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Page 1: AVH Muerte GarciaLorca

20

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

UN GUARDIA CIVIL, TRES GUARDIAS DE ASALTO, DOS POLICÍAS Y UN

EXALTADO: TRES CUARTOS DE SIGLO DESPUÉS DE LA MUERTE DEL POETA,

MIGUEL CABALLERO, EN UN LIBRO DE PRÓXIMA APARICIÓN, DESCUBRE

LA IDENTIDAD DE LOS HOMBRES QUE PARTICIPARON EN SU EJECUCIÓN.

BORJA MARTÍNEZ SUBRAYA SUS PRINCIPALES HALLAZGOS

ON EL PASO DE LOS

AÑOS, lenta pero ine-

xorablemente, las

muchas incógnitas

que velaban el asesi-

nato de Federico Gar-

cía Lorca han ido quedando despeja-

das. Las sospechas se han transforma-

do en certezas, señalando a los auto-

res intelectuales e inductores del cri-

men. Pero todavía faltaba identificar

a sus autores materiales. Una recien-

te investigación ha completado el puz-

le de la muerte del poeta, poniendo

nombre, apellidos y rostro a los ejecu-

tores de tan siniestro designio.

Tirando del hilo de la pesquisa ini-

ciada en los sesenta por el granadino

Eduardo Molina Fajardo, Miguel Ca-

ballero viene contribuyendo de mane-

ra decisiva al esclarecimiento de las

zonas oscuras que, setenta y cinco

años después, siguen rodeando la de-

tención y fusilamiento, una madruga-

da de agosto de 1936, de Federico

García Lorca. En su libro Historiadeunafamilia. Laverdadsobreelasesinato deGar-cía Lorca –escrito en

colaboración con Pi-

lar Góngora– subrayó

el peso que tuvo en el

trágico final del poe-

ta la rivalidad de su fa-

milia con los otros dos

grandes clanes de la

Vega de Granada, los

Roldán y los Alba, en

pugna por la prepon-

derancia política y

económica de la co-

marca. Hace pocos

meses, Caballero des-

velaba, asimismo, en esta revista

(núm. 136) el papel clave desempeña-

do por Nicolás Velasco Simarro, tenien-

te coronel retirado de la Guardia Ci-

vil, que tras la sublevación militar se

convirtió en mano derecha del gober-

nador civil de Granada, José Valdés

Guzmán, y que en au-

sencia de éste, ordenó

el mismo día de su de-

tención, el traslado de

García Lorca al lugar

donde sería asesinado.

Ahora Caballero pu-

blica Las trece últimashoras de García Lorca(La Esfera de los Li-

bros), en el que recom-

pone el complejo en-

tramado de rencores e

intereses que provoca-

ron su detención

C

TODOSLOS

VERDUGOS

ÚLTIMAS 13 HORAS

LA DETENCIÓN. Hacia las

13.30 del 16 de agosto de

1936, Lorca es detenido en el

domicilio familiar de los Rosales.

LA ESPERA. El poeta es con-

ducido al Gobierno Civil de Gra-

nada y de allí a la Colonia, un

centro de detención en Víznar.

LA MUERTE. Fue fusilado en

la madrugada del 17 de agosto,

en un campo de instrucción de

tropas en el margen derecho

de la carretera hacia Alfacar.BORJA MARTÍNEZ GUTIÉRREZ. PERIODISTA.

REPRESIÓN EN LA GUERRA CIVIL

EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA

Page 2: AVH Muerte GarciaLorca

EL 9 DE FEBRERO DE 1936, Federico García Lorca (de pie)participó en un homenaje a Rafael Alberti y María Teresa León(sentada a su lado). LA COLONIA, una escuela reconvertida encentro de detención en Víznar, donde pasó sus últimas horas.

