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Caracterización y propuesta de tratamientos selvícolas para las masas de monteverde de
la Comarca de Acentejo y La Orotava (Santa Cruz de Tenerife)
MEDINA FERNÁNDEZ, S.1, SERRADA HIERRO, R.
2, y GIL MUÑOZ, P.
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1 Sociedad Española de Ciencias Forestales. [email protected] 2 Sociedad Española de Ciencias Forestales. [email protected]. 3 Jefe de Sección de Gestión Forestal. Servicio Técnico Forestal. Área de Medio Ambiente y Paisaje. Excmo. Cabildo
Insular de Tenerife. C/ Las Macetas, s/n, Los Majuelos. 38108. Santa Cruz de Tenerife. [email protected].
Resumen
La aplicación de continuas cortas a hecho en las formaciones de monteverde del norte de la
isla de Tenerife ha favorecido la aparición de formaciones regresivas dominadas por aquellas
especies de temperamento más intolerante y modificado su estructura predominando en la
actualidad una fisionomía de monte bajo. El abandono de este tipo de tratamientos genera
nuevos problemas, semejantes a los de los montes bajos mediterráneos. Todo ello conduce a
la necesidad de aplicar tratamientos selvícolas para garantizar la persistencia y estabilidad de
estas masas. No obstante, la heterogeneidad de las formaciones de monteverde desaconseja la
aplicación de un tratamiento común aun cuando la composición específica sea la misma. Por
ello, y tomando como base la propuesta de tipificación de los tallares de monteverde realizada
con anterioridad se procede a inventariar 314 parcelas distribuidas aleatoriamente sobre
1.383,61 ha con vistas a recabar información suficiente para tipificar la masa en función de
sus características selvícolas y dasométricas. Este trabajo de campo permite modelizar la
masa y definir el tratamiento más adecuado para cada una de las tipologías definidas así como
la posible apertura de nuevas líneas de investigación.
Palabras clave Tenerife, monteverde, tipologías, selvicultura, inventario.
1. Introducción
Si bien la gran abundancia de trabajos botánicos y fitosociológicos pueden llegar a
dificultar una visión sintética del término monteverde, podríamos decir que bajo esta
denominación se incluyen las dos formaciones vegetales típicas canarias de tendencias
mesófilas: la laurisilva y el fayal-brezal.
Ambas formaciones no presentan una banda de separación neta en el espacio (si bien el
fayal-brezal es más eurioico), poseen una variada tipología con un alto grado de variabilidad
interna y todas las especies arbóreas integrantes tienen la capacidad de brotar bien de cepa.
Esta capacidad de brotación ha sido ampliamente utilizada por el hombre durante siglos
intensificándose desde la conquista de la isla en 1496 la regresión y alteración antrópica de
los ecosistemas canarios mediante la corta de productos destinados a la industria azucarera,
construcción de casas y navíos, productos para la agricultura, etc.
La aplicación de continuas cortas a hecho ha favorecido, por un lado, la aparición de
formaciones regresivas dominadas por aquellas especies más intolerantes o heliófilas (brezos,
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fayas y acebiños), características de las primeras etapas de la sucesión, hecho que disminuye
notablemente la biodiversidad de la zona y por otro, ha modificado su estructura, presentando
actualmente una fisionomía de monte bajo.
Paradójicamente, el abandono de este tipo de cortas por disminución de la demanda de
productos y/o por imperativo legal da lugar a nuevos problemas generalmente
interrelacionados y semejantes a los de los montes bajos mediterráneos.
2. Objetivos
Todo lo comentado anteriormente conduce a la necesidad de aplicar tratamientos
selvícolas que, mediante la disminución gradual de la espesura (MEDINA, 2010):
• Garanticen la persistencia y estabilidad de estas masas.
• Sean acordes con la multifuncionalidad que estos montes ofrecen y que la sociedad
demanda.
Como paso previo, y considerando la enorme heterogeneidad de las formaciones de
monteverde, se procederá a la tipificación de dichas masas tomando como referencia la
propuesta de caracterización previa llevada a cabo por SERRADA (2002) basada en
parámetros dasométricos y selvícolas tales como la composición especifica, el porte, la
espesura, etc. de manera que la superficie objeto de estudio pueda ser dividida en “bloques”
de vegetación con características más ó menos homogéneas a las que se les pueda aplicar un
tratamiento común, si bien, la propuesta de tratamiento se particularizara a nivel de rodal.
3. Metodología
La zona objeto de estudio se encuentra en el norte de la isla de Tenerife, extendiéndose
en dirección NE-SO desde los municipios de Tacoronte hasta La Orotava. Comprende los
montes de Agua García y Cerro del Lomo (M.U.P. nº 20), El Sauzal (M.U.P. nº 19), Pozo del
Horno (M.U.P. nº 16), Montes de La Victoria (M.U.P. nº 17), Las Canales (M.U.P. nº 18) y
Mamio Leres y Monteverde (M.U.P. nº 22). La superficie total es de 4.320, 42 ha, si bien el
área ocupada por el monteverde (superficie de estudio) queda reducida a 2.173,63 ha.
