capítulo v actitud de la iglesia cubana frente a los...

29
28 Pinar del Río:... Capítulo V Actitud de la Iglesia cubana frente a los fenómenos de explotación de los indios, la trata y la esclavitud de los negros africanos o podemos pasar por alto dos llagas morales que afectaron y mancharon el camino de la sociedad e Iglesia cubana en este largo período de dos siglos y medio que hemos narrado hasta aquí. La llaga del maltrato a los indios taínos y siboneyes hasta llegar a su extinción en nuestra Isla, y la trata y explotación inhumana de los esclavos negros de África a la cual hay que añadir la epopeya de dolor y sangre de los cimarrones. Las estadísticas de los censos a las cuales aludíamos en el capítulo precedente nos informan de la existencia en el primer cuarto y a comienzo de la segunda mitad del siglo XIX de esclavos también en Pinar del Río, nuestra actual cabecera de provincia. En mis precedentes trabajos históricos acerca de San Diego de los Baños y Los Palacios tuve ocasión de documentar como la concentración de esclavos en la Vuelta Abajo fue mayor en las zonas de los grandes cafetales y sobre todo de los ingenios azucareros y menor o casi nula en las pequeñas vegas de taba- co, atendidas casi siempre por familias, al punto que el historia- dor E. Santovenia decía que la diferencia entre la caña y el taba- co era indicadora de la diferencia entre esclavitud y libertad. Aludía en aquellos escritos también a la escalofriante vicisitud de los Rancheadores, en especial del Rancheador pinareño Fran- cisco Estévez que, como otros, dejó un impresionante diario de su vaivén por nuestras sierras y cordilleras “cazando” a negros que huían del yugo y maltrato de sus dueños. Cuántos, asaltados por perros, cruelmente entrenados a tal fin por los rancheadores, se rendían y eran capturados y de- vueltos a sus amos. Cuántos se rebelaban, caían bajo la furia de los mastines o los rifles de sus perseguidores quienes, en tal caso, para cobrar la recompensa de su trabajo, cortaban a los cadáveres las orejas y las entregaban a los funcionarios estata- les encargados de organizar y controlar la marcha de esta bes- tial caza de hombres. Cálidas palabras del P. Vivanco Lo que sigue son algunos detalles de un problema muy amplio que no puede dejarse de tocar aunque sea brevemente. Entre los varios escritos que leí sobre ese asunto preferí entre- garme a la pluma de dos sacerdotes cubanos. En una carta a sus feligreses el 8 de octubre de 1986, escribía el P. Mariano Vivanco, entonces Cura Párroco de Nuestra Seño- ra de la Caridad en La Habana, y hoy Obispo de Matanzas: «Fueron naciones que se decían «cristianas», las que ama- mantaron aquellos engendros del demonio, que tuvieron como normas de sus vidas solamente los bienes materiales: acrecen- tar sus riquezas sin importarles para nada el sufrimiento y el dolor del prójimo» Ponía en claro así la razón profunda de am- bos fenómenos: el egoísmo desvinculado de la doctrina y mo- ral auténtica del Evangelio. En otra carta del 8 de octubre del año precedente (1985) recordaba a sus feligreses el ejemplo del valiente «defensor de los indios» y lo hacía mencionando el famoso escrito de José Martí en su libro «La edad del oro» donde el Apóstol dice que: «Hace cuatrocientos años que vivió fray Bartolomé de las Ca- sas y parece que está vivo, porque fue bueno y con su bondad se le fue poniendo de lirio el corazón. Fue a Cuba con Diego Velázquez y volvió de puro horror, porque antes que para hacer casas, derribaban los árboles para ponerlos de leña a la quema- zón de los taínos. «Eran aquellos conquistadores soldados bárbaros que no sabían los mandamientos de la Ley. Seis veces fue a España con fuerza de su virtud. Ni al rey le tenía miedo, ni a la tempes- tad. Él no venía con manchas de oro en el vestido blanco, ni traía más defensa que la Cruz. Él venía a pie con su bastón y con dos españoles buenos y un negro que lo quería como a padre suyo, porque es verdad que Las Casas, por el amor de los indios, aconsejó al principio de la conquista que se siguiese trayendo esclavos negros, que resistían mejor el calor, pero luego de verlos padecer, se golpeaba el pecho y decía: «Con mi sangre quisiera pagar el pecado de aquel consejo que di por mi amor a los indios». Con respecto al problema de la esclavitud, el Padre Vivanco recordaba a sus feligreses también la enseñanza de Jesús y del Apóstol San Pablo quien decididamente afirmaba que el ser hijos de Dios hacía insignificantes todas las diferencias de raza, lengua y nacionalidad. Y en su carta a Filemon le remitía a su esclavo Onésimo por él convertido y bautizado, encomendán- dole no recibirlo «como esclavo sino como hermano muy queri- do» y, si en algo lo hubiera perjudicado o algo le debiera, que lo cargara a cuenta de Pablo. Añadía el P. Vivanco: «En la primitiva Iglesia el esclavo era admitido en todos los cargos eclesiásticos. Fue una novedad, N

Upload: vothien

Post on 02-May-2018

221 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

28 Pinar del Río:...

Capítulo VActitud de la Iglesia cubana frente a los fenómenos

de explotación de los indios, la trata y laesclavitud de los negros africanos

o podemos pasar por alto dos llagas morales que afectarony mancharon el camino de la sociedad e Iglesia cubana en estelargo período de dos siglos y medio que hemos narrado hastaaquí. La llaga del maltrato a los indios taínos y siboneyes hastallegar a su extinción en nuestra Isla, y la trata y explotacióninhumana de los esclavos negros de África a la cual hay queañadir la epopeya de dolor y sangre de los cimarrones.

Las estadísticas de los censos a las cuales aludíamos en elcapítulo precedente nos informan de la existencia en el primercuarto y a comienzo de la segunda mitad del siglo XIX de esclavostambién en Pinar del Río, nuestra actual cabecera de provincia.

En mis precedentes trabajos históricos acerca de San Diegode los Baños y Los Palacios tuve ocasión de documentar comola concentración de esclavos en la Vuelta Abajo fue mayor enlas zonas de los grandes cafetales y sobre todo de los ingeniosazucareros y menor o casi nula en las pequeñas vegas de taba-co, atendidas casi siempre por familias, al punto que el historia-dor E. Santovenia decía que la diferencia entre la caña y el taba-co era indicadora de la diferencia entre esclavitud y libertad.

Aludía en aquellos escritos también a la escalofriante vicisitudde los Rancheadores, en especial del Rancheador pinareño Fran-cisco Estévez que, como otros, dejó un impresionante diario de suvaivén por nuestras sierras y cordilleras “cazando” a negros quehuían del yugo y maltrato de sus dueños.

Cuántos, asaltados por perros, cruelmente entrenados a talfin por los rancheadores, se rendían y eran capturados y de-vueltos a sus amos. Cuántos se rebelaban, caían bajo la furia delos mastines o los rifles de sus perseguidores quienes, en talcaso, para cobrar la recompensa de su trabajo, cortaban a loscadáveres las orejas y las entregaban a los funcionarios estata-les encargados de organizar y controlar la marcha de esta bes-tial caza de hombres.

Cálidas palabras del P. Vivanco

Lo que sigue son algunos detalles de un problema muyamplio que no puede dejarse de tocar aunque sea brevemente.Entre los varios escritos que leí sobre ese asunto preferí entre-garme a la pluma de dos sacerdotes cubanos.

En una carta a sus feligreses el 8 de octubre de 1986, escribíael P. Mariano Vivanco, entonces Cura Párroco de Nuestra Seño-

ra de la Caridad en La Habana, y hoy Obispo de Matanzas:«Fueron naciones que se decían «cristianas», las que ama-mantaron aquellos engendros del demonio, que tuvieron comonormas de sus vidas solamente los bienes materiales: acrecen-tar sus riquezas sin importarles para nada el sufrimiento y eldolor del prójimo» Ponía en claro así la razón profunda de am-bos fenómenos: el egoísmo desvinculado de la doctrina y mo-ral auténtica del Evangelio.

En otra carta del 8 de octubre del año precedente (1985)recordaba a sus feligreses el ejemplo del valiente «defensor delos indios» y lo hacía mencionando el famoso escrito de JoséMartí en su libro «La edad del oro» donde el Apóstol dice que:«Hace cuatrocientos años que vivió fray Bartolomé de las Ca-sas y parece que está vivo, porque fue bueno y con su bondadse le fue poniendo de lirio el corazón. Fue a Cuba con DiegoVelázquez y volvió de puro horror, porque antes que para hacercasas, derribaban los árboles para ponerlos de leña a la quema-zón de los taínos.

«Eran aquellos conquistadores soldados bárbaros que nosabían los mandamientos de la Ley. Seis veces fue a Españacon fuerza de su virtud. Ni al rey le tenía miedo, ni a la tempes-tad. Él no venía con manchas de oro en el vestido blanco, nitraía más defensa que la Cruz. Él venía a pie con su bastón ycon dos españoles buenos y un negro que lo quería como apadre suyo, porque es verdad que Las Casas, por el amor de losindios, aconsejó al principio de la conquista que se siguiesetrayendo esclavos negros, que resistían mejor el calor, peroluego de verlos padecer, se golpeaba el pecho y decía: «Con misangre quisiera pagar el pecado de aquel consejo que di por miamor a los indios».

Con respecto al problema de la esclavitud, el Padre Vivancorecordaba a sus feligreses también la enseñanza de Jesús y delApóstol San Pablo quien decididamente afirmaba que el serhijos de Dios hacía insignificantes todas las diferencias de raza,lengua y nacionalidad. Y en su carta a Filemon le remitía a suesclavo Onésimo por él convertido y bautizado, encomendán-dole no recibirlo «como esclavo sino como hermano muy queri-do» y, si en algo lo hubiera perjudicado o algo le debiera, que locargara a cuenta de Pablo.

Añadía el P. Vivanco: «En la primitiva Iglesia el esclavo eraadmitido en todos los cargos eclesiásticos. Fue una novedad,

N

29...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

jamás oída que la Iglesia de Roma fuera gobernada por un Papanacido de una familia ilustre, como el Papa Cornelio, o fuera enotra ocasión dirigida por un esclavo, como el Papa Calixto que,antes de ser elegido Sumo Pontífice, fue condenado a la ignomi-niosa pena de trabajar en el molino y en las minas, por habersefugado de las manos de sus amos.»

Equilibrado análisis delP. José Conrado Rodríguez

Además de estas cálidas palabras sobre el argumento queeste pastor dirigía a su grey habanera, que me gustó compartircon mis lectores, entre los muchos escritos que leí sobre eltema, encontré equilibradas y lúcidas estas páginas del P. JoséConrado Rodríguez escritas en ocasión del Quinto Centenario delcomienzo de la Evangelización del Continente.

En ellas trata sobre todo de la relación de la Iglesia Cubanacon el problema de la esclavitud. Nos permite también conocer latoma de posición frente al problema por los Obispos que en granparte encontramos en los capítulos precedentes. Con algún cortey pequeño arreglo, voy a reportarlas casi íntegramente.

«Ya se ha hecho lugar común la afirmación, por parte inclu-so de la misma Iglesia cubana, del poco cuidado e insuficienteatención que la Iglesia dedicó a los negros esclavos a lo largode nuestra historia. La verdad histórica resulta más compleja amedida que obtenemos más precisión en los datos y más infor-mación de la realidad».

«Ante todo hay que señalar que la causa primera de la im-posición de la esclavitud fue la afirmación del interés personal,familiar o social con el olvido de toda consideración ética oevangélica del juicio de Dios sobre instituciones o costumbresy el divorcio fatal entre la vida y la fe.

La primera noticia de negros esclavos en Cuba se remonta a1513, cuando se le autorizó al contador Amador Lares la entra-da de 4 esclavos en la Isla. En 1530 el emperador Carlos Vautorizó la entrada de un lote de 300 para trabajar en las minasdel Cobre».

Pero sobre todo por el desarrollo de la industria cafetalera yazucarera, los esclavos traídos a Cuba alcanzarán los cientosde miles y su situación constituirá, cada vez más, un problemamoral muy serio y dramático para la Iglesia. «Quizás la máximaexpresión institucional de la preocupación, el cuidado y aten-ción por parte de la Iglesia la encontramos en el Sínodo de 1680:la reunión eclesial más importante de la Iglesia en Cuba antesdel ENEC (Encuentro Nacional Eclesial Cubano, celebrado en1986). En este Sínodo la Iglesia cubana, orientada por su Obis-po Juan García de Palacios, estableció una serie de normas paraproteger al esclavo de la excesiva explotación y para ayudarloen su vida familiar y religiosa.

En 1681 llegaron a La Habana dos frailes capuchinos: Fran-cisco José de Jaca y Epifanio de Borgoña que provocarían unatormenta espiritual en la sociedad habanera de la época denun-ciando, como ilegítima y anticristiana, la esclavitud negra yescribiendo alegatos de ardorosa fuerza argumentativa que lle-garían incluso al conocimiento del Rey español. Ambos frailesharían ver claramente a la sociedad cubana de la época la mal-dad inherente en la esclavitud, su oposición a la doctrina cristia-

na y a la palabra de Dios, lo mismo que a los preceptos de laIglesia y a los principios de la sana razón.

Las autoridades coloniales no pudieron sufrir esta «imper-donable intromisión en sus asuntos temporales» y conmina-ron a los frailes a que guardaran silencio. Estos, lejos de obede-cer a los hombres, fueron fieles a Dios. Pero no sólo las autori-dades civiles se opusieron a los frailes. También la Iglesia, en lapersona del Provisor del obispado, no fue favorable a ellos quefueron recluidos en los castillos de la Fuerza y la Punta. En 1682fueron desterrados de Cuba con destino a España, donde con-tinuaron trabajando por la causa de los negros.

Semejante acción en favor de los esclavos y en contra de laexecrable institución, se vería encabezada, casi cien años des-pués, por otro ilustre religioso en nuestra patria: el P. FranciscoJavier Alegre, profesor del Colegio San Ignacio fundado en LaHabana por la Compañía de Jesús en la segunda década delsiglo XVII.

Pero quizá donde más claramente se vio la labor liberadorade la Iglesia en este sentido fue en la admisión, para su educa-ción, en los colegios por ella regentados, de hijos de negros ymulatos. No sólo esto, sino que con gran escándalo de lasautoridades coloniales, se permitió, en no pocas ocasiones, elingreso en órdenes religiosas a mulatas.

La Iglesia fue la puerta por la que estos hombres explota-dos y sus descendientes pudieron lograr acceso a la plenaparticipación social y debido reconocimiento de sus derechos,en una sociedad estructuralmente injusta y opresora.

Pero además, la clara opción de la Iglesia en favor de lajusta causa de los esclavos se puso de manifiesto a lo largo dela rebelión que encabezaron los negros y mulatos del Cobre en

Fray Bartolomé de Las Casas: el valiente defensor de ladignidad de los Indios. Pintura de Jorge Prieto.Óleo/lien-zo./ CD de Artes Visuales en Pinar del Río. 2000.

30 Pinar del Río:...

1730 y que terminaría con el reconocimiento de su libertad enel año 1801. A lo largo de todos esos años, la ayuda de laIglesia a los obreros rebeldes fue continua, tanto por partede los pastores locales (párrocos y capellanes) como por losobispos y vicarios generales de aquellos, en especial deMorell de Santa Cruz.

Este último, a lo largo de su gobierno pastoral al frente detoda la Isla, fue especialmente sensible a los problemas delos esclavos; y en este sentido su labor pastoral fue audaz eiluminada: en 1755, por ejemplo, oficializó los cabildos crea-dos espontáneamente por los africanos desde el siglo XVI,convirtiéndolos en iglesias y colocando al frente de ellas unsacerdote que las atendiera.

El mismo Obispo, en carta al Rey, dará cuenta de estalabor. Al llegar a la Diócesis comisionó a un sacerdote paraque los atendiera, organizando la pastoral de negros libres yesclavos. No le faltó a Morell de Santa Cruz visitar personal-mente los cabildos donde de acuerdo con las distintas na-cionalidades y etnias, se reunían los esclavos para celebrarsus fiestas y «tumbas».

Desde finales del XVIII y durante el siglo XIX, la situa-ción de los esclavos en Cuba cambió sensiblemente. El boomazucarero que comenzó a finales del XVIII exigía una explota-ción intensiva de la caña que significará un incremento en latrata negrera y la explotación de los esclavos. Por miles en-traban los esclavos a Cuba y por miles morían también en loscampos, extenuados de tanto trabajar. Para que se tenga unaidea, el cálculo de edad promedio de un esclavo de planta-ción era de 10 años, y los horarios de trabajo de 18 y 20horas. Esta situación no será ajena a las preocupaciones dela Iglesia, pero la Iglesia del XIX será, en muchos sentidos,una Iglesia «desgobernada, manipulada y empobrecida».

Fue el P. Félix Varela a quien cupo el honor de llevar, enforma de proyecto de ley, a la conciencia cubana y a la con-ciencia gobernante de la metrópoli, un proyecto sopesado ylúcido de gradual emancipación de los esclavos tratando deconvencer al poder central y a los sacarócratas del patio dela conveniencia y vialidad de esa emancipación.

