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  • 7/23/2019 BARCOS EN LA SELVA. El Bermejo: un modelo frustrado de comunicacin e intercambio Marcelo A. Lagos (UNIHR-U

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    3as Jornadas de Historia de la Patagonia

    San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008

    Mesa D1. La Patagonia en el imaginario poltico y social

    BARCOS EN LA SELVA. El Bermejo: un modelo frustrado de comunicacin e

    intercambio

    Marcelo A. Lagos (UNIHR-UNJU)Daniel J. Santamara (CONICET)

    INTRODUCCIN

    Los enormes espacios vacos del corazn de Sudamrica, territorios libres delcontrol colonial, espaol o portugus, fueron ocupados por fuerzas militares durante la etapade modernizacin. Pero no eran espacios vacos, porque estaban pletricos de pueblos

    originarios; si hoy, en cambio, se reconstruye el mapa de los etnogrupos sudamericanos, severn verdaderos espacios vacos, los que habitaban los pueblos masacrados en el ltimosiglo.

    A los grandes ros amaznicos (Juru, Maran o Madeira), y a los chaqueos(Pilcomayo, Bermejo) esta conquista los dej de lado, salvo temerarias expediciones, porsimple incapacidad militar. En la colonia tarda los recorrieron mercaderes y contrabandistas,armando extensos circuitos comerciales que unan las reas productivas regionales, pero sinpoblacin europea. En la tercera etapa, las oligarquas republicanas expulsaron de all losexcedentes de mano de obra rural, o buscaron mano de obra aborigen, para disponer detrabajadores baratos en sus agroindustrias. Se agregan entonces los ciclos extractivos, dondeel caucho, el tanino y la castaa se convertan en fuentes seguras de genocidio. As en el XXsobrevienen las ocupaciones estatales y la expansin de la frontera agropecuaria. Aqu nos

    detenemos en las caractersticas particulares del reconocimiento y conquista del ro Bermejo,tomando en cuenta las expediciones salidas de su flanco occidental, y haciendo hincapi en laetapa contempornea

    Sudamrica ha sido histricamente una especie de laboratorio para analizar espaciosgeogrficos no integrados y para estudiar, en forma simultnea, los proyectos y problemas entorno a una posible integracin. La cuestin, pese a la existencia de instituciones estatalesespecficas, est lejos de haber sido solucionada hoy. Por ese motivo, el diseo de un modelode comunicacin e intercambio tomando como muestra una va fluvial tan extensa eimportante como el Bermejo, puede esclarecer la problemtica de la integracin geogrfica enel continente, que ha merecido siempre mucha atencin en la bibliografa.

    EL BERMEJO

    El Bermejo aparenta indomable, ms que una va para facilitar las comunicaciones,parece un desafo abierto por los inconvenientes que sufre como va navegable. El ro y susreas de influencia pueden dividirse en tres grandes bloques: la cuenca del alto Bermejo, ensus nacientes andinas pedemontanas; el curso medio, que en el XIX discurre en dos brazosque atraviesa el Chaco seco, y el bajo Bermejo, que desagua en el ro Paraguay y sus bordesselvticos. A lo largo de sus ms de 1.700 km., lo acompaa una importante diversidad deambientes.

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    Nace en el sur de Bolivia nutrido por varios ros tarijeos, dibuja la frontera argentino-boliviana entre La Mamora y la ciudad boliviana que lleva su nombre. Luego discurre enterritorio salteo. All recibe desde el sur al San Francisco, recolector de las aguas pluvialesdel pedemonte andino, para terminar formando siempre en direccin este, la frontera entre lasprovincias de Chaco y Formosa. Desagua en el Paraguay que un poco ms al sur se une al

    Paran, doble convergencia que convierte al primero en el mayor canal natural navegable dela Argentina. Si tomamos el territorio del antiguo Chaco Gualamba, deben dejarse de lado lostramos bolivianos del alto Bermejo porque el borde occidental, en jurisdiccin de la provinciade Salta, posee rasgos particulares de aislamiento y sus relaciones con el Chaco sonprcticamente nulas1.

    Aunque el Bermejo corre paralelo al Pilcomayo en gran parte de su trayecto, al puntode formar una mesopotamia, esa perdurable vecindad no permiti que se vincularan: laspoblaciones originarias del Pilcomayo son, de occidente a oriente, los wich, chorote, maka ynivakl, emparentados culturalmente en el llamado grupo lingstico mataguayo, conrelaciones intertnicas con poblaciones guaranes paraguayas y con los pueblos de lenguaenhlit del Chaco Boreal (lengua-maskoy, toba-maskoy, sanapana). El Bermejo tienepoblaciones wich en su extremo occidental, pero los tobas imperaban en casi todo el resto de

    su curso (una variante toba, los pilag, habitaban el segmento inferior de esa mesopotamia).El Bermejo represent durante mucho tiempo la frontera toba septentrional que en el sigloXVIII se desplaza hacia el oeste, el norte y el sur, asociados a los mocobes, tambin ellosmiembros del grupo lingstico guaykur. Esta disidencia tnica y cultural separ casidrsticamente la historia de ambos ros. El Pilcomayo fue, por as decirlo, un ro paraguayo oun ro de frontera abierta o ignorada; el Bermejo fue un ro salteo o correntino, segn laspocas y los intereses en juego.

