caballo de troya 1 y 9

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Escribo este artículo una vez que he podido terminar de leer el noveno y último capítulo de esta serie (Caná), así como también de una somera investigación acerca de las fuentes en las cuales el autor se inspiró, y con total certeza puedo decir que esta historia es una o quizá la que más me ha impactado de las que he leído desde siempre (eso sí, aún soy joven, me falta mucho por leer y conocer). Caballo de Troya 1: Jerusalén Sin lugar a dudas es una serie que desde el inicio hasta el final, aún y a pesar de su estilo narrativo inundado de un sinnúmero de detalles técnicos, vericuetos descriptivos, historias y personajes secundarios y/o tangenciales al eje central de la historia, me mantuvo siempre metido en la lectura, aprehendido en su narración, arrancándome emociones tan dispares y en no pocas ocasiones tales como la sorpresa, la indignación, alegría, asombro, suspenso, momentos de reflexión, de detener la lectura e investigar y corroborar datos ahí mencionados y sobre todo, una profunda admiración. No tengo ninguna duda asimismo en decir que es una obra, en este caso el primero de la serie (Jerusalén), que ha despertado una polémica insaciable, tanto hacia el autor Benítez como a la historia misma, desde el punto de vista literario como de los orígenes del mismo, pero a pesar de esto dejo aquí mi reflexión personal acerca de esta gran novela-testimonio (tal como la clasifica la contratapa del mismo en una de las ediciones) que sinceramente, sin importar en qué creamos, a qué grupo religioso pertenezcamos o con qué inclinaciones filosóficas o espirituales simpaticemos, de vez en cuando vale la pena abrir un poco la mente y conocer, como en este caso, esta historia alternativa del que ha sido uno de los seres humanos más enigmáticos y

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Page 1: Caballo de Troya 1 y 9

Escribo este artículo una vez que he podido terminar de leer el noveno y último capítulo de

esta serie (Caná), así como también de una somera investigación acerca de las fuentes en las

cuales el autor se inspiró, y con total certeza puedo decir que esta historia es una o quizá la

que más me ha impactado de las que he leído desde siempre (eso sí, aún soy joven, me falta

mucho por leer y conocer).

Caballo de Troya 1: Jerusalén

Sin lugar a dudas es una serie que desde el inicio hasta el final, aún y a pesar de su estilo

narrativo inundado de un sinnúmero de detalles técnicos, vericuetos descriptivos, historias y

personajes secundarios y/o tangenciales al eje central de la historia, me mantuvo siempre

metido en la lectura, aprehendido en su narración, arrancándome emociones tan dispares y en

no pocas ocasiones tales como la sorpresa, la indignación, alegría, asombro, suspenso,

momentos de reflexión, de detener la lectura e investigar y corroborar datos ahí mencionados

y sobre todo, una profunda admiración.

No tengo ninguna duda asimismo en decir que es una obra, en este caso el primero de la serie

(Jerusalén), que ha despertado una polémica insaciable, tanto hacia el autor Benítez como a la

historia misma, desde el punto de vista literario como de los orígenes del mismo, pero a pesar

de esto dejo aquí mi reflexión personal acerca de esta gran novela-testimonio (tal como la

clasifica la contratapa del mismo en una de las ediciones) que sinceramente, sin importar en

qué creamos, a qué grupo religioso pertenezcamos o con qué inclinaciones filosóficas o

espirituales simpaticemos, de vez en cuando vale la pena abrir un poco la mente y conocer,

como en este caso, esta historia alternativa del que ha sido uno de los seres humanos más

enigmáticos y revolucionarios de la historia de la humanidad… Jesús de Nazaret.

Como mencioné líneas arriba, cuando uno investiga al menos un poco acerca del autor de una

obra que nos gusta o del cómo hizo para redactarla, en este caso nos encontramos con que

Juan José Benítez, escritor y periodista español radicado actualmente en Cádiz, realmente no

obtuvo la historia completa de Caballo de Troya de un supuesto mayor norteamericano

(protagonista del mismo) tal y como lo cuenta en las primeras 73 páginas de esta primera

entrega.

