atanasio scheider - la nueva evangelización y la santa liturgia

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  • 7/30/2019 Atanasio Scheider - La nueva evangelizacin y la santa liturgia

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    Monseor Athanasius Schneider

    Arzobispo Auxiliar de la Archidicesis de Santa Mara de Astana

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    4 Encuentro para la unidad catlica

    Paris, 12 de Enero de 2012

    Intervencin de MonseorAthanasius Schneider,Arzobispo Auxiliar de la Archidicesis de Santa Mara de

    Astana, Secretario de la conferencia de Obispos catlicos de

    Kazakhastan

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    LA NUEVA EVANGELIZACIN Y LA

    SANTA LITURGIA

    I

    Dirigir nuestra mirada hacia Cristo

    Para hablar correctamente de la nueva evangelizacin, esindispensable dirigir primero nuestra mirada hacia Aqul que esel verdadero Evangelizador, es decir, Nuestro Seor y SalvadorJesucristo, el Verbo de Dios hecho Hombre. El Hijo de Dios vinoa esta tierra para expiar y redimir el mayor pecado, el pecado por

    excelencia. Y este pecado por excelencia de la humanidadconsiste en el rechazo de adorar a Dios, en el rechazo de dejarleel primer lugar, el lugar de honor. Este pecado de los hombresconsiste en no prestar atencin a Dios, en ya no tener el sentidode las cosas, o sea, de los detalles, que tienen que ver con Diosy la adoracin que se le debe, en no querer ver a Dios, en noquerer arrodillarse ante Dios.

    Frente a semejante actitud, la encarnacin de Dios esmolesta, y de rebote, tambin molesta la presencia real de Diosen el misterio eucarstico, molesta la centralidad de la presenciaeucarstica de Dios en las iglesias. El hombre pecador quiere, enefecto, ponerse en el centro, tanto dentro de la iglesia comodurante la celebracin eucarstica, quiere ser visto, quiere sernotado.

    Por esta razn se prefiere colocar a Jess Eucarista, DiosEncarnado, presente en el sagrario bajo la forma eucarstica, enun lateral. Incluso la representacin del Crucificado en la Cruz enmedio del altar durante la celebracin resulta molesta, porque elrostro del sacerdote se vera oculto. As pues, tanto la imagendel Crucificado en el centro del altar como Jess Eucarista en elsagrario son molestos. En consecuencia, la cruz y el sagrario se

    desplazan al costado. Durante el oficio, los asistentes deben

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    como un anticipo de la liturgia celestial de la ciudad santa deJerusaln (cfr. dem, 2).

    Por lo tanto, todo en la liturgia de la Santa Misa debeservir para expresar de la forma ms difana la realidad delsacrificio de Cristo, es decir, las oraciones de adoracin, deaccin de gracias, de expiacin, de splica, que el eterno SumoSacerdote ha presentado a Su Padre.

    El rito y todos los detalles del Santo Sacrificio de la Misadeben tener como eje la glorificacin y la adoracin de Dios, coninsistencia en la centralidad de la presencia de Cristo, ya sea en

    el signo y en la representacin del Crucificado, ya en Supresencia eucarstica en el sagrario, y sobre todo, en elmomento de la consagracin y de la santa comunin. Cuantoms se respete esto, menos se pondr al hombre en el centro dela celebracin, menos se parecer la celebracin a un crculocerrado; al contrario, estar abierta, incluso de una maneraexterna, hacia Cristo, como en una procesin que se dirige hacial con el sacerdote a su cabeza, y tal celebracin eucarsticareflejar de modo verdadero el Sacrificio de adoracin de Cristoen cruz, ms ricos sern los frutos que recibirn los participantesen su alma, provenientes de la glorificacin de Dios, ms loshonrar Dios.

