arquitectura y modernidad en las iglesias urbanas …2 cambios en las iglesias del siglo xx en lima....
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ARQUITECTURA Y MODERNIDAD EN LAS IGLESIAS
URBANAS Y PERIURBANAS DE LIMA EN EL SIGLO XX.
Arq. Miguel Ángel Vidal Valladolid
1. Modernidad en la arquitectura eclesial del siglo XX
El proyecto moderno1 universaliza la manera particular en que occidente se
valora, autopercibe, y organiza, o como dice Nicolás Casullo es una suerte
de autoconciencia «…que hace consciente la modernización del mundo»2,
debido a que el mundo es, la representación que nos hacemos de él. El
proyecto de la modernidad se entiende a sí mismo como universalmente
válido para todo hombre y todo pueblo, imponiéndose a otras culturas de
manera coercitiva. La modernidad ingresa en la arquitectura eclesial
transformando sustantivamente sus paradigmas, frente a lo cual,
necesitamos reorganizar un esquema que nos permita entender este
fenómeno, en lo que al siglo XX concierne.
El panorama de la arquitectura eclesial durante el siglo XX y sus cambios,
pueden resultar disperso, complejo y difuso, si atendemos sólo a su sentido
arquitectónico o si pretendemos rígida y exclusivamente catalogarlos
cronológicamente o mediante el uso de etiquetas estilísticas. Considero en
este artículo que una manera de explicar e interpretar lo sustantivo de la
arquitectura eclesial del siglo XX es a través de lo que denomino pares
dialécticos, los cuales entre si no guardan necesariamente el orden
presentado e interactúan a su vez entre ellos de modo libre y aleatorio.
1.1 Pares dialécticos en la arquitectura eclesial.
1.1.1 Unidad y multiplicidad:
La unidad era una cualidad sustantiva en la arquitectura eclesial sancionada
por la tradición, una unidad vinculada al estilo formal, espacial, ritual, y
ligado al hegemónico poder de la Iglesia y el Estado.
La multiplicidad está expresada en el uso de variadas formas que podemos
explicarla por la necesaria inmersión en cada comunidad, y en el paso a la
libertad de la expresión formal. De modo tal que el concepto de lo sagrado
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que es imperativo, impuesto y colectivo, pasa a ser reemplazado por la
libertad, la elección personal o lo individual en el diseñador.
Continuidad consistente y discontinuidad innovadora:
El Arq. García Bryce3 señala que en Occidente hasta el siglo XVIII existió
continuidad y consistencia en la expresión de la arquitectura religiosa, pues
estas no eran resultado de la creación o la invención de los diseñadores o
constructores individuales, era una arquitectura que tenía su sólido soporte
en formas estructurales y ornamentales, producto de una evolución de
siglos, extraordinariamente rica y densa que transmitían en su iconografía
y simbología la doctrina de la Iglesia, lo que Norberg-Schulz4 denominaba
una arquitectura como actividad misionera.
Sin embargo, hoy ya no es posible establecer prototipos o familias
estilísticas, lo cual nos muestra una discontinuidad innovadora en la que
proliferan las respuestas diversas alentadas por la Iglesia, pues ellas
expresan la libertad innovadora del artista, que asume el uso de las nuevas
tecnologías sin mayor restricción.
Lo absoluto y lo subjetivo:
Marco Lucio Vitruvio5 señalaba con rigor en su libro “Los Diez Libros de
Arquitectura”, y sin gran espacio a la subjetividad, el cómo deben ser la
estructura de los templos, sus cimientos, la clase de templos, los órdenes, la
orientación y hasta los ornamentos. La arquitectura eclesial que respondía
al Concilio de Trento era gobernada por órdenes y estilos establecidos,
definiendo en gran medida lo que era una iglesia.
La arquitectura eclesial de hoy, dice García Bryce, se ha orientado más
hacia lo inasible, lo subjetivo o lo personal, considerando que estos
fundamentos no poseen la solidez conceptual que tenía el antiguo sistemas,
generando obras de belleza relativa restringida a ciertos límites.
Con el Concilio Vaticano II, la iglesia se constituye en la comunidad
sacramental espiritual, siendo en primera línea comunidad fundada por
Dios en Cristo, no institución. Así la asamblea litúrgica, es signo y
sacramento eficaz, donde la arquitectura se expresa como nuevas esencias.
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Realizar una iglesia hoy significa concebir un volumen concluido y abierto
a la vez, donde dimensiones y proporciones permitan entender un espacio
esencial, preciso y sagrado. El interior debe responder a la necesidad de los
fieles de ensimismarse en la contemplación a través de una relación directa
e inmediata con Dios, mientras que la imagen externa de la iglesia debe
reflejar el diálogo con el barrio y la ciudad.
Lo hegemónico y lo democrático participativo:
En los primeros siglos se consolidó la convicción que todo el mundo había
sido convertido y que la iglesia había logrado una dimensión universal,
considerando la unidad del imperio, con un criterio vertical y hegemónico.
El Padre Severino Dianich6, nos dice que la finalidad fundamental del
Concilio Vaticano II fue el diálogo con el mundo moderno, este diálogo
implicó ante todo el reconocimiento de algunos valores propios de la
modernidad, como la secularidad del Estado y de la democracia. El
Concilio abandonó todo proyecto de Iglesia hegemónica para considerarla
frente al mundo como un signo e instrumento del reino de Dios que va a
realizar sólo él, el destino último del universo.
La comunicación de la fe exige la libertad por que el acto de la fe es un
acto de libertad en la que se construye una relación personal entre los
creyentes que viven de la misma fe. Con esta conciencia el cristianismo
contemporáneo no sólo no recusa, sino que aprecia la democracia como la
mejor condición de la comunicación de la fe entre los hombres. El fin ya no
es la creación o restauración de una sociedad cristiana dirigida desde arriba
por el dogma católico, sino la creación de una red de relaciones
interpersonales dentro de una sociedad libre. La iglesia se aleja de la forma
hegemónica y sectaria para acercarse a lo democrático participativo,
situándose públicamente en la sociedad y ofrecer su servicio de solidaridad
que deriva de su fe, en la búsqueda de la justicia y de la paz para todos los
hombres.
