carlos garcía gual - mitología

8/2/2019 Carlos García Gual - Mitología

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Francisco R. Adrados

Jose Antonio Berenguer

Eugenio R. Lujan

Juan Rodriguez Somolinos

(editores)

Manuales y A nejos de «E merita» - XLIX

VEINTEANOS

DE FILOLOGiA GRIEGA

(1984-2004)

C ON SE JO S UP ER IO R D E IN VE ST IG AC IO NE S C IE NT IF IC AS

Madrid , 2 008



Presentacion 7

iNDICE

TECNICAS DE LA FlLOLOGIA

1. Paleografia y Codicologia, Angel Escobar Chico 11

.., E pi gr afi a, M aria P az de Hoz Garcia-Bellido 37

3. Papirologla, Jose Antonio Bcrcngucr 63

4. Critiea textual, Felipe Hernandez M unoz 103

5. Ediciones de textos. Daniel R iano Rufilanchas 133O . Traducciones espaholas, Antonio Guzm an Guerra 175

liNGUISTICA

7. Lingiiistica indoeuropea, Jose Antonio A lvarez-Pedrosa 203

: : I . Historia de la lengua, Francisco Rodriguez Adrados 223

9. Dialectolagia, M arisa del Barrio 245

I () Micenologia, Eugenio R . L ujan , 273

II . Fonetica, Julian M endez Dosuna 313

1 2 . Morfologia, Helena M aquieira 343

1 3. S in ta xis , Jesus de la V illa 369

\·t Metrica, Elsa Garcia Novo 397

1 5 Lexicografla, Juan Rodriguez S omolinos 413

;!K·\TLRA

:" l.iteratura de epoca arcaica, Helena Rodriguez Somolinos 447

Lueratura de epoca clasica, Jose Garcia L opez 479

, Lttcratura de epoca he len ls ti ca , Emilio F ernandez-Galiano 503

. 'J Lttcratura de epoca imperial, Rosa M aria Aguilar 525

litcratura cristiana, M ercedes L opez Salva 549



INDICE 6

HISIORIA Y CULIURA

21 . Mitologia, Carlos Garcia Gual 587

22. Religion, Alberto Bernabe 607

23. Filosofia, Francese Casadesus Bordoy 635

24. Ciencia, Felix Pinero 659

25 . Historia, Dom ingo Placido 68126. Derecho, Jose M aria L ucas de D ios 699

27. Arqueologia, Carmen Sanchez 715

28 . Numismatica, M a ria P az G a rc fa -B e llid o " "" "" "" "" "" '''''''''''''''''''''''''''''''''''''' 7 33

29. Los griegos en Espana, Elvira Gangutia 759

30. Didactica de la lengua griega, Rosa Pedrero " 791



2 1

MITOLOGiA

CARL OS GARCiA GUAL

U niv ersida d C om plute nse d e M ad rid

Refiriendose a la actual situacion acadernica de los estudios sobre m itologfa,

una reciente introduce ion general al tema de «M ito y l.iteratura» (M onneyron y

Thom as 2002, p. 4) com ienza con esta observacion:

Bien sea en los cursos de letras clasicas (e n griego 0 en latin) 0 de le tr as m od ern as

( Iite ra tu ra fr an ce sa 0 literatura cornparada), sea en los de otras lenguas y liter aturas,

este tipo de estudios ha cobrado de modo incontestable un lugar cada vez mas irn-

portante desde hace una veintena de aries ... Pero a pesar de este ex ito y esta intla-

cion, este cam po de estudios sigue relativamentc mal definido, tanto episrcmoiogic«

como metcdol og ica rn ent e.

En esa m isma linea de observaciones sobre la situacion actual de estos estudios

es oportuno citar el ultimo parrafo de la I n tr o du cc io n a l a M i to lo g( a C lc i s i c a de una

helenista, Suzanne S aid, que concluye:

A diferencia del texto que impcne allector unos lim ites, el mito, que no es mas que

un «bricolaje de motives var iados», sigue siendo un conjunto abierto, que siernpre

puede seguirse enriqueciendo. Esta plasticidad del m ito, que Ie perrnitio antario so-

brevivir adaptandose y que perrnite todavia a la critica explayarse, explica sin duda

hoy la oleada y la f1uidez de los estudios m itologicos (Said 1998).

He empezado con estas dos citas para subrayar algo bastante evidente en el pa-

norama actual de los estudios de M itologia. De un lado, estes han proliferado en los

programas acadernicos, a la vez que recobraban un cierto prestig io intelectual y tie-

nen una creciente difusion en el ambito cultural; pero, de otro lado, siguen coexis-

tiendo en este campo de estudios muy variados enfoques y se ofrecen con una muy

curiosa diversidad en sus perspectivas y sus metod os, comenzando por una notable

amblguedad en la m isma concepcion y definicion del term ino «rnito» y de 1 0 que se

entiende por «m ito logfa» (una disciplina, adernas, y de modo inevitable, que tiene

unas fronteras m al defin idas frente a los estudios de religion y de literatura).

F.R. Adrados, J .A . Berenguer. E.R. Lujan y J .R. Somolinos (eds.), V ei n/ e a ho s d e F il olo gi a G ri eg o

(1984-2004) , Manuales y Anejos de «Emeri ta . XLIX ,Madrid, CS IC, 2008 , pp . SS7- 60S



58 8 CARLOS GARCiA GUAL

1. Hacia una definicion del mito. La tnvencion de la mitologia

Aqui vam os a ocuparnos de los estudios de M itologia Clasica, e s d ec ir, M ito lo -

gia Griega, y esto restringe un tanto la variedad de criterios y herrneneuticas, al

plantear la cuestion de que es m ito y m itologia al verlos n o en el am bito universal,

sino en una determ inada cultura, justam ente aquella que ha dado origen a ambos

vocablos, la griega antigu a. D e todos m odo s, m e gustaria record ar u n as lineas bien

co nocidas de ].-P. V ernant que resum en una larga reflexi6n sobre 10 que hoy en-

tendem os com o «rnito», 0, m as bien, com o «10 rnitico» en la cultura helenica. De

un lado constata como la misma nocion de «rnito» ha sido cuestionada a fondo. D e

otro, c6m o debem os extender la atencion m as alla de los relatos coleccionados por

los m it6grafos hacia el trasfondo de 10 imaginario, 10 simb6lico, 10 poetico en la

tr ad ic io n m ft ic a.

L os que hoy, en el surco de los grandes fundadores, han tom ado el relevo en la

labor de comprender los m itos no cuestionan fundamentalm ente los rnetodos varia-

dos de interpretacion de sus precursores, n i siquiera los soportes teoricos de tal em -

pcfio. Su interrogacion no apunta dircctarnentc a la nueva discipline tal como se ha

constituido en sus tramos esenciales. Se dirige hacia su objeto . EI es qui en ahora se

ha vuelto problernatico. A traves de los progresos m ismos de las tecnicas de invest i-

gacion, aquellos a los que se podria Ilam ar los artesanos de la tarea de descifram ien-

to se ven Ilevados a plan tearse la pregunta: el m ito , i,que es? i,Hay una realidad

humana, b ien delim itada, que responda a csa nocion? En resum en, se preguntan por

como definir el objeto de su trabajo, donde situarlo, que estatuto cientifico asignar-

Ie . Ante estos problemas, algunos se sienten tentados de responder: un m ito, eso no

existe. £ 1 mito es un concepto que los antropologos han tomado en prestamo, como

si fuera algo valido de por si, a la tradicion inteleetual de Occidente; su referencia no

es universal; no tiene una significaciori unfvoca: no corresponde a ninguna realidad

especifica. En un sentido estricto, la palabra m ito no designa nada.

