articulo sobre habermas

19
DAVID SOBREVILLA EL PROGRAMA DE FUNDAMENTACION DE UNA ETICA DISCURSIVA DE JURG EN HABERMAS Jürgen Habermas ha trazado el programa de fundamentación de una ética discursiva en su articulo "Diskursethik -Notizen zu einem Bregrundungsprogramm" (Etica discursiva - Notas para un programa de fundamentación), que fue publicado en su libro MoraIbewuBtsein und kommunikatives Banda (Francfort: Suhrkamp, 1983) (1). Como su titulo indica, esta obra supone el libro anterior de Habennas Theorie des kommunikativeD Bandas (Teoría de la acción comunicativa) publicado en 1981, en especial su análisis del actuar orientado hacia el entendimiento. Las circunstancias anteriores muestran las dificultades para exponer y criticar el intento habermasiano de fundamentar la ética discursiva: de una parte se trata sólo de un bosquejo preliminar al que no se puede sobreexigir, y de otro estas notas son un desarrollo sectorial de una teoria muy amplia y compleja -la de la acción comunicativa. A estas dificultades se suman otras dos: una es que el articulo es muy denso y ambicioso, comprendiendo una parte destructiva en la que Habennas critica las éticas no cognoscitivas, otra constructiva en que desarrolla su propio planteamiento, y se integra con otros trabajos del volumen; y otra que supone ideas de Karl-Otto Apel. En este texto hemos de tratar de ofrecer una exposición lineal lo más simple y fiel posible sólo de la parte constructiva del intento habenna- 1. El libro ha sido traducido al español como Condeacia moral y aedÓDeomUDieativa (Madrid: Península, 1986). Esta traducción es enonnemente deficiente, por lo que la emplearemos corrigiéndola. IDEAS Y VALORES Nos. 74-75 Bogotá Agosto-Diciembre 1987

Upload: sabrina-ramallo

Post on 16-Nov-2015

6 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Artículo donde Habermas habla sobre la ética/ moral. Los modos de obtener un acuerdo moral.

TRANSCRIPT

  • DAVID SOBREVILLA

    EL PROGRAMA DEFUNDAMENTACION DE UNA ETICA

    DISCURSIVA DE JURGEN HABERMAS

    Jrgen Habermas ha trazado el programa de fundamentacin de unatica discursiva en su articulo "Diskursethik -Notizen zu einemBregrundungsprogramm" (Etica discursiva - Notas para un programade fundamentacin), que fue publicado en su libro MoraIbewuBtseinund kommunikatives Banda (Francfort: Suhrkamp, 1983) (1). Comosu titulo indica, esta obra supone el libro anterior de Habennas Theoriedes kommunikativeD Bandas (Teora de la accin comunicativa)publicado en 1981, en especial su anlisis del actuar orientado hacia elentendimiento.

    Las circunstancias anteriores muestran las dificultades para exponery criticar el intento habermasiano de fundamentar la tica discursiva:de una parte se trata slo de un bosquejo preliminar al que no se puedesobreexigir, y de otro estas notas son un desarrollo sectorial de unateoria muy amplia y compleja -la de la accin comunicativa. A estasdificultades se suman otras dos: una es que el articulo es muy denso yambicioso, comprendiendo una parte destructiva en la que Habennascritica las ticas no cognoscitivas, otra constructiva en que desarrolla supropio planteamiento, y se integra con otros trabajos del volumen; yotra que supone ideas de Karl-Otto Apel.

    En este texto hemos de tratar de ofrecer una exposicin lineal lo mssimple y fiel posible slo de la parte constructiva del intento habenna-

    1. El libro ha sido traducido al espaol como Condeacia moral y aedDeomUDieativa(Madrid: Pennsula, 1986). Esta traduccin es enonnemente deficiente, por lo que laemplearemos corrigindola.

    IDEAS Y VALORES Nos. 74-75 Bogot Agosto-Diciembre 1987

  • siano de fundamentar la tica discursiva. Esto significa querenunciamos de antemano a presentar los antecedentes del proyecto dela tica discursiva en las ideas de Apel, sus supuestos en la teoria deHabermas del actuar comunicativo, a explicar cmo se complementacon los otros articulos del libro y a reproducir la parte destructiva de las"Notas". Por ltimo, en una consideracin final efectuaremos algunasobservaciones criticas.

    l. Fenomenolog. de lo moral

    Segn Habennas los fenmenos que debe esclarecer una ticafilosfica son "la validez dentica (de deber ser) de las normas y laspretensiones de validez que elevamos con los actos de habla referidas alas nonnas (o reguladoras)" (p. 60). Nuestro autor se coloca en latradicin de las ticas cognoscitivas que parten de Kant, y en contra delas ticas metafisicas, axiolgico-intuicionistas y no cognoscitivas engeneral (emocionalistas y decisionistas).

    Ante todo, qu rasgos tienen los fenmenos morales? Habermas losfija aprovechando los resultados a los que llega P. F. Strawson en sutrabajo Freedom ud Resentment (Londres, 1974). En esta investiga..cin Strawson analiza el resentimiento para demostrar la realidad de lasexperiencias morales. El resentimiento exige ante todo un agravio quesuscite en nosotros un sentimiento de indignacin. Cuando la injuriaproducida no se puede "reparar" de algn modo, la indignacin sefortalece e intensifica hasta convertirse en un resentimiento profundo.Este sentimiento nos revela un juicio moral: la reaccin de condenaimpotente ante el agravio sufrido.

    A partir de este ejemplo Strawson formula algunas observaciones queHabermas recoge. La primera concierne a que el mundo de losfenmenos morales slo se abre desde la actitud ptdormativa de losparticipantes en la interaccin, es decir que en el caso propuesto,concierne nicamente al ofensor y al agraviado. El uno puede ofrecerdisculpas y el otro darlas. En el resentimiento puede no haber un hechomoral para un tercero o para una persona que considere el fenmenodesde una actitud "objetivante". La segunda observacin es que elresentimiento y en general todas las acciones afectivas personalesremiten a criterios 8uprapersonales del enjuiciamiento de normas ymandatos: el resentimiento se dirige hacia el otro concreto, y no esmoral porque se haya alterado la interaccin de dos personas aisladas,sino porque en los reproches del agraviado al ofensor anida unaesperanza normativa -en este caso la de recibir las disculpas. Y latercera observacin es que el justificar prctico-moral de una forma deaccin se orienta hacia un aspecto distinto al del enjuiciamiento afecti..vamente neutro de las conexiones entre medios y fines, pese a que estajustificacin se puede deducir de los puntos de vista del bienestar

    100

  • social: quien se siente resentido y espera una disculpa del otro, tiene laexpectativa de que ste justificar su conducta con razones que vayanms all de lo que quiso o pudo hacer. Estas razones no se puedenexplicar por criterios de utilidad social.

