· antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante madrid...

733

Upload: others

Post on 13-May-2020

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que
Page 2:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Antonia tiene veintiséis años cuandose ve sola con un niño de cuatro enel cambiante Madrid de los ochenta.La suya es la historia de un viajeinterior, el de una mujer que seenfrenta a la juventud y a lamaternidad mientras intenta hacerseun lugar en la vida, en una ciudad yen una época de tiempo acelerado,más propicio a la confusión que a lacerteza, sobre todo para alguien queha tenido una experienciademasiado temprana de la pérdida yde la soledad.

Page 3:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Lo que me queda por vivir es lacrónica de un aprendizaje: cómo selogra a duras penas sobreponerse ala deslealtad; cómo el desvalimientoy la ternura de un hijo alivian lafragilidad de quien ha de hacersefuerte para protegerlo.

Lo que me queda por vivir tiene lafuerza de las novelas que retratanun tiempo al contar unas vidassingulares, hechas por igual dedesamparo e inocencia. La escriturade Elvira Lindo alcanza aquí unabelleza sobrecogedora, yendoderecha al nervio de las cosas, al

Page 4:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

corazón de esas verdades sobre laexperiencia que sólo puede contar laficción.

Page 5:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Elvira Lindo

Lo que me quedapor vivir

ePUB v1.3Mística 23.08.12

Page 6:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que
Page 7:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Título original: Lo que queda por vivirElvira Lindo, 2010.

Editor original: Mística (v1.0 a v1.3)Corrección de erratas: MomoePub base v2.0

Page 8:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Para Miguel,por supuesto

Page 9:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Only love can wound,Only love can assist the wound.

Sólo el amor puede herir,Sólo el amor puede aliviar la

herida.

EMILY DICKINSON

Page 10:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 1

«LO SABE»

Al verme entrar en el café se levantóde un salto y me esperó con los brazoscaídos, como si estuviera dispuesta arecibir con la misma conformidad unbeso o una puñalada. Me acerqué y le diun beso. Entonces se sentó y me parecióescuchar un suspiro de alivio.

Era como la una del mediodía, esahora en que Madrid es un hervidero degente bebiendo cañas y tirando

Page 11:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

servilletas al suelo. Pero allí, en el CaféLyon, se presentía ya la decadencia queprecedería a su cierre y a esas horas porno haber no había ni ese grupo inmortalde estudiantes con granos que falta alinstituto con el convencimiento de quetomando café en mesa de mármol se estámás cerca de la literatura. Yo había sidouna de aquellas adolescentes que seescapan de clase, garabatean versos enun cuaderno y que, cuando un individuomelenado, con aires de escritor quepublica, las mira, bajan la cabezaporque temen que quiera acostarse conellas y ellas saben que tendrán quedecirle que sí. Yo también había hecho

Page 12:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

novillos para tocar el mármol de laliteratura y había fantaseado con serpoetisa o musa de novelista.

Infectada de literaturosis, a laestudiante de entonces le gustabaimaginar, desde aquel mismo Café Lyon,que era una joven de provincias quehabía llegado a la gran ciudad a pasar unhambre sublime mientras publicabaversos y rompía el corazón a algúnescritor maduro y arrogante. Sueñoscalcados de otros sueños.

Habían pasado nueve años y conellos mis aspiraciones poéticas sehabían esfumado y casi por completo lasliterarias. El negro de mi pelo había

Page 13:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pasado a ser pelirrojo, las camisasamplias que me llegaban por debajo delculo se convirtieron en vestidosminifalderos y, con la mismaincuestionable diligencia con que uno seducha o se lava los dientes, ahora nuncasalía a la calle sin pintarme los labiosde rojo furioso.

Así entré esa mañana en el café, casirecién llegada de la provincia en la quehabía trabajado durante un año, vestidade época sin saberlo, fiel al estilo quedefendían a diario por la calle cientosde chicas en el Madrid de los ochenta.Por raro que pueda parecer no fue laentonces capital de los modernos la que

Page 14:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

me había desinhibido y transformadosino la provincia, en la que sola y con unniño muy chico me sentí másdesgraciada pero también más libre. Mefui progre de Madrid y volví moderna ycon unas cuantas expresiones ordinariasque jamás antes se me habían venido ala boca. No fue rara la transformación,como no son raros los cambios en laspersonas muy jóvenes, aunque mimarido (al que jamás llamé mi marido)viviera los cambios estéticos como unatraición a la ideología o a la mismaesencia de uno. Pero yo por entonces notenía esencia, aún la andaba buscando.Ni tan siquiera se me ocurría

Page 15:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

defenderme de sus críticas con la razónmás poderosa de todas: la esenciamisma de la juventud está en el cambio.

Volvía a Madrid renunciando alpuesto de locutora que me habíanasignado tras unas oposiciones; volvíacon sensación de fracaso y de pérdidaanticipada. Lejos de ser la muchacha deprovincias que desea conquistar laciudad, era la chica de ciudad que traspasar un año fuera sospechaba que sulugar le había sido arrebatado. No eradistinta de la niña que al volver alcolegio tras una enfermedad advierteque en tan sólo una semana todas lasalianzas de amistad se han trastocado:

Page 16:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

yo regresaba a Madrid y trataba derecomponer el mundo anterior a mimarcha.

Era más huérfana ahora que a losdieciséis años, aunque fuera en aquellosdías de mármol literario cuando acababade morir mi madre; más vulnerabletambién por haber crecido sin madurar,aplazando el duelo de orfandad casi unadécada, un duelo que la rabia o el rencorhabían contenido hasta encostrarlo enalgún lugar del corazón. Ladesprotección se me hacía evidentesiendo ahora yo la que debía proteger auna criatura de tres años.

Volvía con el pelo panocha, vestidito

Page 17:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pop, mallas, cejas negras y rotundas ylabios pintados de rojo. Era ya unafotografía de época. Pero la maternidad,tan poco habitual entre mis iguales (laschicas de pelo panocha y labios rojos demi generación), me convertía en unaextraña entre los habitantes de mi propiafauna.

Siguiendo ese empeño derecuperación de lo extraviado, habíaquedado esa mañana con ella, conMarga, que se levantó al verme entrarcomo alzada por un resorte y se quedóde brazos caídos, en una postura deaceptación que en nada correspondía asu carácter tan poco dado a una entrega

Page 18:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sin reservas. Me acerqué, le di un beso,nos sentamos, suspiró. Habíamosfrecuentado el mismo grupo deamistades varios años pero ninguna delas dos había distinguido a la otra conuna amistad especial. Algún lugarremoto de mi conciencia, he pensadoluego, había olfateado en ella razonespara la desconfianza, como el barruntode una especie de traición solapada quehabía comenzado a fraguarse desdehacía mucho tiempo. Pero siempre hepadecido, más aún entonces, la tentacióninsana de acercarme a quien no memuestra afecto abiertamente, tratando dedescubrir, imagino, las razones de ese

Page 19:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

desprecio. Eso fue lo que me llevó aella esa mañana de principios deseptiembre. Eso y el deseo imperioso deinaugurar el regreso comenzando por elque habría de ser el hueso más duro.

Allí estaba yo, citándome con quienmenos lo merecía, y allí estaba ella,delgada pero fuerte, pequeña pero noinsignificante, tan atenta a misreacciones como incapaz de ocultar lasatisfacción que experimenta el que pisafirme en el mismo terreno en el que otrose encuentra a un paso del abismo. Misojos de entonces, los de mis veinticincoaños, la consideraban atractiva, muchomás probablemente de lo que en

Page 20:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

realidad era. La caída de ojos con la quecon tanta frecuencia rubricaba una fraseera para mí signo de mundanidad; la vozse me antojaba melodiosa, llena dematices tonales, propicia a la risarepentina, al temblor de la emoción unasveces o a una musicalidad misteriosaotras. Para un oído sensible a la bellezao la fealdad de las voces como es elmío, la suya, su voz, era el elemento quecondensaba todos sus atractivos. Nosobservábamos cautelosamente, sin laminuciosa franqueza con que se estudiandos amigas que no se han visto hacetiempo; la notaba algo cambiada y noacertaba a distinguir en qué consistía el

Page 21:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cambio. Un lenguaje corporal algo másosado, pensé, un corte de pelo menosconvencional. Puede que se tratara dealgo que los sentidos aprecian pero nosaben nombrar: el brillo y el olor quedesprenden las personas enamoradas.

—El futuro. Quién puede asegurar loque se tiene para siempre. El amor nocontiene un seguro a largo plazo, así queno se puede ir exigiendo unaindemnización o el libro dereclamaciones si la cosa falla.

Yo estaba allí para preguntar, ellapara responder. Nos movíamos en elterreno de lo abstracto, la vida, elfuturo, el espíritu, la ambición, no

Page 22:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

porque mi mente no hirviera depreguntas rabiosas sino porque enaquellos tiempos la mujer sin esenciaque seguía siendo yo (la chica, para sermás exactos) no sabía que hay preguntasque una tiene derecho a hacer yrespuestas que le deben ser dadas. Lavoz de Marga sonaba aflautadaabriéndose paso entre los ruidos delcafé, temblorosa e insegura al principio,más grave y serena cuando las horas, eltabaco y las cañas hicieron su trabajo,porque fueron horas las que estuvimosallí, desde la una del mediodía a esemomento de penumbra prematura queanticipa en septiembre la llegada del

Page 23:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

otoño. Comimos algo, imagino, noslevantamos alguna vez al baño, pedimoscafé, unas cañas, alguna tapa, otro café,para justificar ante los camareros unaestancia tan larga que más se parecía ala de unos clientes de principios desiglo ya borrados por el tiempo que alos que ahora entraban, se tomaban doscañas en la barra y se largaban.

Hoy, después de tantos años,recuerdo haber estado allí comopresenciando un monólogo. Unaconversación en la que yo apenasintervengo, porque la memoria ha hechosu trabajo y ha borrado todo aquello queyo acerté a decir. O puede que

Page 24:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ciertamente casi no hablara, que melimitara a darle pie y a admirar a quiendesplegaba una sabiduría cruel, cargadade prestigio pero carente de fundamento:la de quien elige por sistema la maneramás sombría de enjuiciar las cosas.

—Yo qué sé qué es lo que esperodel futuro. Ya hablar en esos términos,«el futuro», como algo abstracto, meparece un absurdo. Sí sé, en cambio, queno quiero pasar otro invierno en esepisito cochambroso, con la luz pobre deventanas que sólo dan a patios interioresy oliendo desde que me levanto elpuchero de la vecina. No quiero másbutaquitas de escay, ni suelo de terrazo,

Page 25:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ni subir andando seis pisos con lacompra, ni tener que pintarme las uñasde los pies delante de la familia de micompañera de piso. No quiero. ¿Túsabes cómo se puede llegar a odiar aalguien con quien lo único que te uneson los pagos de la casa? No, no losabes. Tú saliste de la casa de tu padre aun piso propio. Pues te digo: la molestianunca disminuye, siempre es creciente.Y no hay molestia pequeña. Te irritatanto que la tía llegue dando tumbos alas tres de la mañana con un individuo ytener que escuchar los golpes de la camay los jadeos a través de una pared depapel como que haga ruido al sorber el

Page 26:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

café o que se deje los pelos en eldesagüe de la bañera. Y los pasos. Elsonido de los tacones de alguien a quiendetestas puede amargarte la vida. No, noquiero seguir usando el mismo váter quealguien a quien no he elegido, ni tenerque andar discutiendo lo que se gasta deluz o de teléfono. Hay años para hacereso, hay años en los que puede resultarincluso excitante, pero yo ya no lostengo. ¿El futuro? No, no puedo hablartedel futuro, no hay futuro que valga, hayun presente que me urge. De qué maneravoy a salir de la cochambre, si sola oacompañada, créeme, aún no lo sé. Decualquier manera no concibo que sea

Page 27:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sólo un hombre el que dé sentido a todasesas aspiraciones. Mi vida es mía, y tútienes tu vida, independientemente deque Alberto te abandone o no. Nosplegamos a la vida de los otros porvoluntad propia para luego hacerlessentir que están en deuda. Las mujeressomos expertas en esa táctica. El otrodía hablaba con mi hermana. Tiene doscríos pequeños, un buen marido, trabajacomo enfermera… Me contaba elcansancio mortal que la dejabaderrotada al final de la jornada, lanecesidad insoportable que sentía deque llegara enero de una puta vez porquees cuando se podrá tomar quince días

Page 28:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

para descansar. «¿Enero?», le dije,«¿quieres que llegue enero y estamos enseptiembre? ¿Y qué ocurre con esoscinco meses de tu vida? ¿Vives cincomeses esperando quince puñeteros díasde enero?». Ella me decía: «¿Quéquieres? No tengo mucho tiempo parapensar en nada más.» «¿No puedes sacartiempo para ti misma hasta enero? ¿Conqué alimentas tu vida?», le pregunté. Yse quedó callada. Tan callada que se lovolví a repetir: «¿Con qué alimentas tuvida?, dime.» Y se me echó a llorar. Medijo: «¿Que con qué alimento mi vida?¿Qué clase de pregunta es ésa? Cuandose tienen dos hijos y te cuesta tanto

Page 29:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

llegar a fin de mes una no anda pensandoen el espíritu.» Me dio mucha pena, perocreo que a veces una pregunta cruel esun favor a largo plazo. No, no quieroque mi futuro dependa de un hombre. Noquiero verme como tú dentro de sieteaños, sufriendo por no saber en quémomento ni por qué se perdieron lapasión, las ganas, el arrebato… Si estoes lo que quieres saber, no sé si él megusta demasiado. Me gusta, sí, tenemosuna fuerte conexión intelectual. Porsupuesto que no es sólo intelectual, peroquiero decir que no es un simplecalentón. Tengo que tomarme mi tiempo.Yo también tengo cosas que arreglar. He

Page 30:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de reunir fuerzas para decirle al tío conel que me estaba acostando que le dejo.Me cuesta. Me cuesta porque él mequiere y porque hacemos una gran parejaen la cama y soy consciente de lo quepierdo. Él es uno de esos tíos que secrece en ese terreno, que te hacebarbaridades en la cama sin preguntar.Eso es lo más inteligente por su parte.Preguntar, para qué. Me ha descubiertoun sexo sin miramientos, se podría decir.Pero tengo que decirle que le dejo y porqué. Es lo más honesto. No voy a jugar ados bandas. Aun así, no quiero sentirmeabrumada con esto ni presionada. Loharé todo a mi ritmo. Ha sido todo tan…

Page 31:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

inesperado (porque yo esto no me loesperaba, tenlo bien claro): encuentras aun hombre maduro, que se te presentacomo una posibilidad real de dejar lossilloncitos de escay, a la compañera depiso y toda esa vida precaria y…Cualquier persona sensata pensaríaentonces que mi elección está clara, quenunca habrá nada comparado con lo quete ofrece un hombre inteligente al queincluso disculpas un exceso deconsideración en la cama que puedeacabar convirtiendo demasiado prontoel sexo en algo rutinario. Pero estoyllena de dudas… ¿Qué pasará dentro desiete años, de esos siete años en que

Page 32:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

todo se te ha derrumbado a ti? ¿Es tanimportante la dichosa complicidadintelectual? No, no quiero verme en uncafé, como estás tú ahora, esperando aque otra mujer tome una decisión. No,no voy a precipitarme. Entiéndeme, nosé si estoy enamorada. ¿No tiene todo elmundo derecho a un tiempo deindecisión? Yo lo quiero tener también.Si él está obligado a destrozar su vidapara comenzar otra, no es problema mío.Es suyo. Si me quiere tendrá que lucharpor ello. Pero eso no me obliga adecidirme. No puedes entenderme ahorapero tengo razón, la tengo. Puedeparecer cruel pero no lo es. Yo no he

Page 33:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

matado a nadie, no he forzado a nadie,no estoy cometiendo ningún delito.

Fuimos paseando despacio por la calleAlcalá hasta el semáforo de la plaza dela Independencia, hicimos inclusoalgunas pausas. Si alguien nos hubieraobservado, habría pensado quedisfrutábamos de un paseo en la tardefresca preotoñal y de una compañía dela que nos costaba desprendernos. Perono. Se trataba del vicio que produce unaconversación patológica, que se enredadurante horas en lo mismo, y de la queyo, al menos, padecí cada frase, por no

Page 34:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

saber entonces distinguir entre franquezay falta de piedad o la diferencia entreescuchar las razones de otro y seragredido.

Varias veces cambió el semáforo decolor. Es posible que fuera yo quien,mórbidamente, alargara la despedida.Ella se cerró el cuello del chaquetónpara protegerse la garganta, sin rastroalguno de inseguridad en su gesto,esperando un adiós de palabra más queun beso. Pero yo me acerqué y se lo di.Tuve el impulso de abrazarla, el impulsode entrega que tiene el animal más débilhacia quien va a destrozarle, pero mecontuve. Cuando ya nos habíamos dado

Page 35:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la espalda me volví. Tenía una últimapregunta, la que en ese momento meparecía la más definitiva. A unadistancia que ya no facilitaba enabsoluto las confidencias, le pregunté:

—¿Y querrás tener hijos?—Quién sabe. ¿Con cuánta

anticipación lo decidiste tú?Esa respuesta, como las otras, fue la

justa. Irreprochable. Pero camuflaba unaactitud beligerante. No, yo no habíadecidido tener un hijo. A los veintiúnaños, edad en la que me quedéembarazada, se toman decisiones sobrelo accesorio, nunca sobre lofundamental.

Page 36:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Decidí caminar hasta el barrio. Treskilómetros, cuatro, qué importaba. Sabíaque debía haber llamado a casa hacíahoras pero la inquietud que con todaseguridad sentía en estos momentosAlberto, mientras me esperaba, mesirvió de bálsamo. Su ansiedad mealiviaba. Necesitaba que alguien sepreocupara por mí aunque fuera demanera tan precaria. Fui bordeando elparque del Retiro hasta llegar al barriodel Niño Jesús, y en el trayecto se hizoya noche cerrada. El camino junto a lavalla, el rumor de los coches y el olorde la vegetación que levanta la noche metrajo intacto el recuerdo de otra

Page 37:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

caminata de unos tres meses atrás, acomienzos del verano.

Había viajado a Madrid para pasarel fin de semana y era de madrugadacuando regresábamos Alberto y yocaminando. Veníamos del cumpleañosde Marga. Andábamos deprisa,silenciosos, tratando de eliminar con elfresco de la noche la maraña mental queprovoca el alcohol. De mi pensamiento,del suyo también, imagino, surgía depronto el eco de algún comentario, elbrillo de alguna mirada. Íbamosrumiando las voces y las frases de lanoche.

Yo trataba de reconocer a aquel

Page 38:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Alberto al que había observado durantetoda la fiesta. Entraba y salía de lacocina, servía bebidas, llenaba lacubitera. Se comportaba con talfamiliaridad que parecía el anfitrión. Sele veía satisfecho, como el hombre queestá conscientemente representando elpapel de individuo gregario y alegre.Pero ante quién, me preguntaba, ¿antemí? Tal vez yo, me decía, padecía elresentimiento de los que están lejos sinquerer estarlo y acusan la distancia queen unos meses de ausencia se aprecia enlos detalles más banales. La cubitera. Ellimón frotado en el borde del vaso. Lasal para los margaritas. Los tres tipos de

Page 39:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vodka o de ginebra. ¿Qué sabíamosnosotros entonces de todo eso? ¿Por quéno había mostrado esa disposiciónsocial alguna vez en nuestra casa?

Una frase menuda y punzante comoun alfiler me hería en el recuerdoetílico, desordenado.

—Bueno, vosotras lleváis una vidaregalada.

Vosotras. El plural loconformábamos Valeria, una compañerade la radio, y yo. La frase la habíapronunciado Marga. «¿Una vidaregalada?», le dije yo. Hablábamos decondiciones laborales, pero en la frasepronunciada por Marga había un

Page 40:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

resentimiento antiguo que yo ya habíacaptado otras veces: el de quienesacusan estar fuera de un mundo que lesparece más atractivo que el que a ellosles ha tocado en suerte. Rabia. Habíaesa rabia que se esconde tras unasonrisa y que se elimina mediante elsarcasmo. Pero en aquellos momentosme parecía improcedente, injusto, serenvidiada. El que envidia aumenta lafortuna del envidiado. A mí me parecíamentira que una mujer como yo,desterrada de su ciudad por un tiempoilimitado, viviendo no una vida fácilsino la de una madre solitaria en unaciudad donde había desembarcado sin

Page 41:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

conocer a nadie, pudiera provocar esesentimiento.

—¿Lo oíste? —le pregunté aAlberto.

—Que si oí qué.—Sí, lo que dijo Marga. Que yo

llevaba una vida regalada.—Ah, eso. No hablaba exactamente

de ti, se refería a la gente de vuestromundo. Había como unas cincopersonas.

—Yo entre ellas.—Ya…—Yo no llevo una vida regalada.—Creo que estás malinterpretando

su frase, la verdad.

Page 42:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¿Y cómo debería haberlainterpretado?

—En el contexto —carraspeó, se diocuenta de que yo no pensaba dar ladiscusión por concluida—. No es lomismo levantarse por la mañana paratrabajar como administrativo en laSeguridad Social que para ir a presentarun programa de radio.

—Yo trabajo más horas que ella, nosoy funcionaria.

—Estás a un paso de serlo.—Pero no es igual. Tú sabes que

hace quince días hubo unas elecciones yme tocó cubrirlas. Y en esos casos nohay horario, trabajé de la mañana a la

Page 43:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

noche.—No compares: te gusta tu trabajo.—También me lo he ganado.—No todo en la vida es cuestión de

méritos. Cuentan otros factores.—¿Y yo, dime, por qué tengo yo

menos mérito?—¿Que quién?—Que Marga.—Yo no he dicho eso.—Bueno, más o menos lo has dicho.—Quiero decir que ella no ha tenido

tanta capacidad de elección como otraspersonas. Nadie elige la clase social enla que nace. Es una funcionaria rasa,está sometida ocho horas al día a un

Page 44:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

trabajo rutinario, anodino. Es normalque cuando se ve rodeada de personasque trabajan en aquello que les gusta noconsidere heroico que un día tengan queduplicar su jornada.

—Yo no me considero una heroína—miré al suelo.

Deseaba que él me pasara la manopor los hombros, anhelaba algúnreconocimiento a tantas horas desoledad, a tantos domingos frente altelevisor, viendo melancólicamente enmi pisito alquilado de muebles deformica Canción triste de Hill Street.¿No me había ido de Madrid buscando,al fin y al cabo, una estabilidad

Page 45:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

económica que habríamos de disfrutarlos dos en el futuro? El futuro.

—Nadie espera que lo seas.—Ella podía haber intentado

dedicarse a otra cosa.—Eso es muy superficial por tu

parte. Viene de una familia muy humildey tuvo que empezar a trabajar a losdieciséis años.

—Hay otras personas en su mismasituación que se empeñaron en estudiar yestudiaron mientras trabajaban.

—No seas injusta. Tú no hasterminado la carrera y pudiste hacerlo.No te viste forzada a dejarla y encambio la dejaste y ahora nada te impide

Page 46:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

estudiar mientras trabajas, tambiénpodrías hacerlo…

—Me costaría mucho, lo sabes —seme quebró la voz—. Estoy fuera, fuera,yo sola, con Gabi. Salgo de trabajar ytengo que volver corriendo a casa.Estamos los dos solos hasta el díasiguiente.

—Lo sé, lo sé —ahora sí, ahora mepasó la mano por el hombro—. Sóloquería demostrarte que no se puedejuzgar a los demás alegremente.

Caminábamos por la avenidafantasmal y oscura de Menéndez Pelayosin que un alma se nos cruzara en elcamino. Pero no teníamos miedo. O es

Page 47:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que el espacio natural del miedo estabaasediado por un presentimiento másnegro que lo invadía todo.

—¿Crees que a mí la vida me hasido más fácil que a ella?

—¿Qué clase de pregunta es ésa? Noquiero entrar en comparaciones.

—Dímelo, por favor. Necesito queme digas lo que piensas. ¿Crees que amí me ha sido fácil?

—No, no te ha sido fácil, pero tupadre tenía otra situación. No es lomismo un obrero que un empresario.

—Mi padre no es un empresario, hasido un asalariado toda su vida.

—Un asalariado que tiene la

Page 48:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

capacidad de echar obreros a la calle.—¡Está bien! ¡Dímelo! Dime la

verdad —me paré, alcé la voz, tiré elbolso al suelo—. Dime que haga lo quehaga nunca lo valorarás demasiadoporque todo depende del punto departida. ¿Sólo importa el dinero quetuvieron mis padres? Te equivocas, mispadres fueron como cualquiera…

—No tanto, estaban muy biensituados económicamente si loscomparas con los míos o con…

—O con los suyos.—O con los suyos, sí.—Para ti, lo que se tiene o no se

tiene ha de contarse sólo en términos

Page 49:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

económicos. Así de simple. Si pierdes atu madre, por ejemplo, ¿qué pasa?¿Cuenta menos que si a tu padre le echandel trabajo o le suben el sueldo?

—No mezcles, lo sentimental estáfuera de esta discusión. Estás haciendotrampa incluyendo aspectossentimentales en algo mucho másobjetivo. No digo que no sea traumáticala muerte de una madre…

—¡De la mía! La tuya no ha muerto.Ni la suya. ¿Qué me importaba a mí loque ganara mi padre?

—No digo que no fuera trágica sumuerte, no digo que no marcara tu vida.Digo que la posición económica de tu

Page 50:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

padre te facilitó el futuro, como a otrosse lo vuelve imposible.

—Entonces me estás diciendo queella tenía razón: «llevo una vidaregalada».

—No, no llevas una vida regalada.Pero la suya ha sido o es más difícil.

—Le das la razón, entonces…—Estás llevando esta discusión a un

terreno personal. Y me niego a eso. Esinfantil.

La luz verde de un taxi descendíapor la avenida Doctor Esquerdo. Alcé lamano y paró. Me metí de un salto y antesde cerrar la puerta, le grité:

—¡Soy infantil!

Page 51:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

El taxi avanzó unos metros hastapararse en el semáforo en rojo. Entoncesme bajé y le esperé con la puertaabierta. Él caminaba hacia mí, deprisa,con mi bolso en la mano, sabiendo queyo no podría dormirme sin antes pedirleperdón.

Cuando llegué a casa, Gabi ya estabacenando. El pelo húmedo del baño se lepegaba a las sienes y le despejaba lafrente, grande, abombada. Se me tiró alos brazos y yo hundí la cara en sucuello, donde se podían sentir las capasde diferentes olores deliciosos, la

Page 52:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

colonia, el jabón, su piel. Alberto memiró desde el sofá, su rostro reflejaba lapalidez de la angustia. «¿Dónde hasestado? ¿No podías haber llamado?»«No», le dije.

A partir de ese momento todosucedió como yo esperaba. Me preguntóque si había estado todo el tiempo conMarga. Le dije que sí. Me preguntó demanera distraída de qué habíamoshablado. Le dije que de todo un poco.Del futuro, le dije, de lo incierto delfuturo. Hizo un gesto muy suyo, el dequien sólo quiere comprender lo justo,el de quien no siente la necesidad dehurgar en conversaciones ajenas.

Page 53:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Pasamos enseguida a otras cosas, arepartirnos las tareas domésticas del díasiguiente. Yo tomé en brazos a Gabi yme lo llevé al cuarto. Le dije que leleería dos cuentos, sólo dos, porque esanoche estaba muy cansada. «Pero estanoche me quedaré aquí contigo», le dijeal oído, como si fuera un secreto. Élsonrió, contento por aquel regaloinesperado.

Sucedió lo que yo temía. Alberto seasomó a la puerta y me dijo, «Voy abajar un rato a la calle». «¿A la calle?»,le dije, «¿para qué?». «Para dar unavuelta», me dijo, «lo necesito. Necesitoestirar las piernas y respirar aire fresco,

Page 54:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

te he estado esperando toda la tarde, nopodía soportar la tensión, pensé que tehabía sucedido algo». Eso me dijo. Nosacarició la cara, primero a mí, luego aGabi, y se fue. Después de la lectura detres o cuatro cuentos logré convencer alniño inagotable de que había que apagarla luz.

Lo podía imaginar ahora en lacabina de teléfono que había en unaplaza recoleta cerca de casa, apoyado enla repisa metálica bajo el aparato. Laimagen de un hombre abrumado ante laperspectiva de lo que ya no se podíaaplazar, vigilando la posible presenciainoportuna de algún conocido.

Page 55:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Le oí abrir la puerta, avanzarsigilosamente por el pasillo sin dar laluz. Se detuvo en la habitación de Gabi yse quedó observándonos unos minutos.Mis ojos, acostumbrados a la oscuridad,distinguían su rostro serio, demasiadoinmóvil para expresar algún tipo desentimiento que no fuera el cansancio.Fue a nuestra habitación y se acostó.Antes de rendirse al sueño recordó laspalabras que ella había pronunciadonada más descolgar el teléfono, lasmismas palabras que le vendrían a lamente al día siguiente, cuando sedespertara y hubiera de enfrentarse a esaevidencia: «Lo sabe.»

Page 56:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 2

MAÑANA DE SÁBADO

Bailábamos. Aquellos sábados enque se quedaba conmigo porque Albertotenía que trabajar, el hombrecillo y yobailábamos. Era una forma dereconciliarnos después del comienzotraumático del día o del agotadortrasiego de la noche. A veces tenía lasensación de que el niño no dormíanunca. Las noches en que no sedespertaba con uno de aquellos malos

Page 57:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sueños de los que no se le podíaarrancar sino zarandeándole omojándole la cara, me llegaba, desde sucuarto, como el runrún sigiloso del ratónque comienza a vivir durante el sueño delos humanos. Escuchaba sus pasosmedio sonámbulos, subiendo y bajandode la litera, decidiendo en la oscuridadqué barco o qué animal merecían estararriba. Yo pronunciaba su nombre comouna advertencia, de la misma forma quehizo mi madre con nosotros toda la vida,y él respondía un ¡yaaaa! largo, como sifuera él y no yo quien tuviera quearmarse de paciencia, como si loentendiera todo, mi nerviosismo

Page 58:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

creciente, mi falta de comprensión, peroalgo más fuerte que su voluntad deobedecerme le mantuviera despierto.

Bailábamos después de que yo ledijera que aquello no podía ser, que losniños no eran así, como él era, uninsomne que sólo cuando ya estabavencido por el aburrimiento venía a micama y se me arrimaba, carnal y helado,respirando entrecortadamente como siviniera corriendo de la calle ycolocando los piececillos en el huecoque formaban mis piernas dobladas.Todo siempre a gusto de sus pequeñaspero implacables manías, que yotoleraba con cierta grima, porque las

Page 59:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

interpretaba como imitaciones de uncarácter neurótico, como había sido elmío de niña.

No, así no era como los niños teníanque ser, solía decirle. «Los niños decuatro años no se pasan a la cama de susmadres todas las noches, los niños a laedad que tú tienes ya duermen solos. Losniños duermen.»

Tampoco los niños se levantaban alas ocho de la mañana un sábado paraponerse un vídeo a escondidas de sumadre. Poli de guardería, El bueno, elfeo y el malo, capítulos sueltos de Lastortugas ninja. «No, Gabi, tonto, todoesto te pone la cabeza loca», le decía

Page 60:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mientras sacaba las películas de debajodel cojín donde sabía que las habíaescondido. «Ahora mismo van a labasura, te lo advertí.» Y me marchabaesperando a que por el camino meprometiera un cambio.

«¿A quién le echa luego la culpa elmédico?», le gritaba desde la cocina conel cubo abierto. Él, previsible, veníacorriendo y me prometía aquello que yosabía que no podría cumplir.

Aquella mañana de sábado cerré elcubo antes de que él pudiera acercarse.De pronto vi la cabeza del canariosobresaliendo del trozo de papelhigiénico en el que yo lo había envuelto

Page 61:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la noche anterior para no tener quetocarlo con la mano y para que él no loviera. El ojo redondo y diminuto delanimalito asfixiado por un ligero escapede gas que nos obligaba a vivir con lasventanas abiertas desde hacía un mes. Elojo abierto me miraba sobre laspeladuras de patatas y las cáscaras dehuevo.

Un mes atrás habíamos estado en elambulatorio. Por el motivo de siempre,ese catarro constante que de pronto unanoche se convertía en neumonía, y poruno nuevo, las pesadillas que le hacían

Page 62:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

llorar como si hubiera perdido lacabeza. Los dos, sentados frente almédico, como tantas veces. Con laformalidad de los que van a serexaminados.

—Dice que le ocurre dos o tresveces por semana.

—Sí.—¿Hay una situación nueva en su

vida, algún cambio?—Bueno, su padre y yo…—Entiendo.—Pero tampoco se puede decir que

sea algo así… definitivo.—Ya. —El médico se lo quedó

mirando y el niño lo interpretó como una

Page 63:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

muestra de confianza. Sus ingresoscontinuos en el hospital no le habíangenerado rechazo sino cercanía ydeterminación en cuanto se veía dentrode esa burbuja de olores y colorespastel que es un centro médico.

—¿Me puedes dejar un rato elfonendoscopio? —le preguntó.

—Ay, Gabi… —dije yo. Conocía elpeculiar resorte por el que el niñotímido perdía su cortedad cuando habíaun aparato que le llamaba la atención.

—¡Vaya, te sabes el nombre!—Fonendoscopio —repitió con

orgullo.—No, esto sólo lo puedo tocar yo —

Page 64:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dijo el médico, sin brusquedad perofirme.

—Mi abuelo tiene uno, me lo deja yle escucho el corazón. El corazón de miabuelo es infalible.

—Infalible —repitió el médico.—Es que le gustan los artilugios,

desde pequeño… —dije yo comoexcusándolo.

—¿Tu abuelo es médico? —lepreguntó.

—No —respondí yo—, perotambién le gustan los artilugios.

—Y es infalible —repitió Gabi.El niño vino, me tiró del brazo, me

cuchicheó como tantas veces hacía

Page 65:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cuando no se atrevía a hablar. «Y tienela balanza», me dijo. «Que vale, aquíestamos para lo que estamos», le dijecolocándole de nuevo en su asiento.

El médico miró al pequeño hombre.—¿Ésta es su segunda neumonía?—La tercera. Cada primavera ha

tenido una. Desde que nació.—Qué curioso… —Se quedó

mirando el talonario de recetas sobre elque estaba a punto de escribir y dejó elbolígrafo en suspenso. En el silencioprovocado por esa duda misteriosa quele cruzó la mente, se me oyó tragarsaliva. Me causaba una inexplicablevergüenza que fuera tan evidente mi

Page 66:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

miedo a que volviera la enfermedad,más concretamente, el miedo a tener yoalgún tipo de culpa.

—Pero esta vez no es tan grave…—No, no es grave. Antibióticos hay

que darle, claro —empezó a escribir lareceta, como si cualquiera que fuera esaidea fugaz que se le había cruzado por lamente hubiera sido ya definitivamentedescartada—. Pero puede pasar elproceso en casa. Es cosa de una semana.

—No tendría por qué tener otra elaño que viene.

Lo miró otra vez. El niño parecíafeliz de sentirse observado. Tal vezalbergara la esperanza de enfermar de

Page 67:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

neumonía todas las primaveras y que laescena volviera a repetirse, él, yo, elmédico, el recetario, las dudas delmédico, mi angustia, la saliva entrandoen mi garganta y él reinando en elepicentro de la catástrofe.

—No, no tiene por qué —dio porconcluido el asunto y se dirigió a él—.Y bien, vamos con lo otro, ¿con quésueñas tú, dime?

El niño se quedó callado, me miró.—Bueno, es que casi nunca lo sabe

expresar —contesté yo—. Creo que loolvida. Una vez soñó que salían manosde la pared.

—Manos de la pared —repitió el

Page 68:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

médico.—Manos con sangre.

Ensangrentadas —puntualizó el niño.—Tienes un gran vocabulario —dijo

el médico.—No, pero sólo son dos o tres

palabras que repite continuamente porhacer la gracia. Las acaba de aprender—dije yo, queriendo presentarlesiempre como un niño normal.

—Y dime, ¿cuántas horas ves latelevisión al día?

—Pues… —empecé yo.—Dime —dijo el médico mirando al

niño, haciéndome ver que debía limitarmis labores de traductora. Tenía en los

Page 69:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ojos el cansancio de quien se veobligado a repetir ciertasrecomendaciones muy simples muchasveces al día.

—Le contestas tú —dijo el niñotocándome otra vez el brazo con el dedoíndice—. Tú.

Se diría que habíamos pactado deantemano las respuestas a las preguntasque nos parecían previsibles. Entre losdos conseguíamos aparentar que poralguna razón estábamos dispuestos afalsear la realidad.

—Sea como sea —dijo el médico—,para mí está claro que la ve demasiado.Y si tiene una mente demasiado

Page 70:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

fantasiosa…—Sí, la tiene.—La mejor receta es que lo saque a

la calle. Los niños que juegan en la calletienen pesadillas menos barrocas queésas. Es de sentido común. Lo digo milveces pero no se aprende, o no se quiereaprender… —Y con esta frase, que sinduda sentenciaba mi culpabilidad, acabóla consulta.

Los niños, los otros niños. Yo lehablaba de los otros niños mientras lemetía un bocado del sándwich de jamóny queso en la boca y le forzaba aacabarse el Cola Cao. Esos niños que noeran como él y no vivían prisioneros de

Page 71:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sus manías.Las madres, las otras madres, podía

haber dicho él si hubiera sabido siquierareconocer su posible defensa yverbalizarla; esas madres queabundaban en la puerta de la guardería yque no eran como yo, que se levantabanlos sábados antes de las once para queel hijo no vagabundeara descalzo ysolitario por la casa; las madres quellevaban una vida ordenada, que no seteñían el pelo de ese rojo quecontrastaba tan llamativamente con lascejas negras; las madres que no sequedaban durmiendo en el sofá demadrugada con la tele puesta; que antes

Page 72:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de irse a la cama tiraban a la basura lascolillas que desbordaban el ceniceropara que la casa no apestara a tabaco ala mañana siguiente; las madres quellegaban a su hora a la guardería, allevar a sus hijos y a recogerlos; lasmadres que no tenían esa carapermanente de disculpa; las madres queno hacían a los niños llegar tarde a unsitio y a otro; las que iban siempre conel mismo hombre porque ese hombre erael padre del niño; las madres a las queno les cortaban la luz porque seacordaban de pagarla o de domiciliarlaen el banco; las madres que no llorabanpor las tardes cuando llamaba el padre

Page 73:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por teléfono desde una cabina, nipasaban una hora hablando con él en vozmuy baja para que el niño no pudieraescuchar lo que decían, pronunciandounas palabras de contenidadesesperación, «decídete de una putavez, por el niño y por mí».

Las madres que no eran como yo,podría haberme dicho el niño cargadode razón, saben que los niños loescuchan todo, en especial aquello quelas madres no quieren que escuchen.

Las madres, las otras, no cantabancanciones tristes que el niño aprendíacomo si fueran melodías infantiles peroque inoculaban en su corazón infantil un

Page 74:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

poso de melancolía que le habría deacompañar siempre. Las madres no lecantaban al niño Cuesta abajo, aquellacanción del hombre que daba tanta penaporque tenía voz de muerto. Aquélla noera una canción que las madres, las otrasmadres, considerasen adecuada para lafelicidad de un hijo. Esas madres, lasotras, nunca pasaban horas hablando porteléfono, nunca, ni mataban el ratoriéndose a carcajadas con un amigo, queno era el padre, mientras el niño seaburría en el baño, rodeado de espuma yde juguetes flotadores, con el agua yafría. El niño celoso, que empezaba allamarla, «¡mami, mamá!», cuando la oía

Page 75:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

reír, porque tenía pavor a sentirseexcluido. El mismo niño al que luego lelatía el corazón cuando volvía a sonar elteléfono, como una amenaza, a las ochoy media de la noche, porque sabía que lamadre lo abandonaría todo, la cena, lamáquina de escribir, a él, que era elúnico ser en este mundo que no laabandonaría nunca, para hablar con elpadre.

—¿Qué quieres ser de mayor? —lepreguntaba ella mientras bailaban.

—Tu novio —decía él.Ella, aquella tan ajena a mí que era

yo en esos años, esperaba noche trasnoche la llamada de las ocho y media.

Page 76:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Acudía corriendo, con el paquete decigarrillos en la mano, y se entregaba aaquella conversación mórbida, de frasesrepetidas, dichas en voz muy baja, en lasque siempre se rumiaba lo mismo, elposible regreso de él, el amor aún noagotado. El niño debía de sospechar elsentido de las frases por una palabra,por el tono; eran frases que le dejabanpensativo y paralizado, como unanimalillo alerta que se sintieraapartado de un secreto que estaba apunto de cambiarle la vida pero del quenunca le hacían partícipe.

El niño en la bañera empujaba elsubmarinista con un solo dedo para no

Page 77:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hacer ruido y así poder distinguir todoaquello que no oía claramente pero quereconocía y le provocaba desazón.

El niño que no era como son losniños escuchaba a la madre que no eracomo son las madres pronunciaraquellas frases temibles: «Yo también,pero en la vida hay que elegir; nopuedes volver sin estar convencido; yono podría soportar toda esa mierda otravez; me matarías, que lo sepas, mematarías; tienes que estar seguro; nopodría soportar otro fracaso.» Era enaquel momento cuando el niño lallamaba desesperado desde el baño,«¡Mami, mami, me he quedado frío!»,

Page 78:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

porque intuía que la conversación estabaa punto de precipitarse por esapendiente en la que la voz de la madre,«Yo también, yo también», se quebraba.Él no podía esperar de brazos cruzados,como tantas veces había hecho, noquería que llegara a sus oídos el rumorhúmedo del llanto. Tiene que apartarladel teléfono, defenderla.

Como tantas otras veces, aquellamañana de sábado Gabi soportabaresignado mi discurso sobre los niñosideales masticando despacio. Escuchabapaciente mis tonterías sobre el buen

Page 79:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

comportamiento de unos niños quedebían servirle como ejemplo y, con susilencio, el discurso se quedabasuspendido en el aire, ineficaz,neutralizado, y siempre me acechaba lasospecha de que sería precisamente élquien de adulto formularía esa preguntaque en sí misma contendría unarespuesta: «Y bien, ¿dónde teníamos aesas madres que debieron servirte a ticomo ejemplo, eh?»

Pero ese futuro, que yo deseaba tantocomo temía, es este presente de ahora enel que todo aquello me vuelve sin quepueda controlarlo, en sueños o demanera consciente, como una marea

Page 80:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

empeñada en dejar a mis pies unoscuantos recuerdos desordenados.

En este presente, en el cual sólo meestorba el miedo retrospectivo a nohaber sido digna de mí misma, sé quepuedo recuperar algunas cosas, las másbásicas, que son sin duda las mejores: elcuerpo del niño, que tardó tanto tiempoen perder su carnosidad de bebé y queme gustaba tanto abrazar, bañar, besar;su voz, ronca y grave, aquella vozligeramente asmática que él no sabía quenos hacía tanta gracia. Sé que esosrecuerdos, las canciones, los bailes, elcariño tan apasionado de ese tiempo enel que vivimos el uno para el otro, han

Page 81:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

embellecido por fortuna los suyos,ocultando todo aquello que pudieraperturbarle.

Recuerdo haberle preguntado cuandotenía unos catorce años: «¿Te gustó tuinfancia? ¿Crees que fuiste feliz?» Y sureacción fue extraña, tanto que aún hoy,al recordarla, no la entiendo del todo.Me dijo que sí, que nunca habíaenvidiado la infancia más convencionalde sus amigos. Dicho esto, comenzó aevocar los largos ratos en el despachoamarillo, aquella intimidad de pequeñosrituales establecidos entre una parejaque a veces dejaban de ser madre e hijopara parecer hermanos. Los bailes, las

Page 82:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

canciones, los Tintines, el cuento de ungusano que yo inventé y queescenificaba con mi propio dedo. Eratan inocentón que más de una vez merogó que dejara al gusano que sequedara a dormir con él. Nos reímosmucho evocándolo, sintiendo que hay unhumor secreto e infantil por el queestaremos unidos siempre.

Estábamos riéndonos de aquellocuando de pronto un pensamientointerrumpió su risa de manera brusca yle ensombreció el rostro. Fue como sialgún recuerdo voluntariamentemarginado en un lugar recóndito de lamente hubiera irrumpido para malograr

Page 83:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

su idea del pasado.«Claro que me gustó mi infancia, es

la que tuve y es la que quiero», dijo,pero al decirlo se le quebró la voz.

Por más que le pregunté, que traté deexplicarle, como tantas veces he hecho,que lo que no se dice duele más que loque se cuenta, él entró en esa especie deestado remoto y ajeno que yo entiendocomo una venganza: la reserva defensivaque acaban adoptando los varones hacialas madres, como si fuera ésta la únicamanera posible de deshacerse de unarelación demasiado estrecha que ha deser en el futuro sustituida por otra.¿Están en ese silencio todas las veces

Page 84:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que él se vio abocado a protegerme,mucho antes aún de la edad en que yotuve que empezar a proteger a mimadre? ¿Vuelve alguna vez a sumemoria la inquietud de tener que velarpor una madre que no estaba físicamenteenferma sino que padecía esa difusadebilidad de ánimo a la que los niñosson tan sensibles? ¿Regresan a él esosmomentos en los que la madreexcéntrica se convertía en hermana y lahermana dejaba de actuar como lacompañera de juegos para ser alguienque el niño presentía que podíaquebrarse?

Page 85:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Tengo la poco aconsejable costumbre dejuzgarme muy duramente, de hurgar en loque me produce desconsuelo, pero locierto es que si unos ojos inocentes noshubieran observado aquella mañana desábado, sólo hubieran percibido laescena tal y como era en su superficie,sin ese análisis despiadado que tantasveces disculpa a los hijos de rencoresinconcretos y carga a las madres con unsentimiento de culpa del que quierentoda su vida ser perdonadas.

Lo que había en esa cocina era unamadre pontificando sin convicción, yuna criatura que escuchabadesganadamente una regañina mal

Page 86:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hilvanada y a punto de agotarse,mientras miraba la jaula vacía queestaba encima de la mesa en la que serecostaba entre sorbo y sorbo de leche.

—¿Tendremos otro Pepe? —dijo,como si acabara de volver de un mundoremoto, ajeno a mis palabras.

—Claro, le dije yo, algún díatendremos otro.

—Este Pepe, este Pepe… —selamentaba, atribuyéndole al pájaro unaintención humana—, siempre quisoescaparse. ¿A que siempre quiso huir?Desde el principio, ¿te acuerdas quehacía así con la cabeza? —imitó laforma en que el pajarillo intoxicado

Page 87:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

giraba la cabeza, una y otra vez—.Desde el primer día en que lo tuvimosen casa se notaba que no estaba a gusto.Miraba por la ventana a otros pájaros yquería marcharse, con los suyos.

Me quedé callada. Era tantransparente a sus cuatro años, supensamiento y su corazón eran aún tanmíos que hubiera podido leerlos sin queapenas hablara. Cuatro años dan paramucho, para tener la intención deaparentar que se escucha a una madreque te repite la misma cantinela desiempre y estar al mismo tiempopensando en el pájaro, en el canario queyo le había regalado haría un mes, por

Page 88:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

su cumpleaños, con la intención puerilde darle a la cocina un toque de lugarvivido y sereno.

Yo quería que nuestra cocina separeciera a aquella otra cocina que mimadre llenaba con su presencia perezosadesde bien temprano. Quería que fuerael tipo de cocina donde se come, sehacen los deberes, se escucha la radio,una cocina con ese olor que aplaca elhambre y sirve de consuelo. Un lugarque pareciera haber existido siempre.No me daba cuenta de que sólo para eladulto los espacios son antiguos orecientes; en la memoria de los niñosmuy chicos, todo se convierte en

Page 89:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

familiar y personal de manera inmediata.Cuántas veces recordaba y recuerdo

a mi madre así, anudándose la batamientras se acercaba, antes de comenzarlas tareas diarias, a la jaula de su parejade pájaros para saludarles chistando,silbando, preguntándoles por la nochepasada, provocándoles una respuestacon canciones de rimas tontas.

Esa imagen de mi madre, ajena atodo durante ese tiempo muerto que seconcedía antes de enfrentarse a lastareas de la casa y a la soledad de lamañana, es la que de manera máspoderosa se ha fijado en mi memoria.Madre sensual y maternal a un tiempo,

Page 90:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con la bata medio abierta y el peloalborotado por el sueño, tan sólida y tanúnica, intocada aún por la enfermedad,femenina, con una reserva siempre hacianosotros, como si una vez que nos dierael beso de despedida y cerrara la puertapudiera jugar a ser aquella otra mujerque no sería nunca, una mujer sin hijos ocon otros distintos, sin marido o conotro. Yo la imaginaba paseando duranteun rato de una habitación a otra,pensativa, fantaseando con deseos queyo hubiera deseado conocer; joven aún,más joven que yo ahora, siendo más ellamisma que nunca en ese deambularcasero, antes de abrirle la puerta a la

Page 91:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

muchacha y empezar a ser un día más laseñora.

Madre a la que la muerte y laausencia de contacto físico fue robandopoco a poco su condición de madre,para convertirla en mujer, en la mujer delas fotografías de los años cincuenta,cuando ella y mi padre eran novios.Mujer que, a fuerza de estar ausente, haido presentándose en mi recuerdo endiferentes versiones de sí misma. Ahora,por ejemplo, en estos días, la recuerdoparecida a aquella actriz, Betsy Blair, derasgos finos y sensualidad sutil, con unamelena corta y castaña, un pocomoldeada en la peluquería para darle

Page 92:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

gracia. Cuando veo películas suyas,Marty, Calle Mayor, estoy viendo lamirada de mujer frágil y anhelante quetenía mi madre. La imagino también ensu piso de recién casada, vestida conesa bata de seda que todavía guardo enel armario, sola tras despedir a mi padreen la puerta, desamparada en una ciudadnueva, teniendo como única compañía lavida que casi desde el primer mes dematrimonio le latía en el vientre ycantando boleros frente al espejo quehay encima del aparador italiano decerezo.

Pero ahora ya no canta boleros en mimemoria. En estos últimos tiempos, la

Page 93:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

voz de Peggy Lee, que me haacompañado en mis tareas caseras enlos pasados meses, se me ha impuesto ala suya, tan apagada ya en el recuerdo, yla imagino de manera incongruenteentonando una canción, Black Coffee,que lamenta la suerte de las mujeres. Talvez la razón de tanto equívoco se deba aque mi voz se parece mucho a la de mimadre y soy yo la que merodea ahorapor la casa, como ella hiciera, llenandomi soledad con canciones, y al escucharmi propia voz tengo de pronto elestremecimiento de estar escuchando denuevo la suya, nasal y dulce, pequeña ymaullante.

Page 94:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

A man is born to go a lovinga woman’s born to weep and fret,to stay at home and tend her ovenand drown her past regretsin coffee and cigarettes.[1]

Mi madre, que nunca vio ni París, niVenecia, ni Roma (Nueva York noentraba entonces en la lista de destinossoñados por una muchacha romántica),ya no es exactamente mi madre en esafoto en la que baila con mi padre, losdos jóvenes, de belleza mediterránea,más altos que la media española y talvez también más enamorados que lamedia, sino una mujer con el rostro de

Page 95:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Betsy Blair y la voz de Peggy Lee. Asíla conservo ahora en el caprichosorecuerdo, deambulando por la casa,ahogando sus pesares en café ycigarrillos, in coffee and cigarettes. Mimadre, que jamás tomó un café sin leche,sólo fumaba en las bodas y, como tantasveces repitió ante el médico, sintragarse el humo.

«Yo gané un concurso de boleros»,decía, mientras cantaba en la cocinaNoche de ronda. Y, de pronto,interrumpía la canción y se quedabapensativa, como si estuviera imaginandoesa otra posible vida que siempre sepierde por vivir la propia.

Page 96:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Mi madre es tan joven ahora. Undeseo inconsciente ha trabajado por mí yha borrado los años de enfermedad ydeterioro. En mi memoria vive siempreen esa foto, en ese baile con mi padre.Tiene veinticinco años. La vida no la hatocado casi. Sólo ha padecido la muertetemprana de su madre pero, ahora,comparada con el dolor que podríasufrir si pierde a ese hombre del queestá tan enamorada, esa herida se leantoja minúscula. Se ha ido de su puebloy quiere tener más mundo que el que hantenido sus hermanas mayores. Lo tieneya, porque es intuitivamente elegante.Escribe cartas a su familia fechadas en

Page 97:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

los años cincuenta desde esa ciudad delsur a la que yo iría muchos años mástarde a trabajar en la radio; escribe conuna caligrafía redonda y coqueta,dibujando rabillos caprichosos a las«ges» y a las «bes», cuidando mucho lapuntuación y revisando la ortografía.Todo es para ella una forma dedistinguirse, su afición a la lectura o sucuidado en el vestir, siempre discreto,respetando la correcta combinacióncromática hasta la obsesión. La veosola, en su bata de seda beige,estudiando una y otra vez la manera enla que ha dispuesto un ramo de flores enel jarrón. Sus muebles son modernos, de

Page 98:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esa repentina modernidad de loscincuenta que irrumpió en las casas delos matrimonios jóvenes españoles;aunque ella no tiene conciencia ilustradadel estilo, intuye que ese aparador decerezo de formas limpias y prácticasrompe con la severidad de los mueblesdel diecinueve que decoraron suinfancia en la casa del pueblo. Echa demenos a su padre, a ese viudo alegre ydiletante que la dejó marchar con pena,pero con toda su confianza puesta en esejoven que parecía haber nacido parallevársela. Pero ella padece su soledadsin angustia, sabe que en su pueblo eltiempo está detenido y que cuando

Page 99:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vuelva por navidades podráincorporarse a las rutinas en las quecreció, para luego salir de ellas conalivio, porque está orgullosa de haberelegido un marido de ciudad, distinto alos hombres que la rodearon siempre,peculiar y vehemente, al que ha deajustarle la corbata por las mañanasporque se va corriendo, como si llegaratarde a la concesión de ese ascenso quesiempre anda buscando.