No existe el m ito, si se entiende por eso una categoria precisa de rela tos sagra-

dos que se encontrarfa por doquier. Pero, a falta de quedar por entero eneerrado en

un genero narrative, el m ito, 0 m as b ien, 1 0 mitico reaparece en el trabajo de los an-

tropologos, no ya como un aspecto particular de la cultura, sino como 1 0 q ue p er rn i-

te establecer, en tre los diferentcs elementos de una eultura, cuando la transm ision y

el aprendizaje del saber se realizan por transm ision oral, un juego de corresponden-

cias simbolicas que aseguran la coherencia, la estabilidad, la permanencia relativas

del conjunto. L o que 1 0 m itieo ha perdido, en relacion al m ito, en aparen te precision ,

1 0 gana en importancia y en extension: en todo 1 0 que constituye, en el seno de las

civilizaciones tradicionales, el tejido in telectual, ei aspecto m ental de la v ida colee-

tiva, actua para estructurar, clasificar, sistematizar, hacer asim ilable. edificar un

pensa miento com un , u n sa ber pa rticipad o.



21. MlTOLOG1A 589

as, a1

bien

De

o r

1a

Ampliado, transformado, el horizonte del mitologo se abre sobre una serie de

prob le mas n uev os ( ...) E I rn ito, co mo E uridice, p arece d esv ane cerse cu and o la rnito -

logia se ha presentado a la plena luz del dia. Perc su fantasm a, dispersado y expan-

dido , n o h a aca ba do d e frec ue ntar el territorio de lo s antrop 6log os.

Estos parrafos de Vernant, publicados en 1980, y mas tarde recogidos en Entre

m y th e et p olitiq ue (1996, pp . 352-8), apuntan muy bien ciertas tendencias actualesde los estudios de mitologia. El escepticismo ace rca de una nocion esencial de m ito

y de m itologia esta muy bien representado por ellibro de Marcel Detienne, La in-

vencion de l a mitolog (a (1981), y se acentua en varios ensayos de Claude Calame;

veanse, por ejemplo, los capitulos iniciales de su Pcetiq ue des my thes dans la Gtece

antique (2000)1. El mitologo no debe buscar, segun estos estudiosos, una idea uni-

versal ni una esencia del mito, ni siquiera de la m itologia griega, ni tam poco ras-

trear un pensam iento mftico -aquel famoso mythos agonizantc frente al logos, ta n

grato a algunos historiadores de la filosofla- un mytlws q ue ex pre se 0 configure

una categoria expresiva propia del simbolismo prim itivo, sino que el estudioso,

helenista profesional, debe lim itarse a interpretar los relatos mfticos en el contex-

to cultural, poetico y literario, que los produce, recompone y difunde. Rechazando

la concepcion del «mite» como «modo del pensamiento», que considera una in-

vencion de los antropologos modernos, Calame insiste en el aspecto poetico y lite-

rario de las ficciones m fticas:

C om o producto del proceso sim b6lico, com o producto del poiein creador de m un-

d os fic cio na les, tod o re lato a nuestros ojos m ftico es tambien un relato pOlctieo y

pcetico. En la antigua G recia com o en otras culturas, el m ite no existe m as que en la

1 Esta p ostura critica esta bien definida en unas cuantas lineas del manual ya citado de Monneyron y

Thomas: «Ce panorama profondcment changeant, indissociable d'une analyse de la pensce mythique, a

conduit certains critiques, com me Claude Calame ou M arcel Detienne, il nier purement et simplement

l'ex isten ce d 'un e p en see m ytho log iqu e d es origin es, q ue I'on pourrait prendre com me referentiel, ou com me

point de depart. Selon M arcel Detienne, la mythologie n'existe pas, iI n'y a q ue d es m yth ol og ies , et l a v is io n

d'un tissu m ythique homogene est ctrangere il la realite grecque de I'age archaique: (M . D etienne, L'invention

de la mytho log ie , Paris, Callimard, 1981), «Par lil mem e, la notion de m ythe n'a pas de sens, puisque nous ne la

co nn aisso ns q U'a trav ers des m yth olo gies, toujours changcantes. L e titre rneme de l'ouvrage de M arcel

Detienne annonce la couleur: l'inveruion de la mythologie, c'est la decouverte de la mythologie, mais cela

so us-en tend in disso ciab lem en t q ue la m ytho log ie est in ven tee, c'est-a-d ire, d ans i'acceptio n ban alisee du m ot,

qu'elle n'existe p as ( .,,) C la ud e C ala me rencherit: "II n'existe pas de mythe com me realite u niverselle, p as d e

m ytho log ie cornm e su bstan ce cultu relle, parlante, pas d e m yth e cornrne g enre, et, en un m ot, p as d'on tolo gie

du mythe" (C L Calame, «Illusions de l a m y tho lo g ie » , Nouveaux actes semiotiques, Pulim, 12, 1990), Et comm e Ie

dit Richard Buxton: "les mythes grecs ne sont jarnais crus; i1s sont toujours cuits par Ie contexte" (R. B uxton,

La Greeede I'imaginaire, Les contextes de la mythologie, trad. fr., Paris, La D eco uv erte, 19 96 ) et en particulier p ar

l'ccriture Iitteraire, la traduction francaise nous gratifiant de surcroit d 'une joiie am bigulte sur Ie sens de

"crus"» (o.c., pp , 2 2 -3 ),




form as narrativas y poeticas que constituyen el m odo de realizacion necesaria de in-

trigas sin estatu to de orden ontologico distin to del textual (o.c., p. 46).

Esta actitud critica, tan deconstructiva, pone su enfasis en el caracter litera rio

que tienen -e indiscutiblernente 1 0 tienen para nosotros- los mites griegos, que a

nosotros se presentan siempre en una precisa forma literaria, escritos y enmarca-

dos en uno de los diversos generos poeticos, bien contextualizados hist6ricamente.Resultan ficciones 0 relatos ficticios que se cuentan literariamente, y que cobran

matices y perfiles segun sus autores y epocas de modo muy significative.

Sin embargo, reducir los mitos a ficciones literarias sin mas parece un tanto

excesivo, supone olvidar que la tradicion poetica de los mitos que la literatura (y

tarnbien las artes plasticas y los ritos) expresa y difunde, en sus diversas formas y

generos y momentos historicos, refleja siempre una latente tradicion oral y unos

relatos que permanecen en la memoria colectiva, una tradicion inmemorial que

subsiste tarnbien mas alla de, y enriquecida a la vez por, podriamos afiadir, todas

las versiones literarias (y, en gran medida, sufre luego las influencias de estas. Pen-

semos en el mito de Edipo, por ejemplo). Aunque nosotros los conozcamos solo

gracias a esas versiones literarias, debemos admitir que los mitos son in n uc e ante-

riores a ellas, al menos como esquemas narrativos (como dice Calame). Al modo de

esos mythoi oaradedomenoi , «los mitos heredados» que, segun dice Aristoteles en su

Poeiu:a, los autores traglcos deben saber manejar y usar bien al reconstruir con

nuevo impulso creador el rnythos en sus dramas (y 1 0 que escribe sobre los drama-

turgos 1 0 pod ria haber dicho Aristoteles de un poeta Ifrico como Pindaro, por

ejernplo).

