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9 Introducción Las ciencias sociales y la producción de lo social Tomás Ariztía Hacer una sociología de las ciencias sociales (CCSS) implica no solo exa- minar las condiciones de creación de conocimiento de las distintas disciplinas que componen este campo, sino también estudiar el rol que estas juegan en la producción de lo social. Ya sean sus libros, conceptos, modelos, narrativas, hipótesis, políticas públicas, minutas o consejos, o sus expertos, intelectuales, technopols, académicos o asesores, los productos y actores de las CCSS no habi- tan únicamente en las aulas y campus académicos: transitan y actúan también por gran parte del mundo que aspiran a comprender y explicar. El resultado de esta operación es visible en prácticamente todos los ámbi- tos de la sociedad. De hecho, buena parte de las formas en que ordenamos, clasificamos y evaluamos a los actores y procesos sociales guarda algún tipo de relación con las CCSS. Los ejemplos son muchos y de áreas diversas: la política y su creciente dependencia de encuestas y otros dispositivos de repre- sentación y medición de la opinión pública, provenientes en muchos casos de la ciencia política y la sociología (Osborne y Rose 1999); el gobierno, las po- líticas públicas y cómo estas dependen también del conocimiento experto de distintas CCSS, algo observable en la creciente centralidad del conocimiento académico sobre esta materia en la gestión del Estado. A su vez, los mercados dependen de conceptos y herramientas provenientes no solo de la economía y disciplinas afines, como la administración y el marketing, sino también de otras tradicionalmente más ajenas a ellos, como la sicología o la sociología. Finalmente, muchas de nuestras representaciones públicas y relatos colectivos se sustentan en descripciones que producen diversos actores e intelectuales públicos que se amparan en explicaciones y discursos de las CCSS. 1 1 Cabe preguntarse como ejemplo qué porcentaje de las columnas de opinión pública que circulan hoy por los medios de comunicación remiten directamente a algún tipo de conocimiento de las CCSS.

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Introducción a "Produciendo lo social"

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Introducción

Las ciencias sociales y la producción de lo socialTomás Ariztía

Hacer una sociología de las ciencias sociales (CCSS) implica no solo exa-minar las condiciones de creación de conocimiento de las distintas disciplinas que componen este campo, sino también estudiar el rol que estas juegan en la producción de lo social. Ya sean sus libros, conceptos, modelos, narrativas, hipótesis, políticas públicas, minutas o consejos, o sus expertos, intelectuales, technopols, académicos o asesores, los productos y actores de las CCSS no habi-tan únicamente en las aulas y campus académicos: transitan y actúan también por gran parte del mundo que aspiran a comprender y explicar.

El resultado de esta operación es visible en prácticamente todos los ámbi-tos de la sociedad. De hecho, buena parte de las formas en que ordenamos, clasificamos y evaluamos a los actores y procesos sociales guarda algún tipo de relación con las CCSS. Los ejemplos son muchos y de áreas diversas: la política y su creciente dependencia de encuestas y otros dispositivos de repre-sentación y medición de la opinión pública, provenientes en muchos casos de la ciencia política y la sociología (Osborne y Rose 1999); el gobierno, las po-líticas públicas y cómo estas dependen también del conocimiento experto de distintas CCSS, algo observable en la creciente centralidad del conocimiento académico sobre esta materia en la gestión del Estado. A su vez, los mercados dependen de conceptos y herramientas provenientes no solo de la economía y disciplinas afines, como la administración y el marketing, sino también de otras tradicionalmente más ajenas a ellos, como la sicología o la sociología. Finalmente, muchas de nuestras representaciones públicas y relatos colectivos se sustentan en descripciones que producen diversos actores e intelectuales públicos que se amparan en explicaciones y discursos de las CCSS.1

1 Cabe preguntarse como ejemplo qué porcentaje de las columnas de opinión pública que circulan hoy por los medios de comunicación remiten directamente a algún tipo de conocimiento de las CCSS.

