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Aportes Benemérita Universidad Autónoma de Puebla [email protected] ISSN (Versión impresa): 1665-1219 MÉXICO 2004 Liza Aceves CAMBIOS EN EL SISTEMA INTERESTATAL WESTFALIANO Aportes, enero-abril, año/vol. VIII, número 025 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Puebla, México pp. 39-59

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Aportes Benemérita Universidad Autónoma de [email protected] ISSN (Versión impresa): 1665-1219MÉXICO

2004 Liza Aceves

CAMBIOS EN EL SISTEMA INTERESTATAL WESTFALIANO Aportes, enero-abril, año/vol. VIII, número 025 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Puebla, México pp. 39-59

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Cambios en el sistema interestatal Westfaliano

Liza Aceves

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ResumenSe afirma que las bases sobre las que se construyó el sistema de Estados modernos, puedenubicarse desde el siglo XVII, y se sostiene que los conceptos fundamentales del sistemainterestatal westfaliano, como el de la soberanía y el del poder efectivo se han modificadopaulatinamente hasta verse reflejados en el siglo XX con la Carta de las Naciones Unidas.

En el cuerpo del trabajo se hace tanto una revisión de los acuerdos marco en los que sedesenvuelve actualmente el sistema interestatal, como una descripción del contextohistórico en que estos tuvieron lugar.

Changes in the Westfalian´s interstate systemAffirm that the bases on which the system of modern States was constructed, can belocated from century XVII, and it maintains that the fundamental concepts of thewestfalian´s interstate system, as the one of the sovereignty the effective power hasbeen modified gradually until seeing reflected in century XX with the Letter of theUnited Nations. In the body of the work it makes a revision of the agreements framein which the interstate system develops at the moment, like a description of thehistorical context in which these took place.

Administrador
Aportes: Revista de la FE-BUAP, Año VIII, Núm.25 Ene - Abril 2004
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Presentación

George W. Bush, el primer ministro británi-co Tony Blair y el presidente del gobiernoespañol, José María Aznar se reunían el 16de marzo del 2003 para anunciar un inmi-nente ataque a Iraq, después de meses deocupar las principales planas de la prensamundial, y de aplazar la votación en elConsejo de Seguridad de las Naciones Uni-das (ONU) que avalara la intervención. Ladecisión de invadir Irak, se tomaba al mar-gen de la institución que desde 1945 habíadado forma al sistema interestatal, a partirde ese momento, y sobre todo después de lainvasión, el debate internacional se centróen: la barbarie de la guerra y el carácterilegitimo de la intervención.

El carácter de la intervención a Irak sólopodía calificarse a partir de la instituciona-lidad vigente, esa por supuesto había sidoviolentada. La Organización de las Nacio-nes Unidas (ONU) y su Consejo de Seguri-dad, no tenían un antecedente inmediato enel que de manera tan evidente se pusiera enentredicho su validez.

En los meses que sucedieron a la inter-vención se discutió en distintos espacios lalegalidad de las acciones y la violación de lasoberanía estatal. El hecho de pasar por altola postura de la ONU, logró un consensoque calificó de ilegal “la guerra en Irak”,también la opinión pública mundial consi-deró el acto como una violación a la sobera-nía, asumiendo que dichos elementos for-maban parte de las reglas del escenariomundial. La brutalidad de los hechos, comocasi siempre, devela que la mayoría de lascosas pasan, solo por que pueden pasar.

En este articulo pretendo trabajar sobreuna idea central, esta es, que el sistema de

estados que ha acompañado a la moderni-dad capitalista desde el siglo XVII con lafirma de la paz de Westfalia se fundó ini-cialmente con dos principios rectores: el delpoder efectivo y el de la soberanía y que en1945 al firmarse la Carta de las NacionesUnidas desapareció al primero sólo en eldiscurso y al segundo en la practica.

AntecedentesEn el siglo XVI se dieron grandes transfor-maciones en el plano económico. En primerlugar ocurrió un cambio en las demandas ylas fuentes de abastecimiento, como en elcaso del tráfico de esclavos hacia el sur deEuropa y las colonias americanas. Tanto elsur de Europa como las colonias america-nas jugaron un papel fundamental en larecomposición comercial de Occidente nosólo por la demanda de esclavos sino por lasimportaciones de metales preciosos, espe-cias y materias primas exóticas. También setransformó el papel de abastecedor que Asiahabía desempeñado durante los tres siglosprevios, pasando a ocupar ese lugar Améri-ca y África, con las grandes ventajas querepresentó para Europa y parte de Américael sistema colonial en términos de la trans-ferencia de trabajo y la extracción a partirde la ocupación militar.

La recomposición comercial volcó aEuropa a ultramar. La extracción de mate-rias primas para la producción y metalespreciosos se convirtió en una pieza funda-mental en la configuración del poder y conello las capacidades adquiridas en el trans-porte comercial marítimo fueron claves parael dominio de los territorios. En cambio, lascapacidades de transporte terrestre desarro-lladas a partir del comercio euroasiático –que en un momento fueron fundamentales-

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pasaron a un segundo plano en la recompo-sición política europea.

En palabras de Dabat, en ese momento:“las monarquías absolutistas y el capitalmercantil europeo deberán asegurarse deldominio político-militar en las áreas deabastecimiento de la producción y el controlde las rutas marítimas, lo que supondrá lanecesidad de asignar importantes recursosmilitares y navales para excluir a los com-petidores, y de preservar las posicionesganadas con base en un permanente estadode confrontación bélica con ellos” [Da-bat,1994:169]. La disputa por el territoriode la creciente periferia colonial tensó alsistema de contrapesos Occidental.

En el siglo XVII se ubica lo que loshistoriadores llaman la gran depresión eu-ropea, un momento en el que se conjugaronuna serie de explosiones sociales con unadepresión económica mayor a la experi-mentada por Europa con la crisis feudal.Durante el siglo XVI, la llegada del oroamericano y la escalada ascendente agríco-la y demográfica habían generado una si-tuación de bonanza que permitió mantenerlas costosas estructuras jerárquicas hereda-das del sistema feudal.

A pesar de lo anterior, en los treinta añosque van de 1620 a 1650 se puede ubicar elmomento más agudo de la crisis económicaque coincidió con el periodo de 1618 a 1648en el que se ubica la llamada Guerra de losTreinta Años, un periodo bélico en el que seenfrentaron las nuevas potencias capitalis-tas con el orden imperial español.

El inicio de la expansión económica en1650, que duró hasta 1780 fue también elinicio del primer modelo de sistema interes-tatal que surgió de los acuerdos de paz quepusieron fin a la Guerra de los Treinta Años.

La paz de Westfalia se convirtió en el marcoreferencial de las relaciones internaciona-les, estipulando lo permitido y lo no permi-tido, en la lucha por los espacios político-económicos.

Westfalia representó el surgimiento deun nuevo orden mundial y la supeditación dela lógica de dominación territorialista a lacapitalista,1 ya que con dichos acuerdos, setransformó conceptualmente lo legitimo ylo ilegitimo en términos de las acciones delos diferentes Estados, transformando lasreglas de funcionamiento imperantes en lapolítica de Europa.

Como más adelante veremos, la lógicade dominación territorialista representadapor el imperio español en el siglo XVI, encon-tró una fuerte oposición por parte de lasProvincias Unidas y, en general, por lafranja protestante europea. A partir de esemomento, los nuevos centros que encabeza-ron el desarrollo político-económico euro-peo no fueron ya los grandes Estados ab-solutos ni los centros financieros y comer-ciales mediterráneos. El centro neurálgicode Europa y del sistema mundo occidentalse trasladó hacía el norte, a las ProvinciasUnidas e Inglaterra.