2. Una definicionfuncional de los mitos griegos

Tal como andan las cosas, no resulta tan extrario que todas las introducciones a

la mitologfa, incluyan una propuesta de definicion del mito (<<haytantas definicio-

nes del mito como libros sobre mites» escribe Graf 1997, p. 477). Conviene, desde

luego, tener muy en cuenta las numerosas observaciones criticas sobre la dificul-

tad de definir un mito griego, bien subrayadas ya por G.S. Kirk 1970. Por ejemplo,

con la intenci6n de presentar una definicion que tal vez podrfamos Ilamar funcio-

nal, R. Buxton escribe:

Un mite griego es una narracion de las gestas de dioses y heroes y de sus interrela-

ciones con mortales comunes, transm itida com o una tradicion dentro del m undo

griego antiguo y de irnportancia colectiva para un grupo 0 g ru po s s oc ia le s e sp ec if i-

c o s (Bu xt on 1994, tra d. e sp . 2000, p. 28).

Con un caracter mas general, en mi lntroduccion a la m ito lo g{ a g rieg a, he pro-

puesto una definicion bastante parecida:



2 1 . M1TOLOGiA 591

Un mito es un relate tradicional que refiere la actuacion memorable y ejemplar de

unos personajes extraord inarios -dioses y heroes en el mundo griego- en un pa-

s ado p res ti gi o so y le jano (G arcia G uaI1992, p. 19).

Podrfa desde luego discutirse si esa definicion puede aplicarse a los relatos que

llamamo s m itic os de todas las m itologfas. Pero no vamos a detenernos ahora enesa discusion (veanse unas cuantas definiciones mas del m ito griego en Dowden

1992, pp . 169-171). En cualquier caso, hay una notable coincidencia en defin ir el

m ite como un «relate tradicional» y «de interes colectivo». Esos rasgos resultan

m uy pertinentes para caracterizar 1 0 que los griegos, desde la epoca clasica en ade-

lante, entendian como un m ito, destacando en ese tipo de relato dos rasgos basicos

qu e 1 0 definen suficientem ente frente a otras ficciones poeticas, tornando en cuen-

ta las reflexiones y criticas de Burkert y Vernant, como hizo ya muy bien J. Brem-

mer en «W hat is a G reek myth?» (1987, pp . 1-9).

Tarnbien parece pertinente, de cara a una definicion mas completa, recuperar,

como suele hacerse, el senti do de «m itologia» como conjunto de los m itos 0 corpus

rnitico en el que se albergan e inscriben esos relatos tradicionales. Contra la opi-

nion de G .S. K irk, que preferia prescindir de este terrn ino como un vocablo derna-

siado retorico, debemos tener en cuenta que los m ites configuran un repertorio

que viene a ser como una red peculiar de narraciones tradicionales, trenzada en

una m utua interconexion, Lste primer sentido del terrnino «rnitologta» queda bien

definido, en m i opinion, por Ken Dowden cuando escribe (1992, p. 8):

De hecho, la M ito logfa Griega es un fondo compartido (<<ashared fund») de motivos

e ideas ordenado en un repertorio compartido de relatos (<<a shared repertoire of

sto rie s» ), E so s re la to s lirn ita n, se c om ple me nta n y contrastan con, y s on e n te nd id o s

a Ja iuz de, otros relatos en el sistema. L a M ito log{a Griega es un «inrertexto». por-

que esta constituida por todas las representaciones de m itos reconocidos por su au-

diencia y porque cada nueva representacion obtiene su significado de como esta si-tuada en relacion a esa tota lidad de represen taciones previas. Usare ei terrn ino de

M itologfa G riega, con Ietras m ayusculas, para denotar este sistem a total en continuo

d es ar ro llo ( << ev olV in g to ta l s ys te rn ») .

En ese sentido la m itologia, vista como un sistema formado por los m itos, apa-

rece enraizada en una cultura y se desarro lla en una tradicion cultural con su con-

texto social y su simbolismo propio . forma una parte esencial de 1 0 q ue po dem os

denom inar «el imaginario colectivo» y nos rem ite a 1 0 que Vernant llamaba « 1 0

mitico», que es algo ma s amplio que los relatos sueltos de esa m isma lengua y esa

tradicion (el caracter de «memorable» es el rasgo que para C. L e vi -S tr au ss c ar ac te -

riza mejor un relato rnitico). En ese mismo sentido la m ito logia rem ite a un con-

texto cultural deterrn inado, y es dentro de esas referencias a su contexto com o al-



5 9 2 CARLOS GARCiA GUAL

canzan los mitos su sentido y plena significaci6n. L a mitologia es asf legado y

herencia de toda una nacion, un legado que, ya al desarrollarse en sus variantes en

una epoca historica, com o sucede en G recia, se enriquece en sus presentaciones li-

terarias. «L os mitos viven en el pais de la memoria», escribio M . D etienne hace

m ucho. E s, ciertam ente, la m em oria colectiva la que actua com o sustento esencial

de la m itologia. En esta linea de pensam iento podem os citar dos excelentes intro-

ducciones al tem a: las de K en D ow den, The U s es o f G re ek My th olo gy (1992) y R icha rd

B ux to n, E Iimagina ri o g ri ego. Los con te xto s de l a mit ol og (a (1994, t ra d., e sp . 2000)2,

E n un segundo senti do, la palabra «rnitologia» se utiliza para designar la inter-

pretaci6n y el estudio de los m itos. E s u na tarea herrneneutica que ya fue practica-

da por los filosofos griegos y que cuenta con una larga tradiciori'. Es decir, en esta

a ce pc io n, la m ito lo gia tra ta d e de sc ubrir y e xp lic itar to dos lo s sign ifica dos q ue re-

velan los m itos una vez som etidos al exam en de Ia razon, m itos analizados, glosa-

dos y traducidos al1enguaje m as racional del lagos. E l r epertorio m itico resulta, en

e sta pe rspe ctiv a, u na e sp ecie d e u niv erso s im bo lic o, a rc aico , d ra ma tic o y e xtrario,

que debe ser m et6dicam ente descodificado para revelar su significacion m as pro-

funda. L as interpretaciones de la m itologia han sido m uy varias y bastante diver-

gentes, y han tenido un singular apogeo en epoca m oderna, en todo el siglo XX,

com o resum en bien tanto G .S. K irk, en su clare libro de 1970, com o J.P . V ernant en

el ensayo que cierra su Mito y socied ad en la G recia an tig ua, en 1974. O uiz as re su lte un

tanto exagerado aplicar a esos estudios el tftulo de «ciencia del m ito», en el senti-

do m as estricto, cuando las varias escuelas de m itologos ensayan un as herrneneu -

ticas ta n p olifo nic as y d is co rd es ; p er o, en to do c aso , e sa s e xe ge sis m ito l6 gic as ha n

tenido adm irables proyecciones teoricas y m uy sugerentes perspectivas y ecos li-

terarios. Y nos han ensefiado m ucho sobre el m undo sim bolico y el im aginario de

los gr iegos. E in clu so s ob re e l n ue stro .