Sin embargo en este artículo no profundizaré sobre las fuentes de “inspiración” (muchos lo

llaman plagio) de las cuales bebió Benítez, eso planeo hacerlo en un escrito próximo para

inaugurar la sección de “El origen de…” en este blog, pero puedo adelantar que el autor utilizó

básicamente 3 fuentes principales: El Libro de Urantia, el Evangelio apócrifo de Tomás incluido

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en los documentos de Nag Hammadi y los documentos UMMO. Pero como digo, aquí platicaré

únicamente acerca de la obra en sí.

Caballo de Troya 1: Jerusalén inicia contando todas las supuestas peripecias y dificultades por

las que tuvo que pasar Juan José Benítez hasta conseguir los famosos papiros redactados por

un mayor norteamericano de la USAF, a quien conoce tanto en Villahermosa como en Yucatán,

en la pirámide de Kukulcán, antes de su muerte en agosto de 1981, todo esto aderezado a su

vez de la resolución de algunos enigmas que iban dando forma al halo de misterio que

envuelve a esta obra.

Una vez que comienza el relato del mayor, el cual durante la Operación Caballo de Troya será

conocido por el nombre de Jasón, este describe el surgimiento y detalles científicos de este

proyecto super secreto realizado por el ejército norteamericano en pleno corazón de Israel, y

que en síntesis planea enviar al mayor ya mencionado y a Eliseo, un ingeniero informático, en

un viaje hasta el año 30 D.C.

Estos dos aventureros viven entonces in situ, en especial Jasón en el papel de observador

presencial, lo que serían los últimos 8 días de vida del Maestro en la impresionante y

majestuosa Jerusalén de inicios del milenio antepasado y sus alrededores, Betania y el Monte

de los Olivos. Jasón vive así con intensidad y narra con un inusitado lujo de detalles cada

minuto, cada acción y cada palabra de Jesús, empezando con el día en que se reúne este

último con la familia de Lázaro en Betania (un mes después de su milagrosa resurrección),

pasando por la entrada triunfal a Jerusalén, la épica Última Cena con los apóstoles, el retiro y

captura de Jesús por parte de los levitas y la guardia romana en el huerto de Getsemaní, la

Pasión y Muerte desde la Torre Antonia hasta la crucifixión en el Gólgota, finalizando con su

resurrección en la cripta propiedad de José de Arimatea.

Caballo de Troya 1: Jerusalén, como mencioné, está plagado de un impresionante lujo de

detalles y una riqueza cultural e histórica que le brinda a la obra el estatus de una investigación

de un elevado rigor científico e histórico verdaderamente impecable, citando una innumerable

cantidad de fuentes de carácter real, tales como el judío romanizado Flavio Josefo

(considerado una de las fuentes históricas más citada y reconocida de aquella época), una gran

variedad de tratados y escritos rabínicos, investigaciones de muchos historiadores actuales,

etc.

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Este cúmulo de detalles que dotan a la novela de un realismo admirable incluyen descripciones

pormenorizadas de la ciudad de Jerusalén, su arquitectura, sus olores, colores, su gente, los

sonidos y su misticismo innato; descripciones técnicas y pormenorizadas de la vegetación de

toda la región de aquella época, pasando a través de este mismo proceso descriptivo todo

acerca del comercio, la fastuosidad de las festividades religiosas como la Pascua, la vestimenta,

su gastronomía, la “industria” (entendida desde el punto de vista de los procesos productivos y

los oficios de aquella época), así como también un análisis extenso de la situación económica-

política-social de la Israel del año 30.

