bonsái, número 6
DESCRIPTION
Literatura mínimaTRANSCRIPT
BonsáiLiteratura mínima
seis
Directorio
EditorEs
Miréia AnievaHerson Barona
ConsEjo Editorial
Belinda OrtizGraciela RomeroJezreel SalazarRafael Zamudio
asEsorEs
Alberto ChimalCristina Rivera GarzaBlanca Rodríguez GaonaLiliana Weinberg
ContaCto
Bonsái. Literatura mínima. Año 1.
Número 6. Diciembre 2011. México.
Bonsái es una publicación electrónica independiente
de periodicidad mensual sin fines de lucro.
El contenido de esta publicación puede ser dis-
tribuido y compartido libremente siempre que se
reconozcan los créditos del autor y de la revista.
Las opiniones expresadas en los textos publicados
en esta revista son responsabilidad exclusiva de
sus autores y no representan necesariamente el
criterio de Bonsái y sus editores.
Árbol, me arrancaron los frutospara las bocas.
Fernando Pessoa
TUITS
Toda la Tierra es un camino, 10Araceli Arriaga
VARIA INVENCIÓN
de la asimeTría del sueño, 13Leopoldo Lezama
POESÍA
, 7Víctor Cabrera
espanTapájaros, 18canción mixTeca, 19Taller de encuadernación japonesa, 20Inti García Santamaría
Tres poemas, 29Vladimir Nabókov(versiones de NataliaLitvinova)
HablanTina de exilio, 41Carolina Zorrilla
markeTing #5, 48canción de la raíz, 49Arturo Loera
Contenido
ENSAYO
cuaTro ensayos, 37H. L. Mencken(traducción de DiegoOlavarría)
PALÍNDROMOS
yo soy la sal y la sed yo soy, 22Hilda Acevedo
CUENTO
el arTisTa, 8Pablo Mata Olay
jardín zen de medellín, 21Luis Felipe Lomelí
un deseo, 32José Luis Zárate
HorizonTes, 43Dara Rivera
Víctor Cabrera
Cortaré los dedos de mi zurda y tocaré con su recuerdo, con
la pura ilusión de sus falanges, un ragtime afantasmado.
Del letargo de mi diestra, en cambio, nacerá un ramaje que el
viento o el azar agitarán sobre la isla –su oscuro maderamen−
para pulsar las notas de una melodía otoñal.
De mi mano derecha crecerá la ortiga del delirio. De mi
muñón izquierdo, la rosa cerebral: su contrapunto.
En medio de la isla se yergue ahora un cerezo floreciente. Mi
oscuro corazón es su semilla.
Adentro de mi cráneo se extiende un jardín de paradojas.
________________
* (Kōjō no Tsuki): Luna sobre el castillo en ruinas. Aud.: “Japanese
Folk Song” (Kōjō no Tsuki) [Rentaro Taki (arr. Thelonious Monk)]; en: The-
lonious Monk, Straight, No Chaser, Columbia Records, 1967 (reed. en CD,
1996), 16:43 min.
7
POESÍA
Pablo Mata Olay
el arTisTa
De pie, en solitario, el actor espera el momento inminente
para representar el papel de su vida.
Justo en este momento de concentración absoluta, el
actor recuerda todos los obstáculos que debió vencer para
llegar a este lugar.
Este lugar, oscuro y frío. Cuántas historias no han
ocurrido aquí. El actor respira su aire casi sagrado: desde
seres anónimos y grises hasta las más consagradas estrellas
han pisado este lugar. Qué orgullo. Qué responsabilidad.
Aspira, exhala. Recuerda sus líneas. La intención, el
color, el tono, la naturalidad. Todo lo sabe, todo lo domina. Y
sin embargo, tiene miedo.
Porque el público es famoso por su altivez, su certeza
de que puede desechar a cualquier impostor. El actor sabe
de otros que por una duda, un traspié, han causado una
revuelta.
La espera es desgastante. Piensa sus líneas otra vez.
Recrea en su mente el recorrido por el escenario. En teoría es
fácil, pero nada está escrito.
Sus líneas, sus líneas. Las talla en su cabeza, las hace
8
CUENTO
su bastón, su fortaleza. No es nadie sin sus líneas. Se lo dijo
quien lo introdujo a este mundo: “nunca olvides”.
De pronto, el estruendo. No hay marcha atrás: por unos
instantes no existirá más que él y su público. El telón frío se
abre justo frente a él.
El actor toma aire, da un paso y sonríe. Con voz firme,
pasos seguros y una gran sonrisa, suelta sus líneas:
―Dama, caballero, le traigo a la venta el CD MP3, cien
grandes éxitos de lo mejor de la cumbia y la salsa…
9
CUENTO
Araceli Arriaga @Arissima
Toda la Tierra es un camino
1. Las piedras son hermosas porque en ellas no veo mi reflejo.
2. Un cachito de piedra para el terrenito que te compré en los
anillos de Saturno.
3. Violentas la creación con piedras. Con ellas hago un tótem
en efigie de tu estruendo.
4. Sólo te pido una piedrita para mi canto, un cachito de
barro, Tlaltecuhtli.
