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Aldo Rubino, fundador del MACBA, en conversación con Joe Houston PRÓLOGO Foreword El núcleo del MACBA es la Colección Aldo Rubino, la cual narra una historia muy particular de la abstracción geométrica que abarca una notable variedad de movimientos internacionales. Tengo curiosidad por saber qué lo llevó a empezar a coleccionar arte, en primer lugar, y si hubo alguna adquisición inicial que haya tenido especial importancia para que emprendiera el camino de convertirse en un ferviente coleccionista. Empecé a coleccionar hace muchos años, más de veinte. Comenzó como una reconfortante curiosidad y por mi sensibilidad hacia la belleza. Pero con el tiempo, a medida que adquiria mas conocimientos, gracias a los años de observar, leer y reunirme con artistas y amantes del arte, mi decision de coleccionar se transformo en algo cada vez mas serio. Aun cuando al principio no coleccionaba abstracción geométrica, siempre he estado interesado en la obra de Victor Vasarely. De modo que es correcto decir que desde el día en que compré la pieza de Vasarely que figura en la colección, la abstracción geométrica se convirtió en mi área de interés casi exclusivo. Digo “casi” porque siempre hay algo que puede no estar estrictamente relacionado con ella, pero aun así es un aporte muy interesante, y siempre estoy abierto a nuevas lecturas y aproximaciones. Hay muchos tipos diferentes de arte que podría haber coleccionado. ¿Qué lo atrajo hacia la abstracción geométrica en particular? ¿Tiene algún significado especial para usted? Sí, creo que cuando uno llega a conocer las cosas a un nivel más profundo se vuelven fascinantes. El arte es uno de los aspectos esenciales de la humanidad, si no el esencial. Si bien aún existe desacuerdo entre los especialistas acerca de la interpretación de las pinturas de las cavernas, se puede decir que en esa época el arte era un intento de comprender el mundo circundante y actuar sobre él, y creo que todavía hoy lo sigue siendo. El arte nos hace humanos, y

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Aldo Rubino, fundador

del MACBA, en conversación

con Joe Houston

PRÓLOGO Foreword

El núcleo del MACBA es la Colección Aldo Rubino, la cual narra una historia muy particular de la abstracción geométrica que abarca una notable variedad de movimientos internacionales. Tengo curiosidad por saber qué lo llevó a empezar a coleccionar arte, en primer lugar, y si hubo alguna adquisición inicial que haya tenido especial importancia para que emprendiera el camino de convertirse en un ferviente coleccionista. Empecé a coleccionar hace muchos años, más de veinte. Comenzó como una reconfortante curiosidad y por mi sensibilidad hacia la belleza. Pero con el tiempo, a medida que adquiria mas conocimientos, gracias a los años de observar, leer y reunirme con artistas y amantes del arte, mi decision de coleccionar se transformo en algo cada vez mas serio. Aun cuando al principio no coleccionaba abstracción geométrica, siempre he estado interesado en la obra de Victor Vasarely. De modo que es correcto decir que desde el día en que compré la pieza de Vasarely que figura en la colección, la abstracción geométrica se convirtió en mi área de interés casi exclusivo. Digo “casi” porque siempre hay algo que puede no estar estrictamente relacionado con ella, pero aun así es un aporte muy interesante, y siempre estoy abierto a nuevas lecturas y aproximaciones. Hay muchos tipos diferentes de arte que podría haber coleccionado. ¿Qué lo atrajo hacia la abstracción geométrica en particular? ¿Tiene algún significado especial para usted? Sí, creo que cuando uno llega a conocer las cosas a un nivel más profundo se vuelven fascinantes. El arte es uno de los aspectos esenciales de la humanidad, si no el esencial. Si bien aún existe desacuerdo entre los especialistas acerca de la interpretación de las pinturas de las cavernas, se puede decir que en esa época el arte era un intento de comprender el mundo circundante y actuar sobre él, y creo que todavía hoy lo sigue siendo. El arte nos hace humanos, y también mejores personas. Mi interés particular en la abstracción geométrica viene, según creo, de la ausencia de representación figurativa. Realmente percibo que es –y así me relaciono con ella– una interpretación artística democrática, donde la sensación de color y de forma tiene supremacía sobre cualquier otro factor. Me parece que la línea y el color, y las percepciones visuales y sensoriales que ellos pueden provocar combinados o por separado, permiten interpretaciones ilimitadas. Estas son directamente proporcionales al efecto liberador que ejercen en la mente humana, que puede entonces experimentar la belleza de esas infinitas formas sin las trabas que a menudo atan nuestro pensamiento y lo restringen a nosotros mismos. Sin duda usted ha conocido personalmente a muchos de los artistas de su colección y cuenta entre sus amigos a algunos de los maestros de la abstracción de la posguerra. ¿Hay alguno en particular que haya contribuido a formar su punto de vista estético o influido en su trayectoria como coleccionista? Sí, llegar a conocer a los artistas y compartir sus conocimientos y su experiencia es indudablemente una de las vivencias más gratificantes que uno puede tener. Como usted dice, he tenido la gran fortuna de conocer a muchos de ellos. Uno en especial, Carlos Cruz-Diez, es un gran artista, una gran persona y un gran amigo. Compartimos muchísimas ideas similares, y pienso que es uno de los artistas que tienen más éxito en promover este ideal democrático mediante su investigación sobre el color. La experiencia final de la obra por parte del espectador –que resulta

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extraordinaria gracias a los efectos del color– siempre ocupa el primer lugar en su pensamiento. ¿Cuáles son hoy sus criterios para adquirir una obra de arte? Creo que es el clásico. Estoy permanentemente buscando e investigando, por supuesto que siempre hay obras de artistas consagrados para adquirir, pero ademas tengo interes en lo nuevo y en revisitar la obra de artistas que tienen una gran importancia historica. América Latina, y en particular la Argentina, tienen una historia ilustre como centro de movimientos artísticos de vanguardia, un hecho que esta exposición ilustra ampliamente. ¿Por qué está decidido a crear una colección de abstracción geométrica internacional más que regional? Estoy firmemente convencido de que la abstracción geométrica, más que cualquier otro movimiento artístico, permite lecturas que trascienden los límites geográficos. Todas las piezas de la colección pueden relacionarse con la evolución histórica de la forma geometrica, y hay muchos puntos de convergencia en el aspecto formal. Al reunirlas es posible aprender acerca de los diversos contextos que dieron lugar al uso del lenguaje de la geometría como medio de expresión. ¿En qué momento decidió que su colección tenía que ser vista públicamente? ¿Y por qué eligió Buenos Aires como sede de un nuevo museo para albergarla en forma permanente? Siempre tuve en mente hacer pública la colección como parte de un compromiso consciente de compartirla con la gente que aprecia el arte, pero lo más importante para mí es poner el arte al alcance de aquellos que no tienen fácil acceso a él. Pero hacer esto se convirtió en una necesidad personal apenas un par de años atrás. Elegí Buenos Aires porque es la ciudad donde nací y me eduqué, y que me dio la oportunidad de crecer. La Argentina es mi identidad cultural, y donde está mi corazón. El museo es una forma de retribución a mis compatriotas, a quienes a menudo les resulta muy lejos y muy caro visitar Europa o los Estados Unidos para ver grandes exposiciones en museos. Buenos Aires es donde siempre creí que debía estar la colección, para compartir con la ciudad y con quienes la visitan lo que he logrado en la vida como resultado de haber nacido en la Argentina.

¿Qué espera, por sobre todo, que este arte pueda hacer por la gente

que lo ve?

Me encantaría que la gente se conmueva con las obras, que

experimente las mismas emociones que yo siento cuando interactúo

con ellas, y también que pueda trasladar estas experiencias a

otros aspectos de su vida. No tengo ninguna duda de que el arte

nos ayuda a comprender el mundo y mejora nuestra vida.

Con la exposición Intercambio global se inaugura lo que creemos

será un hito en la historia de la ciudad: un nuevo museo de arte

contemporáneo, especialización de la que hasta este momento

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carecíamos. Se suma así al prestigioso panorama cultural porteño

para dar cabida al arte actual nacional e internacional.

L a historia del Museo de Arte Contemporáneo Buenos

Aires (MACBA) comenzó con la formación de la colección de Aldo

Rubino. Su experiencia en las finanzas, el gusto personal y los viajes

de negocios lo acercaron al arte. Desde fines de los 80 emprendió

la tarea de conocer, apreciar y adquirir obras de arte que ahora se

ofrecen a la consideración pública desde una nueva institución cultural.

Aun sin contar con sede propia, el MACBA dio comienzo a las

actividades en 2010, con la exhibición de parte de su colección en la

muestra Relaciones atemporales, en el marco de la Bienal Borges-

Kafka, realizada en el Centro Cultural Recoleta. Otras muestras

siguieron a esta primera, generando una incipiente tradición de

exposiciones itinerantes por distintas ciudades provinciales para difundir

la colección. Art First tuvo lugar en la Fundación Atchugarry

de Punta del Este, y 4 museos + 40 obras se realizó en Santiago del

Estero, Córdoba, Neuquén y La Plata, en el marco de las instituciones

museísticas más importantes de las capitales provinciales:

el Centro del Bicentenario, el Museo Caraffa, el Museo Nacional de

Bellas Artes y el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano

(MACLA), respectivamente. Con Color on Color se concretaron

dos metas fundamentales: profundizar el conocimiento internacional

de esta colección argentina y unir arte y academia. En este

sentido, esta exhibición, llevada a cabo en el Patricia & Phillip Frost

Art Museum, perteneciente a la Florida International University

(FIU), selló una colaboración institucional de largo plazo. Todo esto

ocurrió entre 2010 y 2011. En el presente año, la muestra de arte

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argentino contemporáneo Geométricos hoy. Caminos en expansión

abrió las puertas a una itinerancia que exhibe un panorama

de jóvenes artistas y su trabajo en las dos últimas décadas.