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Tal como muestra esta rápida enumeración, las CCSS se encuentran lejos de estar aisladas en la torre de cristal de la ciencia; son, de hecho, actores cen-trales en la producción y ensamblaje de las sociedades contemporáneas (Law y Urry 2004). El principal tema de este libro son los usos de las ciencias sociales en la sociedad chilena contemporánea. Los trabajos que aquí se reúnen se centran en examinar no tanto la capacidad de estas disciplinas para estudiar y reflexionar sobre lo social, sino su capacidad para producirlo y afectarlo. La definición de ciencias sociales que utilizamos aquí es amplia, abarcando todas aquellas disciplinas académicas que tienen como objeto de interés distintos aspectos de la vida social, desde la economía hasta la filosofía social y política. A su vez, el tratamiento de estos temas es multidisciplinario, abarcando desde la historia hasta la sociología de los expertos.

En lo que sigue de esta introducción me propongo dos tareas. La primera, presentar algunos antecedentes para una sociología de los usos y desusos de las ciencias sociales en Chile, y, a propósito de esa reflexión, sugerir algunas líneas conceptuales útiles para conectar los artículos que componen este volumen. La segunda tarea será exponer y delinear brevemente la estructura del libro.

Producción de lo social¿Cuáles son estas relaciones entre las ciencias sociales y lo social, y cómo

estudiarlas? Se pueden reconocer al menos dos opciones. Un primer cami-no se ha centrado tradicionalmente en examinar las CCSS en términos de sus determinantes y características sociales (Mannheim, Wirth y Shils 1936; Gouldner 1980; McCarthy 1996). La premisa aquí es que la operación de las CCSS puede ser examinada a partir del análisis de la posición social de los actores involucrados, en este caso los científicos sociales y las instituciones de producción de conocimiento. Esta ha sido y sigue siendo una pregunta central en la tradición sociológica. De hecho, para autores como Pierre Bour-dieu, la reflexividad –esto es, la capacidad de las CCSS de examinar su propia operación– define el núcleo mismo y la tarea de estas disciplinas (Bourdieu, Chamboredon y Passeron 2003). A este camino se suman también los aportes de los estudios de la ciencia,2 los que, tomando una aproximación microsocio-lógica, se han centrado en estudiar tanto el contexto social como las prácticas y operaciones específicas de producción de conocimiento. Desde este prisma, las ciencias sociales no solo aparecen situadas socialmente; la misma operación

2 Los estudios de la ciencia se han centrado principalmente en las ciencias naturales; ver, por ejemplo, Latour y Woolgar (1979). También es posible reconocer crecientemente esta aproximación para las ciencias sociales en Law (2004).

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de producción de conocimiento es también el resultado de prácticas sociales (Knorr-Cetina 2005).

Existe una segunda aproximación para pensar las relaciones entre ciencias sociales y lo social. Este enfoque no se centra tanto en estudiar la producción de conocimiento como algo socialmente situado, sino que apunta a examinar las distintas formas en que el conocimiento de las CCSS contribuye a la pro-ducción o ensamblaje del mundo social (Law 2008). Tal como ha señalado la socióloga Marion Foucarde (2007), esto implica transitar desde la pregunta por el contexto a la pregunta por los “efectos” o la performance de las CCSS sobre el mundo.3 Es justamente este segundo ámbito el objeto principal de este libro: examinar los distintos usos y efectos de las ciencias sociales. ¿Cuáles son los vín-culos entre el conocimiento que producen las CCSS y la sociedad? ¿Qué rol ha jugado en ámbitos como la política, la economía o la cultura? En suma, ¿cómo las CCSS han contribuido a la producción de lo social? La referencia del título al concepto de “producción” es por tanto uno de los supuestos centrales de este libro. Junto con Law (2004, Law y Urry 2004) y Latour (2005), entendemos el mundo social no como entidades fijas y estables esperando ser descubiertas por la ciencia, sino como el resultado de un proceso activo de ensamblaje y pro-ducción, en la cual las ciencias sociales juegan un rol central. Los trabajos aquí reunidos presentan distintas respuestas a estas preguntas. A partir de estudios de caso, iluminan algunas de las múltiples formas en las cuales las CCSS han sido actores centrales en la construcción del Chile contemporáneo.