    Fijados los rasgos de los fen6menos morales y luego de descartar lasposiciones ticas metafsicas, axiol6gico-intuitivas y no cognoscitivas-lo que hace Habennas en una ,exposici6n bastante detallada que,como ya hemos manifestado,.no expondremos aqui-, pasa a investigarlos fen6menos morales. La va que elige es la pragmtico-formal.

    2. Semejanzas. y asimetrias entre las pretensiones de validez de laverdad proposidonal y de la correcein normativa.

    Habermas comienza indicando que s610 podremos tener xito en elintento de fundamentar los fen6menos morales si logramos identificaruna pretensi6n de validez especial unida a los mandatos y a las nonnas,y somos capaces de hacerlo en la esfera en que surgen los dilemasmorales: en el horizonte del mundo de la vida. Si las pretensiones devalidez en plural no se manifiestan antes de toda reflexi6n en loscontextos de la acci6n comunicativa, no cabr esperar una diferencia-cin entre la verdad y la correccin normativa en el nivelargumentativo.

    En este momento Habermas recurre a su teoria de la accincomunicativa. Llama comunicativas a las interacciones en las cuales losparticipantes coordinan de comn acuerdo simblicamente sus planesde accin. El consenso en cada caso se mide por el reconocimientointersubjetivo de las pretensiones de validez. En los actos de habla seponen de manifiesto tres tipo de pretensiones:. de ventad, de cOJTeCciny de autentieidad que se refieren, respectivamente, al mundo objetivo,social y subjetivo. De otra parte Habennas distingue entre la accinestratgica en que un actor influye sobre el otro empricamentemediante la amenaza de sanciones o la promesa de gratificaciones paraconseguir la prosecucin deseada de una interaccin, de la accincomunicativa en que cada actor aparece racionalmente motivado aobrar debido al efecto vinculante ilocucionario de la oferta de un acto dehabla.

    Que un hablante motive a un oyente a aceptar la oferta de un acto dehabla no se explica a partir de la validez de lo que se dice, sino de laeficaz garanta coordinadora fonnulada por el hablante de que seesfonar en realizar la pretensin de validez que ha presentado. En elcaso de las pretensiones de ventad y de COJTeCciD, el hablante puededar cumplimiento a su garanta diseursivUDmte, esto es, aduciendonzones; y en el caso de las pretensiones de autenticidad adoptando uncomportamiento coherente. Apenas el oyente acepta la garanta

    101

  • ofrecida por el hablante, cobran vigencia aquellas obligacionesrelevantes a las consecuencias de la interacciD contenidas en lo dicho.En el caso de los actos de habla coDstativos, se derivan obligacionesslo en cuanto el hablante y el oyente se ponen de acuerdo en apoyar susacciones en interpretaciones de la situacin que no contradigan losenunciados aceptados como verdadems. En el caso de los actos de hablaregu1ativos, se presentan obligaciones muy variadas; en las rdenes ylas indicaciones son para el destinatario de las mismas, en las promesasy anuncios para el hablante, en los acuerdos y contratos para hablante yoyente de un modo simtrico, en las recomendaciones con un contenidoobligatorio y en las amenazas de un modo asimtrico para ambaspartes. En el caso de los actos de habla expresivos se derivanobligaciones de accin para el hablante en cuanto pone de manifiesto sumundo interno: su conducta no deberla mostrar contradicciones conrespecto a l.

    Tanto la verdad proposicional como la correccin normativa tienenpretensiones de valid~ que se eumplm diseursivammte, aunque encada caso el rol de la coordinacin de la accin se realice de un mododistinto. Habermas trata de mostrar que estos dos actos de habla tienenun "asiento" distinto en la praxis comunicativa cotidiana, lo que setraduce en una serie de asimetras.

    Mencionemos en primer lugar una semejanza: los enunciados aseve--rativos presuponen que los hechos existfl1, as como los enunciadosnormativos que las nonnas se cumplm. La primera asimetra consisteen el distinto comportamiento de los actos de habla frente a las nonnasy frente a los hechos: las normas tienen una peculiar forma deobjetividad frente a los actos de habla regu1ativos, de la que no gozanlos hechos frente a los actos de habla cODstativos. Se trata de losiguiente: normas como por ejemplo, "no se debe matar a nadie" o"est mandado no matar a nadie" tienen sentido y vigencia indepen-dientemente de que se las enuncie o que se recU1T8. a ellas.

    En cambio, enunciados descriptivos como "el hieITO es magntico" o"es cierto que el hielTO es magntico" slo adquieren un sentidopragmtico en relacin a una accin de habla constativa, o sea que sondependientes de la fuena ilocucionaria de los actos de habla. "Estaasimetra se explica", segn Habermas, "por el hecho de que laspretensiones de verdad nicamente residen en los actos de habla,mientras las pretensiones de validez normativa tienen su "asiento" enprincipio en las normas y slo de forma dtrivada en los actos de habla"(p. 80).

    La segunda asimetria se deriva del carcter ambiguo de la validez deldeber ser. Mientras existe una relacin inequvoca entre los hechosexistentes y los enunciados verdaderos, la "existencia" o la validez

    102

  • social de las normas no significa que ellas sean vigentes. Que las normassean vigentes no slo depende de su reeonoeimiento soeial, sino ademsde que sean aceptadas como normas legitimas, o sea que cuenten conuna legitimaciD. Es decir que en el caso de las normas, existe unaconexin entre su "existencia" y el hecho de que sean legitimadas conbuenas razones. En cambio, en el caso de los enunciados aseverativosno hay nada parecido: los hechos existen con independencia de lasexpectativas de un cierto nmero de personas. Las expectativas nolegitiman de ningn modo los hechos.

