articulo - leyendas de guatemala

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LEYENDAS DE GUATEMALA Guatemala es un país rico en leyendas y cuentos sobre espantos y aparicio- nes. Posee muchos personajes surgidos del imaginario popular que le dan a las noches y a los caminos obscuros un especial sabor. Las leyendas viven en la tradición oral con toda la frescura que tuvieron en tiempos pasados, cuando algunos historiadores las recogieron y consigna- ron. Con una estructura propia, en ellas se recopilan las formas de pensamiento colectivo de un pueblo, en este caso de la ciudad de Guatemala. El escenario de las apariciones de espantos han sido los barrios con sus calles empedradas, los tanques y algunos callejones. Los vecinos de la Nueva Guatemala, afirma el historiador y antropólogo Celso Lara, comentan que se han bañado en los búcaros coloniales, han gritado a la vera de los barrancos y han hecho ruido con sus casquitos de cabra en el empedrado de las calles antiguas. Hoy, el Cadejo se resbala en el asfalto de sus calles, la Siguanaba no encuentra un tanque donde bañarse con su guacal de oro. El lamento de la Llorona se pierde entre el ruido de los motores de los automóviles, la música de los radios y la violencia exportada de los televisores. Sin embargo, en algunos barrios todavía hay quien asegura haberlos visto, concluye el historiador y antropólogo Celso Lara. Desde la fundación de la Nueva Guate- mala de la Asunción, los vecinos asegu- raban haber visto una serie de espantos. “Comentaban que se aparecía la Siguanaba, el Cadejo y la Llorona. Otros, en cambio, asumían que en las carretas usadas en el traslado desde Santiago, se habían colado la Tatuana, el Tzizimite y otros muchos aparecidos que quitaban el sueño, asegura el antro- pólogo Miguel Avendaño. Estos personajes, clásicos en los países hispanoamericanos, adquieren caracte- rísticas locales cuando los habitantes cuentan sobre ellos. En este sentido la tradición oral juega un papel unificador cuando estas historias son contadas de generación en generación, concluyen ambos especia- listas. La Llorona En su versión guatemalteca, la Llorona es el alma en pena de una mujer de origen criollo (descendiente de españoles) o mestiza, pero en ambos casos de un estrato socioeconómico alto. Cuenta la leyenda que la mujer se llamaba María y que, mientras su esposo andaba de viaje, tuvo un amorío con un mozo de su hacienda. Pero María resultó embarazada a causa de esta relación. Angustiada, terminó ahogando a su hijo (en otras versiones son dos o tres) en un río una vez que nació. Se dice que el niño se llamaba Juan de la Cruz. Por este crimen la mujer fue condenada a repetir hasta el fin de los tiempos su grito «¡Ay, mi hijo!», que en ocasiones se transforma en «¡Ay! ¡Dónde está mi hijo! ¡Juan de la Cruz!». Según la tradición, la Llorona pasea por las calles solitarias y frecuenta los lugares donde hay agua, como piletas, ríos, fuentes o tanques. Sus lastimeros gritos asustan al más valiente y paralizan al pavoroso. Muchos dicen haberla visto y escuchado. Se cuenta que, cuando se la escucha cerca, en realidad está muy lejos, y viceversa. Se dice que no puede ganarse a una persona (es decir, quitarle la vida) si esta usa la ropa interior al revés. Se les presenta a los hombres mujeriegos como una mujer para engañarlos. Se dice que quien le habla pierde la vida y que un hombre acechado por la Llorona se salva únicamente si una mujer le toma la mano, LA LLORONA Ilustracion: Diego Chet

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Leyendas populares de la ciudad de Guatemala.

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Page 1: Articulo -  Leyendas de Guatemala

LEYENDAS DE GUATEMALA

Guatemala es un país rico en leyendas y cuentos sobre espantos y aparicio-nes. Posee muchos personajes surgidos del imaginario popular que le dan

a las noches y a los caminos obscuros un especial sabor.

Las leyendas viven en la tradición oral con toda la frescura que tuvieron en tiempos pasados, cuando algunos historiadores las recogieron y consigna-ron. Con una estructura propia, en ellas se recopilan las formas de pensamiento colectivo de un pueblo, en este caso de la ciudad de Guatemala.

El escenario de las apariciones de espantos han sido los barrios con sus calles empedradas, los tanques y algunos callejones.

Los vecinos de la Nueva Guatemala, a�rma el historiador y antropólogo Celso Lara, comentan que se han bañado en los búcaros coloniales, han gritado a la vera de los barrancos y han hecho ruido con sus casquitos de cabra en el empedrado de las calles antiguas.Hoy, el Cadejo se resbala en el asfalto de sus calles, la Siguanaba no encuentra un tanque donde bañarse con su guacal de oro. El lamento de la Llorona se pierde entre el ruido de los motores de los automóviles, la música de los radios y la violencia exportada de los televisores.

Sin embargo, en algunos barrios todavía hay quien asegura haberlos visto, concluye el historiador y antropólogo Celso Lara.