A partir de ahora el MACBA, en su moderno edificio de

San Telmo, barrio del casco histórico, se constituye como un nuevo

eslabón del Distrito de las Artes recientemente declarado por el

Gobierno de la Ciudad. Pasa a ser parte de la oferta cultural junto

a su vecino, el prestigioso Museo de Arte Moderno (MAMbA), la

popular feria de antigüedades y las iglesias y casonas que se preservan

de la Buenos Aires de fines del siglo XVIII.

El MACBA, como todo museo actual, espera poder estimular

el desarrollo de la creatividad en los artistas y los habitantes y visitantes

de esta gran urbe, a la vez que profundizar el conocimiento

del arte argentino en el exterior. Se propone como un foro de

reflexión y acceso a las diversas tendencias del arte contemporáneo

y, en particular, a la abstracción geométrica. La importancia del

movimiento moderno encarnado en la abstracción geométrica en

la Argentina justifica la existencia de una colección que se propone

historiarla, realzarla y contextualizarla. En este sentido, el acervo

del MACBA da cuenta de la apreciación que históricamente el

coleccionismo argentino tuvo y tiene por el arte internacional.

La exhibición pública de esta colección realza el carácter cosmopolita

que Buenos Aires desplegó desde sus raíces coloniales.

El museo inicia su calendario de exposiciones con Intercambio

global, curada por Joe Houston. Para este prestigioso especialista

estadounidense la abstracción geométrica encarna los ideales del

movimiento moderno que, hacia mediados del siglo XX, exhibió

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interacciones mutuas entre lo local y lo internacional. Un arte que,

a su juicio, “reafirma las nociones comunes de innovación, progreso

y optimismo que continúan motivando a la nueva abstracción

actual”.

El MACBA quiere agradecer a todos aquellos que colaboraron

en este proyecto.

En primer lugar, a los ministros de Cultura y de Desarrollo

Urbano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Hernán Lombardi

y Daniel Chain, respectivamente, siempre interesados en expandir

la oferta cultural de la ciudad. Como parte del apoyo, este libro que

documenta la muestra inaugural fue seleccionado para ser financiado

parcialmente con fondos del Programa de Mecenazgo.

A sus autores, Joe Houston (curador y editor), Robert

Morgan, Frances Colpitt, Carter Ratcliff y Constanza Cerullo,

nuestro reconocimiento por su interés en estudiar y documentar

la colección del MACBA.

Merecen especial mención los museos e instituciones que

cedieron sus espacios para recibir la colección.

Mucha gente participó de los preparativos de apertura del

museo y su gestión. Queremos destacar, en primer lugar, el trabajo

dedicado de la curadora en jefe, Constanza Cerullo, y de su equipo,

formado por Renata Cervetto, Sofía Gismondi y Cecilia Jorge.

María José Herrera,

directora artística

Al aproximarnos al centenario del nacimiento de la abstracción

geométrica, es auspicioso que se haya fundado un nuevo museo con

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la finalidad de preservar y promover la historia en desarrollo de este

arte pleno de vitalidad. Ubicado en una encrucijada histórica de la

vanguardia de la abstracción, el Museo de Arte Contemporáneo

Buenos Aires (MACBA) despliega un vasto y generoso panorama

del arte geométrico, presentándolo como un fenómeno global

que conecta a los artistas a través del tiempo y la distancia. La

Colección Aldo Rubino, el corazón del MACBA, manifiesta una

especial profundidad en materia de arte argentino, pero trasciende

los regionalismos al situar a los artistas latinoamericanos en un

contexto más amplio, junto con sus colegas europeos y estadounidenses.

Esta perspectiva nos invita a descubrir significativas

relaciones y contrastes entre los diversos artistas que trabajan con

este versátil lenguaje estético.

En 1913, el arte geométrico surgió como una tendencia

completamente moderna que auguraba una honda ruptura con el

arte de los siglos pasados y ofrecía al público un arte de invención

más que un arte de ilustración. Separado y diferenciado del

mundo visible, este arte a menudo supera el momento histórico de

su creación, y conserva el aspecto de lo nuevo, aun cuando diversos

estilos de abstracción se hayan vuelto familiares para nuestros

ojos. El arte geométrico, no limitado por fronteras geográficas ni

ideológicas, ha establecido numerosas trayectorias a lo largo del

tiempo, y ha atravesado diversas regiones del mundo formando

nuevos híbridos estéticos, con las denominaciones de constructivo,

concreto, hard-edge, op, neo-geo y otras numerosas tendencias

locales e internacionales. También ha adoptado muchos formatos

físicos; evolucionó de las pinturas rectangulares sobre tela a las

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obras tridimensionales fabricadas con una gran variedad de materiales

innovadores. Totalmente no objetivo, el arte geométrico ha

demostrado ser una estética inmensamente ágil y adaptable que ha

mantenido durante generaciones una impresionante fuerza gravitatoria

sobre los artistas, un claro signo de su duradera importancia

cultural.

Intercambio global. Abstracción geométrica desde 1950

escribe la evolución de este arte durante las últimas seis décadas.

Para ilustrar mejor estos logros de la posguerra, el presente catálogo

comienza con un resumen de los acontecimientos revolucionarios

de 1913, que establecieron el lenguaje básico de la abstracción

por venir. A esto se agrega un análisis de los aspectos formales e

ideológicos relacionados con los artistas y movimientos posteriores,

con especial énfasis en las contracorrientes de influencia entre

artistas de diversos continentes. La selección de la colección del

MACBA que integra esta exposición ofrece un vívido testimonio

de ese intercambio, al abarcar las múltiples variantes de temas

perennes del arte geométrico. Mi panorama general es seguido

por una exploración de cuatro facetas perdurables o “conversaciones”

de este diálogo en desarrollo: estructura, color, formato y

cultura, que sirven como pilares temáticos de Intercambio global.

Puesto que todas las piezas incluidas son incuestionablemente

multidimensionales y pueden abarcar con facilidad más de una

categoría, esta organización está orientada a estimular, no a

limitar, las interpretaciones de estas obras innovadoras. Reflexivos

ensayos de destacados curadores, críticos e historiadores examinan

detalladamente el trabajo de los artistas que mejor ejemplifican

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estos temas en particular, poniendo de relieve discusiones

sobre imperativos formales e ideológicos que no se limitan a los

creadores individuales ni a una época en especial.

Intercambio global ofrece una interpretación selectiva de un

tema que es demasiado dinámico y multifacético como para que

pueda ser abarcado totalmente por un libro o una muestra. En mi

opinión, el alcance transnacional de la colección del MACBA brinda

una oportunidad poco común de explorar los múltiples puntos

de contacto entre los artistas de diversos orígenes y filiaciones.

Muchas exposiciones recientes han aclarado ampliamente las motivaciones

políticas y socioeconómicas específicas de la abstracción,

en especial en América Latina. A la vez que reconozco tan fundamentales

consideraciones contextuales, espero que esta muestra

contribuya a arrojar más luz sobre las preocupaciones comunes

que a menudo trascienden lo personal y lo político, destacando

las complejas interacciones y detallando las corrientes de influencias

que inevitablemente circulan en diversos sentidos. Una colección

–incluso una tan especializada como la del MACBA– puede

contar muchas historias. Ha sido un gran privilegio que se me encomendara

la tarea de ofrecer mi punto de vista personal para la

exposición inaugural de esta importante nueva institución. Y es

mi deseo que este proyecto impulse nuevos análisis de la abstracción

geométrica desde diferentes puntos de vista, con renovadas

perspectivas acerca de lo que es, en última instancia, una forma

artística infinitamente maleable y reveladora.

Joe Houston, curador de Intercambio global

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MANIFIESTO CONCRETO-INVENCIÓNBuenos Aires, abril de 1948

La conquista de la invención concreta, dirigida hacia un arte

integral, es el móvil del arte moderno.

Hoy ninguna definición estética es posible al margen de la

aceptación o negación de esta lucha.

La pintura, la escultura, las formas espaciales, la arquitectura,

la música, la literatura, se hallan empeñadas en esta batalla.

La Invención Concreta se determina en la valuación real de sus

elementos formales y en la eliminación de lo figurativo o ilusorio

que sugieren realidades ajenas a la pintura y al plano.

Utiliza la superficie en su cualidad bidimensional y se

desarrolla en un proceso de discontinuidad formal, donde

la base del fenómeno está constituida por una realidad

objetiva que lo certifica.

Toda forma determina un contenido.

Producto de la sociedad que lo rodea, logrará su apogeo a

medida que esta conquiste una base material más propicia y el

hombre moderno tome conciencia de los productos de su época,

pues esta que sufre el choque violento habido entre una era que

muere y otra que nace, no ha logrado aún asimilar ni toda su

técnica, ni todos sus descubrimientos y posibilidades.

Hasta entonces lucharemos.