No sé por qué recuerdo a mi madrecuando aún no era la madre de nadie,sólo la hija querida, la flor más delicadadel ramo. La veo pasear por el pequeñopiso que han alquilado en el barrio del

Page 100:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Palo, en Málaga, año 1956, pero ya nocanta un bolero sino una canción eninglés, a la manera de Peggy Lee. Meproduce cierta pena pensar que el olvidola haya transformado tanto que ya noquede nada de mi madre. Sólo algunavez, cuando yo me pongo a cantartrajinando por la casa, siento que en mivoz aún se halla el eco de la de ella y separecen tanto que me produce unpequeño estremecimiento. Quisieradecirle a mi marido, «acabo de escucharla voz de mi madre en la mía», pero haysensaciones que pierden su valor encuanto las convertimos en palabras.

Page 101:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

El canario. El niño miraba la jaulavacía. Traté de borrarle la pena por sumuerte, le metí el último pedazo en laboca y le cogí en brazos para llevármeloal cuartillo de trabajo, ese que él habíabautizado pomposamente como «eldespacho», imitando la manera en que suabuelo, mi padre, se refería al suyo.Pero mi despacho no era más que unahabitación diminuta, caótica, en la quelos inquilinos anteriores habían dejadolas estanterías empotradas pintadas deamarillo chillón. Allí adelantabaalgunos guiones para el programa deldía siguiente, intentaba comenzar unanovela que nunca pasaba de la página

Page 102:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

diez o escribía algún relato erótico, omarrano, para ser exactos, que mepublicaban en una revista del asunto,con lo que me ganaba un dinero extra.Recuerdo que la novela que tenía en lacabeza estaba basada en el tiempo quepasé viviendo en una torre deapartamentos en Málaga donde sealojaban sobre todo putas. Por supuesto,yo desconocía este hecho cuando alquiléel piso y se produjeron algunosmomentos conmovedores con aquellasmujeres, y otros muy desagradables.Imaginaba una madre joven, yo, y unacriatura de un año, Gabriel, moviéndosealegre y natural en aquel mundo tan poco

Page 103:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

apropiado para él. Pero lo que parecíaun gran argumento en mi mente, pobladode sabrosas anécdotas que habían sidocelebradas con gran entusiasmo de misamigos, se desvanecía en cuanto meencontraba frente a la máquina deescribir. El problema no era la historia,ni el trabajo, ni la maternidad, ni laansiedad creciente, sino que no sentínunca la necesidad verdadera deescribir una novela. Ni ésa ni ninguna.Que lo único que me forzaba a trabajarera el encargo. Allí, en el despachoamarillo, planchaba, escribía guiones apatadas, leía en bragas tumbada en elsofácama con los pies apoyados en la

Page 104:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pared o escuchaba música, sobre todoescuchaba música en aquel aparato queera casi la única posesión que me habíaquedado de un matrimonio sin bienes,sin nada, dejando a un lado, claro, lapresencia real, el niño, que era laprueba tozuda de que su padre y yotuvimos alguna vez una vida juntos.

En el despacho amarilloescuchábamos los discos que yo metraía grabados de la radio, música popde mi propio programa, pero tambiéntangos, boleros, canciones horteras,rockeras, copla, new age, infantiles,africanas, jazz. Cada vez que tenía unrato libre acudía a la discoteca y

Page 105:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

rebuscaba codiciosamente entre losarchivos hasta encontrar una canción quehabía escuchado por el pasillo,surgiendo de las otras emisoras quedejaba atrás de camino a mi estudio. Aveces buscaba melodías antiguas; otras,las últimas canciones pop queprogramábamos para esa audiencia deenteradillos y caprichosos comonosotros. Al niño le gustaba todo. Opuede que su entrega total a la músicaviniera más por esa pasión que sentíapor que estuviéramos los dos solos, sinhacer nada, tumbados en el sofá,perezosos y meditabundos, cantando loque ya nos habíamos aprendido;

Page 106:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

imaginando que todas las canciones,aunque no las entendiéramos, trataban denosotros mismos. Estoy segura de que élaprendió de mí esa manera un pocointoxicante y egocéntrica de entender lamúsica, como una especie deautobiografía narrada en tiempopresente. Todas las canciones hablabande nosotros.

A veces, como aquel sábado, lamúsica me ayudaba a sacarle de suensimismamiento de niño casero. Lollevaba al cuarto y le decía, «Venga,vamos a bailar». Le dejaba subirse altaburete y pinchar los discos, haciendochirriar la aguja sobre los surcos por la

Page 107:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

impaciencia que le entraba de quererbajarse corriendo para empezar el bailedesde las primeras notas. Bailábamoslas canciones infantiles del disco deMaría Elena Walsh, con sus ritmosalegres, cursis y luminosos, bailábamoslas canciones de Disney, que yo le habíarecopilado en una cinta, a pesar de quevarios compañeros, en permanentedemostración de que eran trabajadoresde la radio más progre del país, mehabían afeado la conducta por quererenseñarle a un niño ese productobaboso, tóxico, fascista, cruel ysentimentaloide a un tiempo. Juicios queno andarían alejados de lo que pensaría

Page 108:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

el padre si al llegar aquel sábado por latarde a recogerlo lo sorprendía en eldespacho amarillo, tumbado en el sofá,rendido a la ensoñación mientrasescuchaba My Favorite Things en la vozaguda y amanerada de Julie Andrews.

Cantábamos las cancioncillas detrenes, de brujos, de ratones, bailábamoslas melodías eternas, pero cuando élpresentía que yo estaba un poco cansadade historias infantiles y temía queestuviera ya a punto de abandonarle,corría a poner en el casete nuestras otrascanciones: las de Paul Simon, el Motherand Child Reunion, que parecía estarcompuesta a la medida de nuestras

Page 109:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

emociones; el Dirty Boulevard de LouReed, que tantas veces hacíamos sonaren el programa para despertar a la gentey despertarnos, o esas otras más puras ymelancólicas de João Gilberto, que seconvirtieron en la banda sonora deaquellos días. Todo dependía de misgustos, que eran eclécticos y veleidososy que el niño asumía como si fueranpropios, como si él estuvieradeterminado a que no hubiera nada de loque debiera mantenerse al margen. Aveces, la elección musical dependía demi propio trabajo: si andaba yopreparando un especial sobre Gardelempezábamos a escuchar tangos en casa.

Page 110:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

El piso se inundaba con esa voz delpasado que de una forma tan misteriosadescribía nuestro paisaje presente,«Barrio plateado por la luna / rumoresde milonga / es toda tu fortuna», y a míme parecía que aquella letra hablabacon precisión de aquella placilla nadamemorable de mi barrio en la quehabían vivido tanto la familia de mimarido como la mía cuando llegamos aMadrid.

Esa plaza había sido ya escenario denuestras vidas, la de Alberto y la mía,años antes de que nos conociéramos: yo,

Page 111:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con doce años, recién llegada a laciudad, yendo por las tardes con miamiga al pequeño edificio de labiblioteca infantil, para leer, para hacerlos deberes, para disfrutar con el actosolemne del préstamo y el sello; él, condieciocho, enfebrecido ya por laemoción de la militancia clandestina.Nos cruzábamos sin saber que nuestrosdestinos se unirían en tan sólo seis años;él, sin reparar en mí por mi condición deniña; yo, fijándome en él por laatracción que sentía hacia los chicos queeran de la edad de mis hermanos. En esaplaza estaba casi mi vida entera, de losdoce a los veintinueve años, los que

Page 112:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tenía cuando ya me marché parasiempre. En esa plaza, en los pasos queiban de su casa a la mía, estabacontenida la historia de mi juventud: lavuelta diaria de la escuela, las tardes deinvierno en los bancos, la afiliaciónprematura e ignorante a las JuventudesComunistas, que tenía su sede en unpequeño local que había en un bajo;todo en no más de quinientos metros dedistancia, todo cerca, como si fuera unescenario barato y limitado de unacomedia de situación para representar laadolescencia y la juventud, escenariodel que luego, irónicamente, como unamala broma de la vida, me resultó tan

Page 113:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

difícil escapar.Ahí lo tenía ahora, en mi condición

de recién separada, exacto a misrecuerdos desde el ventanal del sextopiso en el que estábamos de alquiler elniño y yo. Un escenario al mismo tiempoprotector y asfixiante, que me provocabaese apego enfermizo que tanto se parece,aunque suene extraño, al miedo de lagente a salir de su pueblo para vivir enel pueblo de al lado, que no está a másde diez kilómetros. Yo, que había vividouna infancia tan nómada, que no habíasabido lo que era estar en un mismocolegio más de dos años seguidos, temíasentirme extraviada si perdía de vista

Page 114:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esa maqueta emocional que divisabadesde la ventana de la cocina: labiblioteca verde, los bancos, la tierra dela plaza, los árboles ralos. Un escenariosuburbial, de esos que sólo contienenbelleza y singularidad para quienes hanvivido allí la experiencia de la juventud.

Por allí le conocí, en los billares oen el local del Partido, más serio, másgrave que los de su propia generación,siendo y sintiéndose superior a los de lamía, superior a mí en todos los sentidos,en edad, en convencimientosideológicos, en principios, en sucapacidad de entrega a una idea y en sucapacidad de detestar todas las demás.

Page 115:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Siempre hay un momento en el quetodo podía haberse evitado, se piensaluego. Sobre todo en aquello que secomenzó sin mucho convencimiento, máspor motivos fantasiosos que por lo quese tenía de verdad delante de los ojos.Pero quién quiere ver lo que está delantede los ojos, quién está dispuesto aadmitir que en realidad no hayposibilidad de conexión. Cómo mehabría confesado a mí misma, en aquelambiente tan propicio a la espesuradialéctica, que hubiera cambiado unasoporífera tarde de inagotable discusiónpolítica por irme a bailar, cómoreconocer que el sexo tampoco era lo

Page 116:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que había imaginado antes de probarlo.La juventud, tan proclive a la temeridad,de pronto se vuelve conservadora yrenuncia a sus sueños, se conforma conel primer amor que ha conocido. A lomejor sea ésa la manera más retorcidade ser temerario.

Cuánto se habla y se escribe sobreesos matrimonios en los que loscónyuges están aferrados a la infelicidaddurante toda una vida, y qué poco detodas esas parejas jóvenes que, sinmayores lazos que una fidelidad malentendida, se entregan dócilmente alaburrimiento de unos sábados y unosdomingos larguísimos, en el banco del

Page 117:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

parque, frente al televisor, en comidasfamiliares, interpretando antes de tiempoal matrimonio que, a no ser que alguiense cruce por medio y lo remedie, habránde ser; desleales precoces a sus propiosdeseos, olvidadizos de toda aquellafiebre que les provocó la promesa delsexo cuando aún no sabían cómo era y ala que van a renunciar mansamente porpensar que la torpeza está en ellosmismos, en su naturaleza, y que larealidad debe ser ésa y no otra, así dedecepcionante, una realidad nodestinada a coincidir con los sueños. Otal vez lo que ocurra es que sienten penapor el poco atractivo que le encuentran

Page 118:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

al otro y se autoconvencen de que esacompasión tiene un origen noble. Y pormedio andan los amigos que, en esaedad en la que no entiendes más moralque la que te dictan tus iguales, seconvierten en guardianes de unainfelicidad de manera más implacableque la que en un futuro ejercerá lapropia familia.

Los amigos, mis amigos de entonces,acomodados en ese gregarismo que loengullía todo, pareja, barrio ycamaradas, y que señalaba cualquiersigno de independencia, desde buscarpareja en otro ambiente a centrarse enuna ambición personal y no compartida,

Page 119:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

como un abandono del grupo, como unatraición.

Qué difícil era y es traicionar algrupo y qué fácil ser desleal con unomismo. La deslealtad a uno mismo no sesuele advertir en el presente, se camuflade malestar, de ansiedad difusa, porqueéstas son sensaciones mucho más fácilesde sobrellevar. Yo nunca acabé deidentificar aquello que no era más queuna traición a mis deseos. Sentía unaatracción hacia ambientes menos densos,pero nuestra pueril homogeneidadpolítica nos hacía creer que teníamos losojos mucho más abiertos al mundo queaquellos que no habían sido llamados

Page 120:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por la disciplina del compromiso.Me gustaba mucho, por ejemplo, un

compañero de la facultad que se pasabalas clases dibujando viñetas vivísimas,muy ingeniosas, al hilo de lo que elprofesor estaba explicando. Me atraía suhabilidad manual, la ligereza con la queobservaba el mundo, sin establecer unjuicio inmediato sobre cada cosa; meatraía el acento marcado de pueblo, elhecho de que viviera con otroscompañeros, todos ajenos a la ciudad enla que yo había crecido y a ese acentode barrio de Madrid que para mí era lanorma. Caminábamos juntos todos losdías hasta Moncloa, nos reíamos mucho,

Page 121:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

él se reía de mí, de mis cuatroprincipios mal hilvanados, y yo no meofendía porque también se reía de élmismo, de los granos que aún seempeñaban en brotarle en la cara, delpoco éxito que había tenido con las tías.Me contaba la historia de amor quehabía mantenido con su profesora defilosofía en el último año de instituto.«Mi maestra», la llamaba.

Su maestra conducía el coche porcaminos de tierra sólo transitados porgente del campo y al abrigo delatardecer, en un lugar remoto y seguro,se besaban, se metían mano y se hacíanpajas. «Nunca me dejó metérsela», me

Page 122:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

decía, «pobre de mí». Esta irónicacompasión hacia sí mismo venía a seruna manera solapada de confesar suvirginidad. Yo disfrutaba mucho de sutemperamento sincero, era unasinceridad distinta a la que yo habíaconocido hasta ahora, nada hiriente,nada intelectualizada. Éramos soldadosde un mismo pelotón, el de los torpes,teníamos algo en común, la ingenuidad,la necesidad de empatizar con el mundomás que de estar frente a él, y un deseosexual muy fuerte que no encontraba lamanera de verse satisfecho.

A veces yo fantaseaba con tener unfuturo con el dibujante, los dos

Page 123:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

entregados a retratar personajes, éldibujando, yo escribiendo sus guiones,sus diálogos; tuve alguna idea concretade cómo sería esa vida en común las dosveces que fui a su casa y que acabamos,después de tomar un bocado en la cocinapor pudor a mostrar un deseo demasiadoimperioso, en su cama estrecha de pisode estudiante, haciendo el amor de lamisma manera franca en que sedesarrollaba nuestra amistad, como sifuera una continuación natural de lacamaradería.

Pero no fue posible, no cuajó,venció finalmente esa creencia tantóxica de que sólo quien te hace sentir

Page 124:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

un poco inferior posee atractivo y es, asu vez, merecedor de cariño. El veranome sirvió para marcar distancias y volvíal barrio, al novio, al grupo, con laentrega obstinada de quien ha sido infiely prefiere olvidarlo. Resuelta a disfrutarde la rutina.

Unos años más tarde, peregrinandocon un grupo de amigos por la plaza delDos de Mayo en busca de ese huecolibre en un bar que nunca se encuentra enlas noches de frío, sentí su vozllamándome. Me había visto tras lacristalera de un café. Abrió la puerta ygritó mi nombre. Me aparté del grupo yentré a saludarle. Nos dimos un abrazo.

Page 125:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Durante los pocos minutos que durónuestra charla sentí que me subía a lacara el rubor de una infidelidadvoluntariamente olvidada y una especiede fastidio por no poder decirle muchascosas ya. Me contó que escribía en unperiódico local. «¡Soy el corresponsalen Madrid!», dijo riéndose, burlándosede su propio destino. «Pero ¿siguesdibujando?», le pregunté. «¡Claro!», medijo, «me han publicado alguna cosilla.Yo te oigo, te oigo muchas mañanas y mehace tanta gracia… Eres muy tú».Bromeamos. «No sé si es bueno para míser muy yo», le dije.

Mientras me apuntaba su teléfono en

Page 126:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

una servilleta de papel intenté adivinarcuál de las chicas que estaban detrás deél en la barra podía ser su novia. Habíauna que cruzó una mirada fugaz conmigo.Era ésa. «Nunca contestaste mis cartas»,dijo. «Ya», le dije. «Pero no por falta deganas», añadí, sin saber ni yo mismacómo interpretar la frase. «Puesllámame», dijo. Me pareció que mirabaun instante hacia atrás, temeroso de queella pudiera escucharle, o al menos asílo interpreté yo. «Podemos quedar algúndía», dijo, y se le dibujó la mismasonrisa algo suplicante que yo habíaconocido, el mismo encanto de entonces,de cinco años atrás, un encanto no

Page 127:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

contaminado por nada, pleno de esecandor con el que algunas personasatraviesan todas las edades de la vida,tan raro en los hombres, y que les suelehacer vulnerables con las mujeres ypresas fáciles del sufrimientosentimental. Tenía la misma miradafranca que a los dieciséis años, cuandola joven maestra se sintió atraída por ély le condujo por caminos de tierra paraenseñarle prematuramente algo del amormezquino, del amor a medias. Entoncesyo, queriendo advertirle de que lascosas a veces cambian para siempre, meentreabrí un poco el abrigo.

—Igual has pensado que estoy más

Page 128:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

gorda, y es verdad, estoy más gorda,pero es porque estoy embarazada. Decinco meses.

—Vaya —dijo—, cuánto me alegro—y le tembló la sonrisa, se le apreció eldesconcierto—. ¿Del mismo tío queentonces?

—Sí, claro, del mismo. Está ahíafuera.

Noté que se sentía avergonzado porhaber expresado el deseo de un posibleencuentro.

—No te veo de madre —dijo ya enun tono normal.

—Todo el mundo me dice lo mismo.

Page 129:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Qué pocas veces supe perseguir lo quequería. Hay un mecanismo por el cualuno consigue convencerse de que lo quese tiene es lo que se desea y a él meacomodé yo algunos años. Aquellanoche, la última vez que vi al dibujante(aunque hayan sido muchas las veces enque he visto su trabajo publicado), salídel bar y me colgué del brazo del que yaera mi marido. Mi marido, a pesar deaquel juez que más que casarnos parecióhabernos arrestado y estar juzgándonospor el hecho de haberle preferido a élantes que a un cura; mi marido, a pesarde que el escenario de la boda fuera unlocalucho en absoluto solemne, un

Page 130:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

juzgado inmundo al lado de la casa demis padres, de los suyos, de la plaza, denuestros colegas de partido y barrio. Unbajo que podía haber sido una oficinainmobiliaria o un bar. El suelo deterrazo, el olor a húmedo y toda aquellapobre gente vestida de boda,apelotonada, pasando frío, inaugurandocon desconcierto la nueva era dematrimonios civiles, con trencas o falsoschaquetones de piel encima de lascamisas de raso y las corbatas.Familiares de pueblo que venían a lasbodas de sobrinos o de sus propios hijossin entender muy bien a qué respondía elempeño de casarse de forma tan fea, tan

Page 131:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

humillante.No tuvo la solemnidad de una boda

religiosa ni el encanto de esas bodasaventureras que habíamos visto en laspelículas americanas en las que el juez,somnoliento y en camisón y gorro dedormir, le pedía al novio que besara a lanovia, pero nos casamos. Al menos esoconstó en un papel que firmamos a todaprisa, achuchados por una funcionariaque nos advertía que la siguiente bodaya estaba esperando, mientras nuestrosfamiliares, empujados por lossiguientes, vaciaban la sala diminuta.

No hubo aplauso, ni beso, ni anillo.No hubo tiempo.

Page 132:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

No hay imágenes del momentoporque no hubo momento prácticamente.Sólo unas fotos mal enfocadas en el pubde unos amigos donde se celebró lo quemis tíos llamaban insistentemente «elbanquete» hasta que la realidad seimpuso y vieron que se trataba de unasbandejas de canapés. Todo escaso, todoprecario a los ojos de esos familiarespara quienes la abundancia de comidaera el elemento fundamental de unacelebración. Y yo entre los dos mundos,el rural, del que venía mi madre, dondeuna boda era y es ese acontecimiento enel que los padres debían y debenmostrar toda la generosidad posible,

Page 133:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aunque les cueste la ruina, y el urbanosuburbial, rojo, de 1981, donde a fuerzade considerar una afrenta aquello queoliera a rito o a traición ideológica seconseguía que todo estuvieraimpregnado de una fealdad insoportable,que por no tener ni siquiera tuviera elencanto menesteroso de los pobres,porque, aunque no teníamos un duro,pobres no éramos. No habíamos entradoaún en la modernidad pop que habría decambiarnos de los zapatos al peinado endos años y aún estábamos prisioneros dela estética antifranquista de la décadaanterior.

Mis tíos se sentaron en un rincón del

Page 134:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pub, encorbatados y refractarios a aquellugar de asientos bajos con cojinesmorunos; esperaron, fumando, a que susseñoras, que estaban acostumbradas aservir más rápido que esos camarerosde poco oficio, les acercaran lasbandejas de canapés. Mis tías, sin sabermuy bien cuál iba a ser el paso siguienteen aquella boda sin banquete, no sequitaron los aparatosos chaquetones depiel. Incapaces de estar de brazoscruzados se hicieron enseguida con laorganización y acudían a la barra parahacerse con otra bandeja una vez que laanterior se gastaba y se movían consoltura entre los rincones en penumbra

Page 135:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

del pub. Cuatro camareras absurdamenteuniformadas con enormes chaquetonesde mutón. Los camareros, amigos delbarrio, novatos en el negocio, optaronpor confundirse con los invitados. Conel tiempo he comprendido, acordándomede aquella determinación con que mistías se pusieron manos a la obra, que ensu manera conservadora de entender lavida lo que más podía desconcertarlesera ver desvirtuado un ritual. La mejormanera de superar una situación así eraactuar, actuar como si nada pasara, sinentrar a analizar la situación.

Mis tías me miraban, no de frente,como se mira a las novias, sino de

Page 136:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

soslayo. Me dijeron algo del traje, perosin ningún convencimiento. No entendíanla elección de ese vestido de un perlasin brillo, que parecía más un disfraz denovia por su hechura pobretona que unvestido real. A sus ojos, ahora me doycuenta, debía de ser como si hubieraabierto uno de los baúles que estaban enla cambra de mi abuelo y me hubieravestido con uno de aquellos trajes que eltiempo había vuelto amarillentos y yanadie sabía decir a quién habíanpertenecido. Mi novio, mi marido, seacercaba de vez en cuando a ellas y, ensu falta de conocimiento real del mundo,queriendo ser campechano, como se

Page 137:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

suponía que debía de ser el trato conaquella gente que venía del pueblo, lesdijo varias veces que el vestido sólo mehabía costado cinco mil pesetas porquelo había encontrado en una tienda delRastro. Ellas se quedaban atónitas,sonriéndonos a él y a míalternativamente, sin encontrar uncomentario adecuado para salir airosasdel momento, pensando que todo aqueldesatino tenía una explicación dolorosade tan clara como estaba: era la boda deuna huérfana.

Mi incomodidad no provenía de queyo sintiera algún tipo de fidelidad moralal mundo en el que se había criado mi

Page 138:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

madre y que aún pesaba en las vidas demis primas, sino de comprobar la nulaperspicacia de mi novio que, comotantos amigos, parecía querer defender orepresentar con ideas abstractas a unpueblo llano del que, en la práctica,tenía un gran desconocimiento. Para mistías, aquel comentario sobre el vestidoera un insulto. Un insulto porque poníaen duda el sentido mismo de sus vidas,marcadas por la preparación laboriosade las celebraciones que servían paraalimentar con los recuerdos y las fotosde los días memorables un presentehumilde.

Yo ya no pertenecía a ese universo

Page 139:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de mi infancia, ya no, pero preservabaun respeto distante, que sospecho que sehabría transformado en rebeldía en elcaso de haber vivido mi madre. Sí, ellastenían razón, era la boda de unahuérfana, de alguien que llevaba muchosaños tomando decisiones sola: en losaños de infancia, por la responsabilidadde una madre enferma; después, por suausencia. Aunque yo lo hubiera negadoentonces, la orfandad era el estado queme definía con más exactitud.

Huérfana es la muchacha que ahoraveo en las fotos de aquel día: tieneveinte años y lleva trabajando desde losdieciocho. Se le ha despertado una vaga

Page 140:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

conciencia política prestada por sushermanos, por sus amigos y por sunovio. Es torpe en los ambientes degregarismo ideológico; perspicaz a lahora de detectar a otros que, como ella,esconden una herida de la infancia. Elvestido parece o es antiguo,incongruente sin duda alguna, máspropio de un carnaval que de una boda.En el cuello luce el único detallevalioso, un collarcito de perlas que le haprestado la hermana, herencia de lamadre.

La hermana, antes de marchar haciael juzgado, la ha obligado a sentarse enel taburete del aseo y le ha pintado en

Page 141:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

los ojos una sombra azul. «No, no», dicela pequeña, «a mí me gusta el lápiznegro y el rímel, sin más, como siempre,así me veo muy puesta». Y la hermana ledice: «No, hazme caso, hoy no es un díacomo todos los días, tienes los ojos muybonitos, hay que marcarlos un poco máspara que destaquen.» Las dos están anteel espejo. La hermana mayorobservándola con reserva, con unapreocupación maternal que la hermanapequeña advierte y que le hace sentirseincómoda. Tal vez quisieran abrazarsepero ya no saben; es algo que confrecuencia los hermanos pierden, no elamor, sino la posibilidad de tocarse

Page 142:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

como cuando eran niños. La mayor se haperdido a sí misma en una dedicaciónabsoluta y vocacional al matrimonio y lapequeña se acostumbró a estar sola. Seha hecho arisca. Ahora están las dosdelante del espejo que compartierontantas veces. El silencio o loscomentarios que se refieren almaquillaje que la mayor extiende sobrelos párpados queridos de su hermanaocultan una conversación subterráneaque no son capaces de expresar. Nopueden nombrar a esa madre de la quetanto hablaron, robándole horas alsueño, en los meses que siguieron a sumuerte, con el fin inconsciente de

Page 143:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

liberarse, a fuerza de recordarla, deaquella mujer cuya enfermedad marcósiete años de sus vidas. No puedennombrarla porque fueron educadas,cuando ella aún vivía, para esconder lasheridas y no quejarse, y saben de sobraque su recuerdo, en un día como éste,podría provocar un llanto por el queluego sentirían vergüenza.

La mayor, más medrosa, transformóesa fortaleza que se les exigió desdeniñas en dulzura y retraimiento; lapequeña ha convertido aquel carácterinocente y confiado de su infancia en untemperamento irónico que camufla todoaquello que desea expresar, desde el

Page 144:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

amor hasta la melancolía. La ironía esuna fuerza pero también una trampa de laque habrá de librarse en el futuro,porque esa enfermiza tendencia alhumor, que ya constituye parte de sunaturaleza, será su salvación muchasveces pero también la coartada para noafrontar las verdaderas consecuenciasde sus actos, como las tan previsibles deesta misma boda que está a punto deproducirse.

No, no pueden abrazarse, habrán depasar diez años en los que la vidaprovocará inesperados derrumbes ynecesarias reconstrucciones, habrán dedesconocerse un tiempo para volver a

Page 145:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

encontrarse, pero, ahora, no son capacesde recuperar esos años en los quecompartieron cama, cuarto y lecturas. Enese acto nimio de pintarle los ojos, lamayor está resumiendo todas aquellasnoches en que abrazaba a su hermanapequeña con ese amor de las niñasprimogénitas, obligadas a ser adultasantes de tiempo, y tantas noches en lasque le contó cuentos, películas, oestableció turnos rigurosos pararascarse la una a la otra la espalda onormas para el tiempo de lectura. Perono hay forma de decir en voz alta lo queel pequeño gesto de colorear en azul laalmendra del párpado contiene, no

Page 146:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

fueron educadas para eso sino para locontrario, para apretar los dientes yaguantar. Esquivaron esa frialdadexpresiva durante los años en quehubieron de sobrellevar a medias lo quecasi siempre es tarea de las hijas, laenfermedad de una madre, pero aquellacercanía física, tan balsámica entonces,de momento se ha perdido. Una andarefugiada en su nueva familia, tiene unaniña pequeña en la que vierte ahora elinstinto maternal que ensayó con lahermana; la otra vive asalvajada ysolitaria en la casa familiar, de la quetodos, del padre a los hermanos, sefueron yendo poco a poco, por bodas o

Page 147:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por trabajo, invirtiendo el orden naturalde las cosas. Es la hija rebelde a la que,habiéndole correspondido por sucarácter el papel de largarse, le hatocado en cambio presenciar cómo todosse fueron marchando en busca de susotras vidas dejándola como guardianainvoluntaria del pasado familiar.

La chica del disfraz de noviatambién será una extraña en su piso derecién casada a las afueras de Madrid.Tratará de buscar un rincón que hacerpropio, sin ningún éxito. De aquellacasa, en la que el marido al que nuncallamará marido le discute la necesidadde tener su «habitación propia», sólo le

Page 148:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

quedará el recuerdo vívido, sensual ygozoso de su embarazo, de la tozudezcon la que lo defendió, de la curiosidadcon la que observó el desorbitadocrecimiento del abdomen hasta el puntode perder la visión de sus pies y losmovimientos acuáticos de ese serapegado a su carne en el que ya creíaapreciar las dos tonalidades másllamativas de su futuro carácter: ladulzura y la tozudez.

La sensualidad íntima de su estado yla aspereza del exterior. Ése sería elresumen de aquella época. Loesperanzador y lo amargo de esos díasen los que jamás disfrutó de la serenidad

Page 149:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

del término medio.

La hermana mayor se aleja un poco,observa el resultado de sus pinceladas yluego intenta dominar ese pelo rebelde,rojizo, encrespado, recién cortado a lamanera de una actriz que la hermanapequeña vio en las revistas de lapeluquería, una artista americana que secasaba con un traje de aire decadente yun peinado pop, como ironizando sobreel mismo hecho de contraer matrimonio.

Los ojos han quedado, finalmente,muy marcados con esas dos líneasnegras tan propias de la época, 1982. Es

Page 150:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la imagen de un hippismo sinconvicción, residual ya, como a punto depasar a otra etapa estética, que la sitúa amedio camino entre la chica de barriode vaqueros y blusones bajo los que setransparenta un pecho sin sujetador y esaotra joven de melena roja y falda corta.Una joven en busca de un estilo de vida,de vestir y, como consecuenciaindivisible de esa búsqueda estética, depensar.

Veo ahora la foto del banquete queno fue tal, la sonrisa de esa chica queera yo, a la que rodean sus tías, mujeresgrandes, de cuerpos rotundos,uniformadas con sus chaquetones y sus

Page 151:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

blusas de lazada al cuello compradaspara las bodas, envolviéndola en unanube de perfumes tremendos que ahoraparece que siento emanar de la mismaimagen; veo al padre, que sale derefilón, con un vaso de whisky en lamano, atractivo en sus cincuenta ypocos, esquivo, como no queriendoadoptar el papel de padre de la novia,avergonzado por todo aquello que leexija una implicación sentimental; veo,sin dejar que me confunda la veladatrampa del recuerdo, aquella sonrisa demis veinte años en una mañana heladorade enero, aquel gesto que parecería defranca felicidad si no fuera porque yo sé

Page 152:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

lo que aquella chica rumia sin atreversea confesárselo a sí misma. Sé que estátan abrumada por los momentos deprotagonismo en esa boda desastrosacomo por el futuro que le espera. Trasesa sonrisa no está la expectaciónangustiada de una mujer virgen, comopudiera ocurrir en las fotos del banquetede la madre; lo que ronda en su cabezaes la conciencia plena de que labúsqueda de otros amores, que no cesódurante los tres años de noviazgo y quela mantuvo viva, expectante yprecozmente infiel, ha terminado.

Lo que puedo ver ahora, tantos añosdespués y tan lejos de mi ciudad y de

Page 153:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mí, lo que puedo confesarme a mímisma, sin miedo a traicionarme o aofenderme innecesariamente por forzarel dañino mecanismo de la sinceridad,es que lo más sobresaliente en esaimagen es la expresión desasistida deuna muchacha huérfana, que aquí o allá,en ella o en otras, entonces o ahora, fuey será la misma.

Un año después yo aún no habíaaprendido a decir «mi marido», y creoque nunca lo nombré de esa manera;tampoco él dijo nunca «mi mujer». Elentorno en el que vivíamos, tan reacio a

Page 154:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

las formalidades, se alió con lasospecha de que no estaríamos casadosdurante mucho tiempo. Mi marido, alque nunca llamé mi marido, me preguntóaquella noche, tras el encuentro con eldibujante en el barrio de Malasaña, sime gustaría volver a verlo; lo hizo demanera vaga, como preguntan laspersonas que no son celosas o que noquieren parecerlo, y yo le di algunosdetalles precisos, como se hace cuandono se quiere provocar desconfianza; porotra parte, no había ya ningún motivopara el recelo. Yo estaba en esemomento en que una mujer embarazadano desea más que provocar el deseo del

Page 155:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

padre de su hijo futuro. Como tantasveces ocurre, fue cuando él, pordespecho, vengándose por mi empeño entraer un hijo al mundo, furioso porqueesa dialéctica implacable con la que mederrotaba en tantas otras cosas no mehubiera vencido en esta ocasión, dejó dequererme. Fue así, abruptamente. No meabandonó, no mostró nunca el desamordelante de la familia ni de los amigos,pero dejó de quererme en el aspecto máshiriente, en el que más humilla a unamujer en ese tiempo en que su cuerpodeja de parecerse al de la mujer del queun hombre se enamoró. A su manera élquiso decir la última palabra.

Page 156:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Aquella noche, una vez que medespedí del dibujante, mi marido, al quejamás llamé marido, me pasó la manopor el hombro, me abrazó, notó que algome había sacudido, la otra vida posiblea la que renunciamos siempre quetomamos un camino. Puede que seacordara de cuando me quería tanto, deuna de aquellas veces en que me pidió,con una desesperación insensata que,por favor, no le dejara nunca. Nunca.Nunca y siempre. Ésas son las palabrasque los amantes pronuncian de manerailusa sin querer admitir que son lasúnicas dos que carecen de sentido. Sí, seacordó de cuando me quería. Fue uno de

Page 157:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esos momentos raros en los que sesiente, fugaz pero intensamente, el amordel pasado. Me besó el pelo. Sintió,seguro, un olor antiguo, el de aquellaotra a la que hacía cinco años dijo a sumanera nada complaciente de expresarla pasión: «Ninguna mujer guapa podríagustarme tanto.»

Fuimos paseando ya un pocorezagados del grupo de amigos, algotristes, anticipando una separación quelos dos presentíamos, que vendríadespués del niño. Lo sabíamos, como aveces se sabe todo.

«¿Se mueve?», preguntó. «Sí, ahorase está moviendo, tócalo.» Le llevé la

Page 158:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mano debajo de mi abrigo para quepudiera sentir al pequeño ser ya exigenteen su naturaleza primitiva y acuática.«Esta noche he soñado con él», le dije,«tenía los ojos grandes y caídos, comolos míos, y tu pelo rizado, me mirabacomo si quisiera pedirme algo que aúnno supiera nombrar, y yo le decía, “Noquiero cometer errores contigo, a partirde ahora voy a ser otra persona”, y élme ponía la mano en la cara, como siquisiera cuidarme o protegerme».

Esa noche nos fuimos a casa antes delo que acostumbrábamos. Él me preparóun vaso de leche porque me estabasubiendo la fiebre. Se metió conmigo en

Page 159:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la cama para aliviarme el frío quesiempre hacía en aquella casa odiosa deradiadores eléctricos en la que cada mesestudiábamos la factura de lacalefacción para acabar constatando queera yo quien la encendía en cuanto élsalía por la puerta. Yo odiaba laperiferia, la periferia de la periferia debarrios recién construidos, la sensaciónde lejanía, ese frío continuo que mehacía ir de una habitación a otra sinencontrar consuelo. Él me abrazóaquella noche, me arropó. Los restos dela pasión siempre se manifiestan demanera poderosa. Él estuvo a la alturade lo que me había querido. Ojalá el

Page 160:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

último recuerdo hubiera sido ése.Pero aun así, sería injusto no admitir

que hubo algún momento por el que todomereció la pena, ese momento que alcabo de los años se busca para justificartodo el dolor que tuvo que soportarse,toda la traición y las palabraspronunciadas para herir al otro con lamisma saña que un arañazo en la cara.

Estuvieron las noches de verano delos primeros años, cuando él meesperaba sentado en un banco, gravesiempre, nunca juvenil, recién duchadodespués de trabajar en su taller derestauración, aunque a mí me gustabapercibir, por debajo del perfume del

Page 161:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

jabón, el olor de los materiales, de laspinturas, la cola y la madera noble. Meesperaba concentrado en alguna lectura,como si en realidad no estuvieraesperando mi llegada, como si lo queleía, casi siempre una publicaciónpolítica, fuera más importante que yo. Amí aquella actitud de ensimismamientome producía una cierta excitaciónsexual, la que provoca la persona a laque no posees del todo, la del hombreque está perdido en sus asuntos. Ése esel momento a recordar. Cuando leobservaba mientras iba acercándome yle veía tan ajeno a mí, en la mismapostura en la que hace dos meses había

Page 162:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

estado esperando a otra novia.Caminaba sigilosamente para poderobservarle sin que él me viera y parasorprenderle. Esperaba disfrutar de suscaricias en mi pecho durísimo, tan duroque dolía como duele el pecho de lasadolescentes, debajo de aquellascamisetas de dibujos étnicos. Lascamisetas de algodón gastado deaquellos veranos sobre el pecho sinsujetador. Sentía en ese roce de la tela lapromesa de algo, la anticipación de unavoluptuosidad que siempre me parecíaque estaba a punto de producirse.

Llegaba hasta él, le tapaba los ojos,él me tomaba las manos, se volvía, me

Page 163:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

miraba y decía, «Vaya, vaya, sólo hasllegado quince minutos tarde, te vassuperando», o decía, «Se te transparentatodo». Y aunque yo sabía que debíainterpretarlo como una demostraciónmuy torpe del deseo, porque eraexactamente eso, la única manera que éltenía de hacerme entender que me habíamirado las tetas, su distanciamiento delas emociones se me convertía enantipatía, su pudor se transformaba ensarcasmo. Mis ensoñaciones sexualeseran tan sublimes que fácilmente sevenían abajo.

La promesa de plenitud sexual queparecía ser tan clara en esos cien metros

Page 164:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en que lo observaba sin que él me viera,se derrumbaba con aquellas frases; todose volvía entonces real, se empobrecía.Mirábamos el periódico, hablábamos depolítica, paseábamos por los bares conla esperanza, que cada uno por su cuentaalbergaba secretamente, de encontraralgún amigo que me sacara de micontagioso humor mohíno, y asípudiéramos remontar ese estadoinconcreto de insatisfacción que se fijaen la cara de muchas parejas,empalideciendo el brillo de la juventud.

—Venga, tienes que vestirte ya. Tenemos

Page 165:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la nevera vacía y nos van a cerrar lastiendas —le decía al niño aquellamañana de sábado.

Gabi me suplicaba que le dejarasolo. Decía: «Anda, déjame aquí encasa, solito. Qué te importa.» Empleabaese diminutivo tantas veces usado porlos padres que los niños acabanimitando, añadiendo, sin ser aúnconscientes, un elemento de cariño y decompasión hacia sí mismos. Queríaquedarse «solito». No me gustaba laidea, pero al mismo tiempo me agotabade antemano el interminable caminoentre las tiendas de la galería comercialcon él dos pasos por detrás de mí,

Page 166:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

distraído con las cosas que ibaencontrando por el suelo, lento,poniendo a prueba los límites de lamadre impaciente. Le dejé solito.

Fui comprando algunas cosas en lasmismas tiendas a las que tantos sábados,de mala gana, había tenido queacompañar a mi madre. Antes que nada,me acerqué al Puesto Azul, el kiosco delos niños, y le compré a Gabriel una deaquellas bolsas pobretonas de papel quetenían submarinos o avionesdesmontables. Se la entregaría antes deque se fuera con su padre, en elmomento en que le diera el beso dedespedida en el portal. Luego entré en la

Page 167:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tienda de Pepe el Feo, el carnicero alque yo recordaba mirando irónicamentea mi madre desde detrás de las ristras dechorizos que colgaban del techo. «¿Es tuhija o tu hermana?», le preguntaba a mimadre, señalándome a mí con la cabeza.Yo miraba para otro lado, pensando,menudo imbécil. Pero ahora que metocaba a mí estar en el papel de madreno trataba de juguetear conmigo deninguna manera. Era evidente que laprefería a ella, por una cuestióneconómica y también de encanto,imagino. Yo sólo le pedía los sábadosmedio kilo de carne picada y salchichas.Con esa precaria adquisición

Page 168:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

consideraba renovado mi intentosemanal de convertirme en una madrecomo fue la mía.

Cuando me sentía perezosa y nosalía ni a comprar ese medio kilo decarne de los sábados acabábamoscomiendo en el chino de los soportales.Allí solíamos ser los dos únicos clientes(tal vez un padre separado con susniños). No por eso se esmerabandemasiado en el trato. Debíamos serrápidos pidiendo la comanda, palillos,Coca-Cola, más arroz, porque elcamarero chino sólo aparecía una vezcada media hora, alimentando misensación de que nuestra presencia

Page 169:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

interrumpía la apacible comida desábado de una familia china que habíaelegido este barrio entre todos losbarrios del mundo para forjarse una vidanueva. Qué estampa más únicahacíamos. Los dos solos, al fondo,comiendo arroz y pollo en salsa delimón. No puedo recordar qué tipo deconversación conseguirían mantener unamadre con dificultades para centrarse enlos placeres del presente y un niñoensimismado de cuatro años. La imagenmisma del divorcio. Me acuerdo, sí, decómo la escena se animabainvariablemente a la hora de la galletade la suerte.

Page 170:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¿Qué pone, qué pone? —decíaGabi nervioso, se levantaba, secolocaba de pie a mi lado, con la manosobre mi brazo. Yo me inventaba algopueril, que él pudiera entender.

—Sólo los niños que obedecen a susmadres conseguirán aquello que tantodesean.

—¿El barco pirata?—Ah, no sé.—¿No dice nada el sabio chino del

barco pirata?—No, lo dice en general.—Yo siempre voy a obedecer.—Eso ya lo veremos.—El sabio chino es infalible.

Page 171:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

La galería de tiendas había sidodiseñada en los años sesenta para aquelbarrio nuevo que se anunciaba en laradio. No era bonita, desde luego,aunque ese paseo de soportales demateriales pobres y trazado funcionalguardaba cierta armonía y tenía másgracia que la arquitectura periférica quese construyó luego. Las tiendas eranmodestas pero mantenían una clientelafija de madres y abuelos venidos de lospueblos andaluces y extremeños, quetodavía no habían sucumbido alatractivo del gran hipermercado queacababan de construir a la entrada delbarrio. Había un trasiego agradable de

Page 172:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vecinos en la mañana de los sábados,compraban, tomaban cañas y tapas enlos bares, se encontraban con las bolsasen la mano y hacían las preguntas derigor sobre esos hijos a los que habíanvisto crecer y que se iban casando yabandonando el barrio.

Yo saludaba a algunas viejasconocidas de mi madre, me preguntabanpor el niño e intuitivamente dudaban sipreguntarme o no por mi marido.Acusaba yo entonces un indefiniblecomplejo por haberme quedadoestancada en el paisaje de miadolescencia, por haber vuelto allídespués de un matrimonio fugaz y

Page 173:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

fracasado en la periferia de la periferia.Ahora vivía a doscientos metros de lacasa de mis padres, como si hubierabuscado ser testigo del progresivoenvejecimiento de esas mujeres que undía fueron jóvenes como mi madre ydieron carácter, con su sola presencia, aaquellas calles entonces reciénconstruidas y a ese barrio en el que losárboles eran palitroques reciénplantados y en el que los niños decíamos«¡Vamos a Madrid!», cuando nosmontábamos en el autobús para ir a esaciudad cuya línea del cielo se veíadesde el piso de mis padres.

Entre las pequeñas tiendas de

Page 174:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

alimentación de la galería había unacorsetería, pequeña y primorosa, condos maniquíes en el escaparate a los queen el último año les habían cubierto lascabezas peladas con unas pelucas afrode colores. Lucían unos conjuntos deropa interior, uno en morado y otro enrojo, que poco tenían que ver con lasnecesidades de las mujeres que pasabanpor la puerta. Me quedé mirándolos.Llamé al timbre de la corsetería. Elmiedo a los asaltos de los yonquis habíasocavado el espíritu confianzudo delcomercio pequeño y las puertas cerradaseran el signo indudable de los nuevostiempos. Cuando me estaba abriendo la

Page 175:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dependienta, cruzó la calle Paula, lagran amiga de mi madre. Enérgica,dueña de sí misma, tesorera de secretosy confidencias de su amiga muerta, que amí me iba confesando poco a poco,como si el volumen del recuerdo queatesoraba fuera más extenso y valiosoque el mío y se regodeara en iradministrándolo. Esas historias, a vecestan simples como aquella de la amigaaudaz, ella, arrastrando a la otra máspuritana, mi madre, hasta la sala de uncine para ver Emmanuelle negra, meprovocaban cierto desasosiego, porquenunca sabía si acabaría escuchando unafrase rescatada del pasado o una faceta

Page 176:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

insólita de mi madre que hubierapreferido desconocer.

Los actos de los muertos no puedenmodificarse, ni discutirse, así quecualquier hallazgo sobre su pasado nostrastorna más que consolarnos. Algo asíocurrió aquella vez en que Paula vino avisitarnos y acabó bañando al niño, conun esmero y una solicitud de abuela.«Cuánto le hubiera gustado a tu madreeste nieto», dijo, «este niño tan tierno lehubiera alegrado la vida». Esa escenadel todo imposible, la de mi madrebañando a Gabriel, nos dejó en silencio.Pero entonces ella añadió: «Además, esel niño de la hija por la que ella sentía

Page 177:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

más inquietud. “Si me muero”, me decíasiempre, “qué será de ella”.» «¿Por quéme cuentas eso?», le dije yo, «¿no vesque me haces sufrir?». «Me hacessufrir», le repetí. Ella me pidió perdónpero yo ya no supe controlarme: «¿Melo cuentas porque crees que en el fondotenía razones para sentir angustia por mí,que sus malos presagios se hancumplido? A lo mejor mi madre estabamuy equivocada.» Esas palabras no ibandestinadas a ella, sino a quien ya nopodía escucharlas.

Ahí iba Paula, sábado por la mañana,

Page 178:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

siempre apresurada, la mejor en sugénero, madre, cocinera, inventora demil negocios femeninos para sacarse undinero, maestra de flores hechas con panBimbo, de paisajes esmaltados,emprendedora. Ay, qué hubiera llegado aser Paula en otros tiempos, en los míos,de no ser por esa guerra que le arrebatóa su padre y lo mandó para siempre alexilio. Qué hubiera sido fuera de estepaís en el que una mujer no podía serotra cosa que buena en su género. Mesaludó alegre con la mano. Me preguntópor el niño.

—Se ha quedado en casa viendo latele. No ha querido venirse conmigo.

Page 179:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Casi sin detenerse, movió la cabezade un lado a otro, como cuando sereprende suavemente a una hija, y siguiósu camino murmurando algo que nollegué a escuchar bien. «¡Bueno, bueno,tú sabrás!», creo que dijo.

La dependienta, que tenía la palidezde las antiguas merceras, me llevó lossujetadores al probador. De vez encuando entraba y metía la mano dentrode la copa para amoldarme el pecho. Nohabía pudor por su parte, sino diligenciaprofesional. Había turbación por la mía.Tomaba cada pecho con la maestría dequien se pasa la jornada acoplandomasas de carne dentro de un molde y no

Page 180:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hubiera una sola variedad de pecho quele fuera desconocida. Tetas flácidas,excesivamente asimétricas, extendidashacia las axilas o apelotonadas hacia elcentro; de pezones metidos hacia dentroo salientes, enormes y oscuros. Tetasduras y pequeñas de niñas que van acomprarse su primer sostén. Tetas demujeres que han tenido varios hijos y lasmuestran con el desparpajo de quien haenseñado muchas veces su cuerpo apunto de reventar por un parto o por lasmúltiples dolorosas secuelas de lasrecién paridas. Tetas llenas de leche quenecesitan sujetadores que se abran paraalimentar a la criatura.

Page 181:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

La corsetera entraba y salía.Resuelta y comentando con juicio deexperta lo que el espejo nos mostraba alas dos: una mujer joven, muy delgada,con un sujetador morado que lelevantaba el pecho. La joven, ensilencio, esperando el dictamen de ladoctora del sostén. «Es caro», dijoestudiándome, «pero es que no es unaprenda que vayas a ponerte todos losdías. Es, digamos, para momentosespeciales».

Cuando me quedé sola, ensayéalgunas posturas, improvisé algunasfrases que diría con aquel sujetadorcuando tuviera la oportunidad de

Page 182:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

exhibirlo a la vista de alguien. Me sentéen el taburete, entre las dos bolsas de lacompra. Si el niño hubiera venidoconmigo, se habría tirado en la moquetay habría empezado a montar elsubmarino en el rincón, resignado apasar allí media hora. «¿Te gusta, tegusta, el morado o el rojo?», le habríapreguntado yo, y él habría contestado,mirando sólo un momento perodemostrando un gran criterio, «elmorado».

El vestuario no tenía ventilación ysentí que podía desvanecerme. Cerré losojos y apoyé la cabeza contra la pared.La dependienta llamó a la puerta, «¿todo

Page 183:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bien?». ¿Cuánto tiempo hace, pensé, queno he echado un polvo? ¿Quince, veintedías? ¿Y Alberto? ¿Cuánto tiempo hará?Ayer mismo, imaginé. Era imposible nosentir una competencia insana con él.Quería ganarle en polvos, en amor, enmentiras.

—Ya, ya sé que no me arrepentiré;una vez que me gasto el dinero ya no ledoy vueltas; sé disfrutar de lo quecompro —le dije a la mercera.

—Así se habla —dijo ella—, vienetanta gente aquí que se lleva prendas conculpabilidad… ¿Por qué? No puedoentenderlo. Esto es lo más íntimo, lo queestá más cerca de nuestro cuerpo —al

Page 184:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

decir «nuestro cuerpo» se llevó la manoal pecho. Me pareció incongruente:caído, desparramado de las axilas a lacintura, como si no tuviera dinero parapredicar con el ejemplo, o como si lamercera sólo estuviese para contribuir ala felicidad ajena y no a la propia.

Mientras escuchaba las razones porlas que gastar dinero en sostenes era unamanera de aumentar el sosiego espiritualy la autoestima, vi pasar de vuelta aPaula, con el carro rebosante deverduras. Sentí una especie de golpeseco en la nuca que me aceleró elcorazón. Ay, Dios mío, qué hora es.«No, no hace falta que me lo envuelvas,

Page 185:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

me lo llevo en la bolsa, no, que da igual,de verdad, me lo llevo aquí mismo, sí,con la comida, no importa, si son cincominutos hasta casa, si vivo ahí mismo.»

En vez de salir corriendo esperédentro a que ella, Paula, desapareciera.El miedo infantil a llevarte una broncade quien sabes que puede echártelaporque te conoció de niña venció a laangustia que, de pronto, me producía esasituación. ¿Cuánto fui capaz de esperar?¿Dos minutos, cinco? Cuandodesapareció de mi vista, salí corriendo,sudando mucho antes de que la carrerahiciera efecto, sin apreciar el peso delas bolsas que cargaba en las manos.

Page 186:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Bordeé la biblioteca, crucé la plaza yllegué al portal desesperada, como si depronto me hubiera asaltado el miedo deno volver a verlo. Se me cayeron variasveces las llaves de las manos antes deconseguir abrir el portal y, viendo que elascensor estaba ocupado, no esperé.Subí de dos en dos, de tres en tres, lasescaleras. Llamé al timbre antes demeter la llave. Esperaba que él selevantara del sofá y me abriera.Esperaba su mano gordita sobre elpomo, mirándome maliciosamente conesa expresión tan querida: «No me fuicontigo, pero sé que me has traídoalgo.» Esos ojos que parecían decir,

Page 187:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

«me quieres aun cuando no me quieres».Pero no. Nadie abrió. En el salón nohabía nadie, la tele estaba apagada.Crucé el pasillo. Estaba loca, loca, mimente encontraba consuelo en unpensamiento macabro: «Bueno, si le hapasado algo me tiro por la ventana.»

El rastro de una colonia familiar mehizo apoyarme contra la pared, lasbolsas todavía en mis manos. Traguésaliva, sentí el sudor en el pecho y elcorazón acelerado.

