callate y baila conmigo

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1 ¡Cállate y Baila Conmigo! ¡Cállate y Baila Conmigo!

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¡Cállate y Baila Conmigo!

¡Cállate y Baila Conmigo!

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Índice

Sinopsis ................................................................................................................................................ 3

Prologo ................................................................................................................................................. 4

Manual para aprender a bailar mejor.................................................................................................. 5

Consejo Nº1: Relájate, solo déjate llevar por la música. ..................................................................... 5

Consejo Nº2: Disfruta cada momento al máximo ............................................................................. 10

Consejo Nº3: No le des demasiada importancia al qué dirán. .......................................................... 16

Consejo Nº4: Haz ejercicios de estiramiento todos los días. ............................................................. 22

Consejo Nº5: Observa a bailarines destacados de diferentes estilos de bailes. ............................... 27

Consejo Nº6: No te juzgues ni te compares con otras personas. ...................................................... 33

Consejo Nº7: Respeta tu cuerpo en todo momento ......................................................................... 39

Consejo Nº8: No te dejes agobiar por las dificultades y retos .......................................................... 44

Consejo Nº9: Enfócate en tu desarrollo a nivel interior .................................................................... 50

Consejo Nº10: Trabaja con tu cuerpo, no en contra de tu cuerpo. ................................................... 54

Consejo Nº11: Reduce el estrés en tu vida ........................................................................................ 61

Consejo Nº12: Saborea cada minuto, cada movimiento y cada paso. .............................................. 65

Consejo Nº13: Elimina los pensamientos negativos .......................................................................... 70

Consejo Nº14: No pienses en el próximo movimiento ni en el movimiento pasado. ....................... 73

Consejo Nº15: Intenta bailar con alguien con quien te sientas a gusto. ........................................... 80

Consejo Nº16:Siempre acepta cuando alguien te pida bailar. Sobre todo si es la persona correcta.84

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Sinopsis

Bailar.

Esa era la palabra clave. Parecía sencillo. Yo podía hacerlo. Solo que estaba bastante segura

de que tenía dos pies izquierdos y si intentaba bailar con alguien probablemente lo pisaría sin

piedad hasta la muerte.

Pero era la única opción que tenia para que mi amor platónico de toda la vida se fijara en mi.

Tenia que hacer algo.

Así que hice lo único que se me ocurrió.

Le pedí a alguien que me enseñara a bailar.

Pero no había considerado que mi profesor de danza se metería bajo mi piel y me haría

comenzar a olvidar porque estaba haciendo todo eso en primer lugar.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Me gustas Fernanda, eres muy linda y simpática.

¡Él cree que soy linda! ¡Creo que voy a tener que pellizcarme!

— Pero ya sabes, las personas me reconocen en el colegio, tengo que salir con alguien que

haga lo mismo que yo. Tal vez si supieras bailar, podríamos salir algún día.

Estaba bastante segura de que estaba teniendo un ataque al corazón. Si hubiera sido

cualquier otra persona, lo habría mandado a volar de inmediato, pero estamos hablando de

Marco Astorga aquí, mejor conocido como: Mi Amor Platónico Nº1. Incluso estaba más

arriba en mi lista que Ian Sumerland y Colton Haynes.

(Si no conoces a Colton Haynes, has perdido la mitad de tu vida, en serio. El es súper

guapísimo)

Pero no nos desviemos del tema principal. Hace solo un par de semanas que habíamos

comenzado a hablar. Soy tímida de nacimiento y me cuesta un poco hablar con personas que

no conozco, pero Marco se cambió de casa hace poco y tuve muchísima suerte de que esta

estuviera de camino a la mía.

Casi me desmayo la primera vez que lo vi caminando junto a mí de camino a casa. Comenzó

a hablar conmigo, de nada importante en un principio, pero después de unos días el incluso

hizo bromas y rió conmigo. Me sentí radiantemente feliz, el sol era más cálido y brillante, los

pajaritos cantaban más alto, incluso las clases fueron mucho más interesantes. Podía hacer

que el saliera conmigo y quitarlo de mi lista de amores platónicos.

Bailar.

Esa era la palabra clave. Parecía sencillo. Yo podía hacerlo. Solo que estaba bastante segura

de que tenía dos pies izquierdos y si intentaba bailar con alguien probablemente lo pisaría

sin piedad hasta la muerte.

Así que hice lo único que se me ocurrió.

Le pedí a alguien que me enseñara a bailar.

Podrías pensar que eso era algo sencillo, pero jamás pensé que esto se volvería en mi contra.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Manual para aprender a bailar mejor

Consejo Nº1:

Relájate, solo déjate llevar por la música.

Vero: ¡No puedo creer que lo hiciste! ¿Qué te respondió?

Feña: XD

Vero: ¡¡¡DIMELO!!!¡¡¡ ESTOY MURIENDO AQUÍ!!!

Feña: :P

Vero: >o< la curiosidad me está MATANDO!!! >o<

Me reí de su respuesta y comencé a tipiar rápidamente en mi celular:

Feña: dijo que podíamos juntarnos después de clases

Vero: No puedo creer que le pidieras al chico nuevo que te enseñara a bailar. Y que aceptara.

Feña: yo tampoco, pero…

Mi celular fue arrancando de mis manos y me di la vuelta para ver a papá dejándolo en el

cesto del pan junto con el de Miguel.

—Nada de teléfonos en la mesa — Señaló sentándose en su lado y poniendo una mano en la

silla de Miguel quien se estaba balanceando en ella — Conocen las reglas.

Sip, las conocía. Pero no podía evitar perderme en mi celular cada vez que me ponía a hablar

por Whatapp con Verónica, era como si todo lo demás desapareciera. La casa se podría estar

quemando y yo no me daría cuenta.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

—Entonces, Miguel ¿Cómo te fue en tu examen de matemáticas?

Mi papá siguió comiendo de su plato de espaguetis ajeno a la mirada de terror que se

apoderó de Miguel —Más o menos, pero papá, todavía no entiendo como dejaste que un

desconocido vaya a enseñarle a bailar a Fernanda.

Rodé los ojos ante la respuesta de Miguel. El siempre hacia lo mismo. Cada vez que no

quería responder algo, decía algo sobre mí y entonces papá se olvidaba completamente de

que está hablando con él en primer lugar.

—Son solo clases de baile y además, pensé que era tu amigo, ¿No ha estado aquí como tres

veces para hacer trabajos contigo?

—Eso no significa que seamos amigos — Refunfuñó Miguel echándole un vistazo a su celular

que estaba vibrando en la cesta del pan en el mueble de la cocina — Además, escuché que le

gustan los chicos.

Mi papá sonrió —Mucho mejor, así no tengo que preocuparme.

Lo fulminé con la mirada y él me dio una mirada de disculpa — No me importa si le gustan

los chicos o las chicas. Es un excelente bailarín y eso es todo lo que importa — Me enderecé

y le estreché mis ojos a Miguel — Y tu no deberías creer en todo lo que escuchas.

Hizo una mueca de, como sea y comenzó a llenar su boca de espagueti. En realidad, yo

también había oído eso, pero era un país libre y a él podrían gustarles los calamares gigantes

y no tendría porque importarle a nadie, además no es como si quisiera ir a besuquearme con

el después de clases, solo quería que me enseñara a bailar y él fue bastante agradable en

aceptar ayudarme.

Primero había pensado en el grupo de baile del colegio, pero rápidamente lo rechacé porque

ellos llevaban mucho tiempo juntos y eran simplemente maravillosos, sin mencionar que

Marco — conocido también como Amor Platónico Nº1 o APN1 para abreviarlo— Siempre

estaba allí y no quería que el viera mi fallido intento de aprender a bailar.

Te preguntaras porque no le pedí a alguna chica que me enseñara, pero la respuesta es fácil.

Las chicas de mi colegio no son exactamente amistosas conmigo, de hecho son todo lo

contrario. Creo que la cuestión radica en que somos de dos mundos totalmente diferentes.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Ellas son todo maquillaje y ropa reveladora para que todos a su alrededor se les queden

mirando, mientras que yo me preocupo mas por sacar buenas notas y leer el máximo posible

de libros paranormales como pueda. Así que, en conclusión, las chicas no eran una opción

viable.

Estaba comenzando a ponerme frenética cuando recordé al amigo, o bien, no amigo de

Miguel que había venido a casa un par de veces para terminar un trabajo. Se había mudado

a este pueblo alejado de Dios hace solo unos meses cuando comenzaron las clases y en mi

súper intento de ver la mayor cantidad de veces posibles a Marco, me di cuenta de que se

había incorporado al grupo de baile y era bastante bueno en eso.

Ni siquiera lo pensé y creo que esa fue la clave porque no había duda en mi mente de que si

hubiera meditado sobre esto un poco más, jamás de los jamases me habría atrevido a

acercarme a él. No le dije a nadie lo que tenía planeado hacer, ni siquiera a Verónica porque

se había escapado con su novio, a no sé dónde y no habían ido a clases. Así que solo me

armé de valor y esperé a que Alex estuviera solo.

— Hola — Le dije en cuanto estuve lo suficientemente cerca. Me paré frente a él esperando

que mis piernas no me traicionaran y me cayera — No sé si te acuerdas de mí, soy la

hermana de Miguel y necesito pedirte algo.

Estaba sorprendido de que esta chica me hablara, solo la había visto un par de veces pero

me había dado cuenta de que era un poco tímida, las veces que había ido a su casa ella solo

me había saludado con un simple hola sin hacer contacto visual y luego se había escabullido

a su habitación.

Me preguntaba que quería pedirme. Estreché mis ojos hacia ella y simplemente asentí.

— Yo, um… sé que estas en el grupo de baile y me estaba preguntando si podrías… darme

algunas clases de baile.

¿Clases? ¿Ella de verdad dijo eso? Tal vez escuché mal.

— Disculpa, ¿Dijiste clases?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Si, yo… te pagaré, claro. No es como si fuera a ser gratis ni nada de eso.

Bueno, necesitaba el dinero. Aunque esto era un tanto extraño. Si quería aprender a bailar

¿Porque no solo se había unido al grupo de baile y ya?

— Está bien — Dije al fin — ¿Cuándo quieres hacerlo?

Su rostro se iluminó con una sonrisa.

— Podemos juntarnos después de clases si estas libre.

— Eso está bien.

— Bien, entonces… am, nos vemos el lunes después de clases.

Asentí — De acuerdo.

La vi casi correr hacia las salas con su cabello largo balanceándose y no pude evitar sonreír.

Esto era probablemente lo más loco que me había pasado desde que llegué. Bueno, más o

menos. Otra cosa que no me solía pasar en mi antiguo colegio era que las chicas que iban a

ver nuestras presentaciones me pidieran mi nombre para agregarme a facebook. Creo que

jamás había tenido tantos amigos en facebook.

Hoy era viernes, pero tenía que cuidar de mis hermanos más pequeños mientras que mi

mamá cubría su turno en el hospital y papá salía a su habitual cena de negocios. Somos 5

hermanos en total, tengo dos hermanos mayores y dos menores. Soy el hermano del medio.

Me llevo bien la mayoría del tiempo con todos, pero por lo general mis hermanos no se

llevan bien entre sí.

Jorge y Manuel, mis hermanos mayores están en la universidad, pero aun viven en casa.

Ellos normalmente salen los viernes hasta tarde, por lo que eso me deja siendo el único

hermano mayor para cuidar a Tomas y Pablo. Pero en realidad no me molestaba, no es como

si tuviera algo más que hacer, probablemente solo me hubiera quedado jugando en el

computador como siempre.

Cuando llegué a mi casa, dejé mi mochila en el sofá y me dirigí a la cocina para comer algo.

Tomi estaba sentado allí en uno de los bancos de la mesa de la cocina devorando un tazón

de leche con cereales con una cuchara demasiado grande para su boca.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Hola Tomi ¿Dónde está Pablo?

Tomi tenía los ojos pegados en la pequeña televisión en el mueble de la cocina y ni siquiera

me vió cuando respondió.

— Está jugando PlayStation arriba.

Tomi, con solo 7 años era el más pequeño de todos y siempre estaba peleando con Pablo, así

que imaginé que esto eral lo mejor.

— Bien, ¿Ya almorzaste?

— Sip, mamá me dio de comer antes de irse y dijo que te dijera que tu comida esta en el

microondas.

Desordené su cabello con mi mano haciendo que alzara sus pequeñas manos para intentar

pegarme.

Una vez que terminé de comer dejé a los chicos sentados en el sillón de la sala viendo una

película mientras que yo terminaba una tarea de inglés en el computador. Me gustaba que

hubiera un poco de tranquilidad de vez en cuando, casi nunca era así, sobre todo cuando

mamá estaba en casa. Todos gritaban y se peleaban para conseguir un poco de su atención.

De papá también, solo que él no tenía tanta paciencia como mamá y siempre terminaba

encerrándose en su oficina.

El sábado en la tarde no hubo ensayo del grupo de baile, así que aproveché de terminar

unos trabajos que tenía pendiente y le ayudé a Tomas con su tarea mientras que Pablo

peleaba con Manuel por el control de la televisión. Normalmente me interpondría entre

ellos para que dejaran de pelear, pero mi papá llegó justo en ese momento de lavar el auto,

le quitó el control a Manuel y puso una especie de película del medio oeste antiguo.

Y la pelea acabó.

Para el lunes después de clases le pedí las llaves de una sala al director para las clases con

Fernanda y él me las prestó con mucho gusto. No le dije que era para dar clases, solo le

conté que necesitaba una sala para ensayar y él me palmeó la espalda tan fuerte que casi me

bota. Después de todo, nuestras presentaciones en los concursos le hacían muy bien al

colegio y seguro como el infierno que a él le gusta tener los trofeos que los chicos han

ganado en competencias anteriores en las que yo no he participado.

Esperé a Fernanda fuera de su sala y ella se sorprendió cuando me vió — ¿Lista?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº2:

Disfruta cada momento al máximo

Estaba segura de que estaba de todo menos lista. Forcé una sonrisa y lo seguí hasta la sala al

final del pasillo. Por unos momentos pensé que se le había olvidado o que tal vez solo tenía

cosas mucho más importantes que hacer que tener que darle clases de baile a una chica

descoordinada como yo y esa fue la única razón de que no me comiera todas las uñas de mis

manos por los nervios esta mañana.

Alex abrió la puerta con una llave y me hizo entrar primero. Jamás había entrado a esta sala

y ahora sabía el porqué. Era una especie de sala de danza, del tipo que había visto un

montón de veces en las películas cuando ensayaban ballet. A un lado de la sala había

grandes espejos en las paredes y vi mi rostro asustado devolverme la mirada. Miré de un

lado a otro y mi respiración se comenzó a agitar haciendo que mi pecho se elevara

rápidamente.

— ¿Estas bien? — Sentí las manos de Alex posándose en mis hombros, pero no pude mirarlo

a los ojos.

Mi voz salió en jadeos cortos — No lo sé, ¿Puede ser que sea claustrofóbica?

— ¿Tienes claustrofobia?

— ¡No lo sé! — Intenté explicar cómo me sentía a través de la opresión en mi pecho — Pero

siento como si las paredes se cerraran a mí alrededor.

— Está bien, solo haz lo yo hago — Me instó a mirar su rostro mientras inhalaba

profundamente y luego exhalaba lentamente. Hice lo mejor que pude para imitarlo y pronto

comencé a sentirme mucho mejor.

Alex suspiró de alivio y me sonrió — Me asustaste por un minuto ¿Nunca te había pasado

antes?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— No, pero mi hermano suele tener pequeños episodios de claustrofobia a veces así que

estoy un poco familiarizada. Jamás creí que yo también podría sufrir de lo mismo.

Alex se encogió de hombros — No lo sabes hasta que te sucede.

Se dirigió hasta las ventanas y las abrió lo mas que pudo — Tal vez esto ayudé.

Luego fue hasta donde se encontraban unos parlantes y puso una suave música desde su

ipod. La música viajó desde los parlantes a mi alocado corazón haciendo que recuperara su

ritmo normal.

— Cuando era más pequeño mis padres nos llevaron a mis hermanos y a mí a comer a un

restaurant muy exclusivo – Empezó a decir mientras acomodaba algunas cosas sobre los

parlantes — Se suponía que íbamos a celebrar el nuevo trabajo de mi papá, pero 20 minutos

después terminé en la sala de urgencias porque era alérgico a los mariscos y nadie lo sabia

hasta ese momento.

Lo miré con asombro, sabiendo que yo no podría contarle algo tan íntimo a alguien que

apenas acababa de conocer. Su historia me hizo sentir más en confianza y me di cuenta de

que él intentaba hacerme sentir más cómoda para que no volviera a sentirme mal.

— Tus padres debieron estar muy preocupados por ti.

— Lo estaban, pero sobre todo se sintieron culpables por no saber antes que era alérgico y

llevarme a ese lugar — Se encogió de hombros y luego se aflojó la corbata del colegio

sacándosela por encima de su cabeza — Pero no fue culpa de nadie, ellos no tenían como

saberlo y además no me pasó nada grave porque no alcancé a comer tanto. ¿A tu hermano

suele darle frecuentemente lo de la claustrofobia?

— No mucho, solo cuando se pone demasiado nervioso.

Se dio la vuelta y vi su rostro por el espejo cuando habló — ¿Estas segura de que estas bien?

Tal vez podamos dejarlo para mañana.

No, lo último que necesitaba era posponerlo para otro día. No quería tener que seguir

pensando en esto. No cuando mis nervios seguramente no me dejarían dormir esta noche.

Necesitaba hacerlo ahora. Solo cortar con esto antes de que tuviera un nuevo ataque de

ansiedad.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Tragué saliva y me obligué a asentir con la cabeza.

— Estoy bien, no necesitamos posponerlo.

— De acuerdo — Se dio la vuelta para caminar por mi lado hasta su ipod y presionar unos

botones. La suave música cambió a una totalmente rítmica y me congelé en el lugar — Pero

primero tenemos que calentar un poco, los músculos y articulaciones necesitan preparación

para empezar a moverse con fluidez. Si no preparas tu cuerpo para bailar, no tendrás a tu

disposición toda la capacidad de tu cuerpo y corres riesgos de lastimarte. Vamos a hacerlo

20 minutos y luego vamos a comenzar con las clases.

Solo lo miré mientras él se daba la vuelta mirándome de arriba abajo pensativamente.

— No puedes hacerlo con eso — Miré hacia abajo a mi falda plisada cuadrillé que debía usar

para el colegio y me reí nerviosamente por ni siquiera recordar eso.

— Lo siento, olvidé que tenía que cambiarme.

— No te preocupes, puedes usar los camarines que están detrás de esa puerta.

Señaló a un lado de la sala en donde había una gran puerta y cogí mi bolso para luego

dirigirme hacia ella sin mirar hacia atrás. Una vez que entré me senté en las bancas que

estaban dispuestas delante de unos pocos casilleros y me quité la camisa del colegio para

quedarme con la polera que llevaba debajo. Iba a quedarme con las calzas que solía llevar

siempre debajo de la falda, porque era muy cómoda, pero mi vergüenza fue más fuerte así

que solo lo cambié por unos pantalones largos apretados.

Antes de salir inhalé profundamente para tranquilizar mis nervios y cuando al fin sentí que

estaba un poco más en control, abrí la puerta con cuidado y vi a Alex mirarme por el espejo

señalándome con la cabeza para que me pusiera cerca de él.

Comenzó a mover los brazos e inmediatamente comencé a hacer lo mismo que él. Estiró sus

brazos y piernas tomándolas con su otra mano y lo seguí en todo momento, pero una

pequeña parte de mi se preguntaba cuando íbamos a empezar con las verdaderas clases de

baile. Estaba a punto de preguntarle cuando él se giro hacia mí y me quedó mirando.

