boletin ojeada nº16-1

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NO TE BAÑES EN EL MALECÓN PORQUE... Laura Piedra EN EL MAR, LA VIDA... Wendy Peñalver NO TE BAÑES EN EL MALECÓN PORQUE... Laura Piedra (DE)CONSTRUYENDO EL MURO Raquel Cruz UN PUNTO Y APARTE PARA EL ÁREA URBANIZADA Sindy Martínez Una gran parte de las urbes y ciudades más importantes del mundo cuentan en su topogra- fía con un espacio natural, simbólico, tipo o arquetipo, que la defina o, al menos, la iden- tifique visualmente. En el caso particular de las islas caribeñas, dadas sus condiciones tropicales, son muy fáciles de distinguir. Palmeras, sol, arena, playa conforman todo un imaginario que se hace extensi- ble a las ínsulas más ardientes de esta región. No obstante, en Cuba y, específicamente, en La Habana, existe otro espacio que por su significación tan singular también forma parte de nuestra visualidad: el Malecón habanero. Dicho lugar es, y ha sido a lo largo de los años, territorio de críticas, encuentros, desen- cuentros, festejos y despedidas. Por alguna extraña razón se tropieza en su extensión con el espacio propicio para las declaraciones amorosas, las más atrevidas y las más fogosas. En las aguas que lo bañan, hallan frescura los jóvenes más acalorados y audaces que se sumergen y bañan en sus orillas. Su singular vista, un horizonte que se extiende hasta lo infinito, es capaz de inspirar los más hermosos poemas y lienzos de mentes febrilmente artísticas. Es sin dudas el gran balcón ha- banero, el que se ve iluminado por los pequeños barcos en la distancia al caer la noche, el motivo de las postales turísticas, el sitio de trabajo de quienes encuentran en su largo reco- rrido una oportunidad de hacer o de vivir de manera particular. Es la imagen de una ciudad que hace esfuerzos estentóreos para no dejarse opacar por la vejez, que poco a poco ha ido corrompiendo sus muros y fachadas. Es el intento de mantener entretenido a un viajero, en- cantado por la singular arquitectura que lo enfrenta, casi que de manera pacífica. Un malecón que ha sido más de una vez objeto de disímiles intervenciones, artísticas y constructivas. Un lugar que muchos aspiran ver con mas «vida», menos oscuro y distante. Un muro que alberga diariamente a aquellos que miran o, más bien, buscan en la inmensidad del mar, sosiego a sus penas, calma a sus pesares. Espacio de corredores, de trovadores, de especulación y melancolía, de impulso y de ener- gía. Sitio emblemático de los capitalinos que en el marco de esta Oncena Bienal protagoni- zará un nuevo reto: el de ser escenario artístico dual. Detrás del muro no es un título gratuito tomado de un tema de Tracy Chapman. Dependerá del punto de vista en el cual se coloque el espectador: mar o tierra. Pero más allá de esta doble «visión», el hecho de que este sea el espacio físico determinado para desplegar toda la gran variedad de propuestas que traen los artistas, también posee una significación social. Estarán en un lugar privilegiado en cuanto a afluencia de público se trata, más que en cualquier galería o museo, por lo que el escrutinio oficial será uno de los aspectos con los que tendrán que lidiar las obras. La propia dinámica de interacciones se logrará dado al carácter abierto del espacio, por lo que las relaciones entre obra y público también ten- drán un peso importante. ¿Y qué decir de las agudísimas propuestas que acogerá este emblemático sitio habanero? La crítica social, la añoranza, el estímulo para llegar, o el impulso para continuar, la emigra- ción, las trabas, obstáculos y sujeciones que se enfrentan a diario; las mentiras y las verda- des, la espera de una tecnología que no nos llega, o que algunos nunca ven llegar. El deseo de ver convertido el lugar en un gran espacio donde confluyan los más distintos, renovadores y acuciantes discursos artísticos, es en esta 11 Bienal un hecho ya prácticamen- te materializado desde los imaginarios populares de todos aquellos que quieran disfrutar de este singular proyecto. Ya fue desplazado el miedo al tiburón que bordeaba sus aguas. Hay en esta oportunidad pro- puestas mucho más interesantes por las cuales dejarse interpelar y seducir. PONiENDO EL ParCHE Nos gustaría aclarar que el criterio mediante el cual hemos agrupado las piezas para su pre- sentación no está ajustado a una propuesta previa que haya presentado Detrás del muro. Más bien responde a una línea de trabajo muy personal a la que nos acogimos con las inten- ciones de facilitar la comprensión de un proyecto que, como se les hará evidente, tiene di- mensiones respetables. Por lo que hubiese sido irresponsable introducirlo a modo de bloque, sin tener en cuenta las diferencias que desde la curaduría misma se dan en esta megaobra. así, la disección que operamos no está basada en parámetros estrictos ni mucho menos, dado que en determinados momentos hemos acudido a la localización, y en otros a la natu- raleza de las intervenciones artísticas. Sobra decir que estos no pretenden una aprehensión estática y definitiva de Detrás del muro. Nada más lejos, tanto de nuestras intenciones, como de la propia dinámica interna del propósito de este colectivo de artistas y curadores, donde no hay cabida para la inflexibilidad. En términos generales, acudimos a tres particiones. Y estas, a su vez, pueden contar en su interior con otro ordenamiento grupal más que, insistimos, no signa definitivamente la com- prensión de cada pieza, porque las posibles interacciones que se dan entre ellas trascienden estos marcos artificiales. Volver arriba Detrás del muro no solo se expandirá por los espacios cercanos a nuestro tan simbólico Ma- lecón habanero, sino que también este proyecto cruza el límite urbano y se propone invadir sus aguas con las más disímiles intervenciones. Comparten