arturo soria y mata. una biografÍa -...
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TESIS DOCTORAL
2017
ARTURO SORIA Y MATA. UNA BIOGRAFÍA
ARMANDO LÓPEZ RODRÍGUEZ
LICENCIADO EN HISTORIA
INGENIERO DE TELECOMUNICACIÓN
PROGRAMA DE DOCTORADO EN HISTORIA E HISTORIA DEL
ARTE Y TERRITORIO
DIRECTORA: DRA. DÑA. ALICIA ALTED VIGIL
CATEDRÁTICA DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA
TESIS DOCTORAL
2017
ARTURO SORIA Y MATA. UNA BIOGRAFÍA
ARMANDO LÓPEZ RODRÍGUEZ
LICENCIADO EN HISTORIA
INGENIERO DE TELECOMUNICACIÓN
PROGRAMA DE DOCTORADO EN HISTORIA E HISTORIA DEL
ARTE Y TERRITORIO
DIRECTORA: DRA. DÑA. ALICIA ALTED VIGIL
CATEDRÁTICA DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar deseo hacer constar mi gratitud a mi directora de tesis, Alicia
Alted, quien confió en mis posibilidades antes de que yo mismo me viese capaz de
abordarla y supo darme las orientaciones precisas para llevarla a buen puerto. También
a otras dos profesoras de esta universidad, Sagrario Aznar y Rosa Pardo, por los
comentarios y sugerencias que me hicieron ver en su momento que iba por buen
camino.
Ha sido de gran utilidad la información y documentación que de forma
desinteresada me ofreció José Antonio Tartajo, uno de los más importantes conocedores
de la historia tranviaria en nuestro país; así como las respuestas a diversas dudas que en
el trascurso de la investigación me facilitaron expertos como José Antonio Ferrer
Benimeli, Alberto Valín y Manuel Según sobre la masonería en España, Esteban Cortijo
sobre Mario Roso de Luna, o Consuelo Naranjo, del Centro Superior de Investigaciones
Científicas, sobre la Historia de Puerto Rico, entre otros a los que involuntariamente
quizá omita. También fue importante la información que Javier Rodríguez Cabello me
reveló sobre la documentación que conservan los descendientes de Carlos Soria
Hernández.
Quiero expresar mi agradecimiento a uno de los bisnietos de Arturo Soria y
Mata, Emilio Keller Soria, ya que no dudó en poner a mi disposición la documentación
que todavía conserva y me dedicó su tiempo para compartir conmigo anécdotas y
algunos recuerdos familiares que me resultaron de gran ayuda para entrever algunos de
los rasgos personales de su bisabuelo.
Agradezco la efectividad de los archiveros y técnicos en general de las
diferentes instituciones a las que he tenido que acudir con frecuencia. La buena
disposición de los responsables de algunos archivos situados fuera de Madrid, como el
Centro Documental de la Memoria Histórica o los Diocesanos de Tarazona o de
Cuenca, por ejemplo, me han evitado algunos desplazamientos. En este apartado debo
destacar la colaboración y amabilidad de Inés Zalduendo, responsable del Archivo y la
Biblioteca de la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard, quien al conocer mi
residencia en España se brindó a enviarme varios paquetes con las copias de los
documentos de la George Collins Collection on Linear City Planning que eran objeto de
mi interés.
No debo concluir sin hacer una mención especial a mi familia. A mis padres les
agradezco lo mucho que todavía me enseñan, pero por encima de todo debo
reconocerles algo muy importante que me inculcaron en mi etapa de juventud: el valor
del esfuerzo. A Almudena, mi pareja, y a mis hijos, Marcos y Tomi, quiero agradecerles
el cariño y la estabilidad que día a día me ofrecen. Sin su paciencia y comprensión no
hubiese sido posible afrontar un trabajo de esta envergadura. Va por vosotros.
ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 2.1: Entrada a la calle Caballero de Gracia desde la Red de San Luis, antes
de 1868 ……………………………………………………………………………...
Figura 2.2: Fachada y puerta de entrada del Instituto de San Isidro ………………..
Figura 2.3: Rúbrica de Arturo Soria y Mata ………………………………………...
Figura 2.4: Arturo Soria en la lista de los premiados en el curso 1859-1860 ………
Figura 2.5: Firmas de los padres de Arturo Soria …………………………………...
Figura 2.6: Academia de matemáticas de M. Becerra ………………………………
Figura 2.7: Foto actual del edificio que albergó a la Escuela Especial de Ingenieros
de Caminos entre 1846 y 1889 …………………………….………………………..
Figura 2.8: Uniformes de los telegrafistas primeros, segundos y terceros, ca. 1864 .
Figura 2.9: Patio de los pobres, en el Cementerio General del Norte ……………...
Figura 2.10: Plano del Teodolito Impresor-Automático inventado por Soria …...….
Figura 2.11: Barricada de la calle Montera durante el levantamiento de 1854 ……..
Figura 2.12: Manuel Becerra y Bermúdez ………………………………………….
Figura 2.13: Triunfo de la revolución ………………………………………………
Figura 3.1: Coordinación entre la Administración pública ca. 1870 ………………..
Figura 3.2: La porra, uno de los instrumentos de Sagasta, entonces ministro de la
Gobernación ………………………………………………………………………...
Figura 3.3: Manifestación de los radicales en octubre de 1871 …………………….
Figura 3.4: Credencial de Diputado de Arturo Soria y Mata ……………………….
Figura 3.5: "Panorama de San Juan de Puerto Rico", ca. 1860 ……………………..
Figura 3.6: Proclamación de la I República en la Asamblea Nacional ……………..
Figura 3.7: Multitud rodeando el Congreso la jornada del 24 de febrero de 1873 …
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Figura 3.8: Emilio Castelar protegiendo a varios miembros de la Comisión
Permanente el 23 de abril …………………………………………………………...
Figura 3.9: Cabecera de El Progreso ……………………………………………….
Figura 3.10: Original manuscrito de “Inauguración del Tranvía del Hipódromo”,
primera crónica escrita por Arturo Soria para El Progreso, 10/5/1881 …………….
Figura 4.1: Retrato de Eusebio Blasco. Sin datar …………………………………...
Figura 4.2: Arturo Soria y Julia Hernández, ca. 1878 ………………………………
Figura 4.3: Árbol genealógico de la familia de Arturo Soria y Mata ……………….
Figura 4.4: Los hijos Soria-Hernández alrededor de 1890 ………………………….
Figura 5.1: Puerta del Sol, ca. 1895 ………………………………………………...
Figura 5.2: Portada del folleto Avisador de las crecidas de los ríos ………………..
Figura 5.3: Arturo Soria y Julia Hernández, ca. 1890 ………………………………
Figura 6.1: Trayecto proyectado para el Ferrocarril de Circunvalación ……………
Figura 6.2: Recreación de la calle principal de la Ciudad Lineal …………………...
Figura 6.3: Boceto de la Ciudad Lineal ……………………………………………..
Figura 6.4: Piedra inaugural de la Ciudad Lineal, en la actualidad en un monolito
emplazado en la calle de Arturo Soria ………………………………………………
Figura 6.5: Hijos varones de Arturo Soria, ca. 1902 ……………………………..…
Figura 7.1: Cabecera del primer número de La Dictadura ………………………....
Figura 7.2: Banquete en el Restaurante de la Ciudad Lineal para celebrar la
elección de Arturo Soria Hernández (de pie) como diputado provincial …………...
Figura 7.3: Caricatura en la que Estados Unidos huye ante el empuje de las
naciones europeas aliadas …………………………………………………………...
Figura 7.4: Un sable militar corta las amarras para que la España en llamas inicie
la ascensión ……………………………………………………………………...….
Figura 8.1: Arturo Soria posando orgulloso con uno de sus poliedros ……………..
Figura 8.2: H. P. Blavatsky y H. S. Olcott, ca. 1888 ………………………………..
Figura 8.3: Manuel Treviño en 1910 ………………………………………………..
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Figura 8.4: Dibujos incluidos por Manuel Treviño en su carta a Arturo Soria de
20/3/1895 ……………………………………………………………………………
Figura 8.5: Ilustración realizada por Manuel Treviño de un dodecaedro de 2ª clase
Figura 8.6: Portada de Sophia de 7/8/1900, número en el que se incluyó el artículo
de Arturo Soria “Teorie pytagoricienne de l'evolution” …………………………….
Figura 8.7: Una de las laminas que se adjuntaban a las plantillas para construir en
papel los descubrimientos geométricos de Arturo Soria ……………………………
Figura 8.8: Portada de la traducción al francés de la primera parte de Contribución
al origen poliédrico …………………………………………………………………
Figura 8.9: Eduardo Benot ………………………………………………………….
Figura 8.10: Curiosa anotación en el reverso de una tarjeta enviada por Benot a
Soria ………………………………………………………………………………...
Figura 8.11: Portadas de las ediciones en español y en francés del folleto
Fundación de una Escuela Pitagórica en Madrid ………………………………….
Figura 9.1: Luis Hernández Rubín ………………………………………………….
Figura 9.2: Familia Soria Hernández con los nietos y cónyuges en 1908 …………..
Figura 9.3: Arturo Soria, ca. 1905 y ca. 1910 …………………………………...….
Figura 9.4: Consejo de Administración de la Compañía Madrileña de Urbanización
en 1905 ……………………………………………………………………………...
Figura 9.5: Tranvía circulando por una despoblada Calle Principal de la Ciudad
Lineal durante la inauguración de la tracción a vapor ………………………………
Figura 9.6: XII Fiesta del árbol. Salida desde el paseo de Recoletos de una carrera
hasta la Ciudad Lineal ………………………………………………………………
Figura 9.7: Luis Soria y su padre saliendo del Hotel Rubín en 1911 ……………….
Figura 9.8: José Xifré en 1916 ……………………………………………………...
Figura 9.9: Membrete de correspondencia de la revista Sophia …………………….
Figura 9.10: Nueva imagen de la portada de la revista ……………………………..
Figura 9.11: Templo das Musas, sede del Instituto Neo-Pitagórico de Brasil ……...
Figura 9.12: Visita de Alfonso XIII a la Ciudad Lineal en 1912 …………………...
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Figura 9.13: Arturo Soria con su hijos y sus nietos en 1912 en el Hotel Rubín ……
Figura 10.1: Perros ladrando a la luna (la Ciudad Lineal) ………………………….
Figura 10.2: Arturo Soria y sus hijos varones en 1912 ……………………………..
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ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 1.1: Nivel de estudios de los españoles (1840-1900) ………………………...
Tabla 1.2: Población de las principales capitales europeas (miles de habitantes) ….
Tabla 2.1: Asignaturas cursadas y calificaciones obtenidas para obtener el título de
bachiller en Artes ……………………………………………………………………
Tabla 2.2: Listado de alumnos aspirantes, admitido y egresado tras finalizar los
estudios ……………………………………………………………………………...
Tabla 2.3: Programa de Estudios de la Escuela del Catastro en 1863 ………………
Tabla 5.1: Pasajeros en las líneas de tranvía madrileñas, año 1888 ………………...
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ÍNDICE DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN
1. TEMA DE INVESTIGACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE SU
RELEVANCIA ...............................................................................................
2. DELIMITACIÓN ESPACIAL Y TEMPORAL ........................................
3. HIPÓTESIS PLANTEADAS Y OBJETIVOS ...........................................
4. ESTADO DE LA CUESTIÓN ...................................................................
5. ANÁLISIS DE FUENTES .........................................................................
6. FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS EN QUE SE INSCRIBE LA
INVESTIGACIÓN .........................................................................................
7. ESTRUCTURA DEL TRABAJO ..............................................................
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1. CONTEXTO HISTÓRICO 1.1. EL SIGLO DE LA INDUSTRIA ….………………...……...….......…..
1.2. EL REINADO DE ISABEL II EN ESPAÑA ......…...……...….......…..
1.2.1. El debate político y los partidos durante el régimen isabelino
1.3. DESARROLLO Y MODERNIZACIÓN .………………...……......…..
1.4. EL PROBLEMA DEL CRECIMIENTO URBANO .………….......…..
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2. JUVENTUD Y REVOLUCIÓN
2.1. LOS AÑOS DE FORMACIÓN ……………………...……...….......….
2.2. LA ESCUELA ESPECIAL DE DE OPERACIONES GEOGRÁFICAS
2.2.1. El Teodolito Impresor-Automático ……...................................
2.3. EL JOVEN REVOLUCIONARIO …………................................….….
2.3.1. San Daniel y San Gil .................................................................
2.4. SEPTIEMBRE DE 1868. REVOLUCIÓN EN LA VIDA DEL JOVEN
SORIA ............................................................................................................
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3. LA LLAMADA DE LA POLÍTICA
3.1. AL SERVICIO DEL GOBIERNO ..........................................................
3.2. DIPUTADO A CORTES …...........................…….….….......................
3.3. EN LA ASAMBLEA DE LA PRIMERA REPÚBLICA ................…....
3.3.1. La República autoritaria ..........................................................
3.4. LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA. EXPECTATIVAS
FRUSTRADAS ………………………………..............................................
3.4.1. Activismo político en la Restauración ......................................
3.4.2. El Progreso ………...................................................................
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4. LA FAMILIA SORIA HERNÁNDEZ
4.1. ANTONIO CIRIA Y EUSEBIO BLASCO ............................................
4.2. JULIA HERNÁNDEZ RUBÍN ...............................................................
4.3. FALLECIMIENTOS EN LA DÉCADA DE 1880 .................................
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5. UN EMPRESARIO INNOVADOR
5.1. EL TRANVÍA DE LAS ESTACIONES Y LOS MERCADOS ....................
5.1.1. Salida de la Compañía del Tranvía de Estaciones y Mercados
5.2. OTRAS INICIATIVAS ...........................................................................
5.2.1. El servicio telefónico ………....................................................
5.2.2. El Avisador de las crecidas de los ríos …….............................
5.2.3. La aseguradora "El Trabajo" ...................................................
5.3. DE NUEVO EN EL MINISTERIO DE ULTRAMAR ...........................
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6. EL URBANISTA: LA CIUDAD LINEAL (1882-1900)
6.1. COSAS DE MADRID ...….......................................................................
6.2. EL FERROCARRIL-TRANVÍA DE CIRCUNVALACIÓN .......................
6.3. LA COMPAÑÍA MADRILEÑA DE URBANIZACIÓN ……...…………
6.4. LA CIUDAD LINEAL DE MADRID …………………………………
6.4.1. Los negocios de la Compañía Madrileña de Urbanización
ligados al transporte …………………….…………………………..
6.5. LA CIUDAD-JARDÍN DE EBENEZER HOWARD ………………….
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7. ARTURO SORIA Y EL PERIODISMO
7.1. DE LA DICTADURA A LA CIUDAD LINEAL .......................................
7.2. COLABORACIONES CON OTRAS PUBLICACIONES
PERIÓDICAS .................................................................................................
7.3. ALEJANDRO LERROUX Y EL REPUBLICANISMO ESPAÑOL A
COMIENZOS DEL SIGLO XX ……………………………………………
7.4. PATRIA Y RAZA ……………………………………………………...
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8. DEL MATERIALISMO AL ESPIRITUALISMO: FILOSOFÍA Y
PENSAMIENTO DE ARTURO SORIA
8.1. GEOMETRÍA Y EVOLUCIONISMO ………………………………...
8.2. UNA TEORÍA EVOLUTIVA PROPIA ……………………………….
8.3. EL MOVIMIENTO TEOSÓFICO ………………………………….….
8.3.1. Afianzamiento y expansión de la Sociedad Teosófica ….….…
8.3.2. La teosofía en España ……………………………….………..
8.4. ARTURO SORIA Y LA TEOSOFÍA ………………………………….
8.4.1. Influencia teosófica en la obra de Soria ….…………………..
8.5. DIVULGACIÓN Y REPERCUSIÓN DE LOS TRABAJOS ………….
8.6. UNA NUEVA FORMA DE VIDA …………………………………….
8.7. EDUARDO BENOT ...............................................................................
8.8. EL PROGRESO INDEFINIDO Y EL TALENTÓMETRO ………….….
8.9. UNA ESCUELA PITAGÓRICA EN MADRID ……………………….
8.10. ENCAJE DE SU TEORÍA URBANÍSTICA EN EL CONJUNTO DE
LA OBRA DE ARTURO SORIA …………………………………………..
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9. EL SIGLO XX EN LA CIUDAD LINEAL. OPTIMISMO Y
MODERNIDAD
9.1. SIGLO XX ………………….…………………………………………..
9.1.1. Los Soria Hernández en la Compañía Madrileña de
Urbanización …………….…………………………………………………
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9.2. DE LA INCERTIDUMBRE AL OPTIMISMO ………………………..
9.3. LA SOCIEDAD TEOSÓFICA ESPAÑOLA …………………………..
9.4. LA CIUDAD LINEAL, DE PERIÓDICO A REVISTA. VIRIATO
DÍAZ PÉREZ Y MARIO ROSO DE LUNA ……………………………….
9.4.1. Mario Roso de Luna ……………………………………………….
9.5. EN BUSCA DE APOYO INSTITUCIONAL PARA EL PROYECTO
LINEAL .………………………………………………………...…………..
9.5.1. El Ferrocarril Subterráneo ………………………………...……..
9.6. HILARIÓN GONZÁLEZ DEL CASTILLO Y LA
REFORMULACIÓN DE LA TEORÍA LINEAL ………...……………...…
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10. OPOSICIÓN Y CRISIS
10.1. CACIQUES Y DISPUTAS ………………….………...…………..….
10.1.1. Federico Urales y Modesto Moyrón ……………………..…….
10.2. LA CRISIS DE LA COMPAÑÍA MADRILEÑA DE
URBANIZACIÓN …………………...……………………………………...
10.3. EL FALLECIMIENTO DE ARTURO SORIA Y MATA ……………
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CONCLUSIONES
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
1. FUENTES PRIMARIAS NO IMPRESAS ................................................
2. FUENTES PRIMARIAS IMPRESAS .......................................................
3. PUBLICACIONES PERIÓDICAS ............................................................
4. MEMORIAS Y AUTOBIOGRAFÍAS .......................................................
5. PUBLICÍSTICA
5.1. Obras de Arturo Soria y Mata .....................................................
5.2. Otras ............................................................................................
6. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................
7. WEBGRAFÍA ............................................................................................
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APÉNDICE DOCUMENTAL
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1
INTRODUCCIÓN
1. TEMA DE INVESTIGACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE SU RELEVANCIA
La información biográfica conocida hasta hoy sobre Arturo Soria y Mata consiste
en un breve y apresurado repaso a su vida que, a modo introductorio, ha precedido a
algunas investigaciones sobre sus aportaciones en el campo del urbanismo. Es indudable
que su gran obra, y por la que es hoy en día reconocido, fue la Ciudad Lineal de Madrid,
por tanto, no es de extrañar que la mayoría de las monografías existentes se hayan
focalizado casi en exclusiva en esta contribución. Sin embargo, fue Arturo Soria una
persona dotada de un carácter vitalista, atrevido y curioso, características que se
evidenciaron en algunas de las múltiples y variadas actividades en las que estuvo ocupado
a lo largo de su vida, muchas de ellas a día de hoy prácticamente desconocidas.
A título de ejemplo se puede destacar su actuación política durante los años
convulsos del Sexenio Democrático, que culminó con su participación en la histórica
sesión parlamentaria en la que se instauró la Primera República en España, las obras en las
que plasmó sus investigaciones geométricas o una trayectoria empresarial en la que
también reflejó un sentido anticipador, poniendo en marcha negocios pioneros en sectores
industriales sobre cuyos últimos avances demostró estar bien informado, y en los que las
dificultades que entrañaba ser precursor supusieron para él una motivación adicional.
Entre sus iniciativas empresariales sobresalieron sin duda las relacionadas con la
puesta en práctica del nuevo modelo urbano sobre el que ya había teorizado unos años
antes, pero son dignas de reseñar también las que llevó a cabo en el sector del transporte
ferroviario, o las que finalmente se quedaron en mera intención, como la oferta de un
novedoso servicio telefónico urbano, por ejemplo. Fue también innovador en la
implantación de métodos y herramientas de gestión empresarial, tan poco habituales en la
España en la que vivió como el fomento de la transparencia hacia sus accionistas o la
utilización de la publicidad y el márquetin con el objeto de captar inversores y accionistas
para sus empresas.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
2
Teniendo en cuenta el abanico diverso de facetas que caracterizaron a Arturo
Soria como persona, muchas de ellas lo suficientemente importantes como para merecer
ser puestas de relieve, este trabajo se ha fijado como meta investigar, examinar, valorar y
desarrollar en profundidad todos aquellos aspectos reseñables que conformaron su
trayectoria vital, con el propósito de elaborar un estudio profundo, exhaustivo y completo
sobre su figura histórica.
Así pues, esta tesis es una biografía de Arturo Soria y Mata desde un punto de
vista historiográfico. Lleva por título: Arturo Soria y Mata. Una biografía, que pretende
reflejar la intención de focalizarla en el hombre que fue y en la vida que vivió, para de este
modo marcar diferencias con la gran mayoría de los trabajos ya existentes,
tradicionalmente concentrados en torno al estudio de su obra empresarial y urbanística,
obviando o supeditando otras de sus realizaciones importantes, algunas de las cuales
fueron para él tan relevantes como las tradicionalmente destacadas.
2. DELIMITACIÓN ESPACIAL Y TEMPORAL
Arturo Soria y Mata nació en 1844 y murió en 1920, casi a los 76 años de edad,
por lo que el intervalo temporal abarcado en la tesis es el comprendido entre esos años que
delimitaron su vida.
Soria nació, murió y vivió la práctica totalidad de su vida en Madrid, con la
excepción de algunas estancias muy breves en algunas provincias españolas mientras
ocupó diferentes cargos de la Administración Pública. Por lo tanto, al estar vinculada
prácticamente toda su vida a la capital y ser este el escenario en el que puso en marcha sus
negocios relacionados con el transporte, las infraestructuras o el urbanismo, el estudio
tendrá como ámbito espacial principal la ciudad de Madrid.
Introducción
3
3. HIPÓTESIS PLANTEADAS Y OBJETIVOS
El origen de la gran mayoría de los datos que se ofrecen en los escasos y breves
estudios biográficos que se han publicado sobre Arturo Soria se puede situar en una reseña
biográfica que se incluyó, a modo de homenaje póstumo, en un número de la revista La
Ciudad Lineal aparecido tras su fallecimiento1. La lectura de esa esquemática recensión
permite atisbar que Arturo Soria fue una persona dinámica que llevó a cabo múltiples y
variadas actividades a lo largo de su vida. Esto me indujo a plantear las siguientes hipótesis
de partida, que he tratado de verificar a lo largo de la investigación:
1. Arturo Soria fue un personaje destacado de la sociedad española de la época y sus
contribuciones al margen del urbanismo fueron también importantes, pero hasta
ahora han sido estudiadas con escasa profundidad.
2. El rol de Arturo Soria en primera línea del escenario político durante el Sexenio
Democrático se truncó tras el advenimiento de la Restauración. La consolidación de
este régimen le empujó al abandono definitivo de la política.
3. Sus ensayos sobre geometría y teoría evolutiva es un capítulo desconcertante de su
vida, pero fueron un reflejo de la influencia que novedosas tendencias de base
espiritual, como lo fue la teosófica, tuvieron en la sociedad española en la última
década del siglo XIX y en las primeras del XX.
El objetivo principal de esta tesis es investigar todos aquellos aspectos personales,
profesionales, intelectuales y sociales que formaron parte de la vida de Arturo Soria y Mata
para tratar de componer una fiel, completa y compensada aproximación a su figura. Así,
serán objeto de investigación sus años de formación, su actividad revolucionaria, los
cargos desempeñados en la Administración Pública, su actividad política, sus diversas
iniciativas empresariales, sus relaciones familiares, sus obras escritas, etc. Además de, por
supuesto, su importantísima labor tanto teórica como práctica en el campo del urbanismo.
1 La Ciudad Lineal, 10/1/1921.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
4
4. ESTADO DE LA CUESTIÓN
De la bibliografía disponible acerca de la figura de Arturo Soria y Mata, los
trabajos más extensos y profundos son los debidos a George Collins, Carlos Flores y
Arturo Soria y Puig2, a Miguel Ángel Maure
3, a Alicia Díez de Baldeón
4 y a Juan Ramón
Alonso Pereira5. La primera de ellas tiene el mérito de haber sido la que rompió un silencio
de décadas en las que no se había publicado nada tan extenso sobre la obra que le hizo
célebre. Desde entonces sus aportaciones en el campo del urbanismo comenzaron a
suscitar un renovado interés y de su fruto aparecieron las citadas monografías de Maure,
Díez de Baldeón o Alonso Pereira. Sus contribuciones a la ciencia urbana, así como sus
actividades relacionadas con la construcción o el transporte, han sido abordadas también en
capítulos de obras de carácter general y en artículos específicos elaborados por autores de
reconocido prestigio en el campo de la arquitectura y el urbanismo, como pueden ser
Fernando de Terán6 o Carlos Sambricio
7, por ejemplo.
Prácticamente toda esa bibliografía fue producto de la investigación de arquitectos
y urbanistas, cuyos focos principales de interés se centraron, lógicamente, en las facetas
ligadas a esos campos de la actividad intelectual y empresarial de Arturo Soria, por lo que
los otros aspectos quedaron relegados a un segundo plano en sus trabajos. Las monografías
2 Collins, G. R.; Flores, C. y Soria y Puig, A. (1968): Arturo Soria y la Ciudad Lineal. Madrid,
Ediciones Revista de Occidente.
3 Maure, M.Á. (1991): La Ciudad Lineal de Arturo Soria. Madrid. Colegio Oficial de Arquitectos
de Madrid.
4 Díez de Baldeón, A. (1993): La construcción de la Ciudad Lineal de Madrid. Universidad
Complutense de Madrid.
5 Alonso Pereira, J.R. (1998): La Ciudad Lineal de Madrid. Barcelona, Fundación Caja de
Arquitectos.
6 Terán, F. de (1999): Historia del urbanismo en España, vol. III. Siglos XIX y XX. Madrid,
Ediciones Cátedra.
7 Principalmente: Sambricio, C. (1992): De la ciudad lineal a la ciudad jardín. Sobre la difusión en
España de los supuestos urbanísticos a comienzos del Siglo”. Ciudad y Territorio, 94, pp. 147-159;
Sambricio, C. (1996): “Ciudad Lineal, un ejemplo de urbanismo liberal”. En Vega Holgado, I. de
(coord.): Arturo Soria y el urbanismo europeo de su tiempo, 1894-1994: primer centenario de la
Compañía Madrileña de Urbanización. Madrid, Fundación Cultural COAM, pp. 37-49. También
es muy interesante el prólogo firmado por Sambricio incluido en Maure, M.Á. (1991): Op. cit.
Introducción
5
de Alonso Pereira, Díez de Baldeón y Maure surgieron además de sendas tesis doctorales,
por lo que la faceta urbanística puede considerase estudiada en profundidad y
contextualizada de manera correcta.
Sin embargo, el estudio de los aspectos biográficos alejados de estas actividades
concretas se ha afrontado hasta ahora con escaso interés y en las obras citadas aparecen
dispuestos como una apretada, sintética y descontextualizada sucesión de hechos. Los
datos ofrecidos en todas ellas son muy similares y provienen en su inmensa mayoría de una
fuente común, por lo general citada de manera expresa: una reseña aparecida en un número
de la revista La Ciudad Lineal que se publicó, a modo de tributo y homenaje, a la muerte
de Arturo Soria8. Según se comentaba en esa reseña, la información provenía de unas
inacabadas, inéditas -e incluso dadas por perdidas- Memorias de un Setentón, en las que
Arturo Soria se encontraba trabajando cuando murió, así como de varios textos escritos por
él mismo y que de forma muy esporádica habían ido apareciendo en la citada revista.
Quizá en la monografía de Alonso Pereira se puede apreciar un esfuerzo mayor por aportar
algún dato adicional sobre las circunstancias vitales de Arturo Soria, pero es indudable que
el objetivo principal del trabajo de este autor fue también el análisis de sus contribuciones
urbanísticas, por lo que los aspectos biográficos se trataron, al igual que en el resto de las
obras comentadas, como una mera introducción que daba paso al estudio de la teoría lineal
planteada por Arturo Soria y a la génesis de la Ciudad Lineal de Madrid.
Arturo Soria fue también un pionero en el campo del transporte urbano. Logró la
concesión de una de las primeras líneas de tranvía para la ciudad de Madrid y puso en
servicio muchas otras. No obstante, este tipo de actividades e iniciativas empresariales no
han suscitado excesivo interés entre los investigadores y expertos en estas materias y hasta
ahora tampoco hay publicadas monografías específicas sobre estos aspectos. Y en obras
generales sobre el transporte ferrotranviario, sus iniciativas tampoco han sido estudiadas
con gran profundidad9. Por lo tanto, siguen siendo los capítulos dedicados por Maure y
8 La Ciudad Lineal, 10/1/1921. Incluida en el apéndice documental.
9 A modo de ejemplo: Matilla Quiza, M.J.; Polo Muriel, F.; Benegas Capote, M. (coords.) (2002):
Ferrocarril y Madrid: historia de un progreso. Madrid, Fundación de los Ferrocarriles Españoles;
Comín Comín, F. et al. (1998): 150 años de historia de los ferrocarriles españoles. Madrid, Anaya;
López Bustos, C. (1998): Tranvías de Madrid. Madrid, Edimat.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
6
Alonso Pereira en sus obras los que más han ahondado en el análisis de estas actividades
concretas.
Entre la bibliografía disponible hay además otros muchos artículos breves que
recogen algún aspecto concreto de la trayectoria de Arturo Soria, casi en su totalidad
centrados también en sus diversas actividades relacionadas con el campo del urbanismo10
.
Como excepción se puede destacar los ya lejanos de Fernando de Terán11
, de Sambricio12
o
de Diana Velez13
, que se adentraban en la filosofía urbanística de Soria o en las posibles
influencias que podrían estar tras su teoría lineal. O algún otro de Bonet Correa14
o el más
reciente de Lino Cabezas15
, en los que, de forma sucinta, se analizaban sus relaciones con
la masonería o con la teosofía. Manuel Martín Rodríguez, por su parte, ha estudiado la
influencia de las doctrinas del economista reformador norteamericano Henry George en los
escritos de Arturo Soria16
. Pero como hemos comentado, los artículos que abarcan los
aspectos alejados del urbanismo son bastante escasos.
10
Entre estos estudios sobre algún aspecto específico sobre la Ciudad Lineal se pueden destacar,
por ejemplo, los de: Calligaris, G. (1989): “La ciudad lineal de Soria y Mata, entre la utopía y la
realidad”. Estudios Geográficos, 195, pp. 193-214; Mas Hernández, R. (1989): “La ciudad lineal
como promoción inmobiliaria”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 27, pp. 381-408;
Masjuan i Bracons, E. (1995): “La ciudad-jardín o ecológica contra la ciudad lineal: Una
controversia histórica”. Ecología Política, 10, pp. 127-140; o Vega Holgado, I.de (coord.) (1996):
Arturo Soria y el urbanismo europeo de su tiempo, 1894-1994: primer centenario de la Compañía
Madrileña de Urbanización.
11 Terán, F. de (1964): "Revisión de la Ciudad Lineal: Arturo Soria". Arquitectura, 72, pp. 3-20.
Terán, F. de (1968): La Ciudad Lineal, antecedente de un urbanismo actual. Madrid, Ciencia
Nueva. Terán, F. de (2009): “De poliedros y tranvías”. En El pasado activo. Madrid, Akal, pp. 105-
126. Éste reproduce la conferencia del autor con motivo del homenaje a Arturo Soria celebrado en
1982 en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid.
12 Sambricio, C. (1992): Op. cit.
13 Velez, D. (1983): "Late Nineteenth-Century Spanish Progressivism: Arturo Soria's Linear City".
Journal of Urban History, vol. 9, 2, pp. 131-164.
14 Bonet Correa, A. (1991a): “Paisaje Urbano, Ciudad Lineal y Masonería”. Ciudad y Territorio;
89, pp. 95-119.
15 Cabezas, L. (2010): “El origen poliédrico de las especies de Arturo Soria y Mata: Ciencia,
pitagorismo y pensamiento estético”. En Hernández Rojo, F.R. y La Rubia de Prado, L. (coords.):
Arte y geometría. Universidad de Granada, pp. 15-48.
16 Martín Rodríguez, M. (2014a): "La Ciudad Lineal de Arturo Soria y el georgismo".
Arquitecturaviva.com [En línea]. [Consulta: 11/10/2015].
<http://www.arquitecturaviva.com/media/Documentos/ciudad_lineal_circulo.pdf>. Martín
Rodríguez, M. (2014b): El georgismo en España. Pamplona, Civitas.
Introducción
7
5. ANÁLISIS DE FUENTES
Ha sido indispensable la localización de documentación primaria en archivos y su
consulta ha revelado muchos datos desconocidos hasta ahora.
La investigación en el Archivo Histórico de la Villa de Madrid, a través de la
consulta en padrones municipales, partidas de nacimiento y defunción, hojas de servicio,
etc., ha suministrado muchísimos datos personales y familiares desconocidos hasta ahora.
Ha resultado ardua la tarea de conseguir fechas y localizaciones desconocidas, que en
ocasiones -y con fortuna- lograba obtener a través de otras fuentes, que posteriormente
necesitaba contrastar con consultas en este archivo. Dado que muchas de las concesiones
para la explotación de líneas de transporte u otras infraestructuras debían tramitarse a
través del ayuntamiento, también ha resultado muy valiosa la consulta de las actas de las
sesiones municipales con sus resoluciones.
Muchos otros datos personales y familiares los conseguí por medio de la consulta
en el Archivo Diocesano de Madrid. Sin embargo, la información recabada en ese archivo
no refleja ni de lejos el tiempo dedicado a la investigación en él. Hay partidas y
expedientes matrimoniales que no pude localizar en sus fondos, aunque algunas de ellas
pude finalmente obtenerlas mediante la búsqueda en diferentes archivos parroquiales.
En el Archivo Histórico Nacional recabé datos sobre su periodo de formación,
sobre su carrera en la Administración Pública española y sobre su paso por Puerto Rico.
También sobre su paso postrero por el Ministerio de Ultramar. De igual manera he
conseguido información relacionada con diferentes parientes suyos y con sus hijos.
El Archivo del Congreso de los Diputados contiene información sobre los
avatares que rodearon a su elección como Diputado y la consulta de sus Diarios de
Sesiones ha permitido trazar un seguimiento de su trayectoria parlamentaria hasta 1873. El
Archivo Histórico del Senado custodia información relativa a algunos senadores con los
que tuvo algún tipo de relación -familiar, de amistad o profesional-, como fue el caso de
Arturo Soria y Mata. Una biografía
8
Carlos Bernaldo de Quirós, Arturo Soria Hernández, Manuel Becerra o Mariano Belmás,
por citar a algunos.
Sin embargo las investigaciones en archivos como el Centro Documental de la
Memoria Histórica, no arrojaron los resultados en principio esperados. Sus fondos
documentales sobre la masonería y sobre la teosofía, con las que Arturo Soria tuvo
bastante relación, albergan algunos datos de interés, pero no tan abundantes como en
principio había cabido esperar.
Además he realizado indagaciones en archivos como el del Ayuntamiento de
Barcelona, los Archivos Militares de Madrid y de Segovia, el Archivo Histórico de la
Oficina de Patentes y Marcas, el del Ministerio de Justicia, los de la antigua Universidad
Central y de la Politécnica de Madrid, el del Instituto de San Isidro, etc. cuya consulta
puntual han contribuido a la reconstrucción de algunos pasajes importantes de su vida y
han permitido contrastar algunos datos recabados a través de otro tipo de fuentes.
Ha sido muy importante poder acceder al archivo privado de Emilio Keller Soria,
bisnieto de Arturo Soria y Mata, que conserva algunas fotos y unos cuantos documentos
personales que cobran mayor importancia, no tanto por lo que revelan, sino por su carácter
singular, dada la escasez de documentación de este tipo que ha perdurado hasta nuestros
días. Además, el que conserve ejemplares de la mayoría de los libros y folletos publicados
por Arturo Soria ha facilitado enormemente la tarea de búsqueda bibliográfica, ya que
algunos de ellos son prácticamente inencontrables.
Un fondo también relevante ha sido el denominado The George Collins Collection
on Linear City Planning que se custodia en la Escuela de Diseño de la Universidad de
Harvard. George R. Collins fue un historiador del arte, profesor en la Universidad de
Columbia y, hasta su fallecimiento, uno de los mayores expertos mundiales en la obra de
Gaudí. A él se debe también la investigación llevada a cabo en la década de 1960 sobre la
obra urbanística de Arturo Soria que culminó en el libro firmado conjuntamente por Carlos
Flores y Arturo Soria y Puig y él mismo, del que ya hemos hablado en un apartado
anterior17
. A su muerte, Collins cedió todas sus cajas de documentación a diversas
17
Collins, G. R.; Flores, C. y Soria y Puig, A. (1968): Arturo Soria y la Ciudad Lineal. Madrid,
Ediciones Revista de Occidente.
Introducción
9
universidades y la relativa al planeamiento urbano lineal la legó a la Universidad de
Harvard, que es la que yo he podido consultar. Su análisis ha sido importante, no tanto por
la información concreta que luego haya podido utilizar directamente en el trabajo, sino por
las orientaciones que me dio sobre hacia dónde investigar. Entre lo consultado se encuentra
la correspondencia establecida entre George Collins y Arturo Soria y Espinosa, nieto de
Arturo Soria y Mata y padre del Arturo Soria y Puig firmante del libro. En ella se pueden
comprobar lo desconocida que era entonces su figura, incluso para su propia familia, y su
propósito de tratar de sacarle del olvido divulgando su obra.
Al ser prácticamente desconocidos los aspectos personales de Arturo Soria, he
tratado de localizar autobiografías, memorias o correspondencia de personas con las que
pudiera haber tenido algún tipo de relación personal o profesional a lo largo de su vida, que
pudiera contener testimonios sobre su persona o comentarios sobre hechos en los que
hubiese estado involucrado de alguna manera; y la investigación ha dado cierto fruto, como
podrá comprobarse.
Las publicaciones periódicas de la época han sido una muy importante fuente de
datos. Ha sido fundamental la consulta del diario El Progreso, en el que Arturo Soria
colaboró entre 1881 y 1883, así como la de las publicaciones que editó él mismo al iniciar
la aventura que daría forma a la Ciudad Lineal de Madrid: La Dictadura, entre 1895 y
1896, y La Ciudad Lineal, entre 1897 y 1932. En estas últimas aparecieron, aparte de las
usuales crónicas sobre los avatares relativos al desarrollo de la Ciudad Lineal de Madrid,
innumerables artículos escritos por el propio Soria que versaron sobre temas muy diversos.
Otras colaboraciones esporádicas suyas con otros diarios, como La Correspondencia de
España o El País, han sido también muy útiles. La consulta de todas estas fuentes ha sido
realizada en hemerotecas y bibliotecas diversas, como la Biblioteca Nacional, la
Hemeroteca Municipal de Madrid, la Biblioteca Regional de Madrid o la Biblioteca del
Ateneo de Madrid, así como en las hemerotecas digitales que ofrecen portales web como el
de la Biblioteca Nacional o el de la Comunidad de Madrid.
Los diversos opúsculos o folletos que a lo largo de su vida profesional fue
publicando Arturo Soria para dar a conocer sus proyectos o la marcha de sus negocios
contienen mucha información que ha sido de gran utilidad. De igual manera han sido
Arturo Soria y Mata. Una biografía
10
numerosos los datos que he podido averiguar o contrastar consultando las disposiciones
aparecidas en La Gaceta de Madrid y en otras publicaciones similares.
En el curso de la investigación he podido averiguar que existe una
documentación, a la que todavía lamento no haber podido tener acceso, que es la que
custodian -prácticamente en secreto- los descendientes de Carlos Soria Hernández, uno de
los hijos de Arturo Soria y Mata. Sin ser muy numerosos, entre los diferentes documentos
que conservan se encuentra el borrador de unas memorias en las que Arturo Soria estaba
trabajando cuando le sorprendió la muerte -Memorias de un setentón, las tituló él de forma
provisional- y entre sus capítulos figuran los correspondientes a sus vivencias de juventud
en los episodios revolucionarios de la segunda mitad de la década de 1860. Estas memorias
inéditas, de las que se hablaba en la ya aludida reseña biográfica aparecida en La Ciudad
Lineal a la muerte de Arturo Soria, han sido largamente buscadas y anheladas por casi
todos los estudiosos que hasta hoy se han acercado a su figura. Y se daban por
desaparecidas. En el trascurso de mi investigación me topé con una persona que había
colaborado en la catalogación de esos documentos y fue él quien me informó de que, entre
otros que quizá tengan menos interés, se encontraba el borrador de esas memorias.
Lamentablemente, esta familia desea mantener vedado el acceso a dicha documentación
por motivos puramente especulativos, razón por la cual mis repetidos intentos para obtener
su autorización para consultarla han resultado finalmente infructuosos. Si alguna vez es
posible hacerlo, es muy posible que los datos que revele alumbren con potencia este
periodo de la vida de Arturo Soria que a día de hoy es bastante desconocido.
De cara a investigaciones futuras podría ser importante también la información
custodiada en algunos archivos que todavía no están accesibles a los investigadores, como
es el caso del la Fundación Doctor Esquerdo, donde se alberga el importante y en gran
parte inédito Fondo Ruiz Zorrilla que podría contener datos adicionales sobre la trayectoria
política de Arturo Soria. También podría ser interesante la correspondencia que permanece
inédita en algunos archivos privados como el que se conoce como Archivo Roso de Luna,
propiedad de Esteban Cortijo, o el custodian los herederos de Viriato Díaz-Pérez en
Paraguay.
Introducción
11
6. FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS EN QUE SE INSCRIBE LA
INVESTIGACIÓN
Las investigaciones biográficas se centran en el estudio de la historia de personas
que vivieron en una época histórica determinada, pero un enfoque biográfico moderno ha
demostrado ser también un instrumento eficaz que permite añadir matices a la historia de la
sociedad en la que destacó el biografiado y, en consecuencia, contribuye a profundizar en
el conocimiento de ese periodo histórico. La historia biográfica ofrece un potencial
inestimable para la "descripción densa" de una época, que permitirá así ser comprendida
"de una forma menos unívoca, a través del observatorio que proporciona una vida personal,
aun la más plena de singularidad"18
. Por esta razón, la disciplina ha conseguido traspasar
las fronteras epistemológicas que la relegaban al mero campo de la historiografía de las
individualidades para ser considerada en la actualidad una forma complementaria de
aproximación a la historia social. Es decir, “biografía” sobrepasa hoy en día el tradicional
concepto de "relato completo, cronológico y exhaustivo de una vida", para aproximarse
más al de "historia biográfica", es decir, al "enfoque o conjunto de enfoques que se
interesan por reconstruir historias de vidas individuales como recurso (fundamental o
combinado con otros) para abordar temas y problemas históricos"19
.
En paralelo a su evolución conceptual, en las últimas décadas han sido estudiadas
minuciosamente las particularidades y complejidades del género biográfico, para
caracterizarlo metodológicamente y tratar de contribuir a minimizar los riesgos de la tarea
del investigador. Todos los estudios destacan la importancia de una contextualización
profunda y minuciosa que permita relacionar al individuo con sus coetáneos y enmarcar
sus acciones y creencias en las de la sociedad en la que vivió. Sin embargo, mantener la
tensión justa entre la perspectiva colectiva y la individual no es una tarea fácil. El
investigador debe tratar de explicar las particularidades de los individuos estudiados sin
sepultarlas en un relato que las anule, pero sin que a la vez nos impidan ver con claridad
18
Burdiel, I. y Foster, R. (2015): "Introducción". En Burdiel, I. y Foster, R. (eds.): La historia
biográfica en Europa. Nuevas perspectivas, p. 10.
19 Bolufer, M. (2014): "Multitudes del yo: biografía e historia de las mujeres", Ayer, 93, p. 87.
Citado en Pons, A. (2015): "Vidas cruzadas. Biografía y microhistoria en un mundo global", p. 49.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
12
los procesos históricos en los que se vieron inmersos los individuos y que pudieron
determinar su trayectoria vital20
.
Este marco teórico, en el que se difuminan las fronteras del enfoque biográfico
para obtener una historia social que atiende a las singularidades de los individuos
destacados, así como una historia individual que no pierde la perspectiva de su contexto
social e histórico, es el que pretendo para mi trabajo sobre Arturo Soria y Mata. Si toda
biografía puede considerarse una mezcla de historias en función de las características del
biografiado, en ésta tendrán cabida ingredientes de tipo político, social, cultural o
empresarial. Y no hay que olvidar, claro está, los aspectos privados. Pero incluir estos
últimos ha resultado ser una tarea complicada debido a que es realmente escasa la
documentación de tipo personal que ha perdurado. Y de ella, es prácticamente inexistente
la correspondencia que revele opiniones personales o algún asunto relacionado con sus
sentimientos, por lo que la profundización en estos aspectos ha tenido un alcance muy
limitado y ha obligado a focalizar la biografía de manera principal en los avatares de su
vida pública. Pero en este caso, también ha habido dificultades, ya que Arturo Soria
tampoco llegó a ocupar cargos donde se hubiera generado documentación suficiente como
para permitir conocer y valorar su desempeño en profundidad. Por lo tanto, los documentos
que aportan información sobre un largo periodo de su vida son muy escasos. Esta situación
cambió sustancialmente en la década de 1890, cuando comenzó a escribir sus libros y
artículos y a editar sus propias revistas, lo que ha permitido averiguar muchos más detalles
sobre su trayectoria vital a partir de entonces, si bien mayoritariamente relacionados con
sus quehaceres profesionales.
El primer paso del proceso de investigación ha sido recabar toda la información
disponible a través del análisis en profundidad de la bibliografía publicada. El paso
posterior consistió en la búsqueda de nuevas fuentes primarias e indagar en testimonios
personales de coetáneos suyos y en la prensa de la época. A los datos recabados se les ha
aplicado un proceso de contrastación y validación, paso imprescindible y a la vez
diferenciador, ya que en la mayoría de las aproximaciones biográficas publicadas se han
tomado como cierta mucha información, cuando menos, matizable, lo que denota la
20
Burdiel, I. (2000): "La dama de blanco. Notas sobre la Biografía Histórica", pp. 29-31. Burdiel, I.
y Foster, R. (2015): Op. cit., p. 11. Pons, A. (2015): Op. cit., pp. 47-67.
Introducción
13
ausencia de un método crítico en la investigación llevada a cabo. Para los apartados
dedicados a su actividad urbanística me he basado en los folletos editados por Arturo Soria
en su momento, en el contenido La Dictadura y de La Ciudad Lineal, así como en otras
publicaciones de la misma época. Pero evidentemente han sido especialmente útiles las
diferentes obras que ya han estudiado estas cuestiones específicas de manera profunda.
7. ESTRUCTURA DEL TRABAJO
La estructura elegida para el desarrollo de la tesis pretende conjugar una
separación temática de los aspectos analizados con una evolución cronológica de los
hechos narrados.
El trabajo comienza con un capítulo introductorio donde se ofrece una breve
aproximación al periodo histórico de la época en la que vino al mundo Arturo Soria y
Mata, con la pretensión de centrar el trabajo en el contexto histórico, dando unas
pinceladas sobre la evolución política, económica, social y cultural de nuestro país
alrededor de la mitad del siglo XIX.
El siguiente capítulo abre la biografía en sí. En él se aportan innumerables datos
inéditos que han permitido recomponer sus desconocidos orígenes familiares y completar
su árbol genealógico. Se describen sus años de juventud y la formación recibida y se
detiene en el análisis del célebre suceso que le impidió cursar la carrera que fue su
auténtica vocación, la de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, muchas de cuyas
aplicaciones fueron el objeto de actividad de sus empresas posteriores. También aborda el
relato de las actividades revolucionarias durante la etapa del final del reinado de Isabel II,
en las que tomó parte a las órdenes de un insurgente Manuel Becerra. Se aportan nuevos
testimonios que complementan lo poco conocido hasta hoy acerca de su participación en
estos acontecimientos, así como de las repercusiones para su vida ulterior.
El capítulo 3 versa sobre los diferentes cargos que a raíz del triunfo de la revolución
de 1868 desempeñó Arturo Soria en la Administración Pública, sus funciones y las difíciles
Arturo Soria y Mata. Una biografía
14
circunstancias en la que tuvo que manejarse, tanto en la Península como en Ultramar.
También se narra su llamativa actividad política, que culminó con su elección como
diputado a Cortes en 1872. Se realiza un análisis profundo de su breve pero intensa
actuación parlamentaria, su participación en la jornada histórica que culminó con la
instauración de la Primera República en España y su aportación al desarrollo de la Ley de
Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico. Es también un apartado importante el dedicado
a analizar su también desconocida actividad política clandestina en la Restauración
vinculado a la opción republicana liderada por Manuel Ruiz Zorrilla, y que determinó el
inicio de su colaboración en el que sería su órgano de comunicación durante unos años: el
diario El Progreso.
El siguiente capítulo supone una primera ruptura secuencial y está compuesto casi
en su totalidad de información inédita. En él se describen las relaciones que mantuvo con
los matrimonios que fueron formando sus hermanas y cómo llegó a conocer a la que sería
su esposa, Julia Hernández Rubín.
Tras verse obligado a dejar su carrera en la Administración, Soria decidió trabajar
por cuenta propia planteando sus primeras iniciativas empresariales, que estuvieron
relacionadas con sectores innovadores como el del tranvía o el recién aparecido servicio
telefónico urbano, por ejemplo. Fue pionero en la prestación del servicio de tranvía urbano
en Madrid al conseguir, no sin pocos esfuerzos, la segunda licencia para operar en la
capital. Tras su traumático abandono de la Compañía del Tranvía de la Estaciones y los
Mercados y merced al favor de su antiguo mentor político, Manuel Becerra, Soria pudo
acceder de nuevo a diversos puestos en el Ministerio de Ultramar que le permitieron tener
un salario.
El capítulo 6 entra de lleno en el análisis de los antecedentes y la génesis de sus
afamadas propuestas teóricas en el campo del urbanismo, así como de sus iniciativas para
plasmarlas como un proyecto real en la Ciudad Lineal de Madrid, en el que quiso sintetizar
sus ideas innovadoras y rupturistas sobre urbanismo y transporte. También se describen las
enormes dificultades que tuvo que vencer para conseguir poner en marcha su proyecto en
una coyuntura histórica, social y económica muy difícil.
Introducción
15
El siguiente es otro capítulo temático. En él se profundiza en el estudio de su
actividad vinculada al periodismo, tanto la más conocida para las cabeceras que él mismo
fundó estando al frente de la Compañía Madrileña de Urbanización: La Dictadura y La
Ciudad Lineal, como las más desconocidas colaboraciones esporádicas que mantuvo con
otras muchas publicaciones hasta el final de su vida. Asimismo se traza su evolución
política y su vinculación al republicanismo lerrouxista a partir de los últimos años del siglo
XIX.
El capítulo 8 se centra fundamentalmente en el análisis de los libros que publicó a
partir de la última década del siglo XIX, en los que plasmó sus investigaciones en el campo
de la geometría y el evolucionismo, y de la influencia que tuvo en esas obras el
conocimiento de la corriente teosófica que llegó a España también en esa última década del
siglo XIX. Basada en la consulta de correspondencia y documentación inédita se describe
el esfuerzo que Arturo Soria realizó para tratar de hacerlas visibles entre la comunidad
científica, tanto nacional e internacional, así como la frustración que le produjo no
conseguirlo.
El capítulo posterior recupera la narración cronológica para describir los que fueron
los mejores años de un proyecto urbano que empezaba a cobrar forma y la consolidación
de su iniciativa empresarial. Mientras tanto Arturo Soria perdía a algunos de sus seres
queridos y entraba en la senectud, pero seguía manteniéndose al pie del cañón como líder
indiscutible de su empresa, que en unos años consiguió una gran expansión.
La tesis finaliza con un capítulo en el que se detallan las dificultades surgidas por
las pugnas mantenidas con algunos de los opositores a su proyecto o a sus prácticas
empresariales y que motivaron todo tipo de disputas protagonizadas por él y por sus hijos.
Se aporta un enfoque novedoso al análisis de estos enfrentamientos al introducir los
testimonios de alguno de sus opositores o de espectadores de excepción de los episodios
descritos. También se analiza la fuerte crisis financiera que se desató al estallar la Primera
Guerra Mundial, que motivó la decisión de declarar la suspensión de pagos de la
Compañía Madrileña de Urbanización. El capítulo concluye con el fallecimiento de Arturo
Soria y Mata y un breve resumen de la evolución en los años siguientes de la empresa
ligada a la familia y una breve investigación de la trayectoria vital de algunos de sus hijos.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
16
Como apéndice documental se ha incluido parte del referido número de la revista
La Ciudad Lineal aparecido con motivo del fallecimiento de Arturo Soria, en el que se
incluyó su breve biografía. Como he venido comentando a lo largo de este capítulo
introductorio, son esos contenidos los que prácticamente se han replicado en las obras de
casi todos los autores que han afrontado el estudio de sus contribuciones al mundo del
urbanismo.
17
CAPÍTULO 1. CONTEXTO HISTÓRICO
1.1. EL SIGLO DE LA INDUSTRIA
El siglo XIX fue el siglo de la industrialización de los países más desarrollados.
La conocida como Revolución Industrial significó la transformación radical de los
procedimientos de fabricación de bienes y productos, pero a la vez impulsó otros procesos
importantes -de los que a su vez se realimentaban en base a unas fuertes interrelaciones-
que tuvieron lugar en otras esferas de la economía y de la sociedad de los países
desarrollados y que dieron como resultado un proceso global absolutamente renovador.
Así, las fábricas comenzaron a desarrollar infinidad de productos, entre ellos maquinaria
destinada a la mejora de las explotaciones agrícolas, lo que propició una mayor
productividad del campo y, a la vez, una menor dependencia del trabajo humano que
impulsó el éxodo rural de la población y su concentración en la ciudad. Por su parte, el
aumento de las cosechas dio la posibilidad de acrecentar los suministros de productos del
campo a la ciudad, donde fueron emplazándose nuevos centros industriales necesitados a
su vez de mano de obra. Esta localización en los núcleos urbanos fue posible por la
evolución de los nuevos medios de transporte, como el ferrocarril o el buque de vapor, que
permitió que los asentamientos industriales se alejaran de los centros de producción de las
materias primas necesarias para su transformación en las factorías. Se asistió además a un
nuevo ciclo demográfico que impulsó un crecimiento notable de la población, merced al
mantenimiento de unas altas tasas de natalidad conjugadas con la paulatina disminución de
las tasas de mortalidad. El incremento de los alimentos disponibles por las mejoras de las
cosechas y las nuevas posibilidades de distribución también contribuyó al aumento de
población. Podemos observar, por tanto, cómo la introducción de las maquinas en los
procesos de fabricación fue más allá de la mera producción masiva de bienes para
introducir también transformaciones profundas en otros sectores de la economía y la
sociedad que interactuaban y se favorecían unos a otros de manera relacionada.
La industrialización fue una obra impulsada de forma principal por una nueva
burguesía de origen industrial, integrada por los dueños de las grandes fábricas y negocios
Arturo Soria y Mata. Una biografía
18
relacionados, que fueron creciendo al atraer los capitales que hasta entonces se habían
destinado de forma principal a la compra de tierras, a los bancos o al comercio. La pujanza
de esta clase social se apoyó en las ideas liberales que poco a poco se fueron implantando
en los países más avanzados y fue arrinconando de forma inexorable el antiguo orden
feudal, originando un nuevo marco de relaciones económicas, sociales y culturales.
La mayoría de estas transformaciones que iban operando en los principales países
de nuestro entorno todavía tardarían un tiempo en llegar a la economía y la sociedad
españolas. Sin embargo, sus efectos fueron ya patentes a partir de la segunda mitad del
siglo XIX.
1.2. EL REINADO DE ISABEL II EN ESPAÑA
A la muerte de Fernando VII en 1833, la heredera al trono era una niña que
todavía no había cumplido los 3 años de edad. Su madre, María Cristina de Borbón-Dos
Sicilias, asumió la regencia hasta su mayoría de edad y para poder consolidar los derechos
sucesorios de su hija frente a las pretensiones del hermano del monarca fallecido, el infante
don Carlos María Isidro, decidió apoyarse en las fuerzas políticas liberales para instaurar
un régimen político que estableciese netas diferencias ideológicas con las de su oponente y
que ejerciesen de fuerza contraria a sus reclamaciones. Pero el régimen establecido tuvo
que hacer frente al estallido de una cruenta guerra civil contra los partidarios del infante, de
siete años de duración, y que mantuvo un resultado incierto hasta sus últimos años. La
contienda llegó a su fin en 1840, con el saldo considerable de unas 150.000 víctimas, en
una población total de alrededor de trece millones de habitantes21
. Salió victorioso el bando
gubernamental, pero ese mismo año, un pronunciamiento liderado por el considerado
artífice de la victoria, el general Baldomero Espartero, expulsó a María Cristina del país y
abrió paso a un periodo en el que él mismo ocupó la regencia, hasta que otro levantamiento
militar le hizo abandonarla tres años más tarde. Para evitar una tercera regencia, se tomó la
decisión de adelantar la mayoría de edad de la heredera para así habilitar su acceso al
21
Fusi, J.P. (2012): Historia mínima de España, p. 191.
Contexto histórico
19
trono. En 1843, por tanto, dio comienzo el reinado de Isabel II, momentáneamente liberado
de la oposición carlista, pero a la vez condicionado por el apoyo que los liberales la habían
prestado en su lucha por mantener sus derechos de acceso a la corona22
.
Para España fue este reinado una época de tránsito, en la que pugnaron fuerzas
cada vez más potentes que trataron de hacer evolucionar al régimen desde el absolutismo
tradicional hacia un sistema constitucional y parlamentario que asumiese el principio de
soberanía nacional, pero que, al igual que ocurría en otros países monárquicos europeos, se
encontraron con la oposición de una corona todavía fuerte y reacia a perder sus atributos de
antaño. Fue además un periodo en el que los mandos militares, aupados sobre el triunfo
sobre la oposición carlista, ejercieron un rol protagonista en la política española que se
mantuvo durante todo el reinado, sobreponiéndose de forma incontestable al elemento
civil. Recurriendo a la sublevación, los militares apoyaron y derrocaron gobiernos,
actuando en ocasiones con el favor de la reina y en otras en su contra. Así, los
denominados espadones tuvieron una presencia en la vida política española mucho mayor
de la deseable y los pronunciamientos sustituyeron de facto al sistema parlamentario como
motor de cambio para las diferentes opciones políticas.
Como resultado de esta pulsión de fuerzas ideológicas, el reinado isabelino fue un
periodo de inestabilidad política -se llegaron a suceder más de treinta gobiernos distintos-,
impulsada por los enfrentamientos entre las opciones políticas, pero también alimentada
por las propias influencias e injerencias en el quehacer político de una reina con afán
intervencionista y que en no pocas ocasiones dio muestras de un comportamiento
caprichoso y, a menudo, poco ejemplar. De este modo, el régimen isabelino fue
descomponiéndose de manera paulatina hasta que, en la década de 1860, tras los repetidos
intentos auspiciados por las opciones políticas situadas a la izquierda del espectro
ideológico, logró triunfar de forma prácticamente incruenta la Revolución de Septiembre
de 1868, la conocida como la Gloriosa. Encabezado por los generales Prim y Serrano, el
movimiento revolucionario que acabó con el régimen borbónico dio paso al conocido
como Sexenio Democrático, que aunque de efectividad limitada, al menos a corto plazo,
22
Una imponente biografía de la reina Isabel II en: Burdiel, I. (2010): Isabel II. Una biografía.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
20
-“la revolución de papel” la denominó Jover Zamora23
-, supuso en España la primera
experiencia que de alguna manera podía reconocerse como democrática y el periodo de
mayor libertad del siglo XIX.
1.2.1. El debate político y los partidos durante el régimen isabelino
La mitad del siglo XIX significó para el medio social urbano la paulatina llegada
de los debates y las tertulias sobre cuestiones políticas a las mesas de los cafés y a los
salones de los casinos de las principales ciudades españolas. Es también un fenómeno de
esos años la emergencia de ateneos y otros centros de intercambio científico y cultural
similares que a partir de entonces pasaron a ser lugares de encuentro y de referencia donde
se citaban las nuevas tendencias culturales, sociales y políticas propias del estado liberal.
Fueron también los años de la aparición de numerosas cabeceras de prensa, muchas de
ellas surgidas al servicio de determinadas ideas o partidos políticos, cuyo asentamiento y
difusión sirvió también para el acercamiento de todas estas cuestiones a la sociedad urbana
más cultivada, primero, y con el trascurso de los años, también a las capas más populares.
Sin embargo, no se puede decir que los partidos políticos durante los primeros
tiempos del parlamentarismo fueran todavía sino agrupaciones inmaduras y débiles,
inexpertas en las lides parlamentarias y carentes de una base social representativa e
importante. Tampoco se puede hablar de partidos organizados en torno a una ideología
homogénea y consistente y eran frecuentes las luchas entre las distintas facciones de
notables que trataban de dirigirlos. Al carecer de un arraigo popular que les diese fuerza,
ejercieron el poder gracias a una perseguida, sostenida e indisimulada red clientelar, y
cuando lograban el acceso al gobierno, no buscaban un marco de consenso con otras
fuerzas políticas, sino que buscaban fijar unas reglas de juego, en general respaldadas con
la redacción de una Constitución ad hoc, que reflejaran su excluyente forma de entender
España. En este escenario, en el que la preocupación y el interés por los temas políticos
23
Jover Zamora, J.M. (1991): Realidad y mito de la Primera República, p. 96. Autores como De la
Fuente Monge, por ejemplo, discrepan de esa apreciación. Fuente Monge, G. de la (1998): "La
revolución de 1868 y la continuidad del personal político", p. 162.
Contexto histórico
21
fueron permeando a las clases sociales hasta entonces alejadas de ellos, las principales
opciones consideradas "legales" durante el régimen isabelino fueron básicamente las
defendidas por el Partido Moderado, el Partido Progresista y la Unión Liberal.
El Partido Moderado podía considerarse la derecha del liberalismo español.
Además con el paso de los años fue transitando hacia posiciones cada vez más
conservadoras. Su base social estuvo conformada por gran parte del ejército, la aristocracia
tradicional y la alta burguesía de terratenientes y grandes comerciantes, junto a
componentes de las clases medias que por encima de otros factores preferían el
mantenimiento del orden social. Consideraba fuera de discusión la confesionalidad católica
del Estado, propugnaban el fortalecimiento de la monarquía frente a las Cortes y se
mostraban partidarios de reforzar el carácter censitario del sistema electoral imperante. Era
este sufragio censitario o restringido un sistema que limitaba el voto a los más ricos, al
exigir para obtener la condición de elector demostrar un determinado nivel de propiedad o
el pago de una cierta cantidad de impuestos. Era este método el que funcionaba también en
el resto de la Europa parlamentaria de estos tiempos.
El Partido Progresista se situaba en el lado opuesto: a la izquierda del liberalismo.
Era la opción abrazada de manera mayoritaria por la pequeña burguesía y los intelectuales.
La principal diferencia ideológica con los moderados era su defensa del principio de
soberanía nacional por encima de cualquier componenda con la corona. Eran partidarios,
además, de avanzar hacia un desarrollo económico e intelectual del país, dando la
oportunidad de forma progresiva y controlada a la participación de las capas populares en
la vida política, para lo cual se mostraban partidarios de suavizar los umbrales para ejercer
el voto. Desde el final de la regencia de Espartero quedó prácticamente excluido del poder
hasta 1868, con la mera excepción del llamado Bienio Progresista. Así que los líderes
progresistas vieron limitada su actividad de oposición a la crítica en la prensa, a la
confrontación parlamentaria y al apoyo de la conspiración mediante mandos militares
afines.
La Unión Liberal fue una formación política fundada por Leopoldo O'Donnell,
que supo mantenerse en el poder desde el pronunciamiento que acabó con el Bienio
Progresista, en 1856, hasta pocos años antes de la caída del régimen isabelino. Fue un
partido ecléctico, que supo acoger a los más aperturistas de los moderados y a un sector de
Arturo Soria y Mata. Una biografía
22
progresistas alejado de las veleidades revolucionarias y que nadando entre ambas aguas
consiguió mantenerse en el poder durante toda una década.
Fuera de este sistema político legalizado sobrevivían en la clandestinidad los
carlistas y el Partido Demócrata. Este partido se constituyó en fuerza política autónoma en
1849 y en él confluyeron republicanos y una escisión del Partido Progresista. Situado, por
tanto, todavía más a la izquierda de éste, defendía la participación de toda la sociedad en el
juego político mediante la adopción de un sistema democrático real. Fue una formación
política muy diversa, en la que a menudo surgieron discrepancias internas y que fue
apoyada por intelectuales y profesionales liberales urbanos, pequeños comerciantes,
artesanos, así como gentes procedentes de las capas populares que fueron adquiriendo
cierta conciencia política para comenzar a reivindicar reformas sociales. Defendieron el
sufragio universal, la primacía de los derechos individuales sobre los del Estado, la
intervención gubernamental para reducir las desigualdades sociales -con instrucción
pública, asistencia social y un sistema fiscal igualitario y justo- y la mejora de las
condiciones de vida de las clases populares. Su militancia actuó de manera semiclandestina
hasta la llegada del gobierno del Bienio Progresista y tras su derrocamiento regresó a la
ilegalidad, en la que se mantuvo hasta 186824
.
1.3. DESARROLLO Y MODERNIZACIÓN
Durante el reinado de Isabel II se fueron operando, si bien poco a poco, de forma
discontinua y con diferentes periodos de altibajos, las bases y reformas que urgían para la
modernización del país. Aunque sus impulsores tuvieron que luchar contra unas evidentes
limitaciones y contra las resistencias de fondo. Las élites intelectuales eran escasas y el
poder civil, como hemos visto, frágil; y la burguesía emprendedora no tenía o no
encontraba suficiente capital para liderar iniciativas industriales o fomentar la inmersión de
la técnica de sus empresas. Por ello, tanto el dinero como la tecnología tuvieron que venir
24
Castro Alfín, D. (1994):"Unidos en la adversidad, unidos en la discordia: El Partido Demócrata,
1849-1868", pp. 59-85. Duarte, Á. (2013): El Republicanismo. Una pasión política, pp. 57-61.
Guerrero Latorre, A. et al. (2004): Historia política, 1808-1874, pp. 177-184 y 265-267.
Contexto histórico
23
del exterior, lo que contribuyó a limitar la autonomía empresarial autóctona. No se
tomaron medidas para favorecer una investigación propia que evitase esta dependencia
tecnológica, aunque sí se abordaron importantes reformas en materia de educación que
establecieron la enseñanza obligatoria para todos los estratos de la sociedad y desde la
mitad del siglo definieron la secundaria y la universitaria25
.
Año Sin estudios Con estudios
primarios
Con estudios
medios
Con estudios
superiores
1840 76,1 23,6
1845 70,9 28,2
1850 64,3 34,5 0,3 0,8
1855 60,4 38,4 0,2 1
1860 58,8 40 0,2 1,1
1865 56,3 42,3 0,3 1,1
1870 52,8 45,6 0,2 1,4
1875 50,7 47,5 0,4 1,3
1880 50,6 47,8 0,5 1,1
1885 51,6 47,1 0,3 1
1890 52,5 46 0,3 1,1
1895 53,1 45,1 0,5 1,3
1900 55,7 42 0,8 1,4
Tabla 1.1: Nivel de estudios de los españoles (1840-1900). Porcentaje sobre el total de población.
Fuente. Elaboración propia con datos de: Carreras, A. y Tafunell, X. (coords.) (2005): Estadísticas
Históricas de España: Siglos XIX y XX. Vol. I, pp. 232-233.
La burguesía española era todavía una clase débil, y la aristocracia, el clero y algunos
estamentos militares todavía podían ejercer en la sociedad española una poderosa
influencia que en general se oponía a cualquier transformación que pudiera conllevar un
cambio de estatus que amenazase sus intereses particulares. España era, y siguió siéndolo
por muchas décadas, un país atrasado, eminentemente rural y con un gran porcentaje de
25
García de Cortázar, F. (2002): Historia de España, pp. 200-203. Fusi, J.P. (2012): Op. cit., pp.
195-198.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
24
población analfabeta. Con estos mimbres era difícil recuperar terreno en relación a los
países avanzados de nuestro entorno, pero España seguía siendo todavía la quinta potencia
del mundo26
y al final logró coger el tren de la industrialización para impedir, al menos,
que el hueco existente ya con los países más desarrollados se agrandara de manera
irremediable.
Las deficiencias históricas en infraestructuras de comunicaciones entre el centro
de la península y las ciudades costeras se fueron paliando poco a poco, lo que posibilitó
poder acercar los productos del litoral al mercado interior y viceversa, lo que contribuyó a
la igualación y moderación de sus precios. A esto contribuyó también la eliminación de las
aduanas interiores para dar paso a un mercado nacional unificado. La implantación del
ferrocarril se inició en 1848, y en 1851 vio la luz un plan de carreteras que trajo como
resultado el modelo radial imperante hasta nuestros días. Y poco a poco se asistió a la
proliferación de nuevas fábricas textiles, altos hornos, modernas explotaciones mineras,
etc. Todo ello junto a la importante expansión de los negocios en las colonias españolas
conformaron la base del crecimiento económico acontecido entre 1840 y 1870. No
obstante, conviene insistir en que el proceso de desarrollo y crecimiento de estas décadas,
aunque evidente, fue moderado, inconstante y desigual. A modo de ejemplo, se puede
destacar que innovaciones tecnológicas que ya podían encontrarse en las explotaciones
agrícolas de Europa siguieron largo tiempo alejadas de las españolas.
La población española creció de forma notable, pasando de unos 13,3 millones de
habitantes en 1840, a unos 18,5 millones en 1900, pero lo hizo también de forma mucho
más lenta que en otros países europeos que nos aventajaban en el proceso
industrializador27
.
En cualquier caso, la fisonomía de las principales ciudades españolas fue
transformándose de manera ostensible tras la construcción de las primeras fábricas, el
incremento sustancial de su población y la paulatina implantación de medios públicos de
locomoción. No obstante, el avance del progreso en algunas ciudades españolas destacaba
como excepción en el conjunto de un país que en la segunda mitad del siglo todavía podía
26
García de Cortázar, F. (2002): Op. cit., p. 208.
27 Fusi, J.P. (2012): Op. cit., p. 198.
Contexto histórico
25
calificarse como atrasado y para cuya población la supervivencia continuaba siendo su
principal preocupación.
Londres París Berlín Madrid
1800 1.117 547 172 160
1850 2.685 1.053 419 281
1880 4.770 2.269 1.122 398
1910 7.256 2.888 2:.071 599
1930 8.261 2.891 4.243 952
Tabla 1.2: Población de las principales capitales europeas (miles de habitantes). Fuente:
Elaboración propia con datos de: Juliá, S. (1989): “De poblachón mal construido a esbozo de gran
capital: Madrid en el umbral de los años treinta”, p. 139.
Casi todas las capitales de provincia duplicaron su población entre 1850 y 1880. Barcelona
y Madrid tuvieron un notable desarrollo, aunque por motivos diferentes. Mientras la
primera logró convertirse en uno de los polos industriales y económicos del país, la
segunda no consiguió desarrollar una remarcable industria propia, pero siguió siendo una
gran receptora de inmigración interior por el efecto de la capitalidad. No obstante las
diferencias, sus procesos de urbanización -aunque más lentos que en otros países europeos-
tuvieron que afrontar la problemática que significaba el aumento de sus moradores y unas
deficientes condiciones de salubridad en unas infraestructuras no preparadas para afrontar
las necesidades y exigencias de los nuevos tiempos.
1.4. EL PROBLEMA DEL CRECIMIENTO URBANO
Como hemos esbozado a comienzo del capítulo, a partir de la mitad de siglo XIX,
fue produciéndose un incremento sensible de la población urbana, debido de forma
principal al aumento de la inmigración rural. Fueron varios los factores que incidieron en
Arturo Soria y Mata. Una biografía
26
este fenómeno. Uno de ellos fue la mejora paulatina de las comunicaciones terrestres, que
favoreció el proceso en general. Las otras causas principales tuvieron que ver con las
crecientes expectativas que comenzaron a surgir entre las gentes del campo respecto a unas
hipotéticas mejores condiciones de subsistencia en las ciudades, en relación a las que
esperaban en sus lugares de origen. Es cierto que la necesidad de mano de obra para
trabajar en las fábricas constituía un poderoso efecto llamada para la población del campo,
como de hecho estaba sucediendo en las principales ciudades industriales europeas. Pero
en el caso español, donde la industrialización en estas décadas todavía era incipiente, el
factor fundamental que influyó en el éxodo de la población agraria y el consecuente
incremento de población urbana fue más un factor de expulsión que de atracción debido a
las crisis de subsistencia que por diferentes motivos azotaron de forma periódica a la
población de muchas áreas rurales de la península.
En cualquier caso, la inmigración favoreció un incremento muy importante de la
población urbana, si bien de escasa cualificación y menores recursos, lo que agudizó la
necesidad de disponer de vivienda asequible para poder albergarla. La imposibilidad de
satisfacer esta creciente demanda al no estar las ciudades preparadas para ello se agravó
debido a las prácticas especulativas de los propietarios del escaso suelo urbano. Esto dio
lugar al hacinamiento de la nueva población en las viejas viviendas de los barrios
populares y a la proliferación de infravivienda en el extrarradio y en las poblaciones
vecinas. Los centros históricos de las ciudades resultaban inapropiados para albergarla,
debido a la comentada escasez de suelo para viviendas baratas, pero también a las
limitaciones a la higiene que imponían los tortuosos trazados antiguos de calles estrechas,
con luz escasa, ni árboles y carentes de asfaltado. Todo este conjunto de factores daba
como resultado unas condiciones de vida urbana cada vez más penosas, en una atmósfera
insalubre, que conformaba un caldo de cultivo perfecto para la propagación de
enfermedades y el consiguiente incremento de los índices de mortalidad. El comentado
aumento de población urbana se debió fundamentalmente a las oleadas de inmigración
rural que huían de la miseria. En este sentido es significativo el dato de que rondando la
mitad del siglo la tasa de natalidad en una ciudad como Madrid, por ejemplo, todavía fuese
inferior a la de mortalidad. No es de extrañar, por tanto, que la insalubridad de los barrios
populares se convirtiese en una preocupación recurrente en los círculos políticos y que una
Contexto histórico
27
nueva rama de la medicina, la medicina social o higienismo, cobrase fuerza durante este
periodo para centrarse en esta problemática28
.
Por lo tanto, a lo largo de estos años la cuestión del crecimiento de la ciudad y el
de la necesidad de una vivienda social digna y salubre afectaba de manera principal a las
principales ciudades españolas. Y al igual que estaba sucediendo en otros países europeos
que adolecían de la misma problemática fueron planteándose en España, aunque de forma
más lenta que en ellos, diferentes alternativas y propuestas encaminadas a adaptar las
ciudades a las nuevas necesidades y a tratar de dar solución a las dificultades que
conllevaba la evolución urbana hacia la ciudad del siglo XIX. Así, tras el derribo de las
tradicionales murallas que constreñían su crecimiento, fueron urbanizándose nuevos
barrios en el extrarradio, dotados con calles más amplias, parques, plazas y servicios de
alumbrado y se construyeron nuevos y modernos edificios que fueron acogiendo a las
nuevas instituciones del Estado. Todo este crecimiento ejerció a su vez de efecto llamada
para nuevas oleadas de inmigrantes que veían en la expansión y en la modernización de las
ciudades principales una oportunidad para poder mejorar sus propias condiciones de vida.
Fue en este contexto en el que Arturo Soria elaboró las propuestas urbanísticas
que le dieron fama y llegarían a ser reconocidas en la escena internacional.
28
Martorell, M. y Juliá, S. (2012): Manual de Historia Política y Social de España (1808-2011),
pp. 84-86.
29
CAPÍTULO 2. JUVENTUD Y REVOLUCIÓN
2.1. LOS AÑOS DE FORMACIÓN
Arturo Soria y Mata nació el 15 de diciembre de 1844, a las seis de la tarde, en el
tercer piso del número 27 de la calle Caballero de Gracia de Madrid. Según consta en su
partida de bautismo -que no en la de nacimiento- recibió los nombres de Arturo Eusebio,
aunque aparte de en esa referida partida de bautismo, en ningún otro documento, ni oficial
ni privado, he visto referencia alguna a este segundo nombre29
.
Su padre, José Soria Oliveros, que tan solo unos años antes se había trasladado a
la capital, era originario de Bijuesca (Zaragoza). Su madre, María del Carmen Mata
Suárez, era natural de Madrid30
. Eran ambos de extracción humilde.
El padre había sido bautizado en la iglesia de San Miguel de Bijuesca como Josef
Joaquín Soria y Oliberos, el día 28 de marzo de 1821. Era hijo de Vicente Soria y de
Eufrasia Oliberos31
. Sus abuelos paternos eran Vicente Soria y Vicenta Pola y los maternos
Antonio Oliberos y Josefa Marín, todos de Bijuesca. La madrina había sido Joaquina
Marín, probablemente su tía abuela32
.
29
Partida de bautismo incluida en: Archivo Histórico del Instituto Geográfico Nacional (en
adelante, AHIGN). EP-II-S4. Expediente personal de Arturo Soria y Mata.
30 Archivo Histórico de la Villa de Madrid (en adelante, AHVM). Partida de nacimiento de Arturo
Soria y Mata. El dato sobre la fecha de llegada a Madrid de José Soria en diferentes padrones
municipales.
31 Sólo he encontrado escrito "Oliberos" en este documento, en todos los demás a los que he tenido
acceso se utilizó "Oliveros". Tanto en la partida de nacimiento como en la de bautismo de Arturo
Soria y en las correspondientes a su hermana Julia, su abuela paterna, es decir, la madre de José
Soria, consta como Antonia Oliveros, por lo que en realidad podría tratarse de un nombre
compuesto por ambos.
32 Archivo Diocesano de Tarazona. Tomo 2º de los Quinque Libri de Bijuesca. Fol. 183: Acta de
bautismo de Josef Joaquín Soria y Oliberos. Fue bautizado por el Cura Regente Moss. Miguel de
Sayas, el 28 de marzo de 1821.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
30
Figura 2.1: Entrada a la calle Caballero de Gracia desde la Red de San Luis, antes de 1868. Fuente:
Aranguren. Museo Municipal de Madrid.
En el artículo “Datos biográficos”, incluido en el número de la revista La Ciudad Lineal
publicado tras la muerte de Arturo Soria, se puede leer que era el padre “un aragonés muy
liberal, que ya en su pueblo Bijuesca (Zaragoza), había vestido el uniforme de miliciano”33.
Su pertenencia a la Milicia Nacional se puede constatar mediante una hoja de servicios que
se conserva en el Archivo Histórico del Ayuntamiento de Madrid. Afortunadamente el
detalle de la hoja incluye también este periodo, lo que nos ha permitido trazar su paso por
los diferentes batallones en que formó y el tiempo total vinculado al cuerpo, que fue más
prolongado de lo que en principio sugiere la citada frase de La Ciudad Lineal34
.
Según viene expresado en la citada hoja, fue a mediados de 1831 cuando José
Soria inició su colaboración con la Milicia. Era este un cuerpo formado por voluntarios
civiles que, compaginándola con sus labores cotidianas, recibían una formación castrense
que aplicaban a un servicio de mantenimiento del orden público en un ámbito local. El dato
33
“Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 601.
34 AHVM. Hoja de servicios de José de Soria y Oliveros. Nada más, excepto la comentada frase
aparecida en La Ciudad Lineal, y su oficio de sastre cuando nació Arturo, se conocía sobre su
padre. El hallazgo en la prensa de la referencia a un cese de un tal José Oliveros de su empleo en el
ayuntamiento madrileño, me hizo indagar sobre la posibilidad de que se refiriese al padre de Arturo
y de que su paso por el ayuntamiento estuviese documentado, como así fue. Las Dominicales del
libre pensamiento, 5/9/1886, p. 4.
Juventud y revolución
31
estaría indicando que Soria se enroló a una tempranísima edad de diez años. De ser así35
,
imaginamos que sus tareas durante este periodo inicial no pasarían de ser secundarias
mientras recibía la pertinente instrucción. En concreto la hoja indica que Soria ingresó en
la Milicia Urbana. Sin embargo, sabemos que el decreto que restableció la Milicia Urbana
-nombre que en este periodo recibió la Milicia Nacional- no se promulgó hasta finales de
1834, una vez fallecido Fernando VII y necesitada su esposa regente de un cuerpo de
voluntarios liberales que ayudase a consolidar su gobierno a nivel local contra las
pretensiones del infante don Carlos, hermano del fallecido. Hasta 1833 había funcionado
otra milicia de marcado carácter absolutista, la denominada Voluntarios Realistas, que
había contribuido a apuntalar el reinado de Fernando VII. No obstante, en algunas
poblaciones, sobre todo de parte de Aragón y de Cataluña, unos años antes del decreto de
formación de la Milicia Urbana, y coexistiendo con los institucionalizados batallones de
Voluntarios Realistas, se habían constituido partidas de voluntarios de ideología más
liberal que de igual forma colaboraban en las tareas de mantenimiento del orden. Una de
este tipo, que aunque todavía no se denominaban oficialmente como Milicia Urbana tenía
el mismo carácter y cometido, es a la que se debe referir la hoja de Soria en este primer
periodo.
Aunque en el detalle no figura de qué población era el batallón al que pertenecía,
aunque cabe suponer que podría ser alguno próximo a su localidad natal de Bijuesca. No
todas las poblaciones formaron su batallón de Milicia, pues las diferentes normativas
fijaban una población mínima para poder establecerlo, que oscilaba entre los 500 y 700
habitantes, aproximadamente. Desconozco el número de habitantes que pudo tener
Bijuesca por aquellos años, pero a juzgar por su tamaño, no creo que llegase a esa cifra. Es
más probable que Soria hubiese servido en alguno de una población importante más
cercana que sí lo hubiese constituido, por ejemplo el de la vecina Ateca36
. En cualquier
caso su verdadero servicio en la Milicia puede considerarse que se inició en abril de 1833,
cuando un todavía jovencísimo Soria "sentó plaza" -así se señala literalmente, y pasó a
35
No he conseguido corroborar los datos sobre el pasado miliciano de José Soria, que se
incorporaron a su hoja de servicios muchos años más tarde, cuando comenzó su empleo en las
dependencias municipales madrileñas en la década de 1880. No obstante, la exactitud en fechas y
los cómputos de los diferentes periodos pueden sugerir que se cumplimentase consultando algún
expediente aportado por el propio Soria.
36 Martínez García, F. (2011): Ateca entre 1800 y 1975, pp. 22-27.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
32
formar parte del Primer Batallón de francos de Aragón. Pocos meses después comenzaba
la Primera Guerra Carlista, que pronto se extendió a los territorios de Aragón, donde
también contaron con apoyos de la población civil, muchos por convicción y otros tanto
por temor a los saqueos y otras represalias más crueles.
Si bien en principio se pensó que la Milicia Urbana debía estar formada
exclusivamente por voluntarios civiles, pero la acuciante necesidad de tropas para hacer
frente al ejército carlista motivó que se fueran derogando algunas de sus restricciones para
que pudieran engrosarla un número mayor de civiles. A finales de 1837 se determinó -con
alguna excepción- la obligatoriedad de integrarla a todos los varones solteros y viudos de
entre 17 y 40 años. Su ámbito de acción era local y sus funciones las de servicio de
vigilancia y guarniciones, la persecución de ladrones y mantenimiento del orden público o
enfrentarse o realizar batidas para perseguir a pequeñas fuerzas rebeldes, en caso contrario
debían guarecerse en espera del ejército. El servicio se compaginaba con sus tareas
habituales y sólo se movilizaban cuando tuviesen turno de vigilancia o en caso de peligro.
Para complementar su labor, se constituyeron también los batallones de
voluntarios conocidos como cuerpos francos. Eran más móviles que los batallones de
milicianos y operaban en grupos conocidos como partidas volantes, generalmente el área
de una misma comarca. Su labor era más bien la de exploración, la captura de correos o
enlaces y, en todo caso, el hostigamiento a pequeños convoyes o grupos reducidos de
carlistas37
.
Precisamente por su carácter voluntario pudo José Soria a la edad de 12 años
formar parte de uno de esos cuerpos, el ya citado Primer Batallón de francos de Aragón.
En él permaneció hasta mayo de 1837, fecha en que fue ascendido a subteniente y pasó a
integrar la partida volante Defensores de la Patria. Fue durante esta fase precisamente
cuando el ejército carlista al mando del general Cabrera consiguió la máxima expansión
por la zona de Aragón. En este escenario, sobre todo por las zonas montañosas del
Maestrazgo y del Bajo Aragón, se vivieron continuos y virulentos enfrentamientos y
fueron numerosos los episodios de crueldad que afectaron y aterrorizaron a la población
37
Caridad Salvador, A. (2013): El ejército y las partidas carlistas en Valencia y Aragón (1833-
1840). Rújula, P. (2008): Contrarrevolución. Realismo y carlismo en Aragón y el Maestrazgo,
1820-1840.
Juventud y revolución
33
civil de esas zonas. Soria permaneció en esta partida hasta su disolución en mayo de 1840,
al final de la contienda civil.
Pero a los pocos meses, con ocasión del pronunciamiento de carácter progresista
encabezado por Espartero que contó con el apoyo y colaboración de la Milicia Nacional en
las ciudades más importantes, entre ellas Zaragoza, Soria volvió al servicio en la Milicia.
Según consta expresamente, Soria se integró al Primer Batallón Ligero 8ª Compañía, tomó
parte en el Alzamiento y sirvió "cinco meses en la División del general Ortega
[comandante general del Alto Aragón]". Soria permaneció en ese Batallón hasta su
disolución, ocurrida en 1843, cuando con la caída de Espartero se cedió el paso a la
conocida como Década Moderada. El gobierno decidió la disolución de la Milicia
Nacional, de la que no se fiaba por su filiación progresista, y la encomienda de sus
funciones a una recién creada Guardia Civil.
No sería ésta la última anotación referente a su pasado miliciano. Según se indica,
en el año 1848 formó parte de unas partidas implicadas en unas revueltas que tuvieron
como escenario las provincias de Huesca y Zaragoza. Estos conatos de rebelión,
enmarcados en los sucesos revolucionarios que a lo largo de ese año se vivieron en
diferentes países europeos y que tanto impacto consiguieron en algunos de ellos, en España
no tuvieron tanta entidad. Fueron varias las revueltas que tuvieron lugar a lo largo de todo
el año, en general con escaso seguimiento. Las más importantes fueron las que tuvieron
como escenario Madrid y la zona de Cataluña. Algunos de los levantamientos estuvieron
coordinados por líderes carlistas y republicanos exiliados en Francia o Inglaterra. Esta
sorprendente unión de bandos totalmente antagónicos pudo construirse sobre un objetivo
común de acabar con la monarquía isabelina, y no sería la última ocasión a lo largo de este
siglo en que se coordinasen líderes de estas tendencias políticas para tratar de acabar con el
régimen imperante. El gobierno del general Narváez dio orden de reprimir sin
contemplaciones los conatos y levantamientos que fueran surgiendo. Así, tras su derrota,
hubo fusilamientos de algunos de los jefes de las partidas, numerosas detenciones y
deportaciones en masa de implicados o sospechosos de ello a territorios peninsulares
alejados, a las islas o incluso a las posesiones de Ultramar en los casos más significados.
La zona de Aragón fue escenario de varios de estos episodios, sobre todo a lo largo del
verano, que tuvieron como protagonistas a partidas progresistas, republicanas y carlistas,
Arturo Soria y Mata. Una biografía
34
en general poco numerosas y comandadas por cabecillas que recibían instrucciones desde
el exterior. José Soria formó parte de alguna de estas partidas -no sabemos cual o cuales-
pero como consecuencia de ello fue también deportado. En general estos exilios duraron
poco y a lo largo del año siguiente ya estaban de vuelta a sus lugares de origen muchos de
los deportados38
. El sentimiento republicano comenzó a estar muy presente en muchas de
estas partidas de milicianos de estos años. Señala Duarte que el origen de este sentimiento
podía basarse en la idiosincrasia de estos grupos de voluntarios civiles en los que, de
alguna manera, se cultivaban ciertos valores e ideas que podían considerarse características
del republicanismo de aquellos tiempos, como por ejemplo la asunción del derecho a la
asociación como un derecho fundamental o la conciencia de que un grupo de ciudadanos
procedentes del pueblo llano, unidos por voluntad propia, podía también prestar un servicio
importante a la patria39
.
Por los méritos acreditados en las campañas militares en las que participó, Soria
manifestó haber recibido diversas condecoraciones: "varias de Isabel II, la Cruz del 5 de
marzo y una de San Fernando", aunque no viene especificado si se trataba de
condecoraciones que habían sido otorgadas en grupo o se le habían concedido a título
individual. Por tanto, visto su expediente como miliciano, lo de “muy liberal” como se
destacaba en La Ciudad Lineal para definir el carácter del progenitor de Arturo Soria,
parece bastante pertinente.
No obstante, los servicios en la Milicia eran compatibles con sus ocupaciones en
el campo civil. Así, según lo señalado en diferentes padrones municipales, José Soria debió
trasladarse a Madrid alrededor de 1840, estando cerca, por tanto, de los veinte años de
edad40
. Aunque no es conocida la razón concreta de su traslado es posible que fuese
siguiendo un movimiento que iba a ser cada vez más acusado en la sociedad española del
38
Cabeza Sánchez-Albornoz, S. (1981): Los sucesos de 1848 en España, pp. 77-120.
39 Duarte, Á. (2013): Op.cit., p. 71.
40 Las fechas contenidas en estos padrones no pueden considerarse más que orientativas, ya que
incluso de un año a otro pueden ser contradictorias. En este caso, por ejemplo, en el padrón de
1853 se señala que Soria llevaba 12 años en Madrid, es decir desde 1841. En el de 1854 se indica
que lleva 14, en el de 1855, que lleva 16 años, en el de 1856, de nuevo 14 años y en los de 1859,
1860 y 1862, se indica en todos ellos 20 años. Las inexactitudes son frecuentes también con otros
datos, en especial, con las fechas de nacimiento.
Juventud y revolución
35
momento, el de emigración del campo a la ciudad en busca de oportunidades para ganarse
la vida.
Muy pocos datos se conocen sobre la madre de Arturo Soria, María del Carmen
Mata, aunque, como veremos, antes de unirse en matrimonio a José Soria, también puede
decirse que había tenido ya un pasado. No he podido averiguar la fecha exacta de su
nacimiento, ya que las búsquedas de sus partidas de nacimiento y de bautismo han sido
infructuosas. Su fecha de nacimiento aparece indicada en los diversos padrones que he
podido localizar, pero no hay apenas coincidencias entre todas ellas. Casi todas coinciden
en el mes, el de agosto, pero alguno hay en el que se indica que fue julio. Pero en cuanto al
año hay absoluta disparidad y las variaciones discurren entre 1807 y 1812, que es el año
que más veces aparece indicado. Para mayor confusión, en su partida de defunción consta
que a su muerte contaba con 61 años de edad, lo que indicaría que habría nacido en 1802.
El que yo considero como año más probable es 1808, ya que es el que figura en el padrón
municipal de 1863, que a tenor de la coincidencia caligráfica con la de su firma parece que
cumplimentó ella misma41
. Sus padres, Francisco Mata y Josefa Suárez, eran naturales de
Requena (Valencia) y de Santa Coloma, una pequeña aldea asturiana42
.
El matrimonio Soria-Mata, María del Carmen aportaba ya dos hijas, fruto de otros
tantos matrimonios anteriores. El primero lo había formado con Pedro Arenas Cobián, que
también era natural de Madrid. De esta unión había nacido su hija mayor: Carolina Claudia
Arenas y Mata43
. La que fue la única hija de este matrimonio nació el 30 de octubre de
1834, en el 20 de la calle del Olivo alto de Madrid, y fue bautizada en la Iglesia de San
Martín. Sus padrinos fueron Ángel Mata y Manuela Ruiz Tejedor. Pedro Arenas fue
41
AHVM. Defunciones 1864. Folio 424. Defunción de María del Carmen Mata Arenas. Nótese
que su defunción se inscribió con este segundo apellido, que había sido el primero de su primer
esposo, Pedro Arenas. AHVM. Padrones municipales de 1853, 1854, 1855, 1856, 1858, 1859,
1860, 1862 y 1863. En el Archivo Diocesano de Madrid sólo he podido encontrar una de las
partidas de los tres matrimonios de María del Carmen Mata. Sin embargo no he sido capaz de
localizar ninguno de los expedientes matrimoniales, que de incorporar -como era habitual- su
partida de bautismo, me habría aportado su fecha exacta de nacimiento.
42 Datos en: AHVM. Partidas de nacimiento de Arturo Soria y de Julia Soria.
43 Archivo General Militar de Segovia (en adelante, AGMS). Expediente matrimonial de Carlos
Bernaldo de Quirós y Carolina Arenas y Mata, 1858. Partida de bautismo de Carolina Arenas y
Mata.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
36
Notario en la Vicaría eclesiástica de Madrid y falleció muy poco después de nacer
Carolina, en diciembre de 1834, cuando contaba sólo con 37 años de edad44
.
Tras enviudar, María del Carmen volvió a casarse, en esta ocasión con Antonio
Florencio Paniagua Santana, otro desconocido natural de la localidad de Miedes de Atienza
(Guadalajara). Este matrimonió tuvo lugar el día 21 de marzo de 1836, también en la
Iglesia de San Martín de Madrid, y en la ceremonia oficiaron como testigos los mismos
que habían sido padrinos de Carolina45
. El 28 de abril de 1838 nació, en la villa de Mota
del Cuervo (Cuenca), la que fue la única hija de este segundo matrimonio de María del
Carmen: María Ana de Jesús Paniagua y Mata. Antonio Paniagua falleció también unos
años después, en marzo de 1843, en la localidad albaceteña de Minaya, muy próxima a la
de Mota del Cuervo46
.
Nada más he podido averiguar sobre estos matrimonios anteriores de María del
Carmen, ni sobre las causas de los fallecimientos de los esposos, ni sobre las circunstancias
que determinaron que Mariana naciese en el pueblo manchego de Mota del Cuervo, si se
debió a motivos accidentales o a que este matrimonio residió allí durante un tiempo o quizá
en la cercana Minaya hasta la muerte de Antonio Paniagua.
El enlace matrimonial entre el joven José Soria y María del Carmen Mata tuvo
que producirse, lógicamente, con posterioridad a marzo de 1843 y, dado que era hijo
legítimo, antes del nacimiento de Arturo, en diciembre de 1844. José Soria contaría por
entonces con alrededor de veintidós años de edad y María del Carmen Mata rondaría ya los
treinta y cinco. Pero no he podido averiguar la fecha ni el lugar de celebración, que pudo
44
Los datos sobre el matrimonio Arenas-Mata son los que constan en el expediente matrimonial de
Carolina. AGMS. Expediente matrimonial de Carlos Bernaldo de Quirós y Carolina Arenas y Mata,
1858. Partida de bautismo de Carolina Arenas y Mata y Expediente de limpieza de sangre de
Carolina Arenas y Mata. Los datos del fallecimiento de Pedro Arenas en: Archivo Diocesano de
Madrid (en adelante, ADM). Libro de defunciones de la Iglesia de San Martín. Defunciones de
1834.
45 ADM. Libro de matrimonios de la Iglesia Parroquial de San Martín. Matrimonios de 1836.
46 Datos del nacimiento de Mariana Paniagua y de defunción de Antonio Paniagua en: ADM.
Expediente matrimonial de Eusebio Blasco y Soler con Mariana Paniagua y Mata, 1871. Partida de
bautismo de Mariana Paniagua y Partida de defunción de Antonio Paniagua.
Juventud y revolución
37
ser Madrid o cualquier otro, incluso Minaya47
. La única certeza es que cuando nace el
primero de los hijos de esta pareja, Arturo, se encontraban ya en Madrid. Arturo Soria fue
bautizado trascurrida una semana de su nacimiento, el 22 de diciembre, en la desaparecida
Iglesia de San Luis, la que estaba situada en la calle de la Montera. Su padrino fue un tal
León Latas, de Zaragoza, y su madrina, la hermanastra mayor de Arturo, Carolina. Según
consta en las partidas de nacimiento y bautismo, por entonces José Soria se ganaba la vida
como sastre48
.
En 1848 el matrimonio Soria-Mata tuvo otra hija, Julia, que sería ya la última, por
lo que Arturo fue el único hijo varón de la familia. Julia Soria y Mata nació el 10 de
septiembre de 1848, en el 19 de la calle Jardines de Madrid. Tres días más tarde fue
bautizada, al igual que lo fuera Arturo, en la iglesia de San Luis49
. Oficiaron como
padrinos un tal José Biezu y, de nuevo, su hermanastra Carolina. En las partidas de
nacimiento y bautismo de Julia ya no figura el de sastre como el oficio de su padre, sino
uno más indefinido "del comercio". Estos datos, junto a los recabados en su hoja de
servicios del Ayuntamiento de Madrid, nos permiten deducir que fueron éstas dedicaciones
coyunturales y que José Soria, cuya profesión se ha venido considerando que fue la de
sastre porque fue la que se indicó en las partidas de nacimiento y bautismo de Arturo, en
realidad no sólo ejerció ese oficio, ni dispuso de un medio estable para ganarse la vida. En
los padrones de 1853, 1854 y 1855 vuelve a figurar como sastre -"maestro sastre", más
concretamente- para volver a indicar en el de 1856 "Dependiente de comercio", que en la
hoja de servicio se explicita como "administrador de loterías", ocupación que le duró hasta
mediados del año siguiente. A partir de entonces comienza a tener una variedad
considerable de trabajos, algunos de ellos desempeñados durante breves temporadas, y
además en diferentes provincias. Pero, de momento, me limitaré a indicar las ocupadas
hasta 1863. Hasta esa fecha ejerció, durante dos años, de Guarda Mayor de Montes en
Tarragona, luego, tras un breve paso por Almería, consiguió el 1 de agosto de 1859 su
47
A este respecto sólo puedo indicar que he buscado la partida y el expediente matrimonial en
Madrid, en Minaya y en Mota del Cuervo, pero sin éxito.
48 AHVM. Partida de nacimiento de Arturo Soria y Mata. AHIGN: Expediente personal de Arturo
Soria y Mata. Partida de Bautismo. También era sastre el padrino de Arturo, León Latas.
49 AHVM. Partida de nacimiento de Julia Soria y Mata. ADM. Expediente matrimonial de
Antonio de Ciria y Vinent con Julia Soria y Mata, 1871. Partida de bautismo de Julia Soria y
Mata.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
38
traslado a Madrid para ocupar el mismo puesto. Y en Madrid permaneció hasta que fue
cesado, en marzo de 1861. Sin embargo, en el padrón de 1860 se definió como
"propietario", a lo que no he podido encontrar explicación. Pero en el del año siguiente ya
se declaró "cesante", lo que concuerda con lo anotado en su hoja de servicios. Como
podemos ver, la inestabilidad profesional fue una constante. Recordemos además que
durante algunos de esos años volvió a oficiar de miliciano en su partida aragonesa, por lo
que en las temporadas en las que se le movilizaba debía ausentarse de su domicilio. Lo
cual puede explicar la frase que se puede ver escrita en el padrón de 1855, en su casilla
Observaciones: "Se halla en su pueblo a diligencias propias".
La hija mayor de María Mata, Carolina Arenas, que desde los dieciséis años venía
haciendo pinitos como bailarina en el Teatro Real de Madrid50
, en 1853, es decir, con
apenas dieciocho años de edad, contrajo matrimonio con un miembro de una
importantísima familia aristocrática, los Bernaldo de Quirós y Colón de Larreátegui
herederos de un linaje que contaba con varios e importantes títulos nobiliarios, entre los
que podía destacarse el marquesado de Santiago, el de Monreal o el de la Cimada. El
contrayente, Carlos Bernaldo de Quirós y Colón de Larreátegui51
, era el cuarto de los hijos
de la familia. Los padres habían fallecido hacía ya unos años y a su muerte había heredado
los títulos el hermano mayor de Carlos, Antonio Hipólito, quien también había fallecido
sin descendencia en 1848, por lo que los ostentaba entonces su segundo hermano, Pedro
Pablo, alto mando militar y quien además al mes escaso de la boda de Carlos iba a ser
nombrado senador vitalicio52
.
Debía tener Carolina Arenas unas cualidades personales destacables. Felipe
Ducazcal, en las memorias que publicó en 1890, la destacaba de entre los asistentes a su
boda como “la inolvidable marquesa de Santiago”, a pesar de haber transcurrido ya para
50
El Clamor público, 20/11/1850, p. 3; La España, 10/12/1850, p. 4.
51 Nacido en agosto de 1812, fue bautizado como Carlos Josef Enrique Francisco. Su padrino había
sido el aristócrata fernandino Don Carlos de España, "caballero por derecho hereditario de la Orden
de San Juan de Jerusalén, mariscal de campo de los reales ejércitos", y que en esas fechas acababa
de ser nombrado Comandante general de Castilla la Nueva y de la Villa y Corte de Madrid, tras la
salida de España de José Bonaparte. AGMS. Expediente matrimonial de Carlos Bernaldo de Quirós
y Carolina Arenas y Mata, 1858. Partida de bautismo de Carlos Bernaldo de Quirós.
52 Archivo Histórico del Senado (en adelante, AHS). Expediente personal del Senador vitalicio
Pedro Bernaldo de Quirós y Colón de Larreátegui.
Juventud y revolución
39
entonces algunos años de su fallecimiento. También la recordaba el periodista y autor
dramático, Eusebio Blasco, como una de las bellas aristócratas que en 1863 frecuentaban el
Teatro Real de Madrid53
. Carlos Bernaldo de Quirós, sin embargo, no era ni mucho menos
tan joven como ella. Sin ir más lejos era sólo 4 años menor que la que precisamente se
convertía en su suegra. El año anterior había recibido el grado de Coronel del ejército y
contaba con una amplia hoja de servicios en la que no escaseaban las acciones de guerra
durante las contiendas carlistas54
.
Esta sorprendente unión debió ser todo un acontecimiento en la familia Soria-
Mata, y una auténtica bomba en la del esposo… cuando llegasen a conocerla, porque el
enlace, celebrado el catorce de febrero de ese año 1853, quedó registrado en el libro de
matrimonios secretos de la Iglesia de Santiago y San Juan Bautista de Madrid55
. La razón
fue que Carlos Bernaldo de Quirós no había obtenido la preceptiva autorización que los
oficiales del ejército y de la armada necesitaban de la reina Isabel II para poder contraer
matrimonio: la Real Licencia; no sabemos si por no haberla solicitado o porque la reina no
accediese a ello. El caso es que en una hoja de servicios de 1858 Carlos Bernaldo de
Quirós todavía consta como soltero, a pesar de que el matrimonio ya había tenido varios
hijos. No fue precisamente hasta ese año de 1858 cuando los contrayentes pudieron
regularizar su situación al acogerse al indulto real concedido con motivo del natalicio del
Príncipe de Asturias, el futuro Alfonso XII. Para ello tuvieron que completar un abultado
expediente en el que tuvieron que incluir la comentada e inmaculada hoja de servicios del
contrayente, así como la declaración de varios testigos que acreditaron la limpieza de
sangre de Carolina56
.
Pero a efectos de la familia Soria-Mata, fue a raíz del instante en que en realidad
se había celebrado el enlace, en 1853, cuando se les abrió un mundo nuevo de perspectivas
53
Ducazcal, F.: “Memorias de un empresario”. El Heraldo de Madrid, 17/12/1890, p. 1. Blasco, E.
(1904): Memorias íntimas, p. 24.
54 AGMS. Expediente matrimonial de Carlos Bernaldo de Quirós y Carolina Arenas y Mata, 1858.
Hoja de servicios de Carlos Bernaldo de Quirós a 27/1/1858.
55 El enlace está registrado en Libro de Matrimonios secretos de la Iglesia de Santiago y San Juan
Bautista. Folio 43 vto. Archivo General del Ministerio de Justicia. Títulos nobiliarios. Conde de
Zweveghen, leg. 470, Exp. 4129. Partida de matrimonio de Carlos Bernaldo de Quirós y Carolina
Arenas y Mata.
56 AGMS. Expediente matrimonial de Carlos Bernaldo de Quirós y Carolina Arenas y Mata, 1858.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
40
y de relaciones sociales, que fueron aprovechadas sobre todo por el resto de las hermanas
de Arturo, como veremos. Ese año de la boda vivía la familia Soria Mata en el número 9 de
la que en aquellos años era conocida como calle de la Biblioteca –hoy es conocida como
calle de Arrieta– por estar allí situada la Real Biblioteca, que a finales del siglo XIX
recibió su denominación actual, Biblioteca Nacional, tras su traslado al Paseo del Prado57
.
Vivieron allí entre 1853 y mediados de 1855, cuando decidieron mudarse al número 14 de
la calle Vergara, donde permanecieron también durante 1856. En enero de 1854 había
nacido el que iba a ser el primero de los nueve hijos que iba a tener la nueva pareja: Carlos
Bernaldo de Quirós y Arenas58
.
El trasiego de domicilios es constante durante esta época, siempre en pisos
alquilados. La familia Soria y la nueva familia de Carolina debieron estar muy unidas por
esta época y hay periodos en los que, según consta en los padrones, compartieron vivienda
como, por ejemplo, en 1855 en el 9 de la calle Biblioteca, o durante una parte del año
1858, en la que la comparten en el número 3 de la calle Santo Domingo. De este modo, se
conjugaban las ausencias de Carlos por sus destinos militares, con los de José Soria por sus
compromisos con la Milicia o por sus trabajos como guarda forestal en otras provincias.
No obstante, en 1859 los Soria figuran solos en ese piso de Santo Domingo, para al año
siguiente mudarse al 4 de la calle de la Bola59
.
Mientras tanto, la familia Bernaldo de Quirós-Arenas siguió aumentando en este
periodo. Emilio nació en enero de 1856 y Salvador en marzo de 1859. Sin embargo, el
primogénito Carlos falleció entre 1858 y 186060
.
Poco hemos podido averiguar sobre los años de infancia de Arturo Soria, excepto
que, cumplidos los 10 años -edad mínima exigida para poder hacerlo-, asistió a uno de los
centros públicos más afamados que existían en aquellos años en Madrid: el que por
aquellos años se denominaba Instituto de Primera Clase de San Isidro, situado –entonces y
ahora, porque todavía existe– en la calle de Toledo. Era el de San Isidro uno de los dos
57
AHVM. Padrón municipal de Madrid de 1853.
58 AHVM. Padrón municipal de Madrid de 1855.
59 Datos sobre los domicilios de estos años en: AHVM: Padrones municipales años 1853-1860 y
Archivo del Instituto de San Isidro. Expediente académico de Arturo Soria y Mata.
60 Aparece en el padrón de 1858, pero ya no lo hace a partir de 1860.
Juventud y revolución
41
únicos institutos públicos que impartían estudios de segunda enseñanza en la capital. El
otro era el Instituto de Noviciado, que años más tarde pasó a denominarse del Cardenal
Cisneros. Ambos habían sido creados al albur del Plan General de Estudios de 1845,
conocido como Plan Pidal, en el que bajo la premisa de que la educación era un servicio
público cuya tutela -tomando el relevo de la eclesial anterior- debía asumir el propio
Estado, se definían los conceptos de instituto y de segunda enseñanza que, como de manera
expresa se indicaba en el mismo preámbulo, se reglaba para formar a los cuadros
intermedios de la sociedad de los que tenía necesidad el nuevo Estado liberal: “aquella que
es propia especialmente de las clases medias”. El Plan establecía la división de la
enseñanza secundaria en Elemental, de cinco años, y de Ampliación, de al menos dos años,
que servía como preparatoria para algunas carreras. Superando la secundaria Elemental se
conseguía el título de Bachiller en Artes o en Ciencias, dependiendo de las asignaturas
cursadas, y superando la de Ampliación el de Licenciado en Letras o en Ciencias,
igualmente según las materias estudiadas. El plan también clasificaba los institutos según
las enseñanzas ofertadas. Los de Primera Clase impartían la Enseñanza Secundaria
Elemental y la de Ampliación, como era el caso del de San Isidro61
.
Dotado con un reconocido claustro de profesores, algunos de los cuales luego
pasaron a la Universidad Central, como Fernando de Castro o Nicolás Salmerón -profesor
de filosofía durante alguno de los años en los que acudió Arturo Soria-, a lo largo del siglo
XIX también pasaron por las aulas del Instituto de San Isidro alumnos que llegarían con
los años a ser figuras destacadas en diversos ámbitos. Entre ellos cabe citar como ejemplo,
a políticos como Raimundo Fernández Villaverde, José Echegaray –también ingeniero y
matemático notable, además de premio Nobel de literatura–, José Canalejas o Julián
Besteiro; o a literatos como Pío Baroja, Jacinto Benavente o Antonio Machado; y así un
largo etcétera.
61
González de la Lastra, L. y Fernández Burgueño, V. (eds.) (2013): El Instituto de San Isidro.
Saber y patrimonio. Apuntes para una historia, pp. 394-398.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
42
Figura 2.2: Fachada y puerta de entrada del Instituto de San Isidro. Fuente: Instituto de San Isidro.
El instituto aparece mencionado en la obra de escritores de diferentes épocas. Por alguna
de las citas nos podemos hacer una idea de su fama y del ambiente que se podía vivir en
sus aulas. Por ejemplo, en La Montálvez, novela publicada en 1888 y ambientada en el
mundo de la alta burguesía de Madrid, José María de Pereda refleja las dudas de unos
progenitores acerca de la educación de su hijo, que podrían haber sido las que se
planteasen en la vida real muchos padres que enviasen a sus hijos a estudiar al mismo
instituto62
:
Tenían serias y largas discusiones don Santiago y su mujer sobre el punto referente a la
educación de su hijo. ¿Por dónde comenzarían para no equivocarse? Y después, ¿le harían
abogado, médico, ingeniero, cura, ministro, general, emperador..., pontífice?... Porque los
alientos de los padres alcanzaban a todo eso, o poco menos, y los merecimientos que
suponían en el hijo, a mucho más. Por de pronto, le matricularon en San Isidro; y
después, curso tras curso y con regular aplicación y bastante aprovechamiento, llegó el
estudiante a las vísperas del bachillerato al cumplir los catorce años de edad.
62
Cit. en González de la Lastra, L. y Fernández Burgueño, V. (eds.) (2013): Op. cit., p. 268.
Juventud y revolución
43
Pío Baroja, como lo había sido su padre, también fue alumno del Instituto. Los recuerdos
de su paso por él, plasmados en sus memorias, abren el abanico de clases sociales. Si bien
hay que tener en cuenta que Baroja era casi treinta años menor que Arturo Soria, por lo que
quizá la mezcla de clases sociales no fuese tan acusada en tiempos de éste63
:
El Instituto de San Isidro, como Instituto de barrios bajos, tenía muchos chiquillos de
gente pobre, hijos de porteros, de taberneros y de otra clase popular. [...] Avanzar hacia la
Ribera de Curtidores vestido de señorito, con su bombín, como solíamos ir la mayoría de
los estudiantes de este tiempo, era algo temerario. Yo recuerdo haberme acercado a la
ronda de Toledo y haber tenido que echar a correr porque empezaban a tirarme piedras
[...]. En esta época —continúa— me sentía muy abandonado, muy desvalido. Cuando iba
al Instituto, donde al principio no conocía a nadie, me parecía notar en los demás chicos
cierta agresividad.
[...] Mientras estudié en San Isidro no me cansé gran cosa. Muchas veces íbamos a hacer
novillos a la parada de Palacio, y otras, a las rondas y a los alrededores del Rastro.
Arturo Soria asistió entre los años 1855 y 1861, y dejó constancia de haber sido un
estudiante brillante. Durante estos años el instituto empezó a adjudicar premios por
asignatura a los alumnos que habían brillado especialmente durante el curso. Los alumnos
que quisieran optar al premio debían solicitar, justificándolo con la calificación obtenida a
lo largo del curso, la participación en un examen con el resto de alumnos solicitantes, y el
que obtuviese la máxima calificación lograba una medalla -el resto diplomas-, que se les
entregaba con honores en la ceremonia pública de apertura del curso siguiente. Arturo
Soria y Mata obtuvo el galardón en la asignatura de 2º año de lengua francesa del curso
1859-60 y también quiso optar al año siguiente, el curso 1860-61, al premio en la
asignatura de física y química, al haber sido uno de los ocho alumnos que habían obtenido
un sobresaliente de entre los más de 200 examinados. Sin embargo en esta ocasión se vio
superado por otro alumno brillante, que también consiguió el premio en la asignatura de
63
González de la Lastra, L. y Fernández Burgueño, V. (eds.) (2013): Op. cit., p. 273.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
44
Nociones de Historia Natural y la medalla de oro del premio extraordinario para
estudiantes de ciencias64
.
En no pocas ocasiones los premios de algunas asignaturas quedaban desiertos,
como resaltaba el director del instituto en el discurso de apertura del curso 1860-61, al no
presentarse ninguna solicitud para participar en el examen correspondiente, a pesar de que
sí había alumnos con sobresaliente durante el curso. Y esto podía deberse al esfuerzo
considerable que suponía preparar un examen que como puede suponerse sería
especialmente complicado, en algunos casos también a la propia modestia de los alumnos,
pero también incluso por lo contrario: un exceso de amor propio que les podía infundir
temor a verse públicamente superados. Como hemos comprobado, ninguno de estos
supuestos retrajo a Arturo Soria, que daba muestras ya de un rasgo de su personalidad
especialmente destacable: el de no arredrarse ante situaciones complicadas.
Figura 2.3: Rúbrica de Arturo Soria y Mata. Fuente: Archivo del Instituto de San Isidro. Expediente
académico de Arturo Soria y Mata.
64
Archivo del Instituto San Isidro. Expediente académico de Arturo Soria y Mata. Instituto de San
Isidro (1876): Cursos académicos de 1858 a 1875. Colección de Memorias.
Juventud y revolución
45
Figura 2.4: Arturo Soria en la lista de los premiados en el curso 1859-1860. Fuente: Instituto de
San Isidro (1876): Cursos académicos de 1858 a 1875. Colección de Memorias, p. 57.
Según se apunta en los apuntes biográficos de 1921, Soria recordaba ese periodo de su vida
sin mencionar ningún dato sobre la presencia de su padre: “Transcurrió su adolescencia al
lado de su madre y hermanas revelando felices disposiciones para el estudio”. Y tal
disposición era así, en efecto, pues en 1861 logró graduarse como Bachiller en Artes con
una calificación global de sobresaliente65
.
65
“Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 601. Archivo Histórico Nacional (en
adelante, AHN).Universidades,7132. Expediente para la expedición del título de bachiller de
Arturo Soria y Mata.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
46
Asignatura Curso Calificación
Latinidad. Primer año 55-56 Notable
Latinidad. Segundo año 56-57 Sobresaliente
Latinidad. Tercer año 57-58 Sobresaliente
2º de Griego 58-59 Sobresaliente
Retórica y Poética 58-59 Sobresaliente
1º de Matemáticas 58-59 Notable
1º de Francés 58-59 Sobresaliente
2º de Matemáticas 59-60 Notable
Historia natural 59-60 Sobresaliente
Lógica 59-60 Notable
2º de Francés 59-60 Sobresaliente
Física y química 60-61 Sobresaliente
Tabla 2.1: Asignaturas cursadas y calificaciones obtenidas para obtener el título de bachiller en
Artes. Fuente: Elaboración propia con datos de: Archivo Histórico Nacional. Universidades, 7132.
Expediente de Arturo Soria y Mata.
Este magnífico expediente animó a Arturo Soria a intentar el ingreso en la Escuela
Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que tenía por objeto la formación
de los ingenieros que integrarían el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
del Ministerio de Fomento. En el último curso en el Instituto de san Isidro, como hemos
visto, aparte de preparar sus exámenes finales del bachillerato, había cursado con especial
aprovechamiento la asignatura de física y química. A pesar de la creciente masificación de
alumnos sufrida por el instituto en aquellos años y de una cada vez más escasa
consignación presupuestaria para proveer de modernos instrumentos al afamado gabinete
de física del instituto, los alumnos todavía podían sentirse afortunados de poder hacer
prácticas con diversos dispositivos para experimentos de electricidad y magnetismo -tan en
boga por aquellos años-, con equipos para transmisión telegráfica, con baterías de
acumulación de electricidad, con relojes y timbres eléctricos, etc.66
. Es decir, Soria pudo
tomar contacto con instrumental que en pocos más laboratorios de centros de enseñanza
secundaria se podría encontrar. Es muy probable que la decisión de optar por el acceso a la
Escuela Especial de Ingenieros de Caminos estuviera basada en su atracción por las
66
Instituto de San Isidro (1876): Op. cit.
Juventud y revolución
47
ciencias, las matemáticas o la tecnología. Otro motivo fundamental imaginamos que sería
el que algunos ámbitos de aplicación de los estudios de ingeniería del caminos, como
podían ser el transporte o las infraestructuras urbanas, eran objeto de verdadera pasión del
joven Arturo, como demostró años más tarde. Pero según se señala en la ya referida
biografía de la Ciudad Lineal, en esta decisión parece que también pudo tener bastante
influencia el deseo materno de que accediese a una plaza de funcionario de la
Administración, que le pudiese dotar de cierta estabilidad laboral y económica, a las que en
este caso, además, se le sumaría el prestigio que por entonces proporcionaba pertenecer al
Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. A este respecto lo que señala Sáenz
Ridruejo es importante: si bien en tener dicha estabilidad laboral ya era muy importante en
aquella época, trabajar de técnico para la Administración no iba acompañado de buen
sueldo y cualquier técnico en una empresa privada iba a estar bastante mejor pagado. Y en
la propia Administración un cargo oficial medio nombrado por criterios políticos podía
ganar dos o tres veces más. Sin embargo, el prestigio del que gozaban en aquellos años era
cierto y procedía de su influencia y capacidad de decisión para empresas y proyectos de
mucho impacto en la sociedad de entonces67
.
Pero este hecho es muy revelador también para hacernos una idea de la realidad
social en la que vivió Soria su infancia y adolescencia. Según las estadísticas disponibles
para 1860, el 50 por ciento (el 36 de la masculina y 66 de la femenina) de la población
madrileña era analfabeta68
. Por razones evidentes descartamos a Arturo Soria de este
grupo, pero no he conseguido ninguna constatación de que las hermanas cursasen algún
tipo de estudios, siquiera los elementales. Sí he encontrado alguna diferencia entre ellas y
Arturo en relación a lo que se indicó en los diferentes padrones consultados. Si bien en
algunos de ellos, por ejemplo en el de 1860, la casilla Profesión, oficio u ocupación
correspondiente a Arturo se rellenó con la palabra "Estudiante", nada aparecía en la
correspondiente a las dos hermanas que todavía vivían con él. Pero en cualquier caso no
creo que lo fueran, teniendo en cuenta que la ley Moyano de 1857 ya había establecido la
67
Sáenz Ridruejo, F. (1993): Los Ingenieros de Caminos, p. 106.
68 Cuadro 3.8: Tasas de alfabetización según los censos de población, 1860-1960. En Carreras, A. y
Tafunell, X. (coords.) (2005): Estadísticas Históricas de España: Siglos XIX y XX. Vol. I, p. 230.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
48
Enseñanza elemental obligatoria y gratuita de los 6 a los 9 años69
. Pero es que además,
aunque ambos procedían de extracción humilde, tampoco creo que lo fueran los padres.
Varios de los padrones municipales, así como las hojas de inscripción a los diferentes
cursos del Instituto de San Isidro, incorporan la firma, bien de uno o del otro progenitor;
pero, además, comparando la letra de las firmas con la letra con la que se cumplimentaron
las hojas que las incorporaban creo que fueron ellos mismo quienes lo hicieron. No es una
prueba concluyente, pero con ello considero bastante probable que, al menos leer y
escribir, supieran ambos.
Figura 2.5: Firmas de los padres de Arturo Soria. Fuente: Archivo del Instituto de San Isidro.
Expediente de Arturo Soria y Mata. Inscripción al curso 1859-1860. AHVM. Padrón municipal de
Madrid de 1863.
Si miramos los porcentajes de alumnos que cursaban estudios secundarios con respecto a la
población española de entre 10 y 19 años, la cifra baja de forma abrumadora, no
alcanzándose, por mucho, el 1 porcentual en ninguno de los años en que Soria estuvo en el
instituto. En el mismo sentido podemos imaginar las irrisorias cifras de los que
posteriormente llegaban a la universidad o a las escuelas de ingeniería. Si los comparamos
sólo entre la población de entre 20 y 24 años, la tasa de alumnos que iniciaba ese tipo de
estudios era, para 1864, año en que Soria los cumplía, de un 0,65% de esa población. Los
que los iniciaba en las escuelas de ingeniería eran tan sólo el 0,04% de la muestra70
.
69
Tabla 3.2: Principales hitos legislativos en materia de educación, 1812-2001. En Carreras, A. y
Tafunell, X. (coords.) (2005): Op. cit., p. 198.
70 Cuadro 3.5: La Enseñanza Secundaria, 1857-2000 (tasas brutas de escolarización) y Cuadro 3.7:
La Enseñanza Superior, 1857-1998 (tasas de escolarización y de titulación). En Carreras, A. y
Tafunell, X. (coords.) (2005): Op. cit. pp. 215 y 226.
Juventud y revolución
49
El acceso a la Escuela Especial de Ingenieros era muy difícil. Debido a que el
cupo anual de ingenieros que podían pasar a formar parte del Cuerpo de Ingenieros era
muy reducido, la Escuela establecía un restrictivo régimen de acceso basado en duros
exámenes, que sólo aspirantes brillantes y muy preparados lograban superar. Y de los
admitidos, eran todavía menos los que conseguían completar los seis cursos que
componían los estudios, debido de manera principal a la no superación de algunas de las
complejas materias cursadas, pero también a las expulsiones que por aplicación del severo
régimen disciplinario establecido podían acabar con el alumno fuera de la Escuela. Es muy
significativo el dato de que en el periodo que discurre entre 1856 y 1868, el número de
titulados egresados de la Escuela fuera de tan solo 181, en un periodo en el que en España
hubo grandes inversiones para el desarrollo de infraestructuras y, por tanto, necesidad de
ingenieros que engrosaran el Cuerpo Ingenieros de Caminos, y del que debido al bajo
número de ellos que conseguían superar la formación, a lo largo del siglo XIX formaron
parte menos miembros de los autorizados por ley71
.
Para tratar de superar el examen de ingreso en la Escuela, Arturo Soria asistió a
una academia preparatoria de matemáticas, que en aquellos años estaba situada en la calle
del Prado, y que estaba dirigida por su propietario, Manuel Becerra y Bermúdez (1820-
1896)72
, quien también en su juventud había logrado acceder a los estudios de Ingeniero de
Caminos, aunque no consiguió finalizarlos. Manuel Becerra había nacido en Lugo y se
había quedado huérfano desde niño. Fue un hombre dotado de una gran capacidad
intelectual. Estando a cargo de una tía suya y tras unos años después de su llegada a
Madrid, Becerra se preparó para intentar el ingreso a la Escuela de Ingenieros de Caminos
asistido por José Subercase, quien por entonces también cursaba los estudios de
71
Sáenz Ridruejo, F. (2007): "Ingeniería de Caminos y Canales, también de Puertos y Faros", p.
147.
72 Hay discrepancias en cuanto a la fecha de nacimiento de Manuel Becerra motivadas por la
existencia de dos partidas de bautismo diferentes (de la misma parroquia), una de 1820 y otra de
1823, que se pueden consultar en su expediente del Archivo Histórico del Senado (fue nombrado
senador vitalicio). Yo he aceptado la fecha indicada en el Diccionario biográfico de la Real
Academia de la Historia. AHS. Expediente personal del Senador vitalicio Manuel Becerra y
Bermúdez y Vilches, J. (2010): “Manuel Becerra y Bermúdez”, pp. 504-509.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
50
ingeniería73
, a la vez que acudía como oyente a otras cátedras de lo más variado: filosofía,
derecho, historia, física, química o astronomía, que se impartían en la Escuela de
Comercio, el Conservatorio de Artes o en San Carlos. Becerra logró ser uno de los 30
aspirantes, de entre los 54 presentados, que en septiembre de 1847 consiguió el ansiado
acceso a la Escuela Especial de Ingeniero de Caminos. En ese grupo, del que Becerra era
de los más mayores, al contar ya con 27 años, se encontraban también José Echegaray,
Leopoldo Brockmann o José Caunedo, entre otros, que llegarían a ser brillantes ingenieros
y catedráticos y, algunos de ellos, como el propio Echegaray, destacados matemáticos y
figuras de la economía y de la política española tras la revolución de 186874
. También
coincidió con Práxedes Mateo Sagasta, que estaba en un curso superior -finalizó los
estudios en 1849-, y que igualmente sería catedrático de la Escuela y político de primera
fila tras la caída de Isabel II.
También lo hizo con Gabriel Rodríguez, ingeniero que también llegaría a ser
brillante economista y miembro destacado del liberalismo político español. Y de esa época
se recuerda una anécdota que refleja muy bien el ambiente intelectual entre los aspirantes a
ingenieros -así como el carácter apasionado de Becerra y Rodríguez, también más joven
que él pero que ya estaba en tercer curso-. Un día debatían ambos sobre quién
consideraban el mejor profesor de matemáticas del Madrid de aquellos años -si Riquelme o
Travesedo- y con tanta pasión que acabaron la discusión a puñetazo limpio, detrás de la
tapia del Retiro: "rendidos por el cansancio, acordaron dar por terminado el combate, darse
las manos y volverse a la Escuela, adonde llegaron discutiendo por el camino sobre la
última teoría de Wronski"75.
73
Los finalizó en 1840 y sería también profesor de la Escuela de Caminos. Era hijo de Juan
Subercase, célebre director de la Escuela de Caminos durante más de una década, hasta su
fallecimiento en 1856. Revista de Obras Públicas, abril de 1970, p. 264.
74 Archivo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Universidad Politécnica de Madrid. Libro de Actas 1836-1853. Sáenz Ridruejo, F. (2007): Op. cit.,
p. 146.
75 Orduña, C. de: "Memorias de la Escuela de Caminos VIII". Revista de Obras Públicas, 1/8/1924,
p. 281. Los profesores eran Ángel Riquelme y Francisco Travesedo. Riquelme fue preparador de
José Echegaray y, según su testimonio, fue el profesor de matemáticas que más ganaba en el
Madrid de mediados de siglo. Echegaray, J. (1917b): Recuerdos II, p. 300. Józef Maria Hoene-
Wronski fue un filósofo y matemático polaco coetáneo.
Juventud y revolución
51
De hecho, aparte de las facultades específicas, las reales academias de ciencias, o
las academias militares, las escuelas de ingenieros -en especial la de Caminos- fueron
centros que a lo largo del siglo XIX contribuyeron de forma destacada al desarrollo de las
matemáticas en España. Y fueron diversos los integrantes del claustro de la Escuela de
Caminos que también fueron académicos de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales. Así que no es extraño que, tras su paso por la Escuela de Caminos como les
había sucedido a otros compañeros, las matemáticas se convirtieran en una de las pasiones
intelectuales de Becerra, quien aparte de ejercer la docencia en su academia, en algún
periodo de cierta tranquilidad en su vida también estuvo escribiendo alguna obra sobre esta
disciplina. Esto facilitó que años más tarde, en 1886, siendo ya un personaje célebre en la
escena política e intelectual del país, también ingresase en la Real Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales, precisamente sustituyendo al que había sido su preceptor,
José Subercase76
.
