bleichmar, silvia - lacan, la hora de un balance

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La hora de un balance Página 1 de 8 La hora de un balance Silvia Bleichmar Hubo un siglo en el cual se desplegaron todas las esperanzas: desde la propuesta de acabar con la miseria hasta la de expulsar los demonios psíquicos que favorecen la destrucción humana, desde la ilusión de generar una infancia libre de temores hasta la de constituir una vejez sin deterioro, casi inmortal. Hubo también un siglo en el cual se agotaron todas las esperanzas: desde la confianza a ultranza en la bondad humana como límite a toda destrucción hasta el ideal que proponía la alianza entre progreso científico y racionalidad al servicio del bienestar. Hubo un siglo cuyo legado aún no hemos recogido totalmente porque su balance no ha sido acabado. En ese siglo tuvo su despegue el pensamiento de Lacan. Que el balance no esté siquiera iniciado no es problema sólo de los psicoanalistas, ni de los restos de dogmatismo que nos quedan, ni de las imposibilidades que nuestras propias teorías generan. Que no sepamos aún qué lugar otorgarle, veinte años después de la muerte de su creador, 100 años después de su nacimiento, no es excusa para abstenerse de una evaluación. Estamos marcados por Lacan, y esto es ineluctable; estamos marcados por el afán de universalidad que recogió no sólo de Freud sino de Levi Strauss, con el cual se ha intentado combatir toda intolerancia, toda atribución de una diferencia a “las mentes” - primitivas, occidentales, judías, musulmanas, orientales, negras, centroamericanas, glaciares, bananeras... El Edipo nos homogeneiza, y el ingreso a la cultura no pasa ya por la técnica, por la creación artística, por la confianza en Dios, o por los modales de mesa: basta con tener la prohibición del incesto, y con ello somos todos tan humanos como el mejor. Si esto no basta para constituir una ética, sí es suficiente, al menos, para dar lugar a la democratización del imperativo kantiano: cualquier trobriandrés que sabe que no puede casarse con la hermana porque debe cederla si quiere tener un cuñado para ir a pescar, actúa en consecuencia, aún cuando no sepa que está atravesado por una ley que subordina el deseo al bien común. La ética se impone cuando a partir de esta universalidad se introduce el concepto de semejante: el otro que nos convoca, con el cual nos identificamos, y al cual inevitablemente odiamos y amamos, en el marco de una Publicado en en Revista Zona Erógena, Nº 49, Buenos Aires, Primavera 2001.

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La hora de un balance Pgina 1 de 7La hora de un balance Silvia Bleichmar Hubo un siglo en el cual se desplegaron todas las esperanzas: desde lapropuesta de acabar con la miseria hasta la de expulsar los demoniospsquicos que favorecen la destruccin humana, desde la ilusin de generaruna infancia libre de temores hasta la de constituir una vejez sin deterioro,casi inmortal. Hubo tambin un siglo en el cual se agotaron todas lasesperanzas: desde la confanza a ultranza en la bondad humana como lmite atoda destruccin hasta el ideal que propona la alianza entre progresocientfco y racionalidad al servicio del bienestar. Hubo un siglo cuyo legadoan no hemos recogido totalmente porque su balance no ha sido acabado. Enese siglo tuvo su despegue el pensamiento de Lacan. Que el balance no est siquiera iniciado no es problema slo de lospsicoanalistas, ni de los restos de dogmatismo que nos quedan, ni de lasimposibilidades que nuestras propias teoras generan. Que no sepamos anqu lugar otorgarle, veinte aos despus de la muerte de su creador, 100 aosdespus de su nacimiento, no es excusa para abstenerse de una evaluacin.Estamos marcados por Lacan, y esto es ineluctable; estamos marcados por elafn de universalidad que recogi no slo de Freud sino de Levi Strauss, conel cual se ha intentado combatir toda intolerancia, toda atribucin de unadiferencia a las mentes - primitivas, occidentales, judas, musulmanas,orientales, negras, centroamericanas, glaciares, bananeras... El Edipo noshomogeneiza, y el ingreso a la cultura no pasa ya por la tcnica,por lacreacin artstica, por la confanza en Dios, o por