Se trata de una zona con un alto valor ecológico tanto por albergar una muestra
representativa de los principales sistemas naturales (brezales secos macaronésicos, bosques de
laureles macaronesiano -ambos considerados hábitats prioritarios de interés comunitario- y
pinares macaronésicos endémicos) así como por constituir el hábitat de animales y vegetales
catalogados como especies amenazadas y de diversos endemismos. Es por esto que todo el
área de estudio se encuentra incluida o alberga distintos espacios protegidos como los Paisajes
Protegido de Las Lagunetas y La Resbala, La Reserva Natural Especial de Las Palomas, La
Reserva Natural Integral de Pinoleris y parte del Parque Natural de Corona Forestal.
En cuanto al estado natural la zona se caracteriza por su compleja orografía con
orientaciones en todas las direcciones de la rosa de los vientos, con pendientes muy variables
que frecuentemente superan el 100 %, en general con aumentos a medida que nos
desplazamos de este a oeste y de norte a sur y con altitudes comprendidas entre los 600 y
1.400 metros, alcanzando ocasionalmente una cota máxima de 1.750 metros.
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La temperatura media anual se sitúa en torno a los 14º C con máximas y mínimas
absolutas de 39 y -0,6 º C respectivamente. Las precipitaciones son muy variables, con
precipitaciones medias anuales en torno a los 740 mm y máximas en invierno (336 mm).
Siguiendo la clasificación bioclimática de Rivas y Martínez (2004) la zona se situaría dentro
de la región macaronésica, piso bioclimático termo-mesomediterráneo, con un grado de
humedad (ombroclima) subhúmedo-húmedo.
En cuanto a las características edáficas se trata de suelos de textura franca, bastante
permeables, fuertemente humíferos proporcionando un humus en el horizonte superficial tipo
mull forestal. Atendiendo a su reacción, los suelos se pueden clasificar como de moderada a
fuertemente ácidos. Están bien provistos de N y P y son muy deficientes en K (GANDULLO
et al., 1991).
Así mismo, dentro del área de estudio se han identificado 146 especies de plantas
superiores (agrupadas en 46 familias, de las que 84 son endemismos canarios -20 exclusivos
de Tenerife-, 25 endemismos macaronésicos y el resto son especies de amplia distribución),
25 especies de Pteridofitos (13 familias) y 70 especies de briofitos (30 familias) (CEBALLOS
y ORTUÑO, 1951; DEL ARCO et al., 2005).
3.1. Fase de Estratificación
La variedad de tipologías de las formaciones de monteverde, consecuencia directa de su
tratamiento e historia así como de su ubicación espacial, requiere la diferenciación de
porciones homogéneas con el fin de, por un lado, diseñar un inventario acorde a las
características de la masa (distinguiendo aquellas zonas que, por sus características, van a
necesitar mayor o menor número de parcelas para caracterizarlas), y por otro, proponer
alternativas selvícolas para cada tipo definido.
Tradicionalmente, previo al inventario, se divide la superficie objeto de estudio en
unidades homogéneas (cuarteles de inventario, cantones y/ó estratos), en las que,
posteriormente, tras el diseño de un inventario adecuado a las características de la masa, se
distribuyen las unidades muestrales (parcelas de inventario) de forma aleatoria ó de manera
sistemática mediante una malla, generalmente cuadrangular.
Siguiendo las Instrucciones Generales para la Ordenación de Montes Arbolados (1970),
los cantones (en este caso se ha usado el término estrato pues al no tratarse de una ordenación
y no haberse dividido la superficie previamente en cuarteles no parece oportuno usar la
denominación de cantón, si bien un estrato puede estar constituido por un solo cantón ó varios
y los criterios de diferenciación son muy similares) se delimitan tras un detenido análisis
sobre el terreno, apoyado por el análisis de las fotografías aéreas disponibles, buscando
límites claros (accidentes del terreno, caminos, etc.) y procurando diferencias mínimas de
cota, tratando que la calidad de estación sea lo más homogénea posible dentro del cantón. No
importa la heterogeneidad en cuanto a especies, edades y espesuras, que en todo caso,
servirán para distinguir rodales dentro del cantón.
Si bien este aspecto ha sido considerado a la hora de estratificar la masa, la
particularidad de las formaciones de monteverde exige un tratamiento singular que responda a
su elevada heterogeneidad. Por esta razón, a la hora de estratificar también se ha considerado
la composición específica dividiendo la zona de estudio en dos grandes bloques de
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vegetación, monteverde y pinar de Pinus canariensis con sotobosque de monteverde,
clasificación que aumentará tras el inventario. Así mismo, las formaciones de monteverde, se
han dividido por el porte ó altura de la masa, distinguiéndose entre formaciones arbustivas
(altura menor de cuatro metros) y arbóreas. Dentro de esta división y en los casos en los que
ha sido posible establecer una división clara, las diferencias de pendiente y de orientación
(parámetros fisiográficos) también han sido utilizadas en la estratificación de la masa.
3.2. Fase de Inventario
El objetivo del inventario forestal es conocer una serie de parámetros cuantitativos de la
cubierta forestal a nivel del estrato, que permitan: describir la situación del monte
(informando sobre su estado y la dinámica de la cubierta arbolada), determinar la estructura
de la masa y caracterizar la zona objeto de estudio, estableciendo los límites de los rodales
(unidad de actuación) en función de su espesura, composición específica, porte y forma
fundamental de masa.
