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AMPARO DIRECTO 51/2013(DERIVADO DE LA SOLICITUD DE EJERCICIO DE LA FACULTAD DE ATRACCIÓN 220/2013)QUEJOSO: ********** (SU SUCESIÓN)
PONENTE: MINISTRO ALFREDO GUTIÉRREZ ORTIZ MENASECRETARIO: MIGUEL ANTONIO NÚÑEZ VALADEZ
S Í N T E S I S
AUTORIDAD RESPONSABLE: La Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
ACTO RECLAMADO: La sentencia dictada el veintitrés de abril de dos mil trece en los tocas de apelación **********, **********, **********, ********** y **********, en la que se revocó el fallo de primera instancia y absolvió a las partes demandadas de la acción por daños y perjuicios.
ACCIONANTE DEL JUICIO: Parte actora del juicio ordinario civil 734/2006.
CONSIDERACIONES:
Competencia, oportunidad y legitimación
La Primera Sala es competente para conocer del recurso de revisión en contra de una sentencia emitida en una audiencia constitucional, el mismo se presentó de manera oportuna y la quejosa cuenta con legitimación activa para ello.
Delimitación de la materia y cuestiones previas
Materia del asunto. La problemática del caso gira en torno a verificar, por un lado, si las afirmaciones normativas previstas en la sentencia impugnada en torno a la responsabilidad civil del Hospital ********** y de la totalidad de los médicos involucrados resulta congruente con los precedentes de esta Suprema Corte en relación con los elementos de la responsabilidad civil y, por otro lado, si fue adecuada la valoración de los medios probatorios por parte de la Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal para no tener por acreditada los requisitos de la acción por daños y perjuicios.
Cuestión previa. No obstante, antes de pasar al estudio de fondo de los argumentos de la parte quejosa, se abordan dos aspectos de incidencia procesal para la resolución del asunto que son de previo y especial pronunciamiento: a) el alegato de existencia de cosa juzgada refleja, presentado por el tercer interesado ante esta Suprema Corte, y b) la trascendencia de la determinación del Tribunal Colegiado en cuanto al valor del contenido de los dictámenes periciales del hospital y de los médicos demandados.
En primer lugar, consta en el expediente que una vez que se admitió y registró el presente amparo directo en esta Suprema Corte, el dos de junio
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de dos mil catorce, el representante de los terceros interesados (médicos y Hospital **********) presentó un escrito en la Oficina de Certificación Judicial y Correspondencia en el que interponía un incidente de cosa juzgada refleja. Su argumentó consistió en que se había dictado una sentencia ejecutoriada absolutoria en el juicio civil 61/2007 del Juzgado Sexagésimo Cuarto de lo Civil en el Distrito Federal, el cual surgió a partir de una demanda de daño moral presentada por el padre del fallecido ********** en contra de las mismas personas demandadas en el juicio civil del que deriva el presente amparo directo y por los mismos hechos. A juicio del promovente, debía declarase como cosa juzgada la inexistencia de negligencia en la atención médica de ********** en el Hospital **********.
Esta Primera Sala no coincide con el planteamiento de los terceros interesados al ser inexistente el impedimento de cosa juzgada refleja. Se estima que las decisiones y conclusiones tomadas en los recursos de apelación y juicios de amparo derivados del juicio ordinario civil 61/2007, surgido como consecuencia de la demanda por daño moral, no inciden en la resolución del presente caso. Si bien derivan de los mismos sucesos fácticos y son idénticas las personas demandadas, la naturaleza de las pretensiones (patrimonial y moral), al ser autónomas y al haber sido reclamadas por vías diferenciadas, provoca que cada una deba de ser probada en su respectivo juicio y que su acreditamiento dependa de las pruebas aportadas al mismo.
En el caso que nos ocupa, se presentaron distintos medios de prueba que fueron examinados de manera específica por la Sala responsable y cuya valoración amerita un pronunciamiento específico por parte de esta Suprema Corte.
Por otro lado, debe aclararse un elemento en común que incidirá en el análisis de varios de los razonamientos de legalidad en contra de la sentencia reclamada. En la demanda de amparo, insistentemente, la parte quejosa afirma que se debe tener por acreditada la negligencia de los médicos demandados, ya que al rendirse las pruebas periciales en materia de cirugía, medicina interna y neurología, los peritos de la parte demandada no dieron cabal contestación a la ampliación del cuestionario, por lo que desde el juicio de origen tenía que tenerse a los demandados por conformes con las respuestas emitidas por los peritos de la parte actora.
Al respecto, se tiene que en el juicio de amparo 699/2012, previo al que ahora nos ocupa, el Tribunal Colegiado desacreditó tales razonamientos y explícitamente señaló que debía de valorarse cada una de las conductas de los médicos con base en los medios de convicción presentes en el juicio ordinario civil, pues la sala responsable partió de una premisa equivocada al resolver la apelación: primero, porque sólo se tuvo por conformes a los demandados respecto a los puntos adicionales presentados por la actora y no a la totalidad de sus conclusiones y, segundo, debido a que ni siquiera la conformidad de la parte demandada con los puntos adicionados puede llegar al extremo de tener por probados los hechos base de la acción, pues ello dependerá de la ponderación y la correcta valoración que haga la autoridad responsable de su contenido.
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En ese sentido, esta Primera Sala estima que resulta cosa juzgada el planteamiento referente a los efectos y consecuencias de la conformidad o no de los demandados con los resultados de los dictámenes periciales de la parte actora. Así, contrario a lo pretendido por el quejoso, no estamos ante un caso en donde se deba concebir como verdad legal lo detallado en los dictámenes de la parte actora en relación con las preguntas no abordadas por los peritos de los demandados, sino que esta Suprema Corte debe partir de la premisa de que se permitió a la Sala responsable llevar a cabo un ejercicio de análisis probatorio de libre apreciación.
Estudio de fondo
Para una mejor exposición y respuesta a los conceptos de violación de la parte quejosa, la sentencia se divide en cinco apartados, en donde se estudiarán el derecho a la salud y su interrelación con la teoría de la responsabilidad civil en materia médico-sanitaria, siguiendo una línea cronológica de los sucesos ocurridos en la atención médica de ********** en el Hospital ********** y clasificando los apartados en torno a los demandados en el juicio natural (médicos tratantes, médico internista, jefes de unidad, neurólogos y hospital), tal como se pretendió en la demanda de amparo.
A. Estudio de los conceptos de violación relacionados con los médicos tratantes
1. Esta Suprema Corte coincide con la conclusión tomada por la autoridad responsable y su valoración probatoria. Contrario a lo pretendido por la parte quejosa en los conceptos de violación sintetizados en el párrafo 54, inciso m), de la sentencia, la Sala Civil emitió una sentencia congruente y suficientemente fundamentada y motivada en relación con la falta de elementos probatorios para acreditar los elementos de la acción civil por daños y perjuicios en contra de los médicos tratantes.
Con fundamento en lo resuelto en el amparo en revisión 117/2012 (en donde se afirma que el acto médico es una actuación compleja que debe ser examinada en su conjunto y de manera sistemática) y lo fallado en la contradicción de tesis 93/2011, se llega a la conclusión que si bien se comprueba la existencia de un daño a **********; no obstante, con las diferentes pruebas aportadas al juicio, en particular, con los dictámenes presentados por los médicos demandados, los terceros en discordia y un análisis del expediente clínico y de las testimoniales de las personas involucradas, se estima que queda probado que no fue negligente la conducta llevada a cabo por los citados médicos tratantes desde el diagnóstico inicial de ********** hasta su salida del Hospital **********.
1.1. En principio, tal como lo afirmó la Sala responsable, el diagnóstico inicial de la pancreatitis se apegó a las pautas médicas reconocidas en su momento. El diagnóstico de los médicos tratantes fue una pancreatitis aguda moderada de probable origen alcohólico, denominación de la enfermedad que, según el dictamen pericial en cirugía de la parte demandada y el de la misma materia del perito tercero en discordia que analizó la Sala responsable, es la terminología de la enfermedad reconocida
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en la literatura médica; en específico, en la Clasificación de la Pancreatitis Aguda Basada en la Clínica. Conferencia de Consenso, Atlanta, 1992.
Los médicos tratantes no establecieron de manera automática la existencia de una pancreatitis aguda moderada, sino que a su ingreso al área de urgencia se catalogó el cuadro como dolor abdominal en estudio y, posterior a la entrega de los estudios de laboratorio, se sostuvo que la inflamación del páncreas correspondía a una de carácter aguda moderada de origen alcohólico, asignándole un Ranson de 0 y un APACHE II de 6.
En ese sentido, no es dable concluir que los médicos erraron en la apreciación de la gravedad de la pancreatitis, pues los resultados de laboratorio y de la tomografía examinados en su conjunto son coincidentes con una severidad moderada o leve, tal como se afirma de manera genérica en los dictámenes de los demandados y del perito tercero en discordia; especialmente, por la poco alteración pancreática y los niveles normales de sodio, potasio y oxigenación.
Si bien es cierto que la nota de ingreso al área de hospitalización señala que se redactó a las diecinueve horas y los resultados de laboratorio y la tomografía fueron entregadas minutos más tarde, ese sólo hecho no lleva a concluir la existencia de una conducta negligente, ya que en la propia nota se hace alusión expresa a los resultados químicos que coinciden con los que se muestran en el reporte de laboratorio y de imagenología presentes en el expediente. Consecuentemente, lo que existe es un error en la especificación de la hora en el expediente clínico, lo que no lleva en automático al acreditamiento de la culpa.
1.2. Por lo que hace a la inadecuada atención de los vómitos, las crisis convulsivas e ineficiente traslado al área de terapia intensiva que alega la parte quejosa, esta Primera Sala considera que los planteamientos de la quejosa parten de la premisa de un diagnóstico inicial erróneo y de una incorrecta ubicación hospitalaria, lo cual ya fue desestimado por esta Primera Sala.
Adicionalmente, contrario a lo pretendido por la quejosa, consta en el expediente clínico la hoja de registro de administración de medicamentos que indica que, desde la noche del veinticuatro y las primeras horas del veinticinco de enero de dos mil cinco, se suministró al paciente medicamentos para contrarrestar el dolor, los vómitos y el fenómeno gastrointestinal (Dolac, Zofrán, Carnoprim, Graten y Losec). Además, se dio continuidad al tratamiento de la pancreatitis por origen probable de alcohol ordenado por los médicos tratantes, el cual según la lex artis ad hoc resulta ser el congruente con una pancreatitis aguda moderada, de acuerdo a lo que indican los dictámenes periciales de cirugía de los demandados y del perito tercero en discordia.
1.3. Respecto a las crisis convulsivas, también consta en el expediente que desde su primer suceso alrededor de las nueve cincuenta horas del veinticinco de enero, ********** fue revisado por los médicos de guardia del Hospital ********** y por lo médicos tratantes, los cuales solicitaron interconsultas con el área de medicina interna y neurología.
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En este sentido, resulta inexacto que no se haya dado un tratamiento adecuado a ********** durante la noche y tras las crisis convulsivas, pues es notorio que se le mantuvo en observación constantemente durante todo ese tiempo, se le administraron una variedad de medicamentos contra el dolor, vómitos y fenómeno gastrointestinal y fue revisado por los especialistas en la materia.
La quejosa pretende, más bien, destacar que no fue atendido conforme a sus pretensiones o que no cesaron de manera inmediata los malestares de la pancreatitis, tales como vómitos, altas temperaturas o malestar abdominal; sin embargo, como se ha venido reiterando, los efectos de las enfermedades no concluyen de manera inmediata o en muchos casos ni siquiera son advertibles por los médicos; por ende, dado que el acto médico conlleva obligaciones de medios, no de resultados, lo que únicamente les era exigible a los médicos tratantes era llevar a cabo determinadas conductas médicas de acuerdo a la lex artis de su profesión para contrarrestar tales padecimientos.
Adicionalmente, en relación con las convulsiones, no son sucesos que sean perfectamente controlables o cuyas causas o consecuencias sean perceptibles a primera vista; por el contrario, pueden ser ocasionadas por una multiplicidad de factores y tienen que ser revisadas por los especialistas en la materia, lo cual ocurrió en el caso concreto, ya que acudieron a la interconsulta el médico neurocirujano y el internista y ambos requirieron varios estudios para el diagnóstico del paciente.
1.4. A su vez, dada la crisis convulsiva, ********** fue trasladado al área de medicina crítica a la unidad de cuidados intermedios. Sobre este aspecto, existe una duda legítima en relación con la exacta cronología de los hechos, dado que los dictámenes periciales no son contundentes en cuanto a qué hora ingresó el paciente a la unidad de cuidados intermedios ni tal cuestión se aprecia con claridad en el expediente clínico.
A pesar de lo anterior, si bien la parte quejosa acierta en cuanto a que no existe certeza en el momento del ingreso de ********** a una de las áreas de la unidad de medicina crítica del Hospital **********, no por ello se actualiza en automático una negligencia de los médicos tratantes.
Tanto ********** como ********** no desatendieron en todo ese margen de tiempo a **********. El traslado o no de un paciente no depende enteramente de su decisión, pues se pueden encontrar distintos factores que eviten el traslado inmediato del mismo a otra área del hospital y, además, tal determinación es compartida con otros médicos, como el internista, el cual es precisamente el encargado de valorar la situación de un paciente para ser trasladado al área de medicina crítica.
Al respecto, se tiene que la decisión del traslado de ********** fue preventiva, compartida por distintos médicos y se debió a la concurrencia de crisis convulsivas. Sin embargo, tal como lo valoró implícitamente la Sala responsable, no se advierte de las distintas pruebas presentes en el juicio que el mero retardo (del cual no se tiene plena certeza) en el traslado de
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********** a la unidad de cuidados intermedios fue la causa determinante de que sufriera un paro cardiorrespiratorio; en cambio, lo que se puede advertir de los argumentos reiterados de la quejosa es que los hechos que fueron causa directa de la asistolia del paciente (misma que ocurrió en el área de imagenología) se debieron a la indebida colocación de un catéter yugular.
Lo que sí puede objetarse a los médicos tratantes es el incumplimiento de las disposiciones de la NOM-168-SSA1-1998, publicada en el Diario Oficial de la Federación el treinta de septiembre de 1999 y vigente en el momento de los hechos (ya fue abrogada por la NOM-004-SSA3-2012), la cual regulaba los elementos y condiciones que debe de cumplir un expediente clínico. En sus numerales 6, 7 y 8 se decía que el expediente debería contar con la historia clínica del paciente y contener diferentes notas de evolución (entre ellas, las realizadas en urgencias o en hospitalización), en las que se tendría que describir la evolución y actualización del cuadro clínico, los signos vitales, los resultados de los estudios, el diagnóstico y el tratamiento e indicaciones médicas. En el caso, no se advierte una orden precisa de los médicos tratantes del traslado del paciente ni existe congruencia en el expediente sobre la exacta temporalidad de dicho traslado.
No obstante, tal como se adelantó, esta situación no conlleva al acreditamiento de una conducta culposa por parte de los médicos tratantes que haya ocasionado el daño cerebral a **********. Si bien el acto médico es una actuación compleja que debe ser examinada en su conjunto y que conceptualmente se conforma por distintas etapas (diagnóstica, terapéutica y recuperatoria), debe resaltarse que aun cuando la elaboración del expediente clínico integra parte de ese acto médico y se encuentra estrechamente vinculada con el resto de las actuaciones en la atención del paciente, el simple incumplimiento de cualquiera de los requisitos, elementos o pautas que marca la norma oficial mexicana aplicable no produce de manera forzosa que la conducta del respectivo profesionista se vuelva dolosa o negligente, pues dependerá del contenido de esa norma y su regulación del acto médico como parte integrante de la lex artis ad hoc.
Dicho en otras palabras, la falta de integración del expediente de acuerdo con las normas oficiales mexicanas no implica en automático la responsabilidad del personal médico-sanitario, dado que en este tipo de acciones se tienen que acreditar todos los elementos de la responsabilidad civil, incluyendo la comprobación de la culpa y su relación con el daño; no obstante, la debida conformación del expediente sí constituye parte de esa lex artis ad hoc, por lo que dependiendo de las circunstancias del caso y la conducta que se le atribuya a los médicos, profesional médico-sanitario o a las instituciones hospitalarias, la correcta integración del mismo podría llevar a que se tomen decisiones incorrectas, las cuales podría originar precisamente los daños, o bien representar la pérdida de la oportunidad de que éstos no hubieran ocurrido.
En ese sentido, cuando se advierta que existe un expediente clínico incompleto o mal integrado, a partir del resto de pruebas presentes en el juicio y atendiendo a la carga de la prueba que le corresponde a cada parte, el juzgador deberá analizar los supuestos incumplidas de la norma oficial mexicana para la conformación o integración del expediente clínico y
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verificar si su falta de acatamiento o indebido cumplimiento es el acto o parte del acto o la omisión que produjo el daño o si a partir de tal circunstancia se produjo una ausencia de información que conllevó a la pérdida de la oportunidad de haber corregido el daño o impedido que éste ocurriera.
Cabe destacar que a pesar de que la indebida conformación o integración del expediente clínico es una transgresión a la lex artis ad hoc, como se adelantó, el que se diga que no produce en automático una responsabilidad civil no conlleva a esta Primera Sala a incurrir en una contradicción. En algunos casos, como el que ahora nos ocupa, la actuación diligente por parte del personal médico-sanitario se puede efectuar independientemente de la perfecta o imperfecta integración del expediente clínico, por lo que no existe una relación necesaria entre el cumplimiento irrestricto de la norma oficial mexicana y la posible negligencia de un médico. Así, podrá haber casos en que el expediente cumpla con todos los requisitos normativos de la norma oficial mexicana, pero a pesar de ello se actualice una conducta negligente en la atención médica de una persona y viceversa.
Concluir lo contrario de manera genérica implicaría trastocar el derecho humano a la legalidad y seguridad jurídica de los profesionistas médico-sanitarios, pues precisamente los elementos de la acción civil extracontractual por daños y perjuicios (daño, culpa y nexo causal) están dirigidos a proteger y asegurar que una persona responda civilmente únicamente por sus propios actos ilícitos o por los hechos ajenos dada su especial situación jurídica frente a la persona responsable, más no que se le sancione simplemente por la falta de acatamiento de una normatividad secundaria en la integración de un expediente como si se tratara de una especie de responsabilidad objetiva.
Sin embargo, como se señaló, ante la insuficiencia o indebida conformación o integración del expediente (transgresión a la lex artis), el juzgador deberá justipreciar tal circunstancia al momento de verificar la acreditación de los elementos de la acción civil. En ese tenor, el incumplimiento de la normatividad aplicable al expediente clínico es un elemento que el juzgador debe tomar en cuenta para el análisis de la conducta del profesionista médico-sanitario, adminiculándolo con el resto del material probatorio. Así, por ejemplo, si una de las razones para que las pruebas no sean contundentes respecto a la negligencia o no de un médico resulta de la indebida integración del expediente clínico (ante la falta de elementos para valorar), el juzgador podrá apreciar ese factor como determinante en su libre apreciación valoratoria de los dictámenes periciales, testimoniales, documentales u otras pruebas presentes en el juicio, a fin de pronunciarse sobre el acreditamiento de los elementos de la acción, según la carga probatoria que le corresponda a cada una de las partes.
1.5. Ahora bien, la parte quejosa también alegó que los médicos tratantes son responsables del daño causado a ********** ante la indebida colocación de un catéter yugular, la ausencia de diagnóstico de la existencia de un neumotórax y en el inadecuado traslado del paciente al área de imagenología donde ocurrió el shock persistente hasta la asistolia, a pesar de que éste se encontraba en un delicado estado de salud.
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Respecto a estos razonamientos, como lo concluyó la Sala responsable, tampoco se advierte una conducta negligente por parte de los médicos tratantes. En principio, debe destacarse que los propios dictámenes periciales en medicina interna de la actora, demandados y perito tercero en discordia llegan a la conclusión de que ********** fue efectivamente trasladado al área de medicina crítica; en lo que difieren es en los actos que presuntamente se llevaron a cabo en tal lugar del hospital.
Consecuentemente, lo que ocurrió es que ya estando en la unidad de cuidados intermedios, ********** presentó una nueva crisis convulsiva con desaturación importante y crisis hipertensiva, por lo que se le transfirió a la unidad de cuidados intensivos. Ante la sospecha de una posible bronco aspiración, el médico internista decidió realizar una intubación orotraqueal con apoyo de ventilación mecánica, a fin de evitar la obstrucción de la vía área y, además, colocó un catéter central vía yugular derecha al tercer intento (cateterismo de una vena central para la administración de medicamentos o fluidos), habiéndolo realizado infructuosamente por la parte yugular derecha y por vía subclavia derecha.
Ante estas circunstancias, es evidente que los médicos tratantes no participaron en la atención de ********** en el área de medicina crítica ni mucho menos en su intubación o cateterismo. Sin embargo, dado que el acto médico debe de valorarse en su conjunto, esta Primera Sala aprecia que las conductas llevadas a cabo por los médicos tratantes no actualizaron algún grado de negligencia, ya que los procesos intervencionistas sobre el paciente fueron realizados por otros médicos y los médicos tratantes no convalidaron alguna actuación indebida por parte del médico internista y del personal especializado, supuesto que en dado caso podría actualizar algún grado de responsabilidad.
1.6. En cuanto al traslado del paciente al área de imagenología y la falta de diagnóstico de un neumotórax, se aprecia que tal como fue implicado por la Sala responsable, los médicos tratantes tampoco incurrieron en una desatención de la lex artis ad hoc. Si bien el médico ********** acompañó a ********** y al médico internista al área de rayos X, de los dictámenes en medicina interna de los demandados (pregunta 10) y de cirugía del perito tercero en discordia (pregunta 23), se advierte que, contrario a las pretensiones de la parte actora, el paciente se trasladó intubado, con catéter, con signos vitales estables, con apoyo mecánico ventilatorio y con una saturación de oxígeno adecuada como se constata en las hojas de registro de ventilación y de registro de enfermería.
Los lamentables sucesos que ocurrieron en el área de imagenología son complicaciones inherentes a los procedimientos médicos que no pudieron ser advertidas o diagnosticadas por los médicos tratantes. Es un hecho aceptado por las partes que el shock persistente hasta la asistolia que sufrió ********** y que motivó maniobras de resucitación fue ocasionado por un neumotórax a tensión (entrada de aire en el espacio pleural de un pulmón sin salida que provoca colapso vascular y afecta el flujo sanguíneo). La disyuntiva es qué si pudo haber sido evitado por los médicos tratantes.
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Al respecto, la Sala responsable consideró que no se actualizó negligencia médica, pues a diferencia de lo expuesto por la parte quejosa, no se violentó un deber de cuidado ni existió una actuación indebida directa por parte del médico internista e indirecta de los médicos tratantes. Se dijo que, conforme a los dictámenes periciales, el neumotórax es una complicación reconocida en la literatura médica post-colocación de un catéter central, ya que se trata de un procedimiento cerrado o a ciegas, en donde se inserta una aguja vía yugular o subclavia y la referencia es meramente anatómica.
Sobre este punto, es importante resaltar que en el dictamen de medicina interna de los demandados (pregunta 14) se especificó que el neumotórax de ********** se generó súbitamente, dado que en el estudio tomográfico que precedió a la asistolia no se observó ningún dato de tal padecimiento. Misma conclusión a la que llegó el perito en cirugía de los demandados (pregunta 27).
La parte quejosa alega que el neumotórax no fue diagnosticado a tiempo por los médicos tratantes ni por el médico internista, ya que es una práctica exigida por la profesión que después de un cateterismo de vía central se tome una radiografía para verificar la correcta colocación del catéter y, en el caso concreto, tal estudio no consta en el expediente clínico. Para la parte quejosa, aunado a que estaba contraindicada la intubación y colocación del catéter, según el dictamen de medicina interna aportado por su perito, en la colocación infructuosa se pinchó un pulmón que provocó un neumotórax y que, a la postre, ocasionó el paro cardiorrespiratorio que llevó a ********** a un daño cerebral.
En relación con estos razonamientos, debe insistirse en que el neumotórax a tensión ocurre cuando existe una penetración de aire en la cavidad torácica que, al no tener vía de escape, causa un colapso en un pulmón; esta compresión se produce ya sea por una lesión en el pulmón o a través de la pared torácica. Los dictámenes en medicina interna aportados en el juicio fueron coincidentes en que el paciente sufrió de un neumotórax a tensión, lo cual a la postre ocasionó una asistolia de ********** en el área de imagenología.
La diferencia, como se señaló, radica en la causa de ese padecimiento. Al respecto, esta Suprema Corte advierte que el mismo se produjo como consecuencia de la colocación del catéter, pero surgió de manera tardía y súbitamente en el área de rayos X. El cuestionamiento pertinente para efectos de la acción de responsabilidad es si los médicos estuvieron en aptitudes de detectarlo previamente o incurrieron en una desatención médica que actualizaría una negligencia.
Al respecto, la quejosa aludió en sus conceptos a que es una práctica reiterada en la medicina interna que tras la colocación de un catéter central, se debe solicitar de manera inmediata una radiografía de control para identificar la correcta o no colocación del catéter y la posible existencia de un neumotórax. En relación con este razonamiento en concreto, en primer lugar, debe resaltarse que no existen elementos en el expediente o en los dictámenes periciales que sustenten tal afirmación en cuanto a la inmediatez de la prueba de imagen. Sólo el perito en medicina interna de la
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parte actora (respuesta a la pregunta 9) menciona que no se aseguró de manera inmediata la debida colocación del catéter mediante un control de rayos X, sin especificar el fundamento de dicho deber o práctica médica.
La quejosa justifica tal conclusión en lo señalado en el “Manual del Curso del Programa Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos”, emitido por el Colegio Americano de Cirugía (el cual aportó como prueba al juicio). Esta Suprema Corte no descarta que la toma de control inmediata de imagen, en efecto, pueda tratarse de una práctica común de los médicos que a la postre, como costumbre, se ha ido convirtiendo en la lex artis ad hoc.
No obstante, como se mencionó en párrafos anteriores, esta Primera Sala no tiene los elementos suficientes para considerar que la inmediatez en la toma de control es un requisito sine qua non de esta parte del acto médico y que el mero retardo provoca una transgresión a la lex artis ad hoc que conlleva a que cualquier daño sea responsabilidad de los médicos o personal médico-sanitario involucrado, independientemente de los actos diligentes o no que sucedan con posterioridad. Si bien ello podría ser cierto en algunos casos, en el que ahora nos ocupa, el mero retraso no actualiza una conducta negligente para los médicos, dado que existe una tomografía posterior a la colocación del catéter que evidencia que, tiempo después del cateterismo, no existen datos o síntomas asociados con el surgimiento de un neumotórax.
Adicionalmente, este punto se complica cuando de un análisis del contenido del propio manual al que hace alusión la quejosa y sus diferentes referencias al neumotórax a tensión (aportado como prueba por la parte actora), no se aprecia una instrucción clara que posterior a toda colocación de un catéter central deba de solicitarse de manera inmediata una radiografía de control.
El documento, en varias ocasiones, sólo alude al significado y causas de un neumotórax a tensión (como lo puede ser una lesión en un pulmón) y especifica que, cuando existe un procedimiento de punción de la vena subclavia (apartado de evaluación y manejo del choque), deberá el respectivo médico solicitar radiografía de tórax para identificar la posición de la vía intravenosa y la existencia o no de un neumotórax, sin especificar la inmediatez. Podrá parecer un argumento formalista; sin embargo, esta Primera Sala estima que la apreciación de lo que debe valorarse como lex artis ad hoc no puede determinarse con meras apreciaciones subjetivas de las partes, sino deben existir elementos objetivos que permitan al juzgador llegar a una plena convicción sobre cuáles son las conductas específicas que sin lugar a dudas debe de cumplir el personal médico. Es el juez quien debe determinar cuáles son los deberes de los médicos; es decir, no obstante que la lex artis puede tener un elemento fáctico, pues se conforma por la práctica médica, es el juez quien debe determinarla a la luz del material probatorio que disponga o del que pueda allegarse.
Adicionalmente, al margen de la problemática sobre la inmediatez o no de la toma de control de imagen como parte de la lex artis, si bien en el expediente clínico no existe el resultado de una radiografía realizada
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inmediatamente después de la colocación del catéter, que a decir del médico internista fue llevada a cabo, tal aspecto no actualiza por sí solo y de manera automática una negligencia médica que haya ocasionado el daño al paciente, como lo implicó la Sala responsable en contraposición al dictamen de la parte actora.
Lo anterior, porque concurre en el expediente una radiografía tomada posterior a la colocación del catéter en el área de imagenología que, si bien no fue inmediata, no evidencia síntomas o la existencia de un neumotórax. Por ende, a pesar de que el médico que reconoció que tomó una tomografía de control no cumplió a cabalidad sus obligaciones según la lex artis ad hoc, ya que no adjuntó al expediente el resultado de misma, ese actuar no produjo el daño alegado por la parte quejosa, por lo que no se actualizan los tres elementos de la acción por daños y perjuicios.
Es decir, la mera ausencia de la hoja de resultado o, suponiendo, el no haber tomado en realidad la tomografía de control inmediatamente posterior a la colocación del catéter no ocasiona una conducta negligente que pueda dar lugar a acreditar todos los elementos de la responsabilidad extracontractual. La razón para ello es que después de la colocación del catéter y el traslado del paciente al área de imagenología, se le efectuó a ********** una radiografía computarizada de tórax y abdominopélvica en la que no se muestra la existencia o características acordes con un neumotórax, por lo que se hace evidente la falta de elementos de los médicos para poder haber advertido previo al paro cardiorrespiratorio el posible daño a los pulmones o la posible concurrencia de un neumotórax a tensión.
1.7. Por lo demás, se estima adecuada la conducta concreta que sí efectuó ********** en el área de imagenología, misma que consistió en la colocación de una sonda pleural al paciente tras haber sufrido éste un shock persistente hasta la asistolia y tras habérsele colocado por parte del médico internista una aguja gruesa de tipo Jelco calibre 14 en el segundo especio intercostal con línea medio clavicular del lado afectado a fin de conseguir salida de aire ante la sospecha de existencia de un neumotórax a tensión.
De los dictámenes periciales en cirugía (preguntas 25 y 26) y medicina interna de los demandados (preguntas 12 y 13), así como el de cirugía del perito tercero en discordia (preguntas 25 y 26), se advierte que las maniobras llevadas a cabo por el médico internista y la colocación de la sonda pleural por el referido médico tratante son el tratamiento idóneo para resolver un neumotórax a tensión.
1.8. Ahora, respecto a esa maniobra del médico tratante ********** para tratar el neumotórax, es importante resaltar que en el expediente médico no consta el consentimiento informado del paciente o de sus familiares, supuesto que la parte quejosa alega como ilegal; sin embargo, tal situación no provoca una conducta culposa en la atención médica de **********, pues cae dentro de los supuestos de excepción que prevé la normatividad aplicable.
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En el caso que nos ocupa, consta en el expediente que los padres de ********** firmaron el veinticuatro de enero de dos mil cinco, a su entrada al Hospital **********, la hoja de consentimiento bajo información y autorización para tratamientos médicos y/o quirúrgicos. Tal documento cumple con los requisitos de la Ley General de Salud y el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica, los cuales, en sus artículos 50 y 80, respectivamente, señalan que deberá recabarse al ingreso de una persona a un hospital su autorización para practicar los procedimientos médico-quirúrgicos para su debida atención como usuario de ese servicio de salud.
A pesar de ello, el propio numeral 80 del reglamento prevé que tal consentimiento informado inicial no conlleva a una autorización generalizada de cualquier procedimiento o tratamiento médico; por el contrario, se deberá recabar a su vez una autorización previa a cada procedimiento que entrañe un alto riesgo para el paciente.
Lo que motiva estos requisitos radica, precisamente, en la observancia de la doble finalidad del consentimiento informado: que la persona en concreto permita procedimientos o tratamientos que pueden o podrían incidir en el pleno goce de sus derechos humanos a la vida, integridad física, salud, libertad de conciencia y, segundo, que el médico cumpla con su deber de informar al paciente o a las personas responsables de este último de su estado de salud y de las implicaciones del tratamiento o procedimiento médico peligroso, a fin de que se tome una decisión bien informada y con todos los elementos posibles.
La quejosa aduce que en el caso no existió este ulterior consentimiento informado ni para practicar la intubación y cateterismo ni para las maniobras de tratamiento del neumotórax. No obstante, respecto a este último supuesto de atención del neumotórax, que es donde se le atribuye participación directa al médico tratante ********** (el análisis de la autorización de los actos practicados en terapia intensiva por otro médico serán analizados en el apartado siguiente), debe destacarse que la propia normatividad reglamentaria permite a su vez casos de excepción a la regla general del aquiescencia en cada caso que entrañe un alto riesgo para el paciente.
Dicha excepción, que para esta Primera Sala se actualiza en los hechos que ocurrieron en el área de imagenología, consiste en que cuando concurra un caso de urgencia o cuando el paciente se encuentre en un estado de incapacidad transitoria o permanente y tampoco sea posible que su familiar más cercano, tutor o representante autorice los tratamientos o procedimientos médico quirúrgicos necesarios, los médicos de que se trate, previa valoración del caso y con el acuerdo de dos de ellos, llevarán a cabo el tratamiento o procedimiento que se requiera, dejando constancia por escrito en el expediente clínico de dicho actuar, de conformidad con el artículo 81 del citado reglamento de prestación de servicios de atención médica.
Ahora, como se refirió, la intervención del médico ********** en el procedimiento para corregir el neumotórax a tensión fue estrictamente
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necesaria para salvarle la vida a ********** y se dio en un contexto de urgencia, en el que materialmente era imposible recabar el consentimiento de los familiares y en el que, precisamente, la lex artis médica exigía del médico tratante su intervención inmediata que fue acordada con otro médico y asentada en el expediente.
1.9. Por último, en la parte final del cuarto concepto de violación, la quejosa hizo mucho hincapié en que se actualiza un actuar doloso por parte de los médicos tratantes, pues omitieron acatar su deber de informar a la familia sobre el verdadero estado de salud de **********, omitiendo proporcionar información de vital importancia tanto para su tratamiento en el Hospital ********** como en su atención en otros centros hospitalarios.
Sobre este aspecto, esta Primera Sala advierte que en efecto los profesionales médico-sanitarios cuentan con un deber de informar al paciente. A diferencia de otros ordenamientos jurídicos en los que existe una regulación detallada sobre este deber, como en España (a partir de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones de información y documentación clínica), en México no existe una reglamentación exhaustiva al respecto.
En la normatividad vigente al momento de los hechos, el artículo 51 de la Ley General de Salud sólo establecía que “los usuarios tendrán derecho a obtener prestaciones de salud oportunas y de calidad idónea y a recibir atención profesional y éticamente responsable, así como trato respetuoso y digno de los profesionales, técnicos y auxiliares”. Asimismo, el artículo 48 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médico señalaba que “los usuarios tendrán derecho a obtener prestaciones de salud oportunas y de calidad idónea y a recibir atención profesional y éticamente responsable, así como trato respetuoso y digno de los profesionales, técnicos y auxiliares”.
A pesar de ello, si bien no existía reglamentación exhaustiva sobre esa obligación como parte de una debida atención médica, se estima que el deber de informar tiene sustento directamente en los derechos a la integridad corporal, salud, conciencia, intimidad y vida de todo paciente. Éstos no pueden ser afectados o incididos más que por voluntad expresa de una persona; consecuentemente, el profesionista médico tiene una obligación de aportar al paciente todos los elementos necesarios para que éste tome una decisión libre e informada sobre su tratamiento o ausencia del mismo.
El deber de informar radica entonces en un derecho de todo usuario de la atención médica y una obligación del respectivo profesionista médico-sanitario de otorgar los elementos informativos necesarios, a fin de que tales usuarios tomen una determinación adecuada a sus intereses en relación con su propio cuerpo. Ante la insuficiencia de regulación, esta Suprema Corte entiende que tal información consiste, como mínimo y dependiendo de cada caso concreto, en el estado de salud del paciente, el diagnóstico de su padecimiento, el tratamiento o intervenciones necesarias para tratar el mismo y sus alternativas, así como los riesgos inherentes y los efectos que puedan tener tales tratamientos o intervenciones. El contenido
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que debe satisfacer este derecho no es inmutable, sino que se actualiza supuesto a supuesto.
Además, debe destacarse que estando en el caso de una demanda por responsabilidad civil extracontractual, dado que la ausencia del cumplimiento del deber de informar es la manifestación de un hecho negativo (se alega que no se informó o se informó deficientemente), la carga de la prueba para demostrar que sí se ejecutó con tal obligación corresponde a los respectivos médicos demandados, en términos de las reglas probatorias de los artículos 281 y 282 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal.
En el caso que ahora nos ocupa, la parte quejosa alega precisamente que no se le informó a la familia del progreso y del verdadero estado de salud de ********** previo al paro cardiorrespiratorio ni posterior al mismo, ocultándole información relevante sobre el daño cerebral.
No obstante, esta Primera Sala estima que existen elementos suficientes para confirmar la valoración efectuada por la Sala responsable en cuanto a la inexistencia de una negligencia por parte de los médicos tratantes en relación con el deber de informar, ya que de las propias pruebas aportadas al juicio por los demandados (sin pruebas en contrario) se desprende que los médicos informaron en su momento al paciente y posteriormente a sus familiares sobre su estado de salud a su entrada al hospital, el tratamiento para su padecimiento, así como las consecuencias y efectos de los actos realizados para tratar los eventos epilépticos y el neumotórax de manera adecuada y oportuna. Asimismo, se informó continuadamente a la familia sobre el progreso de la pancreatitis y, posteriormente, del estado vegetativo del paciente y la existencia de un daño cerebral.
En este tenor, a diferencia de las pretensiones de los quejosos, esta Primera Sala considera que no se puede sancionar a los médicos tratantes por tener una opinión positiva del estado neurológico del paciente y la posibilidad de una recuperación parcial del mismo, cuando ni de los dictámenes periciales se obtiene una afirmación contundente sobre el daño neurológico irreversible de **********.
B. Estudio de los conceptos de violación relacionados con el médico internista
2. Esta Primera Sala no coincide con los planteamientos de ilegalidad de la parte quejosa. A juicio de esta Suprema Corte, en la totalidad de las actuaciones que integran el acto médico, **********, médico internista, actuó dentro de los lineamientos médicos según la lex artis ad hoc y sin actualizarse una conducta dolosa o la violación de un deber de cuidado en la atención de **********, tal como lo implicó la Sala responsable en la sentencia ahora reclamada.
2.1. Como premisa de este apartado, debe resaltarse que según criterios de esta Primera Sala, la carga de la prueba sobre la debida diligencia le corresponde a los profesionales médico-sanitarios, por lo que las apreciaciones fácticas sobre la diligencia del médico internista en el
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presente caso se hacen a partir de la valoración de las pruebas aportadas por el mismo y el resto de las presentes en el juicio.
Ahora bien, el médico internista inició su participación en la atención de ********** alrededor de las once horas del veinticinco de enero de dos mil cinco, tras haber sido requerido por los médicos tratantes para efectuar una interconsulta ante la presencia de crisis convulsivas cerca de las nueve horas. En ese sentido, es desacertado que este médico no haya acudido a revisar al paciente para verificar el origen de las convulsiones y su tratamiento; por el contrario, acudió a la interconsulta y llevó a cabo el análisis clínico del paciente y requirió ciertos estudios sanguíneos a fin de poder dar seguimiento a la pancreatitis y a la crisis convulsivas. El que en ese momento no se haya dado una determinación completa y exhaustiva sobre la etiología de la crisis convulsiva o hayan finalizado por completo sus efectos, es una conducta que no era exigible al respectivo médico. Las crisis convulsivas son fenómenos que pueden originarse por una multiplicidad de factores y que requieren de ciertos estudios clínicos, químicos y de imagen para poder ser valoradas en su totalidad.
Posterior a este primer evento convulsivo, el paciente nuevamente sufrió una nueva crisis. Como se destacó anteriormente, no se tiene plena certeza en cuanto a la temporalidad del traslado del paciente del área de hospitalización al área de medicina crítica; sin embargo, tal suceso aislado no puede llevar a esta Suprema Corte a advertir una negligencia por parte del médico internista: primero, porque el paciente fue atendido por los médicos y profesionales de guardia del hospital de manera continuada desde su primer episodio convulsivo, siendo visitado además por los neurólogos y por el referido médico internista, los que requirieron varios estudios y administraron medicamentos para contrarrestar sus convulsiones y, segundo, debido a que los sucesos concretos que causaron el neumotórax a tensión que ocasionó el paro cardiorrespiratorio no están motivados directamente por la simple ausencia de certeza en cuanto a la temporalidad del traslado, sino que tal neumotórax es un fenómeno que invariablemente puede producirse a partir de la colocación de un catéter yugular a una persona.
2.2. Por lo que hace a la cateterización efectuada en el área de terapia intensiva por el médico internista y el traslado del paciente al área de imagenología, esta Primera Sala concuerda con la opinión de la Sala responsable de que no se actualiza una negligencia médica. Como recién se destacó, tras el evento de crisis convulsiva con una desaturación de oxigenación importante en el área de cuidados intermedios, ante la urgencia de la situación y la alta sospecha de una posible bronco aspiración, se internó a ********** en el área de terapia intensiva. En ese lugar, ********** procedió a intubar al paciente y a colocarle un catéter intravenoso, el cual se pudo realizar hasta el tercer intento por vía yugular derecha, siendo que se intentó infructuosamente en un primer momento por vía yugular derecha y después vía subclavia derecha.
A diferencia de lo pretendido por la parte actora, el médico internista efectuó tales actuaciones acotándose a la lex artis ad hoc. Primero, porque tal como consta en los dictámenes periciales en medicina interna de los demandados
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(punto d) de las conclusiones) y en cirugía del perito tercero en discordia (pregunta 43 y conclusiones), la intubación y la colocación de un catéter son prácticas usuales en las personas que ingresan a la unidad de terapia intensiva. La intubación tiene como finalidad proteger la vía aérea en un paciente con pérdida del estado de alerta (inconsciencia) ante la disminución del contenido de oxígeno en el cuerpo ante la necesidad de un apoyo mecánico ventilatorio y la colocación del catéter busca permitir la reposición de líquidos de una manera más directa y adecuada, así como la administración de medicamentos y la monitorización del estado del volumen sanguíneo y de líquidos circulantes.
El perito en medicina interna de la parte actora afirma que no debió haberse realizado el cateterismo como primera medida; sin embargo, lo hace valorando únicamente como factor determinante la presencia de crisis convulsivas, sin detallar o abundar sobre la sospecha de bronco aspiración por parte de los médicos y la necesidad de apoyo mecánico ante los estados de inconciencia, aspectos que fueron los determinantes para el personal médico a fin de decidir colocar un catéter. En ese punto, como se destacó, los peritos en medicina interna de los demandados y de cirugía como tercero en discordia fueron claros en señalar que ante tales situaciones es una práctica usual la colocación de un catéter en el ingreso a la unidad de cuidados intensivos.
En ese sentido, se concluye que la intubación y cateterismo fue efectuado por el médico internista, por personal capacitado y bajo un criterio de necesidad y urgencia en el momento del traslado al área de terapia intensiva.
Por otro lado, la quejosa manifiesta que el catéter fue colocado de manera irregular y que se pinchó un pulmón que a la postre ocasionó un neumotórax a tensión, destacándose que el médico internista no tomó una radiografía para verificar la correcta inserción del catéter, alejándose de las prácticas médicas habitualmente reconocidas.
En respuesta a tales planteamientos, tal como se argumentó en los párrafos 154 a 174 de la presente sentencia, es importante resaltar que la argumentación de la quejosa parte de una premisa errónea. Primero, porque no se cuenta en el expediente o en elementos objetivos que pueda advertir esta Suprema Corte que forme parte de la lex artis en medicina interna la obligación irrestricta de que, posterior a toda colocación de un catéter, deba tomarse de manera inmediata y sin dilación alguna una radiografía. Si bien parece lógico, el conflicto se centra en la valoración del rango de tiempo.
La quejosa sustenta su afirmación del deber de inmediatez de tomar la radiografía de control en el “Manual del Curso del Programa Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos”, emitido por el Colegio Americano de Cirugía (el cual aportó como prueba al juicio); sin embargo, como se adelantó en los párrafos 163 y 164, esta Suprema Corte no tiene los elementos suficientes para considerar que todo lo señalado en ese manual debe considerarse de manera irrestricta como parte de la lex artis ad hoc. Además, en los dictámenes periciales de los demandados y de los terceros
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en discordia ni siquiera se le menciona y sólo el dictamen del perito en medicina interna de la parte actora aludió al mismo (lo particular de tal situación es que lo hizo de manera generalizada para destacar la definición y características que proporciona ese documento en relación con el neumotórax a tensión).
Por su parte, si se tomara en cuenta lo establecido en dicho manual (mismo que consta en el expediente al haber sido aportado por la parte actora), esta Primera Sala tampoco advierte de su contenido una indicación de que posterior a la colocación de un catéter tiene que tomarse de manera inmediata y sin dilación una radiografía de control. En el documento, la única parte relacionada con este aspecto es el apartado de evaluación y manejo del choque, en el que se indica que ante un procedimiento de punción de la vena subclavia, el médico correspondiente debe solicitar radiografía de tórax para identificar la posición de la vía intravenosa y la existencia o no de un neumotórax.
No obstante, aun cuando esta Suprema Corte pudiera considerar como prudente, deseable o lógico la radiografía de control inmediata, pues como se adelantó, no se descarta que la toma de control inmediata de imagen pueda tratarse de una práctica común de los médicos que, a la postre, como costumbre, se ha ido convirtiendo en la lex artis ad hoc.
Sin embargo, se recalca, esta Primera Sala estima que al margen de la vinculatoriedad o no del aludido manual y de la obligación de inmediatez, es un hecho que tal como fue probado por el médico demandado, se tomó una tomografía al paciente tras la colocación del catéter, aunque no fue de manera inmediata y ocurrió en el área de imagenología. Lo relevante de tal resultado de imagen es que en sus resultados no se advierte la concurrencia de un neumotórax. En ese sentido, esta Primera Sala estima que no existió negligencia por parte de los médicos, pues jamás estuvieron en aptitud de diagnosticar el surgimiento del neumotórax a tensión, cuando el propio resultado de imagenología no reflejaba características o la presencia de dicha complicación.
Es decir, en relación con este punto, aun cuando resulta acertado que el médico internista afirmó que tomó una radiografía de control inmediatamente después de la colocación del catéter yugular y el resultado de la misma no consta en el expediente del Hospital **********, debe insistirse que esa sola actuación no provoca en automático una conducta negligente propicia para sustentar una responsabilidad civil por la ausencia de relación causal con el daño.
Para esta Suprema Corte, la concurrencia en el expediente clínico de un resultado de la tomografía computarizada de tórax y abdominopélvica realizada en el área de imagenología tras la colocación del catéter, en la que no existe evidencia de un neumotórax a tensión, lleva a reconocer que el médico internista actuó conforme a los cánones médicos reconocidos, pues jamás estuvo en aptitud de identificar el surgimiento del neumotórax como consecuencia del cateterismo, al tener elementos de imagen que demostraron lo contrario y al haber cumplido con su obligación de haber solicitado y llevado a cabo una tomografía de tórax. Si bien existe conflicto
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en cuanto a la inmediatez de ese análisis de imagen, lo relevante para esta Suprema Corte es que, en el que se realizó aun minutos después de la colocación del catéter, no se advierten elementos que llevaran a identificar la presencia o peligro de surgimiento de un neumotórax a tensión.
