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ASOCIACIÓN NACIONAL DE EMPRESAS DE SERVICIOS SANITARIOS A.G.
ANDESS A.G.
Santiago, 25 de noviembre de 2016
Ref.: Consulta Pública sobre Guía Técnica de
Elaboración de Programas de Desarrollo.
Señor
Rolando Bruna Villena
Superintendente de Servicios Sanitarios
Presente.
Señor Superintendente:
Victor Galilea Page, Presidente de ANDESS A.G. y en su representación, vengo en
participar en la consulta pública, formulada por la Superintendencia a su digno cargo,
sobre una nueva Guía Técnica de Elaboración de los Programas de Desarrollo.
La Asociación que represento, que representa a las empresas que brindan servicios
sanitarios en Chile a más del 90% de los clientes de estos servicios a lo largo de todo
el país, valora la etapa de consulta ciudadana que usted ha abierto para recibir
planteamientos relativos al Proyecto de Guía Técnica referido, de octubre de 2016. Es
posible que nuestros asociados hagan llegar otras observaciones relativas a la
legalidad, mérito o conveniencia de las reglas que propone el Proyecto de nueva Guía,
así como las incertezas acerca del alcance de algunas de sus normas; todos aspectos
que, estamos confiados, esa Superintendencia aquilatará antes de la eventual
aprobación de una nueva Guía.
La aportación al proceso de participación, por parte de esta Asociación, se ha centrado
en colaborar a analizar la validez jurídica de las prescripciones contenidas en el
Proyecto de Guía pues nos parece, como fundamentaremos, que varias de las
regulaciones proyectadas adolecen de ilegalidad e inconstitucionalidad y hemos
querido exponer ese parecer a vuestra consideración ya que eventuales vicios
jurídicos generarían incerteza acerca de la validez del acto y su posible ineficacia, lo
que, estamos seguros de compartir con usted, resulta del todo negativo para el
adecuado desarrollo del sector sanitario del que esa Superintendencia se ocupa.
En el primero de los capítulos, habremos de explicar las razones por las cuales
estimamos que varias de las disposiciones propuestas quedarían viciadas de invalidez
por exceder el marco normativo que el derecho vigente establece para una Guía como
la que se encuentra sometida a consulta. En el segundo de los Capítulos, en cambio,
habremos de exponer los motivos por los cuales la norma propuesta vulnera la Ley
General de Servicios Sanitarios y el Reglamento de Concesiones Sanitarias al alterar
el sentido que éstas normas otorgan a la relativa autonomía con que los prestadores
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deben elaborar sus propios programas de desarrollo y responder por un resultado,
como es la calidad y continuidad de los servicios de los que son prestadores. En el
tercero de los Capítulos trataremos la falta de motivación de la Guía, lo que también la
vicia y conlleva la ausencia de razonabilidad de algunas de sus normas.
I. EL VICIO DE NULIDAD DE VARIAS NORMAS POR EXORBITAR EL ÁMBITO
QUE EL DERECHO ATRIBUYE A UNA GUÍA DE ESTA NATURALEZA
1. Propósito de éste Capítulo.
Expondremos, en lo que sigue, las razones por las cuales varias de las prescripciones
contenidas en el Proyecto de Guía Técnica de Elaboración de Programas de
Desarrollo, de octubre de 2016, que se ha sometido a consulta pública, exceden
ostensiblemente el marco jurídico de esta particular forma jurídica a la que aludiremos
como guía; estableciendo contenidos que sólo pueden regularse mediante otras
formas jurídicas, exorbitando así las atribuciones propias de la Superintendencia en su
dictación y vulnerando, en consecuencia, la ley y la Constitución Política,
particularmente lo dispuesto en los artículos 6° y 7° de esta última, en cuanto estas
normas de la Carta Fundamental obligan a los órganos del Estado, la
Superintendencia entre ellos, a someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella y disponen que esos mismos órganos sólo actúan
válidamente dentro de su competencia y en la forma que prescribe la ley.
Demostraremos que varias disposiciones de la guía propuesta, alguna de las cuales
identificaremos a modo ejemplar, exceden la competencia que la ley ha establecido
para este tipo de instrucciones; se atribuyen otra autoridad que los que expresamente
la ley le ha conferido y por ende adolecerían, en caso de aprobarse, de nulidad y
originarían las responsabilidades y sanciones que la ley establece, al tenor de lo que
prescribe el inciso final del artículo 7° de la Carta Fundamental.
2. Desarrollo. El marco jurídico de una Guía Técnica de Elaboración de
Programas de Desarrollo. Lo que pueden instruir este tipo de normas y lo
que las excede.
a) El ámbito de lo que puede regular una Guía Técnica se encuentra
jurídicamente determinado.
La Guía Técnica de Elaboración de Programas de Desarrollo (en adelante también la
Guía), tal como prescribe su numeral 1 contiene “las instrucciones a las que deben
someterse los prestadores de servicio sanitarios en lo que respecta a la forma
de presentación y metodologías para la elaboración de los planes de desarrollo.”
En conformidad a ese lenguaje no cabe dudar que se trata de prescripciones a las
que, en caso de aprobarse, quedarían obligados los prestadores de servicios. No es
otro, por lo demás, el sentido de una instrucción, forma que, al igual, que el resto de
las normas jurídicas, prescriben obligaciones con prescindencia de la aquiescencia del
obligado.
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Al mismo tiempo, debe destacarse que las expresiones citadas, del numeral 1 de la
Guía, resultan concordantes con lo dispuesto en el artículo 158 del Reglamento de
Concesiones Sanitarias (en adelante RCS),1 en cuanto esa norma prescribe que “los
programas de desarrollo, con sus cronogramas de obras, sus actualizaciones y
modificaciones deberán someterse en su forma de presentación y metodologías
a las instrucciones que señale la entidad normativa, a través de una guía técnica
de elaboración de tales programas.” (Énfasis añadido).
El tenor de la norma citada expresa con claridad su sentido, mismo que resulta
plenamente concordante con lo dispuesto en los artículos 53 y siguientes de la Ley
General de Servicios Sanitarios (en adelante LGSS),2 cual es, que la llamada Guía
Técnica de Elaboración de Programas de Desarrollo ha sido habilitada por el
ordenamiento jurídico con el expreso propósito de que esa forma jurídica contenga
reglas acerca de la forma de presentación y metodologías a las que debe
someterse la elaboración de los programas de desarrollo que deben presentar los
prestadores. Esta es la competencia que “las normas dictadas conforme a la
Constitución” han atribuido a esta forma jurídica llamada Guía, cuya elaboración y
atribución corresponde legítimamente a la Superintendencia de Servicios Sanitarios.
