antologia final
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Trabajo de investigación que coteja la relación entre las historias y/o leyendas de gigantismo en la República Argentina y los mitos clásicos de la Grecia AntiguaTRANSCRIPT
Antología del gigantismo en las leyendas argentinas en
relación con el mito griego
Índice:
Prólogo………………………………………………………………………………2
Historias de gigantes en la creación…………………………………………………8
Leyenda del cerro Aconcagua…………………………………………...9
La leyenda de Tarobá y Naipí…………………………………………..11
La leyenda de la piedra movediza de Tandil……………………………13
Bestiario de seres gigantescos………………………………………………………16
El nacimiento del ucumar………………………………………………17
Destination Truth: El Nahuelito…………………………………………20
El perro familiar…………………………………………………………24
Gigante y humano, cara a cara………………………………………………………27
Viaje alrededor del globo (Fragmento)………………………………….28
Prólogo:
La mitología griega, por lejos la más extendida y reproducida de la historia de la
humanidad repercute hasta nuestro días de forma visible en toda la cultura occidental.
Compendio de aventuras, bestias y romances dignos de ser recordados y reescritos un y
otra vez, los mitos de la Grecia clásica son el más fiel de los testimonios de la sociedad
de esa época, los deseos y los valores de cada uno de los individuos que la conformaban
y que, salvando las distancias cuenta con vigencia el día de hoy. Más allá del
componente fantástico que cruza todos y cada uno de los relatos que forman parte de la
mitología helénica (condición por la cual se los considera mitos), el aspecto filosófico y
humano presente en ellos se condice con la psiquis del hombre de cualquier punto de la
línea histórica. Desde el altruismo de Prometeo1 para con los más necesitados, la
ambición por aquello que está vedado de Faetonte2 y Beleforonte3, la pasión
incondicional que no conoce de barreras en los mitos de Orfeo y el rapto de Helena por
París hasta la auto idolatría por la que perece Narciso4, los mitos de la Antigua Grecia
reflejan la invariabilidad del interior del sujeto, que se repite a sí mismo de generación
en generación, una época tras otra, a lo largo y ancho del globo, sin distinción de
género, edad o estrato social alguno, en lo que podría considerarse el progreso de la
especie, su desarrollo hacia un ser superior, tan claramente explicado por Hesíodo5 en el
mito de las edades6.
Ahora bien, es tal la diseminación de los mitos de Grecia, cuna de la
civilización, hogar de las primeras ciudades y de los más reconocidos pensadores, que
con sus variantes, adaptaciones, funciones e interpretaciones han tenido una influencia
vital en la conformación de los sistemas de creencias de todas las culturas del
hemisferio occidental. Allí donde se expandía el pueblo de la península del
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Mediterráneo, allí desembarcaban sus relatos, sus dioses y su religión. Cada territorio,
conquistado o no, que era testigo de los desmanes ocurridos allá lejos en el monte
Olimpo adoptaba los relatos como propios y los reproducía con menor o mayor
fidelidad a los mitos originales. Así fue como los amoríos de Zeus y los trabajos del
incansable Heracles penetraron en los más recónditos sitios del oeste del globo, vivos y
latentes en el consciente colectivo, transportados y transferidos por los expedicionarios
más sagaces que frecuentan desde siglos inmemorables ya para la época en que Colón
pisaba lo que se dieron por llamar Nuevo Mundo.
Argentina, en este caso, no podía ser de forma alguna la excepción. Con su
variedad interminable de colores, paisajes y tradiciones, sufrió, como tantas otras
culturas el impacto de las creencias helénicas, de las cuales se apropió y adaptó a placer,
acondicionándolas a sus ideales particulares y al entorno que la rodea y condiciona. A
pesar de esta mutación, de esta configuración especial y única de la materia prima que
supone el mito griego, la influencia europea aún puede detectarse en las más autóctonas
de las historias y personajes, y a eso es a lo que apunta esta antología, a descifrar y
decodificar los rasgos del folclore de nuestro extenso territorio que encuentran su
antecedente en Homero, las polis y los teatros. Con los relatos de nuestro país como la
punta del ovillo, la del iceberg, nos proponemos desandar todo ese camino hacia atrás
en busca de los puntos de contacto que estos presentan con la tradición griega,
demasiado visibles y numerosos para ser pasados por alto como meras coincidencias
insignificantes.
Las historias de gigantes, el eje temático de esta antología, no están ajenas a esta
transferencia, a esta adaptación. La elección de los seres de gran tamaño como foco de
nuestro trabajo no responde simplemente a una intención de filtrar el amplísimo
espectro que presentan las leyendas de nuestro país, sino a un carácter propio de los
3
gigantes: su esencia revolucionaria, su desconocimiento y desobediencia de cualquier
tipo de regla a la que puedan enfrentarse. En cada uno de los textos aquí reunidos, la
figura del gigante se erige por naturaleza contra la ley y sus limitaciones, en
contraposición con otros seres minúsculos como las hadas o los duendes (de mayor
presencia en el folclore de nuestro país) que comúnmente representan lo valores de una
sociedad y se relacionan con el orden y con aquello que es considerado correcto. Visto
así: “El gigante, desde Leviatán al fenómeno de barraca, es una categoría mixta; un
transgresor de las fronteras y las reglas; una sobreabundancia de lo natural y por lo tanto
una afrenta a los sistemas culturales”7, podría considerarse que se desprende de este ser
un aura negativa, de maldad o rebeldía. Nada más alejado de la realidad, a lo largo de
este trabajo se presenta una amplia gama de actitudes que confluyen todas en la figura
del gigante: desde la filantropía y el cariño para con el género humano, hasta la ira
desatada y su desprecio total e irremediable. Es ese desinterés por la norma, por lo
establecido y por la limitación que caracteriza al ser gigante lo que genera una especial
atracción y fascinación que se pretende transmitir en esta antología.
Para la selección de los textos que componen la siguiente compilación hemos
tenido en cuenta distintos puntos que le son comunes a todos los textos y que nos han
permitido establecer un filtro entre aquellas historias que de verdad reflejan una relación
con el mito helénico y otras en que esta analogía responde a una simple coincidencia
aislada. Entre los más destacados de estos elementos podemos contar: la similitud en la
intención, motivación o carácter del ser gigante local con su par griego, las sensaciones
que cada uno de estos generan en la porción de población que los ha avistado (sea
miedo, fascinación, alegría, agradecimiento, etc.) y la exageración que sufren cada vez
que sus historias son relatadas, lo cual lleva a una variación extrema entre los distintos
4
relatos que describen a cada uno de ellos y que acrecentan sus historias hasta límites
impensados.