Algo contrario a este espíritu democrático participativo aparecerá si
revisamos la autoría proyectual de las iglesias en Lima: encontraremos que
la participación de la mujeres arquitectas es notoriamente limitada o casi
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nula, lo cual expresa tanto las restricciones de género en el oficio en sí,
como las preferencias de la iglesia en materia proyectual. Esto nos revela
en alguna medida, la ausencia de ciertas razones doctrinales consistentes
que justifiquen una práctica todavía discriminatoria en determinados roles
en la Iglesia.
Lo permanente y lo efímero pragmático:
El espíritu de lo permanente estaba impregnado en la arquitectura religiosa,
vinculada al poder y a su imagen de perdurar en el tiempo como símbolo de
dominio. El modelo de la iglesia burguesa es sustituido con el Concilio
Vaticano II por una idea de desprendimiento de lo material o de lo físico
del edificio, lo cual sustenta el porqué la Iglesia no concentra sus
esfuerzos en construir prodigiosas iglesias y permite la construcción de
edificaciones eclesiales efímeras, pragmáticas, provisionales y hasta
precarias, que en nuestras realidades marginales de la periferia se entroncan
con la idea de la autoconstrucción en permanente cambio, siempre
inacabada, que se observa en sus propias viviendas. En éstas, la
construcción es una actividad comunal y participativa que les permite no
sólo construir una iglesia sino identificarse con ella.
2 Cambios en las iglesias del siglo XX en Lima.
2.1 Evolución tipológica de las iglesias urbanas y periurbanas del
siglo XX en Lima.
Si observamos cuantitativamente el cambio en el número de iglesias
construidas en Lima entre 1880 y 1995 (ver gráfico 1), encontraremos que
los períodos históricos que registran el mayor volumen de construcción, se
dan tanto en la década del sesenta, asociado al Concilio Vaticano II, como a
partir de la década del noventa, vinculado a la demanda de la creciente
periferia de Lima. La misma tendencia se replica en el volumen de iglesias
construidas en los distritos de Lima Norte (ver gráfico2).
Si asociamos lo periurbano a los denominados conos de Lima,
podríamos observar que el número de las iglesias periurbanas crecen,
alcanzando un punto máximo en la década del sesenta, declinando
fuertemente hasta la década de los ochenta, para finalmente presentar una
marcada tendencia al crecimiento hacia la década de los noventa (ver
gráfico 3). Por otro lado, las iglesias urbanas, es decir las que no están en
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los conos de Lima, presentan la misma tendencia en los mismos períodos
históricos.
Otro aspecto que resulta importante comentar, es el grado de
participación de los arquitectos en el diseño de las iglesias en Lima. Al
respecto podemos señalar que la década del sesenta, fue el período que
alcanzó el punto máximo de participación (ver gráfico 4). Por otro lado,
también observamos en las últimas décadas, una muy reducida
participación del profesional proyectista respecto al volumen de iglesias
construidas en Lima.
Para poder estudiar la evolución tipológica de una manera más
cualitativa estableceremos cinco niveles de análisis:
2.1.1 Nivel espacial.
La evolución espacial de la iglesia nos presenta la transformación del
espacio, desde la tradicional planta longitudinal de nave central con naves
laterales, que luego, influenciado por el Movimiento Litúrgico, presentará
en la década del treinta las naves laterales más cortas, llegando a la
concepción de la nave única a principio de los sesenta. Así, a mediados de
la década del sesenta, producto del Concilio Vaticano II y de las
experimentales búsquedas proyéctuales, aparecerá abruptamente el espacio
centralizado que va a marcar el inicio de la crisis tipológica en el nivel
espacial, irrumpiendo la progresiva evolución, dada la contundencia de sus
soluciones. Posteriormente, la búsqueda de este espacio centralizado se
dará de una manera menos exacerbada y reutilizando geometrías más
emparentadas con la tradición, Así aparecerá, la planta poligonal cóncava
que resulta del uso de varias plantas longitudinales que convergen en un
altar común; la planta rectangular ochavada de mediados del setenta; la
planta cuadrada trabajada sobre el eje diagonal de simetría; la estructura
laminar, que no está definido por una planta sino que está configurado
fundamentalmente por una estructura laminar de concreto que se
caracteriza y reconoce por la plástica interior de la iglesia; y finalmente, un
retorno a la planta oblonga empleada en sentido transversal, o el uso de la
planta cuadrada, pero en muchos casos con un descuidado contenido
espacial, que sostiene la crisis tipológica en el presente, debido al abandono
proyectual de las iglesias de la periferia de la ciudad.
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Cabe mencionar que existen aspectos permanentes y presente en la
evoluciona del espacio de la iglesia como la simetría espacial y la
iluminación del presbiterio, que han persistido a través del tiempo.
El espacio centralizado de la iglesia se sustenta en la liturgia actual que
exige más puntos de referencia que dinamicen la asamblea de los fieles,
«en el fondo está la recuperación del sentido sacerdotal de todo el pueblo
cristiano y la conciencia que la liturgia es acto sacerdotal de toda la
comunidad»7.
2.1.2 Nivel figurativo formal
La evolución figurativo formal de la iglesia nos presenta una
transformación de la apariencia o configuración formal del objeto
arquitectónico. Así, la simetría como característica figurativa se ha
mantenido casi de una manera permanente a través de la evolución del
nivel figurativo formal de la iglesia, que se ve reflejado en las fachadas,
desde los tradicionales planteamientos simétricos y tripartitos, pasando por
las propuestas asimétricas de la década de los cuarenta, hasta las actuales
tendencias en las que coexisten, la dominante simetría y las menos
numerosas propuestas asimétricas.