5. Y los edificios de piedras junto a las casitas de hormigas,
¿eso no es hablar de ti?
6. Piedras que danzan en el agua, piedras que fingen una
muerte, que hacen huecos en la tierra, crían flores en otoño,
¿no son tú?
7. Soy de las que avientan las manos y esconden las piedras.
8. Ara de seis años se escapó a un acantilado a morder
piedras, saltó. Recuerdo que perdí los brazos en una guerra
invisible. Sola quedo.
9. Pasas como agua en cantera, mineral anguloso o fértil.
10. Caminar descalzo entre pedruscos de fuego.
11. Tantos guijarros en el bosque que me hacen pensar que
toda la tierra es un camino.
10
TUITS
12. Cuando te vea pondré una flor en tu boca y rezaré con la
tristeza de un muerto cercano, con el calor de una fiera cicatriz.
13. Y las piedras que danzan en el agua, las piedras que fingen
la muerte, las que hacen huecos en la tierra y crían flores en
otoño, ¿no son tú?
14. ¿Por qué mi cuerpo tiene nombres que yo no puse?
Quiero que mis ojos se llamen “flores” y mis pies “noches”.
Noche izquierda y derecha.
15. Me desdoblo entre orquídeas dibujadas con tu lengua. Me
desdoblo a oscuras y a tientas de saberte.
16. Hoy quiero estar hecha de musgo. Tener bosque en vez de
piel.
17. Malvones que rugen bajo el viento, bestias con raíz.
18. Incendiaron la tierra para disimular las flores.
19. Glicinas afilando la primavera y cayendo al primer incen-
dio del cielo.
20. Me escondo en el cuarto secreto de la casa del horror.
Encuentro una vasija con flores, soplo a tus cenizas. Río para
después llorar.
21. Imperial cadáver de un beso, roído por liquen distante.
11
TUITS
22. ¿Recuerdas cuando dije que tus manos sabían hacerme
musgo terciopelo? O es que lo pensé a voz añeja ya demasia-
do lejos.
23. A esta lágrima le llamaría bosque, cerezo o balcón o gato.
No sé.
24. De todas las piedras, flores quedan.
12
TUITS
Leopoldo Lezama
de la asimeTría del sueño
Yo hubiera querido que las cosas entraran en una somnolencia,
una distensión en la cual sus más elementales característi-
cas fueran cediendo a descomposiciones progresivas. Un
armazón deshebrándose, una presión casi imperceptible y de
pronto las luces de la calle serían un espasmo maleable.
Había calor impregnado como si hubiera llovido, la
vigilia negaba un campo de operación para la realidad impa-
ciente; sopor, nubes difusas, cáscaras del día desintegrándose
en el suelo. Yo hubiera querido subir una escalera y dejar que
las formas avanzaran solas, se pasearan sonámbulas por los
cuartos nerviosos. La escalera se desplegaba como abanico
angustiado, el techo se resquebrajaba, se erguía, las lámparas
querían salir por las ventanas. Entre las ramas del árbol el
tiempo era un colibrí asustado; frágil como una flama a punto
de extinguirse. Entre las ramas, el tiempo redactaba con temor
su apología del movimiento. Una cadencia demasiado esbelta
venía empujando; el cuerpo se levantaba unos centímetros
de la cama, el pensamiento anhelaba un asueto mortífero;
la circunferencia lógica se volvía vitrina, se iba asentando en
zonas rígidas. Vapores sensuales organizaban una matemáti-
13
VARIA INVENCIÓN
ca indecisa, dibujaban trazos divagantes pero la geometría
tenía un padecimiento, un resfrío. El entorno lógico quería
afirmarse a partir de vapores vacilantes, el ambiente se fue
definiendo en proporciones humosas. El vapor ascendía, los
lapsos entre una secuencia y otra eran inconsistentes; otra
luz inundaba la noche, nadaba de espaldas, flotaba lejos,
proveía de un raro volumen a la vastedad creciente. Surgieron
hendiduras de las cuales se filtraron otros mundos, recuerdos
imprecisos, imágenes sin origen ni propósito, habitaciones
confusas ordenadas bajo su magia fría; pero el sueño,
balanceándose sobre su columpio fijo, dejó de mover las
pantorrillas.
El vapor ascendía, era la matriz de las formas, el lugar
en que se hallaban concentradas las posibilidades para los
caprichos de la mente adormecida. El vapor ascendía, inten-
sificaba su proyecto de disgregación sistemática; la nueva
geografía buscaba privacidad, vertebración independiente.
El espacio se pobló de una materia neutra: el sueño adquirió
texturas museísticas, instaló una iluminación de estatua
vespertina. El sueño moldeaba una espesura para proteger
14
VARIA INVENCIÓN
a los objetos de los ruidos; los objetos se disgregaban, eran
vapor que carecía de altura, flujo ascendente, cabellera de
imágenes impacientes por llegar a otra rutina. Había demasiada
amplitud, demasiada sensación de crecimiento; el alma se
ensanchaba, un brillo voraz desarticulaba sus fronteras. Y
la debilidad del sueño se fue erizando: de sus filamentos se
desprendieron irisaciones violentas, diminutas ondas agresi-
vas rasgaron el equilibrio de las proporciones; las piernas
brincaron debajo de las sábanas, fueron un salto de liebre
levantando pequeñas polvaredas. El cuerpo yacía inmóvil,
pero el alma festejaba dormida. Yo hubiera querido que la
noche nos regalara otros espacios, un umbral, un surtido de
conformaciones sorprendentes que impidieran la tragedia de
levantarse entre las redes de humo y preparar café, abrir las
ventanas.