Este libro no representa un esfuerzo aislado por examinar los efectos de las CCSS en lo social;4 por el contrario, se viene a sumar a una significativa pro-ducción reciente sobre los usos de las ciencias sociales. Un referente central en esta reflexión es el trabajo de Steinmetz sobre los fundamentos de los enfoques metodológicos y epistemológicos que han estructurado las ciencias sociales en Estados Unidos y de las consecuencias de estos en términos del mundo social que hacen visible y posible (Steinmetz 2005). A su vez, el análisis de Law sobre cómo las CCSS producen (“enactan”) distintas versiones de lo social, como resultado de sus operaciones metodológicas y teóricas, es también un insumo clave para pensar estas conexiones entre ciencias sociales y sociedad (Law 2004, 2009). A nivel de temas específicos, es posible también encontrar un número muy significativo de investigaciones que apuntan a visibilizar esta conexión. Es-

3 Según Fourcade (2007: 111), esto implica centrarse en considerar los efectos “performativos” de las ciencias sociales.

4 Con todo, tal como mencionara recientemente Savage (2011), la expansión y efectos de las ciencias sociales sobre la sociedad es uno de los ámbitos menos estudiados de las transformaciones sociales de la segunda mitad del siglo XX en adelante.

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tas abarcan temas como el rol de las CCSS en la producción de clases e identida-des sociales (Boltanski 1984, Savage 2011), la conexión entre metodologías de investigación y la producción de la opinión pública (Law 2009, Lezaun 2007, Osborne y Rose 1999), la sicología y la producción de formas específicas de subjetividad e individualidad (Miller y Rose 1997), y el análisis de los sistemas socioestadísticos de clasificación y categorización y sus efectos en la producción de grupos sociales (Desrosieres 2004), entre otros. Asimismo, recientemente la sociología económica se ha centrado en estudiar las relaciones entre la economía y la producción de los mercados, examinando cómo la ciencia económica ha sido y es un actor central en la producción de los mercados (Callon 1998; Mac-kenzie, Muniesa y Siu 2007). Los cientistas políticos, a su vez, llevan también varias décadas explorando la conexión entre expertise, gobierno y poder político (Centeno y Silva 1998, Mitchell 2002). Conceptos como tecnócrata o technopol vienen justamente a visibilizar esa estrecha relación entre CCSS y política. En todos estos esfuerzos se puede encontrar una premisa común que es también la que atraviesa este libro: las ciencias sociales contribuyen y han contribuido activamente a producir la realidad que intentan comprender.

El interés por estudiar las conexiones entre CCSS y sociedad también se puede observar a nivel local. Desde los años ochenta ha existido una impor-tante reflexión acerca de la producción de conocimiento de las CCSS (ver por ejemplo Brunner 1988, Garretón 1989), la relación entre expertise y política (Centeno y Silva 1998, Silva 2010), y las posibilidades y limitaciones de cam-bio social que ofrecen las CCSS (Brunner 1993). Una serie de publicaciones recientes, a la cual se viene a sumar este libro, dan cuenta de un renovado interés por este tema (Joignant y Guell 2011, Mella 2011). El núcleo de la reflexión local se ha centrado principalmente en estudiar la conexión entre conocimiento experto y transición política, énfasis que tiene sus orígenes en la producción intelectual durante la dictadura y que durante las décadas recien-tes se ha desplazado a examinar retrospectivamente el rol de distintos expertos en los procesos de transición y gobierno político (Mella 2011; ver también el capítulo de Joignant en este libro).5 Este volumen, por lo tanto, espera contribuir en este creciente interés académico por las relaciones entre el co-nocimiento de las CCSS y la sociedad. Esto no es de extrañar en un país que muchos describen como “modelado” (De Cea, Díaz y Kerneur 2008) y en el cual las CCSS han cumplido un rol sumamente visible y central en producir

5 A lo anterior se suma un giro importante en el interés académico de nuevas generaciones de investigadores por estudiar los conocimientos y actores expertos en distintos ámbitos sociales, como lo constatan diversos trabajos de Manuel Tironi, Jose Ossandón, Ignacio Farías, Sebastián Ureta, Oriana Bernasconi y Claudio Ramos, entre otros).

