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1 EL MODELO ACTUAL DE CONTROL DEL NÚCLEO DE DERECHOS HUMANOS DE LA LEY SUPREMA DE LA UNIÓN, CONFORME A LOS CRITERIOS EMITIDOS POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. CARLOS BÁEZ SILVA * A partir de lo decidido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, resulta evidente que la forma como en México se acostumbraba llevar a cabo el control de la constitucionalidad federal de actos y normas ha cambiado, y actualmente se vive una reconfiguración de dicho control. Teniendo como base la reforma al artículo 1 constitucional de 2011, a partir de resoluciones dictadas en casos paradigmáticos (Varios 912 y Contradicción 293), y de la fijación de criterios tanto en tesis como en jurisprudencia, sea de Pleno o de alguna de las Salas que la integran, la referida Suprema Corte ha ido delineando las bases a partir de las cuales ha comenzado a edificarse el nuevo modelo de control de la regularidad constitucional. Y lo pongo en cursivas porque, tal como en adelante trataré de mostrar, la comparación que dicho control implica ha de dejar de llevarse a cabo a partir sólo de textos normativos constitucionales en general. Lo más relevante, tanto de la más reciente reforma al artículo 1 constitucional, como de, principalmente, las mencionadas resoluciones dictadas por la Suprema Corte, estriba en la identificación o precisión de lo que me atrevo a denominar “núcleo de derechos humanos” dentro de lo que conocemos como ley suprema de toda la unión. Lo que altera nuestra tradición constitucional es que, en primer término, dicho núcleo de derechos humanos se genera o tiene su fuente no sólo en textos normativos propiamente constitucionales, sino también en textos normativos convencionales, es decir, en textos de tratados internacionales. En segundo lugar, la referida tradición se modifica por el hecho de que se ha comenzado a abandonar de manera consistente la percepción de que el trabajo judicial, y en general el de cualquier operador jurídico, estriba en la mera aplicación de textos normativos; como se tratará de mostrar a lo largo del trabajo, al día de hoy resulta evidente que cada caso reclama su normal y ésta es resultado de una operación interpretativa que puede resultar compleja. El núcleo de derechos humanos que dentro de la ley suprema de la unión se forma a partir de un bloque esencial de textos normativos (constitucionales y convencionales), ha de servir de fuente u origen del parámetro o canón de comparación respecto de la cual se contraste de toda norma y acto en cada caso * Profesor de posgrado en la Escuela Libre de Derecho. Investigador nacional nivel I. Director del Centro de Capacitación Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

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EL MODELO ACTUAL DE CONTROL DEL NÚCLEO DE DERECHOS HUMANOS DE LA

LEY SUPREMA DE LA UNIÓN, CONFORME A LOS CRITERIOS EMITIDOS POR LA

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN.

CARLOS BÁEZ SILVA*

A partir de lo decidido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, resulta evidente que la forma como en México se acostumbraba llevar a cabo el control de la constitucionalidad federal de actos y normas ha cambiado, y actualmente se vive una reconfiguración de dicho control. Teniendo como base la reforma al artículo 1 constitucional de 2011, a partir de resoluciones dictadas en casos paradigmáticos (Varios 912 y Contradicción 293), y de la fijación de criterios tanto en tesis como en jurisprudencia, sea de Pleno o de alguna de las Salas que la integran, la referida Suprema Corte ha ido delineando las bases a partir de las cuales ha comenzado a edificarse el nuevo modelo de control de la regularidad constitucional. Y lo pongo en cursivas porque, tal como en adelante trataré de mostrar, la comparación que dicho control implica ha de dejar de llevarse a cabo a partir sólo de textos normativos constitucionales en general. Lo más relevante, tanto de la más reciente reforma al artículo 1 constitucional, como de, principalmente, las mencionadas resoluciones dictadas por la Suprema Corte, estriba en la identificación o precisión de lo que me atrevo a denominar “núcleo de derechos humanos” dentro de lo que conocemos como ley suprema de toda la unión. Lo que altera nuestra tradición constitucional es que, en primer término, dicho núcleo de derechos humanos se genera o tiene su fuente no sólo en textos normativos propiamente constitucionales, sino también en textos normativos convencionales, es decir, en textos de tratados internacionales. En segundo lugar, la referida tradición se modifica por el hecho de que se ha comenzado a abandonar de manera consistente la percepción de que el trabajo judicial, y en general el de cualquier operador jurídico, estriba en la mera aplicación de textos normativos; como se tratará de mostrar a lo largo del trabajo, al día de hoy resulta evidente que cada caso reclama su normal y ésta es resultado de una operación interpretativa que puede resultar compleja. El núcleo de derechos humanos que dentro de la ley suprema de la unión se forma a partir de un bloque esencial de textos normativos (constitucionales y convencionales), ha de servir de fuente u origen del parámetro o canón de comparación respecto de la cual se contraste de toda norma y acto en cada caso

* Profesor de posgrado en la Escuela Libre de Derecho. Investigador nacional nivel I. Director del Centro de

Capacitación Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

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en que se involucren derechos humanos, es decir, siempre que se lleve a cabo el control de la regularidad de la ley suprema de la unión. Un importante debate en estos días estriba en tomar posición en torno a si el principio de jerarquía normativa que sustenta la existencia misma de una “ley suprema de toda la unión” puede, debe ser trasladado a la relación que dentro del núcleo de derechos humanos de dicha “ley suprema de toda la unión” guardan textos normativos (constitucionales y convencionales) de los cuales derivan, precisamente, derechos humanos. I. Ley Suprema de toda la Unión

El texto del artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como la interpretación que del mismo ha hecho la Suprema Corte, prescriben, en conjunto, que en dicho texto normativo se establecen los principios de supremacía constitucional y jerarquía normativa.1

La Ley Suprema de toda la Unión se integra o se conforma por dicha Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y por todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado.

Es decir, la Constitución, las leyes generales expedidas por el Congreso de la Unión y los tratados que estén de acuerdo con aquella, “conforman un orden jurídico superior, de carácter nacional, en el cual la Constitución se ubica en la cúspide y, por debajo de ella los tratados internacionales y las leyes generales”2. Este orden jurídico superior se denomina constitucionalmente Ley Suprema de toda la Unión.

La Suprema Corte ha advertido “la existencia de cinco órdenes jurídicos en el Estado Mexicano, a saber: el federal, el local o estatal, el municipal, el del Distrito Federal y el constitucional”.3 Cada uno de estos órdenes jurídicos “cuenta con

1 Tesis 1a./J. 80/2004, “SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y ORDEN JERÁRQUICO NORMATIVO, PRINCIPIOS

DE. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133 CONSTITUCIONAL QUE LOS CONTIENE.” Novena Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XX, Octubre de 2004, p. 264. 2 Tesis P. VIII/2007, “SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y LEY SUPREMA DE LA UNIÓN. INTERPRETACIÓN DEL

ARTÍCULO 133 CONSTITUCIONAL.” Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXV, Abril de 2007, p. 6. 3 Tesis: P./J. 136/2005, “ESTADO MEXICANO. ÓRDENES JURÍDICOS QUE LO INTEGRAN.”, Novena Época,

Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXII, Octubre de 2005, p. 2062. Las cursivas son mías y tienen por objeto llamar la atención del lector en torno a que previamente a este criterio, la Suprema Corte había sostenido que “[d]el contenido de los artículos 1o., 40, 41, primer párrafo, 43, 44, 49, 105, fracción I, 115, fracción I, 116, primero y segundo párrafos, 122, primero y segundo párrafos, 124 y 133, de la Constitución Federal, puede distinguirse la existencia de cuatro órdenes jurídicos dentro del Estado mexicano, a saber: el federal, el local o estatal, el del Distrito Federal y el constitucional.” Cfr. la Tesis: P./J. 95/99, “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LOS DIVERSOS ÓRDENES JURÍDICOS ESTABLECIDOS EN LA

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asignaciones competenciales propias que, por lo general, son excluyentes entre sí, contando con autonomía para su ejercicio a cargo de las autoridades correspondientes”.4 El orden jurídico constitucional “establece, en su aspecto orgánico, el sistema de competencias al que deberán ceñirse la Federación, los Estados, los Municipios y el Distrito Federal”.5 Así, es el orden jurídico constitucional el que prescribe la competencia de los otros cuatros órdenes jurídicos, definiendo qué compete regular al federal, al de los estados, al del Distrito Federal y al de los municipios.

