ms avanzado de la filosofa y de la ciencia greco-ra-
bes y que, al regresar a su tierra, procuraban llevar consigo cuantos
manuscritos podan conseguir (cum pretiosa multitudine librorum
in Angliam veni, dice de s mismo Daniel de Morley42). Continuando
la orientacin de los grandes traductores medievales toledanos, Alfredo
41Cf. una reciente edicin latino-castellana en guila Ruiz, R., Liber de cau sis, Bilbao:Universidad del Pas Vasco, 2001. Por su parte, Alexander Fidora y AndreasNiederberger han corrido a cargo de una edicin latino-alemana de la traduccin deGerardo de Cremona del Liber de causisen la que ofrecen, adems, atinados comentariossobre la historia del texto llegado a Gerardo de Cremona y de la recepcin de latraduccin del Cremonense en los crculos ms representativos del pensamientooccidental medieval (cf. Von Bagdad nach Toledo. Zur Geschichte des Textes undseiner Edition y Von Toledo nach Paris. Der Liber de cau sis und seine Rezeption im12. Und 13. Jahrhundert, en: Fidora, Alexander y Andreas Niederberger, Von Bagda dna ch Toledo. Das Buch der Ursa chen un d seine Rezeption in Mit te la l ter, Maguncia:Dieterich'sche Verlagsbuchhandlung, 2001, pp. 15-29; 205-249).42 No deja de resultar significativo el contexto que enmarca esta confesin de Danielde Morley: sed quoniam doctrina Arabum, que in quadruvio fere tota existit, maxime
his diebus apud Tholetum celebratur, illuc ut sapientiores mundi philosophos audiremfestinanter properavi. Vocatus vero tandem ab amicis et invitatus ut ab Hyspaniaredirem, cum pretiosa multitudine librorum in Angliam veni (Maurach, G., Danielvon Morley, Philosophia, en: Mittel lateinisches Jah rbuch, 14 (1979), pp. 204-255).
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de Shareshel tradujo en Toledo, entre finales del siglo XII y comien-
zos del siglo XIII, parte de los Meteorologica de Avicena (quinto de losL i b r i na t u ra l e s del Shi f'), traduccin que algunos manuscritos reco-
gieron adscribindola a la obra homnima de Aristteles, junto con
las traducciones de Gerardo de Cremona y de Enrico Aristippo. Alfredo
el Ingls vena, as, a aadirse a aquella corriente toledana que trans-
miti a Occidente la conveniencia de estudiar a Aristteles a partir
de Avicena. De hecho, el propio Alfred de Shareshel escribi, inspi-
rndose en Avicena, un acertado Comen t a r i o a los Me t e o r o l o g i c a
aristotlicos, a partir de la traduccin hecha por Gerardo de Cremona.En el segundo tercio del siglo XIII, el camino estaba preparado
para que los crculos universitarios occidentales, y de modo especial
los parisinos, dieran paso a un mejor conocimiento de la filosofa
aristotlica, a partir de las traducciones directas del griego al latn de
las obras del propio Aristteles. Lo acontecido con algunos de los tra-
bajos toledanos de Hermann el Alemn resulta aqu no poco esclare-
cedor. Cuando aqul termin, entre 1240 y 1243-1244, su traduccin
del Comentar io de Averroes a la ti ca a Nicma coy la de su complemen-
taria Summ a quorund am a lexand r ino rum(la traduccin a partir del rabe
del compendio alejandrino de la t ica aristotlica), Hermann el Ale-
mn trat intilmente de introducir ambas traducciones en la Uni-
versidad de Pars por la sencilla razn de que los universitarios
parisinos e ingleses disponan ya de la traduccin directa del griego
al latn que Grosseteste haba hecho de la tica de Aristteles. En lo
concerniente a la ciencia y a la filosofa, la Escuela de Toledo haba ya
acabado su labor, pero siempre queda a la historia de la filosofa la
tarea de explicar cmo el camino por donde la filosofa escolsticaencontr su forma definida nicamente pudo comenzar a abrirse si-
guiendo las pautas descub ie r tas y gestadas en la Escuela de Toledo.
El pu esto de la Escuela de Toledo en la hi stori a d e la fi losofa
Si la historia de la filosofa se contentara con dar cuenta del
importante papel que ha de concederse a las aportaciones de la Es-
cuela de Toledo en el devenir medieval relacionado con la ciencia y lafilosofa, estara ocupndose con ello del s ign i f i cad o h is tr ico que en-
cierran las traducciones toledanas, pero dejara en un injustificado
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segundo plano la s ign i f i ca c in f i losf ica que encierra el hecho de la
existencia de la Escuela de Toledo, olvidando que es justamente elrecurso a aquella significacin filosfica el que ha de establecer el
puesto que una doctrina o una corriente filosfica tiene en el marco
de la historiacin de lo filosfico. Todo ello por ms que aquella s ign i -
f icac in resulte ser, para el historiador de la filosofa, inseparable de
su s ign i f i cado histrico.