La verticalidad ha sido una característica de la configuración frontal de la
iglesia tradicional, entendido como silueta o lindales, que se hacen
presentes inclusive en los elementos compositivos y decorativos. Sin
embargo, a mediados de la década del sesenta la verticalidad de la iglesia
en su configuración externa, entra en crisis y es sustituida hasta hoy por la
horizontalidad, como nueva configuración frontal de la iglesia, pero que no
trasciende necesariamente sobre los elementos compositivos y decorativos
como los vanos por ejemplo.
El uso de elementos figurativos oblicuos tienen su origen en los
planteamientos de estilo histórico y ha permanecido de manera
intermitente, pasando de elementos compositivos a elementos
volumétricos, estructurales, e inclusive simbólicos, en cuyo caso, este se
constituye en un elemento puramente sígnico.
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El tema de la torre es un elementos formal importante que nos muestra la
naturaleza de un objeto, que históricamente oscila entre unitaria y binaria,
donde la relación entre este fragmento y la iglesia varía desde la doble torre
simétrica de estilo histórico que tiene una concepción más bien unitaria,
pasando por la torre centrada de la década del veinte, y la exenta de la
década del cincuenta, para finalmente plantear la desaparición de la torre en
la década del sesenta; lo cual generó un retorno a la unidad, con la
cancelación o la ausencia del fragmento. Posteriormente, la presencia de la
torre retorna con una ubicación diversa e indefinida, ubicándose
indistintamente a un lado, o frente al volumen, en algunos casos como
elemento escultórico.
Así mismo, existe otro grupo de elementos figurativos que son asimilados a
través de un proceso de transformación, como el rosetón, que es abstraído
por el mundo moderno bajo la forma geométrica del círculo, que a su vez
está emparentada al tema del arco. De modo similar, de los gruesos y
complejos vitrales pasan a los cristales coloreados.
Finalmente, cabe señalar que de la crisis figurativa del sesenta y cinco,
producto de la ruptura con los estilos históricos mediante audaces
propuestas, y de las nuevas reformas del pensamiento de la iglesia,
pasamos a sostener esta crisis fundamentada ahora tanto en la abigarrada
diversidad de elementos figurativo como en su limitada expresión, o
incipiente reflexión producto de un claro abandono de la labor proyectada
de las iglesias hoy ubicadas en la periferia marginal de la ciudad.
2.1.3 Nivel Estructural.
La evolución estructural de las iglesias nos presenta marcados cambios que
se sustentan en el uso de los nuevos materiales y las nuevas tecnologías. La
concepción de la iglesia tradicional de estilo histórico expresa el sentido
telúrico en sus muros que se van desmaterializando hacia el cielo,
presentándonos una estructura binaria, compuesta por los muros y la
cobertura. Sólo hasta fines de la década del treinta se introducirá el
concreto armado en la concepción estructural de las iglesias,
evidenciándose el sistema de columnas, vigas y aligerado con lo que
llegamos muy fugazmente a una estructura unitaria. Posteriormente, la
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búsqueda del espacio centralizado y la eliminación de las naves laterales
van a generar una nueva exigencia al sistema estructural, que es la de cubrir
grandes luces, frente a lo cual se proponen sistemas mixtos de albañilería,
coberturas con estructuras de madera o tijerales metálicos; en ambas casos
significan un retorno a la estructura binaria. Sin embargo, en la década del
sesenta aparecerán las vigas pretensadas para vencer grandes luces y
abaratar los costos de encofrados, hasta que a mediados de la misma década
con el fin de lograr el espacio centralizado, las estructuras laminares o
cáscaras de concreto marcaran un cambio en la concepción estructural, que
va a significar una ruptura con lo telúrico, pues este sistema invierte el
orden jerárquico de las partes, siendo la cobertura o más exactamente la
envolvente, el elemento protagónico que presenta la indefinición de los
límites entre muro y cobertura, constituyendo una unidad indiferenciada,
convirtiendo al muro en un elemento secundario e independiente.
Así, los conceptos tradicionales de muro y cobertura, y la relación de la
dependencia entre éstos, entran en crisis y son desplazados por el concepto
de membrana que plantea la independencia de las partes y la primacía de la
envolvente. Simultáneamente se dará un mayor uso de las placas de
concreto, desarrolladas como un material escultórico visible. Por otro lado,
observamos que el muro de ladrillo ha trascendido quizás por sus
características tradicionales severas y pragmáticas, que nos muestra un
lento desarrollo tecnológico del muro. Las coberturas livianas escalonadas
o de caída radial con materiales prefabricados o importados, sostenidas por
estructuras metálicas tridimensionales o tridilosas, nos muestran una
mayor preocupación y desarrollo de las coberturas que no se generaliza
hacia las iglesias de la periferia, las que continúan con una concepción
precaria y espontánea.
2.1.4 Nivel de uso.
El Concilio de Trento condicionó la organización de la iglesia tradicional
de estilo histórico, de recargada decoración, donde prolifera la creación de
numerosos altares, poniendo en evidencia una estructura programática
fragmentada, secuencial y unidireccional. Posteriormente, con el
Movimiento Litúrgico y su concepción Cristocéntrica, el espacio se orienta
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hacia el altar; para luego enfrentar un cambio radical que representó el
Concilio Vaticano II a mediado de la década del sesenta, que alteró
aspectos como: la celebración de espaldas al pueblo, que pasa a ofrecerse,
de cara al pueblo; el uso del latín en la misa, que se sustituye por la lengua
vernácula; los confesionarios diferenciados para hombres y mujeres que
pasan a ser confesionarios únicos para ambos sexos; la desaparición de las
naves laterales; los ambientes de preparación diferenciados para acólito y
celebrante, que se sustituyen por un ambiente común; el coro alto
desaparece a mediados de la década del sesenta y pasa a ubicarse cerca al
presbítero; inclusive, estos cambios tocan a las iglesias tradicionales de
estilo histórico, al autorizarse las concelebraciones o celebraciones de
único acto litúrgico por parte de más sacerdotes.