— Ahora vamos a ver de lo que eres capaz.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Todo mi cuerpo tembló ante sus palabras e hice mi mejor esfuerzo para no mostrar lo

aterrada que estaba. La última vez que intenté bailar, mi hermano terminó con los pies

hinchados después de que yo lo pisara sin piedad durante todo el tiempo que tuvimos que

bailar juntos para la boda del hermano de mi papá.

Alex cambió otra vez la música y me miró por encima de su hombro mientras hablaba.

— Solo sigue mis movimientos lo mejor que puedas.

Asentí y el comenzó a moverse. Yo miraba sus pies mientras se movían profesionalmente

sobre el suelo y por unos segundos me sentí casi hipnotizada por el movimiento. Sus

hombros se movían de un lado al otro junto con sus caderas e intenté imitarlo lo mejor

posible, pero hasta yo me di cuenta de que estaba demasiado rígida y no podía seguir el

ritmo apropiadamente.

Estaba tan concentrada intentando seguirlo que me sobresalté cuando sus manos se

posaron en mis hombros haciendo que levantara mi mirada hasta él.

— Cuenta en tu cabeza y así podrás seguir el ritmo.

Asentí nerviosamente y él cambió una mano de mi hombro a un lado de mi cadera.

— 1, 2, 3 — Comenzó a contar y mi mente intentó hacer lo mismo pero no sirvió de mucho,

estaba igual de tiesa que antes y mis pies no lograban seguir sus pasos. Odiaba ser tan

descoordinada y gemí de frustración.

Alex se rió y se apartó de mí dejando caer sus manos de mi hombro y cadera.

— Lo estas haciendo muy bien — Dijo — Solo es tu primera clase y no debes ser tan dura

contigo misma. Te aseguro que si te esfuerzas y practicamos todos los días después de

clases, dentro de poco vas a estar bailando como una profesional.

Sabía que solo lo estaba diciendo para hacerme sentir mejor, pero aun así dejé que sus

palabras me calmaran y asentí — Gracias por ayudarme, te depositaré el dinero en tu cuenta

al final de la semana.

— Esta bien, pero no te preocupes demasiado por eso.

***

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Estaba sentada en el sillón de la sala comiendo un poco de helado y viendo un capitulo

nuevo de The Vampire Diaries en la televisión cuando sonó el timbre de la puerta. Dejé el

helado en la mesa de centro y me apresuré a abrir la puerta en mis calcetines blancos sin

caerme en el proceso.

En cuanto abrí la puerta Verónica casi se cae encima de mí. Supuse que estaba recostada en

la puerta como siempre hacía, pero no pude evitar soltar una risita cuando la vi.

— Tienes que contarme todo. Ya no puedo soportarlo — Se quejó mientras entraba a la casa

y yo cerraba la puerta detrás de mí.

Verónica era dos años mayor que yo por lo que casi no la veía en el colegio y no había

podido hablar con ella desde hoy en la mañana cuando nos habíamos visto antes de entrar a

clases. Sabía que hoy sería mi primera clase de baile con Alex y no había parado de decirme

que la llamara luego de que terminaran. Había hecho exactamente eso, pero su celular me

envió al buzón de voz cada vez.

— Te llamé y no respondiste — Le dije mientras iba a la cocina por un buen plato de helado

para ella porque le gustaba tanto como a mí. Verónica me siguió e hizo una mueca cuando

hablé.

— Estoy castigada. Hoy el director llamó a mis padres y les dijo que no había ido a clases el

viernes pasado y mi papá me dejó sin celular ni computador.

Le entregué su plato y juntas caminamos hasta la sala dejándonos caer en los sillones, una

frente a la otra.

— Ni siquiera tenía permiso para salir, pero me estaba muriendo por saber de ti, así que le

rogué a mi mamá que me dejara venir a verte sin que mi papá supiera. Estoy rompiendo

todas las reglas para venir a verte. ¡Así que solo escúpelo!

Me reí de su tono urgente y le bajé un poco el volumen a la televisión porque Damon estaba

iniciando una pelea con alguien y estaba haciendo un poco de ruido.

— Estuvo bien hasta que comencé a tener un ataque de claustrofobia.

— ¿Cómo tu hermano? Pero pensé que solo él lo tenía.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Sip, yo también lo pensé, pero ya ves que no. En fin, no es para tanto. Creo que solo

estaba muy nerviosa y eso fue lo que lo causó, pero Alex me ayudó a recuperarme y abrió

todas las ventanas para que no me sintiera tan encerrada.

Los ojos castaños de Verónica se agrandaron y una sonrisa se expandió por toda su cara.

Verónica y yo habíamos sido amigas desde que me vio un día sentada sola en el comedor y

se acercó para comer conmigo. Desde ese día ella me tomo bajo su ala como una gran mamá

gallina y creo que es la única persona con la cual puedo ser yo misma sin avergonzarme.

— El es tan guapo — Comentó — No puedo creer que no le gusten las chicas.

— Sabes que estoy haciendo esto por una sola razón.

Ella suspiró y me dio una mirada cansada — No sé qué ves en ese tipo. Solo es un estúpido

arrogante que piensa que todo el mundo gira a su alrededor.

— Sabes que eso no es cierto — Le fruncí el ceño — Si eso fuera verdad no habría hablado

conmigo todas esas veces que caminamos juntos de camino a casa.

Verónica negó con la cabeza y suspiró profundamente. Habíamos pasado por esta

conversación millones de veces y le había dicho que no importaba lo que dijera porque eso

no me iba a hacer cambiar de opinión.

— Mejor sígueme contando cómo te fue con Alex. ¿Aprendiste algunos pasos?

Hice una mueca y dejé mi tazón vacío en la mesa.

— No creo que haya aprendido mucho, ya sabes que soy muy descoordinada. No sé cómo

Alex no se rió de mí cuando me vió intentando mover mis pies.

Verónica se paró de su sillón dejando su helado junto a mi tazón y se sentó junto a mí para

darme un fuerte abrazo. Ella sabía lo mucho que me costaba hacer cosas nuevas y lo

frustrada que me ponía cuando no podía hacerlo.

— Lo harás bien, solo tienes que confiar un poco más en ti y todo saldrá bien.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº3:

No le des demasiada importancia al qué dirán.

No pude evitar sonreír cuando vi la mirada enfadada en el rostro de Fernanda, ella se

enfurruñaba cuando no podía hacer algún paso bien y yo sentía que estaba siendo

demasiado dura consigo misma, después de todo solo era nuestra tercera clase y estaba

seguro de que ella podría aprender muy rápido y ser realmente buena en esto. Solo

necesitaba sentirlo un poco más y no pensar tanto.

Agarró su largo cabello oscuro con sus manos y expertamente lo unió todo en un solo moño

apretado detrás de su cabeza. Ya estábamos por terminar y no quería que se fuera a casa

sintiéndose mal, así que fui hasta mi mochila y saqué el chocolate que había puesto allí más

temprano.

Se lo tendí a Fernanda y ella me miró con sorpresa.

— No me digas que no te gusta el chocolate porque no conozco a nadie que lo haga – Dije

elevando mis cejas.

Me sonrió y tomó el chocolate de mis manos — Me gusta el chocolate, pero no pensé que

fueras la clase de chico que lo compra.

Me sentí incomodo y rasqué la parte posterior de mi cabeza — Mmm, en realidad me lo

regaló una chica esta mañana.

— Eso debió ser incomodo para ti — Murmuró nerviosamente.

— ¿Por qué? — Pregunté confundido. Era verdad que me había sentido incomodo cuando

esa niña me detuvo hoy en el receso y me regaló el chocolate, pero no entendía porque

Fernanda estaba tan nerviosa sobre eso.

— Ya sabes — Ella retorció un mechón de su cabello que había caído suelto de su moño en

sus dedos y de pronto la comprensión me golpeó.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Oh — Dije — Entonces tú también escuchaste los rumores. Aun no puedo comprender

cómo surgieron.

Miró hacia otro lado avergonzada cuando habló — Algo sobre que fuiste a alguna protesta o

algo así.

Me eche a reír y Fernanda giró su cabeza rápidamente hacía mí con sorpresa.

— ¿Entonces no es cierto? Digo… está bien si lo eres, no importa si…

Estaba nerviosa otra vez así que la detuve — No, no es cierto. Pero no entiendo como los

rumores surgieron de eso. También he protestado por los derechos de los animales, pero

eso no significa que sea un animal.

Ella se rió viéndose aliviada al saber que no había metido la pata con la cosa del chocolate y

me reí junto con ella. Supongo que la mayoría de las personas del colegio pensaban lo

mismo, pero en realidad me importaba un pepino lo que pensaran, mi vida era mi vida y

podía hacer lo que quisiera con ella. Es por eso que había ido a esa protesta antes de que

nos trasladáramos a esta pequeña ciudad, no entendía porque les importaba tanto a las

personas cual era la orientación sexual de las personas, tenía un amigo que lo pasó muy mal

debido a eso y esa fue en parte la razón de porque quise ir.

Después de haber terminado nuestro chocolate, el cual Fernanda compartió conmigo,

salimos juntos del colegio antes de separarnos para ir en direcciones diferentes.

Cuando llegué a mi casa pude sentir el bullicio mucho antes de abrir la puerta. Ya sabía lo

que me iba a encontrar. A los chicos peleando por una tontería. Mi mamá gritando para

detenerlos y la televisión al máximo de su volumen. Después de pasar tanto tiempo en el

colegio realmente necesitaba un poco de silencio y aquí no había forma de que lo hiciera.

Me preguntaba cómo era estar en una casa en donde hubiera un poco de silencio aunque

sea por unos segundos.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

La casa estaba silenciosa como siempre, y me agradaba, siempre lo había hecho, aunque

últimamente había comenzado a apreciar la compañía y el bullicio cuando estaba

practicando con Alex, y me gustaba mucho cuando Vero venia a la casa porque se sentía un

poco más viva con ella aquí. Siempre había pensado en cómo se sentía vivir en una casa con

muchas personas, probablemente no me aburriría nunca.

Estaba terminando un trabajo de investigación el viernes por la noche mientras mi papá

estaba trabajando desde su computador al otro lado de la mesa. La casa estaba silenciosa

como siempre. Papá tenía su propia oficina pero cada vez que yo estaba sentada en la mesa

estudiando o haciendo algo para el colegio, él siempre venia con su propio computador y se

sentaba junto a mí para trabajar. Había sido así desde que tengo memoria y me gustaba

tenerlo a mi lado, así que no decía nada. Miguel estaba encerrado en su habitación como

siempre haciendo no se qué.

Trabajamos en silencio hasta que el timbre de la puerta sonó de repente haciendo que me

sobresaltara. Había estado todo tan silencioso que el fuerte sonido del timbre resonó en

toda la casa. Papá se levantó sacándose sus lentes y pasando una mano por sus ojos. Fue

hasta la puerta sin decir una palabra y de repente oí fuertes abrazos y una voz grave que de

inmediato supe no pertenecía a mi papá. Estaba demasiado curiosa así que cerré mi

computador y fui a ver quién era.

Me detuve en seco cuando vi de quien se trataba y le fruncí el ceño — ¿Qué haces acá?

Alex me sonrió y solo entonces reparé en su ropa. Estaba vestido con jeans azules oscuros y

una chaqueta de cuero negro. Jamás lo había visto con nada más que su uniforme para el

colegio y con ropa deportiva. Realmente se veía muy diferente vestido así, como si fuera una

persona distinta.

— Vamos a salir ¿Tu papá no te lo dijo?

Miré a mi papá y la culpa destelló en su mirada — Lo siento, olvidé decírtelo esta tarde. Alex

me llamó para preguntarme si estaba bien si salían esta noche y le dije que sí.

Lo miré — Le dijiste que si y ¿Ni siquiera se te ocurrió pensar que tal vez yo no quería ir?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Sabía que estaba actuando como una niña pequeña pero no pude evitarlo. Mi papá sabía

que yo no era de salir y era justamente porque no sabía bailar. Sabía que en algún momento

de la noche alguien se atrevería a pedirme bailar y no quería quedar como una tonta por no

aceptar.

— Es parte de las clases — Alex había estado tan silencioso que hasta había olvidado que

estaba aquí. De repente fui consciente de que escuchó lo infantil que soné cuando hablé con

mi papá y mis mejillas se pusieron calientes al pensarlo — Por eso tu papá aceptó, le dije que

era muy importante y que no puedes simplemente decir que no.

Cerré los ojos frustrada con la situación. Mi papá me animó.

— Feña, tienes que ir, es lo que todas las adolescentes hacen. Además le dije a Alex que te

trajera temprano, si te sientes mal te va a traer de inmediato o puedes llamarme y yo puedo

ir a buscarte.

Él no me estaría animando si supiera que a Alex en realidad le gustaban las chicas, pero no le

dije nada porque tenía razón, esto era lo que todas las adolescentes hacían y si quería que

Marco me viera como algo más que una simple chica con la que hablaba a veces, tenía que

salir de mi caparazón y hacer cosas que no me habría atrevido a hacer antes por timidez. Ya

había dado el primer paso intentando aprender a bailar y si quería que esto realmente

funcionara tenía que salir hoy.

Asentí y mi papá me dio un beso en la frente antes de salir de la sala.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Alex se pasó una mano por su nuca — Sabia que probablemente me dirías que no y creo que

esto sería bueno para ti.

No quería estar enojada con él así que me fui a cambiar por algo más apropiado. Me puse un

vestido purpura apretado que me había regalado Verónica para mi cumpleaños y una

chaqueta negra encima por si hacia frio. Fui por lo fácil y solo enrollé mi cabello en una alta

cola de caballo. No sabía cómo usar zapatos con tacones y tampoco los tenía por la misma

razón, así que solo me puse unas sandalias con plataforma baja.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Alex me guió hasta su auto y me subí sintiendo mi antigua determinación disminuir. Estaba

tan nerviosa que comencé a morder la uña de mi dedo índice y no me di cuenta de que lo

estaba haciendo hasta que Alex lo quitó con cuidado de mi boca y me sonrió.

— No va a ser tan malo. Lo prometo, y si quieres irte solo tienes que decírmelo ¿De

acuerdo?

Asentí y el siguió manejando. ¿Por qué no podía ser segura como las otras chicas? ¿Por qué

diablos no podía ser una adolescente normal?

Llegamos a un lugar llamado tecnobar, cuyo letrero estaba iluminado por luces

fosforescentes. Si antes estaba nerviosa ahora probablemente estaba aterrada. Alex apagó

el motor y de inmediato estuvo a mi lado abriendo la puerta para mí. Dejé que su mano me

ayudara a salir e intenté tranquilizarme. Esto no era nada de otro mundo. No es como si me

fuera a morir a algo así. Podía hacer esto. Pero mi corazón no estaba escuchando y seguía

latiendo como loco.

Cuando por fin entramos, me di cuenta de que había solo adolescentes. Probablemente

había sido por eso que no nos pidieron identificación cuando entramos. Ni siquiera había

pensado en que éramos menores de edad y que en cualquier lugar no nos habrían dejado

entrar por ser demasiados jóvenes. Yo solo tenía 15 y aunque Alex tenía 17 años igual que

mi hermano aun así era demasiado joven para algún bar. Estaba demasiado nerviosa como

para pensar en nada más que no tuviera que ver conmigo intentando bailar entre extraños.

Había poca luz y la pista de baile solo estaba iluminada por un millón de luces de diferentes

colores haciendo que fuera difícil distinguir a alguien. Realmente esperé que no hubiera

nadie que pudiera reconocerme.

Alex me llevó hasta el bar y pidió unas bebidas. Sentía mi boca demasiado seca así que

cuando mi bebida llegó a mis manos no perdí más tiempo y me la tomé de un solo trago. Las

burbujas quemaron mi garganta y casi me ahogué.

Alex me dio una mirada divertida y sin decir nada quitó el vaso de mi mano para luego tirar

de mi arrastrándome hacia donde todos estaban bailando y retorciéndose juntos.

Miré hacia todos lados y supe que no podía hacerlo, no con tantas personas a mí alrededor.

Mi corazón se aceleró nuevamente y a pesar de toda la bebida que tomé, mi boca se sintió

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¡Cállate y Baila Conmigo!

inmediatamente seca. Quise retroceder y escapar, pero Alex se acercó aun más a mí y me

envolvió con sus brazos haciendo que me fuera imposible hacerlo.

— Esta es la regla número 3 del baile. No le des importancia al qué dirán los demás.

Suspiré profundamente y acerqué mis labios a su oído para que pudiera escucharme sobre la

estridente música.

— ¿Cuál es la primera?

Él se alejó un poco para mirarme a los ojos con una sonrisa tranquilizadora — Solo debes

relajarte — Deslizó sus manos en mis caderas y me instó a moverme — Cierra tus ojos y no

pienses en nada, déjate llevar por la música.

Se separó de mi, así que seguí sus palabras y cerré mis ojos, escuché el ritmo de la música y

casi sin pensarlo mi cuerpo comenzó a moverse solo. Alex tenía razón, solo tenía que

relajarme y dejarme llevar. Me sentí libre y ni siquiera me acordé de que había un montón

de personas a mí alrededor.

Tal vez realmente podía hacer esto. Por primera vez después de que le había pedido a Alex

que me ayudara, me sentía… bien.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº4:

Haz ejercicios de estiramiento todos los días.

Me desperté mucho más temprano que de costumbre. Estaba acostumbrado a dormir hasta

tarde los sábados pero esta mañana tenía algo importante que hacer y necesitaba

levantarme temprano. Todos estaban durmiendo, incluso mis padres. Ayer había sido noche

de comida en familia y habíamos salido a cenar fuera. Todo había resultado como siempre,

con mis hermanos peleando y haciendo un alboroto en el restaurant. Nos habíamos ido a

casa temprano, pero había sentido a mis padres discutir e irse a dormir después de la

medianoche.

Solo eran las 7 de la mañana y ya me había duchado, afeitado y puesto mi buzo favorito.

Bajé lo más despacio que pude las escaleras y me escabullí por la puerta de salida. No quería

despertar a todo el vecindario por lo que no tomé el auto de papá y solo me fui caminando.

Cuando llegué a la casa, fue obvio que todos estaban durmiendo también. Caminé despacio

por entre las plantas y llegué hasta su ventana. Intenté mirar dentro para ver si no me había

equivocado de ventana, pero todo estaba demasiado oscuro como para saberlo.

Saqué el celular de mi bolsillo y le mandé un mensaje.

Vi la luz parpadear desde su teléfono por la ventana y ella se quejó en voz alta. Tuve que

tapar mi boca con mi mano para no reírme. Escuché pasos y la puerta cerrándose, así que de

inmediato caminé hasta la puerta de entrada en el momento exacto en que ésta se abrió.

Fernanda estaba allí con una bata color lila sobre su cuerpo, su cabello en una larga trenza

sobre ella y sus ojos estrechados como si no pudiera abrirlos del todo.

— Dime que esto es una broma.

Intenté no reírme y hablar seriamente, así que aclaré mi garganta — Debes hacer

estiramientos todos los días para que tengas más flexibilidad y hay que hacerlo por la

mañana para que puedas…

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Espera — Puso una mano delante de mi boca y solamente me quedé mirándola — Si me

lo dices ahora lo voy a olvidar, estoy más dormida que despierta. Voy a ir a vestirme y luego

me lo explicas.

Asentí y ella me agarró la mano lanzándome dentro. Me dijo que podía sacar lo que quisiera

del refrigerador y luego subió lentamente las escaleras.

Su casa era muy espaciosa y acogedora. Supongo que mi casa era casi del mismo tamaño,

pero no podías decirlo por la forma en la que todos los juguetes de Tomi estaban esparcidos

por el suelo y porque cada vez que todas las personas de mi casa se encontraban en la sala al

mismo tiempo se sentía como si fuera como una caja de fósforos.

