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ANTONIO NUÑEZ JIMÉNEZ SÍNTESIS DEL ARTE RUPESTRE DE CUBA En las islas del Mar Caribe menudean las cuevas y rocas al aire libre adornadas con interesantes dibujos rupestres, pictografías, petrogifos, ídolos tallados y piedras móviles, que nos permiten ahora reconstruir, en cierta medida, la historia de aquellas tribus procedentes de diversas áreas continentales, así como de las más recientes oleadas araguacas y caribes que, partiendo de las cuencas fluviales y de otros puntos costeros de la América del Sur, navegaran en sus canoas para poblar de isla en isla Las Antillas. Este trabajo tiene como finalidad reflejar, en síntesis muy apretada, un panorama general del arte rupestre de Cuba, cuyo origen se remonta posiblemente a seis mil años atrás (Cultura Seboruco) y que llegó a desarrollarse hasta después del gran hecho del Descubrimiento Mutuo de las Culturas del Viejo y del Nuevo Mundos, ya que algunas espeluncas cubanas, muy especialmente la Cueva de los Generales, en la Sierra de Cubitas, presentan dibujos que constituyen los primeros testimonios gráficos de nuestros indios sobre su conquista por los europeos. El Archipiélago Cubano cuenta, hasta el presente, con más de setenta y dos localidades de arte rupestre o parietal estudiadas y que han sido declaradas oficialmente Monumentos Nacionales o Locales, la mayor parte en cuevas, en algunas de las cuales se han hallado restos humanos. Las técnicas empleadas en tales manifestaciones artísticas son de seis tipos: pintura o pictografía; talla y rayado o petroglifo; pictografía escultural, en la que el artista aprovechó el relieve natural para realizar sus dibujos; petroglifo escultural; y también combinó la pintura con el rayado. Aparte de las pinturas y grabados descubiertos en las cuevas cubanas, hemos estudiado también otras manifestaciones de estilos semejantes, tallados en piezas móviles: el llamado arte mobiliar, unas veces en roca (cantos rodados, de donde derivamos el concepto de cantoglifo), otras en conchas (de donde acuñamos el vocablo malacoglifo o conquioglifo) y también tallaban en madera (fitoglifo), y en huesos (osteoglifo), a más de dibujar sobre su propia piel (antropoglifo). Los colores empleados en las pictografías de Cuba son el rojo, el negro y en mucha menor escala, el gris y el blanco. En relación con las pinturas corporales que usaban los indios de Cuba, el Almirante Colón anotó en su Diado el lunes 3 de diciembre de 1492, que en Baracoa los aborígenes estaban "todos teñidos de colorado y desnudos como su madre los parió, y algunos dellos con penachos en la cabeza y otras plumas, todos con sus manojos de azagayas". 1 En general el estilo del arte rupestre de los aborígenes cubanos es abstracto y muchas figuras corresponden a patrones geométricos; también tenemos dibujos antropomórficos bastante realistas. De Este a Oeste las principales localidades o regiones pictográficas de Cuba son las siguientes: En Mayarí, provincia de Holguín, tenemos las cuevas de Seboruco, con pictografías negras y abstractas, que parecen recordar remotamente figuras 927 x

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ANTONIO NUÑEZ JIMÉNEZ

SÍNTESIS DEL ARTE RUPESTRE DE CUBA

En las islas del Mar Caribe menudean las cuevas y rocas al aire libre adornadas con interesantes dibujos rupestres, pictografías, petrogifos, ídolos tallados y piedras móviles, que nos permiten ahora reconstruir, en cierta medida, la historia de aquellas tribus procedentes de diversas áreas continentales, así como de las más recientes oleadas araguacas y caribes que, partiendo de las cuencas fluviales y de otros puntos costeros de la América del Sur, navegaran en sus canoas para poblar de isla en isla Las Antillas.

