artículo obligaciones querables

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TOMO LA LEY 2013-C AÑO LXXVII N° 108 DIRECTOR: JORGE HORACIO ALTERINI BUENOS AIRES, ARGENTINA - MIERCOLES 12 DE JUNIO DE 2013 ISSN 0024-1636 Las obligaciones portables exigen del deudor que sea quien lleve a cabo el transporte o el desplazamiento de la prestación, cargue con los costos y los riesgos de ello y la cumpla en el domici- lio del acreedor.Las obligaciones “quérables” son aquellas que cargan al acreedor con la necesidad de buscar él mismo la prestación, es decir, de presentarse a cobrar en un domicilio distinto del suyo. La obligación es “quérable”, cuando el acreedor debe “buscar su pago”. I. El lugar de cumplimiento de las obligaciones De los varios requisitos del pago o cumpli- miento de la obligación (identidad, integridad, puntualidad y localización), (1) este último sue- le ser el requisito al que menos atención se le presta. Se trata, en general, de un requisito no esen- cial, pero la localización de la obligación es, en ciertos casos, una determinación que porta im- portantes consecuencias en la vida, desarrollo y fenecimiento del vínculo obligacional. El lugar de cumplimiento de la obligación es normalmente definido como una circunstancia de ella; sin embargo, no es cualquier circuns- tancia, ya que constituye una pauta impor- tante para dar solución a diversos problemas prácticos: 1) La determinación del régimen jurídico aplica- ble, según el lugar de cumplimiento, puede en- trar en juego en uno u otro derecho, si la cues- tión es captada por el Derecho Internacional Privado y resulta de aplicación el standard de la lex loci solutionis (la ley del lugar de cumpli- miento de la prestación). (2) 2) La determinación de la jurisdicción en que deba resolverse alguna disputa que surgiera con relación al cumplimiento defectuoso de la obligación. El lugar de cumplimiento de la obligación puede operar como factor de deter- minación de la competencia del juez al que se sometan las disputas entre los sujetos obliga- cionales. (3) 3) La determinación del lugar de ejecución, al señalar el lugar en que deben cumplirse las prestaciones y quien carga con los costos y los riesgos de la entrega de la cosa o el cumpli- miento de la prestación. El lugar de cumplimiento de la obligación, también llamado locus solutionis, o “lugar de la prestación”, es el sitio “en el cual el deu- dor debe desplegar aquella conducta o aquel comportamiento configurado en el negocio de constitución de la relación obligatoria. El lugar de prestación tiene una evidente importancia en el orden práctico y desde un punto de vista económico. Para el acreedor determina un ma- yor o menor grado de utilidad de la prestación. Si la prestación es ejecutada en el lugar preci- so en que al acreedor le interesa, el acreedor obtiene con ello la utilidad máxima. Si, por el contrario, es ejecutada en un lugar diferente, su utilidad disminuirá en la medida en que el acreedor tendrá que llevar a cabo él mismo una actividad adicional o en su caso costearla para trasladar la prestación o sus resultados a su centro de interés... El lugar de prestación determina para el deudor un grado mayor o menor de onerosidad de la obligación. Una ejecución de la prestación en el mismo centro de interés y de actividad del deudor es para él menos onerosa que otra que le imponga la rea- lización de una actividad adicional o un despla- zamiento de la prestación”. (4) El lugar de cumplimiento de la prestación constituye una circunstancia -en muchas ocasio- nes intrascendente, pero muy importante en otras- de la relación obligatoria, sirviendo de marco a la prestación. En principio, solamente, la prestación cum- plida en el lugar determinado por las partes al efecto constituye el cumplimiento exacto de la prestación y libera plenamente al deudor. En caso de pretender el deudor cumplirla en otro lugar, distinto del señalado para el cum- plimiento, el acreedor puede rehusarse a re- cibirla, si ello le causa perjuicio y, en tal caso, el deudor no podrá pretender haber quedado liberado con un cumplimiento fuera del lugar designado. Claro que, para ello, deberá alegar el acree- dor un perjuicio derivado del cambio, pues si le es intrascendente el mismo, configuraría un exceso y hasta un abuso una alegación tal; y es sabido que, en esta como en cualquier otra cuestión, el abuso del derecho se encuentra FRANQUEO A PAGAR CUENTA N° 10269F1 CORREO ARGENTINO CENTRAL B CONTINÚA EN LA PÁGINA 2 COLUMNA DE OPINION. La ley de creación de Cámaras de Casación Por Jorge Rodríguez Mancini ...................................................................................................... 1 DOCTRINA. Las obligaciones “quérables” (requeribles) o de recogida (categoría obliga- cional poco profundizada, pero de importancia práctica) Marcelo J. López Mesa ................................................................................................................. 1 NOTA A FALLO. El caso “Chevron” Antonio Gustavo Gómez .............................................................................................................. 8 El control jurisdiccional de las sentencias extranjeras con efectos en la Argentina. El caso “Chevron” Juan Manuel Menestrina ............................................................................................................ 8 Las obligaciones “quérables” (requeribles) o de recogida (CATEGORÍA OBLIGACIONAL POCO PROFUNDIZADA, PERO DE IMPORTANCIA PRÁCTICA) Marcelo J. López Mesa SUMARIO: I. El lugar de cumplimiento de las obligaciones.- II. Las “obligaciones quérables” o de recogida.- III. La mora en las obligaciones quérables. JURISPRUDENCIA MEDIDAS CAUTELARES DISPUESTAS EN EL EXTRANJERO. Circunstancias que obstan al cumplimiento. Afectación de principios de orden público internacional argentino. Perso- nalidad jurídica. Sociedades subsidiarias de la condenada en el país requirente. Disidencia. (CS) .................................................................................................................................... 6 CONCURSO PREVENTIVO. Improcedencia del pedido de intervención de la concursada. Acuerdo preventivo homologado. Recuperación de la autorización para funcionar y ser re- presentada por sus órganos naturales. (CNCom) ............................................................ 12 _COLUMNA DE OPINIÓN CONTINÚA EN LA PÁGINA 5 La ley de creación de Cámaras de Casación Jorge Rodríguez Mancini H ace ocho años publiqué un trabajo (1) en el que propiciaba la creación de una cámara de casación para el fuero laboral, con el propósito de lograr lo que el recurso de inaplicabilidad de ley y los fallos plenarios regulados en el Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación no habían conseguido, ya que su tramitación no había obtenido satis- factoriamente la finalidad de unificar la doctrina y la interpretación judicial para asegurar la garantía de la igualdad ante la ley. Las dificultades y demoras para llegar a pronunciamientos plenarios, así como ciertas limitaciones impuestas a ese remedio por la jurisprudencia, habían sido puestas de relieve por distintos au- tores especializados. Con el dictado de la ley 26.853 (B.O. 17/5/13) podría pensarse que se ha concretado lo que proponía para superar esa situación. Nada más lejos de eso. Trataré de demostrar cuáles son los problemas que se presentan con el nue- vo ordenamiento y de qué manera lo que se producirá con su aplicación será una situación de desorden, demora y desigual- dad. La naturaleza de la casación indica que la intervención de una Cámara de Ca- sación no significa instaurar una nueva instancia, ya que el recurso que abre esa vía no es una apelación, sino sólo un medio para corregir la errónea o contradictoria interpretación de las normas para evitar desigualdades en la aplicación de la ley en sentido lato, esto es, comprendiendo los tratados internacionales de distinta jerarquía y el convenio colectivo de aplica- ción general. Obviamente no es admisible

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Tomo La Ley 2013-caÑo Lxxvii N° 108 DIRECTOR: JORGE HORACIO ALTERINI

BUeNoS aiReS, aRgeNTiNa - mIERCOLES 12 DE JUNIO DE 2013 iSSN 0024-1636

Las obligaciones portables exigen del deudor que sea quien lleve a cabo el transporte o el desplazamiento de la prestación, cargue con los costos y los riesgos de ello y la cumpla en el domici-lio del acreedor.Las obligaciones “quérables” son aquellas que cargan al acreedor con la necesidad de buscar él mismo la prestación, es decir, de presentarse a cobrar en un domicilio distinto del suyo. La obligación es “quérable”, cuando el acreedor debe “buscar su pago”.

i. el lugar de cumplimiento de las obligaciones

De los varios requisitos del pago o cumpli-miento de la obligación (identidad, integridad, puntualidad y localización), (1) este último sue-le ser el requisito al que menos atención se le presta.

Se trata, en general, de un requisito no esen-cial, pero la localización de la obligación es, en ciertos casos, una determinación que porta im-portantes consecuencias en la vida, desarrollo y fenecimiento del vínculo obligacional.

El lugar de cumplimiento de la obligación es normalmente definido como una circunstancia de ella; sin embargo, no es cualquier circuns-tancia, ya que constituye una pauta impor-

tante para dar solución a diversos problemas prácticos:

1) La determinación del régimen jurídico aplica-ble, según el lugar de cumplimiento, puede en-trar en juego en uno u otro derecho, si la cues-tión es captada por el Derecho Internacional Privado y resulta de aplicación el standard de la lex loci solutionis (la ley del lugar de cumpli-miento de la prestación). (2)

2) La determinación de la jurisdicción en que deba resolverse alguna disputa que surgiera con relación al cumplimiento defectuoso de la obligación. El lugar de cumplimiento de la obligación puede operar como factor de deter-minación de la competencia del juez al que se sometan las disputas entre los sujetos obliga-cionales. (3)

3) La determinación del lugar de ejecución, al señalar el lugar en que deben cumplirse las prestaciones y quien carga con los costos y los riesgos de la entrega de la cosa o el cumpli-miento de la prestación.

El lugar de cumplimiento de la obligación, también llamado locus solutionis, o “lugar de la prestación”, es el sitio “en el cual el deu-dor debe desplegar aquella conducta o aquel comportamiento configurado en el negocio de constitución de la relación obligatoria. El lugar de prestación tiene una evidente importancia en el orden práctico y desde un punto de vista económico. Para el acreedor determina un ma-yor o menor grado de utilidad de la prestación. Si la prestación es ejecutada en el lugar preci-so en que al acreedor le interesa, el acreedor obtiene con ello la utilidad máxima. Si, por el contrario, es ejecutada en un lugar diferente,

su utilidad disminuirá en la medida en que el acreedor tendrá que llevar a cabo él mismo una actividad adicional o en su caso costearla para trasladar la prestación o sus resultados a su centro de interés... El lugar de prestación determina para el deudor un grado mayor o menor de onerosidad de la obligación. Una ejecución de la prestación en el mismo centro de interés y de actividad del deudor es para él menos onerosa que otra que le imponga la rea-lización de una actividad adicional o un despla-zamiento de la prestación”. (4)

El lugar de cumplimiento de la prestación constituye una circunstancia -en muchas ocasio-nes intrascendente, pero muy importante en otras- de la relación obligatoria, sirviendo de marco a la prestación.

En principio, solamente, la prestación cum-plida en el lugar determinado por las partes al efecto constituye el cumplimiento exacto de la prestación y libera plenamente al deudor.

En caso de pretender el deudor cumplirla en otro lugar, distinto del señalado para el cum-plimiento, el acreedor puede rehusarse a re-cibirla, si ello le causa perjuicio y, en tal caso, el deudor no podrá pretender haber quedado liberado con un cumplimiento fuera del lugar designado.

Claro que, para ello, deberá alegar el acree-dor un perjuicio derivado del cambio, pues si le es intrascendente el mismo, configuraría un exceso y hasta un abuso una alegación tal; y es sabido que, en esta como en cualquier otra cuestión, el abuso del derecho se encuentra

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CENTRAL B

coNTiNúa eN La págiNa 2

coLUmNa de opiNioN. La ley de creación de Cámaras de CasaciónPor Jorge Rodríguez Mancini ...................................................................................................... 1

docTRiNa. Las obligaciones “quérables” (requeribles) o de recogida (categoría obliga-cional poco profundizada, pero de importancia práctica)Marcelo J. López Mesa .................................................................................................................1

NoTa a faLLo. El caso “Chevron”Antonio Gustavo Gómez ..............................................................................................................8

El control jurisdiccional de las sentencias extranjeras con efectos en la Argentina. El caso “Chevron”Juan Manuel Menestrina ............................................................................................................8

Las obligaciones “quérables” (requeribles) o de recogida

(categoría obligacional poco profundizada, pero de importancia práctica)

Marcelo J. López Mesa

SUmaRio: I. El lugar de cumplimiento de las obligaciones.- II. Las “obligaciones quérables” o de recogida.- III. La mora en las obligaciones quérables.

JURiSpRUdeNciamEDIDAS CAUTELARES DISPUESTAS EN EL EXTRANJERO. Circunstancias que obstan al cumplimiento. Afectación de principios de orden público internacional argentino. Perso-nalidad jurídica. Sociedades subsidiarias de la condenada en el país requirente. Disidencia. (CS) ....................................................................................................................................6

CONCURSO PREVENTIVO. Improcedencia del pedido de intervención de la concursada. Acuerdo preventivo homologado. Recuperación de la autorización para funcionar y ser re-presentada por sus órganos naturales. (CNCom) ............................................................ 12

_COLUmNA DE opiNiÓN

coNTiNúa eN La págiNa 5

La ley de creación de Cámaras de Casación

Jorge Rodríguez Mancini

Hace ocho años publiqué un trabajo (1) en el que propiciaba la creación de una cámara de casación para el

fuero laboral, con el propósito de lograr lo que el recurso de inaplicabilidad de ley y los fallos plenarios regulados en el Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación no habían conseguido, ya que su tramitación no había obtenido satis-factoriamente la finalidad de unificar la doctrina y la interpretación judicial para asegurar la garantía de la igualdad ante la ley. Las dificultades y demoras para llegar a pronunciamientos plenarios, así como ciertas limitaciones impuestas a ese remedio por la jurisprudencia, habían sido puestas de relieve por distintos au-tores especializados. Con el dictado de la ley 26.853 (B.O. 17/5/13) podría pensarse que se ha concretado lo que proponía para superar esa situación. Nada más lejos de eso. Trataré de demostrar cuáles son los problemas que se presentan con el nue-vo ordenamiento y de qué manera lo que se producirá con su aplicación será una situación de desorden, demora y desigual-dad.

La naturaleza de la casación indica que la intervención de una Cámara de Ca-sación no significa instaurar una nueva instancia, ya que el recurso que abre esa vía no es una apelación, sino sólo un medio para corregir la errónea o contradictoria interpretación de las normas para evitar desigualdades en la aplicación de la ley en sentido lato, esto es, comprendiendo los tratados internacionales de distinta jerarquía y el convenio colectivo de aplica-ción general. Obviamente no es admisible

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vedado por el ordenamiento vigente (art. 1071 seg. párr. CC).

ii. Las “obligaciones quérables” o de recogida

Respecto del lugar de cumplimiento de una obligación, la doctrina francesa clásica alumbró una célebre distinción, (5) cuyos efectos perdu-ran hasta nosotros. Se trata de la clásica distin-ción entre las obligaciones quérables y las obli-gaciones portables, que diferencia los vínculos obligacionales según el lugar en que las presta-ciones deben ser cumplidas o satisfechas.

Las obligaciones portables exigen del deu-dor que sea quien lleve a cabo el transporte o el desplazamiento de la prestación, cargue con los costos y los riesgos de ello y la cumpla en el domicilio del acreedor.

Las obligaciones “quérables” son aquellas que cargan al acreedor con la necesidad de buscar él mismo la prestación, es decir, de presentarse a cobrar en un domicilio distinto del suyo. La obligación es “quérable”, cuando el acreedor debe “buscar su pago”. La voz quérable deriva del latín quaero que significa buscar. (6)

El vocablo francés quérable puede ser tra-ducido como requerible. Es así que las obliga-ciones quérables son obligaciones requeribles, siendo la palabra “quérable” un adjetivo cali-ficativo de una deuda, que, por así disponerlo una cláusula contractual o una disposición le-gal, su cumplimiento debe ser requerido por el acreedor en el domicilio del deudor o en el de cumplimiento determinado, debiendo en ellas el requirente presentarse a tal domicilio, bien para obtener el pago, bien para constituirlo en mora, en caso de no haberlo obtenido.

Agudamente han aseverado dos juristas pe-ruanos de nota que la obligación quérable “afec-ta al acreedor en la medida en que le impone la carga de ir a cobrar y, por ese mismo motivo, le acarrea dificultades para pactar la mora auto-mática”. (7)

La “querabilidad” (quérabilité) de una obliga-ción puede surgir bien normativamente o bien por contrato. Por contrato, cuando las partes

Las obligaciones “quérables” (requeribles) o de recogida

determinan de consuno que el domicilio de cumplimiento de la obligación es el domicilio del deudor; normativamente, cuando, a falta de estipulación de las partes del lugar de cum-plimiento, la ley (art. 747 in fine Cod. Civil), de-termina supletoriamente que el domicilio de cumplimiento es el del deudor, si no se ha ex-presado lo contrario en la fuente de la obliga-ción o en actos bilaterales posteriores.

En el derecho argentino, la doctrina y juris-prudencia ha interpretado la cuestión, en ge-neral, con excesivo simplismo; se ha identifi-cado a la obligación quérable con aquella que se cumple en el domicilio del deudor, al que debe concurrir el acreedor a buscar el cumplimien-to de la prestación. Es la más común de estas obligaciones, pero no es la única.

El problema de la simplificación excesiva es que suele llevar al error. En rigor, tan qué-rable es la deuda cuando el lugar de cumpli-miento es el domicilio del deudor, como cuan-do no hubiese lugar designado para el pago y se tratase de un cuerpo cierto y determinado, y el acreedor debiera concurrir al sitio donde éste existía al tiempo de contraerse la obliga-ción. (8)

Ello, porque en esencia la deuda quérable es aquella caracterizada, porque el acree-dor debe efectuar un requerimiento de pago o cumplimiento en un sitio predeterminado, esto es, que el acreedor debe concurrir a un lu-gar para obtener el cumplimiento de la pres-tación, no afectando ese carácter de la deuda, que ella deba cumplirse no en el domicilio del deudor, sino en el de un tercero designado por éste, donde, por ejemplo se halla la cosa que debe entregarse al acreedor. (9)

Sin embargo, de hecho, en Argentina “obliga-ción quérable” es sinónimo de aquella que debe cumplirse en el domicilio del deudor. Habiendo efectuado ya la aclaración de que se trata de una simplificación excesiva, conservaremos el equívoco, por razones de mejor entendimien-to y sobre la base de la regla de uso común del lenguaje, para no tener que hacer aclaraciones cada dos párrafos.

De tal modo, en lo que a nuestro país con-cierne, se denominan obligaciones quérables solamente a aquellas que deben cumplirse en el domicilio del deudor, sea por haberlo así convenido las partes o por haber omitido éstas establecer el lugar de pago o cumplimiento. A este último supuesto resulta aplicable el prin-cipio de que, ante la falta de determinación del lugar de pago, éste debe ser realizado en el do-micilio del deudor (arts. 618 in fine y 747 in fine del Código Civil). (10)

Pareciera un tema abstracto, pero no lo es. Estas obligaciones están presentes en nuestra

práctica cotidiana mucho más frecuentemen-te de lo que el común de las gentes cree; sólo que no las ven.

Bien ha concluido Jérôme François que la deuda es quérable, porque el acreedor debe desplazarse para obtener su pago; pero este tipo de deudas lo obliga a algo más: a tomar la iniciativa para percibir lo que se le adeuda. (11)

En esta línea, dice el maestro Alain Béna-bent, que “la distinción entre obligaciones portables y quérables traduce una oposición en cuanto a la iniciativa de las operaciones de pago; las deudas son... quérables, cuando la iniciativa está a cargo del acreedor y, por ende, el deudor no debe intereses morato-rios más que a partir del día en que ha sido colocado en mora”(12) por el acreedor a tra-vés del requerimiento personal de cumpli-miento.

Cabe agregar a tan exacta definición que la Casación francesa ha establecido la regla, en materia de obligaciones de recogida, de que el acreedor no puede válidamente colocar en es-tado de mora al deudor, más que después de haber vanamente reclamado el pago de la deu-da en el domicilio de éste. (13)

Agudamente observa el maestro François que “con el desarrollo de los medios modernos de pago (por oposición al pago en especie) esta clasificación de las obligaciones ha cambiado de significación”, (14) en el derecho europeo al menos.

