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53 E n el interior de las villas medievales puede establecerse una división en- tre aquellos espacios pertenecientes a los particulares, fundamentalmente las vivien- das, y aquellos que por su propia con- cepción –calles, plazas, murallas y caminos– o por su función –iglesias o mercados– eran considerados como espacios públicos o de la comunidad. En el espacio público de las villas se establecía la co- municación entre los vecinos siendo, por tanto, el centro cívico de la comunidad ciudadana. La mayor parte de los núcleos urbanos medievales nacidos en torno al Mediterráneo son herederos de la ciudad grecorromana, la civitas, en la que el espa- cio público tiene un peso fundamental como lugar de relación y de socialización. La ciudad musulmana y la town anglosajo- na, en terminología de Chueca Goitia, son completamente ajenas a esta realidad pues los espacios públicos se ven reducidos en ellas a la mínima expresión, careciendo de las particularidades que la ciudad grecorro- mana posee 1 . Las villas vascas creadas en la Edad Media son claro reflejo de la realidad des- crita. Aunque los espacios públicos sólo representan una mínima parte del total de la villa son, sin embargo, los que concen- tran la práctica totalidad de la actividad urbana. En ellos se habla y se discute, se comercia y se reza, se disfruta y se sufre... se vive, en fin. Es en la calle, en la plaza, en el mercado o en la iglesia donde la vida urba- na se manifies- ta, donde la ciu- dad se hace me- recedora de su nombre por un modo de enten- der la sociedad notablemente distinto al pro- pio del medio rural. Si la ciu- dad es, ante to- do, un estado de ánimo 2 , es en el ámbito públi- co donde éste se hace palpable. 6.1. El recinto urbano Las cartas-puebla de las villas vizcaínas, como el conjunto de las villas vascas, ofre- cen muy poca información acerca del emplazamiento y de la morfología de los asentamientos urbanos. Mientras los dere- chos y deberes de la comunidad, los térmi- nos municipales y otros aspectos aparecen específicados en mayor o menor grado los primeros quedan sumidos en la mayor de las oscuridades, por lo que el estudio sobre el terreno resulta imprescindible 3 . Por lo que respecta al emplazamiento de Bilbao hay que señalar como primera carac- terística que se sitúa en una posición poco dominante sobre el territorio aledaño, al igual que sucede con el conjunto de las villas vizcaínas salvo, en cierta medida, el 6. El espacio público de la villa de Bilbao EL ESPACIO PÚBLICO DE BILBAO

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En el interior de las villas medievalespuede establecerse una división en-

tre aquellos espacios pertenecientes a losparticulares, fundamentalmente las vivien-das, y aquellos quepor su propia con-cepción –calles,plazas, murallas ycaminos– o por sufunción –iglesias omercados– eranconsiderados comoespacios públicos ode la comunidad.

En el espaciopúblico de las villasse establecía la co-municación entrelos vecinos siendo,por tanto, el centro cívico de la comunidadciudadana. La mayor parte de los núcleosurbanos medievales nacidos en torno alMediterráneo son herederos de la ciudadgrecorromana, la civitas, en la que el espa-cio público tiene un peso fundamentalcomo lugar de relación y de socialización.La ciudad musulmana y la town anglosajo-na, en terminología de Chueca Goitia, soncompletamente ajenas a esta realidad pueslos espacios públicos se ven reducidos enellas a la mínima expresión, careciendo delas particularidades que la ciudad grecorro-mana posee1.

Las villas vascas creadas en la EdadMedia son claro reflejo de la realidad des-crita. Aunque los espacios públicos sólorepresentan una mínima parte del total dela villa son, sin embargo, los que concen-tran la práctica totalidad de la actividad

urbana. En ellos se habla y se discute, secomercia y se reza, se disfruta y se sufre... sevive, en fin. Es en la calle, en la plaza, en elmercado o en la iglesia donde la vida urba-

na se manifies-ta, donde la ciu-dad se hace me-recedora de sunombre por unmodo de enten-der la sociedadnotablementedistinto al pro-pio del mediorural. Si la ciu-dad es, ante to-do, un estadode ánimo2, es enel ámbito públi-

co donde éste se hace palpable.6.1. El recinto urbano

Las cartas-puebla de las villas vizcaínas,como el conjunto de las villas vascas, ofre-cen muy poca información acerca delemplazamiento y de la morfología de losasentamientos urbanos. Mientras los dere-chos y deberes de la comunidad, los térmi-nos municipales y otros aspectos aparecenespecíficados en mayor o menor grado losprimeros quedan sumidos en la mayor delas oscuridades, por lo que el estudio sobreel terreno resulta imprescindible3.

Por lo que respecta al emplazamiento deBilbao hay que señalar como primera carac-terística que se sitúa en una posición pocodominante sobre el territorio aledaño, aligual que sucede con el conjunto de lasvillas vizcaínas salvo, en cierta medida, el

6. El espacio público de lavilla de Bilbao

EL ESPACIO PÚBLICO DE BILBAO

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caso de Rigoitia. Bilbao se localiza en unllano cercano a la ría, fácilmente inundabley rodeado de elevaciones por doquier. Encuanto a la orientación, el caso de Bilbaopresenta la particularidad de contar conuna planta compacta en la cual es difícil dis-cernir con claridad cual es la orientación

principal, siendo la E-O la más repetida enlas villas vizcaínas.

Por lo que atañe a la morfología, lasvillas vizcaínas presentan la imagen acos-tumbrada de las urbes medievales: una

aglomeración de viviendas rodeadas poruna muralla en torno a una o varias igle-sias y, en algunos casos, también de algunafortaleza. Su imagen destaca profunda-mente frente a la Tierra Llana en derredor,en la que el caserío es disperso y sin amu-rallar.

Pero la villa no es sólo el espacio quequeda dentro de las murallas sino tambiénel término rural que la rodea, con el que seestablece una relación continua y muy estre-cha4, y los arrabales que en él se asientan.

Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martínez Martínez, Sergio

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RECINTO MEDIEVAL SOBRE EL PARCELARIO ACTUAL

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Parcelario Actual

Primitivo recinto medieval

Arrabales: (1) San Nicolás, (2) Arenal, (3) Ibeni, (4) Allende la Puente

de

Bilbao

Ría

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No obstante, el verdadero núcleo de la ciu-dad es el recinto murado, siendo el que gozade las principales ventajas jurídicas. A conti-nuación se tratan los diferentes ámbitos queintegraban la villa medieval de Bilbao,comenzando por este espacio interior.6.1.1. El espacio intramuros

Se ha escrito que las Siete Calles deBilbao constituyen uno de los ejemplos másnotables de ciudades medievales realizadascon arreglo a un plan concreto5. Cier-tamente, contemplando el plano del cascoviejo de Bilbao así como el de otras villasvizcaínas medievales se pone en seriasdudas la idea tradicional de que la ciudadmedieval es un ente orgánico en el que eldesorden es un elemento indisociable.Como señala A. Rossi, nada hay más falsoque definir como orgánica o espontánea laciudad gótica6.

Las villas vizcaínas, como el conjunto delas villas vascas, cántabras y asturianas,nacieron por una voluntad creadora.Aunque previamente pudieran existir en susolar pequeñas poblaciones, su naturalezaes ser villas nuevas. Debido a ello, el planoes notablemente ordenado, tendiendo a lacreación de trazados en damero. Las villasvascas se han puesto generalmente en rela-ción con las bastidas francesas, comoMontpazier, ejemplo por antonomasia deplano regular. Por su parte, Linazasoroentiende que existe un cierto paralelismo delas villas vizcaínas con los ricetti piamonte-ses, poblaciones italianas construidas casitodas en el siglo XIV y destinadas al depó-sito de víveres y a la defensa7.

El caso concreto de Bilbao cuenta con uninterrogante de partida de difícil resolu-ción. La historiografía recoge la existenciaen la villa de Bilbao de dos etapas urbanasclaramente diferenciadas: una primer etapainmediata a la fundación en la que la villacontaría únicamente con tres calles y otraetapa posterior en la que el núcleo urbano

alcanzaría las siete calles que la caracteriza-ron hasta el presente. Las referencias docu-mentales que apoyan esta distinción sonmuy escasas y de discutible origen en algu-nos casos, pero la idea ha calado en la his-toriografía y debe ser tenida en cuenta8.

En 1913 fue publicado por Carlos de laPlaza9 un grabado en el que se representa elsupuesto plano de Bilbao en 1375 con sólotres de las siete calles: Somera, Artecalle yTendería. Según esta interpretación, lamuralla rodearia únicamente la parte Estede la población, dejando indefenso todo elala Oeste de la villa. Unos años antes, en1881, Juan E. Delmas publicó un grabado enel que se representaba el Bilbao de 1442 consus siete características calles10. Probable-mente el dibujo de 1913 sea un calco parcialdel de Delmas.

Ambas representaciones cuentan connotables anacronismos y errores de consi-deración. Los primeros se concretan en larepresentación de la iglesia de Santiago consu claustro, el cual no se construyó hasta elsiglo XVI, y la existencia del alcázar, el cualhabía desaparecido ya para la primerafecha que se quiere representar. En cuanto alos errores los más notables son la localiza-ción del portal de Ibeni, situado en lazaguera de una manzana, y la estructura delos solares junto al Portal de Zamudio, loscuales se alejan del trazado de la murallacuando lo normal es que fuera la cerca laque marcara su irregularidad. El grabadode 1913 señala el error de la localización delportal de Ibeni pero no lo corrige.

La base documental de ambos dibujos,repetidos incansablemente desde su publi-cación, nos es desconocida y también lo sonlas razones que llevaron a datar con tantaprecisión los momentos evolutivos que pre-tenden reflejar.

La imagen que nos muestra el grabadode 1913 se correspondería según el plantea-miento tradicional con la primera estructu-ra de la villa de Bilbao, a la que se le fueron

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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MAPA PUBLICADO POR CARLOS DE LA PLAZA EN 1913

MAPA PUBLICADO POR JUAN E. DELMAS EN 1881

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añadiendo con posterioridad (entre finalesdel siglo XIV y principios del XV) las cuatrocalles del Oeste: Belosticalle, CarniceríaVieja, Barrencalle y Barrencalle Barrena. Elindicio fundamental que apoya la hipótesisde las dos etapas evolutivas enla formación del núcleo urbanobilbaíno es el valor intrínseco deltopónimo Artecalle –calle delmedio–. El esquema urbano contres calles paralelas, denomina-das en euskera Goienkale (la másalta), Artekale (la central) yBarrenkale (la más baja), se plas-mó frecuentemente en las villasvizcaínas, ampliándose en oca-siones a un mayor número decalles paralelas. Así pues, el nom-bre de Artecalle vendría a signifi-car la existencia de una primitivaordenación que contase única-mente con tres calles paralelas.Sin embargo, el indicio es real-mente débil, pues si bien es obviala significación del topónimo Ar-tecalle también es cierto que lacalle más baja de las tres no sedenominó Barrenkale, sino Ten-dería (y primitivamente calle de Santiago),siendo dada la primera denominación a losdos viales más bajos del plano de siete calles:las actuales Barrencalle y BarrencalleBarrena. Atendiendo al nombre de estas dosúltimas calles sí podría entenderse que pri-meramente se construyera Barrencalle (callebaja) y más tarde Barrencalle Barrena (callepor debajo de la calle baja).

Así pues, si bien la interpretación de losdos momentos evolutivos de la villa deBilbao no puede desecharse, tampoco pare-ce adecuado que se tome como una verdadindiscutible, pues cuenta con pocos elemen-tos que la validen. En este estudio se anali-zará la morfología de la ciudad con sus sietecalles sin entrar en consideraciones de situvo esa morfología desde su nacimiento o

en un momento posterior. En cualquiercaso, si se apostara por la interpretación tra-dicional poco más se podría añadir en ladescripción de aquel primitivo Bilbao a loque se acaba de referir.

Por tanto, la villa de Bilbao, según lahipótesis que se maneja en este estudio, fuecreada de acuerdo a un plano regular for-mado por siete calles paralelas, lo que laconvierte en el modelo más original dentrode la tipología de las villas vizcaínas. Lassiete calles de la villa, de Este a Oeste:Somera, Artecalle, Tendería, Belosticalle,Carnicería, Barrencalle y Barrencalle Barre-na, se disponen en ligera pendiente sobre laría, estando cortadas en sentido transversalpor dos viales secundarios o cantones, unoa la altura de la iglesia de Santiago y otromás cercano a la ría. Los cantones servíanpara poner en rápida comunicación lascalles y evitar así los largos rodeos quedeberían darse para pasar de una calle aotra. Mientras las calles reciben un nombre

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EL BILBAO DE LAS SIETE CALLES

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que las identifica no ocurre lo mismo conlos cantones, los cuales carecen de nombreespecífico.

Calles y cantones son, junto con la mura-lla, los elementos que más carácter impri-men al plano de la villa, pues regulan losmovimientos en el interior de la población ydelimitan los espacios destinados a la edifi-cación donde surgen las manzanas decasas. Aquellas calles y cantones eran estre-chos y oscuros pasillos, pero en ellos sedesarrollaba la mayor parte de la vida delos bilbaínos, siendo las casas meros espa-cios de alojamiento11. La función de lascalles y cantones en la comunicación inte-rior de Bilbao es fundamental, pues todaslas casas de la población se abren a ellas,pero también lo es en la exterior pues algu-nas calles desembocaban en puertas de lamuralla que comunicaban el espacio mura-do con el ámbito extramuros y con los cami-nos que llegaban a la villa. En este sentidoArtecalle era el vial más significado, puesponía en relación el portal de Zamudio y laplaza de la Ribera, colectora de los caminosque venían de la Meseta.

La anchura de las calles está en buenamedida condicionada por el tránsito que

soportan y éste, obviamente, por su mayoro menor carácter comunicador. En Vizcaya,los viales urbanos oscilan entre los cincopasos de Plencia y Guerricaiz a los siete deRigoitia y de la bilbaína Artecalle, siendo

las otras calles de Bilbao algo más estrechasque esta última. Los cantones, por su parte,solían ser más estrechos que las calles,como se aprecia con claridad en Bilbaodonde los cantones son pasos angostos ysombríos frente a la mayor apertura de lascalles. Sin embargo, en Valmaseda las callesde seis pasos se acompañaban de cantonesde cuatro, e incluso en Plencia calles y can-tones tenían la misma anchura. La mayor omenor anchura del cantón debe ponerse enrelación, al igual que la de la calle, en sufunción comunicadora. En Valmaseda loscantones sirven para el paso de personas yanimales desde las calles interiores al río yen el puerto de Plencia son los cantones yno las calles los que comunican la ribera conel interior del recinto urbano. En Bilbao, porel contrario, los cantones sólo se utilizabanpara la comunicación entre calles, pero nopara la relación con el exterior ni para usoscomerciales sustantivos. Por lo que respectaa la longitud de las calles, la más larga erala de Artecalle (250 metros), seguida deSomera (225 m.), Tendería (200 m.),Carnicería (175 m.), Barrencalle (140 m.),Belosticalle (125 m.) y Barrencalle Barrena(100 m.)12.

Los cantones bilbaínos cuentan entrecada calle con una rasante que coincide ensu punto más alto con las servidumbres deluces, estrechos pasillos en el interior de lamanzanas. De este modo, la villa se conver-

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CORTE DEL PISO BILBAÍNO A LA ALTURA DEL PRIMER CANTÓN

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tía en un eficaz colector de las aguas de llu-via y residuales, comenzando la recogidaen las servidumbres y pasando consecuti-vamente a los cantones, las calles y, final-mente, la ría.

Como se aprecia, el plano bilbaíno res-ponde a un esquema ordenado y regular enel que la rectitud de las calles y la fácilcomunicación son valores tenidos por posi-tivos. El plano bilbaíno como el del conjun-to de las villas vizcaínas responde, segúnLinazasoro, al tipo que Lavedan ha deno-minado como de «espina de pez»13, alu-diendo a la estructura que se crea por elcruce transversal de calles y cantones. Sinembargo, la sencillez del plano que obser-vamos, entre otras villas, en Durango,Guernica o Elorrio se ve complicada en oca-siones por la existencia de algún elementodistorsionador. En el caso de Bilbao esa fun-ción la cumple la iglesia de Santiago, tem-plo que rompe la rectitud del plano al cor-tar Belosticalle y desviar el trazado deTendería.

Aunque las calles constituían en lasvillas vizcaínas medievales los espaciospúblicos de mayor dimensión no puedeolvidarse la existencia de otros ámbitospúblicos de gran relieve como eran las pla-zas. En el Bilbao medieval existieron dosplazas principales: la conocida comoPlazuela de Santiago, junto a la iglesia, y laPlaza Mayor, situada entre la ría, la murallay la iglesia de San Antón. De menor tamañopero de gran importancia también fue laplazuela de Zamudio situada junto al portaldel mismo nombre. En aquellas plazas sedesarrolló una intensa actividad económicapor las facilidades que ofrecían a la instala-ción de puestos de venta. Sin embargo,junto a la económica las plazas cumplíanotras importantes funciones en la vida de lavilla, como eran servir de ámbito de reu-nión de la ciudadanía, lugar de celebraciónde fiestas y centro político de la comunidad,donde debían publicarse las ordenanzas y

pregones. Así, en 1483 los Reyes Católicosestablecen que las ordenanzas que establez-can para Bilbao con el fin de terminar conlos bandos, sean pregonadas en la plazapara que todos las conozcan14.

En su conjunto, el Bilbao medieval, apesar de la importancia de que gozaba laPlaza Mayor, carecía de un centro único deactividad. Al contrario, el espacio públicocontaba con diversos puntos de reuniónque daban a la villa el carácter policéntricocaracterístico del urbanismo medieval15. Alcontrario que en la actualidad, donde lasciudades cuentan por lo general con un cen-tro de negocios bien delimitado, la activi-dad del Bilbao medieval se vivía en todossus rincones, desde la plaza más amplia almás estrecho cantón.6.1.2. El espacio extramuros

Aunque el espacio central de la villa deBilbao en lo social y en lo económico era elque quedaba comprendido en el interior delas murallas, fuera de las mismas existíanotra serie de elementos urbanos indisocia-bles de la realidad urbana, como eran losarrabales, el puerto y los puentes.6.1.2.1. LOS ARRABALES

Fuera de las murallas que rodean lasvillas medievales se localizan unos espaciossingulares: los arrabales. Los arrabalescumplen en la villa una función de relaciónentre el núcleo urbano y el término rural amodo de entidad de carácter intermedio.