Las transformaciones del nuevo orden

1 La dominación de un centro hegemónico y delos Estados que conforman al sistema interestatalpuede ser, por sus características, de tipo territorialo de tipo capitalista. Su diferencia radica en que:“En la estrategia territorialista, el control sobre elterritorio y la población constituye el objetivo, y elcontrol sobre el capital en busca de la inversión, elmedio para construir el Estado y para librar la guerra… En la estrategia capitalista, se invierte la relaciónentre fines y medios: El control sobre el capital enbusca de inversión, constituye el objetivo, y elcontrol sobre el territorio y la población son losmedios para conseguirlo” [Arrighi, 1999: 50].

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funcionaliza dentro de su propia dinámica.Además, durante esta guerra se recogie-

ron los elementos que formaron parte delinicial sistema interestatal con sus reglas defuncionamiento basadas en los principiosde soberanía y de poder efectivo.

La Guerra de los Treinta Años. Lalógica de dominación capitalista contrael imperialismo de los Habsburgo

A pesar de que, como modelo, el Estadomoderno capitalista no haya surgido en losgrandes Estados absolutos del siglo XVII,sino más bien en los espacios intermedios deéstos como lo fueron las ciudades del nortede Italia, lo que sí surgió del periodo abso-lutista y fundamentalmente de las guerrasde tipo territorialista que entre estos selibraron, fue la formación de un orden mun-dial basado en el reconocimiento del sistemainterestatal.

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), fue el momento previo de dos hechosfundamentales para el desarrollo de la acu-mulación de tipo capitalista. Por un lado, elascenso de las Provincias Unidas (funda-mentalmente de Holanda) como la potenciaeconómica mundial que lideró el desarro-llo de la acumulación capitalista entremediados del siglo XVI y hasta la primeramitad del siglo XVIII, y por el otro, laconformación de un orden interestatalreconocido ampliamente en Europa. Ellorepresentó el triunfo de un sistema en elque las redes de poder político quedarontotalmente involucradas con las redes dela acumulación.

La guerra adquirió grandes dimensionesya que enfrentó a las potencias europeasemergentes (Francia, Suecia, Holanda e

mundial estuvieron impulsadas por cam-bios en la cultura, en la conformación reli-giosa impactada por la reforma protestante,en las organizaciones políticas de corteliberal y en la forma de acumulación, con lairrupción masiva del capital en la produc-ción.

Durante los siglos XV y XVI en los que laacumulación capitalista trazó sus primerosrasgos fundamentales, el centro de poder yel de la acumulación no recaían en el mismositio, por un lado se encontraban el imperioespañol y el francés dotados de fuertesejércitos que a su vez consolidaban al Esta-do, y por el otro la acumulación en loscircuitos financieros desarrollados por lasfamilias en el norte de Italia. Cuando estasdos formas de dominación lograron fundir-se en una función única, la del Estado y delcapital, se sentaron las bases del modernosistema interestatal .

La Guerra de los Treinta Años puedeentenderse como un confrontación, en laque, la modernidad capitalista se enfrenta,de manera definitiva, a la forma de organi-zación imperial. En esta lucha no encontra-remos la victoria de una formación políticoeconómica sobre otra, más bien, fusión de laprimera en la segunda o la refuncionaliza-ción del territorialismo a partir de los prin-cipios capitalistas, sin embargo, el territo-rialismo no desaparecerá aún cuando lograformarse el sistema interestatal e imponersela acumulación capitalista, ya que no fuecompletamente ineficaz para la acumula-ción —como pudo observarse durante elcolonialismo—, y lo que es más, dichalógica puede tener mejores resultados parala acumulación en el corto plazo. Es por elloque la lógica de dominación capitalista nodesplaza a la territorialista, sino que la

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Inglaterra), en contra del poder de los Habs-burgo, ubicado tanto en el Imperio Español—personificado por Felipe IV— como en elSacro Imperio Romano Germánico2 —per-sonificado por Fernando II—. A esta gue-rra, además de ser producto de la luchaterritorialista, se sumaba la complicaciónde ser una de las más importantes guerrasreligiosas, que en sus inicios explotó por lalucha entre las doctrinas católica y protes-tante.

En la Guerra de los Treinta Años elpapel del protestantismo fue fundamental.El quiebre en los valores religiosos de unaparte importante de Europa, produjo unatransformación cultural en las franjas demayor dinamismo en el desarrollo del capi-talismo y en consecuencia el enfrentamientode dos cosmovisiones.

Los conflictos entre católicos y protes-tantes condujeron a la rebelión de Bohemia3

(1618), una de las más importantes regionesdel Sacro Imperio Romano Germánico queestaba compuesta fundamentalmente poruna población protestante. Esa confronta-ción convulsionó a todos los reinos delImperio, ya que en la región había príncipeselectores de las dos religiones y todos pre-tendían entronizarse.

En el palacio de Praga, durante la re-

unión de los consejeros reales, dos de éstosy un secretario, representantes del imperiocatólico, fueron arrojados por las ventanaspor los nobles protestantes de la región; esefue el inicio del conflicto. En realidad, lastensiones europeas provenían de muchasfuentes además de la mencionada, entreellas quizás la más importante era la políticaimperial del absolutismo dinástico de losHabsburgo.

Desde el siglo XVI, Felipe II había trata-do de imponer su dominio en el Atlánticoacompañado de Portugal. Sin embargo, enla lucha por la dominación del mar lasProvincias Unidas e Inglaterra habían re-sultado más exitosas. Las rutas marítimasestaban llenas de corsarios británicos yholandeses que dominaban el Atlántico. Lashabilidades adquiridas en la navegaciónsobre los mares del Mediterráneo, de aguaspacíficas, eran insuficientes para lidiar conlas corrientes peligrosos y las largas distan-cias que unían a Europa con América yÁfrica por la costa atlántica.

Como habíamos mencionado, en la re-composición comercial de Europa el domi-nio sobre las rutas comerciales marítimas seconvirtió ahora en un asunto de especialimportancia.

Por razones comerciales, territoriales yreligiosas, el imperio español, encabezadopor Felipe II, invadió Holanda en 1566, araíz de las revueltas calvinistas en contra delos intereses de la iglesia católica. Además,la política impositiva de Felipe II, desenca-denó una suerte de evasión fiscal que nopasaba por la sola negación del pago porparte de las Provincias Unidas, sino queademás recuperaba lo poco extraído pormedio la piratería, situación que les permi-tía mantener un ritmo ascendente de acumu-

2 El sacro Imperio Romano Germánico, com-prendía lo que hoy conocemos como Alemania,Austria y la República Checa.

3 Esta región había sido gobernada por los Habs-burgo desde 1526. Reportaban grandes beneficioseconómicos y, además era políticamente importan-te, porque su rey era uno de los siete príncipes queelegían al emperador, por lo que para los Habsburgoera clave asegurarse el reino de Bohemia comomedio para asegurar el dominio imperial [Beller,1980]

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lación. A pesar de lo molesta que podía serla evasión para el imperio, el conflicto per-maneció latente hasta los sucesos de Bohe-mia, que dieron inicio a la Guerra de losTreinta Años.

Fernando II emperador (1618-1637) delSacro Imperio Romano Germánico, en suafán de expansionismo católico desconocióen 1618 la libertad de cultos que hasta esemomento se había otorgado al reino deBohemia. El Sacro Imperio estaba domina-do por la política dinástica que compartíanel Imperio Español y Austria, bajo la casade los Habsburgo, lo cual representaba eldominio sobre la extensión territorial másamplia del mundo occidental de su tiempo.

El imperio, en su lógica de dominación,trataba de imponer el control sobre losterritorios, los recursos contenidos en estosy también sobre los valores religiosos y lacultura, de la misma manera que lo habíahecho en las colonias americanas. En esesentido, la dominación imperial católicamostró un claro interés en el control delindividuo en todos sus niveles, a diferenciadel modelo de exterminio implementado enla colonización protestante.