La labor de los frailes Jaca y Borgoña en el XVII y deljesuita Alegre en el XVIII, sería coronada en el XIX por lalabor de los «padres de la conciencia nacional», los alumnosy profesores del Seminario San Carlos: Caballero, Varela, Luz,Saco y el iluminado Arango y Parreño. Uno de los aportesmás grande del Seminario San Carlos fue sembrar desde susaulas el amor a la libertad. No sólo la política, con la que sólopodían soñar los blancos en aquel momento, sino la civil,aquella que le quitara a los negros sus grilletes y cadenas.

A partir de la muerte del Obispo Espada, que había apo-yado al proyecto del P. Varela, y con el propósito explícito delas autoridades coloniales, la iglesia perderá gran parte de suinfluencia. Sin obispo dejó a Cuba el Patronato Real por casi15 años cuando nos cupo la suerte de encontrarlos buenosy entregados, los hizo salir del país, dándoles mayores car-gos, en realidad para quitarlos de en medio, como sucediócon el Obispo Martínez y el Arzobispo Claret.

La situación se vió agravada por la disolución de lasórdenes religiosas y la desamortización de los bienes delclero en 1836. Las consecuencias de estas medidas no sehicieron esperar. Atada de pies y manos, empobrecida ydesgobernada, la Iglesia quedó a la merced de la más triste yturbia manipulación, en manos de un Estado cuyo gobiernoanticlerical no tuvo escrúpulos para utilizar su poder en con-veniencia propia, sin respeto a la libertad de esa iglesia, a lacual sus reformas fiscales expoliaron de manera vergonzosa.

No se puede negar la complicidad permanente u ocasio-nal de la Iglesia y los cristianos con la oprobiosa esclavitudnegra. De hecho aquella sociedad esclavista considerabacristiana. Esta complicidad la descubrimos, por ejemplo, enlas reglamentaciones que en 1769 redactaba el primer Obis-po criollo de Cuba, D. José Santiago de Hechavarría, cerran-do las puertas del Seminario San Carlos a los negros y susdescendientes. También la encontramos en la defensa de laesclavitud que haría un hombre como Bernardo O‘Gaban,presbítero de la santa Iglesia pero a quien pudieran aplicarselas palabras de san Pablo: «defendió más sus intereses quelos de Jesucristo»

Pero, sin dudas, la Iglesia, que de todas las institucionescoloniales fue la que menos se benefició con el trabajo escla-vo, fue la que con más energía y constancia se opuso, laúnica que logró abrir un boquete ideológico y real en la deni-grante institución.

Aún a partir del primer tercio del XIX, cuando tan a mer-ced estuvo de los poderes corrompidos y corruptores de lacolonia, tuvo hombres como Espada que la denunció y comoClaret que tan duramente fustigó las prohibiciones socialesal uso en contra de los matrimonios interraciales. Muy caropagó el arzobispo santo su compromiso con la justicia, puesen más de una ocasión estuvo a punto de costarle la vida.

El recién nombrado Obispo de La Habana Francisco Fleixy Solans, en el año 1847, elevaría su voz contra la alta tasa desuicidios entre los esclavos sugiriendo llevarle el consuelode la fe en su tribulación y la presencia alentadora de laIglesia. La respuesta de la administración colonial no se hizoesperar. También sus ideas fueron juzgadas socialmentepeligrosas.

Como conclusión podríamos decir que no faltaron enCuba, con referencia a este espinoso problema, cristianossólo de nombre, o ignorantes, o cegados por el egoísmo, oincoherentes que se mancharon de semejantes graves peca-dos históricos: la opresión de los indios y la esclavitud delos negros. No faltaron, sin embargo, valientes profetas querecordaron y testimoniaron en alto precio la genuina doctri-na de Cristo al respecto y la semilla sembrada por ellos nocayó en vano. Entre sus frutos merecen ser mencionados lossiguientes: el reconocimiento en 1801de los derechos de losesclavos rebeldes del Cobre; en 1868 la concesión de la liber-tad a sus esclavos por parte del Padre de la Patria CarlosManuel de Céspedes y, en 1880, la promulgación de la ley deabolición de la esclavitud en toda la Isla.

31...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

Otros Obispos de La Habana y susrelaciones con nuestro territorio

Fray Jacinto María Martínez (1865 - 1869) - Pinar delRío proclamada ciudad

Poco después del traslado del Obispo Fleix y Solans, el28 de octubre de 1865, tomaba posesión de la Diócesis de LaHabana el nuevo Obispo Fr. Jacinto María Martínez y Sáezquien ya conocía la realidad cubana por haber desempeña-do varios cargos, entre ellos el del párroco de San Carlos deMatanzas.

Le tocó ver encenderse, en 1868, la chispa revolucionariae independentista. El Obispo Martínez era hombre de exqui-sita cultura y gran celo apostólico, siendo sacerdote y espa-ñol, al comenzar la Guerra de los Diez Años, protestó contralos fusilamientos sumarios y las detenciones a granel, entreellas la de seis párrocos incluido el de San Cristóbal: PedroNolasco Alberre.

Por su actitud conciliadora y a la vez valiente, terminópor ser considerado por las altas autoridades «persona nongrata». Obligado a embarcarse hacia España en abril de 1869,regresó a La Habana en 1873 pero al negarle las autoridadesel permiso para desembarcar, se fue a New York y nuncavolvió a Cuba.

Antes de volver a nuestro país participó en el ConcilioVaticano I, donde su presencia se hizo notable por su enor-me cultura teológica, sus grandes conocimientos de idiomasy costumbres y, sobre todo, por su formidable elocuencia.(13 y 22)

Durante el gobierno pastoral del Obispo Martínez que,por real decreto firmado por su Majestad Católica la Reinadoña Isabel II, con fecha 10 de septiembre de 1867, se leotorgó a la Villa de Pinar del Río el honroso título de Ciudad.

«Al conocerse esta fastuosa noticia en octubre del pro-pio año, el Teniente Gobernador Don José Atanasio deHechevarría ordenó se celebrasen grandes festejos, con

Capítulo VIObispos al frente de la Diócesis de La Habana

a la cual pertenecía nuestro territorio.Sacerdotes de la parroquia de

San Rosendo desde vísperas hasta finales de lalucha independentista. Figuras de sacerdotes

pinareños del lado de los mambises

bailes, tómbolas, fuegos de artificio, lidias de gallos, carrerasde sortijas, la cucaña o «palo encebado». También se acordóla liberación de varios presos por la gracia de su majestadIsabel II y se ofrecieron solemnes Misas.» (1)

Apolinar Serrano y Diez (1875 - 1876) - RamónFernández de Piérola y López Luzuriaga (1880 - 1887) -Pinar del Río declarada provincia - Clausurado el templo deSan Rosendo

Después de la expulsión del Obispo Martínez la Dióce-sis de La Habana fue gobernada por el Vicario Capitular Be-nigno Marino Mendi además publicó una interesante cartapastoral sobre el «Espiritismo Moderno». En 1875 se efectuóla reparación de la Iglesia de Consolación del Sur. Y el 25 denoviembre, tomaba posesión un nuevo Obispo: Apolinar Se-rrano y Diez que murió el 15 de junio de 1876 de fiebre amarilla.

Con la Diócesis habanera vacante otra vez el Vicario Ca-pitular, Gobernador del Obispado de La Habana, Pro. Ldo.Sebastián Pardo y Martín, efectuó en 1878 una visita pasto-ral al territorio pinareño. La situación que encontró en laparroquia de San Rosendo se caracterizó por el elevado nú-mero de bautizos de niños abandonados (expósitos), de loque se lamentó profundamente. (1)

En junio de ese año (1878) quedó establecida la provinciade Pinar del Río con su capital. Presidente de la Diputaciónfue nombrado Antonio Rivero Cena. La nueva provincia co-menzaba (y así sería hasta 1976) en Mariel y Guanajay por eleste, abarcando todo el territorio hasta el Cabo de San Anto-nio. Actualmente la nueva división político-administrativa es-tablece el límite oriental en Candelaria. (1)

La Diócesis de La Habana estuvo vacante hasta 1880cuando tomó posesión como Obispo Ramón Fernández dePiérola y López Luzuriaga quien, por sus preferencias políti-cas, fue trasladado a la Diócesis de Ávila (España) en 1887.Desde allá escribió una carta pastoral a la Diócesis habaneraque es de interés para valorar la situación religiosa de laDiócesis en aquella época.

32 Pinar del Río:...

Durante su estancia en Cuba Mons. Piérola conociónuestro territorio pinareño durante su visita pastoral del año1884. Durante su período se reconstruyeron el templo deCandelaria y el de San Cristóbal; se hizo una importante re-paración a la iglesia de Mangas de Guanajaje y se construyóla iglesia de Viñales. (13)

Suerte muy triste por el contrario correspondió al templo dela Cabecera provincial, que después de 116 años de servicioquedó clausurado en 1880 por su ruinoso estado. Además,según la tradición, las relaciones entre la Iglesia y la vecinasoldadesca del cuartel español eran pésimas; los militares plan-teaban que las campanas molestaban al cuartel.

Se sabe que el Jefe Militar español tuvo una decisivaparticipación en la clausura del templo que se trasladó lejosde la Plaza de Armas. Así, durante tres años (1880 - 1883), losservicios religiosos tuvieron lugar en una casa particularperteneciente a la familia Delgado alquilada al clero, que es-taba situada en la esquina de la Calle Real y la de Marañoneso de San Mateo.

Todavía la familia Delgado en Pinar del Río conserva comoun verdadero tesoro histórico, religioso y artístico el másque centenario Crucifijo que presidía las celebraciones en sucasa particular transformada en de Iglesia. Nuestro actualObispo, Mons. Siro, siempre ha visto en el «veneradoCristo de Pinar del Río» y en este Crucifijo familiar autén-ticos testimonios de que la comunidad cristiana nació,creció y sigue caminando en Pinar del Río bajo el signode la Cruz de Cristo Redentor. (1)

Dr. Manuel Santander y Frutos (1887 - 1893)

Consagrado Obispo en Valladolid, llegaba a La Habana el5 de diciembre de 1887 y tomó posesión el 6 de enero de 1888.Habría sido el último Obispo de La Habana al terminar ladominación española en Cuba . En el año de su toma deposesión, 1888, ascendió a parroquia la iglesia de LasMartinas y se repararon las iglesias de Mantua yViñales.

El Obispo Santander hizo una visita pastorala las parroquias de Pinar del Río en 1890. En 1891vió terminada la reconstrucción de la Iglesia deGuane y concluyó el fructífero año 1892 con lacelebración del 4º Sínodo Diocesano.

En 1893 fue elegido senador del reino y par-tió hacia España. Así la Diócesis de La Habanaquedó sin Obispo durante el tempestuoso perío-do de la Guerra de Independencia. (13 y 22)

Curas párrocos de la parroquia de SanRosendo desde 1869 hasta 1882. Tiempos deguerra, de inestabilidad y desgobierno de la pa-rroquia de San Rosendo

El largo elenco de Curas párrocos que se su-cedieron en el servicio de la parroquia de SanRosendo en este período relativamente breve esexpresión elocuente de la notable diferencia en-

tre los tiempos de paz y la época tempestuosa de la Guerrade los Diez Años (1868 - 1878) y luego el período de prepara-ción y el estallido de la última Guerra de Independencia(1895 - 1898).

Si pudimos apreciar mayor estabilidad y permanencia desacerdotes durante los más de 130 años precedentes (1763 -1867), el elenco que sigue, permite constatar mucha inesta-bilidad, frecuentes interinaturas, cambios y nombramientode párrocos castrenses.

Evidentemente, todo eso repercutió negativamente en latarea de la Evangelización. No podía haber labor pastoraleficaz con 14 cambios de sacerdotes en sólo 10 años. Y, comoal nivel más alto con los Obispos también al nivel más bajocon los sacerdotes, el gobierno español hizo lo posible pordebilitar y desgobernar a la iglesia cubana. (1)

José Currás.......................................... 19 de abril de 1869Balaíl Gan........................................... 7 - 12 abril 1869. Cura Párroco castrense del primer Batallón del Regimiento del rey, 1º de Infantería y guarnición de esta ciudad.Antonio Llópiz................................ Dic. 1869 - enero 1870.Juan B. Furrol............................................ 10 - enero 1870.Antonio Iturralde.................................. febrero - julio 1870.Antonio Llópiz............................... julio 1870 - junio 1871.Antonio Iturralde............................. junio 1871 - julio 1871Marcelino Vivac................................... 5- 28 febrero 1874.Fermín Lauz López...................... 28 febrero - agosto 1874Joaquín Mariano Martínez......... agosto 1874 - julio 1876Eugenio Muñoz (o Nuñez) Cayuela..... julio 1876 - enero 1877 - noviembre 1878Justo Alejos............................................ 10 -19 enero 1877.Pedro Arambarri........................................ 11 - 21 dic. 1877.Tomás Borrás...................................................... nov. 1879.Matías Gómez....................................... enero - sept. 1880.Manuel Luque Carmona............... marzo 1881 - abril 1882Manuel Rodríguez................................ marzo - abril 1882.

Mapa del poblado de San Rosendo a mediados del siglo XIX.

33...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

Curas pinareños del ladode los mambises

P. Calixto M. Alfonso de Armas,Cura de la Iglesia de Puerta de Golpe

Apareció comprometido, junto alPbro. José Cándido Valdés, Cura deJaruco, en la «Conspiración de Pintó»:la última de importancia anterior a laque culminó con la Guerra del 68. Se-gún un informe con fecha 27 de enerode 1855 el P. de Armas «contaba consesenta hombres para la sublevacióny no esperaba más que la llegada deuna expedición que no se realizó.»

Se le vigilaba día y noche y, a pesarde ser un hombre de 65 años, tras va-rios registros de su Iglesia y de su casa en Puerta de Golpe,el P. Alfonso fue encerrado en el Castillo del Morro el 18 defebrero de 1855 y días después lo trasladaron para el navíoPontón, donde se encontraban ya Benigno Gener, Carlos delCastillo y otros cubanos con quienes fue deportado a Espa-ña. Luego le permitieron cumplir el castigo en la Isla de Pinos.(29 y Diario de la Marina)

P. Pedro Nolasco Alberre Cura de Santa Cruz de Los Pinos

Nació en La Habana el 30 de enero de 1799. En 1853 eraCura Párroco de Santa Cruz de Los Pinos en la Jurisdicciónde San Cristóbal, Pinar del Río. Al comienzo de la Guerra delos Diez Años estuvo entre los seis sacerdotes detenidos.Fue sometido a tres procesos y en ellos se defendió con talclaridad y maestría que, a pesar de las terribles acusaciones,siempre fue absuelto.

A los 81 años, sin embargo, fue acusado de «infidente».Contra su detención protestó enérgicamente el Obispo FrayJacinto Martínez y Saez que no fue escuchado; de nada va-lieron las vestiduras y el peso de ochenta y dos años deedad del sacerdote. El Cura Nolasco fue detenido y conduci-do a la Cabaña (ya atestada de presos) en espera de serdeportado.

Gracias al celo del Obispo Martínez al anciano presbíterose le dio el Seminario por cárcel, sin perjuicio de mantenerloen constante vigilancia. (13 y 29)

Pbro. D. Ramón Bentín y Casaldomiro, Cura de sanJuan y Martínez

Sacerdote nativo de Galicia había sido nombrado párro-co de San Juan y Martínez en 1848. En 1869, cuando la revo-lución de Oriente, San Juan y Martínez fue teatro de un he-cho terrible: el encarcelamiento, tortura y muerte de oncevecinos del barrio Lagunillas, sospechosos de simpatíascon las ideas de libertad.

El P. Bentin sufrió como propias esta y otras medidasrepresivas contra vecinos de su pueblo que lo llevaron a

ponerse decididamente de la parte delos insurrectos ayudándoles en cuan-to pudo. El diez de enero de 1896, alpasar por San Juan el generalBermúdez, la casa del cura se convirtióen el principal centro de socorro y auxi-lios a las tropas invasoras que de élrecibieron ropas, víveres y medicinas.

Después de la quema del pueblo, lanoche del 20 de febrero de 1896 pororden del Coronel Varona, quedó en piesólo la torre de la iglesia parroquial(Monumento Municipal), a pesar de suavanzada edad, se marchó a la maniguay residió en el potrero Naranjo de Sá-balo según algunos, hasta el 30 de sep-tiembre de 1896, según otros hasta mar-zo de 1897 cuando murió a los 82 añosde edad.

Cumpliendo su voluntad, fue sepultado con la ropa quevestía y su capa, en el cementerio de Sábalo. Posteriormenteel Ayuntamiento de San Juan y Martínez acordó nombrar P.Bentín, a la calle lateral de su iglesia, más tarde este nombrefue sustituido por Garriga, hasta que en tiempos del Gobier-no Revolucionario le fue restituido el de P. Bentín, a instan-cias del Dr. Luís Saíz.

El Consejo Provincial de Pinar del Río hizo también quefigurara su nombre en la columna que erigió a José Martí enel Parque E. Palma. (19 y 20).