En consecuencia, es forzoso concluir que las exigencias contenidas en una Guía
obligan válidamente a los prestadores en tanto cuanto prescriban la forma de
presentación y metodologías a las que deben someterse en la elaboración de sus
programas de desarrollo. En cambio, las instrucciones que pueda contener una Guía
que excedan su ámbito propio no son válidas ni obligan. Una Guía resulta inválida en
cuanto establezca deberes para los prestadores que vayan más allá de estos dos
contenidos que constituyen su marco jurídico.
b) La reserva de ciertas regulaciones sanitarias a través de otras formas
jurídicas
De la manera que se razonó en la letra a), que antecede, es forzoso concluir que, para
examinar la validez de una Guía como la propuesta resulta indispensable establecer el
significado de las expresiones “forma de presentación” y “metodologías”, para así
determinar el alcance que lícitamente le corresponden a la forma jurídica que nos
ocupa, y con ese bagaje, discernir si los contenidos de la Guía se enmarcan o no en
ellos. Si lo hacen, las prescripciones serán válidas; si alguna lo excede, esa
prescripción debe entenderse privada de valor jurídico. Antes de seguir esta
secuencia, resulta conveniente ayudarse de lo dispuesto en otras normas jurídicas de
la LGSS y de su Reglamento, pues ello puede ayudar a determinar lo que una Guía no
puede establecer.
El propósito de este análisis consiste, como ya se ha dicho, en responder a una
consulta de la autoridad acerca de las observaciones que merece la Guía propuesta,
la que, como también se ha anunciado, se limita a un examen de su juridicidad. No
pretendemos, en consecuencia, emitir una opinión acerca de las formas jurídicas que
1 Decreto N°1.199 del 2004 del Ministerio de Obras Públicas, que Aprueba el reglamento de las concesiones sanitarias de producción y distribución de agua potable y de recolección y disposición de aguas servidas y de las normas sobre calidad de atención a los usuarios de estos servicios. 2 D.F.L. N°382 de 1988 del Ministerio de Obras Públicas, Ley General de Servicios Sanitarios.
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debieran contener prescripciones como las que la Guía establece, sino tan sólo
examinar si la forma jurídica propuesta para ellas se ajusta o no a lo que el derecho
establece debe regularse a través de una Guía.
El análisis que sigue, en esta letra b), tiene entonces una pura finalidad de contraste,
para poder determinar con más claridad el significado de las voces forma de
presentación y metodología
Desde luego, cabe anotar que la Constitución establece claras reservas de ley para
regular la actividad económica y para usar y gozar de propiedad, en los numerales 21°
y 24° del artículo 19° de la Carta Fundamental. Eso no quiere decir que tan sólo el
legislador pueda regular la actividad económica de los prestadores o establecer la
forma de usar o gozar de su propiedad, pues en ambos ámbitos se reconoce la
colaboración de la potestad normativa regulatoria del Presidente de la República y de
los órganos de la Administración, en el ámbito de sus competencias. Sin embargo, y
como se ha resuelto de manera uniforme y reiterada por el Tribunal Constitucional, por
los tribunales superiores de justicia y por la Contraloría General de la República, el
ejercicio de la potestad reglamentaria en materias reservadas por el constituyente al
legislador debe darse previa habilitación legal, exigiéndose a las propias normas de
rango legal que establezcan, por si mismas, con suficiente determinación y
especificidad, las regulaciones económicas o las limitaciones a la propiedad, que luego
ciertamente la potestad reglamentaria puede detallar y precisar, como una actividad
complementaria, pero no autónoma.
En el plano legal no puede olvidarse que el artículo 1° de la LGSS, en su numeral 1,
prescribe que “Están comprendidas en las disposiciones de la presente ley: 1. Las
disposiciones relativas al régimen de explotación de servicios públicos destinados a
producir y distribuir agua potable y a recolectar y disponer aguas servidas”. De ese
modo la LGSS, de manera concordante con la Carta Fundamental, establece que el
régimen de explotación de servicios públicos de carácter sanitario quedan regulados
por esa ley; lo que reiterémoslo, no excluye la potestad reglamentaria, pero esta debe
ser de ejecución, con la finalidad de reglamentar, de precisar, de hacer más
específicas las reglas de carácter necesariamente legal que estable el régimen de
explotación de servicios públicos sanitarios. De manera también concordante con la
reserva legal establecida en la Constitución, el artículo 33 de la LGSS prescribe que
“el prestador estará obligado a prestar servicios a quien lo solicite, sujeto a las
condiciones establecidas en la ley y su reglamentación, y, en su caso, en el respectivo
decreto de concesión”. Como puede apreciarse de la norma legal citada, las
obligaciones relativas a las condiciones bajo las cuales debe prestarse el servicio
sanitario deben quedar establecidas en la ley y en la reglamentación de esta, la que no
puede, por si misma establecer obligaciones sin la suficiente habilitación legal.
Por su parte, el artículo 51° de la LGSS estatuye que “Las condiciones que regulen
la prestación de los servicios entre prestadores y los usuarios, los niveles de
calidad exigidos en la atención de los usuarios y en la prestación de los
servicios y las disposiciones técnicas que regulen el diseño, construcción y
puesta en explotación de las instalaciones domiciliarias de agua potable y de
alcantarillado de aguas servidas, serán establecidas en los respectivos
reglamentos.”
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De la norma legal transcrita queda en evidencia que la ley reserva al Reglamento
establecer “Las condiciones que regulen la prestación de los servicios entre
prestadores y usuarios, así como los niveles de calidad exigidos en la prestación de
los servicios (…)”
Más importante que todo lo anterior es lo que establece el inciso segundo del artículo
36 bis del mismo cuerpo legal que venimos refiriendo. El inciso primero de la
disposición que transcribiremos y comentaremos establece la obligación de los
concesionas de mantener el nivel de calidad en la atención de los usuarios y en la
prestación del servicio “que defina el reglamento, el cual deberá estar basado en
criterio de carácter general y haberse dictado antes del otorgamiento de la concesión”.
De ese modo el inciso que comentamos dispone con claridad que los deberes de
calidad han de estar regulados en el Reglamento, y no en otra forma jurídica distinta a
él. El inciso segundo es aún más claro y explícito en esta materia al disponer lo
siguiente:
“Se podrán modificar los niveles de calidad de los prestadores, a
proposición de la Superintendencia, y mediante decreto supremo que
deberá llevar la firma de los Ministros de Economía, Fomento y
Reconstrucción y de Obras Públicas. Dicho decreto supremo deberá ser
fundado y basado en criterios de carácter objetivo”.
La norma citada es inequívoca en establecer que las autoridades públicas pueden
establecer y luego modificar los niveles de calidad en la prestación de los servicios
sanitarios, pero ello debe hacerse a través de un decreto supremo que lleve la firma de
los Ministros de Economía, Fomento y Reconstrucción, y de Obras Públicas, tal como
ocurre con el Reglamento hoy vigente, que corresponde al Decreto Supremo N°1199,
del año 2004, del Ministerio de Obras Públicas.