No obstante, hay que considerar que no todos los aspectos cuantificables de la cubierta
forestal deben ser medidos, pues esta fase es la más costosa, tanto en términos económicos
como de tiempo. Ante esto, cabe plantearse la siguiente cuestión ¿Qué aspectos y resultados
del inventario son realmente necesarios para planificar la gestión? La respuesta parece clara,
habrá que evaluar aquellos parámetros que nos informen sobre la espesura de la masa y/o que
permitan el cálculo de índices para cuantificar dicha espesura. Esta condición la cumplen los
siguientes parámetros dasométricos: densidad de cepas, densidad de pies y su distribución por
clases diamétricas, que nos permitirán el cálculo del área basimétrica. Lo anterior junto con la
altura dominante permitirán determinar el índice de Hart, tanto de pies como de cepas,
suponiendo, una distribución tipo de los pies en el espacio. Ambos índices, y tal y como se
describirá posteriormente, nos permitirán comparar la espesura de los distintos rodales dentro
de un estrato y, establecer una clasificación de su composición específica y forma
fundamental de masa con vistas a establecer prioridades de actuación.
Dada la heterogeneidad de la superficie objeto de estudio, y tras dividir la superficie en
estratos, se opta por realizar un muestreo estratificado. El reparto de las parcelas entre los
diferentes estratos se realiza mediante una afijación arbitraria o subjetiva de forma que se
asignan mayor número de parcelas a aquellas zonas que interesa conocer mejor. Su aplicación
requiere conocer bien la superficie objeto de estudio, lo cual ya se ha hecho durante la fase de
estratificación, en la cual se han identificado aquellas zonas en las que previsiblemente será
necesario la aplicación de tratamientos selvícolas (aunque la necesidad ó no será confirmada
por el inventario), y a las que se les asignara un mayor número de parcelas.
La elección más delicada ha sido la forma de distribuir las parcelas dentro de cada
estrato. Generalmente, en un muestreo estratificado, lo común es distribuir las parcelas de
manera sistemática mediante un sistema rígido, en el que cada una de las parcelas de
inventario se sitúa en los vértices de una malla que se superpone sobre el plano del monte, con
el objetivo de cubrir uniformemente la superficie. Sin embargo, en este caso, la rigidez del
sistema constituía un inconveniente, por lo que se opta por distribuir las parcelas de manera
aleatoria dentro de cada estrato. Este sistema, dista mucho de ser perfecto, pues presenta
distintos inconvenientes, pero en este caso se ha considerado el más adecuado.
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El primer inconveniente que encontramos es cómo distribuir las parcelas, de manera que
se repartan al azar y cubran toda la superficie. Para solventar este problema se ha usado la
herramienta sampling tools de arc-view 3.2 que, en función del número de parcelas asignado a
cada estrato, las distribuye aleatoriamente por toda la superficie.
El segundo inconveniente es que se complica la localización de cada una de las
parcelas. Cuando estas se distribuyen de manera sistemática, una vez localizada la primera, y
en función del lado de malla, solo hay que recorrer esa distancia y llegamos a la siguiente. Sin
embargo, dada la elevada densidad de estas masas, resulta prácticamente imposible avanzar
en línea recta por lo que, la ventaja de los muestreos sistemáticos a la hora de localizar las
parcelas queda anulada en estas masas. Por esto, hay que apoyarse en las pistas existentes
para poder desplazarse, y localizar las parcelas con el auxilio de un GPS. Aquí, surge otro
inconveniente que conduce a la elección de las distribución aleatoria de las parcelas: la
precisión de las localizaciones con el GPS viene determinada a través del PDOP (position
dilution of precisión), de manera que, cuando este parámetro toma valores por debajo de tres,
la precisión de la localización es buena. Sin embargo, en numerosas ocasiones los valores se
sitúan entre tres y cinco, de manera que entre la posición dada por el GPS y la situación real
de la parcela pueden existir varios metros de diferencia. Esta diferencia, se cree, que no
supone ningún inconveniente al repartir las parcelas de manera aleatoria pues la condición de
aleatoriedad sigue cumpliéndose. Sin embargo, si se distribuyesen las parcelas mediante una
malla cuadrangular, se piensa que se incurriría en un error sistemático.
El tercer inconveniente es que distribuyendo las parcelas de manera sistemática se
comete un error menor. Sin embargo, dado que se trata de caracterizar y proponer alternativas
selvícolas, no se nos exige un error máximo admisible como podría ser el caso de un
inventario para una ordenación.
En cuanto a la forma y tamaño de las parcelas se opta por realizar parcelas circulares
atendiendo a la facilidad de replanteo y un radio de 5 m considerando los valores obtenidos en
un inventario previo realizado en los montes de Agua García y Cerro del Lomo y Las Canales
donde se estimaron densidades superiores a los 30.000 pies/ha.
En la Tabla 1 se muestra la superficie real ocupada por el monteverde (incluyendo la
superficie de pinar con sotobosque de monteverde y las formaciones arbustivas), la superficie
inventariada (se excluyen del inventario los pinares con sotobosque de monteverde salvo
aquellas zonas que en el Mapa de Vegetación de Canarias (DEL ARCO et al., 2006) aparecen
denominadas como Fayal-brezal con pinos, las formaciones arbustivas de monteverde y
aquellas zonas inaccesibles por las condiciones fisiográficas), el tamaño de la muestra así
como la intensidad aproximada del muestreo (superficie inventariada/nº de parcelas) para
cada uno de los montes estudiados. El número de parcelas entre paréntesis indica la cantidad
de parcelas a las que se ha podido acceder. La intensidad del muestreo fue calculada
atendiendo al número de parcelas a las que se pudo acceder.