Pero quizás lo que es la parte más enriquecedora de Caballo de Troya 1: Jerusalén es sin duda

su protagonista, el personaje principal, ese ser enigmático y admirable llamado Jesús de

Nazaret, que a través de sus palabras y enseñanzas, tanto a sus apóstoles, a la gente que lo

siguió en todo momento y al mismo Jasón, cautiva sin duda al lector y transfigura a Él en

alguien que va mucho más allá de lo que establece la Biblia y toda concepción pragmática

actual, en Alguien más cercano, más humano, más entrañable, un Hombre-Dios que es capaz

de estar por igual con ricos y pobres, judíos y paganos, hombres y mujeres, sin importar el

aprisionante, inhumano y rígido código moral de la época.

El libro retrata a un Jesús distinto, (Yeh’osua) cuyo mensaje choca frontalmente con el

establishment del Vaticano, que constituye sin duda un punto álgido y polémico en torno a

esta obra, además de las ya señaladas al inicio de este post. Esta idea central (el supuesto

verdadero mensaje de Jesús) y muchos otros conceptos periféricos, así como una constante

desmitificación de la parafernalia simbólica que ha envuelto a la figura de Jesús a lo largo del

tiempo, de los personajes que convivieron con él, y de todo el escenario histórico real de la

época, le da a Caballo de Troya 1: Jerusalén un impresionante sentido lógico y racional, una

estructura envidiablemente bien diseñada y un aprendizaje nada desdeñable.

Aunado, como he mencionado, a las fuertes críticas hacia el autor por la cantidad de obras que

han resultado ser un plagio de otros trabajos, su constante negativa a aceptar claramente este

hecho innegable y en el que Caballo de Troya se encuentra incluido, ha habido también fuertes

críticas hacia el aporte literario de Caballo de Troya 1: Jerusalén en cuanto a novela histórica,

literatura fantástica o cuando menos en su calidad como tal. Campo Ricardo Burgos López, en

el sitio QuintaDimension.com, realiza un análisis de la obra desde este último punto de vista

(sin meterse en temas del plagio ni con el autor), calificando al “Jesús de Benítez” como un

“burgués de izquierdas del siglo XX”, “extraterrestre plagado de trucos de magia” y de una

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“historia de buenos y malos, donde el bien gana”, para concluir que Caballo de Troya no es

más que una falla atroz (aunque reconoce haber leído sólo el primer libro de 9 en total).

Así como hay una buena cantidad de críticas similares y una atmósfera plagada de polémica

(insisto, más por el hecho de los plagios que del contenido en sí), también existen muchos

sitios y foros de discusión (entre ellos Foro Troya) donde se habla muy bien de la obra y una

gran cantidad de comentarios de personas que han reconocido que la obra les impactó tanto

que han cambiado su forma de ver la vida, al prójimo, de haber activado esa parte “espiritual”

que tenemos todo ser humano, de convertirse en suma en personas más reflexivas y sensibles

a su entorno.

En resumen, Caballo de Troya 1: Jerusalén es una novela histórica cargada de un

impresionante sentido lógico, diseñado magistralmente para que cada personaje, cada sitio,

cada palabra y cada acción tengan un por qué, rodeado a su vez de un increíble detalle en los

rubros arquitectónico, social, político, histórico, botánico, gastronómico, etc., y que presenta a

un Jesús de Nazaret diferente al establecido por el status quo cristiano-católico,

indudablemente cercano, empático, entrañable y que desprende un Amor sin precedentes a

sus semejantes. Aún y a pesar del origen de la obra, de la imagen de su autor y de su estilo

narrativo, Caballo de Troya 1: Jerusalén es una obra 100% recomendable.

“Al leer Caná. Caballo de Troya 9, el lector llega a una conclusión: todo lo contado sobre Jesús

de Nazaret conviene ponerlo en duda.

La verdad, probablemente, fue más intensa e inquietante. Si usted acierta a leer la primera

línea de Caná no será por casualidad.