La disposición transcrita resulta también inequívoca al establecer la competencia de la
Superintendencia de Servicios Sanitarios en la fijación o modificación de estos niveles
de calidad, constriñendo esas atribuciones a la de proponer modificaciones,
resultando claro que la Superintendencia, por si misma, carece de las atribuciones
para modificar los niveles de calidad de las prestaciones de las empresas sanitarias.
Con plena congruencia con las normas que venimos citando y el análisis que de ella
hacemos, el artículo 4°, letra b, de la Ley que crea la Superintendencia de Servicios
Sanitarios3 establece que “Corresponderá al Superintendente: b) Proponer las
normas técnicas relativas al diseño, construcción y explotación de servicios
sanitarios y a las descargas de residuos líquidos industriales”. Queda de ese
modo reiterado que la aprobación de las normas que regulen el diseño, construcción y
explotación, de servicios sanitarios no compete al Superintendente de Servicios
Sanitarios, aunque este si cuenta con atribuciones legales para proponerlas.
En consecuencia, al interpretar las expresiones “formas de presentación” y
“metodologías”, que la Guía sí puede establecer para la elaboración de los programas
de desarrollo, debemos entender que esa forma jurídica no puede estatuir las
disposiciones que regulen el diseño, construcción y puesta en explotación de las
3 La que lleva el número 18.902 y fuera publicada en el Diario Oficial de 27 de enero de 1990.
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instalaciones, ni la calidad de los servicios que deben de prestar las empresas
concesionarias, pues tales materias han sido expresamente reservadas por la ley al
Reglamento encargado de precisarla. Puede la Superintendencia proponer esas
normas, particularmente las técnicas, pero carece de competencia para sancionarlas
por sí misma. Conforme a las reservas legales establecidas en la Carta Fundamental,
tal Reglamento y las restantes formas jurídicas infra legales no pueden establecer, por
si mismas, nuevas obligaciones que no estén ya establecidas en la jerarquía legal, con
suficiente determinación y especificidad.
c) Sentido y alcance de la competencia atribuida jurídicamente a una Guía.
Establecido lo anterior, es hora de examinar el alcance que cabe atribuir a la
competencia de instruir acerca de formas de presentación de un programa de
desarrollo y a la de instruir acerca de la metodología de esos mismos planes, que son
las únicas que jurídicamente corresponde establecer mediante una Guía, conforme ha
quedado ya demostrado.
i. La competencia para instruir acerca de la forma que deben cumplir los
planes de desarrollo.
Siguiendo el método canónico de dar a las palabras de las normas jurídicas su sentido
natural y obvio según el uso general de las mismas,4 cabe destacar que la acepción
séptima de la voz “forma” que da el Diccionario RAE es el “modo o manera en que se
hace o en que ocurre algo”; mientras la octava lo define como el “conjunto de
requisitos externos que debe cumplir un acto jurídico.”
Entendidas de ese modo, la Guía puede, conforme a derecho, establecer el modo de
hacer un plan o programa de desarrollo. Puede así el Superintendente prescribir en la
Guía el conjunto de requisitos externos que deben cumplir los planes para ser
aprobados.
De ese modo, por forma de presentación de un plan o programa de desarrollo
debemos entender su formato, extensión, manera de presentar datos o cuadros,
antecedentes que debe contener, fechas en que debe presentarse, personas que
deben suscribirlos y otras de análoga naturaleza; todos destinados a facilitar y
uniformar las formas de estos planes, de manera que la autoridad pueda examinarlos
debidamente.
El vocablo forma ciertamente denota una idea que se opone o al menos excluye el
fondo. Legalmente una Guía no se encuentra facultada por ley para establecer
obligaciones de fondo acerca de los planes o programas de desarrollo y menos
obligaciones de hacer relativas a la calidad del servicio sanitario. Las exigencias
técnicas de contenido que deben satisfacer los prestadores para asegurar un
adecuado servicio no son materia que la autoridad pueda regular a través de una
Guía; lo que es plenamente concordante con las disposiciones examinadas en la letra
b), que antecede, en cuanto reservan estas materias regulatorias a la ley y a un
4 Un deber del intérprete, a la luz de lo prescrito en el artículo 20 del Código Civil, salvas las excepciones legales que contempla esa misma disposición y el artículo 21 del mismo cuerpo normativo, las que no son aplicables en la especie.
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decreto supremo reglamentario dictado conforme a ella; sin perjuicio de las normas
técnicas, las que la Superintendencia puede proponer, más no aprobar por sí misma.
ii. La competencia para instruir acerca de la metodología que deben cumplir
los planes de desarrollo.
Estando, una vez más, al sentido natural y obvio de la expresión metodología,
debemos entender que ella denota el conjunto de métodos que se siguen
en una exposición; en la especie, el o los métodos que debe, por orden de la
autoridad, seguir un programa de desarrollo para ser aprobado.5 Estando al mismo
sentido natural y obvio de la expresión, por método debe entenderse el modo de decir
o hacer con orden; en la especie, de exponer ordenadamente el plan o programa de
desarrollo.6
En consecuencia, lo que las normas jurídicas establecen como competencia para la
Guía en este aspecto es la de instruir un conjunto de métodos o modos en que los
prestadores deben ordenar la presentación de sus programas de desarrollo.
3. Algunos casos ilustrativos de prescripciones ilegales e inconstitucionales
contenidas en el Proyecto de Guía.
Demostraremos, en lo que sigue, que algunas instrucciones contenidas en el Proyecto
de Guía son inconstitucionales e ilegales por cuanto exceden ostensiblemente el
marco que la ley establece para esta forma jurídica, porque van más allá de regular la
forma de presentación y metodologías a la que debe someterse un programa de
desarrollo, y en cambio, establecen claramente requisitos de fondo o estándares
técnicos que debe cumplir un concesionario para la prestación de este servicio
público a los usuarios; lo que no cabe regular mediante esta forma. No es el
propósito de esta presentación examinar exhaustivamente cuáles de las
prescripciones de la Guía se ajustan al marco jurídico examinado y cuáles no. No es
este un acto que pretenda impugnar normas, sino tan sólo hacer ver a la autoridad
nuestro parecer acerca de la validez del acto sometido a consulta. Nos limitamos, en
consecuencia, a ilustrar, con algunos ejemplos, cómo y porqué es que ciertas
prescripciones contenidas en el Proyecto de Guía exceden el ámbito jurídico que
corresponde a ésta forma jurídica, en base a lo ya razonado.