En el conflicto, que en un principio teníaun marcado carácter interno, comenzaron aintervenir actores ajenos al Sacro ImperioRomano Germánico, que se oponían a laconsolidación de la dominación territorialde los Habsburgo. La intervención obedecíaa dos causas de naturaleza distinta, por unaparte, el aspecto religioso que involucró alos miembros de la Unión Protestante, y porla otra, la necesidad de los nuevos centroscapitalistas de garantizar las condicionespara la acumulación.

La participación de los distintos actoresen la confrontación entre la lógica de domi-

nación territorialista, justificada por la fecatólica, y la lógica de dominación capitalista,inspirada en la reforma protestante, se expre-só de manera concreta de la siguiente forma:

— El primero en involucrarse fue el Impe-rio Español, que estaba obligado a inter-venir por pertenecer a la casa de losHabsburgo y, sobre todo, porque queríarecuperar el dominio sobre las Provin-cias Unidas que habían declarado suindependencia del Imperio en 1581.

— El reino de Dinamarca, contando conel apoyo de los protestantes alemanes,se involucró tanto para sacudir la in-fluencia de los Habsburgo en la regióndanesa del Holstein, como por obtenermayores territorios hacia sur.

— Suecia, que durante este periodo en-frentaba una guerra de tipo expansio-nista, dirigida por el rey Gustavo Adol-fo II contra Polonia y Rusia, se invo-lucró porque mantenía pretensionessobre el Imperio Germánico debido aque era un fiel luterano y porque laexpansión imperial de los Habsburgopor el norte amenazaba tanto a laexistencia del protestantismo como ala propia seguridad sueca.

— Francia se involucró posteriormente,de una manera poco esperada, ya quea pesar de ser parte de la Liga Católi-ca, se unió a los intereses protestantesen contra de la dinastía Austriaca. Lacuestión religiosa no era la fundamen-tal para los franceses, lo que se reflejaen la afirmación de Mazarino4, quien

4 Cardenal Francés que ejerció realmente elpoder durante el periodo en el que Luis XIV eramenor de edad. Fue el sucesor de la política absolu-tista de Richelieu.

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dijo “La guerra de Alemania no es unaguerra de religión, sino una guerrapara combatir las grandes aspiracio-nes de la Casa de Austria”5 [Barundio,1983:88].

— Las Provincias Unidas e Inglaterra,se involucraron en la fase final de laGuerra de los Treinta Años por dosmotivos: primero, pertenecían a laUnión Protestante, y, en segundo lu-gar, se oponían a las pretensiones im-periales de los Habsburgo que, en elcaso de la monarquía española, sehabía negado reiteradamente a reco-nocer su independencia.

El conflicto militar, como se observa,abarcó a toda la Europa Occidental y, en sufase final, las batallas se libraron en lasProvincias Unidas, en Luxemburgo, en Ita-lia y en España. Los intentos expansionistasde todos los participantes (excepto las Pro-vincias Unidas) generaron uno de los con-flictos militares y religiosos más sangrien-tos de la historia.6

La paz de Westfalia puso fin al conjuntode conflictos europeos ocurridos bajo la

Guerra de los Treinta Años. Resultó derro-tada la política imperial de los Habsburgo,y fue el fracaso tanto de su proyecto impe-rialista como de la contrarreforma que in-tentaba acabar con la diversidad religiosade la época, pero la nueva organizaciónpolítica europea rescató el principio de so-beranía con los claros trazos del cuadrointelectual de la época7 de los escritos deBodino (1530-1596), Hobbes (1588-1679),y Bosuett (1627-1704) y la emergencia delos Estados absolutistas durante los siglosXVI y XVII.8 Tal y como se vera más adelante,la paz de Westfalia no era un arreglo susten-tado en un gran cuerpo teórico, aludía a lanoción de soberanía para detener los con-flictos territoriales europeos.

Con la firma de la paz de Münster, queantecedió a la de Westfalia, España recono-ció la independencia de las Provincias Uni-das y mantuvo su guerra contra Francia. AEspaña, en ese momento, le interesaba máscontinuar su lucha contra la potencia impe-rial francesa porque consideraba que éstaera la disputa fundamental de Europa.

En el tratado de Münster, la cesión delrío Escalda a las Provincias Unidas, dejabainhabilitado al puerto de Amberes y con ellotambién a España, ya que sin el puntogeográfico que mantenía sus nexos con loscircuitos de acumulación de Europa9 y que

5 “Los estadistas de Europa partían del supuestode que esta Casa pretendía establecer una monar-quía universal, con un dominio y una hegemoníabajo los que no podía haber ninguna soberaníanacional” [Barundio,1983:88].

6 “Las estadísticas que utilizan los historiadoresdan cuenta de hasta qué punto se estuvo al borde dela hecatombe; en Alsacia, Lorena y el Franco Con-dado, la población disminuyó cerca de un 60%, peroen Wurttemberg y el Palatinado -situados en elcentro del huracán- se calcula que desaparecieronhasta el 80% de los vivientes. Tras la guerra, losmatrimonios de viudo con viuda subieron del 80 por1.000 hasta más del 200 por 1.000 y se llegó a tolerarla poligamia para recuperar el retroceso demográfi-co” [Martorell, 1998].

7 La soberanía al mismo tiempo que legitimabaal monarca, justificaba el cobro de impuestos, laformación de una burocracia y el mantenimiento deun ejercito regular.

8 La época del florecimiento pleno de los Estadosabsolutistas se dio en el periodo que va de 1610 a1789. Se pueden identificar con los casos clásicos deEspaña, Francia, Italia, Suecia e Inglaterra y en otrasregiones como Prusia, Polonia, Austria y Rusia.

9 Amberes representaba para la corona española

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había sido el centro dinámico del desarrollocomercial, tendría pocas posibilidades en lalógica de dominación que posteriormente seimpondría.

Si bien es cierto que para ese momentoAmberes ya no era el floreciente puerto quehabía sido hasta antes del inicio de lasguerras de religión en 1585, continuabasiendo un importante centro económico ycultural. El tratado de Münster sentó lasbases del nuevo mapa europeo de poder, enel que Holanda figuró como el centro econó-mico y político del desarrollo capitalista,dentro de un Estado libre del imperio.

La importante concesión que tuvo quehacer España, basada en una lógica territo-rialista por la que no firmó la paz conFrancia, le implicó perder definitivamenteun lugar relevante en el posterior desarrollocapitalista, ya que con Amberes totalmentedesmantelado, las Provincias Unidas y suprincipal puerto comercial, Ámsterdam, seconvirtieron en el centro de la acumulaciónde tipo capitalista, impulsando desde ahí elmantenimiento de los acuerdos de paz yconvirtiéndose en un importante polo dedesarrollo cultural. La supremacía de Ho-landa permaneció incontestada hasta el pe-riodo de las guerras napoleónicas, momentoen el que Gran Bretaña empezó a liderar alsistema de Estados soberanos.

Además, la paz de Westfalia asegurabaque en el Imperio Germánico se respetaranlos cultos existentes en los distintos electo-

rados, que se dividían entre calvinistas,luteranos y católicos. Así, el imperio queda-ba dividido en cuatrocientos electores sobe-ranos y la presencia del emperador erapuramente nominal, minando sustancial-mente su influencia .

Los emergentes Estados capitalistas, acontrapelo de los antiguos imperios territo-riales, confrontaban de manera peculiar alas dos lógicas de dominación. El reconoci-miento de la independencia de las Provin-cias Unidas consagró la creencia de que unsolo congreso europeo podía ratificar lacreación o extinción de los propios Estados.Un ejemplo de esto, fue la firma del tratadode Utrech en 171310 considerado como unaratificación del espíritu de Westfalia [Pitt,1980].

