analysis of the perceptions and concerns of …

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Ajayu, Vol 18, No 1, 2020. pp 185-213 185 ANALYSIS OF THE PERCEPTIONS AND CONCERNS OF ADOLESCENTS IN RELATION TO CHILD VIOLENCE ANÁLISIS DE LAS PERCEPCIONES Y PREOCUPACIONES DE ADOLESCENTES CON RELACIÓN A LA VIOLENCIA INFANTIL ANÁLISE DAS PERCEPÇÕES E PREOCUPAÇÕES DE ADOLESCENTES COM RELAÇÃO À VIOLÊNCIA INFANTIL Mgs. Natalie Guillén 1 ; Mgs. Paloma Gutierrez, Marcela Losantos, Ph.D., & Carla Andrade Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (IICC) Universidad Católica Boliviana “San Pablo” SUMMARY The purpose of this contribution is to describe the perception of adolescents about the situation of violence against children (boys and girls) in Bolivia. Through surveys and focus groups in 20 urban and rural municipalities, data of the situation of violence and the response of the family and institutional environment were obtained. The most important findings show that adolescents perceive the family environment as the most dangerous, that the school intervention against violence is not enough, and that complaints usually do not prosper. However, the parents are considered as the main intervention agents and when a case is opened due to violence, it is the Ombudsman 1 Natalie Guillén Aguirre. Docente Investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” Av. 14 de Septiembre Nº4807, Obrajes. Casilla 4805 Telf. 2782222. Cel. (+591) 701-49-656. Email. [email protected]

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Ajayu, Vol 18, No 1, 2020. pp 185-213

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ANALYSIS OF THE PERCEPTIONS AND CONCERNS OF ADOLESCENTS

IN RELATION TO CHILD VIOLENCE

ANÁLISIS DE LAS PERCEPCIONES Y PREOCUPACIONES DE

ADOLESCENTES CON RELACIÓN A LA VIOLENCIA INFANTIL

ANÁLISE DAS PERCEPÇÕES E PREOCUPAÇÕES DE ADOLESCENTES

COM RELAÇÃO À VIOLÊNCIA INFANTIL

Mgs. Natalie Guillén1; Mgs. Paloma Gutierrez, Marcela Losantos, Ph.D., &

Carla Andrade

Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (IICC)

Universidad Católica Boliviana “San Pablo”

SUMMARY

The purpose of this contribution is to describe the perception of adolescents about the

situation of violence against children (boys and girls) in Bolivia. Through surveys and

focus groups in 20 urban and rural municipalities, data of the situation of violence and

the response of the family and institutional environment were obtained. The most

important findings show that adolescents perceive the family environment as the most

dangerous, that the school intervention against violence is not enough, and that

complaints usually do not prosper. However, the parents are considered as the main

intervention agents and when a case is opened due to violence, it is the Ombudsman

1 Natalie Guillén Aguirre. Docente Investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” Av. 14 de Septiembre Nº4807, Obrajes. Casilla 4805 Telf. 2782222. Cel. (+591) 701-49-656. Email. [email protected]

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who acts in a more outstanding way. Among the causes found, deficient or poor

interpersonal communication predominates, with low self-esteem being the main

consequence. Fathers and stepfathers are usually perceived as the most violent.

Likewise, most young people think that we are all affected when there is violence,

although women are more vulnerable than men.

Key words: Perception, child violence, protective environment, protection system.

RESUMEN

Esta contribución tiene como objetivo describir la percepción de adolescentes sobre

la situación de la violencia contra NNA (niños, niñas y adolescentes) en Bolivia.

Mediante encuestas y grupos focales en 20 municipios urbanos y rurales, se obtuvieron

datos sobre la situación de violencia y la respuesta del entorno familiar e institucional.

Los hallazgos más importantes muestran que los adolescentes perciben el entorno

familiar como el más peligroso, que en la escuela la intervención contra la violencia no

es suficiente y que las denuncias usualmente no prosperan. Sin embargo, los

progenitores son considerados como los principales agentes de intervención y que

cuando se abre un caso por violencia, son las Defensorías quienes actúan de manera más

sobresaliente. Entre las causas encontradas, predominan la deficiente o escasa

comunicación interpersonal, siendo la baja autoestima la principal consecuencia. Los

padres y los padrastros usualmente son percibidos como los más violentos. Asimismo,

la mayoría de los jóvenes piensa que todos somos afectados cuando existe violencia,

aunque las mujeres son más vulnerables que los varones.

Palabras clave: Percepción, violencia infantil, entorno protector, sistema de protección.

RESUMO

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Esta contribuição tem como objetivo descrever a percepção dos adolescentes sobre a

situação de violência contra crianças e adolescentes na Bolívia. Os datos foram obtidos

por meio de pesquisas e grupos focais sobre a situação de violência e a resposta do

ambiente familiar e meio institucional em 20 municípios urbanos e rurais. Os resultados

mais importantes mostram que os adolescentes percebem o ambiente familiar como o

mais perigoso, que a intervenção contra a violência na escola não é suficiente e que as

queixas ou denúncias geralmente não prosperam. Porém, os pais são considerados os

principais agentes de intervenção e, quando um caso é aberto por violência, são as

Defensorias que atuam com maior destaque. Entre as causas encontradas, predomina a

comunicação interpessoal deficiente ou escassa, sendo a baixa auto-estima a principal

consequência. Pais e padrastos são geralmente percebidos como os mais violentos. Da

mesma forma, a maioria dos jovens pensa que todos somos afetados quando há

violência, embora as mulheres sejam mais vulneráveis que os homens.

Palavras chaves: Percepção, violência infantil, ambiente protetor, sistema de

proteção.

INTRODUCCIÓN.

Indagar sobre violencia no es una tarea fácil para la investigación, sobre todo por el

hecho de que está asociada con diversos fenómenos, además complejidad socio cultural

de los múltiples contextos en los que se manifiesta (Santos, Aléssio y Silva, 2009). En

todo caso, se tiene consenso de que existen poblaciones más vulnerables que otras

respecto a la violencia. Prueba de ello es la preocupación en los países de la región y en

Bolivia en particular, por la violencia ejercida contra niños, niñas y adolescentes

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(NNA), que ha generado un número importante de investigaciones que describen el

grado, la prevalencia e incidencia de este fenómeno (Briceño-León, 2002; Pinheiro,

2006; UNICEF, 2008) .