5 Conforme al Diccionario de la Real Academia Española, la voz “Metodología”, en sus dos acepciones, significa: 1. f. Ciencia del método. 2. f. Conjunto de métodos que se siguen en una investigación científica o en una exposición doctrinal. Disponible en http://dle.rae.es/?id=P7eTCPD 6 Conforme al Diccionario de la Real Academia Española, la voz “Método”, en la primera de sus acepciones, significa: 1. m. Modo de decir o hacer con orden. Disponible en http://dle.rae.es/?id=P7dyaFK
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a) Ilegalidad e inconstitucionalidad de la instrucción contenida en el punto IV.3,
numeral 54.
En el punto señalado en el epígrafe, el Proyecto de Guía dispone que, en su programa
de desarrollo, el prestador debe contemplar reponer al menos el 30% del cuartel
afectado por un número de cortes; agregando que, si dicha condición de cortes se
produjo en dos semestres consecutivos, el porcentaje de reposición sube a 50%. La
guía asimismo dispone que, en uno y otro caso, si las redes de dicho cartel son de
cemento asbesto, se debe reponer el cuartel en su totalidad.7
La referida instrucción excede ostensiblemente una exigencia de metodología o de
forma a la que un prestador debe someterse al presentar un programa de desarrollo.
En efecto, la obligación de reponer un porcentaje de un cuartel constituye una
exigencia de fondo o sustantiva de hacer, de reponer. En caso alguno una obligación
de hacer material de esa naturaleza podría entenderse comprendida en la noción de
una forma de presentación del programa de desarrollo o de una metodología del
mismo.
La instrucción que comentamos, en cambio, prescribe una exigencia o regulación para
la prestación de los servicios a los usuarios, estableciendo una exigencia no
contemplada ni en la ley ni en el Reglamento, consistente en la reposición de las
instalaciones de agua potable y alcantarillado; lo que, en conformidad a lo razonado en
los numerales 1 y 2, que anteceden, es impropio de la forma jurídica que las contiene.
De ese modo, la instrucción contenida en el punto IV.3, número 54 del Proyecto de
Guía Técnica, en cuanto establece una exigencia de reposición, es ilegal e
inconstitucional y debiera ser eliminada.
b) La obligación de renovar un porcentaje de la longitud de la red de agua
potable y aguas servidas en razón de su antigüedad, contenidas en el punto
IV. 3, números 56 y 60 del Proyecto.
En los numerales referidos del proyecto, la Guía obliga al prestador a renovar
anualmente al menos el 5% de la longitud de la red de agua potable y aguas servidas
con más de 50 años de antigüedad.8
7 La disposición textualmente prescribe: 54. El programa anual de reposición de redes de agua potable deberá considerar los siguientes criterios: a) El prestador deberá reponer el 30% de la longitud total del cuartel afectado por dos o más cortes no programados durante un semestre del último año. En caso de que el cuartel sea completamente de cemento asbesto, éste deberá reponerse en su totalidad; b) El prestador deberá reponer el 50% de la longitud total del cuartel afectado por dos o más cortes en el primer y en el segundo semestre del último año. En caso de que el cuartel sea completamente de cemento asbesto, éste se repone en su totalidad. 8 La instrucción N°56, contenida en el numeral 3.2.a. de la Guía Técnica, señala:
a) Redes de distribución de agua potable 56. Sin perjuicio de lo anterior, el prestador deberá considerar una reposición anual no menor al 5% de la longitud total de la red de agua potable con más de 50 años.
Por su parte, la instrucción N°60 se consagra en el numeral 3.2.b. de la guía ya referida:
b) Redes de recolección de aguas servidas 60. Con todo, la empresa deberá considerar una reposición anual no menor al 5 % de la longitud total de la red de aguas servidas en el caso que su antigüedad sea de más 50 años.
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La instrucción en cuestión ciertamente no prescribe ni una forma ni una metodología
para que el prestador presente su programa de desarrollo, sino que estatuye una
nueva obligación sustantiva de hacer, como lo es la de renovar una parte de las redes
con más de 50 años de antigüedad. A juzgar por esta prescripción, la
Superintendencia estima que debe establecerse esta obligación constructiva de las
instalaciones sanitarias con el objeto de asegurar niveles de calidad para la atención
de los usuarios y la prestación del servicio. Más allá del mérito de esta exigencia y de
si es efectivamente una norma objetiva de calidad de servicio, resulta indubitado que
la misma no se enmarca en la forma ni en la metodología de presentación de un
programa de desarrollo, sino que crea un nuevo deber constructivo para la prestación
o el servicio.
En consecuencia, la exigencia contenida en el punto IV. 3, numerales 56 y 60, en
cuanto obliga a renovar un porcentaje de la red de agua potable y aguas servidas que
tengan más de 50 años de antigüedad, excede los marcos de una Guía y debe
necesariamente ser establecida por medio de otras formas jurídicas Contenida en una
Guía resultaría ilegal e inconstitucional.
c) Ilegalidad e inconstitucionalidad de la obligación de incorporar un programa
de reposición de arranques y grifos, contenida en el punto IV.3, números 58 y
62.
En el punto y numerales indicados en el título que antecede, el proyecto de Guía que
comentamos obliga a que los planes de desarrollo de los prestadores incorporen un
programa de renovación de arranques y grifos en casos de reposición de redes de
agua potable, que no sobrepase los 10 años, y un plan de renovación de uniones
domiciliarias, en el caso de reposición de redes de aguas servidas.9
A través de esta exigencia, y al igual que en los casos anteriores, el proyecto de Guía
no instruye ni una forma de presentación ni una exigencia metodológica para el
desarrollo del programa del prestador, sino que, por el contrario, establece una
obligación de hacer, como es la de reponer arranques, grifos y uniones domiciliarias.
Esta obligación de hacer, al margen de su mérito, obliga al prestador a una exigencia
constructiva para continuar explotando un servicio sanitario; lo que debe
necesariamente disponerse a través de otras formas jurídicas, conforme ha quedado
demostrado en el desarrollo del numeral 2, que antecede.
De ese modo, esta exigencia debe eliminarse de la Guía para así evitar su invalidez.
9 La instrucción N°58 se encuentra en el numeral 3.2.a de la Guía Técnica y prescribe:
58. El prestador, en su programa de reposición, deberá considerar además un plan de renovación de arranques que deberá ser incluido en su cronograma de obras y un plan de normalización de grifos de conformidad las Normas NCh 691 y NCh 1105, que no deberá sobrepasar diez años.
La instrucción N°62 la establece el numeral 3.2.b. de la referida guía, estatuye: 62. El prestador, en su programa de reposición deberá considerar adicionalmente un plan de renovación de uniones domiciliarias que deberá ser incluido en su cronograma de obras.
10
d) Ilegalidad e inconstitucionalidad de la obligación de ajustar los diámetros
mínimos de las tuberías, contenida en el punto IV.3, número 63.