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y guiar el cambio social y los modelos de desarrollo. Con todo, a diferencia de estas publicaciones en donde la atención ha estado puesta principalmente en la relación entre ciencias sociales y la política, aquí se propone una mirada más amplia, que atiende también a otras conexiones entre CCSS y sociedad. Esta amplitud se expresa en al menos dos sentidos, los cuales discutiremos a continuación. Primero, se presentan distintas versiones de cómo las CCSS contribuyen a la producción de lo social, algunas de las cuales van más allá de la política. Segundo, se exploran diversas categorías y formas de intervención de las CCSS que van más allá de la figura del experto o el intelectual, y visi-bilizan también las múltiples y precarias operaciones y prácticas cotidianas a partir de las cuales se contribuye.

Los usos de las ciencias socialesUna lectura cruzada a los artículos de este libro permite reconocer al menos

tres versiones acerca de cómo las CCSS han contribuido a la producción de lo social. La primera enfatiza la relación entre ciencias sociales y política, particu-larmente entre conocimiento experto, toma de decisiones y gobierno político. Esta conexión entre conocimiento y poder no solo es uno de los espacios en donde las CCSS han sido más eficaces en su capacidad de producir y cambiar lo social; ha sido también el ámbito más estudiado, particularmente por los cientistas políticos tanto en Chile como en el mundo. Un ámbito especial-mente visible en este libro son las conexiones entre la disciplina económica y la política, asumiendo la particular relevancia que la economía ha jugado desde los años ochenta en configurar tanto la institucionalidad política como el modelo de desarrollo neoliberal chileno. Los artículos en este volumen de Joignant, Gárate, Montecinos/Markoff y Silva profundizan en distintos as-pectos de esta relación. En ellos se observa cómo la economía surge y se con-solida en Chile como un saber legítimo no solo al servicio del gobierno (ver los capítulos de Joignant y Montecinos/Markoff ), sino también como lengua franca de la transición política y pilar intelectual del modelo de desarrollo (ver los capítulos de Silva y Gárate).

Junto a la relación entre política y CCSS, un segundo ámbito de relevancia es la capacidad de las CCSS para producir y hacer circular descripciones sobre el mundo social, ya sea en la modalidad de diagnósticos, de prognosis o de rela-tos. Considerar esta dimensión discursiva implica examinar la relación entre las CCSS y la esfera pública, explorando las formas y dispositivos de “intervención” que estas generan (Eyal y Buchholz 2010). A este respecto, un argumento que cruza varios capítulos del libro consiste en distinguir el rol central que las ciencias

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sociales han jugado en la producción de conceptos y narrativas sobre la sociedad chilena y sus cambios (ver por ejemplo el capítulo de Ariztía/Bernasconi). Desde esta mirada se observa, como es esperable de todo discurso, que las descripciones producidas visibilizan ciertas representaciones de lo social a la vez que oscurecen otras. Dicho de otro modo, la operación de las CCSS consiste en hacer más o menos posibles distintas formas de autodescribirnos y autocomprendernos como sociedad. Tal como muestra aquí el trabajo de Retamal sobre la relativa ausencia de la filosofía social en el debate público, o el de Montecinos/Markoff sobre la centralidad del discurso económico y los economistas, no todas las descripciones logran ser igualmente relevantes para la esfera pública. Mientras algunas formas de conocimiento –como la encuesta y los estudios de opinión– se vuelven cen-trales, otras han sido desplazadas históricamente como resultado de la siempre tensionada relación entre el mundo académico y la política. En este contexto, el capítulo de Pelfini sobre el uso de los conceptos de populismo y elite, por actores dentro y fuera de las ciencias sociales, da cuenta de cómo estas descripciones mantienen su vida propia, viajan a través de espacios de conversación y entran y salen de lo puramente académico para ser movilizadas por distintos actores.