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Tabla 1. Tamaño y distribución de la muestra
Monte SMONTEVERDE(ha) SINVENTARIADA (ha) Nº de parcelas Intensidad de Muestreo
Mamio, Leres y Monteverde 755,52 520,35 139 (134) 1 parc. / 3,88ha
Las Canales 479,68 338,76 53(48) 1 parc./7,06 ha
La Victoria 97,11 51,64 13 1 parc./3,97 ha
Pozo del Horno 167,19 86,20 21 1 parc./4,10 ha
El Sauzal 403,14 227,60 50 1 parc./4,55 ha
Agua García y Cerro del Lomo 270,99 159,06 38 1 parc./4,18 ha
Total 2.173,63 1.383,61 314 (304) 1 parc./4,54 ha
Así mismo, dentro de cada monte, la intensidad del muestreo es muy variable entre los
distintos estratos. Esto se debe a que se ha asignado un mayor número de parcelas a aquellos
estratos donde la pendiente permitiría, en el caso de ser necesario, aplicar algún tratamiento.
Los estratos con menor número de parcelas son aquellos donde las pendientes medias
son superiores al 50 - 60 %, pues la prudencia aconseja no llevar a cabo ningún tipo de
tratamiento tratando de prevenir procesos erosivos. También tienen menor intensidad de
muestreo aquellas superficies constituidas por pinares de Pinus canariensis con sotobosque
de Monteverde, pues no son objeto de este trabajo. En estos casos, la finalidad del inventario
es permitir la caracterización de la masa, para lo cual es suficiente con un bajo número de
parcelas.
Los estratos sin inventario son aquellos constituidos por:
Formaciones arbustivas: no es necesario conocer su estructura para la propuesta de
tratamiento pues habrá que dejar que evolucionen y a lo sumo, crear estructuras
perimetrales desde el punto de vista de la prevención de incendios. Además, su
caracterización puede realizarse de manera visual.
Los pinares de Pinus radiata, pues no son objeto de este trabajo.
Zonas de compleja fisiografía, con pendientes muy elevadas (superiores al 100 %) y
abrupta orografía, donde ha resultado imposible acceder.
Para este inventario, el estadillo de campo se ha dividido en tres secciones:
Bloque de Datos de Control: se incluye el nombre del monte, el número de rodal, el
número de parcela, la fecha, así como la hora de comienzo y finalización de replanteo de
la parcela.
Bloque de Parámetros Complementarios constituido por características relacionadas con
la fisiografía (altitud expresada en metros, pendiente media, expresada en % y exposición)
y el estado selvícola de la masa (Fcc como índice de espesura, evaluación que se hizo de
forma visual, tratamiento y observaciones, donde se incluía el estado fitosanitario).
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El bloque de Dendrometría dividido en:
Una sección donde se contabiliza el número de pies, especificando la especie y si es
chirpial ó brinzal.
Una sección donde se recogen datos de una cepa y un brinzal muestra de cada especie:
Los datos para cada cepa muestra son: número de pies por cepa agrupados en clases
diamétricas de 2 cm, siendo la primera de 0-2 cm, la altura del pie más alto de la cepa,
estado de la cepa y sociología (dominada ó dominante). Los datos para un brinzal son:
clase diamétrica a la que pertenece siendo la primera de 0-2 cm, altura, estado y
sociología.
Una sección dedicada al regenerado, donde se incluye la especie, el origen (semilla ó
brote), porcentaje de la superficie que ocupa y su altura en metros, considerándose
regenerado cuando su altura es inferior a 1,5 m.
Una sección donde se incluyen las especies acompañantes, indicando la especie, su
cobertura (porcentaje del suelo que ocupan), y su altura en metros.
3.3. Fase de procesado de datos. Organización selvícola de los montes
3.3.1. Tipologías de rodal.
Los tipos de rodal definidos se basan en la propuesta de Tipificación de los tallares de
monteverde realizada por SERRADA (2002). En el citado texto se indica que los criterios que
debe incorporar una clave de tipificación del monteverde, en general y de sus tallares en
particular, a efectos de proponer alternativas selvícolas para cada tipo definido son,
enumerados independientemente, los siguientes:
Composición específica:
- Una masa será calificada como brezal cuando más del 80 % de su área basimétrica
corresponda a brezos.
- Como fayal cuando más del 80 % de su área basimétrica corresponda a fayas.
- Como fayal-brezal cuando más del 80 % de su área basimétrica corresponda a brezos y
fayas.
- Como laurisilva de transición cuando más del 20 % de su área basimétrica corresponda a
acebiños, follaos, laureles u otros planifolios.
- Como laurisilva cuando más del 40 % de su área basimétrica corresponda a acebiños,
follaos, laureles y otros planifolios.
Porte:
- Una masa será calificada como arbórea cuando ha superado los 4 metros de altura media.
- Como arbustiva cuando no ha superado los 4 metros de altura media. Dentro de estas se
distingue, en los casos en que fue posible, entre:
Masa arbustiva estacional: cuando los pies que la forman tienen una edad claramente superior
a 10 años y su limitado desarrollo se debe a alguna causa estacional.
Masa arbustiva joven: no ha alcanzado los 4 metros al haber sido cortada recientemente, hace
menos de 10 años.