El punto IV.3, número 63 obliga a los prestadores a ajustar los diámetros mínimos de
las tuberías de agua potable y aguas servidas a las normas técnicas nacionales,
obligación que debe incluirse en el plan de inversiones en un plazo no mayor a 20
años.10
De ese modo, y al igual que los casos anteriores, esta prescripción excede
ostensiblemente la forma de presentar o la metodología de un programa de desarrollo,
estatuyendo, en cambio una nueva obligación que los prestadores deben asumir y
ejecutar, en el plazo que allí se indica. Se trata, a no dudarlo, de una obligación de
hacer, como es la de reemplazar tuberías para ajustarlas a los diámetros que
establecen las NCh citadas, las que, por su propia naturaleza y al margen de esta
exigencia, solo obligarían a las nuevas construcciones.
Una vez más, entonces, nos parece indispensable eliminar esta prescripción de la
Guía, para así evitar su invalidez.
4. Ineficacia jurídica de algunas normas del Proyecto de Guía que adolecen de
retroactividad indebida.
El artículo 52 de la Ley N° 19.880, Ley de Bases de Procedimientos Administrativos
(LBPA) ordena que los actos administrativos no tendrán efecto retroactivo, salvo
cuando produzcan consecuencias favorables para los interesados y no lesionen
derechos de terceros.
La CGR ha dictaminado que la excepción al principio de irretroactividad, atendida su
naturaleza, debe ser interpretada y aplicada restrictivamente; es decir, sólo permite a
la Administración dictar actos administrativos que afecten situaciones jurídicas ya
consolidadas, en la medida que aquéllos traigan aparejadas consecuencias más
favorables para los interesados, se menoscaben o perjudiquen los derechos de
terceros.11
i) La Guía Técnica en cuanto ordena reponer dentro de determinado plazo las cañerías
de asbesto cemento infringe el principio de irretroactividad enunciado.
La proscripción del asbesto cemento fue ordenada por la autoridad sanitaria mediante
DS N° 656/00 que prohibió “la producción, importación, distribución y venta de
materiales de construcción que contengan cualquier tipo de asbesto”. La norma no
tiene efecto retroactivo y así lo ha reconocido incluso la SISS, según oficio N°2782/11
al disponer que dicha prohibición solo rige para las tuberías instaladas a partir de la
vigencia de dicho decreto.
10 La instrucción N°63 está contenida en el numeral 3.2.b de la Guía Técnica, en los siguientes términos:
63. El prestador deberá ajustar los diámetros mínimos de las cañerías a las Normas NCh 691 y NCh 1105, deberá incluir este ítem en su plan de inversiones, con el debido respaldo, y cuyo plazo no debería sobrepasar veinte años.
11 Dictamen N° 34.810/2006, entre otros.
11
ii) También infringen el principio de irretroactividad los números 58 y 62 de la Guía
Técnica, en cuanto establecen que “El prestador, en su programa de reposición,
deberá considerar además un plan de renovación de arranques que deberá ser
incluido en su cronograma de obras y un plan de normalización de grifos de
conformidad las Normas NCh 691 y NCh 1105, que no deberá sobrepasar diez años.”
“El prestador, en su programa de reposición deberá considerar adicionalmente un plan
de renovación de uniones domiciliarias que deberá ser incluido en su cronograma de
obras.”
Ello por cuanto las normas chilenas a que hacen referencia las reglas citadas no
tienen efecto retroactivo, por lo que no cabe disponer su aplicación a las redes
instaladas con anterioridad a la entrada en vigencia de aquéllas.
Más aún, las normas técnicas citadas señalan expresamente su ámbito de aplicación
temporal, como sigue:
NCh 691/98 número 1.2. Se aplica a los nuevos sistemas y “en el caso de
reestudio de cada componente de un sistema existente de agua potable”.
NCh 1105/09 número 1.3, “Esta norma también es aplicable en el caso de
estudiar modificaciones en una red existente de alcantarillado de aguas
residuales.”
iii) Finalmente, el N° 63 de la Guía Técnica establece que “El prestador deberá
ajustar los diámetros mínimos de las cañerías a las Normas NCh 691 y NCh 1105,
deberá incluir este ítem en su plan de inversiones, con el debido respaldo, y cuyo
plazo no debería sobrepasar veinte años.” Disponerlo así infringe el principio de
irretroactividad, por las mismas razones expuestas en ii) precedente.12
II. AFECTACIÓN DE LA AUTONOMÍA DE LAS EMPRESAS RESPECTO DE LA
PLANIFICACIÓN Y GESTIÓN DE LOS SERVICIOS
1. Fundamentos de la autonomía relativa de los servicios sanitarios.
Los servicios públicos sanitarios se realizan mediante acciones de salud,13 las que
constituyen bienes económicos cuya prestación está sujeta a un régimen de
concesiones otorgadas por el Presidente de la República a sociedades anónimas14
que ejercen actividades empresariales15 y adquieren la propiedad de la concesión16,
12 Además carece de motivación. 13 Así se desprende inequívocamente del Libro Tercero, Título II del Código Sanitario, Párrafo I “De las
aguas y de sus usos sanitarios.” Y En cuanto acciones de salud han sido garantizadas
constitucionalmente, siendo un “deber preferente del Estado garantizar la ejecución de las acciones de
salud, sea que se presten a través de instituciones públicas o privadas…” conforme establece el Art.19
numeral 9° de la CP. 14 LGSS, Artículo 8°, inciso primero. 15 Así lo reconocen las leyes N°s 18.777 Y 18.885 que autorizan expresamente al Estado para desarrollar actividades empresariales en materia de servicios públicos sanitarios.
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sujetas a regulación pero que al mismo tiempo gozan de autonomía en su gestión, no
siendo lícito que una norma como la que comentamos anule dicha autonomía.17
Ello porque tratándose de actividades económicas o empresariales, la Constitución
Política garantiza el “derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea
contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional, respetando las normas
legales que la regulen.”18
Según se expuso en el Capítulo I, la prestación de los servicios solo puede ser
regulada mediante ley, sin perjuicio de la reglamentación que autoridades
administrativas competentes puedan dictar, dentro de su ámbito de competencia.
La autonomía empresarial, recae principalmente en la planificación y gestión de las
empresas concesionarias de servicios públicos sanitarios. Dado el carácter de
acciones de salud y monopólico de los servicios sanitarios, la LGSS ha establecido
como contrapesos la obligación del prestador de garantizar la continuidad y calidad del
servicio, salvo fuerza mayor (obligación de resultado), y sujeta la actividad a una
regulación legal intensa y a la fiscalización de la SISS, órgano descentralizado con
amplias potestades sancionatorias.
Al mismo tiempo, existe un sistema tarifario que exige a las empresas objetivo un
comportamiento de eficiencia en la gestión y en sus planes, lo que no sería posible sin
la necesaria autonomía.
