caminos de luz artificial - ix

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IX. todo habrá de ser completamente inútil. Te lo prometo

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( IX .todo habrá de ser completamente inútil te lo prometo.

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IX.

todo habrá de ser completamente

inútil.

Te lo prometo

Yo soy la cólera de dios. La tierra sobre la que camino me ve

y tiembla L. d. Aguirre

Trozos

de una sed comprometida,

intrusos del horario

(puesto que del tiempo sólo les interesa el temporal)

se empotran en la barra

conscientes

de la existencia de Samaria

Dos mujeres,

austeras y sitiadas,

inician su disciplina de crecer directamente

hacia la luz,

perpetrando apodos

con un solo ojo

fijo el otro en la repetición de la mejor jugada

Dos más,

pintadas a cartabón,

que vuelven

de su recorrido no católico, sin cebos,

reptarán

a lavarse en lavadoras

Un onceavo,

pequeño perro de presa,

disimula en su cortado

las argucias aritméticas de la tragaperras

Exprimida mi corteza,

deconstruido ,

quisiera poder verte ahora para contarte,

detallado,

al borde mismo de la lágrima,

lo que ocurrió

a tu alrededor

mientras dormías

No lo sé.

Un tren de bocanadas estrellándose encima.

Unión escurrida de dos o más partes,

basculando,

ardiendo sin explicación ni zapatos

Te tengo asida, como diéresis,

y no lo sé

enterrado como estoy hasta los topes

en el viento,

que ya mañana sostendrá

mi necedad asimétrica.

A ella le gusta sentarse, luego, en la escalera.

Y salar ocularmente

cada grosero objeto

que la toca

en los límites

cribados

de esta rígida tristeza

Ser uno de esos

que espían a los padres mientras follan

Que avecinan

el origen

de ser hermano

Ser miserable.

Ser mezquino

y,

desconchado el amor,

viviendo de espaldas,

ser obediente cual rémora

a ese chantaje matriarcal

desmedido

que quema la carne

y te hace el muerto

confiando en que Gogol

sea

también

de la familia

Me pongo triste y menguo

viendo

como pasan coches rojos

con su gente

Me descompongo

y hay una deidad gilipollas

que se relame

(hammurabi transparente)

dudando

si ser uno menos o uno más en la batalla

Me atavío

con ese dilema casi onírico

que es temblar,

nómada precipicio que descruza,

que divide en partes

la musculatura

para

sujetar, luego, mis pies

a la catástrofe

de que mañana

dure otra vez veintitantas horas

A veces,

pienso que la gente se ríe de mí.

Y no me importa.

Desolado,

vigilo

el caos, que

necesitado de mordiscos,

interfiere por debajo de las puertas

(mar farsante que ni traga ni esputa)

Clono la piel,

y hago más piel,

retengo el sudor y soy algo más agua

A veces, pienso que la gente se ríe de mí.

Y no me importa

Cae la noche y sus isótopos

Y no sé

si llegarán muy lejos

Porque el mundo dio otra vuelta,

y ya lo ha visto todo

Eloise,

yéndose,

hincha

Sola,

fascinada allá abajo,

retrato de la pormenorización,

como midiendo

los metros cúbicos,

exactos,

de la piscina municipal

Le dicen

que su corazón

no vale

Alguien

dilapida su admiración

detrás de la persiana.

Manualmente.

Cuando comprende que ya has

muerto,

que respirar

es la mera incapacidad

del escondite

Despiertas

notándote alfeizar

en el velo del paladar

Helicoidal,

con las piernas domesticadas

en ángulo obtuso

Despiertas

y el hombre de tu vida

ya se arrojó

por la ventana

porque quisiste una canción de amor

ya bien temprano

Abrázate Arsenia.

No dejes que viaje solo.

Deshidrata las manos.

Deshidrata el cuello,

pero no sueltes.

Obligatoriamente, ha de escocer

Compendio de incomprendidos,

las santidades de bazar

os olvidaron,

las larvas del sudor ante notario, puras carcasas,

jodiendo a gritos

para oír su amor

mientras tú, Arsenia,

ahora que comprendes que existirá

la noche,

ralentizas,

entierras a tu hombre

entre los brazos

y celebras su cuerpo estático

porque nadie dudó

nunca

que no fueras a morir desorientada

Hiede

todavía

bajo el pecho

mi mierda de corazón atiborrado.

Ahí morí.

Sí.