    La circunstancia de que las normas requieran ser legitimadasmediante razones da lugar segn Habermas a la necesidad de una lgicadel diseurso pr6etico. Esta deberla ser elaborada como una "lgicainformal" siguiendo aproximadamente la orientacin marcada porStephen Toulmin en su famoso libro The uses 01 argument (1958).Ahora bien, cmo pasar de las experiencias morales concretas que sonvariables a un consenso universal sobre las normas? En el caso deldiscurso terico sostiene Habennas que se supera el abismo entre lasobservaciones particulares y las hiptesis generales mediante diferentescnones de la induccin. En el discurso prctico ser necesario unprincipio puente semejante. De aqui que todas las investigaciones sobrela lgica de la argumentaeiD moral, conduzcan pronto a la necesidad deintroducir un principio moral que como regla de argumentacin juegueun rol semejante al principio de induccin en el discurso cientUicoexperimental 3

    3. El principio moral o criterio de univenalizaeiD de las mximasde aecin ~principio U.).

    Habermas empieza comprobando que todas la ticas cognoscitivasque quieren encontrar un principio moral se remiten a la intuicin for-mulada por Kant bajo la forma del imperativo categrico. El principiomoral es concebido de modo que excluya como invlidas aquellas nor-mas que no consigan la aprobacin cualificada. de todas las personasque posiblemente sean afectadas. Por lo tanto el principio puente queposibilita el consenso tiene que asegurar que se acepten como vlidasnicamente aquellas normas que expresan una "voluntad general":tienen que ser normas capaces de constituir una "ley genera}". En estesentido puede entenderse el imperativo categrico como un principioque exige la capacidad de generalizacin de los modos de accin, de lasmximas y de los intereses nsitos en ambos. Sern invlidas todasaquellas normas que contradigan esta exigencia.

    En opinin de Habermas la intuicin que se expresa en la idea de lacapacidad de universalizacin de las mximas, significa que las normasvlidas tienen que lograr el reconocimiento de todos los afectados. Nodebe formarse un juicio al respecto desde un punto de vista ms o

    103

  • menos amplio, sino desde un punto de vista, imparcial. Este esnicamente aquel punto de vista desde el cual sean generalizables lasnormas que, al incorporar de modo reconocible un inters comn a todaslas personas afectadas, puedan conseguir un reconocimientointersubjetivo. La formacin imparcial del juicio se expresa en unprincipio que obliga a eada pnoDa en el circulo de los afectados, aadoptar la perspectiva de todos los dems al momento de sopesar losintereses. As se logra que cada norma vlida satisfaga la condicin deque las consecuencias y efectos secundarios que previsiblemente sesiguen de su acatamiento general para la satisfaccin de los intereses deeada persona, puedan ser aceptados por todos los afectados (as comopreferidos a los efectos de las posibilidades alternativas sustitutorias).Este es el principio U.

    Habermas seala que este principio constituye una norma argumen-tativa posibilitadora del acuerdo en los discursos prcticos cuando seregula ciertas materias y se considera equitativamente el inters detodos los afectados. Unicamente luego de fundamentar este principio,se puede pasar a elaborar una tica discursiva. En cualquier caso, U nose puede aplicar monolgicamente, sino que regula de modo exclusivolas argumentaciones entre una pluralidad de participantes, conteniendoaun las perspectivas de los argumentos reales por hacerse, argumentosque los afectados pueden elaborar en tanto participantes.

    Al efectuar los participantes una argumentacin moral siguenactuando comunicativamente en una actitud reflexiva con la finalidadde restaurar un consenso roto. Las argumentaciones consensualestambin sirven para la resolucin consensual de conflictos de accin.Los conflictos en el mbito de las interacciones guiadas por las normasse remiten de inmediato a un acuerdo normativo perturbado. Por lodems, la reparacin del consenso roto slo puede consistir en asegurarun reconocimiento intersubjetivo a una pretensin normativa queprimero es cuestionada y que luego resulta aceptada. Este tipo deacuerdo expresa una voluntad comD. En el caso de las argumenta-ciones normativas no basta con que cada individuo reflexione a solas ydespus d su confonnidad. Exigible es ms bien una argumentacin"rea}" en la que participen cooperativamente los afectados. Unicamenteun proceso de entendimiento intersubjetivo puede conducir a unacuerdo de naturaleza reflexiva: slo entonces pueden saber losparticipantes que se han convencido conjuntamente de algo.

    Todo lo anterior lleva a Habermas a esta reformulacin delimperativo categrico kantiano como principio U:

    "En lugar de proponer a todos los dems una mxima comovlida y que quiero que sea ley general, tengo quepresentarles a todos los dems mi mxima con el objeto de

    104

  • que comprueben discursivamente su pretensin de universa-lidad. El peso se traslada de aquello que cada uno puedequerer sin contradiccin como ley general, a lo que todos decomn acuerdo quieren reconocer como norma universal".

    Que la argumentacin correspondiente se lleva a cabo de modocooperativo significa: 1. que slo la participacin de cada afectadopuede evitar una interpretacin errnea de los propios intereses porparte de los dems, y 2. que la descripcin de los propios intereses debeestar abierta a la critica de los dems. "Las necesidades se interpretan ala luz de los valores culturales; y como quiera que stos son siempreparte integrante de la tradicin intersubjetivamente compartida, larevisin de valores que interpretan las necesidades no es algo de lo quepuedan disponer monol6gicamente los individuos aislados" (p. 88).

    4. Posibilidad de fundamentar el principio moral

    La circunstancia de que el principio U constituye una refornlulacindel imperativo categrico kantiano, puede dar lugar a distintas obj&ciones segn Habennas. Un escptico podria poner el reparo de que setrata de una universalizacin apresurada de la civilizaci6n occidental, esdecir que comete lo que podria denominarse "falacia etnocntrica".Adems hay que tener en cuenta que Kant fundamenta el imperativocategrico en los conceptos de autonoma y libre albedrio, que poseenun claro contenido normativo, lo que no es un "hecho de la razn",incurriendo de esta manera en una petitio princip. En suma, se hacenecesario fundamentar el principio de la universalizaci6n (U).