Origen de los pies:
Con este criterio se trata de identificar en la masa estudiada si los pies que la constituyen
proceden de brotes de cepa (chirpiales) o tienen su origen en semilla (brinzales).
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- Una masa será calificada como monte alto cuando más del 70 % de sus pies sean brinzales,
lo que se valorara a través del área basimétrica.
- Como monte bajo cuando más del 70 % de sus pies sean chirpiales, lo que se valorara a
través del área basimétrica.
- Como fustal sobre cepa cuando más del 70 % de sus pies sean chirpiales de más de 20 cm.
de diámetro normal, lo que se valorara a través del área basimétrica.
- Como monte medio cuando no se cumplen las condiciones anteriores.
Espesura:
La valoración de la espesura será diferente según nos estemos refiriendo a formaciones
arbóreas ó arbustivas.
Formaciones arbóreas:
- Una masa será calificada como de alta espesura cuando el índice de Hart referido a cepas
sea inferior al 25 % y su área basimétrica sea superior a 50 m2/ha, valorada con diámetro
mínimo inventariable a partir de 2 cm.
- Como de espesura media cuando el índice de Hart referido a cepas sea inferior al 35 % y
superior al 25 % y su área basimétrica este comprendida entre 50 y 30 m2/ha, valorada con
diámetro mínimo inventariable a partir de 2 cm.
- Como de espesura baja cuando su índice de Hart referido a cepas sea superior a 35 % y su
área basimétrica inferior a 30 m2/ha.
Formaciones arbustivas:
- Una masa será calificada como de alta espesura cuando su fracción de cabida cubierta sea
superior al 80 %.
- Como de espesura media cuando su fracción de cabida cubierta sea inferior al 80 % y
superior al 50 %.
- Como de baja espesura cuando su fracción de cabida cubierta sea inferior al 50 %.
Como conclusión, el autor de la propuesta señala que la clave general de tipificación resulta
de las combinaciones de todos los criterios. No obstante, resume y enumera los tipos que
supone más frecuentes, con vistas a comentar sus posibles tratamientos. Al objeto de facilitar
su interpretación cartográfica se ha optado por dividir cada tipo en subtipos en función de su
espesura.
Tipo 1: Brezales, fayales ó fayales-brezales, arbustivos no estacionales, de monte
bajo: 1.1.Espesura baja. 1.2. Espesura media ó alta.
Tipo 2: Brezales, fayales ó fayales-brezales, arbustivos estacionales, de monte bajo y
cualquier espesura.
Tipo 3: Brezales, fayales ó fayales-brezales arbóreos, de monte alto, medio ó fustales
sobre cepa: 3.1. Espesura baja, 3.2. Espesura Media, 3.3. Espesura alta
Tipo 4: Brezales, fayales ó fayales –brezales arbóreos, de monte bajo: 4.1. Espesura
baja, 4.2. Espesura Media, 4.3. Espesura alta
Tipo 5: Laurisilvas de transición y laurisilvas, arbustivas no estacionales, de monte
bajo y cualquier espesura. El autor ya indica que no cree que esta situación se dé en la
actualidad y los resultados del estudio lo confirman. No obstante, puede que un tipo
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similar, con forma fundamental de monte alto ó medio, sea el que constituya el
sotobosque de los pinares de Pinus radiata
Tipo 6: Laurisilvas de transición y laurisilvas, arbóreas, de monte alto ó medio ó de
fustal sobre cepa: 6.1. Espesura baja, 6.2. Espesura Media, 6.3. Espesura alta
Tipo 7: Laurisilvas de transición y laurisilvas, arbóreas, de monte bajo: 7.1. Espesura
baja, 7.2. Espesura Media, 7.3. Espesura alta
Si bien el objeto de este trabajo son las formaciones de monteverde, no es raro
encontrar dentro de su área potencial zonas con una alta densidad de ejemplares de pino
canario, donde esta especie se convierte en dominante. Al objeto de caracterizar esta
superficie, se introduce un nuevo tipo:
Tipo 8: Pinar de Pinus canariensis con sotobosque de monteverde cuando el Área
basimétrica del pino sea más del doble que la del monteverde. A la hora de clasificar
el sotobosque se sigue la anterior clasificación.
Referente a este tipo hay que matizar que:
- La superficie ocupada por esta tipología es mucho mayor que la expresada en este trabajo.
- Los valores referentes a las densidades y áreas basimétricas del pinar deben tomarse con
cierta cautela considerándolos como una estimación pues, como ya se ha indicado, es
necesario que al menos entren 15 pies mayores por parcela, lo que no siempre ocurría con el
radio de parcela utilizado. Este problema, pudo ser solucionado mediante la utilización de
parcelas concéntricas, sin embargo, dado la dificultad de replanteo (en la mayoría de los casos
esta tipología aparece en zonas con pendientes superiores al 100%) y que, como se viene
reiterando, el objeto de este trabajo son exclusivamente las formaciones de monteverde se
decidió no llevarla a cabo.
3.3.2. Organización selvícola de los montes
Tras el inventario y el análisis de los datos recogidos en el mismo, la superficie objeto
de estudio queda dividida en 60 rodales. Para cada rodal definido se recopila información
referente a su tipología (según la clasificación indicada), sus límites, su cabida, datos
fisiográficos como la altitud, orientación, geomorfología (cresta, ladera, o valle que influyen
en el grado de evolución del suelo y por tanto en el tipo de vegetación presente) y
profundidad del suelo (evaluación que se hizo de manera visual).