Bolivia, como país firmante de la Convención de Derechos del Niño (CDN) ratifica

el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir sin violencia y plasma este derecho en

la ley promulgada en la gestión del 2014, que orienta los planes nacionales,

departamentales y municipales para la prevención e intervención de la violencia.

Si bien es cierto que en la CDN ni en las leyes nacionales que se desprenden de ella

no se realiza distinción respecto al ejercicio de violencia entre niños y adolescentes,

varias investigaciones que han evaluado la calidad de la respuesta brindada alrededor

del mundo, han demostrado que la respuesta varía en calidad y contundencia cuando se

trata de unos o de otros.

La investigación sobre la violencia hacia la niñez y adolescencia se aborda en

muchos casos como un fenómeno similar, aunque la diferencia generacional entre estas

etapas establece un corte respecto a cómo la violencia es percibida, ejercida y sufrida;

puesto que los adolescentes son a la vez víctimas y perpetradores (Carlos y Ferriani,

2016; Cava, Buelga, Musitu y Murgui, 2010; Resnick, et.al., 2010; Santos, et.al, 2009).

Este doble estatus ha conducido a que investigaciones que vinculan esta etapa de

desarrollo con la violencia, presenten hallazgos sobre la manera en la que ser víctimas

de violencia o estar expuestos a ella pueda predecir a su vez la probabilidad de

perpetrarla, incrementando su probabilidad en un 33% (Fowler et.al, 2009; Malik,

Sorennson y Aneshensel, 1997).

Asimismo, se han encontrado diferencias en la forma en que las escuelas y las

familias responden ante la violencia cuando son adolescentes varones los que la sufren.

Existe una normalización de los fenómenos violentos cuando se trata del sexo

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masculino, como si fuera un requisito para fortalecer su carácter. En cambio, la

respuesta cuando la agresión se reporta en las mujeres es de mayor compasión, siempre

y cuando no se trate de agresiones sexuales, en donde las mujeres pueden ser

responsabilizadas parcialmente a pesar de ser víctimas de ello.

Finalmente, ser víctimas de violencia durante la adolescencia incrementa la

probabilidad de la utilización de servicios sociales. Sin embargo, cuando se enfrentan a

las instituciones del sistema de protección, las investigaciones han demostrado que

existe una tendencia de respuesta de los funcionarios a culparlos por la violencia

ejercida por sus padres u otros adultos, debido a estar atravesando por una “edad o

etapa problemática”. Debido a ello, los adolescentes crecen con la percepción de que

los servicios de protección social realmente emiten juicios de valor y poca o ninguna

protección (Grogan-Kaylor y Graham-Bermann, 2018). Es además una iniciativa que

En este sentido, la investigación pretende dotar de voz a un grupo normalmente

mimetizado, siguiendo la recomendación de la Ley de Juventudes Boliviana que

impulsa a garantizar la „activa participación de las jóvenes y los jóvenes en el desarrollo

productivo, político, social, económico y cultural‟ para la formulación de planes y

políticas relacionados con problemáticas que les conciernen y tiene como objetivo

conocer las percepciones y preocupaciones centrales de adolescentes varones y mujeres

del área urbana y rural sobre la violencia infantil y la violencia sexual en Bolivia.

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Método. La investigación se basa en una metodología mixta, con una predominancia

del método cuantitativo y soporte de datos cualitativos. La información fue obtenida

mediante encuestas autoaplicadas a 635 adolescentes, 52,1% mujeres y 47,9% varones;

todos ellos entre los 12 y 19 años de edad (M=15.95; DS= 1.669) de 10 municipios

capitales 7 municipios intermedios y 3 municipios rurales; y 24 grupos focales, a nivel

nacional.

Encuesta de percepciones. El levantamiento de información cuantitativa se realizó en

20 municipios de los nueve departamentos del país, donde figuran las nueve ciudades

capitales siete ciudades intermedias y tres municipios rurales. La técnica empleada para

el recojo de datos cuantitativos fue la encuesta por muestreo, a través de un cuestionario

auto-aplicado de 50 preguntas cerradas tanto uni opcionales y de opción múltiple, así

como preguntas filtro y preguntas de ponderación (Corbetta, 2007).

Grupos focales. Se realizaron 24 grupos focales en unidades educativas, a nivel

nacional; de los cuales, 16 se ejecutaron en ciudades capitales (8 grupos con mujeres y 8

con varones) y 4 en ciudades intermedias (2 grupos con mujeres y 2 con varones). En

todos los casos, el grupo contaba con al menos 8 participantes, todos ellos con edades

de entre 12 a 18 años. La participación de los adolescentes en los grupos focales fue

definida por designación directa de los profesores o directores de escuela y/o por los

propios adolescentes que de manera voluntaria manifestaron su interés de participar.

Los datos cualitativos se recogieron a través de la técnica de grupos focales o

llamada también entrevistas grupales, que hacen parte de una herramienta denominada

ADAPT (Analysis Design And Planification Tool), elaborada por Visión Mundial. La

herramienta consiste en una batería de dinámicas que posibilitan la reflexión y

profundización de la temática a tratar. En este caso se exploró sobre la percepción

adolescente de la violencia a NNA a partir de las dinámicas “mapa parlante” y “árbol de

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problemas”, propias del ADAPT (mayor información consultar:

https://www.wvi.org/es/bolivia).

Categorías de análisis. El estudio de percepción de violencia a NNA en

adolescentes, se basó en cuatro categorías de análisis: la primera distingue los tipos de

violencia, la segunda delimita los ámbitos sociales en los que se manifiesta la violencia,

la tercera corresponde al ejercicio de la violencia, y la cuarta se centra en las respuestas

y las reacciones ante la violencia.

Procedimiento. La fase de levantamiento de datos cuantitativos y cualitativos se

realizó en los meses de octubre y noviembre del 2017, la fase de análisis se llevó a cabo

en los meses de noviembre y diciembre de 2017.

Para el procesamiento de datos cuantitativos se empleó el programa estadístico

informático SPSS (por sus siglas en inglés), generando tablas de frecuencias simples y

cruce de variables, con sus respectivas gráficas, estos datos fueron analizados e

interpretados a la luz de las referencias teóricas consultadas. Para el análisis de la

información cualitativa se vaciaron los datos en una matriz de sistematización, de

acuerdo a las categorías de análisis.

Todas las personas que formaron parte del estudio participaron de manera voluntaria,

con el previo consentimiento explícito, una vez que se les aclaró la naturaleza y el

propósito del estudio antes de la aplicación de los instrumentos. Adicionalmente, se

obtuvo un consentimiento firmado por parte del personal directivo de las unidades

educativas en las que se aplicaron tanto la encuesta como los grupos focales.