Tan ricas y variadas son tanto la mitología griega como el conjunto de leyendas
que circulan por nuestro territorio que las interrelaciones entre ellas son múltiples y en
los más diversos niveles. Para una mejor comprensión de este interjuego entre la madre
de todas las creencias de occidente y su par en este país hemos dividido nuestra
antología en tres partes, cada una de ellas acumula una serie de relatos de distintas zonas
de nuestro país con evidentes puntos en común entre ellos y con la mitología del país
mediterráneo. En la primera de ellas se incluyen textos referidos de alguna manera a la
creación del género humano (el de Neli Garrido de la piedra movediza) o de ciertos
fenómenos geográficos, entre los que se incluyen el cerro Aconcagua y las cataratas del
Iguazú. Los gigantes suelen tener en los sistemas de creencias una importancia vital a la
hora de la conformación del paisaje o la vida humana, como lo señala Stewart en su
capítulo sobre gigantismo:
“Los invasores iniciales del estas islas, al ver los menhires gigantes, los círculos
de piedra como los de Stonehege, Averbury y muchos otros, habrán concluido
naturalmente que sólo gigantes podrían mover masas tan inmensas de piedra y
colocarlas verticalmente . . . En la tradición germánica encontramos historias
similares en que gigantes hacen canales, ríos, lagos, islas y montañas, en que lagos
y arroyos se forman con lágrimas la sangre de un gigante”8
Más allá de su relevancia como actores principales en la creación, se resalta su
carácter de primeros seres de estas tierras y el lugar relegado que se les adjudica en la
actualidad, situación atribuible probablemente a su representación como seres de mal
genio o contrarios a los humanos, quienes les deben (según las historias aquí expuestas)
no solo su vida sino gran parte de los placeres a los que están ya acostumbrados.
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En la segunda parte de nuestro trabajo, que hemos dado a llamar “Bestiario de
seres gigantescos”, recopilamos una serie de textos que hacen alusión a diversas
criaturas de exorbitante tamaño que aterrorizan y fascinan a la vez a los humanos que
dicen haber estado en su presencia. Con similitudes más que interesantes con ciertas
bestias renombradas de los mitos griegos (entre los que destacan la hidra de Lerna y el
Cerbero de Hades, entre otros), estos especimenes, en cambio, no tienen real
participación en otras historias o leyendas más que en las que explican sus orígenes. A
diferencia de sus pares griegos, los cuales suelen tener algún tipo de participación
(principalmente como escollos en las epopeyas de los más reconocido héroes) en
distintos mitos o situaciones, estos gigantes nuestros se limitan a vagar atemorizando
allí a donde se dirigen a los más valientes que se atrevan a cruzárseles.
Por último, y con un solo texto, a modo de cierre, incluimos una parte que
denominamos “Gigante y hombre, cara a cara”, las crónicas del expedicionario Antonio
Pigafetta, tripulante de una de las embarcaciones de la flota que, encabezada primero
por Magallanes y luego por Elcano, dio, por primera vez en la historia, una vuelta
completa al mundo. En el fragmento elegido, los marineros desembarcan en algún punto
de la extensa Patagonia, donde se encuentran con una tribu de hombres de descomunal
talla a los que llaman patagones. La correlación con el episodio de Ulises en la isla de
Polifemo y los cíclopes es casi una obviedad, la tripulación de un barco que atraviesa un
viaje en teoría interminable y que en su camino se topa con un poblado de gigantes que
en un principio los atemoriza pero que, más temprano que tarde, logra dominar a placer.
Entendiendo la imposibilidad de abarcar todo el espectro de historias de gigantes
plausibles de análisis se ha debido dejar de lado ciertas leyendas que bien podrían
formar parte de la presente antología pero que no se adaptan de una manera tan efectiva
a la cuestión critica abordada como los seleccionados. Planteando este trabajo como una
6
primera aproximación a dicho problema, se pretende poder continuar con el análisis
cuyos cimientos aquí se establecen con el objetivo de lograr la mayor de las precisiones
en vistas a un futuro trabajo que retome y extienda las cuestiones aquí referidas.
7
Historias de gigantes en la creación
8
Leyenda del cerro Aconcagua
Cuentan los antiguos que al pie del Aconcagua vivían los gigantes, unos seres
mitológicos que habitaban estas zonas de tierras desoladas y de sed
moribundas. La semilla que en la tierra caía no tenía humedad para poder
fructificar. El Alto Padre – que es el cerro – vigilaba todo atisbo de vida
que a sus pies se movía, mientras el viento soplaba con fuerza singular
haciendo polvo la tierra sometida, quebrada por la sed, los soles infernales
y el penar de los gigantes.
Un día, a esperadas del Padre Cerro, el pueblo se conjuró y decidió
romper la costra de las fuentes que, seguramente, corrían e el interior del
cerro. Era la única manera de conseguir que la vida continuara. En silente
fila india, subieron las abruptas laderas y socavaron presurosos las lajas
que ornaban las fuentes cristalinas. Las aguas surgieron, voluptuosas, por
entre las piedras, y corrieron venturosas a regar la tierra que sólo esperaba
eso: agua.
Hacia el brillo del sol, despertó el Centinela y vio los hilos de plata
que se unían en un río. Enfureció y sus músculos temblaron en una
horrenda sinfonía de sonidos. La montaña reventó y barrió con piedras,
barro y agua los sembradíos que, presurosos, habían germinado.
El tiempo, que todo lo cura,
que todo lo resuelve, hizo que se
encauzara la corriente y las tierras de
los gigantes volvieran a tener sus
9
Analogía griega:Enterada de la situación de los Titanes (encerrados por Zeus en el Tartaro) Gea (su abuela, madre de Crono y Rea) dio nacimiento a los Gigantes para que lucharan contra los dioses olímpicos. Anoticiados por un oráculo, los dioses acuden a Heracles, ya que sin la ayuda de un mortal su victoria sería imposible. Asímismo se apoderan y destruyen el brebaje que otorgaba invulnerabilidad a los Gigantes. La contienda era encarnizada (y dio nacimiento a cantidad de fallos geográficos como las islas de Nsiros y Sicilia y el volcán Vesubio). Tras larga batalla los Gigantes fueron vencidos uno a uno y rematados por las flechas envenenadas de Heracles, Zeus recobró el dominio total de el universo para no ser cuestionado nunca más de allí en adelante
verdores. Pero, de vez en cuando, el Aconcagua reitera su venganza enviando hacia el
llano una furibunda arremetida que arrasa con todo lo que encuentre a su paso. No valen
ni rogativas ni alabanzas, a menudo se pierden las cosechas y las vidas. El Padre Cerro
es dueño de las tierras. Los gigantes quisieron ir contra sus designios y perdieron.
El quejido de la montaña es la prueba más contundente de la supremacía de la
naturaleza sobre la voluntad del hombre.
La leyenda de Tarobá y Naipí
10
Analogía griega:La historia de amor de Acis y Galatea también llegó muy lejos desde la antigua mitología. Se cuenta que Acis era un dios de un río enamorado de la ninfa de sus aguas, la hermosa Galatea. Pero antes habían sido una pareja de amantes humanos. Sucedió que hubo alguien más en discordia, el monstruoso Polifemo, un cíclope hijo de Poseidon. Polifemo también había caído prendado de Galatea, pero la ninfa prefería a Acis, joven y hermoso. Acis y Galatea se amaban en secreto, desafiando la cólera de Polifemo, hasta que un día el cíclope supo de este amor y se enfureció. Resulta que oyó como Acis entonaba una canción amorosa dedicada a Galatea, y, lleno de ira se puso a arrojar rocas sobre la pareja. Ambos se transformaron en agua, Galatea en fuente y Acis en el río que lleva su nombre, en Sicilia.