As las cosas, conviene aqu tener en cuenta lo que Klibansky
ha caracterizado como una curiosa coincidencia, la de que a finales
del siglo noveno tanto la filosofa rabe como la juda y la cristiana setoparon con un mismo problema, el derivado del conflicto entre cono-
cimiento y fe43, que aquellas filosofas intentaron en un principio re-
solver desde instancias netamente neoplatnicas. En este sentido,
no resulta nada casual, desde el punto de vista de la historia de la
filosofa, que Escoto Erigena y al-Kind, los promotores de una f i loso-
fa rel ig i osa (cristiana e islmica, respectivamente)elaborada desde
las exigencias del neoplatonismo, fueran coetneos. Un planteamiento
de este estilo estaba condenado a dejar en un muy segundo plano la
autonoma de la reflexin filosfica, como as ocurri en el mbito de
la cultura hebrea y de la cristiana.
Despus de Escoto Erigena, en efecto, el pensamiento cristia-
no-medieval qued reducido a intentar apropiarse de algunas mues-
tras del conocimiento matemtico y astrolgico aportado por las
traducciones rabes44. En consonancia con ello, los tmidos intentos
f i losf icos realizados por los pensadores cristianos hasta bien entrada
la primera mitad del siglo XII, no pasaron de constituir una anmica
revitalizacin de los planteamientos lgicos,sin abordar de modo con-sistente las relaciones entre las exigencias de la fe y las de la razn
43Cf. Klibansky, R. y H.J. Paton, Phi losophy & His tory . Essays Presented to ErnstCassirer, Nueva York: Harper and Row, 1963, p. 334.44Conocimiento que, como ha subrayado acertadamente Mrquez Villanueva, era buscadoen la medida en que tuviera aplicacin en la organizacin de la vida religiosa,fundamentalmente en lo concerniente a la organizacin del tiempo en los monasterios
(cf. In Lingua Tholetana, en: La Escuela de tra du ctores de Toledo, Toledo: DiputacinProvincial, 1996, p. 23). Acerca de este tema, puede verse el interesante estudio deMcCluskey, C., Gregory of Tours, Monastic Time keeping, and Early ChristianAttitudes to Astronomy, en: Isis, 81 (1990), pp. 9-22.
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filosfica, en s misma considerada. Abelardo, tan celebrado en su
orientacin dialctica, no fue realmente filsofo, sino telogo (o aquelfilsofo de Cristo, en expresin de Nollier), y algo muy parecido he-
mos de decir de los Francie magistri, indebidamente identificados
con la Escuela de Chartres45, a pesar de su loable intento de servirse
de su peculiar modulacin neoplatnica para revitalizar la anquilosada
tradicin cultural romano-isidoriana. Esta supeditacin de la reflexin
filosfica a los dictados de la religin fue todava ms palpable en el
devenir de la cultura hebrea, cuyos dirigentes poltico-religiosos aho-
garon cualquier intento de incrustar la razn filosfica en el seno deljudasmo, cuya pervivencia se vea amenazada desde frentes diver-
sos. Slo la Fons v i ta ede Ibn Gabirol, contemporneo de Avicena, vino
a significar un intento, harto tmido, de dar consistencia a la religin
juda desde los planteamientos de un renovado neoplatonismo.
Otro fue el camino seguido por el pensamiento rabe desde Ibn
Ishq (coetneo de Escoto Erigena y de al-Kind) y, tras l, Bishr Matt,
Ibn Ad e Ibn Batrq llevaron a cabo la monumental empresa de tradu-
cir al rabe la parte ms significativa del co rpus aristotlico hasta
entonces conocido. La difusin del conocimiento de Aristteles entre
los pensadores rabes proporcion a los planteamientos de al-Kind
acerca de la conci l iacin entre la fe y el saber racional una consisten-
cia filosfica, hasta entonces insospechada, gracias a la obra de al-
Frb y, sobre todo, de Avicena, los cuales acertaron a conjugar con
no poca habilidad el fondo doctrinal aristotlico con una direccin
neoplatnica, vista como el camino natural para entroncar la reflexin
filosfica con los dictados de la fe musulmana.