Pero el sueño prefirió ir por una brecha, por terruños
que gozaban de sus propias zonas neutras. Emanaciones de
luz fracturada pretendían abarcar la lejanía: en vez de distancias
recorríamos un conjunto de pasadizos inestables: el sueño
subía por la escalera y se mareaba. El amanecer se acercaba
15
VARIA INVENCIÓN
como una seriedad vital; la línea del sueño, temblorosa, iría
de un lado a otro a la caza de áreas fértiles, de figuras. Ya se
estiraba buscando la conformación de un polígono, ya se
arrastraba arañando una espiral. En el sueño la esencia de las
cosas podría ser su fachada; la noche sería entonces un gran
círculo de agua, una caja musical con las melodías mohosas.
La membrana del sueño sería la víspera de otra piel, una
exhalación que no terminaría de condensarse, un refugio en
el que se esconderían líneas angustiadas en busca de figura.
La noche quería seguir sembrando sus trampas, el vapor se
articularía de nuevo, los contornos se harían débiles y apa-
recerían nuevas formas: una calle con las pupilas dilatadas,
una estación de autobús atacada por la lluvia, una nube con
escamas.
Nadie nos dijo que al dormir las imágenes se sumergían
y salían convertidas en animales corpulentos, en escenarios
empapados de maleabilidad futura. El sueño garabateaba
rostros casi conocidos, telares y telares de lo real bajo un
torrente indefinible; tejidos difusos, tejidos incorpóreos en-
frentándose a la duda de ser, fuerzas disuasivas arrastrando
16
VARIA INVENCIÓN
el mareo de las primeras horas. El cielo sería agua expandida,
cúpula atenta; la tierra agua sedentaria desbaratándose
sobre sus propias ruinas.
Yo hubiera querido que por la noche las cosas
se presentaran de otra forma, un cataclismo expuesto, un
hechizo. Habría que dejar el flujo inverso terminar sus piezas,
habría que entrar a esas llanuras con la sensibilidad certera.
17
VARIA INVENCIÓN
Inti García Santamaría
espanTapájaros
Fui besado por una campesina y mi cerebro se convirtió en
una ciruela amarga. Para que devoraran mis brazos ella dibujó
un árbol genealógico de mantis religiosas sobre mi piel. Bajo
cirros de cobre la tarde es un amanecer de brasas que se apagan.
Pregúntame sobre el estado del tiempo y te responderé que
vivo dentro de un planetario de tonos verde pastel. En medio
del camino había...
una mulita muerta.
18
POESÍA
canción mixTeca
El cielo exhibe antiguas colecciones de brújulas sobre una
mesa de póker negro y mi brazo señala una ruta fantasma
hacia ciudades del noroeste. Yo sé que vivo allá, en ese país de
avenidas fluorescentes donde exhiben pasteles condimentados
con droga. ¿Dónde están las edecanes anaranjadas que bailan
a esta hora con las señales de tráfico aéreo? Es mi respiración
una sala de espera donde los pasajeros sueñan con mi
sobrino,
una antología de nocturnos. 19
POESÍA
Taller de encuadernación japonesa
¿Alguna vez encuadernaste conmigo un álbum de insectos
a las tres de la mañana? Hoy dibujo escarabajos en láminas
de papel arroz. La memoria es un potro enfermo que marcha
forzado hacia la casa colonial donde trabajábamos con agujas.
¿Quién de los dos gustaba de sentarse en el patio y personalizar el
estudio del color a través de los hilos? Si las tapas de nuestro
álbum fueran anaranjadas, elegirías textiles blancos para
anudar lo que nunca podrá ser atado. Es un álbum de
osamentas
y el óxido del cobre no ha cambiado tu rostro.20
POESÍA
Luis Felipe Lomelí
parque zen de medellín
Si no se le conoce, uno puede pasar por aquí y concluir que
es como cualquier otro: con su estanque de patos al centro,
sus cafés con sombrillas y sus viejos jugando al dominó. Pero
la vida del Parque Zen se da justo al alba, cuando los adora-
dores se sientan alrededor del lago de cemento y comienzan
a entonar con sus cítaras y sus acordeones, y las serpientes
surgen del agua y los corredores de apuestas se apresuran por
entregar los billetes que decidirán, tras latigazos de crótalos
y dentelladas, quiénes serán los viejos que jueguen al dominó
este día, quiénes los meseros del café, quiénes los patos,
quiénes…21
CUENTO
Hilda Acevedo
yo soy de sal y la sed yo soy
1.
Anularemos a su mal aire. Cerca crecería la musa, somera
luna.
2.
Arde y al aire se va,
ave sería la yedra.
3.
Amor azul a la idea.
Cae día, la luz aroma.
4.
Adoro soñar esa,
su manera.