Como hemos comentado Becerra no logró finalizar los estudios. La normativa
vigente especificaba un máximo de dos años para cada curso, y para pasar de curso era
preciso aprobar todas las asignaturas. Becerra consiguió aprobar el primer parcial con el
número 5 de los alumnos de primer curso de ese año. Pero no consiguió superar el segundo
parcial, aunque se le autorizaba a repetir al "considerarlo apto para salir adelante". Pero ese
mismo año entró en vigor una nueva normativa con respecto a las los estudios de
ingenieros y arquitectos. A partir de entonces todos los alumnos cursarían dos cursos
comunes, 1º y 2º, en una recién creada Escuela Preparatoria -una especie de escuela
politécnica-, dependiente de la Universidad Central. Tras lograr aprobar los dos cursos de
la Preparatoria, los alumnos cursarían los restantes años en sus escuelas especiales
respectivas. A pesar de que, según el plan de estudios antiguo, Becerra podía a repetir el
primer curso, la entrada en funcionamiento del nuevo reglamento preveía un examen
extraordinario para los casos de repetidores como el suyo, que no sabemos si llegó a
realizar ni, por tanto, si llegó a acceder a la Escuela Preparatoria, y si lo hizo, cuál fue su
aprovechamiento. Aunque tampoco podemos descartar que se le denegara su acceso por
motivo de edad, pues el límite máximo que establecía el nuevo reglamento para ingresar en
76
Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1886): Discursos leídos ante la Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la recepción pública del Excmo. Sr. D.
Manuel Becerra, el día 16 de mayo de 1886. La Iberia, 11/10/1865, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
52
el primer curso era de 25 años. Lo que sí está documentado es que no regresó a la Escuela
Especial para cursar el tercer curso de los estudios de Ingeniero de Caminos77
.
Figura 2.6: Academia de matemáticas de M. Becerra. Fuente. La Correspondencia de España,
13/9/1860, p. 4.
Así, tras su paso finalmente frustrado por la Escuela, Manuel Becerra decidió abrir su
academia preparatoria de Matemáticas, que llegó a ser muy popular en Madrid. Tampoco
fue esta una decisión muy original. De hecho fue una salida frecuente entre antiguos
alumnos de la Escuela de Caminos, que aprovechaban el crédito y la formación adquirida
para establecer su propia academia preparatoria, como el propio Gabriel Rodríguez78
, sin ir
más lejos. Fueron además, por lo general, negocios que solían dejar beneficios más que
aceptables, lo que motivó más de una baja en un prestigioso pero escasamente pagado
Cuerpo de Ingenieros. Incluso el propio Echegaray, también ante la necesidad familiar de
ver incrementados sus emolumentos, estableció su propia academia de matemáticas con
similar éxito. Pero al poco tiempo se estableció un régimen de incompatibilidades que
impedían ocupar simultáneamente la cátedra en la Escuela y la dedicación a la enseñanza
77
Sáenz Ridruejo comenta que hubo una revuelta estudiantil en octubre de 1848, motivada por la
reforma en ciernes, que propició la dimisión del director, Juan Subercase, quien por cierto tampoco
estaba de acuerdo con la reforma. A los pocos días se nombró un nuevo director y se publicó el
Real Decreto que modificaba el plan de estudios. Sáenz Ridruejo, F. (2007): Op. cit., pp. 142-145.
No he encontrado documentación ni en el Archivo Histórico de la Universidad Central ni en el de
la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid con el resultado del
ese examen extraordinario. Archivo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos,
Canales y Puertos. Universidad Politécnica de Madrid. Libro de Actas 1836-1853. Archivo
Histórico de Universidad Central. Expediente Escuela Preparatoria. 1848-1855.
78 Arespacochaga, J. de: "Gabriel Rodríguez". Revista de Obras Públicas, marzo/1965, p. 182.
Juventud y revolución
53
privada. Echegaray solicitó la compatibilidad pero lograron disuadirle para que siguiera en
el Cuerpo de Ingenieros, con su la cátedra y abandonara la enseñanza privada. Aunque
trataron de compensarle con alguna comisión de servicios79
.
Arturo estuvo preparando el examen de acceso durante dos años, asistiendo
diariamente a la academia preparatoria de Becerra. Muchos años más tarde recordaba, en
un diálogo imaginario con un tal Ramón, travesuras de estos tiempos cuando ambos
acudían a estas clases80
:
-¿Te acuerdas cuando hacíamos novillos a la clase de Matemáticas de D. Manuel Becerra
y nos íbamos al Retiro? [Le preguntaba a Soria el tal Ramón]
-Sí, a orinarnos en el pluviómetro del Observatorio astronómico, diablura de que me
siento hoy arrepentidísimo.
-No, me refiero a tus experimentos de ponerte dentro de un cuadrado del tamaño de un
pañuelo y colocados los veinte alumnos de la clase a unos 15 metros con buena provisión
de piedras cada uno, apostar a que ninguno te daba.
Ganaste la apuesta multitud de veces, siempre, y ni entonces comprendía ni ahora me
explico que la vista y la agilidad basten para lograr tal resultado.
La prueba para el acceso a la Escuela de Ingenieros a la que Soria se presentó,
tuvo lugar en septiembre de 186381
. Se compuso de tres ejercicios: el primero sobre
aritmética, álgebra y geometría; el segundo sobre trigonometría y aplicación del álgebra a
la geometría; y el tercero sobre dibujo y traducción de francés. El primero y el segundo
eran preguntas teóricas realizadas por los examinadores de forma oral y el tercero era un
ejercicio práctico. Un suspenso en cualquiera de los dos primeros ejercicios impedía al
alumno la posibilidad de hacer el tercero82
.
79 Echegaray, J.: "Recuerdos". Revista de Obras Públicas, 16/3/1905, p. 134. Sánchez Ron, J.M.
(2004): "José Echegaray: entre la ciencia, el teatro y la política", pp. 617-618.
80 Soria y Mata, A.: "Mecánica Social". La Ciudad Lineal, 10/4/1910, pp. 1911-1912.
81 La convocatoria se publicó en la Gaceta de Madrid los días 1, 2 y 3 de agosto de 1863.
82 El Reglamento de 1855 especificaba, sin embargo, que el examen de ingreso constaría de cuatro
ejercicios: el primero sobre aritmética, álgebra y geometría, el segundo sobre trigonometría y
geometría analítica, el tercero sobre física y química y el cuarto sobre dibujo y francés. Pero a lo
largo de los años se fueron introduciendo ciertas modificaciones sobre el Reglamento en vigor.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
54
El contenido, la profundidad y los textos de referencia de las materias objeto de
examen de ingreso –aunque no había obligación de estudiar por ellos– se publicaban todos
los años con anterioridad a la convocatoria83
. El Tribunal estaba integrado por cuatro
profesores, elegidos al azar entre los componentes del claustro de profesores. Lo presidía el
director de la Escuela, que desde 1856 hasta 1865, fue el prestigioso Calixto Santa Cruz. El
claustro, según lo estipulaba el reglamento en vigor, de 1855, estaba formado por once
profesores, Ingenieros de Caminos, pero dejaba abierta la posibilidad de integrar también
otros cuatro profesores externos, es decir, no ingenieros, para materias no específicas de la
titulación, como derecho, química o similares.
Calixto Santa Cruz había seguido el estilo sobrio de su predecesor, Juan
Subercase, quien había vuelto a ser nombrado director de la Escuela en 1855, a propuesta
del gobierno progresista surgido de la revolución de 1854. También se suprimió la
contestada Escuela Preparatoria para volver al esquema anterior de estudios independientes
desde el primer curso. Subercase lideró el desarrollo de un nuevo reglamento y se propuso
renovar el claustro de profesores con ingenieros jóvenes y más sobresalientes que habían
ido surgiendo de las promociones de los últimos años. A uno de los primeros en nombrar
fue a José Echegaray, que había sido número uno de su promoción de 1853 y ya había ido
dejando numerosas muestras de su brillantez. A la muerte de Subercase, acaecida al año
siguiente de su renovado mandato, le sucedió al frente de la Escuela Calixto Santa Cruz
-número uno de los 18 alumnos de la primera promoción, la de 1839- y quien durante sus
diez años de mandato, hasta su muerte por la epidemia de cólera en 1865, siguió la senda
renovadora de su predecesor y llegó a reunir un plantel de grandes profesores, hasta hacer
de ésta una de las épocas de más esplendor de la Escuela84
.
Artículo 63 del Reglamento para la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Gaceta de Madrid, 16/8/1855, p. 2.
83 La información referente a 1863 se publicó en la Gaceta de Madrid, 17/6/1863, p. 1.
84 Sáenz Ridruejo, F. (2007): Op. cit., p. 145.
Juventud y revolución
55
Figura 2.7: Foto actual del edificio de la Real Academia de Jurisprudencia, situado en la calle del
Turco (hoy del marqués de Cubas), que albergó a la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos
entre 1846 y 1889. Fuente: Palacetes de Madrid [En línea]. [Consulta: 4/10/2015].
<http://palacetesdemadrid.blogspot.com.es> y Sáenz Ridruejo, F. (2007): "Ingeniería de Caminos y
Canales, también de Puertos y Faros", p. 144.
En la reunión de la Junta de la Escuela del día 1 de julio de 1863 se realizó el sorteo de los
profesores que compondrían el tribunal para las pruebas de acceso que se iban a celebrar
en septiembre y a la que se iban a presentar 145 aspirantes al ingreso en la Escuela de
Ingenieros. El azar determinó que el tribunal estaría compuesto por José Caunedo, José
Echegaray, Ángel Mayo y José Morer, además de la presidencia obligada de Calixto Santa
Cruz como director de la Escuela85
. El reglamento vigente indicaba también que las notas
-aprobado o reprobado– de cada ejercicio que componía el examen de acceso se otorgarían
por acuerdo de la mayoría de los miembros del tribunal86
.
Pues bien, llegado septiembre, al parecer Arturo Soria realizó buenos ejercicios,
pero en el transcurso del segundo, correspondiente a álgebra aplicada a la geometría,
85
Archivo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Universidad Politécnica de Madrid. Libro de Actas 1861-1865.
86 Artículos 58 y 65 del Reglamento para la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y
Puertos. Gaceta de Madrid, 16/8/1855, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
56
preguntado Soria sobre la ecuación de los diámetros conjugados de una elipse contestó de
forma algo improvisada, pero parece que finalmente bien resuelta. No obstante, el
heterodoxo desarrollo parece que tuvo ciertas objeciones por parte de uno de los miembros
del tribunal -no se sabe de quién en concreto-, pero a pesar de ellas, y dado que al final
había logrado dar con la respuesta correcta, Arturo Soria salió de la prueba confiado en
aprobarla. Durante los dos años en que asistió a las clases de la academia de Becerra, Soria
había mostrado ser uno de los alumnos más aventajados, por tanto, era lógico que de él se
esperase que fuera uno de los que lograse superar el acceso a la Escuela. Esa misma noche
en el Café del Siglo de la calle Mayor, el propio Manuel Becerra felicitándole -"¡que sea
enhorabuena, pollo!", le dijo- le comentaba que uno de los examinadores, que era amigo
suyo, consideraba que había hecho unos ejercicios brillantes y que si no le daban el número
uno, "del tres no ha de bajar"87
.
Entre los profesores de la Escuela y los preparadores hubo a lo largo de los años
una especial relación, sobre todo si estos últimos eran o habían intentado ser, como en el
caso de Becerra, ingenieros también. De los integrantes del tribunal, si bien cabe pensar
que cualquiera podría haber sido el amigo a que se refiriese Becerra, lo más lógico es que
lo fuese algún antiguo compañero, y de los examinadores indicados, había dos que
coincidieron con Manuel Becerra en su breve paso por la escuela: José Caunedo y José
Echegaray88
. Lo más probable - sin ser seguro- es que Becerra se refiriese a uno de estos
dos como el amigo que le hizo la confidencia.
Pero para terrible sorpresa y decepción de Arturo Soria, la calificación que
finalmente le otorgó el tribunal fue el de "reprobado" en este segundo ejercicio, lo que le
cerraba el acceso a los estudios de ingeniero en esa convocatoria. Soria achacó al citado
incidente con el miembro del tribunal89
, aunque como especificaba el artículo 65 del
referido Reglamento, las calificaciones se asignaban por acuerdo de la mayoría de los
componentes mismo. Conviene, llegados a este punto, fijar un poco la atención en los
profesores que conformaron el tribunal para las pruebas de ingreso pues, en cierto modo, la
87
“Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 601.
88 Archivo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Universidad Politécnica de Madrid. Libro de Actas 1836-1853.
89 “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 601. Al narrar el incidente se indica que
eran tres los examinadores, quizá faltase uno de los cuatro elegidos por sorteo.
Juventud y revolución
57
versión de los hechos que hasta hoy se ha mantenido lleva a pensar que Arturo Soria fue
calificado de forma injusta debido a la mediocridad e inflexibilidad de los profesores, que
incluso desconocían algunas obras de importantes matemáticos extranjeros de aquellos
años, a los que, sin embargo Soria sí había leído y estudiado.
Sobre la solvencia en matemáticas de José Echegaray caben pocas objeciones. Si
bien sus obras más importantes comenzaron a publicarse a partir de 1866, es reconocido de
forma unánime como la persona que impulsó la renovación y modernización de las
matemáticas en España en la segunda mitad del siglo XIX, ciencia que ya de paso también
podemos decir que adolecía de un retraso notable con respecto a la que se estaba
desarrollando en países vecinos90
. Hemos comentado que fue Echegaray uno de los
primeros profesores a los que el director de la Escuela recurrió para renovar el claustro de
profesores con los ingenieros jóvenes más notables. Fueron José Morer y Jerónimo del
Campo, ambos profesores de la escuela, los que le recomendaron. El primero de estos, José
Morer, que había sido número uno de su promoción de 1844, era uno de los profesores más
brillantes del claustro. Es muy ilustrativo lo que de él opinaba Echegaray en sus
Recuerdos91:
No he conocido en España quien tuviera, ni con mucho, el talento matemático de don
José Morer. Si España fuera Francia, pongo por caso; si la atmósfera científica de nuestro
país fuera otra; si existieran estímulos que no existen, y José Morer hubiera podido
dedicarse de lleno al cultivo de las ciencias matemáticas puras, su nombre sería hoy
conocido y respetado en toda Europa.
De hecho, apenas unos años más tarde, en 1867, Morer fue elegido miembro de la Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; y el mismo Echegaray, que ya lo era
desde 1865, se encargó de elaborar la réplica a su discurso de entrada.
En cuanto al resto de los componentes del tribunal, también fue el propio
Echegaray, quien a instancias del director de la Escuela había recomendado como profesor
90
Sánchez Ron, J.M. (2004): Op. cit., pp. 624-627.
91 Echegaray, J. (1917a): Recuerdos I, p. 148.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
58
a José Caunedo, junto a otros brillantes compañeros de promoción: Leopoldo Brockmann y
Eduardo Gutiérrez Calleja. De ellos recordaba92:
Durante toda la carrera, Brookman [sic], Caunedo y Calleja se disputaron los primeros
puestos. Brookman era el más brillante. Caunedo, el que mejor comprendía las
Matemáticas, el que profundizaba más en todas las teorías, y el qué era capaz de
explicarlas con más exactitud y con más claridad; claridad verdaderamente admirable.
Calleja, en cambio, era el espíritu más crítico y más práctico: para presentar dificultades y
hacer objeciones, no había otro como él, y para vencerlas con más sentido común,
tampoco.
De los cuatro integrantes del tribunal el menos conocido hoy en día es Ángel Mayo. Pero
también éste había sido número uno de su promoción, la de 1850, y su labor como
ingeniero en la segunda mitad del siglo XIX fue asimismo reconocida. Aparte de ejercer
como profesor de la Escuela desde 1857, formó parte de la redacción de la Revista de
Obras Públicas, que era el órgano de expresión del Cuerpo de Ingenieros de Caminos.
Quizá su labor quedó poco conocida debido a una muerte relativamente temprana, como
resultado de un accidente ferroviario en 1884. En cualquier caso, además de sus méritos
estrictamente ingenieriles, el que le hubiesen ofrecido formar parte del claustro de la
Escuela en una época de renovación y especial brillantez creo que le acredita
suficientemente, al igual que al resto de los componentes del tribunal.
A la vista de lo anterior, parece en principio difícil de asumir que el suspenso a Arturo
Soria se debiese únicamente a la contrariedad de uno de estos miembros del tribunal ante
un desarrollo novedoso, aunque al final hubiese llegado a un resultado correcto93
:
Separándose del procedimiento clásico de los textos oficiales, [Arturo Soria] aventuró un
desarrollo nuevo, inspiración del momento, y que revelaba su gran preparación en la
geometría analítica. Negó el examinador la posibilidad, pero el joven Soria, sin titubear,
hizo la demostración en el encerado. El examinador, vencido, no pudo ocultar de
momento, con su acritud, la contrariedad que le producía su derrota, y sin perdonar la
92
Echegaray, J. (1917a): Recuerdos I, pp. 328-331.
93 “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 601.
Juventud y revolución
59
herida de amor propio, la vengó negando a Arturo Soria el ingreso en la Escuela de
Ingenieros, a pesar de estimar lo contrario los otros examinadores y el público de alumnos
y profesores que presenció el ejercicio.
Obviamente tampoco se puede descartar definitivamente la posibilidad de que, en efecto,
se hubiese producido la reacción despechada y prepotente de uno de los profesores, a la
que no hubiesen querido oponerse los otros. Sea como fuere en realidad, así quedó para la
posteridad. Reconociendo la posibilidad de una decisión injusta, en 1982 la propia Escuela
de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid tributó a Arturo Soria
un homenaje de desagravio y le nombró Ingeniero Honorario94
.
La tabla 2.2 nos muestra la estadística histórica de los aspirantes presentados a los
exámenes de acceso, de los que consiguieron aprobarlo y comenzaron los estudios, y de los
que consiguieron finalizarlos. Las casillas en blanco corresponden a la modificación en
1848 del Plan de Estudios, con la entrada en funcionamiento de la Escuela Preparatoria. Es
muy representativa la evolución entre los años 1860 y 1866, en los que las inversiones en
infraestructuras pusieron en cierto modo de actualidad los estudios de ingeniería civil y
atrajeron a muchos aspirantes deseosos de ingresar en la Escuela. Es especialmente
elevado el número de alumnos presentados en 1862, 1863 (el año en que lo hizo Soria) y
en 1864. También se observa que es muy alto el porcentaje de suspensos precisamente en
1862 y 1863, lo que puede ser indicativo de dos posibilidades: una peor preparación de los
alumnos presentados a esas convocatorias o, creo que más probable porque el número de
aprobados es muy bajo en comparación con los años cercanos, unos exámenes
sensiblemente más difíciles que impidieron el ingreso a muchos alumnos.
94
Colección George Collins de la Universidad de Harvard (en adelante CGC). Programa del
Homenaje a Arturo Soria en el centenario del nacimiento de la idea de la Ciudad lineal, 1982 y
Carta de Arturo Soria y Puig a George. R. Collins, 27/11/1982.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
60
Tabla 2.2: Listado de alumnos aspirantes, admitido y egresado tras finalizar los estudios. Fuente:
Elaboración propia con datos de: Escuela Especial de Caminos, Canales y Puertos (1873): Reseña
histórica de la Escuela Especial de Caminos, Canales y Puertos desde su creación hasta 1873, pp.
27-28.
No superar la prueba fue un duro varapalo para Arturo. Los dos años de preparación habían
supuesto un esfuerzo considerable y no había obtenido la recompensa deseada. Sintió que
se le truncaba el sueño de desempeñar una profesión por la que sentía verdadera pasión. La
mezcla de rabia y disgusto por lo que consideraba había sido una muestra de despecho de
aquel miembro del tribunal le hizo incluso caer enfermo. Pero además el fracaso había
venido a coincidir con otra circunstancia personal difícil para el joven Arturo. Ese mismo
año su padre, José Soria, había tomado la decisión de abandonar definitivamente el hogar
familiar, lo que hizo más precaria la situación doméstica. La madre no encontró otro medio
CursoAlumnos
aspirantes
Alumnos
admitidos
Alumnos
egresados
1845-1846 37 24 9
1846-1847 41 22 8
1847-1848 54 30 5
1848-1849 8
1849-1850 4
1850-1851 10
1851-1852 8
1852-1853 14
1853-1854 12
1854-1855 4
1855-1856 26 16
1856-1857 42 23 10
1857-1858 67 42 13
1858-1859 58 32 10
1859-1860 72 37 10
1860-1861 101 48 13
1861-1862 108 49 9
1862-1863 124 28 21
1863-1864 145 28 17
1864-1865 126 41 19
1865-1866 109 21 27
1866-1867 35 9 13
1867-1868 27 14 19
Juventud y revolución
61
de subsistencia inmediato y tuvo que pasar a depender económicamente de su yerno, ya
por entonces marqués de Santiago, y de su hija Carolina Arenas95
, Aunque cabe pensar que
ya se estuviesen haciendo cargo de la formación de Arturo y de sus hermanas, pues el
sueldo del padre es muy probable que no llegase para sufragar los estudios de Arturo y
alguna noticia de 1863 destaca la asistencia como alumna de Julia al Conservatorio de
Música y Declamación de Madrid; y con buen aprovechamiento, por cierto, a juzgar por
las menciones o los permios recibidos - alguno recibido de manos de la propia reina- de
entre los que se convocaban entre el alumnado96
. El que el padre les abandonase, unido a
sus anteriores ausencias del hogar debido a sus ocupaciones laborales fuera de Madrid,
debieron terminar por forjar un cierto desapego de Arturo por la figura de su padre, que
puede inferirse también del hecho de que no dejase escrito ningún recuerdo o testimonio de
reconocimiento, como el que, por ejemplo, dejó sobre su madre cuando la dedicó su libro
El Progreso Indefinido: "Dedico este libro a la santa memoria de mi santa madre".
Así que las difíciles circunstancias familiares le exigían a Arturo una reacción
inmediata. A instancias de su madre, que de nuevo le impulsaba a que siguiese intentando
acceder a alguna otra plaza en la Administración, se presentó a otras oposiciones que
consideró podían estar a su alcance. Así, en febrero del año siguiente se convocaron
oposiciones para cubrir 60 plazas en el Cuerpo de Telégrafos como telegrafistas terceros97
.
Sabemos que los laboratorio del Instituto San Isidro disponían de una pequeña instalación
telegráfica para que los estudiantes realizasen prácticas, que es probable que Soria hubiese
hecho, y que la tecnología le llamase la atención como para animarle a intentar acceder a
una de las plazas convocadas.
La primera línea de telegrafía eléctrica en España había entrado en
funcionamiento en abril de 1855 y en la década siguiente se asistió a un espectacular
despliegue de la red telegráfica. Esto significó que, aunque con cierto retraso, España
95
AHVM. Padrón municipal de Madrid de 1863. Este documento es clarificador a este respecto.
Con trazo inseguro, probablemente escrito directamente por la propia madre, la casilla Profesión,
oficio u ocupación se cumplimentó con “Dependo de mi yerno”, y la de Observaciones con
“Abandono del marido”. En el padrón del año anterior, todavía figuraba José Soria como integrante
de la unidad familiar e indicaba que su situación laboral era la de cesante.
96 La Correspondencia de España, 3/7/1863, p. 2; 1/12/1863, p. 2.
97 Gaceta de Madrid, 4/3/1864, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
62
finalmente dispusiese de una red a la altura de nuestros países vecinos desarrollados.
Significaba además que la demanda de técnicos para explotarla fuese considerable. Fue en
1856 cuando se creó el Cuerpo de Telégrafos, adscrito al Ministerio de la Gobernación. La
dependencia bajo este ministerio indicaba la importancia que para el Estado tenía este
servicio como mecanismo de ayuda al control del orden público o de vigilancia de la
plantilla que iba tener acceso a información delicada, por ejemplo. El personal del Cuerpo,
que entonces gozaba también de cierto prestigio social, se organizaba en función de sus
conocimientos y atribuciones profesionales. Se dividía en tres grupos principales: personal
superior, los funcionarios con responsabilidades técnicas y de gestión, que con los años
lograrían la consideración de ingenieros; personal subalterno, de carácter operativo, eran
los encargados directos del tráfico telegráfico y del mantenimiento de los aparatos y de las
líneas; y el personal de vigilancia. Las dos primeras categorías tenían el carácter de
funcionarios. El acceso para cualquiera de estos dos grupos facultativos se hacía mediante
examen, ingresando siempre por la escala más baja. La preparación de ambos grupos
exigía conocimientos diferentes, pero siempre de un elevado nivel. Los sueldos
evidentemente estaban en función de las categorías y había diferencias considerables entre
unos grupos y otros. Los telegrafistas terceros eran el escalafón más bajo de la categoría
del personal subalterno y su sueldo rondaba los 4.000 reales de la época -menor de los
5.000 que podía percibir un estudiante de 4º curso de ingeniería de caminos-. El examen de
acceso consistía en ejercicios de aritmética, gramática y ortografía castellana, escritura
clara y correcta, y traducción y escritura del francés. Una vez aprobados, pasaban un
periodo de instrucción, durante el que cobraban las dos terceras partes del sueldo, y tras el
cual debían superar un examen de aptitud para conseguir la plaza de forma definitiva98
.
Arturo Soria se presentó a las oposiciones de acceso iniciadas el 14 de abril de
1864. Se presentaron cerca de 200 aspirantes y, aprovechando la preparación adquirida
anteriormente, Soria fue uno de los que logró superarlas con éxito. En junio comenzó su
instrucción para “la manipulación y manejo de aparatos” en la conocida como Escuela
práctica99
.
98
"Reglamento Orgánico del Cuerpo y Servicio de Telégrafos, 2 de abril de 1856". Gaceta de
Madrid, 5/4/1856, pp. 1-2.
99 Revista de telégrafos, 15/4/1864, p. 384, 15/6/1864, p. 432.
Juventud y revolución
63
Figura 2.8: Uniformes de los telegrafistas primeros, segundos y terceros, ca. 1864. Fuente: Olivé
Roig, S. y Sánchez Miñana, J. (2007): "De las torres ópticas al teléfono: el desarrollo de las
telecomunicaciones y el Cuerpo de Telégrafos", p. 570.
Pero lamentablemente esta alegría se vio nublada poco después por una desgracia en el
seno de la familia: la muerte repentina y temprana de su madre acaecida el 18 de julio100
.
El fallecimiento, a causa de una hidropericarditis, supuso una nueva desgracia para Arturo
Soria, que siempre se había sentido muy unido a ella. Sentimiento que se habría reforzado
tras el abandono de la familia por parte del padre el año anterior. Como dato curioso,
además de figurar como su segundo apellido el que fuera el primero de su primer esposo,
en su partida de defunción se indicó que estaba viuda. María del Carmen Mata fue
enterrada en el hoy desaparecido Cementerio General del Norte, conocido como el de la
Puerta de Fuencarral, que estaba situado al final de la calle San Ancha de San Bernardo,
extramuros a la antigua cerca donde estaba esa Puerta de Fuencarral por la que era
conocido101
.
100
AHVM. Defunciones 1864. Folio 424. Defunción de María del Carmen Mata Arenas.
101 Jiménez Blasco, B.C. (2009): "Los antiguos cementerios del ensanche norte de Madrid y su
transformación urbana", pp. 38-41.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
64
Figura 2.9: Patio de los pobres, en el Cementerio General del Norte. Año 1874. Fuente: La
Ilustración española y americana, 8/11/1874, p. 645.
Arturo y sus hermanas Mariana y Julia se encontraron sin el amparo de ninguno de los
progenitores y sin medios económicos para subsistir, por lo que su hermanastra Carolina y
su cuñado les ofrecieron irse a vivir con ellos.
En septiembre de ese año, superado el periodo de formación y aprobado el
preceptivo examen, Arturo Soria fue destinado a Santander -destino elegido por voluntad
propia, según venía señalado en la Revista de Telégrafos-, para ocupar su plaza como
telegrafista de tercera. No obstante, trascurridos apenas dos meses en esa ciudad, Soria
renunció voluntariamente a la plaza para volver a Madrid102
, al parecer con el objetivo de
poder preparar mejor unas oposiciones de ingreso a otra Escuela Especial, aunque en esta
ocasión de grado medio, la de Ayudantes de Topografía Catastral. No sabemos si la
renuncia obedeció a un repentino cambio de planes debido a que las expectativas que se le
102
Revista de Telégrafos, 15/9/1864, p. 504 y 15/11/1864, p. 551.
Juventud y revolución
65
abrían con la plaza obtenida, en el escalafón más bajo como telegrafista, resultaron estar
muy alejadas de sus aspiraciones profesionales y la labor del día a día no constituyese un
reto suficiente para una persona capacitada y con curiosidad intelectual como lo era Arturo,
y quizá un ingreso en el Cuerpo del Catastro le estimulase más. Una explicación por vía
indirecta podría encontrarse en la exposición de motivos a un Real Decreto promulgado a
las pocas semanas de la dimisión de Soria que reordenaba las escalas y establecía nuevas
condiciones para el personal del servicio de telégrafos103
. En él se podía leer que el grupo
facultativo al cual pertenecían los telegrafistas terceros:
[…] está compuesto de individuos dotados de ciertos conocimientos especiales, y
depositarios de gran confianza; sin embargo, el sueldo asignado a la última de sus clases
es el de 4.000 reales., cantidad insuficiente para un funcionario en cuyo porte, costumbres
y obligaciones oficiales se exige compostura y decoro. Por otra parte, el término de la
carrera, que solo muy escaso número de auxiliares podrá alcanzar después de dilatados
servicios, está fijado en 12.000 reales.
Como vemos, las condiciones económicas del puesto ocupado por Soria no eran muy
alentadoras. El Real Decreto reordenaba las categorías de telegrafistas y suprimía la de
telegrafista tercero y subía el sueldo mínimo de esa escala a 5.000 reales y el máximo a
16.000 reales. No obstante, la promoción de una categoría a otra seguía fijada en un
criterio de antigüedad y además el nuevo Real Decreto cerraba la posibilidad de acceder al
cuerpo superior, en vista de lo cual la mejora de las condiciones era tan solo relativa.
Teniendo en cuenta que las posibles vacantes de superior categoría debían repartirse entre
un número cada vez mayor de candidatos a ser elegidos para ocuparla, las expectativas de
ascenso continuaban siendo a muy largo plazo, con lo que un sueldo que quizá podía
valerle a un Soria de 20 años, sentiría que no le valdría pocos años más tarde104
.
Pero tampoco es descartable que en su decisión influyera algún motivo personal
desconocido o que el destino en Santander no le resultase de su agrado. El caso es que
103
Revista de Telégrafos, 1/1/1865, pp. 4-7
104 Olivé Roig, S. (2013): Telégrafos. Un relato de su travesía centenaria, p. 46. Olivé Roig, S. y
Sánchez Miñana, J. (2007): "De las torres ópticas al teléfono: el desarrollo de las
telecomunicaciones y el Cuerpo de Telégrafos", p. 551-608.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
66
asegurado el puesto mediante la excedencia por un periodo máximo de dos años a la que
tenía derecho, intentó el acceso a otra profesión que quizá podría proporcionarle superiores
perspectivas. Además, Arturo compaginó la preparación de estas oposiciones, con un
trabajo administrativo en las oficinas de estadística del ferrocarril del Mediodía.
2.2. LA ESCUELA ESPECIAL DE DE OPERACIONES GEOGRÁFICAS
Por fin, la convocatoria de las pruebas de acceso de 1865 y sus condiciones se
publicaron el 28 de julio105
. Se admitirían como máximo 50 alumnos para ingresar en la
escuela, que ese mismo mes de julio había cambiado su denominación a Escuela Especial
de Operaciones Geográficas106
. La escuela, fundada en 1859, tenía el objetivo de formar a
los futuros integrantes de un cuerpo técnico especializado, entonces denominado Cuerpo
de Ayudantes de Topografía Catastral, que, tras su futura creación en 1870, serán la base
que integrará el Cuerpo de Topógrafos del Instituto Geográfico Nacional. En síntesis,
podrían definirse como los técnicos topógrafos que pertenecían a la Dirección de
Operaciones Topográfico-Catastrales de la Junta General de Estadística, órgano de carácter
consultivo de la Presidencia del Consejo de Ministros, con la misión fundamental de
ejecutar el levantamiento del Catastro General en España.
Las pruebas de ingreso eran también bastante duras, aunque con los años se
fueron suavizando en cierta medida, al no lograr captar todos los alumnos deseados. El
examen de acceso al que se presentó Arturo Soria tuvo lugar en el otoño de 1865. La
prueba constó de tres ejercicios: el primero consistente en la representación de un plano
topográfico, el segundo en pruebas de aritmética y álgebra y el tercero en cuestiones de
geometría y trigonometría rectilínea. Aunque parece que volvió a arriesgarse con un
procedimiento novedoso en la prueba de álgebra, en esta ocasión las consecuencias no
fueron negativas, ya que consiguió superar estas pruebas y el 9 de diciembre fue admitido
105
Gaceta de Madrid, 28/7/1865, p. 2.
106 La Escuela adoptó diferentes denominaciones a lo largo de su existencia: Escuela Especial de
Ayudantes de Topografía Catastral (1861), Escuela Especial de Operaciones Geográficas (1865) y
Escuela Especial del Catastro (1866).
Juventud y revolución
67
formalmente como alumno de la Escuela Especial de Operaciones Geográficas para iniciar
el primer curso en enero de 1866107
. El plan de estudios vigente desde 1863 constaba de
seis semestres: los tres primeros y el quinto teóricos, y el cuarto y sexto de prácticas de
campo. La asistencia a clase era obligatoria. En los semestres teóricos había seis horas
diarias lectivas y en los de prácticas de campo, el trabajo era de sol a sol. Si se lograba
completar los tres cursos se alcanzaba el empleo de Ayudante de Topografía Catastral.
Soria logró aprobar los dos primeros cursos con la calificación de Muy Bueno y en los
primeros puestos de su promoción, tras lo cual fue nombrado Alumno Aspirante de la
Escuela Especial de Topografía Catastral, lo que conllevaba un sueldo anual de 500
escudos. Modestos ingresos que complementaba con lo que percibía dando clases
particulares de matemáticas en las pocas horas libres que le quedaban.
Tabla 2.3: Programa de Estudios de la Escuela del Catastro en 1863. Elaboración propia. Fuente:
Urteaga, L. (2007): “La Escuela del Catastro”, p. 276.
Sin embargo, nos encontrábamos ya en octubre de 1868, y su vida experimentó un giro
radical, como veremos más adelante, que le llevaría por derroteros impensables apenas
meses antes. Sus inesperadas nuevas responsabilidades le dificultaron poder completar lo
107
"Atrevidamente expuso una teoría, poco conocida, al contestar a una pregunta de álgebra acerca
de la teoría de los determinantes. Sabía por el librero que era el único comprador de la obra en que
se desarrollaba aquel problema por un nuevo procedimiento matemático." “Datos biográficos”. La
Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602. AHIGN. Expediente personal de Arturo Soria Mata.
Primer Curso Segundo Curso Tercer Curso
Primer semestre
Trigonometría (I)
Geografía/Francés
Dibujo Lineal
Trigonometría (II)
Geología/Catastro
Dibujo topográfico
Geodesia
Física/Documentación
Dibujo de paisaje
Segundo semestre
Topografía
Geología/Estadística
Dibujo topográfico
Prácticas de campo Prácticas de campo
Arturo Soria y Mata. Una biografía
68
poco que le quedaba del último curso y asistir a los exámenes finales, que se convocaron
en el mes de diciembre. En marzo de 1869 tuvo que solicitar, como medida de gracia,
poder presentarse a unos exámenes extraordinarios de fin de carrera, lo que le fue
concedido. A pesar de estas complicaciones de última hora y la dedicación que sus nuevos
menesteres le restaban al estudio, finalmente pudo preparar y presentarse a estos exámenes,
que consiguió superar con la calificación final de Muy Bueno. Soria decidió solicitar una
excedencia de un año para decidir si ocupaba el puesto que le correspondía como Ayudante
Supernumerario de Topografía Catastral en la Junta General de Estadística, aunque sólo se
le concedieron tres meses para pensarlo. Como veremos, Arturo Soria nunca se incorporó
al Cuerpo de Topógrafos108
.
2.2.1. El Teodolito Impresor-Automático
La preparación de los últimos años le había proporcionado una buena formación
en ciencias, que además complementaba por afición personal con lecturas y estudio en la
Biblioteca Nacional, donde consultaba publicaciones sobre ciencia y matemáticas, entre los
que recordaba, por ejemplo, los "Anales de la Academia de Ciencias de París"109
. Producto
de su atracción por la ciencia, buscó posibles aplicaciones útiles de lo aprendido, lo que
con los años se sustanció, por un lado, en la invención de algunos dispositivos tecnológicos
y, por otro, en la propuesta o puesta en marcha de varios negocios relacionados también
con tecnologías novedosos, lo que en gran medida venía a corroborar su vocación
ingenieril.
En mayo de 1868, siendo alumno de último curso en la Escuela Especial de
Topografía Catastral, presentó a su director la memoria de un proyecto que había
concebido para construir un artilugio al que denominó Teodolito Impresor-Automático. Un
teodolito es un instrumento portátil de medición, muy utilizado en topografía, que permite
108
Las calificaciones, solicitudes y apremios están incluidos en su expediente. AHIGN. Expediente
personal de Arturo Soria Mata.
109 “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602.
Juventud y revolución
69
obtener ángulos verticales y horizontales del terreno observado. Está compuesto por piezas
mecánicas y piezas ópticas, prismas y lentes, que desvían el haz de luz hacia unos círculos
graduados cuya lectura permite medir los ángulos. En aquella época la operación con ellos
todavía era manual y llevaba un tiempo considerable. Además, la lectura de los valores
angulares no estaba exenta de complejidad y los errores podían ser frecuentes. El teodolito
propuesto por Soria permitía anular el error de lectura y como consecuencia, se podía hacer
un levantamiento de planos topográficos con mayor exactitud y en menor tiempo. También
incorporaba una innovación destacada para esa época, ya que incorporaba un dispositivo
que permitía imprimir los valores numéricos de los ángulos obtenidos de forma
automática, sobre una cinta de papel y con caracteres tipográficos.
El director remitió el proyecto a una comisión formada por tres profesores del
claustro de la Escuela para que lo estudiasen y evaluasen su viabilidad. Dicha comisión
elaboró un informe que calificaba el proyecto como muy favorable y de interés en sus
posibles aplicaciones110
. Con ese informe el director de la Escuela le felicitó públicamente
y le transmitió su intención de proponer al gobierno su construcción. Sin embargo, los
recortes presupuestarios y los diferentes avatares surgidos tras la revolución de septiembre,
que tanto afectaron a la Escuela ya ese mismo año, dejaron aparcada la intención.
Era el primer invento de Arturo Soria. La descripción detallada del dispositivo,
sus características y las ventajas que aportaría su aplicación en la técnica topográfica
aparecieron publicadas al año siguiente, 1870, primero en la Revista del Catastro y luego
en forma de folleto111
. Pero el asunto se quedó al final en el aire y de momento no llegó a
materializarse en una aplicación práctica, esperando tiempos mejores. Años más tarde, los
teodolitos ya incorporarían las mejoras que Soria había anticipado, pero promovidas por
otros fabricantes.
110
AHIGN. Expediente personal de Arturo Soria Mata.
111 Revista de Catastro, 15/8/1870 y 31/8/1870. Soria y Mata, A. (1870): Teodolito Impresor-
Automático. Madrid, Imprenta de El Correo Militar.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
70
Figura 2.10: Plano del Teodolito Impresor-Automático inventado por Soria.
2.3. EL JOVEN REVOLUCIONARIO
Volvemos unos años atrás para analizar la situación política y social de la España
de mediados de la década de 1860, cuando el régimen isabelino imperante daba ya
muestras de imparable descomposición. Al deterioro político existente fruto de un catálogo
variado de caprichos, desconfianzas y malos consejos que gobernaban las decisiones de la
reina, había que añadirle una creciente impopularidad entre gran parte de sus súbditos
debido a la ignorancia sistemática de unas demandas de reformas políticas y sociales
largamente esperadas. Las manifestaciones en este sentido eran ya un clamor y había un
número muy elevado de ciudadanos que de una manera u otra luchaban de forma activa
para conseguirlas. El escenario de agitación social existente se agravaba por los efectos de
una crisis económica y financiera que se estaba fraguando desde 1864 y se agudizó tras el
desplome de las exportaciones en 1865 y de la bolsa en 1866. La quiebra de empresas
Juventud y revolución
71
ferroviarias en los años precedentes había arrastrado a algunas entidades financieras y
sociedades de crédito que habían invertido fuertes sumas de capital en este tipo de negocio,
pero en la primavera de 1866 el escenario económico devino en desastre ya que a la caída
se sumaron otras empresas arrastradas por una situación de falta de liquidez y a la
contracción del consumo. Esta situación económica por tanto, no favorecía el
mantenimiento del orden entre una población que luchaba por su subsistencia.
Cuando el joven Arturo Soria entró a formarse en la academia de matemáticas que
regentaba Manuel Becerra, no imaginaría lo crucial que le iba a resultar siendo este
encuentro en su vida. La personalidad arrolladora, ideología y ánimo revolucionario, del
que ya era un personaje popular en la sociedad madrileña de esos años, terminaron
ejerciendo en Soria una atracción poderosísima, que trascendió la pasión intelectual
compartida por las matemáticas o a la ingeniería. Su paso por allí finalizó al presentarse al
examen de acceso a la Escuela de Caminos de 1863, sin embargo el contacto personal entre
ambos siguió manteniéndose.
Figura 2.11: Barricada de la calle Montera durante el levantamiento de 1854. Fuente: La
Ilustración, 21/8/1854, p. 325.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
72
Manuel Becerra era un hombre situado ideológicamente en la izquierda del liberal. Desde
joven participó en todo tipo de protestas y de actividades subversivas en contra de los
gobiernos moderados, lo que le hizo visitar en alguna ocasión la tristemente célebre cárcel
del Saladero de Madrid. Fue protagonista de los sucesos revolucionarios de 1848 en
Madrid y en 1851 pasó a formar parte del Comité directivo del Partido Demócrata,
fundado tan solo dos años antes. En febrero de 1854, fue detenido en su propio domicilio
donde estaba reunido junto al resto del comité directivo del partido y dio con sus huesos en
el Saladero. A los pocos meses logró salir y pudo contribuir al triunfo progresista
formando organizando barricadas durante los enfrentamientos de verano de 1854 que
hicieron caer al gobierno moderado para dar paso al conocido como Bienio Progresista.
Figura 2.12: Manuel Becerra y Bermúdez. Autor: Albiach. Fuente: Centro Documental de la
Memoria Histórica (en adelante CDMH).SE-MASONERIA_B.FOTO.81. Foto de Manuel Becerra
y Bermúdez.
Dos años más tarde, al mando de su batallón de milicianos hizo frente a las tropas de
O'Donnell durante los duros combates que tuvieron como escenario las calles de Madrid y
finalmente supusieron el fin de este periodo. Tras la derrota logró esconderse en casa de
María Ortiz, con la que inició una relación que poco más tarde culminó en matrimonio.
Juventud y revolución
73
Tras unos meses de exilio, una amnistía que posibilitó su vuelta a Madrid, un nuevo paso
por el Saladero y otro breve destierro en Bilbao y en Francia, pudo retornar a Madrid y
dedicarse a la enseñanza en su academia de matemáticas, aunque no dejó el activismo en la
clandestinidad y seguía siendo una de las personalidades relevantes del Partido
Demócrata112
. Fue en este periodo fue cuando Arturo Soria entró en contacto con él.
No es extraña la atracción y ascendencia que, en un ambiente de descontento
social, descomposición política y crisis económica, las figuras de célebres revolucionarios
como Manuel Becerra lograban infundir en grupos de jóvenes comprometidos con la
exigencia de transformaciones. Arturo Soria, que ya comenzaba a dar muestras de
inconformismo y de fuerza de carácter, sucumbió a las llamadas a la subversión
revolucionaria y decidió colaborar con otros jóvenes conspiradores y tomar parte en
acciones concretas de lucha contra el régimen. En 1857 Becerra había contraído
matrimonio con María Ortiz, con la que coincidía en sus ideales democráticos. La vivienda
de este matrimonio, situada en la plaza del Cordón, era uno de los lugares habituales de
reunión del grupo de Soria, donde se reunían para debatir ardorosamente sobre la
revolución pendiente.
Pero tenían también otros lugares donde improvisaban encuentros clandestinos.
Entre ellos, Soria recordaba un pequeño gimnasio situado en una bocacalle saliente a la
calle de San Bernardo, por entonces conocida como calle de la Cueva, que hoy es la del
marqués de Leganés113
. Frecuentaba también otros focos de conspiración, muy populares
en aquella época como lugares de transmisión de ideales revolucionarios: el Café del Siglo
de la calle Mayor, el Café de Madrid situado en la de Alcalá o el Suizo de la plaza de Santa
Ana114
. Entre los jóvenes que integraban estos grupos destacaba también el inefable Felipe
Ducazcal y Lasheras, quien con el tiempo llego a ser un personaje popularísimo en Madrid
por variadas circunstancias, pero que por entonces era un joven vehemente cuya cabeza
112
Vilches, J. (2010): Op. cit., pp. 504-509. Castro Alfín, D. (1994): Op. cit., p. 67. 113
Recuerdos de estos años revolucionarios escritos en sus inconclusas Memorias de un setentón.
“Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602.
114 En una situación de control gubernamental de las actividades políticas de la oposición al
régimen, los cafés tuvieron un importante papel en la vida política de esos años. Gutiérrez Lloret,
R. (2001): “Sociabilidad política, propaganda y cultura tras la revolución de 1868. Los clubes
republicanos en el Sexenio Democrático”. p. 156.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
74
bullía también de ideas revolucionarias. El propio Ducazcal nos cuenta en sus memorias115
que otro de los centros de reunión de estos jóvenes de acción fue el Teatro Real de Madrid,
donde a él le habían ofrecido el cargo oficioso de jefe de la claque, grupo numeroso de
jóvenes y fogosos espectadores pagados por el empresario teatral, que se encargaban de
aplaudir y festejar convenientemente el transcurso de las obras representadas, además de
reventar las manifestaciones –incluso a palos si convenía– de potenciales grupos de
contraclaque que a veces asistían también a las representaciones patrocinados por
empresarios teatrales rivales. Comentaba Ducazcal que entre los jóvenes conspiradores del
Teatro Real se encontraba Arturo Soria116
.
El padre de Felipe Ducazcal era el dueño de una conocida imprenta situada en la
plaza de Isabel II. De fervientes ideas liberales, también él asistía con asiduidad a las
tertulias clandestinas a las que acudían notables personajes liberales, que tras la revolución
del 68 tendrán papeles destacados en los gobiernos del Sexenio Democrático, como Sixto
Cámara, Ricardo Muñiz, Aguado y Mora o Moreno Benítez, entre otros. Cuenta Felipe
Ducazcal que en la imprenta familiar se habían tirado, algunas célebres proclamas
liberales. Él por su parte, actuando como cajista y asistido por Arturo Soria, se prestó
también a tirar los pasquines revolucionarios escritos por, entre otros, los que
posteriormente serán destacados republicanos hermanos Melero117
. Actuaban en la
clandestinidad durante las madrugadas y, después de acabar de tirar los casi 15.000
ejemplares que llegaron a componer algunas de las tiradas, procedían a distribuirlos desde
diferentes focos, entre otros, el Teatro Real. El peligro de estas acciones no era desdeñable
y, de haber sido descubiertos, habrían acabado con su cuerpo en un calabozo.
No podemos minusvalorar -fueran las que fueran en esos años sus relaciones,
probablemente inexistentes- la influencia que en la emergencia del activismo de Arturo
Soria pudo ejercer también el pasado izquierdista del padre, del que, por cierto, desde el
115
En el diario El Heraldo de Madrid, del que era propietario, Felipe Ducazcal publicó entre
noviembre de 1890 y enero de 1891 sus recuerdos de esta época.
116 Ducazcal, F.: “Memorias de un empresario”. El Heraldo de Madrid, 8/11/1890, p. 1.
117 Tras la revolución de 1868, Manuel Merelo tendría relevancia política en diferentes gobiernos
del Sexenio Democrático. Su hermano José era militar. Siendo coronel fue protagonista en el
levantamiento de septiembre de 1868. Ya con el grado de general combatió en la 3ª Guerra Carlista
y durante la Restauración protagonizaría diferentes levantamientos de carácter republicano.
Juventud y revolución
75
año 1866 podemos seguir de nuevo su trayectoria profesional al haber quedado reseñadas
nuevas referencias en su ya citada hoja de servicios del ayuntamiento madrileño. Según las
anotaciones, estuvo más de cinco años, desde 1861 a 1866, figurando como cesante,
periodo en los que es probable que estuviese dando tumbos sin una ocupación fija y en el
que, recordemos, había decidido abandonar a su familia. A mediados de 1866 consiguió
que le admitiese como Aspirante a Oficial de Hacienda en la provincia de Teruel,
dependiendo de la Dirección general de Contabilidad, hasta que el 1 de enero del año
siguiente pasó a ejercer ya como "Visitador de la Contribución industrial y de comercio"
en la misma provincia, puesto en el que se mantuvo hasta el 30 de septiembre de 1868,
cuando -triunfante la revolución septembrina- fue cesado "por supresión del destino".
Pero por entonces, desde el fallecimiento de su madre, vivía Arturo en casa de su
hermanastra mayor, situada en la calle Cedaceros. El contraste ideológico y social entre el
aristócrata ambiente familiar encabezado por el que era ya el marqués de Santiago, quien
había mostrado gran generosidad al acogerles a él y a sus hermanas, y el que respiraba
cuando diariamente salía de ese hogar era radical. Carlos Bernaldo de Quirós, se había
convertido en el IX marqués de Santiago en 1861, a la muerte sin descendencia de su
hermano Pedro Pablo. Por la misma razón, recibió también los títulos de marqués de
Monreal con grandeza de España, de la Cimada y el de conde de Zweveghen, entre otros,
lo que significaba que sus rentas y su posición social habían mejorado sensiblemente en los
últimos años. En 1862 había recibido, además, el ascenso a Mariscal de Campo de
Infantería, por lo que su carrera militar también prosperaba118
.
La convivencia familiar, con los ingredientes de una evidente brecha ideológica,
mezclados con los sentimientos de amor fraternal, de agradecimiento a su cuñado y, quizá,
de ciertos reproches y remordimientos, no podía ser cómoda para Arturo. No obstante,
parece que logró solventarla consiguiendo deslindar “el respeto familiar y el amor
encendido a los ideales”119
.
118
AHN. CONSEJOS, 8986. A.1861. Exp. 228. Real carta de sucesión en los títulos de marqués de
Monreal, con grandeza de España; marqués de Santiago y marqués de Cimada a favor de don
Carlos Bernaldo de Quirós y Colón, 7/12/1861. AHS. Expediente personal del Senador vitalicio
Pedro Bernaldo de Quirós y Colón de Larreátegui. Nombramiento Carlos Bernaldo de Quirós
como Mariscal de Campo, 1862.
119 “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
76
2.3.1. San Daniel y San Gil
La agitación en la calle era muy grande y se agravó cuando el gobierno reaccionó
con violencia desmesurada ante varias de las protestas populares sucedidas en Madrid. En
todo el fragor de la crisis económica, el gobierno moderado de Narváez propuso en 1865
un impuesto extraordinario sobre la propiedad y la industria, cuya recaudación permitiese
hacer frente al déficit presupuestario, que generó un gran rechazo. Ante esta situación
adversa, el gobierno propuso enajenar y vender una parte de los bienes del Patrimonio Real
para sufragar el déficit. El gobierno pudo retirar su impopular impuesto y para compensar
la supuesta generosidad de Isabel II acordaba que la Corona se quedase para sí el 25% de
la venta de los bienes. Narváez presentó la decisión de la reina como un rasgo de
generosidad con el pueblo español –“tan grande, tan extraordinario, tan sublime”–. Sin
embargo, en dos artículos publicados en La Democracia, el diario que dirigía, “¿De quién
es el patrimonio Real?” y “El Rasgo”, Emilio Castelar rebatía tal generosidad, ya que, a su
juicio, lo que había terminado haciendo la reina era salvar al gobierno y apropiarse del
25% de un patrimonio que en realidad era del Estado: “la casa real devuelve al país una
propiedad que es del país”. Aunque fue objeto de la censura, el artículo se difundió
impreso en octavillas y tuvo mucha repercusión. El gobierno reaccionó exigiendo al rector
la destitución de Castelar de su cátedra en la Universidad de Madrid. A su negativa le
siguió su destitución y el apartamiento de Castelar de su cátedra de Historia, así como la
declaración del estado de excepción en previsión de posibles incidentes. Como se había
previsto, la decisión impulsó la organización de una protesta protagonizada por
compañeros de Castelar, estudiantes y otros manifestantes progresistas y demócratas
movilizados, que se manifestaron en la Puerta del Sol, y que fue reprimida de manera
brutal, con disparos, ataques de bayoneta y el empleo de caballería para impedir el
establecimiento de barricadas. El resultado fue el de una decena de víctimas mortales y
numerosos heridos, así como unos doscientos detenidos, entre ellos ciudadanos que nada
tenía que ver con la protesta. A estos sucesos se les recordó como los de la noche de San
Daniel.
Juventud y revolución
77
La repulsa a la orden gubernamental de reprimir violentamente la concentración
fue unánime desde todos los sectores políticos. El escándalo terminó motivando la caída
del gobierno de Narváez, que fue relevado por los unionistas de O'Donnell, pero el clima
de crispación política ya no se relajó y la desafección popular hacia la reina fue imparable.
La situación se hizo todavía más grave debido a que la crisis económica y social coincidió
con una escasez de alimentos básicos y un incremento de sus precios debido a una
concatenación de malas cosechas, que hizo se endureciesen todavía más las condiciones de
vida para una gran parte de la sociedad. La penosa situación y el malestar generalizado
propiciaron que se sucedieran los conatos de pronunciamientos, aunque fueron fracasando
sistemáticamente. Esto motivó que los cabecillas militares se replanteasen su estrategia e
intentasen también recabar el apoyo del elemento civil para, de manera conjunta, hacer
posible revertir la situación política. Hasta entonces los militares liberales habían optado
por un pronunciamiento militar tutelado que les permitiese el acceso al gobierno para
introducir las medidas reformistas ansiadas, pero hasta un cierto límite. Como mucho se
barajaba la posibilidad de una caída del régimen borbónico, pero en todo caso manteniendo
la situación bajo su control. Con esto trataban de evitar que los numerosos descontentos
civiles, cada vez más numerosos debido al malestar creado por la política de represión
brutal de las manifestaciones de protesta, colaboraran en la rebelión para evitar posteriores
reivindicaciones de medidas políticas, económicas y sociales, cuando no de una completa
revolución social, que fuesen más allá de las que los sectores opositores del ejército y de la
clase política en general deseaban120
.
Como consecuencia del cambio de estrategia, durante la primera mitad de 1866 se
trató de crear un clima revolucionario en las guarniciones militares, mientras los civiles de
120
Aun debiéndose los intentos revolucionarios anteriores y finalmente la Revolución de 1868 a un
cúmulo de razones, la determinación de las causas que habrían prevalecido sobre el resto ha ido
variando entre los historiadores que han investigado este periodo en función de las tendencias
historiográficas predominantes en el momento de la publicación de los diferentes estudios. Así, de
la tradicional prevalencia de las causas políticas, a partir de finales de la década de los 60 y los 70
del siglo pasado fueron apareciendo obras, en las que se primaban las causas sociales (lucha de
clases) y económicas (crisis financiera y de subsistencias). A partir de los 80, se volvió de nuevo la
vista a las razones políticas. La tendencia dominante en la actualidad parece ser la de que habría
sido una amalgama de causas político-culturales las catalizadoras de los intentos revolucionarios.
Ruiz Torres, P. (1999): “Revolución, Estado y Nación en la España del siglo XIX: Historia de un
problema”. Serrano García, R. (2001): “La historiografía en torno al Sexenio 1868-1874: entre el
fulgor del centenario y el despliegue sobre lo local”, pp. 11-32. Serrano García, R. (dir.) (2002):
España, 1868-1874. Nuevos enfoques sobre el Sexenio Democrático.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
78
ideología progresista y demócrata se organizaban por medio de juntas revolucionarias
clandestinas. Fruto de esta acción, se llegó al 22 de junio de 1866, día para el que se planeó
un levantamiento que en Madrid tuvo graves consecuencias. El golpe combinado entre
militares y civiles se había venido gestando bajo la supervisión directa del general Prim,
exiliado en Francia desde enero de ese año, tras su último pronunciamiento fracasado. En
principio previsto para el 24 de junio, debía iniciarse en el Cuartel de artillería de San Gil y
estaría dirigido por sus sargentos, descontentos por unas disposiciones recientes que
impedía promocionar más allá del grado de capitán a los que no procedían de la academia.
Con apoyo de las tropas de otros cuarteles debían intentar tomar el Palacio Real. En
paralelo, Prim cruzaría la frontera para ayudar a impulsar diversos levantamientos
simultáneos preparados en otras provincias. Según se había planificado, los sargentos de
artillería consiguieron reducir a sus oficiales superiores, aunque hubo más resistencia de la
esperada y tras un enfrentamiento varios de esos oficiales resultaron muertos o heridos.
Tras el imprevisto, las tropas procedieron a salir del cuartel, aunque lo hicieron con tal
desorden que dio tiempo a la reacción de los generales leales al régimen. El general Blas
Pierrad, encargado de comandar la insurrección, trató de impulsar la sublevación de los
otros cuarteles pero no llegó a conseguirlo. Con este desbarajuste, O'Donnell, Narváez,
Serrano y otros mandos leales pudieron distribuirse de forma apresurada por la capital y
lograron evitar que el levantamiento se extendiera a otros cuarteles.
Mientras tanto, alrededor de dos mil civiles movilizados apresuradamente
-sorprendidos en su mayoría por el adelanto de los acontecimientos- se armaron en el
cuartel de San Gil y montaron barricadas en distintos puntos estratégicos del centro de la
ciudad, tradicionales escenarios de los enfrentamientos protagonizados por las capas
populares, como la calle de Toledo, la de Segovia, la plaza de Antón Martín o la de Santo
Domingo. La resistencia en las barricadas estaba liderada por significados activistas,
progresistas y demócratas, que en general se mantuvieron firmes y aguantaron
valientemente los embates sin contemplaciones de las tropas gubernamentales. Entre ellos
se pudo ver a Nicolás María Rivero, a Práxedes Mateo Sagasta, a Emilio Castelar, a
Cristino Martos o a Manuel Becerra dando muestras de valentía en una situación dramática
en la que podían haber caído muertos o malheridos ante el fuego o la carga de las tropas,
como sucedió a muchos de los que les acompañaban. Nicolás María Rivero y Cristino
Martos se fajaron en la de la plaza Antón Martín. Arturo Soria, como años más tarde solía
Juventud y revolución
79
recordar entre sus amigos y allegados, combatió junto a Manuel Becerra y sus antiguos
compañeros de la Milicia en las barricadas de la plaza de Santo Domingo121
. También
recordaba la lucha barricadista Eusebio Blasco, un personaje que ya despuntaba como
periodista en La Discusión, diario dirigido por uno de los líderes del Partido Demócrata,
Nicolás María Rivero, así como en el satírico Gil Blas, y comenzaba a tener cierto éxito
también como autor teatral, y que más tarde, como veremos, se convertirá en cuñado de
Arturo Soria122
:
Manuel Becerra con Carlos Rubio, Arturo Soria y sus amigos de toda la vida, aquellos
que ya en el 54 se habían batido a su lado [como integrantes de la Milicia Nacional, entre
los que evidentemente no se podía encontrar Arturo Soria], peleaba en la plaza de Santo
Domingo y se defendía como un león contra los soldados del gobierno, que le hacían
fuego en todas direcciones.
Blasco estuvo en la de Antón Martín, junto a Rivero, y entre los sucesos de este día
recordó también que el marqués de Santiago, vestido de general, aunque desarmado, se
topó con graves problemas cuando fue detenido por un grupo de insurrectos que le
inquirieron por su destino. El general, que ya comandaba el Cuerpo de Alabarderos Reales
de la reina, sin ocultar su identidad y con valentía, les respondió que se dirigía a Palacio “a
cumplir con su deber”. La cosa se puso fea y parece que fue el propio Blasco quien, al ver
que varios hombres le apuntaban al pecho, se interpuso y logró evitar un más que probable
mal desenlace: “Dejadle pasar, señores. No se puede atacar a un hombre desarmado y que
habla con tanta franqueza”. La anécdota es llamativa, porque este militar, Carlos Bernaldo
de Quirós, al que entonces Eusebio Blasco no conocía y salvó la vida, era ya el cuñado de
121
Soria ya había incluido el relato de estos enfrentamientos en sus inconclusas memorias. “Datos
biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602. En La Correspondencia de España, por
ejemplo, se indicó que Becerra y sus compañeros del tercer batallón de ligeros de la Milicia
Nacional habían resistido heroicamente en la barricada de Santo Domingo. Emilio Gutiérrez-
Gamero, sin embargo, situaba a Manuel Becerra en la de la calle Ancha de San Bernardo. Quizá
estuvo a caballo de ambas, pues estarían muy próximas, o se trataba de la misma, ya que en algún
pasaje Gutiérrez-Gamero describía cómo los soldados les hostigaban a tiros desde la plaza de Santo
Domingo. La Correspondencia de España, 10/10/1868, p. 2. Gutiérrez-Gamero, E. (1925): Mis
primeros ochenta años, pp. 110-119.
122 Como se puede observar, Blasco también coincidió en situar a Soria junto a Becerra en la
barricada de Santo Domingo. Blasco, E. (1904): Op. cit., pp. 87-102.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
80
Arturo Soria y lo sería unos años más tarde del propio Blasco: “No podía yo figurarme en
tales momentos, que cuatro años después iría yo a pedirle la mano de la que hoy es madre
de mis hijos”123
.
Mientras tanto, Blas Pierrad se hizo fuerte en las plazas de San Marcial –hoy de
España– y la de Santo Domingo y pretendió extendió sus columnas por las calles
adyacentes. Los militares rebeldes, con el apoyo de milicianos, trataron de entrar en el
Palacio Real, pero fueron repelidos por las unidades fieles a la reina. De manera paulatina,
las tropas comandadas por Serrano y O'Donnell consiguieron el repliegue de los
sublevados hasta cercarlos en su propio cuartel, que ya el día 23 fue asaltado a cañonazos y
tomado por completo. Tras esto, la insurrección estaba muerta y las barricadas que todavía
resistían fueron disueltas sin escatimar en violencia. A las ocho de la noche se había
sofocado por completo. Que el líder de la intentona, el general Prim, no se presentase
finalmente en Madrid para encabezarla fue desmotivador para unos sublevados que le
esperaban con ansiedad durante los enfrentamientos y quizá determinante para su fracaso.
Su presencia hubiese hecho dudar a muchos militares que al final optaron por mantenerse
fieles y se vieron luchando para abortar un golpe que en principio se habían comprometido
a secundar. Los levantamientos esperados en otras provincias también fracasaron. El
resultado de la sangrienta jornada fue que, entre militares y civiles, se contaron por
centenares los muertos y heridos y fueron cuantiosos los prisioneros hechos.
La disolución de la barricada de Santo Domingo, donde había estado resistiendo
Arturo Soria, fue descrita por Orellana, lo que nos permite hacernos una idea de la
gravedad de los enfrentamientos124
:
[Comenzó] el ataque por la plaza de Santo Domingo, donde los insurrectos, en número
considerable, hicieron una obstinada resistencia, costando mucha sangre desalojarles de
sus fuertes posiciones: mientras duró el fuego de fusilería y de cañón, se mantuvieron
firmes, arrostrando impávidos los proyectiles y la metralla, que llegó a cruzarse de una a
otra parte a tiro de pistola; pero cuando al toque de ataque avanzaron las tropas a la
bayoneta, el paisanaje indisciplinado perdió la serenidad, y huyó despavorido, arrojando
123
Blasco, E. (1904): Op. cit., pp. 91-92.
124 Orellana, F. J. (1890): Historia del general Prim, III, p. 465.
Juventud y revolución
81
algunos los fusiles, marchando otros a reforzar las barricadas que había en la calle de San
Bernardo, y dispersándose los más por las estrechas calles inmediatas.
O'Donnell consideró que los acontecimientos habían sido tan graves que era imperativa
una respuesta contundente. Según manifestó en los días posteriores, la colaboración de
militares con elementos civiles rebeldes era tan potencialmente peligrosa que, de haber
triunfado, habría significado el inicio de una revolución social. Estimaba que había que
castigar duramente también a los principales instigadores civiles y su opinión era
compartida por Narváez. La reina se propuso inicialmente ir más allá y barajó incluso la
decisión de dar muerte a los cerca de 1000 detenidos, entre militares y civiles, pero el
propio O'Donnell logró disuadirla de hacerlo. Aún así, la represión fue dura. Fueron
fusiladas 66 personas junto a los muros de la plaza de toros, situada por entonces junto a la
puerta de Alcalá, en su gran mayoría los sargentos sublevados de San Gil. Se declaró
además el estado de sitio y se suspendieron las libertades ciudadanas. Aun así, la reina
consideró que O'Donnell no se había mostrado todo lo duro que la situación demandaba,
por lo que le destituyó y encargó de nuevo a Narváez la formación de gobierno.
Felipe Ducazcal figuraba entre los numerosos detenidos y años más tarde lo
recordó en sus memorias, atenuando, con cierto tono chusco, la gravedad de los
acontecimientos de entonces125
:
Al día siguiente, en una cuerda, nos sacaron de Madrid. Decían que nos llevaban a
Leganés, pero al llegar a un alto que hay en la ronda de Segovia, nos mandaron hacer
alto, y nos preparamos para morir. Era indudable que había llegado el momento de
fusilarnos. No sucedió así, sin embargo, porque la parada tenía un objeto tan prosaico y
vulgar como el de permitirle al jefe de la fuerza que evacuase una necesidad corporal, que
el pobre hombre consideraría muy urgente, pero que a nosotros nos pareció muy
inoportuna por el susto que nos valió.
A mí me soltaron a los dos días, gracias a la intervención de don Santiago Miranda y de
don Juan Bautista Peironet, amigo de González Bravo.
125
Ducazcal, F: “Memorias de un empresario”. El Heraldo de Madrid, 12/11/1890, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
82
Los principales cabecillas del movimiento popular se habían ocultado cada cual donde
pudo. Pierrad pudo llegar a la embajada de los Estados Unidos y por la mediación de la
célebre esposa del secretario de esa legación -Carolina Coronado, una conocida poetisa y
anfitriona de unas famosas tertulias frecuentadas por liberales-, Castelar, Martos, Carlos
Rubio y otros líderes pudieron esconderse en su casa. En ese mismo lugar pudo encontrar
asilo también Manuel Becerra, tras varios días oculto en los barrios populares. Sagasta,
Rivero o Estanislao Figueras también lograron escapar de las redadas.
Arturo Soria también contribuyó a esconder a compañeros en peligro, entre ellos,
al que años más tarde sería un prestigioso militar, el general Loño, que llegó incluso a ser
ministro de la Guerra en un gabinete de Antonio Maura126
. Eusebio Blasco también se vio
abocado a buscar cobijo en casa de un conocido autor de teatro del momento, Luis Eguilaz.
Y allí estuvo durante días hasta que pudieron interceder por él ante el ministro de la
Gobernación del nuevo gobierno de Narváez, que se comprometió a no perseguirle127
. De
los respectivos escondites fueron saliendo poco a poco para, en su mayoría, exiliarse en
Francia. También es cierto que, para evitar mayores daños de los ya infringidos, y
previendo graves sentencias en el proceso judicial "en ausencia" que se estaba preparando,
pudo haber ciertas instrucciones para facilitar que algunos de los cabecillas pudiesen huir
sin ser perseguidos en exceso. En septiembre, tras un proceso en el que se les acusó de
sedición a los militares y de rebelión a los civiles, se dictaron las sentencias contra los
huidos. Entre los militares se encontraban el general Blas Pierrad y el capitán Baltasar
Hidalgo, y entre los civiles figuraban Emilio Castelar, Carlos Rubio, Cristino Martos,
Manuel Becerra y Práxedes Mateo Sagasta. A todos se les dictó la pena de muerte: a los
militares pasados por las armas y a los civiles mediante garrote vil128
. Como era de esperar,
la represión hizo que el malestar creciese de manera notable, en unas circunstancias
además en las que la economía bordeaba la catástrofe y los ciudadanos sufrían escasez de
alimentos básicos y el incremento de sus precios debido a las malas cosechas.
126
“Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602.
127 Blasco, E. (1904). Op. cit., p. 109.
128 Gaceta de Madrid, 23/9/1866, p. 1.
Juventud y revolución
83
El 16 de agosto tuvo lugar un encuentro en la ciudad belga de Ostende entre una
representación de progresistas y demócratas exiliados. La representación militar estaba
encabezada por Prim, Pierrad, Contreras y Milans del Bosch, y la civil por Sagasta, García
Ruiz, Cristino Martos, Manuel Becerra, Ruiz Zorrilla y Carlos Rubio. Se suscribió el
conocido como Pacto de Ostende, por el que los reunidos se comprometían a trabajar en
sintonía para derrocar al régimen isabelino. Posteriormente, los integrantes de unas Cortes
constituyentes elegidos mediante sufragio universal masculino serían los que decidirían la
futura forma de gobierno129
.
Ante la ausencia forzosa de Manuel Becerra, durante lo que restaba de 1866 y la
primera mitad de 1867, fue precisamente Arturo Soria el que se encargó de sustituirle
como profesor de matemáticas en su academia preparatoria130
. En la segunda mitad de
1867 fue destinado al pueblo de Navalcarnero para hacer las prácticas correspondientes al
primer semestre de la Escuela de Topografía Catastral. Ya como auxiliar de la brigada de
los trabajos topográficos, Soria colaboró en el levantamiento del plano topográfico de la
localidad segoviana de la Granja. Su actuación revolucionaria se vio reducida entonces a la
recepción de la correspondencia que los exiliados le enviaban desde Ostende, París o
Londres para distribuirla entre la resistencia clandestina131
. Poco a poco la oposición civil
en el interior fue ordenándose de nuevo a través de juntas revolucionarias que fueron
proliferando a lo largo de 1867 y 1868.
Cuando a finales de 1867 se produjo el fallecimiento de O'Donnell, el general
Serrano –el mismo que había hecho fracasar el levantamiento del cuartel de San Gil– le
sustituyó al frente de la Unión Liberal. En abril de 1868 murió Narváez y la reina
aprovechó para reforzar aún más su tendencia autoritaria al confiar la formación de un
nuevo gobierno de corte conservador que, como medida para acallar su contestación,
129
Sin embargo, debido a que los progresistas se negaron a aceptar la solución republicana tras la
caída del régimen, la mayoría de los dirigentes demócratas, entre ellos Castelar y Pi y Margall, se
negaron a aceptar los pactos de Ostende y no reconocieron la representación del partido en Manuel
Becerra y Cristino Martos. Esteban Navarro, M.Á. (1994): "De la esperanza a la frustración, 1868-
1873", p. 90.
130 Entre las aptitudes que reflejó alrededor de 1890 en su hoja de servicios del ministerio de
Ultramar figuraba también su condición de profesor de matemáticas. AHN. Ultramar,2455.Exp. 46.
Hoja de servicios de Arturo Soria.
131 “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 602.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
84
decidió cerrar las Cortes y desterrar a Canarias a los principales mandos vinculados a la
Unión Liberal, entre ellos a Serrano, lo que propició el acercamiento de esta formación a
los firmantes del Pacto de Ostende. Como vemos, se estaba gestando una tormenta perfecta
que iba a descargar sobre el trono de Isabel II.
El golpe –la gorda, como coloquialmente se conocía132
– se estuvo esperando con
ansiedad durante todo 1868. La sensación de inminencia la recordaba Nicolás
Estévanez133
:
En los seis meses primeros del 68 se nos avisó más de diez veces que nos preparáramos;
fijábase el día, la hora, hasta el minuto en que había de estallar el movimiento, sin que se
supiera casi nunca de dónde venía la orden ni quién daba el aviso. Los inexpertos éramos
los más puntuales, y pasamos en vela repetidas noches, ocupando los puestos designados
o mirando a las puertas y ventanas de los cuarteles y de los ministerios. Al amanecer, o ya
bien amanecido, nos retirábamos cabizbajos, unos renegando de su suerte y creyendo
perdida toda esperanza de revolución, otros más confiados que nunca y dispuestos a
repetir la suerte en la siguiente noche, y veinte veces, y mil, con la fe que allana los
obstáculos.
Y algunas mañanas, al retirarme a dormir, encontraba en diversos callejones a otros que
se iban muy desconsolados no a dormir en sus camas, sino a trabajar a la intemperie;
quién llevaba el trabuco mal escondido entre los pliegues de su vieja capa; quién la
flamante escopeta, quizá comprada a costa del sustento de sus hijos.
José Echegaray también recordaba la misma sensación134
:
Y avanzaba el año [1868], y la revolución se iba condensando en la atmósfera; todo el
mundo la presentía, en todas partes se hablaba de ella como de algo inevitable. Unos con
esperanza, otros con zozobra, muchas con angustia, todos con curiosidad y resignación,
aun los menos resignados. ¿En qué forma, cómo, cuándo iba a estallar? Nadie lo sabía;
pero todos esperaban la gorda.
132
Blasco, E (1904): Op. cit., p. 28; Echegaray, J. (1917b): Op. cit., p. 304.
133 Estévanez, N. (1903): Fragmentos de mis memorias, p. 242.
134 Echegaray, J. (1917b): Op. cit., pp. 304-305.
Juventud y revolución
85
Las juntas clandestinas continúan con su labor preparatoria de la sublevación civil.
Ducazcal recordaba las reuniones secretas en el domicilio de Moreno Benítez, en la calle
del Sordo, de la célula con la que colaboraba que tenía entre sus líderes a Becerra y que,
por tanto, es presumible que pudiera ser la misma con la que colaboraba Arturo Soria. El
mismo Ducazcal comentaba que a propósito de un registro por sorpresa durante una de las
reuniones le detuvieron –otra de tantas veces– junto a Moreno Benítez, aunque ya sin
mayores efectos pues los propios funcionarios del Ministerio de la Gobernación reconocían
que la situación política estaba ya dando los últimos estertores135
.
2.4. SEPTIEMBRE DE 1868. REVOLUCIÓN EN LA VIDA DEL JOVEN SORIA
El movimiento conspiratorio coordinado –no sin dificultades, pues era difícil
conciliar tendencias ideológicas enfrentadas hasta muy poco antes – culminó en septiembre
de ese año. El día 16 llegaron a Cádiz, procedentes del exilio, Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla
para coordinar un plan de acción con los mandos de la flota liderados por el unionista Juan
Bautista Topete. La vigilancia policial que los cabecillas habían conseguido burlar pero
que podría acabar con su detención en cualquier momento, la agitación popular creciente
en la zona ante los preparativos entre el elemento civil y un posible adelanto del retorno a
Madrid de Isabel II tras sus vacaciones en San Sebastián, aconsejaron adelantar el
pronunciamiento que en principio se había previsto a la llegada de Serrano, que escapaba
de su deportación en Canarias. El levantamiento militar apoyado por civiles triunfó en
Cádiz sin mayores problemas. El día 19, a la llegada de Serrano y otros generales
unionistas, los líderes del movimiento suscribieron el manifiesto que terminaba con la
célebre “¡Viva España con honra!”, que proclamaba el destronamiento de Isabel II.
Consolidado el pronunciamiento en Cádiz, Serrano marchó hacia Madrid, mientras Prim se
dirigía hacia Cataluña, buscando la extensión del levantamiento por las principales
ciudades. A medida que llegaban noticias de la insurrección, se iban constituyendo juntas
135
Ducazcal, F.: “Memorias de un empresario”. El Heraldo de Madrid, 12/11/1890, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
86
revolucionarias en muchas localidades e Isabel II intentaba desde San Sebastián dar
instrucciones para acabar con ella, pero esta vez eran muchos los militares comprometidos
y la situación iba a ser muy difícil de atajar. El 28 de septiembre se produjo la única batalla
de este proceso revolucionario, en la localidad cordobesa de Alcolea. Se enfrentaron las
tropas comandadas por Serrano y el ejército isabelino que vino a su encuentro desde
Madrid. Tras un solo día de combate de resultado incierto se produjo la retirada del ejército
gubernamental. Al día siguiente, tras comprobar que los apoyos militares que le quedaban
eran muy escasos y que los levantamientos populares estaban empezando a prender
también en el País Vasco, Isabel II decidió cruzar a Francia. Cuando las noticias llegaron a
Madrid, la reacción popular se desató de forma incontenible y multitudes de personas
salieron a la calle para festejar jubilosos la caída del régimen y la llegada de la esperada
nueva época de libertades.
Arturo Soria participó entusiasmado en estos festejos y escribió sobre algunas
escenas que también rememoraron amigos suyos, testigos también de aquellas
celebraciones, como los citados Felipe Ducazcal o Eusebio Blasco136
. Fueron muy
recordadas las escenas protagonizadas por un famosísimo tenor italiano Enrico
Tamberlick, que por entonces actuaba en el Teatro Real. A sus dotes como cantante se le
sumaban sus ideas democráticas y su naturaleza italiana, nación en pleno Risorgimento, lo
que a ojos de sus admiradores liberales constituían motivos para una consideración aún
mayor. Desde un balcón de la Carrera de San Jerónimo, frente a la ya famosa pastelería
Lhardy, Tamberlick interpretó canciones revolucionarias como la Marsellesa o la Marcha
Garibaldi, que exaltaban las emociones de la muchedumbre presente. El tenor también fue
protagonista señalado en las celebraciones de los días posteriores, cuando fueron llegando
a Madrid los diferentes líderes revolucionarios.
136
“Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 603. Ducazcal, F.: “Memorias de un
empresario”. El Heraldo de Madrid, 28/11/1890, p. 1. Blasco recordaba a Arturo Soria, rodeado de
otros compañeros habituales, salir del Café Suizo en dirección a la Puerta del Sol, donde los
componentes de la junta revolucionaria arengarían a la multitud congregada en la plaza. Blasco, E.
(1904): Op. cit., p. 174.
Juventud y revolución
87
Figura 2.13: Triunfo de la revolución. Se pueden observar los gorros frigios que portan algunos
revolucionarios. Fuente: Orellana, F.J. (1890): Historia del general Prim, III, p. 710.
Mientras tanto, en la Casa de la Villa se constituía una junta revolucionaria provisional,
compuesta por una mayoría de unionistas y progresistas -y algunos demócratas-, y en el
Ministerio de la Gobernación se formaba otra junta rival, ésta sí de carácter netamente
democrático y republicano. Rápidas negociaciones entre sus líderes consiguieron la fusión
de ambas en una única Junta Revolucionaria Provisional137
.
El día 3 de octubre llegó Serrano a Madrid y las muestras de aclamación popular
fueron indescriptibles. La comitiva discurrió entre la muchedumbre que cubría el recorrido
desde la estación de Atocha y la Puerta del Sol, pasando por el Congreso de los Diputados.
La multitud no paró de vitorearle y los diferentes líderes pronunciaron discursos en los que
resaltaron había sido la confluencia de objetivos de todos los liberales, unionistas,
137
Muñiz, R. (1884): Apuntes históricos sobre la Revolución de 1868, vol. 1, p. 244; Fuente
Monge, G. de la (2000): Revolucionarios de 1868, p. 91.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
88
progresistas y demócratas, la que había hecho posible la caída de la reina138
. No obstante,
la revolución había sido organizada y conducida por políticos y militares y pronto se
constató sus objetivos en realidad no coincidían en alcance con los de las masas populares
que también la habían apoyado de forma entusiasta. La Junta Revolucionaria de Madrid
asumió de forma unilateral la función de gobierno provisional y se hizo cargo de la
situación antes de que hubiera que acceder a concesiones que en el fragor de algún
momento se podrían llegar a prometer. Las juntas locales formadas por todo el territorio
nacional, que compartían una reivindicación descentralizadora y pretendían articularse
mediante su federación en una junta central, se encontraron con la consumación de que la
Junta de Madrid había asumido, de facto y sin consenso previo, la representación del
movimiento revolucionario. Los días siguientes fueron vertiginosos en todos los órdenes y
los anuncios y las medidas políticas se sucedieron sin cesar. Moreno Benítez, nombrado
gobernador de Madrid, recurrió a la ayuda de Felipe Ducazcal y a la de otros cabecillas con
cierto carisma entre las clases populares para que le ayudasen a mantenerlas bajo control y
evitasen actos de vandalismo y revancha139
. Además se organizaron cuerpos de milicias
populares, los Voluntarios de la Libertad, que también se encargaron del mantenimiento
del orden público. Y realmente fue un auténtico logro que no hubiese altercados violentos
reseñables y que, a diferencia de revoluciones anteriores, ésta destacase por ser
prácticamente incruenta.
Poco a poco fueron llegando la mayoría de los exiliados liberales y el día 7 se
produjo la llegada a Madrid del otro héroe revolucionario, Juan Prim, y el recibimiento
popular fue igualmente emotivo. Los vítores y aplausos ante los discursos y las muestras
de cordialidad entre los líderes de los diferentes partidos fueron atronadores. Ese mismo
día Serrano y Prim, pactaron un gobierno provisional, poniendo fin a un periodo de casi
tres semanas intensísimas que dieron paso a un periodo de relativa tranquilidad. La enorme
138
La Discusión, 4/10/1868, p. 1.
139 No faltaron los episodios en los que, comandando a un numeroso grupo de hombres armados,
tuvo que reprimir los actos violentos contra personas afectas al régimen caído o el destrozo
generalizado de cualquier vestigio relacionado con la monarquía. Ducazcal, F: “Memorias de un
empresario”. El Heraldo de Madrid, 4/12/1890, p. 1.
Juventud y revolución
89
popularidad de la que gozaba también Manuel Becerra se puede comprobar, por ejemplo,
en la reseña que se hizo dando cuenta de su llegada a Madrid, unos días más tarde140
:
Hoy a las doce ha entrado en Madrid el consecuente demócrata D. Manuel Becerra,
después de su larga emigración. La mayor parte de la oficialidad con la bandera del
antiguo batallón tercero de ligeros que mandó Becerra durante el bienio, salió a esperarle
al Escorial, desde donde se dirigieron á Madrid en un tren especial.
En la estación de Madrid, le esperaban multitud de amigos y la junta del distrito del
Centro, poniéndose en marcha la comitiva con una banda de música de uno de los
cuerpos de la guarnición […].
La comitiva se detuvo en las plazas de San Gil, Santo Domingo y calle Mayor, donde el
Sr. Becerra pronunció patrióticos discursos, en medio de atronadores vivas. Después se
dirigieron por las calles de Carretas, Concepción Gerónima [sic] y Tinte, hasta la plazuela
del Cordón, número 1, donde habita el Sr. Becerra, despidiendo a todos los que le habían
acompañado desde uno da los balcones, dándoles las gracias y vitoreando a la libertad y
la soberanía nacional.
El ejecutivo provisional, presidido por Serrano y con Prim como hombre fuerte, se
compuso en exclusiva de unionistas y progresistas. Los demócratas habían rechazado
formar parte de él en señal de protesta, ya que sólo se les había ofrecido un único
ministerio.
Y a partir de este momento, el mundo de Arturo Soria y Mata también sufrió su
particular revolución.
140
La Correspondencia de España, 11/10/1868, p. 3.
91
CAPÍTULO 3. LA LLAMADA DE LA POLÍTICA
3.1. AL SERVICIO DEL GOBIERNO
Así pues, el movimiento revolucionario juntero duró poco. Una vez encomendada
la tarea de gobierno a los prohombres de la Revolución, éstos pactaron la composición del
gabinete y decretaron la disolución de las juntas revolucionarias antes del 20 de octubre.
Las juntas fueron, en general, con la excepción de algunas protestas, sumisas con las
decisiones de los dirigentes militares del proceso revolucionario. Antes de su disolución,
las juntas provinciales y locales fueron instadas a elegir a los integrantes de las
corporaciones que sustituirían de forma provisional a los anteriores, mientras se
convocaban elecciones para su designación por sufragio universal masculino, que fue la
bandera representativa de los nuevos derechos ciudadanos implantados por el nuevo
régimen141
.
El Gobierno provisional comenzó una frenética actividad desde el mismo día 8 de
octubre. Aparte de la sustitución en masa de los funcionarios de las instituciones centrales,
designó a los nuevos gobernadores civiles que representarían al gobierno en las provincias,
así como a sus ayudantes para poder manejar de forma controlada la evolución política en
el conjunto del Estado, especialmente en aquellas regiones en las que las élites políticas
locales se habían mostrado en desacuerdo con la evolución que finalmente habían seguido
los acontecimientos. Para estos nombramientos sí se contó con la militancia del Partido
Demócrata, pues, en principio, todavía se mantenía unida la coalición política que había
hecho posible la caída del régimen isabelino. Sin embargo, al haber estado excluidos de las
tareas de gobierno desde 1856, eran muy pocos los demócratas y progresistas que podían
acreditar alguna experiencia política. Por esta razón, para ocupar muchos de los puestos se
tuvo que echar mano de personas con poca o nula experiencia en estas lides, cuyos únicos
méritos hasta entonces podían haberse limitado prácticamente a colaboraciones
clandestinas de toda índole en el seno de las células revolucionarias. Arturo Soria fue uno
141
La reacción de las juntas revolucionarias a la entrega del poder a Serrano y Prim y su proceso de
disolución, por ejemplo, en Fuente Monge, G. de la (2000): Op. cit., pp. 147-169.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
92
de estos jóvenes sin experiencia política a los que recurrieron para que ocupase un puesto
en la renovada Administración, en su caso sería el de secretario en el Gobierno civil de la
provincia de Lérida.
Mientras tanto, la delicada cuestión sobre la futura forma de gobierno iba a tener
consecuencias que afectarán de lleno al Partido Demócrata. Recordemos que el Pacto de
Ostende de 1866 había girado sobre unos puntos mínimos de acuerdo, entre los que
figuraban el que la forma de gobierno la decidirían unas Cortes Constituyentes. Durante los
contactos y movimientos previos a septiembre de 1868 se había soslayado esta cuestión,
conscientes como eran los diferentes líderes de la necesidad de la unión de todas las
fuerzas para deponer a Isabel II, lo que, como había venido demostrándose a lo largo de
años de intentonas fallidas, no era un objetivo fácil. Tras el triunfo del levantamiento, se
evitaron las manifestaciones públicas sobre el asunto, con alguna excepción a nivel local,
para no poner en peligro la consolidación del movimiento revolucionario. Las muestras de
unión, cordialidad y convergencia de objetivos, que habían comenzado a quedar en
entredicho al asumir la Junta Revolucionaria de Madrid de forma unilateral la
representación nacional del movimiento juntero, iban a comenzar a ser más cuestionadas
desde ese instante. Sin embargo, todavía existía la voluntad de los diferentes líderes
madrileños de transmitir la importancia de mantenerse unidos. El recién designado alcalde
de Madrid, Nicolás María Rivero, emitió una nota pública expresando, en nombre del
partido Demócrata, el apoyo al nuevo gobierno, "confiando en que realizará leal e
íntegramente el programa de Cádiz"142
.
Si bien es cierto que muchos no se conformaban con un cambio de gobierno y la
garantía de algunos derechos civiles, sino que deseaban el establecimiento de un régimen
democrático pleno que pusiese en pie una serie amplia de reformas profundas, no sólo
políticas, sino también económicas, sociales y culturales, que operase una transformación
real de la sociedad española y la liberase de su evidente atraso, tampoco es menos cierto
que, a muchos otros con las decisiones y medidas ya tomadas les parecía más que
suficiente.
142
Gaceta de Madrid, 10/10/1868, p. 4.
La llamada de la política
93
Pero a pesar de desear un proceso de reformas controlado y sólo de alcance
limitado, es importante destacar que el Gobierno provisional todavía mantenía su
compromiso de transformar a España en una nación moderna. Y de hecho tuvo en
consideración algunas de las reivindicaciones históricas contenidas en el ideario del
Partido Demócrata y desde los primeros días tomó no pocas decisiones liberalizadoras que
no todo el espectro de la coalición liberal compartía de manera unánime. En poco más de
dos meses elaboró decretos que implantaron el principio de soberanía nacional, el derecho
de asociación y el de reunión, la libertad de enseñanza, la libertad de imprenta, etc.
Convocó elecciones municipales para el mes de diciembre y a Cortes Constituyentes para
enero de 1869, ambas mediante sufragio universal, aunque sólo para los varones mayores
de 25 años.
Pero otra cuestión era la de hablar de instaurar una república como forma de
gobierno. Ni la mayoría de los líderes de la coalición liberal, ni siquiera el movimiento
juntero, se había mostrado partidarios de un régimen republicano, entre otras cosas porque,
en el seno de la coalición liberal los seguidores del Partido Demócrata eran una minoría y,
de ellos, no todos se sentían republicanos, o al menos no de la misma forma143
. Arturo
Soria sí se afirmaba republicano, pero él mismo reconocía que por entonces eran
significativamente pocos los que compartían esa ideología en Madrid. Relataba que, en las
celebraciones tras el 29 de septiembre, sus "vivas a la República", en el café Suizo o en la
concurrida Puerta del Sol tras escuchar los discursos populistas de los diferentes líderes
revolucionarios, se encontraban sin contestación144
. La misma impresión había obtenido
Nicolás Estévanez durante esas manifestaciones populares de aquellos días145
.
El Partido Demócrata había ido recogiendo en su indefinido ideario una variedad
de perspectivas doctrinales -algunas de ellas incluso contrarias entre sí- fruto de haber
acogido en su seno a individuos procedentes de sectores sociales muy diversos, entre los
143
En palabras de Duarte, el republicanismo español de antes de 1868 era "poliforme". Duarte, Á.
(2013): Op. cit. p. 82.
144 “En qué espantosa minoría estábamos los republicanos, que por aquellos días nos llamábamos
demócratas”. En “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 603.
145 Nicolás Estévanez también rebajaba el carácter republicano de la mayoría de los asistentes al
Café del Siglo y al Café Suizo. Recordaba que siempre había encontrado una oposición
generalizada cuando, antes de septiembre de 1868, él se había declarado a favor de la instauración
de la república. Estévanez, N. (1903): Op. cit., p. 261.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
94
que se podía encontrar a intelectuales o a profesionales liberales de las clases medias
urbanas cohabitando con una amplia amalgama de individuos procedentes de las capas
populares, cuyas prioridades eran, lógicamente, muy diferentes, pero deseosos todos ellos
de luchar, por ejemplo, por la extensión de los derechos civiles a todas las capas de la
sociedad, por la mejora de la vida de las clases desfavorecidas o por intervenir en la vida
pública a través del sufragio universal o a través del derecho a reunirse o a asociarse. No
obstante, a lo largo de sus años de existencia en la semiclandestinidad, fueron numerosos
los desacuerdos y los conflictos internos que no sólo reflejaron la heterogeneidad doctrinal
de sus militantes, sino también la dura pugna entre facciones por ejercer un liderazgo, a
veces excluyente146
.
Como una expresión del deseo y ganas de intercambio y divulgación de sus ideas
en un nuevo clima de libertad de asociación, en esos días de octubre de 1868 una
representación del Partido Demócrata fundó el Círculo de la Revolución. Se trataba de una
asociación que pretendía "propagar y difundir la doctrina revolucionaria, discutir los
asuntos y cuestiones que interesen a la causa de la revolución, y procurar por todos los
medios legales la consolidación y organización definitiva del régimen liberal", de acuerdo
a un programa que recogía la mayoría de las reivindicaciones contenidas en el ideario
básico del Partido: la soberanía nacional, el sufragio universal, la libertad religiosa, la
libertad de la prensa y de pensamiento, la abolición de la censura, la inviolabilidad del
domicilio y de la correspondencia, la seguridad individual garantizada, además de "todos
los demás contenidos en la declaración de principios hecha por la Junta revolucionaria de
Madrid". Es decir, como puede observarse, ninguna mención a la república. Entre los
constituyentes de esa asociación se encontraban Cristino Martos, Nicolás Salmerón,
Manuel Becerra, Segismundo Moret, Manuel Merelo, Rafael María de Labra, Francisco
Giner de los Ríos o Julio Vizcarrondo, entre otros147
.
La ruptura del acuerdo entre las fuerzas de la coalición liberal se materializó a los
pocos días, el 25 de octubre, al emitir el gobierno provisional un manifiesto en el que, sin
146
Duarte, Á. (2013): Op. cit. pp. 82-85. Castro Alfín, D. (1994): Op. cit., pp. 59-85. Esteban
Navarro, M.Á. (1994): Op. cit., pp. 87-93.
147 La Discusión, 22/10/1868, p. 1. Fue un precursor de los clubes republicanos que con voluntad
socializadora y de intercambio de ideas fueron apareciendo durante el Sexenio. Gutiérrez Lloret, R.
(2001): Op. cit., p. 158.
La llamada de la política
95
esperar a que unas Cortes Constituyentes se pronunciasen sobre la cuestión -lo que
significaba el incumplimiento de lo pactado en Ostende- se manifestaba a favor de la
continuidad monárquica. El 12 de noviembre se publicó el programa electoral de las
fuerzas unionistas y progresistas en el que apostaban por el sufragio universal masculino y
el "conjunto de libertades establecidas por la reciente revolución", pero construido sobre un
régimen monárquico.
Otro efecto de esta ruptura del consenso fue la reformulación del Partido
Demócrata, cuya base social a mediados de octubre se había declarado mayoritariamente a
favor de la república en una manifestación liderada por las principales figuras de esta
formación. El partido quedó reformulado en Partido Democrático Republicano Federal,
denominación que no admitía dudas sobre la opción de gobierno que defendía. Esto motivó
que en una asamblea reunida el 13 de noviembre en el Circo Price de Madrid, en la que se
constituyó un comité electoral republicano para concurrir a las elecciones, se oficializase
una escisión: la de un grupo liderado por el que había sido una de las figuras más populares
y reconocidas del finiquitado Partido Demócrata, Nicolás María Rivero, y que se conoció
como los cimbrios148
. A Rivero le acompañaban Martos, Moret, Echegaray, Becerra149
o
Merelo, entre otros, provenientes en su mayoría del comentado Círculo de la Revolución.
Los cimbrios habían decidido unirse a la coalición unionista-progresistas que defendía la
opción monárquica y lo habían dado a conocer en un manifiesto difundido el día antes a la
referida asamblea demócrata. De este modo optaban por una solución posibilista que, sin
renunciar a apostar en el futuro por una forma política republicana, les diese la opción de
llegar a corto plazo a conseguir objetivos como el sufragio universal masculino y otra serie
de derechos y libertades individuales, que habían conseguido que las otras fuerzas liberales
admitieran. Aunque por la vía cimbria optaron muchos de los pesos pesados del partido,
terminaron siendo sólo una facción minoritaria y elitista de los demócratas, ya que las
148
Denominación debida a una de las frases incluidas en el manifiesto electoral conjunto de 12 de
noviembre en el que dieron a conocer su decisión de apoyar la solución monárquica.
149 Muñiz afirmó que Manuel Becerra nunca había manifestado ser republicano. Además, describe
que en una manifestación promonárquica que se organizó como réplica a la que los demócratas
republicanos organizaron en octubre reclamando la instauración de la república, entre los líderes
progresistas y unionistas que la encabezaron, también se vio a Manuel Becerra. Muñiz, R. (1884):
Op. cit., pp. 245-248.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
96
bases optaron mayoritariamente por el nuevo Partido Republicano Federal150
. A este
respecto, comentaba José Echegaray151:
[…] era un Estado Mayor; pero hay que reconocer que si el partido democrático [ya se
refiere a la escisión cimbria] tenía ideas y tenía jefes que formaban un espléndido grupo,
no tenía ejército. El ejército se lo habían llevado los federales.
El resultante Partido Democrático Republicano Federal quedó encabezado por José María
Orense, Francisco Pi y Margall, Estanislao Figueras, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar,
y desde ese mismo instante se situó en la oposición al régimen recién estrenado. Aparte de
heredar muchas de las indefiniciones y disensiones doctrinales de la formación extinta,
tampoco consiguieron un consenso en cuanto a la estrategia más idónea para llegar a
conseguir la instauración republicana. De entre las diferentes facciones que fueron
surgiendo, fueron los denominados intransigentes (los que no desdeñaban ninguna vía,
violenta o no) los más beligerantes.
Las primeras elecciones generales a Cortes se celebraron en enero de 1869 y
fueron ganadas por la coalición monárquica liderada por Prim y formada por el Partido
Progresista, la Unión Liberal y los demócratas cimbrios. Becerra, que había sido elegido
concejal para el Ayuntamiento de Madrid en las elecciones municipales de diciembre,
consiguió ser elegido diputado por Madrid para formar parte de las nuevas Cortes. Antes
de dejar el consistorio madrileño, fue él quien presentó, junto a Ángel Fernández de los
Ríos y otros concejales, una proposición para que, en la bandera nacional, junto al amarillo
y al rojo campease el morado, "color del antiguo pendón de Castilla que tantas glorias y
tantos martirios recuerda a los amantes de las libertades y glorias patrias", propuesta que,
de momento, quedó guardada en un cajón. Ya como diputado fue nombrado miembro de la
Comisión constitucional que se encargó de dar forma al nuevo texto constitucional que se
iba a aprobar en junio de ese año152
.
150
Esteban Navarro, M.Á. (1994): Op. cit., pp. 90-96. Artola, M. (1991): Partidos y programas
políticos, 1808-1936, vol. I. Los partidos políticos, pp. 281-286.
151 Echegaray, J. (1917c): Recuerdos, III, p. 42.
152 Vilches, J. (2010): Op. cit., pp. 504-509. Cita en Duarte, Á. (2103): Op. cit., p. 90.
La llamada de la política
97
A pesar de sus sentimientos republicanos y del impacto que la decisión de los
cimbrios causó en la militancia demócrata en general, Arturo Soria había mostrado
fidelidad a su mentor político y había decidido seguirle en la vía cimbria. Su
nombramiento como secretario del Gobierno de la provincia de Lérida lo había firmado el
ministro de la Gobernación del Gobierno provisional, Práxedes Mateo Sagasta, el 30 de
noviembre de 1868 y tomó posesión del cargo el 6 de diciembre153
.
Eran los gobiernos civiles el instrumento utilizado por el ejecutivo central para
velar por el cumplimiento de su política en cada provincia y para controlar a los órganos de
gobierno local como eran las diputaciones y ayuntamientos. Los gobernadores civiles eran
puestos de libre designación, nombrados a propuesta del Ministerio de la Gobernación, el
encargado de ejecutar la política interior en España. Los gobernadores eran, por tanto, los
delegados del Poder Ejecutivo en las provincias, y se convirtieron en un engranaje
fundamental para la renovación y modernización de la Administración española acometida
durante la segunda mitad del siglo XIX. Aunque sus competencias variaron en función de
las medidas más o menos descentralizadoras impulsadas por los diferentes gobiernos, los
gobernadores gozaron de altas prerrogativas en el seno de su provincia y fueron esenciales
para la consolidación de la centralización administrativa emprendida por el Estado liberal
en nuestro país.
Para el cumplimiento de sus funciones administrativas, disponían de una
estructura, la secretaría, compuesta por un secretario, unos cuantos oficiales (normalmente
entre tres y cinco), algún escribiente y un ordenanza, equipo que por lo general fue
insuficiente para encargarse de todas las tareas de este tipo que el gobierno civil tenía
encomendadas en el ámbito de su provincia. A esa falta de medios humanos para un
funcionamiento adecuado se le podía sumar otros elementos que incidían negativamente en
la motivación del personal, por otro lado característicos de la Administración española de
este siglo: los traslados continuos, las cesantías indiscriminadas y arbitrarias, los frecuentes
retrasos en sus magras pagas, etc. Los traslados a otros destinos en muchas ocasiones
venían acompañados de una mejor retribución, por lo que solían implicar más un
incremento de emolumentos que una cuestión de eficacia administrativa. Iban lógicamente
153
AHIGN. Expediente personal de Arturo Soria Mata. AHN. Ultramar,2455.Exp. 46. Hoja de
servicios de Arturo Soria.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
98
en detrimento de la gestión, pero los traslados fueron muy frecuentes y estuvieron muy
influidos por las recomendaciones y, por supuesto, dependieron de la identificación de
cada uno con el gobierno de turno. Los secretarios de los gobiernos civiles eran designados
también a propuesta del ministro de la Gobernación, no en función de una acreditada
competencia profesional sino, como los de gobernador, por una afinidad política
determinada. Por esta razón acceder a uno de estos puestos podía considerarse el inicio de
una carrera política que, si las circunstancias la favorecían, iría progresando poco a
poco154
.
Figura 3.1: Coordinación entre la Administración pública ca. 1870. Fuente: elaboración propia a
partir de Moral Ruiz, J.del, Pro Ruiz, J. y Suárez Bilbao, F. (2007): Estado y Territorio en España.
1820-1930. La formación del paisaje nacional, p. 108.
Soria fue uno de éstos cuya carrera tuvo cambios frecuentes en poco tiempo. En Lérida,
por ejemplo, estuvo tan sólo unos meses, pues en febrero de 1869 fue trasladado a un
nuevo destino para ocupar el mismo puesto de secretario del Gobierno civil, esta vez en
Orense. Tomó posesión del cargo el 23 de marzo y el sueldo asignado fue el mismo que
154
Cajal, A. (1999): El gobernador civil y el Estado centralizado del siglo XIX, pp. 193-198. Moral
Ruiz, J.del, Pro Ruiz, J. y Suárez Bilbao, F. (2007): Estado y Territorio en España. 1820-1930. La
formación del paisaje nacional, pp. 104-111.
La llamada de la política
99
había cobrado en el anterior: 1.600 escudos155
. En el mes de abril, como hemos comentado
en el capítulo anterior, se le instó a tomar la decisión de optar por ocupar la plaza que tenía
a su disposición en el Cuerpo del Catastro. Pero para entonces Arturo Soria ya había
decidido que el nuevo rumbo personal y profesional que se le había abierto le motivaba
más, por lo que decidió seguir en Orense.
Mientras tanto, las Cortes alumbraron una nueva Constitución que si bien podía
considerarse una de las más avanzadas de la época, hubo sectores políticos que
consideraron que el texto no recogía muchas de las expectativas que habían puesto en la
nueva etapa política y no era más que la constatación de que las demandas de las clases
proletarias no se iban a satisfacer. Desengañados de la evolución del movimiento
revolucionario, fueron los denominados republicanos federales intransigentes los que se
plantearon comenzar recurrir a métodos más expeditivos para exigir sus reclamaciones.
Consideraban éstos que sus compañeros de militancia observaban en las Cortes excesiva
benevolencia con el gobierno, así que decidieron pasar a la acción y planearon una
sucesión de levantamientos coordinados en varios puntos del país. Uno de los detonantes
se produjo cuando, obligado a hacer frente al conflicto independentista en Cuba iniciado el
año anterior y a los cada vez más frecuentes enfrentamientos con partidas carlistas, el
gobierno decidió mantener el reclutamiento mediante quintas. Esto suponía no atender a
una de las cuestiones, junto a la sí conseguida derogación del impuesto por los consumos,
que las clases populares habían venido exigiendo de forma recurrente durante sus
manifestaciones. No pasó mucho más tiempo, pues durante el verano y otoño de ese año ya
se dejaron ver en distintos lugares de la península las primeras insurrecciones comandadas
por los republicanos federales. Muchos de sus protagonistas eran militantes de los
Voluntarios de la Libertad, las milicias populares creadas tras el triunfo de la revolución
septembrina, y no en vano Sagasta había intentado en varias ocasiones durante este periodo
su disolución y la entrega de las armas, debido precisamente al peligro potencial que
representaban para el mantenimiento del sistema recién nacido.
Los motines del verano tuvieron cierta intensidad, por lo que el gobierno se vio
obligado a recurrir al ejército, aunque no tuvo mucha dificultad en aplastarlas al
enfrentarse en realidad a tropas improvisadas, inexpertas y pobremente armadas. A lo largo
155
AHN. Ultramar,2455.Exp. 46. Hoja de Servicios de Arturo Soria.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
100
del mes de octubre tuvieron lugar nuevos levantamientos, que dependiendo de la zona
geográfica fueron de mayor o menor gravedad. Entre los más intensos se puede destacar
algunos de Cataluña, Aragón, Levante o Andalucía Occidental, donde hubo algún choque
virulento, con cruce de fuego de artillería y no pocas víctimas.
Arturo Soria fue, desde su puesto de secretario del Gobierno en Orense,
protagonista de uno de estos episodios, de los más destacables entre los ocurridos en zona
gallega. A las siete de la mañana del 2 de octubre unos 200 hombres consiguieron
sorprender y apoderarse de las máximas autoridades de esa provincia, entre los que se
encontraban el gobernador civil y el comandante militar, aparte de otros oficiales militares
y funcionarios. Arturo Soria, que en principio también había sido detenido, logró escapar y
reunir a unos treinta soldados, que puso bajo su mando para intentar el rescate de los
rehenes. Hubo una fuerte refriega: “los facciosos [republicanos federales] se habían
apoderado de las casas y hacían tan vivísimo fuego que dejaron muerto a un teniente del
ejército e hirieron a dos soldados” y, tras ella, los sublevados decidieron abandonar la
población, llevándose consigo al gobernador civil, al comandante militar, al comandante de
carabineros y, de paso, el contenido de la caja156
. Planeaban unirse a otras partidas y
propagar el movimiento insurreccional a las otras provincias gallegas, pero tras ver
fracasada su intentona, decidieron emprender la huida hacia Portugal. Arturo Soria,
ejerciendo de gobernador interino, emitió un bando el día 5 en el que declaraba disueltos el
ayuntamiento -de mayoría republicana- la milicia de la ciudad y los dos clubes
republicanos existentes. Además ordenó recoger las armas de las personas que no tuviesen
autorización para su uso157
. Poco después tuvo lugar una breve escaramuza entre el ejército
y los insurrectos, que se saldó con alguna baja entre éstos, tras la cual se consiguió la
liberación de los rehenes y el restablecimiento del orden en la zona.
La actuación resolutiva y valiente de Arturo Soria había impedido que el motín
fuese efectivo y que pudiera expandirse al resto de las provincias, por lo que la Diputación
Provincial subrayó públicamente en una nota al Ministerio de la Gobernación la “brillante
156
El Imparcial, 3/10/1869, p. 3; 4/10/1869, pp. 3-4; La Correspondencia de España, 3/10/1869, p.
1.
157 La Correspondencia de España, 5/10/1869, p. 1 y 6/10/1869, p. 1; La Discusión 7/10/1868, p. 1;
La Iberia, 7/10/1869, p. 1.
La llamada de la política
101
conducta observada durante las difíciles circunstancias por el secretario del Gobierno”. La
nota fue tomada en consideración y el ministro, Práxedes Mateo Sagasta, decidió reconocer
la acción proponiendo a Soria para recibir una condecoración. El 6 de febrero de 1870 el
general Serrano, en calidad de regente del reino, le nombró Caballero de la Real Orden de
Isabel la Católica158
.
Arturo Soria permaneció en Orense hasta el 27 de marzo de 1870, fecha en la que
fue de nuevo trasladado para ocupar el puesto de secretario del Gobierno civil de La
Coruña, lo que suponía un considerable ascenso, ya que sus sueldo pasaba a ser de 6.000
escudos159
. En ese nuevo destino permaneció cerca de año y medio. Como un ejemplo de
las labores que tuvo encomendadas en ese periodo, consta el acta de una visita de
inspección realizada en 1871 a la Casa de Misericordia de la ciudad, en la que acompañó a
una comitiva encabezada por el gobernador y otra decena de prebostes locales. La visita,
organizada a instancias de la condesa de Espoz y Mina, tenía como objetivo constatar que
la gestión y las condiciones en que prestaba el servicio esa institución benéfica eran las
adecuadas y desmentir así la información aparecida en un periódico, que sugería lo
contrario. Tras la visita Arturo Soria, como secretario del Gobierno civil, levantó el acta de
la inspección, en la que desmentía lo que se había publicado160
.
Mientras tanto, a nivel nacional los acontecimientos políticos habían seguido
sucediendo a un ritmo vertiginoso. El 27 de diciembre de 1870 Juan Prim sufrió un
atentado en Madrid, cuyas circunstancias, todavía a día de hoy, están por aclarar de manera
definitiva. Según la versión oficial, las heridas sufridas le habrían provocado la muerte tres
días después. Ese mismo día desembarcaba en Cartagena Amadeo de Saboya, el flamante
nuevo rey que poco antes habían elegido las Cortes españolas. La repentina desaparición
del hombre fuerte del régimen y principal valedor del nuevo monarca, así como la
persistencia de variados focos de desestabilización, hicieron que las perspectivas para su
reinado fuesen muy difíciles.
158
AHN. FC_Exteriores. Condecoraciones, C-254, Exp. 2. Nombramiento de Arturo Soria y Mata
como Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica. La propuesta era conjunta para él, otros
cinco funcionarios del Gobierno civil de Orense y el secretario del ayuntamiento de San Ciprián de
Viñas.
159 AHN. Ultramar,2455.Exp. 46. Hoja de Servicios de Arturo Soria.
160 Biblioteca de Galicia. Sig.: 457.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
102
Durante estos años, Felipe Ducazcal se hizo un personaje muy popular en los
ambientes madrileños, aunque no siempre por motivos ejemplares. Era un personaje
simpático y con carisma, que al tiempo que era íntimo de personas con responsabilidades
de gobierno en la nueva etapa - Juan Prim, Ricardo Muñiz, Sagasta o Moreno Benítez,
entre muchos otros-, mantenía su grupo de amistades de los barrios populares todavía
dispuestos a secundarle en acciones violentas cuando conviniese. Cuando éste Moreno
Benítez fue nombrado gobernador civil de Madrid, se hizo acompañar de Felipe Ducazcal
como secretario.
Fiel políticamente a Juan Prim, a comienzos de diciembre de 1870 Ducazcal no
dudó en batirse en duelo en su lugar contra José Paul y Angulo, dueño de El Combate,
periódico desde el que fustigaba e incluso amenazaba gravemente a Prim. Fruto del lance,
quedó una bala alojada en la cabeza de Ducazcal que sería la causante de su muerte
repentina, pero veinte años después. Por estos años, comenzó a actuar en la capital una
banda de matones armados, la Partida de la Porra, de la que Ducazcal fue su cabecilla más
conocido. Parece que actuando bajo la connivencia de Sagasta, esta banda se hizo cargo de
algunos trabajos sucios de coacción a la oposición que los cuerpos policiales no podían
realizar. Así, se dedicaron a boicotear actos políticos de oposición o a irrumpir
violentamente en las redacciones de los diarios desafectos, causando destrozos y sin dudar
en apalear al que se ponía por delante. Durante estos años actuaron violenta, arbitraria e
indiscriminadamente contra todos los que pudieran disentir con el régimen, fuesen
alfonsinos, carlistas, moderados o republicanos161
.
El literato y periodista de afinidad carlista, Julio Nombela, recordaba la
impunidad con la que la partida actuaba contra los críticos162
:
En aquel tiempo, en que la célebre partida de la porra era poco menos que una institución,
nada más peligroso que decir verdades, porque los valientes a quienes capitaneaba el
popular Felipe Ducazcal no se paraban en barras y bastaba ahondar algo en la censura de
los actos del gobierno para que fuera derrengado a palos quien se permitiese el más
161
Moreno de Cózar, J.E. (2010): "Ducazcal y Lasheras, Felipe", pp. 633-635. González Calleja, E.
(1998): La razón de la fuerza: orden público, subversión y violencia política en la España de la
Restauración (1875-1917), pp. 26-28.
162 Nombela, J. (1911): Impresiones y recuerdos. Tomo cuarto, p. 11.
La llamada de la política
103
sencillo desahogo, si molestaba a los que movían a su gusto, y por cuenta del presupuesto
nacional, los brazos armados de cachiporras y en muchas ocasiones de trabucos.
Figura 3.2: La porra, uno de los instrumentos de Sagasta, entonces ministro de la Gobernación.
Fuente: La Carcajada, 12/4/1872, p. 2.
No obstante, a pesar de sus dedicaciones oscuras, Ducazcal consiguió seguir siendo un
personaje de gran popularidad. Un buen ejemplo de esta popularidad fue su multitudinaria
boda, celebrada el 30 de septiembre de 1869, a la que acudieron más de mil personas de
"todas las clases sociales, desde el grande de España hasta el barrendero", que tuvo que
celebrarse en los Campos Elíseos, "por ser el único sitio donde podía reunirse tanta gente".
A ella estaba previsto que acudiesen incluso Prim y Sagasta, pero no pudieron hacerlo por
la convocatoria de una reunión urgente del gabinete tras un nuevo levantamiento carlista.
Fue madrina la esposa de Ricardo Muñiz, y el padrino Juan Moreno Benítez. Según
recordaba Ducazcal, la cabecera de la mesa estuvo compuesta por la mujer de Prim, la de
Sagasta, Juan Moreno Benítez, Manuel Becerra, y, también, por "la inolvidable marquesa
de Santiago" acompañada de sus hermanas, es decir, Mariana y Julia Soria163
. De Arturo
163
Ducazcal, F.: “Memorias de un empresario”. El Heraldo de Madrid, 17/12/1890, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
104
no mencionó nada, no sabemos si estuvo, aunque es probable que no, porque lo que es
cierto es que dos días más tarde se estaba enfrentando a la partida republicana en Orense.
En julio de 1871 le fue encomendada la formación de un nuevo gobierno a
Manuel Ruiz Zorrilla. También entonces la trayectoria de Arturo Soria volvió a obtener un
nuevo impulso al ofrecérsele ocupar la Secretaría del Gobierno Superior civil de la isla de
Puerto Rico. Soria envió un telegrama el 25 de agosto en el que indicaba que, por
agradecimiento, deseaba consultar la aceptación de ese ofrecimiento con su superior, el
gobernador civil de La Coruña, aunque ya adelantaba la casi segura respuesta afirmativa.
Se despedía agradeciendo la confianza “en sus escasos méritos” y se ponía a “disposición
para como considere mejor pueda servir a los intereses de la causa revolucionaria”. Al día
siguiente Soria aceptó el nuevo destino y el día 29 se publicaba su nombramiento oficial,
firmado por el ministro de Ultramar, Tomás María Mosquera164
.
A partir de ese día sus preocupaciones pasaban a ser de otro orden y debía
centrarse en garantizar la extensión hacia la isla de las reformas que se habían contemplado
en la Constitución de 1869 y, especialmente, la lucha contra la esclavitud, tratando de
hacer cumplir una muy reciente Ley Preparatoria para la abolición de la esclavitud en las
Antillas, conocida como Ley Moret, que había sido promulgada el año anterior. El
abolicionismo había sido uno de los ingredientes ideológicos tradicionales de los políticos
demócratas y de los situados más a la izquierda del Partido Progresista. Habían hecho
suyas las reivindicaciones de una Sociedad Abolicionista Española, que desde su
constitución en 1865 luchaba por hacer ilegal la existencia de la esclavitud en España. En
esa sociedad militaban personalidades de la talla de José María Orense, Práxedes Mateo
Sagasta, Emilio Castelar, Julio Vizcarrondo, Segismundo Moret, José Echegaray, Manuel
Becerra, Nicolás Salmerón, Estanislao Figueras o Rafael María de Labra, entre muchos
otros. Con este plantel no era de extrañar, por tanto, que el abolicionismo fuera uno de los
temas reclamados por muchos políticos del nuevo régimen, aunque luego su concreción
legislativa fuese lenta y gradual.
164
El sueldo asignado era de “875 pesetas y 6.250 de sobresueldo”. AHN. Ultramar,2455.Exp. 46.
Expediente personal de Arturo Soria y Mata. Folios 1, 34 y 35.
La llamada de la política
105
Siendo ministro de Ultramar, Manuel Becerra había auspiciado en 1869 la
extensión de las reformas liberales recientemente establecidas en la península también
hacia Puerto Rico, y además había elaborado un anteproyecto para la abolición de la
esclavitud que no salió adelante debido a que los políticos más conservadores del régimen
no se mostraron partidarios de facilitar concesiones sobre este asunto si antes no se
alcanzaba la paz en Cuba. A esta oposición se sumaba la influencia ejercida por un
poderoso lobby antiabolicionista que se negaba rotundamente a cualquier tipo de solución
en este sentido. Al año siguiente el gobierno trató de acomodar una solución intermedia a
través de la ley propuesta por Segismundo Moret que, aunque bajo ciertas condiciones que
limitaban su alcance y su aplicación sólo a Puerto Rico, había constituido un hito en la
historia española al tratarse de la primera ley abolicionista. En ella se disponía la libertad
para los hijos de esclavos nacidos después del 17 de septiembre de 1868 o para los
mayores de 60 años, y se estipulaban limitaciones, como la prohibición de los castigos
corporales entre otras, que de alguna manera pretendían mejorar las condiciones de vida de
los esclavos. Sólo se determinó su aplicación en Puerto Rico debido a la escasa
dependencia del trabajo esclavo en sus plantaciones en comparación con las de Cuba,
donde por otro lado estaba en plena efervescencia la guerra de emancipación. No obstante,
el gobierno seguía comprometido con la idea de en la siguiente legislatura presentar una
ley definitiva de abolición para Puerto Rico y, tan pronto como concluyera la guerra en
Cuba, otra para esa isla. La Ley Moret de 1870 suponía el inicio de un proceso que ya fue
imparable165
.
Arturo Soria llegó a Puerto Rico el 30 de septiembre, procedente de La Coruña, y
tomó posesión de su cargo el 14 de octubre de 1871166
. Se encontró con una isla que
contaba ya con un censo de unos 600.000 habitantes (de los cuales unos 13.000 eran
peninsulares) en la que el ambiente político estaba dividido entre los seguidores de dos
partidos de muy reciente creación, el Liberal-Reformista, partidario de exigir la rápida
165
Díaz Soler, L. M. (1970): Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico, pp. 315-323. García
Ochoa, M.A. (1982): La política española en Puerto Rico durante el siglo XIX, pp. 154-175.
Hernández Ruigómez, A. (1988): “La abolición de la esclavitud en Puerto Rico: Introducción al
estudio de las mentalidades anti-esclavistas”, pp. 35-38. Maestro Castañeda, J.C. (2000):
"Documentación inédita sobre el capitán don Gabriel Baldrich en el Archivo Histórico Provincial
de Burgos", pp. 212-224. Piqueras, J.A. (2002): “La cuestión cubana, de la Revolución Gloriosa a
la Restauración”, pp. 172-173.
166 AHN. Ultramar,2455.Exp. 46. Expediente personal de Arturo Soria y Mata. Folios 3 y 4.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
106
implantación de las reformas que la reciente Constitución española ya contemplaba, y el
Conservador, que aunque con menos partidarios -fundamentalmente los propietarios de
negocios o plantaciones, muchos de origen peninsular- contaban con la suficiente fuerza e
influencia como para mostrarse abiertamente intransigentes a cualquier reforma que
pudiera modificar su estatus y que no dudaban en crear alarma ante la previsión de la
implantación de las medidas liberales o en comprar voluntades si fuese preciso para
preservar sus intereses. Contaban también con el apoyo más o menos explícito de algunos
cargos políticos locales, sin duda con intereses cruzados. Como era de esperar, los
propietarios afectos al sector reaccionario también se resistieron al cumplimiento de la Ley
Moret, para lo cual idearon todo tipo de argucias con el objeto de sortearla, entre otras, el
falseamiento de los datos de los censos de esclavos, por ejemplo, o anticiparse a la
liberación de los menores y ancianos antes de la entrada en vigor para no tener que hacerse
cargo de su mantenimiento tras su emancipación, como estaba previsto en la ley167
.
Cuando las artimañas no fueron suficientes, los antiabolicionistas no dudaron en recurrir a
los sobornos, a la intimidación e incluso a la violencia. Para las autoridades, encargadas de
velar por la estabilidad del orden público junto con el cumplimiento de las nuevas leyes, el
ambiente era preocupante porque también persistía el temor a que prendiese en Puerto Rico
un conflicto independentista similar al iniciado en Cuba unos años antes. En este sentido
resulta muy esclarecedor lo que el gobernador civil de la isla entre 1870 y 1871, el
mariscal Gabriel Baldrich, escribía al gobierno de Madrid sobre los opositores a las
reformas168
:
Estos sólo verían con gusto el restablecimiento del régimen colonial. Para ellos no hay
mejor sistema de gobierno que aquel que se deriva de la voluntad personal. Para ellos, los
buenos gobernantes sólo son aquellos que amenazan con un destierro a un Intendente
porque se resiste a sus mandatos en el pleno y leal ejercicio de sus atribuciones. Para
ellos, los buenos gobernantes sólo son aquellos que mandan a presidio a hombres libres
para que sean azotados, o porque cometieron hurto, o porque algunos -de ellos haya
167
Aunque la Ley se había publicado en la península en julio de 1870, su publicación en Puerto
Rico se demoró hasta finales de noviembre, dando plazo a los propietarios esclavistas a idear como
escapar a sus condiciones, lo que provocó la reacción airada del ministro de Ultramar, Segismundo
Moret, contra las gestiones del gobernador Baldrich. Maestro Castañeda, J.C. (2000): Op. cit., pp.
217-218.
168 Citado en García Ochoa, M.A. (1982): Op. cit., p. 171.
La llamada de la política
107
maltratado a su mujer, o porque, ebrios, hubieran promovido un escándalo en una plaza
pública. Para ellos, son buenos gobernantes aquellos que toleran fraudes en las Aduanas y
que sólo envían a la cárcel y entregan a los Tribunales a los funcionarios públicos,
dejando en libertad a eternos explotadores de la Real Hacienda.
[…]
Yo no sé gobernar así, aunque comprendo que ofrece más facilidades el gobierno
absoluto de los antiguos virreyes que una administración liberal.
Arturo Soria hizo por desempeñar su labor lo mejor que pudo durante el tiempo en que
ejerció su puesto de secretario en el Gobierno civil. Pero en unas ya de por sí difíciles
circunstancias se encontró con una contrariedad añadida: su distancia ideológica con el
gobernador para el que iba a trabajar, Ramón Gómez Pulido, que había llegado a la isla un
mes antes que Soria para sustituir al que durante casi año y medio había venido ejerciendo
los cargos de capitán general y de gobernador civil de Puerto Rico, el progresista Gabriel
Baldrich. Gómez Pulido traía unas instrucciones muy precisas del ministro de Ultramar:
debía, por un lado, preservar el orden en la isla y evitar cualquier conato de levantamiento
rebelde que pudiese llevar a una situación bélica como la de Cuba; por otro, en línea con el
ideario político del gobierno de Manuel Ruiz Zorrilla que le había nombrado, llevaba el
mandato de hacer por implantar las reformas jurídicas y administrativas pendientes y, muy
especialmente, la de la abolición de la esclavitud169
:
La materia de la esclavitud es acaso la más trascendental de cuantas se han de ofrecer al
examen de V.E., como que, aparte de la razón de humanidad, afecta a los más altos
intereses de la Antilla y hasta llega a tener hoy cierto carácter de internacional por los
compromisos solemnes que el gobierno de España ha contraído con las Naciones
extrañas. Hay, pues, necesidad de que los actos de V.E. relativos a este punto lleven el
sello de mayor acierto y la más exquisita prudencia, y que la ley de 4 de julio del-año
último- se cumpla y se ejecute en todas sus partes sin dilaciones ni aplazamientos
injustificables y con la exactitud rigurosa.
169
"Instrucciones reservadas al gobernador de Puerto Rico, Gómez Pulido. 28 de agosto de 1871".
Archivo Congreso de los Diputados (en adelante ACD). Leg. 168, nº 145. Mss. Documento
incluido en el Anexo XIII de García Ochoa, M.A. (1982): Op. cit., pp. 556-559.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
108
Mientras tanto, tras la desaparición del que era su líder indiscutible, Juan Prim, las
rivalidades y pugnas internas en el seno de los progresistas habían quedado de manifiesto
hasta hacerse evidente la confrontación existente entre dos corrientes opuestas. Así, en
octubre de ese año 1871, una crisis por falta de apoyo parlamentario que acabó con el
gobierno de Ruiz Zorrilla terminó significando también la ruptura de la coalición
monárquico-democrática, de tal manera que, el ala derechista liderada por Práxedes Mateo
Sagasta decidió fundar un Partido Constitucionalista, mientras que la tendencia izquierdista
y los cimbrios decidieron constituir el Partido Demócrata Radical, con Manuel Ruiz
Zorrilla como su líder. Los programas eran muy similares, sin embargo mientras los
radicales estimaban que los derechos individuales estaban por encima de cualquier
institución, los constitucionalistas consideraban que el Estado sí podía prevalecer sobre
estos derechos. Los de Ruiz Zorrilla eran partidarios además de la concesión de cierta
autonomía a las Antillas, algo a lo que tampoco estaban dispuestos los constitucionalistas.
Figura 3.3: Manifestación de los radicales en octubre de 1871. Fuente: La Ilustración española y
americana, 15/10/1871, p. 497.
La llamada de la política
109
Pero aunque el gabinete que había nombrado a Gómez Pulido y a Soria cayó casi a la
llegada de ambos a Puerto Rico, tanto uno como otro consiguieron mantener su puesto. Sin
embargo, pronto se vio que la política de aquél ya no iba a seguir las órdenes que habían
acompañado a su nombramiento y comenzó a aproximarse a la dirección deseada por el
Partido Conservador, el de los potentados y dueños de las plantaciones. En cuanto a la
liberación de esclavos, son muy significativos los datos conocidos: sólo unos meses antes
de que se comenzase a exigir la aplicación de la Ley Moret se liberaron más de 6.000
esclavos, cifra debida principalmente al comentado objeto de evitar las obligaciones a las
que ya sabían iban a tener que sujetarse los propietarios. Una vez que éstos contemplaron
que el reglamento de aplicación todavía iba a tardar en promulgarse (no apareció hasta
agosto de 1872) el ritmo de emancipaciones bajó considerablemente. Cuando el
gobernador comenzó a exigir su cumplimiento los amos trataron de burlarla, con lo que,
entre 1871 y 1872, sólo se produjo la liberación de 1.861 esclavos170
. Las diferencias entre
el gobernador y el secretario del Gobierno civil quedaron de manifiesto en varios artículos
aparecidos en El Progreso, diario afín al Partido Liberal-Reformista. En esa formación
militaba Julián Blanco y Sosa, uno de los primeros diputados en representar a Puerto Rico
en las Cortes españolas en varias legislaturas entre 1871 y 1873 y que escribía en el citado
periódico. Blanco y Sosa excusó a Arturo Soria de la conducta política reaccionaria puesta
en práctica por su superior171
:
El Sr. Soria no pudo ser radical, aunque lo deseara, porque no se lo permitió el general
Gómez Pulido, como es harto sabido en el país, y antes de hacer traición al Ministerio y
al partido que les envió aquí a entrambos, antes que sacrificar al Becerro de oro, su
conciencia y sus principio, prefirió hacer dimisión de su destino, como hacen todos los
170
Díaz Soler, L.M. (1970): Op. cit., p. 317. En La Ciudad Lineal, se indicó que Arturo Soria,
negándose a los sobornos de los plantadores, facilitó la liberación de 355 de ellos: “Reciente la ley
de la Abolición de la Esclavitud, tuvo que proceder a su cumplimiento, oponiéndosele por los
infames tratantes de negros grandes dificultades. Logró dar la libertad a 355 esclavos, sosteniendo
una lucha homérica con elevadas personalidades políticas que contra él lanzaban sus influencias
poderosas al combatir la inmoralidad”. “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 603.
Esa misma cifra apuntó en su hoja de servicios del Ministerio de Ultramar. AHN.
Ultramar,2455.Exp. 46. Hoja de servicios de Arturo Soria.
171 Blanco y Sosa, J.E.: "Candidatos". El Progreso (Puerto Rico), 29/11/1872. Incluido en Blanco y
Sosa, J.E. (1898): Veinte y cinco años antes: apuntes para la historia, pp. 133-137.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
110
hombres de honor en el momento en que no están de acuerdo con las ideas que representa
el gobierno a que sirven.