En el reconocimiento del desarrollo de la técnica y de los aportes

científicos, en el uso Concreto de los elementos plásticos y

en la unidad del estilo con el mundo moderno,

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la forma toma cualidades revolucionarias, supera la agotada

tradición figurativa, contribuye a la apreciación de las realidades

e impulsa la actividad creadora.

En su forma y en su invención concreta encauzadas hacia

una realidad constructiva este arte da su contenido.

El formalismo puro es una invención absurda. No hay arte

sin tendencia.

Nuestro arte es humanista porque utiliza todos los logros

y conocimientos del hombre y exalta sus posibilidades de

desarrollo y creación.

Estamos:

contra toda manifestación angustiosa y enfermiza.

contra todas las mistificaciones.

El arte Concreto actúa en la vida. Contrario al misticismo

estético, realiza una praxis realista. Producto de la sociedad

que lo rodea, logrará su pleno desarrollo a medida que esta

conquiste una base material más propicia, permitiendo la

unión de la pintura, escultura, arquitectura y urbanismo

en uno y solo gran arte.

“Nos elevamos hacia

el lirismo plástico […]

Esta tendencia creadora

se extiende hoy

a todo el mundo.

La pintura no es un arte de

reproducción, sino de creación”.

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Intercambio global

I.

Tomando forma: el desarrollo de la

abstracción geométrica antes de 1950

Los orígenes

En 1913, tres artistas de diferentes nacionalidades crearon pinturas

notablemente diferentes de cualquiera que se hubiera hecho hasta

entonces. Sus telas no contenían relatos, ni imágenes, ni símbolos;

solo ofrecían al observador formas, líneas y colores despojados

de cualquier asociación con el mundo circundante. Piet Mondrian

había nacido y se había formado en Ámsterdam, Robert Delaunay

era un parisino de toda la vida, y Kazimir Malevich se había afincado

en Moscú cuando era un niño. Si bien ninguno de ellos tenía

conocimiento personal de lo que los demás estaban haciendo en

sus talleres en ese momento, no ignoraban los logros anteriores

de cada uno. Las nuevas filosofías estéticas habían comenzado a

circular ampliamente, con una facilidad sin precedentes, a través de

exposiciones y publicaciones, y estos tres artistas estaban atrayendo

rápidamente la atención. Simultáneamente, aunque de modos

muy diferentes, cada uno se estaba liberando de las limitaciones

del pasado para adecuarse, o adelantarse, al mundo moderno.

L os distintos caminos que estos artistas emprendieron

definieron tres trayectorias paralelas que echaron las bases

metafísicas, perceptivas y constructivas del arte no mimético o

“no objetivo” por venir. Su apartamiento radical de la tradición

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se manifiesta claramente en tres obras revolucionarias de 1913:

Composition Nº II, de Mondrian, una tensa red de líneas negras verticales

y horizontales sobre un campo plano e incoloro; Le Premier

Disque (El primer disco), de Delaunay, un espectro de colores intensos

que irradian desde el centro de su formato ocular, y Cuadrado

negro, de Malevich, una forma monolítica que hace valer su obstinada

presencia contra un vacío completamente blanco. Como se

refleja en sus títulos, estos cuadros ofrecían pocas claves sobre las

intenciones del artista, y dejaban librado al observador el descifrar

cada uno según sus propios términos.2 Las tres pinturas, talismanes

del modernismo, fueron actos revolucionarios por derecho propio

que finalmente habían logrado lo que Mondrian describió como la

eliminación de los obstáculos para la renovación del arte.

Ese espíritu revolucionario compartido por los artistas en 1913

surgió de un clima finisecular de angustia e introspección, en gran

medida alimentado por los adelantos de la química, la antropología,

la física y la ciencia naciente de la psicología. La teoría de

la evolución de Darwin, el descubrimiento de la estructura atómica

por parte de John Dalton y la explicación de Charles Howard Hinton

sobre la cuarta dimensión figuran entre las muchas nuevas ideas

que pusieron en tela de juicio las creencias de los siglos anteriores.

La certeza y la fe fueron eclipsadas por la ambigüedad y la

duda. La aparición, en 1900, de La interpretación de los sueños,

de Sigmund Freud, que abrió la puerta al inconsciente, y la publicación,

en 1905, de la “Teoría especial de la relatividad”, de Albert

Einstein, que cuestionó la constancia del espacio y el tiempo, fueron

emblemáticas de esta transformación cultural. Esos cambios paradigmáticos

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en la comprensión de la personalidad humana y la ley

universal proporcionaron nuevos modelos para reconsiderar el

lugar del individuo en el universo, y marcaron el comienzo de una

nueva conciencia para una nueva era.

Mientras que las ideas fundamentales de Freud y Einstein

circularon principalmente entre los especialistas, la aparición

de la literatura espiritualista tuvo un impacto cultural más amplio

en la primera década del siglo XX. Para muchos artistas de Europa,

Rusia y los Estados Unidos fueron de particular importancia el surgimiento

y la aceptación generalizada de la teosofía, que destacaba

la relación mística de la humanidad con el universo. En 1875, la

mística rusa Helena Blavatsky fundó la Sociedad Teosófica, una

influyente organización que se consagró al estudio comparativo

de la religión, la ciencia y la filosofía y promovió la creencia en el

poder secreto que encierra el individuo. Esta vida interior halló expresión

visual en el libro Formas del pensamiento, publicado en todo

el mundo por la Sociedad Teosófica en 1905. Escrito por discípulos

de Blavatsky, describe con gráficos abstractos las vibraciones de los

seres vivos y asigna un valor emocional y espiritual específico a la

línea, la forma y el color. Formas del pensamiento llegó a manos de

muchos artistas, incluyendo a Wassily Kandinsky, cuyos primeros

experimentos en la abstracción como expresión personal tienen

una estrecha vinculación con las ilustraciones proféticas del libro.

Kandinsky, que era ruso de nacimiento y se había establecido en

1896 en la cosmopolita ciudad de Múnich, se convirtió en uno de

los más ardientes promotores de la conexión mística con la forma

visual. Además de sus estudios espiritualistas, la representación

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en 1908 de la ópera romántica de Richard Wagner Lohengrin constituyó

para él una profunda experiencia que lo llevó a abandonar

su profesión docente para dedicarse al arte. No es casual que en

Formas de pensamiento haya aparecido una ilustración en colores

en la cual la música de Wagner, plasmada en una imagen visual, se

eleva sobre una pintoresca capilla. Las primeras discusiones sobre

la abstracción en pintura dieron lugar, inevitablemente, a analogías

con la música, una forma de arte intrínsecamente abstracta. La

nomenclatura surgida durante el siglo anterior en relación con el

estudio del color, en particular, utilizaba una terminología musical,

como “composición” y “armonía”, y, consecuentemente, los pintores

habían comenzado a adoptar títulos como “Étude” y “Fugue”

para describir sus obras, cada vez más introspectivas y evocadoras.

La relación percibida entre estímulos sonoros y ópticos contribuyó

a una fascinación con la sinestesia, e incluso inspiró un nuevo arte

de “música en color”, en el que un teclado activaba luces de diferentes

tonalidades.3 Pero, por más estrecha que fuera la asociación

con la música, los pintores bregaban por encontrar una manera de

crear una forma de arte igualmente autónoma.

En 1911, Kandinsky, por su parte, no había logrado todavía

hallar el camino hacia una pintura puramente no objetiva. En su

tratado De lo espiritual en el arte, reconocía la necesidad de conciliar

en la pintura lo material y lo no material, pero lo preocupaba que

una ruptura total con la representación objetiva pudiera tener

un efecto limitador sobre la expresión personal. Así, cualquier

esquema teórico concebido para promover la pintura carecería de

la esencia de la creación, que él consideraba motivada por algo

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más innato e inefable, “que brota del alma”. La creciente tendencia

hacia una abstracción puramente bidimensional puesta en marcha

por el cubismo corría el peligro –creía Kandinsky– de transformar

la pintura en un simple objeto material y disminuir su posibilidades

de resonancia. Llevados al extremo, el color y la forma abstractos,

especialmente de tipo geométrico, desembocarían en una decoración

“adecuada para corbatas y alfombras”. Si bien advertía que

“las formas puramente abstractas están actualmente más allá del

alcance del artista”, concedía que podría vislumbrarse una “construcción

oculta”, una disposición fortuita de formas matemáticas

irregulares. Creía que, en virtud del reconocimiento universal de

la experiencia espiritual, acompañado por una mayor familiaridad

del gran público con el lenguaje de la abstracción, era inminente la

“disolución de la materia”, lo que daba “motivos para esperar que

no está lejana la hora de la composición pura”.4

MONDRIAN Y LA SÍNTESIS DE LA FOR MA

En la primera década del siglo XX, la facilidad de los viajes, los

progresos en las comunicaciones de masas y el mercado global

hicieron posible que las nuevas ideas arraigaran rápidamente en

tierras distantes. Entre 1910 y 1914, este intercambio dio lugar a

un aluvión sin precedentes de movimientos estéticos de vanguardia

que evolucionaron en sintonía con la realidad tecnológica y social

de la época. Basándose en los avances del impresionismo, el puntillismo

y el ejemplo de Paul Cézanne, florecieron el cubismo en

Francia, el futurismo en Italia y el rayonismo en Rusia, cada uno

buscando mantener la importancia de la pintura en una época

definida por los medios de comunicación de masas, la fotografía

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y el nuevo arte del cine. Estos audaces movimientos estuvieron

acompañados por manifiestos igualmente osados, en los cuales

los artistas defendían puntos de vista estridentes y politizados. La

innovación y la revolución eran temas constantes de los panfletos,

que se publicaban en catálogos, hojas volantes y pequeñas revistas

de arte.