Me senté y no pude evitar notar un libro bastante grande en la mesa de centro. Me incliné y

lo tomé, pasé la mano por la tapa en la que había una chica rubia de ojos azules. The

Vampire Diaries, ¿Esa no era una serie de televisión o algo así? No sabía que también estaba

el libro.

Solo había estado esperando por unos minutos cuando vi a Fernanda bajando rápidamente

las escaleras vestida con un buzo color morado oscuro. También había sido el color del

vestido que usó el miércoles pasado cuando salimos a bailar. Estaba empezando a notar que

no había sido al azar.

— Bien, estoy lista ¿Qué decías de los estiramientos?

Me paré del sillón e hice todo lo posible para que no notara que había estado viendo su

libro.

— Que ya que el fin de semana no tenemos clases, deberíamos salir por la mañana para

hacer algunos estiramientos y que así logres ser más flexible. Sé que es un poco temprano,

pero mientras antes lo hagamos antes podrás hacer toda tu rutina de los sábados.

Ella parpadeó hacia mí como si intentara poner todas mis palabras juntas en su cerebro

todavía dormido.

— ¿Mañana también?

— Si, si estas de acuerdo.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Asintió y luego fue hasta donde supuse estaba la cocina y volvió con una leche en caja, la

batió un poco y después se la tomó. Una vez que hubo terminado la miré con una ceja

alzada.

— ¿Qué? — Preguntó — No puedo hacer nada sin antes tomar una leche.

Solo le sonreí y salí fuera con ella saliendo tras de mí. Caminamos hasta que estuvimos en la

acera y me volví hasta ella.

— Bien, primero vamos a hacer algunos estiramientos, trotaremos un rato y después

volveremos y haremos más estiramientos, ¿De acuerdo?

Se encogió de hombros como si no importara y comencé a flexionar los brazos, ella siguió

mis movimientos y pronto nos encontramos trotando hasta el parque y devuelta. Estábamos

parados cerca de su casa tomando un poco de agua cuando no pude evitar preguntar algo

que había estado dando vueltas en mi mente desde hace unos días.

— ¿Por qué me pediste que te enseñara a bailar?

Me miró y sé que reflexionó entre decirme alguna mentira o contarme la verdad.

Finalmente suspiró y me pasó la botella.

— Creo que ya sabes eso. Obviamente soy terriblemente descoordinada.

Ladeé mi cabeza para mirarla. Parecía lógico lo que me estaba diciendo pero por alguna

razón sentía que había algo más.

— Si querías aprender a bailar – Dije — ¿Porque no solo te uniste a las clases de baile del

colegio?

Apretó un poco más su moño con sus manos y se paró más cerca de mí.

— No sé porque te estoy diciendo esto, pero…— Inhaló profundamente y luego habló

rápidamente como si se fuera a arrepentir si lo hiciera lentamente — Me gusta alguien del

colegio, está en las clases de baile. Me habría inscrito también pero no quería que él viera mi

pobre intento de aprender a bailar.

Junté mis cejas pensando en lo que me había dicho — ¿Es Marco?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Sabía que a casi todas las chicas del colegio les gustaba él. También supe desde el principio

que era una especie de idiota, pero no iba a decirle eso a Fernanda. Si a ella le gustaba,

entonces no había nada que yo pudiera decirle que la hiciera cambiar de opinión.

Sus ojos se ampliaron con sorpresa — ¿Cómo lo supiste? — Sacudió su cabeza y luego

continuó — De todas formas, hemos hablado algunas veces y me dio a entender que saldría

conmigo si yo estuviera en la misma página que él.

Comprobado. Él era realmente un idiota.

— Así que – Dudé — ¿Estas aprendiendo a bailar porque él te dijo que solo saldría contigo si

pudieras bailar como él?

Hizo una mueca y luego se encogió de hombros — Más o menos.

No sabía qué hacer con toda esta información así que solo me quedé en silencio mientras

terminábamos de elongar.

El domingo llegó y salí nuevamente con Alex en la mañana a realizar nuestra rutina de

estiramiento. Era muy temprano, pero dormí lo necesario como para despertar lo

suficientemente descansada en la mañana. A pesar de haberme levantado temprano cada

mañana esta última semana no me sentía para nada cansada, de hecho me sentía todo lo

contrario, con energía y con ganas de hacer más cosas.

Terminamos algo así como a las 9:30 am y volví a mi casa para ducharme y cambiarme de

ropa. Jamás fui una chica de buzos deportivos, pero estaba empezando a darme cuenta de lo

bien que se sentía usarlos. Me cambie a unos limpios y una camiseta holgada blanca, la cual

había sido de color rosa hace algunos meses atrás. Jamás volveré a comprar en esa tienda

otra vez.

Desayuné con papá y Miguel nuevamente, porque una caja de leche no era suficiente para

hacerme funcionar por el resto del día. Comí un poco de fruta y tosté pan para mi hermano

ya que aparentemente el no podía hacerlo.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me senté junto a Miguel en la mesa de la cocina y distraídamente mordisqueé un pedazo de

durazno. No había visto a Marco desde hace más de una semana cuando comencé con las

clases con Alex. Ya no me iba a casa a la misma hora que antes por lo que no me había

encontrado con él. Tenía ganas de verlo así que pensé que tal vez el lunes podría pedirle a

Alex que no hiciéramos la clase solo por ese día. Podría decirle que tenía que estudiar para

algún examen o algo parecido. Estaba segura de que no le molestaría si yo…

— Tráeme más tostadas — Miguel tenia la boca llena y un poco del pan salió de sus labios

mientras hablaba. Ew. Por qué las chicas creían que mi hermano era atractivo, era la

pregunta que siempre me hacía.

— ¿Estas operado?

Miguel me sacó la lengua e iba a hacer lo mismo en cambio, pero papá bajó su diario para

mirarnos y tuve que dedicarle la sonrisa más dulce que pude para que no se diera cuenta de

lo que estuve a punto de hacer. Él estrechó sus ojos desde Miguel hacia mí y luego de unos

segundos de inspección volvió a su lectura matutina. Otra de las reglas de papá cuando

estábamos en la mesa era que no habría nada de peleas. Si él veía que no la estábamos

cumpliendo podíamos decirle adiós a nuestros celulares.

Yo amaba a mi celular, así que continúe comiendo mi fruta e ignoré la orden de Miguel sobre

las tostadas. Una vez que todos terminamos, subí corriendo las escaleras no antes de

pegarle en la cabeza a Miguel con mi súper libro de The Vampire Diaries a lo cual él no pudo

hacer nada al porque me escabullí rápidamente antes de que pudiera hacer algo.

Me reí en silencio y marqué a Vero para ver que iba a hacer más tarde.

Estaba luchando contra la urgencia de ir a casa de Marco para verlo y eso no era una buena

idea. Necesitaba hacer algo para distraerme antes de cometer una locura.

La alegre voz de Verónica sonó por el celular.

— Feña, justo iba para tu casa.

Suspiré de alivio. No tendría que amarrarme a la pata de la cama para no parecer como una

chica desesperada. Tal vez lo era. Pero no iba a demostrárselo.

— ¡Qué bien! ¿Qué vamos a hacer?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº5:

Observa a bailarines destacados de diferentes estilos de bailes.

— ¿Estas segura de que estas cómoda? — Esta era la decima vez que Vero me preguntaba lo

mismo y estaba seriamente contemplando la posibilidad de llamar a su papá para que la

sacara de aquí.

Se acercó y acomodo un poco más la manta metiéndola debajo de mi, estaba segura de que

si intentaba moverme terminaría cayéndome al suelo ya que ni siquiera podía mover mis

piernas.

— Estoy bien Verónica — Le dije — ¿No me habías dicho que habías planeado salir con

Álvaro? — Álvaro era su más reciente novio y en este momento mi mas valioso aliado.

Verónica se mordió la uña de su pulgar considerando mis palabras.

— Si, pero no puedo dejarte así.

¿Por qué Verónica no quería irse de mi lado? — Esa era una pregunta bastante importante.

La historia detrás es incluso graciosa ahora que lo pienso. Pero en ese momento les diré, no

fue nada lindo.

Solo retrocedamos un poco. Me encontraba a salvo después de volver de mis estiramientos.

Yo era feliz y podía moverme cada vez que se me diera la regalada gana.

La cosa es que, cuando Verónica llegó a mi casa me dijo que debía hacer un collage de

naturaleza muerta para su clase de arte naturalmente me ofrecí a ayudarla. Lo que no sabía

era que 20 minutos después estaría encaramada en el árbol del patio de mi casa intentando

sacar una hoja color rosa claro que a Verónica le había encantado.

Estaba intentando no entrar en pánico, pero era difícil.

— ¡Es esa hoja de allí!

— ¡Está demasiado lejos! — Yo gritaba tanto por el pánico como para que ella entendiera.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— ¡Solo estira un poco mas tu brazo!

Era imposible hacerla entrar en razón. En estos momentos estaba seriamente reevaluando

mi amistad con ella.

Estiré un poco más el brazo como me había dicho — Casi la tengo, casi…

De alguna manera mi pie resbaló de la rama y me encontré gritando a todo pulmón mientras

las ramas pequeñas del árbol arañaban mis piernas.

Sin embargo, la caída fue demasiado corta y pronto me encontré con el suelo.

Creo que de alguna forma logré aterrizar encima de un solo pie y éste soporto todo mi peso

cuando aterricé en el suelo. No les contaré la parte dolorosa, porque ni siquiera quiero

recordarlo. Papá me llevó al hospital y Miguel incluso me llevó en sus brazos desde el auto

hasta las puertas.

En fin, Cuando el doctor vio mi pie, dijo que no estaba fracturado, pero de todas formas le

recomendó a papá que debería hacer reposo y mantener mi pie en alto. Para ese momento

mi pie parecía más una pata de elefante con lo hinchada que estaba. Me inyectó una cosa

para el dolor — No les diré donde — Y luego le dio a mi papá una receta con unas medicinas

que debía tomar para disminuir la hinchazón.

Así que, aquí estaba, más o menos 4 horas después del fatídico incidente. Acostada en el

sillón de la sala — Ni idea de cómo iba a subir a mi habitación — Mi pie estaba encima de un

montón de cojines y Verónica se había asegurado de poner un montón de mantas encima de

mí, me había traído un tazón de helado de frutilla con galletas y había puesto la repetición

de un capitulo de The Vampire Diaries. No estaba mal, pero Verónica me estaba poniendo

malditamente nerviosa cada vez que me preguntaba como estaba.

— No te preocupes por mí, ya te dije que estoy bien. Además, Papá estará conmigo y no

estaré sola.

Suspiro — Lo sé, pero todo esto es mi culpa. No debí haberte dejado subir a ese árbol en

primer lugar.

— No es tu culpa, yo fui la que se cayó. Esto no tiene que ver contigo, sino más bien con mi

incapacidad para mover mis pies sincronizadamente.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Las comisuras de sus labios se levantaron en una pequeña sonrisa — Solo dime que me

perdonas y podré irme.

— Te dije que no fue…

Levantó su mano derecha haciéndome callar.

— Por favor, solo necesito que me lo digas para que pueda dormir tranquila esta noche.

— Pero…

— ¿Por favor?

Rodé los ojos — De acuerdo, está bien. Te perdono. ¿Feliz?

Chilló y aplaudió con sus manos dando saltitos — ¡Siiiii! — Se inclinó para darme un abrazo y

casi me dejó sin aire.

— Te llamaré más tarde ¿sí?

Asentí y ella se fue por la puerta lanzándome un beso mientras lo hacía. Me reí e intenté

concentrarme en la televisión, pero ya había visto este capitulo muchas veces y casi me lo

sabía de memoria. Supongo que todo lo que había hecho en el día me pasó la cuenta porque

ni siquiera me di cuenta cuando caí dormida en el sillón.

***

No fui a clases el día siguiente porque papá pensó que sería mejor que me quedara en casa,

al menos hasta que se me quitara un poco más la hinchazón. No discutí porque ya me veía

cojeando por las escaleras del colegio y claramente esa idea no me emocionaba.

Estaba acostada en el sillón. Otra vez. Me había puesto un buzo para sentirme más cómoda y

una polera manga corta porque estaba haciendo un poco de calor. Había apretado mi pelo

en un moño alto porque realmente estaba comenzando a molestarme, e intentaba sin éxito

meterme en el último libro que había comprado en la librería.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

El timbre sonó y papá se apresuró hasta la puerta para abrirla. Se suponía que debería estar

en el trabajo, pero había decidido quedarse conmigo y trabajar desde su computador en

cambio. Miguel estaba en clases y la casa estaba silenciosa como siempre.

Una cabeza con cabello castaño claro se asomó por la puerta y estuve sorprendida de verlo

aquí otra vez. Papá lo palmeó en la espalda y se disculpó diciendo que tenía que ir a atender

unos asuntos dejándonos solos.

— ¿Cómo estas? — Preguntó Alex en cuanto estuvimos solos.

Hice una mueca — Me duele el pie.

— Eso supuse. No sabía que tenías complejo de gato — Rió suavemente y le lancé el cojín

que estaba en mi espalda, pero lo atrapó fácilmente con sus manos— Te busqué en el

colegio y tu amiga me contó lo que te había pasado.

— Lo siento, debí haberte avisado que no iba a poder ir a las clases, pero ni siquiera tengo tu

número celular.

Se sentó en el sillón de enfrente y me sonrió.

— Esta bien, pero ya que no estas en condiciones de bailar, vamos a ir por el plan B.

Se inclinó para sacar algo de su mochila que había dejado en el suelo y tuve que parpadear

para asegurarme de que estaba viendo bien cuando me las tendió.

— ¿High School Musical?

No sabía si estar más sorprendida porque el tenia esta clase de películas o porque había

traído las 3. Volví a revisar las cajas de los DVD, 1, 2,3. Sip, eran las tres películas.

Lo mire y él se encogió de hombros.

— No están tan mal. Además son los bailes los que nos interesan ahora.

Junte mis cejas — ¿Vamos a verlas?

Se acercó a mi pidiéndome que le pasara las películas y se la tendí. Se arrodilló para ponerlas

en el DVD y luego buscó por el control hasta que lo encontró.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Ese es el plan. Ya que no puedes bailar, es bueno que observes bailarines de diferentes

estilos de baile para que puedas ver sus movimientos y la sincronización que tienen con cada

parte de su cuerpo.

Me quedé callada, porque no sabía que decir con respecto a eso. La televisión estaba

ubicada de modo que solo se podía ver desde donde yo estaba sentada, así que le indiqué

que se sentara a mi lado en el sillón. Él aceptó y se acercó a mi lado en donde se encontraba

mi pie y lo levantó delicadamente, luego se sentó poniendo mi pie encima de sus piernas.

Me sorprendió que fuera así de considerado. Distraídamente me pregunté si habría más

chicos como él.

Papá me dijo que Miguel me había llevado a mi cama anoche cuando me quedé dormida en

la sala y creo que tendré que hacerle tostadas por el resto de mi vida.

Casi 2 horas después, estábamos en la película número 3, en la parte en la que Troy y

Gabriella están bailando en el tejado del colegio y no pude evitar suspirar ante la vista.

Alex me miró especulativamente, pero no quité mi mirada de la película porque me sentí

muy avergonzada de que me hubiera escuchado. Para cuando al fin terminaron de bailar y la

lluvia terminó cayendo encima de ellos ya no pude contenerme y suspiré otra vez.

— ¿Qué? ¿No me digas que tú también suspiras por Zac Efron? — Preguntó Alex divertido.

Resoplé de forma poco femenina — No, está más abajo en mi lista.

— No me digas — Dijo sonriendo — ¿Quién esta primero? ¿Ian Summerland?

Mis ojos se abrieron — ¿Cómo sabes eso?

No había visto mi diario ¿Verdad? Lo sabría si lo hubiera hecho.

Tampoco había ido a mi habitación en donde un enorme poster de él estaba pegado al

frente de mi cama, para que así pudiera verlo cada vez que despertaba.

— No es difícil adivinarlo cuando te quedas pegada a cada comercial de The Vampire Diaries

que dan la televisión y tus ojos se vuelven soñadores cuando él salé en alguna toma.

Le pegué con el cojín — ¡Eso no es cierto!

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Levantó sus manos en señal de rendición con una sonrisa en su cara — Como digas.

— De todas formas él está en el segundo lugar — Murmuré.

— ¿En serio? ¿Quién es el primero?

Iba a contestar que no iba a decírselo pero levantó una mano para detenerme.

— Esta bien, no tienes que decírmelo. Puedo imaginarlo — Dijo e hizo una pausa — Pero

entonces, ¿Por qué estabas suspirando? ¿Recordando viejos tiempo?

— Ni siquiera he estado así de cerca con un chico — Contesté sombríamente. Mis mejillas se

llenaron de calor cuando me di cuenta de que lo había dicho en voz alta.

Frunció sus cejas — ¿A qué te refieres?

Suspiré y decidí contarle de todas formas— Sé que a estas alturas ya te habrás dado cuenta

de que soy un poco atrofiada en el aspecto social, apenas y puedo hablar con alguien, menos

del sexo opuesto sin sonrojarme o tartamudear. Aun así siempre me he imaginado bailar con

alguien esa canción, sabiendo que estará allí para atraparme si caigo.

Alex solo se quedo en silencio como si estuviera sopesando mis palabras, abrió su boca para

decir algo pero al parecer se lo pensó mejor y no dijo nada.

Me acomodé un poco más en mi almohada para seguir viendo a los chicos bailar. Me

encontré observando mas sus movimientos mientras bailaban que la trama de la película.

Alex tenía razón, esto de observar personas bailando probablemente me serviría para

obtener una mejor comprensión de cómo debía mover cada parte de mi cuerpo cuando

estuviera bailando.

Tal vez cuando pueda volver a poner mi pie en el suelo sin dar un respingo ante el dolor iba a

intentarlo.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº6:

No te juzgues ni te compares con otras personas.

Pasé la mayoría de los días en casa de Fernanda después del día en que vimos películas.

Movimos las clases desde el colegio hasta su casa. Me gustaba su casa, era silenciosa y su

papá nos había dado permiso para ensayar, por lo que dejaría de hacerle pensar al director

que estaba ensayando por mi cuenta para el concurso de danza para colegios que iba a ser

en unas semanas. Se suponía que teníamos que elegir una pareja para presentarnos, pero en

el grupo de baile éramos más chicos que chicas, así que supuse que le dejaría mi lugar a

alguien que haya estado mucho más tiempo que yo y tal vez lo intentaría el próximo año o

algo así.

Habían pasado más de tres semanas desde que Fernanda había empezado con las clases y

cada día lo hacía mejor, era como si ahora pusiera todo de ella cuando bailaba. No solo su

cuerpo, sino también su mente y corazón.

Habíamos ido a comer unas hamburguesas después del colegio junto con su amiga y su

novio. había sido muy divertido e interesante ver una parte de Fernanda que nunca había

visto, estaba claro de que se sentía cómoda cuando estaba con Verónica por la forma en la

que reía y decía cosas que nos hacían reír a todos.

Me encontré mirándola fijamente observando su forma de comer y no pude evitar sonreír

cuando me sacó la lengua. Me gustaba pensar que también se sentía mucho más cómoda

conmigo de lo que se sentía antes, que me estaba comenzando a considerar su amigo y no

solo la persona que le estaba ayudando con el baile.

Nos despedimos de Verónica y su novio porque iban a ver una película al cine, mientras que

nosotros aun teníamos que ir a su casa para las clases de baile.

Estábamos caminando entre medio de todos los locales de comida y me detuve para mirar

mi celular.