Adicionalmente, los referidos dictámenes periciales son certeros en afirmar que si bien el neumotórax surgió como consecuencia de la colocación del catéter, éste se dio de manera tardía y súbitamente, situación que lleva a esta Primera Sala a reconocer que no pudo ser diagnosticado previamente por el médico internista. El neumotórax a tensión es una complicación reconocida en la literatura médica post-colocación de un catéter central, al tratarse de un procedimiento cerrado o a ciegas en el cual se inserta una aguja y la única referencia es anatómica. En el caso de **********, se insiste, este padecimiento se originó súbitamente cuando se encontraba en el área de imagenología como consecuencia del cateterismo, posterior a las tomografías de tórax y abdominopélvica en las que no se mostró la existencia o los síntomas asociados con un neumotórax, por lo que no es exigible jurídicamente al médico internista el haber previsto o identificado el padecimiento.
2.2. Por otro lado, respecto al traslado del paciente de terapia intensiva al área de imagenología, en contraposición a los razonamientos de la parte quejosa, se demostró que el médico internista condujo al paciente en un estado estable de salud, intubado, con catéter, con apoyo mecánico ventilatorio y una saturación de oxigeno adecuada como se constata en las hojas de registro de ventilación y de enfermería.
Aunado a lo recién relatado, esta Primera Sala advierte que los actos efectuados por el médico internista en dicha área de rayos X para tratar el neumotórax a tensión y las maniobras de resucitación eran los exigidos para salvarle la vida la paciente, de conformidad con la lex artis ad hoc, según los dictámenes periciales en cirugía (preguntas 25 y 26) y medicina interna de los demandados (preguntas 12 y 13), así como el de cirugía del perito tercero en discordia (preguntas 25 y 26).
2.4. Ahora bien, ajeno a los actos concretos efectuados por el médico internista, la parte quejosa también refuta una omisión digna de categorizarse como una negligencia médica. Como en el apartado de los médicos tratantes, señala que el médico internista también soslayó su deber de requerir un consentimiento informado para la intubación y colocación del catéter, así como respecto a los procedimientos efectuados en el área de imagenología para resolver el neumotórax.
Al respecto, debe destacarse, en primer lugar, que si existe un consentimiento informado al ingreso del hospital, en donde se le informa a los familiares del paciente la posibilidad de entrada al área de terapia intensiva y sus implicaciones. Aunado a este consentimiento informado, con base en las premisas normativas detalladas en el apartado anterior de esta sentencia, esta Primera Sala considera que es cierto que, por regla general, adicionalmente al consentimiento otorgado al ingreso a un hospital, el paciente o la familia necesita autorizar de manera particular los procedimientos invasivos que impliquen un algo riesgo para la integridad
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física, salud y/o vida; no obstante, tal como lo refiere la Sala y lo prueba el médico demandado, en el caso se actualizó una excepción a dicha regla prevista en el artículo 81 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica.
El procedimiento para corregir el neumotórax a tensión fue estrictamente necesario para salvarle la vida al paciente y se dio en un contexto de urgencia en el área de imagenología. Por su parte, la intubación y cateterismo también se dieron en un estado de urgencia al momento de trasladar al paciente al área de terapia intensiva, ya que este sufrió una crisis convulsiva con una muy importante desaturación de oxígeno (SpO2 de 70%, lo cual es un nivel extremadamente bajo) y crisis hipertensiva, así como una alta sospecha de bronco aspiración (paso de sustancias a la faringe), lo que puede ocasionar una falla generalizada del sistema nervioso central y del respiratorio; por ende, a fin de proteger la vía área, evitar un fallo cardiorrespiratorio y obtener una vía directa para la administración de líquidos, sustancias y/o medicamentes, el médico internista y otra diversa doctora determinaron que lo procedente era intubar de manera inmediata al quejoso y colocarle un catéter central vía yugular.
2.5. En lo que respecta al alegato de violación del deber de informar, como se detalló en el apartado anterior, los eventos ocurridos en el área de terapia intensiva y en la de imagenología fueran informados a la familia del paciente, en un primer momento, tras haber ingresado a ********** en la unidad de medicina crítica y, posteriormente, una vez que sucedieron los sucesos lamentables en el área de rayos X, tal como se deriva de las testimoniales de los médicos tratantes y del médico internista, así como de las referidas notas de evolución de ese día. Si bien el cumplimiento de tal deber se dio de manera posterior a los hechos denunciados por la parte quejosa, como ha quedado señalado en esta resolución, ello obedeció a que tales actos médicos se dieron en un carácter de urgencia en el que no era posible ni factible esperar la intervención y consentimiento de la familia.
2.6. Por último, es importante resaltar que en la última parte de este concepto de violación referente al médico internista, así como en el resto en los que se alega la responsabilidad de los médicos tratantes y del Hospital **********, la parte quejosa argumentó que para tener por acreditados los elementos de la acción no era necesario que quedaran debidamente probados la culpa, el daño y el nexo causal por parte de la sucesión, toda vez que el juzgador puede advertir la responsabilidad como resultado de una valoración conjunta de los indicios que se encuentran en el expediente.
Sobre estos razonamientos, esta Primera Sala estima que, en efecto, los médicos tratantes y el hospital estaban obligados a participar activamente en el proceso civil para acreditar la debida diligencia médica, tal como lo infiere la parte quejosa. Sin embargo, tal aspecto no es suficiente para conceder el amparo a la parte quejosa, ya que aun cuando la Sala responsable no hizo alusión expresa al criterio de que la carga probatoria sobre este elemento de la acción (culpa) le concierne a la parte que tiene más facilidad para aportar los elementos de convicción (en este asunto, los médicos y el hospital), debe resaltarse que de un análisis del proceso civil se advierte que ambas partes aportaron una vasta cantidad de medios de
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prueba para acreditar o desacreditar los elementos de la acción y que, tal como se ha venido destacando a lo largo de la presente sentencia, de las diferentes pruebas ofrecidas por los demandados se ha concluido que los médicos tratantes y el médico internista demostraron haber llevado a cabo una conducta diligente en la atención médica de ********** en el interior del Hospital **********.
Dicho de otra manera, en el caso que nos ocupa, los demandados aportaron los elementos suficientes para acreditar que actuaron conforme a la lex artis en la atención de los diferentes padecimientos de ********** durante su estadía en el mencionado hospital.
C. Estudio de los conceptos de violación relacionados con los jefes de unidad
3. En relación con el alegato de negligencia por parte de los jefes de unidad del área de urgencias y de imagenología del Hospital **********, esta Primera Sala considera que los razonamientos de la parte quejosa resultan, por una parte, como inoperantes y, por la otra, como infundados.
3.1. La inoperancia radica en que casi la totalidad de los conceptos de violación están dirigidos a evidenciar por qué los jefes de unidad omitieron deberes de cuidado en la atención médica de **********.
Sin embargo, en relación con estos argumentos, la decisión que tomó la Primera Sala del Tribunal Superior para decretar que no existió culpa de los jefes de unidad deriva directamente de la sentencia de amparo dictada en el expediente 699/2012 y emitida por el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, juicio de amparo que precedió al que ahora nos ocupa. Así, las razones que dio la autoridad responsable para no acreditar la culpa de los médicos son esencialmente idénticas a las plasmadas por el Tribunal Colegiado, situación que lleva a esta Suprema Corte a determinar que se trata de un aspecto que detenta el carácter de cosa juzgada.
3.2. Por otro lado, la parte quejosa no sólo argumentó en sus conceptos de violación una indebida valoración de la negligente participación o ausencia de participación de los jefes de unidad en la atención médica de **********, sino que señaló que, al margen de ello, no era necesario acreditar la culpa de tales médicos al satisfacerse los elementos de la acción de responsabilidad civil a partir de la prueba presuncional o indiciaria.
Esta Primera Sala estima que es viable entrar al análisis de tales razonamientos al no haber sido un argumento tratado en el juicio de amparo precedente; no obstante, se llega a la conclusión que es un concepto de violación infundado, pues la Sala responsable correctamente determinó que para asignar responsabilidad a los médicos por este tipo de actos, era estrictamente necesario acreditar todos los elementos de la acción, incluido el aspecto subjetivo.
En materia de responsabilidad civil médico-sanitaria, no hay lugar para la presunción de la culpa de la persona demandada, sin que ello signifique que la culpa no pueda ser acreditada por una presunción como la indiciaria. Por
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ende, contrario a las afirmaciones de la parte quejosa, se insiste, para que se pueda declarar civilmente responsable por daños y perjuicios a una persona que participó en un acto médico, resulta necesario que concurra una acto (positivo u omisivo) culposo, un daño y una relación causal entre el acto médico negligente y ese daño.
Los jefes de área de un hospital, como cualquier otra persona que labora en una institución hospitalaria y que tiene asignada ciertas obligaciones en el tratamiento médico de una persona, puede ser demandado por negligencia y considerado responsable; sin embargo, tal asignación de responsabilidad derivará precisamente de que haya llevado a cabo actos directos que ocasionaran un daño en desatención de la lex artis ad hoc o que haya incumplido sus deberes de cuidado en relación con la atención médica de un paciente.
Dicho lo anterior, esta Primera Sala estima que en el caso que nos ocupa fue adecuado que la Sala responsable requiriera el cumplimiento del aspecto subjetivo de la acción por daños y perjuicios para los jefes de unidad; por otro lado, si bien la parte quejosa aludió a varias pruebas indiciarias con las que pretende vincular a los jefes de la unidad de urgencias y de imagenología del Hospital ********** a la producción del daño, como se ha reseñado, el daño producido a ********** no fue consecuencia de la actuación de los médicos tratantes y del médico internista en las áreas de urgencia o de rayos X y, por ende, no existió violación de algún deber de cuidado motivado por una negligencia no corregida por parte de los citados jefes de unidad en la atención médica de **********. Además, como ya lo determinó el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, tampoco se aportaron elementos que permitan valorar si el daño se produjo por ausencia de instrumentos o de personal en las áreas de urgencias o de imagenología.
D. Estudio de los conceptos de violación relacionados con los médicos especialistas en neurología
4. Se considera que los conceptos de violación dirigidos a evidenciar la negligencia de los médicos neurólogos deben de ser calificados como inoperantes dado lo resuelto por el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito en el juicio de amparo 699/2012.
Aun cuando no se comparta la metodología de estudio del acto médico (el colegiado segmenta la actuación de los médicos y analizó lo sucedido en el área de imagenología como un acto aislado) y sus posibles consecuencias en cuanto a la valoración de las conductas de los médicos especialistas, se estima que el Tribunal Colegiado que resolvió el citado juicio de amparo que precede a este fallo, fue enfático en concluir la ausencia de responsabilidad de los citados médicos en la atención de **********, valorando las pruebas y diversas actuaciones u omisiones ya en un plano de legalidad que no puede ser afectado por el análisis en esta instancia.
Por lo tanto, la resolución de la Sala responsable es un fiel reflejo de las consideraciones de la anterior sentencia de amparo, por lo que esta
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Suprema Corte debe concluir que se trata de un aspecto del juicio civil que ya adquirió firmeza.
E. Estudio de los conceptos de violación relacionados con el Hospital **********
5. En relación con la responsabilidad atribuida al hospital, se considera parcialmente fundados los razonamientos de la parte quejosa.
5.1. Esta Primera Sala estima que la quejosa tiene razón en sus conceptos de violación al señalar que la autoridad responsable omitió considerar, en el estudio de los agravios del Hospital ********** en el recurso de apelación, que no sólo se atribuyó responsabilidad a tal nosocomio por los actos de los médicos tratantes, sino por el resto de los médicos demandados que le brindaron atención médica a ********** y en que, además, la interpretación del artículo 1924 del Código Civil para el Distrito Federal partió de una premisa falsa en la que no se atiende a los alcances del derecho a la salud.
A mayor abundamiento, esta Suprema Corte ha sido enfática que la responsabilidad extracontractual médico-sanitaria es de carácter subjetivo y, por ende, la acción por daños y perjuicios debe acreditar la concurrencia de una conducta culposa, un daño y un nexo causal. El artículo 1910 del Código Civil para el Distrito Federal prevé que la persona que obre ilícitamente y cause un daño a otro u otra, está obligada a repararlo a menos que demuestre que el daño se produjo como consecuencia de culpa o negligencia inexcusable de la víctima.
No obstante, aunado a que cada persona responde por sus propios actos, en materia de responsabilidad civil se entiende que una persona puede hacerse responsable de los daños causados por otra en atención a la especial situación jurídica o fáctica que los vincula con ella. A este supuesto se le llama responsabilidad por hechos ajenos.
Así, en materia de responsabilidad civil médico-sanitaria, a partir de lo resuelto en el amparo en revisión 584/2013 sobre el contenido del derecho a la salud y de las reglas de asignación de responsabilidad del Código Civil, se concluye que una institución hospitalaria privada puede ser sujeta a responsabilidad por sus propios actos o por hechos ajenos de sus trabajadores o dependientes. En relación con este último supuesto, la responsabilidad civil se actualiza únicamente cuando los daños hayan sido ocasionados por una persona que ejecutó sus actos en representación aparente del hospital, independientemente de su relación contractual con tal nosocomio; en caso contrario, el profesional médico-sanitario responderá individualmente por su conducta negligente.
Sentadas esas bases normativas, en el caso que ahora nos ocupa, se llega a la determinación que la Sala responsable efectuó un incorrecto análisis de la responsabilidad atribuida al Hospital **********. En primer lugar, el estudio de los agravios de tal parte demanda fue parcial, ya que no dio cuenta de que el alegato de la asignación de responsabilidad por hecho ajeno no sólo derivó de la actuación de los médicos tratantes, sino también del médico internista, de los jefes de unidad y de los especialistas en neurología como
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dependientes del hospital, en atención al criterio de la teoría de la representación aparente de esta Suprema Corte.
Así, aun cuando respecto al médico ********** existe una exclusión al criterio de responsabilidad por representación aparente, ya que fue contratado de manera directa por el paciente previo a su internamiento en el Hospital ********** (se actualizó de manera implícita un contrato de prestación de servicios con este médico al haber sido contactado por teléfono antes de la hospitalización), tal supuesto no se actualiza por el resto de los médicos demandados.
Esta Primera Sala considera que la quejosa está en lo correcto al afirmar que la Sala responsable efectuó una interpretación errónea sobre la responsabilidad de la institución hospitalaria respecto a los actos de los médicos que participaron en la atención de **********, por lo que en este aspecto, se revoca la sentencia recurrida, para que se emita una nueva en la que al estudiar los respectivos agravios del Hospital **********, se dé cuenta del criterio de representación aparente de esta Suprema Corte descrito en los párrafos previos y se resuelva que el mismo es aplicable al caso concreto.
No obstante, al hacer lo anterior y dado el estudio de responsabilidad que se ha efectuado en esta sentencia respecto al resto de los médicos involucrados, la Sala responsable deberá señalar que a pesar de que cobra vigencia la teoría de la representación aparente, no es posible condenar a la institución hospitalaria por hechos ajenos al haberse concluido que ninguno de los médicos incurrieron en negligencia en la atención médica de **********.
Sobre este aspecto, aun cuando podría afirmarse que resulta entonces intrascendente el análisis de la responsabilidad del Hospital ********** a la luz de la teoría de la representación aparente, dado que en la presente sentencia y en la del juicio de amparo previo ya se determinó que el segundo médico tratante, el médico internista, los jefes de unidad y los neurólogos no incurrieron en un actuar negligente, se estima que tal estudio es indispensable para esta Primera Sala con la finalidad de que la autoridad responsable adecue su interpretación con los criterios de esta Corte sobre la asignación de responsabilidades de las instituciones hospitalarias privadas por actos ejecutados en su interior por terceras personas.
No guarda la misma lógica argumentativa afirmar que los hospitales no detentan una responsabilidad de las actuaciones de los médicos que prestan sus servicios en su interior, a que en el caso no se actualiza tal supuesto por la ausencia de negligencia de los distintos profesionales médicos-sanitarios dependientes del hospital que intervinieron en el asunto.
Aunado a lo anterior, siendo otros aspecto importante para revocar la sentencia recurrida respecto al examen de los agravios del Hospital ********** y de la parte actora, la Sala responsable debe estudiar los mismos tomando en cuenta que en la demanda del juicio ordinario no sólo se demandó la responsabilidad del hospital por actos de los médicos demandados, sino también se alegó que existió un engaño en la factura de
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la atención médica de ********** (estudios duplicados y honorarios que no concuerdan, argumentos presentes en la página 57 y 58). Dicho aspecto no fue abordado por la Sala responsable al momento de analizar los agravios de la parte actora y del Hospital **********, provocando una violación al principio de legalidad jurídica.
En el recurso de apelación de la parte actora del juicio natural, si bien la mayoría de los argumentos están destinado a demostrar que la condena por la responsabilidad civil debía incluir también los gastos efectuados tras el egreso de ********** del Hospital **********, también se advierte que se alegó de manera generalizada una violación al principio de legalidad jurídica porque la sentencia de primera instancia no era precisa ni congruente con las prestaciones reclamadas, en contravención al artículo 81 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal. A juicio de esta Primera Sala, ello es suficiente para que deba analizarse la petición indicada en el párrafo anterior relativa a la ausencia de estudio del alegato de indebido cobro.
Por lo tanto, a partir de las consideraciones recién expuestas, esta Suprema Corte considera que debe concederse el amparo para el efecto de que al examinarse los agravios del hospital y de la parte actora, la Sala responsable: a) aplique los criterios de representación aparente de esta Primera Sala, concluyendo que en el caso no existe responsabilidad de la institución hospitalaria dado que los médicos dependientes acreditaron la debida diligencia en la atención médica de ********** conforme a las consideraciones y lineamientos de esta ejecutoria; y b) deberá sostener que el Hospital ********** no sólo fue demandado por hechos ajenos de sus dependientes, sino que también en la demanda inicial del juicio ordinario existen argumentos tendentes a demostrar un indebido cobro por parte de la institución hospitalaria; consecuentemente, tendrá que estudiar si tal petición puede analizarse a la luz de una demanda por daños y perjuicios; es decir, si lo que pretendió la parte actora era acreditar que el hospital le produjo, además del daño a la integridad y vida de **********, un daño patrimonial al haber efectuado una conducta culposa en el cobro de los servicios médicos o, más bien, se trata de otra acción por indebido cobro, resolviendo lo conducente con libertad de jurisdicción.EFECTOS:
Se deje insubsistente la sentencia dictada el veintitrés de abril de dos mil trece por la Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y, manteniendo intocado el estudio de los agravios de los médicos tratantes, jefes de unidad, médico internista y neurólogos, vuelva a efectuar el análisis de los agravios del Hospital ********** de manera concomitante con los de la parte actora, y con base en las premisas interpretativas establecidas en los párrafos 288 a 305 y conforme a lineamientos especificados en los párrafos 306 a 314, resuelva los recursos de apelación respectivos.
PUNTO RESOLUTIVO:
ÚNICO. La Justicia de la Unión ampara y protege a la sucesión de **********, en contra del acto reclamado y la autoridad responsable
XXIV
AMPARO DIRECTO 51/2013
especificada en el segundo apartado de esta ejecutoria, para los efectos y de acuerdo a las consideraciones precisadas en los apartados octavo y noveno de la misma.
TESIS QUE SE CITAN EN EL PROYECTO:
“DAÑO MORAL. LA ACCIÓN PARA RECLAMAR SU REPARACIÓN ES AUTÓNOMA A LA DEMANDA DE RESPONSABILIDAD POR DAÑOS PATRIMONIALES (LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL)” (página 44).
“DERECHOS FUNDAMENTALES. SU VIGENCIA EN LAS RELACIONES ENTRE PARTICULARES” (página 49).
“DERECHO FUNDAMENTAL A LA SALUD IMPONE DEBERES TANTO A LOS PODERES PÚBLICOS COMO A LOS PARTICULARES QUE SE DEDICAN AL ÁMBITO DE LA SALUD” (página 52).
“ACTO MÉDICO. DISTINTAS ETAPAS O FASES QUE LO CONFORMAN PARA EFECTOS DE DETERMINAR LA EXISTENCIA DE UNA POSIBLE MALA PRÁCTICA MÉDICA” (página 55).
“RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS HOSPITALES PRIVADOS POR ACTOS COMETIDOS POR TERCEROS QUE DESEMPEÑAN FUNCIONES EN SUS INSTALACIONES. SE ACTUALIZA SI EXISTE UNA REPRESENTACIÓN APARENTE” (página 134).
“SERVICIOS DE SALUD. LAS OBLIGACIONES DEL PERSONAL MÉDICO DERIVADAS DE SU PRESTACIÓN EN LOS HOSPITALES PRIVADOS NO SE LIMITAN A LAS DISPOSICIONES DE DERECHO PRIVADO” (página 136).
PRECEDENTES CITADOS EN EL PROYECTO:
Contradicción de tesis 93/2012, fallado por la Primera Sala el veintiséis de octubre de dos mil once.
Amparo en revisión 117/2012, fallado por la Primera Sala el veintiocho de noviembre de dos mil doce.
Amparo en revisión 584/2013, fallado por la Primera Sala el cinco de noviembre de dos mil catorce.
Amparos directos 42/2012, 43/2013, 44/2012 y 45/2012, fallados por la Primera Sala el cinco de agosto de dos mil quince.
XXV
AMPARO DIRECTO 51/2013(DERIVADO DE LA SOLICITUD DE EJERCICIO DE LA FACULTAD DE ATRACCIÓN 220/2013)QUEJOSO: ********** (SU SUCESIÓN)
VISTO BUENOSR. MINISTROPONENTE: MINISTRO ALFREDO GUTIÉRREZ ORTIZ MENA
COTEJÓSECRETARIO: MIGUEL ANTONIO NÚÑEZ VALADEZ
México, Distrito Federal. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, en sesión correspondiente al dos de diciembre de dos mil quince, emite la siguiente:
S E N T E N C I A
Mediante la cual se resuelve el amparo directo 51/2013, promovido por la
sucesión de ********** en contra de la sentencia de veintitrés de abril de dos
mil trece, dictada por la Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal en los tocas de apelación **********, **********, **********,
********** y **********.
El problema jurídico a resolver por esta Primera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación consiste en analizar, en caso de que se cumplan
los requisitos procesales correspondientes, si son suficientes los
argumentos de la parte accionante del juicio amparo para revocar el fallo de
la Primera Sala del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal que
determinó la ausencia de negligencia en el tratamiento de una persona por
parte de un grupo de médicos y de una institución hospitalaria, en atención
al contenido de los derechos humanos a la salud, legalidad y seguridad
jurídica. Para ello, se deberá dilucidar si los diferentes médicos incurrieron
o no en una inadecuada práctica médica y si, consecuentemente, puede o
no asignársele una responsabilidad al hospital por hecho ajeno o directa.
I. HECHOS DEL CASO
AMPARO DIRECTO 51/2013
1. El juicio de amparo que ahora nos ocupa deviene originariamente de un
juicio de responsabilidad civil por daños y perjuicios, el cual fue interpuesto
por la sucesión de **********. Esta persona era un ciudadano mexicano de
aproximadamente 38 años de edad que, el veinticuatro de enero de dos mil
cinco, acudió a una institución hospitalaria de la Ciudad de México por un
cuadro de pancreatitis y quien, tras complicaciones en su tratamiento
médico, sufrió un daño cerebral que finalmente lo llevó a su muerte varios
meses después. Las causas que ocasionaron ese daño que, en última
instancia, fue un factor trascendental para su fallecimiento, son
precisamente el objeto de la presente controversia.
2. En ese sentido, a fin de sentar un punto de partida para las consideraciones
y sentido del resto de la sentencia, esta Primera Sala aprecia los
antecedentes y hechos que se relatarán a continuación a partir de un
análisis de las diversas documentales que integran el expediente, entre las
que se encuentran dictámenes periciales, desahogo de testimoniales y el
expediente clínico.
3. Hechos. El veinticuatro de enero de dos mil cinco, ********** presentó un
fuerte dolor abdominal, por lo que en compañía de su hermana decidió
acudir a la unidad de urgencias del Hospital ********** (en lo sucesivo
“hospital” o “Hospital **********”). Lo anterior, toda vez que por medio de su
familiar había tenido una conversación telefónica con el doctor **********,
médico cirujano y especialista en coloproctología, el cual les indicó que se
trasladaran a dicho nosocomio.
4. ********** fue recibido en la unidad de urgencias del Hospital **********
aproximadamente a las dieciocho horas con cuarenta y cinco minutos1,
estableciéndose en su nota clínica general como antecedentes personales
no patológicos reconocidos un alcoholismo de veinte años y un tabaquismo
de diez años2. Tras su ingreso a esta área, fue atendido, en primer lugar,
por el médico ********** y después por el mencionado doctor **********, los 1 Hoja 7 (nota de urgencia) del anexo 1 de las copias certificadas del expediente clínico de ********** integrado en el Hospital **********, el cual fue presentado como prueba en el juicio ordinario civil ********** como parte de la averiguación previa ********** de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Fiscalía Central de Investigación para Servidores Públicos, Unidad Investigadora de Responsabilidad Médica.2 Ibidem, hoja 2 (documento de historia clínica general).
2
AMPARO DIRECTO 51/2013
cuales en conjunto establecieron como diagnóstico inicial una probable
pancreatitis aguda de etiología probable por alcohol (inflamación aguda del
páncreas de origen alcohólico).
5. Cabe mencionar que una vez ingresado en el hospital, los familiares de
********** llevaron a cabo los distintos trámites administrativos y firmaron
tanto el contrato de prestación de servicios hospitalarios como la hoja de
consentimiento bajo información y autorización para tratamiento(s)
médico(s) y quirúrgico(s), la cual fue signada por ********** en
representación del paciente y dos testigos3.
6. Tras los estudios de laboratorio y el ultrasonido abdominal realizados entre
las diecinueve horas y diecinueve treinta horas a **********4, los referidos
médicos tratantes determinaron que la pancreatitis aguda era de carácter
moderado, calculando un Ranson de 0 puntos y un APACHE II (“Acute
Physiology and Chronic Evaluation II”) de 6 puntos5. Estos sistemas son
reglas de predicción clínica para pronosticar la severidad de la pancreatitis
en la admisión de un paciente, los cuales están basados en la medición de
algunos factores como la edad, oxigenación, presión arterial, la cantidad de
volumen de sodio, potasio, creatinina, el porcentaje hematocrito y
leucocitos, entre otros. El rango del primer sistema va de 0 a 8 y del
segundo de 0 a 71. Entre mayor la puntuación, mayor la severidad de la
pancreatitis.
7. En consecuencia, los médicos tratantes informaron a los familiares que la
inflamación del páncreas no ameritaba alarma quirúrgica, por lo que
decidieron trasladar al paciente al área de hospitalización, indicando reposo
gastrointestinal, analgésicos, bloqueador de bomba de protones y
restitución hidroelectrolítica, dejando para el siguiente día la realización de
una tomografía abdominal.
8. Bajo tales circunstancias, el paciente quedó a cargo de los médicos y
enfermeras de guardia del Hospital **********. Al respecto, durante la noche
3 Ibidem, hoja 320.4 Ibidem, hojas 176 y 2455 Ibidem, hoja 98 (notas de evolución).
3
AMPARO DIRECTO 51/2013
del veinticuatro y las primeras horas del veinticinco de enero de dos mil
cinco, las notas del expediente muestran que ********** tuvo altas
temperaturas y tres vómitos de contenido biliar6; por ello, se le aplicaron
medicamentos como el Dolac (ketorolaco trometamina para el dolor), Zofrán
(ondansetrón para el vómito), Carnoprim (metoclopramida como analgésico
central y gastroenterocinético), Graten (sulfato de morfina para el dolor
intenso) y Losec (omeprazol para contrarrestar el fenómeno
gastrointestinal) a las veintidós y cuatro horas, a las veintitrés horas, a las
veinticuatro treinta horas, a la una treinta horas y a las seis horas,
respectivamente7.
9. A la mañana siguiente, aproximadamente a las seis horas con treinta
minutos, el médico de guardia realizó el primer análisis del paciente,
señalando que presentaba abdomen con dolor a la palpación sin rebote; no
obstante, antes de las nueve cincuenta horas, ********** presentó una crisis
convulsiva tónico-clónica generalizada dejándolo en estado post-ictal, por lo
que fue atendido por el médico de guardia, quien tras pasar la crisis
convulsiva solicitó interconsulta a neurocirugía y medicina interna8.
10. Fue aproximadamente a las diez cuarenta y siete horas, cuando el médico
cirujano tratante, **********, y ********** acudieron a revisar al paciente. En
su nota correspondiente dieron cuenta del ataque convulsivo, indicaron que
el paciente se encontraba neurológicamente íntegro, solicitaron diversos
estudios de control y requirieron a su vez la valoración del neurocirujano.
11. Cerca de las once horas, **********, médico neurocirujano, revisó a
**********, indicando tratamiento a base de ácido valproico y solicitó una
tomografía computarizada del cráneo; es importante resaltar que requirió
6 Ibidem¸ hoja 13 (nota de enfermería).7 Ibidem, hojas 13 y 9, vuelta (notas de enfermería y de administración de medicamentos). Cabe destacar que a decir de los familiares del paciente, ningún médico de guardia o responsable de piso acudió a visitar al paciente durante dicha madrugada y, alrededor de las ocho horas con veinte minutos de la mañana del veinticinco de enero de dos mil cinco, se registró otro episodio de vómito sin que arribara personal de enfermería para auxiliarlo (Hoja 30, tomo I, del expediente ********** del Juzgado Sexagésimo Cuarto de lo Civil en el Distrito Federal, correspondiente a la demanda del juicio ordinario civil).8 Hoja 99 (nota de evolución) de las copias certificadas del expediente clínico de ********** integrado en el Hospital **********.
4
AMPARO DIRECTO 51/2013
que se le administrara al paciente un medicamento de nombre Depakane
(valproato de sodio), a fin de contrarrestar las convulsiones9.
12. Posteriormente, alrededor de las doce horas de ese mismo día, **********,
médico internista con especialidad en medicina crítica, acudió a la
interconsulta y efectuó un estudio clínico del propio **********, señalando
que, entre otras cuestiones, presentaba un estado alerta, con
desconcentración, palidez, con contracciones musculares involuntarias
generalizadas y con abdomen blando con dolor a la palpación; en
consecuencia, entre otros aspectos, aumentó soluciones intravenosas y
solicitó un análisis sanguíneo de GGT (gamma glutamil transpeptidasa,
que mide los niveles de enzima hepática en la sangre que se relaciona con
el abuso de alcohol)10.
13. Cabe destacar que en relación con la actuación de los mencionados
médicos, se advierte que entre las doce y las trece cuarenta y cinco horas11,
dada la crisis convulsiva presentada por **********, éste fue trasladado a la
unidad de cuidados intermedios por orden de los médicos, cuya nota de
ingreso indica que había sufrido una crisis convulsiva tónico-clónica
generalizada por probable supresión alcohólica y se encontraba orientado
en las tres esferas, cooperador, ansioso, con persistencia del dolor
abdominal y refiriendo sed importante, con temperatura de 38° Celsius y
abdomen doloroso a la palpación, con un resultado del electrocardiograma
sin isquemia o lesión miocárdica y con enzimas hepáticas elevadas y
disminución considerable de amilasa y lipasa12.
14. Los sucesos que ocurrieron posteriormente no son del todo claros en
cuanto a su exacta temporalidad, pero se estima que en algún momento
posterior a su entrada a la referida unidad de medicina crítica, **********
presentó un nuevo episodio de crisis convulsiva con desaturación 9 Ibidem, hojas 40 (orden del médico) y 99 (notas de evolución).10 Idem.11 Las notas del expediente clínico no son específicas en cuanto a la hora de ingreso a la unidad de cuidados intermedios. En la orden del médico de guardia, fechada a las diez horas del veinticinco de enero de dos mil cinco, se puede leer que se ordenó el traslado del paciente a cama de cuidados intermedios (ibidem, hoja 40). Aunado a ello, en una nota de evolución de las doce horas, el referido médico internista señaló que el paciente entraba a la unidad de terapia intensiva (ibidem, hoja 99, vuelta) y en otra de evolución, se asienta el ingreso a la unidad de cuidados intermedios a las trece cuarenta y cinco horas (ibidem, hoja 102).12 Ibidem, hoja 102 (nota de evolución con observación de ingreso a UCI).
5
AMPARO DIRECTO 51/2013
importante (SpO2 70%, lo cual es un grado muy grave de desoxigenación) y
crisis hipertensiva13. Ante tales eventos y la alta sospecha de bronco
aspiración (paso de substancias de la faringe a la tráquea), en las notas de
evolución se señala que se decidió su traslado a la unidad de terapia
intensiva14.
15. En ese lugar, ********** y el personal de medicina crítica realizaron una
intubación orotraqueal (colocación de una cánula en la tráquea) con apoyo
de ventilación mecánica, a fin de evitar la obstrucción de la vía área, y
colocaron un catéter central vía yugular derecha al tercer intento
(cateterismo de una vena central para la administración de medicamentos o
fluidos), habiéndolo realizado infructuosamente por la parte yugular derecha
y por vía subclavia derecha15.
16. Una vez intubado, con la ventilación mecánica y el catéter central, **********
fue llevado al área de imagenología para la toma de la tomografía
computarizada de tórax y abdominopélvica, resultados que se encuentran
en el expediente clínico16, por lo que se estima que lógicamente fueron
llevados a cabo. En esta tomografía de tórax y abdominopélvica, fechada
ese día a las dieciséis horas con veintitrés minutos, se destaca, entre otras
cuestiones, que se identifica la presencia de cánula endotraqueal y de una
sonda nasogástrica, así como de una imagen compatible con hematoma en
la base del cuello derecho secundario a colocación de catéter y de un
derrame pleural bilateral acompañado de colapso pasivo de los lóbulos
inferiores, sin hacer referencia alguna a la existencia de un neumotórax17.
17. Sin embargo, estando ********** en ese lugar, tras haberse tomado la
tomografía y alrededor de las dieciséis treinta horas, sufrió una
desaturación paulatina, hipotensión y bradicardia (presión arterial muy baja
y anormalidad en los latidos del corazón) persistentes hasta la asistolia
(paro), lo que orilló al inicio de maniobras de resucitación por parte del
13 Ibidem, hojas 58, 102 y 103. Esta información se obtiene de las notas de ingreso a UCI, las notas de enfermería de medicina crítica (las cuales no indican que el paciente haya sido recibido intubado o con catéter) y la nota de evolución del médico internista **********.14 Ibidem, hojas 100 y 103 (notas de evolución).15 Idem.16 Ibidem, hoja 259.17 Idem.
6
AMPARO DIRECTO 51/2013
médico internista **********, quien se encontraba a su vez en compañía del
referido médico **********18.
18. Dado que no se obtuvieron signos inmediatos de mejora del paciente, se
sospechó que existía un neumotórax a tensión (entrada de aire en el
espacio pleural de un pulmón sin salida que provoca colapso vascular y
afecta el flujo sanguíneo); por lo tanto, ********** colocó una aguja gruesa de
tipo Jelco calibre 14 en el segundo espacio intercostal con línea medio
clavicular del lado afectado, obteniendo salida de aire a presión con lo que
el paciente presentó una mejoría de sus signos vitales y nivel de
oxigenación. Enseguida, el médico tratante **********, quien se había
incorporado al área de imagenología, colocó una sonda pleural, momento
en el que nuevamente el paciente presentó otro episodio de bradicardia que
mejoró con la aplicación de atropina hasta niveles estables hemodinámicos
y cardiopulmonares19.
19. Pasado ese estado de shock, ********** fue conducido nuevamente a la
unidad de terapia intensiva en un estado de inconsciencia, con ventilación
mecánica y en estado de gravedad, estado que se postergó toda la noche.
A las siete cuarenta horas del veintiséis de enero de dos mil cinco, se
efectuó una anotación en el expediente en el que se resumió el estado de
salud del paciente, señalando la existencia de síndrome de supresión etílica
mayor, crisis convulsivas tónico clónicas generalizadas, neumotórax
derecho aparentemente resuelto y síndrome postreanimación, con la
aclaración de que la pancreatitis se agudizó en el transcurso del día
anterior y pasó a ser una de carácter grave. Lo anterior, con base en sus
análisis clínicos, su radiografía en la que no se observaban filtraciones
pulmonares o evidencia de neumotórax, al haber sido resuelto, y que su
tomografía computarizada de abdomen permitía advertir una pancreatitis
Baltasar D, con disfunción hemodinámica, respiratoria y renal, calificándose
entonces la pancreatitis de grave20.
18 Ibidem, hoja 103.19 Ibidem, hojas 100 y 103.20 Ibidem, hoja 104.
7
AMPARO DIRECTO 51/2013
20. Durante los días posteriores, con el objeto de tratar la pancreatitis y
monitorear su estado neurológico, ********** permaneció en el área de
terapia intensiva sedado, intubado, con ventilación mecánica, suero y
medicado. Del veintiséis de enero al dos de febrero de dos mil cinco, fue
visitado y atendido en varias ocasiones por sus médicos tratantes,
cardiólogo, neurocirujanos y otros médicos del Hospital **********.
21. En ese tiempo, paulatinamente fue disminuyendo la sedación y **********
estuvo hemodinámicamente estable y presentó respuesta a estímulos
noniceptivos (réplica al dolor), apertura parpebral espontánea, así como
movimiento de extremidades superiores al estímulo y pupilas puntiformes
fotosensibles21.
22. Cabe destacar que el veintiocho y treinta de enero y el primero de febrero
de dos mil cinco, fue atendido no sólo por el neurocirujano **********, sino
también por el neurocirujano **********, quienes señalaron el estado
neurológico anteriormente descrito y aludieron a sus interpretaciones de los
estudios realizados. Asimismo, resaltan dos notas de evolución del primero
de los neurocirujanos de uno y dos de febrero, en las que hace mención del
resultado del estudio de potenciales evocados multimodales y del
electroencefalograma practicados a **********22, en los que se describe que
existe: a) ausencia de respuesta cortical en los potenciales evocados
visuales; b) una alteración grado II-III por severa depresión de la amplitud
de los componentes en los potenciales evocados auditivos del tallo
cerebral; y c) ausencia de respuestas corticales en los potenciales
evocados somatosensoriales, lo que era sugestivo de una encefalopatía
difusa severa no paroxística (un cierto grado de disfunción cerebral)23 y que
para el neurocirujano implicaba un pronóstico reservado.
23. El dos de febrero de dos mil cinco, por solicitud de la familia y con la
autorización del médico tratante, el neurocirujano ********** acudió a revisar
a ********** y en su nota presente en el expediente del Hospital **********
consta, entre otras cuestiones, que detalló el estado de salud físico y
21 Ibidem, hojas 111 a 114 (notas de evolución del hospital y del médico tratante y neurocirujano).22 Ibidem, hojas 116, vuelta y 118.23 Ibidem, hojas 250 y 251.
8
AMPARO DIRECTO 51/2013
neurológico del paciente, afirmó que conocía que éste había presentado
crisis convulsivas en el pasado y que probablemente sufría de una
encefalopatía hipóxica (síndrome producido por la disminución de oxígeno
o flujo sanguíneo cerebral), pero que el hecho de presentar pupilas
reactivas era un factor de buen pronóstico y, por último, señaló que al
momento de redactar la nota el paciente sufrió de una nueva crisis
convulsiva generalizada24.
24. Para el cuatro de febrero de dos mil cinco, ********** se encontraba sin
sedación y neurológicamente despierto, pero indiferente al medio y
localizando el dolor, sin obedecer órdenes y ya sin pronación (movimiento
propio) de extremidades superiores; de igual manera, para esta fecha, se le
había practicado una traqueotomía (incisión en la tráquea en la que se
inserta una cánula de traqueotomía), a fin de administrar una vía aérea
directa y retirar el apoyo mecánico ventilatorio25.
25. En los días posteriores, al paciente se le siguió dando tratamiento para su
pancreatitis y continuó la revisión de su estado neurológico por todos los
médicos antes referidos. Se le retiró la sonda pleural, con una adecuada
reexpansión pulmonar, y a su vez se le ingresó formalmente al área de
terapia intermedia del hospital26.
26. En una nota de ocho de febrero de dos mil cinco, el mencionado tercer
neurocirujano de nombre **********, nuevamente revisó al paciente y
destacó que ********** presentaba reflejos del tallo cerebral, pero ninguna
indicación de actividad mental, por lo que reiteró que probablemente se
trataba de una encefalopatía hipóxica y que, consecuentemente, las
posibilidades de recuperación significativa y de vida independiente a largo
plazo eran muy bajas27.
27. Asimismo, en una nota de nueve de febrero siguiente, el neurocirujano
********** afirmó que con base en los estudios y electroencefalograma
realizados al paciente, éste sufría de una encefalopatía hipóxica; sin 24 Ibidem, hojas 119 y 120.25 Ibidem, hojas 121 a 132, vuelta.26 Idem.27 Ibidem, hoja 133.
9
AMPARO DIRECTO 51/2013
embargo, aclaró que en ese momento no era posible plantear el caso como
irrecuperable y que tampoco había base legal o ética para suspender el
tratamiento médico28.
28. En los días subsecuentes, se le continuó dando atención a su pancreatitis y
a una infección por pseudomonas, se siguió monitoreando y valorando su
situación neurológica y se le otorgó rehabilitación física, siendo visitado,
atendido y evaluado por los citados médicos tratantes y neurocirujanos en
múltiples ocasiones. Cabe mencionar que en una nota de evolución de
catorce de febrero, de conformidad con la diversidad de análisis
practicados, se señaló que ********** presentaba una escala de Glasgow de
10 puntos. Este sistema es una valoración objetiva del estado de
conciencia y se integra por una suma de factores como la apertura ocular,
la respuesta verbal y la respuesta motora que va de un rango de 3 a 15. En
el presente caso, ********** presentaba apertura ocular espontánea (4
puntos), carencia de actividad verbal (1 punto) y localización de estímulos
dolorosos (5 puntos), lo cual es característico de un estado vegetativo
persistente29.
29. El dieciséis de febrero de dos mil cinco, ********** fue trasladado del área de
medicina crítica a la de hospitalización. En ésta, se continuó con el
tratamiento de la pancreatitis, la cual fue satisfactoriamente resuelta. Sin
embargo, se advierte una nota del neurocirujano ********** de veinticuatro
de febrero de dos mil cinco, en la que hace una valoración sumaria del
paciente y reitera que sufre de una encefalopatía hipóxica. Ante la
insistencia de la familia, aclara que, si bien no existe muerte cerebral ni se
puede declarar desahuciado al paciente, considera que no se trata de un
caso irrecuperable y sugirió a la familia el traslado de ********** a un centro
especializado en rehabilitación de los Estados Unidos30.
30. El dos de marzo siguiente, los médicos tratantes ********** y **********
redactaron una nota en la que aludieron a todos los eventos ocurridos
durante la atención médica de ********** y manifestaron que para ese día se
28 Ibidem, hoja 134.29 Ibidem, hoja 143.30 Ibidem, hoja154.
10
AMPARO DIRECTO 51/2013
encontraba sin apoyo mecánico ventilatorio, con traqueostomía y
gastronomía funcionales, con una pancreatitis aguda resuelta y con una
disfunción neurológica probablemente atribuible al evento de paro
cardiorrespiratorio31.
31. Ese mismo día, ********** fue trasladado al ********** (de ahora en adelante
“TIRR”) en la ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos. En su nota inicial,
se señala que el paciente ingresó en estado vegetativo, despierto con los
ojos abiertos, pero sin seguir objetos con la mirada, sin obedecer órdenes,
con traqueostomía y tono muscular aumentado, con rastros de pancreatitis
resuelta, con antecedentes de pseudomonas en su traqueostomía que
ameritó tratamiento con antibiótico, con un diagnóstico de encefalopatía
generalizada grado II y con una escala de Glasgow documentada de 10
puntos, consecuencia de una lesión cerebral anóxica secundaria a paro
cardiaco32.
32. Asimismo, en la hoja de ingreso se destacó que el plan y objetivo de la
estadía en el TIRR era el adiestramiento familiar para el cuidado general
del paciente, el uso de neuroestimulantes para que saliera del estado
vegetativo y el manejo rehabilitatorio integral conformado por terapia física,
terapia ocupacional, nutrición y trabajo social33.
33. ********** estuvo internado en dicho centro de rehabilitación del dos de
marzo al veintiocho de marzo de dos mil cinco. En la última nota de
evolución y en la de indicaciones generales, se relata el mismo estado
físico y neurológico que a su ingreso y se señala que será trasladado a otro
centro hospitalario34.
34. El veintiocho de marzo de dos mil cinco, ingresó al ********** en la misma
ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos. Su evaluación inicial, entre
otros aspectos, fue de un estado post paro cardiaco debido a neumotórax a 31 Ibidem, hoja 161.32 Hojas 115 a 117 del anexo 2 de las copias certificadas del expediente clínico de ********** integrado en el TIRR y en el Hospital **********, el cual fue presentado como prueba en el juicio ordinario civil ********** como parte de la averiguación previa ********** de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Fiscalía Central de Investigación para Servidores Públicos, Unidad Investigadora de Responsabilidad Médica. 33 Idem.34 Ibidem, hojas 56 y 57.
11
AMPARO DIRECTO 51/2013
tensión con encefalopatía hipóxica residual (con trismo constante, reflejo
hociqueo positivo y Babinski positivo bilateral) y una pancreatitis resuelta
con posible enfermedad hepática alcohólica. En esa nota inicial, se destaca
que el plan de ingreso fue motivado por la petición de la familia de intentar
cualquier cosa para la rehabilitación de **********35.
35. Tras un estudio del caso y de diferentes análisis clínicos y neurológicos, el
doctor de apellido Restrepo relató en su nota que había hablado con el
padre del paciente a gran detalle para explicarle que no veía esperanza de
mejoría con base en la condición actual de **********. En consecuencia, se
decidió que no permaneciera más tiempo en el hospital y se le trasladó a la
Ciudad de México el cuatro de abril de dos mil cinco36.
36. **********, desde su traslado desde los Estados Unidos, permaneció en
estado vegetativo en su domicilio con cuidados especiales y atención
personalizada hasta su fallecimiento el veinte de septiembre de dos mil
cinco, el cual fue consecuencia de una infección por pseudomona
aeruginosa y choque séptico.
II. ANTECEDENTES PROCESALES Y TRÁMITE
37. Juicio civil. El doce de septiembre de dos mil seis, la sucesión de **********
demandó al Hospital **********, ********** y ********** (médicos tratantes),
********** y ********** (neurocirujanos), ********** (especialista en medicina
interna y terapia intensiva), ********** (Jefe de la Unidad de Urgencias del
Hospital **********), ********** (Jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del
Hospital **********) y ********** (Jefe de la Unidad de Imagenología y Rayos
X del Hospital **********), el pago de $56’767,584.97 (cincuenta y seis
millones setecientos sesenta y siete mil quinientos ochenta y cuatro pesos
97/100 M.N.) por concepto de reparación del daño y pago de perjuicios37.35 Ibidem, hoja 180.36 Ibidem, hojas 191 y 192.37 Hojas 2 y 3, tomo I, del expediente ********** del Juzgado Sexagésimo Cuarto de lo Civil en el Distrito Federal. Es importante mencionar que aunado a la acción civil por daños y perjuicios, el veintitrés de enero de dos mil siete, el padre de ********** presentó una demanda por daño moral en contra del Hospital ********** y de ocho médicos por la muerte de su hijo. El Juez Sexagésimo Cuarto de lo Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal conoció del juicio y lo registró bajo el número **********. Seguidos los trámites, el catorce de junio de dos mil doce, se dictó sentencia definitiva en la que se condenó a los demandados. La parte actora en el juicio y los demandados interpusieron recursos de apelación, los cuales conoció la Décima Sala Civil del
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38. De dicha demanda tocó conocer al Juez Sexagésimo Cuarto de lo Civil del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, quien la registró con el
número 734/200638 y seguidos los trámites correspondientes dictó
sentencia el veintiocho de marzo de dos mil doce, en el sentido de
condenar a los demandados a pagar por concepto de reparación del daño,
las cantidades que hubiesen recibido por los servicios médicos y
hospitalización y el pago de $52’793,750.00 (cincuenta y dos millones
setecientos noventa y tres mil setecientos cincuenta pesos, 00/100 M.N.)
por los perjuicios ocasionados39.