El fervoroso intercambio entre artistas rusos, holandeses,

alemanes y franceses cobró impulso año a año, y París se convirtió

en el epicentro de una turbulenta vanguardia internacional. Uno

de los muchos artistas que llegaron a esa ciudad en un momento

crucial del desarrollo de la pintura progresista fue Piet Mondrian,

quien, hacia 1910, había comenzado a hacerse un nombre en el

pequeño círculo modernista de Ámsterdam. Si bien se ganaba la

vida con la pintura de género tradicional, encargos de retratos y

copias de los maestros antiguos, también ejecutaba obras más

personales, con grandes superficies de colores vivos que reflejaban

los recientes ejemplos de los artistas posimpresionistas y

simbolistas. La búsqueda de Mondrian de formas y colores con

resonancias emocionales estaba directamente relacionada

con su propia espiritualidad. Comenzó a estudiar teosofía en 1900 y,

siguiendo los pasos de algunos de sus colegas, en 1909 se convirtió

en miembro oficial de la Sociedad Teosófica. Mondrian expresó su

experiencia en un impresionante tríptico de 1910 titulado Evolución,

que representa las etapas del despertar espiritual de una figura

femenina mística rodeada de símbolos teosóficos. Holanda prestó

un inusual respaldo a sus modernistas nativos, particularmente el

Stedelijk Museum, que exhibió Evolución poco después de haber

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sido terminado, pero para entonces Mondrian ya era miembro de

la Société des Artistes Indépendants parisina, y pronto expuso en

su Salon des Indépendants, que se celebraba anualmente y era el

principal lugar en el que se presentaban las nuevas tendencias internacionales.

En 1912, tras varios breves pero estimulantes viajes a París,

Mondrian se mudó al barrio de Montparnasse, donde trabajaban

artistas de ideas afines. Sus pinturas experimentales de desnudos

y naturalezas muertas ejecutadas ese año, que evitaban cuidadosamente

las referencias ocultistas, se inspiran en el cubismo, aunque

con menos dimensión espacial y pocas de las cualidades sensuales y

táctiles asociadas con los maestros franceses. Mondrian reconocía

a menudo la influencia de Picasso, pero hallaba que la fragmentación

cubista de la naturaleza carecía de “unidad”, una cualidad

estética universal con un paralelo espiritual. Buscaba, en cambio,

un “camino de ascensión: lejos de lo material”. Convencido de

que “la claridad de pensamiento debería estar acompañada por la

claridad de técnica”,5 Mondrian comenzó a sintetizar gradualmente

el mundo natural visible para llevarlo a su esencia. Una serie de

pinturas de árboles de 1913 expresa este proceso de clarificación

o “purificación”, y el pasaje concomitante de la representación de la

forma natural a una aproximación gráfica a su equilibrio dinámico

inherente. En Composition Nº II, su última pintura de ese año, las

ramas curvadas dan paso a una red lineal entrecortada sobre un

fondo de colores pálidos y sin modulación, en un nuevo tipo de

abstracción plana. Varios meses después de terminarla, describió

las razones de su método: “La naturaleza (o lo visible) me inspira

[…] pero estoy procurando aproximarme lo más posible a la verdad;

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por lo tanto, abstraigo todo de ella hasta que llego a las cosas

esenciales”.6 Mondrian expresó específicamente su creencia de

que mediante composiciones de líneas horizontales y verticales

construidas intuitivamente, que en la teoría teosófica representan

poderes masculinos y femeninos, podría establecer una armonía

y un ritmo que se acercaran a la “belleza”. Los logros del artista

fueron advertidos por Guillaume Apollinaire, el destacado crítico

de París, cuya reseña del Salon des Indépendants de 1913 alababa

su “pintura muy abstracta” junto con la de Robert Delaunay y otros

pintores pioneros que se aventuraban en territorio desconocido.7

LAS SENSACIONES DE COLOR DE DELAUNAY

Como Mondrian, Robert Delaunay necesitaba el armazón del

mundo visible para su experimentación formal. El cubismo, con

sus planos fracturados de realidad objetiva, constituyó también

para él un punto de partida lógico, pero mientras que Mondrian se

inspiró en el contrapeso rítmico de la naturaleza, Delaunay halló

su musa en las formas manufacturadas de la arquitectura urbana

y la tecnología. La torre Eiffel fue para Delaunay lo que el árbol

para Mondrian, y también él se embarcó en un proceso metódico

de abstracción estructural, pero con un propósito significativamente

diferente. En tanto que Mondrian reducía sus árboles a

esqueletos lineales, Delaunay deconstruía todo su campo visual

para concentrar en su tema los efectos dinámicos de la luz y el

color. Este enfoque centrado en la percepción estaba permeado

por las nuevas teorías científicas sobre la interacción de colores

promovidas por el químico Michel Eugène Chevreul y la pintura

divisionista de Georges Seurat, que había sido inspirada por las

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ideas de Chevreul. Otra de sus influencias fue su esposa, Sonia

Delaunay-Terk, cuya obra no había surgido del cubismo, sino del

fauvismo, un movimiento que empleaba el color con fines expresivos.

Hacia 1912, los monumentos característicos de París habían

sido totalmente absorbidos en el campo prismático de las coloridas

vistas de Delaunay, lo cual marcó el fin de su “período destructivo”

y el comienzo de su “período constructivo”. Mientras sus trabajos

del Salon des Indépendants eran debidamente alabados por

Apollinaire, el artista inició una serie de pinturas de formas circulares

basadas en el Sol y la Luna que representan su transición

más significativa hacia la “pintura inobjetiva”. Despojados hasta el

extremo de la ilegibilidad, los temas celestiales se transformaron

en vehículos para la interacción de tonos lunares fríos y solares

cálidos en arcos de color radiante que se intersecaban. Delaunay

esbozó su creencia en la primacía de la percepción del color en

un poema de 1912 titulado Luz, en el que afirma enfáticamente:

“Tratemos de ver”, y da razones en contra de la representación

tradicional del “objeto”, que “no está dotado de vida o movimiento”.

Solamente mediante la “simultaneidad rítmica” del contraste

y la armonía de colores podía la pintura “alcanzar los límites de lo

sublime”.8 Apollinaire dio el nombre de orfismo al estilo de abstracción

del color de Delaunay, en homenaje al mítico músico Orfeo,

reforzando así la analogía entre sonido y visión. El orfismo se asoció

con una tendencia estética del simultaneísmo, que ponía de relieve

las interconexiones entre experiencias y fenómenos relacionados.

Mediante la interacción de colores no modulados dispuestos en una

sucesión contrastante de círculos concéntricos, la histórica obra

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de Delaunay Le Premier Disque, de 1913, equipara la pintura con la

esencia sensual del color. Con este cuadro singular logró un súbito

pasaje de la representación a la demostración, y convirtió la obra

de arte en un catalizador de la experiencia sensorial del observador.

Al privilegiar a este como activo participante más que como mero

espectador, redefinió en forma radical la relación entre el creador

y el receptor de la obra de arte. Le Premier Disque encarna las teorías

de Delaunay sobre los profundos efectos de los contrastes simultáneos

de color, que, según sus contemporáneos, tenían repercusiones

más allá de lo visible. Sus contrastes ofrecían, asimismo,

una analogía visual de la floreciente cultura global, un fenómeno

dilucidado en una colorida abstracción de Sonia Delaunay de 1913

en la cual las palabras “CONTRASTES SIMUL TANÉ” intersecan

“PARIS, NEW YOR K, BERL IN, ST. PETERS”.9 “La simultaneidad

es la vida misma”, señaló Apollinaire. “Durante mucho tiempo los

artistas han dirigido sus esfuerzos hacia la muerte, reuniendo sus

estériles elementos de arte, y es tiempo de que alcancen la fecundidad,

la trinidad, la simultaneidad. Y Delaunay las ha logrado,

no solo en sus palabras, sino también en sus obras: pintura pura,

realidad”.10

MALEVICH EN EL CERO DE LA FOR MA

Cuando, en el año 1913, en mi desesperado intento por liberar al arte

del lastre de la objetividad, me refugié en la forma cuadrada y expuse

una pintura que consistía nada más que en un cuadrado negro sobre

un fondo blanco, los críticos, y junto con ellos el público, suspiraron.

“Todo lo que hemos amado se perdió. Estamos en un desierto […]

¡Ante nosotros no hay nada más que un cuadrado negro sobre un

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fondo blanco!11

Esta conmovedora explicación de Malevich describe la

ocasión que marcó un vuelco trascendental en su arte: la presentación

de Victoria sobre el sol, una ópera futurista rusa que reunía

música, arte y poesía en una experiencia teatral moderna. Malevich

creó el vestuario y la escenografía para este espectáculo, incluyendo

un telón de fondo que representaba un cuadrado negro

contra una imagen contrastante de un sol blanco. El estreno en

San Petersburgo fue recibido con violencia, una respuesta que

no fue la única de esos vertiginosos días de experimentación

artística, como lo atestigua, seis meses más tarde, el desenfrenado

escándalo que acompañó el estreno en París de La consagración de

la primavera, de Igor Stravinsky. La imagen icónica del cuadrado

negro fue un abrupto cambio para Malevich, quien hasta entonces

había exhibido obras cubo-futuristas en muestras realizadas

con audaces colegas como Vladimir Tatlin, Natalia Goncharova y

Mikhail Larionov, los cuales firmaron en 1913 el manifiesto del rayonismo,

un movimiento surgido en Rusia que mezclaba elementos

del cubismo, el futurismo y el orfismo.