Lame, mata desamor
A la sed allí me sé semilla de sal.
Aroma, sed: átame mal.
Arena, musa:
ser años oro da.
22
PALÍNDROMOS
5.
Ave, una niña de sal,
soñará mar, amó,
desea: sed es.
A ese domar,
amar años.
La sé dañina, nueva.
6.
Sé piano tocar:
es atonal adagio,
ese tono Do mayor,
o ya modo, nótese.
Oiga: da la nota.
Ser acotó naipes.
7.
Lee él al revés:
«Sé verla». Lee él.
23
PALÍNDROMOS
8.
Oíd, repase:
erró Tal a peón dama.
Él a casilla, allí sácale.
Amad, ¡No!, ¡Epa!
La torre esa perdió.
9.
Yo herida crecí,
salé.
Eso no es amar.
Dar, es.
A él yo herí, mi vida di.
Vi, mire hoy, lea:
¿Será drama?
Sé o no sé él.
Así cerca diré hoy.
10.
Amé o pesé, yo herida, diré hoy ese poema.
24
PALÍNDROMOS
11.
SEAN
Ella saca la luna del río,
a Luna tal posea yo:
joya, eso, plata nula.
Oírle, da nula la casa,
llena es.
12.
AMA
Llorará tu paloma,
a la casita se va sola,
ave, su cucurrucucú
se va. A losa ves,
a ti, sácala, amó.
La puta raro llama.
13.
Al río ella camina, se va, mayor, al cielo.
Leí claro y ama. ¿Ves ánima? Callé: oírla.
25
PALÍNDROMOS
14.
SEA
Casa, pétalo alado
yo sí soy.
A luna tal posea yo:
joya, eso, plata nula.
Yo sí soy oda,
la ola te pasa, caes.
15.
Sé rama o casa del árbol.
Amar allí rama, allí mes.
Azul luz a semilla amarilla,
ramal obra le da: sacó amares.
16.
Yo soy yerba solitaria
y a Luna llena evado,
sola voy al río a oírla.
Y óvalos, oda vean:
26
PALÍNDROMOS
ella, nula ya, irá tilo.
Sabré y yo soy.
17.
Yo sí te di. De ti soy.
18.
—¡Yo sí te doy!
—¿Eu?
—¡Que yo de ti soy!
19.
Yo sí te domaré, vas a ver, amo de ti soy.
20.
Ríe, rareza, paz era reír.
21.
A él acude, él le educa: ¡Lea!
27
PALÍNDROMOS
22.
Odio leer a sus ojos, usaré el oído.
23.
Eres yo: dudo. Yo soy eso, lo sé, sí: nada, ni sé. Solo sé: yo soy
o dudo y seré.
28
PALÍNDROMOS
Vladimir Nabókov
Tres poemas (versiones de naTalia liTvinova)
¿En que pienso? En las estrellas fugaces...
Mira, allí hay una, silenciosa como el espíritu,
su trazo de diamante cortó el aire,
y su camino se apagó...
No me preguntes dónde cayó la estrella.
¡Te ruego, guarda silencio, no respires!
Siento que se partió en rayos
en la profundidad de mi alma.
29
POESÍA
poemas
Al mediodía, caminando
por el jardín abandonado, vi en el aire ciego,
dos mariposas de ojos grandes
que reían a carcajadas
sobre el ombligo aterciopelado
del girasol. Y en la ciudad
vi una casa que tenía aspecto de risa contenida,
pasé al lado dos veces y después me eché a reír;
pero la casa no, ni se movió, solo una pequeña luz
se encendió por un instante.
Todo esto lo recuerda mi alma,
todo esto es una señal de que en el cielo
Dios ríe como un niño, y mira
como un serafín descalzo se inclina
y le hace cosquillas a nuestro mundo
con su pluma celeste.
30
POESÍA
carTas
Aquí están todas tu cartas (en sus pliegues ya se deshacen
las huellas del impetuoso lápiz). Durante el día,
doblándose, duermen entre flores secas en mi
cajón perfumado, y a la noche salen.
Semidiáfanas y débiles, se deslizan, se enredan sobre mí,
como mariposas: atrapo una con los dedos,
a través de ella observo la noche azul
y las estrellas se transparentan.
31
POESÍA
José Luis Zárate
un deseo
Tengo que leer los espacios vacíos, las entrelíneas. Por
desgracia es sencillo. Puedo practicar. Cada vez hay más.
Pausas incomodas, rodeos del tema, salidas por la tangente.
Miro mi expediente y comprendo nítida, completamente, el
silencio de mi doctor.
Debo empezar los adioses. Una copa de vino, una cena
tranquila, un momento de esa serena paz que compartimos
tanto tiempo. Adiós cuerpo, digo, y él, como siempre, no dice
nada. ¿Para qué? Llevamos toda una vida entendiéndonos.
Me organizo para no dejar nada pendiente. Miro la
ventanilla cerrada. Suspiro. Pienso en fantasmas, en almas
en pena que lo que dejaron atrás fue un trámite. No volteo a
ver quién suspira, inmaterial, detrás de mí.
Digo que me voy de viaje, que me mudo a lejanas playas.