CERTIFICADO DE DEFUNCIÓN del poeta. PISTOLA ASTRA,MODELO 902, arma reglamentaria del Cuerpo de Asalto, con la

que se remataría al escritor. FUSIL MAUSER español, muyutilizado por ambos bandos durante la contienda.

LA AVENTURA DE LA

HISTORIA en

Descubra más sobre este tema en:http://quiosco.orbyt.es

Page 3: AVH Muerte GarciaLorca

22

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

REPRESIÓN EN LA GUERRA CIVIL

y asesinato y, sobre todo, desvela la

identidad de los que formaron el pe-

lotón de fusilamiento que acabó con su

vida. Según Caballero, la ejecución ha-

bría tenido lugar, no entre

el 19 yel 20 de agosto, sino

pocas horas después de la

detención de Lorca en

casa de los Rosales. En tor-

no a las 13.30 horas del

16 de agosto y a la cabeza de un nume-

roso contingente de hombres, Ramón

Ruiz Alonso, Federico Martín Lagos y

Juan Luis Trescastro se presentaban en

el número 1 de la calle Angulo de Gra-

nada, el domicilio familiar de los Rosa-

les, para conducir al poeta –acogido allí

después del ataque que una semana

antes había sufrido en la Huerta de

San Vicente– a la sede del Gobierno

Civil. En sus dependencias, y en au-

sencia del gobernador, el comandan-

te Valdés Guzmán, se encontraba al

mando su secretario personal, el ya

mencionado Nicolás Velasco Simarro,

amigo y protector de los Roldán duran-

te su jefatura al frente de la Coman-

dancia de la Guardia Civil de Grana-

da entre 1931 y 1934. En connivencia,

pues, con una de las familias rivales de

los Lorca, Velasco Simarro actuó como

agente catalizador de la trama que aca-

bó con la vida del poeta.

TRASLADO A VÍZNAR. Aquel 16 de

agosto estaban a sus órdenes los dos

inspectores de policía adscritos al Go-

bierno Civil de Granada: Francisco

Mingorance Jaraba y Julio Romero Fu-

nes. Al parecer fue este último, a ins-

tancias del propio Velasco, el encar-

gado de organizar el traslado de García

Lorca desde el Gobierno Civil a la Co-

lonia, un recinto situado en el cerca-

no municipio de Víznar. Viejo molino

harinero transformado con el tiempo en

fábrica de tejidos y, finalmente, habi-

litado como residencia escolar feme-

nina, la Colonia funcionaba desde el ini-

cio de la guerra como centro de deten-

ción de los sublevados. Fue Romero Fu-

nes el que comunicó al teniente de la

Guardia de Asalto Rafael Martínez Fa-

jardo la orden de conducir a Lorca a la

MARIANO AJENJO MORENOSargento de la Guardia de Asalto,nacido en 1883 en Huerta deValdecarábanos, Toledo, habíaservido a las órdenes de Nestares yera quien dirigía la escuadra deejecutores en Víznar.

MANUEL MARTÍNEZ BUESOJefe de los servicios motorizados dela columna de Nestares, de quien erahombre de la máxima confianza, fueencargado de guiar al pelotón ypresenciar la ejecución de Lorca. Suhijo de diez meses acababa de morir.

LA COLONIA, UN VIEJO MOLINO HARINERO TRANSFORMADO

EN RECINTO ESCOLAR FEMENINO, FUNCIONÓ DESDE EL

INICIO DE LA GUERRA COMO CENTRO DE DETENCIÓN

MIEMBROS DE LA PRIMERA BANDERA DE FALANGE DE VÍZNAR, en los campos de instrucción en 1936.

Page 4: AVH Muerte GarciaLorca

23

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

Colonia junto con otros tres presos

para su confinamiento y posterior

fusilamiento.