P. Manuel Jesús García Dobal, Cura de Los Palacios

Nació en Santiago de las Vegas, provincia Habana. Supadre fue el Dr. José Zacarías Dobal, médico de la localidad,y su madre Dolores García. Entró al Seminario de San Carlosen 1855. Terminó sus estudios eclesiásticos y fue consagra-do sacerdote el 30 de junio de 1867.

Pronto se destacó por su libertad de criterios y su menteabierta a las nuevas ideas independentistas. Se interesó vi-vamente por el progreso social de su país. Y consideró laindependencia como la necesidad más apremiante de la islade Cuba.

Por lo inflamado de su oratoria en el púlpito se hizo sospe-choso a las autoridades españolas que lo vigilaban y obstacu-lizaban la exposición de sus ideas. Primero lo destinaron aejercer su ministerio en la parroquia de Casilda y, unos mesesantes del estallido revolucionario de 1868, lo nombraron CuraPárroco de la Iglesia de Jesús María. En 1877, cuando pronun-ciaba una elocuente oración en la capilla de San Lázaro, fuebajado del púlpito y conducido detenido.

Posteriormente lo deportaron a la península en compañíade los Padres Arteaga, Reyes, Fuentes y Santos, partidariostambién de la independencia de Cuba. Aprovechó su estan-cia en España para graduarse de Doctor en Teología en elSeminario Central de Toledo.

Regresó a Cuba después de la firma del Pacto de Zanjón(1878) que puso fin a la Guerra de los Diez Años. Estuvo en

Escudo de Pinar del Río.

34 Pinar del Río:...

La Habana hasta 1880 dedicándose a la enseñanza en varioscolegios y alcanzando la licenciatura en Derecho y Filosofíaen la Universidad local. En julio de 1880 era designado parala parroquia pinareña de Los Palacios, donde se quedabahasta octubre de 1893 dejando profundas huellas de cari-dad y fervor patriótico que le ganaron el título de «abogadode los pobres».

Al despedirse de Los Palacios, fue trasladado para elpueblo de Santo Domingo, antigua provincia de Las Villas,de donde poco tiempo después, y ante el inminente peligrode ser detenido en su parroquia, huyó a La Habana, paramarchar luego a Cayo Hueso oculto en la bodega de un bar-co ganadero. De Cayo Hueso se dirigió a México donde fueayudado por el clero de este país a continuar su obra religio-sa y misionera.

Terminada la Guerra de Independencia regresó a Cuba el27 de agosto de 1899. Estuvo un tiempo como Cura Párrocode Viñales para volver después a su antigua parroquiahabanera de Jesús María donde se le recibió con muchoentusiasmo y extraordinarias manifestaciones de júbilo.

Concluía el P. Dobal su vida, caracterizada por un granamor a la Iglesia y a Cuba, el 7 de noviembre de 1914 a los 72años de edad. (24)

Mons. Guillermo González Arocha, Cura de Artemisa

Nació en Regla el 25 de junio de 1868. Sus padres, Anto-nio González Gálvez, sevillano, licenciado de la Marina Espa-ñola y la criolla María Josefa Arocha y Castrillo que proveníadel Mariel, se trasladaron después Guanajay. Guillermo era elmayor de 5 hijos en una familia muy modesta. Él y sus herma-nos viven la infancia en una penuria que les produce tem-

prana madurez. Sin embargo los padres le aseguron una bue-na educación.

Antes de los 10 años Guillermo se reveló alumno consobresalientes resultados en la escuela y cristianamente bienformado, disponible al prójimo aspira a ingresar en el RealColegio de San Carlos y San Ambrosio de La Habana. Lologra y, siendo aún muchacho, se distingue por su madurez.Cursa brillantemente los estudios humanísticos, científicos,filosóficos y teológicos.

En los últimos años despojado de la sotana, para ganarseun salario y aliviar a sus familiares del peso de mantenerlo enel Seminario, durante el período de vacaciones sube anda-mios y pinta fachadas de casas y del propio teatro Payret enLa Habana. Al mismo tiempo va fraguando su patriotismo y,cuando se pone en venta el libro de Fermín Valdés Domínguez«El 27 de noviembre» lo compra y lleva al Seminario. Unseminarista lo denuncia, es sometido al Consejo de Discipli-na por la tenencia de aquel libro esclarecedor de los erroresde España en Cuba.

Guillermo sin embargo exige a sus jueces que lean el libroantes de ser juzgado. Queda absuelto, más ha logrado suprimera batalla cívica: sus profesores se han enterado mejorde las crueldades e injusticias de España.

Ordenado sacerdote en 1890 con dispensa de su Santi-dad León XIII, por no tener todavía la edad canónica, trans-curre sus primeros años de sacerdote como capellán en loshospitales de Matanzas y luego de San Antonio de Los Ba-ños y como Cura ecónomo de Ceiba del Agua.

En 1893 se celebran oposiciones para cubrir la parroquiade Artemisa correspondiente al entonces Obispado de LaHabana y el P. Guillermo González Arocha resulta destinadoa este campo pastoral. Llegó a la parroquial de San MarcosEvangelista el primero de octubre de 1893 y se lanzó a la tareapastoral con todo su fervor juvenil.

La casa particular donde se establece con su madre viu-da se transforma en centro de ayuda a los necesitados decualquier tipo. Su sacristía se convierte en solera del pueblo.Se gana a unos y a otros porque es el amigo, el consejero, elpárroco, el auxilio y, practica en riguroso silencio sus favo-res. González Arocha ejerce la caridad por convicción y porética. Enseguida repara el cementerio en mal estado y en1894 repara y amplía la iglesia parroquial.

Se acercan mientras tanto los tiempos de la gloriosa ydolorosa insurrección; González Arocha se transforma enconcreto y válido apoyo de los militantes independentistas.Magdalena Peñaredonda, la laboriosa conspiradora, es suamiga y ambos trabajan en contacto con Perfecto La Coste.Los dos servirían a la causa cubana y desde enero, en que A.Maceo entra en la provincia, son los encargados de trans-portar la correspondencia que ha de ir y venir desde Pinar delRío a La Habana. González Arocha además envía medicinas,víveres y ropas a las fuerzas cubanas en operaciones. El Gene-ral Díaz lo nombra Delegado de la Revolución. Es signatariotambién del manifiesto del clero nativo que denunciaba enér-gicamente los abusos de los curas peninsulares.

González Arocha vive el drama de este período tenso perosereno; tenso en la conjura, sereno en el ánimo ; tenso en la

El Obispo Dr. D. Manuel Santander y Frutos que, aligual que el Obispo Martínez, intervino en defensade los sacerdotes que apoyaron la lucha de la Inde-pendencia, entre ellos: el P. Arocha.

35...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

ansiedad, sereno en el valor. No tiene problemas con su con-ciencia cuando se desplaza de su servicio espiritual al serviciosocial.

Pero no demora en llegar la denuncia, primero de partedel General Juan Arolas y después de un cura simpatizantede España. El General Arolas ocupa la Iglesia convirtiéndolaen cárcel y cobertizo para sus caballos se comunica tambiéncon Valeriano Weyler quien ordena al jefe de la plaza deArtemisa el fusilamiento del P. González Arocha, pero el Obis-po Manuel Santander y Frutos, quien en aquellos tiemposno podía ser si no filo-español sentía afecto y admiraciónpor el P. González Arocha, se topa con Weyler en su despa-cho y obtiene que le perdone al P. González Arocha el fusi-lamiento prometiéndole obtener su destierro a España. El Obis-po Santander logra después conmutar el destierro con 6 mesesde trabajo a su servicio en el Obispado hasta que, en septiem-bre de 1896, el P. Guillermo puede volver a su parroquia.

Imagínense ustedes su tristeza al encontrar la Iglesia tras-formada en un establo con los caballos amarrados al pie delaltar y la nave reducida a un fétido barracón. Entre los presosestá su querido Manuel Valdés, un joven de 16 años que leservía de discreto mensajero. El 6 de octubre lo fusilan antesus ojos. González Arocha, que lo acompaña con la Cruzante el muro, recoge y sepulta piadosamente su cadáver.Ahora hace suyo el lema: libertad o muerte.

El General Arolas, como castigo, lo designa capellán dela plaza y del hospital militar. González Arocha aprovecha loscargos para entregar su servicio a la multitud de laReconcentración que en Artemisa causa un número dedecesos superior a los asentados en los libros parroquialesdesde su fundación.

Organizó tres lazaretos, asistió directamente a más de seismil atacados de viruela, tifus y paludismo. Más de tres milmueren, según consta en las inscripciones del Archivoparroquial, viéndose obligado a ampliar por dos veces el ce-menterio y, en muchas oportunidades, a ayudar con sus manosa cavar las sepulturas y el enterramiento de los cadáveres.

Al terminar la Guerra el P. González Arocha se afanó enrescatar y disponer de nuevo para culto la iglesia tan profana-da. En 1901, sin haber hecho campaña política, resultó elegidorepresentante a la Cámara por la provincia de Pinar del Río.

En 1910 un ciclón destruyó el templo y González Arochaestuvo de nuevo en pie para reconstruirlo. Fundó varias aso-ciaciones benéficas: un asilo de ancianos en el reparto laMatilde, un refugio de niños huérfanos y un colegio dondese formaron varios profesionales del patio. No hubo empre-sa de bien donde no fuera parte activa o faltaran sus conse-jos y sabias orientaciones

En 1925 Artemisa le rindió pleno homenaje popular y loproclamó oficialmente Hijo Adoptivo. El mismo año renun-ció a la parroquia y se retiró a Marianao donde continuó suservicio a la Iglesia y a la Patria que lo honró con la Cruz dela Orden Nacional Carlos Manuel de Céspedes.

Más adelante trataremos el papel del P. González Arochaen el proceso de cubanización del clero en tiempos del Obis-po Ruiz, tarea que supo emprender cuando ya tenía 65 años.Fue un gran propagador de la devoción a la Virgen de la

Caridad, para la que organizó peregrinaciones anuales al Co-bre y publicando una «Historia de la Aparición de la Virgen dela Caridad»: Trabajó además con gran interés por los sacerdo-tes desde su puesto de presidente de la Liga Sacerdotal. (33)

Murió el primero de abril de 1939 a los 70 años. Su entie-rro constituyó una verdadera manifestación de duelo popu-lar. Se le rindieron honores de Capitán del Ejército Libertador.Una compañía de Artillería, mandada por el capitán MiguelGarcía, y la Banda de Música acompañaron el armón quecondujo sus restos a la necrópolis de Colón.

Posteriormente Artemisa rindió su homenaje al amadopadre, ilustre ciudadano y valiente patriota colocando unbusto en el parque de la localidad, junto a la Iglesia, que llevaesta dedicatoria:

Santo sacerdoteInsigne patriotaBenefactor de

Reconcentrados y huérfanos

El pueblo de Artemisa.

La iglesia parroquial de Artemisa, Mons. Guillermo GonzálezArocha: el Cura patriota y el Asilo de ancianos por él cons-truido en el reparto “La Matilde».

36 Pinar del Río:...

Capítulo VIIConsecuencias de la Guerra y la

Reconcentración en la Iglesia pinareña. La Iglesiacubana en el tránsito a la nueva República y

frente a su Constitución. La creación de nuestraDiócesis de Pinar del Río y el breve gobierno de

su primer Obispo Mons. Orúe y Vivanco

Desastroso adelanto a la Guerra:cuando las aguas alcanzaron

15 metros de altura

n un artículo probablemente de “Guerrillero” de 1990Rafael Azcuy recordaba un desastroso huracán ,menciona-do por los antepasados como “el ciclón de cuando la Gue-rra”, que en 1895 fue un adelanto en nuestra provincia de losestragos que la Guerra de Independencia y la Reconcentracióncausarían en los años inmediatamente posteriores. Fue unmeteoro que “azotó de tal suerte la comarca vueltabajera quetodo quedó destruido. Se perdieron los semilleros de tabaco,cambiaron los cauces de muchas de las vías fluviales, hastael punto de desviarse ríos como el de San Diego que inundólos manantiales sulfurosos, famosos por sus excelentesaguas termales, desapareciendo puentes y trozos de vía fé-rrea. El viento furioso, y la inundación potentísima sembra-ron el luto y la desolación donde poco antes todo eran espe-ranza e ilusiones.” (Estudio Geográfico de la Isla de Cuba –Toledo, España 1897 – A y J. Luzón)

La enorme crecida de los ríos, que arrastraban animales,casas de tabaco y muchas otras cosas provocó que en deter-minados puntos de la provincia, el nivel del agua alcanzara laenorme cifra de 15 metros sobre lo normal. Prueba evidentefue que el puente de hierro que construyó la empresaferrocarrilera “The Western Railway” sobre Río Hondo, conmás de 13 metros de altura, fue cubierto por el agua del río ydespués arrastrado por completo.

Sólo en Viñales quedaron destruidas 70 casas de tabacoy todos los puentes de ferrocarril desde Viñales hasta PuertoEsperanza. Nunca volvería a funcionar esta vía férrea. Ade-más de incalculables pérdidas materiales, hubo 73 muertos,de los cuales 13 eran de San Cristóbal, 3 de Santa Cruz deLos Pinos 13 en Viñales, 11 en Los Palacios, 14 en Consola-ción del Sur, 12 en San Diego de Los Baños, 3 en Las Man-gas, 2 en la Leña, y 2 en Candelaria. (34)

«Al desatarse la Guerra que, de alguna manera habríallevado a Cuba a la independencia de España - escribía JuanMartín Leiseca - la Iglesia católica se encontró (...) otra vezen la contemplación atribulada del desastre; impotente fuepara evitarlo, impotente asimismo para contenerlo, y sus ser-

vidores, sus sacerdotes, hermanos también, militando en unoy otro bando por razones de origen e ideales, aunque sinolvidar sus deberes de piedad y sacrificios». (13)

Al final de la gran contienda, la nación vio disminuido elnúmero de sus pobladores, sobre todo de hombreslaboralmente activos; la Iglesia había perdido también a mu-chos de sus feligreses, además de encontrarse destruidosmuchos templos luego de haber sido convertidos en cuarte-les, hospitales, fortalezas, etc., pues españoles y cubanosquemaban los templos para evitar que el enemigo las utilizaracon cualquier fin.

San Juan y Martínez: sacrificio deun pueblo, su cura, su iglesia

Un ejemplo del drama vivido por muchos de nuestrospueblos en aquellas trágicas y heroicas horas puede ser eldescrito por Nicolás Pérez Delgado en «El incendio de la Villade San Juan y Martínez» y que vamos a resumir:

El día 10 de enero de 1896 San Juan fue evacuado por lascolumnas españolas ante el avance de la Invasión del Gene-ral Maceo por la provincia de Pinar del Río.

Temían un ataque de las tropas mambisas que marcha-ban hacia Mantua. Esa misma tarde, la villa tabacalera, yaentonces conocida como tal en el mundo entero fue ocupadapor las tropas cubanas del Brigadier Bermúdez. Numerosossanjuaneros se incorporaron a los insurrectos.

El 20 de febrero, a las doce meridiano el teniente CoronelVarona daba la orden de evacuación de los habitantes de laVilla desde la casa de José María Padrón, situada en la CalleReal. «La villa de San Juan y Martínez era entonces un flore-ciente pueblo de unos dos mil habitantes que vivían en boni-tas casas de madera con techos de tejas, y algunas, las me-nos, de embarrado y guano.

A ambos lados de la calle Real se levantaban grandescomercios que se abastecían de mercancías por los puer-tos de Punta de Carta y Bailén. Las seis de la tarde del 20de febrero de 1896. El sol ya se esconde tras las peque-ñas elevaciones que se alzan al Oeste de la Villa. Volantas,carretas tiradas por bueyes, carretillas de mano empuja-das por sus dueños, circulan a toda prisa por la Calle

E

37...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

Real, rumbo a los polvorientos caminos de Guane y Pinardel Río.

Otras caravanas se dirigen hacia Lagunillas para alcanzarla loma de Ratones. Muchos llevan sobre los hombros algu-nos muebles, bultos de ropa y alimentos... Los últimos habi-tantes salen del pueblo a la medianoche. Se escuchan gritosde «Viva San Juan» y «Viva Cuba libre...”

El incendio comienza en las primeras horas de la madru-gada del 21 de febrero de 1896. La ‘luz brillante’ (keroseno)es regada por todas partes, las teas se encienden y acercansus llamas a las paredes de madera. Desde el río San Juan,que corre paralelo a la villa, junto a las matas de tabaco listaspara la recolección, cientos de familias, mujeres con niños enlos brazos, ancianos temblando por el frío de la madrugada,contemplan impasibles las lenguas de fuego sobre sus ho-gares que se alzan hacia el cielo “pidiéndole que mire el sacri-ficio hecho por la libertad de la patria”.

Algunos lloran de emoción y nace un niño. Se oyen losgritos «Viva Cuba libre» que se entrelazan con los primerosvagidos del niño que se llamará Armando. Arde bien el pue-blo, comienza por la parte norte y se extiende por todo elradio de la villa y sus vegas circundantes. Sólo queda en piela torre de la Iglesia que a pesar de las cincuenta yuntas debueyes, no pudieron hacerla caer de sus cimientos quedan-do para siempre impresas en el atrio las señales del incendio.