    No obstante, contra la posibilidad de una fundamentacin filosficaltima, Hans Albert ha elaborado lo que denomina el "trilema deMtnchhausen". Segn Albert todo intento de satisfacer la exigencia deuna fundamentacin filosfica ltima en el sentido del postuladoleibniziano de la "razn suficiente", conduce a una solucin con tresalternativas, todas las cules parecen ser inaceptables, es decir a untrilema: 1) a un regreso al infinito, 2) a un cRulo lgico que surge por ellado de que en el procedimiento de fundamentacin se reeUITe aenunciados que ya antes se haban mostrado como menesterosos defundamentacin, y 3) a una inteITUpein del procedimiento en un puntodetenninado, lo que implica una suspensin arbitraria del principio defundamentacin suficiente. Por lo tanto, dado que es imposiblesatisfacer la exigencia de una fundamentacin ltima, que haba sidofonnulada por el "racionalismo clsico", Albert propone sustituir suprograma por el del "racionalismo critico", una critica racionalilimitada o falibilismo (Cf. su Tratado sobre la razn critica. BuenosAires: Sur, 1973; pp. 19 ss.).

    105

  • De lo anterior se seguirla que es imposible fundamentar el principiode universalizacin. Es esto cierto? Habermas concede que esimposible fundamentarlo de una manera deductiva, pero afirma que esposible hacerlo de una manera pragm'tiea recordando la critica deKarl-Otto Apel contra el falibilismo de Albert. En su opinin, estacritica anula la objecin del trilema de Mnchhausen abriendodecisivamente el camino a la posibilidad de una fundamentacinfilosfica ltima. La critica de Apel pueda ser resumida de la manerasiguiente: desde la perspectiva pragmtica la fundamentacin devalidez del conocimiento se apoya simultneamente en las posiblesevidencias de los sujetos cognoscentes y en reglas a priori intersubje-tivas de un discurso argumentativo, en cuyo contexto alcanzan lasevidencias de conocimiento - que son testimonios subjetivos de validezobjetiva- una validez intersubjetiva. Es decir que las evidenciascognoscitivas estn entretejidas con el uso del lenguaje y lasactividades lingsticas de los sujetos cognoscentes. En este sentido, laduda y la crtica slo pueden fundarse por medio del recurso a unaevidencia paradigmtica indubitable. La critica no puede ser la ltimainstancia autosatisfactoria de argumentacin racional, sino que ellapresupone un marco pragmtico-trascendental - un juego lingsticocon sentido-, en el que posibles argumentos criticos y posibles funda-mentaciones se correspondan en principio unos a otras mediante elrecurso a una evidencia "paradigmtica". Esta es la estructura esencialde la institucin del argumentar. Apel recuerda aqu que segn Ch. S.Pierce una duda como la cartesiana que pretendiera dudar de todo, seconvertirla en una "paper doubt", y que segn el ltimo Wittgenstein:"Quien pretendiese dudar de todo, ni siquiera llegaria hasta la duda. Eljuego mismo del dudar presupone la certeza" (Sobre la certeza,aforismo nmero 115). En suma, tanto la duda cartesiana como unfalibilismo consecuente son a la larga imposibles, porque al argumentarhacemos uso de una "lgica mnima" aceptando ciertos presupuestosindispensables a toda discusin. Segn Apella fonna pragmtico-tras-cendental del argumentar se puede expresar de este modo: "si yo nopuedo impugnar algo sin contradecirme a mi mismo y, al- mismotiempo, no puedo fundamentarlo sin cometer una petitio prineiplgico-fonnal, entonces aquello (ese algo) pertenece a los presupuest9spragmtico-trascendentales de la argumentacin, que uno tiene quehaber reconocido siempre, si es que el juego lingstico de laargumentacin ha de conservar su sentido" ("El problema de la fun-damentacin filosfica ltima a la luz de una pragmtica trascendentaldel lenguaje (Ensayo de una metacritica del 'racionalismo critico')"), en:Dianoia. Anuario de Fnosof. 1975. Mxico: Unam!FCE, 1975; p. 166.Hemos alterado ligeramente la traduccin que en general es muyCOITeCta).

    La critica de Apel a Albert muestra, segn Habermas, que es posiblefundamentar el principio moral, aunque por cierto esto no exima al

    106

  • cognitivista tico de probarlo en efecto. La estrategia que a continua-cin propone nuestro autor es la siguiente: "El terico moral intentarahora asumir a modo de ensayo el rol del escptico a fin de comprobar sial rechazar ste un principio moral que se le propone incurre en unarealizacin contradictoria con los presupuestos inevitables de laargumentacin moral. De este modo indirecto, el terico moral puedehacer ver al escptico que ste, al iniciar una argumentacin concretacon el objeto de refutar al cognitivista tico, tiene que hacer inevita-blemente presupuestos argumentativos, cuyo contenido proposicionalcontradice su objecin" (p. 104). La exigida fundamentacin moraladopta la forma de que cualquier discusin moral, en cualquier contextoen que se realice, reposa sobre presupuestos pragmticos de cuyocontenido proposicional puede deducirse el principio de universaliza-cin.

    5. Los presupuestos pngmiltico8 y la tica discursiva

    El argumento trascendental-pragmtico que a continuacindesalTOlla Habennas debe probar "cmo el principio de universaliza-cin, que acta como una regla de argumentaciD, se eaeumtraimplicito en los presupuestos de cualquier argumentacin" (p. 110).Esta exigencia resultar satisfecha si se puede mostrar que todapersona que admita los presupuestos comunicativos generales ynecesarios del discurso argumentativo y que sabe lo que significafundamentar una norma de la accin, tiene que aceptar la validez delprincipio de universalizacin (sea en la versin indicada ms aniba () enuna versin equivalente).

    Habennas seala que es conveniente diferenciar entre tres niveles depresupuestos de la argumentacin -siguiendo los puntos de vista delcanon aristotlico-: el nivellgieo-semntico donde hay que tener encuenta las propiedades de las argumentaciones convincentes (por ej.que los hablantes no se contradigan a si mismos), el nivel dialctico delos procedimientos de la argumentacin en que secomprueban las argu-mentaciones que resulten problemicas (por ej. que cada hablante slopuede afinnar aquello que cree), yel nivel retrico de los procesosargumentativos en que el discurso argumentativo se presenta como unproceso de comunicacin que tiene que satisfacer condiciones muyexigentes para entenderse de una manera neionalmmte motivada (porej. que cualquier hablante. puede. problematizar cualquier afinnacin).Este ltimo nivel es el que interesa a Habermas en su bsqueda de lospresupuestos pragmticos de la argumentacin.