    De modo que el Bermejo no tiene frontera norte ni espacios asociados provenientesdel norte. Incluso los pueblos de lengua vilela, que probablemente fatigaban su curso medio acomienzos del XVIII, debieron emigrar hacia el sur y el sudoeste, empujados por los malonestobas. Al oeste, el ro convoca los espacios agroindustriales de Salta y Jujuy, y fue, como yase dijo, el canal de bsqueda de trabajo barato aborigen. Al este reconoci los ncleospoblados del litoral, convertidos en una doble frontera desde 1810: Paraguay y Corrientes. Enperspectiva de comunicacin comercial, correntinos y paraguayos estimaron sobre todo lasgrandes vas fluviales al sur, Paran y Uruguay, por donde circulaba el comercio legal, lasdiscusiones aduaneras, el contrabando de ganado y los grandes abigeatos que ocupaban atantos campesinos en Entre Ros y la Banda Oriental. Estas vas se dirigan a los crecientesmercados bonaerenses o al puerto. Para paraguayos y correntinos, el Bermejo era una vadifcil hacia el noroeste pobre de mediados del XIX, una regin desintegrada de la explotacinminera despus de la fatal cesura del viejo virreinato en 1825. Adems, como loexperimentara Pablo Soria, los paraguayos teman ser atacados por alguna flota que bajara porel Bermejo.

    Al sur, el ro abre un enorme ngulo con el ro Salado. Tras el desbaratamiento de las

    misiones jesuitas en el tramo salteo de ese ro, el norte y noroeste de ese territorio angularqued al margen de la historia: la explotacin taninera apenas lo roz y la caa de azcar sequed en los valles tropicales. Ms al sur y sudeste, el ngulo desierto, progresivamenteampliado, fue ocupado desde el sur agropecuario, con una produccin cerealera orientada a laexportacin y que ignoraba del todo la existencia del Bermejo. De modo que esta posicingeogrfica del ro slo poda servir para que los grandes productores agropecuarios del

    1Carlos A. Reboratti,El Alto Bermejo; conflictos y realidades, Buenos Aires, La Colmena, 1998.

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    noroeste argentino pensaran sacar por l su produccin por va fluvial hacia el sur portuario,creyendo que esa navegacin sera ms barata que la carga ferroviaria2.

    Pero no consideraban dos factores: el primero que, aunque el mapa dijera que estacomunicacin era lgica, la topografa del lecho del ro, sus salidas de madre y el cambiofrecuente de curso en algunos parajes convenci a todos de la imposibilidad de navegarlo3. En

    principio, el plano inclinado de la planicie chaquea hace que el sector medio del ro,especialmente el Teuco, que forma su brazo sur, haya opuesto un escollo insalvable a losnavegantes, por los permanentes cambios de curso y la escasa profundidad en tiempos deseca. Esta realidad fue anticipada por los informes de los viajeros del XIX, que entusiasmabana los curiosos de la antropologa, pero desalentaban a los contadores de las empresas. Elsegundo punto era que la carrera terrestre entre Buenos Aires, Potos y Lima, perfectamenteconocida ya en el XVIII, eslabonaba Crdoba, Santiago, Tucumn y otras localidadesintermedias en la produccin de logstica para las arrias y las caravanas de carretas. A losproductores de sillas, caballos, mulas, aperos, comida y lecho, y todo lo que requeran lasfatigadas columnas de mercaderes y peones, poco les importaba acortar jornadas navegando elBermejo.

    Sin embargo, desde los tiempos coloniales se encar su exploracin en doble

    direccin, de los Andes al litoral y viceversa. Hubo exploraciones terrestres de carcteroficial, equipadas para la guerra, comnmente denominadas entradas, que siguieron el cursodel ro, y otras que encararon directamente su navegacin. Para ilustrar este empedernidointers, se consignan a continuacin los principales viajes emprendidos desde el oeste, quepartieron de afluentes jujeos (Lavayn o San Francisco), o salteos (Zenta, Alto Bermejo).

    1. Juan Adrin Fernndez Cornejo (1780 y 1790) fracas en su primeraexpedicin, pero alcanz el Paraguay en la segunda. Tuvo el objetivo militar deestablecer una cadena de fortines a lo largo del ro.

    2. Pablo Soria (1824) Cuando alcanza el Paraguay es detenido por tropasde ese pas por presunta violacin de su soberana. Fue el primero en formar unasociedad con fines de navegacin y comercio.

    3. Jos de Arenales (1833) No consta la fecha precisa de navegacin.Demuestra un amplio conocimiento del ro, produce uno de los informes mscompletos y desarrollados y varios planes de colonizacin.

    4. Jos Lavarello (1854) Busca salida a productos de comerciantessalteos. En tiempos de la Confederacin, Paran alienta la bsqueda decomunicaciones entre el litoral y el interior.

    5. Prudencio Palacios (1862) Financiado por comerciantes salteos. Nodeja diario de viaje. Conocemos su trayecto por otras fuentes.

    6. Felipe Saravia (1862) Idem.7. Walter Leach (1899) Los expedicionarios llegan hasta Rosario de Santa

    Fe y continan buscando la alternativa nutica al ferrocarril.

    2 Escribe Dobson: por largo tiempo, los seores Leach haban considerado la posibilidad de enviar suproduccin por el ro Bermejo y as ahorrar el flete ferroviario de ms de mil millas.3Escriba Fontana en 1881: abrigamos la conviccin de que los resultados que se desean llegarn a obtenerse yque estos ros, en su mayor nmero, sern navegados; pero no nos cansaremos de aconsejar y an sealaremos

    este principio como una sentencia: srvanse de pequeos vapores de poco calado y mucha fuerza de mquina,

    navguese por los canales naturales y no se gaste un centavo en cambiar o modificar el cauce de los ros que

    corren en la parte baja del Chaco, porque ser tiempo y dinero perdidos, el suelo es de pura arena, no tiene casi

    declive y por esta causa, las crecientes y las grandes lluvias hacen cambiar el cauce; de otro modo, hacer

    trabajos hidrulicos es exponerse a la triste realidad de que al ao siguiente el ro pase a media legua o ms de

    los canales; lo nico que puede hacerse es remover los obstculos locales, pero acptense estos ros en su

    estado actual o no se navegue(p. 55).