En la década del setenta se incidirá en los criterios acústicos y de
visibilidad, se limitará el número de imágenes y el baptisterio se acercará al
altar. A mediados de esta misma década aparecerá el confesionario abierto
y posteriormente, se notará un retorno a algunos conceptos tradicionales y
un acercamiento a lo popular. Sin embargo, se continuará renovando el
ritual, como por ejemplo, en la incorporación de la comunión personal de
copón abierto, el coro completando el pueblo y la sede móvil que no debe
parecer un trono.
Los cambios generados por el Concilio Vaticano II alteran sustantivamente,
tanto la organización funcional como la actividad ritual, generando una
nueva estructura programática que se puede definir como unitaria y
multidireccional, que sigue modificándose inclusive hasta hoy, haciéndose
menos misterioso y más esencial.
2.1.5 Nivel simbólico expresivo
El contenido simbólico de las iglesias ha ido variando en función a las
nuevas concepciones de la Iglesia. Así, la iglesia tradicional de estilo
histórico denota ostentación, presencia, fuerza y poder, expresado en su
escala, su suntuosa decoración interna y sus torres, que convierten la iglesia
en arte de propaganda. Posteriormente, el altar ocupa un lugar protagónico
y el concepto cambia, siendo ahora el templo el lugar para la comunidad
del sacrificio o el camino al altar de la ofrenda, desarrollándose la vía
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evocativa, presente en el número de gradas, de imágenes, de columnas y
de vitrales. Además, en esta etapa la torre única y espigada pretende
expresar su poder y su presencia en la nueva ciudad.
Lo oblicuo de los techos, que en la mayoría de los casos tiene un sentido
pragmático, permanece como un doble código que se ha mantenido en el
tiempo a pesar de los cambios, debido a la sustitución recíproca entre el
elemento arquitectónico y el signo arquitectónico, que persiste como un
sedimento en el inconciente colectivo.
A mediados de la década del sesenta, sobre la base del Concilio Vaticano
II, la Iglesia desarrolla el concepto de la Congregación participativa del
pueblo y simultáneamente reformula los contenidos simbólicos de la iglesia
en una franca oposición a los contenidos del pasado, que se ven reflejados
en: la renuncia a la monumentalidad exterior; la desaparición de las torres;
la postura iconoclasta; y la creación de un símbolo prepotente que rompa
con lo tradicional.
Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, el concepto participativo de los
fieles se mantiene vigente; sin embargo, se van desarrollando nuevos
conceptos en Latinoamérica, como: el desarrollo integral desde una
perspectiva de liberación (Medellín); y la comunión y participación (Santo
Domingo). Respecto a los conceptos vinculados más directamente con la
naturaleza fáctica de la iglesia podemos mencionar los siguientes: la carpa
de Dios (de la década del setenta); el recogimiento, la tolerancia, la
pluralidad, la develación del misterio, el llevar la iglesia a la gente y la
vuelta al origen (posteriores a la década del ochenta).
Cabe señalar que el distanciamiento por la naturaleza tangible del edificio
eclesial, es también un producto conciliar que pretende cancelar la
naturaleza fáctica del objeto y rescatar el rito como único elemento
simbólico.
El abandono de la labor proyectual del arquitecto en el diseño de las
iglesias en la periferia ha significado la incorporación de elementos
pragmáticos y simbólicos de origen popular y espontáneo en las iglesias de
la periferia. Este aporte cultural que se observa en la impronta de estas
iglesias trasciende a los elementos meramente simbólicos arquitectónicos.
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2.2 Factores de la crisis tipológica en la década del sesenta.
En el libro Crisis Tipológica en las iglesias de Lima en el siglo XX 8, valido
para la arquitectura, las seis etapas por las que atraviesa la Iglesia en el
Perú, establecidos en sendos estudios, tanto por Jeffrey Klaiber9 como por
Catalina Romero10
, vinculando así los hechos histórico arquitectónicos,
con los del pensamiento de la Iglesia. En esta publicación sostengo que las
iglesias de Lima pasan por una crisis que obtiene un punto crítico en la
década del sesenta, y que corresponde al período de distanciamiento social
o de la iglesia moderna (1958-1968). Este período de crisis responde a un
proceso multifactorial como son:
2.2.1 Factores sociales y políticos.
– Multiplicidad cultural de las comunidades migrantes a Lima y el
desarrollo de una heterogeneidad social.
– Radicalización en los movimientos populares, en muchos casos
acompañados de deterioro y crisis de la dominación oligárquica.
–Espíritu proyectual innovador del esquema arquitectónico en el marco de
los cambios litúrgicos.
–Creación de condiciones políticas que favorecieron la migración a Lima,
generando la recomposición de la trama urbana y creando
progresivamente el crecimiento de la periferia.
–El desarrollo de un proceso político de transformación que implicó un
intento por cambiar las estructuras económicas.
–Extraordinaria aportación económica que significaban un compromiso
político y religioso de sus promotores.
2.2.2 Factores ideológicos y culturales
–Ingreso de gran número de sacerdotes, hermanos y religiosos al Perú en la
década del sesenta y setenta provenientes de los EE.UU., Canadá e
Irlanda. El grupo que mejor simbolizó la nueva ola misional fue de los
padres de Maryknoll, sacerdotes y hermanos norteamericanos que crearon
parroquias “modernas”, en Lima, Arequipa y Puno.
–La respuesta de los laicos en toda América Latina al reto del
subdesarrollo, de la pobreza, del analfabetismo y del dominio extranjero
sobre los recursos naturales.