Y atención: sus principios se tambalearán…”

Ayer, 1º de junio de 2012, siendo las 18:00 horas, llegué a la página 1160 de Caballo de Troya

9: Caná… Las líneas finales de una saga de más de 5.000 páginas, comenzada hace más de

once años…

Como primer día de mis recién estrenadas vacaciones, fue el momento perfecto para

acometer la lectura de las últimas 160 páginas. Así que ayer, a eso de las nueve de la mañana,

ya me encontraba sumergido en la recta final de la historia… Y así permanecí gran parte del

día, a miles de kilómetros (medio mundo) y a 1985 años de distancia…

Ahora, dieciséis horas después de haber finalizado el libro, y mientras me dispongo a escribir la

reseña de turno, debo decir, en honor a la verdad, que las palabras resultan esquivas… Lo he

dicho antes, y lo repito ahora: solo las personas que sienten una ferviente pasión por la

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literatura pueden entender la sensación… Han sido más de once años, nueve libros, más de

cinco mil páginas, no pocas esperas y expectativas… Así que llegar al final no deja de ser un

momento especialmente significativo…

Y es que los libros no son solo eso. Ellos encierran historias, viajes, aventuras, sueños, que

muchas veces se apoderan de nuestro corazón para no abandonarlo jamás… Eso pasó con este

libro. Desde el primer momento me llegó al alma, y allí se quedó. Como ya dijera en la entrada

dedicada a la saga en general, la novela me cambió la perspectiva en muchos aspectos y, como

dice la somera sinopsis que encabeza esta entrada, mis principios (o mejor, los principios que

me inculcaron desde pequeño) se tambalearon. La lectura y la investigación movida por una

incansable curiosidad ya habían cambiado mi visión de muchas cosas, y este libro, su primer

tomo en realidad, representó un antes y un después en mi vida. No porque, como dije antes,

creyera a pies juntillas cada cosa que allí se narra, sino porque siembra la duda y hace que te

cuestiones multitud de cosas a las que el corazón da puntual respuesta.

Pero más allá de eso, la saga es una trepidante aventura, una épica llena de acción, sorpresas,

suspense, en una mezcla de novela histórica y de ciencia ficción. Aunque el primer libro es sin

duda uno de los más apasionantes, cada entrega está cargada de emoción y misterio, y

conforme avanzas los personajes se convierten en unos viejos amigos a los que quieres

acompañar hasta el final de tan fantástico viaje… Aunque el tema que trata es espinoso y

motivo de controversia y rechazo, de repudio por parte de amplios sectores del cristianismo

(sea de la Iglesia Católica o de cualquier otra iglesia cristiana).

Y aunque el autor ha sido permanentemente acusado de plagiar el famoso y enigmático Libro

de Urantia (cosa con la que no estoy de acuerdo), la saga es completamente digna de ser leída

sea cual sea tu creencia religiosa. Como digo, el libro va mucho más allá de eso, y es

interesante y sorprendente por sí mismo…

Así las cosas, a medida que pasaban los años, y conforme iba leyendo y esperando las

sucesivas entregas, la expectativa que rodeaba el tan anhelado último tomo crecía a pasos

agigantados. Cuando hace años leí el en su momento último tomo publicado, el

sexto, Hermón, el final se veía muy, muy lejano. Cuando hace casi tres años leí de seguido el

séptimo y octavo volúmenes, ya se veía cercano el esperado desenlace, lo que solo hacía

incrementar las ansias de ver el punto final de semejante historia… Por eso, cuando por fin se

publicó el noveno y último tomo a finales de 2011, no pude menos que sonreír aliviado y lleno

de emoción. Ahí estaba, finalmente…

Por razones que ya he expuesto antes, y que por el momento no vienen a cuento, no pude

hacerme con el ejemplar en un principio… Fue él, de una manera mágica y sorprendente, el

que se presentó ante mí. Tratándose de una historia en la que se defiende la “postura” de que

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nada es casualidad y azar, que todo está atado y bien atado, el hecho de que dicho libro

apareciera de la forma en que lo hizo, se antoja casi inexplicable… Como narrara en una

entrada anterior, titulada Un final muy esperado y un encuentro inesperado, en el momento en

que me había visto obligado a resignarme a esperar para poder conseguir el libro, este fue a

parar a mis manos de la forma más sorprendente e inesperada. Aún no salgo de mi asombro. Y

no pude menos que preguntarme: ¿Casualidad? ¿Azar?