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    LOS PROBLEMAS DE LA NAVEGACION

    Haciendo un resumen de las bitcoras de los navegantes que encararon susexploraciones desde el pedemonte andino, los problemas ms comunes que se reiteran sobrelas dificultades que presenta la navegacin son: a) la existencia de bancos de arenas y la

    turbidez del agua (recordemos que el ro Bermejo, nombre impuesto por los espaoles, es elsexto en el mundo por el volumen de material arrastrado); b) la permanente presencia deraigones y troncos flotantes, especialmente en poca de crecidas (en verano caen las mayoreslluvias en las cabeceras andinas que alimentan el ro); c) lecho y orillas repletas de fango queprovocan encalladuras; d) la sinuosidad del curso que con sus curvas y contra-curvas casiduplica la distancia cartogrfica; e) barrancas y acantilados que depositan sus derrumbes en elro durante las lluvias, aumentando las crecientes; f) la fuerte irregularidad del volumen delcaudal con rpidas y descontroladas crecidas seguidas de sequas que apenas dejan unpequeo y chato canal poco navegable. Pese a todas estas dificultades, y los enormestropiezos que sufrieron todas las expediciones, la mayora de los viajeros no duda en afirmarque el ro sigue siendo navegable. Veamos algunos ejemplos.

    Fernndez Cornejo niega que haya problemas de profundidad: hay cadas ycorrenteras, pero el ro es practicable todo el ao con chatas. Hubo prdidas y largas demoraspor encallamientos, pero no se qued desabastecido nunca por la superabundancia de pesca yel comercio con los mataguayos. Soria coincide en sostener que el ro es navegable hasta laseca de agosto-octubre, que los canales pueden bajar hasta 45 cm aproximadamente, pero nove problemas para mejorarlos a mano. Arenales, por su parte, sin dudar en absoluto sobre lanavegabilidad, desconfa de los informes anteriores y sugiere una nueva exploracin paraexaminar los canales, el comportamiento del ro en las crecidas y los terrenos adyacentes.Propone comprar una draga o nut-boaten Inglaterra para asegurar el trnsito de los canales.Confa en que el comercio podr financiar este servicio.

    En un apartado de su obra (1881) Guillermo Aroz se pregunta si los ros del Chacoson navegables. Cree que s mediando tres condiciones: a) el uso de vapores pequeos ypotentes, por las innumerables curvas del curso; b) contar con una tripulacin experimentada(sus experiencias personales le dejaban mucho que desear con respecto a los marineros); y c)crear una cadena de fortines capaces de proveer de madera a los barcos y de un lugar seguropara pernoctar. En las bitcoras de Leach y Paterson surge un Bermejo mucho ms poblado:los navegantes ven continuamente rancheras nativas y hombres que marchan a los ingeniosazucareros. Salvo la prdida de dos canoas los primeros das, no registran novedadesposteriores, salvo las permanentes enfermedades de algunos tripulantes (Paterson es mdico yle gusta detallar la evolucin clnica de sus pacientes).

    Es lugar comn de los expedicionarios anotar las dificultades que presenta lanaturaleza, el clima, los insectos y las alimaas. Y nadie es novato en la zona: algunosingleses de la expedicin de Leach tenan casi 25 aos de residencia, como el mayor de loshermanos Leach, que fue jefe de la exploracin, radicado en los valles subtropicales de Jujuy

    en 1876. Pero es intil pensar que las expediciones no sentan el rigor de la naturalezachaquea: nubes de mosquitos caen sobre ellos tres das seguidos, el calor los asa sobre lascubiertas, la pertinaz lucha contra el fango los atasca y desespera. Uno cree leer las Cartas

    Americanasde Humboldt, mrtir de padecimientos semejantes en el ro Negro, al norte delAmazonas.

    Pero esta misma naturaleza es ambigua: la mayora de los viajeros especula sobre lariqueza forestal y su posibilidad de explotacin, aunque alguien advierta sobre la peligrosidadde una devastacin ecolgica ya evidente entonces, sobre todo en las costas del bajo Bermejo.Por otro lado, reina un espritu desaprensivo de la fauna, un mpetu cazador del siglo XIX,que dista mucho de nuestras actuales preocupaciones ecolgicas. No deja de llamar la

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    atencin la cantidad de disparos desde las embarcaciones a todo animal que se cruce a lavista: yaguarets, carpinchos con sus cras, monos, aves y no para alimentarse sino por simpledeporte. A estas dificultades naturales, los expedicionarios agregan la presencia aborigen ensus mrgenes. Sumando las opiniones no necesariamente coincidentes de los navegantes,surge como elementos comunes: a) que la peligrosidad del aborigen se morigera con el

    tiempo: a los relatos sobre el salvajismo de los primeros tiempos coloniales, le siguen textosms cautelosos en el XVIII, para terminar en tiempos republicanos minimizando losproblemas que podran acarrear las poblaciones originarias en la prctica de la navegacin; b)se diferencian permanentemente la animosidad y curiosidad de los wichs, en contraste con labelicosidad de los tobas del Bajo Bermejo; c) cualquiera sea el grupo tnico, se estima que susataques no son poco o nada efectivos: slo una emboscada certera poda producir una vctima,ms all de que la confianza de los exploradores podan ser aprovechada por el espritutraicionero de los indgenas.

    QUE HACER CON EL BERMEJO?