Resultados. Se indagó sobre los sujetos directamente involucrados en la violencia a

niños, niñas y adolescentes (los que ejercen violencia y los que son víctimas de ella), así

como sobre los comportamientos violentos, la frecuencia, los lugares, las causas y las

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consecuencias asociados a situaciones de violencia. A continuación se presentan los

principales hallazgos de este estudio.

Reconocimiento de violencia. Se solicitó a los participantes identificar algunas

acciones que podrían o no ser concebidas como violentas, dentro de los cuatro tipos de

violencia considerados en este estudios (física, psicológica, negligencia y sexual ). La

mayoría logra identificar la violencia física (83%) y la psicológica (82,8), lo que no

ocurre cuando se trata de la violencia por negligencia, que es reconocida como tal por

tan solo un 41,4% de adolescentes. Al diferenciar la respuesta por sexo las adolescentes

mujeres son capaces de percibir mayor violencia que los hombres, independientemente

del tipo de violencia al que se haga referencia. La información cualitativa corrobora

estos datos, en la discusión grupal se advierte lo intrincado de la violencia a NNA, que

se manifiesta de manera directa o indirecta, que es ejercida por adultos y por pares, que

con una sola acción puede expresar distintos tipos de violencia, ya sea de forma

explícita o encubierta. Al hacer el análisis diferenciado por rango etario no se encontró

una diferencia significativa entre el grupo de 12 a 15 años y el de 16 a 19 años.

Localización de la violencia. El fenómeno de la violencia es un proceso social que no

solo comprende diferentes formas de agresión, sino que también se presenta en

diferentes contextos. El 45% los participantes señalaron que el principal lugar donde los

NNA sufren violencia es en el hogar, seguido con el 30,4% por la escuela y con el

24,6% por el barrio. Lugares que, sin importar la edad mantienen su orden, enfatizando

siempre en primer lugar el hogar como un contexto violento. Si realizamos un

acercamiento al análisis de los lugares que son percibidos como más peligrosos o donde

los adolescentes creen que son más vulnerables a sufrir violencia, los datos reflejan una

diferencia importante entre los hombres y mujeres al momento de localizar la zona de

peligro. La mayoría de las mujeres considera que el lugar de mayor riesgo es el hogar

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(54,6%), seguido de la escuela (26,4%) y del barrio (19,0%). Mientras que los varones

casi perciben cualquiera de las localizaciones es igual de riesgosa, con una distribución

entre el 30% y el 34,7% para cualquier tipo de violencia. Sobre estos lugares públicos

los adolescentes identifican una serie de condicionantes que hacen que dichos espacios

sean más o menos violentos; por ejemplo la obscuridad o falta de luminaria, la escasa

presencia de gente y/o la presencia de demasiada gente (multitudes concentradas en un

mismo sitio), la habitual presencia de „pandillas‟ o la presencia de personas

consumiendo alcohol u otras sustancias, lo convierte a ese lugar per se en un sitio

„peligroso‟ y propenso a ser escenario de violencia. Condiciones favorables que

revierten la percepción de lugar peligroso tiene que ver con la presencia de policías o

personal de seguridad, de cámaras, o de con el tráfico habitual de personas, tiendas o

negocios abiertos al públicos, entre otros. La indagación sobre los lugares donde se

ejerce violencia contra NNA asocia esta problemática a la de seguridad ciudadana, toda

vez que existen factores propios de la inseguridad que se vive en estos contextos

urbanos que incrementan el riesgo de violencia y la experiencia de mayor

vulnerabilidad, temor, desconfianza, entre sus habitantes.

Violencia en la familia. Los participantes señalaron que los tipos de violencia que se

presentan con mayor frecuencia en la familia a NNA son la violencia psicológica

(48,5%), seguida de la violencia física (43%) y la violencia por negligencia (37,9%). En

una mirada detallada por sexo, las mujeres localizan la violencia física (50,2%) en

primer lugar, seguida de la violencia por negligencia (43,3%) y la violencia psicológica

(41,1%), mientras que los varones perciben mayor frecuencia de violencia psicológica

(55,5%) antes que violencia física (35,5%) y que la negligencia (30,1%), al interior de la

familia.

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Violencia en la escuela. Cuando la pregunta se enfoca en el ámbito escolar, la

percepción cambia, pues se considera que la percepción de la violencia de maestros a

estudiantes es mucho menos frecuente que en el hogar. Tanto mujeres (38,7%) como

varones (32,9%) creen que en la escuela la violencia por negligencia es más recurrente.

A pesar de que el objeto de la encuesta de percepción de violencia no preguntaba sobre

la violencia de pares específicamente, en los grupos focales el bullying ha sido

recurrentemente mencionado, lo que evidencia que ésta es una de las preocupaciones

centrales en adolescentes respecto a la problemática de la violencia contra NNA.

Aparentemente, al tono de piel, la contextura física y la forma de vestir, son razones por

las cuales un adolescente es vulnerable a convertirse en un ser socialmente

estigmatizado en el ámbito escolar. Así mismo, otros aspectos que tienen que ver con

las relaciones de poder entre jóvenes de cursos más avanzados y adolescentes de cursos

menores, son un marcador para que el bullying ocurra en la escuela. Estos sujetos

denominados „abusivos‟ por los adolescentes, son un tipo de actor violento dentro del

sistema escolar y estarían jugando el rol de estigmatizadores.

Actores violentos en el entorno protector del NNA. Los adolescentes consideran que

quien ejerce mayor violencia contra niños/as y adolescentes es el padre, (34,2%) o el

padrastro (21,0%). Seguidos muy por debajo por desconocidos (11.6%), la madre 10,3%

y otros familiares (10,1%). Otros actores como los abuelos, la madrastra o los maestros

obtuvieron porcentajes que apenas sobrepasan el 5%. En una comparativa entre

hombres y mujeres se encuentra leves diferencias estadísticas en su respuesta. Para

ambos sigue siendo la figura masculina (padre y padrastro) la persona que ejerce mayor

violencia contra NNA, aunque para las mujeres (30,8%) el padre presenta un porcentaje

mayor que para los hombres (29,9%), mientras que el padrastro tienen un porcentaje

superior en los varones (18,9%) que en las mujeres (18,6%). En cambio, cuando se trata

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de la figura femenina, tanto la madre como la madrastra aparecen con porcentajes más

altos en las mujeres que en los hombres, siendo en ambos casos la madre identificada

como alguien que ejerce mayor violencia que la madrastra. Finalmente, los hombres

perciben más que las mujeres a „otros familiares‟, a „nadie‟ y a „maestros‟ como los

agresores; pero, en el caso de „desconocidos‟ el porcentaje es bastante similar en ambos

sexos.