Se cuenta que desde Pinar del Río se veía en el cielo elresplandor rojizo de la candela. Al siguiente día, las colum-nas españolas entran en la villa heroica y contemplan aterra-das el sacrificio hecho por los cubanos. De la Iglesia habíadesaparecido el Padre Bentin que se había unido a las tropaslibertadoras.» (34)

Otras consecuencias de la Guerra en Occidente

Para limitarnos a Pinar del Río, quedaban reducidas amontones de ruinas humeantes las iglesias de Quiebra Ha-cha, Las Martinas, Las Pozas, Alonso de Rojas, Cabañas,Los Palacios, Guane, El Sábalo y San Juan y Martínez.

«Esa es la guerra y, sobre todo esa guerra que borra sa-grados lazos de familia y lanza en lucha de odios a hermanocontra hermano!... La aniquiladora guerra que, con laReconcentración y el hambre, había costado a Cuba más detrescientos mil almas.» (13)

Ya nos enteramos de los más de 3.000enterrados por el P. Arocha en Artemisa.Por ser Cura de Los Palacios y San Diegode los Baños, pude averiguar que fueronmás de 2.300 los fallecimientos entre fi-nales de 1896 y principios de 1897 en es-tas dos comunidades juntas. ¿Y qué pasóen la cabecera, Pinar del Río, en la parro-quia de San Rosendo?

Antes de responder a esta pregunta,volvamos al inicio de la sangrienta con-tienda. Ya en 1895 la Guerra se había ge-neralizado en Oriente y Camagüey peroGómez, que había aprendido mucho en laGuerra del 68, se daba cuenta que no po-día ganarse la independencia si la guerrano se llevaba hasta Pinar del Río. El plantrazado por Gómez y Maceo era asestarel golpe definitivo en occidente y evitar

los combates en Oriente. La misión de llevar la Guerra a Occi-dente recayó sobre Maceo.

Fue el 22 de octubre de 1895 cuando de las Sabanas deBaraguá partió hacia occidente la columna invasora al man-do de Maceo. La tarea de Gómez era facilitar a Maceo lamarcha, distrayendo a los españoles en pequeñas refriegas.

A principios de enero de 1896 Maceo estaba en las inme-diaciones de La Habana y, mientras Gómez se quedaba enesta zona para comprometer en escaramuzas a las fuerzasespañolas y favorecer el avance de Maceo, éste marchó porel norte de nuestra provincia alcanzando uno detrás de otrolos poblados de Guanajay, Mariel, Cabañas, San Diego deNúñez, Bahía Honda y las cercanías de La Palma.

El 20 de enero llegó a Guane donde «los coterráneos de IsabelRubio le presentaron la más confortante sorpresa: setecientos hom-bres, casi todos armados y montados al mando de Antonio Varonay Manuel Lazo. El 22 de enero fue acogido en Mantua mientras lascampanas tocaban en vuelo...» (23)

No conviene demorarnos en recordar los sucesos de laGuerra sino, inspirándonos en este detalle del repique de lascampanas de la Iglesia de Mantua acogiendo a los mambises,intentar una breve profundización en la actitud de la Iglesiacatólica en la provincia pinareña al logro de la Independen-cia. Ya mucho nos dijo en tal sentido el testimonio de loscuras que estuvieron al lado de los mambises.

Hay que añadir que comprensiblemente hubo variedadde posiciones por la diversa procedencia de los sacerdotes,religiosos y religiosas. Muchos eran españoles y tuvieron quevivir el drama de elegir entre obstaculizar de una parte la derrotade la madre patria apoyar de la otra el justo anhelo de indepen-dencia y rescate moral de los criollos. Más allá de cuantosdieron su apoyo más decidido y pagaron más caro su compro-miso independentista, otros sacerdotes, religiosos y religiosasde nuestra Diócesis lo apoyaron de manera menos comprome-tida pero significativa o, como es propio de sacerdotes y reli-giosas, estuvieron juntos a los sufridos, a las víctimas de am-bos lados.

El comandante del Ejército Libertador Herminio GarcíaAlemán, amigo y coterráneo del entonces Coronel Bermúdez,que a la cabeza de otro destacamento mambí avanzaba haciaoccidente por la parte sur de nuestro territorio provincial,narra en su «Diario», la facilidad con que se efectuó este

Mapa ilustrativo del recorrido de las tropas de Maceo durante la Invasión de Occi-dente.

38 Pinar del Río:...

avance y de la buena acogida de varios curas que encontra-ron en los pueblos. Se destaca el cura de Alonso de Rojasque fue muy hospitalario y con el cual se entretuvo conver-sando de su común procedencia villaclareña. (24)

Sin embargo, como diría más adelante el Papa Pío XI,«con la guerra todo está perdido, con la paz todo está gana-do», al terminar el conflicto, en las Diócesis de Santiago y LaHabana se presentó como tarea más urgente reconstruir lasmuchas iglesias destruidas, reabrir y bendecir de nuevo lasotras que quedaron en pie, en gran parte destinadas a cárce-les, hospitales, cuarteles, etc.

Ventajas y desventajas para la Iglesia en elnuevo estado de las cosas

Pero la reconstrucción o rehabilitación de las iglesiasquizás no era el único, ni el principal problema en el quequedaba enfrascada la Iglesia cubana en general, y la pinareñaen particular. Estaba pendiente la amenaza de otras institu-ciones e ideologías.

Al finalizar la guerra, el General Calixto García había en-viado su Estado Mayor a proclamar la independencia verda-dera del pueblo cubano y agradecer a aquella que durante lalucha muchos mambises habían considerado como la Estre-lla de la Libertad: La Virgen de la Caridad del Cobre. Pero laConstitución republicana, casi sellando todo un proceso desecularización que en Cuba se había ido desarrollando des-de hacía tiempo, nacía laica, sin referencia a Dios en su preám-bulo y artículos fundamentales.

«La Iglesia quedaba separada del estado que la dejabaestablecida como institución privada, cuya vida había quedepender en lo sucesivo de sus propios medios y recursos.A todo eso hay que añadir que no poca gente veía a la Igle-sia institución como algo heredado de España». (22)

La intervención norteamericana y la influencia masónicaocasionaron a la Iglesia Católica otras dificultades como laintroducción de medidas laicas en el matrimonio (la instaura-ción del divorcio) y en la educación, la introducción en nues-tro país de confesiones religiosas no católicas, provenientes

de Estados Unidos, donde tenían gran pujanza. Estas confe-siones, en 1952, tenían en Cuba 102 colegios con 167 000estudiantes, mientras que la Iglesia Católica contaba con 166colegios y 400 000 estudiantes.(33)

La Iglesia cubana estaba además afectada por la escasezde sacerdotes, pues muchos de origen español egresaron ala Madre Patria, y los párrocos criollos aún eran escasos, noobstante en número de 52 firmaron el «Manifiesto del clerocubano nativo», que fue redactado por los padres Musteliery Barnada, quienes se lamentaban con expresiones duras, dela larga dependencia del clero criollo ante el español. En eldocumento declaraban: «La misma razón que ha tenido elpueblo cubano para haberse levantado en armas, la tiene elclero nativo para no querer depender ya jamás del clero es-pañol...» (33)

Si estas eran las desventajas, las ventajas eran la posibi-lidad de la Iglesia de vincularse más al pueblo cubano, y unamayor autonomía frente al Estado. Desde ese momento, porejemplo, la elección de los Obispos será hecha directamentepor la Santa Sede.

Sufrimientos y víctimas de la Guerray la Reconcentración en la Parroquia

de San Rosendo

Como ya dijimos, al desastre de la guerra se había añadi-do la hecatombe de la Reconcentración. Nos detendremospara brindar algunos datos relativos a sus efectos en Pinardel Río, en la parroquia de San Rosendo. Aunque,proporcionadamente al número de habitantes de la cabecerade la provincia, el saldo de víctimas no parece tan impresio-nante como en Artemisa u otros pueblos de la provincia, fuerelevante también en Pinar del Río.

Una pesquisa en los libros de defunciones del Archivode a Catedral de Pinar del Río, me permitió resumir y confron-tar estos datos relativos a los fallecimientos desde 1881 has-ta 1899.

- 1881: 436 fallecidos (385 blancos y 190 de color)- 1882: 541 fallecidos (304 blancos y 237 de color)- 1883: 425 fallecidos (257 blancos y168 de color)- 1884: 384 fallecidos (302 blancos y 82 de color)- 1885: 409 fallecidos (286 blancos y 123 de color)- 1886: 598 fallecidos (358 blancos y 240 de color)- 1887: 523 fallecidos (329 blancos y 194 de color)- 1888: 523 fallecidos (350 blancos y 173 de color)- 1889: 464 fallecidos (321 blancos y 140 de color)- 1890: 514 fallecidos (290 blancos y 244 de color)- 1891: 434 fallecidos (260 blancos y 174 de color)- 1892: 377 fallecidos (254 blancos y 123 de color)- 1893: 576 fallecidos (400 blancos y 176 de color)- 1894: 575 fallecidos (385 blancos y 190 de color)- 1895: 771 fallecidos (570 blancos y 201 de color)- 1896: 1.499 fallecidos (1142 blancos y 357 de color)- 1897: 1.942 fallecidos (1490 blancos y 452 de color)- 1898: 2.118 fallecidos (1677 blancos y 441 de color)- 1899: 905 fallecidos (664 blancos y 241 de color)

Esta estadística permite destacar como, si bien desde 1881hasta 1894 los fallecimientos nunca alcanzaron los 600 poraño, se acercaron a los 800 en 1895 cuando la guerra crecíaen oriente y se doblaron el año siguiente (1896), cuando la

Mantua: monumento al soldado invasor.

39...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

invasión había llegado a occidente. Se acercaron a los 2000en 1897 como consecuencia del trágico bando de laReconcentración decretado el 22 de octubre del año prece-dente por Valeriano Weyler.

Fue en 1898 que las defunciones, de cuya sepultura tuvoentonces que preocuparse el Cura de la parroquia SanRosendo P. Manuel Menéndez Suárez, alcanzaron el impre-sionante número de 2118 para después disminuir a 905 en elaño siguiente (1899), cuando la guerra había disminuido bas-tante la población de San Rosendo en Pinar del Río, y sinembargo, continuaba haciendo sentir sus consecuencias. Su-maban 6.230 los fallecimientos del quinquenio 1895-89 mien-tras habían sido 2476 los del quinquenio 1890-94.

El mes de noviembre de 1897 resultó el de mayor númerode defunciones: 324 en total, seguido por diciembre de eseaño con 277 fallecimientos. En cuanto a la edad de los falleci-dos en aquel mes de noviembre de 1897 pude sacar la si-guiente estadística:

- niños fallecidos hasta los 10 años: 86- jóvenes fallecidos de 11 a 30 años: 48- adultos fallecidos mayores de 30 años: 190

Además de preocuparse por el cuidado de los enfermosy de su cristiana sepultura en cuanto fuese posible en tiem-pos tan borrascosos, el Padre Cura tenía que asentar en loslibros las generales de los difuntos e indicaba a menudo lacausa de la muerte. Eso me permitió conocer también lasenfermedades que causaron el deceso de gran parte de losmuertos de aquel mes de noviembre.

- Paludismo: 52 - Fiebre perniciosa o infecciosa: 34 - Ente-ritis crónica o aguda: 21 - Disentería: 10 - Fiebre tifoidea: 7- Pulmonía: 6 - Senectud: 6 - Falta de desarrollo: 4 - Tétanoinfantil: 4 - Anemia: 3 - Tuberculosis: 3 - Calenturas: 3 -Tisis: 2 - Gangrena: 2 - Diarrea: 2 - Cirrosis: 2 - Fiebre bilio-sa: 1 - Gripe: 1 - Angina del pecho: 1 - Viruelas: 1 - Enfisemapulmonar: 1 - Meningitis aguda: 1 - Causas no indicadas ono comprensibles: 160.

Los días más luctuosos en noviembre de 1897 fueron el15, con 17 sepelios, seguido por el 17 con 14 y los días 19 y22 con 13 cada uno. Junto a la gran mortandad de niños yjóvenes no faltaron, como vimos, ciertos fallecimientos porsenectud. Por ejemplo el mismo día 22 de noviembre de 1897alcanzaban su descanso eterno doña Dominga Iglesias de 90años y don Juan Hernández, de 99 años y soltero.

La creación de la Diócesis de Pinar del Ríoy el breve gobierno de su primer Obispo

Mons. Braulio Orúe y Vivanco

Al terminar la soberanía española en Cuba, el 2 de abril de1899 el Obispo de Santiago, Fr. Francisco Sáez de Urturi par-tió para España porque, entre otras razones, estaba enfermo.Fue designado como su sucesor el primer arzobispo cubanoMons. Francisco de Paula Barnada y Aguilar. También elObispo Santander y Frutos renunciaba a su sede en La Ha-bana al finalizar el año 1889. En la capital el nuevo preladotenía que ser un hombre especial, un hombre capaz de tratarcon cubanos y norteamericanos.

Eso produjo la designación del italiano Donato Sbarrettiy Taza, quien fuera hasta entonces Auditor de la DelegaciónApostólica en Washington. Sbarretti se establecía en LaHabana en 1899. En este punto de nuevo sobresalía y pro-

testaba el orgullo cubano pues «algunos periódicos anun-ciaron y hasta defendieron el establecimiento de una IglesiaNacional desvinculada de la Santa Sede.» (22)

Pero Sbarretti cumplió bien su tarea del momento. Sobre-todo enfrentó positivamente la espinosa cuestión de los bie-nes eclesiásticos y, dos años después, en 1901 hasta loscubanos más nacionalistas podían tranquilizarse despidién-dolo como nuevo Delegado Apostólico en Canadá.

Al irse Sbarretti, el 28 de octubre de 1903, fue nombradoObispo de La Habana el habanero Mons. Pedro GonzálezEstrada, que había sido secretario de Cámara y Gobierno delObispado (1890) y Rector del Seminario (1892).

Mientras tanto el aumento poblacional y la considerableimportancia que la Iglesia había adquirido en Cuba, juntocon la necesidad de una mayor atención pastoral, llevarona una nueva división eclesiástica de la Isla. Con la Bula del20 de febrero de 1903 el Papa León XIII dispuso la creaciónen Cuba de dos nuevas Diócesis: Pinar del Río y Cienfuegos.Y fueron designados sus Obispos: para Cienfuegos el car-melita descalzo Fray Alonso Torres y Sanz y, para Pinar delRío, D. Braulio Orúe y Vivanco, sacerdote cubano de gran-des virtudes y bondades. (13 y 22)

Mons. Braulio Orúe y Vivanco había nacido en Cárde-nas. Era Párroco de la Catedral de Matanzas cuando le llegóde Roma la invitación para asumir este encargo. Fue ordena-do Obispo en la Catedral de La Habana el 28 de octubre de1903 por el Delegado Apostólico Mons. Chapelle, Mons.González Estrada (Arzobispo de La Habana) y Mons.Broderick (norteamericano, Obispo auxiliar de La Habana).

D. Braulio de Orúe y Vivanco.

40 Pinar del Río:...

Tomó posesión de la Diócesis el 18 de noviembre de 1903.Durante su breve período de Gobierno de la Diócesis vivió enel pequeño Obispado radicado en al comienzo de la Avenida“La Alameda”, frente al actual Parque de Independencia, en eledificio que hoy ocupa la escuela primaria “Conrado Benítez”.

Pinar del Río había sido la provincia más castigada por laGuerra de Independencia y había sido además asolada porlos ciclones. Mons. Orúe, halló una provincia en un estadode gran pobreza. Muchas de sus iglesias rurales habían sidodestruidas o deterioradas y profanadas. El nuevo Obispoalentó el compromiso de reconstrucción y rehabilitación, yrealizó visita pastoral a varias parroquias.

Ya en 1900 habían sido reconstruidas las iglesias de Mantua,Cayajabos y Guane. En 1902 fue reconstruida la iglesia de S.

Juan y Martínez. Pudo el Obispo Orúe ver terminadas tambiénla reconstrucción de Las Martinas y Los Palacios.

Pero antes de cumplir un año de su misión apostólica enPinar del Río, Mons. Orúe entregaba su alma, tras una vidaedificante, el 21 de octubre de 1904, faltando 7 días paracumplir un año de su consagración episcopal.

¿Qué pudo hacer en tan corto espacio de tiempo? Pudosólo dar los primeros pasos en la organización diocesana y«dejar impreso en el corazón de sus hijos el recuerdo de subondad y de su caridad para con aquellos campesinos vícti-ma del hambre y de la miseria» (60)

Vacante la sede, estuvo sin ocupar, y a cargo del preladode La Habana y el P. Eduardo Lara, hasta abril de 1907. (13,33, 60, 61)

Lápida a la izquierda del presbiterio de la Catedral tras la cual descansan losrestos del primer Obispo de Pinar del Río Mons. Orúe y Vivanco.