    Hubo varias propuestas sobre cmo podra terminarse con las amenazas de los nativos

    y el entorpecimiento consiguiente de la navegacin. Fernndez Cornejo cree que si bien lanavegacin traer beneficios a la comunicacin entre Paraguay y Salta, y el interior del Per,adems impedir la comunicacin y reunin de las naciones que habitan sus orillas, horriblemadriguera por lo pasado y presente de enemigos. Para el salteo no hay otra alternativa quesometerlos. Los fuertes ubicados estratgicamente llevarn al indio a rendirse y reducirse a

    pueblos para tributar homenaje de su obediencia al rey y ser tiles al Estado4. La visin de

    Arenales es particular para la poca: sin dejar de lado el vocabulario corriente sobre los indios(salvajes, brbaros, etc.), seala que la violencia contra ellos siempre fue interesada desde eltiempo de los espaoles. En rigor, slo se tenan inconvenientes con ellos cuando se losprovocaba. Soria, por ejemplo, fue atacado por los nativos pero ocurre que viajaba con 15presidiarios y un voluntario, y a cada oportunidad les robaban. Arenales piensa que losfortines son inadecuados e inconducentes; jams tuvieron un oficial competente y vivan enellos forajidos y salvados de la horca; siempre prim la indisciplina y la desercin, la falta depaga, la reposicin de equipos, caballos y armamentos. Para sofocar posibles levantamientos,propona establecer un cuerpo de caballera mvil, integrado por veteranos, y para asegurar lanavegacin del ro, propuso comprar tierras, firmar tratados de paz, comerciar con los indios.Estos tenan muchos bienes del monte que ofrecer: ovejas, resinas de palo santo, cera, miel,plumas de avestruz, cueros de nutria, ciervo y corzuela, tejidos de chaguar y lana que cambianpor tabaco o cualquier otra cosa.

    En el Informe que Baldomero Carlsen eleva sobre el estado de las fronteras del Chacosalteo (1871), no se muestra partidario de la navegacin sino del camino carril: el ro escaprichoso y voluble y su tortuosidad duplica la distancia de los mapas5. Pero tanto seprivilegie una como otra va, las dificultades que oponen el indgena son cada vez menores y

    cree vislumbrar entre los indios una utilidad cada vez mayor:las tribus del Chaco se prestan

    a todo gnero de labores conformes con una modesta recompensa de ropa y trabajo, lo que

    prefieren a una suma crecida de dinero, de manera que soy de opinin que pronto no slo

    veramos al indio utilizado con ventaja como actualmente sucede en distintas labores en todo

    este trayecto de Orn a la Esquina Grande, sino desde la Esquina del pescado Flaco hasta

    4Adrin Fernndez Cornejo, Expedicin al Chaco por el ro Bermejo, 1790, CPA, 6, Buenos Aires, 1970, pp.234.5Escribe Pelleschi: la inmensa tortuosidad de los ros del Chaco y de ste, el Bermejo, que tiene un desarrollo de320 leguas sobre una distancia geogrfica de 130 (Otto mesi nel Gran Chaco, viaggio lungo del fiume Vermiglio,Firenze, 1881, p. 247).

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    Corrientes, donde veramos que el indio mismo con los instintos de las ventajas que esto le

    reportara, se estara brindando a llamarlo de manera que se contemplara al indgena tal

    vez convertido en el ms til ciudadano, prestando el ms til recurso que circulase por esta

    parte de la frontera, que son los brazos6.

    Segn Aroz, slo los tobas podran perjudicarla navegacin porque aman demasiado

    el medio en que viven, como para permitir que mano extraa les arrebate sus secularesdominios

    7. La solucin ideal deba concertar la accin de la Compaa de Navegacin

    formada en los 1870s, que contaba con financiamiento estatal, y la accin militar desde losfortines. Si se sumaba la extensin del telgrafo, la belicosidad del indio quedara reducida asu mnima expresin. Por su parte, comprobaba que los wichs estaban totalmente integradosa las labores pblicas: de hecho, menciona unos 500 trabajando en las obras de canalizacin.En 35 das de viaje, Walter Leach no tuvo inconveniente alguno con los indios; algunos leendilgaron el honorfico ttulo deprotector de indiospor su buen trato con los que trabajabanen su ingenio La Esperanza. Se mentaba que su nombre era conocido en el interior del Chaco.De todas formas, los tripulantes llevaban un fusil de repeticin Winchester 44, un revlver yun cuchillo grande, salvo los peones criollos e indios que hacan de baqueanos y domsticosen esta expedicin de seoritos8.

    LAS ETAPAS HISTORICAS DEL RIO

    Parece lgico que una primera aproximacin considere las distintas etapas histricascomo marco apropiado para el examen de estas expediciones al Bermejo. Una segundaaproximacin debe ser la explicacin del uso de los espacios asociados a la cuenca y el rol detodos ellos en el tipo de poblamiento. Pueden proponerse cuatro etapas histricas: la primeraes la etapa inicial de la conquista, desde los primeros avances de fines del XVI hasta la terceramitad del XVIII, cuando los ros son considerados vas de entrada para descubrir pueblosexticos a los cuales evangelizar, controlar o explotar. El primer propsito fue bastante pocologrado por los misioneros, si lo comparamos con los xitos obtenidos en otras regiones delcontinente. El segundo fue un fracaso total hasta el perodo 1884-1911 cuando el Estadoargentino ocupa militarmente el Chaco. El tercero slo tuvo xito a fines del XIX ycomienzos del XX cuando densas cuadrillas de originarios chaqueos fueron incorporadas altrabajo de las agroindustrias del noroeste o a las tanineras del Paraguay. De modo que laprimera etapa es, en rigor, un nicho vaco porque ni siquiera se pudo lograr un conocimientotil del ro.