Este trabajo tiene como finalidad reflejar, en síntesis muy apretada, un panorama general del arte rupestre de Cuba, cuyo origen se remonta posiblemente a seis mil años atrás (Cultura Seboruco) y que llegó a desarrollarse hasta después del gran hecho del Descubrimiento Mutuo de las Culturas del Viejo y del Nuevo Mundos, ya que algunas espeluncas cubanas, muy especialmente la Cueva de los Generales, en la Sierra de Cubitas, presentan dibujos que constituyen los primeros testimonios gráficos de nuestros indios sobre su conquista por los europeos.

El Archipiélago Cubano cuenta, hasta el presente, con más de setenta y dos localidades de arte rupestre o parietal estudiadas y que han sido declaradas oficialmente Monumentos Nacionales o Locales, la mayor parte en cuevas, en algunas de las cuales se han hallado restos humanos.

Las técnicas empleadas en tales manifestaciones artísticas son de seis tipos: pintura o pictografía; talla y rayado o petroglifo; pictografía escultural, en la que el artista aprovechó el relieve natural para realizar sus dibujos; petroglifo escultural; y también combinó la pintura con el rayado.

Aparte de las pinturas y grabados descubiertos en las cuevas cubanas, hemos estudiado también otras manifestaciones de estilos semejantes, tallados en piezas móviles: el llamado arte mobiliar, unas veces en roca (cantos rodados, de donde derivamos el concepto de cantoglifo), otras en conchas (de donde acuñamos el vocablo malacoglifo o conquioglifo) y también tallaban en madera (fitoglifo), y en huesos (osteoglifo), a más de dibujar sobre su propia piel (antropoglifo).

Los colores empleados en las pictografías de Cuba son el rojo, el negro y en mucha menor escala, el gris y el blanco.

En relación con las pinturas corporales que usaban los indios de Cuba, el Almirante Colón anotó en su Diado el lunes 3 de diciembre de 1492, que en Baracoa los aborígenes estaban "todos teñidos de colorado y desnudos como su madre los parió, y algunos dellos con penachos en la cabeza y otras plumas, todos con sus manojos de azagayas".1

En general el estilo del arte rupestre de los aborígenes cubanos es abstracto y muchas figuras corresponden a patrones geométricos; también tenemos dibujos antropomórficos bastante realistas.

De Este a Oeste las principales localidades o regiones pictográficas de Cuba son las siguientes:

En Mayarí, provincia de Holguín, tenemos las cuevas de Seboruco, con pictografías negras y abstractas, que parecen recordar remotamente figuras

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Page 2: ANTONIO NUÑEZ JIMÉNEZ SÍNTESIS DEL ARTE RUPESTRE …ufdcimages.uflib.ufl.edu/AA/00/06/19/61/00462/13-65.pdfrojo. Una de éstas representa una figura humana como sentada en una pequeña

antropomorfas. Estos dibujos rupestres están asociados, en cuanto al sitio, a la más antigua cultura descubierta en las Antillas Mayores; sus instrumentos característicos son cuchillos o láminas de silex, hachas y percutores de ese mismo material. Pertenecen a la Cultura Seboruco, preagroalfarera, que desarrolló la caza, la recolección y la pesca como medio de vida. Entierros humanos hallados en esta localidad arrojan una antigüedad estimada en unos 6000 años antes del presente.

En la Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey, se encuentra la Cueva de los Generales, donde existen evidencias de arte rupestre pre y postcolombino; aquí los aborígenes representaron escenas de la Conquista o la Colonización de Cuba por los españoles.

En la Cueva del Indio, también en Cubitas, poseemos un buen ejemplo de pictografía escultural, donde un saliente de la roca parietal fue utilizado por el artista primitivo como parte de un rostro aborigen emplumado. Casi todos los dibujos de esta cueva representan cabezas humanas con máscaras.

En las cuevas de la Sierra de Cubitas se observan pictografías circulares, triangulares, hojiformes, antropomorfas, zoomorfas y de manos impresas, de colores negro y rojo, así como máscaras humanas asociadas en algunos casos a cerámica. Se adscriben a una cultura agroalfarera, a veces llamada taina, y otras subtaína, de origen araguaco.

