borges la escritura de dios analisis

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LA ESCRITURA DEL DIOS Jorge Luis Borges . (esta en el ALEPH)Estos cuentos de intrincados misterios contienen sucesiones precisas, metdicas y hermticas de palabras que conducen al lector al mas delicioso de los laberintos. En La escritura del dios , nos vemos atrapados junto con el prisionero azteca en esta crcel circular de piedra; un prisionero que no devela el secreto de un tesoro. Contiguo a este , otra jaula alberga a un jaguar. Acostado en el suelo de su prisin, este compaero de celda, trata de recordar lo que sabe, lo que recuerda, lo que en raptos de visiones mgicas, no logra descifrar; simbolos, imagenes, plabras enigma que en conjunto son un cdigo secreto que conduce a la comprensin absoluta; es su dios, que desde el principio mismo del tiempo, dej un mensaje escrito pero encriptado es las formas de la naturaleza, ahora palpable en las manchas del jaguar de la jaula. Soando una extraa multiplicacin de granos de arena, el prisionero trata de despertar conciente de que suea, para tener luego, una visin fastuosa: Ve a su dios en forma de una rueda de agua y fuego a la que a pesar de podrsele ver los bordes, es infinita. En este punto la comprensin total aparece, es decir, posee la sabiduria y el conocimiento de todo; o como Borges dice: Oh dicha de entender , mayor que la de imaginar o sentir! Acto seguido, se nombran en una sucesin maravillosa; misterios labernticos que se desencriptan en la mente del prisionero; hasta el punto de conocer el contenido y significado de la escritura imposible que el dios transmiti de generacin en generacin por medio de las manchas del jaguar. Es una frmula de catorce palabras de cuarenta slabas que con solo pronunciarse otorgan al que lo haga un poder infinito; pero como leemos: quien ha entrevisto el Universo no puede pensar en un hombre, en sus desdichas o desventuras. Es as que el prisionero prefiere callar y permanecer all acostado en la oscuridad. Publicado el: 27 abril, 2007 Fuente: http://es.shvoong.com/books/724473-la-escritura-del-dios/#ixzz1UkpJ2XDLA continuacin se presenta el cuento "La escritura del Dios", en tipografa de color el comentario del Profesor Luis Rybier sobre el mismo. "La escritura del Dios" Jorge Luis Borges. La crcel es profunda y de piedra, su forma, la de un hemisferio casi perfecto, si bien el piso (que tambin es de piedra) es algo menor que un crculo mximo, hecho que agrava de algn modo los sentimientos de opresin y de vastedad. Comentario Ya en esta parte se prefigura la forma del universo o por lo menos la esfera celeste que es la representacin que tiene el hombre, es decir, esto ya es un mundo para quien viva ah o quienes vivan en ese lugar... Un muro medianero la corta; ste, aunque altsimo no toca la parte superior de la bveda; de un lado estoy yo, Tzinacn, mago de la pirmide de Kaholom, que Pedro de Alvarado incendi; del otro hay un jaguar, que mide con secretos pasos iguales el tiempo y el espacio del cautiverio. Al ras del suelo, una larga ventana con barrotes corta el muro central; en la hora sin sombra (el medioda), se abre una trampa en lo alto y un carcelero que han ido borrando los aos maniobra una rondana de hierro, y nos baja en la punta de un cordel, cntaros con agua y trozos de carne. La luz entra en la bveda, en ese instante puedo ver al jaguar... Comentario

El mundo de Tzinacn est dividido en su yo y la realidad del jaguar, ambos personajes extremos en la realidad del mundo celda de Tzinacn. En un lado el mago, el hombre, quiz el sabio, con su mundo interior plagado de conjuros y smbolos. Por el otro, un jaguar con su realismo quiz sanguinario pero exponente de una realidad casi ofensiva en relacin al mundo mgico de Tzinacn. La persistencia de ambos en el espacio y el tiempo, est supeditada a un personaje, el carcelero, el que a travs del tiempo pierde su identidad, a pesar de que quiz este sentido annimo de su existencia lo prefigura casi como un dios que maneja y controla el pequeo mundo de los presos... He perdido la cifra de los aos que yazgo en la tiniebla; yo, que alguna vez era joven y poda caminar por esta prisin, no hago otra cosa que aguardar, en la postura de mi muerte el fin que me destinan los dioses. Con el hondo cuchillo de pedernal he abierto el pecho de las vctimas y ahora no podra, sin magia, levantarme del polvo. La vspera del incendio de la Pirmide, los hombres que bajaron de altos caballos me castigaron con metales ardientes para que revelara el lugar de un tesoro escondido. Abatieron, delante de mis ojos, dolo del dios, pero ste no me abandon y me mantuve silencioso entre los tormentos. Me laceraron, me rompieron, me deformaron y luego despert en esta crcel, que ya no dejar en mi vida mortal. Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algn modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que saba. Noches enteras malgast en recordar el orden y el nmero de unas sierpes de piedra o de un rbol medicinal, as fui develando los aos, as fui entrando en posesin de lo que ya era mo; antes de ver el mar, el viajero siente una agitacin en la sangre. Horas despus, empec a avistar el recuerdo; era una de las tradiciones del dios. Este, previendo que en el fin de los tiempos ocurriran muchas desventuras y ruinas, escribi el primer da de la creacin una sentencia mgica, apta para conjurar esos males. La escribi de manera que llegara a las ms apartadas generaciones y que no la tocara el azhar. Nadie sabe en qu punto la escribi ni con qu caracteres, pero nos consta que perdura, secreta, y que la leer un elegido. Consider que estbamos, como siempre, en el fin de los tiempos y que mi destino de ltimo sacerdote del dios me dara acceso al privilegio de intuir esa escritura. El hecho de que me rodeara una crcel no me vedaba esa esperanza; acaso yo haba visto miles de veces la inscripcin de Kaholom y slo me faltaba entenderla. Esta reflexin me anim y luego me infundi una especie de vrtigo. En el mbito de la tierra hay muchas formas antiguas, formas incorruptibles y eternas. Cualquiera de ellas poda ser el smbolo buscado. Una montaa poda ser la palabra del dios, o un no o el imperio o la configuracin de los astros. Pero en el curso de los siglos las montaas se allanan y el camino de un no suele desviarse y los imperios conocen mutaciones y estragos y la figura de los astros vara. En el firmamento hay mudanza. Las montaas y las estrellas son individuos y los individuos caducan. Busque algo ms tenaz, ms invulnerable. Pens en las generaciones de los cereales, de los pastos, de los pjaros, de los hombres.

Quiz en mi cara estuviera escrita la magia, quiz yo mismo fuera el fin de mi busca. En ese afn estaba cuando record que el jaguar era uno de los atributos del dios. Entonces mi alma se llen de piedad. Imagine la primera maana del tiempo, imagine a mi dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares, que se amaran y se engendraran sin fin, en cavernas, en caaverales, en islas, para que los ltimos hombres lo recibieran. Imagin esa red de tigres, ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaos para conservar un dibujo. En la otra celda haba un jaguar, en su vecindad percib una confirmacin de mi conjetura y un secreto favor... Comentario El mago quiz como todo hombre trata de justificar su existencia o al menos justificar el sentido de su relacin con su dios. Mira primero lo que es inaccesible para l, por su condicin de preso. Sabe que en cada cosa existente est una parte de la rbrica de dios. Tambin en l, pero desconfa, desconfa de su condicin, quiz su racionalidad (como se ver) ms que una ayuda es un impedimento para esta comunin con la palabra de dios, que en definitiva, es dios. Borges coloc, no sin un propsito avieso, junto al hechicero un tigre disfrazado de jaguar. La poderosa imagen de este animal encierra una empata con la fuerza creadora de la naturaleza, que no puede esquivar la consustanciacin casi directa que tiene el tigre o jaguar con su creador. Bien sabe Borges y no se ha cansado de reiterar que cada cosa tiene en su esencia, en definitiva la misma que la del dios, de Tzinacn o de cualquiera. Es inevitable pensar que cualquier compaero circunstancial del mago podra haber sido en definitiva el dibujo necesario para este, su desmedido deseo. Pero el contraste entre hombre y tigre no slo es deseable para Borges sino tambin feliz para cualquier poeta. Pero, cmo resolver un acertijo que segn Platn no est ligado a la inteligencia sino a un estado mstico, de xtasis?. Veamos cmo Borges resuelve esto. Dediqu largos aos a aprender el orden y la configuracin de las manchas. Cada ciega jornada me conceda un instante de luz, y as pude fijar en la mente las negras formas que tachaban el pelaje amarillo. Algunas incluan puntos; otras formaban rayas transversales en la cara interior de las piernas; otras, anulares, se repetan. Acaso eran un mismo sonido o una misma palabra. Muchas tenan bordes rojos. No dir las fatigas de mi labor. Mas de una vez grit a la bveda que era imposible descifrar aqul texto. Gradualmente el enigma concreto que me atareaba me inquiet menos que el enigma genrico de una sentencia escrita por un dios. Qu tipo de sentencia (me pregunt) construir una mente absoluta? consider que an en los lenguajes humanos no hay proposicin que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortuga que devor, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra.