Un apartado denominado datos de interés donde se indican los diámetros y alturas
medias y dominantes tanto por especie como los valores medios del rodal, índice de Hart
(cepas y pies totales), fracción de cabida cubierta y regeneración.
En el apartado definido como estructura de la masa se recogen valores medios de la
masa como las densidades de cepas, pies por cepa, pies aislados (brinzales) y valores totales,
todos ellos referidos a la hectárea. Así mismo, para cada especie presente en el rodal se
calculan las densidades y áreas basimétricas por hectárea de brinzales, chirpiales y totales
distribuidas por clases diamétricas.
Para concluir el apeo de cada rodal definido se presenta el apartado denominado otros
datos de interés indicándose si han existido tratamientos recientes (en los últimos 20 años) o
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la presencia de bosquetes (superficie igual o inferior a 0,5 ha) con tipología distinta al rodal
donde se incluyen así como un apartado final indicando la propuesta de tratamiento que se
considera adecuada.
4. Resultados
En la Tabla 2 se recoge la superficie ocupada por cada tipología, el porcentaje sobre el
total de la superficie inventariada y la superficie sobre la que se propone actuar, indicándose
entre paréntesis la superficie donde se considera que la necesidad de actuación es prioritaria
atendiendo tanto al estado de la masa como a la ubicación espacial del rodal, considerando su
proximidad a entornos urbanos y/o carreteras y pistas forestales altamente transitadas, y
pensando en la prevención de incendios.
Tabla 2. Superficie ocupada por cada tipología
Tipologia Superficie (ha) Porcentaje sobre el total(%) Superficie a tratar (ha)
Tipo 1 60,71 4,39 0,00
Tipo 2 14,30 1,03 0,00
Tipo 3 6,16 0,44 0,00
Tipo 4 379,97 27,45 259,53; (160,65)
Tipo 5 0,00 0,00 0,00
Tipo 6 317,64 22,96 125,52; (66,41)
Tipo 7 457,81 33,09 457,51; (403,33)
Tipo 8 147,02 10,64 4,81
Figura 1.- Izquierda, masa del tipo 4, derecha del tipo 7, ambas de alta espesura y requieren tratamiento prioritario.
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5. Discusión
5.1. Respecto a la propuesta de tratamiento
Si bien el resalveo de conversión se plantea en principio como la principal alternativa
de gestión para muchas de las masas de monteverde con forma fundamental de monte bajo, es
necesario considerar que todas las propuestas de tratamiento de este trabajo se basan en
experiencias realizadas sobre quercíneas mediterráneas (principalmente encinas, rebollos y
quejigos, BRAVO et al. (2008)). Las diferencias de estación, de tratamiento (historia) y por
supuesto en la composición específica obligan a que los resultados de las experiencias en
estas especies, aunque muy valiosos, sean tomados con cierta cautela, sirviéndonos de
referencia y/o ser orientativos pero nunca asumirlos como directrices de obligado
cumplimiento.
Las experiencias realizadas en la Península por los autores citados indican que la
extracción más conveniente, en relación con el brote que puede ser inducido y la eficacia en la
reducción de la espesura, deben situarse entre el 50 -70 % de la densidad inicial (cortando por
lo bajo), limitándose a extraer como máximo el 50% del área basimétrica, peso a partir del
cual la cantidad de brotes emitidos experimenta un notable incremento.
En el caso que nos ocupa, si bien se ha tratado de que los pesos de las claras (resalveos)
se sitúen dentro de estos límites, son varios los ejemplos en los que la densidad que se
propone extraer supera el 70 % (eso sí, cortando por lo bajo), alcanzándose valores máximos
de entorno al 78% de la densidad inicial, equivaliendo a alrededor del 30 % del área
basimétrica total del rodal. Atendiendo al área basimétrica extraída, los mayores pesos se
sitúan en torno al 38% del área basimétrica total del rodal. De forma que los pesos de las
claras propuestos podrían clasificarse entre moderados (en función del área basimétrica
extraída) y fuertes (atendiendo a la densidad extraída). No obstante, y al tratarse de claras por
lo bajo, se cree que la brotación inducida no resultará excesiva al extraerse pies del estrato
dominado, por lo que “la puesta en luz” de los resalvos seleccionados no será demasiado
brusca. Esta es la razón por la que en algunos rodales se aconseja, y en tanto no se confirme lo
contrario, limitar la extracción de pies del estrato dominante, aun cuando estos se presenten
deformes, torcidos, puntisecos, etc. Si a esto le añadimos la ausencia de ganado (recuérdese
que peso de la clara y presencia de ganado deben considerarse de modo paralelo, pues será
este el principal medio para controlar el rebrote, si bien también podrá hacerse de manera
manual con motodesbrozadora) parece, que lo más prudente es mantener los pesos de clara
propuestos, aun cuando el área basimétrica extraída no sea demasiada elevada. Continuando
con este delicado tema de los pesos de clara propuestos, cabe añadir que, es posible, que en
próximas intervenciones los pesos de las claras puedan (¿deban?) variar en función de la
composición específica del rodal resalveado. En este sentido se cree que en aquellas
tipologías constituidas por especies más intolerantes (brezales, fayales y fayales-brezales) los
pesos de las claras propuestas deban ser menores buscando reducir la brotación. Una vez más
salen a la luz lo que podríamos denominar “lagunas de conocimiento”. En este trabajo, y en
tanto no se confirme lo contrario, los pesos propuestos vienen determinados exclusivamente
por las densidades iniciales de los rodales donde se puede y se propone actuar.
