anibal

4
Aníbal Esa tarde Él se dirigió al sombrío y oscuro cementerio en las afueras de la ciudad. Habían acordado encontrarse allí a las doce en punto. Él se caracterizaba por ser muy puntual y preciso, por lo que pensó en llegar un poco antes. Se acercó cuidadosamente detrás de un mausoleo pero habiendo escuchando voces acercándose se escondió en el mismo. Por la ranura de la puerta pudo observar asombrado, que Jason se encontraba allí junto a un hombre que vestía completamente de negro. Era alto y llevaba un arma en la mano derecha. Mientras estaba agazapado tras el panteón Él escuchó, entre la discusión, las palabras emboscada, atrapar y su nombre junto a ellas. Sospechando que lo hubieran encontrado, y de que su supuesto amigo solo fuera un agente encubierto, con un movimiento rápido y ligero, sacó un arma, la que traía siempre consigo y saliendo de su escondite disparo a las dos personas las cuales se habían quedado atónitas al verlo. Los cuerpos se desplomaron con un ruido sordo en el frio suelo del cementerio. El asesino, experto en su trabajo, pensó en ocultar los cuerpos en un mausoleo hasta el día siguiente para poder limpiar los restos de sangre. Minutos después de haber escondido los cuerpos, el homicida escuchó una lejana sirena, por lo que rápidamente abandonó el lugar. Cuando el inspector Morgan llegó al lugar del asesinato, se encontró con un crimen muy bien realizado, muy pocas evidencias y solo algunas pocas manchas de sangre, pero nada más. Morgan, disgustado, introdujo lentamente la mano en su chaqueta y sacó de su interior un viejo habano, con el tabaco reseco, colores indefinidos y unas pequeñas manchas de moho en la etiqueta. Esto no pareció importarle al detective ya que, sacando un viejo y oxidado encendedor, caldeó 1 el objeto en cuestión y le dio una larga pitada. Luego muy calmadamente comenzó a hacer aros y figuras con el humo. Morgan era un hombre alto, con el pelo oscuro corto, rasgos toscos, edad entre los cincuenta, introvertido, persuasivo, serio y ameno. Se le consideraba uno de los investigadores más experimentado en su profesión. Luego de un largo momento de reflexión exclamó. 1 Encender, prender.’ 1

Upload: claudio-ordonez

Post on 31-Jan-2016

212 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Cuento Policial escrito 2015

TRANSCRIPT

Page 1: Anibal

Aníbal

Esa tarde Él se dirigió al sombrío y oscuro cementerio en las afueras de la ciudad. Habían acordado encontrarse allí a las doce en punto. Él se caracterizaba por ser muy puntual y preciso, por lo que pensó en llegar un poco antes. Se acercó cuidadosamente detrás de un mausoleo pero habiendo escuchando voces acercándose se escondió en el mismo. Por la ranura de la puerta pudo observar asombrado, que Jason se encontraba allí junto a un hombre que vestía completamente de negro. Era alto y llevaba un arma en la mano derecha. Mientras estaba agazapado tras el panteón Él escuchó, entre la discusión, las palabras emboscada, atrapar y su nombre junto a ellas. Sospechando que lo hubieran encontrado, y de que su supuesto amigo solo fuera un agente encubierto, con un movimiento rápido y ligero, sacó un arma, la que traía siempre consigo y saliendo de su escondite disparo a las dos personas las cuales se habían quedado atónitas al verlo. Los cuerpos se desplomaron con un ruido sordo en el frio suelo del cementerio. El asesino, experto en su trabajo, pensó en ocultar los cuerpos en un mausoleo hasta el día siguiente para poder limpiar los restos de sangre. Minutos después de haber escondido los cuerpos, el homicida escuchó una lejana sirena, por lo que rápidamente abandonó el lugar.

Cuando el inspector Morgan llegó al lugar del asesinato, se encontró con un crimen muy bien realizado, muy pocas evidencias y solo algunas pocas manchas de sangre, pero nada más. Morgan, disgustado, introdujo lentamente la mano en su chaqueta y sacó de su interior un viejo habano, con el tabaco reseco, colores indefinidos y unas pequeñas manchas de moho en la etiqueta. Esto no pareció importarle al detective ya que, sacando un viejo y oxidado encendedor, caldeó1 el objeto en cuestión y le dio una larga pitada. Luego muy calmadamente comenzó a hacer aros y figuras con el humo. Morgan era un hombre alto, con el pelo oscuro corto, rasgos toscos, edad entre los cincuenta, introvertido, persuasivo, serio y ameno. Se le consideraba uno de los investigadores más experimentado en su profesión. Luego de un largo momento de reflexión exclamó.