De los tres posibles lugares de cumplimiento que brinda el art. 747 de nuestro Código Civil en el primer caso, la regla general, establece que el lugar de cumplimiento de la obligación es el lugar designado por las partes. Luego la norma prevé que si no hubiese lugar designa-do, y se tratase de un cuerpo cierto y deter-minado, deberá hacerse donde éste existía al tiempo de contraerse la obligación.

Finalmente, luego de todo ello, aparecen las obligaciones en las que el lugar de cumplimien-to es el domicilio del deudor.

Así, las obligaciones requeribles o de recogi-da son la excepción y no la regla en materia de obligaciones; la regla es que el lugar de cumpli-miento de la obligación es el lugar designado por las partes y no es lo más corriente que las partes designen el domicilio del deudor como lugar de cumplimiento. (15)

La determinación del lugar de cumpli-miento de la prestación por las partes puede hacerse en forma expresa o de una manera implícita. La manifestación tácita puede in-ferirse de las circunstancias particulares de cada caso. (16)

Nuestro Código sienta el principio inverso al del derecho francés, donde la regla es que la obligación es quérable y la excepción es que sea portable, (17) lo cual se relaciona con el sis-tema de constitución en mora adoptado por el ordenamiento galo y la vigencia efectiva allí del principio favor debitoris.

Y, además de una excepción, las obligacio-nes requeribles o de recogida constituyen un supuesto de tipo supletorio, es decir, que sólo entra en juego, por lo general, ante la falta de precisión por las partes del lugar de cumpli-miento de la obligación. (18)

La doctrina argentina ha afirmado, siguien-do a Llambías, que la naturaleza quérable de la obligación constituye un principio general su-pletorio. No nos parece una buena idea, ya que, de entenderlo así, habría dos principios gene-rales en la materia, si no tres. Creemos que una norma supletoria no puede verse de esta ma-nera; pero admitimos que, en el fondo, se trata de una sutileza, de las que últimamente son tan escasas en nuestros foros y en nuestra doctri-na, en donde abundan los trazos gruesos y los sobreentendidos, no siempre precisos, pero no abundan las finas distinciones.

El caso es que el art. 747 de nuestro Código Civil lo establece con claridad:1) Regla general: El pago debe ser hecho en el lugar designado en la obligación.

2) Regla alternativa: Si no hubiese lugar desig-nado, y se tratase de un cuerpo cierto y determina-do, deberá hacerse donde éste existía al tiempo de contraerse la obligación.

3) Excepción: En cualquier otro caso, el lugar de pago será el del domicilio del deudor al tiem-po del cumplimiento de la obligación.

Así, la obligación es quérable -en lo que se co-noce en Argentina por tal- , solamente si no exis-te lugar de cumplimiento designado y no se trata de un cuerpo cierto y determinado que se halle fuera del domicilio del deudor. La “ge-neralidad” de tal regla es, cuando menos, du-dosa; ello, salvo que se la denomine tal con un alcance no corriente de lo que significa una re-gla general.

Normalmente la obligación del deudor cons-tituye una obligación de recogida, cuando no se estipula en el contrato su lugar de cumplimien-to lo que, a tenor de los arts. 747 in fine y 618 in fine del Código Civil, convierte al domicilio del deudor en el lugar de pago legalmente estable-cido, a falta de estipulación de las partes. (19)

Es mucho menos frecuente que las partes pacten expresamente que el lugar de cumpli-miento sea el domicilio del deudor, a menos que de allí deban retirarse efectos de alguna

vieNe de Tapa

especial para la ley. derechos reservados (ley 11.723)

(1) Como dijimos en un voto nuestro, el pago es uno de los medios de extinción de las obligaciones; es un medio satisfactivo o de extinción por cumplimiento de la obligación. Pero no cualquier pago posee efec-to liberatorio. De tal modo, para gozar de ese efecto el pago debe cumplir cuatro requisitos: a) Identidad: debe ser idéntico al objeto debido; b) Integridad: debe él ser íntegro y no parcial; c) Puntualidad: debe ser puntual, es decir, respetar el tiempo acordado para ser efectuado; y d) Localización: debe efectuarse en el lugar designado al efecto. Un pago que cumpla estos cuatro requisitos tiene efectos cancelatorios plenos (cfr. Cám. Apels. Trelew, sala A, 11/3/2013, “López, Miguel Esteban c. Iturralde, Juan Ignacio y/o q´rte. titular de Avícola Granja Sur s/dif. de hab. e Indem. de Ley” (Expte. 10 - año 2013 CAT), en La Ley online, voto Dr. López Mesa). Un pago que no cumpla alguno de estos requisitos podrá no tener efecto cancelato-rio o tenerlo menguado, según la índole del incumpli-miento, las circunstancias del caso y el requisito que se haya visto afectado.

(2) Cfr. fallo de la Corte Constitucional de Colombia, 16/03/2004, “Sierra Porto, Humberto A. c. República

de Colombia”, RDM 2005-I, 62 y La Ley Online registro AR/JUR/4293/2004.

(3) El art. 5 inc. 3 CPCC establece un criterio general de atribución de competencia que está dado por el lugar de cumplimiento de la obligación, y dos criterios subsidia-rios -el domicilio del demandado o lugar del contrato-, que sólo serán de aplicación cuando no se pueda determinar cuál es el lugar de cumplimiento de la obligación, pero dichos criterios subsidiarios no facultan al actor a sosla-yar el criterio primario de atribución de la competencia (Cám. Apels. en lo Civil y Com. de Azul, sala I, 26/06/2012, “Ocampo, Martín María c. Agco Argentina S.A. y otro/a”, LLBA, 2012 (octubre), clave AR/JUR/32302/2012.

(4) DÍEZ PICAZO, Luis, “Fundamentos del derecho civil patrimonial”, 5ª ed., Cívitas, Madrid, 1996, Vol. 2, p. 340.

(5) Esta distinción ya se encuentra en autores como Demante y Colmet de Santerre (DEMANTE, Antoine Marie - COLMET DE SANTERRE, E., “Cours analyti-que de Code Civil”, 2ª ed. rev. y puesta al día, Plon, Paris, 1881, Nro. 205 bis).

(6) MALAURIE, Philippe - AYNÉS, Laurent - STOF-FEL-MUNCK, Philippe, “Les obligations”, 4ª ed., Defré-nois, Paris, 2009, p. 601, Nro. 1087.

(7) OSTERLING PARODI, Felipe - CASTILLO FREYRE, Mario, “Compendio de Derecho de las Obliga-ciones”, Palestra editores, Lima, 2008, p. 505.

(8) BRUSORIO-AILLAUD, Marjorie, “Droit des obli-gations”, Paradigme, Orléans, 2011, p. 334, Nro., 594, últ. Párrafo.

(9) BRUSORIO-AILLAUD, Marjorie, “Droit des obli-gations”, cit, p. 334, Nro., 594, últ. párr.

(10) CNCiv., sala C, 1/4/86, “Crespi, Francisco M. c. Rojas Ortiz, Filomena”, JA, 1987-IV, síntesis.

(11) FRANÇOIS, Jérôme, “Les obligations. Régime gé-néral”, 2ª ed., cit., p. 19, Nro. 18.

(12) BÉNABENT, Alain, “Droit civil. Les obliga-tions”, 11ª ed., Montchrestien, París, 2007, p. 573, Nro. 800.

(13) Corte de Casación francesa, 3ª sala civ., 23/10/1979, en Bulletin civile, III, Nro. 183.

(14) FRANÇOIS, Jérôme, “Les obligations. Régime géneral”, 2ª ed., en “Traité de Droit Civil”, sous la di-rection de Christian Larroumet, vol. 4, Ed. Economica, París, 2011, p. 19, Nro. 18.

(15) PORCHY-SIMON, Stéphanie, “Droit civil. Les obligations”, Dalloz, 5ª ed., Paris, 2008, p. 492, Nro. 1058.

(16) LAFAILLE, Héctor, “Derecho Civil. Tratado de las obligaciones”, 2ª ed. actualizada y ampliada por Alberto J. Bueres y Jorge A. Mayo, La Ley - Ediar, t. I, p. 587.

(17) FRANÇOIS, Jérôme, “Les obligations. Régime général”, 2ª ed., cit, p. 19, Nro. 18; CABRILLAC, Rémy, “Droit des obligations”, 9ª ed., Dalloz, Paris, 2010, p. 335, Nro. 444; DELEBECQUE, Philippe - PANSIER, Fré-déric-Jérôme, “Droit des obligations. Régimen général”, 5ª ed., Litec - Lexis Nexis, Paris, 2009, p. 270, Nro. 424; FAGES, Bertrand, “Droit des obligations”, L.G.D.J., Paris, 2007, p. 472, Nº 657.

(18) FRANÇOIS, Jérôme, “Les obligations. Régime général”, 2ª edic., en “Traite de Droit Civil”, sous la di-rection de Christian Larroumet, vol. 4, Economica, Par-is, 2011, p. 19, Nro. 18; FLOUR, Jacques - AUBERT, Jean-Luc - SAVAUX, Éric, “Droit civil. Les obligations”, 3. Le Rapport d’Obligation “, 6ª ed., Dalloz-Sirey, Paris, 2009, p. 107, Nro. 136.

(19) Cám. Apels. Trelew, sala A, 20/08/2008, “Arte-ro de Redondo, Amelia c. Polacco, Ricardo César s/Su-mario” (Expte. Nº 22.728 - año: 2008), en La Ley Online, cita Online: AR/JUR/34003/2008, voto del Dr. López Mesa.

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complejidad de movilización, o que estén allí resguardados o estibados y deba el acreedor ir a recogerlos. La regla práctica es que cuando se entregan cosas fungibles o de escaso valor o nula complejidad de traslado, el domicilio pac-tado suele ser el del acreedor. (20)

Es que la naturaleza quérable de la obliga-ción traslada los riesgos del pago, así como los costos del mismo al acreedor, (21) quien suele siempre pretender evitarlos y, por ende, no suele de buen grado aceptar tales obligaciones, salvo que especiales circunstancias así lo ame-riten o la cuestión sea olvidada por las partes y, entonces, la ley sea la que, en el in fine del art. 747 Cod. Civil, encuadre la cuestión -supletoria o subsidiariamente- en el anaquel de las obliga-ciones de recogida por antonomasia, esto es, aquellas cuyo lugar de cumplimiento es el do-micilio del deudor.

Como se viera supra, la determinación del lu-gar de cumplimiento en uno u otro domicilio (del deudor o del acreedor) puede implicar o una jurisdicción diferente o, en ocasiones, has-ta determinaciones de una diferente ley aplica-ble, si se tratase de cuestiones captadas por el Derecho Internacional Privado. (22)

Por ende, “lejos de ser indiferente, el lugar de cumplimiento importa, en la práctica, tras-cendentes consecuencias”. (23)

Como bien apunta el Prof. Castillo Freyre: “por lo general y a fin de facilitar el cobro, se suele elegir el domicilio del acreedor”. (24)

También la deuda suele ser de las que veni-mos estudiando, cuando se trata de la entrega de un cuerpo cierto, normalmente de alguna dimensión o de alguna complejidad para su movilización y la cosa a entregar se halla en el domicilio del deudor; en estos casos suele es-tablecerse que el lugar de cumplimiento es el domicilio del deudor, sencillamente, porque en él se halla la cosa transmitida. (25)

La distinción que analizamos ha queda-do perfectamente esclarecida merced a los aportes de la doctrina y jurisprudencia fran-cesa, en especial, y europea, en general. (26) La diferenciación es sencilla de trazar: las deudas portables son aquellas en que el lu-gar de pago es el domicilio del acreedor, por lo que el deudor debe “portar” los medios de pago hasta allí hasta entregarlos, con lo que él carga con los riesgos y gastos del pago. (27) La obligación es “quérable”, en cambio, cuan-do quien debe desplazarse para obtener el pago y llevar la iniciativa al efecto de verse satisfecho es el acreedor, el que debe concu-rrir -normalmente- al domicilio del deudor a requerirle el cumplimiento.

Las precisiones anteriores deben ser to-madas en cuenta, pues no debe caerse en este tema en un tratamiento superficial y adocena-do, simplificando excesivamente la temática, cuando no adoptando posiciones equivocadas, como ha ocurrido en algunos casos en materia de mora en las obligaciones requeribles.

No cabe soslayar, aunque se lo ha hecho en algunos casos, que en las obligaciones de re-cogida se enfatiza el deber de colaboración del acreedor para ver satisfecha su acreencia; esto no puede ser un dato neutro al momento de analizar la entrada en mora, como desarrolla-remos en el acápite siguiente.

Hemos tenido ocasión de fallar tres casos de obligaciones quérables y consideramos que las mismas, si fueran más y mejor conocidas, po-drían aplicarse a muchos más supuestos de los que se las ve aplicadas en nuestros foros hoy día.

A nuestro juicio, uno de los supuestos arque-típicos de obligaciones quérables es el consis-tente en la obligación del empleador de entre-gar el certificado de trabajo que exige el art. 80 LCT. (28)

En un caso tal, sostuvimos que la obligación de pagar al trabajador despedido la indemniza-ción correspondiente, así como la obligación de entregarle a éste el certificado de trabajo post cese, constituyen obligaciones cuyo lugar de cumplimiento no puede ser sino el domicilio del deudor. (29)

Agregamos allí que en Derecho del Traba-jo la enorme mayoría de las obligaciones de los empleadores son obligaciones de este tipo, pues a tenor de lo dispuesto en el art. 129 L.C.T. primer párrafo: “el pago de las remuneracio-nes deberá hacerse en días hábiles, en el lugar de trabajo y durante las horas de prestación de servicios...”. Si es así respecto de las remunera-ciones, con igual o aun mayor razón ello ocurre con las indemnizaciones, las que no tienen nor-ma especial que las sustraiga de este principio general de requisito de localidad del pago en esta temática. (30)

Adujimos seguidamente que tratándose de una obligación de recogida ante el incumpli-miento del acreedor de concurrir a cobrar no puede sostenerse que pesa sobre el deudor una obligación implícita de diligencia consistente en interpelar al acreedor para que concurra a cobrar; en efecto, dado que el débito del deu-dor se agota en aguardar la concurrencia del acreedor para efectuar el pago, la circunstan-cia de no haber cursado la referida interpela-ción no le es imputable como base de una atri-bución de mora. (31)

Finalmente dejamos sentado que dado que la mora de una de las partes, en supuestos de obligaciones no bilaterales o sinalagmáticas, excluye la de su contraria, pues un principio ló-gico implica que a una obligación corresponde sólo una mora y nunca pueden existir respecto de una única obligación dos morosos incompa-tibles o contrapuestos, en estos supuestos de obligaciones quérables la mora del acreedor o mora accipiendi excluye la del deudor, la que nunca llegó a configurarse, si el acreedor no demostró haber concurrido a su domicilio a re-querirle el pago. (32)

Pero recientemente nos tocó fallar otro caso, verdaderamente mucho más interesante y no-vedoso, donde también se hallaba en juego una variante de una obligación quérable. (33)

Se trataba del caso de un obrero que labo-raba como fileteador de pescado y labores co-nexas, para una empresa empacadora de pes-cado, en el puerto de Rawson. El operario no cumplía un horario fijo, sino variable y podía trabajar cuatro horas por día como catorce o más, dependiendo de la existencia de buena pesca ese día. Tampoco trabajaba todos los días, sino que era convocado, al igual que sus compañeros, por el patrón por mensaje de texto a su celular o por teléfono y era pasado a buscar, lo mismo que sus compañeros, en un camión de la patronal por la casa de cada uno o puntos prefijados de espera. Por cir-cunstancias que no vienen al caso, el patrón despide al operario argumentando que no había ido a trabajar un día y que esta falta se sumaba a otras anteriores, para conformar una causal hábil de despido. El caso es que la prueba ofrecida por el patrono era escasa y plagada de generalidades, no habiendo acre-ditado que ese día concreto en que dispuso el despido hubiera convocado al operario o ido a buscarlo.

En nuestro voto dijimos que en el caso que nos ocupaba, la modalidad de la prestación laboral, al igual que la forma de traslado y convocatoria del personal de la demandada, aproximan el tema a la obligación quérable, en la cual el requerimiento de cumplimien-to debe cumplirse en el domicilio del deudor -en este caso el operario-, que es el deudor de una obligación de puesta a disposición, la de su fuerza y capacitación laboral en beneficio del patrono.

Agregamos que si bien en ese caso no se tra-taba de una deuda de dinero, sino de un débito laboral, el hecho de que el principal convoque al operario ciertos días y no todos, y lo pase a buscar por su casa un vehículo suyo, aproxima notoriamente esta obligación a las de recogida, con lo que rige similar régimen al de ellas en tal

obligación, no corriendo por ejemplo la mora automática, sino que la mora es por constitu-ción, necesariamente. (34)

Sostuvimos luego que en tal situación, la acreditación de que el patrono notificó por te-léfono o por mensaje de texto el día concreto en que se produjo el hecho que se adujo como mo-tivo del despido y la prueba de la concurrencia del vehículo del patrón a la casa del operario ese día constituyen extremos de hecho de ne-cesaria acreditación, para posibilitar un despi-do con causa. Pues bien, esa prueba no se pro-dujo allí.

De todo ello concluimos que en ese caso, no se habían probado extremos de hecho que viabilizaran la procedencia de la configura-ción de la causal de despido invocada, por lo que siendo carga del empleador que despide la prueba de la causal de distracto (art. 243 LCT) y no habiéndose probados tales extre-mos de hecho, lógica consecuencia es que el despido debe juzgarse incausado y disponer-se el pago de una indemnización por despido al actor. (35)

iii. La mora en las obligaciones quérables

Agudamente han precisado dos juristas pe-ruanos, en relación con la obligación quérable, que ella “afecta al acreedor en la medida en que le impone la carga de ir a cobrar y, por ese mis-mo motivo, le acarrea dificultades para pactar la mora automática. Si el lugar de pago es el do-micilio del deudor, de poco serviría que se pac-tara la mora automática, pues necesariamente el acreedor tendría que ir a cobrar para consti-tuir en mora a su deudor”. (36)

No cabría agregar una coma a tan atinado comentario. Sin embargo, en nuestro país los desconceptos han primado y hasta existen acuerdos plenarios de dos Cámaras de Ape-lación capitalinas, bien que de comienzos de la década de 1980, cuyas mayorías cayeron en el error de admitir en estas obligaciones la mora automática, lo que constituye un desvarío, producido por la extralimitación del influjo de los textos por sobre la realidad efectiva.

Es una afrenta a la razonabilidad de toda obli-gación, requisito sin el cual la obligación misma se vuelve ilegítima e inconstitucional, la exigencia de que un deudor pruebe un no hecho, máxime un no hecho que pudo ocurrir durante un largo perío-do, como que el acreedor no ha ido a cobrarle a su casa. (37)

{ NoTaS }

coNTiNúa eN La págiNa 4

(20) MAISTRE DU CHAMBON, Patrick, “Droit des obligations. Régime général”, Edic. Presses Universi-taires de Grenoble, Grenoble, 2005, p. 117.

(21) MALINVAUD, Philippe, “Droit des obligations”, 10ª ed., Litec - Lexis Nexis, París, 2007, p. 591, Nº 815.

(22) MAISTRE DU CHAMBON, Patrick, “Droit des obligations. Régime général”, Presses Universitaires de Grenoble, Grenoble, 2005, p. 117.

(23) MAISTRE DU CHAMBON, Patrick, “Droit des obligations. Régime général”, cit., p. 117.

(24) OSTERLING PARODI, Felipe - CASTILLO FREYRE, Mario, “Compendio de Derecho de las Obliga-ciones”, Palestra editores, Lima, 2008, p. 505.

(25) BRUSORIO-AILLAUD, Marjorie, “Droit des obli-gations”, Edic. Paradigme, Orléans, 2011, p. 334, Nro. 594.