Fernanda dejó de caminar en cuanto se dio cuenta de que me había detenido y caminó hasta

mí levantando una ceja.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Aun es temprano — Le dije — ¿Quieres comer un helado?

Ella me miró sonriendo, sus ojos cafés iluminándose — Mmm… ¿Es una pregunta capciosa?

A ella le encantaban los helados. Me reí y ella tiró de mi mano hasta que estuvimos parados

esperando en la fila para que nos atendieran.

Ella pidió uno de frutilla y vainilla y yo solo fui por uno de chocolate con menta. Nos

sentamos en unas sillas con quitasol y ella comenzó a comer su helado como si no hubiera

mañana. Me quedé mirándola y ella se dio cuenta.

— ¿Qué? — Preguntó sonrojándose.

— Tienes algo — Le dije.

— ¿Dónde?

— Allí — Apunté mi dedo hacia su nariz y ella se limpió con una servilleta.

— ¿Ya?

Negué con la cabeza y me incliné hacia ella. Lucía perdida mientras me miraba y apreté mis

labios para evitar reírme.

— Aquí — Incliné mi helado hasta que chocó con su nariz dejándola toda embarrada de

chocolate y rápidamente me senté esperando su reacción. Ella solo se quedo allí mirándome

como si estuviera en shock.

— Vas a pagar por esto — Ella se veía tan graciosa con su nariz llena de helado de chocolate,

a la vez que sus ojos grises me lanzaban dagas que no pude evitar la amplia sonrisa que

estalló en mi rostro.

— ¿Ah, sí? ¿Qué vas a hacer? No creo que vayas a desperdiciar tú helado en mí — respondí

burlonamente.

— Tienes suerte de que esté enamorada de este helado — Ella me estrechó sus ojos y me

arrojó la servilleta que había utilizado para limpiarse. Lo alcancé a agarrar y al parecer eso la

hizo enfurecer aun más.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me estrechó nuevamente sus ojos y me apuntó con su dedo — Se dónde vives, Alexander

Narea.

Me reí y ella sonrió en respuesta. Fernanda había visitado mi casa en una par de ocasiones

porque mi mamá quería saber con quién pasaba casi la mitad de mi tiempo. Le había

contado lo de las clases de baile y que estaba recibiendo un dinero en cambio.

Las veces que Fernanda había ido a cenar, habían estado todos mis hermanos, incluso los

mayores y había tanto ruido que me avergoncé de que ella viera el caos que era mi familia.

Pero cada vez que la miraba ella estaba sonriendo o riéndose de alguna tontera que había

dicho Tomas o de la forma en la que todos intentaban contarle a mamá como había sido su

día.

Al principio estuve nervioso porque sabía que ella era tímida con las personas que no

conocía, pero conversó con todos y en realidad pasamos un buen rato.

Después de que terminamos de comer, llegamos a su casa alrededor de las 4 pm y al parecer

no había nadie porque Fernanda tuvo que abrir con su propia llave. Entramos y realmente

fue algo celestial. Yo podría estar aquí para siempre. En serio, el silencio que nos recibió fue

simplemente glorioso. Podía escuchar mis pensamientos y hablar sin tener que gritar para

ser escuchado, sin mencionar que podía caminar sin tener cuidado de pisar algún juguete de

Tomas o la patineta de Pablo.

— ¿Qué vamos a hacer hoy?

Fernanda fue hasta la cocina para traernos unas botellas de agua y se recostó en el sillón.

Dejé mi mochila a un lado en el suelo y me senté al lado de ella — Creo que vamos a

aprender algunos pasos de salsa.

Se atragantó con el agua que había estado bebiendo — ¿Salsa? No creo que esté lista para

eso aun.

— Claro que si — Me incliné y limpié con mi pulgar un lado de su labio que brillaba con

agua— Son bastantes simples y estoy seguro de que los manejaras más rápido de lo que

terminaste tu helado.

Agarró el cojín que estaba de su lado y me pegó en el brazo — Tonto.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me reí y me puse de pie haciéndole gestos para que se pusiera enfrente de mí.

— Primero vamos a ver los pasos sin música.

Asintió y comencé a hacer los pasos base. Ella me siguió fácilmente moviendo sus pies hacia

adelante y luego hacia un lado, pero cuando comencé a mover las caderas para que hiciera

lo mismo, me di cuenta de que se puso rígida y no hizo los pasos bien.

— Vamos, no seas tímida conmigo. Soy solo yo ¿Recuerdas?

Asintió nerviosamente y luego la vi tomar respiraciones profundas que hacían que elevara su

pecho y cerró sus ojos unos segundos.

Cuando los volvió a abrir y comenzó a moverse, creo que hubo una buena posibilidad de que

hubiera babeado un poco. Sus caderas se movían expertamente como si lo hubieran hecho

millones de veces y ni una sola vez su paso titubeó.

— ¿Y bien?

— ¿Ah?

Se rió de mí, sus manos puestas en sus caderas— ¿Que hacemos después?

— Ah — Me recuperé rápidamente de mi aturdimiento y seguí añadiendo nuevos pasos, los

que ella pudo dominar rápidamente y pronto estuvimos todos cansados tirados en los

sillones.

— Ayer vi a Marco.

Sus palabras me sorprendieron y giré mi cabeza en su dirección. Ambos estábamos

acostados totalmente en los sillones, uno frente al otro. Miré su perfil mientras ella giraba su

cabeza y se quedaba mirando el techo.

— Caminamos juntos desde el colegio, dijo que había extrañado hablar conmigo y caminar a

casa juntos.

Me miró entonces, pero di vuelta mi cabeza de modo que estaba mirando el techo esta vez.

— ¿Qué crees que significa?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Que el idiota sabía que ella había comenzado a tomar clases de baile. Ayer no había podido

ir a clases porque tuve que llevar a Tomas a urgencias ya que se había tragado una moneda

pequeña y me quedé casi todo el día con el después esperando a que llegara mamá, por lo

tanto no pudimos tener las clases de baile y Fernanda se había venido caminando a casa

junto con Marco. Alguien del grupo se enteró de que ella estaba tomando clases de baile y

se lo había contado. No sabía qué hacer con esa información.

— Que sería un idiota si no se diera cuenta de lo maravillosa que eres.

Sorpresa brilló en sus ojos cuando giré mi cabeza en su dirección. Rápidamente quitó sus

ojos de los míos. No quise hacerla sentir incomoda, pero era lo que pensaba.

— Me gustaría que confiaras más en ti misma.

Ella suspiró — Yo también, pero créeme, antes era mucho peor, ni siquiera podía

responderles a mis profesores cuando me preguntaban algo, no hablaba con nadie y sentía

ganas de vomitar cada vez que alguien se acercaba a hablar conmigo. No creo que haya

tenido una amiga hasta que Verónica se acercó a mí.

Ella se detuvo y yo solo me quedé mirando su perfil. Sus rasgos eran tan delicados, su nariz

era pequeña y respingada. Sus labios estaban ligeramente abiertos y me pregunté si eran de

ese color rosado natural.

— A veces pienso que si mamá estuviera a mi lado yo sería diferente — Susurró — Supongo

que nunca podré saberlo ¿Verdad?

Fernanda jamás me había hablado sobre su madre y yo no había querido preguntarle por

miedo a decir algo equivocado.

— ¿Qué pasó con ella?

Pasaron unos segundos y vi sus hombros moverse como si se estuviera encogiendo —

Realmente no lo sé. Recuerdo haberle preguntado a mi papá hace un tiempo, pero me di

cuenta de que le hacía daño hablar de ella, así que no volví a preguntarle. Lo único que sé es

que ella era muy joven cuando se casó con mi papá, solo tenía 19 años cuando yo llegué y mi

hermano ya tenía casi dos años. Supongo que ser tan joven y tener que cuidar de dos niños,

una casa y un esposo fue demasiado para ella, así que se fue.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me miró entonces y vi sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. Sin siquiera pensarlo

me levanté del sillón y me fui al suyo haciendo que ella se acomodará en una posición

sentada.

— Ella se perdió una gran hija.

Me dio una sonrisa triste en respuesta a mis palabras y esta vez las lágrimas bajaron

silenciosamente por su rostro. Iba a quitarlas con mis dedos, pero ella se limpió rápidamente

con las mangas de su camisa y se paró intentando sonreír.

— Gracias. ¿Quieres comer algo? Hice lasaña ayer y quedó un poco.

Me levanté de un salto al escuchar la palabra lasaña — Me encantaría.

Una vez que estuvimos ambos con un plato lleno de lasaña nos sentamos en el sillón y

alcancé el control para prender la televisión.

Un jadeo de emoción salió disparado desde la garganta de Fernanda y la miré brevemente

antes de mirar a la pantalla. Estaban dando su serie preferida, esa de los vampiros. No

entendía su fascinación, pero no dije nada y simplemente comencé a comer.

— Entonces, ¿Por qué…

— ¡Shhh! Haz silencio. Es un capitulo estreno. Me voy a perder si me lo salto y no sé cuándo

van a volver a darlo.

Me reí un poco fuerte y me golpeó con su puño en mi brazo. Fingí dolor exageradamente,

pero ella ni siquiera movió una pestaña.

— Podría estar acabándose el mundo y no te darías cuenta ¿Verdad?

Solo se rió

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº7:

Respeta tu cuerpo en todo momento

Habían pasado más de dos meses desde que había comenzado con las clases de baile con

Alex. Todos los días antes de ir al colegio hacía una serie de ejercicios de estiramientos y

después de salir del colegio Alex y yo íbamos a mi casa en donde bailábamos o en mi caso,

intentaba bailar por unas solidas 2 horas, con recesos para comer, claro. Los fines de

semanas también me levantaba temprano para trotar con Alex. Se había convertido en

nuestra rutina y ya me había acostumbrado a ello, a nuestras conversaciones mientras

ambos estábamos tendidos en el pasto verde de la plaza con la sombra de los arboles

haciendo sombras sobre nuestros rostros.

Pero Alex insistió en que, aunque practicar mucho era importante para bailar mejor, no se

debía caer en el exceso y que mi cuerpo necesitaba un poco de descanso.

Así que dejamos este fin de semana para relajarnos. Mi papá sugirió que ya que no íbamos a

hacer nada, bien podríamos salir a algún lugar para pasar el fin de semana. Miguel no quiso

salir porque según él tenía que estudiar mucho para un examen. Sé que papá le creyó, pero

yo no estaba tan segura. Probablemente se quedaría para hacer una fiesta en casa o algo por

el estilo.

Y ya que él no iba, papá me dijo que podía llevar a Verónica y Alex con nosotros. Eso me

puso muy feliz y de inmediato llamé a Alex, ya que él era el primero en mi lista de contactos

y él aceptó de inmediato. Incluso creí haber oído un tono de alivio en su voz. No sé, supongo

que lo imaginé.

Cuando llamé a Vero sin embargo, ya me estaba imaginando lo genial que sería estar juntos

los tres para disfrutar de un fin de semana en la playa. Casi podía escuchar los sonidos de las

olas y sentir la brisa del mar.

Pero su papá la había castigado este fin de semana por que había visto sus últimas notas y le

había dado el sermón de que el estudio era lo único que ella tenía que hacer. Él siempre le

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¡Cállate y Baila Conmigo!

decía lo mismo cuando le iba mal en el colegio y ya era una especie de broma entre

nosotras. Estaba triste por no poder ir con nosotros y estuve a punto de decirle a mi papá

que canceláramos la salida, pero él también había estado trabajando demasiado este último

tiempo y necesitaba un poco de descanso, así que no dije nada.

Llevé mi traje de baño blanco aunque no estaba tan segura de que lo utilizaría. Pasamos a

buscar a Alex a su casa y me reí cuando Tomas corrió hacia donde estaba parada al lado del

auto de papá y me dio un gran abrazo.

Me encantaba la familia de Alex, era muy grande y agradable. Siempre había querido tener

una familia numerosa y estar cerca de ellos me hacía sentir feliz. Su mamá también me

saludó animadamente y me dijo que cuidáramos a su bebé. La cara de Alex se descompuso

de la mortificación y sus mejillas se volvieron un poco rosa. No creo que haya visto a un

chico sonrojándose antes y no pude evitar reírme cuando su mamá me guiñó un ojo

sabiendo que había molestado a Alex.

Papá había rentado una pequeña cabaña y era totalmente perfecta para nosotros tres. Dejé

mis cosas en la que iba a ser mi habitación y de inmediato tomé mi toalla, mi protector solar

y mi libro que no había podido leer desde que lo había comprado y salí de la cabaña. Papá se

quedó arreglando sus cosas y Alex me siguió con su propia toalla alrededor de su cuello.

Una vez que llegamos a un lugar ideal para dejar nuestras toallas, Alex me ayudó a tirar la

mía en la arena y luego lo ayudé a poner la suya. Nos sentamos un momento en silencio

mientras ambos contemplábamos el movimiento de las olas y el hermoso cielo azul.

— ¿Quieres ir bañarte? — Me preguntó después de un tiempo — Yo puedo cuidar tus cosas.

— No lo sé. Tal vez más tarde.

— Vayan ahora, yo me quedare aquí de todos modos.

La voz de mi papá me sorprendió y giré mi cabeza en su dirección. Se había cambiado a unos

pantalones cortos y una polera blanca con una frase en ingles en ella. No sabía si quería ir al

agua, honestamente me daba un poco de vergüenza que todos me fueran a ver casi

desnuda. Sabía que en realidad no estaba desnuda, pero yo me sentía así. Estaba pensando

en decirle a Alex que podía ir solo por mientras cuando el tiró de mi mano haciendo que

me levantara de la arena y me arrastrara un poco fuera de donde estaba mi papá.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me resistí un poco y Alex se dio cuenta de que algo estaba mal, se detuvo con su mano aun

en la mía y me miró.

— Nadie te verá. Lo juro. Puedes confiar en mi ¿Recuerdas?

¿Cómo podría decirle que no a esa mirada? Suspiré profundamente y quité mi vestido por mi

cabeza y lo dejé justo al lado de mi toalla tendida en la arena. Alex se quitó su polera azul

que llevaba y solo se quedó en su traje de baño azul con blanco. Creo que combinábamos un

poco.

Me reí y él me dio una mirada curiosa justo antes de tomar de nuevo mi mano y arrastrarme

hasta el agua.

Me estremecí cuando mis pies tocaron el agua fría de la orilla. Estaba terriblemente helada.

Quise correr, pero como siempre Alex se dio cuenta incluso antes de que pudiera hacer algo

y me rodeó con sus brazos levantándome unos momentos de la orilla.

Grité y reí a la vez cuando él me dejó más cerca del agua y esta vez la ola fue mucho más

fuerte haciendo que el agua me llegara justo por encima de mis rodillas.

— ¡Esta helada! — Grité intentando que Alex me soltara. Él quitó sus brazos, pero justo

cuando estaba a punto de correr en la dirección contraria, el agua helada chocó contra mi

espalda y me di la vuelta para ver a Alex medio agachado en el agua con las manos abajo, me

dio una mirada llena de maldad y luego comenzó a salpicarme tanta agua como pudo. Le

grité tan fuerte como pude para que se detuviera, pero no lo hizo y después de un rato mi

cuerpo estaba tan congelado que ya no me importó. Me di la vuelta y arremetí contra el

agachándome y salpicándole tanta agua como pude. Pronto los dos estamos luchando uno

contra el otro y ya casi no podía ver.

— ¡Está bien, está bien, me rindo! — Gritó Alex haciéndome reír y me detuve dándome

cuenta de que estaba completamente empapada de los pies a la cabeza. Miré a Alex y él no

se veía mucho mejor. Su cabello castaño claro se pegaba a su frente y el agua goteaba de él.

Nos miramos por unos segundos y luego ambos estallamos en carcajadas.

— No sabes lo gracioso que te ves.

Se acercó a mí y levantó su mano para quitar un mechón mojado de mi cabello y lo colocó

detrás de mi oreja.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— ¿Yo me veo gracioso? Deberías verte a ti.

Sonreí hacia él sintiéndome infinitamente feliz y menos tímida. Mi mirada cayó sobre un

pequeño puesto de conos de helado y entonces chillé y corrí hacia el sin siquiera detenerme

a pensarlo si quiera.

Una vez que llegué me moví hasta un lugar en donde había sombra porque mis pies se

estaban quemando con la arena caliente y Alex llegó detrás de mí riéndose de mi expresión

de dolor. Se acercó al caballero que estaba vendiendo y le pasó un billete.

— Uno de frutilla con vainilla y otro de chocolate por favor.

Una extraña sensación reptó por mi pecho cuando me di cuenta de que había recordado

cual era mi sabor favorito de helado. Ni siquiera Miguel lo sabía y él vivía conmigo.

Alex me tendió el helado con una sonrisa y no pude evitar la gran sonrisa tonta que le di en

cambio.

Me sentí tan aliviado cuando Fernanda me llamó para invitarme a pasar el fin de semana en

la playa que no pude evitar bailar en el medio de la sala como Michael Jackson haciendo que

mi mamá se riera de mi entusiasmo. Tomas había invitado a sus amigos a jugar con él y si ese

no era el infierno en la tierra entonces no sabía lo que era. Mi cabeza ya estaba comenzando

a palpitar e intentaba pensar en alguna solución que me tuviera fuera de casa por el mayor

tiempo posible cuando la alegre voz de Fernanda sonó a través de mi celular, y solo así el

dolor de cabeza se esfumó.

El papá de Fernanda estaba nadando en el mar y ya casi solo podía ver su cabeza muy lejos

de donde nosotros estábamos sentados. También me gustaba nadar tan lejos como pudiera

cuando venía a la playa, pero estar al lado de Fernanda viéndola comer de su helado con sus

ojos castaños iluminándose justo como lo hacía cuando estaba realmente feliz era todo lo

que quería estar haciendo en estos momentos.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

De repente me di cuenta de una gota que resbalaba por su brazo y sentí una abrumadora

urgencia de acercarme a ella y quitarla con mi pulgar, pero en su lugar me quedé mirando

esa gota fijamente mientras caía por su suave piel.

— ¿Te conté de la vez que casi me ahogo en el mar?

Incapaz de articular una palabra solo negué con la cabeza y me obligué a sacar mis ojos de su

piel para mirar a sus ojos que brillaban con alegría.

— Tenía 5 años y estaba celosa de mi hermano porque él podía ir al agua solo y mi papá no

me dejaba ir también, así que un día cuando estaba sentada en la arena haciendo un castillo

de arena, aproveché que mi papá no me veía para escabullirme, me metí al agua y caminé

hasta que me llegaba hasta la cintura, me sentí inmensamente feliz, lo había hecho sola y

nada me había pasado. Pero entonces vino una ola demasiado grande como para saltarla y

me tapó por completo. No recuerdo como, pero finalmente logré salir totalmente

desorientada y caminé por la arena hasta encontrar el lado en que estaba mi papá y me

senté como si nada hubiera pasado.

Me quedé mirándola con el ceño fruncido — ¿Casi te ahogas?

Ella asintió hacia mi — Sip.

— ¿Y nadie se dio cuenta?

— Nop, de hecho eres la primera persona a la que se lo cuento. Ni siquiera se lo había dicho

a Verónica.

Solo me quede mirándola pensando en lo que me había dicho. No se lo había dicho a nadie

hasta ahora. Ni siquiera a su mejor amiga y ahora me lo había dicho a mí. Además de lo de su

madre, que era un asunto mucho más importante y serio. Ella había confiado en mí lo

suficiente como para contarme algo que obviamente la hacía sufrir.

Sentí una sensación extraña en mi pecho y me senté más derecho.

Tal vez solo me había hecho mal el helado.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº8:

No te dejes agobiar por las dificultades y retos

Odiaba con loca pasión los malditos exámenes de selección múltiple. Me costaba mucho

decidirme por una opción. Todas eran demasiadas similares y cualquiera podía ser la

correcta. Me exprimí el cerebro por una última respuesta y luego de mucho pensarlo,

finalmente me decidí por una y la marqué con mi lápiz.