En la costa Norte de la provincia de Sancti Spiritus, en las cuevas de caguanes, existen pictografías de estilo abstracto, geométrico; principalmente representan figuras daguiformes, rediformes y hojiformes, así como círculos y algunos diseños antropomorfos y zoomorfos, relacionados localmente con instrumental de concha y bolas I ¡ticas. También existe aquí una combinación de motivos dibujados y rayados.

En la citada zona de Caguanes y en la cayería septentrional hay entierros con esferas pulimentadas de piedra, que en otras localidades se descubren junto a dagas líticas; es una cultura preagroalfarera, a veces llamada Ciboney, Aspecto Cayo Redondo, que se ubica en el estadio de los recolectores y cazadores, con una gran dependencia de la pesca de especies marinas. También en esas espelun­cas existen manifestaciones de la Cultura Seboruco, como en la Cueva de los Cuchillos, abierta en Cayo Salinas.

Pocos kilómetros al Este de Caguanes, en Punta Judas, tenemos cuevas pictográficas con dibujos semejantes a los anteriores, entre los que hay un ave.

Recientemente se han descubierto nuevas cuevas pictográficas en las provincias de Las Tunas y Cienfuegos, aún bajo estudio.

En la Península de Hicacos, costa Norte de la provincia de Matanzas, se encuentra la Cueva de Ambrosio, donde parecen coexistir diferentes estilos y épocas. Así, algunos de sus dibujos presentan series de círculos concéntricos negros muy parecidos a los de Punta del Este, Isla de la Juventud; otros muestran figuras laberínticas que constituyen representaciones muy estilizadas de carácter zoomorfo, así como una figura antropomorfa. Estas pictografías tienen notable similitud con las halladas en islas de las Antillas Holandesas, especialmente las de las grutas de Quadirikiri, Siribana y Babij, en Aruba; y de Hato y Santa Marta, en Curazao.

En la provincia de la Habana son notables las pictografías de las Cuevas de García Robiou y de La Virgen, con figuras antropomorfas, algunas del tipo "radiográfico".

En esa provincia tenemos también la localidad de Guara, con varias cuevas

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pictográficas, donde aparecen escenas de cazadores y grandes cuadrúpedos. Los hombres manejan palos, arcos, y al parecer, escudos. Allí las figuras son principalmente antropomorfas y zoomorfas, muy estilizadas. Existe la posibilidad de que los cuadrúpedos pudieran corresponder a especies de la fauna ya extinguida de desdentados como el Megalocnus, mamífero de tamaño comparable a un oso mediano, aunque es posible que representen bisontes y así estaríamos en presencia de una manifestación del arte de los indios norteamericanos venidos a Cuba, tal vez accidentalmente, y que en su nuevo medio reflejaran escenas de caza de su habitat de origen. También es posible que estas pictografías sean postcolombinas y en este caso los animales pudieran ser, por ejemplo, vacas o toros de los primeros tiempos de la Colonización española, en que todavía existían indios en Cuba. Sobre tales cuadrúpedos sólo podemos, por ahora, especular.

En esas cuevas de Guara también hay series de círculos concéntricos, líneas onduladas y paralelas horizontales.

Casi en el extremo oriental de la Sierra de los Órganos, en los mogotes de La Güira, tenemos otra localidad pictográfica con dibujos en rojo y negro: la Gruta de las Pictografías; algunos de ellos muestran figuras humanas y zoomorfas, a más de otras de carácter geométrico.

En la Sierra de los Órganos igualmente existen las pictografías de la Cueva del Cura, con figuras antropomorfas y zoomorfas (aves), de evidente parecido a las descubiertas en las espeluncas de la República Dominicana, pintadas en negro y rojo. Una de éstas representa una figura humana como sentada en una pequeña canoa o medialuna, otras están formadas por seres humanos con rostros aviformes que en sus manos poseen pájaros semejantes a cruces.