(26) Cfr. MALINVAUD, Philippe, “Droit des obliga-tions”, 10ª ed., Litec - Lexis Nexis, Paris, 2007, p. 591, Nº 815; DERRIDA, Fernand, “Résolution d’un plan de conti-nuation, sans réclamation préalable, pour non paiement d’impôts portables et non querábles”, en Dalloz, t. 1995, sec. Somm. Comentes, p. 5; MALAURIE, Philippe - AY-NÉS, Laurent - STOFFEL-MUNCK, Philippe, “Les obli-gations”, 4ª ed., Defrénois, París, 2009, pp. 600/601, Nro. 1087; DADOUCHE, Joseph, “A propos de la non quéra-bilité des créances fiscales et de l’inexécution du plan de redressement”, en “Petites affiches”, 1993, número del 4

de diciembre, comentario al fallo de la Corte de Casación francesa, Sala Com., 2/2/93; DELEBECQUE, Philippe - PANSIER, Frédéric-Jérôme, “Droit des obligations. Ré-gime général”, 5ª ed., Litec - Lexis Nexis, Paris, 2009, pp. 269/270, Nro. 423; DROZ, Georges A. L. “Delendum est forum contractus“, en Dalloz, t. 1997, sec. Chroniques, p. 351; BÉNABENT, Alain, “Droit civil. Les obligations”, 11ª ed., Montchrestien, Paris, 2007, pp. 573/574, Nro. 800. Y sentencias de la Corte de Casación francesa, Sala Soc., 17/1/95, en Dalloz, sec. Inf. Rapidez, p. 45; ídem, Sala Com., 2/2/93, en Dalloz, t. 1995, sec. Somm. Comentés, p. 5; Corte de Apelaciones de París, 4ª Sala B. 16/5/91, en Dalloz, t. 1992, sec. Somm. Comentés, p. 167; DÍEZ PICA-ZO, Luis, “Fundamentos del Derecho Civil patrimonial”, 5ª ed., volumen 2º, p. 343.

(27) DELEBECQUE, Philippe - PANSIER, Frédéric-Jérôme, “Droit des obligations. Régimen général”, 5ª ed., Litec - Lexis Nexis, Paris, 2009, p. 270, Nro. 423.

(28) Sobre el tema, vid ÁVILA CARVAJAL, Guiller-mo, “Los certificados del art. 80 LCT”, LLNOA 2012 (febrero), p. 1; MADDALONI, Osvaldo A., “La entrega de los certificados de trabajo”, DT 2011 (septiembre), p. 2360; ETALA (h.), Juan José, “La entrega del certificado de trabajo”, DT, 2012 (diciembre), p. 3258.

(29) Cám. Apels. Trelew, Sala A, 08/07/2009, “Lara, Osvaldo José c. Agropecuaria del Sur S.A. y/o q´ rlte.

resp. s/ Indemnización” (Expte. 314 - Año 2009 CANE), en La Ley Online, cita AR/JUR/76506/2009, voto Dr. López Mesa.

(30) Cám. Apels. Trelew, sala A, 08/07/2009, “Lara, Osvaldo José c. Agropecuaria del Sur S.A. y/o q´ rlte. resp. s/ Indemnización”, cit, voto Dr. López Mesa.

(31) CNCom., sala D, 29/8/95, “Berenstein, Adolfo c. Omega Coop. de Seguros Ltda. y otros”, LA LEY, 1996-A, 596 y DJ, 1996-1-666; Cám. Apels. Trelew, sala A, 08/07/2009, “Lara, Osvaldo José c. Agropecuaria del Sur S.A. y/o q´rlte. resp. s/Indemnización”, en La Ley online, cita AR/JUR/76506/2009, voto Dr. López Mesa; ídem, 20/8/08, “Artero de Redondo, Amelia c. Polacco, Ricardo César s/Sumario”, en La Ley Online, cit supra.

(32) Cám. Apels. Trelew, sala A, 08/07/2009, “Lara, Osvaldo José c. Agropecuaria del Sur S.A. y/o q´rlte. resp. s/ Indemnización”, cit, en La Ley Online, voto Dr. López Mesa.

(33) Cám. Apels. Trelew, sala A, 12/04/2013, “Velarde, Jorge Antonio c. Continental Armadores de Pesca S.A. y c. Javier DA SILVA y/o quien resulte responsable y/o Propietario de “Dipemar” s/Cobro de haberes e Indem-nización de Ley” (Expte. Nº 02 - año 2013 CAT.), en La Ley Online, voto Dr. López Mesa.

(34) Cám. Apels. Trelew, sala A, 12/04/2013, “Velarde,

Jorge Antonio c. Continental... “(Expte. 2 - Año 2013), en eldial.com y La Ley Online, voto Dr. López Mesa.

(35) Cám. Apels. Trelew, sala A, 12/04/2013, “Velarde, Jorge Antonio c. Continental... “, cit, en eldial.com y La Ley online, voto Dr. López Mesa.

(36) OSTERLING PARODI, Felipe - CASTILLO FREYRE, Mario, “Compendio de Derecho de las Obliga-ciones”, Palestra editores, Lima, 2008, p. 505.

(37) Como dijimos en un voto reciente, siendo la ra-zonabilidad y la proporción verdaderos paradigmas que los padres de nuestra Constitución -Juan Bau-tista Alberti y José Benjamín Gorostiaga- exigieron para toda restricción de derechos, la irrazonabilidad o la desproporción deben verse como un atentado a la Constitución Nacional y a su augusta majestad. Ergo, constitucionalidad es razonabilidad y proporción. En palabras llanas, que desproporción o irrazonabilidad, equivalen a inconstitucionalidad, sencillamente, porque toda limitación irrazonable o desproporcionada de un derecho es inconstitucional (cfr. Cám. Apels. Trelew, Sala A, 18/4/2013, “Navarro Jorge Ruben c. Barrancas Blancas S.R.L. y/o quien resulte propietario, armador, locatario y/o responsable del Buque Pesquero SAN IG-NACIO s/Cobro de haberes e Indemnización de Ley” (Expte. 451 - Año 2012 CAT)”, en sist. Eureka, voto Dr. López Mesa).

Page 4: Artículo obligaciones querables

4 | mIERCOLES 12 DE JUNIO DE 2013

O como dijo nuestra Sala en un fallo, en determinados casos ocurrentes correspon-de moderar el peso de la carga de la prue-ba. Es que en ocasiones la obtención de una probanza directa se muestra en la práctica seriamente dificultosa y a raíz de ello se han formulado pautas de flexibilización del “onus probandi”, tales como a mayor dificultad, me-nor exigencia probatoria, o el límite de toda carga es la posibilidad cumplirla (confr.: Za-vala de González, “La prueba en los procesos de daños y perjuicios”, en la obra colectiva “Procedimiento probatorio”, Panamericana, 1998, p. 333). Ya antaño el maestro Couture indicaba que “para el caso de prueba muy di-fícil (diffilioris probationis) los jueces deben atemperar el rigorismo del Derecho a fin de que no se hagan ilusorios los intereses legí-timos” (“Fundamentos de derecho procesal civil”, 3ª ed., reimp. Depalma 1997, p. 247, n° 157) y hogaño, en idéntico orden de ideas, nuestra Corte Suprema Nacional ha decla-rado que “las reglas atinentes a la carga de la prueba deben ser apreciadas en función de la índole y características del asunto sometido a la decisión del órgano jurisdiccional, a los efectos de dar primacía, por sobre la inter-pretación de normas procesales, a la verdad jurídica objetiva, de modo que el esclareci-miento no se vea perturbado por un excesivo rigor formal” (La Ley, 2001-C, 959). (38)

Cuando vemos propuestas ilusorias o ex-tremadamente ritualistas, quienes hemos sido activos abogados litigantes primero, lue-go funcionarios del Estado, después funcio-narios judiciales y luego magistrados, vemos con horror cómo pueden perderse algunos en laberintos conceptuales, para desatender las exigencias de la realidad.

Es verdaderamente una exigencia irreal que alguien pueda probar un hecho negati-vo, máxime cuando él consiste en la ausencia de requerimiento de pago; con una tesitura como la que combatimos, en verdad, se está eligiendo a quien perjudicar, bajo argumen-tos presuntamente legales.

Como bien dijera el maestro Boffi Boggero, “la normatividad no puede desentenderse de la realidad natural”. (39) Y agregamos noso-tros, la interpretación de las normas, menos aún puede llegar por interpretaciones con-jeturales o sesgadas de los textos a negar la realidad evidente.

El requerimiento de una prueba negativa así, violenta toda razonabilidad y contraviene el principio favor debitoris, que tanto se me-nea en otros aspectos, tornando ilusorio el tratamiento de todo el tema.

Un autor ha concluido, luego de brindar diversos argumentos, lo siguiente: “1. Es co-rrecta la doctrina del plenario en cuanto in-terpreta que en las obligaciones a plazo pa-gaderos en el domicilio del deudor, es éste, quien debe probar que el acreedor no concu-rrió a recibir el pago, si pretende liberarse de las responsabilidades derivadas de la mora (art. 509 in fine, Cód. Civil). 2. El art. 747 no se encuentra en pugna con el dispositivo del 509. En las obligaciones a plazo la mora se produce por el solo vencimiento, cualquiera

que sea el lugar de pago, salvo que el deudor demuestre no tener culpa. 3. La cooperación del acreedor es siempre necesaria, trátese de deudas “quérables” o “portables”. La prueba de la no cooperación incumbe al deudor en todos los casos. 4. Que la prueba impuesta al deudor sea de difícil producción no constitu-ye un argumento decisivo para condenar la doctrina legal impuesta”. (40) A partir de ello ha sostenido la aplicación, sin cortapisa o lí-mite alguno, de la mora automática a las obli-gaciones quérables.

Nos parece un desatino. Tal solución es ilu-soria e implica, a nuestro juicio, una herme-néutica no lograda de los textos en juego, so-bre la base de la aplicación lineal del art. 509 Cód. Civil y sin advertir cómo interactúan con él otras normas y principios. (41)

Los arts. 747, 542, 953 y 1198 del Código Ci-vil, y fundamentalmente los principios que ellos consagran, también deben ser llama-dos a intervenir en la formación del ensam-ble normativo que brinde una solución equi-tativa para esta compleja categoría que aquí analizamos.

Es que sin ellos tal ensamble estaría incom-pleto y no conformaría la “norma total” que, según la mejor doctrina alemana, debe siem-pre buscarse para zanjar casos delicados y cuestiones dudosas, que no son captadas cla-ra e incuestionablemente por una sola nor-ma, directamente aplicable a ellos.

El principio que surge del art. 542 Cód. Ci-vil es aplicable al caso, pues si no son admisi-bles las condiciones potestativas puras, que son aquellas que dejan librada a la voluntad de una sola persona, el acaecimiento o no del hecho condicionante, tampoco puede admi-tirse que un acreedor por su sola voluntad, por el recurso de no presentarse a cobrar su deuda, convierta en moroso al deudor por el solo paso del tiempo.

Sería verdaderamente escandaloso y an-tisocial admitir una solución así, pues en ese caso no habría motivo, directamente, para determinar el lugar de cumplimiento de la prestación en el domicilio del deudor, visto que pondría al deudor en peor condición que si cumpliese en otro lado, ya que se le obliga-ría a probar un hecho negativo, peor aún, uno que es imposible de probar regularmente.

También son de aplicación los principios que surgen de los arts. 953 y 1198 CC, el pri-mero, porque vulnera la moral y buenas cos-tumbres que una persona sea colocada en mora, si el acreedor que tenía el deber de co-laborar para el cumplimiento no ha hecho esa contribución y su mera inacción o inercia co-loca al deudor en mora.

Y la última norma señalada, porque vul-nera el principio general de la buena fe que un deudor sea colocado en una situación tan desventajosa por el acto de malicia de su con-trario, de sacar ventaja de una situación no clara y no concurrir a cobrar, sin probar ha-ber ido a hacerlo a su domicilio.

Finalmente, el entendimiento que com-batimos vulnera el principio favor debitoris, que se transformaría en una mascarada, si se perjudicase de un modo tan terminante e

injustificado al deudor, obligándosele a pro-bar un hecho negativo -la ausencia de requeri-miento de pago- prácticamente imposible de acreditar, lo que resulta o bien gravoso o bien requiere la presentación de pruebas inverosí-miles o poco convincentes.

Qué otro calificativo cabe poner a una prueba por la cual pretenda probarse un he-cho que pudo suceder o no durante un de-terminado período de tiempo -por ejemplo, que el acreedor no se presentó a cobrar en el domicilio del deudor, del 1 de febrero de 2013 hasta el 3 de marzo del mismo período-.

Si se pretendiese acreditar un extremo de hecho así por medio de testigos, la sombra del falso testimonio cubriría toda la declara-ción del deponente, cuya razón de sus dichos sería para comentar largo rato, pero nada convincente, con toda seguridad.

Imagínese un testigo que pretenda afirmar que ha estado en el domicilio del deudor todo el tiempo en que pudo presentarse el acree-dor durante ese período, para afirmar que el mismo no concurrió a cobrar; ello implica afirmar, implícitamente, que esta persona no se ausentó de ese lugar un solo instante, nunca se distrajo, no satisfizo sus necesida-des fisiológicas básicas, estuvo atento todo el tiempo a la posible presencia de esta persona en la puerta del inmueble, etc.

Máxime pensando que no podría ser un tes-tigo incluido en alguna causal de inhabilidad, como un pariente, el cónyuge del deudor, etc. ¿cuál sería la razón de los dichos de un tes-tigo así que diera algún poder convictivo al testimonio?

Creemos que la exigencia de prueba de un no hecho -el no requerimiento del pago, durante un largo período- resulta o bien imposible o, al menos, supererogatoria para el deudor, al no tratarse de un hecho negativo que pueda pro-barse por hechos positivos contrarios.

En consecuencia, es un hecho negativo que no puede probarse válidamente, ya que cualquier prueba que se presentase automá-ticamente removería los pensamientos más negativos del juez sobre ella, por lo inverosí-mil de la posición del testigo en la situación a probar. Y los jueces no pueden, no deben, ser cándidos.

Por ende, coincidimos acabadamente con el precedente de la Excma. CNCom., Sala B, sobre que “cuando el lugar de pago es el domi-cilio del propio deudor, no se produce la mora automática por el mero transcurso del plazo cierto, ya que en tal circunstancia el mismo deudor estaría obligado a probar el hecho ne-gativo de la inconcurrencia del acreedor a su domicilio al tiempo previsto para el pago. Tal prueba negativa es prácticamente imposible, por lo que nadie puede estar sometido a una probanza de esa naturaleza”. (42)

Y en otro caso se resolvió que la prueba de un hecho negativo, en principio, se encuentra vedada en nuestro orden jurídico, no sólo por contraponerse a lo establecido por el art. 377 CPCCN, sino por la dificultad -por no decir im-posibilidad- práctica de comprobar la no ocu-rrencia de un determinado hecho (ei incumbit probatio qui dicit, non qui negat). (43)

También compartimos el criterio de que tratándose de un pagaré a la vista, con cláu-sula sin protesto”, es insuficiente a los efectos de tener por constituido en mora al demanda-do el requerimiento por telegrama colaciona-do, en tanto el mismo no puede reemplazar la ineludible presentación del documento, aten-to a su naturaleza de título “quérable”. (44)

En similar sentido, se dijo agudamente que aun tratándose de pagarés librados “a la vis-ta”, ello y la dispensa del protesto no excluyen la carga de presentación. En efecto, la deuda instrumentada en aquéllos en “quérable”, esto es, aquella cuyo lugar de cumplimiento es el domicilio del deudor (o el domicilio indicado en el título), por lo que el ejecutante debe pre-sentarse en aquél para requerir hacerla efec-tiva, porque el mero requerimiento de pago sin exhibición de los títulos que induzca “con-templatio leteris” no importa -salvo los casos de expresa admisión del obligado-, presenta-ción, concebida como carga específicamente cambiaria cuya noción comprende la activi-dad descripta. (45)

Adherimos al criterio tradicional de que cuando el domicilio de pago es el del deu-dor se requiere la efectiva colaboración del acreedor para que se pueda efectivizar la obligación; caso en que la mora del art. 509 del Código Civil no se produce de pleno de-recho, pues es necesario que el acreedor de-muestre que ha concurrido al domicilio de pago con intención de recibirlo y así dar por cumplida con la obligación que emergía del contrato. (46)

Y coincidimos absolutamente con el crite-rio de la Suprema Corte bonaerense de que cuando el domicilio de pago es el del deu-dor, se requiere la efectiva colaboración del acreedor para que se pueda efectivizar la obligación; caso en que la mora del art. 509 del Código Civil no se produce de pleno de-recho, pues es necesario que el acreedor de-muestre que ha concurrido al domicilio de pago con intención de recibirlo y así dar por cumplida con la obligación que emergía del contrato. (47)

Nos ha tocado intervenir como Juez de Cá-mara en varios casos donde se debatían obli-gaciones quérables. En ellos, dejamos sentado que cuando las obligaciones del deudor en-cuadran dentro de tal categoría, la mora se produce por constitución, sin que sea concep-tualmente aplicable en este campo la mora automática. (48)

Dijimos allí que en las obligaciones “de re-cogida” o “quérables”, para que se configure la mora del deudor, es menester una prestación accesoria del acreedor del dinero, consisten-te en presentarse para cobrar en la sede del deudor. (49)

Y expresamos luego en el mismo fallo que tratándose de una obligación de recogida o quérable, ante el incumplimiento del acreedor de concurrir a cobrar no puede sostenerse que pesa sobre el primero una obligación im-plícita de diligencia consistente en interpelar al acreedor para que concurra a cobrar; en efecto, dado que el débito del deudor se ago-ta en aguardar la concurrencia del acreedor para efectuar el pago, la circunstancia de no haber cursado la referida interpelación no le

(38) Cfr. Cám. Apels. Trelew, sala A, 30/6/2009, “Bay, Luis Oscar c. Moreira, Juan Carlos s/indem. accidente de trabajo” (Expte. 202 - Año 2009 CANE), en La Ley Online y eldial.com, voto Dr. Carlos Velázquez, al que adhirió el suscripto.

(39) BOFFI BOGGERO, Luis María, “Tratado de las obligaciones”, Astrea, Buenos Aires, 1977, t. 4, p. 93.

(40) WAYAR, Ernesto, “La mora del deudor cuando su domicilio es lugar de pago”, LA LEY, 1980-C, 1129.

(41) Respecto de los principios rectores del Derecho Civil argentino y de las pautas para realizar hermenéu-

ticas logradas, vid. LÓPEZ MESA, Marcelo J., “Acerca de los principios rectores de nuestro derecho civil (Un tema huérfano de aportes conceptuales en nuestra doc-trina)”, en eldial.com, clave DC1A41.

(42) CNCom., sala B, 09/04/1981, “Frigorífico Pilaro SA c. Rodríguez, Norberto”, en AP online.

(43) CNCom., sala A, 12/12/2006, “Stjepovich, María c. Empresa de Transportes Pedro de Mendoza C.I.S.A. s/sumario”, en AbeledoPerrot Online

(44) CNCom., sala E, 14/07/1982, “Banco General de Nego-cios S.A. c. Elizaga, Gustavo R.”, JA, 1982-IV, síntesis e ídem,

31/08/1984, “Cía. Financiera del Plata SA c. Zolezzi, Pablo”, en AbeledoPerrot online; en similar sentido, CNCom., sala C, 27/02/1985, “Carro, Héctor c. Joseph, Luis”, en AP online).

(45) C. Civ. y Com. Junín, 18/03/1983, “Cangialosi, Mateo c. Gavilán, Juan C. y otros”, JA 1984-I-266; ídem, 12/08/1983, “Muracciole, Pedro A. c. Gallese, Juan C.”, JA, 1984-II-280, voto de la mayoría.

(46) SCBA, Ac. 29.284, causa “Prados”, “Acuerdos y Sentencias” 1980-III-24.

(47) SCBA, 31/3/1998, “Zajsek, María Marta c. Pollaroli, Ethel Angela s/Cumplimiento de contrato”, en Juba sum.

B24453; en igual sentido, C. Civ. y Com. Quilmes, sala 1ª, 15/03/2004, “Lopez José c. Municipalidad de Fcio. Varela s/Cobro de Alquileres”, en Juba sum. B2901911.

