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AVE Radiación Registro de la radiación
Uno de los fenómenos más estudiados de la naturaleza son las ondas. Todos hemos visto
ondas, como las olas en alta mar o la forma en que ondea una bandera. Las podemos
generar como cuando hacemos ondear una cuerda para saltar. Incluso cuando hablamos
comprimimos el aire cercano a nuestra boca y este comprime al de junto y se repite del
proceso hasta que finalmente la compresión llega al oído del escucha que la interpreta como
sonido.
Figura. Las ondas de densidad avanzan por el comprimiéndolo. Esta perturbación llega a
nuestro oído que la interpreta como sonido. (Microwaves and RF)
Todos hemos visto las ondas que se producen cuando cae una gota a la superficie de agua,
se generan círculos que avanzan, el agua se apelmaza en forma de olas. Pues cuando una
galaxia enana cae en el centro de una espiral, se forman ondas que avanzan desde el centro
hasta la orilla. Como el gas es compresible a diferencia del agua, la onda de mayor
densidad es la que avanza. Al comprimirse el gas se favorece la formación estelar, lo que
hace que se vean los círculos o incluso brazos.
Ondas de agua (Unisci24)
Figura. Después de la colisión de una galaxia se puede crear un anillo de nubes de
formación estelar. (Telescopio Espacial Hubble)
Figura. Los brazos espirales de M101 son el resultado de ondas de compresión que
favorecen la formación estelar. (Sky and Telescope)
También hemos escuchado hablar de ondas que no vemos, como las de radio y las
microondas.
La astronomía es una ciencia que se hace a distancia, analizando la luz y el resto de la
radiación - como los rayos X y las ondas de radio – que generan los astros. También se
analizan los cuerpos sólidos que nos llegan como los meteoritos. Además los rayos
cósmicos, bombardean a la tierra; son átomos que viajan a gran velocidad. Entre los objetos
masivos que llegan a la tierra los más abundantes son los neutrinos, los producen estrellas
como el sol como subproducto de las reacciones termonucleares. Las explosiones de
supernova también producen neutrinos al trasmutar sus elementos. Durante la gran
explosión también se formaron neutrinos. Estos últimos no se han detectado, pues no
tenemos aparatos que nos permitan hacerlo.
La radiación electromagnética está compuesta de fotones, partículas que transportan
energía. La luz y las demás manifestaciones de la radiación electromagnética a veces se
comportan como una partícula y otras como onda, es dual, tiene ambos comportamientos.
Los telescopios son los responsables de captar los fotones, funcionan como inmensas
pupilas. Una vez que la luz ingresa por sus espejos, lentes, filtros y espectrógrafos se tiene
que registrar para poderla analizar y extraer la información. La señal que transporta la
radiación debe llegar desde los objetos celestes hasta las pantallas de las computadoras y
una vez allí se requiere diseñar maneras de comprender lo que significa.
Las cámaras incluidas en los teléfonos celulares pueden registrar la radiación
electromagnética y esta imagen se puede desplegar en la pantalla de una computadora. Los
objetos que no emiten luz la pueden absorber o reflejar, los objetos de colores reflejan la
luz del sol o de una lámpara del color correspondiente. Así, la fotografía que tomamos de
un grupo de amigos que portaban sudaderas azules se podrá desplegar en la computadora
que mostrará personas con sudaderas de ese color.
La materia y la radiación interaccionan. Vemos porqué la luz incide sobre las moléculas
de nuestra retina, y sentimos calor del sol porque su radiación infrarroja interactúa con los
átomos de la piel.
Un foco de leds convierte electricidad en radiación. Los electrones pasan de un nivel a otro
de energía produciendo fotones. El resultado neto es que la energía de los electrones se
transformó en radiación.
Figura. Producción de luz blanca con un chip de leds. (Austria.at)
Las ondas de radio llegan a nuestros teléfonos celulares y ponen a oscilar a los electrones
de la antena, el teléfono detecta esta oscilación como electricidad, esta señal se puede
traducir en voz e imagen una vez procesada por un ingenioso chip.
Para la astronomía el registro de las imágenes es fundamental. En los registros se pueden
localizar los objetos y conocer su brillo. Se puede conocer el entorno donde se encuentran
los astros y saber como un objeto influye sobre otro. Se pueden comparar imágenes
tomadas en épocas distintas para contrastarlas y observar la evolución de los astros.