Así, conforme con lo anterior, la Constitución, las leyes generales del Congreso de la Unión y los tratados conforman un conjunto de textos normativos denominado “ley suprema de toda la unión”, cuya primera y principal característica estriba en su supremacía respecto de cualquier otro texto normativo, sea federal, estatal, municipal o del Distrito Federal. Tal supremacía es tanto procedimental (cómo se crea cada uno de los cuatro órdenes normativos inferiores) como material (qué límites ha de observar cada uno de esos órdenes normativos).

Cabe resaltar la distinción jerárquica que, dentro de ese conjunto de textos normativos supremos (Constitución, leyes generales y tratados), ha identificado la propia Suprema Corte. En primer término, respecto de la Constitución, cabe precisar que “todos sus preceptos son de igual jerarquía y ninguno de ellos prevalece sobre los demás, por lo que no puede aceptarse que algunas de sus normas no deban observarse por ser contrarias a lo dispuesto por otras. De ahí que ninguna de sus disposiciones pueda ser considerada inconstitucional”6. Ello explica que exista jurisprudencia en el sentido de que no puede realizarse control de constitucionalidad respecto de preceptos de la propia Constitución.7

Ahora bien, es evidente que la cláusula de supremacía prescribe que “las leyes y los tratados internacionales se encuentran en un plano jerárquicamente inferior al

CONSTITUCIÓN FEDERAL TIENEN AUTONOMÍA FUNCIONAL Y ASIGNACIONES COMPETENCIALES PROPIAS.”, Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo X, Septiembre de 1999, p. 709. Se aprecia, pues, que con posterioridad la referida Corte identificó al “municipal” como un “orden jurídico” diverso a los otros cuatro. 4 Tesis: P./J. 95/99, “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LOS DIVERSOS ÓRDENES JURÍDICOS ESTABLECIDOS

EN LA CONSTITUCIÓN FEDERAL TIENEN AUTONOMÍA FUNCIONAL Y ASIGNACIONES COMPETENCIALES PROPIAS.”, Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo X, Septiembre de 1999, p. 709. 5 Ídem.

6 La Tesis XXXIX/90, “CONSTITUCION, TODAS SUS NORMAS TIENEN LA MISMA JERARQUIA Y NINGUNA DE

ELLAS PUEDE DECLARARSE INCONSTITUCIONAL.”, Octava Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación, Tomo V, Primera Parte, Enero-Junio de 1990, p. 17. Criterio que encuentra su antecedente en la tesis de rubro “CONSTITUCION FEDERAL. SUS ESTATUTOS NO PUEDEN SER CONTRADICTORIOS ENTRE SI.” Séptima Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación, Volumen 39, Primera Parte, p. 22. 7 Tesis: 2a./J. 3/2014 (10a.), “CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD. NO PUEDE REALIZARSE RESPECTO DE LOS

PRECEPTOS DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.”, Décima Época, Segunda Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo II, p. 938.

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de la Constitución, pues en el caso de las leyes claramente se establece que ‘de ella emanan’ y en el de los tratados ‘que estén de acuerdo con la misma’”.8

Por otra parte, es indispensable recordar que el principio de supremacía constitucional se desenvuelve en dos concepciones distintas, cada una dando origen a un tipo de cuestión de constitucionalidad: una relativa a la protección consistente del sistema de fuentes y a su principio de jerarquía normativa y otra relacionada con la protección coherente de la unidad de principios objetivos del ordenamiento jurídico, mediante el principio de mayor protección de los derechos humanos.9

De lo anterior se sigue que en nuestro sistema normativo la constitución es el texto normativo jerárquicamente superior, aún dentro del conjunto denominado ley suprema de toda la unión, en razón de que dicho texto normativo constitucional prescribe quién, cómo y respecto de qué se crean o producen todos los demás textos normativos. Una manifestación más de esa superioridad o mayor jerarquía estriba en la posibilidad de anular, dejar de aplicar, un texto normativo que, al margen de la corrección orgánica y procedimental de su creación, prescriba algo que se oponga a lo que prescriba el texto constitucional.

Por otra parte, una vez verificado que el texto normativo secundario fue correctamente incorporado al orden jurídico correspondiente dentro del sistema normativo y que tal texto no se opone expresamente al texto constitucional, la otra manifestación de la supremacía constitucional implica, según la jurisprudencia citada, la conservación de la unidad del núcleo de derechos humanos mediante la mayor protección de los mismos.

Por lo que se refiere al resto de tipos de textos normativos que conforman la ley suprema de la unión, “los tratados internacionales se ubican jerárquicamente debajo de la Constitución Federal y por encima de las leyes generales, federales y locales” en razón de que “el Estado Mexicano al suscribirlos […] contrae libremente obligaciones frente a la comunidad internacional que no pueden ser

8 Tesis: 2a. LXXV/2012 (10a.), “SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL. LA REFORMA AL ARTÍCULO 1o. DE LA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, DE 10 DE JUNIO DE 2011, RESPETA ESTE PRINCIPIO.”, Décima Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIII, Octubre de 2012, Tomo 3, p. 2038. “Jurídicamente hablando, estar de acuerdo significa que no haya contradicciones entre la norma inferior y la superior en los aspectos orgánicos, procedimentales y/o materiales”, Cossío Díaz, José Ramón, “Primeras implicaciones del caso Radilla”, en Cuestiones Constitucionales, Revista Mexicana de Derecho Constitucional, núm. 26, junio-diciembre 2012, p. 53. 9 Tesis: P./J. 22/2014 (10a.), “CUESTIÓN CONSTITUCIONAL. PARA EFECTOS DE LA PROCEDENCIA DEL

RECURSO DE REVISIÓN EN AMPARO DIRECTO, SE SURTE CUANDO SU MATERIA VERSA SOBRE LA COLISIÓN ENTRE UNA LEY SECUNDARIA Y UN TRATADO INTERNACIONAL, O LA INTERPRETACIÓN DE UNA NORMA DE FUENTE CONVENCIONAL, Y SE ADVIERTA PRIMA FACIE QUE EXISTE UN DERECHO HUMANO EN JUEGO.”, Décima Época, Pleno, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, p. 94.

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desconocidas invocando normas de derecho interno y cuyo incumplimiento supone, por lo demás, una responsabilidad de carácter internacional”.10

Cabe precisar, como lo ha hecho la Suprema Corte, que tanto la Constitución como los tratados “son normas de la unidad del Estado Federal cuya observancia es obligatoria para todas las autoridades, por lo que resulta lógico y jurídico que dichos instrumentos internacionales, suscritos y ratificados por nuestro país, con énfasis prioritario para aquellos vinculados con derechos humanos […] sean de observancia obligatoria para todas las autoridades del país, previamente a la reforma constitucional de 10 de junio de 2011.”11

Al integrar ese orden jurídico constitucional, nacional o superior (denominado ley suprema de la unión), los tratados internacionales12 “se encuentran […] por encima del derecho federal y el local. Esta interpretación del artículo 133 constitucional, deriva de que estos compromisos internacionales son asumidos por el Estado mexicano en su conjunto y comprometen a todas sus autoridades frente a la comunidad internacional”.13

“Otro aspecto importante para considerar esta jerarquía de los tratados, es la relativa a que en esta materia no existe limitación competencial entre la Federación y las entidades federativas, esto es, no se toma en cuenta la

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Tesis: P. IX/2007, “TRATADOS INTERNACIONALES. SON PARTE INTEGRANTE DE LA LEY SUPREMA DE LA UNIÓN Y SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES GENERALES, FEDERALES Y LOCALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133 CONSTITUCIONAL.”, Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXV, Abril de 2007, p. 6. 11

Tesis: 1a. CXCVI/2013 (10a.), “DERECHOS HUMANOS. LOS TRATADOS INTERNACIONALES VINCULADOS CON ÉSTOS SON DE OBSERVANCIA OBLIGATORIA PARA TODAS LAS AUTORIDADES DEL PAÍS, PREVIAMENTE A LA REFORMA CONSTITUCIONAL PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE 2011.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XXI, Junio de 2013, Tomo 1, p. 602. Las cursivas son mías y pretendo resaltar el reconocimiento expreso de la Suprema Corte al hecho de que los tratados, en tanto que constituyentes de la ley suprema de toda la unión, eran, antes de la reforma citada, normas supremas, precisamente. 12

“Los tratados internacionales son normas generales, ya que reúnen las características de generalidad, permanencia y abstracción y, además, las materias enunciadas por la fracción X del artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como propias de dichos instrumentos -autodeterminación de los pueblos, no intervención, solución pacífica de controversias, etcétera-, sólo pueden tener su expresión creadora y desarrollo lógico a través de normas generales, lo que se corrobora con lo previsto en el artículo 133 constitucional, que expresamente los coloca junto con otras normas, como la Ley Suprema de la Unión, siempre que sean acordes con la misma.” Las cursivas son mías. Tesis: P./J. 84/2004, “TRATADOS INTERNACIONALES. SON NORMAS GENERALES Y, POR TANTO, SON IMPUGNABLES EN CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL.”, Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XX, Septiembre de 2004, p. 1258. 13

Tesis: P. LXXVII/99, “TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.” Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo X, Noviembre de 1999, p. 46. De esta forma la Suprema Corte de Justicia de la Nación abandonó el criterio sostenido en la tesis P. C/92, "LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA.".