Acompañado de Antonio González

Villegas, un albañil del Albaicín integra-

do en las llamadas Escuadras Negras

–grupos de violentos que ejercían fun-

ciones de represión al servicio del Go-

bierno Civil–, Martínez Fajardo cum-

plió la orden y trasladó a los presos has-

ta Víznar. Una vez allí se presentó en el

Palacio del Obispo, hoy conocido co-

mo Palacio del Cuzco, donde permane-

cía el capitán José María Nestares, jefe

del sector militar de Víznar. Martínez

Fajardo debía comunicar a Nestares la

orden proveniente del Gobierno Civil

y solicitar su autorización formal para el

traslado de los presos a la Colonia, que

estaba bajo su jurisdicción.

“Llegó sobre las once y media o doce

de la noche –dejó dicho el propio Nes-

tares en una entrevista mantenida con

el investigador Molina Fajardo a finales

de los sesenta–. Yo estaba dormido yen-

tró y me despertó el teniente de asal-

to Martínez Fajardo. Iba con un pique-

te de guardias de asalto al mando del te-

niente. Me dijo que llevaba una orden

directa del comandante Valdés para fu-

silar a cuatro. Uno de ellos era Federi-

co. A mí me molestaba atrozmente

esto. Lo consideraba una canallada. Yal

entregarme el duplicado de la orden,

que sólo era para darme cuenta, indig-

nadamente lo rasgué. Llamé a Manuel

Martínez Bueso para que los guiara, los

vigilara y presenciara la ejecución”.

INGRATA MISIÓN. Jefe de los servicios

motorizados de la columna de Nes-

tares y hombre de su máxima confian-

za, Manuel Martínez Bueso tuvo que

ocuparse de tan ingrata misión pocas

horas después de enterrar a su hijo pri-

mogénito, fallecido cuando apenas ha-

bía cumplido diez meses de vida. Al

frente del siniestro convoy se presen-

tó ante los vigilantes que guardaban

la Colonia: Pedro Cuesta Hernández,

Eduardo González Aurioles y un tal An-

tonio Álvarez Ruiz o Ruiz Álvarez.

La identidad de este último no ha

podido ser dilucidada por Miguel Ca-

ballero, pero el testimonio del prime-

ro de ellos, Pedro Cuesta Hernández,

confirma su presencia y la de González

Aurioles, un estudiante de Letras de la

Universidad de Granada. Según Cues-

ta, su joven compañero, de apenas

veinte años y alistado en la Primera

Bandera de Falange tras la sublevación,

“lloró” y “pasó una noche malísima”: al

parecer, siendo niño, en una ocasión

Lorca le había salvado de morir aho-

gado; probablemente, según apunta

Miguel Caballero, en el balneario de

Lanjarón. Eduardo González Aurioles

falleció en la Batalla de Belchite el 4 de

septiembre de 1937.

De nuevo, según el testimonio de Pe-

dro Cuesta, Lorca llegó a la Colonia al

filo de las once de la noche –un dato

que contradice sensiblemente la crono-

logía apuntada por el capitán Nesta-

res–. Allí permaneció confinado en una

habitación hasta que de madrugada fue

llevado al lugar de la ejecución, situado,

según le contó Martínez Bueso a su su-

perior Nestares, “en el campo de ins-

trucción de las tropas”, en un lugar muy

concreto en el margen derecho de la ca-

rretera que conduce al vecino pueblo

de Alfacar.

DE PROFESIÓN, EJECUTORES. ¿A quién

correspondió la misión de ejecutarlo?

En la Colonia actuaba de manera es-

table un grupo de hombres dedicados,

entre otras tareas, a la ejecución de

detenidos. Caballero ha realizado una

prolija labor de cotejo de testimonios

y documentos para apuntalar la nó-

mina del pelotón más buscado de la

Guerra Civil.