Le entregué el examen al profesor de historia y él me miró con cara de pocos amigos. Era la

última en la sala dando el examen ¿Y qué? Necesitaba más tiempo del normal para poder

terminar este estúpido examen. El profesor o el corbatín como todos los alumnos lo

llamaban ya que no importaba el día, él siempre llevaba un corbatín me indicó con la mano

que saliera de la sala y solté el aire que no sabía que había estado reteniendo.

Me di cuenta en cuanto salí que casi todos los demás ya habían salido de sus salas y el patio

estaba completamente lleno de personas, todas riendo y seguramente hablando de lo que

habían hecho en el fin de semana.

Me tomó un tiempo ver alguna cara conocida y cuando al fin logré divisar a Verónica, sus

ojos se abrieron y vino corriendo hacia mí.

— ¡¡¡Feña!!!

Se detuvo a tomar aire en cuanto estuvo lo suficientemente cerca antes de hablar.

— ¿Cómo te fue?

— No lo sé — Me encogí de hombros — Ya sabes que no soy muy buena para las pruebas

con alternativas.

Hizo una mueca de desagrado — Si, realmente odié a corbatín y sus malditas pruebas de

opción múltiple, por suerte solo me queda un semestre y luego seré feliz.

Hice una mueca — Si, y yo me voy a quedar sola.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me tomó la mano fuertemente entre las suyas — Claro que no, ya lo estas haciendo mucho

mejor, ya no eres tan tímida como antes y además estoy segura de que Alex no va a dejarte

sola — Hizo una pausa y dio vuelta la cabeza para mirar por el patio — Hablando sobre eso,

¿En dónde está?

Me encogí de hombros nuevamente y vi a Verónica fruncir el ceño. Alex siempre estaba con

nosotras en los recesos e incluso me esperaba fuera de mi sala a veces, pero ahora no

estaba por ninguna parte.

La verdad era que no había hablado con él desde este fin de semana, y había estado muy

callado en el auto de camino a casa. Habló con mi papá más que nada y cuando yo intenté

hablar con él, solo me respondió con palabras monosílabas y no quitó sus ojos de la ventana

cuando lo hacía.

— Bueno, no quería dejarte sola pero tengo que ponerme de acuerdo con mi grupo de

Ciencias para un proyecto.

Me abrazó fuertemente como siempre lo hacía y luego ya se había ido. Me quedé parada

esperando a que Alex apareciera, pero con cada minuto que pasaba y el no aparecía me

ponía más y más ansiosa.

Alguien me tocó el hombro y casi se me cae el alma a los pies.

— Lo siento, pero no me oíste cuando grité tu nombre.

Marco estaba parado detrás de mí y poco a poco me rodeo hasta quedar frente a mí.

— Oh, está bien.

— ¿En que estabas pensando?

— ¿Qué quieres decir? — Lo miré con recelo.

Me sonrió — Solo que te veías un poco distraída.

— No estaba pensando en nada en particular.

No entendía porque pero estaba comenzando a desear que el receso acabara luego.

— Así que… estaba pensando que…

Tal vez Alex estaba enfermo, o tal vez le había pasado algo a alguno de sus hermanos… iba a

mandarle un mensaje para preguntarle, pero cuando escarbé en mi bolso y saqué mi celular

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¡Cállate y Baila Conmigo!

me di cuenta de que estaba completamente muerto. De acuerdo, bien, solo tenía que ir

hasta su casa después de clases y…

— ¿Fernanda? ¿Me estas escuchando?

Marco me sacudió el hombro y sacudí mi cabeza para disipar mis pensamientos— Si, si te

estaba escuchando.

— ¿Entonces qué dices?

— ¿Ah?

Me sonrió al ver mi cara confusa — Sé que es con poca antelación, pero pensé…

Pero, ¿qué pasaba si no estaba en casa? ¿Qué si estaba en el hospital o…

No, Alex me habría llamado si algo hubiera ocurrido. Solo tenía que pasar por las próximas

dos clases y entonces todo estaría bien. Solo lo había visto ayer. Él tenía que estar bien.

Enfoqué mí vista en Marco y tenía sus cejas hacia arriba como si estuviera esperando a que

le dijera algo. Pero no tenía ni idea de que.

Abrí mi boca para decir algo y el timbre del término del receso sonó. Tenía historia así que

no debía apresurarme tanto, pero… ¡Oh por dios! ¡Debía entregar un trabajo! ¡Un trabajo

que debía estar en la mesa del profesor antes de que él llegara!

— Lo siento, debo irme — Le dije a Marco intentando no entrar en pánico mientras

comenzaba a trotar hacia el otro lado del patio — Tengo que entregar un trabajo.

— ¡Espera! — Lo escuché gritar y me di la vuelta pero seguí caminando hacia atrás para no

perder tiempo — Aun no me has respondido, es un sí o un no.

Ni idea de que hablaba, pero no podía retrasarme más— Si, si claro, como quieras.

Las siguientes horas se me hicieron eternas. Historia jamás me había parecido más tediosa y

por más que intenté poner atención al final de la hora no tenía idea de lo que se había habla-

do en clases. Nuevamente busqué a Alex en el receso, pero nuevamente no pude

encontrarlo.

No sabía que pensar. Mis nervios me estaban matando. Y no mejoró cuando el profesor de

geometría me llamó a la pizarra para solucionar un problema. Mi cara ardió mientras me

levantaba de mi asiento y caminaba hasta la pizarra frente a todos. Por suerte solo tuve que

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¡Cállate y Baila Conmigo!

hacer el único ejercicio que había conseguido terminar por lo que no pasé demasiada

vergüenza.

Suspiré de alivio cuando el timbre final sonó y pude volver a ser invisible como siempre. Me

escabullí de la sala mucho antes que los demás que siempre se quedaban conversando que

iban a hacer después de clases.

Casi corrí hasta la salida lo que me valió que tropezara y dejara caer mi bolso en la baldosa.

Me agaché para recogerla rápidamente dando una breve oración de agradecimiento porque

nadie me hubiera visto y entonces corrí nuevamente hacia mi casa.

Pude solo haber ido a casa de Alex, pero recordé que Miguel había perdido sus llaves— Otra

vez— y yo era la única con llaves. Maldije la incapacidad de mi hermano para no perder

cosas mientras el sudor trepaba por mi frente.

En tiempo record llegué hasta la entrada y comencé a buscar mis llaves.

— Por fin — Se quejó Miguel levantándose de las escaleras donde había estado sentado. No

tenía tiempo para averiguar cómo había llegado antes a casa cuando a mi casi me da un

infarto por correr tan rápido.

Solo abrí con mis llaves y rápidamente dejé caer mi bolso en los sillones de la sala de estar.

Tenía que ir a su casa antes de que ya no hubiera nadie. Sabía que su mamá se iba a trabajar

después del almuerzo así que no había tiempo que perder. Aunque si Alex estaba enfermo,

entonces tal vez no importaba.

Estaba a segundos de salir cuando recordé mi celular muerto y corrí por las escaleras para ir

a buscar el cargador. Rápidamente lo conecté en el enchufe de la sala y salí de la casa

encogiéndome cuando accidentalmente di un portazo a la puerta.

Crucé la calle para ir a casa de Alex cuando una bocina comenzó a sonar.

— ¡Feña!

Miré hacia los lados confundida y entonces vi el auto plomo de mi papá. Me acerqué a su

ventana y arrugué mi frente. Se suponía que debería estar trabajando.

— ¿Qué estas haciendo fuera? — Preguntó mi papá antes de que yo pudiera articular alguna

palabra — Súbete, justo iba a ir a comprar la pintura para tu cuarto.

— ¿Ahora? ¿No podemos ir después?

— Me hice un tiempo libre para poder ir, no sé cuándo podré hacerlo otra vez.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— No se papá, iba a ir a ver a Alex y…

Se estiró por el asiento del copiloto y desbloqueó la puerta — No vamos a tardar. Puedes ir a

ver a verlo cuando lleguemos.

Dudé unos segundos, luego suspiré y le di la vuelta al auto para subirme. Mi papá tenía

razón. Sabía que color quería y en cuanto lo viera lo reconocería. Estaba segura de que no

nos demoraríamos más de media hora.

Media hora y cuatro horas más tarde aun estábamos en la tienda.

Yo había tenido razón, en cuanto vi el purpura claro que quería para mi habitación lo

reconocí de inmediato. Pero no contaba con que papá se pondría a preguntarle al que

trabaja allí que clase de pintura era mejor, cual duraba mas, si era lavable o no… y muchas

otras cosas que apenas entendí. Luego cuando al fin había encontrado el tipo de pintura que

quería y yo había pensando — ilusamente — que ya habíamos terminado y podíamos irnos,

mi papá se entusiasmó y comenzó a preguntar sobre el tipo de pintura para cada centímetro

cuadrado de la casa.

Mi cabeza estaba comenzando a palpitar. Me gustaba ir a comprar los víveres con papá,

pero esto era diferente y no me gustó para nada.

Cuando por fin pagamos por todo y nos subimos al auto no pude evitar lanzar un suspiro de

alivio.

Papá me dejó en la entrada de la casa de Alex y se fue para poder descargar los tarros de

pinturas del auto.

Estaba repentinamente nerviosa cuando toqué en su puerta y tuve que limpiarme las palmas

de las manos en mi falda para secarlas.

No sé cuánto tiempo esperé a que alguien saliera, pero cuando se hizo obvio de que nadie

iba a hacerlo aspiré una bocanada de aire y me alejé de la puerta intentando mirar por las

ventanas en busca de algún movimiento. Pero no hubo ninguno.

Caminé por la vereda mirando hacia atrás una última vez antes de volver a casa.

Mi papá me vió sentada en el sillón mordiendo mi mejilla y mirando hacia la pantalla de mi

celular y se inclinó para besar mi frente — No te preocupes cariño, tal vez todos fueron a

alguna parte y Alex olvidó llevar su celular.

Solo asentí hacia él — Si, seguro solo es eso.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Pero sabía que no lo era.

Papá no entendía que ahora ningún adolescente normal podía estar sin su celular y mucho

menos olvidar llevarlo a alguna parte.

Pero lo dejé pasar y cuando se hizo de noche dormí con el celular a mi lado por si acaso.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº9:

Enfócate en tu desarrollo a nivel interior

Dormí horriblemente mal. Pero no le dije nada a Verónica cuando llamó esta mañana. Sabía

que me diría lo mismo que mi papá y sabía que no valía la pena, solo le deseé buena suerte

cuando me dijo que iría a casa de sus abuelos. Cuando por fin las clases terminaron sin

ninguna pista de Alex otra vez, consideré tomar un taxi para poder llegar a una hora

adecuada a su casa ya que aun no contestaba mis llamadas, pero entonces casi choqué

contra alguien al final del pasillo.

— ¿Alex? — Mis hombros se desplomaron con alivio al verlo bien y en una sola pieza. Me

abalancé hacia él y lo abracé. Algo sobre este abrazo se sintió diferente, pero no pude llegar

a identificarlo porque de inmediato de desenrolló de mi y dio un paso atrás.

Intenté mirarlo para saber que estaba pasando, pero su expresión no me decía nada.

— ¿Qué sucede, están tus hermanos bien? ¿Tus padres…

— Ellos están bien.

Lo miré confundida— Entonces ¿Por qué no viniste a clases? Ayer fui hasta tu casa y no

había nadie.

Se metió las manos en su pantalón y apretó la mandíbula — Estábamos en casa de una tía.

Escucha, necesito decirte algo, estuve pensando y…

— ¡Hey Feña! — Me sobresalté cuando escuché mi nombre en una voz que no había

escuchado nunca. Me di la vuelta para ver a un chico que reconocí del grupo de baile correr

hacia nosotros. Jamás había hablado con él y no tenía idea de cómo sabia mi nombre.

Se detuvo a unos pasos y me sonrió — Te estaba buscando, eres difícil de encontrar.

— Uh — Miré confundida a Alex, pero él estaba mirando hacia abajo a sus zapatos.

— No te asustes — No estaba asustada, más bien sorprendida. Sorprendida de que no

tuviera ganas de vomitar — Solo quería preguntarte si querías ser mi pareja de baile en el

concurso de colegios el próximo mes.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

¿Concurso de baile?

— Lo siento amigo — Marco apareció desde algún lado tan rápido que casi pierdo el

equilibrio y pasó su brazo sobre mis hombros mirando despectivamente al otro chico —

Fernanda ya aceptó ser mi pareja. Mejor suerte para la próxima.

Estaba tan conmocionada que no pude hacer salir nada de mi boca. Esta tenía que ser alguna

clase de broma entre amigos. Sí, eso tenía que ser. Me reiría si creyera que era divertido.

— Oh, bueno, supongo que la próxima vez tendré que apurarme más — El chico me dio una

última sonrisa y salió corriendo hacia el lado opuesto.

Me giré hacia Marco para preguntarle qué estaba pasando y para ver si se estaba riendo,

pero él sorprendentemente me dio un beso en la mejilla que duró más tiempo del que pensé

y me miró a los ojos — Voy a ir a hablar con un profesor, pero te estaré esperando en la

puerta de salida para que nos vayamos juntos.

Solo parpadeé. Parecía ser lo único que era capaz de hacer en estos momentos. Lo vi alejarse

con aquel paso relajado de esa manera que lo había visto hacer cientos de veces y fruncí el

ceño. Esto no estaba bien, tal vez me había caído de la cama y todavía estaba inconsciente

en mi habitación.

— Supongo que eso afirma mi decisión.

Casi había olvidado a Alex detrás de mí. Aunque de alguna forma podía sentir su presencia

cerca de mí en todo momento. Supongo que viene de pasar tantas horas al día con una

persona.

—Mejoraste mucho en estos últimos meses. Así que ya no es necesario que sigamos con las

clases — Su voz sonó extrañamente plana, carente de emoción.

— ¿Qué? — Sacudí la cabeza aun mas confundida — Pero aun estoy lista.

No entendía porque estaba diciendo esto. No habíamos hablado de eso aun, pero yo

pensaba que aun nos quedaban un par de semanas para seguir con las clases — Aun hay un

montón de cosas que no sé y…

— Ya conseguiste lo que querías — Dijo seriamente— A mi parecer eso significa que estas

lista.

¿Lo que quería? ¿Por qué sentí como si el corazón se me cayera hasta el estomago al oír sus

palabras?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— No entiendo — Susurré.

— Mira, no tienes que preocuparte por esto. Solo era transitorio hasta lograr lo que querías,

y ahora vas a ensayar con Marco para el concurso, ya no me necesitas.

No me necesitas.

Aun me bombardeaban esas palabras cuando me senté en el sillón de mi casa con la

televisión prendida. Marco me había estado esperando a la salida como me había dicho y

aunque esperé a que me dijera que todo lo del concurso se trataba de una broma. Nunca lo

hizo. De hecho me preguntó sobre mi horario para que así pudiéramos ponernos de acuerdo

para encontrar una hora apropiada para ensayar.

No estaba segura de haber hablado más de dos palabras en todo el camino, pero de alguna

forma Marco se las había arreglado para hablar lo suficiente por los dos. Y cuando nos

tuvimos que separar volvió a darme un beso en la mejilla como antes.

No sé lo que estaba esperando. Pero creí que tal vez se sentiría diferente después de haber

pasado la conmoción, que ese beso se sentiría diferente al anterior, mejor. Pero no lo hizo.

Vagamente fui consciente de que Miguel se sentaba en el sillón de enfrente y cambiaba de

canal de donde yo lo tenía.

— ¿Qué? ¿No vas a golpearme con tu libro por haber cambiado de canal? — Parecía

divertido y ligeramente sorprendido.

Tenía el MTV como siempre y habían estado dando un capitulo estreno de la sexta

temporada de The Vampire Diaries.

Me encogí de hombros y me levanté— Van a pasarlo otra vez algún día.

***

Estaba cansada. Habíamos estado ensayando tanto que literalmente sentí que había perdido

mis pies. Marco le había pedido a un profesor las llaves de la sala para poder ensayar en el

colegio. La misma sala en la que había bailado con Alex. Intenté no pensar mucho en eso.

Había pasado más de una semana desde la última vez que habíamos hablado y cada vez que

nos topábamos en los pasillos él solo me daba un asentimiento en reconocimiento que

dejaba un sentimiento extraño en mi pecho. Era como si después de que dejáramos la cosa

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53

¡Cállate y Baila Conmigo!

de las clases también hubiéramos dejado todo lo demás. Como si solo fuéramos conocidos

lejanos.

No entendía porque tenía que ser así. Porque las cosas no podían seguir como antes.

Suspiré. No ayudaba que Verónica aun no había vuelto y ni siquiera habíamos hablado bien

porque no había muy buena recepción allí donde estaba. Ni que hablar sobre conexión a

internet.

Le conté a papá sobre el concurso y el estaba feliz por mí. Intenté infundir un poco de alegría

en mi voz cuando lo hice, pero no creo haberlo logrado.

Cuando terminamos de ensayar le dije a Marco que quería caminar sola a casa y él me miró

como si estuviera loca. Estaba cansada y no tenía ganas de hablar o más bien de dejarlo

hablar todo el camino hasta casa.

Él había sido agradable conmigo, paciente cuando no podía dominar algún paso y nunca se

enojaba cuando tenía que repetirme dos veces lo que estaba diciendo cuando mi mente

estaba en otra parte.

Pero a veces simplemente no podía concentrarme. No cuando estábamos en esa sala.

Cuando recordaba como Alex me contó sobre cuando enfermó en aquel restaurant solo para

que yo me sintiera mejor sobre mi repentino ataque de pánico.

No sentía ganas de hacer nada. Me sentía como algo similar a un zombie. Ni siquiera había

sentido ganas de vomitar cuando tenía que pasar a la pizarra para resolver algún problema o

cuando tenía que responder alguna pregunta dirigida hacia mí.

Me iba a dormir pensando en lo que estaría haciendo Alex en esos momentos,

imaginándome a sus hermanos compitiendo por la atención de sus padres, y cada mañana

luchaba contra el impulso de llamarlo para que saliéramos a trotar juntos como antes.

Esto era normal ¿verdad? Lo echaba de menos porque era mi amigo ¿Cierto?

Page 54: Callate y baila conmigo

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº10:

Trabaja con tu cuerpo, no en contra de tu cuerpo.

La ducha que tomé hoy en la mañana había sido clarificadora.

Jamás había pensado en esto, pero las duchas son increíbles en realidad. Te hacen sentir

muy bien y limpia, te hacen sonar como una cantante profesional, y como si fuera poco te

ayudan a tomar todas las decisiones de la vida. Bueno, no de la vida en general, pero ya

entienden lo que quiero decir.

Fue exactamente así: Entré en la ducha y salí con un plan detallado de cómo solucionar

todos mis problemas.

Solo necesitaba encontrar a Alex y decirle que aunque ya no me estaba dando clases eso no

quería decir que debíamos dejar de ser amigos y hacer las mismas cosas que solíamos hacer.

Aun podíamos salir a trotar los fines de semana y hablar en los recesos como antes. Eso no

tenía porque cambiar.

No había visto ni hablado con Verónica aunque se suponía que había llegado ayer en la

noche, pero sabía que ella junto con todo su curso iba a ir a visitar a un par de universidades

como lo hacen los últimos cursos en este periodo. Así que no me cuestioné cuando no la vi

en ninguno de los recesos.

Estaba casi asustada de que no pudiera ver a Alex antes de que acabaran las clases, pero en

el primer receso mientras mi mente vagaba, logré ver su cabello castaño claro entre medio

de todos los niños en medio del patio.