entre ellas el aprovechamiento máximo de las condiciones naturales que brinda el litoral capitalino, que asume en cada obra un importante protagonismo. Islas y Garras en la piedra, ya reseñadas en algunos de los primeros números del boletín que acompaña a la Bienal 1 , formarán parte de este conjunto de obras marítimas. De Florencio Gelabert y roberto Fabelo, respectivamente, ambas piezas intervendrán este espacio a par- tir de la escultura: una se apropia de la morfología insular —a partir de la creación de tres islas—, mientras la otra se materializará en el cuerpo agresivo de un león. islas, que será concebida en la dualidad de arte povera —dada por la utilización de desechos en su confor- mación— y minimalismo, jugará con los límites de la simulación y lo real, para generar imá- genes realmente poéticas entre la costa y la línea del horizonte. Garras en la piedra, por otro lado, maneja la idea de que «los muros suelen ser peligrosos», transmitida a partir del extrañamiento que podrá crear la presencia del fiero mamífero aferrado al arrecife, y que se moverá levemente en correspondencia con el movimiento de las olas. Las aguas no solo actuarán como complemento esencial para el efectivo funcionamiento de muchas de estas obras, sino que llegan a convertirse en la obra misma. Pulsaciones, de Humberto Díaz, así lo demuestra. Columnas de agua que bordean el muro será la propuesta de este creador, que dice en esta ocasión rendir homenaje a las pequeñas cosas de la vida. En esta instalación la atención fundamental recaerá sobre el desempeño del espectador, que tendrá que otorgar valor artístico, o no, a lo que ven sus ojos, decidir si se encuentra frente a una maravilla del mundo natural o ante una obra de arte. La misma sensación de extrañamiento supondrá para el transeúnte ver elevarse, sobre las aguas del Malecón capitalino, conjuntos de globos de color negro del cual penderán estrellas de mar. Esta acción, que se desarrollará bajo el título: Poema para un agujero negro, será iniciativa del artista colombiano Fidel Ernesto Álvarez, quien, a su vez, contará con la ayu- da de seis pescadores destinados a lanzar al aire la ya mencionada carga. Las asociaciones o contrates que generarán ambos elementos —globos y estrellas marinas— serán realmente disímiles: aire/mar, vida/muerte, arriba/abajo, son solo algunos de ellos. Quedará entonces para el espectador el privilegio de disfrutar de un instante donde la belleza y lo poético pasarán a ser el centro de atención. IN MOTION Un acápite aparte requieren algunas obras que, si bien se desarrollarán igualmente en nues- tro espacio costero, responden a premisas bien diferentes. Es el caso del arte de acción, de aquellas obras a las que la intervención humana otorga mayor dinamismo y que, por supues- to, frente a la permanencia de las anteriores, tendrán un carácter efímero. Tal es la situación de la obra Sujeto, que será realizada en un punto medio entre la zona del Parque Maceo y la Punta, por Carlos Martiel. El artista, durante la acción, permanece- rá acostado, inmóvil y en posición fetal por más de dos horas sobre el arrecife. alrededor de cien anzuelos serán insertados en su piel, y a través de hilos lo mantendrán retenido al muro del Malecón. El tema de la sujeción, cualquiera que sea, encuentra su metáfora en esta obra, de manera violenta y profunda, aún más cuando el Malecón se convierte en pun- to de retención. El resultado no puede ser otro que el estatismo, la tesis del hombre que no alcanza su plenitud ni desarrollo. Como salido de un juego infantil, por otro lado, se realizará el performance Mar/Tierra, de la artista Elizabet Cerviño. En esta propuesta particular intervendrán dos personas: una que, desde el muro, a través de un altavoz, se encargará de pronunciar las palabras mar/tierra, y la propia Elizabet, destinada a cumplir las órdenes que dicta la anterior. Lo curioso resulta que mientras la palabra tierra es pronunciada solamente en español; la palabra mar se dice en múltiples idiomas. Esto está dado por las asociaciones del primer medio con lo estable, lo estático, lo sólido; mientras que el mar se vuelve metonimia de la inseguridad y lo inevi- tablemente variable. además, de lo común entre todas las culturas interconectadas. así, Detrás del muro deja un sitio para que el espacio natural marítimo se transforme sucesi- vamente. Este se convierte en puente, en sinónimo de inestabilidad, obra artística en sí mis- mo, hogar de islas y escenario para el suceso estético. a él se asocia la idea del viaje, el límite o la frontera, lo natural y muchos de sus elementos se incorporan también a la creación. Provisionalmente, en las aguas, más allá del muro, la visualidad a la que nuestros ojos se han acostumbrado se verá subvertida y enriquecida por estos conjuntos que sacan partido al mar que nos define y condiciona. 1 Específicamente, el primer y cuarto números del Boletín. Volver arriba BIENAL HABANA CENTRO WIFREDO LAM Nº 16 BOLETÍN OJEADA EN LA BIENAL CENTrO DE arTE CONTEMPOrÁNEO WiFrEDO LaM San ignacio 22, esq Empedrado, La Habana Vieja, Cuba (+53) 7 — 861 2096, 864 6284, 864 6282 [email protected] (DE)CONSTRUYENDO EL MURO Raquel Cruz UN PUNTO Y APARTE PARA EL ÁREA URBANIZADA Sindy Martínez Del lado de allá está el mar. Lo otro con lo que, como en cada período trascendental, se trata de mantener siempre cierta distancia, sin saber, sino hasta que es demasiado tarde, si ha sido la correcta. Como mediador, el sempiterno, el inagotable muro que protege, ¿qué protege? ¿Qué protege el muro? La muralla de piedra que ha ganado algunos espacios al mar, pero que además ha definido el también infinito bregar de quién sabe ya cuántos cubanos: los que lo recorren de punta a cabo, los que lo rememoran añorando, los que lo desprecian, los que… Es