(48) Cám. Apels. Trelew, sala A, 20/08/2008, “Artero de Redondo, Amelia c. Polacco, Ricardo César s/Suma-rio”, en La Ley Online, cit supra; ídem, 12/04/2013, “Ve-larde, Jorge Antonio c. Continental... “(Expte. 2 - Año 2013), en La Ley online, voto Dr. López Mesa.

(49) Con cita del fallo de la CNCom., sala D, 29/8/95, “Berenstein, Adolfo c. Omega Coop. de Seguros Ltda. y otros”, LA LEY, 1996-A, 596 y DJ, 1996-1-666.

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es imputable como base de una atribución de mora. (50)

Y que en este tipo de obligaciones designa-das en francés como “dettes querábles” y cas-tellanizadas como “obligaciones de recogida”, es esencial la colaboración del acreedor para que el deudor se libere, motivo por el cual la mora automática no juega, al requerirse para la extinción de las mismas una colaboración del acreedor consistente en presentarse a co-brar en el domicilio del deudor. (51)

Como bien dicen los maestros Terré, Si-mler y Lequette: “cuando el pago debe hacer-se en el domicilio del deudor..., las deudas son quérables (dettes querábles); ellas obligan al acreedor a buscar su deuda ante el deudor... En la práctica, esta regla significa en estos días que el acreedor no puede válidamente perseguir a su deudor o colocarlo en mora si él no le ha reclamado el pago, por ejemplo por correo dirigido a su domicilio”. (52)

Coincidimos con Mariano Gagliardo sobre que “...la mora automática no funcionaría mientras el acreedor no realice la actividad a su cargo, consistente en la concurrencia al domicilio del deudor en busca de la presta-ción que le es debida”. (53)

Continúa diciendo el Dr. Gagliardo que “...entendemos que el art. 747 del Código Civil no ha sido derogado ni expresa ni tácitamen-te, lo cual se infiere claramente del articulado de la ley 17.711. Con carácter previo, debe re-cordarse que son innumerables las situacio-nes en las que el deudor tiene plazo y lugar para efectivizar su pago. Por el contrario, en ausencia de estas pautas, el lugar de pago al vencimiento de la obligación será su domici-lio. Resulta claro que el vencimiento del pla-zo se produce temporalmente tanto en el do-micilio del acreedor como en el del deudor. Sin embargo, en este último supuesto existe una discriminación entre su exigibilidad y la mora, mientras que en el primero promedia

una coincidencia, por lo que la mora, salvo acuerdo en contrario, será automática”. (54)

Sus desarrollos prosiguen expresando que “La exigibilidad es presupuesto del estado de mora, pero para que se produzca ésta, será necesaria la concurrencia del acreedor o quien lo represente al domicilio del deudor a recibir el pago. El distingo del domicilio del acreedor y deudor, como el lugar de pago, recepta en cierta medida, la distinción de la doctrina francesa entre dettes quérables -cuyo pago debe ser buscado por el estipulante-, a diferencia de las dettes portables, que deben ser entregadas por el promitente. La solución debe enfocarse desde el ángulo de la activi-dad probatoria que constituye un imperati-vo del propio interés. Todo deber implica una restricción a la libertad jurídica o bien un sa-crificio y no puede por ello trasladarse al deu-dor la prueba de un hecho negativo -extrema-damente difícil-, pues no sería equitativo exi-gir que el deudor estuviera aguardando las 24 horas del día del vencimiento a su acreedor, o bien que debiera probar que así lo hizo, o que aquél no compareció. En consecuencia, pare-ce más razonable -acorde con los principios de buena fe-probidad- la concurrencia al do-micilio del deudor a percibir su crédito, ade-cuándose a la directiva procesal que impone a cada parte la carga de la prueba respecto de los hechos a los que atribuye la producción del efecto jurídico que pretende”. (55)

En similar sentido, valiosa jurispruden-cia ha dejado sentado que “el principio de la mora automática no es absoluto. Tratándo-se de obligaciones que deban cumplirse en el domicilio del deudor (o deuda quérable) -que representa la regla supletoria aplicable en de-fecto de estipulación contraria (arts. 747 y 748, Cód. Civil)-, no bastará el simple vencimiento del término fijado, sino que será necesaria la constitución en mora del obligado mediante la interpelación correspondiente a los efectos de que el acreedor acredite la negativa del pago, pues, de lo contrario, le bastaría a éste

no concurrir al domicilio del deudor para ha-cerle incurrir en mora. Lo mismo en todos los demás casos en que el cumplimiento de la obligación requiera la cooperación del acree-dor. Esta doctrina también regía antes de la reforma al Código Civil, cuando era indispen-sable para la constitución en mora el requeri-miento del acreedor”. (56)

Y en pareja senda se ha declarado que la existencia de cláusula expresa pactando la mora automática para el supuesto de incum-plimiento no libera al acreedor, cuya colabo-ración es necesaria, de demostrar su oportu-na presencia en el domicilio del deudor, en los supuestos en que el lugar de pago de la obli-gación es el domicilio de éste, para integrar el presupuesto de producción de la mora. (57)

La doctrina favorable a la postura del deu-dor en las obligaciones quérables también ha sostenido la inaplicabilidad de la mora auto-mática en estos casos, posición en la que nos encolumnamos, y que sostienen autores de prestigio. (58)

Se requiere al efecto de la constitución en mora del deudor la actuación del acreedor, consistente en concurrir al domicilio del deu-dor a reclamar su prestación. Esa es la regla general, que debe cumplirse siempre que el deudor de un modo verificable no haya antici-pado su intención de incumplir la prestación; es que, en tal caso, la concurrencia del acree-dor sería un requisito estéril.

Y, como dijimos en un voto nuestro, el de-recho no impone formalismos inútiles ni exi-ge nunca la realización de actos estériles, es decir, actos que no tienen un contenido real, que no tienen una finalidad concreta. (59)

Los recaudos se conceden para dar al obli-gado una oportunidad de cumplir determi-nada obligación. Cuando el beneficiado por el recaudo -como el requerimiento de pago- abdica de su derecho a gozarlo, declarando

previamente -por ejemplo- que no tiene la vo-luntad de cumplir el acto que se le intima, el requisito formal de la interpelación deja de tener sentido, ante la manifestación recepti-cia de quien ya ha manifestado su voluntad.

El derecho no impone ni exige actos estéri-les, como lo ha puesto de resalto la jurispru-dencia nacional reiteradamente y como puede verse en el excelente voto del maestro Roberto Ernesto Greco. (60)

Pero ¿qué son actos estériles? Son aquellos actos sin un contenido real, que han quedado privados de consecuencias prácticas o virtua-lidad, por el vaciamiento de su ámbito real de significación.

Por ende, si tal fuera el caso, el requerimien-to de pago personal en su domicilio habría que-dado vacío de sustancia y perdería sentido. En todos los demás supuestos, él debe practicar-se necesariamente para constituir en mora al deudor. l

cita on line: AR/DOC/1987/2013

Bustamante alsina, Jorge. “La mora del deudor y la concepción dinámica del patrimonio”. RCyS, 1999, p. 987 - Obligaciones y Contratos Doctrinas Esencia-les, tomo I, p. 335. papaño, Ricardo J., “Distintos aspectos de la mora en la jurisprudencia actual”. LA LEY, 1989-D, 557 - Obligaciones y Contratos Doctrinas Esenciales, tomo I, p. 505. gesualdi, dora mariana; Silvestre aimo, Norma olga, “La mora en las obligaciones “querables” y con prestación de no hacer”. LA LEY,1985-A, 1028 - Colección de Análisis Jurisprudencial, Obligaciones Civiles y Comerciales - Director: Dora m. Gesualdi, Ed. La Ley, 2003, p. 36.

alegar sobre cuestiones de hecho y prueba; y mucho menos agregar alguna.

A partir de esa noción básica, y con relación particular al art. 11 de la nueva ley que modifi-ca los arts. 288/301, caben las siguientes re-flexiones tendientes a demostrar no sólo la in-eficacia como remedio a aquel problema, sino un vicio más aún, que es su grave lesión a los principios elementales del derecho procesal.

Veamos en primer lugar: ¿cuál es el alcan-ce del recurso de casación que se implanta?

¿Comprende a todas las sentencias defini-tivas (o equiparables) o sólo a las que men-ciona en el segundo párrafo: suspensión de actos estatales o medidas cautelares contra la autoridad pública y decisiones sobre pre-tensiones contencioso administrativas?

Admitiendo como hipótesis que el segundo párrafo no limita al primero, sino que lo acla-ra —cuestión que seguramente dará lugar a discrepancias orientadas por preferencias de distinta índole, entre las cuales no debemos descartar las políticas—, el art. 289 supone una revisión amplia de todas las sentencias de Cámara, incluyendo aspectos procesales: aplicación o interpretación de la ley sustan-tiva y la inobservancia de formas procesales. Esta amplitud no es propia de un tribunal de casación, según lo expresado al principio de estos comentarios.

También incluye la nueva normativa la “unificación de la doctrina” cuando se pronun-

cien sentencias contradictorias ¿entre quié-nes? Se impone un interrogante: ¿solamente Salas de la Cámara? ¿o también de 1ª Instan-cia cuando es irrecurrible y contradice una doctrina de la Cámara de Casación?

Por otra parte no establece límite tempo-ral sobre el antecedente contradicho, lo cual crea un campo de inseguridad riesgoso. Añá-dase que, según la nueva norma, el tribunal que decide sobre la procedencia del recurso de casación es el mismo que dictó el fallo im-pugnado por contradictorio; tampoco se indi-can los pasos a seguir para establecer en qué consiste concretamente la eventual contra-dicción para su sometimiento a la Casación.

En cualquier caso no se exigen requisitos como el de haber invocado el antecedente y la antigüedad máxima de esa sentencia.

En la ley 26.853 se deroga, por el art. 12, el art. 303 del CPCCN, con lo cual queda sin

efecto la obligatoriedad de los fallos plena-rios dictados antes de la modificación (más de trecientos en el fuero laboral) y priva de la misma eficacia a los pronunciamientos de la Cámara de Casación sobre la doctrina de aplicación o interpretación elaborada a tra-vés de los años. De tal modo se crea un ver-dadero caos en materia jurisprudencial, que ofende de manera directa y grave la garantía de igualdad ante la ley que establece el art. 16 de la Constitución Nacional.

En el inc. 4 del nuevo art. 289 se instala como causa de fundamento del recurso de casación la arbitrariedad. Es sabido que esta posibilidad de excepción para revisar una sentencia a nivel de instancia extraordina-ria está limitada por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia que es el tribunal último para admitir si ha mediado ese vicio en el pronunciamiento. También es sabido

La ley de creación de Cámaras de Casación

vieNe de Tapa

(50) CNCom., sala D, 29/8/95, “Berenstein, Adolfo c. Omega Coop. de Seguros Ltda. y otros”, LA LEY, 1996-A, 596 y DJ, 1996-1-666.

(51) Cám. Apels. Trelew, sala A, 20/08/2008, “Artero de Redondo, Amelia c. Polacco, Ricardo César s/Sumario”, en La Ley online, cit supra; ídem, 12/04/2013, “Velarde, Jorge Antonio c. Continen-tal.... “, en eldial.com y La Ley Online, voto Dr. López Mesa.

(52) TERRÉ, François - SIMLER, Philippe - LE-QUETTE, Yves, “Droit civil. Les obligations”, 6ª edición, Dalloz, Paris, 1996, p. 1002, Nº 1247.

(53) GAGLIARDO, Mariano, “La mora en el derecho civil y comercial. Su estructura y alcances”, Edit. Abele-do-Perrot, Buenos Aires, 1979, p. 63.

(54) GAGLIARDO, Mariano, “La mora en el derecho civil y comercial. Su estructura y alcances”, cit., p. 64.

(55) GAGLIARDO, Mariano, “La mora en el derecho civil y comercial...”, cit., p. 64.

(56) Cám. Civ. Com. Córdoba, 3ª Nom., 15/7/77, “Or-tíz, Pedro c. Bechara, Antonio”, en “Comercio y Justi-cia”, XXVIII-J-152.

(57) Cám. Civ. Com. Santa Fe, sala I, 19/8/81, “Cam-pagnoli, Armando F. c. Faimberg. S. A. Zacarías”, JA, 1982-I-608; ídem, 29/8/80, “Kinsel, J. D. y otros c. Mo-reyra, R. M.”, Zeus 981-22-155.

(58) Cfr. GRECO, Roberto E., “La mora del deudor en la reforma de 1968”, Revista del Notariado, p. 716, núm. 716; LLAMBIAS, Jorge J., “Tratado de derecho civil. Obligaciones”, Perrot, Buenos Aires, 1970, t. II, p.

829; MOISSET de ESPANES, Luis, “La mora y la refor-ma...”, JA, 1968-V, p. 794; RAFFO BENEGAS-SASSOT, “Mora”. Art. 509 del Cód. Civ.”, JA, Doct.-1970, p. 763; ALTERINI, Atilio A., “El derecho de las obligaciones en el IV Congreso...”, JA, Doc.-1970, p. 210; RAMELLA, Anteo, “La mora...”, LA LEY, 140-1027; PIANTONI, Ma-rio A., “La mora...”, Lerner, Córdoba, p. 115; PIZARRO, Ramón Daniel - MOISSET de ESPANES; Luis, “Reflex-iones en torno a la mora del deudor y el lugar de cum-plimiento...”, Boletín de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba, 1976-1977, p. 256; CAZEAUX, Pedro N., “La mora en el cumplimiento...”, p. 171; GAGLIARDO, Mariano, “La mora...”, cit., p. 65; CAZEAUX, Pedro N. y TRIGO REPRESAS, Félix A., “Derecho de obligaciones”, La Ley, Buenos Aires, 2011,

t. I, pp. 231 y ss., Nro. 185; TRIGO REPRESAS, F. A., “Los requisitos de la mora del deudor en las Segundas Jornadas Provinciales de Derecho Civil de Mercedes”, LA LEY, 1983-D, 1112; BELLUSCIO, Augusto C. - ZAN-NONI, Eduardo A., “Código Civil”, Astrea, Buenos Ai-res, 1979, t. 2, p. 602; RACCIATTI, Hernán, “Mora en las obligaciones a plazo que deben cumplirse en el domicilio del deudor”, JA, 1978-IV, p. 635.

(59) Cfr. Cám. Apels. Trelew, sala A, 15/12/2009, “Ber-tini, Yolanda Laura c. Podestá, Juan Manuel y/o q´rlte. prop. y/o resp. de La Botica Natural s/ Diferencia de ha-beres e indemn. de ley” (Expte. 689 - Año 2009 CANE), en La Ley Online, voto Dr. López Mesa.

(60) CNCiv., sala G, 30/9/87, “Amarillo, Eduardo c. Gubergrit, Manuel”, ED, 131-377.

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maS iNfoRmacioN

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que el fundamento de ese supuesto es el de la garantía de defensa en juicio que establece el art. 18 de la Constitución Nacional. En la forma en que se incorpora resulta que las fa-cultades de revisión por arbitrariedad que se otorgan a la Cámara de Casación no difieren de las que enmarcan las propias de la Corte Suprema —e incluso de las Cámaras de Ape-laciones— convirtiendo en consecuencia a ese nuevo tribunal en una tercera instancia que contribuirá a incrementar la litigiosidad y la demora en alcanzar pronunciamientos definitivos, aun cuando se discutan cuestiones ligadas a los hechos y las pruebas.

Semejantes consecuencias de demora se producirán con la implementación del re-curso de inconstitucionalidad cuya decisión se otorga a la Cámara de Casación. Es un principio elemental de interpretación de la Constitución Nacional y de la facultad de los jueces el de su capacidad para efectuar el control difuso (art. 43 de la CN) de constitu-cionalidad y el convencionalidad, de manera que el aseguramiento de la garantía se en-cuentra suficientemente cumplido con esa facultad y con la posibilidad, ciertamente limitada, al examen de ese control por la vía del recurso extraordinario regulado por el art. 14 de la ley 48, sin necesidad de introdu-cir un nuevo tribunal entre los que intervie-nen en el procedimiento de doble instancia que impone el CPCCN y al cual se remite la ley 18.345 en su art. 155. Es decir, que para el control aludido se complementan las dos instancias con una tercera para poder llegar a la extraordinaria regulada por la ley 48. El resultado de la creación de la tercera instan-cia será, como se dijo, la demora en la obten-ción de un fallo definitivo, sin duda a cargo de la Corte Suprema de Justicia (arts. 116 y 117 de la Constitución Nacional).

Como se ve, un efecto cierto de las modifi-caciones es el de postergar en el tiempo la po-sibilidad de un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia, ya que la exi-gencia de que el fallo recurrido provenga del

tribunal superior de la causa sólo se cumpliría después de la intervención de la Cámara de Casación. Es obvio que esto complica la liti-giosidad, limita las posibles defensas por el transcurso del tiempo y extiende la duración de los juicios con afectación de los derechos de las partes. Esto último se ve especialmen-te concretado cuando se trata de conflictos de contenido laboral donde la parte más débil económica y socialmente no encontra-rá protección adecuada a sus derechos, sino después de haber transitado recursos que postergarán y llegarán a hacer inútiles sus reconocimientos. (2) Fieles al principio cons-titucional de protección del trabajo en todas sus formas (art. 14 bis), corresponde que el legislador medite sobre este tema y resuelva adecuar la implementación de la Casación a esos conflictos en los que está involucrado un trabajador para asegurarle, por un lado, la igualdad y la seguridad; y, por otro, la evi-tación de la demora en la obtención de una sentencia definitiva.

Por estas últimas razones, particularmen-te, correspondería introducir limitaciones a la aplicación de estas disposiciones de la nueva ley, exceptuando de su alcance a los juicios que tramitan ante la Justicia Nacional del Trabajo, estableciendo, con una ley es-pecial para aplicación en el fuero laboral, las siguientes reglas:

a) El recurso de Casación ante la Cáma-ra que se crea con la ley en la materia sólo procederá cuando se contradiga la doctrina establecida por alguna de las salas de la CN-Trab., siempre que el precedente se hubiera invocado con anterioridad al dictado de la sentencia.

b) También procederá el recurso de Casa-ción cuando la sentencia de la Cámara o del Juez de 1ª Instancia (cuando sea irrecurrible) contradiga la doctrina establecida por la Cá-mara de Casación, siempre que la denuncia del fallo de esta última hubiera sido invocado con anterioridad al dictado de la sentencia.

c) La interpretación de la ley efectuada por la sentencia de la Cámara de Casación será obligatoria para la Cámara de Apelaciones y los Jueces de 1ª Instancia respectivos; y sólo podrá modificarse por medio de una nueva sentencia de la Cámara de Casación.

d) El recurso de casación concedido tie-ne efecto suspensivo relativo, es decir: que mientras la Cámara de Casación resuelve el recurso concedido, se suspenden los pronun-ciamientos en los tribunales del fuero sólo

respecto del tema que ha sido motivo de la intervención de la Cámara de Casación.

e) El fallo de la Cámara de Casación que establezca cuál es la interpretación de ley o del convenio colectivo y cuál la doctrina apli-cable también resolverá el litigio en el que se ha planteado el recurso.

f) Asimismo para que el nuevo tribunal pueda cumplir debidamente las funciones asignadas, deberá modificarse la ley de creación de las Cámaras de Casación para adecuar el número de integrantes de la co-rrespondiente a Trabajo y Seguridad Social teniendo en consideración la cantidad de pleitos que tramitan en esos fueros y la im-portante atribución de fijar doctrina obliga-toria sobre la aplicación de la ley y los conve-nios colectivos, sin que ello provoque a su vez demoras en la tramitación.

Para obtener este resultado en lo que con-cierne a los conflictos laborales bastaría con modificar el art. 155 de la ley 18.345, derogar su art. 124 e incluir una norma a continuación del art. 131 de esa Ley Orgánica, todo ello en los siguientes términos.

1. Modificar el art. 155 de la ley 18.345 su-primiéndose la remisión que contiene a los arts. 288 a 303 del CPCCN.

2. Derogar el art. 124 de la ley 18.345.

3. El recurso de casación ante la Cámara que se crea con la ley en la materia sólo será admisible cuando la sentencia de una Sala de la CNTrab. contradiga la doctrina estableci-da por alguna de las otras Salas, siempre que el precedente se hubiera invocado con ante-rioridad al dictado de la sentencia.