Un caso particular lo constituyen aquellos rodales caracterizados como de espesura
baja. En estos, aun cuando la competencia interna dentro de cada cepa pueda ser elevada, no
se propone intervenir en la mayor parte de los casos, al menos de momento, pues parece
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razonable concentrar todos los recursos económicos y medios materiales y humanos en zonas
clasificadas de alta espesura, señalados como rodales con prioridad alta de intervención.
Y para terminar con este apartado, parece oportuno hablar de las rotaciones. En el caso
de confirmarse la variación del peso de las claras en función del temperamento de las especies
implicadas (pesos menores en aquellas tipologías con especies más intolerantes), y asumiendo
un crecimiento más rápido de las especies de luz (lo que no es completamente cierto pues este
crecimiento es función de diversos factores – características fisiológicas y genéticas de cada
individuo y/o especie, factores referentes a la calidad de estación con crecimientos mayores
en estaciones de mejor calidad y la espesura en la que crece la masa-) parece razonable pensar
que dichas rotaciones deban ser menores en las formaciones de especies más intolerantes. En
este trabajo, mientras no se demuestre lo contrario, y considerando los pesos de clara
propuestos, parece conveniente que estén comprendidas entre los 5 y 10 años (DÍAZ, 2002;
SERRADA et al., 2005). Esta propuesta inicial se sustenta en el siguiente razonamiento: si
en las especies peninsulares las rotaciones recomendadas varían entre los 10-12 años para la
encina hasta los 20 años en el quejigo, y asumiendo que la paralización vegetativa en el clima
correspondiente al monteverde no es acentuada ó incluso es posible que no se produzca,
parece razonable pensar que estas formaciones crecerán “más rápido” y por lo tanto será
necesario intervenir antes. Obviamente, esta conclusión entra de lleno en el campo de la
especulación y deberá ser estudiada.
5.2. Respecto a la caracterización de los tipos de montes propuesta
Ya se ha comentado que esta propuesta de caracterización se sustenta en cuatro pilares
fundamentales (composición específica, porte, forma fundamental de masa y espesura,
evaluada esta a través del área basimétrica e índice de Hart entre cepas) cuyo conocimiento
resulta imprescindible en cualquier propuesta de tratamiento selvícola. Se cree, que la
aplicabilidad de esta caracterización reside por un lado, en su alto valor informativo (pues
expresa con muy pocas palabras la situación actual-real de la masa) y por otro, en su sencillez,
pues su utilización no requiere el cálculo de parámetros complejos. Todo esto conduce a que,
al menos de momento, no se crea conveniente su modificación, aunque sí parece oportuno
resaltar ciertos matices:
Respecto a la composición específica: se indicaba anteriormente que una masa sería
clasificada como Laurisilva de transición cuando más del 20% del área basimétrica estuviera
constituida por una mezcla de acebiños, follaos, laureles, etc. Ocasionalmente, en
determinados rodales ocurre que este porcentaje está representado por una única especie. Si
bien este “inconveniente” pudo haberse solventado con la inclusión de nuevos tipos (por
ejemplo Fayal brezal con acebiño) se ha decidido no introducir nuevas tipologías pues, al
menos a priori, y en tanto no se demuestre lo contrario con diversas experiencias que será
necesario realizar y que se indicaran posteriormente, el peso de las claras propuestas viene
determinado por la espesura inicial del rodal (obviamente siempre y cuando la pendiente lo
permita), no por el temperamento de las especies implicadas.
Respecto a la espesura: según la clasificación propuesta, la caracterización de la
espesura de un rodal se basa en dos parámetros ó índices: Área basimétrica e índice de Hart
entre cepas. Es frecuente que ambos índices no coincidan, expresando cada uno un modo de
valorar la espesura distinto, es decir, mientras que el área basimétrica indica un tipo, el índice
de Hart toma valores propios de una espesura mayor. Cuando esto ocurre, y al objeto de
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facilitar la caracterización y su representación cartográfica, se opta por dar prioridad a la
espesura expresada por el área basimétrica. No obstante, en aquellos rodales donde se produce
esta discrepancia se indica en el apartado Tipología (dentro del Apeo de Rodales). Atendiendo
a esta discrepancia y considerando: los datos recogidos en el trabajo de campo, que en la
Laurisilva de La Gomera (probablemente la que se encuentre en mejor estado de
conservación) las áreas basimétricas medias se sitúan en torno a los 34,6 m2/ha de modo que
GANDULLO et al., (1991), tras analizar 44 parcelas distribuidas entre las cinco islas
occidentales, concluyen que las áreas basimétricas medias se sitúan en torno a los 20,20
m2/ha, alcanzándose valores máximos de hasta 45,62 m
2/ha y siendo muy frecuentes valores
superiores a 30 m2/ha (eso sí, con diámetro mínimo inventariable de 5 cm) se podría plantear
la modificación de los valores de las áreas basimétricas propuestas en esta caracterización. De
forma que una masa seria calificada de espesura alta cuando su área basimétrica fuera mayor
de 35 m2/ha, de espesura media cuando su área basimétrica estuviera comprendida entre 20 y
35 m2/ha y de espesura baja cuando su área basimétrica fuera inferior a 20 m
2/ha,
permaneciendo los valores del índice de Hart iguales a los propuestos inicialmente.
