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Luis F Iglesias Caps 11 y 12 Esc Rural Unit copia 26/4/18 7:50

“Detrás de la escuela”Dibujo de Rodolfo A. Santamarina 12 años - 6ºgrado

CAPITULO XICINE, MUSICA, JUEGOS Y OTRAS ACTIVIDADESUna preocupación constantemente sostenida y renovada del maestro unitario que actúa en lugares apartados, debe ser la de dotar a su escuela de todos aquellos materiales e instrumentos que los niños de medios más privilegiados tienen a su alcance desde sus primeros años de vida. Mientras los organismos oficiales sigan ignorando o mezquinando estos importantísimos renglones de la provisión escolar, es el maestro quien tiene que ingeniarse para dar a su escuela abundantes instrumentos de juego y de trabajo, libros, revistas, pinturas, papeles, cartones, maderas, juguetes, títeres, barriletes, muñecas, discos infantiles y folklóricos, cine... Una vez obtenido este cargamento tan codiciado por el niño de cualquier lugar de la tierra, es necesario entregárselo sin trabas ni intenciones especulativas exigentes; desde sus primeros contactos conviene hacerle comprender que él puede usar y gozar libremente de todo aquello —como lo hace el niño normal en su hogar— y de cuyo empleo, lectura o manejo no se le va a pedir rendición de resultados didácticos a cada instante. La presencia cordial, estimuladora y orientadora del maestro, apoyándose en los hábitos más firmes de sus alumnos mayores, hará posible el desenvolvimiento sustancial de todo este juego de actividades que no menciona el programa.Siempre hemos creído que nuestro camino pedagógico pasaba por este campo de exigencias, tácitamente planteadas con la sola presencia del niño. Y así hubimos de crearle con modestísimos elementos, una casita alegre, ricamente dotada de cuanto realmente le interesa; y al entregársela a sus necesidades de juego y actividad, también hubimos de plantearle por nuestro lado la obligación de cuidarla, enriquecerla y embellecerla. En este sentido, circunscriptos al reducido islote de nuestra escuela —entiéndase claro, porque más allá, no va muy lejos la acción educativa, por mucho que se alardee — cumplimos la justa exigencia que Makarenko tenía siempre presente en su extraordinaria obra pedagógica: conciliar el natural desplazamiento hacia la alegría que alienta todo niño sano y normal, con la educación de sus responsabilidades, desde la más temprana edad. Así pudimos anotar en nuestro Diario:Marzo 24Es un día de sol, fresco, hermosísimo. En el intermedio, cuando salimos al patio, damos algunos retoques a la escuela. Ellos trasplantan ligustrinas, blanquean el borde del resguardo que hemos construido a Sarmiento, desmontan y acarrean en la carretilla ramas y tierra. Juancito dice, entusiasmado: —Jugamos mientras trabajamos —ríe con su risita menuda, y repite—. Estamos trabajando y ¡jugamos!Quizá sea innecesario ya, insistir sobre la atracción que la vida de nuestra escuelita ejerce así en la infancia campesina de la zona. Atraerla y

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conquistarla por el camino de las buenas artes, estudiarla y seguirla en sus necesidades e inquietudes, es el fundamento de la preocupación a la que nos referimos al comienzo. A veces, ellos mismos nos confirman que vamos por el buen camino; y de sencillos hechos como el que transcribimos a continuación, somos depositarios millonarios.Abril 15Por la callecita de "El rastrillo”, Huberto sale corriendo al camino, para alcanzamos.—Parece que Abel no viene —anuncia Beba, que oficia de vigía.Trepándose en el estribo de la chatita, sofocado, Huberto nos va explicando, mientras el Ford también jadea al reiniciar la marcha.—Abel está resfriado. Mamá no lo deja venir. ¡Y él llora en la cama como un marrano! Ríe Huberto. Reímos todos.Sí. Paradójicamente, tenemos el ánimo abierto, alegre. Cuando uno de los nuestros llora y forcejea porque quiere venir con nosotros, ¿cómo no vamos a reír, felices?Hacer de toda la escuela un centro de poderosa imantación para la vida del niño, es una ambiciosa aspiración que la pedagogía ha enunciado, pero que no siempre ha sabido cómo realizar. Está ya bien esclarecido, con fundamentos científicos, que el niño alegre y entusiasta, ofrece las condiciones óptimas al proceso de aprendizaje y educación: “las emociones positivas, alegría, interés, brío, entusiasmo, elevan la capacidad de trabajo de las células nerviosas y, por el contrario, la apatía, el aburrimiento, la depresión, inhiben la actividad cortical, ejercen una influencia depresora y rebajan la capacidad de trabajo de las células nerviosas”1.¿Qué puede hacer el maestro unitario, además de lo que se ha detallado hasta aquí, para que su escuela sea ese centro de atracción, alegre y creador, nutricio y luminoso? En tal sentido, daremos fe de algunos intentos realizables y positivos.1 Ariamov, I. A., La doctrina de I. P. Pdvlov y los problemas de la pedagogía, Buenos Aires, Ed. Ircau, 1955, ya cit., pág. 84.CineNuestra escuela posee un proyector o linterna que funciona con acumulador de 120 a. Da una imagen nítida en un cuadro que a los 7 m de distancia alcanza 1, 50 m por 1, 30 m. Las películas son tiras de celofán que traen de diez a veinte dibujos con sus correspondientes textos impresos. El manejo del proyector corre por cuenta de los alumnos; un niño también hace de relator, leyendo los titulares y las explicaciones.Este sistema de proyección permite que cada cuadro quede detenido en la pantalla el tiempo necesario para su estudio y da oportunidad al maestro para señalar directamente las diferentes partes del dibujo. Por otra parte, el proceso de continuidad de las imágenes y de sus explicaciones, va encadenando hechos, de causas a efectos; y cuando el niño sigue con profundo interés el desarrollo del gusano de seda desde el huevecillo hasta la mariposa, o del crecimiento y la industrialización de la caña de azúcar, está realizando un importante trabajo mental de ordenamiento, analítico, sintético.Para que este cine escolar cumpla realmente una función acertada, es

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indispensable que todos sus elementos estén en condiciones de funcionar en cualquier momento. Cuando en el transcurso del día, el trabajo escolar pueda ampliarse mediante una película, ésta debe ser pasada sin demora ni derroche de tiempo.Otras veces los responsables de las proyecciones, son los encargados de preparar el programa, consultando tanto al maestro como a los reclamos del público (aquí, como ocurre con la literatura infantil, lo que ha causado una fuerte impresión inicial, es exigido con más insistencia durante el año). Como anticipo y recurso de expectativa, programas como el que reproducimos, se exhiben varios días en la puerta de entrada:PROGRAMA DE CINE de laEscuela Rural NQ 11 12 de noviembre, A las 11 horas.“El mármol" (para 2Q grado).Lector: R. Junco“Historia del transporte" (para 3er. grado)Lectores: A. Aguirre y J. Giorgis“Caperucita Roja” (para los más chicos)Lectora: Deiva E. García“Astucia indígena” (para 49 grado)Lector: A. García“Cómo nace una serpiente" (para 59 y 6Q grado)Lectora: Haydée JaureguiberTambién se pasarán películas de los chicos de la escuela.Operadores: Horacio Giorgis y Huberto AguirreEste programa ya llevaba algunas películas realizadas en la escuela, con una sencillísima técnica; dibujos con tinta china sobre papel celofán 2. Su preparación puede constituir un fuerte foco de interés y actividad para el niño, dentro y fuera de la escuela; y en ésta, año tras año la cineteca puede a su vez ir adquiriendo nuevos títulos, algunos de manufactura ingenua, aunque nunca les falte fascinante atracción frente al espectador escolar. Creemos conveniente reproducir la crónica del primer. ensayo que muestra algunos aspectos de producción y proyección de este material, aunque esta vez su tema no sea de tipo instructivo, como lo fueron muchos otros que le siguieron:2 Con no poca sorpresa, años después de la invención de nuestro artesanado cinematográfico, hallamos su descripción y aplicación a cargo de técnicos y dibujantes, en la publicación de UNESCO La salud en la aldea, París, 1952.En la sala oscurecida cuidadosamente, los operadores proyectan una película.¬Mayo 28Sobre una tira de celofán, hemos realizado la primera película con el sello propio. Calcando los dibujos de los cuadernillos personales y copiando sus leyendas, quedó concluido un “corto metraje”. Cuando llega el momento de proyectarlo, mientras cunde la expectativa con rapidez, los operadores y ayudantes no se dan tregua: Ernesto, Juancito y Raúl van con la carretilla en busca de la batería cargada en un molinito vecino; Horacio, Albor y Huberto preparan la sala, estiran prolijamente la tela blanca, taponan hasta el más

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pequeño resquicio de luz y no bien llega la corriente, prueban el encendido. Desde el comienzo, un grupo de los más chicos que se ha negado a salir al patio, ubicado frente a la pantalla, espera con impaciencia el desarrollo de los acontecimientos.Pasamos la película. Es el primer ensayo y tiene sus defectos, sobre todo, de encuadre. Pero la impresión que recibimos es alentadora, consagratoria. Se compone de varios cuadros independientes que reproducen los sucesos más simples captados en los cuadernillos de los primeros años.En la pantalla aparece un perfil de Albor, con el cabello crecido y la leyenda: “Tengo patillas largas, como San Martín.” Y un cuadro más abajo, Beba con la boca desmesuradamente abierta: “Beba llora cuando pierde a la rayuela.” Luego, Juancito y su madre: “Mi mamá traía leña y yo llevaba cardos y chocamos”, y al pie de un desolado autorretrato: “Mi mamá siempre dice que soy un zonzo.” ¡Cómo ríen! ¡Cómo!Ahora es un dibujo de Raúl, inconfundible, diciéndonos que “El tío Martín trae a Norma a caballo”.—¡Eh! —grita Norma en la oscuridad, desesperada—. ¡Ese Tío mío tiene la cabeza separada del cuerpo!Pasa Juan Carlos, dibujado por su hermano mayor, Horacio: “Cuando hace frío, el Negro se pone la gorra hasta las orejas.” Y Huberto con su petiso: “Yo antes le daba azúcar al Pibe. Pero ahora le digo: ¡Se acabó!” Todavía pasa nuestra camioneta, arracimada, y un gallo de Beatriz, copetón, cerrando la caravana circense.Todos dicen en voz alta sus opiniones y ríen, ríen. Hasta los más lerdos han leído algunas palabras de las leyendas lo mejor que pudieron y las repiten una y otra vez:—Beba llora, decía. ¡Yo leí!—Sí Beba llora. Yo también lo leí.Ha habido, además, esa comprensión directa y sin necesidad de palabras que da el dibujo hecho con acierto, sin complejidades. La siento como una pulsación tensa, como una corriente de inteligencia pareja y sostenida que recorre toda la clase. En las imágenes más simples y expresivas, nos hemos encontrado de improviso, y entonces el encuentro es una victoria que celebramos juntos, con alegría.—¡Qué bien! Miren a Juan Carlos: está perdido dentro de la boina. ¡Pero qué bien!

Tenemos que repetir varias veces nuestro estreno. Y al fin, como no podía dejar de ocurrir, proliferan las promesas de los que quieren participar en nuevas producciones.Durante un largo rato, en un grupo apretado, conversamos estudiando las tiras adquiridas en el comercio. Convenimos en que se harán los ensayos en papel común, con textos breves y con un ajustado encuadre.—Pero no hay que hacer sólo películas “de risa” —dice Albor; y como comprende que no ha sido suficientemente claro, agrega: —Yo voy a hacer una contando todo el viaje de Magallanes.—¡Uy! ¿Qué te parece si yo hago toda la Revolución de Mayo? —exclama

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Juancito—. Me llevo la carpeta, elijo los dibujos chicos y los voy calcando uno por uno...—¿Para qué vas a calcar? —interviene Rodolfo—. También se pueden hacer los dibujos directamente.Y este fructífero intercambio de pareceres, continúa.La música y los corosLa escuela posee también un aparato tocadiscos a cuerda y una colección de grabaciones folklóricas e infantiles.En el año, se realizan varias audiciones dedicadas a la música folklórica y a su cancionero. Para cada una de estas sesiones, confeccionamos un programa compuesto de tres o cuatro títulos en versiones preferentemente cantadas. Antes de pasar cada disco, hacemos un comentario explicativo usando mapas, ilustraciones y lecturas muy breves; se conoce así el ambiente geográfico y humano correspondiente a las diversas composiciones, los instrumentos utilizados y, muy especialmente, el motivo y sentido de sus letras y de sus músicas. Para estas audiciones es necesario contar con grabaciones claras, bien comprensibles; en los comentarios previos, se impone la mesura en cuanto se refiere a su extensión y objetivo.He aquí uno de nuestros programas mensuales:1.- “Algarrobo, algarrobal” (vidala chayera)

E. Falú- Canto y guitarra2.-“Zamba de Vargas” (zamba)

E. Falú-Solo de guitarra3 — “El arriero va” (canción)

Conjunto Los ChalchalerosLas danzas nativas están representadas en nuestra colección por grabaciones que llevan sencillas explicaciones referentes a sus coreografías. En cualquier lugar de la escuela —en los patios, en la galería, en el taller— antes de iniciar las tareas o en el intermedio, las niñas acostumbran organizar y dirigir libremente sus propios conjuntos de bailes nativos.Un procedimiento practicable, capaz de asegurar la continuidad de las actividades folklóricas por medio del disco, dándoles la importancia que les corresponde como expresiones profundas del trabajo, la alegría y el dolor de las gentes, consiste en relacionarlas con los mismos temas escolares. Así por ejemplo, cuando se estudia la región andina o la América Central, el guión señala la grabación que debe ser escuchada y comentada. Y una vez más necesitamos señalar las imprescindibles condiciones que rigen para estas tareas dentro de la escuela unitaria que se maneja colectivamente: libertad de acción del niño y ordenamiento preciso y permanente del material que va a ser utilizado en cualquier momento.Con los discos infantiles, se introducen en nuestra escuela las canciones que cantan todos los niños del mundo y qué en las ciudades se oyen y difunden en las plazas, en las callejuelas y a veces, en los patios escolares. En nuestra galería, bajo la dirección de los mayores, espontáneamente se improvisan audiciones en las que se escucha “La canción de Mambrú”, “Juguemos en el bosque”, “Tengo una muñeca”, “En alta mar”. Los más pequeños escuchan gozosos, palmoteando y bailando, hasta que al fin se organiza el coro-juego.