Me asomé al cuarto amarillo y losdos, padre e hijo, levantaron la carapara mirarme. Estaban sentados en elsuelo, haciendo un puzzle de una escena

Page 188:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de Tintín en el Tíbet. El padre tardó unmomento en levantarse, como si sulentitud quisiera contener el reprocheque iba a hacerme. Se sacudió lospantalones y empezó a salir del cuartohaciéndome a mí retroceder.

—¿Se puede saber dónde estabas?—Comprando.—¿Comprando? ¿Comprando qué?

¿Dejas solo a un niño de cuatro años y tevas a comprar?

—Sólo ha sido media hora.—¿Media hora? De media hora,

nada. Me llamó al trabajo. ¿Sabes cómohe venido? He venido loco, loco.

—No quiso venirse conmigo.

Page 189:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¿Y tú haces lo que él dice?—Se quedó viendo la tele, qué coño

le podía pasar.—De todo, podía haber pasado de

todo, pero lo que pasó exactamente esque salió a esperarme a la escalera ycon un golpe de viento se le cerró lapuerta. Es decir, que durante unos quinceminutos estuvo en la escalera, solo. ¿Ysi hubiera decidido esperarme en lacalle?

Fui a mi cuarto y me senté en lacama. Sentí escozor en las palmas de lasmanos por llevar las bolsas agarradascon una fuerza excesiva. Las solté. Mellevé las manos a la cara.

Page 190:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Por perdonarme, porque no teníaadónde ir o por las dos cosas, se quedóa comer. No hubo más comentariossobre el asunto. En la mesa se respirabauna calma verdadera, casi hipnótica, laplacidez que sienten los que, a pesar desu orgánica incompatibilidad, hangenerado un vínculo difícil de romper.Parecíamos cualquier familia en lacomida del sábado.

—Sigue oliendo a gas por las noches—le dije—. Hay un escape, seguro. Esverano y ahora no importa dormir conlas ventanas abiertas, pero aun así…

—Ya te dije que me ocuparía, hablécon mi tía y me aseguró que ya había

Page 191:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

llamado al técnico.—¿Y qué?—Dijo que vendría.—¿Cuándo?—Pues… esta semana. Ya sabes que

ella se toma su tiempo —sus ojos selevantaron del plato y me miró—. ¿Mepuedo servir un poco más, por favor?

El cambio de conversación fue tanbrusco que por un momento no supe dequé me estaba hablando. Su voz sonóexcesivamente educada, casi cariñosa.Yo trataba de adivinar sus intenciones:aunque ya no viviera en casa parecíaquerer estar con nosotros, con los dos,una mañana de sábado, sentado a esa

Page 192:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mesa. Mientras se servía macarrones lemiré. Había una falsa prudencia en susmodales y, sin embargo, se llenó elplato. Se llenó el plato. Le estudiabacada gesto, cada movimiento. Nadieobserva con más agudeza que el quedesea ser querido. Es una atenciónparecida a la de los perros hacia el amo.Yo había desarrollado una pericia encaptar sus notas falsas. Demasiadacompostura, pensé con desesperanza.

Sospeché, supe más bien, que nohabía llamado a su tía, la casera, ni altécnico, que no los llamaría. Laindiferencia era transparente. Al cabo dedos semanas, como solía ocurrir, yo

Page 193:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

destaparía el pequeño embuste, lamentira mezquina de tan pequeña,innecesaria; le diría, «¿Por qué teempeñas en prometer cosas que no vas acumplir y en asegurar que has hechocosas que no has hecho?». Él pondríaese gesto que yo tan bien conocía, el deun ser derrotado por sí mismo,prisionero de su carácter, y yo, sinquerer admitir lo evidente, que setrataba de una estrategia, y temiendoperderlo del todo, mantendría a raya laagresividad que estaba ahí, contenida,mordiéndome en el fondo del estómago,o la dignidad, que a veces es lo mismo.Le diría, «Bueno, qué importa, al fin y al

Page 194:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cabo era yo quien tenía que habermeocupado de eso desde un principio,vamos a olvidarlo, es una bobada». Ylos dos haríamos lo necesario por borrarel incidente de la conversación, aunquepor tratarse de una mentira tan banal, yoluego la analizaría, una vez y otra, y laperdonaría menos que una de esasgrandes mentiras que, al fin y al cabo,tienen una razón de ser. La mentiragrave, esencial, puede producirse porrespeto, por miedo o por cariño a lapersona a la que se le cuenta, pero laspequeñas mentiras, esas que se sucedenunas a otras, que se amontonan como lascagadas de paloma, son las que acaban

Page 195:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

definiendo al mentiroso, que miente yolvida, miente y olvida.

Al terminar, me quedé fregando loscacharros. Me gustaba estar sola en lacocina y escucharlos a ellos dos en elsalón, hablando, jugando, sin tenerlospresentes pero con el sonido de suspalabras de fondo. Así podía imaginarcon más verosimilitud que aquello podíaser cierto y duradero. De pronto, sentí lamano del niño en mi pierna. Su carácterecuánime, destinado a no ofender, aun acosta de ocultar cualesquiera que fueransus verdaderos deseos, le hacía estaralerta siempre ante un posibledesequilibrio en su entrega de cariño.

Page 196:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Eso es lo que le debió llevar a lacocina, eso y la sospecha de que sumadre le guardaba un pequeño ymiserable rencor, un rencor no propio delas madres pero tan habitual en ellas. Elniño sabía que nunca escucharía de loslabios de la madre frases de claroreproche: «¿Para qué tuviste quellamarlo esta mañana? ¿Qué va a pensarél ahora de mí? ¿Crees que podráquererme después de esto? ¿Lo hashecho para que no me quiera?» No, yonunca le diría eso porque ninguna madrese permite a sí misma actuarfrontalmente. El resentimiento o la rabiaestán tan censurados que jamás hubiera

Page 197:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

reconocido ante nadie albergarlos; peroahí estaba mi silencio hacendoso yelocuente, tan eficaz o más que laspalabras, un silencio que siguió elmismo camino (de la cocina al salón)que hubiera recorrido la voz para llegar,si no a sus oídos, a su mismo corazón.

El niño sintió mi enfado sordo tannítidamente que no dudó en dejar a supadre solo, absorto en la película queacababa de comenzar, para ir a la cocinay acariciarme la pierna, la pierna de esamadre a la que había dado permiso,como alguna otra mañana de sábado,para ir sola a la compra, porque nohabía nada mejor en este mundo que

Page 198:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

quedarse tumbado en calzoncillosviendo La bola de cristal.

El problema es que aquel día elprograma debió de terminar antes de loprevisto y al rato, harto ya de lospuzzles y sabiendo que tenía prohibidotocar cualquier aparato eléctrico de lacasa —después del día en que se llevóla plancha a su habitación para alisarseel dorso de su mano—, el niño, muyaburrido, llamó al padre. El padrepreguntó que cuánto tiempo llevaba lamadre fuera de casa y el niño, para elcual el tiempo era una masa informe quese alargaba y se estrechaba conforme asu nivel de aburrimiento, le dijo que una

Page 199:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hora o más. No tenía intención dealarmarle pero, al fin y al cabo, sealegró de que el padre le dijera,«Espera, no te muevas, que voy paraallá. No te muevas», dijo el padre, y elniño se propuso obedecer la orden. Sesentó en el sofá. Luego se tumbó en elsuelo. Qué difícil era esperar. Cuando seesperaba a alguien que te había dicho«No te muevas, que voy para allá», unono podía concentrarse ni aun leyendoese libro que siempre le emocionaba,Tintín en el Tíbet, sobre todo en aquelmomento crucial en el que Tintín le tieneque decir adiós para siempre alAbominable Hombre de las Nieves, y el

Page 200:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Abominable se quedaba para siempresolo en sus montañas. Además, sabía elniño que si leía el libro sin estar sumadre lloraría sin tener a nadie en quienencontrar consuelo. Su madre se lohabía escondido durante un tiempo, perocomo hacía dos semanas que no teníapesadillas había vuelto a colocarlo en laestantería. Y ahora que lo tenía a manono le apetecía leerlo. Él nunca llorabaestando solo. Nunca, para qué.

Aburrido, se metió como tantas otrasveces debajo de la mesa baja que habíadelante del sofá e imaginó que era unfaraón dentro de un sarcófago. Se estuvomuy quieto durante unos segundos y

Page 201:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

luego, harto de ser un faraón muerto,pensó que lo mejor sería esperar a supadre en la escalera. Menuda sorpresa.Cuando abriera el ascensor ahí estaríaél, en los escalones, como si tal cosa. Ledaba la risa sólo de pensar en su grancapacidad para sorprender. Salió y sesentó en el quinto escalón, que es el quequedaba a la vista del que salía delascensor situado en la entreplanta. Peronada más sentarse hubo un golpe deviento que cerró la puerta de un golpe,dándole un susto de muerte que leprovocó un ¡ay! que viajó por el huecode la escalera. Pensó en los insultos quehubieran salido de la boca del capitán

Page 202:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Haddock: filibustero, troglodita, tontode capirote, cromagnon, cretino de losAlpes, cochino, diplomado, gaznápiro,cabeza de mula, borrico, macrocéfalo,hidrocarburo, filibustero, rizópodo…Todas esas palabras impronunciables,mezcladas unas con otras en surecuerdo, pero prometedoras siempre dela felicidad porque se correspondíancon los ratos en que su madre se sentabacon él a leerle un álbum. Los insultosdel capitán sonaban tan tremendos en suboca que a él se le sacudía el cuerpoentero de la risa. Pero luego era incapazde reproducirlos. Ningún ser humanopodía hablar como Haddock.

Page 203:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Pensó en llamar a casa de Nicolás,el del 6.º izquierda, pero su madre no ledeja molestar al vecino, porque elvecino es cojísimo y lleva un alza en elzapato y un día él le pidió que si ledejaba andar un rato con el alza y dicesu madre que a las personas, si soncojas, no les sienta bien que les andespidiendo el alza. No le dejaba molestar,ni llorar, ni jugar con los aparatoseléctricos. No le dejaba ponerse elcasete encima del váter cuando se bañaporque dice que hay millones de niños alos que se les cayó el aparato en el bañoy murieron electrocutados.

Ahora sí que se aburría porque en

Page 204:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

una escalera no se puede hacer nada denada a no ser que la subas o la bajes.Bajó hasta el quinto y volvió a subirvarias veces. Si hubiera podido viajaren el ascensor hubiera esperado a supadre en la calle, pero su madre no ledejaba bajar en el ascensor (aunquellega al botón del Bajo) porque le contóel cuento basado en una historia real delniño de una compañera suya de la radioque tenía un ascensor como éste, sinpuerta interior de seguridad, y ese niño,al que le gustaba toquetearlo todo (comoa Gabi), metió el brazo por la rendijacuando el ascensor estaba en marcha yel brazo se le quedó atrapado y

Page 205:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

colgando de sólo un tendón del hombroy luego en el quirófano se lo tuvieronque coser vena a vena. Doce horas deintervención con veinte médicos. Asíque ahora cuando Gabi se monta en elascensor se acurruca en el rincón ycierra los ojos para no ver la ranura.

Al fin, cuando oyó que el ascensorhabía parado en el sexto, subió lasescaleras corriendo desde el cuarto. Supadre, desconcertado, le dijo, «Pero¿qué haces tú aquí?». Y él le dijo que lapuerta se había cerrado. Y el padre, muynervioso, «¿Y tu madre?». Y el niño ledijo, «Aún no ha llegado». Y fueentonces cuando el padre soltó, «Joder,

Page 206:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esta tía es acojonante», que eranpalabras como las del capitán Haddockaunque por alguna razón no tenían ni lamitad de gracia. Se sacó las llaves delbolsillo como si estuviera pero que demuy mala leche, y el niño pensó, igualme la cargo, igual mi madre piensa queme he chivado, pero como se pusieronenseguida a hacer el puzzle en eldespacho amarillo ese pensamiento dealarma desapareció de su mente.

Cuando acabé de fregar los platos, elniño musical, mi pareja de baile, metomó de la mano y me arrastró al

Page 207:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

despacho amarillo. Colocó una cinta enel casete. La rebobinó entera. Pulsó elplay con la determinación de quien hatomado una decisión meditada ycomenzó a sonar la canción de Pinocho,When I Wish upon a Star, preámbulo dela felicidad de tantas infancias, de lasuya, de la mía. Vino hacia mí. «Enbrazos», me dijo. No era una peticiónsino una exigencia. «Quiéreme», era loque en realidad estaba diciendo. Lo subíen brazos, y como tantas veces en quebuscaba mi abrazo y el de la música,dejó caer su cabeza sobre mi hombro.

Si aquella mañana llamó a su padrepor miedo o simplemente por provocar

Page 208:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

un encuentro, no lo sé. El episodio haquedado voluntariamente perdido en esecatálogo de anécdotas familiares que lospadres ordenamos a nuestro antojo paramodificar el pasado o para hacernosperdonar. Mientras yo le susurraba lacanción al oído, noté que su peso serelajaba en mis brazos.

When you wish upon a starMakes no difference who you areAnything your heart desiresWill come to you.

If your heart is in your dreams,No request is too extreme,

Page 209:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

When you wish upon a starAs dreamers do.span

class="normal">[2]

El padre, acodado en la puerta, nosestaba mirando. Yo sabía que hubieraquerido decir algo a la altura de lo quesentía, una ternura que le consolaba detoda la desolación de su nueva vida enuna calle miserable del centro y de suindecisión permanente, de las pequeñasmentiras compulsivas. Pero no supo o noquiso decir nada. Hizo, eso sí, algúncomentario previsible sobre la canción.Ah, las personas siempre tan fieles a loque esperamos de ellas. «¿Y qué

Page 210:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

importa que sea cursi?», le dije yo, «a élle gusta». Tenía que haber añadido: «Aél le gusta porque a mí me gusta.» Miréla cara del niño para buscar suaprobación pero se me había quedadodormido.

Me desperté sintiendo el peso de sumirada. Estaba al borde de la cama,observándonos. No decía nada, sólo nosmiraba, tratando seguramente decomprender lo que veía, su padre y sumadre durmiendo juntos la siesta, algoque sucedía algunas veces y que luegodejaba de suceder durante tanto tiempo

Page 211:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que no conseguía acostumbrarse deltodo a la escena. Había algo dereprobación en su gesto, la del niño queya se ha acostumbrado a manejarsecomo pez en el agua en dos vidas ajenas,en compartimentos estancos, y queentiende el amor entre sus padres comouna amenaza. Tal vez fuera la mismareprobación que yo sentí aquella nochede mis diez años, cuando me levanté albaño y escuché a mis padres hablar en laoscuridad. Me quedé quieta, tras supuerta, queriendo espiarles en esaintimidad que yo era incapaz de aceptary que algunas veces me llevaba a llamartozudamente a la puerta de su

Page 212:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dormitorio, cerrada con llave.«Yo también te quiero», decía mi

madre aquella noche, «pero a veces erestan bruto que». La frase ha traspasadolos años, los filtros de la memoria, lasescenas inasumibles que se sucedieronluego, cuando era una pobre enferma, yse ha quedado ahí, la frase, latiendo,venciendo al tiempo: «Yo también tequiero.» En aquel momento supuso unarevelación. La mera idea de que mispadres se quisieran como hombre ymujer, no sólo como padres, que sedijeran «te quiero», me producía unahonda vergüenza. Era algo que yo nohabía oído salvo en esas películas que

Page 213:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mi padre, incapaz de soportar unmomento de sentimentalismo, apagabaen cuanto los protagonistas iban abesarse. Qué viaje más largo ha hechoesa frase en el tiempo, de servergonzante a ser mi tesoro: fraseinacabada o acabada de una manera queyo no supe interpretar, ha vuelto muchasveces a mi memoria teniendo un efectobalsámico sobre esos otros recuerdos dela vida familiar que voluntariamente mecallo y trato de olvidar.

El niño nos miraba. Se habíadespertado donde yo lo había dejado, enel sofá, y, desorientado, fue a mihabitación a buscarme. No debía de

Page 214:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

saber, probablemente, qué hora era, ni siaquello era la mañana o la tarde, de tanprofundo como era su sueño de la siesta.Nos miraba. Nos observaba concuriosidad y recelo. Le acaricié lamarca que le había dejado el cojín en lacara, una hendidura que le cruzaba elpárpado. Estaba a punto de acostarloconmigo, arrebujarlo unos minutos máscomo tantas veces para quitarle el malhumor del sueño de la tarde, pero supadre se despertó y se levantó a todaprisa, molesto porque se hubieraproducido esa situación, como sihubiera sido pillado en falta.

—Venga, prepara tu mochila, que

Page 215:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

nos vamos.El niño fue corriendo a por la bolsa

que contenía sus dos vidas y en la que élmismo se había adiestrado en meter lonecesario para sus dos noches fuera: dosmudas, el cepillo de dientes, unacamiseta, palos, piedras, dinosaurios ytalismanes cuyo significado sólo élconocía. A veces, precozmentehipocondríaco, iba al armario y cogía eljarabe que estaba tomando en esemomento. A los pocos minutos estabanlos dos en la puerta. El niño copiandodel padre un gesto de forzadamelancolía, que desaparecería en cuantosupusiera que estaba fuera del alcance

Page 216:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de mi mirada. Alberto me fue a dar unbeso. Yo le di la mejilla pero él mebuscó los labios. «Ya hablaremos», dijo.Dijo eso porque pensó que era lo que yoesperaba escuchar. «Hablaremos», esapalabra en un tiempo verbal quecontenía posibilidades de esperanza. Setocó la barbilla, estudiando la manera dedecirme algo que le costaba.

—¿Por qué no compras otrocanario?

—¿Otro canario?—Puede sonar un poco cruel, pero

el pajarito te avisaría, como te avisóéste, de un escape de gas.

—Muriéndose, quieres decir.

Page 217:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Bueno…, sí. Yo me quedaría mástranquilo.

—¿No dijiste que vendría eltécnico?

—Ya, pero entre tanto…—Entre tanto qué, ¿compro otro

canario para que certifique que,efectivamente, hay un escape?

Cerré la puerta. Me quedé de pie,con la mano en el pomo. Esperando.Supe que el niño habría olvidado algo,como siempre, que volvería a llamar.Llamó.

—Se me olvidó la gorra.—Puedes ir perfectamente sin gorra,

¿qué falta te hace la gorra?

Page 218:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—No, no puedo ir sin gorra.Fue hacia su habitación, tozudo. Fiel

a esas manías que yo había contribuidotanto a crear. La gorra. Ésa y todas lasgorras que le taparon la cabeza rapadapor los ingresos continuos en el hospitalen sus dos primeros años de vida. Yo sela ponía entonces para eludir preguntassobre el hospital y ahora a él leresultaba imposible prescindir de lagorra. Salió de su cuarto con ella puesta.La de cuadros, como los pantalones.

—Ésta es la que pega, ¿verdad?Me puse en cuclillas para abrazarle.—A lo mejor un día igual te puedes

venir con nosotros —dijo.

Page 219:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Sé bueno, cara de mono.—Sé buena tú, cara de mona.—¡Venga, que llegamos tarde! —

dijo Alberto desde el ascensor.La voz del padre sonó alegre e

impaciente. Parecía haber olvidado, tanrápido como se bajan siete escalones,que estaba yo ahí, detrás de la puerta. Nirastro había de ese tono culpable con elque me confundía en las despedidas yme hacía pensar que teníamos unaconversación pendiente que habría decambiarlo todo. «El lunes te llamo»,había dicho, «y hablamos de todo esto».De todo esto. Siete escalones paraolvidar su promesa. Su voz no

Page 220:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

consciente, no controlada por el papelque él creía que debía representar antemí, era la de un hombre lleno deproyectos para aquella misma tarde,para el domingo, para su vida entera.

Me asomé a la ventana. El niño de lagorra a cuadros, diminuto, esperó a quesu padre levantara el seguro del coche yse subió en el asiento de atrás. Primerose sentaría, queriendo actuar con lacorrección de un niño formal, obedientecon las indicaciones que tantas veces sele daban, pero poco a poco se iríalevantando para colocarse entre los dosasientos, cuyo lado derecho, ahoravacío, ocuparía ella, que ya estaba

Page 221:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esperándoles en una calle del centro.Impaciente, no muy segura aún de laspromesas de él, ajena, por vivir en laetapa inmediatamente anterior a losmóviles, al siempre traumático ajetreode sus idas y venidas, queriendo ignoraralgunas de esas mentiras, pequeñas,pero precisamente por eso másdolorosas, con las que él intentabaocultar su enfermiza indecisión. O puedeque no se tratara de indecisión sino dealgo que ni ella ni yo, que ahora los veíasubir al coche desde la ventana, noshabíamos planteado en esta lucha sorda:la posibilidad de que por una vez en suvida él se viera como objeto de disputa

Page 222:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

y estuviera saboreando el momentocomo lo que habría de ser, irrepetible.

Ella habría visto minada parte de laseguridad que otorga el haber sido laelegida y sería capaz de estaresperándolo hasta que el rojo del cielose volviera violeta en esa esquina deGran Vía con Hortaleza. Todos loscoches blancos parecerían el suyo. Norelajaría su sonrisa esperando reconocerde pronto en cualquiera de ellos el gestode su mano diciéndole que entrara, y lacara del niño mirándola tras el cristal.El niño le daría dos besos, dócil,confiado. Ella aún no sabía calibrar loafortunada que era. En realidad, nunca

Page 223:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sabría lo que los hijos ajenos puedenminar un amor que comienza, porqueaquel niño asumía su presencia sinrechazo, con una especie de enigmáticaresignación, como si fuera ya eladolescente que un día le diría a sumadre, diez años después, en un tonoque ella no sabría interpretar, que nodeseaba otra infancia que la que le habíatocado en suerte.

Ahí estaban aún, bajo mi miradadesde un sexto piso, padre e hijo. Cadauno de ellos interpretando connaturalidad el nuevo papel de su vida,ajenos ya a esa representación, ahorapienso que forzada, a la que se

Page 224:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aplicaban cuando estábamos los tresjuntos. Siendo otros. El coche salió dela plaza.

Una corriente de aire cerró la puertaque había dejado abierta. Fui hacia eldespacho amarillo y allí encontré, bajoun cojín, la bolsa en la que estaban elsubmarino del kiosco azul que habíaolvidado darle y el conjunto de bragas ysujetador. Me desnudé, me puse lasbragas y el sujetador morados. Lasventanas de un lado y otro del pisoestaban abiertas y corría un flujo de airerevitalizante. Quité la toalla de laventana de mi cuarto, que daba al este,para dejar que la casa se llenara de la

Page 225:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

luz violeta. Me encendí un cigarro ypaseé por las habitaciones, con laincertidumbre de no saber qué era lo quevenía a continuación. Esperaba unallamada. Bah, quién sabe. Mejor noilusionarse. Antes tenía que dejar escritoun guión para el lunes si no queríaacostarme el domingo con ansiedad. Mepuse a la máquina. Escribir diálogos erami consuelo. De pronto, unos seresfantasmales, aún inexistentes, sinnombre y casi sin personalidad,hablaban en mi cabeza, como si misoídos hubieran sido capaces dealmacenar conversaciones escuchadasaquí y allá, en la calle, y ahora

Page 226:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

volvieran a mí, en el mismo momento enque pulsaba las teclas de mi pequeñaOlivetti. Siempre sucedía igual. Primeroera el desánimo y luego la euforia, larisa incluso. El consuelo del trabajo.

Años después, organizando lalibrería de mi nueva casa en Madrid,encontré un folio envejecido y prensadoentre las páginas de un libro que debíade estar leyendo por entonces, ¿Quiereshacer el favor de callarte, por favor?,de Raymond Carver. Había una fraseescrita a máquina:

«Sé sincero por una vez: para ti novalgo más que ese canario que he tiradoa la basura.»

Page 227:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

La frase llevaba doce años ocultaallí, conservada como una flor seca,intactos su dolor y su patetismo. Latipografía, el bajorrelieve provocadopor el golpe fuerte de la letra de plomocontra la hoja, le conferían un aire deobjeto de vitrina.

Cuando la leí me recordé en aquellatarde de sábado, ante la máquina,vestida tan sólo con unas bragas y unsujetador morados, consciente de quejamás se debería hacer el amor cuandoel amor hace daño.

Me vino a la boca un sabor metálico.Y rompí la hoja.

Page 228:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 3

¿TE ACUERDAS DECUANDO TE PERDISTE?

Mi tía Celia estaba recostada sobrela alta cama de barrotes blancos. Es lamisma cama en la que murió mi abuela,antes de la guerra, dejando ocho hijoshuérfanos, cuatro, entre ellos mi madre,tan tiernos que la hermana mayor, la tíaque ahora me miraba columpiarme en lamecedora, dejaría de serlo paraconvertirse en madre. Así que, a todos

Page 229:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

los efectos, era mi abuela, pero con lapeculiaridad de no haber parido, lo quela hacía estar siempre un poco a ladefensiva, reclamando su posiciónlegítima, y también, aunque ella no fueraconsciente del todo (yo lo seré en elfuturo), insegura y suplicante del cariñode aquellos a los que crió y entregó suvida entera, hermanos y sobrinos.

Era la misma cama en la que dormíami abuelo, el viudo grande, alegre, deespíritu comodón, que vestía el trajeoscuro y la camisa blanca abotonadahasta el cuello propios de los hombresde pueblo de cierto rango social. Lamisma cama en la que dormían mis

Page 230:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

padres cuando veníamos al pueblo. Lamisma cama en la que yo me colaba deniña para estar con mi padre losdomingos por la mañana, mientras mimadre le preparaba el café. La cama enla que yo dormía para hacerle compañíaa mi madre, cuando mi padre estabafuera, porque a ella no le gustaba dormirsola. Todos, mi padre, mi hermana, mimadre, andaban siempreaprovechándose de mi condición de hijapequeña, gordita e inocente parabesarme y apretujarme, algo que solíanno hacer entre ellos, como siconcentraran el contacto físico en unasola persona o que yo, por ser la

Page 231:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pequeña, fuera el anticipo de unostiempos menos ásperos en lasexpresiones familiares de afecto. Yoconsentía. Me dejaba besar, acariciar labarriga, abrazar. Prefería esos momentosde contacto agobiante a esos otros enque la misma condición de hermanamenor me condenaba a que nadie metomara en serio.

Fue esa misma cama donde elmédico anciano, don Manuel, auscultabaa mi madre el verano en que volvimos alpueblo para que se recuperara despuésde la operación. El anciano, que la habíacuidado de niña las fiebres que leprodujeron un soplo al corazón, imponía

Page 232:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sobre el lado izquierdo del pecho laplaca redonda del fonendoscopio ycerraba los ojos para escuchar lamaravilla del corazón restaurado, esecorazón que, según contaba mi padremuy melodramáticamente, acodado en labarra del bar del Rubio, había pasadounos momentos cruciales fuera delcuerpo para volver a él con unasválvulas de plástico a las queatribuíamos ese latido de juguete rotoque emitía el pecho de mi madre cuandoestaba disgustada o nerviosa.

El pecho de mi madre sonabaparecido al enorme despertadorplateado que llevaba impreso en la

Page 233:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esfera el nombre de mi abuelo en letrascursivas: Amado Santas, y una fecha,1900, que se me antojaba tan lejana enel pasado como el año 2000 en el futuro.El despertador estaba en el comedor,emitiendo su sonido de metaltembloroso, ignorado cuando la casaestaba llena de vida, y atemorizante, almenos para mí, cuando el silencio loconvertía en música de fantasmas.Siempre que volvíamos a Madrid y mimadre, víctima de una hipersensibilidademocional, estaba angustiada, sucorazón sonaba idéntico al reloj de supadre, aunque más tenue. Si lahabitación estaba en penumbra y

Page 234:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

silenciosa, el tictac recordaba tanvívidamente el comedor de su infanciaque el tiempo y la distanciadesaparecían, haciéndome evocar lashoras de la siesta veraniega leyendoTintines en torno a la mesa; haciéndoleevocar a ella, en voz alta, a su padre y asu hermana-madre, a la que quería conel alma pero sobre la que ironizaba deesa forma en que hacemos compatible elamor con el sarcasmo hacia las personasmayores. Evocaba, con voz sofocadasobre el latido inquietante del corazón,un universo idílico, una felicidadperdida que le servía para transmitirnosa mis hermanos y a mí la infelicidad del

Page 235:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

presente, ese presente en que yo letendía mi mano de niña de diez añospara que se serenase y que el corazón ledejara de sonar a Amado Santas, 1900.

Más de una vez presencié la escena delanciano doctor auscultando el corazónoperado. Me recuerdo admirada, atentay suplicante como un perro. Le miraba aél, que escuchaba con los ojos cerrados,y luego a ella, que aquel verano noparecía vivir más que para enseñar sutesoro, convirtiéndonos también a sushijas en cuidadoras de tan extraordinarioprodigio. Sentía yo una especie de

Page 236:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

orgullo delegado en el hecho de que mimadre se hubiera convertido en unmilagro de la ciencia o de la fe, segúncon quien se hablara, y en ocasiones, enun discurso calcado del de mi padre,describía a los otros niños de la calleesos minutos de tremenda tensión en queel corazón había permanecido en lasmanos enguantadas del cirujano, dejandoa mi madre abierta en canal,«técnicamente muerta», para volver adepositarlo en su pecho como el reloj alque se le ha arreglado la maquinaria conéxito.

Raro era el día en que no se teníaque abrir la blusa varias veces para las

Page 237:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

visitas, como hacía ante el médico,tumbada en la cama de barrotes blancos,cuidando pudorosamente que no se levieran los pechos. La cicatriz, aquelciempiés todavía rojo, hinchado, con lasmarcas de los puntos de sutura a un ladoy a otro a modo de pequeñas patas, lecruzaba el torso del cuello a la cintura.Viva y sinuosa gracias a losmovimientos de la respiración, lacicatriz estaba catalogada en miimaginación como uno de esos parásitosque había tenido que estudiar en elcolegio. Tan asumida tenía la idea deque se trataba de un ser autónomo, que aveces cerraba los ojos porque temía,

Page 238:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aprensivamente, que el bicho leavanzara por el cuello y apareciera depronto culebreando por la comisura dela boca.

—Quién fuera médico ahora. Quépoco se podía hacer entonces.

Lo decía el viejo evocando a todoslos muertos que habían pasado por susmanos, a mi abuela, de la que todoscontaban que, tendida sobre esa cama,que vio nacer y morir a tantos miembrosde mi familia, rabiaba de dolor por elcáncer que la devoró, con unos gritosque se oían desde la calle. En el tiempode mi infancia, anterior aún a todo esecuidado que hoy se emplea para hablar a

Page 239:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

los niños, los adultos se explayabandelante de nosotros sobre el dolor de losmoribundos con una exactitud impúdicay morbosa; aun así esa naturalidad conque se describía la mordedura de lamuerte no hacía que la consideráramostan cercana como para que pudieraseñalar con el dedo a nuestros padres.

La muerte era una circunstancia deotro tiempo, de otro siglo, casi un cuentode fantasmas. Los fantasmas de losfamiliares poblaban todas las casas y, enparticular, en la casa de mi abuelo, eraninvocados a diario por mi tía Celia. Nosé si era una peculiaridad suya o unaespecie de costumbre arraigada entre las

Page 240:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mujeres solteras. Las madres cuidaban alos vivos; las solteras, a los muertos. Mitía les llamaba, con un gran sentido de lapropiedad, «mis muertos». Los retratosde sus muertos estaban colgados en elsombrío recibidor, muy a tono con eltresillo de madera y enea de la mismaépoca de los retratados. Era ese tipo defotos de principios del siglo xx, de grancalidad, que nos acercaban con enormeprecisión la presencia de seres humanosremotos. Parecían verdaderamente fotosde fantasmas. Yo las miraba una y otravez a la luz pobre de la bombilla,queriendo descubrir algún detalle nuevoque me uniera a esas mujeres, mi

Page 241:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bisabuela, mi abuela, subidas a un cochede caballos, vestidas como heroínas denovela, aunque lo novelesco quedarafrustrado por el gesto adusto ydesconfiado de la gente de pueblo, parala que ser retratada era algo amenazantey excepcional.

A fuerza de nombrarlos mi tíaconseguía que la presencia de susmuertos se sintiera por toda la casareinando sobre todo en los que fueronsus cuartos, donde nacieron, hicieron elamor, parieron hijos y murieron conunos gritos de dolor que se escuchabandesde la calle.

Yo los sentía, a los muertos, en la

Page 242:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cambra más que en ningún otro sitio, enla buhardilla en la que se apiñabanmuebles viejos que finalmente acabaríanen manos de esos anticuarios que en lossetenta esquilmaron las casas de lospueblos, abusando de la ignorancia deuna gente que no daba ningún valor atrastos que consideraban pasados demoda. Había baúles llenos de ropaantigua, baúles con escopetas y fotos,libros apilados por todas partes. Losobjetos de los muertos olían a rancio, aalcanfor y a humedad. Mi tía dejaba alos sobrinos, nos dejaba enredar por allía condición de que todo quedara al finalen el inexistente orden en el que se

Page 243:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

encontraba. Las niñas sacábamos ropade los baúles y nos vestíamos conaquellos trajes que casi no nos dejabanandar por el peso tremendo de las telasbrocadas y medio podridas. Actuábamoscomo señoras de época, tal y comohabíamos visto en el teatro de la tele,hablando y moviéndonos con afectacióny mucha cursilería. Lo que yo de verdadhubiese deseado habría sido entregarmea aquel juego en solitario, aunque casinunca reunía el valor. Intenté alguna vezaventurarme a subir sola a aquel cuarto,pero como ocurriera que de pronto meviese reflejada en uno de aquellosespejos amarillentos que estaban

Page 244:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

apoyados en el suelo, me entraba elterror de no ser yo la que aparecíareflejada sino el espíritu de una deaquellas muertas de las que con tantatranquilidad de ánimo hablaba mi tía, ybajaba corriendo las escaleras,tropezándome con los faldones,jadeando, aterrada, pensando que unamano me agarraría por detrás en elúltimo escalón y querría llevarme alterritorio de los muertos. Sólo conseguíasentirme a salvo en el momento en quellegaba al comedor, donde mi tía,sentada en una silla baja al lado de laventana, me miraba de soslayo y sindejar de hacer ganchillo, me decía: «Te

Page 245:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tengo dicho que no me bajes aquí esostrapos viejos.»

Mis hermanos detestaban lasfantasías románticas de las niñas y seaburrían pronto. Sus juegos eran menossofisticados. Mi hermano Pepe, que porentonces leía incansablemente aquellosnovelones de soldadesca alemana deSven Hassel, cogía una de las escopetasde caza que había en los cestos y nosdisparaba desde detrás de un baúl,emitiendo el ruido del disparo para quenos dejáramos caer; otras veces noshacía ponernos contra la pared parafusilarnos o nos pegaba un tiro abocajarro. A mí me provocaba pavor

Page 246:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sentir la boca de la escopeta rozando minuca y el sonido de su aliento excitadoen mi espalda. «¡Muere, cerdatraidora!», decía copiando las frases dela jerga libresca. Las niñas pequeñasnos veíamos con frecuencia desafiandoel miedo que nos provocaban los juegosde los chicos mayores, no queríamos sertomadas por tontas o cobardes y que nosdieran de lado. Así, enfrentada al pavorque me provocaba el contacto frío de laescopeta, yo aguantaba, paralizada,entregada a una especie de claudicación,hasta que oía el ruido mecánico y huecodel gatillo, que me provocaba el placery la relajación de la prueba superada.

Page 247:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

A ningún adulto se le hubieraocurrido vigilar tales juegos. Los niñosvivíamos en un mundo ajeno al de losmayores. De nosotros se esperaba quesaliéramos de casa por la mañana y nomolestáramos hasta la hora de comer,que no hiciéramos ruido a la hora de lasiesta, que supiéramos defendernos, queno volviéramos lo suficientementepronto como para incordiar antes de quela comida estuviera lista, ni losuficientemente tarde como para que losmayores se preocuparan. Cuandocualquiera de mis tías te encontrabamelancólicamente tumbada en un sillónpasaba la mano por tu frente para ver si

Page 248:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

estabas enferma y, si no había nada queanunciara una enfermedad, te lanzabanun grito: «¡Venga, arrea con los niños ala calle, que te vas a quedar enana de nomoverte!»

Al fin y al cabo, jugar a matar, esematar figurado, no era más agresivo quetorturar insectos, mutilar ranas o tirarpiedras a los perros cuando estabanapareándose; eran cosas que nolevantaban un comentario más allá deltípico «¡Cómo son los chiquillos!». Detodas formas, creo recordar que despuésde que un niño forastero le volara el ojoa uno del pueblo, las escopetasdesaparecieron. Sólo a un crío venido

Page 249:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de fuera, escuchaba decir a mis tíos, sele ocurriría apuntar con un arma a otrosin saber si estaba o no cargada.

Yo asumía, con culpabilidad, lotontos que éramos los forasteros; pormucho que nos esforzáramos endemostrar que podíamos integrarnos,había algo indefinible en los niños depueblo, el habla, la audacia física, larapidez de reflejos, que a nosotros nosvolvía torpes, demasiado inocentones.Amos del territorio, los niños de puebloaplicaban su pequeña venganza contralos invasores. Pero aun así, a pesar deser forastera, mi centro del universo eraentonces ése, aquel pueblo era la capital

Page 250:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

del mundo, y la ciudad se me antojabacomo una tara en mi biografía quetrataba de disimular como fuera.

También había libros en la cambra.Muchos, cientos de ellos, metidos encajas o apilados en el suelo. No sé dedónde habían salido ni por qué estabanallí. Tal vez ese desván servía comoalmacén de una biblioteca que nadie seencargaba de montar en aquel pueblo enel que se respiraba una especie depereza colectiva que imposibilitabacualquier empresa pública.

Los libros estaban allí. Tenían unsello oficial en su primera página que norecuerdo a qué correspondía; lo que es

Page 251:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

seguro es que aquél no era su destino. Seapilaban entre los baúles y acumulabanpolvo. Había novelas de Galdós,también sus Episodios Nacionales,novelas de las Brontë, de Dickens, deBlasco Ibáñez y Pereda, y había, porfortuna, muchos libros infantiles, toda lacolección de Tintín, de GuillermoBrown, de Celia y Cuchifritín. Nosotros,mis hermanos y yo, sacábamos provechode esos tesoros, y cuando al fin semarchaba el frío rabioso de enero yfebrero y era soportable sacar losbrazos de la cama nos llevábamos librosal cuarto para leerlos a la luz desabridade la bombilla. El polvo y la aspereza

Page 252:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de las páginas nos hacían toser yprovocaban dentera, que yo aliviaba,compulsivamente, mojándome los dedosen saliva.

Mis tíos solteros, Celia y Amado,eran los únicos adultos a los que yo veíacoger algún libro de esa peculiarbiblioteca abandonada, pero su elecciónera tan monótona que los gustosliterarios se convertían en una especiede prolongación empecinada de supersonalidad. El gesto diario de mi tíoAmado metiéndose en el bolsillo delmono una novela del Oeste de LafuenteEstefanía antes de montarse en la vespapara hacer su guardia en la Central

Page 253:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Eléctrica era más un rasgo de sucarácter, introvertido y refractario a laconversación, que un amor por lalectura. En mi tía Celia su aficiónliteraria era la consecuencia de laensoñación tan habitual a la que seentregaban las mujeres solas, a las queel amor por las novelas se añadía comouna característica más de su rareza. Laliteratura, de la que se desconfiaba porsistema, como casi de cualquieractividad que supusiera un mundoprivado y ajeno al de los otros, era vistacomo la compensación a una vidafrustrada. De alguna manera, mi madreconfirmó esta tendencia a la lectura

Page 254:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

como consuelo, porque fue en sus añosde enferma, los últimos, cuando pasabatardes enteras en nuestra habitación, lade las niñas, sentada al lado de laventana, haciendo como que vigilaba lapereza y el despiste con los que yo meenfrentaba a los deberes pero, enrealidad, ausente y ajena, entregada aotras vidas que borraban la suya. Aveces se quitaba las gafas, se acariciabael punto de la nariz en donde se lehincaba la montura plateada, y memiraba, queriendo advertirme de que meobservaba, que cumplía con su papel demadre, aunque yo sospechaba que no meestaba viendo del todo, que su mente

Page 255:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

habitaba junto a esos otros seres cuyotriunfo o desgracia le importaban ya másque las de los suyos.

Mi tía, en cambio, fue devoradora deficción desde siempre. Nos servía lacomida y se quedaba de pie a nuestrolado, digna y vigilante, con los brazossobre el vientre. «Eso», decía señalandocon la punta de un cuchillo ese trozo degrasa de lomo que habíamos apartado yque nos debíamos comer. Masticabamientras algún trozo de carne que seintroducía en la boca en sus viajes deida y vuelta a la cocina y a cadamomento nos metía prisa, porque a lascuatro empezaba la novela de la radio y

Page 256:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

quería tenerlo todo recogido y quedesapareciéramos de su vista. Las niñasla ayudábamos a fregar y luego yo mesentaba junto a ella, que se encorvabahacia la radio, en una actitud derendición absoluta. En una de sus manosesgrimía el matamoscas y lo único quepodía sacarla de ese estado hipnóticoera el vuelo de una posible presa.Fruncía el ceño, se mordía los labios yallí donde se posara la mosca, que podíaser, por ejemplo, en tu propia cara,pegaba un manotazo, acertando siempre.La apartaba luego con un pequeño toquede desprecio para que cayera al suelo.Cuando acababa la novela las barría.

Page 257:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Yo deseaba seguir el argumentonovelesco pero me daba vergüenza;había aprendido de mis hermanos y demi madre a burlarme de esossentimentalismos rancios y, en cuantoveía que en su cara se dibujaba un gestode pena por las desgracias de laprotagonista o que una lágrima estaba apunto de escapársele, olvidaba milealtad hacia ella y llamaba a los chicospara que la observáramos y reírnosjuntos de eso que ya juzgábamos comoalgo patético (los adultos eran losprimeros cómplices de nuestra burla): elromanticismo de las mujeres que nuncahabían experimentado el amor en carne

Page 258:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

propia.Tras la novela, se marchaba a

dormir la siesta y de ella bajaba siemprecon un libro bajo el brazo, como sihubiera rumiado la lectura durante elsueño y volviera convencida de algo queconstituía la gran verdad del mundo.«¡Lee a José Antonio y luego mecuentas!», le decía a Pepe, cuando éste,a los dieciséis años, empezó a decircosas extrañas en la mesa. «¡Ya no creoen Dios! ¡Ni en Dios ni en el sistema!»Eran afirmaciones que canalizaban eldescontento que había marcado sucarácter infantil y lo convertían enideología prematura pero implacable.

Page 259:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Aquellas frases provocaban una especiede desasosiego general, ira o desazón,según los casos. A mí me sumían en esatristeza inconcreta que los pequeñossienten cuando los hermanos mayoresempiezan a mostrar señales de unpensamiento independiente.

«¡Lee a José Antonio!» Lo decía,casi lo gritaba, mi tía muy a menudo,como si leyendo aquel volumen de losdiscursos del político falangista, mihermano se pudiera curar de unaenfermedad aún embrionaria (no sólo nose curó sino que nos fue contagiando atodos). Pero no creo que ella le hubieradedicado mucho tiempo a esa lectura.

Page 260:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Recomendar los discursos del falangistaformaba parte de una empecinadafidelidad al hermano de dieciséis añosque murió en la guerra, pero en realidadsu conexión con la historia de Españaeran los Episodios Nacionales deGaldós, y su apasionamiento político seapagaba enseguida para rendirse anteClarín, Galdós o Dickens.

No sé si la lectura continua de todasesas novelas había influido en su formade expresarse, pero cuando años mástarde me entregué yo a Fortunata yJacinta, encontraba personajes, comodoña Lupe la de los Pavos, que hablabanigual que ella, y esa habla familiar me

Page 261:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

provocaba casi más melancolía que ladespertada por la propia historia de ladesgraciada Fortunata. Mi tía hablabacon una dicción perfecta, propia delBajo Aragón, y parecía tener, comomucha gente por esos pueblos, unmicrófono en el abdomen que hacía quesu voz resonara y te alcanzara allí dondeestuvieras en aquellas ocasiones en queyo tenía motivos para esconderme. Sumanera de expresarse era rotunda, tiernaen momentos contados, y tenía lafacultad de ser hiriente sin la necesidadde soltar una palabra sucia.

Sus ideas no eran franquistas,aunque ella lo creyera, sino las que se

Page 262:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

desprendían del universo moral de lasnovelas del siglo XIX que leía. Laaceptación de sus frustraciones, ladignidad con la que, a pesar de la burla(que siempre perseguía a las mujeressolas), se plantaba ante el mundo, eranel eco de otro siglo. Le gustaba el ordenestablecido, temía los cambios que ya seanunciaban sutilmente (la misma frasedel sobrino era un adelanto), y erareligiosa, sí, pero detestaba el talanteaprovechón de los curas que sepresentaban a comer de gorra y en losque creía adivinar una pulsión sexualque se desfogaba con sobrinas,sirvientas o monaguillos. No sé de qué

Page 263:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

forma llegaba esto a mis oídos en unafamilia en la que jamás se hablabaabiertamente de sexo, pero supongo quemuy pronto aprendí a descifrar lasclaves de lo que no se decía. Ella erauna puritana de una pieza, fiel a unmundo del que se olía la incipientedecadencia, pero, de la misma formaque defendía a Franco por amor a suhermano muerto, anunció que votaría alPartido Comunista, aun detestando a losrojos, si su sobrino se presentaba a laselecciones.

Su contacto con el mundo exterior sebasaba en emociones delegadas de sushermanas casadas o de sus sobrinos,

Page 264:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aunque no era difícil intuir que escondíaun territorio íntimo que se me antojabamuy misterioso. Cuando nos subíamos alcoche en septiembre para volver a laciudad y a la escuela, ella se despedíalevantando la mano desde el umbral dela casa, dibujando una sonrisa en su caraque tenía como misión contener elllanto. A mí se me hacía también un nudoen la garganta, por la pena de no verlaen meses, pero también por ella,imaginando sus andares solitarios porlas habitaciones que nosotros habíamosllenado durante el verano, dejando cosaspor medio, actuando con la habitualdesconsideración de los niños,

Page 265:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bulliciosos, metomentodos. No se mepasaba por la cabeza imaginar que ellapodría disfrutar de su recién estrenadasoledad. Tan convencida estaba yo deque su vida sin mí, sin nosotros, carecíade significado, que me olvidaba de suimplacable sentido de la independencia,el mismo que le hacía cerrar la puertasin culpabilidad ni contemplaciones alcura, a los perros vagabundos o a esasvisitas a deshora que son la pesadilla delos pueblos. Ese aspecto tozudo einsobornable de su carácter que luego heentendido tanto reconociéndolo en mí sediluía, me quedaba sólo con la imagende la tía en aquel umbral, en su andar

Page 266:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

melancólico por la casa en penumbra,acompañada más por los muertos quepor los vivos, que siempre acabábamosabandonándola.

Ni se me pasaba por la cabeza algoque ahora imagino y que me hacesonreír: según el coche se perdiera porla calle estrecha, después de tres mesesde verano haciendo comidas y camas ylavando calzoncillos y bragas de tantosniños, suspiraría de alivio, liberadaentre los muebles sombríos,encontrándose de cara con la miradasolemne de alguna de sus muertas yconfesándole, con la seguridad de quehay cosas que los muertos entienden más

Page 267:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que los vivos: «Qué ganicas tenía dequedarme sola.»

De las novelas de la radio a las deldiecinueve sin pisar la calle, y luego amisa, a una realidad matizada por la luzde las velas y los cuchicheos sofocadosde esas amigas con las que, después dedarnos un bocadillo y echarnos a lacalle, se marchaba a jugar a la brisca.En alguna de las cartas que nos mandabaa los distintos destinos en los quevivimos, su caligrafía es un signoinequívoco de un carácter obstinado ydespierto; después de los detallesprácticos, la matanza del cerdo, lasmanzanas, las fechas de las vacaciones,

Page 268:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vienen los mensajes para cada uno denosotros. A mí, por ser la más chica ypor tanto la más permeable a losacentos, siempre me comentaba: «Ni mequiero imaginar cómo hablarás cuandote vea.» Ella siempre hablaba igual,como si viniera de un ayer que estaba apunto de desaparecer pero que senegaba, en su último capítulo, a dejarsecontaminar por la televisión o por lasexpresiones callejeras que traían lossobrinos a casa. Yo era muy sensible asu forma peculiar de expresarse, tandiferente a la de los adultos con los quetratábamos en la otra vida quemanteníamos en la ciudad. No quiero

Page 269:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

adornarme con una sensibilidadretrospectiva, sólo recuerdo lo que escierto: poseía desde niña un donespecial para captar las diferencias delhabla, no sólo de un lugar a otro, sino deuna persona a otra. Era el rasgo humanoque se me presentaba primero y con másnitidez, el más querido y el que más meimportaba. En mi tía podía percibir eldon de la palabra y una inteligenciapoco cultivada pero tan sólida que nuncapodía ocultarse.

Sus palabras escritas eran unatranscripción exacta de su forma dehablar. No había literatura, ñoñerías osentimentalismo en ellas. Leyendo hace

Page 270:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

poco una de sus cartas me encontré coneste párrafo:

El viaje en autobús fue muy malo. Hacíatanto frío que cuando llegué a Valdemúnestaba heladica, malucha, con una fiebrede 38. Me fui acordando de vosotrostodo el viaje. Me deprimía sólo depensar que ya no os veré hasta elverano. Eso si al final venís porque yatengo asumido que cada vez vais más alo vuestro. Lo que está claro es que yo aMadrid, después de la muerte de vuestramadre, ya no pienso volver. Qué se meha perdido a mí allí.

Page 271:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Sentí de pronto el peso de su quejadiscreta, que anticipaba todas aquellasvisitas que debiéramos haberle hechocuando ya era vieja pero que no lehicimos y, por encima de todo, sentí conenorme dolor mi propia ingratitud.

Pero no puedo pensar en la vida de mitía como una biografía aislada. Lashistorias de todos ellos, ella, la familia,los vecinos, estaban tan firmementeentrelazadas entre sí que era casiimposible escuchar el relato de unaperipecia individual que se despegara

Page 272:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de las vidas del resto. Si alguna vezescuchabas el relato de un alma rebeldeque en un momento de inconcebibleindependencia se había marchado delpueblo a una ciudad o a otro país y apunto había estado de despegarse parasiempre del nido, presentías que elrelato concluiría en el instante en que lacriatura momentáneamente despegadaregresaba al abrigo de aquellos entre losque había crecido. La firme naturalezadel mundo en que ellos creían acababapor devolver a esa persona a su cauce.Y los que se perdían sin remedio eranmentados entre cuchicheos y a espaldasde los niños.

Page 273:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

A mí esta especie de justicia naturalque devolvía a la oveja perdida alrebaño me provocaba una grantranquilidad de ánimo; al fin y al cabo,su moral, su orden del mundo, teníamucho que ver con las fábulas y loscuentos tradicionales que se resolvíansiempre devolviendo al niño perdido asu casa, aunque fueran los habitantes deesa misma casa los que le habíanexpulsado. Para bien o para mal, nohabía manera de perderse eternamente.Yo misma, tan gregaria, tan amante deaquel orden estricto que para mícontenía las leyes del universo, nocomprendía la necesidad que podía

Page 274:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tener alguien de marcharse del paraíso.Sentía un gran alivio cuando hablabande alguien que, fracasando en susintentos de independencia, había vuelto,con las orejas gachas, admitiendo suridículo. Era una verdad que loimpregnaba todo: dónde se iba a vivirmejor que allí.

Aun así, mi madre gozaba del estatusde quien se ha ido por haberse casadocon un forastero. A pesar de la nostalgiaque le provocaba estar lejos de sushermanos, volvía sin volver ya del todoy se situaba (yo lo percibía) en unpuesto ligeramente superior, como sifuera consciente de su afortunada

Page 275:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

posición social. Ya no alzaba la voz dela manera en la que sus hermanas lohacían cuando se juntaban a hablar en lacalle, criticaba la alimentacióngrasienta, la presencia excesiva decerdo en las comidas y tenía un recelohacia la falta de intimidad permanente.Intentaba infundir en sus hijas, porencima de todo, una especie derefinamiento y una cierta distancia conel mundo de su niñez. Supongo que loconseguía en su hija mayor, en mihermana, que actuaba miméticamente,con esa especie de feminidad distante ysin fisuras; en cambio yo padecía latristeza de ser tratada como una

Page 276:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

forastera, una tara de la que no melibraba por más que imitara el acento delos otros niños y me intentara confundircon ellos.

Mi personalidad estaba menosforjada desde un principio o yo era másflexible a las influencias o más proclivea sentirme seducida por cualquiera. Esome hacía fluctuar entre ser de capital ode pueblo, chicazo o niña, según conquien anduviera y lo que despertara micuriosidad, cosa que desconcertaba a mimadre y que me afeaba siempre:«¿Crees que eso es bonito en unachica?» En realidad había algovoluptuoso en mi actitud, como una

Page 277:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

especie de sumisión evidente al mundode los chicos, sentía más curiosidadhacia ellos, quería ser aceptada. Mimadre lo presentía y lo rechazabaabsolutamente, fiel a esa rectitudpuritana en la que se crió y que muchasveces, incluso después de que muriera,me hizo sentir inadaptada.