Sonreí y comencé a caminar hacia él. Sentí como si mi estomago se retorciera sobre sí

mismo, pero intenté lo mas que pude aplacarlo. Era una sensación extraña, pero no del todo

mala.

Estaba a unos cuentos pasos de él cuando al fin pude verlo completamente. Estaba apoyado

en un pilar de espaldas a mí con la cabeza un poco ladeada de forma que podía ver su perfil.

Su mandíbula bien definida con una sueva sombra en su barbilla. ¿Por qué nunca me había

dado cuenta de la forma en la que lucía su mandíbula?

Page 55: Callate y baila conmigo

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Sacudí la cabeza con una sonrisa por dejar que mi mente vagara de esa manera y estuve a

punto de comenzar a correr cuando me detuve abruptamente. Mi corazón dejó de latir. Alex

no estaba solo. Estaba hablando con una chica. Una chica de su grupo de baile. Recordé

como había sentido una pizca de celos cuando la vi bailar frente a todos con tanta

naturalidad.

No recordaba haber visto a Alex hablar con alguna chica que no fuera Verónica y los nudos

que había sentido antes en mi estomago se deshicieron dejando una especie de agujero en

su lugar.

Él le sonrió y entonces se acercó para tomar su mano. Parecían muy cercanos. Recordé

haberle dicho a Alex que debería conocer a más personas y salir con chicas para disipar los

tontos rumores que se habían propagado por el colegio.

— No me importa lo que digan — Había dicho — Voy a salir con alguien porque me guste y

no solo para que no hablen mas de mí.

Él tenía razón, por supuesto.

No debería importar lo que las personas pensaran sobre ti.

Pero entonces… esto quería decir que a él le gustaba esta chica.

Retrocedí lentamente unos pasos cuando él comenzó a acariciar su mano con los dedos de

su mano libre mientras le decía algo que no pude escuchar por encima del murmullo del

patio y entonces eché a correr hacia el baño.

No sé cuánto tiempo permanecí allí, con mi corazón latiendo con fuerza, la imagen marcada

a fuego en mi cerebro. Me eché un poco de agua en la cara y cuando por fin tuve las fuerzas

suficientes para salir me di cuenta de que ya no quedaba nadie en el patio.

Por primera vez en mucho tiempo llegué tarde a una clase. Y sorprendentemente mis

mejillas no se sonrojaron de mil tonos de rosa cuando todos se me quedaron mirando

mientras entraba en la sala.

El profesor de matemáticas se me quedó viendo como si no estuviera seguro de que

decirme, como si no supiera cómo tratar conmigo.

— Perdón — Dije alto y claro mientras pasaba de él y me iba a sentar en el único asiento que

estaba disponible.

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56

¡Cállate y Baila Conmigo!

Hubo un silencio único en la habitación por unos segundos hasta que el profesor pudo

retomar la clase en donde la había dejado.

Cuando el timbre sonó caminé casi robóticamente fuera de la sala y seguí así hasta el final de

las clases.

Me encontré con Marco como lo habíamos estado haciendo desde el comienzo de esta

semana y nos dirigimos a la sala para poder ensayar.

— Creo que deberíamos mover nuestros brazos en esta parte.

Marco se alejó un poco para poder observarme, así que me dispuse a mostrarle. Habíamos

decidido bailar salsa y al principio tuve mis dudas, pero después de unos días me di cuenta

de que en realidad se me daba bien el ritmo de este tipo de música.

Marco sonrió una vez que le mostré lo que había pensado y se rascó la mandíbula — Tienes

razón, creo que encajaría mucho mejor en la rutina.

Puso otra la vez la música con su mp4 y empezamos a hacer la coreografía desde el principio.

Sus manos eran fuertes mientras me sostenían, sus ojos no se apartaban de los míos

mientras girábamos y movíamos los pies al ritmo de la música, pero yo estaba en cualquier

parte menos allí con él.

Seguimos haciendo la rutina, perfeccionando algunas cosas hasta que sentí que habíamos

bailado por siempre. Cuando por fin terminamos me acerqué a donde había dejado mis

cosas y las recogí, Marco se me acercó mientras ponía mi bolso deportivo en mi hombro y

puso su mano allí — Voy a ir a cambiarme para que podamos irnos.

— Está bien, voy a ir a casa de una amiga.

Era mentira, pero él no tenía que saberlo. Solo quería estar sola en estos momentos.

— De acuerdo, entonces nos vemos el lunes.

Asentí y caminé rápidamente atravesando la sala, entonces lamentablemente mi pie dio con

algo en el suelo y el mundo se inclinó mientras me tropezaba.

No alcancé a caer totalmente al suelo porque unas fuertes manos agarraron mis brazos

deteniendo mi caída. El rostro de Alex apareció frente a mí, su frente arrugada con

preocupación — ¿Estas bien?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Lo miré, mi piel hormigueaba por donde él me estaba tocando y me sentí tan extraña

sintiendo cosas que jamás había sentido antes. ¿Él estaba preocupado? ¿Ahora, cuando en

toda la semana ni siquiera se había acercado para hablar?

— Estoy bien — Me enderecé y sus brazos cayeron a mi lado.

— ¿Bailaste con… todas esas personas mirando?

Sus ojos me miraron sorprendido, luego viajaron por mi cara esperando mi respuesta.

Marco había dejado la puerta entreabierta cuando habíamos entrado y la verdad es que no

fui muy consciente de las personas curiosas que habían empezado a llegar hasta casi el final

de nuestro ensayo.

Supongo que si hubiera estado más al pendiente no hubiera podido ser capaz de bailar en lo

absoluto — No eran tantas personas – Dije a modo de respuesta.

— No, no lo eran — Sus palabras sonaron suaves. Me obligué a alejarme de su lado y

empecé a caminar hacia la puerta sin mirar hacia atrás.

***

Estaba desparramada en el sillón — Una vez más — Acostada sobre mi estomago mientras

cambiaba rápidamente de canal. Era increíble que hubiera más de 100 canales y nada

remotamente bueno que ver.

Suspiré con fastidio. No había nadie en casa. Papá estaba en el trabajo y Miguel quien sabe

dónde. Estaba acostumbrada a estar sola, pero de alguna manera la casa se sentía

sombríamente silenciosa y terriblemente grande solo conmigo dentro.

De repente vislumbré unos pantalones blancos frente a mí tapando la visión de la televisión.

Ni siquiera me sobresalté.

— ¿No me oíste entrar?

Sacudí la cabeza y Vero se arrodilló hasta estar a la altura de mi vista. Había dejado la puerta

sin llave porque no quería levantarme para abrirle la puerta a Miguel.

Me inspeccionó con su mirada patentada y luego miró alrededor de la casa.

— ¿En dónde está Alex?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me encogí de hombros — ¿Con su novia?

Levantó ambas cejas— ¿Con su novia? Pero creí que le gustaban los chicos.

— No, te dije que eso no era cierto — Dije sentándome — Hoy lo vi con una chica en el

receso.

Sentí los ojos de Verónica revolotear por mi rostro y me estiré para tomar el control para

cambiar nuevamente de canal. Estaban dando Juego de Gemelas en la televisión y estaba en

aquella parte donde la madrastra casi se traga una lagartija. No importaba cuantas veces

viera esa película, siempre terminaba riéndome en esa parte. Ahora la miré fijamente

preguntándome porque ni siquiera me había hecho esbozar una sonrisa.

— De acueeeeeeerdo — Verónica se sentó en la mesa de centro y me miró — Así que por

eso estás triste.

— No estoy triste.

Estrechó sus ojos en mí y luego se paró de un salto — Bien, entonces voy a ir buscar algo de

helado ¿Cuánto quieres? — Dijo yendo hacia la cocina.

— No tengo ganas de comer helado.

Se detuvo abruptamente en medio del pasillo y se dio la vuelta lentamente. Sus ojos amplios

como platos.

— ¿Qué fue lo que dijiste?

— ¿Cuándo?

— Hace unos segundos.

— Dije cuando.

Ella rodó sus ojos y caminó hasta sentarse nuevamente en la mesa de centro. Me miró y

puso una mano en mi frente — No estas afiebrada.

— No estoy enferma — Sacudí la cabeza y ella dejó caer su mano.

— Seria la única razón por la que no querrías comer helado — Dijo y luego se detuvo

— Espera, solo son las 4. Si estás enojada con Alex porque se fue antes de que terminaran

sus clases solo para estar con una chica entonces va a tener que escucharme.

— Podría ser, salvo que ya no estoy tomando clases con él.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Marco me pidió ser su pareja para el concurso de baile y…

Levantó sus manos frenándome — Whoa, espera. Retrocede — Me miró y parpadeó varias

veces— ¿Vas a bailar con Marco?

Asentí.

— ¿Y porque estoy enterándome de esto ahora?

Me encogí de hombros — Lo olvidé.

Ella ni siquiera pestañó — Lo olvidaste — Susurró.

Solo la miré.

— ¿Olvidaste decirme algo que habías estado queriendo desde que Marco te dijo que le

gustabas?

No dije nada, ella ya lo sabía.

Se sentó allí, mirándome por tanto tiempo que pensé que se había quedado petrificada.

Me levanté del sillón cuando no pude soportar más — Deja de mirarme así, me estas

poniendo nerviosa.

Se levantó también y se paró frente a mi — Te gusta — Me acusó. Sus ojos ni siquiera

pestañaron.

— Si — Dije confundida — Ya sabias eso.

— No — Su rostro adquirió esa expresión seria que solía usar conmigo cuando quería

convencerme de algo — Alex. Alex te gusta.

Me reí — Eso es tonto, no pueden gustarme dos personas a la vez.

Negó con la cabeza — Voy a decir esto por última vez y espero que esta vez si me escuches.

Marco jamás te gustó.

Abrí la boca para discutir, pero me hizo callar con su mano.

—Solo te gustaba la idea de él. Estoy bastante segura de que ahora empiezas a notar lo

molesto que es — Ondeó una mano — Como no puede dejar de hablar sobre él, creo que

podría estar enamorado de sí mismo — Se estremeció y luego continuó — De todas formas,

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¡Cállate y Baila Conmigo!

lo que intento decir, es que conoces a Alex, has pasado tiempo suficiente con él como para

que te guste de verdad.

Solo la miré. No podía creer lo que estaba diciendo. Yo no podía… quiero decir… ¿Cómo

podía gustarme alguien sin saberlo?

Sacudí mi cabeza— Eso es una locura. Solo me gusta pasar tiempo con él…

Y salir a trotar juntos — Pensé — Comer helados y hacer bromas, las conversaciones que

teníamos… Me gustaba hablar con él, me gustaba escucharlo, mirarlo, echaba de menos lo

fácil que era estar con él, solo… estar con él.

…Maldición.

¿Cómo me metí en esto?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº11:

Reduce el estrés en tu vida

El sábado salí a trotar. Estuve despierta desde las 6 de la mañana pensando si debería

hacerlo o no, ni siquiera me despertaba a esa hora para ir al colegio y ahora solo no podía

seguir durmiendo por más tiempo. Me sentía inquieta en la cama. Quería levantarme, pero

algo me retenía. Finalmente a eso de las 7:30 por fin pude reunir el valor suficiente para

vestirme y salir.

No era que estuviera asustada de encontrarme con Alex. Bueno, tal vez un poco. Era más

porque sabía que él no estaría ahí para trotar juntos y se sentiría extraño. Ya no sería lo

mismo.

Llené mi botella con agua y empecé a estirarme en la entrada de la casa. Solo había unas

cuantas personas cuando empecé a trotar, y una pequeña llovizna que mojaba el suelo por

donde pasaba.

Comencé a mover mis piernas yendo lento en un principio pasando un par de casas y

acelerando unos segundos después. Una calle después vi una sombra corriendo hacia mí y

lentamente desaceleré.

Mi corazón dio un vuelco.

Era Alex. Trotando. Hacia mí.

— Hola — Dijo en cuanto se detuvo frente a mí.

Lo miré, parecía cansado, como si hubiera estado corriendo desde hace horas. Llevaba el

mismo buzo azul que solía llevar cuando trotábamos y mi pecho se apretó con nostalgia.

— Hola.

No sabía que mas decir, así que me quedé allí parada como una tonta. Me di cuenta de que

jamás me había sentido incomoda cuando estaba junto a él… hasta ahora. Él había sido la

única persona además de Verónica con la que no había tenido problemas para hablar desde

el principio.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Pero después de esa conversación que tuve con Vero ya no sabía cómo actuar frente a él.

— Pensé que ya no saldrías a trotar — Murmuró.

Era tan extraño verlo sabiendo la verdad sobre mis sentimientos. Tal vez no se lo haya

admitido a mi mejor amiga en voz alta, pero eso no quitaba el hecho de que fuera verdad.

— Tengo que hacerlo — Dije aclarando el nudo en mi garganta — Con todo lo del concurso y

eso.

— Si, es cierto. Así que...ah — Rascó su cuello como buscando las palabras correctas y me

miró — Los vi ayer, bailando, quiero decir. Creo que lo hicieron bastante bien.

— Gracias.

— Entonces – Dijo — Supongo que ya se decidieron por la salsa.

Tomé un gran sorbo de agua antes de responder — Sip, parece ser lo nuestro.

— Lo suyo — Murmuró apartando la mirada. Lo dijo tan despacio que en realidad no estuve

segura de lo que había dicho.

Tampoco entendí su reacción, un segundo estaba hablando conmigo y al siguiente ni

siquiera podía mirarme.

Unos segundos pasaron y yo ya había tenido suficiente de esta conversación incomoda.

Además, cada vez que lo veía mi estomago quedaba reducido a un montón de nudos.

— Bueno, tengo que llegar a casa antes de que Miguel se despierte y se coma todo el pan.

¿Por qué dije eso? Dios, estoy delirando.

Pero Alex apenas y se dio cuenta de lo que dije. Me dio un asentimiento mirando encima de

mi hombro y me escapé lo más rápido que pude corriendo hasta mi casa sin mirar atrás.

Cuando llegué estaba sudando como nunca en mi vida y fui directo a bañarme.

No hice nada el resto del día salvo estudiar para un examen de biología. Fue todo lo que

pude hacer para mantener mi mente ocupada. Y estudié tanto que estaba segura de que ya

me sabía todo al derecho y al revés.

El domingo no fue diferente, salvó que cuando salí a trotar en la mañana no vi a Alex.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

El lunes todo marchó con normalidad, fui a todas mis clases y puse mucha atención porque

me estaba costando más de lo normal entender lo que estaba explicando el profesor. Así

que tomé un montón de apuntes y pregunté todo lo que tenía que preguntar.

Algunos profesores se me quedaron mirando un segundo completo antes de responder

como si jamás hubieran escuchado mi voz en clases.

Supongo que en cierto sentido así era.

De todas formas, todo iba bien hasta que el ensayo con Marco terminó.

Estaba guardando unas cosas en mi bolso mientras Marco estaba en los camarines buscando

algo que se le había perdido, cuando Alex entró llevando una hermosa polera gris sin

mangas y un buzo oscuro con una raya blanca en el borde. Empezó a caminar hacia los

parlantes hasta que me vio y entonces se detuvo.

Pensé que iba a saludarme o algo, pero solo se quedó allí como si estuviera pensando

intensamente en algo. Lo vi tragar saliva y nos quedamos mirando hasta que una chica llegó

corriendo y lo tomó del brazo.

No era cualquier chica. La chica de su curso de baile.

La chica con la que estaba ese día en el patio.

— Lo siento, estaba dando un examen — Dijo sin aliento.

Ella era tan hermosa. Ni siquiera me notó, pero yo no pude evitar no mirarla. Tenía grandes

ojos azules y cabello largo y ondulado. Tenía sentido que a Alex le gustara. Estaba bastante

segura de que a todos los chicos les gustaba.

Marco entró interrumpiendo mis pensamientos y tomó su bolso para irse. Entonces vio a

Alex y sus ojos brillaron.

— La sala es toda suya — Lo palmeó en la espalda y le sonrió — Me alegra que hayan

entrado en el concurso también.

No estuve segura de si lo decía en serio o no. Era difícil decirlo.

Alex no le devolvió la sonrisa y ni siquiera lo miró.

— Vamos Feña, me hiciste sudar tanto que necesito urgente una ducha.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

No me atreví a volver a mirar a Alex mientras Marco ponía su brazo sobre mis hombros y

salíamos por la puerta hacia el patio. Sentí sus ojos en mi espalda, pero no sabía si era

verdad o mi mente ociosa imaginando cosas.

Ellos iban a estar dentro del concurso también. ¿Era por eso que los había visto juntos ese

día?

Si era solo por eso, entonces eso significaba que ellos no…

Sacudí mi cabeza, no tenía sentido que siguiera pensando en lo mismo.

¿Por qué no iban a estar juntos? Ambos tenían un montón de cosas en común y de seguro

pasaban muchas horas juntos por las clases que compartían.

Tenía que concentrarme si quería hacer esto bien. Y si eso significaba que tenía que sacarme

a Alex de la cabeza entonces estaba decidida a hacerlo.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº12:

Saborea cada minuto, cada movimiento y cada paso.

Dejé que el ritmo de la música me llevara y solo me concentré en eso. En los pasos que

habíamos ensayado y en los movimientos de Marco para poder reaccionar a ellos. Mover

mis piernas después de las de él, simplemente dejar que mi cuerpo tomara el control,

saboreando cada movimiento y cada paso.

La música terminó, sus brazos a mí alrededor como nuestro final. Mi respiración estaba

agitada por el esfuerzo por lo que intenté apartarme. Salvo que al parecer Marco tenía otra

idea en mente. Mantuvo sus brazos aferrados a mi cintura y me tuvo apegada a él.

— Lo hiciste genial.

Asentí, no me estaba sintiendo cómoda con él mirándome así, aparté la mirada, pero su

mano tomó mi mentón y me obligó a enfrentarlo. Me quedé inmóvil mientras lo veía inclinar

su cabeza hacia mí. Mi corazón empezó a golpear fuertemente y pensé en escapar. Sabía lo

que iba a hacer, él había intentado hacerlo un par de veces antes y cada vez me arranqué

antes de que lo hiciera, pero ahora solo no pude moverme. Me quedé parada mirándolo

hasta que sus labios tocaron los míos.

Cerré los ojos porque la imagen de él tan cerca hizo que empezara a ver doble. Hasta ahora

todo bien, me dije a mi misma, relájate. Sus labios empezaron a alejarse y abrí mi boca para

decir algo— no sé qué — y entonces….

Mis ojos se abrieron de golpe cuando su lengua se lanzó dentro de mi boca.

Sentí que iba a atragantarme, pero cuando al fin se separó de mí y me sonrió como si

hubiera sido lo mejor, tuve que refrenar mi impulso de hacer una mueca.

— Nos vemos después — Dijo dando un golpecito con su dedo a mi nariz. Agarró sus cosas y

salió hacia las duchas.

Me quedé unos sólidos 60 segundos parada mirando hacia la nada sin siquiera pestañar.

Eso era todo.

Jamás volvía a soñar tanto con algo.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Me encontré con Verónica fuera del colegio para ir a su casa a ver una película y solo le

bastó mirarme para saber que algo había pasado.

— Solo escúpelo de una vez.

Suspiré — Marco me besó.

Los ojos de Verónica se abrieron de par en par — ¿Diste tu primer beso? Oh, estoy tan

orgullosa de ti — Me abrazó y luego hizo una mueca — Independientemente de a quien

besaste.

Gruñí — Si, no te preocupes, no pretendo volver a hacerlo.

— ¿Tan malo fue? — Sus cejas se juntaron mientras metía la llave en la puerta de entrada de

su casa.

Esperé hasta que estábamos dentro de su habitación sin ningún oído curioso para poder

hablar.