Descripción del relato: Esta leyenda andina funciona como una explicación a la formación de avalanchas o desprendimientos en el cerro más grande de nuestro país. El cerro, padre de una población de gigantes que vive a sus pies, manifiesta su ira cuando sus hijos se rebelan contra sus designios y extraen su agua. Con un duro castigo, el padre alecciona a los gigantes y deja en claro, para la posteridad, lo implacable de su ira
Cuenta la leyenda que, en el comienzo de los tiempos, habitaba el río Iguazú una
enorme y monstruosa serpiente, un dios guardián hijo de Tupá, cuyo nombre era Mboí
(víbora en idioma guaraní). Los Caigangues -tribu de guaraníes de la región- debían,
una vez por año, sacrificar a una bella doncella y entregársela a Mboí, arrojándola al río,
que por ese entonces circulaba mansamente.
Para la ceremonia se invitaba a todas las tribus guaraníes, aún a las más alejadas.
Fue así que llegó, al frente de su tribu, un joven cacique cuyo nombre era Tarobá. Al
conocer a Naipí, la hermosa doncella que ese año estaba consagrada al sacrificio, se
rebeló contra los ancianos de la tribu y en vano intentó convencerlos de que no
sacrificaran a Naipí.
Ante la negación de los ancianos y para salvar a su amor de tan cruel destino,
sólo pensó en raptarla y la noche anterior al sacrificio cargó a Naipí en su canoa e
intentó escapar por el río. Pero Mboí, que se había enterado de esto, se puso furioso y su
furia fue tal que, encorvando su lomo, partió el curso del río formando las Cataratas,
atrapando a Tarobá y a Naipí.
Cubiertos por las aguas, la
embarcación y los fugitivos cayeron de una
gran altura, desapareciendo para siempre.
Pero, temiendo Mboí que el amor de los
jóvenes los uniera en el más allá, decidió
separarlos para siempre.
Naipí fue transformada en una de las rocas centrales de las cataratas,
perpetuamente castigada por las aguas revueltas, y Tarobá fue convertido en una
palmera situada a la orilla de un abismo, inclinada sobre la garganta del río.
Luego de provocar todo este estrago, Mboí se sumergió en la Garganta del Diablo,
11
Descripción del relato: Una historia de amor entre un indio y su amada, una condenada a servir como sacrificio para apaciguar la ira de un monstruo marino. Desoyendo el consejo de los ancestros el enamorado rapta al futuro sacrificio y ambos sufren la ira del monstruo, convirtiéndose ella en una de las rocas de la Catarata y él en una palmera.
desde donde vigila a los amantes, impidiendo
que vuelvan a unirse. Sin embargo en días de
sol, el arco iris supera el poder de Mboí y une
nuevamente a Tarobá y a Naipí como un
puente de amor.
La leyenda de la piedra movediza de Tandil
Era el principio de los tiempos. El Sol y la Luna eran marido y mujer: dos dioses
gigantes, tan buenos y generosos como enormes eran.
12
Analogía griega:Hay dos guardianes famosos del paso marino de Mesina, el estrecho que separa Italia y Sicilia; se trata de Escila y Caribdis, dos criaturas que hundían los barcos que pasaban por ahí. Caribdis, que formaba destructiva pareja con Escila, era el remolino o maremoto, personificado como mujer monstruosa o serpiente gigante que traga y devuelve enormes cantidades de agua. Vivía en la roca que bordea el estrecho de Mesina y era hija de Gea, la Tierra y Poseidón, dios de los mares, como corresponde a un ser que representa un peligrosísimo escollo.
El Sol era el dueño de todo el calor y la fuerza del mundo; tanto era su poder que
de sólo extender los brazos la tierra se inundaba de luz y de sus dedos prodigiosos
brotaba el calor a raudales.
Era el dueño absoluto de la vida y de la
muerte.
Ella, la Luna, era blanca y hermosa.
Dueña de la sabiduría y el silencio; de la paz y
la dulzura. Ante su presencia todo se aquietaba.
Andando por la tierra crearon la llanura: una inmensa
extensión que cubrieron de pastos y de flores para
hacerla más bella. Y la llanura era una lisa alfombra
verde por donde los dioses paseaban con blandos
pasos. Luego crearon las lagunas donde el Sol y la
Luna se bañaban después de sus largos paseos.
Pero los dioses se cansaron de estar solos: y
poblaron de peces las aguas y de otros animales la tierra. ¡Qué felices se sentían de
verlos saltar y correr por sus dominios! Satisfechos de su obra decidieron regresar al
cielo. Entonces fue cuando pensaron que alguien debía cuidar esos preciosos campos: y
crearon a sus hijos, los hombres. Ahora ya podían regresar. Muy tristes se pusieron los
hombres cuando supieron que sus amados padres los dejarían. Entonces el Sol les dijo:
-Nada debéis temer; ésta es vuestra tierra. Yo enviaré mi luz hasta vosotros, todos los
días. Y también mi calor para que la vida no acabe.
13
Analogía griega:Prometeo era hijo de Jápeto y la oceánide Asia o de la también oceánide Clímene. Era hermano de Atlas, Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia y engaños. No tenía miedo alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y a su poca perspicacia.
Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Urdió un primer engaño contra Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió a continuación en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos. Desde entonces los hombres queman en los sacrificios los huesos para ofrecerlos a los dioses, pero la carne se la comen.
Indignado por este engaño, Zeus privó a los hombres del fuego. Prometeo decidió robarlo, así que subió al monte Olimpo y lo cogió del carro de Helios o de la forja de Hefesto, y lo consiguió devolver a los hombres en el tallo de una cañaheja, que arde lentamente y resulta muy apropiado para este fin. De esta forma la humanidad pudo calentarse.
Y dijo la Luna:
-Nada debéis temer; yo
iluminaré levemente las
sombras de la noche y velaré
vuestro descanso.
Así pasó el tiempo. Los días y las noches. Era el tiempo feliz. Los indios se
sentían protegidos por sus dioses y les bastaba mirar al cielo para saber que ellos
estaban siempre allí enviándoles sus maravillosos dones. Adoraban al Sol y la Luna y
les ofrecían sus cantos y sus danzas.
Un día vieron que el Sol empezaba a palidecer, cada vez más y más y más...
¿qué pasaba?, ¿qué cosa tan extraña hacía que su sonriente rostro dejara de reír? Algo
terrible, pero que no podían explicarse, estaba sucediendo.
Pronto se dieron cuenta que un gigantesco puma alado acosaba por la
inmensidad de los cielos al bondadoso Sol.
Y el Dios se debatía entre los zarpazos del terrible animal que quería destruirlo.
Los indios no lo pensaron más y se prepararon para defenderlo. Los más valientes y
hábiles guerreros se reunieron y empezaron a arrojar sus flechas al intruso que se atrevía
a molestar al Sol.