En el aristotelismo neoplatonizante de al-Frb y de Avicena, laespeculacin filosfica encuentra aquel grado mnimo de autonoma
que explicitaba (aunque acabara por darle un nuevo sentido) la con-
viccin de al-Kind de que la filosofa resultaba ser una obligacin del
creyente para poder llegar a la exigencia bsica de la religin, el amor
a Dios. Lo cual, apoyndose en Aristteles, fue ledo por al-Frb y por
45Para desmontar la leyenda de la Escuela de Chartres como fuente institucionalizada
de la metafsica escolstica leyenda generada a partir de Poole, de Clerval y deParent sigue siendo preciso acudir a Southern, R.W., Humanism and the School ofChartres, en: Medieva l Hum anism an d Other Stud ies, Oxford: Basil Blackwell, 2aed.,1984, pp. 61-85.
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Avicena como exigencia de bsqueda de la demost rac in filosfica en
la que ha de revelarse de modo inmediato y cierto la ve rdad, sin msespecificaciones. La especulacin filosfica, en s misma considera-
da, constituye, de este modo, una necesidad y una obligacin del ser
humano como tal, cuya naturaleza est orientada a la bsqueda de la
verdad, por lo que la religin o bien es un mero reflejo y smbolo del
conocimiento filosfico (al-Frb), o bien es un conocimiento verda-
dero en s mismo, pero cuya aceptacin por parte del ser racional (hu-
mano) est necesi ta d a de la demostracin filosfica.
Sobre este trasfondo, la recepcin y traduccin al latn del pen-samiento de al-Kind, de al-Frb y de Avicena viene a representar el
momento en que, por vez pr imera, la cultura cristiana afronta la cues-
tin del sentido que encierra la especulacin filosfica en el mbito
de la cultura cristiana, una cuestin que los traductores toledanos
apuestan decididamente por resolver adoptando las ms avanzadas
muestras de los fa lsi fa. A partir de esta preocupacin inicial es como
creemos que deben ser entendidos los otros trabajos de la Escuela de
Toledo, los relacionados con la traduccin y transmisin de los cono-
cimientos cientficos rabes y griegos. Del mismo modo, aquella pre-
ocupacin es la que llev a los traductores de Toledo, a partir de Gerardo
de Cremona, a traducir parte del Ar is to teles ara bus, visto como un ins-
trumento ms fidedigno e intelectualmente ms consistente para lle-
var a cabo los propsitos que haban animado la realizacin de la ms
destacada filosofa rabe llevada a cabo a partir de las traducciones de
Ishq Ibn Hunayn y de sus continuadores.
La Escuela de Toledo merece un captulo especial en la historia
de la filosofa occidental, no tanto por las traducciones en s mismasall llevadas a cabo sino, sobre todo, por el es pr it u y los propsitos que
animaron aquellas traducciones: el dar a conocer al Occidente me-
dieval que Aristteles haba de ser el maestro por excelencia de un
devenir cultural que, si no quera quedarse estancado, haba de con-
tar con las exigencias del conocimiento cientfico y filosfico, como se
haba hecho evidente en el admirable florecimiento de la filosofa ra-
be. Asimilando aquel espri tu to led a no, el Occidente medieval iba a
hacer suya aquella preocupacin bsica de Avicena, tan acertadamentedescrita por Gerhard Endress: Ibn Sn, que hace de la filosofa una
religin para intelectuales, eleva a Aristteles el Aristteles de la
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46 Endress, G., La Concordance entre Platon et Aristote, lAristote arabe etl'emancipation de la philosophie en Islam mdival, en: Mojsisch, B. y O. Plutta(eds.), H istoria Philosophia e Medii Aevi. Stud ien zur Geschichte der Philosophie des
Mittealters, Amsterdam/Filadelfia: B.R. Grner, 1991, p. 240.47Cf. acerca de ello, Gibson, M., Adelard of Bath, en: Burnett, Ch. (ed.), Ade la rd o fBath . An Engl ish Scient is t and Ara bis t of the Ear ly Tw elf th Century, Londres: WarburgInstitute, 1987, pp. 16-17.
interpretacin neoplatnica al rango de maestro por excelencia
Aristteles es una autoridad, pero una autoridad que toda clase deescuelas y de doctrinas pueden invocar, mientras que sus textos au-
tnticos caen en el olvido.46
A partir de aqu, la Escuela de Toledo fue la pionera en transmi-
tir a la cultura latino-medieval la idea de que acogerse al modelo y al
mtodo aristotlicos de filosofar (al interpretar al modo de los
peripatticos, en la expresin de Averroes) era la exigencia funda-
mental para la ra d i ca l renovac in de la investigacin filosfica, de la
que los latinos estaban tan necesitados para no quedarse anclados enlos dictados teolgicos, con olvido de las aportaciones cientficas y fi-
losficas.