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He aquí un testimonio:Octubre 8Con la vuelta de Haydée, renacen en los patios de nuestra escuelita las rondas y canciones andariegas. Beba y Norma las dicen a toda voz y las repiten sin cansarse nunca, mientras que Margarita, Beatriz y Lilian las susurran suavemente. Yo las oigo y siento que todo anda bien entre nosotros. Ningún índice como éste, señala el rumbo que trae nuestro barco: es la alegría plena y libre, es el niño salvado hasta donde podemos salvarlo aquí, que nos dice con si's coros encantados del mucho ardor de vida y de júbilo que nos trae y nos ofrece jugando.Cuando no los oigo, cuando pasan los días mu dos, y ellas, las más pequeñas andan a pasitos cortos, perdidas, hablándose en voz baja, con miedo y cautela, me inquieto. Y es que hay algo entre nosotros que perturba la hermosa andanza. Monto guardia severa sobre la vida entera de la escuela, sobre mis propias cosas, vuelvo hacia los más chicos la atención y los cuidados. Y de pronto, tan imperceptiblemente como se había ido, renace la confianza, vuelven las entregas con las rondas.Juguetes y juegosEn las ciudades y aun en los pueblos de campaña, unos niños se transmiten a otros el manejo de múltiples juguetes, estableciendo a veces un intercambio directo de los mismos; y cuando llegan las temporadas —esas famosas temporadas del trompo, de las bolitas o del barrilete, de tan misteriosas apariciones en el calendario infantil— las noticias corren velozmente de un barrio a otro, de la ciudad al pueblo. En contraposición, los niños que viven en pleno campo, conocen pocos juguetes; a veces reciben algunos demasiado complicados o extraños al mundo que ellos conocen y no saben cómo manejarlos. De las temporadas, sólo les llega un eco mortecino, demasiado débil y frío como para animarlos y arrastrarlos en su correntada. Un riquísimo universo de actividades e imaginería se les escamotea a estos niños.Que los juguetes y entretenimientos son a la mano y a la inteligencia del niño tan útiles como imprescindibles, es cosa que no necesitamos reseñar; en cuanto a los juegos, nos interesa destacar las posibilidades que brindan a la socialización de la infancia, problema inquietante de la pedagogía rural. Tan inquietante, que a nosotros nos dejó perplejos y sin saber qué hacer, algunas veces:Mayo 3

Casi es mediodía, cuando salimos al aire libre. Ciertamente, después de tres horas de encierro, queremos luz de sol. Y una vez conquistados los patios, la escuela en pleno se entrega o su majestad, el juego. Presurosa y desesperadamente, porque el tiempo vuela, bien lo saben, aunque no lo comprenden ni se resignan.He aquí un antiguo motivo de atribuladas meditaciones y dudas. ¿Qué hacer? ¿De dónde obtener tiempo? ¿Es que irremediablemente tenemos que conformamos con darles unos contados minutos y escasísimas oportunidades para sus juegos colectivos, sabiendo que toda la extensión del día no les alcanzaría si los dejáramos libres y juntos?

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Muchos de nuestros chicos viven solos, desconsoladoramente solos: Rodolfo, Juancito, Junco... Se nota en todos ellos los rastros que van dejándoles la compañía, la seriedad y la tristeza de los hombres grandes. En sus maneras de ser, en sus actitudes, gustos y conversaciones, las dimensiones de la vida adulta por momentos son excluyentes; por sus resquicios, se asoma una infancia que busca dramáticamente el encuentro con los suyos, con la alegría, la amistad, la aventura, la competición y el diálogo, en fin, de los suyos.Hoy están jugando al Gran Bonete. Albor es el Marrón, Beba el Verde, Juancito el Violeta, Raúl el Rojo...—Al Gran Bonete se le ha perdido un pajarito y dice que el Rojo lo tiene.—¿Yo, señor?—Si, señor. (Juancito interrumpe: —¿Cómo lo sabe él?)—No, señor.—Pues entonces, ¿quién lo tiene?—El Verde. (Juancito, otra vez interviene: —¿Pero cómo saben ustedes quién lo tiene?)El Verde inicia el diálogo con el Gran Bonete y afirma que lo tiene el Violeta. Y como Juancito no se da por aludido, Beba lo alerta en voz baja: —¡Vos, Juancito! A vos te toca. ¡Si sos el Violeta!...Juancito mira a todos con asombro. No tiene respuesta. Y el Verde, insiste, acusándolo:—¡Y el Vio-le-ta lo tie-neee!—No... Yo no lo tengo. No tengo nada —dice al fin Juancito y se queda esperando, con ganas de agregar: —Que me revisen, si quieren.Y es que Juancito, todo un ingeniero en cierne, que no obstante su condición actual de boyero no da tregua a su actividad inteligente, creadora de ingeniosos mecanismos, nunca ha jugado al Gran Bonete. ..Sin duda es para meditar este dramático descubrimiento. No para reír, como pareciera.

En realidad, si nos atenemos a las condiciones de la vida escolar urbana, no encontraremos gran diferencia en lo referente a las posibilidades del juego colectivo, tal como lo señala Cousinet: “Es enojoso comprobar cómo bajo toda clase de condiciones (extensión de los programas, el reducido tamaño de los patios, la brevedad de los recreos) han reducido considerablemente el lugar que tenían los juegos sociales” 3. Pero, en compensación, los niños urbanos tienen sus encuentros diarios en la calle y en los patios de las viviendas colectivas; desde la época en la que sus “dedos pequeños y ágiles” se vendían por unos chelines en los mercados proveedores del industrialismo naciente, hasta nuestros días, estos niños han realizado grandes conquistas. Si estas conquistas trajeron consigo nuevos problemas —que van desde la agresividad, la desinfantilización y el vagabundaje callejero hasta los primeros escalones de la delincuencia juvenil— están indicando la necesidad de soluciones integrales. Los países que las han alcanzado, pueden darse el lujo de horarios escolares extensos, y hasta severos, de tipo académico, porque a sus niños les queda el resto del día

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para reunirse en palacios infantiles dotados de riquísimos medios que abren las más amplias posibilidades de realización y juego.

En cuanto a la estrecha situación de nuestros niños campesinos, ¿qué hacer?, ¿dónde?, ¿cuándo?, preguntábamos. El maestro rural en actividad tiene que dar sus respuestas, por sencillas y transitorias que ellas sean. De las nuestras, daremos una sintética reseña.Para los días de mal tiempo y aún para cuantas oportunidades se presenten, es conveniente organizar en la escuela un rincón que posea cajas de juguetes y entretenimientos. El natural eslabonamiento de las edades en la escuela unitaria, salvará las dificultades de entrenamiento y manejo, ya que es en la mesa común donde se harán las primeras prácticas. Pero además, este rincón puede organizar el préstamo de las cajas a domicilio y funcionar con la misma regularidad de las bibliotecas. Así se cumplen entre nosotros los servicios de la jugueteca, que nacieron con la llegada inesperada de treinta cajas con otros tantos juegos y juguetes.Esas treinta cajas venían con la recomendación de su distribución inmediata, una para cada alumno. Pero como a nosotros se nos presentaba la oportunidad de ensayar el sistema de intercambio y préstamo del que ya teníamos tentadoras referencias 4, detuvimos la entrega y aún adquirimos nuevos juguetes y equipos, para enriquecer la gama. Dimos a cada juego un sólido embalaje protector y un fichaje de sencilla comprobación. En cajas de madera, hojalata, cartón grueso, tela —algunas eran las mismas que traían los propios equipos— distribuimos las piezas, reservando un lugar seguro para guardar las indicaciones o el reglamento, si los había. En las tapas, destacamos los datos de identificación y el detalle del contenido.Desde entonces, si un niño quiere llevarse un rompecabezas para tenerlo en su casa durante una semana, lo solicita al encargado del rincón de juguetes. Por cierto que al entregar y recibir cada juego, en presencia del peticionante se controla el contenido y se anota cada operación en el correspondiente Registro.

Este mecanismo tan simple, asegura el intercambio entre todas las edades de juguetes y equipos como: rompecabezas, damas, ajedrez, ta-te-ti, juego de Oca, tenis de mesa, abecedario, muñecas, juegos para muñecas, ludo, balero, barcos, aviones, trenes, autos, cubos, clavas, dominó, mecano, calidoscopio, construcción de casas, trompos, instrumentos musicales, juegos de carpintería, mecánica, patines, hangares, garages, castillos, indios, bomberos, teléfonos, telégrafo, animales, granjas, etc., etc.En la escuela, en horas propicias, algunos niños o el propio maestro enseñan prácticamente el manejo de los juegos más complicados; y en la larga mesa de la galería, en la cocinita o en el taller, muchos días asistimos y ayudamos a las demostraciones de construcciones, armados, rompecabezas, partidas de damas y ajedrez. Nos parece natural y necesario que la escuela rural haga posible que sus niños aprendan cuanto tradicional y fundadamente corresponde a la edad.Y así como les enseñamos a jugar con trompos, a construir y remontar

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barriletes, a armas aeromodelos, a crear y manejar títeres, muñecas, juguetes de papel, madera, hojalata, conjuntamente con los juegos clásicos de mesa ya mencionados, también nos preocupa el aprendizaje de nuestros niños del mecanismo de las palabras cruzadas, los crucigramas, los acertijos y adivinanzas, los juegos de magia, y los entretenimientos que traen revistas, libros y las publicaciones en general. Sólo que muchas veces necesitamos adaptar y presentar cada juego o problema de manera que nuestro niño, por sí solo, logre alcanzar las soluciones.En cuanto a los juegos colectivos de acción, debe procurarse lograr una amplia diversidad, para ser practicados dentro de las reducidas oportunidades que ofrece la vida escolar. Para recordar esa renovación constante, puede ofrecerse un cartel en el patio, con los nombres de los distintos juegos; frente a él, niños y niñas leen y eligen: rayuela, pelota al cesto, fútbol, saltar a la soga, esquinitas, rescate, banderitas...Sabido es que el niño campesino conoce un reducido repertorio de juegos infantiles colectivos; “el perro y la liebre” para los niños y “la mancha” para las niñas, se repiten casi sin variantes todos los días en los recreos escolares de nuestra campaña. En consecuencia, es fácil admitir la importancia que tiene la enumeración de juegos practicables por medio de carteles adosados en las paredes de la escuela rural, ya que su simple lectura abre las posibilidades de: a) ensayar y aprender los juegos más comunes de la infancia; b) variar y matizar las actividades libres de los recreos; c) elegir juegos al nivel de las diferentes edades, intereses y gustos.Una o dos veces por año, la escuela podrá realizar torneos internos u olimpiadas de atletismo, saltos y juegos. Claro está que para ello —tanto como para practicar los juegos sugeridos en la cartelera— es indispensable que la escuela posea con carácter permanente, el material y los elementos necesarios: pelotas, paletas, banderines, cuerdas, redes, garrochas, arcos, aros, etc., así como un repertorio claro, sencillo y muy amplio de guías y reglamentos accesibles a la consulta de los alumnos.Para realizar las olimpiadas, es también necesario preparar el programa determinando las pruebas, las categorías y los equipos, además de los campos de juego, con el mástil, los banderines y la llama olímpica. El repertorio de juegos y pruebas puede integrarse con actividades como: fútbol, pelota al cesto, voleibol, carreras con y sin obstáculos, de relevo, por equipos, de embolsados, de carretilla, de tres pies, del huevo, salto en alto, en largo, con garrocha, etc. Si se persiste en la práctica, aunque cuidando de no rebasar los límites reales de la escuela primaria, se llegará a establecer al correr de los años una verdadera tradición de insospechada resonancia en la zona y, consiguientemente, de valioso poder de imantación para los futuros alumnos5.Siempre será necesario dejarlos hacer libremente, elegir sus compañeros de juego y el juego mismo, sin querer intervenir constantemente. Cada edad tiene sus gustos y exigencias; sólo una discreta vigilancia podrá tolerarse sin que se resienta el entusiasmo y la alegría de los participantes. De su inventiva y capacidad organizadora, es un exponente este relato de nuestro Diario:

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Noviembre 4Hace varios días y a favor del hermoso tiempo que aquí se goza con todos los sentidos, los mayores han organizado un juego de imitación. Concilio este juego la incontenible energía que les bulle dentro, queriéndose desatar y correr, con la todopoderosa habilidad imitativa propia de la edad. Así han organizado, con recursos propios, bajo la sombra recién nacida de las acacias, partidas de sortijas. Todo está en regla: arcos y anillas, corredores numerados y apareados, premios, tal como han visto hacer a los grandes en las clásicas fiestas de esta zona. También han confeccionado sus carteles de propaganda, a todo color, y sus reglamentos. Por votación directa, nombraron un presidente, como correspondía. En la elección, correcta y reñida en extremo, llegó a admitirse la intervención del público —las niñas y los más chicos— en consideración al contagioso entusiasmo que lo poseía.En el galpón del “Taller y museo”, funciona la mesa de premios, control, transmisiones radiales y prensa. Esa es la zona de dominio de Albor y Juan- cito; ambos son poco aficionados a las cosas de caballos, pero el desempeño de sus funciones allí los absorbe y entusiasma hasta lo indecible. Llevan una planilla con la actuación de cada competidor y anulan así toda discusión posible en los resúmenes. Tienen sellos confeccionados con cámaras de neumáticos y trozos de cabo de escoba. Por la ventana abierta hacen entrega de los premios; y para éstos, han creado un sistema monetario propio, después de sesudas discusiones.Mientras leía trabajos en la galería, oí la voz exaltada de Juancito: —Hay que poner en la crónica de hoy: “¡Qué flojos han estado! ¡Qué flojos! ¡Tenés que ponerlo, Albor!... ¡Qué flojos! ¡Todavía no hemos entregado un solo premio!”Averiguo qué es eso de la crónica. Asombroso: llevan un diario ilustrado, con la narración comentada de los sucesos de cada jomada. Y todavía, las transmisiones imaginarias, con interrupciones periódicas:—Transmite Radio T. M. (Taller y museo). En medio de gran entusiasmo, siguen las carreras de sortijas. . . ¡El premio de hoy es de 50 millones!. .. Pasan los corredores, pero nadie se lo lleva... Se siente un griterío. .. ¿A ver? ¿A ver?. .. ¡Aquí está! ¡Aquí está!.. .Me pregunto: ¿Cómo conseguir, por nuestros medios, que hagan todo esto?Junco, corre por primera vez. Raúl lo acompaña, y está orgulloso en su pingo de palo, caracoleando en la partida. Alguien me trae el punzón que Junco guardaba en su banco de primer grado, desde hace unos días con la esperanza de que lo admitieran. Es una rama de acacia, trabajada con paciencia y a la perfección; tiene encastres, para que la anilla atravesada no se escape, y está pintada como una víbora de cascabel, a todo color. Pero los punzones de sus compañeros, no le van en zaga; los hay de formas variadas, para todos los gustos.En el tallerLa construcción de juguetes de madera, cartón, hojalata, pasta, etc., por el tiempo que exige, no siempre ha logrado alcanzar el ritmo de una actividad regular, como lo hubiéramos deseado. No obstante, algunos ensayos nos vienen advirtiendo de la riqueza de posibilidades que esas actividades proporcionan a nuestra pedagogía, siempre que se cuente con la provisión de