Nómina que en el momento de pro-

ducirse el asesinato de García Lorca es-

taba encabezada por el sargento de la

Guardia de Asalto Mariano Ajenjo Mo-

reno. Nacido en 1883 en la localidad

toledana de Huerta de Valdecarábanos,

Ajenjo llevaba toda su vida profesio-

nal destinado en Granada. Cuando es-

talló la sublevación, enseguida marchó

como voluntario al frente de Víznar

bajo las órdenes de su antiguo jefe en

la Policía de Granada, el capitán Nes-

tares. Ajenjo pasó inmediatamente a

dirigir la escuadra de ejecutores. Se tra-

taba de un destino cómodo, que per-

mitía evitar el frente, garantizaba un

premio de 500 pesetas y ofrecía la po-

sibilidad de un rápido ascenso. En

efecto, Ajenjo fue ascendido el día 30

de agosto y abandonó su

responsabilidad al frente

del pelotón, siendo rele-

vado por Antonio Ayllón

Fernández, que no ➳

SALVADOR BARO LEYVAGaditano, vivió desde pequeño enChurriana de la Vega, Granada.Miembro del Cuerpo de Vigilancia ySeguridad desde 1931, se habíadistinguido en la desarticulación decélulas anarquistas con Nestares.

JUAN JIMÉNEZ CASCALESNacido en Hueneja, Granada,excelente tirador, había sido policíaa las órdenes de Nestares. Tras laguerra volvió a la plantilla de laPolicía en Granada, donde se jubilóen 1957. Murió en 1972.

EN LA IMPROVISADA PRISIÓN DE LA COLONIA ACTUABA

DE MANERA ESTABLE UN GRUPO DE HOMBRES

DEDICADOS A LA EJECUCIÓN DE LOS DETENIDOS

Page 5: AVH Muerte GarciaLorca

24

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

tuvo participación en el fusila-

miento de García Lorca.

La pertenencia al antiguo equipo po-

licial del capitán Nestares, que entre

los años 1933 y 1934 se destacó en la

desarticulación de varias células anar-

quistas en Granada, es el denominador

común de varios de los miembros de su

círculo de confianza en Víznar y en par-

ticular del pelotón de ejecutores que se

ocupó del fusilamiento de Lorca. Es

el caso de tres de ellos: Salvador Baro

Leyva, Juan Jiménez Cascales y Fer-

nando Correa Carrasco.

LEALTAD AL JEFE. Aunque gaditano de

nacimiento, Salvador Baro residía des-

de los tres años en Churriana de la

Vega, pueblo granadino en el que había

nacido su madre. Miembro del Cuerpo

de Vigilancia y Seguridad desde 1931,

fue distinguido por su actuación en la

desarticulación de células

anarquistas en Granada

dirigida por José María

Nestares. Fue, pues, uno

de los muchos subordina-

dos del carismático capitán que al co-

menzar la guerra se adhirieron a la cau-

sa nacional de la mano de su antiguo

jefe. Baro permaneció en el frente de

Víznar durante los tres primeros meses

de la guerra. Fue reconocido como

miembro del escuadrón de ejecutores

por un masón granadino entrevistado

por Eduardo Molina Fajardo que res-

pondía a las iniciales A. M. de la F. y

que estuvo detenido en Víznar duran-

Desde que Gerald Brenan inicia-

ra el camino hace ya décadas,

numerosos investigadores (Pe-

non, Vila San Juan, Couffon, Au-

clair, Molina Fajardo y, finalmen-

te, Gibson) han tratado de desen-

trañar las claves de la muerte de

García Lorca. De todos, quien más

y mejor ha documentado algu-

nas de las incógnitas que rodean

ese crimen ha sido el granadino

Eduardo Molina Fajardo, quien en

su libro Los últimos días de Gar-

cía Lorca aporta datos fundamen-

tales sobre los postreros momen-

tos del poeta y el lugar de su eje-

cución. Aparte de que nadie le

negó en Granada ningún docu-

mento en razón de su posición so-

cial, Molina contó con importan-

tes testimonios orales de personas

que intervinieron en los hechos

y los describieron con la confian-

za de contárselo a un viejo ca-

marada de Falange Española, di-

rector del diario Patria.