luego su morfolo- gía la que ha definido el circuito del proyecto y, en específico, de alrededor de diez piezas que han sido emplazadas en la acera, a lo largo de este céntrico espacio habanero: el muro bordado de aimé García; Nadie escucha, alexander arrechea; Fly Away, de arlés del río; Límites, de Donis Dayán Llago; Abstinencia, de Duvier del Dago; La inhabilidad de prever la praxis, de Guillermo E. rivera rodríguez (Puerto rico); Banco todos, de inti Hernández; Procesos de ausencia, de iván arturo Torres Mariño; Reality (happy ever after…), de rachel Camejo Valdés. Obras que son icónicas por representar problemáticas de las que el muro del Malecón se erige en epítome de cada una de las épocas para las cuales existe, más que como pasado, como un continuo presente. En primer lugar, se halla, por supuesto, la peliaguda cuestión migratoria. La emigración que, sin ser fenómeno exclusivo de nuestro país, sí adquiere aquí una dolorosa carga política que ha dejado su rastro en separaciones, rupturas, pérdidas, renuncias irreparables (Procesos de ausencia). aparece entonces —el muro— en una pieza como Límites, en su sentido de entidad obstaculizadora donde lo interesante no es que devenga impedimento, sino que la propia configuración imaginaria de pedazos nuevos del muro hable del carácter subjetivo de dicha limitación. Esta, como cualquier construcción humana, no solo no es definitiva ni encarna parcialmente los predios de la realidad, sino que además puede, y debe, ser some- tida al constante cuestionamiento de su significado aún a contrapelo del carácter pétreo, de barrera incuestionable, que a través de los años ha adquirido. Y no solo de barrera, sino de punto de no retorno. aquí aparece otro de los perfiles que también resultan complejos: el viaje. El de ida, y el de vuelta. En consonancia se halla la propuesta de arlés del río que consiste en una valla de alambre que ha sido violentada por la silueta de un avión. Y se connota desde este atravesar agresivo de un cuerpo que funge como frontera y freno, que remite a momentos álgidos de la historia cubana, hasta la ambigüedad a la hora de determi- nar si se viene o se va. Surge el conflicto del regreso o de la visita; de la necesidad de aper- tura con respecto a estas situaciones; y de la posibilidad de una ida precisada por la vuelta. Por otro lado, Abstinencia coquetea con otra fuerte impronta que ha configurado el Male- cón: su perfil de bastión, de trinchera. Y lo hace en un juego que pretende ironizar y sub- vertir dicha imagen, mediante el uso de cañones que son totalmente obsoletos, engorrosos, además de completamente inútiles por tratarse de reproducciones escultóricas. Ya desde el título mismo se hace referencia a la futilidad del estado de tensión perpetuo mantenido desde ambos extremos —Cuba-Estados Unidos—, y a veces motivado más por la paranoia que por una justificación racional. La propia exageración de las obras de Duvier del Dago nos remiten a una posible sobredimensión de la realidad, donde la interrogante que detona con más fuerza es la de si no se tratará, en ocasiones, de una postura conveniente pero semi- vacía. Y al final, en un rapto de impaciencia y cansancio ante el interminable ir y venir del lobo, uno se dice como lo hizo Wichy desde los sesenta: …que todo no sea nada y que se pueda volver de nuevo a todo, o que todo sea todo y que la cólera se desborde por fin interminable. En esa dinámica del in and out, eterno problema de posicionamiento y perspectiva, dis- curren, algunas más y otras menos, la mayoría de las instalaciones, en la dialéctica de un diálogo que a veces se vuelve bizantino. así discursan entonces Reality… o Banco todos, en las instancias de la inclusión y la exclusión. al confluir factores muy subjetivos, espejismos, necesidades, ensueños, anhelos, que van determinando poco a poco el hecho de declararse, o verse declarado, en uno de estos dos extremos se tiene en cuenta lo que esta postura su- pone para el individuo universal, y el cubano. Sin detenerme sobre ella porque ya ha sido, o será motivo de un análisis particular, no quiero excluir la pieza de arrechea (Nadie escucha); especialmente, porque más allá de sus intenciones originarias, al ser colocada en un contexto tan poderoso, es imposible que su discurso no se permee y termine por modificarse según las peculiaridades del contexto habanero, cubano. De modo que esta pieza precisa ser entendida no solo como obra indivi- dual, sino en abierto diálogo con el resto del proyecto y, sobre todo, con la ciudad. Es válido ahora redireccionar algunas preguntas, por ejemplo: ¿qué es lo que no escucha quién? Finalmente, y como un aliento refrescante dentro de tanta tinta tonta, me place comentar La imposibilidad de prever la praxis, sobre todo porque como resultado de un juego muy bien logrado entre título, pieza —se trata de una gran estructura como de columpios con hamacas— y curaduría, emana de ella el sentido más cotidiano y auténtico de nuestro Male- cón: esa accidentalidad que lo caracteriza, en la que como camaleón, está siempre presto a asumir el rol que le sea imputado, y que puede ir desde los que hemos venido discerniendo, hasta el de acoger amorosamente, con los brazos abiertos, a cualquiera que busque en su centenaria estructura el reposo, el consuelo, la alegría, el refugio… 1 Fragmento del poema “Uno se dice”, de Luis rogelio Nogueras, en Cabeza de Zanahoria Volver arriba El litoral habanero ya podría verse como un sitio inusitado para la presentación de cualquier forma de arte. Más peculiar sería entonces si sus fachadas, azoteas, columnas, aceras o, in- cluso, sus parques, devinieran soportes esenciales de los diversos proyectos artísticos. Ya no solo será el mar, por un lado, o el espacio inmediato al muro del Malecón, por otro, sino