    En la medida en que el sacerdote y los fieles busquenverdaderamente en las celebraciones eucarsticas la gloria de

    Dios y no la gloria de los hombres, y no busquen recibir la gloriaunos de otros, ms los honrar Dios, dejando participar su almade manera ms intensa y frtil en la Gloria y en el Honor de suVida divina.

    En este momento y en diversos lugares de la tierra,muchas son las celebraciones de la Santa Misa a cuyo propsitose podran decir las siguientes palabras, invirtiendo las palabras

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    del salmo 113, versculo 9: A nosotros, oh Seor, y a nuestronombre da la gloria, y tambin, a propsito de talescelebraciones, tambin se aplican las palabras de Jess:Cmo podis creer, cuando tomis la gloria los unos de los

    otros? Y no buscis la gloria que viene del Dios nico. (Jn., 5,

    44).

    III Los seis principios de la reforma litrgica

    El Concilio Vaticano II emiti, con respecto a la reformalitrgica, los siguientes principios:

    1. Lo humano, lo temporal, la actividad deben, durante lacelebracin litrgica, orientarse a lo divino, lo eterno, lacontemplacin, y tener un papel subordinado con relacin aestos ltimos (cfr. Sacrosantum Concilium, 2).

    2. Durante la celebracin litrgica, se deber estimular la tomade conciencia con relacin al hecho de que la liturgia terrestreparticipa de la liturgia celestial (cfr. Sacrosantum Concilium, 8).

    3. No debe haber, pues, absolutamente ninguna innovacin,ninguna creacin nueva de los ritos litrgicos, en particular, en elrito de la Misa, a menos que se siga un provecho verdadero ycierto en beneficio de la Iglesia y con la condicin de procedercon prudencia y que, eventualmente, las formas nuevas

    reemplacen las existentes de manera orgnica (cfr.Sacrosantum Concilium, 23).

    4. Los ritos de la Misa deben ser tales que expresen lo sagradoms explcitamente (cfr.Sacrosantum Concilium, 21).

    5. El latn debe ser conservado en la liturgia y sobre todo en laSanta Misa (cfr. Sacrosantum Concilium, 36 y 54).

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    6. El canto gregoriano ocupa el primer lugar en la liturgia (cfr.Sacrosantum Concilium, 116).

    Los Padres conciliares vean sus proposiciones dereforma como una continuacin de la reforma de Po X (cfr.Sacrosantum Concilium, 112 y 117) y del siervo de Dios Po XII,y de hecho, la encclica ms citada en la constitucin litrgica esla Mediator Deidel Papa Po XII.

    El Papa Po XII ha dejado a la Iglesia, entre otros, unprincipio importante de la doctrina sobre la Santa Liturgia, a

    saber, la condenacin de lo que se llama el arqueologismolitrgico, cuyas propuestas coincidan en gran medida con lasdel snodo jansenista y protestantizante de Pistoya de 1786 (cf.Mediator Dei, n 63-64) y que, de hecho, recuerdan elpensamiento teolgico de Martn Lutero.

    Por ello, ya el Concilio de Trento haba condenado lasideas litrgicas protestantes, sobre todo, el acento exagerado enla nocin de banquete en la celebracin eucarstica endetrimento del carcter sacrificial, la supresin de signosunvocos de sacralidad como expresin del misterio de la liturgia(cfr. Concilio de Trento, sesin XXII).

    Las declaraciones litrgicas doctrinales del Magisterio,como en este caso las del Concilio de Trento y la Encclica

    Mediator Dei, reflejadas en una praxis litrgica secular ms quemilenaria, constante y universal, estas declaraciones, pues,hacen parte de ese elemento de la santa Tradicin que no puedeabandonarse sin grandes daos en el plano espiritual. ElVaticano II retom estas declaraciones doctrinales sobre laliturgia, como puede constatarse leyendo los principios generalesdel culto divino en la constitucin litrgica SacrosantumConcilium.