Los arrabales son espacios marginales delas villas medievales, tanto por su situaciónexcéntrica como especialmente por el tipode población que acogen, generalmente losgrupos sociales más desfavorecidos. Dada lainicial uniformidad de clases de los habitan-tes de los núcleos urbanos en el País Vasco lamarginalidad de la población de los arraba-les no fue tan marcada como en otros luga-res, pero en ningún modo fue desconocida.En cualquier caso, los arrabales podían su-

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poner también una forma de ascenso socialpara los desfavorecidos, pues la intensaactividad económica que soportaban podíaelevar a alguno de sus miembros a nivelesmás altos en la sociedad, llegando a incopo-rarse a la población del núcleo murado. Engeneral, los arrabales vascos eran lugaresdinámicos dentro de su carácter periféricoque podían llegar a integrarse por comple-to en la villa tras su organización en parro-quia y su inclusión en el recinto que cerra-ban las murallas.

Los arrabales delas villas vascas me-dievales dependie-ron estrechamentede las villas a lasque bordeaban, lascuales ejercían sobresus núcleos periféri-cos un duro controly una competenciano siempre leal. Así,en las ordenanzasde Bilbao los arraba-les se nos presentancomo zonas margi-nadas sobre las quela villa ejerce deforma discriminadasu autoridad16. Unejemplo ilustrativoes el de los habitan-tes de los arrabalesbilbaínos, que sequejan de que lasordenanzas sobre la venta de provisionesles perjudican al obligarles a alquilar bode-gas en el interior de la villa y no en los pro-pios arrabales en que habitan17. Inlcuso laconstrucción de viviendas en los arrabalesestaba bajo la supervisión directa del conce-jo, el cual ordenó en el año 1500 el derribode unos edificios en Allende la Puente quehabían sido construidos allí sin el pertinen-te permiso18. Generalmente, el resultado de

tal disensión de pareceres se plasmaba enfrecuentes pleitos, como el que mantuvie-ron varios barberos de los arrabales con lavilla de Bilbao, la cual alegaba que elemplazamiento de las barberías en el exte-rior del recinto murado lesionaba sus inte-reses comerciales por lo que pedía su cierrey traslado al otro lado de los muros; o lanegativa del concejo bilbaíno a que JuanPérez construyera su casa llana en un arra-bal de la villa a tan sólo cien metros de sumuralla19.

Las razones que llevaban al nacimientode un arrabal podían ser muy diversas,pero básicamente se concretan en dos: laprimera relaciona el nacimiento del arrabalcon un crecimiento excesivo de la villa,incapaz de asimilar tal crecimiento entresus muros. La segunda razón es la existen-cia en el exterior de la población de algunaactividad de relieve (un mercado, una ferre-ría, un muelle) o un espacio religioso (un

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ARRABALES DE LA VILLA DE BILBAO

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santuario o un monasterio) alrededor delcual se desarrollan las edificaciones que ter-minan formando el arrabal.

En el caso de Vizcaya la mayor parte delos arrabales nacieron como respuesta alcrecimiento de las villas y en menor medidacondicionados por actividades o estímulosexternos, si bien estos pudieron ayudar alproceso en algunos casos concretos.

Por regla general, los arrabales se locali-zaron alrededor de las murallas, especial-mente junto a las puertas, donde el pasocontinuo de hombres y mercancías favore-cía el trato mercantil y los negocios queposibilitarían el asentamiento continuopara algunos individuos. Obviamente, paraque los arrabales se desarrollasen plena-mente la muralla de la villa debía contarcon una función económica desarrollada,pues si su misión era únicamente la defensade la población los arrabales no tendríanrazón de ser. Éste fue el caso de las villa ala-vesa de Laguardia y la guipuzcoana deSegura, cuyos nombres son bastante elo-cuentes al respecto, donde los arrabales fue-ron prácticamente inexistentes.

La morfología de los arrabales es casi tanamplia como su número. Podían ofreceruna estructura nuclear, longitudinal, dis-persa, en ladera, alrededor de un arroyo...Por tanto, puede afirmarse que su formadepende fundamentalmente de la disposi-ción que adoptara el caserío que la fueraformando, sin ninguna planificación urba-na que la dirigiese. Comparando el trazadode las siete calles bilbaínas con el desordende los arrabales que las rodeaban se com-prende lo negativo de la división de la pro-piedad sin ordenación previa.

En algunos lugares los monasterios demendicantes fueron el origen de arrabalesalrededor de las ciudades o villas, a partirde una lotización de sus propiedades, peroen el caso vizcaíno lo común fue lo contra-rio: los monasterios se localizaron donde yauna parte de la población de la villa lo había

hecho con anterioridad. El hecho de que losmonasterios se insertaran en los arrabalesgeneró un reparto del suelo totalmente dis-tinto al que se daba en el interior de la villa,donde la mayor parte de las parcelas erande un tamaño similar. En los arrabales, porel contrario, las pequeñas propiedades par-ticulares convivieron con los grandes espa-cios que poseían los monasterios y en oca-siones también las familias nobles.

En Bilbao tuvieron carácter de arrabaltanto las agrupaciones humanas que proba-blemente existieran ya antes de la funda-ción de la villa (Allende la Puente o Bilbaola Vieja y San Nicolás-Ascao) como las quese desarrollaron con el crecimiento de lamisma (Ibeni, actualmente Atxuri, y elArenal)20.

El arrabal de Bilbao la Vieja se desarrollóal otro lado del puente de San Antón, en laconfluencia de los caminos procedentes deOrduña y Valmaseda. Su morfología, condi-cionada por el difícil relieve sobre el que seasentaba, era por completo irregular ydesorganizada. En sus inmediaciones seestableció desde 1498 el convento de SanFrancisco, principal convento de la villa deBilbao.

El arrabal de Ibeni se desarrolló en elextremo Este de la villa, accediéndose a él através de un portal abierto de la muralla lla-mado, por ello, portal de Ibeni. A través deeste barrio se accedía al camino que condu-cía a Durango, también practicable cruzan-do el puente de San Antón. Los principaleselementos urbanos de este arrabal fueron elhospital y capilla de los Santos Juanes y elconvento femenino de la Encarnación. Estearrabal dispuso de una estructura más alar-gada que el de Allende la Puente en torno alcamino en que se situaba, pudiendo serconsiderado por ello un verdadero arrabal-camino. Guiard describe el aspecto que pre-sentaba el arrabal de Ibeni (Achuri) en elsiglo XVI de la siguiente manera: “Achuri,un bosque de viñas, de castaños y de robles,

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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se recogía en derredor de la ermita de losSantos Juanes ampliada en hospital, separa-do del centro por los lienzos de muralla que

aún abrazaban a la torre de Leguizamóncon la segunda iglesia de la Villa...”21.

En el arrabal de San Nicolás-Ascao elpoblamiento se ordenó alrededor del cami-no que conducía a la iglesia de San Nicolásdesde el portal de Zamudio (aproximada-mente en las actuales calles de la Cruz yAscao), camino que en aquel entonces dis-curría pegado al borde de la ría. Al igualque el arrabal de Ibeni su estructura se dis-puso con cierta ordenación en torno alcamino descrito.

Por fin, entre el muro Oeste de la villa deBilbao y el borde de la ría se localizaba elarrabal del Arenal, probablemente de es-tructura dispersa.

Los arrabales eran el lugar idóneo parala localización de aquellas actividadesmolestas o peligrosas que no podían reali-zarse en el interior de la villa, como eran,por ejemplo, las fraguas o los muelles. Así,las ordenanzas bilbaínas ante el peligro deincendio y las molestias que generabanestas instalaciones obligaban a que las fra-guas se situasen fuera del recinto murado,

siendo el lugar elegido para su instalaciónel arrabal de San Nicolás-Ascao, arrabalpoblado fundamentalmente por marineros

ya desde los primeros tiempos de la villa oincluso con anterioridad22.

Del mismo modo, el arrabal de Allendela Puente concentraría con seguridad lasactividades de extracción de hierro, lo sufi-cientemente molestas como para no desearsu presencia en las calles de la villa.

6.1.2.2. LOS ENSANCHESLa prosperidad que Bilbao alcanzó du-

rante sus dos primeros siglos de existenciaprovocó un aumento notable de su vecinda-

Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martínez Martínez, Sergio

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ARRABALES DE ALLENDE LA PUENTE (EN PRIMER TÉRMINO) E IBENI (A LA DERECHA DEL PUENTE DESAN ANTÓN, EN SEGUNDO TÉRMINO). Grabado de Civitates Orbis Terrarum, 1575.

SAN NICOLÁS Y EL ARENALCivitates Orbis Terrarum

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rio, tanto por el propio crecimiento internode la población como por la llegada de indi-viduos de otros lugares que sabían de lavitalidad de aquella villa y querían partici-par de sus ventajas. A pesar de que el núcleo

urbano contaba con uno de los recintos demayores dimensiones entre las villas delSeñorío de Vizcaya, sólo superado por los deBermeo y Lequeitio, lo cierto es que paramediados de la decimoquinta centuria elcasco urbano se veía rodeado ya de una seriede arrabales que cumplían la función de aco-ger a toda aquella población que, de unmodo u otro, integraba la vida de la villapero que no cabía en el interior de los muros.

Durante un tiempo, el crecimientodesorganizado de los arrabales no resultómolesto para la ciudad, pues el núcleomurado permanecía en un estado de ocu-pación alto pero no asfixiante. Sin embargo,

ya para mediados de este siglo XV el éxitode la villa comenzaba a desbordar conamplitud la capacidad de acogida de lasSiete Calles. La necesidad de expandir elnúcleo urbano para acoger el continuoaumento de la población se plasmó en elensanche de la villa hacia los arrabales deSan Nicolás y El Arenal, los cuales, como setuvo ocasión de ver, habían crecido de ma-nera desorganizada en torno a un camino,

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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ENSANCHE BILBAÍNO HACIA SAN NICOLÁS Y EL ARENAL

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el primero, y de forma bastante dispersa, elsegundo.

En 1463, según refiere Labayru, elAyuntamiento de Bilbao decidió poner enmarcha el ensanche de la villa. Para tal finotorgó poder en favor y nombre de sucorregidor Mendoza y el bachiller Basurtopara que fuesen a la corte y obtuviesen elpermiso real para “ensanchar la villa desdeSan Nicolás por la vega adelante”23. Laaprobación del proyecto de ensanche de lavilla no se logró en tiempos de aquelmonarca, sino que hubo que esperar hasta1483. En aquella fecha la reina Isabel seencontraba en Santo Domingo de laCalzada cuando recibió una instancia delconcejo, alcalde preboste, fieles, regidores,caballeros, escuderos, oficiales y homesbuenos de Bilbao en la que se exponía quela ciudad tenía “muy poco circuyto” en elinterior de los muros para toda la poblaciónque acogía por lo que resultaba necesario“alargar la dicha villa a la parte que mejor emas sin perjuicio a los vecinos della sepudiese fazer”. La reina Isabel autorizó alalcalde y a cuatro hombres buenos de lavilla para que se preocupasen del asunto,permitiendo a la villa que tomase aquellosheredamientos, huertas y vergeles que fue-ran necesarios pagando por ellos lo quetasaren dos personas, una de la villa y otrade la heredad que su hubiera de tomar.Como condición adicional la reina estable-cía que el ensanche se cerrase “de cal ycanto, según e como está cercada oy ladicha villa”24.

Con el permiso real comenzaron lasobras de acondicionamiento de este espa-cio. En 1492 existe un pleito sobre una huer-ta que el concejo toma para hacer una calley en 1526 se señala por donde va a realizar-se el ensanche. En 1528 se impone una sisade 4.000 ducados para hacer frente a losgastos que exigía el ensanche (compra desolares, derribo de la muralla...) y durantela década de los treinta del siglo XVI conti-

núan las menciones directas e indirectas a laexpansión de la villa hacia el Oeste, lo quesupone que el proceso fue continuo pero noexcesivamente rápido25.

Definir con precisión los rasgos de esteensanche es tarea difícil pues las mencionesdocumentales no son especialmente explíci-tas al respecto. Por lo que parece, el ensan-che se dirigió bordeando el brazo de mar dela ría desde el Portal de Zamudio hacia SanNicolás, dibujándose un nuevo camino, lla-mado Calle Real entonces y Calle de la Cruzactualmente, que quedaría definitivamenteabierto como calle en el año 1560.Transversalmente a ella se dibujaron lo queluego serían nuevas calles, como la deIturribide (sobre el camino de la Fuente deAscao). El arrabal de San Nicolás debióremodelarse en parte, formándose las callesque actualmente se conocen como Ascao yEsperanza, continuándose el ensanche porla Sendeja hasta llegar al robledal de LasIbarras (Campo del Volatín), aproximada-mente donde hoy se levanta el Ayun-tamiento y en aquel momento el conventode San Agustín26.

Pero el ensanche no se dirigió únicamen-te hacia San Nicolás, sino que El Arenaltambién se vio afectado por la remodela-ción, transformándose los prados y junque-ras en espacios edificados. Al mismo tiem-po se construían viviendas junto al lienzode muralla tocante con Barrencalle Barrenay en la actual calle de la Torre. En los añosveinte del siglo XVI se delimitó también elcontorno de la calle Bidebarrieta, como serecoge en la concesión otorgada por elmonarca Carlos V para transformar elmodesto portillo que comunicaba la plazade Santiago con Bidebarrieta en una amplioportal, motivado por ser esta calle «de lasprincipales la más poblada y la que mejorponía en contacto el pueblo murado con elArenal y la ría contigua»27.

Por lo que respecta a las Siete Calles tam-bién en este siglo XVI se realizaron algunas

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obras, fundamentalmente la delimitaciónde la Plaza Mayor frente a la ría, el esbozode la calle Ronda y la construcción delAyuntamiento junto a la iglesia de SanAntón.

Entre finales del siglo XVI y la totalidaddel XVII la villa de Bilbao alcanzará la con-figuración que actualmente la define. Trasel incendio de 1571 la muralla fue derribaday las viviendas que bor-deaban las Siete Callespasaron a integrarse ple-namente con el núcleooriginal. A finales delsiglo XVI se abrió la callede La Pelota, donde esta-ba el juego de pelota y sealargó la calle Bide-barrieta, que expresiva-mente viene a significarzona de nuevos caminos.Por detrás de la calleTendería se dibujó tam-bién un nuevo vial endirección al Arenal quecon el tiempo pasó a for-mar la actual calle Correo.Transversalmente a estaúltima se abrió la calleIturribide. En torno a la Iglesia de Santiagose creó un cinturón que contorneba las SieteCalles sobre el trazado de la primitivamuralla, formado por las calles Torre yCinturería y otro exterior más amplio for-mado por las calles de la Pelota, del Perro,Lotería (en aquel entonces Chorros de SanMiguel), Banco de España (Calle delMatadero) y Ronda.

Ya en el siglo XVII se completó la calle dela Ribera desde Barrencalle Barrena a laIglesia de San Nicolás, se abrió la calle deSanta María, se edificó la calle de Santiago(Correo) hasta El Arenal y se urbanizaronlos dos cinturones que bordeaban las SieteCalles. Además, un nuevo cinturón vino adelimitar el Casco Viejo con las calles

Merced, Jardines, Víctor y Sombrerería.Quedaba configurado de este modo elplano característico de Bilbao, dispuestoradialmente desde Santiago y ocupando lapráctica totalidad del meandro de la ría.

También en este siglo se acometieronobras de reordenación en Allende la Puente(Bilbao La Vieja), reedificando edificiospúblicos destruidos por las inundaciones,

como la Casa de la Rentería o la NuevaCarnicería, construyendo casas particularesy mejorando los viales, especialmente elque conducía al convento de San Francisco.La plaza de Bilbao La Vieja se regularizósobre los solares adquiridos por el Concejo.El arrabal de Ibeni también sufrió ciertasmodificaciones como consecuencia de laformación del barrio de Olleros en torno alas calles Ollerías Altas y Ollerías Bajas.

A lo largo de este siglo se cerró total-mente con muelles el brazo de mar de la ría,reduciéndola a la anchura que tenía aguasarriba y abajo de la población. Para darmayor ornato al Arenal se procedió a plan-tar un alameda que fue muy del agrado delos bilbaínos, como lo sigue siendo aún en

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PASEO DE EL ARENALBilbao y los pueblos de su ría en la tarjeta postal

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la actualidad. El conjunto de obras realiza-das desde finales del siglo XVI y durante elsiglo XVII transformaron profundamente lavilla dotándola de una aspecto mucho másabierto y limpio. El ensanche se manifestótanto en la perfecta adecuación de las nue-vas zonas y el casco original como en eltraslado de funciones desde éste a aquellas.La construcción de muelles en El Arenalhizo innecesaria la subida de los barcoshasta los cays de la Plaza Mayor como habi-tualmente hicieron hasta mediados delsiglo XVII. Además, las mayores facilidadespara la instalación de lonjas y tiendas en lasnuevas calles de Santa María, Santiago(Correo) y San Miguel (Bidebarrieta) fueronatrayendo poderosamente a la burguesíabilbaína, más proclive a instalarse en lasanchuras del ensanche que en las estreche-ces del casco viejo. Debido a ello, duranteeste siglo XVII el «centro de negocios» de lapoblación, en cualquier caso siempre difu-so, se trasladó desde la Plaza Mayor alArenal y Bidebarrieta28.6.1.2.3. EL PUERTO

De los puertos existentes en el Cantábricoen la Edad Media el de Bilbao era uno de losmás seguros. La profunda entalladura de laría en el territorio vizcaíno permitía a lasnaves refugirse sin peligro alguno de las fre-cuentes tormentas o del ataque de navesenemigas. Sin embargo, las característicasque hacían tan deseable el puerto de Bilbaotenían una doble cara: Bilbao era un puertomuy seguro, pero llegar hasta él era misiónrealmente dificultosa propia de expertosnavegantes y necesitada de buenas dosis defortuna. Por ello, mantener en buen estadola ría y facilitar en lo posible la labor de losbuques a través de adecuadas estructurasportuarias fue una labor continua de lasautoridades bilbaínas29.