Ninguno de los muchos “ismos” expuestos en las capitales

de Rusia o Europa esa temporada anticipaba una imagen tan

mínima como Cuadrado negro, que Malevich llevó luego a la tela y

exhibió en Moscú, junto con otras composiciones igualmente austeras,

en la influyente muestra 0.10, en 1915. También anunciada

como “La última exposición futurista”, esta le dio la oportunidad

de presentar su nuevo sistema del suprematismo, un arte basado

en un mundo de emociones y en el rechazo de los ornamentos.

Page 22: Catalogo Word (1)

Más tarde Malevich señaló que “una gozosa sensación de no objetividad

liberadora me impulsó en el ‘desierto’ donde nada es real

excepto el sentimiento […] y así el sentimiento se convirtió en la

sustancia de mi vida. No había expuesto un ‘cuadrado vacío’, sino

el sentimiento de la no objetividad”.12 La abstracción metafísica de

Malevich estaba permeada por los nuevos estudios en el campo

de la física y, en particular, por la teoría de la cuarta dimensión,

que el filósofo ruso Peter Demianovich Ouspensky consideraba la

dimensión no material de la conciencia cósmica. Malevich describía,

en forma similar, el “infinito abismo” de sus fondos blancos como

un vacío afín al espacio exterior, que solo podría ser atravesado por

“aeronautas” y “satélites”. Sus siguientes pinturas, que denominó

suprematismo dinámico, estaban directamente vinculadas a las

descripciones publicadas por Ouspensky, y reproducían sólidos

geométricos con trazos irregulares, como si estuvieran atravesando

a gran velocidad el plano de la superficie blanca de la tela.

En su ensayo de 1916 El nuevo realismo en pintura, Malevich

explicaba que con el suprematismo él mismo se había convertido

“en el cero de la forma y emergía desde la nada hacia la creación […]

hacia un nuevo realismo en pintura: hacia la creación no objetiva”.13

Este concepto de creación, opuesto a abstracción del mundo visible

o natural, fue una importante distinción en las primeras composiciones

geométricas de Malevich. El significado específico de términos

como creación, invención y construcción generó en esa época

un violento debate sobre ideas encontradas acerca de la no objetividad.

Malevich, particularmente, equiparaba la no objetividad

con las artes no aplicadas, para gran consternación de sus colegas

Page 23: Catalogo Word (1)

rusos que estaban comenzando a buscar una aplicación social a la

labor del artista. Cuadrado negro, tan expansivo en sus implicaciones

como reduccionista en su forma, también podía, sin embargo,

reivindicar una difusión social. Aun cuando Malevich abogaba por un

arte absolutamente “inútil”, observaba: “Solo podría alcanzarse

un orden absoluto en la sociedad humana si la humanidad estuviera

dispuesta a basar ese orden en valores perdurables”,14 lo que daba

a entender un valor de uso de las verdades universales que habría

de ser descubierto en el desierto el sentimiento puro.

L as fuerzas duales de la espiritualidad y la ciencia y las

interrelaciones advertidas entre ambas que guiaron el camino de

Malevich hacia el suprematismo también influyeron en otros artistas

vanguardistas que buscaban un punto de apoyo filosófico en el

mundo moderno. Un grupo de pintores desempeñó un importante

papel en la genealogía de la abstracción geométrica. Entre ellos

figuran el checo František Kupka, cuyas composiciones de planos

fueron algunas de las primeras obras puramente geométricas

exhibidas en París; la mística sueca Hilma Af Klint, cuyas imágenes

esquemáticas surgieron directamente de los preceptos teosóficos;

el estadounidense Morgan Russell, cofundador del movimiento sincromista

de pintura de colores puros, y los italianos Gino Severini

y Giacomo Balla, que desarrollaron exploraciones futuristas de la

luz, el color y la velocidad hasta la Primera Guerra Mundial. Las

Penetraciones iridiscentes (1912-1914) de Balla –originalmente

diseños para revestimientos de paredes– merecen especial

atención, ya que prefiguran los vibrantes dibujos de los artistas

op, medio siglo más tarde, así como el Cuadrado negro de Malevich

Page 24: Catalogo Word (1)

anuncia las formas literales del minimalismo de los años 60. No

obstante, con sus escritos, exposiciones e interacciones personales,

Mondrian, Delaunay y Malevich demostraron ser los artistas que

tuvieron el papel más decisivo en consolidar y difundir internacionalmente

los principios de la pintura geométrica e infundir a las

formas geométricas los ideales del progreso social, tecnológico y

de la historia del arte. Sus contribuciones fueron tan clarividentes

que, un siglo después, su arte sigue siendo esencial para el lenguaje

de la pintura, y sin duda alguna influirá en los futuros debates sobre

la abstracción.

GUERR A Y RECONCILIACIÓN

Los avances de Malevich, Mondrian y Delaunay a principios del

siglo XX sentaron bases firmes para continuar con los experimentos

de la abstracción geométrica. En sus comienzos, el arte geométrico

sirvió como modelo del progreso social y como vehículo de intercambio

cultural; era una estética común que permitía una diferenciación

significativa entre sus diversos cultores. No obstante, las

mismas condiciones culturales que permitieron ese intercambio

también fomentaron el disenso político, la rivalidad económica y el

atrincheramiento nacionalista. Cuando estalló la guerra en Europa,

en 1914, las interacciones creativas se suspendieron abruptamente.

Mondrian retornó a Holanda, Delaunay emigró a España y Malevich

fue llamado a las filas del ejército ruso.

Durante la guerra los artistas ya no pudieron circular ni comunicarse

libremente. En los Estados Unidos, que no ingresaron

en el conflicto hasta 1917, algunos siguieron explorando las posibilidades

de la abstracción, pero con progresos limitados. La pintura

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moderna había echado raíces en esas tierras tras el Armory Show

de 1913, que presentó obras pioneras de artistas como Delaunay,

Marcel Duchamp y Francis Picabia, el último de los cuales abrió un

estudio en Nueva York para enseñar los principios europeos modernos

a los acólitos estadounidenses. El país carecía, sin embargo,

del medio artístico europeo y del apoyo de la crítica necesario para

respaldar la pintura de vanguardia. Pasada la guerra, la comunidad

artística se reagrupó lentamente en Europa, y muchos artistas

se reunieron en París con un renovado espíritu de colaboración.

Durante las dos décadas siguientes cristalizaron numerosos movimientos

de pintura abstracta diferentes, aunque relacionados, en

torno de pequeños círculos de artistas de ideas afines. Entre ellos

se destacaron, en Europa, De Stijl, fundado en 1917 por Mondrian

y su colega neoplasticista holandés Theo van Doesburg; BLO K,

un grupo suprematista polaco que tenía vínculos con Malevich y

fue iniciado en 1922 por Wladyslaw Strzeminski; Cercle et Carré,

fundado en 1930 en París por Michel Seuphor y el uruguayo

Joaquín Torres García, y Abstraction-Création, también fundado

en París, en 1931, por Mondrian y Auguste Herbin. En Inglaterra,

Ben Nicholson, Barbara Hepworth y el ex vorticista Edward

Wadsworth crearon Unit 1 en 1933. En cuanto a las Américas, en

Nueva York nació el grupo Park Place en torno de los abstraccionistas

Charles Green Shaw y A. E. Gallatin, y en Montevideo Torres

García fundó, en 1935, a su regreso de una prologada estadía en el

exterior, la Asociación de Arte Constructivo. Todos estos grupos

publicaron revistas para promover los principios del arte basado en

la geometría, que constituyeron foros para artistas, arquitectos,

Page 26: Catalogo Word (1)

críticos y poetas. Su alcance internacional encuentra un ejemplo en

Plastique, publicación aparecida en 1938 y encabezada por Gallatin,

en colaboración con el neoplasticista holandés Cesar Domela y la

artista concreta francesa Sophie Taeuber-Arp. Por medio de esas

publicaciones y el intercambio internacional de nuevas exposiciones,

el discurso de la objetividad se puso rápidamente al alcance

de los artistas mucho más allá de los salones de París.

L a abstracción geométrica tuvo una especial urgencia en

la Rusia posrevolucionaria, donde se constituyó en un poderoso

símbolo de la modernidad, en marcado contraste con las tradiciones

estéticas del régimen zarista. El constructivismo ruso se asoció

inicialmente con los montajes esculturales o “construcciones” de

Vladimir Tatlin, que este esperaba que remplazaran totalmente

el medio tradicional de la pintura, sustituyendo la iconografía

espiritualista de Malevich por objetos materiales. Siguiendo el

ejemplo de Tatlin, los artistas productivistas Alexander Rodchenko

y Varvara Stepanova invocaron la tecnología y la industria en sus

obras de técnicas mixtas, abogando por la transformación de “los

elementos materiales de la cultura industrial en volumen, plano,

color, espacio y luz”.15 Esta obra “techtonika”, como la llamaron,

constituía “las bases de la expresión comunista de la construcción

materialista”.16 Su manifiesto de 1920, Programa del grupo productivista,

terminaba con la afirmación: “El arte colectivo del presente

es vida constructiva”.17 Haciéndose eco de una creciente preocupación

por la función colaborativa y utilitaria del arte, los constructivistas

más comprometidos socialmente se volcaron a las artes

aplicadas, lo cual generó una renovación del diseño de cerámicas,

Page 27: Catalogo Word (1)

textiles y afiches que llevó el sello de las formas geométricas inspiradas

en el suprematismo.