39. Recursos de apelación. En contra la determinación precisada en el párrafo
anterior, la sucesión de **********, el Hospital ********** y los doctores
demandados interpusieron recurso de apelación, respectivamente, los
cuales conoció la Primera Sala de lo Civil del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal y registró con los números **********, **********, **********,
********** y **********. El diez de julio de dos mil doce, la Sala emitió
sentencia en el sentido de condenar a los demandados al pago de los
gastos directamente derivados del tratamiento médico y recuperación de
********** desde su salida del Hospital **********, hasta su fallecimiento,
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal bajo el número de toca **********. El once de enero de dos mil trece, la Sala modificó la resolución reclamada y condenó a los demandados, con excepción del Hospital **********. En desacuerdo, tanto el actor como los demandados presentaron una demanda de amparo. El Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito admitió las demandas, las registró bajo los números 166/2013, 167/2013 y 168/2013 y, tras la substanciación correspondiente, dictó sentencias el veinticinco de abril de dos mil trece en el sentido de sobreseer por lo que hace al 166/2013 (promovido por el actor en el juicio civil) y conceder el amparo a los médicos demandados respecto a los otros dos juicios. La Sala del Tribunal Superior dio cumplimiento al amparo y emitió su fallo el veinticuatro de mayo de dos mil trece, modificando la sentencia impugnada y condenando únicamente a los médicos tratantes y al médico internista. Inconformes, los médicos presentaron una segunda demanda de amparo, las cuales fueron conocidas por el mismo tribunal colegiado y registradas con el número 468/2013 y 469/2013. El doce de septiembre de dos mil trece, se emitió sentencia en la que se amparó a los quejosos bajo el argumento de que no se comprobó negligencia en la atención médica de un paciente conforme a los dictámenes aportados en el juicio y, por ende, no se acreditaban los elementos de la acción de daño moral. En consecuencia, la Décima Sala del Tribunal Superior de Justicia emitió una resolución el veinticinco de septiembre de dos mil trece, en la que modificó el fallo apelado y absolvió a los demandados de las prestaciones reclamadas, misma que quedó firme al haberse desechado el recurso de revisión planteado ante la Suprema Corte por acuerdo de Presidencia de quince de octubre de dos mil trece y al haberse declarado por cumplido el juicio de amparo por parte del tribunal colegiado el veintidós de noviembre de dos mil trece. Véase, hojas 3149 a 3744, 3750 a 3812, 3835 y 3841 a 3842 del tomo III del cuaderno del recurso de apelación ********** (la información se obtiene de las diferentes sentencias de la citada Décima Sala y del tribunal colegiado).38 Hoja 79, tomo I, del expediente ********** del Juzgado Sexagésimo Cuarto de lo Civil en el Distrito Federal.39 Hojas 855 y 856, tomo V, del expediente ********** del Juzgado Sexagésimo Cuarto de lo Civil en el Distrito Federal.
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reduciendo la cantidad a pagar por concepto de los perjuicios ocasionados a
$51’949,050.00 (cincuenta y un millones novecientos cuarenta y nueve mil
cincuenta pesos 00/100 M.N.)40 y absolviendo a **********, Jefe de la Unidad
de Terapia Intensiva, de las prestaciones reclamadas41.
40. Primer juicio de amparo. Inconformes con la resolución anterior, los
médicos y el Hospital ********** promovieron juicio de amparo, el cual, por
razón de turno, tocó conocer al Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Primer Circuito quien lo registró con el número 699/201242. Por su parte,
la sucesión de ********** promovió juicio de amparo en contra de la misma
sentencia, la cual conoció el Tribunal Colegiado referido donde se registró
con el número 700/201243.
41. Seguidos los trámites correspondientes, el catorce de marzo de dos mil
trece, se resolvió el juicio 699/2012 en el sentido de otorgar el amparo al
Hospital ********** y a los doctores demandados para los efectos de que el
Tribunal Superior de Justicia dejara insubsistente la sentencia de diez de
julio de dos mil doce y dictara otra en la que44:
a) Al resolver los agravios propuestos por **********, **********, ********** y
**********, fundara y motivara correctamente el valor de las pruebas, al
decidir sobre la conducta de acción u omisión que se les atribuyó.
b) Al estudiar el recurso de apelación que interpuso el Hospital **********,
valorara las pruebas ofrecidas en el juicio natural, en especial la
confesional de la parte actora precisada en el escrito inicial de
demanda y las diversas manifestaciones de los doctores ********** y
********** al contestar la demanda y la confesional a su cargo, y
determinara si fueron asignados o no por el hospital como médicos
tratantes, debiendo tener en consideración que el hecho de que
aparezcan los nombres de los médicos en las listas del hospital es
40 Dicha reducción se debió a que el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal consideró fundado el agravio de los médicos tratantes, que señalaba que la cantidad determinada por el Juez Sexagésimo Cuarto de lo Civil del Distrito Federal, por concepto de los perjuicios causados a la sucesión resultaba excesiva. Véase, hoja 165 del cuaderno de agravios número 41.41 Hojas 160 y 161, del cuaderno de agravios número 41.42 Hoja 479, del cuaderno I del juicio de amparo directo 699/2012.43 Hojas 3 a 16, del cuaderno del juicio de amparo directo 700/2012.44 Hojas 605 a 607, del cuaderno II del juicio de amparo directo 699/2012.
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insuficiente para acreditar por si sólo la relación de dependencia de
los médicos.
c) Al resolver el recurso de apelación que interpuso **********, atendiera
todos los dictámenes periciales y determinara conforme a éstos y las
demás pruebas, si se acreditó o no que la intervención de este
médico fue la que ocasionó o contribuyó a causar los daños a la salud
del paciente; y
d) Al ocuparse del recurso de apelación que interpusieron ********** y
**********, determinara de manera fundada y motivada si los referidos
profesionistas incurrieron o no en responsabilidad médica, y al efecto
hiciera una debida valoración de la prueba pericial y determinara qué
dictámenes periciales le crearon convicción.
42. Por otra parte, el mismo día se dictó la sentencia del juicio de amparo
directo 700/2012, en el sentido de negar el amparo a la sucesión de
**********45 debido a que, entre otras cuestiones, no se advirtió la
intervención directa de **********, Jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del
Hospital **********, en la atención médica prestada a ********** ni en los
hechos ocurridos en el área de imagenología, y tampoco que hubiera
omitido algún deber como responsable de esa unidad46; a su vez, se afirmó
que la sucesión no precisó que los daños ocasionados hayan derivado de la
falta de algún instrumento en el área de terapia intensiva, de la impericia en
el manejo de alguno de ellos, de que no se hubiera realizado algún estudio
o que se hubiera realizado de manera deficiente y que, debido a alguna de
esas hipótesis, se haya ocasionado un daño a la salud del paciente47.
43. En cumplimiento a la sentencia de amparo directo 699/2012, la Primera
Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal dejó sin
efectos la sentencia de diez de julio de dos mil doce y dictó otra, el veintitrés
de abril de dos mil trece, en la que revocó el fallo reclamado y determinó
absolver al Hospital ********** y a los médicos demandados48. 45 Hojas 77 a 197, del cuaderno del juicio de amparo directo 700/2012.46 Hojas 172 y 173 del cuaderno del juicio de amparo directo 700/2012.47 Hojas 172, vuelta, y 173 del cuaderno del juicio de amparo directo 700/2012.48 Cabe mencionar que el Tribunal Colegiado dictó un acuerdo el diecisiete de mayo de dos mil trece, en el que tuvo por cumplida la ejecutoria de amparo. El siete de junio de dos mil trece, la parte actora en el juicio natural (tercero interesada en el amparo) promovió una inconformidad, la cual, tras haber sido enviada a esta Suprema Corte y registrada con el número 373/2013, fue desechada por acuerdo de presidencia de catorce de junio siguiente al resultar extemporánea de
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44. Segundo juicio de amparo y facultad de atracción. Ante lo adverso del
fallo, el dieciséis de mayo de dos mil trece, **********, albacea de la sucesión
de **********, promovió demanda de amparo directo la cual amplió el
veintiuno de mayo siguiente, de la cual tocó conocer al Noveno Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, quien las admitió mediante
auto de trece de junio de dos mil trece49; sin embargo, el nueve de octubre
de dos mil trece, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó
ejercer su facultad de atracción en el asunto de su índice 220/2013, por
considerar que el caso presentaba cuestiones poco estudiadas del derecho
a la salud del paciente y la responsabilidad médica de profesionales e
instituciones privadas que proporcionan servicios de salud.
45. El quince de noviembre de dos mil trece50, el Presidente de esta Suprema
Corte conoció del asunto y lo turnó al Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena
para la elaboración del proyecto correspondiente.
46. Finalmente, por acuerdo de veintiséis de noviembre de dos mil trece51, el
Ministro Presidente de esta Sala se avocó al conocimiento del asunto y
ordenó remitir los autos al ministro ponente designado.
III. COMPETENCIA
47. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es
competente para resolver el presente juicio de amparo directo, en atención
a que, si bien la competencia originaria para resolver las demandas de esta
naturaleza recae en los Tribunales Colegiados de Circuito, lo cierto es que
en el caso se ejerció la facultad de atracción, en términos de los artículos
107, fracción V, inciso d), párrafo segundo, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, 40, de la Ley de Amparo y 21, fracción III, inciso
b), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
conformidad con la Ley de Amparo abrogada, aplicable al caso concreto. En contra de ese acuerdo, el cuatro de julio, se interpuso un recurso de reclamación, mismo que fue registrado bajo el número 503/2013 y declarado como infundado por resolución de la Primera Sala de veinticinco de septiembre de dos mil trece.49 Hojas 348 y 349 del cuaderno del juicio de amparo directo 400/2013.50 Hojas 461 a 463 del juicio de amparo directo 51/2013.51 Hoja 475 del juicio de amparo directo 51/2013.
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48. Además, resulta necesario mencionar que el presente juicio se rige por la
Ley de Amparo vigente, toda vez que la demanda de amparo se presentó el
dieciséis de mayo de dos mil trece; por tanto, cualquier referencia que se
haga a dicho ordenamiento se deberá entender que se hará a esa
normatividad.
IV. OPORTUNIDAD
49. La demanda de amparo se promovió dentro del plazo legal
correspondiente. La sentencia de apelación de veintitrés de abril dos mil
trece (en la que se resolvieron de manera conjunta los tocas de apelación
**********, **********, **********, ********** y **********) se notificó a la parte
demandada el miércoles veinticuatro de abril del mismo año52, surtiendo sus
efectos al día hábil siguiente; por lo que el plazo de quince días que
establece el artículo 17 de la Ley de Amparo corrió del viernes veintiséis de
abril al viernes diecisiete de mayo de dos mil trece, sin contar en dicho
cómputo los días veintisiete y veintiocho de abril, así como cuatro, cinco,
once y doce de mayo, por haber sido sábados y domingos,
respectivamente, y uno de mayo por haber sido inhábil, de conformidad con
los artículos 19 de la Ley de Amparo y 163 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación.
50. En tales condiciones, dado que del expediente se desprende que la
demanda de amparo se presentó el dieciséis de mayo de dos mil trece, en
la Oficina de Partes Común de las Salas Civiles del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal53, resulta notorio que se promovió de manera
oportuna. Por su parte, resulta extemporánea la ampliación de la demanda
presentada por la misma parte quejosa, en la que se objetó la propia
sentencia de apelación y se ampliaron los conceptos de violación, ya que
se interpuso hasta el veintiuno de mayo de dos mil trece, una vez que había
transcurrido el respectivo plazo impugnativo54.
52 Hoja 277 del toca de apelación 1334/2006/42.53 Hoja 336, vuelta, del cuaderno del juicio de amparo directo 51/2013.54 Ibidem, hoja 371, vuelta.
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V. LEGITIMACIÓN
51. Esta Primera Sala considera que el **********, albacea de la sucesión de su
hermano **********, está legitimada para promover el presente juicio de
amparo, pues queda probado que en el juicio ordinario civil se le reconoció
dicha personalidad55, en términos del artículo 5º, fracción I, de la Ley de
Amparo; en consecuencia, la decisión adoptada en la sentencia de amparo
directo sí pudiera afectarle o perjudicarle de forma directa.
VI. ELEMENTOS NECESARIOS PARA RESOLVER
52. Para estar en aptitud de resolver el presente asunto, se considera necesario
detallar las consideraciones de la sentencia reclamada y los conceptos de
violación expuestos en la demanda de amparo.
53. Sentencia de apelación. En cumplimiento de la ejecutoria del juicio de
amparo directo 699/2012, la Primera Sala Civil del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal dejó sin efectos la resolución de diez de julio de
dos mil doce y dictó otra en la que determinó absolver al Hospital ********** y
a los médicos demandados. Para ello, se basó principalmente en los
siguientes motivos:
a) Respecto a los médicos responsables de área (toca **********): El
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal determinó que el hecho
de que ********** fuera el jefe de la unidad de urgencias en el momento
en que se prestó la atención médica al paciente no era motivo suficiente
para acreditar los daños y perjuicios imputados por la sucesión, ya que
el médico Lijtszain no ingresó ********** al hospital ni lo atendió en dicha
área.
b) De conformidad con los artículos 18, 19 y 73 del Reglamento de la Ley
General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención
Médica, las funciones de los jefes de las unidades de urgencias
consisten en verificar la existencia de las condiciones necesarias para
asegurar la valoración médica del usuario, el tratamiento completo de la
urgencia y la estabilización de las condiciones generales para su 55 Hoja 29 del tomo I del juicio ordinario civil 734/06.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
transferencia a otra área. Sin embargo, de dichas disposiciones —ni de
la normativa del Hospital **********—, se advirtió que el jefe de la unidad
de urgencias deba revisar los diagnósticos realizados por los médicos
tratantes.
c) Así las cosas, se determinó que no hubo una conducta del médico
********** hacia **********, que haya causado los daños, lo cual fue
reconocido por la parte actora en el escrito de demanda al señalar que
el médico que lo atendió el día de ingreso fue **********. En
consecuencia, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
consideró que no se actualizó la responsabilidad del médico ********** y
se le absolvió de las prestaciones reclamadas56.
d) En el mismo sentido, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
señaló que el hecho de que el médico ********** fuera el jefe de
imagenología y rayos X, no era motivo suficiente para imputarle una
conducta de hacer o no hacer, que haya ocasionado un daño en la salud
de **********. Se recalcó que no existe medio de prueba que ponga en
evidencia la intervención del médico en los procedimientos aplicados al
paciente en el área de imagenología.
e) Adicionalmente, ante el argumento de que ********** es responsable de
la falta de instrumentos y recursos técnicos en su área a cargo, el
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal señaló que los peritos
en neurología, en medicina interna y cirugía respondieron que
desconocían si el área de imagenología y el Hospital ********** contaban
con los recursos necesarios para la atención médica de ********** y,
además, no existen notas que permitan saber con certeza lo acontecido
en el área de rayos X. Para el Tribunal Superior, la actora debió
acreditar que dicha área no contaba con los elementos necesarios para
la atención médica y que esos instrumentos eran necesarios para
resolver cualquier evento que ocasionaron el estado vegetativo del
paciente.
f) Además, se afirmó que si bien es cierto los jefes de áreas tienen la
obligación de establecer y vigilar el desarrollo de procedimientos para
asegurar la oportuna y eficiente prestación de los servicios, así como
atender en forma directa las reclamaciones que se formulen por
56 Véase, hojas 199 a 209 del cuaderno de agravios número 41.
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irregularidades en los servicios, en atención al artículo 19 del
Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de
Servicios de Atención Médica y en el artículo 7.2.1 de la NOM-206-
SSA1-2002; sin embargo, tales normas no refieren que los jefes de área
sean responsables de todo lo ocurrido en su interior57.
g) Por último, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal decidió
absolver al médico **********, jefe del área de terapia intensiva, ya que
********** no fue atendido inmediatamente en el área de cuidados
intensivos del Hospital ********** y en los hechos de la demanda por
responsabilidad médica no se hizo imputación alguna en su contra58.
Para el Tribunal Superior, las pruebas aportadas al juicio no subsanan
las deficiencias de la demanda, por lo que es irrelevante que en la
prueba pericial en medicina interna de la parte actora se haya señalado
que ********** tuvo responsabilidad en el área de cuidados intensivos.
h) Respecto al Hospital **********: A consideración del Tribunal Superior
de Justicia del Distrito Federal, el actor no acreditó el actuar ilícito
directo por parte del Hospital **********, por lo que no se actualiza la
responsabilidad prevista civil presita en el artículo 1924 del Código Civil
para el Distrito Federal. Lo anterior, ya que no existe una relación de
dependencia económica entre el hospital demandado y los médicos que
atendieron a **********. Asimismo, del contrato de prestación de servicios
hospitalarios se advirtió que el Hospital ********** no se hacía
responsable sobre la actuación profesional de los médicos tratantes
particulares o de terceras personas que proporcionen servicios de
atención médica al paciente; es decir, cuando tales profesionales hayan
sido contratados directamente por el usuario, como sucedió en el caso
concreto. De ahí que el Hospital ********** no sea responsable de los
daños que se pudieron haber causado a **********59.
i) Respecto a los médicos tratantes (toca **********): A juicio del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, los médicos ********** y
********** no son responsables por mal praxis médica. En primer lugar,
se dice que la parte actora reconoce que solicitó directamente la
intervención del médico **********. En segundo lugar, se argumenta que
57 Ibidem, hojas 209 y 210, del cuaderno de agravios número 41. 58 Ibidem, hojas 219 a 222 del cuaderno de agravios número 41. 59 Ibidem, hojas 222 a 225 del cuaderno de agravios número 41.
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no existe responsabilidad, pues aun cuando fueron los médicos que
ingresaron y diagnosticaron inicialmente al paciente, no se comprobó un
indebido diagnóstico ni que su tratamiento haya derivado en los daños
ocasionados al paciente.
j) De los dictámenes periciales aportados al juicio por la parte actora (en
específico, las periciales de neurología y medicina interna) no se
advierte unánimemente ni una conclusión congruente de que los
médicos hayan dado un mal diagnóstico, una incorrecta ubicación
hospitalaria del paciente o que su manejo posterior hayan sido la causa
del aumento de temperatura, convulsiones, colocación de un catéter
yugular, neumotórax y de la asistolia que lo condujo a un estado
vegetativo irreversible y, posteriormente, a su muerte60.
k) Por ejemplo, el perito neurólogo, al dar respuesta a la pregunta 19.2,
contestó que el estado vegetativo no fue consecuencia de la pancreatitis
y destacó que si bien la asistolia y paro cardiaco fue producto de un
neumotórax a tensión que presumiblemente fue causado por la
colocación fallida de un catéter, destaca que se encuentra en el
expediente un reporte de veinticinco de febrero de dos mil cinco a las
16:23 horas, en el que no aparece la imagen de un neumotórax, sino
sólo la existencia de una intubación y un catéter. En cambio, el perito
internista concluyó que fue la mala colocación del catéter lo que
desencadenó una sucesión de eventos desafortunados. En ese sentido,
se evidencia la contradicción de los dictámenes de la parte actora.
l) Por el contrario, del análisis del resto de las pruebas ofrecidas en el
juicio, específicamente los dictámenes periciales de la parte demandada
y los terceros en discordia, que fueron coincidentes, se advierte que
********** y ********** diagnosticaron correctamente la patología de
**********, consistente en una pancreatitis aguda y su tratamiento
posterior se ajustó a los procedimientos de salud reconocidos y
aceptados para la atención del paciente con tales características, sin
ocultar información a la familia61.
m) Respecto a los médicos neurocirujanos (toca **********): A juicio
del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, los médicos
********** y ********** no son responsables por mal praxis médica, toda 60 Ibidem, hojas 227 a 225 del cuaderno de agravios número 41. 61 Ibidem, hojas 222 a 225 del cuaderno de agravios número 41.
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vez que el supuesto daño causado (encefalopatía anóxica isquémica)
fue ocasionado antes de que los neurocirujanos intervinieran. De ahí
que no se les pueda atribuir una conducta que haya ocasionado un daño
a la salud del paciente.
n) Asimismo, el hecho de que no se haya integrado debidamente el
expediente clínico por tales médicos conforme a la NOM-168-SSA1-
1998, también resulta insuficiente para demostrar su responsabilidad. A
juicio del Tribunal Superior, las deficiencias en el cumplimiento de la
normatividad no tiene como consecuencia automática el acreditamiento
de los requisitos de la responsabilidad civil (conducta de hacer o no
hacer, daño y nexo causal entre la conducta y el daño).
o) Por otra parte, la sugerencia de llevar a ********** a un hospital
estadounidense no genera obligación alguna para los neurocirujanos, ya
que fue decisión de los familiares trasladar al paciente62.
p) Respecto al médico internista (toca **********): Para el Tribunal
Superior de Justicia, tampoco se acreditó la responsabilidad del doctor
********** al existir incongruencias en cuanto a las imputaciones que se
pretendieron acreditar con los dictámenes periciales de la actora y
porque el apelante acreditó sus excepciones.
q) Por una parte, se señala que el perito José Antonio Fernández Vera
concluyó que fue el personal de terapia intensiva quien atendió el paro
cardiorrespiratorio y que no existía evidencia documental de los sucesos
ocurridos en el área de imagenología; por otra parte, se destaca que el
perito José Ricardo Joel Esquivel Cortés tampoco concluyó de manera
precisa que fue el médico Domínguez Gordillo el que colocó
indebidamente el catéter (al dar respuesta a ciertas preguntas afirma
que fue el médico, como en la 23.3, mientras que en otras, como la 24.1,
menciona qué no se sabe quién lo colocó), evidenciándose una falencia
e incongruencia entre las pruebas periciales.
r) Al margen de dicha contradicción entre los dos primeros dictámenes
periciales de la parte actora, el Tribunal Superior argumentó que el
diverso dictamen de medicina interna de ********** ofrecido por la parte
actora también resultaba contradictorio en sí mismo en cuanto a quién
fue la persona que intubó al paciente, lo que ocasionaba que no merecía
62 Ibidem, hojas 257 a 261 del cuaderno de agravios número 41.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
valor probatorio pleno en torno a cómo sucedieron los hechos sobre la
colocación del catéter yugular, cuestión que si realizó el perito tercero en
discordia.
s) Respecto a la apelación de la parte actora (toca **********): Por
último, el Tribunal Superior de Justicia declaró infundados los agravios
de la sucesión, mediante los cuales se pretendía combatir la cantidad de
indemnización decretara por el juez local. Lo anterior, pues resultaron
fundados los agravios de los apelantes respecto a la inexistencia de
responsabilidad civil.
54. Conceptos de violación. Por lo que hace a la demanda de amparo, la
parte quejosa formuló diversos conceptos de violación en los que
argumentó que la sentencia del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal viola los derechos a la salud, de audiencia y las formalidades
esenciales del procedimiento, además de carecer de una fundamentación y
motivación, atendiendo a los siguientes razonamientos63:
a) La sentencia que se combate no es clara, precisa ni congruente con las
actuaciones judiciales desarrolladas en el juicio de origen, lo que es
contrario a lo establecido en el artículo 81 del Código de Procedimientos
Civiles del Distrito Federal64. Asimismo, el Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal omitió llevar a cabo un debido análisis de las
constancias de autos y de las pruebas desahogas en el juicio de origen,
lo que contraviene el artículo 402 del mismo ordenamiento65. Lo anterior,
en virtud de que en el juicio natural se probó la responsabilidad de los
médicos demandados y del Hospital ********** en base a los dictámenes
periciales que se encuentran en el expediente, los cuales no fueron
63 Hojas 52 y 137 del cuaderno principal del juicio de amparo.64 Ibidem, hoja 24. El artículo 81 del CPCDF señala lo siguiente: “Todas las resoluciones sean decretos, autos provisionales, definitivos o preparatorios o sentencias interlocutorias, deben ser claras, precisas y congruentes con las promociones de las partes, resolviendo sobre todo lo que éstas hayan pedido. Cuando el tribunal sea omiso en resolver todas las peticiones planteadas por el promovente, de oficio o a simple instancia verbal del interesado, deberá dar nueva cuenta y resolver las cuestiones omitidas dentro del tercer día. Las sentencias definitivas también deben ser claras, precisas y congruentes con las demandas y las contestaciones y con las demás pretensiones deducidas oportunamente en el pleito, condenando o absolviendo al demandado, y decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sido objeto del debate. Cuando éstos hubieren sido varios, se hará el pronunciamiento correspondiente a cada uno de ellos.”.65 Por su parte, el artículo 402 del mismo ordenamiento señala: “Los medios de prueba aportados y admitidos, serán valorados en su conjunto por el juzgador, atendiendo a las reglas de la lógica y de la experiencia. En todo caso el tribunal deberá exponer cuidadosamente los fundamentos de la valoración jurídica realizada y de su decisión.” Véase, hoja 268 del cuaderno principal.
23
AMPARO DIRECTO 51/2013
destruidos durante la secuela procesal, pero tampoco fueron valorados
por la autoridad responsable al emitir su nueva sentencia.
b) En el primer y segundo concepto de violación, se señaló que la
sentencia de apelación es ilegal, se encuentra indebidamente fundada y
motivada y resulta violatoria del artículo 4° constitucional, ya que
contrario a lo aducido por el Tribunal Superior de Justicia, se acredita la
responsabilidad por omisión de **********, jefe de la unidad de urgencias
y **********, jefe de la unidad de imagenología, en la atención médica
proporcionada a **********. Las principales razones para ello consisten en
que:
En el desahogo de la prueba confesional, los médicos aceptaron
que eran los respectivos jefes de unidad y reconocieron su
obligación de revisar los ingresos y diagnósticos que se emiten en
la unidad de urgencias y de imagenología en su calidad de jefes
de unidad66.
De conformidad con las NOM-197-SSA1-2000, NOM- 156-SSA1-
1996 y NOM-206-SSSA1-2002, los jefes de las unidades de
urgencias y de imagenología son responsables de las actuaciones
de su personal, tienen la obligación de verificar que cualquier tipo
de internamiento se realice conforme a los manuales de operación,
hacer los registros correspondientes en las bitácoras y contar con
los recursos técnicos necesarios para resolver cualquier evento
que se presente en su área67.
De las pruebas periciales en materia de cirugía general, medicina
interna y neurología aportadas por la propia parte actora, se
deduce que los jefes de las unidades de urgencias e imagenología
son responsables de la atención médica que se proporcionó al
paciente68.
66 Ibidem, hoja 123.67 Ibidem, hojas 131 (vuelta), 132, 144, 145 y 152. La sucesión señaló que el médico ********** es responsable por no haber tomado las medidas necesarias para la adecuada valoración médica del paciente, el tratamiento completo de la urgencia y vigilar la oportuna y eficiente prestación de servicios médicos. También señaló que ********** es responsable por su omisión de vigilar y revisar los lineamientos básicos para el ingreso de un paciente a la unidad a su cargo, por no verificar que el personal a su cargo contara con la capacidad médica para recibir o ingresar a un paciente como ********** y que no revisaran las guías y protocolos expedidos por la Secretaría de Salud.68 Ibidem, hojas 134, 150, 153 y 154.
24
AMPARO DIRECTO 51/2013
El nexo causal entre ********** y los médicos ********** y **********
deriva del hecho de que éstos eran, respectivamente, jefes de la
unidad de urgencias y de imagenología, en el momento en el que
********** fue ingresado y atendido, por lo que omitieron cumplir
con sus responsabilidades de cuidado69.
Los médicos cobraron honorarios por sus servicios de forma
indirecta, ya que se incluyeron en el costo de los servicios
pagados al hospital70.
La culpa de los médicos, el daño y la relación causal no es
necesario que quede debidamente probada, por lo que únicamente
se necesitan indicios para que se tenga por acreditada la
responsabilidad civil a través de la prueba presuncional o
indiciaria.
La responsabilidad civil se origina por actos omisivos de los
médicos en la inadecuada verificación de las prácticas llevadas a
cabo en las unidades de las que eran responsables, consistentes,
por el primero de los médicos, en no verificar la forma en que fue
ingresado a su servicio, no revisar los manuales operativos de
ingreso, no verificar que se cumplieran con el ingreso las acciones
y registro en las bitácoras o notas médicas, no tomar las medidas
necesarias que asegurasen una adecuada valoración y tratamiento
completo de la urgencia y estabilización de las condiciones
generales del paciente para ser transferido y, por el segundo de
los médicos, en omitir vigilar el buen desarrollo de procedimientos
para su oportuna y eficiente prestación de servicios médicos, no
procurar que en el área de su encargo se contara con los recursos
tecnológicos correspondientes a la capacidad del hospital y no
cumplir con las guías o protocolos médicos expedidos por la
Secretaría de Salud (en específico, lo previsto en la NOM-156-
SSA1-1996).
c) Al respecto, se insistió en que para acreditar responsabilidad de los
médicos y del hospital no es necesario que queden debidamente
probados la culpa, el daño y el nexo causal por la sucesión, ya que el
69 Ibidem, hojas 132 y 150.70 Ibidem, hojas 123 y 144.
25
AMPARO DIRECTO 51/2013
juez puede determinar la responsabilidad como resultado de la
valoración conjunta de los indicios que se encuentren en el expediente71.
d) Adicionalmente, se señaló que quedó demostrado mediante el dictamen
“Manejo en crisis del paciente”, emitido por el doctor **********,
especialista en medicina interna y con el libro “Attention Cardiovascular
Life Support”, que ********** no tenía que haber sido trasladado al área
de imagenología o rayos X sino hasta después de haberse estabilizado
en la unidad de terapia intensiva; no obstante, en el caso en concreto el
paciente fue llevado a tal área médica72.
e) Asimismo, se señaló que el hecho de que no exista evidencia clara y
concreta en el expediente clínico sobre lo sucedido en el tratamiento, es
responsabilidad del hospital y de los médicos que atendieron a **********
y no se puede revertir la carga de la prueba al paciente por dichas
omisiones, toda vez que la obligación de tener el expediente clínico
corresponde al hospital y al médico, mas no al paciente73.
f) En el tercer concepto de violación, la parte quejosa argumentó que la
sentencia reclamada es ilegal, se encuentra indebidamente fundada y
motivada y resulta violatoria del artículo 4° constitucional, ya que no se
llevó a cabo un correcto análisis de las constancias de autos y de las
pruebas desahogadas en el juicio por lo que hace a la responsabilidad
del Hospital ********** en la deficiente atención médica de **********, ni se
interpretaron correctamente los artículos 1924 del Código Civil para el
Distrito Federal y 309 del Código de Comercio.
g) La responsabilidad del Hospital ********** deriva de que los médicos
tratantes son parte de su cuerpo médico y a los cuales proporciona la
infraestructura, recursos y materiales necesarios para la atención
médica y el tratamiento de los pacientes, cobrando por tales servicios.
Adicionalmente, no es posible desvincularlo de responsabilidad alguna,
cuando todos los eventos que llevaron a ********** a estado vegetativo
sucedieron dentro de sus instalaciones y bajo el auxilio de su personal74. 71 Ibidem, hojas 132, 150 y 174.72 Ibidem, hoja 153.73 Ibidem, hojas 148 a 149.74 Respecto a la atención prestada por el personal del hospital, la parte actora reclama principalmente: i) que existió negligencia para efectuar la clasificación de Ranson y Glasgow en el diagnóstico de pancreatitis, así como la escala Apache II, para realizar el diagnóstico y evaluar su resultado; ii) el uso negligente del medicamento Graten (morfina), por sus efectos colaterales y secundarios en pacientes con pancreatitis aguda, pacientes graves con crisis convulsivas y con alteraciones en el estado de conciencia; y iii) el abandono en la atención de la crisis hipertensiva y
26
AMPARO DIRECTO 51/2013
En otras palabras, no puede afirmarse que es inexiste una
responsabilidad solidaria entre los médicos y el hospital en términos del
artículo 1924 del Código Civil, ya que el nosocomio reconoció que tales
profesionistas forman parte de su cuerpo médico y puso a su disposición
su infraestructura hospitalaria material y humana, cobrando a la actora
un precio por esos servicios.
h) Al respecto, se destaca que si bien la cláusula novena del contrato
establece que el hospital no asume ninguna responsabilidad por el
accionar de los médicos contratados directamente por el usuario, de ello
no puede considerarse que los médicos que atendieron a **********
fueron directamente contratados por los familiares. Fueron los médicos
del Hospital **********, sin elección particular del quejoso o de sus
familiares, los que prestaron los servicios médicos con base además de
su infraestructura y recursos.
i) El Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal pasó por alto que los
servicios hospitalarios privados se encuentran avalados por el Consejo
de Salubridad General75 y están regulados por la Ley General de Salud,
ley de orden público e interés social, que se encarga de reglamentar el
derecho a la salud contenido en el artículo 4° constitucional. Por lo que
cualquier convenio o acuerdo que realice el hospital —incluyendo el
contrato de prestación de servicios hospitalarios—, que violente la
calidad en el servicio médico y el derecho a la salud deben tenerse
como contrarios al orden público e interés social76.
j) Asimismo, se destacó que la autoridad responsable omitió tomar en
cuenta en su sentencia que ********** fue ingresado al servicio de
urgencia del hospital y recibido y tratado por personal dependiente del
mismo, como residentes, enfermeras, médicos de guardia, técnicos de
laboratorio, staff del piso y que, además, sus dependientes fueron los
que trasladaron al paciente a la unidad de imagenología donde presentó
el paro, sin que conste que fuera monitoreado o acompañado con un
sistema de imagenología transportable.
durante todo su tratamiento dentro del Hospital **********. Véanse, hojas 166, 167, 170 a 173, del cuaderno principal.75 Hoja 178 del cuaderno principal.76 Ibidem, hojas 166, 178 a 180.
27
AMPARO DIRECTO 51/2013
k) En este apartado, la quejosa recalca que ********** fue mal
diagnosticado en su ingreso al hospital, dado que no existe la categoría
de pancreatitis moderada, y a su vez no fue internado en una unidad de
cuidados intensivos, tal como era necesario por su gravedad.
Adicionalmente, se señala que ni el hospital ni los médicos le dieron un
tratamiento adecuado a las crisis hipertensivas y se suministró un
medicamento contra-indicado (en dosis menores a las señaladas), como
lo es el Graten (morfina), al sufrir el paciente de hipertensión arterial y
pancreatitis.
l) En suma, se afirma que los médicos tratantes no son los únicos
responsables de las negligencias médicas en el tratamiento de **********,
sino que también lo son los médicos internos y demás personal del
nosocomio y el propio Hospital ********** que en conjunto intervinieron en
la atención médica del ahora fallecido. En la atención médica participó
personal del staff del Hospital ********** y todos los eventos sucedieron
en su interior, por lo que debe declararse como responsable en términos
del artículo 1924 del Código Civil.
m) En el cuarto concepto de violación, se argumenta que la sentencia
reclamada es ilegal, era ilegal, se encuentra indebidamente fundada y
motivada y resulta contraria al artículo 4° constitucional, ya que no se
valoró adecuadamente la conducta de los médicos tratantes para
acreditar su negligencia médica.
n) En ese tenor, se explica que existió falta de pericia de los médicos
********** y ********** respecto al diagnóstico inicial, pronóstico y decisión
del tipo de servicio donde debió ingresarse el paciente para la
continuación de su tratamiento, toda vez que77:
Los referidos médicos efectuaron un incorrecto diagnóstico inicial.
El paciente tuvo que haber sido diagnosticado con pancreatitis
aguda severa y no moderada. Ésta última clasificación no existe
en la literatura médica, por lo que ********** debió ser tratado en el
área de terapia intensiva y no en el área de cuidados normales78.
Se debió haber considerado la pancreatitis como aguda severa,
dado lo elevado de los factores de amilasa (diez veces más de lo
77 Ibidem, hoja 224.78 Ibidem, hojas 225 y 226.
28
AMPARO DIRECTO 51/2013
normal) y lipasa (59 veces más de lo normal). Adicionalmente, se
dice que los médicos tratantes no pudieron haber calculado el
Apache II para diagnosticar la pancreatitis como moderada a las
19:00 horas del veinticuatro de enero de dos mil cinco, ya que en
ese momento no contaban con los análisis de laboratorio.
No se manejaron ni atendieron correctamente las crisis
convulsivas, omitiendo los lineamientos de la guía de “Manejo de
Crisis Convulsiva del Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias”.
Debió haberse identificado la etiología de esas crisis y manejarlo
en un área de cuidados intensivos. Además, debió haberse
administrado algún medicamento antihipertensivo.
Los médicos tratantes y el personal del hospital suministraron
fármacos contraindicados (Depakane) para personas con daños
hepáticos e hipertensión, características presentadas por
**********79. También se le suministró el fármaco Graten, sulfato de
morfina, indicado para el dolor crónico pero que dadas sus
reacciones secundarias como vómito, alteraciones respiratorias y
convulsiones, su uso no es recomendable como primera opción y
sin amplia vigilancia del paciente80.
De conformidad con la “Guía de Manejo del Estado Epiléptico
Convulsivo Generalizado”, la intubación de un paciente con crisis
convulsiva debe realizarse sólo cuando: i) el paciente no responde
a los primeros fármacos para suprimir las crisis y ii) no recupera el
estado de conciencia en cada una de las crisis. No obstante, en el
caso en concreto no existe constancia alguna sobre la
administración de medicamentos para suprimir las crisis
convulsivas que sufrió el paciente desde su ingreso a las dieciséis
horas con cuarenta minutos del día veinticuatro de enero de dos
mil cinco a las trece horas del día siguiente81. Por ende, la
intubación que se decidió practicarle estaba contraindicada
mientras no se hubiera controlado las crisis convulsivas.
No se trasladó inmediatamente al paciente a la unidad de medicina
crítica a pesar de las indicaciones del médico internista **********. 79 Ibidem, hoja 229.80 Ibidem, hojas 171, 172, 226, 229 a 231.81 Ibidem, hojas 233 y 234.
29
AMPARO DIRECTO 51/2013
A las diez horas, el paciente presentaba una tensión arterial muy
alta y había sufrido de fiebre, vómitos y de una crisis convulsiva,
por lo que debió haber sido trasladado inmediatamente a la unidad
de cuidados intermedios, como lo había ordenado el médico
internista; sin embargo, dicho traslado se dio supuestamente hasta
las trece horas con treinta minutos, lo cual evidenció una deficiente
atención médica.
Tras la crisis convulsiva, no se aplicó una sonda nasogástrica por
una posible bronco aspiración ni se determinó el origen de tal
crisis, como lo establece el “Programa Avanzado de Apoyo Vital
para Médicos” (“ATLS”), documento ofrecido como prueba al juicio
que no fue objetada.
El traslado del paciente a la unidad de cuidados intermedios se dio
hasta las quince horas con cuarenta y nueve minutos. En ese
sentido, contrario a las especificaciones médicas, la intubación
endotraqueal por insuficiencia respiratoria y la colocación del
catéter yugular (que se logró hasta la tercera ocasión), se llevó a
cabo en el cuarto de hospital y no en una unidad de medicina
crítica (intermedia o intensiva) ni por personal calificado para ello.
Ello, tal como se desprende de la nota de cirugía de las catorce
horas con cuarenta y tres minutos y las notas de cirugía y
medicina crítica de las diecisiete y dieciocho horas, ambas del
veinticinco de enero de dos mil cinco.
A pesar de haber sido intubado por el médico ********** a las trece
horas con treinta minutos, el paciente nunca recuperó una
oxigenación adecuada, como se desprende de la nota de
enfermería de veinticinco de enero de dos mil cinco.
Así, se recalca la responsabilidad de los médicos tratantes al no
haberse llevado a cabo las acciones necesarias para el cuidado de
los signos vitales de su paciente y dado que la intubación y
colocación del catéter fueron realizadas de manera incorrecta, en
el cuarto de hospital y por personal no calificado, lo cual ocasionó
que se pinchara un pulmón y se causara un neumotórax que lo
llevó a un shock persistente hasta la asistolia (paro).
30
AMPARO DIRECTO 51/2013
Adicionalmente, se destaca que la supuesta radiografía de tórax
tomada tras la colocación del catéter para asegurarse que no
existió neumotórax no se encuentra en el expediente clínico, lo
que evidencia que no fue realizada.
Se trasladó al paciente al área de imagenología sin haberse
asegurado de la existencia de un neumotórax tras la aplicación del
catéter yugular, sin haber controlado y tratado las crisis
convulsivas y hemodinámicamente inestable, por lo que existió
una conducta negligente por parte de los médicos tratantes al no
verificar ninguna de estas situaciones.
Los médicos tratantes son responsables en la negligencia médica
que ocasionó el estado vegetativo y muerte posterior del paciente,
ya que era su obligación asegurarse de la adecuada condición
médica del paciente para su traslado al área de imagenología,
además de que tenían el deber de observar el cumplimiento y
aplicación de las guías de resucitación cardiopulmonar, las cuales
no fueron acatadas, pues ********** sufrió de un daño cerebral
como consecuencia del shock persistente hasta la asistolia
provocado por un neumotórax a tensión tardío en el área de
imagenología, el cual a su vez fue ocasionado por la indebida
colocación de un catéter yugular.
Por último, se acredita la responsabilidad civil, ya que los médicos
tratantes no cumplieron con los requisitos establecidos
normativamente para la elaboración de sus notas médicas e
incurrieron en una conducta omisiva al interpretar parcialmente las
opiniones y resultados de las valoraciones neurológicas
practicadas al paciente, en las que se demostraba un daño
cerebral irreversible, ocultando información a la familia sobre el
más pronóstico de vida y salud de **********, en clara
contravención de los artículos 1910 y 2104 del Código Civil para el
Distrito Federal..
o) En el quinto concepto de violación, se sostiene que la sentencia
reclamada es ilegal, se encuentra indebidamente fundada y motivada y
resulta violatoria del artículo 4° constitucional, en torno a la existencia de
31
AMPARO DIRECTO 51/2013
negligencia médica por parte de los neurocirujanos ********** y **********
al haber incurrido en una serie de errores en el diagnóstico y tratamiento
médico del **********, consistentes en lo siguiente:
Los neurocirujanos tuvieron conocimiento de la patología de
********** previo al evento de las diecisiete horas del veinticinco de
enero de dos mil cinco en el área de imagenología, en donde
alegadamente se causó el daño cerebral al paciente. Lo anterior,
ya que lo habían revisado ese mismo día a las once horas, como
se demuestra en la nota de interconsulta presente en el
expediente clínico. En ese tenor, se afirma que los propios
neurocirujanos tuvieron conocimiento de las crisis convulsivas,
percatándose de la inexistencia de tratamiento, y no llevaron a
cabo ninguna actuación al respecto.
Existió insuficiencia de conocimiento e ignorancia en la
elaboración de un diagnóstico y valoración, al prescribir
medicamentos que están contraindicados en pacientes que sufren
daños hepáticos con crisis convulsivas82, además de negligencia e
inexcusable falta de cuidado por no revisar la información
contenida en el expediente clínico necesaria para el diagnóstico y
valoración del paciente83.
Los neurocirujanos omitieron realizar correctamente las notas de
interconsulta y evolución que permitirían conocer claramente el
tratamiento médico y el pronóstico de **********, ocultando
información vital a los familiares84.
No se siguieron ni se prestaron los servicios de calidad conforme a
la normatividad mexicana, guías y protocolos aplicables, entre los
que se encuentran la NOM-168-SSA1-199885.
82 Ibidem, hojas 273 a 275 y 279. Al respecto, la parte actora señala que la orden de suministrar los medicamentos aparece en la nota de interconsulta de veinticinco de enero de dos mil cinco de las once horas, lo cual fue antes de que ocurriera el evento en el área de imagenología, por lo que, dichos médicos si tuvieron intervención en el tratamiento del paciente previamente a las maniobras de resucitación cardio-pulmonar. Véase, hoja 273 del cuaderno principal.83 Ibidem, hojas 273 a 275.84 Ibidem, hojas 275 y 276.85 Idem.
32
AMPARO DIRECTO 51/2013
Los neurocirujanos incurrieron en una irresponsabilidad para
hacerse cargo del seguimiento del paciente en su tratamiento
fuera del Hospital **********86.
En suma, con base en todo lo anterior, se destacó que resulta
inexacto que la autoridad responsable haya sostenido que los
neurocirujanos no incurrieron en negligencia médica, ya que los
daños (encefalopatía anóxica isquémica) fueron ocasionados
antes de su intervención. Para la parte quejosa, es evidente que
los médicos conocieron de la situación médica de ********** previo
al suceso en el área de imagenología, omitiendo llevar a cabo las
conductas necesarias en torno a las crisis convulsivas que evitaran
el deterioro del paciente, por lo que incurrieron en una
responsabilidad por omisión que, además, se complementó con el
incumplimiento de la normatividad para la redacción de las notas
clínicas y con el ocultamiento de información a la familia del
verdadero estado de **********.
p) Por último, en el sexto concepto de violación, se señaló a su vez que
la resolución reclamada es ilegal, se encuentra indebidamente fundada y
motivada y resulta contraria al artículo 4° constitucional, toda vez que se
realizó un incorrecto estudio de las constancias y pruebas en el
expediente respecto a las conductas atribuidas al médico internista
**********. Ello, de conformidad con los razonamientos que siguen:
En principio, se destaca que respecto a ciertos apartados de las
pruebas periciales de neurología y cirugía general y neurología
ofrecidas por la parte actora, en donde se señaló que este médico
incurrió en negligencia médica, se tuvo a los demandados por
conformes en términos del acuerdo de veintiuno de septiembre de
dos mil nueve del juez civil, ya que las periciales de los
demandados no respondieron los cuestionamientos pertinentes
solicitados por la actora, a diferencia de los peritos de la propia
parte actora.
Al margen de lo anterior, se afirma que contrario a lo expuesto en
la sentencia de apelación, el médico omitió localizar e identificar el
origen de las crisis convulsivas sufridas por el paciente como una 86 Ibidem, hoja 279.
33
AMPARO DIRECTO 51/2013
medida urgente87. Asimismo, previamente a la decisión de la
intubación de **********, omitió revisar de forma debida el
expediente clínico del paciente, verificar el diagnóstico y seguir los
manuales para el tratamiento de las crisis convulsivas y los
pacientes en unidades de medicina crítica (en especial, el plan de
“Manejo de Crisis Convulsiva del Plan Andaluz de Urgencias y
Emergencias”, la “Guía de Manejo del Estado Epiléptico
Convulsivo Generalizado”, el “Manual del Programa Avanzado de
Apoyo Vital en Trauma para Médicos” y la NOM-168-SSA1-
1998)88.
El médico tuvo conocimiento del estado de ********** (fiebre, vómito
y crisis convulsiva, entre otras cuestiones) desde las diez horas del
veinticinco de enero de dos mil cinco, tal como se aceptó al
responder la posición 21 en la audiencia de cuatro de marzo de
dos mil ocho y de conformidad con las notas del expediente clínico
de ese mismo día y las pruebas periciales89. En ese sentido, se
señala que es evidente que el médico no llevó a cabo las
conductas necesarias para investigar la etiología de las crisis
convulsivas ni se percató de la administración de medicamentos
contraindicados que se encontraban detallados en el expediente
clínico (Depakene y Graten), lo cual era su obligación y lo que
consecuentemente derivó en que ********** no fuera diagnosticado
adecuadamente ni trasladado de inmediato a la unidad de
cuidados intensivos.
La administración de los medicamentos contraindicados en
pacientes con disfunción o daño hepático como ********** inició a
las primeras horas del veinticinco de enero de dos mil cinco y fue
ordenada por el médico de guardia del Hospital **********,
irregularidades que fueron advertidas en el dictamen pericial de
veintiséis de agosto de dos mil nueve del doctor ********** y en las
respuestas a los cuestionarios presentados por la parte actora y
demandada que se encuentran en el expediente.
87 Ibidem, hojas 305 y 306.88 Ibidem, hojas 305 a 311.89 Ibidem, hojas 313 a 315.
34
AMPARO DIRECTO 51/2013
El médico internista, contrario a lo expuesto en la resolución
reclamada, decidió intubar a ********** sin seguir los lineamientos
médicos respectivos, pues la intubación sólo se efectúa cuando el
paciente no responde a los primeros fármacos para suprimir las
crisis convulsivas y sigue sufriendo de las mismas de manera sin
recuperar el estado de consciencia entre cada crisis, tal como se
desprende de la “Guía de Manejo del Estado Epiléptico Convulsivo
Generalizado” y como fue indicado en el dictamen pericial de la
propia parte actora presentado por el doctor **********, al dar
respuesta a la pregunta 36.