3. La interpretacion de los mitos. Metodos eclccticos

H e tratado ya, en form a resum ida y en o tro lug ar", de la s c orrien te s m as irn po r-

tan tes de e sa s inte rp re ta cion es d e lo s m ito s en e l s ig lo XX, qu e va n d esd e la M itolo gfa

Comparada (e n la que podriam os recordar figuras tan distintas com o Jam es F razer y

Geo rges Dumezi l) , e l s imbo li smo (con su deriva ps icoana li ti ca , co n f ig ur as como Jung,

Kerenyi, O . R an k, e tc. h as ta su m as m od ern a e lab ora cio n teo ric a en la obra de «rnito-

critica» de G ilbert D urand), la escuela del m ito y ritual (escuela de C am bridge, con

2 Conviene, sin embargo, distinguir entre cste us a de «cl imaginar io» (que, por otro lado, no esta en el

titulo original de Buxton, I m ag in a ry G r ee ce ) y ei que da ai mismo terrnino laescuela simbolista de G. Durand, a

partir de Sll influyente L e s s t r u c tu re s a n th ro p o ! og iq ll es d e !'imaginaire,de 1965.

1 c r . Jan de Vries, f or sc h un g sg e sc h ic h te d e r M y t ho /o g ie , friburgo 1961.

4 c r . Graf 1987, pp. 39-57, YGarcia GuaI1992, pp. 242-281.



2 1 . MlTOLOGiA 593

Jane H arrison, G ilbert M urray, f.M . Corn ford, y luego fontenrose, y otros), el funcio-

nalism o (de M alinow ski, Radcliffe-Brow n, etc.), y el estructuralism o (Claude L evi-

Strauss). En el terreno de los m itos griegos la teoria estructuralista ha influido en la

que suele llam arse «escuela de Paris», acaudillada por Jean-Pierre V ernant, m ientras

que la teorfa del m ito y ritual se continua, tambien como en el caso anterior, con no-

table distancia critica, en la obra de W alter Burkert y sus discfpulos. L as obras mas

significativas de estas tendencias y de todos estos estudiosos son ante rio res al perio-

do que ahora aqui resenamos, pero deben ser recordados como el trasfondo teo rico

al que responde el eclecticism o y acaso el escepticism o m as reciente.

Po r 1 0 dernas, debemos subrayar que la interpretacion de los mitos de la «escuela

d e P aris» a . - p . V ernant, P. V idal-N aquet, M . D etienne, N. L oraux, etc.) sue Ie cons-

truirse sobre un anal isis muy preciso y una aguzada lectura filologica de los textos

clasicos, unidos a una perspectiva estructural que no prescinde de atender a la vez al

c on te xto s oc ia l e h is to ric o" . Y el metodo de Burkert, atento tanto a los textos como a

los rituales y los datos arqueologicos, asi como a los paralelos en otras culturas anti-

guas, apunta muchas veces a esquem as de comportam iento 0 a estructuras de carac-

ter general. En uno y otro caso, pues, se deja no tar cierto eclecticism o, bastante criti-

co y m atizado, que mantiene distancias y acentos muy propios.

Tras una epoca de brillantes teorias y de excelentes ensayos prograrnaticos, 1 0

que desde los afios ochenta parece caracterizar 1 0 mas interesante de la actual in-

terpretacion de los m itos griegos es un cierto des den por las posiciones teoricas

previas y un ernpefio por reconstruir los mensajes m iticos a partir de una lectura

m inuciosa de los textos, sin perder de vista sus contextos, como momentos de la

tradicion mitica, en esa transm ision que es, a la vez, pcetica. Podriamos hablar tal

vez de una atencion especial a sus variantes en la «historia de los m itos». Se busca

subrayar asf la estructura de los relatos a la vez que a su presentacion y variacion

segun los moldes literarios en que, en la cultura helenica, se ofrece el relato.

Adernas de esta tendencia a acudir al examen m inucioso de los textos, en la li-

nea bien ejernplificada en los trabajos de Vernant, por ejemplo, pueden destacarse

algunos avances caracteristicos, como son el interes por la iconografia como fuen-te de informacion m itica, y, por otra parte, la insistencia en la ternatica ligada a las

mujeres y la representacion de 1 0 fem enino en la m itologfa antigua.

4. La iconografia como fuente de relatos miticos

C om o sefialaba R . Buxton 1994, p. 17:

5 Esa atencion a lostext osy alcontexto se deja ver en los estudiosos espanoles vinculados a esta escuela,

como J.e. Bermejo y A. Iriarte.




H a h ab id o (e n e sto s u ltim os v ein te a no s) u n a va nc e e n la s ofistic ac i6 n c on q ue s e in -

te rp re ta n la s r ep re se nta cione s i conogr af ic as . Du ra nte l ar go tiempo con templa da s

c omo s imp le s ilu st ra cio ne s d e te xto s e sc rito s, c ad a v ez s e e stiman ma s como r ep re -

s en ta cione s s imb6lic as por d er ec ho p ropio , c uy a impor ta nc ia , e n la medid a d e 1 0 po -

sib le , tie ne q ue d ed uc irs e d e su situ ac io n d en tro d e su s erie ic on og ra fic a (d e n ue vo

est ruc tu ra li smo y d if er enc ia s) y de sus cont ex tos func ional es .

Con tam os ahora con un magnifico repertorio de todas esas imagenes gracias alos dieciseis tom os (0 los ocho volum enes dobles) del L exico n I con og rap hicum My tho -

iogiae Ctassicae, que se han publicado entre 1981 y 1997 (y los dos indices de 1999).

Este m agnifico instrum ento de trabajo constituye un hito en la investigacion sobre

el cam po de las representaciones pictoricas de tem as m iticos. C ontabam os ya, des-

de luego, con bien conocidos y m uy im portantes trabajos sobre las im agenes de un

m ito y su tradicion iconografica, com o los de f. Brommer y K. S ch efo ld , p or e je m-

plo, pero [a edicion de este vasto repertorio colectivo supone un gran paso y una

ap ortacio n de rna teriales d e in discu tib le va lo r.

L a u tiliz acio n de l LIMe rcsulta hoy una ayuda im prescindible para cualquier es-

tudio detaJlado sobre un personaje m itico, no solo por sus reproducciones com ple-

tas del corpus que conservamos, sino tam bien por los comentarios en el tomo pa-ra lelo en ca da casa, a c arg o d e e xc ele nte s e sp ec ia lis ta s

Del gran interes que para los estudios de mitologia tienen las aportaciones de las

ilu stra cio ne s a rtis tic as, v alg a c om o e je mp lo e llib ro d e T .H . C arp en te r, Art and Myth in

Anc ie nt G re ec e de 1991. A l respecto de la relacion del m odo peculiar de referir el m ito

que caracteriza al arte del pintor 0 el ceram ista frente al relato verbal del poeta 0 el

m ito grafo , p ode mos rem itir a lo s libro s d e j. March 1987 y H.A. Shap ir o 1994.