Causas de la violencia contra NNA. Para los adolescentes los problemas de

comunicación, ya sea entre padres e hijos (86,9%) o entre los mismos adultos (81,4%),

son la principal causa de violencia en el hogar. A esto le sigue la dificultad de los padres

al no saber tratar a sus hijos (76,6%) y los niveles de estrés en los cuidadores (71,3%).

Sin embargo, al diferenciar entre varones y mujeres los primeros consideran que en

efecto la falta de comunicación es el problema principal (48,3%) que origina la

violencia, mientras que para las mujeres hay violencia a NNA porque los adultos creen

que es la mejor manera de educar a los hijos (56,9%). Al igual que en el hogar, la causa

de la violencia en la escuela es atribuida a los problemas de comunicación (70,0%),

seguido de la percepción de que los maestros no saben cómo tratar a los niños ni

adolescentes (66,3%) y de los altos niveles de estrés en los maestros (65,2%).

Si diferenciamos entre los adolescentes varones y mujeres, los datos muestran que

los primeros consideran que la violencia en la escuela se origina porque los adultos

creen que es el mejor medio de educación (48,5%) y por el alto contenido de violencia

en los medios de comunicación (45,4%). Para las mujeres, las principales causas radican

en la dificultad de los maestros al no saber cómo tratar a los NNA`s y los altos niveles

de estrés con los que viven los maestros; ambas alternativas seleccionadas por el 55,5%

de la población femenina.

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Como mencionamos anteriormente, la falta de comunicación ha sido señalada como

el principal motivo de conflicto tanto en el hogar como en la escuela. Este dato obliga a

reflexionar sobre la importancia de este factor en el contexto del desarrollo de los

adolescentes. La falta de comunicación entre los jóvenes y los adultos provoca que los

jóvenes se alejen de la familia buscando la atención en las amistades. La percepción de

los adolescentes de no contar con un adulto que lo guíe, lo proteja o ponga límites, es

considerado como un factor de riesgo para el consumo de sustancias, embarazos no

deseados, y otras conductas de riesgo (Ibabe, 2015).

En los grupos focales también se manifestaron motivos muy similares cuando se

preguntó sobre el porqué de la violencia a niñas, niños y adolescentes. En cuanto a la

noción de „no saber cómo tratar a NNA‟ hubo apreciaciones de diferente índole.

Muchas de ellas hicieron alusión al uso de la violencia física como método correctivo,

otros hablaron de la poca expresión de afecto y las dificultades en la gestión de las

emociones de los adultos. También se mencionó la falta de valores y de educación,

como situaciones que contribuyen a que se ejerza violencia hacia niñas, niños y

adolescentes. Como se puede evidenciar, las referencias causales comprenden tanto a la

violencia física como a la psicológica y a la negligencia. Como ejemplo de ello,

extraemos las reflexiones de las adolescentes mujeres del grupo focal realizado en Santa

Cruz: “Hay veces que el error es de los padres y no son capaces de reconocerlos y

terminan achacando al hijo, sin reconocer su error‟. „A veces se pega a los hijos

porque los papás llegan frustrados, por el trabajo o por el dinero‟ (Grupo focal de

adolescentes mujeres, 18 de octubre de 2017, Santa Cruz).

El estrés como motivo que desencadena hechos de violencia también fue referido

explícitamente en los grupos focales, aunque en este caso se tiene muy en cuenta que

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existen eventos externos que influyen en el ejercicio de la violencia. Así lo expresa una

adolecente del grupo focal realizado en la ciudad de La Paz:

„los papás tienen cosas que hacer, digamos que una mamá que es sólo ama de casa y

el papá trabajando…entonces se estresan y cuando los hijos llegan y por alguna razón

han hecho algo malo o simplemente se les sale el mal humor, ellas explotan pero no es

porque no nos quieran, ni que no nos aguanten, sino que están agotadas y están

demasiado estresadas cómo para eso, y viene esta emoción fuerte y explotan…‟ (Grupo

focal de adolescentes mujeres, 9 de noviembre de 2017, La Paz).

Ahora bien, resulta interesante escuchar otras voces de adolescentes que

problematizan y enriquecen aún más la percepción sobre la violencia, vista en términos

causales, como resultado de un proceso circular de reproducción de la violencia. En el

grupo de discusión de adolescentes mujeres realizado en la ciudad de Tarija, se expresó

la siguiente idea:

„los niños, digamos, no nacen con una moralidad, digamos, no saben todavía ni lo

que es bueno ni lo que es malo; entonces, puede ser que sí que si crecen en un ambiente

así [violento] son más propensos a volverse así, porque eso es lo que aprenden … todo

se aprenden. Cuando naces, digamos, un ser que todavía no tiene una forma de pensar

ni nada y se va construyendo tu mentalidad debido a lo que vayas viviendo y viendo y a

tus experiencias o sea que si tienes experiencias de ese tipo sos más propenso a

convertirte o a… a volverte en ese sentido…‟ (Grupo focal adolescentes mujeres, 13 de

octubre de 2017, Tarija)

Con esta frase se evidencia la noción que tienen los/as adolescentes sobre la

violencia como un patrón de relacionamiento que ha sido aprendido a partir del contexto

y de las experiencias vividas, así como la propensión a las víctimas de violencia (ya sea

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directa o indirecta, como testigo de violencia cotidiana en el hogar) a convertirse en un

sujeto violento.