Pero las CCSS no producen únicamente discursos o representaciones; jue-gan también un papel central en la creación de formaciones sociales, como instituciones, categorías y grupos sociales, procedimientos o principios de evaluación. La sociología ha acuñado el concepto de performatividad para re-ferir justamente esta capacidad de las CCSS para producir nuevas realidades como resultado de su propia operación de descripción (Callon 2010).6 Esta performatividad ha sido estudiada particularmente en el caso del conocimiento económico y la producción de los mercados (Callon 2006); sin embargo, es rastreable además en prácticamente todas las CCSS7 y cruza también varios de los artículos de este libro. Aparece explícitamente en el trabajo de Ossandón sobre los economistas y el rol activo que estos jugaron en producir un mercado de las instituciones de salud previsional (isapres); está también presente en el artículo de Ramos sobre los distintos efectos del Informe PNUD no solo en el circuito académico sino también a nivel de los medios de masas y de la política. Lo hace del mismo modo, aunque en forma menos explícita, en el artículo de Ariztía y Bernasconi a propósito de las sociologías públicas y su capacidad de producir una narrativa del cambio social, y en el trabajo de Joignant a través del análisis de cómo distintos conocimientos de las CCSS desplegados por los

6 Para una discusión detallada de la performatividad en las ciencias sociales, ver el capítulo de Ramos en este libro.

7 A nivel general en términos de la relación entre CCSS y la producción de otras categorías (ver Law 2004).

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technopols de la transición política chilena fueron centrales en la creación de la “democracia de los acuerdos” que caracterizó a los primeros gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia.

Además de las dimensiones de los usos de las CCSS discutidas anterior-mente –la política, la discursiva y la performativa–, quisiera destacar otros dos elementos que conectan y caracterizan las contribuciones de este libro. Estos remiten menos a los argumentos centrales de cada artículo y más a la mirada y metodología con que cada autor interroga a las CCSS (prácticamente todas las contribuciones son análisis de casos en base a evidencia histórica y material de archivo). Una primera afinidad apunta a la versión de la operación de las ciencias sociales que se nos presenta. Leer los distintos capítulos debilita la creencia común que tiende a atribuir una cierta omnipotencia a los expertos y la tecnocracia; los artículos muestran una versión menos glamorosa de la producción de las ciencias sociales, la que resulta de múltiples operaciones prácticas y de pequeña escala, como la redacción de una minuta, la circula-ción de columnas de opinión, la creación de instituciones de investigación o las conferencias e intercambios académicos. Los actores y conocimientos que aparecen retratados en este libro muestran la trivial y dificultosa tarea por medio de la cual las CCSS han contribuido a producir y cambiar distintos ámbitos de la sociedad chilena. De esta forma, los “efectos” y usos de este tipo de conocimiento aparecen retratados aquí más como una serie de operaciones cotidianas de pequeñas derrotas y victorias que como un conocimiento om-nisciente y poderoso. En esta tarea, y tal como describe el artículo de Tironi sobre los urbanistas, el conocimiento experto es muchas veces contrarrestado exitosamente por otros actores organizados, quienes confrontan e incluso lo-gran imponerse por sobre la mirada socialmente legitimada del cientista social. En otros casos, como muestra el artículo de Ossandón sobre economistas e Isapres, este conocimiento es en principio precario y solo sobre sucesivas inter-venciones va consolidando su capacidad de intervenir y modificar el mundo. La imagen que nos queda por tanto es la de una producción de lo social que surge como el resultado de una operación constante y rutinaria de traducir y movilizar el conocimiento de las CCSS hacia distintos ámbitos de la sociedad. En este sentido, y tal como ha señalado Mariana Heredia para el caso de los economistas,8 estos artículos sugieren la necesidad de salir o cuestionar la idea de los intelectuales y expertos todopoderosos, tal como en los años ochenta los estudios de la ciencia revolucionaron la visión sobre el trabajo de los cien-tíficos y el laboratorio (Latour y Woolgar 1979).