4. También procederá el recurso de casa-ción cuando la sentencia de la Cámara o del Juez de 1ª Instancia (cuando su fallo sea irre-currible) contradiga la doctrina establecida por la Cámara de Casación, siempre que la denuncia del fallo de esta última hubiera sido invocado con anterioridad al dictado de la sentencia.

5. Cambiar el procedimiento la admisibi-lidad del recurso dando intervención a otra Sala para que se pronuncie sobre ello.

6. Ratificar los arts. 291, 292 y 293 de la ley de creación de la Cámara de Casación, corri-giendo la redacción para que resulte compa-tible con las atribuciones que se le confieren según los apartados anteriores e incluir el

art. 124 de la L.O., también adaptado. Igual-mente adaptar el art. 294 para establecer que la Cámara de Casación, después de esta-blecer la doctrina de interpretación, resolve-rá el caso con arreglo a la ley y a la doctrina cuya aplicación declare.

7. La interpretación de la ley y su doctrina efectuada por la sentencia de la Cámara de Casación serán obligatorias para la Cámara de Apelaciones y los Jueces de 1ª Instancia respectivos y esto sólo podrá modificarse por medio de una nueva sentencia de la Cámara de Casación.

8. Mantener la obligatoriedad de la doctri-na de los fallos plenarios dictados por la CN-Trab. conforme con las normas procesales ahora derogadas.

9. Modificar el art. 5° de la ley 26.853 esta-bleciéndose que la Cámara de Casación del Trabajo y la Seguridad Social estará integra-da por once miembros y funcionará dividida en dos salas de cinco miembros. La presi-dencia será ejercida por el miembro restante elegido por los integrantes del tribunal con mandato renovable anualmente.

10. Estas normas serían de aplicación in-mediata.

Cabe añadir que, en lo que respecta al procedimiento de designación de los jue-ces que integrarán las Cámaras de Casa-ción, también se observan serios errores o en todo caso falta de información sobre el tema. La designación de subrogantes se halla sujeta a un procedimiento legal (ley 26.376) según el cual la propuesta de subro-gantes la hace el PE y la aprueba el Senado; y la lista de esos conjueces se pone a dispo-sición de las distintas Cámaras de Apelacio-nes nacionales y federales para que éstas, en cada caso, designen por sorteo el subro-gante para cada caso de vacancia. Esa lista, según información disponible, nunca fue confeccionada ni remitida a las Cámaras de Apelaciones; no al menos a la Cámara Na-cional de Apelaciones del Trabajo. Agrégue-se que en todo caso la designación de subro-gantes se practica respecto de las vacantes que se produzcan en el fuero respectivo y no está previsto que opere ese procedimiento para cubrir vacantes en un tribunal que no existía cuando fueron confeccionadas las listas. l

cita on line: AR/DOC/2292/2013

Medidas cautelares dispuestas en el extranjerocircunstancias que obstan al cumplimien-to. afectación de principios de orden pú-blico internacional argentino. personali-dad jurídica. Sociedades subsidiarias de la condenada en el país requirente. disi-dencia.

véase en página 8, Notas a fallo

Hechos: En el procedimiento de ejecución de sentencia de una causa seguida con-tra una firma en el Ecuador se dictó una medida cautelar. Se decidió que los efec-tos del fallo se extendían a las sociedades subsidiarias de aquélla, en particular dos constituidas en Argentina, aun cuando no tuvieron participación en el pleito, en los términos de la Convención Interame-

ricana sobre el cumplimiento de medidas cautelares. Recibida la rogatoria del juez ecuatoriano, en primera instancia y en la Cámara se dispuso la ejecución de las me-didas. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, al tiempo de conocer en el recurso extraordinario interpuesto por las firmas afectadas, por mayoría, dejó sin efecto la sentencia apelada.

Obsta al cumplimiento de la decisión toma-1.- da por la justicia de otro país —en el caso, Ecuador— de imponer medidas cautelares sobre bienes de sociedades constituidas en Argentina, por ser subsidiarias a la allí ejecutada, el haberse decretado sin audiencia previa con fundamento en la inoponibilidad de su personalidad jurídica, pues se afectaron principios que integran el orden público internacional argentino —arts. 17 y 18 de la Constitución Nacio-nal—, ya que ese dispositivo excepcional no puede ser puesto en práctica sin previa sustanciación.

La personalidad jurídica es un derecho de la 2.- sociedad que protege no sólo su patrimonio, sino que también atiende a los legítimos in-tereses de quienes han contratado con ella, por lo cual, este dispositivo excepcional no puede ser puesto en práctica sin la previa sustanciación, por vía principal o incidental, de un proceso contradictorio con efectiva posibilidad de defensa.

La decisión de declarar inoponible la per-3.- sonalidad jurídica tiene carácter excepcio-nal en el derecho argentino —art. 54 de la Ley de Sociedades 19.550—.

La traba de las medidas cautelares re-4.- querida por un juez extranjero, sobre los bienes de dos sociedades constituidas en Argentina, por ser subsidiarias de la allí condenada no es manifiestamente con-traria al ordenamiento argentino, cuando la norma procesal que rige en la materia dispone que éstas se decretarán y cumpli-rán sin audiencia de la otra parte —art.

198 CPCCN—, y tanto la Convención de Cooperación Judicial Internacional como el ordenamiento interno distinguen con precisión las características de la discu-sión que puede plantearse respecto de este tipo de medidas y la que se desarrollará en oportunidad de disponerse la ejecución de la sentencia. (Del voto en disidencia del Doctor Fayt).

117.100 — CS, 2013/06/04. - Aguinda Sala-zar, María c. Chevron Corporation s/medida precautorias.

cita on line: AR/JUR/19375/2013

citas legales: leyes nacionales 48 (Adla, 1852-1880, 364); 24.579 (Adla, LV-E, 5903); 26.741 (Adla, LXXII-C, 2429).

vieNe de La págiNa 5

(1) “La igualdad y la administración de justicia”, en re-vista Derecho del Trabajo, 2005-A, 465.

(2) Esta consecuencia se dramatiza, si se la conside-ra con respecto a los juicios promovidos por jubilados en procura del reconocimiento de liquidaciones que se ajus-ten a la doctrina de la Corte Suprema sobre el tema.

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juriSprudencia

coNTexTo deL faLLo

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dictamen de la procuración general de la nación:

Suprema Corte:

— I —

La sala de feria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil confirmó la sentencia del juez de primera instancia, que había dado curso al exhorto librado por un juez ecuato-riano y, en consecuencia, había ordenado el cumplimiento en nuestro país del embargo dictado por la suma de U$S 19.021.552.000 sobre bienes que pertenecen a Chevron Ar-gentina S.R.L., Ing. Norberto Priú S.R.L., CDC ApS y CDHC ApS (fs. 765-8 de los autos A.253, L. XLIX)

El tribunal evaluó la procedencia de la rogatoria en los términos de la Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Me-didas Cautelares (en adelante, “CIDIP II”). Sostuvo que esa convención restringe las atribuciones del tribunal argentino para revi-sar una medida decretada por un juez extran-jero. En ese acotado margen, concluyó que en este caso los sujetos afectados por la medida no lograron acreditar la existencia de moti-vos que ameriten rechazar su cumplimiento en nuestro país. En particular, y en cuanto aquí resulta pertinente, sostuvo que no hubo una afectación del derecho de defensa de los recurrentes en tanto éstos tuvieron oportu-nidad de manifestarse en estas actuaciones y en el proceso principal.

Contra esa decisión, Chevron Argenti-na S.R.L., Norberto Priú S.R.L., CDC ApS y CDHC ApS interpusieron recurso extraor-dinario federal (fs. 815-37 de los autos A.253, L. XLIX), que fue concedido únicamente en cuanto se refiere a la interpretación de nor-mas federales (fs. 866-7 de los autos A 253, L. XLIX). La denegación parcial ameritó la

presentación del correspondiente recurso de queja (A.238, L. XLIX).

— II —

En su apelación extraordinaria, los recu-rrentes alegan que la medida dispuesta por el juez ecuatoriano vulnera en forma manifiesta el orden público argentino y, en consecuen-cia, la sentencia apelada en cuanto dispuso su cumplimiento en nuestro país contraria el artículo 12 de la CIDIP II, que es una norma de carácter federal.

Concretamente afirman que la medida procura la ejecución de una sentencia ex-tranjera obtenida en un proceso judicial vi-ciado por fraude, extorsión y cohecho, en el cual las sociedades argentinas y danesas —aquí apelantes y cuyos activos han sido embargados— no fueron parte ni fueron condenadas, por lo que no pudieron ejercer su derecho de defensa en juicio. Se agravian de que se embarguen sus bienes sin haberles dado oportunidad de defenderse en el pro-ceso ecuatoriano en que se condenó a un su-jeto jurídico distinto.

Por otro lado, aducen que el tribunal omi-tió tratar cuestiones conducentes oportuna-mente planteadas y prescindió de constancias agregadas a la causa, que demuestran la afec-tación de su derecho de defensa y el carácter fraudulento de la sentencia y del proceso lle-vado a cabo ante la jurisdicción ecuatoriana

A fojas 58 a 62 de los autos A.238, L. XLIX, los recurrentes denuncian que la vigencia de la medida durante la tramitación del proce-so afecta gravemente intereses esenciales de la Nación, por lo que peticionan que la Corte Suprema declare formalmente admisible la queja (fs. 52-7, de los autos A.238, L. XLIX) y suspenda el embargo (fs. 52-7 y 58-62 de los autos A.238, L. XLIX), en forma previa a emi-

tir un pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión planteada.

— III —

La decisión apelada es equiparable a una sentencia definitiva de acuerdo con la doctri-na de la Corte sobre la materia (Fallos 314:1202; 327:5751; 330:4930). El interés público de la ac-tividad desarrollada por los recurrentes (artí-culo 1, ley 26.741) y la trascendencia económica del embargo me llevan a la convicción de que la decisión apelada puede producir agravios de carácter irreparable a intereses esenciales de la Nación vinculados con la política energética y el desarrollo económico del país. Así el caso involucra una cuestión de gravedad institucio-nal, que, además, no podrá ser sometida a la ju-risdicción de los jueces argentinos a través de un proceso posterior.

El recurso extraordinario es admisible en cuanto cuestiona la inteligencia de la conven-ción aprobada por nuestro país a través de la ley 22.921, que es una norma de carácter federal. A su vez, los agravios expuestos en el recurso de queja son idóneos para habilitar la competencia extraordinaria del Tribunal en virtud de la doc-trina sobre arbitrariedad de sentencias. Esos agravios están inescindiblemente relacionados con las cuestiones federales planteadas, por lo que corresponde tratarlos de forma conjunta con ellas (Fallos: 321:703, 323:2519; 324:4307, entre muchos otros). En este marco, y de acuer-do a la doctrina sentada en Fallos: 308:249 y 325:3464 y en los autos P. 1125 XLI, “Parrine-llo, Rosa Noemí c. Hernández, Oscar Antonio” (sentencia del 27 de septiembre de 2005), opino que corresponde hacer lugar a la queja.

— IV —

No se encuentra controvertido que en la República de Ecuador se llevó a cabo un juicio contra la sociedad estadounidense Chevron

Corporation, en el que ésta fue condenada al pago de una suma de U$S 19.021.552.000. En cumplimiento de esa condena y a los efectos de asegurar su ejecución, el juez ecuatoriano ordenó embargar bienes que no pertenecen a Chevron Corporation, sino a sujetos jurídicos distintos, a saber, Chevron Argentina S.R.L., Ing. Norberto Priú S.R.L., CDC ApS y CDHC ApS (fs. 1/4). Sobre la base de las vinculacio-nes societarias existentes, el juez ecuatoria-no extendió los efectos de la condena al patri-monio de sujetos distintos del demandado y condenado (fs. 201-206 y 215-20).

En la presente causa, la actora solicitó el cumplimiento en nuestro país de la medida ordenada por el juez ecuatoriano. En esa ins-tancia, las sociedades afectadas —Chevron Argentina S.R.L., Ing Norberto PriU S.R.L., CDC ApS y CDHC ApS— se opusieron a esa pretensión alegando que se embargaron sus cuentas bancarias, sus créditos por ventas, así como otros activos, a los efectos de ejecu-tar una condena contra una sociedad distin-ta —Chevron Corporation— dictada en un proceso en el que no fueron oídas ni pudieron ejercer su derecho de defensa.

En este contexto, la controversia que la Cor-te Suprema debe resolver requiere determinar si esa decisión afecta nuestro orden público en los términos del artículo 12 de la CIDIP II.

— V —

En mi opinión, la resolución apelada se aparta de las constancias de la causa y del derecho aplicable en cuanto concluyó que no hubo una afectación del derecho de defensa en juicio de los aquí apelantes.

El embargo que dio origen a estas actuacio-nes recae sobre cuentas bancarias, créditos

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por venta de hidrocarburos, créditos litigio-sos, cuotas sociales y participaciones accio-narias que las sociedades argentinas Chevron Argentina S.R.L. e Ing. Norberto Priú S.R.L. tienen en nuestro país. Además, la medida re-cae sobre las cuotas sociales de esas socieda-des argentinas que poseen las danesas, CDC ApS y CDHC ApS (v. fs. 1/4, anexos 3, 4, 5 y 29 de la prueba documental agregada).

Los sujetos cuyos activos fueron embarga-dos —Chevron Argentina S.R.L., Ing. Norber-to Priú S.R.L., CDC ApS y CDHC ApS— son sociedades constituidas en la República Ar-gentina y en el Reino de Dinamarca (anexos 30, 32 y 33 de la prueba documental agrega-da), que tienen personalidad jurídica propia y distinta de la de sus accionistas directos e in-directos (artículo 2 de la ley 19.550 y artículos 30 y concordantes del Código Civil). En otras palabras, son personas jurídicas distintas de Chevron Corporation y, en ese carácter, te-nían derecho a ser oídas, en condiciones de plena igualdad, por un tribunal independien-te e imparcial para la determinación de sus derechos y obligaciones.

De las constancias incorporadas a esta causa surge que los sujetos embargados no fueron demandados ni condenados en la cau-sa “María Aguinda y otros c. Chevron Cor-poration (antes Texaco)”, donde se dictó la

sentencia condenatoria por la suma de U$S 19.021.552.000 contra un sujeto jurídico dis-tinto (fs. 201-206 y 21520). A su vez, de las pie-zas probatorias no surge que esas sociedades hayan intervenido y, en consecuencia, hayan tenido la oportunidad de ser oídas ni siquiera en la etapa de la ejecución de esa sentencia. Por el contrario, de esas constancias surge que únicamente Chevron Corporation tuvo oportunidad de controvertir la procedencia, el mérito y la extensión del embargo (en espe-cial, fs. 216 vta. y anexo 19 de la prueba docu-mental agregada).

A los efectos de procurar el cumplimiento de la sentencia, el juez ecuatoriano decretó que “la ejecución de esta condena [la dictada contra Chevron Corporation] sea imponible sobre la totalidad del patrimonio de Chevron Corporation” (fs. 201. vta.). Al definir el pa-trimonio de la sociedad condenada, conclu-yó —sin que ello haya sido precedido por un debido proceso— que “tal patrimonio está conformado por todas las empresas afilia-das y subsidiarias” (fs. citadas). Sin embar-go, a partir de tal decisión, embargó los bie-nes —cuentas bancarias, créditos por venta de hidrocarburos, créditos litigiosos, cuotas sociales y participaciones accionarias— que pertenecen a sociedades que, si bien tienen una vinculación societaria con la condenada, son personas jurídicas distintas.

De este modo, el juez ecuatoriano decretó una medida extendiendo los efectos de la con-

dena dictada contra un sujeto a otros, que no fueron parte de ese proceso y sin que esa de-cisión haya sido precedida de un debido pro-ceso donde los afectados hayan podido ejer-cer su derecho de defensa.

Esa violación del derecho de defensa de los sujetos afectados no puede ser subsana-da en este proceso, donde la revisión de los jueces del Estado requerido no compren-de el mérito, la procedencia ni la extensión del embargo y las defensas se limitan a las previstas en los artículos 4, 5 y 12 de la CIDIP II.

— VI —

En este contexto fáctico, cabe recordar que el derecho de defensa en juicio, que re-conoce el artículo 18 de nuestra Constitu-ción, integra el orden público argentino en tanto que es uno de los principios esencia-les sobre los que se asienta nuestro ordena-miento jurídico. En el marco del reconoci-miento de decisiones extranjeras, el ejerci-cio del derecho de defensa exige que haya existido para las partes del proceso extran-jero la posibilidad de comparecer y de ex-poner sus argumentos, ofrecer y producir prueba, ser notificados de la decisión y te-ner la posibilidad de recurrirla. Tales son los contenidos mínimos de la garantía del debido proceso (artículo 18 de la Constitu-ción Nacional) y esos contenidos integran el orden público local.

Así lo ha decidido la Corte Suprema en un caso en el que se cuestionaba la ejecución en nuestro país de una orden judicial dictada por un juez extranjero (Fallos 319:2411). Allí, el Tribunal expuso que “el principio del de-bido proceso adjetivo está consagrado en el art. 18 de la Constitución Nacional, integra el orden público internacional argentino y a él debe conformarse no sólo todo procedimien-to jurisdiccional que se lleve a cabo en juris-dicción argentina, sino también todo procedi-miento que concluya en la sentencia o resolu-ción dictada por autoridad judicial extranjera con efectos extraterritoriales en la República Argentina” (considerando 5°).

De hecho, todas las normas que regulan el reconocimiento extraterritorial de sentencias extranjeras requieren expresamente que se haya garantizado el derecho de defensa en la jurisdicción foránea (artículo 517, inciso 2, Có-digo Procesal Civil y Comercial de la Nación; Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros; Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1889; Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1940; Convención Interameri-cana sobre Arbitraje Comercial Internacional; Convención de Nueva York sobre el Recono-cimiento y Ejecución de las Sentencias Arbi-trales Extranjeras; Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y Administrativa; entre otros).

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El caso “Chevron” El control jurisdiccional de las sentencias extranjeras con efectos en la ArgentinaEl caso “Chevron”

SUmaRio: I. Antecedentes del caso.- II. Resumen.- III. Análisis.i. introducción

Chevron-Texaco, durante las operaciones de su exploración y explotación petrolera en las provincias de Sucumbios y Orellana, ubi-cadas al norte de la selva amazónica en Ecua-dor, contaminó más de dos millones de hectá-reas durante dos décadas.

Según afirman los actores en contra de los cuales se dictó este fallo que comentamos, por efecto de la intervención de la petrolera se extinguieron dos pueblos indígenas an-cestrales: los Tetes y Sansahuaris mientras que Cofanes, Sionas y Secoyas tuvieron que migrar a otras zonas. Texaco acepta su res-ponsabilidad y propone un acuerdo amisto-so cuando el Frente de Defensa de la Ama-zonia asume la representación de los afec-tados iniciando una demanda ante la Corte de Apelaciones de Nueva York. La decisión del tribunal norteamericano fue declarar su incompetencia y remitirlo al Ecuador. La acción continúa y el 7 de Mayo del año 2003 toma intervención la Corte Superior de Nue-va Loja.

La empresa tuvo en todo momento ga-rantizado su derecho de defensa en juicio, a punto tal que gran parte de toda la prue-ba fue producida y pagada por ella misma. Apoyado en 230.000 páginas de informa-ción, los 40 testimonios de personas afec-tadas por Texaco, 106 informes periciales 60 de los cuales fueron pagados totalmente por la petrolera Chevron, 80.000 resultados químicos de las muestras tomadas del suelo, aguas y sedimentos, etc.; se dicta un fallo de

condena de 9.500.000 millones de dólares que deberán ser empleados en la limpieza de los suelos, la instalación de sistemas de agua e implementación de sistemas de sa-lud para la zona. Además —y aquí se arriba a la cifra final de 19.000.000 U$S— el Tribu-nal impuso una sanción punitiva consistente en que Chevron pidiera disculpas públicas a los afectados en un plazo de 15 días poste-rior a la sentencia, si así no fuera el monto se incrementaba al doble. (1) El fallo se apo-ya en el Código Civil ecuatoriano y en la Ley de Gestión Ambiental aprobada en 1999, que permiten acciones colectivas en defensa del medio ambiente aunque no hayan sido vul-nerados los propios derechos de los deman-dantes (2)

Es importante destacar en el fallo algunas definiciones claves sin las cuales no se pue-den entender tanto lo resuelto por nuestra Corte Suprema como el dictamen de la Sra. Procuradora General de la Nación:

1) Es la empresa matriz de Chevron la úni-ca responsable de las actividades de la em-presa filial, ya que carecía de autonomía ad-ministrativa y financiera. Una cuestión que nuestra Corte no admite.