Las imágenes astronómicas se pueden obtener con distintos filtros para destacar ciertas
particularidades. El lector puede colocar dos capas de papel de celofán sobre la lente de su
cámara, de tal manera que se vean con mayor nitidez los objetos de ese color. En la ciencia
se pueden emplear tiempos de observación muy largos lo que permite acumular la luz de
los astros más débiles, que son la mayoría dada la vastedad del universo. Con el desarrollo
de la electrónica no sólo se idearon nuevas formas de tomar imágenes, también de
procesarlas, enviarlas de un sitio a otro y almacenarlas.
Cabe notar que algunas personas compran telescopios esperando ver objetos como los
retratados en los libros y se desilusionan al constatar que lo que observan resulta ser muy
débil. En nuestra opinión es mejor unirse a un grupo de aficionados que no sólo saben
construir buenos telescopios sino que dominan su uso y obtener buenas imágenes propias.
Satélites artificiales
Algunos telescopios ópticos, así como todos los telescopios que detectan fuentes fuera del
rango del visible y de las ondas de radio viajan a bordo de satélites. Observar más allá de la
atmósfera evita la distorsión de las imágenes, además permite detectar radiación que
absorbe nuestra atmósfera. Esta es transparente a la luz visible, no es de sorprender que
nuestros ojos hayan evolucionado para captar este tipo de radiación. Sin embargo la
atmósfera se nubla, se vuelve turbulenta, se contamina con polvo, arena y cenizas
volcánicas, por lo cual los telescopios en órbita pueden obtener imágenes nítidas, sin
necesidad de procesarlas para corregir por los problemas que causa la envolvente de aire.
Por fortuna la atmósfera que cubre a la Tierra no deja pasar la mayor parte de la luz
ultravioleta – responsable de las quemaduras de sol - ni tampoco los rayos X y gamma,
radiación que generan los eventos más energéticos del cosmos. A diferencia de las ondas de
radio, que son de baja energía y que llenan el ambiente con señales de radio, televisión,
teléfonos celulares y conexiones inalámbricas, los rayos ultravioleta, X y gamma son muy
dañinos para los seres vivos pues producen quemaduras internas y mutaciones.
Figura. La atmósfera absorbe gran parte de la radiación del espacio. Solo deja pasar
parte de la luz visible, infrarroja, de microondas y ondas de radio. Se requiere observar el
firmamento con satélites para analizar el resto de la radiación. (Humboldt State
University).
Cabe mencionar que dado que los satélites están lejos de las oficinas de los investigadores
lo datos que obtienen pasan al grupo técnico de los operarios y de allí se envían
directamente a la oficina de los investigadores. Es decir el astrónomo ya no está junto al
telescopio, ni lo controla, ni es quien registra los datos que obtiene.
Los astrónomos mandan a los responsables académicos del satélite sus propuestas y si
son aceptadas, se turnan a los técnicos que operan los satélites. Existen ingenieros
especializados en programar las observaciones; con base en a las propuestas de los
astrónomos programan las observaciones para optimizar el funcionamiento del telescopio,
por ejemplo recolectando datos de regiones cercanas de la bóveda celeste. Lejos quedaron
las ideas bucólicas del observador solitario, a la intemperie, cubierto con gruesa ropa de
invierno mirando a través de un tubo gigantesco. Al salir del satélite las señales los
operadores las reciben, las procesan, seleccionan, archivan para su custodia y se las hacen
llegar a los astrónomos cuyas propuestas fueron aceptadas. Hay a disposición de la
comunidad miles de horas de observación.
Remarcamos que la atmósfera también es transparente a las ondas de radio, en
consecuencia la radio astronomía ha cobrado gran fuerza, sobre todo con el empleo de
decenas de antenas que observan simultáneamente la misma región del cielo. Podemos
imaginar a un telescopio como un embudo, entre más ancho más captura. Además de
suficiente cantidad de radiación los astrónomos necesitan ver detalles y esto depende
también del ancho del telescopio, alias embudo. Así de manera muy ingeniosa, se ha ideado
la manera de obtener imágenes que muestran detalles sin necesidad de usar un embudo
enorme: colocar varios embudos pequeños, separados unos de otros a grandes distancias
entre sí. La cantidad de radiación recibida no es tan grande como la que tendría un
telescopio con el diámetro que separa los telescopios más distantes, es solo la suma del área
de cada embudo. Sin embargo, la resolución, el detalle con el que se observa es tan grande
como el inmenso embudo que tendría como diámetro la separación entre los embudos más
distantes. Se conoce como interferometría a la técnica de observar con varios telescopios de
manera simultánea para ver detalles de los astros. Existen grupos de interferómetros
instalados en distintos países y continentes, a separaciones que alcanzan miles de
kilómetros.