El médico internista, a pesar de las convulsiones, omitió la
aplicación de una sonda nasogástrica para evitar bronco
aspiración (la cual más adelante ocurrió). Adicionalmente, se
insiste en que no investigó la etiología de las crisis convulsivas ni
trasladó inmediatamente al paciente a un área de medicina crítica,
en desatención del “Manual del Programa Avanzado de Apoyo
Vital en Trauma para Médicos”).
A pesar de la indicación del propio médico internista, que señaló
que ********** fuera trasladado inmediatamente a medicina crítica
alrededor de las diez horas del veinticinco de enero de dos mil
cinco, dicho traslado sucedió supuestamente hasta las trece horas
con treinta minutos de ese día, como se desprende de la nota de
enfermería. En ese tenor, se sostiene que el médico omitió
verificar y acompañar al paciente al área de cuidados intermedios.
Se señala que resulta falso que ********** haya sido enviado
cuidados intermedios alrededor de las trece horas con treinta
minutos, sino que fue hasta las quince horas con cuarenta y nueve
minutos. Ello, pues existe una nota del propio médico ********** de
las catorce horas con cuarenta y tres minutos que fue redactada
en el área de hospital y en la que se indica que se colocó
intubación endotraqueal y catéter yugular, así como otra nota de
las diecisiete horas en la que se describe que se realizó una
intubación y la colocación de un catéter.
35
AMPARO DIRECTO 51/2013
Con base en lo anterior, se argumenta que existió una indebida y
negligente actuación por parte del referido médico internista, ya
que la intubación y el catéter yugular se colocaron en un cuarto de
hospital y no en un área de medicina crítica con los aditamentos
necesarios para monitorear la condición del paciente y con
personal capacitado.
Al intubar a **********, el médico internista dejó de cumplir con el
citado manual de apoyo vital para médicos, dado que no utilizó un
detector de bióxido de carbono para confirmar la adecuada
intubación (a las trece horas la oxigenación era del 78% y a las
catorce horas del 82%) ni una vez colocado el catéter yugular,
tomó una radiografía de tórax que asegurara su debida colocación
(los médicos alegan que si se tomó tal radiografía, pero la misma
no consta en el expediente), en clara desatención de las
indicaciones contenidas en la publicación “Cateterismo venoso
central en pediatría”) y el manual avanzado de apoyo vital para
médicos.
Además, se destaca que el catéter es un procedimiento invasivo
que debe ser descrito por parte del personal médico en el
expediente y debe de cumplir con ciertos requisitos de
consentimiento de acuerdo a los artículos 80, 81, 82 y 83 del
Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación
de Servicios de Atención Médica.
********** fue trasladado indebidamente al área de imagenología
con una intubación fallida que no aseguraba un nivel óptimo de
saturación de oxígeno y con un catéter que fue colocado hasta el
tercer intento, mediante el cual se ocasionó un neumotórax a
tensión90 que no fue identificado por el médico internista o por el
personal del Hospital **********.
Con base en todo lo anterior, se argumenta que ********** incurrió
en una negligencia médica al intubar y colocar indebidamente un
catéter yugular al paciente, ocasionando un neumotórax a tensión
que no fue diagnosticado en su momento oportuno, y que al
trasladar también de manera incorrecta a ********** al área de 90 Véase, hoja 329 del cuaderno principal.
36
AMPARO DIRECTO 51/2013
imagenología con un grado importante de desaturación, propició
una hipotensión y bradicardia persistente hasta la asistolia que le
ocasionó un daño cerebral irreversible que lo llevó a la muerte.
VII. DELIMITACIÓN DE LA MATERIA DEL JUICIO Y CUESTIONES PREVIAS
55. En atención a lo expuesto con anterioridad, el presente asunto tiene como
objeto verificar la constitucionalidad y legalidad de la sentencia reclamada a
la luz del derecho a la salud y los principios de seguridad y legalidad
jurídica. En específico, la problemática del caso gira en torno a verificar, por
un lado, si las afirmaciones normativas previstas en la sentencia impugnada
en torno a la responsabilidad civil del Hospital ********** y de la totalidad de
los médicos involucrados resulta congruente con los precedentes de esta
Suprema Corte en relación con los elementos de la responsabilidad civil y,
por otro lado, si fue adecuada la valoración de los medios probatorios por
parte de la Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal para no tener por acreditada los requisitos de la acción por daños y
perjuicios.
56. Para ello, se deberá abundar sobre el tipo de responsabilidad civil derivada
de una atención médica, los requisitos para tener por acreditados los
elementos de la acción, las fases del tratamiento médico y la forma de
examinarlas, la relación que existe entre conductas subsecuentes de
diferentes médicos y la forma en que deben de valorarse, así como el grado
de responsabilidad que puede tener una institución hospitalaria privada en
la atención médica realizada por su grupo de médicos.
57. Ahora bien, no obstante lo anterior y antes de pasar al estudio de fondo de
los argumentos de la parte quejosa, es imprescindible que esta Primera
Sala se manifieste sobre dos aspectos de incidencia procesal para la
resolución del asunto que son de previo y especial pronunciamiento: a) el
alegato de existencia de cosa juzgada refleja, presentado por el tercer
interesado ante esta Suprema Corte, y b) la trascendencia de la
37
AMPARO DIRECTO 51/2013
determinación del Tribunal Colegiado en cuanto al valor del contenido de los
dictámenes periciales del hospital y de los médicos demandados.
58. Análisis sobre la cosa juzgada refleja. En primer lugar, consta en el
expediente que una vez que se admitió y registró el presente amparo directo
en esta Suprema Corte, el dos de junio de dos mil catorce, el representante
de los terceros interesados (médicos y Hospital **********) presentó un
escrito en la Oficina de Certificación Judicial y Correspondencia en el que
interponía un incidente de cosa juzgada refleja. Su argumentó consistió en
que se había dictado una sentencia ejecutoriada absolutoria en el juicio
civil 61/2007 del Juzgado Sexagésimo Cuarto de lo Civil en el Distrito
Federal, el cual surgió a partir de una demanda de daño moral presentada
por el padre del fallecido ********** en contra de las mismas personas
demandadas en el juicio civil del que deriva el presente amparo directo y por
los mismos hechos. A juicio del promovente, debía declarase como cosa
juzgada la inexistencia de negligencia en la atención médica de ********** en
el Hospital **********.
59. La Presidenta en funciones de la Primera Sala de la Suprema Corte dio
cuenta de tal escrito y señaló que era improcedente la tramitación del
incidente, en atención a la tesis de jurisprudencia de rubro: “COSA JUZGADA REFLEJA. EL ESTUDIO DE LA EXCEPCIÓN RELATIVA DEBE REALIZARSE EN LA SENTENCIA DEFINITIVA”91. Por ende, en
atención a ese criterio, se procede al examen del alegato de la existencia de
cosa juzgada refleja.
60. Como se detalló en el apartado de antecedentes, de manera paralela a la
acción de daños y perjuicios, el veintitrés de enero de dos mil siete, el padre
de ********** promovió un juicio ordinario civil por daño moral en contra del
Hospital ********** y de los mismos médicos demandados en la presente 91 Tesis 1a./J. 9/2011, emitida por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXXIII, abril de 2011, página 136, de texto: “La excepción de cosa juzgada refleja, no versa sobre una cuestión que destruya la acción sin posibilidad de abordar el estudio de fondo de la litis planteada, sino que se trata de una excepción sobre la materia litigiosa objeto del juicio, por lo que su estudio debe realizarse en la sentencia definitiva, y no en un incidente o en una audiencia previa”. Precedente: contradicción de tesis 197/2010. Entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados Décimo Tercero y Décimo Cuarto, ambos en Materia Civil del Primer Circuito. 1o. de diciembre de 2010. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan N. Silva Meza. Secretario: Rodrigo de la Peza López Figueroa.
38
AMPARO DIRECTO 51/2013
instancia. La demanda fue conocida por el Juez Sexagésimo Cuarto de lo
Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, quien lo registró
bajo el número de expediente 61/2007. En sentencia definitiva de catorce de
junio de dos mil doce, se condenó a los demandados al pago de una
indemnización por daño moral; sin embargo, tal resolución fue apelada y
resuelta el once de enero de dos mil trece por la Décima Sala Civil del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, en el sentido de modificar
el fallo objetado y condenar a los demandados, con excepción del Hospital
**********.
61. En desacuerdo, los demandados y el actor promovieron un juicio de amparo
directo. El Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito
conoció del asunto, admitió las demandas, las registró bajo los números
166/2013, 167/2013 y 168/2013 y, tras la substanciación correspondiente,
dictó sentencias el veinticinco de abril de dos mil trece en el sentido de
sobreseer por lo que hace al 166/2013 (promovido por el actor en el juicio
civil) y conceder el amparo por insuficiencia probatoria a los médicos
demandados.
62. El veinticuatro de mayo de dos mil trece, la Sala Superior dio cumplimiento
al fallo del amparo, por lo que modificó la resolución reclamada y condenó al
pago de daño moral únicamente a los médicos tratantes (********** y
**********) y al médico internista (**********), toda vez que al resto de los
médicos (jefes de área y neurocirujanos) no se les podía asignar
responsabilidad alguna en los sucesos que supuestamente ocasionaron un
daño cerebral a **********. Inconformes, tanto los médicos tratantes como el
internista presentaron una segunda demanda de amparo, la cual fue
conocida por el mismo Tribunal Colegiado y registrada bajo los números
468/2013 y 469/2013.
63. El doce de septiembre de dos mil trece, se emitió una sentencia en la que
se concedió el amparo a los quejosos, bajo el argumento de que con la
valoración efectuada por la autoridad responsable de las pruebas que
integraban el juicio civil no se comprobaba la negligencia médica en la
atención de la persona fallecida. En contra de esta sentencia de amparo, la
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AMPARO DIRECTO 51/2013
tercero interesada interpuso un recurso de revisión, el cual fue registrado
como 3506/2013 y desechado por acuerdo de Presidencia de esta Suprema
Corte el quince de octubre de ese mismo año.
64. Aunado a ello, el veinticinco de septiembre de dos mil trece, la referida
Décima Sala del Tribunal Superior emitió una nueva resolución en la que
modificó el fallo apelado y absolvió a los médicos demandados de todas las
prestaciones reclamadas. Esta resolución se declaró que daba cabal
cumplimiento al juicio de amparo mediante un acuerdo de veintidós de
noviembre de dos mil trece por parte del Primer Tribunal Colegiado en
Materia Civil del Primer Circuito.
65. Ahora, de lo recién relatado se puede desprender que como consecuencia
de los sucesos ocurridos en el Hospital **********, se promovieron dos
acciones diferenciadas por los mismos hechos: una por daños y perjuicios,
interpuesta por la sucesión de **********, y otra por daño moral, presentada
por su padre como familiar directo. La primera de las acciones es la que es
objeto de análisis en el presente juicio de amparo directo, mientras que la
segunda fue materia de otro juicio ordinario civil que ya adquirió el carácter
de cosa juzgada al haberse agotado todos los medios de defensa
legalmente establecidos.
66. Es por esta situación que los terceros interesados en el amparo que ahora
nos ocupa alegan la existencia de cosa juzgada refleja, pues, desde su
punto de vista, diversos tribunales ordinarios y federales ya valoraron los
hechos en contra de las mismas partes y llegaron a la conclusión de que no
se actualizó ninguna negligencia médica en la atención de ********** en el
Hospital **********, por lo que estiman que es innecesaria la intervención de
esta Suprema Corte al existir un pronunciamiento final sobre el asunto.
67. Esta Primera Sala no coincide con el planteamiento de los terceros
interesados al ser inexistente el impedimento de cosa juzgada refleja. En
principio, debe destacarse que esta Suprema Corte se ha pronunciado
sobre la naturaleza de la referida cosa juzgada refleja. En la contradicción
de tesis 197/2010, fallada por la Primera Sala el primero de diciembre de
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AMPARO DIRECTO 51/2013
dos mil diez, se señaló que un conflicto llega a su final cuando se emite una
sentencia que resuelve la litis planteada ante la competencia del órgano
jurisdiccional que no puede ser modificada al haber causado ejecutoria.
68. En ese caso, “no solamente se extinguió la facultad de las partes de hacer
valer las mismas pretensiones en un juicio posterior, sino que además,
existe ya un pronunciamiento sobre dichas pretensiones, que debe
considerarse la verdad legal”92. Para ello, se afirmó que para que exista una
excepción en un juicio posterior por cosa juzgada es necesario “que entre el
caso resuelto por sentencia definitiva y aquel en que se invoca, concurran
identidad en las cosas, en las causas, en las personas de los litigantes y en
la calidad con que hubieren participado en el mismo, esto es, que se haya
resuelto el mismo juicio con anterioridad”93.
69. En relación con lo anterior, se argumentó que aunado a la concurrencia
estricta de una excepción por cosa juzgada, podía surgir lo que es conocido
como cosa juzgada refleja, la cual es una creación doctrinal y jurisprudencial
ideada para “que lo resuelto en un juicio anterior, tenga relevancia en un
juicio posterior, de tal manera que el juez deba tener en cuenta dicho
pronunciamiento anterior, pues de lo contrario rompería con la autoridad de
cosa juzgada que rige en el procedimiento anterior”. Para esta Primera
Sala94:
[L]a excepción de cosa juzgada refleja, opera en circunstancias extraordinarias en las que, aun cuando no concurren todos los elementos de la cosa juzgada (identidad de cosas, identidad de causas, identidad de partes y de su calidad), existe una influencia que ejerce la cosa juzgada derivada de un juicio resuelto, sobre la materia y decisión del que se va a resolver, debido a que en el primero se decidió un aspecto fundamental que sirve de base para hacer convicción en el segundo; es decir, que lo resuelto en un asunto anterior, incide en otro posterior, pudiendo señalarse que el primero sirve de sustento al segundo, creando efectos positivos o negativos, pero siempre reflejantes.[…]En cambio, y siguiendo el mismo orden de ideas, debe considerarse que la excepción de cosa juzgada refleja es una excepción perentoria, pues no impide que el órgano jurisdiccional aborde el estudio de fondo de la litis del juicio posterior, sino que por el contrario, el juzgador debe abordar dicho estudio, pero tendrá que tomar en cuenta lo resuelto en
92 Sentencia de la contradicción de tesis 197/2010, página 43.93 Ibidem, página 45.94 Ibidem, páginas 47 y 53.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
la sentencia anterior, porque en la misma se contiene un pronunciamiento que resulta fundamental para la resolución del juicio posterior.[…]En efecto, la esencia misma de la cosa juzgada refleja, es que aporta al nuevo juicio un elemento fundamental para resolver, lo que significa que lo que se refleja en el nuevo juicio, es precisamente una cuestión sustantiva. Por lo tanto, para determinar si existe ese efecto reflejo de la cosa juzgada, el juzgador debe primeramente saber cuál es la litis en el juicio que va a resolver, y en qué medida es fundamental o trascendental lo resuelto en el fondo de ese otro juicio primigenio.
70. De acuerdo al criterio establecido en dicha sentencia, lo que se busca
entonces con la figura de la cosa juzgada refleja es respetar y proteger el
principio de seguridad jurídica, pues aun cuando no coexiste en el nuevo
juicio la identidad de cosas, causas y partes que ameritarían la
improcedencia de la pretensión, lo fallado en un asunto ejecutoriado dictado
con anterioridad influye directamente en el que se somete a la jurisdicción
del juzgador, pues podría ocurrir que al no valorarse lo resuelto por el otro
órgano jurisdiccional se llegase a fallos contradictorios. Así, para que se
pueda hablar de una cosa juzgada refleja que lleve a un juez, jueza o
tribunal a pronunciarse en el mismo sentido que en otro juicio, esta Primera
Sala considera que debe de concurrir una estrecha relación entre tales
juicios (sea porque su materia es conexa o deriva de los mismos hechos) y
debe de haberse emitido una determinación final sobre tal aspecto en
común que sea ineludible e imprescindible fáctica y/o normativamente para
el juzgador95.95 Este tema de las características de la cosa juzgada refleja ha sido ampliamente estudiado por diversos órganos jurisdiccionales del Poder Judicial de la Federación. Al respecto, destaca una tesis de número I.4o.C.36 K, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXIX, febrero de 2009, página 1842, de rubro y texto siguiente: “COSA JUZGADA. ELEMENTOS PARA SU EFICACIA REFLEJA. La cosa juzgada encuentra su fundamento y razón en la necesidad de preservar y mantener la paz y la tranquilidad en la sociedad, con medidas que conserven la estabilidad y la seguridad de los gobernados en el goce de sus libertades y derechos, y tiene por objeto primordial proporcionar certeza respecto a las relaciones en que se han suscitado litigios, mediante la inmutabilidad de lo resuelto en una sentencia ejecutoriada. La cosa juzgada puede surtir efectos en otros procesos, de dos maneras: la más conocida, es la eficacia directa, y opera cuando los elementos de sujetos, objeto y causa son idénticos en las dos controversias de que se trate; la segunda es la eficacia refleja, con la cual se robustece la seguridad jurídica, al proporcionar mayor fuerza y credibilidad a las resoluciones judiciales, evitando que criterios diferentes o hasta contradictorios sobre un mismo hecho o cuestión, puedan servir de sustento para emitir sentencias distintas en asuntos estrechamente unidos en lo sustancial o dependientes de la misma causa; esto es, la tendencia es hacia la inexistencia de fallos contradictorios en temas que, sin constituir el objeto directo de la contienda, son determinantes para resolver litigios. En esta modalidad no es indispensable la concurrencia de las tres clásicas identidades sino sólo se requiere que las partes del segundo proceso hayan quedado vinculadas con la sentencia ejecutoriada del primero; que en ésta se haya tomado una decisión precisa, clara e indubitable, sobre algún hecho o una situación determinada, que constituya un elemento o presupuesto lógico, necesario para sustentar jurídicamente la decisión de fondo del objeto del conflicto, de manera tal, que sólo en el caso de que se asumiera criterio distinto respecto a ese hecho o presupuesto lógico relevante, pudiera variar el sentido en que se decidió la
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71. En el asunto que nos ocupa, esta Primera Sala estima que las decisiones y
conclusiones tomadas en los recursos de apelación y juicios de amparo
derivados del juicio ordinario civil 61/2007, surgido como consecuencia de la
demanda por daño moral, no inciden en la resolución del presente caso. Si
bien derivan de los mismos sucesos fácticos y son idénticas las personas
demandadas, la naturaleza de las pretensiones (patrimonial y moral), al ser
autónomas y al haber sido reclamadas por vías diferenciadas, provoca que
cada una deba de ser probada en su respectivo juicio y que su
acreditamiento dependa de las pruebas aportadas al mismo96.
72. En ese sentido, se advierte que la determinación para absolver a los
médicos demandados al pago de una indemnización por daño moral en el
juicio ordinario civil 61/2007 consistió en que no se acreditó que hubieran
incurrido en un hecho ilícito en la atención médica de **********, tal como se
deduce de las diferentes sentencias que fallaron el toca de apelación
337/2008/33 y los juicios de amparo 166/2013, 167/2013, 168/2013,
contienda habida entre las partes; y, que en un segundo proceso que se encuentre en estrecha relación o sea interdependiente con el primero, se requiera nuevo pronunciamiento sobre aquel hecho o presupuesto lógico, como ocurre especialmente con relación a la causa de pedir, es decir, a los hechos o actos invocados por las partes como constitutivos de sus acciones o excepciones. Por tanto, los elementos que deben concurrir para que se produzca la eficacia refleja de la cosa juzgada, son: a) La existencia de un proceso resuelto ejecutoriadamente; b) La existencia de otro proceso en trámite; c) Que los objetos de los dos pleitos sean conexos, por estar estrechamente vinculados o tener relación sustancial de interdependencia, a grado tal, que se produzca la posibilidad de fallos contradictorios; d) Que las partes del segundo hayan quedado obligadas con la ejecutoria del primero; e) Que en ambos se presente un hecho o situación que sea un elemento o presupuesto lógico necesario para sustentar el sentido de la decisión del litigio; f) Que en la sentencia ejecutoriada se sustente un criterio preciso, claro e indubitable sobre ese elemento o presupuesto lógico; g) Que para la solución del segundo juicio se requiera asumir un criterio sobre el elemento o presupuesto lógico-común, por ser indispensable para apoyar lo fallado”. Precedente: Amparo directo 450/2008. **********. 30 de octubre de 2008. Unanimidad de votos. Ponente: Leonel Castillo González. Secretaria: Mónica Cacho Maldonado.96 Tesis 1a. CCXXXIV/2014 (10a.), emitida por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 7, junio de 2014, tomo I, página 446, de rubro y texto: “DAÑO MORAL. LA ACCIÓN PARA RECLAMAR SU REPARACIÓN ES AUTÓNOMA A LA DEMANDA DE RESPONSABILIDAD POR DAÑOS PATRIMONIALES (LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL). De una interpretación teleológica del artículo 1916 del Código Civil para el Distrito Federal, deriva que el daño moral es autónomo e independiente del patrimonial. De ahí que la acción de reparación del daño moral puede demandarse autónomamente, respecto de las demandas de responsabilidad en las que se aleguen daños patrimoniales. Esto es, dicha acción puede ejercerse sin necesidad de reclamar otras, ya que su acreditación y procedencia son independientes de otros tipos de responsabilidad”. Precedentes: Amparo directo 30/2013. ********** y otra. 26 de febrero de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, quien reservó su derecho para formular voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien reservó su derecho para formular voto concurrente. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretaria: Ana María Ibarra Olguín. Amparo directo 31/2013. **********. 26 de febrero de 2014. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidente: Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien reservó su derecho para formular voto particular. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretaria: Ana María Ibarra Olguín.
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468/2013 y 469/2013 del índice del Primer Tribunal Colegiado en Materia
Civil del Primer Circuito97. Ello, ante insuficiencia probatoria o ante la
ausencia de participación de los médicos en la atención médica del
fallecido.
73. No obstante, en el caso que nos ocupa, se presentaron distintos medios de
prueba que fueron examinados de manera específica por la Sala
responsable y cuya valoración amerita un pronunciamiento específico por
parte de esta Suprema Corte; en otras palabras, dada las pruebas que se
aportaron al juicio civil por daños y perjuicios del que deriva el presente
amparo, al ser muchas de ellas de libre apreciación por parte del juzgador y
al haber sido valoradas concretamente por la autoridad responsable para
emitir el fallo del recurso de apelación, no es posible reflejar de manera
automática el resultado del juicio por daño moral.
74. Además, debe destacarse que si bien varias de las pruebas aportadas a
ambos juicios son similares o idénticas materialmente, tales como diversas
documentales públicas, privadas y los dictámenes periciales en neurología,
cirugía y medicina interna presentados por la parte actora, ello, se insiste,
no provoca que se trate del mismo material probatorio y que se deba llegar
al mismo resultado o valoración probatoria. Por lo contrario, existen diversos
medios de convicción para probar la supuesta negligencia de los médicos
que difieren entre los dos juicios y que fueron analizados de manera
particular por la Sala responsable, lo que ocasiona que el examen de uno
de los requisitos de la acción por responsabilidad civil (la conducta culposa
o negligente de los demandados) no pueda asimilarse y, por ello, tampoco
pueda hablarse de la existencia de una cosa juzgada refleja.
75. De manera ejemplificativa, se advierte que de una comparación de las
pruebas periciales aportadas para acreditar la negligencia en la atención
médica (en las cuales se basaron principalmente las respectivas salas del
Tribunal Superior del Distrito Federal), si bien los dictámenes en neurología,
cirugía y medicina crítica presentados por la parte actora en ambos juicios
responden a los mismos cuestionamientos y son prácticamente idénticos en 97 Véase, los tomos I, II y III del cuaderno del toca de apelación **********; en particular, la última resolución de la Sala responsable visible en las páginas 3750 a 3812 del tomo III.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
su contenido (fueron rendidos por los mismos peritos)98, no se sigue la
misma hipótesis en cuanto a los dictámenes de los demandados y de los
rendidos por los peritos terceros en discordia. El dictamen en medicina
interna de los demandados, aunque fue elaborado por el mismo perito en
ambos juicios, tiene como objeto diversos cuestionamientos y su contenido
es disímil; por su parte, los diversos dictámenes de los peritos terceros en
discordia fueron rendidos por personas distintas en ambos juicios y su
contenido a su vez difiere diametralmente entre un juicio y el otro.
76. En ese tenor, por la simple divergencia de los medios de convicción en
ambos juicios y la valoración en concreto que efectuó la autoridad
responsable en cada uno de ellos, misma que se encuentra en una etapa de
revisión en esta instancia por lo que hace a la apelación derivada de la
acción por daños y perjuicios, esta Primera Sala estima que no se acreditan
los supuestos de la figura de cosa juzgada refleja. Esta Corte no se
encuentra supeditada de manera indubitable a las conclusiones y revisiones
fácticas de otros órganos jurisdiccionales, pues aunque son los mismos
hechos, las características de las pretensiones obliga a cada uno de los
juzgadores a acreditar los elementos de la acción con su respectivo material
probatorio.
77. Pronunciamiento en torno a la valoración de pruebas. Ahora bien,
superado el aspecto procesal anterior y antes de entrar al examen de fondo
de los conceptos de violación, debe aclararse un elemento en común que
incidirá en el análisis de varios de los razonamientos de legalidad en contra
de la sentencia reclamada. En la demanda de amparo, insistentemente, la
parte quejosa afirma que se debe tener por acreditada la negligencia de los
médicos demandados, ya que al rendirse las pruebas periciales en materia
de cirugía, medicina interna y neurología, los peritos de la parte demandada
no dieron cabal contestación a la ampliación del cuestionario, por lo que
desde el juicio de origen debía tenerse a los demandados por conformes
con las respuestas emitidas por los peritos de la parte actora.
98 Cfr., los dictámenes presentados por la actora en el juicio por daños y perjuicios, visibles en las hojas 197 a 385 del tomo IV del juicio ordinario civil **********, y los dictámenes rendidos en el juicio por daño moral por parte del actor, visibles en las hojas 406 a 685 del tomo IV del cuaderno de copias certificadas del juicio ordinario civil **********.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
78. Al respecto, se advierte que es cierto que por acuerdo de veintiuno de
septiembre de dos mil nueve99, el juez civil tuvo por conformes a los
codemandados con las respuestas emitidas por los peritos designados por
la parte actora, únicamente respecto a los puntos adicionados por la misma
que no fueron contestados en los respectivos dictámenes de cirugía,
neurología y medicina interna de los demandados. Esta situación fue
utilizada por el juzgador de primera instancia para apoyar su determinación
del acreditamiento de la acción por daños y perjuicios, toda vez que valoró
los dictámenes periciales de la parte actora para tener por satisfecha la
negligencia de los médicos y sostuvo que los dictámenes de la parte
demandada no modificaban tales consideraciones, dado que fueron
declarados conformes con las respuestas emitidas por los peritos en cirugía
y neurología.
79. No obstante lo anterior, en el juicio de amparo 699/2012, previo al que
ahora nos ocupa, el Tribunal Colegiado desacreditó tales razonamientos y
explícitamente señaló que debía de valorarse cada una de las conductas de
los médicos con base en los medios de convicción presentes en el juicio
ordinario civil, pues la sala responsable partió de una premisa equivocada al
resolver la apelación: primero, porque sólo se tuvo por conformes a los
demandados respecto a los puntos adicionales presentados por la actora y
no a la totalidad de sus conclusiones y, segundo, debido a que ni siquiera la
conformidad de la parte demandada con los puntos adicionados puede
llegar al extremo de tener por probados los hechos base de la acción, pues
ello dependerá de la ponderación y la correcta valoración que haga la
autoridad responsable de su contenido100.
80. En ese sentido, esta Primera Sala estima que resulta cosa juzgada el
planteamiento referente a los efectos y consecuencias de la conformidad o
no de los demandados con los resultados de los dictámenes periciales de la
parte actora. Así, contrario a lo pretendido por el quejoso, no estamos ante
un caso en donde se deba concebir como verdad legal lo detallado en los
dictámenes de la parte actora en relación con las preguntas no abordadas
por los peritos de los demandados, sino que esta Suprema Corte debe partir 99 Hoja 501 del tomo 4 del juicio ordinario civil 734/06.100 Páginas 1167 a 1170 de la sentencia del juicio de amparo 699/2012.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
de la premisa de que se permitió a la Sala responsable llevar a cabo un
ejercicio de análisis probatorio de libre apreciación.
81. Expuesto todo lo anterior, se pasa al análisis concreto de los conceptos de
violación presentados por la parte quejosa.
VIII. ESTUDIO DE FONDO
82. El derecho a la salud es piedra angular para el libre desarrollo de cualquier
persona. Como ha sido referido en varias ocasiones por esta Suprema
Corte, para “vivir dignamente es indispensable que, en la medida de lo
posible, las personas cuenten con todos los apoyos institucionales, médicos
y psicológicos necesarios para conservar, mejorar o recuperar su salud, lo
cual se traduce en una mejor calidad de vida e incluso en la prolongación de
ésta”101. Así, el derecho humano a la salud, como muchos otros, no sólo
debe ser respetado y protegido por el Estado, sino que también implica una
multiplicidad de obligaciones por parte de los particulares para su plena
satisfacción. La función objetiva de los derechos fundamentales permea en
todo el ordenamiento jurídico y sujeta tanto a las instituciones públicas como
a los privados102.
101 Página 66 del amparo directo en revisión 1068/2011.102 Véase, la tesis de jurisprudencia 1a./J. 15/2012 (9a.), emitida por la Primera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, libro XIII, octubre de 2012, tomo 2, de rubro y texto: “DERECHOS FUNDAMENTALES. SU VIGENCIA EN LAS RELACIONES ENTRE PARTICULARES. La formulación clásica de los derechos fundamentales como límites dirigidos únicamente frente al poder público, ha resultado insuficiente para dar respuesta a las violaciones a dichos derechos por parte de los actos de particulares. En este sentido, resulta innegable que las relaciones de desigualdad que se presentan en las sociedades contemporáneas, y que conforman posiciones de privilegio para una de las partes, pueden conllevar la posible violación de derechos fundamentales en detrimento de la parte más débil. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no ofrece ninguna base textual que permita afirmar o negar la validez de los derechos fundamentales entre particulares; sin embargo, esto no resulta una barrera infranqueable, ya que para dar una respuesta adecuada a esta cuestión se debe partir del examen concreto de la norma de derecho fundamental y de aquellas características que permitan determinar su función, alcance y desenvolvimiento dentro del sistema jurídico. Así, resulta indispensable examinar, en primer término, las funciones que cumplen los derechos fundamentales en el ordenamiento jurídico. A juicio de esta Primera Sala, los derechos fundamentales previstos en la Constitución gozan de una doble cualidad, ya que si por un lado se configuran como derechos públicos subjetivos (función subjetiva), por el otro se traducen en elementos objetivos que informan o permean todo el ordenamiento jurídico, incluyendo aquellas que se originan entre particulares (función objetiva). En un sistema jurídico como el nuestro -en el que las normas constitucionales conforman la ley suprema de la Unión-, los derechos fundamentales ocupan una posición central e indiscutible como contenido mínimo de todas las relaciones jurídicas que se suceden en el ordenamiento. En esta lógica, la doble función que los derechos fundamentales desempeñan en el ordenamiento y la estructura de ciertos derechos, constituyen la base que permite afirmar su incidencia en las relaciones entre particulares. Sin embargo, es importante resaltar que la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, no se puede sostener de forma hegemónica y totalizadora sobre todas y cada una de las relaciones que se suceden de conformidad con el derecho privado, en virtud de que en
47
AMPARO DIRECTO 51/2013
83. El caso que nos ocupa tiene como materia principal verificar si los actos de
un grupo de médicos y de una institución hospitalaria privada, como entes
particulares, trastocaron el derecho al nivel más alto posible de salud de
**********, a la luz de lo prescrito en las sentencias emitidas por la Primera
Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal en los
respectivos tocas de apelación. Esta Primera Sala tiene el deber de verificar
si tal órgano jurisdiccional ponderó de una manera adecuada los derechos
fundamentales de la actora y de los demandados en el juicio natural, a fin
de determinar si se transgredió o no el aludido derecho humano o los
principios de legalidad y seguridad jurídica.
84. Como ha sido reiterado por esta Suprema Corte, cuando nos enfrentamos
ante un asunto en donde colisionan los derechos humanos de personas
físicas o morales, como es el caso, la tarea fundamental del juzgador
consiste en verificar los hechos y ponderar los derechos, con el objeto de
llegar a una solución apegada al texto constitucional y a la ley103 para ambas
partes, en el que se valorará los derechos humanos del quejoso en el juicio
de amparo, pero también su trascendencia e implicaciones en los derechos
de las partes demandadas en el juicio natural que da lugar a la acción
constitucional.
85. Por ende, tal como se adelantó en el apartado anterior, para poder resolver
el presente juicio de amparo, entre otras muchas cuestiones, esta Primera
Sala debe de pronunciarse sobre la interrelación entre el derecho a la salud,
los principios de legalidad y seguridad jurídica y la teoría de la
responsabilidad civil; en particular, aplicada al ámbito de la atención médica
y al acceso y calidad de los servicios médicos y hospitalarios. Para ello, se
deberá analizar la regularidad constitucional y legal tanto de la valoración de
las pruebas efectuada por la Sala Civil como sus consideraciones
estas relaciones, a diferencia de las que se entablan frente al Estado, normalmente encontramos a otro titular de derechos, lo que provoca una colisión de los mismos y la necesaria ponderación por parte del intérprete. Así, la tarea fundamental del intérprete consiste en analizar, de manera singular, las relaciones jurídicas en las que los derechos fundamentales se ven encontrados con otros bienes o derechos constitucionalmente protegidos; al mismo tiempo, la estructura y contenido de cada derecho permitirá determinar qué derechos son sólo oponibles frente al Estado y qué otros derechos gozan de la pretendida multidireccionalidad”.103 Idem.
48
AMPARO DIRECTO 51/2013
normativas en torno a la responsabilidad de los demandados en el juicio
ordinario 734/2006.
86. Consecuentemente, para una mejor exposición y respuesta a los conceptos
de violación de la parte quejosa, la sentencia se dividirá en cinco apartados,
en donde se estudiarán los aludidos tópicos constitucionales y legales
siguiendo una línea cronológica de los sucesos ocurridos en la atención
médica de ********** en el Hospital ********** y clasificando los apartados en
torno a los demandados en el juicio natural (médicos tratantes, médico
internista, jefes de unidad, neurólogos y hospital), tal como se pretendió en
la demanda de amparo.
A. ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN RELACIONADOS CON LOS MÉDICOS TRATANTES
87. La Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
llegó a la conclusión de que no se acreditó que los médicos ********** y
********** hubieran incurrido en una negligencia médica al diagnosticar y
atender a ********** en el interior del Hospital **********. A su juicio, del
conjunto de pruebas aportadas al expediente tanto por la actora como por
los demandados no se advierte una conclusión unánime de que los daños
ocasionados hayan sido consecuencia del indebido actuar de los médicos
tratantes durante la estancia del paciente en dicho nosocomio privado.
88. Esta Suprema Corte coincide con la conclusión tomada por la autoridad
responsable y su valoración probatoria. Contrario a lo pretendido por la
parte quejosa en los conceptos de violación sintetizados en el párrafo 54,
inciso m), de la presente sentencia, la Sala Civil emitió una sentencia
congruente y suficientemente fundamentada y motivada en relación con la
falta de elementos probatorios para acreditar los elementos de la acción civil
por daños y perjuicios.
89. Si bien se comprueba la existencia de un daño a **********; no obstante, con
las diferentes pruebas aportadas al juicio, en particular, con los dictámenes
presentados por los médicos demandados, los terceros en discordia y un
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análisis del expediente clínico y de las testimoniales de las personas
involucradas, se estima que los médicos y el respectivo hospital probaron
que no se incurrió en una negligencia médica que acreditara una
responsabilidad civil por la muerte de ********** desde su diagnóstico inicial
hasta su salida del Hospital **********. Dicha conclusión, como se explicará a
lo largo de la presente ejecutoria, teniendo como premisa argumentativa
que es criterio reiterado de esta Suprema Corte que en materia de
responsabilidad médico-sanitaria, la parte demandada es la que tiene la
carga de demostrar que actuó conforme a la lex artis ad hoc, lo cual sucedió
en el caso que nos ocupa. Todo ello, con base en los razonamientos que se
expondrán a continuación.
90. En principio, debe destacarse que el derecho a la salud se encuentra
reconocido en el artículo 4° de la Constitución Federal y en un gran número
de disposiciones convencionales, entre las que destacan los artículos 25.1
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y 10 del
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos
en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como en
diversas disposiciones de la Ley General de Salud y demás normatividad
secundaria aplicable.
91. Esta Suprema Corte ya se ha pronunciado en varias ocasiones sobre el
contenido de este derecho, señalando que debe ser entendido como la
“posibilidad de las personas a disfrutar de una gama de facilidades, bienes,
servicios y condiciones necesarias para alcanzar el más alto nivel de salud,
por lo que el Estado Mexicano tiene la obligación de respetar ese derecho y
dar una efectividad real, garantizando servicios médicos en condiciones de:
disponibilidad y accesibilidad, física y económica; así como el acceso a la
información, aceptabilidad y calidad”104.
92. La protección de este derecho “abarca incluso la obligación del Estado de
velar para que terceros, —es decir actores no estatales—, de ningún modo
interfieran en el disfrute del derecho a la salud. Al respecto, la Corte 104 Párrafos 170 y 171 de la sentencia del amparo en revisión 584/2013, fallado por esta Primera Sala el cinco de noviembre de dos mil catorce por unanimidad de cinco votos.
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Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que la salud es un
bien público cuya protección está a cargo de los Estados, por lo que éstos
tienen la obligación de prevenir que terceros interfieran indebidamente en el
goce de los derechos a la vida y a la integridad personal, que son
particularmente vulnerables cuando una persona se encuentra bajo
tratamiento de salud”105. Guarda aplicación la tesis de rubro: “DERECHO FUNDAMENTAL A LA SALUD IMPONE DEBERES TANTO A LOS PODERES PÚBLICOS COMO A LOS PARTICULARES QUE SE DEDICAN AL ÁMBITO DE LA SALUD”106.
93. En el caso que nos ocupa, la problemática gira en torno precisamente a
verificar si determinados entes particulares, como los médicos tratantes,
vinculados a su vez por los artículos 34 y 38 de la Ley General de Salud a
brindar una atención médico-sanitaria a **********, incurrieron o no en una
desatención de sus obligaciones o deberes de cuidado en clara transgresión
del derecho al nivel más alto de salud. La respuesta, como se adelantó, es
negativa.
94. Cuando una persona considera que otra persona violentó su esfera jurídica
y, con ello, le provocó un daño que transgredió uno de sus derechos, una de
las maneras que permite el ordenamiento jurídico para resarcir esta
105 Idem. Cfr., Corte Interamericana de Derecho Humanos, Caso Ximenes Lopes vs. Brasil, Sentencia de 4 de julio de 2006, Serie C No. 149, párrafo 89.106 Tesis 1ª. XXIII/2013(10a.), emitida por la Primera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XVI, Enero de 2013, tomo 1, p. 626, de texto: “El derecho a la salud consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos impone deberes complejos a todos los poderes públicos dentro del Estado, desde el legislador y la administración, hospitales públicos y su personal médico, hasta los tribunales; pero también a los particulares, tales como los médicos, hospitales privados, empleadores y administradores de fondos de pensiones y jubilaciones. En consecuencia, del análisis del contenido y estructura del derecho fundamental a la salud, se desprende que éste es vinculante no sólo frente a los órganos del Estado, sino que adicionalmente, posee eficacia jurídica en ciertas relaciones entre particulares. Por ello, en los asuntos de su conocimiento, los tribunales deben atender a la influencia de los valores que subyacen en el derecho a la salud, fungiendo como un vínculo entre la Constitución y los particulares al momento en que resuelven un caso concreto. Así las cosas, en virtud de la fuerza normativa de la Constitución, no resulta compatible concebir que los hospitales privados y su personal médico son regidos únicamente bajo figuras de derecho privado, en especial cuando estos sujetos obran en aras a la protección de la salud de las personas. En efecto, en virtud de la complejidad de los sistemas jurídicos en la actualidad, y de la estrecha relación entre sus componentes normativos, es claro que existen numerosos ámbitos en los cuales no se puede hacer una división clara y tajante entre derecho público y privado. Lo anterior se actualiza en el ámbito de los hospitales privados y su personal médico, ya que su actuar tiene repercusiones en la protección de la salud de los pacientes. En conclusión, no puede negarse que el objetivo consistente en proteger el derecho a la salud de los pacientes es un fin público, pues excede el mero interés de los particulares al ser una meta inherente del Estado mexicano”. Precedente: Amparo en revisión 117/2012. Agustín Pérez García y otros. 28 de noviembre de 2012. Cinco votos. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario: Javier Mijangos y González.
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afectación es la responsabilidad civil. En materia médico-sanitaria, esta
Suprema Corte ha señalado que tal responsabilidad puede derivar tanto de
una relación contractual como extracontractual, siendo la más relevante la
segunda de ellas.
95. En la contradicción de tesis 93/2011, fallada por esta Primera Sala el
veintiséis de octubre de dos mil once, se sostuvo que “la responsabilidad
médico-sanitaria puede tener un origen contractual expreso o tácito, el cual
consiste en la prestación de servicios del médico, o bien, puede derivar de
la prestación del Estado de un derecho social, como es, los servicios de
salud públicos”107; sin embargo, también se dijo que de manera
independiente a la relación subyacente entre el médico y el paciente a
través de un contrato, tal responsabilidad no debe regirse, únicamente, por
las reglas propias del incumplimiento contractual.
96. Para esta Primera Sala, “la responsabilidad de los profesionales médico-
sanitarios va más allá de los deberes contenidos o derivados de la relación
contractual, ya que están obligados a actuar de acuerdo a los estándares de
su profesión. Tales requerimientos pueden provenir tanto de disposiciones
reglamentarias (Normas Oficiales Mexicanas), como de la lex artis ad hoc o,
simplemente de la lex artis de su profesión”108. Así, los daños generados por
el actuar negligente de los profesionales médico-sanitarios generan una
responsabilidad de carácter extracontractual.
97. En ese sentido, se destacó que la naturaleza extracontractual de la
responsabilidad reside en los deberes de cuidado que detentan de manera
forzosa las personas que brindan la atención médica, pues no se puede
excluir o incluir contractualmente una aceptación a la lesión de la integridad
física o la vida, dado que lo que se busca es precisamente la protección de
estos derechos.
98. Adicionalmente, se argumentó que esta responsabilidad extracontractual
médico-sanitaria debe ubicarse en la que requiere de una culpa en sentido
amplio para poder acreditar los elementos de la acción. Contrario a los 107 Página 16 de la sentencia de la contradicción de tesis 93/2011.108 Ibidem, página 19.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
sucesos que acarrean una responsabilidad objetiva, prevista en el artículo
1913 del Código Civil para el Distrito Federal109, la cual deriva de la teoría
del riesgo, la responsabilidad que surge por daños ocurridos como
consecuencia de una atención médico-sanitaria requiere necesariamente el
acreditamiento no sólo del daño y de la relación causal, sino también de la
culpa o del actuar negligente del profesionista, de conformidad con las
pautas que marca el artículo 1910 del citado código civil110.
99. La razón para ello radica en que la obligación de la mayoría de los
profesionistas o instituciones médicas es de medios y no de resultados.
Pretender que, por ejemplo, un cirujano tenga el deber irrestricto de curar
cualquier afectación quirúrgica de un paciente sería desatender y no
entender en lo absoluto las características de la ciencia médica: primero,
porque se obligaría a algo imposible y, segundo, debido a que la atención
médica trae aparejada ciertos riesgos o coyunturas fácticas que no pueden
evitarse. Por ende, se habla de una obligación de medios dado que a lo que
sí están sujetos las personas que brindan servicios médicos-sanitarios es a
realizar todas las conductas necesarias para la consecución de su objetivo
según las experiencias de la lex artis.
100. Ahora bien, en el caso concreto, se estima que al haberse ejercido una
acción por daños y perjuicios de naturaleza extracontractual, para la
procedencia de la responsabilidad civil de los referidos médicos tratantes
tuvieron que haberse acreditado los elementos de la culpa, el daño y el
nexo causal.
101. Si bien es evidente que concurre un daño consistente en la encefalopatía
hipóxica sufrida por ********** ante la inexistencia de oxigenación adecuada
durante el periodo de resucitación en el área de imagenología del Hospital
109 “Articulo 1,913.- Cuando una persona hace uso de mecanismos, instrumentos, aparatos, vehículos automotores o substancias peligrosas por sí mismos, por la velocidad que desarrollen, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía de la corriente eléctrica que conduzcan o por otras causas análogas, está obligada a responder del daño que cause, aunque no obre ilícitamente, a no ser que demuestre que ese daño se produjo por culpa o negligencia inexcusable de la víctima.En todos los casos, el propietario de los mecanismos, instrumentos, aparatos, vehículos automotores o sustancias peligrosas, será responsable solidario de los daños causados”.110 “Articulo 1,910.- El que obrando ilícitamente o contra las buenas costumbres cause daño a otro, está obligado a repararlo, a menos que demuestre que el daño se produjo como consecuencia de culpa o negligencia inexcusable de la víctima”.
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**********, que a la postre fue la razón principal de su muerte como se
desprende del material probatorio, lo cierto es que, tal como lo evidenció la
Sala responsable en la sentencia de apelación, no se acredita la
coexistencia de una conducta culposa por parte de los médicos tratantes en
el momento en que ocurrió el suceso trágico, ni una relación de causalidad
entre los diferentes actos de los médicos durante toda su estancia en el
hospital y el daño sufrido que conlleve a una responsabilidad civil
extracontractual (al haber aportado al juicio los médicos demandados los
elementos convictivos necesarios para comprobar su debida diligencia).
102. Esta Primera Sala, en el amparo en revisión 117/2012, destacó que el acto
médico es una actuación compleja que debe ser examinada en su conjunto
a fin de valorar la presencia o no de una conducta dolosa que actualice la
responsabilidad civil, dado que los distintos actos de un profesionista o de
varios profesionistas médicos se encuentran estrechamente vinculados; no
obstante, se dividió conceptualmente el acto médico en la fase diagnóstica,
la terapéutica y la recuperatoria111, a fin de poder revisar y analizar los
diversos actos de la atención médico-sanitaria y su trascendencia en el
daño causado y la relación causal.
103. Al respecto, ********** fue atendido por los médicos ********** y **********
desde su ingreso al Hospital ********** el veinticuatro de enero de dos mil
cinco hasta su egreso el dos de marzo de ese mismo año. En todo ese
lapso de tiempo participaron tanto en el diagnóstico inicial del paciente,
como en su tratamiento y etapa recuperatoria. En ese sentido, en
contraposición con los razonamientos de la parte quejosa y tal como lo
concluyó la Sala responsable, se estima que los demandantes no
incurrieron en una mala praxis médica que llevara al paciente a sufrir el
111 Criterio que se refleja en la tesis 1a. XXIV/2013 (10a.), emitida por la Primera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XVI, enero de 2013, tomo 1, página 621, de rubro y texto: “ACTO MÉDICO. DISTINTAS ETAPAS O FASES QUE LO CONFORMAN PARA EFECTOS DE DETERMINAR LA EXISTENCIA DE UNA POSIBLE MALA PRÁCTICA MÉDICA. El acto médico se divide en distintas etapas o fases. La fase diagnóstica, la fase terapéutica y la fase recuperatoria. Sin embargo, cada una de estas fases constituye la totalidad del acto médico. Por tanto, para determinar la existencia de mala práctica médica, el acto médico no debe ser analizado de manera separada, sino que debe hacerse de manera conjunta, pues cada una de las fases que lo componen se encuentran estrechamente vinculadas. Así las cosas, segmentar el acto médico sin tomar en consideración todas las etapas que forman el acto médico, como un conjunto inseparable para la determinación en un caso concreto sobre la existencia de mala práctica médica, sería incongruente e ilógico, pues las fases siguen una secuencia en el tiempo”.