Antes de pasar al análisis del aspectofísico del puerto y de sus continuas obrasde reparación y ampliación debe atenderse

a una cuestión fundamental: no puede tra-tarse el tema del puerto de Bilbao estudián-dolo como una unidad independiente delconjunto más amplio que denominamospuerto de la ría o puerto del Nervión. Elespacio portuario del que se sirve Bilbao noes, ni fue, el conjunto de muelles situadosfrente a sus calles, sino la totalidad delestuario, el abra y la ría; como acertada-mente señala Ciriquiain-Gaiztarro «desdedonde comienza el abrigo hasta donde per-mite el calado fondear los barcos»30. Elembarque y desembarque de mercancías enla villa de Bilbao necesitaba de unas buenascondiciones de navegabilidad en todo elrecorrido de la ría y no sólo en su parte alta.Así, a lo largo de las siglos medievales y dela Edad Moderna, las orillas de la ría se fue-ron acondicionando para sus labores por-tuarias, siendo los puntos centrales del granpuerto de la ría los enclaves de Bilbao, en ellímite superior, y Portugalete, en la entradade la ría. El interés de las dos villas en favo-recer el tráfico de las naves fue un acicatepara que ambas trabajasen frecuentementeen común en el arreglo de los muelles y enla solución de los continuos problemas quese generaban por las arenas depositadas enel lecho de la canal. Lo que no impidió quelos enfrentamientos por el control del tráfi-co comercial fueran igualmente frecuentes.

Las primeras menciones que tenemos dela construcción de muelles en Bilbao seremontan a 1402 y se refieren a los situadosjunto al puente de San Antón. Segúnaumentaba el tráfico comercial en la villalas infraestructuras se fueron haciendo cadavez más necesarias lo que obviamenteimpulsó obras como ésta. Fundamental-mente la labor realizada fue acondicionarterraplenes y calas de atraque en la riberadel río donde los barcos pudieran cargar ydescargar con facilidad sus mercancías.

De 1463 tenemos otra noticia referida alos muelles o cays que fueron construidosen la ribera junto a San Antón en sustitu-

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ción de los allí existentes y también de laconstrucción de algunos nuevos: a la salidade la calle Santiago (Tendería) y junto alportal de Santa María (en el Arenal). Junto aeste portal de la muralla pudo estar situadoel primitivo puerto de la villa de Bilbao, enrelación a la población de pescadores allíexistente.

Como se aprecia, las obras necesitabanuna atención ininterrumpida pues la accióncontinua de las mareas y ocasionalmente elímpetu de las aguas desbordadas minabanla entereza de estas construcciones. Debidoa ello, el concejo debía invertir importantessumas de dinero en el mantenimiento de las

infraestructuras existentes, al igual que enlas que se realizaban en toda la canal de laría, dinero que se obtenía de una parte de lasventas de vino blanco, frutas, aceite, sal yotros productos, así como de las imposico-nes de «avería» para necesidades especiales.

De todas las dificultades que se encon-traban los marinos en su ascenso hastaBilbao, la barra de Portugalete era, sinduda, la mayor. En 1502 los técnicos Juan deGarita y Guiot de Beaugrant, por parte deBilbao, y Pedro de Castillo, por Burgos, afir-

maban: «que el rio que viene de Gresalsupor junto a la casa de las arenas hace tantodaño que si remedio dello no se pone enbreve tiempo e con dilligencia podrá serque se pierda toda la canal desde SanNicolás de Somorrostro fasta el sortidero delas naos delante de la villa de portogalete».Para solucionar el grave problema los técni-cos proponían que se desviara el curso delrío Gobelas, aunque la culpabilidad de estecurso fluvial en el problema de las arenasera más que relativa. En cualquier caso, losde Guecho se negaron a la realización de lasobras y éstas no llegaron a hacerse realidad.La actitud de Guecho pudo ser debida a un

intento de frenar elcrecimiento de las dosvillas de la ría o, comojocosamente señala Ci-riquiain-Gaiztarro,porque no debieronconsiderar muy cris-tiano eso de desviarlos ríos de donde Dioslos puso31.

Ante la imposibili-dad de llevar a cabo elproyecto se pensó enotra solución consis-tente en traer unasgrandes boyas de Flan-des para facilitar laentrada de los buquesen la ría. La idea se

puso en marcha pero, obviamente, no fuesolución al problema por lo que pronto huboque pensar en nuevas medidas.

En 1527 se levantó un muro de conten-ción con el fin de facilitar las labores decarga y descarga de los barcos entre elhosiptal de los Santos Juanes y la Iglesia deSan Antón. Por aquella época el espacio delArenal debía estar bien acondicionado parael atraque de los buques, pues eran muchoslos barcos de gran calado que no podían lle-gar hasta San Antón y debían descargar sus

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MUELLES EN EL ARENAL. Bilbao y los pueblos de su ría en la tarjeta postal

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mercancías en un punto anterior. Los dosmuelles existentes eran el de Santa María yel de San Francisco. El barrio de Allende laPuente contaba también conmuelles anexos a la Rentería,donde se llevaba a cabo elcomercio del hierro.

Los pesos de la población,situados junto a los muelles deatraque, eran tres por aquelentonces: el de la calle Somera,entre el primero y segundocantón de la dicha calle; el deBarrencalle, delante de la torrede Martín de Zurbarán, «desti-nado a pesar anclas, uñames,fierro y todas cosas de navíos»y el de San Lázaro, la viejacasa hospital de Ascao, en elarrabal de San Nicolás.

En 1530 tenemos nuevasnoticias relacionadas con losinconvenientes a la navega-ción que causaba la barra de Portugalete.En aquel año, ante la inutilidad de los flota-dores para solucionar el problema, se reali-zó un muelle de sesenta brazas enPortugalete, obra que interesaba tanto aaquella villa como a Bilbao e incluso aBurgos. Aunque la obra no fue demasiadasirvió para mejorar en algo la situación ypara que unos años más tarde los bilbaínosanunciaron el remate para la continuaciónde las obras en 350 brazas de longitud,cinco de cimientos y 4 de anchura y altura.Al tipo de subasta de 25 ducados la brazano acudió nadie a la concesión por lo que laobra terminó realizándose a jornal de 50ducados la braza.

Para 1538, tras unos cuantos años dedurísimo trabajo en Portugalete, losConsulados de Bilbao y Burgos se compro-metieron a continuar las obras con lo obte-nido de las imposiciones sobre sus merca-derías. En 1540 el muelle ya tenía 400 brazasy en 1558 Burgos, Portugalete y Bilbao se

comprometieron a repartir los 2.000 duca-dos de oro que costaba la continuación de laobra.

El 22 de agosto de 1568 Portugalete yBilbao firman una nueva escritura sobrearreglo de muelles en la que se establecía«que los muelles antiguos que estaban departe de Portugalete hacia Sexto se ayan dealçar y se alcen y rreparen de manera que elacreciente de las mareas no los subjeten nicubran como los suelen subjetar y cubrir;que el muelle que está debajo del Solar de ladicha villa de Portugalete se haya de alçar yalce por rrazon de suso dicha y se prosigaasta la rribera de la sardinera y, desde ladicha rribera elexandi allí su contra muellese comience un nuevo muelle asta que lle-gue a la peña herbosa que es la que estájunto de la piedra».

A la vez que en la entrada de la ría se rea-lizaban estas imprescindibles obras deacondicionamiento, junto a la villa deBilbao también se trataban de mejorar lasinfraestructuras portuarias, fundamental-mente reparando los viejos cays y constru-yendo algunos nuevos.

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LA BARRA DE POTUGALETE100 años de la Junta del Puerto de Bilbao

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En 1539 se levantó junto al convento deSan Agustín una estacada de contención yencauce y en el Arenal un murallón para lamisma función. Para 1555, tras procederseal empedrado y enlosado de este últimoespacio, se inauguraba el Muelle Nuevo delArenal, algo más interior que el actual,encargado de recibir aquellas naves quedebido al gran aumento del tonalaje de losbuques en el siglo XVI no eran capaces dellegar hasta las inmediaciones del muelle deSan Antón.

En el siglo XVII los arreglos del puertode la ría continuaron sin descanso tanto porel continuo aumento del tonelaje de losbuques, que necesitaban mejores instalacio-nes para el atraque, como por la acción des-tructora que las mareas producían sobre lasobras que se realizaban. Realmente, duran-te la Edad Media las obras debieron ser deuna considerable endeblez, la cual se man-tenía todavía durante el siglo XVII.

En 1640 se celebró un contrato con elmaestro carpintero Martin de Fulla para la«estacadura del Arenal». La obra de conso-lidación debía hacerse clavando estacas enfila en la orilla del río uniéndo despuésunas con otras para formar una trabazónque sería inmediatamente cubierta contabla de roble sin que quedara agujero algu-no y rematada toda la estructura con clavosde buena calidad. Como señala Ciriquiain-Gaiztarro, aunque hubiera pocos agujeros ylos clavos fueran muy buenos la obra nopodía ser eterna. El subir y bajar de lamarea, el salitre y la acción de los microor-ganismos sobre la madera terminabanpronto o tarde por arruinar lo que tantoesfuerzo y dinero costaba.

Del mismo modo que se construyó estaestacadura del Arenal se construyeron lasque existían en Ibeni y en el muelle de SanAgustín. En cualquier caso, también sehicieron obras de cantería, tanto paramen-tos de contención como lenguentas que sefijaban en el río para permitir a los barcos

arrimarse aunque la marea no fuera muyalta. En los años 1623-25 el MaestroArquitecto Martín Ibáñez de Zalvidea cons-truyó muelles de ribera desde el conventode la Encarnación hasta San Agustín; en1636 un muelle nuevo con lengueta en elArenal; en 1638 frente a la Cava y en 1641junto a la Calle Carnicería Vieja y frente a laNaja. Así pues, para mediados de siglo todala ribera de Bilbao estaba cubierta de mue-lles y embarcaderos, probablemente nomuy estables pero fundamentales para laactividad portuaria de la villa.

Otra obra de relieve llevada a cabo eneste siglo XVII fue la apertura del muelle deDeusto en 1658 ya fuera por la existencia enaquel lugar de un mayor calado que enBilbao o por la saturación del espacio por-tuario de la villa. Del mismo modo, en 1669se construyó el cubo y muelle del CampoVolatín.

Con el mencionado aumento del tonela-je de las naves, muchas de ellas se veíanobligadas a atracar antes de la villa, gene-ralmente en Desierto, Luchana y Olaveaga,donde unas gabarras se encargaban detransportar las mercancías hasta los muellesde la ciudad, lo cual hacía aumentar sensi-blemente los costos.

Durante el siglo XVIII las obras demayor entidad no se realizaron en torno aBilbao sino algo más abajo en la ría, entorno a Portugalete, Guecho, Lejona, Eran-dio y Deusto fundamentalmente.

Sin embargo, fue el siglo XIX el que cam-bio por completo la fisonomía de la viejaría, reformando las dos orillas y sentandolas bases de un nuevo puerto moderno quefuera capaz de responder a unas necesida-des crecientes. Se rectificó el trazado de lavuelta de Elorrieta, se mejoró el estado de labarra, se encauzaron la práctica totalidadde las dos orillas de la ría, se procedió a laconstrucción del gran muelle de atraqueReina Victoria Eugenia en Santurce... endefinitiva, lo que se consiguió fue convertir

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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un paso tortuoso y difícil en una practicablecanal para todo tipo de embarcaciones,incluidas las de mayor calado. El via crucisde la ría de todos aquellos siglos pasadosquedó en el olvido: había nacido el nuevopuerto.

Aunque resulta muy difícil desde el pre-sente imaginar la estructura y actividad deaquel puerto de la ría en la Edad Mediapodemos suponer que con la llegada de unbuque a los muelles de la población comen-zarían de inmediato las labores de carga ydescarga, participando en ellas numerosaspersonas que, bien sobre sus hombros, biena lomos de animal o bien con carretillos uotros utensilios llevarían o traerían las mer-cancías. Todavía en algunas actividadespesqueras y en los puertos de pequeñotamaño podemos ver la intensa actividadhumana que se genera a la llegada o salidade un barco, actividad que en los puertos demayor tamaño ha sido sustituida por losmetálicos brazos de las grúas. Precisa-mente, el alto grado de desarrollo alcanza-do en la actualidad por el puerto de la ríanos impide siquiera imaginar que en elpasado aquel espacio se revolvía con cadabarco que arribaba o salía, semejando la

población del Nervión un gigantesco hor-miguero en febril actividad.6.1.2.4. LOS PUENTES

Ya se ha señalado en este estudio como lalocalización del primitivo Bilbao previo a laconcesión de la carta-puebla estaba en rela-ción a la existencia de un vado natural quepodía ser atravesado con marea baja.

Así pues, ese lugar era un punto idóneopara la comunicación entre ambas orillas dela ría.

Desde la concesión del villazgo en el año1300 Bilbao experimentó un crecimientonotable que debió impulsar a las autorida-des locales a plantearse la necesidad deconstruir un puente que uniese ambas ori-llas de la ría y facilitase las intensas relacio-nes económicas que Bilbao desarrollaba yapor aquella época. Aunque la primera noti-cia que tenemos del puente de San Antónnos la trasmite Lope García de Salazar,quien afirma que existía ya por 1342, lo cier-to es que su construcción pudo ser inclusomás temprana. Las necesidades de la nave-gación obligaron a la construcción de unpuente en extremo esbelto, el cual contabacon sólo dos arcos de mucha luz para per-

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Desde la fundación de Bilbao en el año 1300 a la actualidadlas actuaciones sobre la Ría han sido intensísimas. La necesidad

de facilitar las labores portuarias en un espacio tan problemático como la Ría de Bilbao hizo imprescindible la

continua consecución de obras en ambas orillas, así como enel fondo del canal. La larga serie de actuaciones puede

dividirse en tres períodos: desde el nacimiento de Bilbao hastala creación del Consulado en el año 1511; durante elConsulado y desde el año 1877 hasta la actualidad.

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atr

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De 1300 a 1511

SuperpuertoExterior

Bilbaotradicional

Portugalete

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Elorrieta

Guecho

Las Arenas

Ciérvana

Santurce

BaracaldoCanal de Deusto

Río

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Río G

alindo

Luchana

Deusto

ZorrozaOlaveaga

EnsancheBilbaíno

Puerto

El Consulado

De 1877 a la actualidad

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mitir el paso de las embarcaciones bajo él.Debido a ello, probablemente su consisten-cia no fuera excesiva por lo que sufriría con-tinuos desperfectos en las frecuentes riadasque afectaban a la villa.Las reparaciones conti-nuas a las que fue someti-do fueron modificando suaspecto inicial, segura-mente modesto, hasta do-tarle de una pronunicadamontea o rasante, como seobserva perfectamente enel grabado de Hogenberg.En este grabado aprecia-mos la existencia de dosarcos principales y unarquito muy pequeñojunto al lado de la villa; elarco central era de ampliasdimensiones, lo que per-mitía el paso de las naves, como también seobserva en el grabado. El puente contabacon rebordes laterales y se apoyaba con fir-meza en el muelle de la villa.

Durante el siglo XVI el concejo tuvo queatender a continuas reparaciones de esteelemento insustituible para la villa, pues noen vano era la salida natural hacia los cami-nos de Orduña y Valmaseda, y también víaposible para el camino de Durango. La graninundación de 1593 provocó en el puenteprofundos desperfectos que afectaron gra-vemente a uno de los pilares centrales, peli-grando la estabilidad de la obra. A pesar delo grave de la situación, el concejo no actuócon especial celeridad, siono que tardócinco años en decidirse a encargar las obrasal cantero Pedro de la Torre32.

Los siglos posteriores trajeron nuevasmodificaciones al puente de San Antónpero, a pesar de ello, siguió manteniendohasta el siglo XIX todo su aspecto medieval,siendo probablemente uno de los elementosmás pintorescos del Bilbao de aquellaépoca. En 1894, ante la incapacidad del

puente de San Antón de soportar el intensotráfico de la villa, el concejo bilbaíno deci-dió edificar un nuevo puente, el cual sesituó no delante de la Iglesia de San Antón

sino a sus es-paldas.

Durante al-gunos años es-tuvieron sobrela ría ambospuentes peroel estado rui-noso que pre-sentaba el an-tiguo decidió

al concejo asu demoli-ción.

Despuésde casi seissiglos de servir fielmente a los bilbaínosdesaparecía el puente de san Antón. Aúnhoy el escudo de la villa lo recuerda.

A finales de la Edad Media se puso enmarcha un proyecto para la construcción deun nuevo puente en la villa, pero apenaspasó de ese estadio. Al poco tiempo de ins-talarse los franciscanos en la orilla abando-tarra de la ría, enfrente de las calles bilbaí-nas de Barrencalle y Barrencalle Barrena,decidieron construir un puente que permi-tiese una más directa relación entre el con-vento y la población, a fin de evitar el rodeoque suponía acceder a Bilbao por el puentede San Antón. Aunque el rodeo tampocoera exagerado, los franciscanos tomaron enserio su proposición y ya en 1509 consiguie-ron de la reina Juana la autorización paralevantar un puente de un solo arco que de-bía descansar en dos monumentales pilares

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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EL PUENTE DE SAN ANTÓN COMU-NICABA AMBAS ORILLAS DE LA RÍASIENDO EL PUNTO DE PARTIDA DELPRINCIPAL CAMINO DE COMUNICA-CIÓN DE BILBAO CON EL INTERIOR

DURANTE LA EDAD MEDIA. ELGRAN ARCO CENTRAL PERMITÍA EL

PASO DE LAS EMBARCACIONES,COMO SE APRECIA EN EL GRABADODEL CIVITATES ORBIS TERRARUM.

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a cada lado de la ría. Esta morfología res-pondía a la misma necesidad que se plante-aba en San Antón: permitir a los barcos elpaso bajo el puente. La monumentalidad detal proyecto lo hizo inviable, por lo queunos años más tarde se planteo un nuevopuente de doble arco con pilar en el centrode la ría33.