A quienes en verdad amo les digo la verdad. Nada me respon-
den las fotografías de quienes están en costas ajenas,
sonriendo bajo otros cielos.
Disfruto del cielo azul, del sol, de la risa de los niños,
de la tranquilidad del parque, de las risas de los otros como
quien pone una sábana blanca sobre muebles que no va usar.
32
CUENTO
La crisis del gato: Pienso con angustia ¿quién le dará la
leche, el pedazo de pan de la mañana, la mano en el lomo, las
palabras mínimas que sólo él y su amo conocen?
Las pastillas las organizo por tamaños, por comidas,
por horarios, por montones, por rutinas, por nostalgias. Me
digo que no van a enterrar mi cuerpo sino, solamente, un bote
más que las contuvo.
No puedo dormir. Miro la noche. ¿Si juntamos todas
esas habitaciones iluminadas a deshoras qué tendríamos?
Ciudad de angustia, de soledad, de silencio. ¿Qué diferencia
con la ciudad que habitamos cada día?
Hoy detuve todos los relojes de la casa. Disfruto del
tiempo inmóvil de la habitación. Duermo libre de tic-tacs.
Despierto y puedo sentir, clarita, cómo cae la arena en mis
venas.
Basta de autocompasión. Hola sol, mañana, aire,
amigos que no he visto en años. Hola pelotita de goma que
compro para el gato y que voy jugando por la calle.
¿En qué va a parar esto?, me dice, y pienso que nunca
lo sabré y sonrió. A fin de cuentas estoy a salvo del alto costo
33
CUENTO
de la vida.
Tomo camiones a ninguna parte, me dedico a ver a
desconocidos con suma atención. No quiero, no debo, no voy
a decirme que también eso hacen los fantasmas.
Cuando el dolor cede un poco, acaricio al gato con ter-
nura. Pobre, le digo, siete vidas no valen la pena si hay que
pagarlas con siete muertes.
Al ver una estrella fugaz pide un deseo. Olvidaron decir
“fugaz”. Miré el cielo y me dije que iba a gastar la vida en
desear tanto.
Por teléfono hablo de playas, de arena. Sonriendo cuel-
go y me siento lo suficientemente bien para anotar que debo
comprar un protector contra el sol.
Llovió toda la semana. La playa gris, el mar picado, el
estruendo. ¿Qué importaba? Nuestros cuerpos eran costa su-
ficiente. Extrañamos, eso sí, las gaviotas.
Hojeo las fotos de ese viaje. Las pusimos bajo plástico
para salvarlas del olvido. Cruje la hoja amarillenta casi
deshaciéndose. Crujen mis dedos.
Lo ahorrado: tenía que gastarse. La comida en latas,
34
CUENTO
abierta. Las estrellas, el mar, cada recuerdo debía repasarlo
una y otra vez.
Cierro el libro abierto en la mesa. Con ese simple
gesto entierro siete vidas, un amor, la guerra interminable de
Crimea.
Visto mi mejor traje, me perfumo. Voy a reunirme
contigo, amor. Acaricio lo que olvidaste. Cierro los ojos para
verte.
El correo lleva una postal. No lleva dirección ni remi-
tente. Basta que viaje, que en ella saludemos los dos.
Algo vital se detiene dentro de mí. Se sintió, exacto,
como el día que ella hizo las maletas.
Dejaste de escribir. Nada teníamos que decirnos. ¿Por
qué no nos enviamos, cada tanto, una hoja en blanco?
Cierro los ojos y ahí estás tú, ellos, esa multitud que
esperó hasta hoy para recibirme.
Al fin, estoy libre de mí: con alivio entierro definitiva-
mente la corbata en un cajón.
Tres postales. Tres mares. No quiero saber, nunca
quise, si también hubo tres tormentas.
35
CUENTO
Reúno el expediente de mi caso. Leo hacia atrás, como
si fuera curándome.
Dejo sobre la mesa del comedor el boleto de lotería que
compré.
El gato camina, resuelto, en cada rincón, en su estruen-
dosa ausencia.
Hoy anoto, para mí, que me voy a playas lejanas.
Veo una estrella. Pido un deseo. Mil más aparecen.
Cierro los ojos. El mundo muere allá afuera.
Tres cosas quiero: mar sereno, gaviotas, silencio.
Mi cuerpo ha dejado de hablarme.
Me cobijo en el silencio.
Soy al no ser.
Tengo mi deseo.
Mar sereno,
Gaviotas,
36
CUENTO
H. L. Mencken
cuaTro ensayos (Traducción de diego olavarría)
El pariEntE
La muy normal antipatía que el hombre profiere a sus pa-
rientes –en particular, a aquellos de segundo grado– suele
recibir explicaciones improbables y tortuosas de parte de los
sicólogos. La verdadera explicación, creo yo, es mucho más
sencilla y recae en el simple hecho de que todo hombre ve
en sus parientes, particularmente en sus primos, una gro-
tesca serie de caricaturas de sí mismo, las cuales exhiben sus
cualidades de forma aumentada o disminuida. Esto llena al
hombre de una inquietante sensación de que esta imagen es,
tal vez, la que le presenta al mundo. Esto, además de herir su
amor propio, le resulta intensamente incómodo.