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    Como error concreto en el pensamiento y en el actuar delarqueologismo litrgico, el Papa Po XII cita la proposicin de daral altar la forma de una mesa (cfr. Mediator Dein 62). Si ya PoXII rechazaba el altar en forma de mesa, es de imaginar cmohabra rechazado, a fortiori, la propuesta de una celebracincomo si fuera alrededor de una mesa versus populum!

    Cuando en el nmero 2, Sacrosantum Conciliumenseaque en la liturgia se debe dar la prioridad a la contemplacin yque toda celebracin de la Misa debe estar orientada hacia losmisterios celestiales (cfr. n 2 y n 8), se hace eco fiel de la

    siguiente declaracin del Concilio de Trento: Dado que lanaturaleza del hombre est hecha de tal manera que no se dejaelevar fcilmente a la contemplacin de las cosas divinas sinayudas externas, la Madre Iglesia, en su benevolencia, haintroducido ritos precisos; ha recurrido, apoyada en la enseanzaapostlica y en la tradicin, a ceremonias tales comobendiciones llenas de misterio, velas, incienso, vestimentaslitrgicas y muchas otras cosas; todo esto debera incitar en losespritus de los fieles, gracias a los signos visibles de la religin yla piedad, la contemplacin de las cosas sublimes (sesin XXII,cap. 5).

    Sin duda alguna, los Padres conciliares reconocieroncomo plenamente vlidas las enseanzas citadas del Magisteriode la Iglesia y sobre todo las de Mediator Dei; en consecuencia,

    an hoy deben ser plenamente vlidas para todos los hijos de laIglesia.

    IV Las cinco llagas del cuerpo mstico litrgico de Cristo

    En la carta enviada a todos los obispos de la IglesiaCatlica que Benedicto XVI adjunt al Motu Proprio Summorum

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    Pontificumdel 7 de julio de 2007, el Papa hace esta declaracinimportante: En la historia de la liturgia, hay crecimiento yprogreso, pero no ruptura. Lo que fue sagrado para lasgeneraciones pasadas, debe seguir siendo sagrado y grande

    para nosotros. Al decir esto, el Papa expresa el principio

    fundamental de la liturgia enseado por el Concilio de Trento, elPapa Po XII y el Concilio Vaticano II.

    Si se observa, sin ideas preconcebidas y de modoobjetivo, la prctica litrgica de la aplastante mayora de lasiglesias en todo el mundo catlico donde la forma ordinaria delrito romano est en uso, nadie puede negar con total

    honestidad, que los seis principios litrgicos mencionados por elConcilio Vaticano II no son respetados o, en todo caso, lo sonmuy poco, aunque se declare errneamente que esta prctica dela liturgia fue deseada por el Vaticano II. Existen un ciertonmero de aspectos concretos en la prctica de la liturgiadominante actualmente, en el rito ordinario, que representan unaruptura visible con una prctica litrgica constante desde hacems de un milenio. Se trata de los cinco usos litrgicossiguientes, que podemos designar como las cinco llagas delcuerpo mstico litrgico de Cristo. Se trata de llagas, puesrepresentan una ruptura violenta con el pasado, porqueacentan menos el carcter sacrificial que es, sin embargo, elcarcter central y esencial de la misa, y en cambio, ponen elacento en el banquete. Todo esto disminuye los signos externosde adoracin divina, ya que pone menos de relieve el carcter

    de misterio en aquello que tiene de celestial y eterno.

    Con relacin a estas cinco llagas, se trata de cosas conexcepcin de una (las nuevas oraciones del ofertorio que noestn previstas en la forma ordinaria del rito de la Misa, sino quefueron introducidas deplorablemente en la prctica de una formadeplorable.