La existencia de un centro y de un nuevoorden mundial, basado en el reconocimientode Estados soberanos, no significó la últimaconfrontación y mucho menos la elimina-ción de la lógica de dominación territorialis-ta. Entre 1756 y 1763 se libró la Guerra delos Siete Años y posteriormente las GuerrasNapoleónicas. En éstas se diputó la centra-lidad del mundo, a partir de dos proyectosdistintos: el imperialismo francés, ligadomás con el control territorialista y el libera-lismo inglés, ligado a la dominación de tipocapitalista.

La Paz de Westfalia debe considerarsecomo el principio de un nuevo orden diplo-mático europeo pues, sin duda, detuvo la

su centro de operaciones financieras, ya que de lamano con los banqueros genoveses, éste se habíaconvertido en el lugar de cambio del oro y la plataamericana por monedas de curso legal en Europa yera también el centro de abastecimiento de losejércitos contratados por la corona para mantener laguerra.

10 Se dio en el marco del conflicto de la guerra desucesión española, en la que cabía la posibilidad deunir los territorios de la corona española con los deFrancia bajo la dirección de la última. Este conflictohizo intervenir a Holanda e Inglaterra en contra delos intentos expansionistas de los borbones.

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dominación de una sola potencia de tipoimperial, dando paso a la dominación detipo hegemónica, más acorde con la acumu-lación capitalista. Dentro del acuerdo sepermitió la subsistencia de las dos formas dedominación y se preparó el escenario de lasarremetidas francesas al orden interestatal,primero, con Luis XIV y después con Napo-león Bonaparte.

Consideraciones sobreel Tratado de Westfalia y el nuevo orden

Los tratados tanto de Münster como deWestafalia implicaron el fin de las hostili-dades, con el reconocimiento de la sobera-nía y los limites territoriales de maneraperpetua. Además, reconocían la libertad deconciencia de los súbditos de uno u otroEstado que viviera en el contrario y lalibertad de comercio.

A partir de las características del Estadoabsolutista, y que estaban presentes en lamayoría de los actores de la conflagración,se puede decir que el modelo de Estado quesucedió dentro del nuevo orden mundialpactado en Westfalia presentó variantes ensus rasgos iniciales, y que pueden ser agru-padas de la siguiente manera:

La burocratización (venal) y la mono-polización de la fuerza. En estos puntos elavance se había logrado en la fase absolutis-ta y el periodo de la guerra sólo lo perfeccio-nó. En los Estados que tuvieron una organi-zación territorialista, la burocracia empezóa funcionar sobre la base de criterios muchomás eficientes, disminuyendo gradualmentela venta de los cargos y los onerosos pagosvitalicios.

Cabe mencionar que en la primera fasedel Estado absolutista, la mayoría de los

esfuerzos estaban destinados al control ymantenimiento del poder y la cuestión buro-crática era un asunto menor.

Lo anterior se reflejaba en la proporcióndel gasto que se destinaba a cada uno de esosrubros. Por ejemplo, en el Estado británicohasta el siglo XIX “entre el 70 y el 90 porciento de los recursos financieros del Estadoinglés, fueron dedicados a la adquisición yel empleo de los instrumentos de fuerzamilitar, especialmente durante las guerrasinternacionales”…”Los gastos en funcio-nes civiles no militares se mantuvieron rela-tivamente bajos” [Held, 1997: 76].

La homogeneización de la población.El modelo absolutista también había avan-zado en este sentido con mecanismos deexpulsión para construir un grupo social-mente homogéneo de súbditos desterrando alas minorías religiosas y raciales, comoocurrió en el caso de las expulsiones judíasde Inglaterra en 1290, en Francia en 1301 yen España en 1492. En periodos posterio-res, la homogeneización se logró apelando ala nación,11primero en con la desarticula-ción estamental y posteriormente como uni-dad cultural de una forma igualmente vio-lenta con la destrucción de otras formas deidentidad religiosa, racial, étnica, etc.

11 Puede decirse que “las raíces del nacionalis-mo moderno se encuentran en los Estados territoria-les y monárquicos de Europa Occidental. A medidaque estos Estados extendieron su autoridad sobrelos súbditos y disminuyeron las de otras institucio-nes, como las iglesias, los gremios y las representa-ciones sociales” [Breuilly, 1990:56], sin embargo,no es sino hasta el siglo XIX que los románticosalemanes, como Fichte, lo definen como una catego-ría que se oponía tanto al racionalismo de la ilustra-ción, como al éxito francés en las guerras napoleó-nicas.

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También dentro del modelo westfalia-nos se desarrolló el auge de la ciudadanía.Este concepto, junto con el de nacionalismo,sirvió como medio de concentración de losEstados modernos, mediante el reconoci-miento de los derechos civiles y posterior-mente de los políticos. El proceso homoge-nizador sólo estuvo presente en las regionescentrales, ya que para las colonias el esque-ma continuó siendo desigual hasta en eldiscurso.

Durante la monarquía, los súbditos ca-recían de derechos frente al rey. Tanto laRevolución Gloriosa, como la guerra deindependencia norteamericana, dos de losmovimientos más influyente en la construc-ción de la modernidad, pugnaron por laslibertades individuales que “homogeniza-ran” a la población y permitieran construirasí, las bases de la nacionalidad. La ciuda-danía diluyó de mejor manera en un concep-to individual a las clases y los estamentosdentro de un Estado, ya que éste se conside-ró compuesto solamente por ciudadanos.

Creación de un discurso de legitimi-dad. El prototipo de discurso de legitimidadempezó cambiar en este periodo; ya no sedirigió a los cuadros de dirección burocrá-tica y a las cortes, sino que tendía a abarcara la mayoría de la población mediante eldiscurso del nacionalismo, propio del mer-cantilismo y necesario para el desarrollo delos mercados internos.

La transformación del concepto de so-beranía. La noción de soberanía, tal y comola habían desarrollado los pensadores delabsolutismo (Hobbes, Bodino y Bossuet),se modificó en los años posteriores, ponien-do en el lugar central a la soberanía populary a la estructura impersonal del poder. Talesnociones, fueron desarrolladas por autores

como Locke y los pensadores británicos decorte liberal, quienes basaron sus ideas en elrepublicanismo contestatario del absolutis-mo. Es preciso distinguir las dos matricesdel concepto de soberanía: la de Hobbes-Bodino y la de Locke-Rosseau. En el primercaso se trataba de una soberanía de tipoestatal, en la que la Razón de Estado permi-tía al soberano interferir, si era necesario, enel plano de lo privado; en el segundo, lasoberanía es de tipo popular, reside en elpueblo y es transferida para que el gober-nante conduzca al Estado según los intere-ses de la ciudadanía.12

La territorialidad. Si bien es cierto quecada Estado tenia una idea clara de hastadónde llegaba su territorio, el reconoci-miento de las fronteras del otro se despren-dió del sistema de Estados moderno; elloimplicó el reconocimiento de la soberanía,tanto de manera interna como de maneraexterna.

En la Paz de Westfalia, al reconocer lasnociones de territorialidad, soberanía, ciu-dadanía y tolerancia religiosa, se sentaronlas bases, por parte de las potencias involu-cradas en un sistema interestatal de ordendiplomático, que sirvieron de referente du-rante un prolongado periodo de tiempo, yfueron refrendados en varias ocasiones.Dentro de las principales líneas del tratadode Westfalia encontramos una estrecha re-lación entre las características antes men-

12 Entre Locke y Rosseau existe una marcadadiferencia respecto de la permanencia de la sobera-nía. Mientras Locke consideraba que la soberaníareside en el pueblo en el momento consensual dedelegarla, para Rosseau la soberanía debe permane-cer en el pueblo todo el tiempo [Rosseau, 1762][Locke, 1690].