Los siguientes párrafos se refieren al tema de las pictografías de la Cueva Número Uno de Punta del Este, Isla de la Juventud, llamada por Fernando Ortiz "La Capilla Sixtina" del arte parietal cubano. La mayor extensión que dedicamos a esta espelunca se debe, precisamente, a que es la más importante localidad del arte rupestre cubano.

La gruta principal posee doscientos trece motivos pictográficos en un espacioso salón de 23 metros de fondo por un ancho máximo de 26 metros; hacia el rumbo Noroeste, se prolonga un túnel de 13 metros de largo.

El techo está perforado por siete claraboyas cilindricas que dejan pasar los rayos solares y lunares.

El piso de la cueva estuvo formado hasta la primera década de este siglo por gruesas capas de guano de murciélago; en 1944 vimos que este piso estaba cubierto en gran parte por restos férreos, guano y piedras sueltas, entremezclado todo con numerosas piezas arqueológicas como gubias, picos, platos, cucharas, vasijas y martillos, ajuar preagroalfarero de concha construido principalmente a partir de los caracoles del género Strombus y asimilados tradicionalmente a los primitivos guanahatabeyes, recolectores que poblaron principalmente el occidente de Cuba.

Las bóvedas y paredes de la cueva están literalmente cubiertas por centenares de pictografías; la mayor parte representa series de círculos concéntricos, generalmente con alternancia de colores rojos y negros, a veces separados por el blanco natural de la caliza.

La pictografía número 1, llamada el Motivo Central, considerada la obra maestra del arte rupestre cubano, es ligeramente ovoide; tiene un diámetro mayor de 1,54 metros y está formada por cincuenta y seis círculos concéntricos, veintiocho de los cuales son rojos y otros tantos negros. Ellos simbolizaban, según Fernando

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Ortiz, el cómputo de un mes lunar, tal como debieron entenderlo los primitivos sacerdotes-artistas, es decir, los círculos rojos representaban los días, y los negros, las noches.

Superpuesta a esta gran pictografía, tenemos una larga y roja flecha que apunta directamente al Este (90°), a los equinoccios de primavera y de otoño; igualmente dentro del Motivo Central, existen varias series de círculos concéntricos de enigmático significado.

Visto en su conjunto, el Motivo Central deja en el observador como la imagen de un mapa astronómico, de una representación de constalaciones, pero bien pudiera simbolizar algo totalmente distinto.

La situación geográfica de la Cueva Número Uno, en el extremo sudoriental de la Isla de la Juventud, y el hecho de que su amplia entrada mire hacia el Este, la convierte en un formidable y natural observatorio astronómico, pues permite contemplar, desde el centro de la bóveda subterránea, el nacimiento del Sol.

Durante años tuvimos la oportunidad de visitar y en ocasiones vivir en esta cueva, extasiándonos cada amanecer con la majestuosa y rojiza salida del Sol, cuyos primeros rayos penetran en la espelunca; ellos inciden en distintos rincones de la gruta según los días del año.

Pasados los primeros días del solsticio de verano (22 de junio), un observador situado bajo la claraboya central, puede ver a contraluz en el amplio arco de la entrada cómo el disco solar emerge tras el horizonte hacia el azimut o rumbo aproximado de los 66° (Este-Nordeste) y cómo sus rayos inciden en el lado septentrional del pórtico o entrada, para iluminar lateralmente el interior de la gruta. Ese primer rayo de la aurora cae sobre el grupo número 43 de pictografías circulares de la pared meridional del antro, mientras que las demás permanecen en las tinieblas.