que la ciudad en pleno, como área urbanizada, se tornará un punto importante de reflexiones y comentarios sobre el arte, la vida y las comunicaciones. Particular interés causa entre estas propuestas lo que en términos generales pudiéramos denominar vallas. antes de proseguir sería válido aclarar que el empleo del término no está limitado a su significado más estricto, sino que referirá en este caso todo lo que, indepen- dientemente de su estructura, funcione como cartel o anuncio. así, gigantografías en la fachada, carteles en las azoteas, inmensas letras colocadas sobre estructura metálicas en las portadas ruinosas de algún edificio de la Habana Vieja, pudieran conceptualizarse en este grupo. No obstante, aún cuando en algunos ejemplos más que en otros se demande un acercamiento estrecho al concepto de valla, no se trata de reapropiaciones banales de lo que son mecanismos publicitarios por excelencia. Y es que de ellas no solo se desprende una voluntad de propaganda o publicidad; incluso hacen pensar que el uso de estos recursos está dado por la intención de encontrar una forma «orgánica» de insertar las piezas en el contexto y, a la vez, dejar que sea precisamente su contenido —lingüístico o visual— el que marque la ruptura lógica con el ambiente y logre increpar al transeúnte. En este sentido, Fe, de adonis Flores se reporta como una de las obras más interesantes del proyecto en tanto se dispone como un cartel conformado por dos letras (F-E). Fabricado a gran escala con láminas de hierro, se pretende sea colocado sobre una suerte de andamio en un espacio inutilizado de la ciudad. aquí el lenguaje interviene como un factor decisivo. Para nada es casual la selección de estas dos letras que contienen una connotación dual. Por un lado, representan el elemento hierro en la tabla periódica —el mismo material que fue utilizado para la pieza—, y por el otro, conforman también la palabra que designa el conjunto de creencias de una religión, una persona o un grupo… un concepto poderoso pero dirigido a algo que está más allá de la mera existencia física del hombre. El artista juega entonces con estas dos acepciones y con las capacidades expresivas del propio material, procedente de la chatarra arrojada a los basureros de la ciudad, para aventurarse en la po- sibilidad de que la Fe sea un concepto presto a desgastarse como el propio hierro, o que de todo desecho puede surgir también algo de esperanza. Otra de las propuestas interesantes será Sueño de una noche de verano, presentada por alejandro González. En ella se dibuja un reciente ícono del imaginario colectivo, unas an- tenas Wi-Fi, que serán reflejadas en pequeña escala y aprovecharán para su emplazamiento los cercados que rodean la locación. Pareciera, entonces, existir la posibilidad de establecer una amplia red de acceso a internet a escala social. De esta forma, y a manera de crítica, el artista apunta sobre la necesidad de abrirnos hacia las opciones que la era digital pone a disposición del mundo en lo que respecta a los de los nuevos medios de comunicación e in- formación. Efugios, de Jorge Wellesley son otras piezas que también integran este proyecto y que apro- vechan las ventajas del área urbanizada. Sin embargo, en este apartado de obras-valla que por cuestiones metodológicas se ha implementado, sería importante mencionar la obra Aire fresco, de roberto Fabelo Hung. aún cuando se ubique en el área rocosa que antecede a la zona marítima, al concebirla a manera de cartel, este joven artista cubano nos propone la utopía de los icebergs en el ambiente tropical de la isla. La extrañeza y lo absurdo serán los recursos que en términos visuales emplee para un discursar irónico en el que, además, se cuestiona si llegarán aires de renovación a nuestra isla, o definitivamente el hielo es el re- sultado del congelamiento de ciertos procesos sociales… De un modo u otro, el propio crea- dor propone la validez de todas las lecturas y deberá ser el propio espectador el que reac- cione ante la inmensa fotografía manipulada digitalmente, y se vea obligado, ya sea para verificar o confirmar sus sospechas, a mirar hacia el Malecón. Y aún como si las propuestas anteriores fueran insuficientes, existirán otras obras con la tendencia a completar este ciclo de inserción del arte en la ciudad. Tal es el caso de Playti- me de Marianela Orozco, un proyecto que consiste en dispersar varios molinetes infantiles por la ciudad, espacios esquinados o áreas verdes. Estos molinos, a diferencia de los reales en los que se transforma el viento en energía renovable, están destinados a la inutilidad que malgasta la potencia que los mueve, sin producir nada ni conducir a nada… así, las áreas urbanizadas, esas donde empieza la vida citadina, verán crecer artilugios vi- suales, ofrecerán espacios para la colocación de expresiones artísticas como pueden ser las vallas y los rehiletes; o, incluso, se tornarán arte en sí mismas a través de sus fachadas y superficies coloreadas. Volver arriba PUrEZa aymeé García NaDiE ESCUCHa alexander arrechea LíMiTES Donis Dayán Llago La iMPOSiBiLiDaD DE PrEVEr La PraxiS Guillermo E. rivera rodríguez FLY aWaY arlés del río ART 1 ART 2 ART 3 ART 4 iSLaS Florencio Gelabert Soto GarraS EN La PiEDra roberto Fabelo SUJETO Carlos Martiel GO José ruiz DirECCiÓN Jorge a. Fernández / rEDaCCiÓN Yesel Melo / EDiCiÓN Wanda Canals / TraDUCCiÓN Ol impia Sigarroa / DiSEÑO Jorge a. rebull aBOCETaNDO EN CONJUNTO UN PrOYECTO COLECTiVO FE adonis Flores SUEÑO DE UNa NOCHE DE VEraNO alejandro González EFUGiOS Jorge Wellesley airE FrESCO roberto Fabelo Hung POSSiBLES CHaNCES rafael Domenech PLaYTiME Marianela Orozco aBSTiNENCia Duvier del Dago rEaLiTý (HaPPY EVEr aFTEr...) rachel Valdés BaNCONTODOS inti Hernández EN EL MAR, LA VIDA... Wendy Peñalver