Una, dos, miles y miles de flechas fueron arrojadas, pero no lograban destruir al
puma, que, por el contrario, cada vez se ponía más furioso. Por fin uno dio en el blanco
y el animal cayó atravesado por la flecha que entraba por el vientre y salía por el lomo.
Sí, cayó, pero no muerto. Y allí estaba, extendido y rugiendo; estremeciendo la tierra
con sus rugidos. Tan enorme era que nadie se atrevía a acercarse y lo miraban,
14
Descripción del relato: Mito que explica la creación del mundo, en el que primero existieron los gigantes Sol y Luna que, sintiéndose muy solos crearon a la raza humana y dotaron al mundo de todas las bellezas que hoy podemos apreciar. Tal era el amor que los hombres les profesaban a sus dioses protectores que una vez estos en peligro acudieron los hombres sin pensarlo en su ayuda. Del promontorio de piedras que sirvió como tumba a la bestia que osó enfrentar a los dioses, su cúspide es la piedra movediza, punto turístico de importancia en la ciudad de Tandil.
asustados, desde lejos. En tanto el Sol se fue ocultando poco a poco; había recobrado su
aspecto risueño. Los indios le miraban complacidos y él les acariciaba los rostros con la
punta de sus tibios dedos. El cielo se tiñó de rojo... se fue poniendo violeta..., violeta. ...
y poco a poco llegaron las sombras.
Entonces salió la Luna. Vio al puma allá abajo, tendido y rugiendo.
Compadecida quiso acabar con su agonía.
Y empezó a arrojarle piedras para ultimarlo. Tantas y tan enormes que se fueron
amontonando sobre el cuerpo hasta cubrirlo totalmente.
Tantas y tan enormes que formaron sobre la llanura una sierra: la Sierra de
Tandil. La última piedra que arrojó cayó sobre la punta de la flecha que todavía
asomaba y allí se quedó clavada.
Allí quedó enterrado, también, para siempre, el espíritu del mal, que según los
indios no podía salir.
Pero cuando el Sol paseaba por los cielos, se estremecía de rabia siempre con el
deseo de atacarlo otra vez.
Y al moverse hacía oscilar la piedra suspendida en la punta de la sierra.
15
Bestiario de seres gigantescos
16
El nacimiento del ucumar
Cuando nació, su padre quiso ahogarla. La madre, la
protegió entre sus brazos y no la abandonó nunca. Tuvo
más amor por el pequeño monstruo que por sus cinco
hermosos hijos anteriores. Por su celo y por su pena fue
quedando sola y enfermó. Mientras agonizaba, con más
fuerza que nunca abrazó y miró a ese cuerpo extraño
que ella había parido.
Arrancaron de su cuerpo, rígido ya el engendro que
bramaba y aullaba. Quiso la suerte que fuera arrojada a
un rincón de la enorme choza, hasta tanto se
cumplieran los ritos funerarios con la madre. Cuando
regresaron los hermanos y el padre sin saber que hacer,
entre los murmullos de la otra gente, la encontraron
acurrucada y lanzado sonidos extraños, como si llorara.
No fue por misericordia que salvo la vida, Se había
miedo en la choza.
Como no se le veían órganos genitales, pero sus
piernas se manchaban de rojo cada luna, fue la
“ucumara”.
Se hizo enorme, hosca y gruñona y al parecer,
temerosa.
17
Analogía griega:
Caco, hijo de Hefesto, era
un gigante mitad hombre y
mitad sátiro que vomitaba torbellinos
de llamas y humo. Vivía en una cueva
del monte Aventino en
el Lacio (actualmente Roma), en cuya
puerta siempre colgaban, para horror
de los habitantes del lugar, las cabezas
sangrantes de los humanos que
devoraba.
Según la Eneida, Heracles condujo los
rebaños de bueyes de Gerión tras haber
derrotado a éste hasta las orillas del
Tíber, cerca de la morada de Caco.
Mientras pastaban Heracles se durmió
y Caco se encaprichó del ganado,
robando cuatro parejas de bueyes que
condujo a su cueva arrastrándolos de
espaldas por el rabo, de forma que no
dejaran huellas. Cuando Heracles
despertó y se dispuso a abandonar los
pastos, el ganado que le quedaba
empezó a mugir lastimeramente hacia
la cueva, donde una vaca respondió.
Heracles corrió furioso hacia la cueva.
Caco, aterrorizado, había bloqueado la
entrada con una roca enorme que
mantenían sujeta unas cadenas forjadas
por Hefesto. Heracles se vio obligado a
arrancar la cima de la montaña para
abrirse paso, y Caco le atacó
escupiendo remolinos de llamas y
humo, de lo que Heracles se defendió
con ramas de árboles y rocas del
tamaño de piedras de molino.
Perdiendo finalmente la paciencia,
Heracles saltó a la cueva, dirigiéndose
a la zona en la que el humo era más
denso, agarró a Caco y lo estranguló.
Uno de los hombres de la aldea, de su mismo tiempo, entre crepúsculos y soledades
se acercaba furtivo a la aldea- choza con
creciente asiduidad. No temía ni lo
inmutaban los gruñidos y saltos
ostentosos con que la “ucumara” retribuía sus visitas, que eran breves, pero tensas. Un
día le arrojó frutas y otro día un trozo de carne humana. La tribu devoraba a los
prisioneros de guerra y el dueño del enemigo muerto era el dueño del banquete. La
“ucumara” comió y no dejó restos. Estaba entendido entonces que apreciaba el obsequio
y por consiguiente el hombre lo repitió tantas veces como pudo, recibiendo en pagos
gruñidos más suspirados, saltos menos agresivos.
Un día la aldea en pleno se encaminó al río distante, para cumplir la ceremonia anual
de adoración a la creciente tumultuosa y atronadora que traía el deshielo de las cumbres
blancas. El hombre regresó, eligiendo rincones para no ser visto y luego de una lucha
feroz, violó a la “ucumara”.
A partir de entonces su hosquedad fue total y su furia aumentó. Odió a los hombres y
al mundo circundante. Las piedras de su choza desaparecieron, arrojadas con increíble
fuerza contra todo ser viviente que se aproximara.
Cuando no tuvo más piedras, huyó.
Regresó una tarde tormentosa y raptó a su violador sin que nadie se atreviera a
detenerla, menos aún la víctima, vencida su resistencia a golpes y arrastrado de una
pierna por los peñascos y huaycos hasta la pétrea guarida donde, imaginamos, llegó mas
muerto que vivo. Allí tuvo que elegir entre la vida y
las nupcias: escogió el amor, y por un tiempo su
18
Descripción del relato: Texto que relata el nacimiento de la bestia de las junglas norte, apodada Ucumar, que acecha los poblados en busca de ganado y hasta carne humana de algún desprevenido para alimentarse.
ritmo fue el ritmo de la “ucumara” que, ya grávida y desconcertada, con el abdomen
hinchado y palpitante, pensaba más en sí, que en su complaciente prisionero. Un día
creyó encontrar oportunidad, cuando el monstruo gemía con los dolores del parto.