Figura. El uso de interferómetros permite analizar de manera simultánea la radiación de
un astro y así tener mayor poder de resolución. (Magdalena Ridge Observatory)
La distribución planckiana
Una estrella está formada por conglomerados de partículas de materia y fotones que están
en continua interacción y que comparten la misma temperatura, están en equilibrio. A la
distribución de la radiación existente en estas circunstancias se le conoce como planckiana.
Resulta que las superficies de las estrellas, el interior de un horno y el universo mismo
emiten planckianas. Esta distribución depende de la temperatura de la fuente. Este tema es
relevante porque nos permitirá comprender los desarrollos modernos de la cosmología.
Figura. Distribución planckiana de la radiación de fondo del universo. Se produjo cuando
el universo estuvo lo suficientemente frío para que cada protón captura su electrón con la
subsecuente emisión de un fotón. (COBE)
La planckiana es una distribución que se puede graficar. En el eje horizontal se grafica la
longitud de onda; en el caso de una estrella común es la gama de colores que produce. En el
eje vertical se grafica el brillo; es decir la intensidad de cada color. Al estudiar la radiación
que emite un astro en distintas longitudes de onda se puede conocer la temperatura del sitio
desde donde se origina. Se trata de fotones de muchas energías y por consiguiente de
muchas longitudes de onda. El nombre viene del físico que estudió la distribución, Max
Planck.
Figura. Distribución planckiana de la radiación. (Hyper Physics)
Resulta que el color de un cuerpo incandescente depende de su temperatura. Incandescente
significa que emite luz propia u otro tipo de radiación electromagnética. Recordemos o
miremos el color que tiene la resistencia de un horno eléctrico. Cuando está apagado es de
color gris, sin embargo conforme se calienta se va poniendo rojo y después naranja. El
color depende de la temperatura. A las estrellas les sucede lo mismo, como vimos antes,
son más calientes las azules que las verdes y estas que las amarillas, que a su vez son más
calientes que las naranjas y rojas. Es decir que el espectro de una estrella, su distribución en
colores difiere de estrella a estrella en cuanto a la intensidad relativa de cada color. Las
estrellas azules tienen ese color más intenso, respecto de las demás. En cambio las estrella
rojas radian casi toda su energía en ese color.
Aunque el color de una estrella corresponde a la cantidad de luz que emite con más
intensidad, también emite radiación de otras longitudes de onda. Por ejemplo el sol, siendo
una estrella de aspecto amarillo, emite rayos X, luz de todos los colores y ondas de radio.
Podemos constatar que emite todos los colores al ver su arco iris, por ejemplo cuando
atraviesa un chorro de agua. Pero su máximo de emisión está en el naranja y por eso lo
vemos de ese color.
Una estrella no emite una planckiana perfecta, es decir una igual a la teórica, entre otras
razones porque la fotósfera de la estrella, desde donde se emite gran parte de la luz que nos
llega, está a menor temperatura que el interior. Los átomos absorben parte de la luz de la
planckiana, produciendo lo que se conoce como líneas es absorción. Es decir las huellas
digitales de cada elemento como mencionamos antes, pero en lugar de verse brillantes,
como el caso de un gas caliente, se ven oscuras.
La distribución planckiana tiene que ver con la temperatura, porque a su vez está tiene que
ver con la energía de las partículas que generan la radiación. Las partículas producen
radiación de mayor temperatura cuando tienen más energía, se desplazan, colisionan, se
ionizan, sus electrones cambian de niveles, oscilan, giran. A mayor energía mayor es la
temperatura que caracteriza a la planckiana. No todas las partículas poseen exactamente la
misma energía en cada instante, esa es la razón por la cual la distribución cubre un amplio
rango de temperaturas.
El cosmos y su planckiana, la radiación fósil
El universo en su conjunto también emite una planckiana. Está repleto de radiación,
radiación de fondo; ¡fósil! La mayor parte corresponde a longitudes de onda de radio, de
muy baja energía, de tal suerte que no nos afecta en la vida cotidiana. Nuestro cuerpo no
está equipado para detectar su presencia, a diferencia de las estrellas que producen luz
visible y en consecuencia las vemos con nuestros ojos, o la resistencia del hornito y por eso
la vemos color naranja cuando está caliente. La radiación de fondo del universo se
descubrió con antenas de radio y ahora con satélites especializados capaces de hacer
mediciones muy precisas.