En efecto, hastiado por las presiones y amenazas de los propietarios esclavistas de la isla y
de sus diferencias con el gobernador, Arturo Soria, decidió dejar su puesto a los pocos
meses. El 22 de marzo de 1872 presentó una instancia solicitando que el Ministerio le
declarase cesante “por haberse quebrado su salud" en ese clima y ese mismo día, mientras
accedía a tramitarla, el gobernador ya le ordenó la entrega de la Secretaría. El 26 recibió
Soria el permiso para abandonar la isla y el 14 de abril se hizo oficial su cese172
. Arturo
Soria abandonó la isla decepcionado con la experiencia e incluso tuvo que pedir un
préstamo para poder embarcarse de vuelta a España173
.
Sin embargo, no fueron realmente motivos de salud los que le impulsaron a
renunciar voluntariamente al cargo de secretario. Una de las razones verdaderas tardó poco
en conocerse y, lo que es más sorprendente, en hacerse pública a través de la prensa. Ante
un suelto aparecido en la prensa portorriqueña en la que Gómez Pulido había acusado a
Soria de deslealtad, éste emitió su propio comunicado en el que, en duros términos, dejaba
clara la falta de afinidad entre ambos174
:
Por esta sencilla relación de los hechos, cuya veracidad nadie podrá seriamente
desmentir, se verá a qué queda reducido el grave cargo de deslealtad que se atreve a
dirigirme el Sr. Gómez Pulido, más grave por ser hecho por persona constituida en
autoridad, si bien no tiene el alcance que tendría si fuera hecho por una personalidad cuya
consecuencia y cuya conducta política fuese intachable. Pero el Sr. Gómez Pulido que ha
servido a todas las causas y a todos los partidos, al progresista primero, a la Unión Liberal
después, al Radical cuando solicitó y obtuvo el elevado puesto que hoy desempeña tan a
gusto de los conservadores, y que, por último, se decide a servir los intereses del partido
reaccionario, no está bastante autorizado para calificar, de la manera poco digna que lo ha
hecho, a quien ha sido toda su vida consecuente con el partido que eligió al comenzar su
carrera política. Quédese, pues, para S. E. la calificación que se permite hacer, y de
172
AHN. Ultramar,2455.Exp. 46. Expediente personal de Arturo Soria y Mata. Folios 7 y 8.
173 “Datos biográficos”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p. 603.
174 La Discusión, 26/4/1872, p. 2.
La llamada de la política
111
seguro, en su larga y sinuosa vida política y militar, no faltará algún episodio al que
pueda aplicarse.
Por el momento y como elemento de criterio para juzgar el proceder del que suscribe y el
del Sr. Gómez Pulido, se ofrece a la consideración pública el siguiente hecho: ambos
fuimos nombrados para el Gabinete que presidia el Sr. Ruiz Zorrilla; yo he dejado mi
cargo cuando creí que decorosamente no podía continuar sirviéndolo y sigo militando en
el mismo partido; el señor Gómez Pulido conserva el mando de la pequeña Antilla,
combate con el mayor encarnizamiento a los amigos políticos del eminente patricio a
quien debe su posición actual, y lo que es más censurable, al ministro que autorizó su
nombramiento. Juzgue ahora el país a quién corresponde verdaderamente el cargo de
deslealtad.
Ya en la Península, Arturo Soria siguió de cerca las pugnas políticas en las Cortes que
originaron el vaivén de gobiernos de muy corta duración. Como vemos, Soria se mantuvo
leal a los que habían sido sus mentores políticos y los siguió hasta el recién creado Partido
Demócrata Radical. En junio de 1872, Ruiz Zorrilla, que semanas antes había tomado la
decisión de renunciar a su acta de diputado y dejar la política, fue persuadido para volver a
encabezar un nuevo gobierno. Buscando de nuevo el respaldo parlamentario que no tenía,
convocó las que eran ya las terceras elecciones a Cortes de ese año, que tuvieron lugar en
el mes de agosto. El Partido Demócrata Radical logró una victoria aplastante al obtener
274 escaños. El resto de escaños se lo repartieron los republicanos, con 77, y los
moderados y conservadores, que obtuvieron 23. Los carlistas, ya levantados en armas
contra el Estado, decidieron no concurrir a las elecciones175
.
3.2. DIPUTADO A CORTES
A pesar de que las elecciones convocadas por los gobiernos del Sexenio
Democrático fueron, en general, más limpias que las celebradas durante el régimen
175
Fontana, J. (2007): Historia de España vol. 6. La época del liberalismo, p. 370.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
112
isabelino, lo cierto es que, exceptuando las municipales de 1868 y quizá las primeras a
Cortes del año 1869, el resto estuvieron "mediatizadas" por la voluntad del gobierno
convocante y, en general, los resultados coincidieron con los deseos y el color político de
ese gobierno. Otra cuestión es que luego los juegos parlamentarios respaldasen o no las
iniciativas políticas de los gabinetes o que los votos particulares de los diputados se
orientasen hacia un lado u otro. En este sentido fue bastante frecuente ver que algunos
diputados pivotaran su voto a su buen entender para incluso hacer caer algunos gobiernos a
los que previamente habían apoyado. Fue éste un buen ejemplo de la debilidad
organizativa de los partidos políticos en un sistema parlamentario todavía inmaduro y el
motivo principal para que en apenas dos años se alternaran continuamente gobiernos
diferentes de muy corta duración176
.
Aunque para obtener los resultados deseados tampoco se dudó en echar mano de
métodos fraudulentos, como la manipulación de los censos electorales o directamente de
los escrutinios, o incluso coercitivos, normalmente se trató de recurrir a medios más sutiles
de presión, conducidos a través del poder de influencia que ejercitaban los denominados
caciques a través de sus redes clientelares, que sobre todo en zonas rurales facilitaron
enormemente el éxito de las indicaciones del gobierno. Además, la llamada frecuente a
elecciones en un corto intervalo de tiempo fue desanimando al electorado, por lo que la
abstención fue incrementándose y los resultados fueron, además de poco representativos,
fácilmente manipulables. Engranajes principales de la cadena de transmisión de las
"insinuaciones" gubernamentales fueron, precisamente, los gobernadores civiles, en su
calidad de jefes políticos delegados del gobierno en cada provincia, que a su vez hacían
llegar las indicaciones a los alcaldes y a los caciques locales. Pero también es cierto que la
capacidad de influencia llegaba hasta cierto punto, por lo que los resultados de los
comicios no estuvieron exentos de incertidumbre y no faltaron las ocasiones en las que se
dieron resultados inesperados. Aunque, salvo alguna denuncia por parte de determinados
sectores políticos o las alusiones en la prensa, la injerencia tampoco fue un asunto que
extrañase mucho en un país en el que todavía había una escasísima cultura política y eran
pocos, incluso entre los políticos, los demócratas plenamente convencidos. Tampoco puede
176
Fuente Monge, G. de la y Serrano García, R. (2005): La Revolución Gloriosa, un ensayo de
regeneración nacional (1868-1874). Antología de Textos, pp. 13-16. Guerrero Latorre, A. et al.
(2004): Op. cit., pp. 383-387. Fontana, J. (2007): Op. cit., pp. 366-371.
La llamada de la política
113
considerarse una costumbre exclusivamente autóctona, pues la influencia, la compra de
votos o la manipulación fueron también frecuentes en esta época en naciones como Gran
Bretaña, Francia o Estados Unidos177
. Cuando con ocasión de una de las convocatorias,
Amadeo I demandó a Sagasta que procurase unas elecciones limpias, éste le contestó
serían “todo lo puras que pueden serlo en España”178
. Era llamativo, como señala Rafael
Serrano, que en la monarquía amadeísta fuese precisamente el rey “el único de los actores
del sistema que se atenía a los mandatos democráticos del texto constitucional, mientras los
líderes de la coalición monárquica le presionaban para contravenirlos”179
.
Figura 3.4: Credencial de Diputado de Arturo Soria y Mata. Fuente: Archivo del Congreso de los
Diputados.
177
Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Historia de España, vol. 7. Restauración y Dictadura,
p. 119.
178 Citado en Fontana, J. (2007): Op. cit., p. 369.
179 Serrano García, R. (dir.) (2002): Op. cit., p. 8.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
114
La cuestión es que, fuese debido al retraimiento de alguna de las opciones políticas,
recurso ya utilizado durante el periodo isabelino, o fuese por la efectividad las
"sugerencias" de los convocantes, el resultado podía ser que, o bien un partido entero no
estuviese representado en el Parlamento, o que muchas figuras de primer orden se
quedasen sin escaño. En el caso particular de las elecciones de agosto de 1872 el resultado
fue que líderes políticos de la importancia de Serrano, Sagasta, o Cánovas no lograron
acceder a un escaño de diputado.
En esas elecciones, Arturo Soria consiguió ser elegido diputado por Quebradillas,
un distrito electoral de la isla de Puerto Rico, al obtener 680 de los 688 votos emitidos de
entre los 1.093 posibles votantes censados180
. Soria ya se había presentado como candidato
en las anteriores elecciones de abril -las que Sagasta había sugerido que iban a ser tan
puras como podían serlo en España- aunque en esa ocasión no logró salir elegido. Y el que
fuese en la candidatura Demócrata Radical para los comicios de abril había sido
precisamente otra de las causas que habían motivado su repentina dimisión como secretario
y la comentada reprobación de Gómez Pulido181
.
En esta ocasión la maquinaria parece que funcionó. No obstante, aparte de las más
que probables influencias del gobierno Demócrata Radical para orientar el resultado, hay
que valorar que su peso político a ojos de los líderes del partido hubiese crecido de tal
forma como para que le ofreciesen ser uno de sus candidatos y, a sus apenas 27 años de
edad, lograr convertirse en uno de sus 274 representantes en las Cortes españolas y pasase
a compartir asiento con sus admirados Ruiz Zorrilla, Manuel Becerra, Nicolás María
Rivero, Cristino Martos, José Echegaray, Moret o Manuel Merelo, entre muchos otros
insignes de su partido, pero también con destacados políticos de otras formaciones que
180
ACD. Documentación Electoral 72, nº 16. Credencial de Diputado de Arturo Soria y Mata.
181 La América, 28/3/1872, p. 14. La Discusión, 26/4/1872, p. 2. El Imparcial, 28/4/1872, p. 3. Las
actas de algunos diputados surgidos en esas elecciones habían originado muchas suspicacias. Entre
ellas alguna de los de Puerto Rico. En el debate de examen de esas actas, una intervención del
constitucionalista ministro de Ultramar motivó una reacción airada de Soria: "[…] toda vez que
dicho señor me ha atacado injustamente en un terreno en que yo no podía defenderme y escudado
quizá con la inviolabilidad del cargo que hoy desempeña, me reservo contestarle como es debido
cuando haya abandonado el puesto que hoy ocupa". El Imparcial, 8/5/1872, pp. 1-3; 10/5/1872, p.
2.
La llamada de la política
115
tendrán gran protagonismo en los meses venideros, como Pi y Margall, Emilio Castelar,
Estanislao Figueras o Nicolás Salmerón.
Figura 3.5: "Panorama de San Juan de Puerto Rico", ca. 1860. Fuente: The New York Public
Library Digital Collections [En línea]. [Consulta: 31/3/2016].
<http://digitalcollections.nypl.org/items/510d47d9-7dc4-a3d9-e040-e00a18064a99>.
La legislatura en la que fue elegido Soria dio comienzo el domingo 15 de septiembre de
1872. Las actas de los escrutinios de los distritos electorales de Puerto Rico no habían sido
recibidas todavía en el Ministerio de Ultramar, por lo que las credenciales de los diputados
electos por esos distritos no pudieron presentarse a la Comisión Permanente de Actas del
Congreso hasta el 4 de octubre. A la recepción, se constató que, al igual que había ocurrido
en algún otro distrito electoral, en el acta correspondiente al de Quebradillas constaban
ciertas protestas que se habían producido en varios colegios electorales y que hacían
referencia a supuestas coacciones protagonizadas por algunos representantes del gobierno
español con la intención de orientar el voto de los electores y a una presunta “proclamación
Arturo Soria y Mata. Una biografía
116
de D. Arturo Soria como candidato del Gobierno”182
. Se presentó un informe que refutaba
las acusaciones a la Comisión de Actas encargada de analizar la cuestión, con testimonios
de electores que rebatían los hechos descritos. La Comisión decidió por unanimidad
resolver la cuestión aceptando el acta de Quebradillas sin dar crédito a las protestas y con
la consiguiente admisión de Arturo Soria como diputado, lo que fue ratificado en la sesión
parlamentaria del 12 de octubre. No fue este sino uno más de los muy numerosos casos de
"actas graves", como se conocieron este tipo de denuncias, a cada inicio de legislatura183
. A
partir de ese día comenzó de forma oficial, por tanto, su andadura parlamentaria en esa
legislatura, que aunque breve como casi todas a lo largo de este periodo, será muy intensa
en cuanto a los sucesos acontecidos durante la misma.
Benito Pérez Galdós que unos años más tarde, ya en la Restauración, conseguirá
también un escaño por un distrito de Puerto Rico, comentaba sobre su elección en sus
Memorias de un desmemoriado184
:
Un amigo mío […] indicó a Sagasta que me sacara diputado por las Antillas. En aquellos
tiempos [1886], las elecciones en Cuba y Puerto Rico se hacían por telegramas que el
gobierno enviaba a las autoridades de las dos islas. A mí me incluyeron en el telegrama
de Puerto Rico; y un día me encontré con la noticia de que era representante en Cortes,
con un número enteramente fantástico de votos. Con estas y otras arbitrariedades,
llegamos años después a la pérdida de las colonias.
Una vez conseguida la estabilidad parlamentaria deseada, el gobierno de Ruiz Zorrilla se
propuso poner en marcha su programa de reformas, en el que eran prioritarias las
destinadas a Ultramar, especialmente la abolición total de la esclavitud, la concesión de la
autonomía para las colonias antillanas y la extensión de leyes amparadas en la
182
ACD. DSC, 9/10/1872, p. 415. Una alusión a dichas protestas también figura en la Credencial de
Diputado emitida por el secretario del Gobierno civil de Puerto Rico.
183 Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., p. 107.
184 Derogado el sufragio universal masculino, la práctica de la manipulación electoral en los
primeros años de la Restauración fue todavía menos velada. Pérez Galdós obtuvo su escaño con
112 votos favorables de los 112 que votaron (de los 118 electores posibles). ACD. Serie
documentación Electoral: 103 nº 6. Credencial de Diputado de Benito Pérez Galdós. Pérez Galdós,
B.: "Memorias de un desmemoriado, II". La Esfera, 25/3/1915, p. 7.
La llamada de la política
117
Constitución, entre ellas la de Ayuntamientos que iba a permitir la elección de los cargos
municipales mediante sufragio universal masculino. A corto plazo se centrarían
exclusivamente en la circunscripción por la que había sido elegido Arturo Soria, Puerto
Rico, ya que Cuba todavía se encontraba inmersa en el conflicto insurreccional. Pero se
dejaba ver que en el momento en que las circunstancias fuesen propicias las medidas
también tendrían su reflejo en esa isla, por lo que se entendía que una aprobación rápida
del paquete de medidas podía influir en la finalización de la guerra en Cuba, lo que
facilitaría a su vez su intención de suprimir las quintas.
Pero las medidas liberalizadoras iban a dificultar en gran medida el
mantenimiento de los privilegios de las oligarquías insulares y peninsulares, razón por la
que se desencadenó un formidable movimiento obstruccionista dispuesto a impedirlas a
toda costa. El lobby antiabolicionista utilizó todos los mecanismos de presión a su alcance
para boicotear las medidas, como el inicio de una campaña intensa y continua en la prensa
afín o las presiones políticas a todos los niveles. Tampoco dudó en instar a tomar parte en
la oposición a altos mandos del ejército -que debido a su protagonismo en la guerra civil
tenían una fuerza y capacidad de influencia notables- para que, si fuese necesario incluso
con un golpe de Estado, impidiesen las medidas que afirmaban iban a romper la integridad
nacional. Se unieron todos en torno a la que denominaron Liga Nacional y pronto recibió
el apoyo de unionistas y los moderados, pero también de los alfonsinos y carlistas, que no
es que se opusieran al gobierno, sino al régimen en su conjunto. La confrontación política
hizo que radicales y republicanos se fueran aproximando, pero los constitucionalistas de
Sagasta decidieron en diciembre no prestar su apoyo a los proyectos para Ultramar y se
unieron a la Liga. Las dudas afectaron incluso al Consejo de Ministros, del que ese mismo
mes salió el propio ministro de Ultramar por mostrarse partidario de atenuar las reformas
proyectadas. La cuestión llegó también a la calle y la difusión de un Manifiesto de la Liga
Nacional que denunciaba "la política insensata del gobierno" fue contestada con una
manifestación popular en favor de la política abolicionista. Entre los firmantes del
Manifiesto se encontraba Ramón Gómez Pulido, que en junio había sido relevado como
gobernador civil de Puerto Rico185
.
185
La Época, 12/1/1873, p. 2; 13/1/1873, pp. 1-2. El Imparcial, 12/1/1873, pp. 1-2; 13/1/1873, p. 1.
La Nación, 12/1/1873, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
118
A todo este clima de enfrentamiento político vino a sumarse un conflicto con el
ejército, merced a la negativa por parte del Cuerpo de Artillería a aceptar el nombramiento
del general Hidalgo como capitán general del Ejército del Norte -en plena confrontación
con el ejército carlista- pues le atribuían responsabilidades en la represión de la
insurrección del cuartel de San Gil de 1866. La crisis fue aprovechada por los opositores
para socavar el prestigio del monarca también entre los militares. Pero el gobierno no se
doblegó ante las presiones: decidió aceptar la renuncia de los artilleros, lo que suponía la
reorganización del Cuerpo, y proseguir con el programa de reformas para las Antillas. No
obstante, toda estas disputas, disensiones, obstrucciones, presiones al gobierno y al rey,
guerras civiles en la Península y en las colonias, etc. habían formado un clima de
crispación tal que había culminado hasta la que el monarca consideró una situación límite.
El debate parlamentario para el proyecto abolicionista se celebró el 9 de febrero y en él se
puso de manifiesto la conexión de intereses entre muchos de los antiabolicionistas y los
propietarios de esclavos186
, pero Amadeo I decidió que no iba a resistir más y tomó la
decisión de abandonar un trono, para el que nunca se había considerado aceptado por la
sociedad española. El día 10 de febrero de 1873 presentó a las Cortes su renuncia formal a
la Corona española187
. Los sectores obstruccionistas habían conseguido el objetivo de
paralizar, al menos de momento, las medidas liberalizadoras en Ultramar y por añadidura
propiciaron un nuevo cataclismo institucional.
Fiel al distrito por el que había sido elegido diputado, la actividad parlamentaria
de Arturo Soria se centró casi en exclusiva en asuntos directamente relacionados con
Puerto Rico, que como hemos visto fue el foco de atención principal de la política del
gobierno y de los que se oponían a ella. Interpeló en diversas ocasiones al ministro de
Ultramar sobre la marcha de la extensión a la Colonia de diversas regulaciones, como la de
ayuntamientos, o interesándose por noticias sobre asuntos de corrupción y otros temas
referentes al gobierno de la isla. También presentó las proposiciones de ley para la libertad
del trabajo en Puerto Rico y disposiciones sobre organización, régimen interior y
186
Guerrero Latorre, A. et al. (2004): Op. cit., pp. 389-393.
187 Pi y Margall focalizó el problema principal del reinado de Amadeo I en la lucha política entre
Sagasta y Ruiz Zorrilla y la incompatibilidad entre sus partidos, que debían sostener a la
monarquía. Martorell, M. y Juliá, S. (2102): Op. cit., p. 126.
La llamada de la política
119
administración de cárceles y presidios, también ya vigentes en la península188
. Además, al
igual que otros diputados, canalizó misivas de grupos y asociaciones diversas que
expresaban su apoyo al gobierno en su iniciativa abolicionista.
En otro orden de asuntos, Arturo Soria presentó una proposición de aplicación en
todo el territorio español para evitar la retroactividad de un recién creado impuesto sobre
grandezas, títulos, honores y condecoraciones189
. Su contenido en sí no tiene la menor
relevancia, pero en la defensa que de la misma hizo en la sesión del 20 de enero de 1873,
Arturo Soria se refirió al esfuerzo que estaban realizando esas Cortes190
:
[…] bajo ese punto de vista [el intenso trabajo], como bajo otros muchos, no
desmerecerán ante los ojos de la historia de las memoriales Cortes de Cádiz, de las de
1820, de las Constituyentes de 1837 y de las últimas de 1869.
No se imaginaba todavía al pronunciar estas palabras lo que estaba por suceder pocas
semanas más tarde.
Pero qué duda cabe que el asunto más relevante en el que estuvo inmerso Arturo
Soria en estos meses fue en la redacción de la propuesta de Ley de la abolición de la
esclavitud en Puerto Rico. La proposición para su discusión en el Congreso la presentó
Joaquín María Sanromá el día 19 de noviembre de 1872, y en ella se proponía la abolición
total de la esclavitud. La proposición estaba suscrita por el propio Sanromá y por otros seis
diputados: Luis Padial, Félix Borrell, Jacinto María Anglada, José Fernando González,
Rafael María de Labra y por Arturo Soria y Mata191
. El lobby antiabolicionista se
encontraba en plena campaña obstruccionista para evitar la aprobación de la ley y las
188
ACD. DSC 26/11/1872. Apéndices segundo y cuarto. La proposición de ley sobre libertad del
trabajo contenía los siguientes artículos: 1º. Todo español no esclavo residente en Puerto Rico tiene
libertad completa para trabajar cuando le plazca y en la localidad que tenga por conveniente. 2º.
Los hacendados y jornaleros estipularán libremente, sin intervención de la autoridad, las horas y
forma del trabajo, y la remuneración de éste. 3º. Quedan derogadas todas las disposiciones que se
opongan al cumplimiento de lo preceptuado en los anteriores artículos.
189 ACD. DSC 16/1/1873. Apéndice VII.
190 ACD. DSC 20/1/1873, p. 2617.
191 ACD. DSC 19/11/1873, p. 1702.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
120
campañas en la prensa, las presiones e incluso amenazas fueron constantes. Ni siquiera en
el seno del propio gobierno había unanimidad respecto al alcance que debía tener la
misma, pues había un grupo de ministros que se mostraba partidario de la abolición total y
otro, aunque menor, que se posicionaba a favor de una abolición gradual. El problema era
que el propio ministro de Ultramar, Eduardo Gasset y Artime, se encontraba entre los
tibios.
A instancias de Manuel Becerra y el marqués de Sardoal, entre otros, el día 17 de
diciembre se presentó una proposición que pretendía recabar el apoyo expreso del
Congreso a las medidas liberalizadoras emprendidas por el gobierno, que se conoció como
la "proposición Becerra", que precipitó una crisis de gobierno que terminó con la dimisión
de varios ministros en desacuerdo, entre ellos el de Ultramar. Éste fue reemplazado por
Tomás María Mosquera, reconocido abanderado de las reformas coloniales, y que incluso
había sido elegido diputado por un distrito de Puerto Rico –aunque optó por otra
circunscripción peninsular por la que también fue elegido–. El 21 de diciembre Ruiz
Zorrilla explicó en el Congreso el alcance de la crisis ministerial y se comprometió de
nuevo a dar un apoyo sin fisuras a la proposición de ley presentada por Sanromá el mes
anterior. La "proposición Becerra" se votó de forma nominal el día 21 y ganó el voto
afirmativo por una aplastante mayoría de 214 votos por 12 en contra192
. El espaldarazo dio
lugar a las muestras de alborozo y felicitaciones del grupo de diputados que se habían
implicado de manera directa en la elaboración de la propuesta entre los que, como hemos
comentado, se encontraba Arturo Soria. Sin más dilación, el ministro de Ultramar presentó
el 23 de diciembre el proyecto de Ley de abolición de la esclavitud en Puerto Rico193
.
3.3. EN LA ASAMBLEA DE LA PRIMERA REPÚBLICA
La sesión del lunes 10 de febrero de 1873 abrió a las dos y cuarto de la tarde.
Había sido una sesión normal, sin cuestiones destacables. Arturo Soria había vuelto a instar
192
La Discusión, 22/12/1872, pp. 2-3.
193 ACD. DSC 20/1/1873, p. 2561.
La llamada de la política
121
al Ministerio de Ultramar a la presentación de los presupuestos para Puerto Rico pues se
habían demorado y consideraba que había ciertas cuestiones sobre las que interesaba
debatir. Al final de la sesión, Estanislao Figueras intervino para manifestar su contrariedad
sobre la “vergonzosa” ausencia de los miembros del gobierno para evitar ofrecer
explicaciones a la cámara sobre una situación de crisis institucional que ya era un clamor
en “España entera”, no obstante solicitó del presidente del Congreso, Nicolás María
Rivero, la apertura de un debate sobre la situación. Al punto entraron en el hemiciclo el
Presidente del Consejo de Ministros y varios componentes de su gabinete y se prorrogó la
sesión para dar lugar a las explicaciones de Ruiz Zorrilla sobre la intención de Amadeo I
de renunciar a la Corona española. Con la confirmación de los rumores por parte del
Presidente, el Congreso acordó, con la oposición del gobierno que prefería tratar de buscar
posibles soluciones en el seno del Consejo de Ministros, continuar en sesión permanente.
El presidente del Congreso eligió los componentes de una mesa permanente de 50
diputados, entre los que figuraban Salmerón, Castelar, Pi y Margall y Arturo Soria. El
Congreso abrió de nuevo la sesión pública a las tres de la tarde del día siguiente, 11 de
febrero, con la lectura del comunicado de Amadeo I que contenía la abdicación formal a la
Corona española. A propuesta del Presidente del Congreso, se decidió reunir en sesión
conjunta al Congreso y al Senado como representantes de la soberanía nacional para
debatir sobre la forma de gobierno que, tras la renuncia del monarca, más convenía a la
nación en esos momentos. La decisión se había tomado en una situación de urgencia, pero
era inconstitucional, pues la vigente expresamente prohibía la reunión conjunta de las
cámaras y, siendo como eran una constitución monárquica y unas cortes monárquicas,
menos para aprobar la instauración de la república como forma de gobierno194
.
Ya constituida la Asamblea Nacional, se encargó a una comisión la redacción de
un mensaje de contestación al rey, en la que figuraban notables diputados y senadores
como Rivero, Castelar, Figueras, Chao y Eduardo Benot. Tras la lectura de su redacción
definitiva, se presentó la histórica proposición, firmada por Pi y Margall, Nicolás
Salmerón, Figueras, Francisco Salmerón, Lagunero, Moliní y Fernández de las Cuevas, en
la que se defendía la proclamación de la República como forma de gobierno de la nación
española. Se inició un amplio y áspero debate y en paralelo tuvieron lugar un sinfín de
194
Martorell, M. y Juliá, S. (2102): Op. cit., p. 127.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
122
negociaciones, tanto de puertas hacia dentro como hacia fuera del Congreso, pues desde
que se conociesen las noticias una multitud numerosa rodeó el edificio.
Figura 3.6: Proclamación de la I República en la Asamblea Nacional. Fuente: La Ilustración
española y americana, 15/2/1873, p. 105.
Se procedió a la votación de la proposición presentada y, por 258 votos a favor y tan sólo
32 en contra, quedó proclamada la República en España. En una cámara en la que los
republicanos contaban con apenas 77 escaños, fue fundamental el voto a favor de los
diputados radicales, que bien pudo verse condicionado por la sensación de amenaza que
suponía la coexistencia simultánea de las acciones de sus enemigos para tratar de acabar
con el régimen democrático: el conflicto carlista, las conspiraciones alfonsinas e incluso
las tentaciones golpistas de algunos mandos del ejército. No obstante, su voto en favor del
republicanismo no pudo dejar de sorprender, no tanto en el caso de algunos de los antiguos
cimbrios, que habían considerado coyuntural y posibilista su apoyo al sistema monárquico,
La llamada de la política
123
pero sí en el de muchos otros que quizá sopesaron también ciertas expectativas
oportunistas, como el tiempo demostrará años más tarde195
.
En cualquier caso, este acontecimiento histórico al que se había llegado de forma
inesperada asombró a la gran mayoría de los españoles. El voto de Arturo Soria fue
naturalmente favorable a la instauración de un régimen republicano y de esa convicción ya
no se apartó en toda su vida.
Ruiz Zorrilla, que había concedido la libertad de voto a sus correligionarios
radicales, por coherencia a sus ideales –hasta esas fechas todavía era partidario de la
monarquía constitucional y democrática–, rechazó cualquier posible cargo en este nuevo
periodo y declaró su intención de apartarse de nuevo de la política, como lo había hecho
por vez primera no hacía ni un año antes. Tras digerirse el impacto que supuso la nueva
forma de gobierno instaurada, había que dar con prontitud los pasos necesarios para
ultimar un gobierno que afrontase sin dilación los graves problemas que acuciaban a la
nación y que no conformaban una situación de partida en absoluto favorable para un
régimen político tan innovador en Europa. Entre los numerosos frentes abiertos sin duda
los más graves eran el enfrentamiento bélico con los carlistas, en plena virulencia avivados
por las ayudas económicas recibidas por los poderosos sectores antiabolicionistas; el
conflicto insurreccional en Cuba; y la crisis económica internacional, que en España era
todavía más aguda debido a los recursos que debían derivarse para hacer frente a los
conflictos armados y que mantuvo al nuevo régimen de forma permanente al borde mismo
de la bancarrota. A estas penosas circunstancias hubo que sumarle el rechazo frontal y total
al nuevo régimen por parte del amplio espectro político ausente de la Asamblea Nacional
recién constituida (carlistas, alfonsinos, conservadores, moderados, unionistas,
constitucionalistas) que sumaban una influyente base social.
Por otro lado, había que tratar de satisfacer las múltiples expectativas que se
habrían creado los diferentes y heterogéneos sectores (unitaristas, federalistas, benévolos,
intransigentes, reformistas sociales en diferentes grados, revolucionarios) que habitaban en
195
La mayoría de los líderes radicales terminarían formando parte en 1885 del Partido Liberal
liderado por Sagasta. Dardé, C. (1994): “La larga noche de la Restauración”, p. 120. Durante el
verano y otoño de 1872 radicales y republicanos habían venido manteniendo aproximaciones que
también podrían haber favorecido el voto conjunto a favor de la República. Hennessy, C.A.M.
(1966): La República Federal en España, p. 164. Artola, M. (1991): Op. cit., pp. 293-296.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
124
el republicanismo político, con algunas afinidades entre ellos, pero también muchos puntos
diferenciadores196
y que anhelaban todos ver cumplidas sus propias “aspiraciones plurales,
incluso opuestas, todas con el común denominador de la impaciencia”197
. Tampoco fue
favorable la reacción de las principales potencias internacionales a la república recién
constituida. Se trató de obtener el reconocimiento exterior desde el primer día, pero este no
llegó, con las únicas excepciones de Estados Unidos y de Suiza. La coyuntura tras la
experiencia de la Comuna de París de 1871 se había tornado poco favorable a nuevas
experiencias revolucionarias. El reconocimiento entre las cancillerías europeas donde "el
liberalismo había dejado de ser una idea revolucionaria, para convertirse en una poderosa
fuerza conservadora"198
resultó una tarea casi imposible.
Y por si todo esto fuera poco, había que tener en cuenta además la débil
asociación ocasional formada con los progresistas radicales neo republicanos, que tenían su
propia concepción de la república a favor de la cual acababan de votar, más semejante al
régimen monárquico-democrático de Amadeo, pero sin monarca, y en la que no estaban
por la labor de dar entrada a tendencias muy revolucionarias en el aspecto social199
.
La Asamblea Nacional designó un gobierno de coalición de talla y experiencia
política reconocidas, encabezado por Estanislao Figueras. En él, junto a republicanos como
Castelar, Salmerón, Pi y Margall y el propio Figueras, figuraban los ministros radicales del
último gabinete de Ruiz Zorrilla: Echegaray, Becerra, Fernández de Córdoba y Beránger.
Además se acordó respetar, por el momento, tanto la Constitución de 1869 -eso sí,
obviando los artículos referentes a la monarquía-, como la composición de la Asamblea
Nacional, todavía de mayoría radical. Pero el consenso duró poco, pues pronto comenzó a
demostrarse que ciertos sectores de izquierda no estaban dispuestos a esperar mucho
tiempo las reformas demandas. Así, el establecimiento de juntas revolucionarias en ciertas
provincias que destituían a los ayuntamientos no republicanos, la declaración del Estado
Federal catalán, algunos episodios violentos protagonizados por grupos de jornaleros que
exigían tierras, la usual sustitución masiva de funcionarios por simpatizantes de la
196
Díez Cano, S. (2002): “¿Existió alguna vez la I República?”, p. 86.
197 Guerrero Latorre, A. et al. (2004): Op. cit., p. 398.
198 Esteban Navarro, M.Á. (1994): Op. cit., p. 111.
199 Fontana, J. (2007): Op. cit., pp. 385-387.
La llamada de la política
125
república, etc., constataban por la vía de los hechos los temores de los radicales. Sin dar
tiempo a que las cosas fuesen más lejos, el día 23 de febrero algunos de los radicales
encabezados por Cristino Martos -que había logrado desplazar a Rivero como presidente
de la Asamblea y del liderazgo del grupo político - y Manuel Becerra intentan un primer
golpe de fuerza con el objetivo de deshacerse de los ministros republicanos del gabinete.
Nicolás Estévanez, que ante la gravedad de la intentona durante la madrugada del 24 había
sido nombrado de forma apresurada gobernador civil de Madrid, explicó que el golpe no
había prosperado porque aunque los radicales contaban con suficientes fuerzas militares
como para hacerlo triunfar, las tropas se habían negado a obedecer a sus mandos
golpistas200
.
Figura 3.7: Multitud rodeando el Congreso la jornada del 24 de febrero de 1873. Fuente: Le Monde
Illustré, 8/3/1873, p. 148.
200
Estévanez, N. (1903): Op. cit., pp. 400-402.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
126
Como consecuencia de estos sucesos, se cesó a los ministros radicales y se nombró un
nuevo gobierno netamente republicano, comandado también por Estanislao Figueras. Pero
la situación era de extrema inestabilidad institucional, pues aunque la coalición se había
roto de facto, la Asamblea seguía teniendo mayoría progresista radical, lo que suponía un
obstáculo para la acción del gobierno. Esta situación tensa se prolongó hasta el 23 de
marzo, cuando al fin se decretó la disolución la Asamblea, tras aprobar, por fin, la Ley de
Abolición de la esclavitud en Puerto Rico201
.
La disolución de la Cámara significaba que Arturo Soria dejaba su escaño de
diputado. Fueron pocos meses los que ejerció como tal, pero no cabe duda que muy
intensos. El régimen republicano era coherente con sus ideas, pero se mantuvo fiel a su
partido y permaneció a la expectativa futura de lo que pudieran deparar posibles pactos
políticos, que podrían devolverle o no a la primera línea política nacional. Durante esta
fase de apenas mes y medio de duración como diputado de la Asamblea Nacional hay poco
más destacable que reseñar. Fue nombrado secretario de una Comisión encargada de
examinar un proyecto de ley para extender a Ultramar la ley de libertad de Bancos, terció
en un acalorado debate sobre el sofocamiento por parte de la recién creada Guardia Civil
en Puerto Rico de una insurrección de cierto cariz independentista. También suscribió,
junto al resto de diputados por Puerto Rico, encabezados por Rafael María de Labra, una
proposición por la que el gobierno se comprometía a tramitar con urgencia la extensión al
gobierno de la isla de las leyes de la revolución que todavía estaban pendientes. Pero no
cabe duda que el gran éxito, en el que jugó un papel protagonista, fue la aprobación de la
Ley de abolición de la Esclavitud en Puerto Rico, cuya votación tuvo lugar justo antes de
dar por clausurada la legislatura, el día 22 de marzo. La votación fue ganada por 214 votos
a favor y tan solo 12 en contra, lo que lógicamente fue celebrado con alegría por los
partidarios abolicionistas202
.
La Asamblea convocó elecciones para el mes de mayo. Mientras tanto, funcionó
una Comisión Permanente provisional, de predominio también radical, que mantuvo los
pulsos con el gobierno republicano. La creciente agitación social que reclamaba la
201
Ese mismo año se daría la libertad a 30.000 esclavos en Puerto Rico. Picó, F. (2012): "Historia
Social de Puerto Rico en los siglos XIX y XX", p.235.
202 ACD. DSC, 7/3/1873, pp. 416-417; DSC, 19/3/1873, p. 644; DSC, 20/3/1873, pp. 653-669.
La llamada de la política
127
proclamación de una república de tipo federal hizo temer a los radicales que, en contra de
lo que habían previsto inicialmente, los republicanos federales podrían hacerse con una
mayoría de escaños que les restase la fuerza que hasta entonces habían tenido. Antes de
que se consumaran los temores, intentaron un nuevo golpe de fuerza, recabando para esta
ocasión el apoyo de Serrano, Caballero de Rodas, Ros de Olano, Pavía y otros importantes
militares, para tratar de hacerse entre todos con el control del gobierno y aplazar las
elecciones hasta conseguir una situación más propicia a sus intereses. La conspiración,
preparada para el 23 de abril, fracasó de nuevo gracias, entre otras circunstancias, al papel
jugado por Estévanez al frente de los batallones de milicianos leales a la República que
pudieron tomar posiciones estratégicas y rodear las inmediaciones de la Puerta de Alcalá y
la plaza de toros donde se había reunido a los de la antigua Milicia Nacional liberal que
iban a apoyar la sublevación.
Gutiérrez-Gamero, amigo íntimo de Ruiz Zorrilla y que, al igual que Soria, se
había estrenado también como diputado radical en la legislatura que terminaba, presenció
la situación de peligro que durante esa jornada vivieron los diputados radicales reunidos en
la Comisión Permanente. Al haberse extendido el rumor de lo que se preparaba, una
multitud de belicosos republicanos habían rodeado el Congreso con intención de impedir el
golpe y de ajustar cuentas con los radicales allí presentes. Muchos de ellos temieron por su
integridad y tuvieron que salir del recinto como pudieron ante las amenazas de muerte de
la muchedumbre. A José Echegaray, Beránger y a algún otro miembro de la Comisión, por
ejemplo, los protegió un resolutivo y valiente Emilio Castelar: "Matadme a mí si queréis;
pero no toquéis a los que vierten conmigo"203
.
Tras su fracaso, Serrano y Martos se vieron forzados al exilio en Francia y Rivero
y otros tuvieron que permanecer ocultos durante un tiempo. Becerra también intentó
zafarse pero fue reconocido por antiguos compañeros suyos barricadistas que le llevaron
preso al Gobierno civil, aunque fue liberado poco después204
.
203
Gutiérrez-Gamero, E. (1925): Op. cit., pp. 240-244. La Ilustración española y americana,
1/5/1873, p. 267.
204 Estévanez, N. (1903): Op. cit., p. 428. Cinco años apenas podían cambiar la situación de
lealtades y afectos de forma sensible como les ocurrió a muchos líderes a lo largo de este periodo.
Nótese el contraste con el recibimiento hecho a Becerra a su vuelta del exilio en 1868 descrito en el
capítulo anterior.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
128
Figura 3.8: Emilio Castelar protegiendo a varios miembros de la Comisión Permanente el 23 de
abril. Fuente: La Ilustración española y americana, 1/5/1873, p. 273.
Las elecciones tuvieron lugar el 10 de mayo. Con la intención de que fuesen lo más limpias
posibles, Pi y Margall emitió instrucciones a los gobiernos civiles para que se mantuvieran
neutrales. Pero el retraimiento y la abstención auspiciada por radicales, constitucionales y
demás partidos monárquicos para cuestionar la representatividad del régimen fue
determinante para que los republicanos federales barrieran en los resultados. Las nuevas
Cortes Constituyentes celebraron su primera sesión el 1 de junio y encargaron formar
gobierno al que había sido el auténtico hombre fuerte de todo este periodo, Pi y Margall,
quien contó como ministros en su gabinete, entre otros, con Nicolás Estévanez y con
Eduardo Benot, quien años más tarde llegará a ser una persona muy querida para Arturo
Soria, como veremos.
El día 7 de junio se proclamó la República Federal y trató de poner en marcha un
programa político que contemplaba amplias reformas sociales y económicas con el objeto
La llamada de la política
129
de tratar de acabar con los todavía numerosos vestigios de la sociedad feudal que todavía
perduraban. Hoy en día sería considerado un programa modernizador, pero la sociedad
española de ese tiempo los asimilaba a un incipiente socialismo revolucionario del que la
mayoría no era partidaria en absoluto. Pero por su parte, la paciencia de los federales
intransigentes y de otros grupos como los vinculados a la Asociación Internacional del
Trabajo que se habían sentido decepcionados con la Revolución del 68 parecía que
también había llegado a su límite.
Durante ese mismo mes de junio comenzaron los levantamientos cantonalistas y
las revueltas sociales en numerosos lugares de España, exigiendo las reformas sociales y la
descentralización política que ya no estaban dispuestos a esperar más tiempo. Los
levantamientos no estuvieron exentos de episodios violentos, por lo que fue necesario
recurrir a la intervención del ejército –cuyos mandos se sentían soliviantados debido al
antimilitarismo del que no dudaba en hacer gala el gobierno federal– para tratar de acabar
con el movimiento. Las rebeliones, unidas al recrudecimiento de las campañas carlistas
durante ese mismo verano, a la falta de efectivos militares una vez suprimidas la quintas, al
conflicto ideológico que suponía la represión de las exigencias sociales, “atrapados entre
sus “ideas y la praxis”205
, y a la situación de práctica bancarrota, hizo la situación muy
difícil para la joven república. La grave crisis fue además difundida y amplificada con
alarmismo exagerado por los oponentes políticos al régimen. La situación terminó
llevándose por delante el 18 de julio al gobierno de Pi y Margall, al que sucedió el
moderado Nicolás Salmerón. Pero el gobierno de éste sólo duró hasta el 6 de septiembre,
día en el que presentó su dimisión. La Asamblea Nacional eligió entonces a Castelar para
formar nuevo gobierno, quien no dudó en apostar por una república de tipo unitario y
alejarse de los postulados extremos de los federales. Imprimió un tinte conservador a la
política de su gobierno con el objetivo de implantar orden en el caos producido por el
movimiento cantonalista y por los excesos de los intransigentes e internacionalistas.
Solicitó de las Cortes la autorización para aplicar medidas extraordinarias en materia de
guerra para hacer frente a los conflictos bélicos con los carlistas en el norte y contra los
independentistas cubanos, y para tratar de sofocar los levantamientos cantonalistas que
todavía perduraban. Además, con la idea de evitar más situaciones de inestabilidad política
205
Díez Cano, S. (2006): Op. cit., p. 84.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
130
en un estado de emergencia obtuvo el respaldo para aprobar la suspensión de las sesiones
en el Parlamento hasta el 2 de enero de 1874 y plenos poderes para gobernar sin contar con
su supervisión. El 21 de septiembre suspendió las garantías constitucionales.
Durante los meses siguientes se pudieron reconstruir los partidos
Constitucionalista y Radical, cuyos principales líderes se encontraban exiliados desde el
fallido intento golpista de abril. Castelar buscó el apoyo de estos partidos y del
Conservador con la idea de sacar adelante su república unitaria conservadora. Además
intentó suavizar las relaciones con el ejército -al que necesitaba para tratar de controlar la
situación- para tratar de reducir su alejamiento de la república debido a las medidas
antimilitaristas defendidas por los gobiernos anteriores.
El 28 de octubre el Partido Radical se reformulaba en un nuevo Partido
Republicano Democrático –en el que se integraron unos minoritarios republicanos
unitarios comandados por García Ruiz–, liderado por Cristino Martos, Manuel Becerra,
Eugenio Montero Ríos y el propio García Ruiz, y publicó un manifiesto suscrito por los
más representativos de la formación radical de la que provenían, entre los que se
encontraba Arturo Soria y Mata. El manifiesto, redactado por Echegaray, anunciaba la
vuelta a la política de la formación y volvían a reafirmarse en su apuesta por la República,
eso sí, ya no dejaban lugar a la duda sobre el tipo de república que defendían206
:
Proclamamos, pues, la unidad de la patria, por deber y por interés social; y como lógica
consecuencia de esta unidad, la unidad legislativa y gobernante y la representación del
gobierno en todas las provincias por agentes que dependan tan sólo del poder central.
[…]
“República democrática por las ideas, y conservadora porque ha de conservar todas las
conquistas de la revolución, lo mismo contra los reaccionarios que contra los demagogos.
Y porque la empresa es difícil, queremos una república fuerte y severa; y puede ser más
fuerte y más severa que pudiera serlo una monarquía, sin inspirar recelos de reacción por
el exceso de su fuerza.
206
La Iberia, 29/10/1873, pp. 1-2.
La llamada de la política
131
Se reafirmaban en la defensa de los principios básicos de la Constitución del 69.
Manifestaban también su intención de luchar contra la revuelta social y por preservar el
“orden social establecido” y rechazaban expresamente cualquier propuesta o reforma
procedente del socialismo internacionalista porque consideraban eran "la negación de la
libertad y el progreso". Con este manifiesto, en fin, los antiguos radicales ponían de relieve
su progresiva derechización. Unas semanas antes se había escindido un grupo de unos 40
disidentes que renegaban del "para siempre desacreditado radicalismo" y, aunque
mostraban un sesgo ideológico muy similar a los republicano-democráticos, por encima de
todo se declaraban defensores de la Constitución del 69 "fuera de la república o dentro de
ella", por lo que decidían irse con los constitucionales de Sagasta y Serrano207
.
Los republicano-democráticos de Martos y Becerra iniciaron negociaciones con el
grupo de Castelar para tratar de alcanzar un pacto político de apoyo que además les
permitiese ocupar los 86 escaños que, debido a fallecimientos y al procesamientos de unos
cuantos diputados de extrema izquierda por sus responsabilidades en los sucesos
insurreccionales del verano, en ese momento se hallaban vacantes en la Asamblea208
.
3.3.1. La República autoritaria
El 2 de enero de 1874 Emilio Castelar se sometió a una moción de confianza para
tratar de prorrogar la situación de excepcionalidad que él estimaba proporcionaba al
gobierno la estabilidad necesaria para poder afrontar la guerra civil contra los carlistas.
Perdió la moción y la Asamblea decidió nombrar un nuevo jefe del Gobierno en la cabeza
de un federal de centro, Eduardo Palanca, tras el que se encontraba la figura de Pi y
Margall. Pero los sectores de oposición al federalismo habían venido organizándose por si
esta situación llegaba a ocurrir y al trascender la noticia de la pérdida del voto de
confianza, se movilizaron con rapidez. El capitán general de Madrid, el general Pavía,
207
Artola, M. (1991): Op. cit., pp. 296-297. Los disidentes expusieron su programa en un
Manifiesto dirigido al país y a los hombres de buena fe que formaron parte del partido que se
llamó radical. La Iberia, 14/10/1873, pp. 3-4.
208 Hennessy, C.A.M. (1966): Op. cit., pp. 237-238.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
132
entró en el Congreso con sus tropas. Los parlamentarios reaccionaron votando de nuevo la
moción de confianza a Castelar, que en esa ocasión ganó por unanimidad. Pero ya era
demasiado tarde: los soldados disolvieron a los diputados a disparos.
Nicolás Estévanez recordaba cómo le habían advertido para que no protagonizase
ningún intento de oposición al frente de los Voluntarios de la República209
:
Yo no estaba en el Congreso, pero al instante lo supe. Salí envuelto en mi capa; encontré
solitaria la calle de Sevilla; subí por la de la Cruz hasta lo alto de la de Carretas. Allí
estaba Moreno Rodríguez y algún otro diputado, por quienes supe detalles del suceso.
Después me dirigí a la calle de Toledo; al entrar en ella se me acercó un desconocido a
decirme:
-De parte de Felipe Ducazcal, vengo a suplicarle a usted que se retire de este
barrio, porque si da cien pasos más será preso. Dice que en su casa no será usted
molestado; basta la desgracia que ocurre en su familia [esa misma noche había fallecido
su suegra] y la consideración que usted merece.
En efecto, Felipe Ducazcal, también en pleno proceso de derechización, era uno de los
cabecillas de unas milicias de corte reaccionario -conocidas popularmente como los
Voluntarios de la Propiedad- que, patrocinadas por el duque de Sesto y otros hombres de
negocios y a las órdenes de Francisco Romero Robledo, pretendían ejercer de contrafuerza
a los Voluntarios de la República, mayoritariamente integradas por republicanos
federales210
.
Tras negarse Castelar a continuar como jefe del Gobierno en ese escenario, se
iniciaron intensas negociaciones para configurar un gobierno de coalición que reuniese a la
oposición al federalismo y partidarias, por tanto, de preservar el orden social por encima de
todo: conservadores, constitucionales, republicano-democráticos y republicanos unitarios.
Se le ofreció la Presidencia del Gobierno al general Serrano y se configuró un gabinete de
209
Estévanez, N. (1903): Op. cit., pp. 459-460. Después de ser gobernador de Madrid fue ministro
de la Guerra, también fugazmente. Ya no ejercía ningún cargo político pero mantenía prestigio
militar y ascendencia en la milicia republicana federal.
210 González Calleja, E. (1998): Op. cit., p. 29.
La llamada de la política
133
coalición que en principio se mostró dispuesto a continuar bajo la forma de gobierno
republicana. Tanto Cánovas del Castillo como Castelar declinaron integrarse en él. La
cúpula militar decidió mantener la Constitución que todavía estaba vigente, la de 1869,
pues no se había llegado a aprobar el proyecto republicano federal. Es decir, que bajo
forma republicana se constituyó un gobierno que en principio se declaraba democrático y
constitucional, muy parecido al que habrían adoptado, de haber triunfado, los golpistas
radicales de febrero o abril de 1873, pero que en realidad se parecía mucho más a una
dictadura que a un régimen democrático. Del gobierno de coalición salieron los antiguos
radicales en mayo, cuando pretendieron aprobar, sin conseguirlo, una ley de supresión
gradual de la esclavitud para Cuba.
A partir de ese momento el gabinete quedó formado exclusivamente por los
constitucionales de Sagasta, quien además asumió la jefatura del mismo en septiembre.
Desde entonces extremó las medidas para tratar de mantener la situación bajo su control,
aunque más preocupado por vigilar a los movimientos de oposición a su izquierda que a las
conspiraciones borbónicas. En paralelo avanzaba en la idea de volver a una normalidad
parlamentaria que diese legitimidad al régimen democrático pretendido. Parecía, además,
que comenzaban a fructificar las negociaciones para obtener el reconocimiento
internacional a la República, lo que habría posibilitado la llegada de capitales e inversiones
exteriores en un momento en el que la realidad económica era auténticamente penosa. Pero
los movimientos conspirativos de los alfonsinos, alentados por los poderosos e influyentes
cárteles antiabolicionistas que veían peligrar su estatus también en la isla de Cuba si no se
producía una reacción que parase la tendencia antiesclavista, eran ya indisimulados y de
gran magnitud.
3.4. LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA. EXPECTATIVAS FRUSTRADAS
El 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos se pronunció en Sagunto
y a él decidieron unirse Jovellar y otros importantes mandos militares alfonsinos. Sagasta,
al que se le pusieron a disposición los diferentes líderes de los partidos opuestos a la
Arturo Soria y Mata. Una biografía
134
restauración borbónica, no supo o no pudo hacer nada para tratar de enfrentarse al
pronunciamiento, por lo que triunfó sin apenas oposición. Se restauró la monarquía
borbónica en la figura de Alfonso XII y se impuso un nuevo sistema político -que si bien
continuaba siendo parlamentario no era democrático- que iba a suponer para el país una
regresión en cuanto a las libertades individuales conseguidas en el periodo anterior.
Con la Restauración se ponía fin al segundo periodo de la historia de España, tras
el de Cádiz en 1812, de decidido intento de modernización política, social y económica. En
él se había apostado por un sistema liberal y democrático, cimentado sobre una de las más
avanzadas constituciones de la Europa de ese momento, la de 1869, que por primera vez
anteponía los derechos individuales a los del Estado. A lo largo de seis años hubo infinitos
errores, debidos en su mayoría a la inmadurez de los partidos políticos y a la de sus bases,
pero también a la deficiencia democrática de sus líderes, nada acostumbrados a tener un
papel motor en la sociedad y, salvo escasas excepciones, poco motivados para actuar de
manera ejemplar en un sistema democrático. Los regímenes políticos ensayados durante el
Sexenio, la monarquía democrática, primero, y la República, después, fracasaron en la que
era una casi imposible tarea de dar satisfacción a las variadas y en muchísimos casos
incompatibles expectativas de los diferentes sectores de la sociedad, generándose
conflictos que difícilmente se podían resolver al gusto de todos. Por otro lado los conflictos
bélicos de diferente tipo constituyeron una constante pérdida de energía y consumieron
unos ingentes recursos económicos de los que no se disponía, con lo que el margen para
establecer medidas fiscales, laborales o sociales que procurasen una mejor vida a la
sociedad en su conjunto fue muy reducido. Es cierto que, en unos años en los que todo
sucedió muy deprisa, hubo políticas contradictorias entre gobiernos sucesivos,
ineficiencias, desorden, demasiadas urgencias, frustraciones, etc.
Pero fueron unos tiempos, sobre todo los de la I República, en los que incluso los
de “abajo” vivieron la ilusión de una sociedad más justa e igualitaria. Y a pesar del
desorden y la confusión, que llegó a su cénit en el verano de 1873 cuando se puso en
cuestionamiento la propia autoridad del Estado, es justo resaltar los logros conseguidos en
esos años y en este sentido es incuestionable que el Sexenio Democrático fue el periodo
La llamada de la política
135
que permitió mayor libertad y el proyecto de modernización política y social más
importante del siglo XIX211
.
El poeta norteamericano Walt Whitman reflejó las simpatías con las que sus
compatriotas norteamericanos en general habían contemplado el ensayo político español al
dedicarle el poema "España, 1873-74", que incorporó a su Hojas de hierba. En él,
Whitman imaginó el fulgor de la libertad republicana restallando breve e intensamente
entre las tinieblas de la tradición feudal212
:
De entre funestos nubarrones,
de entre las ruinas del feudalismo y los osarios de los reyes,
de entre los escombros de la vieja Europa, de las mistificaciones hechas pedazos,
de la catedrales desmoronadas, los palacios derruidos, las tumbas de los sacerdotes,
asoman los rasgos lozanos, nítidos, de la Libertad: asoma el mismo rostro inmortal
(como un atisbo del rostro de tu Madre, Columbia,
un destello significativo, como el de una espada,
que se dirige hacia ti.)
No creas que nos hemos olvidado de ti, madre;
¿tanto te has rezagado?, ¿volverán a cernerse los nubarrones sobre ti?
¡Ah! pero ahora te nos has aparecido, y te reconocemos;
nos has dado una prueba segura, tu atisbo.
Allí, esperas, como en todas partes, tu hora.
211
Fuente Monge, G.de la y Serrano García, R. (2005): Op. cit., pp. 9-40. Fontana, J. (2007): Op.
cit., pp. 396-401.
212 Versión de Eduardo Moga. Whitman, W. (2014): Hojas de hierba, p. 1191.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
136
La experiencia de haber vivido en primera persona este periodo modernizador explica en
gran manera el afán de algunos de sus actores protagonistas por reivindicarlo y su lucha
para restituir el valor el sistema de libertades conseguido. Arturo Soria fue uno de ellos e
incluso cuando la inmensa mayoría de sus antiguos compañeros de revolución habían
decidido, o bien olvidarse de la política activa o, si no, tratar de cohabitar con el sistema
impuesto, él todavía en 1898 se definía en la portada de uno de sus libros como "un ex
revolucionario no arrepentido"213
.
De momento, tras dejar su puesto de diputado había vivido a la expectativa de
unas circunstancias propicias que le pudieran devolver a la relevancia política o a ocupar
un puesto en la Administración. Pero quizá al no vislumbrar una probabilidad alta a corto
plazo, decidió presentarse a las pruebas de acceso al Cuerpo Pericial de empleados de
Aduanas, como lo había hecho años atrás para el Cuerpo de Telégrafos o al del Catastro.
Para ello asistió de nuevo a una academia en la que preparó las asignaturas que le iban a
exigir en el examen de ingreso214
. Permaneció en ella durante los años 1873 y 1874 y no
sabemos si llegó a presentarse a las oposiciones convocadas en 1874215
, pero en todo caso
no accedió al Cuerpo de Aduanas de Ultramar. Sus expectativas profesionales -además de
las políticas- se frustraron completamente tras el golpe de Estado que supuso el inicio del
reinado de Alfonso XII y el cambio de sistema político. Poco después, un Real Decreto
suprimía el Cuerpo Pericial de Aduanas de Ultramar y establecía que en lo sucesivo sus
diferentes empleos serían desempeñados por funcionarios públicos con acreditada “aptitud,
laboriosidad y honradez”216
.
En uno de los tres sueños que le llevaron a descubrir su famoso método crítico,
Descartes abría al azar el Corpus Poetarum y leía un verso del poeta latino Ausonio qué
213
Soria y Mata, A. (1898): El Progreso Indefinido.
214 "Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales, dirigida por José Sanz de Diego". AHN.
Ultramar,2455.Exp. 46. Folio 15: “Certifico que D Arturo Soria Mata [...] ha cursado y aprobado
con notable aprovechamiento en el año 1873 y 1874 las asignaturas que se exigen para la Carrera
pericial de Aduanas. El secretario, 8/6/1889”.
215 Se celebraron el 30/10/1874 y el 16/12/1874. Gaceta de Madrid, 11/10/1874, p. 86; Gaceta de
Madrid, 13/12/1874, p. 682.
216 R. D. 14 de mayo de 1875. Gaceta de Madrid, 29/5/1875, p. 572.
La llamada de la política
137
decía: "¿Qué camino de la vida seguiré?"217
. No sabemos si Arturo Soria lo conocía como
para evocarlo, pero en cualquier caso es muy probable que, tras este nuevo revés, por su
cabeza rondase algo muy parecido. Las opciones en las que había basado sus expectativas
de los últimos meses se le habían truncado, no podía saber si definitivamente, pero al
menos sí de momento. Necesitaba buscar con urgencia un medio para ganarse la vida y lo
encontraría poco después en un mundo con en el que no había tenido contacto antes. Era
una nueva etapa que se le abriría en 1876 en la que principalmente estuvo ocupado de la
dirección de una empresa que creó para la explotación del Tranvía de Estaciones y
Mercados, y sobre ello ahondaremos en un capítulo posterior.
3.4.1. Activismo político en la Restauración
Si algo había puesto de manifiesto la experiencia republicana era la pluralidad de
proyectos que existían en el seno del republicanismo español y la difícil convivencia entre
todos ellos. Instaurado el régimen monárquico, la sensación de fracaso por la experiencia
pasada pesaba como una losa entre los militantes republicanos que veían, además, que la
división que habían mostrado seguía manteniéndose y sus diferentes líderes (Pi y Margall,
Figueras, Salmerón, Castelar o el recién aterrizado en el republicanismo Ruiz Zorrilla) se
mostraron más preocupados por reafirmarse entre sus propios partidarios que en conformar
una fuerza unida frente a los oponentes monárquicos. Esta desunión, junto a la censura,
represión y vigilancia que a la que fueron sometidas las actividades de sus militantes
durante los primeros años del régimen contribuyeron decisivamente al debilitamiento del
movimiento republicano, que no consiguió volver a la primera línea de la política en lo que
restaba de siglo218
.
En estos primeros años del régimen de Alfonso XII llegaría a haber tres opciones
republicanas: la posibilista defendida por Castelar, la radical reformista de Manuel Ruiz
217
En su sueño, Descartes leía el verso original en latín: "Quod vitae sectabor iter?".
218 Artola, M. (1991): Op. cit., pp. 370-383. Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., pp.
60-63. Dardé, C. (1994): Op. cit., pp. 118-135. Duarte, Á. (2013): Op. cit. pp. 134-141.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
138
Zorrilla y Nicolás Salmerón - que a mediados de los años 80 se separarían para liderar sus
propias formaciones- y la federal de Pi y Margall y de Figueras. Todos luchaban por la
restauración del régimen republicano, pero las diferencias ideológicas y personales entre
sus líderes eran grandes y tampoco se ponían de acuerdo en la estrategia para conseguirlo.
Así, Emilio Castelar, ideológicamente situado a la derecha del republicanismo, optó por la
participación en el sistema político del nuevo régimen desde el inicio. Pi Margall y
Salmerón no se opusieron durante un tiempo a una acción de fuerza que hiciese caer al
régimen monárquico, pero finalmente optaron por la vía legal. Sin embargo, Manuel Ruiz
Zorrilla se mantuvo firme en su defensa de la vía insurreccional como medio de acceso al
poder. En las primeras elecciones de enero de 1876, Castelar decidió presentarse como
candidato a diputado a título personal, mientras que el resto optó por mantenerse al margen
de sistema y aconsejaron a sus seguidores optar por el retraimiento electoral.
Pero a pesar de los innegables factores de divergencia y a la evidente desunión
que caracterizó al republicanismo español en las primeras décadas de la Restauración, aún
perduraban los convencimientos comunes a la militancia republicana en general, fuese cual
fuese su facción. Sentirse republicano significaba para ellos más una forma de entender el
mundo que defender un programa político concreto. Era, por encima de todo, creer en un
conjunto de valores e ideas por los que merecía la pena luchar y que pretendían una
transformación profunda de la sociedad. Evidentemente, la oposición a la monarquía era
uno de esos convencimientos. A ojos de los republicanos, la pervivencia de esa institución
y su carácter patrimonial carecía de argumento racional posible en un marco en el que era
el pueblo como depositario de la soberanía nacional el que debía elegir a todos sus
representantes. Otro venía implícito en el anterior: la democracia como medio de
participación del ciudadano en un sistema parlamentario, liberal, laico e igualitario
alternativo al sistema liberal, monárquico, católico y doctrinario que se había impuesto
como resultado de la alianza entre la nobleza y la burguesía propietaria. Pero muchos de
sus partidarios -mayoritariamente intelectuales, profesionales de clase media o
comerciantes, preferentemente de origen urbano- tenían también una visión idealizada de
lo que podía significar la república: sería el motor de avance a través del cual se podría
llegar a una sociedad de paz, de progreso y de prosperidad. Durante la Restauración, los
garantes del sistema impuesto y la propia división interna condujeron al republicanismo a
un papel político casi irrelevante que no fue representativo de la influencia intelectual y
La llamada de la política
139
cultural que sí llegó a tener en la sociedad española y que logró ejercer a través de los
círculos universitarios, los ateneos, los casinos, las tertulias y la prensa a partir del
relajamiento de su censura219
.
Pero sobre todo en los primeros años en los que la monarquía Alfonso XII no
estaba todavía bien asentada y ni siquiera había sido reconocida por muchas de las grandes
potencias, los republicanos también lucharon por derrocar al régimen llevando a cabo una
intensa labor clandestina intentando promover una acción de fuerza. La coincidencia en el
exilio parisino de Manuel Ruiz Zorrilla y de Nicolás Salmerón en 1876 facilitó el
acercamiento político entre ambos que fructificó en la formación del Partido Republicano
Reformista, que nacía con la pretensión de combinar la defensa de las reformas menos
extremistas reclamadas por las clases populares, con los intereses y la capacidad directiva
de las clases medias que hasta entonces habían militado en el progresismo radical. Bajo la
Constitución de 1869 despojada de las referencias monárquicas, defendían una república
unitaria pero a la vez garante de una cierta autonomía provincial y municipal. Los
reformistas buscaban situarse, por tanto, en el centro político del republicanismo,
delimitado a la derecha por la opción defendida por Emilio Castelar, y a la izquierda por el
federalismo de Pi y de Figueras. Es decir, desde entonces, la formación recién creada podía
amparar tanto a “un activo contertulio de los cenáculos de profesionales de prestigio”,
como a “un vocinglero agitador popular, hombre de casino, personaje revoltoso e
idealmente periodista ardiente”220
.
Manuel Ruiz Zorrilla no había dejado de relacionarse con cualquiera -civil o
militar- que pudiese estar interesado en promover o participar en una insurrección para
derribar al régimen. Fue uno de los líderes más activos en este sentido y buscó también el
apoyo, las armas y la financiación para ello incluso entre los republicanos radicales
franceses. También contó con la pasividad de las autoridades republicanas francesas que
hasta entonces habían hecho oídos sordos a las demandas de las españolas para que
persiguiesen las acciones conspirativas de los exiliados españoles en suelo francés. El
219
Suárez Cortina, M. (2000): El gorro frigio. Liberalismo, Democracia y Republicanismo en la
Restauración, pp. 20-23 y 82-89. Diego Romero, J.de (2008): "La cultura política de los
republicanos finiseculares", pp. 417-425.
220 Duarte, A. (2013): Op. cit., p. 135.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
140
gobierno de Cánovas, en continua alerta por estar al tanto de algunos de estos
movimientos, extremó la vigilancia de los posibles focos de activistas carlistas o
republicanos, ambos situados fuera del sistema, a través de una completa red de
informadores e infiltrados que, actuando tanto en suelo extranjero como en el español,
hicieron posible el desbaratamiento sistemático de las tramas y facilitaron las redadas,
encarcelamientos o deportaciones de sujetos, tanto civiles como militares, sospechosos de
estar inmersos en alguna conspiración.
Uno de estos complots estuvo organizándose durante el verano y el otoño de
1876, pero en el mes de octubre se interceptó en la frontera de Irún la documentación que
portaba una mujer que actuaba como correo y tras su análisis se ordenó una redada en
Madrid y en otras provincias en la que resultaron detenidos casi 200 personas, de las cuales
unos 160 eran "paisanos" y, una veintena de generales y otros altos mandos militares, entre
ellos, José Merelo, Francisco de Paula Loño y tres ex ministros republicanos: Jacobo
Oreyro, Juan Acosta y Eulogio González Iscar. Según informó Cánovas del Castillo a
varios ministros de su gabinete, la mayoría de las personas presuntamente implicadas
figuraban en las cartas interceptadas en la frontera, en las que Manuel Ruiz Zorrilla
enviaba desde París instrucciones para los preparativos de la conspiración. La lista de
sospechosos detenidos había sido ampliada en base a otras informaciones de las que
disponía el gobierno221
. La prensa de los días 23 y siguientes destacaba las noticias sobre
las detenciones efectuadas en diferentes provincias y se destacaba algunos nombres de las
personas más conocidas. Entre los detenidos en Madrid figuraba Arturo Soria y Mata,
"hermano de la señora marquesa de Santiago", como señalaba alguno de estos diarios en
vez de aludir a su pasado como diputado. Fue trasladado a la cárcel del Saladero de
Madrid, tristemente famosa por su estado y las condiciones de encierro de los presos.
Además, como el resto de los sospechosos, fue incomunicado. Curiosamente, tras llevar ya
unos años fuera de primera línea, la noticia de su detención coincidía en la prensa con otras
sobre su concesión del Tranvía de Estaciones y Mercados -en el que ahondaremos
posteriormente- y del inicio de los trabajos para ponerlo en marcha. Pero el encierro duró
221
Archivo Histórico Militar. Fondo Ministerio de la Guerra. Orden Público. Exp. 5898-2.
Conspiración Republicana Reformista de octubre de 1876.
La llamada de la política
141
dos días escasos, el día 26 ya se reflejaba su liberación sin cargos junto a la de otros
sospechosos222
.
Pocos días después, La Correspondencia de España emitió un comunicado, del
que se hizo eco algún otro diario, que pretendía desmentir algún rumor o malentendido
surgido como consecuencia de los detalles en los que tuvo lugar la detención de Soria223
:
A ruego de los Sres. D. Eusebio Blasco y D. Arturo Soria, a quienes además del
parentesco une amistad íntima, tenemos el mayor gusto en deshacer un error que, tal vez
con mala intención, se ha propalado estos días con motivo de la prisión del segundo de
dichos señores. El gobierno advirtió al Sr. Blasco a las tres de la mañana del día en que se
verificaron las prisiones, que se veía en la dolorosa necesidad de detener al Sr. Soria por
suponerle complicado en la conspiración descubierta. Viviendo el Sr. Soria en la misma
casa de su hermano político, el Sr. Blasco, éste no pudo, por motivos de delicadeza fáciles
de comprender, ni intentar siquiera la súplica de que no se procediera contra una persona
a quien el gobierno suponía enemiga; pero viendo que se iba inmediatamente a verificar
la prisión por medio de inspectores y agentes de la autoridad que en hora tan desusada
iban a ocupar su domicilio y previendo que en el delicado estado de la señora de Blasco,
hermana cariñosísima del presunto conspirador, podía el acto de la prisión producirla un
gravísimo disgusto, el Sr. Blasco rogó gobierno que no se desplegase aparato de fuerza, y
bajo su palabra de honor fue encargado por el gobierno mismo de hacer saber al Sr. Soria,
su hermano, la determinación tomada, dando esto lugar á una conmovedora escena de que
ni el gobierno se vio libre, pues al volver el Sr. Blasco al ministerio a dar cuenta de haber
cumplido un deber de delicadeza, es público lo que sucedió entre el señor ministro de la
Gobernación y el Sr. Blasco, cuya amistad se puso en aquella noche tan a prueba por
parte de todos. Esto ha dado lugar a que se haya dicho, sin razón y sin detenerse a
estudiar la delicada situación de todas las personas que han tomado parte en el suceso,
que el Sr. Blasco había preso a su cuñado el Sr. Soria, lo cual era imposible, entre otras
razones, porque el Sr. Blasco no ejerce cargo ni jurisdicción para poder prender a nadie.
222
Diario oficial de avisos de Madrid, 24/10/1876, p. 3. La Época, 23/10/1876, p. 3; 24/10/1876, p.
2; 25/10/1876, pp. 2-3; 26/10/1876, p. 2. El Siglo futuro, 24/10/1876, p. 2; 26/10/1876, p. 2. La
Iberia, 24/10/1876, p. 2; 26/10/1876, p. 2.
223 La Correspondencia de España, 30/10/1876, p. 2. La Época, 31/10/1876, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
142
En efecto, Arturo Soria, que todavía permanecía soltero, vivía por aquellos años con el
matrimonio formado por su hermana Mariana Paniagua y su cuñado, el afamado
dramaturgo y periodista Eusebio Blasco, que, como se puede ver, gozaba de buenas
relaciones con el que era ministro de la Gobernación del gobierno de Cánovas, Francisco
Romero Robledo. Blasco había sido el secretario de Nicolás María Rivero cuando éste
estuvo al frente de ese mismo Ministerio tras el triunfo de la Revolución, hasta que en
1870, Eusebio Blasco decidió renunciar voluntariamente a seguir en dicho puesto. De
aquella época todavía conservaba buenas relaciones con antiguos revolucionarios. Lo que
no hemos conseguido averiguar son los detalles de lo sucedido esa noche del 23 de octubre
entre Blasco y Romero Robledo a los que se refiere la noticia. Por cierto que Romero
Robledo, que había tenido una relación muy directa con la Partida de la Porra y con los
Voluntarios de la Propiedad, se había llevado consigo al ministerio a Felipe Ducazcal
nombrándole jefe de Orden Público, lo cual, como cabía esperarse, fue objeto de bastante
controversia224
.
"La conspiración era vasta y consistente, pero de todo punto insuficiente para dar
resultados serios. Como de Ruiz Zorrilla, en fin", había comentado Cánovas del Castillo en
octubre tras la redada, dejando implícita una imagen de Ruiz Zorrilla como de inquieto y
ubicuo conspirador pero con cierta incapacidad para conseguir respaldos de envergadura
para lograr el éxito225
. No obstante, también hubo una cierta sobrerreacción por parte del
Gobierno: como en el caso de Soria, la gran mayoría de los detenidos de esos días fueron
puestos en libertad sin cargos y los pocos que fueron procesados obtuvieron el
sobreseimiento de sus causas poco después. Aunque algunos militares sospechosos de estar
especialmente implicados continuaron encerrados en prisiones militares. José Merelo logró
evadirse de una de ellas en febrero de 1877 y pasó a Francia para unirse a los preparativos
del complot. La insurrección planeada tuvo que aplazarse hasta mayo, pero finalmente
terminó siendo un desastre, tanto de organización como de seguimiento226
.
224
González Calleja, E. (1998): Op. cit., pp. 27-29.
225 Cita en: Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., p. 62.
226 En González Calleja, E. (1998): Op. cit., pp. 80-86 se hace un estudio sobre la subversión contra
el régimen en estos años y los diferentes intentos de insurrecciones promovidas por Ruiz Zorrilla
hasta 1886. La acción subversiva de Ruiz Zorrilla en la Restauración también en la reciente
La llamada de la política
143
No sabemos si las sospechas de las autoridades podían tener algún fundamento y
Soria tuvo alguna actividad clandestina durante estos años, pero sí que mantuvo el contacto
con sus antiguos líderes políticos y ha quedado constancia de su participación en algunos
actos que podían tener alguna significación política, como se señaló en la prensa. Fueron
eventos, por ejemplo, como las exequias en honor de María Victoria, la duquesa de Aosta
que fuera reina de España, que tuvieron lugar en noviembre de 1876 y que aunque reunió a
una multitud considerable de gente y entre ella, a muchos notables y políticos que habían
sido protagonistas durante su reinado en el Sexenio, algunos lo consideraron una "función
radical". Y de hecho acudieron la mayoría de los prohombres de esta formación ahora en la
clandestinidad como Martos, Moret, el marqués de Sardoal, Becerra, y una larga lista, en la
que también figuraba Arturo Soria, como hemos comentado. Lo mismo ocurrió un mes
más tarde con ocasión de la celebración de un funeral en recuerdo de Juan Prim, al que
también concurrió una nutrida representación de los radicales y, entre ellos, de nuevo
Soria. La reseña del acto destacaba una corona de flores en la que se podía leer: "A la
memoria de D. Juan Prim, Manuel Ruiz Zorrilla"227
.
Los años siguientes fueron turbulentos en las filas del Partido Republicano
Reformista, al ponerse de manifiesto las discrepancias internas entre los que deseaban
seguir apostando únicamente por la vía insurreccional y los que planteaban incorporarse a
la vía legal, en ese caso como la formación más a la izquierda del sistema. Este fue el
planteamiento de los demócratas progresistas liderados por Cristino Martos. En 1879, con
ocasión de las segundas elecciones generales de la Restauración, Castelar y su Partido
Posibilista y Martos, al frente de la corriente demócrata progresista, acordaron presentarse
en coalición con Sagasta y su Partido Constitucional. La nueva vía de acción política
emprendida por Martos cristalizó el 1 de abril del año siguiente con el alumbramiento del
Partido Democrático Progresista. Su manifiesto fundacional iba acompañado de alrededor
de 300 firmas, entre otras las de otros de los líderes como Nicolás Salmerón o un Manuel
Ruiz Zorrilla, que por su parte no dejaba de intentar la vía de la fuerza: de hecho en
noviembre de ese mismo año lo intentó otra vez, cosechando un nuevo fracaso. El
biografía de Ruiz Zorrilla, producto de la tesis doctoral del autor: Higueras Castañeda, E. (2016):
Con los borbones jamás. Biografía de Manuel Ruiz Zorrilla (1833-1895), pp. 281-376.
227 El Imparcial, 16/11/1876, p. 2. La Época, 16/11/1876, p. 3. La Correspondencia de España.
30/12/1876, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
144
manifiesto incorporaba los ingredientes que habían caracterizado el anterior (constitución
del 69, sufragio universal, derechos individuales, etc.) pero, por razones obvias, evitaba
cualquier referencia a la república como forma de gobierno. También dejaba traslucir otras
de las señas que identificaron al republicanismo reformista: ciertas dosis de demagogia y la
llamada a la secularización de la sociedad, mediante la exigencia de una separación
efectiva entre Iglesia y Estado y la defensa de un sistema educativo laico. Estas últimas
reclamaciones, comunes por lo demás al resto de las facciones republicanas, terminaron
derivando en un anticlericalismo con el que consiguieron movilizar a ciertas bases que por
su parte tenían que asistir inermes a la renovada animadversión, el acoso de la Iglesia
contra los no creyentes y los librepensadores.
Arturo Soria figuraba también entre los firmantes del manifiesto del Partido
Democrático Progresista que, de momento, agrupaba a todos los líderes del Republicano
Reformista al que sustituía. Pero eran tan evidentes las diferencias entre las tácticas
defendidas por todos ellos que no tardarían en materializarse en escisiones poco después.
Del 10 al 14 de junio del año siguiente, anticipándose a las elecciones que había convocado
para agosto el Partido Liberal Fusionista de Sagasta, que había accedido al gobierno unos
meses antes dando comienzo al sistema de turno de partidos por designación del monarca,
los líderes más destacados del Partido Democrático Progresista celebraron unas
conferencias en Biarritz con el objeto de limar la disensión interna y tratar de atraer al
partido a otros sectores de la oposición republicana. El resultado fue ambiguo y, al menos
de momento, continuista, al decidir ratificarse en el programa contenido en el manifiesto
del año anterior. Uno de los periodistas españoles presentes en la población francesa para
informar de la marcha de las conferencias fue precisamente Eusebio Blasco, que actuaba
como corresponsal de El Progreso, diario que hacía escasas fechas que había iniciado su
andadura228
.
Las elecciones de agosto de 1881 no fueron buenas para los demócratas y las
diferencias entre Martos y Ruiz Zorrilla culminaron en noviembre de ese mismo año con la
decisión de los demócratas de abandonar a Ruiz Zorrilla. Éste por su parte se mantenía
228
El Demócrata, 11/6/1881, p. 1. La Discusión, 14/6/1881, p. 3.
La llamada de la política
145
junto a Nicolás Salmerón en una nueva formación, el Partido Republicano Progresista, que
insistía en su empeño en la vía de la insurrección armada229
.
3.4.2. El Progreso
El gobierno que surgió del golpe de Estado de Sagunto prohibió la prensa de
oposición. Además instauró un sistema de censura previa y tribunales especiales que
hacían muy difícil la publicación de información contraria al régimen. El procedimiento
que por lo general se seguía para dar a conocer las propuestas políticas liberales que fueron
surgiendo en estos años se basó en la que Suárez Cortina denomina la "triada
fundamental", es decir, el manifiesto programático, el casino o la tertulia afín y la prensa
de partido. Éstas últimas eran importantes no sólo para la difusión del ideario propio sino
también para resaltar su identidad frente a las posiciones políticas rivales y, entre ellas, por
supuesto las defendidas por las otras formaciones republicanas. Así, la dificultad para
disponer de órganos de comunicación afines y la censura previa de la información fueron
factores que impidieron una construcción rápida y eficaz de las organizaciones y los
programas de las distintas facciones democráticas y republicanas. Pero tras los duros
primeros años de la Restauración, una cierta relajación de la vigilancia y la presión del
gobierno permitió la paulatina aparición de algunos diarios opositores, que no obstante
debían mostrar cierta moderación y ser muy prudentes con sus comentarios si no deseaban
ver interrumpidas sus actividades de forma brusca y sin contemplaciones. La llegada de los
liberales al poder en 1881 facilitó, poco después, la aprobación de una Ley de Imprenta
que permitió recuperar las libertades de prensa del Sexenio y dio lugar a una eclosión de
229
Artola, M. (1991): Op. cit., pp. 372-375. Dardé, C. (1994): Op. cit., pp. 119-121. González
Calleja, E. (1998): Op. cit., pp. 101-102. Suárez Cortina, M. (2000): Op. cit., pp. 45-49. Duarte, Á.
(2013): Op. cit., pp. 147-148. La Discusión, 6/4/1880, pp. 1-2. El Liberal, 7/4/1880, pp. 2-3. En La
Ciudad Lineal, 6/12/1920, p. 603, se hizo una muy sucinta referencia a la militancia política de
Arturo Soria tras la Restauración: "Por documentos públicos del partido progresista que dirigió
Don Manuel Ruiz Zorrilla, vemos que estuvo militando en sus filas, y fue uno de los firmantes del
célebre manifiesto de Biarritz". En esta última afirmación se introducía una confusión pues, como
hemos visto, la firma de Arturo Soria se incluyó en el manifiesto del año anterior, el de abril
de1880, el que los líderes de esa formación decidieron ratificar tras las conferencias de Biarritz de
1881.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
146
diarios que ya no tenían que disimular su oposición a las políticas régimen230
.
Figura 3.9: Cabecera de El Progreso. Fuente: Hemeroteca Municipal de Madrid.
Tras la aparición del manifiesto del Partido Democrático Progresista en abril de 1880
algunos de sus líderes fundaron una cabecera con el nombre precisamente de El
Manifiesto, que tuvo una escasa vida. En el mismo ámbito político se movió un diario que
vio la luz en mayo de 1881: el diario El Progreso. Su director fue Andrés Solís y Greppi,
un periodista de prestigio que también había tenido un pasado de relevancia política
durante el Sexenio. Logró reunir en su redacción a personajes destacados de la
intelectualidad antimonárquica, como Leopoldo Alas, Giner de los Ríos, Rafael de
Comenge, Lucas Mallada, Julio Borrell y otros para confeccionar un periódico moderno
que desde sus inicios dejó patente su vocación polemista y que llegó a ser bastante popular
entre su público objetivo. Ante la ruptura política escenificada en noviembre de 1881, El
Progreso se decantó por los demócratas de Cristino Martos, por lo que Manuel Ruiz
Zorrilla decidió apoyarse en un nuevo diario, El Porvenir, que fundó en enero de 1882 y
del que fue propietario hasta 1885231
. Tras la Ley de Imprenta de 1883 El Progreso pudo
mostrar a las claras un posicionamiento antimonárquico, democrático y anticlerical,
aspectos por lo demás comunes a todos los medios republicanos, además de cierta
hostilidad hacia Sagasta por haber aceptado la colaboración activa con el régimen
230
Un estudio sobre las formas de movilización política republicana en la sociedad madrileña de la
Restauración en: Anchorena Morales, Ó. (2016): "Sociedad civil democrática en acción en la
Restauración: el republicanismo en Madrid", pp. 75-89.
231 Higueras Castañeda, E. (2015): "Prensa y partido en el republicanismo progresista: El Porvenir
(1882-1885)", pp. 43-73.
La llamada de la política
147
borbónico. En 1885 Solís y Ruiz Zorrilla reconciliaron posturas y decidieron que El
Progreso pasase a ser el órgano de comunicación vinculado al Partido Republicano
Progresista232
.
Rafael Comenge fue uno de los jóvenes talentos que entonces entró a formar parte
de la redacción del periódico y que durante las recurrentes ocasiones en que Solís fue
recluido en la cárcel del Saladero le reemplazaba al frente del mismo. Estos procesos
contra el director fueron numerosos y frecuentes. Gómez Aparicio señala que sólo para
cumplir todas las condenas que le impusieron por los artículos que firmaba Solís hubiera
necesitado 365 años de vida y que circulaba que el diario disponía permanentemente de
una celda de pago en el Saladero por si su director o redactores tenían que ocuparla. De
estos "descansos" tampoco se libró Rafael Comenge, quien ejerciendo de director durante
una de las "ausencias involuntarias" de Solís, firmó un artículo que le valió una condena de
tres meses, que aprovechó para escribir y enviar al periódico una crónica que tituló con
ironía "Desde el Saladero". A través de sus recuerdos sabemos que Arturo Soria fue uno de
los accionistas de El Progreso, al que también estuvieron vinculados de alguna manera
Segismundo Moret y Alberto Aguilera233
. Y, como hemos comentado antes, también lo
estuvo su cuñado Eusebio Blasco. Arturo Soria también se decidió a incluir sus propios
artículos, en principio de forma esporádica a lo largo de ese año 1881, escribiendo sobre
asuntos relacionados con el ayuntamiento madrileño y, más frecuentemente a partir de
1882, al hacerse cargo de una sección semanal titulada Cosas de Madrid, en la que
reflexionaba sobre temas urbanos relacionados de la ciudad de Madrid, denunciaba los
males que a su juicio eran característicos de la ciudad industrial y proponía medidas para
paliarlos. Fue desde esta tribuna desde la que lanzó su célebre propuesta sobre las ciudades
lineales. Como otros medios de comunicación republicanos, El Progreso creyó necesario
llevar a cabo una labor de proselitismo político, cultural e incluso científico - no exenta de
cierto simplismo que facilitase atraer a las capas populares- con el objetivo de elevar un
232
Suárez Cortina, M. (2000): Op. cit., pp. 73-77. Duarte, Á. (2013): Op. cit., pp. 149-152. Gómez
Aparicio, P. (1971): Historia del periodismo español. De la Revolución de septiembre al desastre
colonial, pp. 436-440 y 458. Higueras Castañeda, E. (2015): Op. cit., pp. 71-72.
233 Gómez Aparicio, P. (1971): Op. cit., pp. 455-458. Comenge, R.: "Aguafuertes contemporáneos.
Cómo surgió la Ciudad Lineal". La Ciudad Lineal, 10/8/1931, pp. 13-16. Comenge, R.:
"Aguafuertes contemporáneos. Cómo surgió la Ciudad Lineal II". La Ciudad Lineal, 10/9/1931, pp.
29-32.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
148
tanto el nivel educativo de una sociedad española bastante atrasada en general y su
modernización como medio de movilización en respaldo de las políticas reformistas que
afirmaban solo llegarían a través de la república. En este sentido, las propuestas de Soria
en cuanto a la necesidad de adaptar las ciudades a las necesidades en estos nuevos tiempos
y de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, sobre todo de los más
desfavorecidos, tenían plena sintonía con el ideario republicano.
Figura 3.10: Original manuscrito de “Inauguración del Tranvía del Hipódromo”, primera crónica
escrita por Arturo Soria para El Progreso, 10/5/1881. Fuente: Archivo Keller Soria.
Fue el periodismo una actividad muy del gusto de unas élites republicanas -por lo general
alejadas de la alta sociedad y de los núcleos económicos - que buscaban con esa dedicación
o un complemento económico o un protagonismo social y una capacidad de influencia que
quizá podría llevarles a prosperar política o socialmente234
. Arturo Soria estaba ya por
entonces al frente de la empresa del Tranvía de Estaciones y Mercados y gozaba de una
234
Suárez Cortina, M. (2000): Op. cit., pp. 82-89.
La llamada de la política
149
cierta prosperidad económica que le permitió formar parte del accionariado del periódico.
Rafael Comenge recordaba la admiración que le inspiraba, siendo él todavía un humilde
periodista que comenzaba su carrera235
:
La sala [de redacción] tenía adosados dos gabinetes muy anchos; en uno se hallaba la
dirección del periódico, en el otro nos reuníamos solamente Soria y yo, por concesión del
modesto y sabio amigo Arturo, distinción cariñosa que siempre le agradecí.
Hay que tener en cuenta que mi amigo era redactor y accionista, lo que equivalía a tener
pensamiento y dinero;
[…]
Arturo Soria, rara vez escribía de política; discutía con Solís, nos daba a los jóvenes
principiantes temas para artículos, pero su pluma sutil se dedicaba a aleccionar al
Ayuntamiento de la Corte, a discurrir reformas para la villa coronada, cuyo circuito
municipal terminaba bruscamente, como él decía, en estercolero o lodazal.
Teníamos en la redacción una sola mesa para los dos; pero no nos estorbábamos, los
cerebros no se tocaban; él era una estatua escribiendo, y yo una tumba; ninguno de los
dos fumábamos hasta concluir las cuartillas; puesto el bigote final o el rasgo
representativo de la terminación del artículo, Soria sacaba la petaca y me ofrecía con
cariñosa hermandad un pitillo liado por él mismo en las soledades y pausas de su
despacho del Ministerio de Ultramar.
Comenge introdujo en esta frase un anacronismo, pues Soria no comenzaría a trabajar en el
Ministerio de Ultramar hasta unos años más tarde. Mantuvieron ambos a partir de entonces
una estrecha relación y Comenge fue luego uno de los primeros accionistas en apoyar la
empresa con la que Soria iniciaría la construcción de la Ciudad Lineal. La sección Cosas
de Madrid se mantuvo hasta mediados de 1883. No sabemos si a la vez que dejó de
escribirla Soria decidió salir del accionariado pues lo cierto es que no volvió a firmar
ningún artículo más para este diario, que dejó de publicarse tras las graves disensiones que
235
Comenge, R.: "Aguafuertes contemporáneos. Cómo surgió la Ciudad Lineal". La Ciudad Lineal,
10/8/1931, pp. 13-14.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
150
se produjeron en el Partido Republicano Progresista en 1886, tras otro levantamiento
armado fallido comandado por Merelo, Villacampa y otros militares pertenecientes a la
clandestina Asociación Republicana Militar (ARM), que había sido apoyado por Ruiz
Zorrilla y en cuyos preparativos estuvo implicado el propio Andrés Solís, ya que gran parte
de ellos tuvieron como escenario los locales de El Progreso. Las disputas internas
motivaron también que Nicolás Salmerón y otros intelectuales abandonasen la formación
para reunirse en otro nuevo partido republicano, el Centralista, de ideología similar pero
disconforme con la vía insurreccional en la que Ruiz Zorrilla se empeñaba236
.
236
Gómez Aparicio, P. (1971): Op. cit., pp. 477-486.
151
CAPÍTULO 4. LA FAMILIA SORIA HERNÁNDEZ
4.1. ANTONIO CIRIA Y EUSEBIO BLASCO
Remontamos unos años atrás para trazar una síntesis de la evolución vital de las
hermanas de Arturo Soria durante los años en los que formaron sus respectivas familias.
Recordemos que, desaparecido el padre y fallecida la madre, Arturo y sus hermanas se
encontraron sin medios de subsistencia, por lo que se fueron a vivir al hogar formado por
su hermanastra Carolina y su cuñado, el marqués de Santiago, quien continuaba dedicado a
su carrera militar. En 1862 fue ascendido a Mariscal de Campo y seguía destinado en el
Cuerpo de Alabarderos de la Reina -del que ya era Segundo Jefe-, por lo que, como
miembro de la alta servidumbre de Isabel II, era habitual en los actos reales, tanto en
Madrid, como en provincias. A algunos de ellos asistía acompañado por su esposa Carolina
y eran considerados habituales entre la representación de la aristocracia en los diferentes
eventos, celebraciones o festejos que se celebraban en la España de Isabel II237
. En 1867,
en la que iba a ser ya la última legislatura del régimen isabelino, el marqués fue elegido
Senador vitalicio por designación real en la categoría Grande de España238
. Tras el triunfo
de la revolución de septiembre de 1868, Carlos Bernaldo de Quirós figuraba entre el
séquito cortesano que despidió a la reina camino de su exilio en Francia239
.
La relación habitual de Carolina con la alta sociedad facilitó a su vez que sus
hermanas también tomasen contacto con ella al acompañarla en algunos de los eventos y
veladas que se celebraron durante esos años o durante sus vacaciones en el norte de la
237
La España, 17/7/1866, p. 3; La Época, 25/9/1866, p. 2; La Correspondencia de España,
18/9/1867, pp. 1-2. En La Correspondencia de España, 28/4/1868, p. 2, por ejemplo, se leía que la
marquesa de Santiago había oficiado como madrina en el bautizo de uno de los hijos de Ricardo
Muñiz.
238 AHS. Expediente personal del Senador vitalicio Pedro Bernaldo de Quirós y Colón de
Larreátegui.
239 La Época, 4/10/1868, p. 3. No sólo era el mundo de relaciones con la alta sociedad, el marqués
de Santiago gozaba de rentas por las propiedades heredadas de la familia. Por ejemplo el lujoso
palacio de la Carrera de San Jerónimo donde estaba situado el Casino del Príncipe, al que acudía lo
más florido de la alta sociedad madrileña, era de su propiedad. Gutiérrez-Gamero, E. (1925): Op.
cit., pp. 244-247.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
152
Península, por ejemplo. Valga como ejemplo la reseña de un baile organizado durante las
vacaciones estivales en Lequeitio -acompañando a la Reina pocos días antes de ser
destronada- en la que se señalaba expresamente cómo habían destacado dos de las
hermanas de Arturo: "Allí lucían su hermosura y elegancia la marquesa de Santiago y su
lindísima hermana Julia"240
. El triunfo de la revolución no significó que se suspendiesen
los actos aristocráticos o las vacaciones en tierras vascas, pues al año siguiente fue noticia
la organización de un concierto benéfico que tuvo la participación de un coro formado por
mujeres de las familias distinguidas que estaban pasando sus vacaciones a San Sebastián,
entre las que se destacaba, entre otras, a la duquesa de Medina Sidonia o a "la marquesa de
Santiago y hermanas"241
. Otra noticia sobre una función de ópera en el teatro Real en la
que precisamente se enfatizaba "que al lado de la aristocracia de la cuna estaba la
aristocracia de la situación", se mencionaba a las tres hermanastras entre las asistentes242
.
Sin embargo, de lo que no he encontrado referencia alguna es a la asistencia o
participación del hermano en dichos eventos, ni siquiera en el periodo anterior a la
Revolución, en el que sabemos que Arturo todavía convivía con ellas.
El padre que les había abandonado todavía seguía con vida por esos años. Tras
unos años en Teruel, obtuvo un nuevo destino en la Administración del Portazgo de
Horcajada de la Torre, en la provincia de Cuenca, que ocupó hasta que se suprimió en
1870. Tras unos años sin paradero conocido, en 1873 embarcó en Marsella con destino a
las Islas Filipinas donde ejerció, primero, como contador en una recién inaugurada Fábrica
de Tabacos de Meisic, en Manila; luego como Oficial en el Centro de Colecciones y
Labores y, posteriormente, como inspector en la Fábrica de puros de la Princesa de
Malabón hasta 1876. Su paso por aquellas tierras debió terminar de forma algo turbulenta
pues unos años más tarde se podía leer en la prensa una noticia poco edificante243
:
240
La Correspondencia de España, 12/9/1868, p. 3.
241 La Correspondencia de España, 25/8/1869. p. 2.
242 La Época, 18/10/1874, p. 2. También hay referencias posteriores, ya en el trono Alfonso XII, en
las que se mencionan audiencias particulares u otros eventos presididos por los monarcas a las que
acudía la marquesa de Santiago. Por ejemplo en La Correspondencia de España, 20/11/1875, p. 3,
La correspondencia de España, 1/7/1881, p. 3 o en La Correspondencia de España, 29/11/1883, p.
3.
243 La Iberia, 31/10/1883, p. 3.
La familia Soria Hernández
153
La sección liquidadora de colecciones declaró contumaz y rebelde a D. José Soria y
Oliveros, inspector que fue de una fábrica de tabacos, y se le seguían los procedimientos
por no haberse presentado a reintegrar al Tesoro los 15.404 pesos de que salió
responsable.
Ya de vuelta a España, en 1882 consiguió un puesto de conserje del Archivo municipal en
el ayuntamiento madrileño, puesto del que fue cesado en 1886244
. Como vemos, el
recorrido laboral de José Soria fue de lo más variado, como corresponde a una vida
personal que también puede considerarse inestable y ajetreada. No conocemos con qué
intensidad y frecuencia, pero algún contacto debieron mantener con él al menos alguna de
sus hijas -no sabemos si también Arturo-, durante sus estancias en Madrid. Y lo digo
porque su consentimiento aparece en el expediente matrimonial formado en 1871 para el
enlace matrimonial de su hija Julia, aunque quizá fuera un contacto excepcional porque
necesario. Julia se casó con el criollo cubano Antonio Ciria y Vinent y la ceremonia tuvo
lugar en la Iglesia de San Sebastián de Madrid, en abril de ese citado año. Antonio Ciria,
que era militar, había nacido en Santiago de Cuba en 1844; era, por tanto, cuatro años
mayor que la que se convertía en su esposa. La noticia de la celebración de la boda
apareció en la prensa, y se destacaba que la contrayente era hermana de la marquesa de
Santiago245
. Antonio era hijo del marqués de Cervera, título que heredó su hermano mayor,
Manuel, tras la muerte del padre, ocurrida ese mismo año de 1871246
. Antonio ocupó
diversos puestos relacionados con la Administración de la isla de Cuba, primero en el
244
AHVM. Expediente de José de Soria y Oliveros. Las Dominicales del libre pensamiento,
5/9/1886, p. 3. Según se puede leer en la noticia del cese en este diario, para hacerlo el
ayuntamiento había alegado pretextos injustos e indicaba que la verdadera razón obedecía a
compromisos personales, “a los que queremos suponer extraño al señor alcalde”. El diario, que
asumía el contenido de la noticia aparecida previamente en El Liberal, describía a José Soria como
“antiguo e inteligente funcionario, que en modestos destinos había sabido cumplir a conciencia los
deberes de su cargo”.
245 ADM. Expediente matrimonial de Antonio Ciria y Vinent con Julia Soria y Mata, 1871. La
Época, 22/4/1871, p. 4.
246 AHN. CONSEJOS, 8987 A. 1871, Exp. 598. Sucesión en el título de marqués de Cervera a Don
Manuel de Ciria y Vinent.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
154
Ministerio de la Gobernación y posteriormente en el de Ultramar247
. Julia, por su parte, fue
aficionada a la pintura y llegó a exponer alguna de sus obras en la Exposición de Bellas
Artes de Madrid. Debió alcanzar cierta reputación, al menos durante unos años, pues
también ha quedado constancia de que la Casa Real llegó a adquirirle uno de sus
paisajes248
. Fue también conocida como anfitriona en cuyas veladas a veces ofrecía platos
típicos de la gastronomía cubana249
.
La otra hermanastra de Arturo, Mariana, se casó un año después que Julia. Lo
hizo con un muy conocido dramaturgo y periodista de la época, Eusebio Blasco y Soler.
Blasco había trabajado en diferentes medios conocidos de la época como el Gil Blas o La
Discusión de Nicolás María Rivero, de quien llegó a ser un estrecho colaborador. También
fue un conspirador activo en los últimos años del régimen isabelino y, tras el triunfo de la
revolución, varios de los políticos del nuevo régimen le solicitaron su colaboración. Lo
hizo primero con Adelardo López de Ayala en el Ministerio de Ultramar y luego con el
propio Rivero en Gobernación, por lo que durante unos años mantuvo un contacto estrecho
con algunos de los principales hombres fuertes del nuevo régimen, como Juan Prim o
Manuel Ruiz Zorrilla, por ejemplo. Poco después dejó voluntariamente la vida política en
primera línea para volcarse en el periodismo y en la literatura. En este apartado fue un
escritor muy prolífico y algunas de sus zarzuelas o comedias dramáticas lograron notable
éxito de público, por lo que llegó a ser una persona bastante popular en la sociedad
madrileña del momento. Viajó frecuentemente por el extranjero como corresponsal de
diferentes diarios y durante bastantes años lo fue en España del parisino Le Figaro250
.
247
El Imparcial, 29/9/1876, p. 3; La Época, 12/6/1897, p. 2. También patentó diferentes sistemas
de seguridad para evitar riesgos a los obreros de la construcción. Archivo Histórico de la Oficina de
Patentes y Marcas. Patentes 557 y 1260.
248 La Correspondencia de España, 16/3/1887, p. 2; 23/5/1887, p. 2. Archivo diplomático y
consular de España, 30/5/1887, pp. 2115-2116.
249 El Heraldo de Madrid, 3/12/1890, p. 2.
250 Una biografía de Eusebio Blasco en Faci, M.A. (2003): Don Eusebio Blasco y Soler:
zaragozano, aragonés y pilarista.
La familia Soria Hernández
155
Figura 4.1: Retrato de Eusebio Blasco. Sin datar. Fuente: Ministerio de Cultura. Fototeca de
Patrimonio. Archivo Moreno. Ministerio de Cultura.
En el año 1871 se prometió a Mariana Paniagua y Mata y contrajeron matrimonio en
febrero de 1872. La pareja bien pudo conocerse tras coincidir en alguna velada en la que
Mariana acompañase a sus hermanastras, pero también pudo deberse a la mediación de
Arturo Soria. No sabemos si ambos se conocían antes del inicio de la relación sentimental
entre Eusebio y Mariana, pero sí que en las postrimerías del régimen de Isabel II ambos
coincidían en el Café Suizo, por ejemplo. Emilio Gutiérrez-Gamero afirmó haber conocido
allí a Eusebio Blasco, ya célebre autor teatral tras el estreno de El joven Telémaco,
comedia bufa que tuvo bastante éxito. Según él, Blasco era uno de los integrantes de una
tertulia "casi siempre alegre". También recordaba en ese mismo lugar otra tertulia a la que
acudían ingenieros como Echegaray, Caunedo y otros. Aunque Gutiérrez-Gamero no
recordaba a Arturo Soria entre los asistentes al Suizo, el propio Blasco le señaló entre los
que salían de ese café para dirigirse a la Puerta del Sol durante los festejos tras el triunfo de
Arturo Soria y Mata. Una biografía
156
la Revolución de 1868251
. Sea como fuere, a mediados de 1871 Arturo Soria y Eusebio
Blasco ya se conocían y coincidían en eventos diversos. Blasco evocará unos años más
tarde, por ejemplo, cómo al observar juntos en ese año al que era el primer tranvía de la
capital transitando por las calles madrileñas, decidió Soria acometer el que iba a ser el
primero de sus negocios, episodio que ampliaremos en el próximo capítulo252
.
La boda entre Eusebio y Mariana tuvo lugar el 1 de febrero de 1872 y, al igual que
la de su hermana Julia un año antes, se ofició en la Iglesia de San Sebastián de Madrid.
Eusebio Blasco había nacido en abril de 1844, por lo que tenía 27 años de edad. La novia,
recordemos, había nacido también en abril, pero de 1838, por lo que a ese día llegaba ya
con 33 años cumplidos; es decir, era justo seis años mayor que el que se convertía en su
marido253
. Este dato, sobre el que no debía haber ninguna duda pues el expediente
matrimonial incluye la partida de bautismo de Mariana, se incorporó de forma incorrecta
-cabe especular que con cierta intencionalidad- en la inscripción del enlace que consta en el
libro de la Iglesia de San Sebastián, donde figura que la contrayente tenía 26 años, uno
menos que el desposado. Por parte de la familia de Mariana ofició como testigo el marqués
de Santiago. No consta referencia alguna a José Soria y tampoco era requerido su
consentimiento al no ser padre natural de Mariana254
. El evento "contó con la asistencia de
varias familias de la aristocracia, literatos y artistas de los más conocidos"255
.
Eusebio ya tenía una hija natural de casi cuatro años (Rosa Blasco) que fue a vivir
con la familia Blasco Paniagua pocos años más tarde, ya nacidos los primeros hijos de este
matrimonio: Carlos, Ángel y María del Carmen, en 1872, 1874 y en 1877,
respectivamente256
.
251
Blasco, E.: (1904): Op. cit., p. 174. Gutiérrez-Gamero, E. (1925): Op. cit., pp. 135 y 226.
252 Blasco, E.: “Tram-vía de las Estaciones y Mercados”. La Época, 16/9/1877, p. 4.
253 Ambos fueron bautizados un 28 de abril, pero con seis años de diferencia. ADM. Expediente
Matrimonial de Toribio Eusebio Blasco y Soler y María Ana de Jesús Paniagua y Mata, 1871.
254 Parroquia de San Sebastián. Libro de matrimonios año 1872. Folio 177.
255 La Época, 2/2/1872, p. 4.
256 AHVM. Padrón municipal 1877. El primero, Carlos, falleció al poco de nacer. Faci, M.A.
(2003): Op. cit. p. 320.
La familia Soria Hernández
157
Julio Nombela describió a Blasco como un modelo de esposo "que cumplió con la
más absoluta probidad sus deberes familiares, sin que le dominara ningún vicio, correcto
siempre en su trato, naturalmente generoso y trabajador incansable". También recordaba la
facilidad con la que era capaz escribía sus obras teatrales y el éxito que, por lo general,
solían cosechar, lo que, unido a su labor como periodista, le hizo ganar mucho dinero. No
obstante, a la vez que destacaba su generosidad también señalaba un carácter manirroto y
una notable propensión a la buena vida, por lo que, en la práctica, todas estas ganancias
terminaron siendo escasas para afrontar sus continuos dispendios257
:
No era cosa rara en él quedarse sin un céntimo a los pocos días de haber cobrado sumas
crecidas. Tenía la manía de las grandezas, caprichos costosos por poseer objetos de lujo,
de arte; le agradaba vivir a lo príncipe y cuando empezaron a estar de moda los grooms
con sus vistosas libreas, fue uno de los primeros que utilizaron aquellos elegantes
servidores. El dinero se evaporaba en sus manos; con la misma facilidad daba a sus
amigos apurados, como pedía a sus amigos que disfrutaban de prosperidad.
Como prueba de esto, su vivienda solía estar siempre muy concurrida, por unos motivo o
por otros. A través de los padrones municipales podemos comprobar que, en algunas
temporadas, entre los cabeza de familia, hijos, padres, cuñados o hermanos - entre ellos
Arturo Soria quien vivió con ellos varios años antes de casarse- o el personal de servicio
podían llegar a convivir hasta 12 personas. Por si fuera poco, Eusebio y su mujer
celebraban de vez en cuando veladas literarias en su casa, en las que diferentes autores
leían o presentaban sus últimas obras y a las que invitaban también a personas destacadas
de la sociedad madrileña, entre ellos los marqueses de Santiago, por ejemplo258
.
257
Nombela, J. (1911): Op. cit., pp. 324-325.
258 AHVM. Padrones municipales de 1876 y 1877; La Correspondencia de España, 22/11/1877, p.
1; El Globo, 22/11/1877, p. 2. Entre los invitados no se cita a Arturo Soria, aunque sabemos que
por entonces vivía en la casa y, de hecho, fue en esta época cuando la policía acudió allí a detenerle
al relacionarle con las conspiraciones republicanas lideradas por Ruiz Zorrilla.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
158
4.2. JULIA HERNÁNDEZ RUBÍN
Como ya hemos comentado, en 1876 Arturo Soria vivía con su cuñado Eusebio
Blasco, su hermana Mariana Paniagua y el primer hijo de ambos, Ángel, nacido dos años
atrás. Ese año se habían trasladado a un nuevo piso en alquiler que estaba situado en
número 1 de la Plaza del Celenque, que hacía esquina con la calle Arenal, en el barrio de
las Descalzas. Ocuparon el piso tercero derecha. El piso contiguo, el tercero izquierda, lo
habitaba desde 1874 una familia que debido a un nuevo destino en el Hospital militar de
Madrid del cabeza de familia, un subinspector farmacéutico, el año anterior se había
trasladado a Madrid procedente de Vigo, donde hasta entonces había residido. El
matrimonio estaba encabezada por Domingo Hernández Rubio, natural de Viniegra de
Arriba, un pequeño pueblo de la provincia de Logroño, y por Ángela Rubín y Velázquez,
que había nacido en Vigo, la ciudad de la que procedían. Con ellos vivían los dos hijos del
matrimonio: Luis Hernández Rubín y Julia Hernández Rubín, nacidos ambos, como la
madre, en Vigo. Luis, el mayor, a sus 22 años de edad podía presumir de ser licenciado en
medicina y cirugía y de ejercer ya como médico de sanidad militar. La hija, Julia, había
nacido el 24 de diciembre de 1855, por lo que ese año de 1876 iba a cumplir los 21 años259
.
La coincidencia en el piso tercero de la Plaza del Celenque número 1 propició que
Arturo Soria y Julia Hernández Rubín se conociesen e iniciaran una relación sentimental.
Arturo Soria era once años mayor que Julia, pero la diferencia de edad no fue impedimento
para que poco después la pareja decidiese contraer matrimonio. La boda tuvo lugar el 5 de
marzo de 1878 y se ofició en la Iglesia de San Ginés de Madrid. Ese día el novio contaba
con 33 años de edad, la novia, con 22260
. Muy poco antes Arturo había declarado no tener
religión pero, como vemos, no fue obstáculo para que accediese a ser protagonista de esta
ceremonia religiosa; aunque en cualquier caso la opción de un matrimonio civil no era ya
posible al haberse derogado al poco del inicio de la Restauración borbónica261
. Los
padrinos fueron el hermano de la contrayente –aunque por ausencia estuvo representado
259
AHVM. Padrones municipales de 1876 y 1877.
260 Archivo Parroquial de la Iglesia de San Ginés. Libro de matrimonios núm. 22. Folio 328 vto. En
la inscripción de matrimonio, sin embargo, se indica que ambos contrayentes tenían un año menos
que la edad que en realidad tenían.
261 AHVM. Padrón municipal del año 1877. Arturo Soria había rellenado la casilla Religión con
"Ninguna".
La familia Soria Hernández
159
por su padre- y la madre, Ángela Rubín y Velázquez. Los testigos Emilio Rubín y
Velázquez, Eugenio Hernández de Tejada y Julián Hernández y Pérez. Ninguno, por tanto,
de la familia del contrayente.
La pareja recién casada tuvo por primer hogar un piso en alquiler en el número 22
de la calle de Leganitos. Y a comienzos del año siguiente nació el que sería el primero de
los ocho hijos que en total tendría el matrimonio: Luis. A éste le seguirán, por orden,
Emilio, Ángela, Arturo, María del Carmen, Carlos, María de los Ángeles y Julia, nacida ya
en los primeros años del siglo XX262
. De ellos, fallecieron dos de las niñas: Ángela y María
del Carmen, a la edad de cuatro años y de un año y nueve meses, respectivamente263
.
Figura 4.2: Arturo Soria y Julia Hernández ca. 1878. Fuente: Archivo Keller Soria.
262
ADM. Iglesia Parroquial de San Martín: Libro 87 de bautismos. Folio 10. Libro 88. Folio 19
vto. Libro 89. Folio 118 vto. Libro 90. Folio 192. Libro 91. Folio 84 vto. Libro 92. Folio 19. La
partida de nacimiento de Julia Soria Hernández incluida en AKS. Escritura de ratificación y
protocolización de las operaciones testamentarias de Don Arturo Soria y Mata, 27/10/1922.
263 Datos facilitados por el Cementerio de San Isidro de Madrid, donde fueron enterradas.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
160
Figura 4.3: Árbol genealógico de la familia de Arturo Soria y Mata. Fuente: Elaboración propia.
Figura 4.4: Los hijos Soria-Hernández alrededor de 1890. Faltan las dos niñas ya fallecidas y Julia,
que nacería más tarde. Fuente: Archivo Keller Soria.
Luis Soria Hernández (1879-1933)
Emilio Soria Hernández (1880-1951)
Ángela Soria Hernández (1882-1886)
Arturo Soria Hernández (1884-1936)
María del Carmen Soria
Hernández (1885-1887)
Carlos Soria Hernández (1887-1939)
María de los Ángeles Soria
Hernández (1888?-1983?)
Julia Soria Hernández
(1902-1973)
Carolina Arenas Mata (1834-1884)
Maria Ana Paniagua Mata
(1838-1907)
Arturo Soria y Mata (1844-1920)
Julia Hernández Rubín (1856-1944)
Julia Soria Mata (1848-1913)
Pedro Arenas (1797-1834)
Antonio Florencio Paniagua(?-1843)
María del Carmen Mata Suárez (1808?-1864)
José Soria Oliveros
(1821-1887)
Josefa SuárezFrancisco
MataAntonia Eufrasia
OliverosVicente Soria
La familia Soria Hernández
161
Estuvieron viviendo en el piso de Leganitos hasta al menos 1887264
. Tras el acuerdo
económico a su salida de la Compañía del Tranvía de Estaciones y Mercados, pudo
permitirse la adquisición la “Quinta de Mahudes”, un hotel situado en la vecina población
de Chamartín de la Rosa -cerca de lo que hoy se denomina Nuevos Ministerios-, lo que
significaba que dejaba la ciudad donde había vivido hasta entonces, para irse más cerca del
campo, a una casa individual, amplia y con jardín. Esto le obligaba a un desplazamiento
diario hacia el centro urbano madrileño, a la zona de la Puerta del Sol donde estaban
situadas las oficinas del Tranvía, pero le permitían un modo de vida que sintonizaba con
las ideas que por esos años comenzaba a difundir, como veremos en un capítulo posterior.
4.3. FALLECIMIENTOS EN LA DÉCADA DE 1880
Pero, lamentablemente, también en esa década se produjeron varios fallecimientos
de allegados que, cabe suponer, debieron causarle bastante dolor.
La primera de ellas fue la de su hermana Carolina. Los marqueses de Santiago
tuvieron un total de 12 hijos, aunque varios de ellos fallecieron a una corta edad. A
principios de 1883 se casaba el segundo de ellos -sin contar los que habían fallecido- con
una hija del director general del Estado Mayor del ejército y a finales del mismo año lo
hacía la tercera, con el conde de Nava de Tajo. Pero para entonces ya se había manifestado
una grave enfermedad de Carolina Arenas que ensombreció las celebraciones de este
segundo enlace. Tras unos meses de agonía, el cáncer incurable que padecía la condujo a la
muerte el 14 de mayo del año siguiente, cuando todavía no había cumplido ni siquiera los
50 años de edad265
. Aquejado también de una enfermedad crónica, al año siguiente, en
264
No se conservan padrones municipales madrileños entre 1883 y 1889, ambos inclusive, pero en
la partida de bautismo de Carlos Soria Hernández, de 1887, figura ese domicilio familiar. Iglesia
Parroquial de San Martín. Libro 92 de bautismos. Folio 19.
265 Falleció en la localidad de Castejón, en Navarra, aunque fue enterrada en el Cementerio de San
Isidro de Madrid. Archivo General del Ministerio de Justicia. Sección Títulos nobiliarios. Conde de
Zweveghen. Leg. 60, Exp. 422. Partida de defunción de Carolina Arenas y Mata. La
Arturo Soria y Mata. Una biografía
162
1885, falleció su marido viudo, Carlos Bernaldo de Quirós, quien, como sabemos, era
bastante más mayor que ella y contaba ya con 73 años de edad266
.
Poco después le llegó la hora fatídica al padre de Arturo, José Soria Oliveros,
quien murió el 23 de octubre de 1887, a los 66 años, y fue enterrado, como Carolina, en el
cementerio madrileño de San Isidro.
Pero más dolorosas, sin duda, debieron ser para Arturo Soria las muertes de sus
dos hijas pequeñas, acaecidas ambas, además, en un intervalo de tiempo de apenas seis
meses. Ángela, de cuatro años y medio, falleció en noviembre de 1886, y María del
Carmen en junio de 1887, a tan solo un año y nueve meses de su nacimiento267
. Carlos, el
menor de los varones, había nacido a comienzos de ese mismo año y todavía restaba por
nacer Julia, lo que ocurriría ya iniciado el siglo XX.
Correspondencia de España, 10/1/1883, p. 3; La Iberia, 5/11/1883, p. 2; La Dinastía, 8/11/1883, p.
8; El Día, 31/3/1884, p. 2.
266 La Época, 23/8/1885, p. 3.
267 Los datos de los fallecimiento de José Soria y de las hijas de Arturo Soria facilitados por el
Cementerio de San Isidro de Madrid.
163
CAPÍTULO 5. UN EMPRESARIO INNOVADOR
5.1. EL TRANVÍA DE LAS ESTACIONES Y LOS MERCADOS
La primera línea de tranvía en circular por Madrid fue la conocida como el
Tranvía de Madrid y fue inaugurado en 1871. Su recorrido unía dos barrios nuevos, el de
Salamanca y el hoy desaparecido de Pozas, y ambos con el centro de Madrid: la Puerta del
Sol. Aun sin tratarse de lo que por aquellos años se consideraba “una gran ciudad”
comparable a las principales urbes europeas o norteamericanas, Madrid había
experimentado un notable crecimiento demográfico que había motivado la necesidad de
expandir el plano urbano tradicional. Aunque con bastante lentitud, el nuevo Ensanche fue
poblándose poco a poco, dando lugar a una nueva demanda: medios de transporte que
conectasen a los nuevos residentes con la que, de momento, era la única zona de actividad
de Madrid, la Puerta de Sol y sus alrededores268
.
Los primeros ensayos en Madrid con este novedoso medio de locomoción habían
tenido lugar a mediados de la década de 1850, por iniciativa del francés Alphonse Loubat,
quien pocos años antes había diseñado un sistema de carriles fabricados en hierro que
instalados a lo largo de las calles permitían el transporte de mercancías o viajeros de forma
cómoda y además no estorbaban la circulación de otro tipo de vehículos por su mismo
recorrido. Habiendo obtenido éxito en Nueva York y en París, intentó implantarlo en otras
capitales europeas, entre ellas Madrid. Sin embargo el asunto no llegó a cuajar, al igual que
otras iniciativas similares que fueron planteándose a lo largo de la década de 1860.
No fue este Tranvía de Madrid, sin embargo, el primer tranvía urbano en circular
por España. Como había sucedido años antes con el ferrocarril, fue en La Habana donde
entró en funcionamiento el primer tranvía español. Esto ocurrió en 1858, para dar servicio
entre el puerto y la estación de ferrocarril a Villanueva. Poco después, en abril de 1859, se
inauguró el que puede considerarse el primer tranvía en entrar en funcionamiento en la
España peninsular. Se trataba del tranvía urbano de Jerez de la Frontera, en Cádiz, que
268
Valenzuela, M. (1989): "Transporte y estructura metropolitana en el Madrid de la Restauración.
Historia de una frustración", pp. 379-397.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
164
comunicaba el centro de la localidad con su estación ferroviaria269
. Así pues, el Tranvía de
Madrid fue el tercer tranvía urbano en entrar en servicio en España y el primero en Madrid.
La inauguración del primer tramo, de Serrano a Puerta del Sol, tuvo lugar el 31 de mayo de
1871 y el tramo hasta Princesa entró en servicio el 10 de octubre. Se trataba de un tranvía –
tram-vía como se denominaba en esos años iniciales– de tracción de sangre, es decir tirado
por animales (caballos y mulas principalmente), ya que la tracción por máquinas de vapor
aplicada al tranvía todavía tardó varios años en implantarse.
Como cabía esperar, la circulación de este novedoso medio de transporte despertó
una enorme expectación entre una población madrileña no acostumbrada a verlo
transitando por sus calles de forma regular. Uno de estos curiosos ciudadanos que lo
observaba con admiración fue Arturo Soria, quien viéndolo deambular asomado al balcón
de un piso de la calle de Serrano al poco de su inauguración, le manifestó a su futuro
cuñado, Eusebio Blasco, su repentina determinación de construir una línea de tranvía
similar a la que contemplaban270
. Su admiración por las novedades tecnológicas había
despertado su espíritu emprendedor y decidió poner en marcha la que sería su primera
aventura en el mundo empresarial. Rápidamente se puso manos a la obra, pero su
nombramiento como secretario del Gobierno civil de Puerto Rico aparcó
momentáneamente su proyecto.
De vuelta en Madrid y recién estrenada su singladura parlamentaria, Arturo Soria
pudo presentar la instancia, acompañada de la memoria del proyecto, que solicitaba la
concesión de la línea del que sería denominado el Tranvía de las Estaciones y los
Mercados (TEM) porque planteaba unir las estaciones de ferrocarril ya existentes en
Madrid, la del Norte y la de Mediodía, con sus mercados de abastos principales, el situado
en la plaza de los Mostenses y el de la plaza de la Cebada, “con el fin de abaratar y facilitar
los transportes de los artículos que diariamente se conducen de unos a otros puntos”271
. El
269
Este dato, revelado en Sánchez Martínez, F. (2006): “Apuntes para una historia del tranvía de
sangre de Jerez de la Frontera”, p. 83, es poco conocido. Tradicionalmente se venía considerando al
Tranvía de Madrid como el primero en entrar en funcionamiento en la España peninsular.
270 Blasco, E.: “Tram-vía de las Estaciones y Mercados”. La Época, 16/9/1877, p. 4.
271 Lo presentó el 10 de octubre de 1872, según consta en la escritura de concesión firmada el 26 de
septiembre de 1876. Tranvía de Estaciones y Mercados (1902): Tranvía de Estaciones y Mercados.
Extracto de las concesiones y ampliaciones otorgadas, p. 6.
Un empresario innovador
165
propósito principal era una construir una línea para el transporte de mercancías, pero se
solicitó también la concesión para el transporte de pasajeros272
.
El importante desarrollo del sistema radial de transporte mediante carreteras y
ferrocarril emprendido durante las décadas centrales de siglo, estaba permitiendo a Madrid,
históricamente aislada y alejada de los polos mercantiles y fabriles de la península, revertir
su rol de “ciudad económicamente parasitaria” para el conjunto del país para poco a poco
ir adquiriendo una cierta relevancia. La llegada de mercancías a través del ferrocarril
permitió la activación comercial de una ciudad cuya población -mayoritariamente debido a
la inmigración- no había dejado de crecer a lo largo del siglo y motivará la instalación de
nuevas industrias y talleres en diferentes puntos del interior de la ciudad y alrededor de las
estaciones ferroviarias. Pero será sobre todo el desarrollo económico y empresarial basado
en el sector de los servicios, que irá acelerándose en las últimas décadas del siglo y las
primeras del XX, el que convertirá finalmente a la capital de España en uno de los
referentes económicos del país273
.
En este estadio todavía inicial, el proyecto que planteaba Soria para conectar
mediante transporte urbano los puntos de llegada de las mercancías con los centros de
distribución de las mismas, facilitando la unificación de medios y una regularidad, era una
idea premonitoria que, visto con perspectiva, iba a contribuir de forma importantísima al
desarrollo de la actividad económica. Y de igual manera sería relevante el servicio como
transporte urbano de pasajeros, como el tiempo se encargaría de demostrar. Pero parece
que su solicitud no tuvo la mejor de las acogidas en el consistorio, según nos contó él
mismo en un artículo de 1916274
:
Presentada la instancia de referencia, traté de activar su tramitación; pero la instancia no
parecía por parte alguna a pesar de haber pasado por el Registro de entrada. Era que el
alcalde, a la sazón D. Simeón Ávalos, arquitecto distinguido, hombre culto, de talento y
buena persona, opinó que era un desatino el proyectado tranvía y que no merecía ser
tramitada la petición, y para que no lo fuese metió la instancia en el cajón de su mesa para
272
AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 23/10/1876. AHVM. Libro de Actas del
Ayuntamiento, 9/11/1874.
273 Juliá, S. (1989): Op. cit., pp. 139-148. Valenzuela, M. (1989): Op. cit., p. 380.
274 Soria y Mata, A.: “¿Por qué somos pobres los españoles?”. La Ciudad Lineal, 10/7/1916, p. 542.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
166
que en ella permaneciese mientras él fuese alcalde. Durante ¡cuatro meses! perseguí a D.
Simeón Ávalos desde por la mañana hasta la hora de retirarse a su casa, en todas partes,
en la calle, en el teatro, en el Ayuntamiento, haciéndole sufrir mi desagradable presencia.
Ya estaba yo muy inclinado a la agresión personal aunque nada hice ni dije a nadie en tal
sentido, cuando D. Simeón Ávalos se dignó recibirme en su despacho para decirme que
no me cansase porque la instancia que me enseñó, y volvió a guardar, no saldría de su
mesa. Afeé su proceder, le hice ver que él tenía derecho a pensar y a resolver como
quisiere, mas no a resolver de plano a su capricho sin formalidad administrativa alguna,
faltando a las disposiciones y costumbres vigentes. Le rogué humildemente, a modo del
Pedro Crespo en el Alcalde de Zalamea, que volviese sobre su acuerdo y ambos tuvimos
la suerte de que don Simeón Ávalos se venciese a sí mismo contrariando la intolerancia
de sus prejuicios de buena fe, y en un arranque de noble generosidad accediese a mi
petición.
En efecto, accedió. Lo pasó para el preceptivo informe de la Junta Consultiva Municipal
que debía juzgar el proyecto. Lo emitió en abril de 1873, pero lo calificó como
“desfavorable” debido al trazado propuesto, que en algún punto discurría por calles
estrechas que no permitirían la circulación de carruajes a ambos lados de la vía del tranvía,
que debía ir instalada por centro de las calles. Tras varias modificaciones del trazado, el
proyecto recibió los informes favorables de la Junta Consultiva.
El 9 de diciembre la Comisión de Obras estudió varios expedientes que se habían
presentado hasta esa fecha: el de Arturo Soria, otra solicitud conjunta de José Calatayud y
Vicente Gisbert para un tranvía cuyo trayecto discurriría entre la plaza de Chamberí y el
barrio del Pacífico, y otro presentado por Daniel O'Ryan, que pretendía establecer dos
líneas de tranvía que partirían desde el Paseo del Obelisco; una discurriría hacia la
Castellana, por la calle Barquillo y Alcalá; y la otra llegaría a la Puerta del Sol, pasando
por la calle Hortaleza.
Sobre el expediente de Arturo Soria se presentó el informe favorable de la
Comisión de Obras, pero a petición del Ciudadano Rafael Carnicero –en aquel
ayuntamiento republicano federal los concejales se denominaban Ciudadanos–, el asunto
quedó “sobre la mesa”, es decir pendiente de resolución definitiva. También sobre el
Un empresario innovador
167
expediente de Calatayud y Gisbert la comisión presentó un informe favorable, pero esta
vez fue el Ciudadano Vicente Santiso el que solicitó que el expediente quedase pendiente
de decisión. Por el contario, el informe sobre la solicitud de O'Ryan fue negativo, pero a
petición del Ciudadano Orcasitas el asunto quedó igualmente sin resolución definitiva275
.
Pero el Ayuntamiento de Madrid vivía tiempos muy convulsos. La configuración concejil
había surgido de las elecciones celebradas en julio de ese año 1873. Al igual que había
ocurrido en las elecciones a Cortes celebradas en mayo, los partidos de oposición habían
decidido retraerse en estas elecciones municipales y además se había producido una
altísima abstención, con lo cual, los concejales elegidos lo fueron en su mayoría por un
escaso número de votos. Como resultado de esto, el equipo municipal quedó conformado
en general por ediles con una muy escasa experiencia política y de gestión. Por lo tanto, no
es de extrañar que la gestión del ayuntamiento fuese muy discutida a lo largo de esos
meses de 1873 y que hubiese renuncias de concejales republicanos moderados, o con más
experiencia y capacidad de gestión, como forma de mostrarse en desacuerdo con su
funcionamiento. Esto motivó en última instancia que el gobierno, por medio del
gobernador civil de Madrid y de acuerdo con la Diputación Provincial, tomase cartas en el
asunto e instruyese un expediente que terminó con un decreto que estableció la sustitución
del equipo consistorial, como veremos. La marcha del expediente fue un asunto del que
durante el mes de diciembre la prensa se hizo eco casi a diario, esperando el decreto de
forma inminente. En el diario monárquico La Esperanza del día 10 se habla incluso de la
existencia ya de la lista de concejales que compondrían el nuevo equipo municipal, aunque
también apunta a que no había unanimidad de criterio sobre si era necesario intervenir en
la composición del ayuntamiento276
:
El Sr. Maisonnave [ministro de la Gobernación] y el Sr. Prefumo [gobernador civil de
Madrid] insisten en que se ha de variar toda la municipalidad de esta capital, y tienen
formada ya, según parece, la lista de los nuevos concejales. En caso contrario, amenazan
con su dimisión. Salmerón, Figueras y Pi apoyan al Ayuntamiento.
275
AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 9/12/1873. Sobre la reunión de la Comisión de Obras
encontramos también referencias en la prensa, por lo que el asunto despertaba cierta expectación.
La Correspondencia de España, 9/12/1873, p. 3.
276 La Esperanza, 10/12/1873, p.3. También, por ejemplo, en La Correspondencia de España,
13/12/1873, p. 3; 15/12/1873, p. 3; o en La Época, 10/12/1873, p. 2; 13/12/1873, p. 3; 15/12/1873,
p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
168
Así las cosas, a los pocos días de la citada reunión de la Comisión de Obras, presentaron su
renuncia voluntaria once concejales, entre los que precisamente se encontraban los citados
Carnicero, Orcasitas y Santiso, con lo cual el camino se despejó de forma inesperada. En la
siguiente reunión del día 15 de diciembre, el pleno del Ayuntamiento debatió sobre los
expedientes pendientes de resolución, y tras valorar los informes favorables de la Comisión
de Obras, resolvió otorgar a los peticionarios Soria y Calatayud la concesión de las
licencias que solicitaban, por un plazo de 80 años. Por el contrario la solicitud de Daniel
O'Ryan, que no contaba con el informe favorable de la Comisión de Obras, se desestimaba
de manera definitiva277
. Lo curioso es que estas resoluciones no llegaron a comunicarse de
manera oficial a los concesionarios, aunque fue un asunto público y en la prensa se
comentó en diversas ocasiones a lo largo de estos días278
. El día 23 se hizo público por fin
el decreto del gobernador y quedó configurado un nuevo ayuntamiento, con una mayoría
de concejales republicanos moderados y algunos procedentes del Partido Radical. Entre los
nuevos concejales designados figuraban los dimisionarios Carnicero, Santiso y Pedro
Bernardo Orcasitas, quien además fue elegido nuevo alcalde en sustitución del destituido
Pedro Menéndez Vega, pero poco tiempo se mantuvo este equipo municipal. Tras el golpe
de Estado del 3 de enero de 1874, a las pocas horas de entrar Pavía al Congreso y como
protesta a la situación, el ayuntamiento en pleno decidió presentar la dimisión en bloque.