los modales de mesa: bastacon tener la prohibicin del incesto, y con ello somos todos tan humanoscomo el mejor. Si esto no basta para constituir una tica, s es sufciente, al menos, paradar lugar a la democratizacin del imperativo kantiano: cualquiertrobriandrs que sabe que no puede casarse con la hermana porque debecederla si quiere tener un cuado para ir a pescar, acta en consecuencia,an cuando no sepa que est atravesado por una ley que subordina el deseo albien comn. La tica se impone cuando a partir de esta universalidad seintroduce el concepto de semejante: el otro que nos convoca, con el cual nosidentifcamos, y al cual inevitablemente odiamos y amamos, en el marco deuna tensin agresiva que constituye el espacio que nos abstiene delaniquilamiento. Publicado en en Revista Zona Ergena, N 49, Buenos Aires, Primavera 2001.La hora de un balance Pgina 2 de 7 Es a Lacan, a quien corresponde, por primera vez en la historia delpsicoanlisis, poner sobre el tapete esta idea que nunca ha sido formuladaantes, ni siquiera por Freud: El inconciente no es un producto natural, no senace con l, no se evoluciona a partir de su existencia preformada; es elhecho de ser hijos de otros seres humanos la condicin de existencia delinconciente, tanto en lo que nos habilita para constituir representacionesque no provienen de nuestro bagaje gentico y que constituyen el capital detoda inteligencia humana, como en los fracasos de la hominizacin.Excrescencia que abona el terreno cerebral en el cual pueden cultivarse losproductos del espritu,el descubrimiento del inconciente es irrenunciablepara la humanidad en razn de que arranca de la inmediatez biolgica,autoconservativa, poniendo en el centro que la sola existencia del sistemanervioso, tanto en su inacabamiento originario como en su culminacinextra-cultura, es absolutamente insufciente, impotente, desrtico, para quede l pueda surgir la menor formacin de pensamiento. Es Lacan quien restaura, siguiendo a Freud, la relacin del psicoanlisiscon la cultura, y pone en tela de juicio que su nica misin sea la deinscribirse en las artes de la cura. La flosofa post-metafsica que se proponela desconstruccin del sujeto desde la flosofa del lenguaje al marxismooccidental, pasando por la fenomenologa -, la lingstica, la literatura... Ytambin con la ciencia, no ya para sostener al psicoanlisis en una biologamtica sino a la bsqueda de modelos que funden su especifcidad: la fsica no ya la hidrulica -, las matemticas, y en particular la topologa, de la cualse sirve en aras de fjar sus descubrimientos a nivel universal: bandas deMoebius, nudos borromeos, matemas,conjuntos... Cada uno de estos elementos constituye su aporte, pero tal vez tambin sumayor lastre, cuando el afn de universal hace perder de vista que elpsicoanlisis se instituye sobre el horizonte de la bsqueda de determinacinde las legalidades psquicas pero que, al mismo tiempo,es imposible suimplementacin en la determinacin de fenmenos sino es a partir delreconocimiento de la singularidad. Ms que nunca, El ascenso a laconcreto,no aqu la aplicacin de la ley general, sino el descubrimiento delmodo con el cual se estructura el ser humano tanto el movimiento que lofunda como aqul al cual permanentemente escapa, en el borde de latrasgresin que lo torna nico, y que lo defne como parte de una especie enla cual lo diferente no es accidente sino esencia misma si es que an esposible seguir tironeando alrededor de esta palabra que slo empleo con afnde sacudir las frmulas cannicas que defnen la esencia sea como lenguaje,como aspiracin a lo sagrado, o como sujeto social todas ellas tan acertadascomo insufcientes en razn de que toda esencialidad es imposible de serLa hora de un balance Pgina 3 de 7sostenida para el caso en virtud de que es el hombre1 mismo el que crea ydefne lo que le es esencial, an cuando lo haga bajo formas sociales,aspirando a algo ms que lo autoconservativo, y comunicndose mediante ellenguaje. Cuestiones que se arrastran en el cuerpo mismo del sistema, y queconstituyen, en el interior de la reformulacin fenomenal operada, su mayorlastre tanto para la prctica como para la teora. Podemos resumirlas bajoalgunos items:

1.- El descubrimiento de que el psiquismo humano no est determinado a-priori por ninguna herencia ni biolgica ni flogentica pulsinendgenamente constituida o fantasmas universales de cuo lamarckiano sino que se funda en el interior mismo de las relaciones sexualizantes con elsemejante, ha derivado en un arrasamiento de las posibilidades decercamiento de su constitucin, de reconocimiento de los tiempos reales enlos cuales tiene origen, en razn de la dilucin de la diferencia entre lascondiciones edpicas, de partida, y la nueva estructura de llegada, vale decirel nuevo psiquismo al cual estas dan origen.2.- La restitucin al lenguaje de su funcin princeps no slo en el procesode la cura sino en la constitucin del psiquismo, posibilitando una salida dela tcnica de la traduccin del discurso del sujeto a sus supuestos contenidosuniversales inconscientes, o restituyendo la libre asociacin como mtodoprivilegiado del trabajo analtico, ha producido sin embargo, en un mismomovimiento, dos efectos obstaculizantes mayores: por una parte, haasimilado el inconciente al preconciente, destituyendo mediante la primacadel signifcante toda otra posibilidad de simbolizacin y con ella laheterogeneidad de un psiquismo que no se reduce a la palabra an cuandoslo por medio de sta pueda ser plausible la produccin de signifcacin.2Por otra parte, ha dejado al psicoanlisis de frontera, con nios ypsicticos, despojado de instrumental en razn de que se desconoce todoaquello que no siendo del orden del lenguaje puede ser desprendido por el1 Empleo ac la expresin hombre basndome en las palabras de Castoriadis cuando defnieraque es imposible en francs, y tambin en espaol, soslayar la cuestin en razn de que noposeemos las categoras diferenciales de homo antropus para el universal y vir y fmina para elgnero. Esto me obliga a atenerme al modelo clsico, porque cualquier modifcacin corre el riesgode introducir nuevas discriminaciones: hombre-mujer, burgus-proletario, argentinos-extranjeros,categoras binarias que eluden el universal fundante que hace a la categora de lo humano.2 Fue en el Coloquio de Bonneval donde J. Laplanche abri por primera vez la polmica al respecto,para plantear una posicin que opuesta a la fenomenologa restituyera al inconciente su posicinde estructura segunda, realista y constituida por una materialidad que no slo se sustrae al campode la conciencia sino que se constituye tpicamente ms all de ella. La hora de un balance Pgina 4 de 7mismo y recompuesto a partir de ste. La primaca del signifcante estambin la primaca de la lingstica sobre la semitica, lo cual no es muyclaro en el corpus lacaniano si es efecto de una eleccin o de unacompetencia cultural, al tomar partido por Saussure contra Peirce, con elempobrecimiento que representa el desconocimiento de este ltimo, enparticular para una prctica psicoanaltica ms cercana a lo real en loslmites de las formaciones segundas del lenguaje, y en particular bajo losmodos traumticos con los cuales el psiquismo se constituye y la neurosis seinstaura3.

3.- El afn de refundar una metapsicologa, en el sentido estricto deltrmino, como modelizacin de paradigmas en los cuales se articula todoconocimiento, sostenida en una racionalidad fuerte, y no derivada de laprctica ni del imaginario fantasmtico del sujeto en anlisis, ha llevado a laconfusin entre principios generales del funcionamiento psquico y modos dedefnicin para su transformacin. El intento, epistemologicamente correcto,de proponer que no existe la tcnica al margen del campo teortico en elcual esta se produce, ha derivado en la subordinacin de toda accin prcticaal campo de la teora o incluso de la especulacin, lo cual ha liquidado la pataque sostiene al psicoanalista como artesano, vale decir como artista,dominador de habilidades y herramientas, y lo ha dejado en el aire apoyadoslo en la extremidad ciencia. En esta misma direccin, la polmica porarrancar al psicoanlisis de su medicalizacin, que constituye su mayorvirtud, ha culminado en prctica sin proyecto de transformacin, e inclusoabstinente de todo compromiso con el dolor del otro. Tan errado desde elpunto de vista terico como inmoral desde el punto de vista de una clnicaque opera en el interior mismo del sufrimiento humano.