El nuevo pro-yecto fue aproba-do por ejecutoriareal en 1511 aun-que nunca se llevóa cabo. Como entodos aquellos as-pectos que afecta-aban aunque fue-ra mínimamentelos intereses de lavilla, el concejo senegó en rotundo apermitir su cons-trucción alegandolos graves perjui-cios que supon-dría para la villade Bilbao en casode inundación elrepresamiento delas aguas por estepuente.

Empeñadosen construir supuente, los fran-ciscanos decidieron levantar un pilar juntoal cay de Barrencalle, pero en la primerainundación la obra fue abandonada ante elretroceso de la orilla que produjo la furia delas aguas.

Además del puente de San Antón y delpuente de San Francisco, nunca construido,existieron en el siglo XVI otras estructurasmenores: los puentes de San Agustín, delArenal, de Lasao (sobre el Cadagua) y deIbeni. En cualquier caso, no pasaron de serlivianas estructuras de madera que no lle-

gaban, salvo el caso de Ibeni, a cruzar todala ría. El de San Agustín, paso de Uribarri,era un puente en extremo precario a cuyomantenimiento atendían Abando, Bilbao yBegoña; subsistió por poco tiempo al ser unobstáculo a la navegación34.

6.2. El sistema defensivo: las murallas, laspuertas, el alcázar

La muralla es el elemento definidor de laciudad medieval. En aquella época nopodía concebirse una ciudad sin sus mura-llas. No en vano, las Partidas de Alfonso Xconfieren el rango de ciudad a aquellaspoblaciones que tuvieran su recinto mura-do35. La cerca y la ciudad eran dos realida-des inseparables.

Todas las villas medievales tuvieron enalta consideración su defensa, siendo la pre-

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PUENTES SOBRE LA RÍA EN EL SIGLO XVI

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sencia de la muralla un elemento indispen-sable para ese cometido. Pero, a pesar deque la defensa de la población es una de lascaracterísticas principales del recinto mura-do, éste no cumplía únicamente esa funcióndefensiva, sino que servía también paraseparar el mundo rural circundante delurbano interior, diferenciando los distintosestatutos jurídicos de sus poblado-res. Por otra parte, la muralla eratambién el lugar idóneo para hacerefectivo el control fiscal y cobrar losimpuestos a los que tenía derecho laciudad. Desde el interior de la mura-lla la población urbana aspiraba acoordinar y dirigir la vida económicadel término rural que la rodeaba, tér-mino que, al contrario que el núcleourbano, presentaba como característ-ca fundamental la dispersión y faltade amurallamiento de su caserío36.Aunque las cartas fundacionalesotorgan a la villa un término rural,los documentos distinguen con clari-dad entre la villa y el término de lavilla: ésta es, propiamente, el recintomurado, frente al término que es“Tierra Llana”, tierra sin fortificar.

La muralla era obra de la colectividad.Poco después de la fundación de una villa ociudad se comenzaban a levantar los murosde la cerca. Dada la necesidad de realizar laobra con rapidez lo normal era que ésta notuviera una excesiva calidad, por lo quepronto había que atender a su reparación.La construcción de la muralla suponía parala villa o ciudad una fuerte inversión que sefinanciaba bien por derrama entre los veci-nos, bien por la generosidad de algunosseñores que renunciaban a algunas de susrentas por un tiempo determinado.

Urbanísticamente, la muralla imprimeforma a la ciudad, remarcando los límitesdel caserío y agrupando los elementos desu interior. Salvo las torres de la iglesias olas casas-torre del interior, la vista exterior

de la villa exterior dominaría por su aspec-to compacto y rotundo. El visitante que seacercase a una población amurallada enten-dería inmeditamente que se encontrabaante una ciudad o villa y probablementepudiera distinguir el recio perfil de sus lien-zos y torres mucho antes de llegar a susinmediaciones.

A pesar de todas las ventajas que paralas villas y ciudades medievales tenían lasmurallas, el hecho es que estas ventajas seconvirtieron en impedimentos con el pasode los años, pues el muro suponía un límiteal crecimiento urbano. Así, desde los iniciosde la Edad Moderna las murallas comenza-ron a suponer un estorbo para las ciudades,que con frecuencia optaron por prescindirde uno de los elementos que antaño lasdefinieron y caracterizaron. Únicamente enaquellas ciudades que incluían dentro delrecinto urbano una gran cantidad de suelosin ocupar o en las que por alguna u otrarazón el caserío asistió al paso de los añossin apenas aumentar, las murallas se man-tuvieron como sello de identidad del núcleourbano. Éste es el caso de ciudades comoÁvila y Lugo en España o Aigues-Mortes en

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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IGLESIA Y PUENTE DE SAN ANTÓNTomada de: De Bilbao a San Sebastián

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el Sur de Francia. Aquellas ciudades quecontaban con escasos espacios sin edificaren el interior de las murallas o que crecieronnotablemente desde el final de la EdadMedia perdieron en su mayor parte sus

recintos murados. Éste es el caso, entreotros, de la mayoría de las villas del Nortepeninsular, entre ellas Bilbao.

Una vez perdida su utilidad defensiva ysu carácter de barrera, la muralla será reuti-lizada, a veces como muro exterior de algu-nas casas y en otras ocasiones englobadadentro de las edificaciones. Tras este proce-so, los restos de la muralla prácticamentedesaparecen, pero no así su recuerdo, quesuele quedar impreso en profundidad en elplano de la ciudad.

Dentro de Vizcaya las murallas se ajus-tan a dos tipologías fundamentales. La pri-mera tipología es la de aquellas villas que se

muraban a través de un recinto exento, contorres o engroses a intervalos, con puertaspara la comunicación y con un paso deronda entre el caserío y la muralla para faci-litar las labores defensivas. Aunque existía

la prohibición expresa recogida en lasPartidas de no edificar en el paso de rondalo cierto es que con los años el caserío ten-día a expandirse por este corredor en buscadel espacio necesario para la construcción,generalmente escaso en las villas norteñas.

La segunda modalidad de muralla consi-te en formar la cerca con las propias man-zanas de casas de la población. La unión delas casas formaría un paredón macizo quedefendería la ciudad de los enemigos o losmalhechores. Para que esta cerca tuvierautilidad sería necesario que las casas delperímetro urbano tuvieran sus accesos sólodesde el interior, evitando la apertura de

Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martínez Martínez, Sergio

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SISTEMA DEFENSIVO DEL BILBAO MEDIEVALBeatriz Arizaga y Sergio Martínez

Portal de Zamudio

Pasode ronda

Portal de Ibeni

Primitivo alcázar

Portal delArenal

Portal de La Arenao de San Miguel

Casas adosadasa la muralla

Portal deSta. María

Portales de la Ribera

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vanos hacia el exterior, al menos a una altu-ra inferior a 4 ó 5 metros37. Éste debió ser unmodelo de cerca muy utilizado en Vizcayay Guipúzcoa en la Edad Media, siendoalgunos de sus ejemplos las villas deGuetaria y Orio. En ocasiones, las iglesiasformaban parte de esta cerca. Su solidezconstructiva las convertía en inmejorablesbastiones defensivos al exterior. El caso deBilbao, sin embargo, responde a la primeramodalidad señalada.

La evolución del recinto murado de Bil-bao está muy escasamente documentada.Las primeras referencias documentales dela muralla de Bilbao se remontan a los pri-vilegios concedidos por Alfonso XI en133438 y Juan Núñez de Lara, Señor de Viz-caya, en 133539. El monarca otorgó al Con-cejo de Bilbao 1.500 maravedís anuales du-rante cinco años y el Señor de Vizcaya cedióel robledal de Basondo. El interés mostradopor ambos en apoyar la construcción de lamuralla es indicio de que por aquel enton-ces la villa no contaba con un recinto mura-do digno de tal nombre. La fácil entrada deAlfonso XI en Bilbao en la campaña quellevó a cabo por el Señorío en 1334 no essino otra prueba de la indefensión de lavilla ante un contingente militar que quisie-ra tomarla.

La siguiente noticia no aparece hasta unsiglo después: en 1440 un documento nosinforma de la apertura de una puerta juntoa la plazuela de Santiago, en el muro Nortedel recinto murado40.

Con estos y otros escasos datos posterio-res la reconstrucción del trazado de la cercabilbaína supone un difícil reto. El dibujo delsiglo XIX en que se muestra el Bilbao de lastres calles con un muro que cierra única-mente la parte Este de la ciudad no pareceresponder a la realidad, por la propia inuti-lidad que supone mantener una murallaque sólo cierra una parte de la población.Sin embargo, el trazado propuesto porDelmas para 1442 sí se acerca bastante al

posible trazado de la cerca medieval, que enlíneas generales sería como sigue.

Por el Este la muralla corría por la actualcalle Ronda, siendo su línea la que actual-mente siguen las fachadas de este calle quemiran al Este. El portal de Zamudio servíade gozne entre los lienzos Este y Norte. Ellienzo Norte corría por el interior de lossolares que se abren a las actuales callesTorre y Cinturería. Por el Oeste la murallaseguía la línea que marcan actualmente lossolares exteriores de Barrencalle Barrena.Por el Sur, por fin, la muralla bordeba elfinal de las Siete Calles, sirviendo de límitecon el espacio del puerto marcando unaligera curvatura. El dibujo de Hogenbergde 1544 da a entender que en este últimoespacio la muralla avanzaba sobre la plazadesde el portal de Barrencalle, rompiendoasí la alineación del resto de la cerca frentea la Ribera.

Con el tiempo, el espacio cercado por losmuros se volvió insuficiente por lo que sedebió proceder al ensanche de la cerca deBilbao. Cualquier expansión de la cerca erasiempre una operación complicada, puessuponía expropiaciones y necesitaba de laautorización de la Corona, la cual podíaimponer sus condiciones. El caso bilbaínono fue ajeno a esa tónica. En 1483 la villaobtiene de los Reyes Católicos el permisopara realizar el ensanche y tomar para él losheredamientos, huertas y vergeles que fue-ran necesarios, pagando por tales expropia-ciones lo que tasaren dos personas, una porcada parte interesada41. Pero los monarcasestablecen la condición de que todo elensanche se cerque a cal y canto, al igualque en ese momento estaba cercado el restode la villa. Para 1492 el ensanche ya estabainiciado, pues existe un pleito sobre unahuerta que el concejo bilbaíno había toma-do para hacer una calle42. A pesar de la dis-posición real, desde comienzos del sigloXVI la muralla fue perdiendo sus anterioresfunciones y, bien por sucesivos derribos,

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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por reaprovechamientos o simplemente porel paso del tiempo su trazado fue desapare-ciendo poco a poco de la villa de Bilbao.

La presencia de la muralla como delimi-tadora del núcleo urbano exigía la aperturade puertas cada cierto intervalo para permi-tir la entrada y salida de hombres, animalesy mercancías. De todo el recinto defensivolas puertas solían ser el punto débil, por loque era común que fueran lo más robustasposible. Por ello, las puertas eran de untamaño considerable contando por locomún con dos batientes de madera chapa-dos en hierro. En otras ocasiones los pasoseran portillos estrechos de difícil acceso. Enambos casos, las puertas se cerraban conllave y eran vigiladas por los funcionariosencargados de esa tarea. Las ordenanzas deBilbao recogen la existencia de «beladores»y «coadrilleros» que guardan la villa por lanoche43.

El número de puertas con que contarauna población dependía de su perímetromurado y de las vías de comunicación queen él confluyeran. En la actualidad, salvo lapuerta de San Juan en Bermeo y la deSantiago en Plencia apenas quedan restosoriginales de aquellas pasos medievales. Desu carácter simbólico nos hablan el FueroViejo y el Fuero Nuevo de Vizcaya pues

ambos recogen la necesidad de jurar losFueros, en primer lugar, “a las puertas de laBilla de Bilbao”.

La defensa de las puertas eran un ele-mento muy apetecido por las familias máspoderosas de las villas pues quien las

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PORTALES DE LA MURALLA FRENTE A LA RÍA SEGÚN EL GRABADO DEL CIVITATES ORBIS TERRARUM

LOS PORTALES MEDIEVALES DE BILBAO DEBÍANSER SIMILARES A ÉSTE QUE SE CONSERVA EN LA

LOCALIDAD RIOJANA DE HAROFoto: Sergio Martínez

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defendiera tendría también el control sobrela misma y, probablemente, terminaríacobrando ciertas cantidades a los que porallí entrasen.

El atardecer era el momento de cerrar laspuertas como medida de defensa para lapoblación. La apertura y cierre de las puer-tas de la muralla marcaba así un rígidoritmo de vida a los habitantes de la villa,que tenían que adecuar sus actividades a laposibilidad o no de entrar y salir de la po-blación. En casos excepcionales, como ata-ques militares o pestes, las puertas podíancerrarse durante el día44.

En Bilbao las puertas recibían el nombrede «portales» o «portillos» dependiendo dela importancia del camino al que dabanacceso. El principal problema para lacorrecta identificación de las puertasmedievales de la cerca bilbaína proviene delos diferentes nombres que éstas recibierona lo largo del tiempo, por lo que puede ocu-rrir que distintos nombres aludan a lamisma realidad.

Los dos accesos más importantes eranlos portales de Zamudio y de Ibeni. El por-tal de Zamudio se localizaba en el extremoNorte de Artecalle, cerca de la confluenciadel muro Este y Norte de la cerca. Junto a lapuerta se localizaba un torreón que servíade cárcel del Concejo y que probablementetuvo su origen en un cubo defensivo de lamuralla. El portal de Zamudio daba paso alcamino que a través de Zamudio conducíaa Munguía y de aquí a Plencia, Bermeo oGuernica.

El portal de Ibeni ha sido tradicional-mente emplazado en el muro Este de lapoblación, siguiendo el dibujo de Delmas.Sin embargo, esta identificación es errónea,pues no tendría sentido alguno que un por-tal se situase en la zaguera de una manzana,sin comunicación con las calles de la villa.

Por ello, lo más razonable es que el portaldiera paso directamente al arrabal de Ibeni.Aunque pudo estar situado al final de Cal

Somera parece más probable que fuera unpaso abierto en el muro que uniera la torrede los Leguizamón, última de Somera, conla iglesia de San Antón. En el siglo XVII hayconstancia de un paso elevado que comuni-caba la mansión de los Leguizamón con lacapilla familiar que existía en la iglesia45.

Además de estos dos pasos principalesdebieron existir siete pasos más en la plazade la Ribera, uno por cada calle que daba aella. La salida de Barrencalle aparece en elgrabado de Hogenberg en dirección Estepor el abultamiento de la cerca en el extre-mo Oeste de la plaza de la Ribera.

Con el crecimiento de la ciudad hacia ElArenal y San Nicolás se fueron abriendo enla cerca otros pasos: el portal de La Arena ode San Miguel, que se abría a la actual CalleBidabarrieta, el de Santa María, que comu-nicaba con las actuales calles de SantaMaría y de Pelota y el portal del Arenalhacia la calle Correo.

Otro punto que merece tratarse en rela-ción a las murallas de Bilbao es el de losmateriales empleados en su construcción.Realmente, las noticias referentes a estepunto son en extremo escasas, por lo queresulta conveniente acudir a los escasos res-tos de la cerca medieval que persisten en laactualidad. A este respecto es la CalleRonda la que nos proporciona la informa-ción necesaria.

En esta calle es posible observar la exis-tencia de algunos solares cuyas fachadas noguardan la alineación con el resto, siendoaquellos los que tienen la entrada principalpor Somera. En estos solares puede obser-varse que su perfil sobresale de la alineaciónde las fachadas de Ronda ocupando partede la acera. Aunque en la actualidad estasedificaciones están revocadas y pintadas esposible observar aún como los cinco prime-ros metros de altura están constituidos porun muro de gran grosor realizado medianteun doble paño de sillares, más regulares losexteriores, relleno de cascotes, ripio, piedra

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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pequeña y argamasa46. Además, mientras elcomún de los solares de la villa cuentan conuna profundidad aproximada de 16 metros,estos solares entre Ronda y Somera cuentancon 26 metros.

Esta diferencia notable induce a pensarque la profundidad de los solares se debe ala ampliación de las edificaciones sobre elantiguo paso de ronda de la muralla queseparaba las edificaciones y la cerca.Cuando la muralla perdió su utilidaddefensiva y la presión por el espacio se hizomuy acusada en la villa las casas de Someraocuparon aquel paso y, a la vez, aprovecha-ron la solidez de la muralla como apoyoconstructivo. Hasta finales del siglo XVIIIlas edificaciones siguieron aprovechandoesta base pétrea pero, a partir de aquelmomento, las casas burgueses cambiaronsu fachada principal de Somera a Rondaderribando la parte del muro que se locali-zaba en su solar. Las casas que actualmentemuestran restos de los murallas son aque-llas en las que no se llegó a construir deaquella manera.

Aparte de los muros y las puertas, lasvillas medievales solían consolidar sudefensa a través de la construcción de algúnedificio militar de relieve. En las villasmedievales del País Vasco y Cantabria estasfortificaciones eran comunes. Así, todavíapodemos observar restos de aquellos com-plejos, entre otros lugares, en San Sebastián–castillo de Santa Cruz de la Mota, en loalto del monte Urgull– en Laredo o en SanVicente de la Barquera47. En Vizcaya unascuantas villas contaron con castillos o alcá-zares, como Valmaseda, Bermeo u Orduña.Otras villas, por el contrario, optaron pordefenderse únicamente a través de lasmurallas, sin ningún edificio específica-mente dedicado a este fin.

Bilbao es, en cierto modo, un caso inter-medio entre ambas realidades pues si bientuvo un edificio militar en sus primerostiempos, pronto prescindió de él. El año1334 Alfonso XI impulsó la construcción enla villa del Nervión de una atalaya junto ala ría, probablemente sobre un edificio desimilares características existente con ante-rioridad a la concesión de la carta-puebla,como ya quedó dicho. Este edificio se apo-yaba en las rocas existentes junto a laRibera, las cuales le servían de refuerzo ycimiento. Sin embargo, muy poco tiempodespués se sabe que el edificio desapareció,ya fuera por una demolición en 1366 o algomás tarde por un incendio48. Sobre sus res-tos se construyó la iglesia de San Antón,consagrada al culto en 1443.