Como un conjunto vacío

sin las basuras

que el cuerpo

no produce

Aquí vuelve, destellando

con su chupa de cuero y su deseo

de también ser

un piel roja

Y tiene todo su amor preparado

y sus huecos en la piel

por donde heredará la tierra

y sus legañas,

censurando el sueño de anoche

porque todo el mundo tiene sueños que no sueña

y el resentimiento de los pies

pegados a este incólume giroscopio

achatado por los polos

y su experiencia general

de no tener los párpados exentos

para anegar

la última noche

en que se mantuvo vivo

Esa es tu hambre.

Oscila,

pero, a veces,

tu hija mira al suelo

buscando algo mínimamente

comestible

y

sin darme cuenta,

nihilista,

soy un avestruz hijo de puta

para que los días

puedan seguir

circulando

Salgo de entre las sábanas,

plebeyo,

por pura inercia

con la docente lealtad del submarino

que no cree que la mar

sea piadosa

Me siento y siento.

Porque me siento a sentir.

Otros hombres respondieron ya a tus piernas.

Como,

letra a letra, cada palabra dicha.

Quizá,

devorándose,

haya otra vida

Parí,

y salieron hombres de mis latitudes

Hombres planos

con las vísceras por fuera,

para acariciarlas

Tripularon mis plegarias

como quien oye llover,

así que umbiliqué mi cuerpo.

Soy, pues, ya sólo un agujero

Bienvenida, amada muerte,

ayúdame si me acobardo

Quedarás sola sin mí,

conmovida ante esta atmósfera

que irisa

el último hombre que vivió

y te quiso

Doblé un poco

cada vez que el corazón se me

partía

hasta que las sístoles coparon

la arena del desierto

en que se había convertido

el dormitorio

rogando,

a la desesperada,

puntos y aparte

para no depravar una vez más

mi amor

ya todo

costra

Quizá, mientras ahora suspiro,

el Papa

abandone su entusiasmo hipócrita

de hace unas horas

quizá alguien robe la comba a tus hijas,

o compre alubias, cigarrillos

o un revólver,

o apoye

el mentón

en la nuca permanente de tu esposo.

Quizá,

mientras suspiro,

se siente el Papa,

o alguien coloque

el primer ladrillo de su nicho futuro,

quizá, hasta alguien,

con un poco de suerte,

camine por encima

de las aguas.

Quizá, mientras suspiro,

el Papa

arrugue el ceño ya perlado

quizá alguien arremeta

contra días como el de hoy,

manifestados

para arrojarse a las vías del tren

únicamente

o alguien se impermeabilice:

baje persianas,

corra pestillos,

se concentre en sí y las venas del brazo

porque hace un frio

demasiado cabrón.

Quizá,

mientras suspiro,

incorregibles,

el médico recete,

el acomodador espíe

y el sepulturero se entretenga sepultando.

Quizá,

mientras suspiro,

por fin,

el Papa

cague.

Y una vez fuera,

revuelto

o mimetizado,

incapaz de producir más odio,

rehúsas

a que llegue,

como un esguince,

finito,

otro verano

cernido a estar

que te lleva

dios

pero no saber adónde

Un hombre está sentado a tu ventana,

vigilando a ojos parcos

el incendio

de otra noche consentida

con mi cuerpo alfeñique

que no dice nunca nada

Demasiada negación apretujada.

Brillante sensación de estar partidos.

Es todo tan fácil, que no te sirve.

Me arrastré y cogí sabor.

Ahora, sé.

Dice que a su niña

se la comió la lepra allá en Bulgaria

y que su hombre está

en la cárcel

por un asunto torpe de jamaro

Y dice también,

cuando se densa,

que todo es una cuestión

cronometrada

de habilidad y óptica

y que desaparecerá,

incluso si te apiadas

porque vivir,

sobre todo,

hernia

Una chica está sentada

en la escalera número cuatro de la playa

de San Lorenzo,

abrazada a un peluche gris oscuro,

cuya forma

no alcanzo a interpretar.

La ciudad crece,

acostumbrada,

por la raíz de su espalda,

como agricultor

preparado

para una nueva siembra,

maniatada,

de cadáveres.

El mar,

comedido,

no se estampará en sus labios este martes.