Consecuencias de la violencia. Las principales consecuencias de la violencia contra

NNA son la baja autoestima (33,9%) y el miedo (27,3%). Después está el bajo

rendimiento escolar (16,4%) y la conducta introvertida (10,5%). La agresión a otros

(6,5%) y autoagresiones 3,2%. La ausencia escolar es percibida como consecuencia de

violencia por apenas un 2,1% de adolescentes. En los grupos focales también se

identificó este tipo de consecuencias, señalando con mucha frecuencia aspectos de

orden psicológico y emocional (miedo, trauma, baja autoestima, retraimiento, depresión,

aislamiento, mal humor, desconfianza, etc.), pero también se ha referido los embarazos

no deseados o la actitud violenta como una consecuencia de haber sido violentado y por

último se mencionó explícitamente que la muerte (ya sea por asesinato o por suicidio)

también es una consecuencia de la violencia ejercida a niños, niñas y adolescentes. La

percepción de adolescentes sobre las consecuencias que sufren por la violencia que

ejercen sobre ellos y sobre los niños/as, refleja en cierto modo lo que se ha desarrollado

en términos teóricos respecto al estigma. Las consecuencias psicosociales de la

estigmatización pueden ser la vergüenza, el retraimiento social defensivo y la auto-

denigración. Los adolescentes estigmatizados desarrollan rasgos de inseguridad,

autoestima baja y deterioro en su identidad social; es decir, en la forma en cómo un

adolescente se auto-concibe como miembro de los grupos sociales a los que pertenece o

trata de pertenecer.

La gravedad de estas consecuencias reside en que la identidad del adolescente se

define en gran medida a partir de las expectativas que otras personas tienen respecto a

éste. Estas expectativas, a su vez, contribuyen a la construcción de una auto-imagen

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que, en el caso de los estigmatizados, se va contaminando con fuertes rasgos de

inferioridad y que resulta en un proceso de marginación. (Goffman, 2006).

Varios estudios sobre violencia presentan especial atención a la importancia de que

el sujeto pueda expresar sus sentimientos, tanto el sujeto que es víctima de violencia,

como el sujeto que la ejerce. De hecho, tal como se dijo más arriba, se considera en gran

medida que uno de los factores que influye en el desarrollo de conductas violentas es el

haber sido anteriormente víctima de violencia. Suárez (2006) afirma que si se le obliga

a un niño a ocultar sus sentimientos, su rabia, su dolor y se le prohíbe enojarse “más

adelante esos sentimientos pueden generar acciones destructivas contra sí mismo, como

adicciones, prostitución, desórdenes psíquicos e incluso suicidio.” (137).

Principales víctimas de violencia contra NNA. Al explorar la percepción de quiénes

son los principales afectados por la violencia contra niños y adolescentes, 57,7% indicó

que todos sufren las consecuencias de la violencia. Ahora, la distribución de respuestas

en función de las personas específicas que resultan ser más afectadas, muestra

claramente un corte de género en la tendencia de respuesta (Figura 8), en el que las

mujeres, ya sean niñas (19,4%) o adolescentes (10,2%), ocupan el primer lugar. Los

niños varones recién aparecen en el tercer lugar de la escala (4,5%), mientras que los

jóvenes varones se encuentran en el último lugar (1,5%). Una mirada a la opinión según

el sexo, corrobora lo que literatura anterior ya se había mencionado, tanto varones como

mujeres perciben que las mujeres son las más afectas (Quadros, Kirchner, Hildebrandt,

y Sarzi, 2016). Sin embargo, la proporción de hombres que sugiere esto, es

significativamente mayor que la de las mujeres.

Manifestaciones de la violencia. La indagación sobre la percepción de

manifestaciones de violencia contra NNA se basó en preguntas como: los padres,

cuidadores o maestros tienen derecho a castigar físicamente a sus hijos (golpear, pegar,

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etc.); a gritar o amenazar; si deben hacerse cargo de alimentar y cuidar a NNA, o si

tienen el deber de darles cariño. Si bien anteriormente se dijo que la mayoría de

adolescentes reconoce el castigo físico como violencia, ahora, al responder sobre el

derecho de los padres a castigar físicamente a sus hijos, 11,7% de ellos afirmó estar de

acuerdo y más del 26,7% no se alojó en una ninguna postura. Aunque la tolerancia es

menor, de igual manera sucede al consultar sobre el ejercicio de la violencia psicológica

y de la violencia por negligencia, sobre las que alrededor del 20% de los adolescentes

no están a favor ni en contra o consideran que son alternativas aceptables en el ejercicio

de la crianza de los hijos. En la información cualitativa se manifestaron posiciones que

complementan y complejizan estos datos, expresando un efecto de acostumbramiento e

internalización de los patrones de relacionamiento violento, que termina normalizando

la violencia; lo que, al mismo tiempo, da cuenta de una clara percepción en adolescentes

del círculo de la violencia, en el que la causa y la consecuencia de la violencia es más

violencia.

Percepción de la respuesta ante la violencia contra NNA. La indagación sobre la

percepción de las reacciones y repuestas ante situaciones de violencia a NNA, ayuda a

comprender los modos de encarar situaciones violentas por parte de la familia, la

escuela y la comunidad, así como de la población sobre la cual se ejerce esta violencia.

De igual modo, a través de esta categoría de análisis se obtiene información sobre su

percepción de la respuesta institucional, tanto en lo que respecta a la atención,

intervención y prevención de la violencia, como a ser o no un referente de confianza a

quien los niños acuden en caso de necesidad.

Reacciones ante la violencia a NNA. Cuando se pregunta sobre lo que creen que

hacen los niños, las niñas y los/as adolescentes ante hechos de violencia, la respuesta

mayoritaria de los adolescentes es que „no se meten‟, lo ignoran. Con un 63,1% esta

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percepción supera ampliamente a la que considera que la reacción de NNA es denunciar

el hecho de violencia (19,5%) o dialogar con los involucrados en la situación violenta

(17,4%). Ahora, cuando la pregunta se refiere a la reacción de los otros actores del

entorno protector, resaltan las reacciones dialogales y de denuncia. Los adolescentes

perciben que frente a hechos de violencia a NNA, tanto la familia (49,1%) como la

comunidad (41,9%) lo que hacen principalmente es denunciar el hecho en una instancia

protectora, mientras que la escuela (49,8%) intenta dialogar primero con las personas

involucradas en el hecho de violencia, la víctima y/o el agresor. No obstante, para un

porcentaje importante de adolescentes (38,7%) de estos tres actores los más indiferentes

ante la violencia son los miembros del barrio o de la comunidad.

La información cualitativa obtenida a través de los grupos focales ofrece datos

interesantes que complementan y complejizan estos resultados. Entre los participaron

hubo voces que reconocieron una reacción proactiva por parte de la familia, en tanto

ésta asume su responsabilidad legal de denunciar la violencia. Para otros, la reacción

familiar va en desmedro de los hijos/as, pues pone en duda su palabra y hasta reacciona

hostilmente hacia ellos/as. También hubo manifestaciones que refieren reacciones

violentas de la familia ante hechos de violencia. Es así que en las discusiones grupales

se evidenciaron percepciones de extremos opuestos vinculadas a las reacciones

familiares: por un lado, están los que perciben reacciones pasivas, de negación y/o de

encubrimiento, que intentan preservar la imagen de estabilidad del sistema familiar; y,

por otro lado, está la percepción de reacciones que más bien generan desintegración

familiar.