De este modo pudo recoger los

relatos de varios falangistas: José

María Nestares, capitán y jefe

del sector militar donde se pro-

dujo el crimen; Joaquín Espi-

gares Díaz, agricultor y panade-

ro de Víznar, jefe de centuria de

Falange en dicha zona; Pedro

Cuesta Hernández, agricultor y

jefe de escuadra de Falange, que

fue durante años el alcalde del

pueblo granadino de Güevejar y

que custodió el edificio donde el

poeta paso su ultima noche y,

asimismo, del masón granadi-

no que el investigador esconde

tras las siglas A. M. de la F. dete-

nido junto al poeta. También co-

laboró el hijo de Nestares, Fer-

nando, que entrevistaría a un

desganado y reticente Ruiz Alon-

so. Una de las virtudes fidedig-

nas de estas declaraciones es

que fueron hechas en distintas

épocas y fechas –pues cuando

Molina Fajardo habló con los di-

versos testigos, éstos no man-

tenían ningún tipo de relación

entre sí ni se habían tratado

desde el final de la Gue-

rra Civil– y que son

coincidentes en

las circuns-

tancias y

hechos.

Partiendo de

ahí, mi inves-

tigación consis-

tió en comprobar

documentalmen-

te los mencionados

testimonios, labor

que realicé durante

varios años, cotejando

multitud de documentos

oficiales y consultando

numerosos archivos. Así quedó

demostrado que las confesio-

nes recogidas por Molina tie-

nen un alto grado de verosimili-

tud y que sus autores no min-

tieron cuando los entrevistó.

Sin embargo, el prematuro falle-

cimiento del periodista dejó pen-

diente la identificación certera

de los autores materiales de la

muerte de Lorca, aunque dio las

pistas necesarias, con ciertas

confusiones, para poder llevar-

la a término. Y a este empeño he

dedicado buena parte de mi la-

bor, de la que puede servir de

ejemplo el proceso que condu-

jo a identificar al jefe del pelo-

tón: Mariano Ajenjo.

Molina afirma que los ejecutores

formaban parte de una escuadra

destacada en el sector de Víznar,

perteneciente a la 30ª compañía

de la Guardia de Asalto con

base en Granada, al mando

de un cabo que identi-

fica como Mariano

Asenjo y natural del

pueblo granadino de

Jun. A partir de ahí,

inicié una laborio-

sa búsqueda, sin

ningún éxito,

entre las per-

sonas ma-

yores de

esa loca-

lidad que

p u d i e -

ran conocerle y en el ce-

menterio. Sin embargo, tuve me-

jor suerte con los libros del Regis-

tro Civil y encontré la partida de

su matrimonio, en 1915, con una

mujer de Jun, lo que demostra-

ba que se llamaba Mariano Ajen-

jo Moreno y era natural del pueblo

toledano de Huerta de Valdecará-

banos. Conocido su verdadero y

completo nombre, procedí a com-

probar si había sido guardia de

asalto y, tras confirmarlo con su

familia, una consulta de su propio

expediente personal, conservado

en la DGP, demostró inequívoca-

mente que era el jefe del pelo-

tón de ejecución en la fecha en

que fue fusilado el poeta, en la

madrugada que va del día 16 al

17 de agosto. Pesquisas semejan-

tes me llevaron a descubrir y com-

probar la identidad de los res-

tantes miembros del grupo que

acabó con la vida del poeta, así

como la de quienes le condu-

jeron de Granada a Víznar y le

vigilaron en sus últimas horas.