Teniendo en cuenta la serie de las im agenes plasticas, siem pre bien fechadas, a

la vez que los textos de la tradicion literaria, puede rastrearse de manera mucho

m as precisa la larga trayectoria de un m ito y sus variantes. EI excelente y extenso

manual de T. Gantz, de 1993, Early G reek M yth: A G uid e to L ite ra ry and Art is tic Sou rc es ,

me parece un admirable ejemplo de esa feliz cornbinacion de datos, expuesta con

un estilo m uy claro y una extraordinaria precision. En su texto puede verse cuando

ap arecc tal 0 cual detalle de un relate, cuando se testim onia una nueva variante, y

constatar los ecos de la literatura y las artes plasticas a 1 0 larg o d e lo s v arios te sti-

monios de la epoca arcaica y la clasica. Tambien este repertorio debe resefiarse

com o un avance m em orable en los estudios de m itologia griega.

D esde hace tiem po sabem os que tarnbien los artistas, en la pintura y la escultura,

cuentan m itos. A su m odo y m anera, ya que los m edics de [a pintura son distintos de

los de la palabra pcetica. R ecordem os com o ya Filostrato en sus lmagenes 0 Descripcio-

n es d e cuadros ib a c om entan do co mo [as p in tu ras d e u na g aleria h elen istic a n arrab an

escenas de famosos mitos. Puesto que la gran pintura antigua se nos ha perdido, es

sobre todo la ceramica la que contribuye a enriquecer nuestro conocimiento de la

tradicion mitica, ya sea por reflejar en sus irnagenes escenas conocidas y otras no



2 1 . MJTOLOGiA 59 5

narradas en los textos conservados, y a veces nos ofrece detalles nuevos 0 escenas

de piezas de teatro perdidas (recordem os que el ya clasico Iibro de L. Sechan, Etu-

d es sur la trcq ed ie grecq ue d ans ses rapports avec la cercmioue, es de 1927). N o se trata

pues tanto de que se hayan presentado ahora grandes innovaciones en este cam po,

sino de que hemos conseguido mejores y mas completos instrumentos para la in-

vestigacion, se han perfilado m ejor en su conjunto las contribuciones de la plastics

al conocim iento de los m itos, y se presta una m ayor atencion a sus inform aciones,

y a su interpretacion. En el analisis y com entario de esas im agenes se ha avanzado

no solo tornandolas com o fragm entos de relatos m iticos, sino ahondando en la re-

fle xio n so bre el sen tid o d e los aspe cto s ico nico s. P or ejern plo , pa ra la sig nificac io n

d e a lg un as fig ura s 0 la d escrip cion de cierto s tem as. D os eje mp lo s claro s: el an al isis

del rostro frontal de la G orgona M edusa realizado por j.P. Vernant en La muerte en

los o jos (1985) y el de las irnagenes sobre el viaje al Hades de F. Diaz de Velasco en

Los carninos d e la rnuerte. R eligion, rito e imagenes d el paso al mas alia en la G recia antigua

(1995).

Tarnbien resultan de gran interes los datos iconograficos para rastrear la con-

fig ura cio n d e u na tra dic io n 0 una leyenda m itica, al com plem entar los de las fuen-

tes l it erarias. Por ejernplo, perm iten observar com o la figura de un herce com o Te-

seo ha ido cobrando un caracter de soberano ejemplar ateniense a partir de la

epoca de Pisistrato. H em os perdido, desde epoca muy an tig ua, la Teseida ( s. V I a .c .)

y algunas tragedias sobre el heroe, pero las escenas representadas en la cerarnica

atestiguan m uy bien cuando aparecen representadas algunas hazafias del heroe y

com o se evitan otras en los vasos del M ica (cf. Brom mer 1982; Ga rc ia Gual 1990).

5. £1 mundo de Ills mujeres y III representacion de lofemenino

En el interesante volumen programado, editado, y prologado por L owell Ed-

munds en 1990 con el titulo de Approaches to Greek Mythology, se distinguen, com o

muestras de la s n ue va s te nd en cia s y o rie nta cio ne s en la in ve stig ac io n a ctu al de lo s

m itos, cuatro secciones y ocho ensayos. C om o creo que el abanico de lo s m ismos esmuy representa tivo de esa variedad de perspectivas del m om ento y los autores de

los articulos m uy representativos, recordare el Indlce y los titulos, En la parte 1,

«Mito, R itu al e Historia», se recogen los de H.S. V ersnel: «M yth and Ritual, old and

New », y de c. B rilJa nte : « Histo ry a nd th e H is to ric al Interpretation of M yth». En la

2, «Enfcques cornparatistas», los de R . M ondi: «G reek M ythic Thought in the L ight

of the N ear East»; J.F. Nagy, «Hierarchy, Heroes and Heads: Indoeuropean Struc-

tures in Greek Myth» y -bajo la rubrica de «Greek Mythology and Folklore»- el

de W .F. H am sen, «O dysseus and the Oar: A Folkloric A pproach». En la 3 tenemos:

«A cercarn ie ntos b asad os en la te oria» , co n sen do s artfcu lo s a cerca de « Estru ctura -

lism o y S ern io tic a» y «P sico an alisis» : el de c. Calam e, «N arrating the Foundation of

a City: The Sym bolic Birth of Cyrene», y el de R. caldw ell, «The Psychoanalitic In-



596 CARLOS GARCiA GUAL

terpretation of G reek M yth». En la seccion 4, «Iconografia», se nos presenta un

unico ensayo, el de c. S ourv ino u-Inw oo d: «M yth s an d Im ages: T heseus an d M ed ea

as a C ase S tu dy ».

C iertam ente, este volum en colectivo ofrece una idea bastante clara de los en-

foques dorninantes en los estudios m itologicos hace ya casi quince afios, Pero ya

entonces podria haberse agregado otra linea destacada de ensayos: la derivada de

l a p er sp ec ti va f em i nis ta . 0, m ejor dicho, los estudios sobre la im agen de la m ujer y

de 1 0 fem enino en la m itologfa griega (tom ese pues el adjetivo «ferninista» en su

sentido m as lato). Com o apunta Buxton 1994, p. 17, gracias a quienes trabajan en

esta «arb ita ferninista», «se ha avanzado en el intento de dotar de voz a esa m itad

de la poblaci6n que ha perm anecido casi m uda; el hecho de que sea trernendam en-

te dificil responder a tantos interrogantes relativos a las concepciones que tenian

las m ujeres a traves y respecto de los propios m ites antiguos no es razon para que

d ic ho s in terro ga nte s re su lten m en os ac uc ia nte s» ,

En nota oportuna B uxton cita varios libros: los de Pom eroy 1975, Loraux 1981,

1989 Y 1985, C am ero n y K uh rt 1983 y H alp erin , W in kle r y Z eitlin 1990. Hoy es m uy fa-

c il a mp lia r e sa lis ta , co n n om br es c om o L e fk ow itz , M o ns ac re , K atz , Iriarte, Wulff, e tc.