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–La nueva oleada misionera a fines de la década del cincuenta, empieza
una etapa que venía impulsada por la invocación del Papa Pío XII. La
respuesta favorable reforzó el Clero nacional y permitió reabrir a la
evangelización áreas que habían sido desatendidas como las nuevas
poblaciones urbanas que crecían a ritmos acelerados producto de las
migraciones.
–Polaridad de las facciones progresistas y conservadoras de la Iglesia.
–Apuesta por el diseño innovador por parte de los representantes de la
Iglesia.
–El Concilio Vaticano II, sostiene que éste no es un punto de llegada ni el
término de una marcha, ni mucho menos la codificación definitiva de una
identidad. Esta posición también considera la amplitud geográfica de la
iglesia y su respectiva individualidad cultural, toma en claro la dimensión
histórica de clase, especialmente en los países periféricos para la
construcción de la nueva identidad.
–Tres aspectos importantes se desprenden como resultado del Concilio
Vaticano II: El uso del lenguaje vernacular, la misa de cara al pueblo, y la
participación activa de los fieles en la celebración. Del mismo modo cabe
señalar que «las nuevas relaciones que implica el Concilio vaticano II,
requiere de todas las diferentes formas de la comunidad con toda la riqueza
del lenguaje, el de la palabra que proclama y que narra, el de la praxis que
testimonia, el de las creaciones estéticas que atraen por medio de la belleza,
el de los espacios que invitan a ingresar y a habitar en ellos»11
.
2.2.3 Factores Técnicos y productivos
– Participación de una generación de arquitectos con ideales de innovación,
en algunos casos vinculados a la Agrupación Espacio.
– La construcción laminada rompe con la vieja línea de monumentalidad
para abrir una nueva línea de dinamismo rítmico. Al respecto Hugo
Schnell señala que «La pared actual no es ya un <muro>, sino una
membrana…ha desaparecido el muro masivo»12
.
– La utilización de los nuevos materiales y nuevos sistemas constructivos,
así como la preferencia por el material expuesto sin recubrimientos.
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3. La “cultura emergente” en las iglesias del siglo XX en Lima.
3.1 La cultura emergente.
Con el término de cultura emergente me refiero a la cultura híbrida que
resulta del proceso de migración del hombre andino que va del campo a la
ciudad. La hibridización es la quiebra y mezcla, del orden y organización
de los sistemas culturales y la desterritorialización de los procesos
simbólicos, generando una mutación integral en el hombre andino
migrante, que lleva a la construcción progresiva y lenta de una nueva
ciudad emergente, culturalmente distinta con maneras diferentes de
administrar su territorio y arquitectura.
En el Perú el crecimiento acelerado de la población urbana entre 1940 y el
2005 (ver gráfico 5) nos ilustra la fuerte tendencia migratoria, que para el
caso de Lima registra un incremento de más de seis millones y medio de
habitantes entre 1940 y el 2000 (ver cuadro 1). La cultura emergente es el
resultado del proceso de urbanización de la cultura agraria, sustentada en la
ruptura de la identidad y fundada en su tradición. La modernidad nunca
instalada del todo en el Perú, generó un nuevo proyecto para el sector
social trasgresor de la tradición y generador de una nueva identidad,
sostenida en sus raíces andinas y su alienación moderna.
La ruptura de la sociedad rural se ha explicado con la migración, a partir
del proceso de modernización, como un efecto del poder atractivo de Lima
por la aparición de la industria y sus expectativas. También se ha visto
como la expulsión de la sociedad rural, en razón del conflicto de
crecimiento demográfico de la población andina y la escasez de las tierras
distribuibles, a lo que debemos sumar, los rigores extremos de la
servidumbre campesina.
En la sociedad limeña existe un velado carácter dialéctico de confrontación
entre la clase dominante y el sector social emergente, expresado en la
expansión cultural que ejercen de manera recíproca ambos sectores
sociales. La cultura emergente, en clara desventaja, se desarrolla a
contrapelo de la cultura hegemónica, superando sus resistencias y
oponiéndose a la marginación.
Esta valoración del aspecto cultural, no pretende desconocer el problema
estructural de la desigualdad social que se traduce en pobreza en los
sectores más desfavorecidos de la periferia. Por el contrario, plantea las
contradicciones también en términos de culturas hegemónicas y
subalternas.
3.2 Estudio tipológico de las iglesias periurbanas: entre conciencia
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productiva y memoria
El camino religioso que siguen los campesinos que emigran a Lima,
constituye una importante experiencia que tiene su correlato en la
arquitectura y la ciudad. El estudio del aporte de la cultura emergente en la
arquitectura eclesial del siglo XX en Lima, requiere de ampliar el sentido
de la arquitectura en sus fronteras espaciales, funcionales y meramente de
objeto tangible, para poder valorar por ejemplo aspectos culturales, que
trascienden al espacio abstracto vinculado al profesional arquitecto, y que
se pueden observar en el espacio concreto en el cual los actores
transforman la ciudad, expresando su carácter popular, en sus imágenes,
bajos costos, carácter de necesario, y trabajo comunal.
Para Marina Waisman «el tipo constituye una unidad significante»13
, que
responde a criterios multifactoriales. Por ello, para establecer un análisis
tipológico que valore los aspectos culturales, necesitamos redefinir una
estructura a partir de nuevas unidades de sentido. La estructura del estudio
tipológico en base a los cinco niveles antes propuestos para las iglesias
urbanas, no permiten en la mayoría de los casos una lectura relevante del
valor cultural que existe en el edificio eclesial periurbano, por no estar
provista de las categorías pertinentes que nos facilite la interpretación del
fenómeno cultural, presente en su expresión arquitectónica integral, que
incluye al edificio, los ritos, la memoria, y sus necesidades productivas.
Esto nos lleva a poder entender el estudio tipológico como una relación
dialéctica entre la conciencia productiva de la cultura andina y la memoria.