No obstante, esta modificación no aumenta la amplitud informativa de la propuesta de
tipificación inicial ni explica todos los casos, por lo que no se cree oportuno llevarla a la
práctica. Además, puede ocurrir, que las diferencias en la clasificación de la espesura no se
deban a un error en la formulación de la caracterización sino a errores iniciales en el trabajo
de campo, donde se sobreestimasen las alturas (la alta densidad de estas masas impide la
utilización correcta del hipsómetro, pues resulta prácticamente imposible situarse a una
“distancia de escala” adecuada) lo que provocaría que, los valores del índice de Hart entre
cepas calculados fueran menores indicando espesuras mayores que las reales.
De las siete tipologías propuestas inicialmente, todas aparecen representadas en mayor ó
medida en la zona objeto de estudio, salvo el tipo 5 (Laurisilva de transición y laurisilvas,
arbustivas bajas y altas no estacionales, de monte bajo y espesura alta ó media) tipología de
la que el propio autor (SERRADA, 2002) decía “no creo que esta situación pueda aparecer en
la actualidad”.
Es reseñable la ausencia de rodales con forma fundamental de monte alto (salvo un
pequeño bosquete en el monte de Agua García y Cerro del Lomo) y de rodales clasificados
como fustales sobre cepa. Es muy probable que estos si aparezcan fuera del área de estudio
(Macizos de Anaga y Teno) donde las formaciones de monteverde hayan sido sometidas a
aprovechamientos menos intensos (CONDE, 2000).
5.3. Respecto de la necesidad de investigación
SERRADA (2002) propone abrir las siguientes líneas de investigación mediante la
instalación de parcelas permanentes de ensayo, en lo que el autor denomina “lagunas de
conocimiento”, y que han quedado claramente evidenciadas en las propuestas de tratamientos
de este trabajo. En este sentido, a lo largo de este estudio, se han indicado distintos rodales
adecuados para la instalación de parcelas de investigación en función de los tratamientos
propuestos. Las necesidades de investigación, confirmadas por el estudio realizado y con
antecedentes en otros estudios, pueden resumirse en los siguientes puntos:
Estudiar los pesos del resalveo adecuados en función del brote inducido, el crecimiento de
la masa reservada y su composición específica (SERRADA, 2011).
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Estudiar los pesos del resalveo adecuados para maximizar la precipitación horizontal
(SERRADA et al., 2005). Cabe añadir que estos pesos pueden (¿deben?) variar en función
de la composición específica pues, se ha demostrado que la eficiencia de captación por
impacto es mayor en las hojas aciculares, pues dicha eficiencia aumenta al disminuir el
diámetro del obstáculo. Así mismo, aunque la eficiencia de captación en hojas anchas
lanceoladas es más baja, su estructura favorece el flujo sobre su superficie de la humedad
captada.
Estudio de las rotaciones en función de las especies afectadas y del peso del resalveo
(SERRADA, 2002).
Ensayos sobre la desvitalización de cepas.
Determinación del efecto de la época de resalveo sobre la emisión de brotes.
Comprobación sobre procedimientos que favorezcan la descomposición natural de los
despojos producidos por el resalveo o su posible aplicación energética.
Comprobación de la capacidad germinativa de las semillas de las distintas especies
integrantes del monteverde.
Estudio de la época adecuada, con qué frecuencia y durante cuánto tiempo es necesario
controlar el rebrote inducido por los resalveos.
Estudio de la influencia de las claras sobre la composición florística y sobre la avifauna.
Esta línea de investigación puede y debe establecerse de manera conjunta entre
selvicultores, zoólogos, botánicos, etc.
6. Conclusiones
La caracterización propuesta por SERRADA (2002) puede aceptarse como válida
dentro del área de estudio, e incluso hacerse extensible a otras formaciones de
monteverde atendiendo a su amplitud informativa, su relativa facilidad de aplicación y
su capacidad para facilitar la propuesta de tratamientos en masas caracterizadas por su
alto grado de variabilidad interna.
La ausencia de experiencias previas en relación al resalveo de conversión en las
formaciones de monteverde y el desconocimiento de la respuesta de la masa ha dichas
intervenciones, obliga a limitar el peso de las claras y restringir la corta de pies del
estrato dominante, aun cuando estos se presenten deformes, torcidos, puntisecos, etc.
Destaca la escasa diversidad específica de los montes objeto de estudio con
dominancia, tanto en superficie ocupada como en densidad, de las especies de
temperamento más robusto (especies de luz): brezo, faya y acebiño. Ausencia total de
Ocotea foetens (til) y Apollonias barbujana (barbusano).
A escala monte, la presencia-ausencia de una determinada especie viene condicionada
por el grado de evolución del suelo (puede que también influyan los tratamientos
anteriores) no por la orientación ni por la fisiografía.
Respecto al regenerado, dominancia de las especies de temperamento delicado o
especies de sombra. Ausencia casi total de regenerado de las especies de
temperamento más robusto (brezos y fayas).
Parece necesario la apertura de diversas líneas de investigación con vistas a determinar
la influencia de los resalveos en las formaciones de monteverde en la condensación de
nieblas y en las poblaciones de aves.
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