Huyó de la caverna, rápido y temeroso, pero la “ucumara” entre rugidos y dolor, lo
alcanzó. Le arrancó la cabeza y arrastró el cuerpo de su amor hasta la caverna. Entre
llantos y convulsiones se lo comió.
Poco después nació otra ucumara, toda cubierta de pelos, negros, duros, pero
elásticos, de la cabeza a los pies. Amamantó a su hija, le enseñó a comer carne roja y
cuando el retoño ya cazaba con sus manos, con un rugido del alma, murió de muerte
sencilla y se fue al cielo de los monstruos, en la paz de la montaña.
La leyenda se bifurca a partir del nacimiento del ucumar. Una vertiente afirma que el
llanto del monstruo, por la muerte de su madre, era tan fuerte y desgarrados que llegó a
los oídos de Wiracocha – espuma de mar- dios blanco de largas barbas rubias que
gobernaba el Cuzco (El Imperio Inca se extendía desde Perú hasta casi el centro de
Argentina) y para calmar su pena, le prometió la inmortalidad. Otro venero mitológico
sostiene que Wiracocha se presentó al ucumar y para castigarlo por sus crímenes y
lascivia, le dio la vida eterna vagando por los cerros y selvas. Así también lapidan a los
violadores sobre quienes pendía la permanente amenaza de ser devorados por el
ucumar.
19
Destination truth: Nahuelito (Capítulo)
Monologo interior del conductor del programa, previo a su viaje a la Argentina.
-El Nahuelito es la versión latina del monstruo del lago Ness y comparte características con
su homólogo escocés. La gente lo describe con una gran joroba, un cuello largo y una
cabeza parecida a lo que le sale del pecho a John Hurt en “Alien”. Los testigos dicen que
Nahuelito entra y sale del lago Nahuel Huapi
por un sistema de túneles de 480 kilómetros que
llega al Océano Pacífico. Lo que significa:
o 1) Que no es una criatura fácil
de seguir y
o 2) que tiene la capacidad
pulmonar de Lance
Armstrong.
Diálogo entre el conductor y Fabián, reportero argentino que afirma haber grabado
en video al Nahuelito:
-¿Cómo periodista cree que hay pruebas suficientes que aprueben la idea de que una
criatura de este tamaño viva en el lago?
- Yo creo que algo hay, no podría decir que cosa, pero algo hay.
-¿Quién grabó la secuencia?
- Uno de nuestros camarógrafos. Bajó el cerro y lo vio en el lago y prendió la cámara.
Caracterización del lago Nahuel Huapí, supuesto hábitat del Nahuelito
20
-Una superficie de unos cuatro mil setecientos diez kilómetros cuadrados y una profundidad
de más de seiscientos metros (similar a la del lago Ness) hace de este el hogar perfecto para
una serpiente prehistórica gigante.
Diálogo entre el conductor y Colin, periodista que también tuvo una vivencia con el
monstruo en la misma zona que Fabián.
-¿Vio dos aletas saliendo del agua? ¿Cómo un arco doble?
- Si. Como un arco doble
-¿Y se movían?
-Eh, sí, se movían a velocidad de paseo. A seis
o siete kilómetros por hora.
-¿Durante cuánto tiempo observó las aletas?
- Un minuto o dos, bastante tiempo
- ¿Y el resto de la gente estaba en la orilla siguiendo a este ser?
-Todo el mundo, si.
- ¿Y toda esa gente que estaba allí aquel día creen que vieron algo grande en el agua?
- Si. Todos creen
-Y usted, ¿Qué cree que era? ¿Un dinosaurio? ¿Cree que estamos ante un pez que no
debería vivir en estas aguas?
- No lo sé
Diálogo con Antonio Las Heras, historiador del Nahuelito.
-(Acerca del origen del Nahuelito) Hubo un investigador alemán, Ronald Richter,
realizó una cantidad de estudios sobre fusión nuclear, fisión atómica.
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Descripción del relato: En este capítulo de la serie norteamericana Destination Truth, el conductor, Danny, visita la Argentina en búsqueda de pruebas fehacientes de la existencia del monstruo del lago Ness de nuestro país, el Nahuelito de Bariloche. A pesar de no encontrar ningún tipo de indicio concluyente sobre su real existencia, el programa refleja la latente presencia de la leyenda en el conciente colectivo de la población
(Las Heras decía refiere que en los años cuarenta, se hicieron experimentos nucleares en
una isla en medio del lago. El basaba su teoría en estos experimentos nucleares y en los
restos tóxicos vertidos al lago)
Descripción del conductor de la isla huemul, centro de
experimentaciones con material nuclear en los años 40.
- Hoy en día es un lago, una enorme masa de agua. Un lago
glacial que conecta una serie de lagos ramificados. Esta es la
isla Huemul, donde a finales de los cuarenta, Perón le encargó
al científico Ronald Richter que crease un arma nuclear. Nunca
tuvo éxito, pero experimentó aquí e intentó construir un centro
atómico. Según ciertas leyendas, este material atómico pudo
llegar al lago y crear una super criatura.
Diálogo con Carlos, un pescador local que abandonó sus
actividades luego de haber visto a la criatura.
- ¿Usted es o era pescador aquí, en Bariloche? ¿Todavía sigue pescando?
- Si. Pero ya no
- ¿Y por qué dejó de pescar?
- En realidad, yo había escuchado el comentario del Nahuelito.
- ¿Cuando la criatura salió a la superficie, no le vio la cabeza o algún rasgo
característico?
- Vi una masa salir a la superficie que luego desapareció
- ¿Y el agua estaba agitada?
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Analogía griega:Otra de las hazañas de Heracles cuenta acerca de la Hidra, vástago también de Tifón y Equidna, una serpiente acuática de múltiples cabezas. Heracles le dio muerte y usó su sangre venenosa para empapar sus flechas, pues la Hidra tenía veneno por sangre. De hecho, cuando esta sangre entraba en contacto con las aguas de un río, las emponzoñaba para siempre.
- Fue una ebullición, como si estuviera hirviendo el agua. Así saltaba el agua para
arriba
- ¿Fue eso, el avistamiento de la criatura, lo que hizo que dejara de pescar?
- Si
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El perro familiar
Había sido una pesada jornada laboral para
los zafreros de Bella Vista. El sol, burlándose del
invierno, había cocinado el cañaveral como nunca.
Gutiérrez, el patrón, necesitaba cumplir con una
zafra extraordinaria ese día, por lo que los
humildes “cañeros” tuvieron que trabajar catorce horas seguidas. Machete en mano,
cortaron cañas hora tras hora sin siquiera chistar: todavía estaba fresca la noticia de que
el perro familiar se había devorado a dos de sus compañeros.
Antonio, uno de los más antiguos trabajadores del ingenio, llegó a su casa más
cansado que de costumbre. Fue a dejar la bicicleta en el fondo, abriéndose paso entre las
gallinas que correteaban de aquí para allá cacareando como si fuese el fin del mundo.
Entró a la cocina por la puerta de atrás y Florencia lo estaba esperando con una
humeante sopa picada no muy colorida, pan casero y un vaso de vino tinto. No hacía
mucho que se había puesto de noche.