Veo a mi tía Celia en aquel presente queobservo ahora desde una distancia dedoce años, la veo como si me fueraposible estar en el cuarto de misabuelos, balancearme en la mecedora, allado del armario de luna, y ella no fuera

Page 278:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

un fantasma del pasado sino un espectrodel futuro. El habla sentenciosa de mi tíaha traído consigo el escenario completo:la última luz de sol que entra por laslamas de la vieja persiana de madera ydibuja los contornos de un austeromobiliario de principios de siglo, belloy común al de tantas casas de la clasemedia rural: el suelo de baldosasfloreadas descoloridas por el tiempo ylas lejías, y las paredes azul pálido, sinmás adorno que el Cristo crucificadoencima del cabecero. Todo severo perotranquilizador, sin un propósitodecorativo aunque con esa sabiaarmonía que las casas fueron perdiendo.

Page 279:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Por fortuna, la devastación empezó enlas salitas, éstas se fueron abigarrandocon sofás de escay y aparadoresdesproporcionados de formica. Losdormitorios, por tratarse de un espacioíntimo y tener como única finalidadalbergar el sueño o el descanso de losenfermos, conservaron mucho mástiempo su dignidad. Este dormitorio, queahora me trae el recuerdo no invocado,siguió así hasta la noche en que muriómi tía, la última que yo pasé en esa casa,en vela.

Contemplo en la escena a trespersonas: mi tía, el niño, yo. Ella,recostada sobre mi hijo de cuatro años,

Page 280:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que ha dormido la siesta en esta cama debarrotes blancos sobre la que duermen yse superponen tantas historias; yomirándolos, balanceándomechulescamente en la mecedora dondetantos otros han velado la agonía de losenfermos. Hemos venido a verladespués de un año, coincidiendo, sinpretenderlo, con los días de las fiestasde la Virgen de Agosto. No puedodecirle a nadie, salvo a ella, que mesiento ajena a toda esta alegríaconcentrada en tres días de baile, toros yborrachera. Al niño me lo handisfrazado con una especie de trajesanferminero de pantalones largos y

Page 281:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pañuelo al cuello para que se sume a lapeña Los Muchachicos. El disfraz lehace parecer, tumbado en la cama y conla seriedad de los niños cuando salendel sueño, un hombre al que el miedoante la proximidad del toro le hubierahecho menguar. Lo único que le hagustado de las fiestas al hombrecillo hasido el disfraz. En cuanto le hanasomado al balcón con los otros críospara que viera a los mozos correr lostoros se ha puesto a llorar sin consueloasustado por el ruido de los petardos, labrutalidad de la muchachada y laenormidad de los animales.

Mi tía se lo ha traído de vuelta a

Page 282:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

casa por las callecillas adyacentes a laprincipal en donde se desarrolla elencierro. Le iba arrimando la caracontra su falda, poniéndole la manosobre el oído para mitigar el ruido de lapólvora y el griterío histérico de lagente. Él es un forastero, como lo era yo,así que tal vez, a sus cuatro años, hayaexperimentado ya la misma vergüenzaque yo sentía por no haber reunido elcoraje necesario para quedarse adisfrutar de algo que no entiende y leprovoca susto. También, como yo, tienea la tía soltera, para él una abuela (obisabuela), que detesta la brutalidadmasculina y defenderá su debilidad ante

Page 283:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cualquiera que le insista para que vuelvaallí donde no quiere. «Tú conmigo,corazón mío, que en este pueblo no haymás que animales.»

Así ha protegido ella siempre de lainevitable burricie masculina a suspequeños varones, al hermano queperdió en la guerra y que ha marcado suprimaria ideología, a sus otroshermanicos, a los sobrinos, uno trasotro, queriéndolos tanto o más que sifueran sus hijos, ofreciéndoles el calorde un regazo que sólo en el desconsueloinfantil encontró un alivio al suyopropio.

Unos y otras buscábamos su calor,

Page 284:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con nuestras manos de recién nacidos,de bebés grandes y exigentes, de niñosque volvíamos de la calle con caratrágica, sin tener palabras para explicarla tristeza que sentíamos porqueaquellos que hasta hacía un momentoeran tus amigos ahora te rechazaban, ysólo sabías o podías refugiarte en aquelregazo querido, rico en olores.Consolarte y consolarla de los males dela intemperie. Ella protegía con mimoespecial a los varones, como si tuvierapor misión proporcionarles esos cuatroo cinco años de un paraíso del queserían arrebatados por los hombres de lafamilia para que no se amariconaran.

Page 285:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Crío que anda entre faldas, malo, malo.Pero yo, que de niña luché tanto porformar parte de ese sistema detradiciones inflexibles, soy ahora (eseahora que me trae intacto el recuerdo deuna escena en la que estamos mi tía,Gabi y yo) madre de un niño medroso decuatro años y defiendo mi extranjería yla del niño. Si se amaricona, que seamaricone. Qué coño me importa. Es unniño imaginativo y solitario,acostumbrado a perderse en fantasíasentre las cuatro paredes de un piso yaquí, en la abrumadora libertad delpueblo, se asusta.

Sé que ya no puedo ser de aquí,

Page 286:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pienso mientras me balanceo en lamecedora, no me acomodo. Mi forma deser chirría a cada momento. En estosdías en casa de la tía he visitado a misamigas, a las dos que se quedaron aquí.Veo que se han plegado a las normas conel mismo propósito de fidelidad ysacrificio que adoptaron sus padres.Marisol, la más querida, ha engordadodespués de dos partos, todo en elladesprende un aire de pesadumbreasumida, esa misma claudicación que yoexperimentaba cuando mi hermano Pepeponía la boca de la escopeta deperdigones en mi espalda. Es algo queno mata, que no provoca el dolor físico

Page 287:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de una enfermedad, pero desgasta hastaprovocar una madurez prematura.

Ayer por la mañana, Marisol y yollevamos a nuestros niños a la piscina.Era raro vernos a las dos compartiendouna actitud maternal; nosotras, que hastahace escasamente cinco añoshablábamos de tirarnos a los gemelosdel boticario, «uno para cada una»,practicando ese tipo de procacidadverbal propia de la inexperiencia. Ahoraque la tenemos, la experiencia, quepodríamos darle sentido a esaexpresión, «tirarse a alguien», nossepara una bruma de pudor y reserva.

Marisol secaba el sudor de la carita

Page 288:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

del bebé que mamaba sin muchas ganas,le despertaba de vez en cuandopellizcándole suavemente la mejilla,hasta que dejó que le venciera el sueñopor completo y soltara el pezón enorme,oscuro, húmedo. Una gota de leche cayósobre el párpado sonrosado y casitransparente, y ese impacto, tan ligerocomo el de una lágrima, pim, le hizoabrir los ojos, como si quisieradespertarse, pero el peso insignificantede la leche se lo impidió y se abandonóaún más sobre el brazo de su madre.Pedro Javier, se llama, uno de esosnombres compuestos imposibles que yano se estilan, pero que aquí resisten por

Page 289:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

el respeto a la voluntad de los abuelos.Pedro Javier, así le llaman ya, como sisu cuerpo de cuatro kilos y mediopudiera hacerle frente a un nombre tanrotundo. Los otros dos niños, el suyo, elmío, nadaban con los manguitos en elagua helada de esa piscina sin azulejos,oscura, a medio terminar desde que yotenía diez años, más poza que otra cosa.

Marisol dejó al bebé Pedro Javieren el cochecito, bajo el abrigo de lasombrilla, y la contemplación del juegode los otros chiquillos nos llevó aentregarnos a un silencio atravesado porlos recuerdos comunes, por lacomparación inevitable entre aquello y

Page 290:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esto, entre lo que deseábamos y lo quehemos conseguido.

«Tengo una falta», me dijo Marisol,interrumpiendo las cavilaciones, «miraque se lo dije, le dije, “ten cuidado, tío”,pero el muy capullo se corrió dentro.Siempre dice, “yo controlo, yocontrolo”». Cambió el tono de voz paraimitarle, como si fuera un descerebrado,un gilipollas. En la boca se le quedóreprimido un reproche que no llegó aexpresar como un último gesto delealtad hacia él. No está educada paracompartir la infelicidad; ha sidoinformada por su madre, por tantas otrasmujeres, de que, una vez que la

Page 291:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

insatisfacción se expresa, comienza apisarse un terreno pantanoso que noconduce a ninguna parte. La infelicidades algo que ha de llevarse condiscreción, dice una máxima no escritaque comparten las mujeres de esteuniverso rural en el que pasé gran partede mi infancia. Pero ahora que tengo unamirada más distante hacia todas ellas séque lo que dicen, lo que callan, se acabamanifestando en desidia vital, en tics, enmalhumor, en la pérdida temprana de labelleza.

Joder, pienso mientras me balanceoen la mecedora, era tan guapa. Yo laquería tanto como la envidiaba. Sentía

Page 292:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hacia ella esa especie de encantamiento,de enamoramiento, que experimentan lasniñas hacia otras niñas; imitaba su risa,el ligero seseo al hablar y esa manera deandar con las piernas un poco abiertasde las mujeres de huesos grandes, denatural complexión atlética. Joder, lanaturaleza la había elegido a ella paraque desafiara el destino al que estabaabocada, para que siguiera dándomeenvidia hasta la muerte. ¿Qué coñohacemos con los papeles cambiados?

Me ha ocultado lo que siente.También yo le he ocultado lo que soy,por la misma razón por la quedisimulaba de adolescente mis dos o

Page 293:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tres recursos (los libros leídos, laescritura solitaria y avergonzada, ciertaagudeza psicológica) para que nadie sesintiera ofendido y para que no meconsideraran estúpida los chicos que meatraían. Ayer, en la piscina, después deescuchar su contenida pesadumbre porun posible nuevo embarazo, me propuseno hacer ningún comentario para que nopareciera que alardeaba de miindependencia, de mi vida solitaria en elpequeño apartamento, de mis horas en laradio o del dinero que gano, de misvaivenes sentimentales y de su amargaconsecuencia que en estos días me alteratanto el ánimo. No quería poner ante sus

Page 294:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ojos una vida que, aun haciéndomeinfeliz, podía hacerme parecerarrogante.

Por la tarde acudí, como tantasveces hice en mi adolescencia, al bar desu familia. Su madre se fue a acostar alos críos y ella estaba en la cocina. Esverano, la población se triplica y losforasteros no saben esperar, vienen alpueblo sin saber dejar atrás su exigenteimpaciencia. Me puse un delantal, comoentonces, y estuve jugando, comoentonces, a ser cocinera de bar. Esa otravida que de niña me parecía posible.«¿Cuántas tortillas te hago?» Ella mesonrió: había pronunciado una frase

Page 295:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

repetida y antigua, que rememoraba unacomplicidad que ya no es del todoposible. Batimos huevos e hicimostreinta, cuarenta tortillas. Fue divertido,como entonces, interpretar el personajede la mujer que podía haber sido, peroya no hay en mí verdaderos deseos depertenencia a esta pequeña maqueta deluniverso, tampoco hay complejo porestar al margen, sino alivio, alivio. Laúnica nostalgia que me duele es la dehaber perdido una forma de mirar queembellecía el mundo.

—No te extrañe que dentro de unosdías te llame y me plante en Madrid paraacabar con esto de una puta vez. Sin que

Page 296:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

él se entere, claro, porque si se entera,encima, me mata.

Procuré que no nos cruzáramos lamirada, porque estaba segura de que nolo haría, que no acabaría con eso, comodijo, que dentro de un año, cuandotuviese a su nuevo hijo en brazos,pagaría lo que fuera por no haberpronunciado esas palabras y hastapodría llegar a detestar a quien lashubiera escuchado, como un acto deamor a ese niño que ya será unapresencia insustituible en su vida.

Toda la conversación giró en torno aella, no exactamente a sus sentimientos,que se han enrocado de no expresarlos,

Page 297:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sino a los pequeños actos que conformanel presente. Es algo de lo que he sidoconsciente estos días, he visitado lascasas de mis tías, de tías segundas, devecinas de mis tías, y he temido en cadaconversación que me preguntaran algoverdaderamente comprometido, algo tansimple como, «¿Por qué has venido sintu marido?». Pero no lo han hecho,nadie, y ahora me doy cuenta de quenunca lo hacen: las novedades de unmundo ajeno no les interesan demasiadoy prefieren eludir esas confidencias quepudieran alterar la idea que quierentener de ti.

—¿Y tú, qué? —pregunta al fin

Page 298:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Marisol, como considerando que esinevitable enfrentarse en algún momentoa esa pregunta.

—Bah, bien, como siempre.Cuando se acabaron las cenas y la

clientela ya sólo pedía copas paraacompañar los juegos de cartas o porpereza de irse a casa, nos fuimos albalcón de la buhardilla. Echamos unvistazo al sueño de sus críos. Pensé enel mío, que estaría durmiendo arrimadoa la tía, entregado al sueño contra suvoluntad, porque ella le habría contadoun cuento tras otro, como hacía conmigo.Imaginé a mi hijo abrazado a ella y esepensamiento tuvo sobre mí un efecto

Page 299:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tranquilizador. Sentimientos paradójicosdel amor maternal: el disfrute de dejar atu hijo en unos brazos que lo han deproteger hasta de ti misma.

Ya en el balcón, enfrentadas a laespesura de una oscuridad sin luna quecaía como un manto sobre los tejadosque descienden, apoyados unos sobreotros, hasta la vega y el río, Marisolsacó del bolsillo del vaquero una chinay empezó a liarse un porro. Estábamossentadas en el suelo, disfrutando delcontacto de las baldosas aún calientestras un día de sol de agosto. Ella sedescalzó y cruzó las piernas, y así,iluminada por la luz pobre del farolillo

Page 300:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que colgaba encima de la puerta, quedócamuflado el desgaste que lainsatisfacción más que el tiempo habíaprovocado en su cuerpo. El rostrovolvió a ser el mismo, idéntico, losgestos los mismos que los de lamuchacha temeraria que planeaba viviren Valencia o en Madrid.

—A Pedro no le gusta que fumecanutos cuando él no está, pero yo meharto de esperarle y alguno cae. Lasemana es muy larga y estoy muy sola…Se cree el bobo que es él quien trae elhachís a esta casa. Qué inocente, en elfondo. Si hay algo que sobra ahoramismo en este pueblo son camellos —

Page 301:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dibujaba anillos con el humo y soltabael resto en un hilo fino, mirando al cielolenta, sensualmente, como si cada caladatuviera la capacidad de trasladarla unpaso atrás, y otro, y otro, hastadevolverle a su cara la luz de lajuventud.

Me lo pasó. Yo fumé como si setratara de un cigarrillo, consciente deque si no lo hacía así, de maneraprosaica, estaría imitándola, como tantasveces cuando éramos adolescentes. Ellajugaba con la melena, la melenaabundante, ligeramente rizada, y se larecogió con un palo que llevaba en elbolsillo, habilidosamente, repitiendo un

Page 302:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

gesto tan suyo como la manera de fumar.En el tobillo izquierdo, reconocí aquelpequeño tatuaje, una hoja de maría. Unanube de vello claro le coronaba la frentey las sienes. Volvía a tener la vidaintacta, toda por delante.

—Y a ti —me dijo—, ¿no te gustaríatener otro?

—Ahora no puedo pensar en eso.—¡Pensar, pensar! Si una se lo

pensara igual no los tenía nunca. ¿Quiénpiensa antes de hacer las cosas? —aspiró el porro, ahora diminuto,sujetándolo por el pulgar y el índice,con la maestría de quien se ha fumadomuchos—. Si estuviera preñada tendría

Page 303:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que dejar de fumar… ¡Ja! Eladio fueconcebido una noche histórica.

—¿Cuál?—La del 23 de febrero. La del 81.—No puedes tenerlo tan claro.—Clarísimo. Habíamos ido a

Valencia, a la boda de un primo dePedro. A la salida nos perdimos los dossolos, por la playa, hasta que se hizo denoche. En cuanto oscureció nosbuscamos un rincón apropiado y no sécuánto tiempo pasamos tapados con unamanta del coche, follando, pasando frío,fumando porros. Debían de ser las doceo así, cuando a mí me dio el bajón, meentró el agobio…, porque no había

Page 304:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

llamado a mi madre ni nada. Undesastre, como siempre. Por entonces yonunca me preocupaba por lo que vendríadespués. Ahora tampoco. Bueno, a lomejor es que no tengo esa capacidad.Sabía que mi madre lloraría, mi padreme cruzaría la cara, pero el caso, jajá,es que en cuanto me veía en unasituación emocionante olvidaba lasconsecuencias. Y mira que a mí me hanpegado, Antonia. Ahora me dice mimadre que se siente culpable. Yo ledigo: «No te atormentes con eso a estasalturas, y no me atormentes a mí con tuculpa.» A mí las tortas no me disuadíande hacer una gamberrada detrás de otra.

Page 305:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Yo siempre digo que maduré en la salade partos; fue como si después de aqueldolor insoportable me hubiera nacido lacapacidad de sentir cuándo me hacendaño y cuándo lo hago yo. A mí todo meimportaba una mierda. Tú lo sabes. Meacuerdo la primera vez que le arreé aEladio, porque se puso muy terco y nohabía forma de hacerle entrar en razón,le di en el culo y no se inmutó, le dientonces en la cara, como tantas vecesme habían dado a mí mis padres yentonces vi cómo se encogía, igual quehacen los animales, cómo me miraba concara de susto, como si yo fuera otra y metuviera miedo. Lo vi tan frágil cuando se

Page 306:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

echó a llorar sin consuelo, que me dicuenta del daño mezclado con lahumillación que le había causado, y meeché también yo a llorar, ¡yo!, que nohabía soltado una lágrima por unabofetada en mi vida. No creo que lospalos me endurecieran, no, es que yonací dura, y no sabía rendirme, ni tansiquiera para evitar otra bofetada. Sóloahora puedo entender el miedo quepasaba mi madre cuando me veía salirpor la puerta, sabía que haría lo quefuera con tal de pasármelo bien.Entonces no existían los psicólogos, elúnico método que tenían mis padres erala hostia limpia, pero que conste que

Page 307:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tampoco la quiero justificar. Por eso mebusca, para que la perdone y lajustifique, y no quiero, porque yo creoque la respuesta que yo tenía a lashostias era ser aún más loca.

—Para mí era un lujo y un peligroser la preferida de una chavala tandesafiante.

—Pues te confieso que a mí no megustaría que mi Eli tuviera un amigocomo yo.

—Ah, pero los niños temerariossiempre son atractivos aunqueprovoquen inquietud en los demás. Yo teadmiraba; también temía que me dierasde lado por no estar a la altura.

Page 308:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Tú no sólo eras un buen público,también dabas ideas.

—Sí, sí, jajajá, siempre hay quetener cuidado con la mansita que va trespasos por detrás. Yo creo que tu madreme miraba a veces como dudando si latorta, en realidad, me la merecía yo.

—Bueno, ahora ya pienso en lasconsecuencias de mis actos. Mi madrese pasa el día relatando mis fechorías,parece que vistas con la distancia deltiempo le hacen gracia. Se las cuenta aEladio a cada rato. A veces la corto enseco. No te sabría explicar por qué perolo siento como si fuera una venganza, noentiendo esa insistencia por querer darle

Page 309:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

al niño esa imagen de mí. Y es tambiéncomo si echara de menos a aquella otraque daba tanto por culo.

—¿Y tú?—Yo, ¿qué?—¿Tú no echas de menos a aquella

otra que dices que eras? No creo queuno pueda cambiar tanto.

—Es verdad… A lo mejor la tengoahí, esperando. Esperando a dar lacampanada, jajajá. A veces me da porpensar que, si no fuera por mis hijos, yoseguiría dando por culo, quedesaparecería sin avisar, volviendo alas tantas, olvidándome de todo aquelloque no tuviera delante de las narices. Mi

Page 310:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

madre suele decirme: «Lo increíble esque con lo inconsciente que eras hayasservido para ser madre.» Y es verdad.Igual una no sirve para estar casada sinopara ser madre. Quién sabe, a lo mejor,cuando los niños se vayan… —lasonrisa se le cortó en seco, se levantó,se apoyó en la baranda.

—Y después de la noche en la playa,qué —dije, para sacarla delensimismamiento.

—De pronto, ya te digo, caí en lacuenta de las horas que eran, y le dije aPedro, «Tenemos que volver corriendo aValdemún, que seguro que mis padreshan debido de llamar ya a la Guardia

Page 311:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Civil». —Se giró hacia mí y, animadacon el recuerdo de aquella noche, seencendió un cigarro y volvió a sentarse—. Total, que nos montamos en el cochey entramos a la ciudad para buscar unacabina y llamar por teléfono. Sería launa de la madrugada; entonces ya sí queestaba pensando en la bronca y en laangustia de mis padres. No llegaríamosal pueblo hasta las tres. De pronto, comosi nos estuviéramos metiendo en otroplaneta, vemos las calles vacías, ni unsolo coche, sólo tanques parados a unlado y otro de las aceras. De vez encuando, un tanque se movía lentamentepara situarse en el centro de la calle.

Page 312:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Hubo un momento en que creí estardentro de un sueño. Pedro paró el cocheen un semáforo y nos quedamos mirandoaquello. Era tal nuestro desconcierto queno recuerdo que dijéramos nada.Estábamos en un estado muy raro:imagínate que llevábamos en el cuerpola flojera de haber estado follando todala tarde, de los porros que nos habíamosfumado y la necesidad repentina deavisar a mis padres de que estábamosbien. «Pensarán que hemos tenido unaccidente», fue lo último que le dije aPedro antes de que nos quedáramosparalizados, sin saber qué significaba loque estábamos viendo. Se nos acercó un

Page 313:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

soldado y nos dijo: «Pero ¿qué hacéispor aquí?» «Vamos a casa, a Valdemún,pero estábamos buscando una cabinapara llamar por teléfono», dijo Pedro.«A casa iréis», dijo el soldado, «perono por aquí, meteos en la autopista. ¿Dedónde salís?». «De la playa», le dije yo,con una sonrisa, como paracongraciarme con él. Bajó la cabezapara mirar en el interior del coche yverme. Se me quedó mirando. «Pero ¿esque no sabéis lo que ha pasado?» El tíoestaba, no sé, como acojonado éltambién. «No», dijimos los dos a la vez.«Venga, idos pitando, antes de que unocon más mala hostia que yo os lo

Page 314:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

explique de mala manera.» Fue un viajemuy extraño, porque no hablábamos,sólo de vez en cuando hacíamosespeculaciones. Pedro decía: «Esto esque han matado a Suárez, se veía venir.»Queríamos parar en un bar y preguntar,pero todo estaba cerrado. El mundohabía muerto. Llegamos a casa a lascuatro de la mañana.

—Y cuando llegasteis, qué.—Pues nada, ahí estaban mis padres,

despiertos, con otros vecinos. Se meecharon a los brazos, me besaron,lloraban. Yo me dejaba abrazar. Nodecíamos nada. Nos pusimos frente a latele. Al saber más o menos de qué iba la

Page 315:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cosa, Pedro contó que nos habíanretenido, que nos habían retenido por lafuerza, y eso les conmovió aún más. Yome fui a la cama, tan pancha, tan felizpor haberme librado de una buena. Meda vergüenza decirlo, tía, siendo ademásmis padres de familia de rojos de todala vida, pero es así. Yo no pensé enEspaña ni un momento, ni en España, nien el futuro, en nada. Además, ya habíasalido el Rey en la tele y parecía que lacosa se arreglaba. ¡Ja! A ellos se les haquedado para siempre la idea de queestuvimos retenidos, y cuando sale laconversación, lo cuentan. He contadotantas mentiras en mi vida que a veces

Page 316:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

casi no sé distinguir entre la versión quele he hecho creer a mi madre o laverdad. Pero cómo dormí esa noche,Dios mío. Y a los quince días la regla,que no me venía. En fin. Luego vino laboda aprisa y corriendo y, a los seismeses, Eladio. Fue esa noche, ya tedigo, la del 23F. Una noche histórica.

—El día de tu boda me acerqué a tumesa, me fui a sentar a tu lado y medijiste, «Ahí no te sientes, esa silla es lade mi marido». —Al decirlo, yo mismame asombré de cómo ese insignificanterecuerdo, elegido entre tanta vidacomún, sonaba años después, cuando laamistad estaba hecha más de pasado que

Page 317:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de presente, como la constatación delinicio de un declive.

—¿Eso te dije? Menuda gilipollas.—Sí, eso mismo pensé yo, menuda

gilipollas —dije, regodeándome encierta falta de piedad.

—¡Mi marido! Está claro, una sevuelve tonta… —dijo, y se quedópensando.

Ésa es la última vez que la vi siendoíntegramente ella misma. Cinco añosmás tarde, la carne, comida por uncáncer de hígado, habría desaparecido,sólo quedaría la piel descamada para

Page 318:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cubrir su gran envergadura ósea. Novería nunca más ese pelo, el vellorizado y sensual que le enmarcaba lacara. La cabeza pelona quedaría ocultapor una peluca de melena recta, oscura,con el brillo artificial de los pelos delas muñecas, que le conferiría unaspecto, según el ángulo desde el que sela mirara, de niña desvalida o de lavieja de Las tres edades de la vida deLucas Cranach. Eladio, Pedro Javier yla pequeña Esther, que nacería sietemeses después de esa noche de agosto,disfrutarían con ansiedad inconscientede lo que la enfermedad fuera dejandode su madre, exigentes en su necesidad

Page 319:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de cariño hasta la última semana,aquellos siete días en los que casi no seles iba a permitir entrar en el cuartopara que no vieran esos treinta y cincokilos de madre que agonizaban sobre lacama. Pero mi amiga sabría ser ellamisma hasta la noche en que su madre lepasó la mano por los párpados paracerrárselos. Cada mañana, sedespertaría diciéndole a su madre, conun tono de esperanza: «Hoy sí, mamá,hoy al fin creo que me muero.»

Yo no llegaría a presenciar el últimohachazo del deterioro, sólo su principio,la peluca, la cara de niña aviejada o devieja aniñada, los repentinos ataques de

Page 320:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

llanto por los hijos a los que no podríaver crecer ni echar de menos. No sé sicreía en Dios, en el pueblo parece seralgo que se da por hecho, o no sé sicreía hasta el punto de albergar laesperanza de ver a sus chiquillos en otromundo; lo que está claro, pensé mientrasascendía entre la gente camino delcementerio, es que la vida no le dio esasegunda oportunidad de rebelión con laque fantaseaba aquella noche apoyadaen la baranda: una huida a los cincuentay cinco años, más o menos, cuando loshijos se hubieran ido, a esa edad en laque ella presentía que tantas mujereshacen recuento de todos aquellos deseos

Page 321:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

incumplidos.Todo el pueblo asistió a su entierro.

Es una costumbre de los pueblos hacerrecuento de la capacidad deconvocatoria de un muerto. Así parecenmedirse las que fueran sus virtudes.Siempre se exageran, las virtudes y losasistentes. Pero en su caso fue cierto,estaba todo el pueblo y los que vinimosde fuera. La pena era honda, colectiva yfranca. Nada más descorazonador que lamuerte de una madre joven a la que todoel mundo vio jugar de niña. Delante demí vería avanzar a Eladio, aladolescente Eladio, que para entoncestenía ya quince años. Alguien,

Page 322:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

probablemente su abuela, le debió dehacer el nudo de la corbata negra que,sobre la camisa blanca y bajo el jerseyde pico azul marino, le daba el aire deun muchacho que va a recibir undiploma en el instituto.

Eladio o Eli, como su madre lollamaba, para tratar de aniñar un poco aese chico excesivamente formal,avanzaba sin bajar la cabeza, dejándoseobservar, y aceptando que las lágrimasle cayeran de vez en cuando por lasmejillas. Alguien debió de decidir, suabuelo o él mismo, humedecerle el peloy peinarlo con raya y hacia atrás, el pelorebelde de su madre y los mismos ojos,

Page 323:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aunque en los del chico no hubierarastro de ninguna ansiedad enfermizapor atrapar esa otra vida que siemprenos estamos perdiendo, como habíahabido en los de su madre. Sentí unahonda admiración por él, por sugravedad y la dignidad de su dolor; erauna emoción que me afectaba de unamanera física y casi no me dejabarespirar, arrinconando el dolor quepudiera sentir por la muerte de miamiga.

Yo tenía la misma edad que Eladiocuando emprendí el camino hacia lo altode la colina para enterrar a mi madre.Dieciséis años. Pero, a mitad de

Page 324:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

trayecto, decidí no subir. Un orgullo malaprendido o mal enseñado me impedíaser el objeto de la compasión de ese ríode gente que caminaba en un silencioque sólo se rompía con algún llanto oalguna frase hecha sobre la muerte. Mipena me avergonzaba. Le dije a mi tíaCelia: «Tía, que yo no subo.» Y ella seencogió de hombros, como si esta vez lefaltaran los ánimos para discutirconmigo. Me eché a un lado, para noandar en sentido contrario a laprocesión, y, subida al escalón de unacasa, vi pasar a todos aquellos que leiban a dar el último adiós a mi madreevitando las miradas de los que me

Page 325:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

conocían y podían preguntarme: «¿Quéhaces que no estás detrás del ataúd?»

Recuerdo haber vagabundeado porel pueblo solitario y grave, como cuandohay un entierro que congrega a muchagente. Recuerdo haber tenido unasensación de extrañeza hacia mí misma,como si pudiera desdoblarme yliberarme del peso de lo que vendríaluego, cuando empezáramos a vivir unavida sin madre. Llamé a la puerta de unprimo lejano, un chaval con patillaslargas que los fines de semana pinchabadiscos en la cabina de la discoteca,moderno y rural, esa mezcla que siempreha ejercido sobre mí una atracción

Page 326:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

inmediata. Pasé, como tantas veces, a sucuarto, y rebuscando entre sus discos,elegí How Deep Is your Love, de losBee Gees, la pinché y empecé a cantar.Él se me quedó mirando, estudiándome.

—Así que no has querido subir alcementerio.

—No, yo pienso que el dolor sepuede sentir en cualquier parte —le dije—. No se siente más dolor por cumplircon un rito.

—No sabes lo que dices. Sólo unavez en la vida entierran a tu madre.

—¿Y tú? ¿Por qué no has ido tú?—Tengo cosas que hacer, y no era

mi madre.

Page 327:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¿Me estás echando la bronca? —mi voz quería ser desafiante pero no loconseguía, me sentía muy humillada.Hubiera jurado que él estaría de miparte.

—No es una tarde para cantar, ¿no?—dijo.

—¿Y cuánto tiempo crees que tengoque dejar pasar hasta que se puedacantar? ¿Tú lo sabes? ¿Cuánto, hay unaregla escrita, como con el luto?

—No es una regla, puedes hacer loque quieras, pero no está bien.

—Y a mí me parece mentira que túdigas eso.

—A mí me parece mentira que estés

Page 328:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aquí.No le miré. Agaché la cabeza para

que no pudiera ver cuánto me habíaofendido. Me mordí el labio inferiorpara que no me temblara la mandíbula yme fui. Llegué caminando hasta la plazay me senté en el banco de piedra gris. Laplaza estaba, como siempre a esas horasde la tarde, llena de críos jugando. Losniños no subían al cementerio a no serque la muerta fuera su madre. Ahí habíaestado yo muchas tardes de mi vida,engolfada en el juego. Fue entoncescuando me vino el llanto, agitándome elpecho, provocándome sollozosentrecortados. No era todavía el llanto

Page 329:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por la pérdida de mi madre, era rabia.La rabia de quien no logra encajar ensituaciones convencionales, de quiendesearía ser abrazado pero no sabe yaabandonarse a los cuidados de nadie,incluso parece rehuirlos.

En mi mente aún sonaba aquelgemido. El gemido ahogado que mellegaba desde su cama hasta el bañodonde yo bailaba frente al espejo con elbikini que me acababa de comprar. Enun primer momento había interpretadoese llanto entrecortado como el sonidode una máquina renqueante a la que lefaltara fuerza para ponerse en marcha.Me miraba al espejo subida en el váter y

Page 330:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cantaba alguna canción boba que sonabaen la radio del baño. Mi vozenmascaraba aquel sonido intermitenteque creía que se colaba por la ventanaque daba al patio. De pronto, un cambioen el ritmo de ese ruido me hizocallarme y escuchar. La sospecha de quese trataba de una voz humana meprovocó un golpe de tensión, como sialguien me agarrara la nuca y quisieratirarme al suelo. Abrí la puerta. Ahora sílo entendí todo, ahora distinguí que setrataba de un llanto de auxilio, tanesforzado que adquiría una calidadmetálica, raro hasta el punto de casi noparecer humano sino animal.

Page 331:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Fui hasta la habitación y la vi. Laboca y los ojos muy abiertos. Tendió unamano hacia mí. Me acerqué.

«Esto no es como otras veces. Séque esto es la muerte. No es como otrasveces, escucha, hija, ahora lo sé, lo sé, ytengo miedo a morir.»

«No digas tonterías, mamá, que measustas», debí de decir, algo que a mítambién me sirviera de consuelo, porquepor el tacto febril de su mano delicada,por la ferocidad de sus palabras, y elolor raro que emergía de su cuerpo, unolor espeso a descomposición que yonunca había olido antes, presentí queestaba de verdad asistiendo al paso

Page 332:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aterrorizado con que el moribundo entraen la muerte.

Salí de la habitación corriendo,tiritando, inapropiada con ese bikini conel que hasta hacía un momento memiraba en el espejo, lejana para siemprede una adolescencia que se me habíaterminado apenas hacía cinco minutos.Perdí una de las chanclas al tropezarmede camino al teléfono y así, helada,llevándome la mano al pie, que empezóa dolerme cuando mi madre ya estabamuerta, llamé a la vecina. «¿Por qué metoca a mí esto?», murmuraba, asomadaal cuarto, viéndola ya irse. «¿Por qué setiene que morir ahora, estando yo sola?»

Page 333:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Era un reproche al destino, pero tambiéna mi padre ausente, y a ella, también aella.

Yo, que he mantenido intactasconversaciones enteras durante años, heperdido las palabras que ellabalbuceaba en la ambulancia. Sólorecuerdo que pedía un tranquilizantepara soportar el trance y que su miradaestaba llena de reproche, como siestuviera en mi mano socorrerla y menegara a hacerlo, como si se tratara, pormi parte, de una desobediencia cruel.Mis dieciséis años no debieron soportarlo angustioso de la escena, laculpabilidad por no haber sabido dar

Page 334:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

consuelo a quien con tanta imperiosidadme lo pedía, porque sólo es ahora,ahora, tantos años después, cuandoempiezo a recomponer las piezasperdidas de aquella escena. El calorpegajoso del verano playero, su vozpidiendo algo que acabara con elinsoportable sufrimiento, su manoamarilla arañando mi brazo y los ojosduros, llenos de extrañeza por mipasividad. Aún me tortura reconocer quelo que yo deseaba era no estar allí. «Nopude despedirme», solemos decircuando alguien se nos va tan rápido queno espera a que lleguemos de ese largoviaje que hacemos angustiados,

Page 335:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

anhelando asistir al último aliento. Peroen aquel momento yo hubiera preferidono verla morir. Mi memoria censuró lasúltimas palabras de mi madre, las míastambién, aquel reproche que hice desdeel quicio de su puerta: «¿Por qué metoca a mí esto?» Mi patada en el suelocon el pie descalzo. Tuvo que llegaralguien a mi vida que me diera elsosiego necesario para soportar laevocación de aquellos días.

Eladio, al contrario que yo, resistió,sereno, sólido, el día del entierro de sumadre, representó a la perfección elforzoso papel de niño adulto al queestaba condenado. No lo hizo por ese

Page 336:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

convencionalismo al que yo achacabacualquier ritual en el que no sabía cómocomportarme, sino por una relaciónarmónica con su mundo. Disfruté(aunque no parece la palabra másadecuada, lo es) en todo el camino hastalo alto de la colina de su entereza y de lavista espectacular de la vega. Manzanos,almendros, chopos bordeando elpequeño río de color chocolate. Ésa fuela primera vez que entré en elcementerio. Fue el encuentro aplazadocon alguien que me llevaba esperandomucho tiempo, diez años. Mientrascuatro hombres hicieron descender elataúd de la joven madre yo abandoné el

Page 337:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

grupo, caminé hacia la izquierda. «Sí, ala izquierda», dijo mi tía Celiaseñalándome el sitio exacto antes devolver a sus rezos, «allí, donde lasflores blancas». Flores frescas con lasque ella adornaba, fiel a sus muertos, elrincón de su familia, sin faltar a suscitas: el día de los muertos, el día decada muerto. Vi su nombre grabadosobre el mármol, Julia Santas. «Mamá»,dije al fin.

—Marisol —le estoy diciendo a mi tía— parece que está agobiada con los doscríos.

Page 338:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Pues descuida, que la próxima vezque vengas —me dice— la verás conotro chiquillo. Él es un tontucio, peromás tonta fue ella, que se dejó engatusarpor él. Tan independiente, tan bravacomo era y mira dónde ha terminado, ala sombra de su madre, dándole trabajocon los chiquillos.

Hace unos años ese comentario mehubiera parecido una consecuenciadirecta de su amargura, pero ahoraempiezo a entenderlo como algo máscomplejo, el signo de un feminismoprimitivo, defensivo, puritano, queconsidera que la ruina de una mujerempieza inevitablemente cuando se

Page 339:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

enamora de un hombre.—Míralo —dice mi tía Celia

pasando la mano por la frente del niñopara retirarle los rizos que el sudor hapegado a la piel—, arrimadico a mí hadormido toda la noche. Para mí que aeste muchacho le da susto la oscuridadtan grande que hay en este cuarto.

—¡No, miedo no! —dice el niñomalhumorado, como si el enfado pudieraacabar en llanto.

—Di que no, di que no, que erabroma, galán mío.

Tantas veces he dormido con ella.Siempre la tomé por vieja y sólo tendríacincuenta y tantos años cuando nos

Page 340:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

contaba cuentos. Aunque tal vez escierto que fuera vieja desde muy joven.Con mi tía dormíamos, en invierno, treso cuatro niños, apiñados contra sucuerpo para entrar en calor y escuchar elcuento que nos contaba antes de dormir.Garbancito. «Garbancitooooo, ¿dóndeestáaaaas?» Alargaba las vocalesfinales y su voz parecía salir del mismopaís en el que sucedía la historia. Suvoz, aguda y prematuramente temblorosapor mimetizarse desde muy joven con elcoro de viejas que cantaban en laiglesia, se quedaba flotando en laoscuridad espesa, mientras los sobrinos,de cinco o seis años, embutidos en los

Page 341:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pijamas que habíamos llevado debajo dela ropa durante todo el día, laescuchábamos con los ojos abiertos,expectantes ante un final que ya nossabíamos porque era el mismo demuchas noches.

Su cuerpo olía a ella, a su carne, deesa forma en que antes las personasolían más a sí mismas por no estarsometidas a duchas diarias y adesodorantes. Su esencia humana sepercibía más allá del olor que ledejaban los pucheros o las labores, laaspereza de la lana o el delicadoganchillo, y aun más allá de su colonia,Joya, de la que se ponía unas gotas en el

Page 342:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cuello y sobre la solapa de la blusacuando iba a la iglesia por las tardes. Esel mismo olor que siento esta tardemientras me balanceo en la mecedora demis bisabuelos.

—La vas a romper —me dice, comosi yo no hubiera dejado de tener cuatroaños, como si tuviera la misma edad queGabi, que está a su lado, reciéndespertado, remoto y serio, con el pelopegado a las sienes, a punto, como casisiempre a estas horas, de encontrar unmotivo por el que echarse a llorar oenfadarse. Pero ella le recuesta sobre suvientre y le da airecillo suavemente conel abanico, le sopla en el nacimiento del

Page 343:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pelo. Él se deja hacer.Quisiera verle crecer ahí, pienso, en

los brazos de ella, sin intervención mía,sólo como espectadora de esos cuidadosque yo disfruté de niña y que ahora hanpasado, como herencia lógica y natural,a mi hijo. Ella está vestida con su ropade paseo y espera a que el crío seespabile para llevárselo, bien arreglado,con la camisa de rayas, el pantalón azulmarino y los rizos peinados hacia atráscon colonia, a casa de la Juani, de laMaruja, a la farmacia, a recoger laVirgen de las Hijas de María, acomprarle un merengue, a presumir deél, a repetir el mismo paseo que tantas

Page 344:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

veces hizo con nosotros.Quisiera, pienso, dejarlo en sus

manos. Dejarlo en sus manos nosignificaría abandonarlo, sinoentregárselo a alguien mejor que yo,dejarlo unos meses, una temporada,como mi madre hizo con nosotroscuando se sentía débil o estaba a puntode parir otro hijo. Pero no sé pedírselo,he olvidado la manera en que se pidenlas cosas, las nimias, unas magdalenas,un vaso de leche con Cola Cao, unamano para la frente cuando se tienefiebre, y las fundamentales, el consuelo,la protección. No sabría cómoexplicarle en quién me he convertido.

Page 345:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Ella me ve como yo era de niña, o talvez esta tarde intuye que soy como unade aquellas personas que aun corriendoel peligro de escaparse por un tiempo deesa historia común en la que todos estánentrelazados volverá a casa antes delanochecer.

Ella habla, me habla, como si éstafuera una de las tantas veces en que yohe ido al pueblo a visitarla. Y yo me veoa mí misma representando el papel de lasobrina de siempre. El diálogo enapariencia es igual. Ella despliega sucatálogo de reproches y yo los esquivo.

«No has ido a ver a la Pepita, con lobuena amiga que ella fue de tu madre.»

Page 346:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Su mundo. Pepita, la peluquera, quetantas veces me lavó el pelo de niña enaquella peluquería diminuta que tenía unolor delicioso y mareante a líquidos detinte y permanentes donde las señoras,después de un mes sin lavarse la cabeza,entraban en éxtasis cuando los dedos dePepita, fuertes y negros como percebes,apresaban sus cráneos y los sacudíancon aspereza. «Tampoco has bajado porcasa de la tía Pura», me dice, «con loque me pregunta por vosotros, sois unosdesagradecidos». En ese «sois» incluyea todos los sobrinos; ese plural llevaimplícito el reproche universal de lastías solteras, que han dado tanto amor

Page 347:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

como las madres pero están condenadasa recibir menos. «Pero antes que nada»,me advierte, «pásate por casa de la tíaAsunción, que ya te tiene preparadasunas magdalenas para que te lleves».

«No me agobies, no puedo ir a ver atodo el mundo», le digo yo, y muevo lamecedora levantando los pies del suelo,como si verdaderamente tuviera diezaños y quisiera llegar a ese límite en quepodía vencerme para atrás. A Gabi se leescapa una risa involuntaria porque aúnquiere disfrutar un poco más de sumalhumor y de las caricias que tratan dealiviarlo. «Ay, tu madre», le dice la tíaal niño, «está loca perdida. ¡Eso,

Page 348:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

rómpete la cabeza, idiota, pero ni se teocurra romperme la mecedora!». El niñoesconde la cabeza en el regazo de ellapara que no veamos que se está riendodel espectáculo de su madre reducida auna niña chica por la regañina de la tíaque insulta con la misma absurdavehemencia que el capitán Haddock.

—Iré a por las magdalenas —le digo—, pero que conste que no he venidopara pasarme el día de visita.

—Pues ¿para qué has venido?—Para romperte la mecedora —le

contesto.El niño se vuelve a esconder en las

faldas y la risa se le escapa

Page 349:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

incontenible.—Ay, tu madre —le dice la tía al

niño—, esa torta que no le dieron dechica qué bien le hubiera venido, se lehabría pasado ese pavazo que tiene. Tú,con cuatro añicos, tienes ya másconocimiento que ella.

Ah, cuántas veces he escuchado esasfrases. Todo es cariño, todo falsaseveridad. Ella depende tanto del amorde aquellos que no le pertenecen deltodo, que sólo los niños como Gabi olas personas maduras como ella están ala altura de su entrega, pero yo no soyahora ni una cosa ni la otra. Vivoenferma de una juventud extrema.

Page 350:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Como no sé nada sobre la fugacidadde la vida, como soy una ignorante quesólo tiene oídos para escucharse a símisma, no puedo imaginar que esa mujerva a morir en menos de diez años, cincodespués de Marisol. El pequeñocementerio del pueblo irá reuniendo atodas aquellas personas que atesorabanlos recuerdos de mi infancia. Su muertemarcará el momento definitivo de miorfandad, porque aunque yo me hetenido por huérfana desde los dieciséisaños, antes aun, desde que reciéncumplidos los nueve mi madre enfermó,no he sido consciente de que ellatambién ha sido mi madre, no he hecho

Page 351:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

recuento de las veces en que me acunóen su pecho de soltera, me limpió elculo, me arregló para salir a la calle, merecogió del colegio, me hizo la comida,me limpió los mocos, me curó la fiebre,me regañó una y otra vez, me llamóestúpida, embustera, amenazó concontarle a mi madre, con contarle a mipadre, con dejarme en la calle si volvíaa llegar de madrugada: «¿Quién te hascreído tú que eres? A mí no me tomas túel pelo, gamberra.»

No, no sé calibrar la calidad de sucariño, estoy incapacitada para valorarlo que se me entrega de manera tanincondicional, y más ahora, que ando

Page 352:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

perdida en una maraña vital que no séexplicarle. Ella habla, me habla, y yopienso en todo aquello que no puedocontarle.

Tía, no sé en qué situación estoy, élse va y vuelve y ya no controlo sus idasy venidas. No tengo dignidad, la heperdido. En sus ausencias, hay otrohombre por medio, o dos, pero los hagodesaparecer en el momento en que éldecide volver. Yo no decido nada. Estoes tan humillante que ya no se lo puedocontar a nadie. Menos a ti, que jamás tehas acostado con un hombre. Yo ibadestinada para otra cosa, creo, yo teníafirmeza y dulzura. Dime que te acuerdas.

Page 353:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Dime que yo era la del carácter alegre,la ni fea ni guapa, la de la sonrisainmediata, la más tierna, la que sesentaba a la puerta nada más llegar a micasa querida del pueblo para anunciarlea todo el que pasaba, «¡Ya estoy aquí, yahe llegado!». No es sólo que andeperdida, lo que me ocurre tiene másdifícil solución: me he perdido a mímisma, no sé quién soy. Tienes querecordar, tía, aquella tarde en que mequedé mirando las bandadas de pájarosque sobrevolaban la plaza, era esemomento en que el sol desaparece y elcielo brilla con su azul más intenso. Lascampanas de la misa de ocho sonaron.

Page 354:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Dejé a los otros niños y me senté sola enel banco de piedra. Tu amiga Marujacruzaba la plaza y al verme, se acercó:«¿Qué haces que no juegas, bonica?» Yyo le dije: «Me he sentado aquí porquequiero recordar este momento.» Lamujer te buscó en misa y te lo contóentre susurros: «¿Qué te parece tuchiquilla? Ahí estaba, paradica, tan solay tan seria que me pareció que le pasabaalgo. Voy y le pregunto, “Chica, ¿quépasa, tienes alguna pena, no te dejanjugar?”, y va y me dice que es quequería acordarse de ese momento.» Lafrase fue repetida y recordada hasta elextremo de que conseguisteis que me

Page 355:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

avergonzara de ella y temiera elmomento en que decidierais contarlaotra vez con ese tono entre cariñoso yburlesco en que se narran lasocurrencias de los niños. Aunque mehicisteis saber entonces que el exceso desensibilidad se premia con el ridículo,siento que en esa frase, tía, estácontenida la persona que yo era, tantempranamente atenta al mundo, tancapaz de apreciar la belleza que amenudo se nos hace invisible por estardelante de nuestros ojos un día tras otro.Yo estaba hecha para disfrutar en casade esos juegos solitarios de niñafantasiosa, pero también para andar por

Page 356:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la calle con los niños hasta que salías abuscarme. Yo estaba hecha paradisfrutar de la vida. Iba de tu mano deuna casa a otra. Dime que te acuerdas decómo era yo, de cuando les pedía a tusamigas que me dejaran ver sus cuartos ytrastear en ellos porque sabías que megustaba imaginar cómo sería laintimidad en otras casas. Dime que teacuerdas de cuando me llevabas depareja a los juegos de cartas.

Sí, me llevaba con ella. Hacíamospareja frente a sus amigas solteras oviudas, todas ellas tenían la piel de unapalidez transparente, como si la falta deexposición a los hombres o al amor les

Page 357:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hubiera comido el color. Componían unaespecie de sinfonía de perfumesantiguos. La juventud ibaabandonándolas poco a poco y, a fuerzade no ser miradas por nadie, seentregaban a esos gestos introspectivosde la gente que habla sola por la calle.Tenían algo significativo en unadecadencia física no provocada por laagresión de los partos ni por los años deinfelicidad matrimonial. Su derrotahabía sido alimentada por las horas a laluz de las velas en la iglesia, lapenumbra de sus casas y el carácterretraído u hosco al que casi se lasobligaba por no tener un hombre que les

Page 358:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

diera una posición social. A lossobrinos varones los idolatraban yprocuraban retenerlos entre sus faldas elmayor tiempo posible antes deentregarlos a la obligatoria brutalidadmasculina, y a las niñas nos admitían ensu extraña secta, a pesar de tenernosmenos consideración.

En aquellas reuniones de cartas, yoera la virgen niña entre las vírgenes. Porun lado me aterraba la idea deconvertirme en una de ellas, pero porotro no podía evitar la fascinación queme producían esas mujeres que, llegadala madurez, después de haber sufridotantas burlas por su condición de

Page 359:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

solteras, comenzaban a hacer su santavoluntad. «Yo cierro la puerta de micasa con llave», decía mi tía, «y no abroa nadie». Ese «nadie» eran lospedigüeños, el cura, las vecinasmetijonas o los propios sobrinos. Ella,ellas, habían adquirido la habilidad debrillar por su ausencia en los momentosen que los muchachos o los hombreshacían gala de su grosería. En las fiestasdel pueblo, salvo en la parte decelebración religiosa en la cual eranprotagonistas, no se las veía por ningunaparte. Yo no podía imaginar una vida ouna edad en la que se tuviera querenunciar al baile y a la emoción

Page 360:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

colectiva, esa edad en la que ya sólo sepudiera ser espectadora, como eranellas. Yo me veía siempre en un presenteinterminable, con el resto de lachiquillería, en primera fila para verllegar a los músicos en las fiestas de laVirgen de Agosto, observando conemoción cómo descargaban el equipo ymontaban el escenario. Creía que estabadestinada a disfrutar eternamente delestallido de la primera canción en laplaza solitaria, a entrar con el resto dela chiquillería en ese estado de hipnosisque nos hubiera hecho seguir a losmúsicos como los niños en el cuento delflautista de Hamelín hasta el borde del

Page 361:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

abismo. Así me veía yo para siempre.Oculta por ser diminuta entre el gentíobailón y apretujado, mareada y alerta enesa expresión colectiva de sexualidadcontenida. Me dejaba tocar por algúnchaval y un beso en los labios semantenía fresco en mi memoria durantemeses, provocándome siempre la mismaexcitación aunque la cara de mi parejade baile se hubiera borrado porcompleto. No, no me imaginaba unmundo en el que hubiera de renunciar aesa parte de la vida en la que lasmujeres, según las propias mujeres,teníamos todas las de perder yestábamos condenadas a ser a la vez

Page 362:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

víctimas y culpables.«Tienes la suerte de los tontos», me

decía cuando me tocaban cartas buenas,«triunfos», como las llamaban. Luegome reñía con aspereza por no estar deltodo atenta al juego y hacerla perder acausa de mi despiste. Volvíamos a casadespués de la partida: ella delante, conla llave enorme en la mano, el torsosiempre adelantado al trasero, como siquisiera llegar antes de lo que lepermitían sus piernas, guiándome porcallejuelas para no tener que saludar aésta y a la otra, enfurruñada: «No tevuelvo a llevar, así mismo te lo digo, note lo tomas en serio.» Yo detrás, a mis

Page 363:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ocho, a mis nueve, a mis diez años, «Síque me lo tomo en serio. Me lo tomaréen serio a partir de ahora, te lo juro».«No jures en vano, embustera, o se juegaen serio o no se juega. Para eso tequedas con los chiquillos en la calle.» Yyo trataba de congraciarme con ella,alarmada ante la idea de no volver a serquerida, con la seguridad por otra partede que lo sería siempre, hiciera lo quehiciera.

Dime que sabes quién fui, piensomientras la oigo charlar con el crío,cuéntamelo por si puedo recuperarme,dime que te acuerdas, porque yo me veoen ese pasado como si contemplara la

Page 364:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vida de otra persona. ¿Cuándo perdí elpaso? No, no te puedo abrir mi corazónporque lo único que sabrías decirme esque tengo un hijo y debo comportarme.Quédatelo como te quedaste connosotros tantas veces. Hay tardes en queno puedo bañarlo. Lleno la bañera y ledejo solo, voy de un lado a otro delpiso, espero las llamadas, la suya, y hayveces en que pasamos tanto tiempoarreglando lo nuestro por teléfono que elagua del niño se queda fría.

—¿Te acuerdas de cuando teperdiste? —me pregunta como sihubiera adivinado el camino de miscavilaciones—. Se perdió, tu madre se

Page 365:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

perdió cuando era tan chiquitica comoeres tú ahora.

El niño se me queda mirando,intentando imaginar a su madre de niña.

—Cómo podría olvidarlo —le digo—, me aterrorizasteis con eso toda miinfancia.