    Que los hablantes pueden entenderse de una manera racionalmentemotivada, quiere decir que lo hacen libres de toda represin ydesigualdad. Se trata aqu de una situacin casi ideal de comunicacindonde lo que prima es el afn de indagar la verdad. Las -condiciones para

    107

  • una situacin semejante deben ser simtricas y son muy difciles deconstruir de una manera completa. Habennas seala provisionalmentetres reglas del discurso -enunciadas bajo su inspiracin en realidad porRobert Alexy-:

    1) Todo sujeto capaz de hablar y actuar puede tomar parte en losprocesos discursivos.

    2) a) Todos pueden problematizar cualq~ier afirmacin.b) Todos pueden introducir cualquier afirmacin en el proceso

    discursivo.c) Todos pueden manifestar sus posiciones, deseos y necesidades.

    3) A ningn hablante puede impedirsele el uso de sus derechos reco-nocidos en (1) y (2) por medios coactivos- originados en el interior oen el exterior del proceso discursivo.

    No se trata aqu de convenciones, sino de presupuestos de losprocesos discursivos. Las reglas discursivas presentadas no pueden serconsideradas sin embargo como constitutivas de la praxis discursiva,sino tan slo como una forma de represent&ein de sus presupuestospragmticos. Es decir que no todas las argumentaciones realessatisfacen plenamente estos presupuestos, sino que en muchos casosslo se acercan a ellos. Las reglas del discurso (1) a (3) nicamenteafirman que los participantes en la argumentacin deben aceptar elcumplimiento aproximado y suficiente de las condiciones mencionadaspara los fines de la argumentacin, con independencia de que en el casodado la aceptacin sea contraria a la realidad o no, y en qu medida losea.

    Segn Habermas, si todo participante en argumentaciones debehacer presupuestos cuyo contenido se puede exponer en forma de lasreglas discursivas (1) a (3), entre otras; y si adems entendemos que lasnonnas que se justifican tienen el sentido de regular materias socialesen el inters comn de todas las personas posiblemente afectadas;entonces todo aquel que hace seriamente el intento de comprobar demodo discursivo las pretensiones normativas de validez tendr queaceptar de manera intuitiva las condiciones procedimentales queequivalen a un reconocimiento impllcito de U. Pues de las reglasdiscursivas mencionadas resulta que una norma sobre la que se discutenicamente puede encontrar aceptacin entre los participantes de undiscurso prctico cuando U es vlida, esto es, "cuando todos puedenaceptar sin coacciones las consecuencias y "los efectos secundarios queacaITear previsiblemente el cumplimiento general de la norma endiscusin para la satisfaccin de los intereses de cada uno" (p. 116).

    Fundamentado el principio de la universalizacin mediante suderivacin pragmtica de los presupuestos de la argumentacin, se

    108

  • puede reducir la ~iea discursiva misma al escueto pnnclplo D:"Unicamente pueden aspirar a ser vlidas aquellas normas queconsiguen (o pueden conseguir) la aprobacin de todos los afectados encuanto participantes en un discurso prctico" (p. 117). Este principio dela tica discursiva expresa la idea fundamental de una teoria moral,pero no pertenece a la lgica de la argumentacin. La meta fundamentaldel filsofo como terico moral consiste, segn Habermas, en tratar defundamentar precisamente el principio D.

    Nuestro autor considera que es esencial tener en cuenta que el nicoprincipio moral es el principio de la universalizacin, que sirve comoregla de argumentacin y que pertenece a la lgica de la argumentacin.De l hay que diferenciar netamente: a) el contenido normativo de lospresupuestos de la argumentacin que se pueden explicar en forma dereglas (Habennas las ha expuesto provisoriamente con las reglas (1) a(3)); b) el principio D que es un principio de la tica discursiva que nopertenece a la lgica de la argumentacin; y c) los principios decontenido o normas fundamentales que nicamente pueden constituir elobjeto de las argumentaciones morales concretas. Habermas piensa quelos intentos precedentes de fundamentar una tica discursiva nodistinguen precisamente entre los presupuestos de la argumentacin,las reglas de la argumentacin y los contenidos de la argumentacin.

    Resumiendo la fundamentaci6n de la tica discursiva intentada porHabennas encontramos que sus pasos son:

    1) La indicacin de un principio de generalizacin que funge comoregla de argumentaci6n.

    2) La identificaci6n de presupuestos pragmticos inevitables y concontenido normativo de la argumentaci6n.

    (Para poder superar la critica del escptico hubo que recurrir a unprocedimiento mayutico que lo oblig6 a:

    a) dirigir la atencin a presupuestos argumentativos que conoceintuitivamente.

    b) dar una forma explicita a este saber preteortico de modo quecon esta descripci6n el escptico pueda reconocer sus intuicio-nes.

    c) poner a prueba la afirmaci6n planteada por el proponente de lafalta de alternativas de los presupuestos explicitos en loscontraejemplos).

    3) La exposici6n explicita del contenido normativo de los presupues-tos de la argumentaci6n, por ejemplo, bajo la forma de las reglas deldiscurso; y,

    109

  • 4) La prueba de la existencia de una relacin de implicacin materialentre 3) y 1) con respecto a la idea de la justificacin de las normas.

    Habermas agrega que este intento pragmtico de fundamentacin nopretende tener el carcter de una fundamentacin tnseendental sinomeramente pragmtico-formal. Su estatuto es nicamente el de un in-tento de reconstruir las reglas de la argumentacin moral y el de formu-lar el principio moral y el del discurso tico. No pretende tener una rel&-vancia para el mundo real, ya que las intuiciones morales cotidianas noprecisan de la labor ilustradora del filsofo. A este respecto la ticadiscursiva tiene una importancia para la conciencia cotidiananicamente debido a su funcin teraputica: en cuanto en la existenciadiaria se hayan afianzado como ideologas profesionales el escepticismovalorativo y el positivismo juridico, causando confusiones y neutrali-zando las intuiciones adquiridas de modo natural en el proceso desocializacin.

    6. RefutaeiD final del eseptieo

    Llegada a este punto la discusin entre el cognoscitivista y el escpti-co, manifiesta Habermas que este ltimo an puede no darse por venci-do y ensayar una nueva actitud. La estrategia seguida por el cognosciti-vista para fundamentar el principio de moralidad consisti en hacerentrar en polmica al escptico y hacerle evidente que al argumentaradopta presupuestos argumentativos cuyo contenido proposicional con-tradice su objecin. Al advertir este procedimiento, el escptico conse-cuente puede retraerse de la discusin y envolverse en un mutismototal. Qu puede oponer en este momento frente a esta actitud deses-perada el terico moral?