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cionadas y las reglas de las relaciones inter-nacionales. Después de la paz de 1648,existe una construcción de mapas mundia-les mucho más clara que en el periodoabsolutista, ya que previamente cada Esta-do marcaba sus propios limites pero si secomparaban los mapas de dos Estados,éstos no concordaban.

El conjunto de acuerdos del sistema in-terestatal westfaliano, según David Held,estaba basado fundamentalmente en sietepuntos:13

1. El mundo está compuesto y divididopor Estados soberanos que no recono-cen ninguna autoridad superior.

2. El proceso de creación del derecho, laresolución de las disputas y la ejecu-ción de la ley están básicamente enmanos de los Estados individuales.

3. El derecho internacional se orienta alestablecimiento de reglas mínimas decoexistencia; la creación de relacionesduraderas entre los Estados sólo espromovida cuando atiende a objetivospolíticos estatales.

4. La responsabilidad por acciones ile-gales transfronterizas es un asuntoprivado que concierne a los afectados.

5. Todos los Estados son consideradosiguales ante la ley: las disposicioneslegales no toman en cuenta la asime-tría del poder.

6. Las diferencias entre los Estados son,en última instancia, resueltas por laviolencia; predomina el principio delpoder efectivo. Prácticamente no exis-ten frenos legales para contener elrecurso de la fuerza; las normas lega-les internacionales garantizan mínimaprotección.

7. La minimización de las restricciones ala libertad del Estado es la prioridadcolectiva.

En realidad el sistema de Westfalia esta-blecía el derecho para gobernar, “la sobera-nía estatal garantizó a cada Estado el dere-cho de gobernar en sus propios territorios,consagrando en última instancia, el princi-pio de poder efectivo; en adelante, el «dile-ma de seguridad» atrapó a todos los Estadosen una situación de permanente conflicto,real o potencial” [Held, 1997].

La soberanía estatal, entendida como elreconocimiento de otros Estados sobre lascapacidades de uno de ellos sobre un terri-torio y una población determinados, fuejunto con el principio del poder efectivo,una amalgama en la formación del sistemainterestatal acorde a la lógica de acumula-ción capitalista del siglo XVII. La formacióndel sistema interestatal se sustentó bajo tresejes fundamentales:

1) La formación de una asociación deEstados, de forma contrapuesta a laidea imperial típica de la época medie-val, que le dio sustentó a la regla delderecho internacional.

2) La consolidación de la idea de que el usode la fuerza está delegado completamen-te a los Estados, negándole toda posibi-lidad de uso a los individuos, lo quemantenía la idea de no-intervención so-bre territorios y miembros del Estado.

13 A la reproducción del texto original del tratadono tuvimos acceso, por lo que se hace referencia asus características basándonos en las conclusionesdel autor a las que remiten los textos de Falk en “Theinterplay of Westphalia and Carter conceptions ofinternational Law” en C.A. Black y R. Falk, TheFuture of the International Legal Ordery y deCassese en International Law a Divided World.

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3) Finalmente la idea de la cooperaciónentre los Estados, que rebasa la situa-ción inicial de mantener solamente elrespeto [Held, 102].

Los tres ejes antes mencionados: la sobe-ranía estatal, el uso exclusivo de la fuerzadel Estado sobre sus miembros y la idea decooperación entre los Estados, representa-ron una nueva forma de entender al mundoen su conjunto. Bajo estos principios sedesarrollaron, en medio disputas, los mo-dernos Estados y el nuevo orden mundial.Por supuesto que Westfalia por sí sola notransformó los parámetros occidentales.Éstos ya estaban siendo transformados en lapráctica y desde los sistemas de saber, apartir de fuertes transformaciones en elpensamiento y en la vida material. Westfa-lia representó tanto el acuerdo que recogióel espíritu de la época, como el mecanismomediador de la tensión entre las lógicas dedominación territorialista y capitalista.

La Carta de las Naciones Unidas y lamodificación a los principios deWestfalia.

Para finales del siglo XIX y principios del XX,el sistema de Westfalia había formado unamplio espectro de Estados soberanos14 ce-losamente protegidos, que mantenían aúnlas ideas que Bodino formulara por primeravez en el siglo XVI, y en las que, la vida de losciudadanos estaba arbitrada en última ins-tancia por el Estado. Con la firma de laCarta de las Naciones Unidas el 26 de juniode 1945 se aceptó como válida la intromi-sión de las potencias mundiales en la vida

del resto de las naciones, al atribuirle ainstituciones internacionales la vigilanciadel orden y la paz mundial así como lacapacidad de salvaguardar las libertadesindividuales.

Los cambios ocurridos en el sistemainterestatal y plasmados en la Carta de lasNaciones Unidas se fueron gestando paula-tinamente a partir de los enfrentamientosque involucraron a las potencias occidenta-les durante los periodos bélicos, los prime-ros rasgos se encuentran presentes ya en elsistema de Concierto .

En el Congreso de Viena, que puso fin alintento de ruptura del orden westfaliano porlas Guerras Napoleónicas y la disputa de lacentralidad entre Francia y Gran Bretaña, serestablecieron las fronteras territoriales deEuropa. Francia perdió todos los territoriosconquistados por Napoleón y se implementóun nuevo equilibrio europeo, muy favorablepara las potencias ganadoras, es decir, GranBretaña, Austria, Prusia y Rusia.15

Al finalizar las Guerras Napoleónicas(1814-15) se abrió un periodo de relativapaz en Europa que duró aproximadamentecien años. En el Congreso de Viena quereafirmaba los Tratados de París,16 se con-formó el modelo de Concierto en donde se

14 La soberanía, tal y como se plantea en la pazde Westfalia se construyó bajo un esquema colonial.

15 En el Congreso de Aquisgrán (1818) las poten-cias que derrotaron a Francia en las Guerras Napo-leónicas retiraron sus tropas de Francia y la incluye-ron en el “Concierto” acordado por el Congreso deViena.

16 Con el nombre de Tratados de París se conocea diversos acuerdos internacionales que se firmaronen este lugar para poner fin a diferentes guerras. Losprimeros fueron entre Francia y Gran Bretaña paraponer fin a la Guerra de los Siete Años (1763), lossegundos entre Francia-Gran Bretaña y Gran Breta-ña-Estados Unidos para poner fin a la Guerra de

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gestaron tres principios fundamentales parael nuevo modelo de sistema interestatal: seaceptaba “que las grandes potencias com-partían la responsabilidad de mantener elstatu quo territorial de los tratados de 1815y de resolver los problemas internacionalesque aparecieron en Europa; que, cuando elstatu quo debía ser modificado o un proble-ma resuelto, los cambios no podían imple-mentarse unilateralmente y las gananciasno podían concretarse sin su consentimientoformal; que, dado que se exigía la acepta-ción de todos, la votación no era un sistemaapropiado para la toma de decisiones”. Parapoder llevar a cabo estos puntos comenza-ron a regularizarse los encuentros entre lasgrandes potencias, que bajo estos princi-pios, pretendían contener cualquier intento-na imperial en Europa lo suficientementefuerte, como para poner en peligro suspropias delimitaciones territoriales [Held,1997:106].

La idea de la consulta mutua entre lasgrandes potencias, procuró mantener unesquema de equilibrios, en el que los Esta-dos fuertes determinaban a los Estadosmenores o a sus colonias, a su conveniencia.El Concierto se refería básicamente a lasgrandes potencias, las que mantenían elimportante principio westfaliano del “poderefectivo”, donde los límites de las atribucio-nes estatales estaban determinados por elrecurso de la fuerza.