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Page 1: Boletin Ojeada Nº16-1

No te bañes eN el MalecóN porque...Laura Piedra

eN el Mar, la vida... Wendy Peñalver

No te bañes eN el MalecóN porque...Laura Piedra

(de)coNstruyeNdo el Muro Raquel Cruz

uN puNto y aparte para el área urbaNizada Sindy Martínez

Una gran parte de las urbes y ciudades más importantes del mundo cuentan en su topogra-fía con un espacio natural, simbólico, tipo o arquetipo, que la defina o, al menos, la iden-tifique visualmente.

En el caso particular de las islas caribeñas, dadas sus condiciones tropicales, son muy fáciles de distinguir. Palmeras, sol, arena, playa conforman todo un imaginario que se hace extensi-ble a las ínsulas más ardientes de esta región. No obstante, en Cuba y, específicamente, en La Habana, existe otro espacio que por su significación tan singular también forma parte de nuestra visualidad: el Malecón habanero.

Dicho lugar es, y ha sido a lo largo de los años, territorio de críticas, encuentros, desen-cuentros, festejos y despedidas. Por alguna extraña razón se tropieza en su extensión con el espacio propicio para las declaraciones amorosas, las más atrevidas y las más fogosas. En las aguas que lo bañan, hallan frescura los jóvenes más acalorados y audaces que se sumergen y bañan en sus orillas.

Su singular vista, un horizonte que se extiende hasta lo infinito, es capaz de inspirar los más hermosos poemas y lienzos de mentes febrilmente artísticas. Es sin dudas el gran balcón ha-banero, el que se ve iluminado por los pequeños barcos en la distancia al caer la noche, el motivo de las postales turísticas, el sitio de trabajo de quienes encuentran en su largo reco-rrido una oportunidad de hacer o de vivir de manera particular. Es la imagen de una ciudad que hace esfuerzos estentóreos para no dejarse opacar por la vejez, que poco a poco ha ido corrompiendo sus muros y fachadas. Es el intento de mantener entretenido a un viajero, en-cantado por la singular arquitectura que lo enfrenta, casi que de manera pacífica.

Un malecón que ha sido más de una vez objeto de disímiles intervenciones, artísticas y constructivas. Un lugar que muchos aspiran ver con mas «vida», menos oscuro y distante. Un muro que alberga diariamente a aquellos que miran o, más bien, buscan en la inmensidad del mar, sosiego a sus penas, calma a sus pesares.

Espacio de corredores, de trovadores, de especulación y melancolía, de impulso y de ener-gía. Sitio emblemático de los capitalinos que en el marco de esta Oncena Bienal protagoni-zará un nuevo reto: el de ser escenario artístico dual.

Detrás del muro no es un título gratuito tomado de un tema de Tracy Chapman. Dependerá del punto de vista en el cual se coloque el espectador: mar o tierra. Pero más allá de esta doble «visión», el hecho de que este sea el espacio físico determinado para desplegar toda la gran variedad de propuestas que traen los artistas, también posee una significación social.

Estarán en un lugar privilegiado en cuanto a afluencia de público se trata, más que en cualquier galería o museo, por lo que el escrutinio oficial será uno de los aspectos con los que tendrán que lidiar las obras. La propia dinámica de interacciones se logrará dado al carácter abierto del espacio, por lo que las relaciones entre obra y público también ten-drán un peso importante.

¿Y qué decir de las agudísimas propuestas que acogerá este emblemático sitio habanero? La crítica social, la añoranza, el estímulo para llegar, o el impulso para continuar, la emigra-ción, las trabas, obstáculos y sujeciones que se enfrentan a diario; las mentiras y las verda-des, la espera de una tecnología que no nos llega, o que algunos nunca ven llegar.

El deseo de ver convertido el lugar en un gran espacio donde confluyan los más distintos, renovadores y acuciantes discursos artísticos, es en esta 11 Bienal un hecho ya prácticamen-te materializado desde los imaginarios populares de todos aquellos que quieran disfrutar de este singular proyecto.

Ya fue desplazado el miedo al tiburón que bordeaba sus aguas. Hay en esta oportunidad pro-puestas mucho más interesantes por las cuales dejarse interpelar y seducir.

PONiENDO EL ParCHE Nos gustaría aclarar que el criterio mediante el cual hemos agrupado las piezas para su pre-sentación no está ajustado a una propuesta previa que haya presentado Detrás del muro. Más bien responde a una línea de trabajo muy personal a la que nos acogimos con las inten-ciones de facilitar la comprensión de un proyecto que, como se les hará evidente, tiene di-mensiones respetables. Por lo que hubiese sido irresponsable introducirlo a modo de bloque, sin tener en cuenta las diferencias que desde la curaduría misma se dan en esta megaobra.

así, la disección que operamos no está basada en parámetros estrictos ni mucho menos, dado que en determinados momentos hemos acudido a la localización, y en otros a la natu-raleza de las intervenciones artísticas. Sobra decir que estos no pretenden una aprehensión estática y definitiva de Detrás del muro. Nada más lejos, tanto de nuestras intenciones, como de la propia dinámica interna del propósito de este colectivo de artistas y curadores, donde no hay cabida para la inflexibilidad.

En términos generales, acudimos a tres particiones. Y estas, a su vez, pueden contar en su interior con otro ordenamiento grupal más que, insistimos, no signa definitivamente la com-prensión de cada pieza, porque las posibles interacciones que se dan entre ellas trascienden estos marcos artificiales.

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Detrás del muro no solo se expandirá por los espacios cercanos a nuestro tan simbólico Ma-lecón habanero, sino que también este proyecto cruza el límite urbano y se propone invadir sus aguas con las más disímiles intervenciones. Comparten entre ellas el aprovechamiento máximo de las condiciones naturales que brinda el litoral capitalino, que asume en cada obra un importante protagonismo.