41...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

Breve Apostólico «Actum Praeclare» mediante la cual el PapaLeón XIII erigió las Diócesis de Pinar del Río y Cienfuegos

ignación manifiesta de la Divina Providencia con laisla de Cuba es que esta fertilísima y riquísima región, asícómo fue por el inmortal Colón descubierta de las prime-ras, así con mayor docilidad abrió sus ojos á la luz de laverdad cristiana y en tal grado y tan rápidamente se exten-dió por sus campos el beneficio divino, que no dudó Nues-tro Predecesor León X en elevar a la categoría de Catedralla parroquial iglesia de Santiago de Cuba.

Aumentado en gran manera el número de los fielesfuepor Pío VII Pontífice Máximo convertida dicha Catedralen Metropolitana, ó sea, cabeza de Provincia, el día veinti-cuatro del mes de septiembre del año mil ochocientos tres,quedando sometida a ella la Sede episcopal de la Habanaque el Predecesor del mismo nombre Pío VI había erigido.Está incesante solicitud de los Romanos Pontífices, comotambién el encargo hecho por los mismos á los reyes deEspaña de proteger tan afortunadas islas, dieron por frutotal incremento de la fé católica entre los cubanos y susvecinos, cual apenas se vió en otros países después de largacivilización y apostolado.

Recientemente, cambiada por efecto de la guerra la si-tuación de las cosas, no pudo menos de sentirse este cam-bio en la religión misma; por cuya causa y por la desapari-ción de la soberanía de los reyes de España en la isla deCuba, creímos de Nuestro deber atender al bien de dichospaíses conforme á la nuevas necesidades.

A este fin enviamos allá al venerable Hermano PlácidoLuis Chapelle, ArzObispo de Nueva Orleans, con el cargode Nuestro Delegado Apostólico extraordinario, el cual in-formándose cuidadosamente del estado de las cosas y desus más apremiantes necesidades, Nos diera fielmente cuen-ta de todo.

Bien ponderado todo y teniendo muy presente la ve-cindad y afinidad de la isla de Cuba con las demás regionesde la América latina, por decreto expedido el día cuatro de

LEON PP. XIIIPARA PERPETUA MEMORIA

D

S.S. León XIII

septiembre del año mil novecientos uno, dispusimos. queen la mencionada isla rigiesen las mismas leyes del Con-cilio plenario de la América latina, celebrada en Roma elaño demil ochocientos noventa y nueve. Y porque, estosolo no bastaba para remediar las nuevas necesidades,pusimos nuestra Apostólica solicitud en ordenar cuantofuese conveniente, según el lugar y el tiempo, para biende la fé católica en aquella región.

Así, pues, oído el parecer de algunos de los Cardena-les de la Santa Romana Iglesia, que forman la sagrada Con-gregación encargada de los negocios extraordinarios, cuan-to se creyó oportuno en el Señor para acercamiento y de-fensa de la religión en la isla de Cuba, Nuestra SupremaAutoridad por la presente Constitución decretamos.

Y en primer lugar, habida cuenta á la gran extensiónde la isla de Cuba y de la diócesis de la Habana y quepor el aumento de relaciones crece de día en día el nú-mero de los católicos, siendo sobremanera dificil visitar-los á todos, hemos empezado por aumentar él númerode los .Obispos y así decretamos que a las Diócesis deCuba y de la Habana se añadan otras dos sedes en Pinardel Río y en Cienfuegos.

A la primera de estas nuevas diócesis pertenecerá todala provincia del mismo nombre y le señalamos por límites,al norte, el golfo de México; al este, la provincia de la Haba-na; al sur, el mar de las Antillas, y al oeste el canal de Yucatán.

La Diócesis de Cienfuegos abarcará la provincia civilde Santa Clara y sus límites serán los siguientes: al norte,el canal viejo de Bahama; al este, la provincia de PuertoPríncipe ; al sur, el mar de las Antillas; al oeste, la provin-cia de Matanzas.

La sede principal de la isla de Cuba seguirá siendo lamisma de Santiago de Cuba, á la cual estarán sometidascomo sufragáneas, además de la ya existente bajo el títu-lo de San Cristóbal de la Habana, las dos novísimas, que

42 Pinar del Río:...

son, una la Cienfuegos y otra la de Pinar del Río; pues laDiócesis de Puerto Rico la separamos del vínculo desubjección á la iglesia metropolitana de Santiago de Cubay la declaramos por ahora sujeta inmediatamente á laSede Apostólica.

Gozará el prelado metropolitano de sus derechos, pri-vilegios y preeminencias que, ya por virtud de los sagra-dos cánones y constituciones apostólicas, ya por las pres-cripciones del Concilio Plenarío de la América latina lecorresponden. En cuyo ejercicio y en cuanto es propiodel ministerio pastoral, cada uno según su condición, así elmetropolitano como los demás Obispos procurarán contodo empeño que entre ellos reine la caridad mutua, queuna sea la mente de todos y uno el corazón y el anhelopor el bien común.

Mandamos que se mantengan los cabildos de canóni-gos de la iglesia de Santiago de Cuba, como también de lade San Cristóbal de la Habana, ya por el esplendor delculto divino, ya por ser como auxiliares del Obispo, confor-me á las prescripciones de los sagrados Cánones. Y si por laescasez de las rentas no fuere posible conservar en cada.cabildo el número de canónigos que se han de repartir aque-llas tierras de modo que en ambos colegios, además de lasdignidades, quede para sostener diez canónigos.

Asimismo, queremos que, tan pronto como sea .posi-ble, las dos nuevas diócesis de Pinar del Río y de Cienfuegossean ennoblecidas con cabildos propios y que tenga, almenos, cada uno de estos cabildos diez canónigos. Mien-tras estos cabildos no fueren canónicamente establecidos,tomarán los Obispos de uno y otro clero los consiliariosentre aquellos que por su piedad, doctrina y práctica en la.administración sean más recomendables, los cuales asisti-rán al Obispo en las solemnidades. religiosas para esplen-dor del culto.

En la colación de los beneficios eclesiásticos, bien sea álos canónigos, bien á otros clérigos, cúmplanse las leyes delConcilio Plenario latinoamericano y las declaraciones autén-ticas de las mismas, dadas por la Sagrada. Congregación deNegocios Eclesiásticos Extraordinarios á las cuales leyes, nomenos que á los decretos de los sagrados Cánones, se aten-drán los canónigos en el desempeño de sus beneficios.

Si los antiguos emolumentos temporales faltasen óhubiesen sufrido notable disminución, será en gran mane-ra conveniente para decoro del culto, para remedio de lasnecesidades del clero y para otros religiosos fines de lasdiversas diócesis, que se procuren recursos por otrosmedios conformes a los sagrados Cánones y á lo ordena-do por el mencionado Concilio Plenario americano y quese establezca el Jus cathedraticum, quedando al criterio delpróximo Concilio provincial el señalar la tasa del mismo.

Cuanto en estas Nuestras Letras establecemos respec-to del orden jerárquico, de los derechos, privilegios y ho-nores de los constituídos en dignidad, aunque muy opor-tuno y casi necesario para el mejor régimen del pueblocristiano y para mayor solemnidad del culto divino, es, sinembargo, en cierto grado cosa exterior. Lo que sobre todoimporta es que aquellos á quienes se encomienda la curade almas y la vigilancia de la casa de Dios “sean muy bienprobados en su idoneidad y tan conspicuos en la piedad ycostumbres puras que de ellos pueda esperarse preclaraejemplaridad de buenas obras y consejos de cristiana vida.”Y no solamente en piedad y virtudes han de resplandecer

los eclesiásticos más también en la doctrina sagrada y pro-fana afanándose por escudriñar hasta las cosas más secre-tas á que se dedican los hombres en nuestros días.

Empéñense los Obispos y procuren á todo tranco for-mar sacerdotes, cuya ilustración corra pareja con su digni-dad y cargo, á fin de que al pueblo de Dios, rodeado detantas asechanzas y expuesto á tantos peligros, puedanprestarle ayuda.

Así educados y bien formados, es justo que para losmás altos puestos sean escogidos “aquellos que versadosya en el orden clerical, son recomendables por tener laciencia necesaria para el desempeño de su cargo y por laintegridad de las costumbres”, como también procuraránlos Obispos escoger para la cura de almas á los que por suedad, costumbres, doctrina, prudencia y demás buenascualidades propias para el gobierno de la iglesia vacantefueran juzgados más aptos.

Unos y otros, cualesquiera que sea su ministerio, lí-brense de afiliarse á partidos políticos, según aquella máxi-ma del Apóstol: “ninguno que se ha alistado en la miliciade Dios debe mezclarse en las cosas del mundo” y estoprincipalmente para que nuestra santa religión, que sobre-puja á todo lo humano, y á todos los hombres debe estre-char con el vínculo de la mutua caridad y benevolencia,no falte á su oficio y su saludable ministerio no se hagasospechoso. Aun apartándose de dichas humanas contien-das, amplio campo les queda para defender los interesescatólicos, principalmente con el ejemplo de la mutua con-cordia, por cuya virtud, desechado todo linaje de envidiay emulación y estrechándose con caridad de hermanos,puedan los sacerdotes unirse formando un solo cuerpocon Cristo, como el Apóstol recomienda diciendo: “Mu-chos formamos en Cristo un solo cuerpo siendo todosrecíprocamente miembros los unos de los otros”.

Para conservar esta concordia, no menos que parafomentar la piedad, que á menudo se entibia con las ocu-paciones exteriores de cada día, reconocida la máximautilidad de aquellos piadosos ejercicios en que se entregael ánimo con verdadero empeño á la contemplación delas cosas divinas, cuiden los Obispos de que en ciertosdías del año se junten los eclesiásticos á recapacitar sobrelas verdades santísimas de la religión y los deberes de lavida sacerdotal. Fortalézcanse sus almas con estas medita-ciones, seguidas de sinceros propósitos de más santa viday de ir robusteciendo sus almas con el uso frecuente delos sacramentos.

Finalmente, para más ilustrarse en la sagrada doctrinacelébrense reuniones en que se discutan cuestiones de teo-logía moral y de sagradas ceremonias. Y porque es detanta importancia la educación de los clérigos, cuya espe-ranza se funda en los seminarios, trabajen los Obispos ensu erección y tengan sobre ellos una vigilancia extrema,procurando que no sean admitidos sino aquellos “cuyaíndole y buena voluntad den esperanzas de que perseve-rarán en el servicio de los eclesiásticos ministerios.” Acer-ca de este punto son muchas las cosas que por el ConcilioPlenario de la América latina fueron sabiamente declara-das y oportunamente sancionadas.

En bien espiritual de toda la isla de Cuba, encarecidamenterecomendamos el Seminario-Pío— Latino-Americano, don-de á la vista de los Romanos Pontífices, en la capital del orbecristiano, fueron educados muchos y muy esclarecidos pre-

43...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

goneros del evangelio y rectores de almas y muchísimos másimitadores suyos se están educando.

Por este motivo queremos que, á ejemplo de las de-más diócesis de América, envíe cada una de las Diócesisde Cuba non intermíssa vice dos jóvenes, por lo menos, quereciban su formación en el referido colegio.

Cuidado especial merecen también las escuelas de jó-venes del pueblo en estos tiempos, principalmente, en quelas almas de los ignorantes se hallan tan expuestas á perni-ciosos errores y tan fácilmente son por el mal ejemplo,arrastradas al vicio. Trátase nada menos que de formaruna sociedad que será en adelante lo que en su principiofuere, á la cual hay que apartar tanto más pronto del peli-gro cuanto mayor es el afán de los impíos por pervertirla.De ahí es que nadie puede desconocer la suma importan-cia de abrir cuantas escuelas sea posible y vigilarlas y aten-der á las buenas ideas y sanas costumbres de los profeso-res; como así mismo se debe procurar que se funden parauno y otro sexo escuelas mayores normales en que seformen los maestros.

En cuanto á las corporaciones religiosas que en la Islade Cuba existen y tan beneméritas son lo mismo de laIglesia que de la sociedad, excusamos encarecerles queprocuren no decaer de su antigua gloria; que se manten-gan en la observancia de los votos con que á Dios seligaron; guarden la ley de la clausura; vivan sumisos a susmayores y unidos con el clero secular trabajen “en la edi-ficación del cuerpo de Cristo.” Tocante á los ministeriosque les son propios, ó sean las misiones, campo amplísi-mo tienen abierto donde enseñar y conservar la fé e im-plantar las costumbres propias del pueblo cristiano.

Para obtener con más abundancia estos frutos es ne-cesario que en las poblaciones más numerosas se esta-blezcan casas religiosas, de ocho personas al menos, cuyodeber sea, lo mismo en las ciudades que en los pueblos,predicar é instruir á las almas.

Para que la conducta de los Obispos en la isla de Cubasea uniforme y puedan atender y remediar mejor las ne-cesidades comunes, serán de máxima utilidad las reunio-nes ó conferencias episcopales en que se delibere acercade lo que para bien de las diócesis fuere necesario, tenien-do presente lo que por la Congregación de Negocios Pú-blicos mandamos declarar en Letras del día primero demayo del año mil novecientos.

Cuanto en. las presentes Letras ordenamos y cuantoencargamos, sin duda, producirá sus buenos frutos, si loseclesiásticos procuran con anhelo mostrarse dignos de suministerio, confirmando con el ejemplo la doctrina, “hechospropiamente modelos vivos de la grey cristiana.” Es, pues,necesario que de tal modo regulen su vida y costumbres, quesu aporte, sus palabras y todo su ser “exhalen el buen olor deCristo” Así para robustecer la eclesiástica disciplina manda-mos que tan pronto como fuere promulgada la nueva cir-

cunscripción de diócesis y establecidas las nuevas sedes yentregadas á sus Pastores, el Venerable hermano Plácído LuisChapelle, ArzObispo de Nueva Orleans, Delegado Apostóli-co de la isla de Cuba, al cual encomendamos la ejecución delo que las presentes Letras contienen, convoque un concilioProvincial y lo presida, cuyas actas, según las prescripcionescanónicas, enviará a esta Sede Apostólica.

Firmemente esperamos que será obtenido el éxito quemuy de veras deseamos y que en breve dará sus saluda-bles frutos cuanto en estas Letras se manda. Animadosde esta confianza dirigimos al pueblo cubano nuestras úl-timas palabras, exhortándole encarecidamente á que semantengan firmes en la fé de sus mayores; vivan unidosen el vínculo de la paz; sean los hijos sumisos á sus padres;estén prontos á oir y ayudar á los sagrados Pastores; aco-moden su vida á los preceptos del Evangelio; honren comoes debido á las autoridades de la repúb1ica y “llenen Nues-tro gozo profesando unánimes la misma caridad y el mis-mo pensamiento”.

Las presentes Letras con cuanto en ellas se contienenunca podrán ser tachadas y contradichas por vicio desubrepción ó de obrepción ó de Nuestra intención, ó porcualquier otro defecto; antes bien decretamos que han deser siempre y en toda su fuerza válidas y producir entodos los casos sus efectos y ser por todos, de cualquiergrado y condición que sea inviolablemente, en juicio yfuera de juicio, cumplidas; no obstante los decretos gene-rales ó especiales, apostólicos, ó dados en sínodosdiocesanos, concilios provinciales ó generales, así comolos derechos y privilegios de las antiguas sedes de la isla deCuba, misiones allí constituidas y de cualesquiera iglesias ylugares pios, aunque refrendados con juramento, confirma-ción apostólica ú otra cualquiera fuerza, como tampocoobstarán cualesquiera otras cosas en contrario aún dignasde especial mención, las cuales todas, si se oponen á loantedicho, expresamente las derogamos.

Declaramos también sin fuerza y de ningún valor todolo que por cualquier autoridad, consciente o inconsciente-mente, se atentare contra ellas.

Queremos que a los ejemplares de estas Letras, aun-que impresos, pero firmados por Notario y sellados porpersona constituida en dignidad eclesiástica, se les dé lamisma fe que se daría por manifestación de Nuestra vo-luntad á los presentes.

A nadie, pues, sea permitido infringir, ni con osadíatemeraria oponerse á esta página de Nuestra Constitu-ción, ordenación, limitación, derogación y voluntad. Si al-guno presumiere atentar contra esto, sepa que ha incu-rrido en la indignación de Dios Omnipotente y de los Bien-aventurados Pedro y Pablo sus Apóstoles.

Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pesca-dor, el día veinte de febrero de mil novecientos tres, denuestro Pontificado año vigésimo quinto.

44 Pinar del Río:...

Síntesis biográfica del Papa León XIII

León XIII (1810-1903), fue Papa de1878 a 1903. Es autor de la primera declaración papal ante los cambios ytransición de la sociedad moderna, que estableció la teoría social y económica de la Iglesia, cuyo pontificadoseñala el comienzo de la edad moderna del catolicismo. Esa Carta Encíclica se llama “Rerum Novarum” (Lascosas nuevas).

León XIII nació con el nombre de Vicenzo Gioacchino Pecci el 2 de marzo de 1810 en Carpineto (Frosinone), enlos Estados Pontificios, y estudió con los jesuitas de Viterbo (1818-1824) y en la universidad de Roma. Amplió susestudios en la Academia de Eclesiásticos Nobles, la escuela de capacitación para diplomáticos del Vaticano, y enla Universidad de la Sapienza de Roma.