David Held [107-110:1997] afirma que

el principio de la consulta mutua tomófuerza durante el periodo posterior a lasGuerras Napoleónicas, pero que ello noreformó de manera radical al sistema inter-estatal ya que: “la distribución del poder sealteró, pero el principio westfaliano delpoder efectivo se mantuvo intacto junto conla estratificación del orden internacional”.

Con el modelo de Concierto, se manteníael principio westfaliano de un orden mun-dial y al mismo tiempo se introducía unnuevo gobierno multilateral dirigido por lasgrandes potencias, así desde 1818 —fechadel Congreso de Aquisgran— hasta 1914hubo alrededor de veinte Congresos y Con-ferencias importantes [Truyol y Se-rra,1994:121]. Este prolongado periodo,conocido como la Pax Británica, se caracte-rizó por la ausencia de grandes conflagra-ciones generadas por el dualismo de poder,lo que no implicó la ausencia de conflictosentre los distintos Estados, como fue el casode la Guerra de Crimea.17

Al mismo tiempo que en la mayor partedel siglo XIX existió una relativa paz entrelas naciones, se gestaron grandes cambios anivel interno. El movimiento nacionalista yrevolucionario de 1848 vivido en Francia,Alemania e Italia, a pesar de su fracaso,inició un proceso de transformación liberalque modificó los fundamentos de la socie-dad de antiguo régimen, y este mismo pro-ceso desembocó en un fuerte liberalismotanto en Gran Bretaña, como en Holanda.

Independencia Norteamericana (1783), los firma-dos entre 1814 y 1815, y que son a los que en estemomento nos referimos, pusieron fin a las GuerrasNapoleónicas. Posteriormente están los que acorda-ron el fin de la guerra de Crimea (1856) y el de laguerra hispano-estadounidense (1898).

17 De 1853 a 1856 Rusia enfrentó una coaliciónintegrada por Gran Bretaña, Francia, el reino deCerdeña y el Imperio Otomano, en el que se dispu-taba el paso entre el Mar Negro y el Mar Mediterrá-neo que había quedado desprotegido una vez inicia-da la crisis del Imperio Otomano.

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Los holandeses y los británicos encamina-ron su política al librecambismo; ademáslos primeros, a raíz de los acontecimientosde 1848 en Europa Occidental, implemen-taron un régimen parlamentario. En Espa-ña, Portugal y partes de Italia,18 el parla-mentarismo y las ideas liberales tomaronfuerza.

El siglo XX fue testigo de dos grandesconfrontaciones que involucraron los inte-reses territorialistas de las grandes poten-cias, la Primera y Segunda Guerras Mun-diales. En éstas nuevamente se redefinió elmapa político del mundo y se transformó elsistema interestatal, adquiriendo algunas delas características que hasta el día de hoypodemos observar, y que trastocaron la ideade la unidad básica del sistema tal y como seconocía hasta el siglo XIX.

El desarrollo material alemán, a fines delsiglo XIX, le permitía iniciar una campañaexpansiva que respondía a la lógica en laque los Estados son maximizadores de in-fluencia y no de recursos. La añeja disputaentre Alemania y Francia por territorios defrontera, se vio encendida por el desarrollode la economía alemana, sin embargo, defi-nir a la política de Alemania como unalógica de dominación territorialista en unmomento en el que la mayoría de las poten-cias mundiales eran imperios coloniales,resulta complicado, lo que sí podemos afir-mar es que en la fase declinante del poderíoeconómico británico había dos economíasen ascenso: Alemania y Estados Unidos.Las dos tenían un fuerte desarrollo econó-mico, pero políticas de inversión armamen-tista distintas. Mientras la primera se había

comenzado a armar desde 1870, la segundaaún en 1908 no tenía una flota marítimaimportante. La ubicación geográfica deEstados Unidos y su condición de nuevanación no involucrada en los conflictosterritoriales propios de Europa, explica enbuena medida la falta de desarrollo de suejército

En cambio, las potencias europeas en losaños previos al estallido de la Primera Gue-rra Mundial se encontraban inmersas enconflictos territoriales. Esa era la dinámicaimperante en un sistema, en el que el desa-rrollo de la acumulación capitalista se basa-ba en buena medida en la explotación colo-nial.

El tratado de Versalles —el acuerdo depaz con Alemania, de los cuatro que forma-ron la Paz de París—, que ponía fin a laPrimera Guerra Mundial, en su primeraparte contenía un tema general: su título era“El pacto de la Sociedad de las Naciones” yproponía la creación de un organismo queestaría encabezado por un Consejo com-puesto por los representantes de las grandespotencias y que básicamente estaría dedica-do a que los miembros de la Liga se compro-metieran a respetar la integridad territorialy la independencia política de los Estados.

Thomas Woodrow Wilson encabezó unproyecto que sería conocido como la Socie-dad de las Naciones o la Liga de las Nacio-nes, una mezcla entre el discurso naciona-lista y el demócrata. Pero tal proyecto,fracasó ante la propuesta europea en la queAlemania salía completamente perjudica-da.

Francia, basada en su experiencia histó-rica con los germanos, proponía una reorga-nización del mundo que castigaba severa-mente a los vencidos y no permitía ni la

18 El reino de Italia se constituyó formalmente en1861.

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reorganización económica ni política. Di-cha propuesta se encontraba encabezadapor el primer ministro francés Georges Cle-menceau y estaba apoyada por el primerministro británico, David Lloyd George. Elproyecto de Wilson sucumbió ante la postu-ra europea y ante la negativa de los propiosnorteamericanos de ratificar el acuerdo. AsíAlemania se vio obligada a cargar con losaltos costos de la guerra, situación por laque los alemanes no aceptaron nunca lascondiciones de paz de la Primera GuerraMundial.

Aunque el proyecto de formar la Socie-dad de las Naciones se llevó a acabo, laforma en que se definió la paz de la PrimeraGuerra Mundial no estaba inspirada en eseproyecto. La Sociedad de las Naciones seformó entre 1919 y 1920 y básicamentepretendía contener la guerra mediante unsistema de cooperación entre los Estados.Su estructura organizacional era muy simi-lar al actual sistema de la Carta de lasNaciones Unidas. Ésta se formó con lossiguientes órganos: un Consejo,19 una Asam-blea, el Secretariado Permanente y otrosórganos derivados como el Tribunal Perma-nente de Justicia Internacional y la Organi-zación Internacional del Trabajo.

Con la gran depresión que caracterizó ala economía mundial (1873-1896) se vis-lumbraba una creciente lucha entre las po-tencias, por obtener la mayor parte posiblede la acumulación capitalista. Este escena-rio de confrontación se vio atenuado por laexpansión financiera de finales del siglo XIX

y principios del XX. Sin embargo, a finalesde la segunda década del siglo XX, la con-tracción en la acumulación capitalista acen-túo la lucha entre los distintos Estadosnacionales por aumentar y mantener susniveles de acumulación.

Para algunas de las grandes potencias, lacompetencia intercapitalista pasaba nece-sariamente por la adquisición y manteni-miento de territorios coloniales, mientrasque para otras, la expansión territorial esta-ba ligada a la necesidad de incrementar suszonas de influencia política. Como quieraque fuese, la disputa por los espacios duran-te el periodo que precedió a la SegundaGuerra Mundial fue tal que, el intento porconstruir a partir de la Sociedad de lasNaciones un nuevo sistema interestatal—que superara al Westfaliano— fracasórotundamente.

Entre los últimos y más importantesintentos por mantener la paz y la estabili-dad, que precedieron al estallido de la Se-gunda Guerra Mundial, se encuentran laConferencia de Washington (1921-1922),los Tratados de Locarno (1925) y los acuer-dos de Brian-Kellog (1928). Todos ellosfueron intentos infructuosos por detener laguerra e impulsar el desarme.