4.- La triparticin en estructuras que posibilitan defnir de un modo msriguroso y menos intuitivo el campo de la psicopatologa a partir de formasde defensa estructural dominantes Verdrngung, Verleugnung, Verwerfungpara la neurosis, la perversin y la psicosis han constituido un ordenadorimprescindible. Sin embargo, la cosifcacin de la estructura como dada deuna vez y para siempre, y el desconocimiento de la heterogeneidad que laarticula como tal, no permite hoy avanzar ya que ha devenido un lecho deProcusto totalmente insufciente. Si alguna virtud tiene por otra parte elreconocimiento de estos modos del funcionamiento psquico es el hecho deque su dominancia posibilita la determinacin de la estrategia de la cura,pero para ello hay que salir del imperialismo del mtodo clsico, que ha3 Tal vez sea J. F. Lyotard uno de los pocos que logr romper esta primaca del signifcante, ya enlos 70s con Discurso, fgura.La hora de un balance Pgina 5 de 7devenido, paradjicamente, tcnica que se aplica al margen de laestructura misma. La libre asociacin no es posible sino como modo deemplazamiento del discurso en el sujeto de la represin, vale decir articuladopor relacin al inconciente, de modo que el reconocimiento del modo defuncionamiento dominante determina la diferencia entre mtodopsicoanaltica y estrategias de instalacin del anlisis, las cuales pasan enltima instancia por la posibilidad de un sujeto analizante, estructuralmenteplausible de anlisis, y no por los modos de la demanda, que son del orden delo imaginario. 5.- El emplazamiento de la castracin no como vicisitud del desarrollo sinocomo articulador que alude al reconocimiento de la incompletud ontolgicatiene el mrito de des-sustancializar el deseo y, en particular, de arrancar lostiempos de la constitucin psquica de una genealoga de objetos adheridos aetapas o estadios genticamente preformados. La impasse mayor que searrastra es la regenitalizacin en psicoanlisis de todo lo que tantrabajosamente ha sido descripto como del orden de la pulsin parcial alhacer pivotear toda la teora y la prctica sobre el elemento falo alrededordel cual se articulan todos los objetos de deseo. Si adecuadamente Lacan hizoentrar en crisis el concepto de pre-edpico a partir de que el Edipo no quedareducido al complejo sino que es resituado como espacio de constitucinpsquica, la anulacin de la diferencia entre las condiciones edpicas dedeterminacin de la subjetividad y los movimientos por los cualesmetablicamente la cra humana se constituye en su interior ha dejado todoeste proceso subordinado a la genitalidad cmodamente subsumida bajo lapremisa universal del falo arrasando con ello todo el concepto freudiano desexualidad ampliada que es de hecho pregenital en el nio, an cuando estatravesada por la genitalidad del adulto. 6.- El modelo, constituido como sistema, que tuvo la virtud de producir unaimpronta fuerte de destitucin tanto del pragmatismo como del biologismoprevios, se sostuvo sin embargo en una mutilacin de la obra freudiana parahacerla entrar al servicio de las necesidades del nuevo corpus a constituir.Porque ms all de la justeza de muchos conceptos nuevos acuados porLacan, no se puede operar como si fuera en continuidad con Freud, y sinsometer a Freud mismo a revisin. Tarea esta indudablemente necesaria parahacer entrar en crisis los restos biologistas o innatistas queatraviesan y node modo secundario su obra, y que debe ser realizado con un verdaderotrabajo que no sea ni un abandono ni un supresin de las razones que lollevaron a tomar tal o cual direccin. Si hay un argumento lamentable, queLa hora de un balance Pgina 6 de 7ha sido odo con recurrencia en estos aos, es el de que, cuando el textofreudiano no responda a las necesidades tericas de su lector, ste afrme, demodo impdico lo que Freud quiso decir..., ya que es precisamente estaatribucin traductiva la que ha sido puesta en tela de juicio, como mtodogeneral, e invalidada, por el lacanismo mismo y que retorna a fnes decomodidad epistmica o de alianzas polticas, ms all de toda verosimilitudde mtodo o de contenido. 7.