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medios necesarios y la asesoría al niño para ayudarle a abrirse paso con su propia inventiva. El continuará luego, fuera de la escuela, imitando, armando y desarmando aparatos, creando otros. ¿Cómo puede desentenderse la escuela de esta iniciación politécnica, autodidáctica en gran parte, cuando su desarrollo daría al hombre de campo posibilidades de aplicación insospechables?Nuestra aspiración es que no falten en el taller los materiales, las herramientas y la ayuda necesarios para que cada uno de nuestros niños pueda usarlos libremente, no bien la justifique y reclame con un determinado proyecto. Así hemos ensayado la construcción de casitas, modelos en miniatura, mapas en relieve, ilustraciones plásticas, molinos de viento, aviones y barcos, caretas, muñecas y títeres, etc., y la inacabable serie de animales en alto relieve.Estos últimos —los animales modelados en pasta sobre maderas blandas del tamaño que no excede el de los mosaicos— una vez iniciados absorben febrilmente la actividad de la escuela. No es extraño que una inesperada oportunidad nos lleve a dedicarles un día íntegro, o dos consecutivos, como lo registra nuestra crónica:Junio 23Apenas llegados en este día tormentoso y gris, comprendimos que la falta de luz nos impediría trabajar en el aula. Algunos, desde temprano, están en el taller, ocupados en el modelado. Alguien, no sé quién, propuso:—Podríamos dedicamos todos a los animales. Aquí, en el taller, en la galería y en la cocinita...Era un pedido razonable, una buena salida; como la mayoría insistió vivamente, se aprobó el asunto. Y así se nos fue el día.Oportunamente llegó Tulia con un fajo de maderas delgadas, de pino blanco, y ya no hubo problema de material. Carpinteros improvisados, escuadra en mano y ojo vigilante, fraccionaron las tablillas. Y luego la lija. Y luego los calcos con animales de los almanaques Carybé, aumentados. Y por fin la pasta de harina con papel desmenuzado.A cielo descubierto, Ernesto, Huberto, Ricardo y Pocho estaban jugando a la bolita; eran los únicos que no intervenían en el modelado. Pero les llamó la atención poderosamente la tozuda dedicación de sus compañeros y se acercaron. Vinieron uno a uno, cautelosamente. (¿Dónde está la trampa? Cuidadito: a lo mejor, entre estas cosas tan lindas, está el peligro. ¡No dejarse atrapar!)Sin embargo, al concluir el día, Ricardo había hecho un caballito, Ernesto comenzó un loro barranquero y luchó desesperadamente en el manejo de sus manos torpes, Huberto se entusiasmó hasta el delirio; quien más se resistió fue Pocho, con su “yo no sé... ”, “yo no puedo. .. ” Pero logró modelar un perrito lanudo y se quedó ardiendo.He pasado la tarde de aquí para allá, dando a éste una indicación sobre el calcado, a ése sobre el modelado de un hocico, a esta otra sobre el colorido de los fondos. Y los pedidos apremiantes:—Ya terminé. Quiero otro. .. ¿Este zorro? No. La gallinita bataraza me gusta más.

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Así, poseídos, tiramos al gran juego un día.¿Perdido? Y al día siguiente:Silba el viento frío y atraviesa sin piedad las innúmeras ranuras del rancho. El eucalipto, desde abajo parece un gigantesco espantapájaros enloquecido.Un grupito audaz, ha llegado desafiando al frío y a la amenaza del temporal. Comprendo bien: los ha traído el modelado. Hasta el mismo Pocho, hoy está aquí nuevamente.Haydée y Albor concluyen los primeros trabajos ya coloreados. Haydée con su lenta y minuciosa modalidad, Albor trabajando por arrebatos. Mezclan colores. Se ingenian. Preguntan. Sale uno corriendo, hacia la cocinita en busca de un modelo, viene otro también a la carrera para sorprendemos con un efecto recién descubierto... Junto al fogón, charlan y trabajan Juancito, Horacio, Juan Carlos; hablan de vidas de animales conocidos y desconocidos, se cuentan lo que saben, se interrogan y hasta hay explicaciones tan correctas como si alguien estuviera “tomando una lección”.Abel, por su parte, trabaja en el tallercito. Desde los primeros cuadros viene mostrando la capacidad de su talento plástico. Ocupa medio día en su serpiente de cascabel. Pero le da sus formas con indiscutible gracia y exacta proporción. Luego modela una cabra con más rapidez y belleza.Y mientras el modelado se lleva las horas de la escuela, cada uno trabaja en su casa con un temario en marcha. En días como éstos, vienen a esclarecer puntos oscuros, a pedir o intercambiar materiales, a solicitar el V° B° oficial, a documentarse, y a fichar los trabajos concluidos.Y después de días como lo fueron aquí los de ayer y hoy, dedicados a una sola actividad intensa y apasionadamente, se los ve preocuparse por las cosas de la escuela, con pareja seriedad, como si la furia recién desatada los hubiera librado de impaciencias y los devolviera más serenos y más responsables.Para modelar cacharros y piezas de paredes delgadas —reproducción a escala reducida de la alfarería indígena, por ejemplo— se puede utilizar el siguiente material, con el que hemos visto realizar admirables trabajos a los alumnos de la Escuela Rural N9 10 de Ranchos, Prov. de Buenos Aires: a) se selecciona estiércol de caballo, al que se lava en un recipiente con fondo de criba de malla fina; b) se repite varias veces este lavado hasta que en el fondo del recipiente sólo quede la paja desmenuzada; c) se agrega tierra greda, se amasa la mezcla y se la deja descansar; ch) con las manos se modelan los cacharros —platos, urnas, vasijas, floreros, etc.— y se los deja secar; luego se los lija cuidadosamente y se los colorea a la témpera o al óleo.Toda la artesanía del recortado, doblado y pegado del papel, la cartulina y el cartón, debe tener en la escuela unitaria un amplio y activísimo campo de realizaciones. Comenzando por adaptar algunas de las innumerables formas que utiliza el jardín de infantes, todos los grados y todas las asignaturas

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pueden manejar estos recursos que tienen tan valiosas proyecciones formativas en la edad de los aprendizajes fundamentales. La tijera, que es un instrumento excelente para educar la mano y la vista, nunca debiera faltar en la caja de útiles escolares.En la actualidad existen muchos manuales que dan abundantes sugerencias y prácticas indicaciones para realizar en la clase con diversos tipos de papel, máscaras, muñecos, juegos, molinetes, barcos y aviones, casas, animales, árboles, etc., y a esas publicaciones remitimos al lector interesado. Pero como queremos recomendar el renglón de las máscaras y mascarones que, como el de los barriletes y el de los molinetes de agua y viento nunca dejarán de ser los más atrayentes, nos detendremos brevemente en las indicaciones para construir las llamadas caretas de cabeza. Se procede de la siguiente manera: a) se infla un globo grande, de 25 cm aproximadamente de diámetro; b) se recubren sus paredes con una primera capa de trozos de papel diario, humedecidos; c) esa primera capa, se va recubriendo con otras sucesivas de trozos de papel y engrudo; ch) se destacan con agregados adicionales, las formas salientes para configurar la máscara, sea de hombre, o animal; d) se deja secar bien y se termina el agregado de ojos, boca, nariz, cabellos, etc.; e) desinflado el globo, recortado el hueco de entrada para la cabeza en la parte inferior, se la colorea al agua o al óleo y se la barniza.Utiles y materialesCada escuela recién creada, debería recibir su equipo completo (mínimo) de útiles y materiales, equipo que no puede reducirse a los clásicos bancos, pizarrones, lápices y cuadernos. Al maestro alejado de los centros poblados, se le crean serios problemas motivados por la falta de elementos necesarios; su acción, sus iniciativas, sus más entusiastas esfuerzos van quedando así paralizados o inconclusos.En una escuela como la nuestra, los instrumentos y el material requerido, deben estar siempre en el lugar preciso. Cuando el guión pide “usar 'el nivel y la plomada”, el nivel y la plomada estarán listos para funcionar al alcance del niño, o se producirá una interrupción que, sumada a otras, llevarán la confusión y el desánimo al trabajo »escolar. En el mismo sentido, cuando se necesite cortar, pegar o clavar, también las herramientas y el material no podrán estar en cualquier lugar, sino allí donde lo tienen asignado.Sintéticamente daremos un detalle de útiles y elementos del equipo básico que gustaríamos llevar con nosotros, puestos en el trance de iniciar la vida de una escuela unitaria recién fundada:—Acuarelas, abrochadora, alfileres y agujas.—Balanza, broches.—Carbonilla, carpetas, cartón, cartulina, compases, cuadernos, clips, clavos, cola, contadores, cal.—Chinches.—Diccionarios.—Escuadras.—Fechador, folletos comerciales, frascos.—Goma de pegar, gomas de borrar.—Hilos, hojalata.

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—Lápices (comunes, de colores), lacre, libros, lapiceros.—Mapas (para uso individual), madera (común, terciada, prensada), metros (de carpintero, de tela), manuales.—Papel (común, celofán, carbónico, transparente, barrilete, de forrar).—Perforador, plumas y plumines, plastilina, pegatodo, pinturas (comunes, al aguarrás, pastel, acuarela).—Reglas, repuestos (lisos, rayados, cuadriculados, negros, milimetrados), revistas y rotograbados ilustrados.—Sobres (comunes y en papel fuerte, grandes).—Tela de encuadernar, tintas (común, en colores, china, hectográfica), tinteros, tizas (blancas y de colores), transportadores, tijeras.Equipos: Biblioteca, botiquín, caja de sólidos, costurero, estación meteorológica, hectógrafo, herramientas (martillo, serrucho, cepillo, prensa, barrenos, tenazas, tijera cortalata, formones, escalera, hacha, pala, azada, rastrillo, guadaña, tijera de podar, brocha, cuchara), imprenta de goma, imprenta escolar, mapas (planisferio, del territorio nacional, provincial y departamental, globo terráqueo, atlas), laboratorio, pesas y medidas (incluyendo reloj de pared), material de juegos (pelotas, arcos, banderines, hamacas, columpios, sogas de saltar, subibajas, cajón de arena, paso volante), proyector de cine, tocadiscos, útiles de limpieza.Mientras todo este conjunto de equipos y materiales no llegue con el nombramiento del director a la flamante escuela unitaria, o no sea enviado a las que ya funcionan en idénticas condiciones, ningún maestro debe escatimar esfuerzos para obtenerlo. Será necesario recurrir a las cooperadoras, a las donaciones, al trabajo personal del maestro, de los alumnos, de los ex alumnos y de los amigos de la escuela; pedir a los negocios del pueblo más cercano sus materiales de desecho, como cajones, cartones, cajas, almanaques, elementos de propaganda; y a quienes estén en condiciones de hacerlo, plantearles la utilidad del envío de libros, revistas, diarios, folletos, etc.CINE, MÚSICA, JUEGOS Y OTRAS ACTIVIDADES. p. 451Máscara de cabeza: A) Globo inflado, al que se aplica la primera capa de papel diario, en tiras sólo humedecidas; las capas siguientes se pegan con engrudo. B) Cuando la caparazón ya está seca, se desinfla el globo. C) Modelo terminado, con el agregado de los correspondientes elementos y coloreado.Comisión de FinanzasHabiéndosenos creado la necesidad de atender regularmente la adquisición de publicaciones de reducido costo para proveer de materiales a la mesa de revistas, bibliotecas, tocadiscos, etc., se constituyó en la escuela una Comisión de Finanzas, cuya probada eficacia atribuimos a la sencillez de su mecanismo como a la simplicidad de sus objetivos. El acta-estatuto fue redactado en clase en los siguientes términos:“El día 6 de agosto de 1954 se formó la Comisión de Finanzas de la Escuela Rural N9 11 de Tristán Suárez.“Esta Comisión de Finanzas recolectará semanalmente las donaciones voluntarias de los alumnos y de los amigos de la escuela.

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“Con esos fondos se adquirirán revistas, libros, discos, juguetes, etc., para ser usados por los alumnos de la escuela.“Habrá dos cajeros: Cajero 1° y Cajero 2°. Ellos serán los encargados de recibir y anotar las entradas, hacer los pagos de las compras y entregar el Balance al fin de cada mes.“Toda la Escuela forma la Comisión de Finanzas y está encargada de aumentar sus entradas, vigilar su marcha y discutir el Balance al término de cada mes.”Como lo establece el documento transcripto, los cajeros elegidos por voto directo de sus compañeros, atienden el movimiento diario haciendo los asientos correspondientes en el cuaderno de Caja. En la fig. 80, presentamos un ejercicio mensual ya cerrado y con su Balance al pie.La contabilización minuciosa, con la responsabilidad que el manejo del dinero y la rendición de cuentas implica, los acuerdos para los planes* de compras, la discusión del Balance en asamblea, son actividades que valorizan y recomiendan esta sencilla práctica escolar. Nacida en una necesidad real y concreta, bien pronto se afirmó y perfeccionó dentro de la vida colectiva de nuestra escuela, ajena a toda afectación formalista y pedante, tan común en estos tipos de organizaciones infantiles.