De ese modo, el marco constitucional y legal de las prestaciones sanitarias responde
al modelo de concesiones a empresas privadas intensamente reguladas por ley; a una
actividad económica privada que goza de autonomía para organizar y gestionar su
empresa, y debe prestar un servicio público, respondiendo por un determinado
resultado, cual es el de la prestación del servicio de una determinada calidad, sin
interrupciones ni suspensiones. La Guía contradice ese modelo y se encamina a una
planificación estatal de los medios que deben disponerse para prestar el servicio.
2. Sentido y alcance de los programas de desarrollo.
La LGSS establece que el programa de desarrollo constituye un plan de inversiones a
nivel de estudio de prefactibilidad,19 es decir sin datos de emplazamiento, topografías
16 LGSS “Artículo 7° La concesión tiene por objeto permitir el establecimiento, construcción y explotación de los servicios públicos indicados en el número 1 del artículo 1° de esta ley. El plazo por el que se otorga la concesión es indefinido, sin perjuicio de su caducidad, de conformidad a lo establecido en la ley. Las concesiones o parte de ellas, podrán ser objeto de cualquier acto jurídico en virtud del cual se transfiera el dominio o el derecho de explotación de la concesión. (…)” 17 CP Artículo primero inciso segundo: “El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos.” 18 CP Art. 19 numeral 21° 19 LGSS “Artículo 14° Si hubiera otros interesados por la concesión, éstos deberán presentar a la entidad normativa, dentro del plazo de 60 días, contado desde la fecha de publicación del extracto a que se refiere el artículo anterior, una solicitud de concesión en los términos establecidos en el artículo 12°, la que deberá ser acompañada de una garantía de seriedad, cuyas características se determinarán en un reglamento.
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e ingeniería de detalle, y cuyo objeto es permitir al prestador reponer, extender y
ampliar sus instalaciones, a fin de responder oportunamente a los requerimientos de la
demanda de servicios. La Guía propuesta sustituye esta noción consagrada en la ley y
pretende transformar los planes de desarrollo en un instrumento estatal de
planificación que obliga al prestador a la ejecución de determinadas obras,
reposiciones o soluciones técnicas que serían predefinidas en la Guía, imponiendo a
las empresas la obligación de realizar las obras en ella exigidas y forzando a las
empresas a definir las obras que realizarán con un nivel de detalle que no corresponde
a un estudio de prefactibilidad.
Conforme a normas legales, el programa de desarrollo es principalmente un
instrumento de gestión del prestador y no de planificación estatal. Así lo ha reconocido
Contraloría General, y es esencialmente modificable cuando concurren cambios de
supuestos importantes considerados en su elaboración.20
El programa de desarrollo no constituye un instrumento de planificación de la
autoridad, sino que un instrumento autónomo de planificación privada, que la ley obliga
a realizar, de modo que la autoridad cuente con un medio de fiscalización que le
permite disponer de un juicio razonable y preventivo sobre la prefactibilidad técnica y
económica de que el prestador está en condiciones de cumplir la obligación de
garantizar la calidad y continuidad del servicio, de modo que el prestador no pueda
excusarse aduciendo imprevisibilidad.
El programa de desarrollo no tiene por objeto “asegurar las inversiones que le
permitan a las empresas concesionarias reponer, extender y ampliar sus instalaciones,
a fin de responder a los requerimientos de la demanda de servicio y, en definitiva,
garantizar su continuidad y calidad”, según se afirma en la Guía Técnica sometida a
consulta pública por la SISS.
En definitiva, no es el programa de desarrollo la fuente de las obligaciones del
prestador, sino la propia ley. Lo que la ley exige no es un conjunto de inversiones,
sino que exige del prestador, bajo amenaza de severas sanciones, prestar el servicio a
quien lo solicite, sujeto a condiciones de calidad y continuidad del servicio, definidas
normativamente. Si ello demanda nuevas inversiones, el concesionario debe
abordarlas, aún cuando no las hubiese considerado en dicho programa. No es el
Estado el llamado a planificar el modo de prestar el servicio, sino el concesionario. La
Guía que comentamos no respeta esta lógica, establecida por normas de superior
jerarquía.
Todos los que hubieren presentado solicitud de concesión entregarán a la entidad normativa, dentro del plazo de 120 días, contado desde la fecha de publicación del extracto a que se refiere el artículo anterior, y en un mismo acto público, el día, hora y lugar que éstafije, lo siguiente: 1.- Un estudio de prefactibilidad técnica y económica, incluyendo un programa de desarrollo, que deberá contener, a lo menos: a) descripción técnica general y un cronograma de “las obras proyectadas para un horizonte de quince años; b) estimaciones de beneficios, costos, valor actualizado neto y rentabilidad asociados; y c) tarifas propuestas y aportes considerados .(…) 20 LGSS “Artículo 53º.- Para los fines de esta ley se entenderá por (…) k) Programa de desarrollo: es el programa de inversiones para un horizonte de tiempo dado, cuyo objeto es permitir al prestador reponer, extender y ampliar sus instalaciones, a fin de responder a los requerimientos de la demanda del servicio.”
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3. La relativa autonomía de las empresas de servicios sanitarios, la definición
legal y características del programa de desarrollo, así como el modelo
tarifario, delimitan el alcance y contenido del programa de desarrollo.
Además de los límites de la competencia legal de la SISS desarrollados en el Capítulo
I, anterior, la autonomía de gestión que la ley y la constitución reconocen a las
empresas, la caracterización legal de los programas de desarrollo y el modelo tarifario
que requiere de autonomía en la gestión de los servicios, por si solos no admiten que
la autoridad imponga a los concesionarios un determinado diagnóstico de la
infraestructura existente y las obras o soluciones específicas para abordar eventuales
déficits.
Una Guía debe limitarse a exigir formas y métodos para un estudio de prefactibilidad,
cuya elaboración corresponde al prestador mediante una descripción técnica general
que contenga un diagnóstico de la infraestructura existente y señalar, en base a la
información disponible y un análisis razonado de las alternativas, la infraestructura que
deba ser respuesta, reparada o mejorada y, en su caso, aquélla necesaria para
satisfacer los requerimientos de la demanda futura. Es dentro de estos límites que
debe enmarcarse la guía técnica para la presentación y elaboración de los programas
de desarrollo.
Una regla que imponga de un modo general a las empresas una determinada
planificación, obras o soluciones destinadas a satisfacer los requerimientos de la
demanda de servicio, importaría invadir indebidamente la autonomía de gestión de las
empresas y su reemplazo por una planificación estatal centralizada que no admite a
las empresas adoptar sus propias decisiones para cumplir la obligación legal de
garantizar la calidad y continuidad del servicio del modo que estimen más conveniente
y conforme a la normativa válida y vigente.