De la morfología que tuviera este alcázarnada se sabe, pues no existen documentosque lo describan ni dibujos que lo mues-tren. En cualquier caso, la situación deBilbao en un punto no excesivamente vio-lento del territorio vasco y la presencia en elinterior de la villa de gran cantidad decasas-torre que ejercían también una fun-ción defensiva importante inducen a pensaren un desarrollo modesto de aquella atala-ya, la cual pronto se volvió inservible para

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ESTRUCTURA INTERNA DE LA MURALLA MEDIEVAL

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6. El espacio público de la villa de Bilbao

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EVOLUCIÓN DEL PASO DE RONDA BILBAÍNO DESDE FINALES DE LA EDAD MEDIA

POSIBLE LIENZO DE LA MURALLA EN LA CALLE RONDA

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la población. Aludiendo de nuevo al dibujopublicado por Carlos de la Plaza que mues-tra el hipotético aspecto del Bilbao de lastres calles y al dibujo de Delmás, es necesa-rio señalar la incongruencia en ambos de lainclusión del castillo, pues para las fechas aque se refieren, 1375 y 1442 respectivamen-te, éste había desaparecido ya hacía tiempo.

6.3. El abastecimiento de aguaA primera vista podría pensarse que el

aprovisionamiento y evacuación del aguapara una villa como Bilbao en la EdadMedia debía ser un tema prioritario para lacolectividad, pero lo cierto es que, por elcontrario, los documentos muestran unrelativo desinterés por el tema, especial-mente en lo que afecta al abastecimiento deagua al vecindario. Los documentos que serefieren al aprovisionamiento y evacuación

del agua en las villas vascas durante laEdad Media son en extremo escasos por loque se debe recurrir con bastante frecuenciaal apoyo que prestan las fuentes gráficas49.

A través de la observación de los mapaspodemos apreciar como la práctica totali-dad de las villas medievales vascas seasientan junto a ríos o arroyos de mayor omenor entidad, salvo las costeras. Ac-tualmente, muchos cursos de agua han sidodesviados de su primitivo trazado por lalabor humana o por el simple depósito demateriales, como se aprecia con claridad enla fotografía aérea. Igualmente, muchaspoblaciones costeras han visto alejarse elperfil del mar de sus calles a medida quesus puertos se colmataban. Por ello, la car-tografía histórica es un arma muy intere-sante para investigar en el verdaderoemplazamiento de las villas medievales ensu primera historia, el cual debió ser siem-pre más cercano al agua que el que actual-mente apreciamos.

Por lo que respecta a la villa de Bilbao,uno de los documentos que sí nos muestraun cierto interés de las autoridades en eltema del agua data de comienzos del sigloXVI. En 1509 el concejo de Bilbao afirmaque sólo cuenta con la fuente de Bilbao laVieja, pues la de la Gabarra se había cegado.Debido a ello se formó un pleito por el inte-rés de los franciscanos de Abando por apro-vechar el agua sobrante de la fuente haciasu convento. Los religiosos argumentabanque necesitaban el agua para lavar susropas y aprovisionar la iglesia, razón por lacual habían abierto una profunda zanjadesde la fuente al monasterio. El concejo nose mostró de acuerdo con el planteamientode los franciscanos y el 31 de marzo deaquel año prohibió continuar con la obra,alegando que los religiosos debían llevar elagua a su monasterio del mismo modo quelo hacían el resto de vecinos de la villa: «enherradas o en basos». El 19 de abril se lesautorizó a llevar a su monasterio el agua

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EN LA BASE DE LA IGLESIA DE S. ANTÓN PARECEINTUIRSE LA ESTRUCTURA DEL ANTIGUO ALCÁZAR

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perdida que salía de la fuente a condiciónde que el caño que habían construido no lle-gase hasta la fuente, debiendo dejar el últi-mo tramo abierto sin canalizar.

Sólo un mes más tarde una nueva sen-tencia les obligaba a cerrar el caño aducien-do la necesidad de agua de la villa50.Probablemente el crecimiento experimenta-do por Bilbao en el siglo XV comenzaba enaquellos primeros años del siglo XVI agenerar los problemas que anteriormenteno se habían planteado.

Además de las fuentes de Bilbao La Viejay de la Gabarra existían también en Bilbaodesde mediados del siglo XIV albercas parael almacenamiento de agua, las cuales ser-vían para completar el abastecimiento a lapoblación. La primera de aquellas albercasfue la de Ibeni, situada en el lugar que hoyocupa la Caja de Ahorros Municipal en elremate de la calle Ronda y que tomaba elagua del manantial de Basondo, documen-tada desde mediados del siglo XIV. A fina-les de ese siglo se mencionan otras albercasen el Arenal, Portal de Zamudio y plazuelade Santiago51.

En la segunda década de este siglo XVIel concejo comienza a plantearse con mayorseriedad el tema del abastecimiento deagua a la población. En marzo de 1515, des-pués de una visita del Corregidor, seemprende el proyecto de canalizar el aguade alguna de las fuentes que utilizaban losvecinos. Se analizaron las fuentes que tení-an mayor calidad de agua y mejores posibi-lidades de canalización, estimándose laobra en 4.000 ducados. En julio de ese añoel concejo reunió a los vecinos «a voz depregón» para consultarles sobre la obra y elimpacto económico que tendría la imposi-ción de la sisa destinado al pago de la obra.De los 18 vecinos que fueron convocados 17aprobaron la idean de «traer las fuentes a lavilla». Sin embargo, aunque el proyecto fueaprobado no se puso en marcha, pues seconsideró aquel un momento inadecuado

para imponer una nueva sisa a la poblaciónde la villa. En vez de realizar la canalizaciónse optó por el arreglo de la fuente de laGabarra, obra sensiblemente más modes-ta52.

En 1523 el maestro Martín de Aguirredirigió la construcción de una infraestruc-tura de traída de aguas que arrancabadesde el Pontón53. Casi treinta años des-pués, en 1552, Guiot de Beaugrant dirigióuna obra similar que tomaba el agua delmolino de Erqueñigo y la conducía hasta elalbergue municipal situado extramurosjunto a la calle Somera desde donde se dis-tribuía al interior de la población54. Uninforme realizado en 1558 por Juan de Láriznos indica que el sistema contaba con dosconducciones paralelas, una destinada asurtir a las fuentes (localizadas en SantosJuanes, plaza Mayor, portal de Zamudio,Carnicería, Matadero, plaza de San Miguely frente al portal de Barrencalle) y otra uti-lizada para la limpieza de la ronda de lavilla, operación que tardaba aproximada-mente una hora en realizarse, según testi-monios de la época55.

Así pues, la impresión general es que elabastecimiento de agua a la población nofue un tema de especial trascendencia paralas autoridades bilbaínas al menos hastabien entrado el siglo XVI, las cuales prefe-rían delegar ese cometido en los particula-res. Y, por lo que parece, tampoco los par-ticulares mostraban especial rechazo a quelas cosas estuvieran así establecidas. Elacarreo del agua no era entendido comouna empresa pública o colectiva sino pro-pia de cada vecino o familia. Las mozaseran las encargadas del transporte delagua desde las fuentes a los hogares, gene-rándose en torno a las fuentes, manantialeso ríos una forma natural de relación social.Los hombres sólo se encargaban de estalabor si el trabajo era realizado de formaprofesional, como el caso de los aguado-res56.

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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SISTEMA DE DISTRIBUCIÓN DE AGUASEN BILBAO EN 1558

FUENTES Y ALBERCAS EN BILBAOA FINALES DEL SIGLO XV

Ría

de

Bilb

ao

Convento deSan Francisco

San Nicolás

Plazuela de Zamudio

Plazuela de Santiago

Fuente

Alberca

El Arenal

Allende la Puente

Bilbao

Ibeni

Beatriz Arizaga y Sergio Martínez

Beatriz Arizaga y Sergio Martínez

Fuente

Fuente delMatadero Fuente de la

plazuela deZamudio

Centro distribuidorde las aguas

Fuente deSs. Juanes

Fuente de laPlaza Mayor

Fuente de Barrencalle

Fuente de Carnicería

Fuente de laPlaza de San Miguel

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Por el contrario, la evacuación de lasaguas sí suscitaba mayor interés tanto en losvecinos como en las autoridades. Si el abas-tecimiento era un asunto privado la evacua-ción era una necesidad común. En Bilbao elvertido de agua antes de las diez de la nocheestaba prohibido. Además, ésta no podíaarrojarse desde las ventanas, sino que losvecinos debían bajar a la calle y depositarlaen los caños de agua sucia que recorrían lascalles de la villa57. El plano de Bilbao estabaestructurado magníficamente para tal come-tido: el agua vertida a las servidumbres deluces corría hacía los cantones y de estos alas calles principales para inmediatamenteverter sobre la ría, eliminándose con rapidezlas aguas residuales y permitiendo tambiénla escorrentía natural en caso de lluvia. Sinembargo, la disposición de servidumbres,cantones y calles y la existencia de caños enlas calles no debió ser suficiente para evitarque la suciedad desbordase frecuentementeaquel sistema colector. Por ello, las calles ycantones debieron ser espacios sucios, insa-lubres y foco habitual de infecciones.

El problema de la suciedad del espaciopúblico de la villa se trató de controlar entres aspectos58.

El primero de ellos fue en las servidum-bres de aguas o de luces. En un primermomento, cuando la villa contaba aún conespacios abiertos en las zagueras de lossolares el vertido de agua se realiza sinmayor problema, pero el agotamiento delespacio intramuros terminó por hacer desa-parecer estos espacios abiertos, con lo cualla eliminación del agua se hizo algo engo-rroso. Los continuos vertidos por las partestraseras de las casas hacia las servidumbresde luces podían llegar a formar verdaderosriachuelos que se desbordaban hacia loscantones y calles de la población. Por elloen 1505 una ordenanza estableció el tapiadode las servidumbres para evitar estos verti-dos continuos al espacio público de lacomunidad. El concejo, consciente del pro-

blema, y viendo que «muchas veses cae vis-cosidad de las dichas casas, que avia de caeral canno, a la calle, en grand perjuisio de ladicha villa e de los que pasan por las dichascalles e cantones» ordenó a los dueños delas casas de los cantones que cerraran «lasdichas privadas con cal e pyedra fasta quenon parescan las tales pryvadas a su costa emisión dentro de veynte días»59. Por lo queparece, este tipo de medida debió ser impo-pular ya que esta ordenanza suponía unarepetición de otra anterior de 1488. Comoforma de burlar la prohibición, muchosvecinos optaban por realizar un boquete enel muro por la noche para permitir la salidadel agua a las calles y cantones, aspectocontra el que también luchó el concejo60.

El segundo punto que se trató fue el refe-rido a las privadas y necesarias. Estos eranhabitáculos volados sobre la calle que exis-tían en algunas viviendas construidos enmadera o en cal y canto y en los que los

6. El espacio público de la villa de Bilbao

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SISTEMA DE EVACUACIÓN DE LAS AGUASEN LA VILLA DE BILBAO

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habitantes de las casas vertían el agua utili-zada y los residuos orgánicos, todo lo cualcaía directamente a los cantones. La sucie-dad que tal práctica provocaba en la villallevó al concejo a regular su utilización,bien cerrándolas hasta la línea de la calle61bien situándolas dentro de las viviendas yno en su exterior62. Como se aprecia, talmedida no iba encaminada precisamente aatajar el problema sino a convertirlo en algoparticular de cada vecino.

El tercer punto del que las autoridadesbilbaínas se encargaron en relación a lasuciedad crónica que padecían las calles ycantones de la villa fue el de la limpieza delas cañerías que recorrían las calles. Se sabeque todas estas cañerías estaban cubiertasen su recorrido por la villa porque el conce-jo se encargaba de comprar piedras parasustituir a las que se hubiesen partido63. La

limpieza de estas cañerías se encargaba aprofesionales pagados espacialmente paraello y no a los vecinos, debido a la dificultadque entrañaba tal práctica. La construcciónde los canales también corría por cuenta deprofesionales para evitar que la mala nive-lación de los caños produjese desborda-mientos de aguas en las calles. Éste era elcaso de Artecalle, hacia la cual corrían lamayor parte de las aguas sucias deTendería. Los vecinos de Artecalle protesta-ron ante el concejo bilbaíno por el agravioque esto suponía y pideron que se llevase acabo una mejor nivelación que repartiesecorrectamente las aguas entre Tendería yArtecalle64.

Una vez recogida el agua en las cañeríassu destino eran los cays de la ría, si bienalgunos vecinos cercanos a la muralla perfe-rían eliminar sus inmundicias en las cárca-vas y fosos, práctica contra la que regulabael concejo ordenando a los vecinos pegantesa los fosos que limpiasen las cárcavas de tie-rra, estiércol y basura y que lo depositasen«en el tonel de la dicha villa» que el concejotenía para tal efecto en aquel lugar65.

En resumen, por lo que los documentosmuestran, el abastecimiento de agua a lapoblación bilbaína fue un tema de segundoorden para las autoridades municipalesque, en buena medida, dejaron tal necesi-dad en manos de los propios vecinos. Laevacuación de las aguas, por el contrario, sífue un problema común sobre el que el con-cejo reguló con cierta frecuencia para salva-guardar la salubridad y la higiene de lavilla, razón por la cual es mayor su presen-cia documental66.6.4. Los incendios y las inundaciones:

modificaciones violentas del plano dela villa

Los incendiosA su paso por la villa de Durango en

1457 el rey Enrique IV mostró su asombro al

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comprobar que la mayor parte de las casasde la villa estaban construidas en madera.

Así lo recoge Garibay cuando afirma:«Refieren algunos viejos por tradición quepreguntado en Durango el Rey, que le pare-cia aquella villa, respondió: que estaba enposer de un loco, dijo, por ser todas lascasas de tabla, porque estaba a la venturade quien con un manojo de paja, haciendoun desatino, o descuido, diese fuego a lavilla»67. Ya algunos años antes, en 1452, elFuero Viejo de Vizcaya señalaba la maderacomo material principal de las construccio-nes (Fuero Viejo, cap.CLXI). Con estas con-diciones no es extraño que los incendiosfueran un hecho frecuente en las villas viz-caínas, sobremanera teniendo en cuenta lacostumbre de utilizar la paja como elemen-to aislante del frío y el almacenamiento enlas casas de grasas y combustibles para lailuminación. Si el incendio en una viviendacontaba con la colaboración del viento,especialmente si era viento Sur, era muyhabitual que el fuego pasase de una casa aotra provocando un incendio general.

Del año 1442 tenemos noticia de unincendio acaecido en Bilbao. El miércoles 16de marzo por la noche se declaró en la villaun terrible incendio que destruyó muchasviviendas y almacenes debido a la presen-

cia de la madera como material de cons-trucción principal en la mayor parte de lascasas68.

Sin embargo, parece que las autoridadesbilbaínas no tomaron en excesiva conside-ración este problema, pues para mediadosde la siguiente centuria la mayor parte de lavilla seguía estando construida principal-mente en aquel material. La tragedia, inevi-table en una villa construida de tal guisa ycon las casas tan apiñadas, sucedió en lamadrugada del 9 de noviembre de 1571.Salvo seis casas-torre y las iglesias, y aúnéstas sufrieron daños de consideración, latotalidad de la villa quedó por completoarrasada por las llamas. Los vecinos, sincasa en la villa donde cobijarse, debieronalojarse en las casas extramuros e incluso enlas embarcaciones que estaban atracadas enlos muelles de la ría. La valoración que alpoco tiempo realizó el concejo para cuanti-ficar los daños sufridos ascendió a la impre-sionante cifra de 1.500.000 ducados69.

Esta vez el concejo sí tomo buena cuentade lo sucedido, adoptando desde aquel

momento medidas encaminadas a evitar enlo posible aquel durísimo golpe sufrido.Así, las nuevas Ordenanzas fijaban la alturade las viviendas en veinticinco o veintiseiscodos (aproximadamente 11,25 metros) y la

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FACTORES DE RIESGO DE INCENDIO EN EL BILBAO MEDIEVAL

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anchura de las nuevas calles en quincecodos (6,75 metros). Los nuevos vialesresultaban mucho más espaciosos que losantiguos y menos proprensos, por tanto, ala propagación del fuego. Otra medidaadoptada por el concejo fue la obligatorie-dad de presentar una pintura del edificiopara obtener la licencia de obras. Por lo querespecta a los materiales, la madera nodesapareció como elemento constructivo deprimer orden pero la piedra se utilizó paralos bajos y para las paredes medianeras,evitando así la propagación del fuego de unedificio contiguo a otro. La alusión deGaribay a que en 1572 toda la villa era «dehermosa cantería y ladrillo» no deja de seruna exageración del autor.

El incendio sirvió también al concejo bil-baíno para comprar algunos solares vacíoscon el fin de ampliar los espacios y edificiospúblicos de la villa, hasta el momento esca-sos. Así, las parcelas contiguas al portal deZamudio, pertenecientes a las callesSomera y Tendería, fueron adquiridas porel concejo para la reconstrucción de la cár-

cel; en 1581 se compró un lote junto a laiglesia de Santiago para ampliar la plazuelay en 1591 se abrió un cantón en Somera gra-cias a la adquisición de otro lote de terre-no70. Estas decididas actuaciones contaroncon una ayuda fundamental: la existenciaen la villa de multitud de solares vacíosante la imposibiliadad de algunos vecinosde reconstruir su casa tras el incendio. Lamayor parte de los restos de muralla quequedaban en pie fueron derribados parafacilitar la nueva ordenación de la villa.

Así pues, el terrible incendio de 1571supuso en cierta modo el adios a la villamedieval, al menos en alguno de sus aspec-tos. La apiñada población de estrechascalles repletas de viviendas de madera dió

paso a una nuevavilla, más espaciosay más pétrea. Aun-que Bilbao no sedeshizo de su lega-do medieval, aúnhoy no lo ha hecho,sí se modificó enprofundidad. El in-cendio sirvió paracorregir las incon-gruencias urbanasque hasta aquelmomento habíansido de difícil reso-lución, dando pasoa una ciudad más“moderna” y, pro-bablemente, algomás acogedora.