La tarde en que me perdí, tantasveces relatada. Es un recuerdoreconstruido por las palabras de otros,porque yo sólo tendría cinco años. Todocomienza con mi padre conduciendo, yacansado, su brazo, fuera de la ventanilla,jugueteaba con el aire en los últimoskilómetros que nos acercaban al pueblo.Era un día de julio, el coche avanzaba

Page 366:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por las curvas pronunciadísimas de lasmontañas cercanas al pueblo. El solhabía desaparecido tras una de ellas yera la hora en la que la luz parecemodelar el paisaje con el trazo de undibujante primoroso: abajo, la huerta, elrío chocolate, los chopos; en la ladera,la tierra roja de las películas del Oeste ylos manzanos. Mi padre nos señalaba unbarranco: «Por aquí se cayó el coche delas primas. Dos se murieron. Mirad,ahí.» Mirábamos. Yo siempre mequedaba con la sensación de que esasprimas a las que no había conocidoseguían ahí, en el puro esqueleto.Cuando aún no había disipado esa idea

Page 367:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de la cabeza mi padre anunciaba:«¡Chicos, aquí lo tenéis, Valdemún!»Era entonces cuando nosincorporábamos los cinco para ver elpueblo terroso, camuflado el color ocrede sus casas con el mismo color de lacolina, como si fuera un accidente másde la naturaleza. El pueblo marrónrodeado de colinas cubiertas dearbolillos frutales, pobladas de caminosque nosotros conocíamos muy bien portantas tardes en las que íbamos a lasfuentes a merendar. Todo se hacía depronto presente después de las palabrasde mi padre, como si tras pronunciar lapalabra «Valdemún» se descorriera un

Page 368:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

telón y sólo entonces pudiéramos ver loque ya aparecía ante nuestros ojos.Nuestra excitación iba aumentando amedida que él otorgaba existencia almundo y el coche subía por la calleempinadísima hasta llegar a la casa demi abuelo. Un coro de mujeresanunciaban nuestra llegada, se asomabanpor los balcones, o se quedaban paradasen una esquina de la calle. Yo no sé pordónde aparecían, pero siempre eran lasmismas, gritando: «¡Celia, Celia, sal,que ya tienes aquí a los madrileños!»Los gritos de mi tía se oían cada vezmás fuertes, surgiendo del interior de lacasa, como si hubiera contenido a

Page 369:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

presión la impaciencia de la espera.Salía ella y salíamos nosotros del cochey empezábamos a besar a mujeres,primas viejas, tías, vecinas, mujeres depulcritud beata o esas otras que olían asudor antiguo, magro de cerdo y carbónde estufa, caras de una piel fina intocadapor el sol, mentones con pelillos duros yverrugas grandes y marrones. No habíamanera de escapar de aquello. Yo meiba limpiando sin disimulo cada vez quelograba desprenderme del abrazo deuna. «Qué feo está eso de limpiarsecuando te dan un beso», decía mi madre.

Los chicos eran los primeros enzafarse de tanto besuqueo y salían

Page 370:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

corriendo hacia la casa de los primos.Aquel día me escapé detrás de ellos,con la desesperación de los hermanospequeños, más lenta que nadie,pidiéndoles que me esperaran. Mi madreles gritó: «¡Cogedla la mano!», peroellos, excitados ante la idea de dejarmeatrás en la primera esquina, apretaronaún más su marcha. No volví ni mechivé, seguí caminando, seguí. Hubo unmomento en que tuve que elegir entredos callejones. Dudé pero elegí uno conel convencimiento optimista de los niñosde que el camino elegido es el correcto.Y entonces empezó el laberinto, cadacalle desembocaba en otra aún más

Page 371:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

empinada. Yo subía, subía esperandoque en algún momento aparecería elcartel del horno de pan de mis tíos, quesentiría el olor de la felicidad queinundaba el aire, la mezcla de pan,regañadas, magdalenas y tortas. Pero elespacio entre las casas se fueestrechando al tiempo que oscurecía. Depronto, desemboqué en una plazadiminuta y apareció la vega allá abajo,la vega cruzada por el río que yo nuncahabía visto desde tan alto.

Fue como llegar a un pueblo distinto.Dos o tres bombillas se encendierondando esa primera luz pobre que sefunde con el púrpura del atardecer.

Page 372:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Había una fuente de piedra, allí meapoyé y me quedé muy quieta. Megustaría acordarme de lo que pensaba,de lo que piensa un niño en esascircunstancias, pero se me ha borrado yno quiero inventarlo. Lo que ocurrió,aquello que sí recuerdo con precisión,aunque no tuviera más que cinco años,es que un hombre, para mí un viejo, seacercó hasta la fuente. Me preguntó minombre. Lo dije, y en ese momento mibarbilla empezó a temblar. «¿Qué hacesaquí?», dijo. «No lo sé.» «¿Te hasperdido?» Y yo moví la cabezaafirmativamente. «¿De quién eres?»,preguntó el hombre. Le dije el nombre

Page 373:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de mi padre, Miguel. Luego el apellido.Viendo que aquel nombre no le decíanada, le hablé de mi abuelo. Se llamaAmado, está bastante gordo y es elhombre más importante de aquel pueblo.

El hombre me hizo un gesto toscopara tomarme de la mano, pero yo me lallevé a la espalda, no quise dársela, encambio empecé a seguirle bajando poruna calle empinada. «No se va poraquí», dije. «Se va por donde yo diga»,dijo.

Le seguía muy cerca, justo detrás deél, casi pisándole los talones. Piensoque en el acto de no darle la manohabría un fondo de desconfianza, el

Page 374:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

miedo acumulado por tantas figuras dehombres terribles que poblaban loscuentos; y en la determinación aarrimarme a sus pisadas, la necesidadde los niños de confiar en el adulto quetienen al lado. Una entrega no ciega peroinevitable. Sí, había desconfianza yresignación.

Las calles se fueron ensanchando yllegamos a una que parecía la mía, lacalle por la que el coche de mi padresubía cada verano, cada Navidad, lacuesta ahora iluminada pobremente, casia oscuras, que desembocaba en la casade los gritos de bienvenida de mi tíaCelia y los besos húmedos de las

Page 375:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vecinas. El hombre gritó desde lacortina de cuentas, pronunció losnombres de mi tía, de mi abuelo.

Aquel pobre paisano, al que norecuerdo haber visto más, se ha quedadoen mi memoria injustamente dibujadocomo una mezcla de ogro y salvador;fruto, tan extraña mezcla, de las muchasveces que intentaron aleccionarme paraque no me volviera a «escapar», decían.Yo acepté la idea de que me habíaescapado, acepté que mis hermanos seunieran a esa especie de bondadosarecriminación y disfrutaran añadiendolos mil tipos de peligros de los que pormuy poco me había librado.

Page 376:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

«El hombre del saco», decía miabuelo, «el hombre del saco que se llevaa los niños cuando se hace de noche y yano se sabe de ellos nunca más; ellosgritan desde el fondo del saco, pero susgritos de auxilio no llegan a los oídos dela gente y nadie ha vuelto a ver nuncamás a una criatura que él se llevara». Enmi recuerdo el hombre que me llevó acasa aparece con un saco colgado delhombro. Quién sabe, tal vez fuera elhombre del saco y me perdonó la vida.Lo que sí sé es que no contemplé otraposibilidad que la de seguirle, que mehubiera llevado adonde hubiera querido.Yo no hubiera gritado, ni me hubiera

Page 377:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

rebelado, habría aceptado mi destino,frágil y valiente, esa eterna dualidad delos niños que les hace más proclives aser sacrificados.

—No sé si pasé más miedo porperderme o por todos los peligros de losque me advertisteis cuando volví —ledigo a mi tía.

—El miedo es necesario, a los niñosles sirve para que anden con cuidado.Qué sería de ellos si se dejaran llevarpor su capricho y no pensaran en lasconsecuencias.

El niño, vestido de falso corredor deencierros, baja de la cama y viene a milado. Se acerca a mí como si aún

Page 378:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pudiera protegerme de un peligroantiguo. Me pone la mano sobre elhombro.

—No temas, galán, que mira cómose las apañó tu madre para encontrar elcamino de vuelta a casa.

La mano de Gabi se desliza por mipecho, que en estos momentos me duelepor una tensión que surge de un interiorprofundo y parece brotar en el pezóncomo si me lo fuera a desgarrar.Acaricia su contorno, de arriba abajo.Se diría que lo estuviera estudiando omidiendo. Mi tía lo observa. Se levanta,se mira en el espejo para anudarse elpañuelo y me dice, en apariencia,

Page 379:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

distraídamente:—Te veo más pecho, a pesar de lo

flaca que estás.Yo deseo que no se aprecie el rubor

que me ha inundado el rostro. Tengo lasospecha de pronto de que los dos, queestudian mis gestos y mis palabras conla atención anhelante de los que temenno ser amados tanto como ellos aman, losaben todo acerca de mi secreto.

Page 380:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 4

EL CHICO

Seguro que había oído su nombremuchas mañanas. Ese nombre, JavierComesaña, se habría coladoinnumerables veces por la puertaligeramente abierta de su estudio yhabría llegado hasta mis oídos cuandome encaminaba hacia el mío.«A losmandos,como cada madrugada», decíael gurú de los fenómenos paranormales,«manejando con destreza el timón de

Page 381:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esta nave que nos lleva por unosterrenos poco transitados por la cienciaortodoxa, el inefable Comesaña». Sunombre quedaba aplastado por eserecurrente blablablá con el que loslocutores perezosos consumen losúltimos cinco minutos de programa; eneste caso, la charlatanería se adornabacon la particular jerga de los que creendescubrirle al oyente insomne esossecretos que nunca están a la vista de losque no quieren ver. Era un clásico.

Marcos y yo nos mirábamos de reojode camino a nuestro estudio, sin perdertiempo comentando la rutinariaestupidez verbal que nos asaltaba a

Page 382:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

diario, cansados ya de haberlo hechomuchas veces —porque a la hora en laque Voces del más allá acababa,nosotros empezábamos lo nuestro—.Teníamos la disciplina tácita de reservarlos comentarios sarcásticos para la horadel desayuno. Ahora íbamos cargadosde papeles, absortos en lo inminente,como si fuéramos los encargados deabrir puertas y ventanas y expulsar dellocal a todos esos inocentes queescuchaban voces de fantasmas,frecuentaban casas encantadas, mirabanal cielo seguros de que algún díaaparecería una nave espacial yesperaban ser los elegidos para vivir la

Page 383:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

experiencia de la abducción.Pero esa mañana le dije a Marcos,

«Espera, espera un momento».Retrocedí unos pasos y asomé la cabezapor el control de sonido. Dios mío,cómo no había reparado antes. JavierComesaña. Allí estaba. A los mandos,efectivamente. Sentado en el control, elpiloto en su nave. Le sonreí y me dijo,«Vaya, al fin te decides a entrar», comosi llevara esperándome desde el primerdía en que empecé a presentar miprograma, hacía ya un año, y presintieraque alguna mañana caería en la cuenta yentraría a saludarle.

—¡Jabato! Cómo iba a saber que

Page 384:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

eras tú.—Pues yo sí que sabía que eras tú

quien corría por el pasillo, Chico.El mote me hirió a la manera tonta

en la que hieren los motes que nospusieron de niños. Ya pueden perder sucapacidad de describirnos en elpresente, y sin embargo tienen lacualidad de hurgar en las siempretiernas pequeñas cicatrices de lainfancia. Le sonreí ocultando cualquierrastro de enojo, sabía que cualquiermuestra de enfado provocaría larepetición de aquella bobada. Es elprecio que se paga con los amigos delpasado, son poseedores del catálogo de

Page 385:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

los defectos de fábrica y no van aaceptar que ni el tiempo, ni el dinero, nitan siquiera los lógicos cambios quepropician la experiencia y la educación,borren lo que fuimos. Lo gordos, lobajos, lo maniáticos, vulnerables yrisibles que fuimos.

Chico. Así me llamó mi padre un 6de enero cuando entró al cuarto dondemis hermanos y yo veíamos una y otravez dos escasos minutos de aquellapelícula de Charlot, El chico, en elCinExín que me habían traído los Reyes.«Chico», dijo mi padre, apoyado en lapuerta, «eres como el Chico, clavadita»,y me señaló con la mano que sostenía el

Page 386:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cigarro. Y como nada que dijera mipadre caía en el olvido o se pasaba poralto, aquél fue un triste bautismo para míy una celebración para mis hermanos.Mi padre les acababa de conceder lapotestad de llamarme así desde esemomento, y lo que para un adulto no eramás que la constatación de un parecido—que yo reconozco ahora cada vez queveo imágenes de aquel niño actor, JackieCoogan, con sus ojos melancólicos y suflequillo recto—, para mí fue unsuplicio que me acompañó muchos años,cuando aún habitaba felizmente en mismaneras de niña chicazo y, más tarde,cuando no lograba encajar dentro de las

Page 387:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

fronteras agobiantes de lo femenino.Chico: todos mis complejos

infantiles quedaron resumidos en esenombre. Qué raras son las palabras, quédistintas en su sentido según quién laspronuncie: aquel mote consigue hoyreconciliarme con toda aquellavulnerabilidad infantil cuando lo utilizami marido. Dos sílabas, que en suslabios transforman en bueno todoaquello de lo que yo venía huyendo, yque me escuecen, sin embargo, comopellizco de monja, si vienen de alguienque me conoció entonces.

Pero los recuerdos no me colocabanen desventaja: yo también tenía en mi

Page 388:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

memoria el historial de taras infantilesde Jabato. No era su mote lo que podíamolestarle, no. Él había exhibidosiempre con orgullo ese apelativo desuperhéroe pobretón y castizo; era unatarjeta de presentación más que unacarga. Se lo asignaba sin problemas enel colegio, nombrándose a sí mismo entercera persona, con una soltura dehéroe de tebeo, como si el nombrerespondiera a una leyenda, lo queprovocaba un efecto cómico porque lasleyendas que perseguían a Jabato noeran en absoluto memorables.

Lo estudiaba ahora, en esos cincominutos escasos que me quedaban para

Page 389:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

salir corriendo y saludar a mi audienciamadrugadora. Me esforzaba en verlocomo si no hubiera conocido todo eseanecdotario risible que le había definidode niño. El naranja de su pelo infantil,que tantas bromas añadía a las otrasbromas, se había suavizadoconvirtiéndose en un ocre que leenmarcaba la cara y le confería unaexpresión cálida, de franco optimismo.No, no estaba mal, tenía un aspectosano, compacto, agradable. Sin ser alto,uno sesenta y ocho tal vez, tenía esepecho levantado con el que algunoshombres bajos parecen querer añadirsealgunos centímetros más y eso le

Page 390:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

confería un aire muy masculino. FumabaCeltas. Seguía fumando Celtas, con esafidelidad que las personas temerosas deno poseer convicciones superioresconceden a las cosas sin importancia.Los vaqueros se habían convertido enchinos, las camisetas en camisasholgadas, siguiendo los cambios de lamoda de una manera discreta. Siempremás joven de barrio que progreortodoxo.

Jabato. En la radio, JavierComesaña. Un nombre casiirreconocible para mí. Había estadoescuchándolo durante trescientos díassin relacionarlo con el bruto de Jabato,

Page 391:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

el payaso de Jabato, Jabato elmonohuevo, Jabato panocha. Ah, si no lohubiera conocido de niño. Qué malasuerte. Todo el encanto de un hombre sepuede perder por haberlo conocido deniño. De no haber formado parte de miinfancia habría sido capaz de analizar demanera inocente su presencia en unprimer vistazo, igual que solía hacer enaquellos años, entregada como estaba ala búsqueda de un hombre que megustara. Habría sopesado la posibilidadde una aventura pasajera y me habríadicho, «No está mal, por qué no, tieneángel».

El pasado no se borra. En mi sonrisa

Page 392:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

estaba contenida toda la ironía delrecuerdo: la falta de piedad con la quelos chavales hablaban de ese padre condos familias que era el padre de Jabato.La suya, lo sabíamos, era la segunda enel escalafón. Jabato era hijo de unamujer apocada de pelo prematuramenteblanco que parecía incapaz de encarnarel papel que le había correspondido, elde amante. El padre pasaba unas vecespor viajante; otras, decían, participabaen timos abocados al desastre. Más quechulo, era chuleta; más que infiel, unmentiroso que iba lidiando torpementecon la señora oficial y con aquella otraque, poco a poco, asumió física y

Page 393:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

moralmente un papel maternal paraaquel impostor. De hecho, nosotroscreímos, al principio, que Blanca no erala madre de Jabato, sino la abuela, queJabato era un huérfano al que, de vez encuando, entre negocio y negocio y sinprevio aviso, visitaba su padre. Peroaun cuando la estrecha relación con élnos deshizo el malentendido, bautizamoscruelmente a su madre como la abuelitaBlanca y nunca dejamos de considerarlodel todo un chico abandonado.

Mi padre sostenía, bajando la voz,que las ausencias del padre coincidíancon estancias en la cárcel, y nos hacíasentir una pena enorme por el pobre

Page 394:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Jabato, traerlo a casa, invitarlo a comercomo si pasara hambre. A veces parecíaque nos lo imponía con su compasión ynos contagiaba esa rara piedad que mipadre practicaba hacia los desgraciados,mezcla a partes iguales de compasión yarrogancia, por su incapacidad deconsiderar un igual a quien le producíapena, el hijo de la amante vieja de unhombre absurdo y bajito, también depecho levantado, por chulería unasveces, por ahogo vital, imagino, otras.

Sí, la leyenda precedía al nombre,pero no de la manera en que Jabatohubiera querido, sino más bien de lacontraria. Era el chico que, se decía,

Page 395:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tenía un solo huevo. El de aspectodesastroso, con la cara humedecida porel sudor del entusiasmo exagerado, elque andaba por la vida con una sonrisade agradecimiento, como si aún fuerapeor lo que pudiera haberle ocurrido.

No era fácil mirar a alguien en elpresente borrando todos los prejuiciosacumulados; a pesar de que los años lohabían convertido en un hombre y habíantransformado la inocencia de sus ojos enironía y el cutis del niño pelirrojo quefue en una piel recia de la que brotaba lasombra de un vello anaranjado, meresultaba imposible, más allá de laturbación de los cambios físicos, no

Page 396:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

acabar presintiendo su antigua condiciónde inferior, de inferior de mis hermanosen ese escalafón escolar tácito que losniños respetan como los perros de unajauría.

—Me alegro de verte —le dije, yera cierto.

El último recuerdo o el más nítidoque conservaba de él no era elrigurosamente infantil de las meriendasen casa de mis padres sino el deaquellas tardes, ya en torno a los quince,en una sala de una iglesia del barrio enla que Martín Ramos, el mismocharlatán que era hoy su jefe en la radio,impartía cursos de psicofonías,

Page 397:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aparecidos, fenómenos paranormales yavistamientos de ovnis, lo cual nodejaba de ser lógico en una parroquia enla que los curas eran tan rojos que,prácticamente, ya no creían ni en Dios.

Nos habíamos perdido la pista desdeque dejamos el colegio para ir alinstituto y me sorprendió verle allí, conaires de técnico profesional a susdiecisiete años. Manejaba con solturados casetes que hacían las veces deequipo de sonido, tratando de conferirle,con una mezcla de músicapseudooriental y voces indescifrables,un fondo dramático al discurso deMartín, que estaba allí para

Page 398:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

convencernos de algo de lo que yaestábamos convencidos por el merohecho de asistir a sus charlas, de que losmuertos nos hablaban, nos hablan.

A Martín Ramos lo escuchaba yocon candor religioso cada jueves enRadio Juventud, siempre anduvo avueltas con lo mismo, como experto enfenómenos inexplicables. Arrimaba micama con ruedas a la de mi hermana,poníamos la radio entre las dos y nosacercábamos al aparato, del que surgía,a un volumen casi imperceptible para nomolestar a mi padre, su voz nasal ymansa en la oscuridad. El efecto queprovocaba en cada una de las dos era

Page 399:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bien distinto: a ella le relajaba, a mí mellenaba la cabeza de amenazas. Losprogramas sobre el exorcismo mehicieron creer que yo padecía algunossíntomas de endemoniamiento, los decontacto con los muertos me llevaron aorganizar sesiones de güija y losdedicados a los fantasmas llenaron elpasillo de mi casa de muertos quepaseaban a mis espaldas. Este últimomiedo no puedo achacárselo sólo aMartín Ramos porque en esas presenciasya me había hecho creer de niña mi tíaCelia. Un año más tarde de aquellosprogramas de radio, cuando mi madremurió y yo ya había superado mis

Page 400:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

devaneos con los fenómenosinexplicables, era habitual que sintierasus pasos lentos de enferma cruzando elpasillo a mis espaldas.

La presencia fantasmal de mi madreduró seis años, el tiempo comprendidoentre su muerte y el nacimiento deGabriel. Pensé entonces que al fin habíasentido piedad de mí. Desapareció elsueño recurrente que me atormentódurante tanto tiempo. Podía darse sólouna vez al mes, dos como mucho, perosiempre volvía con la misma intensidad,escalofriante e idéntico, y me dejabaatemorizada durante el resto de la noche.En aquel sueño yo la visitaba en un piso

Page 401:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vacío que se encontraba, sin ningunaduda, en el barrio frente al cual estaba lacasa familiar, es decir, la que había sidosuya. Ella, sentada frente a la ventana,contemplaba los bloques de pisos dondehabía estado su casa, y donde ahoravivíamos mi hermana y yo. Desde aquelpunto disfrutaba de una ampliaperspectiva y podía vigilar nuestrasvidas desde el terreno silencioso de lamuerte. El sueño, con pequeñasvariaciones, parecía calcado del sueñoanterior: yo trataba siempre deexplicarle aquellos cambios que sumuerte, en parte, había desencadenado, yella asentía, distraída, como si mis

Page 402:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

noticias sobraran. Nadie puede contarlea los del más allá lo que hacen los delmás acá. Lo saben todo. «Papá se hacasado», le decía. «Con una rubia»,afirmaba. «Es una rubia, sí, peroteñida», le decía yo suavizando lamaldad de mi padre. «Lo sabía, lo supedesde que me imaginé a mí mismamuerta.» El nacimiento del niño borróesa presencia, la borró de los sueños yde los pasillos.

A pesar de ganarse la vida gracias a lafabulación acerca de seres inexistentes,Martín Ramos ostentaba un poder cierto,

Page 403:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

real, material, entre las personas que leescuchaban cada noche en la radio. Suvoz susurrante y muy bien moduladasobre la psicodelia musical nos hacíacreer en su palabra con una fe quesentíamos fundamentada en razonescientíficas. En su programa se anunció elcurso en la parroquia de mi barrio, ¡demi barrio!, y corrí a apuntarme,enamorada de él antes de conocerlo enpersona.

Ramos no decepcionaba, al menos alpúblico ignorante (como yo) odemasiado tierno (como yo) al que solíaatraer: tenía el físico del perfecto gurú.Había algo blando en su complexión y

Page 404:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en sus gestos, una blandura que yointerpretaba entonces como el lenguajecorporal de un hombre ponderado,tranquilo, el nuevo hombre de manerasfemeninas, como decía aquel columnistavivaz que mi padre leía en voz alta. «¡Elhombre femenino!», repetía mi padre,«eso, que yo sepa, se ha llamadosiempre de otra manera».

En las sesiones de la iglesia noshacía colocar las sillas en círculo.«Esto», decía, «no es una charla, es unapuesta en común. Aquí no hay maestro nidiscípulos, hay una corriente que fluyeentre todos nosotros y que sólo va apropiciar algo interesante si somos

Page 405:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

capaces de abandonar los prejuicios y elcinismo a los que nos sometemos adiario y estamos dispuestos a creer.Cuanto más positiva sea nuestra actitud,más seremos capaces de entenderaquello que sólo se ve si se tiene unabuena disposición». Sus fieles, en granmayoría amas de casa, salvo dos o tresadolescentes, jamás nos hubiéramosatrevido a interrumpirle. Creíamosciegamente en nuestra posiciónsubordinada.

Era un milagro que aquella voz, queen la oscuridad de nuestro cuartoparecía surgir de otra dimensión,surgiera de la boca de aquel hombre de

Page 406:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

barba pulcramente recortada, nada en laonda de las barbas salvajes que seestaban dejando mis hermanos y queadornaban las caras de casi todos susamigos. Sus palabras se deslizabansobre la música que el ayudante, Jabato,iba poniendo y cambiando en sucometido de discjockey precario,alternando con delicadeza y gracia losdos casetes. Música con trinos depájaros salvajes, música bajo la que seescuchaba, en un segundo plano, algunavoz que pronunciaba una fraseindescifrable, y que generaba unambiente de expectativa, de alientoscontenidos.

Page 407:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

La fe en Martín Ramos terminó lanoche en que nos citó para unavistamiento. El acontecimiento iba atener lugar en un campo cercano aPatones de Arriba, un pueblo de laprovincia de Madrid. Lo dije en casaporque tenía que pagar el billete delautocar y un dinero extra por laexperiencia. Nunca se me había pasadopor la cabeza que mi padre se apuntaría,aunque su afición a los fenómenosinexplicables era tan antigua como misrecuerdos.

—¿Creéis que Dios sería tan pocopráctico como para haber creadohabitantes en un solo planeta? Mañana la

Page 408:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Tierra se va a tomar por culo por elimpacto de un meteorito y qué. ¿No esmuy arrogante pensar que en el espacioinfinito no existirá la posibilidad deotros tipos de vida? Con ojos, sin ojos,seres voladores o reptiles inteligentes.¡Algo, algo, ahí tiene que haber algo! —y nos señalaba el cielo.

Las reflexiones visionarias de mipadre, siempre pronunciadas con granvehemencia fuera su audiencia mucha opoca, infantil o adulta, me dejabanapesadumbrada y pesimista ya a mis seisaños. La peculiaridad de la fe que mipadre parecía profesar por los misteriosparanormales es que se fiaba tan poco

Page 409:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de los gurús como de los curas. No levalían los intermediarios. Pensaba quetodos escondían turbios interesessexuales. «Escúchame lo que te digo,Julia, nunca me he quedado a solas conun cura en una habitación y nunca mequedaré, aunque sea un obispo. Un díase me sentó al lado un cura en un autocary me cambié de sitio inmediatamente.»Por supuesto yo no entendía el alcancede lo que insinuaba. Ahora, cuandorecuerdo esas palabras tantas vecesrepetidas por un hombre de laenvergadura física de mi padre, lesencuentro aún un efecto cómico.

Mi padre vino al avistamiento. Era

Page 410:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

el único hombre, salvo nuestro pastor ysu técnico de sonido. Yo, que yaempezaba a sentir las grietas que se ibanproduciendo en mi inquebrantableadmiración infantil por él, soporté suincontrolada sociabilidad con unasonrisa tensa, tratando de concentrarmeen la oscuridad sólida que había másallá de la ventanilla del autobús. Lesentía hablar con las mujeres del asientode al lado, ofrecer su petaca de coñac aunas y a otras o cambiarse de asientopara fumarse un cigarrillo con Jabato,que iba en primera fila.

Es a esa edad, creo, cuando empecéa sentirme incómoda ante su

Page 411:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

incontenible necesidad de llamar laatención. Nuestros papeles estuvieroninvertidos de aquella noche en adelante:mientras la hija se mantenía contenida,el padre se mostraba hiperactivo,insolente, revoltoso, haciéndome quedaren mal lugar delante de toda esa gentecon la que yo había compartido tantasemociones de orden trascendental. Perola comunión de almas terminó para míaquella noche de esa manera abrupta enque se dan por zanjadas las lealtadesjuveniles. Tuve suerte de que mi reciéniniciado interés por la ufología sefrustrara ahí, en ese avistamiento en elque un grupo de mujeres fantasiosas, dos

Page 412:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de ellas (mi amiga y yo) de quince años,miraban al cielo, esperando y temiendoun objeto extraño que se fuera acercandohasta posarse sigilosamente sobre laTierra y nos hiciera vivir unacontecimiento que nos diferenciaría delresto de los seres humanos de por vida.Lo había leído, se lo había escuchado aél en la radio, era así. Vivías aquello yya no había retorno: eras un elegido.

Pero no se vio nada. Y no es sóloque nada se viera, sino que mi padre nonos dio tregua. No paró de hablar,señalar, interrumpir al maestro, ofrecerla tortilla de patata con pimientos que lehabía preparado mi madre y exponer,

Page 413:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con una convicción que delante deaquellos fieles me parecía sonrojante,las razones por las que aquella noche noera la noche adecuada para unavistamiento: «El número deprobabilidades de que aparezca enPatones esta noche un objeto volador noidentificado es insignificante. Que hayseres en otros planetas, desde luego,jamás lo he dudado, que lo diga mi hija,pero que se vayan a presentar aquí porcapricho nuestro, eso lo calificaría yode milagroso. Personalmente, no creo enlos milagros. Yo sólo creo en laestadística.»

Martín Ramos le miraba con una

Page 414:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sonrisa que quería aparentarimperturbabilidad, pero en la que seapreciaba un fondo de gran irritación. Seveía incapaz de controlar a aquelhombre de simpatía exasperante, queestaba allí, como en un bar, para impedirque otro hombre focalizara la atenciónde todas aquellas mujeres. La paradojaes que el rencor que sentí hacia mi padreaquella noche no era sólo por sucomportamiento sino por hacerme ver yjuzgar con sus ojos al hombre al quehasta ese momento yo había concedidototal credibilidad. Me daba corajesaberme a merced de ese sarcasmo tansuyo, que desautorizaba, a veces con

Page 415:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

razón, otras sin ella, a cualquiera quecompitiera con él por cautivar alpúblico. Mi furia era contra mí por notener un criterio sólido propio.

Jabato observaba la situación ycompartía mi misma ansiedad, peromientras yo miraba a un puntoindefinido, deseando que la experienciaacabara pronto, él movía la cabeza demanera involuntaria a un lado y a otro,hacia su jefe y hacia ese hombre, mipadre, que de alguna manera había sidocomo un padrino hacía unos años.

Pero la época dorada de Jabato enmi familia fue mucho antes, en el veranode la pizarra. A dos de mis hermanos les

Page 416:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

catearon las matemáticas y mi padrecompró una pizarra de tamaño escolar,la puso en el hall de entrada y decidiódarnos a todos, fuera cual fuera nuestronivel, ecuaciones de primer y segundogrado, logaritmos, raíces cuadradas,¡todo! Para un genio del cálculo como élresultaba humillante que sus hijos, loschicos, fueran no ya torpes sinodesapasionados con las cienciasnuméricas. Mi torpeza la toleraba, pormi condición de niña, aunque en unaocasión me lanzó una tiza a la cabezapor dormirme. Daba la clase en pijama.Llegaba a casa con su traje impecable yla corbata ya colgada del hombro.

Page 417:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Cruzaba el pasillo a grandes zancadassonoras con sus zapatos de tafilete y seliberaba de toda una mañana detensiones numéricas tirándose unospedos tremendos, como truenos, y si oíaque se nos escapaba alguna risa, nosmandaba callar desde el cuarto,gritando: «¡Chicos, un respeto!», fraseque luego se convirtió en la manera enque nosotros, a sus espaldas,anunciábamos una descarga ventosa. Elprimer día en que Jabato escuchó esterecital gaseoso de mi padre soltó unacarcajada enorme y se quedó heladocuando vio que los demás noscallábamos. Las zancadas de mi padre

Page 418:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

se dirigieron al salón. Miró a Jabato,que estaba como solía cuando se poníanervioso, de color naranja, y dijo: «Yéste, ¿quién es?» «Jabato», le dijo Pepe,«que su madre no tiene dinero parapagar las clases de recuperación y élnos ha dicho que si le dejas venir,viene». Mi padre le dio esa especie detortazo en la cabeza con el que saludabaa los chicos, un amago de abrazo bruscoentre de bienvenida y de advertencia.

Jabato se quedó. Su madre eracocinera en un bar, así que la mitad delos días el chaval acompañaba a mishermanos hasta el portal y allí empezabaa remolonear sin ánimo de irse a comer

Page 419:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

solo a su casa. Mis hermanos llamaban ami madre por el telefonillo para hacerlela pregunta casi diaria: «¿Se puedequedar a comer Jabato?»

Mi padre le diagnosticó, casi deinmediato, una incapacidad total paralas matemáticas, una torpeza que jamásachacaba a su tosquedad pedagógica. Elpobre chaval se atropellaba cada vezque mi padre se dirigía a él. Selevantaba como si estuviera en laescuela y no daba pie con bola. Luego,ya en la comida, mi padre le hablaba delfuturo.

—Y tú, ¿qué piensas hacer en lavida?

Page 420:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Yo…, pues lo que todo el mundo.—No, todo el mundo no hace lo

mismo; unos estudian una carrera y otrosaprenden un oficio. Pepe, ¿tú sabes loque vas a hacer?

—Sí, papá, yo Derecho —respondíami hermano, falso, mecánico.

—Bien, ¿y tú, Nicolás?—Yo, matemáticas puras —decía

Nico, sin molestarse en levantar lamirada y dejar de comer.

—La niña será mi secretaria,¿verdad, hija?

Me hubiera gustado decir que no,que ya había pasado ese tiempo en queyo quería vivir para servirle. Pero no

Page 421:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

me atrevía a traicionarle, él vivía felizmanteniéndome en la infancia. Enrealidad, el único que eratemerariamente sincero con él eraJabato, que no estaba entrenado en elarte de la mentira fácil, que era la quenosotros practicábamos con naturalidad.Mi padre, como buen narcisista, noprestaba demasiada atención al tono y ala intención con que le contestábamos.Le bastaba que las respuestas fueran lasacertadas. Era uno de esos seresautoritarios tan centrados en sí mismosque estimulan en los súbditos unahabilidad extraordinaria para burlar lasnormas. Pero Jabato, de natural franco,

Page 422:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

iba de frente. Y eso, ante los ojos de mipadre, le hizo visible, de una visibilidadexasperante pero jamás anodina.

—No sé, pues estudiaré una carrera,entonces.

—¿Qué carrera?—Lo quiero pensar con tiempo.—¡Ahora ya nadie quiere ser

fontanero ni electricista! ¿Qué quiereesta gente joven? —preguntaba mi padrea ese público silencioso que procurabaesquivarle la mirada por no significarse.Y volvía a Jabato—: ¿Tú sabes lo quegana un fontanero?

—Es que yo no quiero ser fontanero.—¿Y electricista?

Page 423:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Tampoco. Yo quiero estudiar unacarrera, como ellos.

—Y en tu madre, ¿no piensas en tumadre?

La mía, mi madre, intentabatímidamente introducir otro tema deconversación y le decía luego, cuandoya nos habíamos ido al colegio, que eramejor no apabullar al muchacho. Perocuando a mi padre se le llevaba lacontraria convertía la más mínimatontería en una cuestión de honor. Enaquellos años, dos o tres, su voluntad deque Jabato fuera fontanero, oelectricista, monopolizó muchas, o almenos así yo lo recuerdo, muchas de las

Page 424:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

comidas a las que Jabato se quedaba. Ennosotros se producía una mezcla detensión y alivio. Tensión por ver a mipadre tan empecinado en conseguir queaquel mocoso le diera la razón y aJabato tan tozudo en no concedérsela, yel alivio mezquino porque centrándoseen él nos liberaba a nosotros de su ira,sobre todo de la que le provocaba mihermano Pepe, que acababa de descubrirsu vocación política y cada día veníacon inquietantes noticias: «No existeDios», «La propiedad privada perviertelas relaciones humanas», «Los hijos nopertenecen a la familia sino a lacomunidad».

Page 425:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¡Pues que te pague la vidorra quete pegas la comunidad, la de vecinos, laque sea! —gritaba airado mi padre,inquieto por aquello que jamás hubieraesperado escuchar de un hijo suyo dedieciocho años—. ¿Y a ti quién coño teha dicho que Dios no existe? ¿Eso quiénlo puede saber? Las mismasprobabilidades hay de que exista comode que no.

—No existe —decía mi hermano,con una temeridad hasta entonces nomostrada—, la prueba de que no existees que nadie ha podido probar queexiste.

—Muy bien, poniéndonos en lo

Page 426:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

peor: no existe. Entonces, la religión esuna convención. ¿Qué de malo tienen lasconvenciones? Las convenciones son laesencia de la civilización, muchacho.Apunta eso.

La vida, al menos en esto, desvelóincógnitas que no eran tan imprevisiblesconociendo la materia de la que cadauno estábamos hechos. Mi hermanoPepe, como hijo de un hombreavasallador y autoritario, fue víctima deun espíritu diletante y poco práctico, noacabó Derecho y perdió muchos años envaguedades ideológicas; Jabatoaprendió un oficio, no por la falta deinteligencia que mi padre le suponía

Page 427:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sino porque así lo eligió, como él mismohabía expresado tozudamente. No fueelectricista ni fontanero, fue técnico desonido.

Había habido un vacío en nuestrarelación de más de una década, de losquince años en los cursos de ufologíahasta mis veintiséis de ahora, en los quehabíamos sabido vagamente el uno delotro. En nuestro barrio era difícilperderse del todo. Pero no habíamosvuelto a vernos como ahora, a las seis ymedia de la mañana en un estudio de laradio, frente a frente, sopesando lo quehabría ocurrido más allá de los cambiosfísicos.

Page 428:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Te has separado.—Bueno, ahí estoy… en ello.

¿Quién te lo dijo?—Todo se sabe. También sabía que

estabas aquí, que te vería algunamañana.

—Podías haberte acercado alestudio.

—Cuando acabo con esto estoy locopor irme a casa.

Martín le hizo un gesto de despedidadesde el otro lado de la pecera y él lecorrespondió. Está claro que mi viejomaestro espiritual no me reconoció.Estaba igual, terso, delicado, manso.Con menos pelo, pero igualmente

Page 429:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

peinado hacia atrás, una melena ralarecogida en una coleta.

—¡Cuánto tiempo!, ¿eh? —me dijoJabato, y los dos sonreímos, nuestramemoria se situó al instante en aquellanoche en que la ausencia de ovnis o lapresencia de mi padre me hicieronperder la fe.

—Ha pasado toda la vida… Tengoque irme.

—A tu padre lo he visto de vez encuando, hemos tomado alguna cervezaen el barrio… Se casó.

—Sí, se casó.—¿Y qué tal con tu madrastra?—¡Ja! Ya no tengo edad para tener

Page 430:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

madrastra… Bien.—A ti te vi un día con el niño.—Gabriel.—¿Y el niño, qué tal con el padre?—Bien también.Nos besamos. Nos quisimos dar un

abrazo pero no supimos cómo hacerlo yel intento se frustró en una serie demovimientos torpes. Salí del estudio.Estaba considerando volverme parapedirle el teléfono cuando su voz sonó amis espaldas.

—Si me dejas tu número, igual undía voy y te llamo.

Page 431:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Cuatro meses desde aquel reencuentroen la radio. Cuatro meses brujuleandopor los bares de Malasaña y dejándonoscaer cada viernes a última hora de lanoche en los billares de Ventura de laVega, Huertas, y de mi barrio, cuando yasólo quedaban algunos macarras conganas de lío. Como suele ocurrir, nos lohabíamos contado todo menos loesencial: las idas y venidas de Alberto,la muerte de su madre, las melancolíasdel niño, el casamiento de mi padre, misaspiraciones literarias, sus noviazgosfrustrados, sus aspiraciones como

Page 432:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

realizador, algún deseo sexual antes noexpresado y los torturantes complejosinfantiles. Yo había comprobado que éltenía dos huevos y él que yo no teníabigote, como decían mis hermanos. Todoeso y algo más, pero no nos habíamosconfesado qué hacíamos ahí, el uno conel otro. Qué esperábamos de todoaquello.

Y así habíamos llegado a la nochede aquel viernes, que era fresca peroprometedora ya de un verano inminente.Habíamos salido a airearnos a la puertadel bar. Él estaba sentado en la acera,apurando el último gin-tonic, yo hacíaequilibrios en un macetero de hormigón

Page 433:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con un cigarro en la mano.—Te vas a caer.—Te vas a caer —repetí riéndome

—. Lo mismo me decía mi madre. Tevas a caer.

—Y te caías.—Y me caía, así que no lo repitas.—Lo mismo le dirás tú ahora a tu

hijo.—Para nada. Yo le digo, «Súbete,

anda, súbete». Y él no se sube ni altobogán. Es muy prudente. Tan patosocomo yo pero de una prudencia que aveces me saca de quicio.

—A ver si es que va a ser más listo.—¿Más listo que yo? Eso seguro.

Page 434:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Vi a tu padre ayer. Me enseñó unafoto de tu madrastra.

—Que no es mi madrastra, coño, quees su mujer.

—Te molesta que diga que es tumadrastra.

—No, no te equivoques, anormal, nome molesta. Me molestan tus ganas demolestarme.

—Me dijo que un día me lapresentaría.

—¿Ah, sí?—¡Sí! Le dije que podíamos quedar

cuando quisiera. Contigo.—Ah, mira, los cuatro. Vaya, lo

pasaremos bomba.

Page 435:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Le dije que nos estábamos viendo.—Que nos estábamos viendo dónde,

¿en la radio?—No, no, fuera de la radio. Le dije

que andábamos saliendo.—Ah, ¿y qué dijo?—Que se alegraba mucho.—¿Mi padre dijo que se alegraba?—Sí, dijo que a una mujer separada

con un niño le cuesta más echarse unnovio.

Pegué un salto y caí en el suelo. Diun traspiés y el tobillo se me torcióligeramente, pero disimulé el dolor. Nopude disimular la rabia.

—Te lo dije —murmuró, como yo

Page 436:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esperaba.—Mira, yo a mi padre no le suelo

contar nada de mis líos, ¿entiendes? Élno me pregunta tampoco. Es así comonosotros funcionamos.

—¿No te ha preguntado? ¿Tu padreno te pregunta si sigues casada o te hasseparado?

—No, en mi casa no somos dados aese tipo de confianzas.

—¿Qué quieres decir con «ese tipode confianzas»? ¡Ja! Eso en una familiaes lo básico.

—¿Y tú cómo puedes saber qué es lobásico?

—¿Por qué no lo voy a saber yo?

Page 437:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Porque no tienes la costumbre deuna familia… Tú… Sólo has tenido a tumadre.

—Tengo ahora dos hermanas.—Venga, no me jodas, no son

exactamente tus hermanas.—¿Por qué no?—Porque las conociste el día en que

murió tu padre, hace cuatro años.—Pero las veo con frecuencia, ellas

quisieron tener una relación conmigo.—Pero no las puedes llamar

hermanas.—¿Porque no somos hijos de la

misma madre?—No, porque los hermanos no se

Page 438:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

inventan a los veintitantos años. Hay quetener una historia común.

—¡Una historia común! ¿Son máshermanos tus hermanos, los de lahistoria común, a los que no ves nunca?

—Con los hermanos puedes no vertey eso no cambia nada. No contar lo quete pasa y que tampoco signifique nada.Cada familia tiene sus reglas.

—¿Ah, no? Tal vez yo no sepa loque es una relación familiar, pero te dirécuál es el resultado de esas particularesreglas de tu familia —elevó como unglobo la palabra «reglas», la lanzó alaire con sarcasmo—: el resultado es queestás más sola que un perro.

Page 439:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Mira, tío, no me tengas pena. Side verdad quisiera pedirles ayuda, se lapediría —se me quebró la voz—, perono quiero. ¿Qué coño haces túmetiéndote donde no te importa? ¿Quétienes tú que ir a contarle a mi padre deque nos vemos? ¿Por qué tiene que saliresto precisamente esta noche? Eres unbestia. ¿Quieres ponerme a prueba? Mehe separado del mismo hombre tresveces en el último año. No quiero decirnada, ni puedo contar nada…

Me levanté y eché a andar haciacasa, tan deprisa que sentí que metambaleaba. Noté su respiración en miespalda y su mano luego agarrándome

Page 440:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con fuerza el hombro, tomándome conlas dos manos la cara, dándome un beso.

—¡Espera! Espera… Que no le dijenada. Sólo quería saber cómoreaccionarías. No le dije nada. Deverdad. Era sólo una broma y… se mefue de las manos.

Como si fuera en un crudo presente quese resiste a fosilizarse en pasado, meveo saliendo de casa a las ocho de lamañana del día siguiente. Sin desayunar,como había prescrito el médico.Caminamos hacia la parada de los taxisen silencio, conscientes de que cualquier

Page 441:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

intento de conversación sería unesfuerzo vano. Pasaban algunas parejasde críos, todavía somnolientos, que ibanhacia la escuela, siguiendo el mismocamino que yo recorría a los doce años.

Cruzamos la calle y pensé que unode esos coches que pararían ante elsemáforo podía ser el del padre de Gabide camino a la guardería. No miré, peroimaginé al niño en cualquiera de esasdos actitudes tan suyas y tancontrapuestas: tumbado en el asiento deatrás, entregándose melancólicamente ala contemplación del paisaje visto delrevés, o de pie, también detrás, entre losdos asientos, con la mano izquierda

Page 442:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

abrazando el cuello de su padre,hablando con ese entusiasmo a deshoraque a veces tienen los niños. Tal vez ellaviajara también en ese coche. Si fueraasí, Gabi, generoso en sus afectos,pasaría su pequeño brazo derecho por elcuello de ella y le acariciaría elnacimiento del cabello. Pensar en esome nublaba la vista.

El taxi tomó la calle por la que todaslas tardes caminábamos de vuelta acasa. Recordé la pregunta que me hizo elniño hacía tan sólo unos días. Su mano,pequeña y mullida, dentro de la mía.

—Mami, ¿ella es tonta?—Yo no te puedo decir que sí o que

Page 443:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

no, Gabi, tú tienes que pensar lo quequieras.

Ahí quedó mi respuesta, tramposa,dura. Le concedía demasiada libertadpara enjuiciar, y él no sabía hacerlo aúnsin mi respuesta, necesitaba que yo lesirviera de guía, que no le dejara solo.Con esa prudencia y sutileza con la quelos niños tantean los sentimientos de sumadre para no herirla me estabapidiendo que le permitiera quererla,entre otras cosas porque, imagino, ya laquería.

—¿Y es mala?—Yo no te lo puedo decir, ¿qué

piensas tú?

Page 444:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—No, dilo tú. Dilo.Cambié de conversación. Me negué,

mezquinamente, a allanarle el terreno.Llegamos a la clínica media hora

antes de la cita. Me pidieron mi nombreen la entrada. Lo dije tan bajo que tuveque repetirlo dos o tres veces. Nosdijeron que esperáramos en la sala. Alentrar le dimos los buenos días a unapareja que también esperaba.Levantaron los dos los ojos a un tiempode la revista que estaban hojeando.Reconocí al hombre. Era un chaval quetrabajaba para una casa de discos, unpromocionador que visitaba losprogramas de vez en cuando para dar

Page 445:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cuenta de sus novedades. Nosconocíamos desde hace años, noscaíamos bien y hubo algún coqueteo, uncafé, charlas en los pasillos, pero esevidente que los dos fuimos perezosospara llegar a más. Era algo pelirrojo,también. Corto de estatura, también. Suestructura ósea, compacta y atractiva,agrandaba su presencia, como le ocurríaa Jabato. Las coincidencias entre los dosme hicieron pensar que mi destino eraestar en ese sitio esa mañana, de unamanera o de otra, con uno o con otro.

Nos presentamos, nos besamos conuna honda sensación de ridículo, nossentamos. Lamentaba mucho habérmelo

Page 446:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

encontrado. No sabía cómo nossaludaríamos cuando volviéramos avernos cualquier día de ésos en eltrabajo. Por alguna razón presentía queya no volveríamos a charlar con elmismo desenfado ni a intentar ningunaaproximación sentimental. Así sería.

—Vaya sitio en el que hemos ido acoincidir… —dijo.

—Sí —le dije—, también es malasuerte.

—¿A qué hora es vuestraintervención? —preguntó.

—No —le corregí—, si yo vengosola…

La frase cayó en medio de los cuatro

Page 447:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

como una pequeña bomba.—Quiero decir —rectifiqué—, que

él sólo ha venido a acompañarme.El sentido estaba implícito: «No ha

venido conmigo porque sea mi novio»,pero la aclaración hubiera sonadodemasiado mezquina, innecesaria.Jabato rompió el silencio carraspeando,se levantó, se sacó un paquete de tabacodel bolsillo y me hizo un gestoseñalando la puerta. Se fue sin decirnada. Se fue y ya no volvió más. Miamigo y su novia se marcharon tras laenfermera que la llamó a ella por sunombre de pila. Él la dejó pasar a ellaprimero, luego se volvió, se acercó

Page 448:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hasta mí, que me encontraba de pie en elcentro de la sala, me pasó la mano porel pelo y me dio un beso. Antes dedesaparecer volvió la cabeza paramirarme, a la manera en que se despideuno de las personas a las que deja enuna soledad sin consuelo. Pero aun enuna situación tan propicia a lavulnerabilidad, algo en mí se rebelabacontra quien pudiera sentir un atisbo decompasión. Sólo yo deseaba rumiar mipena. En secreto. Sola ahora, como unperro, anticipándome al dolor que iba asentir porque había decidido sometermeal aborto sin anestesia.

Pensé en el programa, presentado

Page 449:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aquella mañana por Marcos, y meentregué a una suerte de recapitulación:hacía ya un año que me levantaba demadrugada, que trabajaba de madrugaday que tenía la sensación continua deestar dormida mientras estaba despiertay de estar medio despierta mientrasdormía. Eso me provocaba a menudo unestado de extrañamiento, como si lossentidos no llegaran a interpretar demanera adecuada la información querecibían. Ahora estaba, por ejemplo, enesa sala de espera como en una naveespacial, vivía el presente como siestuviera en el pasado, despierta perosintiéndome dentro de una burbuja. Sólo

Page 450:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

lograba percibir con nitidez la ausenciade Jabato. Él me torturaba, lo sabía,sabía que mientras él rumiaba su rencoren la calle yo estaba sola, extraña en laespera, vulnerable aunque me costaraadmitirlo. Pero le había despreciado yeso es algo que no se debe hacer conquien arrastra el peso de haber sidohumillado de niño.

Nadie más que Jabato y Marcosestaban en el secreto. Ni mi hermana,que iría a recoger a Gabi de laguardería, ni ningún otro amigo, ni mishermanos, nadie. Yo era como esaadolescente que se enfrenta a un abortoen solitario, tan torpe que no ha sabido

Page 451:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ni granjearse la compañía de una amigacómplice. Sólo contaba con un hombreque en esos momentos fumaba en lacalle, incapaz de superar su despecho dela misma manera en que yo había sidoincapaz de reconocerle como mi pareja.Había elegido el peor momento paramarcar mi terreno y él había elegido elpeor momento para sentirse humillado.Éramos asombrosamente fieles anuestras peores inclinaciones.Previsibles.

Comimos en un italiano de la calleOrtega y Gasset donde solíamos ir

Page 452:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Alberto y yo de novios, cuando comerfuera de mi barrio aún me parecía tocarel cielo del mundo. Me apliqué a latarea de olvidar y bebí varios vasos devino, a pesar de los antibióticos quedebía tomar durante una semana. Jabatome ofrecía el pan, me servía la ensalada,me animaba a que comiera, con lamisma insistencia cariñosa y vigilantede una madre que entiende que sólocomiendo se puede sobrevivir acualquier catástrofe, a la pena espiritualy al dolor físico. Tratábamos en suma desuperar el bache y se podría haber dichoque éramos una pareja que ha vuelto delginecólogo de recibir la mejor de las

Page 453:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

noticias. Pero nuestra capacidad decontención duró hasta el postre.

—¿Te duele?—Casi nada.—¿Ha sido muy desagradable?—Ha sido desagradable, claro, pero

lo bueno que tiene el dolor físico es queuna vez que desaparece no se puederecordar. Se recuerda que ha dolidopero no se siente de nuevo el dolor, asíque ya está.

—Podía haber entrado contigo almédico… Pero cuando volví a la sala deespera ya te tenían en el quirófano.

—Bah, da igual. Fueron sólo dos otres preguntas.

Page 454:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¿Cuáles?—La que me esperaba, que por qué

había tomado la decisión y todo eso —sabía que no me dejaría escaparme conlas respuestas a medias, así que opté poracabar cuanto antes—. Que por qué mehabía quedado embarazada.

—Y le dijiste…—Le dije que no estoy pasando una

buena época, que no tengo la cabeza enmi sitio.

—Ya…—Y entonces me dijo que el hecho

de haberme quedado embarazada yabortar podía agravar mi estado deánimo. La subida y bajada de

Page 455:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hormonas… Que aun estando inmersa enuna depresión hay que ser consciente delas consecuencias de nuestros actos.

—¿Le contestaste algo?—Pude haberle dicho que

precisamente porque dicen que sufro unadepresión no mido como debiera lasconsecuencias de mis actos, que siestuviera en mis cabales no me pasaríancosas así, pero me contuve.