8 http://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2011/09/19/mas-alla-de-los-economistas-todopoderosos

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El segundo elemento que quisiera destacar refiere a la multiplicidad de ac-tores y dispositivos que se examinan a propósito de las conexiones entre cien-cias sociales y lo social. Tradicionalmente se ha puesto el énfasis en la figura del intelectual y el experto como actores clásicos de las CCSS. Los capítulos de este libro, sin embargo, incorporan también otros modos y dispositivos de “intervención” al análisis. El artículo de Ramos, por ejemplo, analiza los sistemas de producción de reportes y circulación de ideas desarrollados por el PNUD. Joignant, a su vez, examina en profundidad las minutas de gobierno como dispositivo de producción de acuerdos políticos en el cual se despliega el saber del technopol. Lo mismo ocurre en el análisis de Retamal sobre las mallas curriculares del pregrado en filosofía y sus efectos en términos del cierre de esta disciplina hacia el debate público, así como en el artículo de Tironi y el uso de cartas al diario y manuales como espacios en los cuales se define y disputa el conocimiento experto. Los artículos de este libro proponen de esta forma una mirada plural y múltiple a los usos de las CCSS, describiéndolos como el resultado de la utilización de diversos dispositivos de intervención. Ante el detallado análisis de caso, la figura del experto y el intelectual da cuenta de una multiplicidad de estrategias de intervención en la vida social; por ejemplo, en el uso del formato de la columna de diario como espacio para participar del debate público o en el lenguaje sobresimplificado y rico en ejemplos utilizado durante los ochenta por los Chicago Boys para popularizar sus ideas (ver el capítulo de Gárate).

¿Qué implicancias tiene esta visión de la operación de las CCSS para una sociología de las ciencias sociales y de sus usos en el Chile reciente?9 Con la lectura de estos artículos, como es de esperar, nacen varias preguntas acerca de la relación entre CCSS y distintos ámbitos de lo social. Por de pronto, y pen-sando en temas relevantes para desarrollar una agenda de investigación en esta materia, quisiera destacar al menos tres ámbitos de indagación. Una primera pregunta apunta a la tensión entre las distintas formas de conocimiento que producen las CCSS examinadas en este libro y otras formas de conocimien-to sobre la sociedad, particularmente la creciente producción de datos por parte de los sistemas de transacción electrónica e internet. ¿Cómo habrán de reaccionar estas disciplinas frente a esta avalancha de datos y representaciones sobre la sociedad? ¿Cuál es el rol de aquellas frente a este nuevo tipo de des-

9 Siguiendo a Eyal y Buchholz (2010) y su análisis del trabajo intelectual, el examen de estos diversos dispositivos de intervención invita a salir de una mirada centrada principalmente en los actores y disciplinas tradicionales para explorar los múltiples espacios de interacción entre CCSS y sociedad. Dicho de otro modo, invita a pasar de una sociología de las ciencias sociales a una sociología de las intervenciones que apunte a examinar la multiplicidad de vínculos entre CCSS y el mundo social.