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aludido daño cerebral, dadas las circunstancias del caso y el estado de la
ciencia médica. Para esta Corte, a partir de los medios de prueba aportados
por los médicos tratantes, se acredita que no incurrieron en una desatención
de la lex artis ad hoc al momento de diagnosticar, atender y tratar a
********** a lo largo de todo el acto médico, por lo que no se actualiza el
elemento subjetivo de la acción de responsabilidad civil.
104. En principio, se advierte que ********** recibió a ********** en el área de
urgencias del Hospital ********** alrededor de las dieciocho horas con
cuarenta y cinco minutos del veinticuatro de enero de dos mil cinco. En la
nota de ingreso únicamente se estableció que el paciente presentaba un
dolor abdominal en estudio112. Posteriormente, como consta en la nota de
órdenes del médico113, **********, cirujano y especialista en coloproctología,
quien fue contactado por el propio paciente antes de su entrada al Hospital
**********, lo revisó e ingresó al área de hospitalización, indicando control de
líquidos, que no se proporcionara nada vía oral, que se le llevaran a cabo
las pruebas de laboratorio y radiografías de tórax y abdominal, así como
que se administraran los fármacos Losec (omeprazol para contrarrestar el
fenómeno gastrointestinal) y Zofrán (ondansetrón para el vómito).
105. Minutos más tarde, una vez que se obtuvieron los resultados de las pruebas
de laboratorio, los referidos médicos tratantes diagnosticaron que **********
presentaba una pancreatitis aguda de carácter moderado de origen
alcohólico, calculando un Ranson de 0 puntos y un APACHE II de 6 puntos,
tal como se indica en la nota de evolución de ingreso a hospitalización de
alrededor de las diecinueve horas del veinticuatro de enero114. En
consecuencia, informaron a la familia que la inflamación del páncreas no
ameritaba una alarma quirúrgica y establecieron como plan de tratamiento
reposo gastrointestinal, analgésicos, bloqueador de bomba de protones y
restitución hidroelectrolítica.
106. ********** se dejó al cuidado de los médicos de guardia y enfermeras del
Hospital **********, quedando como última nota de los médicos tratantes la
112 Hoja 7 del anexo 1 de las copias certificadas del expediente clínico de **********. Supra nota 1.113 Ibidem, hoja 70.114 Ibidem, hoja 98.
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prevista en la hoja de órdenes de las veintiuna veinte horas y veintidós
horas con cincuenta y nueve minutos, en las que, entre otras cuestiones, se
ordenó el suministro de otras dosis de solución Hartmann y la
administración de Dolac (ketorolaco trometamina para el dolor).
107. Durante la noche del veinticuatro y la madrugada del veinticinco de enero de
dos mil cinco, ********** fue atendido por el personal de la citada institución
hospitalaria, asentándose en las notas de enfermería y de medicamentos115
que había sufrido altas temperaturas y tres vómitos de contenido biliar y que
se habían administrado una serie de fármacos, entre ellos, Zofrán, Dolac,
Losec y, por órdenes verbales del Dr. **********, Graten (sulfato de morfina
para el dolor intenso) y Carnoprim (metoclopramida como analgésico central
y gastroenterocinético).
108. Ya en la mañana del veinticinco de enero de dos mil cinco, alrededor de las
nueve cincuenta horas, ********** presentó una crisis convulsiva tónico-
clónica generalizada que lo dejó en un estado post-ictal, la cual fue atendida
por el médico de guardia, quien solicitó interconsulta a neurocirugía.
Aproximadamente a las diez cuarenta y siete horas, los médicos tratantes
acudieron a revisar al paciente. En la nota correspondiente informaron sobre
la crisis convulsiva, pidieron varios estudios y requirieron la valoración de un
neurocirujano.
109. Tras la revisión por el neurocirujano y el médico internista, entre las doce y
las trece cuarenta y cinco horas, ********** fue trasladado a la unidad de
cuidados intermedios, donde sufrió un nuevo episodio de crisis convulsiva
con desaturación importante y crisis hipertensiva. Ante tales eventos y la
sospecha de bronco aspiración (paso de sustancias de la faringe a la
tráquea), en las notas de evolución se describe que se trasladó al paciente
a la unidad de terapia intensiva. En la misma, el médico internista y el
personal del área efectuaron una intubación orotraqueal (colocación de una
sonda en la tráquea) con apoyo de ventilación mecánica, con el objeto de
evitar la obstrucción de la vía aérea, y colocaron un catéter central vía
yugular al tercer intento116.115 Ibidem, hojas 9 y 13.116 Ibidem, hojas 58, 100, 102 y 103.
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110. Hecho lo anterior, entre las catorce cuarenta y tres horas y las dieciséis
treinta horas, **********, junto con el médico internista, trasladaron a
********** intubado, con ventilación mecánica y catéter central al área de
imagenología del hospital, a fin de tomarle tomografías computarizada de
tórax y abdominopélvica. Una vez que se realizaron estos análisis, pues los
mismos constan en el expediente (en los que no se señala la presencia de
un neumotórax o de alguno de sus síntomas)117, de conformidad con las
notas del expediente clínico de los médicos tratantes y del internista que
explican los sucesos118, se advierte que ********** sufrió instantáneamente
una desaturación paulatina, hipotensión y bradicardia (presión arterial muy
baja y anormalidad en los latidos del corazón) persistentes hasta la asistolia
(paro), lo que orilló a maniobras de resucitación por parte del médico
internista.
111. Al no obtenerse mejoría, se sospechó de la existencia de un neumotórax a
tensión (entrada de aire en el espacio pleural de un pulmón sin salida que
provoca colapso vascular y afecta el flujo sanguíneo), por lo que el médico
internista colocó una aguja tipo Jelco 14 en el segundo espacio intercostal
con línea medio clavicular del lado afectado, obteniendo salida de aire a
presión que provocó mejoría en los signos vitales y de oxigenación del
paciente. Adicionalmente, **********, quien se había incorporado a la sala de
rayos X, colocó una sonda pleural, momento en el que ********** presentó
otro episodio de bradicardia que mejoró con la aplicación de atropina hasta
niveles estables hemodinámicos y cardiopulmonares119.
112. Una vez que pasó el estado de shock, el paciente fue conducido al área de
terapia intensiva en un estado de inconciencia, con ventilación mecánica y
en estado de gravedad. Alrededor de las siete cuarenta horas del día
siguiente, consta una nota en el expediente en el que se sintetizó el estado
de salud de **********, destacándose la existencia de un neumotórax
resuelto y síndrome postranimación, con una pancreatitis que había pasado
a ser grave.
117 Ibidem, hoja 258.118 Ibidem, hojas 100, 103 y 104.119 Ibidem, hojas 100 y 103.
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113. Los médicos tratantes siguieron visitando y atendiendo a ********** desde el
veintiséis de enero hasta el dos de marzo de dos mil cinco que egresó del
Hospital **********. Durante este tiempo, se resolvió la pancreatitis y se
siguió monitoreando y valorando la situación neurológica del paciente. En la
nota de salida, los médicos tratantes relataron todos los eventos ocurridos
en la atención médica y señalaron que ********** egresaba sin apoyo
mecánico ventilatorio, con traqueostomía y gastrostomía funcionales, con
una pancreatitis aguda resuelta y con una disfunción neurológica
probablemente atribuible al evento de paro cardiorrespiratorio.
114. En relación con todos estos eventos, como se adelantó, la Primera Sala del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal no advirtió una negligencia
médica de ********** y ********** que actualizara una conducta culposa según
la lex artis, en atención a su valoración de los medios probatorios presentes
en el expediente; en particular, los dictámenes periciales en neurología,
medicina interna y cirugía de la parte actora, demandada y los peritos
terceros en discordia.
115. En la demanda de amparo se plantearon los argumentos que siguen en
contra de esa determinación y de la valoración probatoria de la Sala
responsable:
a) Existió un mal diagnóstico inicial de la pancreatitis, dado que se tuvo
que haber catalogado como una de carácter grave, lo que conllevó a
una indebida ubicación hospitalaria (se tenía que haber llevado
inmediatamente al paciente a la unidad de terapia intensiva).
b) No existe en la literatura médica alguna referencia a la pancreatitis
aguda moderada.
c) No se trataron adecuadamente las crisis convulsivas.
d) Se suministraron medicamentos contraindicados para personas con
daños hepáticos e hipertensión.
e) No se trasladó inmediatamente al paciente a la unidad de medicina
crítica a pesar de las indicaciones de los médicos, ocasionando una
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indebida atención de ********** que lo llevó a un paro
cardiorrespiratorio.
f) Se intubó y colocó un catéter de forma inadecuada.
g) La colocación del catéter se hizo en un cuarto de hospital y por
personal no calificado, lo que produjo que se pinchara un pulmón y se
causara un neumotórax que lo llevó a un shock persistente hasta la
asistolia.
h) Se trasladó indebidamente al paciente al área de imagenología en un
estado delicado de salud.
i) No se cumplieron los requisitos establecidos para la elaboración del
expediente clínico y se ocultó información a la familia.
116. Como se destacó, esta Primera Sala no comparte la mayoría de estos
razonamientos, por lo que deben de calificarse como infundados. En
primer lugar, tal como lo afirmó la Sala responsable, el diagnóstico inicial de
la pancreatitis se apegó a las pautas médicas reconocidas en su momento.
********** ingresó al Hospital ********** con la presencia de un dolor
abdominal epigástrico de aproximadamente una semana, que se agravó con
náuseas y vómito y que fue tratado por el propio paciente con fármacos
previo a su hospitalización.
117. El diagnóstico inicial de los médicos tratantes fue una pancreatitis aguda
moderada de probable origen alcohólico, denominación de la enfermedad
que, según el dictamen pericial en cirugía de la parte demandada120 y el de
la misma materia del perito tercero en discordia121 que analizó la Sala
responsable, es la terminología de la enfermedad reconocida en la literatura
médica; en específico, en la Clasificación de la Pancreatitis Aguda Basada
en la Clínica. Conferencia de Consenso, Atlanta, 1992.
118. Los recién citados dictámenes coinciden en que la pancreatitis es una
inflamación del páncreas con etiología (causa) diversa que puede
clasificarse en aguda y crónica, siendo que la aguda se clasifica a su vez en
severa y en leve o moderada (el perito de los demandados señala que la
120 Hojas 387 a 399 del tomo IV del expediente del juicio ordinario civil **********.121 Hojas 1 a 57 del tomo V del expediente del juicio ordinario civil **********.
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utilización del sinónimo “moderada” viene asociada con la traducción de la
variable “mild”).
119. Asimismo, en los dictámenes periciales se señaló que una vez que se
diagnostica la inflamación del páncreas, debe procederse a calificar la
severidad del cuadro según los criterios de Ranson y el Sistema APACHE II
(“Acute Physiology and Chronic Evaluation II”), los cuales son únicamente
reglas de predicción de la morbimortalidad en la admisión del paciente.
Como se señaló en el párrafo 6 de esta sentencia, estos sistemas están
basados en la medición de algunos factores como la edad, oxigenación,
presión arterial, la cantidad de volumen de sodio, potasio, creatinina, el
porcentaje hematocrito y leucocitos, entre otros. El rango del primer sistema
va de 0 a 8 y del segundo de 0 a 71. Por lo que los dictámenes destacaron
que una pancreatitis aguda severa corresponde a un Ranson de igual o
mayor a 3 y un APACHE II de igual o mayor a 8, mientras que la moderada
o leve es de un Ranson menor a 3 y un APACHE II menor a 8.
120. En el caso de **********, los médicos tratantes no establecieron de manera
automática la existencia de una pancreatitis aguda moderada, sino que a su
ingreso al área de urgencia se catalogó el cuadro como dolor abdominal en
estudio y, posterior a la entrega de los estudios de laboratorio, se sostuvo
que la inflamación del páncreas correspondía a una de carácter aguda
moderada de origen alcohólico, asignándole un Ranson de 0 y un APACHE
II de 6.
121. La parte quejosa pretende contrariar esta conclusión manifestando que el
diagnóstico de la enfermedad se hizo sin los elementos suficientes y antes
de la entrega de los resultados de laboratorio, argumentando que tampoco
se tenía certeza que la etiología fuera de origen alcohólico y que debió
haberse catalogado como grave dado los altos niveles de amilasa y lipasa,
con base en sus dictámenes en medicina interna y cirugía presentados en el
juicio122.
122 Hojas 236 a 329 y 331 a 386 del tomo IV del expediente del juicio ordinario civil **********.
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122. No obstante lo anterior, tal como lo implicó la Sala responsable, del conjunto
de pruebas se advierte que los médicos tratantes diagnosticaron la causa
de la pancreatitis y calificaron su severidad con base en parámetros
objetivos que constan en el expediente, por lo que fue conforme a Derecho
que la Sala no se le diera pleno valor probatorio a las conclusiones en este
punto de los dictámenes de la parte actora. En los aludidos dictámenes de
cirugía de los demandados y del perito tercero en discordia, se afirma que la
calificativa de la severidad de la pancreatitis con base en los sistemas de
Ranson y APACHE II fue efectuada adecuadamente por los médicos
tratantes a la luz de los criterios clínicos y de los resultados de la muestra
de sangre del laboratorio y de la tomografía de tórax que constan en el
expediente.
123. En los resultados de laboratorio, fechados el veinticuatro de enero de dos
mil cinco a las diecinueve treinta horas123, se advierte una presencia
considerablemente alta de amilasa y lipasa, así como de albúmina. Por lo
que hace a la tomografía del mismo día con hora de estudio a las
diecinueve horas con veintiún minutos, en la hoja de resultados se dice que
“el páncreas presenta morfología normal, con morfología con aumento en
sus diámetros en forma global, de predominio hacia el cuerpo y cola,
disminución de su ecogenicidad, dilatación del conducto pancreático
principal, el cual mide 3 mm. Se observa pequeña cantidad de líquido
peripancréatico. […] I.D. aumento en el tamaño y disminución de la
ecogenicidad del páncreas compatible con proceso inflamatorio agudo”124.
124. Tales resultados fueron asentados en la nota de ingreso al área de
hospitalización por parte de los médicos tratantes y valorados para calificar
los rangos de Ranson en 0 y de APACHE II en 6. La parte quejosa señala
que los altos grados de lipasa y amilasa son indicativos de una pancreatitis
aguda severa; sin embargo, tal razonamiento no es del todo acertado, ya
que como lo explican los propios peritos, la calificativa de severidad no sólo
depende de un único factor, sino de la valoración de un conjunto de ellos
como lo son oxigenación, presión arterial, la cantidad de volumen de sodio,
123 Hoja 177 del anexo 1 de las copias certificadas del expediente clínico de **********. Supra nota 1.124 Ibidem, hoja 245.
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potasio, creatinina, el porcentaje hematocrito y leucocitos y las alteraciones
pancreáticas y peripancreáticas.
125. En ese sentido, no es dable concluir que los médicos erraron en la
apreciación de la gravedad de la pancreatitis, pues los resultados de
laboratorio y de la tomografía examinados en su conjunto son coincidentes
con una severidad moderada o leve, tal como se afirma de manera genérica
en los dictámenes de los demandados y del perito tercero en discordia;
especialmente, por la poco alteración pancreática y los niveles normales de
sodio, potasio y oxigenación.
126. Por ende, si bien es cierto que la nota de ingreso al área de hospitalización
señala que se redactó a las diecinueve horas y los resultados de laboratorio
y la tomografía fueron entregadas minutos más tarde, ese sólo hecho no
lleva a concluir la existencia de una conducta negligente, ya que en la
propia nota se hace alusión expresa a los resultados químicos que
coinciden con los que se muestran en el reporte de laboratorio y de
imagenología presentes en el expediente. Consecuentemente, lo que existe
es un error en la especificación de la hora en el expediente clínico, lo que no
lleva en automático al acreditamiento de la culpa.
127. Aunado a lo anterior, debe mencionarse que el diagnóstico de la etiología
de una pancreatitis se realizó a partir de un análisis conjunto de criterios
clínicos, bioquímicos y de imagen, así como de los antecedentes del
paciente. En el asunto que nos ocupa, el diagnóstico inicial de la
pancreatitis fue por probable origen por alcohol dados los antecedentes de
alcoholismo relatados por el propio paciente y los análisis de sangre y de
imagen, sin que sea relevante para tal examen la NOM-076-SSA1-1993 y
NOM-076-SSA1-2002 (relativas a los requisitos sanitarios que debe de
cumplir la elaboración, producción, almacenamiento, envasado, etiquetado y
el transporte del alcohol etílico y los requisitos sanitarios del proceso del
mismo).
128. Estas normas oficiales no prevén ningún supuesto de valoración en el
diagnóstico de una pancreatitis, por lo que aun cuando guardan relación en
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torno a los grados y tipos de alcohol, no establecen supuestos normativos
útiles para la valoración de la referida enfermedad ni señalan una obligación
de los médicos de llevar a cabo ciertos exámenes clínicos, tal como lo
implican los dictámenes médicos en cirugía de los demandados y del perito
tercero en discordia. En ese tenor, a diferencia de lo expuesto por la parte
quejosa en la demanda de este juicio de amparo, el que no se le hayan
hecho exámenes específicos a ********** para conocer el grado de alcohol
en la sangre, tampoco conlleva a un indebido diagnóstico de la misma,
pues, se insiste, la valoración de la etiología de la pancreatitis se llevó a
cabo a partir de un examen de varios factores clínicos, bioquímicos y de
imagen en atención a la lex artis ad hoc, los cuales según el expediente
clínico y los dictámenes periciales fueron tomados en cuenta por los
médicos tratantes al momento de internar y diagnosticar al paciente.
129. Además, cabe destacar que en el propio dictamen de cirugía de la parte
actora, el perito señaló que **********, en efecto, cursaba con una
pancreatitis aguda por alcohol, por lo que en lo único que se difirió con los
otros peritos fue en el grado de gravedad del padecimiento, aspecto que ya
fue tratado con anterioridad.
130. Ahora bien, por lo que hace a la inadecuada atención de los vómitos, las
crisis convulsivas e ineficiente traslado al área de terapia intensiva que
alega la parte quejosa, esta Primera Sala considera que los planteamientos
de la quejosa parten de la premisa de un diagnóstico inicial erróneo y de
una incorrecta ubicación hospitalaria, lo cual ya fue desestimado por esta
Primera Sala.
131. Adicionalmente, contrario a lo pretendido por la parte quejosa, consta en el
expediente clínico la hoja de registro de administración de medicamentos
que indica que, desde la noche del veinticuatro y las primeras horas del
veinticinco de enero de dos mil cinco, se suministró al paciente
medicamentos para contrarrestar el dolor, los vómitos y el fenómeno
gastrointestinal125 (Dolac, Zofrán, Carnoprim, Graten y Losec). Además, se
dio continuidad al tratamiento de la pancreatitis por origen probable de
125 Ibidem, hoja 9, vuelta.
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alcohol ordenado por los médicos tratantes, consistente, entre otras
cuestiones, en reposo gastrointestinal, analgésicos, bloqueador de bomba
de protones y restitución hidroelectrolítica, el cual según la lex artis ad hoc
resulta ser el congruente con una pancreatitis aguda moderada, de acuerdo
a lo que indican los dictámenes periciales de cirugía de los demandados y
del perito tercero en discordia.
132. Respecto a las crisis convulsivas, también consta en el expediente que
desde su primer suceso alrededor de las nueve cincuenta horas del
veinticinco de enero, ********** fue revisado por los médicos de guardia del
Hospital ********** y por lo médicos tratantes, los cuales solicitaron
interconsultas con el área de medicina interna y neurología.
133. El médico neurocirujano, **********, acudió a la solicitud de interconsulta
cerca de las once horas, solicitando tomografía computarizada de cráneo y
requiriendo se le administrara al paciente un medicamento para
contrarrestar las convulsiones (Depakene). Por su parte, el médico
internista, **********, también revisó al paciente minutos más tarde y dio
cuenta de su estado de salud tras las crisis convulsivas, así como de los
resultados de análisis de laboratorio y pidió, entre otras cuestiones, un
análisis sanguíneo de GGT (gamma glutamil transpeptidasa, que mide los
niveles de enzima hepática en la sangre que se relaciona con el abuso de
alcohol)126.
134. En este sentido, resulta inexacto que no se haya dado un tratamiento
adecuado a ********** durante la noche y tras las crisis convulsivas, pues es
notorio que se le mantuvo en observación constantemente durante todo ese
tiempo, se le administraron una variedad de medicamentos contra el dolor,
vómitos y fenómeno gastrointestinal y fue revisado por los especialistas en
la materia. La quejosa pretende, más bien, destacar que no fue atendido
conforme a sus pretensiones o que no cesaron de manera inmediata los
malestares de la pancreatitis, tales como vómitos, altas temperaturas o
malestar abdominal; sin embargo, como se ha venido reiterando, los efectos
de las enfermedades no concluyen de manera inmediata o en muchos
126 Ibidem, hojas 40 (orden del médico) y 99 (notas de evolución).
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AMPARO DIRECTO 51/2013
casos ni siquiera son advertibles por los médicos; por ende, dado que el
acto médico conlleva obligaciones de medios, no de resultados, lo que
únicamente les era exigible a los médicos tratantes era llevar a cabo
determinadas conductas médicas de acuerdo a la lex artis de su profesión
para contrarrestar tales padecimientos.
135. En relación con las convulsiones, no son sucesos que sean perfectamente
controlables o cuyas causas o consecuencias sean perceptibles a primera
vista; por el contrario, pueden ser ocasionadas por una multiplicidad de
factores y tienen que ser revisadas por los especialistas en la materia, lo
cual ocurrió en el caso concreto, ya que acudieron a la interconsulta el
médico neurocirujano y el internista y ambos requirieron varios estudios
para el diagnóstico del paciente.
136. A su vez, dada la crisis convulsiva, ********** fue trasladado al área de
medicina crítica a la unidad de cuidados intermedios. Sobre este aspecto,
existe una duda legítima en relación con la exacta cronología de los hechos,
dado que los dictámenes periciales no son contundentes en cuanto a qué
hora ingresó el paciente a la unidad de cuidados intermedios ni tal cuestión
se aprecia con claridad en el expediente clínico.
137. A saber, en la hoja de órdenes del médico de la mañana del veinticinco de
enero de dos mil cinco, se puede leer una anotación a las diez horas del
médico de guardia que indica: “1. Interconsulta Dr. **********. 2. Cama en
cuidados intermedios”127. Posteriormente, en la nota de evolución de las
doce horas de ese mismo día, el médico internista señaló darse por
enterado del ingreso del paciente al área de terapia intensiva128, mientras
que en otra nota de evolución de las trece cuarenta y cinco horas, se
asienta el ingreso de ********** a la unidad de cuidados intermedios.
138. A pesar de lo anterior, si bien la parte quejosa acierta en cuanto a que no
existe certeza en el momento del ingreso de ********** a una de las áreas de
la unidad de medicina crítica del Hospital **********, no por ello se actualiza
en automático una negligencia de los médicos tratantes.127 Ibidem, hoja 40.128 Ibidem, hoja 99, vuelta.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
139. Tanto ********** como ********** no desatendieron en todo ese margen de
tiempo a **********. El traslado o no de un paciente no depende enteramente
de su decisión, pues se pueden encontrar distintos factores que eviten el
traslado inmediato del mismo a otra área del hospital y, además, tal
determinación es compartida con otros médicos, como el internista, el cual
es precisamente el encargado de valorar la situación de un paciente para
ser trasladado al área de medicina crítica.
140. Al respecto, se tiene que la decisión del traslado de ********** fue preventiva,
compartida por distintos médicos y se debió a la concurrencia de crisis
convulsivas. Sin embargo, tal como lo valoró implícitamente la Sala
responsable, no se advierte de las distintas pruebas presentes en el juicio
que el mero retardo (del cual no se tiene plena certeza) en el traslado de
********** a la unidad de cuidados intermedios fue la causa determinante de
que sufriera un paro cardiorrespiratorio; por el contrario, lo que se puede
advertir de los argumentos reiterados de la quejosa es que los hechos que
fueron causa directa de la asistolia del paciente (misma que ocurrió en el
área de imagenología) se debieron a la indebida colocación de un catéter
yugular.
141. Lo que sí puede objetarse a los médicos tratantes es el incumplimiento de
las disposiciones de la NOM-168-SSA1-1998, publicada en el Diario Oficial
de la Federación el treinta de septiembre de 1999 y vigente en el momento
de los hechos (ya fue abrogada por la NOM-004-SSA3-2012), la cual
regulaba los elementos y condiciones que debe de cumplir un expediente
clínico. En sus numerales 6, 7 y 8129, se decía que el expediente debería
129 NOM-168-SSA1-19981. ObjetivoEsta Norma Oficial Mexicana establece los criterios científicos, tecnológicos y administrativos obligatorios en la elaboración, integración, uso y archivo del expediente clínico.2. Campo de aplicación La presente Norma Oficial Mexicana es de observancia general en el territorio nacional y sus disposiciones son obligatorias para los prestadores de servicios de atención médica de los sectores público, social y privado, incluidos los consultorios, en los términos previstos en la misma. 6. Del expediente en consulta externaDeberá contar con:6.1. Historia Clínica.Deberá elaborarla el médico y constará de: interrogatorio, exploración física, diagnósticos, tratamientos, en el orden siguiente:[…]6.2. Nota de evolución.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
contar con la historia clínica del paciente y contener diferentes notas de
evolución (entre ellas, las realizadas en urgencias o en hospitalización), en
las que se tendría que describir la evolución y actualización del cuadro
clínico, los signos vitales, los resultados de los estudios, el diagnóstico y el
tratamiento e indicaciones médicas. En el caso, no se advierte una orden
precisa de los médicos tratantes del traslado del paciente ni existe
congruencia en el expediente sobre la exacta temporalidad de dicho
traslado.
Deberá elaborarla el médico cada vez que proporciona atención al paciente ambulatorio, de acuerdo con el estado clínico del paciente. Describirá lo siguiente:6.2.1. Evolución y actualización del cuadro clínico (incluido tabaquismo, alcoholismo y otras adicciones);6.2.2. Signos vitales;6.2.3. Resultados de los estudios de los servicios auxiliares de diagnóstico y tratamiento;6.2.4. Diagnósticos y6.2.5. Tratamiento e Indicaciones médicas, en el caso de medicamentos, señalando como mínimo: dosis, vía y periodicidad;En el caso de control de embarazadas, niños sanos, diabéticos, hipertensos, entre otros, las notas deberán integrarse conforme a lo establecido en las Normas Oficiales Mexicanas respectivas.6.3. Nota de Interconsulta.La solicitud deberá elaborarla el médico cuando se requiera y quedará asentada en el expediente clínico.La elabora el médico consultado, y deberá contar con:6.3.1. Criterios diagnósticos;6.3.2. Plan de estudios;6.3.3. Sugerencias diagnósticas y tratamiento; y6.3.4. Demás que marca el numeral 7.1.[…]7. De las Notas Médicas en Urgencias7.1. Inicial.Deberá elaborarla el médico y deberá contener lo siguiente:7.1.1. Fecha y hora en que se otorga el servicio;7.1.2. Signos vitales;7.1.3. Motivo de la consulta;7.1.4. Resumen del interrogatorio, exploración física y estado mental en su caso;7.1.5. Diagnósticos o problemas clínicos;7.1.6. Resultados de estudios de los servicios auxiliares de diagnóstico y tratamiento;7.1.7. Tratamiento y7.1.8. Pronóstico.7.2. Nota de evolución.Deberá elaborarla el médico cada vez que proporciona atención al paciente y las notas se llevarán a efecto conforme a lo previsto en el numeral 6.2. de la presente Norma.7.2.1 En los casos en que el paciente requiera interconsulta por médico especialista deberá quedar por escrito, tanto la solicitud, la cual realizará el médico solicitante, como la nota de interconsulta que deberá realizar el médico especialista.7.3. De referencia/traslado.Las notas se llevarán a efecto conforme a lo previsto en el numeral 6.3. de la presente Norma.8. De las notas médicas en Hospitalización8.1. De ingreso.Deberá elaborarla el médico que ingresa al paciente y deberá contener como mínimo los datos siguientes:8.1.1. Signos vitales;8.1.2. Resumen del interrogatorio, exploración física y estado mental, en su caso;8.1.3. Resultados de estudios en los servicios auxiliares de diagnóstico y tratamiento;8.1.4. Tratamiento; y8.1.5. Pronóstico.8.2. Historia clínica.Las notas se llevarán a efecto conforme a lo previsto en el numeral 6.1. de la presente Norma.8.3. Nota de evolución.Deberá elaborarla el médico que otorga la atención al paciente cuando menos una vez por día y las notas se llevarán a efecto conforme a lo previsto en el numeral 6.2. de la presente Norma.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
142. No obstante, tal como se adelantó, esta situación no conlleva al
acreditamiento de una conducta culposa por parte de los médicos tratantes
que haya ocasionado el daño cerebral a **********. Si bien el acto médico es
una actuación compleja que debe ser examinada en su conjunto y que
conceptualmente se conforma por distintas etapas (diagnóstica, terapéutica
y recuperatoria), debe resaltarse que aun cuando la elaboración del
expediente clínico integra parte de ese acto médico y se encuentra
estrechamente vinculada con el resto de las actuaciones en la atención del
paciente, el simple incumplimiento de cualquiera de los requisitos,
elementos o pautas que marca la norma oficial mexicana aplicable no
produce de manera forzosa que la conducta del respectivo profesionista se
vuelva dolosa o negligente, pues dependerá del contenido de esa norma y
su regulación del acto médico como parte integrante de la lex artis ad hoc.
143. Dicho en otras palabras, la falta de integración del expediente de acuerdo
con las normas oficiales mexicanas no implica en automático la
responsabilidad del personal médico-sanitario, dado que en este tipo de
acciones se tienen que acreditar todos los elementos de la responsabilidad
civil, incluyendo la comprobación de la culpa y su relación con el daño; no
obstante, la debida conformación del expediente sí constituye parte de esa
lex artis ad hoc, por lo que dependiendo de las circunstancias del caso y la
conducta que se le atribuya a los médicos, profesional médico-sanitario o a
las instituciones hospitalarias, la correcta integración del mismo podría llevar
a que se tomen decisiones incorrectas, las cuales podría originar
precisamente los daños, o bien representar la pérdida de la oportunidad de
que éstos no hubieran ocurrido.
144. En ese sentido, cuando se advierta que existe un expediente clínico
incompleto o mal integrado, a partir del resto de pruebas presentes en el
juicio y atendiendo a la carga de la prueba que le corresponde a cada parte,
el juzgador deberá analizar los supuestos incumplidas de la norma oficial
mexicana para la conformación o integración del expediente clínico y
verificar si su falta de acatamiento o indebido cumplimiento es el acto o
[…]”.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
parte del acto o la omisión que produjo el daño o si a partir de tal
circunstancia se produjo una ausencia de información que conllevó a la
pérdida de la oportunidad de haber corregido el daño o impedido que éste
ocurriera.
145. Cabe destacar que a pesar de que la indebida conformación o integración
del expediente clínico es una transgresión a la lex artis ad hoc, como se
adelantó, el que se diga que no produce en automático una responsabilidad
civil no conlleva a esta Primera Sala a incurrir en una contradicción. En
algunos casos, como el que ahora nos ocupa, la actuación diligente por
parte del personal médico-sanitario se puede efectuar independientemente
de la perfecta o imperfecta integración del expediente clínico, por lo que no
existe una relación necesaria entre el cumplimiento irrestricto de la norma
oficial mexicana y la posible negligencia de un médico. Así, podrá haber
casos en que el expediente cumpla con todos los requisitos normativos de
la norma oficial mexicana, pero a pesar de ello se actualice una conducta
negligente en la atención médica de una persona y viceversa.
146. Concluir lo contrario de manera genérica implicaría trastocar el derecho
humano a la legalidad y seguridad jurídica de los profesionistas médico-
sanitarios, pues precisamente los elementos de la acción civil
extracontractual por daños y perjuicios (daño, culpa y nexo causal) están
dirigidos a proteger y asegurar que una persona responda civilmente
únicamente por sus propios actos ilícitos o por los hechos ajenos dada su
especial situación jurídica frente a la persona responsable, más no que se le
sancione simplemente por la falta de acatamiento de una normatividad
secundaria en la integración de un expediente como si se tratara de una
especie de responsabilidad objetiva.
147. Sin embargo, como se señaló, ante la insuficiencia o indebida conformación
o integración del expediente (transgresión a la lex artis), el juzgador deberá
justipreciar tal circunstancia al momento de verificar la acreditación de los
elementos de la acción civil. En ese tenor, el incumplimiento de la
normatividad aplicable al expediente clínico es un elemento que el juzgador
debe tomar en cuenta para el análisis de la conducta del profesionista
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AMPARO DIRECTO 51/2013
médico-sanitario, adminiculándolo con el resto del material probatorio. Así,
por ejemplo, si una de las razones para que las pruebas no sean
contundentes respecto a la negligencia o no de un médico resulta de la
indebida integración del expediente clínico (ante la falta de elementos para
valorar), el juzgador podrá apreciar ese factor como determinante en su libre
apreciación valoratoria de los dictámenes periciales, testimoniales,
documentales u otras pruebas presentes en el juicio, a fin de pronunciarse
sobre el acreditamiento de los elementos de la acción, según la carga
probatoria que le corresponda a cada una de las partes.
148. Ahora bien, la parte quejosa también alegó que los médicos tratantes son
responsables del daño causado a ********** ante la indebida colocación de
un catéter yugular, la ausencia de diagnóstico de la existencia de un
neumotórax y en el inadecuado traslado del paciente al área de
imagenología donde ocurrió el shock persistente hasta la asistolia, a pesar
de que éste se encontraba en un delicado estado de salud.
149. Respecto a estos razonamientos, tal como lo concluyó la Sala responsable,
tampoco se advierte una conducta negligente por parte de los médicos
tratantes. En principio, debe destacarse que los propios dictámenes
periciales en medicina interna de la actora, demandados y perito tercero en
discordia llegan a la conclusión de que ********** fue efectivamente
trasladado al área de medicina crítica; en lo que difieren es en los actos que
presuntamente se llevaron a cabo en tal lugar del hospital.
150. La parte quejosa señala que antes de su traslado, en el área de
hospitalización y ante un nuevo episodio de crisis convulsivas, los médicos
decidieron realizar una intubación orotraqueal (colocación de una cánula en
la tráquea) con apoyo de ventilación mecánica y colocar un catéter central
vía yugular derecha. El problema, a juicio de los quejosos, es que dichos
procedimientos no eran necesarios ni fueron ejecutados por personal
médico especializado.
151. Contrario a esta postura, tal como fue probado por los demandados, del
expediente clínico se advierte que ********** fue trasladado entre las doce y
70
AMPARO DIRECTO 51/2013
las trece cuarenta y cinco horas del veinticinco de enero de dos mil cinco a
la unidad de cuidados intermedios del Hospital **********. A su entrada,
como se indica en la hoja de control de la unidad de medicina crítica
fechada ese mismo día a las trece treinta horas130, el paciente ingresó sin
estar intubado, sin un catéter yugular y con un avanzado síndrome de
abstinencia.
152. Lo que ocurrió es que ya estando en la unidad de cuidados intermedios,
********** presentó una nueva crisis convulsiva con desaturación importante
y crisis hipertensiva, por lo que se le transfirió a la unidad de cuidados
intensivos. En esa área, ante dicha crisis y la sospecha de una posible
bronco aspiración, el médico internista decidió realizar una intubación
orotraqueal con apoyo de ventilación mecánica, a fin de evitar la obstrucción
de la vía área y, además, colocó un catéter central vía yugular derecha al
tercer intento (cateterismo de una vena central para la administración de
medicamentos o fluidos), habiéndolo realizado infructuosamente por la parte
yugular derecha y por vía subclavia derecha131.
153. Ante estas circunstancias, es evidente que los médicos tratantes no
participaron en la atención de ********** en el área de medicina crítica ni
mucho menos en su intubación o cateterismo. Sin embargo, dado que el
acto médico debe de valorarse en su conjunto, esta Primera Sala aprecia
que las conductas llevadas a cabo por los médicos tratantes no actualizaron
algún grado de negligencia, ya que los procesos intervencionistas sobre el
paciente fueron realizados por otros médicos y los médicos tratantes no
convalidaron alguna actuación indebida por parte del médico internista y del
personal especializado, supuesto que en dado caso podría actualizar algún
grado de responsabilidad.
154. Del dictamen pericial en medicina interna de los demandados (punto d) de
las conclusiones) y del dictamen en cirugía del perito tercero en discordia
(pregunta 43 y conclusiones) se desprende que, conforme a la lex artis ad
hoc, la intubación y la colocación del catéter son medidas idóneas en las
personas que ingresan a la unidad de terapia intensiva. La intubación se 130 Ibidem, hoja 58 (hoja de control de la unidad de medicina crítica).131 Ibidem, hojas 100 y 103 (notas de evolución).
71
AMPARO DIRECTO 51/2013
efectúa para proteger la vía aérea en un paciente con pérdida del estado de
alerta (inconsciencia) ante la disminución del contenido de oxígeno en el
cuerpo, por lo que es necesario el apoyo mecánico ventilatorio. Por su
parte, la colocación del catéter tiene la finalidad de permitir la reposición de
líquidos por una vía más directa y adecuada, así como la administración de
medicamentos y la monitorización del estado del volumen sanguíneo y de
líquidos circulantes (se abundará sobre este punto en el apartado de estudio
de los actos del médico internista).
155. En cuanto al traslado del paciente al área de imagenología y la falta de
diagnóstico de un neumotórax, se aprecia que tal como fue implicado por la
Sala responsable, los médicos tratantes tampoco incurrieron en una
desatención de la lex artis ad hoc. Si bien el médico ********** acompañó a
********** y al médico internista al área de rayos X, de los dictámenes en
medicina interna de los demandados (pregunta 10) y de cirugía del perito
tercero en discordia (pregunta 23), se advierte que, contrario a las
pretensiones de la parte actora, el paciente se trasladó intubado, con
catéter, con signos vitales estables, con apoyo mecánico ventilatorio y con
una saturación de oxígeno adecuada como se constata en las hojas de
registro de ventilación y de registro de enfermería.
156. Los lamentables sucesos que ocurrieron en el área de imagenología son
complicaciones inherentes a los procedimientos médicos que no pudieron
ser advertidas o diagnosticadas por los médicos tratantes. Es un hecho
aceptado por las partes que el shock persistente hasta la asistolia que sufrió
********** y que motivó maniobras de resucitación fue ocasionado por un
neumotórax a tensión (entrada de aire en el espacio pleural de un pulmón
sin salida que provoca colapso vascular y afecta el flujo sanguíneo). La
disyuntiva es si pudo haber sido evitado por los médicos tratantes.
157. Al respecto, la Sala responsable consideró que no se actualizó negligencia
médica, pues a diferencia de lo expuesto por la parte quejosa, a partir de lo
probado por los demandados, no se violentó un deber de cuidado ni existió
una actuación indebida directa por parte del médico internista e indirecta de
los médicos tratantes. Se dijo que, conforme a los dictámenes periciales, el
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AMPARO DIRECTO 51/2013
neumotórax es una complicación reconocida en la literatura médica post-
colocación de un catéter central, ya que se trata de un procedimiento
cerrado o a ciegas, en donde se inserta una aguja vía yugular o subclavia y
la referencia es meramente anatómica.
158. Sobre este punto, es importante resaltar que en el dictamen de medicina
interna de los demandados (pregunta 14) se especificó que el neumotórax
de ********** se generó súbitamente, dado que en el estudio tomográfico que
precedió a la asistolia no se observó ningún dato de tal padecimiento.
Misma conclusión a la que llegó el perito en cirugía de los demandados
(pregunta 27).
159. La parte quejosa alega que el neumotórax no fue diagnosticado a tiempo
por los médicos tratantes ni por el médico internista, ya que es una práctica
exigida por la profesión que después de un cateterismo de vía central se
tome una radiografía para verificar la correcta colocación del catéter y, en el
caso concreto, tal estudio no consta en el expediente clínico. Para la parte
quejosa, aunado a que estaba contraindicada la intubación y colocación del
catéter, según el dictamen de medicina interna aportado por su perito, en la
colocación infructuosa se pinchó un pulmón que provocó un neumotórax y
que, a la postre, ocasionó el paro cardiorrespiratorio que llevó a ********** a
un daño cerebral.
160. En relación con estos razonamientos, debe insistirse en que el neumotórax
a tensión ocurre cuando existe una penetración de aire en la cavidad
torácica que, al no tener vía de escape, causa un colapso en un pulmón;
esta compresión se produce ya sea por una lesión en el pulmón o a través
de la pared torácica. Los dictámenes en medicina interna aportados en el
juicio fueron coincidentes en que el paciente sufrió de un neumotórax a
tensión, lo cual a la postre ocasionó una asistolia de ********** en el área de
imagenología.
161. La diferencia, como se señaló, radica en la causa de ese padecimiento. Al
respecto, esta Suprema Corte advierte que el mismo se produjo como
consecuencia de la colocación del catéter, pero surgió de manera tardía y
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AMPARO DIRECTO 51/2013
súbitamente en el área de rayos X. El cuestionamiento pertinente para
efectos de la acción de responsabilidad es si los médicos estuvieron en
aptitudes de detectarlo previamente o incurrieron en una desatención
médica que actualizaría una negligencia.
162. Al respecto, la quejosa aludió en sus conceptos a que es una práctica
reiterada en la medicina interna que tras la colocación de un catéter central,
se debe solicitar de manera inmediata una radiografía de control para
identificar la correcta o no colocación del catéter y la posible existencia de
un neumotórax. En relación con este razonamiento en concreto, en primer
lugar, debe resaltarse que no existen elementos en el expediente o en los
dictámenes periciales que sustenten tal afirmación en cuanto a la
inmediatez de la prueba de imagen. Sólo el perito en medicina interna de la
parte actora (respuesta a la pregunta 9) menciona que no se aseguró de
manera inmediata la debida colocación del catéter mediante un control de
rayos X, sin especificar el fundamento de dicho deber o práctica médica.
163. La quejosa justifica tal conclusión en lo señalado en el “Manual del Curso
del Programa Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos”, emitido
por el Colegio Americano de Cirugía (el cual aportó como prueba al juicio).
Esta Suprema Corte no descarta que la toma de control inmediata de
imagen, en efecto, pueda tratarse de una práctica común de los médicos
que a la postre, como costumbre, se ha ido convirtiendo en la lex artis ad
hoc.
164. No obstante, como se mencionó en párrafos anteriores, esta Primera Sala
no tiene los elementos suficientes para considerar que la inmediatez en la
toma de control es un requisito sine qua non de esta parte del acto médico y
que el mero retardo provoca una transgresión a la lex artis ad hoc que
conlleva a que cualquier daño sea responsabilidad de los médicos o
personal médico-sanitario involucrado, independientemente de los actos
diligentes o no que sucedan con posterioridad. Si bien ello podría ser cierto
en algunos casos, en el que ahora nos ocupa, el mero retraso no actualiza
una conducta negligente para los médicos, dado que existe una tomografía
posterior a la colocación del catéter que evidencia que, tiempo después del
74
AMPARO DIRECTO 51/2013
cateterismo, no existen datos o síntomas asociados con el surgimiento de
un neumotórax.
165. Adicionalmente, este punto se complica cuando de un análisis del contenido
del propio manual al que hace alusión la quejosa y sus diferentes
referencias al neumotórax a tensión (aportado como prueba por la parte
actora), no se aprecia una instrucción clara que posterior a toda colocación
de un catéter central deba de solicitarse de manera inmediata una
radiografía de control.
166. El documento, en varias ocasiones, sólo alude al significado y causas de un
neumotórax a tensión (como lo puede ser una lesión en un pulmón) y
especifica que, cuando existe un procedimiento de punción de la vena
subclavia (apartado de evaluación y manejo del choque), deberá el
respectivo médico solicitar radiografía de tórax para identificar la posición de
la vía intravenosa y la existencia o no de un neumotórax, sin especificar la
inmediatez.
167. Podrá parecer un argumento formalista; sin embargo, esta Primera Sala
estima que la apreciación de lo que debe valorarse como lex artis ad hoc no
puede determinarse con meras apreciaciones subjetivas de las partes, sino
deben existir elementos objetivos que permitan al juzgador llegar a una
plena convicción sobre cuáles son las conductas específicas que sin lugar a
dudas debe de cumplir el personal médico. Es el juez quien debe determinar
cuáles son los deberes de los médicos; es decir, no obstante que la lex artis
puede tener un elemento fáctico, pues se conforma por la práctica médica,
es el juez quien debe determinarla a la luz del material probatorio que
disponga o del que pueda allegarse.
168. Adicionalmente, al margen de la problemática sobre la inmediatez o no de la
toma de control de imagen como parte de la lex artis, como se adelantó, si
bien en el expediente clínico no existe el resultado de una radiografía
realizada inmediatamente después de la colocación del catéter, que a decir
del médico internista fue llevada a cabo, tal aspecto no actualiza por sí solo
y de manera automática una negligencia médica que haya ocasionado el
75
AMPARO DIRECTO 51/2013
daño al paciente, como lo implicó la Sala responsable en contraposición al
dictamen de la parte actora.
169. Lo anterior, porque concurre en el expediente una radiografía tomada
posterior a la colocación del catéter en el área de imagenología que, si bien
no fue inmediata, no evidencia síntomas o la existencia de un neumotórax.
Por ende, a pesar de que el médico que reconoció que tomó una tomografía
de control no cumplió a cabalidad sus obligaciones según la lex artis ad hoc,
ya que no adjuntó al expediente el resultado de misma, ese actuar no
produjo el daño alegado por la parte quejosa, por lo que no se actualizan los
tres elementos de la acción por daños y perjuicios.
170. Es decir, la mera ausencia de la hoja de resultado o, suponiendo, el no
haber tomado en realidad la tomografía de control inmediatamente posterior
a la colocación del catéter no ocasiona en este caso una conducta
negligente que pueda dar lugar a acreditar todos los elementos de la
responsabilidad extracontractual. La razón para ello es que después de la
colocación del catéter y el traslado del paciente al área de imagenología, se
le efectuó a ********** una radiografía computarizada de tórax y
abdominopélvica en la que no se muestra la existencia o características
acordes con un neumotórax, por lo que se hace evidente la falta de
elementos de los médicos para poder haber advertido previo al paro
cardiorrespiratorio el posible daño a los pulmones o la posible concurrencia
de un neumotórax a tensión.
171. Tal hoja de resultados consta en el expediente clínico132 y en la misma,
entre otras cuestiones, se describe que el paciente presentaba una cánula
endotraqueal y sonda nasogástrica, así como un hematoma en la base del
cuello derecho secundario a la colocación de catéter, sin especificar la
existencia o síntomas de un neumotórax. Es a esta tomografía efectuada el
veinticinco de enero de dos mil cinco a las dieciséis veintitrés horas a la que
se refieren los dictámenes de cirugía y de medicina crítica de los
demandados, a partir de la cual los peritos llegaron a la conclusión de que la
colocación del catéter fue adecuada al tercer intento y que, probablemente,
132 Ibidem, hoja 259.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
el neumotórax a tensión fue tardío, surgido súbitamente en el área de
imagenología y ocasionado por un riesgo inherente al catéter por afectación
en un pulmón o la cavidad torácica, ello acompañado con la ventilación
mecánica con la que contaba el paciente que produce una gran presión en
los pulmones.
172. Bajo estas premisas, la Sala responsable estuvo en lo correcto al no atribuir
a los médicos tratantes una negligencia en el traslado del paciente al área
de rayos X ni por supuestamente convalidar la indebida actuación del
médico internista en la colocación del catéter, toda vez que no estuvieron en
la aptitud de advertir la existencia de un daño a los pulmones o la
concurrencia de un neumotórax a tensión.