Hacia mediados de la década de 1920 proliferaron numerosas

tendencias bajo la bandera de la ideología constructiva,

construccionista y constructivista, respaldadas por polémicos

manifiestos en los que los grupos de artistas defendían sus causas,

con frecuencia en contra unos de otros. Los artistas rusos, polacos

y checos, en especial, publicaron una multitud de manifiestos en

los que definían y sostenían sus posiciones. Las facciones con

inquietudes sociales denunciaban las estéticas del pasado con una

apasionada retórica. “¡No preserven a los muertos! ¡Desháganse de

los cadáveres porque apestan!”, pregonaba una declaración contra

la pintura y la escultura tradicionales.18 El debate entre los grupos

constructivistas pone de relieve cuán maleable se había vuelto la

nueva abstracción, pasible de alinearse con causas políticas muy

diferentes. Bajo las circunstancias únicas del Estado soviético, el

arte geométrico adquirió durante un tiempo inusual difusión como

una estética progresista imbuida de las ambiciones de la modernidad.

Este espíritu optimista está personificado en la obra de Lazar

“El” Lissitzky, quien adaptó la geometría dinámica del suprematismo

a una variante personal de arte constructivo y aplicado llamada

“Proun”, un acrónimo de “proyecto para la afirmación de lo nuevo”.

REFOR MUL ACIÓN DE LA GEOMETRÍ A EN EURO PA

Fuera del ambiente volátil y a menudo fragmentador de la nueva

Rusia, en otras partes del continente se estaba desarrollando un

nuevo tipo de constructivismo más cooperativo y duradero. En

un creciente espíritu de colaboración, El Lissitzky, junto con Van

Page 28: Catalogo Word (1)

Doesburg y el pintor alemán Hans Richter, formó en 1922 un grupo

llamado la Facción Internacional de Constructivistas (I.F.d.K).

Era otro de los muchos esfuerzos transnacionales en común en

favor de un arte universal que fomentara un orden social igualmente

universal. Esto reflejaba la aspiración cada vez mayor a

un nuevo paradigma político que había cobrado impulso con el

armisticio de 1918, el cual procuraba restablecer el equilibrio de

poder en Europa tras un período de divisiones y rivalidades nacionalistas.

La formación de la Liga de Naciones, al año siguiente, fue

emblemática de una nueva perspectiva global, una actitud que

halló temprana expresión en el elegante equilibrio de la pintura

relacional de Mondrian. Para entonces, Mondrian era claro en

cuanto a las intenciones últimas de su arte neoplasticista: “La

visión puramente plástica debe construir una nueva sociedad […]

una sociedad donde prevalezca una dualidad equivalente entre lo

material y lo espiritual, una sociedad de relaciones equilibradas”.19

Si bien Mondrian no adscribía directamente sus ideales utópicos

sobre la abstracción a un programa político, como lo hacían los

artistas rusos, su insistencia en la pureza y el orden, llevada al

extremo, hallaría peligrosos paralelos en la limpieza cultural que

sobrevendría, una violenta reacción contra el movimiento de la

posguerra hacia la globalización.

U na de las voces principales de la naciente actitud constructivista

universal era el artista ruso Naum Gabo, quien recibió

atención tanto por sus esculturas geométricas como por sus persuasivos

escritos. A partir de 1920, Gabo se relacionó con varios

líderes del arte geométrico: Kandinsky en Múnich, Tatlin en Moscú

Page 29: Catalogo Word (1)

y Mondrian en París, quienes se encontraban en puntos críticos de

sus respectivas carreras. Esta amplia base de experiencia otorgó

a sus ideas sobre el constructivismo mayor amplitud y flexibilidad

que las de sus pares rusos. En su muy difundido ensayo La idea

constructiva en el arte, Gabo señalaba el impacto vital de la mente

creativa, “constructiva”: “Siendo una creación del hombre, recrea

al hombre”. Sostenía que el arte debería presentar las verdades de

su propia realidad plástica y pura, surgidas como una construcción

de la invención intelectual, y no una abstracción de la naturaleza,

ya que el hombre “es capaz de expresar sus impulsos en el lenguaje

de aquellas formas absolutas que están en sustancial posesión de

su Arte. Esta es la tarea que nosotros, los artistas constructivos,

nos hemos propuesto, que estamos realizando y que esperamos

que continúen las generaciones futuras”.20

La creencia de Gabo en el poder trascendente de la

abstracción y su promesa de renovación social coincidía con las

ideas igualmente optimistas de muchos artistas constructivos alemanes

y suizos. En 1928, Gabo pasó a integrar el cuerpo docente de

la Staadtliches Bauhaus de Dessau, Alemania, una escuela progresista

que también había atraído a Kandinsky, Paul Klee y su colega

constructivista ruso László Moholy-Nagy. Fundada en Weimar en

1919, esta escuela ofrecía un programa de estudios multidisciplinario

que integraba arte e industria, eliminando así las distinciones

entre bellas artes y artes aplicadas para crear lo que su fundador,

Walter Gropius, llamaba “una cofradía de artesanos sin distinción

de clases”. La Bauhaus se convirtió en un centro de confluencia de

muchos abstraccionistas geométricos importantes de toda Europa;

Page 30: Catalogo Word (1)

publicó los escritos de Mondrian y Malevich y fue sede de conferencias

de artistas invitados como Van Doesburg y El Lissitzky. Gabo

enseñaba junto a Josef Albers, un ex estudiante de la Bauhaus

que ascendió hasta la dirección del “Vorkus”, un curso preliminar

obligatorio de la escuela. Basándose en la obra de Johannes Itten,

un artista con formación en ciencia y matemática, Albers avanzó

en la codificación de los elementos del dibujo y el color en un curso

al que asistían todos los estudiantes, ya se tratara de futuros

arquitectos, tejedores o pintores. Mediante la rigurosa definición

de los preceptos de la expresión bidimensional, este curso preliminar

clarificaba un vocabulario para el lenguaje de la abstracción

por venir e impulsaba lo que Albers esperaba que fuera el “desarrollo

de un nuevo idioma visual contemporáneo”.21 La insistencia

de la Bauhaus en las bases formales desembocó en una estética

funcional de geometría pura que integraba el esencialismo neo

plasticista en el diseño de objetos utilitarios, la tipografía, el arte

y la arquitectura.

La influencia de la Bauhaus difícilmente pueda exagerarse.

No solo fomentó experimentos progresistas en pintura, arquitectura,

diseño, fotografía y artesanía, sino que su revolucionaria

pedagogía estableció un estándar para la formación de artistas y

diseñadores en todo el mundo. Sus egresados sembraron los principios

y los ideales constructivistas de la escuela en tierras distantes,

preparando el camino para los futuros movimientos del arte

concreto. El éxito de la Bauhaus también dio lugar a programas

similares, especialmente la “Bauhaus de Budapest”, iniciada

en 1929 en Hungría por los alumnos de Sandor Bortnyik, y la

Page 31: Catalogo Word (1)

Hochschule für Gestaltung, conocida como HfG Ulm, en Alemania,

que la siguió en 1951.

UN NUEVO (DES)OR DEN

Cuando el Partido Nacional Socialista alcanzó oficialmente el poder

en 1933, la estabilidad se vio amenazada en Europa, y los artistas e

intelectuales se enfrentaron a la intimidación y la censura. Albers,

que era uno de los profesores menos politizados de la Bauhaus, fue

despedido con falsas imputaciones de actividades bolcheviques.

Solo diez meses después de que Hitler fuera nombrado canciller

de Alemania, la escuela cerró permanentemente en respuesta a

amenazas de los funcionarios nazis. Poco más tarde Albers emigró

con su esposa, Anni, a los Estados Unidos para asumir un cargo

docente en el Black Mountain College de Carolina del Norte, un

experimento educativo único que ofrecía un programa multidisciplinario

intensivo de trabajo y estudio en la relativa calma de

un ambiente rural. Allí Albers amplió las enseñanzas fundacionales

de la Bauhaus sobre diseño y color, e influyó sobre muchos

jóvenes pintores estadounidenses que en la posguerra habrían de

convertirse en pioneros de la abstracción, incluyendo a Jackson

Pollock, Kenneth Noland y Robert Rauschenberg. El joven Sewell

Sillman, que estudió con Noland poco después de que este dejara

Black Mountain, fue un protegido y colega del maestro durante

toda su vida, y pintó abstracciones con similar énfasis en las

cualidades luminosas del color. Los colegas de Albers en la Bauhaus

también huyeron de Alemania: Moholy-Nagy se mudó primero a

Ámsterdam y luego a Londres, antes de establecerse en Chicago,

muchos años después; Walter Gropius emigró a Londres durante

Page 32: Catalogo Word (1)

un tiempo y luego se trasladó a Cambridge, Massachusetts, para

ejercer la docencia, y Kandinsky se instaló definitivamente en un

suburbio de París.

Cuando las naciones cayeron bajo el hechizo de los

regímenes nazis y fascistas, muchas personalidades destacadas

de la vanguardia modernista europea también se dispersaron hacia

centros culturales más democráticos y hospitalarios; algunos nunca

volvieron a vivir en su patria. El largo viaje de Mondrian fue típico.