Respecto a los miembros de la comunidad educativa, la percepción de una reacción

proactiva de diálogo y/o de denuncia ante situaciones de violencia a NNA, también

encuentra resonancias y disonancias en las discusiones de los grupos focales. Para

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muchos, la escuela interviene cuando conoce de hechos violentos, pero para otros es

evidente que su reacción no es la adecuado o no es eficaz y más bien perciben, al igual

que en el ámbito familiar, una tendencia autoprotectora y de preservación del statu quo.

Con esta información se puede apreciar que las situaciones de violencia a NNA

compromete de tal modo al contexto en el que se suscitan los hechos, que en muchos

casos los sujetos comprometidos en ese contexto desarrollan mecanismos poco efectivos

para atacar la violencia, por evitar la sanción y/o el estigma social. La percepción sobre

la reacción indiferente ante situaciones violentas también se ha manifestado

explícitamente en los grupos focales, frases como ésta así lo muestran: „Muchas veces

no se meten, ni tus amigos, ni profesores, ni la gente que pasa por ahí te ayudan,

prefieren ignorarlo y no hacer nada.‟ (Grupo focal de adolescentes hombres, 13 de

octubre de 2017, Potosí)

La comparación entre estos cuatro actores que componen el entorno protector de los

niños/as y adolescentes, permite deducir que los espacios constituidos formalmente

como instituciones de socialización -vale decir la institución de la familia y la de la

escuela-, presentan mejores condiciones para evitar la indiferencia ante hechos de

violencia. Estas condiciones se desprenden de su naturaleza de microsistemas, que

cuentan con reglas de funcionamiento más definidas, además de una identidad propia y

una constante interacción e interdependencia de sus miembros, lo que fortalece el

sentido de pertenencia y genera una identificación mayor haciendo que la indiferencia

ante lo que le sucede al otro sea menos factible.

En contrapartida, el espacio del barrio o la comunidad presenta límites más difusos,

no solamente físicos sino también relacionales, y sus niveles de conectividad entre unos

y otros miembros son también menores, lo que hace que el involucramiento en lo que

atañe al otro o en lo que sucede en el entorno no siempre sea previsible. De ahí que, al

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comparar la percepción adolescente sobre las reacciones individuales y sociales ante la

violencia a NNA, se evidencia una diferencia notable cuando la persona reacciona como

sujeto individual dentro del barrio/comunidad, con una tendencia mayor a la

indiferencia, que cuando reacciona como parte de una entidad con la que se identifica de

manera directa -como son la familia y la escuela- que condiciona una reacción explícita,

ya sea de acción u omisión. Dado que los vínculos de pertenencia al barrio o la

comunidad son más débiles y, por tanto, el sentido de corresponsabilidad es menor, y

que los mecanismos de control y coerción son más difusos que en espacios cerrados,

como la casa y la escuela, la tendencia mayor de los miembros del barrio a „no meterse‟

ante hechos de violencia refleja una actuación de pasividad y actividad que se

corresponde con la noción dicotómica de lo público y lo privado. Pero, al mismo

tiempo, la reacción pasiva ante la violencia es un reflejo del contexto socio-histórico de

la época, en el que prevalece un sentido individualista, de desconfianza y temor ante la

alteridad.

Respecto a la especificidad de la reacción del propio sujeto sobre el cual se ejerce

violencia, resulta preocupante el alto índice de adolescentes que afirman que los

niños/as y adolescentes optan por no meterse y más bien ignorar la situación violenta.

Esto es motivo de preocupación porque a través de la indiferencia se da lugar a la

continuación y perpetuación de la violencia; pero, además, este dato debería llamar la

atención sobre una construcción intersubjetiva particular de este grupo poblacional,

respecto a su vulnerabilidad social. Esta pasividad da cuenta de que estos sujetos de

derecho aún no se asumen plenamente como actores activos en la protección ante la

violencia, por la dependencia e inferioridad en la que se viven frente a los adultos; fruto

de una lógica proteccionista del adulto sobre el niño, que no solamente invalida la

actuación del “menor” sino que, al estar regida por la necesidad de controlar y regular a

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la niñez, el cumplimiento de sus derechos queda a merced de la buena voluntad del

adulto, manteniéndose así la supremacía de éste sobre el infante. Por otra parte, es

necesario reparar en el hecho de que la opción de „no meterse‟ e ignorar la violencia a

NNA, también advierte sobre la existencia de factores de riesgo a la que se exponen los

niños/as y adolescentes en caso de tomar acciones frente a situaciones violentas.

Impedimentos para hacer denuncias. En esta misma indagación se obtuvo datos sobre

los factores que dificultan o impiden que los niños/as y adolescentes se enfrenten de un

modo activo a situaciones de violencia que viven ellos mismos o sus pares. Los

adolescentes encuestados consideran que el miedo (42,7%) es uno de los principales

impedimentos para que la gente denuncie hechos de violencia, seguido de falta de

conocimiento (28%).

En la comparación según el sexo, llama la atención que los aspectos de orden

emocional y subjetivo como son el miedo y la vergüenza son valorados con porcentajes

más altos por los varones (46,3% y 17,5% respectivamente) que por las mujeres (39% y

15,6%); aunque en las mujeres es mayor la percepción de desconfianza (11,7%) como

impedimento para denunciar, al igual que los aspectos externos asociados a la falta de

información e inaccesibilidad al sistema de protección (3,9%), a los que atribuye un

valor más alto que los varones (26,3% y 1,3% respectivamente). En los grupos focales

también se esgrimieron argumentos sobre las dificultades con las que ellos mismos se

enfrentan al momento de avisar o denunciar que están siendo víctimas de violencia.

Estas dificultades se dan en muchos casos, tal como lo refieren, por problemas de

comunicación con sus padres/madres o con sus maestros/as; referencia valorada por la

mayoría de los adolescentes como una de las principales causas de violencia. „A mí, por

ejemplo, me da miedo ir a decirle al director que están molestando a un chiquito, tal

vez ni caso me hace.‟ (…) „Los adolescentes no cuentan nada a los papás lo que les

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pasa, tienen miedo que no les crean. A veces los papás se enojan.‟ (Grupo focal de

adolescentes mujeres, 9 de octubre de 2017, Sucre). Estas frases resultan ilustrativas de

la relación de poder desequilibrada que está por detrás del problema de comunicación

con el adulto, las adolescentes dudan que su palabra tenga la suficiente legitimidad y

credibilidad como para ser tomada en cuenta por los adultos, situación a la que temen y

por lo que prefieren guardar silencio.