Al hilo de los novedosos planteamientos filosficos de los rabes,
los traductores toledanos hicieron llegar a la cultura occidental el
mensaje de la conveniencia de una cierta emancipacinde la espe-
culacin filosfica de los textos teolgicos y de los de la Escritura y,
con ello, la Escuela de Toledo puso las primeras piedras del edificio de
lo que poco tiempo despus iba a constituir la f i l osofa medieval occi-
dental, una filosofa que, a pesar de su dependenc i a de la teologa,
reclamaba una autonoma que slo cuatro siglos ms tarde iba a ha-
cerse plenamente efectiva. Si ello fue posible es porque la Escuela de
Toledo puso en prctica lo que el prefacio de las Quaest iones de Adelardo
de Bath haba previsto: aprender de los maestros rabes a u sa r l a
r a zn com o gu a.47 Esta actitud es la que en el Gundisalvo del De
d iv is ione ph i losoph iae viene a significar la bsqueda de una sap ien t ia
h umana, modulada segn una metodologa y unos contenidos ajenos,
aunque no enfrentados, a la sap ien t i a ch r i s t i ana .Todo ello fue posible porque los traductores toledanos supieron
dar a entender de modo magistral que acogerse a la autonoma una
autonoma limitada, ciertamente, como haba ocurrido en la cultura
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rabe de lo filosfico, por ms que buscara aquella renovacin radi-
cal de la ciencia y de la filosofa del Occidente medieval, no implicabanecesariamente una r u p t u r a con las races del pensamiento y de la
tradicin cristianas. En este punto, la conjuncin de esfuerzos entre
el filsofo judo Ibn Dad (Avendauth) y el filsofo cristiano Gundisalvo
result ser decisiva para mostrar al mundo occidental cmo poda dar-
se respuesta, siguiendo el modelo rabe, a la necesidad de demostrar
racionalmente (ratione convincere) lo que era aceptado por la fe (fide
tenere). De modo especial, las obras de creacin fi losfica de
Gundisalvo, escritas al socaire de usar la razn como gua, no dejande destacar de modo explcito su ligazn con determinados aspectos
de la tradicin isidoriana, con Boecio y con la Sagrada Escritura48, as
como con los planteamientos neoplatnicos de la filosofa religiosa de
los Francie magistri, tan ntimamente deudores de la tradicin cris-
tiana.
La filosofa de Gundisalvo es justamente el intento de armoni-
zar aquella tradicin modulada a la luz del neoplatonismo de las es-
cuelas francesas con el Aristteles rabe-neoplatnico que Gundisalvo
conoce en Toledo (por ms que l mismo no llegara a traducir ningn
texto aristotlico) y con las tendencias neoplatnicas de la obra de
Avicena, de al-Frb y de Algazel as como de la Fons vi tae del judo
Ibn Gabirol, que Gundisalvo y Maestro Juan traducen del rabe al la-
tn. Si esta peculiar mezcla da origen a lo que Gilson llam agustinismo
avicenizante, que es en realidad un avicenismo agustinizante, no es
lo ms importante aqu. Como tampoco lo es, por otra parte, el que a
travs del De d iv i s ione ph i l osoph ia e, del propio Gundisalvo, y de las
traducciones mdicas (en especial, del Canon aviceniano) de Gerardode Cremona, el pensamiento latino-medieval entr en contacto con la
fecundidad del mtodo inductivo, oscurecido en la metafsica y en la
filosofa natural de Aristteles.
48De todo ello ha dado cumplida y convincente cuenta Fidora, A., La recepcin deSan Isidoro de Sevilla por Domingo Gundisalvo, en: Est ud ios E clesisti cos, 75 (2000),pp. 663-677; Die Rezeption der boethianischen Wissenschaftseinteilung beiDominicus Gundissalinus, en: Berndt, R. et al. (eds.), Ak ten der In ternat iona len
Konferenz Scient ia und Discip l ina im 12. u nd 13. Ja hrh und ert . Wissenstheor ie undWissenschaftspra xis im Wan del, Berln: Akademie Verlag, 2001, pp. 209-222; DomingoGundisalvo y la Sagrada Escritura, en: Est ud ios E clesisti cos, 76 (2001), pp. 243-258.
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Lo que ahora nos interesa de modo especial es dejar sentado
que fue justamente la obra traductora y de creacin filosfica desa-rrollada en la Escuela de Toledo la que propici la aparicin de la f i lo -
sof a es co ls t i ca, en su constitucin ms estricta. De este modo, la
Escuela de Toledo sirvi de puente de unin entre el pensamiento
protomedieval occidental y la aparicin de la filosofa medieval en el
marco de la cultura cristiana. Las investigaciones que se han venido
llevando a cabo acerca de la Escuela de Toledo han venido as a confir-
mar lo que est a la base de la historia de la filosofa como disciplina
autnoma, a saber, que esta historia non facit saltus, que es lo quelos historiadores de la filosofa no deberan echar en saco roto.
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