CAPITULO XIIAUTONOMIA Y CONDUCCION DE LA CLASESi se encara la labor pedagógica de una escuela unitaria tal como lo hemos venido detallando hasta aquí, se hacen indispensables las prácticas sencillas de autonomía infantil, afirmadas con la formación de disciplinas de trabajo que estimulen desde el primer grado los esfuerzos individuales responsables, en coordinación con la acción colectiva de ayuda mutua.La escuela íntegra debe sentirse capaz de marchar por sí sola, con un ritmo parejo y sostenido, liberada desde el comienzo de improvisaciones y languidecimientos, que son las enfermedades más comunes en los pequeños establecimientos de enseñanza. Al maestro le corresponde realizar allí una tarea organizadora, de orientación y animación. La escuela, que no puede prescindir del maestro sin cometer una injustificable aberración, sin embargo habrá de estar estructurada como si en cierta escala pudiera marchar sin su presencia permanente, movida por una dinámica de conjunto, capacitada para absorber todos los obstáculos sin perturbar el avance firme y sereno de todas las actividades. Pero, ¿cómo lograr este desarrollo equilibrado?Retomando algunas iniciativas ya consideradas o bosquejadas —sin descontar posibles repeticiones y consideraciones demasiado insistentes, tal vez— vamos a remarcar sus aspectos más realizables e importantes, experimentados en la práctica de nuestra escuela rural unitaria.I) Que el material esté en perfecto ordenToda improvisación precipitada en los precisos instantes de iniciación de las tareas escolares, necesariamente debe ser prevista e impedida. De ahí que los materiales de trabajo, como guiones, ilustraciones, utilería, museo, biblioteca, etc., al día y ordenados, esperarán ai niño como elementos de una maquinaria bien aceitada, lista para entrar en funciones en cualquier

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momento. La preparación de la clase, especialmente consiste en controlar si el material que va a ser usado en cada jornada, está en esas condiciones.Claro que previamente el maestro ha realizado su intensa tarea, compaginando las lecturas, las ilustraciones, los guiones, atendiendo a los más vivos intereses de sus niños: dibujo, color, drama, juego. Y ha eslabonado sus preguntas y sus indicaciones en forma clara y objetiva, para estimular el trabajo mental del niño en un sentido racional y creador.En el transcurso del calendario escolar hay amplio margen para el trabajo programado y metódico y también para el trabajo ocasional y libre. Para éste, siempre la escuela unitaria ofrecerá ventajosas y abundantes oportunidades en sus múltiples circunstancias, tan variables para cada día.Pero parejamente en este campo de libertades motivadas y casi inevitables, corresponde cuidar con mucho celo y renovado ingenio todo el sistema de formas de trabajo que escapen a la improvisación y se realicen acabadamente a su tiempo, con ritmo normal y también como una inevitabilidad natural. Y es esta condición la que exige al maestro la preparación enjundiosa de un material didáctico estructurado y ordenado de tal forma, que nada pueda dificultar su utilización sin reservas, en el momento preciso.II) Sostener la confianza infantilDesde el primer día de clase es fundamentalmente importante destruir en el niño campesino el miedo y la cortedad, afianzando sus vinculos y su confianza con la nueva vida colectiva que lo rodea. Y esto no es posible si no se lo convence diariamente, con hechos concretos, de que la escuela, los libros, los útiles, los compañeros y el maestro están allí para ayudarlo a abrirse camino.El maestro unitario —y no es esta misión privativa del maestro unitario, por supuesto— debe seguir a través de cuantas oportunidades se le ofrezcan, el proceso de cada niño, para alentarlo a tiempo y conducirlo con justeza, decirle la palabra útil y necesaria, vigilar su ritmo de trabajo, ayudarle a salvar los obstáculos personales. Esa vigilancia sostenida, ese estímulo oportuno, juegan un papel importantísimo en la evolución del niño, allí donde la vida colectiva del aula es una realidad tangible y transparente. Al maestro despreocupado o guardián, se opone la necesidad del maestro alentador, lleno de vida, joven de ánimo; alguien que crea que todo niño es capaz de proponer, de hacer; alguien que quiera ver lo bueno y, queriéndolo ver, lo haga llegar, o por lo menos, gravite para que la siembra sea buena y el esfuerzo tenaz. Ya lo decía Máximo Gorki, escribiendo a sus amigos, los colonos adolescentes: “Esta es la fe más grande, la única que se precisa. Siempre es mejor esperar del otro lo bueno y no lo malo, porque esperando lo malo de la gente, la echamos a perder. Los hombres son malos porque se miran con malos ojos”.*De ahí que. al juzgar los trabajos de cada niño, se imponga la necesidad de destacar siempre los hallazgos; si, por ejemplo, se leen sus narraciones en voz alta o se muestran sus acuarelas, es importante valorar los esfuerzos sin reprimir la admiración. En realidad no se pide otra cosa que la de leer y mostrar con la misma actitud de respeto y aun de crítica responsable que

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empleamos frente a la obra de creación adulta.Si no queremos frustrar el clima de confianza mutua, necesitamos conocerlos bien, acercarnos a ellos, escucharlos haciéndolos hablar y escribir, preocupándonos seriamente de lo que dicen, quieren o reclaman; no menos importante es ver con nuestros ojos dónde viven, cómo, y conocer sus regímenes de vida, sus ocupaciones y sus penurias. Casi siempre nos equivocamos cuando nos hacemos una opinión de uno de ellos sin habernos aproximado suficientemente.Véase cómo puede establecerse un erróneo juicio de apreciación viéndolos trabajar en la misma clase, pero sin estrechar la compenetración previa con sus tareas:Octubre 28Con su entusiasmo que no decae en todo el día, se trabaja en la Región Patagónica. Mapas y paisajes a todo color, lecturas, perfiles y fotografías. Aquí se ayuda a explicar en un párrafo la importancia de los diques y canales, allí hay que enseñar a descifrar los convencionalismos cartográficos. Entre ellos surgen cuestiones y discuten; Horacio hace hablar a Huberto y Huberto le da la lección conversando.Estoy ocupado en otro sector y oigo el rumor de voces y sus entrechoques en ese grupo de los mayores. Sin pensarlo mucho, ya creo haberme informado de que están fuera del tema, perdiendo el tiempo. Me acerco, me siento entre ellos, me ocupo y preocupo por sus cosas. Ni el rumor, ni el parloteo, ni las discusiones disminuyen. Sólo que ahora, para mí, es distinto: compruebo desde adentro que no pierden un solo minuto ni se apartan en lo más mínimo de la cuestión. Muy por el contrario, se están ocupando de sus temas apasionadamente y hablan entre sí con naturalidad, hasta con agudo humorismo, pero sin abandonar lo que tienen entre manos. Todo es cuestión de acercarse, de verlos desde adentro. Es la manera de resolver casi toda la pedagogía.En el despertar de la confianza del niño en sus propias fuerzas, importa mucho entregarle la responsabilidad de tareas que le exijan todas sus posibilidades de organización y decisión. Así, por ejemplo, en infinidad de oportunidades, confiamos la dirección —o ellos mismos lo deciden— de un grupo de alumnos menores a un niño mayor. En tales casos el responsable libra sus batallas consigo mismo, hace su experiencia rica en revelaciones inéditas. A su vez, sin quererlo, se nos muestra desnudo:Junio 23Solamente los pequeños de Inferior y Superior han quedado en el lugar más claro del salón, escribiendo. Roberto Villarino, una vez que concluyó sus tareas atrasadas, se acercó al grupo, para ayudarlos.He gozado este espectáculo mtichas veces. Pero verlo a Villarino —al chiquillo escuálido, difícil e indefenso: “Yo no sé... Yo no estudié... Yo no puedo...” —verlo seguro de sí, alentando, dirigiendo, enseñando a Inferior, es para mí un acontecimiento sorprendente.Escribía en el pizarrón las sílabas más complicadas. Hablaba, explicaba para todos y para cada uno. Vigilaba el proceso de la escritura banco por banco. Y Beba vino a contarnos:

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—Señor, Villaririo no le enseña a Julio: ¡le lleva la mano!Después los vi reír, como si nunca hubieran reído, alumnos y maestro, juntos. Y sorprendí también a Julio Troncoso, cuando a escondidas, para sobornarlo o agradecerle, daba media naranja despellejada a su maestrillo. ..Agosto 31Cuantas veces nos es posible, damos oportunidades semejantes a Huberto, a Ernesto, a Villarino; ellos van con alegría a ocupar sus puestos directivos y todo se desarrolla pedagógica y admirablemente. Mientras tanto, en ellos, entre los que más necesitan, se despiertaaviva la confianza en sí mismos, crecen a la vista y en el concepto de todos nosotros, se liberan del lastre de menorvalía que se les iba adhiriendo sin que pudiéramos evitarlo. Ven también con nuevos ojos nuevas perspectivas en el mismo lugar, e intuyen que ellos pueden compartir nuestros problemas y responsabilidades, punto de inhibición poderoso en la vida infantil.Aquella escuela ajena, que tenía un dueño absoluto, inexorable, no tiene razón para subsistir entre nosotros. Si no sabemos hacer de cada uno de estos humildísimos establecimientos educativos una casa donde los niños compartan con alegría su cuidado y su manejo, seguiremos equivocando el camino.Pero de esta coparticipación del niño en la acción diaria de enseñanza y aprendizaje, nos ocupamos en el párrafo que sigue.III) Estimular intensamente la colaboraciónJanusz Korczak, el educador polaco que los nazis exterminaron en cámaras letales con los niños de su escuela, expresa en un cuadro acertado, de conmovedora ternura, la trascendencia que tiene la transmisión de la sabiduría de unos niños a otros. El hermano mayor ha asistido al espectáculo alucinante de un incendio. Vuelve a casa, y cuando va a iniciar sus deberes escolares, se le acerca su hermanita Irene. Y pregunta, pregunta. Al comienzo el muchacho la rechaza. Pero luego cambia de actitud:“—¿Qué hago? —se pregunta—. ¿Se lo contaré? Y comienzo. No entiende nada. A cada rato pregunta:—¿Por qué?¿Por qué el agua? ¿Por qué mangueras? ¿Por qué bomberos? ¿Qué es bencina? ¿Vive? ¿Es grande?Es pequeña y no entiende. Yo tampoco entendía.—Espera, te lo voy a dibujar.Le dibujo un bombero con su casco, una manguera, y le di como una lección.Si no fuera por nosotros esos chicos nunca sabrían nada. Todo lo aprenden de nosotros. Nosotros de los mayores y ellos de nosotros. Así se va transmitiendo la ciencia” ( ).Sin que lo introdujéramos con propósito premeditado, ese aprendizaje por la colaboración espontánea de unos con otros, fue adquiriendo año tras año una importancia decisiva en la práctica diaria de nuestra didáctica.

Lejos estamos de resucitar sistemas de tipo lancasterianos, con monitores de monótonas repeticiones y puntero en ristre. La vida de la escuela unitaria inevitablemente exige el desarrollo de la ayuda mutua consciente y amistosa,

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liberada de toda “disciplina” que se obstine en clavar a cada niño en su banco durante 45 minutos y multarlo o castigarlo por unas pocas palabras susurradas de compañero a compañero. En ella debe formarse y respetarse una disciplina de trabajo, de realizaciones, cuyo ritmo sereno y progresivo vaya absorbiendo y educando sin precipitaciones las maneras naturales del niño, que por cierto, no son siempre las del silencio claustral, de la concentración aislada, de la frialdad muda. A medida que nosotros ganábamos la confianza de nuestros niños, liberándolos de prejuicios que no sabemos cómo podían ya traer consigo —“no me va a gustar nunca ir a la escuela, porque allí adentro hay que estarse quieto y sin hablar mucho tiempo”, decía Ricardo Troncoso a los seis años, antes de ingresar— fueron revelando cada vez más abiertamente cuál era su actitud de trabajo. Habladores, dicharacheros, bullangueros, poniendo a prueba nuestra serenidad conjurada, cumplían con lo suyo y cumplían bien.Claro está que por este camino de liberación nos exponemos a ver surgir, como relámpagos, inesperados repuntes de matonismo, agrias cuchilladas verbales, explosiones de torcida intención. Pero es que detrás del niño, dentro del niño, con todas sus hermosas realidades y posibilidades, viene el oscuro bagaje que le ha transvasado un medio social poco menos que indiferente a los más simples problemas de la educación humana. Y de esta brutal intromisión, no somos los maestros pobretones los más llamados a rendir cuentas.Pero, no obstante lo dicho, lo habitual es el trabajo en grupo, amable y entusiasta, como el que registra este apunte:Agosto 27Segundo trabaja en un grupo cerrado; pero es éste un grupo donde todos activan. Hablan, discuten y llevan el tema un poco uno, un poco otro, hasta agotarlo. Si me llaman es porque realmente necesitan ayuda. Hallan un serio escollo y comprenden que ellos solos no podrán salir de allí. Pero en cuanto les doy lo necesario, ya cierran otra vez el grupo, y dicen, magnánimos:—Vaya, ayude a los de Primero. Nosotros no lo precisamos. . .—De veras, señor...Y la risa, como agua que corre y canta entre ellos.Nos ha sido dado comprobar muchas veces cómo el niño resuelve más completa y naturalmente su problema de aprendizaje si trabaja en un grupo de compañeros que si lo hace solo, o junto al maestro. Y en el mismo plano experimental hemos recogido resultados más positivos cuando las tareas se realizan en grupos de tres o cuatro niños, que cuando se ocupan de los mismos temas simultáneamente clases numerosas. Hemos visto cómo, entre tres o cuatro muchachos, se entienden y se explican pacientemente unos a otros, haciendo jugosos comentarios é intercambiándose los hallazgos sin rastro alguno de egoísmo.Otra práctica que nos ayuda a sobrellevar las más pesadas tareas de la enseñanza en tan diverso conjunto escolar, consiste en confiar un grupo a la dirección de otro grupo. En las coyunturas más difíciles de la aritmética, por ejemplo, y cuando las tarjetas no se comprenden bien, o cuando nosotros hemos fracasado, pedimos: —¿Quiénes quieren ayudar aquí? Siempre hay

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varias voluntades dispuestas. Uno por vez, o en un solo grupo, atacan a su manera los obstáculos. Buscan antiguos caminos que ellos conocen, se prodigan maravillosamente, y al fin se hacen entender. Un poco más, un poco menos, en una agrupación escolar unitaria siempre se encuentra quienes han salvado una dificultad no hace mucho tiempo y recuerdan cómo, con qué procedimiento, con qué lógica se la desarma y domina. Generalmente el adulto ha olvidado detalles como ése y hasta tal vez tiene demasiado sepultada la idea de que allí había una seria dificultad que le costó lágrimas, en su tiempo.En nuestro Diario se han recogido numerosas referencias sobre estos aspectos de la colaboración, ya que ésta da su tónica al clima de trabajo habitual. En una de las páginas, anotamos:Agosto 25Un típico día de agosto nos recibe con viento frío del sureste. Nos apretujamos en el salón y trabajamos. Hay apuro entre los mayores para concluir la Mesopotamia; algunos se adelantan y llegan al fin. Entonces les pido que ayuden a Inferior, porque allí están atascados en las primeras sumas. La tarea les parece fácil, pero a poco andar pierden esa seguridad. Joaquín les responde con justeza, pero Hugo y Margarita los desorientan. Cuando pasan unos minutos más, casi toda la escuela está ayudando a desembarrancar al primer grado Inferior. Cada uno apor ta sus ideas, sus maneras de enfocar el asunto, su ejemplificación novedosa. Los oigo, y dominándome con gran esfuerzo, los dejo librar el combate con todas sus armas. Se oye:—¡Hugo! ¡Hugo!... Si tenés tres manzanas, ¡tres manzanitas! ¿eh?, y te doy cinco más... ¿cuántas tendrás? —pregunta Albor.—No. . . mejor es con los dedos. Yo aprendí así. Miren bien —Juancito está en el frente, con los dedos en alto, serio, dilatando la expectativa—. Tres dedos más cinco dedos ... ¿cuánto?—Margarita se ríe. Uno le enseña, ella no sabe nada y .. . se ríe. ¡Qué fresca! —tartamudea Ernesto, que con su corpachón apretuja a Margarita y a su compañero en el banco.Hugo mira. Mira con sus ojos inteligentes, un poco asombrados, todo lo que ocurre a su alrededor De pronto se le acerca su hermano mayor y hablan en voz baja. Se ve claramente que uno a otro se están transmitiendo lo que han comprendido.Abel abandona su grupo y explica a Julio con su estilo realista, objetivo y pausado.En el último banco, ha quedado Raúl, solo, enredado en un problema que “no le sale”. Está rojo, malhumorado, y a pesar de que es a él a quien mejor le sentaría una ayuda, quiere concluir para ir a dar la suya, como lo están haciendo sus compañeros. Al fin no se contiene y grita:—¡Tres más cinco, ochooo!... Y se acabó.Al oirlo, algunos se sorprenden y ríen, otros se enojan y protestan. Raúl se defiende: —Pero si no se puede hacer nada aquí... ¡Por qué tienen que armar semejante griterío!Para contemporizar, lo invito a suspender su trabajo para incorporarse al