Islas y Garras en la piedra, ya reseñadas en algunos de los primeros números del boletín que acompaña a la Bienal1 , formarán parte de este conjunto de obras marítimas. De Florencio Gelabert y roberto Fabelo, respectivamente, ambas piezas intervendrán este espacio a par-tir de la escultura: una se apropia de la morfología insular —a partir de la creación de tres islas—, mientras la otra se materializará en el cuerpo agresivo de un león. islas, que será concebida en la dualidad de arte povera —dada por la utilización de desechos en su confor-mación— y minimalismo, jugará con los límites de la simulación y lo real, para generar imá-genes realmente poéticas entre la costa y la línea del horizonte. Garras en la piedra, por otro lado, maneja la idea de que «los muros suelen ser peligrosos», transmitida a partir del extrañamiento que podrá crear la presencia del fiero mamífero aferrado al arrecife, y que se moverá levemente en correspondencia con el movimiento de las olas.

Las aguas no solo actuarán como complemento esencial para el efectivo funcionamiento de muchas de estas obras, sino que llegan a convertirse en la obra misma. Pulsaciones, de Humberto Díaz, así lo demuestra. Columnas de agua que bordean el muro será la propuesta de este creador, que dice en esta ocasión rendir homenaje a las pequeñas cosas de la vida. En esta instalación la atención fundamental recaerá sobre el desempeño del espectador, que tendrá que otorgar valor artístico, o no, a lo que ven sus ojos, decidir si se encuentra frente a una maravilla del mundo natural o ante una obra de arte.

La misma sensación de extrañamiento supondrá para el transeúnte ver elevarse, sobre las aguas del Malecón capitalino, conjuntos de globos de color negro del cual penderán estrellas de mar. Esta acción, que se desarrollará bajo el título: Poema para un agujero negro, será iniciativa del artista colombiano Fidel Ernesto Álvarez, quien, a su vez, contará con la ayu-da de seis pescadores destinados a lanzar al aire la ya mencionada carga. Las asociaciones o contrates que generarán ambos elementos —globos y estrellas marinas— serán realmente disímiles: aire/mar, vida/muerte, arriba/abajo, son solo algunos de ellos. Quedará entonces para el espectador el privilegio de disfrutar de un instante donde la belleza y lo poético pasarán a ser el centro de atención.

In MotIonUn acápite aparte requieren algunas obras que, si bien se desarrollarán igualmente en nues-tro espacio costero, responden a premisas bien diferentes. Es el caso del arte de acción, de aquellas obras a las que la intervención humana otorga mayor dinamismo y que, por supues-to, frente a la permanencia de las anteriores, tendrán un carácter efímero.

Tal es la situación de la obra Sujeto, que será realizada en un punto medio entre la zona del Parque Maceo y la Punta, por Carlos Martiel. El artista, durante la acción, permanece-rá acostado, inmóvil y en posición fetal por más de dos horas sobre el arrecife. alrededor de cien anzuelos serán insertados en su piel, y a través de hilos lo mantendrán retenido al muro del Malecón. El tema de la sujeción, cualquiera que sea, encuentra su metáfora en esta obra, de manera violenta y profunda, aún más cuando el Malecón se convierte en pun-to de retención. El resultado no puede ser otro que el estatismo, la tesis del hombre que no alcanza su plenitud ni desarrollo.

Como salido de un juego infantil, por otro lado, se realizará el performance Mar/tierra, de la artista Elizabet Cerviño. En esta propuesta particular intervendrán dos personas: una que, desde el muro, a través de un altavoz, se encargará de pronunciar las palabras mar/tierra, y la propia Elizabet, destinada a cumplir las órdenes que dicta la anterior. Lo curioso resulta que mientras la palabra tierra es pronunciada solamente en español; la palabra mar se dice en múltiples idiomas. Esto está dado por las asociaciones del primer medio con lo estable, lo estático, lo sólido; mientras que el mar se vuelve metonimia de la inseguridad y lo inevi-tablemente variable. además, de lo común entre todas las culturas interconectadas.

así, Detrás del muro deja un sitio para que el espacio natural marítimo se transforme sucesi-vamente. Este se convierte en puente, en sinónimo de inestabilidad, obra artística en sí mis-mo, hogar de islas y escenario para el suceso estético. a él se asocia la idea del viaje, el límite o la frontera, lo natural y muchos de sus elementos se incorporan también a la creación.

Provisionalmente, en las aguas, más allá del muro, la visualidad a la que nuestros ojos se han acostumbrado se verá subvertida y enriquecida por estos conjuntos que sacan partido al mar que nos define y condiciona.

1 Específicamente, el primer y cuarto números del Boletín.

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BIENAL HABANA CENTRO WIFREDO LAMNº 16

BOLETÍN OJEADA EN LA BIENAL

CENTrO DE arTE CONTEMPOrÁNEO WiFrEDO LaM San ignacio 22, esq Empedrado, La Habana Vieja, Cuba(+53) 7 — 861 2096, 864 6284, 864 [email protected]

(de)coNstruyeNdo el MuroRaquel Cruz

uN puNto y aparte para el área urbaNizada Sindy Martínez

Del lado de allá está el mar. Lo otro con lo que, como en cada período trascendental, se trata de mantener siempre cierta distancia, sin saber, sino hasta que es demasiado tarde, si ha sido la correcta. Como mediador, el sempiterno, el inagotable muro que protege, ¿qué protege? ¿Qué protege el muro?