    . Habermas sostiene que pese a que el escptico renuncie a laargumentacin no puede negar, aunque sea de modo indirecto, queparticipa de una cierta forma sociocultural de vida, ha crecido en nexosde accin comunicativa y reproduce en ellos su existencia. "En unapalabra, puede negar la moralidad, pero no la eticidad de las relacionesvitales en las que permanece por as decirlo todos los das. De otro modotendrla que buscar refugio en el suicidio o en una grave neurosis" (p.124).

    Pero el escptico podria radicalizar an ms su actitud, segnHabermas, negndose no solamente a argumentar, sino a actuar de unmodo comunicativo y optando por la accin meramente estratgica.Mas Habermas replica que la posibilidad de elegir entre la accincomunicativa y la estratgica es una posibilidad abstracta, porquenicamente puede darse desde la perspectiva causal del actor aislado.Desde la perspectiva del mundo de la vida al que el ser humanopertenece en cada caso, estos modi del actuar no se encuentran a su libre

    110

  • disposicin. "Los individuos no tienen la opcin de desvincularse porlargos periodos de los nexos de la accin orientada al entendimiento.Esta desvinculacin significarla la retirada al aislamiento mondico - oa la esquizofrenia y el suicidio. A la larga ella es autodestructiva" (p.127).

    Alcanzando este extremo, el escptico todava podra intentar unanueva critica: como ha llegado a un callejn sin salida puede aceptar alfinal la fundamentacin propuesta del principio moral y admitir elprincipio de la tica discursiva. Pero hacerlo nicamente para agotar lasposibilidades de argumentacin que an le quedan, cuestionando eneste momento la tica discursiva como una tica formalista y renovandolas objeciones fonnuladas por Hegel contra Kant.

    Ante esta critica postrera, el cognoscitivista inteligente no dudar enadmitir en parte, segn Habennas, .algunos de los reparos de suoponente. Los aspectos, con respecto a los ,cuales merece tratarse laobjecin del fonnalismo son:

    1) El principio de la tica discursiva hace referencia a un proeedi-miento: al cumplimiento discursivo de las pretensiones normativas devalidez. A este respecto hay razn para calificar a la tica discursiva deformal. Ella no ofrece orientaciones de contenido, sino de procedi-miento: el discurso prctico no sirve para la produccin de nonnasjustificadas, sino para la comprobacin de la validez de las nonnaspropuestas e hipotticas. El contenido de los discursos prcticos estdado de antemano. Sin embargo, el procedimiento defendido no esformal en el sentido de que haga abstraccin de estos contenidos.

    2) La tica discursiva tambin es formalista en cuanto al aplicarse elprincipio de universalizacin separa entre lo "bueno" y lo "justo", entreenunciados meramente evaluativol y otros rigurosamente normativos.Tiene que ver con la validez deoDtolgiea de las normas de accin, perono con preferencias uiolgieas. Esto crea un problema debido a que losvalores culturales elevan una pretensin de validez intersubjetiva, perocomo estn entrelazados en la totalidad de una fonna de vida peculiar,no pueden aspirar sin ms a una validez normativa en sentido estricto.De alli que quienes tienen que ver con las normas y sistemasnonnativosque se destacan de la totalidad del nexo vital, puedandistanciarse lo necesario (de esta totalidad) como para adoptar unapOlieiD hipottiea al respecto, pero no puedan eomportarsehipot4tieammte frente a la forma o a la historia vitales en las que hanadquirido identidad.

    3) Otro problema existente desde la perspectiva de la hermenutica esel siguiente: el principio de la tica discursiva slo puede ser aplicadorecUITindose a una facultad ligada a los compromisos locales de la

    111

  • situacin hermenutica de partida que est referida al provincialismo deun horizonte histrico detenninado. No significa esto una limitacinmuy peligrosa, ya que entonces la aplicacin del principio de la ticadiscursiva puede variar de situacin en situacin? Aun concediendoHabennas que existe tal riesgo seala que la pretensin del principiodiscursivo trasciende todos los compromisos locales. Agrega que suaplicacin -la de este principio- sigue un curso con una ciertaorientacin, y que adems hay un "aprendizaje normativo" innegable.Todo esto estaria testimoniado por la historia de los derechos humanosfundamentales en los Estados modernos que se rigen por unaConstitucin.

    4) Los discursos prcticos estn en efecto sometidos a distintaslimitaciones que hay que recordar:

    a) Estn en conexin con la critica esttica y con la critica teraputica,dos formas de argumentacin que no parten de la premisa de losdiscursos rigurosos de tener que llegarse a un acuerdo raeionalmeatemotivado. Esta vinculacin significa una fuerte hipoteca para eldiscurso prctico de ndole rigurosa, hipoteca procedente de lasituacin histrico-social de la razn.

    b) No se puede librar a los discursos prcticos de la presiD de 108conOietos soeiales en la misma medida en que se puede hacerlo en elcaso de los discursos tericos y explicativos.

    c) Al igual que las otras formas de argumentacin, los discursosprcticos se encuentran amenazados por estar los medios de enten-dimiento constantemente expuestos a la violencia.

    Estas son las principales motivaciones de los discursos prcticos.Mientras el escptico tiende a dramatizarlas, Habennas nos invita acolocar el problema de la separacin entre la moralidad y la eticidad nobajo una luz trivial, sino en-Una perspectiva ms amplia. AproveChandoideas de Max Weber sobre el desalTOllo del racionalismo occidental,nuestro autor sugiere que la separacin entre la "eticidad" y la"moralidad" slo se gesta, al igual que la de la "praxis" de la "teoria",cuando se disocian dentro de la tradicin cultural los valores cognosciti-vos, los esttico-expresivos y los moral-prcticos. La diferenciacinentre estos valores permiteal participanteen las argumentaciones tomardistancia del mundo de la vida, en el cual aquellos existan entrelazados,y considerarlo como la esfera de la "eticidad". Al mismo tiempo lapraxis cotidiana se divide entre valores y normas, entre la parte de loprctico que tiene que ser justificada moralmente de un modo rigurosopor haber perdido su validez "natural" procedente del mundo de la viday en otra parte a la que no se puede mediar. A esta ltima partecorresponden las orientaciones valorativas integradas en el mundo de la

    112

  • vida. "As la fonnacin del punto de vista moral corre a la par con unadiferenciacin dentro de lo prctico: se distingue ahora las cuestionesmorales (que se pueden decidir de un modo principistamente racionalbajo el aspecto de la capacidad de universalizacin de los intereses o dela justicia) de las cuestiones evaluativas (que se presentan en su aspectoms general como cuestiones de la vida buena (o de la realizacin de lapersona)" (p. 134).