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grupo de colaboradores. Me mira, y cuando ya creía que no aceptaría la propuesta, da un salto y resueltamente se mezcla con sus com pañeros: y el griterío crece.Cuando la ayuda la prestan los mejor dotados que terminan más rápidamente sus asignaciones, se les presenta así la oportunidad de ocupar el tiempo libre “aprendiendo-enseñando”. Y cuando son los más lentos los que intervienen, tal vez porque ven el andamiaje por detrás, interiorizándose de sus secretos y misterios, indiscutiblemente, crecen.A veces la ayuda se individualiza, ya en los bancos, ya en el pizarrón o en los patios. Otras veces es colectiva y se hacen dictados, lecturas, redacciones, correcciones de trabajos, capítulos de historia, búsquedas de palabras en los diccionarios, tablas, problemas, construcciones geométricas, acuarelas, modelados, etc.Los guiones permiten que esta colaboración sea inmediata y canalizada; el ayudante encuentra en ellos los elementos y las orientaciones necesarias. En gran medida, atribuimos la naturalidad de crecimiento de esta ayuda mutua, dentro y fuera de la escuela, al valioso lineamiento que los guiones tienden a lo largo y a lo ancho de cada temario.IV) Mantener un clima natural de serenidad y esperaAgosto 14Raúl y Ricardo siguen vapuleando al cuco: casos de división. Es lento el aprendizaje y en él colaboran casi todos los mayores, por momentos. Albor, Ernesto y Huberto, al primer llamado, se precipitan sobre los dos bancos de 39 y los ayudan, no sin antes aguijonearlos:—Qué chicos éstos. Hay que ver: para una cosa tan fácil nos llaman...—Bueno, a todos nos viene bien aprender, enseñando —digo, porque inesperadamente puede desatarse un vendaval: siempre es peligroso tocar a Raúl en sus momentos críticos.Esta ayuda providencial, muy a menudo salva ese mínimo indispensable de tranquilidad, que siempre se escurre de la clase en cuanto se trata de los “cucos”.—Pero, ¿cómo resuelven ustedes, los rurales, problemas tan complicados como la enseñanza de la división? ¿No se enloquecen? —preguntan a menudo los colegas urbanos; y todavía agregan:—Si poco menos que eso es lo que nos ocurre a cada uno de nosotros, los que tenemos un solo grado parejo, ¿no los va a trastornar a ustedes, con cuatro, cinco o siete grados a la vez?¿Cómo? Esperando sin apremios a que la capacidad —capacidad matemática para comprender el mecanismo de la división, en este caso— esté en la madurez que las dificultades de cada enseñanza exige; y además, ya lo dijimos, confiando sinceramente en la colaboración espontánea de toda la clase. Si el niño no ha aprendido a multiplicar precisamente en Segúndo grado, si no domina los quebrados en Tercero, pero llega al final del ciclo comprendiéndolo todo, apurando por decisión propia el ritmo de sus programas en retraso, nada se ha perdido con esperarlo y dejarlo andar a su manera.Con este apunte, damos la pauta de nuestro ritmo de trabajo diario, que es

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esencialmente pausado y sostenido; juzgamos mucho más necesario darle tiempo a nuestro niño de campo, que empujarlo, atosigarlo y exigirlo. Descartamos toda precipitación en las tareas escolares, en el desarrollo de los programas y en la graduación de los alumnos.Cuando alguno de nuestros niños no marcha y evidencia un coeficiente en retraso, la búsqueda de sus causas nos conduce inevitablemente a poderosas razones económicas o sociales. ¿Pero qué hacer? Generalmente la escuela común hace uso de su arsenal de exigencias y luego arrumba al niño difícil, hasta que el aburrimiento lo convierte en desertor.Aunque no conocemos una fórmula pedagógica infalible, sostenemos que la ayuda mutua, el clima de trabajo colectivo, alegre, entusiasta, actuando en un ambiente sereno donde se desconozcan los atropellos, son las premisas que dan al niño con dificultades, amplias posibilidades de recuperación. En estos casos, la gran batalla hay que librarla, casi siempre, con los familiares; es difícil convencerlos de que uno o dos años de retraso no implican sanción ni menor valía: “Esperemos y ayudémosle”, es nuestra repetida respuesta. Entre nosotros nadie los apura: se los guía y estimula, mientras rigen también para ellos, lógicamente, todos los mecanismos de autonomía, control, crítica, ayuda mutua y responsabilidades personales. A menudo se los ve hacer pie en un hecho felizmente resuelto y avanzar con optimismo; entonces nos congratulamos de haberlos retenido con nosotros, en medio de condiciones escolares atractivas, participando en nuestra vida colectiva sin humillaciones ni diferenciaciones.Para la creación de un clima sereno en las actividades de la escuela, importa esencialmente que muchos días sean los niños quienes digan qué es lo que quieren hacer, cómo y cuánto. Aunque no es ésta la norma general de nuestra didáctica, y sólo queremos referimos a la necesidad de dar al niño una participación verdadera en todo el proceso de su aprendizaje, ofreciéndole las más amplias oportunidades cuando ello nos sea posible. En nuestro Diario, decimos al respecto:Octubre 26El hermoso tiempo que viene cantando por las mañanitas, a todos nos tiene aquí felices, abiertos, tolerantes, amigos. Y estos días no se perderán jamás. Nadie piensa ni siquiera en la existencia de un instrumental de aburrimiento y tortura, que sin embargo, sigue en uso por ahí, lo sabemos.Trabajamos a gusto, haciendo lo que se haría varias veces en el mismo lugar, en el mismo tiempo, con idéntica alegría. Ellos me dicen:—Ahora vamos a leer la lectura.. .—Ahora vamos a resolver los cinco problemas de la tarjeta. ..—Ahora queremos dibujar y escribir sobre los animales.. .¿Yo les he de decir: —“No”? ¿He de recordarles, en días como el de hoy, los horarios y los programas? No pienso así, y dejo que ellos me lleven. Unas veces me llevan ellos, otras veces los llevo yo; vamos dando y tomando, como en uno de sus más luminosos párrafos pedagógicos aconsejaba Froebel3. Es provechoso, asimismo, dejar que el niño o el grupo siga con su asunto o materia hasta que realmente quiera detenerse. Sólo una prudente

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intervención del maestro en este sentido, puede limitar los éxcesos. Cuando la escuela ignora estos planteamientos que nos hace el niño sin palabras y cambia bruscamente de ocupación a toque de campana, desconoce también las comprobaciones de la más seria psicología de la infancia.En el transcurso de nuestras jomadas, días de intensidad febril dedicados a un determinado temario, son seguidos de otros más pausados y de actividades variadas. Estos últimos sirven para encauzar la correntada, ordenar trabajos concluidos, recuperar tramos de tiempo perdido. Y son también necesarios para suavizar la marcha, ya que cuando se aprietan unas tareas sobre otras, la exaltación mental puede aproximarse a zonas de cansancio y asfixia. Por el contrario, estos remansos intermedios, vuelven a encender la sed, a despertar el deseo otra vez fervoroso de-hacer y saber.V) Favorecer el desarrollo de hábitos de autocorrección y autocontrolCuando el maestro transporta pilas de cuadernos para corregirlos fuera de la escuela, realiza una tarea penosa y poco menos que inoperante. Porque el niño generalmente no se detiene a estudiar ni le interesan esas correcciones; se conforma con dar un vistazo al panorama de sus páginas para apreciar la mayor o menor cantidad de censura roja. Porque el maestro corrige con desgano, sabiendo inútil su esfuerzo; y muchas veces se convierte en un cazador mecánico de faltas, ni serena ni racionalmente inspirado. Porque las correcciones, en definitiva, se hacen así para cumplimentar a los directores de la enseñanza e impresionar a los padres: —“¡Aquí se corrigen todos los días los cuadernos!’’, proclamaba con orgullo una directora en trance de destacar el mayor mérito de su establecimiento.Encontramos mucho más efectivas las correcciones cuando el maestro da, de alguna manera, participación al propio autor de cada trabajo; así por ejemplo, cuando al finalizar una tarea, rodeado por sus alumnos, conversa con ellos, señalando error por error, indicando las formas correctas racionalmente, los inicia y afirma en las disciplinas de la valorización y autocrítica. Si algo puede asimilarse por la corrección ajena, este conversar directo, en vivo, sobre las faltas recién cometidas, sospechamos que está indicando el camino más realizable y provechoso. Claro que, cuando ese niño a quien ayudamos a desarmar y estudiar sus errores, vuelve a cometerlos al día siguiente, aun al reproducir el mismo trabajo, no debe sorprendernos. Siempre es más lento y difícil el proceso de la rectificación de hábitos incorrectos que el de su misma formación. De ahí la necesidad fundamental de elegir y consolidar desde los primeros días, las formas exactas y justas. Con ser t-an sensible el cerebro infantil, los datos que le llegan para enderezar hábitos torcidos, no determinan la corrección de una vez y para siempre; sólo la maduración y la insistencia porfiada, hacen conquistas sólidas. Y el maestro que conversa al lado de sus niños tal como lo decimos más arriba, sereno y amable, colabora esencialmente a la concurrencia de óptimas posibilidades mentales de maduración.Tan importante como esta forma de corrección en la que el maestro, sin embargo, sigue ocupando su tradicional puesto de censor, son las que dan al mismo niño responsabilidades para confrontar y enmendar sus propios trabajos, en la medida que esto sea posible.

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Entre nosotros, desde el primer encuentro con las condiciones de organización de la escuela unitaria, la falta de tiempo nos impuso ya las prácticas diarias autocorrectoras. Y a medida que nuestra experiencia se extendía y afianzaba, esas formas de comprobación de los resultados, individual o colectiva, también fueron ganando posiciones.Conviene, claro está, comenzar desde los primeros grados. En lo posible, cada tarjeta de actividades ha de poseer su respectiva guía de autocorrección, aunque para usarla haga necesaria la intervención de los compañeros mayores o del maestro.Para los grados siguientes, es suficiente con indicar los resultados y los ejercicios correctos en los textos respectivos. Al pie de cada tarjeta, ya lo vimos, va el título del manual y el número ie páginas a consultarse. Es así como los textos pierden el aspecto severo y vetusto que les asignaban sus funciones de guardadores de secretos, para convertirse en herramientas cuyo manejo agiliza el uso diario.Cuando el maestro dispone de tiempo, se aproxima al niño o al grupo que corrige, para dirigir la acción, destacando sus características más importantes: economía de tiempo, comprobación racional y no corrección mecánica, honestidad intachable.Otras veces puede confiarse a uno o más alumnos la corrección de trabajos de sus compañeros menores. Esta tarea se realiza casi siempre por medio de un intercambio vivísimo de preguntas, respuestas, comentarios e indicaciones que fácilmente el maestro puede oir desde cualquier lugar de la clase. Lo curioso es que nosotros advertimos la importancia de este procedimiento pedagógico justo, y lo incorporamos a nuestras prácticas habituales, cuando ya hacía mucho tiempo que ellos lo venían usando por propia iniciativa.La marcha de cada niño, en una escuela que no pase de treinta, está permanentemente a la vista y es de público conocimiento. Porque desde Inferior se lo ve crecer, se le oye, se leen y comentan sus narraciones personales, cuelgan de las paredes del aula sus dibujos y acuarelas, están en los estantes al alcance de todos sus trabajos concluidos y encuadernados, interviene en las asambleas, en los comentarios del noticioso, ayuda y es ayudado...Es frecuente oir a los mayores juicios estimativos que muestran la preocupación que les inspira la marcha de los más chicos o de los compañeros de la misma edad; y desde luego, conocen zonas de cada uno de ellos que son poco menos que inaccesibles al propio maestro.Setiembre 21—¡Terminé! —grita Raúl—. Ahora voy a ayudar a los chiquitos. Están perdidos, y ni el maestro los atiende hoy. . .Los chiquitos ríen y lo reciben agitando los cuadernos como si fueran banderines; cada uno forcejea por ser el primero en recibir ayuda. Raúl, pacientemente les explica, los vuelve al camino, los anima. Cuando termina, se acerca y me dice confidencialmente:—Van bien... ¿Se fijó usted cómo adelanta esta Margarita?De 29 a 6° grado, cada trabajo cumplido se tilda en las planillas de control. En un mural, s>obre cartones separables, al iniciarse el estudio de cada temario

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o materia, se colocan las planillas con sus correspondientes títulos, fechas y casilleros. Entrar en el aula y consultar este cuadro, es conocer en unos pocos minutos cómo marcha la escuela entera, en qué está trabajando cada grupo y cada niño, quién se ha adelantado, quién va con retraso. Una actitud de seria responsabilidad acompaña siempre la consulta y el fichaje de estas planillas de control. Textualmente, dice Dottrens: “Los niños se sienten felices de ir a marcar una cruz en las casillas que corresponden a las fichas con que han trabajado. Tal sistema provoca una gozosa emulación de alumno a alumno; igualmente, permite a cada uno ver los “vacíos” y medir sus progresos”. 4 Setiembre 154" dedica todo el día a la anatomía y a la fisiología del aparato digestivo. Pero a pesar del interés que mantienen vivo, parejamente sostenido por todo el grupo, ni Juancito, ni Albor, ni Horacio pueden pasar sin darse una recorrida para echar un vistazo al trabajo de 2", a los cálculos de Inferior, a las construcciones de 3". Luego, cuando ya han dado sus opiniones y sus indicaciones, vuelven contentos a lo suyo. De vez en cuando alguno se levanta y consulta las planillas de control.—Estoy al día —dice Juancito. Albor se le acerca y con la planilla en las manos, planean juntos el uso del tiempo. Se les oye decir por dónde van, en qué zonas andan retrasados, qué piensan hacer.—Yo estoy en mi casa y no duermo pensando en una de estas crucecitas —dice Albor.—¡Bah! una sola te falta aquí, y te ponés a la par mía. Pero mirá esto: ¿cómo no tendrá vergüenza este tipo? Lleva cinco atrasadas. ¡Cinco!—¿Quién, yo? —grita Huberto, interviniendo; y sin esperar, agrega—. ¡Por qué no se fijan en las fechas! Venía atrasado, pero estoy arremetiendo a ochenta.Juancito, visiblemente acoquinado por el tono áspero de Huberto, sin embargo insiste, aunque con voz débil:—Bueno, pero no estás al día. Eso es lo que yodigo—Eso puede hacerlo el que puede —interrumpe Horacio—. Yo me levanto a las tres, hago el tambo, ato el carro, vengo a la escuela, y otra vez al campo. ¿Me quieren decir cuándo puedo ocuparme de mis crucecitas de la planilla? ¡A mí también me gustaría. ..!Nos quedamos en silencio, ahora acoquinados también, quien más quien menos. Pero Albor, el bueno de Albor reacciona a tiempo, toma del brazo a Horacio y llevándolo frente al cuadro de control, dice:—¡Pero si tu casillero de Historia va en punta! ¿No te fijaste que desde ayer me estás ganando?Setiembre 29Huberto trabaja concienzudamente para alcanzar a sus compañeros y ponerse al día. Trabaja tres horas en clase, casi sin levantar la cabeza. Y cuando hacemos un alto en la jomada, su primera preocupación es llenar su casillero en la planilla de control. Nombra el título de cada trabajo y a tiempo que traza la señal con lápiz rojo, seguro y orgulloso, va diciendo: —¡Cruz. . .!