Ya la tarde

aplacará en lluvia

su necesidad polisémica de amor y odio

Y este día

se ajenará,

veterano y veloz

como un jodido caballo de przewalski

Lilith,

prolongando el extrarradio de un edén

cualquiera

Y tu costilla,

tectónica,

que te hace respirar tosco

Y el macho,

que mitiga su erección,

con la tranquilidad especulativa del terrorista

Vuelve

el amor

al sanedrín de tus dientes postizos,

porque

trajiste

a tus hijos

a la cena

Janet Gaynor se hundió

al amanecer

polinizada en su bote de remos

Veo las hojas ahuyentarse

resarcidas

por una ofrenda pulmonar a gran escala

El sudor me resbala,

acantilado,

por la espalda

Resisto la descendencia que creó omoplatos

para sólo palpitar

y cuando creo que ya gotee

meridiano

mi engranaje,

recuerdo, adormecido

que el anhelo

casi vertiginoso

que me animó a este zoco

era la aberración

única, cínica y sin faz

de desenterrarla

y contemplar,

chorreando,

su muerte natural

e inalterable

Los niños están durmiendo. O deberían.

Las paredes dejaron de ser paredes

y se confundieron con el techo

Llevo tres días bebiendo.

Las tripas absurdas de la ciudad

se rinden

desiertas

porque Othar los galopó ya por entero

Llevo bebiendo tres días.

La existencia de su piel flagela

todo este lado

del receptor

y lato, enamorado, diez, once, doce veces

aferrándome

con fiereza

a unos órganos genitales anémicos

La belleza estructural de Blanca Vlasic

celebra

su campeonato mundial

en directo

ante las cámaras de la dos

despechada, tercamente, por la infancia que pudo

no tener

Termina la retransmisión

Los niños siguen durmiendo. O deberían.

Las paredes aún se mueven.

El techo,

creo,

no se ha caído

aunque aún le queda algún intento

Hombres al agua

permutan por encima

bilis y esplendor

ágil tormenta

moldea los plurales

del ballenero

desconectada

su fe riela ausente.

El cuerpo infló

casi inflamable

decora la orilla un

restaurante pus

se paladea

intensa de arrumacos

la mañana vil

planifica ser

un san Valentín plural

de carroñeros

la esencia humana

por aves excretada

vuelve al mar de Azov

a veces llueve

(sanguinolenta madre)

lo no debido

Yo,

que me escondí de los hombres

y polar en demasía

los espío

sospecho

en las hurañas córneas

de esa chica

tambaleante

que vino a besarla dios

mientras vomitaba

ese proteico maná

En el rostro,

las huellas de la lealtad

En la nuca, tú, que dormías

En la lona,

ciento cincuenta y siete centímetros

sin puntería

y otros dieciséis,

pasivos,

si no estás

Afuera,

la estepa kazaja,

crispada,

cruel,

abundante,

y un amanecer infinito, mississípico,

plagado de íes latinas

Y Yuri,

allí dentro,

carcomido en el cohete,

piensa en ti

Feto de una aurora cromagnon,

a punto de reinventar la gloria,

añora

la piedad brutal del minutero

de los días en que erais

invisibles

Hay días

en que os mataría a todos por la espalda

Sin prolegómenos,

labrando,

veros desplomar

vuestra insípida costumbre de porvenir esclavo

Y que el telediario,

astuto,

festeje

en seis minutos

que la muerte,

hembra honda,

os cazó

( luego,

resumen de la pasarela Cibeles

para el que

mutilado

sobreviva)

Los perros ya no tienen corazón

y tú, amor

ya no encuentras quién te salve

Confusos cuerpos de analfabeto,

bruñidos de ungüentos,

dicen y dicen

por toneladas

frente a las cámaras

que

aún no sé por qué,

no son de gas

Las mandíbulas ampolladas

de los hijos de mamá

y la perra

vibran

extranjeras.

Acumuladas de añicos

y sin oficio aparente

se empeñan en esquivar

a Euclides

Yo,

que te descubrí pálida y sin estatura,

dejo, indecente, que me vulneren

y hecho ya réplica

me reciclo

acaso

para cebar muil

Lo santos

multiplican sus visiones bajo la ducha

y se inundan,

embrionados de sífilis

Los yonquis,

invertebrados en su chándal Arkapen,

apresuran

sus sorpresas

en la sangre

para derrochar saltos al vacío

Padre y madre,

en descanso de su vorágine amatoria

desde hace siglos

esparcen su sarna predecible

por doquier

El doctor Cañada,

tras resbalar un nuevo niño

hasta esta panacea

se construye un grosero bolo alimenticio

con las cinco pastillas

más cercanas

Uno

que fue púgil,

sonámbulo en su pulpa muscular

vigila

la puerta del matadero

para costearse un cambio de sexo

demasiado esquivo

Las chimeneas susurran,

deshilachando

la mentira imbécil

que es la vida

y

todo un séquito

de noctámbulos

sin corazón,

(todo papilas)

exprimen otra noche

en que la luna creció muerta

No. Puede que esto tampoco sea una canción

de amor

Pero desesperada…

…buff…

…de cojones