    El Bermejo como puente

    La segunda etapa recorre la segunda mitad del siglo XVIII, cuando gobernadores,franciscanos y empresarios-mercaderes organizan varias expediciones por el Bermejo y susterritorios circundantes9. La concepcin prevaleciente es que el Bermejo puede actuar como

    6Nora Siegrist, Un Informe de Baldomero Carlsen sobre la frontera del Chaco salteo, Folia Histrica delNordeste, 5, Resistencia, 1984, p. 204.7Guillermo Aroz,Navegacin del Bermejo y viajes al Gran Chaco, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1884, p.87.8Cfr. Bitcoras de Walter Leach y William Paterson, en Sierra Iglesias, Un tiempo que se fue, Jujuy, UNJU,1998, p. 249 y 316.9La lista de textos sobre expediciones de la segunda mitad del XVIII es densa. Los informes conocidos son Josde Arenales, Noticias histricas y descriptivas sobre el gran pas del Chaco y ro Bermejo (1764), ColeccinPedro de Angelis(en adelante CPA), Buenos Aires, 1833. R. P. Antonio Lapa, OFM.Diario exacto y fiel de losacaecimientos sucedidos en la entrada al Gran Chaco Gualamba y Diario de los acontecimientos sucedidosdurante su viaje al Gran Chaco (1775). El primer texto se conserva en AGN (Interior, legajo 5, expediente 10), y

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    un puente entre el noroeste y el nordeste; no se lo ve como rea productiva, sino como un reade comunicacin. Lo mismo ocurre con el Amazonas: es un puente entre las mercancas deBelm y los esclavos de Manaus10, como el Paraguay es un puente entre el oro de Cuiab ylos ganados de Asuncin11. Para entonces, se ha producido una enorme expansin delcomercio mercantilista fuera de los espacios efectivamente controlados por las autoridades

    coloniales, y por esa razn centenares de comerciantes, arrieros y contrabandistas trazan yfrecuentan distintas rutas ilegales.Tambin, el Pilcomayo, paralelo al Bermejo, deja de ser el canal que los jesuitas

    pensaron como lazo de unin entre sus misiones de Chiquitos y Paraguay para ser pensadocomo una posibilidad de entretejer el comercio del Alto Per, en especial los valleschuquisaqueos, con los mercados del litoral rioplatense. Los trminos en que se planteaentonces la cuestin son mercantiles, no evangelizadores. Esta segunda etapa se disuelve enuna zona oscura que dura varias dcadas, en simultneo con las guerras de independencia, lasguerras civiles y la segregacin progresiva del orden poltico. La nica exploracin realizadaen esta poca turbulenta la organiz en 1826 Pablo Soria, un vecino jujeo propietario de unaenorme finca en las orillas del San Francisco, comisionado por una Sociedad de Navegacinpatrocinada por los gobiernos de Salta y Buenos Aires12. Al llegar al ro Paraguay, Soria fue

    detenido por una patrulla paraguaya que le incaut hasta los papeles; estuvo preso cinco aosy una vez liberado march a Buenos Aires. Sin embargo, mantuvo su optimismo respecto delBermejo: se acelera el tiempo en que el Paraguay, el Per Alto, Salta y todas las repblicasdel Ro de la Plata tocarn palpablemente que en el ro Bermejo, su apertura, civilizacin de

    sus indios y cultivo de sus costas, est la mejor porcin del patrimonio de bienes con que la

    Providencia las ha dotado.

    El espejismo de los recursos naturales y la comunicacin fluvial

    el segundo lo public la Revista de la Biblioteca Nacional, 333-56, Buenos Aires, 1954, pp. 477-499. R. P.Joaqun Camao SJ. Noticia del Gran Chaco (1778), editada y comentada por el R. P. Guillermo Furlong,Buenos Aires, 1955. R. P. Antonio Lapa.Diario de su segundo viaje al Chaco(1779), texto conservado en AGN(Documentos de la Biblioteca Nacional, legajo 311, documento 5100). R. P. Francisco Morillo OFM, Diario delviaje al ro Bermejo (1780), CPA, Buenos Aires, 1836. Adrin Fernndez Cornejo, Diario de la primeraexpedicin al Chaco(1780), CPA, VIII, Buenos Aires, 1970. Una versin temprana fue publicada en MercurioPeruano, 12, Lima, 1795. Francisco Gabino Arias, Diario y descripcin de la expedicin reduccional del ao1780 y 1781 al Gran Chaco, CPA, Buenos Aires, 1833. La segunda parte de este informe, titulada Segunda partedel diario general que concluye con una nocin y descripcin geogrfica de toda la provincia del Gran Chaco

    Gualamba, sus cualidades y variedad de innumerables naciones que la habitan est conservada en el AGN(Guerra y Marina, legajo 4, expediente 6). Adrin Fernndez Cornejo. Expedicin al Chaco por el ro Bermejo(1790), CPA, VI, Buenos Aires, 1970. Joaqun de Als, Informe al virrey Arredondo sobre el proyecto de poblarel Bermejo e Informe al ministro de Gracia y Justicia Eugenio de Llaguno sobre el poblamiento del Chaco

    (1790) y Onofre Xara, Diario de navegacin del Bermejo (1791), los tres publicados en Revista Paraguaya,Asuncin, 1899. Flix de Azara, Informe sobre varios proyectos de colonizar el Chaco (1799), CPA, VI, Buenos

    Aires, 1970 y N. Garca de Solalinde, Proyecto de colonizacin del Chaco (1799), CPA, Buenos Aires, 1836.Existe tambin un documento sin fecha firmado por Felipe de Haedo, el Octavo informe con las fortificacionesde los portugueses en las fronteras del virreinato del Per, medios de internarse, de atacarlas, noticias de los

    ros Pilcomayo, Bermejo y Salado, que se conserva en el AGN (Documentos de la Biblioteca Nacional, legajo191, documento 1989).10Daniel J. Santamara, La puerta amaznica: los circuitos mercantiles de los ros Madeira y Guapor en lasegunda mitad del siglo XVIII,Memoria Americana, 2, Buenos Aires, 1993.11Daniel J. Santamara, La guerra guaykur: expansin colonial y conflicto intertnico en la cuenca del AltoParaguay, siglo XVIII, Jahrbuch fr Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, 29,Kln, 1992.12 Pablo Soria, Informe del Comisionado de la Sociedad del Ro Bermejo a los Seores Accionistas, BuenosAires, 1831.