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¡cruz. . .! ¡cruz...!Con la boca entreabierta, detrás suyo está Abel, gozando intensamente el triunfo del hermano mayor. Y cuando Huberto se vuelve y se encuentran las miradas de ambos, Abel dice con cálida admiración:—¡Cuántas crucecitas hiciste hoy!Estas dos páginas de nuestro Diario, dan una idea aproximada de las características alcanzadas por el sistema de autocontrol que regulariza las actividades de los distintos grupos. En cuanto a la diagramación de las planillas, es muy sencilla; reproducimos, a continuación, el encabezamiento de una de ellas:29 grado MI ESCUELA 1953N* Tema Roberto Horacio Juan

1 Quién soy yo2 Mis útiles escolares3 Mi libro de lectura4 Mis compañeros y yo5 Cómo llegan mis compañeros6 “El camino” (acuarela)Cada programa —de aritmética o historia— queda expuesto en estas planillas y su consulta diaria por los alumnos, contribuye al eslabonamiento de los conocimientos y a la consolidación de ideas generales de conjunto. Finalmente, cada planilla es utilizada para compaginar las monografías, y confeccionar los índices.En los dos primeros grados, ante la imposibilidad de que el maestro lleve exacta nómina de las tareas realizadas por cada niño, también recurrimos al autocontrol mediante el uso de tarjetillas adicionales en las que cada uno escribe su nombre al concluir su tarea o tilda con una X su casillero.En los ejercicios rutinarios de las tablas aritméticas, estas planillas resultan de un alto valor para todos los grados.Los libros y los folletos que integran el material informativo de algunos temas y que los guiones señalan como lecturas obligatorias, tienen sus títulos inscriptos en las planillas, como una tarea más; pero también llevan al final, la siguiente plana de control:El libro El trigo fue leído por:Alumno Fecha

En diversas circunstancias, con su firma al pie, el sello de la escuela y el V" B' del maestro, cada alumno entrega un documento por el cual queda comprometido ante toda la clase a realizar determinadas tareas durante las vacaciones, o a apurar su ritmo de trabajo cuando va quedando rezagado en alguna asignatura. Estos compromisos están rodeados de la mayor seriedad —casi diríamos, solemnidad— como tanto les agrada e impresiona.Los documentos tienen una redacción estable, del tipo de los formularios, que los niños copian agregando sus datos personales, sus plazos y sus posibilidades de trabajo. Al reanudarse las clases, se detallan las tareas

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cumplidas al pie o al dorso del mismo documento, y luego son considerados, en estado de asamblea, por toda la escuela. Bulliciosos aplausos premian a quienes han llegado a término, mientras que se piden explicaciones a los que no lo han logrado. He aquí un típico compromiso, en sus dos fases:

Tristán Suárez, 8 de julio de 1953Yo, Élsa Isabel González, alumna de 3er. grado de la Escuela Rural Nv 11 de Esteban Echeverría, me comprometo a realizar los siguientes trabajos durante las vacaciones de invierno:1v) 8 tarjetas de aritmética.2Q) “Los indios querandíes”.3Q) La Provincia de Buenos Aires.4º) 3 pensamientos por día.5V) Acuarelas.6Q) Lectura del libro “Cuentos de Oscar Wilde”.Elsa I. González

21 de julio de 1953Durante la¿ vacaciones de invierno he realizado los siguientes trabajos:— 8 tarjetas de aritmética.— “Los indios querandíes”.— La Provincia de Buenos Aires.— Más de 3 pensamientos por día.— 4 acuarelas.— Lectura: “Cuentos de Oscar Wilde”. Yo he cumplido mi compromiso.Elsa I. GonzálezDurante las vacaciones de verano, el compromiso se refiere fundamentalmente a la realización de un volumen de más de 100 páginas con ejercicios para el trabajo individual (La colección El maestro en casa, Buenos Aires, Ed. Bell, sirve a este propósito aceptablemente). A mitad de tareas, aproximadamente, cada niño responde a un cuestionario que recibe por correo. Reproduciremos una de estas respuestas:Tristán Suáfez, 23 de febrero de 1955Mi maestro:Usted me pide que le detalle mi informe de las vacaciones. Es éste:— Del libro de ejercicios, llegué hasta la página 50.— Me resulta fácil,no necesité ayuda hasta ahora y me gusta.— Todavía no estoyseguro si lo voy a terminar para el 30 de marzo. Voy a hacer lo posible. — Desde que finalizaron las clases, he leído los diarios y las revistas que mi hermano trae del pueblo. El diario lo leo todos los días, y a veces también leo las revistas de la estancia.— Yo vivo en la casilla, con mis hermanos Horacio y el Negro. Para ayudarlos, hago estos trabajos: a la mañana temprano voy al tambo, después boyereo todo el día, barro la casilla y limpio los útiles de la cocina.— Este año, en la escuela me gustaría ser encargado de la Mesa de revistas.Lo saluda, hasta el 1º de abril,

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Luis Aníbal GiorgisPara los rezagados, existe un tipo especial de compromiso. Los alumnos en mora, redactan sus documentos tal como lo muestran los siguientes ejemplos:Yo, Osvaldo P. Belardi. alumno de 5? grado, me comprometo a entregar antes del 5 de junio de 1954, el Capítulo de Historia XV, “Segundo Triunvirato”.1º junio/54 (firmado) Osvaldo P. Belardi

Yo, Juan Alberto Costamagna, alumno de 3er. grado, me comprometo a dominar las cuentas de dividir (de tres cifras en el divisor) antes del 30 de junio.25/junio/54 (f.) Juan A. Costamagna

Yo, Luis H. Jaureguiber, alumno de 4(‘ grado, me comprometo a entregar el día 1? de junio de 1954, el Cuaderno de pensamientos.7/mayo/54 (f.) Luis H. JaureguiberEstos compromisos quedan a la vista, en un pequeño panel en la pared, donde también se exhiben los que han sido cumplidos. El maestro los visa, usando la letra C y los signos + y — antepuestos al número de días de adelanto o atraso.'Así: C —2, significa “Cumplido 2 días antes del plazo dado”.

Los documentos firmados y sellados, se refieren a todas las actividades de la escuela, desde la terminación de una monografía a plazo fijo, hasta la memorización de una tabla o la lectura de un libro; antes de redactarlo, alumno y maestro conversan para determinar si realmente vale la pena hacerlo, y en caso afirmativo, para fijar correctamente el tema y las fechas. Veamos uno de estos casos:Horacio Oscar se acerca a mi mesa.—Señor, yo quiero firmar un compromiso.—¿Y qué vas a hacer?—Pasar mis trabajos de “La vivienda”. ¿Se fijó en la planilla? Tengo como diez atrasados... — se ve claramente que quiere abultar su falta. Es curioso esto.—Bueno... ¿Para qué día?Vamos junto al almanaque y calculamos. El propone: el viernes.—Pero está muy cerca el viernes.—Para el lunes, entonces.Vuelve al banco. Como tiene grandes dificultades para redactar, pide ayuda a sus compañeros de 2?, Roberto y Juan Costamagna. Hace su compromiso primero en borrador y a todos nos sorprende verlo tan preocupado para que su trabajo sea prolijo y correcto. Y por el contrario, nadie escucha con interés a un polichinela incrédulo que comenta desde un lugar anónimo de la clase: —“¡Je! Horacio ha firmado un compromiso porque quiere que al final lo aplaudan ...”¿Con los compromisos y las planillas de control, nos proponemos exigir y

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fiscalizar a nuestro niño para que alcance determinada regularidad y resultados preestablecidos? Dadas las condiciones de su vida y de su asistencia a la escuela, no es ésa nuestra finalidad total. No es cuestión de establecer cuadros con valores de notas, ni premiar con el grado aprobado a quienes llenan todos sus casilleros o se ajustan estrictamente a sus compromisos. Avisamos a los remisos, los ayudamos, les pedimos sus palabras de compromiso para dar nuevos pasos hacia la meta, pero respetamos los altibajos que sólo revelan ritmos distintos de trabajo.Y, en definitiva, queremos que estas formas de autocontrol pasen a ser cosas de ellos más que de nosotros, y como un interesante juego de responsabilidades que despiertan con insospechada naturalidad.VI) Desarrollar la crítica en toda actividad escolar, armonizando

la autonomía del niño con la intervención directriz del maestro.Julio 30Cuarto grado continúa hoy con las Regiones naturales del país. Como la documentación abunda en mapas (—¿Los tendremos que hacer todos? Fíjate qué dice el guión. ¡Qué lindo!) y en ilustraciones a todo color, desde el primer contacto están atrapados.Este material todavía no ha pasado por la experiencia definitiva, y lleva

un solo guión manuscrito, compuesto por varias hojas sueltas; por ello están obligados a trabajar independiente¬mente, banco por banco, aunque nada puede impedir que se consulten, ayuden y critiquen tal como si formaran un solo grupo. Sabemos que, precisamente, el estudio de mapas y perfiles es de los que más se beneficia con la colaboración y la vigilancia común.Rodolfo ha consultado detenidamente el mapa del Atlas; luego extiende el mural de tela y lo estudia. Al fin se acerca al banco de Horacio y observa el trabajo.—No es así —dice al fin—. Los dos ríos rodean la sierra. Después se unen.—¿Quién dijo? ¡Si en este mapita están dibujados como yo los hice!—No señor. Estás equivocado. En los otros, no es así.Ya sé dónde conduce este diálogo; pero los dejo ir, escuchándolos sin apresurar mi intervención. La crítica del compañero, con esfuerzos racionales buscará el apoyo de la mayoría; se formarán y diferenciarán los bandos en pocos minutos y discutirán. A su tiempo, me llamarán, o tal vez yo me acerque al grupo sin esperar a que lo hagan. Porque la conducción serena y hábil, es necesaria para que un interesante aporte crítico no se convierta en motivo de agresividad y perturbación; todo está en lograr encauzar las corrientes para educar justamente los hábitos fundamentales de la convivencia colectiva.Por su parte, Segundo grado trabaja en un perfecto block. En realidad es un avispero rumoroso al que no se puede silenciar. Todo se discute allí entre todos. Hay críticas, explicaciones, a veces enojos y hasta llanto. También aquí sólo intervengo cuando las discusiones plantean esa necesidad. Mientras tanto, mientras no interrumpan el trabajo de los demás, los dejo andar, como un torrente. Son las primeras armas cruzadas con apasionamiento sobre problemas del razonamiento incipiente, y es preciso que el propio ejercicio ensanche el cauce, dé amplitud ál desarrollo. El buen

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sentido se va poniendo en pie mientras la inteligencia aligerada y en vigilia, tan pronto ataca, tan pronto defiende.En la página que antecede, queda planteada nuestra actitud frente a los intentos de crítica que a menudo apuntan en los diversos grupos escolares, pero que casi siempre son detenidos o amputados por temor a sus inesperados resultados. Entre nosotros, como acabamos de documentarlo, se los acepta, alienta y conduce, como elementos positivos para activar y purificar la labor diaria. Esta actividad de la crítica dentro de la vida escolar, alcanza su máxima expresión en las asambleas mensuales. Pero antes de detenernos en la consideración de estas reuniones colectivas, explicaremos que en determinado momento de nuestra experiencia, nos fue necesario establecer un parejo reparto de tareas y responsabilidades, para que toda la escuela conservara su ordenamiento normal e imprescindible, conjuntamente con sus más elementales formas de higiene y buen gusto . Y así lo hacemos desde entonces, eligiendo generalmente a dos alumnos para cada cargo, uno mayor que otro; sus nombres se exponen en los cartelitos instalados en cada lugar de trabajo.