Consider que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciara esa infinita concatenacin de los hechos, y no de un modo implcito, sino explcito, y no de un modo progresivo, sino inmediato. Con el tiempo, la nocin de una sentencia divina parecime pueril o blasfematoria. Un dios, reflexion, slo debe decir una palabra y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por l puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo. Sombras o simulacros de esa voz que equivale a un lenguaje y a cuanto puede comprender un lenguaje son las ambiciosas y pobres voces humanas, todo, mundo, universo. Comentario En estos momentos Tzinacn entiende que su bsqueda es un caso particular de la existencia de una palabra del Dios que involucrara el universo como espacio en su totalidad, el tiempo en todos sus estados, pasado, presente y futuro, y este pensamiento es como una proyeccin que quiz le interese, an sin l mismo saberlo, mas que el criptogrfico mensaje oculto en la piel del tigre. Quiz mas que saberlo, intuye que un problema, contiene al otro... Un da o una noche -entre mis das y mis noches, qu diferencia cabe? - so que en el piso de la crcel haba un grano de arena. Volv a dormir, indiferente, so que despertaba y que haba dos granos de arena. Volv a dormir; so que los granos de arena eran tres. Fueron, as multiplicndose hasta colmar la crcel y yo mora bajo ese hemisferio de arena. Comprend que estaba soando. Con un vano esfuerzo me despert. El despertar fue intil; la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo no has despertado a la vigilia, sino a un sueo anterior. Ese sueo est dentro de otro, y as hasta lo infinito, que es el nmero de los granos de arena. El camino que habrs de desandar es interminable y morirs antes de haber despertado realmente. Comentario En los sueos, estamos fuera del espacio y del tiempo. No tendramos en la realidad de la vigilia la posibilidad de generar un infinito numerable en nuestro tiempo, breve tiempo humano qu significa el grano que se repite una y otra vez, quiz el vano intento de elucidar lo metafsico, lo divino, a travs de una secuencia determinada por nuestra propia conciencia?. Una de las hiptesis, enunciada en un cuento anterior de Borges, sugiere, parafraseando a Bertrand Rusell que el universo no sera ms que un electrn desplegado por nuestra conciencia en una infinidad de dimensiones, cual la multiplicacin en un mundo de espejos. Platn advirti, lo vano del intento, tratar de llevar lo particular a lo absoluto general, es decir, Dios. El camino implicara una secuencia temporal infinita que ni siquiera conducira a la solucin. Los granos de arena se multiplican, idnticos, persistentes, reales, al menos en el sentimiento provocado a Tzinacn. Pero esta conexin, tiene un mensaje. Quiz su Dios, le est diciendo: vana es tu tarea, ya otro hombre en otro espacio y otro tiempo, trat de reconstruir la totalidad y la esencia del Dios o universo, contando los granos de arena.