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cripciones? ¿Debilitarán la centralidad de las descripciones propuestas por las CCSS? Siguiendo a Savage (2009), es posible pensar que las ciencias sociales están viendo desafiada su capacidad de producir e instalar descripciones sobre la sociedad frente a la expansión de nuevas y más dinámicas representaciones. Una segunda pregunta tiene que ver con el cuestionamiento de los efectos sobre la sociedad de los cada vez más numerosos dispositivos de intervención producidos por las CCSS, como ránkings, índices, encuestas y otras formas de representar y ordenar lo social. Sociólogos tanto a nivel global como en Chile han puesto la atención sobre el rol que los dispositivos de clasificación y con-mensuración provenientes de las CCSS estarían jugando en distintos ámbitos de lo social, por ejemplo, la formación de mercados o la esfera pública.10 A esto se suma la creciente ubicuidad y facilidad de producción de datos de encues-tas y sociales, los cuales han dejado de ser monopolio de las ciencias sociales. Frente a la extensión de esta cultura de la medición y el ránking, subproductos de las CCSS, cabe preguntarse cuáles son los efectos de estos dispositivos en el mediano plazo, particularmente en términos de la modelación del debate pú-blico. Surgen aquí al menos dos preguntas relevantes: ¿qué efectos tienen estos dispositivos en términos de la vinculación entre el conocimiento experto y el debate propiamente político que debiera sustentar la esfera pública? y ¿cuáles son las restricciones que este tipo de dispositivos imponen en términos de las representaciones de la sociedad con que contamos? Finalmente, un tercer tipo de interrogante remite a los cambios en los equilibrios internos entre las distintas disciplinas que aquí se examinan. Tal como se discute en el libro, la ciencia económica ha liderado en las últimas décadas no solo la producción de descripciones sobre la sociedad, sino también la capacidad de cambiarla. Cabe preguntarse si este equilibrio se mantendrá en el futuro o si veremos que los conceptos y representaciones de la sociedad que entrega la economía se ven desafiados por descripciones provenientes de otras disciplinas de las CCSS.

Estructura del libroEl libro está dividido en tres partes. En la primera, “La política de los eco-

nomistas”, presentamos tres artículos que exploran desde una perspectiva his-tórica las relaciones entre la ciencia económica y la política en el Chile de las últimas décadas. El primero, de Verónica Montecinos y John Markoff, analiza históricamente la profesión del economista en América Latina y su creciente influencia y participación en la política, con énfasis en la definición y produc-

10 Para efectos del rol de estos dispositivos en los mercados, ver por ejemplo Callon y Muniesa (2007). Para Chile, ver artículo de Ossandón sobre los ránkings, en www.estudiosdelaeconomia.wordpress.com

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ción de políticas públicas y diseño de instituciones. El segundo capítulo es una reedición del clásico trabajo de Patricio Silva sobre los economistas chilenos y su rol durante la dictadura y transición a la democracia. El autor examina el rol de los Chicago Boys durante los ochenta en el marco del proceso de tecnocratización de la toma de decisiones políticas, proceso que se mantuvo luego de la llegada de la democracia. La sección finaliza con una contribución de Manuel Gárate sobre los economistas y think tanks de los años ochenta y noventa en Chile. En línea con los trabajos de Silva y Montecinos/ Markoff, Gárate examina el ascenso creciente de los economistas y el discurso econó-mico en la esfera pública y, a propósito de un análisis de los economistas de Cieplan, discute el creciente uso del lenguaje técnico-económico como una gramática para articular consensos.

La segunda parte, “Producción y usos del conocimiento social”, examina distintos tipos de usos y relaciones entre las ciencias sociales locales y el Chile reciente. A diferencia de la sección anterior, en la que se explora con mayor nitidez la relación entre CCSS y poder político, aquí se presentan otros meca-nismos y caminos a partir de los cuales las CCSS han contribuido a definir las coordenadas de la sociedad chilena en las últimas décadas. Siguiendo con el análisis de las conexiones entre ciencias sociales y transición, el capítulo de To-más Ariztía y Oriana Bernasconi examina el rol y centralidad de la “sociología pública” en el Chile de los noventa, particularmente en términos de la produc-ción y circulación de relatos de cambio social. El artículo siguiente, de Chris-tian Retamal, recaba algunas de las razones de la relativa intrascendencia de la filosofía durante las últimas décadas en términos de la producción de relatos colectivos y discursos públicos en Chile. A partir de un análisis genealógico de la disciplina, el autor analiza (y cuestiona) la estructura relativamente conser-vadora de esta y su relativa impermeabilidad al debate público. Enseguida, el trabajo de Alejandro Pelfini explora los usos y desventuras de dos conceptos comúnmente utilizados por las ciencias sociales y los políticos latinoamerica-nos: populismo y elite. El autor detalla los múltiples viajes dentro y fuera de la academia de este par de expresiones, y se pregunta qué pasa con los conceptos cuando salen de la academia. Según reflexiona Pelfini, estos siguen operando, aunque existe un trade off en este proceso. La sección termina con un traba-jo de Claudio Ramos sobre los efectos y usos de uno de los productos de la ciencia social local que más impacto y reconocimiento ha tenido en el último tiempo: los Informes de desarrollo humano del PNUD. Tomando como pun-to de partida la discusión conceptual sobre la performatividad en las CCSS, Ramos da cuenta de las distintas formas en que este reporte contribuye a la