El hombrE dE nEgoCios
Existe un instinto muy válido que nos lleva a relegar los
negocios al más bajo de los escalafones profesionales, y esto
37
ENSAYO
le ocasiona al hombre de negocios una sensación de inferio-
ridad social que no logra sacudirse, ni siquiera en los Estados
Unidos de América. De hecho, el hombre de negocios acepta
resignadamente este supuesto de inferioridad, aun cuando
llegue a protestar contra él. El hombre de negocios es el único,
además del verdugo y el pepenador de basura, que vive pi-
diendo disculpas por su trabajo. La suya es la única profesión
en la que, una vez logrado el objetivo de los esfuerzos –es
decir, la obtención de grandes sumas de dinero–, se argu-
menta que este no era el objetivo primordial del trabajo.
El hombrE dE familia
Nos encontramos una y otra vez con malos escritores que
defienden sus folletines dominicales y sus novelas anima-
das a partir del argumento de que tienen una esposa, y que
por honor están obligados a mantenerla. He visto a algunas
de estas esposas, y me parece que la obligación es disputable...
38
ENSAYO
En cuanto a los subproductos biológicos de la fidelidad, les
otorgo una calificación incluso menor. Muéstrenme 100
niños ordinarios que valgan lo que El corazón de las tinieblas,
y me retractaré. En cuanto a Lord Jim, no lo cambiaría por
todos los escuincles nacidos en Trenton, Nueva Jersey, desde
la guerra con España.
El buEn hombrE
El hombre, en el mejor de los casos, es como un animal al que
le falta un pulmón. Nunca es total ni perfecto de la misma
forma en que, digamos, una cucaracha es perfecta. Si muestra
una cualidad valiosa, es casi un hecho que será la única. Si
tiene cerebro, es porque la falta corazón. Si tiene un corazón
con capacidad de un galón, su cabeza tiene espacio apenas
para una pinta. El artista, en nueve de cada diez casos, es un
inútil que se deleita corrompiendo vírgenes, o mujeres que
dicen serlo. El patriota es un fanático y, en la mayor parte de
39
ENSAYO
los casos, un tipo vil y timorato. El valiente está generalmente
a la misma altura intelectual que un predicador bautista. El
gran intelectual tiene problemas de riñones, además de que
es incapaz de meter un hilo por el ojo de una aguja. En todos
mis años de búsqueda por el mundo, desde el Golden Gate en
el Oeste hasta el río Vístula en el Este, desde las Islas Orcadas
en el Norte hasta la Nueva España en el Sur, jamás conocí a
un hombre íntegramente moral que fuera a su vez honorable.
40
ENSAYO
Carolina Zorrilla
HablanTina de exilio
1
Esta es la hora perfecta para matar.
¿A quién, a quién? No sé,
tal vez todos duerman.
(Y nos hicimos de palabras y nadie fue héroe,
no, nadie en realidad.)
2
Si el tiempo es la pregunta, la respuesta es temporal.
Sigo esperando que alguien me diga: “hay un
destino maravilloso a mitad de precio”. Cosas de uno,
uno que siempre está solo como toda la gente que es como uno.
Y la promesa de la noche no soy yo, ni eres tú.
Habrá que ir a buscarla.
3
Miles de personas enamoradas,
lejos de la mano que les alcanza el amor.
Fin del mundo, dame un tiempo límite de entrega.
41
POESÍA
4
“Hay gente corta, pero en dimensiones,
la tierra es igual para todos”,
dijo el que con arrepentimiento sintió
que pudo haber sido otro
muy lejos de su nombre.
5
¡Buenos días! Nos dijimos todos al amanecer,
en la explanada de nuestras conspiraciones.
Después nos dimos la espalda.
Nos pusimos a escribir para destruir horas
y construir almanaques en imperativo.
42
POESÍA
Dara Rivera
HorizonTes
¿Qué voy a hacer contigo? Y ella lo miró. Y él sintió que
aunque ella no hablara su idioma, aunque ella no hablara en
absoluto, podía escucharlo y entenderlo. Si no era tonta.
Su madre había llevado las dos gallinas la semana
pasada. Le había pedido a la vieja escuálida de la esquina
que la acompañara al mercado. Él aborrecía a esa anciana,
siempre comentaba lo largo que traía el pelo, lo corto que le
quedaban los pantalones o lo reservado que era. A ver si no te
sale uno de esos niños raritos que no hablan nunca y se quedan
solos. No, cómo cree, él es muy listo, se la pasa dibujando y
esas cosas. Como los loquitos, yo nomás te aviso para que lo
lleves al médico y le dé una checada, nada quita, ¿no? No diga
esas cosas, señora.
Desde que podía recordar, su madre había comprado
pollos y gallinas para criarlos y luego prepararlos en caldo.
Una tarde que iba sobre la bicicleta se paró a pensarlo: era
algo muy cruel. No comérselos, lo cruel era llevarlos a casa.
Imaginar que las aves estaban en el corral de esa señora del
mercado después de un largo viaje en un camión apestoso
que echaba humo por todas partes, encerradas en cajas,
43
CUENTO
apretadas unas contra otras y pensando, porque él sabía que
ellas pensaban, que estaban a tres segundos del terrible final.