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competencia federal o local del contenido del tratado, sino que por mandato expreso del propio artículo 133 el presidente de la República y el Senado pueden obligar al Estado mexicano en cualquier materia, independientemente de que para otros efectos ésta sea competencia de las entidades federativas.”14

El 27 de noviembre de 2013, la Segunda Sala de la Suprema Corte afirmó que el Pleno de dicha Corte “sostiene, en términos generales, que la voluntad del poder reformador de la Constitución expresada en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, elevó a nivel de norma fundamental los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales celebrados por el Estado Mexicano, conformando en su conjunto un parámetro integral de control de regularidad constitucional, con base en el cual debe analizarse la validez de los actos de autoridad y de las normas derivadas que forman parte del orden jurídico mexicano.”15

Las cursivas pretenden hacer notar que, en apariencia, hay una leve inconsistencia entre lo sostenido por las Salas de la Suprema Corte. Insisto en lo aparente de la contradicción. La Primera Sala afirma que los tratados, al constituir la ley suprema de toda la unión, resultaban de observancia obligatoria para todas las autoridades del país antes de la reforma de 10 de junio de 2011 al artículo 1 constitucional; posteriormente la Segunda Sala prescribe que la referida reforma elevó a nivel de norma fundamental los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales celebrados por el Estado Mexicano. Por supuesto que la pregunta puede expresarse en los siguientes términos: ¿pues no que los tratados, incluidos los de derechos humanos, eran ya parte de la ley suprema de toda la unión antes de la reforma al artículo 1 constitucional?

La respuesta tiene que ser “sí” de manera rotunda. En efecto, todos los tratados que estén de acuerdo con la Constitución conforman esa ley suprema de toda la unión, aún antes de la reforma al artículo 1 constitucional. Lo que la reforma ha provocado es que, dentro de ese núcleo de textos normativos supremos de la unión, los que contienen derechos humanos, sean textos constitucionales o textos convencionales (de los tratados), conforman en su conjunto, un bloque integral del que surgirán los parámetros específicos de control de regularidad, con base en el cual debe analizarse la validez de los actos de autoridad y de las normas que forman parte del orden jurídico mexicano.

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Ídem. 15

Tesis: 2a. XXII/2014 (10a.), “AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN. LOS AGRAVIOS RELATIVOS AL PLANTEAMIENTO DE INCONVENCIONALIDAD FORMULADO EN LA DEMANDA, SON INOPERANTES CUANDO SE ALEGA LA CONTRAVENCIÓN DE UNA NORMA GENERAL DEL ORDEN JURÍDICO INTERNO CON UN INSTRUMENTO INTERNACIONAL QUE REGULA ASPECTOS DIVERSOS A LOS DERECHOS HUMANOS.”, Décima Época, Segunda Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 4, Marzo de 2014, Tomo I, p. 1076.

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Así, me parece que lo inconsistente de los criterios es sólo aparente, pues lo que hacen en conjunto es precisar la existencia de un núcleo, constituido por las normas de derechos humanos, dentro de la categoría “ley suprema de toda la unión” conformada por textos normativos de mayor jerarquía normativa que el resto de textos normativos: “la reforma al artículo 1o. de la Constitución Federal, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011, implicó el cambio en el sistema jurídico mexicano en relación con los tratados de derechos humanos, así como con la interpretación más favorable a la persona al orden constitucional -principio pro persona o pro homine”.16

A partir de lo resuelto por la Suprema Corte en el expediente varios 912/2010, el modelo de control de la ley suprema de toda la unión cambió. En este trabajo no se abordará el tema de los tipos de control de constitucionalidad y convencionalidad (concentrado y difuso), sino que se abordará el relacionado con el bloque o núcleo de disposiciones de derechos humanos dentro de la ley suprema de la unión que sirve de fuente al canon o parámetro que, en cada caso, se ha de conformar para llevar a cabo el control de la regularidad de actos y normas, así como la exposición de la forma en que se ha de desahogar tal control, todo ello con base, primordialmente, en las decisiones de la Suprema Corte.

II. El bloque de o núcleo de derechos humanos dentro de la ley suprema de la unión. El primer paso para para llevar a cabo el control de regularidad del núcleo de derechos humanos de la ley suprema de toda la unión, estriba, precisamente, en que se identifique tal núcleo de derechos humanos de la ley suprema de la unión a partir de la precisión de sus dos fuentes primigenias17: a) los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Política de los

Estados Unidos Mexicanos; y, b) todos aquellos derechos humanos establecidos en tratados internacionales

de los que el Estado mexicano sea parte.

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Tesis: 2a./J. 56/2014 (10a.), “PRINCIPIO DE INTERPRETACIÓN MÁS FAVORABLE A LA PERSONA. SU CUMPLIMIENTO NO IMPLICA QUE LOS ÓRGANOS JURISDICCIONALES NACIONALES, AL EJERCER SU FUNCIÓN, DEJEN DE OBSERVAR LOS DIVERSOS PRINCIPIOS Y RESTRICCIONES QUE PREVÉ LA NORMA FUNDAMENTAL.”, Décima Época, Segunda Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 6, Mayo de 2014, Tomo II, p. 772. Las cursivas son mías. 17

“los derechos fundamentales, ya sea que provengan de fuente constitucional o internacional, gozan de plena eficacia jurídica, incluso en las relaciones entre particulares, pues la exigibilidad deriva del contenido del derecho y no de la forma en que el mismo se incorpora al sistema jurídico. Así, el hecho de que el Estado mexicano sea quien celebra los tratados internacionales, solamente representa el acto por medio del cual los derechos fundamentales contenidos en los mismos son incorporados al orden jurídico nacional, pero una vez que forman parte del mismo, su naturaleza es la misma que aquellos de fuente constitucional, tal y como lo preceptúa el artículo 1o. de nuestra norma fundamental.” Las cursivas son mías. Tesis: 1a. XLI/2013 (10a.), “DERECHOS FUNDAMENTALES CONTENIDOS EN TRATADOS INTERNACIONALES. GOZAN DE EFICACIA EN LAS RELACIONES ENTRE PARTICULARES.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XVII, Febrero de 2013, Tomo 1, p. 799.

8

Consecuentemente, los derechos provenientes de ambas fuentes, que en sí mismas constituyen la ley suprema de toda la unión, son normas supremas del ordenamiento jurídico mexicano. Esto implica que los valores, principios y derechos que ellas materializan deben permear en todo el orden jurídico, obligando a todas las autoridades a su aplicación y, en aquellos casos en que sea procedente, a su interpretación.18 Lo que evolucionó a raíz de las reformas constitucionales en materia de derechos humanos y juicio de amparo, es la configuración del conjunto de normas jurídicas respecto de las cuales puede predicarse dicha supremacía en el orden jurídico mexicano. De esta forma, se puede afirmar que con la identificación antes señalada, queda de manifiesto el bloque de textos normativos supremos que integran un núcleo inviolable. A partir de la prescripción de este bloque resulta indispensable que todas a las autoridades del Estado mexicano, particularmente los juzgadores, caso por caso, precisen el parámetro (cuyo origen está en el bloque) que utilizarán para comparar todo acto o norma y consecuentemente calificar tales actos o normas de regulares o no. Esta transformación se explica por la ampliación del catálogo de derechos humanos previsto dentro de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual evidentemente puede calificarse como parte del conjunto normativo que goza de esta supremacía constitucional. En este sentido, los derechos humanos, en su conjunto, constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional, conforme al cual debe analizarse la validez de las normas y actos que forman parte del orden jurídico mexicano.19 Conforme con lo anterior, en opinión de Ezquiaga, “el Derecho mexicano de los derechos humanos debe obtenerse a partir del nuevo artículo primero de la interpretación conjunta y armónica de las disposiciones constitucionales e internacionales. Por ello, la ‘conformidad’ hay que entenderla referida a las normas resultado de la interpretación de ambos conjuntos de enunciados, por lo que se difuminaría la distinción entre control de constitucionalidad y control de convencionalidad”20. 18