2) Define la responsabilidad objetiva de la empresa más allá de una extensa prueba documental referenciada ut supra, por tra-tarse de actividades de riesgo, en las que el provecho que se origina en dicha actividad debe tener como contrapartida la repara-ción de los daños ocasionados. Esta afirma-ción de la relación de causalidad se da en la medida en que la empresa era plenamente

nota a fallo

SUmaRio: I. Introducción.- II. El dictamen de la Sra. Procuradora General de la Nación.-

III. El Fallo de la CSJN.- IV. Alguna conclusión.

Antonio Gustavo Gómez

Juan Manuel Menestrina

i. antecedentes del caso

Llega a la Corte Suprema un recurso para resolver la decisión adoptada por tribunales inferiores para ejecutar diversas medidas precautorias contra sus bienes ordenadas por la Corte Provincial de Sucumbíos, Repú-blica del Ecuador, y cuyo cumplimiento fue solicitado a dichos tribunales argentinos en los términos de la Convención Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP-II).

Se trata de medidas cautelares dispues-tas en el procedimiento de ejecución de una sentencia dictada en Ecuador, por el cual se condenó a la firma Chevron Corporation a pagar la suma de U$S 19.021.552.000. En dicho proceso se decidió también que los efectos del fallo se extendían a las socieda-des subsidiarias de Chevron Corporation, en particular en lo que aquí interesa, a las demandadas Chevron Argentina S.R.L. e In-geniero Roberto Priú, y los titulares de sus cuotas sociales, empresas radicadas en la República Argentina.

La decisión de extender los efectos de la sentencia a las subsidiarias se basa en la

aplicación de la teoría del “levantamiento del velo societario y desestimación de la personali-dad jurídica”, que, según señala el Juez del Estado requirente, se trata de una decisión que se encuentra ejecutoriada.

ii. Resumen

Los principales lineamientos de la Corte Suprema en la decisión del fallo son:

I. El principio del debido proceso adjetivo (art. 18 de la Constitución Nacional) integra el orden público internacional argentino, no sólo en procedimientos de carácter penal, (1) sino también en aquellos que versan sobre derechos de contenido patrimonial, (2) como en este caso.

II. La decisión de declarar inoponible la personalidad jurídica tiene carácter excep-cional en nuestro derecho y sólo puede ser tomada bajo ciertas condiciones estableci-das por la Ley (art. 54 de la Ley de Socieda-des 19.550). Es de carácter excepcional, en tanto la personalidad jurídica es un derecho de la sociedad que protege no sólo su patri-monio, sino también atiende a los legítimos intereses de quienes han contratado con ella.

coNTiNúa eN La págiNa 11 coNTiNúa eN La págiNa 9

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— VII —

En mi opinión, la sentencia apelada en cuanto ordenó el cumplimiento de una medida —dicta-da en el marco de un procedimiento en el que no se aseguró la defensa de los sujetos afectados—se aparta de la CIDIP II. En efecto, el artículo 12 de esa convención prevé que un Estado no está obligado a ordenar el cumplimiento de un exhorto o carta rogatoria cuando ésta sea ma-nifiestamente contraria a su orden público.

Esa disposición es coherente con los princi-pios que regulan el reconocimiento de la fuerza ejecutoria de las sentencias adoptadas por jue-ces extranjeros En efecto, el citado artículo 12 del convenio es congruente con lo dispuesto en el artículo 517 del Código Procesal Civil y Co-mercial de la Nación, que supedita el reconoci-miento de la fuerza ejecutoria de una sentencia extranjera a que ella “no afecte los principios de orden público del derecho argentino”. En el marco del reconocimiento de sentencias ex-tranjeras, —tal como lo advertí al dictaminar recientemente en la causa “Ciaren Corporation c. Estado Nacional (arts. 517/518 CPCC exequá-tur) s/varios”, C.462, L. XLVII, dictamen del 5 de abril de 2013—, ese control está previsto en una abrumadora cantidad de convenios bilate-rales e internacionales suscriptos por nuestro país. A su vez, la gran mayoría de las legislacio-nes internas de los países del mundo supedita el reconocimiento y la ejecución de decisiones foráneas a la condición de que no afecten su

orden público o sus políticas públicas funda-mentales (cf., por ejemplo, Gerhard Walter y Samuel P. Baumgartner, “General Report”, en “The Recognition and Eyforcement of Foreign Judgements outside the Scope of the Brussels and Lugano Convention”, Londres, Kluwer Law International, 2000).

En la misma tendencia, la mayoría de las normas que regulan la cooperación interna-cional para el cumplimiento extraterritorial de actos procesales y de medidas cautelares prevé la atribución del Estado requerido de controlar que la medida no afecte su orden público (por ejemplo, artículos 8, 12 y 20 del Protocolo de Cooperación y Asistencia Ju-risdiccional suscripto en Las Leñas el 27 de junio de 1992, aprobado por la Argentina mediante ley 24.578; artículo 17 del Proto-colo de Medidas Cautelares de Ouro Preto, suscripto el 16 de diciembre de 1994, apro-bado por la Argentina mediante ley 24.579).

En definitiva, la cláusula del orden públi-co ha sido el modo en que los tratados inter-nacionales y las legislaciones internas han conciliado la defensa de los principios fun-damentales del Estado requerido con el de-ber de cooperación internacional. A su vez, de las normas citadas surge que los Estados requeridos se reservan la facultad de deci-dir cuándo hay una afectación de su orden público y no delegan esa cuestión en los jue-ces extranjeros.

Por otro lado, cuando existe una afectación al orden público —como sucede en el caso— el procedimiento previsto en el artículo 5 de la CIDIP II no es aplicable. En efecto, esa nor-ma dispone el trámite que deben observar las oposiciones y tercenas que pueden plantear los sujetos embargados ante el juez del Esta-do requerido. En esos casos, el juez que re-cibe la rogatoria se limita a comunicarlas al juez del Estado requirente, que resuelve so-bre su procedencia —con excepción del su-puesto previsto en el último párrafo—.

Ese procedimiento no sustituye la atribu-ción que tienen los jueces del Estado reque-rido de rehusar el cumplimiento de una ro-gatoria que es manifiestamente contraria a su orden público en los términos del artículo 12 de la convención. Ello no sólo surge de la interpretación armónica y sistemática de los artículos 5 y 12, sino que también es coheren-te con los principios expuestos que gobiernan el reconocimiento extraterritorial de las sen-tencias extranjeras.

En suma, entiendo que lo expuesto es su-ficiente para rechazar el cumplimiento en nuestro país de la rogatoria librada por el juez ecuatoriano en tanto que la medida allí dispuesta —dictada en el marco de un pro-cedimiento en el que no se aseguró la defensa de los sujetos afectados— es manifiestamen-te contraria al orden público argentino en los términos del artículo 12 de la convención.

— VIII —

Por último, opino que corresponde hacer lugar a la petición de los recurrentes de que V.E., en forma previa a pronunciarse sobre el fondo de la cuestión planteada, haga lugar a la queja, declarando formalmente admisible el recurso extraordinario en relación con to-dos los agravios esgrimidos en él, y ordene en forma inmediata la suspensión de la resolu-ción recurrida y del embargo trabado.

En efecto, como expuse en la sección III, el caso reviste gravedad institucional. La traba de un embargo por un monto de U$D 19.021.522.000 sobre los activos y, en parti-cular, las cuentas bancarias de sujetos que desarrollan una actividad de notorio interés público, a saber, la exploración y explotación de hidrocarburos, puede producir perjuicios irreparables a los intereses de la comunidad vinculados con la política energética y el de-sarrollo económico de nuestro país (artículo 1, ley 26.741), así como con las finanzas pú-blicas (cf. por ejemplo, la presentación de fs. 533-8 del Fiscal de Estado de la Provincia de Neuquén en los autos A.253, L. XLIX). La gra-vedad del caso se acentúa considerando que los sujetos embargados no tuvieron oportu-nidad de ejercer su derecho de defensa en jui-cio en el marco del proceso desarrollado en el extranjero, donde no fueron demandados ni condenados.

conocedora de los riesgos que comporta su actividad y en cambio no trataba adecua-damente los riesgos de daños, sino que los externalizaba.

3) Son irrelevantes los acuerdos que pu-dieran haberse alcanzado entre la empresa y el Estado ecuatoriano a los efectos de limi-tar los derechos individuales de acceso a la justicia. Decisión clave, ya que el Gobierno de Ecuador no está involucrado en el caso que se ventila en nuestro país.

4) Y ya desde lo técnico, apoyados en las abundantes pericias, los magistrados afir-man que el vertimiento de los contaminantes descritos pudo ser evitado por la parte de-mandada con la utilización de otra tecnología que estaba disponible en la época.

Chevron retira todos sus activos de Ecua-dor y los actores deciden impulsar acciones fuera del país. Se inician acciones de ejecu-ción de sentencia y embargos en los Estados Unidos, Canadá, Brasil, etc. Al mismo tiempo la empresa ha intentado distintos procesos arbitrales internacionales sin resultados a su favor, excepto uno en el que le resulta favora-ble por 96.000.000 U$S.

En nuestro país, y como consecuencia de una rogatoria internacional proveniente de Ecuador, “el juez civil (del Juzgado Ci-vil Nro. 61) Adrián Elcuj Miranda embar-gó el flujo de caja de la compañía petrolera Chevron Argentina y lo aplicó a las accio-nes, los dividendos y el 40% de los depósi-tos bancarios y de los ingresos futuros que reciba por la venta de petróleo crudo. En total, la medida recaía sobre unos 2000 mi-

llones anuales y se mantendría en pie has-ta cubrir el total de la condena dictada en Ecuador.”(3)

ii. el dictamen de la Sra. procuradora general de la Nación

El eje es la interpretación que se le da a la ley 22.921 (4) que ratifica distintos convenios internacionales, entre ellos las Convenciones interamericanas sobre conflictos de leyes en materia de sociedades mercantiles, sobre normas generales de derecho internacional privado, sobre eficacia extraterritorial de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros y sobre cumplimiento de medidas cautelares suscriptas en Montevideo el 8/5/79. Es sobre la “Convención Interamericana sobre Cum-plimiento de Medidas cautelares” en la que hay distintas o diversas interpretaciones.

Nos parece muy objetable, desde el cumpli-miento del CIDIP, que la urgencia del recurso extraordinario esté centrada en el carácter irreparable de la medida cautelar confirma-da por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en atención a los “intereses esen-ciales de la Nación vinculados con la política energética y desarrollo económico del país”. (5) Admitir ello es contradecir el otro argu-mento central, esto es, que los sujetos embar-gados son sociedades constituidas en la Re-pública Argentina con personalidad jurídica propia y distinta. Con la atención puesta en aspectos que el dictamen no explicita, podría pensarse que Yacimientos Petrolíferos Fis-cales y Chevron avanzan en un acuerdo para explotar Vaca Muerta, un yacimiento petro-lífero, lo que se haría bajo la modalidad de “fracking” o “shale oil”; y la inversión de mi-llones de dólares que ello implicará se haría a través de Chevron Argentina S.R.L. Si Che-vron Corporation (antes Texaco) no cuenta

con garantías suficientes para que los fondos a remitir no sean embargados por direccio-narse en las cuentas bancarias de Chevron Argentina S.R.L., se estaría afectando nues-tro desarrollo energético. A estar a noticias periodísticas, la Sra. Procuradora General tendría razón: “El acuerdo de Y.P.F. depende de que se levante el embargo a Chevron”. (6) ¿Es o no entonces Chevron Argentina S.R.L. una empresa distinta a la sociedad estadouni-dense Chevron Corporation? Esta es la pri-mera pregunta que podemos hacernos en el marco del dictamen. Y en segundo lugar: ¿las medidas cautelares decretadas por jueces o tribunales de otro Estado parte, competen-te en la esfera internacional, necesariamente deben ser notificadas previamente a los posi-bles embargados?

iii. el fallo de la cSJN

No hay un voto unánime. El muy ilustra-do voto del Ministro Dr. Carlos Fayt omite la discusión sobre si se trata de dos personas jurídicas distintas o no. Centra su disidencia en dos pilares: La primera es el carácter irre-currible por vía extraordinaria reiterando la antigua jurisprudencia que “las decisiones relacionadas con medidas cautelares, ya fue-re que las ordenen, modifiquen o revoquen, no constituyen sentencia definitiva a los efec-tos de la admisibilidad del recurso regulado por el art. 14 de la ley 48” (7). La segunda con una interpretación estricta de la Convención Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares sosteniendo que la me-dida cautelar debe ser cumplida, por cuanto no se da ninguna de las dos excepciones que fija el Acuerdo: 1) La medida no es contraria a nuestro ordenamiento, ya que así lo autori-za el art. 198 de nuestro Código procesal Ci-vil y Comercial. De algún modo la excepción dentro de la excepción está en el art. 517 de

nuestro Sistema Procesal Civil —que regu-la el cumplimiento de las Sentencias de Tri-bunales Extranjeros—, ya que el requisito de haber sido “citada y se haya garantizado su defensa” (inc. 2 ) queda en suspenso por la misma naturaleza de la medida cautelar. 2) ”El afectado justifique la absoluta impro-cedencia de la medida” (art. 12 de la Conven-ción), cuestión que a criterio del Ministro de la Corte está absolutamente descartada. De allí el rechazo del Dr. Fayt al recurso extraor-dinario interpuesto contra el fallo de la Cá-mara Nacional de Apelaciones en lo Civil.

En sentido contrario los seis magistrados restantes declaran procedente el recurso de hecho y dejan sin efecto el fallo que ordena-ba el embargo de cuentas y bienes de los de-mandados. En primer lugar da por cierto que Chevron Corporation y Chevron Argentina son personas jurídicas diferentes. A contra-rio sensu de lo que sostiene el juez exhortante, quien apoyado en la Teoría de la desestima-ción de la personalidad de las sociedades, tie-ne claro que el régimen de la persona jurídica no puede utilizarse en contra de los intereses superiores de la sociedad ni de los derechos de terceros, en este caso, varias comunida-des aborígenes del Ecuador.

¿Puede afirmar la Corte de que no hay du-das sobre el hecho de que se trata de perso-nas jurídicas diferentes y que, por lo tanto, se ha violado el derecho de defensa en juicio de Chevron Argentina S.R.L.? Al menos tal afirmación debió merecer algún párrafo más para no suponer que el statu quo revelado por el juez ecuatoriano no “constituye un fraude a la ley que se comete por medio de la per-sona jurídica, cuya finalidad es la de obrar como un medio que sólo se justifica, en la me-

(1) El resumen de esta información ha sido recolecta-da por quien escribe, no sólo en decenas de páginas web, informes de la Asamblea de Afectados por Texaco, y bibliografía diversa como “Crude Reflections, Oil Ruin and resistance in the Amazon Rainforest”, sino por mi contacto directo en Ecuador con letrados, magistrados, juristas y afectados. Nunca pude entrevistarme con abo-

gados o representantes de la empresa Chevron. Advier-to entonces al lector que con todo derecho puede supo-nerse parcial la presente introducción, pero no lo es.

(2) Artículos 2241 y 2256 de la anterior codificación del Código Civil, actualmente artículos 2214 y 2229 res-pectivamente, según la nueva Codificación publicada en Registro Oficial del 24 de junio de 2005. Y el ar-

tículo 41 y 43 de la Ley de Gestión Ambiental; Ley N° 37, publicada en el Registro Oficial N° 245, del 30 de julio de 1999.

(3) Una editorial del Dr. Adrián Ventura que puede leerse en http://www.lanacion.com.ar/1588736-la-corte-suprema-revoco-el-embargo-sobre-chevron.

(4) B.O., 27/09/1983, Adla XLIII-D, 3819.

(5) Parrafo 3° del dictamen de la Sra. Procuradora General de la Nación.

(6) http://www.lanacion.com.ar/1539148-el-acuerdo-de-ypf-depende-de-que-se-levante-el-embargo-a-chevron.

(7) Cuarto considerando de la disidencia del Dr. Car-los Fayt y que se remite (Fallos: 310:681; 313:116; 327:5068 y 329:440, entre otros.

{ NoTaS }

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Esa gravedad institucional demanda la in-tervención de la Corte a los efectos de que no se produzcan perjuicios irreparables e irre-versibles a intereses esenciales de la Nación (Fallos: 313:630 y 316:363) y a los efectos de resguardar la jurisdicción de ese Tribunal mediante el dictado de una sentencia útil (Fa-llos: 322:2424 y 325:3464). Concretamente, esa doctrina demanda la suspensión de los efectos de la sentencia recurrida y del embargo hasta que V.E. resuelva en definitiva la cuestión de fondo planteada (Fallos: 316:363 y T. 114. XL-VII, “Recurso de hecho T., R. L. - apoderado de lista verde bordo c. Sindicato de Emplea-dos de Comercio de la Capital federal s/medi-da cautelar’, sentencia del 29 de abril de 2011).

La Corte ha ejercido su facultad de suspen-der los procedimientos, aun en casos donde se encuentran reunidos los presupuestos del artículo 258 del Código Procesal en lo Civil y Comercial —invocado por el tribunal a quo en esta causa—, siempre que existan razones de orden institucional que justifiquen la me-dida (Fallos: 170:266; 245:425). En el sub lite, esa doctrina exige la suspensión inmediata del embargo, pues ése es el único remedio eficaz para evitar los perjuicios que la continuación del procedimiento podría traer aparejada para intereses esenciales de la Nación.

— IX —

Por las razones expuestas, opino que corres-ponde que V.E (i) en forma previa a pronun-ciarse sobre el fondo de la cuestión planteada, haga lugar a la queja, declarando formalmente admisible el recurso extraordinario en rela-ción con todos los agravios esgrimidos en él, y ordene en forma inmediata la suspensión de la resolución recurrida y del embargo trabado; y (ii), oportunamente, declare procedente el recurso extraordinario y revoque el pronun-ciamiento apelado.

Buenos Aires, 22 de mayo de 2013. — Alejan-dra Gils Carbó.

Buenos Aires, 4 de junio de 2013.

Considerando:

1°) Que las firmas Chevron Argentina S.R.L., Ingeniero Roberto Priú S.R.L., CDC Aps y CDHC Aps han interpuesto recurso extraordinario contra la sentencia dictada por la sala de feria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que, al confirmar la de primera instancia, dispuso la ejecución de diversas medidas precautorias contra sus bienes ordenadas por el presidente subro-gante de la Corte Provincial de Sucumbíos, República del Ecuador y cuyo cumplimien-to fue solicitado a los tribunales argentinos en los términos de la Convención Interame-ricana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP-II)

El recurso fue parcialmente concedido, en lo concerniente a la interpretación y aplicación al caso del art. 5° de la Convención y fue recha-zado en cuanto a los agravios fundados en la doctrina de la arbitrariedad de sentencias. En relación con este último aspecto, la deman-dada presentó el correspondiente recurso de queja por ante el Tribunal.

2°) Que en el pleito ha sido controvertida la inteligencia de diversas cláusulas de un tra-tado de cooperación internacional en materia procesal —CIDIP-II— y la sentencia ha sido contraria al derecho que la recurrente ha fun-dado en ellas, de modo que el recurso se ajusta a las previsiones del art. 14, inc. 3° de la ley 48 (Fallos: 118:127; 276:327 y 319:2411).