Los encargados atienden las tareas correspondientes a: —Biblioteca mayor —Biblioteca menor —Mesa de revistas —Mural “Viento de estrellas”—Diario “Noticias Argentinas”—Laboratorio —Cruz Roja —Taller y museo —Aula—Estación meteorológica —Rincón de 1Q inferior—Galería, cocina, baños —Cine-Discoteca —Comisión de Finanzas —JuguetecaComo se comprenderá, en una clase de una treintena de alumnos, todos tienen tareas y responsabilidades; aun algunos, comparten más de una.Después de la asamblea mensual o bimestral, se procede al cambio de cargos, si así resulta convenientemente peticionado y aceptado; los mismos niños acostumbran a elegir las tareas, a peticionar sus relevos o a postularse como continuadores en las ya ejercidas.Durante las asambleas, se juzga el desempeño de los responsables en las tareas para las que hubieron sido designados, y se los sanciona o aplaude. Indudablemente, la dirección del maestro —aunque él personalmente no dirija los debates— debe gravitar con intervenciones justas, de cristalina transparencia, para que esas magníficas lecciones de aprendizaje social alcancen su finalidad educativa. Y sobre todo para que las discusiones, las observaciones y los propósitos expuestos, no resulten un entrechoque o una

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mera exposición de palabras, sino que sean fiel reflejo de la realidad vivida o planteos concretos de lo que debe ser.En las ingenuas crónicas que transcribimos a continuación —tomando solamente los párrafos más interesantes de cada una—, encontrará el lector ese tenue temblor de objetividad con savia en circulación que reclamamos, recorriendo las intervenciones y los juicios de los asambleístas:Al terminar el mes de octubre, como todos los fines de meses, hicimos la crítica de nuestras ocupaciones.Crítica del servicio meteorológico, a cargo de Rolando, Blanca, Luis y Elsa.Rolando leyó el resumen de las anotaciones. Pero en el gráfico habían señalado 12 grados no sé qué día, mientras que las planillas tenían 11 grados anotados ese mismo día.Después se les dijo que debían mantener un orden para la lectura del calendario. Y que para anotar el viento, la temperatura, la presión y la lluvia, lo hicieran exactamente, cuando todos estumeran de acuerdo.Crítica de la mesa de revista. (Yo y Joaquín).Nuestra pequeña mesa tuvo pocos comentarios. Se habló de la falta de chicos que lleven revistas. Pero cuando hay materiales nuevos, todos atropellan para llevarlos.Crítica de “Viento de Estrellas”. (Blanca y Luis).Este lugar, aunque se llama “Viento de Estrellas”, no brilló mucho este mes. Faltaron trabajos, pensamientos y acuarelas. Sólo seis páginas se pegaron. Así va mal.Crítica del rincón de primero Inferior. (Delia y Elsa).Este rincón estuvo bien. Pero el otro día, en una parte estaba dibujado el papá y debajo decía “gallo”: y aunque el papá cante, no va a cantar ¡cocorocó!Se dijo entonces que los encargados tendrán que colocar los cartelitos de manera que queden bien.Crítica de la biblioteca mayor. (Mirta y Blanca).En esta biblioteca una cosa anduvo mal y otra bien. Mal fue la falta de lectores en el mes, cosa de la que las bibliotecarios no tienen culpa. Bien, porque quienes la atienden recomiendan los mejores libros. (Lástima que “La cabaña del Tío Tom” no haya llegado todavía).Evaristo, 12 años - 5° gradoLa biblioteca menor está bien atendida. Las bibliotecarios, Elsa y Rosa, son muy prolijas.Lo bueno que tienen los de la biblioteca menor, es que nunca discuten sobre quién tiene que anotar los libros.El taller y museo lo atendemos Mirta, yo y Osvaldo. Cuando nos dicen, lo limpiamos, pero a veces no nos acordamos y nos vamos a jugar.Tenemos que ordenar los cajones que contienen minerales, vegetales y animales.Rolando, 10 años - 4V gradoEvaristo y yo somos los encargados de la Comisión de Finanzas. Antes de la asamblea, fuimos a la galería Evaristo, Mirta, Joaquín, Osvaldo y yo, y contamos todo el dinero. En el cuaderno algunas cuentas estaban mal

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sumadas y las corregimos.Después Evaristo fue al frente y leyó el balance. Nos aplaudieron y nosotros les dijimos: —Muchas gracias.Hubo críticas porque algunos días no atendíamos bien. Delia, 10 años - 2^ gradoGalería, cocina, baño; o cargo de Martín, Esther y Beba, de primero Superior.Todo muy bien barrido y ordenado.—Saben distribuirse el trabajo bien —dije yo— porque siempre veo a los tres trabajando.Osvaldo, 11 años - 5l/ gradoEl calendario meteorológico. Elsa dijo que estaba muy desordenado porque Blanca ponía Este y Rolando Sur-este. Entonces no se llevaban de acuerdo, como ocurría con la gente antes de que se inventara el metro.El botiquín fue muy bien atendido. Los enfermos que tuvo fueron Carmen, Rolando y algunos otros, que quedaron muy conformes.La Comisión de Finanzas estuvo atendida más o menos. Delia, la segunda Cajera, cuando venía un libro nuevo recién comprado, lo llevaba para su banco y ¡adiós, no se lo veía más! Si no fuera por eso, estuvo bien.Noticias argentinas, un poco desorganizado, como el calendario meteorológico. Mirta y no me acuerdo quién más, dijeron que el director tenía que sellar las noticias y el subdirector tenía que ver si se colocaban bien en el mapa.El que trajo más noticias en el mes fue Luis Aníbal y los que trajeron menos fueron Juan e Hilda.Roberto, 9 años • 3er. gradoEn este primer día del mes, como todos los meses, se hicieron las “críticas”.Calendario meteorológico. Los encargados del calendario meteorológico son: Luis, Rolando, Elsa y Blanca. Lo han atendido muy bien, pero tuvieron una falta: que no estaban bien organizados.Elsa dijo que tenían que reunirse antes de anotar, para que no hubiera ninguna confusión en el calendario.Yo dije que tenía que informar un día cada uno.El laboratorio. Está atendido por Roberto y Juan Alberto. Lo han atendido bien, pero son muy chicos y no alcanzan a limpiar y ordenar los estantes de arriba. Rosa, 9 años - 2º gradoEl día 1º de agosto se hicieron las críticas del mes de julio.Josefina a cada rato estaba con la mano levantada; y todos hablamos pero ella no.Y Rolando pedía aplausos, nada más.Edelmiro levantaba la mano y cuando le decíamos: —“Hablá”, él no quería.Costamagna no aplaudía: él silbaba. Y cuando llegamos a la Biblioteca mayor, hubo que silbarlo también a él.¿A que no saben a quiénes criticaron más? A los del laboratorio. Juan, cuando pasaban al frente los encargados, les decía: —¡Qué crítica les voy a hacer! Y después no decía nada...Omar, que siempre protesta, pasaba la mano por las maderas del laboratorio y decía: —¡Qué limpio que está aquí! Entonces los otros chicos le

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contestaban: —¿Viste, eh? ¡Y si no te gusta, limpíalo vos!Estella Maris, 10 años - 3er. gradoHoy, primer día del mes de noviembre, hicimos la crítica de las obligaciones de cada uno del cuidado de las cosas de la escuela. Todos los primeros días de los meses ya transcurridos habíamos hecho estos elogios y críticas al mismo tiempo, pero los de este mes fueron más profundos.Se trató de todos estos asuntos que yo voy a comentar escribiendo cortas oraciones:Biblioteca menor, atendida coordinadamente por Elsa y Rosita. La atención fue buena y muy extremo el cuidado de los libros que leen los de Inferior.Galería, cocina, baño: a cargo de los de primer grado Superior. Todo estuvo bien ordenado, limpio, con lindas flores en los frascos. Los chicos no tuvieron que dar quejas; al contrario, sólo comentarios elogiosos. Blanca, 12 años - 6V gradoLos encargados de la galería son muy chicos y por eso la escoba los voltea. Pero a pesar de todo los vi limpiar muchas veces y vi todo muy lindo.En la Biblioteca mayor los encargados son Roberto y Alberto. Rolando renunció porque hace dos años que atendía.Los encargados recomiendan muy bien los libros y cuando los entregamos, nos hacen contar lo que leimos.El Táller y Museo lo atendemos yo, Martín y Eduardo. Vicente dijo: —Yo los vi limpiar varias veces. . .Rodríguez decía que no y después que sí limpiábamos.Ah, pero no hay que olvidar que nos ayudaron Delia, Rosa, María y Blanca. Ahora el gaiponcito está limpio y ordenado, es decir, “chuik-chuik”, como dice Cacho Giorgis. Juan, 11 años - 4V gradoYo no quise decir nada del botiquín ni de Viento de Estrellas, porque Elsa se pone nerviosa; pero estaban desordenados y sucios.Yo alguna vez he visto a Elsa, pero a Luis no lo he visto nunca atendiendo su oficio. Para eso, que no se dejara elegir. El se va a jugar a la bolita o a ver cómo bailan los chicos en la galería.María es una chica nueva y Luis hace tiempo que conoce cómo tienen que suceder las cosas en la escuela. Entonces tiene que ayudarle. Cuando le dicen que nunca lo vemos arreglando, se pone colorado como tomate. Si no te gusta, pónete un día a arreglar y verás que después no te dicen nada...Esther, 10 años, 3er. gradoEl día 1" de agosto hemos realizado la crítica de los siguientes trabajos: Biblioteca mayor, Biblioteca menor, Botiquín, Laboratorio, Galería - cocina - baños, Aula, Viento de Estrellas, Noticias argentinas, Comisión de finanzas, Taller y museo, Mesa de revistas, Estación meteorológica.De la Biblioteca mayor, dijo Rosa que Roberto anotaba todos los días y Costamagna no. Me paré yo y dije lo siguiente: que eso no podría suceder más si uno anotaba y otro entregaba.De la Biblioteca menor, yo dije que estaba muy desordenada y que faltaban algunos libros. Pero preguntaron a los chiquitos si los atendían bien los bibliotecarios y dijeron todos en coro: —Sí, sí.De Noticias argentinas dijo Rolando que en el resumen leído a él le faltaban

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dos noticias y Roberto dijo que él tenía cuatro de más.—Eso hay que tenerlo muy en cuenta —dijo el maestro.

De Viento de Estrellas, varios chicos dijeron que me vieron limpiar a mí sola. Y yo, la misma encargada dije: —Lo más interesante es que no pegamos ni una sola página, y eso nadie lo dijo...Del Taller y Museo se dijo que estuvo bastante bien atendido. Un chico, el otro día miró el piso y dijo:—¡Está sucio! Pero es que el piso es de tierra, y por eso está sucio.Elsa, 11 años - 6V gradoHoy estuvimos cerca de medio día haciendo críticas y leyendo los resúmenes.Cuando nos tocaba a nosotros, que somos los encargados del Museo, Rodríguez decía primero que “nunca nos veía limpiando el Museo’’, y después decía que “siempre nos veía limpiando...”Por ahí, no sé por qué, ni cómo, el maestro preguntó cómo tenía que ser un aplauso y mi hermano Juan dijo:—Un aplauso gordo.En Comisión de Finanzas, hubo algunos rezongos.Martín, 9 años - 3er. gradoCuando el maestro confía un grupo a un compañero mayor, el conjunto sale del aula y se instala cómodamente afuera. El responsable organiza allí la tarea y “toma las tablas” o las lecturas, ya individualmente, ya en una sola rueda. Al concluir, conversan y discuten los resultados, antes de que se autorice el fichaje en la planilla correspondiente a quienes lo merecieron.Luego vuelven al aula. Casi siempre es éste un instante cargado de tensión que provoca un alto en las tareas de la clase; porque es entonces cuando el responsable se adelanta y toma la palabra para decir: —Voy a informar sobre el resultado de las tablas de hoy en Tercer grado...Raramente se discute el dictamen. Sin embargo, quien es censurado, no recibe el anuncio con indiferencia: la tácita sanción colectiva afecta sensiblemente al niño con más fuerza que una baja nota numérica asignada por el maestro. Sabe que puede cuestionar el fallo, aunque para ello le será necesario demostrar cristalinamente la injusticia que se ha cometido con él, repitiendo su lección para toda la clase. A veces lo hace y entonces la escuela entera juega un apasionado acto de justicia insobornable, de exigentes responsabilidades y hasta de firme valentía.De ninguna manera la clásica misión directriz del maestro pierde su responsabilidad, ya que, por el contrario, se ensancha y enriquece con la intervención organizada e igualmente responsable de sus alumnos.Entre quienes atribuyen al maestro la totalidad de la organización, dirección y actividad de la enseñanza, convirtiéndolo en un dómine autoritario, y los que sueñan con la posibilidad de dar al niño una autonomía sin límites, en campos colindantes de unos y otros hacemos pie quienes encontramos justa la solución dialéctica que Henri Wallon delineara en la “Conferencia mundial de la enseñanza” (Viena, 1953). En uno de los párrafos de su informe, el ilustre psicólogo francés dijo al referirse a los principios de la educación

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democrática: “La disciplina escolar está fundada, no sobre los derechos imprescriptibles del niño, ni sobre la autoridad absoluta del maestro, sino sobre responsabilidades mutuas que deben instituirse no solamente entre alumnos y maestros, sino también de cada uno respecto a la colectividad escolar. A cada uno se le debe atribuir una tarea útil para el conjunto de la clase. De este modo el aprendizaje de la democracia se hace prácticamente bajo el control exigente de quienes lo realizan; una negligencia, puede decepcionar colectivamente. Y no se trata de una imitación ficticia y pueril consistente en calcar las instituciones de la escuela sobre las de la sociedad.”Y cuando una alumna, como hemos visto, reclama el buen comportamiento de un compañero diciendo en su crónica, “María es una chica nueva y Luis hace tiempo que conoce cómo tienen que suceder las cosas en la escuela”, a su manera se está refiriendo a las sólidas costumbres que la comunidad escolar ha madurado en el transcurso de días, meses y años. Cuando llegamos a sentir esas costumbres como un clima natural, como un conjunto de tradiciones depuradas y vivas, conduciendo todas las actividades dentro y aún fuera de la escuela, nos sentimos liberados de las más ingratas preocupaciones y tareas de nuestra docencia. Porque de allí en adelante, todo resultó fácilmente realizable, con la trama de un ordenamiento que a nadie estruja y con un impulso motor que no se detiene nunca. Con otros nombres, éstas eran las más ambiciosas conquistas educativas que Makarenko recomendaba cultivar cuidadosamente: “La «teoría» pedagógica — afirma— ha desdeñado siempre el terreno del estilo y del tono, y sin embargo, éste es el sector más importante y esencial de la educación colectiva. El estilo es la cosa más delicada y que se echa a perder más rápidamente. Hay que cuidarle, vigilarle cotidianamente, exige el mismo insistente desvelo que un macizo de flores. El estilo se crea muy lentamente, porque es inconcebible sin una acumulación de tradiciones, es decir de principios y hábitos” ... “El fracaso de muchas instituciones infantiles se debe a que en ellas no se había elaborado el estilo y no habían cuajado las costumbres y las tradiciones” .Cerrando este Capítulo en el que hemos tratado algunos aspectos de la autonomía y de la conducción en nuestra escuela unitaria, reproduciremos dos páginas de “Diario de ruta”, que enfocan al maestro en la clase, en plena acción. Ellas llevan nuestras observaciones y reflexiones recogidas allí mismo, en el encuentro decisivo de las responsabilidades, la colaboración mutua y la camaradería; pero sobre todo, dan testimonio de un instante culminante y feliz en la vida de la comunidad escolar, cuando ya han “cuajado las costumbres y las tradiciones’’ en un estilo propio.Octubre 2Voy de un banco a otro, alentando, aclarando, corrigiendo. Raúl me llama porque todavía el Diccionario le esconde algunos de sus secretos, y él está dispuesto a dominarlo definitivamente Beba quiere que les haga una cuenta de dividir en el pizarrón despaciosamente explicada, para que todos la entiendan. Albor, que le vise su apasionante Capítulo de historia recién redactado. Juancito, me pide explicaciones sobre las referencias de un mapa económico. Huberto, sobre el tanto por ciento de las mezclas de aceite.