Tesis: 1a./J. 107/2012 (10a.), “PRINCIPIO PRO PERSONA. CRITERIO DE SELECCIÓN DE LA NORMA DE DERECHO FUNDAMENTAL APLICABLE.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIII, Octubre de 2012, Tomo 2, p. 799. 19

Tesis: P./J. 20/2014 (10a.), “DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES. CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL, PERO CUANDO EN LA CONSTITUCIÓN HAYA UNA RESTRICCIÓN EXPRESA AL EJERCICIO DE AQUÉLLOS, SE DEBE ESTAR A LO QUE ESTABLECE EL TEXTO CONSTITUCIONAL.”, Décima Época, Pleno, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, p. 202. Las cursivas son mías. 20

Ezquiaga Ganuzas, Francisco Javier, “Qué hacer con el artículo primero constitucional. La interpretación de los derechos humanos de conformidad con los tratados internacionales”, en Joel Reyes e Iván Castillo (coordinadores), 5 años de jornadas Académicas en Michoacán. Una visión jurídica de actualidad, Morelia, Tribunal Electoral del estado de Michoacán, 2013, p. 32.

9

El bloque de textos normativos supremos que ha de servir de fuente u origen para fijar o precisar en cada caso el parámetro de análisis de regularidad ex officio que deberán ejercer todos los jueces del país, se integra por21:

a) todos los derechos humanos contenidos en la Constitución Federal (con fundamento en los artículos 1o. y 133), así como la jurisprudencia emitida por el Poder Judicial de la Federación;

b) todos los derechos humanos contenidos en tratados internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte;

c) los criterios vinculantes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos derivados de las sentencias en las que el Estado Mexicano haya sido parte, y

d) los criterios orientadores de la jurisprudencia y precedentes de la citada Corte, cuando el Estado Mexicano no haya sido parte.

Respecto de la vinculatoriedad doméstica o interna de la jurisprudencia de la Corte Interamericana, si bien la Suprema Corte en un primer momento (julio de 2011) estableció una distinción entre jurisprudencia y precedentes derivados de sentencias en las que nuestro Estado mexicano no fuera parte (solo orientadores) y aquellos derivados de sentencias en las que nuestro Estado sí fuera parte (criterios vinculantes), al cabo de los años (marzo de 2014), dicha Suprema Corte cambió de criterio y prescribió en jurisprudencia firma de Pleno que

Los criterios jurisprudenciales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con independencia de que el Estado Mexicano haya sido parte en el litigio ante dicho tribunal, resultan vinculantes para los Jueces nacionales al constituir una extensión de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, toda vez que en dichos criterios se determina el contenido de los derechos humanos establecidos en ese tratado. La fuerza vinculante de la jurisprudencia interamericana se desprende del propio mandato establecido en el artículo 1o. constitucional, pues el principio pro persona obliga a los Jueces nacionales a resolver cada caso atendiendo a la interpretación más favorable a

la persona.22

21

Tesis: P. LXVIII/2011 (9a.), “PARÁMETRO PARA EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.”, Décima Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro III, Diciembre de 2011, Tomo 1, p. 551. 22

Tesis: P./J. 21/2014 (10a.), “JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. ES VINCULANTE PARA LOS JUECES MEXICANOS SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA.”, Décima Época, Pleno, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, p. 204.

10

Tras fijar este criterio, la Suprema Corte instruye la manera en que se ha de acatar el mandato constitucional al prescribir que los operadores jurídicos deben atender a lo siguiente23:

(i) cuando el criterio se haya emitido en un caso en el que el Estado Mexicano no haya sido parte, la aplicabilidad del precedente al caso específico debe determinarse con base en la verificación de la existencia de las mismas razones que motivaron el pronunciamiento;

(ii) en todos los casos en que sea posible, debe armonizarse la jurisprudencia interamericana con la nacional; y

(iii) de ser imposible la armonización, debe aplicarse el criterio que resulte más favorecedor para la protección de los derechos humanos.

III. La manera en que en que se ha de llevar a cabo el control de regularidad respecto del núcleo de derechos humanos de la ley suprema de toda la unión.

El 8 de mayo de 2013, al dictar sentencia en el amparo directo en revisión 3200/2012, la Primera Sala de la Suprema Corte hizo algunas precisiones en torno a lo resuelto en el expediente varios 912/2010. Específicamente, dicha Sala se manifestó respecto de lo prescrito por la tesis P. LXVII/2011 (9a) “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN UN MODELO DE CONTROL DIFUSO DE CONSTITUCIONALIDAD”. A continuación se pretende presentar un resumen de lo sostenido en tal resolución.

Los jueces (y todas las autoridades en general dentro del ámbito de sus competencias) tienen que cumplir con dos tipos de obligaciones concretas y sucesivas:

1. Obligación de “velar” por los derechos humanos contenidos en la Constitución Federal y en los instrumentos internacionales celebrados por el Estado Mexicano, adoptando la interpretación más favorable (principio pro persona).

La obligación de “velar” por los derechos humanos supone una acción en sentido positivo y no en sentido negativo.

Es decir, “velar” supone una labor interpretativa sobre una norma que de hecho se considere al menos sospechosa de violar derechos humanos, para lo cual se lleva a cabo el control en tres pasos: interpretación conforme en sentido amplio, interpretación conforme en sentido estricto e inaplicación, si fuere el caso.

Lo que no se desprende de los criterios del Pleno de la Suprema Corte es una acción en sentido negativo a cargo de los jueces ordinarios, o sea, una

23

Ídem.

11

acción mediante la cual se tenga que justificar que no fue necesario ningún nivel o paso del control, porque la norma no resultaba candidata óptima para que sobre ella se realizara ese control, esto es, que su presunción de constitucionalidad ni siquiera despertaba las sospechas mínimas necesarias para ser cuestionada.

¿Cuáles son las condiciones de aplicación de esta directiva obligatoria consistente en adoptar la interpretación más favorable de acuerdo con el principio pro persona? Véase paso a paso:

1.1. Presupuesto. Estamos ante un nuevo paradigma en nuestro sistema de control de la regularidad del núcleo de derechos humanos de la ley suprema, en el que se ha ampliado el catálogo de textos normativos sobre tales derechos para conformar un nuevo universo formado por los reconocidos en la Constitución más los reconocidos por los tratados internacionales. A partir de lo anterior, los operadores jurídicos, en especial los jueces, han de operar de la siguiente manera.

1.2. Presunción de constitucionalidad de las normas. Todas las normas del sistema jurídico mexicano gozan de una presunción de constitucionalidad, misma que puede ser derrotada. La presunción se invierte cuando en el texto normativo objeto de control emplea en su redacción “categorías sospechosas” de las mencionadas en el párrafo quinto del artículo 1 constitucional. En otras palabras, en este último caso la carga argumentativa para justificar la limitación o restricción normativa a algún derecho recae en el creador de dicha norma.24

1.3. La presunción de constitucionalidad se cuestiona sólo en caso duda.25 No todos los escenarios de aplicación de una norma representan problemas interpretativos. Para ello, es importante no perder de vista el principio de interpretación que reza in claris non fit interpretatio, según el cual no debe llevarse a cabo una interpretación cuando la norma no ofrece dudas, es decir, cuando es clara.

24

Cfr. Sánchez Gil, Rubén, “La presunción de constitucionalidad”, en Eduardo Ferrer y Arturo Zaldívar (coordinadores), La ciencia del derecho procesal constitucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador del derecho, tomo VIII, México, Marcial Pons-UNAM, 2008; Figueroa Mejía, Giovanni Azael, “La presunción de constitucionalidad de la ley como criterio jurisprudencial. Especial análisis del caso mexicano”, en César Astudillo y Jorge Carpizo (coordinadores), Constitucionalismo. Dos siglos de su nacimiento en América Latina”, México, UNAM, 2013. 25

Cfr. La tesis: 1a. LXVII/2014 (10a.), “CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO. CONDICIONES GENERALES PARA SU EJERCICIO.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo I, p. 639.