—Lo dices como si estuvieras loca.—Y creo que lo estoy. No creo que

esto que yo tengo, porque algo tengo, sellame depresión. ¿Estoy deprimida? ¿Túcrees que estaba deprimida el otro díacuando cantábamos mientras jugábamos

Page 456:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

al billar? ¿Estoy deprimida cadamañana, cuando me levanto a las tres ymedia, me ducho, me pinto y bajo al taxipara marcharme a la radio? ¿Estoydeprimida cuando espero a Gabi en lapuerta y le llevo un huevo Kinder losviernes y le digo que cierre los ojos y selo encuentra en el bolsillo de la chupa?¿Estoy deprimida cuando, aun estandoagotada por el horario, me quedo por lasterrazas del parque con los padres deotros niños tomando cañas? ¿Estádeprimido alguien que presenta unprograma de humor, que se pasa la vidainventando diálogos chispeantes paraque la gente se ría? ¿Es compatible eso

Page 457:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con la depresión? Alguien que estédeprimido no puede con todo eseesfuerzo. No tiene energía para seramable ni para ser simpático, ni parafollar, ni para estar impaciente porquetodo cambie de una puta vez, quecambie, que algo cambie. No, no sellama depresión. Depresión fue elnombre que le dio un médico del seguroporque no tendría ni tiempo ni ganas deentrar en detalles y yo tampoco tengotiempo ni ganas ni dinero parasometerme a una terapia de años. No esdepresión. Tengo la sensación de estar amerced de una ventisca, de un tipo deinconsciencia que va y viene, que no es

Page 458:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

permanente y que cuando aparece lo quebusca o lo que busco con furia eshacerme daño, cuanto más mejor. Perono le dije nada de esto al médico, claro,no era el momento de discutir eso conalguien que trataba de justificar en uninforme que yo abortaba por razonespsicológicas. ¿Qué más da cuál fuera larazón? Él estaba haciendo su trabajo, yyo quería acabar cuanto antes.

Su mano se deslizó por la mesa ybuscó la mía. Cualquiera hubierapensado que era una manera de dar porconcluida la recapitulación de laexperiencia, pero yo sabía que no. Loconocía, me conocía. Por muy

Page 459:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

extemporáneo que pareciera en esemomento no íbamos a renunciar ahacernos daño.

—Dime, ¿en calidad de qué iba yoesta mañana acompañándote?

—Tampoco es el momento ahorapara eso.

—No quisiste presentarme como tupareja.

—Ay, no sé si somos pareja. Es algode lo que nunca hemos hablado.Salimos, nos divertimos, nos acostamos.Si te hubiera presentado como «minovio» hubiera sido la primera vez enreferirme a ti de esa manera y nos habríasonado extraño a los dos.

Page 460:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—¿No será que no sabías si el hijoera mío?

—¿Hijo, qué hijo? ¿De qué coñoestás hablando?

—Feto, ¿prefieres que diga feto?—Vete a la mierda. ¿Qué pruebas

querías aparte de lo que yo te dije? Tedije que sinceramente creía que era tuyo.

—Creer no significa estar segura.—¿Y qué debería haber hecho?

¿Probártelo de alguna manera? Yo estaréloca, te lo acabo de decir, no soy dueñade mis actos, pero escúchame, tú eres unacomplejado.

—Un acomplejado.—Sí, y por alguna razón que no

Page 461:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

acabo de entender yo aumento tuscomplejos. No deseo hacerlo, pero tedespierto tus antiguos complejos.

—¿De qué me estás hablando?—No sé cuál es la naturaleza de

esos complejos, pero los tienes y losabes muy bien.

—Dímelo, ¿en qué los notas?¿Complejo de inferioridad? ¿De hijo dechulo de barrio?

—Eso lo estás diciendo tú, no lopongas en mi boca. No te has atrevidoen todo este tiempo a decirme quequerías ser mi pareja, ¿a qué viene estoahora, hoy, precisamente, cuandodeberías estar tratándome con un poco

Page 462:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

más de respeto?—Te trato con respeto, eres tú la que

no me has respetado. Te daba vergüenzapresentarme como tu pareja.

—¿Te sale el orgullo herido en unasala de espera de un centro abortista?Míratelo, porque lo tuyo es serio.Guárdate el orgullo para otrasocasiones. Me voy.

Su mano me agarró el brazo confuerza, como si no le importara hacermedaño en su desesperado deseo deretenerme.

—Suéltame, ¿quién te has creído túque eres?

Page 463:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Cuando aquella tarde llegué a buscar aGabi encontré a mi hermana en el bancodel parque, vigilando los juegos de losniños. Me dijo: «Estás muy pálida.» Yyo le dije: «¿Y qué color quieres quetenga?, me levanto muy temprano.» Miréal frente, a Gabi, que, como siempre queyo le dejaba a dormir en casa dealguien, hacía como que no advertía mipresencia. Su pequeña venganza.

Años más tarde dejé de interpretarcualquier pregunta personal de mifamilia como una censura sobre mi vida,pero en aquella época aún entendíacualquier comentario como unaagresión, a la manera en la que

Page 464:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

reaccionan los adolescentes. Mihermana me confesó que por aquelentonces soñaba con frecuencia conmigoo, para ser más exactos, que yo solíaprotagonizar sus pesadillas. Mi delgadezextrema y los peligros de la época lallevaron a pensar que era drogadicta.Cuando me lo dijo, me sentíavergonzada retrospectivamente. Ella,entregada a su marido y a sus hijos, eratan ajena al mundo con el que yo meenfrentaba a diario, el de la precariedademocional y la maternidad atribulada,que sólo podía imaginar lo peor.Siempre hubo dos mundos, el de los quese acuestan temprano y el de los que se

Page 465:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

acuestan tarde. Yo vivía, exhausta, en micondición de madre joven, manteniendoun imposible equilibrio entre los dos.

Pero podía haberlo sido, drogadicta,sí, y ella estar en lo cierto. Si indago enmi pasado, si trato de hallar las razonespor las que las cosas fueron así y noacabaron fatal, tal vez encuentre que, apesar de haber padecido la sensación deque el suelo se movía bajo mis pies ysólo podía tratar de hacer equilibriospara no caerme, había en mí una cepa deautoprotección muy resistente que mesalvó de mí misma.

Unos meses antes de reencontrarmecon Jabato había salido durante un mes

Page 466:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con otro amigo del barrio, Jorge. Jorgeera cinco años mayor que yo y habíaabandonado la militancia política en elPartido (Comunista) por la heroína. Eraun heroinómano distinguido. No sepinchó jamás, esnifaba y tenía comocamello a un antiguo compañero decolegio, también otro querido amigonuestro, que moriría poco tiempo mástarde. Jorge vivía con su novia, unaprofesional que se ganaba la vida comocorrectora de estilo en una editorial.Ella era quien, fundamentalmente,llevaba el dinero a casa. Se pulían elsueldo por las noches. El amigo llamabaal telefonillo, Jorge bajaba y allí mismo

Page 467:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en el portal hacían el intercambio. Sejactaba de no dejarlo subir a casa en losúltimos tiempos por estar el amigosucio, deteriorado, por venir delinfierno. Yo apreciaba en su comentarioun indisimulado desprecio de clase: eldel que recibía la heroína en casa haciael que la buscaba en los poblados. Losdos habían partido de la misma clasemedia acomodada, pero la droga leshabía separado en su particular escalasocial: a uno le llegaba la heroína hastala puerta; el otro se manchaba de barro,ponía su vida en peligro y se la pinchabaen vena y a la intemperie. Uno, Jorge, serecuperó; el otro murió, para alivio de

Page 468:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sus desesperados padres y, por unabendita casualidad, en su propia cama.

Cuando yo anduve con él estaba aúnen uno de sus intentos infructuosos dedesenganche. Como casi cualquieryonqui que está en proceso dedesintoxicación, no hablaba más que dela droga que estaba intentandoabandonar. Se diría que tuviera querendirle un homenaje constante. Evocabaa su novia, que ahora estaba en unagranja, idealizaba los atardeceres quepasaban en la cama, adormecidos perocon un espejismo permanente de lucidez.Creo que él me veía vulgar. No era nadapersonal, sino la tendencia natural del

Page 469:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

adicto a despreciar las emociones deuna vida corriente como era para él lamía. Pero no fue esa arrogancia,difícilmente disimulada por su continuosarcasmo, lo que me echó para atrás ennuestra relación; porque yo, aunaburriéndome, conservaba la inerciajuvenil a admirar aquello que sabía queno estaba a mi alcance: la fe en unaideología, la fe, cualquier fe absoluta,aunque estuviera absurdamente puesta enuna diosa como la heroína.

No fue el desprecio, el habitualdesprecio de los adictos hacia los queno lo son, ni el sarcasmo que desplegabahacia mis cosas, hacia mis libros, lo que

Page 470:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

me llevó a reaccionar y alejarme de él.«¡Ja, la literatura! La literatura es unengaño, nada puede penetrar en elcorazón de la manera en que lo hace lamúsica», decía, y yo lo sentía como laimpostura de alguien que quiere olvidarque fue brillante en los estudios, que talvez lo seguía siendo y seguramentehabría leído ya el libro que yo teníasobre la mesa; tampoco me apartó de élese empeño suyo en demostrarme que sudesintoxicación sólo le conduciría a lavulgaridad en la que los demás nosconsumíamos. No fue la incomodidadque me produjo el que una nochedesplegara el polvo blanco sobre la

Page 471:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mesa de la cocina y comenzara agolpearlo con una tarjeta. «Aquí no,preferiría que aquí no sacaras eso», ledije. «No es heroína, es coca.» Aquellaexcusa estúpida me dejó sin palabras.

Siendo, digo, cada una de esasrazones más que suficiente paraconsiderar un disparate nuestra relación,lo que me llevó a dejar de frecuentarlefue algo más simple: una tarde, yendo yocamino de la guardería, lo encontrésentado en una terraza. Me dijo,«Quédate». Le dije, «No, que llegotarde». Sin entender muy bien por qué,me siguió. Me siguió y esperó tras laverja, mirando la salida de los niños

Page 472:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

torvamente, como uno de esos noviossombríos que no quieren mostrar interésalguno por un hijo que no es suyo. Gabisalió de la mano de su maestra. Apretésu cara fresca y húmeda contra la mía.Sus manos me agarraron la cara paradarme un beso en los labios,haciéndome aspirar de pronto la intensariqueza del olor preescolar.

Le tomé de la mano y echamos aandar por el parque hacia casa. Jorgenos seguía a un metro de distancia. Yotrataba de que algún tipo decomunicación surgiera entre ellos. Lehablaba a Gabi de aquel tiempo en queese amigo iba con los tíos y conmigo a

Page 473:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la escuela. El niño se detuvo y, como siquisiera reconocerle la familiaridad queyo le otorgaba, le tendió la mano. Sevolvió y le tendió la mano. El tipo lamiró un momento, me miró luego a mí ysoltó una risa estúpida que contenía sutotal desprecio por el mundo. Se metiólas manos en los bolsillos y emprendióde nuevo el paso. El niño se quedódesconcertado. Probablemente era laprimera vez que un adulto le negaba lamano.

Nos despedimos a los pocosminutos. No volví a contestar a susllamadas ni le vi de nuevo hasta algunosaños más tarde, en la sección infantil de

Page 474:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

unos grandes almacenes. Él llevabaentonces un crío pequeño de la mano.Estaba mucho más gordo, casi calvo,tenía buen color y parecía un padrecorriente, sin signos de haber vivido unpasado turbio. Ante mi presencia debióde sentir una antigua vergüenza y sudespreciable desprecio volvió aenfriarle el corazón por un momentoporque apartó a su hijo ligeramente. Elniño se resistió y le abrazó las piernas,acostumbrado sin duda como estaba a noser rechazado.

Cuánto nos ampara de lamediocridad sentimental tener laobligación de proteger a un ser más

Page 475:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vulnerable, a un hijo.

Gabi se me quedó dormido en el sofá,con mis muslos como almohada. Yo leacariciaba el pelo, sentía el peso de sucuerpo abandonado por completo alsueño tranquilo velado por la madre.Sonó el teléfono y me lancé a responderpara que no se despertara. Era mihermana.

—No busques más, anda —me dijo—, que lo tengo yo.

—¿El qué?—El bolso, lo tengo yo.—El bolso… —miré a un lado y a

Page 476:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

otro del salón.—Ni sabías que lo habías perdido.—No, no me había dado cuenta.—¿Y cómo entras a tu casa?—Las llaves las llevo en el bolsillo.—No sabes la suerte que tienes. Te

lo dejaste en la acera, en el suelo. Lovigilaron durante un rato loscomerciantes de la avenida, por sivolvía la dueña, pero como nadie dabaseñales de vida, lo recogieron, buscaronen la agenda y dieron conmigo.

—Vaya…—¿Cómo puedes volver a casa sin

darte cuenta de que no llevas el bolso?—Yo qué sé… —De pronto, volvió

Page 477:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

el momento concreto: el lento ascensopor la avenida. Gabi despistado,cansado, irritante. Sus cordonesdesatados y yo agachándome, y dejando,imagino, el bolso en el suelo.

—Tienes una bolsa de la farmacia.—Ya, ya lo sé —dije secamente.—¿Te pasa algo?—No, no, son antibióticos. Tengo

una pequeña infección.—¿Una infección?—Sí, vaginal… —le dije por si leía

el prospecto—, pero nada importante.—¿Seguro?—Sí, claro, seguro.—¿No te harán falta esta noche?

Page 478:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—No, no, ya me paso mañana arecogerlos.

Cargué con Gabi hasta mi cama. Cincoaños ya, unos veinte kilos. Aunque amitad de la noche siempre se colaba enmi habitación, hoy era yo quien noquería dormir sola. Supe que eraconsciente de dónde le tumbaba porquese le dibujó una sonrisa de entrega, defelicidad. No estaba del todo dormido.Me acosté con él. La persiana dibujabarayas en las paredes de la habitación.Aquel dibujo de luces y sombrassiempre me calmaba el ánimo, me

Page 479:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ayudaba a hacer el amor, se prestaba alas confidencias o me consolaba elsentimiento de soledad. Esa noche, ladulzura de los grises y los ocresdespertó en mí la conciencia deltremendo cansancio acumulado duranteel día. Comencé a sentir dolor en laspiernas. La consecuencia de habertenido los músculos en tensión enaquella postura innoble en la que setienen hijos y en la que se pierden. Unaquemazón me invadió el bajo vientrecon la misma intensidad con que duelenlas menstruaciones a los quince años.Parecía que todo en mí hubieraempezado a despertar, incluso el

Page 480:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

recuerdo de aquel aparato que entró enmi cuerpo y aspiró violentamente lo queallí se gestaba desde hacía dos meses.No había optado por la anestesia generaly no fue por una cuestión económica.Siendo yo tan temerosa del dolor físicono encuentro la razón por la que preferísometerme a la intervención con plenalucidez. Tal vez fuera una manera deinfligirme un castigo. Hay razones que lamemoria pierde.

Mientras dejaba que el cuerpohablara por sí mismo, me fui quedandodormida. El cansancio venció finalmenteal creciente dolor.

Una llamada al telefonillo me sacó

Page 481:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

del primer sueño, el más profundo.Aturdida, asustada también, fui hasta lapuerta y me quedé de pie, apoyada en lapared, sin hacer nada. Me temblaban laspiernas de inquietud y debilidad. Sonóotra vez.

—Soy yo… —dijo.—Ya sé que eres tú. ¿Qué quieres?—Ábreme.Su voz sonaba pastosa. A bares, a

muchas copas, a lengua gruesa, a lamezcla del trastorno etílico ysentimental.

No dije nada, me llevé la mano alcorazón para desacelerarlo. El timbrevolvió a sonar, una, dos veces, con ese

Page 482:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ruido agudo y vibrante que de nocheparecía estar plagado de no se sabe quémalos presagios. Puse mi oído en elauricular y lo escuché, lo escuchérespirar o casi sollozar.

—Ábreme o despertaré a todo elmundo.

Le abrí. Apareció en el descansillotratando de alisarse el pelo revuelto.Llevaba abierta y sudada la camisa quese había puesto aquella mañana paraacompañarme al que podía haber sidonuestro extraño primer paso hacia uncompromiso formal.

—Déjame cuidarte.—Baja la voz y quédate ahí, si

Page 483:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

quieres —le señalé el sofá.Yendo por el pasillo hacia el cuarto

sentí que me seguía. Me volví.—He dicho que te quedes en el sofá.

El niño está en mi cama.—He venido a dormir contigo.Le empujé con un golpe seco en el

pecho que le hizo perder el equilibrio yvencerse contra la puerta. Le sentí caeral suelo, quejarse. No me volví. Fuicorriendo a la cama, me tendí y merecosté en la misma posición fetal delniño, apretándolo contra mi vientre.Cerré los ojos. Un coágulo de sangre seabrió paso en mi vagina hastaprovocarme una desagradable sensación

Page 484:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de humedad pero también declaudicación, de abandono.

Le oí entrar, respirar con laintensidad propia de los borrachos. Sesentó en el borde de la cama y empezó aacariciarme suavemente la cara, «Chico,Chico». Me volví, le miré. Su rostroestaba iluminado por la luz que entrabaentre las lamas de la persiana. Parecíasereno al fin, sacado abruptamente de laconfusión del alcohol. Se le habíaempezado a inflamar un párpado. Por lamañana el ojo estaría amoratado.

Así nos quedaríamos mucho rato,despiertos y derrotados. Él sentado anuestro lado, murmurando, «Chico,

Page 485:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Chico»; yo abrazada a lo único que teníay dolorida por lo que había perdido.

Page 486:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 5

VÍSPERA DE REYES

Mi padre siempre dijo que yo atraíael dinero, que no era en absoluto casualque mi nacimiento se hubiera producidotres días después de que a él le tocara laLotería del Niño. Casi al mismo tiempoque yo salía del hospital, contaba mipadre, él acudía al concesionario pararecoger su primer coche y daba laentrada en la inmobiliaria para el primerpiso. Yo lo escuchaba y me sentía dentro

Page 487:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de esa lista de propiedades: casa, cochey niña. Yo en tercer lugar.

Le gustaba recalcar que, dado que yoera la niña de la Lotería, había queridocelebrar mi llegada al mundo con unbautizo por todo lo alto: un coro, un curavestido con casulla de gala, floresblancas y monaguillos. Mucha pompapara un pobre auditorio: mi padre, unadministrativo de la empresa que seprestó a hacer de padrino, mi tía, que fuela madrina, y el obligado grupo debeatas que se apunta a un bombardeo. Nimi madre, que se recuperaba en casa,asistió; ni mis hermanos, que se habíanquedado con ella; ni la familia, que

Page 488:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vivía lejos. Nadie. A mi padre legustaba la escena y se recreaba en ella.Mi bautizo era un ejemplo que ilustrabasu convencimiento de que mi donempezó a mostrarse desde el inicio: unaentrada al mundo solitaria peromajestuosa.

Por su parte, mi madre tenía una ideade mi presencia más centrada en losentimental que no por ello alterabamenos mi impresionable mente infantil.Con esa naturalidad con que las madresde antes juzgaban a sus hijos anteterceros, le contaba a menudo a algunaamiga: «Mi marido hubiera tenido ocho,nueve hijos, a él qué más le daba, en

Page 489:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cambio, yo, cuando vi que estabaembarazada de ésta, me harté de llorar.Después de cuatro hijos, qué disgusto.»Me daban ganas de consolarla porhaberla castigado con mi presencia. Porfortuna, me sentía aliviada porquesiempre acababa por añadir: «Y ahora,mírala, aquí la tenéis: mi alegría.»

Así que el dinero era el elementoque había bendecido mi entrada almundo, según mi padre, y mi carácteralegre lo que permitía mi permanenciaen él, según mi madre. Las dos cosas mefascinaban y me provocaban ciertoestado de alerta, era como si paramerecerse la vida hubiera que andar a

Page 490:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

diario sobre la cuerda floja de tusvirtudes. Mis padres, dados a lafranqueza irreflexiva de los padres de laépoca, nos describían sin sombra deduda con dos o tres rasgos a cada uno,como si hubiéramos nacido con unaetiqueta en el dedo gordo del pie queadvirtiera del defecto que nos amargaríala vida y el don que habría de salvarnos.Si Ángela había sido traída al mundopara ser una niña concienzuda, pacientey formal, Pepe estaba condenado a lainfelicidad como correspondía a uncarácter idealista, Nico era un niño deacción y sería siempre querido sinesforzarse y Andrés haría lo posible

Page 491:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

para vivir sin dar palo al agua, yo debíaser fiel a mis dos virtudes, la sonrisa yla capacidad casi milagrosa de atraer eldinero, tal vez no demasiado dinero,pero sí el suficiente para no tener quepreocuparme por él.

Los niños suelen responder con unaobediencia insensata a la descripciónque de ellos hacen sus padres y nosotroslo hicimos también. Fuimos obedientes ydescontentos, pues ni mi hermanaÁngela se ha sentido a gusto dentro deesa piel tan fina de señorita formal, nilos otros lo fueron con su incapacidadpara la felicidad, su pereza enfermiza osu hiperactividad. Nos hemos

Page 492:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

comportado en la vida como sihubiéramos de ser fieles al personajeque ellos nos asignaron y yo, desde muyniña, he vivido prisionera de misimpatía, anhelando la suerte de losotros, queriendo ser la que atrajera elcariño sin esfuerzo, la concienzuda o laidealista, es decir, aquello que debidoen parte a su estrecha descripción nuncaestará a mi alcance.

La sensación de que sólo el ladoalegre de tu carácter atraería el cariñode los demás o de que tu mayor cualidadconsistía en una misteriosa habilidadpara que el dinero acudiera a tus manosse convertía, o así lo he vivido muchas

Page 493:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

veces en mi prolongadísima inmadurez,en la prueba de que no estaba hecha paraser amada como cualquier persona sinocomo simple compañera de diversión.

«Yo nací con un pan debajo delbrazo», decía con naturalidad en laescuela. Luego explicaba el sentido dela frase, la lotería, el bautizo de reinasolitaria… Me dibujaba a mí mismacomo una niña bendecida por la suerte, yprovocaba una admiración entre miscompañeras de clase que se disipabarápido, en cuanto advertían que ya nohabía habido más loterías, que mispadres tenían el mismo nivel quecualquiera y que de vez en cuando yo

Page 494:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pedía el dinero que me faltaba paracomprarme un donuts.

«Nació con un pan debajo del brazo», ledecía mi padre ahora a un compañero detrabajo en una marisquería próxima a suoficina en la que nos había invitado acomer a Gabi, a mí y a un subordinadosuyo que, a pesar de la verborrea de sujefe, parecía sentirse cómodo, máscómodo que yo, con la complicidad ypaciencia que se precisan parasobrevivir en los trabajos.

Estábamos en vísperas deNochebuena y los restaurantes

Page 495:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

estallaban de comidas de hermandadlaboral. Al lado nuestro, unas quincepersonas bebían, reían, casi gritaban, sehacían chistes subidos de tono queexaltaban los ánimos y sembrabanesperanzas de posibles encuentrossexuales que, de producirse, seríanrápidos, en el coche y con voluntad deser olvidados un instante después de quese produjeran. Desde mi asiento podíaobservar cómo una mujer de unoscuarenta años se había quitado el zapato.El zapato sin pie reposaba al lado delpie calzado, formando una extrañapareja. La pierna ausente descansaba,sin duda, en la bragueta del comensal de

Page 496:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

enfrente.—No es cosa de ahora, Melchor, no

es cosa de ahora. Es algo con lo que hanacido. ¿Cuántos años tienes ahora,hija?

—Veintisiete.—Veintisiete, eso, eso. Del 63,

exactamente, el año de la lotería delNiño. A sus veintisiete años hacambiado de trabajo lo menos diezveces, ¿cuántas veces has cambiado detrabajo?

—No sé, papá, no las he contado.—¿Cuántas veces has cambiado tú,

Melchor?—Ninguna, ni quiero —dijo

Page 497:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Melchor.—Eso, tú a ascender escaloncito a

escaloncito, como la mayoría. Pues bien,ella no ha parado, está hecha de otrapasta, deja un trabajo y ya la estánllamando para otro.

—No los dejo, papá, no he dejadoninguno. Me han echado.

—Eso no es echar, echar es otracosa. Tú no sabes lo que es que teechen. ¡Echar, echar! Echar es cuando entu empresa te pegan una patada en elculo porque sí, porque no te quieren vermás el pelo. ¿Es así o no es así,Melchor?

—Es así.

Page 498:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—A ésta, lo que le ha pasado es quelos trabajos se le acaban. No sontrabajos como los nuestros, Melchor, sustrabajos son trabajos que nacen con sufecha de caducidad. Pero qué coñoimporta, hija mía, si eso supone que tellaman de otro sitio y te pagan más.Cada profesión tiene sus leyes demercado. En tu oficio, hija mía,quedarse quieto en un sitio es ser unaseta laboral, una persona sin ambición,sin sangre en las venas.

—Bueno, papá, eso no es así,también hay gente en mi trabajo que esfija y que vale mucho.

—Y tú pudiste serlo, pero no

Page 499:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

quisiste. Esa vida del fijo es para el quequiera ser un puñetero funcionario hastala jubilación. Tú querías otra cosa,¿querías o no querías otra cosa?

Siempre sucedía lo mismo: mi padredefendía sus opiniones con talapasionamiento que para rebatirlas mehubiera visto en la incómoda situaciónde desvelar demasiadas cosas sobre mímisma, o ajustar las cuentas con él, omostrarme demasiado herida, odesmontar una a una todas sus teoríassobre mí. En realidad, no llegabas asaber nunca si era un pillo consciente desu truco o no era un truco sino la actitudlegítima de alguien que no quiere verse

Page 500:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

enredado en discusiones incómodas enlas que se revelarán secretos que noquiere escuchar y prefiere manejarse enla alegre superficie de la vida. Laastucia de alguien que no quiere verseafectado por lo que verdaderamente teestaba encogiendo el corazón. Descritode esta manera parecería uncomportamiento contra natura, pero conel tiempo he podido observar que no esinfrecuente que los padres discriminen,descarten y elijan la información quequieren escuchar de sus hijos.

Debiera haberle dicho (de habermeatrevido a no respetar sus reglasdialécticas) que en absoluto me hubiera

Page 501:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

importado llevar una vida adocenada defuncionaria en la radio. Si renuncié a laplaza que me mantuvo destinada un añoen una pequeña ciudad del sur, no fueporque yo fuera uno de esos espírituslibres que detestan verse atados a untrabajo fijo. No se trató de un acto derebeldía. Fue la sospecha de que algoestaba sucediendo a mis espaldas lo queme hizo, irreflexivamente, abandonarlotodo de un día para otro y volver aMadrid. En realidad, las razoneslaborales nunca me importaron tanto, yaquí vuelvo al principio, al corsé quemis padres me aplicaron de niña, a laestrecha descripción dentro de la cual

Page 502:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

me he visto durante muchos añoscondenada a vivir: estaba taníntimamente convencida, tal y como mehabían educado, de que nunca mefaltaría el trabajo y la pericia para ganardinero, que no llegaba a sentirme deltodo afectada por su pérdida y podíadespreciar un puesto fijo con másfacilidad que otros. Con menos mérito.

Las razones de haber abandonado miplaza eran otras, pero al nocorresponderse con lo que se esperabade mí yo misma las ocultaba.

O puede que él lo supiera todo,como todos los padres lo saben todo.Sabía que me avergonzaba de ser yo y

Page 503:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que encubría mi vergüenza cumpliendosus expectativas. De qué me iba a quejarahora, cuando lo veía inflarse conorgullo delegado por mi espírituresuelto si era yo la que hacía apenasuna semana le había llamado paracontarle a cuánto ascendía mi nuevosueldo. Esa noticia había dominado todanuestra conversación, los diez minutos, yhabíamos dejado fuera a conciencia, él,yo, los dos, aparcado y latente, todoaquello que pudiera perturbar su paz deespíritu. Para qué hacer confesiones aquien no quiere que le mientas perotampoco que le cuentes la verdad.

Gabi comía en silencio los

Page 504:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

langostinos que yo le iba pelando, comosi tuviera la determinación de acabarcon todos los que había en la fuente delcentro de la mesa, incluso con los delrestaurante. Hundía torpemente ellangostino en la mayonesa y se lollevaba a la boca provocando undesastre por el camino. No mostrabaninguna inquietud ante la vehemencia desu abuelo, que iba subiendo la voz amedida que los de la mesa de al ladoelevaban el volumen de sus risas y eltono de sus bromas. Otro niño, yo mismacuando era chica, hubiera temido queaquel hombre que gesticulaba como sidirigiera una orquesta buscara bronca

Page 505:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con su colega o con el camarero que seretrasaba cinco inaceptables minutos entraerle la segunda botella de Albariño,pero no, el niño lo admitía. Sudesmesura no le provocaba ni miedo niinquietud. Eran muchos los bares a losque le había llevado a pasar la tarde.Muchos los bares en que mientras elabuelo pontificaba en la barra el niñopintaba en las servilletas, jugaba conalgunos dinosaurios que llevaba en lamochila, comía de puro aburrimiento lasalmendras que acompañaban loswhiskeys o se quedaba dormido con lacabeza apoyada en una mesa. Era muchoel humo que había tragado, muchas las

Page 506:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

discusiones oídas de fondo, en elbullicio adormecedor de los pubs a lacaída de la tarde, pero, al contrario dela ansiedad que este carácter en excesoexpansivo me solía producir a mí (talvez alertada siempre por mi madre), elnieto lo toleraba no por resignación sinopor puro cariño, un cariño ecuánime,que se mostraba abiertamente, sinreparos físicos, cuando se le sentabaencima o cuando le tomaba la barbillacon las dos manos para que abandonarasu delirio verbal un momento y lehiciera caso: «Quiero irme, abuelo,quiero irme ya, no te enrolles.» A veces,para mi asombro, conseguía que aquel

Page 507:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hombre indómito pagara la cuenta y letrajera a casa a una hora razonable. Esehombre, refractario a cualquierprincipio pedagógico sensato, se lollevaba en la víspera de su cumpleañosa la sección de juguetería de unhipermercado y le decía: «Puedes cogerlo que quieras por dos mil pesetas.» Elniño, tras ir desesperadamente como unperro jadeante de un juguete a otro,acababa llorando, desconsolado,vencido, hundida su cabeza entre losbrazos que apoyaba en las estanterías,incapaz de elegir y descartar. «Pero¿qué le pasa?», decía mi padreseñalándomelo, riéndose con esa risa

Page 508:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que a veces produce el llanto de losniños porque su dolor no nos parece tanhondo como el dolor adulto. «Anda quevaya perra tan tonta que se ha cogido, yaquerrían otros niños tener la mismaoportunidad que él.»

—Mira mi nieto, qué maravilla —dijomi padre dándole un codazo a Melchor—. ¿Cuántos langostinos se ha comidoya? Lo menos lleva catorce.

—No comas más, anda —le dije yoa Gabi, y él me gruñó y miró a su abuelobuscando complicidad.

—Déjalo, que se harte de fósforo,

Page 509:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que es muy bueno para el intelecto. Hayque ganar mucho dinero para dar decomer a este niño. ¿Sabes, Melchor, cuálfue una de las primeras cosas que minieto aprendió en la calle? A levantar lamano para parar un taxi. ¿Es verdad o noes verdad? No pongas esa cara, hijamía, que yo no miento. Pues eso.

Bebió un gran sorbo de whisky, elúltimo que había en el vaso y por elímpetu con el que volcó la copa loshielos le cayeron sobre la cara. Selimpió con la servilleta y me miró dereojo, levantando la ceja, como siempreen que te advertía sordamente que noestaba dispuesto a que le estropearas el

Page 510:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

momento.—Hay personas que van por sus

pasos, comienzan desde abajo en la viday poco a poco logran una posición, ¿no?Es la historia de tu vida, Melchor. La dela mía, no, porque la mía ha sido másdifícil y, en cambio, he llegado más alto.A mí no me pagaron mis padres unacarrera como a ti, Melchor, y aquí metienes, en el puesto que estoy. A mí lostítulos me la traen floja, porque yo sé loque sé y lo que saben otros y, te digo unacosa, hay muchos, los enfermos detitulitis, que abundan en este país,muchos que se tienen que joder yreconocerme el mérito. Pues eso, ¡claro!

Page 511:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

¡Ja! —dicho lo cual, levantó la mano, leseñaló el vaso vacío al camarero y seencendió un cigarro. Lo fue alternandocon otro que tenía reposando en elcenicero y le pasó la mano por la cabezaal nieto—. Eso sí, no te quedan máshuevos que saber el doble que el que haestudiado. Ahí está la clave. La clave demi generación, Melchor, es ésa: a unlado los hijos de papá y a otro los queno le debemos nada a nadie. Asíentiendo yo las dos Españas.

El camarero se acercó con la botellade whisky, la posó sobre el borde de lacopa, comenzó a verter el líquido y,cuando fue a retirarla, mi padre, con un

Page 512:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

solo dedo, suavemente pero con firmeza,le obligó a mantenerla en el borde delvaso.

—Vamos a servirnos, si a usted leparece, un poquillo más. Sobre todoporque no quiero andar molestándolo,que están ustedes hoy a tope.

El camarero obedeció sin hacerningún comentario. Conocía de sobra aaquel cliente que tenía por costumbrevender como un favor cualquierexigencia.

—Y aquí tienes a mi hija. Tampocoha acabado la carrera. Aún está atiempo, es muy joven. Yo no tengo nadaen contra de las carreras. La de derecho,

Page 513:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

la de abogado, esas carreras estánjustificadas. O para hacer números. Parahacer números, Melchor, si eras undesgraciao, como yo era, había quetragarse muchas tardes de academianocturna, pero ¡coño, escribir! ¡Escribirpara la televisión! ¿Eso cómo seestudia? Tampoco es ciencia infusa.Aunque habrá que tener alguna gracia,digo yo. Chispa. Hay que tener chispa.Créeme, Melchor, si te digo que yo no séni para quién escribe ni lo que escribe.No lo dice. ¿Ves? No lo dice. No loquiere decir. Pues que no lo diga. Noimporta. Le digo, «Pero ¿para quiénescribes tú?». Y me dice, «Para la gente

Page 514:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que sale en la tele en general». Vale, engeneral. Desde que ella escribe guionespara la tele, yo me la pongo y pienso,pues aunque no lo parezca, esto lo haescrito alguien. A lo mejor ella. Antesde estar mi hija en la tele yo creía queimprovisaban, porque dicen tantasmamarrachadas que no te imaginas uncerebro detrás echando humo. Mírala,ella se calla. Se calla porque le davergüenza. Yo le digo, «¿Vergüenza dequé?». ¿De qué? Con el sueldo que ganade qué la vergüenza. Melchor —bajó lavoz y se le acercó, como quien andabuscando una confidencia—. ¿Tú cuántoestás ganando ahora? Brutas.

Page 515:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Unas doscientas.—Unas doscientas, vale. Unas

doscientas y llevas trabajando si no meequivoco desde que entraste conmigo,quince años. Como mucho, cuando tejubiles estarás en un quince por cientomás. Muy bien, ¿te digo lo que ganaahora mismo mi hija?

—No, no se lo digas… —le advertí.—Díselo tú. Pero, vamos a ver, si es

algo de lo que la gente buena siempre seva a alegrar. Melchor, ¿tú no te alegrasde que alguien que tiene veinte añosmenos que tú esté ganando lo que tú novas a ganar en la vida? Si acaso te daráun poco de envidia.

Page 516:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Envidia sana —dijo Melchor quedoblaba la servilleta sin mirarnos a losojos, en un gesto que parecía encubrircierto embarazo o una incomodidad muybien adiestrada para que no seapreciara.

—¿Le vas a decir cuánto ganas?Díselo —me miró desafiante a los ojos—. Bueno, se lo digo yo. Trescientasveinte mil pesetas.

—¿Somos ricos, mami? —mepreguntó Gabi, que harto de langostinosjugaba ahora con las cabezas,haciéndolas chocar unas contra otras,como solía hacer con sus monstruos.

—Papá, no digas eso delante del

Page 517:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

niño. Luego va y lo suelta en laguardería.

—Yo no lo suelto —dijo el niño—.No lo suelto.

De pronto, en la mesa de al ladoarreciaron los aplausos, los gritos, lossilbidos. Estaban desempaquetando losregalos del amigo invisible y unasbragas tanga salieron volando yaterrizaron en el centro de nuestra mesa.Mi padre tomó las bragas con el índice yel pulgar y se las devolvió. Les dirigióuna mirada, un gesto simpático dedesaprobación: «Por favor, por el niño»,y el alboroto se calmómomentáneamente.

Page 518:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Trescientas veinte mil pesetas,Melchor. Y le da vergüenza.

—Pues no tendría por qué darle, alcontrario.

—Porque le gustaba más su trabajoen la radio. A mí también, lo reconozco,lo veía más lucido. Pero entonces escuando pienso, de acuerdo, pero ¿y lacompensación económica? Anda que túy yo hemos podido pensar en si nosgustaba o no nuestro trabajo. Cuanto másdinero ganamos más nos gusta trabajar,¿no es así, Melchor?

—Así mismo.En realidad, el primer sueldo de este

nuevo trabajo había llegado a mis

Page 519:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bolsillos tan sólo unos días antes,cuando ya andaba desesperada por lospasillos reclamando mi contrato y midinero tras dos meses escribiendo. Enaquel desbarajuste monumental de larecién nacida televisión privada era tanfácil ganar una cantidaddesproporcionada como que seolvidaran de ti y nadie se ocupara de tusituación legal. Del recato y la falta debrillo de los despachos en la radiopública a la ostentación de los nuevosejecutivos de la televisión privada.

Las puertas de estos despachosestaban abiertas, los jefes comíansándwiches a deshora por los pasillos,

Page 520:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

gesticulando mientras hablaban por losprimeros teléfonos móviles; un estilococainómano, de simpatía imprudente,de ocurrencias incontenibles, trufaba susconversaciones, sus gestos, la forma detratarte, como si nunca estuvieras paraellos a la altura de los tiempos. Perseguípor los platós a varios directivos, sinsaber nunca exactamente quién era mijefe directo, para preguntarles qué habíade lo mío, de mi contrato, de mi dinero,pero no conseguía más que interrumpirreuniones, ser inoportuna.

Y ésa era mi precaria situacióncuando nos convocó el jefe supremo unamañana. Por sorpresa, como le gustaba

Page 521:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hacer. Con esa regla tácita que emanabade todas las órdenes: los empleadosdeben regirse por el capricho de sussuperiores. La arbitrariedad no estabamal vista, se cultivaba.

Aquélla fue una reunión de unasveinte personas entre cámaras,realizadores, guionistas, productores.Puede que durara unas tres horas. Devez en cuando yo le pasaba una nota aMarcos. «¿Entiendes algo de lo quehablan? ¿Qué hacemos aquí?» Medevolvía otra: «Ni puta idea.» La cóleradel director nos hacía salir de pronto deladormecimiento. Colérico, dabapuñetazos sobre la mesa y gritaba que él

Page 522:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

no les pagaba a unas tías el viaje desdeMilán para que luego no les enfocaran elculo. «¡Están aquí por el culo!», gritaba.El realizador, un hombre de unoscuarenta años, vestido con chaleco ypantalones chinos del Coronel Tapioca,con el aspecto de quien va a dirigir unapelícula de gran presupuesto en eldesierto, balbuceaba: «¿Quieres culos?Los tendrás.»

Era un poco indigno observar cómopersonas que no habrían aceptadotrabajar media hora más en un mediopúblico aquí se rendían por un sueldocon el que no habrían soñado en su vida.«Acojonante», me decía Marcos en una

Page 523:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

nota. Yo me sentía, nos sentíamos (lostres guionistas que firmábamos conpseudónimo para que nuestro nombre noapareciera en los títulos de crédito),como en una clase de Física y Química,con la misma sensación de no entendernada, ni la bronca ni la excusa, y menosaún las correcciones que a nuestrotrabajo hacía el propio director:borrando frases, mofándose de otras yprovocando las risas de esoscompañeros aliviados de que la atenciónse hubiera desviado hacia otro flanco.

La reunión se acababa y, como siquisiera concluir aquello con un gestode generosidad, el del rico que le

Page 524:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

permite a un pobre dar las gracias portenerlo sentado a su mesa, el directornos preguntó si teníamos alguna duda.«Éste es vuestro momento,aprovechadlo», dijo, y tamborileó losdedos sobre la mesa, mostrando unaimpaciencia anticipada. Yo, viéndome,como me ha ocurrido en otrasincómodas ocasiones, desde fuera,desdoblándome, abrí la boca sin serconsciente casi de abrirla. Carraspeé,porque la voz me había salido rota, y ledije con la voz de esa otra que hablabapor mí: «Mis compañeros y yo llevamosdos meses y medio sin cobrar y sinhaber firmado el contrato. El próximo

Page 525:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

viernes es Nochebuena, imagino quetodo el mundo tiene dinero paracelebrarla pero yo no tengo un duro. Ytengo un hijo. Quisiera saber, si no esmucha molestia, ¿qué es lo que tengoque hacer? ¿A quién se lo tengo quepedir? ¿Estamos trabajando aquí o esque nos están gastando una broma? Nopuedo seguir así, no tengo un duro en elbanco.» Se hizo el silencio. El directormiró fijamente a uno de nuestros jefesdirectos. «Gran discurso, emotivo», leíen una nota que me pasó Marcos.

Por primera vez fui consciente deque era la única mujer en la reunión. Detodos los culos que había allí sentados

Page 526:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

el único femenino era el mío. El directorse levantó y salió un momento a hablarcon la secretaria. Algunos de losempleados, el realizador vestido dedirector de películas de alto presupuestoy algún que otro productor miraban alugares indeterminados, con el gestotorcido, sin pronunciar palabra, como sinuestra reclamación pudiera joderles lavida.

El director entró con una chequera.Nos preguntó qué cantidad aproximadahabía acordado que cobraríamos al mes.«Trescientas veinte mil», dijo Marcos.En silencio, contemplamos la escritura yfirma de los tres cheques. Se los dio a la

Page 527:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

secretaria que esperaba de pie a su ladopara que nos los acercara. Luego miró auno de nuestros jefes, el mismo quetantas veces me había evitado por lospasillos: «No quiero que una situaciónasí se vuelva a repetir.» Cuando salíadel despacho, se dirigió a mí y me dijo:«¿Cuántos años tiene tu hijo?» «Cuatro»,le dije, «cuatro y medio». «Pues éste noes el mejor mundo para una madre queestá criando un niño.»

Más tarde, en casa, se me ocurrieronmuchas respuestas, pero en aquelmomento el agradecimiento o el aliviovencieron al brote de rabia que sentí enla cara. En algo llevaba razón, en aquel

Page 528:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mundo era más difícil para una mujertrabajar con el culo pegado a la silla quecon el culo frente a una cámara.

Qué risa. Qué risa en el ascensorbajando ya a la calle. Qué risa los tres,repitiendo la escena. Qué risa en elbanco, al que me acompañaron porqueyo quería sacarlo todo de golpe,llevármelo repartido entre el bolso, elabrigo, los vaqueros. Qué risa. La risadel dinero inesperado, de salir de lapenuria repentinamente y entrar en unbar y pedir una ronda de cañas y otra yotra; de decirles que me esperaran y

Page 529:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

largarme a la tienda de enfrente deaquellos sótanos comerciales en los quetranscurría nuestra vida y volver con unacazadora de cuero a la que le habíaechado el ojo hacía días. Qué risa luego,en el taxi, acercando yo a Marcos a sucasa, porque qué importaba, tenía dineropara hacer varias veces el recorrido delautobús circular. «Qué risa, Marcos», ledecía, «yo, como los flamencos, ¡jamóny taxis!». Y él, antes de bajarse, dedejarme perdida de su mano, que era laúnica que me guió verdaderamenteaquellos años, me advertía: «Ahora tevas a casa, ¿no? Ten cuidado con lo quellevas encima. No es para ir por la calle

Page 530:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dando vueltas.» «A casa, sí, me voy acasa.» Y le dejé como siempre, con esegesto de preocupación, de amistadprotectora que a poca gente he permitidoen la vida, salvo a él, que me cuidó conun cariño prudente e inmediato, segúnme vio entrar aquel día en la radio,contenta por volver a Madrid, a miantigua emisora, pero desubicada alcomprobar que mi vida, la que habíadejado antes de marcharme, se habíadesmoronado.

Nunca ingresé aquel sueldo en elbanco. Me dio pereza o quería tenerloallí, sentir por una vez la materiaardiente del dinero. Deseaba algo tan

Page 531:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

simple como acudir cada mañana alsobre que situé entre dos libros en laestantería más alta y meterme unosbilletes en el bolsillo.

La víspera de Reyes tomé una buenacantidad. Quería aparecer en casa de mihermana repartiendo regalos, borrar ladesconfianza que sabía que lesprovocaba mi situación —aunque nopreguntaran, aunque no se atrevieran aindagar—, con ese tipo de regalos quesólo puedes permitirte comprar cuandolas cosas te van bien.

Salí de casa a las cinco de la tarde.Ya era casi noche cerrada. El barriovibraba de luces navideñas, rumores de

Page 532:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

villancicos que se escapaban de lastiendas y un gentío cargado de paquetescruzando la calle. Me monté en un taxi yle pedí al taxista que me llevara todo locerca que pudiera de la Puerta del Sol.«Qué cosas tiene usted», me dijo, «estatarde, imposible». Me dejó en la calleBarquillo y desde allí fui callejeando,presintiendo cada vez más cerca lamultitud que se apiñaba en la calle deAlcalá y la Gran Vía para ver laCabalgata. En algún momento pensé quetal vez Gabi estuviera entre lachiquillería. Su padre se lo habríasubido a hombros y él estaría arrobado,asustado, nervioso, esperando

Page 533:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

presenciar el paso de Sus Majestades.Tan común mi hijo entre todos los niños,tan igual a los otros, como único eraahora mismo en mi pensamiento. Borréesa imagen a propósito, espanté surecuerdo como si fuera una mosca, y mepalpé el dinero. Inspiré el aire frío de latarde. Me dije, vive tu fortuna,disfrútala, hay que borrar la dolorosasimbología que tienen las fechas.Víspera de Reyes. Qué coño te importa.

Bordeando la Puerta del Sol logréllegar a la gran juguetería de la calleMayor. Caminar con un destino melevantaba el ánimo, tener un objetivoaliviaba la melancolía inevitable de la

Page 534:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

fecha, no deambular sino ir en busca deuna dirección, no andar como una mujersolitaria, sino como alguien con unatarea que cumplir. Con ese espíritu entréen la juguetería. Procuré obviar lapresencia más invasiva de todas, la dela música, la de los villancicosinterpretados por voces infantiles decualidad fantasmal que son capaces derematar el corazón de quien no lo tieneaún completamente destrozado.

Me sumergí entre los estantes de losmuñecos y escuché a una clienta que lesdecía a las vendedoras: «Deben de tenerustedes el equipo de música estropeadoporque este villancico ha sonado ya tres

Page 535:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

veces.» «Ah, no se preocupe», dijo ladependienta, «nosotros ya no losoímos». «Pero yo sí», dijo la mujer. «Losiento mucho, yo no puedo hacer nadaahora, vaya al encargado.» La mujerpasó a mi lado, determinada en sudecisión de protestar ante quien fuera,pero se quedó a medio camino. «Quéimporta», dijo como pensando en vozalta, «si en realidad, me voy ya». Y nossonreímos con una consoladoracomplicidad, con esa alegría que te daencontrar a otro ser humano que sesiente también abrumado en elhormiguero navideño.

Los dependientes iban de un lado a

Page 536:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

otro cargados de cajas deconstrucciones, barcos piratas, Barbies,ponis, puzzles. Realmente no se lespodía pedir nada, salvo desear quesobrevivieran a nuestra invasión. Mequedé extasiada mirando los estantes depeluches. Nunca he podido conformarmedel todo a que los muñecosdesaparecieran de mi vida. Si nunca mesentí sola en mi infancia creo que fuegracias a mis muñecos. Hablaba conellos, a veces como madre, otras comosu maestra, los sentaba a todos en elsuelo frente a mí, ante el encerado de miescuela imaginaria. Esto provocaba laburla de mis hermanos. Abandoné a mis

Page 537:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

muñecos muy tarde, y no porque hubieradejado de «creer» en ellos sino porvergüenza.

Ahora estaba allí, sumergida en elolor intenso del plástico de las muñecas,esa especie de perfume que es de lafelicidad de las horas de juego. Lasmuñecas dentro de sus cajas abajo, lospeluches arriba. Animales de todo tipo.Osos, osos para dormir, gusanos de luzpara aplacar el miedo de los niños a laoscuridad, perros para suplir al perroque no van a tener, gatos de aparienciadócil que permiten el abrazodescontrolado de los niños. En unrincón, bajo un cartel escrito a mano que

Page 538:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

rezaba: «Los animales del Arca deNoé», se agrupaban animalillos muycómicos, adorables, que tenían comoaliciente emitir el sonido propio de suespecie si se les apretaba el vientre.Cogí un elefante, un mono, un cerdo, untigre, un león… Fui cargada hasta lacaja con siete u ocho animales,calibrando cuál sería el más adecuadopara cada sobrino. Me reservé el cerdode peluche rosa para Gabi. Años mástarde me diría, desvelándome una vezmás las insospechadas sensaciones queexperimentan los niños, que a pesar deque el cerdo fue sin duda su compañeromás querido durante muchos años, aquel

Page 539:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

día de Reyes tuvo vergüenza de ser,entre todos sus primos, el elegido porSus Majestades para llevarse a casa uncerdito rosa.

Ya en la caja, la dependienta tomóuno de los animales. Miró la etiqueta yluego me miró a mí. «¿Cuántos selleva?», preguntó. Abrí los brazos y losdejé caer a todos sobre el mostrador.Fue entonces cuando, tras una seña quele hizo la cajera a otro compañero, losvillancicos dejaron de sonar para darpaso a una música celebratoria, como degala de televisión, ese tipo de músicaque avisa al público de que tienen quearreciar los aplausos. Así fue. Los

Page 540:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dependientes, unos seis, paralizaroncualquier actividad a la que estuvieranentregados en ese momento y,colocándose detrás del mostrador,aplaudieron. Yo miré a un lado y a otrosin entender qué es lo que estabasucediendo, imaginando que a misespaldas ocurría algo que los demás yahabían visto.

—El Juguete de la Semana. Haelegido usted el Juguete de la Semana —dijo la dependienta.

—Anda ya —dije, y busqué en algúnlugar de la tienda el indicio de la broma.

Enferma como estaba de televisiónme creí víctima del programa Inocente,

Page 541:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

inocente. Me sentía ridícula, miraba aun lado y a otro sin entender la escena:los empleados sonriéndome (sin poderocultar su agotamiento); loscompradores felicitándome (algunosestaban al tanto del Juguete de laSemana: «Lo anuncian por la radio», medijo el señor que esperaba su turnodetrás de mí) y la música entusiastainflada de trompetas y batería, quecelebraba la aparición del premiado. Nosabía muy bien qué hacer, tal vez debíadecir unas palabras o hacerme una fotocon aquellos dependientes uniformadosy con el Juguete de la Semana. Todo fuetan sencillo como pagar uno sólo de los

Page 542:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

animalitos y llevarme los otros gratis.Habitualmente los clientes elegían sóloun Juguete de la Semana, pero yo,tratando de ser equitativa con lossobrinos y que no compitieran como elaño anterior, había optado porcomprarles a todos un animal, es decir,había elegido ¡siete juguetes de lasemana!

Di torpemente las gracias, variasveces, abrumada por mi tremenda suerte,por haberme ahorrado tanto dinero yporque siempre me ha dado vergüenzaganar concursos.

Salí a la calle con una gran bolsa alhombro, los animalillos apiñados en

Page 543:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ella, con sus sonidos interioresesperando a que los niños les apretaranel vientre y barritaran, aullaran,roncaran, maullaran… Un desfile defamiliones, con la lentitud exasperantede las multitudes, despejaba poco apoco la Puerta del Sol, se retiraba elgentío a casa con los niños en brazos,exhaustos, aturdidos por la emoción,vencidos por el cansancio. Un sinfín debufandas tapando las pequeñas bocasque habían estado varias horas abiertas,absortas en aquel espectáculopremonitorio de lo que tendrían en susmanos el día siguiente o gritando elnombre del Rey favorito. Las madres y

Page 544:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

los padres se repartían el peso, unallevaba al crío en brazos y el otro laescalera.

Ese espectáculo familiar podríahaberme ofendido en otro momento demás pesadumbre, pero aquella nochesentía una especie de ligereza, deliberación: el de la mujer que camina alcentro de la ciudad no deambulandocomo las personas solitarias sino enbusca de su objetivo, de los regalos quevan a ser la prueba a ojos de su familiade una estabilidad conquistada.

Esa mujer tenía dinero en losbolsillos, un capital para ella, habíasalido de casa a gastarse lo que fuera

Page 545:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

necesario, sin límite, y una vez máshabía sido tocada por la vara de lafortuna. En esos momentos de exaltaciónanímica que se producían tan deimproviso como los de peligrosodecaimiento, la mujer joven, la chicaaún, sentía que respondía a lasexpectativas que sus padres pusieron enella, se encontraba a gusto dentro de suhorma: optimista y afortunada. Se paróen la esquina de la calle Mayor con laPuerta del Sol y tuvo que apoyarse en lapared de la confitería de La Mallorquinapara degustar esa especie de mareo defelicidad. Le entraron ganas de reírse.Se llevó la mano a la cara para tapar la

Page 546:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

carcajada que incontroladamente levenía a la boca. Aún tenía los ojoscerrados cuando escuchó una voz queparecía dirigirse a ella.

—A eso se le llama tener suerte —dijo la mujer que había protestado por elinterminable villancico en la juguetería.