173. Como se detalló en párrafos previos, aun cuando los médicos tratantes no
hayan participado directamente en la intubación o cateterismo (dado que el
acto médico debe valorarse en su conjunto y está integrado por distintas
facetas en las que pueden participar sucesivamente y/o simultáneamente
una multiplicidad de profesionistas médico-sanitarios), esta Primera Sala
estima que puede atribuírsele una conducta negligente a un profesionista si
de acuerdo a la lex artis ad hoc, se encontraba en una posición óptima para
advertir el error culposo o doloso del profesionista o profesionistas que le
precedieron y, ante tal situación, omitió llevar a cabo los actos necesarios
para corregirlo o intentar corregirlo, siempre que tal actuar se encontrara
dentro de su campo de acción en el acto médico. Dicha situación no ocurrió
en el caso que ahora nos ocupa, toda vez que, se insiste, el neumotórax
surgió de manera repentina como riesgo inherente de la colocación del
catéter y los médicos tratantes jamás estuvieron en una condición de
advertirlo previo al paro cardiorrespiratorio.
174. Al respecto, es importante recalcar que lo anterior no implica que un
profesionista médico-sanitario sea siempre responsable por la actuación
dolosa o negligente de otro profesionista que le precedió en el acto médico,
pues ello podría actualizar una violación a los principios de legalidad y
seguridad jurídica de esas personas. Más bien, la atribución de
responsabilidad a un profesionista médico-sanitario que participa en un acto
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médico complejo en el que intervinieron sucesivamente una serie de
personas, dependerá enteramente de sus propios actos en dicha atención
médica. Así, por ejemplo, si tras la participación de un médico, otro médico
convalida la negligencia del que le precedió u omite cumplir con sus
deberes de cuidado que lo llevarían a intentar corregirlo o a informarlo a los
responsables para hacerlo, según la lex artis médica, tal conducta puede
considerarse a su vez como culposa en sentido amplio y dar pie a una
responsabilidad si se acredita que tal acto propició o incidió directamente en
la producción del daño133.
175. Por lo demás, se estima adecuada la conducta concreta que sí efectuó
********** en el área de imagenología, misma que consistió en la colocación
de una sonda pleural al paciente tras haber sufrido éste un shock
persistente hasta la asistolia y tras habérsele colocado por parte del médico
internista una aguja gruesa de tipo Jelco calibre 14 en el segundo especio
intercostal con línea medio clavicular del lado afectado a fin de conseguir
salida de aire ante la sospecha de existencia de un neumotórax a tensión134.
176. De los dictámenes periciales en cirugía (preguntas 25 y 26) y medicina
interna de los demandados (preguntas 12 y 13), así como el de cirugía del
perito tercero en discordia (preguntas 25 y 26), se advierte que las
maniobras llevadas a cabo por el médico internista y la colocación de la
sonda pleural por el referido médico tratante son el tratamiento idóneo para
resolver un neumotórax a tensión. La inserción de la aguja permite la salida
inmediata de la presión de aire contenida en el espacio pleural,
disminuyendo la presión intrapleural y permitiendo que el mediastino
(corazón y grandes vasos) regrese a su posición habitual, para después
colocar un tubo o sonda pleural que evite la creación nuevamente de una
presión de aire y permita la correcta expansión del pulmón.133 Supuesto muy distinto es cuando del acto médico sucesivo y/o simultáneo no se puede diferenciar la conducta de las personas participantes, pero si se acredita la existencia de un daño y una relación causal. En ese caso, existen ejemplos en ordenamientos jurídicos extranjeros en los que se ha asignado responsabilidad al equipo completo que participó en el acto médico, pues la culpa se comprueba por lo excesivo del daño y por la existencia de una presunción indiciaria de negligencia. Sin embargo, dado que en el asunto que nos ocupa sí es posible diferenciar los actos de los médicos participantes, esta Suprema Corte no se pronuncia al respecto.134 En su testimonial, celebrada el cuatro de marzo de dos mil ocho, el médico tratante ********** señaló, entre otras muchas cuestiones, que no colocó el catéter ni la intubación y que el evento cardiaco fue atendido por el médico internista; sin embargo, aceptó que entro al área de imagenología tras el evento cardiaco y colocó la sonda pleural a fin de tratar adecuadamente el neumotórax. Véase, hojas 242 a 255 del tomo III del expediente del juicio ordinario civil **********.
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177. Sobre esta última maniobra del médico tratante **********, es importante
resaltar que en el expediente médico no consta el consentimiento informado
del paciente o de sus familiares, supuesto que la parte quejosa alega como
ilegal; sin embargo, tal situación no provoca una conducta culposa en la
atención médica de **********, pues cae dentro de los supuestos de
excepción que prevé la normatividad aplicable.
178. Esta Suprema Corte, en la contradicción de tesis 93/2011, explicó que el
consentimiento informado es un requisito que se desprende del “Capítulo IV.
Usuarios de Salud y Participación de la Comunidad” de la Ley General de
Salud135 y consiste en el derecho del paciente de otorgar o no su
consentimiento válidamente informado en la realización de tratamientos o
procedimientos médicos. En esa sentencia, haciendo alusión a
jurisprudencia de otros tribunales constitucionales, se clarificó que el
consentimiento informado es una “consecuencia necesaria o explicitación
de los clásicos derechos a la vida, a la integridad física y a la libertad de
conciencia. (SSTS, 1ª, 12 enero 2001, RJ 2001/3 y 11 mayo 2001, RJ
2001/6197)”.
179. Así, esta Primera Sala estima que el consentimiento informado cumple una
doble finalidad: por un lado, es la autorización de una persona para
someterse a procedimientos o tratamientos médicos que pueden incidir en
su integridad física, salud, vida o libertad de conciencia y, por otro lado, es
una forma de cumplimiento por parte de los médicos del deber de informar
135 Ley General de Salud. “Artículo 50.- Para los efectos de esta Ley, se considera usuario de servicios de salud a toda persona que requiera y obtenga los que presten los sectores público, social y privado, en las condiciones y conforme a las bases que para cada modalidad se establezcan en esta Ley y demás disposiciones aplicables”.“Artículo 51 Bis 1.- Los usuarios tendrán derecho a recibir información suficiente, clara, oportuna, y veraz, así como la orientación que sea necesaria respecto de su salud y sobre los riesgos y alternativas de los procedimientos, diagnósticos terapéuticos y quirúrgicos que se le indiquen o apliquen”.“Artículo 51 Bis 2.- Los usuarios tienen derecho a decidir libremente sobre la aplicación de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos ofrecidos. En caso de urgencia o que el usuario se encuentre en estado de incapacidad transitoria o permanente, la autorización para proceder será otorgada por el familiar que lo acompañe o su representante legal; en caso de no ser posible lo anterior, el prestador de servicios de salud procederá de inmediato para preservar la vida y salud del usuario, dejando constancia en el expediente clínico.Los usuarios de los servicios públicos de salud en general, contarán con facilidades para acceder a una segunda opinión”.Cabe señalar que los últimos dos artículos citados no son aplicables en el caso concreto, al haber sido incorporados a la ley general el diecisiete de abril de dos mil nueve.
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al paciente sobre el propio diagnóstico, tratamiento y/o procedimiento, así
como de las implicaciones, efectos o consecuencias que pudiera traer a su
salud, integridad física o vida.
180. En el caso que nos ocupa, consta en el expediente que los padres de
********** firmaron el veinticuatro de enero de dos mil cinco, a su entrada al
Hospital **********, la hoja de consentimiento bajo información y autorización
para tratamientos médicos y/o quirúrgicos136. Tal documento cumple con los
requisitos de la Ley General de Salud y el Reglamento de la Ley General de
Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica, los
cuales, en sus artículos 50 y 80, respectivamente137, señalan que deberá
recabarse al ingreso de una persona a un hospital su autorización para
practicar los procedimientos médico-quirúrgicos para su debida atención
como usuario de ese servicio de salud.
181. A pesar de ello, el propio numeral 80 del reglamento prevé que tal
consentimiento informado inicial no conlleva a una autorización
generalizada de cualquier procedimiento o tratamiento médico; por el
contrario, se deberá recabar a su vez una autorización previa a cada
procedimiento que entrañe un alto riesgo para el paciente. Situación similar
se prevé en el punto 10.1 de la NOM-168-SSA1-1998138, vigente en el
136 Hoja 320 del anexo 1 de las copias certificadas del expediente clínico de **********. Supra nota 1.137 “Articulo 80.- En todo hospital y siempre que el estado del paciente lo permita, deberá recabarse a su ingreso autorización escrita y firmada para practicarle, con fines de diagnóstico terapéuticos, los procedimientos médico quirúrgicos necesarios de acuerdo al padecimiento de que se trate, debiendo informarle claramente el tipo de documento que se le presenta para su firma.Esta autorización inicial no excluye la necesidad de recabar después la correspondiente a cada procedimiento que entrañe un alto riesgo para el paciente”.138 “10.1. Además de los documentos mencionados pueden existir otros del ámbito ambulatorio u hospitalario, elaborados por personal médico, técnico y auxiliar o administrativo. En seguida se refieren los que sobresalen por su frecuencia:10.1.1. Cartas de Consentimiento bajo información.10.1.1.1. Deberán contener como mínimo:10.1.1.1.1. Nombre de la institución a la que pertenezca el establecimiento, en su caso;10.1.1.1.2. Nombre, razón o denominación social del establecimiento;10.1.1.1.3. Título del documento;10.1.1.1.4. Lugar y fecha en que se emite;10.1.1.1.5. Acto autorizado;10.1.1.1.6. Señalamiento de los riesgos y beneficios esperados del acto médico autorizado;10.1.1.1.7. Autorización al personal de salud para la atención de contingencias y urgencias derivadas del acto autorizado, atendiendo al principio de libertad prescriptiva; y10.1.1.1.8. Nombre completo y firma de los testigos.10.1.1.2. Los eventos mínimos que requieren de carta de consentimiento bajo información serán:10.1.1.2.1. Ingreso hospitalario;10.1.1.2.2. Procedimientos de cirugía mayor;10.1.1.2.3. Procedimientos que requieren anestesia general;10.1.1.2.4. Salpingoclasia y vasectomía;10.1.1.2.5. Trasplantes;
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momento de los hechos (ya fue abrogada por la NOM-004-SSA3-2012), en
los que se detallaban los requisitos de tal consentimiento y los supuestos en
que deben ser recabados por los médicos.
182. Lo que motiva estos requisitos radica, precisamente, en la observancia de la
referida doble finalidad del consentimiento informado: que la persona en
concreto permita procedimientos o tratamientos que pueden o podrían
incidir en el pleno goce de sus derechos humanos a la vida, integridad
física, salud, libertad de conciencia y, segundo, que el médico cumpla con
su deber de informar al paciente o a las personas responsables de este
último de su estado de salud y de las implicaciones del tratamiento o
procedimiento médico peligroso, a fin de que se tome una decisión bien
informada y con todos los elementos posibles.
183. La quejosa aduce que en el caso no existió este ulterior consentimiento
informado ni para practicar la intubación y cateterismo ni para las maniobras
de tratamiento del neumotórax. No obstante, respecto a este último
supuesto de atención del neumotórax, que es donde se le atribuye
participación directa al médico tratante ********** (el análisis de la
autorización de los actos practicados en terapia intensiva por otro médico
serán analizados en el apartado siguiente), debe destacarse que la propia
normatividad reglamentaria permite a su vez casos de excepción a la regla
general del aquiescencia en cada caso que entrañe un alto riesgo para el
paciente.
184. Dicha excepción, que para esta Primera Sala se actualiza en los hechos
que ocurrieron en el área de imagenología, consiste en que cuando
concurra un caso de urgencia o cuando el paciente se encuentre en un
estado de incapacidad transitoria o permanente y tampoco sea posible que
su familiar más cercano, tutor o representante autorice los tratamientos o 10.1.1.2.6. Investigación clínica en seres humanos; 10.1.1.2.7. De necropsia hospitalaria; 10.1.1.2.8. Procedimientos diagnósticos y terapéuticos considerados por el médico como de alto riesgo.10.1.1.2.9. Cualquier procedimiento que entrañe mutilación.10.1.1.3. El personal de salud podrá obtener cartas de consentimiento bajo información adicionales a las previstas en el inciso anterior cuando lo estime pertinente, sin que para ello sea obligatorio el empleo de formatos impresos.10.1.1.4. En los casos de urgencia, se estará a lo previsto en el artículo 81 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica”.
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procedimientos médico quirúrgicos necesarios, los médicos de que se trate,
previa valoración del caso y con el acuerdo de dos de ellos, llevarán a cabo
el tratamiento o procedimiento que se requiera, dejando constancia por
escrito en el expediente clínico de dicho actuar, de conformidad con el
artículo 81 del citado reglamento de prestación de servicios de atención
médica139.
185. Si bien la redacción de esta norma no es del todo afortunada y no establece
expresamente cuáles son los momentos en que se actualiza la denominada
“ausencia” de los familiares, tutores o representantes o la concurrencia de
un caso urgente, de una interpretación sistemática y teleológica de su
contenido, esta Primera Sala advierte que su ámbito de aplicación requiere,
en primer lugar, que cuando el paciente se encuentre en un estado de
incapacidad y las circunstancias fácticas lo permitan, se deberá de recabar
de manera forzosa la autorización para el respectivo tratamiento o
procedimiento por parte de su familiar más cercano, tutor o representante;
no obstante, cuando tales personas no se encuentren en el hospital y/o el
tratamiento o procedimiento del padecimiento del paciente sea de un
carácter urgente (estado de necesidad) que si se aguarda la aludida
autorización conllevaría a una afectación grave o irreversible a la integridad
física, salud o vida del paciente, entonces dicho tratamiento o procedimiento
podrá ser efectuado bajo el acuerdo de dos médicos (en el caso de que
físicamente existan en ese lugar, pues hay servicios de salud en el país
donde no están asignados dos médicos) y ante su más estricta
responsabilidad, con el condicionamiento de que se asiente la valoración del
caso y toda la información pertinente en el expediente clínico.
186. En ese sentido, aun cuando pudiera parecer que es un contrasentido que el
estado de urgencia sea una excepción a la concurrencia de un
consentimiento informado expreso para efectuar un acto médico que
139 “Artículo 81.- En caso de urgencia o cuando el paciente se encuentre en estado de incapacidad transitoria o permanente, el documento a que se refiere el artículo anterior, será suscrito por el familiar más cercano en vínculo que le acompañe, o en su caso, por su tutor o representante legal, una vez informado del carácter de la autorización.Cuando no sea posible obtener la autorización por incapacidad del paciente y ausencia de las personas a que se refiere el párrafo que antecede, los médicos autorizados del hospital de que se trate, previa valoración del caso y con el acuerdo de por lo menos dos de ellos, llevarán a cabo el procedimiento terapéutico que el caso requiera, dejando constancia por escrito, en el expediente clínico”.
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entrañe un alto riesgo para el paciente, pues precisamente la respectiva
autorización es la forma en que el sistema jurídico respeta la libertad de esa
persona para decidir sobre su propio cuerpo, lo cierto es que el mismo
sistema jurídico intenta realizar una ponderación entre la voluntad del
paciente y las obligaciones que tiene todo personal médico-sanitario de
llevar a cabo las acciones necesarias para respetar y proteger el derecho a
la salud, la integridad y/o vida de una persona.
187. Así, el caso de urgencia que justifica el acto médico a pesar de la ausencia
de consentimiento del paciente, es la forma que el ordenamiento jurídico
reconcilia ambos valores, preponderando la protección de la salud, pero
sujetando consecuentemente al médico o diverso profesional médico-
sanitario a un estándar más alto para acreditar su debida diligencia médica:
tendrá que demostrar que tal actuación era imperiosa para la protección de
la integridad o vida del paciente y deberá hacerlo en acuerdo con otro
profesional médico (salvo la aludida excepción), asentando sus razones
para acreditar el estado de urgencia y detallando toda información relevante
en el expediente clínico, bajo su más estricta responsabilidad. Esta
determinación no prejuzga sobre los supuestos de negativa de
consentimiento por objeción de conciencia o libertad religiosa.
188. En ese tenor, cuando no concurra tal estado de urgencia y tampoco se haya
allegado el médico o profesional del consentimiento del paciente, familiares,
tutores o representantes, se actualizará una negligencia médica en clara
transgresión a la lex artis ad hoc que podría conducir a una responsabilidad
civil si se tienen por satisfechos el resto de los elementos de la acción: el
daño y la relación causal. Es decir, el acto médico que involucre un alto
riesgo al paciente que fue realizado sin acreditarse un caso de urgencia o
sin recabarse el debido consentimiento informado, se reputará como una
conducta negligente; sin embargo, tal situación no actualiza en automático
una responsabilidad civil, ya que se tiene que demostrar la existencia de un
daño y que tal acto negligente originó o fue un factor determinante en la
producción del daño140.140 Existe una abundante doctrina comparada que aborda la temática del consentimiento informado y sus consecuencias en un proceso de responsabilidad civil. Al respecto, para la opinión detallada en este apartado se atendió a las explicaciones conceptuales de las siguientes dos obras, que aunque no son vinculantes para esta Suprema Corte, sirvieron como apoyo técnico y conceptual
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AMPARO DIRECTO 51/2013
189. Ahora, como se refirió y aplicando los estándares descritos al caso
concreto, la intervención del médico ********** en el procedimiento para
corregir el neumotórax a tensión fue estrictamente necesaria para salvarle la
vida a ********** y se dio en un contexto de urgencia, en el que
materialmente era imposible recabar el consentimiento de los familiares y en
el que, precisamente, la lex artis médica exigía del médico tratante su
intervención inmediata que fue acordada con otro médico y asentada en el
expediente. Por ende, se insiste, contrario a las pretensiones de la parte
quejosa en este juicio de amparo, no se advierte en este tramo del acto
médico alguna conducta negligente del mencionado galeno que haya
propiciado culposamente el daño producido a su salud, integridad física y
vida ante la ausencia escrita del respectivo consentimiento informado.
190. Por último, en la parte final del cuarto concepto de violación, la quejosa
hace mucho hincapié en que se actualiza un actuar doloso por parte de los
médicos tratantes, pues omitieron acatar su deber de informar a la familia
sobre el verdadero estado de salud de **********, eludiendo proporcionar
información de vital importancia tanto para su tratamiento en el Hospital
********** como en su atención en otros centros hospitalarios.
191. Sobre este aspecto, esta Primera Sala advierte que, en efecto, los
profesionales médico-sanitarios cuentan con un deber de informar al
paciente. A diferencia de otros ordenamientos jurídicos en los que existe
una regulación detallada sobre este deber, como en España (a partir de la
Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del
paciente y de derechos y obligaciones de información y documentación
clínica), en México no existe una reglamentación exhaustiva al respecto.
192. En la normatividad vigente al momento de los hechos, el artículo 51 de la
Ley General de Salud141 sólo establecía que “los usuarios tendrán derecho a sobre el deber de informar y el respectivo consentimiento. Véase, Gamarra, Jorge, Responsabilidad civil médica, tomo 1, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 2000, pp. 158 y ss.; Yebra-Pimentel Vilar, Paula Carolina, El consentimiento informado: criterios legales y jurisprudenciales, Difusión Jurídica, Madrid, 2012, pp. 45 y ss., y Blanco Pérez-Rubio, Lourdes, La carga de la prueba por omisión de información al paciente, Marcial Pons, Madrid, 2013, pp. 50 y ss.141 La Ley General de Salud fue modificada el diecinueve de abril de dos mil trece, incorporándose los artículos 51 Bis 1 a 51 Bis 3, en los que se establece expresamente el derecho de los usuarios a recibir información sobre su estado de salud, riesgos y procedimientos. El texto de las normas es
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obtener prestaciones de salud oportunas y de calidad idónea y a recibir atención profesional y éticamente responsable, así como trato
respetuoso y digno de los profesionales, técnicos y auxiliares”. Asimismo, el
artículo 48 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de
Prestación de Servicios de Atención Médica señalaba que “los usuarios
tendrán derecho a obtener prestaciones de salud oportunas y de calidad idónea y a recibir atención profesional y éticamente responsable, así como trato respetuoso y digno de los profesionales,
técnicos y auxiliares”.
193. A pesar de ello, si bien no existía reglamentación exhaustiva sobre esa
obligación como parte de una debida atención médica, se estima que el
deber de informar tiene sustento directamente en los derechos a la
integridad corporal, salud, conciencia, intimidad y vida de todo paciente.
Éstos no pueden ser afectados o incididos más que por voluntad expresa de
una persona; consecuentemente, el profesionista médico tiene una
obligación de aportar al paciente todos los elementos necesarios para que
éste tome una decisión libre e informada sobre su tratamiento o ausencia
del mismo.
194. El deber de informar radica entonces en un derecho de todo usuario de la
atención médica y una obligación del respectivo profesionista médico-
sanitario de otorgar los elementos informativos necesarios, a fin de que
tales usuarios tomen una determinación adecuada a sus intereses en
relación con su propio cuerpo. Ante la insuficiencia de regulación, esta
el que sigue:“ARTICULO 51 Bis 1.- Los usuarios tendrán derecho a recibir información suficiente, clara, oportuna, y veraz, así como la orientación que sea necesaria respecto de su salud y sobre los riesgos y alternativas de los procedimientos, diagnósticos terapéuticos y quirúrgicos que se le indiquen o apliquen.Cuando se trate de la atención a los usuarios originarios de pueblos y comunidades indígenas, estos tendrán derecho a obtener información necesaria en su lengua.ARTICULO 51 Bis 2.- Los usuarios tienen derecho a decidir libremente sobre la aplicación de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos ofrecidos. En caso de urgencia o que el usuario se encuentre en estado de incapacidad transitoria o permanente, la autorización para proceder será otorgada por el familiar que lo acompañe o su representante legal; en caso de no ser posible lo anterior, el prestador de servicios de salud procederá de inmediato para preservar la vida y salud del usuario, dejando constancia en el expediente clínico.Los usuarios de los servicios públicos de salud en general, contarán con facilidades para acceder a una segunda opinión.ARTICULO 51 Bis 3.- Las quejas que los usuarios presenten por la atención médica recibida, deberán ser atendidas y resueltas en forma oportuna y efectiva por los prestadores de servicios de salud o por las instancias que las instituciones de salud tengan definidas para tal fin, cuando la solución corresponda a su ámbito de competencia”.
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Suprema Corte entiende que el otorgamiento de tal información consiste,
como mínimo y dependiendo de cada caso concreto, en el estado de salud
del paciente, el diagnóstico de su padecimiento, el tratamiento o
intervenciones necesarias para tratar el mismo y sus alternativas, así como
los riesgos inherentes y los efectos que puedan tener tales tratamientos o
intervenciones142. El contenido que debe satisfacer este derecho no es
inmutable, sino que se actualiza supuesto a supuesto143.
195. Por su parte, el sujeto de tal deber es, por regla general, el médico
responsable del paciente y, en particular, aquéllos profesionistas médicos
que ejecuten un acto médico concreto (proceso asistencial, técnica o
procedimiento invasivo, interconsulta, etcétera) que pueda incidir en la
esfera de derechos del paciente. El destinatario de esta información debe
ser el propio paciente o las personas unidas al mismo por vínculos
familiares, de hecho o legales que jurídicamente puedan tomar una decisión
sobre su atención médica.
196. Adicionalmente, debe destacarse que el deber de informar no se agota en
una etapa en específico ni su cumplimiento se actualiza siguiendo ciertos
pasos previamente identificados. Dependerá de cada caso concreto y de su
contexto fáctico, teniendo como premisa fundamental que la información
deberá ser continuada, verdadera, comprensible, explícita, proporcionada al
momento en que el médico lo considere viable, previo a cualquier
tratamiento o intervención y su otorgamiento podrá ser oral o escrito. El
grado y temporalidad del otorgamiento de la información dependerá de la
capacidad del paciente, los deseos de información del mismo (no se le
puede obligar a recibir la información si no es su voluntad; es decir, si
rechazó su conocimiento de manera expresa), el nivel de riesgo y la
concurrencia de un estado de urgencia. Asimismo, tal como sucede con el 142 En otros ordenamientos jurídicos, las máximas instancias judiciales se han pronunciado sobre el contenido de este deber de informar. En la STS de 23 de junio de 2003, la Sala Civil del Supremo Tribunal de Justicia español manifestó que “en cuanto a la esencia en que debe referirse el derecho o deber de información, no es posible exponer un modelo prefijado que albergue a priori todo el vasto contendido de dicha información, si bien abarcaría como mínimo, y en sustancia, por un lado, las características de la intervención quirúrquica que se propone; en segundo lugar, las ventajas o inconvenientes de dicha intervención; en tercer lugar, los riegos de la misma; en cuarto lugar, el proceso previsible del postoperatorio e, incluso, en quinto lugar, el contraste con la residual situación ajena o el margen a esa intervención”.143 Para un análisis más exhaustivo sobre este derecho/deber; en particular, en el ordenamiento jurídico español, véase, Blanco Pérez-Rubio, Lourdes, La carga de la prueba por omisión de información al paciente, op. cit., pp. 43 a 74.
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consentimiento informado, un supuesto de excepción de este derecho a ser
informado consiste en cuando los sucesos fácticos no permiten una demora
ante la posibilidad de que se origine un daño grave o irreversible del
paciente.
197. Además, debe destacarse que estando en el caso de una demanda por
responsabilidad civil extracontractual, dado que la ausencia del
cumplimiento del deber de informar es la manifestación de un hecho
negativo (se alega que no se informó o se informó deficientemente), la
carga de la prueba para demostrar que sí se ejecutó con tal obligación
corresponde a los respectivos médicos demandados, en términos de las
reglas probatorias de los artículos 281 y 282 del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal.
198. A saber, el que un médico tratante niegue que no cumplió con el deber de
informar sobre los efectos secundarios de un tratamiento envuelve la
afirmación expresa de un hecho (que se otorgó la información necesaria y
de manera adecuada). En ese tenor, la parte demandada podrá hacer valer
todos los medios probatorios a su alcance para poder acreditar tales
hechos, los cuales detenta más fácilmente por sus propias características
como perito en la materia; a saber, testimonios de otros médicos,
documentales privadas como el expediente clínico en donde se asienta la
comunicación con el paciente o con sus familiares, tutores o representantes,
etcétera.
199. En el supuesto en que se tenga por demostrado que el o los profesionistas
médicos correspondientes no cumplieron con este deber de informar (tras
un análisis holístico en el que se debe de valorar todo el contexto fáctico y
en el que la simple omisión de informar un dato concreto al paciente no
conlleva necesariamente al incumplimiento de tal deber al haberse podido
convalidar posteriormente por los médicos), se actualiza un acto negligente
en clara contravención a la lex artis que satisface uno de los elementos de
la acción de responsabilidad civil extracontractual. No obstante, tal como se
detalló en párrafos precedentes en relación con el consentimiento
informado, el que exista una negligencia médica por falta al deber de
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informar no conduce en automático una responsabilidad civil, ya que se
tiene que demostrar a su vez la existencia de un daño y que tal acto
negligente originó o fue un factor determinante en la producción de ese
daño.
200. Ahora bien, en el caso que ahora nos ocupa, la parte quejosa alega que no
se le informó a la familia del progreso y del verdadero estado de salud de
********** previo al paro cardiorrespiratorio ni posterior al mismo, ocultándole
información relevante sobre el daño cerebral. Al respecto, de las
constancias que obran en el expediente, se advierte que los médicos
tratantes presentaron las pruebas necesarias para tener por acreditada su
conducta diligente en cuanto el deber de informar.
201. A lo largo del expediente clínico, en las distintas notas de evolución se
aprecia que los médicos tratantes proporcionaron información a ********** y
a su familia sobre su estado de salud. En principio, como consta en la nota
de hospitalización de las dieciséis horas de veinticuatro de enero de dos mil
cinco, a su entrada al hospital se le comunicó al paciente y a su familia que
se trataba de una pancreatitis, que pudieran existir diversas complicaciones
por la necesaria abstinencia y que el tratamiento consistía en reposo
gastrointestinal, analgésicos, bloqueador de bombas de protones y
restitución hidroelectrolítica.
202. Posteriormente, una vez que se dieron las crisis convulsivas y que se
trasladó a ********** al área de terapia intensiva, se aprecia en la nota de
cirugía de las catorce cuarenta y tres horas del veinticinco de enero de dos
mil cinco, que los médicos tratantes destacaron que discutieron el estado de
salud del paciente con la familia, informándole sobre los acontecimientos
posteriores a las crisis convulsivas, la colocación del catéter y la intubación,
así como la gravedad del paciente.
203. Asimismo, en la nota de las diecisiete horas de ese mismo veinticinco de
enero, el médico ********** detalla que se informó a la familia del paciente de
los sucesos ocurridos en el área de imagenología, de los procedimientos
que se tuvieron que efectuar para salvarle la vida a ********** ante la
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presencia de un neumotórax tardío y un paro cardiorrespiratorio, así como
del estado de gravedad del paciente.
204. En los días que siguieron al evento de asistolia y hasta el egreso de
**********, los médicos tratantes continuaron visitando al paciente e
informando a la familia de su estado de salud, destacándose en múltiples
ocasiones que los médicos señalaron la presencia de una encefalopatía
hipóxica que, a su juicio, no ameritaba declarar al paciente con un estado de
irrecuperabilidad y mucho menos como un caso de muerte cerebral.
205. Estos actos tendentes al cumplimiento del deber de información se ven
sustentados a su vez por las testimoniales de los médicos tratantes, en las
que aludieron que comunicaron el estado de salud de ********** a su familia
en múltiples ocasiones y con los dictámenes periciales en materia de cirugía
aportados por la parte demandada (pregunta 43) y por el perito tercero en
discordia (pregunta 41), en los que se manifestó que los médicos tratantes
informaron adecuada y oportunamente de la situación de gravedad de
********** a sus familiares y de las consecuencias del paro
cardiorrespiratorio.
206. Con base en lo anterior, esta Primera Sala estima que existen elementos
suficientes para confirmar la valoración efectuada por la Sala responsable
en cuanto a la inexistencia de una negligencia por parte de los médicos
tratantes en relación con del deber de informar, ya que de las propias
pruebas aportadas al juicio por los demandados (sin pruebas en contrario
aportadas por la parte actora) se desprende que los médicos informaron en
su momento al paciente y posteriormente a sus familiares sobre su estado
de salud a su entrada al hospital, el tratamiento para su padecimiento, así
como las consecuencias y efectos de los actos realizados para tratar los
eventos epilépticos y el neumotórax de manera adecuada y oportuna.
Igualmente, se informó continuadamente a la familia sobre el progreso de la
pancreatitis y, posteriormente, del estado vegetativo del paciente y la
existencia de un daño cerebral. En este tenor, a diferencia de las
pretensiones de los quejosos, esta Primera Sala considera que no se puede
sancionar a los médicos tratantes por tener una opinión positiva del estado
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neurológico del paciente y la posibilidad de una recuperación parcial del
mismo, cuando ni de los dictámenes periciales se obtiene una afirmación
contundente sobre el daño neurológico irreversible de **********.
207. Expuesto todo lo anterior, al declararse como infundados la totalidad de los
conceptos de violación dirigidos a evidenciar una negligencia médica por
parte de los médicos tratantes, se pasa al estudio de los argumentos
relacionados con el médico internista, no sin antes destacar que gran parte
de la respuesta a la mayoría de los argumentos de la parte quejosa partió
de considerar adecuada la valoración probatoria preponderante que efectuó
la Sala responsable de los dictámenes periciales de la parte demandada y
de los peritos terceros en discordia y no de los dictámenes de la parte
actora.
208. Tal como lo afirmó la Sala del Tribunal Superior, muchas de las opiniones
plasmadas en los dictámenes de la parte actora fueron contradictorias entre
sí mismas y ajenas al expediente clínico. Por ejemplo, en los dictámenes de
cirugía y medicina interna se señaló que no existía certeza sobre qué
médico había efectuado la intubación y el cateterismo del paciente, pero
aun así en las conclusiones se asignaba responsabilidad a los médicos
tratantes y al internista por tales actos; es decir, se les advertía una
conducta negligente a pesar de no haber delimitado de manera concreta su
participación en tales hechos y los actos u omisiones que llevaron a cabo
apartándose de la lex artis médica. Ante tal situación, es viable que la Sala
responsable en uso de su libre margen de apreciación valoratoria haya
optado por darle mayor alcance al resto de los dictámenes y elementos
probatorios.
B. ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN RELACIONADOS CON EL MÉDICO INTERNISTA
209. Por lo que hace a los actos médicos en los que participó el internista
**********, la Primera Sala del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal llegó a la conclusión de que no se acreditaba una negligencia
médica en la atención de ********** durante su estadía en el Hospital
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AMPARO DIRECTO 51/2013
**********. En contra de esta determinación, la parte quejosa presentó los
conceptos de violación sintetizados en el párrafo 54, inciso p), en los que
afirmó que la sentencia reclamada es incongruente y no se encuentra
suficientemente fundamentada y motivada, en relación con los siguientes
razonamientos:
a) No se trataron adecuadamente las crisis convulsivas de ********** ni
se investigó su etiología, administrando entonces de manera
inadecuada medicamentos contraindicados;
b) Se realizó una intubación y cateterismo en el área de hospital y por
personal no capacitado.
c) No se actuó diligentemente en la atención médica del paciente, pues
existió un retraso injustificado en su traslado al área de medicina
crítica a pesar de las órdenes de los médicos y el médico internista
convalidó tal situación, lo que llevó que se agravara su estado de
salud.
d) La intubación y cateterismo de ********** se llevaron a cabo sin seguir
las pautas médicas, sin existir un consentimiento informado y sin
verificar su correcta colocación, causando un neumotórax a tensión
que no fue diagnosticado oportunamente y que fue la causa principal
del paro cardiorrespiratorio que produjo el daño cerebral al paciente.
e) Tras la indebida intubación y colocación del catéter, se trasladó al
paciente al área de imagenología sin asegurar su adecuada
oxigenación y sin haber detectado el neumotórax, transgrediendo las
pautas médicas al respecto y propiciando que se agravara el estado
de salud de ********** hasta el punto de la asistolia.
210. Al respecto, esta Primera Sala no coincide con los planteamientos de la
parte quejosa. A juicio de esta Suprema Corte, en la totalidad de las
actuaciones que integran el acto médico, **********, médico internista, actuó
dentro de los lineamientos médicos según la lex artis ad hoc y sin
actualizarse una conducta dolosa o la violación de un deber de cuidado en
la atención de **********, tal como lo implicó la Sala responsable en la
sentencia ahora reclamada.
91
AMPARO DIRECTO 51/2013
211. En principio, como se destacó en el apartado anterior, las diversas
conductas del médico internista deben valorarse en su conjunto y de una
manera sistemática a fin de determinar si una o varias de ellas produjo un
daño al paciente de manera dolosa o en desatención de las pautas médicas
establecidas al respecto. Asimismo, como premisa de este apartado, debe
resaltarse que según criterios de esta Primera Sala, la carga de la prueba
sobre la debida diligencia le corresponde a los profesionales médico-
sanitarios, por lo que las apreciaciones fácticas sobre la diligencia del
médico internista en el presente caso se hacen a partir de la valoración de
las pruebas aportadas por el mismo y el resto de las presentes en el juicio.
212. Así las cosas, se tiene que el médico internista inició su participación en la
atención de ********** alrededor de las once horas del veinticinco de enero
de dos mil cinco, tras haber sido requerido por los médicos tratantes para
efectuar una interconsulta ante la presencia de crisis convulsivas cerca de
las nueve horas. En la nota de evolución correspondiente144, el médico
internista señaló, entre otras cuestiones, que el paciente presentaba un
estado de alerta, con desconcentración, palidez, con contracciones
musculares involuntarias generalizadas y con abdomen blando con dolor a
la palpación, por lo que consideró que probablemente existía una
insuficiencia hepática y solicitó aumentar solución intravenosa, así como
solicitar análisis sanguíneo de GGT (gamma glutamil transpeptidasa, que
mide los niveles de enzima hepática en la sangre que se relaciona con el
abuso de alcohol). Para este momento, ********** ya había sido visitado por
el especialista en neurología, el cual le había administrado un medicamento
para contrarrestar las convulsiones (Depakene).
213. En ese sentido, es desacertado que el médico internista no haya acudido a
revisar al paciente para verificar el origen de las convulsiones y su
tratamiento; por el contrario, concurrió a la interconsulta y llevó a cabo el
análisis clínico del paciente y requirió ciertos estudios sanguíneos a fin de
poder dar seguimiento a la pancreatitis y a la crisis convulsiva. El que en
ese momento no se haya dado una determinación completa y exhaustiva
sobre la etiología de la crisis convulsiva o hayan finalizado por completo sus
144 Hoja 99 del anexo 1 de las copias certificadas del expediente clínico de **********. Supra nota 1.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
efectos, es una conducta que no era exigible al respectivo médico. Las crisis
convulsivas son fenómenos que pueden originarse por una multiplicidad de
factores y que requieren de ciertos estudios clínicos, químicos y de imagen
para poder ser valoradas en su totalidad.
214. Ahora, posterior a ese primer evento, el paciente nuevamente sufrió una
nueva crisis convulsiva. Como se destacó anteriormente, no se tiene plena
certeza en cuanto a la exacta temporalidad del traslado del paciente del
área de hospitalización al área de medicina crítica; sin embargo, tal suceso
aislado no puede llevar a esta Suprema Corte a advertir una negligencia por
parte del médico internista: primero, porque el paciente fue atendido por los
médicos y profesionales de guardia del hospital de manera continuada
desde su primer episodio convulsivo, siendo visitado además por los
neurólogos y por el referido médico internista, los que requirieron varios
estudios y administraron medicamentos para contrarrestar sus convulsiones
y, segundo, debido a que los sucesos concretos que causaron el
neumotórax a tensión que ocasionó el paro cardiorrespiratorio no están
motivados directamente por la simple ausencia de certeza en cuanto a la
temporalidad del traslado, sino que tal neumotórax es un fenómeno que
invariablemente puede producirse a partir de la colocación de un catéter
yugular a una persona.
215. En lo que sí se tiene certeza es que el mencionado segundo episodio de
crisis convulsiva se dio ya en el área de cuidados intermedios del Hospital
**********. Ello se desprende de la nota de ingreso a esa área de las trece
cuarenta y cinco horas del veinticinco de enero de dos mil cinco145, de la
nota de evolución de las dieciocho horas firmada por el médico internista y
un tercer médico146, así como en la hoja del área de medicina crítica147 de
ese día veinticinco de enero, de las que se advierte conjuntamente que tras
el primer episodio de crisis convulsiva, se trasladó a ********** al área de
cuidados intermedios y, al surgir una diversa crisis convulsiva con una
importante desaturación de oxígeno, se decidió trasladar inmediatamente al
paciente al área de terapia intensiva de esa unidad de medicina crítica.
145 Ibidem, hoja 102.146 Ibidem, hoja 103.147 Ibidem, hoja 58.
93
AMPARO DIRECTO 51/2013
216. La parte quejosa alega que el médico internista no siguió las pautas
establecidas en el “Manejo de Crisis Convulsiva del Plan Andaluz de
Urgencias y Emergencias”, en la “Guía de Manejo del Estado Epiléptico
Convulsivo Generalizado” y en el “Manual del Programa Avanzado de
Apoyo Vital en Trauma para Médicos” para atender las crisis convulsivas.
Desde su punto de vista, se transgredió la lex artis ad hoc al haberse
intubado y canalizado al paciente al existir otros métodos para suprimir las
referidas crisis convulsivas. En relación con este argumento, en primer
lugar, es necesario destacar que esta Suprema Corte no cuenta con los
elementos de información suficientes para tomar tales guías como partes
sustanciales de la lex artis ad hoc para tratar las crisis convulsivas.
217. Esta Suprema Corte, en el amparo en revisión 117/2012, en la página 39 de
la sentencia destacó que “este tipo de guías o protocolos médicos
responden a la cristalización escrita de criterios de prudencia, sin que
constituyan verdades absolutas, universales, únicas y obligatorias en su
cumplimiento, pero permiten habitualmente definir lo que se considera, en
ese estado de la ciencia, práctica médica adecuada y prudente ante una
situación concreta, fijando por escrito la conducta diagnóstica y terapéutica
aconsejable ante determinadas eventualidades clínicas, lo que equivale a
positivizar o codificar la lex artis”.
218. En el dictamen en materia de medicina interna de la parte actora (en el
apartado de conclusiones), el perito mencionó la referida guía de manejo del
estado epiléptico para argumentar que se trataron de manera inadecuada
las crisis convulsivas del paciente, dado que la intubación y cateterización
sólo se debe de efectuar cuando el paciente no responde a los primeros
fármacos para suprimir las crisis y el paciente sigue presentando crisis por
más de sesenta minutos; no obstante, el perito no aportó los elementos
suficientes a esta Suprema Corte para determinar el por qué esa es la
práctica común en materia de medicina interna para atender pacientes en
esa área que presentan crisis convulsivas, sino que utilizó un mero
argumento de autoridad basado en una guía de la que no se encuentra un
reconocimiento material en el ámbito médico.
94
AMPARO DIRECTO 51/2013
219. Por su parte, en el dictamen de medicina interna de la parte demandada y
de cirugía del perito tercero en discordia no se hizo alusión alguna a esas
guías o protocolos como parte integrante de las pautas médicas para
atender crisis convulsivas en el área de cuidados intensivos; en cambio,
ambos dictámenes concluyeron que fue adecuada la atención de **********
ante las crisis convulsivas en las áreas de medicina crítica, ya que era
estrictamente necesaria la intubación orotraqueal ante la sospecha de una
posible bronco aspiración como consecuencias de las convulsiones y con el
fin de proteger la vía área.
220. Por lo que hace a la cateterización efectuada en el área de terapia intensiva
por el médico internista y el traslado del paciente al área de imagenología,
esta Primera Sala concuerda con la opinión de la Sala responsable de que
no se actualiza una negligencia médica. Como recién se destacó, tras el
evento de crisis convulsiva con una desaturación de oxigenación importante
en el área de cuidados intermedios, ante la urgencia de la situación y la alta
sospecha de una posible bronco aspiración, se internó a ********** en el área
de terapia intensiva. En ese lugar, ********** procedió a intubar al paciente y
a colocarle un catéter intravenoso, el cual se pudo realizar hasta el tercer
intento por vía yugular derecha, siendo que se intentó infructuosamente en
un primer momento por vía yugular derecha y después vía subclavia
derecha.
221. A diferencia de lo pretendido por la parte actora, el médico internista efectuó
tales actuaciones acotándose a la lex artis ad hoc. Primero, porque tal como
consta en los dictámenes periciales en medicina interna de los demandados
(punto d) de las conclusiones) y en cirugía del perito tercero en discordia
(pregunta 43 y conclusiones), la intubación y la colocación de un catéter son
prácticas usuales en las personas que ingresan a la unidad de terapia
intensiva por supuestos problemas asociados con bronco aspiración y crisis
convulsivas. Los peritos señalan que intubación tiene como finalidad
proteger la vía aérea en un paciente con pérdida del estado de alerta
(inconsciencia) ante la disminución del contenido de oxígeno en el cuerpo y
ante la necesidad de un apoyo mecánico ventilatorio, por lo que la
95
AMPARO DIRECTO 51/2013
colocación del catéter busca permitir la reposición de líquidos de una
manera más directa y adecuada, así como la administración de
medicamentos y la monitorización del estado del volumen sanguíneo y de
líquidos circulantes.
222. El perito en medicina interna de la parte actora afirma que no debió haberse
realizado el cateterismo como primera medida; sin embargo, lo hace
valorando únicamente como factor determinante la presencia de crisis
convulsivas, sin detallar o abundar sobre la sospecha de bronco aspiración
por parte de los médicos y la necesidad de apoyo mecánico ante los
estados de inconciencia, aspectos que fueron los determinantes para el
personal médico a fin de decidir colocar un catéter. En ese punto, como se
destacó, los peritos en medicina interna de los demandados y de cirugía
como tercero en discordia fueron claros en señalar que ante tales
situaciones es una práctica usual la colocación de un catéter en el ingreso a
la unidad de cuidados intensivos.
223. En ese sentido, se concluye que la intubación y cateterismo fue efectuado
por el médico internista, por personal capacitado y bajo un criterio de
necesidad y urgencia en el momento del traslado al área de terapia
intensiva148.
224. Por otro lado, la quejosa manifiesta que el catéter fue colocado de manera
irregular y que se pinchó un pulmón que a la postre ocasionó un
neumotórax a tensión, destacándose que el médico internista no tomó una
radiografía para verificar la correcta inserción del catéter, alejándose de las
prácticas médicas habitualmente reconocidas.
225. En respuesta a tales planteamientos, tal como se argumentó en los párrafos
154 a 174 de la presente sentencia, es importante resaltar que la
argumentación de la quejosa parte de una premisa errónea. Primero,
porque no se cuenta en el expediente o en elementos objetivos que pueda
advertir esta Suprema Corte para que forme parte de la lex artis en
148 En su propia testimonial, el médico ********** aceptó que fue la persona que intubó y colocó un catéter yugular a **********. Véase, hojas 255 y ss. del tomo III del expediente del juicio ordinario civil **********; en particular, la respuesta a la pregunta cincuenta y dos.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
medicina interna la obligación irrestricta de que, posterior a toda colocación
de un catéter, deba tomarse de manera inmediata y sin dilación alguna una
tomografía. Si bien parece lógico, el conflicto se centra en la valoración del
rango de tiempo.
226. La quejosa sustenta su afirmación del deber de inmediatez de tomar la
radiografía de control en el “Manual del Curso del Programa Avanzado de
Apoyo Vital en Trauma para Médicos”, emitido por el Colegio Americano de
Cirugía (el cual aportó como prueba al juicio); sin embargo, como se
adelantó en los párrafos 163 y 164, esta Suprema Corte no tiene los
elementos suficientes para considerar que todo lo señalado en ese manual
debe considerarse de manera irrestricta como parte de la lex artis ad hoc.
Además, en los dictámenes periciales de los demandados y de los terceros
en discordia ni siquiera se le menciona y sólo el dictamen del perito en
medicina interna de la parte actora aludió al mismo (lo particular de tal
situación es que lo hizo de manera generalizada para destacar la definición
y características que proporciona ese documento en relación con el
neumotórax a tensión).
227. Por su parte, si se tomara en cuenta lo establecido en dicho manual (mismo
que consta en el expediente al haber sido aportado por la parte actora), esta
Primera Sala tampoco advierte de su contenido una indicación de que
posterior a la colocación de un catéter tiene que tomarse de manera
inmediata y sin dilación una radiografía de control. En el documento, la
única parte relacionada con este aspecto es el apartado de evaluación y
manejo del choque, en el que se menciona que ante un procedimiento de
punción de la vena subclavia, el médico correspondiente debe solicitar
radiografía de tórax para identificar la posición de la vía intravenosa y la
existencia o no de un neumotórax.
228. No obstante, aun cuando esta Suprema Corte pudiera considerar como
prudente, deseable o lógico la radiografía de control inmediata, pues como
se adelantó, no se descarta que la toma de control inmediata de imagen
pueda tratarse de una práctica común de los médicos que, a la postre, como
costumbre, se ha ido convirtiendo en la lex artis ad hoc.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
229. Sin embargo, se recalca, esta Primera Sala estima que al margen de la
vinculatoriedad o no del aludido manual y de la obligación de inmediatez, es
un hecho que tal como fue probado por el médico demandado, se tomó una
tomografía al paciente tras la colocación del catéter, aunque no fue de
manera inmediata y ocurrió en el área de imagenología. Lo relevante de tal
resultado de imagen es que en sus resultados no se advierte la
concurrencia de un neumotórax. En ese sentido, esta Primera Sala estima
que no existió negligencia por parte de los médicos, pues jamás estuvieron
en aptitud de diagnosticar el surgimiento del neumotórax a tensión, cuando
el propio resultado de imagenología no reflejaba características o la
presencia de dicha complicación.