12

“En ocasiones se olvida la obviedad de que las normas jurídicas no son producidas como tales o, dicho de otro modo, que los órganos que tienen atribuida la competencia para producir normas jurídicas sólo pueden darlas a conocer a sus destinatarios por medio del lenguaje. Por ello, me parece oportuno distinguir el resultado lingüístico de la actividad de los órganos con competencias normativas, y la norma jurídica como el resultado de la interpretación de ese material lingüístico: a) El documento normativo, de un lado, es decir un texto aprobado por la autoridad normativa como consecuencia del procedimiento seguido, por ejemplo, una ley, compuesto de enunciados o disposiciones normativas; y b) El contenido del documento normativo, es decir, el significado otorgado a las disposiciones que lo forman tras su interpretación, para el que parece adecuado reservar la denominación de norma jurídica.”26

En materia de derechos humanos las dudas que puede generar una norma tienen que ver con una posibilidad real o potencial de invalidez sustantiva, esto es, con una determinación justificada del juez en el sentido de que la norma genera dudas o resulta sospechosa de cara al orden constitucional o convencional. Si una norma no genera sospechas de invalidez en el juzgador, por parecer potencialmente violatoria de derechos humanos, entonces el análisis de regularidad exhaustivo no se actualiza, porque ni siquiera se considera que se puso en entredicho la presunción de constitucionalidad de que gozan todas las normas jurídicas. En esos casos, basta con que el juez mencione en una frase expresa que no advirtió que la norma fuese violatoria de derechos humanos. Si un juez aplica una norma en el ámbito de su competencia, es porque la referida presunción no fue derrotada; es decir, porque el juez no advirtió que la norma violase, en principio, ningún derecho humano contenido en la Constitución ni en los tratados.

26

Cfr. Ezquiaga, op. cit.. pp. 39-40. Cabe hacer notar que esta distinción entre enunciado o disposición y norma es igualmente asumida por el José Ramón Cossío en el voto particular que, en su carácter de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, emitió en la sentencia que resuelve la contradicción de tesis 299/2013: “Los enunciados normativos son los que acuerda el legislador y expresa en un texto legal. Las normas, por otro lado, son el significado que está justificado atribuir a tales enunciados normativos —a veces, el significado de un enunciado normativo no supone problema alguno, pero en otros casos es necesario realizar ejercicios elaborados de interpretación para determinar el significado normativo de un enunciado normativo—. Es el significado de tales enunciados lo que tiene un carácter esencialmente normativo, es decir, como razón para actuar conforme a lo prescrito en un enunciado normativo.”

13

Tal situación queda resuelta mediante una mención expresa de la autoridad en la que registre que realmente hizo el control aun cuando no desarrolle toda una justificación en ese sentido. No puede decirse que las autoridades judiciales incurren en alguna omisión cada vez que no hacen un control de constitucionalidad y convencionalidad ex officio, en el sentido de contrastar de forma exhaustresulta norma secundaria con la norma suprema y expresarlo detalladamente en el mismo acto de aplicación (o inaplicación) de la norma de que se trate, pues ello sólo tiene sentido cuando se actualiza la necesidad de hacer ese tipo de control, es decir, cuando se tiene alguna duda o sospecha de que la norma a aplicar es violatoria de derechos humanos. Por otra parte, cuando la norma es impugnada, esto es, señalada por el interesado como violatoria de derechos, como regularmente ocurre, las autoridades jurisdiccionales están obligadas a responder los planteamientos de los quejosos de manera exhaustiva. Cuando se está en presencia de una norma que resulta sospechosa o dudosa de cara a los parámetros de control de los derechos humanos o es requerido por las partes, resulta indispensable hacer una interpretación conforme en sentido amplio, una en sentido estricto o una inaplicación, es decir, llevar a cabo el control ex officio. En el resto de los casos (cuando no se esté en presencia de una norma sospechosa de inconstitucionalidad), bastará con que las autoridades judiciales expresen en un enunciado que realizaron el control ex officio y que no advirtieron una causa de pedir con relación a que la norma que van a aplicar pudiera ser violatoria de derechos humanos. De hecho, en la referida sentencia del amparo directo en revisión 3200/2012, se propone la utilización de la siguiente frase “canónica”:

“Este órgano jurisdiccional está en condiciones de aplicar la norma X, dado que, en términos de lo ordenado por el artículo 1° en relación con el 133, ambos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no se advierte que la misma resulte prima facie violatoria de los derechos humanos reconocidos en ella, ni en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte”

27.

27

Nota al pie incluida en la propia sentencia citada: “Se hace la aclaración de que la expresión prima facie en la frase anterior da cuenta simplemente de que el operador no advirtió violación alguna de derechos humanos. Lo que se busca con este acotamiento es evitar que el pronunciamiento de los jueces sea equivalente a un reconocimiento de validez en sentido fuerte.”

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Cabe precisar en este punto que esta operación, lejos de lo que tradicionalmente se había entendido, no es ni automática ni ajena a la labor interpretativa del operador jurídico en cuestión. Cuando se habla de control de constitucionalidad o de convencionalidad, en términos antes precisados, de control de regularidad del núcleo de derechos humanos de la ley suprema de la unión, por ejemplo, se hace referencia a una labor que estriba en contrastar dos enunciados normativos, uno de los cuales es la medida, el canón o el parámetro del otro. En el caso de los enunciados normativos supremos de la unión, por definición están llamados a ser esa medida que se utiliza para calificar al resto de enunciados normativos del sistema.

Sin embargo, retomando las posiciones de Ezquiaga y Cossío, las normas no son los textos normativos, el enunciado o la disposición. Éstos son los documentos en los que un determinado sujeto utilizo o plasmo de manera prescriptiva el lenguaje. Y como todo instrumento que consigna lenguaje, tales documentos son susceptibles de interpretación, es decir, son objetos sobre los cuales recae el sentido o significado que los sujetos que los emplean les dan. El resultado de darle sentido o significado a un texto normativo es un enunciado normativo, es decir, la formulación de una norma, de una prescripción. Y esta operación no reconoce jerarquías, de forma tal que se lleva cabo tanto respecto de textos normativos supremos como respecto de textos normativos secundarios o inferiores. Por lo tanto, la medida, canón o parámetro que servirá para calificar la corrección de una norma secundaria o inferior, es decir, el enunciado normativo que servirá para contrastar otro enunciado normativo, esa medida no está fijada de una sola vez y para siempre en todos los casos. Antes bien, es resultado de la labor de interpretación del operador jurídico que llevará a cabo esa labor de contraste, de comparación, de control. Y esa labor interpretativa será igualmente desahogada por el operador jurídico respecto de la norma inferior o secundaria, de manera tal que el denominado control ex officio no estriba en una mera comparación de textos normativos para determinar si literalmente se oponen o no, sino en toda una dotación de sentido o significado a todos los textos normativos que se utilizan en esta labor (incluidos los supremos):

15

“[P]ara atribuir un significado a un enunciado normativo X, es preciso realizar una interpretación que tome en cuenta un enunciado normativo Y, como parámetro para atribuir el significado al enunciado X. Así, cuando se utiliza como parámetro para la interpretación, por ejemplo, el enunciado normativo de derecho humano Y, convencional o constitucional, entonces, este enunciado es el marco de referencia para interpretar el enunciado normativo X. Lo importante es advertir que el enunciado de derecho humano Y requiere también una asignación de significado a través de un ejercicio de interpretación para que funcione genuinamente como parámetro. […] A partir de lo anterior, es posible concluir que en cualquier ejercicio de interpretación se distinguen dos etapas: 1) la asignación de significado a la norma que funcionará como parámetro, y 2) la asignación de significado al enunciado a interpretar. Es importante tener presente que cuando un criterio jurisprudencial se vale de un enunciado de derecho humano como parámetro o marco de referencia para interpretar otro enunciado —por ejemplo uno dispuesto en alguna ley—, entonces es obvio que la interpretación del enunciado de derecho humano no implica otro enunciado como marco de referencia, pues es un enunciado que conforma el techo o bóveda del sistema jurídico, sino que, ante ello, el operador jurídico ha de reflexionar con la finalidad de atribuirle a tal enunciado de derecho humano el mejor significado posible. Y es este significado atribuido al enunciado del derecho humano en cuestión lo que constituye propiamente la norma de derecho humano.”28

Bajo este esquema resulta evidente que el operador jurídico debe preferir, en todo caso, dotar a los textos normativos de sentido o significado que atienda a una de las directivas interpretativas fundamentales del contexto sistemico de la interpretación: la mayor conformidad y coherencia posible entre todo el conjunto de normas que forman un determinado sistema normativo.