Cabe añadir que las lápidas de los

cementerios, convenientemente

rastreadas, me aportaron indicios

clave para poner rostro y seguir la

peripecia, tras la Guerra Civil,

de los ejecutores de Lorca y de

tantas personas inocentes que re-

posan forzosamente en las fosas

de Víznar y Alfacar. Asimismo,

conservo un listado oficial bastan-

te completo de los participantes

en aquellas matanzas selectivas

ocurridas entre julio y diciembre

de 1936, período álgido por el nú-

mero de ejecuciones. Los verdu-

gos, unos voluntarios y otros for-

zados, recibieron un premio en

metálico de 500 pesetas y un

ascenso en el escalafón del cuer-

po de la Guardia de Asalto y Se-

guridad, posteriormente Policía

Armada y de Tráfico. ■

CABALLERO PÉREZ, M., Lastrece últimas horas en la vida deGarcía Lorca, Madrid, La Esferade los Libros, 226 págs., 20 €

CÓMO IDENTIFIQUÉ A LOS EJECUTORESMIGUEL CABALLERO PÉREZ

LA PERTENENCIA AL ANTIGUO EQUIPO POLICIAL DEL

CAPITÁN NESTARES ES EL DENOMINADOR COMÚN DEL

PELOTÓN DE EJECUTORES QUE FUSILÓ A GARCÍA LORCA

REPRESIÓN EN LA GUERRA CIVIL

Page 6: AVH Muerte GarciaLorca

25

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

te aquel mes de agosto de 1936. Otro

granadino –este sí nativo, del pueblo

de Hueneja– que formó parte del pe-

lotón fue Juan Jiménez Cascales. Tam-

bién policía bajo las órdenes de Nesta-

res durante la II República, Jiménez

Cascales ya se había distinguido en su

paso previo por el Ejército como un ex-

celente tirador, una cualidad refren-

dada por los sucesivos premios obteni-

dos en el concurso de las fiestas del Cor-

pus de la capital granadina. Muy pro-

bablemente esta circunstancia favo-

reció su adscripción al pelotón, pese a

que, según testimonio del masón A. M.

de la F., su labor le creaba crecientes pro-

blemas de conciencia. Al parecer con-

siguió ser relevado de dicha función,

aunque permaneció en el frente de

Víznar hasta el final de la guerra. Des-

pués del 39, y tras cumplir con diver-

sas misiones en varios puntos de la geo-

grafíaespañola, entre otros la fronterapi-

renaica, Jiménez Cascales volvió a la

plantilla de policía de Granada, donde se

jubiló en 1957 y falleció en 1972.

Antes de ingresar en los Cuerpos de

Vigilancia en 1927, Fernando Correa

–nacido en 1900 en

Busquistar, pueblo

de la Alpujarra grana-

dina– había pasado

por el Ejército desti-

nado en el norte de

África. Al igual ➳

SALVIO RODRÍGUEZ GARCÍANacido en Orce, Granada, en 1904,se distinguió en la guerra en África.Ingresó en la Guardia Civil en 1929.En 1934 fue destinado a Granada.Tras la sublevación, se integró enlas Escuadras Negras de la ciudad.

FERNANDO CORREA CARRASCONació en 1900 en Busquistar, en laAlpujarra granadina, estuvo en elejército en el norte de África eingresó en los Cuerpos de Vigilanciaen 1927. Era uno de los mejorestiradores del equipo de Nestares.

ANTONIO BENAVIDES BENAVIDESNacido en Chauchina, en la Vega deGranada, en 1900, era primo lejanode Lorca. Marchó a Argentina en1925, regresó a Granada y el 18 dejulio de 1936 se afilió a Falange.Presumió de haber matado al poeta.

UN MINUTO DESILENCIO en

protesta por elasesinato de

Lorca en el Teatrode la Zarzuela

de Madrid, el 27de septiembre

de 1936.

Page 7: AVH Muerte GarciaLorca

26

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

que Jiménez Cascales,

Correa era uno de los mejo-

res tiradores del antiguo

equipo policial de Nesta-

res. Es por ello que, ade-

más de formarparte del pe-

lotón de la Colonia, se ocu-

pó de la instrucción de los

voluntarios falangistas que

operaron en el frente de

Víznar. Allí permaneció

hasta febrero de 1937,

cuando fue destinado a

Málagaparaparticiparen la

represión posterior a la caí-

da de la ciudad en manos

de los sublevados.