Cada amanecer, el disco solar se va desplazando más y más hacia el Este, señalando en su camino sideral los nuevos días del verano y de las lluvias tropicales, y sus rayos van iluminando una nueva sección de los murales pictográficos; al llegar el 22 de marzo, equinoccio de primavera, el observador comprueba que el sol se ha situado justamente en medio de la entrada de la cueva, hacia los 90°, directamente al Este, y sus rayos inciden sobre los dibujos rojos y negros del fondo de la espelunca, precisamente en el conjunto pictográfico número 6, donde un falo rojo penetra una serie de círculos concéntricos. ¿El Sol de la primavera animando la vida, la procreación y la fertilidad?

Tras la primavera, y siempre a través de la boca de la gruta, se observa cómo el Sol continúa su ruta por los cielos y sale cada amanecer más hacia la derecha, hasta el 22 de diciembre, solsticio de invierno, en que el Astro Rey parece detener su carrera por el horizonte, luego de haberse deplazado por espacio de 47° para avanzar, ahora en sentido contrario, hacia la izquierda, y repetir el eterno ciclo de su viaje sideral.

En el momento que parece detener su carrera, el Sol, al emerger tras el bosque de especies costeras, se coloca en el borde meridional de la entrada de la Cueva Número Uno y sus rayos iluminan la gran pictografía central o número uno.

De noche, a través de la verticales claraboyas que a manera de telescopios perforan el techo de la gruta, se distingue el paso de las estrellas y, en ocasiones, el tránsito de la Luna al igual que el del planeta Júpiter, como pudimos comprobar la noche del primero de abril de 1967: Júpiter pendía casi verticalmente sobre el perforado techo de la espelunca; este espectáculo no pudo menos que avivar

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nuestra imaginación y nos hizo pensar en el uso de tales agujeros circulares para la observación de los astros y el cómputo elemental del tiempo.

En medio de la total oscuridad de la espelunca, el viajero queda absorto al contemplar cómo la luz Lunar, al pasar a lo largo de las siete claraboyas de la cueva, refleja otras tantas luces circulares en el negro suelo cavernario, como si la Luna se multiplicara al penetrar en el antro.

No menos impresionante es comprobar cómo la luz solar al pasar por las claraboyas hacia las tinieblas del antro, rompe la oscuridad, reproduciéndose siete veces el disco del Sol en el piso de la espelunca.

La pictografía número 2, dibujada en negro, es una de las más importantes de la cueva; alcanza una magnífica perfección en la regularidad del trazo y representa una complicada figura serpentiforme, situada a 3,3 metros al Este del Motivo Central.

La cabeza de la serpiente aparece envuelta por su propio y largo cuerpo, constituido por cinco círculos concéntricos, encima de los cuales se ven otras líneas de trazo más o menos ovalado, que semejan su cola. Dicha cabeza la componen dos ojos circulares unidos por la boca, en forma de arco. Entre los pliegues de la cola se observa también un pequeño círculo doble.

Aunque en Cuba no existe la cobra, la figura serpentiforme de Punta del Este coincide con la cabeza de ese reptil, especialmente por los "anteojos", que como sabemos constituyen una defensa imitativa contra sus enemigos; la serpiente fue venerada por los pueblos primitivos como algo de origen divino.

Al Nordeste del Motivo Central se encuentra la pictografía número 3: otro símbolo astronómico, la cruz, cuyas aspas señalan con aproximación los cuatro puntos cardinales: norte (119°); Sur 191°); Este (105°) y Oeste (2850). Esta cruz es semejante, por sus características de orientación, a otra existente en la Cueva de Ambrosio, cercana a la playa de Varadero, Península de Hicacos.

La cruz de Punta del Este, dibujada en negro, mide 44 centímetros de largo. Está constituida por una línea, que al desarrollarse se envuelve en torno de sí misma para formar un trazo cuádruple, de modo que en su parte central aparecen las líneas, cruzadas en ángulo recto. Se observan siete series de círculos rojos y negros que casi la rodean; una de ellas es tangente a una de sus puntas.

La pictografía número 4 forma como un gran 8 irregular, con líneas casi circulares en sus extremos y numerosas seríes de círculos concéntricos ubicados a su alrededor, de colores negro y rojo.