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Haydée me muestra una acuarela inconclusa. Hugo me llama para preguntarme si ha escrito bien “Rosa come pan”. Margarita, para que le saque punta a sus lápices de colores. Y así, así toda la mañana. Trabajo con ellos y ellos me piden ayuda, naturalmente. Creo que es ésta la acción que el maestro unitario deberá realizar todos los días, con ánimo entusiasta. Claro que, frente a este programa de realidades tan simples y concretas, no dejarán de protestar, ofendidos, todos aquellos que todavía hablan de sacerdocios de papagayos pedagógicos. .. Tengo una experiencia imborrable de maestros habladores, muy pagados de sus apostolados y que, llenos de confusión ellos mismos, ni aclaraban ni suscitaban ideas, ni sabían actuar como estímulos removedores y orientadores: adormecían y cansaban, más bien.Andando entre estos chicos recién amamantados en una realidad serena, fui sintiendo la necesidad de estar callado la mayor parte de la jornada, para acudir allí donde se me pedía con la palabra pronta, dada ya sin mezquindad. Confiaba en el desarrollo de los hechos, en la autonomía de los procesos, y apenas conversaba con toda la clase simultáneamente: sin quererlo, me excedí.Ahora vuelvo a recuperar el don de la palabra; la descubro como una herramienta poderosa, con la que me es dado “practicar un intervencionismo activo” , tal como mi experiencia aquí me viene exigiendo sin titubeo alguno.Octubre 13Nuestro barco navega con lentitud, esperando. A su bordo, la difusa jerarquía, desaparece hoy totalmente. Somos antiguos camaradas que hemos sorteado juntos las bravuras de muchos días de mar. Y como si todavía el viaje en común lo presintiéramos largo y amenazante, nos damos una tregua de bonanza, de confidencias e intimidades, de ánimo y tolerancia.Cada uno se entrega a lo suyo, alegremente. Cada uno a lo que le gusta hacer. Y eligen bien, tácitamente de acuerdo para silenciar las exigencias que, pese a todo, yo no puedo dejar de representar. Algunos reparan los claros de sus ausencias involuntarias, otros quieren seguir y gustar lo nuevo y desconocido. No existen hoy tareas penosas y todo se echa a andar con esfuerzo natural y fresco. Me quedo contemplándonos, hasta que me avergüenzo y busco trabajo.Así es como estoy entre ellos, recuadrando la acuarela —“Lluvia”— que Haydée dio a su escuela hace ya mucho tiempo; sin ella, nuestra Estación meteorológica queda incompleta, hasta extraña. Ellos lo han dicho. Y cuando vuelvo a colocarla en su lugar, lo confirman:—Ahora sí . . Es otra cosa.Luego, los viejos camaradas, siguen tejiendo su charla. Hablan, es claro, de lo suyo. Pero ya va siendo suyo casi todo lo nuestro. Por eso hablamos de banco a banco, de trabajo a trabajo, sin levantar los ojos del mapa que se está acuarelando, ni del esquema, o entre párrafo y párrafo de lo que se lee para informarse; hablamos de lo que estamos haciendo, de lo que ha ocurrido ayer en nuestro lugar y en el mundo, y hablamos de libros, de nuestros conocidos, del viejo Tolstoi y sus cuentos, de Don Cristóbal Colón, del intrépido Robinsón, de las andanzas corajudas de Martín Fierro...Al mediodía, en medio de la llovizna, pasa Ricardo Troncoso detrás de su

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tropilla. Nos saluda riendo, y para disimular sus ganas de estar hoy con nosotros, se aleja entre gritos y lonjazos, para cortar diestramente un atajo con su caballo. Después oímos el cencerro que lleva la yegüita madrina, por un rato: y es como si oyéramos la voz apasionada de Ricardo, terciando en los encuentros de hoy.“La escuela vista desde el Este”. Dibujo a tinta de Huberto B. Aguirre, 13 años, 5? grado.

Referencias bibliográficasReiteradamente el autor ha señalado que sus búsquedas y experiencias pedagógicas vividas en la escuelita de Tristán Suárez, fueron un diálogo obstinado día por día entre libros leídos y realidades concretas y acuciantes. Y podría decirse que los contenidos de este informe de realizaciones y reflexiones de sus hechos e ideas fueron tejiéndose en una urdimbre pausada, dinámica, dialéctica.Hacer un cuadro bibliográfico analítico muy preciso, exigiría mucho espacio y resultaría muy general. Por lo demás cada capítulo del libro da los títulos básicos de los materiales que sirvieron de verdadera apoyatura para cada temario tratado; citas y referencias bibliográficas que podrán ampliarse consultando los libros publicados por el autor sobre la misma experiencia: VIENTO DE ESTRELLAS, DIARIO DE RUTA, LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS DE UN MAESTRO RURAL, PEDAGOGÍA CREADORA, DIDÁCTICA DE LA LIBRE EXPRESIÓN, APRENDIZAJE VIVENCIAL DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA, LOS GUIONES DIDÁCTICOS -técnica para la conducción del aprendizaje-.En cuanto a la actitud pedagógica que da un sentido propio a la experiencia a juzgar por el testimonio de los lectores próximos y lejanos, no podrá ser señalada y distinguida con citas puntuales, porque es suma y esencia nutricia que pertenece a las ciencias y las artes de la educación, tradicionales y modernísimas. El autor sabe muy bien que si sus libros se hubieran construido sólo con su pedagogía, ni siquiera serían de pedagogía, permítasenos decirlo glosando la clásica y sabida expresión universal.Acaso, ¿es que el autor de las páginas que su lector está concluyendo, podría decirle cuántos valores pedagógicos verdaderos, auténticos, y aún didácticos, pero ni específicos ni profesionales recogió leyendo literatura, novelística, poesía, cuentos, ensayos, teatro? ¿Podría decirle cuánto le dieron a su oficio de maestro de la escuela primaria, los libros leídos, recordados, releídos, subrayados de Mark Twain, B. Shaw, G. E. Hudson, Alvaro Yunque, Antonio Machado, Dostoievski, Dickens?Y agregaremos una reflexión más, en relación con las referencias bibliográficas a propósito de este libro. Y es que se encontrarán títulos y citas de obras con años de vida, al lado de otras actuales. Es sabido, que erróneamente, ha cundido la costumbre de valuar las publicaciones por el grado de modernidad que tengan sus autores. Es común que la primera ojeada sobre un texto, sobre un original, en muchas empresas editoriales comience con semejante vigilancia amenazante. Por cierto que es

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comprensible que la mayoría de los libros científicos por sus contenidos, envejezcan casi vertiginosamente en nuestro tiempo. Pero esto no rige para las ciencias y las artes de la educación. Y si algo advertimos y recomendamos siempre a los maestros jóvenes, de reciente iniciación, es que no cesen en la búsqueda de ideas y pensamientos pedagógicos, tanto en los libros nuevos y mucho en los libros viejos. Se dará así, y se da de improviso, sorpresivamente, con verdaderos filones de sabiduría, ocultos a veces en títulos y obras arrinconadas por los aluviones de las novedades de las carteleras. Al menos esto es lo que nosotros vivimos en toda nuestra trayectoria de realizaciones de enseñanza y aprendizaje.No obstante, para no faltar a las normas clásicas de estilo, aproximaremos referencias bibliográficas, señalando muy especialmente que la obra lleva la impronta que las corrientes renovadoras dieron a la educación, con notable acento en nuestro siglo. Para los maestros argentinos, españoles y americanos, los libros traducidos venidos de esas corrientes, en especial francesas y gine- brinas, tuvieron entusiasta acogida y aplicación inmediata. Y desde España, la presencia y la inteligente acción editorial y pedagógica de Lorenzo Luzuriaga fueron esenciales. Desde su revista de Pedagogía, fundada en 1922, tradujo, editó y reeditó obras fundamentales unas y novedosas otras, pero valiosas, siempre. Muchas de ellas eran traducidas y casi siempre prologadas por Luzuriaga y recogían versiones de libros ya agotados.Bastaría recordar al respecto los tomos pulcros y atractivos de Ediciones La lectura que por años publicara Espasa Calpe S. A., las colecciones de Daniel Jorro Editor y de Librerías Francisco Beltrán, que aportaron obras de conocimiento y uso imprescindible a la pedagogía de nuestros tiempos.Cuando la guerra civil interrumpió en España las tareas de la Revista de Pedagogía, su director, desde Tucumán y luego desde Buenos Aires, reanudó la publicación de sus colecciones: “La nueva educación”, “La escuela activa”, “Publicaciones de la Revista de Pedagogía”, “Biblioteca del maestro”, etc. Finalmente con la misma dirección de Luzuriaga, títulos y colecciones pasaron a constituir la conocida Biblioteca Pedagógica de la Editorial Losada, S. A.A esa inestimable y admirable empresa en favor de la escuela renovada, adeudamos antigua gratitud de formación, conocimiento y entusiasmo realizador. Como sin duda alguna se lo debemos a la Biblioteca de cultura pedagógica, Buenos Aires, Editorial Kapelusz, creada y dirigida por Clotilde Guillén de Rezzano, en 1946; a Clásicos y modernos de educación, de la Biblioteca UT- HEA; a la Colección Labor de educación;' a la Biblioteca del educador contemporáneo de Paidós.Finalmente, a este capitulillo de refencias bibliográficas, el autor quiere cerrarlo con los siguientes nombres y títulos de obras que son de su más genuina preferencia:Almendros, Herminio: A propósito de “La edad de oro ” de José Marti', La Habana, Universidad de Oriente, 1956.Almendros, Herminio: La escuela moderna; La Habana, Ed. de Ciencias Sociales, 1985.

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Ashton-Warner, Silvia: La maestra; Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1955.Ciari, Bruno: Nuevas técnicas didácticas-, Madrid, Ed. Iberoamericana S. A., 1967.Cossettini, Olga: La escuela serena; Buenos Aires, Ed. Taller Rosso, 1935.Cossettini, Olga: La escuela viva; Buenos Aires, Ed. Losada, 1942.Cousinet, Roger: La escuela nueva; Barcelona, Ed. Miracle S. A., 1967.Freinet, C.: Los métodos naturales Tomos I, II, y III; Barcelona, Ed. Fontanella, Estela, 1970.Jesualdo: La expresión creadora del niño; Buenos Aires, Ed, Poseidón, 1950.Korczak, Januszk: Si yo volviera a ser niño; Buenos Aires, Ed. Tridente, 1945.Lodi, Mario: El país errado; Barcelona, Ed. Laia, 1970.Lodi, Mario: Crónica Pedagógica; Barcelona, Ed. Laia, 1972.Lombardo Radice, José: Lecciones de Didáctica, Barcelona, Ed. Labor, 1933.Lombardo Radice, Lucio: La educación de la mente; México, Ed. Pax, 1966.Makarenko, A.: La colectividad y la educación de la personalidad; Moscú, Ed. Progreso, 1977.Molí, Luis C.: Vigotsky y la educación; Buenos Aires, Ed. Ai- que, 1994.Mory, F.: Enseñanza individual y trabajo por equipos; Buenos Aires, Ed. Kapelusz, 1964.Parkhurst, Helen: El plan Dalton; Buenos Aires, Ed. Losada, 1957.Snyders, George: Escuela, clase y lucha de clases; Madrid, Ed. Comunicación, 1978.Sujomliski, V.: Pensamiento pedagógico', Moscú, Ed. Progreso, 1975.Sujomliski, V.; Entrego mi corazón a los niños; Moscú, Ed. Progreso, 1986.UNESCO, Colección de Educación.Washbume, Carleton: La escuela individualizada; Madrid, Revista de Pedagogía, 1934.Xirau, J.: Manuel B. Cossío y la educación en España; México,Colegio de México, 1945.

SOLAPA DEL LIBROLUIS F. IGLESIASEn la solapa de la primera edición de este libro el poeta Guillermo Etchebehere, su amigo, iniciaba la reseña biográfica diciendo: “la madre campesina, el padre herrero de minas, ambos gallegos. Él, Luis F. Iglesias, el menor de un puñado de hermanos nació en 1915 en Tristán Suárez, un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires donde comienzan la pampa y las ganaderías”.Egresado de la Escuela Normal de Lomas de Zamora en 1935, desde el aula de primer grado comenzó su tránsito en el escalafón de la enseñanza primaria bonaerense, que recorrería en todas sus instancias con viva pasión innovadora.Docente único en una escuela rural, durante veinte años condujo el aprendizaje de todos los grupos de niños, construyendo su propia metodología e inventando sus herramientas de trabajo imprescindibles.Maestro y escritor, fue viviendo, narrando y comentando teóricamente sus búsquedas y hallazgos en sus libros:

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Viento de estrellas. Antología de creaciones infantiles, 1942. La escuela rural unitaria, 1957, libro que oficialmente México reeditó y distribuyó en miles de ejemplares entre sus maestros. Diario de ruta. Los trabajos y los días de un maestro rural, 1963. Pedagogía creadora, cuatro tomos, 1973. Didáctica de la libre expresión, 1980. ler. Premio Nacional de Ciencias de la Educación. Aprendizaje vivencial de la lectura y la escritura, 1987. Los guiones didácticos, 1988.Fue becario de UNESCO, que luego lo integró en sus misiones pedagógicas. Y en la Universidad de la Plata inició la primera cátedra argentina universitaria de Organización y Didáctica de la Enseñanza Primaria, 1960/61.Desde esos años y hasta 1976, fue miembro directivo del periódico de combate docente: Educación Popular.Recibió: en 1985, el Premio Aníbal Ponce. En 1986, el Premio Konex de Platino Humanidades, Educación Maestros. En 1988, el Primer Premio Educación, Fundación Navarro Viola. En 1992, Medalla de Honor por su defensa de la Escuela Pública, otorgada por la Fundación Ricardo Rojas- Karakachoff. En 1994, la Universidad Nacional de Lomas de Zamora le da el título de Doctor Honoris Causa. En Brasil, recibe la distinción honorífica que el II Congreso de Historia de la Educación otorga a tres educadores latinoamericanos distinguidos, vivos, y en La Habana, en el Congreso “Pedagogía 95”, recibe el Medallón de plata y el diploma de Profesor titular del Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona ”, e igual titularización de homenaje en el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño, febrero 1995

“detrás de la escuela” dibujo de rodolfo a. santamarina 12 ......página 1 de 40 luis f...

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