Otro impedimento con el que se enfrentan es la prohibición del agresor o del entorno

de éste - en algunos casos incluso la prohibición del entorno de la víctima- de no revelar

la situación de violencia, bajo algún tipo de amenaza. Estas prohibiciones o amenazas

no necesariamente se dan de manera explícita, de hecho, por lo general esto „se dice‟ de

un modo muy sutil o –como suele ocurrir con las amenazas en situaciones de violencia–

se „hace saber‟ a la víctima o a su entorno, a modo de advertencia, lo que le puede

ocurrir si es que delata el hecho violento. El relato de los adolescentes varones del grupo

focal de Trinidad, expuesto más arriba, que revela la reacción violenta de los familiares

matando al agresor o haciéndolo violar si hubiese sido un caso de violencia sexual, da

cuenta de otro factor violento al que tienen que enfrentarse y que muchas veces termina

siendo un inhibidor de una reacción proactiva ante la violencia a NNA. Es así que, para

evitar la subsecuente violencia que se vive con la denuncia, cuyas secuelas pueden ser

traumáticas, la opción previsible es no denunciar. La referencia sobre la violencia que

acarrea la denuncia, remite también al descreimiento y deslegitimación que se tiene

sobre el sistema judicial como ente responsable de atender y resolver estos casos, así

como de garantizar la restitución de derechos. De ahí que, ante la falta de confianza y

credibilidad en la justicia institucional, el entorno de la víctima asume la justicia “por

sus propias manos” sin medir las consecuencias que esto conlleva para la víctima; tal

como se manifiesta en el relato del grupo focal de adolescentes mencionado.

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Principales actores a los que se acude y que intervienen ante la violencia. La

indagación sobre las reacciones ante situaciones violentas se amplía focalizando su

atención en los agentes de intervención, ya sea porque las víctimas acuden a ellos o

porque estos actúan de oficio para atender casos de violencia. De acuerdo a la

percepción de los encuestados, los niños, las niñas y los/as adolescentes que sufren

algún tipo de violencia acuden principalmente a personas cercanas a ellos/as antes que a

una instancia externa dedicada a la atención de estos casos. Indiferentemente la edad y

el sexo de los adolescentes, para ellos/as los padres o cuidadores (38,8%) y los

amigos/as (31,5%) son a los que principalmente se acude cuando se padece violencia, y

entre las instituciones de protección destaca la Defensoría de la niñez y adolescencia

(3,7%) frente a la policía (1,6%). No es menor el dato de la tercera valoración, en el que

se considera que cuando están siendo víctimas de violencia las niñas/os y adolescentes

no acuden a nadie (12,3%).

Desde una mirada comparativa por género se tiene que los hombres acuden más que

las mujeres a sus progenitores y hermanos, mientras que las mujeres presentan un

porcentaje superior al de los varones cuando la opción son los abuelos, los amigos, la

defensoría y ninguno. Cuando la comparativa es por rango etario se evidencia que los

menores de 15 años acuden más a sus hermanos que los adolescentes de mayor edad,

mientras que estos últimos tienen a los amigos como su referente principal a quien

acudir cuando sufren violencia. De igual manera, la policía y la defensoría es tomada en

cuenta más por los menores que por los mayores. En cambio, la opción „ninguno‟ tiene

un porcentaje mayor en los adolescentes de 16 a 19 años.

Al cruzar estos datos con los de la percepción sobre la instancia que actúa

principalmente frente a hechos de violencia, encontramos lo siguiente. Se consolida la

prevalencia de los progenitores (61,5%) como el principal referente para NNA, tanto

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para acudir a ellos como en su reconocimiento de que son los que más intervienen

cuando hay violencia. Disminuye la referencialidad de los amigos/as y hermanos/as

(3,8%) y asciende considerablemente la de la Defensoría (21,2%) y, con muy poco, la

de la policía (2,1%) cuando se trata de intervenir en el hecho. Aunque con un menor

porcentaje, se mantiene en tercer lugar la percepción de nadie actúa frente a un hecho de

violencia a NNA (5,1%). En ambos casos se evidencia que el agente educativo es a

quien prácticamente no perciben como alguien que atienda su sufrimiento por violencia.

En síntesis, se percibe a los pares como un confidente importante a dónde acudir,

sabiendo que éstos no serán quienes intervendrán directamente en el hecho de violencia;

mientras que la defensoría de la niñez a pesar de ser reconocida como un agente de

intervención no se constituye en un lugar a donde acudir directamente cuando se está

sufriendo violencia. Algunos testimonios vertidos en los grupos focales ayudan a

comprender mejor esta percepción disonante entre el principal receptor de la „denuncia‟

y el interventor sobre la misma:

Vas donde tu amiga, pero también necesitas una segunda opinión,

alguien que te diga algo más‟ ¿Van a las defensorías? „no, porque da

vergüencita … están contando tu caso y te preguntan ¡¿en serio!? ¿Qué

más ha pasado? (risas) „Llevas tu caso y recién en una semana aparece,

eso es lo malo de la burocracia‟ (…) ¿Y, cómo creen que deberían

funcionar? ‟Un lugar donde haya adolecentes, porque un adolescente se

siente en confianza con otro.‟ „Los adolescentes, seamos realistas, no

sabemos actuar en cargos muy importantes y si fueran hacia nosotros por

un hecho de violencia, nosotros que somos nuevos en la vida, recién

estamos aprendiendo, como que no sabríamos actuar, yo creo que se

debería ir a personas que no son ni tan mayores ni tan jóvenes y que

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sepan actuar de inmediato.‟ „Hacen un informe sobre el hecho de

violencia, ese informe en vez de presentarlo rápido a la FELCV o algo, lo

meten al traspapeleo le buscan que le falta algún sello.‟ (Grupo focal

adolescentes mujeres, 9 de noviembre de 2017, La Paz)

De esta viñeta se extrae una segunda tensión en la percepción adolescente, que tiene

que ver con la confianza transmitida por el cariño y la cercanía, pero también por la

eficacia en la respuesta. Evidentemente, la identificación con sus pares es lo que les

genera confianza para hacerlos sus confidentes, pero al mismo tiempo y, por lo mismo,

por reconocer sus propios límites, asumen la necesidad de un confidente capaz de

responder de manera oportuna y eficiente al hecho de violencia. Si bien el ente

especializado para ello debería ser la Defensoría de la niñez y adolescencia, identifican

en esta sus limitaciones por estar inserta dentro de la burocracia institucional y por no

contar con el personal idóneo, dentro de su imaginario, que empatice y les comprenda

en su experiencia vital adolescente.