Debemos destacar un claro contraste, que aunque un tanto so rprendente, es

facil de explicar y esta m uy bien reconocido. L a m itologia resulta m uchisim o m as

generosa en el abanico de sus representaciones y sus m ultiples irnagenes ferneni-

n as qu e la n arraci6n hist6rica. E I im aginario griego es m ucho m as acogedor para

las m ujeres que la realidad historica, que las condena al silencio y a una perm a-

nente r ec lu si on dome stic a (cf. S. Pom eroy, M . M adrid, etc.; por mas que hablar de

la «m isoginia» griega en general m e parece un tanto exagerado). L os hom bres de-

tentan el poder y la palabra en la polis, y ahf poco cuentan las rnujeres, encerradas

en el dom inio fam iliar del oikos. E n la fantasia m itica, en cam bio, las m u_jeres ocu-

pan casi tanto espacio com o los hom bres, y ahi actuan con cierta lib ertad y tam an

la palabra a m enudo con una singular arrogancia. frente a los papeles m uy lim ita-

dos de la m ujer en la sociedad griega antigua, la m itologia ofrece un m uestrario

m uy variado de figuras fem eninas, desdc la epica hornerica a la com edia (por otraparte, el mundo de la realeza mitica y el pante6n griego ofrecen mas espacio a la

libertad de las m ujeres que el m arco dvico y la dem ocracia atica). A unque es cierto

que esa fantasia m itica se rctlcja en una litcratura escrita por hom bres casi siern-

pre, el repertorio de figuras fem cninas en los mitos gricgos es enormemcnte am -

plio. En com pensaci6n, la casi to talidad de estudios recientes sobre las pautas y

acentos de 1 0 fem enin o en el im ag inario g riego estan escritos p or m ujeres, co n fina

sensibilidad p ara los rn atices'. U n excelente ejem plo de hasta dond e pueden alcan-

b Alguna vcz esos estudios pasan por alto tes timonios muy interesantcs al cxtrcmar sus tesis sobre la

marginaci6n Iemenina. Vease, por ejemplo, lacritica de M,Detienne a N.Loraux, respecto de laparticipacion



2 1 . MITOLOGIA 59 7

zar esos analisis, no ya acerca del papel social de las rnujeres en el mundo histori-

co, sino de rasgos de 1 0 fem enino en el im aginario rnftico, 1 0 constituye el aguzado

libro de N. L oraux, recien traducido al castellano, Las e xp er ie nc ia s d e T ire sia s, elabo-

rado con un estilo muy personal, pero con muy solidos apoyos filologicos,

6. La tradicion mltica. Los variados reflcjos de los mitos

Como es de todos bien sabido, la m itologia griega que nosotros conocemos se

nos presenta a traves de una larga literatura de mas de diez siglos, desde Homero a

Nono pasando por Ovidio, y de numerosos reflejos en las artes plasticas de varias

epocas, y por 1 0 tanto se caracteriza, frente a otras mitologias de las que tenemos

n ot ic ia s p un tu al es 0 fijadas en textos canonicos de un cierto memento, por mos-

trar las huellas de un peculiar desarrollo en epocas historicas. Si los mitos vienen

desde muy arras, de una tradicion desde luego oral y prehistorica, sin embargo

presentan variantes que atestiguan su capacidad de nuevas versiones y relecturas.

Es caracteristica esencial de los m itos griegos esa versatilidad. Podria decirse que

cada m ito ofrece un esquema basico, con algunos m item as 0 mitologem as que sir-

yen de invariantes en su estructura profunda, pero que luego en muchos aspectos

es reinterpretado y recontado con significativas variantes a 1 0 largo de su transm i-

sion literaria. C om o escribio F. Brom mer, «cada mito tiene su historia». Y esa his-

toria puede verse muy bien en el desarrollo de sus motivos ya en la larga tradicion

helenica antigua. Citemos como claro ejemplo el documentado libro de A. Moreau,

Le my the d e J a son et Medee. Le va-nu-pied et la sorciere, de 1994.

Pero esa tradicion m itica helenica repercute y se prolonga de algun modo, en es-

peciales casos y con un notable distanciam iento y con cierta dosis de ironia, en la

tradicion literaria europea, en una epoca en que los mitos griegos han perdido su re-

lac ion con sus rakes en la religion y la creencia popular, y ya han devenido motivos

de una cultura libresca. Tarnbien el estudio de esa tradicion rnitologica form a parte,

desde hace mucho, de los actuales estudios sobre los mitos clasicos, y resultan muyestimulantes los trabajos que tratan de analizar la variabilidad y permanencia de un

mito en una larga diacronia bien atestiguada por los testimonios literarios. Sobre to-

do cuando van mas alla de la recogida erudita de testimonios y afiaden una pers-

pectiva critica sobre la funcion del mito en cada autor y epoca. Citare solo, para no

prolongar demasiado estas lineas, algunos de los trabajos que me parecen mas

ejemplares por sus resonancias y enfoques. Conviene res altar que este tipo de es-

tudios continuan una linea ya afieja, Por ejernplo, sobre el m ito de Prometeo y sus

versiones en el mundo helenico y en la literatura europe a sigue siendo fundamen-

tales el amplio estudio de Trousson (de 1964) y el de J . Duchemin (de 1974), pero

de lamujer -en este caso Praxi tea, heroica esposa deErecteo- en laautoctonia de Atenas, tema central de Les

enfants d'stnena. cf . Detienne 2 0 0 3 , pp. 36-38 Ynotas.




hay que agregar otros, como las paginas que le dedica H. Blumenberg (en su Arbeit

am My thos , de 1979), mi Prometeo: mito y tr ag ed ia (1980, 2' ed. 1995) y el mas reciente

Prometeos de G. L uri 2001. Sobre La caja d e Pand ora podemos recordar el ya clasico

trabajo de Dora y Erwin Panofsky (trad. esp. BarraI1972), pero hay muchos otros

m as re ci en te s (ef. biblio grafia de Lun).

Esa permanencia de los mitos griegos en la cultura occidental ha motivado exce-

lentes ensayos de arnplia repercusion, como e1 bien conocido de G. Steiner, Ant{gonas

(de 1984) y el menos difundido, pero igualmente esplendido, de G. Paduano, Lunga

s to ria d i Edipo Re . fre ud , S ofocle e iI teatro occidentale (1994). Para la cultura europea mo-

derna los mitos helenicos se han convertido en temas y motivos literarios, encuadra-

dos en los dominios mas 0 menos acadernicos de la L iteratura Comparada, y ahf con-

viven con otros m itos literarios de acuriacion mas reciente y pedigri cultural mas

dudoso. Asi, por ejernplo, Edipo y D ioniso pueden alternar con figuras como Don Juan

o Fausto en un extenso repertorio m itologico como el Dictio nnai re d es My th es I it ie ro i-

res dirigido por P. Brunei (de 1988). Y, en un formato menor, y con clarisimo predo-

minio de m itos griegos, en m i Dicc ionano de Mi tos ( de l 2 00 0).

En otros diccionarios mitologicos se combina el estudio del m ito y de su tradi-

cion literaria con la de sus representaciones en la plastica desde 1a Antigiiedad

hasta nuestros dias. Como ejemplo citare los dos libros de H.K. y S. L ucke, Antike

Mythologie y Heid en un d Gottheiten d er A ntik e (de 1999 y 2002, respectivamente. No se

trata de diccionarios com pi etas, sino que tanto uno como otro solo comprenden

un as decenas de figuras). En esa linea, aunque mucho mas breve con un caracter

mas cscolar, sefialando los ecos mas famosos en la pintura y la escultura moderna,

estan los textos de I. A ghio n, C . B arbiJlo n y F . L issarragu e, Heroes y d ioses d e fa A nti-

giiedad, y de E.M. Moormann y W . Uitterhoeve, D e Acteon a Z eus, traducidos am bos

al castellano en 1997.