Desde la fundación de la Nueva Guate-mala de la Asunción, los vecinos asegu-raban haber visto una serie de espantos. “Comentaban que se aparecía la

Siguanaba, el Cadejo y la Llorona.

Otros, en cambio, asumían que en las carretas usadas en el traslado desde Santiago, se habían colado la Tatuana, el Tzizimite y otros muchos aparecidos que quitaban el sueño, asegura el antro-pólogo Miguel Avendaño.

Estos personajes, clásicos en los países hispanoamericanos, adquieren caracte-rísticas locales cuando los habitantes cuentan sobre ellos.

En este sentido la tradición oral juega un papel uni�cador cuando estas historias son contadas de generación en generación, concluyen ambos especia-listas.

La LloronaEn su versión guatemalteca, la Llorona es el alma en pena de una mujerde origen criollo (descendientede españoles) o mestiza, pero en ambos casos de un estrato socioeconómico alto. Cuenta la leyenda que la mujer se llamaba María y que, mientras su esposo andaba de viaje, tuvo un amorío con un mozo de su hacienda. Pero María resultó embarazada a causa de esta relación. Angustiada, terminó ahogando a su hijo (en otras versiones son dos o tres) en un

río una vez que nació. Se dice que el niño se llamaba Juan de la Cruz. Por este crimen la mujer fue condenada a repetir hasta el �n de los tiempos su grito «¡Ay, mi hijo!», que en ocasiones se transforma en «¡Ay! ¡Dónde está mi hijo! ¡Juan de la Cruz!».Según la tradición, la Llorona pasea por las calles solitarias y frecuenta los lugares donde hay agua, como piletas, ríos, fuentes o tanques. Sus lastimeros gritos asustan al más valiente y paralizan al pavoroso. Muchos dicen haberla visto y escuchado. Se cuenta que, cuando se la escucha cerca, en realidad está muy lejos, y viceversa. Se dice que no puede ganarse a una persona (es decir, quitarle la vida) si esta usa la ropa interior al revés. Se les presenta a los hombres mujeriegos como una mujer para engañarlos. Se dice que quien le habla pierde la vida y que un hombre acechado por la Llorona se salva únicamente si una mujer le toma la mano,

LA LLORONAIlustracion: Diego Chet

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pues el espectro ataca únicamente a hombres solitarios. También se cuenta que, si uno escucha el grito, debe tratar de moverse y no quedarse congelado por el pavor. La persona tiene que huir antes de escuchar el tercer grito o la Llorona se la ganará. Para evitar encontrarse con ella o ahuyentarla, la persona hará bien en rezar al santo de su devoción o repetir las oraciones tradicionales católicas.

El cadejoSegún las versiones de la leyenda existentes en Guatemala, el cadejo es un mítico animal fantasmagórico que aparece a las personas. La versión más conocida de este animal es la de forma de solo un cadejo, descrito como un extraño perro de color negro y ojos rojos que pareciera tienen fuego. Se cree que cuida a aquellos que se embriagan y deambulan por las noches ayudándoles a encontrar el camino a casa o bien durmiendo cerca de ellos para evitar les roben o dañen.

Las otras versiones re�eren que este ser tiene tres diferentes cadejos, el negro, el blanco y el gris. El blanco cuida de mujeres en el mismo estado físico, sin embargo éstos son rivales y no pierden oportunidad de agredirse, aunque se narra que se han unido para salvaguardar a sus protegidos de otro espectro como La Llorona, Siguanaba o de algún maleante, y el gris cuida a los niños desamparados o enfermos.

El SombrerónUna de las leyendas más conocidas sobre este personaje de la cultura guatemalteca y además también es muy conocida en Aguadas, Caldas dice así: Una noche El Sombrerón caminaba en un barrio de La Antigua Guatemala cuando vio a una mucha-cha muy bella con pelo largo y se enamoró de ella. Buscó su casa y le llevó serenata una y otra noche, pero ella no le dijo nada a sus padres sobre él. Un día empezó a dejar de comer hasta el punto de que casi murió, y fue entonces cuando la madre se dio cuenta que era por El Sombrerón. Llevó a su hija a un convento creyen-do que ahí iba a estar mejor, pero la niña siguió sin comer y un día desper-tó con una trenza en su pelo hecha por el espectro y ese día murió. Luego en el velorio, apareció El Sombrerón llorando y sus lágrimas eran como cristales. Jamas olvida a las mucha-chas que ha amado. También se cuenta que les hace trenzas a los caballos y mulas...