Si hubiera habido en Bella Vista una votación para saber quién era la persona
más querida del pueblo, Antonio habría ganado cómodamente. Su afable expresión, su
manera de decir las cosas, su gran
corazón y su habilidad para organizar
fiestas populares conquistaron hasta el
más antipático de los habitantes. Pero ese
día Antonio tenía rabia: dos de sus
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Descripción del relato: La leyenda del perro familiar, can de gran tamaño que acecha los poblados de Tucumán por pedido de los dueños de los ingenios para llevarse a aquellos trabajadores que presentan alguna molestia.
amigos ya no estaban. Entonces, esa misma noche decidió continuar la lucha de Ovidio
Puebla y Mario Pandolfi.
“¿Qué te pasa?”, le preguntó Florencia un tanto preocupada al ver el rostro de su
esposo. “Anoche desaparecieron el negro y Pandolfi. Andan diciendo que se los comió
el perro familiar. Están todos asustados”, respondió Antonio con desazón. Florencia le
tenía terror al perro familiar. De chica su padre le contaba historias aterradoras de ese
gran perro blanco de ojos rojos, que arrastraba pesadas cadenas y se comía a los
trabajadores más rebeldes.
Doña Justina, una anciana sabia del pueblo de Bella Vista,
sostenía que sólo había dos formas de matar al perro familiar:
una era con un cuchillo de plata con la empuñadura en cruz; la
otra era juntar 200 hombres, ni uno más ni uno menos, y atacarlo
a puño limpio. Contando a los dos últimos trabajadores, el perro
familiar se había despachado a 23; juntar 200 valientes se hacía
una tarea bastante dificultosa en la mente de cualquiera de los
“cañeros”.
A la mañana siguiente, bien temprano, Antonio esperó a
Gutiérrez en la puerta del ingenio. Cuanto éste llegó, escoltado
por dos gigantes, lo escrutó de arriba abajo y sin sacarse el
cigarrillo de la boca le dijo: “¿Qué pasa Salvi?”. “Vengo a
solicitar una mejora para los trabajadores de la zafra”, respondió Antonio. Gutiérrez
sonrió sarcásticamente y detrás de él los gigantes hicieron lo mismo. “Pasá que lo
discutimos”, dijo y le puso una mano en el hombro.
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Analogía griega: El más famoso carcelero del Infierno es Cerbero, el perro del Hades, hijo de Tifón y Equidna. Se trataba de un enorme perro con tres cabezas que guardaba la puerta del mundo de los muertos, impidiendo entrar y sobre todo salir a nadie. Además de sus tres cabezas se cuenta que tenía una cola formada por una serpiente y que otras muchas cabezas de vibora le salían de la espina dorsal
Antonio no volvió a trabajar, pero dos días después, con el agobiante sol como
único testigo, exactamente 200 zafreros con los puños en alto, lograron apagar el ruido
de las cadenas del perro familiar para siempre.
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Gigante y humano, cara a cara
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Primer viaje alrededor del globo (Extracto)
Alejándonos de estas islas para continuar nuestra ruta, alcanzamos a los 49° 30'
de latitud sur, donde encontramos un buen puerto; y como ya se nos aproximaba el
invierno, juzgamos conveniente pasar ahí el mal tiempo. Transcurrieron dos meses antes
de que avistásemos a ninguno de los habitantes del país. Un día en que menos lo
esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. Estaba en la playa casi
desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo y echándose arena sobre la cabeza. El
comandante envió a tierra a uno de los marineros con orden de que hiciese las mismas
demostraciones en señal de amistad y de paz: lo que fue tan bien comprendido que el
gigante se dejó tranquilamente conducir a una pequeña isla a que había abordado el
comandante. Yo también con varios otros
me hallaba allí. Al vernos, manifestó mucha
admiración, y levantando un dedo hacia lo
alto, quería sin duda significarnos que
pensaba que habíamos descendido del cielo.
Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura.
Era bien formado, con el rostro ancho y teñido de rojo, con los ojos circulados de
amarillo, y con dos manchas en forma de corazón en las mejillas. Sus cabellos, que eran
escasos, parecían blanqueados con algún polvo. Su vestido, o mejor, su capa, era de
pieles cosidas entre sí, de un animal que abunda en el país, según tuvimos ocasión de
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Descripción del relato: Extracto del diario del italiano Pigafetta, expedicionario de la travesía de Magallanes-Elcano alrededor del mundo. En este extracto Pigafetta relata el encuentro de la flota con los indios patagones, de descomunal tamaño, gigantes a los ojos españoles, como así también sus costumbres y otras características de su vida
verlo después. Este animal tiene la cabeza y las orejas de mula, el cuerpo de camello, las
piernas de ciervo y la cola de caballo, cuyo
relincho imita. Este hombre tenía también una
especie de calzado hecho de la misma piel.
Llevaba en la mano izquierda un arco corto y
macizo, cuya cuerda, un poco más gruesa que la
de un laúd, había sido fabricada de una tripa del
mismo animal; y en la otra mano, flechas de caña,
cortas, en uno de cuyos extremos tenían plumas,
como las que nosotros usamos, y en el otro, en
lugar de hierro, la punta de una piedra de chispa,
matizada de blanco y negro. De la misma especie
de pedernal fabrican utensilios cortantes para trabajar la madera.
El comandante en jefe mandó darle de comer y de beber, y entre otras
chucherías, le hizo traer un gran espejo de acero. El gigante, que no tenía la menor idea
de este mueble y que sin duda por vez primera veía su figura, retrocedió tan espantado
que echó por tierra a cuatro de los nuestros que se hallaban detrás de él. Le dimos
cascabeles, un espejo pequeño, un peine y algunos granos de cuentas; en seguida se le
condujo a tierra, haciéndole acompañar de cuatro hombres bien armados.
Su compañero, que no había querido subir a bordo, viéndolo de regreso en tierra,
corrió a advertir y llamar a los otros, que, notando que nuestra gente armada se acercaba
hacia ellos, se ordenaron en fila, estando sin armas y casi desnudos, dando principio
inmediatamente a su baile y canto, durante el cual levantaban al cielo el dedo índice,
para damos a entender que nos consideraban como seres descendidos de lo alto,
señalándonos al mismo tiempo un polvo blanco que tenían en marmitas de greda, que
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nos lo ofrecieron, pues no tenían otra cosa que damos de comer. Los nuestros les
invitaron por señales a que viniesen a las naves, indicándoles que
les ayudarían a llevar lo que quisiesen tomar consigo. Y en efecto
vinieron; pero los hombres, que sólo conservaban el arco y las
flechas, hacían llevar todo por sus mujeres, como si hubieran sido
bestias de carga.
Las mujeres no son tan grandes como los hombres, pero en
cambio son más gruesas. Sus pechos colgantes tienen más de un
pie de largo. Se pintan y visten de la misma manera que sus
maridos, pero usan una piel delgada que les cubre sus partes
naturales. Y aunque a nuestros ojos distaban enormemente de ser
bellas, sin embargo sus maridos parecían muy celosos.