Aún me lo pregunto, sobre todo tratándose exactamente de este libro. ¿Estaba destinado a

suceder lo que sucedió? ¿Justamente con este libro y en ese preciso momento? ¿”Alguien”

movió unos invisibles hilos? ¿Es verdad que todo está atado y bien atado? ¿Será que lo que

creemos sucede por azar o casualidad en realidad no lo es?

Y es que como si eso fuera poco, y para sumar una curiosidad más, hace unos minutos abrí los

archivos correspondientes a las dos entradas anteriormente mencionadas (en caso de tener la

necesidad de consultar algún dato para la presente), y por alguna razón quise consultar la

extensión de la inmediatamente última, publicada hace tres semanas, para descubrir con

sorpresa que la misma tenía una extensión de 1.981 palabras. Es decir, el año de mi

nacimiento…

Casi me parece ver a Alguien superior riendo para sus adentros…

En todo caso, y ya con el libro inesperadamente en mis manos, no pude menos que

abandonar, a 35 páginas del final, la lectura que traía entre manos (Acorralado, de David

Morrell), y embarcarme de una vez por todas en el tramo final de Caballo de Troya…

1.160 páginas que en realidad se me hicieron cortas. Son tantos los hechos, tantas las

sorpresas, tal multitud de acontecimientos los que se narran en dichas páginas, que sin duda

las ansias largamente contenidas han sido saciadas con creces. El libro está a la altura de sus

predecesores, y no cabe duda de que, al menos en lo personal, llenó todas las expectativas.

Como dije, fueron muchos los años de espera, y estas tres semanas largas que estuve

sumergido en la lectura fueron una experiencia sumamente gratificante.

Como siempre he dicho, no suelo desvelar la trama, o dar pistas de ella, en las reseñas

publicadas en mi blog. Y esta vez no será la excepción. Además, aunque hiciera un completo

resumen, igualmente me quedaría corto. Son tantos los hechos narrados, que apenas podría

enumerar unos cuantos. Así que me limito a alentar a los lectores de esta fabulosa saga a que

apuren los tomos que les faltan y se acerquen a la inolvidable aventura que es Caná. E

igualmente invito a aquellos nuevos lectores que no conocen la obra del español a que le den

una oportunidad y se adentren en las páginas de Caballo de Troya 1: Jerusalén, el primer libro

de la saga.

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Y es que más allá del fondo, la forma es sumamente interesante. Benítez sabe manejar la

narrativa de manera asombrosa. Además de la multitud de detalles técnicos, científicos,

médicos, históricos y demás, que le dan un realismo sin igual a la historia, el escritor nacido en

Pamplona sabe poner con maestría notas de suspense aquí y allá, alentando al lector a seguir

adelante… Quien conozca la obra, sabrá a qué me refiero…

Como final de la saga, repito, es completamente digno. En los últimos días la lectura del libro

se aceleró y las páginas pasaban con mayor rapidez, ansioso por ver, de una vez por todas, el

esperado colofón. Hubo un día, incluso, en el que leí un total de doscientas páginas…

Ayer, como dije en un comienzo, me dispuse a leer las últimas 160 páginas… Antes de las dos

de la tarde ya había leído un centenar, momento en el cual hice un alto para bañarme y

almorzar. El resto las leí más lentamente, degustando cada pasaje, recreándome en cada

instante, y recordando por momentos todo lo vivido con anterioridad… Y es que como si el

momento no fuera especialmente emotivo, el libro cuenta con un detalle inusual y enigmático:

las últimas cuarenta páginas están selladas. Sí, selladas. Una página doble envuelve dicho

tramo final, por lo que es necesario cortar o rasgar el sello para descubrir su contenido. Mi

ejemplar, por supuesto, al ser prestado, ya tenía abierto el sello, no obstante lo cual no dejaba

de encerrar un particular misterio para este servidor. No fueron pocas las veces en las que, al

consultar el mapa que se encuentra justamente al final de esas páginas, hube de tener el

mayor de los cuidados para no ver por equivocación alguna palabra o frase. Además, una nota

ubicada al comienzo del sobre sellado lo dejaba claro: “Se recomienda no abrir estas páginas

anticipadamente”.