Más allá del análisis de la cuestión ale-mana, una de las causas más importantes dela Segunda Guerra Mundial se encuentra enla situación en la que quedó Alemania con lafirma de los acuerdos de Versalles. Lasduras cargas que tuvo que asumir y la ideade la inequidad de las mismas, alentaron elrencor alemán y el nacionalismo en el perio-do de la primera posguerra.

Hay tres eventos que dejaron al descu-bierto la ineficiencia de los pactos y orga-nismos internacionales posteriores a la Pri-

19 Formado por un grupo de miembros perma-nentes, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, laUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Ale-mania.

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mera Guerra Mundial. Primero, la invasiónde Japón a la región china de Manchuria(1931); segundo, la invasión de Italia aEtiopía (1935) cuando ésta ya era miembrode la Sociedad de las Naciones y tercero, laruptura de los acuerdos de Locarno20 porAlemania (1936), al ocupar militarmente lazona de Renania. A partir de 1936 la políti-ca exterior alemana estuvo plagada de actosunilaterales que el resto de las potencias nofueron capaces de detener.

En 1939, con la invasión a Polonia, seinauguró el segundo conflicto de caráctermundial del siglo XX. A pesar de las condi-ciones impuestas a Alemania con el Tratadode Versalles, sólo veinte años después noexistió ninguna instancia con posibilidadesreales de contener su expansión. Las postu-ras de Francia, Gran Bretaña y Rusia nolograron coordinar ningún esfuerzo capazde rebasar los nacionalismos de cada una deellas.

Al parecer, la gran capacidad militaralemana fue lo único que logró echar aandar una iniciativa conjunta entre las gran-des potencias. En 1944 Gran Bretaña, Esta-dos Unidos y Rusia se reunían en la Confe-rencia de Teherán para implementar unacontraofensiva militar que en mayo de 1945

lograría la rendición de Alemania.La experiencia de la Segunda Guerra

Mundial transformó el panorama políticodel mundo. La construcción de un nuevoorden a partir del cual mantener al sistemainterestatal no sólo quedó marcado por ladesaparición de antiguas potencias milita-res —Francia, Gran Bretaña y Alemania—y el establecimiento del orden bipolar, sinofundamentalmente por la transformacióndel sistema de Westfalia con un esquemasupranacional, que vendría a trastocar tantoa las relaciones internacionales como alfuncionamiento mismo de los Estados sobe-ranos con la firma de la Carta de las Nacio-nes Unidas.21

Debido a la contundencia de estas con-frontaciones, la formación de cuerpos su-pranacionales emergió en la primera mitaddel siglo XX, y durante la segunda mitad éstese desarrollaron una serie de organismosque modificaron los conceptos originalesdel Estado. Las transformaciones en el sis-tema interestatal no han desaparecido elpapel preponderante del Estado en el ordenmundial, pero éste se ha limitado con unanueva lógica de funcionamiento, tanto delsistema interestatal como de la acumulacióncapitalista.

El reconocimiento externo de la sobera-nía, como elemento fundamental de los Es-

20 En 1925 se habían firmado entre Bélgica,Checoslovaquia, Francia, Alemania, Gran Bretaña,Italia y Polonia los Tratados de Locarno. En ellos secomprometían tanto Francia, Alemania como Bélgi-ca a mantener desarmada la zona de Renania, perte-neciente a los tres países. En octubre de 1933,Alemania anunció que mantendría vigentes suscompromisos signados en Locarno pero se negaba areconocer la Paz de Versalles. Con esto empezaríasu programa de rearme, el cual no pudo ser detenidode forma organizada por ninguna instancia multila-teral.

21 El Sistema de Naciones Unidas, desde sucreación, fue equipado con seis órganos principales:El Consejo de Seguridad, La Asamblea General, ElConsejo Económico y Social, la AdministraciónFiduciaria, La Corte Mundial y La Secretaría Gene-ral. Dichos órganos pretendían regular los aspectosde la dinámica mundial que, a su juicio, generabanlas tensiones territorialistas [Stoessinger,312-313:1980].

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tados y por lo tanto del sistema de Estados,dejó de ser relevante para el mantenimientodel orden en el siglo XX, a pesar de ello, noserá sino hasta el siglo XXI que las conse-cuencias de estas transformaciones se ob-servaron con mucha más claridad.

El nuevo modelo, es decir, el de la Cartade las Naciones Unidas era relativamentecongruente con uno de los valores políticosmodernos ampliamente aceptados, el de lademocracia representativa. De la mismamanera que había funcionado para la pri-mera mitad del siglo XX en la construccióndel discurso de la unidad nacional, se utili-zó para la creación de un discurso deunidad mundial. El discurso de la demo-cracia representativa “ha permitido his-tóricamente, la incorporación de la masade la población al sistema político y laconformación del gran aparato de media-ción social” [Dabat,126:1993], tanto en losespacios nacionales como en el sistemainterestatal.

El sistema emergente representó un prin-cipio organizativo en el que la solución delos asuntos mundiales se daba por unacomunidad supuestamente “democrática”compuesta formalmente por Estados coniguales derechos representados en la Asam-blea General de las Naciones Unidas, pero,de igual manera que las nociones que dieronfundamento a los Estados absolutistas nodesaparecieron completamente con las re-voluciones parlamentarias y democráticas,el nuevo sistema de interestatal tampocoterminó por completo con la lógica westfa-liana del poder efectivo.

Como modelo, el conjunto de acuerdosdel sistema interestatal de la Carta de lasNaciones Unidas que puede contrastarsecon el de Westfalia, basado en ocho puntos

fundamentalmente [Held, 1997]:1) “La comunidad mundial está com-

puesta por Estados soberanos, conec-tados a través de una densa red derelaciones, tanto ad hoc como institu-cionalizadas. Los individuos y los gru-pos son considerados como actoreslegítimos en las relaciones internacio-nales.

2) A ciertos pueblos oprimidos por po-deres coloniales, regímenes racistas uocupantes extranjeros, se les garantizael derecho del reconocimiento y unpapel determinado en la articulaciónde su futuro y sus intereses.

3) Se aceptan gradualmente las normasy valores que cuestionan el principiodel poder efectivo; de este modo, desdeel punto de vista teórico, las violacio-nes graves de las reglas del derechointernacional no son consideradas le-gitimas. Se restringe el derecho de lafuerza.

4) Se crean nuevas reglas, procedimien-tos e instituciones para promover laelaboración y la ejecución de un siste-ma legal en los asuntos internaciona-les.

5) Se adoptan principios legales quedelimitan la forma, el alcance y laconducta de todos los miembros de lacomunidad internacional y que ofre-cen una serie de guías para la estructu-ración de las reglas internacionales.

6) Se expresa una profunda preocupa-ción por los derechos de los indivi-duos, y se crea un cuerpo de reglasinstitucionales con el propósito de obli-gar a los Estados a observar ciertasnormas en las maneras de tratar atodas las personas, incluidos sus pro-

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pios ciudadanos.22

7) La preservación de la paz, la promo-ción de los derechos humanos y labúsqueda de una mayor justicia socialdevienen prioridades colectivas decla-radas; los asuntos públicos incluyen ala comunidad internacional en su con-junto. Con respecto a ciertos valores –la paz, la prohibición del genocidio-,las reglas internacionales definen cuáles la responsabilidad personal de losfuncionarios estatales cuáles seríanlos actos criminales de los Estados.23

8) Se reconocen las desigualdades siste-máticas entre los pueblos y Estados yse establecen nuevas reglas —inclusoel concepto de «patrimonio común dela humanidad»— para crear manerasde gobernar la distribución, la apro-piación y la explotación del territorios,las propiedades y los recursos natura-les” [1997].