Un destino que compartió con otros

de sus compañeros de ejecuciones en

Víznar, Antonio Benavides Benavides.

Oriundo de la Vega de Granada, Be-

navides había nacido en el municipio

de Chauchina en 1900 fruto de uno de

esos enlaces endogámicos tan habitua-

les entre la nueva clase de propietarios

surgida en la comarca a finales del si-

glo XIX. Hasta el punto de que era pri-

mo lejano de Federico García Lorca –su

Según los cuatro grandes testi-

monios aportados en la investi-

gación de Molina Fajardo, la eje-

cución y el enterramiento de Lor-

ca coinciden. Molina visitó y fo-

tografió ese lugar –del que ya dis-

ponía de un croquis dibujado por

el comandante Nestares– acom-

pañado por el hijo de éste, Fer-

nando. Todavía hoy se pueden

observar las mismas piedras casi

en el mismo sitio. Joaquín Es-

pigares señala concretamente el

sitio: los Llanos de Corbera, fren-

te al cortijo Gazpacho, en la ca-

becera del campo de instruc-

ción, en unos pozos excavados

para buscar agua sin resultado.

Este testimonio es importantí-

simo, pues Espigares era jefe

de centuria en dicho sector, na-

tural del pueblo de Alfacar y agri-

cultor que labraba tierras en las

proximidades. Pedro Cuesta

también lo identifica en la carre-

tera que va de Víznar a Alfacar,

pasando el puentecillo a mano

derecha antes de llegar a Fuen-

te Grande, en la cabecera del

campo de instrucción y relata

que fueron fusilados al borde

de los pozos y arrojados a los

mismos por los propios ejecu-

tores. El lugar está registrado

en el catastro como Pago del Pe-

ñón Colorado.

Con la colaboración de un zaho-

rí que busca agua de manera tra-

dicional, con la vara de olivo tal

como se hacía ancestralmente,

se ha llegado a determinar en di-

cho lugar la existencia de una co-

rriente subterránea de agua. Des-

pués, se ha requerido la presen-

cia allí de un arqueólogo del co-

legio de Aragón, experto en la re-

cuperación de fosas de la Guerra

Civil, llamado Javier Navarro

Chueca, quien ha aportado otro

dato relevante: para la ejecu-

ción necesitaban las luces de los

vehículos que los trasladaban y

que el lugar fuera accesible para

éstos, circunstancia que en el lu-

gar señalado se cumple a la per-

fección, ya que el acceso era en

coche al mencionado campo de

instrucción. Además, en el tra-

mo de carretera entre Víznar y Al-

facar, la salida hacia la dere-

cha sólo se puede hacer en dos

lugares, ya que existe un talud

y la propia ladera de la monta-

ña que lo impiden. En cambio,

los vehículos sí podían llegar per-

fectamente hasta el borde de los

pozos y alumbrar la escena de la

ejecución en aquel sitio bastan-

te recóndito tras una curva y su-

ficientemente lejos de las mira-

das de los dos pueblos.

En la actualidad, unos hundi-

mientos en el terreno, que en

su día Molina Fajardo denomina-

ría calvas, posiblemente delaten

la existencia de una o varias fo-

sas, lo que avalaría los indicios

de que éste haya sido el lugar de

ejecución y enterramiento. Sólo

una última reflexión: si los tes-

timonios aportados sobre los he-

chos por estos testigos al inves-

tigador Molina Fajardo compro-

bados documentalmente son ve-

rídicos y encajan como un puz-

le, ¿por qué los aportados por

ellos mismos, sobre la ubicación

del lugar de ejecución y ente-

rramiento no van a ser verdad?