La pictografía número 6 se halla situada al fondo de la cueva y está constituida por dos grupos de círculos concéntricos negros, secantes. El de la derecha está formado por cuatro círculos, dentro de los cuales se ve una curiosa figura roja semejante a un trapecio entrelazado con un rombo, mientras que el de la izquierda, integrado por tres círculos, presenta en su interior una evidente figura peniforme, también de color negro. Como hemos dicho, es la pictografía que recibe el primer rayo del Sol durante el equinoccio primaveral y pudiera constituir un símbolo de la fertilidad.

La pictografía número 8, una de las mayores de la cueva, está formada, por lo menos, por diez círculos concéntricos rojos que tienen un diámetro de 1,2 metros. Es uno de los muchos dibujos descubiertos al quitarse el hollín que cubría parte del techo de la gruta y que fuera producido por la cocina de un carbonero que vivió allí durante muchos años a partir de 1920.

Sólo en muy pocos casos los dibujos de Punta del Este abandonan la línea

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circular. Dos excepciones son la pictorafía número 57, donde tres círculos concéntricos presentan en su interior una figura roja casi trapezoidal y la flecha del Motivo Central.

Otro detalle curioso es que el color rojo, cuando aparace combinado con el negro, siempre lo hace pintado sobre éste.

De acuerdo con la datación por carbono 14, es posible asignar unos 1100 años de antigüddad a los huesos humanos hallados en la Cueva Número Cuatro de Punta del Este, y que parecen formar parte de la misma comunidad que creó el arte rupestre en estas cuevas.

En Punta del este hay un total de cinco cuevas con manifestaciones rupestres, entre las que se destaca fundamentalmente el tema de los círculos concéntricos; en otras solapas y grutas de la costa meridional de la Isla de la Juventud, también predominan los dibujos circulares. Más al Norte, existen otras espeluncas con pictografías.

En otra localidad de dicha Isla, la Furnia de Santa Isabel, los aborígenes pintaron sobre sus marmóreas paredes diversos dibujos en negro, entre éstos un rostro humano de frente, que como en el caso de la Cueva del indio (Cubitas), refleja cierto grado de realismo.

En cuanto a los petroglifos, Cuba posee más de quince localidades, de las cuales las principales son las siguientes:

En el extremo oriental de Cuba, en la zona de Maisí, tenemos La Patana, cuyas cuevas de los Bichos y del Jagüey, con petroglifos principalmente zoomorfos, están asociados a cerámica de la cultura taina que ocupó esa zona hace unos 600 años. Son notables sus petroglifos esculturales tallados en estalagmitas. Esta cultura procede de migraciones araguacas de la Isla de Santo Domingo.

Algunos de los ídolos tallados en estalagmitas de las cuevas de La Patana guardan una sorprendente semejanza con el de la Cueva de La Fountain de la Isla de Anguila, Antillas Menores, estudiada, como otras, durante nuestra reciente expedición "En canoa del Amazonas al Caribe".

Algunos ídolos estaiagmíticos hallados principalmente en cuevas de la costa meridional de las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo, presentan tallas antropomorfas, en cuyo vientre se ve una muy típica figura, en forma de rostro al parecer humano; de su cuello parten dos brazos en aspas. Ha sido interpretada por Fernando Ortiz como una representación del movimiento de los vientos huracanados.

Algunas de las tallas descubiertas en el litoral Sur de las provincias mencionadas, y que se encuentran en el Museo Bacardi de Santiago de Cuba, han sido consideradas como falsificaciones; algunos estudiosos las consideran auténticas obras de los aborígenes, pero con modificaciones realizadas por el hombre moderno.

Más recientemente, en las zonas de Waldo Mesa, Camino del Yarín y Santa Rita, provincia de Holguín, se han localizado nuevas estaciones petroglíficas que aún se encuentran bajo estudio. Igualmente, en la Cueva Ceremonial y en la Cueva de la Amistad Cubano-Húngara, en Cabo Cruz, provincia de Granma, al igual que en las regiones de Baracoa y Sierra Maestra, pertenecientes en ese orden a las provincias de Guantánamo y Santiago de Cuba, han sido hallados petroglifos, realizados por agroalfareros.