- ¡Le hemos seguido la pista durante seis meses, y justo cuando lo estamos por atrapar, se nos escapa de las manos! ¡Hasta cuándo vamos a estar detrás de Él!

Su ayudante; Edward Maloy, un muchacho que rondaba los veinticinco años, delgado, de estatura mediana, montones de pecas en la cara, y cabello dorado largo, el cual llevaba suelto por delante pero por detrás una larga trenza le llegaba a los hombros; se acercó a su superior cautelosamente, puesto que ya sabía como manejarlo en sus momentos de frustración. Los dos llevaban juntos desde solo un poco antes de que Morgan tomara el caso y desde entonces había aprendido que durante momentos así solo se le podía sugerir buscar pistas. Tocándole sutilmente el hombro le dijo.

- El agente encubierto dijo que lo haría venir a las doce en punto, pero algo debió haber ocurrido ya que todavía no se cumple la hora acordada.

En respuesta a su observación el inspector exclamó.- Suerte que me antepuse a cualquier conflicto y coloqué cámaras en cada uno de los

mausoleos. Ed, revisa los del lado derecho y tráeme las grabaciones, yo revisaré los del izquierdo.

Luego de un largo rato de recolectar cintas de grabación, Morgan escuchó que su ayudante se acercaba corriendo hacia donde él se encontraba, y sin prisa alguna, guardando las cintas que

1 ‘Encender, prender.’

1

Page 2: Anibal

hasta el momento había recolectado se volteó y sosegadamente2 lo esperó apoyado la puerta que cautelosamente había cerrado. Bañado en transpiración y con una expresión de consternación le apuró a ir al último mausoleo. Consternado, el inspector apuró el paso y al llegar vio que una gran mancha de sangre asomaba por debajo de la puerta. Apurándose a abrirla casi tropieza con la pierna de uno de los cadáveres, pero su ayudante lo atrapó justo a tiempo.

- Llama al forense- dijo Morgan mientras se recuperaba del impacto de ver los cuerpos de dos agentes que el mismo había entrenado - Dile que son Jason y Carl – exclamó mientras se sentaba en el polvoriento suelo del cementerio.Luego de un rato de espera el forense llegó, y mientras revisaba los cuerpos, el inspector y su ayudante se retiraron del lugar y volvieron a la delegación para poder observar las grabaciones.Durante toda la noche los dos compañeros observaron detalladamente los videos hasta encontrar uno donde se observaba claramente cuando el asesino salía de su escondite y con una velocidad y puntería sobrehumana disparaba a los dos agentes. Impactado el inspector se dirigió a su ayudante.

– Vuelva a casa, duerme un poco, porque mañana va a ser un día muy largo Sin objeción alguna Ed sale de la penitenciaría de camino a su casa.

Al día siguiente, imprimieron una foto del asesino y recorrieron el sector cercano al cementerio. Tuvieron suerte, puesto que mientras tocaban en la tercera puerta, escucharon vidrios romperse y vieron la silueta de un hombre escapando por la parte trasera de la casa. De inmediato Morgan y su ayudante comenzaron a perseguirlo por entre los jardines de las casas aledañas, hasta que en un momento el fugitivo cayó sobre un rosal, en el cual quedó atrapado. Cuando logro liberarse los oficiales ya habían llegado al lugar y lo acorralaron contra una pared. Ed se encargó de esposarlo, y mientras lo llevaban a la comisaría el Inspector comenzó a interrogarlo.

– ¿Por qué huías? – preguntó Morgan– Acaso importa, ya me tienen aquí – dijo bruscamente el interrogado– Estas en la lista de los fugitivos más buscados en todo el país, ¡Quiero saber por qué

hiciste todo eso!– No pienso hacerlo – Al menos dime ¿Por qué asesinaste a esos dos agentes ayer a la medianoche?– Uno de ellos fingió ser mi amigo durante dos meses, no pude controlar mi ímpetu

al descubrir que solo quería ponerme tras las rejas – respondió con una cruel sonrisa plasmada en su rostro – no puedo decir que no disfrute haciéndolo.

El asesino era alto y muy delgado, le faltaban uno o más dientes, y tenía la cara llena de cicatrices. Tenía una expresión fría y no dejaba de mirar de izquierda a derecha como si alguien lo estuviera observando. El inspector no pudo controlar su furia y tomando su arma lo golpeó con la culata. Luego continuó con las preguntas

– Cada semana te presentas en lugares distintos con distintos nombres, pero me gustaría saber antes de llegar a la comisaria tu verdadero nombre.

Antes de responder, el asesino miró a Morgan con crueldad, y acercándose su oído le dijo en un volumen casi imperceptible.

– Me llamo Aníbal.

2 ‘tranquilamente, serenamente’

2