Figura. La radiación de fondo se produjo durante el universo temprano, mucho después se
formaron las estrellas, y después las galaxias. (Medium)
Veamos como fue el descubrimiento de la planckiana que emite nuestro universo. Será
una descripción extensa ya que tomará en cuenta a los protagonistas de esta historia. En
1965 dos astrónomos estadounidenses que trabajaban en una compañía de teléfonos, Arno
Penzias y Robert Wilson instalaron una antena para radiocomunicaciones. Cuando la
probaron para cerciorarse que todo estuviera en orden, se dieron cuenta de que siempre
recibían una señal, no lograban detectar de donde provenía, no localizaban la fuente puntual
que la produjera. La deseaban eliminar, pues de otra manera produciría ruido que afectaría
sus comunicaciones. Pasaron varios meses y la señal seguía estando allí. Incluso creyeron
que por algún efecto extraño el excremento de las palomas era el responsable del ruido, y
ellos mismos lavaron con grandes cepillos la antena, y nada, la señal continuaba. Penzias le
platicó el misterio a Peebles y este cosmólogo, sin pensarlo dos veces les dijo que la antena
estaba recibiendo la radiación fósil del universo. Le explicó que cuando el cosmos se formó
todos los átomos estaban ionizados, los núcleos estaban desprovistos de electrones. Cuando
se combinaron por primera vez, es decir cuando cada núcleo atómico capturó sus
electrones emitió radiación, fue la primera vez que se formaron átomos de hidrógeno como
tales, con un núcleo rodeado de un electrón. La temperatura del universo de entonces era de
3 000 ºK, como comparación la de la superficie del sol es de 5 800 ºK. Además fue cuando
el universo se volvió transparente. Pensemos en el interior del sol, los fotones están
rebotando de un átomo a otro ya que es opaco. Solo vemos los fotones que salen de la
superficie. Pues los primeros átomos en recorrer el universo al fin transparente, fueron los
de la radiación de fondo. Los fotones eran de energías elevadas, pero debido a la expansión
cósmica lo que se detecta en la tierra son fotones de radio, es decir de poca energía. Debido
a la expansión cósmica la longitud de onda de los fotones aumentó. La radiación fósil se
produjo cuando la edad del universo era de 380 000 años.
Figura. Penzias y Wilson con su antena. (NPR)
Cuando está radiación se descubrió en 1965 se conocía el modelo de la gran explosión
pero no se tenía la certeza de que fuera la mejor manera de explicar el origen y la evolución
del cosmos. El modelo que para algunos parecía más razonable era el del estado
estacionario. Proponía que el universo siempre es igual, en todos lados, que aun cuando se
expande hay creación continua de materia que reemplaza la que se diluye. Incluso el
nombre gran explosión fue una broma de uno de los detractores del modelo de la gran
explosión.
En general en la astronomía los errores en las mediciones son considerables. Sin embargo
en el caso de la radiación de fondo se trata de una planckiana casi perfecta. La diferencia
entre la curva teórica y la observada es menor que los errores de observación.
Alfer, Bethe y Gamov – cuya sonoridad sugerente, recuerda las tres primeras letras del
alfabeto griego – escribieron el primer artículo teórico donde se predice la existencia de la
radiación de fondo del universo, está fechado en 1948. George Gamov le pidió a su
entonces estudiante Ralph Alfer que calculara la proporción de elementos químicos de la
tabla periódica para ver si se habían generado durante la Gran Explosión. Es decir como la
energía primigénea formó protones, neutrones y electrones y a partir de ellos todos
elementos de la tabla periódica. Llegaron a la conclusión de que debido a la expansión
cósmica, solo se podrían haber formado el hidrógeno y el helio, los demás se tuvieron que
crear mediante otros procesos que ahora sabemos se producen en el interior de las estrellas
durante su evolución. Gamov sin consultar a Bethe lo incluyó en el artículo, por el gusto de
que se llamara Cabe mencionar que Bethe años después obtuvo el premio Nobel de
física.
Gamov se acercó a algunos ingenieros para pedirles que apuntaran sus antenas hacia el
cielo para medir la radiación de fondo del universo, no lo hicieron porque su equipo no
podía medir una señal tan débil como la que midieron Penzias y Wilson casi veinte años
después, gracias al avance en la electrónica. Así que el artículo de se olvidó.
Cuando Penzias habló con Peebles, este volvió a realizar los cálculos sobre la radiación de
fondo que detectó la antena y comprobó la idea de que se trataba del vestigio de la gran
explosión. Por fortuna fue alertado del cálculo anterior realizado por y lo citó en su
obra.
En una recopilación reciente a cargo entre otras personas de Peebles sobre la gran
explosión, aparece una referencia a Manuel Peimbert donde se destaca como determinó en
1968 la temperatura de la radiación fósil de universo utilizando las líneas espectrales que
emite la molécula de CN. Es más, Manuel Peimbert y sus colaboradores midieron la
abundancia del helio en la nebulosa planetaria M15 y descubrieron que la sobreabundancia,
respecto del Sol, podía explicarse si fue producto de la nucleosíntesis durante la gran
explosión.