Por otra parte, si bien las resoluciones que hacen lugar o rechazan medidas cautelares no son sentencias definitivas, en los términos del art. 14, primer párrafo, de la ley 48, esta Corte ha entendido que deben ser equiparadas a ta-les cuando el derecho invocado sólo puede ser protegido en la oportunidad en que se invoca, como es el caso, puesto que la CIDIP-II tiene por exclusivo objeto la cooperación en materia de medidas cautelares. Además, esa equipara-ción se justifica cuando se irroga un perjuicio de difícil o imposible reparación posterior, tal

como ocurre en el caso en atención a la tras-cendencia económica del embargo dispuesto.

El adecuado tratamiento de los agravios hace necesario resolver de manera conjunta el recurso extraordinario concedido por el a quo y la presentación directa que hiciera la de-mandada en relación con el resto de los argu-mentos dirigidos contra el fallo apelado.

3°) Que el sistema creado por la Convención establece el deber que tienen los tribunales de cada uno de los Estados Parte de dar cumpli-miento a las medidas cautelares decretadas por jueces de otro Estado Parte (art. 2°), con la importante aclaración de que este último po-drá rehusar hacerlo cuando “sean manifiesta-mente contrarias a su orden público” (art. 12)

4°) Que esta Corte ha resuelto en diversas ocasiones que el principio del debido proceso adjetivo (art. 18 de la Constitución Nacional) integra el orden público internacional argen-tino, no sólo en procedimientos de carácter penal (Fallos: 328:3193), sino también en aque-llos que versan sobre derechos de contenido patrimonial (Fallos: 319:2411). En este último pronunciamiento señaló que a dicho princi-pio “debe conformarse no sólo todo procedi-miento jurisdiccional que se lleve a cabo en jurisdicción argentina, sino también todo pro-cedimiento que se concluya en la sentencia o resolución dictada por autoridad judicial ex-tranjera con efectos extraterritoriales en la República Argentina” (Fallos: 319:2411, consi-derando 5°).

5°) Que, tal como lo pone de resalto la seño-ra Procuradora General y se desprende de la rogatoria emitida por el tribunal ecuatoriano, se trata en autos de medidas cautelares dis-puestas en el procedimiento de ejecución de una sentencia dictada en Ecuador por el cual se condenó a la firma Chevron Corporation a pagar la suma de U$ S 19.021.552.000 (fs. 1/1 vta.). En dicho proceso se decidió también que los efectos del fallo se extendían a las socie-dades subsidiarias de Chevron Corporation, en particular a las aquí demandadas Chevron Argentina S.R.L. e Ingeniero Roberto Priú, y

los titulares de sus cuotas sociales (fs. 201 y sg-tes.)

Está fuera de controversia, asimismo, que las sociedades apelantes no han tenido parti-cipación en el pleito seguido contra Chevron Corporation y que son personas jurídicas dis-tintas cuyos patrimonios se ha decidido unifi-car con el de esa firma a los efectos de ejecutar la indemnización. En efecto, según puede leer-se en los fundamentos de la resolución dictada por el juez del Estado requirente, las medidas cautelares contra las sociedades constituidas en la República Argentina y los titulares de sus cuotas sociales fueron tomadas sobre la base de la teoría del “levantamiento del velo societario y desestimación de la personalidad jurídica”, punto sobre el cual, dice el magistra-do, no es procedente contender, pues “tal deci-sión se encuentra ya ejecutoriada” (fs. 201)

6°) Que la decisión de declarar inoponible la personalidad jurídica tiene carácter excepcio-nal en nuestro derecho y solo puede ser toma-da bajo ciertas condiciones establecidas por la ley (art. 54 de la Ley de Sociedades 19.550). Asimismo, en tanto la personalidad jurídica es un derecho de la sociedad que protege no sólo su patrimonio, sino también atiende a los legí-timos intereses de quienes han contratado con ella, este dispositivo excepcional no puede ser puesto en práctica sin la previa sustanciación, por vía principal o incidental, de un proceso contradictorio con efectiva posibilidad de de-fensa.

7°) Por consiguiente, resulta aplicable al sub lite el criterio seguido en el ya citado precedente de Fallos: 319:2411, para con-cluir que la decisión tomada por la justicia del Ecuador de imponer medidas cautelares sobre los bienes de las sociedades demanda-das, en razón de haberse decretado, sin au-diencia previa, la inoponibilidad de su per-sonalidad jurídica, las ha privado de este de-recho, con afectación de principios que inte-gran el orden público internacional argenti-no (arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional), circunstancia que obsta al cumplimiento de la carta rogatoria.

dida que contribuya a fines lícitos y admiti-dos por el legislador” (8). No puede ignorarse que la “doctrina comparada fue elaborando la “teoría de la penetración”, la que -sin ex-tinguir la personería que se impugna- desco-rre su velo a fin de garantizar la justicia y la equidad. Esto último se logra extendiendo la responsabilidad por los ilícitos cometidos a sus verdaderos causantes, que son los que, escudándose en la limitación que les otorga-ban las formas instrumentales y prevaliéndo-se de la personalidad jurídica del ente, lesiona intereses de terceros, de los mismos socios y aun de la propia comunidad”(9). No se intentó quitar la máscara con la que pueden cubrir-se quienes son dueños o controlan la persona jurídica, tal por caso Chevron Corporation, para analizar si dichos actos, como la consti-tución de una S.R.L. con el mismo nombre, no han sido utilizados por los propietarios como meros medios en beneficio exclusivamente propio o en detrimento de terceros.

Un aspecto central de la controversia es que en el quinto considerando la Corte Su-prema de nuestro país admite que fue una decisión del Tribunal ecuatoriano extender

los efectos del fallo a “las sociedades subsi-diarias de Chevron Corporation, en particu-lar las aquí demandadas Chevron Argentina S.R.L. e Ing. Roberto Pirú y los titulares de sus cuotas sociales”. No se trata de un plan-teo de la actora o un error en las personas jurídicas que casualmente tienen el mismo nombre. Entonces, si la orden es explícita, más aun, si la rogatoria es concreta en identi-ficar las personas, es por cuanto —han tenido a criterio del magistrado exhortante— se han cumplido los requisitos que Nuestro Tribu-nal objeta. En términos muy concretos lo de-cidido es, ni más ni menos, que hacer lugar a una excepción de falta de personería pasiva en el marco de un juicio ejecución de senten-cia firme. Esta excepción… ¿puede ser resuel-ta por los tribunales argentinos? El voto de la disidencia sostiene que no. Es que el artículo 5 de la ley 22.921, que ratifica las “Convencio-nes interamericanas sobre conflictos de leyes en materia de sociedades mercantiles, sobre normas generales de derecho internacional privado, sobre eficacia extraterritorial de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros, y sobre cumplimiento de medidas cautelares suscriptas en Montevideo el 8/5/79” dice tex-tualmente que “la persona afectada por esa medida podrá deducir ante el juez al cual se le libró el exhorto o carta rogatoria, la terce-

ría u oposición pertinente con el único objeto de que sea comunicada al juez de origen” y más adelante continúa diciendo “la persona afectada por esa medida podrá deducir ante el juez al cual se le libró el exhorto o carta ro-gatoria, la tercería u oposición pertinente con el único objeto de que sea comunicada al juez de origen al devolvérsele el exhorto”.

iv. alguna conclusión

El fallo no ha reconocido la autoridad del magistrado exhortante cuando la Conven-ción Interamericana sobre Eficacia Extrate-rritorial de las Sentencias y Laudos arbitra-les extranjeros ratificada por la misma ley 22.921 nos obliga a darle la validez como si se tratara de un proceso de ejecución de senten-cia nacional. Y más aún, la Convención Inte-ramericana sobre Normas Generales de de-recho Internacional Privado que sólo admite una excepción y es en caso de fraude por par-te del Estado exhortante: Así dice su artículo 6: “No se aplicará como derecho extranjero, el derecho de un Estado Parte, cuando arti-ficiosamente se hayan evadido los principios fundamentales de la ley de otro Estado Parte. Quedará a juicio de las autoridades compe-tentes del Estado receptor el determinar la intención fraudulenta de las partes interesa-das.” El límite entre esta norma y en sostener que el juez ecuatoriano no ha garantizado de-bidamente el derecho de defensa —que a pe-sar de ello ordenó el embargo igual— es muy delgado.

Merece además un comentario con los he-chos que relatamos en la introducción. Nues-tros colegas del país exhortante han omitido

el juzgamiento de un delito gravísimo, que bien puede ser calificado como de lesa huma-nidad, si nos atenemos al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que en su art. 7 define: “A los efectos del presente Es-tatuto, se entenderá por “crimen de lesa hu-manidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una pobla-ción civil y con conocimiento de dicho ataque: b) Exterminio... d) Deportación o traslado forzoso de población”.

En definitiva, la suerte de dos pueblos in-dígenas ancestrales: los Tetes y Sansahuaris y el traslado forzoso de los Cofanes, Sionas y Secoyas se ha oscurecido por una contienda económica, donde nuestra administración de justicia ha resuelto en nueve días hábiles —el dictamen de la Sra. Procuradora Gene-ral es del 22 de Mayo y el fallo de los 7 miem-bros de la Corte es del 4 de junio - en procu-ra de no “producir agravios de carácter irre-parable a intereses esenciales de la Nación vinculados con la política energética y el de-sarrollo económico del país” (10). Tal vez sea tiempo de que la Corte Penal Internacional comience a recibir estos casos, o al menos en países como el nuestro donde exaltamos la defensa de los Derechos Humanos, y em-pecemos a trabajar para extender nuestra jurisdicción a casos internacionales. En “Aguinda Salazar, María c. Chevron Corpo-ration s/medidas precautorias” el árbol no nos dejó ver el bosque. l

cita on line: AR/DOC/2297/2013

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(8) VAZQUEZ VIALARD, Antonio, “La aplicación de la teoría de la desestimación de la forma de las personas jurídicas en el Derecho del Trabajo”, T.y S.S., 73/74, p. 621.

(9) MARTORELL, Ernesto E., “La teoría de la deses-

timación de la personalidad de las sociedades. Apuntes breves sobre la normativa y jurisprudencia laboral refe-rida a la misma”, DT, 1985-B, 1751.

(10) Punto 3 del Dictamen de la Sra. Procuradora Ge-neral de la Nación.

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mIERCOLES 12 DE JUNIO DE 2013 | 11

Por otra parte, al haberse cerrado la cues-tión a toda controversia, dado que ha sido ya resuelta con carácter de cosa juzgada, se tor-na innecesario ingresar a la consideración so-bre la pertinencia de aplicar a este caso el art. 5°, primer párrafo, de la Convención, en tanto remite a la jurisdicción del juez que libró el ex-horto la decisión sobre tercerías u oposiciones planteadas por las personas afectadas por las medidas.

Por ello, de conformidad con lo dictami-nado por la señora Procuradora General de la Nación, se hace lugar a la queja, se de-clara procedente el recurso extraordina-rio y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas. Reintégrese el depósito de fs. 3 bis. Notifíquese y, oportunamente, devuél-vanse los autos. — Ricardo Luis Lorenzetti. — Elena I. Highton de Nolasco. — Carlos S. Fayt. — E. Raúl Zaffaroni. — Enrique S. Pe-tracchi. — Juan Carlos Maqueda. — Carmen M. Argibay.

Disidencia del señor ministro doctor don Carlos S. Fayt:

Considerando:

1°) Que contra la sentencia dictada por la sala de feria de la Cámara Nacional de Ape-laciones en lo Civil el 29 de enero de 2013, que confirmó la de la anterior instancia y dispuso la traba de diversas medidas precautorias so-bre sus bienes, las empresas Chevron Argenti-na S.R.L., Ingeniero Roberto Priú S.R.F., CDC Aps y CDHC Aps, interpusieron recurso ex-traordinario, que fue parcialmente concedido, en lo concerniente a la interpretación del art. 50 de la Convención Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP) y denegado respecto de la tacha de arbitrarie-dad de dicho pronunciamiento, aspecto sobre el cual se dedujo la correspondiente queja ante el Tribunal.

2°) Que la decisión impugnada dio a curso a la traba de medidas cautelares, solicitada —mediante carta rogatoria— por el presiden-te subrogante de la Corte Provincial de Su-

cumbías, República del Ecuador, dentro del marco de la citada convención de cooperación judicial internacional.

3°) Que las recurrentes al agraviarse contra la sentencia impugnada, adujeron, entre otros motivos, que las medidas cautelares que las afectaban habían sido dispuestas en un pleito dirigido contra Chevron Corporation en el cual no tuvieron participación, dado que, según ex-pusieron, se trata de personas jurídicas dis-tintas de la corporación petrolera demandada en Ecuador, a las que se les habla extendido la sentencia dictada contra aquella empresa por aplicación de la teoría del “levantamiento del velo societario” cuestión que, manifestó el ma-gistrado ecuatoriano a fs. 201 “se encuentra ya ejecutoriada”.

4°) Que es reiterada jurisprudencia del Tri-bunal que las decisiones relacionadas con me-didas cautelares, ya fuere que las ordenen, mo-difiquen o revoquen no constituyen sentencia definitiva a los efectos de la admisibilidad del recurso regulado por el art. 14 de ley 48 (Fa-llos: 310:681; 313:116; 327:5068 y 329:440, entre otros)

5°) Que, no se observan en el presente caso, motivos que justifiquen el apartamiento del criterio jurisprudencial al que se ha hecho re-ferencia en el considerando anterior.

6°) Que ello es así porque conforme lo ha establecido el Tribunal a él “...le correspon-de —en la medida de su jurisdicción— apli-car los tratados internacionales a que el país está vinculado...,ya que lo contrario podría implicar responsabilidad de la Nación frente a la comunidad internacional” (Fallos: 318:514, “Giroldi”)

7°) Que los Estados Parte de la Conven-ción Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares dispusieron que sus autoridades jurisdiccionales darán cumpli-miento a las medidas cautelares que, “...de-cretadas por jueces o tribunales de otro Es-tado Parte, competentes en la esfera interna-cional, tengan por objeto: [...]

b. El cumplimiento de medidas necesarias para garantizar la seguridad de los bienes, ta-les como embargos y secuestros preventivos de bienes inmuebles y muebles, inscripción de demanda y administración e intervención de empresas” (art. 2°).

A tal efecto el art. 1° de la Convención al referirse a qué debe entenderse, a los fines de su aplicación, por “medidas cautelares” pone en evidencia la amplitud del compromi-so asumido dado que comprende a “todo pro-cedimiento o medio que tienda a garantizar las resultas o efectos de un proceso actual o futuro en cuanto a la seguridad de las perso-nas, de los bienes o de las obligaciones de dar, hacer o no hacer una cosa específica, en pro-cesos de naturaleza civil, comercial, laboral y en procesos penales en cuanto a la repara-ción civil”.

En un sentido correlativo a la amplitud del compromiso asumido por los estados fir-mantes de la convención, ésta dispone que: “Cuando se hubiere trabado embargo o cual-quier otra medida cautelar en materia de bie-nes, la persona afectada por esa medida po-drá deducir ante el juez al cual se le libro el exhorto o carta rogatoria, la tercería u oposi-ción pertinente con el único objeto de que sea comunicada al juez de origen al devolvérsele el exhorto...La oposición se sustanciará por el juez de lo principal, conforme a sus leyes” (art. 5°, énfasis agregado).

La norma internacional restringe, única-mente, los supuestos de inaplicabilidad por el Estado requerido a aquellos casos en que: “el afectado justifique la absoluta improce-dencia de la medida (en los que)...el juez del Estado de cumplimiento podrá levantar di-cha medida de acuerdo con su propia ley” (art. 4) y cuando las medidas “...sean mani-fiestamente contrarias a su orden público” (art. 12).

8°) Que en este punto no se advierte que la traba de las medidas cautelares requerida en la rogatoria resulte “manifiestamente con-traria” a nuestro ordenamiento, cuando las

normas procesales que rigen en la materia expresamente disponen que: “Las medidas precautorias se decretarán y cumplirán sin audiencia de la otra parte. Ningún inciden-te planteado por el destinatario de la medida podrá detener su cumplimiento” (art. 198 del Código Procesal Civil y Comercial de la Na-ción).

Tal conclusión se robustece si se tiene en cuenta que tanto la Convención de coopera-ción judicial internacional como nuestro or-denamiento interno distinguen con precisión las características de la discusión que puede plantearse respecto de este tipo de medidas y la que se desarrollará en oportunidad de dis-ponerse la ejecución de la sentencia.

Es clara la Convención en este aspecto cuando dispone: “El cumplimiento de medi-das cautelares por el órgano jurisdiccional requerido no implicará el compromiso de reconocer y ejecutar la sentencia extranje-ra que se dictare en el mismo proceso.” (art. 6°).

En un sentido concordante el art. 517 del Código Procesal Civil y Comercial de la Na-ción, entre otros requisitos para que una sen-tencia extranjera pueda ejecutarse, exige: “que la sentencia no afecte los principios de orden público del derecho argentino” (inc. 4) y “que la parte demandada contra la que se pretende ejecutar la sentencia hubiese sido personalmente citada y se haya garantiza-do su defensa” (inc. 2), extremo, este último, que, de acuerdo con los rasgos distintivos de un proceso cautelar, no se exige para ordenar una medida de esa naturaleza.

Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora General de la Nación, se des-estima el recurso extraordinario plantea-do, con costas, así como la queja que corre agregada por cuerda. Declárase perdido el depósito de fs. 3 bis de la presentación directa y, oportunamente, procédase a su archivo. Notifíquese y devuélvase el expe-diente principal al tribunal de origen. — Carlos S. Fayt.

III. Por ser excepcional no puede ser puesto en práctica sin la previa sustancia-ción, por vía principal o incidental, de un proceso contradictorio con efectiva posibi-lidad de defensa.

IV. La decisión tomada por la justicia del Ecuador de imponer medidas cautelares sobre los bienes de las sociedades deman-dadas, en razón de haberse decretado —sin audiencia previa— la inoponibilidad de su personalidad jurídica, las ha privado de este derecho, con afectación de principios que integran el orden público internacional argentino (arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional).

iii. análisis

Entrando al análisis del fallo, la Corte Su-prema opina que se ha afectado el derecho de defensa de Chevron en Ecuador (por eso se ha violado el debido proceso adjetivo), al decidirse, inaudita parte, que correspondía declarar la inoponibilidad de la personali-dad jurídica (correr el velo) y extender los efectos del fallo a las sociedades vincula-das (presumiblemente) del exterior, en este caso concreto, en la República Argentina.

El caso tiene un precedente jurispruden-cial, citado por el máximo tribunal. En 1996 en autos: “Riopar S.R.L. c. Transportes Fluviales Argenrío S.A. s/exhorto”, (3) la Corte Suprema denegó ejecutar una sen-tencia dictada en el extranjero en la Repú-blica Argentina, porque al revisarla, obser-vó que no se había asegurado el derecho de defensa de una de las partes. Para resolver, sostuvo que en su condición de tribunal re-querido tiene la potestad de “...analizar la compatibilidad de lo actuado y resuelto con los principios y leyes de orden público del Es-tado en que se pida el reconocimiento o la eje-cución (art. 2°, inciso h, de la Convención cuya ratificación fue aprobada por ley 22.921; art. 5°, inciso d, del Tratado de Derecho Proce-sal Internacional de Montevideo de 1940)...”. Este análisis, llevó al máximo tribunal, en aquella oportunidad, a sostener que a una de las partes no se le habían otorgado las posibilidades para realizar una defensa de sus derechos en tiempo útil, menosca-bando principios constitucionales que inte-gran el orden público internacional argen-tino (arts. 17 y 18 de la Constitución Nacio-nal).

La única disidencia del tribunal la sos-tiene el Dr. Fayt. Hace hincapié en que las medidas cautelares, por su naturaleza, se otorgan inaudita parte en el Derecho Argen-

tino (art. 198 CPCCN), por ende, no se pue-de llegar a la conclusión de que la decisión de otorgar dicha medida cautelar en Ecua-dor haya sido manifiestamente contraria a nuestro ordenamiento.