Los ocho puntos que David Held reco-noce como claves, representan el discursode legitimidad que recoge las aspiracionesde la comunidad occidental y los plasma

dentro del sistema interestatal, de esa for-ma, como un discurso.

El reconocimiento de los individuos comoactores del derecho internacional, la pre-ocupación por los derechos humanos y laigualdad social, son sin duda valores in-crustados en la cultura de ésta época. Peromás allá del discurso, en lo formal el reco-nocimiento de esos valores en la categoríade supremos transformó de fondo las reglasdel sistema interestatal, modificó el princi-pio de la soberanía estatal.

No pretendo entrar en la discusión de lavalidez de los principios explícitos del siste-ma interestatal de la Carta de las Naciones.Pero quisiera mencionar, que la única formade garantizar los valores liberales plasma-dos el sistema interestatal es creando órga-nos que rebasan los limites de la soberaníaplanteada en Westfalia. En la Carta de lasNaciones Unidas se legítima la existencia deun poder sobre las soberanías estatales, nolo crea, sólo lo legitima.

En ese sentido el principio del poderefectivo subsiste en tanto que quien dirige ydefine quien o quienes se alejan de losvalores de la comunidad internacional no esla propia comunidad internacional sino laparte de ésta que posee la mayor concentra-ción de poder. Así mismo, el sistema inter-estatal sigue siendo jerárquico en relacióncon la concentración de poder militar yeconómico.

En realidad y sin querer desestimar elpeso de la Asamblea General de las Nacio-nes Unidas al representar a la opinión mun-dial, el poder real de este organismo residemás bien en el Consejo de Seguridad, que esel único órgano que toma resoluciones decarácter obligatorio para el resto de losmiembros. A su vez, dentro del propio Con-

22 Para ver el papel, en este tema, de las NacionesUnidas y específicamente de la Comisión de losDerechos Humanos, a partir de la resolución 758 deF(XVIII) del Consejo Económico y Social del 20 dejulio de 1959, se puede consultar:[Gomez, 2001] .

23 En el sistema de la Carta de las Naciones seviolenta el principio de la Razón de Estado que fuefundamental en la construcción de los Estados y delsistema interestatal. Al calificar las acciones y deli-mitar las responsabilidades de los Estados y de loshombres que actúan en nombre de éste se pone unfreno a las posibilidades de acción que bajo esteprincipio se podían llevar a cabo. Para un análisisdetallado del tema, ver el artículo de Aurelio PérezGiralda “El Proyecto de la Comisión de DerechoInternacional al Final del Camino” [2002].

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sejo de Seguridad los países decisivos sonlos que están dotados del poder de veto, esdecir, las potencias bélicas, por lo que, apesar de que los Estados miembros de lasNaciones Unidas se encuentran representa-dos en la Asamblea General, esta represen-tación no tiene igualdad jurídica, convir-tiendo dicha representatividad en un mito.

Es importante mencionar que, a pesar deque se encuentra al mismo nivel que loscinco órganos restantes, las decisiones delConsejo son las únicas que tienen carácterde obligatorio para todos los firmantes de laCarta, y es también el único órgano quecuenta con la capacidad de castigar la des-obediencia de dichos acuerdos [ONU,cap.VII:1945]. 24 Dentro del acuerdo de Westfa-lia, las acciones de un Estado eran califica-das solamente por el Estado que en esemomento era afectado y su respuesta teníaun carácter unilateral. La definición de lacantidad de armamento que poseía un Esta-do tampoco podía ser objeto de discusionesen el seno del sistema interestatal y lasviolaciones a los límites territoriales entrelos Estados eran contenidas mediante elprincipio del poder efectivo.

En el plano formal, el Consejo de Segu-ridad representa un espacio de acuerdo en-tre las grandes potencias que se encarga demantener el orden mundial. En realidad, esla clara muestra de que los miembros delsistema interestatal no son jerárquicamenteiguales, que en el sistema interestatal exis-ten potencias y por lo tanto, hace formal elprincipio del poder efectivo. La determina-ción de quienes son los miembros perma-

nentes del Consejo, sólo obedece al princi-pio en el que se debe incluir a aquellos sin loscuales, por la magnitud de su fuerza, nosería posible obtener resultados duraderos.

La formación de un Consejo de Seguri-dad atribuye a los Estados que lo conformany que tienen el derecho de veto25 la facultadde regular los intereses comunes a todo elsistema de Estados. De hecho, en las Nacio-nes Unidas, el poder se concentra en elConsejo. “Aquí el principio jerárquico delgobierno de las grandes potencias choca conel principio paritario de la igualdad jurídicade los Estados soberanos. Porque las gran-des potencias, jurídicamente, eran y sonEstados soberanos como los restantes.”[Truyol y Serra,1994:124]

El sistema interestatal consagrado en laCarta de las Naciones se sustenta en:

— La formación de una asociación deEstados sujetos a un cuerpo de reglasformales o informales que aceptancomo valida la intervención de órga-nos supranacionales.

— La consolidación de la idea de queexiste un poder mundial, que puedehacer uso de la fuerza, sobre la base delos acuerdos de la Carta.

Desde 1945 la mayor parte de los Esta-dos se han adherido a la Carta de la Nacio-nes Unidas y han aceptado regirse por susprincipios fundamentales. Es evidente queel modelo de la Carta de las NacionesUnidas es mucho más abarcador que elanterior modelo interestatal. Westfalia se

24 Las sanciones pueden ir desde embargos yotras sanciones económicas hasta el uso de la fuerza[ONU:1945].

25 Las decisiones de procedimiento del Consejodeben ser tomadas por lo menos por nueve miem-bros, pero en las cuestiones de fondo entre esosnueve deben estar los cinco miembros permanentes[ONU:1945].

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encontró limitado básicamente por el espa-cio europeo ya que los nacientes Estadosnacionales no europeos se encontraban fue-ra de este esquema. Por su parte las Nacio-nes Unidas se planteó desde sus inicios laposibilidad de abarcar a la mayor cantidadde “contenedores” existentes en el mundo.Sin embargo, a pesar de la amplitud geográ-fica, del sistema de Naciones Unidas, ésteno es un gobierno mundial, o de serlo nosería un gobierno democrático. En fechasrecientes, la crítica que se hace al papel dela ONU en el escenario internacional estávinculada con la incapacidad que muestrapara ejercer un liderazgo capaz de regularmás la vida de los actores internacionales.

NÚMERO DE PAÍSES MIEMBROS DE LA ONU 1945-2002

Año 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1955 1956 1957 1960No. 51 55 57 58 59 60 76 80 82 99 Año 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1970 1971 No. 104 110 112 115 117 122 123 126 127 132Año 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1983 No. 135 138 144 147 149 151 152 154 157 158 Año 1984 1990 1991 1992 1993 1994 1999 2000 2002 2003No. 159 159 166 179 184 185 188 189 191 s/d

Fuente:[ONU:2002]

Lo anterior confirma que el poder dentrodel sistema mundial capitalista no recae, niha recaído en el sistema interestatal, sino enun centro hegemónico, es decir, que la for-ma que adquieren las reglas de funciona-miento y convivencia entre los Estados essolamente un modelo regulatorio acorde a lacosmovisión de una época, y que es utiliza-da por el hegemon para mantenerse como ellíder legítimo del sistema.

La hegemonía requiere tanto de lacoerción como de la construcción de con-sensos. Los acuerdos sobre los que seconstruye el sistema son parte del consen-so, pero, sería ingenuo pensar que lacoerción desaparece.

Page 22: Aportes Benemérita Universidad Autónoma de Puebla … · recomposición comercial de Occidente no sólo por la demanda de esclavos sino por las importaciones de metales preciosos,

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