230. Es decir, en relación con este punto, aun cuando resulta acertado que el
médico internista afirmó que tomó una radiografía de control
inmediatamente después de la colocación del catéter yugular y el resultado
de la misma no consta en el expediente del Hospital **********, debe
insistirse que esa sola actuación no provoca en automático una conducta
negligente propicia para sustentar una responsabilidad civil por la ausencia
de relación causal con el daño.
231. Para esta Suprema Corte, con la concurrencia en el expediente clínico de
un resultado de la radiografía computarizada de tórax y abdominopélvica
realizada en el área de imagenología tras la colocación del catéter, en la
que no existe evidencia de un neumotórax a tensión149, lleva a reconocer
que el médico internista actuó conforme a los cánones médicos
reconocidos, pues jamás estuvo en aptitud de identificar el surgimiento del
neumotórax como consecuencia del cateterismo, al tener elementos de
imagen que demostraron lo contrario y al haber cumplido con su obligación
de haber solicitado y llevado a cabo un estudio de imagen de tórax, aunque
de manera tardía.
232. Si bien existe conflicto en cuanto a la inmediatez de ese análisis de imagen,
lo trascendente para esta Suprema Corte es que, en el que se realizó
149 Hoja 259 del anexo 1 de las copias certificadas del expediente clínico de **********. Supra nota 1.
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tiempo después de la colocación del catéter, ni siquiera se advierten
elementos que llevaran a identificar la presencia o datos asociados con el
surgimiento de un neumotórax a tensión.
233. Cabe destacar que esa tomografía computarizada se llevó a cabo a las
dieciséis horas con veintitrés minutos del veinticinco de enero de dos mil
cinco (una vez que el paciente fue trasladado al área de imagenología,
intubado y cateterizado). En la hoja de resultados se indica, entre varias
cuestiones, que ********** presentaba una cánula endotraqueal y sonda
nasogástrica, así como un hematoma en la base del cuello derecho
secundario a la colocación de catéter, sin especificar la existencia o
probable existencia de un neumotórax. Aunado a esta hoja de resultados,
se advierte que precisamente a partir de este estudio de imagen, en los
dictámenes periciales en materia de cirugía y de medicina crítica de los
demandados, los respectivos peritos concluyeron que no existió una
violación al deber de cuidado en la colocación del catéter y en el
seguimiento a dicho procedimiento, pues hasta al momento en que se
realizó la mencionada tomografía no concurría evidencia alguna sobre la
producción de un neumotórax a tensión.
234. Adicionalmente, los referidos dictámenes periciales son certeros en afirmar
que si bien el neumotórax surgió como consecuencia de la colocación del
catéter, éste se dio de manera tardía y súbitamente, situación que lleva a
esta Primera Sala a reconocer que no pudo ser diagnosticado previamente
por el médico internista. El neumotórax a tensión es una complicación
reconocida en la literatura médica post-colocación de un catéter central, al
tratarse de un procedimiento cerrado o a ciegas en el cual se inserta una
aguja y la única referencia es anatómica.
235. En el caso de **********, se insiste, este padecimiento se originó súbitamente
cuando se encontraba en el área de imagenología como consecuencia del
cateterismo, posterior a las tomografías de tórax y abdominopélvica en las
que no se mostró la existencia o los síntomas asociados con un
neumotórax, por lo que no es exigible jurídicamente al médico internista el
haber previsto o identificado el padecimiento.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
236. Por otro lado, respecto al traslado del paciente de terapia intensiva al área
de imagenología, en contraposición a los razonamientos de la parte
quejosa, se demostró que el médico internista condujo al paciente en un
estado estable de salud, intubado, con catéter, con apoyo mecánico
ventilatorio y una saturación de oxigeno adecuada como se constata en las
hojas de registro de ventilación y de enfermería. Esta conclusión es a la que
llegaron los peritos los dictámenes en medicina interna de los demandados
(pregunta 10) y de cirugía del perito tercero en discordia (pregunta 23), sin
que existan otros elementos objetivos en el expediente clínico que
conduzcan a evidenciar de manera certera que ********** fue trasladado
indebidamente por el médico internista.
237. Aunado a lo recién relatado, esta Primera Sala advierte que los actos
efectuados por el médico internista en dicha área de rayos X para tratar el
neumotórax a tensión y las maniobras de resucitación eran los exigidos para
salvarle la vida la paciente, de conformidad con la lex artis ad hoc. Los
dictámenes periciales en cirugía (preguntas 25 y 26) y medicina interna de
los demandados (preguntas 12 y 13), así como el de cirugía del perito
tercero en discordia (preguntas 25 y 26), refieren que una vez que el médico
internista identificó que el shock persistente hasta la asistolia que sufrió
********** se debía a un neumotórax a tensión, se llevó a cabo el tratamiento
idóneo para resolverlo.
238. El médico internista colocó adecuadamente una aguja tipo Jelco calibre 14
para permitir la salida inmediata de la presión de aire contenida en el
espacio pleural, lo que ocasionó la disminución de la presión intrapleural y
permitió que el mediastino (corazón y grandes vasos) regresara a su
posición habitual; acto seguido, el médico internista supervisó la colocación
de una sonda pleural por parte del médico tratante a fin de evitar la creación
nuevamente de una presión de aire y permitir la correcta expansión del
pulmón.
239. Lamentablemente, a pesar de las maniobras del médico internista y del
médico tratante para resolver el neumotórax, mismas que produjeron que el
100
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paciente alcanzara niveles estables hemodinámicos y cardiopulmonares
tras la asistolia, los minutos en los que ********** no recibió una adecuada
oxigenación en el cerebro provocaron una encefalopatía hipóxica; sin
embargo, tal daño cerebral no puede ser adjudicado al médico internista, ya
que fue consecuencia de eventos terriblemente desafortunados propios de
las vicisitudes del acto médico, los cuales no pudieron ser evitados a pesar
de la debida diligencia del médico correspondiente.
240. Ahora bien, ajeno a los actos concretos efectuados por el médico internista,
la parte quejosa también refuta una omisión digna de categorizarse como
una negligencia médica. Como en el apartado de los médicos tratantes,
señala que el médico internista también soslayó su deber de requerir un
consentimiento informado para la intubación y colocación del catéter, así
como respecto a los procedimientos efectuados en el área de imagenología
para resolver el neumotórax. A su juicio, en términos de la legislación y
reglamentación aplicable, todos esos actos provocaban un alto grado de
riesgo en la salud e integridad de **********, por lo que ameritaban que el
médico internista consiguiera una autorización para llevar a cabo tales actos
invasivos y, consecuentemente, cumpliera con su deber de informar a la
familia.
241. Al respecto, debe destacarse, en primer lugar, que si existe un
consentimiento informado al ingreso del hospital, en donde se le informa a
los familiares del paciente la posibilidad de entrada al área de terapia
intensiva y sus implicaciones. Aunado a este consentimiento informado, con
base en las premisas normativas detalladas en el apartado anterior de esta
sentencia, esta Primera Sala considera que es cierto que, por regla general,
adicionalmente al consentimiento otorgado al ingreso a un hospital, el
paciente o la familia necesita autorizar de manera particular los
procedimientos invasivos que impliquen un algo riesgo para la integridad
física, salud y/o vida; no obstante, tal como lo refiere la Sala y lo prueba el
médico demandado, en el caso se actualizó una excepción a dicha regla
prevista en el artículo 81 del Reglamento de la Ley General de Salud en
Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica.
101
AMPARO DIRECTO 51/2013
242. Como se argumentó en los párrafos 183 a 189 del presente fallo, el
procedimiento para corregir el neumotórax a tensión fue estrictamente
necesario para salvarle la vida al paciente y se dio en un contexto de
urgencia en el área de imagenología, momento en el cual era imposible
recabar la autorización por parte de los familiares. En ese sentido, el médico
internista y el médico tratante decidieron intervenir la integridad corporal del
quejoso con la inserción de una aguja y una sonda pleural, a fin de
solucionar el shock persistente hasta la asistolia, lo cual fue asentado y
detallado exhaustivamente en el expediente por ambos médicos, tal como
consta en las multi-referidas constancias.
243. Por su parte, como se describió en párrafos precedentes, la intubación y
cateterismo también se dieron en un estado de urgencia al momento de
trasladar al paciente al área de terapia intensiva, ya que éste sufrió una
crisis convulsiva con una muy importante desaturación de oxígeno (SpO2
de 70%, lo cual es un nivel extremadamente bajo) y crisis hipertensiva, así
como una alta sospecha de bronco aspiración (paso de sustancias a la
faringe, que aunque no estuvo plenamente documentado en el expediente
clínico, resulta suficiente para haber tomado medidas preventivas y de
urgencia), lo que podía ocasionar una falla generalizada del sistema
nervioso central y del respiratorio; por ende, a fin de proteger la vía aérea,
evitar un fallo cardiorrespiratorio y obtener una vía directa para la
administración de líquidos, sustancias y/o medicamentes, el médico
internista y otra diversa doctora determinaron que lo procedente era intubar
de manera inmediata al quejoso y colocarle un catéter central vía yugular.
De no haberse realizado lo anterior o esperado a una autorización por parte
de la familia, el paciente posiblemente hubiera entrado en un shock
generalizado ante la falta de una adecuada oxigenación en esa unidad de
medicina crítica.
244. En lo que respecta al deber de informar, como se detalló a su vez en el
apartado anterior, los eventos ocurridos en el área de terapia intensiva y en
la de imagenología fueron informados a la familia del paciente, en un primer
momento, tras haber ingresado a ********** en la unidad de medicina crítica
y, posteriormente, una vez que sucedieron los sucesos lamentables en el
102
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área de rayos X, tal como se deriva de las testimoniales de los médicos
tratantes y del médico internista, así como de las referidas notas de
evolución de ese día. Si bien el cumplimiento de tal deber se dio de manera
posterior a los hechos denunciados por la parte quejosa, como ha quedado
señalado en esta resolución, ello obedeció a que tales actos médicos se
dieron en un carácter de urgencia en el que no era posible ni factible
esperar la intervención y consentimiento de la familia.
245. Por último, es importante resaltar que en la última parte de este concepto de
violación referente al médico internista, así como en el resto en los que se
alega la responsabilidad de los médicos tratantes y del Hospital **********, la
parte quejosa argumentó que para tener por acreditados los elementos de la
acción no era necesario que quedaran debidamente probados la culpa, el
daño y el nexo causal por parte de la sucesión, toda vez que el juzgador
puede advertir la responsabilidad como resultado de una valoración
conjunta de los indicios que se encuentran en el expediente.
Adicionalmente, refiere que dado que en el caso no existe evidencia clara y
concreta en el expediente clínico sobre lo sucedido en la atención médica
de **********, la carga de la prueba de la diligencia le corresponde más bien
al hospital y a los médicos.
246. Sobre estos razonamientos, esta Primera Sala estima que, tal como se ha
venido reiterando, los médicos tratantes y el hospital estaban obligados a
participar activamente en el proceso civil para acreditar la debida diligencia
médica, como lo infiere la parte quejosa. Sin embargo, dicho aspecto no es
suficiente para conceder el amparo a la parte quejosa, ya que aun cuando la
Sala responsable no hizo alusión expresa al criterio de que la carga
probatoria sobre este elemento de la acción (culpa) le concierne a la parte
que tiene más facilidad para aportar los elementos de convicción (en este
asunto, los médicos y el hospital), debe resaltarse que de un análisis del
presente proceso civil se advierte que ambas partes aportaron una vasta
cantidad de medios de prueba para acreditar o desacreditar los elementos
de la acción y que, tal como se ha venido destacando a lo largo de la
presente sentencia, de las diferentes pruebas ofrecidas por los demandados
se ha concluido que los médicos tratantes y el médico internista
103
AMPARO DIRECTO 51/2013
demostraron haber llevado a cabo una conducta diligente en la atención
médica de ********** en el interior del Hospital **********. Dicho de otra
manera, en el caso que nos ocupa, los demandados aportaron los
elementos suficientes para acreditar que actuaron conforme a la lex artis en
la atención de los diferentes padecimientos de ********** durante su estadía
en el mencionado hospital.
247. A mayor abundamiento, se destaca que la Primera Sala ya se ha
pronunciado en un par de ocasiones sobre las características de la carga de
la prueba en los juicios de responsabilidad civil que derivan de hechos
relacionados con una negligencia médica. El primer precedente es la
contradicción de tesis 93/2011, fallada por unanimidad de votos el veintiséis
de octubre de dos mil once. La materia de esta contradicción de criterios
giró en torno a determinar el tipo de responsabilidad civil que generan los
daños ocasionados por el uso de anestesia.
248. La Sala llegó a la conclusión de que se produce una responsabilidad civil
extracontractual de índole subjetiva, por lo que debe de probarse el
elemento subjetivo de la conducta (dolo en sentido amplio). Lo trascendente
de ese asunto es que en las consideraciones de la sentencia se afirma que,
casi en la mayoría de los casos, para poder asignar una responsabilidad de
índole extracontractual a un profesional médico-sanitario es necesario
acreditar una conducta culposa o negligente.
249. Se afirma en la sentencia que los deberes de los profesionales médicos son
de medios, no de resultados, ya que “la obligación del médico no es
obtener, en todo caso, la recuperación del enfermo (curarlo) sino hacer todo
lo que esté a su alcance para la consecución de dicho objetivo según las
exigencias de la lex artis”. Tal como se dice en el fallo, citando doctrina
especializada, “en la práctica de la Medicina confluyen demasiados
elementos aleatorios como para que en su ámbito pueda llegar a
fundamentarse una responsabilidad objetiva, que, en último término,
supondría una carga tan grande para los médicos y el resto del personal
sanitario que les llevaría a ejercer un tipo de medicina defensiva que
terminaría perjudicando al paciente en último término”.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
250. Siguiendo esta caracterización de la responsabilidad de los profesionales
médico-sanitarios, en la propia sentencia se dice que dada la dificultad de
que las personas que sufren el daño prueben el actuar negligente de los
médicos anestesiólogos y toda vez que estos profesionales y/o las
instituciones de salud pueden acceder con mayor facilidad a los medios de
prueba para demostrar su actuar diligente (tienen los conocimientos
necesarios para determinar qué información puede ser relevante en el
proceso y pueden acceder a dichos medios de prueba con mayor libertad
que la persona afectada), se posibilita la reversión de la carga de la prueba
para que sean estos últimos los que comprueben que su conducta fue
diligente. Lo anterior, sin que tal supuesto excepcione a la parte actora en el
juicio de la obligación de acreditar el resto de los elementos de la acción:
daño y nexo causal.
251. Lo peculiar de este precedente es que la materia de la contradicción se
circunscribió a los hechos que deriven de la aplicación de la anestesia; es
decir, en este asunto la Suprema Corte aceptó la caracterización de la carga
de la prueba cuando se trate de actos médicos en los que se suministre
anestesia150.
252. Posterior a la emisión de esta sentencia, la Primera Sala dio cuenta de este
criterio en el amparo en revisión 584/2013, fallado el quince de noviembre
de dos mil catorce. La singularidad del fallo de este último medio de
impugnación es que las consideraciones sobre la carga de la prueba en
materia de responsabilidad civil extracontractual de los profesionales
médico-sanitarios se utilizó como obiter dicta y haciendo referencia a lo
resuelto en la citada contradicción de tesis. La materia de ese amparo 150 La mayoría de las consideraciones de esta contradicción de tesis 93/2011 siguieron las pautas de jurisprudencia de otros ordenamientos jurídicos, como el español. La Primera Sala del Tribunal Supremo de España detenta una jurisprudencia muy vasta sobre la temática de responsabilidad civil derivada de la atención médica. No obstante, sus precedentes no han seguido una línea clara o perfectamente congruente. Por una parte, en algunas sentencias se han señalado que el elemento de culpa en el acto médico debe de ser acreditado por la parte actora en el juicio al no poderse presumir la culpa (a saber, en las STS de 8 de abril de 1996, 10 de noviembre de 1997 y 23 de octubre de 2000). Por otra parte, existen algunos criterios en los que el Tribunal Supremo flexibilizó el sistema de reglas de la carga de la prueba y revirtió el mismo a favor de la parte actora; en particular, en casos derivados de administración de anestesia y el alegado incumplimiento del deber de informar, a fin de que fueran los médicos quienes demostraran su debida diligencia (por ejemplo, en la STS de 17 de junio de 1989). Asimismo, flexibilizó tales reglas al incorporar los elementos de proximidad y facilidad probatoria o a partir del reconocimiento de presunciones judiciales (entre otras, las STS de 2 de diciembre de 1996 y 19 de julio de 2001).
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radicó, más que en cómo se acreditan o prueban los hechos que pueden
dar origen a una responsabilidad civil por una negligente atención médica,
en si un hospital privado puede o no ser considerado responsable por los
actos negligentes llevados a cabo por médicos que ejercen su profesión en
ese lugar, pero que no forman parte contractualmente de la institución
hospitalaria. La Sala llegó a una conclusión positiva y condenó al hospital
demandado a responder de manera subsidiaria por el daño ocasionado por
uno de los médicos demandados (cardiólogo del hospital), al habérsele
considerado materialmente como uno de sus dependientes a pesar de la
inexistencia de una relación contractual de trabajo.
253. Por último, en sesión de cinco de agosto de dos mil quince, por mayoría de
tres votos, esta Primera Sala resolvió los amparos directos 42/2012,
43/2012, 44/2012 y 45/2012, los cuales tenían como objeto una demanda
de responsabilidad civil extracontractual en contra de varios médicos y del
Instituto Nacional de Rehabilitación por el daño ocasionado a una paciente
tras la colocación de una prótesis de cadera que afectó el nervio ciático. En
la sentencia se hizo alusión a los referidos criterios de carga de la prueba en
materia de responsabilidad médica y se determinó que los médicos
actuaron negligentemente, precisamente porque no probaron en el juicio su
debida diligencia en cuanto a la atención en específico de la paciente que
sufrió el daño; es decir, no aportaron elementos de prueba suficientes para
evidenciar que se le dio la debida atención médica a la paciente respecto a
su situación particular, tampoco se le informó de los posibles riesgos de la
operación y en la misma se le lesionó el nervio ciático, lo cual acreditó una
conducta culposa por parte de los galenos.
254. Ahora bien, valorando y aplicando los precedentes de esta Suprema Corte,
se llega a la conclusión de que para efectos de acreditar la responsabilidad
civil de los profesionistas médicos-sanitarios en todas las etapas del acto
médico debe seguirse la misma línea de razonamiento que en la aludida
contradicción de tesis 93/2011 y en los amparos directos 42/2012, 43/2012,
44/2012 y 45/2012.
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255. Consecuentemente, ante una demanda en la que se alegue la existencia de
un daño motivado por una atención médico-sanitario, a los profesionales
médico-sanitarios le corresponde probar su debida diligencia (el elemento
de culpa), mientras que la parte demandante debe probar el resto de los
elementos de la responsabilidad civil extracontractual: daño y nexo causal.
Como se dice en la sentencia: “la inversión de la carga de la prueba […] no
implica que sea el médico quien tenga que acreditar que su actuación fue la
causa del daño producido; […] Dicho de otra manera, la inversión de la
carga de la prueba no abarca otros elementos de la responsabilidad como la
existencia de una relación de causalidad entre la conducta y el daño, sino
que exclusivamente se limita al elemento subjetivo de la responsabilidad”.
256. Así, cuando una persona alegue que un profesional médico-sanitario o
institución hospitalaria le causó un daño por una indebida atención médica-
sanitaria, se actualiza lo que esta Suprema Corte denomina como una
reinversión de la carga de la prueba a favor de la parte actora en el juicio,
en la que los profesionales médico-sanitarios o la institución hospitalaria les
corresponde acreditar su debida diligencia en la atención médica del
paciente que sufrió el referido evento dañoso, en atención a los principios
de facilidad y proximidad probatoria.
257. La razón principal para optar por esta incidencia en las reglas estrictas de la
carga de la prueba proviene de las circunstancias particulares en las que se
desarrolla un caso de atención médica; por lo general, el conocimiento
científico/técnico y las pruebas pertinentes para acreditar la debida
diligencia o desacreditar la supuesta culpa o violación de un deber de
cuidado las detentan los profesionales médico-sanitarios o las instituciones
hospitalaria, por lo cual exigir de una manera irrestricta que sea la parte
actora la que demuestre por sí sola y sin lugar a dudas la negligencia en la
atención médica podría provocar lo que en la doctrina se denomina como
una carga probatoria diabólica.
258. Es por ello que esta Suprema Corte acude a la concepción de la reinversión
de la carga de la prueba, aclarando que no se trata de una inversión formal
de las reglas establecidas en el Código de Procedimientos Civiles para el
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Distrito Federal (en particular, las previstas en los artículos 281 y 282151),
mediante la cual se obligaría a los demandados a probar desde un inicio
que no se actualizaron todos los elementos de la acción de responsabilidad
civil (daño, culpa y relación causal), dado que ello iría en contra de la propia
ley y de la caracterización de la responsabilidad civil extracontractual
derivada de la atención médica como una de carácter subjetivo.
259. Se insiste, como se dijo en la contradicción de tesis 93/2011, a la parte
demandante le corresponde acreditar los elementos de daño y nexo
causal152. Por lo tanto, ambas partes deben de participar activamente en el
proceso: la actora, para acreditar la existencia de daño y de relación causal;
mientras que la demandada es a la que le corresponde probar que actuó de
manera diligente en el acto médico conforme a la lex artis ad hoc. Sólo en
caso de que no se acredite la debida diligencia y se haya comprobado
concomitantemente la concurrencia de un daño y de una relación causal en
relación con ese actuar doloso, entonces recaerá una condena por
responsabilidad civil.
260. Esta posición no conlleva a la existencia de una presunción de la culpa de
los médicos o de la institución hospitalaria o el surgimiento de una
responsabilidad objetiva. En materia de responsabilidad civil subjetiva
derivada de la atención médica, la cual es caracterizada en términos
generales como una actividad que da lugar a obligaciones de medios, no 151 “Artículo 281.Las partes asumirán la carga de la prueba de los hechos constitutivos de sus pretensiones”.“Artículo 282.El que niega sólo será obligado a probar:I.- Cuando la negación envuelva la afirmación expresa un hecho;II.- Cuando se desconozca la presunción legal que tenga en su favor el colitigante;III.- Cuando se desconozca la capacidad;IV.- Cuando la negativa fuere elemento constitutivo de la acción”.152 Como se infirió expresamente en la contradicción de tesis 93/2011, en las páginas 33 y 34 del fallo: “[a]hora bien, debe precisarse que la inversión de la carga de la prueba a la que se ha venido haciendo referencia, no implica que sea el médico quien tenga que acreditar que su actuación no fue la causa del daño producido, esto es, que sea éste quien tenga que probar que el daño no se ocasionó por el suministro de la anestesia. Dicho de otra manera, la inversión de la carga de la prueba no abarca otros elementos de la responsabilidad como la existencia de una relación de causalidad entre la conducta y el daño, sino que exclusivamente se limita al elemento subjetivo de la responsabilidad. Como se ha señalado, la responsabilidad subjetiva tiene como elementos el daño, la culpa y el nexo causal entre dicho daño y culpa. En consecuencia, el revertir la carga de la prueba de la culpa significa que será el profesional médico el que deberá demostrar que no actuó negligentemente, lo que no significa que dicho profesional tenga que probar la inexistencia de los demás elementos de la responsabilidad. Así, en opinión de esta Primera Sala, el personal médico o la institución hospitalaria únicamente deberán demostrar que el suministro de la anestesia fue realizado bajo los estándares legales y profesionales de diligencia que les son exigibles”.
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cabe la presunción automática de la culpa de las partes demandas, sin que
ello quiera decir que la culpa no pueda acreditarse a partir de algún tipo de
presunciones (por ejemplo, indiciarias)153. Lo que se busca con esta
denominada reversión de la carga de la prueba motivada por los principios
de proximidad y facilidad probatoria en el ámbito médico-sanitario, es que
ambas partes en el juicio participen activamente en el proceso y que
aporten los elementos de convicción necesarios para que el juzgador pueda
llegar a la verdad y estudiar si se acreditan o no los elementos de la
acción154.
261. Ahora bien, como se adelantó en párrafos precedentes, aun cuando en el
caso concreto la Sala responsable no hizo alusión a este criterio de la
inversión de la carga probatoria, de sus razonamientos se puede apreciar
que la razón fundamental para no tener por acreditados los elementos de la
acción es que mediante los medios de prueba aportados por los
demandados se acredita una debida diligencia en la atención médica del
paciente por parte del médico internista y de los médicos tratantes. Lo
anterior, se basó en un análisis de las pruebas periciales aportadas por los
demandados y las presentadas por los peritos terceros en discordia en los
que se detallan de manera concreta, exhaustiva y congruente los actos
llevados a cabo por los referidos médicos y su apego a la lex artis ad hoc.
En conclusión, se cuentan con elementos suficientes aportados por la parte
demandada y surgidos en el proceso para probar la debida diligencia, lo
cual resulta materialmente acorde con los precedentes de esta Primera
Sala.
153 Tal como es reconocido por la doctrina, en otros ordenamientos jurídicos, los diferentes tribunales han optado por distintos instrumentos probatorios para facilitar la prueba de la culpa en la responsabilidad civil médica. En los Estados Unidos se ha optado en algunos casos por el mecanismo conocido como “res ipsa loquitur” (“las cosas hablan por sí mismas”), en las que se establece una presunción de culpa por la irregularidad o lo extraordinario del daño; por su parte, en Alemania se ha optado por la aludida “prueba prima facie” (permite tener por acreditada la culpa una vez que los daños se hayan ocasionado, según las máximas de la experiencia, sólo cuando interviene una conducta culposa por “sucesos típicos”) y en Francia se ha ideado el concepto de culpa virtual (la negligencia se deduce cuando el daño es demasiado anormal en relación con lo que usualmente cabría esperar en atención a esas circunstancias). Ibidem, pp. 266 a 289.154 En otros ordenamientos jurídicos, a este tipo de reinversión de la carga probatoria se le ha denominado expresamente como una distribución dinámica de la carga de la prueba, en la que corresponde acreditar los diferentes hechos relevantes del proceso en aquella parte que se encuentra en mejores condiciones para producirla, recayendo los efectos de la ausencia de esa prueba en esa misma parte. Cfr., Luna Yerga, Álvaro, La prueba de la responsabilidad civil médico-sanitaria. Culpa y causalidad, Thomson-Civitas, Madrid, 2004, pp. 334 y ss.
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C. ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN RELACIONADOS CON LOS JEFES DE UNIDAD
262. En relación con los médicos ********** y **********, jefes de Unidad de las
áreas de urgencias e imagenología del Hospital **********, respectivamente,
la Primera Sala del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal también
llegó a la conclusión de que no se actualizaban los elementos de la acción
de responsabilidad por ausencia de una conducta negligente por parte de
estos galenos en la atención médica de **********.
263. Inconforme con esta determinación, la parte quejosa en el presente juicio de
amparo planteó los conceptos de violación sintetizados en el párrafo 54,
inciso b), de esta sentencia, que se pueden reformular en dos tipos de
razonamientos: los primeros, dirigidos a evidenciar que los referidos
médicos incurrieron en una conducta culposa en el acto médico al haber
omitido ciertas conductas para asegurar la debida atención del paciente
conforme a la lex artis ad hoc y, los segundos, que en el caso es
innecesario acreditar tanto la culpa de los médicos como el daño y la
relación causal, toda vez que para actualizar la responsabilidad en el caso
concreto sólo se requieren indicios surgidos a partir de la prueba
presuncional o indiciaria.
264. Esta Primera Sala considera que los razonamientos de la parte quejosa
resultan, por una parte, como inoperantes y, por la otra, como infundados.
La inoperancia radica en que casi la totalidad de los argumentos referidos
en el inciso b) del párrafo 54 de esta sentencia están dirigidos a evidenciar
por qué los jefes de unidad omitieron deberes de cuidado en la atención
médica de **********, tales como no verificar la forma en que fue ingresado al
servicio de urgencias, no tomar las medidas necesarias para una adecuada
valoración y tratamiento de la enfermedad del paciente, no procurar que en
el área de rayos X se contaran con los recursos tecnológicos para atender
el aludido paro cardiorrespiratorio, no cumplir con las guías o protocolos
médicos expedidos por la Secretaría de Salud, entre otras.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
265. Sin embargo, en relación con estos argumentos, la decisión que tomó la
Primera Sala del Tribunal Superior para decretar que no existió culpa de los
jefes de unidad deriva directamente de la sentencia de amparo dictada en el
expediente 699/2012 y emitida por el Noveno Tribunal Colegiado en Materia
Civil del Primer Circuito, juicio de amparo que precedió al que ahora nos
ocupa como se describió en el párrafo 40. Así, las razones que dio la
autoridad responsable para no acreditar la culpa de los médicos son
esencialmente idénticas a las plasmadas por el Tribunal Colegiado,
situación que lleva a esta Suprema Corte a determinar que se trata de un
aspecto que detenta el carácter de cosa juzgada.
266. A diferencia de lo resuelto en el primer juicio de amparo en relación con los
médicos tratantes y el médico internista, cuya protección federal se otorgó
para que la autoridad responsable volviera a valorar las pruebas a fin de
verificar si se actualizaba una conducta negligente de estos galenos en el
acto médico, el Noveno Tribunal Colegiado fue enfático en señalar que
respecto a los jefes de unidad no existía una conducta negligente, dado que
no tuvieron participación directa en la atención de **********.
267. En ese sentido, a pesar de que esta Suprema Corte no comparta en su
totalidad los razonamientos plasmados en la primera sentencia de amparo
en relación con la interpretación de los artículos 18, 19 y 73 del Reglamento
de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de
Atención Médica, en cuanto a los grados y formas de asignar
responsabilidad a los jefes de área de las instituciones hospitalarias, tal
aspecto ya fue valorado por un órgano federal que llegó a una conclusión
específica al respecto que debe ser respetada por este Tribunal
Constitucional al haber adquirido firmeza, en atención al principio de
seguridad jurídica. A continuación, se expondrá en un cuadro comparativo
las razones dadas por el Tribunal Colegiado para haber otorgado el amparo
a los jefes de unidad y su acatamiento por la Sala responsable en la
resolución ahora reclamada.
SENTENCIA DICTADA POR EL SENTENCIA DICTADA EN
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NOVENO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO EN EL JUICIO DE AMPARO 699/2012
CUMPLIMIENTO, MATERIA DEL PRESENTE JUICIO DE AMPARO
“QUINTO.- Son fundados los conceptos de violación de ********** y **********.[…]En efecto, cabe precisar que el daño puede ser patrimonial o moral y su acreditación requiere, tratándose de responsabilidad civil médica, la comprobación de que se produjeron daños físicos o morales al paciente derivados del comportamiento lesivo del profesional de la medicina al causarle vulneración a la integridad física, es decir, debe existir un nexo causal entre la acción u omisión y el resultado dañoso.Se aplica así la regla general sobre la responsabilidad que rige en la materia, enunciada por la doctrina y la primera parte del artículo 1910 del Código Civil para el Distrito Federal, de cuyo texto se advierte como un requisito necesario el comportamiento del responsable, al referirse a aquél que obra de manera ilícita (ya sea una conducta activa o pasiva, primer elemento) y ocasiona un daño, (segundo elemento de la acción de responsabilidad) y la relación de causalidad, (tercer elemento de la acción de responsabilidad).Si no se reúnen esos tres elementos, no podrá prosperar la pretensión de responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual, por daño proveniente del ejercicio de la actividad médica.De esa manera, el actor que afirma que se generó el daño por el médico, debe acreditar la afectación y la culpa del profesional, así como el nexo causal entre ambas.[…]La parte actora en la demanda inicial afirmó que en urgencias el responsable era el doctor ********** y que el día que ingresó el de cujus al hospital fue atendido por el doctor de nombre **********, al parecer integrante del personal del Hospital **********, desconociendo la especialidad del profesionista en cuestión, así como el cargo que desempeñaba en dicho hospital.
“[…] Argumentos los anteriores que resultan fundados y suficientes para provocar la revocación de la resolución impugnada, esto es así ya que la sucesión a bienes de **********, demandó en la vía ordinaria civil, la reparación del daño causado por la parte demandada, derivado de la impericia, temeridad, imprudencia, negligencia y dolo llevado a cabo por los demandados en la atención médica del de cujus.Sin embargo en el presente caso el apelante **********, no se advierte de forma alguna que hubiera actuado con impericia, temeridad, imprudencia, negligencia y dolo, pues el hecho de que sea el Jefe de la Unidad de Urgencias, no es motivo suficiente para tener por acreditado los daños y perjuicios que le imputa la sucesión a bienes de **********, ya que éste no ingresó al paciente al hospital, ni lo atendió en el área de urgencias, de ahí que no hubo una conducta del apelante hacia el de cujus, de hacer o no hacer que haya causado los daños que presentó el paciente **********, pues como le reconoce la sucesión actora en el escrito de demanda en el sentido de que el médico que lo atendió el día de ingreso, fue el doctor MARTÍN VEGA BUSTOS, al parecer integrante del personal **********, desconociendo la especialidad del galeno, así como el cargo desempeñado por éste, por lo que el apelante en cita no pudo ocasionar daño alguno a la sucesión actora, por ende no se actualiza alguna responsabilidad, por parte del doctor **********.Ahora bien, como se puntualizó en el párrafo que antecede el facultativo **********, es responsable del área de urgencias, y como tal tiene diversas obligaciones tal y como lo dispone el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de atención Médica, en los artículos 18, 19 y 73
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En consecuencia, la parte actora reconoció que el demandado **********, no fue la persona que lo ingresó al hospital, ni la que lo atendió en urgencias, de ahí que no hubo una conducta de parte del demandado citado, ya sea de acción o de omisión que haya causado los daños que presentó el autor de la sucesión y por ello con base en lo manifestado por la actora no se puede actualizar alguna responsabilidad en contra del demandado citado.Ahora bien, no es obstáculo a lo anterior, lo que afirmó la autoridad responsable en el sentido de que el demandado mencionado, dado su carácter de responsable del área de urgencias y de conformidad con los artículos 18, 19 y 73, del Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de atención médica, era responsable de los daños ocasionados al autor de la sucesión, ya que aun cuando el quejoso tuviera el carácter de responsable del área de urgencias del hospital demandado; quedó demostrado con la propia confesión de la parte actora, que el quejoso no estaba presente en dicha unidad de emergencia el día veinticuatro de enero del dos mil cinco, en que ingresó el paciente al hospital, pues la actora refiere que fue el doctor ********** quien atendió al paciente al ingresar al Hospital y que en el área de urgencias el paciente estuvo una hora, tiempo en que duró en llegar al hospital el doctor **********, quien ordenó que se enviara al paciente a piso.En efecto, los artículos 18, 19 y 73, del Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de atención médica, disponen:[…]De los artículos transcritos no se advierte que el responsable del servicio de urgencias sea quien deba ingresar al paciente y establecer el diagnóstico respectivo, y menos avalar el formulado por otro médico; por el contrario, en términos de tales preceptos legales, sus funciones son genéricas tendentes a asegurar que existen las condiciones necesarias
del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de atención Médica, los cuales establecen lo siguiente:[…]De las anteriores trascripciones si bien queda de manifiesto cuales son las obligaciones de los responsables y el jefe de urgencias médicas, también es verdad que el día de ingreso del de cujus, en primer término el jefe de urgencias no se encontraba presente y en segundo término, la responsabilidad de asegurarse que el diagnóstico y tratamiento de los médicos que atiendan el servicio de urgencias sean los correctos, no es por cuenta del responsable del área en este caso el médico **********, sino en su caso del médico tratante.Es por ello que el apelante **********, no incurrió en responsabilidad y por ende no ocasionó daños y perjuicios a la sucesión actora, pues el día que ingresó el paciente al hospital y en especial al área de urgencias no lo atendió, ni fue consultado para ese efecto; ya que los preceptos antes referidos, no establece que los diagnósticos, tratamientos y su aplicación tengan que ser confirmados necesariamente por el titular responsable del servicio de urgencias, por lo que se reitera que éste no tiene responsabilidad ni directa e indirectamente de su actuar de hacer o de no hacer, y por ende no es responsable de los daños que se le ocasionaron al de cujus, pues no son consecuencia inmediata y directa de su actuar como responsable o jefe de la unidad de urgencias.Ya que, si bien es cierto, del expediente clínico que obra en autos (anexo seis) se haya diagnosticado que el paciente **********(de cujus) tenía pancreatitis aguda moderada probablemente de origen alcohólico, ubicándolo en cama de manejo básico, también lo es que, con base en los preceptos antes invocados, la obligación del jefe de urgencias (**********), es en términos generales el de asegurar la valoración médica del usuario y el tratamiento completo
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que aseguren la valoración médica del usuario y el tratamiento completo de la urgencia o la estabilización de sus condiciones generales para que pueda ser transferido; empero, la responsabilidad de asegurarse que el diagnóstico y tratamiento de los médicos que atienden el servicio de urgencias sean los correctos, no se puede imputar al quejoso en los términos que lo hizo la sala responsable, sobre todo si el día que ingresó el paciente al hospital y en especial al área de urgencias no lo atendió, ni fue consultado para ese efecto; tampoco los preceptos legales citados establecen que los diagnósticos, tratamientos y su aplicación tengan que ser confirmados necesariamente por el titular responsable del servicio de urgencias, y no razonó la responsable que el servicio de urgencias careciera de alguna condición necesaria para la atención debida del paciente, de modo que esa fundamentación y motivación así como la valoración de pruebas que hizo es incorrecta, por insuficiente, pues conforme a éstas no puede establecerse la responsabilidad del demandado **********, en la causación de daños a la salud, e incluso la muerte al autor de la sucesión.Sin que sea óbice para lo anterior, la normativa del hospital citada por la actora en su demanda, pues no se advierte la obligación específica del encargado de urgencias de revisar los diagnósticos realizados por los médicos tratantes, pues la normativa que cita la actora es del tenor siguiente:Por tanto, se infringieron en perjuicio del demandado ********** sus derechos fundamentales consagrados en los artículos 14 y 16 Constitucionales.
de la urgencia o la estabilización de sus condiciones generales para que pueda ser transferido; sin que el jefe de área deba confirmar que la valoración médica hecha al paciente era la correcta así como el tratamiento fuera el correcto en la urgencia.Es por ello que, en el presente caso no existe responsabilidad civil médica por parte del médico apelante **********, ya que para que prospere la misma, es requisito que se integren los siguientes elementos: 1. La comprobación de que se produjeron daños al paciente.2. La conducta de hacer o no hacer del profesional de la medicina y; 3. El nexo causal entre los daños al paciente y la conducta del profesionista, esto es, requiere que se demuestre que fue el comportamiento lesivo del profesional de la medicina el causante de la vulneración a la integridad física del paciente.Si no se reúnen estos tres elementos en su conjunto, no podrá prosperar la pretensión de responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual, por daño proveniente del ejercicio de la actividad médica, requisitos que no se dieron en el presente caso, pues como quedó acotado con anterioridad, el médico **********, no produjo daños al paciente por una conducta de hacer o no hacer, ni se demostró el nexo entre los daños causados al de cujus y la conducta del profesionista, es decir, no quedó acreditado que haya sido el comportamiento o atención médica, el causante de la vulneración a la integridad física del paciente.Es de señalar que, con el cúmulo de pruebas aportados por la actora, no quedó acreditado que el actuar del médico fuera el causante de la vulneración a la integridad física del paciente, por los razonamientos vertidos con anterioridad, al efecto se hace aplicable la siguiente tesis que a la letra establece:[…]De las anterior trascripciones se
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[ESPACIO QUE NO SE ENCUENTRA EN LA SENTENCIA]
[ESPACIO QUE NO SE ENCUENTRA EN LA SENTENCIA]
concluye que, en la demanda se le están imputando hechos al apelante **********, en el sentido de que éste no verificó ni evaluó el diagnóstico del paciente, así como tampoco verificó o analizó la decisión de qué tipo de servicio debió haber ingresado si a un cuarto normal o a la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), por lo que desde el escrito de demanda se le está haciendo responsable de su actuar (omisivo), y no solamente con las pruebas de la sucesión actora, como lo señala la codemandada apelante, específicamente de la pericial en Materia de Medicina Interna a cargo del doctor **********.Sin embargo dichas imputaciones fueron improcedentes, pues la actora no acreditó su acción y el demandado si justificó sus excepciones, pues se reitera que el médico apelante no tiene responsabilidad por el hecho de ser Jefe de Urgencias Médicas del hospital **********, pues lo dispuesto en los artículos 18, 19 y 73 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de atención Médica, los mismos establecen sus funciones que son tendientes a asegurar que existe las condiciones necesarias que aseguren la valoración médica del usuario y el tratamiento completo de la urgencia de estabilización de sus condiciones generales para que pueda ser transferido; sin embargo en dichas disposiciones ni en la normativa del hospital citada por la actora en la demanda, no se advierte que el jefe de urgencias en revisar los diagnósticos realizados por los médicos tratantes.[…]De tal suerte que la sucesión actora al reconocer que el demandado **********, no fue la persona que lo ingresó al hospital, ni la que lo atendió en el área de urgencias, de lo que se colige que no hubo una conducta de acción u omisión por parte de éste, que haya causado los daños que presentó el de cujus **********, por tanto debe absolverse al demandado de las prestaciones
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Por otra parte, respecto del diverso codemandado **********, afirmó la actora en la demanda que el veinticinco de enero del dos mil cinco, ********** fue trasladado a la unidad de terapia intensiva; sin embargo, antes de llevarlo a la unidad de terapia intensiva fue llevado al área de imagenología en donde el responsable, en el período comprendido del veinticuatro de enero al dos de marzo de dos mil cinco, era el doctor **********, y en ese sitio el paciente presentó un shock persistente hasta la asistolia (paro), que ameritó maniobras de resucitación avanzadas, por lo que, a las catorce horas con cuarenta y tres minutos se efectuó punción por catéter yugular y colocación del mismo en la cama del paciente, además de intubación endotraqueal por insuficiencia respiratoria que se le atribuyó a bronco aspiración por crisis convulsiva, además de que se puncionó accidentalmente el pulmón derecho, generando un neumotórax iatrogénico, esto es, por colocar el catéter primero, generándose así el neumotórax iatrogénico, desencadenando insuficiencia respiratoria aguda y, esto provocó la crisis convulsiva y la necesidad de intubación endotraqueal. Que ese evento ocurrió en el área de imagenología, en donde el responsable era el doctor **********, quien debió contar con los recursos técnicos correspondientes para resolver cualquier evento que se haya realizado en el área de su responsabilidad, pues después de la aplicación de la sonda pleural, tenía que haberse diferido el estudio de tomografía, ya que se le dio más importancia al diagnóstico de imagen, que a vigilar la circulación cerebral, lo
que le fueron reclamadas. Por lo que respecta a los agravios del Dr. **********, los mismos resultan fundados para provocar la revocación de la resolución impugnada, en virtud de que, el apelante aduce que el encargado de dar tratamiento lo fue el Dr. Luís Romeo Domínguez Gordillo, quien es el médico especialista INTENSIVISTA, de ahí que resulte inexacto que por el hecho de ser el responsable del área y que ahí haya sucedido el evento, pues aduce el apelante qué le iba a supervisar al especialista INTENSIVISTA que atendió con maniobras avanzadas un shock de un paciente intubado, si el recurrente se encarga de temas administrativos de dicha área, además de supervisar que todos los estudios ordenados por los médicos tratantes se realicen y le sean remitidos los resultados correspondientes, tampoco se le puede imputar que haya existido una carencia de equipo pues nunca se realizó ninguna inspección judicial, además de que nunca brindó atención médica, argumenta el apelante que no se le imputó en ningún hecho de la demanda.Argumento el anterior que resulta infundado, en virtud de que, si bien es cierto, el médico apelante Luís **********, que es jefe de imagenología o rayos X, también lo es que, dicha circunstancia sea motivo suficiente para imputarle una conducta de hacer o no hacer al médico en cita, y que como consecuencia de ello le ocasionó daños en la salud que le provocó la muerte a **********, pues no existe medio de prueba que ponga en evidencia la intervención del médico apelante en los procedimientos médicos aplicados al paciente en el área de imagenología.Es de señalar que, la actora en el escrito de demanda refiere que el médico apelante ********** es responsable de los daños ocasionados al de cujus, derivaron de la falta de instrumentos así como de recursos técnicos correspondientes para resolver
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que ocasionó posteriormente el daño cerebral irreversible, que se manifestó por muerte cerebral.Así las cosas, en el caso, la actora refirió que el demandado **********, al ser responsable del área de imagenología, debió tener los recursos técnicos correspondientes para resolver cualquier evento que aconteciera en el área de su responsabilidad, pues el hecho de que los médicos responsables del paciente hayan decidido acudir al área de imagenología a realizar una tomografía al paciente y que en esa área se generó el paro que presentó y la posterior colocación de una sonda pleural, es lo que implicó la responsabilidad para el demandado, pues éste dado su carácter de responsable del área citada, estaba obligado a tener los instrumentos necesarios para el debido funcionamiento del área de imagenología, pues en esa área el paciente sufrió un shock persistente hasta la asistolia (paro).La autoridad responsable procedió a determinar la responsabilidad del quejoso al afirmar que como responsable de imagenología debió cumplir con las obligaciones derivadas del artículo 19 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica y del artículo 7.2.1 de la Norma Oficial Mexicana NOM-206-SSA1-2002, sobre regulación de los servicios de urgencias de los establecimientos de atención médica.El artículo 19 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica dispone que corresponde a los responsables de los establecimientos en los que se presten servicios de atención médica, llevar a cabo las siguientes funciones:[…]El artículo 7.2.1 de la Norma Oficial Mexicana NOM-206-SSA1-2002, (Regulación de los servicios de urgencias de los establecimientos de atención médica), establece que el servicio de radiología e imagen requerido como apoyo para el funcionamiento de los establecimientos
cualquier evento; sin embargo el actor con ningún medio de prueba acreditó tal circunstancia.[…]De las anteriores trascripciones, no se advierte de forma alguna que en el área de imagenología (rayos X), cuyo titular es el médico **********, por la falta de instrumentos así como de recursos técnicos correspondientes para resolver cualquier evento; hubieran ocasionado los daños al de cujus **********; pues los peritos ********** **********, determinaron en esencia que desconocían si en el área de imagenología, así como el hospital **********, contaba con recursos necesarios para la atención médica, del de cujus, de lo que se colige que, sí la litis en contra del facultativo ********** versa sobre el hecho de que, en el área de que es jefe no contaba con los elementos necesarios para la atención médica, y que esos instrumentos eran necesarios para la resolver cualquier evento que ocasionaron el estado vegetativo del de cujus, por lo que resulta incuestionable que éste no incurrió en ninguna responsabilidad.[…]De las anteriores trascripciones se concluye que, en la demanda se le están imputando hechos al apelante **********, en el sentido de que tenía la obligación de establecer y vigilar el desarrollo de procedimientos para asegurar la oportuna y eficiente prestación de los servicios que el establecimiento ofrezca, así como para el cabal cumplimiento de la Ley y las demás disposiciones aplicables, así como de, atender en forma directa las reclamaciones que se formulen por irregularidades en la prestación de los servicios, ya sea las originadas por el personal del establecimiento o por profesionales, técnicos o auxiliares independientes, que en él presten sus servicios, sin perjuicios de la responsabilidad profesional en que se incurra, lo anterior de conformidad con lo dispuesto en el artículo 19 del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de
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de atención médica hospitalaria, que cuenten con unidad o servicio de urgencias, deberá disponer de los recursos tecnológicos que correspondan a la capacidad resolutiva del establecimiento.Cabe destacar en primer lugar, que tales preceptos no se refieren expresamente al responsable del área de imagenología, pues hacen alusión al responsable de los establecimientos en los que se presten servicios de atención médica, que podría ser el representante del hospital demandado.Por otra parte, aun cuando el quejoso haya tenido el carácter de responsable del área de imagenología del Hospital demandado, y que en esa área se procedió a realizar una intervención médica al autor de la sucesión por haber presentado un shock, no por ello se puede imputar una conducta (de hacer o no hacer) al quejoso, que ocasionó los daños e incluso la muerte al autor de la sucesión, pues no se advierte la intervención directa de éste en los procedimientos médicos aplicados al paciente en el área de imagenología, por lo que la responsabilidad del quejoso no puede derivar de la sola circunstancia de ser el titular de esa área, y si bien la parte actora imputó al demandado hoy quejoso, que los daños ocasionados al de cujus derivaron de la falta de instrumentos de esa área; sin embargo, no razonó la sala responsable cuál o cuáles fueron los instrumentos de los que carecía esa área del hospital y cómo dicha carencia fue la que originó que el paciente presentara los padecimientos que lo llevaron hasta la asistolia (paro) y sus consecuencias, pues no dijo la responsable si las pruebas periciales fueron conducentes en el sentido de que, de tener determinados instrumentos en el área de imagenología, se hubiera evitado que el paciente llegara hasta el estado en el cual se colocó (estado vegetativo persistente) y que duró por varios meses, o bien que de tener determinados instrumentos en esa área, se hubiera logrado la reversión del estado referido del paciente hasta el restablecimiento normal de su salud;
Servicios de Atención Médica.Sin embargo dichas imputaciones fueron improcedentes, pues la actora no acreditó su acción y el demandado sí justificó sus excepciones, pues se reitera que el médico apelante no tiene responsabilidad por el hecho de ser Jefe de Imagenología del hospital **********, ya que la sucesión actora debió acreditar que en dicha área no contaba con los elementos necesarios para la atención médica, y que esos instrumentos eran necesarios para resolver cualquier evento que ocasionaron el estado vegetativo del de cujus, por lo que resulta incuestionable que éste no incurrió en ninguna responsabilidad.[…]”.