2. Obligación de “preferir” los derechos humanos contenidos en la

Constitución y en los tratados internacionales, aun a pesar de las disposiciones en contrario que se encuentren en cualquier norma inferior, pudiendo en estos casos dejar de aplicar las normas inferiores dando preferencia a las contenidas en la Constitución y en los tratados en la materia. Cabe reiterar que sólo cuando se está en presencia de una norma que resulta sospechosa o dudosa de cara a los parámetros de control de los derechos humanos o es requerido por las partes, resulta indispensable

28

Párrafos 14 y 15 del voto particular del ministro Cossío Díaz en la contradicción de tesis 299/2013.

16

hacer una interpretación conforme en sentido amplio, una en sentido estricto o una inaplicación, es decir, llevar a cabo el control ex officio. 2.1. ¿Qué significa que el control se lleve a cabo “ex officio”?29

Esta expresión (ex officio) significa que el control de constitucionalidad lo pueden hacer los jueces por virtud de su cargo de jueces30, aun cuando no sean jueces de control constitucional (directo, como los juzgadores de amparo, por ejemplo) y aun cuando no exista una solicitud expresa de las partes.

Esto no significa que siempre y, sin excepción, los jueces deban hacer de manera obligatoria el control de constitucionalidad de los derechos contenidos en la Constitución y en los tratados.

La expresión “ex officio” que se predica del control judicial significa, pues, que los jueces tienen la facultad de controlar las normas que van a aplicar de cara a la Constitución y a los tratados internacionales de los que México sea parte, por el simple hecho de ser jueces, pero no que “necesariamente” deban hacer ese control (interpretación conforme en sentido amplio, interpretación conforme en sentido estricto e inaplicación) en todos los casos, sino en aquéllos en los que, de forma incidental, sea solicitado por las partes o adviertan que la norma amerita dicho control, sin hacer a un lado los presupuestos formales y materiales de admisibilidad.

Además, cabe precisar puntualmente que antes de proceder al control ex officio en los tres pasos referidos, los jueces, en el ámbito de su competencia, debieron haber resuelto o despejado cualquier problema relacionado con presupuestos de procedencia o admisibilidad.31

29

Cfr. La tesis: 1a. CCCLX/2013 (10a.), “CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO. SU SIGNIFICADO Y ALCANCE.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo I, p. 512. 30

“el control constitucional es un elemento transversal a la función jurisdiccional, por lo que se han transformado las competencias de los órganos judiciales […]el control constitucional, transversal a toda función jurisdiccional, debe ejercerse con base en el parámetro establecido en el párrafo tercero del artículo 1o. constitucional […].” Tesis: 1a. CCXLIII/2013 (10a.), “CONTROL CONSTITUCIONAL DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN SOBRE LAS DISPOSICIONES DE LA LEY DE AMPARO. SU RESULTADO DEBE SER COMPATIBLE CON LAS COMPETENCIAS QUE ESTRUCTURAN AL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro XXIII, Agosto de 2013, Tomo 1, p. 742. 31

Tesis: 1a./J. 10/2014 (10a.), “PRINCIPIO PRO PERSONA Y RECURSO EFECTIVO. EL GOBERNADO NO ESTÁ EXIMIDO DE RESPETAR LOS REQUISITOS DE PROCEDENCIA PREVISTOS EN LAS LEYES PARA INTERPONER UN MEDIO DE DEFENSA.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo I, p. 487.

17

2.2. Los pasos del control de constitucionalidad y convencionalidad

ex officio.32 No todo ejercicio de control ex officio de constitucionalidad de los derechos contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte, lleva necesariamente a la inaplicación; esto es así porque las normas no pierden su presunción de constitucionalidad sino hasta que el resultado del control así lo refleje. Esto implica que las normas que son controladas pueden salvar su presunción de constitucionalidad (y por lo tanto, su aplicabilidad) mediante la interpretación conforme en sentido amplio, o en sentido estricto. La inaplicación vendrá sólo en los casos en los que la norma no salve esas dos posibilidades interpretativas. El segundo párrafo del artículo 1 constitucional prescribe: “Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.” Lo anterior “implica que una ley no puede declararse nula cuando pueda interpretarse en consonancia con la Constitución y con los tratados internacionales en materia de derechos humanos, dada su presunción de constitucionalidad y convencionalidad […] tal consonancia consiste en que la ley permite una interpretación compatible con los contenidos de los referidos materiales normativos a partir de su delimitación mediante los pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los criterios […] de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.33 Para la Primera Sala “la supremacía normativa de la Constitución no se manifiesta sólo en su aptitud de servir como parámetro de validez de todas las demás normas jurídicas, sino también en la exigencia de que tales normas, a la hora de ser aplicadas, se interpreten de acuerdo con los preceptos constitucionales; de forma que, en caso de que existan varias posibilidades de interpretación de la norma en

32

Cfr. La tesis: 1a. CCCLIX/2013 (10a.), “CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO. SU EJERCICIO NO NECESARIAMENTE LLEVA A LA INAPLICACIÓN DE UNA NORMA.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo I, p. 511. 33

Tesis: 1a. CCXIV/2013 (10a.), “DERECHOS HUMANOS. INTERPRETACIÓN CONFORME, PREVISTA EN EL ARTÍCULO 1o. DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XXII, Julio de 2013, Tomo 1, p. 556.

18

cuestión, se elija aquella que mejor se ajuste a lo dispuesto en la Constitución”.34 En la citada tesis 1a. CCCXL/2013 (10a.) se abunda:

En otras palabras, esa supremacía intrínseca no sólo opera en el momento de la creación de las normas inconstitucionales, cuyo contenido ha de ser compatible con la Constitución en el momento de su aprobación, sino que se prologan, ahora como parámetro interpretativo, a la fase de aplicación de esas normas. A su eficacia normativa directa se añade su eficacia como marco de referencia o criterio dominante en la interpretación de las restantes normas. Este principio de interpretación conforme de todas las normas del ordenamiento a la Constitución, reiteradamente utilizado por esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, es una consecuencia elemental de la concepción del ordenamiento como una estructura coherente, como una unidad o contexto. Es importante advertir que esta regla interpretativa opera con carácter previo al juicio de invalidez. Es decir, que antes de considerar a una norma jurídica como constitucionalmente inválida, es necesario agotar todas las posibilidades de encontrar en ella un significado que la haga compatible con la Constitución y que le permita, por tanto, subsistir dentro del ordenamiento; de manera que sólo en el caso de que exista una clara incompatibilidad o una contradicción insalvable entre la norma ordinaria y la Constitución, procedería declararla inconstitucional. En esta lógica, el intérprete debe evitar en la medida de lo posible ese desenlace e interpretar las normas de tal modo que la contradicción no se produzca y la norma pueda salvarse. El juez ha de procurar, siempre que sea posible, huir del vacío que se produce cuando se niega validez a una norma y, en el caso concreto, de ser posibles varias interpretaciones, debe preferirse aquella que salve la aparente contradicción. La interpretación de las normas conforme a la Constitución se ha fundamentado tradicionalmente en el principio de conservación de ley, que se asienta a su vez en el principio de seguridad jurídica y en la legitimidad democrática del legislador. En el caso de la ley, fruto de la voluntad de los representantes democráticamente elegidos, el principio general de conservación de las normas se ve reforzado por una más intensa presunción de validez. Los tribunales, en el marco de sus competencias, sólo pueden declarar la inconstitucionalidad de una ley cuando no resulte posible una interpretación conforme con la Constitución. En cualquier caso, las normas son válidas mientras un tribunal no diga lo contrario.

Y el referido criterio cierra con lo siguiente: “el principio de interpretación conforme de todas las normas del ordenamiento a la Constitución, se ve reforzado por el principio pro persona, contenido en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual obliga a maximizar la interpretación conforme en aquellos escenarios en los cuales, dicha interpretación permita la

34

Tesis: 1a. CCCXL/2013 (10a.), “INTERPRETACIÓN CONFORME. NATURALEZA Y ALCANCES A LA LUZ DEL PRINCIPIO PRO PERSONA.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo I, p. 530.