La miré. Me alegré de tener aalguien a quien mirar, de tener con quiencompartir mi suerte, de mi gran suerte.

—Sí, voy a volverme a casa con losbolsillos llenos de dinero.

—¿Te puedes creer que no me habíaacordado de que hoy era la Cabalgata?Me metí en la juguetería poraburrimiento. Era tal la multitud que no

Page 547:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sabía por dónde salir… He comprado unpuzzle. Para mi madre. Está mal de lamemoria, le vendrá bien.

Estaba allí parada, a mi lado, sinrazón ya para la espera en una calle que,milagrosamente, parecía despertar a suvida habitual con determinación,abriendo el paso al tráfico, a los viejos,a las putas, a los hombres turbios decazadora de ante que subían hacia lacalle Ballesta, a la gente joven quecomenzaba su noche en ese momento.Rondaba los cuarenta. Tenía el pelo muycorto que le despejaba por completo unacara ancha, de enormes ojos que de tanabiertos parecían estar anhelando algo

Page 548:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que yo no lograba comprender.—¿Tomamos una caña? —dijo.—¿Una caña? —titubeé—, es que

me están esperando.—Ah, bueno, nada… No importa.

Me dio la impresión de que andabas poraquí, sin plan, como yo. No sé si teparezco rara.

—No, no, no. En absoluto. Es queme esperan, en serio.

Me colgué la bolsa del hombro y ledije:

—Bueno, pues ya nos encontraremosalguna vez por aquí.

Es posible que si hubiera sido unapersona con un aspecto más dudoso no

Page 549:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

me hubiera atrevido a negarle micompañía. Inercias de la época. A estamujer de apariencia formal,tranquilizadora, cuya única rareza opeculiaridad estaba en tener una miradademasiado intensa, podía descartarla sinsentir que la estaba rebajando.

—Me gusta tu voz —me dijodespués de haber andado varios pasos,como si antes no se hubiera atrevido.

—¿Mi voz?—Sí, te oía todas las mañanas. Eras

tú, ¿verdad?—Sí, era yo.—Qué pena no escucharte ya. Me

alegraba esa voz. Por eso me atreví a

Page 550:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

decirte que si… Perdona.—No, no importa. Al contrario,

gracias.Eché a andar pensando en que a

pesar de que la vida, la mía o la decualquiera, sería menos solitaria siaceptáramos sin reservas sentarnos acharlar con una desconocida obviandola condición tácita de poseer un pasadocomún. También resultaba evocador nollegar a consumar esa conversación,marcharse a casa tras haber acumuladouna colección de pequeñas perosignificativas alegrías.

Salí a la calle Alcalá con laintención de tomar un taxi. Si no hubiera

Page 551:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sido por la bolsa de los muñecos habríaechado a andar para el barrio con lasmanos en los bolsillos, como tantasveces, desafiando las horas y los tramossolitarios.

Una pareja bajaba la calle paseandotranquilamente. Llevaban de la mano aun niño. Mi miopía y la confusión entreel gentío y las luces urbanas me llevarona observarlos sin distinguirlos de losdemás, como si fuera una más de lasparejas con niño que había visto esatarde. Ellos hablaban animadamente ytampoco repararon en mí. El críosaltaba, como todos los críos,colgándose de las manos de sus padres.

Page 552:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Sólo al tenernos muy cerca nosreconocimos. Puede que nos hubiéramosreconocido antes de no ser porque aúnnos sentíamos ajenos a nuestros nuevospapeles. El niño soltó de inmediato lasmanos al reconocerme y vino hacia mí.Se quedó delante, a un palmo, parado.

—Mami.—¿Qué tal? —dijo Alberto. En su

mirada se apreciaba su voluntad dedisculpa por usurparme ese tramo de lacalle, el paseo, la víspera de Reyes, porhaberme usurpado la cabalgata queprovoca la infelicidad de las mujeres ylos hombres solitarios que no tienen lamano de un niño a la que aferrarse, por

Page 553:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

haberle cedido la mano de mi hijo a otramujer.

—Pues bien. De compras.—¿Qué llevas en esa bolsa? —dijo

el niño.—Cosas de la casa, nada que te

pueda gustar.Los cuatro estábamos paralizados.

Yo, ante ellos, desarmando con mi solapresencia eso que había sido una familiahasta encontrarse conmigo. Gabi,inmóvil entre ellos y yo. Marga evitabacruzar su mirada con la mía y la fijabaen el niño, que era sin duda el único quepodía mantener una actitud digna en esemomento.

Page 554:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Ella sabía, yo sabía, que esteencuentro hundiría a nuestro hombre enel arrepentimiento, que me llamaría aldía siguiente y enmascararía su culpacon una declaración de amor, que yoposiblemente aceptaría su vuelta y queese nuevo intento aumentaría el rencorde ella, el fracaso de él y miabatimiento. Y en medio del inevitablederrumbe colocaríamos al niño, al grandiplomático, al experto en no herir lossentimientos de nadie, en no decir elnombre de ella en mi presencia, en serbondadoso con ella en mi ausencia yleal con él a pesar de saber que sivolvía sería para quedarse en casa sólo

Page 555:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

unos días. Todos nos mostrábamosconfusos menos él, el hombrecillo, elniño musical, que ya se sabía con laresponsabilidad de manejar esasituación. Esa pericia, el recuerdo de supericia, me duele más que ninguna otraangustia pasada.

Nos despedimos sin saber cómohacerlo. Alberto dio un paso adelante,puede que con la intención de darme unbeso, pero comprendió que yo no iba abesarle y ya no avanzó más. El niñotomó mi cara entre sus manos, comosolía, y me besó en los labios. Volvió allado de su padre y los tres se fueroncaminando, el niño en el centro, pero

Page 556:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ahora sin cogerse las manos para noofenderme, para demostrar que aún noestaba claro que ese lazo que tenían encomún no fuera a romperse. El niño sevolvió. Yo sabía que se volvería. Loesperaba, y me dijo:

—Pero si quieres te puedes venir acomer una hamburguesa.

Le dije que no con la cabeza y lelancé un beso con la mano.

Como no pasaban taxis libres meacerqué a la parada de autobuses de laplaza de Cibeles. Entré en la cabina deteléfonos y marqué el número de mi

Page 557:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hermana. Respondió una de mis sobrinasy le dije que llamara a su madre, que eraurgente.

—¿Pasa algo? —dijo mi hermana.—Nada —dije—, nada.Me llevé la mano al pecho y respiré

hondo. Tapé el auricular para que no seoyera un gemido que se me habíaescapado, incontrolado.

—No te lo vas a creer, no te lo vas acreer —le dije.

—¿Estás bien?—Escucha, fui a la juguetería de la

calle Mayor, donde vimos hace un mesaquellos peluches tan graciosos. Vaya,que decido coger uno para cada uno:

Page 558:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

siete en total. He pensado, así acaboantes y no se pelean como el añopasado. Pero resulta, es increíble,resulta que me ha tocado el premio alJuguete de la Semana.

—¿Un premio?—Bueno, ha sido más que un

premio, porque he ido a escoger sietejuguetes premiados. Sólo he tenido quepagar uno.

—¿En serio? —la oía reírse—, esascosas sólo te pasan a ti.

—Sonó una música de pronto, unamúsica como… como triunfal. Meaplaudieron los dependientes. Alprincipio pensé que alguien había

Page 559:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

querido gastarme una broma. Te juro quesi no fuera porque tengo la bolsa de lospeluches en la mano pensaría que todoha sido un sueño.

Page 560:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 6

UNA PEQUEÑADERROTA

Estaba de espaldas, al lado de lamáquina de café, en una mano el cigarro,en la otra el vasito de plástico.Escuchaba, no me cabe ninguna duda,mis pasos solitarios sobre el suelo demármol, pero no quería volverse; pensé,no quiere volverse y aceptar que estádeseando verme, que queremos vernosdespués de cuatro meses. Prefería

Page 561:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mantener su absurda postura de cara a lapared, hacer como que toda su atenciónestaba centrada en quitarse una briznadel cigarro sin filtro de los labios.Actuaba de esa manera fraudulenta enque a veces tratamos de ser nosotrosmismos cuando nos sentimosobservados. Aún no nos habíamossaludado y ya estábamos siendoempecinadamente lo que éramos,marcando el territorio, a la defensiva,como si el cariño o la camaradería quesin duda sentíamos el uno por el otro nosnaciera con una tara que nos enrocaraaún más en nuestros aspectos másvulgares y maniáticos. Pero me alegraba

Page 562:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de verlo, me alegraba.Mis pasos ya a un metro de él y él

sin volverse. Bueno, qué más da, pensé,debo tomarlo como un juego. Hagamosque es un juego.

Le abracé por la espalda. Y sevolvió sin sorpresa alguna, comoconcediéndome la razón: había sentidoel ruido de mis tacones por el largo ysilencioso pasillo.

Me sonrió abiertamente, como sifuera posible repetir la jugada desde elprincipio, después del primer intentomalogrado de hacía un año: aquelreencuentro con un antiguo compañerode colegio cuyo recuerdo quedaba tan

Page 563:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

enmarcado en el mundo escolar que sólopodía recordársele por el mote, Jabato.

Pero yo estaba allí para tratar demodificar nuestro frustrado primerintento. Había que dejar que el presentese impusiera: ya no le cuadraba aquelapodo ni su antigua condición depequeño desgraciado, de digno delástima. Ahora era un profesional queacumulaba horas de trabajo y queprovocaba respeto por su meticulosidad,por ser un realizador primoroso ysensible, conocedor concienzudo de lamúsica pop, al que acababan de nombrarjefe de técnicos en la radio de la que amí me habían echado hacía dos meses.

Page 564:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Ahora él programaba música para losoídos más exquisitos y yo escribíaguiones al peso para estrellas de la tele.En cuanto al pasado, por qué no mirarlocon otros ojos, por qué no agrandar losestrechos caminos de la memoria yhacer flexible no ya el recuerdo sinonuestra opinión sobre el recuerdo.Jabato podía ser evocado como el amigoal que mi padre trataba casi como sifuera un hijo, reprendía cariñosamente,con una irritación que perdía suaspereza y adquiría un tono de comediacon el paso del tiempo. Fue, al fin y alcabo, ese amigo peculiar que todafamilia desea para reforzar aún más su

Page 565:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

autocomplacencia, su carácter gregario.Era Jabato, renacido ya como Javier

Comesaña, un hombre compacto, serenoen apariencia, seguro de sí mismotambién en apariencia. ¿Por qué noaceptar aquello que parecía a primeravista?

Nos sentamos en el sofá de uno deaquellos corredores pobrementeiluminados de dimensiones franquistas y,mientras hablábamos de trivialidades,nos estudiamos con discreción, tratandode adivinar qué le había pasado al otroen ese tiempo en el que, tácitamente,habíamos acordado no vernos. Le habíaechado mucho de menos. Las partidas de

Page 566:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

billar en los bares en torno a la plaza deSanta Ana. Las copas y las cancionespropias de cada antro que nos hacíanbailar con el palo mientras reíamos unamala jugada del otro o intentábamoshacerle perder la concentración. Nosunía el juego, el disfrute de algunascanciones y la efervescencia etílica. Noshabía unido el sexo también, pero máspor necesidad que por haber sido unaexperiencia reveladora. Pero había otrascosas, imágenes que con su ausenciahabían cobrado una importanciainesperada, provocando una segundalectura de la relación. Había escenascomo la de aquella noche, por ejemplo,

Page 567:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en que nos habíamos quedado dormidostras haber jugado, bebido y hecho elamor y el teléfono nos había sacado delsueño más allá de las tres de lamadrugada. Eran los padres de unosamigos de Gabi en cuya casa lo habíadejado esa noche a dormir. El niñohabía tenido una pesadilla y lloraba sinconsuelo, me llamaba.

Fuimos a buscarle. Le pedí que meesperara abajo. No quería que aquellapareja viera cuál era la razón por la queles había pedido que me cuidaran al críoesa noche. En cuanto me vio, el niñomiedoso se me echó a los brazos,agitado aún, sofocado. «Pero ¿qué te

Page 568:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pasa, carita de mono, qué te pasa? Siestabas tan contento esta tarde cuando tedejé. Ay.»

Cuando bajamos a la calle, Jabatotiró el cigarro y se subió a Gabi ahombros. El crío, agotado de la llantina,apoyó la cabeza en la suya. Me rezaguéun poco para verlos. La noche era tanclara que parecía teatralmenteiluminada, una brisa benévola movíacon dulzura las ramas de los álamos ydejaba en el aire ese aroma húmedo quetanto se parece al del semen. No nosdirigimos la palabra en todo el camino.Ni luego, al llegar a casa, cuando con lanaturalidad de quien lo hubiera hecho

Page 569:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cada noche Jabato tumbó al crío en lacama, le quitó los zapatos y le tapó conla colcha. Le acompañé a la puerta, ledije, «Lo siento», o le di las gracias. Élme acarició la cara, me dio un beso decariño, de aceptación. Es posible queésa fuera la noche en la que más cercaestuvimos el uno del otro.

—No lo paso mal —le dije— yencima me pagan el doble que aquí.

—Y eso te gusta.—A mí y a ti y a todo el mundo —un

ligero brote de suspicacia surgió. Loborré de inmediato, lo quise borrar—.Preferiría haber seguido en la radio, eslo mío; preferiría que no me hubieran

Page 570:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

echado, pero no soy fija, como tú. Misino es ir dando tumbos.

—Eso no es dar tumbos. Eso estener facilidad para buscarse la vida. Note va a faltar nunca nada.

—¿Sabes qué? Me leyeron las cartasel otro día.

—¿Te leyeron las cartas? ¿En quiénte estás convirtiendo?

—Ay, Jabato, en la televisión tienesque ser abierto. Como te pongasexquisito no hablas con nadie. Fue unabruja. Nerea Volonsky, ¿la conoces?

—Me suena de habérsela oídonombrar a mi antiguo jefe.

—La tía cobra un huevo por leerlas

Page 571:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pero a mí me lo hizo gratis, por ser yoquien preparaba la entrevista.

—¿Y qué? ¿Te predijo algointeresante?

—No te vas a creer lo que me dijo.—Que volvías con tu marido.—Pero qué dices, hombre. ¿No te lo

imaginas?—Pues no…—Pues que me casaba contigo, tío.—¿Conmigo? ¿Y cómo aparecí yo en

las cartas?—No, hombre —dije, soltando una

carcajada—. Lo supuse yo. Ella me dijo,«Será un amigo de siempre, terco comoun mulo pero buena gente. Le acaban de

Page 572:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hacer jefe en su empresa y es idóneopara ti, que tienes que sacar un niñoadelante…».

Jabato me miró. Sus mejillas sehabían hinchado ligeramente, habíaacentuado su tono de piel, el canela delpelirrojo se había vuelto ocre. Mi bromale había pillado de sorpresa, y también amí, después de que pronunciadairreflexivamente se quedara sostenida enel aire, entre nosotros, sacando a floteaquello que nos esforzábamos enocultar.

—No, no dijo nada de eso, claro. Alcontrario. Dijo que nunca me faltaría eltrabajo, ni dinero, pero que siempre

Page 573:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sería una desgraciada en mis relacionessentimentales.

—¿Te pusiste a huevo para que tedijeran eso, allí, en una sala de esperade la tele?

—No dijo exactamente la palabra«desgraciada», ésa es la lectura que yohago de sus palabras, lo que dijo es quenunca me sentiría tan satisfecha en elamor como en el terreno laboral.

—Te oigo y me parece que no teconozco. No darás crédito a esasbobadas.

—No, no es que me lo crea, peroaun no creyendo, no me gusta rondar alos adivinadores. Me afecta cualquier

Page 574:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bobada que me digan aunqueracionalmente no crea en ello. Esta gentetiene cierta perspicacia y, en realidad,es fácil calar a alguien como yo. Yo mesentiría capaz de leerle el futuro aalguien parecido a mí.

—¿Ah, sí? ¿Qué le dirías a alguiencomo tú?

—Lo mismo que me dijo ella:tendrás dinero, tampoco mucho pero elsuficiente como para vivir bien e inclusopara malgastarlo, aunque siempresentirás el dinero como una maldiciónque compensa tu incapacidad pararetener a alguien a tu lado.

—Eso es un tópico.

Page 575:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—El tópico se cumple en mí.—Yo tenía entendido que esa gente

dice siempre lo que el cliente quiereescuchar.

—Será cuando pagas… A mí, queme lo hizo gratis, me dijo la verdad —nos reímos, y vagamos por el silencio,buscando cómo llenarlo.

—¿Y de tu marido, qué?—¿De mi marido? Ella dijo que

volvería de nuevo y que de nuevosaldría mal.

—No te estaba preguntando qué tedijo la bruja. Hablaba de la vida real.

—En la vida real nada nuevo. Comola vez anterior: me llama por las noches

Page 576:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

desde una cabina, imagino que antes desubir a casa de ella, y me dice que se haequivocado, que me quiere…

—Entonces, ¿le preguntaste a labruja por él?

—No, no le pregunté. Salió…—¿Tu marido salió en las cartas?

¿Hay una carta especial para losmaridos? ¡Ja! Le preguntaste.

—Sí, le pregunté.—Le preguntaste porque presientes

que le vas a dejar volver.—No, no le dejaré.—Le dejarás. Y eso te aislará aún

más porque sabes que la gente haescuchado demasiadas veces la misma

Page 577:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

historia y los errores sentimentalespierden fuerza cuando se repiten, agotanal que los escucha.

—No era mi intención darte elcoñazo con esa historia, eres tú quien laha sacado a relucir.

—A mí no me cuentas nada noporque esté harto de escucharte sinoporque sabes que te daría mi opinión yno quieres escucharla. Alguien como túno puede culpar a nadie de haberlerobado la voluntad. No quieres quedarcomo víctima a ojos de los demás, perocon él te comportas como si lo fueras.

—No es eso, es que hace tiempo queperdí la noción de lo que es bueno o

Page 578:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

malo para mí.—Hay algo más complicado que

todo eso.—¿Lo ves? Tú también te ves capaz

de leerle el futuro a alguien como yo.—Sí, yo sí. Pero lo que yo te digo no

está al alcance de una echadora decartas. Para saber por qué actúan comoactúan las personas hay que haberestado atento a por qué unas veces terehúyen, otras te persiguen, haberlasquerido.

El verbo en pasado. No sabía si porvergüenza a pronunciarlo en presente oporque ya estábamos hablando de algoperdido.

Page 579:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Dime, ¿cuál es la razón para quele deje volver? ¿No es el amorentonces? ¿Es el niño? ¿Es el miedo?

—Puede haber algo de esas trescosas, pero en un porcentaje taninsignificante que no convierte a ningunade ellas en la verdadera razón. Es unacuestión de competitividad: lo que deverdad te humilla es perder. No quieresperder y aún tienes la esperanza de salirganando. Y eres capaz de destrozarte enesta lucha. El único futuro que ves conesperanza es haber ganado la partida.No soportarías ser la perdedora. Tupapá no os enseñó a aceptar la derrota,porque él, al que pierde, no lo quiere, lo

Page 580:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ignora.—Ay, no, una interpretación

psicoanalítica, no, por Dios. Mi vida esmía. Mis penas no se las debo a nadie,ni a mi padre.

—No hace falta ser psicoanalista,basta con haberos observado de cercadesde niño, haber comido en vuestramesa. Para mí era extraordinario eseuniverso de hermanos que vivíais ladebilidad de manera clandestina.Relacionabais el ganar con ser queridosy el perder con ser rechazados. Si te haseducado en eso, es lógico que cualquiersigno de vulnerabilidad te aterre.Cuando no os van bien las cosas preferís

Page 581:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esconderos o mentir antes queenfrentaros a la vergüenza de reconocerun fracaso —bajó la voz, como si fueraa resumir lo dicho con una frase queresultaría más grave y dolorosa que lasanteriores porque contendría la esenciade todas ellas—: Lo que te ocurre esque no puedes entender que alguien aquien tampoco querías tanto haya dejadode quererte. No aceptas esa humillación.

¿De quién estaba hablando? Sentívértigo. El mareo que produce unaverdad a la que hasta entonces no lehabíamos dado forma. Tuve quesobreponerme cuando una antiguacompañera se acercó a saludar. Nos

Page 582:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

levantamos los dos. Ellos charlaronluego unos minutos de algún asuntoreferido a los turnos.

De pronto me pareció estar viendo aotro hombre. No hay abrasivo máspotente contra los complejos ydebilidades que enturbiaron nuestropasado que el poder. Su manera demeterse la mano en el bolsillo, deestudiar lo que se le preguntaba con laactitud ponderada de quien tiene laúltima palabra, de mesarse la barbaincipiente le conferían un atractivorenovado; puede que esos gestoshubieran estado siempre delante de misojos y yo no los hubiera percibido, pero

Page 583:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ahora parecía que todos susmovimientos respondieran al lenguajecorporal de un hombre que ostentasealgún tipo de autoridad. La ausencia devarios meses había favorecido esatransformación ante mis ojos.

Volvimos a sentarnos en el sofá.—Vaya —le dije, levantando las

manos, como si lo presentara ante susconocidos del pasado—, aquí lotenemos ahora: dando órdenes.

—¡Ja! —cuando algo ledesconcertaba, empezaba las frases conuna risa seca, cortante—. A mí no meresulta extraño. No estoy en un corralajeno, estoy en mi ambiente. Llevo en

Page 584:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esto algunos años. A lo mejor a la únicaque le extraña es a ti.

—No, yo me alegro. Eché de menosque no me llamaras para contármelo,que no quisieras celebrarlo conmigo.Me enteré cuando vine a arreglar lo demi liquidación.

—Bah, tampoco esto es ni tanimportante ni tan difícil. Se tratasimplemente de ser injusto: en esta casael secreto está en concederle los mismosprivilegios al que se toca los huevos queal que trabaja. Si te sales de esa casillalo llevas crudo. Mandar aquí esrutinario. No como tu vida de ahora.

—Mi vida de ahora… Muchos días

Page 585:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pienso que debería anotar cada situacióngrotesca que vivo a diario. Tal vez en elfuturo…

—Por favor, no te enfades conmigopor todo lo que te he dicho —me tomóla mano y yo le dije que no con lacabeza, que no me enfadaría, queacababa de concederle el derecho averme tal cual era. Aguantaría lo quefuera con tal de llevarme aquello para loque había venido, una pequeña victoria.

—El otro día vino a la tele ungrafólogo.

—¿Y éste te leyó la letra?—Ah, no ironices, en este caso no se

dice leer. Esto es científico, Jabato. O

Page 586:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

bueno, más científico. Era un grafólogoque trabaja para la Audiencia Nacional.Antes de comenzar el programa nospidió a todos los del equipo queescribiéramos unas líneas yestampáramos la firma. Luego las fueleyendo en antena mientras la hoja decada uno aparecía en pantalla. Mi tíaCelia estaba viendo la tele y reconocióla mía antes de que dijeran mi nombre.Lo que dijo el hombre no estaba mal:sentido artístico, imaginación,generosidad, un carácter un pocomaniático… Pero cerró su descripcióncon esta frase: «Dicho esto, yopersonalmente evitaría en todo lo

Page 587:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

posible salir a bailar con ella.»—¿Por qué?—Eso dijo mi jefa, ¿por qué? Y el

tío sólo añadió: «Tiene mucho peligro.»—Jajajá, ¡acertó!—No, no tiene gracia. No sé lo que

quiso decir. Le esperé a la salida y lepregunté, «Mire, me gustaría que meexplicara cuál era el significado de esafrase, porque no he acabado deentenderla». Y él va y me dice con unasonrisa, «Ah, ¿eso? No tieneimportancia, tener mucho peligro no hade ser algo necesariamente malo, merefería más bien a que yo suelo evitarese tipo de peligros». Y ya no le pude

Page 588:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sacar más. Coincidimos luego,desmaquillándonos, y me sentéostensiblemente lejos de él, comodiciéndole, «Mira, chico, no quieroperturbarte con mi cercanía».

—El problema no es tuyo sino suyo.Era un manso, alguien que prefiere noarriesgarse. No te definió a ti, se definióa sí mismo.

—Ya, es una forma amable de verlo,gracias, pero nadie lo entiende así. Mitía me llamó por la noche. Me dice:«¿Qué ha querido decir el juez cuandoha dicho que no saldría a bailarcontigo?» ¡El juez! Para mi tía unapersona que trabaja para la Audiencia

Page 589:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Nacional tiene por fuerza que ser un juezy lo que diga ese juez va a misa. Esirónico, pero tuve que tranquilizarla,decirle que era una broma. Y ella: «Puessi era una broma no me ha gustado, erauna broma sin ninguna gracia, una bromaque a un juez no le cuadra.» En realidad,a la pobre le inquietó la frase porqueella no sabe cómo es mi vida ahora.Tampoco me pregunta. Yo no cuentonada y ella no pregunta. Pero volviendoa lo que tú decías: no es que yo tengatendencia a esconder mis fracasos.Contaría lo que me pasa si nopresintiera la desaprobación, y lapresiento, la presiento en cuanto sé que

Page 590:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ellos se huelen que algo no marcha bien.Adelantan de alguna manera su reacción,así que me siento censurada y prefierocallarme. Pero no es algo propio de mifamilia, Jabato, es algo común en la vidafamiliar. Por eso te dije un día que túdesconocías los resortes de lasrelaciones familiares. Tal vez lo mejorhaya sido lo que te ha sucedido a ti:conocer a tus hermanas cuando ya eresun hombre, cuando no esperarán de ti niuna fidelidad a lo que fuiste ni tepedirán que seas lo que no eres. En fin,que para qué voy a decirles si estoy solao acompañada. De qué me sirve.

—¿Estás acompañada?

Page 591:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—No. En cuatro meses no me hadado tiempo a nada.

—Cuatro meses pueden dar paramucho.

—Pero he estado demasiadoabrumada con el cambio. La radio meestabilizaba, tenía que someterme adiario a la disciplina de hacer que mivoz sonara alegre en días en que túsabes que la voz no me salía del cuerpo.Cuando hablas para un público siemprehay algún tipo de impostura: eres tú perocon un optimismo que no tienes, eres túmostrando un interés que no sientes oeres tú con una preocupación social queese día te da por culo. Debajo de la voz

Page 592:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

importante que alguien escucha en casasiempre hay una persona mucho máspequeñita. Pero esa impostura tambiénte fuerza, te corrige, te obliga a actuar, ahacer el esfuerzo, a interpretar… Y alfin y al cabo eres tú, eres tú haciendo elpapel de ti misma. Ahora sólo puedoobservar, no actúo. Escribo cosas queno tienen nada que ver conmigo, peronada, ni remotamente. Aquí me movíaentre gente que tenía interesesparecidos, una idea racional de lavida… Quiero pensar que toda estaexperiencia me servirá para el futuro,pero si ese futuro no llega pronto, si midestino es quedarme ahí preparando la

Page 593:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

entrevista con la tía que viene a leer elhoróscopo o con una especialista enprotocolo… Todo es cómico, pero esuna comicidad que se agota rápido. Sime quedo mucho tiempo me contagiaréde todo eso. No podría no contagiarme,no sirvo para sentirme diferente. Noquiero que me señalen como la rara. Nome gusta, quiero ser como cualquiera.

—Te recuerdo que yo estuve cuatroaños trabajando en un programa defantasmas y sobreviví. No es para tanto.

—Era una excepción y tú erasconsciente de estar trabajando para unaexcepción. Te rodeábamos nosotros, yo,Marcos, y el grupo que íbamos a

Page 594:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

desayunar cada mañana y nosburlábamos de todo aquello.

—Os burlabais, sí. A vecesentrabais tan a saco en la burla que osburlabais de mí también, de las músicasnew age que le pinchaba a mi jefe.

—Pero eso no era una burlapersonal.

—¿Cómo que no? En ocasiones loera. Os sentíais como una especie decorrectores morales. Era vuestro deberseñalar constantemente aquello que nocoincidía con vuestra manera de ver elmundo. Desde vuestra cómoda posiciónde progres contratados en la emisora delos progres para cumplir vuestro

Page 595:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

impecable papel de progres teníais queinformarme de algo que yo ya sabía: quetrabajaba para un charlatán. Me dabaistanto el coñazo con el asunto queparecía que no teníais claro que yo noparticipaba de todas esas creencias.

—Qué tontería.—Me pinchabais todo el tiempo

para que lo criticara abiertamente, peroyo no quería hacerlo. Yo le tenía lealtad.Él se podía ganar la vida especulandosobre fenómenos ridículos pero sepropuso un objetivo tan real, tanpreciso, como darme algo que hacer alos dieciséis años, cuando más perdidoestaba. Se lo pidió mi madre, cuando

Page 596:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

trabajaba de cocinera en la cafeteríadebajo de Radio Juventud. Y él se lotomó como algo personal. Me pagó,aunque fueran cantidades ridículas,desde el principio. Me pagó cuando yono servía para nada. Mira, no he llegadoa saber nunca si es o no es un cínico, sicree o no en todo aquello que predica. Yes probable que ni él mismo lo sepa aestas alturas. ¿Cómo podría confesarse así mismo, después de veintitantos años,que todo el fruto de su trabajo estábasado en humo, en cosas que enrealidad no existen? Es complicadofingir durante tanto tiempo. Imagino quealgo de fe tiene que poner en lo que

Page 597:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cuenta, como un cura cree que su sermónes un puente entre Dios y su parroquia.Pero de lo que sí estoy seguro es de queno hay nada de cinismo en sucomportamiento personal. Es siempreconsiderado. Lo era con la camarera delbar de debajo de la radio. Prestabaoídos a lo que le decía esa mujer que leatendía todos los días con su aire devíctima. A ese tipo de mujeres todo elmundo se las quita de en medio, hasta mipadre, sin embargo, él la escuchó el díaen que ella le contó que su chico nopisaba el instituto y que andaba por ahí,con las manos en los bolsillos, pasandoel día en los bancos, liándose porros. Él

Page 598:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

le prometió que miraría si le podíabuscar alguna ocupación en la radio o enalgunos de esos cursos que se montabanpor locales de barrio. Me llevó a RadioJuventud y me dijo, «Tú, a partir deahora, haz como que estás por aquítrajinando en algo. Lo importante es quese acostumbren a verte». Y ahí mequedé, ordenándole los discos,llevándole el café. Me decía, «Tú,primero, le preguntas al técnico si letraes a él algo. Siempre primero altécnico». Yo hacía exactamente lo queme aconsejaba: aparenté que tenía algoque hacer y acabé encontrando unaocupación. A los dos meses, el técnico

Page 599:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de su programa ya contaba con que yoera el que contestaba al teléfono de losoyentes. Él me coló en esta vida quetengo ahora.

»No sé si la palabra “generosidad”se permite en nuestros resabiosideológicos, pero a mí, que alguien laejerciera conmigo, me sirvió más quetodo el bombardeo de teorías abstractasque soporté en las JuventudesComunistas, donde jamás conseguí cazarun concepto que me ayudara en la vidapráctica. ¿Entendiste tú algo de aquelcurso sobre Rosa Luxemburgo? ¿Tepuede servir de algo toda esa palabreríaa los quince años? Ahora sé que tú

Page 600:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tampoco entendías nada, pero tenías máscapacidad para fingir que lo entendías.Esas palabras andarán flotando ennuestra memoria, pero ninguna se nosquedó en el corazón. Lo único queaprendimos, tú y yo, es que no tenemoscapacidad para lo abstracto, porque nosaburre y porque no podríamos ser otracosa que gente de la calle; lo queaprendimos fue a sobrevivir en mediode la arrogancia intelectual que tantasveces nos rodeaba. Tú mejor que yo. Túpodías burlarte del charlatán de la radioy ponerle un mote, “el delcrecepelo”,repetirlo hasta elaburrimiento con Marcos, y yo tenía que

Page 601:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

callarme porque el del crecepelo era elindividuo que había escuchado a lacamarera y que me había colado aquí,donde estoy ahora.

»Y te aseguro que a pesar de ser tanjoven nunca me afectó lo que leescuchaba a mi jefe, ni tampoco la feciega que los asistentes a sus charlasponían en lo que él contaba. Me sentíacomo un ateo que asistiera puntualmentea misa para controlar la calidad delsonido. En las reuniones de lasJuventudes me torturaba el que micabeza siempre estuviera en otro sitio,no podía asimilar la teoría política, niintervenir en las discusiones que se

Page 602:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

organizaban luego en el bar, y eso meacomplejaba, porque todo el mundoparecía enterarse y ser capaz dearticular una opinión y yo estaba ahí,sujetando mi caña, sonriendo, el majotorpe. En cambio, en los sermones de mijefe no me sentí obligado a simularningún tipo de implicación personal. Nome la pidió. Pero no he podido sercínico, no he tenido tiempo, ni dineropara ser cínico. Me he visto en laobligación de agradecer lo que hicieranpor mí viniera de donde viniera.

Era tal la honda sinceridad con queme hablaba, tan descargada de suhabitual ironía, tan libre ya del miedo a

Page 603:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sentirse ridículo, que pensé que llevabaaños esperando la oportunidad deescucharse a sí mismo, o de que leescuchara cualquiera que hubieraformado parte de su pasado, contarcómo había llegado a ser el hombre quehoy era.

—Hace unos cinco meses, cuandome ofrecieron el cargo, cené con él. Erala primera persona a quien debíadecírselo. Le invité a un buenrestaurante y nos bebimos casi dosbotellas de vino. Ya con un vaso dewhisky en la mano, me dijo, «Y dime,¿qué es lo que has venido a decirme?».Yo me aturdí, le pregunté si es que

Page 604:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

alguien le había adelantado algo. «No»,me dijo, «pero puedo barruntar pordonde van los tiros». Y añadió algoparecido a lo que te decía yo antes:basta con estar atentos para intuir porqué las personas que tenemos cercaactúan como lo hacen. «Llevoobservándote muchos años», me dijo,«desde que eras un chaval, ¿cómo no mevoy a imaginar que si te has decidido ainvitarme a cenar en un sitio como éstees porque hay algo que me quieres deciry aún no te has atrevido?». Se lo dijeentonces, le dije que le dejaba, lepregunté por cortesía si le importaba,pero no fui más allá, no tuve esa

Page 605:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tentación hipócrita de decirle que si élno quería renunciaría al cargo. Porqueera evidente que la decisión ya estabatomada.

»Me dijo entonces: “Siento unescozor, para qué lo voy a negar, enalgún sitio remoto de mi corazón sientoun escozor. Y aunque te diga que loentiendo, que lo podía prever y que mealegro, también te aseguro que estanoche, cuando me meta en la cama,repasaré todas aquellas cosas que medebes, desde la más insignificante a lamás valiosa.” “No ha habido nadainsignificante, yo sé muy bien lo que tedebo”, le dije. Pero él me calló, me

Page 606:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dijo: “No quiero que me agradezcasahora nada, sino que me lo agradezcassiempre, que no te olvides de mí. Seencuentran realizadores igual de buenosque tú”, me dijo. “Ya lo sé”, le dije.“Pero a nosotros nos unía algo más quela profesión, ¿no?” Fue la única vez quepareció que me suplicaba unreconocimiento. Pero yo soy tosco, y mequedé callado.

»De pronto, tras un silencio del queyo pensé que sólo se podía salirpidiendo la cuenta y marchándonos, mepreguntó algo que me dejó muydesconcertado: “¿Y tú, Javi, ¿qué sabesde mí?” Y le dije: “Sé lo que tengo que

Page 607:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

saber, lo que eres, una gran persona queme ha ayudado desde que era unchaval…” “De verdad, ¿soy sólo eso?”,dijo. “¿Una gran persona? ¿Porque teayudé? ¿Todo lo que sabes de mí es enrelación a tu propia vida? Te estoypreguntando por mí, ¿qué coño sabes túde mí?” Entonces me quedé calladoporque intuía que me iba a confesar algoen lo que yo jamás había pensado hastaese mismo instante. “Soy homosexual.”Homosexual. La palabra estaba en mimente antes de que él la pronunciara.Como si en ese diminuto fragmento detiempo lo hubiera visto como era porprimera vez: pulcro, delicado, el

Page 608:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

homosexual melancólico.»Le pregunté aquello que creía que

él estaba esperando: “¿Por qué no me lodijiste?”; “¿Decírtelo? No quiseperturbar al machito de barrio, luego nome di cuenta de que no tenía que hacerningún esfuerzo por ocultarlo, no teníasdemasiado interés sobre lo que yo hacíacuando tú no estabas”.

»Me hizo sentirme culpable, aún mesiento un poco culpable, aunque mejustifico pensando que dos personas casinunca coinciden en la atención que sededican. Mi madre se pasó la vidacuidándome y se murió sin que yo lepreguntara, ¿Por qué estuviste toda la

Page 609:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vida aguantando a un sinvergüenza queno llegó a ser ni tu marido? ¿Por qué mesometiste a mí a la misma humillación?Si no se lo pregunté no fue porvergüenza o por no herirla, simplementees ahora cuando esas preguntas se mevienen a la cabeza, cuando ya no puederesponderlas, a lo mejor precisamentepor eso, porque su ausencia le da uninterés, un misterio que antes no tenía.No estuve atento, la quise mucho sinreparar en ella.

Se quedó callado, desinflado, vacío.Nunca se dice lo que se espera decir,aunque se trate de una confesión que unoha estado ensayando desde hace mucho

Page 610:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tiempo. Ahora estaba sopesando, sinduda, si el retrato que había hecho de símismo era el acertado.

—¿Nos vamos? —le dijelevantándome—. ¡Vámonos de aquí!Vámonos a algún restaurante de Madrid.

—No puedo, tengo una reuniónpronto por la tarde…

—Venga ya —le tomé la mano, lehice sonreír, quería arrastrarle fuera deallí, como tantas veces en que podíamoscambiar el curso de un día por uncapricho y faltar al trabajo—, no medigas que no puedes llamar y decir quetienes una cita: ¡eres jefe, tío! Quieroseguir hablando, quiero que me cuentes.

Page 611:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Te juro que no puedo. Otro día. Yya he hablado demasiado.

—Dime, ¿crees que tengo peligro?—Sí, claro, pero eso es lo

interesante.—Te voy a contar una cosa que me

pasó la semana pasada, pero… te locuento y lo olvidas. Lo olvidas parasiempre. Es tan… —me dio un ataque derisa—. Me da una vergüenza que memuero.

Se reía contagiado por mi risa.—Mi jefa tenía un invitado, un

cirujano plástico, el doctor Barceló, ¿loconoces?

—No, no conozco a cirujanos

Page 612:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

plásticos.—Eres un paleto, Jabato, a este

cirujano plástico lo conoce todo elmundo. Tú no, pero es conocido, te loaseguro. Es como el padre de loscirujanos plásticos.

—Vale, Barceló.—Mi jefa tenía que comer con él

pero me dijo, «Mira, no puedo, no me datiempo, si no te importa, ve tú y leacompañas». La comida se servía en elcomedor de invitados de la tele, o sea,un comedor privado, dos camarerossirviéndonos, la hostia, yo no sabía nique eso existía.

—Yo sí.

Page 613:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Tú sí, vale, tú sí. No te hagas ellisto porque me cortas y no puedocontártelo. Es demasiado lamentable.

—No digo nada, sigue.—Bien, voy al comedor y, ¿qué

dirás que me encuentro? A un anciano.Me quedé desconcertada.

—¿Por qué?—Pues porque no me imaginaba a un

anciano operando. Por el pulso. El pulsoes fundamental, ¿no?

—Ahora me explico algunas carasque se ven por ahí.

—A lo mejor no coge él el bisturí,pensé. Yo qué sé. El tío tiene unareputación. Sigo. Era un hombre muy

Page 614:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

amable, encantador. Los camarerosentraban, nos servían y luego cerraban lapuerta y nos dejaban solos. Era chocanteestar comiendo en aquel sitio paneladoen cerezo, con manteles con el logotipode la tele bordados, con comida derestaurante y no la mierda que nos echantodo el día en el comedor. Era raro,teniendo casi en la puerta los barraconesen los que yo trabajo a diario.Estábamos sentados a una mesa enorme.Nos habían situado el uno frente al otroen el ancho de la mesa, no a lo largo,claro, pero de todas formas estábamosmuy lejos el uno del otro. Tanto es asíque al ir a brindar me tuve que

Page 615:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

incorporar para que nuestras copaschocaran. Yo le preguntaba curiosidadessobre ese tipo de intervenciones. Alprincipio detalles meramente clínicos,sabes, como, ¿cómo es la cicatriz quedeja el aumento de senos? Esas cosas.Luego, como el hombre se mostraba muycomplaciente, ya me conoces, fuimosentrando en nombres propios y me fuerevelando detalles de personas célebresa las que había operado. No sólo amujeres, hay muchos más hombres delos que te imaginas que se han quitado lapapada.

—Me fijaré a partir de ahora.—Cuando el camarero entraba los

Page 616:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dos nos callábamos, esperábamos a quenos cambiara el plato y una vez quecerraba la puerta volvíamos a lonuestro. Total, que me decidí apreguntarle por el levantamiento depecho.

—Ah, Dios mío, qué obsesión. Estásmal de la cabeza. Tienes las tetas quetienes que tener.

—Ah, no, no voy entrar a discutirsobre eso. El asunto es que él me mirafijamente y me dice, «Pero ¿por qué note gustan tus pechos?». Y yo le contesto:«Me gustaban, me gustaban mucho, perotuve un hijo con veintiún años y medeprime pensar que desde tan joven he

Page 617:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dejado de verlos como eran. Mis pechosestaban aquí» —me señalé la parte altadel torso—. «Pero unos pechos concaída pueden ser bonitos», me dijo; «nohay pechos que no se caigan después dela maternidad y la cicatriz de levantarloses una T invertida, se ve, no se puededisimular.»

—O sea, que el viejo no era unidiota.

—No, no, no era un idiota, enabsoluto. Pero le insistí, le dije queprobablemente si tienes un hijo a lostreinta aceptas más el cambio, pero notan pronto, cuando todas miscompañeras tienen aún los pechos en su

Page 618:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sitio porque nadie ha tenido hijos.—Total, que se ofreció a operarte

gratis.—No, no, ¡si hubiera sido sólo eso!

Me dice: «No puedo darle mi opinión sino los veo.» Y yo, «ya». Y se hace unsilencio. El camarero entró, sirvió másvino y se largó. Entonces, va y me dice:«Puede usted (porque nos llamamostodo el tiempo de usted), puede ustedvenir a mi clínica en Barcelona que yole recibiré encantado, pero podríaevitarse el viaje si me los enseña aquí.Les echo un vistazo y le digo si esospechos están para una operación.»

—¡No! —Jabato se llevó las manos

Page 619:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

a la cabeza y empezó a reírse.—¡Sí! Yo no supe decirle que no.

Además, al fin y al cabo el hombre teníarazón: me ahorraba el viaje. Así que melevanté y fui hacia él. Él se levantó muydespacio, con torpeza, y se colocó frentea mí, muy cerca. Yo me desabotoné lablusa, me desabroché el sujetador y dejélas tetas al aire, sin saber muy bienadónde mirar. Entonces… —no podíacontenerme la risa nerviosa, Jabato sereía también con las manos tapándose laboca—… levanta las manos y me cogelos pechos como si los estuvierapesando y los balancea con las manosapretándolos ligeramente, estudiando,

Page 620:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

qué sé yo, su firmeza: como si tuviera enlas manos dos manzanas. Y va y cierralos ojos. Yo miraba a la puerta, pensaba,como este hombre tarde mucho en dar undiagnóstico va a entrar el camarero. Depronto, abrió los ojos, me miró y dice:«No se los opere, por Dios, sus pechostienen vida y personalidad, por quéquiere arrebatárselas, a mí me gustanasí.»

—¿«A mí me gustan así», dijo el tío?—Sí, eso dijo, entonces entró el

camarero y, como era de esperar, pusouna cara de no entender nada. Yo mecerré la blusa corriendo al ver que lapuerta se abría, pero no nos dio tiempo a

Page 621:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cambiar de postura, el uno frente al otro,muy cerca, a un lado de la mesa. Yo ledije al camarero, como excusándome:«Es que ya nos íbamos.» Y el camarerodijo: «Perfecto», con esa cara de quienestá acostumbrado a presenciarmomentos aún más extravagantes.

—Al viejo le gustaste.—Bueno, tú siempre pensarías eso

de un hombre que estudia los pechos deuna mujer.

—¿En un comedor de la tele? Claro,sin ninguna duda.

—Yo quise interpretarlo como ungesto de generosidad hacia una mujerque tiene un complejo. Pero el caso es

Page 622:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que luego le acompañé al plató. Lehicieron la entrevista y al acabar, entrelos aplausos de la gente, el cirujano mebuscó detrás de las cámaras, se meacercó ayudado por una de las azafatas yme dijo: «De cualquier manera, si no lahe convencido, querida, venga a miclínica y le haré un precio.» Entonces,sin cortarse ni un pelo me cogió la caray me dio un beso en los labios. Lo hizodelante de todo el mundo.

—Ese hombre no había tocado dostetas de verdad desde hacía muchotiempo.

—Dime, ¿qué te ha parecido lahistoria?

Page 623:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Muy tuya.—Muy mía. Vaya respuesta. Anda,

vente conmigo.—No…—Tomamos algo y vamos a casa…Estaba tan segura de que lo acabaría

convenciendo, estaba tan segura de que,aun a regañadientes, se acercaría a sudespacho, recogería sus cosas, su nuevacartera de técnico ascendido a ejecutivo,su americana, y vendría renegando, perovendría, lento, impacientándome, comosi quisiera marcar a propósito un ritmodiferente al mío, como si quisieramandar y no encontrara una manera másseductora de hacerlo.

Page 624:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—No quiero —dijo—. No quiero ircontigo.

—Soy un peligro.—Eres una maravilla, pero para mí

ahora eres un peligro.—¿No te gustaría estar conmigo

nunca más?—¿Estar contigo? No puedo.—Pero ¿por qué?—Cuatro meses dan para mucho.—¿Has conocido a alguien?—Sí, hay alguien por ahí. Pero no

puedo contártelo ahora.—¿Por qué no? Siempre nos hemos

contado todo —dije, sabiendo que noera cierto.

Page 625:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

No dijo nada. Se encendió uncigarrillo. «Bueno, me voy», dije, y mepuse el chaquetón. Nos dimos dos besos.Nos miramos fugazmente a los ojos.Eché a andar camino de las escaleras.Mis tacones sonaban contra el mármol.Sabía que me seguía los pasos, queseguía mirándome con el cigarro en lamano.

—No, nunca nos lo hemos contadotodo.

Me detuve.—¿No sabes de quién era el niño,

verdad?—¿Qué niño?—El embarazo. No estabas segura

Page 626:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de que yo fuera el padre.Eché a andar.Él seguiría mis pasos hasta que mi

figura desapareciera bajando lospeldaños. Seguro que apreciaba en misandares, porque me conocía, porque mehabía venido observando desde niña,porque me había querido y tal vez aúnme quería, el temblor que deja en elcorazón una pequeña pero humillantederrota.

Page 627:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 7

EL HUEVO KINDER

Tú no lo sabes, tú recuerdas aquellanoche pero no sabes por qué estábamosallí, en uno de esos grandes cines de laGran Vía un miércoles a las diez ymedia. Tú lo recuerdas, sí, tú recuerdasque tendrías unos cinco años, túrecuerdas, me imagino, las luces de lanoche, y recuerdas lo extraña que teparecía la ciudad un día de diario, tansolitaria, sin la apabullante riada

Page 628:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

humana que bajaba y subía por susaceras los fines de semana. Parecía unaciudad distinta de la que solíamos vercuando íbamos a la sesión de tarde undomingo, no te parecía estar pisando lasmismas aceras. Puedo recordar yo loque tú no recuerdas. Me dijiste, «Aquíno he estado nunca», y yo te expliquéque sí, que habíamos estado muchasveces; pero en cierto modo llevabasrazón, era otra realidad aquella en laque nos encontrábamos, la de loshombres de mirada torva quevagabundean en el corazón de la ciudadcon las manos en la cazadora cuando lastiendas están cerradas, la de las putas

Page 629:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que apoyan su espalda en los edificiosde la calle Desengaño, la de las chicassolitarias que cruzan rápido la callepara adentrarse en otros barrios mástransitados, la de aquellos que tienen lacabeza perdida o la de esas parejasincongruentes que deciden tomar elfresco al borde de una acera junto a laque pasan los coches a velocidad deautopista.

Era esa ciudad de un martes por lanoche, cuando el verano está a punto deechar el cierre y es el momento en quelas últimas sacudidas de calor no atraenni a paseantes ni a turistas; lasheladerías se quedan tristonas y en las

Page 630:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cafeterías los camareros se aburren,miran por la ventana y cuando ven a unamujer joven pasar con un niño pequeñode la mano piensan que no son horas yque sus hijos ya estarán, por suerte, hacerato en la cama, en un barrio menoscanalla que esta cloaca en que se haconvertido el corazón de Madrid.

Recuerdas, lo sé, a la negra cubana quete asustó cuando pasamos a su lado, lanegra loca que empezó a clamar al cielolevantando sus brazos cubiertos deandrajos, a cagarse en Dios por haberlatraído a este puto país donde la gente no

Page 631:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sabía lo que era la caridad. Tú tevolviste a mirarla y luego mepreguntaste: «¿Por qué Dios se haportado así con ella?», y me sorprendióla pregunta porque en casa nuncahablábamos de Dios ni tú ibas a clase dereligión, pero la vieja cubana nos habíamirado fijamente, como acusándonos,haciéndonos responsables de sudesgracia, y había dicho: «¿Por qué,Dios mío, me condenaste a dormir en lacalle como una puta perra?» Sentí tuestremecimiento porque tu mano apretóaún más la mía y tu cuerpo se acercó ami costado buscando protección.

Recuerdas mi mano, la mano de tu

Page 632:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

madre, la mano que nunca se olvida,como yo no he olvidado la mano de mimadre, ese tacto que mi memoria halogrado conservar entre tantos recuerdosperdidos. Recuerdas a tu madre, merecuerdas. Tu madre, firme, dura,poderosa como una roca, así merecuerdas hoy para mi asombro. Lamadre en la que confiaste ciegamente,aunque no lo mereciera.

Recuerdas el regazo donde tequedabas dormido, el pecho sobre elque descansaba tu cabeza, recuerdasnuestro pequeño apartamento, tuhabitación sin puerta, el suelo de linóleolevantado por la humedad, tu armario

Page 633:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

lleno de piedras y de palos, el despachoamarillo, los bailes que nosproporcionaban una ilusión de felicidady la pared de la que a veces salía gentecon las manos rebosantes de sangre quequerían arrastrarte al infierno. Yo teapretaba contra mi pecho pero tú no meveías, parecías poseído por el diablo,más que llorar, chillabas, y me hacíasllorar a mí también y a veces creí quetus gritos en medio de la noche podríanllegar a volverme loca y acabaríatirándome por la ventana contigo enbrazos. Pero no. Siempre ocurría que,cuando mis reservas de cordura estabana punto de agotarse, tú, el niño rígido, el

Page 634:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

niño endemoniado, el niño atacado porno se sabe qué monstruo interior,comenzabas a ver lo que realmentetenías delante de los ojos, la habitaciónsin puerta, tu barco pirata, tu espada demadera, y entonces yo, yo que tambiénacababa viendo que los seres salían dela pared, sentía que volvían a meterse enella. Tú me mirabas, me mirabas conextrañeza, como si volvieras del otromundo, como el niño exorcizado, y tucuerpo empezaba a ablandarse y sehacía más tierno, se convertía en elcuerpo de siempre, te ibas acurrucandoen mi pecho y yo, derrotada, te llevaba ami cama y nos quedábamos los dos

Page 635:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

dormidos, abrazados, exhaustos.Lo que hoy recuerdas, por un

milagro de la mirada infantil y de lamemoria que me ha concedido esteregalo, es que aquella noche te sentíasafortunado. Imaginabas que tuscompañeros del colegio estarían ya en lacama o dándole el beso de buenasnoches a sus padres con el pijama yapuesto. Los imaginabas con el cuerpocaliente y perfumado después del baño.Ah, pero tú estabas allí, como unhombrecillo, de la mano de tu madre, dela madre nerviosa, impaciente ysolitaria, de la madre que no era comolas otras, de la madre que tenía el pelo

Page 636:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

rojo y las cejas oscuras. Recuerdas queen ocasiones había algo anormal en ellaque te producía melancolía, no sólo lascejas tan oscuras contrastando con elrojo del pelo, no sólo la ropa, no, era lamirada, una mirada que parecía estarsiempre demandando algo, algo que túno podías darle, un vacío que tu amorhacia ella no llenaba.

Acuérdate de cuando decías, «Nome esperes en la misma puerta de laescuela, espérame más allá, en laesquina», porque no querías que losotros vieran a la madre distinta a lasotras que venía a buscarte, pero tambiénporque deseabas protegerla, sintiendo

Page 637:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por ella, por mí, amor y extrañamiento ala vez.

Recuerdas que entramos en lacafetería Manila, que no existe ya salvoen aquella noche nuestra, y que te dije,«Pide lo que quieras», como dicen lastías o las madrinas, no las madres. Tedije, «Pide lo que quieras». Y delante deti, entre los dos, como una barrera detentaciones, crecieron un batido dechocolate, un sándwich mixto y unBanana Split, coronado con la sombrillahawaiana de papel y una pequeñabengala. Yo no pedí nada, eran lostiempos en que me alimentaba del aire;yo picaba de tus patatas fritas, bebía una

Page 638:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Coca-Cola y me quedaba por momentoscon la mirada ausente, más en mis cosasque en las tuyas, yendo y volviendo de tumundo al mío: de la alegría ruidosa quete había producido este regaloinesperado a la verdadera razón denuestra huida.