La producción arquitectónica religiosa en la periferia no sólo debe ser vista
de una manera defectiva como una expresión de pobreza y de limitación
económica, sino además debemos observar que en ella existe la presencia
del aporte cultural de la cultura andina que llega a través de los migrantes
en la periferia de Lima. Frente a la frecuente ausencia de la labor
proyectual del profesional arquitecto en la periferia, se desarrolló con cierta
espontaneidad, nuevos elementos que expresan la religiosidad en la
arquitectura y la ciudad marginal.
En muchos casos estos lugares que fueron inicialmente marginales tienen
hoy ya la impronta de la cultura emergente, presentes tanto en el edificio
como en sus prácticas rituales.
Cuando hablo de conciencia productiva me refiero al carácter productivo
que presenta la cultura andina, pues «Los habitantes de la llamada ciudad
informal piensan en la producción, lo consideran la base del progreso, y
optimizan las relaciones sociales en función de la producción»14
. Este
carácter productivo podríamos asociarlo al carácter instrumental y
pragmático, que explica el aspecto de inacabado, de permanente
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transformación y cambio presentes en las construcciones de la periferia.
Puesto que muchas iglesias periurbanas fueron construidas por la
comunidad, estas guardan sus claves y códigos culturales. El crecimiento
por etapas es una forma de respuesta que resulta de la situación de pobreza,
y de impronta cultural que expresa su carácter dinámico, visiblemente
apreciado en las iglesias cuando cambian desde las iniciales reuniones al
aire libre en algún parque o espacio público, para luego ser capillas en
esteras, en madera o ladrillo, consolidándose paulatinamente.
Cuando señalo que es pragmático aludo al uso múltiple y flexible en el uso,
vinculado a las necesidades que enfrenta la propuesta del centro parroquial
que incorpora locales comunales, clínicas, colegios, politécnicos, etc. Pero
el pragmatismo trasciende lo funcional y sirve para el desarrollo de redes
sociales que consolidan su identidad, unidad, solidaridad, y servicio.
Cuando me refiero a la memoria, podríamos diferenciar la memoria ritual
de la simbólica, por que no son solo formas o elementos materiales las que
se incorporan, sino el ritual dinámico que es el que le dota de vida y le hace
trascender lo material del edificio.
3.2.1 CONCIENCIA PRODUCTIVA
La cultura emergente andina construye una ciudad y una religiosidad
alternativas, por que resulta alternativa a la estructura de marginación y
dominación de la cultura urbano criolla.
Parte de la expresión arquitectónica de esta religiosidad se expresa en su
ciudad en término de cruces, santos, capillas y grutas, que no arman ciudad
en función a hitos, sino a otra lógica de ciudad.
Una institución legitimada en la religiosidad periurbana que oscila entre
instrumento y símbolo es la fiesta patronal. La fiesta patronal sirve vivir la
propia fe y obtener la protección de Dios y de los santos, además de ser un
mecanismo de solidaridad, de prestigio social, con una función económica
y que justifica la desigualdad de ingresos.
En rigor la fiesta patronal, oscila entre instrumento de producción y
memoria simbólica, pues, pone de relieve la importancia en la imagen
externa del edificio eclesial que opera en un altar escenográfico, en el que
la calle es el espacio del culto, y donde las bandas y orquestas, que no
siendo ni coros altos ni bajos, le brindan la atmósfera ritual.
3.2.2 MEMORIA SIMBOLICA
Para los funcionalistas la belleza consistía en la relación directa entre
edificio y finalidad, valorando los materiales y la elegancia del sistema
constructivo como un criterio de distinción y exclusión. La estética de lo
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cultura emergente no puede ser leída a partir de la estética de lo bello. Lo
bello para el hombre andino es el santo y la imagen. La fe en los santos y
vírgenes han permitido la introducción de estos al edificio eclesial en
muchos casos.
Algunos de los elementos simbólico religiosos más significativos son:
– El campanario es un elemento arquitectónico que la estética del
poblador migrante reclama, para aproximarse a su memoria rural
andina.
– Sobre la importancia de la cruz como símbolo Manuel Marzal señala
que «la cruz es un símbolo de ocupación de un territorio»15, y respecto
a su sentido instrumental «la cruz es una garantía de la bendición
divina…la cruz exorciza y hace habitable el nuevo espacio»16
.
– La vela de petición y gratitud, se observa principalmente al interior de
las iglesias o en espacios cerrados, «la vela es un símbolo cálido,
evocador, convocante. Ella significa pedidos, angustia, lágrimas,
expectativas, agradecimientos, gozo»17
– Las capillas de los Santos Patrones se alojan en “locales patronales”, en
el “local de la asociación”, o en la casa de sus familiares de manera
privada.
3.2.3 MEMORIA RITUAL
La memoria ritual opera dialécticamente con la memoria simbólica y la
conciencia productiva de la cultura andina. Los ritos incorporan el mundo
urbano, como nuevo contexto.
Algunos de los elementos rituales más significativos son:
– Las oraciones con las velas es una tradición muy andina, en la cual
esperan largo tiempo hasta que se consuman.
_ La comunión con lo sagrado a través de la fiesta y al cargar el anda sobre
los hombros, para pedir sobre situaciones concretas de la vida.
– El uso de las bandas de música vernacular en sus fiestas patronales.
– Las fiestas patronales giran en torno del santo y se preocupan por la ropa
del santo, que suelen ser de alto costo, de las bandas, orquestas, castillos y
paseando por la casa de los colaboradores con cajas de cerveza,
reproduciendo su mundo cultural, en el convencimiento de que para Dios
se reserva lo mejor.