El gobernador nombró alcalde interino al radical marqués de Sardoal, quien ya lo había
sido con anterioridad, junto a un equipo nuevo de concejales279
.
El nuevo consistorio celebró su primera reunión del 12 de enero y tras nombrar a
los componentes de las diferentes comisiones, decidió volver a tratar con “carácter
urgente” las concesiones otorgadas el 15 de diciembre a Arturo Soria y José Calatayud.
277
López Bustos y Alonso Pereira indican una hipotética asociación de Soria con José Calatayud y
Vicente Gisbert -que habían solicitado su propia línea apenas un mes antes de hacerlo Soria, el 10
de septiembre de 1872- para la puesta en marcha del Tranvía de Estaciones y Mercados. Pero no
existió tal asociación. Se discutieron los expedientes de ambas solicitudes en varias sesiones del
ayuntamiento. AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 9/11/1874. López Bustos, C. (1998): Tranvías de Madrid, p. 28. Alonso Pereira, J.R. (1998): La Ciudad Lineal de Madrid, p. 76.
278 La Correspondencia de España, 15/12/1873, p. 3. La Discusión, 19/12/1873, p. 3.
279 AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 3/1/1874. A la sesión de este día, en el que
sucedieron las dimisiones y el nombramiento del alcalde interino, el secretario del ayuntamiento,
José Dicenta, la denomina “Reunión accidental”. La Época, 4/1/1874, p. 1.
Un empresario innovador
169
Tras revisar de nuevo los expedientes y apreciar irregularidades en los procedimientos (la
ausencia de subasta pública o la intervención de algún facultativo en la información de los
expedientes que al parecer había sido designado por el propio ayuntamiento pero que
podría no haber reunido ciertos requisitos necesarios, etc.) resolvió dejar en suspenso
ambas concesiones, mientras encomendaba a la Comisión de Obras volver a estudiar los
expedientes para que estimase si debían ratificarse o no la decisión tomada280
.
Ya hemos comentado que aunque fuese una noticia pública y conocida no se
había producido una comunicación formal de la resolución281
. No obstante, Eusebio Blasco
había señalado que la resolución del ayuntamiento la había conocido Arturo Soria el 2 de
enero de 1874, pero el citado artículo de Blasco es de 1877282
, por lo que es probable que
fuese este dato un elemento de ficción incluido por el periodista para darle mayor
dramatismo a su crónica:
Era el día 2 de enero de 1874. El Ayuntamiento de entonces remitió al concesionario un
oficio que produjo una revolución en la casa. Al día siguiente, nos despertamos muy
temprano; las calles estaban sembradas de soldados; los cañones amenazando por todas
partes una rociada de metralla. ¡Era el 3 de enero!
Llevóse la trampa la situación, y por consiguiente al municipio, y como todo alcalde
nuevo desaprueba lo que hizo el anterior, el día 5 echóse abajo la concesión del tram-vía
famoso. Vuelta a empezar. El concesionario no reconoce la palabra obstáculo; en su
diccionario los cajistas han olvidado la voz «imposible» y él no sabe lo que significa.
Nueva campaña, nueva solicitud nuevos arietes, nuevo plan de batalla.
En la sesión del 26 de enero la Comisión de Obras propuso la derogación de las dos
concesiones y en la sesión del día 4 de febrero de 1874 el pleno decidió, en efecto,
derogarlas283
. En esta reunión se acordó también comenzar a desarrollar un Plan General
280
AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 12/1/1874.
281 En el trascurso del pleno del ayuntamiento del día 12 de enero se comentó precisamente que el
que no se hubiesen comunicado formalmente las concesiones podía permitir derogarlas más
fácilmente.
282 Blasco, E.: “Tram-vía de las Estaciones y Mercados”. La Época, 16/9/1877., p. 4.
283 AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 23/10/1876.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
170
de Tranvías en el que se estableciese una estrategia, elaborar un pliego de condiciones
generales para futuras concesiones y además, se decidió que, en caso de concurrencia de
varios proyectos que cumpliese las condiciones fijadas por el pliego, la adjudicación sería
mediante subasta pública.
Ya no hubo nuevas noticias sobre el expediente del Tranvía de Estaciones y
Mercados hasta el año 1876. Mientras tanto se fue elaborando el plan general, los pliegos
de condiciones y un reglamento de policía tranviaria. Las condiciones para optar a la
concesión ya no iban a ser tan fáciles como las que se habían admitido en 1873. El 4 de
Julio de 1876 Soria presentó un escrito en el que solicitaba que se le restituyese la
concesión anulada en 1874 y en el que manifestaba hallarse dispuesto a ajustarse al
reglamento y a los pliegos de condiciones preceptivos. Además aceptaba reducir la
duración máxima de la concesión y rebajar sus pretensiones iniciales en cuanto a tarifas de
viajeros. Finalmente el ayuntamiento resolvió a finales de agosto de 1876 otorgarle la
concesión por un periodo de 50 años, durante el que recibiría un nada despreciable canon
anual de 4.900 pesetas 284285
. Tras consignar la fianza, estipulada en 35.000 pesetas, el 26
de septiembre se firmó la escritura de concesión286
.
Pero en estos meses surgió un conflicto entre el Ayuntamiento y el Ministerio de
la Gobernación por las competencias sobre las concesiones de líneas de tranvías
urbanos287
. Mientras tanto los vecinos de la calle Atocha y del barrio del Pacífico
solicitaron una modificación del trazado para que pasase por dichas zonas, lo que Arturo
284
El Imparcial, 25/8/1876, p. 3; La Época, 26/8/1876, p. 4.
285 Según Eusebio Blasco el nombramiento de un nuevo alcalde, el conde de Heredia Spínola, que
había sustituido al conde de Toreno a principios de 1876, fue fundamental en el desatasco de la
situación: “Durante un año, nada; viene la restauración, pasa año y medio, y en ese tiempo el
infatigable emprendedor encuentra un socio [Luis Escrivá de Romaní], un español escepcional
[sic], que en lugar de prestar al Estado o de dar sobre alhajas o de meterse en una dirección, cree en
la industria y pone a disposición del negocio cinco millones de reales; los bienes y los males vienen
siempre por series como las cartas en el juego; con la unión de estos dos hombres raros coincide el
nombramiento de un alcalde que no se parece a los demás, y cree que su misión no consiste solo en
ganar elecciones y envenenar a los perros; este alcalde tiene grandes ideas; piensa en la Exposición,
en la gran necrópolis, en la red de tram-vías; el proyecto tan combatido halla en él un protector, un
amigo”. Blasco, E.: “Tram-vía de las Estaciones y Mercados”. La Época, 16/9/1877, p. 4.
286 Tranvía de Estaciones y Mercados (1902): Op. cit., pp. 5-22.
287 Por ejemplo, El Siglo Futuro, 10/10/1876, p. 3. El requisito de la previa autorización del
gobierno a través de los gobiernos civiles se basaba en la reciente Ley de Ferrocarriles de 1875 y
de su Reglamento, aparecido en 1876. Valenzuela, M. (1989): Op. cit., p. 382.
Un empresario innovador
171
Soria aceptó. La aprobación definitiva de la concesión con las ampliaciones la comunicó el
Ministerio de la Gobernación mediante una Real Orden de 25 de noviembre de 1876288
. El
19 de enero de 1877 se firmó una nueva escritura que contemplaba la ampliación y el
trazado definitivo289
.
Para entonces ya se habían comprado los terrenos donde iban a ser construidas las
oficinas, las cocheras y los almacenes y las obras de la infraestructura avanzaban a toda
velocidad. En junio de 1877 el ayuntamiento resolvió devolver la fianza depositada al
concesionario, señal de que estimaba que el proyecto avanzaba según lo convenido290
. Las
obras finalizaron durante el verano y el 16 de septiembre tuvo lugar la inauguración del
primer tramo, entre el barrio Pacífico, donde situaron las cocheras, y la Puerta del Sol. Era
la segunda línea de tranvía urbano que iniciaba el servicio en Madrid aunque no el segundo
tranvía que circulaba por suelo madrileño pues, por poco, este honor lo había conseguido el
Tranvía de Madrid a Leganés, inaugurado pocos meses antes.
Blasco resumía en la citada crónica, que publicaba la misma tarde de la
inauguración, lo arduo que había sido el proceso291
:
Durante seis años le he visto [a Arturo Soria] monomaniaco, febril, robando tiempo al
sueño, a la distracción, al almuerzo, a la comida, a la conversación, a la lectura de un
periódico, concebir el proyecto, trazarlo, ponerlo en limpio, atacar a un Ayuntamiento, al
sucesor, al siguiente, hoy al monárquico, mañana al federal, luego al conservador, luchar
con el municipio, con el Estado, con la opinión, con los particulares, con los
contratiempos, con la política, con la administración, con lo probable, con lo inesperado...
aquel hombre me desesperaba. Vivíamos juntos y yo no podía hablar, ni leer, ni dormir,
porque el ruido del tram-vía me tenía loco...
Como vemos, por aquella época Arturo Soria vivía en casa del matrimonio formado por
Eusebio Blasco y su hermana Mariana, que habían casado en febrero de 1872.
288
AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 3/1/1877.
289 Tranvía de Estaciones y Mercados (1902): Op. cit., pp. 26-56.
290 AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 18/6/1877.
291 Blasco, E.: “Tram-vía de las Estaciones y Mercados”. La Época, 16/9/1877, p. 4.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
172
El 6 de diciembre de 1877 se abrió al servicio el tramo entre Puerta del Sol y
Noviciado, y en febrero del siguiente año, el que discurría entre Noviciado y el Hospital de
la Princesa, el situado en la actual glorieta de San Bernardo. Para acometer las importantes
inversiones en infraestructuras y equipamiento, Arturo Soria había encontrado un socio
capitalista, el aristócrata y ex diputado de la época isabelina, Luis Escrivá de Romaní, con
el que formalizó un acuerdo el 21 de octubre de 1876 por el que se establecían las
condiciones para la aportación económica de 540.000 pesetas y las contraprestaciones que
el capitalista recibiría a cambio292
.
Pero ese capital no fue suficiente y en los meses sucesivos fueron formalizando
acuerdos con otras personas. Todas ellas terminaron formaron la Sociedad del Tramvía de
las Estaciones y los Mercados de Madrid, cuya constitución se escrituró el 25 de marzo de
1878293
, y en la que se reservó el puesto de presidente a Luis Escrivá de Romaní y el de
director a Arturo Soria. El primer Consejo de Administración quedó constituido por “El
presidente D. Luis Escrivá de Romaní, propietario, ex diputado a Cortes, el Excmo. Sr. D.
Tomás María Mosquera, ex ministro de Fomento, el Excmo. Sr. D. Martin G. Loigorri,
brigadier del ejército, el Ilmo. Sr. D. Aníbal Álvarez Ossorio, ex director general de
Agricultura, Industria y Comercio, el Excmo. Sr. conde de Villanueva de Perales [Antonio
Fernández-Durán y Bernaldo de Quirós, también sobrino del marqués de Santiago],
propietario y diputado a Cortes, el director Sr. D. Arturo Soria, ex diputado a Cortes, y
292
Luis Escrivá de Romaní, primer marqués de Argelita, título que se le concedió en 1885, había
sido diputado por Gerona en tres legislaturas del reinado de Isabel II (1864, 1865 y 1867). Estaba
casado con una sobrina del marqués de Santiago. "Luis Beltrán Escrivá de Romaní Dusay".
Geneanet [En línea]. [Consulta: 11/4/2016].
<http://gw.geneanet.org/sanchiz?lang=es&p=luis+beltran&n=escriva+de+romani+dusay>.
"Hipólita Fernández de Córdova Bernaldo de Quirós". Geneanet [En línea]. [Consulta: 11/4/2016].
<http://gw.geneanet.org/sanchiz?lang=es&p=hipolita&n=fernandez+de+cordova+bernaldo+de+qui
ros>.
Archivo Congreso de los Diputados [En línea]. [Consulta: 11/4/2016].
<http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/Congreso/SDocum/ArchCon/SDHistoDipu/
SDIndHistDip?_piref73_1340024_73_1340023_1340023.next_page=/wc/servidorCGI&CMD=VE
RLST&BASE=DIPH&FMT=DIPHXLDA.fmt&DOCS=1-
25&DOCORDER=FIFO&OPDEF=Y&QUERY=%2834300%29.NDIP>.
293 “Tranvía de Estaciones y Mercados de Madrid. Sociedad anónima”. Gaceta de Madrid,
29/3/1878, pp. 739-741 y La Correspondencia de España, 30/3/1878, pp. 1-3.
Un empresario innovador
173
como abogado consultor, el Sr. D. Florencio Álvarez Ossorio, abogado del ilustre Colegio
de Madrid”294
.
Entre la lista de los accionistas iniciales se pueden encontrar a algunos
acaudalados aristócratas, pero también a otros de procedencia más variopinta, como por
ejemplo a un labrador de 84 años de edad, o a un inspector de sanidad militar de 88 años,
que tenía su domicilio en el mismo edificio donde por entonces vivía Arturo Soria, en la
plaza del Celenque295
. Es probable que este tipo de accionistas sucumbieran a las
excelencias cantadas por un entusiasta Arturo Soria, pero a la postre consiguieron hacer un
buen negocio. También participaban en el accionariado los ingenieros Francisco Labrador
y Quintín Fernández, este último viejo conocido de Arturo Soria de sus tiempos
revolucionarios en los años finales del régimen isabelino, y que en la empresa que se
constituía ejerció como ingeniero jefe296
.
Tras la creación de la sociedad, Arturo Soria solicitó al ayuntamiento la
autorización para poder traspasar su concesión a la empresa creada a cambio de un paquete
accionarial y el ayuntamiento mostró su conformidad el 15 de abril297
. En paralelo buscó
nuevos accionistas para cubrir la totalidad de la emisión inicial de acciones, por lo que a lo
largo de ese mismo mes de abril hizo una intensa campaña en varios diarios de la prensa
madrileña298
. Destacaron en especial los anuncios publicados en El Globo los días 15 y 16
de abril, que ocupaban casi un tercio de la página. En ellos se hacía un completo resumen
de la línea en explotación y la que estaba en construcción, los puntos importantes de su
recorrido, un completo presupuesto de ingresos y una expectativa de rendimientos
económicos.
294
El Globo, 15/4/1878, p. 2.
295 “Tranvía de Estaciones y Mercados de Madrid. Sociedad anónima”. Gaceta de Madrid,
29/3/1878, p. 739.
296 Felipe Ducazcal situaba a ambos entre los “conspiradores” que frecuentaban el Teatro Real.
Ducazcal, F.: “Memorias de un empresario”. El Heraldo de Madrid, 8/11/1890, p. 1.
297 AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 15/4/1878.
298 La Correspondencia de España. 5/4/1878, p 4; 7/4/1878, p. 4. El Imparcial, 7/4/1878, p. 4;
8/4/1878, p 2; 9/4/1878, p. 4; 14/4/1878, p. 4. La Época, 12/4/1878, p. 4. El Globo, 12/4/1878, p.4;
13/4/1878, p.4; 15/4/1878 p. 4; 16/4/1878, p. 4.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
174
La actividad era frenética pero las cosas iban funcionando bien, según se
informaba en las memorias económicas de la sociedad299
. El ramal al interior de la estación
de Atocha se inauguró el 15 de noviembre de 1878, y en 1881 entró en funcionamiento el
ramal para ofrecer el servicio hasta la Estación del Norte. Aparte de la dirección de las
obras y de la gestión del servicio en explotación, Arturo Soria de la mano de su ingeniero
jefe, Quintín Fernández, no dejó de impulsar y fomentar la investigación en tecnologías
propias o ensayos para la adaptación de nuevos sistemas: en mayo de 1880, por ejemplo,
testearon un coche de diseño y construcción propia, que no llegó a prosperar, pues ese
mismo año se adquirieron coches de fabricación francesa300
. Y en 1883 presentó una
propuesta de ensayo de un tranvía arrastrado mediante un sistema de cable subterráneo –
sistema Hallidie– como los que estaban funcionando en San Francisco desde 1873 y años
más tarde lo harían en Londres. El ensayo, autorizado el consistorio madrileño para el
tramo entre el barrio del Pacífico y la plaza de Antón Martín, tampoco llegó a fructificar.
Mientras tanto fueron solicitando nuevas variaciones y pequeñas ampliaciones al trazado,
que unas serán autorizadas y otras no.
Ya hemos comentado que el desarrollo industrial de Madrid durante estos años es
muy poco importante, limitándose a pequeñas fábricas y talleres que van surgiendo
principalmente del interior urbano, aunque también comienzan a verse pequeñas
concentraciones en algunas zonas del cinturón ferroviario del sur de la ciudad o en el
nuevo barrio de Argüelles. En cuanto a la actividad comercial y la de servicios es sin duda
la zona de Puerta del Sol y sus alrededores la que concentra la mayor actividad, lo que
favorece que ese centro se convierta en el punto nodal de la red radial de tranvías que va
floreciendo en estos años en la capital. Y precisamente en ese centro situó Soria las
oficinas del Tranvía de Estaciones y Mercados301
.
299
El Liberal, 19/7/1878, p. 3. Sociedad del Tranvía de Estaciones y Mercados (1881): Memoria
presentada por el Consejo de Administración. Ejercicio de 1880. Sociedad del Tranvía de
Estaciones y Mercados (1885): Memoria presentada por el Consejo de Administración. Ejercicio
de 1884.
300 La Época, 24/5/1880, p. 2; 15/7/1880, p. 3.
301 En Puerta del Sol, nº 13, 2º derecha.
Un empresario innovador
175
Figura 5.1: Puerta del Sol, ca. 1895. Fuente: Ministerio de Cultura. Fototeca de Patrimonio. Fondo
Moreno.
5.1.1. Salida de la Compañía del Tranvía de Estaciones y Mercados
Pero las relaciones con el resto del Consejo de Administración de la Sociedad del
Tranvía de Estaciones y Mercados ya para entonces no funcionaban como a Arturo Soria le
hubiese gustado, por diferentes motivos. Ávido por explorar nuevas oportunidades, no
encontraba un entusiasmo similar en el resto de accionistas, mucho más cautos y
conservadores que él. Las propuestas que pretendían mejorar la gestión de la compañía o
su expansión mediante la absorción de otras compañías tranviarias o nuevas concesiones
no recibían el apoyo de los miembros del Consejo de Administración302
. La situación fue
302
Sociedad del Tranvía de Estaciones y Mercados (1885): Memoria presentada por el Consejo de
Administración. Ejercicio de 1884.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
176
exasperándole hasta alcanzar el punto álgido en el año 1886, momento en el que decidió
vender sus acciones y abandonar la sociedad, consumando una ruptura total.
Al año de su salida, Arturo Soria publicó un folleto con el que quiso denunciar y
hacer públicos una serie de hechos que implicaban a varios de los accionistas importantes
de la sociedad con intereses velados en otras compañías que hacían negocio a costa del
Tranvía de Estaciones y Mercados. Según Soria, habría sido su lucha por acabar con estos
"parásitos" la que le habría granjeado la enemistad de varios de estos miembros del
Consejo, que habrían conspirado para precipitar su marcha a pesar de los evidentes buenos
resultados obtenidos. De paso hacía un repaso al deterioro de la situación de la empresa
tras su salida303
.
Quince años más tarde, lamentaba Soria en un artículo en la revista La Ciudad
Lineal, que lo que habían conseguido por entonces –1901– las empresas belgas al hacerse
con la mayor parte de las compañías tranviarias de Madrid ya lo había planteado él en su
momento al Consejo de Administración de su sociedad, pero no le habían apoyado304
:
Digo esto lamentando una vez más la falta de sentido práctico en la asociación y la
envidia y malas pasiones que caracterizan la reunión de cualquier grupo de españoles,
porque la idea y el propósito de la fusión de los tranvías de Madrid fue mía, como mía fue
también la idea del ancho uniforme de todas las vías que ahora han echado a perder con el
metropolitano; pero yo no tenía la mayoría de los votos en mi empresa del tranvía de
Estaciones y Mercados, esto es, la dictadura, único modo, por lo que venimos viendo, de
gobernar a los españoles. Las dificultades que la ambición injustificada ajena y la envidia
me crearon fueron tales que me decidieron a vender mis acciones y mis derechos a la
dirección para huir del peligro inminente de cometer un crimen en la persona de alguno
de mis más calificados enemigos.
Si me hubieran auxiliado entonces (1887) [en realidad dejó la compañía en 1886] en vez
de hacerme una guerra injustificada o inicua, mi empresa, exclusivamente española,
hubiera absorbido y comprado con capital español a las demás empresas de tranvías
303
Al parecer el Presidente, Luis Escrivá de Romaní, también había sufrido también algún tipo de
maniobra para apartarle. Soria y Mata, A. (1887): Consideraciones acerca de la situación de la
Sociedad del Tranvía de Estaciones y Mercados de Madrid en mayo del año 1887.
304 Soria y Mata, A.: “El presente y el pasado”. La Ciudad Lineal, 16/6/1901, p. 2.
Un empresario innovador
177
extranjeras en gran parte y mi invención de la «Ciudad Lineal» (1882) formaría parte y
sería el natural complemento del gran negocio de la fusión de los tranvías.
Línea Pasajeros/mes
Tranvía de Estaciones y Mercados 783.000
Tranvía de Madrid 715.000
Tranvía del Norte 546.978
Tranvía del Este 133.060.
Tranvía de Leganés 48.262
Tabla 5.1: Pasajeros en las líneas de tranvía madrileñas, año 1888. Fuente: Elaboración propia con
datos de La Correspondencia de España, 24/2/1888, p. 2.
A su salida de la empresa, el Tranvía de Estaciones y Mercados era ya por entonces una de
las más importantes líneas de tranvía madrileñas y la primera en pasajeros. Una estadística
del Ayuntamiento de Madrid correspondiente a enero de 1888 así lo refrendaba (Tabla
5.1).
Cuando unos años más tarde intentaba dar a conocer el que iba ser su segundo
gran proyecto empresarial, Soria escribió305
:
Sin tener una peseta, he realizado el Tranvía de Estacionas y Mercados, merced al
concurso del señor marqués de Argelita, poniendo en movimiento un capital de catorce
millones y dando ocupación a doscientas familias, o sea, restando dicha cifra del total de
pretendientes a destinos del Estado y de jornaleros que piden trabajo a los alcaldes de
Madrid.
305
Soria y Mata, A.: “Las aguas del Lozoya”. La Correspondencia de España, 14/6/1893, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
178
Caso éste que era el suyo, precisamente, ya que por esos años ocupaba un puesto
"alimenticio" en el Ministerio de Ultramar, como veremos posteriormente. Pero aparte del
detalle, es indudable el mérito y la capacidad que había demostrado al conseguir levantar y
dirigir una empresa de doscientos trabajadores en un sector absolutamente novedoso en
España.
Aunque el objetivo principal para el que fue concebido al inicio era el transporte
de mercancías, nunca se puso en marcha ese servicio y se dedicó en exclusiva al transporte
de pasajeros, como podemos comprobar, con meritorio éxito306
. No obstante el transporte
de mercancías había sido el servicio que en principio más interesaba debido a la mayor
rentabilidad que podía ofrecer y, de haberse consolidado habría abaratado los costes del
transporte de las mercancías para abastecer a los mercados. Si no se había llegado a poner
en explotación había sido por una presunta confluencia de intereses que se habrían opuesto.
Entre éstos, según comentaba Arturo Soria en un artículo de 1915307
, estaban los de las
compañías de ferrocarril, que no habían facilitado la instalación de las vías del tranvía en
paralelo a las del propio ferrocarril y facilitar así las labores de carga y descarga; pero
sobre todo los de algunos agentes vinculados al transporte y la distribución de mercancías:
los asentadores de abastos, entre los que parece que podría haber una componenda para
mantener el método de abastecimiento tradicional -mediante carros-, con procedimientos
orquestados para hacer las tareas más lentas y obligar así a tomar hospedaje en la capital a
los transportistas. Y en dicho hospedaje parece que tenían sus intereses también los
asentadores opuestos a la innovación tranviaria. Tampoco habría sido ajeno a dicha
oposición algún político –el intelectual guarrete lo denominaba en clave Arturo Soria– al
que acusaba de ser sobornado por la red de asentadores para evitar acciones que pudiesen
acabar con estos intereses espurios.
En otro artículo posterior, de julio de 1916, Arturo Soria festejaba la reciente
aparición de una Real Orden que se había promulgado como medida paliativa a una huelga
de carreteros que dificultaba la distribución de mercancías. La había auspiciado el alcalde
de Madrid, Rafael Gasset, para permitir la prolongación de las vías de los tranvías a las
principales estaciones de ferrocarril y a los mercados de los Mostenses y de la Cebada, lo
306
López Bustos, C. (1998): Op. cit., p. 31.
307 Soria y Mata, A.: “¡Pido la palabra!”. La Ciudad Lineal, 30/4/1915, pp. 85-87.
Un empresario innovador
179
que iba a permitir el transporte de mercancías entre esos puntos mediante tranvía, justo
como él había propuesto en 1872, “45 años há”308
:
Esta es la disposición acertadísima y valiente de D. Rafael Gasset, que ha pasado casi
inadvertida, sin bombos, por la prensa madrileña, y que será un timbre glorioso de su
administración. ¡En veinticuatro horas! ¡Hay que ver la carreta de la administración
pública caminando como un automóvil!
A la salida de Soria, el puesto de director fue ocupado por Gil Meléndez y Vargas, quien a
decir del propio Soria no tenía experiencia previa en el sector309
. Éste consiguió dos años
más tarde, en 1888, la concesión a título personal de un Ferrocarril económico de vía
estrecha desde la Moncloa al barrio del Pacífico310
. En 1901, Arturo Soria adquirió esta
concesión a los herederos de Gil Meléndez, como veremos posteriormente311
.
El Tranvía de Estaciones y Mercados siguió funcionando como servicio de
pasajeros. A finales de siglo inició el proceso de adaptación a la tracción eléctrica. Sobre
esas fechas fueron llegando también capitalistas belgas para entrar en su accionariado de
forma paulatina, hasta que lograron hacerse con su control, de forma similar a lo que
ocurrió en la práctica totalidad de las compañías madrileñas de tranvía.
308
Soria y Mata, A.: “¿Por qué somos pobres los españoles?”. La Ciudad Lineal, 10/7/1916, pp.
541-543.
309 La convocatoria de un concurso para la contratación de la tracción de los coches y carruajes,
fechada el 9 de noviembre, ya viene firmada por Gil Meléndez y Vargas como director delegado
del Consejo. La Correspondencia de España, 11/11/1886, p. 4. Soria y Mata, A. (1887): Op. cit., p.
7.
310 Gaceta de Madrid, 29/7/1888, p. 298.
311 La Ciudad Lineal, 5/8/1901, pp. 2-3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
180
5.2. OTRAS INICIATIVAS
Aparte de la explotación del negocio tranviario, el impulso a la investigación de
nuevos sistemas, la solicitud de ampliaciones o proyectos de absorción de líneas o nuevas
concesiones, Arturo Soria dejó constancia de su atracción por la innovación tecnológica
sacando tiempo para idear y plantear sistemas que le abriesen la posibilidad de explorar
nuevas oportunidades de negocio, lo que por otro lado puede darnos idea de su capacidad
de trabajo y del intenso ritmo de actividad que llevó a cabo durante estos años.
5.2.1. El servicio telefónico
Además de en el ámbito del transporte urbano, otro en el que en esos mismos
momentos se asistía a importantes innovaciones era el de las telecomunicaciones por
medio de sistemas eléctricos, como lo eran diferentes aplicaciones de la telegrafía o un
recientísimo aparato, el "teléfono", recién presentada al mundo por Alexander Graham Bell
en la Exposición Universal de 1876. Arturo Soria lanzó varias propuestas para ofrecer
servicios basados en estas nuevas tecnologías aunque, debido a las circunstancias que
iremos viendo, no logró reproducir el éxito que si fue capaz de obtener en el sector del
transporte.
A lo largo del año 1877 habían ido llegando a Europa noticias acerca de las
exhibiciones públicas que estaban teniendo lugar en diversas ciudades de los Estados
Unidos en las que se utilizaba un artilugio que permitía la transmisión de la voz o de
sonidos a cierta distancia y por medio de unos cables. Las publicaciones se hacían eco de
las demostraciones, acogiéndolas como una curiosa aplicación de la ciencia del momento y
sin tener conciencia en absoluto de que sería un sistema que llegaría a revolucionar los
sistemas de comunicación como lo había hecho el telégrafo hacía veinte años. Poco
después se harían las primeras demostraciones en suelo español312
. Al igual que había
312
En diversos artículos publicados, estudio las circunstancias que rodearon la llegada de la
telefonía a España y, entre ellas, la pugna mantenida por Arturo Soria y otros pioneros por
conseguir, durante esos primeros años, las autorizaciones para poder ofrecer el servicio telefónico
Un empresario innovador
181
sucedido con el ferrocarril o el tranvía, fue en La Habana en octubre de 1877, donde tuvo
lugar la primera experiencia telefónica española de la que hay noticias. Poco tiempo
después se consiguieron las primeras conferencias urbanas e interurbanas en la Península,
primero en Barcelona, y luego en Madrid.
Pues bien, en este escenario, todavía muy incipiente, la primera solicitud formal
de una licencia para ofrecer el servicio telefónico en la ciudad de Madrid está registrada en
el ayuntamiento con fecha de 24 de julio de 1878. Fue presentada de forma conjunta por
Arturo Soria y Mata y por un tal Mariano Hoefler y Echevarría, un eventual socio del que
poco se conoce, aparte de que ejercía entonces como relojero en la capital y de que debía
ser un apasionado por las aplicaciones de la electricidad313
. Solicitaban “autorización para
establecer una red telegráfica telefónica [sic] en esta capital”314
, que consistía en un
servicio telefónico para la comunicación entre dependencias municipales y un sistema
telegráfico para avisos de emergencias por incendios, similar al que hacía ya unos años se
venían ofertando. Lamentablemente la documentación que acompañaba a la solicitud no se
ha conservado, por lo que para conocer algún detalle del servicio ofertado debemos
basarnos en lo que el propio Arturo Soria recordaba sobre esta iniciativa en un artículo de
1903 en el que defendía el soterramiento de los cables telefónicos para evitar, entre otras
cosas, sucesos como uno recién ocurrido315
:
Un hilo telefónico cae sobre el cable del tranvía frente al hospital de la Princesa y mata a
una mujer y hiere a otras.
público en varias ciudades en España. López Rodríguez, A. (2013): “Pioneros y primeros pasos del
servicio telefónico en Madrid: 1878-1886”, López Rodríguez, A. (2014): “Emilio Rotondo y
Nicolau (1849-1916) en los comienzos de la telefonía en España y en Marruecos” y López
Rodríguez, A. (2016a): “La aventura empresarial en Europa de un pionero de la telefonía en
Baltimore”.
313 Sánchez Miñana, J. (2013): “Del semáforo al teléfono: los sistemas de telecomunicación”, p. 96.
Mariano Hoefler había registrado en 1876 el privilegio de introducción de un "Sistema de relojes
eléctricos". En 1881 patentó "un regulador automático para luz eléctrica" y en 1883 un
"Agrupnógrafo", es decir, "un aparato contador de transmisión neumática para comprobar y
registrar los servicios de los coches de la plaza". En 1884 inventó y patentó un pararrayos cuya
descripción publicó en un folleto. Archivo Histórico de la Oficina de Patentes y Marcas. Privilegio
de introducción 5470 y Patentes de Invención 1507, 3283 y 4497. La República, 24/10/1884, p. 3.
Nada más que este asunto de la telefonía se conoce de Mariano Hoefler en relación con Arturo
Soria.
314 AHVM. Libro de Registro 1878.
315 Soria y Mata, A.: “De cómo y por qué se muere en Madrid”. La Ciudad Lineal, 10/8/1903, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
182
[…]
La corriente eléctrica, el rayo que ha matado a esa pobre mujer fue forjado allá por el año
1877 cuando yo inventé las redes telefónicas urbanas antes que los norteamericanos. En
el Ayuntamiento de Madrid y en una Memoria impresa del secretario Sr. Dicenta consta
esta prioridad.
Para establecer en Madrid la primera red telefónica del mundo asocié mi invención y mis
iniciativas a las de dos hombres de bastante mérito D. Mariano Hoefler y un señor
Iturriaga, jefe del Cuerpo de Telégrafos cuyo nombre de pila no recuerdo al trazar estas
líneas.
La documentación conservada en el Archivo del Ayuntamiento de Madrid indica, como
hemos visto, que fue 1878 el año en que se registró esa solicitud. Al no poder consultar la
memoria técnica del proyecto, de la que se encargó un jefe del Cuerpo de Telégrafos, no
podemos conocer con precisión los detalles de la red ofertada por Soria y Hoefler pero, en
cualquier caso, para esas fechas ya existían redes telefónicas con centralita en varias
ciudades de los Estados Unidos, por lo que en ningún caso hubiese sido la primera del
mundo316
.
Sin embargo, fueron muy pocas las empresas o particulares que en estos
primerísimos tiempos de la telefonía vislumbraran en España un posible negocio en ella.
Como casi todas las que mostraron interés lo hicieron contemplando un escenario urbano 316
La que se considera primera línea telefónica del mundo fue la instalada en abril de 1877 por el
fabricante de los primeros aparatos telefónicos con patente Bell, entre su taller en Boston y su casa
situada en Somerville, a unos 5 kilómetros. Un mes más tarde, él mismo instalaría una red de cinco
aparatos, que operaban como un sistema telefónico en pruebas durante el día y como un sistema de
alarma por la noche. La primera red telefónica que incorporaba una centralita conmutadora entró en
funcionamiento en enero de 1878 en New Haven (Connecticut) y ese mismo año se instaló en
varias ciudades más de los Estados Unidos. Si Soria se refería a una red atendida con centralita,
habría sido la primera de España y… de Europa, ya que la primera red de este tipo no se inauguró
en suelo europeo hasta agosto de 1879, en Londres. Kingsbury, J. E. (1915) The Telephone and
Telephone exchanges, pp. 191- 211. Parece difícil que sin el apoyo de una compañía telefónica
similar a la Bell Telephone Company o alguna de sus subsidiarias Soria y Hoefler hubiesen
ofertado ya en 1878 una red de estas características, que no comenzaron a ofrecerse en España
hasta unos años más tarde. Aunque no es descartable que él o el oficial del Cuerpo de Telégrafos
encargado del proyecto hubiesen leído algo sobre la entrada en funcionamiento de las centralitas en
los Estados Unidos y la incluyeron, sin tener claro como la importarían y la harían funcionar si se
daba el caso.
Un empresario innovador
183
-Madrid y Barcelona, fundamentalmente-, intuyeron que las concesiones deberían ser
competencia de los ayuntamientos, por lo que las escasísimas solicitudes se dirigieron
fundamentalmente a ellos. Pero, ante la ausencia de una regulación específica, éstos
dudaron sobre si tenían la competencia o no, así que las resoluciones se podían demorar
meses o incluso años; aunque, como ya hemos visto con el asunto del tranvía, tampoco era
éste un fenómeno excepcional en la Administración municipal española de estos años.
Cuando fueron consultados, los órganos de la Administración central también se mostraron
indecisos, ya que la tecnología todavía despertaba algunas reticencias por los potenciales
peligros para la seguridad que podría significar no controlar su utilización en una época,
recordemos, de cierta paranoia conspirativa. Además, al igual que estaba sucediendo en
otros países europeos, el gobierno también dudaba acerca de la correcta estrategia a seguir
para la explotación de un servicio innovador que podría terminar resultando estratégico.
Esta conjunción de recelos y vacilaciones motivaron un considerable retraso en la
aparición de la primera normativa específica para la telefonía, lo que no ocurrió hasta
1882, estando ya gobernando Sagasta junto a su Partido Liberal Fusionista.
En el caso concreto de la solicitud de Soria para Madrid, sabemos que la
Comisión de Obras del Ayuntamiento estudió el asunto y al año siguiente, es decir,
situados ya en 1879, propuso concederles la autorización solicitada. No obstante la propia
comisión retiraría su dictamen tan solo tres días después. Tras esto, la resolución definitiva
no se produciría hasta el 7 de julio de 1880, cuando el ayuntamiento resolvió autorizar a
los solicitantes a establecer el servicio. En el acta de la sesión de ese día viene descrito en
detalle el motivo que hizo que la resolución se demorase casi dos años. En 1879, tras el
primer dictamen favorable de la comisión de obras, se había registrado una reclamación de
Emilio Rotondo y Nicolau317
, una persona a la que el Ayuntamiento de Madrid y el
Ministerio de la Gobernación -del que dependía la Dirección de Correos y Telégrafos- le
habían otorgado en 1873 una autorización para establecer un servicio telegráfico de
alarmas entre las dependencias municipales. Basándose en una pretendida exclusividad,
Rotondo intentó bloquear la autorización a Soria y Hoefler, ya que éstos habían ofertado
317
Emilio Rotondo Nicolau llegó a ser una persona destacada en estos años iniciales de la telefonía
en España. También lo fue, de manera incontestable, en Marruecos. López Rodríguez, A. (2014):
Op. cit.; López Rodríguez, A. (2016b): “De la "Central Rotondo" a "Rotondo y Compañía": los
avatares en Marruecos de unos pioneros españoles de la telefonía”; López Rodríguez, A. (2016a):
Op. cit.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
184
también un servicio de alarmas para incendios. Rotondo entendía que una autorización a
Soria y Hoefler vulneraría sus derechos, por lo que interpuso la referida reclamación que
paralizó la autorización hasta 1880. En cualquier caso el Ayuntamiento decidió resolver a
favor de los solicitantes, no obstante, condicionó su permiso, como ya había ocurrido en
1876 con la concesión del tranvía, a la que consideró preceptiva autorización de la
Dirección de Correos y Telégrafos del Ministerio de la Gobernación318
.
Tras la resolución municipal, Soria y Hoefler intentaron solucionar el tema de su
autorización ante las instancias ministeriales, pero las autorizaciones para dar servicio
telefónico habían quedado en suspenso ante la intención gubernamental de promulgar una
normativa que iba a regular la prestación del servicio y que la Dirección de Telégrafos ya
estaba preparando. Arturo Soria llegó incluso a solicitar la mediación de Cánovas de
Castillo, con el que llegó a entrevistarse por mediación del que podía considerarse su jefe
político, Cristino Martos319
:
Reinaba por entonces la preocupación ridícula de que peligraría el orden público dejando
los hilos telefónicos en manos de una empresa y como no se movía una hoja en ningún
árbol administrativo sin la voluntad de Cánovas, me procuré una entrevista con él por
recomendación eficacísima de don Cristino Martos, a cuya memoria sigo rindiendo, el
mismo cariñoso culto que en vida. El monstruo [apelativo por el que era conocido
Cánovas del Castillo] me recibió cariñosísimamente y dio orden de que nadie nos
interrumpiese; procuré no ser latero pero dije cuanto tenía que decir para convencerle y le
convencí. Concluyó la conferencia ofreciéndome resolver el expediente como yo pedía.
No pudo hacerlo, porque a los cuatro o cinco días de lo dicho salió del poder.
El relato es suficientemente revelador sobre lo usual que era recurrir a las recomendaciones
de alto nivel y a la conveniencia de acceder a sus influencias para lograr obtener
autorizaciones, por ejemplo. La salida del poder de Cánovas del Castillo a la que se refiere
Soria fue la de principios de 1881, cuando Sagasta accedió al gobierno dando origen al
turno de gobiernos por designación real en la Restauración y que, según leemos, dio al
318
AHVM. Libro de Actas del Ayuntamiento, 7/7/1880.
319 Soria y Mata, A.: “De cómo y por qué se muere en Madrid”. La Ciudad Lineal, 10/8/1903, p. 1.
Un empresario innovador
185
traste con la recomendación pretendida por Soria y Hoefler. Mientras tanto, éstos también
habían presentado una oferta similar al Ayuntamiento de Barcelona, que no sabemos si
llegó a obtener siquiera contestación320
.
La normativa que estaba elaborándose se paró para dar tiempo al nuevo gobierno
a su revisión y a orientar su contenido de acuerdo a su ideología. En 1882 se creó una
comisión del Senado para escuchar la opinión de algunos de los protagonistas, entre los
que se encontraban Soria y Hoefler, Rotondo, o Vizcarrondo, entre otros321
. Finalmente, en
agosto de 1882, se promulgó un Real Decreto en el que se optaba por el establecimiento de
un modelo de concesión de licencias a particulares y empresas privadas mediante concurso
público. Poco más tarde se convocaban los concursos para la construcción y la explotación
de las redes de Madrid, Barcelona y Bilbao. No obstante, todavía el 30 de septiembre Soria
y Hoefler insistían en conseguir la licencia sin pasar por el concurso, rogando al alcalde
que solicitase "del Gobierno de S.M. el otorgamiento de la red telefónica de Madrid a favor
de los que la obtuvieron en 1880”, pero el 2 de noviembre recibieron una respuesta
negativa a su demanda: “debe esperarse a la celebración del concurso convocado y
atenerse a su resultado”322
.
El concurso para la red telefónica de Madrid se celebró el 27 de octubre, y
concurrieron siete ofertantes, entre ellos Arturo Soria y Mariano Hoefler. Al de la red
telefónica pública de Barcelona, celebrado al día siguiente también en Madrid,
concurrieron seis de los siete que lo habían hecho el día anterior. De todos ellos, sólo Soria
y Hoefler decidieron no presentarse.
320
El expediente con esta oferta tampoco se conserva. Se conoce su existencia por una anotación
que hizo el técnico municipal que se encargó de informar una solicitud presentada en 1881 por
Julio Vizcarrondo en nombre de la International Bell Telephone Company en la que se refiriere a
ella. Archivo Histórico del Ayuntamiento de Barcelona. Fomento de Obras Públicas, Leg. 24, Exp.
1651: Expediente promovido por Julio Vizcarrondo para que se autorice a la "Compañía
Telefónica Internacional de Bell" establecer una red telefónica municipal en esta ciudad bajo las
condiciones que propone.
321 La Iberia, 3/4/1882, p. 3. La Correspondencia de España, 3/4/1882, p. 3.
322 AHVM. Libro de Registro 1882.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
186
De las pocas referencias que se tienen sobre los que lo hicieron al de Madrid y del
contenido de sus proposiciones destaca esta noticia del diario El Liberal323
:
Ayer fue remitido por el Ministerio de la Gobernación al Consejo de Estado, el
expediente de concurso relativo a la concesión de la red telefónica [de Madrid]. Dicho
expediente, que ya estuvo en aquel alto cuerpo y que fue devuelto al Ministerio para que
la Dirección de Telégrafos emitiera su dictamen, contiene cuatro proposiciones; una
suscrita por una casa inglesa, dos por las sociedades de electricidad establecidas en
Barcelona y la última suscrita por un conocido industrial de Madrid que se halla al frente
de una compañía de tranvías. La Dirección de Telégrafos al consignar su opinión, parece
que informa poco favorablemente respecto de uno de los expresados solicitantes,
fundándose en que ofrece demasiado y no es conocido entre los hombres de ciencia que
se dedican a aquella clase de construcciones. La razón no deja de ser chusca.
El “conocido industrial de Madrid” que citaba la noticia era Arturo Soria y Mata y el
informe poco favorable es el referente a su oferta. Y efectivamente, las razones esgrimidas
por la Dirección de Telégrafos, de ser ciertas, parecen, cuando menos, sorprendentes. Sin
duda enfurecido ante esta noticia, aprovechando un comentario El Progreso sobre una
estadística que reflejaba los números de abonados al servicio telefónico en varias ciudades
europeas, Soria culpaba a la Dirección de Telégrafos de la situación notablemente
retrasada en comparación con los países desarrollados y, sin ningún disimulo, acusaba su
director, Cándido Martínez, de no haber aportado mayor mérito para ocupar ese puesto que
el de ser amigo del ministro. Pero además lanzaba la insinuación de que el pliego de
condiciones del concurso de Madrid podía haberse urdido con la idea previa de otorgárselo
a alguno de los concurrentes que presumiblemente tendría detrás la recomendación del
potentado banquero, agente de los Rotschild en España, Ignacio Bauer324
.
Pero lo que resultó finalmente es que los concursos fueron declarados “sin
resultado aceptable”, al parecer debido a la existencia de ciertos defectos de forma y, por
encima de todo, a la ausencia de un informe del Consejo de Estado que habría sido
323
El Liberal, 31/12/1882, p. 2.
324 El Progreso, 8/1/1883, p. 3.
Un empresario innovador
187
preceptivo tener antes de la promulgación del Real Decreto. Arturo Soria percibió el
resultado infructuoso de todo este proceso como una injusticia contra su propuesta325
:
Varió de rumbo el expediente [el de su solicitud, tras la salida de Cánovas del poder] y a
propuesta de la Junta de jefes de Telégrafos se hizo un concurso en el que yo debí
triunfar; pero lo cierto fue que quedé reventado y perdidos los tres mil y pico de duros
gastados en el asunto porque si bien mi proposición fue la mejor de todas, declaró la
Administración que no comprendía cómo yo pudiera hacer lo que ofrecía. Después se la
dieron a otro más listo y más afortunado que yo.
Se refería al informe emitido por la Dirección de Telégrafos en el que señalaba que, a su
consideración, Soria había ofrecido demasiado y que además no era conocido entre “los
hombres de ciencia que se dedica[ba]n a aquella clase de construcciones”.
En 1884, el gabinete Conservador de Cánovas del Castillo, de nuevo en el
gobierno, redactó un nuevo Real Decreto que señalaba que las competencias sobre el
desarrollo de la telefonía en España recaían en el Ministerio de la Gobernación y que el
despliegue y la explotación de las redes telefónicas se harían a través de su Dirección
general de Telégrafos. Pero los recursos económicos que se pusieron a su disposición
fueron insuficientes para acometer las inversiones necesarias. Tras acceder de nuevo al
gobierno, Sagasta decidió que la explotación del servicio debía confiarse de nuevo a la
iniciativa privada y promulgo en junio de 1886 otro Real Decreto que establecía las bases
para que estas empresas pudieran explotar las escasas redes públicas ya desplegadas y para
la construcción de otras nuevas. Las licencias necesarias se adjudicarían mediante subasta
pública, en lugar de por concurso público. La subasta pública para la concesión de la
licencia de Madrid tuvo lugar el 30 de julio de 1886 y a ella concurrieron cuatro ofertantes,
entre los que no figuraban ni Arturo Soria ni de Mariano Hoefler.
Es comprensible que, tras la decepción de no poder ver rentabilizados los costes
invertidos en los estudios de viabilidad, los planos y las memorias de los proyectos
325
Soria y Mata, A.: “De cómo y por qué se muere en Madrid”. La Ciudad Lineal, 10/8/1903, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
188
anteriores, unido al desgaste de tratar de conseguir las licencias durante varios años, ambos
decidiesen abandonar el asunto y proseguir con sus otros menesteres.
5.2.2. El Avisador de las crecidas de los ríos
Casi diez años más tarde de aquel Teodolito Impresor-Automático que ideó
mientras se formaba en la Escuela del Catastro, Arturo Soria concibió un dispositivo cuya
aplicación podría evitar, a su juicio, los desastrosos efectos producidos por las
inundaciones debidas al desbordamiento de los cauces de los ríos. Al artilugio ideado lo
denominó, muy gráficamente, Avisador de las crecidas de los ríos, y sus características y
su descripción técnica los dejó Soria plasmados en un folleto impreso326
que ofrecía de
forma gratuita a cambio de una contribución voluntaria, pues, al no confiar en una acción
rápida y efectiva por parte de ninguna Administración, planteaba también una especie de
suscripción popular que iría destinada a una rápida implantación del sistema que proponía.
La idea le vino porque, en octubre de 1879, tras un periodo de prolongada sequía
en el sureste peninsular, tuvo lugar un devastador episodio de "gota fría", como los que son
tan frecuentes en esa área geográfica de la Península. La sucesión de lluvias torrenciales
produjo una fuerte crecida de los caudales, normalmente pobres, de los ríos Segura, Mundo
y Genil, que a su paso inundaron las provincias de Alicante, Murcia y Almería con efectos
devastadores. Las crónicas periodísticas señalaron que la catástrofe natural supuso más de
1.000 muertos, alrededor de 4.000 casas destruidas y otras cuantiosas pérdidas
económicas327
. Este triste suceso le sugirió a Soria la concepción de un artilugio que podría
contribuir a minimizar los estragos derivados de las crecidas anormales de los caudales,
como las que entonces se habían producido. Se puso manos a la obra y ese mismo año
publicó el folleto que contenía la descripción del dispositivo y algunas reflexiones sobre
las ventajas que traería su aplicación. Según él, la capacidad de reacción que permitiría la
326
Soria y Mata, A. (1879): Avisador de las Crecidas de los Ríos. Madrid, Imprenta de Álvarez
Hermanos.
327 Por ejemplo, El Globo, 16/10/1879, p. 2; La Discusión, 17/10/1879, p. 2; La Iberia, 17/10/1879,
p. 3.
Un empresario innovador
189
adopción de este sistema facilitaría la evacuación de los habitantes de las haciendas
amenazadas por la corriente de las aguas, pues avisados con anticipación, tendrían tiempo
suficiente para ponerse a salvo y resguardar a los animales y los enseres amenazados. La
capacidad de reacción que permitiría la adopción de un sistema como éste facilitaría la
evacuación de los habitantes de las haciendas amenazadas por la corriente de las aguas,
pues avisados con anticipación, tendrían tiempo suficiente para ponerse a salvo o de
resguardar a los animales. Poco después, algún diario de las provincias afectadas llegó a
hacerse eco de él328
. Según proponía, debía instalarse aguas arriba de los ríos y, en caso de
crecida anómala, un sensor activaría una señal de alerta que se transmitiría a través de unos
cables eléctricos.329
Ya hacía algunos años que se comercializaban los servicios de alarma basados en
dispositivos telegráficos similares a éste, que ofrecían la posibilidad de conectar, por
ejemplo, domicilios, negocios o talleres con una centralita que cursaría la alarma en
función del tipo de señal que se hubiese transmitido330
. De hecho, eso es, junto a la red de
de telefonía, lo que Soria ofertó al ayuntamiento madrileño el año anterior y que
precisamente había provocado la reclamación de Emilio Rotondo y, como consecuencia, su
bloqueo durante dos años en el consistorio.
Soria describía un sistema que incorporaba pilas alimentadoras, circuitos
suplementarios para control de averías, el cables subterráneos, etc., en casi todo -excepto
en el sensor remoto propuesto, evidentemente- imaginamos que similar al que propuso
para uso urbano. Para ello, Soria podría haber aplicado algunos de los conocimientos
adquiridos en su pasada experiencia como telegrafista o, como él mismo indicó para el
caso de la memoria técnica de Madrid, quizá fuese asistido también por el mismo jefe de
Telégrafos, el tal Iturriaga, aunque de esto no hay ninguna mención expresa en el aludido
folleto. La novedad que introducía Soria no era, pues, tanto técnica como de aplicación, sin
embargo, todavía le restaba por testar la validez del modelo técnico propuesto y la
viabilidad práctica del mismo para, en su caso, implantarlo.
328
El Noticiero de Murcia, 27/11/1879, p. 1.
329 Soria y Mata, A. (1879): Op. cit., p. 13.
330 Por citar algún ejemplo, este servicio, que fue popular por entonces en Estados Unidos y luego
en España a finales de siglo, ya fue ofrecido durante 1871 y 1872 por una efímera Compañía Inter-
telegráfica. López Rodríguez, A. (2014): Op. cit., pp. 142-164.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
190
Para ello, según explicaba, solicitó respaldo a la Administración, pero nunca
llegaron a considerarlo, razón por la cual ideó lanzar una especie de suscripción pública
que permitiese obtener los fondos necesarios para su implementación. Pero lo que parece
que desconocía era que la preocupación por las inundaciones catastróficas ya había
movilizado el ingenio de más personas331:
El aparato que acabo de describir es tan sencillo, que admira el que no se haya ocurrido
antes a cualquiera otra persona; y el mérito de su invención, si alguno tiene, no es otro
que el de la prioridad del pensamiento que me dicta estos mal perjeñados [sic] renglones.
Francisco Pérez Blanca, por entonces director de Sección del Cuerpo de Telégrafos de
Sevilla, en octubre de ese mismo año 1879 ya hacía pruebas concretas en esa localidad, al
parecer satisfactorias, con un dispositivo similar al que proponía Soria. La Revista de
Telégrafos332
se hacía eco de ellas y describía el dispositivo. En enero de 1880 el
Ministerio de la Gobernación publicó una Real Orden en la que atestiguaba los ensayos
satisfactorios del dispositivo y reconocía y agradecía de manera pública a su inventor la
cesión gratuita de la explotación pública de dicho dispositivo333
. Soria perdió la carrera por
poco. No obstante, el proyecto publicado sirvió para, de alguna manera, dejarnos
constancia de su ingenio, de su conocimiento de la tecnología contemporánea para usos
civiles y, además, de su preocupación por hacerlo viable por su utilidad pública, lo que
daba una nueva medida de sus capacidades como ingeniero y, en este caso, también de su
bonhomía.
331
Soria y Mata, A. (1879): Op. cit., p. 17.
332 Revista de Telégrafos, 1/12/1879, p. 184.
333 Revista de Telégrafos, 1/3/1880, p. 33.
Un empresario innovador
191
Figura 5.2: Portada del folleto Avisador de las crecidas de los ríos.
La contraportada del folleto terminaba con este llamamiento, quizá algo ingenuo:
Las adhesiones, los pedidos de ejemplares, las observaciones y los donativos, se dirigirán
D. Arturo Soria, Puerta del Sol, 13, 2º derecha.
5.2.3. La aseguradora "El Trabajo"
Arturo Soria también probó fortuna en otro ámbito de negocio que, al menos en
principio, poco tenía que ver con los sectores comentados anteriormente. Se trataba de una
compañía aseguradora, la Sociedad anónima de seguros El Trabajo, de la que hay pocas
referencias y que no debió tener actividad durante mucho tiempo. Y decía "en principio",
porque veremos que entre los servicios que se ofrecían a los asegurados se incluyó también
uno de avisos por incendio.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
192
La empresa se constituyó en enero de 1886 con un capital inicial de 250.000
pesetas. Su Consejo de Administración estuvo compuesto por Arturo Soria como
presidente; Félix María Vejarano y Cabarrús, conde de la Nava del Tajo, como director del
mismo; y como administradores fueron designados un sobrino de Soria, Domingo
Bernaldo de Quirós, que actuaba como secretario del Consejo, y Segundo Abadía, un
abogado334
. Lo poco que se conoce de ella es a través de la información incluida en unos
cuantos anuncios y sueltos que aparecieron en varios diarios diferentes a lo largo del mes
de febrero, en los que se divulgaba el objeto con el que había sido creada y las
contraprestaciones que obtendrían los potenciales suscriptores de las pólizas de seguro que
ofertaban.
Se trataba de una aseguradora de riesgos por accidente laboral destinada
fundamentalmente a la clase obrera. A cambio de la suscripción de una póliza que obligaba
al pago de una cantidad mensual se ofrecía una serie de contraprestaciones en caso de
accidente o de fallecimiento. Se señalaban las iniciativas que en este sentido estaban
proliferando en varios países vecinos en los últimos años, bien por imposición de la
normativa laboral en algunos de ellos, bien por iniciativas privadas como ésta, que, con ese
objeto, se aseguraba, era la primera en aparecer en nuestro país. Además, suponía un
sistema de ahorro al ofrecer el pago de un determinado interés anual por el capital
aportado. Se hacía hincapié en la transparencia de las cuentas, indicando como se
distribuirían los ingresos mensuales e incidiendo en que los libros de la compañía estarían
siempre a disposición del asegurado que desase consultarlos. Indicaban que el fondo de
reserva se invertiría en valores de bolsa, en edificios y en terrenos, pero pretendían
transmitir seguridad al asegurar que era "perfectamente racional" la posibilidad de cumplir
lo que ofrecían, "teniendo en cuenta que el capital invertido en terrenos situados en los
alrededores de las grandes capitales se multiplica con facilidad por el aumento de valor que
reciben aquéllos a medida que las poblaciones se ensanchan"335
. Otro de los servicios que
ofertaban, a cambio de un suplemento, eran los avisos por incendio, que ya estaban muy
extendidos en muchas ciudades del extranjero y en las de nuestro país comenzarían a
instalarse en poco tiempo.
334
El Imparcial, 2/2/1886, p. 4; La Correspondencia de España, 1/6/1886, p. 4.
335 El Economista español, 6/2/1886, pp. 69-70; La Época, 18/2/1886, p. 2.
Un empresario innovador
193
El último anuncio en prensa -que yo haya localizado- apareció en junio de ese
mismo año, 1886336
. Por entonces ya se estaba gestando el movimiento en seno del
Consejo de Administración del Tranvía de Estaciones y Mercados que acabaría con la
salida de Arturo Soria de esa compañía que había fundado diez años antes a partir de haber
obtenido la concesión para operar. Tras su salida, publicó un folleto, al que ya hemos
hecho referencia, en el que explicaba los motivos de su enfrentamiento con los consejeros
que pretendían favorecer los intereses que mantenían en otras empresas. Soria comenzaba
de esta manera tan explicativa su folleto337
:
“De cuantas Sociedades han tenido conexiones con la del tranvía, la única que le ha
dispensado algunos favores, si bien de escasa monta, es la Sociedad de Seguros El
Trabajo, fundada por Arturo Soria, que prestó a la del tranvía, sin interés, en una ocasión
7.000 pesetas y en otra 25.000.
Todas las demás han sido parásitos más o menos molestos.”
A partir de ahí enumeraba los perjuicios y los privilegios con los que había pretendido
acabar y le habían llevado al enfrentamiento. Pero además, esas frases indican que a pesar
de la transparencia y la intención declarada en los diferentes insertos de El Trabajo en los
meses anteriores, el capital recibido también se empleó para otros usos que ni siquiera
podían denominarse inversión.
La ligazón de Arturo Soria con El Trabajo no debió durar mucho más tiempo,
pues unos años más tarde, al evocar esos tiempos declaró338
:
Cuando en 1887 [en realidad hemos visto que fue en 1886] dejé la empresa del Tranvía
de Estaciones y Mercados por mí fundada, había trabajado tanto y tan bien durante
catorce años, que quedé como reventado, sin ánimos para nada. Estuve dos años sin hacer
nada, sin escribir una carta.
336
La Correspondencia de España, 1/6/1886, p. 4.
337 Soria y Mata, A. (1887): Op. cit., p. 3.
338 Soria y Mata, A.: “El presente y el pasado”. La Ciudad Lineal, 16/6/1901, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
194
Lo que parece indicar que cesó toda su actividad empresarial, por lo que cabría incluir la
que realizaba en esta sociedad de seguros.
5.3. DE NUEVO EN EL MINISTERIO DE ULTRAMAR
Pero tras ese paréntesis “sin ánimos para nada” le surgió una oportunidad de
comenzar un nuevo periplo en el Ministerio de Ultramar, recién ocupado por su amigo y
protector Becerra. Mientras tanto, iba perfilando el que unos años más tarde iba a
configurarse como el mayor reto de su vida.
A finales de 1882 los Demócratas liderados por Cristino Martos -Manuel Becerra
incluido- decidieron unirse a un recién creado Izquierda Dinástica, partido liderado por el
general Serrano. Y en 1885 todos ellos convergieron con los Fusionistas de Sagasta en un
nuevo Partido Liberal Dinástico que se encajó en el sistema aceptando el orden
constitucional de 1876, lo que supuso un espaldarazo decisivo para el régimen alfonsino y
facilitó enormemente su normalización y garantizó su estabilidad. Sagasta y su nueva
formación accedieron al gobierno en 1885 y se marcaron como objetivo principal
incorporar al sistema los principios democráticos contenidos en la Constitución de 1869,
entre ellos el sufragio universal masculino, que se iba a reconocer en 1890. Iban a ser los
“frutos tardíos” de los que hablaba Jover Zamora339
.
En diciembre de 1888 tuvo lugar una remodelación del gabinete, a partir de la
cual Manuel Becerra se situó al frente del Ministerio de Ultramar. La mediación del que
había sido y seguía siendo su mentor340
posibilitó que en mayo del año siguiente Arturo
Soria y Mata consiguiera un puesto de funcionario en ese ministerio, el de jefe de
Negociado de la Intendencia General de la Isla de Cuba. Pero no llegó siquiera a tomar
339
Los movimientos de la oposición demócrata y su paulatina aproximación al régimen durante
estos años en Dardé, C. (1994): Op. cit., pp. 119-123 y en González Calleja, E. (1998): Op. cit., pp.
99-103. Jover Zamora, J.M. (1991): Op. cit., p. 92. Milán García, J. R. (2003): “Los liberales en el
reinado de Alfonso XII”, pp. 109-113.
340 En 1892 Arturo Soria le dedicó agradecido el folleto publicitario en el que detallaba su proyecto
sobre el Ferrocarril-Tranvía de circunvalación que describiremos posteriormente.
Un empresario innovador
195
posesión del cargo pues, haciendo valer los referidos estudios preparatorios para el Cuerpo
de Aduanas cursados diez años antes, apenas un mes más tarde recibió un nuevo
nombramiento, en esta ocasión como jefe de Negociado de primera clase inspector de la
Aduana de La Habana, también dependiendo del Ministerio de Ultramar, con un sueldo de
1.200 pesetas "y 1.800 de sobresueldo". El 21 de junio de 1889 zarpó del puerto de la
Coruña hacia la capital cubana y el 12 de julio ocupó su nuevo puesto. Era una nueva
aventura en las colonias españolas, a sus casi cuarenta y cinco años de edad y con una
familia formada que ya contaba con cinco hijos. No dejaba de ser sorprendente, pero es
probable que a pesar de haber logrado un buen precio por su salida de la Sociedad del
Tranvía de Estaciones y Mercados no pudiera permanecer más tiempo sin ejercer un
trabajo retribuido.
Figura 5.3: Arturo Soria y Julia Hernández, ca. 1890. Fuente: Archivo Keller Soria.
No obstante, apenas se mantuvo en este destino un par de meses, pues el 1 de septiembre
solicitó el cese "por motivos de salud", que se le aceptó de manera oficial el 25 de octubre
de 1889. De vuelta a Madrid, a principios de noviembre de ese mismo año recibió un
nuevo nombramiento, esta vez como Contador de la Clase de primeros para el Tribunal
Arturo Soria y Mata. Una biografía
196
de Cuentas del Reino, con destino en la Sala especial de las islas de Cuba y Puerto Rico del
Ministerio de Ultramar. Aunque no es conocida la causa verdadera de su regreso de Cuba,
es muy probable que fuese en realidad la perspectiva anticipada de que iba a ocupar este
nuevo destino en Madrid. Sus emolumentos se elevaban de forma considerable hasta las
6.500 pesetas.
Tampoco éste fue una ocupación duradera, pues poco más de un mes más tarde
pasó a ocupar el cargo de jefe de Aduanas del negociado especial de Filipinas, con un
sueldo asignado de 7.500 pesetas. Permaneció en este puesto algo más tiempo, hasta el 14
de enero de 1892, cuando fue destinado a la secretaría de ese ministerio como oficial
segundo. Un año más tarde tuvo lugar una reordenación tras la cual se le encomendó que,
con el mismo personal a sus órdenes, se hiciese cargo del Negociado de Asuntos de Cuba y
Reclamaciones contra los nuevos aranceles de Cuba y Puerto Rico. Y su desempeño debió
ser satisfactorio pues, a finales de ese mismo año 1893, se le ascendió a oficial primero
para que ejerciese como jefe del Negociado de Aduanas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas,
de la Dirección de Hacienda de ese ministerio. Como podemos observar, el baile frenético
de nombramientos y ceses en la Administración española continuaba siendo continuo
durante estos años, dando lugar, con cada cambio de gobierno, a una nueva multitud de
“cesantes” -a los que tan magistralmente retrató Benito Pérez Galdós en Miau”- que se
mantendrían durante un tiempo a la expectativa de una nueva ocupación que les permitiese
seguir viviendo en el futuro “a cargo del presupuesto”.
Pero, como vemos, a pesar de que en este periodo hubo varias alternancias en el
gobierno del país, Arturo Soria consiguió mantenerse en la Administración del Ministerio
de Ultramar durante todos estos años. Y a pesar de la gran actividad paralela que estuvo
desplegando durante este tiempo, tratando de sacar adelante un proyecto empresarial que
no era nada sencillo y dando a luz su teoría geométrico-evolutiva, fundamentalmente, a
tenor de lo que comentó unos años más tarde en uno de sus artículos de su sección
Filosofía Barata, parece que no dejó de estar implicado en sus tareas habituales de la
Administración del Ministerio: sus reflexiones sobre los poliedros regulares habían
comenzado en una noche de insomnio “producido por uno de esos disgustazos que suelen
sufrir en silencio los funcionarios públicos”341
. Fue el propio Soria el que decidió poner fin
341
Soria y Mata, A.: “La Gloria”. La Ciudad Lineal, 20/6/1909, pp. 1403-1404.
Un empresario innovador
197
a esta etapa al solicitar, el 15 de marzo de 1895, su cese voluntario, argumentando los
usuales “motivos de salud”, aunque la razón verdadera había sido, con toda probabilidad,
poder dedicarse a tiempo completo a dirigir la empresa con la que muy pronto iba a iniciar
la construcción del que sería su gran proyecto: la Ciudad Lineal de Madrid342
.
Manuel Becerra por su parte había dejado el gobierno en julio de 1890, tras
acceder Cánovas del Castillo de nuevo al poder, en el que se mantuvo hasta marzo de
1894, cuando volvieron los liberales. Sagasta confió de nuevo en Manuel Becerra para el
Ministerio de Ultramar y en él se mantuvo hasta diciembre de ese año, en unos tiempos
realmente difíciles debido a los intensos movimientos independentistas que se estaban
produciendo en las colonias españolas. Sería ésta su última responsabilidad ministerial.
342
AHN.Ultramar,2455, Exp. 46. Expediente personal de Arturo Soria y Mata. AKS. Documentos
del Ministerio de Ultramar. Gaceta de Madrid, 5/11/1889, p. 373; 13/12/1889, p. 755; 16/1/1892,
p. 167; 1/11/1893, p. 334 y 19/3/1895, p. 1019. El expediente de Arturo Soria en Ultramar no
contiene las resoluciones de algunos de los nombramientos que sí fueron publicados en la Gaceta
de Madrid y de algunos que también se conservan en el Archivo privado Keller Soria.
199
CAPÍTULO 6. EL URBANISTA: LA CIUDAD LINEAL (1882-
1900)
6.1. COSAS DE MADRID
En 1880 Madrid ya sufría los males característicos que aquejaban a toda ciudad
industrial de la segunda mitad del siglo XIX: el fuerte incremento de su población para la
que no estaba preparada y que favorecía la proliferación de infravivivienda, las malas
condiciones higiénicas de muchas de sus calles y barrios, el florecimiento desordenado y
disperso de industrias y talleres por el interior del casco urbano, etc. Para intentar dar
solución a estos graves problemas, fueron surgiendo propuestas que contemplaban la
planificación de su crecimiento y la introducción de medidas que mejorasen las
condiciones de vida urbana. La propuesta principal fue el Plan para la expansión mediante
ensanches, elaborado por el ingeniero Carlos María de Castro y aprobado en 1860, que
junto al planteado por Ildefonso Cerdá para Barcelona, fueron los planes pioneros en
España que sirvieron como base para posteriores normativas que regularon el crecimiento
de otras ciudades españolas. Al igual que sucedió en muchas ciudades históricas, para
posibilitar la ampliación del recinto urbano madrileño, hubo que acometer el derribo de la
antigua cerca de Felipe IV, tarea que se emprendió poco después de la Revolución de 1868
cuando se fomentaron las obras de infraestructura urbana con el objeto de dar ocupación a
las clases populares. Sin embargo, el Plan Castro no pudo evitar cierta anarquía en la
expansión madrileña pues también en estos nuevos barrios se terminó edificando sin
apenas control municipal. Las ideas racionalistas que lo habían inspirado contemplaban un
crecimiento ordenado que limitara la altura de las edificaciones y además contemplaba la
construcción áreas de esparcimiento, pero chocaron con la especulación de los
propietarios del suelo y terminó produciéndose una densificación mucho mayor de la
inicialmente planteada. Por otro lado, el alto precio de la vivienda edificada y una mayor
dependencia del transporte para acceder a las zonas de actividad impidieron que las clases
modestas pudieran habitar en estos nuevos barrios. Así, mientras la clase media seguía
mostrando su preferencia por las viviendas bajas y la aristocracia y la alta burguesía se
Arturo Soria y Mata. Una biografía
200
hacía construir lujosos palacetes en las nuevas avenidas, las clases populares de pocos
recursos continuaban relegadas a los antiguos barrios del centro o a la periferia, donde
tanto en un sitio como en otro continuaban hacinándose en viviendas insalubres. Esta era la
problemática situación urbana del Madrid de la Restauración, que constituía una seria
preocupación social y para la que Arturo Soria concibió una propuesta innovadora. Los
problemas obligaban, a su juicio, a un replanteamiento radical de la organización de una
ciudad que necesitaba crecer, que debía hacerlo de forma eficiente, y procurando unas
condiciones de vida dignas.
Vimos que, en 1881, Arturo Soria empezó escribiendo para El Progreso una
esporádica crónica municipal madrileña. Desde 1882 y hasta mediados de 1883, su
presencia en el diario se hizo más frecuente al encargarse de la sección semanal Cosas de
Madrid, en la que aparte de informar sobre aspectos relacionados con la gestión municipal,
introducía reflexiones sobre aspectos urbanos y proponía medidas y soluciones para
mejorar las condiciones de vida de los habitantes madrileños. En ella reflexionaba sobre,
por ejemplo, los ensanches de Madrid, los tranvías, la Sociedad de Higiene o el servicio de
incendios, entre otros asuntos, pero también escribía sobre sistemas innovadores para la
ciudad como podían ser el ferrocarril subterráneo, el sistema de alcantarillado, el
alumbrado eléctrico, las redes telefónicas, etc. Soria se mostró muy crítico con muchos
aspectos de la gestión del alcalde madrileño, José Abascal, pero especialmente con su poca
disposición a luchar contra las palpables condiciones de insalubridad de muchas de las
calles de la capital, que favorecían la propagación de epidemias y mantenían altos los
índices de mortalidad343
.
En 1882 Arturo Soria lanzó varias ideas básicas sobre un nuevo modelo urbano
que proponía como alternativa a la ciudad conocida hasta entonces. A lo largo de todo ese
año iría perfilando su idea de ciudad, a la que denominó Ciudad Lineal, para, en marzo de
1883, recoger en un artículo más extenso, “La cuestión social y la ciudad lineal”, todas las
ideas meramente esbozadas hasta entonces, y concretarlas y completarlas hasta llegar a
plantear una propuesta conceptual unitaria344
. Su ciudad lineal se basaba en dos pilares
343
Soria y Mata, A. (1935): Cosas de Madrid. Este libro póstumo recoge los artículos que Soria
escribió bajo esa sección en El Progreso.
344 Soria y Mata, A.: “La cuestión social y la ciudad lineal”. El Progreso, 5/3/1883, p. 1.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
201
principales: la lucha contra los efectos negativos de la ciudad industrial y la importancia
del transporte público como articulador del recinto urbano. Soria recogía algunas ideas que
ya había lanzado Ángel Fernández de los Ríos en su obra El Futuro Madrid, un estudio
sobre el urbanismo madrileño publicado en 1868 que había tenido gran acogida, en el que
se estudiaba la problemática surgida en las últimas décadas por la proliferación de
infravivienda en la periferia urbana en unas condiciones de vida penosas. Fernández de los
Ríos había propuesto lo que denominó un “Madrid polifocal”, que contemplaba la
expansión urbana planificada por medio de ensanches unida al crecimiento descentralizado
por absorción de municipios cercanos, y en el que planteaba la conexión del área urbana
periférica mediante un ferrocarril de circunvalación. La ciudad que planteaba Soria tenía
como eje el trayecto de un transporte colectivo y las zonas urbanizables se disponían a
ambos lados de ese recorrido. En ellas se construirían viviendas unifamiliares con unas
características precisas y estarían inmersas en un entorno de vegetación, de acuerdo a los
principios defendidos por las novedosas corrientes higienistas y naturalistas que
comenzaban a alcanzar difusión por aquellos años. La presencia de todos estos principios
dio como resultado un concepto revolucionario de ciudad para aquellas décadas. El eje
urbano propuesto por Soria era una línea recta de longitud indefinida, curiosa característica
que justificaba porque, a su juicio, la línea recta significaba “la perfección, la comodidad,
la riqueza, la salud, la instrucción, la república, en fin, como forma de gobierno”345
.
En 1867 Ildefonso Cerdá ya había estimulado a “rurizad lo urbano: urbanizad lo
rural”. A partir de este imperativo situado en la portada misma de su Teoría General de la
Urbanización quiso reflejar su preocupación por el desequilibrio entre las condiciones de
vida en las ciudades industriales y las del campo, con la consiguiente merma de calidad de
vida de los habitantes urbanos. La influencia de este autor en la propuesta de Arturo Soria,
quince años más tarde, se puede constatar de forma clara346:
Es, pues, de universal necesidad, y sobre toda ponderación urgente conciliar las ventajas
y suprimir los inconvenientes de la vida en el campo y en la ciudad.
345
Soria y Mata, A.: “La línea recta”. El Progreso, 20/2/1882, p. 1.
346 Soria y Mata, A.: “La Ciudad Lineal”. El Progreso, 10/4/1882, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
202
Ruralizar la vida urbana, urbanizar el campo. Este es el problema cuya solución por hoy
es la ciudad lineal.
El emplazamiento de las ciudades lineales debía ir situado, por tanto, en terrenos lo
suficientemente alejados de las ciudades, en un entorno que permitiese acercar lo suficiente
el campo a la ciudad y que además ofreciese la posibilidad de poder acceder a terreno
barato y libre de especuladores, para construir también viviendas asequibles para los
obreros. Serían además de ciudades modernas, dotadas de los últimos avances tecnológicos
del momento: telégrafo, teléfono, tranvía, infraestructuras eléctricas y conducciones
sanitarias, etc. 347
Pero, aparte de la inspiración en las ideas de Fernández de los Ríos o de Ildefonso
Cerdá, es muy probable que fuese un evento concreto que tuvo lugar por aquellas fechas, y
del que se hizo amplio eco El Progreso, el que tuviese una influencia decisiva en la
conformación del contenido de su teoría: el I Congreso Nacional de Arquitectos, que se
celebró en mayo de 1881 con gran expectación, y en el que se trató, entre otros asuntos,
acerca de la problemática urbana contemporánea y de las alternativas para la construcción
de casas baratas destinadas a los obreros. También se debatió sobre las medidas para la
lucha contra la insalubridad desde los postulados higienistas. Uno de los protagonistas en
algunos de los debates del Congreso fue Mariano Belmás, arquitecto que en esos años
había profundizado en el estudio de alternativas para la construcción de viviendas sociales.
Alonso Pereira observa algunas similitudes entre las descripciones que éste hizo de su
“ciudad ideal” y las características posteriormente definidas por Arturo Soria para su
ciudad lineal. Así, por ejemplo, Belmás hablaba, por ejemplo, de una ciudad en la que el
transporte y las comunicaciones facilitarían el desarrollo urbano de una periferia en la que
estarían situadas las viviendas "de todas las familias, de las más potentadas a las más
humildes", sin barrios diferenciados por la clase social a la que pertenecieran sus
moradores. Mariano Belmás era además un arquitecto especialmente comprometido con
los postulados higienistas y, de hecho, fue el primer secretario de la Sociedad española de
Higiene que se fundó pocos meses después del Congreso y a la que Soria se refirió en
347
Soria y Mata, A.: “Madrid remendado y Madrid nuevo”. El Progreso, 6/3/1882. p. 1.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
203
repetidas ocasiones desde su tribuna periodística. Con esta sintonía no es de extrañar, pues,
que una década más tarde Belmás aceptase colaborar con él para llevar a la práctica su
proyecto urbanístico y que se convirtiese en uno de los primeros accionistas de su
Compañía Madrileña de Urbanización348
.
Soria demostró estar al corriente de todos estos debates, así como de otras
tendencias urbanas internacionales y de iniciativas como las de los socialistas utópicos que
además conllevaban una propuesta de reorganización social349
. En este sentido, Soria
también rechazaba la segregación social y la construcción de barriadas especiales para
obreros, a su juicio, generadoras de vida miserable. No obstante, a la vez sugería para su
ciudad una disposición de las viviendas en bandas de importancia y calidad descendentes,
desde el eje a la periferia, de tal modo que las viviendas de los ricos se construirían en el
centro y las de los pobres en los bordes de la ciudad. Pero en todo caso, incidía en que los
obreros debían disponer también de casas unifamiliares, con huerto y jardín propios,
descartando casas alineadas o pisos. Y consideraba además que una solución a ciertos
conflictos de clase podría venir de la mano de convertir a todos, burgueses y proletarios, en
propietarios350
.
Las ciudades que adoptasen este modelo discurrirían como extensiones radiales de
longitud ilimitada desde un punto central que serían los ocupados por las ciudades ya
existentes. Las ciudades lineales serían, por tanto, largas franjas urbanizadas en línea recta
que podrían llegar a unir dos ciudades históricas. Y proponía que se comenzase a aplicar
para unir, por ejemplo, el perímetro que definía por entonces el casco urbano de Madrid
con las poblaciones vecinas de Fuencarral, Hortaleza, Barajas, Villaverde, Vallecas o
Pozuelo. El eje principal de cada nueva ciudad sería una calle de 500 metros de anchura y
de la longitud que fuera necesaria: “tal será la ciudad del porvenir, cuyos extremos pueden 348
Maure, M.Á. (1991): La Ciudad Lineal de Arturo Soria, pp. 47-49. Alonso Pereira, J.R. (1998):
Op. cit., pp. 28-30 y 47-53.
349 Por ejemplo en “La cuestión social y la ciudad lineal” escribe: “Los familisterios, las casas de
Vecindad, los falansterios, las fondas de familia de New York no conocidas aún en España, las
casas mixtas para pobres y ricos, y otras muchas creaciones ingeniosas”. Soria y Mata, A.: “La
cuestión social y la ciudad lineal”. El Progreso, 5/3/1883, p. 1.
350 Soria y Mata, A.: “La cuestión social y la Ciudad Lineal”. El Progreso, 27/2/1882, p. 1. Vemos
que su propuesta también estaba empapada de los postulados de los reformistas sociales que, entre
otras ideas, apostaban por el acceso a la propiedad privada de la tierra y de la vivienda a las clases
populares.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
204
ser Cádiz y San Petersburgo, o Pekín y Bruselas”351
. En fin, como recapitula de forma
precisa Alonso Pereira, con su ciudad lineal Soria aspiraba352
:
[…] a resolver los problemas del tráfico rodado, a mejorar las condiciones higiénicas, a
proteger la independencia del individuo, a descongestionar y preservar la ciudad
concéntrica, a favorecer la agricultura, a luchar de forma eficaz contra la emigración del
campo a la ciudad, a que se pierda menos tiempo en transportes, a que, gracias a las
excelencias del transporte colectivo, el automóvil particular sea innecesario, a que la
especulación no nos convierta en un medio de enriquecerse, a que la ciudad esté hecha a
unas escalas humanas, a proporcionar una fórmula viable de planeamiento regional y a
repartir la tierra.
Fuesen originales o no todos sus planteamientos, parece que Arturo Soria tuvo la habilidad
de conciliar diferentes ideas, tendencias y propuestas para aunarlas de manera sincrética en
un modelo que, como veremos, quiso también llevar a la práctica. En palabras de Collins:
“el aire estaba lleno de teorías y ocurrencias utilizables en la invención de la Ciudad
Lineal; tanto más mérito para el que la inventó”353
.
6.2. EL FERROCARRIL-TRANVÍA DE CIRCUNVALACIÓN
Mientras tanto, seguía al frente de la Compañía del Tranvía de Estaciones y
Mercados, a la vez que continuaba pensando en otras posibilidades de negocio. En
septiembre de 1882, en asociación con un compañero de avatares políticos y hermano de
uno de los líderes de la opción política a la que se mantenía fiel, Enrique Martos, presentó
351
Soria y Mata, A.: “Madrid remendado y Madrid nuevo”. El Progreso, 6/3/1882, p. 1. Otro de los
problemas fundamentales de la ciudad tradicional, aparte de la falta de suelo y la insalubridad, que
hace plantear a Soria un nuevo concepto de ciudad es que el trazado y la anchura de muchas de las
calles históricas imposibilitaban el tránsito del transporte urbano por ellas. Sambricio, C. (1996):
“Ciudad Lineal, un ejemplo de urbanismo liberal”, p. 40.
352 Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., p. 39.
353 Collins, G. R.; Flores, C. y Soria y Puig, A. (1968): Arturo Soria y la Ciudad Lineal, p. 55.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
205
una instancia a la Dirección general de Obras Públicas del Ministerio de Fomento en la que
solicitó una autorización para el estudio de “un ferro-carril que, partiendo de Madrid
pas[as]e por Pozuelo y los términos municipales de Carabanchel, Vallecas y demás
pueblos lindantes con Madrid”. Fueron autorizados el 9 de octubre de 1882 y se les daba
un plazo de un año para presentar ese estudio354
. Al año siguiente solicitaron una prórroga
y finalmente consiguieron presentarlo en 1884. Realizarlo les costó, según Soria, 10.000
pesetas355
. No obstante, aparte de las hipotéticas perspectivas como negocio y de sus
posibles complejidades técnicas, trasladar a la realidad ese ferrocarril de circunvalación
necesitaba una cuantiosa inversión, y la compañía del tranvía que dirigía Arturo Soria se
negó siquiera a planteárselo.
Tras varios años en los que, aparte de sus avatares finales en la compañía
tranviaria y ocupar diversos destinos en el seno del Ministerio de Ultramar, Soria fue
perfilando su proyecto de ferrocarril y haciendo diversas pruebas. En 1991 se decidió a
presentar una solicitud de concesión para la construcción y explotación de “un ferrocarril
de Madrid a la Necrópolis con un ramal a Fuencarral y otro a Pozuelo”. Como era
preceptivo con las concesiones de ferrocarriles, debía tramitarse como proposición de ley,
por lo que Soria tuvo que conformar un expediente que se presentó en el Congreso de los
Diputados y en el Senado. Tras su estudio, debate, enmiendas y las votaciones pertinentes,
el 28 de junio de 1892 la proposición de ley recibió la conformidad, si bien modificada en
algunos aspectos debido a la aceptación de algunas enmiendas, entre las que cabe destacar,
precisamente, la prohibición de que se encargase del transporte de cadáveres a la
Necrópolis, que en principio era uno de sus propósitos principales356
. El proceso completo,
354
Gaceta de Madrid, 12/10/1882, p. 104.
355 Soria y Mata, A.: “A mi amigo D. José Alcalá Galiano”. La Correspondencia de España,
14/8/1894, p. 3. Parte de este coste sería el pago del estudio técnico, del que se hizo cargo Rafael
Yagüe, un ingeniero de caminos. En 1896, tras añadirle otros gastos varios, Soria elevó la cifra a
"3.000 duros", aunque es probable que entonces la exagerase, pues la traía a colación tras un
enfrentamiento con varios accionistas que finalizó con la salida de éstos de la CMU. Soria y Mata,
A.: "El fundador de la Compañía Madrileña de Urbanización a los accionistas". Separata a La
Dictadura, 19/12/1896, p. 4. También se incluyó como anexo al primer número de La Ciudad
Lineal, aparecido el 16/5/1897. El dato de que el ingeniero de caminos identificado por Soria como
"R. Y." correspondía a Rafael Yagüe en: Becerra y Fernández, M.: “La primera capital higiénica”.
La Época, 12/3/1894, p. 3.
356 AHS. HIS-0933-06. Proyecto de Ley de concesión de un ferrocarril de Madrid a la Necrópolis
con un ramal a Fuencarral y otro a Pozuelo, 1892.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
206
que había sido bastante rápido para lo que había sufrido en ocasiones anteriores, culminó el
6 de agosto con la promulgación definitiva de la ley de concesión que finalmente recibió el
nombre de Ferrocarril-Tranvía de Circunvalación de Madrid a Canillas, Hortaleza,
Fuencarral, Vicálvaro, Vallecas, Villaverde, Carabanchel y Pozuelo, y que incluía tres
únicos artículos357
:
Art. 1º: Se autoriza al Gobierno de S. M. para otorgar a D. Arturo Soria y Mata, por
noventa y nueve años, la construcción y explotación de un ferrocarril de vía ancha que,
partiendo de Madrid en el punto que fije el Ministerio de Fomento, de acuerdo con el
peticionario, enlace con la capital los pueblos inmediatos, dividiéndose junto a la
carretera de Vicálvaro en dos ramales: uno que por la barriada de La Concepción se dirija
a Hortaleza y Fuencarral, y otro que, pasando por Vicálvaro, Vallecas, Villaverde y
Carabanchel, termine en Pozuelo.
Art. 2º: La concesión se otorga sin subvención directa ni indirecta del Estado, previa la
aprobación del correspondiente proyecto, con las variaciones que el Ministerio de
Fomento estime convenientes, y con la expresa limitación de que el concesionario no
podrá transportar cadáveres a la Necrópolis por la línea.
Art. 3º: Este ferrocarril se considerará de utilidad pública para los efectos de la
expropiación forzosa fuera del casco de Madrid y de su zona de ensanche urbanizada. El
concesionario tendrá el derecho de ocupar los terrenos de dominio público que no se
hallen comprendidas en la zona y casco citados, y disfrutará de las demás ventajas,
exenciones y privilegios que las leyes conceden a los de su clase.
El 3 de octubre de ese mismo año, Arturo Soria publicó un extenso folleto, que dedicó a
Manuel Becerra358
:
Al Excmo. Señor D. Manuel Becerra dedica estos renglones, como testimonio de
profunda gratitud por antiguos y nunca olvidados favores, su discípulo y amigo, Arturo
Soria.
357
Gaceta de Madrid, 21/8/1892, p. 713.
358 Soria y Mata, A. (1892): Ferrocarril-tranvía de circunvalación de Madrid a Canillas,
Hortaleza, Fuencarral, Vicálvaro, Vallecas, Villaverde, Carabanchel y Pozuelo: Datos y noticias
referentes a su construcción y explotación.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
207
Y con el que el autor iniciaba una intensa campaña para dar a conocer el proyecto y poder
a captar inversores interesados en acompañarlo en la ambiciosa tarea que pretendía a
abordar, que venía detallada en el folleto, y que era mucho más ambiciosa aún de lo que
cabía pensar simplemente leyendo su título. Según se desprendía de su lectura, pretendía
acometer también la urbanización de la franja de terrenos que discurriría a los lados de sus
vías para construir en ella viviendas unifamiliares, que recogiesen las propuestas
higienistas, de diferentes tipologías y tamaños, para que las pudiesen costear tanto las
clases adineradas como las obreras. Según estimaba, los terrenos estarían lo
suficientemente alejados del perímetro urbano y de sus posibles franjas de expansión
inmediatas como para que no se especulase con ellos, lo que en principio permitiría
contener los precios para que las viviendas fuesen asequibles a todas las clases sociales. Es
decir, lo que proyectaba construir en realidad era una ciudad lineal, según las
características que había definido la década anterior359
.
Según Soria, entre 1886 y 1891 también había realizado varios ensayos en torno a
la urbanización y a la venta de parcelas por lotes y a plazos, en terrenos situados en
Vallecas y en Chamartín de la Rosa, y había acometido un estudio para la elevación y la
distribución de aguas, así como de “varios aspectos de la vida mixta rural y urbana”360
.
No obstante el proyecto presentado en 1892 abandonaba algunas de las ideas
propuestas de hacía una década, esencialmente por motivos de oportunidad, pero también
de realismo. Para empezar, la ciudad lineal que proponía ya no iba a discurrir en forma
radial desde Madrid a algún punto de la periferia; ahora pretendía aprovecharse el
recorrido de un ferrocarril de circunvalación en torno al casco urbano de Madrid, a lo largo
del cual se construiría la franja urbanizada. Y el trayecto formal proyectado tampoco iba a
ser, lógicamente, una línea recta pura, pues para unir las poblaciones indicadas se hacía
necesario un recorrido en forma de herradura; aunque éste podía considerarse una unión de
trazados lineales que se curvasen cada cierta longitud. El trayecto de circunvalación
planificado no llegaba a cerrarse porque para ello hubiese sido preciso atravesar los montes
359
Soria y Mata, A. (1892): Op. cit., p. 5.
360 Soria y Mata, A.: “A mi amigo D. José Alcalá Galiano”. La Correspondencia de España,
14/8/1894, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
208
de El Pardo, que pertenecían al Patrimonio Real. Aunque Soria no descartaba cerrarlo
cuando fuese posible. Pero en cualquier caso, la que ahora planteaba, no iba a ser una
ciudad lineal radial sino, en todo caso, una ciudad lineal anular361
.
Figura 6.1: Trayecto proyectado para el Ferrocarril de Circunvalación. Fuente: Soria y Mata, A.
(1892): Ferrocarril-Tranvía de circunvalación de Madrid a Canillas, Hortaleza, Fuencarral,
Vicálvaro, Vallecas, Villaverde, Carabanchel y Pozuelo: Datos y noticias referentes a su
construcción y explotación.
La ley de concesión autorizaba una unión por ferrocarril con el centro de Madrid, lo que
facilitaría la comunicación y el acercamiento de los habitantes de los municipios de la
periferia al centro de la capital. El proyecto que planteó Soria para ello iba a ser muy
novedoso, ya que contemplaba un tramo subterráneo en su recorrido, que discurriría a
través de un túnel bajo el parque del Retiro. Es decir, planteaba algo similar a lo que
posteriormente se denominaría de forma coloquial como metro -o quizá más
361
Sambricio, C. (1996): Op. cit., p. 46. Terán, F.de (1999): Historia del urbanismo en España, vol.
III. Siglos XIX y XX, p. 110.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
209
específicamente, suburbano-, que entonces hubiese sido el primer medio de locomoción de
estas características de España y el segundo de Europa, tras el de Londres, que estaba en
funcionamiento desde 1863. Además planeaba la construcción de unas complejas
infraestructuras para la traída y distribución de aguas desde los embalses cercanos.
Describía, pues, un completísimo plan que contenía una batería de proyectos muy
innovadores que iban a conformar un nuevo concepto de ciudad, moderno y rupturista.
Figura 6.2: Recreación de la calle principal de la Ciudad Lineal. Fuente: Soria y Mata, A.
(1892): Ferrocarril-Tranvía de circunvalación de Madrid a Canillas, Hortaleza, Fuencarral,
Vicálvaro, Vallecas, Villaverde, Carabanchel y Pozuelo: Datos y noticias referentes a su
construcción y explotación.
6.3. LA COMPAÑÍA MADRILEÑA DE URBANIZACIÓN
Para llevar a cabo estos planes avanzaba la creación de una empresa a la que ya
ponía nombre: Compañía Madrileña de Urbanización (CMU), cuyo objeto especificaba en
Arturo Soria y Mata. Una biografía
210
un apéndice del referido folleto, que venía a resumir las intenciones anteriores pero sin
cerrar puertas a ningún otro tipo de negocio posible362
.
Desde finales de 1891 –todavía estaba el proyecto en trámite parlamentario–
Arturo Soria se dedicó con ahínco a la complicada misión de buscar posibles interesados
en aportar el capital necesario para el inicio del mismo. Lo intentó en España, haciendo
una considerable campaña de difusión en diarios madrileños y de provincias, y también en
el extranjero, en países como Francia, Bélgica Alemania, Inglaterra, e incluso en los
Estados Unidos. La divulgación del proyecto en el exterior tuvo como protagonista
destacado a Mariano Belmás. A finales de 1892 The Sun llegó a publicar un artículo en el
que se describían las líneas principales del proyecto de Soria. También decidió presentarlo
a la Exposición Universal de Chicago, que se celebró en 1893. Mostrado en el pabellón de
la sección española logró incluso ser premiado con una medalla y un diploma del
certamen. Los diversos contactos hechos a lo largo de este año, con motivo de éste y otros
eventos, hicieron concebir algunas esperanzas de lograr captar la atención de algún
inversor potente, pero finalmente este primer intento de búsqueda de capital privado
terminó siendo infructuoso363
.
También intentó acceder a ayudas públicas mediante gestiones ante el Ministerio
de la Gobernación para que fuese considerado como un nuevo proyecto de ensanche, pero
tampoco tuvieron resultado positivo364. Todo este proceso muestra las dificultades que
suponía tratar de encontrar financiación para un proyecto de este calado. A pesar de
haberlo intentado denodadamente, Soria no logró ni la implicación del gobierno ni la de
uno o varios potentados que, como en el caso del Tranvía de Estaciones y Mercados, le
hubiesen llevado a centrarse en el proyecto sin tener que tratar de convencer a numerosos
pequeños inversores antes de pensar en acometerlo siquiera. El “fracaso” en este sentido le
362
Soria y Mata, A. (1892): Op. cit., p. 71.
363 Soria y Mata, A.: “A mi amigo D. José Alcalá Galiano”. La Correspondencia de España,
14/8/1894, p. 3. Los contactos en el extranjero y algunas de las experiencias urbanísticas y
empresariales conocidas durante estos años que luego fueron puestas en práctica por la CMU en la
Ciudad Lineal de Madrid en: Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., pp. 60-67 y 129-130.
364 CMU (1894b): La Ciudad Lineal. Antecedentes y datos varios acerca de su construcción, pp.
70-71.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
211
abocó a tomar la decisión de que la ciudad privada que deseaba construir debía estar
“concebida, diseñada, construida y gestionada por una Compañía por acciones”365
.
En julio de 1893 Soria publicó unas inserciones publicitaria en las que indicaba
que constituiría la sociedad en cuanto tuviese el compromiso formal de los primeros 500
suscriptores de acciones, de 500 pesetas cada una pagaderas a razón de 10 pesetas
mensuales. También informaba de que tenía ya suscrito un contrato con "agentes de una
importante casa extranjera", en virtud del cual iban a aportar el capital para iniciar la
construcción de las infraestructuras del ferrocarril de circunvalación, lo que finalmente no
llegó a ocurrir. La nota publicitaria, tras enumerar los proyectos a los que iba a ir destinado
el capital obtenido por la venta de acciones (compra de terrenos, el ferrocarril y la
elevación y distribución de aguas), terminaba con una frase curiosa si tenemos en cuenta
que el objetivo era recibir el compromiso de posibles interesados en la compra acciones de
una compañía que todavía ni siquiera existía: “BENEFICIOS PROBABLES: El fundador
de la Compañía se abstiene por ahora de hacer indicación alguna respecto de este
particular”366
.
Antes de constituir la sociedad anónima, Arturo Soria estimó que los gastos en los
que había incurrido durante la década anterior y la que corría ya habían ascendido a una
cantidad de 150.000 pesetas, que incluía el coste de los estudios técnicos y de los
diferentes ensayos, los intereses por haber realizado los desembolsos a crédito, así como
gastos varios en publicidad, folletos, viajes, convites, etc.; así como la compra de la parte
que le correspondía a un ingeniero de caminos, "J. R.V." -al que Alonso Pereira identifica
como “Rafael Justo Villanueva”-, con el que, según Soria, había presentado conjuntamente
el proyecto con la solicitud en 1891367
.
El 3 de marzo de 1894, conseguida la cifra mínima de acciones suscritas, se
constituyó la Compañía Madrileña de Urbanización, con unos estatutos en los que se
365
Sambricio, C. (1996): Op. cit., p. 44.
366 La Correspondencia de España, 26/7/1893, p. 4.
367 Sin embargo la concesión fue nominal y únicamente a nombre de Arturo Soria. “3.000 duros” le
pagó Soria por su parte a este ingeniero, que entendemos se hizo cargo de la elaboración de la
memoria técnica del proyecto. Soria y Mata, A.: "El fundador de la Compañía Madrileña de
Urbanización a los accionistas". Separata a La Dictadura, 19/12/1896, p. 4. Alonso Pereira, J.R.
(1998): Op. cit., p. 115.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
212
trataba de velar por la máxima transparencia de gestión y contable hacia los accionistas. El
capital social se establecía en 5.000 acciones de 500 pesetas cada una, es decir, 2.500.000
pesetas de 1894. Los estatutos incluían el compromiso de Arturo Soria y Mata de aportar y
ceder los trabajos, estudios, gestiones y desembolsos hechos para la organización y
constitución de la Compañía hasta ese día; y se obligaba a transferir también su concesión
del Ferrocarril de Circunvalación a la CMU, a cambio de 40.000 pesetas y un porcentaje
estipulado sobre los ingresos futuros. Y de forma similar a lo que había acordado años
antes para el Tranvía de Estaciones y Mercados, se reservó para sí el puesto de director de
la nueva empresa.
En enero de 1894 Soria dio una conferencia en el Fomento de las Artes de
Madrid, y en mayo otra en el Ateneo científico, literario y artístico, en las que dio a
conocer las características "progresistas" de su proyecto y tratar de captar inversores,
accionistas o interesados en adquirir alguna de las parcelas de la futura urbanización368
.
Eran estos Fomento y Ateneo las principales tribunas de la vida intelectual de Madrid, en
las que en un ambiente de modernidad y de cierta libertad de pensamiento, se exponían y
discutían trabajos científicos o culturales de todo tipo que suscitaban el interés de sus
asistentes. A lo largo de esta década, Arturo Soria dio varias conferencias más en el Ateneo
madrileño, en las que, aparte de sus proyectos empresariales, dio a conocer sus trabajos en
el campo de la “evolución geométrica”, como iremos viendo.
En el folleto publicado con la conferencia ofrecida en el Ateneo figura que, a
fecha de 14 de marzo de 1894, eran ya 655 las acciones suscritas. Según parece, Soria
había hecho gala de una meritoria capacidad de seducción, pues no era sencillo persuadir a
ese número de accionistas para que apoyasen a una empresa recién creada, con el objetivo
de llevar a cabo una iniciativa aún intangible -a la que desde algunos sectores se calificaba
como utópica369
-, y para la que, a pesar de haberlo intentado con denuedo, todavía no se
368
Con el contendido de ambas conferencias publicó sendos folletos: Soria y Mata, A. (1894a):
Conferencia dada en el Ateneo de Madrid acerca de la nueva arquitectura de las ciudades. Soria y
Mata, A. (1894b): Conferencia dada en el Fomento de las Artes acerca de su sistema de
urbanización.
369 “La murmuración popular, no comprendiendo empresa tan grande como la que acometía la
Compañía Madrileña de Urbanización con tan pequeño capital, calificaba a nuestra obra de timo.
Más adelante la calificará de locura, emprendida con recto fin, pero locura irrealizable. Por último
acabará por reconocer que nuestra obra es una empresa, atrevida sí, pero razonable y hacedera”.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
213
había conseguido el respaldo material de ningún reconocido potentado, ni de ninguna otra
gran compañía, nacional o extranjera. No obstante, el comprometido hasta la fecha, según
reconocía Soria, era todavía un capital insuficiente para poder acometer un proyecto de tal
envergadura. Por lo tanto, se hizo necesario plantearse la obtención de financiación por
otras vías. Una fue acometer la construcción de viviendas en los terrenos que se iban
urbanizando para venderlas rápidamente; otra, iniciar la venta de lotes de terrenos, en los
que si se deseaba edificar por cuenta propia debería hacerse con el respeto a unas normas
estrictas, con una densidad máxima por parcela específica y, en todo caso, viviendas
unifamiliares dotadas de huerto y jardín. Para una u otra opción, se ofreció la venta a
plazos, buscando favorecer el acceso de compradores menos pudientes. También se
recurrió a la emisión de valores de renta fija (obligaciones y pagarés), en las que a cambio
del capital buscado se tuvo que ofrecer un interés elevado para hacerlas atractivas.
La dificultad para captar inversores era también un síntoma del escepticismo con
el que algunos acogieron los planes de Soria; y algunos periódicos se hicieron eco de estos
recelos. Fueron los casos, por ejemplo, de El Correo, La Crónica, o La Naturaleza, que el
mismo Soria citaba, sin esconderlo, entre los que habían emitido “juicios desfavorables”
sobre su proyecto. Sirva como ejemplo alguna de las críticas vertidas en La Crónica,
periódico que se definía como “administrativo, financiero e industrial de Madrid”370
:
El ferrocarril anular sería muy criticado por inútil y utópico, pero no tendría ningún
problema administrativo ni antes ni después de la concesión. Lo más que se diría de él es
que su proyecto era de difícil o imposible realización y, además, de efectos desastrosos
para el concesionario, pues los pueblos que componían el trazado no daban movimiento
de viajeros y mercancías para sostener los gastos de explotación, y menos aún para
reembolsar los de construcción.
Pero especialmente mordaz se mostró La Naturaleza, “revista decenal ilustrada de ciencias
y sus aplicaciones”, que en agostó de 1893 le dedicó un extenso artículo titulado “La
Ciudad-Hombre” en el que, al describir su proyecto, no escatimaba en referencias
González del Castillo, H.: “La Historia de la Compañía Madrileña de Urbanización”. La Ciudad
Lineal, 5/8/1901, p. 1.
370 La Crónica, 14/3/1893, p. 2
Arturo Soria y Mata. Una biografía
214
burlescas. Baste las frases del comienzo y del final para hacerse una idea del tono del
mismo371
:
De Fuencarral a Pozuelo con apeadero en el Retiro. Si no resultara ser un titulo algo
zarzuelero, sería tal vez el más adecuado para la expresión sintética del pensamiento que
ha dado a conocer D. Arturo Soria.
[…]
¡Desventurado pensamiento!
¡La ciudad recta convertida en herradura!
¡El ferrocarril meridiano, interpolar, universal, transformado en Tío Vivo!
Para minimizar la lista de voces críticas, Soria acompañaba otra mucho más larga de
políticos, personas notables o periódicos que, según él, le habían mostrado su apoyo a la
iniciativa372
. Él mismo se encargó de contestar a algunos de los críticos y en sus escritos
demostraba una voluntad que no iba ceder fácilmente ante los escépticos o detractores373
:
Quizás desmayo cuando el éxito se acerca, cuando concluye la noche larga de los trabajos
sin cuento. Sí, ya se advierten las primeras señales del día del triunfo; ya asoma la aurora;
¡ya ladran los perros!
6.4. LA CIUDAD LINEAL DE MADRID
Una vez constituida la sociedad y conseguidos los primeros capitales empezó la
actividad. La primera tarea, que tampoco resultó sencilla, fue encontrar suelo barato, que
371
La Naturaleza, 24/8/1893, pp. 338-341.
372 CMU (1894b): Op. cit., pp. 84-89.
373 Soria y Mata, A.: "Las aguas del Lozoya". La Correspondencia de España, 14/6/1893, p. 1.
Soria y Mata, A.: "Las aguas del Lozoya (Lata)". La Correspondencia de España, 13/7/1893, p. 1.
En este artículo, de título muy similar al del mes anterior, Soria empleó por primera vez la metáfora
de los perros como enemigos ladrando ante su proyecto que aparece triunfante en el cielo. Años
más tarde será también el motivo de una ilustración que apareció en la portada de la revista de la
CMU. La Ciudad Lineal, 10/6/1908.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
215
determinaría también la ubicación del inicio del trazado. La propiedad del suelo en los
alrededores de Madrid estaba, en general, muy fragmentada, por lo que se hacía necesario
llegar a acuerdos con varias partes. Y cuando no estaba fragmentada, la dificultad estribaba
en que estaba en manos de grandes propietarios que podían permitirse retener el suelo
aguardando posibles revalorizaciones futuras.
Figura 6.3: Boceto de la Ciudad Lineal. Fuente: CMU (1894b): La Ciudad Lineal. Antecedentes y
datos varios acerca de su construcción.
La intención inicial no había sido priorizar la construcción de viviendas para obtener
beneficios rápidos, sino dedicar el capital a la adquisición masiva de los terrenos, la
construcción de las costosas infraestructuras de los viales y de la traída de las aguas y la
explanación y el trazado de las calles y manzanas. Pero dado que el capital a cambio de las
acciones se iba obteniendo según lo estipulado, es decir, a razón de 10 pesetas mensuales
por acción, el disponible de la compañía comenzó siendo bastante escaso. Esta dificultad
financiera determinó la decisión de acometer la construcción de algunas viviendas que
permitiesen con su venta ir sufragando inversiones. Por tanto, tras la adquisición de los
primeros grandes lotes de terreno, el 16 de julio de 1894 se celebró el inicio de la
Arturo Soria y Mata. Una biografía
216
construcción del primer hotel de la denominada Primera Barriada, un primer tramo de
cerca de 5 kilómetros que discurría por el término municipal de Canillejas, entre los puntos
delimitados por la carretera de Aragón y la población de Chamartín de la Rosa, donde
hasta entonces sólo había un erial. El acto inaugural, consistente en poner la primera piedra
del hotel, contó con la asistencia del arzobispo de Madrid-Alcalá, José María Cos; del
gobernador civil, el duque de Tamames; y de los alcaldes de Canillas y de Canillejas, así
como de otras autoridades de la Administración regional y local madrileña.
Figura 6.4: Piedra inaugural de la Ciudad Lineal, en la actualidad en un monolito emplazado en la
calle de Arturo Soria. Fuente: Foto del autor, 2013.
La decisión de emplazar el primer tramo en ese lugar significó de hecho una modificación
importante del trazado propuesto inicialmente, pasando desde ese momento a discurrir al
oeste del pueblo de Hortaleza. La modificación se hizo por razón de oportunidad, ya que se
había podido adquirir en esta zona una extensa franja de terreno a un buen precio. El
croquis del trazado modificado y la conexión prevista con el casco urbano se incorporó a
un nuevo folleto publicitario que apareció publicado en septiembre de 1894374. El folleto
374
CMU (1894b): Op. cit., p. 25.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
217
incorporaba también una lista nominal de los accionistas hasta esa fecha. Eran ya 418.
Entre ellos, cabe destacar, por poner tan solo unos ejemplos, a políticos como José
Canalejas o Alejandro Lerroux, -llegarían ambos a la presidencia del Consejo de Ministros,
como Manuel Allendesalazar, que se uniría poco después-, a propietarios potentados, como
el conde de Belchite, el marqués de Portugalete o el vizconde de los Asilos, a literatos
como Vital Aza o Miguel Ramos Carrión, a los generales de marina Evaristo Casariego o
Manuel Baldasano y Topete, o, como dato curioso, a los hermanos Cipriano y Manuel
Rivas Cherif que serían famosos años después pero que por entonces eran niños de muy
corta edad, por lo que cabe suponer que alguien compraría las acciones a su nombre.
También algunos profesionales que colaboraban con la CMU decidieron convertirse en
accionistas de la empresa. Como ya comentamos, Mariano Belmás se unió a la compañía
como socio fundador a la vez que oficiaba de arquitecto y colaboraba en la difusión del
proyecto375
. De los primeros en suscribir acciones fueron también el ingeniero de caminos
Manuel Becerra y Fernández -que no tenía ningún lazo familiar con Manuel Becerra y
Bermúdez- que sería el encargado de perfilar el proyecto de ferrocarril suburbano -uno de
los proyectos estrella de la CMU, en el que profundizaré más adelante- y escribió algún
artículo sobre las bondades del proyecto del Ferrocarril de Circunvalación y de la ciudad
lineal376
.
El que el propietario de La Correspondencia de España, el vizconde de los
Asilos, o los directores de El País, el ya citado Lerroux, de la Revista minera, Gómez
Hemás, o de La Gaceta de Obras Públicas, Belmás, fuesen accionistas, facilitó que estos
diarios prestasen atención a los inicios de la construcción de la Ciudad Lineal y contribuyó
a dar visibilidad a la iniciativa empresarial en sus difíciles comienzos, insertando de vez en
cuando alguna reseña o algún artículo elaborado por Arturo Soria con reflexiones sobre
temas urbanísticos o sobre la tracción eléctrica para los tranvías, por ejemplo377
. En La
375
Soria y Mata, A.: “A mi amigo D. José Alcalá Galiano”. La Correspondencia de España,
14/8/1894, p. 3. El País, 12/9/1894, p. 2.
376 Becerra y Fernández, M.: “La primera capital higiénica”. La Época, 12/3/1894, p. 3.
377 La Correspondencia de España, 18/4/1894, p. 3; 14/6/1894, p. 4; 2/8/1894, pp. 1-2. El Heraldo
de Madrid, 17/3/1894, p. 4; 19/6/1894, p. 4. El País, 28/7/1894, p. 2; 12/9/1894, p. 2; 27/11/1894,
p. 3. Soria y Mata, A.: “Tracción Eléctrica”. La Correspondencia de España, 26/7/1893, p. 1. Soria
y Mata, A.: “Nueva arquitectura de las ciudades”. La Correspondencia de España, 28/2/1894, pp.
1-2. Soria y Mata, A.: “A mi amigo D. José Alcalá Galiano”. La Correspondencia de España,
14/8/1894, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
218
Correspondencia de España, por ejemplo se extrañaban incluso de que para una Junta
Técnica de Urbanización recién creada en el Ministerio de la Gobernación no se hubiese
“dejado un puesto para un escritor de reconocida competencia en esta materia”, como
estimaban que lo era Arturo Soria378
.
Pero el deseado apoyo fuerte no se había llegado a conseguir. En abril de 1895,
con ocasión de una nueva conferencia en el Fomento de las Artes, aparecía un artículo en
El País que se hacía eco de la amargura mostrada en la conferencia por Soria por su
todavía infructuoso esfuerzo379
:
En cualquier país esta idea hubiera despertado el entusiasmo de todos y la codicia de
muchos; aquí ha despertado las simpatías de los impotentes y ni siquiera la curiosidad de
los poderosos.
Las expectativas de obtener ingresos con la venta de viviendas en esos momentos iniciales
no cuajó, lo que en cierta medida no podía sorprender pues en su entorno no existían más
que campos de labranza, y por el momento sólo se podía contar con la compañía de
obreros con sus aparejos y de carros y utensilios para la explanación de terrenos.
Finalizado el hotel en 1895 no se encontró ningún interesado en adquirirlo, ni siquiera
alquilarlo; en consecuencia, la CMU decidió no acometer la construcción de más viviendas
hasta no avanzar en la urbanización. Sin embargo, a los accionistas que ya habían ido
desembolsando el capital había que ofrecerles algún tipo de compensación, económica o en
especie. Ante la ausencia de beneficios empresariales en estos comienzos de singladura, la
empresa decidió, también en abril de ese año 1895, que las 2.000 primeras acciones
tendrían derecho a un lote de 400 metros cuadrados en la Ciudad Lineal. Esta decisión
parece que animó en cierta medida la suscripción de acciones380
. Y de hecho resultó un
buen dividendo, pues a cambio de las 500 pesetas que costaba una acción, se obtenía un
378
La Correspondencia de España, 17/6/1894, p. 2.
379 El País, 2/4/1895, p. 1. CMU (1894b): Op. cit., pp. 109-121.
380 González del Castillo, H.: “La Historia de la Compañía Madrileña de Urbanización
(continuación)”. La Ciudad Lineal, 20/8/1901, p. 1.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
219
lote de terreno que pocos años más tarde se iba a vender a 1.000 pesetas, lo que supuso una
revalorización considerable en muy poco tiempo.
No obstante, a pesar de todas las dificultades, en marzo de ese mismo año Arturo
Soria había tomado la decisión de volcarse por completo en el negocio, por lo que presentó
su renuncia al cargo que todavía ocupaba en el Ministerio de Ultramar. Tenía 50 años y
cinco hijos, y lo apostaba todo al negocio que acababa de iniciar, rodeado de todo tipo de
incertidumbres. Soria demostró apostar por la transparencia de gestión y para ello se
apoyaba en algunos diarios madrileños, en los que publicaba los acuerdos del Consejo de
Administración y las cuentas de la compañía. Ese mismo año, sin embargo, decidió tener
su propio medio de comunicación y en octubre de 1895 apareció el primer ejemplar de La
Dictadura, periódico desde donde iba a ofrecer información sobre la compañía y los
avances en la ejecución del proyecto, pero que no quería conformase con ser un mero
boletín de noticias empresariales. Así, se incluirían también profusos análisis sobre la
política nacional o local, noticias sobre ciencia, libros por entregas, etc., casi todo
redactado por el propio Soria, por lo que a la vez que disponía del medio de propaganda
que él mismo manejaba, hizo un uso intensivo de una tribuna desde la que podía difundir
sus reflexiones variopintas o a dar rienda suelta a sus otras aficiones intelectuales.
El año 1896 fue trascendental en diversos aspectos. En mayo la compañía decidió
ejecutar el canje de la concesión del Ferrocarril de Circunvalación en manos de Arturo
Soria, que en los estatutos se había valorado en 40.000 pesetas, por 3.500 acciones de la
CMU, aunque sin derecho a lotes de terreno381
. Esto significaba que en definitiva habría
dos tipos de acciones de la sociedad: 1.500 con derecho a un lote de terreno de 400 metros
cuadrados y las otras 3500 que no tenían este derecho, pero sí a recibir dividendo en caso
de reparto futuro, cosa que no llegó a ocurrir, por cierto. Arturo Soria se garantizaba ser el
indiscutido accionista mayoritario de la sociedad, lo que le facultaba para el control de la
misma en todos los aspectos. Hacía valer, con esta resolución, su especial empeño en evitar
a futuro una situación similar a la que había vivido en su etapa en la Compañía del Tranvía
de Estaciones y Mercados. Este hecho sería crucial en el devenir de la CMU, pues dio pie a
381
Fue en base a un acuerdo de la junta general de accionistas de febrero de 1896, pero no se hizo
efectivo hasta el 7 de mayo. “Sesión 52 del Consejo de Administración celebrada el 7 de mayo de
1896”. Suplemento a La Ciudad Lineal nº 4, 1/7/1897, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
220
actitudes personalistas en la dirección de la misma que terminaron provocando el rechazo
de una parte de los consejeros, que estallaron a finales de ese mismo año en forma de grave
crisis interna. Varios miembros del Consejo de Administración censuraron a Soria algunas
de las gestiones realizadas como director y éste -que en algún momento llegó a presentar
su dimisión al consejo- finalmente decidió hacer valer su mayoría aplastante y reaccionó
sin contemplaciones, sustituyendo a los consejeros hostiles por otros afines. Fruto de este
conflicto, una compañía en principio transparente y plural, y en la que hasta cierto punto
reinaba una cierta afinidad de ideas entre los principales accionistas, se tornó a partir de ese
momento en una empresa de carácter familiar, que iba a ser dirigida de manera férrea e
indiscutible por su fundador. Luis, el hijo mayor de Arturo Soria, ocuparía el puesto de
subdirector, y sus otros hijos, Arturo, Emilio y Carlos también ocuparán cargos en los años
venideros. No se arrepentía Soria, al final de su vida, del golpe de mano emprendido
entonces382
:
Por esto he procurado librarla de los peligros que ofrece el sufragio universal dentro de
las sociedades anónimas, vinculando la mayoría de los votos a mi familia.
El Consejo anterior había decidido dejar de publicar La Dictadura al considerar que
resultaba muy costoso y que su línea editorial estaba situada fuera de los objetivos
principales de la empresa. El último número había aparecido el 19 de diciembre de 1896 y
en él Arturo Soria, en un artículo con el significativo título de “Un parricidio”, había
avanzado las intenciones de parte de los consejeros opositores y su propósito de defenderse
ante ellas, como en efecto hizo. Y sin contemplaciones. Sin embargo la crisis interna afectó
al funcionamiento de la compañía, que no dio signos de comenzar a remontarla hasta
mediados del año siguiente. En mayo de 1897 apareció una nueva publicación que venía a
sustituir a La Dictadura como medio de difusión de las actividades de la CMU, que llevó
el nombre de La Ciudad Lineal. Nueva cabecera para una nueva orientación, alejada ya de
382
Soria y Mata, A.:“Mi última voluntad y mi última palabra”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p.
600.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
221
los contenidos políticos y centrada exclusivamente en los negocios y asuntos de la
empresa383
.
Figura 6.5: Hijos varones de Arturo Soria, ca. 1902. De izquierda a derecha: Luis, Emilio, Arturo y
Carlos. Fuente: Archivo Keller Soria.
También su colaborador Mariano Belmás fue distanciándose de Arturo Soria. No están
claras todas las razones para el paulatino alejamiento, pero parece que pudieron tener
influencia las decisiones tomadas a medida que el proyecto iba adquiriendo forma y que
iban empequeñeciendo la bandera higienista, tan orgullosamente enarbolada durante los
años en los que se daba difusión al proyecto. En concreto, Sambricio cita la negativa de
Soria a construir infraestructuras de alcantarillado y optar por la tradicional y menos
costosa de pozos negros para las viviendas. Alonso Pereira señala que, por la parte de
Belmás, el alejamiento fue “silencioso”, evitó cualquier polémica y nunca se le oyó una
383
Maure, M.Á. (1991): Op. cit., p. 299; Alonso Pereira, J. R. (1998): Op. cit., p. 208.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
222
manifestación pública en contra de la Ciudad Lineal. Por el contario, Soria sí se lo tomó
como un síntoma de enemistad384
.
El año 1897, significó el inicio de una cierta clarificación en el horizonte, que se
confirmó al año siguiente al conseguir venderse las 1.500 acciones que no estaban en
manos del fundador385
. En 1899 la adquisición de terrenos y las obras de construcción de
las infraestructuras estaban ya bastante avanzadas y el negocio para el que realmente había
nacido la compañía -“vender terrenos, aguas, billetes de tranvías y casas”386
- estaba ya en
disposición de dar los primeros frutos.
6.4.1. Los negocios de la Compañía Madrileña de Urbanización ligados al
transporte
Sin embargo el importante proyecto de unión con Madrid mediante el ferrocarril
subterráneo se encontraba atascado. Se habían propuesto modificaciones e incluso se había
reelaborado el proyecto por completo, pero no se conseguía la autorización por parte de la
Administración. Esta conexión con Madrid era crucial para dar viabilidad efectiva a la
Ciudad Lineal, por lo que en 1898 y 1899 se pusieron en servicio dos tranvías que, como
alternativa, unían la Primera Barriada con Madrid por ambos extremos: de Cuatro Caminos
a Tetuán y de Tetuán a Chamartín, por el norte, y de Ventas al barrio de la Concepción, por
el este; ambos con tracción animal. Y en 1899 comenzó la construcción del viario del
ferrocarril central que recorrerá la Ciudad Lineal, que se completó en 1904.
Pasados los años de más incertidumbre, Arturo Soria se planteó volcarse con
decisión en el negocio ferroviario. De hecho, de entre todas las líneas de negocio
acometidas por la CMU, ésta fue siempre la prioritaria, aunque la construcción y venta de
viviendas llegó a ser una parte muy importante de sus ingresos, sobre todo en los años de
384
Sambricio, C. (1996): Op. cit., p. 47. Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., p. 86.
385 La Ciudad Lineal, 5/10/1898, p. 1.
386 Soria y Mata, A.: “Los cimientos de la Ciudad Lineal”. La Ciudad Lineal, 20/12/1899, p. 1.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
223
bonanza anteriores al estallido de la Gran Guerra. En un artículo en el número de La
Ciudad Lineal que abría el siglo XX387
, Arturo Soria mostraba sus expectativas en este
sector, sobre cuyos negocios pensaba que eran “superiores con una regular administración
a una mina de oro porque en éste disminuye de valor a medida que se le saca el mineral
que no es inagotable”. Por tanto no es extraño que avanzase numerosos proyectos que ya
estaban en marcha o en fase de estudio. Los ferrocarriles, entre diversos pueblos de la
periferia y la capital, eran todos del tipo económico, y dieron primordialmente servicio de
transporte de mercancías, como materiales de construcción o víveres, y ocasionalmente de
transporte de viajeros. Algunos de los tranvías iban destinados a la conexión de la Ciudad
Lineal con el centro, pero también se explotaron otras líneas. Varios de los enumerados por
Soria no llegaron a cuajar, no obstante la apuesta fue importante y la CMU llegó a poner en
servicio cinco tranvías y dos ferrocarriles: el Tranvía de Cuatro Caminos a Fuencarral y
Chamartín de la Rosa, el Tranvía de Ventas a la Ciudad Lineal, el Tranvía a Barajas, el
Tranvía al Colegio de la Paloma, el Tranvía del Pacífico a Vallecas y Canteras, el
Ferrocarril de Chamartín de la Rosa al barrio de la Concepción y el Ferrocarril a Colmenar
Viejo388
.
El primer negocio que abordó la CMU en este sector se materializó en mayo de
1898389
con la adquisición del Tranvía de Cuatro Caminos a Fuencarral y Chamartín de la
Rosa. Forzado por la necesidad de conectar la Ciudad Lineal con Madrid, cuyas obras de
infraestructura ya habían adquirido buen ritmo, y en vista de que el proyecto de conexión
mediante el ferrocarril subterráneo se encontraba encallado, decidió aprovechar la
oportunidad de adquirir la concesión a la empresa que lo construía, que atravesaba serias
dificultades financieras y sólo había conseguido poner en funcionamiento un tramo entre
Cuatro Caminos y Tetuán. Ya en manos de la CMU, se priorizaron las obras para
completar el trazado hasta Chamartín de la Rosa, tramo que lógicamente más interesaba a
la compañía, y que entró en funcionamiento en octubre de 1898. Y en diciembre de 1899
se completó el trayecto desde Bifurcación –actual Plaza de Castilla–, hasta Fuencarral. No
obstante, el primer tranvía cuya construcción completa abordó la CMU fue el Tranvía de
387
“Vías férreas de la Ciudad Lineal”. La Ciudad Lineal, 20/1/1915, pp. 6-8.
388 López Bustos, C. (1998): Op. cit., pp. 66-80.
389 Autorizada el 2 de agosto de 1898. Gaceta de Madrid, 7/8/1898, p. 607.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
224
Ventas a la Ciudad Lineal, en el punto donde la Primera Barriada limitaba con el barrio de
la Concepción. La concesión de esta línea había sido solicitada en julio de 1895 y se
consiguió el 28 de marzo de 1898390
. El servicio al público comenzó al año siguiente. Las
cocheras se situaron anexas al primer hotel construido en la Ciudad Lineal, el que se había
destinado a oficinas de la CMU.
Ya se había conseguido poner en servicio los dos tranvías que conectaban la
Primera Barriada por ambos extremos con distintos puntos de Madrid: Ventas y los Cuatro
Caminos. El siguiente paso fue conectar ambos extremos a través de la calle Principal de la
Ciudad Lineal, que era el tramo por el que supuestamente debería pasar en el futuro el
Ferrocarril-tranvía de Circunvalación, pero como se trataba de una modificación a la
concesión, hubo que tramitarla de nuevo. Y como el trayecto discurría a través de una
ciudad privada debió hacerse como si se tratase de un ferrocarril, aunque la pretensión
fuese explotarlo como si de un tranvía se tratase, es decir, con coches tranvía. Se solicitó
en 1899, con tracción vapor, y el 31 de agosto de 1901 se obtuvo la concesión. El
denominado Ferrocarril de Chamartín de la Rosa al barrio de la Concepción entró en
servicio en 1902391
.
En noviembre de 1900 se solicitó la concesión de otro tranvía para unir la Ciudad
Lineal con Barajas. En principio era parte de un proyecto mucho más ambicioso, que
pretendía unir la Ciudad Lineal con Torrelaguna, es decir, 50 kilómetros de línea392
, pero
finalmente los tramos que unirían Barajas con Algete y de allí a Torrelaguna no pasaron
del papel. Se consiguió la concesión del tramo a Barajas en 1904393
y en julio de 1905 se
abrió al servicio público el tramo entre la Ciudad Lineal y Canillejas. Desechado el
ambicioso proyecto inicial, la CMU no volvió a mostrar interés en construir el tramo de
Canillejas a Barajas y, tras diferentes intentos de zafarse de la obligación que venía
implícita en la concesión, evitó construirlo.
390
Gaceta de Madrid, 2/8/1895, p. 423. Gaceta de Madrid, 2/4/1898, p. 26.
391 Gaceta de Madrid, 14/9/1901, p. 1348.
392 Soria y Mata, A.: “Siglo nuevo, vida nueva". La Ciudad Lineal, 5/1/1901, p. 1.
393 Gaceta de Madrid, 1/5/1904, p. 427.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
225
En 1908 la CMU adquirió la concesión del Tranvía del Pacífico a Vallecas y
Canteras, que venía explotándose desde veinte años atrás. Se trataba de un servicio de
pasajeros entre el Pacífico y Vallecas y de mercancías entre Vallecas y las canteras de yeso
localizadas en las cercanías de esta población. Soria estimaba que una vez construido el
Ferrocarril de la Ciudad Lineal a Vallecas por la Segunda Barriada, su itinerario podía ser
útil, por un lado para conectar la Ciudad Lineal con un tercer punto de Madrid, en el barrio
del Pacífico, y por otro para el transporte de material desde las yeserías de Vallecas hasta
la Ciudad Lineal. Al final no llegó a construirse la Segunda Barriada ni por consiguiente su
ferrocarril, pero la CMU prosiguió con la explotación del Tranvía de Vallecas hasta febrero
de 1922, fecha en que la línea se interrumpió durante años, con motivo de las obras del
metro entre el Pacífico y el Puente de Vallecas; y de esta interrupción ya no se recuperó.
En 1910 la Compañía solicitó la concesión de un tranvía eléctrico para conectar el
trayecto del tranvía de Cuatro Caminos a Chamartín de la Rosa hasta al Colegio de la
Paloma y a la Dehesa de la Villa, por la carretera de Bellas Vistas –hoy calle de Francos
Rodríguez–. Será la concesión del Tranvía al Colegio de la Paloma, conseguida en octubre
de 1912394
, y que entró en funcionamiento al año siguiente.
Cuando Arturo Soria adquirió la Compañía del Tranvía de Madrid a Chamartín y
Fuencarral ya se había interesado en poder prolongar su recorrido hasta Colmenar Viejo,
fundamentalmente debido a la piedra que podría transportar desde las canteras situadas en
este municipio. Aunque ya existía desde 1895 una concesión para unir los Cuatro Caminos
con Colmenar Viejo, la línea no había llegado a ponerse en servicio y aunque la
infraestructura que era preciso acometer era de envergadura considerable, la CMU decidió
presentar una solicitud para una concesión que competiría con la ya existente, y la
consiguió en marzo de 1907395
. Concluidas las obras, en julio de 1910 puso en servicio el
tramo de Fuencarral al Castillo de Viñuelas. Y justo un año más tarde, entro en
funcionamiento el tramo desde el Castillo de Viñuelas y Colmenar Viejo. Hubo otras dos
concesiones de ferrocarriles de tracción vapor obtenidas por la CMU, el Ferrocarril de
Fuencarral a Ciudad Lineal, es decir la prolongación de la Primera Barriada, concedido el
20 de julio de 1907; y el Ferrocarril del Barrio de la Concepción a Vicálvaro y Vallecas,
394
Gaceta de Madrid, 9/11/1912, p. 378.
395 Gaceta de Madrid, 25/4/1907, p. 340.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
226
es decir, el que circularía por la Segunda Barriada, cuya concesión se obtuvo en septiembre
de 1907396
. La CMU llegó a iniciar las obras de ambos trayectos, pero tras la grave crisis
de la compañía de 1914 no las llegó a retomar.