Este abandonó en 1938 París por Londres, donde trabajó durante

dos años en un estudio vecino a los de Naum Gabo y Ben Nicholson,

un joven adherente al neoplasticismo. Cuando la guerra se agravó,

en 1940, Mondrian hizo su migración final a la ciudad de Nueva

York, donde se unió a una vasta comunidad de artistas expatriados

que incluía a figuras tan diversas como Marcel Duchamp, Max Ernst

y George Grosz. Inspirado por los llamativos sonidos e imágenes de

su ciudad de adopción, sus pinturas evolucionaron marcadamente

en los últimos años de su vida. Durante ese tiempo se convirtió

en un activo integrante de American Abstract Artists (AAA), un

bastión de la abstracción geométrica fundado en 1937. Su presencia

tuvo una enorme influencia en una nueva generación de pintores

geométricos que introdujo un formalismo más reduccionista en el

vocabulario estético de los Estados Unidos. Entre estos “posmondrianistas”

22 figuraban Leon Polk Smith y los miembros de la AAA

Ilya Bolotowski y Burgoyne Diller, el segundo de los cuales estaba

a cargo de la United States Federal Art Project’s Mural Division

de Manhattan, un proyecto de obras públicas que proporcionó en

ese momento una publicidad sin precedentes al arte geométrico.

Page 33: Catalogo Word (1)

Otros modernistas europeos se mudaron a distintas ciudades de

los Estados Unidos. Los Ángeles, por ejemplo, se convirtió en el

hogar de los artistas vanguardistas Man Ray y Oskar Fischinger,

así como del compositor Igor Stravinsky, el autor teatral Bertolt

Brecht, el cineasta Jean Renoir y el filósofo Theodor Adorno. Pero el

epicentro fundamental del mundo del arte durante y después de la

guerra fue indudablemente Nueva York, que se estaba convirtiendo

rápidamente en la nueva París, un lugar donde fermentaban nuevas

ideas sobre la pintura.

Después de la devastación de la guerra y el éxodo creativo

que esta precipitó, París nunca recuperó totalmente su pasada

gloria como sitio de reunión de la vanguardia, pero, sin embargo,

continuó ejerciendo una considerable influencia en los avances regionales

de la abstracción geométrica. En 1944, apenas tres meses

después de la liberación de la ciudad, Denise René abrió su galería

con una muestra de pinturas de Victor Vasarely, un abstraccionista

nacido en Hungría que había estudiado en la Bauhaus de Budapest.

Dos años más tarde, ex integrantes del grupo Abstraction-Création

organizaron el Salon des Réalités Nouvelles en el Palais des Beaux-

Arts, con la finalidad de exponer arte concreto y no figurativo.

Estos dos nuevos escenarios prosperaron durante mucho tiempo

como plataformas de la abstracción geométrica, e impulsaron en

especial los movimientos posteriores de arte perceptual y cinético.

Hacia fines de la década de 1940, París también se transformó en un

imán para una nueva generación de artistas de los Estados Unidos,

entre ellos Jules Olitski, Jack Youngerman y Ellsworth Kelly, todos

veteranos de guerra que viajaron en virtud de la “Servicemen’s

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Readjustment Act” del gobierno de su país, más conocida como

la “Ley G.I.”. En Francia absorbieron las enseñanzas de maestros

como Claude Monet y Constantin Brancusi y se mezclaron con una

nueva generación de artistas geométricos entre los que se contaban

François Morellet y Almir Mavigner, un pintor brasileño que en

esa época residía en París. Estas influencias contribuyeron mucho

al desarrollo de un tipo de abstracción más reduccionista y lírica en

los Estados Unidos.

Fuera de Francia, podía encontrarse un medio aún más enriquecedor

para la abstracción geométrica en Suiza, donde la neutralidad

militar había permitido que su discurso se desarrollara sin

impedimentos. Max Bill y Richard Paul Lohse estaban a la cabeza

de Konkrete Gestaltung, un grupo de artistas suizos que comen

zaron a reunirse con regularidad en Zúrich en la década de 1930 y

que desarrollaron un fundamento lógico para sus abstracciones,

utilizando estructuras “verificables” y sistemas basados en reglas

de rigor matemático. En 1936, Bill afirmó: “Llamamos concretas

a estas obras de arte que fueron creadas a partir de sus propios

medios y leyes innatos; sin tomar nada de los fenómenos naturales,

sin transformar esos fenómenos; en otras palabras, no mediante la

abstracción”.23 Estos principios se pusieron de manifiesto con

la publicación de la revista Abstrakt-Konkret y la presentación

de la muestra Konkrete Kunst en Basilea, ambas organizadas por Bill

en 1944. La exposición, que incluía obras de Kandinsky, Mondrian

y Klee junto con artistas suizos jóvenes como Lohse y Bill, fue un

testimonio de la persistencia de los principios constructivos y del

carácter internacional del arte geométrico de la posguerra. Poco

Page 35: Catalogo Word (1)

tiempo después, los postulados suizos impulsaron el Movimento

Arte Concreta, fundado en Milán por Bruno Munari, así como la

formación de movimientos de arte concreto en los países nórdicos,

liderados por Richard Mortensen en Dinamarca y Olle Baertling

en Suecia. Aunque generado a partir de las teorías de Mondrian,

Delaunay y Malevich, hacia fines de la Segunda Guerra Mundial

el nuevo arte constructivo se había despojado totalmente de la

expresión personal y la aspiración espiritual que habían motivado

las históricas abstracciones de 1913.

AMÉRICA LATINA: UN NUEVO CENTRO INTERNACIONAL

Mientras, en la década de 1940, París y Zúrich incubaban nuevos

movimientos de arte concreto, América Latina adquiría importancia

por sus progresos en la abstracción geométrica, que había sido

puesta en marcha por los singulares esfuerzos de Joaquín Torres

García. En busca de un nuevo lenguaje para la pintura, este viajó

en 1926 del Uruguay a París, donde se relacionó con Mondrian, Van

Doesburg y otros exponentes del neoplasticismo, cuyos principios

adaptó a sus propias composiciones ordenadas geométricamente.

Durante su estada en París, Torres García se interesó cada vez

más en el arte precolombino latinoamericano, y cuando retornó

a Montevideo fusionó las influencias indígenas y las importadas

en un único estilo de abstracción pictográfica que llamó universalismo

constructivo. Incansable proselitista de su nuevo movimiento,

fundó la Asociación de Arte Constructivo, lanzó la publicación

Círculo y Cuadrado y abrió un estudio que funcionaba como taller

y escuela, llamado Taller Torres García, todo ello, según afirmaba,

para situar el arte constructivo en el contexto al que pertenecía,

Page 36: Catalogo Word (1)

“la historia de América”.24

El llamamiento a la acción de Torres García fue especialmente

bien recibido en la Argentina, donde el arte geométrico

estaba cobrando impulso entre artistas como el uruguayo Carmelo

Arden Quin y Juan Melé. Los argentinos, sin embargo, rechazaban

en forma unánime las anteriores referencias simbólicas y se

pronunciaban a favor de un arte plástico puro, que consideraban

más adecuado para su cultura cosmopolita y progresista. El surgimiento

de un movimiento polifacético de abstracción geométrica

centrado en Buenos Aires fue señalado por la aparición, en 1944, de la

revista Arturo. Si bien su primer número también sería el último,

la publicación, fundada por los artistas Arden Quin, Gyula Kosice,

Edgar Bailey y Rhod Rothfuss, esbozaba los principios nacientes

de una perspectiva únicamente latinoamericana que abogaba

por la geometría en oposición a la abstracción informalista o

“automática”.25 El rechazo de la expresión personal y la adopción de

un arte de “función” revelan una afinidad con el arte ruso productivista,

y, en efecto, Arturo mencionaba a la Unión Soviética como un

aliado artístico, invocando simpatías políticas que en ese momento

estaban brotando en la Argentina. Rothfuss, sin embargo, aportó

al discurso de la abstracción algo nuevo que la alejó aún más de

sus raíces constructivistas. En su influyente artículo “El marco: un

problema de plástica actual”, cuestionaba la autoridad del marco

rectangular, similar a una ventana, que ligaba inseparablemente

la pintura a la tradición de la representación teatral. Instaba a los

pintores a que se liberaran de ese formato arbitrario y adoptasen

un “marco recortado”, estructurado intuitivamente de acuerdo con

Page 37: Catalogo Word (1)

la lógica interna del cuadro. Este enfoque se manifiesta en abstracciones

de tamaño reducido de Rothfuss y Arden Quin, en las que

el borde exterior tiene una forma geométrica irregular que contrabalancea

la composición interior. Esta evolución formal volvía

la pintura más sensible y menos estática. El resultado es una abstracción

geométrica dinámica que interactúa con los bordes que

delimitan la pared en la que está colgada y, por ende, anima todo

el espacio que la circunda. Estos cuadros de forma excéntrica, tan

impredecibles como innovadores, se convertirían en el sello característico

de la abstracción argentina en todo el mundo, y señalan

su contribución única al discurso del arte geométrico.