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    La tercera etapa sobreviene a mediados del siglo XIX, cuando el espritumodernizador, como respuesta de oportunidad a la formacin de los imperios colonialeseuropeos, reverdece ciertos proyectos de la etapa anterior sobre la explotacin local derecursos en el Chaco y anima nuevas expediciones de distinto tenor13. Despus de la cada deRosas (1852) se reaviva el tema de la navegacin de los ros interiores. Los emprendimientos

    sobre el Bermejo estuvieron condicionados por las trabas a la navegacin tanto en el Parancomo en el Paraguay. Sucesivos bloqueos de la primera mitad del XIX a la entrada del Plata,hicieron poco alentador el trabajo sobre el ro secundario y desconocido. Al bloqueo espaolde tiempos de la revolucin, le sigui el brasileo, justo por los aos en que Soria realiza suexpedicin. Al celo del doctor Francia sobre el Paraguay, se le suma en la dcada de 1840 eldel gobernador Rosas y la respuesta del bloqueo anglo-francs.

    Deca optimista en 1855, Martn de Moussy: desde que se abrieron el Paran y susafluentes para todos los pabellones del globo, se ha despertado naturalmente el espritu de

    las poblaciones, estimulado por las ventajas que podan producir inmediatamente la

    navegacin de estos ros, y desde un ao atrs se han hecho loables tentativas a fin de

    estudiar las comunicaciones fluviales de tan alta importancia para las provincias del Norte,

    Jujuy, Salta, Tucumn y Santiago del Estero. No hay pues dificultad alguna de importancia

    para la navegacin de este ro, y no tardarn en venir embarcaciones de Orn y de Jujuy quelo surcarn, traern al Paran los ricos productos de tan lejana regin de la Repblica

    Argentina, y los de la provincia de Tarija14.Un par de aos ms tarde, Benjamn Villafae ve un promisorio futuro para los

    productos de Orn, en especial, sus ricas maderas, que podran bajar en jangada: desde que elBermejo es libre y transitable como un camino cualquiera, el ms humilde gaucho cree

    hallarse a orillas de un nuevo mundo15

    . Aroz propone levantar un monumento de gratitudnacional que expresara al Congreso de 1852 libertador de estas aguas, la posteridadreconocida

    16.En 1861, Flix San Martn opina que ricos productos del Oriente Boliviano, como la

    coca, el caf de las Yungas o el cacao, que saben de excelente calidad, tendran que encontrarmercado en Buenos Aires va Bermejo: Santa Cruz, pueblo que ha vegetado 300 aos en suadormecimiento, es una regin tan virgen como feraz. Encerrada hermticamente entre

    pueblos salvajes, que lo rodean por todos lados, la nica relacin que ha mantenido con el

    mundo es aquella que la oblig a escalar los Andes para vivir en cuerpo de nacin con

    Bolivia. Su comercio por aquella parte pues, que luchar, desde luego con dos enemigos

    formidables: la cordillera de los Andes, la falta de demanda17

    . San Martn cree quesuprimidas las injustificables aduanas de Tarija y Orn, y firmados algunos tratadoscomerciales, sumada la navegabilidad del Bermejo que entiende muy probable, el altoBermejo florecera econmicamente.

    13Emilio Castro Boedo,Estudios sobre la navegacin del Bermejo y la colonizacin del Chaco(1873), reeditados en versincrtica por el CEIC, San Salvador de Jujuy, 1995.Gregorio Aroz, Noticia sobre la navegacin del Bermejo, 1879; Juan y

    Manuel Sol,Breve estudio del Chaco y Bermejo, 1880; Giovanni Pelleschi, Otto mesi nell Gran Chaco, 1881; Luis JorgeFontana,El Gran Chaco,1881 (con estudio preliminar de Ernesto Maeder, Buenos Aires, 1977); Juan de Cominges,Diariode la primera expedicin al Chaco, 1882; ngel J. Carranza, Diario de la expedicin al Gran Chaco, 1883; A. vonSeelstrang,Informe de la Comisin Exploradora del Chaco (1884), publicado por Eudeba, Buenos Aires, 1977. A. A. G.Dobson,A short account of the Leach Bermejo Expedition of 1899, with some reference to the flora, fauna and indian tribesof the Chaco, Buenos Aires, 1900. Nora Siegrist, Un informe de Baldomero Carlsen sobre la frontera del Chaco salteo,Folia Histrica del Nordeste, 5, Resistencia.,14Victor Martn de Moussy, Navegacin del Bermejo,Revista de Buenos Aires, tomos 19-20, Buenos Aires,Imprenta y Librera de Mayo, 1869, p. 632 y 634.15Benjamn Villafae, Orn y Bolivia a la margen del Bermejo, Buenos Aires, 1857, p. 13.16Guillermo Aroz, op. cit., p. 201.17Flix de San Martn, Ojeada zoolgica sobre el Oriente de Bolivia u sobre sus relaciones comerciales con laRepblica Argentina, Buenos Aires, Imprenta del Comercio del Plata, 1861, p. 21.

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    En resumen, en este rpido pasaje del mercantilismo colonial al capitalismo moderno,coinciden las polticas progresistas que propugnan el reconocimiento de nuevos recursos y laapertura de nuevas explotaciones, con la novedosa perspectiva de la colonizacin europea(polticas que el Estado hizo suyas en algunos perodos), con las polticas conservadoras delos sectores dominantes a escala provincial de ampliar hacia el interior chaqueo las fronteras

    agropecuarias ya establecidas, ms la muy poca novedosa perspectiva de aumentar la mano deobra disponible. Esta tercera etapa coincide ms o menos con la fijacin de los lmitesterritoriales del Estado mediante tratados internacionales.