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tampoco razonó que el quejoso tuviera impericia en el manejo de algún instrumento, o que se ordenó algún estudio correspondiente a esa especialidad y no se realizó, o que si se hizo fue en forma deficiente y que esto hubiera generado daños a la salud del paciente, por lo que es insuficiente afirmar que por ser el quejoso responsable del área de imagenología del hospital codemandado, sea responsable de la causación de algún daño a la salud del autor de la sucesión, de ahí que la valoración de pruebas así como la fundamentación y motivación aplicada por la sala responsable para establecer la responsabilidad del demandado **********, sea indebida, por insuficiente, con lo cual se transgredieron en perjuicio del quejoso los artículos 14 y 16 Constitucionales y por tanto son fundados los conceptos de violación analizados.[…]”.
268. Por otro lado, tal como se adelantó en párrafos precedentes, la parte
quejosa no sólo argumentó en sus conceptos de violación una indebida
valoración de la negligente participación o ausencia de participación de los
jefes de unidad en la atención médica de **********, sino que señaló que, al
margen de ello, no era necesario acreditar la culpa de tales médicos al
satisfacerse los elementos de la acción de responsabilidad civil a partir de la
prueba presuncional o indiciaria.
269. Esta Primera Sala estima que es viable entrar al análisis de tales
razonamientos al no haber sido un argumento tratado en el juicio de amparo
precedente; sin embargo, se llega a la conclusión que es un concepto de
violación infundado, pues la Sala responsable correctamente determinó que
para asignar responsabilidad a los médicos por este tipo de actos, era
estrictamente necesario acreditar todos los elementos de la acción, incluido
el aspecto subjetivo.
270. Como ya se detalló en los apartados anteriores del presente fallo, para
efectos de poder asignar una responsabilidad civil derivada de actos
médicos es estrictamente indispensable cumplir con el elemento de la culpa
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de la acción civil al tratarse de una de carácter subjetivo; por ende, debe
tenerse por satisfechos la existencia de una culpa en estricto sentido o
violación de un deber de cuidado que dio lugar a una negligencia médica
que ocasionó un daño al paciente.
271. En materia de responsabilidad civil médico-sanitaria, no hay lugar para la
presunción de la culpa de la persona demandada, sin que ello signifique que
la culpa no pueda ser acreditada por una presunción como la indiciaria. Por
lo tanto, contrario a las afirmaciones de la parte quejosa, se insiste, para
que se pueda declarar civilmente responsable por daños y perjuicios a una
persona que participó en un acto médico, resulta necesario que concurra
una acto (positivo u omisivo) culposo, un daño y una relación causal entre el
acto médico negligente y ese daño.
272. Los jefes de área de un hospital, como cualquier otra persona que labora en
una institución hospitalaria y que tiene asignada ciertas obligaciones en el
tratamiento médico de una persona, puede ser demandado por negligencia
y considerado responsable; sin embargo, tal asignación de responsabilidad
derivará precisamente de que haya llevado a cabo actos directos que
ocasionaran un daño en desatención de la lex artis ad hoc o que haya
incumplido sus deberes de cuidado en relación con la atención médica de
un paciente.
273. Los citados artículos 18 y 19 del Reglamento de la Ley General de Salud en
Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica155 prevén los
155 “Artículo 18.- Los establecimientos en los que se presten servicios de atención médica, deberán contar con un responsable, mismo que deberá tener título, certificado o diploma, que según el caso, haga constar los conocimientos respectivos en el área de que se trate.Los documentos a que se refiere el párrafo anterior, deberán encontrarse registrados por las autoridades educativas competentes”.“Artículo 19.- Corresponde a los responsables a que hace mención el artículo anterior, llevar a cabo las siguientes funciones:I.- Establecer y vigilar el desarrollo de procedimientos para asegurar la oportuna y eficiente prestación de los servicios que el establecimiento ofrezca, así como para el cabal cumplimiento de la Ley y las demás disposiciones aplicables;II.- Vigilar que dentro de los mismos, se apliquen las medidas de seguridad e higiene para la protección de la salud del personal expuesto por su ocupación;III.- Atender en forma directa las reclamaciones que se formulen por irregularidades en la prestación de los servicios, ya sea las originadas por el personal del establecimiento o por profesionales, técnicos o auxiliares independientes, que en él presten sus servicios, sin perjuicio de la responsabilidad profesional en que se incurra;IV.- Informar, en los términos que determine la Secretaría, a las autoridades sanitarias competentes, de las enfermedades de notificación obligatoria, así como adoptar las medidas necesarias para la vigilancia epidemiológica, tomando en cuenta lo dispuesto en la Ley, y
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deberes específicos que les corresponde a los responsables de las
diferentes áreas de las instituciones hospitalarias. En particular, destaca el
deber de estos responsables de establecer y vigilar los procedimientos para
asegurar la oportuna y eficiente prestación de los servicios que se ofrezcan
en tales áreas.
274. Sobre este punto, resalta que precisamente la obligación del responsable
del área es que se lleven a cabo los servicios de la mejor manera posible,
atendiéndose en todo momento a la normatividad aplicable y a la lex artis
médica. La facultad de vigilancia implica entonces en ejecutar de manera
concreta los contenidos normativos aplicables y supervisar su debido
cumplimiento por todo el personal del área. La responsabilidad que derive
del incumplimiento de estas obligaciones, que en muchos casos incluye
deberes de cuidado, dependerá del tipo de caso de que se trate y de los
sucesos que ocurran en el interior del área supervisada que sean motivo de
una acción por daños y perjuicios.
275. Así, la disyuntiva radica entonces en si este responsable debe supervisar
todos los actos médicos efectuados dentro de su área y si puede
considerársele responsable por todas las negligencias ocurridas durante su
temporalidad de vigilancia. En principio, a juicio de esta Suprema Corte, no
es posible otorgar una respuesta generalizada a los supuestos de
asignación de responsabilidad a un jefe o responsable del área de los
hechos ocurridos en la misma. Como se destacó, depende del caso y del
contexto fáctico y normativo (por ejemplo, la responsabilidad concreta en
determinado acto médico de esa área que alude una norma oficial
mexicana).
276. No obstante, esta Primera Sala considera que lo que sí resulta inviable es
pretender que una persona responsable de un área hospitalaria deba vigilar
de manera concreta y específica cada uno de los actos médicos realizados
por el personal médico-sanitario que labore en esa área y que, tal
responsable, incurre en una negligencia si no advierte conductas positivas o
V.- Notificar al Ministerio Público y, en su caso, a las demás autoridades competentes, los casos en que se les requieran servicios de atención médica para personas con lesiones u otros signos que presumiblemente se encuentren vinculadas a la comisión de hechos ilícitos”.
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actos omisivos en ese actuar que hayan ocasionado o pudieran ocasionar
un daño. Primero, porque los médicos o demás profesionales médico-
sanitarios que laboran en las distintas áreas de las instituciones
hospitalarias detentan una libertad prescriptiva que debe ser respetada por
ese responsable y por la propia institución hospitalaria.
277. La obligación de medios que sopesa cada uno de los profesionales médico-
sanitarios en su participación en el acto médico conlleva necesariamente la
posibilidad de que pueda actuar bajo su libertad de trabajo y de conciencia
según la lex artis y normatividad aplicable, pues además será esta persona
la que sea responsable de una posible negligencia precisamente por esos
actos. Y en segundo lugar, ampliar la facultad de vigilancia a cualquier
procedimiento es un aspecto de imposible consecución por parte del
responsable del área respectiva, situación que lleva a esta Suprema Corte a
interpretar que ese no es el sentido interpretativo de la norma reglamentaria.
278. Supuesto diferente es si en el expediente o en el contexto fáctico exista
evidencia que el daño se produjo por su propia participación en el acto
médico o si se le hizo saber al responsable del área de la conducta dolosa
de un profesional de esa área o de un evidente actuar negligente médico-
sanitario contrario a la lex artis ad hoc y este responsable no llevó a cabo
las medidas necesarias para corregir tal actuar incorrecto o deficiente dentro
de su estricto ámbito de competencias, convalidando entonces de manera
expresa dicha negligencia con sus propias actos. Por ejemplo, que haya
aprobado la decisión de no requerir el consentimiento informado a una
familia a pesar de la inexistencia de un caso urgente, que se le haya
requerido algún material faltante en el área y haya decidido no
proporcionarlo, etcétera.
279. Dicho lo anterior, esta Primera Sala estima que en el caso que nos ocupa
fue adecuado que la Sala responsable requiriera el cumplimiento del
aspecto subjetivo de la acción por daños y perjuicios; por otro lado, si bien
la parte quejosa aludió a varias pruebas indiciarias con las que pretende
vincular a los jefes de la unidad de urgencias y de imagenología del Hospital
**********, como ha quedado detallado hasta este apartado de la presente
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sentencia, el daño producido a ********** no fue consecuencia de la
actuación de los médicos tratantes y del médico internista en las áreas de
urgencia o de rayos X y, por ende, no existió violación de algún deber de
cuidado motivado por una negligencia no corregida por parte de los citados
jefes de unidad en la atención médica de **********. Además, como ya lo
determinó el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito,
tampoco se aportaron elementos que permitan valorar si el daño se produjo
por ausencia de instrumentos o de personal en las áreas de urgencias o de
imagenología.
D. ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN RELACIONADOS CON LOS MÉDICOS ESPECIALISTAS EN NEUROLOGÍA
280. En el fallo reclamado, la Primera Sala del Tribunal Superior de Justicia
determinó que los médicos especialistas en neurología no incurrieron en
una negligencia médica, toda vez que el daño que se le produjo a **********
se originó previamente a su participación y el hecho de haber propuesto a
los familiares el traslado del paciente a una institución hospitalaria en el
extranjero tampoco acreditaba un nexo causal entre el daño y tal conducta.
Es decir, para la Sala responsable, no existen elementos en el expediente
que permitan inferir que los actos o ausencia de los mismos por parte de los
neurólogos hayan sido los que produjeron el daño cerebral. Aunado a ello,
la Sala recalcó que si bien pudieron haber existido violaciones a la norma
mexicana en cuanto a la integración del expediente por parte de estos
médicos, tal aspecto era insuficiente para reunir los requisitos que exige la
acción de responsabilidad civil médico-sanitaria (dolo, daño y nexo causal).
281. En desacuerdo con estas afirmaciones, la parte quejosa expuso los
conceptos de violación sintetizados en el párrafo 54, inciso o), de la
presente sentencia, entre los cuales insistieron que los médicos neurólogos
conocieron del padecimiento de ********** previo al paro cardiorrespiratorio
en el área de imagenología, prescribiendo medicamentos contraindicados
para las convulsiones y desatendiendo la gravedad de su situación que a la
postre conllevó a una indebida colocación de un catéter y producción de un
neumotórax. Desde su perspectiva, tales actuaciones previas, así como las
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posteriores consistentes en un inadecuado diagnóstico neurológico de
**********, conllevaron a una negligencia médica e inexcusable en la falta de
cuidado al no haber revisado la información contenida en el expediente
clínico necesaria para el adecuado diagnóstico y valoración del paciente, lo
que a su vez ocasionó desinformación a la familia sobre el verdadero estado
vegetativo irreversible.
282. Esta Suprema Corte considera que los anteriores razonamientos deben de
ser calificados como inoperantes. Aun cuando no se comparta la
metodología de estudio del acto médico (el colegiado segmenta la actuación
de los médicos y analizó lo sucedido en el área de imagenología como un
acto aislado) y sus posibles consecuencias en cuanto a la valoración de las
conductas de los médicos especialistas, se estima que el Tribunal
Colegiado que resolvió el juicio de amparo 699/2012 que precede a este
fallo, fue enfático en concluir la ausencia de responsabilidad de los citados
médicos en la atención de **********, valorando las pruebas y diversas
actuaciones u omisiones ya en un plano de legalidad que no puede ser
afectado por el análisis en esta instancia.
283. Así, la resolución de la Sala responsable es un fiel reflejo de las
consideraciones de la anterior sentencia de amparo, por lo que esta
Suprema Corte debe concluir que se trata de un aspecto del juicio civil que
ya adquirió firmeza. En la resolución de amparo se puede leer:
Ahora bien, en el vigésimo cuarto concepto de violación, refieren los quejosos ********** y **********, que no existe la causación de un hecho ilícito, ni se generó daño alguno al patrimonio de la sucesión actora, tal y como lo establece el artículo 1917 del Código Civil para el Distrito Federal, pues su desempeño profesional en el caso concreto no fue nunca labor ilícita, en el sentido de que como profesionales en la medicina y en el área específica de neurocirugía, estaban facultados para la realización de las tareas inherentes a esa especialidad, toda vez que contaban con título profesional legalmente expedido, así como la cédula de la especialidad, además de la experiencia necesaria que les permitía el ejercicio de la profesión, como lo hicieron, así que su actuar, no fue ilícito, ni obraron contra las buenas costumbres, pues si el Doctor **********, médico tratante del paciente ********** los interconsultó, su obligación en relación a ese requerimiento fue satisfecha con toda la autoridad moral y profesional que les asiste y que se encuentra regulada por la norma oficial mexicana NOM-168-SSA1-1998 del expediente clínico, en donde se define la interconsulta como el procedimiento que permite la participación de otro profesional
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de la salud a fin de proporcionar atención integral al paciente, a solicitud del médico tratante; es un apoyo al médico tratante en el área que éste no maneja como especialista y que, por cierto, no es vinculatorio para este último, de tal manera que bien puede atenerse a ese auxilio o bien no tomarlo en cuenta, por lo que, la sala responsable debió advertir la ausencia de ese presupuesto de la acción puesta en movimiento, la inexistencia de un actuar ilícito o de un actuar contra las buenas costumbres, y así sostienen que de parte de estos codemandados no se realizó algún acto ilícito o hubieran obrado contra las buenas costumbres y, como resultado de ello, se hubiera producido un daño en la integridad física del paciente **********.Lo anterior es fundado. En efecto, la autoridad responsable, atendiendo los dictámenes rendidos por la parte actora, concluyó que cuando intervinieron los demandados ********** y **********, ya se le había causado al paciente un daño neuronal irreversible, de ahí que era claro que la intervención de los quejosos no había causado daño al paciente, pues ese ya se había ocasionado, desde que se generó la encefalopatía anóxica isquémica que dejó en estado vegetativo irreversible al paciente.Por su parte, la actora en la demanda apoyó su acción en la circunstancia de que los quejosos sabiendo del daño irreversible al paciente, le continuaron dando esperanza de recuperación, y le ocasionaron daños innecesarios, al trasladar al paciente a un hospital en Estados Unidos de América.De lo anterior, es claro que no se puede imputar una conducta (de hacer o no hacer) a los quejosos, que ocasionaron los daños e incluso la muerte al autor de la sucesión, pues como lo concluyó la autoridad responsable, los daños ocasionados al de cujus se ocasionaron antes de que los quejosos intervinieran, por lo que no se puede afirmar que el actuar de los quejosos contribuyera a la causación de los daños al paciente que derivaron a la postre en su fallecimiento.Ahora bien, es cierto que la norma oficial mexicana NOM-168-SSA1-1998, regula la forma como debe integrarse el expediente clínico, ya que dispone:[…]Sin embargo, aun cuando hubiera habido culpa en los médicos quejosos al no haber integrado de forma debida el expediente clínico, o se concluyera que su participación fue inútil, ya que no beneficiaron al paciente o dieron falsas esperanzas a los familiares del de cujus; esto es insuficiente para reunir los requisitos que exige la acción de responsabilidad civil médica que promovió la parte actora.En efecto, la acción de responsabilidad civil médica requiere que se integren los siguientes elementos:1.- La comprobación de que se produjeron daños al paciente;2.- La conducta de hacer o no hacer del profesional de la medicina; y,3.- El nexo causal entre los daños al paciente y la conducta del profesionista, esto es, requiere que se demuestre que fue el comportamiento lesivo del profesional de la medicina el causante de la vulneración a la integridad física del paciente.Si no se reúnen esos tres elementos, en su conjunto, no podrá prosperar la pretensión de responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual, por daño proveniente del ejercicio de la actividad médica y en la especie, con lo razonado por la autoridad responsable en relación con la valoración que hizo de las pruebas periciales, no se demuestra cómo es que se acreditó el último requisito de los citados, pues no señaló de manera concreta la sala responsable cuál fue la
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acción u omisión de los citados quejosos que hubiera sido la causante de algún daño a la salud del paciente.Por otra parte, de conformidad con la norma oficial mexicana transcrita en líneas que antecede, la interconsulta, es el procedimiento que permite la participación de otro profesional de la salud, a fin de proporcionar atención integral al paciente, a solicitud del médico tratante; de ahí que si los quejosos le propusieron a los familiares del de cujus el traslado a un diverso hospital en Estados Unidos de América; esta propuesta no conllevaba una obligación, por lo que, fue decisión de los familiares del de cujus, quienes determinaron llevarlo a un hospital diverso. En esas condiciones, es de concluir que se violaron en perjuicio de los quejosos antes citados sus derechos fundamentales previstos en los artículos 14 y 16 constitucionales, y por tanto resulta fundado el concepto de violación analizado.[…].
284. Como se advierte, es indiscutible que la determinación tomada por la Sala
responsable y sintetizada tanto al inicio de este apartado como en el párrafo
53, inciso m), de esta resolución, es un reflejo, hasta en partes exacto, de la
conclusión en materia de legalidad que ya tomó un órgano terminal en
materia de amparo, por lo que debe ser acatada a fin de respetar el principio
de seguridad jurídica.
E. ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN RELACIONADOS CON EL HOSPITAL **********
285. Por último, en lo que se refiere a la alegada responsabilidad del Hospital
**********, la Sala responsable llegó a la conclusión de que no se acreditaba
responsabilidad solidaria por parte de tal institución hospitalaria en términos
del artículo 1924 del Código Civil para el Distrito Federal, debido a que los
médicos tratantes fueron contratados de manera independiente por parte
del paciente y, además, el contrato de prestación de servicios, en su
cláusula novena, señalaba expresamente que el hospital no asumía
responsabilidad alguna sobre la actuación de los médicos particulares y/o
de terceras personas en la atención médica del paciente.
286. Lo anterior, con fundamento en las consideraciones del fallo del citado juicio
de amparo 699/2012, en el cual el Tribunal Colegiado decidió otorgar el
amparo al respectivo hospital bajo el argumento de que no podía
condenársele a una responsabilidad solidaria por el simple hecho de que los
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médicos tratantes estuvieren en la lista de médicos del hospital. El que
estuvieren en una lista, no los convertía en dependientes del nosocomio, de
los cuales sí podría ser considerado responsable a la luz del mencionado
artículo 1924 del código sustantivo.
287. Inconforme con lo resuelto por la Sala responsable, la parte quejosa expuso
los argumentos sintetizados en el párrafo 54, incisos f) a l), en los que
destacan, por una parte, que no es posible desvincular de responsabilidad a
la institución hospitalaria de una posible responsabilidad por negligencia
médica, ya que la misma proporciona a su cuerpo médico la infraestructura,
recursos y materiales necesarios para la atención médica y el tratamiento
de los pacientes, dado que son consecuencias que derivan del propio
derecho a la salud y de la Ley General de Salud que no pueden ser
supeditados por una cláusula contractual de índole privado y, por otra parte,
que la autoridad responsable omitió tomar en cuenta que las conductas
negligentes que ocasionaron el daño a ********** fueron producidas no sólo
por los médicos tratantes, sino también por el personal, dependientes,
médicos de guardia, internistas, neurólogos y staff del propio Hospital
**********. Además, se señaló que se incurrió en una violación a los
principios de legalidad, al no haberse analizado de manera exhaustiva las
pretensiones de la parte actora.
288. Esta Suprema Corte considera parcialmente fundados estos razonamientos.
En principio, debe destacarse que a diferencia de los apartados anteriores
referidos a los jefes de unidad y neurólogos, en los que se dijo que en la
sentencia de amparo previa se había determinado la inexistencia de
negligencia médica de tales médicos y por ello debía declararse inoperantes
los conceptos de violación, en el aspecto que ahora nos ocupa, el Tribunal
Colegiado que conoció del amparo previo únicamente sostuvo que era
inviable la posición interpretativa y decisoria tomada por la autoridad
responsable en que la responsabilidad del hospital se actualizaba porque
los médicos tratantes formaban parte de la lista de médicos de tal
nosocomio y toda vez que éstos fueron contratados directamente por el
paciente. Así, no existe cosa juzgada en cuanto a todos los ámbitos de
responsabilidad que la parte quejosa le atribuye al Hospital **********.
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289. Dicho lo anterior, esta Primera Sala estima que la quejosa tiene razón en
sus conceptos de violación al señalar que la autoridad responsable omitió
considerar, en el estudio de los agravios del Hospital ********** en el recurso
de apelación, que no sólo se atribuyó responsabilidad a tal nosocomio por
los actos de los médicos tratantes, sino por el resto de los médicos
demandados que le brindaron atención médica a ********** y en que,
además, la interpretación del artículo 1924 del Código Civil para el Distrito
Federal partió de una premisa falsa en la que no se atiende a los alcances
del derecho a la salud.
290. A mayor abundamiento, esta Suprema Corte ha sido enfática a lo largo de la
sentencia que la responsabilidad extracontractual médico-sanitaria es de
carácter subjetivo y, por ende, la acción por daños y perjuicios debe
acreditar la concurrencia de una conducta culposa, un daño y un nexo
causal. El artículo 1910 del Código Civil para el Distrito Federal prevé que la
persona que obre ilícitamente y cause un daño a otro u otra, está obligada a
repararlo a menos que demuestre que el daño se produjo como
consecuencia de culpa o negligencia inexcusable de la víctima.
291. No obstante, aunado a que cada persona responde por sus propios actos,
en materia de responsabilidad civil se entiende que una persona puede
hacerse responsable de los daños causados por otra en atención a la
especial situación jurídica o fáctica que los vincula con ella. A este supuesto
se le llama responsabilidad por hechos ajenos. El propio Código Civil para el
Distrito Federal156 prevé en diversos numerales este tipo de asignación de
responsabilidad: el artículo 1918 establece el supuesto de las personas
morales en relación con sus representantes legales; el numeral 1919 se
156 “Artículo 1,918.- Las personas morales son responsables de los daños y perjuicios que causen sus representantes legales en el ejercicio de sus funciones”.“Artículo 1,919.- Los que ejerzan la patria potestad tienen obligación de responder de los daños y perjuicios causados por los actos de los menores que estén bajo su poder y que habiten con ellos”.“Artículo 1,923.- Los maestros artesanos son responsables de los daños y perjuicios causados por sus operarios en la ejecución de los trabajos que les encomienden. En este caso se aplica también lo dispuesto en el artículo anterior”.“Artículo 1,924.- Los patrones y los dueños de establecimientos mercantiles están obligados a responder de los daños y perjuicios causados por sus obreros o dependientes, en el ejercicio de sus funciones. Esta responsabilidad cesa si demuestran que en la comisión del daño no se les puede imputar ninguna culpa o negligencia”.“Artículo 1,925.- Los jefes de casa o los dueños de hoteles o casas de hospedaje están obligados a responder de los daños y perjuicios causados por sus sirvientes en el ejercicio de su encargo”.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
ocupa de la obligación de quienes ejerzan la patria potestad de responder
de los daños y perjuicios causados por los actos de los menores que estén
bajo su cuidado y habiten con ellos; el artículo 1923 establece la obligación
a los maestros artesanos con relación a sus operarios en la ejecución de la
obra encomendada; el 1924 de los patrones y dueños de establecimientos
mercantiles respecto de sus obreros y dependientes; el 1925 sobre los jefes
de casa o los dueños de hoteles o casas de hospedaje por los causados por
la servidumbre en el ejercicio de su encargo; entre otros supuestos.
292. Al respecto, esta Primera Sala ya se ha pronunciado que las instituciones
hospitalarias pueden ser considerados responsables civilmente por hechos
propios y, adicionalmente, por hechos ajenos de sus trabajadores o
dependientes. En el amparo en revisión 584/2013, fallado por esta Sala el
cinco de noviembre de dos mil catorce, se sostuvo que “un hospital privado
puede ser responsable civilmente, atendiendo a la pluralidad de actividades
que realiza en torno a la salud de la persona y a la diversidad de personas
físicas que se desempeñan en su interior, pudiendo ser que el daño
producido en el paciente o usuario, sea por actos u omisiones, generándose
de manera material o incluso inmaterial o intangible, como cuando se trata
de omisiones en el deber de cuidado, y que puede ser de manera directa o
indirecta, de acuerdo con los artículo 1913 y 1924, del Código Civil Federal,
éste último en lo que a los actos de empleados y dependientes de los
establecimientos mercantiles se refiere”.
293. Así, una institución hospitalaria de índole privado puede ser considerada
responsable civilmente en caso de que el propio hospital sea el causante
del daño; por ejemplo, si el daño se ocasionó por la inexistencia del material
médico suficiente para la debida atención de un paciente que debió haber
sido proporcionado por el respectivo nosocomio o por la falta de
mantenimiento de alguna instalación o instrumento médico que produjo el
respectivo daño.
294. Sin embargo, lo trascedente del precedente recién citado consiste en que tal
institución hospitalaria no sólo responderá por los actos de esa persona
moral, sino también por las de sus trabajadores o personas que ejerciten su
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AMPARO DIRECTO 51/2013
profesión en el interior del mismo, independientemente de su relación
contractual de estos últimos con el hospital; ello, en razón de la teoría de la
representación aparente y a partir de una interpretación sistemática y
funcional del artículo 1924 del Código Civil Federal, que para efectos
prácticos detenta el mismo contenido que la norma aplicable en este caso
que es el artículo 1924 del Código Civil para el Distrito Federal.
295. Como se adelantó, este precepto legal indica que “los patrones y los dueños
de establecimientos mercantiles están obligados a responder de los daños y
perjuicios causados por sus obreros o dependientes, en el ejercicio de sus
funciones”. Atendiendo a ese contenido, se dijo que bajo una interpretación
extensiva y no literal de dicha norma, en cumplimiento de los principios de
progresividad y protección de los derechos humanos, como el derecho a la
salud, cuando en la norma se habla de establecimientos mercantiles debe
entenderse las instituciones hospitalarias privadas o cualquier otra persona
intervienen en el servicio nacional de salud y “por lo que refiere a los
obreros y dependientes, estos deben en entenderse en el sentido más
amplio del término, a toda aquella persona que realiza sus actividades
laboral, profesionales o su actividad cotidiana para el hospital o persona
moral”157.
296. Esta Primera Sala optó por esta interpretación progresiva y funcional y por
la aplicación de la teoría de la representación aparente, dado que en
materia de salud, “el criterio de la responsabilidad de los hospitales y
centros de salud por actos cometidos por terceros, que se desempeñan en
los mismos, atiende a criterios materiales y no formales como lo sería la
relación de trabajo entre médico y hospital; puesto que como se señaló
anteriormente ello pondría a esa clase de establecimientos de salud fuera
del alcance de una responsabilidad civil, atentando contra los valores y
principios que imperan en el derecho humano a la salud”.158
297. En ese sentido, para la Suprema Corte, “basta con considerar el modo de
conducirse de la persona que provoca un daño al interior del centro de salud
y frente a los usuarios, para que se genere una responsabilidad por parte 157 Sentencia del amparo en revisión 584/2013, párrafo 274.158 Ibidem, párrafo 267.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
del hospital. Ello no significa que en determinados casos, en los que
además está completamente clara y probada la relación de trabajo o
profesional médico-hospital, sea inconducente la responsabilidad, sino por
el contrario, ello robustece a la misma, puesto que deja de tener el carácter
de aparente, y se convierte en una representación formal y material”159.
298. Consecuentemente, “si el médico tratante se conduce de manera regular
como empleado o integrante del hospital, a través de elementos como su
común localización en el nosocomio, el desenvolverse bajo la estructura de
éste, laborar de manera constante y cotidiana en ese lugar y dar consultas
ahí, entre otros actos que haría suponer a cualquier persona que el médico
tratante es empleado o trabaja para la institución médica, es decir una
relación de patrón-empleado para los usuarios del servicio médico”160.
299. En suma, en materia de responsabilidad civil médico-sanitaria, a la luz del
contenido del derecho a la salud y de las reglas de asignación de
responsabilidad del Código Civil, una institución hospitalaria privada puede
ser sujeta a responsabilidad por sus propios actos o por hechos ajenos de
sus trabajadores o dependientes. En relación con este último supuesto, la
responsabilidad civil se actualiza únicamente cuando los daños hayan sido
ocasionados por una persona que ejecutó sus actos en representación
aparente del hospital, independientemente de su relación contractual con tal
nosocomio; en caso contrario, el profesional médico-sanitario responderá
individualmente por su conducta negligente161. 159 Ibidem, párrafo 268.160 Ibidem, párrafo 269.161 Criterio que se refleja en la tesis CXIX/2015 (10a.), pendiente de publicación, de rubro y texto: “RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS HOSPITALES PRIVADOS POR ACTOS COMETIDOS POR TERCEROS QUE DESEMPEÑAN FUNCIONES EN SUS INSTALACIONES. SE ACTUALIZA SI EXISTE UNA REPRESENTACIÓN APARENTE. La responsabilidad civil de los hospitales privados puede actualizarse por actos cometidos por su personal o por terceros que prestan servicios en sus instalaciones. Ahora bien, este último supuesto se actualiza con la figura de la representación aparente, en la cual una persona que se desempeña en las instalaciones del hospital, como lo son la mayoría de los médicos, se conduce regularmente como si fuera empleado de la institución, tanto al interior del centro de salud, como frente a los usuarios, por medio de elementos como su común localización en el nosocomio, el desenvolverse bajo la estructura de éste, laborar de forma constante y cotidiana en ese lugar y dar consultas ahí, entre otros actos, que harían suponer a cualquier persona, como usuario, que el médico es empleado o trabaja para la institución médica. Así, atento al derecho humano a la salud y al conjunto de bienes, servicios y condiciones que comprenden la atención médica, es posible actualizar la responsabilidad civil de hospitales o centros médicos privados por actos cometidos por terceros que de manera aparente realizan sus actividades para éstos. En ese sentido, el hecho de que se informe al paciente que el médico no es su empleado o que no existe formalmente una relación laboral o de servicios profesionales entre el hospital y el médico, no constituye un argumento válido para eximir de dicha responsabilidad al hospital privado, ya que el criterio de la responsabilidad de los hospitales y centros de salud por
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AMPARO DIRECTO 51/2013
300. Ello, pues no se puede suponer que la persona que está recibiendo la
atención médica conoce la relación contractual entre el profesional médico-
sanitario y el hospital y que la misma es relevante para el tratamiento de su
padecimiento. Lo que le interesa es recibir un servicio médico-sanitario en el
que se lleven a cabo todas las conductas necesarias para su atención y
solución (obligación de medios), salvo que el paciente expresamente y
directamente haya contratado los servicios de ese profesional.
301. Aclarando que “el hecho de informar al paciente que el médico no es su
empleado, o consultarle que si está de acuerdo con la intervención de un
médico que no es formalmente su empleado, no es suficiente para eximir al
hospital de responsabilidad; tampoco significa que en todos los caso exista
responsabilidad civil entre médicos y hospital. Pues en todo caso ello estará
sujeto a apreciación y valoración en cada caso concreto para determinar si
existió participación en la provocación del daño y si en la comprensión
común, cualquier persona podría pensar que por el modo de conducirse o
desarrollar su actividad profesional el médico es operador de la institución
médica”162.
302. Se insiste, la razón principal para que esta Suprema Corte haya optado por
esta interpretación progresiva de las reglas de asignación de
responsabilidad radica precisamente en el respeto y protección del derecho
a la salud de las personas, así como el derecho a una justa indemnización
en caso de daño. Las instituciones hospitalarias privadas no pueden
pretender que actúan como un mero servicio de arrendamiento de
instrumentación o de un lugar para la práctica de actos médicos. Por el
actos cometidos por terceros, que en éstos se desempeñan, atiende a criterios materiales y no formales (como lo sería la relación de trabajo entre el médico y el hospital), y porque pondría a esa clase de establecimientos de salud fuera del alcance de una responsabilidad civil, atentando contra los valores y principios que imperan en el derecho humano a la salud y los derechos de los usuarios; sin embargo, ello no implica que en todos los casos se actualice responsabilidad civil conjunta del médico y del hospital, pues el juzgador deberá apreciar y valorar cada caso concreto para determinar si existió participación en la provocación del daño y si en la comprensión común, podría pensarse que por el modo de conducirse o desarrollar su actividad profesional, el médico es operador de la institución médica”. Precedente: amparo en revisión 584/2013. 5 de noviembre de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, quienes reservaron su derecho para formular voto concurrente, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien reservó su derecho para formular voto concurrente. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Ignacio Valdés Barreiro.162 Sentencia del amparo en revisión 584/2013, párrafo 170.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
contrario, participan activamente junto con los profesionales médico-
sanitarios en una actividad en la cual el Estado tiene un interés superlativo
de control y salvaguarda, al estar inmiscuida la protección de la salud de
sus habitantes.
303. Si bien podría decirse que no se deja en desamparo a las personas que
sufren de una negligencia médica, pues los médicos o demás profesionales
que concretamente incurrieron en dicha negligencia deberán responder por
sus propias actos, lo cierto es que para esta Primera Sala, esa relación
lineal de responsabilidad no es acorde con la regulación del derecho de la
salud de la totalidad de las personas que se dedican a prestar servicios en
ese ámbito. Una parte importante de la regulación médico-sanitaria se
encuentra dirigida a los establecimientos en donde se llevan a cabo tales
actividades; a saber, como ya se ha citado, se les impone normas de
salubridad, lineamientos de supervisión del personal que labora o ejecuta
sus actividades en su interior, control de la instrumentación y
sustancias/medicamentos utilizados, entre muchos otros.
304. Adicionalmente, es posible afirmar que personas que acuden a una
institución hospitalaria de índole privado lo hacen en razón de su prestigio
en el mercado, por lo que suponer que cuando existe un daño, la institución
hospitalaria es ajena a cualquier asignación de responsabilidad,
imponiéndosela únicamente a los profesionales médico-sanitarios en
concreto, provocaría un traslado de los efectos regulativos en materia
médico-sanitaria únicamente a estas personas físicas y no a los
establecimientos hospitalarios que los auspician, controlan, insumen,
regulan y promocionan. Como bien se dijo en el citado amparo en revisión
584/2013, entre los profesionales médico-sanitarios e instituciones médico
hospitalarias privadas existe una mutua obtención de beneficios y
provechos ya que ambos se valen del prestigio del otro, situación que en
muchos casos debe conllevar a que compartan asignación de
responsabilidades.
305. Por su parte, aceptar que las instituciones hospitalarias pueden
excepcionarse de los supuestos de asignación de responsabilidades con
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AMPARO DIRECTO 51/2013
base en un contrato de prestación de servicios, sería ir en contra de la
propia naturaleza de la función médica e implicaría supeditar el respeto y
protección del derecho a la salud al derecho privado163. Tal como se destacó
de la contradicción de tesis 93/2011, las partes pueden contratar la
prestación de un servicio médico con ciertas condiciones; sin embargo, no
es posible convenir la aceptación de producción de un daño culposo ni
mucho menos exceptuar a determinada persona de la responsabilidad de
ese daño de manera previa y sin valorarse las circunstancias fácticas y
jurídicas del caso. Justamente por eso se trata en muchos casos de una
responsabilidad extracontractual, en la que es necesaria la satisfacción de
una conducta culposa, un daño y una relación causal para la asignación de
responsabilidad y no meramente la violación de una cláusula contractual.
306. Ahora, sentadas las bases normativas, en el caso que ahora nos ocupa,
esta Primera Sala llega a la conclusión que la Sala responsable efectuó un
incorrecto análisis de la responsabilidad atribuida al Hospital **********. En
primer lugar, el estudio de los agravios de tal parte demanda fue parcial, ya
que no dio cuenta de que el alegato de la asignación de responsabilidad por
hecho ajeno no sólo derivó de la actuación de los médicos tratantes, sino
también del médico internista, de los jefes de unidad y de los especialistas
en neurología como dependientes del hospital, en atención al criterio de la
teoría de la representación aparente de esta Suprema Corte.
307. Si bien respecto al médico ********** existe una exclusión al criterio de
responsabilidad por representación aparente, toda vez que fue contratado
de manera directa por el paciente previo a su internamiento en el Hospital
********** (se actualizó de manera implícita un contrato de prestación de
servicios con este médico al haber sido contactado por teléfono antes de la
163 Cobra aplicación a su vez lo resuelto en el amparo en revisión 584/2013, plasmado en la siguiente tesis CXXII/2015 (10a.) pendiente de publicar, de rubro y texto: “SERVICIOS DE SALUD. LAS OBLIGACIONES DEL PERSONAL MÉDICO DERIVADAS DE SU PRESTACIÓN EN LOS HOSPITALES PRIVADOS NO SE LIMITAN A LAS DISPOSICIONES DE DERECHO PRIVADO. La actuación de los hospitales privados y de su personal médico tiene repercusiones en la protección de la salud de los pacientes, lo cual reviste un interés de carácter público, por lo que excede el mero interés de los particulares, al ser una meta inherente del Estado Mexicano, de manera que los profesionales de la salud pueden tener un deber concreto, derivado del contrato de prestación de servicios, pero también uno que va más allá de lo pactado o convenido por las partes, consistente en observar los estándares correspondientes a su profesión; de ahí que las obligaciones derivadas de la prestación de servicios de salud en los hospitales privados no se limitan a las disposiciones de derecho privado”.
134
AMPARO DIRECTO 51/2013
hospitalización), tal supuesto no se actualiza por el resto de los médicos
demandados.
308. En ese sentido, esta Primera Sala considera que la quejosa está en lo
correcto al afirmar que la Sala responsable efectuó una interpretación
errónea sobre la responsabilidad de la institución hospitalaria respecto a los
actos de los médicos que participaron en la atención de **********, por lo que
en este aspecto, se revoca la sentencia recurrida, para que se emita una
nueva en la que al estudiar los respectivos agravios del Hospital **********,
se dé cuenta del criterio de representación aparente de esta Suprema Corte
descrito en los párrafos previos y se resuelva que el mismo es aplicable al
caso concreto.
309. No obstante, al hacer lo anterior y dado el estudio de responsabilidad que
se ha efectuado en esta sentencia respecto al resto de los médicos
involucrados, la Sala responsable deberá señalar que a pesar de que cobra
vigencia la teoría de la representación aparente, no es posible condenar a la
institución hospitalaria por hechos ajenos al haberse concluido que ninguno
de los médicos incurrieron en negligencia en la atención médica de
**********.
310. Sobre este aspecto, aun cuando podría afirmarse que resulta entonces
intrascendente el análisis de la responsabilidad del Hospital ********** a la
luz de la teoría de la representación aparente, dado que en la presente
sentencia y en la del juicio de amparo previo ya se determinó que el
segundo médico tratante, el médico internista, los jefes de unidad y los
neurólogos no incurrieron en un actuar negligente, se estima que tal estudio
es indispensable para esta Primera Sala con la finalidad de que la autoridad
responsable adecue su interpretación con los criterios de esta Corte sobre
la asignación de responsabilidades de las instituciones hospitalarias
privadas por actos ejecutados en su interior por terceras personas.
311. No guarda la misma lógica argumentativa afirmar que los hospitales no
detentan una responsabilidad de las actuaciones de los médicos que
prestan sus servicios en su interior, a que en el caso no se actualiza tal
135
AMPARO DIRECTO 51/2013
supuesto por la ausencia de negligencia de los distintos profesionales
médicos-sanitarios dependientes del hospital que intervinieron en el asunto.
312. Aunado a lo anterior, siendo otros aspecto importante para revocar la
sentencia recurrida respecto al examen de los agravios del Hospital
********** y de la parte actora, la Sala responsable debe estudiar los mismos
tomando en cuenta que en la demanda del juicio ordinario no sólo se
demandó la responsabilidad del hospital por actos de los médicos
demandados, sino también se alegó que existió un engaño en la factura de
la atención médica de ********** (estudios duplicados y honorarios que no
concuerdan, argumentos presentes en la página 57 y 58). Dicho aspecto no
fue abordado por la Sala responsable al momento de analizar los agravios
de la parte actora y del Hospital **********, provocando una violación al
principio de legalidad jurídica.
313. En el recurso de apelación de la parte actora del juicio natural, si bien la
mayoría de los argumentos están destinado a demostrar que la condena por
la responsabilidad civil debía incluir también los gastos efectuados tras el
egreso de ********** del Hospital **********, también se advierte que se alegó
de manera generalizada una violación al principio de legalidad jurídica
porque la sentencia de primera instancia no era precisa ni congruente con
las prestaciones reclamadas, en contravención al artículo 81 del Código de
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal. A juicio de esta Primera
Sala, ello es suficiente para que deba analizarse la petición indicada en el
párrafo anterior relativa a la ausencia de estudio del alegato de indebido
cobro.
314. Por lo tanto, a partir de las consideraciones recién expuestas, esta Suprema
Corte considera que debe concederse el amparo para el efecto de que al
examinarse los agravios del hospital y de la parte actora, la Sala
responsable: a) aplique los criterios de representación aparente de esta
Primera Sala, concluyendo que en el caso no existe responsabilidad de la
institución hospitalaria dado que los médicos dependientes acreditaron la
debida diligencia en la atención médica de ********** conforme a las
consideraciones y lineamientos de esta ejecutoria; y b) deberá sostener que
136
AMPARO DIRECTO 51/2013
el Hospital ********** no sólo fue demandado por hechos ajenos de sus
dependientes, sino que también en la demanda inicial del juicio ordinario
existen argumentos tendentes a demostrar un indebido cobro por parte de la
institución hospitalaria; consecuentemente, tendrá que estudiar si tal
petición puede analizarse a la luz de una demanda por daños y perjuicios;
es decir, si lo que pretendió la parte actora era acreditar que el hospital le
produjo, además del daño a la integridad y vida de **********, un daño
patrimonial al haber efectuado una conducta culposa en el cobro de los
servicios médicos o, más bien, se trata de otra acción por indebido cobro,
resolviendo lo conducente con libertad de jurisdicción.
315. No es obstáculo para todo lo anterior el hecho de que en el contrato de
prestación de servicios hospitalarios firmado por el familiar de ********** se
haya establecido una cláusula novena de límites de responsabilidad, en la
que se dice que el Hospital ********** que éste no asume responsabilidad por
la actuación de los médicos particulares (médicos tratantes) del paciente y/o
de terceras personas que proporcionen servicios de atención médica,
cuando tales profesionistas y/o servicios sean contratados directamente por
el usuario. Con esta cláusula, la institución hospitalaria afirma que todos los
médicos que intervinieron en la atención médica de ********** fueron
contratados de manera autónoma por la familia (toda vez que ese
nosocomio no tiene una relación contractual de dependencia con ninguno
de ellos) y que, por ello, no se le puede asignar responsabilidad alguna.
316. Al respecto, como se explicó en párrafos precedentes, esta cláusula
contractual no puede ser aplicada en términos expansivos ni puede regular
aspectos extracontractuales de la relación entre el paciente, los
profesionales médico-sanitarios y el hospital. Así, no se puede pretender
que con esta cláusula se informó a la familia que todos los médicos al
interior del nosocomio actúan de manera independiente y no guardan
relación de trabajo con el nosocomio, actualizándose entonces de manera
implícita un contrato de prestación de servicios entre cada médico que
intervino y el paciente.
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AMPARO DIRECTO 51/2013
317. Por el contrario, esta disposición sólo debe regular el aspecto contractual
(que se le brindará ciertos tipos de servicio de la mejor manera posible y de
acuerdo a cierto precio) y únicamente excepciona al hospital de la posible
conducta negligente que se le atribuya a ********** (al haber sido contratado
de manera independiente por la familia previo a su entrada al hospital), pero
no así del resto de los profesionales médico-sanitarios que intervinieron en
la atención de ********** de los que la familia y el paciente no tenían
conocimiento de su relación con el propio hospital. Se insiste, esta cláusula
no puede ser interpretada para el efecto de que abarque hechos ilícitos
extracontractuales que afecten la salud y/o vida del paciente, pues ello
supeditaría la protección de un derecho humano a las reglas de derecho
privado y además haría nugatorio el sistema de responsabilidad civil
extracontractual.
IX. EFECTOS
318. Por todo lo hasta aquí dicho, en términos del artículo 77, fracción I, de la
Ley de Amparo, se otorga a la parte quejosa el amparo y protección de la
Justicia Federal para el efecto de que la autoridad responsable deje
insubsistente la sentencia dictada el veintitrés de abril de dos mil trece por la
Primera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y,
manteniendo intocado el estudio de los agravios de los médicos tratantes,
jefes de unidad, médico internista y neurólogos, vuelva a efectuar el análisis
de los agravios del Hospital ********** de manera concomitante con los de la
parte actora, y con base en las premisas interpretativas establecidas en los
párrafos 288 a 305 y conforme a lineamientos especificados en los párrafos
306 a 314, resuelva los recursos de apelación respectivos.
X. DECISIÓN
319. En consecuencia, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, resuelve:
ÚNICO. La Justicia de la Unión ampara y protege a la sucesión de **********,
en contra del acto reclamado y la autoridad responsable especificada en el
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AMPARO DIRECTO 51/2013
segundo apartado de esta ejecutoria, para los efectos y de acuerdo a las
consideraciones precisadas en los apartados octavo y noveno de la misma.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución, envíense los autos al lugar
de origen y, en su oportunidad, archívese el expediente como asunto
concluido.
Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
por unanimidad de cuatro votos de los Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, quien se reservó su derecho a formular voto concurrente, José
Ramón Cossío Díaz, quien se reservó su derecho a formular voto
concurrente, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena,
Ponente y Presidente de esta Primera Sala.
Firma el Ponente y Presidente de la Sala con el Secretario de Acuerdos que
autoriza y da fe.
PONENTE Y PRESIDENTE DE LA PRIMERA SALA
MINISTRO ALFREDO GUTIÉRREZ ORTIZ MENA
SECRETARIO DE ACUERDOS DE LA PRIMERA SALA
LIC. JUAN JOSÉ RUIZ CARREÓN
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