En 1837 entró a formar parte del personal doméstico del Papa con el título de monseñor y más tarde en 1841fue ordenado sacerdote y nombrado gobernador de Benevento, Perugia. En 1843 se convirtió en arzobispo ynuncio apostólico del Papa en Bruselas. Su apoyo a los obispos belgas en su postura contra la política decolaboración con el Partido Liberal le enfrentó con el rey Leopoldo I por lo que abandonó Bélgica; lo nombraronObispo de Perugia en 1846. En 1853 fue elegido Cardenal, y el 20 de febrero de 1878, con 68 años de edad, fueelegido Papa. Erigió la Diócesis de Pinar del Río un día como ese de su elección pero del último año que viviría, el20 de febrero de 1903. Murió el 20 de julio de 1903 en el Vaticano.

Fragmento de un mapa de las Diócesis de Cuba, hecho en 1902, por encargo de Mons. Chapelle, Arzobispo de Nueva Orleans,Delegado Apostólico Extraordinario en La Habana. Confeccionado por Francisco J. Marcotegui.

45...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

os Plácido Luis Chapelle, por la gracia de Dios y de laSede Apostólica, Arzobispo de Nueva Orleans y Delegado Apos-tólico Extraordinario en las Islas de Cuba y Puerto Rico, por elpresente Decreto hacemos á todos público:

Que N. Smo. Padre el Papa León XIII, por Letras Apostó-licas, dadas á 20 de febrero de 1903 en forma de Breve, quecomienzan “Actum praeclare” y las cuales ya, en virtud de nues-tra especial delegación Apostólica, canónicamente publicamos ypromulgamos, Nos concedió también, por especial delegaciónApostólica, la facultad de poner en ejecución lo mandado en laspredichas Letras Apostólicas por lo cual, y haciendo uso de estanuestra especial delegación, decretamos y estatuimos lo siguiente:

Por el presente decreto declaramos, ordenamos y confirma-mos que, separada por completo de la de San Cristóbal de LaHabana, queda canónicamente erigida y legítimamente estable-cida la nueva Diócesis de Pinar del Río.

Esta Diócesis quedará constituida con arreglo al plan siguiente:Comprenderá el mismo territorio de que consta en la actua-

lidad la Provincia civil del mismo nombre, juntamente con laIsla de Pinos.

Confines; Al Norte, el Golfo de Méjico; al Este, la Provinciade la Habana; al Sur, el mar de las Antillas; al Oeste, el Estrechode Yucatán.

Demarcación: Desde el Cabo de San Antonio trácese unalínea por el Norte con dirección al Oriente siguiendo la orilla delmar, hasta llegar al término oriental de la parroquia denominadaMariel; de ahí, doblando hacia el Sur por los términos orientalesde las parroquias de Guanajay y Mangas de Guanacage, bájese ála costa Sur por la desembocadura del río Guanímar, y rodean-do la Isla de Pinos por su parte oriental, austral y occidental,vuélvase por el Oeste hacia el Norte al cabo de San Antonio.

Extensión superficial: 7.435 km.-Siete mil cuatrocientos treintay cinco kilómetro cuadrados.

Habitantes: 173.064Parroquias: Pinar del Río-Guanajay-Baja-Consolación del Sur-

Guane-Mantua-Los Palacios-San Juan y Martínez-Las Pozas-LasMangas-San Cristóbal-San Cayetano ó Viñales-Sábalo-La Palma-Alonso Rojas- San Luis- San Diego de los Baños- Las Martinas-Bahía Honda-Artemisa-Candelaria-Cayajabos-Cabañas-QuiebraHacha-Puerta de la Güira-San Diego de Núñez-Mariel-Caimitoé Isla de Pinos.

En suma: Parroquias veintinueve.Clero secular: Párrocos, diez y seis. Sacerdotes, dos.Hay además en la ciudad de Pinar del Río un Colegio de

niñas, dirigido por seis religiosas españolas de las llamadas “Her-manas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús”.

Así mismo hay cuatro oratorios públicos.Designamos á la ciudad de Pinar del Río, capital de la provincia

del mismo nombre, como la cabeza y sede de la nueva Diócesis.

Decreto de Erección de la Diócesis de Pinar del Río

SOBRE LA ERECCIÓN DE LA NUEVA DIÓCESISDE PINAR DEL RÍO

En cuanto a la Iglesia Parroquial de dicha ciudad, cuyo titularó Patrono principal es san Rudesindo, Obispo y Confesor, la queNos mismo hemos visitado el día 25 de marzo próximo pasado,la designamos, erigimos y constituimos en Iglesia Catedral de esanueva Diócesis.

La Catedral tiene tres naves. Su longitud es de 40.50 m. y suanchura de 18.20 m. Tiene seis altares: el mayor, de sanRudesindo; siguen los del Sagrado Corazón de Jesús, del Santísi-mo Cristo de la Salud, del Ssmo. Rosario, de Ntra. Sra. del Car-men y de Ntra. Sra. de los Dolores.

La fachada del edificio la adornan dos torres de 22m. de altura.La extensión superficial de la catedral con los terrenos que le

son adyacentes es de 54 m. de anchura por 88 m. de longitud =4.752 metros cuadrados.

Confines de la Iglesia Catedral: por el Norte, la calle Maceo;por el Oriente, una casa particular; por el Sur, la calle Virtudes; yal Poniente la de Vélez Cabiedes.

Decretamos además, según las prescripciones del Sumo Pon-tífice, que se establezca un Seminario en esta Diócesis, según losSS. Cánones; no obstante dejamos su erección para cuando Pi-nar del Rio tenga Prelado suyo propio.

Por lo que toca al sostenimiento del Prelado y de la Diócesisdecretamos que, además del Jus Cathedraticum que, en virtudde las referidas Letras Apostólicas, debe restituirse á su plenovigor, se introduzca todo lo que se crea oportuno según el tiem-po y las circunstancias.

Mandamos, por fin, que todas y cada una de las parroquias,de que arriba se ha hecho mención, sean separadas desde ahorade la Diócesis de La Habana y pertenezcan á la nueva Diócesisde Pinar del Río; y que sus pastores ó ministros, exentos de lajurisdicción y obediencia del Obispo de La Habana, queden deltodo sujetos al Obispo que la Santa Sede nombrase para Pinardel Río. Y en tanto que sea designado el nuevo Prelado para estaSede, más aún, hasta que, recibidas las Letras Apostólicas, tomarelegítima posesión de su Diócesis, el Illmo. y Rdmo. Arzobispo deSantiago de Cuba hará las veces de Administrador Apostólico enaquella Diócesis.

En fé de lo cual sellamos este decreto con el sello de estaDelegación Apostólica y lo refrendamos con la rúbrica de nues-tro Secretario.

Dado en La Habana el 5 de abril de 1903.

P. L. CHAPELLE,Arzobispo de Nueva Orleans,

Delegado Apostólico Extraordinario.Por mandato del Ilmo. y Rdmo. Sr.

Delegado Apostólico Extraordinario.

Fr. Tomás Lorente, O.P. Secretario.

N

DECRETO I

46 Pinar del Río:...

Pinar del Río, su Catedral ysu Santo Patrono

scribía Pedro Juan Gutiérrez en el periódico “Granma In-ternacional” el 26 de enero de 1994: «Con sus austeras líneasarquitectónicas neoclásicas y el buen gusto en el interiorsobrio y reposado, la Iglesia Catedral de Pinar del Río es unade las más hermosas de Cuba.

Entonces tenía 111 años de vida (hoy 119) y su historiaes apacible como corresponde a un templo que cada madru-gada y atardecer tañe sus campanas para llamar a Misa a losfeligreses... El sólido edificio actual se inauguró el 23 de mar-zo de 1883 y, en 1903 recibió la categoría de catedral.

Su consagración como tal la hizo pero el Obispo Monse-ñor Manuel Ruiz y Rodríguez pero el 11 de diciembre de 1914,pasando así esta iglesia de templo parroquial a Iglesia Cate-dral, madre y cabeza de templos pinareños. Desde su funda-ción han oficiado en ella 27 sacerdotes, siendo el primero elP. Manuel Rodríguez. (55 U)

Como precisaba el P. Mario Aguilar, Cura Párroco de laCatedral, en plena actividad en aquellos años: «La IglesiaCatedral no es la iglesia más antigua de la provincia, sino lade San Luis con 167 años (hoy) de construida (1835)»

Refiriéndose a su Iglesia Catedral, y tal vez a todas lasiglesias pinareñas, añadía el P. Mario: «Nuestras iglesias nose caracterizan por la profusión de obras artísticas, ya quelos recursos se tuvieron que dedicar desde fines del sigloXIX a reconstruir muchos templos des-truidos durante la Guerra de Indepen-dencia».

«La catedral de Pinar del Río - sigueel autor del citado artículo en “Granma”-no pudo servir de mecenas a los artis-tas plásticos, como en Europa y el restode América Latina. A pesar de esto, unrecorrido por esta Catedral es agrada-ble para quien guste del arte. Le permiti-rá apreciar pocas y sencillas obras dearte religioso atesoradas en un sólidoedificio, en un ambiente reposado y aco-gedor».

Se encuentra nuestra Catedral emplazada en Maceo en-tre Recreo y Gerardo Medina (antiguamente San Mateo). Laantecede un pequeño anfiteatro semicircular que recuerda elColiseo romano destinado en sus orígenes a representacionespopulares, que se desarrollaban en el portal del edificio.

Aspectos arquitectónicos de la Catedral“Por a su arquitectura estamos en presencia de un tem-

plo ecléctico de tres naves, una central más amplia, y doslaterales. Su planta rectangular, su sentido espacial de lati-tud más que de altitud (a pesar de su relativa esbeltez) lasitúan más próxima al neoclásico aunque con algunas evo-caciones de estilo barroco.

La fachada es neoclásica tanto por las proporciones comopor sus elementos funcionales y compositivos. Anunciandola nave central avanza sobre la fachada un amplio portal don-de se levantan cuatro esbeltas columnas de sección circulary proporciones dóricas pero su fuste liso evoca el ordentoscano.

El templo posee tres portadas: dos laterales y la principal,sencilla y discreta de tipo tablero, decorada muy sobriamen-te. Las dos portadas laterales dan acceso a un patio lateral yal jardín que circunda la edificación. Al lado de la fachada selevantan dos torres, coronadas por una pequeña cúpula ylinterna. Su forma es octagonal, su altura de 26 metros aproxi-madamente, le da un discreto aire de majestad ymonumentalidad.

Con respecto a su interior: enuna misma estructura se definenparalelamente el atrio, la nave cen-tral y a la derecha el acceso al cam-panario. Sobre el atrio, en el pisocorrespondiente al segundo cuer-po de las torres, está ubicado elcoro con balcón semicircular ysobriamente ornamentado. Allí seemplaza un bello órgano traído deEuropa.

Las tres naves están separa-das por arquerías sobre pilares li-sos. El amplio espacio de 8,60 me-

E

Capítulo VIIILa catedral de San Rosendo y la vida del Santo

Patrono. La personalidad y la obra del SegundoObispo de Pinar del Río Lcdo. Manuel Ruiz

Rodríguez. Curas párrocos de San Rosendo en elperíodo 1882 – 2002

Imagen de la Iglesia de San Rosendo de la pri-mera mitad del siglo XIX.

47...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

tros de la nave central evoca las igle-sias renacentistas. La cubierta exte-rior de carpintería a dos aguas man-tiene la esencia neoclásica.

Tanto los dos ambones como lagran mesa del altar de mármol verde,rosado y blanco armonizan perfecta-mente con el conjunto. El ábside deforma rectangular corresponde al an-cho de la nave central. A ambos ladosdel retablo se abren dos puertas quedan acceso a la sacristía.

En los vanos aparecen cuatrovitrales de impecable factura ubicadosal inicio y final de los muros. Estos vitrales rectangulares, es-beltos y terminados en arcos romanos lucen imágenes de temabíblico: la Asunción de la Virgen, la Caridad del Cobre, la Apa-rición de Cristo y la Inmaculada Concepción de María.” (55 U)

Imágenes

Entre las imágenes más significativas en el interior de laCatedral, podemos citar: el Cristo de Pinar del Río, y la Ima-gen de San Rosendo al centro del retablo. Esta obra traída deEspaña, esculpida en madera, se vistió con ropa enyesada yes la única imagen de este santo en pie, pues en las demás seencuentra sentado. A la derecha del altar mayor se encuen-tra la imagen de San José, traída directamente de España.

A la izquierda se encuentra la Virgen de la Caridad, reali-zada en madera y de tamaño original, respecto a la que seencuentra en el Cobre. En el pedestal donde descansa laimagen, está grabado el Escudo Nacional. Otra imagen rele-vante por su expresión dramática, es la Virgen Dolorosa, con-siderada también la más antigua y una de las imágenes máspopulares que se utilizaba en la procesión junto con el Cris-to. Ambos,la Virgen y el Cristo muerto, se encontraban enuna esquina de la ciudad, escena que conmovíaa todos los creyentes.

En el exterior del templo, en la fachada, seencuentran las imágenes de San Pedro y San Pa-blo hechas en piedra y traídas de España. En finen el jardín de la entrada de la iglesia se haya unaimagen del Sagrado Corazón de Jesús. Nos en-contramos así delante de un sobrio sistema deestructuración arquitectónica ajustado a lossugerimientos propios de nuestro clima e idio-sincrasia criolla. (55 U)

Dificultades

Si hace 119 años que la actual Iglesia de S.Rosendo se inauguraba (1883), son inminentes los100 años desde cuando fue elevada al rango deCatedral. Feliz circunstancia esta que vive hoy laIglesia pinareña que, como escribía Mons. JoséSiro González, «nació y creció bajo el signo de laCruz de Cristo Redentor» y no deja de vivir comopropia esta experiencia.

La Catedral junto a muchas otras iglesias ycapillas pinareñas, sufrió el embate de los ciclo-nes Isidore y Lili cuando estaban en pleno desa-rrollo los trabajos de reparación y embellecimien-

to, para cuyo financiamiento Mons.Siro, ya cercano a los 72 años de edad,no escatimó viajar al exterior y exten-der su mano para pedir a quienes po-dían ayudar a una Iglesia necesitaday que sufre. Él mismo luego se trans-formó en proyectista, impulsor y su-pervisor y, si tuviera el tiempo y lascondiciones físicas, también de alba-ñil, porque no faltaron ocasiones enque ayudó a los trabajadores de suBrigada San Rosendo (que ha repa-rado también muchas de las capilla,iglesias y casas de la Diócesis), a rea-

lizar algunas de las tareas pues si como cura trabajó congusto en años difíciles en los campos de tabaco, no le faltasoltura, como Obispo en años no menos difíciles, en manejarherramientas de albañil.

Las nuevas campanas

Cuando alguien me pregunta que cosa extraño más deItalia después de seis años de vida misionera en uno de lospueblos más pobres de la Vuelta Abajo, normalmente res-pondo: «Mi madre todavía viva, la nieve (siendo, hasta mipartida hacia el trópico, hábil y apasionado esquiador) y lascampanas. Aquellos conciertos de las múltiples y bien ento-nadas campanas de los varios y esbeltos campanarios que sepueden admirar al centro de los pueblecitos distribuidos en elvasto panorama visible desde mi casa a mil metros de altura.»

A pesar de la lejanía, el sonido de todos aquellos bron-ces se podía percibir bien al tocar éstas las horas del día,anunciar el luto de una familia o una fiesta de bodas. Particu-larmente emocionantes eran sus conciertos, que los sába-dos anunciaban el día siguiente como día del Señor. Y ¡cuanalegres sus repiques al finalizar las misas más solemnes!

Iglesia de San Rosendo demolida en el año 1879para construir en su lugar la que sería despuésla Catedral de Pinar del Río.

La nueva iglesia de San Rosendo, que en 1883 fue construida en el mismolugar de la anterior, y que después sería Catedral, ya presentaba signos dedeterioro en el año 1910 cuando se hizo esta foto en ocasión de la Misa a lasvíctimas de la explosión del Cuartel.

48 Pinar del Río:...

Cuanto pertenece el disfrute del sonido de las campanasa la idiosincrasia de un creyente católico europeo me lo hizocomprender Prelk Franz, un buen sacerdote de Yugoslavia,precisamente de Istria, la primera zona de Yugoslavia que seliberaba del yugo totalitario a principios de los años 90. Cuan-do llegó finalmente la libertad para aquella Iglesia muy con-dicionada y oprimida, pudo finalmente, con la ayuda del ex-terior y la limosna de sus feligreses, hacer nueva su iglesiamuy deteriorada en Porto Rose.

Benefactores de Austria le regalaron también cinco nue-vas campanas para su gracioso y flamante campanario y cuan-do por primera vez el sonido nítido y angelical de aquellosbronces - contaba - irrumpió por las calles de aquel pueblo,mucha gente se paró de improviso; sobre todo los ancianosque no oían algo semejante desde hacía 50 años, se arrodilla-ron en el lugar, se persignaron y algunos rompieron a llorarde emoción.