Por otro lado, en 1901 Arturo Soria había adquirido a título personal la línea
Ferrocarril económico de la Moncloa al Pacífico a los herederos del que había sido su
sucesor en el puesto de director en la Compañía del Tranvía de Estaciones y Mercados. En
principio pensaba llegar a un acuerdo para ceder la concesión a la CMU397
, pero no llegó a
fructificar, por lo que al final decidió traspasarla en 1905 a la Compañía del Ferrocarril de
la Moncloa al Pacifico, creada al efecto de explotar la concesión que adquiría398
.
Como se puede observar, ya en estos años la idea originaria de construir el
Ferrocarril de Circunvalación se había visto relegada a un segundo plano ante la entrada en
funcionamiento de todos estos negocios ferroviarios y las buenas perspectivas de las otras
líneas de negocio de la CMU, en especial el servicio de construcciones.
6.5. LA CIUDAD-JARDÍN DE EBENEZER HOWARD
En 1898 Ebenezer Howard publicó un libro que iba a tener una gran influencia en
el campo del planeamiento urbano en el siglo que estaba a punto de nacer. Se trataba de
To-Morrow: a Peaceful Path to Real Reform -a partir de su edición de 1902 recibió el
título Garden Cities of To-morrow- que venía a ser una síntesis de anteriores propuestas
cercanas al socialismo utópico, que fueron desarrollándose para luchar también contra la
problemática asociada a la ciudad industrial. Howard, militante socialista desde 1879,
exponía su idea teórica de ciudad alternativa, la ciudad-jardín, que incorporaba
características de una urbe moderna, higiénica, cercana al campo y de baja densidad de
habitantes, además de ciertos sistemas de organización y de gestión que implicarían para
396
Gaceta de Madrid, 22/9/1907, p. 1194. Gaceta de Madrid, 9/10/1907, p. 118.
397 La Ciudad Lineal, 5/8/1901, pp. 2-3.
398 Autorizado por el ministerio el 5 de agosto de 1905. Gaceta de Madrid, 15/8/1905, p. 602.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
227
sus habitantes la implementación de reformas de tipo social entre sus pobladores que
coadyuvarían a evitar los conflictos de clase. Howard había asumido algunas de las
propuestas y ensayos que habían ido surgiendo a lo largo del siglo, como las comunidades
planteadas por los socialistas utópicos, las ideas de integración entre campo y ciudad
propuestas por Ruskin o Morris, los planteamientos colectivistas del suelo de Henry
George o las de comunidades autogobernadas o la cooperación social voluntaria entre sus
habitantes de Eliseo Reclus, etc., para sintetizarlas en la teoría que entonces detallaba399
.
Las analogías entre esta ciudad-jardín y la ciudad lineal planteada por Arturo Soria quince
años antes eran también muy evidentes.
Merced a una efectiva campaña de publicidad, la ciudad-jardín tuvo una rápida
difusión y en pocos años consiguió una amplia aceptación incluso a nivel internacional. En
España, fue precisamente Soria uno de los primeros en dar difusión a la teoría de Howard.
Las páginas de La Ciudad Lineal se hicieron eco en 1899 de una reseña que poco antes
había aparecido en La Correspondencia de España, en la que, de forma sucinta, se
describía la alternativa de ciudad formulada por Howard y se informaba de la creación de
una asociación privada, la Garden Cities and Town Planning Association, que pretendía
promover la traslación a la realidad de ese modelo urbano. Al compararla con su ciudad
lineal, Soria desdeñaba las características de la ciudad-jardín400
:
Este portentoso pensamiento de Elíseo Reclus (todo lo extranjero es portentoso) no es
más que una de las formas de ciudades, preparatoria de la “Ciudad Lineal”, estudiada y
desechada por mí, como imperfecta, el año 1882.
Fuera del nombre de Ciudad-jardín, que me parece más bonito, aunque no tan exacto y
propio, que el de Ciudad Lineal, todo lo demás no vale tres pitochos para cualquier
mediano geómetra.
399
Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., pp. 224-230. Ramos Gorostiza, J.L. (2008): "El
descontento frente a la ciudad industrial: reformismo social y “ciudad jardín” en España, 1900-
1923", pp. 85-114.
400 Soria y Mata, A.: “La ciudad ideal. The Garden City. Ejecución de un pensamiento de Reclus”.
La Ciudad Lineal, 5/8/1899, p. 4.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
228
Sin embargo, Soria envidiaba el importante respaldo que estaban recibiendo los
promotores de esa iniciativa, teniendo en cuenta lo difícil que le estaba resultando a él
conseguir financiación para la suya.
En 1904 dieron comienzo las obras de construcción de la que sería la primera de
las ciudades-jardín: Letchworth, que iba a estar emplazada en las cercanías de Londres. La
Garden Cities and Town Planning Association contaba ya para entonces con alrededor de
2.500 miembros y habían atraído a su patronazgo a varios empresarios importantes, con lo
que el respaldo económico conseguido para puesta en marcha del proyecto, cuya
construcción se había encargado a los arquitectos Raymond Unwin y Barry Parker, era
muy sustancial. Sin embargo, el proyecto urbano ya no contaba con el concurso directo de
Howard. Poco después se evidenció que sus propuestas para la gestión de la futura ciudad
y las reformas sociales asociadas se habían dejado de lado401
.
Al constatar que la primera ciudad-jardín estaba camino de hacerse realidad, Soria
percibió que podía ser una amenaza a la extensión de su propia propuesta. En 1904 volvió
a publicar otro artículo en el que de nuevo comparaba al suyo el modelo de ciudad-jardín.
E insistía en que él ya lo había desechado en 1882 “por malo”402
:
La Ciudad Jardín es una ciudad punto, esto es, en la evolución progresiva de todas las
formas de la naturaleza y del hombre, el grado inferior a la Ciudad Lineal. Hay
proporción entre estos cuatro términos: Mono es a hombre, como Ciudad-Jardín es a
Ciudad Lineal.
[…]
Los demás problemas de la vida social que en número incalculable necesita resolver la
vida moderna no pueden tener solución salpicando la superficie del planeta de ciudades
puntos o aglomeradas un poco mejores que las actuales por tener más jardines, más flores
y más árboles.
401
Ramos Gorostiza, J.L. (2008): Op. cit., p. 98.
402 Soria y Mata, A.: "Garden-City. La Cité-Jardín". La Ciudad Lineal, 20/9/1904, p. 1.
El urbanista: la Ciudad Lineal (1882-1900)
229
Eso sí, volvía a envidiar los recursos económicos conseguidos por la sociedad anónima
constituida para su puesta en marcha:
¡Qué lástima de dinero!
En suma, la Ciudad-Jardín está en la lactancia: la Ciudad Lineal, que también es Ciudad-
Jardín está a los diez años de su edad en una adolescencia sana y robusta y prometiendo a
sus papás fundadores grandes esperanzas.
En suma, Soria defendía la supremacía de su proyecto destacando que la ciudad-jardín no
había tenido en consideración la importancia fundamental que, a su juicio, iba a tener el
transporte en las ciudades del futuro, que la configuración lineal que él proponía era más
eficiente que el trazado concéntrico de las ciudades-jardín y señalaba que éstas no dejaban
de ser reminiscencias de las ciudades punto del pasado. Sin embargo, ambos modelos
tenían en realidad más puntos en común que diferencias, y unos años más tarde la CMU se
avendría a un cierto acercamiento conceptual liderado por Hilarión González del Castillo,
que iba a dejar de lado ciertas restricciones incluidas en la teoría lineal original, para
hacerla más flexible y, de esa manera, tratar de propiciar una aceptación internacional que
posibilitase la exportación del modelo lineal a otros países403
.
403
Sambricio, C. (1992): “De la ciudad lineal a la ciudad jardín. Sobre la difusión en España de los
supuestos urbanísticos a comienzos del Siglo”, pp. 154-158.
231
CAPÍTULO 7. ARTURO SORIA Y EL PERIODISMO
7.1. DE LA DICTADURA A LA CIUDAD LINEAL
Las colaboraciones periodísticas para El Progreso no fueron una mera anécdota
en la vida profesional de Arturo Soria. En 1883 dejó de aparecer su columna Cosas de
Madrid en ese diario y habrían de pasar diez años hasta que de nuevo volviese a escribir
artículos para su publicación en la prensa. Fue con motivo de la puesta en marcha de su
proyecto del Ferrocarril de Circunvalación y la operación urbanística asociada cuando
decidió volver a empuñar la pluma y componer diversos artículos destinados a la
promoción de estas iniciativas. Aparecieron en La Correspondencia de España, uno de los
diarios de más lectores e influencia de la España finisecular, entre los años de 1893 y 1894,
y en ellos describía las características y bondades de sus planes, las tareas que ya estaba
llevando a cabo para iniciarlos y la puesta en marcha de su Compañía Madrileña de
Urbanización para la que buscaba accionistas. Fue precisamente el propietario de este
diario, Eduardo de Santa Ana, el vizconde de los Asilos, de los primeros en respaldarlos y
en convertirse en uno de los primeros accionistas de la CMU404
.
También El País informó en sus páginas de las primeras decisiones tomadas en las
juntas de accionistas o de la marcha de la Ciudad Lineal en sus primeros años. El País,
nacido en 1887, había sustituido al extinto El Progreso como órgano de comunicación del
partido de Manuel Ruiz Zorrilla. Por las fechas en las que la CMU iniciaba su singladura,
el periódico estaba dirigido por Alejandro Lerroux, también uno de los primeros en
suscribir acciones de la compañía, lo que sin duda facilitó el seguimiento del proyecto y la
404
Soria y Mata, A.: “Las aguas del Lozoya”. La Correspondencia de España, 14/6/1893, p. 1.
Soria y Mata, A.: “Las aguas del Lozoya (Lata)”. La Correspondencia de España, 13/7/1893, p. 1.
Soria y Mata, A.: “Tracción Eléctrica”. La Correspondencia de España, 26/7/1893, p. 1. Soria y
Mata, A.: “A mi amigo D. José Alcalá Galiano”. La Correspondencia de España, 14/8/1894, p. 3.
Soria y Mata, A.: “Nueva arquitectura de las ciudades”. La Correspondencia de España,
28/2/1894, pp. 1-2. Este último había aparecido previamente en la revista Pro Patria. Pro Patria,
enero 1894, pp. 37-41.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
232
aparición de las reseñas que contribuyeron a su difusión405
. Lerroux dejó El País junto a
gran parte de sus redactores cuando, con motivo del fallecimiento de Manuel Ruiz Zorrilla,
le sucedió al frente de la formación política Republicana Progresista José María Esquerdo.
Las desavenencias surgidas con el propietario del diario, Antonio Catena, que también
aspiraba a su liderazgo, motivaron la refundación de El Progreso para convertirlo en el
nuevo órgano de comunicación del partido. Lerroux fue el director de la nueva cabecera
que comenzó su singladura a finales de 1897 y a las pocas semanas ya habían aparecido
varias reseñas sobre la CMU, similares en estilo e información facilitada a las aparecidas
en El País hasta poco antes406
.
También figuraba entre los primeros accionistas de la CMU José Marco, un escritor
y director de la revista mensual Pro Patria, "revista internacional política, científica,
artística y literaria", en la que Soria, a solicitud del propio Marco, publicó textos sobre sus
planteamientos urbanísticos y algún otro sobre las investigaciones geométricas que iba a
iniciar poco después407
.
Aparte de los escritos de Soria y de las reseñas esporádicas dando cuenta de sus
actividades, una vez constituida, la CMU, insertaba publicidad en estos diarios y en algún
otro, como El Heraldo de Madrid. Era este un diario joven, que había sido fundado en
1890, precisamente por el ínclito Felipe Ducazcal, que poco tiempo después había fallecido
de forma repentina. Tras este suceso, José Canalejas -que ya sabemos también fue de los
primeros accionistas de la CMU- junto a otros socios, adquirieron el diario para convertirlo
en el órgano de comunicación del Partido Liberal. Canalejas era ya un personaje muy
notable de la vida política española, había sido varias veces ministro y, unos años más
tarde, en 1910, llegaría a la Presidencia del Consejo de Ministros, cargo que desempeñaba
en 1912 cuando fue asesinado408
.
405
El País, 28/7/1894, p. 2; 12/9/1894, p. 2; 27/11/1894, p. 3; 2/4/1895, p. 1; 24/10/1895, p. 2;
30/11/1896, p. 2.
406 El Progreso, 29/11/1897, p. 3; 30/12/1897 p. 3. La evolución de Alejandro Lerroux en El País y
en El Progreso en Gómez Aparicio, P. (1974): Historia del periodismo español. De las guerras
coloniales a la Dictadura, pp. 280-282.
407 Soria y Mata, A.: “Nueva arquitectura de las ciudades”. Pro Patria, enero 1894, pp. 37-41.
Soria, A.: "Tres nuevas formas geométricas". Pro Patria, junio 1895, pp. 401-405.
408 Gómez Aparicio, P. (1971): Op. cit., pp. 520-524.
Arturo Soria y el periodismo
233
El último de los artículos de Soria aparecido en La Correspondencia de España es
de agosto de 1894. Para entonces ya estaba inmerso en la escritura del que iba a ser el
primero de sus libros, Origen poliédrico de las especies, que concluyó el 15 de octubre de
ese mismo año. Poco después salió publicado y en su contraportada anunciaba que ya tenía
en preparación un nuevo proyecto, en esta ocasión un periódico semanal al que pensaba
denominar Mecánica Política. En unas líneas describía el tipo de contenidos que había
pensado incorporar: "apuntes, datos y proyectos de reorganización científica de la
administración, valoración intelectual y moral de personalidades, políticas y
administrativas, consideraciones y trabajos varios encaminados a obtener toda la influencia
política que sea necesaria para realizar la Ciudad Lineal", etc. y adelantaba varios de los
temas específicos sobre los que iban a versar los primeros artículos. Era un proyecto al
alimón con su cuñado Eusebio Blasco y su lanzamiento se pensaba inminente, para
comienzos de 1895409
. Eusebio Blasco estaba ya establecido definitivamente en Madrid,
tras una larga etapa de trece años en la que había residido en París de forma intermitente,
ejerciendo como redactor de Le Figaro410
. Sin embargo, los planes sufrieron una alteración
que no conocemos, pero que significó el abandono abrupto de este proyecto periodístico
por parte de los cuñados.
En su lugar, Arturo Soria decidió crear otro periódico, que comenzó a aparecer en
el mes de octubre de ese año 1895. Su nombre ya no era el anunciado anteriormente y
además surgía sin la participación de Eusebio Blasco. Sin embargo, su periodicidad sería
también semanal y sus contenidos muy similares a los planeados para Mecánica Política.
Este nuevo medio iba a denominarse La Dictadura y se describía expresamente como
"Periódico monárquico", ambas cosas, en principio, distantes con las ideas políticas hasta
entonces defendidas por Arturo Soria.
Es decir, La Dictadura no nació como iniciativa de la CMU, como tantas veces se
ha dado a entender, pero sí contó con su apoyo económico. En realidad surgió para
convertirse, sustituyendo al finalmente nonato Mecánica Política, en la tribuna desde la
cual su fundador podría publicar los artículos que pensaba escribir sobre todo tipo de
409
Soria y Mata, A. (1894): Origen poliédrico de las especies, contraportada. La Correspondencia
de España, 10/12-1894, p. 2; Diario oficial de avisos de Madrid, 10/12/1894, p. 3.
410 Faci, M.A. (2003): Op. cit., p. 369.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
234
cuestiones que le interesaban en aquellos momentos, entre las que también se hallaban los
asuntos de la CMU, naturalmente. Así, la crónica con la evolución de los trabajos de la
empresa y las cuentas o los acuerdos de su Consejo de Administración aparecían junto a
los textos en los que Soria exponía sus reflexiones, ideas o propuestas sobre temas de lo
más variado: política, sociedad, ciencia -más bien pseudociencia-, urbanismo, etc. El
periódico se financiaba mediante la inclusión de publicidad, entre la que destacaba
claramente la de la CMU, que había decidido pasar a insertarla en exclusiva en este nuevo
medio de su director, porque había estimado que la que hasta entonces aparecía en otros
diarios resultaba muy cara411
.
Figura 7.1: Cabecera del primer número de La Dictadura. Fuente: Hemeroteca Municipal de
Madrid.
Destaca Manuel Suárez Cortina que el deseó de disponer de controlar o de disponer de un
medio de comunicación propio fue un fenómeno bastante frecuente en la España de finales
de siglo XIX, y que también fue la tentación de muchos profesionales de clase media de
ideología cercana al republicanismo, como era el caso. Se consideró un símbolo de
prestigio y un instrumento inmejorable para poder lograr protagonismo social, cierta
capacidad de influencia y, en ocasiones, un complemento económico. Pero por lo general
los beneficios escaseaban y la gran mayoría de los innumerables periódicos surgidos en
estos años duraron poco412
.
411
La Dictadura, 19/12/1896, p. 2.
412 Suárez Cortina, M. (2000): Op. cit., pp. 83-84.
Arturo Soria y el periodismo
235
La redacción de La Dictadura se reunía en la Quinta de Mahudes, donde Soria
instaló la imprenta de la que salían sus ejemplares, junto con los primeros trabajos de
publicidad y propaganda de la CMU y algunos de los libros escritos por él en estos años.
Poder disponer de una imprenta propia fue otro de los conseguidos anhelos de Arturo, cabe
pensar que desde los tiempos en los que conoció la imprenta de los Ducazcal, cuando
colaboraba con Felipe en las tareas de impresión de los pasquines revolucionarios. Su hijo
mayor, Luis Soria Hernández, recordaba que en la de Mahudes le había enseñado su padre
el oficio de impresor y cómo le había oído decir con orgullo: "Ahora que tengo algún
dinero puedo darme el lujo de enseñar a mi hijo un oficio"413
. Unos años más tarde enseñó
también al menor de sus hijos varones, Carlos, al que puso al frente de la posterior
Imprenta de la Ciudad Lineal. Tampoco era ésta la primera imprenta que había tenido a su
disposición. Ya la tuvo cuando dirigía el Tranvía de Estaciones y Mercados, e incluso
habían trabajado a sus órdenes Felipe López y el propio Pablo Iglesias, promotores del
asociacionismo en el sector impresor y del socialismo español de los primeros tiempos,
cuya noble actitud como activistas obreros añoraría Soria en la primera década del siglo
XX, en unos años de bastante conflictividad laboral en las diferentes empresas de la
CMU414
:
Cuando los obreros son tan dignos como D. Felipe López y D. Pablo Iglesias, los
conflictos de la guerra de clases y de la disciplina, muy respetable, del Partido Socialista,
son completamente independientes de los conflictos originados por el modo de entender
algunos individuos los deberes de la buena educación individual y social.
Fue el apoyo económico de la CMU a La Dictadura a través de su publicidad uno de los
motivos que desencadenaron el golpe de mano de Arturo Soria en la empresa a principios
de 1897. Tras una votación en el Consejo de Administración de diciembre de 1896 se
decidió suspender los gastos en publicidad y dedicar el capital en exclusiva a las
inversiones y a los trabajos propios de la compañía. Esta decisión significó la muerte del
periódico, pues a falta de otros apoyos económicos importantes, no podía sobrevivir. El
número del 19 de octubre de 1896 anunciaba la desaparición del periódico y en él Arturo 413
CGC. Carta de Arturo Soria y Espinosa a George R. Collins, 23/9/1960.
414 La Ciudad Lineal, 10/5/1909, pp. 1341-1342.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
236
Soria dejó bien expresado que había considerado la decisión del Consejo de
Administración como una traición al fundador de la compañía, o sea, a él415
. Aparte de esta
cuestión, se pusieron sobre la mesa otras censuras a su manera de dirigir la compañía y
hubo maniobras que pretendían incluso su sustitución. Haciendo valer su mayoría de
acciones, Soria dio una respuesta contundente que concluyó con la salida de los consejeros
y accionistas disidentes. Muy poco después se tomó la decisión de alumbrar un nuevo
medio de comunicación, este sí, órgano oficial de la CMU, como expresamente rezaba en
su cabecera, cuya orientación iba a estar alejada de los contenidos que no estuviesen
directamente relacionados con los asuntos y negocios de la compañía. La Ciudad Lineal
como se denominó este nuevo periódico, logró sobrevivir hasta octubre de 1932. Tras una
reorientación a los pocos años de su nacimiento, el periódico se convirtió en revista y pasó
a incluir artículos sobre asuntos urbanísticos y arquitectónicos en general, por lo que, en
ese momento, se considera que nacía la primera revista de urbanismo de la historia416
. Ese
mismo año la CMU estableció su propia imprenta, que recibió el nombre de Imprenta de
La Ciudad Lineal, en la que, aparte de las ediciones propias o de los encargos de diferentes
instituciones o particulares llevará a cabo numerosos trabajos de impresión para conocidas
casas editoriales, como la editorial Renacimiento, por ejemplo, que la condujeron a ser uno
de los negocios auxiliares más importantes de la compañía417
.
Para este nuevo medio, Soria escribió numerosos artículos, hasta prácticamente la
fecha de su fallecimiento. Muchos de ellos sobre asuntos variados, no siempre relacionados
con las actividades de la compañía que dirigía, y casi todos ellos bajo una sección de la
revista que se denominó Filosofía barata. Unos años después de su muerte la recopilación
de estos artículos fue publicada en un volumen que recibió el mismo nombre418
.
415
Uno de los artículos incluidos en este número lo tituló, de forma significativa, "Un parricidio".
También incluyó una separata en la que relataba las maniobras de los consejeros opositores. La
Dictadura, 19/12/1896, p. 2.
416 Maure, M.Á. (1991): Op. cit., p. 299; Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., p. 247.
417 "La imprenta de la Ciudad Lineal". La Ciudad Lineal, 10/4/1926, pp. 159-165.
418 Soria y Mata, A. (1926): Filosofía Barata, Madrid, Imprenta de la Ciudad Lineal.
Arturo Soria y el periodismo
237
7.2. COLABORACIONES CON OTRAS PUBLICACIONES PERIÓDICAS
Para Soria los años centrales de la última década del siglo fueron de muy intenso
trabajo en actividades muy variadas. Aparte de las tareas propias al frente de la CMU y de
los artículos que escribía para La Dictadura y luego para La Ciudad Lineal, concibió una
particular teoría geométrico-evolutiva que dio a conocer en algunos de sus libros o a través
de artículos por entregas que aparecieron también en La Dictadura o en otros medios,
como veremos en un capítulo posterior. Pero la de escribir fue una de las actividades que
más satisfacción le produjo y no rechazó la oportunidad de colaborar de forma esporádica
con diversas publicaciones. Aparte de en las antes citadas, La Correspondencia de España
o Pro Patria, en años posteriores lo hizo, al menos, en Vida Nueva, El Motín y El País. En
estos medios sus artículos aparecieron con su firma, pero no es descartable que escribiese
otras colaboraciones, para éstos u otros medios, que no la incluyesen o que utilizase algún
seudónimo, práctica muy extendida por entonces.
Vida Nueva fue una revista semanal que vio la luz en 1898, a tan solo un mes del
desastre colonial. Fue cofundada por varios periodistas comandados por Eusebio Blasco,
que además fue el primero de sus directores. Pretendía liderar la perentoria renovación y
modernización de la vida política, social o artística española, como confesaba el propio
Eusebio Blasco en el artículo que abría el primer número. En sus escasos dos años de vida
logró bastante prestigio, y merced a esta consideración y a la acreditada lista de redactores
y colaboradores de toda condición en la que se podía ver, por ejemplo, a Vicente Blasco
Ibáñez, Mariano de Cavia, José Nakens, Benito Pérez Galdós, Rodrigo Soriano, Felipe
Trigo, Leopoldo Alas “Clarín”, Luis Bonafoux, Rubén Darío, Nicolás Estévanez, Ramiro
de Maeztu, Joaquín Costa, Pablo Iglesias o Miguel de Unamuno, entre muchos otros,
fueron muchos más los que desearon formar parte de tan elitista grupo. El primero de sus
números, aparte del comentado de Eusebio Blasco, incorporó textos firmados por nada
menos que Emilio Castelar, Vicente Blasco Ibáñez, Pablo Iglesias, José Nakens, Mariano
de Cavia o Vital Aza, entre otras figuras de la política, el periodismo o la literatura de la
sociedad española del momento. Pues bien, en este primer elenco con el que iniciaba su
andadura Vida Nueva se encontraba también el propio Arturo Soria, que colaboró con un
artículo de título "La Negrada", del que luego hablaremos. Fue ésta, sin embargo, la única
Arturo Soria y Mata. Una biografía
238
participación de Soria en la revista, quizá porque tampoco tuvo una vida muy larga, como
muchos de los medios nacidos en estos años419
.
Ya iniciado el nuevo siglo, aparte de en La Ciudad Lineal, Arturo Soria escribió
para otras dos cabeceras diferentes, ambas situadas en posiciones políticas republicanas,
por lo que cabe suponer que fue esta afinidad ideológica la que propició estas
colaboraciones. La primera de ellas fue El Motín, de José Nakens, quien también había
figurado en la lista de redactores principales de Vida Nueva. El Motín, contaba ya entonces
con un cierto pasado pues, como El Progreso, había surgido en 1881, al calor de las
medidas liberalizadoras del régimen de la Restauración que habían permitido la aparición
de diarios de oposición. Era un semanal satírico, de profunda orientación republicana y
anticlerical, que llegó a tener bastante influencia entre sus lectores correligionarios. Desde
sus páginas, Nakens había defendido la línea insurreccional de Ruiz Zorrilla y luchado
incansablemente por la unidad republicana, por lo que fue uno de los principales
instigadores del nacimiento de Unidad Republicana en marzo de 1903420
. A pesar de
tratarse de un semanario político, los artículos que publicó Soria en este medio ni versaron
sobre política nacional, ni guardaron una unidad temática concreta. Se trataba de los
característicos escritos que, sobre una miscelánea de asuntos de toda índole, componía
Soria por esta época y que además habían aparecido previamente en La Ciudad Lineal.
Fueron un total de seis, distribuidos entre noviembre de 1903 y mayo de 1906, los envíos
de Soria a El Motín. No conocemos exactamente cómo se inició la colaboración entre Soria
y Nakens, ni tampoco a ciencia cierta por qué se puso fin, pero parece que por esos años, al
menos el hijo de Soria, Arturo Soria Hernández, acudía con frecuencia a casa de Nakens y
que esa relación dejó de existir cuando Nakens se vio incriminado tras el atentado de
Mateo Morral contra el rey Alfonso XII421
. Por la coincidencia de fechas, es bastante
419
Soria y Mata, A.: "La Negrada". Vida Nueva, 12/6/1898, p. 3. Sobre Vida Nueva, consultar San
Juan, J.B. (2013): Estudio de la revista Vida Nueva (1898-1900) y descripción de la crítica
literaria en sus páginas.
420 Gómez Aparicio, P. (1974): Op. cit., p. 279. Pérez Ledesma, M. (2000): “José Nakens (1841-
1926). Pasión anticlerical y activismo republicano”, pp. 308-316.
421 Aunque parece que no tuvo que ver con su preparación, José Nakens había encubierto a Mateo
Morral tras el atentado fallido del 31 de mayo, por lo que posteriormente fue condenado a pena de
cárcel. Según manifestó el director de un diario republicano con quien los Soria mantuvieron un
áspero enfrentamiento unos años más tarde, parece que tras estos sucesos éstos no quisieron saber
nada de Nakens. La Idea, 9/3/1911, p. 1.
Arturo Soria y el periodismo
239
probable que fuese éste el motivo por el que dejaron de aparecer las colaboraciones de
Arturo Soria padre en El Motín.
Más tardía fue la publicación de artículos suyos en un clásico de la prensa
republicana, el diario El País -no en vano se subtitulaba "diario republicano"-, que
comenzó a raíz de un artículo para un número extraordinario con motivo de la celebración
del Primer Centenario de la Constitución de 1812 y que repitió en alguna ocasión más,
aunque de forma muy esporádica. Precisamente poco antes de su muerte, también con
ocasión del centenario del nacimiento del que había sido su amigo, Eduardo Benot, Soria
escribió para ese diario un artículo en recuerdo suyo422
.
7.3. ALEJANDRO LERROUX Y EL REPUBLICANISMO ESPAÑOL A
COMIENZOS DEL SIGLO XX
En esta primera década del siglo XX entre las filas del republicanismo descollaba
una persona que no tardaría mucho en convertirse en uno de los protagonistas de la vida
política española del primer tercio del siglo XX y cuya trayectoria alcanzaría su punto
culminante en los años de la II República. Hablamos de Alejando Lerroux, del que ya
conocemos que estaba en el grupo formado por los 418 primeros en suscribir acciones de
una CMU que en 1894 acababa de iniciar su complicada singladura. Lerroux había forjado
su vida profesional como periodista. Seguidor de Ruiz Zorrilla y defensor de sus métodos
revolucionarios -nunca descartó el recurso a la insurrección armada-, había entrado a
formar parte de la redacción de El Progreso en la etapa en la que ya daba sus últimos
estertores, tras haber prestado algún tipo de apoyo a los preparativos que desembocaron en
la fallida sublevación de Villacampa de 1886. Una vez desaparecido El Progreso, pasó a
formar parte de la redacción del que tomó su testigo, El País, del que muy poco después
logró ser nombrado director. Tras las pugnas surgidas a la muerte de Ruiz Zorrilla, Lerroux
422
En este número extraordinario también colaboraron otros que ya lo hicieron para Vida Nueva,
como Nicolás Estévanez, Rafael Comenge o Joaquín Dicenta, entre otros. Soria y Mata, A.: "1811-
1812-2012". El País, 5/10/1912, pp. 7-8; Soria y Mata, A.: "El directo de Madrid a Valencia". El
País, 2/2/1913, p. 1; Soria y Mata, A.: "El centenario de Benot". El País, 26/9/1920, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
240
y gran parte de la redacción abandonaron El País y refundaron El Progreso, que tuvo una
corta existencia423
.
Por aquella época ya era accionista de la CMU y gracias a sus memorias podemos
saber cómo fue que Alejandro Lerroux llegase a tener conocimiento del proyecto de Arturo
Soria y entrase a formar parte de él. Merece la pena leer las palabras transcritas de Lerroux
para ver la elevada opinión que le mereció la figura de Arturo Soria, al que calificó de
amigo, y del esfuerzo titánico que le costó poner en marcha el proyecto, que no escapó a la
percepción de los que lo siguieron de cerca424
:
Por aquel entonces una interesantísima personalidad de Madrid, don Arturo Soria,
acometió la empresa heroica de adecentar los alrededores de la Corte con un proyecto
casi gigantesco de urbanización. Inventó la Ciudad Lineal y se dedicó denodadamente a
la obra. Me entusiasmó el proyecto, la valentía de su concepción y el autor.
Espontáneamente les dediqué alguna atención en mi periódico. Nos hicimos amigos. Don
Arturo, hombre de alta cultura, autor de una obra original: el Origen poliédrico de las
especies y concesionario de la línea de tranvías de Estaciones y Mercados, una de las más
importantes de Madrid, era un hombre de energías sobrehumanas. Venció todas las
dificultades y quiso dar solemnidad a la inauguración de la obra. Asistió numerosa y
calificada representación de la Prensa. Don Arturo Soria nos hizo el honor, a varios
directores de periódicos, de regalarnos un solar de los que en la parcelación de terrenos
estaban destinados para la venta a plazos.
De la noche a la mañana me encontré propietario de un pedazo de tierra suficiente para
hacerme una casita con jardín y todo: mi sueño dorado. ¿Sería verdad?
Finalmente, Lerroux no llegó a construir su casa soñada en la Ciudad Lineal, pues según él,
la vida le arrastró, más que le llevó, "por otras direcciones", y su afán e ilusión, "allí
localizada, se fueron desvaneciendo poco a poco". Pero este testimonio es valioso, además,
porque nos permite valorar la idea que Arturo Soria tenía sobre las posibilidades que podía
ofrecer una buena campaña de publicidad y sobre el poder de difusión que ya tenían los
423
Gómez Aparicio, P. (1974): Op. cit., pp. 280-282.
424 Lerroux, A. (1963): Mis memorias, p. 501.
Arturo Soria y el periodismo
241
medios de comunicación, lo que, de alguna manera, ya había ido testando cuando
regentaba sus negocios de la década anterior (el TEM y la aseguradora El Trabajo).
También nos da una explicación a la aparición de varios directores de importantes medios
de comunicación entre los primeros accionistas de la CMU, así como a la aparición de
diversas reseñas en varios de estos periódicos, apenas iniciado el proyecto, lo que
demostraba que la iniciativa de Soria al implicar de esa manera a los directores de los
medios tuvo cierta efectividad.
En esta etapa de El Progreso, Lerroux atacó al gobierno de forma continua e
inmisericorde, lo que le costó no pocos procesos judiciales y algunas temporadas en la
cárcel425
. En una de las cartas enviadas por Arturo Soria y Espinosa, un nieto de Arturo
Soria y Mata, a George R. Collins cuando éste iniciaba sus investigaciones sobre la obra
urbanística de su abuelo alrededor de 1960426
, aseguraba que la colaboración con El
Progreso había comenzado raíz de un ofrecimiento que le hizo Alejandro Lerroux tras una
visita que aquél le hizo a la cárcel en uno de sus múltiples ingresos. Como sabemos,
Lerroux entró a formar parte de la redacción de El Progreso en 1886, aunque sin capacidad
de decisión como para hacer ese tipo de ofrecimientos. Por lo que, de no estar confundida
esta información, lo que no es descartable en absoluto, esto pudo significar en todo caso
una colaboración durante la siguiente etapa de ese periódico, entre 1897 y 1898, en la que
estuvo dirigido por Lerroux, como ya sabemos. Tras investigarlo, no he encontrado ningún
artículo que incorporase la firma de Arturo Soria en estos años. Sí que aparecieron diversas
colaboraciones bajo seudónimo, por ejemplo, algunas que, bajo el título “Madrid, gran
ciudad”, aparecieron firmadas por un tal “Isidro Manzanares”. Si la información de Soria y
Espinosa era inexacta y se refería quizás a unos años antes, entonces sólo pudo ser cuando
Lerroux ejercía de director de El País, pero en este caso tampoco he encontrado ningún
artículo en esos años con la firma de Soria427
. Aunque en este diario sí se dieron
informaciones sobre los inicios de la Ciudad Lineal y sobre las conferencias o los libros
425
Gómez Aparicio, P. (1974): Op. cit., p. 282.
426 CGC. Carta de Arturo Soria y Espinosa a George R. Collins, 23/9/1960.
427 La información bien podría ser errónea pues Soria y Espinosa se refería a una anécdota que le
había oído contar a su padre, Luis Soria Hernández, unas tres décadas antes. Tampoco es
descartable que se refiriera a otro periódico que hubiese dirigido Alejandro Lerroux, como ocurrió
con El Radical, el que fundó en 1910, aunque en este caso, tampoco he logrado encontrar ninguna
colaboración firmada por Soria para esta cabecera.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
242
publicados por él, lo que viene a corroborar los recuerdos de Lerroux sobre su apoyo
inicial al proyecto y su interés en la figura de su promotor428
.
En marzo de 1903, tras años de esfuerzo de muchos republicanos que deseaban
una única formación que aglutinase a todas las corrientes republicanas, se creó Unidad
Republicana. Pero el antagonismo endémico entre las facciones históricas y las diferencias
personales entre algunos de sus líderes presagiaban dificultades que iban a ser muy
difíciles de vencer. Una de las principales animadversiones personales fue la que existió
entre Nicolás Salmerón y Alejandro Lerroux, que terminó motivando el alejamiento
definitivo entre ambos y que éste fundase en 1908 el Partido Republicano Radical, lo que
significó la desintegración de Unión Republicana, a la que también había abandonado poco
antes el que había sido uno de sus principales artífices, José Nakens429
. A su nueva
formación acompañaron a Lerroux algunos históricos como Benito Pérez Galdós o Nicolás
Estévanez. También lo hizo Roberto Castrovido, conocido periodista que desde hacía poco
había accedido a la dirección de El País. Alejandro Lerroux fue convirtiéndose en una de
las figuras más importantes de las filas del republicanismo en España. Lucía, entre otras
habilidades, una gran habilidad retórica y un discurso populista, patriota y anticlerical que
llegaba fácilmente a su auditorio, en el que solía incluir buenas dosis de matonismo verbal.
Tampoco dudaba en recurrir a la demagogia para tratar de atraer hacia sus filas a gentes de
toda clase, con pasado republicano revolucionario o no, a los que hacía sentir que el
vigente era un sistema con el que había que acabar430
.
Arturo Soria había tenido relación con estos ambientes, frecuentados también por
periodistas que en algún caso, como los que hemos citado de Lerroux, Nakens o
Castrovido, también dirigían los medios para los que trabajaban, por lo que es muy
probable que, sin excluir una probable afinidad personal, sus colaboraciones periodísticas
se fraguasen por esta cercanía política. En 1910, Lerroux fundó El Radical al que convirtió
en el órgano de comunicación de su partido. Precisamente este periódico dio cuenta de un
banquete en el que al hijo de Arturo Soria y Mata, Arturo Soria Hernández, el único hijo de
428
Por citar algunos a título de ejemplo: El País, 28/7/1894, p. 2; 12/9/1894, p. 2; 18/12/1894, pp.
3-4; 2/4/1895, p. 1; 24/10/1895, p. 2.
429 Gómez Aparicio, P. (1974): Op. cit., pp. 279-285.
430 Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., pp. 324-325. Duarte, Á. (2013): Op. cit. pp.
179-181.
Arturo Soria y el periodismo
243
Soria que llegó a dedicarse a la política, le homenajeaban por una reciente elección como
Diputado Provincial en Madrid. Entre los asistentes se encontraba su padre, que a los
brindis, a pesar de que su hijo era militante del Partido Liberal del conde de Romanones,
manifestó sin ambages que él siempre había sido y continuaba siendo “republicano
ferviente y militante”, y que tenía como lema “considerar a todos los republicanos como
hermanos”, por lo que lamentaba “las divisiones, que enervan los entusiasmos y consumen
estérilmente las energías”431
.
Los banquetes de homenaje a los líderes de los partidos políticos como actos de
reafirmación ideológica y de cohesión entre la militancia fueron una costumbre muy
extendida en estas décadas. Y Arturo Soria no se resistió a participar en multitud de ellos, a
pesar de que durante una época se manifestase harto de toda esa parafernalia, que le habían
ido consumiendo entusiasmo y dinero432
:
¡No lo he de saber, si durante veintinueve años he desempeñado los más humildes oficios
de la política! carne de cañón varias veces; comensal de banquetes otras muchas;
comparsa en todas las comedias de gran espectáculo; eterno peldaño de escalera, y
suscriptor obligado de una porción de cosas importantes... para otros.
Ya he perdido la cuenta de los manifiestos que he firmado, de los entusiasmos
indescriptibles que he sentido, de los discursos que he aplaudido… y de los sablazos que
me han dado.
Poco después escribió que él había dejado la política para dedicarse a la industria, y que
tras esa decisión, había visto llegar a casi todos sus amigos y compañeros del Sexenio "a
ministros, directores y personajes", pero que ni los envidiaba, ni lamentaba la decisión
tomada433
. Pero, a pesar de lo manifestado, Soria continuó tomando parte en actos políticos
variados y hasta casi el mismo día de su fallecimiento mostró su disposición a colaborar en
431
El Radical, 17/3/1913, p. 3.
432 Soria y Mata, A. (1894a): Op. cit., p. 17.
433 Soria y Mata, A.: “Una reunión de accionistas en la Estación del tranvía de Tetuán”. La Ciudad
Lineal. 5/7/1901, p. 4.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
244
lo que hiciese falta para contribuir a los buenos resultados de los candidatos republicanos
en las siguientes elecciones434
.
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Lerroux fue uno de los primeros
líderes políticos en manifestarse sin fisuras a favor del bando aliado, y fueron muy pocos
los que entonces se atrevieron a secundarle en público. Es sabido que finalmente España
decidió mantenerse neutral, pero no puede decirse que fuera una posición unánime, ni entre
la intelectualidad ni entre la clase política. Ya avanzada la contienda, los partidarios de las
potencias aliadas fueron ganado posiciones y Alejandro Lerroux continuó siendo uno de
sus principales activistas435
. Soria ya se había mostrado favorable al bando aliado incluso
antes de estallara la contienda, cuando las tensiones ya hacían presagiar su estallido, tarde
o temprano436
:
Este borrego del rebaño de veinte millones de españoles, sin coacción alguna, en la plena
libertad de su conciencia, a pesar de sus vivas simpatías por Alemania y por Italia, la
hermana querida, en el supuesto de la guerra inevitable, vota en pro de la alianza de los
jefes y de los pueblos de Inglaterra, Francia, España y Portugal, pero con miedo, con
muchísimo miedo.
Para 1917, gran parte del republicanismo español -que no todo-, ya se declaraba
públicamente afecto a esta causa. Ese mismo año hay constancia de una contribución
económica de Arturo Soria a una Lliga defensora de los derechos del hombre e
individuales comprometida con la ayuda al bando aliado437
.
434
Hay bastantes referencias a su contribución y participación en homenajes políticos, por ejemplo,
en: La Iberia, 27/3/1883, p. 2. El Heraldo de Madrid, 21/3/1909, p. 1. La Correspondencia de
España, 26/11/1918, p. 6. En septiembre de 1908 acudió con sus hijos Luis y Arturo a la primera
manifestación que el régimen permitía para conmemorar el aniversario de la Revolución de 1868,
en El País, 30/9/1908, p. 3. Su ofrecimiento a colaborar en las elecciones antes de su fallecimiento
en El País, 7/11/1920, p. 1.
435 Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., pp. 421-431.
436 Soria y Mata, A.: “La tragedia del porvenir”. La Ciudad Lineal, 20/10/1913, p. 333.
437 El País, 15/1/1917, p. 2.
Arturo Soria y el periodismo
245
Figura 7.2: Banquete en el Restaurante de la Ciudad Lineal para celebrar la elección de Arturo
Soria Hernández (de pie) como diputado provincial. No se observa a su padre, también asistente.
Fuente: El Radical, 18/3/1913, p. 3.
Desde 1909 el Partido Republicano Radical concurrió a las elecciones coaligado con el
Partido Socialista Obrero Español de Pablo Iglesias y con otras fuerzas republicanas y de
izquierdas bajo la que se conoció como la Conjunción Republicano Socialista, unión que
pasó por algunos altibajos pero que durante el tiempo que se mantuvo contó el apoyo de El
País de Roberto Castrovido. A lo largo de los años que restaban hasta su fallecimiento,
Arturo Soria se mantuvo firme en su apoyo a Alejandro Lerroux, a la vez que seguía
abogando por la necesidad de mantener la unión de todos los republicanos. En noviembre
1918, cerca ya de los 74 años, presidió junto a otros históricos un “banquete de fraternidad
republicana” que ofreció Lerroux en el Hotel Palace de Madrid. Entre los asistentes,
figuraban también los hijos de Arturo, Emilio y Carlos Soria Hernández, no sabemos si por
afinidad política o, simplemente, por acompañar a su padre438
. El acto se cerró con los
438
Sus hijos Luis y Arturo acompañaron a su padre en la primera manifestación para conmemorar
la revolución de 1868 que fue autorizada en la Restauración. El País, 30/9/1908, p. 3. Carlos Soria
encabezó a los “Tranviarios de la Ciudad Lineal” que acudieron a una manifestación convocada en
Arturo Soria y Mata. Una biografía
246
consabidos discursos, entre los cuales prorrumpieron los usuales y esperables vivas a
España, pero en esta ocasión también los hubo a Francia, a Wilson o a Clemenceau439
.
Poco antes se había celebrado una Asamblea Radical para tratar cuestiones de estrategia
del partido y validar su apuesta por continuar con la "acción única republicana" y una
propuesta de creación de un Directorio republicano para el gobierno del país. A pesar de
tener intención de hacerlo, Soria no llegó a asistir a la Asamblea, pero quiso manifestar su
apoyo a las propuestas y, en una breve nota que envió al director de El País y que se
publicó íntegra, expuso las ideas que había pensado presentar440
:
Querido amigo: Gracias mil por las amables frases de su invitación. No asistí por
informes equivocados telefónicos y de Prensa. Puede unir mi adhesión y conformidad a
todo lo acordado, puesto que los pensamientos que yo llevaba a la Asamblea eran éstos:
Primero. Armisticio entre todas las pasiones que dividen a la familia republicana, cuando
menos, en los tres primeros años de Gobierno republicano.
Segundo. Unión sagrada y unidad de acción.
Tercero. Gobierno fuerte que haga compatibles el orden en las calles y en los campos, y
el respeto a todos los intereses legítimas, con los más acentuados radicalismos.
Cuarto. Pedir de palabra y por escrito el rasgo de patriotismo, digno de alabanza y de
gratitud, de una abdicación oportuna, que evite la guerra civil.
Quinto. Turno pacífico preestablecido de todos los partidos republicanos, de suerte que
todos tengan la seguridad de cooperar a la salvación de España, pacíficamente, si es
posible.
Su deseo de colaborar con la causa republicana se mantuvo intacto hasta sus últimos días.
Poco antes había encargado a su hijo ofrecer a Lerroux su participación en una próxima
Madrid por los partidos republicano radical, el reformista, el socialista y el liberal monárquico para
reclamar la liberación de los detenidos tras las huelgas generales de 1917. El Motín, 29/11/1917, p.
4.
439 El País, 14/11/1918, p. 1.
440 El País, 15/11/1918, p. 2.
Arturo Soria y el periodismo
247
campaña electoral: “Como ex diputado, como propagandista, como pueda sea útil, a pesar
de mis años, allí estaré donde quiera Lerroux que vaya”441
. Para entonces, sin embargo, ya
se había evidenciado una notoria transformación de la política lerrouxista y su partido se
había orientado, sobre todo, a las aspiraciones y necesidades de unas clases medias que
demandaban democracia, pero también estabilidad para el régimen vigente442
.
7.4. PATRIA Y RAZA
Pero a pesar de su compromiso político activo a lo largo de estas décadas, tras La
Dictadura y algún otro escrito anterior al cambio de siglo, fueron excepcionales sus textos
periodísticos sobre política, si exceptuamos aquellos en los que realizaba alguna crítica
concreta, generalmente sobre asuntos menores, que atañía sobre todo a la gestión de los
Ayuntamientos de Madrid o de otros pueblos vecinos a su Ciudad Lineal. Los que destinó
a su revista La Ciudad Lineal o a alguno de los otros medios que hemos ido repasando,
fueron en general de contenido muy variado, como al él le gustaban. Predominaron los “de
filosofía, de sociología práctica y de paradógico [sic] positivismo idealista” como escribió
Roso de Luna en el prólogo a libro póstumo que recopilaba los de la sección Filosofía
barata y que llevaba por subtítulo “Apuntes sociológico-científicos”443
. Entre los múltiples
temas sobre los que escribió podríamos citar, para hacernos una idea, la instrucción y
educación, soluciones o acciones para paliar la mendicidad, las huelgas, el honor y el
deshonor, la cobardía moral, los duelos, la pena de muerte, las virtudes medicinales de la
belleza, etc. Otro bloque numeroso lo compusieron sus artículos sobre el talento, los
superhombres, la mecánica social o las relaciones o el significado mágico-simbólico de
números y poliedros, que fueron temas que trató de forma más profunda en varios de sus
libros, como veremos en un capítulo posterior. Como es lógico, fueron también frecuentes
los escritos en los que Soria comentaba algún aspecto de los negocios de la CMU: las
líneas de ferrocarril o tranvía, la vivienda higiénica y barata, o las bondades de su concepto
441
El País, 7/11/1920, p. 1.
442 Duarte, Á. (2013): Op. cit. p. 191.
443 Soria y Mata, A. (1926): Op. cit. p. 14.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
248
lineal sobre cualquier otro tipo de planeamiento urbano. También lo fueron los de denuncia
de las campañas orquestadas por los caciques y oligarcas locales que se mostraban
contrarios a la expansión de la Ciudad Lineal y sus intentos de boicot. Soria no se cansó de
luchar durante años para contribuir, en la medida de sus posibilidades, a erradicar de la
sociedad española la tradicional y asumida influencia de los caciques, que ya era
considerado por muchos uno de los males principales del régimen de la Restauración444
.
Como decimos, fue básicamente en la etapa de La Dictadura y de forma
esporádica en los años siguientes cuando Soria escribió y publicó los artículos sobre
política que precisamente en su etapa en El Progreso había querido evitar, a pesar de que,
como ya hemos comentado que había presenciado Comenge, eran cotidianas sus charlas
sobre estos asuntos con el director y con otros hombres importantes de ese periódico. Es
importante que nos detengamos y analicemos el contenido de los artículos de este periodo,
pues su lectura descontextualizada muy bien podría conducirnos a una representación
desconcertante sobre la ideología política que cabría suponer a su autor, conociendo como
conocemos su militancia en el republicanismo progresista durante gran parte de su vida y,
como acabamos de ver, hasta el mismo instante de su muerte. Ya de entrada, era
sorprendente el mismo nombre elegido para el primero de sus periódicos, tanto más
viéndolo unido al que subtítulo que lo acompañaba: "La Dictadura. Diario monárquico".
Debajo del encabezamiento se insertaba un párrafo en el que brevemente se exponía su
línea ideológica. Su lectura completa parecía no dejar lugar a dudas sobre que su fundador
había finalmente aceptado el sistema de la Restauración, al menos en sus términos
principales, que instaba a protegerlo de sus enemigos y que abogaba por implantar medidas
para mejorarlo, pero en todo caso desde dentro del propio sistema. Es decir, una sintonía
evidente con las propuestas regeneradoras que perfectamente podían proceder de círculos
próximos a los partidos dinásticos. Parecía que los métodos revolucionarios habían
quedado ya aparcados y olvidados445
:
444
En las conferencias del Ateneo madrileño de aquellos años, por ejemplo, fueron numerosos los
intelectuales y políticos que clamaron por la imperiosa necesidad de combatir el caciquismo. Esta
fue también una de las reivindicaciones señeras del movimiento regeneracionista. Moreno Luzón,
J. y Villares, R. (2009): Op. cit., pp. 312-313.
445 Estos párrafos, que cito completos debido a su interés, iban destacados en una faja que formaba
parte de la cabecera del periódico.
Arturo Soria y el periodismo
249
No hace muchos años el pueblo español, con entusiasmo rayano en delirio, derramaba
torrentes de sangre sólo por la esperanza de ver en el Trono lo que hoy es venturosa
realidad, apacible y tranquila, merced a las virtudes, al talento y a las altas dotes de
gobierno de S. M. la Reina Regente.
Pero el país no sospechaba que numerosas camarillas de Ministros, Senadores, Diputados
y caciques de menor cuantía, pudiesen resucitar, en forma para todos inaceptable, el
sistema absoluto; de una parte interpretando la Constitución en perjuicio de la influencia
legítima del Monarca, y de otra, falseando el sufragio, las Cortes y toda la vida política.
De aquí nacen graves peligros para las instituciones. Urge evitar que tomen cuerpo y
forma.
Dentro de la Constitución es posible, fácil, necesario y urgente hallar el recuerdo
oportuno de una reorganización científica de la política y de la administración, dando
facilidades en vez de poner obstáculos a las discretas y legítimas iniciativas de la Corona,
separando al Parlamento del contacto pernicioso de los empleos y de los negocios, y
realizando pacíficamente una verdadera revolución en muchas cosas que satisfaga los
anhelos de justicia de los que hoy están descontentos y mañana puede llegar, a la
desesperación primero y a la violencia después.
Con la Gaceta y con una nueva Ley Electoral, es posible acometer las reformas sociales
más atrevidas, se pueden consolidar la paz, lograr una gran prosperidad en el interior y
acentuar cada vez más nuestra personalidad en el exterior.
Si una revolución es necesaria, hay que hacerla despacio y desde arriba.
El centro de gravedad de la nación no está ni en el parlamento ni en la prensa. Está en el
ejército. El centro de gravedad del ejército no está en un solo general.
El desarrollo de estas ideas, hijas de un buen deseo, reñido quizás con el acierto, que
respetuosamente sometemos a la consideración de los Poderes públicos y del país, es el
objeto preferente de este periódico.
Pedimos una dictadura de la justicia y de la verdad, dentro de la Constitución.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
250
Esta significativa declaración ideológica fue la que sobrevoló la mayoría de sus artículos
políticos de esta época. Algunos de ellos, sin ir más lejos el que abría el primero de los
números del periódico recién fundado446
, versaron sobre la situación bélica en las Antillas
españolas. En ellos Soria apostaba por una España que se mostrase como la nación fuerte
que debía ser y, ante el que era un apoyo evidente al movimiento insurgente, instaba a
tomar las medidas de fuerza que fuesen oportunas para parar los pies a los Estados Unidos.
Pero el texto en el que mejor definió su posición política de aquellos años lo
publicó justo al año de existencia del periódico. Bajo el titulo “Nuestra bandera”447
, Soria
ampliaba las bases de la línea editorial del periódico. Descubrimos así, que "la dictadura de
la justicia y de la verdad, dentro de la Constitución" hacía referencia a una dictadura en el
sentido tradicional, si bien como “forma transitoria legal que cambi[ase] el turno pacífico
de las camarillas imperantes, el absolutismo real y positivo en que vivimos […] en un
gobierno identificado con los ideales y necesidades de la nación, producto legítimo del
sufragio verdad”. Es decir, Soria apostaba por el establecimiento de un gobierno de
notables (militares y civiles), “como forma legal de transición de la anarquía presente, en
que las leyes no se cumplen”, que se rigiese por “el sufragio verdad” e hiciese cumplir la
legalidad establecida por encima de todo. Se manifestaba, por tanto, partidario de la
evolución del régimen antes que de la revolución, que, según él, podría venir, de “D.
Carlos o la República”, y que, de ser inevitables, también implantarían en sus comienzos
un gobierno “más o menos largo de Dictadura”. La solución socialista la juzgaba muy
improbable, aunque "sería también una Dictadura". En sintonía con los postulados de los
antiguos demócratas (cimbrios), se declaraba indiferente en cuanto a la forma de gobierno,
ya que reconocía que la esencia del gobierno residía en las cuestiones económicas y
religiosas, pero expresaba sentirse partidario de la forma monárquica, “en tanto que la
monarquía se identificase con los ideales y las necesidades de la nación, y mientras haya
un número considerable de españoles que no sepan leer”. El manifiesto, sumamente
desconcertante en bastantes de sus afirmaciones, nos ofrecía cierta explicación en el
siguiente párrafo, al desvelarnos un cierto tono irónico:
446
Soria y Mata, A.: “Saludamos y decimos”. La Dictadura, 5/10/1895, p. 1.
447 Soria y Mata, A.: “Nuestra bandera”. La Dictadura, 3/10/1896, p. 1.
Arturo Soria y el periodismo
251
Elecciones de verdad, aunque para logara el resultado y arrancar de cuajo el caciquismo,
sea preciso llevar la Dictadura a los mayores extremos; hasta el voto obligatorio bajo
pena de crecidas multas; las elecciones hechas sucesivamente para poder ocupar
militarmente cada distrito; ya aun la pena de muerte por la corrupción del sufragio,
aplicada en juicio sumarísimo.
Es decir, en realidad Arturo Soria insistía y ampliaba sus propuestas de mejora del sistema
con un programa que tenía un contenido muy similar a los de muchos regeneracionistas,
que tan en boga estuvieron durante estos años anteriores e inmediatamente posteriores al
cambio de siglo. Incidía en la necesidad de acabar con un sistema que otorgaba el poder y
el control a las oligarquías y admitía -porque los necesitaba- los tejemanejes de los
caciques locales. Para ello Soria confiaba en el sufragio universal, que contase con el
amparo efectivo de la ley para que estuviese libre de fraudes, y se mantenía en la vía
posibilista a la que en las décadas anteriores habían tenido que arrimarse algunas facciones
del republicanismo, al considerar que, en tanto en cuanto el pueblo llano no alcanzase el
nivel educativo y cultural que permitiese la madurez democrática deseable como para
poder optar a la implantación de una forma de gobierno republicana, era mejor colaborar
con el sistema liberal establecido y hacerlo evolucionar hasta que el desarrollo económico,
social y cultural pudiese llegar también a las clases populares. Y, como vemos, este
posibilismo no rechazaba tampoco la opción de una transición dirigida por unas élites
militares y civiles, que implantasen las reformas necesarias para sentar las bases de un
sistema más justo y verdaderamente democrático.
Las voces que apelaron a la necesidad de que la transformación de las bases y
estructuras que acabase con los privilegios de clase que permitía el sistema debía estar
conducida por uno o varios hombres fuertes no fueron infrecuentes en la prensa finisecular
española. El mismo Joaquín Costa, líder indiscutible del movimiento regeneracionista
español, apeló a la llegada de un “cirujano de hierro” que acabase con la connivencia entre
oligarquía y caciquismo, que tanto y tan gravemente afectaba a la nación española, y al que
una mayoría de intelectuales no dudaron en identificar como el principal obstáculo para el
progreso del país. Aunque hay una circunstancia a tener en cuenta: si bien tras el desastre
de 1898 las llamadas a la regeneración fueron un clamor y las que invocaban al hombre
Arturo Soria y Mata. Una biografía
252
providencial que la hiciese posible también frecuentes, unos años antes, cuando Soria lo
hizo en La Dictadura, estas opiniones, aunque no extrañas, todavía eran minoritarias448
.
Aunque no sabemos la fecha en que Soria comenzó a seguir los postulados de
Joaquín Costa, sí podemos afirmar que los conocía y los tenía en estima, pues unos años
más tarde dejó constancia escrita de su admiración por su autor449
:
Hace años, en la clasificación que para mi propio recreo hacía de los hombres cuya
inteligencia he podido apreciar, puse en el número 1 de mi estimación como talentos
analíticos profundísimos a D. Antonio Maura y a D. Joaquín Costa.
Lo que no podemos afirmar es que llegaran a conocerse personalmente, aunque no es
improbable que hubiesen tenido al menos algún contacto o hubiesen coincidido en alguna
de las conferencias que, ofrecidas por uno u otro, tuvieron lugar a lo largo de esa década en
el Ateneo de Madrid.
Soria finalizaba "Nuestra Bandera" sintetizando sus propuestas en cuanto a
política exterior se refería: necesidad de una entente con Rusia y sus aliados “como base de
una política encaminada a la consolidación de nuestro poderío colonial, a la posesión de
Gibraltar, a nuestra preponderancia en África y a la Unión Ibérica”, fórmula esta última
que estuvo muy en boga entre los círculos progresistas como posible solución a la
decadencia de las naciones peninsulares. Además, como ya había manifestado en repetidas
ocasiones, proponía la ruptura pacífica de relaciones con los Estados Unidos, pero “con la
firme resolución de aceptar la guerra si a ella fuésemos provocados”. Sin entrar en el relato
de los hechos que finalmente nos condujeron a aceptar la confrontación con los
norteamericanos y sus consecuencias desastrosas, conviene señalar que, si bien la
responsabilidad de la decisión de entrar en guerra con un oponente al que no teníamos
ninguna posibilidad de vencer cabe atribuírsela a los dirigentes, también es cierto que ésa
448
Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., p. 312. Avilés, J. et al. (2002): Historia política
de España 1875-1939, pp. 172-173.
449 Soria y Mata, A. (1902): Op. cit., p. 69. Otras muestras de agradecimiento por sus
colaboraciones o testimonios de admiración a Treviño, por ejemplo, en: Soria y Mata, A. (1896):
Op. cit., p. 72; Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 56; o en La Ciudad Lineal, 10/11/1917, pp.
991-992.
Arturo Soria y el periodismo
253
era la postura predominante entre gran parte de la clase política del país y de los
periodistas, propagada a diario en la prensa, en actos públicos de todo tipo o en las
tertulias, que coincidían en que para España era preferible caer derrotada “con honra” a
pasar por la humillación de ver perdidas las colonias de ultramar sin haber plantado batalla.
Más minoritarios -y sobre todo más comedidos-, también hubo políticos e intelectuales que
apostaron por una salida diplomática y pacífica del conflicto, pero sus voces no se dejaron
oír lo suficiente entre una opinión pública mayoritariamente decantada por la oposición
armada.
Figura 7.3: Caricatura en la que Estados Unidos huye ante el empuje de las naciones europeas
aliadas. Fuente: El Progreso, 4/4/1898, p. 1.
Casi toda la prensa republicana en general dio las mismas grandes muestras de ardiente
patriotismo que el resto, y llamaba a demostrar a los norteamericanos que se enfrentaban a
un enemigo que podía ser terrible. En El Progreso de Lerroux, sin ir más lejos, fiel a su
estilo desafiante y populista, fueron continuas las incendiadas soflamas, encabezadas con
grandes titulares en los que lanzaban vivas a España, al ejército y a la marina, que incluían
descalificaciones y exabruptos en contra de la nación “yankee” -a la que caricaturizaban
como un cerdo inofensivo-, que tildaban al gobierno español de pusilánime y de no estar a
Arturo Soria y Mata. Una biografía
254
la altura de las circunstancias que requerían las provocaciones de los estadounidenses, a la
vez que clamaban por el enfrentamiento armado.
De esta suerte de efervescencia irracional colectiva, que en gran medida
contribuyó a impedir el que hubiese sido un sabio ejercicio de realismo político, también
participó, como hemos visto, Arturo Soria, quien a pesar de haber perdido su tribuna
periodística a finales de 1896, no se resistió a insertar en La Ciudad Lineal -medio que, en
principio, no iba a incorporar opiniones de este tipo- un nuevo artículo en 1898 en el que
aplaudía la partida de la flota de Cervera para enfrentarse a la norteamericana en Cuba.
Creía Soria haber encontrado entonces a su “cirujano de hierro”, el que podía conducir a
España por el camino de la regeneración450
:
Ese es el hombre que España necesita, el instrumento providencial de su regeneración.
Al fin comienzan a tener dichoso cumplimiento nuestros vaticinios, hechos en el
periódico La Dictadura, y cuando menos se esperaba, cuando parecía que vivíamos en el
envilecimiento de 1808 y España herida y desangrada, (el pueblo moribundo de los
estadistas mercachifles y de los filósofos hueros) iba a ser fácil presa y carne muerta para
los buitres de la diplomacia, entonces, en ese crítico momento de nuestra historia, el alma
generosa de España, asomándose a los labios del almirante Cervera, al partirse de Cabo
Verde con su escuadra, grita a propios y a extraños con potente voz en medio del Océano:
¡España es invencible!
España sólo es vencida por sus propios errores, por el vicio nacional de la envidia que
arrincona y martiriza a cuantos hombres de algún mérito salen de su seno en todas las
manifestaciones de la vida social y levanta á las cumbres del Poder a una legión de
microbios políticos. Preciso es que tengan fin nuestras desdichas y nuestras faltas, y
puesto que en medio de tantas nulidades surge al fin, con talla gigantesca, un hombre de
talento, un genio de la guerra que en pocas semanas ha sabido poner a España en la
categoría de nación de primer orden, que en justicia la corresponde, haciendo comprender
a Rusia y a la República francesa las ventajas de nuestra alianza; puesto que ya tenemos
verdadero gobernante si salva la vida del duro trance en que está comprometida, no
vacilemos, entreguémosle todos los tesoros de nuestras patrióticas esperanzas,
450
Soria y Mata, A.: "ESE". La Ciudad Lineal, 20/5/1898, p. 1.
Arturo Soria y el periodismo
255
roguémosle que trueque esta dictadura vergonzante e ignominiosa en que vivimos por un
régimen conforme a la voluntad nacional.
¡Viva Cervera! ¡Viva el futuro Presidente del Consejo de Ministros! ¡Viva España!
No es preciso recordar como acabó la escuadra de Cervera en Cuba, y si esto significó
algún cambio en la consideración del almirante pero en cualquier no volvimos a leer
ninguna consideración al respecto.
Pero el caso de Soria no puede considerarse singular: una gran parte del
republicanismo de fin de siglo -que, recordemos, seguía jugando un papel marginal en la
política española y se había disgregado de nuevo en cinco partidos diferentes- se sumó a la
ola de ardiente patriotismo desatada en la sociedad española tras la constatación del apoyo
estadounidense a la insurgencia cubana. Destaca Duarte que fueron sólo algunos de los
más fieles seguidores de Pi y Margall los que dejaron de suscribir en marzo de 1896 un
manifiesto republicano de protesta “contra contra el más leve propósito o la forma más
atenuada de cualquier poder extranjero que menoscabase la soberanía indiscutible de la
nación española”451
. No obstante, tampoco podemos obviar que, probablemente influido
por el ambiente de exaltación patriota, la derechización del pensamiento político de Soria
en estos años fue evidente. Y todavía lo sería duraría unos años más, pues aparte del ya
aludido testimonio de admiración por la persona que precisamente se aupó a la jefatura del
Partido Conservador en 1903, Antonio Maura, también afirmó compartir su idea sobre la
necesidad de impulsar una “revolución desde arriba” para regenerar el país y evitar el
peligro de un proceso revolucionario promovido por las clases obreras, que propiciaría una
transformación mucho más radical452
.
Pero por muy errático que se mostrase el republicanismo en estos años o que las
muestras de rechazo a las políticas imperialistas contra los intereses de España fuesen
generales y que en cierta medida pudiesen explicar la exaltación bélica y el patriotismo
rampante mostrado por muchos compatriotas, y por Arturo Soria en particular, su búsqueda
451
Duarte, Á. (2013): Op. cit., pp. 156-157.
452 Soria y Mata, A.: “El reparto de tierras”. La Ciudad Lineal, 10/11/1903, pp.1-2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
256
de un dictador providencial, sus muestras de admiración por Antonio Maura y su defesa de
la “revolución desde arriba”, así como otras manifestaciones -contra el socialismo, por
ejemplo453
- contenidas en otros artículos suyos o en sus libros que luego analizaremos,
parecen contradecir su tradicional militancia en el republicanismo progresista. Y esto
conviene ponerlo de manifiesto. Su apuesta por la evolución del régimen para evitar una
revolución como motor de cambio social se podía considerar más próxima, en todo caso, a
las políticas posibilistas y conservadoras de un Emilio Castelar que a las que, a simple vista
y sin entrar a valorar las evidentes diferencias entre sus facciones, podían identificarse con
el republicanismo tradicional. Podemos recordar además, para incidir más en este efecto
contradictorio, que bajo su firma en la portada de El Progreso Indefinido, aparecido en
1898, todavía afirmaba orgulloso ser “un ex revolucionario no arrepentido” para
diferenciarse de otros que, a su juicio, sí habrían renegado de serlo. Pero es necesario
señalar que el republicanismo progresista heredero del de Ruiz Zorrilla también mostró
bastante ambigüedad en este sentido: su propuesta revolucionaria la limitaba a una que
denominaba “revolución gubernamental”, es decir, intransigencia con la forma de gobierno
monárquica y con el “inmoral orden restauracionista”, pero una vez en el gobierno,
prudencia en la aplicación de las reformas hasta que la sociedad no mostrase la madurez
suficiente para aceptarlas; y algunas de las afirmaciones vertidas por Soria en esta década
fueron también en esta dirección454
. Una nueva mirada al contenido de las páginas de El
Progreso, por ejemplo, nos ayuda a comprobar que las llamadas a un hombre de “voluntad
y de prestigio” que fuese capaz de librar a España a la vez del Gobierno y de la monarquía,
fueron también continuadas a lo largo de sus dos escasos años de vida.
Ya en el siglo XX, digeridas las consecuencias de la pérdida de las colonias, y
estabilizado el régimen tras superar los finalmente tímidos movimientos políticos que en
algún momento lo cuestionaron, y que terminaron teniendo poca repercusión, el
republicanismo en general, y el propio Arturo Soria en particular, se situaron de nuevo en
posiciones políticas, digamos, más ortodoxas, como hemos ido viendo a lo largo del
capítulo. En 1903 celebraba la reciente unión de los republicanos455
:
453
Por citar algún ejemplo: Soria y Mata, A.: “La huelga”. La Ciudad Lineal, 20/5/1900, pp. 1-2.
454 Diego Romero, J.de (2008): Op. cit., pp. 435-439.
455 Soria y Mata, A.: “Mecánica social”. La Ciudad Lineal, 20/5/1903, pp. 8-9.
Arturo Soria y el periodismo
257
Individualista fanático soy y sin embargo creo que la organización socialista concluirá
por producir bienes. La voluntad que acaba de aparecer ahora en sentido republicano es
un síntoma de importancia para el porvenir si tal voluntad fuese perseverante, esto es,
verdadera voluntad o de buena ley.
Figura 7.4: Un sable militar corta las amarras para que la España en llamas inicie la ascensión.
Fuente: El Progreso, 14/4/1898, p. 1.
En cualquier caso las dudas quedan disipadas al leer que en 1912 se autodefinía “de
temperamento militar aunque partidario de la supremacía del poder civil”456
; y poco más
tarde, en el ya el aludido banquete de celebración de la elección de su hijo como Diputado
Provincial, manifestó que él siempre había sido republicano457
.
Así como entre los años del cambio de siglo fueron abundantes las
manifestaciones en las que declaraba su individualismo y renegaba del socialismo, también
456
Soria y Mata, A.: “La Guerra” ”. La Ciudad Lineal, 30/3/1912, p. 100.
457 El Radical, 17/3/1913, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
258
lo fueron en las que dejó testimonio de su consideración por la figura de su líder, Pablo
Iglesias, con el que, recordemos, Soria tuvo una breve relación laboral estando al frente del
Tranvía de Estaciones y Mercados. Pablo Iglesias fue uno de los colaboradores en el
número con el que inició su singladura en 1898 Vida Nueva, la revista que en esos
primeros compases dirigió Eusebio Blasco. Ese número tuvo una gran acogida y logró
levantar una gran expectación por la calidad de los columnistas que había conseguido
reunir, pero también por el artículo escrito precisamente por Pablo Iglesias, que logró
provocar un gran debate a escala nacional al mostrarse, en contra la opinión
aplastantemente mayoritaria, partidario de una salida pactada al conflicto cubano, en el que
por esas fechas ya estábamos enfrentándonos a los norteamericanos458
. Otro de los
columnistas de ese número fundacional fue Arturo Soria. Su artículo no fue tan polémico
como el de Iglesias, ni mucho menos, pues eran muy numerosos los artículos de ese tipo
los que por esas fechas aparecían en la prensa española. Llevaba por título “La
Negrada”459
, lo que ya nos sugiere una idea bastante aproximada acerca de su contenido.
En él Soria escribía sobre la que, a su juicio, era la verdadera razón por la que los
norteamericanos ansiaban la posesión de la isla de Cuba: depositar allí a todos los antiguos
esclavos de raza negra para poder volver a reducirlos allí a una esclavitud que no podían
restablecer en su país:
El contacto en la vida civil con el negro les causa horror y asco, les crispa los nervios,
porque se sienten cercanos a ellos, y no pudiendo tratarles con el señorío español ni
asesinarlos como a los pieles-rojas, buscan como desesperados la solución del problema
que quedó en pie al terminar la guerra civil entre el Norte y el Sur.
Y señalaba el contraste con el trato que los individuos de esa raza recibían de los
españoles:
Nosotros los españoles peninsulares tratamos a los negros a lo gran señor castellano viejo,
con afabilidad democrática y con cariño, porque no necesitamos demostrar la noble
superioridad de nuestra estirpe; pero a los cubanos más o menos mulatos y a los norte-
458
Iglesias, P.: “Los socialistas. Aboguemos por la paz”. Vida Nueva, 12/6/1898, p. 1. San Juan,
J.B. (2013): Op. cit. p. 49.
459 Soria y Mata, A.: “La Negrada”. Vida Nueva, 12/6/1898, p. 3.
Arturo Soria y el periodismo
259
americanos, como razas cobrizas y pardas que son, inferiores a la española blanca, no les
sucede lo mismo.
Estos párrafos serían suficientes para hacernos una idea muy cercana sobre el pensamiento
de Soria en lo que a la igualdad o desigualdad de las razas se refiere. Pero es que éste que
citamos de 1898 no había sido el primero de los escritos de Soria relativos a este tema. Ya
en La Dictadura había publicado alguno en el que ofrecía su opinión sobre las diferencias
entre las razas humanas y sobre las consecuencias que para los españoles había terminado
teniendo la mezcla racial en sus colonias. En "Política de color", por ejemplo, manifestaba
con toda crudeza que la población mestiza había terminado mostrándose muy ingrata con
la histórica caridad española460
:
Establezcamos una línea divisoria entre la raza blanca y las demás con todas las energías
que sean precisas en las leyes y en las costumbres y reneguemos para siempre de la necia
igualdad.
Mezclar y confundir nuestra raza con las inferiores partiendo con el inmundo chino, el
indolente indio y el vanidoso negro el pan, el lecho y el gobierno, malbaratando nuestra
sangre y nuestra hacienda, no es caridad cristiana sino mera tontería o locura, eso no es
democracia sino estupidez sociológica.
[…]
Estamos en un caso de divorcio entre la raza blanca española y razas inferiores del cual
hemos de salir con el honor debido a nuestra superioridad, pero con el propósito decidido
de la enmienda para no caer de nuevo en estos lodazales filibusteros y con la seguridad
también de que los rigores del divorcio serán para la parte contraria y los beneficios para
nosotros.
Venimos sembrando mestizos y recogiendo la natural cosecha de insurrecciones
separatistas y creemos que es llegada ya la hora de gobernar con el sentido común, e
inspirar las leyes en una política de color que dé a todos las justicia y a cada cual el
puesto que por civilización le corresponde, en una política de sentido común
460
Soria y Mata, A. (1896): “Política de color”. La Dictadura, 19/9/1896, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
260
perfectamente avenida con los más puros sentimientos de la caridad cristiana y a las más
encumbradas disquisiciones de la sociología.
Aparte de en sus artículos, también en varios de sus libros461
dejó muestras similares
acerca de lo que pensaba sobre la supremacía de la raza blanca. Sin entrar todavía a
analizar el contexto histórico y social en el que se produjeron, ha sido éste un aspecto del
pensamiento de Arturo Soria, junto a algunas de las manifestaciones en el terreno político
como las que ya hemos analizado, que han suscitado más controversia al haber sido
señalados en los trabajos de algunos de los investigadores que en las décadas pasadas se
han acercado a algunos aspectos de su figura462
. Y aparte de lo escandalosas que
lógicamente pudieran parecer si se juzgan desde los tiempos presentes, también podrían
parecer contradictorias con su trayectoria vital anterior, la vinculada a la política activa, de
la que tan orgulloso se había mostrado, y que precisamente tuvo su punto culminante en
tiempos de la I República cuando él, junto al resto de los Diputados que habían liderado la
elaboración del proyecto de ley, lograron la promulgación del la Ley de Abolición de la
esclavitud para Puerto Rico de 1873, y por la que recibieron las inmediatas y calurosas
felicitaciones de muchos de los compañeros Diputados en esas Cortes.
Pero la evolución de la mentalidad colectiva de las sociedades de los países
europeos a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX estuvo sujeta a los vaivenes
motivados por una dura pugna entre las corrientes positivistas e idealistas que afectó por
momentos a la evolución del pensamiento predominante. Predominio que además, en un
sentido o en otro, pudo verse favorecido circunstancialmente por la utilidad para la
justificación de determinadas políticas o la aparición de determinadas coyunturas, como en
concreto pudo ser para el caso de España la guerra de emancipación cubana y la
consecuente exacerbación del sentimiento patriótico español.
461
Dejó otras afirmaciones en este sentido en Contribución al Origen de las especies (1896), en El
Progreso Indefinido (1898) y en El Talentómetro (1902). También en Soria y Mata, A. (1895):
“Lección de autonomía”. La Dictadura, 9/11/1895, p. 1.
462 Han sido dos autores los que, de forma principal, han puesto de manifiesto el pensamiento
racista de Arturo Soria: Fernando de Terán y Lino Cabezas.
Arturo Soria y el periodismo
261
La difusión de las propuestas de Herbert Spencer y otros, que aplicaron las teorías
evolucionistas a las ciencias sociales, o las del propio Charles Darwin, que en sus obras
defendía la asociación de distintas capacidades intelectuales a las diferentes razas humanas
y otorgaba la superior a la europea, tuvo mucha influencia en la aparición de un
pensamiento colectivo que consideró demostrada la supremacía de la raza blanca sobre las
demás. A finales de ese siglo este pensamiento consiguió un gran arraigo en la sociedad de
muchos países occidentales. La misma doctrina teosófica en la que en estos mismos años
se inició Soria tampoco escondió su creencia en la superioridad de unas razas sobre
otras463
. Sabemos que Arturo Soria conocía el detalle de las teorías de Spencer y de
Darwin, como detallaremos en el próximo capítulo, y si analizamos el contenido de las
obras de este último deteniéndonos en sus afirmaciones relativas a la diferenciación de las
capacidades o habilidades de las diferentes razas o a las posibles consecuencias del control
de su reproducción en la especie humana, podemos comprobar que la similitud de muchas
de esas ideas con lo plasmado por Arturo Soria en sus escritos finiseculares sobre estos
temas es muy evidente.
El republicanismo español en general podía mostrar un pasado reciente muy
activo en favor de las políticas abolicionistas y muchos de sus militantes habían sido punta
de lanza al abogar por la promulgación de leyes que pusiesen fin a la esclavitud en los
territorios españoles. De las iniciativas en este sentido no podían presumir tanto otros
partidos políticos, algunos de cuyos máximos dirigentes era conocido que hasta hacía
relativamente poco habían mantenido intereses en empresas vinculadas a negocios
esclavistas. Y hasta 1886 no se había decretado el final de la esclavitud en la isla de Cuba;
es decir, apenas unos pocos años antes. Pero en lo que a este asunto respecta, conviene
deslindar dos ideas que podían reflejar el pensamiento mayoritario entre los miembros la
sociedad culta de los países europeos occidentales: la lucha contra la esclavitud al
considerar que su práctica atentaba contra los derechos humanos no era incompatible con
la creencia en que las diferencias raciales podían determinar la supremacía de unas sobre
otras. Este último argumento sirvió también para justificar las políticas expansionistas de
las potencias occidentales de finales del siglo XIX. Las conquistas y la violencia colonial
en otros continentes se justificaban en una misión civilizadora de las sociedades y de las
463
Blom, P. (2010): Años de vértigo: cultura y cambio en Occidente. 1900-1914, pp. 514-519.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
262
culturas menos evolucionadas, precisamente por la inferioridad de sus individuos respecto
al blanco europeo. A esta justificación de la presencia en otros lares no escapó la sociedad
española cuando en la última década comenzaron las revueltas en Cuba o en los territorios
norteafricanos. En la prensa española en general se podían leer afirmaciones racistas con
bastante frecuencia. Tampoco la republicana escapó a estas actitudes y, sobre todo en los
medios más populares, fueron habituales los comentarios hirientes y las caricaturas que
exageraban peyorativamente las características exóticas de sus pobladores, fuesen mulatos,
negros o moros, contribuyendo a hacer grotesca su imagen estereotipada. Aunque también
es cierto que, en este sentido, las españolas no diferían en absoluto de las prácticas
periodísticas del resto de las potencias colonizadoras europeas. Señala Duarte que ni
siquiera Emilio Castelar, aunque de una forma menos abierta y por supuesto menos
grosera, escapó a la justificación racial para defender la legitimidad de la empresa española
en Cuba464
. Y precisamente relacionada con Castelar estaba una anécdota que Arturo Soria
rememoró en 1906. Y fue precisamente sobre un banquete que en su honor le ofrecieron
varios Diputados por haber pronunciado un discurso en el Parlamento en favor de la
abolición de la esclavitud en Puerto Rico. El banquete debió ser especialmente memorable,
pues Soria todavía recordaba lo que entonces le había costado: "doce duros cubierto"465
.
464
Duarte, Á. (2013): Op. cit. pp. 179-181.
465 Soria y Mata, A.: “Un veterano”. La Ciudad Lineal, 20/12/1906, pp. 431-432.
263
CAPÍTULO 8: DEL MATERIALISMO AL
ESPIRITUALISMO: FILOSOFÍA Y PENSAMIENTO DE
ARTURO SORIA
8.1. GEOMETRÍA Y EVOLUCIONISMO466
A mediados de la década de 1890, cuando estaba inmerso ya en la construcción de
la Ciudad Lineal a la vez que seguía con su trabajo en el Ministerio de Ultramar, Soria
escribió varios trabajos en los que dio forma a una singular teoría geométrico-evolutiva, al
tiempo que escribía otros muchos textos sobre asuntos diversos, que conformaron una obra
escrita que ha sido poco leída en general, y todavía menos estudiada y analizada.
El primero de sus libros fue Origen poliédrico de las especies, escrito en 1894.
Continuó con Contribución al origen poliédrico de las especies, que publicó por capítulos
en La Dictadura, entre 1895 y 1896, y como libro también en 1896; y posteriormente con
Génesis, que apareció por entregas entre 1897 y 1899 en una revista de la Sociedad
Teosófica Española, Sophia, y de nuevo en 1912 en La Ciudad Lineal, y finalmente
compiladas en un libro publicado en 1913 como edición no venal. Estos tres giraron en
torno a su teoría poliédrica de la evolución de las especies de la naturaleza. Estos escritos
se complementaron con otros artículos sobre la misma temática que por esos mismos años
aparecieron en diferentes medios. En 1898, publicó El Progreso Indefinido y en 1902 El
Talentómetro, que se separaban en parte, sobre todo el segundo, de la temática geométrico-
evolucionista de los primeros.
A pesar de esta prolífica producción, concentrada en apenas una década, Soria no
fue un intelectual dotado de una formación académica sólida, rigurosa y específica, ya que
su afición por las matemáticas y la geometría las fue cultivando de forma absolutamente
autodidacta. Conocemos ya la formación en matemáticas que Arturo había recibido durante
466
En 2015 presenté en el VIII Congreso de la Sociedad de Lógica, Metodología y Filosofía de la
Ciencia en España una comunicación que resumía lo que en este capítulo he desarrollado de forma
mucho más exhaustiva y extensa. López Rodríguez, A. (2015): "Pitagorismo, geometría y
evolucionismo en la obra de Arturo Soria".
Arturo Soria y Mata. Una biografía
264
sus años de estudiante, años en los que, para la enseñanza de esa disciplina, se utilizaban
casi exclusivamente obras de autores franceses, muchas de ellas ya claramente superadas,
por lo que se podía considerar que en esa materia había en España un retraso de unos
cincuenta años con respecto a las naciones vecinas más adelantadas. Fue durante la década
de 1880 cuando se asistió en España a un incipiente impulso renovador de las matemáticas
y, de manera especial, de la geometría -a la que muchos de los matemáticos de esos años
consideraban la reina de la disciplina-, que hizo que de alguna manera se pusiera de moda
entre los profesionales y aficionados a la ciencia. Puede considerarse al ingeniero José
Echegaray desde su Cátedra en la Escuela de Caminos el iniciador, si bien de forma tímida,
de la senda de su modernización, traduciendo en la década de 1860 algunas obras
importantes de matemáticos franceses. Ya en los ochenta, nuevas figuras como Zoel García
de Galdeano, Eduardo Torroja o Ventura Reyes, cogieron el testigo para tratar de recuperar
el todavía evidente retraso, acercándose a las obras más actuales, ya no sólo de
matemáticos franceses, sino también de autores alemanes o italianos que también podían
considerarse situados a la cabeza en la investigación en geometría en la época. Este
proceso consiguió la difusión de una gran variedad de teorías geométricas del momento,
que trascendían los tradicionales contenidos de la geometría analítica y de la descriptiva,
sobre las que se venía investigando por esos años: geometría proyectiva, geometría del
triángulo, geometría no-euclídea, geometría n-dimensional, geometría diferencial, etc.467
.
Fue en este contexto de cierto dinamismo y tímida modernización de los estudios
geométricos en España cuando Arturo Soria comenzó a escribir sus artículos y libros sobre
geometría. A su renovado interés por las matemáticas podría haber contribuido la corriente
social que puso de moda por aquellos años el interés por esta materia, pero también podría
haber influido la propia afición de Manuel Becerra por la disciplina, como es conocido. No
en vano, en el año 1886 éste logró ser admitido en la Real Academia de Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales. No es que hubiese reunido excesivos méritos matemáticos para ello,
pero estos honores como premio a otros valores no eran infrecuentes en esta época.
Pocos años después comenzó Soria a publicar sus obras de contenido geométrico.
Pero tampoco sería justo tratar de dar la falsa impresión de que sus obras se podrían
encuadrar a un nivel siquiera parecido al comentado antes, pues no pasaba de ser un
467
Millán, A. (1991): “Los estudios de geometría superior en España en el siglo XIX”.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
265
entusiasta aficionado y autodidacta y sus trabajos no pueden considerarse matemáticos
desde un estricto sentido científico. Las tres primeras obras citadas al comienzo, Origen
poliédrico de las especies, Contribución al origen poliédrico de las especies y Génesis,
versaron básicamente en torno a los mismos temas. El estudio de la geometría de poliedros
fue el punto de partida desde el que Soria elaboró una particular teoría de la evolución,
cuyos fundamentos se encontrarían, a su juicio, en la transformación, a través de diferentes
medios combinatorios con evidentes analogías a los métodos reproductivos naturales, de
formas geométricas simples para dar lugar a formas más complejas. Y así, mediante la que
denominó de forma sintética arquitectura poliédrica, se habrían llegado a constituir todas
las formas y especies que se podían encontrar en la naturaleza: minerales, vegetales,
animales -e incluso las "astronómicas del universo"468
-, hasta llegar a la que para él
significaba la cúspide evolutiva: el ser humano.
Sus experimentaciones partieron de los estudios sobre poliedros que Agustín
Louis Cauchy, importante y prolífico matemático francés que ejerció una considerable
influencia en los ambientes académicos españoles durante gran parte del siglo XIX, había
plasmado en una memoria publicada por la Academia Ciencias de París a comienzos del
siglo XIX y que Soria había estudiado en los tiempos en que se preparaba para el examen
de acceso a la Escuela de Ingenieros de Caminos. En concreto se trataba de la publicada en
1811, en la que incluía sus reflexiones acerca de los poliedros regulares. Dos años antes, en
1809, Louis Poinsot había presentado el descubrimiento de cuatro poliedros regulares no
convexos desconocidos hasta entonces469
, que junto a los cinco regulares convexos clásicos
(los conocidos como platónicos: el tetraedro, el cubo, el icosaedro, el octaedro y el
dodecaedro), serían todos los poliedros regulares conocidos hasta la fecha. Cauchy partió
de la idea clásica sobre los cinco poliedros regulares convexos para establecer la tesis de
cinco clases de poliedros regulares, a partir de las cuales se podrían generar otros,
incluidos los descubiertos por Kepler y Poinsot470
:
468
Soria y Mata, A. (1896): Contribución al origen poliédrico de las especies, p. 44.
469 Aunque Poinsot lo desconocía, alguno de ellos ya había sido descubierto por Kepler en el siglo
XVII por lo que en ocasiones se denominan poliedros Kepler-Poinsot.
470 Soria y Mata, A. (1894c): Origen poliédrico de las especies, p.10.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
266
[…] lo que hizo fue decir que prolongando los planos que forman el octaedro, el
dodecaedro y el icosaedro resultaban otros varios poliedros, regulares también, pero sin
dejar de ser octaedros, dodecaedros e icosaedros.
Al estudiar la memoria de Cauchy, Soria echó de menos un acompañamiento gráfico que
ilustrase la génesis de los nuevos poliedros descritos, razón por la que por la que él mismo
decidió realizar sus propios ensayos a partir de desarrollos en papel:
[...] movido yo de la curiosidad de conocerlas, me impuse el trabajo intelectual, algo
penoso, de imaginarme las líneas que resultaban de las intersecciones de los planos, su
situación respectiva, la de los vértices nuevos, la de los vértices antiguos y el desarrollo
sobre una superficie plana de todo aquel, al parecer, complicadísimo andamiaje.
Así, estos laboriosos experimentos combinatorios con los que en principio pretendía
sintetizar poliedros regulares ya descritos le condujeron al planteamiento de afirmaciones
propias que se atrevían incluso a matizar los postulados de Cauchy471:
No hay cinco poliedros regulares ni cinco clases de poliedros regulares, como dijo
Cauchy y repiten todos los autores; sólo hay un poliedro regular, el tetraedro, primera
forma fundamental, y otras dos formas fundamentales regulares, que resultan de enlazar
tetraedros regulares iguales [...]. Por consiguiente, sólo hay tres clases de poliedros
regulares, tres clases de formas fundamentales reductibles a una sola y generatrices de
todas las demás: el tetraedro, el betatetraedro y el pentatetraedro.
471
Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., pp. 11-12.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
267
Figura 8.1: Arturo Soria posando orgulloso con uno de sus poliedros. Fuente: Archivo Keller Soria.
Fueron varias las formas poliédricas que Soria consideró como hallazgos: el
pentatetraedro, el pentahexaedro, el decatetraedro, el tricontaedro, etc., y esto fue algo de
lo que Soria se sintió especialmente orgulloso y sobre lo que presumiría el resto de su
vida472
. También sabemos, por afirmación expresa suya473
, que la denominación
472
Lino Cabezas sostiene que el pentatetraedro (en denominación de Soria), ya había sido descrito
en 1876 -o sea dieciocho años antes- por el matemático alemán Edmund Hess. En la comunicación
que sobre este tema presenté en el VIII Congreso de la Sociedad de Lógica, Metodología y
Filosofía de la Ciencia expuse que consideraba sumamente improbable que Arturo Soria llegase a
estar al tanto de este descubrimiento, ni siquiera después de haber publicado sus teorías. Sin
embargo, poco después descubrí en el Archivo Keller Soria, entre los escasísimos artículos y
revistas de la época que se han preservado, precisamente un rarísimo artículo original en alemán
sobre la clasificación de los sólidos arquimedianos que publicó Edmund Hess en 1872, por lo que
ya no puedo ser tan categórico sobre este asunto. El artículo encontrado es anterior al de 1876 que
indica Cabezas, pero introduce la duda de si Soria llegó a conocer la obra en la que Hess describía
Arturo Soria y Mata. Una biografía
268
pentatetraedro o tricontaedro -y quizá la de algún otro- fueron sugerencias de Eduardo
Benot, respetada personalidad de la intelectualidad española de aquellos años, de cuya
estrecha amistad dejó Soria constancia repetidas veces.
Antes de pasar a analizar otros aspectos, conviene volver a señalar que en ningún
caso el nivel de los contenidos geométricos de las publicaciones de Soria podía siquiera
compararse a lo que se estaban desarrollando desde círculos académicos. No obstante,
algunas de las afirmaciones vertidas en sus obras, aunque no fuese más que de pasada y en
ocasiones para descartarlas frente a las que él proponía, permiten vislumbrar que en cierto
modo Arturo Soria estaba al tanto de algunas de las modernas nociones de geometría que
por entonces se estaban manejando. Así, frente a la geometría del triángulo, él oponía su
"geometría del tetraedro", o, aunque admitía no entender las nociones y los fundamentos de
la geometría no euclidiana, afirmaba que era superior una "geometría de los volúmenes"
que era la que él planteaba, y que la clásica euclidiana quedaba agotada como para dar
cabida a sus planteamientos474
:
El dodecaedro es, pues, la forma máxima, el non plus ultra de la geometría. Al llegar a
esta figura parece ya agotada la geometría euclidiana [...]. Principia otra geometría, que
yo llamaré, mientras otro no la dé nombre más apropiado, la geometría de los volúmenes,
en la cual los puntos matemáticos sin extensión, son sustituidos por tetraedros o por
cubos y octaedros o por dodecaedros e icosaedros; las líneas son adosamientos de
poliedros de la misma especie o subespecie, clase, género o variedad y del mismo
tamaño.
el pentatetraedro antes de escribir y publicar Origen. Cabezas, L. (2010): Op. cit., pp. 26-27. Hess,
E. (1872): "Über die möglichen Arten und Verietäten einiger Archimedeischen Körper".
Sitzungsberichte der Gesellschaft zur Beförderung der gesammten Naturwissenschaften zu
Marburg, 5, pp. 81-92.
473 Soria y Mata, A. (1913): Génesis, p. 8. El País, 26/9/1920, p. 1.
474 Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., pp. 41-42.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
269
8.2. UNA TEORÍA EVOLUTIVA PROPIA
Pero sus investigaciones geométricas no eran más que el principio. A partir de
ellas, y dejando sentir un patente influjo de la obra del naturalista inglés Charles Darwin
(evidente incluso en el título de la primera de las publicadas, Origen poliédrico de las
especies), propuso una teoría evolutiva propia en la que situaba en el tetraedro el origen de
todo475
:
[...] todas las formas de la naturaleza, cuerpos simples y compuestos, núcleos de
cristalización mineral, semillas vegetales y embriones animales son poliedros regulares en
serie matemática que principia en el tetraedro y sigue por parejas conjugadas, de machos
y de hembras, de sucesivas clases de regularidad y concluye en nuestro planeta en la
pareja hombre-mujer.
Soria admitía que su teoría era puramente especulativa y que no había podido pasar de la
simple conjetura, de una especie de "colección de apuntes", por la falta del tiempo y los
recursos necesarios para poder dedicarse a ello en exclusiva476
. También reconocía que a la
mayoría de sus conjeturas había llegado en ausencia de un método científico consistente.
Soria renegaba expresamente de los procedimientos analíticos, por lo que había ido
ensayando su arquitectura poliédrica de forma puramente manual, con modelos recortados
en papel. Además, se había inspirado en la visión microscópica de algunas muestras477
:
Tratando de comprobar mi teoría, pedí al sabio profesor D. Enrique Serrano Fatigati me
mostrase algunas preparaciones micrográficas en que se observasen formas poliédricas, y,
en efecto, el examen de algunas me afirmó en mi convencimiento.
Con estos inciertos mimbres, y apoyándose en la prosa adornada en exceso tan del gusto de
la época, dominada por un tono vehemente en el que abundaban las frases contundentes y
las afirmaciones rotundas y exageradas, fue llegando a sus postulados basándose en “el
475
Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 53.
476 Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., p. 10.
477 Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., p. 223.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
270
cálculo de probabilidades y por la elemental inducción del sentido común”478
. No obstante,
reconocer abiertamente la ausencia de métodos científicos no le impedía ser categórico en
muchas de sus aseveraciones, a la vez que desechaba teorías o elaboraciones de filósofos
como Kant o científicos como Darwin, apoyándose en ocasiones en argumentos
curiosos479
:
En suma, mi teoría poliédrica, mi afirmación de que todas las criaturas son agregados de
formas poliédricas regulares o de absoluta perfección geométrica, debe ser cierta, entre
otros motivos, porque aparece razonable, sencilla, y lógica desde cualquier punto de vista
que la consideremos.
Precisamente de Darwin y de otros evolucionistas, como Herbert Spencer y Ernst Haeckel,
recoge la obra de Soria -según él para "perfeccionarlas"- indudable impronta, que se hace
evidente en varias ideas básicas a partir de las cuales desarrolló sus singulares teorías.
Fueron estas ideas la del perfeccionamiento y creciente complejidad de las especies, la del
progreso indefinido, -que luego tomó como título para otro de sus libros-, y la de selección
natural de las especies con predominio de los más fuertes480
.
Las revolucionarios postulados planteados por Charles Darwin en El origen de las
especies, publicada en 1859, y El origen del hombre, en 1872, eran todavía objeto de
encendido debate en la España de aquellos años, donde podían encontrarse apasionados
defensores, pero también una legión aún mayor de beligerantes opositores, como por otro
lado cabía esperar de una sociedad tradicional y conservadora, como en términos generales
era la española de la Restauración. En ella no olvidemos que la Iglesia católica tenía un
ascendente inmenso, no sólo en asuntos espirituales, sino también en educativos, culturales
y sociales. Este poder llegaba también a parte de la escasa elite intelectual española con
posibilidad de conocer y asimilar los últimos descubrimientos científicos y las tendencias
filosóficas que estaban emergiendo en los países de nuestro entorno.
478
Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., p. 5 y p. 65.
479 Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., p. 233.
480 Terán, F.de (2009): “De poliedros y tranvías”, p. 114.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
271
Las ideas incluidas en la primera de las obras indicadas habían tenido una rápida
difusión desde Gran Bretaña al resto de Europa y la expectación despertada favoreció la
temprana publicación de sus traducciones en países como Francia o Alemania. En España,
sin embargo, la censura de la época isabelina se encargó de silenciar las referencias y los
debates sobre esta obra. Fue con las leyes promulgadas durante el Sexenio Democrático
que permitieron la libertad de ideas y de prensa y la aparición de nuevas sociedades
científicas, cuando pudieron difundir las teorías de Darwin a través de los círculos
intelectuales. Pero todavía no se habían traducido los trabajos de Darwin al español. Fue en
1876 cuando apareció editada en España la segunda de las obras citadas, el Origen del
hombre, y el año siguiente, la primera de ellas, el Origen de las especies, que había
intentado publicarse por entregas en 1872, pero que quedó interrumpida al poco tiempo,
sin comenzarse a entregar siquiera el primero de los capítulos. A título de curiosidad, cabe
reseñar la nota incluida por el traductor en una de estas entregas comentando el prólogo en
la versión francesa (desde la que se traducía al español), previniendo, a los lectores de los
peligros potenciales de su lectura: “Como verán los lectores, la autora de este prólogo y
traductora de la obra de M. Darwin [al francés] no tiene nada de católica, ni siquiera de
cristiana. Para ella la naturaleza lo constituye todo. Conviene que esto se tenga presente
para poder sacar doble fruto de la enseñanza de este libro y leer con prevención sus
temerosas afirmaciones”. A partir de estos años se inicia en la sociedad española el proceso
de lento arraigo y apasionado debate sobre las ideas evolucionistas que, para la década
final del siglo, se sosegó en gran medida y para reavivarse poco antes de 1909, año en el
que se conmemoró el centenario del nacimiento de Darwin481
.
Los del Sexenio Democrático fueron años de posturas muy encontradas y el
posicionamiento de los intelectuales, a favor o en contra de estas ideas, encontró sus
motivaciones más alejadas de las cuestiones puramente científicas que de las ideológicas.
Así, los intelectuales positivistas, más cercanos a la izquierda política, se declaraban a
favor de los postulados evolucionistas de Darwin, entre otros motivos por considerarlo
antirreligiosos. En lógica contraposición, las intelectualidad conservadora y católica se
declaró profundamente antidarwinista, y para ellos combatir el darwinismo significó, en
cierto modo, hacerlo contra las ideas asociadas. Las posturas enconadas dieron paso a un
481
Un estudio amplio y profundo sobre el darwinismo en España en Glick, T.F. (1982): Darwin en
España.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
272
largo periodo en el que las teorías de Darwin, así como las de otros famosos darwinistas
que también fueron leídos con interés, fueron perdiendo poco a poco sus connotaciones
más polémicas, como el alemán Ernst Haeckel. Mientras las ideas iban aceptándose de
manera paulatina en los entornos académicos, sobre todo en los próximos al krausismo y a
la Institución Libre de Enseñanza, desde los sectores más conservadores iban surgiendo
iniciativas que, de forma constructiva, trataban de conciliar de alguna manera los
descubrimientos científicos con la verdad revelada, aunque, armonizar las radicalmente
diferentes concepciones sobre el origen de la vida y la posición del hombre en la naturaleza
era una tarea complicada, y generalmente se tendía a situar a la ciencia en un plano inferior
al de la ortodoxia religiosa. No obstante, los roces entre la Iglesia católica y los sectores
conservadores más radicales durante este periodo continuaron siendo continuos.
El debate en España continuó circunscrito durante todos estos años casi
exclusivamente a los ámbitos científicos e intelectuales, muchos de cuyos representantes
mostraban también una afinidad política republicana482
. No fue hasta ya comenzado el
siglo XX cuando el círculo de interesados, tanto de partidarios como de detractores, se
amplió de forma considerable y los debates se trasladaron a la prensa diaria. Como parece
lógico, los primeros en aceptar las teorías darwinistas se encontraban entre la comunidad
científica y entre los seguidores del positivismo y materialismo filosófico. Sin embargo, la
intelectualidad española, como el resto de la sociedad, era muy tradicional en muchos
aspectos, y prueba de ello es que la mayor parte de los institucionistas o muchos de los
positivistas rechazaron los aspectos mecanicistas y materialistas que vislumbraban en las
tesis evolucionistas. En cualquier caso, la mayoría de los antidarwinistas no quisieron
entrar en matizaciones: entendieron que aceptar el evolucionismo, siquiera en algunos de
sus aspectos, podía conducir irremisiblemente al materialismo ateo, e identificaron a los
positivistas como los culpables de todo ello. En su descargo conviene tener en cuenta que
manifestarse abiertamente darwinista en la España de la Restauración significaba situarse
en un cierto peligro profesional y corrían el riesgo cierto de acabar, por ejemplo, como el
grupo de profesores krausistas que en 1876 fueron apartados de sus cátedras de la
Universidad Central tras negarse a admitir la supresión de la libertad de cátedra, que les
482
Suárez Cortina, M. (2000): Op. cit., pp. 85-86.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
273
obligaba en adelante a plegar sus enseñanzas a las instrucciones oficiales en materias
religiosa, política o moral.
Ya entrado el siglo XX, en un ambiente previo más sosegado, aparecieron nuevas
traducciones de las obras de Darwin y de Haeckel que, junto al homenaje organizado en
1909 para conmemorar el centenario del nacimiento de aquél, avivaron y polarizaron de
nuevo un debate del que se hizo eco la prensa, lo que contribuyó a la difusión y
popularización de las ideas evolucionistas también entre la clase media. No obstante,
mientras la burguesía de afinidad republicana acogía a Darwin como un icono del progreso
de la ciencia y la derecha moderada aceptaba su valor como naturalista, si bien lamentaba
su utilización como medio para atacar a la Iglesia, todavía quedaba un considerable sector
ultramontano que consideraba sus obras como productos poco menos que diabólicos. El
enfrentamiento, en ocasiones encarnizado y visceral, entre partidarios y defensores no fue
exclusivo de España. Estaban superados ya los años más convulsos en nuestro país, cuando
en la década de 1920 el protestantismo mantuvo una sonda cruzada contra el
evolucionismo en muchos de los estados sureños de los Estados Unidos, que, a diferencia
del caso español, tuvo la implicación activa de un amplio espectro de la sociedad
norteamericana.
En la época que estamos analizando, los años previos a la publicación de los
trabajos de Soria, todavía los debates en torno al darwinismo se encontraban en España en
plena ebullición. Evidentemente no era sólo la cuestión evolucionista la que estaba
influyendo en la dicotomía ciencia-religión en el mundo occidental en la segunda mitad del
siglo XX. Era este debate un reflejo significativo del paulatino camino hacia la
secularización, anhelado o emprendido por parte de la intelectualidad de las naciones
occidentales más avanzadas, que sentían que en un siglo en el que se estaba asistiendo a
grandes transformaciones (las nuevas máquinas que superaban en productividad a la fuerza
laboral humana, las urbes industriales, la transferencia de población del campo a la ciudad,
etc.) junto a los avances y descubrimientos científicos que cuestionaban gran parte de la
historia hasta entonces asumida, muchos sentían que las religiones tradicionales ya no
podían ofrecer respuestas válidas para el mundo que asistía a esta transformación.
Continuaban los eternos debates sobre cuál era la aproximación religiosa más adecuada,
pero también se comenzaba a cuestionar si la religión era la vía adecuada para obtener
Arturo Soria y Mata. Una biografía
274
ciertas respuestas y si tenía ya cabida en esos tiempos. Éste fue un tema candente entre
1860 y 1880 y tuvo un punto de culminación poco después de que Nietzsche proclamara la
muerte de Dios, contribuyendo de manera especial, junto a otros materialistas, a sentar las
bases del pensamiento ateísta.
Pero como muchos historiadores han resaltado, el siglo XIX fue, entre otras cosas,
el siglo de la duda y del escepticismo483
. Así, no fue infrecuente encontrar cómo muchas de
las tendencias sociales que fluían en un sentido determinado tenían que convivir con otras
que lo hacían hacia el opuesto, que se habían generado en ocasiones por dosis excesivas de
las primeras, o por el desencanto ante las expectativas no cumplidas. La emergencia de de
muchos de estos movimientos reactivos tuvieron su motivación en el desencanto ante la
nueva sociedad capitalista, urbana e industrializada que, lejos de traer el progreso a todos
los estamentos sociales y una mayor igualdad, había hecho más evidentes los antagonismos
de clase. En la segunda mitad del siglo XIX se consolidaron y reforzaron los movimientos
obreros que iban a ejercer de contrapoder y, como reacción al racionalismo y al
positivismo, comenzó a tomar forma el movimiento modernista y parte de la
intelectualidad tornó de nuevo su mirada hacia la obra de los filósofos idealistas y sus
herederos, como Schopenhauer, Kierkegaard o Nietzsche. Para caracterizar toda esta
reacción social, intelectual y cultural se comenzó a hablar de una crisis de fin de siglo. Este
movimiento de rechazo también se dejó sentir en el mundo de lo espiritual, lo que motivó
la emergencia de corrientes que también se oponían a las revolucionarias teorías que la
ciencia contemporánea comenzaba a ofrecer como respuesta a las eternas cuestiones sobre
el origen del hombre (en ocasiones porque a muchos les parecían ininteligibles) y se
revelaban ante el cuestionamiento de las verdades reveladas ofrecidas por las religiones.
Así, surgieron nuevas heterodoxias espirituales y corrientes esotéricas que rechazaban
planteamientos secularizantes y buscaban armonizar la realidad del mundo conocido con la
verdad oculta del mundo del espíritu, la complementariedad entre razón y espiritualidad; es
decir, entre ciencia y dios. Algunos de estos movimientos valoraban algunos de los
avances de la ciencia pero reivindicaban al tiempo la validez de la investigación en el
mundo sobrenatural. Así, en las principales de las ciudades de Francia, Gran Bretaña o
Estados Unidos fueron numerosas las personas que se vieron atraídas hacia el mundo del
483
Watson, P. (2014): The age of atheists, pp. 26-28.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
275
ocultismo484
y de la tradición hermética. En las páginas de los diarios más importantes se
podían encontrar opiniones favorables a la investigación de los fenómenos paranormales y
sus seguidores se reunían, realizaban rituales o celebraban sesiones espiritistas de forma
abierta, sin secretismos, por lo que no puede considerarse, en absoluto, un fenómeno
clandestino o marginal.
8.3. EL MOVIMIENTO TEOSÓFICO
Una de las heterodoxias espirituales que, junto al espiritismo, más expansión y
adeptos encontró fue la teosofía. La Sociedad Teosófica, nombre que recibió esta corriente,
que venía a ser heredera de otros movimientos similares que habían existido entre los
siglos XV y XVIII, fue fundada en 1875 en Nueva York por un grupo de personas entre los
que destacaban Helena Petrovna Blavatsky y su pareja, el coronel Henry Steel Olcott.
Desde ese año la Sociedad inició una continuada y sorprendente expansión hasta alcanzar
su apogeo en las primeras décadas del siglo XX. El movimiento teosófico proponía "un
nuevo proyecto filosófico de carácter humanista" que impulsado por fuerzas ocultas con
raíces en la antigüedad clásica, y bajo el lema “no hay religión más elevada que la Verdad”
posibilitase la llegada de un nuevo renacimiento cultural a la humanidad485
.
Sus objetivos principales quedan sintetizados en estos tres principios de la
Sociedad Teosófica:
484
A lo largo del capítulo identificaremos con el término ocultismo al "estudio del lado oculto de la
naturaleza", superando la tópica imagen de rituales mágicos con objetos extraños y símbolos
cabalísticos. Fernández Fernández, P.V. (1989): “Teosofía y Masonería. Pensamiento y obra de
Roso de Luna”, p. 242, n20.
485 Louzao, J. (2008): “Los idealistas de la fraternidad universal: una aproximación a la historia del
movimiento teosófico español (c. 1890-1939)”, pp. 505-510. En este articulo, así como en Pomés,
J. (2006): “Diálogo Oriente-Occidente en la España de finales de siglo XIX. El primer teosofismo
español (1888-1906): un movimiento religioso heterodoxo bien integrado en los movimientos
sociales de su época”, por ejemplo, se puede encontrar una interesante aproximación al movimiento
teosófico y una síntesis de su repercusión en España. La atracción que la teosofía logró ejercer en
algunas celebridades del mundo de la cultura internacional en Watson, P. (2014): Op. cit., pp. 164-
184 y en Blom, P. (2010): Op. cit., pp. 307-317.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
276
o Formar el núcleo de Fraternidad Universal de la Humanidad, sin distinción de
raza, credo, sexo, casta o color.
o Fomentar el estudio crítico y comparativo de las religiones, filosofías y
ciencias, tanto de Oriente como de Occidente.
o Investigar las Leyes no explicadas de la Naturaleza y los poderes latentes en el
hombre.
Con la premisa de que las religiones contemporáneas no podían satisfacer las inquietudes
espirituales del hombre contemporáneo la teosofía buscó inspiración en el hinduismo, el
budismo, la cábala judía, etc. Y en este sentido contribuyó al acercamiento de Oriente a las
sociedades occidentales, en sintonía con el movimiento cultural orientalista que también
estaba viviendo cierto esplendor a finales del siglo XIX. Pero aunque se mostrasen
abiertamente contrarios a las jerarquías religiosas en general, los teósofos no rechazaban la
convivencia con las religiones tradicionales, como el cristianismo486
. Aunque en puridad
no se trataba de una religión, la doctrina teosófica tuvo pretensión sincretista al tratar de
aunar las verdades y los preceptos más valiosos de todas las religiones antiguas. Blavatsky
declaraba haber descubierto en sus estudios sobre religiones antiguas creencias y raíces
comunes a todas ellas, a partir de las cuales se habrían configurado de manera autónoma y
diferente hasta los tiempos actuales. A este origen común o religión original lo denominó
Blavatsky “doctrina secreta”, cuyos contenidos desconocidos le habrían sido confiados a
ella con la autorización para compartirlos con el resto de la humanidad a través de la
sociedad teosófica.
Según Philipp Blom, “[el teosófico fue] el movimiento que más cultivó el rechazo
de toda verdad aparente, y el más importante a la hora de postular, en lugar de esa verdad,
un mundo espiritual que rige el reino terrenal de las apariencias”487
. Pero al tiempo
pretendió compatibilizar ciencia y religión para tratar de dar las respuestas que buscaba el
hombre de su tiempo. El movimiento trató de armonizar filosofía, ciencia y religión, pero
partiendo de una oposición a la evolución experimentada por las tres disciplinas a lo largo
486
A pesar de la insistencia en su neutralidad, en la práctica, las influencias mayores vinieron del
hinduismo y del budismo.
487 Blom, P. (2010): Op. cit., p. 307.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
277
de ese siglo XIX, y fue especialmente combativo con las corrientes que defendían, o al
menos admitían el materialismo.
El mérito de Blavatsky fue dotar a la teosofía de una base doctrinal que
sorprendentemente consiguió ser vista como respetable y atractiva incluso entre ciertas
élites intelectuales que hasta entonces habían catalogado de vulgar el espiritualismo
tradicional. Para captar al público cultivado fue muy acertada la mezcla de ambigüedad y
de equidistancia calculada en algunos temas, como ofrecerse, por ejemplo, como una
doctrina anticlerical y antiatea, a la vez que atacaba a la ciencia materialista contemporánea
mientras echaba mano de sus conceptos si convenía488
. Según Louzao, “HPB [Helena
Petrovna Blavatsky] se convirtió en uno de los primeros gurús que fueron surgiendo en
Occidente y que se acompañaron de fervorosos seguidores. Un producto espiritual
novedoso sólo explicable a partir de la nueva sociedad de masas y del nacimiento de la
industria editorial”489
.
La teosofía también estuvo estrechamente relacionada cultural e ideológicamente
con otros movimientos sociales y políticos de carácter progresista de finales de siglo XIX,
que reivindicando valores humanistas luchaban, cada uno a su manera, contra la
insolidaridad imperante en la sociedad occidental. Se trataba, entre otros, del
republicanismo, del socialismo, del modernismo, la masonería, las corrientes higienistas, la
nueva pedagogía, etc. Por esta razón, fueron normales las relaciones complementarias entre
estos movimientos, su coincidencia ideológica y, por tanto, no era infrecuente la militancia
de muchos de sus seguidores en varios de ellos. Con uno de los que la teosofía guardó más
estrecha relación fue con la masonería; la mayoría de sus simpatizantes habían tenido
contactos previos con ella y muchos siguieron compatibilizando su militancia en ambos, y
algunos de sus líderes, como fue el caso de Annie Besant, por ejemplo, fueron también
personas muy destacadas dentro de la masonería. Y lo mismo ocurrió en España490
.
488
Watson, P. (2014): Op. cit., p. 168.
489 Louzao, J. (2008): Op. cit., p. 509.
490 Parar obtener una visión de las características definitorias de ambas corrientes, de sus analogías
y diferencias y de las relaciones entre ambas, se puede consultar, por ejemplo: Fernández
Fernández, P.V. (1989): Op. cit., pp. 235-255.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
278
8.3.1. Afianzamiento y expansión de la Sociedad Teosófica
Tras ser capaz de gestionar hábilmente algunas denuncias por plagio y falsedad,
problemas internos y disidencias, la Sociedad Teosófica comandada por Blavatsky y Olcott
logró afianzarse y expandirse poco a poco. Establecida su central en Adyar, barrio de a las
afueras de Madrás, en la India, fue en esta región del sudeste asiático donde más adeptos
consiguió inicialmente. Finalizando la década de 1880, la Sociedad Teosófica logró
establecerse en países europeos como Gran Bretaña, Alemania, Francia o Rusia, donde
logró sumar un número sorprendente de seguidores.
Lo cierto es que la teosofía y otras corrientes ocultistas o esotéricas, tuvieron la
habilidad de captar la atención por algún momento de personalidades del mundo de la
cultura como los pintores Kandinsky, Mondrian o Klee, el escultor Brancusi, escritores
como William B. Yeats, George B. Shaw, August Strindberg, Valle Inclán o Rubén Darío,
músicos como Alexander Scriabin, Igor Stravinsky o Arnold Schönberg, así como de
científicos como Thomas A. Edison o William Crookes, lo que sin duda facilitó el que
muchas otras personas anónimas se vieran seducidas por estas corrientes.
Henry S. Olcott fue el primer presidente de la Sociedad Teosófica, cargo que
desempeñó el cargo durante 32 años hasta su muerte en Adyar en 1907. Desde ese año,
Annie Besant, entusiasta impulsora del movimiento que contribuyó de manera destacada a
su expansión, prolífica escritora -escribió más de 300 libros e incontables artículos-,
además de activista política y líder del movimiento feminista, ejerció el cargo de
presidenta, y lo hizo durante 26 años, hasta su muerte, en el año 1933. Durante su larga
presidencia dio un notable impulso al desarrollo del movimiento teosófico, aunque no
fueron infrecuentes los problemas internos y las disidencias importantes. Pero la que
indudablemente ejerció el liderazgo incontestable del movimiento desde su fundación hasta
su muerte, en 1891, fue Helena P. Blavatsky, o Madame Blavatsky, para sus seguidores.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
279
Figura 8.2: H. P. Blavatsky y H. S. Olcott, ca. 1888. Fuente: Wikipedia [En línea]. [Consulta:
30/7/2015]. <https://es.wikipedia.org/wiki/Helena_Blavatsky>.
Con sus diversos libros y artículos logró a crear el armazón doctrinal con el que dio a
conocer el movimiento y cuya lectura consiguió seducir a un público que deslumbrado se
adhirió al movimiento comenzando una rápida expansión internacional. De entre sus obras
dedicadas a la teosofía, destacaron especialmente Isis sin velo, publicada en 1877, y la
monumental La doctrina secreta, de 1888, en la que desarrollaba y complementaba los
temas ya esbozados en la anterior. En ellas la autora daba rienda suelta a una imaginación
desbordante en una pócima de historias en las que incluía multitud de citas a textos
originales -muchas de ellas desenmascaradas-, plagios a tradiciones hindúes, así como
“invenciones biográficas inverosímiles y una mezcolanza de esoterismo y filosofía
orientalista”491
. Pero como afirmaba Washington acerca de Isis sin velo: “el objetivo de la
autora no era complacer a críticos y eruditos. Buscaba en cambio apasionar a los
aficionados y autodidactas espirituales, lectores demasiado preocupados con las respuestas
491
Louzao, J. (2008): Op. cit., p. 508.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
280
a las cuestiones importantes para molestarse con los tiquismiquis de los académicos sobre
la autenticidad o la coherencia interna del libro”492
.
Blavatsky fue antidarwinista furibunda -lógicamente, la profeta de un movimiento
basado en el sincretismo de religiones tradiciones tenía que serlo- y se afanó en denostar la
obra de Charles Darwin, así como la de otros darwinistas como Ernst Haeckel. Es conocida
la anécdota de que Blavatsky tenía en su apartamento diversos animales disecados, entre
los que destacaba un mandril, al que había vestido con chaqueta y corbata, puesto unas
gafas y colocado en una mano un manuscrito con una conferencia sobre El origen de las
especies493
.
Sea como fuere, tras lograr soslayar los escándalos que salpicaron la imagen de
Blavatsky, la expansión y la repercusión internacional que en pocos años logró el
movimiento teosófico en países como los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia,
Alemania o la India tuvo un considerable mérito. Mayor si se compara con el impacto de
otras muchas otras asociaciones ocultistas que, nacidas incluso años antes, nunca
consiguieron tal influencia.
8.3.2. La teosofía en España
En los últimos años se ha investigado la introducción del movimiento teosófico en
nuestro país, sus protagonistas y artífices de la formación en 1891 del Grupo teosófico
español, así como la paulatina constitución de Ramas de la sociedad en las principales
ciudades494
. Así, sabemos que fue a finales de la década de 1880 cuando se introdujo la
492
La historia de cómo se gestó la Sociedad Teosófica en Washington, P. (1995): El mandril de
Madame Blavatsky. Historia de la teosofía y del gurú occidental.
493 Blavatsky lo había etiquetado como el profesor Fiske, un académico darwiniano
norteamericano.
494 Louzao, J. (2008): “Los idealistas de la fraternidad universal: una aproximación a la historia del
movimiento teosófico español (c. 1890-1939)”, Pomés, J. (2006): “Diálogo Oriente-Occidente en la
España de finales de siglo XIX. El primer teosofismo español (1888-1906): un movimiento
religioso heterodoxo bien integrado en los movimientos sociales de su época”; Penalva, V. (2013):
El orientalismo en la cultura española en el primer tercio del s. XX. La Sociedad Teosófica
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
281
teosofía en España, a cargo de los que fueron sus líderes principales durante esos primeros
años: José Xifré y Francisco Montoliú, ambos pertenecientes a importantes y acaudaladas
familias, de alto nivel cultural. Atraídos por el estudio de las filosofías orientales tuvieron
conocimiento de la doctrina en 1888 y tras solicitarlo y ser admitidos en la logia Blavatsky
de Londres al año siguiente, iniciaron una rápida labor de proselitismo y divulgación de
sus postulados y de las obras escritas por Madame Blavatsky y otros importantes teósofos
del momento en nuestro país. En 1890 ya habían traducido y publicado dos folletos: ¿Qué
es la Teosofía? y Theosophia, en los que daban a conocer los principios y objetivos del
nuevo movimiento495
.
No obstante, con anterioridad a la acción de estas dos personas, la prensa española
ya se había hecho eco, si bien de forma esporádica, de algunos pasos introductorios en
países vecinos como Francia o de las andanzas y "poderes" de los que hacía gala
Blavatsky496
. Es también reseñable el pionero interés de Juan Valera, destacado
diplomático y escritor español, en dar a conocer la doctrina en nuestro país, desde que en
1885 entró en contacto con ella a través de su relación con un grupo de teósofos de Nueva
York. Valera envió varias cartas a Menéndez Pelayo describiendo lo que denominaba el
“budhismo esotérico” con el objetivo de que éste las publicase497
. Otra persona importante
en el arranque de la teosofía en España fue un conocido periodista y crítico literario de la
época, Eduardo Gómez de Baquero (Andrenio), quien en el verano de 1890 publicó un par
de artículos en La Época498
y a los pocos meses dio una conferencia en el Ateneo de
española (1888-1940). Estos trabajos junto a los “Recuerdos” de Manuel Treviño, incluidos en
algunos números de la revista Sophia (septiembre de 1910 y septiembre de 1911), son los que he
utilizado para sintetizar la introducción y el arranque del movimiento teosófico en España. Indicaba
Joseba Louzao, de manera muy pertinente, que la historia ocultismo, del esoterismo y de la de la
teosofía en la España de entresiglos sigue planteando, todavía a día de hoy, grandes interrogantes.
Los trabajos publicados en los últimos años, como los que he utilizado, son importantes y
esclarecen muchos aspectos, pero faltan estudios que estudien aspectos todavía poco investigados
de la teosofía en España, como por ejemplo, las interrelaciones con otros movimientos culturales o
contraculturales de la época o la magnitud real de los seguidores e interesados en la doctrina, más
allá de los que se afiliaron formalmente, como pudo ser el caso de Arturo Soria sin ir más lejos.
495 Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 53.
496 Por ejemplo, en La Ilustración española y americana, 11/9/1884, p. 130. El Día, 25/7/1886, p.
1. El Liberal, 31/12/1886, p. 3.
497 También dejó constancia de su interés en los asuntos teosóficos en varias de sus obras, como La
buena fama (1894) y Morsamor (1899). Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 55.
498 “Una religión de final de siglo”. La Época, 6/7/1890 y 18/8/1890.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
282
Madrid con el título La Nueva Teosofía, que se destacó en la prensa y cuyo contenido
posteriormente se publicó como folleto. Producto de estas acciones de difusión se
consiguió ampliar el grupo de interesados en la teosofía y poco después, en un acto que
tuvo lugar en abril de 1891 en el Palacio Árabe propiedad de Xifré en Madrid, se formalizó
la constitución del Grupo español de la Sociedad Teosófica. Este pequeño grupo inicial fue
muy activo: celebró reuniones y diversas actividades divulgativas en el palacio de Xifré y
continuó la labor traductora de obras relevantes de la teosofía para su publicación en
España. De hecho, ese mismo año ya habían conseguido que La Raza Futura, de Edward
Buwler-Lytton, apareciese publicada por entregas en La Época499
.
A los escasos días de constitución del grupo madrileño, falleció en Londres
Helena P. Blavatsky y el hecho tuvo reflejo, junto a breves esbozos de su biografía, en
diarios como La Época, El Imparcial o El Heraldo de Madrid, entre otros. Al año siguiente
falleció repentinamente, a sus escasos 31 años, uno de los fundadores y miembros
españoles más activos: Francisco Montoliú. En cuatro años escasos había desempeñado
una titánica obra de traducción y divulgación de la corriente teosófica: nada menos que
nueve libros y numerosos artículos (aparte de los propios) que fue publicando en la revista
que fundó y dirigió hasta su muerte: Estudios Teosóficos500
. Poco a poco fueron
incorporándose a este grupo inicial varias personas, tanto en Madrid como en Barcelona,
que serían importantes para la sociedad en España. Entre ellas cabe destacar a José
Roviralta, a Ramón Maynadé, a Manuel Treviño (que sería el secretario de la sociedad
durante muchos años), a Tomás Doreste, a José Melián o a Viriato Díaz-Pérez, entre otros.
Una vez alcanzado el número mínimo para hacerlo (siete personas), en mayo de 1893
varios de ellos solicitaron la constitución de la Rama Madrid de la Sociedad Teosófica, lo
que les fue autorizado el 19 de mayo mediante la signatura, en la sede de Adyar en la India,
de la denominada Carta Constitutiva. José Xifré fue designado su primer presidente. Ese
mismo año se constituyeron también las ramas de Barcelona y de Valencia501
.
499
Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 57.
500 Pomés, J. (2006): Op. cit., p. 59.
501 Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 59; Pomés, J. (2006): Op. cit., p. 57. La organización se dividía
en ramas, consecuentemente con el símil de la Sociedad Teosófica como un gran árbol. Louzao, J.
(2008): Op. cit., p. 515.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
283
Muy importante fue la divulgación de las ideas y actividades a través de sus
revistas. La primera de ellas fue la comentada Estudios Teosóficos, surgida en Barcelona,
que se publicó desde 1891 hasta la muerte de Montoliú, en 1892. Meses después, a
principios de 1893, comenzó la publicación en Madrid de Sophia, que pudo ser, a juicio de
Pomés, "quizá el logro principal del teosofismo español hasta 1914". De periodicidad
mensual, fue el más importante órgano de difusión y portavoz del movimiento en España
hasta 1914, cuando se interrumpió su publicación hasta 1924, probablemente a causa de los
problemas económicos del que fue hasta entonces el más importante mecenas español del
movimiento, su presidente Xifré. Sophia logró introducirse en círculos intelectuales y
literarios de la época. Los temas principales que tuvieron cabida en la revista fueron muy
variados: el esoterismo y la magia, la filosofía oriental, las religiones antiguas, la mitología
clásica, continentes perdidos como la Atlántida o Lemuria, lenguas como el sánscrito o el
esperanto, el misticismo sufí, la tradición filosófica y mística española, etc.502
Y entre ellos
no faltaron los pretendidamente científicos. En 1894 el grupo pionero percibió un aumento
considerable de los interesados en la doctrina teosófica. Y al año siguiente, Tomás Doreste
comenzó a dar charlas periódicas en el Ateneo de Madrid que lograron captar la atención
de los ateneístas, que se tradujo, sobre todo, en colaboraciones para la revista Sophia503
.
Como ocurría en otros países, también en España se pueden constatar similares
relaciones de muchos de sus miembros con otros movimientos políticos, sociales y
culturales de la época (republicanismo, higienismo, renovación pedagógica, feminismo,
pacifismo, etc.). Los lazos de la teosofía española con la literatura y el modernismo fueron
muy estrechos: muchos de los literatos y otros artistas del momento se sintieron atraídos
hacia Oriente y hacia el misticismo, el ocultismo o a los misterios esotéricos, de lo que
dejaron constancia en algunas de sus obras, como fue el caso de Valle Inclán en La
Lámpara Maravillosa o el comentado de Juan Valera; y en Sophia colaboraron autores
como Salvador Rueda, Leopoldo Lugones o Rubén Darío, escritor especialmente atraído
por el simbolismo hermético que estuvo, al menos durante un tiempo, vinculado a grupos
teosóficos. Del mismo modo, algunos teósofos importantes que colaboraban asiduamente
de Sophia lo hicieron también en revistas modernistas del momento, como Helios,
502
Louzao, J. (2008): Op. cit., pp. 513-514. Pomés, J. (2006): Op. cit., pp. 61-62.
503 Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 64.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
284
Renacimiento, Prometeo y otras. Asimismo fueron numerosos los miembros y
simpatizantes de la teosofía en España que pertenecieron a la masonería, más
específicamente, a la comasonería o masonería mixta, cuyo máximo promotor en nuestro
país fue Manuel Treviño. Especial fue también la relación de los teósofos españoles con la
política. Señala Louzao que "el movimiento teosófico español fue un movimiento
conscientemente republicano y progresista", aunque también hubo partidarios del
liberalismo o, incluso -esto fue menos frecuente- del anarquismo. Ya hemos hablado de la
estrecha relación entre el republicanismo en la Restauración y el anticlericalismo, que fue
uno de los principales factores movilizadores hacia sus bases, sobre todo tras la desigual
batalla -favorecida por el régimen- de la Iglesia contra la heterodoxia. Pero el
enfrentamiento a la jerarquía católica no significaba necesariamente una identificación
entre republicanismo y ateísmo. Por el contrario, en su seno también encontraron refugio
alternativas religiosas que, junto al laicismo o al ateísmo, sufrían la persecución de una
sociedad conservadora en la que la Iglesia católica tenía un evidente protagonismo y
poder504
. Republicanos, teósofos y espiritistas compartieron y frecuentaron los ambientes
librepensadores como los casinos o los ateneos. Algunos teósofos madrileños, como
Viriato Díaz-Pérez, por ejemplo, también frecuentaron la conocida tertulia del diario
republicano y anticlerical El Motín, el fundado y dirigido por José Nakens505
.