4. CONCLUSIONES.
17
– La crisis tipológica en las iglesias de Lima a mediados de la década del
sesenta, significó un evento crítico que remeció la realidad integral de
ésta. El estudio tipológico, nos permite explicar e interpretar el hecho
arquitectónico como parte de un proceso, sujeto a los múltiples niveles
interdependientes de la existencia, que nos libera de los limitados y
fragmentados enfoques estilístico, para presentarnos una nueva alternativa
en el entendimiento del hecho arquitectónico.
–La crisis tipológica de la iglesia en Lima a mediados de la década del
sesenta, responde a condicionantes tanto vinculados al pensamiento de la
iglesia con el Concilio Vaticano II, como al espíritu de cambio de los
arquitectos que asumen la modernidad en el Perú. Esta crisis se prolonga
y nos alcanza aún hasta nuestros días, debido fundamentalmente a tres
motivaciones:
1.° A un proceso difuso de la renovación tipológica generada por una
abigarrada diversidad, que muestra un estadio de indefinición
tipológica, apreciable en sus múltiples niveles.
2.° A la deliberada tendencia hacia lo inmaterial, entendida como la
renuncia, a la naturaleza tangible del objeto arquitectónico, que
deviene de los ideales ulteriores del Concilio Vaticano II, sustentado
en que lo sacro no está en el templo, sino en el Cristo vivo.
3.º La crisis económica y la pobreza que genera una fuerte ola
migratoria del campo a la ciudad, da origen a la cultura emergente, que
progresivamente legitima su impronta cultural en las iglesias
periurbanas de Lima, construyendo un nuevo modelo de ciudad y una
religiosidad alternativa.
– El estudio tipológico nos presenta a la renovación tipológica de las
iglesias periurbanas como un rol ausente del arquitecto, que ha permitido
la formulación de códigos, valores, ritos y tradiciones de la cultura
emergente en Lima.
– El análisis tipológico por niveles resulta excluyentes para entender los
valores culturales que se desarrollan en la arquitectura religiosa de la
periferia El estudio tipológico de las iglesias periurbanas de Lima
requieren de otras categorías como la conciencia productiva y la
memoria, para permitir la lectura e interpretación del aporte de la cultura
emergente.
– Con la masificación de las parroquias en los barrios marginales de la
periferia, la iglesia que era un símbolo de singularidad y de impacto sobre
la ciudad, pasa a ser un elemento de poco interés para los proyectistas
elitizados.
18
– El estudio tipológico devendría en meramente clasificatorio si no se
atendiera al tema de la crisis, como una esencia intrínseca del fenómeno
tipológico, y es que el estudio de la crisis tipológica opera precisamente
en la continuidad y discontinuidad del proceso arquitectural que revelan
su accionar dialéctico.
Notas:
1 Es un pro-yecto en el sentido de lo no realizado pero realizable en el
futuro, y es moderno en tanto que apunta a construir un mundo
inteligible, en el que la razón, institucionaliza la relación de las fuerzas
políticas, económicas y sociales en base al libre contrato entre seres, que
se asumen en el discurso, como iguales y solidarios. Este proyecto nos
da un entendimiento del presente y el futuro, valorándolos por encima
del pasado.
2 Casullo, N. et al. (1999), La modernidad como autorreflexión. Itinerario
de la modernidad, corriente del pensamiento y tradiciones intelectuales
de la ilustración hasta la posmodernidad, Buenos Aires: Eudeba, 1999, p
11.
3 Conferencia del Arq. José García Bryce titulada Arquitectura Religiosa,
organizada por el grupo Sacro en el Museo Pedro de Osma de Barranco
en mayo del 2004.
4 Norberg-Schulz, C. (1973), Arquitectura barroca tardía y rococó,
Madrid: Aguilar.
5 Marco Lucio Vitruvio fue arquitecto e ingeniero romano. Vivió en el
Siglo I a. C. Es el autor del único tratado de arquitectura de la
antigüedad encontrado por primera vez en el S. XV, Diez Libros de la
Arquitectura que fue la referencia más importante en la actividad
proyectual desde el Renacimiento. Estableciendo tres condiciones que
debe cumplir la arquitectura: firmeza, comodidad y hermosura.
6 Conferencia del R. P. Severino Dianich titulada Pensar e imaginar el
espacio de la iglesia: entre teología y arquitectura, organizada por la
Pontificia Universidad Católica del Perú, en el Centro Cultural de la
Católica del 3 al 19 de Julio del 2003.
7 Apuntes de la conferencia del R. P Severino Dianich, profesor de la
Facultad de Teología de Florencia, titulada Pensar e Imaginar el
19
espacio de la iglesia: entre teología y arquitectura, dictada en el Centro
Cultural de Católica del 3 al 19 de julio del 2003.
8 Vidal, M. (2004), Crisis tipológica en las iglesias de Lima en el siglo
XX, Lima: Universidad de San Martín de Porres
9 Klaiber, J. (21988), La Iglesia en el Perú, Lima: Pontifica Universidad
Católica del Perú, Fondo Editorial, pp. 43-47.
10 Romero, C. (1987), Iglesia en el Perú compromiso y renovación (1,958-
1,984), Lima: serie iglesia y Sociedad.
11 Conferencia del R. P. Severino Dianich titulada Pensar e imaginar el
espacio de la iglesia: entre teología y arquitectura, organizada por la
Pontificia Universidad Católica del Perú, en el Centro Cultural de la
Católica del 3 al 19 de Julio del 2003.
12 Schnell, H. (1974), La arquitectura eclesial del siglo XX en Alemania
(trad. española del Dr. Antonio Gómez–Moriana), Munich–Zurich:
Schnell & Steiner, p. 125.
13 Waisman, Marina (1972), La estructura histórica del entorno, Buenos
Aires: Nueva Visión, p. 63.
14 Entrevista realizada por el autor al Dr. Jüngen Golte el 27 de julio del
2006 en Lima.
15 Marzal, M. (21989), Los caminos religiosos de los inmigrantes en la
gran Lima. El caso de El Agustino, Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú, p. 104.