El deterioro que en Cuba y en nuestro Pinar del Río haatropellado tantas cosas, no ha perdonado tampoco las cam-panas de nuestros humildes campanarios, muchas de escasacalidad desde siempre. Algunas están rotas y sus sonidosapenas superan en calidad los de un caldero.

Sé, sin embargo, que Mons. Siro, (quien para manteneren pie sus iglesias hizo grandes sacrificios y a veces volvióde sus viajes al exterior trayendo en el avión cajas de losas),consiguió para nuestra Catedral, en el día del centenario, unjuego de campanas electrónicas de gran sonoridad.

San Rosendo:Patrono de Pinar del Río

«La biografía de San Rosendo - escribía el Historiador dela Iglesia española López Ferreiro - debe ser conocida portodo buen gallego. Galicia tiene en San Rosendo no sólo unmonje fundador de célebres monasterios, como los de SanJuan de Caveiro y San Salvador de Celanova, sino también elceloso y ejemplar Obispo que primero regentó la Diócesis deMondoñedo, a cuya mitra renunció hacia el año 940, y mástarde la de Compostela, huérfana por la muer-te del Obispo Sisnando I.”

Pero nosotros añadimos que la biografíade San Rosendo debería ser conocida tam-bién por cada pinareño respetuoso de la me-moria de sus antepasados, que en el año 1688presenciaban la fundación de la parroquia desan Rosendo en Pinar del Río, hecha por elinsigne Obispo Don Diego Evelino DeCompostela

En tiempos anteriores a esa fecha, los queeligieron a este Santo Obispo como protectorde la región, asistían a Misa en una pequeñaErmita en un pinar a orillas del río Guamá en elhato de San Mateo, a mediados del siglo XVII.

¿Cómo se realizó esta elección? Según latradición oral y según una costumbre católi-ca de varios siglos atrás «Los primeros veci-nos - en su mayoría emigrantes gallegos - con-vocados para elegir el Santo Patrono, escri-bieron en papeletas el nombre del santo desu preferencia, echándolas luego en un som-brero. Invocaron la inspiración del EspírituSanto y mezcladas las papeletas, uno de ellos,

sacó una al azar y salió el nombre de San Rosendo, natural deGalicia.» (55 T)

Conozcamos algunos datos esenciales de la vida y obrade San Rosendo que, como lo que precede, tomamos de unaspaginas manuscritas por Mons. Siro.

Nació Rosendo en Valdesalas, Galicia, el 26 de noviembrede 907. Era hijo del Conde Gutiérrez Méndez y de su esposaIlduana.

De la familia del Santo, emparentada con todos los reyesde aquel período, se puede decir que fue promotora de larestauración monástica del siglo X, que trajo como conse-cuencia la repoblación de Galicia, por las extensas donacionesde tierras que hizo o que consiguió de los reyes para este fin.

Al joven Rosendo lo educó en San Martín de Mondoñedosu tío Albarico, Obispo de aquella Diócesis. Siendo todavíamuy joven fue designado alcalde de su pueblo y a los 18años elegido Obispo de aquella Diócesis. Sin embargo lavocación del joven prelado no era la episcopal sino lamonástica. Y Dios le inspiró la idea de construir un grancenobio benedictino en aquellas tierras de Vilau.

Tras cinco años de intenso trabajo, el 25 de septiembrede 942, se celebró la solemne bendición del templo con laasistencia de los once obispos de Galicia y León, veinticua-tro Condes e incalculables abades y eclesiásticos.

En 955 murió en Celanova el Abad Franquila y los monjeseligieron como sucesor y segundo Abad de San Salvador deCelanova al fundador Rosendo. Por esa misma fecha el reyOrdoño III envió a Rosendo un urgente y lacónico mandatoen que lo nombraba gobernador de Galicia para contener unairrupción árabe que había llegado al Miño. Rosendo, aunquemás contemplativo que guerrero, supo cambiar la mitra deObispo por el yelmo de capitán y marchó frente a su pueblopara expulsar a los invasores.

Hacia el 970 fue elegido Obispo de Compostela, Dióce-sis vacante a consecuencia de la muerte de su primo SisnandoII, por un flechazo de los normandos. Rosendo, sin embar-go, no quiso aceptar sino como administrador y buscó lacolaboración de San Pedro de Mesonzo (el autor de la «Sal-ve Reina»). Otra vez pudo más en él la vocación monacal

cuando en 974 renunció al obispado y vol-vió a Celanova donde siguió viviendo enpobreza, sacrificio y una profunda espiri-tualidad.

Allí murió el 1º de marzo de 977 ya con-siderado como un héroe cívico y con famade santidad. En su testamento relataba lafundación del monasterio al que dejabatodos sus bienes y riquezas. Fue sepulta-do bajo el altar de la capilla de San Juan enun ataúd de ciprés, dentro de un sarcófagode piedra. En 1099 los portugueses inten-taron robar el cuerpo de San Rosendo peropor equivocación se llevaron el deFranquila.

Cuando ya había empezado el procesode beatificación de Rosendo en 1172, vinoa España el Cardenal Orsini, legado ponti-ficio, y estuvo en Celanova donde quedóimpresionado por la vida y el testimoniodel fundador por lo que se propuso con-seguir la beatificación de aquel hombrecuando volviera a Roma. Mientras tanto

Monumento a Mons. Manuel RuizRodríguez a la entrada del Arzo-bispado de La Habana.

49...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

aparecieron las primeras biografías de Rosendo escritas pordos priores del Monasterio de S. Salvador de Celanova. En1191 el Cardenal Orsini fue nombrado Papa y en 1196 tuvo lagran satisfacción de incluir a San Rosendo en el catálogo delos Santos.

El 1º de marzo de 1601, al terminar la primera fase de lasobras de reparación del Monasterio, se celebró en Celanovala mayor solemnidad tenida desde la bendición de la Iglesia.El Obispo de Orense, Don Miguel Cérez, instaló en el Altarmayor la urna de plata en la que habían sido trasladadas lasreliquias de San Rosendo desde su sepulcro. Reliquias desus huesos fueron regaladas a nuestra Iglesia Catedral dePinar del Río por el Obispo de Orense y se conservan yveneran en ella.

También en Pinar del Río la fiesta de San Rosendo secelebra el 1º de marzo, día de la muerte de nuestro SantoPatrono pues el día de la muerte de los santos, desde tiem-pos remotos, la Iglesia lo considera el «dies natalis»; el díade su nacimiento al Cielo, día en que son incorporados a lagloria y felicidad del Paraíso. Por eso en los días precedentesy en el de su fiesta en España, sobre todo en Galicia, y tam-bién en Pinar del Río se realizaba, junto con la celebración deuna novena en la Iglesia Catedral, la Verbena de San Rosendo.El 1ero. de marzo se celebraba la Misa en la Catedral y se hacíala procesión con la Imagen del santo por las calles de la ciudad.

Las circunstancias presentes obligan a renunciar a mu-chas cosas externas pero no impiden hacer hincapié en lo

más esencial del patrimonio espiritual, para dignamente con-memorar la fiesta de nuestro patrono, cuya finalidad princi-pal es la de devolvernos a los caminos de la fe y de la comu-nión con Dios.

Mons. Manuel Ruiz Rodríguez

Vacante la Diócesis de Pinar del Río desde octubre de1904, en 1907 se pensó en dotarla de un nuevo Pastor. LaSanta Sede después de haber recogido las oportunas infor-maciones acerca de la bondad y capacidad del sacerdote,propuso al P. Manuel Ruiz Rodríguez quien había nacido enCeja de Pablo (Corralillo), provincia de Santa Clara, el 11 dediciembre de 1874 de familia pobre pero honrada e intensa-mente católica.

Después de haber cursado sus primeros estudios en laescuela pública local, por sus dotes, bondad e inteligencia,fue alentado a entrar en el Seminario de San Carlos por elCura Párroco D. Manuel González y Cuervo.

Fue ordenado sacerdote por el Obispo Santander y Fru-tos el 25 de diciembre de 1897. A pesar de su juventud fuedesignado Administrador de la Casa de Recogidas, capellándel Coro, profesor de Latín y Humanidades del Seminario deLa Habana y a la vez secretario del Seminario y el Cabildo.

En 1899 acompañó como capellán a maestros cubanos enuna excursión a la Universidad de Harvard y después a laUniversidad Católica de Washington de donde volvió a CubaLicenciado en Teología.

De regreso a Cuba en 1904, fue designado Secretario deCámara y Gobierno de la Diócesis de La Habana y Fiscal delTribunal Eclesiástico. Renunció sin embargo a este elevadocargo para ejercer el ministerio pastoral. Fue Cura Párroco deSanta Isabel de Las Lajas y de Cruces. Después de unabreve estancia en estas comunidades donde dejó imborrableestela de bondad y celo apostólico, pasó a Párroco de Saguala Grande y luego se le designó Secretario del Obispado deCienfuegos y Párroco de la Catedral.

Fue nombrado Obispo de Pinar del Río en 1907, a sólo 10años de su ordenación sacerdotal. Tal vez por ser tan jovenel P. Ruiz rehusó varias veces la dignidad que la Santa Sedele confería por medio del entonces Delegado ApostólicoMons. José Aversa. Intervinieron para aconsejarlo, Mons.Barnaba, Obispo de La Habana y Mons. Aurelio Torres, Obis-po de Cienfuegos. El Delegado Apostólico le obligó a acep-tar la Mitra bajo la virtud de Santa Obediencia. Bajó la cabezael P. Ruiz, nombrado precedentemente Protonotario Apostó-lico, y aceptó.

Preconizado el 18 de abril de 1907, su consagraciónepiscopal se celebró en la Catedral de Cienfuegos el 11 dejunio de 1907. Obispo consagrante fue el Delegado Apostó-lico Mons. Aversa, presentes también los Obispos de LaHabana y Cienfuegos.

Sacerdote que ya se había distinguido en importantescargos, hombre ejemplar y fervoroso patriota, Mons. Ruiztomó posesión de la Diócesis pinareña el 10 de julio de 1907.Tenía apenas 32 años cumplidos pero llevaba en su inteli-gencia «el caudal riquísimo de una vasta cultura eclesiásticay profana y en el corazón el ideal encendido de su arraigadavocación sacerdotal» (60)

De su juventud, recuerda que apenas consagrado Obis-po de Pinar del Río, visitó al Santo Papa Pío X quien, asom-brado ante su aspecto juvenil, le llamó cariñosamente «el

Mons. Manuel Ruiz Rodríguez, segundo Obispo de Pinar del Río.

50 Pinar del Río:...

Obispo Niño», «Tu sei - le dijo con aquella dulzura que locaracterizaba - il Vescovo Bambino» (60)

Pronto se comprometió en un trabajo sin descanso porsu Diócesis y sus fieles para «reedificar lo destruido, restau-rar la vida de las parroquias y prodigar cuidado y amor a susfeligreses. Comenzó por dotar a su Catedral de nuevos alta-res, púlpito, nuevos pisos y otras importantes reparacionesy necesarios arreglos.» (26)

«Recorrió varias veces toda la Diócesis, llegandohasta el último bohío, por eso conocía como la palmade su mano las tierras de Vuelta Abajo; predicó entodos los púlpitos y estuvo presente en todas las ho-ras de angustia de sus diocesanos para alentarlos consu ayuda material y la palabra cariñosa de su paternalcorazón». (60)

Intensificó la obra religiosa, y conociendo lo quesignifica para un pueblo la cultura, se sintió satisfechocuando en 1910 se establecieron en Pinar del Río losPP. Escolapios, en 1911 propició, animó y llevó a cabola instalación de las religiosas del Inmaculado Corazónde María en un magnífico centro. Para los Escolapiosconstruyó un buen colegio que empezó a funcionar en1926. Este edificio está en la actualidad casi todo enruinas menos la parte correspondiente a la antigua ca-pilla, espacio que hoy está dividido y se emplea comocapilla y como Biblioteca Diocesana.

Mons. Ruiz fue el constructor también del actualObispado de Pinar del Río. Eso fue posible porque lafamilia Cabada, en 1910, regaló el terreno necesario paratal fin. La obra concluyó en 1912. Construyó también lasegunda torre de la Catedral cuyo edificio remodelódespués en 1926 cuando trajo de España los actualesaltares que adornan el templo.

El ciclón de 1910, que asoló la provincia pinareña,destruyó gran parte de su obra constructiva; pero per-severante en su esfuerzo y seguro del apoyo de sus fieles,en 1911, reconstruyó la iglesia de Mantua, destrozada por elciclón y confió a los franciscanos el servicio parroquial deCandelaria y del Mariel.

En 1912 reedificó las iglesias de Candelaria y San Cristó-bal y animó el establecimiento de las Madres Escolapias enGuanajay para dar a su Diócesis un centro educacional más.

En 1914 construyó la iglesia de Paso Real de San Diego y laincorporó como auxiliar a Los Palacios, también reconstruyóla iglesia de Las Martinas, que había destruido el ciclón de1910, mientras edifica, exalta con su bondad y piedad a susfieles; continúa su obra edificando en 1923 una linda capillaen la catedral, a las vez que reparaba las iglesias de Guane ydel Mariel.» (13)

Además que del asilo de ancianos S. José de la Montañaen Pinar del Río, fue fundador del Asilo de Artemisa atendi-do por las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Fue hom-bre de vastísima cultura, gran teólogo, escritor profundo y ora-dor elocuentísimo. Sus sermones eran escuchados con religio-sa atención y profundo interés por lo claro de sus criterios y lasolidez de su doctrina. Fue autor también de numerosas ydocumentadas pastorales, así como de varios libros.

Por estas cualidades y por quedar vacante en 1925 laDiócesis de La Habana, por la renuncia de Mons. GonzálezEstrada, Mons. Fue designado Arzobispo de La Habana el30 de marzo del mismo año. Resultó el primer Arzobispo puesla capital había sido erigida Arquidiócesis recientemente.

Pero la exaltación a puesto más alto no alejó al prelado desus fieles pinareños. Su ausencia no fue más que material,porque continuó como Administrador Apostólico de la Dió-cesis, confiada a los sabios y virtuosos cuidados de su Vica-rio, Mons. Reigadas, que era como su prolongación y, delejos, vigiló y atiendió a su amado rebaño pinareño prosi-guiendo la obra de organización, apoyada por bien dirigidosy nutridos centros educacionales católicos, una admirablelabor catequística y fieles fervorosos que se enorgullecíande ser católicos y conservar el afecto de su prelado.

Esos centros educacionales fueron: las Escuelas Pías, elColegio de Hijas del Inmaculado Corazón de María de Pinardel Río; y las MM. Escolapias de Guanajay y Artemisa unien-do a esa acción la de las Hermanitas de los Ancianos Desam-

Además de edificar las dos torres de la Catedral, Mons. M.Ruiz R. construyó también el Obispado de Pinar del Río, queel actual Obispo Mons. José Siro remozó en mayo de 1987,cuando cumplía 75 años de construido.

Esta foto sacada en septiembre del año 1927 nos permite conoceralgunos sacerdotes que de manera fija o periódica, prestaron su servi-cio pastoral en la Catedral en aquella época. Empezando por arriba ala izquierda son: el P. Francisco F. de los Escolapios, P. CayetanoMartínez, P. Feliú Fontrodona director de coro y compositor de obri-tas, P. J. Martínez Párroco de San Luis, P. Gerardo Ortega Párrocointerino de la Catedral y fundador en 1918 de la Asociación del Rosa-rio perpetuo, P. Marcelino Forcada rector de los Escolapios.

51...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

parados del Asilo Santa Margarita de Artemisa y las Hijasdel Calvario del Asilo San José de la Montaña de Pinar delRío.

La partida de Mons. Ruiz no detuvo la obra constructivaen la Diócesis de Pinar del Río afectada por frecuentes ciclo-nes, especialmente el de 1926 que, reconstruida ese mismo añola iglesia de San Diego de los Baños, obligó a nueva reparaciónen 1929. También se repararon la iglesia de Consolación delNorte en 1928 y la de Cabañas en 1930.

Desde que monseñor Ruiz era Obispo de Pinar del Ríofue su obsesión constante la reedificación de la históricaiglesia de Las Pozas (Cacarajícara) destruida en la Guerra del95, al fin logró verla realizada en 1931 secundado por el P.Varela, digno párroco de Consolación del Norte que tenía asu cargo la parroquia mencionada. Su sueño se realizó con laedificación de una bonita iglesia de mampostería sobre lasruinas de la otra.

Como continuidad de esa labor, en 1933 volvió a ser re-construida la iglesia de San Cristóbal y en 1934 se le hizo unagran reparación a la de Mantua.» (13)

«Ruda prueba esperaba alprelado varón al tomar pose-sión del Arzobispado de LaHabana» (13) El ciclón de 1926,además de golpearfuriosamente los hogares ypoblación de ambas provin-cias (La Habana y Pinar del Río),derribó o deteriró casi todos lostemplos del campo. Ante tantadesolación el celoso pastoranimó a párrocos y feligresesen la obra de reconstrucción,«en aquellos días aciagos fueel padre de los desheredadosde la fortuna» (60)

En ambas Diócesis alentómucho también la obra de lasMisiones Parroquiales. Com-pró una finca para el Semina-rio. En 1937 celebró un Con-greso Catequístico que dejóamplios frutos espirituales. Va-rias asociaciones laicales ca-tólicas surgieron durante suEpiscopado en La Habana y Administración Apostólica enPinar del Río; en 1925 los Caballeros Católicos, que alcanza-ban nivel nacional en 1929. En aquel mismo año vió la luztambién la Juventud Católica Cubana.