8.4. ARTURO SORIA Y LA TEOSOFÍA
Arturo Soria tenía sintonía ideológica directa con varios de estos movimientos
progresistas afines. Conocemos, por ejemplo, su proximidad y su colaboración el
republicanismo y la defensa de los postulados higienistas, que habían servido de base para
sus propuestas urbanísticas. Pero, además, esto no lo había comentado hasta ahora, Arturo
Soria hacía ya décadas que había ingresado en la masonería. Es este aspecto, todavía
bastante desconocido a día de hoy. Aunque no hay duda sobre dónde y cuándo inició su
pertenencia, poco más se sabe sobre su escasa -al menos con los datos que se tienen hasta 504
Duarte, Á. (2013): Op. cit., pp. 147-148.
505 Pomés, J. (2006): Op. cit., pp. 62-67. Louzao, J. (2008): Op. cit., pp. 520-524.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
285
la fecha- actividad como masón. Hay dos trabajos que han revelado información sobre esta
actividad masónica de Arturo Soria: un estudio sobre la masonería en Galicia publicado en
1990, que fue la tesis doctoral de Alberto Valín, y un artículo de Antonio Bonet Correa
aparecido en 1991506
. Ambos citan a uno de los más importantes estudiosos de la
masonería en España, José Antonio Ferrer Benimeli, como la fuente que les ofreció los
datos sobre la relación de Arturo Soria con la masonería507
. La información revelada es
escueta: Arturo Soria se inició como masón en La Coruña en 1870, es decir, en la época en
la que ocupaba el puesto de secretario del Gobierno civil de esa ciudad. Había sido en la
logia La Herculina nº 10, que tuvo actividad durante sólo unos años, entre el año de su
constitución, 1869, y 1872, pero que tuvo una cierta importancia y llegó a contar con 99
integrantes. Dependía de la obediencia Gran Oriente de España, que había nacido en ese
mismo año de 1869. Se trataba ésta de una obediencia liberal, que había surgido como
escisión de la tradicional y más conservadora Grande Oriente Nacional de España508
.
Fue esa una época de esplendor para la masonería en España, posibilitada e
impulsada por el régimen de libertades nacido tras la caída del régimen isabelino, que
había permitido la libertad de asociación y acababa con casi cinco décadas de actividades
clandestinas en España (lo que, por cierto, tampoco evitó la pertenencia a ella de muchos
personajes destacados de la política y de la sociedad española). El número de logias creció
espectacularmente en poco tiempo y dio lugar a un cierto desorden que terminó motivando
506
Valín Fernández, A.J.V. (1990): Galicia y la masonería en el siglo XIX. Bonet Correa, A.
(1991): “Paisaje Urbano, Ciudad Lineal y Masonería”. Este artículo se publicó en dos revistas: en
el número 89 de Ciudad y Territorio, y en el número de104 de Villa de Madrid, aparecida también
en 1991. Según indica el autor, el artículo había sido compuesto en 1982 para ser incluido en un
libro que iba a recopilar las conferencias con motivo del homenaje que ese año se tributó a Arturo
Soria en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid y que
finalmente quedó inédito. Bonet incorporaba en 1991 la información que había recibido en 1988
que corroboraba su hasta entonces mera sospecha de que Arturo Soria fuese masón.
507 Según me indicó Valín, los datos procedían de un fondo documental masónico perteneciente a la
familia de "un antiguo ministro del reinado de Amadeo de Saboya" al que había logrado acceso
José Antonio Ferrer Benimeli. Contacté con Ferrer Benimeli para consultarle sobre este asunto y
me indicó que dio con el fondo de manera casual, pues sus propietarios de entonces se proponían
vender el archivo y se lo ofrecieron a él. Desestimó el ofrecimiento pero consiguió que le hiciesen
una copia de algunos documentos en los que estaba interesado, entre los que se encontraban los de
la Logia Herculina nº 10. Amablemente me envió una copia de esos documentos, pero tampoco
quiso especificarme quien había sido el ministro de Amadeo que había reunido los documentos en
su archivo personal, no sé si por un compromiso de confidencialidad con la familia que se lo
ofreció.
508 Valín Fernández, A.J.V. (1990): Op. cit. pp. 78-95.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
286
también escisiones entre los Grandes Orientes. Fue entonces cuando surgió el que en este
caso concreto nos ocupa, el Grande Oriente de España. Esta obediencia logró captar, en
julio 1870, al que entonces ocupaba la presidencia de las Cortes, Manuel Ruiz Zorrilla, y
los pocos días le eligió su Gran Maestre, lo que significó un revulsivo importante para la
obediencia509
. Manuel Becerra, por su parte, también militaba en la masonería desde hacía
ya muchos años y fue también importante en el Gran Oriente de España, pues en 1884 fue
elegido Gran Maestre.
¿Pudieron ser éstas las influencias que impulsaron a Arturo Soria a solicitar el
ingreso en la logia coruñesa o fue, simplemente, arrastrado por esa tendencia entre las
personas de ideología progresista en esos años? Sea cual fuere su motivación, de entre las
escasa información que hay sobre esta logia, ha perdurado su cuadro lógico de 1872, y por
él conocemos que la fecha concreta en la que Arturo Soria ingresó en La Herculina nº 10
fue el 21 de junio de 1870, y que aparece inscrito con el número 74. Poco después,
concretamente el 11 de octubre510
, ascendió al grado 2º, el de compañero, y el 10 de
noviembre consiguió el grado 3º, el de maestro. Soria decidió adoptar como nombre
simbólico el de uno de los conocidos como siete sabios de la Grecia clásica: Solón,
pensador, poeta, legislador reformista y teórico de la política, cuya labor no sólo fue
valorada en su tiempo, sino que recibió también cierto reconocimiento en etapas
posteriores. Poco más es lo que hoy se conoce del Arturo Soria masón. En agosto de 1871
dejó su puesto de secretario en el Gobierno civil de La Coruña para ocupar el mismo
puesto en Puerto Rico. En la columna observaciones del cuadro lógico de La Herculina nº
10 se indicaba "Reside en otro Oriente", haciendo alusión a este cambio de residencia. No
se conoce si durante su breve estancia en Puerto Rico o tras su retorno tuvo algún tipo de
actividad masónica a través de alguna otra logia. Bonet Correa comentaba que Ferrer
Benimeli le informó de que en un registro de masones del año 1889 todavía figuraba como
509
“Historia de la masonería en España”. Museo virtual de la masonería [En línea]. [Consulta:
29/10/2015]. <http://www.uned.es/dpto-
hdi/museovirtualhistoriamasoneria/5historia_masoneria_espana/SALA%20V.htm>.
510 Esta es la fecha aportada por Alberto Valín. Antonio Bonet indica el 17 de octubre de 1870.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
287
masón, pero se desconoce si estaba en activo o pertenecía ya a la categoría de "hermanos
durmientes"511
.
Así que fueron diversos los posibles grupos progresistas a través de los cuales
Arturo Soria podría haber llegado a conocer los fundamentos básicos de movimientos
como el teosófico. También es posible que pudiese haber leído ya alguna de las reseñas
periodísticas que, como hemos detallado, habían ido apareciendo en los primeros años del
movimiento en España. Pero parece más probable que, si no las primeras noticias, quizá
los primeros contactos con pioneros teósofos madrileños tuviesen lugar en el Ateneo de
Madrid. Ya conocemos que Sophia se introdujo allí desde el inicio de su andadura y fueron
varios los teósofos que alrededor de esas fechas comenzaron a dar conferencias en ese
importante foro cultural al que Arturo Soria asistía, y en el que él mismo, en mayo de
1894, ya había dado una conferencia para dar a conocer su proyecto urbanístico512
.
Lo que sí está claro es que en estos primeros años de la década de 1890 hay una
transformación importante en la mentalidad de Soria, no sabemos si como consecuencia de
haber llegado a profundizar en el conocimiento de las corrientes herméticas o si el interés
en ellas pudo venir motivado por alguna experiencia vital coincidente en el tiempo. Pero es
bastante evidente el tránsito iniciado por Soria en esos años desde un perfil positivista, y
seguramente materialista, como veremos, hacia una mayor afinidad hacia el idealismo, el
espiritualismo y, por ende, el pseudocientifismo esotérico, del que pasó a hacer gala en sus
obras.
Louzao afirma haberse interesado en las biografías de los primeros teósofos
españoles buscando hallar alguna posible analogía que hubiese podido determinar su
militancia en el nuevo movimiento. Y es curioso, pues, aparte de la lógica disparidad de
avatares personales, los perfiles estudiados coincidían en haber recalado en la teosofía tras
511
No he logrado averiguar nada más sobre esta relación se Soria con la masonería. En el Centro
Documental de la Memoria Histórica de Salamanca no consta ningún expediente relativo a esta
pertenencia, ni ninguna documentación sobre la Herculina nº 10 de A Coruña.
512 Arturo Soria y Mata aparece con el número 3410 en uno de los directorios que publicaba el
Ateneo de Madrid con la lista de sus socios, concretamente en el de 1903. No aparece en uno
anterior de 1891 ni en otro posterior de 1909. Los expedientes personales de los socios resultaron
destruidos en el trascurso de la Guerra Civil (1936-1939). Ateneo científico, literario y artístico de
Madrid (Marzo de 1903): Lista de señores socios, p. 80.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
288
un alejamiento previo del catolicismo y el inicio de "una búsqueda espiritual particular"
tras la que, sin embargo, no deseaban recalar "en el ateísmo o increencia". Otro
descubrimiento curioso era el de que alguno de ellos había pasado de defender
apasionadamente las teorías de Darwin o Haeckel a "convertirse" tras haber conocido las
obras de Blavatsky; y es que tampoco fue infrecuente el viaje hacia el platonismo partiendo
previamente del materialismo513
. Este fue el caso de, por citar a algunas personajes
destacados del ámbito internacional, August Strindberg, el conocido dramaturgo sueco que
pasó de un ateísmo militante –fue discípulo de Nietzsche- a aceptar la existencia de un
mundo trascendente controlado por poderes o agentes supernaturales, o el del Nobel
irlandés George Bernard Shaw, reconocido materialista que acusaba a las religiones
tradicionales de ser deshonestas, inflexibles y absolutamente incapaces de adaptarse a las
implicaciones reales del evolucionismo darwiniano, y terminó pensando en la posibilidad
de la existencia de algo similar al cielo, si bien no como un lugar sino como dirección,
yendo hacia la cual la vida humana podría mejorar514
.
Aunque lo que sí fue bastante común entre los teósofos en general fue una
posición crítica con la jerarquía cristiana que en numerosas ocasiones llegó hasta el
anticlericalismo, sin que esto significase en absoluto renegar del cristianismo en conjunto.
Y aunque insistimos en que no conocemos las razones concretas que motivaron la
transformación en su forma de pensar, lo que sí sabemos es que Arturo Soria podía
encuadrarse entre los que se interesaron en el espiritualismo habiendo abjurado
previamente de la religión, como declaró de forma expresa y sin recato en el padrón
municipal del año 1877515
.
También he investigado en sus circunstancias vitales de los años previos a la
década de 1890, tratando de dilucidar si pudo ser alguna crisis personal la que pudiese
haber motivado el repentino interés de Arturo Soria en el espiritualismo. Conocemos que
513
Louzao, J. (2008): Op. cit., pp. 516 y 526.
514 Watson (2014): Op. cit., pp. 97-105.
515 AHVM. Padrón municipal del año 1877. Arturo Soria había indicado en la casilla Religión:
"Ninguna". Si llegó a tener también un sentimiento anticlerical debió ir mitigándose con los años.
Sabemos, por ejemplo, que la jerarquía eclesiástica fue protagonista en muchos de los festejos o
celebraciones llevadas a cabo en la Ciudad Lineal, sin ir más lejos, en el acto inaugural de su
construcción.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
289
en el terreno profesional tuvo unos años, los últimos de la década anterior, de
incertidumbre laboral y es probable que también una cierta inseguridad económica unida a
unas cuantas bocas que alimentar, ya que por entonces la familia Soria había tenido siete
hijos, de los que sólo sobrevivían cinco, pues, como ya sabemos, entre 1886 y 1887 se le
habían muerto dos niñas. Así que no es de extrañar que las necesidades le impulsasen a
aceptar un destino en Cuba durante una breve temporada cuando Becerra le facilitó su
entrada en el Ministerio de Ultramar. Pero para el año en que decidió publicar la primera
de sus obras, 1894, las nuevas perspectivas empresariales le mantenían ocupadísimo y,
obviando las lógicas incertidumbres, muy ilusionado. Pero como ya he comentado, salvo la
muerte de sus dos hijas, no soy capaz de aportar con seguridad un motivo directo para que
tornase su atención hacia el mundo de las religiones, la espiritualidad o el esoterismo.
Soria se propuso que los cambios en su pensamiento tuvieran una evidencia
tangible, por lo que en 1894 comenzó la escritura de la primera de sus obras, Origen
poliédrico de las especies, compaginándola con el enorme esfuerzo de dar forma y poner
en marcha su novedoso proyecto empresarial. Y se impuso un ritmo frenético, pues a los
dos meses ya daba por concluido el primero de sus trabajos. Él mismo comentaba también
este proceso en los primeros párrafos del prólogo que merece la pena reproducir516
:
Esta obra no se ha ejecutado con el sosiego del cuerpo y la paz del espíritu, que son
auxiliares eficaces para obtener del esfuerzo intelectual sazonados frutos.
Dedicarle brevísimos instantes cada día, suspendiendo el rudo batallar de multitud de
trabajos y preocupaciones; no disponer del tiempo necesario para consultar algo de lo
mucho escrito por otros acerca de las materias que trato, y tener por todo laboratorio la
pluma y el tintero, no son ciertamente circunstancias adecuadas para esperar perfecciones
y bellezas.
[...]
Durante toda mi vida he tenido el anhelo constante de consagrarme única y
exclusivamente al estudio de las ciencias exactas y naturales. Jamás he tenido la suerte de
poder dedicar una semana seguida a la meditación y al estudio.
516
Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., pp. 5-7.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
290
Hoy, en medio de multitud de trabajos y deberes abrumadores; cansado el cuerpo y
dolorida el alma, no he hallado fórmula superior para expresar el desprecio que me
inspiran determinadas personas y cosas, y pequeñeces y miserias que me molestan, que
volver los ojos a la ciencia, a la amistad sincera e invariable de los libros.
Durante dos meses, quitando minutos al trabajo del día, al sueño y al descanso, he llevado
a cabo esta labor, procurando para mi espíritu la felicidad de dejar al morir algo más de lo
que hallé al nacer.
Si no logro mi intento, por lo menos habré cumplido el precepto árabe que ordena plantar
un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
De la lectura de alguno de los párrafos de este prólogo también se puede entrever que lo
que inicialmente atrajo a Soria hacia estos movimientos pseudocientíficos fue su ambición
como hombre de ciencia. De hecho, a pesar de no verlo corroborado por la comunidad
científica como fue su deseó, él no dejó de calificar a sus obras, al menos Origen y
Contribución, como científicas517
. Y este tipo de movimientos proponían respuestas para
algunos de los enigmas de la ciencia en boga en esos momentos, conciliando conceptos,
argumentaciones y terminología religiosa, filosófica y científica sin exigir como requisito
planteamientos positivistas o métodos empíricos.
Aunque sin descartar que se conociesen previamente, al menos desde que vio la
luz el primero de sus libros, Soria comenzó a cultivar una relación de amistad con el que
sería uno de los hombres más importantes en la Sociedad Teosófica española: Manuel
Treviño y Villa. El libro vio la luz a finales de 1894 y Soria quiso presentarlo en el Ateneo
de Madrid, lo cual tuvo lugar el 15 de diciembre de ese año. La conferencia llevó el título
de "El origen poliédrico de las especies" y, según las reseñas aparecidas en La
Correspondencia de España o en El País, Soria fue muy aplaudido "por la numerosa
concurrencia que le escuchó"518
. Pero de ser cierto el efecto descrito, debió durar poco. A
los pocos meses solicitó al Ateneo una nueva fecha para la exposición de sus teorías. La
517
Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., p. 6. Son numerosas las alusiones a que lo que desarrollaba
en esta obra era ciencia.
518 La Correspondencia de España, 17/12/1894, p. 3. El País, 18/12/1894, pp. 2-3.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
291
nueva conferencia, que versó sobre "La geometría poliédrica aplicada a los minerales" tuvo
lugar el 17 de marzo de 1895. En El Siglo Futuro se incluyó una mención a esa conferencia
y se señalaba que el discurso de Soria había producido "buen efecto entre los pocos, pero
eminentes hombres de ciencia que le escucharon". Uno de estos escasos asistentes fue
precisamente Manuel Treviño, quien al día siguiente remitió a Arturo Soria una breve nota
como muestra de su agradecimiento por haberle citado en la conferencia519
. Esta nota,
junto a una carta más extensa que Treviño le escribió apenas dos días más tarde -y que
ahora comentaré-, indican que aunque conociendo Soria ya algún trabajo de Treviño como
para citarle en una conferencia, no se debían conocer desde hacía mucho.
Figura 8.3: Manuel Treviño en 1910. Fuente: CDMH.SE-MASONERIA_A,FOTO.138.
519
AKS. Notas del Ateneo de Madrid, 12/12/1894 y 13/3/1895. AKS. Nota de Manuel Treviño,
18/3/1895. El Siglo Futuro, 21/5/1895.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
292
Pero Treviño ya conocía el libro de Soria y además lo había leído con detenimiento. Le
había causado una impresión tal que, dos días más tarde de su primera nota, se decidió a
escribirle a Soria una nueva y extensa carta en la que le exponía el impacto que en él
habían causado "sus descubrimientos". Treviño demostraba ser una persona humilde,
iniciaba la carta casi disculpándose por atreverse (él, una persona que no poseía "ningún
estudio académico" y que carecía "de un nombre" aunque tampoco pretendía alcanzarlo) a
escribirle unas observaciones sobre su obra, e incluso manifestarle que alguna de sus
aseveraciones le parecía discutible, aunque le dejaba patente que estaba de acuerdo con la
mayoría de ellas. Treviño ha leído con mucha atención la obra de Soria y le señalaba su
admiración porque se había atrevido a afirmar que "la materia dicha inorgánica, no lo es,
sino que por el contrario es orgánica y quizá tanto o más que la llamada de este modo",
"sólo que su vida y su movimiento es tan rápido que nuestros sentido no pueden
percibirlo"520
. Además le copiaba citas (en inglés) de un "libro publicado en Londres en
1888" -probablemente refiriéndose a La doctrina secreta- que, según él, corroborarían
alguna de las afirmaciones de Soria521
y algunos esquemas procedentes de otro libro
"publicado en Nueva York" en 1877 -probablemente el Isis sin velo, también de Blavatsky-
que podrían servirle a Soria para desarrollar o matizar algunas de sus hipótesis.
520
Treviño se refiere al texto en el que Soria afirma que “Para aplicar con fruto al estudio de la
Química la hipótesis de las formas poliédricas regulares, preciso es principiar por olvidar el
concepto equivocado y las palabras impropias de materia inorgánica y química inorgánica. De que
sea molesto para la humana vanidad el confesar que se desconoce la forma de las moléculas, no
debe deducirse la consecuencia excesiva de que los seres o cuerpos que no son ni vegetales ni
animales carecen de organización, de forma y de vida. Yo parto del supuesto contrario, y afirmo
que la materia inorgánica, o desorganizada, o dispuesta de modo irregular o caótico, no existe; que
los átomos, última expresión de la materia, se agrupan obedeciendo a reglas necesarias e
ineludibles de la Aritmética y de la Geometría; que estas agrupaciones son las primeras
manifestaciones rudimentarias de las formas todas que nacen de la suma, multiplicación y
agrupación por todos los modos aritméticamente posibles de aquéllas; y por último, que la vida no
es patrimonio exclusivo de las especies animales, y que así como la advertimos en grado menos
ostensible en los vegetales, existe también en grados más inferiores ó menos visibles en los
minerales, llegando así, por insensibles gradaciones y matices, desde la humanidad, la más alta
expresión de la vida, hasta los cuerpos simples, o sea, a las primeras formas poliédricas regulares
constituidas por los átomos iguales de una materia única; pero en todos los casos igualmente
incomprensible”. Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., pp. 53-54. AKS. Carta de Manuel Treviño a
Arturo Soria, 20/3/1895.
521 Una de las citas incluidas por Treviño refleja una idea prácticamente coincidente con algo de lo
que desarrolla Soria: “Dots, lines, triangles, cubes, circles and finally spheres, why or how?
Because, says the commentary, such is the first law of Nature, and because Nature geometrizes
universally in all her manifestations”.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
293
Ni que decir tiene que, ante la casi general indiferencia que causó su libro en la
comunidad científica a la que pretendió dirigirse, la carta de Treviño que dejaba
explícitamente de lado las habituales fórmulas laudatorias que normalmente dejaban
traslucir un desinterés siquiera por leerlo, para demostrarle que no sólo lo había leído sino
que además lo había estudiado en profundidad, hizo que Soria se sintiera muy halagado.
Fue el inicio de una colaboración y una amistad que mantendrían durante años. Según
anota Soria de su puño y letra en un álbum en el que recopiló recortes, notas, comentarios
cartas y reseñas relativas a la publicación del Origen poliédrico de las especies, en una
entrevista personal Treviño le ofreció incluir un artículo suyo en "una revista teosófica". El
apunte no está datado pero esto debió ocurrir en la primera mitad de 1895, poco después de
la comentada carta. Arturo Soria de momento no se plantearía esta colaboración522
. Es muy
probable que ya estuviese pensando en su propio periódico, pues La Dictadura comenzó su
breve singladura en octubre de ese mismo año y Soria comenzó a insertar las entregas de
Contribución al origen poliédrico de las especies desde el primer número.
Figura 8.4: Dibujos incluidos por Manuel Treviño en su carta a Arturo Soria de 20/3/1895. Fuente:
Archivo Keller Soria.
522
AKS. Carta de Manuel Treviño a Arturo Soria, 20/3/1895 y Álbum de Origen poliédrico de las
especies.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
294
Así que fue el propio Manuel Treviño el que, en los números correspondientes a mayo,
junio, agosto y noviembre de 1895, decidió publicar varios artículos en Sophia dedicados a
analizar y a comentar la primera de las obras de Soria. Merece la pena insertar el comienzo
del primero de ellos porque puede servirnos de pista sobre la pretensión científica a la que
aludíamos anteriormente y el tipo de obras que gozaban del favor de los teósofos523
:
Entre todas las confirmaciones científicas que espera la Teosofía, ésta es una y quizás la
que sirva de base para las sucesivas. D. Arturo Soria, autor del libro titulado Origen
Poliédrico de las Especies, ajeno en un todo a la Teosofía y a sus enseñanzas, ha
confirmado con sus descubrimientos científicos varias conclusiones que la Teosofía se
veía precisada a sostener únicamente como hipótesis, dada la carencia de pruebas
requeridas para que los científicos las admitan. Todo lo contrario ha ocurrido en la obra a
que me refiero; pues si bien algunas cosas no dejarán de parecer hipotéticas para la
mayoría, quien sabe si el autor, alentado por algún éxito alcanzado con su
descubrimiento, no siga estudiando y pueda con más extensión pararse en el detalle,
proporcionando a la ciencia esas pruebas que de continuo demanda.
Como podemos leer, para entonces Treviño todavía consideraba a Soria "ajeno en un todo
a la Teosofía y a sus enseñanzas", por lo que cabe pensar que fuese a raíz de la relación
iniciada entre ambos tras la aparición de Origen cuando Soria llegase a profundizar en el
movimiento teosófico. Según Soria, fue precisamente Treviño, quien al parecer también
tenía un cierto interés en la geometría, sobre la que incluso había realizado algunos
trabajos propios aunque no los había llegado a publicar, la única persona que le "auxilió
intelectual y materialmente en estos trabajos geométricos"524
. Además Treviño realizó unas
meritorias ilustraciones y que fueron incluidas por Soria en algunos de sus trabajos
posteriores.
523
Treviño, M.: "Sobre el origen poliédrico de las especies". Sophia, mayo, 1896, pp. 168-172.
524 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 56.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
295
Figura 8.5: Ilustración realizada por Manuel Treviño de un dodecaedro de 2ª clase. Fuente: Soria y
Mata, A. (1896): Contribución al Origen poliédrico de las especies, p. 71.
Treviño fue uno de los traductores de las obras de desatacados teósofos, un articulista muy
prolífico en Sophia -que incluso dirigió durante unos años-, y llegó a ser uno de los
hombres más importantes de Sociedad Teosófica en España. Entre la escasa
correspondencia mantenida entre Soria y él que he conseguido localizar, lo que abunda,
lamentablemente, son las cartas de cortesía y las de demanda de algún ejemplar de Sophia
o de alguna otra revista teosófica extranjera. También hay alguna en con comentarios
relacionados con alguno de los artículos de Soria para Sophia. En alguna de ellas también
se encargaban saludos a teósofos españoles de relevancia como Xifré, Maynadé u otros.
Es, por tanto, muy probable que fuese a raíz de profundizar en su relación con Treviño, el
que Soria conociese a otras personas importantes en la Sociedad Teosófica española,
siguiese con cierto interés las actividades de la sociedad. También se suscribió a Sophia y
lo estuvo hasta 1913, cuando dejó de publicarse, pero no he encontrado constancia de que
llegase a estar afiliado formalmente a la Sociedad Teosófica española, aunque en alguna
ocasión y por causas concretas hizo alguna pequeña contribución económica. Vicente
Penalva tampoco lo incluyó en sus listados de miembros de la sociedad y ni siquiera
aparece citado en su tesis como uno de los seguidores del movimiento. Sin embargo,
Viriato Díaz-Pérez, uno de los históricos de la Rama Madrid, con ocasión de la celebración
del Día de Loto Blanco (aniversario de la “desencarnación” de Blavatsky) de 1919
Arturo Soria y Mata. Una biografía
296
recordaba a Arturo Soria entre los primeros protagonistas de la rama madrileña525
. Pero
creo más bien que Soria se limitó a asistir a algunas reuniones y actos teosóficos, sin llegar
a pertenecer formalmente a la rama. De hecho, entre las escasísimas cartas recibidas por
Soria de miembros de la Sociedad Teosófica que se conservan figura una de precisamente
Díaz-Pérez, quien, con la excusa de un asunto prosaico como era la recomendación de un
conocido para que le facilitase trabajo en la CMU, le incluía una frase -y esto es lo que
aquí nos importa- de mera cortesía, pero que corrobora lo que años más tarde recordaba de
algunas de sus reuniones madrileñas526
: “¿Cuándo tendremos el gusto de verle
nuevamente? La Rama se reúne ahora en casa de Xifré”. La frase deja pocas dudas sobre si
Soria acudió a reuniones de la Sociedad Teosófica. Pero, aunque no sabemos si a muchas o
a pocas, cabe entender que su presencia no era habitual, y que además no tenía un canal de
convocatoria prefijado que le permitiese saber cuándo se reunían.
En cualquier caso, la teosofía en España nunca llegaría a contar con un número
elevado de afiliados. Penalva estima que, en sus mejores momentos, es decir, entre las
décadas de 1920 y 1930, el número de afiliados no pasó de los 500. Y eso en los mejores
tiempos, porque alrededor de 1910, el número de miembros no llegaba ni siquiera a los
100. Las cifras de afiliados en España alrededor de 1930 contrastan notablemente con las
de Estados Unidos, por ejemplo, donde fueron más de 8.000 los miembros de la Sociedad
Teosófica, las de Gran Bretaña, donde pasaron de los 5.000, o las de Francia, donde
llegaron a contarse alrededor de 3.500 miembros. Comparando los datos de afiliados en
España con los de miembros activos de la masonería repartidos en diferentes obediencias
(estimados en más de 3.700), Penalva concluye que la teosofía fue un movimiento
minoritario en nuestro país. Pero esta baja afiliación contrasta notablemente con la
aceptación y la presencia que llegó a tener en la sociedad española durante esas décadas, a
lo que contribuyó, sin duda la gran actividad traductora, editorial y propagandística de sus
miembros527
. En 1927, un sacerdote catalán estudioso de las corrientes religiosas
heterodoxas, Joan Tusquets, publicó un libro sobre la teosofía en el que según sus cálculos
525
CDMH.SE-Teosofía. Leg. 11.Exp. 530. Expediente personal de Arturo Soria y Mata.
CDMH.SE-Teosofía. Leg. 13.Exp. 610. Expediente personal de Arturo Soria Hernández. Penalva,
V. (2013): Op. cit. Larrea, J.F. (1993): Modernismo y Teosofía: Viriato Díaz-Pérez, pp. 352-355.
526 AKS. Carta de Viriato Díaz-Pérez a Arturo Soria, 11/2/1902.
527 Penalva, V. (2013): Op. cit., pp. 41 y 117-126.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
297
el número de seguidores en España podía rondar los 500.000 (una cifra a todas luces
exagerada) y alertaba de su progresión. Como “religión del mundo moderno”, a la que
según Tusquets aspiraba, el que siguiese creciendo en la proporción que lo estaba haciendo
en esa década, estimaba que suponía una amenaza a tener en cuenta para el catolicismo
imperante528
. Pero a pesar de la presencia que llegó a tener en la sociedad y del número de
sus seguidores, como ya hemos comentado, muchos de ellos con un nivel intelectual
elevado, la consideración mayoritaria que imperó hacia la teosofía, tanto en España como
en el resto de los países de nuestro entorno, fue la de estar, cuando menos, ante una
heterodoxia extravagante y sin fundamento. Fueron muchos los teósofos que se sintieron
víctimas de los recelos y de la incomprensión hacia su pensamiento, por lo que no fueron
infrecuentes los casos en que, por ejemplo, para evitar el rechazo de las familias o los de
los propios camaradas en otros movimientos culturales, sociales o políticos en los que
también militaban, llevasen sus actividades con cierto secretismo o firmasen sus
colaboraciones o trabajos con seudónimos. Son ilustrativos, por ejemplo, los casos de los
pioneros del movimiento en España, José Xifré y Francisco Montoliú, pertenecientes
ambos a familias aristocráticas de elevado nivel cultural. Xifré se había educado en París
con Alfonso XII y tuvo que dejar de relacionarse con él tras ser conocidas y hacer
evidentes sus "veleidades" espirituales. Montoliú era hijo de los marqueses de Montoliú y
había sido desheredado por sus creencias teosóficas. Cuando el padre tuvo noticia de la
repentina y grave enfermedad que terminaría conduciéndole a la muerte, se personó en su
domicilio con un grupo de clérigos que procedieron a una rápida reconversión del
moribundo al catolicismo, a hacer una pira con la documentación y los libros heterodoxos
de Francisco y a alejar de su lecho a sus dolidos amigos teósofos, rechazando incluso la
corona de pésame que enviaron tras su fallecimiento529
.
Otro ejemplo significativo que ilustra cómo los prejuicios sociales hacia la
teosofía pudieron llegar incluso a afectar a las carreras profesionales de algunos de los
teósofos fue el del que llegaría a ser uno sus más miembros más ilustres en España, Mario
Roso de Luna. Fue Roso un hombre de enormes aptitudes intelectuales y de conocimientos
pluridisciplinares. Doctor en Derecho y licenciado en Ciencias, entre sus investigaciones se
528
Pomés, J. (2006): Op. cit., p. 58.
529 Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 58. Louzao, J. (2008): Op. cit., p. 511.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
298
pueden encontrar aportaciones en el campo de la astronomía, del derecho, de la
arqueología, de la historia, de la filosofía, etc. Ejerció como periodista -posteriormente
profundizaremos en esta faceta suya mediante la que mantuvo una relación estrecha con
Arturo Soria-, dejó escritos numerosos libros y fue un brillante y reconocido
conferenciante. Desde su ingreso en la Sociedad Teosófica fue uno de sus miembros más
activo e importantes. En sus obras se esforzó para amalgamar ciencia y doctrina teosófica,
lo que le llevó a incluir conceptos y vocabulario teosófico que en muchas ocasiones generó
el rechazo de muchos de sus lectores. Entre los años 1912 y 1913 tuvieron un éxito
importante unos cursos que ofreció en el Ateneo madrileño con el título ‘Filosofía oriental
en armonía con las ciencias modernas, lo que motivó que un número cercano a los
cuatrocientos, entre catedráticos y ateneístas, suscribiesen una solicitud al gobierno para
que se crease para él una Cátedra Polididáctica (ciencias, filosofía y mitologías
comparadas) en la que profundizase en los contenidos expuestos en los cursos del Ateneo.
La solicitud se reactivó 1918, tras unos descubrimientos astronómicos hechos por Roso de
Luna, y en principio parecía que podría haber prosperado pero al final se desestimó al
valorar negativamente las afinidades intelectuales heterodoxas de Roso (en concreto se le
tachó de budista, según él mismo le explicaba en una carta a Miguel de Unamuno)530
.
También en otros países personas destacadas que no escondieron sus afinidades
blavatskianas tuvieron que soportar conductas similares. Antes de convertirse en los líderes
teosóficos que llegaron a ser, Annie Besant o Rudolf Steiner militaron en el socialismo
fabiano y ambos tuvieron que soportar el "desprecio y la burla" de sus antiguos camaradas
socialistas. Este último, que lideró desde Alemania una de las principales escisiones de la
Sociedad Teosófica, a la que denominó la Sociedad Antroposófica, fue capaz de atraer
hacia el movimiento a escritores como al ruso Andréi Bely, al alemán Christian
Morgenstern o a la sueca Selma Lagerlöf, primera mujer en recibir el premio Nobel; al
pintor Piet Mondrian, al compositor Alexander Scriabin, al director de orquesta Bruno
Walter o a la pacifista Bertha von Sutner. Pero sus incontables charlas no lograron vencer
las resistencias intelectuales de otros de sus muchos eminentes oyentes ocasionales como
Franz Kafka, Herman Hesse -que declaró que sus conferencias eran "incomibles"- o del
propio Einstein -"¡Ese hombre nunca ha oído hablar de la geometría no euclidiana!
530
Cortijo, E. (1991): Vida y obra del Dr. Mario Roso de Luna (1872-1931), científico, abogado y
escritor, pp. 356-362.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
299
¡Experiencias extrasensoriales! ¡Qué disparate!"-. Su antigua amiga y compañera
socialista, Rosa Mayreder, calificó sus discursos como "aforismos ingeniosos sacados de
sus vastas lecturas, cháchara vacía basada en frases hechas, y alusiones incomprensibles
sobre capacidades extrasensoriales"531
. Algo parecido podría contarse de Arthur Conan
Doyle, el afamado padre de Sherlock Holmes, con respecto al espiritismo. Médico y
exitoso escritor, Conan Doyle fue uno de los personajes más conocidos de su época en
Gran Bretaña. Participó en varias guerras y fue un activo protagonista de la vida social de
su país. Como otros de los personajes que estamos citando, en las últimas décadas de su
vida se dedicó a divulgar la doctrina espiritista, sobre la que escribió varios libros fruto de
su estudio durante más de treinta años y dio innumerables conferencias en las que contaba
sus experiencias e interacciones con espíritus, que habrían corroborado "empíricamente" la
existencia de ese mundo oculto. Todo ello ante la incredulidad de muchos de sus
contemporáneos que pensaron que la deriva espiritual que apartó a Conan Doyle de la
senda del racionalismo de una forma tan evidente en sus últimas décadas fue debida al
impacto emocional del horror vivido en el conflicto bélico europeo, en el que perdió a uno
de sus hijos532
.
En el caso de Arturo Soria se puede afirmar con certeza que a lo largo de estos
años también pasó por el proceso de abandono de un pensamiento de raíces materialistas
para acabar recalando en el espiritualismo. Fue ésta una transformación que mantendrá
durante el resto de su vida, que dejará impronta innegable en su obras y que él mismo
reconocerá de forma explícita y sin tapujos, por ejemplo en un artículo que escribirá años
más tarde en homenaje a su amigo Eduardo Benot con ocasión del centenario de su
nacimiento, en el que recordaba las innumerables conversaciones "en la frontera que separa
el materialismo del espiritualismo" mantenidas entre ambos como consecuencia de un
"común amor por la Ciencia". En él Soria se jactaba de alguna ocasión en la que había
hecho vacilar: "por ese mismo proceso intelectual, yo, que había sido antes materialista
531
Washington, P. (1995): Op. cit., p. 143. Blom, P. (2010): Op. cit., pp. 314-316.
532 Conan Doyle, A. (1999): Memorias y aventuras.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
300
como Benot, pasé a ser espiritualista"533
. De esa transformación dejo también testimonio
en Génesis534
:
[...] advirtiendo que era yo entonces [alrededor de 1894 o 1895 cuando estaba inmerso en
sus investigaciones geométricas] furibundo materialista. Hoy, por la virtud eficacísima
del estudio de la geometría, soy espiritualista profundamente convencido de que la
materia maciza no existe, de que todas estas cosas que vemos y tocamos son
transformaciones de lo inteligible en espacio y en tiempo y de éstos, combinadas entre sí,
en fuerza, combinaciones de lo inteligible consigo mismo, en las cuales van apareciendo
cosas nuevas, en serie matemática ordenadas, tanto más complejas, cuanto más
avanzamos en la serie sin fin de las combinaciones posibles.
Indicaba Penalva que, en realidad, el único requisito exigido para ser miembro de alguna
de las ramas era asumir la aspiración a conseguir el primero de los principios, es decir,
trabajar en pos de la fraternidad universal, considerado piedra angular para la regeneración
de la humanidad535
. Y puede que sea ésta precisamente la razón por la que Soria no llegó a
formar parte de la Sociedad Teosófica española. En las páginas de una de sus obras
posteriores, El Progreso Indefinido, Arturo Soria reniega, de forma inapelable y en varias
ocasiones, del concepto de fraternidad, una de las ideas-fuerza del proyecto teosófico, pero
también pilar básico de la masonería, como él mismo señaló536
:
Mas por lo mismo que somos fervorosos creyentes de la doctrina evolucionista del
progreso indefinido, no aceptamos el criterio vulgar y corriente de la igualdad y de la
fraternidad, y combatimos resueltamente el loco empeño de hacer una humanidad de
hombres hermanos e iguales sin distinción de razas, climas, colores, sexos y demás
abismos que separan á una personalidad humana de otra.
[...]
533
El País, 26/9/1920, p. 1.
534 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 46.
535 Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 124.
536 Soria y Mata, A. (1898): El Progreso Indefinido, pp. 17 y 23.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
301
Ese afán de indiscreta fraternidad universal que proclaman los masones, los teosofistas y
otras muchas sectas religiosas y políticas es puro romanticismo, que indica que el
organismo de la humanidad se acerca o ha llegado ya a la edad soñadora de la pubertad, y
que la edad de la razón no está lejos. Los brutales desengaños de la realidad pronto
rasgarán el velo poético de estos líricos ensueños de fraternidad.
Esta obra apareció publicada en 1898 y no sabemos si lo que pensaba Soria entonces de
forma tan rotunda se matizó tras su viaje hacia el espiritualismo. Si no fuese éste el caso,
no sólo estaríamos hablando de una razón evidente para decidir no afiliarse en la Sociedad
Teosófica, sino que este pensamiento parecería ciertamente contradictorio con su interés
-cualquiera que fuese su grado- en las actividades de la teosofía y en las relaciones
mantenidas con sus miembros durante muchos años.
Llegados a este punto parece pertinente preguntarse, de forma análoga a como lo
hizo W. H. Auden en relación a William. B. Yeats, intentando ser más indulgente de lo que
lo había sido T. S. Eliot, por ejemplo: ¿pero cómo diablos pudo un hombre con el mundo,
las experiencias y las relaciones que había tenido Arturo Soria tomar en serio una corriente
en la que tenían cabida afirmaciones tan carentes de sentido como las que proliferaban en
cualquiera de las obras teosóficas o en muchos de los artículos -científicos o no- incluidos
en Sophia, por ejemplo? Es difícil dar una respuesta que lo explique de forma
medianamente aceptable. Esta pregunta les ha surgido a la mayoría de los investigadores y
a muchos otros que se han interesado en la obra de Arturo Soria, y, de forma evidente, ha
sido el motivo por el que muchos de ellos se han limitado a estudiar exclusivamente su
obra en el campo del urbanismo, pasando por encima del resto sin intentar descifrar los
motivos que le pudieron impulsar a interesarse por esto a la vez que lo compaginaba con el
pragmatismo necesario para dirigir una empresa como la CMU. Descartando algún motivo
vital evidente -lo que, como ya vimos, es aventurado debido a la falta de certezas-, sólo
podemos encontrar una cierta explicación en la existencia de casos similares entre
contemporáneos suyos, como los que hemos ido describiendo, que descartaron las
explicaciones del mundo de los científicos, el de la "física de partículas, la evolución y el
de la deconstrucción de la biblia", para recalar en el mundo sobrenatural buscando las
Arturo Soria y Mata. Una biografía
302
suyas propias537
. Y, sin tratar de minimizar los aspectos incomprensibles de este tránsito,
es muy probable que Soria, al igual que muchos de los casos de mencionados, no hubiese
recalado en el este movimiento si no hubiese habido una cierta tendencia social que en esos
años no rechazaba del todo este tipo de corrientes.
8.4.1. Influencia teosófica en la obra de Soria
El conocimiento de la teosofía terminó siendo un importante capítulo de la vida de
Soria y una fuerte influencia en las obras que escribió a partir de 1894. Manuel Treviño le
había abierto la puerta hacia las obras de Madame Blavatsky y hacia Sophia. La traducción
de las obras señeras de Blavatsky, Isis sin velo y el primero de los volúmenes de La
doctrina secreta se publicaron en España en 1888 y en ese año de 1895,
respectivamente538
. Sobre ésta última se ha conservado una nota de Soria a Xifré, el
presidente de la Sociedad Teosófica española, en la que aquél le agradece el envío del
primero de los volúmenes con una dedicatoria personal, por lo que es probable que en 1895
Soria todavía no la conociese excepto por las breves referencias apuntadas por Treviño539
.
Esta influencia se dejó sentir de forma inmediata, pues a partir de octubre de 1895
comenzó a publicar por entregas Contribución al origen poliédrico de las especies, que
había concluido en el verano de ese año, y en la que, al contrario de lo que expresamente
señalaba en el prólogo de Origen540
, lejos de rehuir el campo metafísico, lo convierte en
uno de los ejes centrales de la obra aunque sin dejar de considerar el científico el principal
537
Watson, P. (2014): Op. cit., pp. 167-176.
538 Pomés, J. (2006): Op. cit., p. 69.
539 La nota en cuestión no está fechada, pero por el membrete, en el que ya no figura “Arturo Soria,
director de La Dictadura” como en otras, ni tampoco el de “Compañía Madrileña de
Urbanización” que comenzó a utilizar posteriormente, podría tratarse de al menos 1897.
540 “La dificultad de mi trabajo ha consistido en el esfuerzo grande y constante que he tenido que
hacer para mantenerme dentro del terreno de la Geometría, sin invadir el de la Metafísica, para mí
completamente desconocido y lleno de sombras, de grandezas y de abismos”. Soria y Mata, A.
(1894c): Op. cit., p. 6.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
303
de ellos541
. No obstante, ya no es extraño encontrar en el texto frases como la que sigue,
que además sirve para demostrarnos que ya conocía la teosofía:
La ogdoada de los gnósticos, recuerda los ocho vértices del cubo y los treinta eones del
pleroma de los teosofistas expresan la relación que existe entre las 30 aristas del
dodecaedro y del iocosaedro, o entre sus 30 puntos medios, vértices de un pentaoctaedro.
Como sucedía en la anterior, en Contribución Soria parte otra vez de sus investigaciones
sobre los poliedros regulares para presentar el hallazgo de nuevas formas y proseguir
afinando sus hipótesis sobre que las formas de la naturaleza se derivaban de combinaciones
poliédricas. Como supone que la demostración científica y experimental de que “todos los
cuerpos son agregados de poliedros regulares” es “imposible o dificilísima” por medios
materiales, Soria trata de acumular indicios que “aumenten las posibilidades de su
hipótesis”542
. Y ya que, según afirmó, “desde el átomo hasta el hombre hay una serie de
construcciones geométricas”543
, átomo en el que -defendía- se encontraba latente la vida,
Soria desarrolló su hipótesis por capítulos en los que, dando sucesivos saltos en
complejidad, fue separando una geometría química, una mineral o cristalogénica, una
vegetal y animal, hasta llegar a la culminación, la geometría humana, en la que expuso el
origen poliédrico del hombre544
:
Yo creo que entre el animal y el hombre hay una diferencia, un salto geométrico tan
brusco, cuando menos, como el que hay entre los puntos (minerales), las líneas
(vegetales) y los planos (animales) de la geometría de la naturaleza.
El hombre corresponde a una geometría superior que no conocemos bien todavía, pero de
la cual tenemos ya indicios, vislumbres, atisbos, reflejos y destellos que nos aseguran su
existencia. Es el continente africano de la arquitectura de la naturaleza, inconquistable
hoy en totalidad, pero cierto.
541
Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., p. 211.
542 Ibíd., pp. 10-12.
543 Ibíd., p. 181.
544 Ibíd., pp. 197.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
304
También elaboró una segunda parte en la que, como demostración de su mayor ambición,
volcó sus reflexiones acerca de lo que denominó una geometría social o filosofía de la
historia, una geometría astronómica y, finalmente, una geometría transcendental o
metafísica545
.
Pero hay otras ideas en esta segunda obra, que muy probablemente se deban al
conocimiento que Soria tuvo de ellas a través de la lectura de alguna obra como las que le
sugirió Treviño, sin descartar su asistencia ya entonces a algún acto o conferencia sobre
estos temas. Uno de los matices perceptibles es relativo a las teorías de Darwin. En Origen
Soria no se había declarado antidarwinista en absoluto. Era evidente que para su propuesta
evolutiva se había inspirado en Darwin pero, además, expresaba abiertamente -aunque
obviamente sin humildad- que su propósito era tratar de "completar y perfeccionar" su
teoría, pues, según afirmaba,
[…] no ha[bía] tenido Darwin la dicha de ver con claridad que el origen de las especies
viene del origen de las formas; que éste es el tetraedro regular, derivado de la esfera; y
que las leyes de producción y de propagación de las formas son aplicables al universo
entero546
.
Sin embargo, en Contribución se percibe un alejamiento al situar sus propuestas en un
plano diferenciador evidente, de tal forma que podemos leer afirmaciones como que "el
darwinismo estudia lo accesorio y deja lo esencial", por ejemplo, o:
A la afirmación de los darwinianos de que los fuertes triunfan de los débiles, añadimos
nosotros que no triunfan por la condición secundaria de la fortaleza, sino por la cualidad
principal de la perfección. La ciencia es más fuerte que la fuerza bruta y la vence. La
virtud es superior a la ciencia”547
.
El empeño de rebajar la importancia del hombre hasta la categoría del mono, porque
ambos sean, como todas las cosas del universo, eslabones de una misma cadena y obras
545
Comenzó a publicarse en La Dictadura el 25 de julio de 1896.
546 Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., pp. 5 y 9.
547 Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., pp. 186-187.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
305
de un mismo artífice, es pueril; y las consecuencias de tales hechos deducidas carecen de
rigor científico, y quizá también de sinceridad, porque la creación del primer átomo es tan
asombrosa y tan difícil de comprender, por lo menos, como la creación del primer
hombre548
.
Ese creciente desapego hacia Darwin, lo refleja también en algún artículo que por las
mismas fechas inserta en La Dictadura, donde, recordemos, estaban apareciendo los
capítulos de Contribución. Uno de ellos era el titulado "Fraternidad"549
, tercera parte del
que desarrollaba en cuatro números consecutivos “Las tres grandes mentiras de la
civilización moderna: la libertad, la igualdad y la fraternidad”.
Pero es otra novedad introducida por Soria la que hace más evidente una reciente
influencia de sus lecturas teosóficas: la inclusión en su teoría de algunos postulados
propios de la filosofía pitagórica. Mientras que en Origen no había incluido ningún
mención específica a ella, en Contribución, son varías las referencias, aunque de momento
se limitan a indicar un cierto conocimiento de la doctrina de los antiguos pitagóricos, y a
incluir a Pitágoras entre sus filósofos predilectos. No obstante, ya se percibe que su influjo
también está contribuyendo a que sus teorías se vayan alejando progresivamente del
darwinismo:
Admitido el gran principio, más pitagórico y aristotélico que darwiniano, de la evolución,
la consecuencia es perfectamente lógica [la consecuencia de que vegetales y animales
estén formados por agrupaciones de poliedros regulares]"550
.
“Si apreciamos el mérito de los grandes filósofos por la mayor o menor claridad con que
han visto esta altísima simetría de las cosas a que nos referimos, colocaremos en lugar
preferente a Pitágoras, (excepción hecha de la metempsicosis y demás alegorías de su
sistema y concretándonos a su doctrina geométrica) y a Santo Tomás. La línea recta
metafísica trazada desde Pitágoras a Santo Tomás es, a nuestros ojos, la línea inflexible,
548
Ibíd., p. 197.
549 Soria y Mata, A.: "La Fraternidad". La Dictadura, 21/11/1896, p. 1.
550 Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., pp. 190-191.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
306
de la verdad filosófica. Tanto más yerran las especulaciones filosóficas y los trabajos de
las ciencias exactas, físicas y naturales, cuanto más se apartan de ella551
.
La filosofía de la Grecia clásica y, en especial la pitagórica, es uno de los temas centrales
de Isis sin velo, libro en el que Blavatsky muestra una profunda devoción por la figura de
Pitágoras, y esa lectura debió causar un gran impacto en Soria a la vista de la influencia
que dejó impregnada en sus escritos posteriores. Cierto es que algunas de las ideas
características del pitagorismo, como la simbología numérica, por ejemplo, eran también
tradicionales en los rituales y la parafernalia masónica, por lo que es probable tuviese ya
algún conocimiento previo de algunos de sus preceptos. Sin embargo, en Isis sin velo se
pueden leer ideas e incluso frases muy similares -por ejemplo las de los párrafos
anteriores- a las plasmadas luego por él, por lo que parece muy probable que fuese esta
obra la fuente de la que bebió Soria para adentrarse en el conocimiento de la doctrina
pitagórica.
La ascendencia pitagórica tuvo además una evolución creciente hasta mostrarse en
Génesis netamente superior a cualquier otra y logró transformar de forma evidente la teoría
evolutiva esbozada hasta entonces: "Principiemos por acostumbrar nuestra imaginación a
la idea de que no descendemos del mono y de los demás vertebrados solamente sino del
tetraedro regular". Él mismo declaraba entonces, con su vehemente forma habitual, su
definitivo abandono del darwinismo para abrazar el pitagorismo552
:
Yo rechazo la dictadura científica de Darwin; acepto la más alta de Pitágoras, cifra y
compendio de la sabiduría histórica y prehistórica, y a ella me someto.
Algunos de los postulados pitagóricos, basados en las ideas de la existencia de un orden y
una armonía cósmica de origen divino o en la de que los números constituyen la vía a
través de la cual esa armonía se manifestaba de forma inteligible al hombre, le hicieron
concebir unas nuevas proposiciones cargadas de simbolismo numérico y unas relaciones
551
Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., pp. 212-213.
552 Soria y Mata, A. (1913), pp. 2 y 53.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
307
entre poliedros y biología trufadas con algo de esoterismo, que terminaron transmutando su
particular propuesta hasta introducirla de lleno en una metafísica pitagórica. Así, Soria fue
completando y perfilando una especie de construcción filosófica, naturalmente con la
geometría como base553
:
Todo es geometría: desde los fenómenos químicos hasta los psíquicos e históricos, todos
son fenómenos geométricos, expresión de una geometría cada vez más complicada, una
serie indefinida de unidades pitagóricas que combinándose consigo mismas y con las
demás anteriores, engendran nuevas unidades más perfectas, sin término ni fin, hasta
llegar a una humanidad cada vez más perfecta.
Las entregas de Contribución habían finalizado al dejar de aparecer La Dictadura, en
diciembre de 1896. Pocos meses más tarde, en mayo de 1897 inició su singladura La
Ciudad Lineal, sin embargo Soria, que ya estaba escribiendo Génesis, decidió aceptar el
ofrecimiento que dos años antes le había hecho Treviño y decidió publicarlo por entregas
en Sophia. El primero de los capítulos apareció en el número de julio de ese mismo año, y
el último en diciembre de 1898, tras dieciocho entregas. En 1912 los completó ligeramente
para publicarlos de nuevo en La Ciudad Lineal y, al año siguiente, unificados en un libro al
que tituló de la misma forma. Como nota a la primera de las entregas, la redacción de
Sophia resaltó lo que había encontrado de interés en las obras anteriores de Soria, desde las
cuales partía Soria para escribir Génesis. Merece la pena trascribir unos fragmentos para
comprobar cómo los teósofos no tenían problemas en aceptar como perfectamente válidas
las obras heterodoxas que la comunidad científica rechazaba por razones obvias554
:
Las tres obras publicadas por D. Arturo Soria y Mata, acerca del origen poliédrico de las
especies555
, llamaron extraordinariamente nuestra atención, porque coinciden con las
enseñanzas del Ocultismo, y más aún cuando nos enteramos de que su autor ni procedía del
campo teosófico, ni tenía la menor idea del gran movimiento intelectual de que somos en
España representantes.
553
Soria y Mata, A. (1913), p. 1.
554 Soria y Mata, A.: "Génesis". Sophia, julio de 1897, pp. 190-191.
555 Se refiere a Origen poliédrico de las especies (1894) y a las dos partes en que dividió
Contribución al origen poliédrico de las especies.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
308
Consideramos dichas obras como el principio de una tendencia de las hipótesis científicas
modernas de fecundísimos resultados, y que en definitiva significará la confirmación
elocuente de las doctrinas teosóficas; por lo cual, no dudamos un momento en
recomendarlas a los estudiantes de ocultismo, pues tal es su importancia, que el segundo
libro ya se ha publicado en francés, y los dos últimos se están traduciendo al inglés por
personas versadas en ocultismo, y que han sabido apreciar los trabajos del Sr. Soria.
Nos complace el ver que hombres como el Sr. Soria, completamente identificados antes
con el positivismo y el materialismo de estos tiempos, salgan de su error, se desliguen del
fanatismo científico imperante, mucho más fuerte en realidad que el fanatismo religioso, y
principien a ver que en el idealismo está la verdad. Ellos concluirán por ver y confesar que
entre todos los sistemas filosóficos idealistas debe prevalecer el idealismo teosófico.
Toda la ciencia moderna se estrella ante estas preguntas: ¿Qué es el átomo? ¿Qué es el
éter? ¿En qué consiste la fuerza? Sin embargo, en estas y otras tales incógnitas, se fundan
las ciencias exactas.
Los científicos menos fanáticos confiesan que nada saben.
Otros como el Sr. Soria tratan de despejar esas incógnitas, y al hacerlo, se persuaden de que
el átomo macizo es una ilusión, de que la materia no existe, de que no hay más que ideas.
[...]
Nosotros estimamos que la teoría poliédrica del Sr. Soria señala el comienzo de una honda
revolución, y mientras la prensa científica la rechaza, aunque sin atreverse a combatirla, y
no juzga dignos de la publicidad los escritos de D. Arturo Soria, nosotros tenemos la
satisfacción de darles cabida en las columnas de nuestra revista, porque la demostración de
muchas verdades del ocultismo por uno que no es teosofista, tiene para nosotros un valor
inapreciable.
Génesis es una obra densa, en la que se evidencia la pretensión de Soria de introducir su
teoría en el terreno filosófico. Plantea un complejo sistema evolutivo en el que introduce
nuevos elementos característicos de la "ciencia" teosófica, como sus particulares ideas
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
309
sobre la energía556
, el magnetismo, el calor o la fuerza y su relación con el espacio o el
tiempo, que nos indican que había continuado profundizando en las obras de otros teósofos
de referencia557
. En el extremo inferior o inicio de la cadena evolutiva que proponía Soria
estaría situado el cero. Como resultado de la combinación de ese “cero de la cantidad” -que
Soria señalaba equivalente al concepto de idea- con "el infinito de las combinaciones
posibles" se llegaría a la unidad, que vendría a identificarse, según Soria, con el “uno
pitagórico, especie superior de formas, forma una y trina al mismo tiempo, que contiene en
sí al cubo y al octaedro, manifestación visible y palpable de la hipóstasis de todas las
concepciones trinitarias y del ritmo trilógico de Hegel”. Así pues, “la unidad es la
conclusión del gran silogismo, que tiene por premisa menor el cero, y por premisa mayor
el infinito”558
. Y así sucesivamente, por medio de la sucesiva reproducción de formas
geométricas cada vez más complejas, generadas a su vez por la combinación de otras
formas geométricas más simples se podría llegar al “átomo central”, a la línea recta, a la
esfera, al tetraedro, al betatetraedro y otros poliedros regulares, a las especies químicas y
minerales, a las animales, al hombre y, de ahí, a los eslabones superiores, donde estarían
situadas sucesivamente la raza de los genios, la de los santos y la de los artistas, hasta
arribar al extremo superior de la cadena planteada, el ocupado por una “Trinidad ideal
superior y límite matemático de todas las trinidades de formas”: el “Dios padre o Creador”,
el “Dios madre o Virgen”, de los que habría surgido el “Dios hijo o Cristo”. Idea ésta
última que nos demuestra su progresión definitiva hacia el espiritualismo al proponer la
existencia de un dios, que si bien no pretende ser el estrictamente cristiano tiene muchas de
sus características como, por ejemplo, definido inmerso en una trinidad de reminiscencias
evidentes.
No fueron los unificados bajo el título Génesis los únicos artículos que Soria
publicó en Sophia. Dando muestras de una cierta hiperactividad tanto escritora (en La
556
Las investigaciones sobre estos conceptos o fenómenos físicos estaban entonces candentes. A
título de ejemplo, los teósofos consideraron a la energía como una forma de espíritu. Watson, P.
(2014): Op. cit., p. 184.
557 En la última de las entregas de La Ciencia precristiana Soria expresa su gratitud a los autores
que habían estimulado sus trabajos y cita expresamente a Besant, Mead, Leadbeater, Glass,
Treviño, Xifré, Melián y Viriato Díaz-Pérez. Soria y Mata, A.: “La Ciencia precristiana”. Sophia,
diciembre, 1899, p. 361.
558 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., pp. 4-7.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
310
Ciudad Lineal, Sophia y esporádicamente en otros medios), como profesional al mando de
la CMU, escribió otros opúsculos y artículos que fueron apareciendo entre los años 1897 y
1902. En 1899 aparecieron seis entregas bajo el título de La Ciencia precristiana. En 1900,
publicó los artículos La forma del universo y Teorie pythagoricienne de l'evolution (así, en
francés); y, dos años más tarde, el último en esta publicación: Mecánica espiritual. En
ellos sigue la senda de las obras anteriores, pero introducía nuevos matices a su idea
pitagórica de la evolución, que había terminado desarrollando de forma confusa al
entremezclar, en un batido escasamente digerible, un sinfín de aseveraciones
supuestamente concluyentes con recordatorios de que todo estaba por demostrar y frases
que perfectamente podían parecer contradictorias con las vertidas en párrafos precedentes.
Todo ello para terminar afirmando, tendiendo a un maniqueísmo vehemente, que todo lo
precedente corroboraba sus ideas y rebatía las de una lista de celebridades que no supieron
llegar a conclusiones como las suyas. Lista en la que no faltaban Darwin o Haeckel, por
supuesto, pero tampoco Kant, Leibnitz, Laplace o Mendeleiev, entre otros.
Figura 8.6: Portada de Sophia de 7/8/1900, número en el que se incluyó el artículo de Arturo Soria
“Teorie pytagoricienne de l'evolution”.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
311
No obstante, a la vez que lamentaba no poder seguir con las tareas pendientes para tratar de
demostrar sus teorías por no disponer de los medios económicos suficientes para dedicarse
a ello por entero, dejó propuesto un plan de trabajo con una lista de actividades que, a su
juicio, serían necesarias y suficientes para que aquél que estuviese dispuesto a recoger el
testigo que él dejaba pudiese comprobar empíricamente sus hipótesis559
.
Continuando con el análisis, creo que no son escasos los conceptos, proposiciones
y asertos vertidos a lo largo de las páginas de los diferentes escritos que reflejan un
síntoma evidente de que al escribirlas el autor se basó demasiado en su intuición y en una
imaginación a la que, sin pretenderlo560
, terminó dando excesiva rienda. Así, su lectura nos
evoca por momentos algunos productos de la escritura automática que tanto gustaron de
practicar muchos autores modernistas coetáneos a Arturo Soria. Este tipo de frases fueron
especialmente abundantes en los apartados o capítulos en los que el autor pretendía abordar
asuntos metafísicos. Viéndome obligado a un ejercicio de síntesis, valgan como ejemplos
algunas como las siguientes:
La crítica de la razón pura no puede ser exacta mientras no hagamos antes la crítica del
átomo puro, puesto que cada átomo es una persona, digámoslo así, con vida propia, y el
universo una humanidad de átomos.
Toda cristalización, y, por consiguiente, todo hecho químico, biológico o histórico, es un
hecho geométrico y mecánico al mismo tiempo, puesto que en puridad no es más que el
tránsito de un equilibrio inestable o indiferente a un equilibrio más estable561
.
El mundo es geometría y el pensamiento también.
Las leyes del pensamiento son leyes geométricas562
.
559
Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., pp. 55-57.
560 “El dar rienda suelta a la imaginación en materia científica, sin hechos que hagan probable o
posible lo imaginado, júzgolo, si no se persigue un fin literario, trabajo de poca estimación”. Soria
y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 45.
561 Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., pp. 139-140.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
312
Lo que llamamos lógica es el contenido y la resultancia de las formas geométricas. El
cuerpo de la geometría tiene un alma que es la lógica.563
La doctrina católica, estableciendo la corporalidad de Dios, es, desde el punto de vista
geométrico, la más exacta, la más científica, la más perfecta, comparada con las hipótesis
panteístas que son algo a modo de protoplasma metafísico564
.
El Abismo -que ahora llamamos Espacio- es el lugar geométrico de todas las ideas
masculinas posibles, el Silencio -esto es, el mundo sin la música de las armonías
matemáticas, sin la palabra de los seres pensantes, lo que ahora llamamos el Tiempo- es
el lugar geométrico de todas las ideas femeninas posibles.
[...]
El Gran Aliento, a modo de gas sutilísimo comprimido en la inextensión del punto
matemático del Espacio elegido para empezar la creación del mundo, comenzó a vibrar -a
hablar- con la espiración de la primera palabra, siguió a este movimiento de espiración
que convirtió en esfera al punto, el movimiento contrario de inspiración, de cuyos
movimientos son copias y semejanzas los de nuestro cuerpo al hablar565
.
Espiritualistas y materialistas pueden llegar a un acuerdo, haciéndose cargo unos y otros
de que los movimientos en la mecánica espiritual principian siendo muy sencillos en el
átomo o combinación elemental del tiempo y del espacio y siguen siendo cada vez más
complicados, atracción, luz, calor, magnetismo, electricidad y llegan a convertirse en
sensación, en memoria, en instinto, y por último, en pensamiento, en voluntad, en amor,
en creación, manifestándose en acto (geometría y mecánica) todas las ideas que existían
562
Ibíd., p. 169.
563 Ibíd., p. 176.
564 Ibíd., p. 181.
565 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., pp. 19 y 20.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
313
en reposo (aritmética) antes de la creación (transformación de la aritmética en geometría
y mecánica)566
.
Sin querer restar importancia a las determinantes influencias, tanto las de partida como las
posteriores, también es probable que lo comentado se viese favorecido porque su escritura
-insisto que alternada con otras muchas actividades profesionales- estuvo concentrada en
unos pocos años, por lo que -aunque él manifestase lo contrario567
- quizá muchas de las
ideas no tuvieron el suficiente tiempo de elaboración como para aconsejar al autor una
mayor maduración antes de incluirlas en su propuesta. En cualquier caso, la lectura de los
libros o artículos escritos por otros autores teósofos o similares, por ejemplo, también nos
llevan a concluir que los de Arturo Soria conforman un ejemplo magnífico de típico
producto elaborado bajo la influencia de este tipo de corrientes, que trataba de ofrecer
explicaciones asequibles, aunque fuesen indemostrables y en muchas ocasiones de lo más
peregrino, sobre el origen del mundo y la naturaleza a un público que descartaba por
materialistas o por ininteligibles las que les ofrecía la ciencia contemporánea.
No pretendo en absoluto trazar comparaciones entre ambos, ya que Arturo Soria
no demostró estar al tanto de sus trabajos y además muchos de ellos fueron posteriores,
pero tras la lectura de algunas de sus aseveraciones es irresistible la comparación con
algunos de los puntos que caracterizaron la obra de Henri Bergson, filósofo francés que
gozó de gran popularidad durante las primeras décadas del siglo XX. Educado en el
positivismo y habiéndose centrado en el estudio de la obra de Herbert Spencer, Bergson
terminó siendo un defensor del irracionalismo, que defendía la posibilidad de llegar al
conocimiento del mundo por vías ajenas a la ciencia, y fue muy conocido por su defensa de
la intuición como medio de conocimiento sin análisis, así como por su noción de la que
denominó "evolución creativa", que oponía a la concepción del mundo como una máquina,
como defendían implícitamente muchos científicos coetáneos, para plantar la existencia de
una especie de "impulso vital" o "élan vital" que actuaría como el motor de la evolución. 566
Soria y Mata, A.: "Mecánica espiritual". Sophia, abril, 1902, pp. 138-139.
567 “Tras de meditación intensa y prolija, he llegado a la conclusión de que la metafísica y la
geometría deben tener una raíz común, y por tanto, que en todo problema de las ciencias exactas,
físicas y naturales, que en resumidas cuentas son ramas de la geometría, hay también un problema
metafísico”. Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 45.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
314
Sus postulados, contrarios al determinismo científico, fueron muy populares en su
momento porque se percibieron como una explicación para la evolución, que si bien no
podía considerarse religiosa en puridad, venía cargada de misticismo. Ello en contra,
paradójicamente, de la opinión del propio filósofo francés, quien defendía que su propuesta
de élan vital era exclusivamente científica568
. El impulso de ver un pequeño reflejo de estas
ideas en las de Soria es poderoso, pero como digo, la mayoría de los trabajos de Bergson
-sin ir más lejos La evolución creadora, donde introdujo su idea de élan vital- fueron
posteriores a los de aquél. No obstante, señalar la evocación de algunos de estos conceptos
no cabe duda de que puede contribuir a darnos una idea de la aceptación conseguida por las
tendencias filosóficas neoidealistas entre una gran parte de la intelectualidad hasta bien
entrado el siglo XX.
8.5. DIVULGACIÓN Y REPERCUSIÓN DE LOS TRABAJOS
Desde sus tiempos al frente de la compañía del Tranvía de Estaciones y Mercados,
Arturo Soria tuvo muy presente la importancia que la publicidad y las campañas de
difusión de noticias, actividades y proyectos estaba comenzando a cobrar en la sociedad de
entonces. Soria creyó que este tipo de acciones también podían serle útiles en el plano
personal, para dar a conocer al mayor número de personas posible los descubrimientos que
acababa de plasmar en la primera de sus obras, Origen poliédrico de las especies. Soria
publicó este primer libro suyo con medios propios, es decir, fue una autoedición de 2.000
ejemplares cuyo importe sufragó él mismo de su bolsillo. De esa tirada, reservó unos
cuantos ejemplares para distribuirlos gratuitamente entre los integrantes de una amplia lista
que Soria confeccionó buscando una rápida repercusión de sus descubrimientos. Soria
consideraba que los libros en los que había plasmado sus descubrimientos eran, por encima
de todo, obras científicas, por tanto, no es de extrañar que muchos a los que hizo llegar sus
obras fuesen reconocidas personas o instituciones del círculo universitario y científico
como, por ejemplo, Enrique Serrano Fatigati, José Rodríguez Carracido, José de
568
Watson, P. (2014): Op. cit., pp. 76-77.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
315
Letamendi o Eduardo Benot; pero además a figuras internacionales como Emil du Bois-
Reymond, Joseph Deniker, Camille Flammarion, ¡Ernst Haeckel, Herbert Spencer y
Francis Darwin (uno de los hijos de Charles Darwin y continuador de sus estudios
botánicos)!, a los que remitió sus obras a Berlín, París, Jena o a Londres.
También envió ejemplares a las universidades nacionales y a las más renombradas
extranjeras (Oxford, Cambridge, Leipzig, Berlín, Princeton, Columbia,...), a las Academias
nacionales (Medicina, Ciencias exactas, físicas y naturales, Ciencias morales), así como a
las extranjeras y otras instituciones científicas (Societé Astronomique de Francia,
Smithsonian Institution, Academie des Naturwissenschaften de Berlín, L'Académie des
Sciences de San Petersburgo, L'Académie des Sciences de París y la de Bruselas,...), y a
innumerables bibliotecas (Nacional, Ateneo de Madrid, Casino de Madrid, Senado,
Congreso, Escuelas de Ingenieros y de Arquitectura, Musée d'Histoire Naturelle de París,
Musée d'Histoire Naturelle de Bruselas, American Museum of National History, etc.). Pero
la lista era amplísima e incluía también a personas del mundo de la política (Antonio
Cánovas del Castillo, Manuel Becerra, Segismundo Moret, José Mª Beránger, Antonio
Maura, Alberto Bosch,...), a embajadas (extranjeras en España y a muchas españolas en el
extranjero) y a otras instituciones varias. También figuraban otros personajes famosos,
como los literatos Juan Valera, Emilia Pardo Bazán, Gaspar Núñez de Arce, Eusebio
Blasco o Vital Aza. Con algunos de ellos mantenía alguna relación a través de las veladas
en el Ateneo madrileño, donde la mayoría de ellos participaba activamente en esos años569
.
Y con el innegable objeto de que reseñasen sus descubrimientos, fueron muchos
los ejemplares enviados a periodistas (José Ortega y Munilla, Fernando Soldevilla,
Federico Urrecha, Rafael Comenge, Julio Burrell, o el francés Emile Gauthier, entre
otros), así como a diversas redacciones de periódicos y revistas, nacionales y extranjeros.
Entre la larguísima lista de publicaciones periódicas podemos encontrar los nacionales más
importantes, El Heraldo de Madrid, El Ideal, El Imparcial, El País, La Ilustración
española y americana, etc., pero también a muchas extranjeras, como Le Figaro, Las
Novedades de Nueva York, Allgemeine Zeitung de Munich, Kolonische Zeitung de Berlín,
569
Su cuñado Eusebio Blasco ya había dado alguna conferencia en la década anterior y desde el
curso 1897-1898 ejerció varios años como presidente de la Sección de literatura. Villacorta Baños,
F. (1985): El Ateneo de Madrid (1885-1912).
Arturo Soria y Mata. Una biografía
316
L'Observatore romano, The Economist, Neue Presse de Viena, etc. Lugar destacado tuvo
también el apartado de prensa científica, la no muy abundante española, por supuesto,
como Madrid Científico, El Siglo Médico, Crónica científica de Barcelona, Ciencias y
letras, etc., pero sobre todo la extranjera: The Lancet, Nature, The Engineer, The
Engineering, Scientifician de Nueva York, Zeitschrift für die gesamte Staatswirtschaft,
Revue Philosophique, Annales des Sciences naturelles, Annales des Sciences phyisiques,
Annales des Mathématiques, L'électricité, Proceedings of the Royal Geographical Society
de Londres, y así otro largo etc.
Pero es muy curioso observar cómo en ese extenso listado no aparecía todavía
ninguna de las personas relacionadas con el movimiento teosófico, ni siquiera Manuel
Treviño, señal inequívoca de que fue a partir de dar a conocer esa primera obra cuando
entró en contacto directo con ese mundo570
.
Era lógico que Soria esperase una cierta repercusión y un buen número de
comentarios sobre el libro que había enviado tan profusamente. Pero esas expectativas
debieron desinflarse poco después al darse cuenta de que el impacto esperado no había sido
tal y que la gran mayoría de las respuestas que iba recibiendo no eran más que meras notas
de cortesía agradeciendo el envío, en las que en muchas de las ocasiones se reconocía que
por el momento no habían tenido ocasión de leerlo, denotando a la vez escaso interés en
hacerlo571
. Mientras tanto Arturo Soria presentaba sus trabajos en las conferencias en el
Ateneo a la vez que preparaba las traducciones de sus obras a otros idiomas. Ya hemos
comentado que Manuel Treviño fue uno de los escasos asistentes a la conferencia que
Soria dio el 17 de marzo sobre la que El Siglo Futuro informó que había producido "buen
efecto entre los pocos, pero eminentes hombres de ciencia que le escucharon". Manuel
Treviño le expresó, probablemente por habérselo oído al propio Soria en la conferencia,
que lamentaba que sus descubrimientos no se tomasen con el interés que merecían572
.
570
AKS: Lista de Distribución de Origen poliédrico de las especies.
571 AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies.
572 AKS. Notas del Ateneo de Madrid, 12/12/1894 y 13/3/1895. AKS. Nota de Manuel Treviño,
18/3/1895. El Siglo Futuro, 21/5/1994.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
317
Figura 8.7: Una de las laminas que se adjuntaban a las plantillas para construir en papel los
descubrimientos geométricos de Arturo Soria. Fuente: Archivo Keller Soria.
También editó Soria unas hojas con unas plantillas de cartulina con las que se podían
construir algunos de los poliedros que Soria afirmaba haber descubierto. Y estas hojas
también se las envió a muchos de los incluidos en la lista, dando origen a nuevas notas de
agradecimiento. En otras ocasiones envió una caja con los poliedros ya construidos, para
facilitar una inmediata exposición de los mismos573
. Pero haber contemplado
especialmente al colectivo periodístico no se tradujo en un número significativo de reseñas
de sus libros. No obstante, varios periódicos aprovecharon el anuncio de sus conferencias
para insertar un escueto comentario sobre las teorías o sobre su acogida entre el público
asistente. Entre ellos se podría destacar a La Época, El Liberal, El País, El Heraldo de
573
Fue el caso del Ateneo madrileño: “Al Ateneo de Madrid regalé el primer tricontaedro
romboidal regular por mí inventado y construido” o del Ministerio de Fomento, por ejemplo. Soria
y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 8 y AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
318
Madrid, El Siglo Futuro, La Correspondencia de España o La Ilustración española y
americana574
.
Sin embargo, es curioso el caso de Las Novedades, semanario cultural
neoyorquino que se publicaba en español, que en febrero de 1895 insertó una breve aunque
laudatoria recensión del libro. Y es curioso porque Arturo Soria debía tener un interés
especial en que apareciese alguna mención en dicha publicación, ya que a finales de abril
les dirigió una carta acompañándola de otro ejemplar de Origen como excusa para
interesarse por si habían decidido publicar algo sobre su trabajo y sobre si disponían de
algún corresponsal en Madrid, probablemente para una más fácil transmisión de noticas
sobre sus trabajos. La respuesta a su carta llegó unas semanas más tarde y, a la vez que le
comunicaban la buena impresión que les había causado la obra, le incluían el recorte del
suelto publicado en febrero en el que ponían de manifiesto esa sensación575
.
Pero lo que sin duda más le dolió a Soria fue comprobar que la comunidad
científica en general ignoraba sus descubrimientos, reflexiones y teorías. No le faltaron las
notas de cortesía de científicos, entre las que por la relevancia de su remitente, sobresalen
las firmadas por Camille Flammarion o por el naturalista Edouard Dupont, director del
Museo Historia Natural de Bruselas, por ejemplo, pero en general no pasaron de ser más
que tarjetas de visita o notas mecanografiadas en agradecimiento por el envío. Sin
embargo, un tarjetón manuscrito fechado en diciembre de 1896 emitía una impresión de
menor frialdad en relación con el resto: era la que Ernst Haeckel le envió desde Jena en la
que, escrito en francés, le agradecía a Soria el envío de las láminas para la construcción de
los poliedros y le manifestaba apreciar el mérito de sus explicaciones poliédricas, pero que
debido a que se consideraba "un trop pauvre mathematicien", no se estimaba capaz de
"l'affirmar positivement" dichas teorías576
.
De entre la prensa científica o técnica que se hizo eco del libro, podemos destacar
a las dispares Gaceta de obras públicas, por entonces dirigida por Mariano Belmás, con el
574
La Época, 4/12/1894 y 16/5/1895; El Liberal, 15/12/1894; El País, 18/12/1894 y 11/5/1895; El
Heraldo de Madrid, 13/5/1895; El Siglo Futuro, 21/5/1895; La Correspondencia de España,
17/12/1894; La Ilustración española y americana, 22/12/1894.
575 Las Novedades, 21/2/1895. AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies.
576 AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies: Nota de Ernst Haeckel, 12/12/1896.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
319
que Soria todavía guardaba sintonía, Pro Patria, La Revista Minera, Metalúrgica y de
Ingeniería o El Siglo Médico. Casi todas coincidían en destacar su originalidad, resumir el
contenido del libro e invitar a su lectura, pero evitaban hacer una valoración científica de
las teorías expuestas. Sin embargo, Memorial de Ingenieros publicó una crítica del libro en
toda regla. Si bien en algún párrafo llegaba a hablar de un exceso de entusiasmo que en
algún momento podría haber llevado a Soria al "desvarío", lejos de concluir descalificando
sus hipótesis, estimaba que entre las profundas ideas contenidas en el libro "aunque en
boceto" y pendiente de futuras validaciones, había "mucho bueno aprovechable"577
.
Soria también firmó artículos sobre temas de geometría para Pro Patria o La
Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería. El primero de ellos, "Tres nuevas formas
geométricas", apareció en 1895, y en él ahondaba en las características del pentatetraedro,
el pentahexaedro y el pentaoctaedro, a la vez que introducía brevemente su teoría
evolutiva. El segundo fue publicado dos años más tarde, con el título "El icosaedro
regular". Presentaba unos triángulos que, inscritos en un icosaedro, a su vez inscrito en un
tetraedro, según él, tendrían unas características singulares. A uno de ellos lo bautizó como
el Triángulo Benot, y al otro como Triángulo Treviño, como muestra de "agradecimiento a
las primeras dos personas" que le habían alentado en sus trabajos geométricos578
.
Muy escasas fueron las reseñas a la obra de Soria en medios internacionales. Tan
solo he podido constatar que Origen fue citado como bibliografía recibida, aunque sin
mayor descripción ni reseña, en el Libro de actas de las sesiones de 1895 de la Académie
des Sciences francesa y también en la subtitulada "revista de las industrias francesas y
extranjeras", Le Génie Civil579
. Más relevante fue que, en 1904, M. Paul Abric, uno de sus
miembros hoy prácticamente desconocido, preparó para una de las sesiones de la francesa
577
Gaceta de obras públicas, 10/2/1895. Pro Patria, enero, 1895. La Revista Minera, Metalúrgica
y de Ingeniería, 8/3/1895. El Siglo Médico, 8/12/1895. Memorial de Ingenieros, mayo, 1895.
578 Soria, A.: "Tres nuevas formas geométricas". Pro Patria, junio 1895, pp. 401-405. Soria, A.: "El
icosaedro regular". La Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, 16/1/1897, pp. 19-20.
579 Comptes rendus hebdomadaires des séances de L'Académie des Sciences. Enero-junio 1895, p.
344. Le Génie Civil, 1/8/1896, p. 224.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
320
Société de Biologie una breve disertación sobre el determinismo sexual de las especies en
la que apareció citado como referencia el trabajo de Soria580
.
Tanto en Sophia como en otras publicaciones teosóficas internacionales, como Le
Lotus o The Theosophical Review, era habitual encontrar resúmenes de algunos artículos
aparecidos en las revistas que podrían considerarse "hermanas" o, directamente, sus
traducciones íntegras. En Sophia, por ejemplo, solía incluirse un índice con el contenido de
los números anteriores de esas otras revistas. De este modo, conocemos que The
Theosophical Review también se hizo eco de los planteamientos de Soria a través de una
serie de artículos que bajo el título "Notas sobre la Teoría Poliédrica", y con la firma del
propio Arturo Soria y Mata, aparecieron a lo largo de 1898581
.
Una de las críticas a su trabajo que más estuvo esperando Soria fue la de Madrid
Científico, revista que había iniciado su andadura a finales de 1894 y que pronto se
convirtió en uno de los medios de referencia madrileños para la divulgación de temas
científicos y del ámbito de la ingeniería. En sus páginas eran habituales los contenidos y
las recensiones de libros de matemáticas. Arturo Soria les había enviado unos ejemplares
de su libro con la natural esperanza de verlo comentado. Pero pasó 1895 y ni siquiera
hicieron una breve mención de la obra. En febrero del año siguiente, de soslayo en una
crítica mordaz -estilo frecuente en esta revista- a una obra recién aparecida, escrita por el
arquitecto del Teatro Real de Madrid, incluyeron unas frases referidas al libro de Arturo
Soria en el mismo tono sarcástico582
:
Lo menos peregrino del librejo es la rotulación. El folleto merecía un prólogo de D.
Arturo Soria, aquel famoso matemático que llenó Madrid de poliedros. El prólogo que el
dicho Sr. Soria pegó a la cabeza de su libro andaba próximamente en el mismo paralelo
que este folleto del Sr. Rosell.
580
Abric, M. P. (1904): "Sur la sexualité et le déterminisme du sexe". Comptes rendus
hebdomadaires des séances et mémoires de la Société de Biologie. Sesión del 22/10/1904, pp. 269-
270.
581 Sophia, mayo, 1898, p. 120 y julio, 1898, p. 168.
582 Madrid Científico, 16/2/1896.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
321
Este comentario debió escamar a un Arturo Soria que, no obstante, decidió insistir y
mantener vivo el asunto de sus descubrimientos poliédricos enviándoles, como en otros
casos, unos juegos de plantillas en papel para construir sus poliedros. La revista decidió
insertar en su apartado de noticias una frase -esta vez carente de ironía- en agradecimiento
por el envío583
. Pero pasaron los meses y Soria no veía publicada ninguna crítica al libro, ni
comentario alguno sobre sus teorías, por lo que en octubre de 1896, molesto por el
ninguneo a su obra, Arturo Soria decidió incluir un breve párrafo en La Dictadura584
:
El periódico Madrid Científico, que, infiel a su título, no ha publicado hasta la fecha nada
de ciencia madrileña, renuncia también a ser Revista absolutamente original de ciencia
española.
Triste es la confesión, a nuestro juicio equivocada y pesimista, de que, habiendo muchos
ingenieros, no se encuentre la primera materia del ingenio ni para levantar un edificio
científico del tamaño de un marmolillo.
Pide ahora consejos para transformarse, y nosotros le damos, el que se nos figura que le
ha de agradar más, el de convertirse en periódico político.
En algunos números ya intentó ser Madrid Cómico y Madrid Científico, todo en una
pieza. Presumimos que no tuvo éxito la innovación, cuando no han continuado las notas
cómicas.
No tardó la revista científica en hacerse eco del dardo del "temible censor", al que en un
irónico breve en el apartado de noticas también calificó como "geómetra a ratos perdidos,
siquier «geometrice» [sic] con notable aprovechamiento". Pero de forma sorprendente
concluía indicando que todavía no le había llegado el turno de a Origen poliédrico de las
especies, por lo que aparentemente dejaba abierta la puerta a un futuro comentario sobre la
obra585
. Sin embargo no publicaron nada sobre este tema. Bastantes meses más tarde
publicaron un artículo que elogiaba el proyecto del tranvía subterráneo presentado por la
583
Madrid Científico, 3/5/1896.
584 La Dictadura, 24/10/1896.
585 Madrid Científico, 1/11/1896, p. 522. Un molesto Soria incluyó otra contrarréplica en La
Dictadura, 14/11/1896, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
322
CMU, y en él reconocían que finalmente no habían publicado ningún comentario sobre el
libro de Soria porque habían considerado que sus contenidos no encajaban "en los moldes
de la sana y verdadera teoría matemática"586
.
Este último artículo debió compensar de alguna manera el ninguneo sufrido hasta
entonces pues unos meses después, en el mismo número que se incluía un artículo más
amplio sobre el tranvía subterráneo, Soria envío un problema geométrico para su
resolución a modo de pasatiempo587
:
D. Arturo Soria nos remite para su resolución el siguiente problema que entregamos a los
aficionados:
-Colocar dos tetraedros regulares iguales de modo que resulten de la combinación de
ambas figuras un octaedro regular o un exaedro romboidal.
Contribución al origen poliédrico de las especies se dividió en dos partes, que aparecieron
íntegras entre 1895 y 1896 en La Dictadura. Durante ese último año Soria también publicó
la primera de las partes en formato libro, costeada, al igual que la anterior, de su propio
bolsillo. Y según se puede leer en la última de sus páginas, la segunda parte que iba a
contener los capítulos dedicados a desarrollar la Geometría social, la Filosofía de la
historia, la Geometría astronómica y la Geometría metafísica estaba ya en preparación para
su publicación como libro. No he conseguido encontrar ningún ejemplar ni siquiera
ninguna referencia bibliográfica a esta segunda parte, por lo que ni siquiera sé
fehacientemente si terminó publicándose en 1896 o en 1897. Pero sí creo que finalmente se
editó, pues en un pedido que años más tarde le hizo Ramón Maynadé para su Librería
Orientalista de Barcelona, consta que Soria también incluyó 15 ejemplares de esta segunda
parte588
.
586
"El Subterráneo de Madrid". Madrid Científico, 10/1898, p. 1745.
587 Madrid Científico, 25/12/1898, p. 1806.
588 CDMH.SE-Teosofía.Leg. 13.Exp. 610. Expediente personal de Arturo Soria Hernández. Carta a
Manuel Treviño, 18/4/1911.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
323
Figura 8.8: Portada de la traducción al francés de la primera parte de Contribución al origen
poliédrico.
También proyectaba traducciones al francés y al inglés de estas obras, pero creo que por la
escasa repercusión obtenida, junto a la necesidad de pagar los trabajos del traductor, sólo
vería la luz la traducción al francés de la primera parte de Contribución al origen
poliédrico de las especies, que apareció en 1897 con el título Contribution à l'origine
polyédrique des espèces589
.
Sin embargo, en el verano de 1897 aparecieron en El Mortero, una fugaz publicación
semanal que se especializó en la información sobre asuntos educativos, varios artículos en
los que su autor, el fundador y director de la revista, Juan Fraile Miguélez, también
589
De la traducción de esa primera parte se encargó un tal Geneau de Sainte Gertrude, quien se
había ofrecido a Soria comentando que había leído la obra en La Dictadura y que creía podría ser
muy interesante traducirla al francés de cara a su difusión en “los institutos y casa editoriales de
Francia”. Ambos tenían por amigo común a Eduardo Benot. Cobró 100 pesetas por el trabajo de
traducción. AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies: Cartas de Geneau de Sainte
Gertrude, 4/5/1896 y 17/10/1896.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
324
divulgador teosófico590
, a pesar de reconocer que carecía de las dotes intelectuales para
valorar los dos libros de Soria, los comentaba de forma bastante elogiosa. Fueron cuatro
los artículos dedicados al comentario y resumen de los libros y la serie culminó con un
artículo del propio Soria titulado "Principales afirmaciones de la teoría poliédrica sobre el
origen de las especies", en el que seguía la senda de sus libros y artículos publicados en
Sophia, y defendía que la evolución era "simultánea e hipostáticamente un fenómeno
mecánico, geométrico y aritmético"591
. Pero entre los párrafos elogiosos podemos
encontrar algunas frases que corroboran que no todo el mundo acogió las teorías
poliédricas de la misma forma. Por ejemplo, refiriéndose a la afirmación de Soria en el
sentido de que sólo había un poliedro regular (el tetraedro) del que derivaban los demás:
"Esta afirmación, que a muchos parecerá absurda, está plenamente demostrada, a nuestro
juicio, en la obra del Sr. Soria592
" o ésta otra, más explícita593
:
Si alguno, como suele ocurrir, mirando las apariencias, creyese un desequilibrado al
autor, le rogamos aplace su opinión hasta la lectura y meditación de las obras éstas; y,
después de meditar las teorías que encierran, podrá, con conocimiento de causa, juzgar si
el .Sr. Soria es un desequilibrado o un genio. Para nosotros es lo último, y con nosotros
están, no el ministro de Fomento que se negó a adquirir una colección de los cuerpos
descubiertos por el Sr. Soria ni los que le negaron protección, sino los sabios españoles
que, como el Sr. Benot y otros, han profundizado sus doctrinas, y, sobre todo, por los
sabios extranjeros que las han traducido y consideran al autor como una de las más
legitimas honras de España.
Como vemos, entre los sabios extranjeros incluye al traductor de la primera parte de
Contribución, que era un profesor que vivía y trabajaba en Madrid, pero además intenta
590
Fraile murió poco después. Sophia publicó una nota necrológica que lamentaba el fallecimiento
de "este hermano y celoso propagandista de las enseñanzas teosóficas". Sophia, octubre, 1898, p.
239. La Ciudad Lineal también incluyó una necrológica en la que resaltaba que la publicación que
dirigía se había hecho eco de los trabajos de Arturo Soria. La Ciudad Lineal, 5/10/1898, p. 2.
591 El Mortero, 5/7/1897, p. 1193. El Mortero, 12/7/1897, pp. 1206-1207. El Mortero, 19/7/1897,
pp. 1223-1224. El Mortero, 26/7/1897, pp. 1238-1239. Soria y Mata, A.: "Principales afirmaciones
de la teoría poliédrica sobre el origen de las especies". El Mortero, 2/8/1897, pp. 1254-1256.
592 El Mortero, 5/7/1897, p. 1193.
593 El Mortero, 26/7/1897, p. 1239.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
325
hacer ver que lo habían hecho por iniciativa propia. Sobre el asunto de las traducciones
comentaba que sus obras se estaban "traduciendo al inglés, después de haber sido vertidas
al francés y a otros idiomas. En el extranjero se venderán muchos ejemplares y aquí...".
Estás traducciones en ningún caso vieron la luz, pero yo tampoco he encontrado evidencias
de que siquiera se hubiesen llegado a encargar. Pero además el artículo donde figuraba la
frase anterior concluye con una cita textual a una nota escrita por Soria para cerrando la
segunda parte de Contribución, que puede muy bien indicarnos por qué dejó de editar los
libros proyectados y sus traducciones594
:
NOTA. Doy fin aquí a mi obra, dejando sin publicar buena parte de ella, porque mis
medios no me consienten mayores sacrificios pecuniarios por la ciencia. De mi primer
libro ORIGEN POLIÉDRICO DE LAS ESPECIES, se vendieron, triplicando la cifra de
mis esperanzas; ciento veintitantos ejemplares.
De la primera parte de la CONTRIBUCIÓN AL ORIGEN POLIÉDRICO DE LAS
ESPECIES, se habían vendido, a fin de Diciembre de 1896, poco más de cincuenta
ejemplares.
De las plantillas litografiadas, en que he dibujado y redescubierto la forma curiosísima de
la década pitagórica, que yo he llamado «doble pentatetraedro» o «combinación regular
de 10 tetraedros regulares», sólo he vendido, a peseta por hoja, una en el Salón del
Heraldo, y una colección completa de cuatro hojas al señor D. Tomás de Azcárate, para
una Biblioteca de Marina de San Fernando, por recomendación del ilustrado profesor D.
José María Carpio.
Esto es bastante poco, aun no teniendo como no tengo, propósito alguno de lucro.
A mediados de 1895 apareció también un artículo de elogio al libro de Soria en las páginas
de El Diario de Cádiz, en las que escribía un profesor amigo de Eduardo Benot al que éste
se lo había facilitado. Curiosamente, el profesor (ese José María Carpio que aparece en la
cita anterior de Soria) quiso hacer un homenaje doble, pues la reseña del libro llevaba por
título "Carta abierta al Excmo. Sr. D. Eduardo Benot"595
. Con motivo de este artículo, se
594
El Mortero, 12/7/1897, p. 1207.
595 Carpio, J.M.: "Carta abierta al Excmo. Sr D. Eduardo Benot". Diario de Cádiz, 1/7/1895.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
326
inició una relación epistolar cuya lectura deja traslucir una admiración sincera del
periodista por la obra de Soria. Llegó incluso a considerar a Soria como su "Magíster"
cuando le trasmitía su firme creencia en la teoría poliédrica y le manifestaba su opinión de
que los hombres de ciencia estaban atrasados para comprender determinadas ideas. Fruto
de esta admiración, al año siguiente Carpio se propuso la publicación de una serie de
artículos en el mismo medio para ahondar en las teorías de Soria y ayudarle en su difusión.
El primero de ellos apareció el 2 de julio con el título "Química poliédrica" y el segundo,
titulado "Concepto de la evolución. Carta abierta contestando al ingeniero y filósofo D.
Arturo Soria y Mata" se publicó el 12 de agosto siguiente596
. Pero la serie quedó
interrumpida al generarse una controversia inesperada. Un paisano de Carpio, astrónomo
de la marina y antiguo amigo suyo, pero que desde un rifirrafe pasado había devenido en
enemigo, utilizó una cuestión geométrica afirmada por Soria de forma errónea -denominó
paraboloide de revolución a lo que en realidad era una hiperboloide de revolución- como
medio para mortificar a un Carpio que había recomendado la obra de forma vehemente. La
cuestión generó réplicas y contrarréplicas en las páginas del Diario de Cádiz y de La
Correspondencia de San Fernando, que motivaron incluso la intervención de un Arturo
Soria que quiso finalizar la controversia dando la razón al astrónomo en la nimia cuestión,
a la vez que trató de soslayar las desavenencias particulares entre los otros597
.
No con la dedicación que en principio Soria había deseado, pero sabemos ya que
sus escritos en torno a estos temas no terminaron en estos años, pues estuvo publicando en
Sophia hasta 1902. Pero al constatar que no recibían la acogida que él había esperado, su
afán divulgador disminuyó y en consecuencia la repercusión mediática de sus teorías fue
mucho menor, viéndose relegadas casi en exclusiva a los ambientes teosóficos598
. En
noviembre de 1897 dio una nueva conferencia en el Ateneo sobre la "Exhibición de la
forma geométrica del hidrógeno, deducida de la filosofía y de la geométrica de Pitágoras"
596
Carpio, J.M.: "Química poliédrica". Diario de Cádiz, 2/7/1896. Carpio, J.M.: "Concepto de la
evolución. Carta abierta contestando al ingeniero y filósofo D. Arturo Soria y Mata". Diario de
Cádiz, 12/8/1896.
597 AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies: correspondencia con José María Carpio.
Diario de Cádiz, 2/8/1896. La Correspondencia de San Femando, 13/8/1896; 14/8/1896;
27/8/1896. La Dictadura, 8/8/1896, p. 3; 29/8/1896, p. 3.
598 La revista teosófica francesa que había fundado Blavatsky, Le Lotus Bleu, publicó una reseña de
la traducción al francés de Contribución. Le Lotus Bleu, 27/9/1897, pp. 254-255.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
327
que no tuvo otra repercusión que su habitual anuncio previo en la prensa, y a principios de
1901 otra de nuevo sobre la teoría pitagórica de la evolución, de la que apareció una reseña
en Sophia en la que le solicitaban más charlas sobre el asunto, pues ésta, "a fuerza de ser
buena", les había sabido a poco599
.
No fue hasta 1912 en que Soria se decidió a compilar las dieciocho entregas de
Génesis que había publicado en Sophia y decidió publicarlas de nuevo en La Ciudad
Lineal, y al año siguiente en una edición no venal de 200 ejemplares de un libro que se
imprimieron en la Imprenta de la Ciudad Lineal y que también distribuyó profusamente,
pero entre las primeras personas contempladas para recibirlo ya podían verse las de los
teósofos con los que Soria mantenía alguna relación (Treviño, Xifré, Doreste, Roso de
Luna, Viriato Díaz-Pérez, etc.), pero seguía insistiendo en enviarlo también a las
instituciones y bibliotecas científicas como las contempladas en las ocasiones anteriores.
8.6. UNA NUEVA FORMA DE VIDA
Al igual que en otros países occidentales, la sociedad finisecular española
contempló cómo un elevado número de personas que, formadas al albur de las primeras
olas de generalización de la educación y que por lo general no llegaron a complementar
con estudios superiores, buscaron saciar su apetito de nuevos conocimientos leyendo
publicaciones periódicas que, como es lógico, se aproximaban a los temas de forma muy
superficial, o acudiendo a obras filosóficas, científicas o literarias que los iniciados podían
considerar ya superadas. Este buen número de autodidactas conformaron unas que
podríamos denominar como "clases medias intelectuales". Una parte de ellos mostraron
también ciertas aspiraciones creativas y dieron a la imprenta sus propias obras. Muchas de
las literarias fueron pronta y justamente olvidadas por su escasa calidad; y, en el caso de
las pretendidamente científicas o filosóficas, solían carecer de profundidad y algunas
reflejaban incluso una cierta incapacidad intelectual del autor para asimilar las últimas
aportaciones en esos campos, aparte de, en la mayoría de los casos, no estar al tanto
599
La Época, 24/11/1897. El Globo, 25/11/1897. El País, 25/11/1897. Sophia, febrero, 1901.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
328
siquiera de ellas. Fue en ese contexto social, en el que, henchido de satisfacción, Soria dio
a la imprenta la primera de sus obras “científicas”600
:
Durante dos meses, quitando minutos al trabajo del día, al sueño y al descanso, he llevado
a cabo esta labor [escribir el libro], procurando para mi espíritu la felicidad de dejar al
morir algo más de lo que hallé al nacer. Si no logro mi intento, por lo menos habré
cumplido el precepto árabe que ordena plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
Yo he plantado muchos árboles.
Tengo cinco hijos.
Mi libro es éste.
Aunque el sentimiento de orgullo por sus realizaciones diversas venía teñido de una cierta
dosis de frustración ante el que, juzgaba Soria, escaso reconocimiento con el que estaban
siendo recibidas. Según expresó en varios de sus escritos, la incomprensión hacia su obra
en España se debía fundamentalmente a que el país estaba lleno de personas incapaces y
poco dotadas. En el prólogo de Origen podía leerse, por ejemplo601:
Escrita en español, se dirige a los extranjeros.
De los míos no espero más que censuras, o cuando más indiferencia.
[...]
Hoy, en medio de multitud de trabajos y deberes abrumadores; cansado el cuerpo y
dolorida el alma, no he hallado fórmula superior para expresar el desprecio que me
inspiran determinadas personas y cosas, y pequeñeces y miserias que me molestan, que
volver los ojos a la ciencia, a la amistad sincera e invariable de los libros.
600
Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., p. 7.
601 Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., pp. 5-7.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
329
No obstante, en 1894 pensaba que había dado con algo que realmente le hacía feliz y que
incluso podría convertirse en su modo de vida. Entre el texto que añadió en 1913 para
completar la edición definitiva de Génesis se leía602:
Para avanzar en estos descubrimientos geométricos, consolidarlos, extenderlos y
convertirlos en materia visible y tangible necesitaba el auxilio de personal y de material,
necesitaba, todo mi tiempo y algún dinero y en demanda de unas migajas del presupuesto
nacional acudí a D. Antonio Cánovas del Castillo a la sazón Presidente del Consejo de
Ministros.
A pesar de la recomendación de D. Cristino Martos, mi querido y nunca bastante
admirado amigo603
, no obtuve más resultado que el de una entrevista muy afectuosa y
agradable con el monstruo, que así le llamaban sus partidarios.
Esta entrevista varió por completo el rumbo de mi vida. En vez de dedicarla a la ciencia
apaciblemente, en la oscuridad, en el aislamiento que es mi mayor encanto, hube de
abandonar mis trabajos poliédricos y la arquitectura de los átomos por otra arquitectura
bastante más ingrata y molesta, la de las ciudades lineales, idea que, a mi juicio, como
esfuerzo intelectual, no vale dos pesetas en calderilla, digan lo que quieran mis amigos y
partidarios.
Con la última de las frases de la cita -no exenta de una pizca de falsa modestia- señalaba
Soria cuál de sus aficiones le resultaba entonces más gratificante y durante meses se había
dedicado a ella con entusiasmo604
:
A medida que advertía las dificultades de la empresa [el intento de demostrar sus
hipótesis], concentraba cada vez más mi pensamiento; cada día acentuaba la higiene
corporal, absteniéndome de todo exceso, aumentando un poco la alimentación ordinaria y
graduando la dosis de café, que hacía meses no tomaba, desde una taza hasta tres diarias
602
Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 55.
603 Recordemos que cuando unos quince años antes pretendía desatascar su expediente para poder
ofrecer el servicio telefónico en Madrid, Cristino Martos ya le había procurado una entrevista
personal con Cánovas del Castillo, al que, por cierto, a lo largo de 1896 Soria fustigaba continua e
inmisericordemente desde las páginas de La Dictadura.
604 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 46.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
330
al cabo de un mes. Llegué a sentir tal seguridad y confianza en mis bríos intelectuales,
acompañada de una joie de vivre intensa, que muchas mañanas, al bajar a mi jardín, antes
de ponerme a pensar en la geometría, estaba ciertísimo de que pocos momentos después
descubriría algo nuevo, y de que llenaría las cuartillas que tenía delante con el resultado
de experimentos geométricos hechos en mi cerebro y desconocidos para los demás
hombres. Y así en efecto sucedía.
Sin saber por qué, durante los meses en que estuve entregado en cuerpo y alma a estos
amores por la ciencia, toda idea relacionada con los demás asuntos de la vida, que no
fuese muy elevada, de una pureza moral extraordinaria, era rechazada por mi mente,
como si un secreto instinto inexplicable me advirtiese que tales ideas me impedirían
ahondar en la labor que reclamaba todas mis energías.
La anécdota de la entrevista con Cánovas fue descrita por Soria en varios de sus escritos605
y debió tener lugar sobre finales de 1895 o principios de 1896. La Ciudad Lineal estaba por
entonces, como quien dice, echando a andar; era mucho el trabajo por hacer y muchas las
incertidumbres, pero los tiempos difíciles para captar los apoyos necesarios para poner en
marcha la CMU ya habían sido superados, por lo que si las cosas seguían como se
esperaba, no tardarían en dar su frutos. En cualquier caso, a Soria parecía no importarle,
tanto era como disfrutaba con sus investigaciones. Lo expresaba en Origen, en un tono
cercano al delirio606
:
Mas cualquiera que sea el juicio ajeno, no me puede quitar ni disminuir el júbilo
extraordinario del descubrimiento, la alegría intensísima del alma, la satisfacción de haber
mirado al sol de cara y contemplado, como Platón describe, los resplandores que
deslumbran y ciegan de las verdades primeras, el placer de la invención puro,
incomparable, semejante al que expresa con perfección la Iglesia católica, cuando á través
de nubes de incienso y entre los acordes de la música, ecos de la fuente de verdad y de
belleza de donde vienen, lanza y repite el grito hermoso de todas las esperanzas y de
todas las alegrías: aleluia, aleluia, aleluia,...
605
Soria y Mata, A. (1896): Contribución al origen de las especies, pp. 145-146. Soria y Mata, A.
(1913): Génesis, p. 55; El Mortero, 19/7/1897, p. 1224.
606 Soria y Mata, A. (1894c): Op. cit., p. 31.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
331
Pero en el caso de que sus trabajos hubiesen merecido la consideración de científicos, era,
en la España de finales de siglo, prácticamente imposible vivir dedicado exclusivamente a
la investigación, tanto menos si tenías una gran familia a la que alimentar. En este sentido,
aunque refiriéndose a unas décadas anteriores, valgan las palabras de Echegaray -figura en
el campo de las matemáticas con la que, reitero, no pretendo comparar a Soria- porque la
precaria situación de la ciencia en España no había variado prácticamente nada. Además la
primera frase es llamativa pues concuerda con lo expresado por Soria607
:
Las Matemáticas fueron, y son, una de las grandes preocupaciones de mi vida; y si yo
hubiera sido rico, o lo fuera hoy, si no tuviera que ganar el pan de cada día con el trabajo
diario, probablemente me hubiera marchado a una casa de campo muy alegre y muy
confortable, y me hubiera dedicado exclusivamente al cultivo de las Ciencias
Matemáticas. [...].
Pero el cultivo de las Altas Matemáticas no da lo bastante para vivir. El drama más
desdichado, el crimen teatral más modesto, proporciona mucho más dinero que el más
alto problema de cálculo integral; y la obligación es antes que la devoción, y la realidad
se impone, y hay que dejar las Matemáticas para ir rellenando con ellas los huecos del
descanso que el trabajo productivo deja de tiempo en tiempo: Jamás, ni en las épocas más
agitadas de mi vida, he abandonado la ciencia de mi predilección; pero nunca me he
dedicado a ella como quisiera.
Dando una muestra más de su atrevimiento, Arturo Soria estaba dispuesto a entrevistarse
con cualquiera para convencerle de que sus teorías geométricas y evolutivas eran tan
importantes que merecían ser subvencionadas, fuese de un modo o de otro608
. Siguiendo el
relato de Soria, Cánovas tuvo la amabilidad de recibirle pero tras escucharle unos minutos
le denegó la subvención que le solicitaba. Sin embargo, no se sabe cómo, Soria consiguió
607
Echegaray, J. (1917a): Op. cit., pp. 405-406.
608 Refiriéndose a su confianza en el éxito de sus gestiones ante Cánovas del Castillo, Soria señaló:
“Antes de pedir el favor oficial estaba cierto de que no obtendría resultado alguno; más no quise
que tal duda pudiera ser, andando el tiempo, un argumento contra mí”. Soria y Mata, A. (1896):
Op. cit., p. 146.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
332
una carta o la copia de una carta que el reciente ministro de Fomento, Aureliano Linares
Rivas -quien apenas ocupaba el cargo desde mediados de diciembre anterior-, le había
enviado el 31 de enero de 1896 a su presidente, Cánovas del Castillo609
. Y a juzgar por su
contenido parece que el presidente del Consejo de Ministros hizo alguna gestión más por
Arturo Soria. Según se puede leer, Cánovas había tratado de que su ministro de Fomento le
otorgase una subvención de 1.000 pesetas mensuales para que pudiese continuar con sus
"trabajos científicos". Sin embargo, Linares le comunicaba a su presidente que no
encontraba "medio de atender en el Ministerio su deseo por carecer de crédito para esta
clase de atenciones". No sabemos si la carta fue una especie de excusa urdida para quitarse
de en medio al pedigüeño o si la gestión de Cánovas fue bienintencionada; pero en todo
caso, Soria no comentó nada de su existencia cuando escribió sobre el asunto.
Más dolido se mostraba con el antecesor a Linares en el puesto de ministro de
Fomento, Alberto Bosch, Doctor en Derecho, Ingeniero de Caminos y académico, al que
Soria había enviado su primer libro, varias plantillas e incluso a alguna caja con los
poliedros ya construidos. En octubre de 1895 Soria le formuló una propuesta para que el
ministerio le adquiriese varias colecciones de sus poliedros por un importe de 100 pesetas,
que según declaró Soria posteriormente, era la estimación de su precio de coste. El
ministro declinó la propuesta argumentando el agotamiento de la partida presupuestaria
para tales fines, dejando, no obstante, abierta la posibilidad de hacerlo en cuanto tuviese
ocasión de hacerlo. Mera excusa o no, la ocasión propicia no se llegó a presentar, pues en
diciembre se vio forzado a dimitir como ministro de Fomento610
.
Desde 1896, por iniciativa de su entonces presidente además de diputado en las
Cortes, Segismundo Moret, entró en marcha en el Ateneo de Madrid la que se denominó
Escuela de Estudios Superiores, que pretendía institucionalizar y regular la enseñanza en el
Ateneo basándose de alguna manera en la organización universitaria y retribuyendo, por
primera vez en su historia, a sus catedráticos. El primer curso de la Escuela fue el
609
AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies: Carta de Aureliano Linares a Antonio
Cánovas, 31/1/1896.
610 "El Ministro [de Fomento, Alberto Bosch] que, por su vasta instrucción y por su capacidad,
pudo apreciar, mejor que otros, si merece o no estimación el que un español haya descubierto y
demostrado la unidad de los poliedros regulares, no creyó que tal novedad geométrica valga para el
Estado cien pesetas". Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., p. 146. AKS. Álbum de Origen poliédrico
de las especies: Cartas de Alberto Bosch a Arturo Soria, 2/10/1895 y 11/10/1895.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
333
correspondiente a 1896-1897 y tuvo una notable acogida. Los catedráticos escogidos
fueron, por lo general, figuras destacadas del panorama científico y cultural de la España
fin de siglo. Y entre esa extensa nómina de notables se podría señalar, para hacernos una
idea, a Rafael María de Labra, José Canalejas, Joaquín Costa, Santiago Ramón y Cajal,
José Echegaray, Zoel García Galdeano, José Rodríguez Carracido, Eduardo Saavedra,
Gumersindo de Azcárate, Marcelino Menéndez Pelayo, Ramón Menéndez Pidal, Eusebio
Blasco, Emilia Pardo Bazán o a Leopoldo Alas, entre otros611
.
Enterado del proyecto de Moret, Arturo Soria le propuso la creación de una
cátedra en el marco de la citada Escuela, en la que él se encargaría de exponer y explicar
los entresijos de su teoría pitagórica de la evolución. En una carta de julio de 1896, una vez
conseguida del Congreso de los Diputados la dotación presupuestaria para los citados
Estudios Superiores, Moret, a la vez que le agradecía su colaboración con la institución, le
aseguraba a Soria que procedería a someter a sus "compañeros" -no sé si refiriéndose a sus
compañeros en el Congreso, pues la carta llevaba el membrete de diputado por Zaragoza, o
a sus compañeros en la junta directiva del Ateneo- la propuesta de Soria612
. Pero la
propuesta fue desestimada. Así que, lamentando la general falta de apoyo, concluía Soria
su parte segunda de Contribución613
:
Ni el público, ni el Estado, ni el Excelentísimo Sr. D. Segismundo Moret, en la
presidencia del Ateneo de Madrid, han querido favorecer estos trabajos.
Por mi parte he cumplido, en la medida de mis fuerzas, un deber de buen español y de
amante de la ciencia.
Tan convencido estaba de que podía codearse con otros eminentes científicos patrios y
azuzado por su característico atrevimiento, llegó a contactar también con nada menos que
Santiago Ramón y Cajal -quien ya por aquellos años gozaba de merecido reconocimiento y
también colaboraba con el Ateneo- para proponerle una investigación conjunta:
611
Villacorta Baños, F. (1985): Op.cit., pp. 97-110 y 289-297.
612 AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies: Carta de Segismundo Moret a Arturo Soria,
27/7/1896.
613 El Mortero, 12/7/1897, p.1207 y 26/7/1897, p. 1239.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
334
Este segundo ciclo de transformaciones, que principia en una trinidad de formas, cuya
forma exterior es la del dodecaedro, concluye, según presumo en las formas elementales
constitutivas de la célula, perseguidas por los más avisados histólogos, armados de los
más perfectos microscopios.
Antojáseme que ellos y yo estamos perforando una misma desconocida montaña,
atacando el túnel por distinta boca.
¿Por qué no hemos de sujetar ambos trabajos a un mismo plan concertado de
investigaciones? En tal sentido dirigí una atenta carta al Sr. D. Santiago Ramón y Cajal,
indicándole que si él pudiese y quisiese construir de bulto la célula, el retículo y el
nucléolo, tal como él los ve por el microscopio y con su pensamiento, yo haría una
tentativa en busca de la combinación de poliedros regulares intermedia entre el
dodecaedro y la célula.
Ramón y Cajal no figuraba entre la lista de receptores del su primera obra, por lo que, de
habérsela enviado, habría sido posteriormente. Nada conocemos sobre una posible -aunque
ciertamente improbable- contestación a la propuesta de Soria y, en cualquier caso, éste no
volvió a dejar ningún comentario escrito sobre el asunto. Unos años más tarde, sin
embargo, lo que exaltaba ya era el “talento colosal de Besant”, “la ciencia profunda de
Mead, de Leadbeater y de Glas”, o el “agudísimo ingenio de Treviño”614
.
8.7. EDUARDO BENOT
Al igual que había sucedido con Manuel Treviño, la publicación de Origen
poliédrico de las especies provocó que Arturo Soria iniciase una nueva relación de amistad
con otra persona que le dejó profunda huella durante los más de diez años en que pudieron
frecuentarse.
614
Soria y Mata, A. (1896): Op. cit., pp. 42-43. Soria y Mata, A.: “La Ciencia precristiana”.
Sophia, diciembre, 1899, p. 361.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
335
Se trata de la que mantuvo con el gaditano Eduardo Benot Rodríguez (1822-
1907), persona afable y muy apreciada en la época, que como republicano federal había
tenido una actuación política destacada durante los años del Sexenio. Formó parte, entre
otras cosas, del grupo encargado de redactar la contestación de las Cortes a la carta de
abdicación de Amadeo I y, tras el advenimiento de la efímera I República, llegó a ejercer
como ministro de Fomento, aunque durante menos de un mes. Como diputado republicano
federal fue muy reconocido por ser el instigador de la conocida como Ley Benot, que
reguló las condiciones del trabajo de los menores de edad y que fue muy avanzada para su
época. Volvió a la política en 1893 al ser de nuevo elegido diputado y a la muerte de Pi y
Margall en 1901 ocupó la presidencia del Partido Republicano Federal. Fue Benot un
trabajador incansable y una persona dotada de una gran inteligencia que, de forma
autodidacta, se dedicó a otras múltiples actividades al margen de la política, entre las que
cabe destacar, la dirección de varios periódicos o la enseñanza: ocupó en su Cádiz natal
cátedras de Filosofía, Astronomía o Geodesia. Escribió también numerosos libros y
artículos sobre filología, literatura, lingüística o pedagogía, que le valieron para ingresar en
la Real Academia de la Lengua en 1889. Igualmente gustó del mundo de la ciencia y la
ingeniería; logró registrar varias patentes y publicó libros sobre estas disciplinas y algún
otro de matemáticas. Por todo ello fue elegido en 1879 miembro de la Real Academia de
Ciencias exactas, físicas y naturales615
. Así, en la década de 1890, Benot era tenido
fundamentalmente por un hombre sabio.
Cuando Arturo Soria publicó Origen ya conocía a Benot, pero no se trataban, al
menos asiduamente, ya que estaban en ámbitos sociales y profesionales absolutamente
distintos. Habían coincidido en la Asamblea Nacional que proclamó la I República, ya que
cuando Arturo Soria fue elegido diputado, Eduardo Benot era senador, pero su
coincidencia política fue escasa. En marzo de 1873 se disolvieron las cámaras y se
convocaron las de elecciones de mayo, tras las cuales Soria tuvo que dejar su escaño,
mientras que Benot continuó en primera fila política hasta el golpe de Estado de Pavía.
615
El País, 28/7/1907, p. 1. Jiménez Gámez, R. (2010): “Eduardo Benot: un lingüista y pedagogo
adelantado del siglo XX y olvidado en el XXI”. Biblioteca Virtual de Andalucía [En línea].
[Consulta: 10/12/2015]. <http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/opencms/lecturas-
pendientes/015-educacion_juventud.html>.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
336
Figura 8.9: Eduardo Benot. Fuente: Madrid Cómico, 27/12/1890, p. 1.
No sabemos si posteriormente coincidieron en algún evento o banquete político con motivo
de algún homenaje o similar pero, en cualquier caso, la relación que Soria estableció con él
en la década de 1890 no se inició por motivos políticos, sino científicos. Como decimos,
fue con ocasión de la publicación de Origen cuando Soria entró en contacto con él al
enviarle dedicado uno de sus ejemplares: "Al Excmo. Sr. D. Eduardo Benot, testimonio de
admiración por sus notables trabajos y de distinguida consideración de Arturo Soria y
Mata"616
. En febrero de 1895 Benot le envió una carta de agradecimiento en la que le
confesaba que había empezado el libro, pero que a pesar de estar interesándole mucho, no
había podido terminarlo, pero que se comprometía a ello en cuanto dispusiese del tiempo
necesario. La misiva no se diferenciaba mucho de las otras recibidas por Soria en
agradecimiento por haber recibido el libro dedicado. Pero la cosa no quedó en esa
respuesta de cortesía. Unos días más tarde Benot envió otra acusando recibo de unas
616
AKS. Lista de distribución de Origen poliédrico de las especies.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
337
láminas en papel que debían ser similares a las que habría utilizado Soria para construir
algunas de sus figuras -que no eran las impresas que al año siguiente distribuiría
masivamente- y seguía reiterándole lo mucho que le atraían esos estudios. A partir de
entonces comenzó una continuada relación epistolar, que fue alternándose con visitas y
encuentros donde hablaban y discutían, sobre todo, acerca de asuntos de ciencia -si en
ortodoxia podían considerase así- y que, a juzgar por lo que posteriormente manifestó
Soria, comenzaron a cimentar una estrecha relación de amistad617
.
Soria dejó también unas anotaciones manuscritas en las que destacaba algunos
comentarios que Benot habría hecho acerca de su obra. Según ellos, éste habría
manifestado que era lo "más importante que se ha[bía] escrito de unos años a esta parte" o
que "la elocuencia de las páginas 30 y 31 es la verdadera elocuencia, superior a la de
Castelar". También dejó indicado que Benot le había comentado que se había discutido
mucho sobre su libro en la tertulia del que había sido varias veces ministro de Marina, José
María Beránger, a la que no sabemos si asistía Benot, pero que, en ese caso, la
compatibilizaría con la que él acogía en su domicilio, a la que acudían políticos,
principalmente republicanos o anarquistas, entre los que destacaban Pi y Margall, Nicolás
Estévanez o Fermín Salvochea, pero también de la literatura, como los hermanos Machado,
nietos del célebre Antonio Machado y Núñez, médico, naturalista, geólogo, krausista y
también político liberal, que fue de los primeros en divulgar las ideas de Darwin en
España, con el que Benot mantuvo una estrecha amistad618
. Desde entonces ambos se
intercambiaron textos o libros que dieron lugar a la correspondencia en la que se
manifestaban admiración mutua. Por ejemplo, de Benot a Soria619
:
Cada vez admiro más y me causa mayor maravilla la facultad que tiene V. de ver formas
geométricas, movimientos atomísticos y descubrir relaciones entre cosas al parecer
enteramente inconecsas [sic]."
617
AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies. Cartas de Benot, 12/2/1895, 16/2/1895,
24/5/1895.
618 Gibson, I. (2006): Ligero de equipaje, p. 76.
619 AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies. Cartas de Benot, 7/11/1895, 28/7/1896 y
31/7/1896.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
338
"Sin hacer casi una profesión de ciencia que V. cultiva no es posible dominar lo que V.
expone o por lo menos quien no logre una inteligencia superior a la mía.
O de Soria a Benot, de lo que queda constancia por sus comentarios sobre uno de los libros
de Benot: Patria, libro de poemas de temática histórica editado en 1890, que Soria había
apreciado como "una pirámide inconmovible de ideas". Benot le felicita precisamente por
tan original calificación: “¡Pirámide de ideas!”620
.
A pesar de ser miembro de la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y
naturales, no podía considerase a Eduardo Benot una persona de ciencia en sentido estricto,
por muy retrasada que estuviese ésta en la España de finales de siglo. En esos años su
dedicación principal era el campo filológico y lingüístico, pero siguió publicando alguna
obra y artículo sobre matemáticas. Era una persona que gozaba del aprecio general y de la
consideración por su inteligencia y haber destacado en muchas disciplinas, pero alguna de
estas obras, sueltos periodísticos o recensiones de los últimos años fue objeto de la ácida
crítica de medios especializados, desde los que también se le censuraba la defensa como
tales de obras de otros autores que traspasaban la frontera de la ciencia, como la de un tal
José Fola Igutbide, autor de una obra que llevaba por título "Nueva ciencia geométrica"
que fue objeto de encendida polémica en la prensa nacional en relación con su
consideración científica o no. Benot así lo defendía en contra de la opinión de la propia
Real Academia de Ciencias y Los redactores de Madrid científico, lamentando este
posicionamiento, aprovecharon para denostar de parte de su obra tardía621
. Pero Soria se
mostró tan honrado por la atención con la que Benot había acogido la primera de sus obras,
en contraste con la fría recepción del resto de la comunidad científica, que no dudó en
620
Benot también le había remitido En el umbral de la ciencia, con la dedicatoria: “al feliz
descubridor del pentatetraedro, su admirador E. Benot”, según apuntó el propio Soria de forma
manuscrita. AKS. Álbum de Origen poliédrico de las especies: Carta de Benot, 21/11/1896.
621 Madrid Científico, núms. 171, 172, 173, 174, 176 y 177. Año 1898.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
339
dedicarle Contribución al Origen poliédrico de las especies, que comenzó a publicarse en
octubre de 1895622
:
Al Excmo. Sr. D. Eduardo Benot. Ilustre inventor, sabio matemático y filólogo, dedica
este segundo libro, en vista de la simpatía con que se sirvió acoger el primero, su
admirador y afectísimo amigo, Arturo Soria y Mata.
Según dejó escrito en Génesis, Benot le ayudó, entre otras cosas, a buscar nombre para
alguno de los poliedros que manifestaba haber descubierto, como por ejemplo el
tricontaedro. Bastantes años después de su muerte y muy poco antes de la suya propia,
Soria escribió un artículo en su recuerdo y homenaje, en el que indicaba que el nombre del
pentatetraedro también se lo debía a él, aunque esto parece difícil, pues Soria ya lo había
utilizado en Origen, escrito en 1894, según parece antes de profundizar en su amistad con
Benot. También hemos hecho referencia al triángulo Benot, que Soria describió en La
Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería 623
.
Benot llegó a convertirse para Soria en su "más íntimo y querido amigo". Amistad
que, según Soria, se basó fundamentalmente en un "común amor por la ciencia".
Continuaba Soria su recuerdo diciendo que era "una de las dos únicas personas con quienes
yo he hablado de religión con absoluta franqueza, sin temor a tropezar con los fanatismos,
hipocresías o ridiculeces de los fanáticos o vividores de la derecha o de la izquierda".
622
La dedicatoria apareció tanto en la primera de las entregas en La Dictadura, que coincidió con el
primero de sus números, como en el posterior formato libro. La Dictadura, 5/10/1895, p. 2. Soria y
Mata, A. (1896): Op. cit.
623 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 8. Soria y Mata, A.: “El centenario de Benot”. El País,
26/9/1920, p. 1. Soria y Mata, A.: “El icosaedro regular”. La Revista Minera, Metalúrgica y de
Ingeniería, 16/1/1897, pp. 19-20.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
340
Figura 8.10: Curiosa anotación en el reverso de una tarjeta enviada por Benot a Soria que hacer
referencia a la anécdota de un texto escrito por éste para La Dictadura. Fuente: AKS: Álbum de
Origen poliédrico de las especies. La Dictadura, 21/12/1895, pp. 1-2.
8.8. EL PROGRESO INDEFINIDO Y EL TALENTÓMETRO
La producción libresca de Arturo Soria se completó con El Progreso Indefinido,
aparecido en 1898 y con El Talentómetro, publicado en 1902. En diciembre de 1899, en la
última de las entregas de La Ciencia precristiana, Soria daba por concluidas
definitivamente sus investigaciones geométricas y el intento de demostración de sus
teorías624
. No sería lo último que escribiese en relación con esos temas, pues todavía
publicó algún otro texto disperso como los ya referidos La forma del universo o Mecánica
espiritual, pero ante la imposibilidad de compaginarlo con sus actividades profesionales,
Soria descartó una mayor dedicación a su plúmbea teoría.
Con el título del primero de estos libros evocaba Soria otra idea señera de la
filosofía evolucionista, de gran popularidad durante la segunda mitad del siglo XIX, que
sostenía que, tras la entrada en la era científica el grado de desarrollo de las sociedades de
los tiempos futuros -de la mano de los descubrimientos científicos y de la tecnología- sería
ya siempre y de forma ineludible superior al del presente. Este homenaje nos da una idea
624
“[...] yo no puedo proseguirlos en el medio ambiente, hostil e indiferente que me rodea”. Soria y
Mata, A.: “La Ciencia precristiana”. Sophia, diciembre, 1899, p. 361.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
341
de la confusa relación que durante estos años mantuvo Arturo Soria con el evolucionismo,
ya que si en Génesis renegaba de Darwin para abrazar el pitagorismo, con este nuevo libro
-recordemos que publicado a la vez que aparecían la entregas de aquél- hacía honor a uno
de sus mitos. Soria declaraba su fe en esta idea al comienzo del primero de los capítulos
del libro625
:
Creemos en el progreso indefinido, sin límites, ni término, ni fin; creemos en la aparición
de cosas nuevas más perfectas potencialmente contenidas en las cosas menos perfectas
que conocemos.
Independientemente del título elegido, el libro de Soria no era un ensayo exclusivamente
dedicado a sus reflexiones en torno a ese concepto, en realidad sus capítulos conformaban
una miscelánea en los que, aparte de algún otro paseo por su teoría poliédrica, escribía en
torno a los mismos temas sobre los que ya lo había hecho para La Dictadura. Pero de tanto
en tanto, intercalaba alguna mención a la hegeliana noción de progreso indefinido aunque
tuviese escasa relación con el asunto que estaba tratando626
:
La unidad religiosa, esto es, la separación de las diferentes religiones en agrupaciones
perfectamente definidas y organizadas para todos los demás aspectos de la vida, es un
bien. La unidad religiosa es uno de los grandes instrumentos del progreso indefinido.
Este libro, dedicado por Soria a su madre, lo firmaba en su portada de una forma curiosa,
"Arturo Soria y Mata, un ex-revolucionario no arrepentido", dardo con el que pretendía
distanciarse con las actitudes políticas de gran parte de sus antiguos compañeros
septembrinos, pero que es muy probable que estuviese dirigido de manera especial contra
su cuñado Eusebio Blasco, quien no había puesto especial reparo en aceptar la
Restauración e incluso ocupó diferentes cargos en varios de sus gobiernos. Pero además,
durante algunas de sus estancias en París en su etapa en Le Figaro entre 1881 y 1894,
tampoco tuvo empacho en frecuentar la compañía de la depuesta Isabel II. Como colofón,
625
Soria y Mata, A. (1898): El Progreso indefinido, p. 7.
626 Ibíd, p. 40.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
342
decidió presentarse como candidato "socialista católico" al Congreso de los Diputados en
las elecciones de 1899, aunque no logró salir elegido627
. No obstante, a pesar de hacer gala
de pasado revolucionario y de declararse en sus páginas abiertamente identificado con el
ideario progresista, las opiniones vertidas por Soria en El Progreso Indefinido mostraban
un pensamiento político que bien podía caracterizarse de reaccionario, como ya analizamos
al tratar sobre su faceta periodística628
.
Mas por lo mismo que somos fervorosos creyentes de la doctrina evolucionista del
progreso indefinido, no aceptamos el criterio vulgar y corriente de la igualdad y de la
fraternidad, y combatimos resueltamente el loco empeño de hacer una humanidad de
hombres hermanos e iguales sin distinción de razas, climas, colores, sexos y demás
abismos que separan a una personalidad humana de otra.
[…]
No nos asustemos de las palabras esclavitud y aristocracia por la reminiscencia de su
antiguo significado; aceptémoslas como expresión del progreso indefinido, como formas
que van cambiando y perfeccionándose al compás de los tiempos, pero cuya eterna
esencia subsistirá siempre.
[…]
Libertad y esclavitud, aristocracia y democracia, no son términos incompatibles sino
relativos, que no indican otra cosa que el grado o jerarquía en la escala de la evolución,
pasos dados en el camino del progreso indefinido.
Y en la línea de algunos de sus artículos de esos años, tampoco faltaron las afirmaciones de
tinte racista629
:
Establezcamos primero la supremacía de la raza blanca sobre todas las demás, franca y
virilmente, por la fuerza bruta, si es preciso para la legítima defensa, sin romanticismos
socialistas ni hipocresías democráticas, y que después luchen los blancos entre sí.
627
Faci, M.A. (2003): Op. cit., pp. 275 y 417-421.
628 Soria y Mata, A. (1898): Op. cit., pp. 15-22.
629 Soria y Mata, A. (1898): Op. cit., pp. 14-25 y 43.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
343
¿No caben holgadamente sobre nuestro globo más de 6.000 millones de habitantes, por
ejemplo? Pues es justo y natural que estos 6.000 millones de hombres sean blancos, y que
al llegar el trance doloroso de que un individuo de la humanidad tenga que desaparecer
por falta de asiento en el festín de la vida, que el que se marche sea negro o sea amarillo o
mestizo, nunca, el blanco que representa la perfección superior, el último término de la
evolución producido por las infinitas combinaciones de las fuerzas de la naturaleza.