Conducían cuatro de los animales de que he hablado, pero
eran nuevos, y los tiraban de una especie de cabestro. Se sirven de
estos nuevos para atrapar los adultos: los atan a un arbusto; los
adultos vienen a juntarse con ellos y los cazadores, ocultos en las
malezas, los matan a flechazos. Los habitantes del país, hombres y
mujeres, en número de dieciocho, habiendo sido invitados por
nuestra gente para acercarse a las naves, se dividieron en dos
grupos de los dos lados del puerto, entreteniéndonos con la caza de
que he hablado.
Seis días después, algunos de nuestros marineros ocupados
en recoger leña para el consumo de la escuadra, vieron otro
gigante vestido como los de que nos acabábamos de separar,
armado igualmente de arco y flechas. Al aproximarse a ellos, se
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Analogía griega:Uno de los sitios donde desembarco Ulises en La Odisea fue una pequeña isla donde se avituallaron, y desde allí partieron al legendario paìs de los Cíclopes, que puede identificarse con Sicilia. Ulises bajó a tierra junto con doce hombres y algunos odres del vino que Marón le había regalado y entró en una gruta del lugar. Allí encontraron víveres abundantes: queso y leche principalmente. Pero Ulises, precavido, no quiso tomar nada. Poco después llegó el dueño de la caverna, el horrendo cíclope Polifemo, que capturó la expedición griega para devorar a los hombres de dos en dos. Ulises le dio a probar el vino de Marón por primera vez y Polifemo se embriagó alegremente; agradecido le dijo al héroe de Ítaca que se lo comería en último lugar. Al preguntarle como se llamaba, Ulises respondió que su nombre era Nadie.Polifemo, borracho, se quedó dormido y Ulises aprovechó para clavarle una estaca ardiendo en su único ojo. Los griegos huyeron del enloquecido Polifemo, ya cegado. Como tanteaba la cueva por todas partes, tuvieron que salir camuflados bajo las ovejas del cíclope, a fin de no ser detectados por el monstruo.. Y cuando Polifemo llamó a los otros cíclopes para que le socorrieran, a la pregunta de quién lo había herido, decía solamente “Nadie”, para asombro de sus compañeros. Así escapó Ulises y se granjeó el odio eterno de Poseidón, padre de Polifemo, que retrasó aún más la vuelta del héroe a Ítaca.
tocaba la cabeza y el cuerpo y en seguida levantaba las manos al cielo, gestos que los
nuestros imitaron; y habiendo sido advertido de ello el comandante en jefe, despachó el
esquife a tierra para conducirle al islote que existía en el puerto, donde se había hecho
una casa para establecer una fragua y un depósito de mercaderías.
Este hombre era más grande y mejor conformado que los otros, poseía maneras
más suaves y danzaba y saltaba tan alto y con tanta fuerza que sus pies se enterraban
varias pulgadas en la arena. Pasó algunos días en nuestra compañía, habiéndole
enseñado a pronunciar el nombre de Jesús, la oración dominical, etc., lo que logró
ejecutar tan bien como nosotros, aunque con voz muy recia. Al fin le bautizamos
dándole el nombre de Juan. El comandante le regaló una camisa, una chupa, pantalones
de paño, un gorro, un espejo, un peine, cascabeles y otras bagatelas, regresando entre
los suyos al parecer muy contento de nosotros.
Al día siguiente obsequió al capitán uno de esos grandes animales de que hemos
hablado, recibiendo en cambio otros presentes a fin de que nos trajese aún algunos más;
pero desde ese día no le volvimos a ver y aun sospechamos que le hubiesen muerto sus
camaradas por lo que se había ligado a los nuestros. Al cabo de quince días vimos venir
hacia nosotros cuatro de estos hombres, y aunque se presentaron sin armas, supimos en
seguida por dos de ellos que apresamos que las habían ocultado entre los arbustos: todos
estaban pintados, pero de maneras diversas.
Quiso el capitán retener a los dos más jóvenes y mejor formados para llevarlos
con nosotros durante el viaje y aun a España; pero viendo que era difícil apresarlos por
la fuerza, usó del artificio siguiente: dioles gran cantidad de cuchillos, espejos y cuentas
de vidrio, de tal manera que tenían las dos manos llenas; en seguida les ofreció dos de
esos anillos de hierro que sirven de prisiones, y cuando vio que deseaban mucho
poseerlos (porque les gusta muchísimo el hierro) y que por lo demás no podían tomarlos
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con las manos, les propuso ponérselos en las piernas a fin de que les fuera más fácil
llevárselos: consintieron en ello y entonces nuestros hombres les aplicaron las argollas
de hierro, cerrando los anillos de manera que se encontraron encadenados. Tan pronto
como notaron la superchería, se pusieron furiosos, soplando, aullando e invocando a
Setebos, que es su demonio principal, para que viniese a socorrerles.
No contento con tener a estos hombres, el capitán deseaba también llevar a
Europa las mujeres de esta raza de gigantes: a este efecto ordenó apresar a los dos
restantes para obligarles a que condujesen a los nuestros al sitio en que se hallaban
aquéllas; habiendo nueve de nuestros hombres más fuertes bastado apenas para
arrojarlos al suelo y atarlos, y aun el uno de ellos lograba desatarse, en tanto que el otro
hacía tan violentos esfuerzos que nuestros hombres le hirieron ligeramente en la cabeza,
obligándole al fin a conducirles donde se hallaban las mujeres de nuestros dos
prisioneros, las cuales, habiendo sabido lo que había acontecido a sus maridos, lanzaron
tan fuertes gritos que las oíamos desde muy lejos. Juan Carvallo, piloto, que mandaba
los nuestros, viendo que era tarde, no se cuidó de echar mano a la mujer cerca de la cual
había sido conducido, sino que se quedó allí de guardia toda la noche. Durante esto,
llegaron dos hombres más, que, sin manifestar descontento ni sorpresa, pasaron el resto
de la noche con ellos; pero al aclarar el día, habiendo dicho algunas palabras a las
mujeres, en un instante, emprendieron todos la fuga, hombres, mujeres y niños que
corrían aún más ligero que los otros, abandonándonos su cabaña y todo lo que contenía.
Sin embargo, uno de los hombres logró soltar los animalillos que les servían para cazar,
y otro, oculto en un matorral, hirió en un muslo con una flecha envenenada a uno de los
nuestros, que murió poco después. Aunque los nuestros hicieron fuego sobre los
fugitivos, no lograron atraparlos, porque no corrían jamás en línea recta sino que
saltaban de un lado y de otro y marchaban tan ligeros como un caballo a escape.
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Los nuestros quemaron la choza de estos salvajes y enterraron al muerto.