19

efectividad de los derechos fundamentales de las personas frente al vacío legislativo que puede provocar una declaración de inconstitucionalidad de la norma”35. Por ello, los conceptos “control ex officio de constitucionalidad y convencionalidad” e “inaplicación” no son intercambiables. Dicho de otro modo: un control de constitucionalidad o convencionalidad ex officio no necesariamente lleva a la inaplicación.36 Lo prescrito por el segundo párrafo del citado artículo 1 constitucional se traduce en la obligación de analizar el contenido y alcance de tales derechos a partir del principio pro personae. El principio pro personae es un criterio hermenéutico en virtud del cual debe acudirse a la norma más amplia, o a la interpretación más extensiva cuando se trata de reconocer derechos protegidos, e inversamente, a la norma o a la interpretación más restringida cuando se trata de establecer restricciones permanentes al ejercicio de los derechos o de su suspensión extraordinaria. Al respecto, García Ramírez y Morales Sánchez han expuesto que este principio tiene dos variantes37:

35

Tesis: 1a. CCCXL/2013 (10a.), “INTERPRETACIÓN CONFORME. NATURALEZA Y ALCANCES A LA LUZ DEL PRINCIPIO PRO PERSONA.”, Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo I, p. 530. 36

Cabe agregar que la Primera Sala de la Suprema Corte ha sostenido que el ejercicio del control de constitucionalidad y convencionalidad ex officio no es una cuestión de subsidiariedad, por lo que debe llevarse a cabo aun cuando el derecho humano de que se trate esté contenido en la Constitución federal. Cfr. La tesis 1a. LXVIII/2014 (10a.), Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo I, p. 639. Este criterio reciente choca con lo prescrito, desde el 14 de noviembre de 2012, en la jurisprudencia emitida por la Segunda Sala de la Suprema Corte, en el sentido de que “no resulta necesario considerar el contenido de tratados o instrumentos internacionales que formen parte de nuestro orden jurídico, si al analizar los derechos humanos que se estiman vulnerados es suficiente la previsión que contiene la Constitución General de la República y, por tanto, basta el estudio que se realice del precepto constitucional que los prevea, para determinar la constitucionalidad o inconstitucionalidad del acto reclamado”. Cfr. La tesis: 2a./J. 172/2012 (10a.), “DERECHOS HUMANOS. SU ESTUDIO A PARTIR DE LA REFORMA AL ARTÍCULO 1o. CONSTITUCIONAL, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE 2011, NO IMPLICA NECESARIAMENTE QUE SE ACUDA A LOS PREVISTOS EN INSTRUMENTOS INTERNACIONALES, SI RESULTA SUFICIENTE LA PREVISIÓN QUE CONTENGA LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.”, Décima Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XVII, Febrero de 2013, Tomo 2, p. 1049. 37

García Ramírez, Sergio y Julieta Morales Sánchez, La reforma constitucional sobre derechos humanos (2009-2011), México, Porrúa, 2011, p. 96. Esta precisión ha sido recogida en la Tesis I.4o.A.20 K (10a.), de rubro “PRINCIPIO PRO HOMINE. VARIANTES QUE LO COMPONEN.”, en Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo II, pág. 1211.

20

a) Directriz de preferencia interpretativa, por la cual se ha de buscar la interpretación que optimice más un derecho constitucional. Ésta, a su vez, se compone de:

a. Principio favor libertatis que postula la necesidad de entender al precepto normativo en el sentido más propicio a la libertad en juego e incluye una doble vertiente:

i. Las limitaciones que mediante ley se establezcan a los derechos humanos no deberán ser interpretadas extensivamente, sino de modo restrictivo; y

ii. Se debe interpretar la norma de la manera que optimice su ejercicio.

b. Principio de protección a víctimas o principio favor debilis. En la interpretación de situaciones que comprometen derechos en conflicto es menester considerar especialmente a la parte que se halla situada en inferioridad de condiciones, cuando las partes no se encuentran realmente en pie de igualdad.

b) Directriz de preferencia de normas. El juez aplicará la norma más

favorable a la persona, con independencia de la jerarquía formal de aquélla.

Dicho principio permite, por un lado, definir la plataforma de interpretación de los derechos humanos y, por el otro, otorga un sentido protector a favor de la persona humana, pues ante la existencia de varias posibilidades de solución a un mismo problema, obliga a optar por la que protege en términos más amplios. Esto implica acudir a la norma jurídica que consagre el derecho más extenso y, por el contrario, al precepto legal más restrictivo si se trata de conocer las limitaciones legítimas que pueden establecerse a su ejercicio. Por tanto, la aplicación del principio pro personae en el análisis de los derechos humanos es un componente esencial que debe utilizarse imperiosamente en el establecimiento e interpretación de normas relacionadas con la protección de la persona, a efecto de lograr su adecuada protección y el desarrollo de la jurisprudencia emitida en la materia, de manera que represente el estándar mínimo

21

a partir del cual deben entenderse las obligaciones estatales en este rubro.38 Es tal la importancia constitucional que tiene el principio pro personae que se ha afirmado que cuando se resuelve una contradicción de tesis, la Suprema Corte está llamada a velar en todo momento por que el criterio jurisprudencial que fije sea lo más apegado a los postulados constitucionales y si cada uno de los tribunales colegiados de circuito contendientes en una contradicción de tesis, al emitir su criterio, no analizaron la situación jurídica concreta desde la óptica del principio pro personae, porque no estaba vigente la reforma al artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, tal particularidad obliga a que se tenga como eje interpretativo para el estudio ese derecho humano.39 La Primera Sala prescribió, en jurisprudencia firme, que en el supuesto de que un mismo derecho fundamental esté reconocido en las dos fuentes supremas del ordenamiento jurídico, a saber, la Constitución y los tratados internacionales, la elección de la norma que será aplicable -en materia de derechos humanos-, atenderá a criterios que favorezcan al individuo, es decir, lo que se ha denominado principio pro persona:

Según dicho criterio interpretativo, en caso de que exista una diferencia entre el alcance o la protección reconocida en las normas de estas distintas fuentes, deberá prevalecer aquella que represente una mayor protección para la persona o que implique una menor restricción. En esta lógica, el catálogo de derechos fundamentales no se encuentra limitado a lo prescrito en el texto constitucional, sino que también incluye a todos aquellos derechos que figuran en los tratados internacionales ratificados por el Estado mexicano.

40

38

Tesis: 1a. XXVI/2012 (10a.), “PRINCIPIO PRO PERSONAE. EL CONTENIDO Y ALCANCE DE LOS DERECHOS HUMANOS DEBEN ANALIZARSE A PARTIR DE AQUÉL.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro V, Febrero de 2012, Tomo 1, p. 659. 39

Tesis: 1a. CXCIII/2012 (10a.), “CONTRADICCIÓN DE TESIS ENTRE TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO. LOS CRITERIOS EMITIDOS POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN EN AQUELLOS ASUNTOS, CON POSTERIORIDAD A LA REFORMA DEL ARTÍCULO 1o. CONSTITUCIONAL, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE 2011, DEBEN SALVAGUARDAR EL PRINCIPIO PRO PERSONAE, CON INDEPENDENCIA DE QUE LOS ÓRGANOS CONTENDIENTES HAYAN DICTADO SUS SENTENCIAS CON ANTERIORIDAD A SU ENTRADA EN VIGOR.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIII, Octubre de 2012, Tomo 2, p. 1196. 40

Tesis: 1a./J. 107/2012 (10a.), “PRINCIPIO PRO PERSONA. CRITERIO DE SELECCIÓN DE LA NORMA DE DERECHO FUNDAMENTAL APLICABLE.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIII, Octubre de 2012, Tomo 2, p. 799.

22

Este criterio fue aprobado el 3 de octubre de 2012. El 15 de mayo de 2013, la propia Primera Sala, al resolver el amparo directo en revisión 990/2013, estableció que:

[…] los preceptos constitucionales sólo establecen los parámetros mínimos que las normas secundarias deben respetar […] la Constitución no debe considerarse como un catálogo rígido y limitativo de derechos concedidos a favor de los gobernados, que deba interpretarse por los tribunales en forma rigorista o letrista, ya que eso desvirtuaría la esencia misma de los derechos, al no ser posible que en la actual complejidad política, económica y social de un medio cambiante como el nuestro, aquélla haga referencia específica a todas y cada una de las instituciones sustantivas o procesales reguladas en las normas secundarias; por el contrario, los derechos humanos contenidos en la Constitución deben interpretarse en cuanto a principios e ideas generales que tienen aplicación en las referidas instituciones.