- Inevitablemente, en la medida en que la prctica psicoanaltica seestablece en el marco de los fantasmas y enunciados de quienes la practican de uno y otro lado del divn sus teorizaciones se ven impregnadas por losmodos histricos de produccin de subjetividad de los sujetos que la nutren.En este sentido parte de los descubrimientos de Lacan, que constituyen yaconceptualizacionesimportantes de la teora psicoanaltica en general,merecen ser revisados y despojados de los elementos de la subjetividad delsiglo XX que los atraviesan. El descubrimiento de la prohibicin deintercambio de goce entre el nio y el adulto no puede seguir siendodenominado Nombre del Padre, que es en ltima instancia el modo con elcual se defni, en trminos generales,la implementacin de la ley edpicaen el interior de la familia patriarcal burguesa de Occidente.4 Lo cual vaacompaado, inevitablemente, por otros remanentes ideolgicos sostenidosen opciones tericas falsas5, y en particular por la asimilacin del conceptode estructura del Edipo a la forma que asume en este mismo modelo defamilia. Quin puede hoy afrmar sin ruborizarse que es necesario un padrey una madre para garantizar la salud psquica de un nio?4 Cmo conciliar este afn universalista con tal nivel de subordinacin sin dejar entrever elpensamiento hegeliano desde el punto de vista flosfco,colonial desde la perspectiva poltica -que considera a la Francia de las luces (con su regin negra ensombrecindola) como laculminacin de la Historia de la Humanidad? Por qu no llamar metfora del to o del cuado,o del jefe tribal, o, incluso, de la amazona principal al signifcante con el cual se introduce la leyde cultura en el hiato que arranca al nio de su captura originaria y lo precipita a la circulacin?5 No puede, en modo alguno, ser destituido un enunciado terico por razones ideolgicas, por muyvlidas que estas sean. En todo caso, ser necesario someter a la prueba de racionalidad terica elenunciado, y ver luego cmo se resuelve su modelizacin en el interior del sistema de ideas dequien lo trabaja. Lo verdadero no puede ser subordinado a lo justo, pero lo verdadero, por otraparte, es verdadero en el interior de un universo de posibilidades, y no eternamente verdadero ouniversalmente verdadero, ms all de las condiciones que lo producen. La teora de la gravedad esabsolutamente verdadera, pero no se cumple en el espacio exterior, y la ley de prohibicin delincesto entre padre e hija es estructurante, y esto es verdadero al menos en las condiciones deproduccin de subjetividad que conocemos dentro de un determinado sector de la humanidad en elcual nos ha tocado vivir.La hora de un balance Pgina 7 de 7 8.- Dentro del mismo orden, pero con alcances polmicos de peso en laactualidad, el hacer girar toda la estructuracin psquica alrededor del eje dela asuncin de la castracin concebida en el marco de la diferencia anatmicade los sexos, ha empobrecido el concepto de alteridad en razn de que todo elreconocimiento de la diferencia qued abrochado a esta ltima. Lasconsecuencias son severas tanto para la clnica como para el reconocimientodel psicoanlisis en el campo ms general de la produccin de ideas del sigloXXI, ya que la estigmatizacin de la homosexualidad es el derivado directo deuna teorizacin que considera que lo diferente es diferencia de sexos, y nomodos ms generales de determinacin de la eleccin amorosa. Al reducirtoda diferencia a la Diferencia, y luego, en un mismo movimiento,considerar a esta anulacin de la Diferencia como efecto deldesconocimiento de la castracin, la homosexualidad queda del lado de laperversin y el narcisismo concebido como anobjetal, vale decir, defnido porla imposibilidad de diferenciar al objeto de amor como otro.Si existi Lacan en un siglo que vali la pena ser vivido, falta an alpsicoanlisis redefnir los trminos con los cuales se insertar en la historiaque comienza. Tanto su capacidad de hacer frente a nuevos problemas comola confanza decisiva en su fecundidad, son motivo de los prrafos queanteceden. No hay en ellos, indudablemente, la menor propuesta de unaagenda de debate para la realizacin de un balance, pero s la conviccin deque la herencia terica debe ser resguardada de sus mayores riesgos: sudilucin en el interior de un campo empobrecido material y tericamente, ascomo su enquistamiento empobrecedor a partir del desgaste de unpensamiento crtico que la remoce. La restauracin histrica no viene hoy dela mano de la polmica sino de la dilucin de los enunciados que produjeronlo mejor del pensamiento que hemos recibido: soslayar a Lacan, comososlayar a Marx, son las formas larvadas del autoaniquilamiento de losintelectuales. Someter a discusin la vigencia de la herencia terica recibidaes el primer paso para comenzar nuestra propia recomposicin ante lasdifciles condiciones imperantes.