Serían las ocho de la tarde, la horaen la que habitualmente él llamaba y túte bañabas y escuchabas sin escucharnuestra conversación desde el baño,cuando te dije, «¡Vamos, venga,vámonos al cine!», y agarré al vuelo tuchaqueta, la mía, el bolso, y casicorriendo nos presentamos en la paradade los taxis, y me preguntaste: «¿Lo paro

Page 639:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

yo, lo paro yo?», y la noche empezó así,como si la mujer adulta que era yoaceptara los caprichos del niño cuandoen realidad era él quien se estabaplegando a los míos.

Recuerdas la bengala chispeante, elplátano mojado en chocolate y el heladode fresa y vainilla. Tu gula del principioy tu cansancio a mitad del plato, despuésde beber chocolate, comer el queso y eljamón fundidos y mirarmelancólicamente el postre que no seacababa nunca. «Venga, déjalo ya, te lodije, sabía que no podrías con todo.»

Recuerdas el cine, el viejo cine decolumnas colosales pintadas de verde y

Page 640:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

con dorados tristes en los capiteles, lavoluptuosidad de la moqueta en la quetus pies se hundían con la mismaingravidez que los personajes de losdibujos de la Warner, que es laingravidez de los niños, y el perfume delambientador que el acomodadoracababa de echar.

Recuerdas haber querido seracomodador para vestir el uniforme,tener una linterna y recibir propinas,para estar siempre viendo películas, lasmismas una vez y otra, y conocer dememoria todos los desenlaces y abrir laspuertas en el momento en que los títulosde crédito comienzan a bajar por la

Page 641:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pantalla para que se cuele el halo de luzy la gente sepa que ya es hora de volveral mundo.

Recuerdas el cine casi vacío. Sólouna pareja al fondo, ella ordinaria,basta, prostituta seguramente; él seco,bronco, con su cazadora de chulo,dispuesto a dormirse, a dar la noche porperdida. El acomodador nos hizo ungesto con la mano y dijo: «Dondequieran, el cine es suyo.»

Nos sentamos. Tú no te habías fijadoen esos otros dos personajes queteníamos delante, yo sí; en realidad, mearrepentí de los asientos elegidos nadamás sentarnos pero me dio pereza, o no

Page 642:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sé, eran los tiempos en que parecíareaccionario tener desconfianza dellumpen, y yo me dejaba llevar por esacorriente, como por otras tantas,íntimamente incómoda conmigo misma oasustada, consciente de miirresponsabilidad, aunque sumisa con labobería de la década. Pensaría, comotantas otras veces, ¿por qué no tengo lasensatez de llevarme al niño a otra fila?,¿por qué coño siempre hay tantadistancia entre lo que debo hacer y loque hago? Eran yonquis. Chica y chico.Uno dormía, la otra casi.

La sala, como escenario espectralante la pantalla: la prostituta con su

Page 643:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

chulo al fondo, la pareja de yonquis, ydetrás de ellos, nosotros. Tú tan dulce,tan pequeño, con el huevo Kinder en lamano, buscando con la lengua el últimoresquicio de chocolate pegado en elplástico a pesar de que dices que teduele la barriga; tú tan inocente como elniño que se pierde en el bosque, perosin estar solo como las criaturasabandonadas de los cuentos antiguos,sino con tu madre, tan perdida como tú,más perdida que tú, mucho más perdidaque tú, tanto que se podría decir que esél, el niño, tú, el que, sin pretenderlo, laguía a ella, a mí, en la oscuridad. Él, tú,sin saberlo, el único motivo de

Page 644:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

esperanza para buscar la salida, lasolución. Hansel y Gretel en el bosqueurbano de los ochenta; madre e hijo que,a cuenta de la inmadurez de la madre,vuelven a ser los dos hermanos de lanarración clásica, de los cuales sólouno, la madre, yo, es consciente de queestán perdidos.

Dijiste, «En este cine no hemosestado nunca», y yo te dije que sí,«Hemos estado, hemos estado muchasveces». Pero no reconocías los sitiosagrandados por la soledad de una nochede diario, a una hora indigna de que túestuvieras allí, dando luz a aquel vacío ya la miseria humana.

Page 645:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Yo pensaba, los lugares solitarios noson para los niños. Tú pensabas, esto escomo estar de vacaciones pero dentro deun sueño, y sentías, una vez más, a tumadre fuerte pero ajena, sentías sucompañía pero también la sospecha deque no eras el centro de su mundo. Yopensaba, por qué le he traído aquí, notengo cabeza. Tú pensabas, a lo mejormañana no tengo que ir al colegio.

La película empezó y nos cogimosde la mano, lo hacíamos siempre. Teempezaste a reír casi desde el principioy yo me dejé arrastrar por la risa que teproducía el payaso de Kevin Klinesacando peces de la pecera de un pobre

Page 646:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tartamudo y comiéndoselos, diciéndolepalabras de amor en italiano a JamieLee Curtis, una americana catedralicia, yoliéndose cada poco los sobacos. Yo nolograba entrar en el argumento pero seme contagiaban tus carcajadas algoroncas, entrecortadas, olvidadizas ya delentorno solitario y algo amenazante.Cuántas veces hemos visto esa películaluego. Muchas. Y has repetido los gestosdel cómico, levantando los brazos yoliéndote las axilas o imitando al pobretartamudo que forma parte de estaridícula banda de penosos ladrones dejoyas.

Un pez llamado Wanda, en ella ya no

Page 647:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

está sólo la cara payasesca de KevinKline o los andares caballunos de JamieLee Curtis, en ella estamos nosotros taly como éramos aquella noche, juntos,solos en el mundo y perdidos, tomadosde la mano, los dos infantiles y los dosextraños en el bosque nocturno; Hansel yGretel distanciados por la edad y laestatura, pero igualados por unavulnerabilidad, propia de la infancia entu caso, patológica en el mío. Reías, deeso te acuerdas, reías con la risaexplosiva y nerviosa de los niños, esarisa ronca que siempre traslucía unligero constipado, unos pulmonesinmaduros, reías a carcajadas, sin el

Page 648:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pudor del adulto, sin acordarte de timismo ni del lugar en el que estabas,reías y todo tu cuerpo se agitabaentregado a la risa, sólo el puño seguíasin relajarse, cerrado, tozudo, sujetandoel huevo Kinder.

Entonces, uno de los yonquis, el queestaba despierto, se volvió y me miró amí, no a ti, y dijo:

—Por favor, tía, ¿podrías decirle alcabrón del niño que se calle?

Debería haberte tomado de la mano,haberte conducido hacia otro asiento ohaberte llevado fuera del cine, pero no,no me moví. Tú me miraste sincomprender. Nunca habías oído esa

Page 649:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

palabra, «cabrón», referida a ti, elcabrón del niño. El niño eras tú, nadie tehabía llamado así nunca. Seguimosviendo la película, callados, serios alprincipio, pero poco a poco, sin apenasdarnos cuenta, nuestras mentes volvierona concentrarse en esa disparatadaaventura por las calles de Londres y enel habla cursi y tronchante de un lord.

Mi temperamento, entonces, tendía ala temeridad por pura inconsciencia. Elmío era un espíritu retrasado, inmaduro;el tuyo era lo que debía ser, el espíritude un niño. Nuestra común inconsciencianos hizo volver a reír. Reíamos sinhacer ruido, yo más por verte a ti que

Page 650:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

por la película. Te veía taparte la bocacon las manos, conteniendo la explosiónde la carcajada cada vez que KevinKline aparecía en escena. Era tanmaravillosa aquella risa contenida.¿Recuerdas tú eso, recuerdas la risaescapándosete entre los dedos,recuerdas todos los días siguientes enque lo estuvimos recordando? Tanseguro estabas de mí, de mi capacidadprotectora o de la fuerza imbatible denuestra unión, que debías de pensar queni el más turbio personaje de bocamellada y alma podrida como parallamar cabrón a un niño que ríe podríacon nosotros.

Page 651:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Recuerdas todo, lo sé, por tantas vecesen las que hemos evocado juntos aquellanoche. Incluso el dolor de barriga que aldía siguiente te impidió ir al colegio ycómo nos quedamos los dos hasta lasdiez en la cama. La vida al revés.Recuerdas tu mano pringada delchocolate del huevo Kinder y mi enfadoporque el chocolate acabara también enmi vestido. Lo recuerdas o soy yo la queme he encargado de que no te olvides,de atesorar esos recuerdos en común ysacarlos a relucir en una de esas tardesperezosas en las que parece que no haynada mejor que hacer que transitar el

Page 652:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

pasado.Lo recuerdas pero es un recuerdo a

medias. O es tu recuerdo legítimo y nodebiera verse enturbiado nunca por elmío porque no hay más verdad que laque está en tu memoria.

No puedes recordar que estábamosallí porque yo no quería estar en casacuando llamara tu padre esa noche porteléfono. No quería. Estaba huyendo. Noquería dejarme embaucar y caer en latentación de preguntarle, «Dónde estás».O aún peor, la pregunta que jamásdebiera hacerse: «¿Me quieres?»

No quería preguntar, preguntar comootras veces, no quería saber dónde

Page 653:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

vivía, si estaba en un apartamento élsolo, como me había dicho, o ya vivíacon ella. No quería imaginar desde quécabina me estaba llamando esa noche.La cabina a la que baja a la calle unhombre con cualquier excusa boba, aestirar las piernas, como me había dichoa mí hacía ya casi dos años. La cabinadesde la que a diario engañaba ahora asu amante, de la misma manera en queme engañaba a mí cuando le permitíaregresar. Dos cabinas: una en un barrioperiférico, el mío; la otra, en el centrode la ciudad. Y un solo hombreenredado en engaños que ya nadie secree pero de los que, por alguna oscura

Page 654:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

razón, es imposible zafarse.Ya no sabía cuáles eran sus

intenciones, qué quería hacer con suvida o si quería acabar lentamente conla mía. A veces pensaba que era unmalvado, otras uno de esos cobardesque queriendo no hacer daño acabanprovocando desgracias mayores que lasque desencadenan los verdaderosmalvados. Lo más probable es que nosupiera qué hacer con su vida y tratarade averiguarlo fracasando conmigo unavez y otra y otra.

Y yo ya había perdido el corajenecesario para decirle, «Mira, tío,entérate de una vez, esta historia se ha

Page 655:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

terminado».Ésa es la historia de aquella noche.Pero de qué podría servirte a ti mi

recuerdo.

Page 656:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

CAPÍTULO 8

LO QUE ME QUEDAPOR VIVIR

Hace tres días el portero me entregóun paquete. Entre el desbarajuste quehabía a esas alturas en el apartamento yla ansiedad acumulada en el último mesno le presté demasiada atención. Me lomandaba una amiga de la infancia, de laépoca en la que vivíamos al borde de unpantano. Aun con grandes lagunas en eltiempo nunca nos hemos dejado de ver,

Page 657:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hemos seguido la pista de nuestras vidasy fluye entre nosotros, entre su familia yyo, una corriente de cariño muyespecial. Sus padres siempre me hantratado como si no hubiera dejado de serla niña que conocieron y me nombrancon el cariñoso y repelente diminutivocon el que yo misma me presentabaentonces. Sé que están al tanto de mitrabajo, de las películas y de las seriesque he escrito durante estos años y vivenlo que ellos llaman «éxitos» con unaalegría jamás empañada por elresentimiento. Nunca me han reprochadono llamar, nunca han considerado que misilencio o mi lejanía se debiera al

Page 658:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

olvido o a la arrogancia. Son, para mí,los perfectos habitantes del pasado: tequieren por lo que fuiste y el cariño seprolonga hasta el presente sin unasombra de resentimiento que lo atenúe.En otra ocasión hubiera abierto elpaquete con una curiosidad impaciente,pero en la cabeza sólo me ha rondadoestos días un pensamiento: Gabi.

La primera noticia que tuve deldeambular solitario de mi hijo por lacalle me la proporcionó Gloria, la mujerde mi amigo Jabato. Es una mujerprudente y sensible, así que en su primercorreo trataba de advertirme, pero sinpreocuparme demasiado.

Page 659:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

He visto varias mañanas a tu chicopaseando solo por la zona de SanBernardo. No le he saludado porque levi muy abstraído. Ayer estaba leyendo,sentado en un banco, imagino queesperando a alguien.

Yo le contesté:¿En San Bernardo? Qué raro. Le

preguntaré. Se supone que a esa horatiene clase.

Llamé a Gabi. Le pregunté. Me dijoque andaba haciendo un trabajo en laBiblioteca del Cuartel del Conde Duque.«¿Y no tienes que ir a clase?», lepregunté. «No, mami, cuando tienes quehacer un trabajo no tienes por qué ir a

Page 660:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

clase. Esto ya es la universidad.» Mecontestó tranquilo pero con un deje deimpaciencia. Días después, cuandoimaginaba que no estaría en casa, llaméa su padre.

—¿Está yendo Gabi a clase?—Por supuesto que sí —me dijo él

—, se levanta a las ocho conmigo todaslas mañanas y le dejo en la boca delmetro.

Gabi se bloquea cuando le pregunto.Responde siempre educadamente, comohacía desde niño, pero se las arreglamuy bien para colocar una barrerainfranqueable entre la curiosidad ajena yél. Es un chico que envuelve su

Page 661:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

tremenda reserva en dulzura y esprecisamente esa dulzura, una firmezanada agresiva, la que te hace sentir deinmediato que estás penetrando en unterreno que no te incumbe. Seacostumbró, desde niño, casi desde quepueda tener memoria, a administrar lainformación a su conveniencia, la quedecidía darle a su padre o la que meconcedía a mí, y, dado que su padre y yodejamos de hablarnos durante años, seconvirtió en un experto manejando tresrealidades a su antojo: la que ha vividocon su padre, la que ha vivido conmigoy esa especie de territorio infranqueableen el que ha ido acumulando sus

Page 662:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

secretos y sus verdaderas opiniones, quepocas veces expresa. No herir fue sumás vieja aspiración, y ahora es elprincipal rasgo de su carácter. En ese noherir, en ese no protestar y mostrarse tancomprensivo con nosotros, se fueconstruyendo para él un espacio acotadoen el que más que guardar esconde todoaquello que no está dispuesto acompartir.

Su padre, a su vez, siente que lefiscalizo si le pregunto demasiado porlas costumbres del chico. Al fin y alcabo, ésta ha sido la primera vez queconvive con él durante todo un curso, suprimer curso en la facultad, y mis

Page 663:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

preguntas le deben de hacer sentir lo quesiempre ha pensado por otra parte, queme atribuyo una especie de papelsuperior en la educación de nuestro hijo.En realidad, todo da igual. En cualquierconversación que mantuviéramos, la mástrivial, la menos sensible, seríamoscapaces de tergiversar y malinterpretarcualquier frase inocente con tal deacabar rondando la herida que despuésde doce años no hemos sido capaces dehacer cicatrizar.

Gloria, la mujer de Jabato, mevolvió a escribir varias veces y apetición mía se le ha acercado. El chico,me dijo, se muestra encantador, como es

Page 664:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

él, siempre parece estar provisto de unabuena excusa para andar por el centro dela ciudad a esas horas en que deberíaestar en la Complutense. No parece quele ocurra nada ni que busque nadaturbio. La saluda siempre con ese gestotan suyo de sorpresa, levantando lascejas y mostrando una cálida timidez.Muchas veces he pensado que hubierasido más fácil enfrentarse a unadolescente brusco, tosco, malencarado.Con él, sin embargo, te enfrentas a esemuro de amabilidad con el que seprotegen algunas personas muyreservadas.

Jabato, mi querido Jabato, que tan

Page 665:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

buen amigo resultó después de quefuéramos desastrosos amantes, se me haofrecido varias veces a seguirlo, avigilarlo durante una mañana. No me haparecido leal. Tal vez me equivoque,pero acceder a eso sería para mí comotraicionarle, vulnerar un secreto al que,mientras esto no se manifieste como algopreocupante, tiene derecho. Al fin y alcabo, le escribí a Jabato: «¿Por qué hade ser tan extraño que él haga lo que yohice en tantas ocasiones? Yo tambiénpasaba tardes perdidas por el Retiro,fumando en los bancos que dan al lagocon las amigas de clase.» Sé muy bienque a quien busco tranquilizar con este

Page 666:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

razonamiento es a mí misma, porque hayalgo que no me cuadra: la soledadrecurrente. Imaginarlo solo, sentadosolo, callejeando solo, me genera unainquietud insoportable.

Teníamos previsto volver a Españael 30 de este mes, pero adelanté unasemana el viaje. Me faltaba el aire sólode pensar que algo le pudiera estarpasando. En apariencia, nada. He estadollamando dos o tres veces a la semana yhemos mantenido conversacionesrutinarias. El protocolo de siempre: doyrodeos con algunos asuntos domésticos,¿estás bien de ropa?, ¿te llevo algo?, ¿tetomas el tratamiento de la alergia?, hasta

Page 667:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que llego al asunto que verdaderamenteme preocupa. Así han sido siempre misinterrogatorios desde que empezó elcolegio. Le hago una, dos, tres preguntasbanales, y a la cuarta, en la que empiezoa inquirir sobre lo que me interesa,siento que él, delicado pero firme, meseñala el límite.

Imagino que ha sido un niño feliz ytranquilo, porque así se ha manifestado,pero también sé que, de haber tenidoalgún problema, de haberse sentidoacosado u ofendido por alguien, hubierasido incapaz de expresarlo. Siempreacudí a los encuentros con sus maestrasalgo asustada, temiendo que me

Page 668:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

confirmaran esa vulnerabilidad quesiempre he presentido en él. Ellas merespondían con ironía: no, no suele serel objetivo de los chulos ni de lasbromas hirientes, es un espíritu tranquiloque se las arregla para contagiar subonhomía, no despierta agresividadcomo otros niños frágiles.

Durante este curso no he queridomolestar con mis llamadas, ni a él ni asu padre. No hay razón que justifique elque una madre llame a su hijo dediecisiete años todas las noches. En elpaís en el que he vivido un año esainsistencia materna pareceríapatológica. «Hay que relajar las

Page 669:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

obsesiones», me suele decir mi maridorefiriéndose a esta obsesión en concreto,que fue tan poderosa como paraimpedirnos durante años vivirtemporadas fuera de España como élhubiera querido. Tantas veces me repetíaentonces, cuando Gabi tenía diez o doceaños: «Actúas como si se tratara de uncariño que estuviera en cuestión y esridículo, nadie va a robarte nada, noconozco a un hijo que quiera más a sumadre.» Pero sólo cuando cumplió losdiecisiete acepté alejarme de él, viviresta especie de «independencia» a lainversa.

Entiendo la impaciencia de mi

Page 670:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

marido, sé que tiene razón, tiendo aanalizar en exceso el comportamiento delas personas que más quiero. Sueño conellas, con peligros que puedenacecharlas, vivo con el temor deperderlas. Lo sé, aunque él se equivocaen un aspecto que me resulta trabajosoexplicar porque temo que al verbalizarlose reduzca a palabrería sentimental y nolo es en absoluto: no fui yo quienprotegió al niño. O lo protegí, pero —nobusco atormentarme— no en la medidaen que debía. Fue él quien me protegió amí, quien me sobreprotegió, porque enaquellos años en los que vivimos solossu presencia, siempre vigilante, atenta y

Page 671:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

correctora me obligó a sobrevivir.El recuerdo todo lo literaturiza, lo

sé, la nostalgia embellece lo perdido ycrea símbolos donde no los hay, peroese temor a la cursilería no debieratampoco convertir en prosaico aquelloque fue conmovedor. Recuerdo queíbamos un día de verano de camino acasa, uno de esos días desabridos deprimeros de septiembre que anticipan lallegada del otoño. Corría un airemolesto que levantaba la tierra delparquecillo y nos la metía en los ojos.De pronto, un golpe seco de viento melevantó la falda hacia arriba, era unafalda fruncida a la cintura que primero

Page 672:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

se hinchó como un globo y luego selevantó por completo. Yo me eché a reíra carcajadas porque no era capaz decontrolarla, trataba de bajarla por unlado y se me levantaba por otro, mirabaa mi alrededor y agradecía que nohubiera nadie más que nosotros en esemomento en la calle. Entonces noté susbrazos abrazando mis piernas, tratandode agarrar la falda para devolverla a susitio. Pensé que se estaba riendo comoyo, hasta que oí sus palabrasentrecortadas por el llanto: «¡No tevueles, no te vueles!» Me agaché, yadespreocupada de estar con las piernasal aire, y le abracé. Le miré la cara.

Page 673:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Estaba congestionado, llevaba en elrostro dibujado el terror. Lo llevé enbrazos hasta casa y le besé la cara una yotra vez hasta que se le pasó el susto.Cómo explicarle a un niño que su pavorestaba injustificado, que es imposibleque el viento arranque a su madre de latierra.

Creo que nunca en la vida, nunca, hevisto con más claridad en la mirada dealguien el miedo a la desaparición de unser querido. Pude presenciar en toda sucrudeza lo que para él hubiera sido queyo desapareciera. Me propuse tenerlomuy presente. Lo he tenido siempre muypresente.

Page 674:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Ahora, trece años después, soy yo quiendebo protegerle. Aunque él se resista.Adelanté una semana la vuelta a Españapara mirarle a los ojos y pedirle que norehuyera mis preguntas. «¿Qué hacestodas las mañanas? ¿Deambulas solo?¿Por qué? ¿Qué buscas? ¿Esperas aalguien? ¿Dices que vas a clase y no vasa clase?» Todos los hijos mentimos,pero todos los padres queremos que loshijos nos cuenten la verdad. No le heconfesado a mi marido la razón por laque viajamos una semana antes de loprevisto. No quiero discutir sobre algoque aún no sé y que voy a tratar de

Page 675:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

averiguar.Hace tres días me dejé caer en el

sofá rendida a la caída de la tarde, conesa sensación de cansancio y suciedadimbatibles que dejan las mudanzas.Reposé la cabeza en un cojín y deseéque el tiempo se acortara hasta lallegada a Madrid. Cuando te rodeancajas de embalaje sabes que tu alma yase está yendo hacia otro sitio.

Traté de concentrarme como tantosotros atardeceres en las vistas sobre elEast River que habíamos disfrutadodurante todo este año. Algunas tardes mesentaba con la intención de escribir enuna silla escolar de un colegio público

Page 676:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que encontramos tirada en un contenedoren Brooklyn. Bajo la bandeja que hacíalas veces de mesa había una excrecenciade chicles que los años habían fundidocon la madera y la formica. Tenía laingenua ilusión de recuperar la ligerezade cuando tenía dieciséis años y mesentaba en los cafés para anotar en uncuaderno tres o cuatro ideas que habríande crecer hasta convertirse en unanovela impúdica y tremenda, conexperiencias copiadas de otras novelas,ya que ni mi infancia, ni mi presente, nitan siquiera la reciente muerte de mimadre me parecían literariamentememorables; pero no dio resultado. Ese

Page 677:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

rincón inspirador, el pupitre escolar y lavista imponente hacia el río desdeaquella altura, no contribuyeron más quea la contemplación, y esos cuentos quepensaba escribir sobre los años mástormentosos de mi vida y que a menudofluían en mi cabeza como si yaestuvieran escritos se quedaron enmeros apuntes. La distancia de aquellosaños y la experiencia de vivir en otropaís no me han convertido en escritoracomo yo esperaba, me han faltado elcoraje y la disciplina que tampoco tuvecuando todo el futuro estaba por delante.El abandono definitivo de un sueñojuvenil produce también cierto alivio y

Page 678:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

así me he sentido yo finalmente,aliviada. Entre la vida y la invención dela vida, me tienta más perder el tiempoen la primera. Dejé la silla escolar yvolví a mi mesa del cuarto de trabajo, ala luz del flexo; me resigné, creo que yapara siempre, a escribir mis guiones deencargo, que es lo único que sé hacer,trabajar bajo presión.

La perspectiva sobre el río no habríapodido considerarse espectacular de noser porque cualquier espacio lo essiempre que se mire desde una granaltura, y nosotros hemos vivido en unpiso 27. Ante mis ojos, el gris plata delagua y el azul brumoso del cielo de

Page 679:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mayo se confundían y parecía que elcielo se reflejara en el río y viceversa,dando una sensación de simetríaacuática. Por lo demás, nadamemorable, algunas chimeneasindustriales, un antiguo cartel de fábricadesvaído que era la joya de la coronapara nuestros ojos y algunas torresmostrencas. Sabía que algún día loecharía de menos, que lo apreciaría másde lo que he sido capaz. De lo vivido,quedará la excitación que supuso laciudad nueva, la vida inesperada, elrejuvenecimiento que propiciaintegrarse en otro mundo. Un esfuerzoque exalta y agota casi en la misma

Page 680:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

medida. Quedarán borrados, en cambio,en la caprichosa selección de lamemoria, los tiempos muertos, las horasde soledad y ese recurrente «qué hagoyo aquí» que se le viene a la mente alextranjero cada vez que se topa con unirritante contratiempo.

Fue entonces, mientras presentía loque habría de ser la nostalgia futura,cuando caí en la cuenta del paquete queseguía sobre una de las cajas desdeaquella mañana. Lo abrí. Había un libroprimorosamente encuadernado en cueroy, en su primera página, una carta. Lafirmaba mi amiga María:

Page 681:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Querida amiga:Mi padre murió hace un mes. Ha

sido muy duro. De pronto pensé que eraposible que nadie te lo hubiera dicho yme dio pena que no lo supieras, por elcariño que él te tenía y porque sé elcariño que tú nos tienes a nosotros. Hamuerto de un ataque al corazón, sinsufrir, en la cama, al lado de mi madre.No ha podido tener mejor muerte y nopudo tener mejor vida. Es su vidaprecisamente la que está escrita en estelibro. En estos dos últimos años secompró un ordenador y se puso aescribir sus memorias. Como sipreviéramos su marcha, en su último

Page 682:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

cumpleaños se las entregamoseditadas, con fotos en el centro, igualque si fuera un libro de verdad. Comoapareces en ellas me hacía ilusión quelas tuvieras. Verás que carece de estiloliterario, el hombre no sabía más quecertificar los hechos, ni los comentabani los juzgaba. Sus sentimientos quedanexpresados de manera formularia,como si fuera uno de tantos balancestécnicos que tuvo que redactar a lolargo de su vida. Es muy curioso que unhombre que fue tan cálido, generoso,amante de su familia, cariñoso siemprecon los niños y que exteriorizaba tanfrecuentemente sus afectos fuera

Page 683:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

incapaz de convertirlos en palabraescrita. Tal vez creyera que ése era eltono adecuado para unas memorias.

Te digo esto para que no te extrañessi cuando lees la página que te dedica(que está marcada) encuentras sudescripción algo seca. No es falta deafecto, de todos nosotros habla con lamisma parquedad.

Cuando vuelvas, llámame, megustaría verte. A mi madre también. Nosé de qué manera irrumpiste en nuestravida pero nunca hemos dejado detenerte presente.

Todo mi cariño,María

Page 684:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Abrí las páginas centrales, donde seencontraban las fotos: los padres, muyjóvenes, en los años cincuenta, con unfísico peculiar, poco habitual para unapareja española: ella, bajita, con la caramofletuda, melena rizada y un aire aShelley Winters; él, muy alto, delgadopero de gran envergadura ósea, con unabarbilla cuadrada que le ennoblece lacara y le hace parecer un ejecutivoamericano. Hay muchas fotos de obraspúblicas, de oficinas, del padredibujando planos en una gran mesa dedibujo, de niños pequeños luciendo elcasco que el padre llevaba para lasupervisión de las obras. Hay imágenes

Page 685:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de bautizos y de abuelos con nietos e,inesperadamente, distingo la cocina enla que comí tantas veces. En ella,sentados a la mesa de formica, todos loshermanos comiendo, y entre ellos, yo.Debemos de tener cinco o seis años.Llevamos la servilleta anudada al cuelloy comemos una sopa de fideos con polloen platos de Duralex. Yo le hago ungesto de burla al fotógrafo.

Ese inesperado salto en el tiempome conmovió enormemente. Verme enuna foto que no conocía, tan pequeña,tan integrada entre mis amigos deinfancia, me trajo intacta la felicidad deesos años en aquel campo agreste de una

Page 686:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

sierra pobre, carente de voluptuosidadvegetal o belleza salvo las que leotorgaban la misma nada y esa inmensaobra pública, el pantano aún vacío, queera como un gran mordisco en la tierradetrás de mi casa. Los niños nosasomábamos temerariamente al socavón,con vértigo y curiosidad, hasta que mipadre mandó colocar una precaria vallametálica.

La vida al aire libre de los niños,que corríamos sin control de la mañanaa la noche; la amistad diplomática de lasmadres, que se aplicaban en llevarsebien por ser todas esposas deempleados; la extraña disposición de

Page 687:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

aquel universo artificial. Todo eraconservador, repetido y previsible parala imaginación de un niño. Los obrerossolteros viviendo en barracones, losobreros con familia en bloques, loscargos medios en chalets de una planta,los ingenieros en casas inmensas. Lavida resumida y estratificada de losadultos; la vida más democrática de losniños, que íbamos en tropel a la mismaescuela. Y el polvo permanente quelevantaban los camiones transportando alos obreros a la presa a primera hora dela mañana y devolviéndolos a susbarracones a la noche. El ruido de losbarrenos al atardecer o el anuncio, no

Page 688:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

infrecuente, de algún obrero muerto enel tajo.

Abrí por la página señalada y meencontré con las palabras de Eduardo, elpadre:

Como solíamos hacer en todos lostraslados, Marina y yo llegamos antesque los niños para preparar la casa.Estábamos en plena faena colocando losmuebles cuando detrás del camión demudanzas vimos a una niña de unoscinco años, que se nos presentó conmucho desparpajo. Sus padres le habíandicho que a nuestro chalet estaba a punto

Page 689:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de llegar una familia con cuatro niños.Marina la invitó a unas galletas y unvaso de leche y la cría se presentó todaslas mañanas de aquel mes de julio hastaque llegaron mis hijos. Durante cuatroaños pasó más tiempo en nuestra casaque en la suya y le tomamos un enormeafecto. Es hoy una célebre guionista.

No recuerdo si salí de detrás de uncamión de mudanzas. Yo creo que no fueasí. Llamé al timbre una mañana en queestaba Marina sola. Me presenté muyformalmente y pregunté por los niños, delos que había planeado, con la

Page 690:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

determinación de la niña sociable queera, ser amiga de inmediato. Me senté enla cocina y esa madre, Marina, cálida yatenta a las palabras de los niños comopocas personas que he conocido en lavida, me escuchó con una sonrisa, mehizo preguntas con un interés que jamáshabía percibido hacia mi persona y medijo que volviera cuando quisiera. Y yovolví, eso es verdad, volví todos losdías hasta que los niños llegaron yfueron, como yo había previsto, misamigos.

De esta vida errante en la que he idoperdiendo casi todo, muebles, cartas,fotos y amistades, ahí están ellos,

Page 691:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

manteniéndome como en esa foto, en lomejor de mí misma: determinada a haceramigos, con una tendencia enfermiza aljuego, a la risa repentina y a lafragilidad también. «Quien no te veafrágil», me dijo María la última vez queme vio, «es que no te conoce».

La evocación de sus padres, tanqueridos para mí, la foto de los niñoscomiendo fideos, me devolvióinvoluntariamente a la memoria unepisodio que por lo vergonzoso que meresulta he mantenido olvidado en algúnlugar remoto del recuerdo. Sólo hehablado muy por encima de él a mimarido, a quien me creí en la obligación

Page 692:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

de contárselo en los primeros momentosconfesionales del noviazgo. Por fortunaél a menudo se muestra prudente o,sospecho, poco curioso, y no manifestómucho interés en conocer los detalles.Yo me quedé con la tranquilizadorasensación de haberle confesado quiénera yo, como si la verdadera esencia deuno estuviera más en lo que nos resultavergonzoso que en aquello que nosenorgullece.

Abro los ojos y me veo en una camilla.Tengo la boca tan abierta que creo quese me puede desgarrar por las

Page 693:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

comisuras. No puedo cerrarla, ni tragarsaliva, me lo impide un tubo queentrando por la boca me cruza el cuerpo.Aún no sé por qué estoy aquí, elrecuerdo se va despertando de maneramás lenta que la sensación de dolor. Unaenfermera se me acerca, pone una manosobre mi frente y con la otra extrae eltubo. Tengo la lengua de esparto, ganasde toser, pero no encuentro las fuerzaspara hacerlo porque perdura lasensación de que el tubo sigue dentro,arañándome el interior del pecho. Veosu cara, la de Alberto. Veo su caracuando se me acerca como si me fuera abesar, pero no, se acerca porque habla

Page 694:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en voz muy baja. Me pregunta, «¿Cómoestás?». Yo no digo nada, cierro losojos. Siento su mano en la mía. Unmomento tan breve que antes de que mehaya dado tiempo a abrir la mía paratomar la suya la ha retirado. Aún no hancomenzado a rondar en mi cabeza ni laspreguntas ni las dudas. No me inquietasaber ni qué hago aquí ni quién me hatraído. No tengo tampoco una necesidadperentoria de saber dónde estoy. Noto sualiento. Su aliento familiar, el mismo dequien me dijo, «Te voy a dejar, aunquete quiero, te tengo que dejar»; el mismoaliento que me llegaba entrecortado aloído la noche de agosto en que

Page 695:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

concebimos al niño.Como el que se despierta de una

anestesia y empieza a sentir concienciadel propio cuerpo dolorido por unabrutal agresión, voy notando cómo lasaliva entra por mi garganta hinchada.

—Quiero agua —le digo—.—Voy a ver si consigo un vaso —

dice.Se va. Se va pero vuelve enseguida.

Se le ha olvidado algo.—Mira —me vuelve a decir al oído

—, cuando estaba en el pasilloesperando a que me dejaran entrar me heencontrado a esos amigos de tus padres,Marina y Eduardo, ¿sabes quién te digo?

Page 696:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Marina, sí.—No me ha quedado más remedio

que darles una explicación. Ellos estánesperando a un familiar. No sé si cuandosalgamos estarán aún fuera, creo que no,pero, por si acaso, les he dicho queingresaste por una gastroenteritis.

Abro los ojos y le miro. Nocomprendo muy bien qué es lo que meestá pidiendo.

—¿Sabes lo que te estoy diciendo?—Sí, Marina y Eduardo —repito.—Puede que te los encuentres un día

de estos por el barrio. Les he dicho quehas tenido una infección. Voy a por elagua.

Page 697:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Mi campo de visión comienza aampliarse. Estoy en una gran salapintada de un verde escolar, algunosenfermos dormitan en las camillaspróximas. Otros están medio sentados,retorciéndose, quejándose. Algunos vanvestidos con ropa de calle. Me palpo elcuerpo. Debajo de la sábana sólo tengoel sujetador y las bragas. Marina yEduardo. Les voy a decir que heingresado por una gastroenteritis. Peroyo no estoy aquí por eso, aunque sientauna especie de quemazón ahora en elvientre. No recuerdo cómo he venido nirecuerdo haberme subido a ningúncoche.

Page 698:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

Se me acerca una doctora. Unadoctora que me acaricia el brazomientras me habla.

—¿Cómo te encuentras? —preguntaa la vez que lee la ficha.

—Tengo muy seca la garganta —ledigo con una voz gruesa, que noreconozco como la mía.

—¿Cuántos años tienes?—Veintisiete.—Estás pasando una mala época,

¿verdad?Le digo que sí con la cabeza.—El hombre que estaba contigo es

tu marido…—Sí. Bueno, lo era. Se fue hace una

Page 699:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

semana.—Me ha dicho que tenéis un hijo.—Sí.—¿Cómo se llama?—Se llama Gabriel. Tiene cinco

años, pero es… —la hinchazón de lagarganta se me hace cada vez másinsoportable—… es un niño muymaduro.

—¿Dónde está ahora?—Ahora… —comienzo a pensar.

¿Dónde estaría?, siento la angustia delvacío de la memoria. No sé en qué mesvivo o en qué momento de día estoy.

—Hoy es martes.—¿Por la mañana?

Page 700:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—Por la mañana, sí.—Entonces está en la guardería.La imagen de Alberto viniendo esa

misma mañana a recogerlo a casa sehace de pronto evidente. El timbre, elniño desayunando aún. Lento ysomnoliento, jugando sin muchas ganascon un muñeco de Bola de Dragón en lamano. Su padre, sentado en el brazo delsofá, sin mirarme, sin mirarnos.

—¿Te gustaría que no te encontrarahoy a la salida?

—No, no… —y sigo diciendo queno con la cabeza.

—Mira, tengo que escribir algo eneste informe. Si escribo que lo que

Page 701:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

buscabas era descansar y quedesapareciera un estado de ansiedad queno te dejaba ni respirar podrás irte acasa. ¿Eres consciente de lo que te digo?

La miro a los ojos. Su mano hatomado la mía. Me agarra con firmeza,como si en cualquier momento fuera atirar de mí forzándome a levantarme dela camilla. Me gustaría que fuera mimadre o que se hiciera cargo de mí dealguna manera, que me mandara adormir cuando debo hacerlo, a casacuando ya no hay nada que hacer en lacalle, que me obligara a comer lo quehay en el plato afeándome ese ayuno conel que tantas veces me castigo,

Page 702:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

camuflándolo ante los demás como faltade hambre; que me dijera los sábados,por ejemplo, esos sábados tanespaciosos en los que no sé cómo coñoordenar el tiempo, qué es lo que debohacer desde que me levanto hasta queme acuesto, que me enseñara a estarsola, a saber soportar la ausencia delniño sin tener por ello que negar lamaternidad, o a sobrellevar esosatardeceres de diario en los que notengo más compañía que su poderosapresencia.

Cómo se hace para pedir ayuda, paracontarle a alguien que un desgarrointerior no te deja dormir, cómo se llega

Page 703:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

a comprender que hay amores que hancaducado, que prolongarlos espudrirlos, cómo aprende uno adefenderse, a tener dignidad y no desearla compañía de quien sabes de antemanoque te destruye, cómo distinguir entreamor y obsesión, por qué luchar por loque ya no te pertenece, cómo se hacepara estar triste sin humillarse, cómoaprender a comportarse correctamente,de tal manera que no tengas que pasar lavida rumiando errores que duelen másque por su gravedad por la cantidad deveces que los has repetido.

Quiero que sea mi madre, sí,quedarme aquí, como en un internado o

Page 704:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

una escuela, con un horario estricto,iluminada por ese verde escolar,protegida por la temperaturahospitalaria. Aquí, reeducándome bajosu tutela severa pero afectuosa.

—Casi nadie quiere morirse. ¿Túquerrías quedarte ingresada en la plantapsiquiátrica?

—No, no quiero.—Eres muy joven.Siento el absurdo de su frase, la

frase tantas veces pronunciada poralguien maduro como una poderosarazón para la resistencia. La frase meofende. La joven que soy yo no tieneconciencia, como jamás la ha tenido

Page 705:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ningún joven, de estar disfrutando delregalo de la juventud. La juventud sevive sin saber qué significa, eso formaparte de su esencia. Y tal es laignorancia en la que vive la juventud supropia condición que, en ocasiones,como es mi caso, lo que quema la sangrees la impaciencia por un futuro que noacaba de llegar. A mis veintisiete añossiento que no puedo esperar más. A losveintisiete años estoy tan derrotadacomo una vieja prematura.

—Querías descansar, ¿verdad?—Sí, quiero descansar.—Te dejo aquí la dirección de un

amigo mío. Puedes llamarle de mi parte.

Page 706:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

No es caro, y te ayudará mucho.—Gracias.—Estoy segura de que tienes en la

vida más cosas de las que ahora ves.Me pasó la mano por la cara. Se iba

a ir ya. Me miró fijamente. Sus ojosreflejaban el afecto generoso de quien seha propuesto salvar la vida de unadesconocida.

—No sé qué es lo que tengo quehacer —le digo. Quiero que me lo digaantes de que se marche y la pierda parasiempre.

—¿Ahora?—No, en general. No sé qué es lo

que debo hacer.

Page 707:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

—No hay un plan. Y si lo hay,muchas veces no sirve. Puedes aprendera organizarte la vida, a estar sola, acriar a tu hijo, a acabar lo que hasempezado, pero… vivir, vivir, sólo sevive por gusto. No he conocido a casinadie que quiera morirse.

Mira otra vez la ficha que cuelga alos pies de la camilla. Me observa yvuelve a acercarse.

—El año pasado, cuando teescuchaba todas las mañanas en la radiodel coche, de camino al hospital,pensaba en tu suerte. Te oía reírte,hablar con tus compañeros, hacerbromas. Eras el primer ser humano que

Page 708:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

escuchaba antes de entrar aquí.Me recuesto hacia un lado. La

conciencia de lo ocurrido me empieza apresionar el pecho.

—Toda aquella alegría que yoescuchaba no se puede fingir, está en ti.Aunque no lo creas ahora, sigue ahí, enalgún lugar de tu conciencia, créeme.Descansa un rato antes de marcharte.

Me quedé adormilada, adormecida aúnpor el efecto de las pastillas, disfrutandode ese limbo transitorio que me librabade lo que sin poder evitarlo vendríadespués, la misma vida. Me recordaba

Page 709:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ahora escribiendo la carta. Recordaba lacarta, ahí, sobre el mueble de la entrada,me veía tumbada en el sofá, como si nofuera yo la que de manera incongruentehubiera deseado morir sin morir deltodo. Me recordaba esperandodesesperadamente a que volviera y demanera gradual estar sintiendo que esedeseo se iba aplacando, que era igual defirme pero ya no dolía.

Él debía venir a casa después dedejar al niño en la guardería para quehabláramos del asunto. El «asunto» erael empeño con que él me habíapropuesto una vez más que intentáramosvolver a vivir juntos, su victoria al

Page 710:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

conseguirlo y mi derrota al ver cómodesde el primer día ya quiso irse denuevo. Idas y vueltas sobre las que yo yano hablaba con nadie, prisionera de mispropios errores, víctima por voluntadpropia.

Recordaba su voz, en el ascensor oen el coche: «¿Por qué me haces esto?¿Por qué me haces esto?», mientras yome vencía a un lado y a otro en elasiento, como un muñeco de trapo, porsus acelerones y sus frenazos.Recordaba un golpe contra la ventanillapor el que sólo empecé a sentir doloraquella tarde, cuando ya se habíaproducido un enorme círculo negro

Page 711:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

alrededor del ojo derecho. Recordabahaber pensado, como se piensa dentrode los sueños: ojalá muramos los dosahora mismo, antes de llegar al hospital.

Me incorporé para beber el agua queme había traído. «Me parece que yatenemos que irnos», dijo.

Creo que el pequeño salto que tuveque dar para que mis pies tocaran elsuelo fue el mayor acto de coraje que hetenido en mi vida. Él me quiso agarrardel brazo para ayudarme, pero yo mezafé de él y bajé sola. El conjunto debragas y sujetador morado me daban laabsurda apariencia de estar en bikini.No tuve vergüenza, como hubiera tenido

Page 712:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en otras circunstancias. Me vestílentamente: las mallas negras con elvestido minifaldero a juego, los arosgrandes que alguien me había quitado ydejado en la silla. Salimos de la sala deurgencias y le dije que antes de irnosquería ir al baño, no quería salir a lacalle sin mirarme al espejo. Estabadébil, algo borracha, pero el espejo medevolvió una imagen conocida, la decuando me levantaba a las tres y mediade la mañana y disimulaba la palidezcon algo de maquillaje. ¿Era ésa la carade alguien que había estado a punto demorir? Me di un poco de color con labrocha, me pinté los labios de rojo

Page 713:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

furioso y me recogí el pelo con la coletaalta y voluntariamente desmadejada queme gustaba llevar entonces.

Salí del baño. Él estaba sentado,esperándome. Después de este viaje yano cabían más regresos. Los doshabíamos sentido la necesidad de forzarnuestra actuación al límite, llevarlahasta lo patético para que no cupiera lamenor duda de que era una funciónagotada. Todos los números posiblesestaban hechos. En mi caso, sabía queme costaría recuperarme de este final.Perdonármelo. Se puede llamar final sise ve con la perspectiva del tiempo,pero no en el presente de aquella

Page 714:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

mañana de últimos de agosto. En aquelpresente el tiempo transcurría muydespacio. Salimos del hospital, nosmontamos en el coche. Se abrochó elcinturón de seguridad, me lo abroché yo.La que podía haber muerto en su casaesa misma mañana y el que podía habermuerto en accidente de coche porconducir temerariamente a fin de que lamuerte de su mujer no recayera sobre suconciencia, los dos, se abrochaban elcinturón.

Quedaban meses, años, para irreconstruyéndose, recogiendo lospedazos de quien yo había sido antes.Ese mediodía comimos juntos y, como si

Page 715:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

hubiéramos decidido ya olvidar que lamuerte había estado a punto dearañarnos a los dos, hablamos de esasotras cosas de las que hablan los quesaben que no deben rozar ningún asuntopersonal. Me dejó en la puerta de casa,me preguntó si creía que estaría bienpara ir a recoger al niño y yo le dije,«Sí, claro», como si me estuvierarecuperando del cólico del que unosdías después hablaría con Marina,cuando me la encontrara en la parada deautobús.

Esa misma tarde iría a recoger aGabi. Primero vería el hormigueo de lascabezas de todos los niños y luego

Page 716:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

distinguiría la suya, tan única. Meagacharía para abrazarle y en el abrazoestarían contenidos la emoción de verlo,de que pudiera verme y el tremendoremordimiento. Sus palabras, tan ajenasa lo que bullía en mi interior, pondríanlímite a los pensamientos negros: susquejas, sus requerimientos, suscaprichos. Yo mantendría más que otrastardes mi mejilla pegada a la suya, a sumejilla fresca y mullida, rica en olor aniño y a escuela. Él se abandonaría aese abrazo sin dejar de pedirme algo,algo que habría estado deseando todo eldía, un bollo, un muñeco o quedarse unrato a jugar en la calle, algo que

Page 717:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

imaginaba en su cabeza cuando en la míano había más que la espesura deldesvanecimiento.

Llegaría septiembre, con surenovada energía escolar y lamelancolía de los últimos días amarillosdel verano, y tras ir a los almacenespara comprar el nuevo babi, la mochilay los lápices de niño parvulario,volveríamos a casa, con la mano en lafrente para impedir que un vientoviolento e inesperado nos metiera laarena del parquecillo en los ojos. Mifalda se hincharía como un globo y,luego, la fuerza del aire la subiría paraarriba como un paraguas vuelto del

Page 718:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

revés. Y entonces descubriría en losojos del niño qué es lo que ocurrecuando en una mente, que aún basculaentre lo mágico y lo real, se presenta eltemor de que su madre sea arrancada dela tierra y se aleje en el cielo hastadesaparecer, como el globo que se leescapa a uno de la mano.

Fue un final lento, no el de mijuventud, que he tenido la sensación dedisfrutar mucho después, sino el deaquella mi vejez prematura, el deaquellos años en que, incapaz dedisfrutar del presente, malgastaba eltiempo esperando algo.

Los recuerdos de aquella absurda

Page 719:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

espera se me confunden como si fueraincapaz de establecer un orden temporal.Tras aquella mañana hospitalaria, queahora volverá a su condición derecuerdo secreto, me veo muchasmañanas dejando al niño a primera horaen la guardería, eligiendo siempre elcamino que a él le gustaba, el paseo delas Cacas, un pasadizo en el que hacíantantos perros sus necesidades que habíaque estar atento, sortearlas, casi andar asaltos para no pisar alguna. Me veopaseando y paseando, cruzándomemedio Madrid abstraída con miwalkman, escuchando un disco queentonces me separaba los pies del suelo,

Page 720:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

The Heart of a Saturday Night, de TomWaits.

Leaving my family, I’m leaving myfriends

My body’s at home but my heart’s inthe wind

Where the clouds are littleheadlines on a new front page sky

Tears are salt water and the moon’sfull and high[3]

Iba cantando aquella canción sinapenas mover los labios perotransportada, tranquilizada y mecida porella, borrando el sonido bronco de la

Page 721:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ciudad y dejando mi corazón en elviento, donde las nubes son pequeñostitulares en la portada del cielo, laslágrimas agua salada y la luna está llenay alta. Nada como la música da sentidoa aquellos años, reconozco las vocesque me acompañaron entonces más quelos rostros y los nombres de gente con laque trabajé, salí o a la que besé.

Me quedaba mucho para encontrarcierta serenidad en mi ánimo. Multitudde visitas al psicólogo, que mediagnosticó depresión y me medicó,aunque yo, con el tiempo, he llegado atener la certeza de que la mía fue unapena de orfandad que llevaba

Page 722:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

arrastrando desde hacía muchos años yque una separación sentimental, que paracualquiera hubiera sido previsible yaceptable, a mí me provocó un pánicoatroz.

El futuro se fue acercando a unalentitud insoportable, pero la muertedejó de presentarse como una posiblesolución a la angustia. Faltaban dos añosaún para conocerle a él y empezar asufrir, también poco a poco, que nohabía nada en mí que impidiera el amorduradero. Él me dijo: «Había algo en tique me daba miedo. El rastro de unapena que había sido muy honda.»

Y en todo ese tiempo, en esos dos

Page 723:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

años en los que el futuro tardó en llegar,el niño, Gabi, el hombrecillo, el niñomusical con el que bailaba When youWish upon a Star en el despachoamarillo, estuvo velando por mí con sumera presencia.

Derrotados por el viaje y el sueño,esperamos a que salgan las maletas porla cinta. Conecto el móvil y veo unmensaje de Gabi: «Iré a casa amediodía. Bsss.» Aparece al fin elequipaje y al abrirse las puertas desalida vemos una multitud delatinoamericanos que esperan a susfamiliares, que llegan en los primerosvuelos de la mañana. Al fondo, entre sus

Page 724:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

caras inequívocamente ecuatorianas,colombianas, lo distingo a él. Tan únicoy singular en mi corazón como cuandosalía de la escuela, confundido entre losotros niños.

Ha crecido, las facciones se le hanagrandado y empieza a despuntar confuerza el hombre que habrá en él. Suscejas, en ese gesto tan característicosuyo, se levantan, en una mezcla deasombro y alegría. Me acerco corriendoa su lado. Le abrazo. Soy ya mucho másbaja que él. Me dice: «Queríamos darosuna sorpresa. Me ha traído el abuelo,pero se ha salido a fumar.» Veo a mipadre tras la cristalera, con el cigarrillo

Page 725:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

en la mano, enfermizamente sociable,hablando ya a las ocho de la mañana conalgún empleado del aeropuerto,haciéndole preguntas absurdas sobreDios sabe qué detalle técnico con elúnico fin de fumarse un pitilloacompañado. Aún no es viejo, aún esempecinadamente él.

Tomo la cabeza de Gabi con mismanos y acerco su mejilla a la mía,detrás de esa barba rala que le estábrotando siento la suavidad de sumejilla, aún de cualidad infantil, y suolor, el mismo de siempre pero un pocomás profundo, más adulto. Ahora le miroa los ojos, le miro intensamente a los

Page 726:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ojos, me dice: «Anda, no llores», ypresiento, lo sé, que sea lo que sea loque anda por esa cabeza, está salvado,salvado, y yo con él, porque de susalvación depende la mía.

Page 727:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

ELVIRA LINDO, (Cádiz, 1962). Estudióperiodismo hasta 1987, cuando comenzóa trabajar para Radio Nacional deEspaña como locutora. Al poco tiempoempezó a redactar guiones, tarea querepitió en la SER y en varios programasde televisión. Es en estos guiones dondesurgió el personaje de Manolito Gafotas,

Page 728:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

que desde la publicación del primerlibro de la serie en 1994 goza de unéxito enorme. Elvira Lindo hapublicado, también para el públicoinfantil, cinco libros protagonizados porOlivia y Amigos del alma (2000), y lasnovelas para adultos El otro barrio(1998) y Algo más inesperado que lamuerte (2003), la obra de teatro La leyde la selva (1996), y sus crónicas de ElPaís en Tinto de verano (2001), Elmundo es un pañuelo (2001) y Otroverano contigo (2002). En 2005 recibióel Premio Biblioteca Breve por lanovela Una palabra tuya, cuya versióncinematográfica está ya en preparación.

Page 729:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

También ha escrito numerosos guionesde cine. Ganadora del Premio Nacionalde Literatura Juvenil en 1998, colaborahabitualmente en el diario El País.

Page 730:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

NOTAS

Page 731:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

[1] «El hombre nació para salir a buscarel amor / la mujer nació para llorar ypreocuparse / para quedarse en casa ycocinar / y ahogar sus penas pasadas /en café y cigarrillos.» <<

Page 732:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

[2] «Si a una estrella / pides tú / un deseocon su luz / lo que pidas al soñar / a tivendrá. / Cuando sueñes ya verás /cualquier cosa / será real, si lo pides /de corazón / se hará real.» (D. R.) <<

Page 733:  · Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que

[3] «Dejo a mi familia, dejo a misamigos / Mi cuerpo está en casa pero mialma está en el viento / Donde las nubesson pequeños titulares de una nuevaportada del cielo / Las lágrimas sonagua salada y la luna está llena y en loalto.» <<