Y no.
Las aves que su madre compraba vivían en el jardín de
atrás, grande, verde, con árboles, como todos los jardines de
atrás de todas las casas del mundo. La diferencia es que su
madre las dejaba corretear por todas partes. A veces encon-
traba un pollo cagando bajo la escalera, a veces había gallinas
en la vieja casa del labrador, antes grande y fuerte y ahora
viejo e incapaz de intimidar a las intrusas. Estaba mal darles
una probada de cielo y luego aventarlas al lago de verduras
hirvientes.
Un día decidió que también era cruel comérselos.
Estaba bien comerse a los pollos que no habían correteado
a su labrador, pero no a éstos, era como devorarse al vecino.
Dejó de comer cualquier cosa que su madre hubiera criado.
Era un trato que hacía con los pollos antes de agarrarlos por
las patas y meterlos a la cocina. Te juro que no quiero, te juro
que no, pero si solo como espinacas y rábanos me voy a
enfermar. Mamá dice que hasta los pollos comen carne, que
44
CUENTO
es lo normal. Te prometo que yo no probaré el caldo, porque
sé que tú no probarías una sopa que lleve mis piernas.
Estas gallinas eran más grandes, así que podía hablar-
les de cosas serias. El primer día hablaron del viaje desde la
granja hasta el mercado, de lo buena que era esa mujer gor-
da que las metía en un corral lleno de maíz para venderlas;
las limpiaba antes de hacerlo, les arreglaba las plumas, les
ponía periódico para que la jaula no les lastimara las patas
y agua limpia cada cuatro horas. Y no hacía caras de asco
cuando remplazaba los periódicos llenos de mierda por unos
nuevos. Los siguientes días él protagonizó las historias. Les
hablaba de esa niña que siempre jugaba con él y no pensaba
que era raro, de su bicicleta, de su madre, de su labrador, de
la escuela, de las otras aves que habían pasado por ahí, del
parque, de las piedras, de las sombras de los pinos.
Un día, al volver a casa del mercado, encontró que su
madre había matado ya a una de las gallinas. La niña lo había
acompañado a comprar calabazas y zanahorias, fue un tonto
por no haberlo supuesto. Te dejo la bici, espérame aquí.
Corrió al jardín de atrás y cogió a la gallina sobrante, la metió
45
CUENTO
en la canastilla de la bicicleta y se fue con ella y la niña. Se
cuidó de no pasar por pollerías ni carnicerías, no quería asus-
tarla.
La dejaron en un parque, pero la gallina no se iba. La
dejaron en un puente, pero ella no caminaba. La dejaron
frente a la escuela, pero se quedaba quieta. ¿Qué voy a hacer
contigo? Y ella lo miró. Y él sintió que aunque ella no hablara
su idioma, aunque ella no hablara en absoluto, podía
escucharlo y entenderlo. Si no era tonta. Deberíamos subirla
a un árbol para que pueda verlo todo y decidir hacia dónde
quiere ir. Él miro a la niña, cómo no se le había ocurrido eso
antes de que anduvieran siete kilómetros en bicicleta.
Volvieron al parque, a las afueras del pueblo, y la niña
encontró el árbol más alto. Él trepó con la mano derecha,
mientras sostenía a la gallina entre el brazo y su costado iz-
quierdos. Era lo más difícil que había hecho en su vida, tardó
media hora en subir hasta la cima, casi perdió el equilibrio
dos veces y los zapatos se le rompieron. Dejó a la gallina en la
rama más alta y bajó lentamente.
Esperó por cinco minutos a que la gallina hiciera algo,
46
CUENTO
que marcara el rumbo, que apuntara hacia algún lado,
cualquier señal. Pasó una hora y nada más. Volvió a trepar
por el tronco y descubrió que bajar era más difícil que subir.
¿Por qué no te vas? Sé que no eres un pato pero pensé que
podrías hacer algo, bajar aleteando, no sé.
Tal vez no es un árbol lo suficientemente alto para verlo
todo, ¿no? Tal vez no.
47
CUENTO
Arturo Loera
markeTing #5
Un árbol
es el anuncio
de un árbol
y el otoño
su propaganda
48
POESÍA
canción de la raíz
Crece
crece
crece
una raíz bajo tierra
crece
y llega al cielo
el infierno es una vena
baja
baja
baja
susurra el nombre de las piedras
baja
escarba arena
la vida fue toda mentira
calla
calla
calla y niega
con dorado silencio
49
CUENTO
éste no es un árbol es la hoguera
donde nace lo extinto
50
POESÍA
51
Hilda AcevedoMéxico, DF, 1970. Su obra es un collage de las actividades que ha desarrollado a lo largo de su vida: música , ajedrez, pintura y obra gráfica. Ha participado en numerosas exposiciones en México, Nueva York, Miami, Boston, Munich, etc. En 2008 representó a México en Bei-jing, en el Primer Campeonato Mundial de deportes mentales. En 2010 estudió un semestre en SMFA (School of the Mu-seum of Fine Arts) en Boston, MA, con exposiciones colec-tivas. Asistió a la olimpiada de Ajedrez en noviembre de 2010, como capitán del equipo feme-nil en Khanty Mansyisk, Rusia. Actualmente se encuentra estudiando y trabajando prin-cipalmente en obra gráfica, combinando fotografía, im-presión digital y grabado en la Ciudad de México.