III. FALTA DE MOTIVACIÓN DE LA GUÍA TÉCNICA Y AUSENCIA DE
RAZONABILIDAD DE ALGUNAS DE SUS PRESCRIPCIONES.
1. Concepto y alcance.
Motivar una decisión significa explicitar las normas legales en virtud de las cuales se
dicta el acto administrativo, y fundamentalmente, exponer en forma suficiente las
razones de hecho y el sustento jurídico que justifican la decisión tomada.
La motivación es un elemento esencial de los actos administrativos y consiste en que
la Administración debe expresar, al dictar el acto administrativo, los hechos y
fundamentos de derecho en que se funda. Se trata de un razonamiento jurídico que
relaciona las prescripciones que el acto genera con los hechos y consideraciones que
le sirven de fundamento. Es exigible a cualquier tipo de acto administrativo, reglado o
discrecional, y que no sea de mero trámite.
Se trata de una exigencia impuesta por la ley para la efectiva vigencia del principio de
legalidad y, en definitiva del Estado de Derecho, que exige razonabilidad y proscribe la
arbitrariedad en los actos administrativos. “Dictar un acto motivado implica actuar “en
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la forma que prescriba la ley”, de acuerdo al artículo 7° de la Constitución Política de la
República (investidura regular/competencia/debido procedimiento legal), y que es lo
que en definitiva permite que un acto produzca plenos efectos jurídicos.” 21
La exigencia de motivación está establecida en diversos artículos de la Ley de Bases
de Procedimientos, Ley N° 19.880 (LBPA), principalmente en su artículo 11°, que
establece el principio de imparcialidad, según el cual “Los hechos y fundamentos de
derecho deberán siempre expresarse en aquellos actos que afectaren los derechos de
los particulares, sea que los limiten, restrinjan, priven de ellos, perturben o amenacen
su legítimo ejercicio, así como aquellos que resuelvan recursos administrativos”.
A su vez, el artículo 16°, que trata del Principio de Transparencia y Publicidad, señala
que “El procedimiento administrativo se realizará con transparencia, de manera que
permita y promueva el conocimiento, contenidos y fundamentos de las decisiones que
se adopten en él.”
La Contraloría General de la República (CGR) ha dictaminado que la motivación es un
“requisito esencial, en tanto constituye el fundamento de ese acto administrativo y, por
ende, se encuentra íntimamente vinculada a la decisión adoptada, debe concurrir al
momento de la dictación del mismo”22.
La motivación no es un mero requisito formal, pues una motivación incorrecta o
carente de objetividad o razonabilidad también causa la nulidad del acto
administrativo. La misma CGR ha sostenido en un caso referido a un proceso de
fijación de tarifas que “en el caso de que se trata se analizaron exhaustivamente la
totalidad de los documentos adjuntos al expediente, las reclamaciones de los
peticionarios, antecedentes ponderados a la luz de la preceptiva aplicable y de los
principios que rigen en materia tarifaria,…se analizó tanto la situación de hecho como
las razones de derecho en que se basaban las diferentes posiciones sostenidas, y en
definitiva se adoptó un criterio debida y coherentemente fundamentado
considerando que la consecución del principio de razonabilidad forma parte del
orden público económico en el cual están inmersos los procesos de fijaciones
tarifarias.”
La exigencia de motivación razonable ha sido reconocida en una sentencia de la Corte
Suprema, Rol 10119/2013, como aquello “que identifica la razonabilidad con la
interdicción de la arbitrariedad y señala, citando doctrina extranjera, un doble test al
efecto. Justamente, el segundo de ellos es aquel que se vincula mayormente a la
arbitrariedad al señalar que la decisión adoptada debe ser confrontada a fin de
analizar si la misma: “a) adolece de incoherencia por su notoria falta de adecuación al
fin de la norma, es decir, de aptitud objetiva para satisfacer dicho fin y b) si la decisión
resulta claramente desproporcionada”. 23
La falta de motivación, su insuficiencia o falta de objetividad infringen el principio de
legalidad y causan nulidad de derecho público, así lo ha reconocido en una sentencia
21 Carolina Helfmann Martini “La motivación como elemento esencial de los actos administrativos y su relación con el Principio de Razonabilidad” El Mercurio Legal, 11 de Noviembre 2106, 22 Dictamen N° 56.391/2008 23 Carolina Helfmann Martini, publicación citada
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la Corte Suprema24, señalando que “de conformidad con este último precepto
constitucional (artículo 7°)25, la validez de las actuaciones de los órganos del Estado
queda supeditada a la concurrencia, en forma copulativa, de tres presupuestos que
son fundamentales, cuales son: la investidura regular del agente; que su actividad se
desarrolle dentro del ámbito de su competencia, y que se ajuste a la forma prescrita en
la ley”.
En esta misma sentencia la Corte Suprema “ha dado pie a una extensión de las
causales, al menos incorporando dentro de los requisitos formales al motivo o
fundamento del acto administrativo. Así en la citada sentencia de la Corte Suprema
“INP con Cuello” en que se afirma que “por consiguiente, cuando actos de la
Administración, como los decretos del ente previsional a que se refiere la controversia
de autos, no se han ajustado a la forma prescrita por la ley para su otorgamiento –al
haberse prescindido en la especie de la exigencia de un certificado auténtico del
COMPIN en que se haga constar la incapacidad física del postulante a la pensión de
invalidez– carecen de valor jurídico, lo que puede ser declarado en cualquier momento
por el tribunal competente, el cual, al formular tal declaración, se limita a confirmar el
mencionado principio de la juridicidad (Considerando 16º)”.26
2. Falta de motivación de la Guía Técnica, en general.
En rigor, el borrador de la Guía Técnica sometida a consulta pública carece de una
exposición de las motivaciones y hechos que fundamenten técnica y económicamente
de un modo claro y suficiente las obligaciones que establece.
Carecen de motivación las instrucciones que obligan a reponer determinada
infraestructura sin considerar su real estado de funcionamiento en relación a su fin que
no es otro que garantizar la calidad y continuidad del servicio.
A modo ejemplar, la imposición de reposición de redes y equipos en función de una
teórica vida útil carece de motivación razonable puesto que no existen hechos o
demostraciones que justifiquen su mal estado de funcionamiento y recambio; y
normalmente existen redes con una antigüedad notable que funcionan correctamente.
Previo a disponer la reposición, existen, conforme al estado del arte y el desarrollo
tecnológico actual, diversas soluciones que habrá que analizar en su mérito caso a
caso. Precisamente el programa de desarrollo, en cuanto estudio de prefactibilidad,
requiere esencialmente la evaluación de los beneficios y costos en función de las
alternativas disponibles a nivel de ingeniería básica. Luego, la imposición de
soluciones definitivas que carece de motivación, es doblemente improcedente.