    La empresa de reconocimiento del Bermejo se convierte en una empresa comercial. En1854 N. Lavarello consigue el apoyo del coronel Evaristo Uriburu y navega el Bermejo hastasu desembocadura. Por esta misma poca, el ingeniero ingls Thomas Page, comisionado porel gobierno de los Estados Unidos, lo remonta (es decir, lo navega en sentido este-oeste) hastaPampa Blanca, al sur de Orn. Al ao siguiente, Uriburu organiza otra sociedad denavegacin, encargndole a Lavarello que comprara un barco en Liverpool: con esa nave,totalmente desproporcionada para navegar el ro, llega hasta La Cangay y debe emprender elregreso. Enojada con l, la Sociedad le encarga a Jos Ramn Nabea otra navegacin en 1855,pero el prctico de la nave, respondiendo a rdenes de Lavarello, somete a Nabea y lo

    abandona librado a su suerte en el paraje de Palo Santo. Siguen en 1862 el comerciantesalteo Emilio Palacios y su hermano Prudencio con sendas exploraciones de las que noquedan noticias. En 1863, Lavarello, por segunda vez y asociado a ngel Basso, organiza unanueva excursin. Llegados a Rivadavia, el vapor ancla cinco meses y Lavarello pide sin xitoante la justicia su embargo. Fracasado su intento, debe permanecer en Salta y Basso completala navegacin. Otros exploradores de esta poca fueron el ingls Isman, un tal Fontn(precursor de Colonia Rivadavia), un tal Vinci, productor de cortes de madera, Felipe Saravia,etctera. En 1870, el comerciante Natalio Roldn organiza en Buenos Aires la Sociedad deNavegacin del Bermejo, contratando a nuestro conocido Thomas Page, que recorre el ro en1871. Al ao siguiente, Roldn propone otra navegacin junto con Castro Boedo, de quientomamos estos datos18.

    La ocupacin militar del Chaco

    La cuarta etapa, por fin, es el perodo que cubre o sigue a la ocupacin militar.Curiosamente, una vez integrado oficialmente al Estado, el Chaco se convierte en una especiede desierto planificado: si se toma solamente al Bermejo, la explotacin algodonera seextiende por sus bordes orientales y la caa de azcar por los occidentales; grandes masas depoblacin aborigen, los restos derrotados y dispersos de las poblaciones originarias,comienzan a emigrar, pero ya no solamente a las zonas de produccin agroindustrial del norte,sino a los grandes centros industriales del centro-este del pas. El conocimiento del ro siguesiendo, en el umbral del siglo XX, tan pobre como un siglo atrs. Escribe Dobson: en losltimos aos, el Bermejo fue reportado como secndose. Se habrn distribuido sus aguas

    sobre algn otro canal? Habrn sido sus aguas derivadas a un brazo llamado Teuco? Si

    poco se sabe del Bermejo, prcticamente nada se sabe del Teuco.La expedicin organizadaen 1899 por los Leach, los grandes empresarios britnicos del azcar, pretenda enterarse deesto y el resultado final fue convencerse de la innavegabilidad del Bermejo. Pero nada ocurridespus.

    Modelos de comunicacin, intercambio y ocupacin

    18Castro Boedo, op. cit., pp. 90-95.

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    Sinteticemos lo ocurrido en las tres etapas principales en relacin al uso y sentido delos espacios involucrados, apelando a un grfico simple:

    1. Siglos XVIII-XIX: el Bermejo como puente

    MGP EMM PA

    CMO Bermejo CME

    EMEX

    En la primera etapa, segunda mitad del XVIII y primer cuarto del XIX, el Bermejo seconcibe como un potencial puente entre dos economas mercantilistas que no estn encompetencia: el noroeste argentino y el rea Corrientes-Paraguay. Representamos la primeracomo CMO (circuito mercantil oeste), estrechamente ligada a la economa minera mercantilaltoperuana (EMM) y los mercados ganaderos del Pacfico (MGP). La segunda esrepresentada como CME (circuito mercantil este). Para CME, hemos visto, el Bermejo carecede importancia porque est directamente ligada va Paran a los espacios mercantilistas deexportacin (EMEX). Por ese motivo la presin sobre el Bermejo procede solamente deCMO. Las poblaciones originarias del Chaco (PA) tienen todava cierta dimensindemogrfica y espacial, pero vierten contingentes como mano de obra barata hacia CMO yCME.

    Ocupacin espacial

    Regin andina Espacio chaqueo Litoral

    Barrera

    de Creacin de Ros ParaguayProteccin Orn y Paran

    de = LmitesTarija = ENTRADAS Bermejo Naturales

    Jujuy =

    Salta =

    Cadenas de fortines PAPresidios y misiones Resistencia

    Alto Bermejo Inicio de trabajoSan Francisco en haciendas

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    Salado===

    rea abandonadaen guerras de independencia y civiles

    2. Siglo XIX: el Bermejo como canal

    MGP EMM PA

    EAL Bermejo EAI

    EMEX

    En esta segunda etapa EMM queda separado del esquema por la independencia deBolivia y las guerras civiles (1811-1825). CMO deja de ser solamente un circuito mercantilligado a EMM y MGP (todava en 1911 se remiten anualmente 25.000 bueyes al puerto deAntofagasta19) y se convierte en un espacio de produccin agroalimentaria (EAL) gracias aldespegue de la industria azucarera. Como se trata de exportar los excedentes productivos(pese al crecimiento aluvional de la demanda en el mercado interno) debe conectarse con

    EMEX y aumentar su competencia con CME. Este se ha convertido, desde 1820-1830, en unimportante espacio agropecuario y desde mediados del siglo en un creciente espacioagroindustrial (EAI), productor de algodn y yerba mate, que mantiene sus vnculos directoscon EMEX. EAL tiene dos alternativas: la ruta terrestre al sudeste portuario, con la necesariaintermediacin de Crdoba y Santa Fe, o la apertura del Bermejo como canal decomunicacin con el Paran. Esta segunda estrategia conduce a las exploraciones deproductores y comerciantes. PA se ha reducido por emigraciones definitivas y masacrescometidas por tropas y grupos sociales de ocupacin del Chaco.