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creación de nuevas realidades, tanto a nivel de los medios de masas como de la política y la ciencia.

Finalmente, la tercera parte del libro, “Expertos frente al mundo”, examina críticamente distintos espacios de encuentro entre el conocimiento que pro-ducen las ciencias sociales, los actores que lo movilizan y diversos ámbitos de la sociedad. Concretamente, se presentan tres casos de estudio en los cuales se analiza cómo expertos y conocimientos de las ciencias sociales se vinculan a distintos aspectos de nuestra vida en común: la ciudad, la salud y la política. El primer trabajo de esta sección, de Manuel Tironi, revisa las tensiones y li-mitaciones del conocimiento experto vinculado a la planificación urbana. El autor muestra cómo distintos actores urbanos desafían y redefinen las distintas formas de conocimiento experto utilizados para cambiar la ciudad. El análisis de Tironi da cuenta de la complejidad y fragilidad de las intervenciones del conocimiento experto. Luego, el artículo de José Ossandón examina el rol del conocimiento económico en la producción del mercado de las isapres en Chile. Sobre la base de las sociologías de los mercados, el autor sondea tres conceptua-lizaciones teóricas distintas para la creación de las isapres durante los ochenta. A partir de estos antecedentes, revisa las formas en las cuales el conocimiento económico operó performativamente en la formación de ese mercado de la salud. El libro cierra con un artículo de Alfredo Joignant que analiza detenida-mente el rol jugado por los technopols –actores que combinan el saber experto y el saber político– durante el primer gobierno de la Concertación. A partir de un detallado estudio de las minutas de este gobierno, el autor indaga cómo estos actores –desplegando conocimiento de la ciencia política, la sociología y la economía– cimientan y legitiman el gobierno político durante la transición, muchas veces a contrapelo de las expectativas de las bases y los militantes.

AgradecimientosParte de este libro fue financiado por el concurso de fondos estratégicos

VRA de la Universidad Diego Portales. Con la excepción de los dos primeros artículos, reediciones de textos publicados originalmente en inglés, las contri-buciones son todas investigaciones originales, con un componente empírico en ellas. La gran mayoría fue presentada en una primera versión en la confe-rencia “Produciendo lo social: una mirada reflexiva al rol de las ciencias socia-les en Chile y América Latina”, realizada en la Universidad Diego Portales en octubre del 2010.

Muchas personas participaron y colaboraron en distintas etapas de este proyecto. Se agradece en primer lugar la disponibilidad, buen hacer y pacien-

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cia de los autores, que resistieron numerosos embates, correos electrónicos, discusiones y opiniones sobre los trabajos que aquí se presentan, muchos de ellos extendidos a lo largo de ya más de tres años. Espero que sientan que sus contribuciones han terminado en un buen lugar. Un especial agradecimiento también para José Ossandón, con quien organicé la conferencia “Produciendo lo social” y que ha realizado además numerosos comentarios y aportes durante las distintas etapas del libro y de esta introducción. También un agradecimien-to para Oriana Bernasconi, quien, además de participar en un capítulo, ha contribuido generosamente con numerosos comentarios y sugerencias sobre esta introducción y el proyecto en general. Finalmente, quisiera agradecer a Pablo Guíñez, quien ha mostrado una extraordinaria dedicación en la revisión de los manuscritos de este libro.

Santiago, noviembre de 2011

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