Sólo queda investigarlo cientí-

ficamente a pie de terreno, de-

terminar la existencia de restos

humanos y tratar de recuperarlos

para iluminar uno de los sucesos

más oscuros de nuestra historia

reciente. ■

DÓNDE ESTÁN LOS RESTOS DE LORCAMIGUEL CABALLERO PÉREZ

GRANADA

Granada

Víznar

Víznar

Alfacar

Fuente Grande, donde seexcavó según las indicaciones

de Ian Gibson.

Peñón Colorado,lugar que señalaMolina Fajardo

AlfacarA-92

A-92

Miguel Caballero señala lospozos cegados en el PAGODEL PEÑÓN COLORADO, dondepueden estar los restos deGarcía Lorca.

REPRESIÓN EN LA GUERRA CIVIL

Page 8: AVH Muerte GarciaLorca

27

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

abuela era hermana de la difunta pri-

mera mujer del padre del poeta–, así

como primo hermano de José Benavi-

des Peña, conocido como Pepe el Ro-mano, y agraviado por Lorca a través del

personaje del mismo nombre de Lacasade BernardaAlba. Un enredo genea-

lógico que convenientemente desple-

gado descubre rencores añejos y expli-

ca algunos terribles comportamientos

de aquel verano sangriento del 36.

Benavides marchó a Argentina en

1925 y volvió a Granada diez años des-

pués. El mismo 18 de julio de 1936 se

afilió a Falange, poco después de lo cual

fue designado guardia de asalto pro-

visional por el propio gobernador Val-

dés Guzmán y puesto bajo las órde-

nes del capitán Nestares en Víznar. Be-

navides formó parte de la escuadra de

ejecutores de la Colonia hasta febre-

ro de 1937. Descrito por varios testi-

monios como una persona fría y procli-

ve al crimen, su dudosa conducta le

acompañó en todos sus destinos duran-

te la posguerra hasta su retiro en di-

ciembre de 1953 y su muerte en Mála-

ga en 1962. Benavides fue el único de

los ejecutores que declaró abiertamen-

te haber participado en el fusilamien-

to de García Lorca.

DEPURADO Y EXPULSADO. Mucho más

reservado al respecto se mostraba An-

tonio Hernández Marín, el miembro de

la escuadra del que menos datos se co-

nocen debido a la desaparición de su

expediente. Cabo de la Guardia de

Asalto, fue expulsado del cuerpo en

1940, tras no superar un expediente de

depuración.

De la fidelidad al bando sublevado del

último de los ejecutores identificados,

el guardia civil Salvio Rodríguez García,

cabían, sin embargo, muy

pocas dudas. Nacido en

Orce, Granada, en 1904, se

distinguió en numerosos

hechos de armas en el nor-

te de África antes de pasar a la reserva

militar e ingresar en la Guardia Civil

en 1929. En África había estrechado

lazos con algunos de los que terminarían

protagonizando la sublevación en Gra-

nada, caso del comandante Valdés Guz-

mán o de Horacio Roldán, uno de los

miembros del clan rival de los Lorca. En

1934 fue destinado a la comandancia de

la Guardia Civil de Granada, a las ór-

denes de Velasco Simarro. Activo par-

tícipe de la sublevación, en los primeros

compases de la guerra yhasta 1937 per-

maneció en la ciudad formando parte de

las Escuadras Negras.

Siete hombres que se añaden a la ca-

dena de decisiones yactos que acabaron

con García Lorca en el paredón y que,

a falta de la localización exacta de los res-

tos del poeta, iluminan casi al comple-

to el crimen más tristemente simbóli-

co de nuestra última Guerra Civil. ■

FRÍO Y PROCLIVE AL CRIMEN, ANTONIO BENAVIDES FUE

EL ÚNICO DE LOS EJECUTORES QUE SE JACTÓ DE HABER

PARTICIPADO EN EL FUSILAMIENTO DEL POETA