— Peor, todavía puedo sentir su lengua en mi garganta, ugh — Me estremecí y me dejé caer

en su cama.

— Cariño, eso no fue nada. Cuando tenía 13 años, Daniel, el chico que me gustaba me besó y

entonces estornudó. En mi cara.

— Ew, de acuerdo tú ganas, tu primer beso fue peor — Me estremecí.

Se rió — Se vuelve mejor, lo prometo.

— Ni lo pienses, no voy a volver a besar a nadie nunca más — Me paré de la cama y empecé

a buscar la película en mi mochila.

Ella rodo los ojos hacia mí y me quitó la película de mis manos para ponerla en su DVD— No

puedes decir eso, es infantil.

— Soy infantil entonces, no lo haré y ya está. Prefiero quedarme soltera con un montón de

gatos. Ya terminé con la cosa de los amores platónicos. Muchas gracias.

— ¿Con Ian Sumerland también?

Dudé — Bueno, tal vez solo con chicos que en realidad están cerca.

Verónica esbozó una sonrisa.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— No entiendo porque las personas enloquecen con los besos — Continué. Sin embargo me

encontré pensando en cómo hubiera sido besar a cierta persona que no lograba sacar de mi

cabeza y me di un golpe mental para dejar de imaginar cosas que jamás ocurrirían. Sacudí mi

cabeza con una mueca— Son incómodos y… babosos.

— Creo que Marco solo es una mal besador o… no sabía que era tu primer beso.

Mi boca se abrió — ¿Cómo no iba a saberlo? Probablemente estaba escrito en toda mi cara.

— Te lo dije, solo se preocupa por él mismo. No creo que se dé cuenta de mucho.

Me tapé la cara con la almohada amortiguando mis palabras— Me siento horrible.

— Tranquila, siempre puedes vomitar si quieres — Me dijo con una risita.

— No lo digo por eso — Me quité la almohada y la miré — ¿En qué clase de persona me

convierte esto? ¿Que en cuanto obtiene lo que tanto deseaba entonces ya no lo quiere?

Me quitó la almohada y la puso detrás de su cabeza — Te convierte en una persona normal,

que se da cuenta de cosas que no había visto antes y recapacita.

— Aun así me siento mal – Dije — Debería estar saltando en un pie de felicidad y en vez de

eso estoy aquí quejándome por todo.

— Puedes quejarte todo lo que quieras conmigo, vamos desahógate.

Tomé un gran respiro y empecé a hablar —o a balbucear mejor dicho.

— Todo este tiempo que pasé fantaseando con mi primer beso y ahora siento como si todo

hubiera sido una pérdida de tiempo. Ni siquiera me siento diferente. Pensé que me iba a

sentir diferente. Que iba a pensar en eso todo el día y que ni siquiera iba a poder dormir

bien en la noche. Se supone que es casi la única cosa que podría contarles a mis nietos que

no fueran cosas para adultos.

Verónica se echó a reír — Aun puedes contarles un montón de cosas, solo tendrás que

censurar algunas.

— Pff, pues eso no tiene chiste.

— Entonces puedes contarles lo mal besador que es Marco. ¡Oh! — Sus ojos brillaron con

picardía — ¿Puedo…

— Ni lo pienses.

Hizo un puchero — Pero entonces no es divertido.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Nada de esto es divertido.

— Bueno, pues tendrás que hacer algo. Una vez que un chico te besa hay un 50% de que

quiera hacerlo otra vez.

***

Tenía un dolor de cabeza infernal.

Supuse que se debía al examen de cálculo que habíamos tenido más temprano, porque de

seguro murieron una o dos neuronas en el proceso.

Estaba volviendo de la enfermería junto a Verónica, pero entonces ella se encontró con un

chico a mitad de camino y se quedaron conversando. Así que seguí adelante para darles un

poco de privacidad.

Me detuve en una esquina y me recargué contra la pared. Elevé mis manos a mi cabeza y

decidí quitarme la cinta que sostenía mi cabello para así aliviar un poco el dolor hasta que el

remedio que me había dado la enfermera hiciera efecto. Empecé a peinarlo con mis manos,

pero con un resoplido mejor sacudí la cabeza hacia adelante y luego hacia atrás para que se

acomodaran donde deberían estar.

Cuando alcé mi cabeza mis ojos inmediatamente quedaron trabados con los únicos ojos que

al parecer no podía dejar de ver.

Alex estaba parado a unos metros, pero aun así pude sentir mis mejillas comenzar a arder

cuando comprendí que me había visto hacer el tonto con mi pelo.

Tenía las mangas de su camisa arremangadas hacia sus codos y su corbata un poco floja. Nos

quedamos mirando unos segundos que parecieron eternos hasta que un chico salió de lo

que supuse era el baño de chicos y ambos empezaron a caminar hacia sus salas.

— ¿Qué fue eso?

Casi se me cae el alma al suelo — ¡Por dios, casi me matas Verónica! — Puse una mano en

mi enloquecido corazón e intenté que se calmara un poco.

— Solo porque estabas demasiado ocupada — Se paró más cerca y miró hacia adelante don-

de Alex y su amigo aun estaban a la vista y luego entrecerró sus ojos cuando se giró hacia

mi— ¿Qué fueron todas esas miraditas?

Tragué saliva y evité su mirada — No sé de que estas hablando.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Y no lo digo solo por ti. Alex no quitaba los ojos de encima tampoco.

Empecé a caminar deseando que solo terminara de hablar, no quería oír esto. No quería

hacerme ilusiones o imaginar cosas donde no las había.

— No eran miraditas, nosotros solo… solo… Dios, olvídalo. No fue nada.

No debía pensar demás sobre esto. Solo me estaba mirando. Eso no significaba nada.

Verónica se me quedó mirando pensativa — Hmmm.

— Además, besé a Marco — Dije en un arrebato intentando que sea lo que sea estuviera

pensando se detuviera— No tengo derecho a seguir pensando en Alex después de eso.

Ella palmeó mi hombro — Claro que si Feña, uno simplemente no maneja sus sentimientos.

El que dejaras que Marco te besara no quiere decir que él tiene que gustarte ahora.

Fruncí el ceño —Pero debería —Dije como una niña pequeña contradiciendo a su padres —

Quiero decir, hice todo esto, lo de aprender a bailar para que él saliera conmigo y ahora…

— Y ahora sabes que él no te gusta de verdad.

— Si, pero…

— Nada de peros, no quiero que sigas mortificándote más con esto. No podemos manejar lo

que sentimos. Punto.

Dejé salir en aliento en una larga exhalación — Esta bien.

Verónica sonrió.

— De todas formas no importa — Dije rápidamente — Alex está con esa chica y yo… —

Suspiré — Tal vez debería ver qué pasa con esta cosa con Marco.

La sonrisa de Vero cayó, suspiró exageradamente y luego empezó a caminar dejándome

atrás.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº13:

Elimina los pensamientos negativos

Resulta que Verónica tenía razón.

No sobre Alex, claro.

Sino sobre Marco.

Él intentó besarme unos días después, salvo que esta vez ambos estábamos en el pasillo con

un montón de personas alrededor caminando hasta su próxima clase.

Estábamos parados cerca de la pared para no interferir con los demás, hablando, porque él

tenía que terminar un trabajo y no íbamos a poder quedarnos a ensayar.

Alex apareció en mi campo de visión y me quedé mirándolo como una tonta. No quería

hacerlo, juro que no, pero siempre que él estaba allí me costaba un montón de energía no

mirarlo, mis ojos parecían tener mente propia.

Mientras más evitaba verlo más me lo encontraba en cada pasillo del colegio.

Era escalofriante.

Marco giró su cabeza hacia donde estaba mirando y entonces sus ojos brillaron cuando

volvieron a los míos. Apoyó su mano sobre la pared al lado de mi cabeza y entonces su

rostro se acercó al mío rápidamente, pero en cuanto me di cuenta de lo que iba a hacer di

vuelta mi cara haciendo que su beso aterrizara en mi mejilla.

Era como si quisiera que Alex nos viera y no podía entender por qué.

No recordaba que Alex me hubiera dicho algo sobre alguna disputa con él, ni siquiera lo

había oído decir algo malo sobre Marco mientras yo hablaba de él sin parar en nuestras

primeras clases.

Él solo se quedaba allí escuchándome y ni una sola vez vi su expresión contraerse cuando oía

su nombre.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

De acuerdo, tal vez solo estaba alucinando porque todo eso era bastante absurdo.

— Uh, tengo que ir a buscar a Vero — Me escabullí debajo de su brazo y escapé lejos de

Marco.

Sabía que había dicho que iba a intentar ver lo que estaba pasando con Marco, pero no

podía hacerlo justo en ese momento. No con Alex allí mismo. Me sentía… demasiado

consciente de mi misma.

Por suerte la puerta de la sala estaba abierta por lo que pude entrar y sentarme en uno de

los primeros asientos.

Saqué mi celular y me puse los audífonos.

Tenía un montón de canciones en mi memoria SD, pero escuchaba aproximadamente el 15%

de ellas, las otras no las borraba porque siempre pensaba que iba a querer escucharlas algún

día...

Subí el volumen y me detuve cuando una canción en particular empezó a sonar.

Era Melodies de Madison Beer, la canción que tenía para cuando me llamaba Alex y al instan-

te mi pecho se apretó.

¿Cuándo se iba a terminar este sentimiento?

***

Quería que se terminara ese sentimiento.

O al menos olvidarlo.

Así que lo intenté.

Intenté concentrarme en el baile.

Y en Marco.

Por las próximas semanas dejé que pusiera su mano en mi espalda cuando hablábamos con

alguien más, que me acompañara a casa casi todos los días, y que me llamara Fer delante de

otras personas (Aunque Vero fruncía el ceño cada vez)

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Dejé que hiciera todo eso…

Y se sentía total y absolutamente incomodo, más que incomodo. De hecho, estaba lo

incomodo y luego estaba eso.

No podía relajarme ni un solo segundo. Siempre estaba super híper consciente de mi misma.

Y estaba empezando a sentirme culpable. Quiero decir, yo hice esto, me esforcé para que él

me notara y ahora que lo había hecho no podía obligarme a sentir la más pequeña mariposa

en mi estomago.

Lo único que quedaba eran los nervios. Creo que eso era lo único que llenaba mi cuerpo los

últimos días. Nervios de que él quisiera besarme otra vez ¿Lo haría? ¿Y qué haría yo cuando

lo hiciera? ¿Lo besaría devuelta solo porque se suponía que debía hacerlo?

Dios, esto me estaba exasperando.

¿Cuándo se había vuelto tan complicado?

¿O solo yo lo estaba haciendo complicado?

¿Dejaría de hacerme preguntas en algún futuro próximo?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº14

No pienses en el próximo movimiento ni en el movimiento pasado.

Unos días después mientras caminaba junto a Verónica fuera del colegio, recordé algo

repentinamente.

— Ugh — Me detuve y me pegué en la frente con la mano.

— ¿Qué pasa?

— Se me quedó el libro que tengo que leer en la sala de baile cuando estaba ensayando con

Marco.

Verónica hizo una cara de asco y me reí.

— Voy a tener que devolverme. Tenía la intención de avanzar un poco hoy.

Si fuera por mi lo habría dejado allí y ya— ¿Hay algún libro mas enredado que La Ilíada?

Había intentado leerlo unos días antes, pero no había entendido nada de lo que había leído

en las primeras páginas así que tuve que dejarlo.

Me di la vuelta para caminar en dirección contraria e ir a buscarlo pero Verónica tiró de mi

mochila haciendo que casi me cayera de espalda.

— Espera, ¿Has visto a Alex hoy?

Mi estomago dio un vuelco al oír su nombre — Um, no. ¿Por qué?

De hecho no lo había visto en todo el día.

— Bueno, parecía diferente, como perdido en sus pensamientos. Lo saludé en el primer

receso y ni siquiera me vio.

Me encogí de hombros sabiendo que esto se iba a quedar dando vueltas en mi mente si

seguíamos hablando, así que hice ademan de seguir caminando, pero al parecer Verónica

aun quería seguir.

— ¿Sabes si se queda en el colegio después de clases?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Algunas veces ¿Por qué?

Apretó más su mochila a su espalda y sonrió. Su rostro me asustó, parecía estar maquinando

algún plan malvado — Por nada, nos vemos después ¿Sí?

Estiré mi mano para detenerla, pero ella ya estaba fuera de alcance — Espera, ¿Dónde vas?

— Fruncí el ceño cuando la vi corriendo hacia las salas nuevamente.

Suspiré y fui corriendo a buscar mi libro.

Un poco más de media hora después me encontré pisoteando la calle mientras salía del

colegio. Jamás había estado más enojada en mi vida. Mi cabeza latía y mi cara se sentía

caliente.

¿Quién demonios se creía que era?

La sangre se agolpó en mis oídos haciendo difícil escuchar más allá de la pulsación de mi

corazón. Ni siquiera sabía hacia donde estaba yendo hasta que me encontré tocando su

puerta con la fuerza suficiente para echar abajo la casa.

— ¡Es un idiota! — Dije en cuanto Verónica me abrió la puerta.

Ella se hizo a un lado para dejarme pasar y me tiré en su sofá.

— ¿Quién? — Se sentó a mi lado y me miró.

— ¡Marco!

— ¡Aleluya! — Levantó sus brazos hacia el cielo riéndose — ¡Mis plegarias han sido

escuchadas! ¿Qué pasó?

Le conté con lujo de detalles todo lo que había oído ya que las palabras aun estaban

nadando en mi mente como peces buscando que comer.

***

La puerta había estado entreabierta cuando había llegado a la sala e iba a empujarla cuando

escuché a alguien decir mi nombre.

Me quedé congelada con la mano en la puerta y la bilis en mi garganta.

— ¿Quién, Fernanda? — Dijo Marco y después se echó a reír — Nunca me gustó. Solo estaba

tratando de decirle que no podía salir con ella con delicadeza. Así que lo único que se me

ocurrió decirle fue que me gustaba, pero que no podía estar con ella porque no sabía bailar.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Mi mente me estaba diciendo que corriera, que no quería escuchar más de lo que estaban

diciendo, que esto era suficiente — ¡Él es un idiota, vete ya! — Pero mi cuerpo tenía otras

ideas y mi cabeza se acercó aun más a la puerta para escuchar mejor.

— ¿Y ella te creyó? — Preguntó un chico cuya voz no pude reconocer.

— Es muy ingenua. No puedo creer que le pidiera a ese idiota que le enseñara a bailar.

— Pero funciono ¿No?

— Si, no podía creerlo cuando los vi bailando por primera vez aquí — Se rió — Es bastante

buena, estoy bastante seguro de que ganaremos fácilmente. Además sé que ese idiota de

Alex le molesta que estemos juntos y eso es un gran plus.

— ¿Y qué vas a hacer después? Ella va a seguirte como un cachorro enfermo de amor.

— Solo le diré que ya no me gusta más.

— Vas a romper su corazón de niña pequeña.

—Ya lo sé. Ella está muerta por mi — Rió fuerte— Pero ¿A quién le importa? Habrá servido a

su propósito y ya no la necesitaré más.

***

En cuanto terminé de contarle a Vero lo que había escuchado se levantó de un salto con sus

manos en forma de puños.

Tomé su brazo y la detuve — ¿Dónde vas?

— A dejarlo sin herederos.

— No — Me reí mientras mi ira disminuía después de exteriorizar mi enojo— Está bien.

Aunque quiera hacerle pagar por todo lo que dijo. No merece la pena.

— Bueno…

— ¿Qué?

— ¿Qué vas a hacer con lo del concurso?

Suspiré — Creo que lo mejor sería que lo dejara.

— Pero solo faltan tres días.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Fruncí el ceño. Era verdad, el concurso era este sábado. No quedaba casi nada. Ya hasta

había comprado la ropa que iba a usar — Ya lo sé, pero no puedo seguir bailando con él

sabiendo todo lo que dijo.

— Bueno, ya te sabes bien los pasos ¿No? — Preguntó empezando a caminar por su sala, se

detuvo y me miró. Asentí — Entonces ya no es necesario que sigas ensayando con él, solo

espera hasta el sábado, baila con él y listo. Al menos habrás cumplido.

Verónica tenía razón.

Solo tenía que esperar hasta el sábado. Bailar y listo.

Fue difícil sin embargo, le mandé un mensaje el jueves a Marco diciéndole que tenía que

estudiar para un examen importante y que no me quedaría a ensayar y el pareció

entenderlo.

Pero al día siguiente cuando inventé otra excusa poco convincente, me interceptó en la

salida del colegio preguntando si había algo mal y Dios sabe que no soy una persona

agresiva, pero sentí tantas ganas de abofetearlo que tuve que agarrar mi bolso con fuerza

para evitar que mi puño se estampara en su mandíbula.

¿Qué me había gustado de él de todas formas?

¿Era su cabello con reflejos rubios? ¿Su nariz perfecta? ¿Sus ojos claros?

Ahora me daba cuenta de que nada de eso importaba. El podía ser hermoso por fuera, pero

eso no garantizaba que lo fuera por dentro.

Solo fue un enamoramiento estúpido.

— Está todo bien, solo no me estoy sintiendo muy bien en estos momentos — Era verdad.

Estar tan cerca de él en realidad me hacía sentir mal. Todas las cosas que había dicho sobre

mi bailaban alrededor de mi cabeza y solo quería empujarlo para luego correr lejos.

— ¿Quieres que te acompañe a tu casa?

—Gracias por tu gran amabilidad — Anuncio verónica tomando mi brazo y salvándome de

responder — Pero yo la voy a acompañar.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Marco frunció el ceño.

— ¿Hay algún problema con eso? — Verónica se paró frente a él elevando sus cejas.

Él le sonrio ampliamente como si estuviera jugando con ella — No, claro que no. No hay

ningún problema.

— Bien — Verónica tiró de su pelo hacia atrás de su hombro casi golpeando la cara de Marco

y luego tomó de mi brazo para que nos fuéramos.

Más tarde ese día Marco me llamó para saber si ya me sentía bien porque quería que nos

juntáramos una última vez para dejar todo listo y acordar bien lo que íbamos a hacer, ya que

mañana era la presentación, pero Verónica interceptó mi celular y le dijo que yo necesitaba

descansar y le colgó cuando él empezó a discutir.

Estábamos en mi habitación viendo el DVD de High School Musical 3 — Por segunda vez ese

día — y ambas estábamos sentadas en la alfombra, apoyadas en un montón de cojines.

Sin embargo, ella había estado más tiempo con su celular del que había visto la película. Sus

dedos se movían con agilidad y precisión sobre el teclado de su celular tan rápido que estaba

empezando a marearme.

— ¿Con quién estas hablando tanto?

Le sonrió al celular y entonces rápidamente lo apagó y me miró dándome una sonrisa — Con

Álvaro.

No sé por qué, pero no le creí.

La miré de reojo detenidamente estrechando mis ojos, pero solo me dio una mirada

de- ¿Qué? Yo no hice nada.

Que no me dejó para nada tranquila.

— ¿Podemos ver otra cosa? Ya he visto esta película un montón de veces. Me sé los pasos

de memoria.

— ¿En serio? ¿Estas segura?

— Si — Le fruncí el ceño por estar tan entusiasmada, pero me ignoró — Los repasamos con

Alex luego de que pude apoyar bien mi pie.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Genial.

— ¿Vas a explicarme ahora porque quieres que la vea?

— Um… — Ella fingió pensarlo — No.

— Bien — Suspiré.

Una vez que terminó y que le supliqué a Verónica que viéramos algo mas, ella empezó a

cambiar de canales rápidamente y lo dejo en The Vampire Diaries.

— Ah, no estoy de humor para ver eso. Elena me pone de los nervios.

Verónica cambio de canal a una película — Si, a mi también.