Las inundacionesJunto a los incendios, las inundaciones

supusieron para Bilbao un peligro muy cer-cano. Las «aguaduchos» atacaban periódi-camente la villa, causando a su paso gran-des devastaciones que obligaban a la pobla-ción a reconstruir cada cierto tiempo suscasas, sus edificios públicos, sus murallas o

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ACTUACIONES LLEVADAS A CABO EN BILBAO TRAS EL INCENDIO DE 1571

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sus muelles. La situación de la villa en elpunto de confluencia del Ibaizábal y elNervión y, especialmente, la llegada defuertes mareas coincidentes con la crecidade los ríos suponían la entrada del agua enla población, peligro que, aún hoy, no estádel todo superado.

Las principales inundaciones sufridaspor los bilbaínos en la Edad Media fueronlas de 1380, 1402, 1408, 1447 y 1450, aunquelas inundaciones de las que no nos ha que-dado noticia debieron ser muchísimas más.

Del aguaducho de 1380 da cuentaGuiard señalando que causó daños al puen-te de San Antón, como solía ocurrir en cadauna de las inundaciones71.

En su monumental obra, Labayru aludea un documento manuscrito en el que serefiere una riada de gran violencia sucedidaen la villa el miércoles 13 de abril de 1402 lacual inundó la población, sacando muchoscuerpos de las fosas de la iglesia deSantiago y llevándolos ría abajo, al igualque hizo en las iglesias de los Santos Juanes,San Antón y San Nicolás por lo que las gen-tes de Bilbao debieron adquirir fosas en SanFrancisco72. Aunque puede que el hecho alque se refiere sea cierto la noticia tiene,como señala Labayru, ciertas contradiccio-nes. La iglesia de San Antón no se consagróhasta 1433 por lo que no existía todavíaculto a aquel santo como para nombrar contal advocación el edificio; por otra parte, lasiglesias de los Santos Juanes y San Nicolásno eran por aquel entonces parroquias, porlo que difícilmente podían contener en suinterior enterramiento alguno. En las capi-llas y ermitas sólo se daba enterramientoocasional a los fundadores y a su familia.Por tanto, la noticia, aunque pudiera sercierta, debe ser tomada con mucha cautela.

En el año 1408 y nuevamente en 1418 seprodujeron sendas avenidas que volvierona afectar al puente de San Antón, continua-mente en reaparación por la violencia conque las aguas lo golpeaban en sus crecidas.

El año 1447 trajo al Señorío nuevas inun-daciones que afectaron entre otras a laspoblaciones de Bilbao, Orduña, Durango yMiravalles. En el caso de Bilbao la inunda-ción fue especialmente violenta por el seña-lado condicionante de ser punto de con-fluencia del Ibaizábal y el Nervión. El miér-coles 12 de julio dos horas después delmediodía Bilbao se vio invadido por laimpetuosa llegada de las aguas, que se lle-varon por delante el molino de Artunduagay los barquines de la ferrería del aquellugar73. La fuerza desbordada de las aguasquebró los cables y maromas de los buquesy corrieron estos ría abajo e incluso por elinterior de la villa. De entre todas las riadassufridas en Bilbao ésta fue probablementeuna de las más violentas y desastrosas.

El miércoles 27 de julio de 1450, sólo tresaños más tarde que la terrible inundaciónanterior, sobrevino en la villa otra violentí-sima avenida que derribó la puente, partede la Rentería y el cay de la Cal de laPesquería, el portal de Santa María, asícomo arrasó las huertas y destruyó casas,paredes y muros de la cerca. Además, seperdieron algunas naves de los muelles,arrastrando también ruedas de molino,como la de Urtunduaga, piedras y maderaacumuladas para la construcción y venaalmacenada para su embarque. En otrospuntos del Señorío las inundaciones tam-bién se produjeron, como en Lequeitio,donde el agua derribó el puente de la villa.

Desde aquellos mediados del siglo XVen adelante la relación de inundacionessiguió engrosando la lista y provocandocuantiosos daños en la población, como laque en 1553 dejó en estado de ruina laIglesia de San Nicolás de Bari74. Pero estasinundaciones no fueron tan desastrosascomo la que casi finalizando el siglo XVIasoló de nuevo la villa.

Poco tiempo después del terrible incen-dio que arrasó por completo Bilbao se pro-dujo una nueva ríada, concretamente el 22

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de septiembre de 1593, que causó muyserios daños en algunos de los edificios de lapoblación, como el molino de Pontón o lasede del Regimiento y Casa de Contratación.El puente de San Antón quedó muy grave-mente afectado y los muelles de la ría prác-ticamente inutilizables. La Rentería y el hos-pital también resultaron gravemente afecta-dos. La fuerza de las aguas fue tal que algu-nas naves atracadas en el puerto entraron enla población y circularon por sus calles,embistiendo y causando graves desperfectosen varios edificios75.

Todas estas desgracias acaecidas en lavilla entre los siglos XIV y XVI provocaronnotables cambios en el plano de la villa ytambién en los edificios. En general, aunquelos incendios e inundaciones constituíandaños de gran consideración para la pobla-ción podían ser utilizados también para elarreglo y mejora de la villa, como se vio enel caso del incendio de 1571. Debido a ellola imagen del Bilbao medieval se desfiguraen cada uno de estos acontecimientos, reno-vándose en un continuo proceso de des-trucción y construcción inevitable en unapoblación tan dinámica y vital como fue labilbaína. Al compás de la adecuación de lavilla a las nuevas necesidades se borraba elrecuerdo de la original configuración de suplano y su caserío.6.5. El espacio de la espiritualidad

En todas las villas y ciudades medieva-les los edificios religiosos cumplían unafunción primordial para la comunidad. Yase apuntó anteriormente como la religiónimpregnaba múltiples facetas del hombremedieval, como su comportamiento antelos demás, el ritmo temporal de sus accio-nes o el sistema de rituales en el que parti-cipaba. Dada esa importancia que otorga-ban a la religión aquellos hombres medie-vales no es de extrañar que llevasen a caboobras tan monumentales como las quepodemos aún observar en multitud de

lugares. El espacio donde se alojaba Dios ydonde los feligreses se unían a él debía serun lugar primordial para la comunidad, unespacio bello y grandioso. Frente a unosedificios civiles endebles en la mayor partede los casos las ciudades medievales conta-ban con monumentales edificios religiososconstruidos con el fin de perdurar.

Sin embargo, las iglesias no eran única-mente los centros religiosos de la comuni-dad, sino que cumplían también importan-tes papeles en otros campos. Así, en susinmediaciones solían realizarse los merca-dos y eran también objeto de frecuentesluchas entre los linajes locales para hacersecon su control.

Un aspecto muy destacado de las igle-sias era el de servir como lugar de enterra-miento. En un principio los enterramientosdebían realizarse dentro de las iglesias, yafuera en lápidas bajo el suelo o en las pare-des. Sin embargo, el agotamiento del espa-cio interior hizo desplazar los enterramien-tos al exterior de las iglesias, con lo que elespacio interior quedó reservado única-mente a los privilegiados, generalmente lasfamilias más poderosas y los eclesiásticos.Aunque todo el espacio destinado al ente-rramiento alrededor de la iglesia gozaba delmismo carácter sagrado que el interior,poder enterrarse dentro del templo suponíaun signo de distinción para quienes lo con-seguían, frente a aquellos que no podíangozar del privilegio de descansar en tierra“ad sanctos”.

Junto a las iglesias, otros lugares santosque aparecen en las villas medievales sonlos conventos de órdenes mendicantes. Enestos conventos la función evangelizadorade las iglesias se eleva a una función educa-dora, más amplia que la anterior. El hechode que existan conventos en una villa es unsigno del crecimiento y desarrollo de lamisma por dos razones: por un lado, laimplantación de uno o varios conventossupone que la comunidad es capaz de su

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mantenimiento, para lo cual ha debidoalcanzar un estadio de desarrollo mediana-mente elevado; en segundo lugar, las órde-nes mendicantes se instalan en núcleosurbanos frente a los monasterios benedicti-nos y cistercienses que lo hacen en el mediorural, por lo que la instalación de los prime-ros en una población puede ser utilizadocomo criterio de medida de su desarrollourbano.

Como último espacio destinado a laespiritualidad hay que señalar los hospita-les, lugares en que se atendían las necesida-des de los pobres y los enfermos. Para elhombre medieval el pobre es la personifica-ción de la figura de Cristo, por lo que aten-der a aquel era una forma de rendir home-naje a éste. Por ello, los hospitales solíanrecibir numerosas limosnas de los feligre-ses, especialmente en sus testamentos, queveían limpia de ese modo su culpable con-ciencia de pecadores. 6.5.1. La iglesia de Santiago de Bilbao

Antes de la fundación de la villa en elaño 1300 ya existía en la pequeña pobla-ción del Ibaizábal una iglesia advocada alapostol Santiago, como se apunta en lacarta puebla. Lo que ya entra en el campode la duda es si esta iglesia estuvo desdeun primer momento en el lugar que actual-mente ocupa o si bien se localizó en princi-pio en el barrio de Bilbao La Vieja, allídonde probablemente existiera con ante-rioridad a la fundación de Bilbao un pobla-do dedicado principalmente a la explota-ción del mineral de hierro de la mina deMiravilla.

Algunos autores sostienen que la iglesiade Santiago pudo localizarse al comienzode la calle Urazurrutia, donde aún en laactualidad existe allí una hornacina con unaimagen de Santiago Matamoros, apoyándo-se en la tradición del Regimiento de Bilbaode trasladarse en ocasiones señaladas aaquel lugar76.

Para otros, sin embargo, la iglesia no selocalizó en la orilla izquierda sino en unterreno descampado de la derecha de la ría77.En este caso, la iglesia de Santiago podría ser-vir de enlace entre las dos hipotéticas pobla-ciones que ocupaban el solar de Bilbao conanterioridad a la carta puebla: la de Bilbao laVieja (ferrona) y la de Ascao (pesquera).

Esta hipótesis cuenta con el apoyo deotros ejemplos de poblaciones en los que seobserva la presencia de la iglesia parroquialentre los dos o tres barrios que conformanla población, sirviendo de nexo de uniónentre ellos. Los documentos ofrecen pocaayuda en la resolución del problema pueslos más tempranos no aluden a su situa-ción, sino a la tregua que en ella se desarro-lló en 1353 y a la decisión de ampliarla quese toma en 137978.

Lo que si parece más constatable es larelación de esta iglesia primitiva con el iti-nerario de la ruta jacobea por la costa can-tábrica. Aunque el Camino de Santiago enel País Vasco no tuvo, ni con mucho, el peso

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DIVISIÓN DE PARROQUIAS CONCLUIDA POR ELOBISPO D. JUAN OCHOA DE SALAZAR EN 1581

Beatriz Arizaga y Sergio Martínez

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del que gozó entre la Cordillera y el Duerohay que reconocer que pudo haber dejadosu impronta en Vizcaya.

Por lo que respecta a la fecha de cons-trucción de la iglesia actual los datos tampo-co son especialmente esclarecedores. Poruna mención de 1404 sabemos que la iglesiaera de gran tamaño y contaba con tres navesy seis pilares, por lo que puede considerarseque se refiera al templo que actualmenteconocemos. El edificio gótico actual respon-de a un proyecto de alrededor de 1400, aun-que su construcción se prolongó a lo largode todo el siglo XV y principios del XVI,momento este último en que se remató elclaustro y la sacristía79. El portico del Sur esun añadido posterior al cual acompañaronla casa cural, la fachada del Oeste y los rema-tes del ábside. En el espacio que ocupan enla actualidad el claustro y el pórtico existie-ron en principio lugares de inhumación.

Si, como se dice, el gótico es luz, la igle-sia de Santiago es la que más plenamenteresponde al esquema gótico, tanto por lotranslúcido de su espacio interior como porel marcado carácter simbólico que juega laluz en su relación con la arquitectura. Sóloen San Severino de Valmaseda se apreciaesta misma grandeza de la luminosidad enVizcaya80.

La planta de la Iglesia de Santiago es detres naves paralelas divididas en cuatro tra-mos más el crucero, sin resalte de éste últi-mo en el plano, capillas bajas entre los con-trafuertes de las naves laterales y girolasimple. Precisamente, la girola es el elemen-to más sobresaliente del templo por la dis-posición de las capillas y, especialmente, deldeambulatorio, con sus bóvedas de diseñostiangulares y trapezoidales alternativas.Esta disposición de la cabecera se ha rela-cionado con la catedral de Toledo y tambiéncon las de Cuenca, Tortosa, Alcalá deHenares y con la catedral francesa deCaudebec. Sin embargo, el ejemplo másapropiado podría ser la iglesia francesa de

Saint Jean de Champs, en Bourges, edificiodestruido por la Revolución Francesa y deconstrucción coetánea o anterior a la deSantiago de Bilbao, si bien está relación noes del todo segura81.

La cubierta de las naves es abovedada,de crucería simple. La cubierta del ábisde serealiza con una estrella de seis puntas y ladel crucero con bóveda de terceletes82. Lospilares son de núcleo cilíndrico con colum-nillas adosadas. El triforio, estrecho, rodealas naves laterales, el crucero y el ábside.Los vanos se presentan geminados y apun-tados en el ábside mientras en las navesbajas presentan huecos abiertos a las capi-llas. La decoración, vegetal, es escasa yreducida fundamentalmente a los pilares.

Tres son los accesos a la iglesia, dos en elcrucero y otro a los pies del templo. La por-tada sur es la más antigua de las que con-serva la Iglesia de Bilbao, probablemente delos años 1460-70, aunque en la actualidad esun elemento meramente decorativo alhallarse tapiada. Es abocinada, con cuatroarquivoltas, dos angreladas, una lisa y laexterior decorada con figuras sedentes. Sumorfología abocinada responde a los mis-mos esquemas empleados en Santa Maríade Lequeitio y Santa María de Guernica,dentro del influjo navarro83. El acceso Nortecomunica con el claustro y es el más recien-te de los tres, probablemente de la época deeste último. El acceso del Oeste, por fin, fuerehecho por completo el siglo pasado por elarquitecto Achúcarro, al igual que la torre,por lo que su morfología primigenia, encualquier caso muy modificada ya antes delarreglo, nos es desconocida.

El claustro es pequeño y de gran senci-llez constructiva, contando con cuatro alasde galerías y un jardín central. La comuni-cación de las galerías con el jardín se realizaa través de una serie de amplios vanosapuntados apoyados en un zócalo muydesarrollado y separados entre sí por grue-sos contrafuertes que soportan el empuje de

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EN LAS OBRAS DE RESTAURACIÓN LLEVADAS A CABO EN 1999 EN LA IGLESIA DESANTIAGO DE BILBAO QUEDÓ AL DESCUBIERTO LA DISPOSICIÓN DE LOS ENTERRAMIENTOS

EN EL INTERIOR DE LA IGLESIA, PRÁCTICA HABITUAL EN ÉPOCA MEDIEVALFoto: Sergio Martínez

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las bóvedas.. Está adosado a la iglesia porsu parte Norte y su finalización data deprincipios de siglo XVI, al igual que lasacristía. La decoración vegetal es más des-tacada que en el interior del templo. Lacomunicación con la calle Correo se realizaa través de la puerta del Ángel. Esta puertaes deudora del llamado “estilo ReyesCatólicos”, pues cuenta con muchos de suselementos distintivos: arcos de ingresosescarzanos, remate en conopio, pilaretes

recambiados en los flancos y motivos curvi-líneos vegetales en el timpano84. El accesoes doble en arco escarzano con parteluz.Probablemente el claustro es uno de los rin-cones menos conocidos por los bilbaínospor hallarse casi siempre cerrado al público.

El pórtico, por último, es una obra tar-día, iniciada en 1571 pero terminada ya en

el siglo siguiente. Este pórtico representa unaudaz proyecto constructivo destinado avarias finalidades: dotar a la villa de unamplio espacio cubierto para la celebracióndel mercado, urbanizar el área Sur de laIglesia de Santiago adaptándose al trazadode las calles, cimentar por este lado el débilterreno en que se asentaba la iglesia y servirde lugar de acogida para los feligreses queacudían a las ceremonias religiosas. Ladimensión del pórtico es realmente monu-mental. Su planta se define en un polígonoirregular que se adapta perfectamente alespacio en que se levanta. El abovedamien-to es muy irregular debido a la adecuaciónal marco. Destacan especialmente los seispoderosos pilares de base rectangular enque se apoya.

La construcción de la Iglesia de Santiagoes probablemente uno de los síntomas másexpresivos del desarrollo urbano de Bilbaoen la Baja Edad Media. Aunque la construc-ción de esta iglesia es un signo de la capaci-dad perceptora de diezmos de la comuni-dad, no lo es menos de la capacidad de lasociedad urbana de destinar parte de suriqueza a una obra espiritual. Gracias a lasdonaciones realizadas para la construcciónde la iglesia los bilbaínos encontraban unmedio de “limpiar” su dinero, adquirido enactividades mercantiles no siempre muyrectas o incluso en operaciones de préstamousurario. Además, el ser capaces de cons-truir un edificio bello para el Señor servíatambién para fortalecer el “ego” de lacomunidad y agruparla en un proyectocomún85. La Iglesia de Santiago es, portanto, uno de lo símbolos de que aquellapequeña localidad del Ibaizábal, al pocotiempo de la concesión de su carta puebla,se sentía fuerte y confiada para realizar lasmás duras empresas.

En la división de collaciones o parro-quias llevada a cabo por el obispo don JuanOchoa de Salazar en 1581 a la iglesia deSantiago le correspondía el siguiente espa-

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PUERTA DEL ÁNGEL DE LA IGLESIA DE SANTIAGO

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cio: «La calle de la carniceria bieja y las doscalles de barrencalle y la plaçuela y desde elportal de camudio hasta barrencalle la suse-ra toda la ronda y todas las casas que estanal rededor de la iglesia y mas la calle de san-tiago hazia la parte de la casa de Juan Coetuy la del doctor Anuncibai y s. Juan de Fanoy desde alli toda la población que ay entrelos muros biejos de la villa y el rio asta daren la torre de lope de Arbolancha»86.