Se cuenta también que este espan-to a parte de enamorar a mucha-chas jóvenes, gusta por cabalgar mulas y caballos de los establos de las �ncas en las noches agotándo-los. Por ello, las bestias durante el día no cumplen las tareas sumado a que se vuelven hostiles con las personas, los campesinos y �nque-ros al ver este comportamiento

buscan si el Sombrerón no les ha hecho trenzas en la greñas. Si es así, el animal ya no sirve para tareas... Una forma de saber si el Sombrerón está haciendo de las suyas en �ncas y casas, es colocar ya sea cerca de un balcón de casa o cerca de los establos una silla y mesa de pino recién elaboradas, junto a aguardiente y una guitarra en noche de luna y deben guardar silencio todas las perso-nas, sólo así se escuchará la guitarra y los cantos del Sombrerón. Al Sombre-rón le atraen las muchachas de pelo largo y ojos grandes, por ello, cuando se sospecha que está tras una joven se le debe cortar el pelo a esta para que el Sombrerón no se gane el alma de la joven.

La TatuanaHay relatos que cuentan que hace muchos años, en época colonial, hubo en Guatemala una joven y bella mujer de origen mulato a la que llamaban Tatuana, que disfrutaba con los place-res de la carne y con los placeres del lujo, los cuales no estaban bien vistos en una sociedad recatada y religiosa. Así pues, se acusó a la joven de brujería y de hacer male�cios para conseguir a los hombres. Se le acusó de codicia y de no seguir los preceptos de la iglesia. Por todas estas razones fue juzgada por el tribunal de la Santa Inquisición, y fue condenada a muerte.

EL SOMBRERONIlustracion: Diego Chet

EL CADEJOIlustracion: Diego Chet

Page 3: Articulo -  Leyendas de Guatemala

LA SIGUANABAIlustracion: Diego Chet

La Tatuana se negó a recibir la gracia de confesión de sus pecados antes de morir. Cuentan, que la noche anterior a su muerte, pidió como última gracia un trozo de carbón, unas velas y unas rosas blancas. Con estas tres cosas hizo en la celda una especie de altar donde realizó una hechicería. Con el carbón pintó en la pared una gran barca mientras recitaba conjuros, y se dice que se presentó ante ella el mismo demonio. El demonio le sacó de la celda montada en la barca que había pintado en la pared, y se dice que todavía se la puede ver en los días que llueve grandes aguaceros.

Se cree que los antecedentes de esta leyenda provienen de la mitología maya, y más concretamente de la leyenda de Chimalmat (Diosa que se vuelve invisible por causa de un encantamiento).

La SiguanabaSegún lo que cuenta la leyenda, todos los trasnochadores están propensos a encontrarla. Sin embargo, persigue con más insistencia a los hombres enamorados, a los Don Juanes que hacen alarde de sus conquistas amorosas. A estos, la Siguanaba se les aparece en cualquier tanque de agua en altas horas de la noche, o a orillas de ríos según otras versiones. La ven bañándose con una palangana de oro y peinando su hermoso cabello negro con un peine del mismo metal, su bello cuerpo se trasluce a través del camisón.Dicen las tradiciones que el hombre que la mira se vuelve loco por ella. Entonces, la Siguanaba lo llama, y se lo va llevando hasta un barranco. Enseña la cara cuando ya se lo ha ganado, su rostro se vuelve como de muerta, sus ojos se salen de sus cuen-cas y se tornan rojos como si sangra-ran. Su antes tersa y delicada piel se torna arrugada y verduzca, sus uñas crecen y suelta una estridente risa que paraliza de terror al que la escucha. Para no perder su alma, el hombre

debe morder una cruz o una medallita y encomendarse a Dios.Otra forma de librarse del in�uyo de la Siguanaba, consiste en hacer un esfuer-zo supremo y acercarse a ella lo más posible, tirarse al suelo cara al cielo, estirar la mano hasta tocarle el pelo, y luego tirar el él. Así la Siguanaba se asuta y se tira al barranco. Otras versio-nes dice que debe agarrarse de una mata de escobilla, y así, cuando ella tira de uno, al agarrarse la víctima de la escobilla, ella siente que le tiran del pelo. Esta última práctica es más efecti-va, ya que es el antídoto propio que contrarresta el poder malé�co de esta mujer mágica. Un método funcional al observar a una mujer en el río sin saber si es la Siguanaba, consiste en gritar tres veces seguidas: “No te vas a ir María pata de gallina”. Si es la Siguanaba se asustará y se lanzará al barranco, si no era ella te dirán que estás loco, pero al menos estarás seguro.

Diferentes versiones.Entre las muchas versiones que existen es famosa aquella que cuenta que Siguanaba era una joven muchacha, que al cumplir dieciocho años le obligaron a casarse con un hombre cuarenta años mayor que ella. Pero ella rehusó casarse con ese hombre, ya que estaba enamorada de otro. Cuando el hombre que quería casarse con ella se enteró de esto decidió matar al enamorado de la muchacha ahogán-dole en el río, y le encerró a ella en una habitación hasta que le hizo efecto un hechizo que la hizo convertirse en una mujer fea y vieja. Desde entonces Siguanaba recorre la orilla de los ríos buscando a su enamorado.

Otra versión cuenta que Siihuahuet (mujer bella) era una mujer hermosa pero muy vanidosa. Esto último fue la causa de convertirse en Siguanaba (mujer fea).