También sostiene una cuestión de com-petencia. Citando el artículo 5º de la Con-vención bajo análisis, Fayt señala que quien debe decidir la oposición a una medida cau-telar es el Juez del principal, en este caso, en el Ecuador. El tribunal argentino debería, por ende, simplemente comunicar la oposi-ción, para su resolución final por el tribunal requirente. Señala como excepción a este procedimiento, el caso en que la medida haya sido decidida en forma manifiestamen-te contraria al orden público del Estado re-querido. Allí es donde recalca que el hecho de que la medida cautelar haya sido dictada inaudita parte no es algo extraño al ordena-miento argentino, donde la propia legisla-ción así lo establece.

Sobre este último razonamiento, es don-de debemos hacer dos salvedades. La pri-mera de ellas, si bien las medidas cautela-res se otorgan inaudita parte, para su otor-gamiento, el Juez debe examinar una serie de recaudos que la tornen viables. En este caso, al extender la medida a personas jurí-dicas extrañas al proceso, sin la audiencia de las mismas, vulnera principios constitu-cionales elementales, toda vez que dichas empresas poseen la autonomía propia de la personalidad jurídica.

La segunda salvedad, directamente vinculada a la primera, tiene que ver con

una cuestión procesal: Quien invoque y requiera el corrimiento del velo societa-rio, en nuestra legislación debe promo- ver un proceso de conocimiento pleno, ordinario o sumario, dependiendo de la jurisdicción. Así lo ha entendido la juris-prudencia: “La acción tendiente a desestimar la personalidad jurídica societaria debe ser instaurada por juicio sumario tal como lo prevé el art. 15 de la ley 19.550, lo cual no implica que resulten aplicables las disposi-ciones procesales que reglan los juicios suma-rios verdaderamente tales —vgr. El llamado “ejecutivo”—, sino que debe seguirse alguno de los trámites previstos para los procesos de conocimiento pleno que suponga algún grado de abreviación”. (4) Sólo después de haber efectuado el proceso, puede concederse una medida cautelar en los términos del artículo 198 del CPCCN, es decir, inaudita parte.

Este es el criterio que adoptó la Corte Su-prema en su razonamiento, dado que Che-vron y sus subsidiarias argentinas no fue-ron parte en la decisión del corrimiento del velo societario, ni en la acción principal ni en ninguna incidencia creada al efecto que permitiera que se respetara el debido pro-ceso adjetivo. l

cita on line: AR/DOC/2286/2013

(1) Fallos: 328:3193.(2) Fallos: 319:2411.(3) Fallos 319:2411.

(4) CNCom., sala B 6/6/96, “Chmea, David c. Boeing S.A.I.C. e I. y otros”, ED, 173-34.

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12 | mIERCOLES 12 DE JUNIO DE 2013 Síganos en /thomsonreuterslaley @TRLaLey

1847/2011. El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal N° 5, Secretaría N° 10, sito en Libertad 731 piso 10 de Capital Federal, hace saber que EmANUEL JAKELON ALVES LEmOS, DNI N° 94.175.059 de nacionalidad brasilera, de ocupación pastor evangélico, ha iniciado los trámites tendientes a la obtención de la ciudadanía argentina. Cualquier persona que tuviere conocimiento de algún aconteci-miento que pudiere obstar a dicha concesión, deberá hacer saber su oposición fundada al Juzgado. Publíquese por dos veces, en el lap-so de quince días.

Buenos aires, 6 de mayo de 2013m. Andrea Salamendy, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal N° 5, Se-cretaría N° 9, sito en la calle Libertad 731, piso 10 de la Capital Federal, hace saber que AVELINO DE OLIVEIRA SANDRO con DNI 94.072.286 de nacionalidad brasilera, de ocupación pastor evangélico, ha iniciado los trámites tendientes a la obtención de la ciudadanía argentina. Cualquier persona que tuviere conocimiento de algún aconteci-miento que pudiere obstar a dicha concesión, deberá hacer saber su oposición fundada al Juzgado. Publíquese por dos veces, en el lap-so de quince días.

Buenos aires, 17 de mayo de 2013Ximena Rocha, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 39, Secretaría única de la Capital Federal, cita y emplaza por treinta días a he-rederos y acreedores de FRANCISCO FER-NANDEZ y ROLLINA BUACAR. El presente deberá publicarse por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 17 de mayo de 2013maría Victoria Pereira, sec.

La Ley: i. 10/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 3, Secretaría Unica, cita y emplaza por el plazo de treinta días a he-rederos y acreedores de WASHINGTON GUILLERmO RISSO a los efectos de que comparezcan a hacer valer sus derechos. El presente deberá publicarse por el térmi-no de tres días en el Boletín Oficial y en el diario La Ley.

Buenos aires, 23 de mayo de 2013Paula Benzecry, sec. ad-hoc

La Ley: i. 10/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instan-cia en lo Civil N° 37, Secretaría única, cita y emplaza a herederos y acreedores de DRAGAN mIRKOVIC e IVANKA ZIVKO, a fin que se presenten a estar a derecho dentro del plazo de treinta días. El presente deberá publicarse por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 24 de mayo de 2013Jorge L. Sobrino Reig, sec. int.

La Ley: i. 10/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 5, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de BERmUDEZ NORBERTO HUGO. Publíquese por tres días en La Ley.

Buenos aires, 17 de mayo de 2013Gonzalo R. martínez Alvarez, sec.

La Ley: i. 10/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 36 cita y emplaza a los herederos y acreedores de la Sra. BEATRIZ FRANCISCA TIZADO, a los efectos de hacer valer sus de-rechos por el término de treinta días. Publí-quese por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 7 de mayo de 2013maría del Carmen Boullón, sec.

La Ley: i. 10/06/13 v. 12/06/13

Juzgado Nacional en lo Civil N° 40 cita y emplaza por treinta días a herederos y acree-dores de FLORA CUBERNIK. Publíquese por tres días en diario La Ley.

Buenos aires, 22 de mayo de 2013Silvia C. Vega Collante, sec.

La Ley: i. 10/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 98, sito en Av. de los Inmigrantes 1950, piso 6°, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Secretaría única, a cargo del Dr. José L. González, cita y emplaza por el término de treinta días a herederos y acree-dores de don JORGE ENRIQUE RUZ. Publí-quese por tres días.

ciudad autónoma de Buenos aires, 28 de mayo de 2013

José Luis González, sec.La Ley: i. 11/06/13 v. 13/06/13

El Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Civil N° 55, Secretaría Unica de Capital Federal, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de IRmA ELENA FISCHER, a efectos de hacer valer sus derechos. El pre-sente deberá publicarse por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 26 de abril de 2013Olga maría Schelotto, sec.

La Ley: i. 11/06/13 v. 13/06/13

El Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial N° 1 de mercedes, en los autos cara-tulados “PALOmINO GASTON HUmBERTO c/ ZACALLAN CARLOS OSCAR y otros s/ DAÑOS Y PERJ. AUTOm. c/ LES. O mUERTE (EXC. ESTADO)”, cita y emplaza a que compa-rezca en el término de cinco días al Señor ZA-CALLAN CARLOS OSCAR bajo apercibimien-to de designarse al Sr. Defensor Oficial para asumir su representación. El presente edicto debe publicarse por dos (2) días en el Boletín Oficial y en el diario “La Ley” de C.A.B.A.

mercedes, 21 de mayo de 2013Lilia Esther Cevasco, sec.

La Ley: i. 11/06/13 v. 12/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 57, sito en Av. de los Inmigrantes 1950, 4° piso de esta Ciudad, Secretaría única cita y emplaza por el término de trein-ta días a herederos y acreedores de mIGUEL EmILIO SEBASTIAN GERONImO ESTEVES VILLA y de ELVECIA mAXImIANA VILLA. Publíquese por tres días.

Buenos aires, 23 de mayo de 2013Agostina S. Barletta, sec. ad-hoc

La Ley: i. 11/06/13 v. 13/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 3, Secretaría Unica, cita y empla-za por el plazo de treinta días a herederos y acreedores de mARIA ESTER ARIAS a los efectos de que comparezcan a hacer valer sus derechos. El presente deberá publicarse por el término de tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 29 de mayo de 2013marcelo m. Pelayo, sec.

La Ley: i. 11/06/13 v. 13/06/13

El Juzgado de Primera Instancia en lo Civil Nro. 46, Secretaría Unica de la Capital Federal, cita y emplaza por el término de 30 días a herede-ros y acreedores de ROTZAJT BER y WEIS mARIA. Publíquese por 3 días en La Ley.

Buenos aires, 31 de mayo de 2013Damián Esteban Ventura, sec.

La Ley: i. 11/06/13 v. 13/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nro. 49, Secretaría Unica, cita y emplaza por treinta (30) días a herederos y acreedores de mATANO, mIGUEL ANGEL. El presente deberá publicarse por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 15 de mayo de 2013Viviana Silvia Torello, sec.

La Ley: i. 11/06/13 v. 13/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 27, a cargo de la Dra. maría Inés Lezama, Secretaría Unica a cargo de la Dra. Soledad Calatayud, cita y emplaza a here-deros y acreedores de IGLESIAS mARIO IG-NACIO, para que en el término de 30 días se presenten a estar a derecho. Publíquese por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 17 de mayo de 2013Soledad Calatayud, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

19650/2013. RODRIGUEZ ROJAS CASIL-DA ROSA ANGELICA s/ SUCESION AB-INTESTATO. El Juzgado Nacional de Prime-ra Instancia en lo Civil N° 110, a cargo del Dr. Juan manuel Converset (h.), cita y emplaza a herederos y acreedores de CASILDA ROSA ANGELICA RODRIGUEZ ROJAS a que en el plazo de treinta días comparezcan en autos a hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 3 de junio de 2013Irene Carolina Espeche, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

36646/2013. BOTANA EVARISTO s/ SU-CESION AB-INTESTATO. Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 51, Se-cretaría Unica sito en Uruguay 714, piso 2°, Capital Federal, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de EVARISTO BOTANA, a efectos de estar a derecho. El presente edicto deberá publicarse por tres días en La Ley.

Buenos aires, 28 de mayo de 2013maría Lucrecia Serrat, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 21, secretaría única con sede en Talcahuano 490 piso 1° de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de mANUELE SANTIAGO JOSE a los efectos que hagan valer sus derechos. El presente deberá publicarse por tres (3) días en el dia-rio La Ley.

Buenos aires, 31 de mayo de 2013Horacio Raúl Lola, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nro. 53, cita y emplaza por 30 días a here-deros y acreedores de mAJDA SKULJ y CAR-LOS ALBERTO GALANES a fin de presentarse a hacer valer sus derechos. El presente deberá publicarse por 3 días en el diario La Ley.

Buenos aires, 10 de abril de 2013Aldo Di Vito, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

El Juzgado Nacional en lo Civil N° 58 de la Capital Federal, Secretaría única, sito en Av. de los Inmigrantes N° 58, piso 5°, C.A.B.A., cita y emplaza por 30 días a herederos y acreedores de los Sres. ANGEL DEL TURCO, EmILIA DONALISIO y EmILIA ALICIA DEL TURCO. Publíquese por 3 días en La Ley.

Buenos aires, 27 de mayo de 2013maría Alejandra morales, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

26354/2013. FERRADAS GRACIELA LI-LIANA s/ SUCESION AB-INTESTATO. El Juzgado Nacional en lo Civil N° 71 cita y emplaza por el plazo de treinta días a here-deros y acreedores de GRACIELA LILIANA FERRADÁS a presentarse en autos a fin de hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días.

Buenos aires, 7 de mayo de 2013Inés m. Leyba Pardo Argerich, sec. int.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

El Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Civil N° 16, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de PEREZ, HECTOR RAmON s/ SUCESION AB-INTESTATO a fin que comparezcan a hacer valer sus dere-chos. Publíquese por tres días.

Buenos aires, 28 de mayo de 2013Adrián E. marturet, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

99226/2010. FEOLI CARmEN s/ SU-C E S I O N A B - I N T E S TATO ( e x p . N r o . 99226/10). Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 51, Secretaría Unica, sito en Uruguay 714, piso 2°, Capital Federal, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de CARmEN FEOLI, a efectos de estar a derecho. El presente edicto deberá publicarse por tres días en La Ley.

Buenos aires, 7 de diciembre de 2012maría Lucrecia Serrat, sec.

La Ley: i. 12/06/13 v. 14/06/13

El Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Civil N° 98, Secretaría única de Capital Federal, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de GATICA, LUIS RICARDO. El presente deberá publicarse por tres días en el diario La Ley.

ciudad autónoma de Buenos aires, 10 de mayo de 2013

José Luis González, sec.La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

101476/2011. PRADO JUAN mIGUEL s/ SUCESION AB-INTESTATO. El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 110, a cargo del Dr. Juan manuel Converset (h.), cita y emplaza a herederos y acreedores de JUAN mIGUEL PRADO para que en el plazo de treinta días comparezcan en autos a hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días en La Ley.

Buenos aires, 15 de mayo de 2013Irene Carolina Espeche, sec.

La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 58, Secretaría Unica de esta Ciudad de Buenos Aires cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de doña PAULINA SARA BELO. Publíquese por 3 días en el diario La Ley de la Ciudad de Bue-nos Aires.

Buenos aires, 28 de mayo de 2013maría Alejandra morales, sec.

La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

GOLDAR JOSE ERNESTO s/ SUCESION AB-INTESTATO. El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 39 cita y emplaza por 30 días a herederos y acreedores de GOLDAR JOSE ERNESTO a fin de hacer valer sus dere-chos. Publíquese por 3 días en La Ley.

Buenos aires, 21 de noviembre de 2011maría Victoria Pereira, sec.

La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 63, Secretaría Unica, cita y emplaza por treinta (30) días a herederos y acreedores de ELBA EDITH mARTINS a los efectos que comparezcan a hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días en La Ley.

Buenos aires, 16 de mayo de 2013marcelo Salomone Freire, sec.

La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

Juzgado Nacional en lo Civil N° 52, Secre-taría Unica, cita y emplaza por el término de treinta días a herederos y acreedores de mA-RIA JOSEFINA mUGARZA. Publíquese por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 14 de mayo de 2013Silvia N. de Pinto, sec.

La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

El Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Civil N° 90, Secretaría Unica, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de OSCAR ALFREDO RODRIGUEZ PONCE, a efectos de que hagan valer sus derechos. El presente deberá publicarse por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 20 de mayo de 2013Gustavo Alberto Alegre, sec.

La Ley: i. 07/06/13 v. 11/06/13

El Juzgado Civil N° 95 cita y emplaza por 30 días a herederos y acreedores de ANTONIA mARIA TERESA mARSILII. Publíquese por 3 días.

Buenos aires, 24 de mayo de 2013Juan Pablo Lorenzini, sec.

La Ley: i. 04/06/13 v. 06/06/13

2 97 5 1 / 2 0 1 3 . L E m A C A R m E N L I D I A s/ SUCESION AB-INTESTATO. El Juz-gado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N°35, cita y emplaza a herederos y acreedores de CARmEN LIDIA LEmA, para que dentro del plazo de 30 días comparezcan en autos a hacer valer sus derechos. Publí-quense edictos por tres días en La Ley.

Buenos aires, 27 de mayo de 2013Gustavo G. Pérez Novelli, sec.

La Ley: i. 06/06/13 v. 10/06/13

Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 55, Secretaría Unica, sito en Ave-nida de los Inmigrantes 1950 – Piso 4°, cita y emplaza por treinta (30) días a herederos y acreedores de RAmON FRANCISCO NU-ÑEZ. Fdo.: Olga maría Schelotto, Secretaria.

Buenos aires, 22 de mayo de 2013Olga maría Schelotto, sec.

La Ley: i. 06/06/13 v. 10/06/13

29603/2013. mONTEAGUDO BEATRIZ HAYDEE s/ SUCESION AB-INTESTATO (int. 8). Juzgado Nacional en lo Civil N° 31 cita y emplaza por treinta días a herede-ros y acreedores de BEATRIZ HAYDEE m O N T EAG U D O. Pu b l í q u e s e p o r t re s días.

Buenos aires, 14 de mayo de 2013maría Cristina García, sec.

La Ley: i. 04/06/13 v. 06/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 55, Secretaría Unica, a cargo del Doctor Hernán Bernardo Lieber, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de Don BECCARINI LORENZO AGUSTIN a efectos de hacer valer sus even-tuales derechos. Publíquese por tres días en “LA LEY”.

Buenos aires, 14 de mayo de 2013Olga maría Schelotto, sec.

La Ley: i. 04/06/ 13 v. 06/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 49, a cargo del Dr. Osvaldo Onofre Alvarez, Secretaría Unica a cargo de la Dra. Viviana Silvia Torello, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de don mARCELO GARCIA. Publicar por tres días.

ciudad autónoma de Buenos aires, 22 de mayo de 2013

Viviana Silvia Torello, sec.La Ley: i. 05/06/13 v. 07/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 54, cita y emplaza a herederos y acreedores de PAPADACOS URBANO AN-TONIO por el término de treinta días. Publí-quese por tres días en La Ley.

Buenos aires, 17 de mayo de 2013ma. de las mercedes Domínguez, sec.

int.La Ley: i. 05/06/13 v. 07/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 18, Secretaría Unica, cita y empla-za por treinta días a herederos y acreedores de ANGEL LOBOSCO y mARIA NELIDA TRAVADELO. Publíquese por tres días en el diario La Ley.

Buenos aires, 3 de mayo de 2013Alejandra Salles, sec.

La Ley: i. 05/06/13 v. 07/06/13

El Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo Civil N° 16, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de mARIA DEL CARmEN SAVARESE a fin que comparez-can a hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días.

Buenos aires, 21 de mayo de 2013Adrián E. marturet, sec.

La Ley: i. 05/06/13 v. 07/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal N° 8, Secre-taría N° 16, sito en Libertad 731, 7° piso de Capital Federal, hace saber que BRUNO SImONI DI FRANCO, nacido en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia el 14/05/1987, con D.N.I. N° 93.255.499 ha peticionado la concesión de la ciudadanía argentina, a fin de que los interesados hagan saber a este Juzgado las circunstancias que pudiesen obstar a dicho pedido.

Buenos aires, 3 de mayo de 2013Silvina A. Bracamonte, sec.

La Ley: i. 06/06/13 v. 06/06/13

El Juzgado Nacional de Primera Instan- cia en lo Civil N° 96, cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de ADEmAR BOLIVAR VAZQUEZ DROVAN-DI. Para ser publicado en La Ley por tres días.Buenos aires, 10 de septiembre de 2013

maría Constanza Caeiro, sec.La Ley: i. 03/06/13 v. 05/06/13

coNTexTo deL faLLo

edictoS

Concurso preventivoimprocedencia del pedido de intervención de la concursada. acuerdo preventivo homologado. recuperación de la autori-zación para funcionar y ser representada por sus órganos naturales.

Hechos: La sentencia desestimó el pedido de intervención de la concursada formula-do por el Instituto Nacional de Asociativis-mo y Economía Social, en los términos del art. 35 bis de la Ley 20.321, por encontrarse

homologado el acuerdo preventivo. La Cá-mara la confirmó.

El juez del concurso no es competente para entender en el pedido de interven-ción de la concursada formulado por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social —INAES—, pues, al haberse homologado el acuerdo preven-tivo, cesaron las limitaciones que aqué-lla tenía conforme el art. 16 de la Ley de Concursos y Quiebras, máxime cuando el propio organismo peticionante dejó sin efecto el retiro de su autorización para

funcionar y ser representado por sus ór-ganos naturales. [1]

117.101 — CNCom., sala A, 2013/02/25. - Asociación Mutual del Personal de La Admi-nistración Pública Buenos Aires -en Liqui-dación s/concurso preventivo.

cita on line: AR/JUR/5345/2013

Jurisprudencia vinculada: [1] Ver también. Entre otros: Juzgado Nacional de 1a Instancia

en lo Comercial Nro. 14, “Aerolíneas Argentinas S.A. s/conc. prev.”, 18/07/2008, LA LEY 23/07/2008, 8, LA LEY 2008-D, 469, ImP 2008-19 (Octubre), 1714, DJ 29/10/2008, 1860, DJ 2008-II, 1860, AR/JUR/4244/2008.

citas legales: leyes nacionales 20.321 (Adla, XXXIII-B, 1477); 20.744 (t.o. 1976) (Adla, XXXVI-B, 1175); 24.522 (Adla, LV-D, 4381).

[el fallo in extenso puede consultarse en aten-ción al cliente, o en laleyonline.com.ar]