Ese hombre en otro tiempo y espacio tena la inteligencia como para contar los granos de arena del universo, pero confundi la esencia del problema. El camino esta, en otro sentido. (el Arenario. Arqumides). Me sent perdido. La arena me rompa la boca, pero grit: ni una arena soada puede matarme ni hay sueos que estn dentro de sueos. Un resplandor me despert. En la tiniebla superior se cerna un crculo de luz. Vi la cara y las manos del carcelero, la rondana, el cordel, la carne y los cntaros. Un hombre se confunde con la forma de su destino, un hombre es, a la larga, su circunstancias. Ms que un descifrador o un vengador, mas que un sacerdote del dios, yo era un encarcelado. Del incansable laberinto de sueos yo regres como a mi casa a la dura prisin. Bendije su humedad, bendije su tigre, bendije el agujero de luz, bendije mi viejo cuerpo doliente, bendije la tiniebla y la piedra. Entonces ocurri lo que no puedo olvidar ni comunicar. Ocurri la unin con la divinidad, con el universo (no s si estas palabras difieren). El xtasis no repite sus smbolos, hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los crculos de una rosa. Yo vi una rueda altsima que no estaba delante de mis ojos, ni detrs, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo. Esa rueda estaba hecha de agua pero tambin de fuego y era (aunque se vea el borde) infinita. Entretejidas, la formaban todas las cosas que sern, que son y que fueron, y yo era una de las hebras de esa trama total, y Pedro de Alvarado, que me dio tormento, era otra. Ah estaban las causas y los efectos y me bastaba ver esa rueda para entenderlo todo, sin fin oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!. Vi el universo y vi los ntimos designios del universo. Vi los orgenes que narra el Libro del Comn. Vi las montaas que surgieron del agua vi los primeros hombres de palo, vi las tinajas que se volvieron contra los hombres, vi los perros que les destrozaron las caras. Vi el dios sin cara que hay detrs de los dioses. Vi infinitos procesos que formaban una sola felicidad y vi, entendindolo todo, alcanc tambin a entender la escritura del tigre. Es una frmula de catorce palabras casuales (que parecen casuales ) y me bastara decirla en voz alta para ser todopoderoso. Me bastara decirla para abolir esta crcel de piedra, para que el da entrara en mi noche, para ser joven, para ser inmortal, para que el tigre destrozara a Alvarado, para sumir el santo cuchillo en pechos espaoles, para reconstruir la pirmide, para reconstruir el imperio. Cuarenta slabas, catorce palabras, y yo, Tzinacn, regira las tierras que rigi Moctezuma. Pero yo s que nunca dir esas palabras, porque ya no me acuerdo de Tzinacn. Que muera conmigo el misterio que est escrito en los tigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea l. Ese hombre ha sido l y ahora no le importa. Qu le importa la suerte de aqul otro, que le importa la nacin de aqul otro, si l ahora es nadie. Por eso no pronuncio la frmula, por eso dejo que me olviden

los dias, acostado en la oscuridad... Comentario El sueo de Tzinacn, no es slo figurativo, sino tambin profundamente y profusamente simblico, ya otro hombre se adelant a Tzinacn y fracas en lo esencial de su bsqueda. El sueo en un sentido de iluminacin, o utilizando el trmino budista de ilustracin, lo desencaja del sentido de su bsqueda, pero al mismo tiempo le provoca el xtasis como sinnimo de aprehensin a travs de la totalidad de su ser, como para quiz lograr el estado mstico, para comprender, ya no simplemente a travs de la razn, sino a travs de toda la conciencia de la que puede disponer un ser humano. Entonces, se produce el milagro, y en un instante que no tiene tiempo, ni espacio la luz se produce y esta rueda que est en todas partes, y esta esfera de Pascal cuyo centro est en todas partes y su circunferencia en ninguna, esto que es todo y nada a la vez se le revela al mago, quien a partir de ese instante ya no ser el mismo. Porque ha comprendido el designio de Dios, y claro est en este designio est incluida la escritura del dios que afanosamente busc en la piel del tigre. La trascendencia de Tzinacn recuerda al dios de Spinoza, que no tiene injerencia, al menos como preocupacin de un destino individual. El esquema del dios de Tzinacn-Borges-Spinoza slo tiene un sentido que es como un dibujo geomtrico en donde el papel de los puntos dentro de cada figura es indiferente, desconocido y misterioso, porque slo es reconocible en la figura total, y esta le pertenece a Dios estos puntos suspensivos indican en el mejor sentido borgeano que a este comentario le puede y le deben suceder otros y otros, y as hasta el infinito. Es de suponer que cada lector puede sugerir su comentario. Y quiz al da siguiente la misma persona hara otro. En definitiva, el sentido de este cuento, es como los granos de arena y quiz en definitiva al igual que los granos entre s, todos los comentarios tambin signifiquen lo mismo. http://www.elchenque.com.ar/cola/luisrybi/03/escritudios.htm