Prevención de la violencia. Las acciones preventivas que los/as adolescentes

consideran más importantes para enfrentar la violencia a NNA son: mejorar la

comunicación interpersonal entre padres e hijos (66,5%) y con los adultos del entorno

protector (55,3%); procurar condiciones para que los niños/as y adolescentes estén

mejor informados sobre dónde acudir ante la vulneración de sus derechos (66,2%),

cómo prevenir la violencia (64,4%) y conocer cuáles son sus derechos y sus

obligaciones (61,5%). Las acciones vinculadas al ámbito escolar, la capacitación a

maestros/as (50,2%) y el involucramiento de los padres en actividades escolares

(47,9%), son percibidas en un menor grado de importancia cuando se trata de

prevención.

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209

La preponderancia del ámbito familiar sobre el escolar se corresponde con la

percepción mayoritaria de que en la escuela, en comparación al hogar y a la calle, la

violencia a NNA no es tan intensa. Los relatos y las enunciaciones vertidas en los

grupos focales también permiten distinguir que la percepción sobre la situación de

violencia y la manera de encararla no es equiparable entre la que sucede en las familias

y en el espacio público. Por un lado, los mecanismos de control, regulación y coerción

son mayores y más explícitos en la institución escolar, y, por otro, la existencia de dos

subsistemas masivos y claramente definidos –el personal educativo y los estudiantes–

posibilita un tipo de tratamiento de la violencia diferente al que se suscita en el ámbito

familiar o en el espacio público. Además, en la comunidad educativa se cuenta con la

intervención directa de agentes externos de supervisión y fiscalización, lo que no ocurre

habitualmente en las familias. La escuela es un espacio que permite mayor movilidad

social, es decir que se tiene mayores posibilidades de retirarse de este escenario, pero

además la estrechez del vínculo no es tan intensa como la que se da en el sistema

familiar. Por estos mismos motivos se puede explicar los bajísimos porcentajes

otorgados a la comunidad educativa en tanto agente de intervención frente a la

violencia, en tanto no es considerado un ente a donde se acude o que interviene en caso

de violencia a NNA.

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210

CONCLUSIONES.

El objetivo de la presente contribución fue generar conocimiento sobre la percepción de

adolescentes del área urbana y rural de Bolivia sobre la violencia, para conocer sus

experiencias, preocupaciones y apreciaciones que orienten la generación de

intervenciones más eficaces e iniciativas de abogacía específicas para esta etapa de

desarrollo. Las conclusiones se presentan de acuerdo a los principales hallazgos.

El hogar es percibido como el principal lugar donde ocurre la violencia contra

NNA. La información obtenida sobre los lugares donde se ejerce mayor violencia a

NNA da cuenta de que los adolescentes perciben que son violentados tanto en el ámbito

público como en el privado. Sin embargo, el hogar es el principal señalado como

peligroso. Las referencias remiten a un problema que no solamente está vinculado a los

entornos de protección (la familia, la escuela, la comunidad) sino también a la seguridad

ciudadana. Los datos recogidos muestran claramente que los adolescentes no se sienten

seguros en su barrio o comunidad. Luego, en los municipios en los que el barrio hubiera

sido identificado como el lugar de mayor riesgo de sufrir violencia, existe una

asociación con el tipo de violencia que más se percibe en el hogar, que es el trato

negligente. Esto permite una interesante relación entre el abandono percibido en el

hogar y una mayor exposición a sufrir violencia en la comunidad.

Los adolescentes perciben una débil intervención de los maestros en casos de

violencia. Según su percepción en la escuela existe mayor violencia de tipo negligente y

psicológico que por uso de la fuerza física. La reacción ante la violencia es más

dialogada, pero, aunque a veces se denuncia, la percepción común es que la escuela

intenta primero resolverlo todo internamente. La comunidad educativa no es percibida

como alguien a quien acudir, porque tampoco se encuentra en éste una intervención

directa y efectiva sobre situaciones de violencia.

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211

La percepción de la violencia es diferente entre varones y mujeres. El tipo de

violencia asociado al uso de la fuerza, vale decir la violencia física y la sexual, es más

perceptible para las mujeres que los varones, quienes perciben mayor violencia en las

acciones u omisiones de tipo psicológico y negligente. Esto puede deberse a una

naturalización de la violencia, en la que intervienen los mandatos sociales de género. Es

decir, el imaginario social de que lo físico, lo material y lo tangible se corresponde con

lo masculino, mientras que lo relacional, lo emocional, lo discursivo e intangible va más

ligado a un imaginario femenino. De ahí que, la percepción sobre los diferentes tipos de

violencia varía según el género de la persona participante.

Las denuncias formales no resuelven nada. A pesar de reconocer una reacción

explícita ante la violencia por parte de la familia, la escuela y la comunidad, las

denuncias no son percibidas como soluciones viables. La manera más común de

resolver los casos de violencia son: a través de la evitación y/o del diálogo con los

afectados. Los adolescentes perciben una tendencia a la preservación de la estabilidad

que se ve amenazada por una eventual estigmatización social, en caso de suscitarse

hechos violentos en su propio contexto. Debido a ello, la percepción sobre las denuncias

de casos de violencia a NNA reporta un índice tan bajo entre los/as adolescentes. La

policía es prácticamente desapercibida, no se la considera ni como una instancia a dónde

acudir en caso de violencia ni como un agente de intervención importante ante

situaciones violentas contra NNA.

Las denuncias se realizan con los adultos más cercanos. Las personas cercanas a los

niños/as y adolescentes (familiares o amigos) son los principales referentes a donde

acuden NNA en caso de ser víctimas de violencia. Aunque conocen sobre las instancias

especializadas en violencia infantil, éstas no convocan su recurrencia y ni siquiera las

perciben como un agente de intervención principal.

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212

El miedo impide la denuncia. Los impedimentos para denunciar violencia contra

NNA tienen que ver con factores de orden psicológico, como ser el miedo, la vergüenza

y la desconfianza, más que con factores externos asociados a las condiciones y las

instancias donde emitir la denuncia.

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