    Qu ventajas se obtiene de estos resultados de la abstraccinoperada por el punto de vista moral? Primero, una ganancia enracionalidad al separarse las cuestiones evaluativas de las morales; ysegundo, la que surge de la necesidad de mediar entre moralidad yeticidad. El juicio moral pierde sin duda el sustento de la fonnacin devida de la que originalmente proceda, pero gana en cambio enuniversalidad al pretender una motivacin puramente racional. Por otraparte, toda moral universalista deber compensar la carencia de unaeticidad concreta si es que quiere ser eficaz en el campo prctico. Esto selogra tomando en cuenta que las fonnas vitales estn tan "racionali-zadas" en el mundo moderno que posibilitan una aplicacin inteligentede vislumbres morales generales y que promueven motivaciones para larealizacin de estas vislumbres en el actuar moral.

    7. ConsideraciD final

    En mi opinin, los principales aspectos positivos de este articulo deHabennas son tres: su intento de escapar al relativismo y al escepti-cismo ticos mediante su proyecto de una tica discursiva, suplanteamiento sobre el principio de la universalizacin de las fonnasmorales y sobre su fundamentacin, y su idea sobre cmoargumentamos en la vida moral.

    Segn Habermas un intento exitoso de fundamentar las nonnasmorales deberla conducir a superar el relativismo tico. Este surgecuando se compara los distintos modos histricos de comportarsemoralmente. Diferentes maneras culturales de comportarse dan lugar anonnas diversas, que por lo tanto no pueden reivindicar una validezabsoluta sino meramente relativa. De aqui procede el escepticismomoral que es especialmente daino cuando se afianza en la existenciadiaria como ideologa profesional, creando confusiones y neutralizandolas intuiciones logradas de mqo natural en el proceso de socializacin.Estableciendo las condiciones; de un enjuiciamiento imparcial de lasnormas morales, la tica discursiva pennite superar el relativismo ydescartar el escepticismo. En verdad su nica relevancia en relacin almundo real consiste precisamente en su funcin teraputica conrespecto al esceptcismo valorativo - y al positivismo juridico.

    113

  • Cmo universalizar las normas morales? Habermas sostiene quemediante un principio puente, el principio U, al que primero introduce yluego trata de fundamentar. Hemos visto el procedimiento ideado porHabennas que consiste en: 1) indicar que este principio funge comoregla de argumentacin, 2) identificar presupuestos pragmticosinevitables - y con un contenido nonnativo- de la argumentacin, 3)exponer expHcitamente este contenido, por ejemplo, bajo la fonna dereglas del discurso, y 4) probar una relacin de implicacin materialentre 3) y 1) con respecto a la idea de la justificacin de las nonnas. Estees un tipo no deductivo sino pragmtica.fonnal de fundamentacin delprincipio U. Aunque la concepcin de este principio y el intento defundamentarlo por parte de Habermas puedan ser objeto de criticas,son muy novedosos y enriquecen sin duda el repertorio de ideas ticascontemporneas.

    y el tercer planteamiento de Habermas que me parece relevante en suidea de cmo argumentamos en el mbito de la vida moral. En suopinin empleamos reglas del discurso prctica.moral, a las que l hatratado de aproximarse en una primera instancia. Muchas veces se haintentado reconstruir el modo de argumentacin en el mundo jurdico,pocas en el caso del moral. De ah lo valioso del esbozo habermasiano,pese a que su propio autor reconoce que es provisional e insatisfactorio.

    Veamos ahora las criticas que nos parece urgente fonnular a la ticadiscursiva de Habennas: una se refiere a su determinacin del tema dela tica filosfica, otra al procedimiento metdico reconstructivo quenuestro autor pretende seguir, y la tercera a la validez de su propuestade fundamentacin del principio de universalizacin.

    Segn Habermas los fenmenos que debe esclarecer una tica filosfi-ca son la validez dentica de las normas morales y las pretensiones devalidez elevadas con los actos de habla referidos a las nonnas. Enrealidad, esta es una temtica que slo ha ido ganando en importancia apartir del siglo XVIII, sobre todo con Kant y en Questros dias, y que nose encuentra en la tradicin anterior. "En general, la tica griegapregunta: 'Qu he de hacer para vivir bien?' Por su parte, la ticamoderna pregunta: 'Qu debo hacer para actuar correctamente?' Yformula esta pregunta en una forma tal que actuar correctamente esalgo muy distinto de vivir bien" (A. Mac Intyre, Historia de la tica.Buenos Aires: Paids, 1970; p. 89). Segn Habermas la tica filosficase refiere slo a las cuestiones morales y no a las evaluativas y no orien-ta al hombre sobre sus acto!J morales. Una consecuencia indeseable yque se produce en la tica habermasiana es que en ella el hombre quedalibrado a su propio parecer, o al de su entomo, sobre el bien y el mal.Habennas sostiene que esto es inevitable por dos razones: primero,porque en la vida cotidiana el hombre se maneja con sus intuiciones co-tidianas no necesitando ninguna guia de la filosofa - uno recuerda