6.5.2. Las iglesias de San Antón y San NicolásLA IGLESIA DE SAN ANTÓN

La iglesia de San Antonio Abad, o SanAntón, se levanta en la calle de la Ribera, alfinal de las calles Somera y Ronda y en elmismo borde de la ría. La fecha de comien-zo de su construcción nos es desconocida,al igual que sucede con la Iglesia deSantiago. Como anteriormente se vio, pro-bablemente se construyera sobre el alcázarque ocupaba en un primer momento aquelespacio y que para 1366 o algo más tarde yadebía haber desaparecido. El 5 de agosto de1435 se sabe que se celebró la primera misaen el templo87. Por tanto, 1366 y 1435 podrí-an servir como fechas postquam y antequamen la construcción de esta Iglesia.

Aunque no existen noticias documenta-les que señalen que la iglesia de San Antónaprovechase para sus muros la construcciónanterior del alcázar, no parece aventuradosuponer que así realmente fue. Una cons-trucción tan recia como debió ser el alcázary con tan poco tiempo a sus espaldas (úni-camente permaneció en pie 30 años) debíaser el asiento ideal para una iglesia que selevantaba en un terreno difícil necesitado debuena cimentación. En la Edad Media lasreutilizaciones de edificios era prácticacorriente en todos los lugares, especialmen-te cuando el edificio reutilizado era unaobra de calidad, por lo que la suposiciónpuede que no se aleje demasiado de lo cier-

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PLANTA Y FOTOGRAFÍA DE LA IGLESIA DE S. ANTÓNFoto: Sergio Martínez

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to. En cualquier caso, el primitivo templosufrió una serie de importantes reformas enla década de 1480 que, prácticamente, lolevantaron de nuevo desde sus cimientos,por lo que si realmente la primitiva iglesiade San Antón se levantó sobre los muros delalcázar resulta muy difícil que la parte bajade la iglesia actual mantenga la morfologíade la fortaleza bilbaína.

Lo que si parece evidente es que, a pesarde derribos, ampliaciones y reconstruccio-nes, la iglesia de San Antón conserva uncierto aire de fortaleza que con anterioridada la construcción de la portada del Norte yel campanario barroco debía ser mucho másnotable.

De esta década de 1480 datan tres noti-cias acerca de la iglesia de San Antón: lavoladura de unas peñas por la parte de latorre de los Leguizamón para la ampliaciónde la iglesia; la queja de los Arbolancha porel aspecto de fortaleza que estaba tomandola iglesia frente a su casa-torre; y, finalmen-te, la redistribución del espacio interior deltemplo para la adecuación de las fosas mor-tuorias. Las noticias inmediatamente poste-riores en relación a la construcción del tem-plo son bastante escasas. Tras ochenta añosde irregular actividad constructiva el librode fábrica de la Iglesia informa que en 1560se completó la cubrición de la nave centraldel templo, dándose así por concluída laobra principal88.

La planta de la iglesia de San Antón esmuy sencilla. Forma prácticamente un cua-drado en función de sus tres naves con cua-tro tramos cada una y sin transepto. Lacabecera es recta pero ochavada en la pri-mera capilla de la Epístola para mejorsoportar los embates de la ría, que baña susparedes por este lado. La nave central esmás ancha y mucho más alta que las latera-les, al igual que el tramo de la cabecera esalgo más profundo. De 24 partes de anchu-ra 10 son para la nave central y 7 para cadauna de las naves laterales. En el alzado, la

nave central duplica en altura a las latera-les. Esta diferencia de altura entre las naveses aprovechada para incluir un estrecho tri-forio semejante al de Santiago de Bilbao quebordea la nave central en su totalidad.Sobre el triforio se abren unos vanos pocodesarrollados, salvo el primero del lado dela Epístola, exageradamente ampliado enun reforma de este siglo. Las bóvedas sesoportan por pilares adosados a las paredesy columnas exentas de base cilíndrica concolumnillas adosadas que recogen los ner-vios de las bóvedas y arquerías. Su estruc-tura es simple en las naves laterales, de ter-celtes con ligaduras en la central y de con-traterceletes en el tramo de la cabecera. Laentrada a la iglesia se localiza al Norte,situación atípica motivada por la presenciade la ría al Sur del edificio. Su construcciónse desarrolló entre los años 1545 y 1548 yrespondió a un proyecto de Juan de Garita,maestro cantero que había sido nombradopocos años antes maestro director de lasobras de la iglesia.

El acceso es en arco escarzano franquea-do por dos pares de columnas corintiassobre altos podios. Estilística y temática-mente la portada de San Antón responde ala etapa postrera del plateresco. El campa-nario es una obra barroca y supone la modi-ficación más ostensible de las sufridas porel templo desde su reconstrucción a partirde 1480.

En la división de collaciones de 1581correspondía a San Antón «todo lo de allen-de la puente con la tenderia asta la puertadel portal de camudio y mas la calle debelaoxticalle asta santiago»89. LA IGLESIA DE SAN NICOLÁS

Esta iglesia se localiza en el barrio homó-nimo, muy cercana a la actual Plaza Nueva.Como ya se ha señalado, el arrabal de SanNicolás era asiento de pescadores y nave-gantes localizados en torno al entrante obrazo de mar que la ría dibujaba al Oeste de

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la población. Su situación periférica respec-to a las Siete Calles y el elemento separadorque constituía la muralla suscitó en loshabitantes del arrabal la necesidad de pose-er un templo en el que poder atender a susinquietudes religiosas. Él santo elegidopara el templo no quedó a la zaga del carác-ter marinero de la población: San Nicolásde Bari, santo obispo patrón de los nave-gantes. En su honor se levantó una pequeñaermita que pronto calificó con su nombre alconjunto de casas que se situaban en susinmediaciones (actuales calles Ascao, Es-peranza, Cruz y Sendeja) y que sirvió tam-bién espiritualmente a la población delArenal (Bidebarrieta, Correo...), marineracomo la de San Nicolás90.

De aquella primera ermita nada sabe-mos. Sus dimensiones debieron ser muyreducidas a tenor de la importancia margi-nal que aquella población tuvo hastamediados del siglo XV. Sin embargo, el cre-cimiento generado en la villa desde finalesdel siglo XV hacia este espacio como puntode desahogo de la presión demográfica quevivía el núcleo amurallado hizo necesariauna ampliación del templo, incapaz de aco-ger el aumento de feligreses. Bajo el mismoimpulso que derribaba las murallas de lapoblación en su flanco Oeste caía la peque-ña ermita de pescadores para dar paso auna nueva iglesia a tono con las nuevasdimensiones del “ensanche”.

Hacia 1490 la nueva iglesia ya estaba enpie, gracias a las numerosísimas limosnasaportadas tanto por los habitantes del nú-cleo murado como por los de los arrabales,devotos todos ellos del patrón de los nave-gantes. Pero el caso fue que la cimentaciónde la iglesia era muy deficiente en un terre-no tan problemático como la ribera de la ríay pronto comenzaron a presentarse daños enla edificación. La avenida que sufrió la villaen 1553 fue el golpe de gracia para la iglesiamarinera, que desde aquel momento quedóen un estado de gran ruina.

Durante treinta años el templo quedóabandonado hasta que en 1582 el acaudala-do comercainte bilbaíno Juan de Ben-goechea decidió aportar una sustanciosacantidad en favor de la olvidada iglesia conel fin de que fuera restaurada y que, a sumuerte, sus restos reposasen entre aquellassantas piedras. La generosa aportación deBengoechea evitó la ruina de la edificacióndurante más de un siglo, pero a mediadosdel siglo XVII los problemas volvieron aplantearse con inusitada intensidad. En1740 el ayuntamiento declaró en ruina eltemplo y procedió a su cierre. El proyectode nueva iglesia presentado por Ignacio deIbero, autor y director de obras del templode San Ignacio de Loyola, fue aprobado deinmediato, comenzando acto seguido laedificación. Las obras se desarrollaron agran velocidad desde 1743 no sólo por elsincero amor que los bilbaínos profesaban aaquel santo sino también por la necesidad

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IGLESIA DE SAN NICOLÁSFoto: Sergio Martínez

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de contar con un templo en condiciones queatendiese las necesidades religiosas de loshabitantes de aquella parte de la villa.

En 1756, sin escatimar en gastos, elAyuntamiento celebró una jornada festivacon motivo de la inauguración del templode San Nicolás, por fin perfectamente asen-tado sobre el terreno y con todo el esplen-dor de la arquitectura barroca. Sólo las gue-rras carlistas consiguieron hacer mella en eltemplo, utilizado durante un cierto tiempocomo almacén de material bélico. Tras losdestrozos causados y su posterior repara-ción la iglesia se abrió definitivamente alculto en 1881.

En la división de collaciones de 1581correspondía a la parroquia de San Nicolás«la calle de Ascao desde el portal de camu-dio asta lo que dura la jurisdicción de lavilla hazia la parte de deustua y uribarri ymas lo que ay en la calle de santiago desdefuera de la puerta nueba asta la casa deArriquibar con toda la demas poblaciónque ay hazia la dicha iglesia y el rrabal deascao por tras la carniceria»91.6.5.3. Los conventos

Con cierto retraso respecto a la tónicaeuropea y de la Corona de Castilla, elSeñorío de Vizcaya acogió desde mediadosdel siglo XIV una serie de conventos. El pri-mero en asentarse fue el de San Franciscode Bermeo. Las órdenes que se instalaronen Vizcaya fueron fundamentalmente do-minicos y, sobre todo, franciscanos. Frente alos cistercienses y benedictinos, las órdenesmendicantes supusieron una nueva formade entender la piedad y atender al senti-miento de las gentes urbanas, diferentes ensu comportamiento y mentalidad a las delmedio rural. En Vizcaya los mendicantes notuvieron que enfrentarse a las Órdenesmonásticas pues, a pesar de que estas últi-mas mantenían aún cierta impronta en elterritorio, lo cierto es que su poder en elSeñorío languidecía.

Frente al retiro practicado por benedicti-nos y cistercienses, los mendicantes consti-tuían la punta de lanza de un proyecto edu-cador y socializador, para lo cual era priori-tario atender directamente las necesidadesde la comunidad ciudadana. La obligaciónde misionar, de educar y de estudiar en pro-fundidad los textos sagrados impedía aestos religiosos la dedicación a las tareasagrícolas, de ahí que su mantenimientodependiera escasamente de sus bienes raícesy notablemente de las limosnas recibidas.

La cortedad del espacio intramuros enBilbao, más que la irradiación rural de lavilla, obligó a los conventos de mendicantesa situarse en las anteiglesias cercanas. Así,Deusto fue sede de una comunidad deagustinos mientras Abando acogió unacomunidad de franciscanos. La comunidadagustina se desarrolló en San Bartolomé deBérriz, Deusto, hacia 1379, primeramenteen forma de eremitorio. La comunidad reci-bió confirmación canónica en 1425. Por fin,a comienzos del siglo XVI los agustinos deDeusto se instalaron en un viñedo adquiri-do a Tristán de Leguizamón, a la sazón pre-boste de Bilbao, en terrenos de Uribarri, enel espacio donde actualmente se levanta elAyuntamiento de la villa.

Los franciscanos de Abando se asentarondesde 1498 en terrenos cedidos por el arma-dor Juan de Arbolancha y su esposa ElviraFernández de Basabe en la orilla izquierdade la ría, enfrente de las calles bilbaínasBarrencalle y Barrencalle Barrena. Así pues,dos de las familias más poderosas de lavilla, enfrascadas en continuas luchas por elcontrol del poder, proporcionan a los men-dicantes el espacio para su asiento92.

El convento de San Francisco fue, sinduda, el de mayor relieve de la villa. En1431 un eremitorio dedicado a San Mamésdel que eran patronos varios hidalgos deBilbao y Abando fue entregado a los fran-ciscanos en el lugar de Basurto, de la antei-glesia de Abando. Aquella casa fue conver-

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tida en convento en 1450 por decisión delPapa Nicolás V como forma de favorecer elculto permanente en este lugar93. El con-vento gozó pronto del aprecio de los bilbaí-nos, pero la distancia exitente entre Basurtoy Bilbao era un impedimento para la rela-ción de los frailes con la población urbana.Debido a ello, los monjes decidieron insta-larse en un lugar más cercano a Bilbaodesde el cual la predicación fuera más sen-

cilla. En 1475 el Papa Sixto IV autorizó a losfranciscanos del convento de San Mamés deAbando a trasladarse a un nuevo asenta-miento frente a la villa94 en terrenos dona-dos por Juan de Arbolancha y su mujer. Sinembargo, pasaron veintitrés años hasta que

la instalación fuera efectiva ante la oposi-ción que encontraron los monjes en parte delos cabildos de Bilbao y Abando95.

Las obras comenzaron en 1501 y para1505 ya estaba levantada la capilla mayorpara cuya construcción aportó dinero lafamilia Arbolancha. La concesión de CarlosV en 1539 para que sus armas fueran colo-cadas en la fachada del edificio presuponeque por aquellas fechas la obra estuviese

muy avanzada. Éstas y otras referenciasdocumentales y gráficas nos muestran elconvento de San Francisco como un edificiode una sola nave en cinco tramos, con cabe-cera de tres lados y capillas privadas entrelos contrafuertes. Aunque no hay referencia

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CONVENTOS BILBAÍNOS EN EL SIGLO XVI

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ARRIBA A LA IZQUIEDA, EL CONVENTO DE LA ENCARNACIÓN EN EL SIGLO XVI SEGÚNEL CIVITATES ORBIS TERRARUM. A LA DERECHA, FACHADA DE LA IGLESIA DE LA

ENCARNACIÓN. ABAJO, LA PLANTA DE LA IGLESIA

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EN 1817 LA JUNTA DE CARIDAD QUE REGÍA EL HOSPITAL DE LOS SANTOS JUANES, FUNDADO ENLA EDAD MEDIA Y CUYA ESTRUCTURA SE APRECIA CON CLARIDAD EN EL GRABADO DEL

CIVITATES ORBIS TERRARUM, DECIDIÓ SUSTITUIRLO POR UN MODERNO EDIFICIO QUE FUE, EN SUMOMENTO, UNO DE LOS CENTROS HOSPITALARIOS MÁS AVANZADOS DE EUROPA

Arrabal de Ibeni

Iglesia de los Santos JuanesHospital

Río Ibaizabal

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a la cubrición, ésta probablemente se hicie-ra en crucería. Los dos claustros que poseíael edificio se localizaban en el lado de laEpístola. Al igual que ocurrió con el con-vento de San Agustín, el de San Franciscofue derribado en el siglo XIX, después dehaber sufrido diversos avatares que lo con-dujeron a la ruina.

Por lo que respecta a los conventos feme-ninos, estos se entienden mejor a través delestudio de las agrupaciones femeninas quelos precedieron: los beaterios96. En realidad,los beaterios no llegaban a constituir con-ventos, sino que eran más bien pequeñascomunidades femeninas semirreligiosasasentadas en casas particulares donde sededicaban a sus prácticas de devoción ypiedad, contemplación y mortificación.Estos beaterios tendían a vincularse a algu-na de las casas de las Órdenes conventualesexistentes. Las solteras sin deseo o perspec-tivas de matrimonio solían ser las destina-das a este tipo de comunidad, sin necesidadde profesar votos. Por encima del intento debuscar una nueva espiritualidad más inti-mista en la fundación de los beateriosdeben verse profundas motivaciones socia-les y demográficas, en relación con la insti-tución del mayorazgo. La difícil situación

que se les planteaba a los hijos segundonesde las familias con régimen de mayorazgopodía resolverse en el caso de las mujerescon la entrada a una comunidad de beatas,donde solucionarían el problema de suescasa dote.

Los beaterios se relacionan intensamenteen unos casos y son raíz en otros de verdade-ros conventos femeninos. Así, el más famosobeaterio de Bilbao, situado en la CalleSomera y fundado en 1498 por María Ortizde Madariaga, fue germen del convento dedominicas de Achuri o convento de laEncarnación, lugar de destino de las hijas delas familias más destacadas de Bilbao.

Igualmente, el beaterio de San Mamésfue el núcleo inicial del convento de fran-ciscanas de la Concepción en Abando y elde Deusto acabó dando nacimiento al con-vento de las Mercedarias establecido en laNaja, Abando. En todos los casos, el proce-so de creación de los beaterios, su amplia-ción y su definitiva conversión en conven-tos se sitúa entre los años 1480 y 1530.

De los conventos femeninos señalados elde mayor importancia fue el de la En-carnación, en Achuri. Con la desapariciónde los conventos de San Francisco y SanAgustín este convento de la Encarnación esel último resto del gran desarrollo conven-tual del Bilbao medieval. Hacia 1515 la con-gregación conventual nacida del beateriode Somera ya contaba al menos con unapequeña casa para el alojamiento de las reli-giosas. Sin embargo, debieron pasar mu-chos años para que la obra fuese finalizada:el parecido de los abovedamientos de estetemplo con los que se observan en SantaMaría de Begoña induce a pensar que laobra no debió terminarse hasta las primerasdécadas del siglo XVII.

En conjunto, el convento de la En-carnación responde a un plano de cruz lati-na con una sola nave en seis tramos, cabe-cera recta y crucero emergente en altura yplano, si bien las profundas modificaciones

CONVENTO DE SAN FRANCISCO SEGÚN ELCIVITATES ORBIS TERRARUM

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que ha sufrido este templo –fundamental-mente la inclusión de capillas particularesentre los contrafuertes– producen en el visi-tante la impresión de hallarse ante un tem-plo de tres naves a diferente altura. Lafachada que actualmente se contempla tam-bién se ha visto muy alterada sobremanerapor la inclusión de una espadaña barroca en169097.6.5.4. El hospital y la iglesia de los Santos

JuanesEn la Edad Media los hospitales solían

situarse en las inmediaciones de los núcleosurbanos, allí donde las necesidades de asis-tencia eran mayores y las limosnas quepodían obtenerse más numerosas. Las refe-rencias a hospitales son muy limitadas parafechas tempranas. En el caso de Bilbao tene-mos noticia de la existencia del hospital delos Santos Juanes en 1463 en el arrabal deAchuri, aproximadamente donde hoy seencuentra el Instituto Politécnico de estebarrio. En aquella fecha se halló por partede algunos regidores de la villa que la casa-torre que se encontraba pegada al hospitalpertenecía a la villa al haber sido así adjudi-cada por el corregidor Lope de Mendoza.Sin embargo, la torre estaba ocupada enaquellos momentos por algunos individuosa los cuales el Ayuntamiento deseaba echarde la vivienda pues «era servicio de dios eobra pia que la dicha torraza tobiesen e seaprobechasen della el mayordomo e pobresdel dicho ospital para su habitacion e ennombre y voz del dicho concejo para agorae para siempre jamas»98.