    Ocupacin espacial

    Pedemonte andino Espacio chaqueo C Litoral

    OL Fin guerraO del Paraguay

    Corrimiento de Bermejo Nfrontera Iagrcola Z Bermejomilitar A ro interiory religiosa PA C

    19Jules Huret,De Buenos Aires al Gran Chaco(Pars, 1911) Reedicin Buenos Aires, 1986, p. 237.

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    Trabajo anual Ien zafra Oalgodonales y Nforestales

    Compaas de Navegacin

    Aliento de la ConfederacinA vas alternativas deComunicacin litoral-interior

    3. Siglo XX: el Bermejo abandonado

    PA EAL EAI

    Bermejo

    EMEX

    Ocupacin espacial

    Pedemonte andino Espacio chaqueo Litoral

    Ocupacin militar Organizacinde Territorios

    Nacionales Explotacinforestal y agrcola

    Abandono de Bermejoexploraciones

    de navegacinPA Inmigracin

    SometimientoDefinitivo

    FFCC Mano de obra

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    En esta tercera etapa, la estrategia exploratoria del Bermejo queda finalmente disuelta

    por (1) problemas tcnicos francamente irresolubles de navegacin, (2) inexistencia deverdaderas estaciones de trnsito en el curso del ro, y (3) extensin de ferrocarriles hacia elnoroeste. Los excedentes de EAL son conducidos a EMEX por tren y toda comunicacin conla ruta fluvial Paran queda olvidada. La convergencia en V de los circuitos comercialesmodernos elude el rea Bermejo. Su poblacin originaria comienza a licuarse seriamente antela masiva emigracin hacia los grandes centros industriales del centro-este. Sin rol social,productivo o comunicacional, el Bermejo se convierte en un desierto. An cuando losferrocarriles unen Embarcacin con Formosa y Metn con Resistencia, tienen la misma vidaexcesivamente sosegada que las rutas de tierra paralelas. Y aunque hoy esos caminos (rutasnacionales 6 y 12) estn asfaltados y los recorren los camiones del MERCOSUR o los turistasal Brasil, siguen siendo un puente sobre el desierto. La extensin actual de los cultivos de sojay la progresiva depredacin del monte nativo parecen indicios de crecimiento, pero no dedesarrollo, porque coinciden (no casualmente) con poblaciones originarias y criollasdramticamente pauperizadas. La existencia de una Comisin Nacional del Ro Bermejoparece sealar que el Estado tiene todava la concepcin de que la cuenca es un espacio pordescubrir.

    Conclusiones

    Despus de un siglo de intentos (tomados como hitos la expedicin de FernndezCornejo a fines del siglo XVIII y la de los Leach a finales del XIX) el Bermejo como vanavegable apareca como un modelo de comunicacin frustrado. Varios fueron los factoresque confluyeron para que esto sucediera.

    En primer lugar conectaba dos regiones, el noroeste y eventualmente el oriente deBolivia por un extremo y el norte del Litoral y posiblemente el Paraguay por otro, que sepresentaban cada vez como ms marginales dentro de la forma que adoptaba el pas en elsiglo XIX. No entraba dentro de los intereses de Buenos Aires y con frecuencia no se contabacon recursos necesarios, para que el poder central impulsara el desarrollo de estas vasalternativas de comunicacin entre puntos interiores.

    Asimismo se debe tener en cuenta que el desarrollo de la navegacin poda afectarintereses establecidos de los transportes terrestres. En el siglo XVIII y buena parte del XIX alos carreteros, y con ello a Tucumn como fabricante y Crdoba como nudo tradicional detransportistas. En el ltimo tercio del XIX a los ferrocarriles y por ende a grandesinversionistas extranjeros.

    Es por los dos motivos ante expuestos que las compaas de navegacin no

    prosperaron ni tuvieron continuidad suficiente. Recibieron subsidios estatales pero fueroninsuficientes y espordicos. Tampoco las dos grandes riquezas potenciales que presentabanlas reas en torno al ro, el reservorio de mano de obra aborigen y la explotacin forestal,requeran de barcos trasportadores. Los indios hacan sus traslados anuales a pie y sera unfactor de encarecimiento del costo del trabajo su embarque en vapores. Por su parte elcomercio de maderas, de acuerdo a las fuentes con que contamos, se hacia en jangada. Estenegocio sera un complemento que manejaran las compaas, o por lo menos eso pretendan,pero para el perodo analizado la extraccin de maderas de lugares tan distantes y dificultososera poco redituable, pues an existan montes ms cercanos y abundantes de los centros deconsumo.

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    La naturaleza del ro hizo su parte, el hecho de que no se lo navegue hoy da ms quepor trechos, da cuenta de las dificultades. Es admirable sin embargo la obstinacin yoptimismo con que se encararon los diferentes proyectos de hacerlo transitable. Vemosexpediciones repletas de inconvenientes que terminan opinando favorablemente sobre lafactibilidad de navegacin. Las antiguas fotografas de esqueletos de barcos encallados nunca

    ms rescatados, parece sealar una interpretacin distinta.Los distintos entornos del Bermejo actual siguen presentando un panorama depobreza, aislamiento y negocios para pocos. En la cuenca del Alto Bermejo sobreviveneconomas campesinas de subsistencia junto al tendal de desocupados ypefeanos que dejo laola neoliberal privatizadora de los noventa y la extensin de pools de siembra que dejandesmonte y desertificacin y ningn beneficio en el mbito regional. El cauce central contieneespaciadamente las poblaciones aborgenes ms miserables y desatendidas del pas. En elBajo Bermejo a la desforestacin se le sum la apertura de grandes manchas sin vegetacinpor la accin de ganado predador como el caprino. Los tobas cada vez son menos, aquellosconsiderados bravos y belicosos dueos del ro son hoy villeros del gran Rosario oalrededores de La Plata.

    La frustracin del Bermejo es quizs slo un componente ms de la ms generalizada

    de todo el gran norte argentino, an no integrado entre s y carente de una real poltica deEstado que lo saque de su crnica situacin de pobreza y marginalidad.