MUy atractivos y esmeradamente cuidados son los volumenes recientes de la serie

«Mythologica» dirigida por el profesor Maurizio Bettini, que tratan de todas las irna-

genes y relatos de una figura mitica desde la antigua Grecia hasta hoy. L os dos prime-

ros versan sobre H elena (Bettini y Brillante 2002) y N arciso (Bettini y Pellizer 2003) .

7. Algunos libros dcstacados de los tiltimos ahos

E n e sto s uitirnos arios no han aparecido, segun mi impresion, nuevas perspec-

tivas teoricas generales sobre m itologia clasica, Un resumen critieo como el pro-

porcionado por j.-P. Vernant en 1974, cornplementado por ellibro de W . Burkert,

S tr uc tu re and His to ry in Greek My th olog y a nd R itua l en 1979, puede servirnos muy bien

para tener una idea de conjunto sobe metodos y enfoques de estos estudios. Por

otra parte, la impronta de estos dos investigadores ha seguido marcando magis-

tralmente much os de los ensayos realizados en este periodo. Tanto Burkert comoVernant han publicado articulos y libros de interes -puestas al di a sobre los cul-



2 1. M IT OL O G iA 599

tos rnistericos y el orfismo y las influencias orientales en el caso de Burkert y sobre

figuras m iticas e irnagenes en el caso de Vernant-, pero de limitado alcance fren-

te a sus obras anteriores. En conjunto, como ya he apuntado antes, se ha Ilegado a

un cierto eclecticismo, que combina cierto estructuralismo y un funcionalism o rni-

tigado y atiende tanto a textos como a contextos historicos, con rigurosos analisis

filologicos y abierta orientacion antropologica (Y deberiam os citar a representan-

tes bien conocidos de la escuela, como P. Vidal-Naquet, M . Detienne, N . L oraux; y

tarnbien a C alam e).

Resulta, en todo caso, muy interesante el conjunto de ensayos y entrevistas que

form an ellibro titulado Entre my the et poUtique (que se ha traducido recientem ente

al castellano, algo abreviado) donde J.-P . Verna nt, con su habitual claridad intelec-

tual, pasa revista a su larga trayectoria personal como investigador en la rnitolo-

gia. E l gran maestro de la «Escuela de Paris» ha marcado, pienso, un estilo de mu-

chos ecos en su herrneneutica del imaginario mftico y su significado social,

combinando de modo ejemplar su adm irable precision filologica con un enfoque

antropologico. Quizas no este de mas recordar como, por otra parte, Vernant nos

ha dejado en su por ahora ultimo libro El un iverso, los d ioses, los hombres (2000) un

esplendido ejemplo de como se puede recontar la trama de la Tecqonia hesiodica en

un lenguaje actual, recobrando el frescor y el del relato m itico en toda su intensi-

d ad exp re si va .

En esa linea de volver a contar los relatos miticos, construidos con una preci-

sion narrativa y una acendrada y minuciosa erudicion me parece adm irable el tex-

to de Pierre Chuvin, La myh to lo gi e g re cque . D u p remie r homme a i 'apotneose d 'Heracles,

que bien puede competir con los manuales m itologicos de R. Graves y K. Kerenyi

sobre los heroes griegos. 0 con el de T. Gantz, antes citado. Chuvin, autor de una

im portante investigacion sobre la mitologia barroca del tardio None d e Panopo li s,

recuenta los antiguos relatos m iticos de modo muy puntual, preciso y sistem atico.

Pero, para ir concluyendo, quisiera sefialar tres 0 cuatro libros que me parecen

destacar entre la arnplia produccion de estudios de estos ultirnos aries. Como el de

Ma ri a D ar ak i, Dionysos et l a Deesse Terre (Paris 1985, reed. 1994), que m e parece cornbi-nar muy bien el enfoque filologico de interpretacion de los textos con el de las irna-

genes, 10 literario con los datos arqueologicos del ritual. Sobre Dioniso hay una ex-

tensisim a bibliografia, en la que destacan libros importantes anteriores, como son los

de O tto, jea nm aire , Kerenyi, y despues dellibro de Daraki hay otros, como los de

Zeitlin, Detienne, W alker, etc., pero este me parece sintetizar bien y exponer con

admirable precision y muy claro estilo todos los aspectos de su compleja represen-

t ac io n m ft ic a.

Como contraste, en el sentido de que no se trata de darnos una imagen clara y

completa de un dios, sino que mas bien la deconstruye, subrayando los aspectos os-

CUfOS del m ismo, quiero citar ellibro de M arcel Detienne, Apolo con el cuchillo en la

mano, traducido hace poco, que, en sus diversos capitulos, evoca y analiza los rasgos




m as sanguinolentos y prim itivos del gran dios que para W . O tto y otros clasicistas,

desde W inckelm ann, represen taba la esencia de la claridad y la pied ad helenicas. D e-

tienne, q ue ya h abia escrito co n m ucha ag udeza sobre las v ariadas facetas del feraz

D io nis o, d es ta ca a qu i e lla do sornbrfo dellum inoso Apolo, dios de la profeda y de las

purificacicnes, pero feroz, renco roso y m anch ado d e sang re tam bien (insiste en esos

a sp ec to s e n su e nsay o m as re cien te Comment c tre autochtone, de 2003).

C laude Calam e es, sin duda, uno de los investigadores m as activos en los estu-

dios de m itolo gfa, siem pre m uy a fa page , y ha p ublicado alguno s libro s m uy intere-

santes estos afios. Pero de su extensa prcduccion aqui quiero solo destacar su den-

so lib ro so bre T eseo . Thesee e t I 'imagina ir e a then ien me parece una buena muestra de

e sa m ira da critica sobre los variados aspectos de la representacion de un mito , su

forrnacion y su expresion, desde 1 0 textual a 1 0 ritual y arqueologico, a la vez que

una reflexion sobre los presupuestos de nuestra reconstruccion de su senti d o. C o-

m o se trata de un heroe de perfil m uy com plejo, en cuya idealizacion ha influido

m ucho la prop aganda polftica atenien se, es m uy m eritorio el dib ujar con precision

su s il ue ta co n fino s m atices. A lgo posterior al de C alam e es ellib ro de H .J. W alk er,

The se us a nd A th en s, 1995, que 1 0 com plem enta bien, y destaca bien el contexto his-

to rico en q ue se fo rja y recon struye su im agen idealizada.

8. Sabre la significacion de los mitos y sus reflejos en la literatura

D e entre las perspectivas teoricas m odernas ace r ca de la interpretacion de los

m itos y sus reflejo s Jiterario s es la sim bolista, refun did a con el psicoan alisis jun-

giano, la que se parece mantener una mayor vigencia en los estudios literarios,

aunque ha quedado un tanto al m argen de los enfoques profesionales de la FiJolo-

gia Clas ica . Le dedi ca remos aqui u n b re ve esp acio .

K. Kerenyi, aJ que podemos considerar como el m as notable representante de

esta linea en sus estudios sobre m itos griegos, m urio en 1974. Si bien algunos de

sus atractivos libros -com o el que escribio sobre D ioniso 0 sob re E leusis, co n una

buena atencion a los datos arqueologicos=- se han traducido hace poco en Espana,

su influencia parece escasa entre los estudiosos del m undo antiguo. No se ha tra-

ducido, en cam bio, su excelente m anual de m itologfa griega (en dos vols. Zurich

1951 y num erosas reediciones). A lgo parecido, resp ecto a la p erdida de in fluencia

en los actuaJes estudios, sucede con los sugerentes ensayos de M ircea Eliade, que

tuvo m uchos lectores tiem po atras, y que aun se reeditan con frecuencia.