Por otra parte, Labayru afirma que almenos desde 1482 había en la villa otro hos-pital llamado San Lázaro, cuyo origen sedesconoce.

El hospital de los Santos Juanes se ocu-paba de la atención a los pobres más que alos enfermos, como era usual en estos esta-

blecimientos. Probablemente el principalaporte económico viniera de las limosnasde los ciudadanos, que así contribuían a labuen labor que suponía ayudar al necesita-do. En cierto modo, contar con un hospitalera más un beneficio que una carga para lavilla pues el sacrificio que suponía para losvecinos otorgar la limosna se multiplicabaen la satisfación moral de cumplir con unade las mayores obligaciones del cristiano: lacaridad.

Las Ordenanzas de Bilbao recogen laobligación de dos regidores de la villa de irlos sábados “a visitar a los pobres del ospi-tal” y de los médicos de atenderles sin nin-gún tipo de pago en compensación. Desde1487 se añadió la obligación de los regido-res de pedir los domingos por las necesida-des de los pobres99.

Anexa al Hospital se encontraba la igle-sia de los Santos Juanes100, sufragánea de lade Santiago en la Edad Media. En el graba-do de Hogenberg de 1544 podemos apre-ciar que se trataba de un conjunto demodestas dimensiones, especialmente fren-te al aspecto de fortaleza de la Iglesia deSan Antón, muy cercana a los SantosJuanes. Con las pocas referencias que exis-ten se puede aventurar que la iglesia conta-ra con una sola nave y, al menos, con unacapilla entre los contrafuertes. El templo fuederribado en 1771 tras haber permanecidodurante bastante tiempo en estado ruinoso.Su advocación y su carácter de parroquiafueron recogidos pocos años antes de sudefinitiva demolición por la Iglesia de SanJuan, iglesia del colegio de San Andrés de laCompañía de Jesús, en la calle de la Cruz101.

En la división de collaciones de 1581 sedice que corresponde a San Juan «lo que esde jurisdicción de la villa fuera de losmuros hazia el monasterio de la encarna-cion y çabalvide con mas la calle de calsomera y artecalle de puerta a puerta»102.

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Notas1. Chueca Goitia, F.: Breve Historia del urbanismo. Alianza Editorial, Madrid, 1985. Introducción. pp.7-23.2. Sabbatino López, R.: "La cittá dell'Europa post-carolingia". I problemi comuni dell'Europa post-caro-lingia. II Settimana de Spoleto (1954), 1955. p. 551.3. García de Cortázar, J.Á.: "Las villas vizcaínas como formas ordenadoras...". Las formas del pobla-miento... Op. cit. pp. 91-92.4. Ver Arizaga Bolumburu, B.: Urbanística medieval (Guipúzcoa). Kriselu, San Sebastián, 1990. p. 5.5. Jürgens, O.: Ciudades españolas. Su desarrollo y configuración urbanística. Ministerio para lasAdministraciones Públicas, Madrid, 1992. p. 87.6. Rossi, A.: La arquitectura de la ciudad. Gustavo Gili, Barcelona, 1977.7. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Las ciudades vascas de la época romana a laIlustración. Gustavo Gili, Barcelona, 1978. p. 77.8. Ver Torrecilla, M.J. e Izarzugaza, I.: "Evolución urbana del primer Bilbao..." . Bilbao, arte e historia.t. I. Op. cit. pp. 42-43.9. De la Plaza, C.: "Sobre el significado de Artecalle". Boletín de la Comisión de Monumentos de Vizcaya,V, 1913. Lámina "Croquis de Artecalle y curso del río en 1375". El autor afirma que el grabado le hasido prestado por un amigo para ilustrar el artículo. En cualquier caso, es la referencia más antiguaque existe de este grabado.10. Delmas, J.E.: La iglesia de San Nicolás. Bilbao, 1881. s.p. La polémica alrededor de estos mapaspuede verse en Torrecilla, M.J. e Izarzugaza, I.: "La evolución del primer Bilbao...". Bilbao, arte e his-toria. t. I. Op. cit. p. 42-43.11. Torrecilla, M.J. e Izarzugaza, I.: "La evolución del primer Bilbao...". Bilbao, arte e historia. t. I. Op.cit. p. 47.12. García de Cortázar, J.A.: "Las villas vizcaínas como formas ordenadoras". Las formas del pobla-miento... Op. cit. p. 106.13. Ver Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana... Op. cit. p.77.14. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Vizcaya. t. III. Op. cit. pp. 688-690. 15. Ver Arizaga Bolumburu, B.: Urbanística Medieval (Guipúzcoa). Op. cit. p. 173.16. Ver Arizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. I. Op. cit. pp. 244-245.17. González, T.: Colección de cédulas, Cartas Pueblas... t. I. Op. cit. pp. 297-299. 18. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Vizcaya. t. III. Op. cit. p. 534.19. Respectivamente: A. R. Chancillería, Pleitos de Vizcaya, leg. 626, 2 (caja 1.466) y A.G.S.R.G.S.,1489-IX, fol. 126. Recogido en Arizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. I. Op. cit. p. 244.20. Ver Torrecilla, M.J. e Izarzugaza, I.: "Evolución urbana del primer Bilbao". Bilbao, arte e historia. t. I. Op. cit. p. 44.21. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. pp. 259-264.22. "Fraguas no aya de herreros en distancia de quince brazas de las cercas de la villa para foera"Recopilación de las Ordenanzas de Bilbao. Recogido en Labayru, E.: Historia General del Señorío deVizcaya. t. IV. Op. cit. p. 474.23. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Vizcaya. t. III. Op. cit. p. 240. 24. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Vizcaya. t. III. Op. cit. p. 685. 25. Ver Arizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. I. Op. cit. p. 245.26. Ver García Merino, L.V.: La formación de una ciudad industrial... Op. cit. pp. 327-341.

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27. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e histo-ria. Op. cit. p. 8228. García Merino, L.V.: La formación de una ciudad industrial... Op. cit. p. 337.29. La historia del primitivo puerto de la ría y de los arreglos llevados a cabo en él a través de lossiglos aparece reflejada en el trabajo de Ciriquiain-Gaiztarro, M.: Los puertos marítimos del País Vasco.Op. cit. del que han sido tomados los datos más significativos.30. Ciriquiaín-Gaiztarro, M.: Los puertos marítimos del País Vasco. Op. cit. p. 227.31. Ciriquiain-Gaiztarro, M.: Los puertos marítimos del País Vasco. Op. cit. p. 237.32. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 391.33. Proyecto llevado a cabo por el maestro cantero Juan de San Pedro según refiere Guiard, T.:Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. pp. 383-85.34. Las informaciones referidas a los distintos puentes existentes en la villa de Bilbao en la EdadMedia han sido tomadas fundamentalmente de Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitecturaen el BIlbao del siglo XVI". Bilbao, arte e historia. t. I. Op. cit. pp. 85-86.35. Código de las Siete Partidas, Partida VII, tít. XXXIII, ley VI: "doquier que sea fallado este nome ciu-dad que se entiende todo aquel lugar que es cercado de los muros, con los arravales e con los edifi-cios que se tienen con ellos"36. Arizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. I. Op. cit. p. 242.37. Arizaga, B.: “Los espacios privados. Una forma de ocupación de los recintos urbanos” Boletín deEstudios Históricos de San Sebastián, nº 20. Edit. Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián. SanSebastián, 1986. p. 128.38. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. II. Op. cit. p. 336.39. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. II. Op. cit. p. 813.40. A.G.S.- R.G.S., 49.19-I, año 1440, fol.189. Recogido en Torrecilla, M.J. e Izarzugaza, I.: "La evolu-ción urbana del primer Bilbao...". Bilbao, arte e historia. t. I. Op. cit. p. 45.41. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. p. 685.42. A.G.S.-R.G.S., 1492-V, fol. 266. Recogido en Arizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya enla Edad Media. t. I. Op. cit. p. 245.43. «Coadrilleros que salgan a hazer guarda las noches que haze biento grande la mita dellos aprima noche hasta media noche, e los otros de media noche abaxo hasta el alba» y «Beladores queguardan la villa de noche no sean denostrados ni maltratados». Recogido en Labayru, E.: HistoriaGeneral del Señorío de Bizcaya. t. IV. Op. cit. pp. 471 y 468.44. Ver Zabala, M.J.: Introducción al fenómeno urbano medieval en Vizcaya. Memoria de Licenciatura.Universidad Autónoma de Madrid, 1986. p. 140.45. El documento que nos refiere la existencia de aquel paso es un pleito llevado a cabo por la Condesade Gramosa, heredera de los Leguizamón, contra la villa de Bilbao en el que reclamaba su derecho aconservar el paso elevado que su familia tenía y que permitía el paso de su casa en Cal Somera a lacapilla de San Antón. Ver Ybarra, J. y Garmendia, P.: Torres de Vizcaya. t. II. Madrid, 1946. p. 125.46. Estos datos fueron tomados de los vecinos de aquellos solares por Torrecilla, M.J. e Izarzugaza,I.: "Evolución urbana del primer Bilbao...". Bilbao, arte e historia. t. I. Op. cit. pp. 47 y 53.47. Ver Arizaga, B.: "Villas: permanencias urbanas". La memoria histórica de Cantabria. Universidad deCantabria-Asamblea Regional de Cantabria, Santander, 1996. pp. 74-78.48. Torrecilla M.J. e Izarzuga, I.: "Evolución urbana del primer Bilbao...". Bilbao, arte e historia. t. I. Op.cit. p. 44.

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49. Las informaciones de este apartado han sido tomadas fundamentalmente del artículo de ArizagaBolumburu, B.: "El agua en la documentación urbana del Nordeste peninsular". El agua en las cinda-des castellanas durante la Edad Media. Fuentes para su estudio. Universidad de Valladolid, Valladolid,1998. pp. 71-96.50. Enríquez Fernández, J.: Libro de acuerdos y decretos municipales de la villa de Bilbao (1509-1515). Edit.Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1995. pp. 63, 64, 67, 68, 82.51. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 382.52. Enríquez Fernández, J.: Libro de acuerdos y decretos municipales... Op. cit. pp. 207, 231, 268, 269, 270,284, 285.53. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e histo-ria. t. I. Op. cit. p. 86.54. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 388.55. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura...". Bilbao, arte e historia. t. I. Op. cit. p. 86.56. Arizaga Bolumburu, "El agua en la documentación urbana del Nordeste peninsular". El agua enlas ciudades castellanas... Op. cit. p.90.57. Enríquez Fernández, J. et al.: Ordenanzas municipales de Bilbao (1477-1520). Eusko Ikaskuntza, SanSebastián, 1996. p. 48: "Hordenanza e mandamiento del conçejo que non sean hoçados de echar aguapodrida a la calle. Ordenaron e mandaron que ningunas ni algunas personas de la dicha villa nonsean hocadas de echar nin echen en la calle qualquier agua podrida o de otra calidad que sea de malolor, de dia nin de noche, fata las dies oras de la noche, so pena de dozientos maravedis por cadabez e cada una persona, la mitad para la justicia e la mitad para el acusador. Que la pena la paguela casa de donde se echaren e pesquisa aya logar, e despues de las deis que lo echen por las puertasde las casas non por las ventanas".58. Arizaga Bolumburu, "El agua en la documentación urbana del Nordeste peninsular". El agua enlas ciudades castellanas... Op. cit. p. 90-96.59. Enríquez Fernández, J. et al.: Ordenanzas municipales de Bilbao (1477-1520). Op. cit. pp. 157-158.Ordenanza redactada en 1505-05-30.60. Enríquez Fernández, J. et al.: Ordenanzas municipales de Bilbao (1477-1520). Op. cit. pp. 61-62.Ordenanza redactada en 1488-07-23.61. Enríquez Fernández, J. et al.: Libro de acuerdos y decretos municipales... Op. cit. pp. 42-43. Acuerdotomado por el concejo en 1509-02-23.62. Enríquez Fernández, J. et al.: Libro de acuerdos y decretos municipales... Op. cit. p. 43. Acuerdo toma-do por el concejo en 1509-02-23: «Este dicho dia, asy bien, el dicho concejo mando que por quantoen San Nicolas, en las casas que fueron del Bachille Baquea, que Dios aya, estan dos melenas muydeshonestamente sobre el cammino, por ende que mandavan e mandaron notyficar al dueño de lacasa o a los moradores en ella, que dentro de veynte dias quiten las dichas melenas e las pongandentro, en la casa».63. Enríquez Fernández, J. et al.: Libro de acuerdos y decretos municipales... Op. cit. p. 87. Acuerdo de1509-06-01. «Este dicho dia el concejo mando que por quanto dos o tres pyedras de cobertores decannos que estan quebrados desde la puerta de Sant Miguel fasta la torre de Martin Lopes deÇurbaran, en el Mercado Viejo, que se hagan traer otras pyedras a costa del concejo e que se cierren».64. Enríquez Fernández, J. et al.: Libro de acuerdos y decretos municipales... Op. cit. p. 102. «Este diaparescieron en el dicho concejo e regimiento Sancho Martines de Vilbao e Ochoa Martines deGoronda e Martin Saes de Yrizar, por si e en nombre de los besinos de su barrio, e se reclamaron quepor ni estar el canno de Artecalle e Tendería sacado a cordel que corria mas agua e suziedad de las

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melenas fasta Artecalle que non fasta la Tenderia, e agora que las cannos estan abiertos mandasenremediar en ello porque non resciban los vesinos de Artecalle mas agravio que los de Tenderia».65. Enríquez Fernández, J. et al.: Ordenanzas municipales de Bilbao (1477-1520). Op. cit. pp. 116-117.66. Arizaga Bolumburu, B.: "El agua en la documentación urbana del Nordeste peninsular". El aguaen las cindades castellanas... Op. cit. p. 96.67. Garibay, Compendio. II, lib. XVII, cap. III, p. 501. Recogido en Arizaga, García de Cortázar, Ríos,Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. III. Op. cit. p. 33.68. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. p. 116.69. Los datos realtivos a este incendio han sido tomados de Andrés Morales, A. de: "Urbanismo yarquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e historia. t.I. Op. cit. pp. 83-84.70. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e histo-ria. t. I. Op. cit. p. 83.71. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 388.72. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. p. 19.73. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. p. 128. 74. Ver Delmás, J.E.: La iglesia de San Nicolás. Op. cit. pp. 9-55.75. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. pp. 538-541 nota. 76. Ybarra, J. y Garmendia, P.: Torres de Vizcaya. t. II. Op. cit. p. 107.77. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. IV. Op. cit. p. 202. 78. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. I. Op. cit. pp. l9 y ss.79. Barrio Loza, J.Á.: "La iglesia de Santiago". Monumentos Nacionales de Euskadi. Vizcaya. t. III.Bilbao, 1985. pp. 95-101.80. Barrio Loza, J.Á.: "El arte gótico en Vizcaya". Congreso de Estudios Históricos Vizcaya en la EdadMedia. Eusko Ikaskuntza, Bilbao, 1984. p. 255.81. Barrio Loza, J.A.: "El arte gótico en Vizcaya". Congreso de Estudios Históricos Vizcaya en la EdadMedia. Op. cit. pp. 261-262.82. Torrecilla Gorbea, M.J. e Izarzugaza, I.: "Evolución urbana del primer Bilbao...". Bilbao, arte e his-toria. t. I. Op. cit. p. 50.83. Sesmero Pérez, F.: "Arquitectura religiosa de las villas vizcaínas...". Las formas del poblamiento...Op. cit. p. 358.84. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e histo-ria. t. I. Op. cit. p. 88.85. García de Cortázar, J.Á.: "Sociedad y poder en la Bilbao medieval" . Bilbao, arte e historia. t. I. Op.cit. pp. 22-23.86. Guiard, T.: Historia de la villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 428.87. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. pp. 88-89.88. Los datos referidos a la evolución de la iglesia de San Antón desde finales del siglo XV han sidotomados de Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, artee historia. t. I. Op. cit. p. 91.89. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 428.90. Los datos referidos a la iglesia de San Nicolas han sido tomados principalmente de Delmas, J.E.:La iglesia de San Nicolás. Op. cit. pp. 9-55.91. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 428.92. Ver García de Cortázar, J.Á.: "Sociedad y poder en la Bilbao medieval". Bilbao, arte e historia. t. I.Op. cit. p. 23.93. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. pp. 83-85.

Page 54: Bilbao: el espacio público de la villa de Bilbao · Bilbao hay que sealar como primera carac-terstica que se sitúa en una posicin poco dominante sobre el territorio aledao, al igual

Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martínez Martínez, Sergio

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94. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Bizcaya. t. III. Op. cit. pp. 274-275.95. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e histo-ria. t. I. Op. cit. p. 98.96. Ver García de Cortázar, J.Á.: "Sociedad y poder en la Bilbao medieval". Bilbao, arte e historia. t. I.Op. cit. pp. 23-24 y Arizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. III. Op. cit.pp. 135-136.97. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e histo-ria. t. I. Op. cit. p. 99-101.98. Labayru, E.: Historia General del Señorío de Vizcaya. t. III. Op. cit. p. 239.99. A.M. de Bilbao, cajón 8, reg. 2, nº 2, Recopilación de ordenanzas, fol. 25 y sigs. Recogido enArizaga, García de Cortázar, Ríos, Del Val: Vizcaya en la Edad Media. t. IV. Op. cit. p. 47.100. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. p. 418.101. Andrés Morales, A. de: "Urbanismo y arquitectura en el Bilbao del siglo XVI". Bilbao, arte e his-toria. t. I. Op. cit. p. 92.102. Guiard, T.: Historia de la noble villa de Bilbao. t. I. Op. cit. pp. 427-428.