Mons. Ruiz promovió además la cubanización del cleroconsciente que «todo proceso de evangelización, para quecumpla con fidelidad la misión encomendada por el Señordebe estar dirigida a crear una iglesia local» (33) con todossus elementos constitutivos, entre ellos la presencia y vitali-dad de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.

Le fue de gran ayuda en este sentido el famoso P.Guillermo González Arocha quien en 1898 había estado entrelos 52 firmantes del ya mencionado «Manifiesto del CleroNativo». Mons. Ruiz le llamó en 1933 a ocupar el cargo deVicerrector del Seminario. «Su labor en este campo (ya con-taba 65 años) fue meritoria, pues aunque no contaba con elapoyo requerido para llevar adelante su plan, aumentó el

número de los seminaristas; trabajó intensamente en la pro-pagación de la obra vocacional, organizó la celebración delos jueves vocacionales y protegió toda vocación que a élllegó.»

Los esfuerzos del Obispo Ruiz y del Padre Arocha, con-tinuados después por el Cardenal Arteaga, se vieron coro-nados con 39 sacerdotes cubanos ordenados en el términode 16 años (1942 -1958) y la ordenación (no aprobada porMons. Ruiz pero sí por el Cardenal, su sucesor) del primersacerdote negro cubano en la persona del Padre ArmandoArencibia en 1942. (33)

Desplegó también sus cualidades de hombre de gran pre-paración cultural, de letras y hasta de poesía como se vis-lumbra en sus cartas pastorales y se concretiza en la produc-ción de notabilísimas obras literarias como: «Impresiones deun viaje a Tierra Santa» y «El Corazón de Jesús de Nazaret».Como poeta firmaba con el seudónimo de Lucas del Cigarraly merece recordarse su tomo de versos titulado «Liras yestrofas» y el poema «La Conquista Espiritual».

Se distinguió también por su amor al Papa. Hizo siete

visitas “Ad Limina Apostolorum”. Hemos ya recordado elcariño que le mostró el Papa San Pío X en ocasión de su prime-ra visita en 1908. Volvió a Roma en 1914, ocasión en la quetambién visitó la Tierra Santa. Regresó a Roma en 1919 y en1925, ya Obispo de La Habana, repitió su visita al Santo Padre,al frente de una Peregrinación cubana. «Cuando en 1929 cele-braba Pío XI su Jubileo Sacerdotal, su amor al Vicario de Cristo,le impele a una nueva visita a la Cátedra de Pedro, acompañadode una Peregrinación, porque anhelaba que todo cubano ama-ra más y más al «Dulce Cristo en la Tierra»

En el año 1939 para dejar constancia nuevamente de suamor al Papa, cargado de achaques, emprende otro viaje, elúltimo para venerar en la persona de S.S. Pío XII, al Pescadorde Galilea». (60)

El 3 de enero de 1940, a los 65 años de edad, casi sinhaber guardado cama, entregaba su alma a Dios en pobreza ysantamente en la paz del Señor. Así moría «aquel Prelado

El P. Manuel Feliú y Fontrodona, por varios años teniente cura de la Catedral, fue un apasiona-do músico, director de coro y compositor de obras teatrales de las que pudimos leer unatitulada: “Nuestra bandera” publicada por la Imprenta “La Cubana” de Pinar del Río en el año1925. Aquí lo vemos dirigiendo un coro de niñas de la Catedral en la década del 20.

52 Pinar del Río:...

modelo de virtudes, que llamó la atención de propios y extra-ños por sus elevados vuelos poéticos, por sus magníficosescritos, sus libros, y cartas pastorales, verdadera gloria de laIglesia y de la Patria, a la que amó con el amor más dulce». (60)

Sus restos mortales fueron sepultados en el Panteón delos Obispos del Cementerio de Colón. Su magnífica herenciaespiritual era resumida en su últimacarta pastoral.

Su herencia material, escasa,quedaba a favor de los pobres yancianos del Asilo por él mismo fun-dado en la carretera de Viñales, cen-tro de atracción para su alma gene-rosa y caritativa. (26) Precisamentea favor de esa institución dejaba suspobres anillos y sus sencillospectorales. Se hacía patente así tam-bién en este último gesto la sinceri-dad con que había vivido su lemaepiscopal: «La Caridad nos impul-sa»(33, 26, 46, 60, 61)

Curas párrocosde San Rosendode 1883 a 1960

Una investigación cuidadosasobre los libros de Bautizo del Archivo Parroquial de sanRosendo nos permitió deducir estos datos relativos a lossacerdotes que de forma contínua o por breves períodosbrindaron su servicio pastoral en esta parroquia.

Pbro. D. Manuel Rodríguez (1882 - 1889)

Se firmaba «Cura propio de la iglesia parroquial de ingre-so de san Nicolás de Bari e interino y Vicario foráneo de estadel término de San Rosendo de la ciudad de Pinar del Río».Trabajó en la parroquia de San Rosendo desde marzo de

1882 hasta el 2 de diciembre de 1889. Celebró 8.069 Bautizos(5.948 de blancos y 2.121 de color). Lo reemplazaron por bre-ves períodos el P. Lucio de Usabal, el P. Domingo Valbona yel Teniente Cura julio Castell (o Castello).

Pbro. Don Manuel Gómez Gil (1890 - 1895)

Estuvo en esta parroquia desde el 1ero. de enero de 1890al 23 de marzo de 1895. Lo reemplazaron por breves períodos,el Pbro. Angel Mas y Garay y el Pbro. Cura Coadjutor JoséMaría Lorenzo. Celebró 8.868 Bautizos (5.544 de blancos y1324 de color).

Pbro. Manuel Menéndez y Suárez (1895 - 1904)

Fue Párroco interino desde el 30 de marzo de 1895 al 13de septiembre de 1904. Celebró 14.784 bautizos (11.498 deblancos y 3.286 de color). Fue el cura que ininterrumpida-mente estuvo al lado del pueblo pinareño durante toda laGuerra y la Reconcentración.

Fue también el Cura bajo cuyo gobierno de la Parroquia,en febrero de 1903, Pinar del Río fue proclamada Diócesis y laIglesia de San Rosendo, Catedral. Un eco de tales aconteci-mientos es este detalle: al asentar los muchos Bautizos quecelebró, a partir del 25 de abril de 1903 escribía: «iglesiaparroquial de término de San Rosendo de Pinar del Río, Dió-cesis del mismo nombre».

Pbro. Eduardo A. Clara (1904 - 1909)

Se firmaba «Gobernador Eclesiástico de este Obispado yCura Párroco de esta Catedral». Su presencia se alterna conotros sacerdotes: el Pbro. Braulio de Matas y Saravia y elPbro. D. Bernardo Ramírez, Párroco de San Luis que brindóservicio del 5 de julio de 1905 al 30 de octubre del mismo año.

Además, del 16 de julio al 18 de diciembre de 1906, losustituía el Pbro. Esteban Goiricua y por otro breve períodoel Pbro. Ignacio R. Cosgaya que, en un primer tiempo, se firma-ba: «Teniente Cura encargado accidental de dicha Catedral».

Pbro. Gerardo Ortega y González (1909 -1927)

Estuvo en esta parroquia desde juliode 1909 hasta septiembre de 1927. Cele-bró alrededor de 22.000 bautizos. En di-versos períodos lo reemplazaron respec-tivamente: el Pbro. Nemesio Z. Huidolyd,el Pbro. Juan Osset y Andrés (de noviem-bre de 1913 a noviembre de 1914), el ProFeliú Fontrodona, de noviembre de 1918a noviembre de 1919 y de septiembre de1922 a marzo de 1923.

Pbro. Manuel Feliú Fontrodona(1927 - 1943) y Pbro. FranciscoHernández y Diez

Fue Teniente Cura de San Rosendoen los últimos años del servicio a estaparroquia del P. Gerardo Ortega y, lo re-emplazó por largos períodos por lo

Grupo de muchachas de la Catedral de Pinar del Río que en la década del 30 actua-ron durante un Verbena de fin de año para recaudar fondos en favor del ComitéAntituberculoso.

Estampita del PatronoSan Rosendo de lo saños 30.

53...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

menos en celebrar y firmar los bautizos. Empezó a firmarsecomo «Cura Párroco de San Rosendo» en 1931 concluyendoen octubre de 1943.

Apareció también frecuentemente la firma del Pbro. Fran-cisco Hernández y Diez su coadjutor, y coadjutor tambiéndurante los primeros años del gobierno de la parroquia del P.Cayetano.

Durante su encargo como cura párroco el P. Feliú dejócelebrar y firmar la mayor parte de los bautizos por su coad-jutor pero a menudo añadía también su firma a la de su te-niente, P. Francisco Hernández y Diez, que concluyó su ser-vicio de Cura coadjutor de esta parroquia en junio de 1946.La firma del último de sus bautizos en San Rosendo se re-monta al 29 de junio de 1946 según mis cálculos aproxima-dos, sumaron más o menos 25.000.

Pbro. Cayetano Martínez Sánchez (1943 - 1979)

El P. Cayetano hizo su primera comparecencia y celebrósus primeros bautizos en la parroquia de San Rosendo el 3de mayo de 1928; firmaba: «Pbro. Cayetano M.S.Vicesecretario de Cámara y Gobierno del Obispado de Pinardel Río».

Fue nombrado Párroco de la Catedral en 1943 al terminareste cargo el P. Feliú. Continuó siendo su Coadjutor hastafinales de junio de 1946 el P. Francisco Hernández al cual,desde 15 de septiembre de 1946, le sucedió el P. RolandoLara y Gutiérrez, hoy anciano Cura Párroco de Guane. De1954 a 1957 fue su Coadjutor el P. José Siro González, nues-tro actual Obispo. De la figura y trayectoria del P. Cayetanohablaremos más adelante.

Pbro. José Siro González Bacallao (1979 – 1982)

En abril de 1979 fue trasladado de San Juan y Martínezpor Mons. Jaime Ortega para suceder al P. Cayetano comoPárroco de la Catedral y Vicario de la Diócesis. Fue consagra-do Obispo de la misma en mayo del año 1982. De él hablare-mos con más detalles en otras páginas.

Pbro. Mario César Aguilar Donazar

Fue el último y actual Párroco de la Catedral. Quisieraaquí enfocar mejor la trayectoria del P. Mario con la ayudasobre todo de dos personas amigas de él que lo ayudaron endos etapas importantes de su ministerio sacerdotal.

Nació el P. Mario en Guanajay el 20 de septiembre de1945. Entró en el Seminario del Buen Pastor en Arroyo Arenael 11 de septiembre de 1963. El señor Justo Luis Rodríguez(Tito), primero en informarme sobre el P. Mario, pertenecíaentonces a un grupo de jóvenes de la parroquia del Marielcuyo cura párroco era el franciscano P. Alfonso Prieto.

«El P. Alfonso Prieto había estado muy comprometidocon el Movimiento 26 de julio -nos cuenta el Señor JustoLuis- entonces lo respetaban y concedieron cierta libertadde acción en el Mariel, a nuestro grupo de jóvenes universi-tarios católicos. Antes que fuera intervenido, íbamos al Se-minario (El Buen Pastor, en Arroyo Arenas) para retiros ypara jugar baloncesto. Allí conocí a Mario Aguilar y estre-chamos una amistad.

«Venía después al Mariel durante sus vacaciones paradar cursillos bíblicos. Nuestro grupo del Mariel fue el queanimó el canto durante la celebración de su OrdenaciónDiaconal y sacerdotal que fue el día 3 de diciembre de 1970.Su primer servicio pastoral fue en Artemisa sustituyendodurante 6 meses al P. Pellón.»

«Desde el 13 de junio de 1971 hasta septiembre de 1973por dos años y tres meses fue Cura Párroco de Los Palacios.Allí nos invitaba a nosotros, estudiantes universitarios ca-tólicos del Mariel a pasar unos días durante las vacaciones,y lo acompañábamos en sus actividades pastorales.

En septiembre de 1973 pasó a Artemisa donde nos dába-mos cita con él para preparar actividades para esta zona. Enaquella etapa empezaba a reorganizarse la ASO: ApostoladoSeglar de la Diócesis después de la extinción de la AcciónCatólica en los años 60 y el P. Mario fue quien impulsó esteintento de reorganización de los laicos.»

El 29 de agosto de 1976 fue designado Párroco de Conso-lación del Sur. “Cuando llegó aquí – me cuenta la señora

Estampita impresa y distribuida en marzo de 1933 cuando secelebraban los 50 años de la Construcción de la catedral deSan Rosendo.

Esplendor de la Catedral de San Rosendo en el año 1956 alterminar el trabajo de su restauración y mejora que hizoejecutar el Obispo Mons. Evelio Díaz y Cía.

54 Pinar del Río:...

Dos pilas de voluminosos libros en los cuales, en 18años, se habían asentado 60.800 Bautismos en laparroquia de San Rosendo.

Rosita Peláez – eran tiempos difícilespero él activó el movimiento “Ministrosde la Palabra” al que se incorporaron 12miembros. Así fue posible que todas lassemanas hubiera actividad en todas lascapillas de la parroquia.

«El P. Mario era un tipo acogedorcon todas las familias. Era una épocaen que no había carro en la parroquiapero él, en guagua, no dejó de ir en nin-gún lugar. Era muy trabajador y vivíacon mucha sencillez en el apartamentodetrás de la Iglesia, con poco espacio,y todo en condiciones muy pobres.

Reactivó e hizo funcionar regular-mente el Consejo Parroquial. Había aveces debate animado en éste, pero loque el P. Mario hacía, siempre lo consul-taba antes con los laicos. Había tambiénun pequeño grupo de jóvenes que nun-ca se separó de la Iglesia, buena partede los jóvenes que frecuentan la parro-quia hoy son hijos de aquellos.»

«El 10 de febrero de 1984 el P. Mariofue designado Párroco de la Catedral –sigue el señor Justo Luis - Mientras tan-to, yo me había casado en 1977 conMaría Antonia Sojo Figini y mudado para Pinar del Río. Tuvela gracia de compartir con mi esposa el interés y la participa-

Casa del cura de la Catedral: sereno entretenimiento delPadre Cayetano, el Obispo Mons. Evelio Díaz y otras perso-nas de la parroquia.

ción activa en las actividades de laparroquia y la Diócesis. Al llegar el P.Mario a la Catedral, colaboré con élen todas las actividades y seguimoscompartiendo muchas ideas. Prontofue nombrado Vicario General de laDiócesis.

«Algo que siempre lo ha caracteri-zado en su pastoral ha sido su facilidadde acercamiento a los niños y a los an-cianos; últimamente era muy sensibletambién al problema de los presos. Elseñor Ricardo Urrutia que dio vida a laHermandad de Ayuda al Preso y susFamiliares, parte de la pastoral peniten-ciaria, es de la parroquia de la Catedral.El P. Mario lo apoyó, y era asesor de laHermandad antes de sufrir el accidentedel 23 de mayo de 2001, del cual va re-cuperándose muy lentamente. Durantela dura prueba, dado su carácter, diomuestra de una increíble resistencia,piedad profunda y fuerza devoluntad.»Las comunidades de la pa-rroquia de la Catedral lo ayudaron en laetapa en que estuvo en Pinar del Río.Ahora es más difícil, pues se encuentra

en un hospital en La Habana. Pero estas y todas las parroquiasdonde trabajó siguen recordándolo y rezando por él.”

55...Tres Siglos de compromiso evangelizador.

Grupo de muchachos de la Juventud Católica en el díade su fiesta en el año 1945.

Grupo de niñas de la Catequesis en la Catedral: años 50.

1951: Mons. Evelio Díaz entre un grupo de niñas de la ciudad dePinar del Río en el día de su Primera Comunión.

Linda imagen de la Cari-dad del Cobre venerada enla Catedral. Cita de asociaciones católicas pinareñas ante el monumento a

José Martí.

1952: Mons. Evelio Díaz reverenciado por el P. Cayetano al ingre-sar en la Catedral para presidir la celebración de la Pascua deResurrección.

56 Pinar del Río:...

El P. Cayetano Martínez, ya anciano, con un grupode niños de la capilla de Ntra. Señora de los Reme-dios, en Mayca, en el día que recibieron de él suprimera Comunión: 7 de agosto de 1983.

Fiesta patronal de Candelaria el 2 de febrero de 1963, el primerodesde la izquierda es el P. Mario Aguilar, actual Cura Párroco de laCatedral, cuando todavía era estudiante de Teología en el Seminario.

El cardenal africano Bernardín Gantín, entonces Prefecto dela Sagrada Congregación para los Obispos, al entrar en nues-tra catedral en ocasión de su visita a la Diócesis.

Mons. Rozas imparte la bendición en la catedral de Piar delRío el 3 de abril de 1960.

P. Mario Aguilar, predicando en la Catedral.