    114

  • vagamente aqui a Gilbert Ryle cuando afirmaba (en su articulo de 1931"Systematically Misleading Expressions") que el empleo del lenguajede la vida cotidiana no plantea problemas al hombre comn y corriente;pero que stos surgen para el filsofo cuando reflexiona sobre ciertostipos de expresiones. Y segundo, porque de cualquier manera en elmundo contemporneo el desarrollo histrico ha producido unaseparacin -que debe ser mediada pero que por el momento no puedeserlo- entre las cuestiones morales y las evaluativas: sobre lasprimeras se puede decidir filosficamente - sobre la validez de lasnonnas morales y sobre las pretensiones de validez de los actos de hablareferidos a las nonnas morales-; pero no asi sobre las segundas: cmose puede decidir en efecto sobre la preeminencia de ciertos valores y deciertas escalas valorativas sobre otros? No obstante las dos razones queesgrime Habennas no son convincentes. Es cierto que en la vida coti-diana nos manejamos con intuiciones morales, pero que no nos bastanni son confiables: de su diversidad (y no slo con respecto a lasvaloraciones en diferentes culturas, sino aun en una misma cultura)surge un caos que demanda ser dirimido filosficamente. Y segundo, ladescripcin que hace Habennas de la separacin que se ha gestadohistricamente entre las cuestiones morales y las evaluativas tampocopuede justificar ocuparse tan slo de las primeras y abandonar estasltimas a la espera de un proceso de mediacin histrico que no seavizora en el horizonte. Para decirlo de otra manera: Habennas cometeun verdadero reduccionismo al limitar el objeto de la tica filos6fica alestudio de la validez de6ntica de las nonnas y de las pretensiones devalidez de sus actos de habla, y adopta un expediente muy fcil al noencarar las cuestiones evaluativas. Con ello la filosofa abdica de sutarea de prestar una orientaci6n en el mundo, en este caso con respectoa una buena parte del mundo moral (lo relativo a los valores).

    Mi segunda critica se refiere al procedimiento metdico reconstruc..tivo que Habennas pretende haber seguido. En efecto, segn nuestroautor la tica discursiva se apoyarla en un procedimiento reconstruc..tivo: se podria entender el principio de universalizaci6n - segn elmodelo del equilibrio reflexivo de John Rawls- como una reconstruc..ci6n de aquellas intuiciones cotidianas que se encuentran a la base deljuzgamiento imparcial de los conflictos morales de la acci6n. En estesentido la tica discursiva no reivindica tener una validez trascendentalsino meramente hipottica, y debe buscar confirmaciones plausiblesconcurriendo con otras teorias morales, y adems confirmacionesindirectas a travs de otras teorlas consonantes como la teoria deldesarrollo moral de L. Kohlberg y colaboradores (Cf. Introd. deHabermas a su articulo "Conciencia moral y acci6n comunicativa" en ellibro del mismo ttulo). Tiene la tica discursiva habennasiana enverdad un estatuto metdico reconstructivo? Lo posee ciertamente unateoria lingUistica como la de Noam Chomsky quien presupone en elhombre un sentido innato de la gramaticalidad con respecto a su idioma

    115

  • materno, que este autor reconstruye tericamente por medio de laformulacin de principios explicitos que permitan hacer las mismasdiscriminaciones que el hablante realiza implicitamente. Tambin esste el caso de la teoria de la justicia de J ohn Rawls quien supone que elhombre tiene un sentido natural de la justicia al que aqul trata dereconstruir tericamente mediante la fonnulacin de los principiosexplcitos que lo explican. Pero en el caso de la tica habennasiana esdificil concederlo. Primero: las intuiciones morales cotidianas no sontraducidas en todos los casos por el principio de la universalizacin: enlos estadios poco avanzados de la civilizaci6n dichas intuiciones son,segn el propio Habennas, tanto nonnativas como evaluativasentrelazadas; y es slo en un estadio muy posterior, al producirse unaseparacin entre ellas, cuando podria defenderse que hay intuicionesque se refieren exclusivamente a la validez de las nonnas - y no a losvalores. Segundo: el procedimiento ideado por Habermas no cumple lascondiciones del concebido por Rawls. Este propone una eleccinracional entre distintos principios de justicia que deben satisfacerdiferentes condiciones, eleccin que favorece a los principios rawlsianosde la justicia como "faimess". En Habennas no hay nada parecido:inicialmente son descartados todos los planteamientos ticos nocognoscitivistas y con posterioridad s610 se examina el principio de uni-versalizacin que propone el autor y el modo de fundamentarlo.Finalmente, en la tica discursiva no hay ningn intento de establecerun "equilibrio reflexivo" entre el principio D y nuestras conviccionescorregidas de la moral. En suma: difcilmente puede sostener Habennasque el estatuto metodolgico de la tica discursiva sea el de unadisciplina reconstructiva.

    y una tercera critica se refiere al logro del intento habermasiano defundamentar el principio de universalizacin de las normas.Recordemos ante todo que Habermas acepta que no es posible su fun-damentacin deductiva: inevitablemente caeremos aqu en uno de lostres cuernos del trilema de Mnchhausen. El autor pretende que sinembargo se puede proporcionar una fundamentacin pragmtica siinvitamos al escptico a argumentar y luego, cuando ha dado este paso,le mostramos que al hacerlo ha asumido una serie de presupuestosargumentativos, le exponemos su contenido y le probamos que necesa-riamente est l implicando el principio de universalizacin (U). Apartir de aqu enunciamos el prin~ipio de la tica discursiva (D). Lo queen este procedimiento no vemos claro es: 1. El paso de admitir ciertospresupuestos argumentativos con un cierto contenido - por ejemplobajo la forma de reglas del discurso- a aceptar que implican material-mente el principio de universalizacin. Este sostiene que hay queproponer a los otros mi mxima de accin con el objeto de quecomprueben discursivamente (=racionalmente) su pretensin deuniversalidad. En qu fonna est implicado materialmente esteprincipio por reglas discursivas como las de que todo sujeto capaz de

    116

  • hablar y actuar puede tomar parte en los procesos discursivos (1), quetodos pueden problematizar e introducir cualquier afinnacin ymanifestar sus posiciones, deseos y necesidades (2), y que a nadie puedeimpedrsele el uso de estos derechos (3)? Esto es lo que no vemos claro.y 2. Tampoco percibimos difanamente la conexin existente entre elprincipio de universalizacin (U) y el de la tica discursiva (D). Estesostiene que nicamente pueden aspirar a ser vlidas aquellas normasque consigan (o puedan conseguir) la aprobacin de todos los afectadosen cuanto participantes en un discurso prctico. De dnde procederepentinamente este principio?, en qu relacin est con el de launiversalizacin? Son preguntas que no tienen una respuesta satisfac-toria en este texto de Habermas. Pero ya expresbamos en nuestraintroduccin que como slo se trata aqu de unas "Notas para unprograma de fundamentacin" no se puede sobreexigir este bosquejo.Ser necesario esperar otros textos ms detallados de Habermas parapoder pronunciarse con un mayor conocimiento sobre su planteamientode una tica discursiva y sobre su xito al fundamentarla.

    Lima, febrero de 1987.

    117