Sin em bargo, la herm eneutics de curio sim bolista prom ovida por G . Jung, M .

Eliade, K. Kerenyi , y el grupo Eranos, com binada con la practicada por G . Bache-

lard , ha sido reconfigurada en la m itocritica y el m itcanaiisis de G ilbert D urand. El

autor de Las e str uc tu ra s a ntr op ol6 gic as d e 1 0 imaginario (1969) ha reacuriado una m e-

tod olo gfa sim bolista, con ciertos toques de estructuralism o, para detectar y resal-

tar en el analisis textual los latentes elem entos miticos, m otivos recurrentes de



21 . MITOLOGiA 60 1

- una fantasfa universal que construye el mundo de 1 0 imaginario, y ha logrado con

sus brillantes ensayos un amplio exito en los estudios literarios. Su concepci6n de

1 0 mftico y 1 0 imaginario parte, desde luego, de una concepcion muy amplia de la

cultura, como puede verse, por ejemplo, en su Introduction a la mythologie , P aris, A .

Michel,19967•

9. «La jilosojia del mito»: ultimas reflexiones de largo alcance

La s r ef le xi on es filosoficas actuales ace rca del sentido del mito" han cobrado

nuevo vigor en estos ultimos lustros. Ahora no se formulan teorfas sobre su oscuro

origen, sino mas bien sobre su valor como forma simb6lica y su funci6n social.

Oescartada desde hace mucho la teorfa de una mentalidad primitiva pre-16gica

(L evy Bruhl), la idea de un progreso desde el my thos al logos (N estle) ha quedado

tarnbien en entredicho en la mayoria de estos enfoques recientes, guiados por una

cierta «rehabilitaci6n del rnito»,

No pretendo dar aqui un resumen de estos nuevos enfcques herrneneuticos y

filosoficos, aunque no dejaria de ser oportuno para poner al dia las ultirnas paginas

de mi I ntr od uc cio n a la m ito log (a g rie ga (de 1992). Con mas espacio y tiempo, podrfa

hacerlo ellector recurriendo a la u uro du cc io n a la filo so f(a d el m ito en la e po ca moder -

na y coniemporonea d e Ch ri st op h jamme, y, sobre todo, con los ultimos capftulos del

libro de L iuis O uch, Mito, in te rp re ta ci 6n y cul tu ra (1998). En el O uch refleja con exce-

lente precisi6n crftica las importantes aportaciones teoricas -posteriores a las in-

fluyentes obras de E. Cassirer y c l. L evi- Strauss- de algunos filosofos 0 teologos

germanos, como H . Blumenberg, O . Marquard y K. Hubner.

N o voy a detenerm e en repetir toscam ente abreviadas esas finas reflexiones, pero

si quisiera, como colof6n a esta apresurada panorarnica, subrayar el in teres que tie-

ne, incluso para los estudios de la m itologia clasica, el magnifico libro de Hans Blu-

menberg A rb eit am My th os. Aunque por la fecha de su publicaci6n (1979) es anterior al

marco de los ultirnos veinte afios, valga como excusa el senalar que ha sido leido-como casi toda la ardua obra filosofica de Blumenberg- con notable tardanza. En

2003, con el titulo de T ra baj o so bre el mito, se ha traducido, por fin, al castellano".

7 S o br e l a i nf lu en ci a d e D u ra nd , c f M o nn ey ro n y T h om a s 2 00 2. S o br e l a «mitocritica», y su m teres para la

L i te ra tu r a Comparada , puede ve rs e t amb ien e ll ib ro de P .B rune] .M y t h o c r it iq u e . T h e o n 'e et p a r c o u r s . Paris , PUF,1996.

B E s ev id en te q ue a qui, c om o e n e l a pa rta do a nte rior, to ma mo s e l te rrn in o « mite . e n un a a ce pc ion m as

a mp lia q ue la q ue h em os u sa do a nte s, d e a cue rd o c on la d efin ic io n q ue d im os p ara lo s m ito s g rie go s c om o

re la tos. E n e se a ctu al se ntid o a mp lio se e mple a a l alu dir a lo s m ito s d e la m od ern id ad 0 al m ito com o una

f orm a d e p en sam ie nt o 0 r ep re se nta cio n im ag in ativ a. U na p ue sta a l d ia e xc ele nte s ob re e sta c ue stio n p ue de

v er se e n e l a rtic ulo d e L. O u ch , « E I c on te xt a ct ua l d el m it e» e n l a r e vi st a A n a l i s i 24 ,2000,pp . 27 -54 .Ta rnb ien me

p are ce m uy in te re sa nte , e n e l m ism o nu rn ero de la m ism a re vista , e l a rtic ulo d e A . C hillo n, « La u rd im brc

m i topoe ti ca de l a cu lt ur a med ia ti ca» , i bi d.pp . 121-159 .

9 S ob re l a v as ta o br a d e B lu m en be rg ( 19 20 -1 99 7) e s e xc el en te e ll ib ro d e F .J .W e tz , t ra du ci do y a e n 1 99 6.



602 CARL OS GARCiA G UAL

Blumenberg considera el m ito como el intento primordial del ser humano para

defenderse del terror primitivo ante un mundo natural amenazador y vacio de senti-

do. Ante «el absolutismo de la naturaleza» el m ito inventa una «red simbolica» que

proporciona a ese cosmos incomprensible y terrorifico una significacion humana

mediante sus historias de dioses y heroes. Al dar significatividad al mundo, ya en el

mythos civilizador opera una forma de 16gos.As i que: «N i el mito es irracional, ni la ra-

zan es la superacion del m ito. Pues el propio pens am i en to rnitico se halla al servicio

de la ilustracion, por cuanto dornefia la violencia de la naturaleza anonima y Ie saca

un sentido a su impenetrabilidad amorfa». Por ella m ismo, «la antitesis entre m ito y

razon es una invencion tardia y desafortunada» (F,J. W etz, p. 87). El mito combate el

terror con la poesia (L ucrecio habria estado de acuerdo). L a imaginacion m itica pro-

cura una confianza para vivir y modelos para actuar en el mundo. Blumenberg insis-

te luego en destacar la flexibilidad de los m itos, reinterpretados a 1 0 largo de la his to-

ria, frente a la rigidez de los dogmas religiosos. L os mitos varian en el decurso de la

historia significativam ente, siem pre a partir de cierta «constancia iconica», A 1 0 largo

de mas de cien paginas Blumenberg comenta como ejemplo la fecunda tradicion eu-

ropea del m ito de Prometeo y sus reinterpretaciones, para mostrar como un m ito se

ha configurado con nuevos sentidos a 1 0 largo de sus variantes en diversos contextos

historicos (algo parecido a 1 0 que hace G . Steiner en su Ant(gonas, ya citado, pero con

e nfa sis en su s d es te llo s filo so fic os).

Arios antes -en su polernica Dialeaica de la llustracion-« T .W . A dorno habfa escri-

to : «Y a el m ito de por sf es llustracion, y la Ilustracion revierte en m itologia». M e pa-

rece una buena frase para meditar y reconsiderar sus posibles matices, tras leer el

te xto d e B lu men be rg . E s tam bien una buena Frase para concluir ya estos apuntes.

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