Para todas las razas, justicia. Para la raza blanca, pan y justicia. Claro es que el
exterminio de indios y pieles rojas practicado por los sajones en Asia y en América, en
África y Oceanía, es un crimen; no es menos evidente que la raza blanca, al partir el lecho
con las razas inferiores, como lo hicieron los españoles en América, comete un delito que
además de torpeza es insigne tontería, porque es engendrar a sabiendas razas intermedias
algo superiores a la raza indígena de color, y al término medio geométrico y biológico de
las dos razas mezcladas, pero forzosamente inferiores a la raza blanca pura.
Incidía también en sus propuestas regeneracionistas y seguía apostando por la Unión
Ibérica y por la recuperación de Gibraltar -por la fuerza para ambos objetivos si fuera
preciso-, por la reclamación de posesiones coloniales en África y por plantar cara a los
Estados Unidos en sus intenciones anexionistas sobre las colonias españolas, para, con
todo ello, poder recuperar el lugar en el mundo que, a su consideración, todavía le
correspondía a nuestro país.
Unos años más tarde Soria publicó el que puede considerase el último de sus
libros, si consideramos que Génesis fue una recopilación de los artículos previamente
publicados. En El Talentómetro -subtitulado "Reglas para construir un aparato medidor
del talento"- Soria retomaba de nuevo la simbología numérico-geométrica de la filosofía
pitagórica, para utilizarla como temática que unificaba la mayoría de sus contenidos. Sin
embargo, el tono elegido abandona el, digamos, “envaramiento desengañado” tan
característico de las obras anteriores, para optar por algo más próximo a la ironía e, incluso
en ocasiones, el humor. Soria dedicó varios capítulos a la defensa de uno de los asuntos
sobre el que ya había tratado en El Progreso Indefinido, el de la instauración de la
meritocracia. Propuso unas singulares recetas para cuantificar el talento de las personas y
Arturo Soria y Mata. Una biografía
344
confeccionar clasificaciones para premiarlo como, a su juicio, correspondería630
. Sin
embargo, en su lógica maniquea de premiar con todo a los capaces y castigar sin nada a los
que no lo eran, Soria volvía a renegar, como lo había hecho en las páginas de La
Dictadura, de los conceptos señeros de la Revolución francesa: la libertad, la igualdad y la
fraternidad. También seguía presente el tema religioso y, especialmente, el de Dios,
confirmando que su renuncia al ateísmo en la década anterior no había sido coyuntural. Y,
por último, proponía una irónica regeneración social desde una “revolución
matemática”631
:
Una vez triunfante la revolución matemática y fusilados los fabricantes de versos que
presumen de poetas sin serlo, los que pintan cuadros en vez de pintar puertas y ventanas,
los inventores del movimiento continuo, los oradores de caño libre o chorro de oratoria
continuo, los picapleitos, los usureros y los enemigos personales del autor de este librejo
como recompensa de su trabajo en este boceto o anteproyecto de revolución, el Gobierno
sería una gran Universidad reducida a enseñar a todos lectura, escritura y matemáticas,
muchas matemáticas.
[…]
He aquí lo que me sucedería con el triunfo de la revolución matemática:
Llegado mi turno me presentarla al Consejo de Ministros compuesto todo él, como es
consiguiente, de los matemáticos de más fama; saludaría con más afecto a los que yo
conociese personalmente, como D. Eduardo Benot y D. José Echegaray, y al ser
requerido a exponer mis méritos de más importancia diría:
He descubierto que el volumen del dodecaedro romboidal es doble del volumen del cubo
que lo engendra.
Como podemos comprobar, las reflexiones contenidas en estos libros tienen un tono
parecido a los textos que Soria escribió para La Dictadura y a algunos de los incluidos
posteriormente en La Ciudad Lineal. En ellos sobrevolaban buenas dosis de "simplismo
630
Soria y Mata, A. (1902): Op. cit., p. 133.
631 Ibíd., pp. 100-114.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
345
sociológico" y de "moralismo rudimentario", rasgos que, como señalaba Suárez Cortina,
fueron muy característicos de la producción cultural de gran parte de los escritores
republicanos de finales del siglo XIX632
.
Con El Talentómetro Soria dio por completada la escritura de obras extensas. A
partir de entonces, se volcó en la escritura de artículos para La Ciudad Lineal y de
colaboraciones ocasionales para algún otro medio. Por otro lado, la repercusión de estas
obras fue muchísimo menor que la que habían conseguido las primeras633
.
8.9. UNA ESCUELA PITAGÓRICA EN MADRID
La admiración que Arturo Soria sintió por la figura de Pitágoras le llevó a
proponer la fundación de un remedo de su Escuela Pitagórica, en la se seguiría, entre otras
cosas, con sus investigaciones poliédricas634
:
Si yo hubiera tenido a mi disposición los medios económicos necesarios y secundando
mis indicaciones, un numeroso personal de geómetras, matemáticos, químicos,
delineantes y auxiliares inteligentes de los trabajos puramente manuales habría intentado
la restauración de la Escuela Pitagórica o algo parecido a ella para iniciar y proseguir el
siguiente Plan de Trabajos [plan que detallaba seguidamente].
Este proyecto docente llegó a ser algo más que una mera idea. En 1900 describió la
motivación y los objetivos de esa Escuela Pitagórica y una propuesta de asociación cuyos
integrantes velarían por el cumplimiento de los mismos y se encargarían de su
funcionamiento y de tutelar y transmitir sus conocimientos a los alumnos. Publicó un
632
Suárez Cortina, M. (2000): Op. cit., p. 86.
633 Las últimas sólo fueron reseñadas en medios poco relevantes. Por ejemplo, El Progreso
Indefinido lo fue en Madrid cómico, el 30/7/1898, y en La Correspondencia militar del 20/8/1898,
donde se destacaba sus propuestas sobre la Unión Ibérica y la conquista de Gibraltar. El
Talentómetro lo fue en La Escuela moderna, el 1/5/1902.
634 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 56.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
346
folleto con estos planteamientos y también su traducción al francés, lo que nos lleva a
pensar que Soria pensó que su proyecto podría llegar a extenderse también a otras
naciones635
.
La educación, dirigida tanto a los niños como a los adultos, era un tema prioritario
para el movimiento teosófico. Puso especial énfasis en la necesidad de potenciarla y los
miembros más importantes de la Sociedad, empezando por la propia Blavatsky, escribieron
sobre esa necesidad. También fueron diversas las iniciativas de los teósofos españolas en
ese sentido, que se enmarcaron además en los movimientos de renovación pedagógica que
por entonces se dejaban oír en nuestro país, pero incorporando el enfoque espiritualista
característico de esta corriente636
. Así que, el proyecto que presentó Arturo Soria frisando
el cambio de siglo bien puede enmarcarse en esta tendencia, aunque su enfoque también
podría considerarse más humanista que espiritualista.
Dirigida a niños, jóvenes e incluso hombres dotados de unas aptitudes
"extraordinarias" y con escasos medios económicos, proponía una enseñanza gratuita, "por
medio de cátedras, conferencias, prácticas de laboratorio y taller, experimentos,
bibliotecas, libros, folletos y periódicos", así como una publicación como medio de
difusión de noticias y "conocimientos útiles". También propiciaría el fomento de la
producción científica e iba a permitir para rendir "culto constante al talento, a la virtud y al
arte"637
. Es decir, podría llegar a ser una especie de ateneo similar, salvando las distancias,
al que él frecuentaba. Proponía que los socios interesados en la iniciativa, contribuyesen
económicamente, para lo cual proponía la creación de una asociación, cuya propuesta de
estatutos, como muestra de lo que había madurado la propuesta, también expuso en el
folleto. Terminaba Soria subrayando el carácter altruista del proyecto y haciendo un
llamamiento a la colaboración en él638
:
Tal es la idea concebida por mi y que me propongo poner en práctica, con la esperanza o
la ilusión de que muchos me seguirán en tan humanitaria labor, para lo cual me ofrezco a
635
Soria y Mata, A. (1900): Fundación de una Escuela Pitagórica en Madrid. Soria et Mata,
Arthur (1900): Fondation d'une Ecole Pythagoricienne a Madrid.
636 Penalva, V. (2013): Op. cit., pp. 166-197. Louzao, J. (2008): Op. cit., pp. 519-520.
637 Soria y Mata, A. (1900): Op. cit., pp. 4-5.
638 Soria y Mata, A. (1900): Op. cit., p. 15.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
347
enseñar lo poco que sé, y a contribuir a los gastos de la Escuela, con la pequeñez de mis
recursos.
Figura 8.11: Portadas de las ediciones en español y en francés del folleto Fundación de una
Escuela Pitagórica en Madrid.
Soria debió difundir el folleto con el contenido de su propuesta y poco recorrido adicional
debió tener, pues a excepción de una posterior cita en Génesis poco más se supo sobre este
asunto. Sin embargo, ésta es una muestra más de la multitud de ideas de todo tipo que
bullían en la cabeza de un Arturo Soria que dirigía un negocio en pleno desarrollo aunque
todavía con incertidumbres, pero que daba muestras continuas de que la facilidad que tenía
para gestar o poner en marcha nuevas propuestas no había disminuido. En los años
siguientes continuó dando muestras de su admiración por Pitágoras e incluso pensó en
Arturo Soria y Mata. Una biografía
348
rendirle homenaje bautizando con su nombre a la Calle Principal de la Ciudad Lineal, que
sin embargo, terminó recibiendo el suyo propio639
.
8.10. ENCAJE DE SU TEORÍA URBANÍSTICA EN EL CONJUNTO DE LA OBRA
DE ARTURO SORIA
Lógicamente, cabría pensar en la existencia de una conexión filosófica entre sus
investigaciones geométrico-evolutivas y sus propuestas urbanísticas, que como sabemos,
estructuraba en base a una línea recta de longitud indefinida, que justificaba en que, a su
juicio, la linealidad significaba: “la perfección, la comodidad, la riqueza, la salud, la
instrucción, la república, en fin, como forma de gobierno” 640
.
Fernando de Terán641
abordó el análisis de la filosofía urbanística de Soria para
tratar de contextualizarla en el pensamiento general del autor. Según concluyó, parece que,
más allá de una anecdótica coincidencia en las alabanzas a la bondad de la línea recta642
,
del estudio no se desprendía la existencia en el pensamiento de Soria de una base filosófica
común de la que hubiesen emanado ambas teorías. Pero a pesar de no poder establecer una
conexión entre ambas, no se puede negar la existencia de influencias evolucionistas en
ambas. Sin salir de las loas a la línea recta, podíamos leer que Soria apelaba, ya en 1882, a
639
El País, 7/11/1920, p. 1.
640 El Progreso, 20/2/1882 y 10/4/1882.
641 Terán, F.de (2009): Op. cit. Reproduce la conferencia que, con motivo del homenaje tributado a
Arturo Soria en 1982, ofreció el autor en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos,
Canales y Puertos de Madrid.
642 En Génesis se podía leer: "En suma, el bien es una línea recta metafísica trazada entre dos
instantes de nuestra vida; una línea recta de la geometría transcendental, en la cual la perfección
absoluta de la divinidad puede compararse con un espacio metafísico inextenso, con una esfera
metafísica, lugar geométrico de todas las infinitas combinaciones posibles con la línea recta del
bien". Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 7.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
349
la autoridad de otro de los evolucionistas que más ascendencia tuvo en la segunda mitad
del siglo XIX: Herbert Spencer643
:
[…] es también en muchos casos, la línea de menor resistencia y, por tanto, la más lógica
y la mejor a juicio de Spencer.
Uno de los aspectos principales de la filosofía de este pensador, su visión del desarrollo
social de una forma análoga a la evolución biológica, planteaba la existencia de unos
mecanismos universales que propiciaban, a la vez que los explicaban, los cambios
operados en las sociedades. De igual manera, la propia evolución determinaba que las
sociedades se vieran dirigidas inevitablemente hacia una mayor complejidad,
heterogeneidad y especialización. La utilización de los postulados organicistas de Spencer,
mezclados con los enunciados posteriores de las teorías de Darwin, terminaron por dar
origen a lo que se dio en llamar "darwinismo social", doctrina caracterizada por una
defensa, también en el seno de la sociedad, de la primacía de los más aptos sobre los
menos dotados y una indiferencia por la suerte de los más desfavorecidos. Esta doctrina
gozó de mucho éxito y que tuvo muchísima influencia en la conformación ideológica de la
burguesía, clase social en la que podía decirse que Arturo Soria se había encuadrado desde
sus años de éxito al frente del Tranvía de Estaciones y Mercados. La influencia del
darwinismo social es muy evidente en las obras postreras de Soria, El Progreso Indefinido
y El Talentómetro, como hemos visto. En ellas, viéndose Soria situado del lado de los ya
favorecidos, defiende la evolución social y la diferenciación, pero no la revolución:
Libertad y esclavitud, aristocracia y democracia, no son términos incompatibles sino
relativos, que no indican otra cosa que el grado o jerarquía en la escala de la evolución,
pasos dados en el camino del progreso indefinido. 644
643
Soria y Mata, A.: “Plan de alineaciones”. El Progreso, 27/2/1882. En Collins, G. R., Flores, C. y
Soria y Puig, A. (1968): Op. cit., p. 165.
644 Soria y Mata, A. (1898): Op. cit., p. 21.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
350
Aceptemos las cosas como son; convengamos en que la riqueza es signo de progreso y
procuremos adquirirla lícitamente, y tengamos por cosa cierta y averiguada, que la raza
de los pobres irá desapareciendo como débil que es y la raza de los ricos, como más
fuerte, se propagará y extenderá, aumentando el número de los ricos y el de los bien
acomodados.645
Pero fueron numerosas las ocasiones en las que Soria se desmarcó expresamente de las
tendencias sociales más radicales. A lo largo de las páginas de El Talentómetro, sin ir más
lejos, lo hizo repetidamente. Según él, lo suyo era un progresismo, sí, pero conservador. Se
declaraba individualista, como contraposición al socialista. Partidario, en todo caso, de una
revolución desde arriba “pacífica, tranquila y conveniente para evitar a tiempo que se haga
desde abajo con malos modos, con sangre, y con ruido”. Soria defendió la necesidad de
que el proletario se interesase por el acceso a una pequeña propiedad, motivándole a la
escalada social, a la vez que le disuadía -esto naturalmente no lo manifestaba- de la
necesidad de la lucha de clases al hacerle partícipe del sistema646
.
Terán señaló que Soria utilizó la doctrina organicista de Herbert Spencer para
tratar de dar un soporte filosófico a posteriori a partir de sus propuestas urbanísticas a las
que, aventuraba, muy probablemente Soria habría llegado de forma empírica, a través de
sus experiencias previas dirigiendo su negocio del tranvía. Según este autor, el darwinismo
social se dejaba sentir nítidamente cuando defendía su modelo de ciudad: “Para Soria hay
una forma natural y superior de ciudad [según él, obviamente la ciudad lineal], del mismo
modo que hay una forma natural y superior de organización social, que debe ser aceptada
sin discusión, precisamente por ser natural”647
.
Más tardía fue la influencia de las ideas del economista reformador
norteamericano Henry George (1839-1897) en los escritos urbanísticos de Arturo Soria.
Pero tras conocer los fundamentos del georgismo, se convirtieron en fuente de inspiración
645
Ibíd., p. 46.
646 Soria y Mata, A.: “Buenas costumbres de la compañía en el siglo pasado y en el presente”. La
Ciudad Lineal, 5/1/1901, pp. 1-2. Soria y Mata, A.: “El reparto de tierras”. La Ciudad Lineal,
10/11/1903, pp. 1-2.
647 Terán, F.de (2009): Op. cit., p. 121.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
351
para diversos textos suyos de los primeros años del siglo XX, así como para los de algunos
de sus colaboradores, como Hilarión González del Castillo, por ejemplo. La obra más
importante de George fue Progress and Poverty (1879), que logró un impacto enorme; fue
traducida a numerosos idiomas y dio lugar a la aparición de georgistas por todo el mundo.
Henry George sostuvo que todo lo que se encontrase en la naturaleza pertenecía a la
humanidad por completo. Consecuentemente, defendió la propiedad pública de los
recursos naturales, como la tierra, o de los servicios basados en ellos, como el suministro
de agua, y criticó el consentimiento o la autorización de monopolios por parte del Estado.
También defendió, entre otras medidas, el libre comercio y la imposición de un impuesto
único sobre la renta privada de la tierra para tratar de evitar la especulación con ella. El
conjunto de medidas que proponía constituirían la base para una reforma socioeconómica
que reduciría la pobreza y los desequilibrios sociales.
Henry George ejerció una gran influencia también en la teoría urbanística de
Ebenezer Howard, la ciudad-jardín. Existía además entre ambos una sintonía socialista que
no era tal en el caso de Soria, como hemos visto. No obstante, éste no dudó en utilizar
algunas de las ideas de George (las relativas a la lucha contra la especulación con la tierra)
para formular algunos de sus propios planteamientos648
. El texto más influenciado por las
ideas de George en relación a la propiedad del suelo lo publicó Soria en 1903, bajo el título
de "El reparto de tierras"649
. Basándose en su utilidad pública, proponía un decreto para la
construcción de ciudades lineales en toda España. Pero, siendo consciente de que para ello
necesitaba poder influir en la propiedad del suelo, el primero de los puntos era la
declaración de "utilidad pública el reparto de tierras no cercadas, de labor o eriales, en que
no haya arbolado, a las familias pobres de España, mediante indemnización de las fincas
forzosamente expropiadas". Soria limitaba su propuesta de momento a las provincias
andaluzas, con el compromiso de ampliarla "a las demás si fuere preciso con arreglo á la
experiencia adquirida y las condiciones especiales de cada localidad".
648
Manuel Martín Rodríguez ha estudiado a fondo la influencia de las doctrinas de Henry George y
otros georgistas en España y en concreto en los escritos de Arturo Soria y otros colaboradores de la
CMU. Martín Rodríguez, M. (2014b): El georgismo en España. Martín Rodríguez, M. (2014a): "La
Ciudad Lineal de Arturo Soria y el georgismo".
649 Soria y Mata, A.: “El reparto de tierras”. La Ciudad Lineal, 10/11/1903, pp. 1-2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
352
A cada adjudicatario se le expediría "un título de propiedad provisional en el cual
se consignará que no puede venderlo, empeñarlo, cederlo ni arrendarlo ni disponer de él
más que para habitarlo y cultivarlo y transmitirlo a su fallecimiento a sus herederos,
forzosos, siempre que éstos continúen habitando y cultivando el mismo terreno". En caso
contrario el terreno se daría a otro pobre. De igual manera contemplaba una indemnización
al expropiado. Para impedir la pérdida de apoyos por malentendidos, el decreto propuesto
finalizaba enfatizando su carácter reformista no revolucionario:
Este proyecto de decreto que aconseja un individualista cada vez más convencido, es al
parecer revolucionario y demagógico. En realidad es eminentemente conservador del
orden y de la propiedad y un buen negocio para los actuales propietarios que en caso de
que la revolución se haga desde abajo no saldrían tan bien librados.
A finales de esa década, La Ciudad Lineal reprodujo artículos de uno de los principales
seguidores del georgismo en España, Baldomero Argente, e Hilarión González del Castillo
publicó una serie de artículos titulados "La miseria y el fisco", también con resonancias
georgistas. En 1913 la revista dio publicidad al Congreso Internacional Georgista que
celebró ese mismo año en la localidad malagueña de Ronda y publicó diversos artículos y
reseñas de libros sobre esa corriente650
. En 1914, la CMU elaboró los principios
fundamentales de su proyecto, en los que vinculaba explícitamente la Ciudad Lineal con el
georgismo651
:
La Ciudad Lineal es el complemento de la doctrina del americano Henry George, el modo
más práctico, sencillo y conciliador de expropiar a los actuales terratenientes en beneficio
de ellos mismos y de todos.
La Ciudad Lineal es la realización con sentido conservador y con procedimientos
conservadores de la idea de apariencias revolucionarias de la justa repartición de la tierra.
650
Argente, B.: “Los problemas urbanos”. La Ciudad Lineal, 20/2/1910. Castillo, H. G. del: “La
miseria y el fisco”. La Ciudad Lineal, 20 y 30/3/1910 y 10/4/1910. Martín Rodríguez, M. (2014a):
Op. cit.
651 La Ciudad Lineal, 10/6/1914, p. XVII.
Del materialismo al espiritualismo: filosofía y pensamiento de Arturo Soria
353
Fernando de Terán señaló, sin embargo, que la distancia ideológica entre Henry George
-"que encontraba poco radical el socialismo de la escuela alemana de «un tal Marx»"- y
Arturo Soria debería impedir hablar de una verdadera influencia de las doctrinas de aquél
en Soria652
. Y de igual manera puso de manifiesto las diferencias entre lo que ambos
entendían por progreso, dejando acreditada la distancia ideológica que los separaba. Sin
embargo, sin quitarle la razón, también parece claro que algunos conceptos concretos de la
doctrina de George sirvieron de fuente de inspiración para Soria y algunos de sus
continuadores, aunque cierto que no con el espíritu originario pretendido por aquél. De
hecho, la influencia no decayó y en años posteriores al comentado Congreso de Ronda, la
revista, antes y después del fallecimiento de Arturo Soria, siguió incluyendo artículos en
los que se analizaba el georgismo en relación con la propuesta lineal. Y los propios
Hilarión González del Castillo y el hijo que le sucedió al frente de la CMU, Arturo Soria
Hernández, militaron en Liga Georgista Española y llegaron a formar parte de su Junta
Directiva.
652
Terán, F. de (2009): Op. cit., p. 123.
355
CAPÍTULO 9. EL SIGLO XX EN LA CIUDAD LINEAL.
OPTIMISMO Y MODERNIDAD
9.1. SIGLO XX
Como hemos ido viendo a lo largo de los anteriores capítulos, Arturo Soria
afrontaba el cambio al nuevo siglo en plenas facultades, con cincuenta y seis años recién
cumplidos, dando frutos intelectuales y, poco a poco, también profesionales a pesar de que
los tiempos que corrían en España eran muy difíciles. Ni la situación económica ni la
política eran propicias para facilitar el optimismo social necesario como para que un
proyecto como el que estaba acometiendo Soria tuviera visos de salir adelante. Pero lo
cierto es que la labor iba poco a poco dando los primeros frutos. En el plano personal, el
nuevo siglo iba pronto a traer nuevas pérdidas de familiares y amigos, que, como suele ser
habitual, iban a centrar su vínculo afectivo en su mujer y en sus hijos, quienes además
pronto iban a llenar su vida de nietos.
En 1907 falleció Eduardo Benot, su irremplazable amigo de los últimos años con
el que había compartido inquietudes geométricas y, siendo como fue el líder del Partido
Republicano Federal desde 1901, a la muerte de Pi y Margall, cabe pensar que también
políticas. Recordaba Soria sus interminables debates -"oasis espiritual, apacible y
deleitoso, en que nos apartábamos del tráfago y de la vida ordinaria"- "en la frontera que
separa el materialismo del espiritualismo"; Eduardo Benot defendía sus opiniones desde un
racionalismo materialista, mientras Arturo Soria recurría al espiritualismo, donde ya se
reconocía situado. Pero desde el cambio de siglo la salud de Benot estuvo muy disminuida,
afectada sobre todo por el reúma y la ceguera. No le impedían seguir trabajando
intensamente, pero le limitaron mucho las salidas fuera de su domicilio. Finalmente murió
en julio de 1907, prácticamente en la pobreza, como tan frecuentemente ocurría con los
notables de nuestro país. Arturo Soria y su hijo Arturo velaron su cadáver y formaron parte
de la comitiva que acompañó al féretro hasta su destino final: el Cementerio civil de
Arturo Soria y Mata. Una biografía
356
Madrid. Soria dejó diversos testimonios de lo que todavía le añoraba, años después de su
muerte653
.
Unos años antes había fallecido también su cuñado Eusebio Blasco, con el que
durante muchos años había mantenido bastante sintonía personal. Tras los largos periodos
de residencia de los Blasco-Paniagua en París, la cercanía de antaño quizá se había
enfriado un poco, seguramente por el mero efecto de la distancia, aunque tampoco es
descartable que influyese también un cierto distanciamiento ideológico entre ambos.
Recordemos que Blasco había reconocido haber frecuentado la compañía de Isabel II en
París y que, nada más triunfar el golpe de Estado que dio paso a la Restauración, se había
aprestado a desempeñar diversos cargos en la administración, eso sí, tanto con los
conservadores como con los liberales654
, cuyos salarios le ayudaban a conllevar su
desmedida propensión a gastar todo cuanto ingresaba, que en unos ciertos años en la que
sus obras dramáticas gozaron de bastante éxito fue mucho, aunque nunca suficiente. Dado
su carácter derrochador, que todos los que le trataban conocían, manifestaba Julio Nombela
que "no extrañó a nadie que necesitara pedir a Romero Robledo un empleo", refiriéndose al
de director general de Correos, que consiguió en 1876. El mismo Nombela relataba una
anécdota que revelaba el perfil "alimenticio" de los diferentes cargos por los que pasó. Un
día se cruzaron ambos por las escaleras del edificio de Correos y Telégrafos. Blasco le
preguntó si sabía por dónde quedaba el despacho del "habilitado" a lo que Nombela
respondió: "Me extraña que lo ignores […] ¿No te han nombrado oficial de Correos?" A lo
que Blasco contestó sin tratar de disimular: "Sí; pero como no vengo más que una vez al
mes a cobrar la paga, se me olvida el camino y siempre tengo que preguntar"655
. Unos años
más tarde, tras un cese fulminante como Inspector de Hacienda por sus ataques desde Vida
653
Una breve biografía acompañaba a la noticia de su fallecimiento y entierro en El País,
28/7/1907, p. 1 y 29/7/1907, p. 4. Sobre sus recuerdos en Soria y Mata, A. “El centenario de
Benot”. El País, 26/9/1920, p. 1; o en Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 9: “[...] mi llorado amigo
D. Eduardo Benot”.
654 Desde 1875 hasta 1901 desempeñó numerosos cargos, algunos menores, pero otros bastante
importantes, como, por ejemplo, Inspector especial de Administración civil, gobernador civil de
Santander o de Toledo, director general de Correos y Telégrafos, Inspector de Hacienda, etc.
Algunos de estos nombramientos en: Gaceta de Madrid, 7/1/1875, p. 55; 5/9/1875, p. 616;
16/2/1876, p. 596; 4/8/1880, p. 357; 17/5/1898, p. 660; 25/1/1901, p. 332.
655 Nombela, J. (1911): Op. cit., p. 326.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
357
Nueva al que debía ser entonces su gobierno, el del Partido Liberal, parte de la prensa
conservadora celebraba la medida656
:
No hemos visto de dicho semanario nada más que uno de los primeros números, en el
cual el popular escritor aseguraba que los empleados cobraban sus sueldos sin aparecer
por las oficinas; y averiguado qué podría haber de cierto, resultó que el que no iba al
Ministerio de Hacienda nada más que el primero de cada mes, por firmar y cobrar la
nómina de 6.500 pesetas, era el director de Vida Nueva, Sr. Blasco, y que los empleados
de pequeños sueldos a quienes él injuriaba, eran los que despachaban todo lo que a él le
correspondía despachar y le daban ganado el sueldo.
Hubo otros periodistas o literatos que se solidarizaron con Blasco, quien tras el cese se
quedaba en una situación económica delicada. Uno de ellos fue José Nakens, que así lo
expresaba en Vida Nueva, a cuya dirección había renunciado Eusebio Blasco hacía escasas
fechas, en un intento desesperado de preservar el cargo. A pesar de recordarle que pensaba
que con su actitud había sido uno de los escritores que más había contribuido a sostener la
Restauración, en esta ocasión le aplaudía su actitud657
:
Mucho, querido Blasco, has pecado en la Restauración; pero como has amado
mucho también, sacrificando ahora el pan de tus hijos, creo que todos los que te
censuramos ayer debemos en justicia aplaudirte hoy y reservarte para mañana el
puesto a que tienes derecho por tu talento. Renunciar a 30.000 reales al año en
estos tiempos, por no callarte una verdad que nadie te obligaba a decir, es mérito
mayor que alardear de consecuencias estériles y de puritanismos infecundos.
Pero aparte de la deriva de las afinidades ideológicas de cada uno, aludo a un probable
enfriamiento de la relación personal entre Soria y Blasco porque en los años en los que
Soria buscaba accionistas para financiar la puesta en marcha de su ciudad lineal, no había
encontrado apoyo –al menos económico- en los Blasco. Además, al igual que cuando Soria
656
Citado en San Juan, J.B. (2013): Op. cit., p. 93.
657 Nakens, J.: "A Eusebio Blasco". Vida Nueva, 31/7/1898, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
358
comenzó su aventura tranviaria allá por 1876, sí escribió algún artículo que contribuyó a la
difusión de la iniciativa, con respecto a la Ciudad Lineal no he logrado encontrar ningún
texto escrito por Blasco sobre el tema, ni siquiera un comentario. Aunque también es cierto
que en 1894 habían planeado algún proyecto, como el finalmente nonato periódico
Mecánica Política, y habían coincidido colaborando para alguna revista, como en la citada
Vida Nueva, sin ir más lejos. Sin embargo, podría encontrarse una explicación a que los
Blasco no se involucrasen económicamente en la Ciudad Lineal en su endémica falta de
recursos. Nombela comentaba que podían haber tenido una vejez apacible si no se
hubiesen gastado todo lo que caía en su bolsillo. A su vuelta de París su situación fue
precarizándose con cada año que pasaba, a pesar de que mantenía un ritmo de trabajo muy
alto, con el que debía atender sus innumerables compromisos periodísticos, las clases y
charlas -en el Ateneo, en el Fomento de las Artes, alguna de cuyas secciones presidía, así
como en otros lugares-, y además sacar tiempo para la escritura de versos o de alguna obra
dramática. También su salud fue deteriorándose rápidamente; se encontraba siempre
cansado; padecía de neurastenia, el agotamiento nervioso tan característico de la sociedad
urbana de aquellos años, que le producía fuertes dolores de cabeza658
. El deterioro físico
acabó provocándole la muerte el 25 de febrero de 1903, a causa del agravamiento de una
afección pulmonar crónica, tras meses de lenta agonía. Todavía no había cumplido los
cincuenta y nueve años de edad. Fue enterrado en la Sacramental de Santa María de la
Almudena, donde también yacían Manuel Becerra o Felipe Ducazcal. Unos días antes, un
amigo le había abonado las trescientas pesetas que le daban derecho al entierro en ese
cementerio.
El impacto de la noticia en el mundillo del teatro y el periodístico fue alto pues era
una persona reconocida y muy querida659
. Pocos años después murió su viuda y
hermanastra de Arturo Soria, Mariana Paniagua. Había dejado la casa en la que el
matrimonio y los hijos habían vivido hasta el fallecimiento del cabeza de familia, en la
calle Cervantes, y vivía en una mucho más modesta de la calle Alameda. Falleció el 31 de
658
Blasco, E. (1904): Op. cit., p. 248. La preocupante incidencia de la neurastenia en las sociedades
urbanas industriales, debido a su característico modo de vida en Blom, P. (2010): Op. cit., pp. 388-
393.
659 Faci, M.A. (2003): Op. cit., pp. 455-458. La Correspondencia de España, 26/2/1903, pp. 1-2.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
359
marzo de 1907, de una bronquitis gripal, y su cuerpo fue enterrado en el Cementerio de la
Almudena de Madrid660
.
Tampoco habían mostrado interés en participar en la CMU de Soria los hijos de
los marqueses de Santiago, es decir, sus sobrinos, alguno de los cuales, como ya hemos
referido, sí que habían colaborado con él en alguno de sus negocios anteriores. Sí lo hizo,
sin embargo, su hermana Julia, quien apareció en la lista de accionistas publicada en 1894,
aunque no consta que llegase a tener residencia en la Ciudad Lineal. Julia había enviudado
de Antonio Ciria en 1899. Apenas tres años más tarde se volvió a casar, en esta ocasión
con el que era director de la Compañía de las Aguas de Llobregat, por lo que se trasladó a
Barcelona. Pero la mala fortuna quiso que, sin haber trascurrido siquiera un mes del enlace,
falleciese de forma repentina el que se había convertido en su marido661
. Julia por su parte
murió en 1913662
. Por tanto, Arturo, que no era el menor, sí fue el que más vivió de todos
los hermanos.
Sin embargo su familia política sí le apoyó en su aventura empresarial desde los
inicios, además de una forma entusiasta, a decir del propio Soria. El tío de su mujer, Emilio
Rubín, según la información que se dio a su fallecimiento, ocurrido en diciembre de 1893,
era un empleado destacado en la Compañía de Ferrocarriles del Mediodía y, en gran
medida, había tomado parte, junto al marqués de Salamanca, en el desarrollo de la creación
de la red de "caminos de hierro" que surcaban la geografía española. Arturo Soria no dudó
en reconocerle ese apoyo al dedicarle una de las calles de la Ciudad Lineal: "Fue el primer
propagandista convencido y entusiasta del proyecto y tuvo empeño en suscribir el primer
boletín de suscripción por cinco acciones"663
.
660
AHVM. Defunciones 1907. Defunción de Mariana Paniagua y Mata. Las noticias aparecidas a
su fallecimiento señalaron su condición de viuda de Eusebio Blasco y su parentesco con la fallecida
marquesa de Santiago, pero no indicaban nada sobre su vínculo familiar con Arturo Soria. Diario
Oficial de Avisos de Madrid, 1/4/1907, p. 3. La Época, 1/4/1907, p. 2. ABC, 1/4/1907, p. 2. El
Globo, 2/4/1907, p. 2.
661 Diario Oficial de Avisos de Madrid, 30/5/1899, p. 1. El Liberal, 16/4/1902, p. 3.
662 AHVM. Defunciones 1913. Defunción de Julia Soria y Mata.
663 La Correspondencia de España, 3/12/1893, p. 4. La Ciudad Lineal, 30/10/1905, p. 8.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
360
Figura 9.1: Luis Hernández Rubín. Fuente: Archivo Keller Soria.
También lo hizo su cuñado, Luis Hernández Rubín, quien, como ya sabemos, era médico
militar, y estuvo destinado en Cuba durante los cruentos años de la guerra de
emancipación. Durante su trayectoria había recibido numerosas condecoraciones y
distinciones: Caballero de la sagrada Orden militar y Pontificia del Santo Sepulcro,
Comendador ordinario y Caballero de la Orden de Isabel la Católica, San Olaf de María
Cristina, al Merito naval, etc. así como algunas otras más por méritos de guerra. El
gobierno portugués también le había concedido la de Comendador de la Orden de la
Concepción de Villaviciosa, y fue el propio Arturo Soria el que se encargó, en su nombre,
de solicitar permiso al Ministerio de Estado español "para el uso en España de las insignias
correspondientes a dicha Orden"664
. Aunque ya residía en La Habana quiso adquirir
664
AHN. FC_Exteriores. Condecoraciones,C-291.Exp. 7: Luis Hernández Rubín Caballero de la
Orden de Isabel la Católica en 16-7-1891. C-292.Exp. 12: Luis Hernández Rubín Comendador
ordinario de la Orden de Isabel la Católica en 18-12-1893. C-293.Exp. 7: Luis Hernández Rubín
Comendador de número extraordinario de la Orden de Isabel la Católica en 15-7-1895. AHN.
FC_Exteriores_PP,0989.Exp. 13041. Instancia de Arturo Soria al Ministro de Estado, 13/2/1894.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
361
acciones de la CMU desde los inicios. Además, como muestra de su apoyo y para
contribuir a la publicidad de una iniciativa todavía en ciernes, escribió un artículo para La
Correspondencia de España en el que ensalzaba las características higiénicas del proyecto
de su cuñado y destacaba los beneficios para la salud de sus futuros habitantes665
. A la
vuelta de Cuba formó parte del Consejo de Administración de la CMU, aunque sólo
durante unos años. Falleció prematuramente, de una "larga y cruel enfermedad" en octubre
de 1903, a los 49 años. Aunque de ideas políticas "muy conservadoras", durante su
pertenencia a la CMU se distinguió por luchar por la mejora de las condiciones económicas
y laborales de sus trabajadores y obreros. Esa distancia ideológica no fue impedimento
para tener una buena relación con su cuñado, y a su fallecimiento apareció una nota de
sentida condolencia en La Ciudad Lineal666
. Había muerto soltero, por lo que nombró a su
hermana Julia heredera universal de sus muebles y objetos, y del usufructo de sus valores
públicos, acciones y obligaciones de sociedades. A Arturo Soria, su "muy querido hermano
político", le dejó un reloj de oro667
.
Pero este oscuro escenario de pérdidas de familiares y amigos de Arturo Soria se
había visto compensado por un acontecimiento que, en principio, cabría pensar que fue
inesperado. Y fue, nada menos, que el nacimiento de la que, ya sí, iba a ser la última de las
hijas del matrimonio de Arturo Soria y Mata y Julia Hernández Rubín. Julia Soria y Mata
nació el 11 de diciembre de 1902, cuando su padre contaba ya con cincuenta y ocho años y
su madre con cuarenta y siete. Este nacimiento postrero de la que era el sexto de sus
vástagos -sin contar con las dos niñas fallecidas- fue motivo de una "constante
preocupación" para toda la familia, pues eran conscientes de que, a la edad de los padres,
cualquier agravamiento inesperado de una enfermedad podía conducirles a la muerte, al
igual que estaba sucediendo con algunos de los allegados, y dejar huérfana a la que todavía
le quedaban muchos años para dejar de ser una niña. Esa preocupación quedó
expresamente testimoniada en un compromiso que todos los hermanos, menos Luis,
665
Hernández Rubín, L.: "Las ciudades lineales y la higiene". La Correspondencia de España,
17/8/1893, p. 1.
666 La Ciudad Lineal, 30/10/1903, p. 1. La Correspondencia de España, 22/10/1903, p. 4.
667 AKS. Testamento de Luis Hernández Rubín, 1903.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
362
dejaron firmado en 1931, por el cual garantizaban a su hermana el cobro de una renta anual
desde el momento en que se produjese el fallecimiento de su madre668
.
Figura 9.2: Familia Soria Hernández con los nietos y cónyuges en 1908. De pie los hijos, y
sentados los respectivos cónyuges. Fuente: Archivo Keller Soria.
Y poco tiempo después del nacimiento de Julia, comenzaron a llegar los nietos a la familia
Soria Hernández.
Arturo Soria ya sufría unos achaques que, de vez en cuando, le afectaban de forma
tan intensa que le dejaban prácticamente inmovilizado. Se trataba de ataques reumáticos,
como los que ya había sufrido su padre, y que le obligaban a permanecer postrado en la
cama durante una temporada que podía ser larga. Hay constancia de este "trastorno", como
él lo denominaba, al menos desde 1905. Sin embargo diez años antes ya había manifestado
668
AKS. Compromiso de Emilio, Arturo, Carlos y María con su hermana Julia Soria Hernández,
8/12/1931.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
363
que su enfermedad le exigía "imperiosamente descanso y reposo" durante un tiempo,
aunque no explicitaba el motivo concreto669
. A comienzos de 1909, Soria reveló haber
estado imposibilitado para ejercer las tareas directivas de la CMU durante gran parte del
año anterior: "El Soria viejo ha sido una figura decorativa". Su trabajo lo habían suplido
sus hijos, para satisfacción expresa del padre. Sin embargo, estimaba, probablemente con
ironía, que todavía quedaban veinte años hasta que tuviesen que suplirle
definitivamente670
.
Figura 9.3: Arturo Soria ca. 1905 y ca. 1910. Fuente: Archivo Keller Soria.
669
El padre de Arturo sufría de "reumatismo poliarticular". AHVM. Expediente de José Soria
Oliveros. Soria y Mata, A: "El Fundador de la Compañía Madrileña de Urbanización a los
accionistas". La Ciudad Lineal, 16/5/1897, p. 3. La Correspondencia de España, 9/1/1895, p. 3;
18/2/1896, p. 2. El "trastorno" en AHN.CDMH. SE-Teosofía. Legajo 11.Exp. 530. Nota de Arturo
Soria a Manuel Treviño, 18/2/1905. En 1912, Arturo Soria Hernández contesta una carta anterior
de Treviño en nombre de "su buen padre, por encontrarse enfermo a consecuencia de un fuerte
ataque de reúma". AHN. CDMH. SE-Teosofía. Legajo 13. Exp. 610: Carta de Arturo Soria
Hernández a Manuel Treviño, 24/1/1912.
670 Soria y Mata, A.: "1908". La Ciudad Lineal, 10/1/1909, p. 1141. Durante algún periodo de ese
invierno de 1908 a 1909 tuvo una afección visual que también le mantuvo impedido. La Idea,
19/6/1910, pp. 1-2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
364
Pero lo cierto es que las fotos de finales de esta primera década del nuevo siglo muestran la
imagen de un Arturo Soria con aspecto avejentado y cansado, poco que ver con las
tomadas unos años antes, cuando, por cierto, todavía confesaba abiertamente que algunas
de sus disputas las resolvía de la forma “usual y corriente entre caballeros”. Esto ocurrió
con ocasión de unos escritos difundidos en 1901 por un accionista y propietario de una
casa en la Ciudad Lineal, capitán de Carabineros retirado, en los que ponía en duda la
buena gestión de Soria al frente del Tranvía de Estaciones y Mercados e insinuaba y que el
verdadero motivo de su salida había sido su "responsabilidad moral y acaso material" por
ello671
. También le acusaba de una gestión igualmente desacertada al frente de la CMU y
de cometer arbitrariedades y atropellos. Conocidos los "términos ofensivos, injuriosos y
calumniosos" que, para su persona, estimaba contenía el escrito, Arturo Soria no dudó un
instante en solicitar una retractación "completa, sin reservas, distingos, ni salvedades", y en
caso contrario, que se mostrase dispuesto a sostener las afirmaciones como correspondía "a
su condición de militar". Tras ratificarse en sus afirmaciones, el vecino aseguraba estar a
su disposición "para ventilar el asunto" en la forma que mejor le pareciere. Soria no lo
dudó: "La forma que me pareció mejor es la usual y corriente entre caballeros, y la más
apropiada para los que han vestido el honroso uniforme de nuestro Ejército". Pero
finalmente no hubo cuestión, pues el oponente no quiso designar amigos que se
entendieran con los dos enviados por Soria, lo cual le pareció una muestra de deshonor:
No quiero hacer comentarios. Háganlos a su gusto las dignas personas que constituyen
nuestra Sociedad, que aunque de carácter puramente industrial y comercial, no por eso
está sustraída a las imperiosas exigencias del honor individual y colectivo. Procede, en
vista de lo expuesto, demandar al Sr. Carranza, por injuria y calumnia.
El episodio no terminó del todo, pues cuando ya parecían aclaradas las quejas del tal
Carranza, dos de los hijos de Soria, Luis y Emilio, se personaron en su casa para suplicarle
"cortésmente" que firmase un documento en el que admitiese que todo estaba aclarado.
671
Soria y Mata, A.: “Una reunión de accionistas en la Estación del tranvía de Tetuán”. La Ciudad
Lineal, 5/7/1901, p. 4.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
365
Accedió a la firma, pero cuando se iban a marchar, él y otros hombres se abalanzaron sobre
los Soria y les hicieron huir a sablazos672
.
En los años siguientes fueron constantes los litigios contra periodistas u otras
personas por ofensas, calumnias o injurias similares, y la mayoría de las que se dirimieron
en los tribunales terminaron resolviéndose a su favor, según se fue informando en las
páginas de la revista. Tampoco fue excepcional la anécdota descrita arriba. Los duelos
continuaban haciendo furor y no desaparecieron hasta bien entrado el siglo XX. Fueron
varias las ocasiones en que los Soria dirimieron este tipo de asuntos a mamporros o
emplazándose más seriamente. Y de ello también se daba cuenta a veces en La Ciudad
Lineal673
.
9.1.1. Los Soria Hernández en la Compañía Madrileña de Urbanización
Arturo Soria y su mujer consiguieron que su familia se mantuviese muy unida a lo
largo de los años. El patriarca logró ejercer una poderosa ascendencia en sus hijos y, según
fueron teniendo edad para hacerlo, decidieron entrar a trabajar en la empresa que dirigía su
padre con mano de hierro, tratando de evitar situaciones como las de quince años antes en
el TEM o la de apenas unos años en la propia CMU. Había mucho trabajo por hacer y por
controlar, y los hijos fueron poco a poco adquiriendo ciertas responsabilidades, aunque la
presencia del padre en la empresa fue siempre muy poderosa. El mayor de los hijos, Luis,
fue nombrado subdirector de la compañía en mayo de 1900 y desde entonces se convirtió
en la mano derecha del padre, asesorándole en la infinidad de tareas diarias y
sustituyéndole al frente de ella en los momentos en que el "trastorno" le dejaba postrado, lo
672
La Ciudad Lineal, 20/7/1901, p. 1; 5/8/1901, p. 2.
673 Blom P. (2010): Op. cit., p. 245. En 1905, Arturo Soria comentó con escepticismo la creación de
una Liga antiduelista que pretendía concienciar a la sociedad para acabar con este tipo de prácticas,
a las que él no se mostraba dispuesto a renunciar: "En resolución, y por lo que a mí toca, aplaudo
que exista una Liga antiduelista pero, si llega la ocasión, yo voy al terreno, a menos de que, tocado
de una súbita grandeza de alma de que modestamente no me creo capaz, confunda en un mismo
desprecio a la opinión pública y al duelo". Soria y Mata, A.: "Liga antiduelista". La Ciudad Lineal,
30/6/1905, pp. 1-2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
366
que, ya ocurrió en enero del año siguiente, y como el propio Arturo Soria comentó en La
Ciudad Lineal, para dar ejemplo de la valía del su hijo y enjugar con ello las suspicacias de
"los más recelosos"674
. Luis, al igual que la mayoría de los hermanos, no llego a adquirir
formación universitaria. Como el padre, obtuvo el título de bachiller en el Instituto de San
Isidro675
y heredó su afición por la tecnología, lo que le sirvió para liderar en la empresa la
introducción de las novedades que iban apareciendo, así como la modernización de las
líneas ferroviarias676
. Además consiguió inventar diversos dispositivos y métodos
constructivos y, nada menos que once de ellos, los llegó patentar677
.
Poco después, Emilio fue designado jefe de Explotación, puesto desde el que veló
por la buena marcha del servicio tranviario, considerado el núcleo de negocio de la
empresa, y de las múltiples tareas de todo tipo que ello conllevaba678
. Arturo fue el
secretario de la Compañía. Al igual que Luis, obtuvo su título de bachiller en el Instituto de
San Isidro y llegó a ser una persona importante en la CMU. Heredó otra de las facetas de
su padre, la de político, y unos años más tarde inició su propia carrera. Fue elegido
Diputado provincial por Madrid en varias ocasiones y en 1920, a su muerte, sucedió a su
padre al frente de la CMU679
. Carlos, el menor de los hijos varones, intentó probar fortuna
matriculándose en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, pero no pasó
de ahí. En la CMU desempeñó diferentes oficios. En 1909 era el encargado de la imprenta,
pero posteriormente fue designado jefe de Contabilidad. A partir de entonces, en las
674
La Ciudad Lineal, 1/5/1900, p. 2; 5/2/1901, p. 1.
675 AHN. Universidades,7356,Exp.37. Expediente para la expedición del título de bachiller de Luis
Soria Hernández.
676 Soria Hernández, L.: "Europeización. Viaje de Trabajo al extranjero". La Ciudad Lineal,
10/1/1906, pp. 3-4; 20/1/1906, pp. 13-14.
677 Por ejemplo, un nuevo motor de viento; un procedimiento para evitar la salida de los
lubrificantes de las cajas de engrase de los ejes de ferrocarriles, tranvías y vagonetas; un nuevo
sistema de asiento de vías férreas; un aparato generador de gas acetileno, etc. No todas estaban
relacionadas con las actividades de la CMU. También había una nueva ficha de juego,
infalsificable; o una máquina de nuevo sistema para lavar ropa. Archivo Histórico de la Oficina
española de Patentes y Marcas. Patentes: 29211, 30089, 38270, 39986, 50411, 65325, 65590,
69718, 88259, 91209 y 109974.
678 La Ciudad Lineal, 5/2/1901, p. 1. Un joven Emilio se había incorporado a la compañía hacía ya
cinco años, en calidad de "auxiliar de la Dirección y delineante, con 75 pesetas mensuales". La
Dictadura, 8/8/1896, p. 2.
679 AHN. Universidades,7356,Exp.36. Expediente para la expedición del título de bachiller de
Arturo Soria Hernández.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
367
ocasiones en las que se incluía su firma en la revista, figuraba también su condición de
Profesor mercantil, por lo que es probable que hubiese cursado la Carrera de Comercio o
algunos estudios similares, aunque no he encontrado constancia de ello680
. Hasta la hija
mayor, María de los Ángeles, contribuyó a cerrar el círculo, pues contrajo matrimonio con
Emilio López-Aranda, hijo de uno de los primeros accionistas de la CMU, el magistrado
Ildefonso López-Aranda. Emilio, aparte de ejercer de notario en Madrid, fue uno de los
abogados de la Compañía681
.
Figura 9.4: Consejo de Administración de la Compañía Madrileña de Urbanización en 1905. Arturo
Soria, de pie, el cuarto por la izquierda. Luis Soria, sentado, segundo por la izquierda. Fuente:
Archivo Keller Soria.
680
AHN. Universidades,6204,Exp.21. Expediente académico de Carlos Soria Hernández, alumno
de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. La Ciudad Lineal, 10/5/1909, p. 1342;
10/10/1914, p. 20.
681A comienzos de 1903, la revista anunciaba que el Consejo de Administración había manifestado
estar muy contento con el desempeño de tres empleados de la Compañía, por lo que había decidido
subirles el sueldo en 1.000 pesetas. Los empleados en cuestión eran Luis y Emilio Soria
Hernández, y Emilio López-Aranda. La Ciudad Lineal, 10/1/1903, p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
368
9.2. DE LA INCERTIDUMBRE AL OPTIMISMO
E1 siglo XX, el siglo de los grandes descubrimientos y progresos de la humanidad
contará entre sus conquistas la adopción en todos los países civilizados de las ciudades
lineales, de este nuevo modo de vivir racional, científico, más conforme con la higiene
del cuerpo y del alma que el de las ciudades actuales en las que la colocación de las casas
y el establecimiento de los servicios municipales es resultado de la casualidad y no de
reglas matemáticas682
.
Con este desideratum abría Arturo Soria su primer artículo del nuevo siglo en La Ciudad
Lineal. Y ciertamente, las diferentes líneas de negocio de la CMU se recuperaban ya del
impacto de la crisis del año 98 y comenzaban a dar resultados apreciables. El negocio de
construcción de viviendas también había conseguido ya cierta entidad683
. Con el trascurrir
de los años, éste se convertirá, por volumen de ingresos y por número de trabajadores, en
uno de los servicios más importantes de la Compañía.
A pesar de sus achaques, Soria seguía trabajando de forma intensa, dejando al
"descanso y recreo" cuatro o cinco horas a lo sumo. Obligado por sus múltiples
quehaceres, para él se había convertido en un modo de vida: "La regla general en nuestra
casa es bastante dura, se gana poco y se trabaja mucho. Los tiempos y las circunstancias no
consienten otra cosa"684
.
En la Ciudad Lineal de Madrid se podía observar ya una incipiente vida, que irá
creciendo a lo largo de los primeros años del siglo. Pero la residencia en ella no era sencilla
todavía. La propia revista se hacía eco de las quejas de uno de sus vecinos: lejanía de
Madrid, casas dispersas, poca sociedad y pocas distracciones, servicios municipales mal
682
Soria y Mata, A.: "Siglo nuevo, vida nueva". La Ciudad Lineal, 5/1/1901, p. 1.
683 La Ciudad Lineal, 5/9/1901, pp. 1-2. 10/1/1903, p. 2.
684 Soria y Mata, A.: "Buenas costumbres de la Compañía en el siglo pasado y en el presente". La
Ciudad Lineal, 5/1/1901, pp. 1-2.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
369
organizados (alcantarillado, alumbrado público, aceras, policía, vigilancia, etc.), “en todo
el trayecto de la Ciudad Lineal, en los 5.200 metros de extensión que hoy tiene no hay una
iglesia a donde ir a rozar, ni una escuela donde poder educar a nuestros hijos”. Una síntesis
muy gráfica. Este sentir, que podía ser generalizado entre sus habitantes, le servía a Soria
de acicate y, en esas mismas páginas, la CMU quiso transmitir a los residentes un mensaje
de optimismo y a la vez que solicitaba confianza en los frutos de la ingente labor que
estaba llevando a cabo685
.
En efecto, las conexiones con Madrid no eran rápidas y el ferrocarril que discurría
atravesando la Ciudad Lineal no se completó hasta 1904, por lo que el que desease viajar al
el centro de la capital se veía obligado a andar una distancia que podía ser considerable, en
verano y en invierno. El servicio entre Ventas y Chamartín de la Rosa entró en
funcionamiento en 1904 y, al año siguiente, desde este punto a los Cuatro Caminos, con lo
que desde ese momento se pudo circular -eso sí, todavía con máquinas a vapor- por todo el
trayecto sin discontinuidades: desde Cuatro Caminos a Ventas, pasando por Chamartín de
la Rosa y la Ciudad Lineal; es decir, un total de quince kilómetros. Pero la frecuencia de
paso de los tranvías no era elevada y todavía quedaba pendiente la electrificación de las
líneas, que necesitaba costosas inversiones adicionales a lo largo de toda la infraestructura.
Este tipo de tracción, más limpia y eficiente, había comenzado a aparecer en Madrid ya en
el año 1898 y para entonces había llegado ya a la mayoría de las líneas importantes de la
capital. Pero todavía tardará unos años en hacerlo a las de la CMU, hasta abril de 1909,
muy lejos de las optimistas intenciones iniciales. Los retrasos e incomodidades de estos
años, que incidían más en la clase trabajadora que dependía mucho más de la eficiencia del
transporte público para sus desplazamientos, alimentaron la percepción general de que la
Ciudad Lineal se encontraba alejada del centro de la capital y tuvieron mucha influencia en
que comenzara a percibirse más como lugar de esparcimiento y veraneo que como barriada
residencial, y que muchas de las viviendas que comenzaban a proliferar fuesen adquiridas
por una clase medio alta que las utilizaba de forma preferentemente estacional686
. Otro
efecto de esto fue que la intención de favorecer la mezcla social no se viera cumplida como
se había pretendido, a pesar de que la CMU trató de abaratar al máximo la construcción de
685
“Los defectos de la Ciudad Lineal”. La Ciudad Lineal, 20/11/1902, pp. 1-2.
686 Maure, M.Á. (1991): Op. cit., pp. 182-185.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
370
las viviendas más económicas, aunque eso significase aparcar algunas de las normas
edilicias impuestas en los comienzos, argumentando que se hacía necesario atraer también
a las familias obreras al entorno higiénico y ecológico que ofrecía la Ciudad Lineal.
Figura 9.5: Tranvía circulando por una despoblada Calle Principal de la Ciudad Lineal durante la
inauguración de la tracción a vapor. Fuente: La Ciudad Lineal, 30/3/1905, p. 4.
El ambiente desangelado, que se veía incrementado durante ciertas épocas del año,
comenzó a cambiar mediada la década. Los vecinos contaban para entonces con las
anheladas iglesia y escuela, y podían disfrutar de un completo parque de diversiones, que
contaba con teatro, restaurante, casino y frontón. Y estaban en proyecto una plaza de toros,
un velódromo y otras instalaciones lúdico-deportivas. Una flamante fábrica de electricidad
se encargaba de dar fluido eléctrico a las residencias particulares y a una red de alumbrado
público que contribuyó a mitigar la sensación de tristeza cuando caía la noche. Además, los
residentes comenzaron a percibir que se estaba creando comunidad entre ellos, resultado
del esfuerzo realizado por la gente de la CMU en este sentido. El ambiente de optimismo
que se estaba generalizado en muchos países de Europa también llegó a la Ciudad Lineal.
Los actos de esparcimiento y recreo (competiciones deportivas, banquetes, certámenes
literarios o de pintura, etc.), celebrados al aire libre o en sus instalaciones, fueron
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
371
habituales y la CMU no dejaba escapar ninguna ocasión para la promoción de un negocio
que se estaba situando en sus mejores años. Unas de las celebraciones de más aceptación
entre sus habitantes y que, en los años en que tuvo lugar, tuvo gran repercusión mediática
fueron las que se denominaron "fiestas del árbol", es decir, unos festejos durante los cuales
los vecinos participaban en la plantación masiva de árboles para contribuir a la
reforestación de una zona que hasta entonces era un completo erial. La primera de ellas
tuvo lugar en el año 1897 -aprovechando el acto de inauguración de las instalaciones para
el suministro de agua-, y lo que comenzó siendo una modesta jornada festiva que daba el
comienzo simbólico a la plantación de miles árboles en diferentes parcelas de la Ciudad
Lineal, terminó siendo una celebración de varios días en los que, además, se organizaban
actos de todo tipo a los que también asistían miles de madrileños no residentes en la
Ciudad Lineal que se desplazaban desde el centro de la capital por medio de las líneas de
transporte de la CMU687
.
La Fiesta del árbol tuvo su inspiración en el Arbor day norteamericano, que se
venía celebrando desde 1872, y su impulsor indiscutible fue Mariano Belmás en los años
previos a su alejamiento de Soria, desde su cargo de diputado provincial de Madrid688
.
Consiguió que su propuesta de realizar una primera Fiesta del árbol en la ciudad de Madrid
tuviese lugar el 26 de marzo de 1896, y merced a su participación en el Consejo de
Administración de la CMU, consiguió que fuese en unos terrenos que Arturo Soria cedió
para la ocasión, donde hoy está situado el que desde entonces se conoce como Pinar del
Rey, en evocación de ese día en el que las infantas reales plantaron un árbol en
representación de un Alfonso XIII todavía niño. La fiesta fue un completo éxito, contó con
gran respaldo de las autoridades civiles y eclesiásticas y una muy numerosa asistencia de
personas que acudieron en carruajes como si a una romería se tratase689
. Pero Soria y la
CMU deseaban que la Ciudad Lineal tuviese su propia fiesta del árbol, que sirviese, a la
vez, como festejo de cohesión vecinal y como acto de promoción del proyecto. Y ésa fue la
que tuvo lugar en noviembre de 1887. La Fiesta del árbol de la Ciudad Lineal se convirtió
687
La Ciudad Lineal, 28/11/1897, p. 1. 10/6/1909, p. 1.
688 En 1894 Belmás daba cuenta de sus experiencias a raíz de un reciente viaje a los Estados Unidos
y proponía la introducción en España de varias de las iniciativas en marcha en ese país, entre ellas
el Arbor day. "Viaje los Estados Unidos". El Heraldo de Madrid, 2/3/1894, p. 1.
689 La Correspondencia de España, 26/3/1896, p. 1; 27/3/1896, p. 1. Se estimó en alrededor de
50.000 las personas que concurrieron a la fiesta.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
372
en el festejo anual más importante de esa comunidad y estuvo celebrándose
ininterrumpidamente hasta 1909. En sus últimos años llegó a contar con la asistencia de
más de 16.000 personas. En paralelo, se promovía que las que se convocaban a nivel
municipal se celebrasen también en entornos próximos a la Ciudad Lineal, para que
también los alrededores se vieran beneficiados de las jornadas de reforestación690
. En 1904,
Manuel Allendesalazar, ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas,
quien durante unos años anteriores había sido miembro del Consejo de Administración de
la CMU, impulsó mediante un real decreto la expansión de la fiesta del árbol por toda
España691
.
Figura 9.6: XII Fiesta del árbol. Salida desde el paseo de Recoletos de una carrera hasta la Ciudad
Lineal. Fuente: La Ciudad Lineal, 10/7/1909, p. 1433.
La última de las celebradas en la Ciudad Lineal tuvo lugar en 1909 y se celebró en dos
partes, en febrero y en junio. La de junio consistió en varios días de festejos con música,
teatro, certámenes de poesía, etc., competiciones diversas, un "festival atlético" a cargo de
la Sociedad Gimnástica Española, carreras de atletismo, de bicicletas, saltos de longitud y
690
La Ciudad Lineal, 20/8/1901, p. 2.
691 Fernández Pérez, J. y González Escrig, J.L. (2000): "La Fiesta del árbol. Educación ambiental
en el siglo XIX", p. 743. Gaceta de Madrid, 12/3/1904, p. 1023.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
373
de altura, y otros espectáculos diversos que consiguieron muchos participantes y una
afluencia masiva de público. Sin embargo, la fiesta no contó con la presencia de Arturo
Soria, de nuevo aquejado de su dolencia, por lo que fue su hijo Luis quien le sustituyó en
los tradicionales discursos y en la presidencia de diferentes actos692
. Pero el esfuerzo debió
ser excesivo, pues se celebró ninguna más. En lo sucesivo tomaron el relevo eventos más
modestos, como la "Fiesta de la Infancia" o similares, así como los múltiples espectáculos,
demostraciones o competiciones deportivas que iban a tener lugar en las diferentes
instalaciones de la urbanización, cuya construcción se ultimaba en estos años.
La expectación y el éxito de todos estos espectáculos no eran sino el reflejo de la
llegada de unos años de optimismo a la sociedad madrileña. Y la tecnología, el ocio, el
consumo, las competiciones atléticas, el culto a la velocidad y a la fuerza, o las
competiciones atléticas eran expresiones de los gustos y aficiones llegados con el siglo XX
a la nueva sociedad de masas693
. La CMU, liderada en este aspecto por los jóvenes hijos de
Soria, buscó ofrecer todo este tipo de diversiones con el objeto de vincular la imagen de la
Ciudad Lineal a la modernidad de los nuevos tiempos. Cabe evocar, también para este
caso, la acertada imagen con la que Ortega y Gasset reflejaba el ambiente social y cultural
que se vivía en unas pocas ciudades españolas en relación con el del resto del país, muy
atrasado en general: “islas de modernidad rodeadas de desierto por todas partes”694
.
Así, además de poder asistir a veladas del Campeonato de lucha greco-romana en
su teatro o a las carreras de atletismo, de bicicletas o de "motociclos" que se iban a ofrecer
en el flamante velódromo, también en el Parque de la Ciudad Lineal se iban a poder ver las
primeras exhibiciones aéreas celebradas en la capital695
. Por el trazado de la Ciudad Lineal,
que ya iba adquiriendo vida, se hizo habitual observar a Luis Soria al volante de su
automóvil, desplazándose con su padre al lado.
692
El País, 21/6/1909, p. 1. El Heraldo de Madrid, 28/6/1909, p. 4. La Ciudad Lineal, 20/1/1909,
pp. 1170-1171; 10/6/1909, pp. 1381-1382; 10/7/1909, pp. 1429-1437.
693 Blom, P. (2010): Op. Cit., pp. 569-581.
694 Citado en Gracia, J. (2014): José Ortega y Gasset, p. 215.
695 La Ilustración española y americana, 30/3/1910, p. 182. Nuevo mundo, 25/7/1912, p. 13. "El
velódromo de la Ciudad Lineal". Gran Vida, 1/7/1910, pp. 209-212.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
374
Figura 9.7: Luis Soria y su padre saliendo del Hotel Rubín en 1911. Fuente: CMU (1911): Guía de
la Ciudad Lineal, p. 42.
La familia se había trasladado en 1907 de la Quinta de Mahudes a un lujoso hotel que
había construido la CMU en la que dos años antes había cambiado su denominación de
Calle Principal por la de Calle de Arturo Soria: el Hotel Rubín, al que Soria llamó así en
honor a su familia política696
. Todo esto era, sin duda, muestra de la prosperidad y buena
marcha de un negocio que estaba en plena expansión. Eran años de optimismo, pero
también se cernían algunas sombras.
9.3. LA SOCIEDAD TEOSÓFICA ESPAÑOLA
Durante estos años, Arturo Soria siguió manteniendo relación con la Sociedad
Teosófica española. En el capítulo anterior indicamos que no había quedado constancia de
696
La Ciudad Lineal, 30/3/1905, p. 2; 10/6/1905, p. 10.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
375
que llegase a afiliarse, pero sí de que hacía pequeñas contribuciones económicas para
causas concretas y esporádicas, de que asistió a algunas reuniones de la sociedad y de que
se relacionaba con algunos de sus miembros destacados. De todos ellos, con el que más
contacto mantuvo fue con Manuel Treviño, por el que Soria mostró una especial
admiración de la que dejó varios testimonios en los que no ahorró elogios a su inteligencia,
modestia o erudición. Desde aquella carta en la que Treviño le manifestaba la impresión
que le había causado la lectura de su primer libro, era éste una de las personas con las que
Soria debatía sobre las ideas "científicas" que le rondaban y a la que, confiando en sus
vastos saberes, consultaba sus dudas e inquietudes sobre ese tipo de cuestiones697
:
Hace años, en la clasificación que para mi propio recreo hacía de los hombres cuya
inteligencia he podido apreciar, puse en el número 1 de mi estimación como talentos
analíticos profundísimos a D. Antonio Maura y a D. Joaquín Costa. Después dejé en el
número 2 a dichos señores y coloqué en número 1 a D. Manuel Treviño, teosofista de
gran saber cuya profundidad de pensamiento al par que su adorable modestia, he
aquilatado muchas veces.
Pues bien, en cierta ocasión me preguntó el señor Treviño si creía yo posible convertir el
sonido en fuerza motriz de una máquina. La idea me pareció entonces completamente
disparatada y absurda.
Hoy creo que la música es fuerza en potencia, que el sonido es fuerza efectiva de
dificilísima aplicación a propósitos industriales pero no imposible.
Treviño facilitó que Soria conociese a otras personas importantes de la Rama Madrid,
como José Xifré, Tomás Doreste, Viriato Díaz-Pérez o Mario Roso de Luna, entre otros. A
todos ellos se mostraba agradecido Soria en 1913 por alguna colaboración pasada698
:
También agradezco sobremanera el auxilio intelectual que me han prestado algunos
consocios o amigos del Sr. Treviño y singularmente a Míster Mead, fallecido en la
697
Soria y Mata, A. (1902): Op. cit., p. 69. Otras muestras de agradecimiento por sus
colaboraciones o testimonios de admiración a Treviño, por ejemplo, en: Soria y Mata, A. (1896):
Op. cit., p. 72; Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 56; o en La Ciudad Lineal, 10/11/1917, pp.
991-992.
698 Soria y Mata, A. (1913): Op. cit., p. 56.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
376
catástrofe del Titanic; D. Viriato Díaz Pérez, con su vastísimo saber; D. José Xifré,
cultísimo y amabilísimo amigo; D. Mario Roso de Luna, de chispeante ingenio; y D.
Tomás Doreste, profundo conocedor de los secretos de la antigua sabiduría.
Figura 9.8: José Xifré en 1916. Fuente: CDMH.SE-TEOSOFIA,FOTO.34.
Ya hemos comentado que Viriato Díaz-Pérez los recordaba a todos, junto a Arturo Soria,
en las primeras reuniones de la Rama Madrid, de la que él mismo era uno de sus miembros
destacados, antes de su misteriosa partida hacia Paraguay en el año 1906699
.
El fondo dedicado a la teosofía custodiado en el Centro Documental de la
Memoria Histórica es un fondo importante, pero incompleto. Forman parte de este fondo
los expedientes de personas que fueron miembros de la Sociedad Teosófica en España o
que tuvieron algún tipo de relación con ella. Muchos de esos expedientes se formaron con
motivo de la exigencia de responsabilidades individuales por parte del Tribunal para la
Represión de la Masonería y el Comunismo al final de la Guerra Civil y se pudieron
699
Larrea, J.F. (1993): Op. cit., pp. 81-84 y 354. Se ha relacionado su partida a Paraguay con un
hostigamiento por parte de la policía tras el intento de magnicidio el día de la boda de Alfonso
XIII.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
377
formar con la documentación y correspondencia que le fue incautada a Manuel Treviño
antes de ser fusilado a finales de ese mismo año 1939700
. Entre esos expedientes personales
se encuentran el de Arturo Soria y Mata y el de su hijo, Arturo Soria Hernández701
. Es, este
segundo, un expediente muy poco importante, compuesto por ocho notas breves, casi todas
dirigidas a Manuel Treviño, demandando algún ejemplar de la revista Sophia,
acompañando a algún envío de libros de su padre o mostrándose dispuesto a alguna
aportación económica para alguna causa concreta. De la lectura de esas notas no cabe
inferir una implicación personal de Arturo Soria Hernández con el movimiento teosófico,
ya que cuando iban firmadas por él mismo se puede constatar que las había enviado en
nombre de su padre, e incluso alguna de las manuscritas atribuidas al hijo corresponden en
realidad al padre, pues la que incorporan es su letra y su firma.
Más documentos contiene el expediente de Arturo Soria y Mata, aunque la
información que se desprende de su análisis tampoco es muy importante, quizá porque la
relación que en realidad mantuvo Soria y Mata con la Sociedad Teosófica tampoco fue lo
intensa que cabía esperarse. La mayoría son también breves notas en las que se interesaba
por la publicación de algunos de sus trabajos en Sophia o de agradecimiento por alguna
referencia a ellos aparecida en la misma revista. De ellas se desprende el interés con el que
Soria seguía los artículos de esta revista hasta que cesó su publicación, pues en diversas
ocasiones felicitó a Treviño por su contenido y le reclamó números que por cualquier
circunstancia no había recibido y que deseaban tenerlos “por sernos [los reclamaba Soria
Hernández en nombre de su padre, enfermo en cama] grata su lectura”702
. También instó a
que Treviño le facilitara algún número de la Theosophical Review, debido a referencias
aparecidas en alguno de los artículos de Sophia. Son varias las notas en la que Soria
termina encargando transmitir recuerdos suyos o comunicar su agradecimiento por algún
detalle a otros miembros de la Rama Madrid, como José Xifré o José Melíán, pero también
700
Penalva, V. (2013): Op. cit., p. 287.
701 CDMH.SE-Teosofía.Leg. 11.Exp. 530. Expediente personal de Arturo Soria y Mata.
CDMH.SE-Teosofía.Leg. 13.Exp. 610. Expediente personal de Arturo Soria Hernández.
702 Este fue el caso, por ejemplo, de un artículo "Los cuadrados llamados mágicos", escritos por el
propio Treviño y aparecido en Sophia en 1908 y del que Soria luego publicó un elogio en su
revista. CDMH. SE-Teosofía. Leg. 11.Exp. 530. Carta de Soria y Mata a Treviño, 20/7/1908.
CDMH. SE-Teosofía. Leg. 13. Exp. 610. Carta de Soria Hernández a Treviño, 17/7/1908. Sophia,
junio, 1908, pp. 207-214; Sophia, julio, 1908, pp. 245-255. La Ciudad Lineal, 10/8/1908, pp. 903-
904.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
378
de la Rama Barcelona, como Ramón Maynadé. Pero es con Treviño con quien se adivina
una relación más estrecha. Se menciona en ocasiones la intención de alguna visita
domiciliaria por parte de alguno de ellos, así como el cruce de notas de condolencia por
alguna desgracia o por algún episodio de enfermedad de alguno de los dos.
Las aportaciones económicas coyunturales a las que nos hemos referido antes
tienen su reflejo en esta correspondencia. No sabemos si fueron todas las que Soria hizo a
la asociación pero, de ser así, se puede decir que, aparte de la suscripción a Sophia, fueron
contribuciones poco importantes. Constan dos aportaciones para causas humanitarias. Una,
de de 25 pesetas, que aunque está sin datar debe ser de 1909, para paliar los efectos del que
se hoy todavía se conoce como una de las mayores catástrofes naturales ocurridas en
territorio europeo, un terremoto seguido de un maremoto que el 28 de diciembre de 1909
asolaron las costas de Sicilia y Calabria con gravísimas consecuencias: "secundando los
deseos de los hombres de buenos sentimientos, me es grato contribuir con mis escasas
fuerzas al alivio de tantos seres desvalidos tan castigados por la horrorosa hecatombe de
Sicilia"703
. La otra es de agosto de 1910, de 5 pesetas, destinada a una suscripción abierta
por Sophia debido al llamamiento de Annie Besant -quien en 1907 había sucedido al
fallecido Olcott al frente de Sociedad Teosófica- para socorro de unas escuelas budhistas
de Ceylán. La última aportación de la que hay constancia en estos expedientes es un pago
destinado a una recién creada Orden de la Estrella de Oriente, que fue una de las variadas
organizaciones subsidiarias que fueron surgiendo bajo la presidencia de Annie Besant. Ésta
en concreto tenía el encargo de acoger a los que creían que un Gran Maestro espiritual se
había reencarnado en la persona de un joven hindú, Jidhu Krishnamurti, para que
difundiese su llegada y contribuyese a la preparación de Krishnamurti para el desempeño
de su misión como Gran Instructor del mundo. Su máximo representante en España fue
Treviño, por lo que muchos seguidores teosóficos se vieron medio obligados a colaborar de
alguna manera con esta nueva organización704
. Fuese o no éste el caso de Arturo Soria, la
nota de noviembre de 1912 indica que ya le habían enviado un recibo con un cargo para
dicha Orden. No sabemos si fue éste el único por este concepto, porque en el número de
Sophia correspondiente a junio de ese mismo año se incluyó una relación de pagos a la
703
La contribución de Soria para esta causa también quedó reflejada en Sophia, enero, 1909, p. 40.
704 Louzao, J. (2008): Op. cit., p. 510.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
379
Orden durante el mes de mayo en la que también figura Soria con una cantidad consignada
de 5 pesetas, y en otra escueta nota de julio de 1914, éste le agradece a Treviño el envío del
folleto Organización y Actividades de la Orden de la Estrella de Oriente. Todo esto
tampoco implica que fuese miembro formal de dicha Orden, que según el número referido
de Sophia contaba ya con 238 miembros en España. Sería extraño que militase en ésta y no
en la Rama Madrid de la Sociedad Teosófica, pero aunque su nombre no aparezca en
ninguna relación de miembros, tampoco es descartable una pertenecía acaso temporal705
.
En 1901 y con el apoyo económico de José Xifré, Ramón Maynadé, miembro
fundador de la Rama Barcelona, había fundado una editorial y una librería, cuyo catálogo,
conocido con el nombre de "Biblioteca Orientalista", incorporó las más importantes obras
teosóficas de españoles y extranjeros y fue determinante para la difusión y el arraigo de la
teosofía en España. Pero Maynadé no sólo comercializaba obras teosóficas, sino que en su
librería tenían cabida todo tipo de libros de esta índole, entre los que no faltaron los
primeros de Arturo Soria. En agosto de 1901 Treviño le informaba a Soria de que Maynadé
le había incluido en un catálogo -posiblemente el que comentamos- del que se habían
tirado 6.000 ejemplares y ya se preparaba otra tirada del doble de copias, signo evidente de
la expectación que desertaba este tipo de obras en el público. Otra carta indica que también
con el vicepresidente de la Rama Barcelona, José Plana, hubo un intercambio mutuo de
obras706
. Hay constancia de la venta de algunas de las obras de Soria en Barcelona a través
de dos notas enviadas a Treviño -una por él mismo y otra por su hijo- acompañando a unos
paquetes previamente solicitados por Maynadé en 1911 y en 1913, con 20 ejemplares de
Origen y 15 de cada parte de Contribución cada uno707
.
705
En el capítulo correspondiente al estudio de su obra escrita ya indicamos que en ninguno de los
trabajos sobre la implantación de la teosofía en España se señala a Arturo Soria como miembro de
la sociedad, ni tampoco figura en ninguna relación de miembros como las que se reflejan en
Penalva, V. (2013): Op. cit.
706 AKS. Carta de Manuel Treviño a Arturo Soria, 9/8/1901 y Carta de José Plana a Arturo Soria,
15/2/1902.
707 CDMH.SE-Teosofía.Leg. 11.Exp. 530. Expediente personal de Arturo Soria y Mata.
CDMH.SE-Teosofía.Leg. 13.Exp. 610. Expediente personal de Arturo Soria Hernández.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
380
9.4. LA CIUDAD LINEAL, DE PERIÓDICO A REVISTA. VIRIATO DÍAZ PÉREZ
Y MARIO ROSO DE LUNA
En 1901 la CMU decidió que era hora de dar un empuje renovador a su "órgano
de comunicación". Si bien en principio pensaron en una nueva publicación como
suplemento mensual a su periódico -que pensaron en bautizar como Vida Moderna con
reminiscencias a la extinta Vida Nueva y La España Moderna, la revista cultural con más
prestigio del momento-, finalmente se optó por potenciar La Ciudad Lineal, dándola una
nueva orientación y un abanico más amplio de contenidos. De este modo, a partir de abril
de 1902, la publicación dejaba de ser un periódico para pasar a ser una revista, la Revista
científica de higiene, agricultura, ingeniería y urbanización, para, de una forma más actual
y amena, difundir las nuevas iniciativas y mostrar el importante crecimiento que estaba
viviendo la compañía. El nuevo enfoque era más ambicioso, incorporó nuevas secciones y
sus artículos pasaban a abordar mayor variedad de temas: urbanismo, ingeniería, higiene o
agricultura, pero también "literatura, teatros, pasatiempos y amenidades", con la intención
de que su lectura resultara "interesante y variada"708
. Nacía la que se considera hoy en día
la primera revista de urbanismo de la historia709
.
Unos años más tarde, la CMU se planeó un nuevo impulso a la publicación, para
el cual buscó la colaboración de profesionales y nuevas firmas que potenciasen sus
contenidos. Ese fue el caso de Francisco Vidal y Careta, figura destacada en el campo de la
medicina y de las ciencias naturales y catedrático de Geografía y Geología Dinámica en la
Universidad Central, muy conocido por sus investigaciones sobre las propiedades
terapéuticas de la música. Fue discípulo de Vilanova y Piera, el geólogo y prehistoriador
español más importante del siglo XIX y uno de los pioneros de la arqueología en España, y
a su fallecimiento le sucedió al frente de la Cátedra de Paleontología Estratigráfica de la
Universidad Central. Posteriormente ocupó la referida de Geografía y Geología Dinámica.
Fue un firme y convencido antidarwinista y mantuvo una postura creacionista radical710
.
Vidal y Careta comenzó sus colaboraciones con la revista en septiembre de 1905 y se
708
La Ciudad Lineal, 20/11/1901, p. 1; 5/12/1901, p. 1; 20/4/1902, p. 1.
709 Maure, M.Á. (1991): Op. cit., p. 299. Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., p. 208.
710 Bolado, J.M. (2012): Ciento diecisiete años de enseñanza de la geología en la facultad de
ciencias de la universidad central/complutense de Madrid (1857-1974), pp. 31-32.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
381
prolongaron durante aproximadamente quince años. Fueron, la mayoría, artículos de tipo
divulgativo sobre diferentes aspectos de la geografía o de las ciencias naturales, así como
sobre hábitos y prácticas higiénicas y saludables. En 1909 inició la publicación por partes
de un Tratado de Musicoterapia que se prolongó a lo largo de varios años.
Poco antes ya había iniciado su colaboración un ingeniero de Minas, abogado y
profesor de Cálculo Infinitesimal en la Escuela de Ingenieros de Minas, que le había
asesorado en cuestiones relacionadas con el ferrocarril y los tranvías. Se trataba de Horacio
Bentabol, que destacó también por su carácter polemista y por mantener una postura
negacionista ante muchos de los descubrimientos y las tendencias científicas de entonces.
Sus artículos y reseñas, muchas de ellas de carácter científico pero de bajo vuelo, fueron
habituales en la revista durante muchos años. También daba conferencias en el Ateneo
madrileño con carácter regular. Fue sonada, entre una comunidad científica que le
despreciaba, su polémica a raíz de la visita de Albert Einstein a España en 1923 ya que,
como era natural en él, también la rechazaba y llegó a proponer al Ateneo una conferencia
conjunta para poder refutar en público sus teorías al mismísimo Einstein. Propuesta que no
encontró siquiera respuesta. Pero Bentabol fue una persona apreciada por Soria y las
páginas de la revista estuvieron abiertas a sus artículos hasta casi 1930. Según el propio
Bentabol, Soria había contado con él como profesor para su Escuela Pitagórica y él había
hablado de las teorías geométricas de Soria en alguna de sus charlas en el Ateneo711
.
También se incluyó, por ejemplo, alguna colaboración esporádica a cargo de
Domingo Barnés Salinas, afamado pedagogo formado en los ambientes de la Institución
Libre de Enseñanza y uno de los vecinos más ilustres de la Ciudad Lineal. Fue consejero
de la CMU durante muchos años y llegaría incluso a ser su vicepresidente poco antes de
ser nombrado ministro de Instrucción Pública o ministro de Justicia durante la II
República712
.
711
Glick, T.F. (2005): Einstein y los españoles: ciencia y sociedad en la España de entreguerras,
pp. 224-231. La Ciudad Lineal, 10/2/1921, pp. 622-623. Según comentarios de Luis Soria a su hijo,
Benot, Bentabol, Treviño y Roso de Luna eran visitantes asiduos a la Quinta de Mahudes. CGC.
Carta de Arturo Soria y Espinosa a George R. Collins, 23/9/1960.
712 En La Ciudad Lineal, 20/7/1913, pp. 222-225 o en La Ciudad Lineal, 30/9/1914, pp. 332-333,
por ejemplo.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
382
Pero en cuanto al impacto para la propia publicación, cabe destacar sobre todo a
dos jóvenes talentos, brillantes y de amplia cultura, que ya habían dado amplias muestras
de buen hacer periodístico en diferentes medios de comunicación y que además provenían
de los ambientes teosóficos al ser los dos integrantes de la Rama Madrid. Se trataba de
Viriato Díaz-Pérez (1875-1958) y de Mario Roso de Luna (1872-1931). Cada uno por
diferentes circunstancias, no llegaron a permanecer mucho tiempo en la redacción de la
revista pero ambos dejaron sentir su impronta en ella. Viriato Díaz-Pérez formó parte del
escaso grupo inicial de teósofos madrileños que con su cultura, pasión y un notable
esfuerzo consiguieron la expansión del movimiento en España. Hijo del escritor e histórico
republicano Nicolás Díaz y Pérez y de la también escritora Emilia Martín de la Herrería,
fue un destacado representante del modernismo cultural español. Su padre ya había
colaborado con Arturo Soria en la elaboración de los estatutos fundacionales de la CMU,
según recordaría éste años más tarde en las páginas de la revista713
. Como otros
compañeros teósofos que reunidos en torno a Sophia, consiguieron hacer de ella el puntal
de la Sociedad Teosófica en España, fue un apasionado orientalista - algo común en los
ambientes modernistas fin de siglo- lo que le indujo al estudio de lenguas como el árabe, el
hebreo o el sánscrito. Aparte de en Sophia, escribió, entre otras, en las revistas culturales
más reconocidas de la época, como La España Moderna o Blanco y Negro o en las
modernistas Helios, Juventud u Hojas selectas. Tuvo estrecha relación con destacados
literatos de la época como Valle Inclán, Leopoldo Alas, Miguel de Unamuno, Francisco
Villaespesa, Rubén Darío, los hermanos González-Blanco o los Machado, entre muchos
otros; y fue de los primeros críticos literarios en ocuparse, por ejemplo, de la obra de Juan
Ramón Jiménez, quien además fue novio de una hermana suya.
Era este mundo modernista en el que se movía Viriato Díaz-Pérez un ambiente en
el que el esoterismo y el mundo de lo oculto gozaba del interés de muchos de sus
habituales y en el que publicaciones como Sophia eran seguidas con especial interés714
.
Díaz-Pérez fue también asiduo al Ateneo de Madrid, por lo que pudieron ser varios los
foros de encuentro con Arturo Soria. Y es probable que les acercase especialmente una
común admiración por la figura de Pitágoras. Influido por los escritos de Blavatsky sobre
713
La Ciudad Lineal, 10/2/1909, p. 1199.
714 Datos biográficos sobre Viriato Díaz-Pérez en Larrea, J.F. (1993): Op. cit.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
383
el filósofo y unos artículos que ya habían aparecido en Sophia, en 1895 un Viriato Díaz-
Pérez de 20 años, que casi acababa de iniciar su carrera periodística, publicó unos
"Estudios crítico-biográficos" sobre la figura de Pitágoras715
. En esos meses, Manuel
Treviño incluyó en la revista sus comentarios a la primera de las obras de Arturo Soria, por
lo que es muy probable éste leyese los artículos de Viriato sobre Pitágoras y resultasen ser
una de las influencias que le impulsasen a ir alejándose del darwinismo para acogerse al
pitagorismo, patente ya en su segunda obra. En 1899 Díaz-Pérez publicó en Sophia una
crítica sobre El cisma universal en el siglo XIX y dogma propuesto a la democracia, una
obra de 1872 de un autor francés, Francisco Cantagrel, seguidor de las doctrinas de los
socialistas utópicos, en la que el crítico atisbó influencias neoplatónicas y de algunos
precursores del movimiento teosófico como Emmanuel Swedenborg, Louis Claude Saint-
Martin o Jean Reynaud. Pero también atisbó conexiones con algunas de las teorías que, en
las páginas de la misma revista, hacía unos meses acababa de exponer Arturo Soria en las
entregas de su Génesis716
:
Mucho de lo soñado y presentido por él [Cantagrel] pertenece hoy al dominio de la
ciencia oficial; y otras muchas teorías han aparecido que con verdadero rigor científico
están demostrando verdades a las que él se acercó.
De una de éstas tienen nuestros lectores conocimiento, si han leído los trascendentales
estudios del Sr. Soria y Mata, quien palpablemente ha reconstruido el origen poliédrico
de las especies, asunto que está llamado a producir una verdadera transformación en el
modo de apreciar los fenómenos bio-filosóficos.
En el capítulo anterior hicimos referencia a una carta de 1902 de Viriato Díaz-Pérez a
Soria que demostraba que coincidían de vez en cuando en alguna reunión de la Rama
Madrid. La carta incorporaba el membrete de la revista Sophia, de la que Viriato era ya
director717.
715
Díaz-Pérez, V: "Estudios crítico-biográficos. Pitágoras". Sophia, abril, 1895, pp. 130-136 y
junio, 1895, pp. 194-201.
716 Larrea, J.F. (1993): Op. cit. pp. 64-66. La cita en: Sophia, marzo, 1899, p. 88.
717 AKS. Carta de Viriato Díaz- Pérez a Arturo Soria, 11/2/1902.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
384
Cuando en 1905 Soria acordó la colaboración de Díaz-Pérez para un nuevo
impulso a su revista era ya éste un periodista y crítico literario reconocido, y había
conseguido doctorarse en Filosofía y Letras. También colaboraba con las más importantes
cabeceras de la prensa cultural madrileña, había publicado algún libro y seguía
manteniendo estrechas relaciones en el mundo literario de la capital. Como era habitual,
asistía a varias tertulias, entre ellas la que se reunía en torno al diario republicano y
anticlerical de Nakens, El Motín, donde coincidía con, entre otros, Alejandro Sawa, Mario
Méndez Bejarano, Vicente Blasco Ibáñez, Rafael Cansinos Assens, etc. Muy
probablemente asistiese también Arturo Soria Hernández, el hijo de Arturo Soria, que
según parece frecuentó bastante la casa de Nakens hasta su incriminación en el intento de
magnicidio de Mateo Morral718
. No sabemos si el propio Arturo Soria padre acudió alguna
vez a la casa de Nakens pero sí que, al igual que Díaz-Pérez, era colaborador esporádico de
su periódico, como hemos comentado en un anterior capítulo anterior.
Figura 9.9: Membrete de correspondencia de la revista Sophia. Fuente: AKS. Carta de Viriato
Díaz-Pérez a Arturo Soria, 11/2/1902.
718
La Idea, 9/3/1911, p. 1.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
385
La renovación de La Ciudad Lineal se anunció en noviembre y se estrenó en enero de
1906719
. Mucho más evidente y profunda que la anterior, se hizo patente desde una nueva
portada que incorporaba un diseño de impronta modernista. Pero la reforma llegó también
a su estructura, cabeceras de secciones y al estilo.
Figura 9.10: Nueva imagen de la portada de la revista. Fuente: La Ciudad Lineal, 10/1/1906.
Este proceso renovador fue liderado por Viriato Díaz-Pérez quien además se convirtió en
su redactor jefe720
. En los pocos meses que permaneció trabajando para la revista, Viriato
719
La Ciudad Lineal, 20/11/1905, p. 1; 10/1/1906.
720 La Ciudad Lineal, 10/11/1910, p. 2285. Diferentes apuntes contables reflejaron pagos
efectuados a Díaz-Pérez en relación con el nuevo formato de la revista. Por ejemplo, en noviembre
de 1905, el pago de 10 pesetas por unos dibujos para la revista y de 75 pesetas por sus trabajos para
la "transformación" de la revista. En febrero de 1906 consta otro pago de 75 pesetas por el mismo
concepto. La Ciudad Lineal, 10/11/1905, p. 8; 30/11/1905, p. 7; 20/2/1906, p. 59.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
386
Díaz-Perez escribió varios artículos relacionados con el concepto de ciudad moderna e
higiénica defendido por la CMU, pero además, por mediación suya, se incluyeron en la
revista colaboraciones esporádicas de allegados suyos, como su cuñado, el paraguayo
Hérib Campos Cervera, o el polifacético Mario Roso de Luna, en el que luego nos
detendremos. También dio la oportunidad de insertar algún artículo a dos jóvenes amigos
suyos, miembros de la bohemia madrileña, que trataban de ganarse la vida y abrirse paso
en el mundo periodístico y literario: el también teósofo Manuel Molano y Rafael Cansinos
Assens, que sería luego un afamado crítico literario, escritor y traductor721
. Entre todos
abrieron el espectro de temas para la nueva etapa. Así, no fue extraño encontrar textos que
trataban sobre asuntos tan variopintos como la alimentación vegetariana, los beneficios del
culto al árbol, el oro disponible en el mundo o la relación entre la infancia y el tabaco;
todos ellos aderezados con los habituales sobre construcciones o la vida en la Ciudad
Lineal. Viriato Díaz-Pérez dejó Madrid en julio de 1906722
para comenzar una nueva vida
en Asunción, donde ya vivía el matrimonio formado por su hermana con el paraguayo
Campos Cervera. Hacía ya unos años que Viriato conocía el ambiente intelectual de ese
país, por lo que al poco tiempo fue aceptado como uno de sus miembros destacados. Al
poco tiempo le nombraron jefe del Archivo Nacional y consiguió trabajo como redactor en
la revista más importante del país. Con los años ocupó diversas cátedras universitarias,
fundó varias revistas culturales y publicó numerosos artículos y libros, lo que terminó por
convertirle en uno de los referentes culturales de Paraguay. También fue uno de los líderes
de su sociedad teosófica. Viriato Díaz-Pérez se mantuvo en contacto epistolar con Manuel
Treviño, Mario Roso de Luna y otros teósofos españoles723
.
Aunque no ha quedado constancia de ello, es posible que también mantuviese
algún contacto epistolar esporádico con Arturo Soria, quizá para mantenerle al tanto de
alguna de sus publicaciones. A comienzos de 1909, Soria aprovechó un comentario sobre
721
Larrea, J.F. (1993): Op. cit. p. 65. Las colaboraciones diversas en varios números de La Ciudad
Lineal correspondientes a 1906.
722 Pérez Ledesma, M. (2000): Op. cit., pp. 317-318. Según manifestó posteriormente, tras el
atentado de Mateo Morral Díaz-Pérez se sintió hostigado y amenazado por las autoridades debido a
su filiación ideológica y a su amistad con José Nakens. Larrea, J.F. (1993): Op. cit. p. 81.
723 En su correspondencia con Treviño se reconocía con suerte. Sin embargo, José Melián, que al
poco tiempo le siguió para tratar de sacar adelante una aventura propia en ese país, fracasó.
CDMH. SE-Teosofía. Leg. 43. Exp. 2334. Expediente personal de Viriato Díaz-Pérez.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
387
una reciente publicación de Viriato Díaz-Pérez (El gran esteta inglés John Ruskin y sus
siete lámparas de la arquitectura) para valorar con cariño el trabajo realizado por él al
frente de la revista724
. Y al año siguiente apareció otra reseña sobre un nuevo libro de Díaz-
Pérez, Leyendo a Veressaief725
. Esta mención dio pie a que un agradecido Díaz-Pérez
decidiese aprovechar un texto suyo para Sophia, revista con la que continuaba
colaborando, para incluir un homenaje público a la obra de Arturo Soria. Fue con el
artículo titulado "El neo-pitagorismo"726
, al que dio forma de carta abierta a Arturo Soria,
como manifiesto seguidor de esa doctrina. Díaz-Pérez hacía un repaso sintético por
algunos personajes históricos españoles influidos por la misma filosofía, como
introducción a la reseña sobre el establecimiento en Brasil en 1909 de un Instituto neo-
pitagórico, fundado por Darío Velloso727
en 1909 para difundir la doctrina. El artículo
terminaba con encendidos elogios a las obras geométrico-pitagóricas de Soria y a su labor
como urbanista. Sin poder afirmarlo por falta de evidencia, me atrevo a aventurar que fue
la publicación de esta carta abierta la que animó a Soria a publicar de nuevo las entregas de
su Génesis, y que al año siguiente recogió en el libro publicado como edición no venal.
No sería extraño que fuese a partir de entonces cuando Soria comenzase a
mantener contacto epistolar con este Darío Velloso. Cuando años más tarde Luis Soria
partió hacia Sudamérica, sus hermanos le facilitaron sus señas, y cuando se enteró del
fallecimiento de Arturo Soria, Velloso les envió una carta de condolencia. La
correspondencia entre Arturo Soria y Darío Velloso fue frecuente y un retrato ampliado
que aquél le envió a Velloso fue colocado en el Templo das Musas, sede del Instituto Neo-
Pitagórico, con "gran solemnidad"728
. La institución fundada por Velloso perdura hasta
724
La Ciudad Lineal, 10/2/1909, p. 1199. Tampoco es descartable que estuviese al tanto de las
publicaciones de Díaz-Pérez a través de Sophia, donde siguieron apareciendo artículos firmados
por él y notas sobre libros suyos o sobre la Sociedad Teosófica en Paraguay.
725 La Ciudad Lineal, 10/11/1910, pp. 2285-2286.
726 Díaz-Pérez, V.: "El neo-pitagorismo". Sophia, agosto, 1912. Aunque lo escribió mucho antes, en
diciembre de 1910, según consta junto a la firma. El artículo se reprodujo también en El País,
11/9/1912, pp. 1-2.
727 En los meses en que estuvo al frente de la revista, Díaz-Pérez había insertado una reseña a una
reciente publicación de Darío Velloso, pionero de la teosofía en Brasil. La Ciudad Lineal,
10/3/1906, pp. 80-81.
728 Así se indica en el apartado correspondiente a su nombre en una lista de personas residentes en
Sudamérica conocidas por Arturo Soria. AKS. Clientes o amigos de la CMU en América.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
388
nuestros días, ocupada en la misma tarea de entonces: iniciar en los senderos de la teosofía,
el esoterismo, la masonería y, por supuesto, la filosofía pitagórica a todo aquel que se
muestre interesado729
.
Figura 9.11: Templo das Musas, sede del Instituto Neo-Pitagórico de Brasil. Fuente:
http://www.pitagorico.org.br/.
9.4.1. Mario Roso de Luna
Más duradera e intensa fue la relación de Roso de Luna con La Ciudad Lineal, a
cuya redacción se incorporó acompañando a Viriato Díaz-Pérez730
, y desde comienzos de
1906 dio muestras de una gran actividad articulista. Roso de Luna era también miembro de
la Sociedad Teosófica, pero había llegado a la teosofía de forma independiente al grupo
madrileño. Tras conocer la corriente teosófica en 1903, al año siguiente solicitó
729
http://www.pitagorico.org.br/.
730 La Ciudad Lineal, 10/4/1926, p. 165.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
389
directamente a la sede central en Europa, la de Londres, el ingreso como miembro libre de
la Sociedad Teosófica. No fue hasta 1908 cuando se incorporó a la Rama madrileña, con
cuyos miembros, especialmente con Manuel Treviño, nunca dejó de tener ciertas tensiones
que terminarían desembocando, años más tarde, en rupturas y escisiones lideradas por
él731
. Mario Roso de Luna era, al igual que Viriato, un joven inteligente, culto y muy
preparado, dotado además de un carisma y una capacidad de trabajo que aplicó a muchas
disciplinas. Produjo una considerable obra escrita -entre la que destacaban numerosos
artículos y libros sobre esoterismo, masonería o teosofía- lo que le valió para ser una
persona conocida en los círculos intelectuales y ser considerado uno de los referentes de la
segunda etapa del movimiento teosófico en España. Nacido en Logrosán, Cáceres, fue
Roso de Luna un personaje polifacético. Tuvo una excelente formación universitaria: cursó
primero la carrera de Derecho, que completó en 1894 con el doctorado, y unos años más
tarde obtuvo la licenciatura en Ciencias. Mientras residió en su localidad natal
compatibilizó el ejercicio de la abogacía con otras actividades, entre las que cabe destacar,
sus investigaciones en campos tan dispares como el de la historia, la arqueología, la
astronomía y sus otros estudios científicos, así como con la escritura de artículos jurídicos
o periodísticos. En 1904 se trasladó con su familia a Madrid y al poco tiempo comenzó a
colaborar con diarios como El Liberal o El Globo.
Cuando Arturo Soria decidió incorporarle a la redacción de La Ciudad Lineal,
Roso había dado ya alguna conferencia en el Ateneo y había publicado artículos en Sophia
y, según se desprende del contenido de la correspondencia entre Roso de Luna y un amigo
suyo, Manuel Rodríguez Martín, al que enviaba sus escritos para que se los comentase, ya
debían conocerse personalmente Soria y él. En el primero de sus artículos para Sophia,
"Iris, Isis", aparecido en 1903, antes de su traslado definitivo a Madrid, Roso de Luna
disertaba sobre la geometría pitagórica y ponía en valor, entre otros, los estudios de Soria
731
El que más profundamente ha investigado sobre la vida y la obra de Mario Roso de Luna es
Esteban Cortijo Parralejo. Sobre él versó su tesis doctoral y ha publicado varios libros y artículos
sobre su figura y sus obras. Es poseedor, además, del que denomina "Archivo Mario Roso de
Luna", archivo personal de Roso de Luna que Cortijo logró adquirir hace años en Argentina. Para
extraer los datos biográficos sobre Mario Roso de Luna, yo me he basado en su tesis: Cortijo, E.
(1991): Vida y obra del Dr. Mario Roso de Luna (1872-1931), científico, abogado y escritor. Una
parte de su correspondencia está publicada en: Cortijo, E. (1998): Cartas desde la Memoria.
Correspondencia Extremeña de M. Roso de Luna.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
390
expuestos en Origen poliédrico de las especies732
. El detalle debió halagar a Soria y quizá
fue lo que le hizo interesarse por el autor. El caso es que Rodríguez Martín, sabiendo ya de
la amistad entre ambos, en enero de 1905 le hacía a Roso de Luna un comentario sobre
algo dicho o escrito por Arturo Soria, al que curiosamente se refería como "el teósofo"733
.
Tras la apresurada partida de Viriato Díaz-Pérez a Paraguay, Arturo Soria decidió
que fuese Roso de Luna quien le sustituyese al frente de la redacción de La Ciudad Lineal.
Roso desempeñó esta tarea compaginándola con unas oposiciones para la Cátedra de
Filosofía en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo madrileño734
, su trabajo diario
como redactor en el Liberal y la escritura de otros textos varios, para Sophia, por ejemplo:
"Mis tareas son ahora enormes: la oposición que hice en el Ateneo y de la que quedé con
lucimiento; mis trabajos a diario como redactor de El Liberal; La Ciudad Lineal que llevo
por entero; cartas, estudios, lecciones, visitas, encargos ¿qué sé yo?", exclamaba en 1907
un abrumado Roso en una carta. También declaraba que, aparte de los que llevaban su
firma, eran suyos los que iban firmados con seudónimos como El Prior de Magacela, Dr.
Rumí, Dr. Iberia, Dr. Logrosán o Juan de Logrosán735
. Roso de Luna fue, en efecto, un
empleado prolífico, y de su pluma salió todo tipo de artículos, tanto los más directamente
relacionados con la defensa de la filosofía urbana defendida por Soria y la CMU o las
reseñas bibliográficas. Pero Roso también dio a la imprenta de la Ciudad Lineal otro tipo
de artículos en los que la temática tenía más que ver con las otras afinidades intelectuales
de Arturo Soria. Fue el caso, por ejemplo, de la serie de artículos encabezados con el título
732
Roso de Luna, M.: "Iris, Isis", Sophia, octubre, 1903, p. 376.
733 La frase a la que Rodríguez Martín se refería era: "Los miembros de la Iglesia Católica,
imparcialmente considerados, son como todos los hombres, ni mejores ni peores: pero su
organización no es superada ni igualada por ninguna otra comunión religiosa y menos aún por la
masa desorganizada de ateos y de escépticos: de donde se infiere que mientras no se acentúe entre
las fuerzas sociales un grupo más numeroso, mejor organizado y compuesto de hombres más
perfectos que los católicos, la aparición de formas sociales nuevas mis perfectas que las actuales, o
no se verificará o si se verifica será condicionada por la fuerza indiscutible de la Iglesia Católica".
Carta de Rodríguez Martín a Roso de Luna, 29/1/1905. Cortijo señala que la cuestión sobre si el
"catolicismo" de Soria era más o menos profundo y real fue objeto de más comentarios en la
correspondencia entre Rodríguez Martín y Roso de Luna. En Cortijo, E. (1991): Op. cit., pp. 170-
171. No he conseguido acceso a dicha correspondencia, por lo que no he podido profundizar en el
análisis de esos comentarios.
734 Cortijo, E. (1998): Op. cit., p. 183 n124.
735 Cartas de Roso de Luna a Publio Hurtado, 8/2/1907 y 18/2/1907. En Cortijo, E. (1998): Op.
cit., pp. 49, 50 y 186.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
391
tan expresivo de "Escarceos matemático-filosóficos", en los que Roso de Luna mezclaba y
aderezaba los usuales conceptos filosófico-matemático-físico-químicos tan del gusto de su
empleador. Así, no faltaban las ecuaciones o las series numéricas que pretendían
representar realidades filosóficas y físicas, los astros y el cosmos, la electricidad, los
elementos y las aleaciones químicas, la espectrografía, los tonos de las vibraciones
acústicas, etc.
Roso de Luna fue propietario de una parcela en la Ciudad Lineal y durante un
tiempo planeó trasladarse allí para llevar una vida "higiénica y alegre". Sus amigos le
disuadían indicándole que debía ser aburrido, y finalmente no llegó a hacerlo. Durante sus
años en Madrid vivió en el centro, en la calle Princesa, primero, y posteriormente en la de
Buen Suceso736
. La relación permanente de Roso con la revista de la CMU no iba a durar
mucho más. A tenor de lo que se desprende de la correspondencia con otro amigo, Roso
debió dejar la revista a mediados de 1907, quizá deseoso de trabajar por cuenta propia.
Felicitaba este amigo a Roso por ello737
:
Te doy la enhorabuena porque estás ahora sin Liberal, sin Lineal... Amigo mío, es
preferible escribir de afición que servir de carne ante el Dragón de ciertas empresas... Ya
me comprendes.
Todavía escribiría algún artículo esporádico para la revista, si bien ya sobre algún tema
más cercano a los gustos teosóficos que a los urbanísticos. A partir de entonces Roso de
Luna se volcó en la escritura de artículos para medios de todo tipo, y de nuevos libros, que
agrupó en la que denominó Biblioteca de las Maravillas También en sus charlas y
conferencias, tanto por el territorio nacional como en el extranjero, y en sus cursos del
Ateneo madrileño, que fueron muy celebrados y dieron lugar a la solicitud de una cátedra
en la Universidad Central, que finalmente fue desestimada en base a sus ideas y posturas
intelectuales heterodoxas, para cuya consideración es seguro que se tuvo en cuenta su
militancia teosófica y masónica, en cuyos ambientes también tuvo un papel protagonista.
Como divulgador teosófico fue muy activo, pero no siempre mantuvo relaciones de
736
La Ciudad Lineal, 10/9/1918, pp. 149-150. Cortijo, E. (1998): Op. cit., pp. 48 y 178.
737 Carta de Rafael García Plata a Roso de Luna, 12/7/1907. En Cortijo, E. (1998): Op. cit., p. 195.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
392
armonía con la dirección española. Los roces le hicieron protagonista de algunos
movimientos disidentes, que terminaron desembocando en la ruptura definitiva con la
Rama Madrid -al poco de fallecer Arturo Soria- y la fundación en la capital de una nueva
rama: la Rama Hesperia. De la consideración que, comenzada ya la década de 1920, se
tenía en los círculos intelectuales sobre su pertenencia a los movimientos teosófico o
masónico, dejó un oportuno testimonio el inefable César González-Ruano, que recordaba
el ambiente ateneísta de aquellos años y a algunos de sus frecuentadores más célebres738
:
Mario Roso de Luna, escritor teósofo, era un hombre de gran personalidad, caballero y
farsante al mismo tiempo. Publicaba unos inmensos tomos que nadie leía y debía ser,
como Barcia y otros, personaje famoso en la Masonería, que entonces a los jóvenes nos
pareció más cosa de broma que seria. […]. Sonreía siempre y era hombre muy educado y
amable con los jóvenes. Roso era extremeño, pariente de Felipe Trigo, de quien daba la
extraña versión de que lo habían matado en Filipinas, y que vivió después galvanizado
por unos espíritus interesados en que hiciera una labor demoledora. Alguna vez me llevó
a su casa, creo que en la calle del Buen Suceso, donde tenía en la azotea un viejo
telescopio. Roso parece que en esa azotea descubrió una estrella no catalogada. Era, pese
a todo, un hombre muy culto y con vena genial que no llegó a concretarse.
Arturo Soria siempre estimó el "chispeante ingenio" de Roso de Luna y mostró guardar un
buen recuerdo de su relación con él. Así lo manifestó en varias ocasiones en las páginas de
La Ciudad Lineal. Aunque especialmente cariñosos y emotivos fueron los elogios que le
dirigió en 1918739
:
Yo he llegado a sospechar si la guerra será obra de la envidia que el Kaiser-Dios tenga a
Roso de Luna.
[…]
Es un niño adorable, un hermoso corazón, una personalidad tan recia y original que
forzosamente ha de ser rebelde y disidente en dondequiera que esté porque es difícil que
los demás nos acomodemos a los amplios movimientos de su espíritu.
738
González-Ruano, C. (2004): Memorias: mi medio siglo se confiesa a medias, p. 104.
739 La Ciudad Lineal, 20/11/1907, p. 485; 10/9/1918, pp. 149-150.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
393
Esta reseña era también interesante porque incluía otra curiosa afirmación que dejaba
entrever, a pesar de las evidentes relaciones con miembros importantes del movimiento y
el interés con que seguía su revista, un cierto escepticismo respecto a algunos temas y
conceptos teosóficos, lo que podría explicar por qué, en definitiva, no llegó a integrarse
plenamente en la teosofía española:
Así es que yo, que no creo en algunas de las cosas que dice, como no creía en todo lo que
nos contó don Juan Valera en Morsamor740
, no dejo de preguntarme de cuándo en cuándo
con cierto sobresalto: ¡Tendría que ver que todo lo que nos cuentan Helena Petrovna
Blavatsky y Roso de Luna fuera verdad!
En 1926, en homenaje a Arturo Soria fallecido hacía casi seis años, se compilaron en un
volumen los artículos que bajo la sección Filosofía barata el autor había ido publicando en
La Ciudad Lineal a lo largo de los años. Mario Roso de Luna se encargó del prólogo al
volumen en el que recordó con cariño la figura del que antaño fue su empleador. También
se abrió una nueva etapa de colaboración de Roso de Luna con la revista, y desde el año
siguiente y hasta 1930 -falleció en 1931- comenzaron a aparecer artículos suyos en la
publicación de la compañía ya dirigida por Arturo Soria Hernández.
9.5. EN BUSCA DE APOYO INSTITUCIONAL PARA EL PROYECTO LINEAL
La actividad de la CMU fue muy importante para los pueblos por los que discurría
el trazado de sus líneas ferrotranviarias o que estaban situados en las proximidades de la
Ciudad Lineal, no solo por las oportunidades que ofrecía el acercamiento de sus habitantes
a la capital o porque sus comercios locales pudieran captar nuevos clientes, sino además
740
Morsamor, la última de las novelas de Juan Valera, vio la luz en 1899. Obra que incorpora
muchas de las características definitorias del modernismo y de lectura compleja, en ella el autor
dejó ver su atracción por el mundo de lo oculto.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
394
porque para muchos de sus lugareños se abría la oportunidad de poder trabajar como
obreros en las numerosas obras de infraestructuras iniciadas, como operarios en las nuevas
fábricas y talleres o como dependientes en los diferentes negocios auxiliares que se fueron
abriendo a medida que avanzaba la construcción de la urbanización lineal. Muchos de
ellos, en unos momentos en los que la economía española pasó por duros trances, habrían
tenido si no unas perspectivas laborales poco halagüeñas.
Según fue expandiéndose, la plantilla de la CMU fue creciendo de forma
importante y tratar de mantener el clima laboral adecuado y cultivar unas buenas relaciones
entre la directiva y los empleados se hizo fundamental. Arturo Soria asumió personalmente
el control de la contratación del personal y decidió que sólo engrosarían la plantilla
aquellos trabajadores que, aparte de demostrar las capacidades demandadas, contasen con
referencias o recomendaciones de alguno de los accionistas de la compañía. Una vez
incorporados, Arturo Soria optó por fomentar una relación paternalista, y convencido de
que haberles ofrecido un puesto de trabajo y la seguridad de un salario, unido a sus deseos
hacia la clase obrera a la que pertenecía la gran mayoría, cuyos integrantes estaban
llamados también a habitar la ciudad moderna y progresista que estaba construyendo, en la
que podrían disponer de su propia vivienda higiénica y en la que todos los estamentos
sociales se mezclarían en armonía, eran factores que iban a mejorar tanto sus condiciones
de vida como para poder exigirles a cambio lealtad absoluta al proyecto, a la compañía y a
sus gestores, así como la renuncia a cualquier tipo de asociacionismo sindical o político741
:
“Nuestra empresa es exclusivamente industrial y no hemos permitido hasta ahora que
dentro de ella se haga política socialista, ni carlista, ni republicana, ni monárquica, ni de
ninguna clase”, afirmaba Soria cuando se encontró, en mayo de 1900, con la primera
huelga que afectó a su compañía, la de cobradores y mayorales del Tranvía de Tetuán, tras
la que decidió despedir sin contemplaciones a los que decidieron secundarla. Estos hechos
-en el trascurso de los cuales los trabajadores huelguistas recibieron las simpatías de
muchos vecinos de Tetuán, según reconoció posteriormente la propia CMU742
- motivaron
un duro artículo en el que Soria expresaba su decepción, manifestaba su intención de
741
Soria y Mata, A.: “Buenas costumbres de la Compañía en el siglo pasado y en el presente”. La
Ciudad Lineal, 5/1/1901, pp. 1-2.
742 La Ciudad Lineal, 5/4/1901, pp. 1-2.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
395
mostrarse enérgico y contundente con este tipo de reivindicaciones sindicales y señalaba su
absoluto desacuerdo ideológico con los pujantes movimientos socialista y anarquista743
:
Los pontífices del socialismo procuran ir metiendo a sus sacerdotes en todas las casas;
pero en la nuestra no entran con mi permiso. Enhorabuena que usen de la libertad de
asociación, por cuya conquista han corrido arroyos de sangre, y yo expuse mi vida tantas
veces allá por los años de 1866 al 1873; pero que no abusen de ella impidiendo el
ejercicio de mi libertad.
La sociedad de obreros de tranvías de Madrid, a modo de obispo del pontificado
socialista, pretende incluir en su diócesis a los tranvías de la Ciudad Lineal. Está en su
derecho, y lo respeto. Yo estoy en mi derecho, que debe ser igualmente respetado, al
elegir los obreros y los empleados de la Compañía Madrileña de Urbanización entre los
individuos que no formen parte de dicha sociedad. Estoy en mi derecho al separar y no
volver a admitir a aquellos operarios que pertenezcan a cualquier cofradía, gremio o
asociación cuyos intereses sean opuestos a los míos; y como estoy en mi derecho lo
ejercito con la firme voluntad que pongo en todas aquellas cosas que yo creo buenas.
[…]
Al fanatismo socialista, bien o mal definido, inspirado en el odio de clases yo opondré
siempre que pueda mi fanatismo individualista, fundado en el amor recíproco que debe
unirlas a todas.
Sin embargo, con el cambio de siglo entre el colectivo obrero se había acrecentado la
sensación de que tenían fuerza suficiente como para reclamar unas condiciones de trabajo
y unos salarios más dignos. Esto trajo como consecuencia un fuerte crecimiento del
asociacionismo entre los diferentes sectores obreros y que con mayor frecuencia se
acudiese a la convocatoria de huelga como medio para exigir la mejora de las condiciones.
Arturo Soria no tuvo más remedio que ir adaptándose a la nueva realidad laboral, si bien a
regañadientes744
:
743
Soria y Mata, A.: “La Huelga”. La Ciudad Lineal, 20/5/1900, pp. 1-2.
744 Soria y Mata, A: “Las huelgas injustificadas”. La Ciudad Lineal, 20/7/1903. p. 2.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
396
Lo que ocurre es que está apareciendo un nuevo género de tiranía; el obrero
ensoberbecido convirtiéndose en tirano y privando al patrono de la libertad de trabajar.
Y para evitar el evidente incremento de la tensión de las relaciones entre patronos y
empleados en general, reclamó una mediación más activa del gobierno que evitase las
situaciones de abuso, tanto por parte de unos como de los otros. Mientras tanto, el gobierno
ya había ido dando los primeros pasos en cuanto a la legislación en materia laboral y en
1900 había promulgado una Ley de Accidentes de Trabajo, por la cual pasó a considerarse
responsable al empleador de los posibles accidentes de sus empleados durante el
desempeño de su profesión o trabajo, interpretación absolutamente asumida hoy en día,
pero que entonces supuso un cambio revolucionario en cuanto a las condiciones de los
trabajadores. En 1903 Arturo Soria decidió implantar el contrato de trabajo para sus
empleados. En él se incorporaron los derechos y obligaciones, tanto de la Compañía como
los del futuro empleado, así como las estipulaciones legales ya vigentes en esta materia
como, por ejemplo, la comentada en cuanto a accidentes laborales. Las acciones
encaminadas a la implementación del contrato fueron comentándose en la revista a lo largo
de los primeros meses de ese año, y su entrada en vigor se escenificó en la Fiesta del árbol
que tuvo lugar en el mes de mayo745
.
En los años siguientes la CMU tuvo que hacer frente a algunos incidentes que
afectaron a unos u otros negocios de la compañía e incluso algún episodio de huelga. En
1909, por ejemplo, lo que Arturo Soria calificó como "un acto de insubordinación
colectiva" ante quien por entonces estaba al frente de la de la Imprenta de La Ciudad
Lineal, su hijo Carlos, terminó con su decisión de despedir a todos los empleados “excepto
el regente y un mozo”. Sin embargo, aceptando abandonar el que había sido uno de sus
preceptos irrenunciables durante unos cuantos años, el de no aceptar la sindicación,
afirmaba ya que746
:
745
Martorell, M. y Juliá, S. (2012): Op. cit., p. 176. Los contenidos del contrato de trabajo de la
CMU en Díez de Baldeón, A. (1993): La construcción de la Ciudad Lineal de Madrid, pp. 202-
216.
746 La Ciudad Lineal, 10/5/1909, pp. 1341-1342.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
397
A nosotros nos ha importado poco hasta ahora que los obreros de la Compañía estén o no
asociados a las sociedades de su agrado; al que cumple bien se le asciende y se le procura
trabajo todo el año, y al que cumple mal o es borracho u holgazán o tiene otros defectos
inadmisibles, sin miedo a huelgas, amenazas ni matonismos, se le despide.
En 1904 se presentaron los proyectos de extensión hasta Fuencarral de la Primera Barriada
y el proyecto para acometer la construcción de la Segunda, que pretendía llegar hasta las
poblaciones de Vicálvaro y Vallecas. Su construcción se inició en 1909, pero la
adquisición de los terrenos por donde discurrirían no fue sencilla, debido que sus
propietarios, que veían que eran necesarios para las proyectadas prolongaciones,
decidieron elevar sensiblemente su precio, de tal forma que el capital requerido para su
adquisición fue cada vez mayor. Además, algunos de ellos desestimaron de momento su
venta, al esperar una mayor revalorización en el futuro. Ante estos impedimentos, la CMU
decidió intensificar su demanda de algún tipo de ayuda o subvención, y solicitó la
incorporación de su trazado al término municipal de Madrid o que se declarase a su urbe
como de utilidad pública para, en caso necesario, poder acudir a expedientes de
expropiación forzosa de terrenos, no solo del trazado del Ferrocarril-Tranvía, que ya se
contemplaba en el artículo tercero de la Ley de 1892 que le había otorgado la concesión747
,
sino también de la faja de terrenos a ambos lados de la vía para poder construir las
ampliaciones previstas. Sin embargo, las múltiples gestiones y entrevistas realizadas ante
numerosos organismos (ministerios, gobierno civil, ayuntamiento, etc.) fueron totalmente
infructuosas748
. La decepción y la sensación de que su proyecto era tratado injustamente
fueron creciendo según pasaron los años sin recibir una respuesta favorable de parte de
ninguno de los estamentos a los que habían acudido. Y en cierta medida no le faltó razón,
pues nunca el Ayuntamiento madrileño, por ejemplo, llegó a manifestar una valoración
positiva acerca de la tarea que estaba desarrollando, sus propuestas lineales no se tuvieron
en cuenta como alternativas para adaptar la ciudad a las exigencias del nuevo siglo y sus
747
Gaceta de Madrid, 21/8/1892, p. 713.
748 En 1907, por ejemplo, el propio Arturo Soria se entrevistó con el ministro de Fomento. La
Correspondencia de España. 28/12/1907, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
398
técnicos las ningunearon al elaborar los sucesivos planes urbanísticos para Madrid hasta ya
entrada la década de 1920, fallecido ya Arturo Soria749
.
9.5.1. El Ferrocarril Subterráneo
Una de las propuestas estrella incluidas en el proyecto presentado en 1892 era la
conexión con Madrid mediante un ferrocarril subterráneo, y Arturo Soria intentó sacarla
adelante durante casi veinte años. Al principio porque la juzgaba fundamental para el
desarrollo de la Ciudad Lineal, y luego, una vez conectada de forma alternativa mediante
líneas de tranvía desde ambos lados de la Primera Barriada, porque creía en los beneficios
que podría traer un ferrocarril metropolitano, por un lado, para disponer de una conexión
adicional con Madrid, y por otro, para la propia ciudad de Madrid al ofrecerle un medio de
transporte alternativo a los de superficie, lo que ayudaría a la descongestión de
determinadas calles que no tenían la suficiente anchura como para albergar doble vía en
líneas de tranvía y además convivir con el resto de tráfico rodado.
Soria ya había avanzado en 1882 en las páginas de El Progreso las bondades que
observaba en este novedoso medio de transporte urbano750
. Y al igual que con el resto del
proyecto del Ferrocarril de Circunvalación, fue madurando su idea hasta concretarla en
1892. Arturo Soria comentó en numerosas ocasiones que ésta había sido la primera
propuesta en España del que, de haberse construido, habría sido el segundo ferrocarril
metropolitano de Europa, tras el de Londres. Pero sobre este aserto conviene hacer alguna
matización. En teoría, un ferrocarril metropolitano sería aquel que tuviese varias paradas
subterráneas dentro del casco urbano. Dado que en el proyecto presentado en 1892 sólo se
contemplaba un trayecto con dos paradas, una en las proximidades de los jardines del Buen
Retiro y otra ya en la Ciudad Lineal, y por tanto fuera del recinto metropolitano, lo que
planteaba Soria podía ser considerado un ferrocarril suburbano con tramo subterráneo, pero
749
Díez de Baldeón, A. (1993): Op. cit., pp. 236-247. CMU (1911): Guía de la Ciudad Lineal, pp.
8-10.
750 Soria y Mata, A.: “Tranvía aéreo y ferrocarril subterráneo”. El Progreso, 22/1/1882, p. 1.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
399
no un metropolitano propiamente dicho. Pero aún así hubiese sido la primera vez que se
presentaba en España un proyecto de este tipo. En puridad, por tanto, la primera iniciativa
para construir un ferrocarril metropolitano en España fue la que presentó a las Cortes un
ingeniero, Pedro García Faria, en los meses en que también se dirimía el proyecto de Soria,
y que fue autorizada por ley el 4 de septiembre de 1892. No obstante, el que se hubiese
otorgado la concesión de García Faria -que por otro lado tampoco llegó a hacer efectiva-,
no impedía la aceptación de otras propuestas similares751
. El caso es que, tras obtener Soria
la concesión de 1892, ese mismo verano intentó obtener luz verde del Ayuntamiento a su
enlace con el ferrocarril suburbano. El consistorio la denegó debido a unas reticencias en
cuanto a la localización sugerida para la estación de entrada, en las cercanías de los
jardines del Buen Retiro, alegando que podría afectar a la estética y uso de la zona y
condicionar de alguna manera el crecimiento futuro de la misma. Aunque es probable que
las razones aducidas enmascarasen la poca confianza en un proyecto que todavía estaba
lejos de verse factible.
Este primer rechazo no significó el abandono de la idea por parte de Arturo Soria,
ya que en los veinte años posteriores fue presentando diversos modificados que fueron
transformando la idea inicial hasta convertirla en un proyecto mucho más ambicioso. La
primera variación de importancia tuvo lugar en 1898, con la presentación de un proyecto
de mayor calado que contemplaba un nuevo recorrido: desde Vicálvaro -donde se situaría
una de las estaciones de cabecera- por la carretera de Aragón y las calles de Alcalá, Goya,
paseo de Recoletos y de nuevo la calle de Alcalá, hasta a la otra estación de cabecera, la de
Puerta del Sol. Este trayecto preveía varias paradas urbanas intermedias, por lo que sí
podía considerarse un ferrocarril metropolitano. El proyecto sufrió todo tipo de dilaciones
en el seno del Ayuntamiento y del Ministerio de Fomento, lo que de alguna manera dejaba
traslucir el escaso interés en aprobar una iniciativa de este tipo, hasta que al final se
terminó desestimando, pero ya en 1906, ocho años más tarde. Al parecer de Soria, también
habrían influido las notorias e indisimuladas presiones ejercidas por algunas empresas
tranviarias, como la del Tranvía de Madrid o la del Este, al sentirse amenazadas por el
perjuicio que para su negocio representaría una alternativa como ésta752
. En 1913 la CMU
751
Maure, M.Á. (1991): Op. cit. p, 137.
752 Maure, M.Á. (1991): Op. cit., p. 131.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
400
todavía mantenía interés en la idea y encargó un nuevo proyecto que se presentó en el
verano de 1914, ya muy próxima la grave crisis que afectará a la compañía, con un trayecto
metropolitano todavía más completo753
. Tampoco en esta ocasión se obtuvieron los
dictámenes favorables, aunque las objeciones puestas no eran insalvables. No obstante, la
irrupción de la crisis en la CMU impidió seguir abordando los nuevos proyectos y motivó
que fuese aparcado, en principio de forma momentánea.
Ese mismo año aparecía en escena una completa propuesta de Miguel Otamendi,
en nombre de una nueva Compañía del Metropolitano, que logró salir adelante en apenas
tres años, ya que consiguió luz verde en 1917. Soria sospechaba de la rápida tramitación y
que esa nueva empresa estaba tan apoyada por el monarca como que se denominaba
Compañía del Metropolitano de Alfonso XIII754
. Aunque todavía en 1919 Soria insistía en
su metropolitano, la realidad es que terminó siendo aparcado de manera definitiva, lo que
impidió amortizar los cuantiosos recursos invertidos en las diversas modificaciones
introducidas desde 1892. Así, este proyecto por el que tanto apostó y que pretendía ser la
obra señera de la CMU, fue una de las mayores frustraciones de Soria y un motivo de
amargura constante a lo largo de los años en los que todavía confiaba en hacerlo posible755
.
El metropolitano de Otamendi se inauguró en 1919, con un trayecto que discurría entre la
Puerta del Sol y los Cuatro Caminos. La CMU intentó negociar una conexión con la
Ciudad Lineal, pero no obtuvo resultados positivos.
9.6. HILARIÓN GONZÁLEZ DEL CASTILLO Y LA REFORMULACIÓN DE LA
TEORÍA LINEAL
Una persona muy importante para la difusión del concepto lineal en las primeras
décadas del siglo XX fue el diplomático Hilarión González del Castillo. Enamorado del
proyecto desde casi sus inicios, González del Castillo se convirtió uno de los principales
753
La Ciudad Lineal, 20/6/1914, pp. 205-206.
754 La Ciudad Lineal, 10/4/1919, p. 271.
755 Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., p. 117.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
401
accionistas de la CMU y en un protagonista destacado de la vida social en la Ciudad
Lineal. Durante los primeros años del nuevo siglo su actividad consular le obligó a viajar
constantemente y a permanecer largas temporadas en diferentes ciudades del sudeste
asiático. A partir de 1908, de vuelta en España, y aprovechando su cosmopolitismo y el
conocimiento que había adquirido de algunas de las tendencias urbanas y arquitectónicas
europeas y norteamericanas de la época, pasó a ser un colaborador estrecho de la CMU en
las tareas de promoción de la Ciudad Lineal en foros nacionales e internacionales, lo que le
convirtió en una persona con mucha influencia en la reorientación y adaptación que tuvo
lugar en la segunda década del XX756
.
Durante esos primeros años del flamante siglo ya había conseguido que Arturo
Soria se aviniese a permitir la entrada de influencias estéticas y constructivas más acordes
con los nuevos tiempos, para modernizar el catálogo de viviendas ofrecidas por la CMU a
través de su negocio de construcción. A su vuelta a España, comenzó su colaboración para
iniciar una de las tareas todavía pendientes: la promoción del modelo lineal a escala
internacional, al igual que lo estaba haciendo, y con éxito, la asociación vinculada a la que
ya podía considerase su rival: la ciudad-jardín.
En 1910 tuvo lugar en Berlín una Exposición de Urbanismo en la que el proyecto
de la Ciudad Lineal de Madrid ni siquiera se mostró, lo que habla significativamente de la
escasa repercusión conseguida hasta entonces fuera de nuestras fronteras. Y fue la
constatación de la habilidad de la asociación para la promoción de la ciudad-jardín la que
espoleó en la CMU la necesidad de retomar las campañas de difusión y publicidad si no
deseaban que la aceptación de la ciudad-jardín como modelo de urbanismo, en muchas
cuestiones similar al propuesto por Soria, terminase por devorar al ofrecido por la CMU,
incluso en España. Así, en 1913, los representantes de la asociación ciudad-jardín en
España ofrecieron una conferencia en el Ateneo de Madrid para divulgar su modelo urbano
y, unos meses más tarde, fue Hilarión González del Castillo el que se encargó de la
reacción de la CMU, presentando en ese mismo escenario la evolución de la urbanización
que se estaba llevando a cabo en Madrid de acuerdo a los postulados lineales. Ese mismo
756
Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., pp. 96-98. Una biografía más amplia de Hilarión González
del Castillo en: Alonso Pereira, J.R. (1997b): “González del Castillo, teórico y propagandista de la
Ciudad Lineal”, pp. 49-63.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
402
año tuvo lugar en Gante el Primer Congreso Internacional del Arte de Construir Ciudades,
y de nuevo se encargó a González del Castillo -a título de Consejero de la compañía- la
representación de la CMU en el evento. Las noticias y comentarios que aparecieron
posteriormente en La Ciudad Lineal acerca de esta participación en el congreso fueron
bastante triunfalistas757
: exageraron el impacto de las presentaciones realizadas e
insinuaron que la audiencia había percibido que la planificación lineal era superior a la
ciudad-jardín. La cruda realidad fue, sin embargo, que fueron recibidas con cierta frialdad
y que la aceptación internacional de ésta última era cada vez mayor. Las críticas hechas a
la ciudad lineal -que no se evidenciaron en la revista- se volcaron, en especial, en su
definición como ciudad ilimitada758
:
[…] desparramar la ciudad es, en definitiva, hacerla desaparecer. Si, hipotéticamente, las
ciudades se extendieran a lo largo de las carreteras hasta el punto de volverse a unir unas
con otras no tendríamos ciudades, propiamente hablando, sino carreteras pobladas. Esto
no sería urbanismo; en tanto que las ciudades se nos ofrezcan como los hogares
necesarios para la civilización, nuestro deber es mejorarlas y no hacerlas desaparecer. Y a
este respecto juzgamos preferible la noción de ciudad concéntrica.