En la Cueva del Cerróte, Sierra del Escambray, hemos estudiado otra localidad de petroglifos antropomorfos.

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También se localizaban petroglifos esculturales en la Cueva de Paredones, provincia de La Habana, desgraciadamente destruidos.

En la Gran Caverna de Santo Tomás, Sierra de los Órganos, provincia de Pinar del Río, existen manifestaciones rupestres realizadas con la técnica del rayado sobre una superficie de roca arcillosa, blanda, donde se plasmó un arte geométrico muy estilizado, con figuras serpentiformes, solares, triangulares, cruciformes y humanas de gran esquematización. En esta cueva se halló también un ajuar similar al que presenta la cultura pre-agroalfarera (Ciboney, Aspecto Guayabo Blanco), formado por platos y picos de Strombus, así como por pequeñas esquirlas de sílex.

En cuanto al arte rupestre mobiliar y los ídolos o cemíes tallados en nuestras grutas, brindamos a continuación unos síntesis de los mismos.

El más notable ejemplar del arte rupestre mobiliar cubano está plasmado en una roca de diorita de 51 x 39,5 x 31 centímetros de base, alto y ancho respectivamente; semeja, grosso modo, un cono irregular, en cuyas caras aparecen más de veinte figuras circulares bien talladas y que en su conjunto recuerdan las pictografías de la Cueva Número Uno de Punta del Este. El ejemplar descrito fue hallado en el fondo de una cañada, entre dos lomas, a 1 kilómetro aproximadamente de Los Mates, provincia de Holguín, cerca de un residuarío ceramista. Esta notable pieza se encuentra en el Museo Arqueológico de la Unversidad de Oriente, en Santiago de Cuba .

Otra pieza importante de arte rupestre mobiliar es un litóglifo circular tallado en un guijarro discoidal de caliza compacta de 105 milímetros de diámetro mayor y 29,5 milímetros de grueso en su parte central; tiene la singularidad de presentar tres series de grabados superpuestos, a manera de palimpsesto y que también se parecen a las figuras circulares de Punta del Este. Fue hallado en la región de Banes, actual provincia de Holguín, y se encuentra en el Museo Arqueológico de Banes. En cuanto a los motivos representados, toda la superficie de esta pieza está cubierta de figuras geométricas incisas que corresponden a tres épocas, lo que pudo determinarse por el distinto grado de conservación de dichos gráficos. La primera generación, de grabados debió cubrir todo el guijarro y sus dibujos han desaparecido por desgaste.2 Estos motivos consisten en una serie de líneas rectas y circulares muy próximas. Posteriormente, otros indios hicieron nuevos grabados en el litóglifo: tres finas líneas incisas paralelas, con trazos irregulares transversos interiores, que también sufrieron los desgastes del tiempo. Y por último, una tercera generación de dibujos, que representan claramente dos grandes círculos concéntricos que envuelven a otros. En la cara opuesta, entre varias figuras, resalta una en forma de 8 (que también existe en Punta del Este), formada por un círculo doble y otro sencillo. Al respecto dice Herrera Fritot que "Otras analogías con las pinturas rupestres de Punta del Este, las encontramos en los círculos dobles y en los rectángulos alargados con los trazos internos, muy semejantes estos últimos a los extremos de la figura cruciforme".3 En general, esta pieza se parece mucho a una churinga australiana.

Lo anterior es sólo un muy breve muestrario del variado y rico arte rupestre del Archipiélago Cubano.