41 El 18 de marzo de 2014, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó la jurisprudencia P./J. 20/2014 (10a.), en la que prescribió expresamente que:

El primer párrafo del artículo 1o. constitucional reconoce un conjunto de derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los tratados internacionales de los cuales el Estado Mexicano sea parte. De la interpretación literal, sistemática y originalista del contenido de las reformas constitucionales de seis y diez de junio de dos mil once, se desprende que las normas de derechos humanos, independientemente de su fuente, no se relacionan en términos jerárquicos, entendiendo que, derivado de la parte final del primer párrafo del citado artículo 1o., cuando en la Constitución haya una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional, ya que el principio que le brinda supremacía comporta el encumbramiento de la Constitución como norma fundamental del orden jurídico mexicano, lo que a su vez implica que el resto de las normas jurídicas deben ser acordes con la misma, tanto en un sentido formal

como material, circunstancia que no ha cambiado […]42

Partiendo del hecho de que, tal como quedó evidenciado, las normas jurídicas son

producto de la operación de la atribución de sentido que el operador lleva a cabo

41

Tesis: 1a. CCXXXVII/2013 (10a.), “DERECHOS HUMANOS. LAS NORMAS SECUNDARIAS DEBEN RESPETAR LOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, SIENDO INNECESARIO QUE ÉSTA HAGA REFERENCIA EXPRESA A TODAS Y CADA UNA DE LAS INSTITUCIONES QUE EN DICHOS ORDENAMIENTOS SE REGULAN.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XXIII, Agosto de 2013, Tomo 1, p. 742. 42

Tesis: P./J. 20/2014 (10a.), “DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES. CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL, PERO CUANDO EN LA CONSTITUCIÓN HAYA UNA RESTRICCIÓN EXPRESA AL EJERCICIO DE AQUÉLLOS, SE DEBE ESTAR A LO QUE ESTABLECE EL TEXTO CONSTITUCIONAL.” Las cursivas son mías.

23

de manera concomitante a su empleo para la solución de una situación

problemática, considero que la disposición constitucional que prescribe que “[l]as

normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con

esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en

todo tiempo a las personas la protección más amplia” puede recibir el siguiente

sentido:

a) Los enunciados normativos sobre derechos humanos, tengan su origen en

el texto la Constitución o en el texto de algún tratado internacional,

conforman un núcleo o bloque indiscutible de enunciados normativos dentro

de la ley suprema de la unión.

b) Al momento de conocer de una situación problemática que requiera para su

resolución del empleo de enunciados normativos de derechos humanos, el

operador jurídico que corresponda deberá:

1. Identificar al conjunto de enunciados normativos supremos

(constitución + tratados internacionales) que serán objeto de

atribución o dotación de cierto sentido o significado.

2. Para atribuir ese sentido o significado se debe aplicar la directiva

interpretativa consistente en “favorecer en todo tiempo a la

personas la protección más amplia”, lo que implica

necesariamente:

a. Seleccionar de inmediato los textos normativos supremos

aplicables que resulten más favorables a las personas;

b. Dotar a tales textos normativos supremos de significado

que optimice el ejercicio de los derechos de las personas;

c. En caso de que en dicha selección se encuentren textos

normativos supremos que impliquen derechos humanos en

conflicto, tales textos deben recibir un sentido o significado

que beneficie a la persona situada en inferioridad de

condiciones respecto de la otra con cuyo derecho

colisiona;

d. En caso de que en dicha selección se encuentren textos

normativos supremos que impongan limitaciones a los

derechos humanos, tales textos deben recibir un sentido o

significado que restrinja esas limitaciones;

3. Como resultado de lo anterior, el operador jurídico deberá

conformar o crear la o las normas jurídicas supremas (resultado

de la atribución de sentido) aplicable al caso específico.

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Por otra parte, la expresión contenida en el párrafo primero del artículo 1 constitucional, consistente en que el ejercicio de los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, de los que gozan todas las personas en México “no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece”, ha de ser considerada un texto normativo “relativo a los derechos humanos”. Consecuentemente, a tal texto normativo relativo a los derechos humanos le corresponde ser interpretado “de conformidad con esta Constitución”, según prescripción del párrafo segundo del referido artículo 1 constitucional. Esa misma Constitución prescribe que “[l]as normas relativas a los derechos humanos se interpretarán […] favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia”. Lo anterior implica que al momento de dotar de sentido o significado a algún texto normativo relativo a los derechos humanos se debe preferir el sentido o significado que “favorezca la protección más amplia”. Puesto que el texto constitucional no distingue entre “normas relativas a los derechos humanos”, en atención, por ejemplo, a su fuente (sea texto constitucional o no), toda norma relativa a los derechos humanos debe ser interpretada conforme al principio pro persona, inclusive los textos normativos constitucionales. En ese sentido, las restricciones e hipótesis de suspensión de los derechos humanos prescritas en el texto de la Constitución, puesto que forman parte del bloque o núcleo de derechos humanos de la ley suprema de la unión, han de ser objeto o materia de dotación de sentido o significado en los términos descritos en los incisos a) y b) anteriormente precisados. Por lo tanto, considero que lo jurisprudencialmente prescrito por la Suprema Corte en el sentido de que “cuando en la Constitución haya una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional” bien puede entenderse en el sentido de que no es que deje de aplicarse un texto normativo constitucional en beneficio o prefiriendo un texto normativo de algún tratado internacional, sino que de la conjunción de ambos textos se ha de obtener la norma suprema que en materia de derechos humanos ha de ser aplicada a cada caso específico. Por supuesto que estas operaciones jurídicas reclaman un esfuerzo de razonamiento y de justificación mayor que el que ordinariamente

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reclamaría una mera aplicación literal o textual de un enunciado normativo. Pero de eso se trata: de tomarnos muy en serio a los derechos humanos y su protección. Lo anterior ha de tener como resultado la generación del canon o parámetro que servirá de medida para comparar la norma secundaria o el acto de aplicación; una vez que se determina dicho canon, la siguiente operación estriba en la comparación en sí, entre la norma suprema de derechos humanos y la norma secundaria o el acto cuya regularidad o conformidad se cuestiona. Cabe agregar que la Suprema Corte se ha cuidado de precisar que “del principio pro homine o pro persona no deriva necesariamente que las cuestiones planteadas por los gobernados deban ser resueltas de manera favorable a sus pretensiones, ni siquiera so pretexto de establecer la interpretación más amplia o extensiva que se aduzca, ya que en modo alguno ese principio puede ser constitutivo de ‘derechos’ alegados o dar cabida a las interpretaciones más favorables que sean aducidas, cuando tales interpretaciones no encuentran sustento en las reglas de derecho aplicables, ni pueden derivarse de éstas, porque, al final, es conforme a las últimas que deben ser resueltas las controversias correspondientes”.43 A partir de lo anterior, en el caso en que se esté analizando la concordancia o no contradicción entre una norma secundaria y alguna de las que integran el núcleo de derechos humanos dentro de la ley suprema de la unión, en razón de que se sospecha que la norma secundaria puede efectivamente resultar contradictoria o no concorde con alguna de las normas del referido núcleo, lo procedente es llevar a cabo las siguientes operaciones44: a) Una interpretación en sentido amplio, del orden jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los cuales el Estado Mexicano sea parte, favoreciendo en todo tiempo a las personas con la protección más amplia.

43

Tesis: 1a./J. 104/2013 (10a.), “PRINCIPIO PRO PERSONA. DE ÉSTE NO DERIVA NECESARIAMENTE QUE LOS ARGUMENTOS PLANTEADOS POR LOS GOBERNADOS DEBAN RESOLVERSE CONFORME A SUS PRETENSIONES.”, Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XXV, Octubre de 2013, Tomo 2, p. 906, jurisprudencia. 44

Cfr. Tesis: P. LXIX/2011(9a.), “PASOS A SEGUIR EN EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.”, Décima Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro III, Diciembre de 2011, Tomo 1, p. 552.

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b) Una interpretación conforme en sentido estricto, que tendrá lugar cuando haya varias interpretaciones jurídicamente válidas; la misma deberá llevarse a cabo partiendo de la presunción de constitucionalidad de las leyes, y prefiriendo la interpretación que haga la ley acorde a los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte, para evitar incidir o vulnerar el contenido esencial de estos derechos; c) Inaplicación de la ley, cuando las alternativas anteriores no sean posibles.

En resumen: los jueces (y todas las autoridades del país) estaban obligadas a velar por los derechos humanos; esa vigilancia se traduce, en el caso de los jueces, en un problema interpretativo; para ello, se requiere que los jueces lleven a cabo efectivamente ese control, siendo necesario en algunos casos solamente dar cuenta de tal situación mediante un enunciado simple, mientras que en otros casos —cuando la norma que se va a aplicar despierta sospechas para la autoridad aplicadora o sea señalada por el interesado como violatoria de derechos— deberá además llevarse a cabo el ejercicio en tres pasos: interpretación conforme en sentido amplio; interpretación conforme en sentido estricto, y, en su caso, inaplicación.