La muralla de piedra que ha ganado algunos espacios al mar, pero que además ha definido el también infinito bregar de quién sabe ya cuántos cubanos: los que lo recorren de punta a cabo, los que lo rememoran añorando, los que lo desprecian, los que… Es luego su morfolo-gía la que ha definido el circuito del proyecto y, en específico, de alrededor de diez piezas que han sido emplazadas en la acera, a lo largo de este céntrico espacio habanero: el muro bordado de aimé García; nadie escucha, alexander arrechea; Fly Away, de arlés del río; Límites, de Donis Dayán Llago; Abstinencia, de Duvier del Dago; La inhabilidad de prever la praxis, de Guillermo E. rivera rodríguez (Puerto rico); Banco todos, de inti Hernández; Procesos de ausencia, de iván arturo Torres Mariño; Reality (happy ever after…), de rachel Camejo Valdés.

Obras que son icónicas por representar problemáticas de las que el muro del Malecón se erige en epítome de cada una de las épocas para las cuales existe, más que como pasado, como un continuo presente.

En primer lugar, se halla, por supuesto, la peliaguda cuestión migratoria. La emigración que, sin ser fenómeno exclusivo de nuestro país, sí adquiere aquí una dolorosa carga política que ha dejado su rastro en separaciones, rupturas, pérdidas, renuncias irreparables (Procesos de ausencia). aparece entonces —el muro— en una pieza como Límites, en su sentido de entidad obstaculizadora donde lo interesante no es que devenga impedimento, sino que la propia configuración imaginaria de pedazos nuevos del muro hable del carácter subjetivo de dicha limitación. Esta, como cualquier construcción humana, no solo no es definitiva ni encarna parcialmente los predios de la realidad, sino que además puede, y debe, ser some-tida al constante cuestionamiento de su significado aún a contrapelo del carácter pétreo, de barrera incuestionable, que a través de los años ha adquirido. Y no solo de barrera, sino de punto de no retorno. aquí aparece otro de los perfiles que también resultan complejos: el viaje. El de ida, y el de vuelta. En consonancia se halla la propuesta de arlés del río que consiste en una valla de alambre que ha sido violentada por la silueta de un avión. Y se connota desde este atravesar agresivo de un cuerpo que funge como frontera y freno, que remite a momentos álgidos de la historia cubana, hasta la ambigüedad a la hora de determi-nar si se viene o se va. Surge el conflicto del regreso o de la visita; de la necesidad de aper-tura con respecto a estas situaciones; y de la posibilidad de una ida precisada por la vuelta.

Por otro lado, Abstinencia coquetea con otra fuerte impronta que ha configurado el Male-cón: su perfil de bastión, de trinchera. Y lo hace en un juego que pretende ironizar y sub-vertir dicha imagen, mediante el uso de cañones que son totalmente obsoletos, engorrosos, además de completamente inútiles por tratarse de reproducciones escultóricas. Ya desde el título mismo se hace referencia a la futilidad del estado de tensión perpetuo mantenido desde ambos extremos —Cuba-Estados Unidos—, y a veces motivado más por la paranoia que por una justificación racional. La propia exageración de las obras de Duvier del Dago nos remiten a una posible sobredimensión de la realidad, donde la interrogante que detona con más fuerza es la de si no se tratará, en ocasiones, de una postura conveniente pero semi-vacía. Y al final, en un rapto de impaciencia y cansancio ante el interminable ir y venir del lobo, uno se dice como lo hizo Wichy desde los sesenta:

…que todo no sea nada y que se pueda volver de nuevo a todo, o que todo sea todo y que la cólera se desborde por fin interminable.

En esa dinámica del in and out, eterno problema de posicionamiento y perspectiva, dis-curren, algunas más y otras menos, la mayoría de las instalaciones, en la dialéctica de un diálogo que a veces se vuelve bizantino. así discursan entonces Reality… o Banco todos, en las instancias de la inclusión y la exclusión. al confluir factores muy subjetivos, espejismos, necesidades, ensueños, anhelos, que van determinando poco a poco el hecho de declararse, o verse declarado, en uno de estos dos extremos se tiene en cuenta lo que esta postura su-pone para el individuo universal, y el cubano.

Sin detenerme sobre ella porque ya ha sido, o será motivo de un análisis particular, no quiero excluir la pieza de arrechea (nadie escucha); especialmente, porque más allá de sus intenciones originarias, al ser colocada en un contexto tan poderoso, es imposible que su discurso no se permee y termine por modificarse según las peculiaridades del contexto habanero, cubano. De modo que esta pieza precisa ser entendida no solo como obra indivi-dual, sino en abierto diálogo con el resto del proyecto y, sobre todo, con la ciudad. Es válido ahora redireccionar algunas preguntas, por ejemplo: ¿qué es lo que no escucha quién?

Finalmente, y como un aliento refrescante dentro de tanta tinta tonta, me place comentar La imposibilidad de prever la praxis, sobre todo porque como resultado de un juego muy bien logrado entre título, pieza —se trata de una gran estructura como de columpios con hamacas— y curaduría, emana de ella el sentido más cotidiano y auténtico de nuestro Male-cón: esa accidentalidad que lo caracteriza, en la que como camaleón, está siempre presto a asumir el rol que le sea imputado, y que puede ir desde los que hemos venido discerniendo, hasta el de acoger amorosamente, con los brazos abiertos, a cualquiera que busque en su centenaria estructura el reposo, el consuelo, la alegría, el refugio…

1 Fragmento del poema “Uno se dice”, de Luis rogelio Nogueras, en Cabeza de Zanahoria

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El litoral habanero ya podría verse como un sitio inusitado para la presentación de cualquier forma de arte. Más peculiar sería entonces si sus fachadas, azoteas, columnas, aceras o, in-cluso, sus parques, devinieran soportes esenciales de los diversos proyectos artísticos. Ya no solo será el mar, por un lado, o el espacio inmediato al muro del Malecón, por otro, sino que la ciudad en pleno, como área urbanizada, se tornará un punto importante de reflexiones y comentarios sobre el arte, la vida y las comunicaciones.