La Guía Técnica, omite toda consideración de las alternativas tecnológicas
disponibles, las que constituyen un hecho relevante, sin dar fundamento alguno para
ello. Existen en la actualidad sistemas de operación y metodologías que apuntan a la
24 CS Sentencia de 30 de agosto de 2007, considerando 15º 25 Paréntesis agregado. 26 Jorge Bermúdez Soto “Estado Actual del Control de Legalidad de los Actos Administrativos. ¿Qué queda de la Nulidad de Derecho Público? Revista de Derecho, Volumen XXIII- Nº 1, Pág. 122
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eficiencia hidráulica mediante procedimientos de vigilancia que permiten un control
oportuno de los parámetros básicos sobre el funcionamiento de las redes como son
caudales, niveles de presión, cambios intempestivos y otros análogos, todos los cuales
permiten prevenir razonablemente la ocurrencia de fallas de un modo más eficiente
que el expediente de recambio de redes de determinada antigüedad.
Por lo demás, la vida útil indicada por el fabricante o definida por la SISS es siempre
teórica, y norma técnica alguna obliga a renovarlas una vez que alcanzan dicha vida
útil teórica. En modo alguno significa que cañerías de mayor antigüedad no puedan
funcionar adecuadamente, incluso a futuro, según lo demuestra la evidencia empírica
disponible, nacional e internacional.27 Tampoco significa que cañerías de menor
antigüedad no deban ser reemplazadas antes de la teórica vida útil si ocurre que su
estado de degradación las haga incompatibles con la correcta prestación del servicio.
Es un hecho admitido en general por los especialistas en ingeniería sanitaria y
particularmente respecto de la operación eficiente de redes de agua potable y
alcantarillado, que el buen funcionamiento de los sistemas depende de múltiples
factores y, entre ellos, los más relevantes o determinantes son las condiciones de
instalación según calidad de los materiales y de construcción en función de los tipos
de suelo, sismicidad, infiltraciones de napas o aguas lluvias, etc. y de las condiciones
de uso externas (intervención de terceros, sismos, etc.) o internas como las
variaciones de presión y los programas de mantención.
Cualquier prescripción en orden a reponer determinada infraestructura, carece de
motivación si no considera una evaluación del estado físico real de la misma, el cual
no se desprende tan sólo de la antigüedad y del impacto que puede causar su falla, en
función del grado de vulnerabilidad del entorno.
En el extremo, aun cuando las empresas acaten todas las obligaciones de hacer que
impone la nueva Guía, no cumplirían con la obligación legal de continuidad de servicio
y no obstante haber acatado las instrucciones de la autoridad serían igualmente
sancionadas.
La falta de consideración de estos aspectos al no motivar el acto acarrea perniciosas
consecuencias para los consumidores y las empresas prestadoras. En cuanto conduce
a la ineficiencia causarán perjuicio económico a las empresas obligadas a reponer
infraestructura, sin que existan razones técnicas que lo justifiquen.
De esto derivan otros dos aspectos, también esenciales, de la falta de motivación de
que adolece la Guía Técnica:
27 La circunstancia que la empresa modelo para efectos tarifarios y cálculo de los flujos destinados a reposición determine cierta vida útil de la infraestructura, no la convierte en una norma exigible a los prestadores para determinar cuándo se debe reponer dicha infraestructura. Por otra parte, para una estimación razonable de si las vidas útiles así definidas permiten flujos de ingresos suficientes, es pertinente comparar los costos unitarios considerados en el modelo tarifario y los factibles de alcanzar por los prestadores en la realidad, los que actualmente son muy superiores. Ello sin considerar los menores diámetros que las actuales tarifas consideran para la red de alcantarillado al excluir injustificadamente la infiltración de aguas lluvias.
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i) La ausencia de una evaluación económica de las prescripciones que obligan a
reponer infraestructura.
ii) El impacto ambiental y en la vida cotidiana de la gente que causaría la intervención
masiva de las calles de la ciudad para ejecutar las obras de reposición ordenadas.
3. Algunos casos específicos de ausencia de razonabilidad.
Sin ser exhaustivos y a modo ejemplar, la Guía Técnica carece de motivación
razonable en los siguientes puntos:
i) N°54: “El programa anual de reposición de redes de agua potable deberá considerar
los siguientes criterios:
a) El prestador deberá reponer el 30% de la longitud total del cuartel afectado por dos
o más cortes no programados durante un semestre del último año. En caso de que el
cuartel sea completamente de cemento asbesto, éste deberá reponerse en su
totalidad;
b) El prestador deberá reponer el 50% de la longitud total del cuartel afectado por dos
o más cortes en el primer y en el segundo semestre del último año.
En caso de que el cuartel sea completamente de cemento asbesto, éste se repone en
su totalidad.”
El solo número de roturas por cuartel no es una causal suficiente para obligar de un
modo absoluto la reposición, pues en muchos casos las fallas no se deben al estado
de la cañerías sino que a factores externos como intervención de terceros y sobre
todo, si se considera que la reposición no es la única solución posible y que una
correcta evaluación debe comprender todas las variables especialmente las de
naturaleza operativa tales como válvulas reductoras de presión que no funcionen
correctamente, golpes de ariete a causa de apertura de válvulas en forma abrupta, y
otras.
La obligación de reemplazar las tuberías de asbesto cemento no es razonable en la
medida que ellas funcionen correctamente y, principalmente, porque en nada se
afecta la calidad sanitaria del agua y la salud de la población dado que se encuentran
enterradas.
ii) N°64: “El prestador deberá incluir en el Programa de Desarrollo todas las
reposiciones necesarias de los equipos electromecánicos, tales como: equipos de
bombeo, equipos de plantas de tratamiento de aguas servidas, dosificadores, etc., de
conformidad a la vida útil de cada uno.”
La sola vida útil teórica o nominal señalada por los fabricantes o la utilizada en el
diseño de la empresa modelo para efectos tarifarios no es un criterio razonable para
exigir la reposición de la infraestructura puesto que existe evidencia empírica suficiente
sobre una inmensa cantidad de equipos e infraestructura que funcionan
adecuadamente una vez cumplida su vida útil nominal. Ello principalmente porque el
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buen funcionamiento de los equipos depende del nivel y condiciones de uso u
operación, y grado de mantención.
En virtud de las razones expuestas, solicito respetuosamente al Sr. Superintendente
tener presentes los vicios de ilegalidad e inconstitucionalidad que presenta el Proyecto
de nueva Guía Técnica de Elaboración de los Programas de Desarrollo, procediendo a
subsanarlos en el evento de aprobarse una nueva Guía.
Saluda atentamente a Ud.
Victor Galilea Page
Presidente
ANDESS A.G.