Un libro, el final de una saga, ¡con sus últimas cuarenta páginas selladas!

Eso, como imaginarán, incrementaba las ganas de llegar al desenlace…

Así las cosas, fueron varias las oportunidades en las que me detuve para meditar y vivir paso a

paso tan anhelado instante. Me detuve una vez sobrepasado el sello, en el cual se encuentra

uno de los pasajes más sorprendentes de la historia. Me detuve a veinte páginas del final, y

nuevamente a diez páginas del desenlace…

El momento se acercaba, faltaba una decena de páginas, y aún así no todo estaba dicho. Aún

aguardaban sorpresas. Cualquier cosa podía suceder… Era, como dije, un instante

profundamente significativo para quien esto escribe. Era el final, el cierre de un círculo abierto

hace más de once años. Es difícil de explicar, aunque sé que aquellos que llevan esta pasión en

su corazón lo entienden perfectamente…

Eran casi las seis de la tarde. Mi mamá, que hasta hace un rato trajinaba en la cocina, había

salido hacía varios minutos, y la casa y los alrededores se tiñeron de un inusitado silencio. Seis,

cinco, cuatro páginas, y yo, con el corazón en un puño, leía las líneas largo tiempo esperadas…

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Tres, dos páginas… Y de repente se escuchó, ligero y musical, el trino de un ave posada en

algún punto cercano a mi habitación…

Llegué a la última página y, mágicamente, las campanas de la iglesia comenzaron a repicar,

llamando a los feligreses a la misa de seis de la tarde. Aunque, por supuesto, para mí su sonido

encerró un doble significado… Y a medida que leía aquellas líneas, las últimas, no pude evitar

que mis ojos se vieran embargados de lágrimas. No solo por el momento que para mí

representaba la lectura de las mismas, sino por lo que precisamente estaba leyendo en esos

momentos…

Aun así, las lágrimas se quedaron allí suspendidas, tímidas… Fue solo cuando leí las palabras

finales, las que ponían punto y final a nueve libros y más de cinco mil páginas, pero sobre todo

a una historia mágica, maravillosa e inolvidable, que una sola se escapó, fugaz, y rodó por mi

mejilla liberando la emoción que me embargaba, y la nostalgia que desde ese momento ya

comenzaba a sentir…

No puedo evitar sentir cierto vacío. El final fue sorprendente, más de lo que esperaba, lo que

solo me provoca un sentimiento de nostalgia por todo lo vivido y sentido mientras estuve

sumergido en tamaña aventura…

Aún ahora mi mente sigue… “trastornada”, por decirlo de alguna manera. Hay lecturas

pendientes, como siempre, pero no me siento capaz de concentrarme en ellas… Una gran

parte de mí todavía permanece en otro lugar…

En otro tiempo…

“Vivir es despertar, regresar, llorar, soñar, ver y no ver, querer y no poder, caer, alzarse, saber e

ignorar, despertar en la oscuridad, hablar sin palabras, no destacar, aborrecer, amar y dejar de

amar, ser amado y dejar escapar, ver morir y saber que vas a morir, trabajar sin saber por qué

ni para qué, entregarte, acariciar lo más pequeño, no esperar nada a cambio, sonreír ante la

adversidad, dejar que la belleza te abrace, oír y volver a oír, contradecirse, esperar como si

fuera la primera vez, enredarse en lo que no quieres, desear por encima de todo, confiar,

rebelarse contra todos y contra sí mismo, dejar hacer y, sobre todo, mirar al cielo…”

“Vivir es experimentar la limitación porque mañana serás ilimitado…”