Fruto de esta experiencia, Arturo Soria aceptó las recomendaciones de Hilarión González
del Castillo en el sentido de que si se deseaba mejorar el reconocimiento internacional, era
preciso eliminar algunas de las limitaciones definitorias impuestas al modelo para hacerle
ganar en flexibilidad, aunque con ello perdiese parte de su esencia inicial. Así, se fue
renunciando, por ejemplo, a su planteamiento de urbe ilimitada, al trazado rectilíneo de las
calles interiores o a la rigidez edilicia, renuncias que unos años antes hubiesen sido
innegociables por parte de su creador. Y ampliaba su versatilidad planteando su aplicación,
por ejemplo, como barriada de extensión de una ciudad, como enlace entre ciudades ya
757
"Primer Congreso Internacional del Arte de Construir Ciudades". La Ciudad Lineal, 10/8/1913,
pp. 237-238. González del Castillo, H.: "Arquitectura nueva de ciudades". La Ciudad Lineal,
10/10/1913, pp. 321-324. González del Castillo, H.: "La Ciudad Lineal en el Congreso de Gante".
La Ciudad Lineal, 20/10/1913, pp. 333-335. "Nuestro último Consejo de Administración". La
Ciudad Lineal, 20/10/1913, pp. 340-342.
758 Sambricio, C. (1992): Op. cit., p. 154.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
403
existentes o como "modelo de ciudad veraniega a lo largo de la costa o como sistema de
colonización y repoblación de los campos desiertos y pobres"759
.
La presentación en Gante tuvo también otros efectos positivos, aunque se
vislumbrarían a largo plazo. Un urbanista francés, representante del movimiento de la
ciudad-jardín en su país, Georges Benoit-Levy, conoció la propuesta urbanizadora
española y, si bien en principio se mostró contrario a alguno de sus aspectos, poco tiempo
después se convertiría en el principal difusor de la ciudad lineal en Europa y, fallecido ya
Arturo Soria, lideraría la creación de una Asociación Internacional de Ciudades Lineales a
semejanza de la existente para la ciudad-jardín. Las reformas y adaptaciones introducidas
fueron presentándose en diversos eventos nacionales e internacionales, como el de Lyon de
1914, Toulouse de 1915, en el que consiguió un diploma de honor o el de Bruselas en 1919
-el primero celebrado tras el armisticio- y su conocimiento en el exterior fue
incrementándose de forma notable, pero nunca conseguiría aproximarse a la aceptación
conseguida por la ciudad-jardín. Algunos de los proyectos presentados por la CMU en esos
años se acomodaron convenientemente a los requerimientos específicos en función del
caso, lo que hizo que alguno de ellos apenas guardase reminiscencias formales a la idea
original de Arturo Soria y, al final, iban a significar una transformación del modelo lineal
en una especie peculiar de ciudad-jardín760
.
Los anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial fueron, sin duda, los
tiempos de mayor esplendor de la CMU: la Primera Barriada contaba ya con cerca de 700
viviendas y unos 4000 habitantes fijos, las diferentes instalaciones destinadas al recreo y a
la diversión permitían el esparcimiento y una intensa vida social y eran numerosos los
vecinos de Madrid que acudían a disfrutar también de ellas, o a pasar un día en el campo.
759
Sambricio, C. (1992): Op. cit., p. 155. Ejemplos de aplicación para ciudades o regiones belgas:
González del Castillo, H.: "La Ciudad Lineal en el Congreso de Gante". La Ciudad Lineal,
20/10/1913, p. 335. Convencido como estaba de su superioridad frente a la ciudad-jardín, en 1913
González del Castillo también llegó a plantear el lineal como modelo de crecimiento regional para
Inglaterra. También como ensayo de barriada de extensión para Madrid: González del Castillo, H.:
"El triunfo de la Ciudad Lineal en Inglaterra". El Heraldo de Madrid, 11/9/1913, p. 3.
760 Sambricio, C. (1992): Op. cit., pp. 152-158. Alonso Pereira, J.R. (1998): Op. cit., pp. 221-222.
Maure, M.Á. (1991): Op. cit., pp. 269-276.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
404
La CMU daba trabajo a más de 600 empleados y disponía de alrededor de 50 kilómetros de
vías en explotación. Acababan de entrar en servicio líneas como el Ferrocarril a Colmenar
Viejo o el Tranvía a Canillejas que habían logrado una gran expectación. Además, los
proyectos ya encargados o planificados auguraban un crecimiento muy importante en los
años venideros761
.
Figura 9.12: Visita de Alfonso XIII a la Ciudad Lineal en 1912. Arturo Soria es el cuarto por la
izquierda. Fuente: La Ciudad Lineal, 20/5/1912, p. 172.
En 1912 Alfonso XIII y el entonces Presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas,
visitaron la Ciudad Lineal para entregar una vivienda obrera que había sido sorteada por
iniciativa del diario ABC. Poco después la CMU consiguió el encargo de la que fue una de
sus edificaciones señeras, el Colegio de Huérfanos de la Armada, y el rey presidió también
los actos que dieron comienzo a su construcción.
761
Datos incluidos en CMU (1911): Op. cit., pp. 82-86.
El siglo XX en la Ciudad Lineal. Optimismo y modernidad
405
Unas semanas más tarde de este último evento, en un banquete celebrado para
festejar la elección de su hijo como Diputado Provincial al que ya hemos aludido, Arturo
Soria padre recordó las dos visitas de Alfonso XIII a la Ciudad Lineal y le agradeció
públicamente un interés y atención que no había recibido "de ninguna de las muchas
personas que acaso estuvieran más obligadas a hacerlo". Sin embargo, en un alarde de
genio y figura, remarcó que él había sido siempre y continuaba sintiéndose republicano, y
que aunque lógicamente el monarca había sido recibido "con la cortesía y urbanidad
propias de personas bien educadas", si a él se le llamara a Palacio para cualquier asunto
"no iría, porque lo substancial para él era la forma de Gobierno"762
.
Figura 9.13: Arturo Soria con su hijos y sus nietos en 1912 en el Hotel Rubín. Fuente: Archivo
Keller Soria.
762
El Radical, 17/3/1913, p. 3. El Heraldo de Madrid, 17/3/1913, p. 3. Sin embargo, en el número
de La Ciudad Lineal en el que se dio cuenta de ese banquete, Soria -quizá arrepentido- negó haber
hecho la polémica afirmación que había aparecido en las reseñas de varios periódicos. La Ciudad
Lineal, 20/3/1913, p. 91.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
406
Los medios de comunicación prestaban continua atención a las actividades y
acontecimientos que continuamente tenían lugar en las diversas instalaciones de la Ciudad
Lineal, como las acrobacias del aviador suizo John Domenjoz763
, por ejemplo, que
levantaron gran expectación. En 1914, la revista Mundo Gráfico dedicaba a Arturo Soria
("un viejecito apacible y apostólico") un reportaje dentro de su sección Personalidades
españolas, en el que se ensalzaba lo mucho que había conseguido, a la vez que se exponían
las dificultades que se había visto obligado a vencer y a las que todavía se enfrentaba en su
lucha contra los especuladores, razón por la que demandaba para su urbe la declaración de
utilidad pública. Soria se manifestaba satisfecho de su obra, sin embargo reconocía que era
tanto lo que había trabajado y sufrido que "ni por todo el oro del mundo, ni por toda la
gloria de la inmortalidad volvería a empezar de nuevo". Sin embargo se declaraba feliz en
su hogar y orgulloso de su familia764
:
¿Usted cree que no es una felicidad extraordinaria tener cuatro hijos varones que son los
cuatro premios gordos de la lotería paternal? Además de ser inteligentes, laboriosos y
buenos, son cuatro apóstoles convencidos y valerosos de mis ideas; cuatro columnas
fortísimas de la obra de la Ciudad Lineal, cuatro continuadores y perfeccionadores de los
trabajos por mí emprendidos. Dudo que haya otro padre más afortunado que yo; y si, por
acaso esto fuera poco, he tenido y tengo en la compañera de mi vida, y en sus muchas
virtudes, un verdadero poder moderador en el gobierno de la familia.
763
Mundo Gráfico, 17/12/1913, p. 20.
764 Mundo Gráfico, 10/6/1914, p. 5.
407
CAPÍTULO 10. OPOSICIÓN Y CRISIS
10.1. CACIQUES Y DISPUTAS
Pero hubo ambientes en los que el clima en torno a la labor de Arturo Soria a
finales de la primera década del siglo comenzó a ser hostil. En momentos en los que la
compañía crecía de forma importante, comenzaron a ponerse de manifiesto algunos
problemas y desavenencias con algunos oligarcas con influencia en los pueblos
circundantes que trataron de dificultar esta expansión. Lo hicieron de manera directa,
dificultando la adquisición de terrenos por los que se había proyectado la extensión de
algunos de los trazados, e indirecta, a través de la acción opositora en los ayuntamientos e
instituciones locales, por medio de personas sobre las que ejercían su influencia. Por esos
mismos años, los Soria se vieron obligados también a hacer frente a ataques de algunos
periodistas que utilizaron las páginas de los medios de comunicación para desacreditar la
gestión de la compañía con el objeto de provocar el rechazo de sus accionistas o disuadir a
los interesados en sus emisiones de deuda. Algunas de estas acciones acabaron
dirimiéndose en los tribunales; otras, directamente a palos o en duelo.
La relación con las personas influyentes de pueblos como Chamartín de la Rosa,
Canillas o Canillejas fue deteriorándose progresivamente y se debió fundamentalmente a
las trabas, los retrasos o los rechazos que los expedientes con las solicitudes de licencias de
funcionamiento o de obra -a juicio de Arturo Soria, sin motivo suficiente- fueron sufriendo
en los diferentes consistorios, que impedían la construcción o la puesta en marcha de
determinados servicios con celeridad y que Soria achacó a las influencias de los caciques
con los que ya había llegado al desencuentro. A comienzos de 1908, por ejemplo, La
Ciudad Lineal informaba de que, tras un retraso en la concesión de la licencia para la
construcción de un hotel en la Ciudad Lineal ante el que el Ayuntamiento de Canillas había
aducido que tenía “mucho que hacer”, la CMU había decidido empezar a elevarla por
entender que también regía en Canillas, donde todavía no se habían elaborado sus propias
ordenanzas, la normativa que regía en Madrid y en otros pueblos de la provincia, que
estipulaba que a los quince días sin contestación se podía dar comienzo a las obras. Tras el
Arturo Soria y Mata. Una biografía
408
inicio de los trabajos sin esperar a la licencia, el alcalde amenazó con informar a la Guardia
Civil, lo que motivo la decisión de la CMU de parar todas las construcciones en la Ciudad
Lineal, así como las obras del ferrocarril a Colmenar Viejo, con el consiguiente perjuicio a
todos los trabajadores y operarios, la mayoría de ellos de Canillas y de otros pueblos
vecinos. El pulso tuvo que resolverse con la mediación del gobernador civil, pero a partir
de entonces el enfrentamiento entre Arturo Soria y los caciques locales ya iba a ser abierto
y la hostilidad mutua no se iba a disimular765
.
Pero las relaciones no habían sido siempre así de malas. Recordemos las
facilidades que los ayuntamientos habían prestado a la CMU en los años iniciales y la
cooperación para la puesta en marcha de determinadas iniciativas por entender que también
redundarían en beneficio de sus habitantes. De igual manera, los Soria se habían ofrecido
como muñidores de voluntades para favorecer la elección de los candidatos políticos
apoyados por determinados oligarcas en algunas elecciones municipales. Esto ocurrió, por
ejemplo, en las de 1901, tras las que La Ciudad Lineal reflejó los buenos resultados del
candidato promovido por el marqués de Ibarra y señaló las gestiones realizadas por un
joven Emilio Soria Hernández para que esto ocurriera. Unos años más tarde lo continuaron
haciendo también a favor de los candidatos de la Diputación Provincial que le interesaban
al marqués de Torrelaguna, por ejemplo, y de este posicionamiento también se informó
abiertamente en la revista766
. Ante la oposición y las dificultades que fueron surgiendo en
los consistorios, los Soria decidieron pasar a apoyar a candidatos que pudiesen ser más
receptivos a sus intereses, instaron a personas afines o a vecinos de la Ciudad Lineal a
presentarse en las listas electorales locales y pasaron a hacer campaña expresa en contra de
los candidatos apoyados por los notables a los que ya estaban enfrentados.
Especialmente enconada fue la pugna que se mantuvo precisamente contra el
marqués de Ibarra, que ejercía su influencia en varios pueblos y en la Diputación
Provincial, pero especialmente en Canillas y en Vallecas. Arturo Soria y sus hijos
decidieron incluirse en el censo electoral de Canillas y barajaron presentarse como
candidatos a las elecciones municipales de 1909, pero les fue impedido. Las páginas de La
Ciudad Lineal informaron de algunas muestras de nepotismo y de otros tejemanejes del
765
La Ciudad Lineal, 30/1/1908, p. 610; 10/11/1909, p. 1655.
766 La Ciudad Lineal, 5/6/1901, p. 2; 20/1/1910, p. 1782.
Oposición y crisis
409
alcalde y otros funcionarios del ayuntamiento o los juzgados de ese municipio767
. También
debieron tener en contra al sacristán de esa localidad, pues a una propuesta suya para situar
un nuevo cementerio en la proximidad de unas de las manzanas de la Ciudad Lineal, se
comentó en la revista que había sido con la intención de “fastidiar, sin duda, a los vecinos
de la Ciudad Lineal”768
. El marqués también había intentado rehabilitar una antigua
concesión para construir su propio ferrocarril de Madrid a Colmenar Viejo que haría una
franca competencia al que ya estaba construyendo la CMU desde Fuencarral a Colmenar
Viejo, lo que motivó la reacción airada de un Arturo Soria que buscó la movilización de
algunos integrantes del Congreso y el Senado para impedirlo769
.
Arturo Soria buscó erigirse en adalid de la lucha contra el caciquismo y a partir de
1908 fueron numerosas las ocasiones en los que defendió la necesidad de erradicar la
corrupción para que el país pudiera avanzar en la senda del progreso. Se unía a la estela de
otras personalidades que, desde que Joaquín Costa publicase en 1901 su celebrado
Oligarquía y caciquismo, se habían manifestado en el mismo sentido al calificar el sistema
de poder caciquil como el mayor de los males del régimen770
. Además, su cruzada se veía
alentada por las adhesiones, más o menos espontáneas, que de cuando en cuando se
manifestaban en forma de banquetes multitudinarios o a través de cartas de apoyo771
.
Fue muy curiosa la portada utilizada para un número de La Ciudad Lineal de
junio de 1908 en la que se insertó una ilustración hecha con la intención de reflejar
gráficamente la lucha de la Ciudad Lineal, simbolizada en una luna que se ríe de unos
perros que la ladran, sobre los cuales figura el enemigo al que encarnan: envidia,
caciquismo, ignorancia, chantage [sic], holgazanería, rutina, despecho, murmuración y
767
La Ciudad Lineal, 10/2/1908, p. 627; 10/1/1909, p. 1153; 10/11/1909, p. 1655. Soria y Mata, A.:
“La guerra al caciquismo”. La Ciudad Lineal, 20/10/1908, p. 1015.
768 La Ciudad Lineal, 30/3/1909, p. 1290.
769 Soria y Mata, A.: “Un ruego a nuestros consocios y amigos”. La Ciudad Lineal, 30/11/1908, pp.
1077-1078.
770 Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., pp. 312-313. Soria denuncia el caciquismo, por
ejemplo, en Soria y Mata, A.: “La guerra al caciquismo”. La Ciudad Lineal, 20/10/1908, p. 1015.
Soria y Mata, A.: “Para la liga contra el caciquismo”. La Ciudad Lineal, 10/5/1910, p. 1957. Soria
y Mata, A.: “El chantage”. La Ciudad Lineal, 10/7/1910, pp. 2070-2073.
771 Banquete de homenaje a Arturo Soria con cerca de 500 comensales. El País, 22/3/1910, p. 2. El
manifiesto y las cartas de apoyo en: La Ciudad Lineal, 30/3/1910, pp. 1898-1901.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
410
calumnia772
. La metáfora de sus opositores como perros ladrando a una luna a la que
evidentemente no pueden alcanzar fue un recurso utilizado por Soria en varias ocasiones:
Ladren, ladren y muerdan cuanto quieran, sí pueden, que nosotros al despuntar el día de
nuestro triunfo definitivo repetiremos la frase final de un artículo profético de los
comienzos de nuestra propaganda en 1894 o 1895 publicado en La Correspondencia de
España: ¡YA ASOMA LA AURORA, YA LADRAN LOS PERROS!773
Figura 10.1: Perros ladrando a la luna (la Ciudad Lineal). Fuente: La Ciudad Lineal, 10/6/1908.
Sin embargo, el efecto de las campañas de los Soria en apoyo de sus candidatos electorales
fue limitado y fueron escasas las ocasiones en las que los promovidos por ellos pudieron
772
La Ciudad Lineal, 10/6/1908, p. 805.
773 La Ciudad Lineal, 10/9/1913, p. 286. En realidad el artículo era de 1893: Soria y Mata, A.: “Las
Aguas del Lozoya (lata)”. La Correspondencia de España, 13/7/1893, p. 1. También la utilizó en
1910: Soria y Mata, A.: “Al entrar en 1910”. La Ciudad Lineal, 10/1/1910, p. 1753.
Oposición y crisis
411
presumir de resultados brillantes. Sin embargo, el objetivo realmente pretendido –y no
ocultado-: convertirse en una fuerza con capacidad para influir en la toma de decisiones en
esas pequeñas localidades para favorecer sus intereses particulares, fue consiguiéndose
poco a poco774
:
Nuestra Compañía es ya un factor electoral no despreciable y de valor creciente, lo cual
vale pesetas porque todos los valores son canjeables por plata. A nadie debe extrañar que
hayamos apoyado en unas partes a los conservadores, en otras a los liberales y
republicanos porque las elecciones municipales no pueden ni deben tener para nosotros
significación política.
Como cabe suponer, la figura de Joaquín Costa se convirtió para Soria en un ejemplo a
seguir en cuanto a la necesidad de impulsar la regeneración atacando los poderes que
detentaban ciertos estamentos sociales. Sin embargo esto no significaba que sintiese una
admiración completa y cerrada por todo su pensamiento, y en ocasiones criticó su excesivo
pesimismo en cuanto a la recuperación de la posición de España en el mundo en los albores
del siglo XX, justo lo opuesto a su fe en el futuro prometedor del país775
:
Esto de la cobardía [la corriente que sostenía que España ya no era la nación valiente de
antaño] es un error lamentable difundido por lo pesimistas lacrimosos tipo Costa.
En cualquier caso, fueron diversas las ocasiones en las que le rindió tributo público y
ensalzó su liderazgo en la lucha contra el poder detentado por la oligarquía en la sociedad.
A su muerte, Soria le dedicó un homenaje póstumo en su revista y ensalzó la importancia
de sus tesis para impulsar la modernización y el progreso en la España de esos años776
.
774
La Ciudad Lineal, 20/12/1909, p. 1731.
775 Soria y Mata, A.: “La cobardía moral ambiente”. La Ciudad Lineal, 10/5/1909, pp. 1332-1335.
También mostró la crítica en Soria y Mata, A.: “Las fiestas del Centenario”. La Ciudad Lineal,
10/5/1908, pp. 757-758.
776 Soria y Mata, A.: “La instrucción y la educación”. La Ciudad Lineal, 30/12/1908, pp. 1132-
1133. Soria y Mata, A.: “Costa”. La Ciudad Lineal, 10/2/1911, p. 242.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
412
Al año siguiente, la condena y entrada en la cárcel del que Soria identificaba
como el favorecedor y protegido del marqués de Ibarra en el Ayuntamiento de Canillas fue
celebrada en la revista como una gran victoria sobre el caciquismo y lo brindaban
irónicamente como caso práctico “a la Sección de Ciencias históricas del Ateneo de
Madrid que encomendó a D. Joaquín Costa la redacción del tema Oligarquía y
caciquismo”. Poco más tarde, festejando la elección de su hijo Arturo como Diputado
Provincial, Soria elogió de nuevo la obra señera de Costa a la vez que insistía en denunciar
públicamente “los actos y fechorías que el marqués de Ibarra realiza en aquel distrito”777
.
Fue esta elección de su hijo precisamente la culminación de sus campañas y de las
relaciones tendidas y trabajadas por los Soria en estos años. Arturo Soria Hernández, el
secretario de la CMU, fue elegido diputado provincial por Madrid. Y lo fue inscrito bajo el
paraguas del Partido Liberal, uno de cuyos líderes era el conde de Romanones, político que
ejercía como protector de la Ciudad Lineal donde tendría residencia propia. Soria
Hernández fue elegido en las elecciones de 1911 y de 1913 por el distrito de Buenavista-
Centro y durante varios años desempeñó el cargo de vicepresidente de la Diputación.
Desde entonces pudo ejercer como contrapeso a las influencias políticas de los notables
que dificultaban la actividad de la CMU. En 1917 salió elegido por el distrito de Colmenar
Viejo-Torrelaguna y en 1920 presentó su candidatura al Congreso de los Diputados, pero
no resultó electo. Ya fallecido su padre, logró la culminación de su carrera al conseguir su
elección como Senador por Madrid en 1923, aunque no llegó apenas a ejercer pues poco
después se instauró la Dictadura del general Primo de Rivera778
.
La capacidad de influencia ganada con la elección de Arturo Soria hijo como
Diputado Provincial fue sin duda una gran baza a favor de la empresa familiar, que sin
embargo pasaba ya por momentos difíciles tras la crisis desatada en 1914. Aparte de sus
quehaceres en la Diputación representando a los distritos por los que había salido elegido,
Arturo Soria y Hernández fue artífice de la destitución y denuncia de algunos de los
777
La Ciudad Lineal, 10/4/1912, pp. 109-110. El Radical, 17/3/1913, p. 3.
778 AHS. Expediente personal del Senador D. Arturo Soria y Hernández.
Oposición y crisis
413
enemigos de la compañía, que luego se jaleaban como grandes victorias en la lucha contra
el caciquismo779
:
El Diputado Provincial D. Arturo Soria y Hernández ha luchado con brío, con
perseverancia y con talento para limpiar de caciques la Diputación Provincial de Madrid
favoreciendo los intereses generales y de paso amparando a la Compañía Madrileña de
Urbanización de los ataques de los caciques de Canillas y de su principal protector, D.
César Carnicer, jefe hasta hace poco, hoy destituido, de la Sección de Cuentas del
Gobierno civil.
Sin embargo, en el tiempo que coincidieron en la Diputación Provincial, Francisco Largo
Caballero no observó intenciones tan puras en la labor de Arturo Soria Hernández780
:
En la Diputación me encontré con un diputado de la familia de los Soria, creadores y
caciques de la Ciudad Lineal. Esta familia, por su conducta despótica con los obreros,
daba trabajo suficiente para una minoría socialista [en la Diputación Provincial de
Madrid].
A pesar de poder asistir a la caída de algunos de sus enemigos, los albores de 1917
mostraban a Arturo Soria cansado, con cierta amargura y seguramente con la certeza de
que su Ciudad Lineal ya no iba a poder ejecutarse según los planes previstos por la acción
conjunta de los especuladores, la falta de apoyo por parte del gobierno y la crisis
económica que ahogaba a su compañía, pero todavía con la misma intención de seguir
contribuyendo a la regeneración de la sociedad española781
:
Sigamos luchando por la regeneración de un pequeño rincón de España y de Madrid,
limpiándolo de las inmundicias del caciquismo y de la oligarquía imperantes, […] que
hacemos obra eminentemente conservadora y gubernamental a pesar de la hostilidad y de
779
La Ciudad Lineal, 20/2/1917, pp. 749-750.
780 Largo Caballero, F. (1976): Mis recuerdos. Cartas a un amigo, p. 52.
781 Soria y Mata, A.: “Año nuevo”. La Ciudad Lineal, 10/1/1917, pp. 697-698.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
414
la indiferencia del Estado, de la Provincia y de los Municipios, al propio tiempo que
intensa labor de progreso ordenado y pacifico.
Las pugnas no siempre se quedaron en el terreno dialéctico, en el político o en el ámbito
jurídico. No fueron excepcionales los episodios en los que los Soria optaron por utilizar
medios más expeditivos para dirimirlas, en ocasiones obligados, según su entender, por la
excesiva lentitud de la justicia que permitía que los “difamadores” continuasen con sus
acciones injuriosas por un tiempo que juzgaban demasiado prolongado. Su pensamiento y
modelo de conducta con respecto a los ataques de terceros quedaron también expuestos en
las páginas de la revista782
:
Si cualquier persona que vista el honroso uniforme militar, o un paisano igualmente
honorable, injuria o provoca a los señores Soria, éstos, cada uno de los cinco, aceptarán
cualquier paso honroso en las más duras condiciones.
Con otras personas a quienes no profesen estimación en tan alto grado no emplean más
procedimientos que el de acudir a los Tribunales.
Los Sres. Soria, padre e hijos, tienen el valor físico que tenga cualquiera, ni más, ni
menos; tienen además el valor moral, poco frecuente en la actual sociedad, de no
sucumbir ante ninguna de las amenazas del caciquismo, del chantage [sic] o de la
oposición equivocada de buena fe o malévola porque creen que así es como la Compañía
prospera, por los caminos harto ásperos de la virtud activa.
De de los lanzados por los medios de comunicación, uno de los ataques a los que Arturo
Soria se vio obligado a hacer frente fue el originado en 1911desde el periódico de filiación
católica El Debate. Al parecer tras una reciente negativa a colaborar económicamente con
ese diario mediante el pago de unas inserciones publicitarias, un redactor y sacerdote
escribió varios artículos en los que criticaba la manera de hacer negocios de la CMU y la
familia Soria los tildó de excesivamente ofensivos. Tras varios rifirrafes, el patriarca
782
La Ciudad Lineal, 20/3/1910, p. 1878.
Oposición y crisis
415
-enfermo con gripe esos días- decidió delegar en el mayor de sus hijos su representación
para exigir la reparación de las ofensas783
:
[…] y no obstante su opinión de que a toda edad por avanzada que sea se debo acudir a
todos los terrenos en defensa del honor mientras haya enfrente alguien con apariencias
siquiera de hombre no descalificado, a pesar de que siempre tuvo y tiene el valor
necesario para acudir donde deba, en esa ocasión no acude; para contrariar a sus hijos
sublevados ante la ejecución de tal propósito le faltó valor para disgustar a unos hijos de
tan excepcionales méritos y condiciones y accedió, de muy mala gana, a autorizar al hijo
mayor D. Luis Soria y Hernández para representar y defender a la familia y a la
Compañía en el terreno de los caballeros.
Dada la condición religiosa del autor de los artículos, fue un teniente de infantería,
compañero suyo en la redacción, el que se avino a aceptar el desafió de Luis Soria
Hernández. El duelo, al que Luis Soria llegó con apenas tres clases preparatorias con un
entrenador, se efectuó con sables de punta, filo y contrafilo y tuvo lugar en el frontón de la
Ciudad Lineal. Tras hora y cuarto de enfrentamiento, y algunos cortes y rasguños leves
repartidos entre ambos oponentes, la cuestión quedó zanjada por acuerdo de ambos784
.
Unos meses más tarde fue el hermano menor, Carlos, el que hizo unos “ejercicios
de esgrima” en el mismo frontón785
:
En unos ejercicios de esgrima de espada hechos el día 9 a las 6 de la mañana por D.
Eulogio Despujol y D. Carlos Soria resultó el primero con cinco heridas leves en el
antebrazo y el segundo con una también leve en la muñeca en siete asaltos durante
cuarenta minutos, muy correctamente realizados por ambos.
Tampoco rehuyó esta forma de dirimir sus “cuestiones” el que ya era Diputado Provincial,
Arturo Soria Hernández, quien al año siguiente protagonizó una pelea a bastonazos en
783
La Ciudad Lineal, 30/3/1911, pp. 2513-2514.
784 La Ciudad Lineal, 10-4-1911, pp. 2527-2538. ABC, 13/4/1911, p. 14.
785 La Ciudad Lineal, 20/8/1911, p. 2761.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
416
plena calle de Hortaleza con un diputado al que deseaba desafiar a duelo, suceso que
terminó con su detención y conducción a comisaría786
.
10.1.1. Federico Urales y Modesto Moyrón
Los Soria tuvieron que verse en otras muchas lides frente a diversos opositores o
demandantes, pero de todas ellas, junto por supuesto a la sostenida contra el marqués de
Ibarra, fueron las mantenidas con los periodistas Federico Urales y Modesto Moyrón, las
más intensas, ásperas y duraderas.
Federico Urales era el seudónimo utilizado por Juan Montseny Carret, escritor y
periodista de ideología muy próxima al anarquismo que había escrito para varios medios
con los que también había colaborado Arturo Soria, como El Progreso, Vida Nueva o El
País, y era una persona conocida no sólo en el mundo periodístico de la capital, sino
también en el político. Fue además el padre de Federica Montseny, que en 1936 llegaría a
ser la primera ministra de la historia de España. En el tiempo en el que estuvo trabajando
para El Progreso, se encargó de una columna en la que se propuso denunciar el que fue
conocido como Proceso de Montjuic, un proceso legal llevado contra los presuntos
responsables de un atentado terrorista en Barcelona en 1896 y por el que el propio Urales
había sido condenado al destierro. La campaña, que exigía la revisión del caso, tuvo gran
repercusión y aunque acabó contribuyendo al cierre de El Progreso significó un impulsó a
la carrera política de su director, Alejandro Lerroux.
La situación económica de Urales fue, como la de la mayoría de los escritores y
periodistas de la época, precaria y muy inestable787
. Tras una situación de medio bonanza
teniendo en cuenta sus habituales penurias, decidió comprar a plazos un terreno en la
Ciudad Lineal, situado muy próximo al cruce de la calle Principal con el Camino a
786
El Heraldo de Madrid, 1/4/1912, p. 2. El Liberal, 2/4/1912, p. 3. La Ciudad Lineal, 10/4/1912,
pp. 124-128.
787 Urales, F. (1932a): Mi Vida, vol. 1. Urales, F. (1932b): Mi Vida, vol. 2. En este apartado me
referiré a él con su seudónimo periodístico, pues fue el que en la mayoría de las ocasiones también
utilizó La Ciudad Lineal en las noticias y sueltos que le atañían.
Oposición y crisis
417
Hortaleza, donde se construyó una casa y cultivó un huerto que llegaría a ser bastante
estimable. En él Federico Urales invirtió mucho trabajo pero también obtuvo muchas
satisfacciones, dada su afición al campo, a las plantas y a los árboles; además su
producción le permitía añadir algunos ingresos extras a su magra economía788
. Tras las
buenas perspectivas que podrían resultar de unos proyectos que pensaba llevar a cabo con
Ferrer y Guardia, que en todo caso se afrontarían tras el juicio pendiente por los sucesos de
la Semana Trágica, Urales decidió traerse a sus padres, ya ancianos, a vivir con él y su
familia a la Ciudad Lineal789
. Pero finalmente los planes se frustraron y se vio con nada
menos que ocho personas a su cargo y abocado a tener que dejar de pagar los plazos
correspondientes a su vivienda y terrenos y los recibos por los servicios de agua y luz
prestados por la CMU, lo que, según estipulaban los contratos, podía desembocar en una
demanda legal y en el embargo de su casa, los lotes de tierra y la pérdida de las cantidades
ya abonadas. Pero al poco tiempo de haber dejado de pagar los plazos, Urales se topó con
Arturo Soria en uno de los tranvías790
. El encuentro tuvo lugar en el invierno de 1908 a
1909 y Arturo Soria se mostraba entonces desesperado porque a pesar de haber movilizado
a "varias personas influyentes" todavía no había podido conseguir la autorización que le
habilitaría a utilizar la tracción eléctrica en sus líneas791
, para lo cual estaba todo dispuesto
a la espera del permiso. Señalaba Soria cuáles eran las razones de la espera sin fin:
El eterno expedienteo, el eterno caciquismo, la eterna propina. Los ingenieros del
ministerio piden dinero, y yo no se lo quiero dar.
788
Según La Ciudad Lineal, en 1908 Urales tenía plantados la apreciable cifra de 917 árboles
frutales y 20 de sombra. La Ciudad Lineal, 20/6/1908, p. 835.
789 Urales, F. (1932c): Mi Vida, vol. 3, pp. 28-29.
790 Al relato de su pugna con Arturo Soria le dedicó Federico Urales, una buena extensión en el
tercer volumen de sus memorias. Urales, F. (1932c): Op. cit., pp. 121-158. Gran parte de lo narrado
ya lo había incluido en un artículo periodístico de 1910. La Idea, 19/6/1910, pp. 1-2.
791 En noviembre de 1908 se anunciaba que se estaban realizando pruebas y en los meses siguientes
se comentó en varias ocasiones que estaban a la espera del permiso. A principios de abril de 1909
se informó de que el gobernador lo había firmado ya. La inauguración del servicio con tracción
eléctrica en la línea entre Ventas y Cuatro Caminos tuvo lugar el 18 de abril de 1909. La Ciudad
Lineal, 30/11/1908, p. 1084; 10/4/1909, p. 1801; 20/4/1909, p. 1322.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
418
Por causas mucho más apremiantes, el también desesperado Federico Urales se ofreció a
tratar de conseguir la ansiada autorización a cambio de facilidades para poder afrontar los
pagos, a lo que Soria accedió, aunque sin ocultar cierto escepticismo. Pero en contra de lo
esperado y por medio de un amigo común, Federico Urales fue capaz de obtener el plácet
del entonces ministro de Fomento, Sánchez Guerra, que sería provisional en tanto en
cuanto la CMU no cambiase las especificaciones de los motores de los coches, como
exigían los informes de los técnicos ministeriales. Todavía necesitaba el del gobernador
civil de Madrid, el marqués de Vadillo, al que Urales no conocía de nada, pero que
sorprendentemente se avino a escuchar las razones personales que le habían impulsado a
terciar en la tramitación. Parece que, conmovido con el relato de Urales, el gobernador
accedió a liberar el permiso para Soria, también provisional. No obstante, la opinión que el
gobernador le manifestó sobre su empresa no parecía muy edificante:
-La Compañía Madrileña de Urbanización tiene muy pocas simpatías por los abusos que
comete contra sus clientes, contra cuantos tienen la desgracia de topar con sus intereses y
contra las autoridades cuando se trata de cumplir leyes y reglamentos que atañen a la vida
pública.
Tras poder ofrecerles la autorización, esperaba Urales que se tuviese consideración y
benevolencia con su situación, aunque el marqués de Vadillo le había prevenido de lo
contrario: "no fíe usted mucho en la hidalguía de aquella gente". Sin embargo, fueron
numerosas las muestras de agradecimiento con que fue agasajado y, a los pocos días, el
propio Arturo Soria le citaba en sus oficinas para proponerle un trato. Consistía en que a
cambio de que se las arreglara para conseguir la declaración de utilidad pública para la
Ciudad lineal, su empresa se comprometía a regalarle las tierras y la vivienda hipotecadas,
y mientras tanto le liberaba de los pagos mensuales. Para ello le ofrecía el plazo que
necesitase792
:
Hace cuatro años que yo lo persigo inútilmente; por lo tanto, puede usted tomarse otros
tantos, y como garantía, la Compañía le deja vivir en su casa sin que usted tenga que
792
La Idea, 19/6/1910, p. 2.
Oposición y crisis
419
preocuparse de pagar plazo alguno. Otorgada la concesión, se extiende la escritura a favor
de usted, y asunto concluido.
Y en eso se pusieron a trabajar, celebrando varias reuniones con vistas a "enfocar mejor las
negociaciones preliminares". Según opinó Urales, parece que Arturo Soria había visto en él
a un hombre sin recursos, pero bien relacionado, por lo que llegó incluso a proponerle el
puesto de gerente en una futura industria textil que Soria ya estaba pensando establecer
para aprovechar las posibilidades que se le abrirían con las líneas de ferrocarril que tenía
en construcción, como la de Colmenar Viejo o Vicálvaro, que pensaba enlazar a las de
Madrid, Alicante y Zaragoza, así como con el agua y la fuerza eléctrica que estaría en
disposición de conseguir cuando concluyese las infraestructuras para la traída de aguas de
la presa de Santillana. Al alegar Urales su desconocimiento sobre industrias textiles, Soria
le contestó que al frente de la fábrica situaría a un ingeniero industrial catalán y para
conseguir la financiación ya había planeado un sistema. A Urales en principio todo le
pareció sensato y, por supuesto, legal, pero tras consultarlo poco después, averiguó que el
sistema de financiación ideado era poco limpio, e incluso podía llegar a ser considerado
fraudulento y que, en caso de involucrarse, podía salir mal parado793
.
Mientras tanto, y a pesar de que consideraba que de momento iba a ser casi
imposible pues carecía de contactos con influencia en el gobierno conservador de turno,
Urales se puso a la tarea de tratar de conseguir la declaración de utilidad pública para la
Ciudad Lineal. Su situación familiar era dramática pues poco tiempo antes había perdido a
la menor de sus hijas, antes de haber cumplido siquiera un año de edad (Federica, la
mayor, contaría entonces con alrededor de dos años), y su escasez de recursos le había
obligado a recorrer a pie los nueve kilómetros que separaban su casa del Cementerio Civil
del Este, cargado con el ataúd de su hija y "llorando todo el camino".
Sin embargo, quiso la fortuna que en octubre de 1909 los liberales accedieran al
poder y que Rafael Gasset (copropietario de El Imparcial y tío del filósofo José Ortega y
793
La Idea, 19/6/1910, p. 2. Urales no llegó a describir públicamente el sistema que, según él, había
ideado Soria porque pretendió utilizarlo para su defensa en los procesos legales en los que ya
estaba inmerso contra él, aunque a la vista de las sentencias que obtuvo, de poco le sirvió.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
420
Gasset) fuese designado para ocupar el Ministerio de Fomento. Urales conocía
personalmente a su hermano José (también copropietario de El Imparcial) y mantenían una
buena relación, por lo que acudió a él para que le facilitase una entrevista con su hermano
el ministro, a lo que accedió, aunque le mostró sus reticencias794
:
-Mal lo veo, porque es una compañía que tiene el don de crearse enemigos en todas
partes. Además, de la concesión de utilidad pública haría un abuso, porque abusa de todo.
Según el testimonio de Urales, el ministro no se mostró dispuesto a considerar siquiera la
cuestión que le planteaba. La entrevista mantenida concluyó con una recomendación
similar a las anteriormente referidas: "No se fíe de aquella gente". También comentó que
Arturo Soria recibió el resultado de su gestión ante el ministro con frialdad, probablemente
acentuada porque un tiempo antes ya le había informado de que no iba a involucrarse en el
asunto de la compañía textil. La cuestión es que, sin dejar trascurrir apenas ocho días, la
CMU le envió un oficio en el que se le participaba que, en caso de no satisfacer las
cantidades adeudadas en el plazo de un mes, procederían a ejecutar las clausulas legales de
sus contratos. Esta notificación significaba la ruptura del trato al que habían llegado no
hacía ni un año y, con cuyas perspectivas, Urales había seguido invirtiendo su esfuerzo y el
de su familia en hacer crecer su huerto e incluso había contraído nuevas deudas para
plantar más árboles frutales. El comunicado motivó la reacción colérica de Federico
Urales, quien desde ese momento se propuso hacer cuanto estuviese en su mano para dañar
a la empresa de los Soria.
Al poco tiempo se inició el procedimiento legal por impago, pero la batalla legal
se prolongó durante cuatro años, en los que, Urales tuvo que afrontar además otros cuantos
pleitos por amenazas (de muerte) e injurias. Dada las relaciones de los implicados, su lucha
terminó siendo bastante conocida en los ambientes políticos y periodísticos de la capital.
Muchos de sus pormenores pudieron leerse en los recuerdos que dejó escritos Federico
Urales, como los anteriormente descritos, pero también pudo conocerse la versión de la
parte contraria, es decir, la de Arturo Soria, por las páginas de La Ciudad Lineal, donde
794
Urales, F. (1932c): Op. cit., p. 129.
Oposición y crisis
421
tampoco se ahorraron detalles y no se dudó en incluir a Federico Urales en la ya amplia
lista de enemigos de la CMU795
.
En un número de finales de 1910, cuando ya los tribunales habían condenado a
Urales varias veces, la CMU informaba por primera vez de las gestiones que en su
momento había llevado a cabo Urales para conseguir la autorización para poder
implementar la tracción eléctrica796
:
Por su intervención en la autorización para inaugurar la tracción eléctrica cree que hizo
un favor extraordinario y que la Compañía le debe la vida. Lo poco que hizo lo
agradecieron entonces y lo agradecen ahora como si fuera mucho; pero lo cierto es que
habiendo la Dirección expuesto sus cuitas y divulgadas por esta Revista se movieron más
de trescientas personas en obsequio de la petición de la Compañía y abrumaron con sus
recomendaciones al Gobierno multitud de personalidades prestigiosas por su posición
social, por sus títulos nobiliarios, por su riqueza, por su talento; a la casa constructora [de
los coches tractores] la indicaron que si podía mover altas influencias diplomáticas viese
si era discreto hacerlo y no hemos querido preguntar si lo hizo porque ciertas cosas no se
preguntan. Por último una comisión de señoras de familias aristocráticas y distinguidas
que tienen intereses en la Ciudad Lineal se preparaba a formular personal y
colectivamente la petición ante el señor ministro de Fomento cuando se nos concedió la
autorización provisional para inaugurar la tracción eléctrica.
Enterada la Dirección por un aviso telefónico, y dada la impaciencia de nuestro público
por sustituir la sucia tracción de vapor por la limpia y cómoda de la electricidad, puso en
el acto en movimiento los coches eléctricos de suerte que cuando don Juan Montseny
(Federico Urales) trajo el oficio del Gobierno civil ya estaba funcionando la nueva
tracción797
.
795
La Ciudad Lineal, 20/3/1910, pp. 1877-1878. Las informaciones aparecidas sobre los pleitos
contra Urales, Moyrón y otros oponentes fueron continuas entre 1910 y 1912.
796 La Ciudad Lineal, 20/12/1910, p. 2358. El año anterior, con motivo de la inauguración del
servicio con tracción eléctrica, se había incluido la frase genérica: "Gracias mil también a los
señores Ministro de Fomento, Director de Obras Públicas y Gobernador civil y a nuestros
consocios y clientes que amablemente han contribuido al feliz éxito de nuestras gestiones". La
Ciudad Lineal, 20/4/1909, p. 1322.
797 Según se informó en la revista, cuando les llegó la noticia de la firma del gobernador, y
creyendo que "la tramitación restante era cuestión de pocos días" pues había que cursarla hacia la
Dirección de Obras Públicas, la CMU decidió empezar a utilizarla, pero se trataba de trayectos de
Arturo Soria y Mata. Una biografía
422
La condena al embargo de todas las propiedades de los Urales en la Ciudad Lineal, sin
obligación de la CMU a devolver ninguno de los plazos ya abonados, se produjo a
principios de 1910 y fue confirmada por sentencia del Tribunal Supremo en 1913798
. Para
entonces la familia Urales ya se había visto obligada a dejar Madrid para cumplir las varias
penas de destierro a las que había sido condenado el cabeza de familia en los diversos
procesos por injurias. Fueron en total cuatro penas de destierro, que sumadas le exigieron
estar más de 28 años a una distancia de más de 100 kilómetros de Madrid799
. Las penas se
consideraban, además, perseguidas a instancia de parte, por lo que no cabía la posibilidad
de ningún indulto y solo se podían suspender si el interesado, en este caso de Arturo Soria,
accedía a perdonarlas, lo que no llegó a producirse800
. Antes de la marcha definitiva de
Urales hacia Barcelona, los guardas jurados de la CMU le vigilaron en zonas cercanas a la
Ciudad Lineal donde sospechaban podían estar viviendo a escondidas e incluso le
sorprendieron en varias ocasiones, tras lo que se instaba a la Guardia Civil a su detención
por quebrantamiento de condena801
. La versión de Urales sobre estos episodios incidía en
la capacidad de influencia (recurriendo al soborno si era preciso) lograda ya por la CMU
en los municipios colindantes y describía los ademanes prepotentes que algunos de sus
empleados no dudaban en usar al tratar incluso con las autoridades802
.
Pero hasta su marcha a Barcelona la lucha había sido encarnizada, lo que
imposibilitó cualquier tipo de arreglo posterior entre las partes. A los escritos de Urales en
contra de la gestión de la CMU, los Soria reaccionaban, por ejemplo, acudiendo al estreno
de alguna de sus obras teatrales -generalmente de escaso éxito- cabe pensar que con poco
ánimo de disfrutarla a pesar de lo manifestado803:
prueba "para ejercitar a los conductores" y observar algún posible malfuncionamiento o desperfecto
en la línea. La Ciudad Lineal, 10/4/1909, p. 1801.
798 La Ciudad Lineal, 10/7/1913, p. 219.
799 La Ciudad Lineal, 10/7/1911, p. 2688.
800 Urales, F. (1932c): Op. cit., p. 136.
801 La Ciudad Lineal, 30/8/1911, p. 2777.
802 Urales, F. (1932c): Op. cit., pp. 138-144.
803 La Ciudad Lineal, 10/2/1910, p. 1813.
Oposición y crisis
423
Asistimos en su día a los estrenos de las obras dramáticas de D. Federico Urales y de D.
Manuel Rovira [otro pleiteante por el impago a la CMU] el sincero y vivo deseo de
aplaudirlas. ¿Qué culpa tenemos de que el público las rechazara? ¿Es este motivo para
corresponder a nuestras amables intenciones llamándonos todas cuantas picardías se
dicen a los caseros?
Fue bastante la gente influyente que llegó a tener noticias de este enfrentamiento, pero
además, Urales trató de dar a sus libelos la difusión que no lograban alcanzar a través de
los medios que se habían mostrado dispuestos a incluir sus escritos. Así, él mismo se
encargó de repartir sus cuartillas por los juzgados de la capital, por el Paseo de Recoletos o
a la misma puerta del Congreso, al paso de los ministros, diputados o periodistas. Eso fue
lo que ocurrió precisamente un día en que, según contaba Urales, se encontraban entre el
público asistente en la tribuna del Congreso Arturo Soria Hernández y el abogado de la
compañía, Fernando Torrecilla del Puerto. Al observar atónitos que todo el que entraba leía
la referida hoja, bajaron furiosos y trataron de procurar, sin conseguirlo, la detención de
Urales, quien -según manifestó posteriormente- obtuvo una satisfacción tal que le valió por
todos los "perjuicios que con sus querellas y rencores" le había producido "la Ciudad
Lineal". A los pocos días, la CMU le demandó de nuevo, lo que iba a significar para Urales
su noveno procesamiento y en La Ciudad Lineal se incluyó la copia de una carta que éste
le había dirigido a Soria poco antes de comenzar la batalla legal, con la que se pretendía
demostrar que la relación entre ellos no siempre había sido mala y que todo se había
enquistado tras su desahucio804
. Pero no se daban detalles ni del trato que se le había
propuesto para condonarle la deuda ni, por supuesto, de los planes que habían llegado a
hacer para el futuro.
También contó Urales que narrando un día sus desventuras al que por entonces
era el fiscal general del Tribunal Supremo Javier Gómez de la Serna -padre del luego
célebre escritor Ramón Gómez de la Serna-, el fiscal quiso ver la manera de acabar con los
"latrocinios de la Compañía Madrileña de Urbanización", que también se habían quedado
con 30.000 pesetas de un pariente suyo por "procedimientos semejantes". Pero el teniente
fiscal de ese tribunal, también presente en la reunión, alegó que el señor Soria era "tan 804
La Ciudad Lineal, 20/12/1910, pp. 2358-2359.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
424
ladino" que con sus prácticas siempre estaba "vadeando el Código", pero que difícilmente
se le podían "coger los dedos en él"805
.
Poco más tarde José Canalejas, el mismísimo presidente del Consejo de Ministros,
se interesó personalmente por el conflicto. Canalejas quiso conocer quién era la persona
influyente que "les amparaba", a lo que Urales le había contestado que un diputado del
distrito de Alcalá de Henares, Vicente Buendía, cacique liberal y amigo del conde de
Romanones806
. Canalejas se ofreció a tratar de arreglar el asunto, pero sus gestiones con un
magistrado de la Audiencia resultaron infructuosas, pues según el magistrado, en los
procesos por injurias Federico Urales, lejos de retractarse por lo escrito y por lo cual se le
juzgaba, volvía a refirmarse ante el tribunal con lo cual no había modo de absolverle807
.
Urales pagó caro su enfrentamiento con Soria y los tribunales terminaron
condenándole duramente, aunque no en todos los pleitos. De hecho en alguna ocasión se
jactó de que no se le procesaba por calumnias808
. También hay que tener en cuenta que la
capacidad de la CMU para afrontar batallas legales era muy superior a la de personas de
escasos recursos como Urales. Aparte del poder de influencia que hubiese podido llegar a
conseguir, la empresa contaba con la dedicación de sus abogados, Fernando Torrecilla y
Emilio López-Aranda, quienes durante unos años tuvieron que trabajar mucho en los
tribunales. Por si fuera poco, para los recursos de importancia los Soria se apoyaron en
Leopoldo Matos, quien años más tarde llegaría a ocupar las carteras ministeriales de
Trabajo, Fomento y Gobernación809
. No siempre lograron fallos favorables810
, pero para el
805
Urales, F. (1932c): Op. cit., p. 135.
806 Esta información de Urales es muy probable. Buendía fue uno de los principales protagonistas
en el ya comentado banquete en honor a Soria Hernández que tuvo lugar en el restaurante de la
Ciudad Lineal cuando fue nombrado diputado provincial. La Ciudad Lineal, 20/3/1913, pp. 89-91.
Años más tarde, en la Diputación Provincial de Madrid se produjo una lucha encarnizada para
conformar la candidatura al Senado por esa provincia. Una noticia de prensa daba cuenta de las
alianzas y favores cruzados entre Vicente Buendía, Arturo Soria Hernández, Fernando Torrecilla
del Puerto -también diputado provincial en Madrid- y el marqués de Torrelaguna, también aliado
de los Soria según se señaló en numerosas ocasiones en La Ciudad Lineal. El Madrileño,
10/1/1921, pp. 1-2.
807 Urales, F. (1932c): Op. cit., pp. 135-136.
808 La Ciudad Lineal, 20/9/1910, p. 2196. El Liberal, 12/11/1910, p. 3.
809 La Ciudad Lineal, 20/10/1910, p. 2249. Urales, F. (1932): Op. cit., p. 138.
810 Como cabía esperar, La Ciudad Lineal sólo informó de los fallos favorables a los Soria. De aquí
se ha desprendido la imagen irreal, admitida en la mayoría de los estudios sobre la obra de Arturo
Oposición y crisis
425
caso particular de Federico Urales, el uso de la vía legal fue una forma eficaz de atajar la
que para los Soria no fue sino una más de las campañas detractoras emprendidas por los
enemigos con los que iban tropezando en su camino.
Si bien el testimonio que plasmó Urales hay que tomarlo con la prevención que
sugiere el probable y comprensible resentimiento de una persona que a la postre se vio
obligado a rehacer su vida y la de su familia, es posible que ciertas prácticas de la CMU
tampoco fuesen tan limpias como las informaciones que iban apareciendo en su revista
pretendían hacer creer. Por esos años Mario Roso de Luna escribió sobre Arturo Soria un
comentario enigmático que podría estar relacionado con algún comportamiento poco ético,
aunque era tan abierto que evidentemente podría no referirse a su labor empresarial811
:
Me inspira gran compasión por la desarmonía que creo notar entre sus ideas y sus actos -y
ojalá me equivoque-.
Federico Urales encontró una tribuna periodística donde contar sus cuitas. Fue en La Idea,
un semanal republicano que tenía por lema: "fraternidad e independencia, democracia y
descentralización". Estaba dirigido por un viejo republicano federal que también había
pasado por la redacción de El País, Modesto Moyrón. Éste ofreció su periódico a Urales,
como antes lo habían hecho a otros opositores que manifestaban haber sufrido abusos por
parte de la CMU, lo que terminó significando para él y para alguno de sus empleados
varios procesos legales por injurias. Según Urales, el resto de los periódicos no quisieron
verse comprometidos en su lucha contra la CMU. Y esto podría ser así, pues la compañía
insertaba publicidad de forma periódica en algunos de ellos y además cuidaba mucho las
relaciones con los periodistas en general. Las noticias sobre eventos aparecidas en La
Soria, de que la justicia les dio la razón en los contenciosos de estos años. Aunque sí lo hizo en
muchos de ellos, hay ejemplos de fallos desfavorables en, por ejemplo, La Idea, 1/2/1911, pp. 1-2;
30/9/1911, p. 2. 3/12/1911, p. 2. La Correspondencia de España, 5/2/1916, p. 6.
811 Roso de Luna lo escribió en una carta dirigida a su amigo Rodríguez Martín en 1908. En
Cortijo, E. (1991): Op. cit., pp. 170-171.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
426
Ciudad Lineal, sin ir más lejos, revelaban algunas de las atenciones con ellos, como
reservarles lugares preferentes en actos importantes, invitaciones a banquetes, etc.812
.
El caso es que Urales presumía de amistad con el director de El Liberal, Alfredo
Vicenti, y con el de El Imparcial, Luis López Ballesteros. Ambos diarios, junto con El
Heraldo de Madrid y otras cabeceras, formaban parte de la Sociedad Editorial de España,
conocida en el mundillo como el trust, con cuyo presidente, Miguel Moya, Federico Urales
también guardaba buena relación. Según éste, el director de El Imparcial le había contado
que llegó a amenazar con su dimisión si le obligaban a admitir un suelto de pago
tendencioso que la CMU había pretendido publicar en su diario, al igual que en otros,
cuando se falló una de las primeras sentencias que condenaban a Urales por injurias813
. Fue
también López Ballesteros quien consiguió que Jose Canalejas se interesase por el caso al
transmitirle su opinión de que lo que la CMU estaba haciendo con Urales "era una
vergüenza para la justicia española, a ciencia y paciencia de las autoridades" y que, a su
juicio, "quienes debían estar presos era la gentuza de la Ciudad Lineal"814
.
En cualquier caso, el único medio que se encontró dispuesto a publicar las
vicisitudes de Urales fue La Idea815
, y para entonces Moyrón ya había prestado sus páginas
para dar difusión a las demandas de otros vecinos de la Ciudad Lineal o de antiguos
trabajadores de la CMU que se habían agrupado en una asociación para canalizar sus
reclamaciones. No está claro el motivo por el cual Moyrón se interesó por los integrantes
812
En otras ocasiones se les obsequiaba con décimos de lotería, se les enviaban carnets de libre
circulación para transitar por la Ciudad Lineal, etc. Soria se esmeró desde los inicios en tener
buenas relaciones con los periodistas, y sus atenciones fueron una constante. Recordemos que la
CMU obsequió con lotes de terreno a algunos de ellos, entre otros a Lerroux.
813 El suelto de pago, de redacción casi idéntica, apareció publicado, por ejemplo, en ABC, en La
Correspondencia de España o en El Liberal. En este último, al parecer porque su director, Vicenti,
no llegó a controlarlo. Urales, F. (1932): Op. cit., p. 144. ABC, 18/11/1910, p. 12. La
Correspondencia de España, 18/11/1910, p. 7. El Liberal, 22/11/1910.
814 Urales, F. (1932c): Op. cit., pp. 143-144.
815 Todo lo más que he encontrado en el resto es alguna carta al director aclarando algún matiz
respecto a los procesos judiciales o alguna otra en la que se sumaba a otras denuncias que
motivaron la actuación del Ministerio de Fomento. Estaban relacionadas con el pago por el
suministro de agua y por los contadores utilizados por la CMU, que al parecer marcaban más
consumo del realmente efectuado. El Liberal, 30/8/1910, p. 3; 12/11/1910, p. 3; 23/11/1910, p. 2.
Oposición y crisis
427
de esa asociación, pero lo cierto es que sus denuncias pudieron aparecer en sus páginas
cuando no en otros medios816
.
A pesar de que La Idea era un semanal y de escasa tirada -se podía considerar, en
este sentido, en la misma liga que La Ciudad Lineal, aunque obviamente sus lectores eran
muy diferentes- la mediación de gente con poder a finales de 1910 les había convencido a
ambos para que no siguieran adelante con su confrontación particular. Pero un suelto
aparecido en La Ciudad Lineal, en el que se venía a decir que había sido el hijo de Moyrón
el que había buscado el apaciguamiento y que insinuaba que Rufino Garrigues -el segundo
de Modesto Moyrón- se les había ofrecido para acabar con esa publicación a cambio de
dinero, motivó la reacción airada de éstos y en un nuevo artículo declararon reabiertas las
hostilidades817
. Y no mentían, pues a partir de ese instante comenzó la más virulenta de las
campañas que ningún medio de comunicación llevó a cabo contra los Soria.
Lerroux recordó en sus memorias esta "fiera campaña de claro y evidente chantaje
contra la Compañía Madrileña de Urbanización y su genial iniciador Arturo Soria" y
calificó a Modesto Moyrón de bellaco, y al contenido de los artículos aparecidos en La
Idea de "difamación y calumnias"818
.
Lo cierto es que la pugna entre los Soria y Moyrón se prolongó hasta mediados de
1912 y no sólo se limitó a dar eco a las reclamaciones contra la gestión del negocio
familiar, sino que además se mostró muy combativa con la actividad política de Arturo
Soria Hernández, destapando sus propias relaciones y prácticas caciquiles para conseguir
ser elegido diputado provincial por Madrid. Según afirmó el semanal, los antiguos
compañeros de Soria Hernández en los cenáculos republicanos se habían tomado como una
traición su decisión de presentarse bajo la candidatura del monárquico Partido Liberal, e
intentó corroborar esa imagen de deslealtad revelando que unos años antes del hijo de
816
La Ciudad Lineal, 10/2/1910, p. 1813. Esta revista afirmaba que la campaña les proporcionaba
publicidad y alguna ganancia económica por nuevas suscripciones.
817 La Ciudad Lineal, 20/12/1910, p. 2359. La Idea, 11/1/1911, pp. 1-2; 1/2/1911, pp. 1-2.
818 Alejandro Lerroux también recordó que tras decidir echarle de su periódico (El País) "porque
escribía ayer con h y honor sin ella", Moyrón también se había convertido en enemigo suyo.
Lerroux, A. (1963): Op. cit., p. 649.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
428
Soria había negado conocer a José Nakens tras su implicación en el atentado de Mateo
Morral819
:
Este pájaro de cuenta era visita diaria del director de El Motín; mas cuando Morral tiro la
bomba, Arturo Soria [Hernández] negó a Nakens como el célebre apóstol a Jesucristo:
desde aquel día decía el gran vividor Soria: "Yo no conozco ni he hablado en mi vida con
ese bribón de Nakens".
Enterado de esto D. Jose, y suponiendo que Soria le visitara algún día, éste llegó, y el
mismo Nakens dijo al de la Ciudad Lineal: "El director de El Motín no está en casa para
ningún farsante".
Como la farsa de Soria continúa tan flamante como siempre, ahora deja de ser
republicano descaradamente y se presenta candidato a diputado provincial monárquico y
encasillado por los distritos de Hospital-Congreso. Todavía dice Soria que aunque lucha
como monárquico, sus ideas son "republicanas".
Pero el enfrentamiento todavía estaba por llegar a su punto álgido, lo que ocurrió muy poco
después con ocasión de una solicitud de Moyrón a la Diputación Provincial, donde durante
unos años había estado trabajando, para que se le reconociesen unos antiguos servicios a
efectos de poder cobrar una pensión. Soria Hernández se situó entre los que se opusieron y
esto dio lugar a la aparición de varios artículos en La Idea en los que se ridiculizaron los
ademanes de Soria Hernández como diputado novato y se le deslizó algún que otro
calificativo insultante. Por si fuera poco, Moyrón le exigió "explicaciones" por considerar
que el discurso público en el que se había mostrado contrario al reconocimiento de sus
servicios había sido ofensivo para su persona. Tras la negativa de Soria a aceptar la
"cuestión planteada", se reclamó el arbitraje de un tribunal de honor que determinase la
"capacidad" de Moyrón para retarle. Tras varias maniobras dilatorias de los padrinos de
Soria que traslucían su deseo de evitar aceptar "la cuestión"820
, el tribunal determinó la
819
La Idea, 9/3/1911, p. 1; 21/3/1911, p. 2. En este último número también se criticaban las
habituales prácticas caciquiles electorales del marqués de Ibarra, en esta ocasión en Vallecas.
820 No se sabe en realidad si es que Soria no consideraba a su oponente a su altura social o si había
otro tipo razones que a su juicio le descalificaban para enfrentarse a él.
Oposición y crisis
429
capacidad de Moyrón para exigirla821
. Mientras tanto en La Idea seguían apareciendo
artículos en los que, lejos de enfriar la cuestión, la avivaban822
:
Lo más extraño de ese imbécil es que no se ha dado cuenta de que el acta del Tribunal lo
declara descalificado (sin nombrar la soga en la casa del ahorcado), porque quien rechaza
un encuentro después de ofender cobarde y villanamente y no prueba la incapacidad que
pretextó por cobardía, ni acredita las infamias inventadas, deja de ser caballero, y de
hecho ingresa en el regimiento de los golfos y rufianes.
[…]
Soria se había creído que con el dinero se consigue purificar honores perdidos y famas
putrefactas, y que con los ochavos se pueden destrozar a los que carecen de habilidades
para encumbrarse en el mundo de los negocios o en el de capitalistas improvisados; los
que tienen limpieza de alma y no aventuran empresas ni explotaciones dudosas, y aun sin
el confort de los billetes que otros despilfarran, merecen el aprecio de las gentes
honradas, aunque Soria siga creyendo lo contrario.
Esto fue más de lo que decidió aguantar Arturo Soria Hernández. Unos días más tarde
abordó en la calle al diputado a Cortes que había presidido el citado tribunal de honor y
tras sacudirle un bastonazo, se originó una pelea entre ambos en la que, al parecer, Soria
pudo llegar incluso a sacar una pistola. Finalmente los contuvo la intervención de la policía
sin que el asunto llegase todavía a mayores. Aparte de La Ciudad Lineal y La Idea, hubo
algún otro diario que informó del altercado. El Liberal, bajo el título "Agresión a un
diputado", describió los hechos y dejó entrever que juzgaba reprobable la acción de
Soria823
.
821
La Idea, 3/12/1911, p. 2; 4/1/1912, p. 2; 19/1/1912, pp. 1-2; 21/2/1912, p. 1; 14/3/1912, pp. 1-2.
822 La Idea, 28/3/1912, p. 1.
823 El Liberal, 2/4/1912, p. 3.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
430
Figura 10.2: Arturo Soria y sus hijos varones en 1912. De izquierda a derecha: Luis, Arturo, el
patriarca y Carlos. Delante, Emilio. Fuente: Archivo Keller Soria.
La cuestión entre el diputado Lamana y Soria no fue finalmente más allá, pero tanto La
Ciudad Lineal como La Idea siguieron enardeciendo los ánimos sin reparar en insultos824
.
La escalada culminó con otro extenso artículo en La Idea, en el que, salpimentados con
todo tipo de insultos, se daban por ciertos todos los rumores y denuncias anónimas en
relación con presuntas turbias actividades empresariales, presentes y pasadas, llevadas a
cabo por Arturo Soria padre a lo largo de su vida. Además anunciaba la quiebra inminente
de la CMU. Según el testimonio anónimo de un trabajador de la propia empresa, las
cuentas de resultados que por entonces se exhibían tan orgullosamente ocultaban en
realidad un enorme endeudamiento que iba a ser muy difícil de sufragar825
. La reacción no
se hizo esperar. En esta ocasión fueron Emilio y Carlos Soria los que se encargaron de salir
824
La Ciudad Lineal, 10/4/1912, pp. 124-128. La Idea, 11/4/1912, pp. 1-2.
825 "Quiebra inmediata de la Ciudad Lineal". La Idea, 20/4/1912, pp. 1-2.
Oposición y crisis
431
al encuentro de Modesto Moyrón, que por casualidad se encontraba acompañado por su
hijo, y les propinaron una paliza en varios asaltos, de cuya descripción tampoco se
ahorraron detalles826
. Pero tras este apogeo con incidentes tan poco ejemplares, cesaron los
artículos contra los Soria en La Idea, que además desapareció pocos meses después.
Sin embargo, los procedimientos judiciales siguieron su curso. Rufino Garrigues,
el segundo de Moyrón, fue condenado en 1914 a dos penas de destierro que, como Urales,
no tuvo más remedio que cumplir827
. El proceso contra Modesto Moyrón se dilató más
tiempo. Tras una primera sentencia adversa para él, en 1916 recibió la absolución del
Tribunal Supremo en una vista en la que la CMU estuvo representada por Leopoldo Matos
y Modesto Moyrón defendido por Melquiades Álvarez, dos pesos pesados de la política
española de aquellos años y que lo serían todavía más en años posteriores828
.
Es muy probable que esta inesperada resolución -naturalmente junto a la situación
de bloqueo que vivía su empresa en espera de la resolución del conflicto por la suspensión
de pagos que había solicitado en 1914- contribuyese al estado de ánimo que inspiró las
palabras que unos meses más tardes firmó Soria en su revista829
:
Sí, señores, sí, cansa; cansa el luchar veinticinco años, sin honra ni provecho, por redimir
de la miseria de la vivienda a los ingratos galeotes del proletariado y de la clase media
contra gobernantes mal informados, injustos conmigo; contra caciques, ladrones, necios,
malvados y locos; contra toda la roña y la podre que corroe a la España que quiere vivir la
vida civilizada.
826
Los títulos que encabezaron la particular narración de los hechos en La Ciudad Lineal y en La
Idea fueron de lo más gráfico: "D. Emilio Soria y D. Carlos Soria insultados y agredidos. Contestan
propinando una buena paliza a Moyrón (padre) y otra a Moyrón (hijo)". La Ciudad Lineal,
30/4/1912, pp. 159-152. "Una agresión vil, cobarde y criminal. La partida de la porra en Ciudad
Lineal". La Idea, 7/5/1912, pp. 1-2.
827 La Ciudad Lineal, 30/4/1914, p. 146. Como ya había ocurrido cuando lo hizo sobre las penas de
destierro de Urales, al informar sobre la de Garrigues El Liberal concluyó manifestando que
lamentaba la noticia. El Liberal, 5/7/1914, p. 4.
828 La Correspondencia de España, 5/2/1916, p. 6. La revista La Ciudad Lineal tras la vista en el
Supremo confiaba en una sentencia favorable, y así lo manifestó en una extensa recapitulación.
Tras producirse el fallo absolutorio no incluyó ninguna referencia. La Ciudad Lineal, 20/1/1916,
pp. 350-352.
829 Soria y Mata, A.: “Año nuevo”. La Ciudad Lineal, 10/1/1917, pp. 697-698.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
432
10.2. LA CRISIS DE LA COMPAÑÍA MADRILEÑA DE URBANIZACIÓN
Curiosamente, los de la lucha encarnizada contra sus opositores fueron los
mejores años de la Ciudad Lineal. Pero esa bonanza no duró mucho más tiempo.
La constante expansión empresarial, la modernización de las líneas férreas y las
inversiones iniciales para la puesta en marcha de toda la diversidad de negocios auxiliares
había hecho necesario un modelo de financiación que lo posibilitase, y que era imposible
basarlo tan solo en los ingresos por la explotación de las diferentes líneas de negocios.
Aunque las acciones emitidas en su momento se habían vendido por completo y las
pagadas en su totalidad habían comenzado a cotizar en bolsa desde 1904, la CMU nunca
llegó a plantearse en serio la posibilidad de financiarse extraordinariamente por medio de
ampliaciones de capital, por lo que decidió seguir recurriendo a la captación de capitales
particulares a través de emisiones de renta fija (obligaciones y pagarés) a un tipo de interés
elevado para que fuesen atractivas. Aparte, constituyó una Caja de Ahorros con el objeto
de captar pequeños capitales mediante depósitos a corto plazo, que también fueron útiles
para poder acometer el elevado ritmo inversor de estos años. El capital de los pequeños
inversores había fluido hasta entonces y, como hemos visto, la expansión de la compañía
fue notable y los múltiples negocios auxiliares ideados fueron entrando en funcionamiento
de manera satisfactoria.
Pero era un modelo muy inestable que dependía del flujo continuado del dinero de
muchos pequeños ahorradores privados a los que había que ir pagando un alto interés.
Como además el capital necesario para mantener el ritmo era cada vez mayor, la deuda se
iba haciendo cada vez más elevada830
. Recordemos que aunque no tuvo más repercusión
que la reacción de los Soria contra los Moyrón, un informante anónimo de entre los
empleados de la CMU ya había dado cuenta a La Idea de que la situación financiera era ya
preocupante en 1912, y que las cuentas que se publicaban no reflejaban el endeudamiento
real.
830
Es revelador el estudio realizado por Maure de la evolución anual de los ingresos de la
compañía procedentes de las emisiones de renta fija. Se puede comprobar que fue ésa la principal
fuente de ingresos y cada año con un peso mayor, con lo que la deuda se incrementaba con cada
año que pasaba. Maure, M.Á. (1991): Op. cit., pp. 240-242.
Oposición y crisis
433
En cualquier caso, la situación pudo prolongarse hasta el verano de 1914. A
finales del mes de julio de ese año se produjo la declaración de guerra entre el Imperio
austrohúngaro y Serbia, lo que rápidamente implicó a otras naciones europeas en la que se
conocería como Gran Guerra. A pesar de la neutralidad española, nuestra economía no
resultó inmune a sus efectos, muchos de ellos positivos, pero otros negativos. Entre éstos
destacó la repentina escasez de materias primas como el acero o el carbón, o de bienes de
equipo, cuya demanda creció enormemente en los países en conflicto, y su consiguiente
encarecimiento impactó de lleno en, por ejemplo, las empresas dedicadas a la construcción
y al transporte, como era el caso precisamente de la CMU. Otro de los efectos habituales
en situaciones de incertidumbre, es que los capitales huyen rápidamente a refugiarse en
aquellos activos que les garanticen una protección mayor, que en ningún caso les podía
ofrecer una relativamente joven empresa privada en plena expansión. Esto motivó la
aparición masiva de órdenes de venta de los valores de la CMU y la retirada de gran parte
de los depósitos de su caja de ahorros. El impacto fue demoledor, ya que había que seguir
afrontando los importantes créditos solicitados en los años anteriores, los plazos aplazados
por las adquisiciones de materiales o terrenos, y, además, seguir satisfaciendo los intereses
o las amortizaciones del capital a los todavía poseedores de valores de la empresa831
.
Apenas unas semanas más tarde de la ruptura de hostilidades, el número de La
Ciudad Lineal correspondiente al 20 de agosto abrió con la noticia de la intención de la
CMU de declararse en suspensión de pagos832
. Incluía ya una propuesta de convenio para
los acreedores, que según la Dirección podría salvar a la empresa de la quiebra. El
convenio trataba básicamente de priorizar los pagos pendientes por adquisición de activos
o materiales y renegociar con los poseedores de obligaciones, pagarés y depósitos su canje
por unas obligaciones hipotecarias únicas y bajo unas nuevas condiciones. Se planteaba
alargar los plazos de amortización hasta un máximo de 75 años y se fijaban unos nuevos
tipos de interés: un tipo fijo de un 1% y un tipo variable adicional cuando los resultados lo
831 Moreno Luzón, J. y Villares, R. (2009): Op. cit., pp. 434-443. Soria señalaba los efectos que
más habían perjudicado a la CMU: "el súbito desmoronamiento del crédito", "los debidos a la
alteración de precios y a la escasez de materiales en la explotación de nuestros negocios" y, "los
daños y perjuicios sufridos por todos y cada uno de los clientes de la Compañía". Soria y Mata, A.:
"Liquidación de daños y perjuicios de la guerra". La Ciudad Lineal, 10/7/1918, pp. 109-110.
832 Soria y Mata, A.: “La suspensión de pagos”. La Ciudad Lineal, 20/8/1914, pp. 297-299. La
suspensión de pagos se solicitaría formalmente el día 22 de agosto.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
434
permitiesen. Teniendo en cuenta que las primeras emisiones todavía se estaban
retribuyendo a un interés del 8%, la reducción era drástica. También se incluía la
posibilidad de canjear los valores por terrenos en la Ciudad Lineal o por alguna de las
numerosas fincas que la CMU había ido adquiriendo fuera del trazado. Si, por el contrario,
se deseaba una amortización por dinero, su valor se vería reducido considerablemente
respecto al nominal. Los hipotéticos dividendos a los accionistas se veían relegados a la
eliminación total del pasivo de la compañía, que era en ese momento se tasaron en unos 28
millones de pesetas.
La decisión de acudir a la suspensión de pagos se había producido nada más
desencadenarse el conflicto, lo que significaba que la situación financiera debía ser ya muy
complicada. Y uno de los motivos, aparte de la compra masiva de los terrenos por donde se
planeaba la extensión de la Ciudad lineal, fue la fuerte inversión acometida para la
construcción de las infraestructuras para la traída de aguas desde el río Jarama, finalizadas
poco antes, pero que todavía no se podían explotar porque se les había denegado la licencia
pertinente. Esto había obligado a la CMU a una renegociación, en julio de ese año, del
préstamo solicitado unos años antes a la Banca Urquijo, fruto de la cual -ya no se debía ver
muy clara la situación financiera de la compañía- se endurecieron las condiciones iniciales
y se exigieron más garantías sobre la cantidad pendiente de amortizar.
Tras el anuncio de la suspensión de pagos, la CMU quiso tranquilizar a los
acreedores afirmando que el valor de los activos era superior al pasivo, por lo que, en caso
necesario, con recurrir a la venta de los activos quedaba garantizado el pago de la deuda.
En cualquier caso, la compañía decidió no continuar con la construcción y venta de
viviendas a plazos, lo que hizo que el negocio de construcciones se resintiera seriamente y
abocara a la compañía al despido inmediato de unos 300 empleados833
.
La situación fue muy desagradable porque la gran mayoría de los obligacionistas e
impositores de la caja de ahorros eran modestos ahorradores que, aparte de ver menguada
una gran parte del dinero que habían invertido atraídos por la promesa de altos tipos de
interés, en ningún caso iban a poder recuperarlo rápidamente, lo que para muchos podía
833
Concretamente 307. En años posteriores la plantilla seguiría disminuyendo, pero de forma
menos acusada. La Ciudad Lineal, 10/4/1919, p. 266.
Oposición y crisis
435
significar verse prácticamente en la ruina. A pesar de ello, no se veían con muchas más
alternativas que acogerse al convenio que les propusieron, por lo que la gran mayoría se
mostró dispuesta a aceptarlo queriendo ver resuelto el asunto cuanto antes, aunque fuese
perdiendo gran parte de lo invertido o viéndolo convertido en terrenos de muy dudosa
revalorización a corto o medio plazo.
La prensa en general fue bastante cauta en sus juicios sobre el proceso. La
generalista hizo escasas alusiones al respecto, y en la mayoría de los casos evitaron
valoraciones sobre la gestión llevada a cabo. Como excepción por lo contrario cabe
destacar una reseña aparecida en El Ibérico en la que se aprovechaba para pasar factura por
algún encontronazo anterior, propio o ajeno834
:
Nunca han sido nuestras impresiones sobre la Compañía Madrileña de Urbanización muy
satisfactorias, […].
Procuraremos informarnos bien de este asunto [el de la solicitud de la suspensión de
pagos], porque tendría gracia que después de la arrogancia de ciertos señores
persiguiendo periodistas y haciéndolos condenar con infinidad de querellas, ahora
resultase que estamos casi en quiebra.
Lógicamente la atención prestada por los medios económicos al asunto fue mucho mayor,
y fue creciendo incluso a medida que se fueron conociendo los detalles concretos sobre la
situación financiera de la empresa y las soluciones que proponían. Algunos se limitaron a
informar con cierta neutralidad de las acciones que se estaban llevando a cabo y, dada la
coyuntura, a desear el mejor desenlace posible para la compañía y sus acreedores y
aconsejando la suscripción del convenio como "mal menor"835
. Otros fueron más críticos
con la Dirección de la compañía y contemplaron con escepticismo las previsiones
834
El Ibérico, 5/9/1914.
835 De este tipo se puede encuadrar las informaciones publicadas en, por ejemplo, La Ilustración
financiera, 27/10/1914, Gaceta de los caminos de hierro, 24/10/1914, El Financiero Hispano-
Americano, 20/11/1914; 4/12/1914; 18/12/1914, o Los Negocios, 13/11/1914.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
436
contenidas en el convenio al no vislumbrar futuro alguno en el conglomerado de negocios
puestos en marcha por la CMU836
.
Pero fue sobre todo la Revista de Economía y Hacienda la que más dura se mostró
con las actuaciones llevadas a cabo por los gestores y en varios de sus números expuso un
análisis pormenorizado de la situación financiera de la compañía. Fruto de ese análisis,
cuestionó la veracidad de algunas informaciones vertidas en las memorias anuales, puso en
solfa las valoraciones contables de sus activos y censuró la actuación de la Dirección y del
Consejo de Administración desde casi su fundación837
. Razones éstas que le llevaron a
desaconsejar la firma del convenio propuesto al no ver factibles las proyecciones
económicas realizadas y decantarse por la solución de admitir la quiebra de la sociedad y
levantar una nueva que administrase sus activos, naturalmente sin los Soria al frente838
.
Unos cuantos de los acreedores decidieron asociarse al objeto de compartir
asesoramiento, mecanismos y gastos para denunciar ante los tribunales la propuesta que les
había ofrecido la CMU839
. El más importante de todos ellos era, sin duda, la sociedad
Urquijo y Compañía, a la que todavía se debía la importante cantidad de 500.000 pesetas
pendientes de pago de las 750.000 que habían sido solicitadas a su banca en 1911. Las
denuncias motivaron que el asunto se enquistase durante varios años, pues las sentencias,
que en principio fueron desfavorables a estos acreedores, fueron recurriéndose hasta el
Tribunal Supremo. En 1917 se logró un acuerdo con Urquijo y Compañía, mediante el cual
los Soria se comprometían a ceder dos de sus propiedades, Villa Paulina840
y la Quinta de
Mahudes –el anterior domicilio de la familia–, por un importe algo superior a la mitad del
836
Fue el caso de España Comercial, 3/9/1914; 24/9/1914; 15/1/1915 o El Economista,
31/10/1914; 9/1/1915.
837 Se destapó, entre otras irregularidades, que la Caja de Ahorros actuaba de manera ilegal pues no
había sido siquiera inscrita en el Registro Mercantil. Revista de Economía y Hacienda, 13/2/1915,
p. 155.
838 Revista de Economía y Hacienda, 5/10/1914; 17/10/191; 24/10/1914; 12/12/1914; 16/1/1915;
23/1/1915; 6/2/1915; 13/2/1915; 20/2/1915. La serie de artículos con el análisis financiero de la
CMU se publicaron posteriormente compilados en un folleto titulado La suspensión de pagos de la
Compañía Madrileña de Urbanización.
839 Se establecieron en una oficina que la Sociedad Económica de Amigos del País les cedió en la
Plaza de la Villa. El Imparcial, 4/5/1915. Revista de Economía y Hacienda, 8/5/1915.
840 Villa Paulina estaba situada al lado de la Quinta de Mahudes, en los "altos del Hipódromo" del
término de Chamartín de la Rosa. La Dictadura, 10/10/1896, p. 3.
Oposición y crisis
437
crédito todavía restante y, a cambio, la Banca Urquijo se avenía a suscribir el convenio
para conjugar el resto de la deuda. Este acuerdo, generoso por parte de los Soria, fue
acogido con gran alivio, pensando que el resto de impugnantes decidirían también acogerse
al convenio.
La prolongada incertidumbre en espera de la luz verde a la suspensión de pagos
había reducido de forma sensible actividad de una CMU que trataba de sobrevivir con la
explotación de sus líneas de ferrocarriles y tranvías, el suministro de aguas y electricidad y
sus otros negocios auxiliares, así como de la venta de terrenos y la construcción de unas
pocas viviendas por año. Pero en algún momento los Soria debieron pasar por alguna
situación de falta de liquidez, pues en diciembre de 1916 Arturo Soria solicitó un crédito
personal al Banco de España por una cantidad de 25.000 pesetas841
.
Esta situación terminó produciendo también otro efecto inesperado: la decisión de
salir de la empresa del que era uno de sus directivos más importantes: el hijo mayor de
Arturo Soria, Luis, quien de manera incuestionable estaba llamado a suceder a su padre al
frente de la misma. El hecho supuso una conmoción en la familia. No se conocen las
causas concretas que determinaron el paso dado por Luis Soria, pero cabe especular con la
posibilidad de que estuviese en desacuerdo con la manera en la que se había desarrollado el
proceso o con la manera de afrontarlo por su padre y sus hermanos, o quizá no pudo seguir
esperando a que el panorama se aclarase al necesitar dar una estabilidad económica a su
familia, que ya contaba con cuatros hijos. En cualquier caso, y para disgusto de su padre, la
decisión de abandonarla para probar fortuna profesional de forma independiente fue
irrevocable842
.
841
El crédito, con vencimiento establecido en junio de 2017, quedó renovado poco después con una
nueva póliza. AKS. Póliza de crédito personal suscrito por Arturo Soria y Mata, 28/12/1916.
842 Dejó la CMU para establecerse en Brasil y tratar de aprovechar el clima de prosperidad
favorecido por la situación bélica que se vivía en Europa. Volvió poco después, en el verano de
1919 para ocupar el puesto de consejero delegado en una empresa de Santander, la Red
Santanderina de Tranvías, S.A., que gestionaba y explotaba varias líneas de tranvía de esa ciudad.
El País, 11/7/1918, p. 3. No obstante, siguió vinculado a la CMU como miembro de su Consejo de
Administración hasta 1921. La Ciudad Lineal, 10/4/1920, p. 496. La Ciudad Lineal, 10/4/1921, p.
653. Posteriormente, Luis probó fortuna en Sudamérica y su hermano Arturo le facilitó una lista de
personas residentes en América que habían estado relacionadas de alguna manera con la CMU o
con su padre. En ella figuraban, entre otros, Viriato Díaz-Pérez, Carlos Carvajal y Darío Velloso.
AKS. Clientes o amigos de la CMU en América.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
438
La resolución del conflicto con los acreedores se alargó todavía hasta finales de
1919. Entonces, la compañía decidió llegar a un acuerdo para pagar lo que reclamaban, ya
que calcularon que los gastos en que todavía habría que incurrir hasta llegar una resolución
definitiva podían ser mayores a esas cantidades. Por tanto, a los cinco años de plantearse la
suspensión de pagos, se podía poner en marcha la firma de los convenios, tarea que
procuró hacerse a toda máquina.
Tras los 307 despedidos en 1914, a lo largo de estos años la plantilla de la CMU
había ido disminuyendo algo más y todavía en 1919 se produjeron algunos despidos
adicionales. A pesar de ello, la CMU todavía contabilizaba en nómina a casi 400 efectivos,
entre empleados y obreros843
y la recuperación económica posibilitada por el fin de la
guerra y la firma de los convenios hizo que al año siguiente se pudiese asistir ya a una
pequeña recuperación. Sin embargo, la idea de la Ciudad Lineal como se había concebido
hacía casi tres décadas y por la que se luchaba todavía cinco años atrás se podía dar por
descartada: se abandonó la intención de construir las siguientes barriadas y se renunció a la
prolongación hacia Fuencarral. Asimismo se dejaron de lado proyectos relacionados con
las líneas férreas, como el del metropolitano, sin ir más lejos. Para retomarlos consideraban
que sería necesaria la entrada de nuevos accionistas de referencia, que aportasen capital y
la capacidad de influencia que los Soria reconocía no tener, como se indicaba
expresamente en un nuevo folleto publicado por la CMU en 1919 en el que se glosaban
con las bondades del proyecto y la obra ya realizada con el objeto de llamar la atención de
esos posibles accionistas potentados. Soria dejaba abierta incluso -si fuese menester para
un mejor entendimiento- la posibilidad de echarse a un lado y dejar que fuesen los nuevos
socios los que rigiesen los destinos futuros de la compañía844
.
En el plano internacional, el ambiente pesimista existente entre los directivos de la
CMU les impedía pensar en continuar compitiendo con el modelo de ciudad-jardín. Al
requerimiento de un "entusiasta de la Ciudad Lineal" para que se acudiese a una próxima
843
Esos despidos motivaron la que motivaron la huelga de una pequeña parte de esa plantilla. Soria
y Mata, A.: "Nuestra huelga". La Ciudad Lineal, 10/4/1919, pp. 265-267.
844 Compañía Madrileña de Urbanización (1919): Reorganización y Engrandecimiento de la
Ciudad Lineal, pp. 3-24.
Oposición y crisis
439
Exposición de la reconstrucción de Bruselas a continuar desafiando al modelo inglés,
como había ocurrido en la Exhibición de 1913, la respuesta no pudo ser más sincera845
:
La Compañía Madrileña de Urbanización no puede hoy más que procurar no morir y
prepararse a vivir como antaño cuando se pueda.
Agradece y ensalza los propósitos del señor D. P. López y los favorecerá en cuanto sea
posible.
Estamos algo acobardados.
De hecho, la precaria situación financiera y una moral por los suelos significaron que no se
enviase a ningún representante de la CMU a la Exposición, que tuvo lugar en septiembre
de ese año. Se limitaron al envío de una memoria, folletos y planos de la Ciudad Lineal
construida en Madrid, con lo que la visibilidad del modelo español en el evento fue
bastante menor que el de otros modelos urbanísticos, como se reconocía en las propias
páginas de la revista. No obstante, a instancias de Hilarión González del Castillo, también
se envió una memoria y los planos de la propuesta de una Ciudad Lineal belga que había
sido ideada, elaborada y sufragada por él mismo al margen de la CMU846
.
En 1923, ya fallecido Arturo Soria hacía tres años, Ramón Gómez de la Serna
publicó El Chalet de las Rosas. Se trataba de una novela corta en la que no faltaban los
ingredientes más característicos de la producción de este autor. El título era el nombre de
un hotelito propiedad de una especie de asesino en serie de mujeres, a las que seleccionaba
y seducía con promesas de matrimonio y a las que, tras una breve convivencia, daba
muerte para hacerse con sus ahorros. Pero la curiosidad que hace que aludamos a ella es
que el escenario donde discurría la acción era la Ciudad Lineal -"esa ciudad para
845
La Ciudad Lineal, 10/2/1919, pp. 229-231.
846 González del Castillo le había solicitado conformidad previa a Arturo Soria, quien le contestó
afirmativamente aunque dejando entrever una cierta distancia, quizá obligado por las
circunstancias. La Ciudad Lineal, 10/3/1919, pp. 249-252; 10/10/1919, pp. 369-370; 10/1/1920, pp.
437-441.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
440
delineantes y matemáticos de un orden especial"-, que era donde estaba situado el hotelito.
Pero lejos de describir el entorno de forma favorable, Gómez de la Serna lo hizo de forma
demoledora -triste, desangelado, ingrato, "lleno de hotelitos de playa pobre"- y sugería que
ese ambiente incitaba al asesino a cometer sus crímenes. Alegaba el abogado defensor en
descargo del asesino tras ser descubierto847
:
Tiene aquello el más rígido aspecto suburbano, con su pedazo de pinar convertido en
cementerio de latas de sardinas, cementerio después de la monda de las meriendas; con
esos cercenados troncos de árbol arrinconados en esa callejuela y que son como féretros
de sus propios árboles; con esos quioscos árabes que ya no se abren, con esas tapias altas
que aíslan tanto los vecinos entre sí; con ese único bulevar que le divide en dos
hemisferios irreconciliables…
En esos años de crisis, las partidas dedicadas por la CMU para el mantenimiento de las
infraestructuras de las líneas, así como los gastos para la prestación de los servicios y el
arreglo de desperfectos en la Ciudad Lineal se redujeron drásticamente, con lo que la
visión de una urbanización permanentemente inacabada, sucia y embarrada en época de
lluvias, y pobremente iluminada no era tan irreal. No parece que existiese ningún motivo
extraliterario para que el autor eligiese ajustar cuentas de esta manera, simplemente parece
que eligió este escenario real -que en verdad sufría un cierto grado de abandono- para la
trama de su novela y la descripción de un entorno desolado y la exageración de lo
melancólico de su ambiente como para llegar a inducir al asesinato fue un recurso
estilístico que tampoco era extraño en la producción literaria de Gómez de la Serna. La
novela fue publicada en la editorial valenciana Sempere848
y ni su venta ni su repercusión
fueron importantes. No obstante, cabe pensar que si los Soria llegaron a tener constancia de
ella no les haría mucha gracia.
Paro antes de eso, Arturo Soria seguía dando muestras de tesón y hasta su
fallecimiento siguió ejerciendo como director de la compañía. Su empresa había logrado
sobreponerse a una experiencia muy dura, pero continuaba en condiciones de seguir
847
Gómez de la Serna, R. (1968): La Quinta de Palmyra / El Chalet de las Rosas, p. 330.
848 Gómez de la Serna, R. (1923): El Chalet de las Rosas. Valencia, Sempere.
Oposición y crisis
441
funcionando en circunstancias que se adivinaban más favorables. El que la CMU hubiera
logrado sobrevivir manteniendo la mayoría de sus líneas de negocio y continuar siendo una
empresa grande -como todavía se podía considerar que era-, constituía una nueva muestra
de la solvencia y la capacidad directiva de Arturo Soria y de su valía como empresario,
aspectos en los que quizá más había brillado a lo largo de su trayectoria profesional. No en
vano, Manuel Allendesalazar le llegó a calificar como "poeta de los negocios"849
. Como
había sucedido antes con la que había fundado para la explotación del TEM, de nuevo en
una coyuntura política, económica y social muy difícil, consiguió crear de la nada y sacar
adelante una nueva empresa todavía más ambiciosa y con menor respaldo económico, y
fue capaz de poner en marcha un entramado muy diverso de negocios innovadores, que dio
trabajo a muchos empleados y que, pasado el tiempo, tuvo que sobreponerse a una
situación financiera muy adversa. Pero es indudable que el largo y desagradable asunto de
la suspensión de pagos, los sinsabores de todo tipo a los que había tenido que hacer frente
en los últimos años, así como la conflictividad con sus acreedores, opositores y con los
propios trabajadores le habían consumido muchas de sus fuerzas. Además, tras el inmenso
trabajo invertido, la constatación al final de su vida de que su ideal urbano iba a tener ya un
alcance limitado le tuvo que dejar cierto regusto amargo. No cabe mejor síntesis de los
últimos años que el que figuraba en su última voluntad850
:
He luchado valerosa y dignamente contra muchas cosas malas de nuestra sociedad, la
oligarquía y el caciquismo imperante, la rutina, la envidia, la ignorancia... Sin haber
hecho mal a nadie he tenido algunos enemigos; yo les he impedido realizar el mal y las
resistencias que opuse, desplegando energías intelectuales y morales extraordinarias, han
destruido mi organismo robusto y abreviado mi existencia; me han matado a disgustos y
yo, cristianamente, les perdono.
A pesar de todo, la Ciudad Lineal había logrado eco entre la población madrileña y en
1921 se podían contabilizar casi 1.000 viviendas en su trazado, inmersas en un entorno
849
Soria y Mata, A.: "Mecánica social". La Ciudad Lineal, 10/4/1910, p. 1912.
850Soria y Mata, A.: “Mi última voluntad y mi última palabra”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p.
601.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
442
higiénico en el que se habían plantado alrededor de de 100.000 árboles851
. Pero finalmente
sólo pudo construirse una pequeña parte de la urbe planeada con arreglo a su teoría lineal,
en lo que fue determinante la falta de apoyo económico e institucional. La sensación es que
si Soria hubiese tenido la posibilidad de plantear su proyecto bajo unas circunstancias
políticas, económicas, sociales, o incluso geográficas, más favorables, quizá habría podido
dar mucho más de sí. No obstante, consiguió hacer realidad una parte importante del reto
que para muchos parecía imposible en 1894. Pero no para él852
:
Puedo asegurar que mi ciudad lineal se hará; porque si como particular no encuentro
dinero bastante para ello, apelaré al último recurso […].
10.3. EL FALLECIMIENTO DE ARTURO SORIA Y MATA
El 6 de noviembre de 1920, sábado, Arturo Soria se disponía a comer en el Hotel
Rubín con su mujer y sus hijos Luis, Emilio, Carlos y Julita, además de con sus nueras y
nietos más mayores. Se sintió levemente indispuesto y se sentó en un sillón. Poco después
le sobrevenía la muerte por colapso cardiaco. Unos días antes todavía le veían fuerte y
animoso, e incluso mejor de lo habitual de sus achaques, pero estaba cerca ya de cumplir
76 años853
.
Hasta entonces había mantenido la gran capacidad de trabajo que le había
caracterizado, compaginando, como siempre, sus habituales tareas al frente de la CMU con
otras actividades por las que aún mantenía la misma pasión de hacía años, como eran la
lectura diaria de la prensa o la escritura de sus artículos para La Ciudad Lineal, El País u
otros medios. Tampoco había dejado de interesarse por las publicaciones recientes sobre
los variados temas que desde hacía años más le habían atraído: geometría, ingeniería,
851
Datos incluidos en La Ciudad Lineal, 10/11/1921, p. 742.
852 Soria y Mata, A. (1894a): Op. cit. p. 17.
853 El País, 7/11/1920, p. 1.
Oposición y crisis
443
urbanismo, transporte, higienismo o teosofía. Y todavía continuaba asistiendo a su tertulia
en el Casino de Madrid y a las veladas en el Ateneo854
.
Su fallecimiento tuvo un gran impacto entre sus allegados, amigos y empleados,
para los que significaba el adiós a una persona apreciada y respetada. La capilla ardiente
fue instalada en las oficinas de la CMU, en su sala de trabajo y en un lugar preferente se
colocó el pentatetraedro con el que Soria había posado orgulloso al poco de haber escrito
sobre él. Al día siguiente su féretro fue transportado a hombros a través de la Ciudad
Lineal. La comitiva fúnebre, compuesta por unas dos mil personas -en su mayoría
empleados y antiguos empleados de la CMU que también quisieron sumarse a ese
homenaje- tardó cerca de dos horas en completar los cinco kilómetros de trayecto hasta el
Cementerio Civil del Este, donde en repetidas ocasiones había expresado que deseaba ser
enterrado. Entre los asistentes se pudo ver a familiares como el marqués de Santiago o a
antiguos colabores como Roso de Luna. Tampoco faltó una representación del Gran
Oriente Español. Gentes de todo tipo se reunieron para darle el último adiós855
:
Todas las clases sociales estaban representadas: la aristocracia, la magistratura, el
ejército, clases medias, periodistas, empleados públicos, obreros, artesanos, comerciantes,
republicanos, liberales, todos los partidos políticos, muchas mujeres.
Soria dejó escrita su voluntad de ser envuelto en una bandera española856
y de que su
sepulcro estuviese situado cerca de su añorado amigo Eduardo Benot, enterrado también en
ese cementerio, y al que apenas dos meses antes de su muerte había recordado de nuevo en
El País857
. Deseaba seguir también la estela de otros ilustres republicanos e intelectuales
854
Había ingresado en el Casino madrileño el 4 de marzo de 1886, presentado formalmente por
Alfredo de la Cortina, Enrique Martos y Francisco Echagüe. En "Socios del Casino: esculturas y
homenajes". Casino de Madrid, 46, diciembre, 2006, pp. 66-67.
855 El País, 9/11/1920, p. 1-2.
856 Soria y Mata, A.: “Mi última voluntad y mi última palabra”. La Ciudad Lineal, 10/1/1921, p.
600. Este deseo de ser amortajado con la bandera ya había lo había expresado años antes en Soria y
Mata, A.: “La guerra”. La Ciudad Lineal, 30/3/1912, p. 100: “No me entusiasman los besos y las
manifestaciones públicas de amor teatral a la bandera, pero mi última voluntad es que me sirva de
mortaja la bandera española, que siempre ondea en lo alto de mi casa con este propósito”.
857 El País, 26/9/1920, p. 1.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
444
que yacían en esa última morada: Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón, Estanislao
Figueras, Julián Sanz del Río, Fernando de Castro, Francisco Giner de los Ríos, y otras
figuras representativas de librepensamiento español de finales del XIX.
Destacados políticos del momento escribieron cartas de condolencia y en la
asamblea de la Unión Republicana, convocada para el día siguiente, se le rindió un sincero
homenaje, en el que se recordó el compromiso del que Arturo Soria había hecho gala hasta
el final de sus días. Su fallecimiento tuvo reseñas en periódicos como El Imparcial, El
Liberal, ABC858
, El Mundo, El Debate, Mundo Gráfico, La Libertad o La Correspondencia
de España, aunque, a excepción de las que le dedicó El País, en general consistieron en
breves notas de recuerdo y condolencia. También Mario Roso de Luna, en el prólogo a la
póstuma Filosofía Barata, recordó que para el día siguiente a su muerte se había reservado
en el restaurante de la Ciudad Lineal el "pitagórico ágape" de una “respetable fraternidad”.
Con el plácet de la familia Soria, sus integrantes decidieron mantener el evento y
brindárselo en homenaje a modo de banquete fúnebre tras la “desencarnación de un
pitagórico del siglo XX”.
Era el punto y final de la vida de "un hombre de energías sobrehumanas", según le
recordó Alejandro Lerroux859
, forjador de ideas innovadoras y de iniciativas arriesgadas,
que luchó con tesón para sacarlas adelante en circunstancias muy adversas y que llegó a ser
un personaje conocido y respetado. En las décadas posteriores el tributo le llegó del campo
del urbanismo, cuando se reconocieron la validez y anticipación de muchos de sus
planteamientos y su impronta se pudo ver en algunos de los trabajos posteriores de varias
figuras destacadas del panorama urbanístico internacional.
La lectura de su testamento permite entrever que Arturo Soria tuvo poco interés
en los enseres materiales. Apenas relacionaba unos cubiertos de plata y cuatro alhajas "de
escasísimo valor" de uso personal: "reloj, cadena, alfiler y gemelo". El grueso de sus
propiedades eran el Hotel Rubín -aunque todavía le restaba por pagar una parte-, sus
858
Algunos autores han manifestado que en ABC no apareció ninguna necrológica. Sí apareció, de
hecho la familia pagó por ella como consta en el recibo que todavía se conserva en el Archivo
Keller Soria. AKS. Recibos varios por entierro de Arturo Soria y Mata. ABC, 7/11/1920, p. 22.
También se reseñó su entierro. ABC, 9/11/1920, p. 20.
859 Lerroux, A. (1963): Op. cit., p. 501.
Oposición y crisis
445
acciones y derechos en la CMU y unos cuantos terrenos en la Ciudad Lineal y en sus
inmediaciones, todas ellas sujetas al régimen de gananciales860
.
El indiscutible poder y liderazgo de la familia Soria en la CMU también quedó
patente a la muerte del fundador. Asumiendo las instrucciones y recomendaciones dejadas
por él para esta eventualidad, el Consejo de Administración admitió que sus hijos Arturo,
Emilio y Carlos ocupasen los principales puestos de gestión de la compañía. Arturo fue
designado director, Emilio asumió el puesto de subdirector y Carlos el de secretario
general junto al de jefe de Contabilidad que ya ostentaba861
.
Arturo Soria Hernández llegó a la culminación de su carrera política al ser elegido
Senador por Madrid en 1923, aunque lo tuvo que dejar muy poco despúes, tras el golpe de
Estado que dio paso a la Dictadura del general Primo de Rivera. A pesar del disgusto que
había producido su salida de la CMU, Luis mantenía relación con su familia, y de hecho
estaba presente en el Hotel Rubín cuando falleció su padre. Heredó las acciones en la
misma proporción que el resto de sus hermanos, pero no se reincorporó a la empresa
familiar y siguió con su trayectoria profesional propia. Además, en la primera Junta
General de accionistas que se celebró tras el fallecimiento de su padre, la de marzo de
1921, fue relevado de su cargo de vocal en el Consejo de Administración de la CMU, con
lo que quedó definitivamente desvinculado de la gestión directa de la compañía862
. Hasta
su fallecimiento prematuro en 1933, dirigió diversas compañías tranviarias de ciudades
españolas como Santander o Granada, por ejemplo863
.
En la década que se abría, la CMU se centró en las líneas de negocio vinculadas al
transporte y aprovechando la buena coyuntura económica del país volvió a recuperar una
cierta prosperidad. Sin embargo, su actividad constructiva, que incluso llegó a ser más
relevante en promociones acometidas fuera de la Ciudad Lineal, nunca llegó a parecerse a
860
AKS. Testamento de Arturo Soria y Mata, 27/5/1918. AKS. Escritura de ratificación y
protocolización de las operaciones testamentarias de Don Arturo Soria y Mata, 27/10/1922.
861 Soria y Mata, A. "Mi última voluntad y mi última palabra". La Ciudad Lineal, 10/1/1921, pp.
600-601. Nombramientos en p. 612.
862 En La Ciudad Lineal, se reflejaron varios pagos a Luis Soria por algún servicio esporádico,
como la compra de material, por ejemplo. La Ciudad Lineal, 10/3/1920, p. 588; 10/9/1920, p. 572.
Consejo de Administración de la CMU nombrado en 1921 en La Ciudad Lineal, 10/4/1921, p. 653.
863 El País, 11/7/1918, p. 3. El Sol, 12/10/1933, p. 8.
Arturo Soria y Mata. Una biografía
446
la de los años anteriores a la crisis. La compañía siguió tratando de que el planeamiento
lineal se tuviese en cuenta como solución al ordenamiento y a la expansión urbana de las
ciudades pero sus propuestas continuaron siendo desoídas por los diferentes estamentos de
la Administración española, que se decantaron por el modelo ciudad-jardín.
Paradójicamente, fue en estos años cuando el concepto lineal logró una mayor presencia
internacional, que alcanzó su punto culminante cuando en 1929 se constituyó en París la
Association Internationale des Cités Lineaires.
Aparte de las iniciativas de esta asociación o las del que fue su director general,
Georges Benoit-Levy864
, la influencia lineal se dejo sentir en proyectos como los del
chileno Carlos Carvajal, quien ya había entrado en contacto con las teorías de Soria
muchos años antes; los de las conocidas como ciudades lineales socialistas de los
soviéticos Miljutin, Ginzburg o Iván Leonidov; o en varias de las propuestas elaboradas
por el afamado Le Corbusier, como su conocida Cité linéaire industrielle865
.
En 1926 la familia Soria decidió vender el Hotel Rubín y en 1931, preocupados
por el futuro de una todavía joven Julia, todos los hermanos excepto Luis decidieron
suscribir un compromiso por el cual le garantizaban el cobro de una renta anual desde el
momento en que se produjese el fallecimiento de su madre866
. Sin embargo esta
eventualidad no se produjo hasta bastantes años más tarde, en 1944, y Julia Hernández
Rubín todavía tuvo que pasar por las vicisitudes de la Guerra Civil y por las terribles
circunstancias de ver morir a varios de sus hijos varones867
. Luis falleció en 1933, de una
repentina y letal angina de pecho. Al día siguiente de su entierro, José Ortega y Gasset, ya
una celebridad en la esfera intelectual española, le comentó a su hijo, Arturo Soria
Espinosa, la admiración que sentía por la figura de su abuelo y su propósito de acometer la
elaboración de su biografía, aunque el proyecto al final no pasó de esa intención868
.
864
La Ciudad Lineal, 10/10/1929, p. 397.
865 Ejemplos de planeamiento lineal, por ejemplo, en Collins, G. R., Flores, C. y Soria y Puig, A.
(1968): Op. cit., pp. 59-75.
866 AKS. Compromiso de Emilio, Arturo, Carlos y María con su hermana Julia Soria Hernández,
8/12/1931.
867 AKS. Protocolización de partición practicada al óbito de Julia Hernández Rubín ocurrido en
Madrid el 25/9/1944, 24/5/1949.
868 En Collins, G. R., Flores, C. y Soria y Puig, A. (1968): Op. cit., p. 81.
Oposición y crisis
447
Arturo Soria Hernández murió tras el estallido de la Guerra Civil, en noviembre
de 1936, víctima de los fusilamientos de Paracuellos, tras una de las sacas de detenidos de
la cárcel de San Antón. Durante los años de la II República, la CMU había pasado por una
época difícil, y como director tuvo que hacer frente a diversas huelgas y otros conflictos
que le pusieron en el disparadero de varios colectivos de trabajadores869
.
El menor de los varones, Carlos, había ingresado en la masonería en 1917, en la
Logia Hispanoamericana número 379 del Gran Oriente Español. Eligió el nombre
simbólico de "Pitágoras" en un claro doble homenaje al pensador griego y a su padre.
Llegó al grado 4º en 1923. Tras el término de la guerra, fue denunciado e investigado por
el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, pero su
fallecimiento en accidente de coche en 1939, justo al témino de la contienda, impidió su
procesamiento870
.
869
AHN.FC_CAUSA_GENERAL,1526.Exp.3. Fol. 295. CDMH. PS-Madrid.Caja 225.Leg.
1741.Tomo 20.Fol. 185.
870 CDMH. SE-Masoneria A.Leg.63.Exp. 25. Expediente personal de Carlos Soria Hernández.
CDMH. TERMC. Expediente de Carlos Soria Hernández. La investigación duró varios años, hasta
que en 1946 se verificó de forma fehaciente que había fallecido. Aunque en 1954 se hizo un nuevo
intento de reabrir su causa.
449
CONCLUSIONES
El proceso de investigación ha dado como fruto el descubrimiento de mucha
documentación inédita que ha permitido recomponer sus orígenes familiares, pasajes de su
vida poco conocidos o la influencia de sus relaciones personales, profesionales, políticas o
familiares en algunas fases de su vida. La información obtenida ha proporcionado
explicación también a algunas de las decisiones a las que se vio abocado y que hasta ahora
no parecían plenamente justificadas, como por ejemplo, su repentina dimisión del puesto
de secretario del Gobierno Civil de Puerto Rico, su salida de la Compañía de los Tranvías
y Mercados, etc.
La utilización de nuevas fuentes ha permitido también incluir testimonios de
personas que han aportado nuevos puntos de vista a asuntos como, por ejemplo, su
enfrentamiento encarnizado con opositores y caciques durante la primera década del siglo,
que terminaron afectando al desarrollo de la Ciudad Lineal, o a la crisis financiera que ya
se estaba larvando en sus tiempos de mayor esplendor y de la que algunos eran conscientes
a pesar de que desde la Compañía Madrileña de Urbanización se trató de tapar y silenciar.
También se han analizado en profundidad aspectos escasamente estudiados hasta
ahora, como su relación y colaboración con los medios de comunicación, la evolución de
su ideología política y su activismo hasta casi la misma fecha de su fallecimiento, las obras
en las que desarrolló su particularísima teoría de la evolución de las especies a partir de la
combinación de poliedros, así como su pretensión de ser acogido ente la comunidad
científica. De igual manera se han desentrañado sus relaciones con la masonería y el
movimiento teosófíco y ahondado en la relación que mantuvo con personas importantes
para él, como Manuel Becerra, Eusebio Blasco, Eduardo Benot, Mario Roso de Luna,
Alejandro Lerroux, etc.
Tradicionalmente definido como ingeniero, inventor, político, matemático,
empresario o urbanista, he tratado de dilucidar la veracidad y la dimensión real de todos
esos aspectos y con ello contribuir también a dar respuesta a las hipótesis de partida.
En la primera de ellas planteaba que Arturo Soria había sido un personaje
destacado de la sociedad española de la época y que sus contribuciones al margen del
Arturo Soria y Mata. Una biografía
450
urbanismo habían sido también importantes, pero que no se habían llegado a valorar
porque habían sido poco estudiadas. Por lo expuesto a lo largo del trabajo, cabe aseverar
que, antes incluso de que expusiese sus rupturistas ideas sobre la ciudad, Arturo Soria ya
había llegado a alcanzar un papel relativamente importante en la sociedad española,
primero como político y posteriormente poniendo en funcionamiento con éxito empresas
vinculadas a sectores industriales innovadores. Además, otras de sus actividades al margen
de los negocios, como sus investigaciones geométricas o su producción escrita,
contribuyeron también a hacer de él una persona conocida en los círculos más progresistas
de la sociedad madrileña de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
En la siguiente hipótesis había planteado que el rol de Arturo Soria en primera
línea del escenario político durante el Sexenio Democrático se había truncado tras el
advenimiento de la Restauración y que la consolidación de ese régimen le había empujado
al abandono definitivo de la política. Hasta ahora era muy poco lo que se conocía sobre su
actividad política tras el golpe de Estado que había puesto fin a la Primera República. En la
tesis se han expuesto con detalle sus conexiones políticas y la evolución de su trayectoria
en el seno del dividido y multiforme republicanismo durante ese periodo, y se ha analizado
su colaboración con el lerrouxismo en las últimas décadas de su vida. Todo ello desmiente
su alejamiento total de la política tras el fin del Sexenio, si bien es cierto que tras dejar su
escaño de diputado en 1873 no volvió a ocupar ningún cargo político.
Por último sugería que sus ensayos sobre geometría y teoría evolutiva habían sido
un capítulo desconcertante de su vida, pero que fueron un reflejo de la influencia que
algunas tendencias de base espiritual, como la teosófica, tuvieron en la sociedad española
en la última década del siglo XIX y en las primeras del XX. Al estudio de la génesis de las
obras en las que Soria expuso sus investigaciones con poliedros regulares, así como sus
teorías geométrico-evolutivas le dedico un extenso capítulo de la tesis. En él analizo cómo
llegó a entrar en contacto con la doctrina teosófica y el giro que experimentaron sus obras a
partir de entonces. También he tratado de valorar el impacto real que esta doctrina tuvo en
la sociedad española del momento. Se describe el resurgimiento de los movimientos que en
la década de 1890 volvieron a buscar en el esoterismo y en la religión las respuestas que
consideraban que la ciencia no les había sido capaz de ofrecer, lo que motivó que, al igual
que en los países de nuestro entorno, una parte de la intelectualidad española también se
Conclusiones
451
viese inundada por una oleada de espiritualidad. Fue en ese contexto en el que Arturo Soria
plasmó su filosofía -o pseudofilosofía-, como señal de que también él había experimentado
ese cambio de mentalidad. Soria se vio muy influenciado por algunos de los contenidos de
la teosofía -corriente que, a pesar de lo anterior, no dejó de ser minoritaria en España- lo
que le hizo abandonar las raíces positivistas de su pensamiento, abrazar los influjos de la
filosofía pitagórica y convertir a la metafísica en la temática principal de sus escritos
posteriores.
En suma, esta tesis recoge el resultado de la investigación sobre la vida y la obra
de Arturo Soria y Mata en su conjunto. A lo largo de sus páginas he tratado de poner de
manifiesto las particularidades y los variados matices que caracterizaron una poliédrica
-pocas veces más oportuno el adjetivo- singladura vital, intensa y compleja, pero a la vez
rica y provechosa. Y con ello espero poder contribuir a un mejor conocimiento de su
persona.
Fuentes y bibliografía
455
1. FUENTES PRIMARIAS NO IMPRESAS
Archivo del Congreso de los Diputados (ACD)
Documentación electoral 72, nº 16. Credencial de Diputado de Arturo Soria y
Mata.
Documentación electoral: 103 nº 6. Credencial de Diputado de Benito Pérez
Galdós.
Archivo Diocesano de Madrid (ADM)
Libro de defunciones de la Iglesia de San Martín. Defunciones de 1834.
Libro de matrimonios de la Iglesia de San Martín. Matrimonios de 1836.
Expediente matrimonial de Eusebio Blasco y Soler con Mariana Paniagua y Mata,
1871.
Expediente matrimonial de Antonio de Ciria y Vinent con Julia Soria y Mata,
1871.
Libro 87 de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Martín. Folio 10. Acta de
bautismo de Luis Soria Hernández.
Libro 88 de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Martín. Folio 19 vto. Acta
de bautismo de Emilio Soria Hernández.
Libro 89 de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Martín. Folio 118 vto. Acta
de bautismo de Ángela Soria Hernández.
Libro 90 de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Martín. Folio 192. Acta de
bautismo de Arturo Soria Hernández.
Libro 91 de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Martín. Folio 84 vto. Acta
de bautismo de María del Carmen Soria Hernández.
Fuentes y bibliografía
456
Libro 92 de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Martín. Folio 19. Acta de
bautismo de Carlos Soria Hernández.
Archivo Diocesano de Tarazona
Tomo 2º de los Quinque Libri de Bijuesca. Fol. 183: Acta de bautismo de Josef
Joaquín Soria y Oliberos.
Archivo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Universidad Politécnica de Madrid
Libro de Actas 1861-1865.
Libro de Actas 1836-1853.
Archivo General de la Administración (AGA)
(04) Caja 24/14814. Compañía Madrileña de Urbanización.
(04) Caja 25/28533. Asuntos generales de la Compañía Madrileña de
Urbanización.
Archivo General Militar de Segovia (AGMS)
Expediente matrimonial de Carlos Bernaldo de Quirós y Carolina Arenas y Mata,
1858.
Archivo General del Ministerio de Justicia
Títulos nobiliarios. Conde de Zweveghen, Leg. 470, Exp. 4129. Partida de
matrimonio de Carlos Bernaldo de Quirós y Colón y Carolina Arenas y Mata.
Títulos nobiliarios. Conde de Zweveghen, Leg. 60, Exp. 422. Partida de defunción
de Carolina Arenas y Mata.
Archivo Histórico del Ayuntamiento de Barcelona
Fomento de Obras Públicas, Leg. 24. Exp. 1651: Expediente promovido por Julio
Vizcarrondo para que se autorice a la "Compañía Telefónica Internacional de
Fuentes y bibliografía
457
Bell" establecer una red telefónica municipal en esta ciudad bajo las condiciones
que propone.
Archivo Histórico del Instituto Geográfico Nacional (AHIGN)
EP-II-S4. Expediente personal de Arturo Soria Mata.
Archivo Histórico Militar de Madrid
Fondo Ministerio de la Guerra. Orden Público. Exp. 5898-2. Conspiración
Republicana Reformista de octubre de 1876.
Archivo Histórico Nacional (AHN)
CONSEJOS, 8986, A. 1861, Exp. 228. Real carta de sucesión en los títulos de
marqués de Monreal, con grandeza de España; marqués de Santiago y marqués de
Cimada a favor de don Carlos Bernaldo de Quirós y Colón, 7/12/1861.
CONSEJOS, 8987 A. 1871, Exp. 598. Sucesión en el título de marqués de
Cervera a Don Manuel de Ciria y Vinent.
FC_CAUSA_GENERAL,1526.Exp.3. Fol. 295.
FC_Exteriores. Condecoraciones,C-254. Exp. 2. Nombramiento de Arturo Soria y
Mata como Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica.
FC_Exteriores. Condecoraciones,C-291.Exp. 7: Luis Hernández Rubín Caballero
de la Orden de Isabel la Católica en 16-7-1891.
FC_Exteriores. Condecoraciones, C-292.Exp. 12: Luis Hernández Rubín
Comendador ordinario de la Orden de Isabel la Católica en 18-12-1893.
FC_Exteriores. Condecoraciones, C-293.Exp. 7: Luis Hernández Rubín
Comendador de número extraordinario de la Orden de Isabel la Católica en 15-7-
1895.
FC_Exteriores_PP,0989.Exp. 13041. Instancia de Arturo Soria al Ministro de
Estado, 13/2/1894.
Fuentes y bibliografía
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Ultramar,2455,Exp. 46. Expediente personal de Arturo Soria y Mata.
Universidades, 7132. Expediente para la expedición del título de bachiller de
Arturo Soria y Mata.
Universidades,7356,Exp.37. Expediente para la expedición del título de bachiller
de Luis Soria Hernández.
Universidades,7356,Exp.36. Expediente para la expedición del título de bachiller
de Arturo Soria Hernández.
Universidades,6204,Exp.21. Expediente académico de Carlos Soria Hernández,
alumno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central.
Archivo Histórico de la Oficina de Patentes y Marcas
Privilegio de introducción 5470.
Patentes de Invención 557, 1260, 1507, 3283, 4497, 29211, 30089, 38270, 39986,
50411, 65325, 65590, 69718, 88259, 91209 y 109974.
Archivo Histórico del Senado (AHS)
HIS-0933-06. Proyecto de Ley de concesión de un ferrocarril de Madrid a la
Necrópolis con un ramal a Fuencarral y otro a Pozuelo, 1892.
Expediente personal del Senador vitalicio Manuel Becerra y Bermúdez.
Expediente personal del Senador vitalicio Pedro Bernaldo de Quirós y Colón de
Larreátegui.
Expediente personal del Senador Arturo Soria y Hernández.
Archivo Histórico de Universidad Central. Universidad Complutense de Madrid
Expediente Escuela Preparatoria. 1848-1855.
Fuentes y bibliografía
459
Archivo Histórico de la Villa de Madrid (AHVM)
Defunciones 1864. Folio 424. Defunción de María del Carmen Mata Arenas.
Defunciones 1907. Defunción de Mariana Paniagua y Mata.
Defunciones 1913. Defunción de Julia Soria y Mata.
Hoja de servicios de José de Soria y Oliveros.
Partida de nacimiento de Arturo Soria y Mata.
Partida de nacimiento de Julia Soria y Mata.
Padrones municipales de Madrid. Años entre 1853 y 1879.
Libros de Actas de las sesiones del Ayuntamiento de Madrid. Diversas sesiones
entre los años 1873 y 1880.
Libros de Registro. Años comprendidos entre 1877 y 1882.
Archivo del Instituto de San Isidro
Expediente académico de Arturo Soria y Mata
Archivo Keller Soria (AKS)
Álbum de Origen poliédrico de las especies.
Carta de Manuel Treviño a Arturo Soria, 20/3/1895.
Carta de Manuel Treviño a Arturo Soria, 9/8/1901.
Carta de José Plana a Arturo Soria, 15/2/1902.
Carta de Viriato Díaz-Pérez a Arturo Soria, 11/2/1902.
Clientes o amigos de la CMU en América.
Fuentes y bibliografía
460
Compromiso de Emilio, Arturo, Carlos y María con su hermana Julia Soria
Hernández, 8/12/1931.
Documentos del Ministerio de Ultramar.
Lista de Distribución de Origen poliédrico de las especies.
Manuscrito de “Inauguración del Tranvía del Hipódromo", 10/5/1881.
Notas del Ateneo de Madrid, 12/12/1894 y 13/3/1895.
Nota de Manuel Treviño a Arturo Soria, 18/3/1895.
Póliza de crédito personal suscrito por Arturo Soria y Mata, 28/12/1916.
Protocolización de partición practicada al óbito de Julia Hernández Rubín
ocurrido en Madrid el 25/9/1944, 24/5/1949.
Testamento de Luis Hernández Rubín, 1903.
Testamento de Arturo Soria y Mata, 27/5/1918.
Recibos varios por entierro de Arturo Soria y Mata.
Escritura de ratificación y protocolización de las operaciones testamentarias de
Don Arturo Soria y Mata, 27/10/1922.
Archivo Parroquial de la Iglesia de San Ginés
Libro de matrimonios núm. 22. Folio 328 vto. Partida de matrimonio de Arturo
Soria y Mata y Julia Hernández Rubín, 1878.
Archivo Parroquial de la Iglesia de San Sebastián
Libro de matrimonios año 1872. Folio 177. Matrimonio de Eusebio Blasco con
Mariana Paniagua.
Fuentes y bibliografía
461
Archivo Parroquial de la Iglesia de Santiago y San Juan Bautista
Libro de Matrimonios secretos año 1853. Folio 43 vto. Matrimonio de Carlos
Bernaldo de Quirós con Carolina Arenas.
Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH)
PS-Madrid.Caja 225.Leg. 1741.Tomo 20.Fol. 185.
SE-Teosofía. Leg. 11.Exp. 530. Expediente personal de Arturo Soria y Mata.
SE-Teosofía.Leg. 13.Exp. 610. Expediente personal de Arturo Soria Hernández.
SE-Teosofía. Leg. 43.Exp. 2334. Expediente personal de Viriato Díaz-Pérez.
SE-Masoneria A.Leg.63.Exp. 25. Expediente personal de Carlos Soria Hernández.
TERMC. Expediente de Carlos Soria Hernández.
Colección George Collins de la Universidad de Harvard (CGC)
Carta de Arturo Soria y Espinosa a George R. Collins, 23/9/1960.
Carta de Arturo Soria y Puig a George R. Collins, 27/11/1982.
2. FUENTES PRIMARIAS IMPRESAS
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Diario Oficial de Avisos de Madrid, 24/10/1876, 30/5/1899, 1/4/1907.
Diario Oficial de Avisos de Madrid, 30/5/1899.
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 9/10/1872, 26/11/1872, 16/1/1873,
20/1/1873, 10/2/1873, 11/2/1873, 7/3/1873, 19/3/1873, 20/3/1873, 19/11/1873.
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ATENEO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO DE MADRID (1903): Lista de
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ATENEO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO DE MADRID (1909): Lista de
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Imprenta de la Compañía madrileña de Urbanización.
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COMPAÑÍA MADRILEÑA DE URBANIZACIÓN (1919): Reorganización y
Engrandecimiento de la Ciudad Lineal. Madrid, Imprenta de la Ciudad Lineal.
Fuentes y bibliografía
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Madrid, Imprenta de la Ciudad Lineal.
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Discursos leídos ante la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la
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Imprenta de la viuda e hijo de D. E. Aguado.
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presentada por el Consejo de Administración. Ejercicio de 1880.
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presentada por el Consejo de Administración. Ejercicio de 1884.
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Mercados. Extracto de las concesiones y ampliaciones otorgadas. Madrid, Imprenta
municipal.
3. PUBLICACIONES PERIÓDICAS
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Fuentes y bibliografía
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La Carcajada, 12/4/1872.
Casino de Madrid, diciembre, 2006.
La Ciudad Lineal, todos los números publicados entre 1897 y 1931.
El Clamor público, 20/11/1850.
Comptes rendus hebdomadaires des séances de L'Académie des Sciences, enero-junio
1895.
La Correspondencia de San Femando, 13/8/1896, 14/8/1896, 27/8/1896.
La Correspondencia de España, números diversos comprendidos entre 1860 y 1916.
La Correspondencia militar, 20/8/1898.
La Crónica, 14/3/1893.
El Demócrata, 11/6/1881.
El Día, 25/7/1886.
Diario de Cádiz, 1/7/1895, 2/7/1896, 2/8/1896.
La Dictadura, todos los números entre 1885 y 1896.
La Discusión, números diversos comprendidos entre 1868 y 1881.
Las Dominicales del libre pensamiento, 5/9/1886.
El Economista, 31/10/1914; 9/1/1915.
El Economista español, 6/2/1886.
La Época, números diversos comprendidos entre 1866 y 1907.
La Escuela moderna, 1/5/1902.
Fuentes y bibliografía
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La Esfera, 25/3/1915.
La España, 10/12/1850, 17/7/1866.
España Comercial, 3/9/1914; 24/9/1914; 15/1/1915.
La Esperanza, 10/12/1873.
El Financiero Hispano-Americano, 20/11/1914; 4/12/1914; 18/12/1914.
Gaceta de obras públicas, 10/2/1895.
Gaceta de los caminos de hierro, 24/10/1914.
Le Génie Civil, 1/8/1896.
El Globo, números diversos comprendidos entre 1878 y 1907.
Gran Vida, 1/7/1910.
El Heraldo de Madrid, números diversos comprendidos entre 1890 y 1913.
La Iberia, números diversos comprendidos entre 1869 y 1883.
El Ibérico, 5/9/1914.
La Idea, números diversos comprendidos entre 1910 y 1912.
La Ilustración, 21/8/1854.
La Ilustración española y americana, números diversos comprendidos entre 1871 y 1910.
La Ilustración financiera, 27/10/1914.
El Imparcial, números diversos comprendidos entre 1869 y 1915.
El Liberal, números diversos comprendidos entre 1878 y 1914.
Le Lotus Bleu, 27/9/1897.
Madrid Científico, números diversos comprendidos entre 1896 y 1898.
Fuentes y bibliografía
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El Mortero, 5/7/1897, 12/7/1897, 19/7/1897, 26/7/1897, 2/8/1897.
El Motín, números diversos comprendidos entre 1903 y 1921.
Mundo Gráfico, 22/5/1912, 12/2/1913, 17/12/1913, 10/6/1914, 14/7/1920, 31/10/1923.
La Nación, 12/1/1873.
La Naturaleza, 24/8/1893.
Los Negocios, 13/11/1914.
El Noticiero de Murcia, 27/11/1879.
Nuevo mundo, 25/7/1912.
El País, números diversos comprendidos entre 1895 y 1921.
Pro Patria, enero 1894, enero, 1895, junio 1895.
El Progreso, números diversos comprendidos entre 1881 y 1886. En su segunda etapa
todos los números publicados entre 1897 y 1898.
El Radical, 17/3/1913, 18/3/1913, 23/10/1913.
La República, 24/10/1884.
Revista de Catastro, 15/8/1870, 31/8/1870.
Revista de Economía y Hacienda, 5/10/1914; 17/10/191; 24/10/1914; 12/12/1914;
16/1/1915; 23/1/1915; 6/2/1915; 13/2/1915; 20/2/1915; 8/5/1915.
Fuentes y bibliografía
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Revista de Obras Públicas, 16/3/1905, 1/8/1924, marzo/1965, abril de 1970.
Revista de Telégrafos, 1/1/1865, 15/4/1864; 15/6/1864, 15/9/1864, 15/11/1864, 1/1/1878,
1/12/1879, 1/3/1880.
El Siglo Futuro, números diversos comprendidos entre 1876 y 1895.
El Siglo Médico, 8/12/1895.
Sophia, todos los números publicados entre 1893 y 1913.
Vida Nueva, 12/6/1898, 19/6/1898, 26/6/1898, 3/7/1898, 10/7/1898, 17/7/1898, 24/7/1898,
31/7/1898, 7/8/1898, 14/8/1898.
4. MEMORIAS Y AUTOBIOGRAFÍAS
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ECHEGARAY, J. (1917c): Recuerdos III. Madrid, Ruiz Hermanos Editores.
ESTÉVANEZ, N. (1903): Fragmentos de mis memorias. Madrid, Establecimiento
Tipográfíco de los Hijos de R. Álvarez.
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5. PUBLICÍSTICA
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SORIA ET MATA, A. (1900): Fondation d'une Ecole Pythagoricienne a Madrid. Madrid,
Imprenta de la Compañía Madrileña de Urbanización
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Fuentes y bibliografía
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Blog dedicado a los Palacetes, palacios, casas palacio y hoteles que perduran en la
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PERIS TORNER, J.: Ferrocarriles de España
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Historia de los ferrocarriles de vía ancha, vía estrecha, tranvías, empresas,
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Rama Arjuna de la Sociedad Teosófica Española
<http://arjunabarcelona.com>
REAL SOCIEDAD MATEMÁTICA ESPAÑOLA: DivulgaMat
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Centro virtual de divulgación de las matemáticas.
SÁNCHEZ, D.: Un paseo por la Ciudad Lineal
<http://laciudadlineal.blogspot.com.es>
Villas y hoteles que existieron y existen en la Ciudad Lineal de Madrid.
TARTAJO, J.A.: Madrid, Transportes Urbanos
<http://electrovia.blogspot.com.es>
Investigación de la historia de los transportes urbanos de superficie de Madrid:
Ómnibus, tranvías, autobuses, trolebuses.