Particular interés causa entre estas propuestas lo que en términos generales pudiéramos denominar vallas. antes de proseguir sería válido aclarar que el empleo del término no está limitado a su significado más estricto, sino que referirá en este caso todo lo que, indepen-dientemente de su estructura, funcione como cartel o anuncio. así, gigantografías en la fachada, carteles en las azoteas, inmensas letras colocadas sobre estructura metálicas en las portadas ruinosas de algún edificio de la Habana Vieja, pudieran conceptualizarse en este grupo. No obstante, aún cuando en algunos ejemplos más que en otros se demande un acercamiento estrecho al concepto de valla, no se trata de reapropiaciones banales de lo que son mecanismos publicitarios por excelencia. Y es que de ellas no solo se desprende una voluntad de propaganda o publicidad; incluso hacen pensar que el uso de estos recursos está dado por la intención de encontrar una forma «orgánica» de insertar las piezas en el contexto y, a la vez, dejar que sea precisamente su contenido —lingüístico o visual— el que marque la ruptura lógica con el ambiente y logre increpar al transeúnte.

En este sentido, Fe, de adonis Flores se reporta como una de las obras más interesantes del proyecto en tanto se dispone como un cartel conformado por dos letras (F-E). Fabricado a gran escala con láminas de hierro, se pretende sea colocado sobre una suerte de andamio en un espacio inutilizado de la ciudad. aquí el lenguaje interviene como un factor decisivo. Para nada es casual la selección de estas dos letras que contienen una connotación dual. Por un lado, representan el elemento hierro en la tabla periódica —el mismo material que fue utilizado para la pieza—, y por el otro, conforman también la palabra que designa el conjunto de creencias de una religión, una persona o un grupo… un concepto poderoso pero dirigido a algo que está más allá de la mera existencia física del hombre. El artista juega entonces con estas dos acepciones y con las capacidades expresivas del propio material, procedente de la chatarra arrojada a los basureros de la ciudad, para aventurarse en la po-sibilidad de que la Fe sea un concepto presto a desgastarse como el propio hierro, o que de todo desecho puede surgir también algo de esperanza.

Otra de las propuestas interesantes será Sueño de una noche de verano, presentada por alejandro González. En ella se dibuja un reciente ícono del imaginario colectivo, unas an-tenas Wi-Fi, que serán reflejadas en pequeña escala y aprovecharán para su emplazamiento los cercados que rodean la locación. Pareciera, entonces, existir la posibilidad de establecer una amplia red de acceso a internet a escala social. De esta forma, y a manera de crítica, el artista apunta sobre la necesidad de abrirnos hacia las opciones que la era digital pone a disposición del mundo en lo que respecta a los de los nuevos medios de comunicación e in-formación.

Efugios, de Jorge Wellesley son otras piezas que también integran este proyecto y que apro-vechan las ventajas del área urbanizada. Sin embargo, en este apartado de obras-valla que por cuestiones metodológicas se ha implementado, sería importante mencionar la obra Aire fresco, de roberto Fabelo Hung. aún cuando se ubique en el área rocosa que antecede a la zona marítima, al concebirla a manera de cartel, este joven artista cubano nos propone la utopía de los icebergs en el ambiente tropical de la isla. La extrañeza y lo absurdo serán los recursos que en términos visuales emplee para un discursar irónico en el que, además, se cuestiona si llegarán aires de renovación a nuestra isla, o definitivamente el hielo es el re-sultado del congelamiento de ciertos procesos sociales… De un modo u otro, el propio crea-dor propone la validez de todas las lecturas y deberá ser el propio espectador el que reac-cione ante la inmensa fotografía manipulada digitalmente, y se vea obligado, ya sea para verificar o confirmar sus sospechas, a mirar hacia el Malecón.

Y aún como si las propuestas anteriores fueran insuficientes, existirán otras obras con la tendencia a completar este ciclo de inserción del arte en la ciudad. Tal es el caso de Playti-me de Marianela Orozco, un proyecto que consiste en dispersar varios molinetes infantiles por la ciudad, espacios esquinados o áreas verdes. Estos molinos, a diferencia de los reales en los que se transforma el viento en energía renovable, están destinados a la inutilidad que malgasta la potencia que los mueve, sin producir nada ni conducir a nada…

así, las áreas urbanizadas, esas donde empieza la vida citadina, verán crecer artilugios vi-suales, ofrecerán espacios para la colocación de expresiones artísticas como pueden ser las vallas y los rehiletes; o, incluso, se tornarán arte en sí mismas a través de sus fachadas y superficies coloreadas.

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PUrEZaaymeé García

NaDiE ESCUCHaalexander arrechea

LíMiTESDonis Dayán Llago

La iMPOSiBiLiDaD DE PrEVEr La PraxiSGuillermo E. rivera rodríguez

FLY aWaYarlés del río

ART 1

ART 2

ART 3

ART 4

iSLaSFlorencio Gelabert Soto

GarraS EN La PiEDraroberto Fabelo

SUJETOCarlos Martiel

GOJosé ruiz

DirECCiÓN Jorge a. Fernández / rEDaCCiÓN Yesel Melo / EDiCiÓN Wanda Canals / TraDUCCiÓN Olimpia Sigarroa / DiSEÑO Jorge a. rebull

aBOCETaNDO EN CONJUNTO UN PrOYECTO COLECTiVO

FEadonis Flores

SUEÑO DE UNa NOCHE DE VEraNOalejandro González

EFUGiOSJorge Wellesley

airE FrESCOroberto Fabelo Hung

POSSiBLES CHaNCESrafael Domenech

PLaYTiMEMarianela Orozco

aBSTiNENCiaDuvier del Dago

rEaLiTý (HaPPY EVEr aFTEr...)rachel Valdés

BaNCONTODOSinti Hernández

eN el Mar, la vida... Wendy Peñalver