Por muy salvajes que sean, no dejan estos indios de poseer cierta especie de
ciencia médica: por ejemplo, cuando se sienten mal del estómago, en lugar de purgarse,
como lo haríamos nosotros, se introducen bastante adentro en la boca una flecha para
provocar los vómitos, lanzando una materia verde, mezclada con sangre. Lo verde
proviene de una especie de cardo de que se alimentan. Si tienen dolor de cabeza, se
hacen una incisión en la frente, efectuando la misma operación en todas las partes del
cuerpo donde sienten dolor, a fin de dejar salir una gran cantidad de sangre de la región
dolorida. Su teoría, que nos fue explicada por uno de los que habíamos cogido, está en
relación con su práctica: el dolor, dicen, es causado por la sangre que no quiere sujetarse
en tal o tal parte del cuerpo; por consiguiente, haciéndola salir debe cesar el dolor.
Llevan los cabellos cortados en forma de cerquillo, como los frailes, pero más
largos, y sostenidos alrededor de la cabeza por un cordón de lana, en el cual colocan sus
flechas cuando van de caza. Cuando el frío es muy intenso, se atan estrechamente sus
partes naturales contra el cuerpo. Parece que su religión se limita a adorar al diablo.
Pretenden que cuando uno de ellos está para expirar, se aparecen de diez a doce
demonios que bailan y cantan a su derredor. Uno de ellos, que hace más ruido que los
demás, es el jefe o gran diablo, que llaman Setebos; los inferiores se llaman cheléale.
Están pintados como los habitantes del país. Nuestro gigante pretendía haber visto una
vez un demonio con cuernos y pelos tan largos que le cubrían los pies, y arrojaba, según
añadió, llamas por delante y por detrás.
Estos pueblos se visten, como lo he indicado ya, de la piel de un animal, y con la
misma cubren sus cabañas, que transportan donde más les conviene, careciendo de
morada fija, pero yendo, como los bohemios, a establecerse ya en un sitio ya en otro. Se
alimentan de ordinario de carne cruda y de una raíz dulce que llaman capac. Son
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grandes comedores: los dos que habíamos cogido se comían cada uno en el día una
cesta llena de bizcochos y se bebían de un resuello un medio cubo de agua. Devoraban
los ratones crudos y aun con piel. Nuestro capitán dio a este pueblo el nombre de
patagones. En este puerto, el cual pusimos el nombre de San Julián, gastamos cinco
meses, durante los cuales no nos acontecieron más accidentes que aquellos de que
vengo de hablar.
Habíamos apenas fondeado en este puerto cuando los capitanes de las otras
cuatro naves formaron un complot para matar al comandante en jefe. Estos traidores
eran Juan de Cartagena, veedor de la escuadra; Luis de Mendoza, tesorero; Antonio
Coca, contador, y Gaspar de Quesada. El complot fue descubierto: se descuartizó al
primero y el segundo fue apuñalado. Se perdonó a Gaspar de Quesada, quien algunos
días después meditó una nueva traición. Entonces el comandante, que no osaba quitarle
la vida porque había sido creado capitán por el Emperador en persona, lo arrojó de la
escuadra y lo abandonó en la tierra de los patagones con cierto sacerdote su cómplice
[cuando la San Antonio, pilotada por Esteban Gómez, desertó de la expedición, volvió
a pasar por San Julián, recogiéndolos para traerlos a España].
En este lugar nos aconteció otra desgracia. La nave Santiago, que se había
enviado a reconocer la costa, naufragó entre las rocas, aunque la tripulación se salvó por
milagro. Dos marineros vinieron por tierra hasta el puerto en que nos hallábamos a
darnos noticia del desastre, habiendo el comandante en jefe enviado en el acto algunos
hombres con sacos de bizcocho. La tripulación se quedó durante dos meses en el sitio
del naufragio para recoger los restos de la embarcación y las mercaderías que el mar
arrojaba sucesivamente a la playa; y durante este tiempo se les llevaban víveres, aunque
la distancia era de cien millas y el camino muy incómodo y fatigoso a causa de las
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espinas y malezas, en medio de las cuales se pasaba la noche, sin poseer otra bebida que
el hielo, que había que romper, y esto mismo no se hacía sin trabajo.
En cuanto a nosotros, no nos hallábamos tan mal en este puerto, aunque ciertas
conchas muy largas que en él se encontraban en gran abundancia no eran todas
comestibles, si bien contenían perlas, aunque muy pequeñas. Encontramos también en
los alrededores avestruces, zorros, conejos mucho más diminutos que los nuestros, y
gorriones. Los árboles producen incienso.
Plantamos una cruz en la cumbre de una montaña vecina, que llamamos
Montecristo, y tomamos posesión de esta tierra en nombre del rey de España.
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Notas aclaratorias
1. Prometeo: Titán benefactor de la humanidad. Robó el fuego para los hombres y
fue castigado por ello.
2. Faetonte: Hijo del Sol y Clímene. Quiso conducir el carro de su padre y se le
desbocaron los caballos. Zeus lo fulminó con su rayo.
3. Beleforonte: Hijo de Eurínome y Poseidón, héroe por excelencia de Corinto y
jinete de Pegaso. Murió fulminado por un rayo de Zeus al querer alcanzar el
Olimpo montando su caballo alado.
4. Narciso: Joven de extrema hermosura que enamoraba a cuanta doncella se
cruzaba. Murió ahogado en un lago en el que se reflejaba y adoraba.
5. Hesíodo: Poeta de la Antigua Grecia. Su datación en torno al año 700 a. C. es
discutida.
6. Mito de las edades: Etapas por las que ha pasado la humanidad desde su
creación, según la mitología clásica. Sus fuentes literarias son las obras
del griego Hesíodo y el latino Ovidio, con una reexposición de San Jerónimo de
Estridón en el comienzo del medioevo. El mito tiene una estructura general que
presenta una sucesión de etapas, desde un principio lejano en el tiempo en el que
los hombres vivían de forma semejante a los dioses (Edad de Oro) hasta la época
de quien expone la historia (Edad de Hierro).
7. Stewart Susan. “Lo gigantesco”. El ansia. Narrativa de la miniatura, el souvenir
y la colección, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2013. P.117
8. Stewart Susan, op. cit. P. 116
Bibliografía de consulta y textos recopilados:
36
Hernandez de la Fuente David, La mitología contada con sencillez,
Madrid, Maeva Ediciones, 2005.
Garrido de Rodríguez Neli, Leyendas argentinas, Buenos Aires, Plus
Ultra, 1981.
Pigafetta Antonio, Primer viaje alrededor del globo, Sevilla, Fundación
Civiliter.
Mirabal Marcelo,
http://www.folkloredelnorte.com.ar/leyendas/ucumar.htm (Última
consulta 23/6)
Autor anonimo, 2008 http://www.dentrodelperro.com/2008/03/el-perro-
familiar.html (Última consulta 23/6)
Stewart Susan. “Lo gigantesco”. El ansia. Narrativa de la miniatura, el
souvenir y la colección, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2013
Autor anonimo, 2009
http://www.elbastion.com/cataratas/cataratas003.htm (Última consulta
23/6)
Autor anonimo, 2010 http://sobreleyendas.com/2009/09/28/la-venganza-
del-aconcagua (Última consulta 23/6)
Capítulo de serie Destination Truth, productora Scyfy, 2012
http://www.dailymotion.com/video/xupspl_destination-truth-bigfoot-y-
nahuelito_shortfilms (Última consulta 23/6)
37