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    1) La primera llaga, y la ms evidente, es la celebracin delsacrificio de la Misa en que el sacerdote celebra con la caravuelta hacia los fieles, en particular durante la oracin eucarsticay la consagracin, el momento ms elevado y sagrado de laadoracin debida a Dios. Por su propia naturaleza, esta formaexterior corresponde ms bien a la manera en que se da unaclase o se comparte una comida. Estamos en presencia de uncrculo cerrado. Y este modo no es conforme, en absoluto, almomento de la oracin y menos an al de la adoracin. Ahorabien, el Vaticano II no dese para nada esta forma, y nunca fuerecomendada por el Magisterio de los Papas postconciliares. ElPapa Benedicto XVI escribe en el prefacio al primer tomo de sus

    obras completas: La idea de que el sacerdote y la asambleadeban mirarse durante la oracin naci entre los modernos y estotalmente ajena a la cristiandad tradicional. El sacerdote y laasamblea no se dirigen mutuamente una oracin, es al Seor aquien se dirigen. Por ello, en la oracin, miran en la mismadireccin: o bien al este, como smbolo csmico de la vuelta delSeor, o all donde esto no es posible, hacia una imagen deCristo situada en el bside, hacia una cruz o simplemente juntoshacia lo alto.

    La forma de celebracin donde todos dirigen su mirada enla misma direccin (conversi ad orientem, ad Crucem, adDominum) se encuentra incluso sealada en las rbricas delnuevo rito de la Misa (cfr. Ordo Missae, n. 25, n. 133 y n. 134).La celebracin llamada versus populum no corresponde,

    ciertamente, a la idea de la Sagrada Liturgia tal como estmencionada en las declaraciones de Sacrosantum Concilium, n2 y n 8.

    2) La segunda llaga es la comunin en la mano, extendidaprcticamente en todo el mundo. No slo los Padres Conciliaresdel Vaticano II no evocaron en modo alguno esta manera derecibir la comunin, sino que fue introducida por cierto nmero

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    de obispos en desobediencia a la Santa Sede e ignorando elvoto negativo de 1968 emitido por la mayora del cuerpoepiscopal. Solamente ms tarde, el Papa Pablo VI la legitimbajo condiciones particulares y a disgusto.

    El Papa Benedicto XVI, a partir de la fiesta de CorpusChristi de 2008, slo distribuye la comunin a los fielesarrodillados y en la boca, y no slo en Roma, sino tambin entodas las iglesias locales que visita. As, da a toda la Iglesia unejemplo claro de magisterio prctico en materia litrgica. Si lamayora calificada del cuerpo episcopal, tres aos despus delconcilio, rechaz la comunin en la mano como algo perjudicial,

    cunto ms lo habran hecho los Padres conciliares!

    3) La tercera llagason las nuevas oraciones del ofertorio. Sonuna creacin totalmente nueva y jams estuvieron en uso en laIglesia. Expresan menos la evocacin del misterio del Sacrificiode la cruz que la de un banquete y recuerdan las oraciones de lacomida sabtica juda. En la tradicin ms que milenaria de laIglesia de Occidente y de Oriente, las oraciones del ofertoriosiempre tuvieron como eje, de forma expresa, el misterio delSacrificio de la cruz (cfr. Por ejemplo Paul Tirot, Historia de lasoraciones del ofertorio en la liturgia romana del siglo VII al sigloXVI, Roma, 1985). Semejante creacin es absolutamente nuevay sin duda alguna est en contradiccin con la formulacin claradel Vaticano II que recuerda: Innovationes ne fiant novae

    formae ex formis iam exstantibus organice crescant

    (Sacrosanctum Concilium, 23).

    4) La cuarta llagaes la desaparicin total del latn en la inmensamayora de las celebraciones eucarsticas de la forma ordinaria

    No se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la

    Iglesia y slo despus de haber tenido la precaucin de que las nuevas formas se

    desarrollen, por decirlo as, orgnicamente, a partir de las ya existentes. (S.C. n. 23)

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    en todos los pases catlicos. Esa es una infraccin directacontra las decisiones del Vaticano II.