Araceli ArriagaMéxico, DF, 1987. Gusta de palabras como “orquídea in-domable, flor animal”. Tiene un blog:hidropony.wordpress.com
Víctor CabreraArriaga, Chiapas, 1973. Es autor de dos libros de poemas, una cartilla de episodios morali-zantes y un breve manual de
cocina redactado en endeca-sílabos. Compiló un volumen de ensayos que reúne a algunos valores juveniles en torno a la obra de Eduardo Lizalde. Trabaja como editor en la más prestigiosa universidad de México.
Inti García SantamaríaMéxico, DF, 1983. Es autor de Nunca cambies. Poemas 2000-2010 (Aldus, 2011). En 2010 obtuvo una residencia artística en Estación Pringles, Argentina. Fue becario del programa Jóvenes Creadores del FONCA (2005-2006). Ad-ministra el blog Nueva Provenza y el canal de videos Autismo Producciones.
Leopoldo LezamaMéxico, DF, 1980. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha co-laborado en diversos medios como la Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Tierra Adentro, Punto de partida, Alforja, Círculo de poesía, Re-vista mexicana de literatura, entre otras. Es coordinador del libro Perduración de la palabra. Antología de poetas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, México, UNAM, 2008. Ha impartido
talleres de creación literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en la Asociación de Escritores de México (AE-MAC). Ha trabajado en el Fon-do de Cultura Económica y en Random House Mondadori.
Natalia LitvinovaGómel, Bielorrusia, 1986. Re-side en Buenos Aires, Argentina. Traduce a los poetas rusos. En el 2010 publicó un libro de poemas, Esteparia (Ediciones del Dock), tradujo la antología de la poeta Shajriza Bogatyreva, Rumbo a Karachay (Casa Refugio Citlaltépetl / Bonobos, México, 2011).
Arturo LoeraChihuahua, México, 1987. Estudia actualmente Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Chihuahua, UACH. Fundador del colectivo Paralelos. Delegado/repre-sentante de Chihuahua en la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura. Ha publicado en la revista Metamorfosis de la Univer-sidad y una plaquette titulada Cruz y ficción gracias a Bak-cheia Cartonera. Mantiene la columna “Razón Social” en Contra magazine (www.thecontramag.com).
Colaboradores
Luis Felipe LomelíEtzatlán, México, 1975. Escritor y doctor en ciencia y cultura. Ha publicado los libros de cuentos Todos santos de Cali-fornia (2002) y Ella sigue de viaje (2005), la novela Cuaderno de flores (2007) .Entre las distinciones que ha recibido destacan el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 2001 por el libro To-dos santos de California, y el Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés 2004, por “El cielo de Neuquén”. En 2011 compiló el tercer volu-men de la antología de Sólo cuento de la Universidad Na-cional Autónoma de México. Ha colaborado en diversas publicaciones como La Jor-nada, Letras Libres y Milenio, entre otras.
Pablo Mata OlayColima, México. 1982. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde descubrió su gusto por la litera-tura, vocación que confirmó al ingresar al Diplomado de escritores de la SOGEM y a los talleres de cuento imparti-dos por los escritores Alberto Chimal y Mónica Brozon. Es autor de La rana Mariana y El espagueti y el bigote. Obtuvo
el premio de literatura infantil El Barco de Vapor 2010, de Ediciones SM. Fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 2010 y actualmente de la Fundación para las Letras Mexicanas.
Diego OlavarríaMéxico, DF, 1984. Nació en México, pero pasó casi toda su infancia viviendo en países centroamericanos y en Estados Unidos. Ha ganado concursos de crónica, cuento y ensayo. Sus textos han aparecido en diversos medios impresos de México y España (La Tempes-tad, Punto de Partida), así como digitales (Distintas Lati-tudes, BMEzine). Actualmente, además de escribir, trabaja como intérprete y traductor.
Dara RiveraMéxico, DF. 1990. Nació, cre-ció y tal vez muera en la Ciudad de México. Estudia Ciencias de la Comunicación y producción audiovisual en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. A los seis años robó La vuelta al mundo en ochenta días, El Principito y El diario de Anne Frank del librero de la maestra y quedó impune.
José Luis ZáratePuebla, México, 1966. Es uno
de los más activos creadores actuales del género de ficción en México. Ha publicado, en-tre otros, los libros Hyperia (1999), Las razas ocultas (1998), Xanto, novelucha libre (1994) y La ruta del hielo y la sal (1998). Entre su obra más reciente se encuentra Quitzä y otros sitios (2002), y En el Principio fue la sangre (2004). Mantiene activa su cuenta de Twitter @joseluiszarate donde publica minificciones.
Carolina ZorrillaZapotlán el Grande, México. 1982. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadala-jara. Ha obtenido varios premios de poesía. Sus poemas se han publicado en revistas como Luvina, sus artículos y ensayos en El Informador, La Gaceta de la U.de G. y en publicacio-nes de la BUAP.
BonsáiLiteratura mínima
...