— Me gusta cada vez más la idea de Damon Con Bonnie.

— ¡Siiii! ¡Vamos BAMON!

Nos reímos y chocamos las manos.

— Si no hubiera sido por Damon, ya habría dejado de verla hace rato.

— Si — Estuvo de acuerdo conmigo — Y Stefan.

Me di la vuelta para mirarla y elevé mis cejas — ¿Te gusta Stefan ahora?

— ¿Qué tiene? — Me miró con expresión soñadora — Es guapo y romántico. Si Elena no lo

quiere entonces yo sí.

La empujé por el hombro y ella se rió. No sabía que habría hecho sin ella esta noche.

Probablemente estaría entrando en un ataque de pánico por lo de mañana.

— ¿Quieres comer algo? Puedo hacer palomitas.

Gemí y toqué mi estomago — No gracias, mi estomago no estaría feliz con eso.

De hecho apenas y pude comer en todo el día. Mi estomago estaba apretado y tuve ganas de

vomitar casi todo el día.

— ¿A qué hora dijiste que es la presentación?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Pensé en ello — Um, como a las 3. Pero somos los primeros así que tenemos que estar allí lo

antes posible.

— Bien, llegaré antes de eso así puedo maquillarte y ayudarte a vestirte.

— No creo que…

— Sabes que tengo buen gusto. No voy a maquillarte como un mapache. Solo haré resaltar

más tus ojos y listo.

— Está bien — Me relajé — Gracias.

— Cuando quieras. Para eso estamos las hermanas grandes.

Sonreí — ¿Crees que es demasiado tarde para cambiarte por Miguel?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº15:

Intenta bailar con alguien con quien te sientas a gusto.

El temido día ya estaba aquí.

Casi no pude dormir. Mi corazón latía desbocado a pesar de que no estaba haciendo nada.

Podía ver mi camiseta moverse con cada latido.

Hice lo que pude para poder calmarme. Puse un poco de música en la mañana para poder

animarme un poco y después repasé los pasos en mi cabeza una y otra vez.

Se estaba haciendo tarde y estaba esperando a que Marco me llamara, pero no lo había

hecho. Tal vez estaba molesto porque no me había juntado con él como quería, pero no me

importaba si lo estaba. Estaba agradecida de que Vero estuviera conmigo o tal vez no

hubiera podido ser capaz de no aceptar.

Pero a pesar de todo no iba a fallar a propósito, aunque él se lo mereciera por haber estado

engañándome. ¿No podía haberme dicho que no le gustaba como cualquier chico normal?

Yo lo habría aceptado. Habría estado triste algunos días, pero lo habría superado.

Pero no, él tenía que venir y decirme esa tontería del baile. Y ahora estaba aquí. Sintiendo

como si fuera a vomitar en cualquier momento.

Papá pasó cuando estaba lavando la loza después de almuerzo y besó mi mejilla.

— Quiero decirte que pase lo que pasé hoy, estoy orgulloso de ti.

Eso me hizo sentir mejor.

— Rómpete una pierna hermanita.

Le disparé la mirada más cargada de oído que pude conjurar a Miguel.

— ¿Qué? — Levantó sus brazos — Es lo que se dice.

— Si, en el teatro. No cuando estas a punto de bailar.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Hizo una mueca — Como sea, te va a ir bien. No bailas mal.

Elevé mis cejas.

— ¿Qué? Te vi bailando una vez en el colegio. Al menos no vas a avergonzarte.

Lo caminar hacia la sala para luego derrumbarse sobre el sofá.

El timbre sonó. Mi papá estaba en su oficina. Y sabía que Miguel no se levantaría aunque su

vida dependiera de ello, así que sequé mis manos en un mantel y me apresuré a abrir la

puerta.

— ¿Qué… — Me detuve. Marco estaba frente a mí. Salvo que no lucia como él en lo

absoluto. Estaba desarreglado y despeinado. Pero eso no era lo sorprendente.

Lo sorprendente era que su mandíbula estaba tan hinchada que era como si cuello casi no

existiera.

Lo miré horrorizada.

— ¿Estas bien? ¿Qué te pasó?

Me hice a un lado para que pasara, pero él no se movió de donde estaba.

— ¿Qué me pasó? — Se puso a reír — Estoy seguro de que ya lo sabes. Y ya que no hay

forma de que vaya a salir así frente a un montón de personas, todo esto se fue al demonio.

Yo perdí. Así que tú perdiste conmigo. No calculaste bien eso.

Estaba consciente de que me boca se encontraba un poco abierta, pero no podía evitarlo.

Parpadeé un par de veces mientras él se daba la vuelta hecho una furia sin siquiera dejarme

hablar. ¿Qué había pasado? estaba subiéndose a un auto con alguna chica dentro que me

miró de una forma que me hizo estar agradecida de que las miradas no mataran.

Justo antes de que arrancaran el auto otro se detuvo detrás de el. Vero se bajó con gracia

del asiento del pasajero y caminó con paso majestuoso a mi casa. Entonces vio a Marco y se

puso a reír.

— Veo que te dieron lo que merecías. ¡Bien por ti!

Marco le levantó un dedo — No diré cual — Por encima del vidrio de la ventana del auto y

Vero solo sonrió un poco más.

Me sentía demasiado decepcionada de saber que me había gustado alguien así. Pero sobre

todo estaba confundida. Demasiado confundida.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Vero me abrazó con fuerza y luego tironeó de mí hacia el auto.

— ¿Qué estas haciendo? ¿Dónde vamos?

— Al concurso ¿Dónde más? Vamos, ya estamos atrasadas — Giró su cabeza hacia atrás y

gritó hacia mi casa — ¡Nos vemos allí señor Santibáñez!

— Pero, pero… — Comencé a balbucear. Eso no tenía sentido. Nada tenía sentido — No

puedo ir, Marco no se va a presentar. Está enojado conmigo porque ya no tiene cuello. Lo

que no tiene sentido. Yo no lo golpeé.

Vero sonrió y me empujó hasta que entré en los asientos de atrás.

Álvaro me saludó desde su lado del conductor con una mano mientras con la otra

comenzaba a mover el auto— Hey Feña.

— Esperen — Puse una mano sobre la puerta de mi lado del auto — Ni siquiera tengo mi

ropa.

Vero se deslizó junto a mí dando un portazo detrás de ella y luego se inclinó para bloquear la

puerta.

— No hace falta, tenemos todo lo que necesitamos aquí.

Sacó un pequeño bolso y empezó a sacar un montón de maquillaje, sombra de ojos, rubor,

base, lápiz labial y otras cosas que yo apenas y conocía.

— Pero, pero yo…

— Shhh, soy muy buena en esto. Maquillo a mi mamá de camino a su trabajo todo el tiempo.

— Pero Vero…

— Cierra un poco tus ojos.

No sé lo que estaba haciendo. Jamás me había maquillado. Lo único que usaba como

maquillaje — si se podía llamar así — era un par de brillos labiales con sabor a frutas.

Encrespó mis pestañas tanto que casi podía verlas cuando pestañaba a la luz del sol, luego

sacó un delineador de ojos y se movió más cerca de mí.

— Vero…

— Abre tus ojos.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— ¡Los tengo abiertos!

— No, ábrelos más. No pestañees tanto.

— ¡Esto es una pérdida de tiempo!

Terminó con mis ojos y después se movió hacia mi boca — Nada de lo que yo hago es una

pérdida de tiempo. Ahora abre un poco tus labios — Pasó un lápiz labial por mis labios y

apenas y pude ver qué color era. Solo esperaba que fuera un color adecuado. No quería

parecer como una niña de 10 años jugando con el maquillaje de su madre.

— Ahora haz así — Frotó sus labios uno contra el otro y la imité — Bien, bien.

— Tienes que decirme que está pasando – Dije — No puedo ir al concurso. No tengo con

quien bailar.

Había un brillo extraño en sus ojos cuando me sonrió que no hizo nada para calmar a mi

estomago — Ahora, eso no es del todo cierto.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Consejo Nº 16

Siempre acepta cuando alguien te pida bailar. Sobre todo si es la persona

correcta.

No tuve tiempo para ponerme nerviosa.

Tan pronto como habíamos llegado verónica me había empujado hacia los vestidores

desvistiéndome tan rápido que apenas y tuve tiempo de estar avergonzada. El vestido que

me había puesto era hermoso. Era principalmente tapado en el frente, pero con la espalda

descubierta y la parte de abajo se alzaba sobre mis rodillas rozando suevamente mi piel

mientras caminaba. También me había puesto un par de zapatos negros y echado a mi

cabello una especie de crema para peinar que lo había dejado oliendo a almendras.

El aroma me hizo marear.

Verónica estaba frenética mientras movía mi cabello con sus manos, sus ojos fijándose en

cada centímetro que podría no estar perfectamente arreglado.

Tan pronto como oí la voz del presentador, mi corazón comenzó a golpear dolorosamente

contra mis costillas.

Vero tiró de mi brazo y luego me empujó hacia el escenario.

— Ve, ve. Lo harás estupendo.

Iba a tener otro ataque de ansiedad. Podía sentirlo. Las luces molestaban mis ojos y

parpadeé para enfocarme. Pude ver al jurado, a las personas sentadas detrás de ellos.

Tragué saliva. Eran demasiados. Iba a desmayarme.

El presentador estaba diciendo algo, pero no estaba oyendo nada de eso, porque allí, justo

allí caminando desde la otra salida de los vestidores estaba Alex.

Alex. Alex. Alex.

Lo miré como no me había atrevido a mirarlo desde hace semanas. Llevaba pantalones

oscuros y una camisa azul que combinaba con mi vestido. Había una sonrisa jugando en sus

labios.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Se detuvo frente a mí y me ofreció su mano.

— ¿Bailas conmigo?

Mi cabeza estaba llena de preguntas, pero mi brazo se alzó rápidamente para aceptar su

mano.

Caminamos hasta el centro del escenario. Las luces se movieron hacia nosotros aun más que

antes y no fue hasta ese momento que me di cuenta de que ni siquiera sabía que íbamos a

bailar.

Comencé a sentir pánico. Solo un poco. La mano de Alex se deslizó de la mía y dio unos

pasos hacia atrás. Estuve a punto de objetar cuando la música empezó.

Entonces sonreí.

Alex me ofreció su mano nuevamente mientras Can I Have This Dance sonaba de fondo.

No podía quitar mis ojos de él. Parecía como si no lo hubiera hecho desde hace años. Sus

ojos oscuros parecían brillar con las luces. Tampoco apartó sus ojos de los míos. Mientras me

miraba se sintió como si solo estuviéramos nosotros dos, en la sala del colegio, en mi casa.

Mis nervios se esfumaron.

Nuestros pies se movían con perfecta sincronía, como si lo hubiéramos hecho durante

meses. Sus manos en mi cintura se sentían tan familiares y nuevas a la vez. Habíamos hecho

esto antes, un montón de veces antes, pero todo parecía diferente ahora.

Sentía como si estuviera pisando nubes. Como si mis pies volaran sobre el escenario. Todo

mi cuerpo sentía como si estuviera a metros sobre el suelo.

Nos movimos uno frente al otro. Una mano sobre su hombro, la otra sosteniendo su mano.

Se sentía tan cálida contra la mía.

Mi corazón latía tan serenamente que por un segundo estuve preocupada de que no

estuviera latiendo con normalidad. Pero no era eso. Estaba bien. Simplemente estaba

demasiado cómoda con esto. Con Alex. Con nosotros juntos haciendo esto.

Incluso olvidé por esos extraños, cortos y largos minutos, que había un montón de personas

mirándonos, que mi padre estaba allí, mi hermano, los jueces. Por un momento todo lo que

había en mi mundo era Alex, sus cálidas manos, sus fuertes y cómodos brazos que me

aseguraban que no iba a caerme.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Cuando la última vuelta fue hecha, cuando la última palabra fue dicha de la canción, apenas

y fui consciente de las personas aplaudiendo. Alex me estaba sonriendo. Y entonces me

estaba besando. Pude evitar que lo hiciera. Él me dio esa opción. Su nariz permaneció

presionada sobre mi mejilla esperando a que me apartara, pero no lo hice. Levanté mi

cabeza hacia él aceptando lo que él quería. Lo que yo quería.

Mi corazón corrió tan rápido que pensé que podría arrancarse de mi pecho y correr fuera de

mi cuerpo. Su mano permaneció en mi mejilla y fue perfecto.

Así es como un beso se debe sentir, pensé.

O tal vez así es como se siente cuando te besa la persona por la que estabas esperando.

Nos apartamos y sentí más que vi su sonrisa. Su respiración chocó contra mi nariz. Me

encantaba que con estos zapatos pudiéramos estar casi a la misma altura. Que sus labios

estuvieran justo allí.

— He querido hacer esto desde hace tanto tiempo – Susurró.

Lo miré con sorpresa — ¿De verdad?

Sus ojos se ampliaron como si no hubiera querido haber dicho eso en voz alta.

Nos quedamos mirando hasta que alguien puso su mano en mi brazo— Chicos, deben salir.

Miré hacia los lados, sorprendida de ver que aun permanecíamos en el centro del escenario

y la próxima pareja estaba esperando a que saliéramos para poder entrar.

Mis mejillas se encendieron. Literalmente. Se sentía como un incendio en mi rostro y cuello.

Alex tomó mi mano y caminamos rápidamente hasta los vestidores que ahora se

encontraban casi vacios.

Cuando estábamos a medio camino me detuve y quité mi mano de la suya. Mi cerebro

comenzando a funcionar nuevamente.

¿Esa era la chica del curso de baile de Alex?

Fruncí el ceño y eché un vistazo hacia afuera. Era ella. Estaba bailando. Con otro chico.

Estaba bailando con otro chico.

Me volví hacia Alex nuevamente totalmente confundida — ¿La que está bailando allí no es la

chica que iba a bailar contigo?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Él ya estaba moviendo su cabeza desde que había empezado a hablar — No, ella iba a bailar

con su novio. Siempre lo estuvo.

Moví mi cabeza confundida — Pero, no entiendo ¿Ella no te gustaba?

— ¿Qué? No — Se acercó y tomó mis manos en las suyas — Apenas la conozco. Solo quería

ayudarla. Estaba triste cuando su novio se fracturó el tobillo, pensaba que no iba a dar un

buen rendimiento por no poder ensayar y me ofrecí a ayudarla mientras él se recuperaba.

Eso es todo. Yo ni siquiera tenía pensado bailar hoy.

Mi cabeza intentaba ponerse al día con lo que me estaba diciendo, pero era demasiado. Eso

junto con la adrenalina de haber bailado frente a otras personas y el beso.

Dios, el beso. Alex me había besado. Todavía no podía creerlo.

— Entonces – Dije confundida — ¿Por qué estabas aquí?

— Vero…

— Vero — Dije dándome cuenta de que ella había hecho todo esto. Claro que sí. La pregunta

era ¿Cómo lo había hecho?

—Ella solo me dijo que viniera hoy. Después de decirme como cien veces que viera HSM3. Lo

que solo ahora tiene sentido.

Sonreí. Vero era una genio. Si me hubiera dicho todo lo que estaba tramando estaba cien

por ciento segura de que no habría venido hoy ni aunque me hubiera arrastrado hasta aquí.

Pasé mis dedos por una de sus manos casi sin pensar y me sobresalté cuando sentí unas

raspaduras en sus nudillos.

— ¿Qué te pasó en la mano?

Rápidamente deslizó su mano de la mía y la pasó encima de su cabello alborotándolo.

— Yo… — Su rostro se tensó como si estuviera recordando algo que no le gustaba en lo

absoluto — Lo siento. Pero estaba tan enojado cuando supe lo que dijo sobre ti que…

— ¿Tu golpeaste a Marco? — Pregunté cuando la realización me golpeó. Marco pensaba que

yo sabía que lo habian golpeado. De hecho, fue como si me hubiera echado la culpa a mí.

— No suelo hacer estas cosas, pero él estaba justo allí cuando Verónica me contó lo que

había pasado. No se merece todo lo que hiciste por él.

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¡Cállate y Baila Conmigo!

Llevé mi mano a su mejilla y la pasé por su mejilla intentando que la tensión abandonara su

rostro — Tienes razón, él no se lo merecía, pero no me arrepiento de haber hecho lo que

hice. Tomar clases contigo valió la pena.

— Si, al menos puedo agradecerle eso. Jamás te habría conocido de no ser por eso.

Mi corazón se encogió cuando recordé la forma en la que se había alejado. Como me había

hecho sentir como si fuera alguien que le era vagamente familiar cuando me veía.

Miré hacia mis pies — ¿Por qué te alejaste así? Pensé…

— Fui un idiota.

Mi cabeza se levantó con su declaración.

Cerró sus ojos como si no pudiera mirarme justo ahora. Como si lo que tenía que decir fuera

doloroso — Ese día en la playa, me di cuenta de que estabas empezando a gustarme como

más que una amiga y sabia que eso no saldría bien. A ti te gustaba Marco. Lo sabía. Y no

quería estar en el medio. Me dije que era lo mejor, sin nuestras clases tú tendrías tiempo

para pasar tiempo con él y sabia que el terminaría pidiéndote bailar con él. Era lo que

querías y habría sido injusto de mi parte decirte como me sentía.

Se detuvo y abrió sus ojos— Pero entonces no dejaba de verte en todas partes, Dios, me

estaba volviendo loco.

Sonreí. Era exactamente como me había sentido cada vez que lo veía.

Sonrió al ver mi sonrisa y entonces me miró como jamás nadie me había mirado antes.

Profundamente — Te dije que solo saldría con alguien cuando me gustara de verdad. Y tú

me gustas Fernanda, más que nada.

Mi corazón se hinchó el doble con sus palabras — Tu también me gustas — Susurré.

Sonrió ampliamente y miró mis labios. Yo también miré sus labios. Quería decir solo bésame

ya, pero en su lugar me sonrojé por lo que estaba pensando. Tal vez me había vuelto menos

tímida, pero eso no quería decir que fuera a decir todo lo que pasaba por mi cabeza.

Su sonrisa se amplió aun más si eso era incluso posible. Quise taparme mis mejillas con mis

manos para superar el calor, pero entonces él se alejó unos pasos y extendió su mano como

lo había hecho antes en el escenario.

— ¿Me concedes este baile?

— ¿Aquí?

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¡Cállate y Baila Conmigo!

— Shhh, baila conmigo.

Tomó mi mano en la suya y me dio una vuelta para luego atraerme hacia él haciéndome

sonreír. Descansé mi cabeza en su pecho y dejé que el momento me envolviera. La pareja de

baile seguía en el escenario y su suave música calmó mi ritmo cardiaco.

— ¿Crees que hay una posibilidad de que podamos ganar?

— ¿Hmmm?

Me reí de la forma adormilada en la que sonó su voz y me alejé un poco para mirarlo.

— El concurso. ¿Crees que ganamos?

— No lo sé, pero estoy seguro de que yo si lo hice.

FIN

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¡Cállate y Baila Conmigo!

¿Cómo es que Un beso puede cambiar tantas cosas? Julieta Rose ha odiado toda su vida a Sebastián, el más arrogante y desagradable chico de su colegio, entonces ¿como es que un beso, un tonto e impulsivo beso puede hacer que ella comience a pensar en el cómo guapo y divertido?

Tal vez se está volviendo loca, tal vez si pretende que ese beso jamás sucedió, entonces tal vez sus extraños y confusos sentimientos desaparezcan también.

Pero ¿cómo lograrlo si tiene que verlo cada segundo de cada maldito día? Su pequeño plan de amnesia post beso se va por el retrete, pero ella hará cualquier cosa con tal de alejarse lo más posible de Sebastián, incluso si tiene que mentir y confabular en el proceso.

Esta historia y muchas más en...

http://alexiandra.blogspot.com/