    5) La quinta llagaes el ejercicio de los ministerios litrgicos delector y de aclito por mujeres, as como el ejercicio de estosmismos ministerios con ropas comunes en el coro durante laSanta Misa, por fieles que acceden all directamente desde lanave, que es el espacio reservado a stos ltimos. Estacostumbre no ha existido jams en la Iglesia, o al menos nuncafue bienvenida. Confiere a la celebracin de la Misa catlica elcarcter externo de algo informal, el carcter y el estilo de unaasamblea ms bien profana. El segundo Concilio de Nicea

    prohiba, ya en 787, tales prcticas cuando dictaba el siguientecanon: A quien no est ordenado, no le est permitido hacer lalectura desde el ambn durante la santa liturgia (can. 14). Estanorma fue siempre respetada en la Iglesia. Slo los subdiconoso los diconos tenan el derecho de hacer la lectura durante laliturgia de la Misa. En reemplazo de los lectores y aclitosfaltantes, pueden hacerlo hombres o nios con hbitos litrgicos,y no mujeres, dado que el sexo masculino, en el plano de laordenacin no sacramental de los lectores y aclitos, representasimblicamente el ltimo vnculo con las rdenes menores.

    En los textos del Vaticano II no se hace ninguna mencinde la supresin de las rdenes menores y del Subdiaconado, nide la introduccin de nuevos ministerios. En SacrosanctumConciliumn 28, el Concilio hace una diferencia entre minister

    y fidelis durante la celebracin litrgica y estipula que uno yotro slo tienen el derecho de hacer lo que les correspondesegn la naturaleza de la liturgia. El n 29 menciona a losministrantes, esto es, a los monaguillos que no recibieronninguna ordenacin. En oposicin a stos, estaran, segn lostrminos jurdicos de la poca, los ministri, o sea, aqullos querecibieron una orden, ya sea mayor o menor.

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    V El Motu proprio para acabar con la ruptura litrgica

    Mediante el Motu Proprio Summorum Pontificum, el PapaBenedicto XVI estipula que las dos formas del Rito romanodeben ser consideradas y tratadas con el mismo respeto, porquela Iglesia sigue siendo la misma antes y despus del Concilio. Enla carta que acompaa el Motu proprio, el Papa anhela que lasdos formas se enriquezcan mutuamente. Adems, desea que enla nueva forma aparezca, lo que no ha sido el caso hasta elpresente, el sentido de lo sagrado que atrae a muchas personashacia el rito antiguo.

    Las cuatro llagas litrgicas o usos desafortunados(celebracin versus populum, comunin en la mano, abandonototal del latn y del canto gregoriano e intervencin de lasmujeres en los ministerios de la lectura y del acolitado) no tienenen s nada que ver con la forma ordinaria de la Misa y, adems,estn en contradiccin con los principios litrgicos del VaticanoII. Si se pusiera fin a estos usos, se volvera a la verdaderaenseanza litrgica del Vaticano II. Y en ese caso, las dosformas del Rito romano se aproximaran enormemente, de modoque, al menos externamente, no se habra de constatar laruptura entre ambas, y por tanto, tampoco la ruptura entre laIglesia de antes y despus del Concilio.

    En cuanto a las nuevas oraciones del ofertorio, sera dedesear que la Santa Sede las reemplazara por las oraciones

    correspondientes de la forma extraordinaria o, al menos, quepermitiera la utilizacin de estas ltimas ad libitum. As no slose evitara la ruptura entre las dos formas externamente, sinotambin interiormente. Si hay algo que la mayora de los Padresconciliares no quiso fue la ruptura en la liturgia; testimonio de elloson las actas del Concilio, porque en los dos mil aos de historiade la liturgia de la Santa Iglesia, jams hubo ruptura litrgica, yen consecuencia, no debe haberla jams. En cambio, debe

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    haber una continuidad tal como conviene que sea en el mbitodel magisterio.