16 Marzal, M. (21989), Op Cit., pp.106-107.
17 Irarrazaval, D. (1988), «Mutación en a identidad andina: ritos y
concepciones de la divinidad», en Iguiniz Echeverría, J. (Director),
Allpanchis, Cuzco: Insituto Pastoral Andino, p.20.
20
Anexos:
Gráfico 1
Fuente: elaboración propia. El listado de parroquias ha sido tomado del Departamento
de Estadística del Arzobispado de Lima.
IGLESIAS LIMA NORTE 1926-1995
0
1
2
3
4
5
6
7
8
1926-
30
1931-
35
1936-
40
1941-
45
1946-
50
1951-
55
1956-
60
1961-
65
1966-
70
1971-
75
1976-
80
1981-
85
1986-
90
1991-
95
años (c/5 años)
Nº
de
ig
les
ias
Ancon Carabayllo ComasPuente Piedra Independencia San Martin De PorresSanta Rosa Los Olivos
21
Gráfico 2
Fuente: elaboración propia
Gráfico 3
Fuente: elaboración propia
IGLESIAS URBANAS Y PERIURBANAS DE LIMA
05
10
15202530
3540
1880
-85
1886
-90
1891
-95
1896
-190
0
1901
-05
1906
-10
1911
-15
1916
-20
1921
-25
1926
-30
1931
-35
1936
-40
1941
-45
1946
-50
1951
-55
1956
-60
1961
-65
1966
-70
1971
-75
1976
-80
1981
-85
1986
-90
1991
-95
años (c/5 años)
Nº
de
ig
les
ias
IGLESIAS PERIURBANAS IGLESIAS URBANAS
22
Gráfico 4
Fuente: elaboración propia.
Gráfico 5
Fuente: INEI Perú: Compendio Estadístico 2001
INEI Perú: Estimaciones y Proyecciones de Población, 1960-2050 Urbano-
Rural. 1970-2025. Boletín de Análisis Demográfico Nº 35. 2001.
DISTRIBUCION DE LA POBLACION POR DEPARTAMENTO
(CENSOS NACIONALES DE 1940 - 1993 Y PROYECCIONES
1999,2000)
CENSO
DEPARTAMENTO 1940 1961 1972 1981 1993
HAB. % HAB. % HAB. % HAB. % HAB. %
LIMA 849.171 12,1 2.093.435 20,1 3.594.787 25,5 4.993.032 28,1 6.478.957 28,6
DISTRIBUCION DE LA POBLACION POR DEPARTAMENTO
(CENSOS NACIONALES DE 1940 - 1993 Y PROYECCIONES
1999, 2000)
Conclusión.
PROYECCION
DEPARTAMENTO 1999 2000
HAB. % HAB. %
LIMA 2/ 7.331.257 104,4 7.466.190 71,7
Cuadro 1
FUENTE: INEI- PERU: ESTIMACIONES DE POBLACION POR
DEPARTAMENTOS, PROVINCIAS Y DISTRITOS 1995-2000(VERSION
ACTUALIZADA)
- Dirección Nacional de Censos y Encuestas
- Dirección Técnica de Demografía y Estudios Sociales
23
Índice
1. Modernidad en la arquitectura eclesial del siglo XX
1.1 Pares dialécticos en la arquitectura eclesial.
1.1.1 Unidad y multiplicidad.
1.1.2 Continuidad consistente y discontinuidad innovadora.
1.1.3 Lo absoluto y lo subjetivo.
1.1.4 Lo hegemónico y lo democrático participativo.
1.1.5 Lo permanente y lo efímero pragmático.
2. Cambios en las iglesias del siglo XX en Lima.
2.1 Evolución tipológica de las iglesias urbanas y periurbanas del
siglo XX en Lima.
2.1.1 Nivel espacial.
2.1.2 Nivel figurativo formal.
2.1.3 Nivel Estructural.
2.1.4 Nivel de uso.
2.1.5 Nivel simbólico expresivo
2.2 Factores de la crisis tipológica en la década del sesenta.
2.2.1 Factores sociales y políticos.
2.2.2 Factores ideológicos y culturales
2.2.3 Factores Técnicos y productivos
3 La “cultura emergente” en las iglesias periurbanas del siglo XX en
Lima.
3.1 La cultura emergente.
3.2 Estudio tipológico de las iglesias periurbanas: entre conciencia
productiva y memoria
3.2.1 Conciencia productiva
3.2.2 Memoria simbólica
3.2.3 Memoria ritual
4 Conclusiones.
Notas
Anexo
24
ARQUITECTURA Y MODERNIDAD EN LAS IGLESIAS
URBANAS Y PERIURBANAS DE LIMA EN EL SIGLO XX.
Arq. Miguel Ángel Vidal Valladolid
Sumilla:
Este artículo aborda los cambios en la evolución tipológica de las iglesias
de Lima en siglo XX, su relación con la modernidad y el aporte de la
cultura popular en la construcción de elementos arquitectónicos y
simbólicos. Esta evolución presentará y explicará las continuidades,
discontinuidades e innovaciones en el edificio eclesial católico, urbano y
periurbano, de Lima.
Referencias del autor:
Arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de
la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Docente en la UNI y la
Universidad de San Martín de Porres.
Obtiene el premio “Rafael Marquina Bueno” en la X Bienal del Colegio de
Arquitectos del Perú. Presidente de la ONG “CEDEPAR AYLLU” (Centro
de Desarrollo Participativo). Ha publicado el libro “Crisis tipológica en las
iglesias de Lima en el siglo XX”, artículos en la revista LUCERO Vol. 17
2006 de la Universidad de Berkeley, y en ARQUITEXTOS de la
Universidad Ricardo Palma. Ponente en el “Simposio RELIGIÓN,
PODER Y REPÚBLICA” organizado por el Instituto Riva-Agüero.