Al hacer un recuento de nuestro arte rupestre vemos que en el mismo se representa el mundo material de sus instrumentos de trabajo, mitos y costumbres. Así tenemos lanzas y arcos en las cuevas de Guara, al igual que escenas de cacería; macanas en las pinturas postcolombinas de la Cueva de los Generales,

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donde los indios combaten contra los invasores hispánicos; posibles representaciones de redes de pesca, como en la Cueva de los Cuchillos de Cayo Salinas; y de animales, tanto precolombinos como hispánicos. El tema zoológico muestra dibujos de jutías, iguanas, serpientes y murciélagos muy estilizados en forma de M; aves, ranas, gusanos, mariposas, peces, telas de araña; representaciones antropomorfas a veces bastante realistas, como el rostro pintado en la Furnia de Santa Isabel; hombres vestidos, figuras humanas danzantes; en otras, el rostro humano aparece en forma muy simple y aún caricaturesca; también se observan hombres posiblemente amortajados y con costillas a manera de una radiografía. En numerosas cuevas se representan hombres muy esquemáticos con manos de tres enormes dedos, así como otros con cola enrollada y fumando en pipa. Se reproducen adornos corporales como diademas o penachos de plumas; aretes y posiblemente aparatos para inhalar la cohoba, polvo alucinógeno que utilizaban en sus ritos; escenas mitológicas donde hay figuras humanas serpentiformes, soles, estrellas y otros símbolos que parecen relatar un mito; representaciones del Sol y de la Luna.

A más de las pictografías, los petroglifos muestran también figuras zoomorfas y antropomorfas, en fin, un mundo fascinante para el estudio de los tiempos prehistóricos de Cuba.

En general se han podido establecer ciertas relaciones estilísticas y de temas entre el arte rupestre de Cuba y el de la cercana isla de Santo Domingo, así como resulta sorprendente las analogías de las pictografías de las Antillas Holandesas con las existentes en la Cueva de Ambrosio, en la provincia de Matanzas, Cuba.

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1972 "Rotstekeningen van Curaçao, Aruba en Bonaire". IV Parte, Natuurweten­schappelijke Werkgroep Nederlandse Antillen. No. 21, Curacao, p. 64.

NOTAS:

1. En: Martín Fernández de Navarrete, 1825, t.l. p.74.

2. René Herrea Fritot, 1946, p. 46.

3. Ibidem, p. 48.

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Pictografía número 5 de la Cueva del Indio, Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey. Parece representar un hombre en cuclillas o un fardo funerario. (Dibujo del autor).

2. Pictografía número 4 de la Cueva de las Mercedes, Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey. Estos dibu­jos parecen representar al Sol y a la Luna; debajo un símbolo ¿fálico7.

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3. Dibujos de figuras ecuestres en la Cueva de los Generales, Sierra de Cubitas, provincia de CamagUey. (Dibujo del autor).

4. Pictografía número 2 de la Cueva de los Dibujos, Punta Judas, provincia de Sancti Spiritus. (Dibujo del autor).

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5. Pictografía 28 de la Cueva de Ambrosio, provincia de Matanzas, que representa un pájaro y que guarda relación estilística con dibujos de la Gruta de Quadirikiri en Aruba y otras de Curazao. (Foto del autor). '

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6. Pictografía 7 de la Cueva de Garcia Robiou, en la provincia de la Habana. Es un rostro antropomorfo en que la boca está representada por un hueco natural. (Dibujo del autor).

7. Grupo pictográfico número 5 de la Cueva Robiou, en la provincia de la Habana. (D autor).

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8. Dibujos de la Cueva de los Matojos en la provincia de La Habana. Represen­tan escenas de caza.(Dibujos del autor).

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9. Dibujo del rostro de un aborigen en la Furnia de Santa Isabel, Isla de la Juventud, Cuba. (Dibujo del autor).

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10. Pictografía llamada Motivo Central de la Cueva Número Uno de Punto del Este Isla de la Juventud, Cuba. (Foto del autor). '

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11. Petroglifos tainos de la Cueva de los Bichos de la Caverna de La Patana, extremo oriental de Cuba. (Foto del autor).

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