    Las cinco llagas en el cuerpo litrgico de la Iglesiaevocadas aqu reclaman curacin. Representan una rupturacomparable a la del exilio de Avin. La situacin de una rupturatan neta en una expresin de la vida de la Iglesia que lejos estde carecer de importancia, antiguamente, la ausencia de lospapas de la ciudad de Roma, hoy una ruptura visible entre laliturgia antes y despus del concilio esta situacin reclamacuracin.

    Por ello, hoy se necesita nuevos santos, una o variasSanta Catalina de Siena. Se necesita la vox populi fidelis quereclame la supresin de esta ruptura litrgica. Pero lo trgico enla historia es que, hoy como ayer, en el tiempo del exilio de

    Avin, una gran mayora del clero, sobre todo del alto clero,est satisfecho con este exilio, con esta ruptura.

    Antes de que se puedan esperar frutos eficaces yduraderos de la nueva evangelizacin, es necesario que en elseno de la Iglesia se instaure un proceso de conversin. Cmose puede llamar a los otros a convertirse si, entre los que llaman,no ha habido ninguna conversin convincente hacia Dios,porque, en la liturgia, no estn suficientemente vueltos haciaDios, tanto interior como exteriormente? El Sacrificio de la Misa,el Sacrificio de adoracin a Cristo, el mayor misterio de la fe, el

    acto de adoracin ms sublime, se celebra en un crculo cerrado,mirndose unos a otros.

    Falta la conversio ad Dominum necesaria, inclusoexternamente, fsicamente. Puesto que durante la liturgia se trataa Cristo como si no fuera Dios y no se le manifiestan signosexternos claros de una adoracin debida a Dios solo, comosucede cuando los fieles reciben la Santa Comunin de pie y

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    adems en la mano, como un alimento ordinario, tomndola conlos dedos y metindosela ellos mismos en la boca. Aqu hay unpeligro de una especie de arrianismo o de semi-arrianismoeucarstico.

    Una de las condiciones necesarias para una nuevaevangelizacin fructuosa sera el siguiente testimonio de laIglesia en el plano del culto litrgico pblico, observando almenos estos dos aspectos del Culto divino, a saber:

    1) Que en toda la tierra, la Santa Misa se celebre, incluso en laforma ordinaria, con una postura de conversio ad Dominum

    interior y tambin, necesariamente, exterior.

    2) Que los fieles doblen la rodilla delante de Cristo en elmomento de la Santa comunin, como San Pablo pide evocandoel nombre y la persona de Cristo (cfr. Filip. 2, 10), y que loreciban con el mayor amor y el mayor respeto posibles, como lecorresponde en tanto verdadero Dios.

    Gracias a Dios, el Papa Benedicto XVI ha comenzado elproceso de retorno del exilio de Avin, mediante dos medidasconcretas, como son el Motu proprio Summorum Pontificumy lareintroduccin del rito de comunin tradicional.

    Hacen falta an muchas oraciones y tal vez una nuevaSanta Catalina de Siena a fin de que se den los restantes pasos

    para curar las cinco llagas del Cuerpo litrgico y mstico de laIglesia y para que Dios sea venerado en la liturgia con ese amor,ese respeto, ese sentido de lo sublime que siempre fueroncaractersticos de la Iglesia y su enseanza, en particular, atravs del Concilio de Trento, el Papa Po XII en su EncclicaMediator Dei, el Concilio Vaticano II en su ConstitucinSacrosantum Concilium y el Papa Benedicto XVI en su teologa

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    de la liturgia, en su magisterio litrgico prctico y en el Motuproprio antes citado.

    Nadie puede evangelizar si primero no ha adorado,incluso si no adora permanentemente y no da a Dios, CristoEucarista, una verdadera primaca en la forma de celebrar y entoda su vida. En efecto, retomando las palabras del cardenalJoseph Ratzinger: En la manera de tratar la liturgia es donde sedecide el destino de la Fe y de la Iglesia

    Monseor Athanasius Schneider,Pars 15 enero 2012