Arturo proporcionó el ímpetu para la exposición colectiva de

1945 Art Concret Invention, que fue seguida rápidamente por el debut

de la Asociación Arte Concreto-Invención. La muestra inaugural

de esta incluía obras de Arden Quin, Melé, Raúl Lozza y Tomás

Maldonado, autor del Manifiesto invencionista de 1946, que propugnaba

por “una estética precisa, una técnica precisa […] Ni buscar

ni encontrar: inventar”.26 Muy pronto se realizó una exposición más

diversificada del movimiento de Arte Concreto-Invención, que

abarcaba música y actuación junto con pinturas de marco recortado

de Rothfuss y Lozza y esculturas manipulables de Kosice y Enio

Iommi. Muchos de estos artistas participaron, el año siguiente,

en el perdurable grupo Madí y colaboraron con su revista, Arte

Madí Universal. La estética Madí abarcaba varios medios y formas

artísticas, y tenía una actitud más liberal y lúdica hacia la invención

geométrica. Como luego recordó Kosice, un ardiente portavoz del

grupo, no se trataba de establecer un “orden geométrico” como el

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neoplasticismo, ni de simplemente expresar “valores” plásticos que

pudieran derivar en un decorativismo prosaico e insustancial, sino

que implicaba una acción profunda en el hecho estético, así como

en la condición del ser y del hombre en el mundo.27

A la vez que, a fines de los años 40, se formaban, dividían y

reagrupaban en la Argentina diversas fracciones estéticas, América

Latina adquiría prominencia en la escena mundial. Vigorosos movimientos

de arte concreto cobraban impulso también en Uruguay,

Brasil, Venezuela y Cuba, los cuales convertían la región en un

nuevo centro mundial de la abstracción vanguardista.

II .

La proliferación de las formas:

la evolución de la abstracción geométrica

después de 1950

UN LENGUAJE UNIVERSAL

Con el surgimiento de los movimientos constructivos y concretos

latinoamericanos en la época de la posguerra, la abstracción geométrica

tuvo una renovada difusión como lenguaje estético internacional.

Esto fue posible, en gran medida, por la descentralización

geográfica de la vanguardia durante la Segunda Guerra Mundial,

que aceleró la interacción entre artistas de diversas identidades

nacionales. Aunque décadas antes se habían establecido puntos

de contacto entre artistas individuales en Europa, Rusia y las

Américas, para el fin de la guerra se había entablado un amplio

Page 39: Catalogo Word (1)

diálogo transcultural que tuvo como consecuencia la adopción del

arte geométrico a nivel mundial. Los artistas argentinos, influidos

por el progresismo económico y político, cultivaron con especial

entusiasmo esas conexiones, dando muestras del optimismo y el

igualitarismo que cundían por entonces en toda América Latina.

Esta posición fue expresada poéticamente en el Manifiesto invencionista:

“No más el arte como soporte de la diferencia. Por un

arte que sirva, desde su propia esfera, a la nueva comunión que

se yergue en el mundo”.28 Hacia 1950 esos sentimientos eran expresados

en forma aún más conmovedora en las páginas de Arte

Madí Universal, que imprimía reiteradamente el reclamo de un intercambio.

29

Todo diálogo requiere un medio de comunicación en

común, y muchos abstraccionistas de la posguerra lo encontraron

en el lenguaje compartido de lo que Naum Gabo llamaba “formas

absolutas”. Intuidos inicialmente por los pioneros de la abstracción

antes de la Primera Guerra Mundial, los elementos esenciales de la

línea, la forma y el color, desplegados en una infinita variedad de

estructuras y formatos compositivos, demostraron ser capaces de

trasmitir una amplia variedad de sensaciones y convicciones. Los

elementos formales no objetivos –la gramática de la abstracción–

también tenían importancia política para los artistas. Tan decisiva

era la intención espiritual y social que servía de base a las líneas

horizontales y verticales de Mondrian, por ejemplo, que la simple

introducción de diagonales en la obra de su colega Van Doesburg

originó una áspera escisión en el campo de De Stijl, que condujo

a Van Doesburg a desarrollar la ideología rival del elementarismo.

Page 40: Catalogo Word (1)

Esas repercusiones ideológicas se pueden percibir en las primeras

composiciones de Melé. Su Homenaje a Mondrian, de 1947, por

ejemplo, manifiesta una claridad y una lógica compositiva que

deben mucho al programa estético del neoplasticismo. Mediante

esta asociación, las pinturas de Melé de la época de la posguerra

vinculan intencionalmente las ideas sociales de Mondrian con las

políticas progresistas que surgían en toda América Latina. En contraste,

la obra del pintor italiano Roberto Crippa indica desorden

o desintegración estructural. En su Sin título, de 1948, el andamiaje

del nuevo orden mundial de Mondrian parece colapsar en el

plano del cuadro, como si fuera incapaz de sostener el peso de sus

propios sueños utópicos. Esta expresión gráfica, a su vez, señala

la inestabilidad y la introspección de la sociedad europea en una

época de reconstrucción de posguerra. Si bien las interpretaciones

específicas dependen de los contextos históricos y culturales, como

esta comparación lo indica, los elementos visuales de la abstracción

geométrica pueden ilustrar simbólicamente ciertos conceptos

fundamentales y universales: simplicidad versus complejidad,

integración versus fragmentación u orden versus caos.

N o obstante l ecturas formales específicas, el arte geométrico,

por su misma naturaleza, también invoca la racionalidad

de las matemáticas, un lenguaje universal que trasciende la cultura

y la política. La asociación con la matemática –que también es el

lenguaje de la ingeniería, la química y la física– le proporciona a la

abstracción geométrica el barniz agregado de complejidad científica

y tecnológica acorde con el pensamiento moderno y progre-

sista. Esta actitud se manifiesta en los elegantes polígonos de las

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disposiciones “coplanares” de Raúl Lozza, las secuencias de puntos

cuadriculadas de los dibujos de João José da Silva Costa y las mesuradas

divisiones espaciales de las composiciones de color de Karl

Benjamin, todas producto de cálculos empíricos. En su ensayo de

1949 La concepción matemática en el arte de nuestro tiempo, Max

Bill expresaba la gran repercusión personal y cósmica que podía

derivarse de la fusión de los lenguajes del arte y las matemáticas:

“Estoy convencido de que es posible desarrollar una nueva forma

de arte en la cual la obra del artista pueda basarse en una medida

muy considerable en una línea matemática de enfoque de su contenido

[…] el fundamento de este enfoque matemático del arte

está en la razón, su contenido dinámico es capaz de impulsarnos a

vuelos astrales que se remonten a regiones desconocidas y todavía

inexploradas de la imaginación”.30

MIGRACIÓN Y CIRCUL ACIÓN

América Latina, relativamente ilesa tras la Segunda Guerra Mundial

y favorecida en la posguerra por una bonanza cultural y económica

regional, se volvió un terreno fértil para el arte geométrico. Pero

cuando, luego del fin del conflicto, los viajes se reanudaron, los

artistas geométricos se trasladaron a Europa para renovar su inspiración,

con lo que contribuyeron a la disgregación de los antes

poderosos grupos de artistas de la región y a la descentralización

del movimiento concreto. Melé y Arden Quin viajaron a París,

donde el primero estudió con Georges Vantongerloo y Sonia

Delaunay, dos figuras estrechamente vinculadas a los orígenes

del arte geométrico, y el segundo estableció una duradera avanzada

del movimiento Madí. Ese mismo año el cofundador de Arte

Page 42: Catalogo Word (1)

Concreto-Invención Tomás Maldonado recorrió Europa y forjó importantes

alianzas con Max Bill y otros artistas concretos. También

dejaron el continente algunos jóvenes y promisorios abstraccionistas

venezolanos. Ya en 1945 Alejandro Otero se estableció en París,

donde él y otros colegas expatriados formaron Los Disidentes, un

grupo que alzaba su voz en oposición al arte más tradicional de

su patria de origen. En 1950 Jesús Rafael Soto dejó Caracas con

rumbo a París, donde permaneció por el resto de su vida, trabajando

en forma independiente de cualquier grupo organizado. Su

compatriota Carlos Cruz-Diez se instaló varios años después en

España, donde podía investigar tranquilamente nuevas vías para

la abstracción, pero con un fácil acceso a París.

Así como los latinoamericanos emprendían sus peregrinajes

al extranjero, los europeos, como respuesta, se abrían camino en

las Américas. Entre los que tuvieron el impacto más decisivo en

la generación de abstraccionistas de la posguerra figuraban Josef

Albers y Max Bill, dos de los primeros europeos que influyeron directamente

en los artistas de América Latina. Poco después de

haberse radicado en Carolina del Sur, Albers viajó a La Habana,

en 1934, para dar una serie de conferencias, invitado por Clara

Porset, una estudiante cubana del Black Mountain College. Al año

siguiente, él y Anni Albers hicieron el primero de varios viajes a

México, donde el ambiente natural y el arte indígena les procuraron

inspiración para las obras que realizaron tras su vuelta a los Estados

Unidos. Además de su cargo docente en Black Mountain, en las

siguientes dos décadas Albers enseñó en universidades de ese país y

en México, Chile y Perú. Incluso después de convertirse en director

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del Departamento de Diseño de la Yale University, en 1950, siguió

dictando cursos en los Estados Unidos y en el extranjero.

Max Bill, ex alumno de Albers en la Bauhaus de Dessau

y líder del movimiento concreto suizo, viajó por primera vez a

Latinoamérica en 1950, con motivo de una importante exposición

individual en el Museu de Arte Moderna de San Pablo. Al año

siguiente, recibió el Gran Premio de Escultura de la primera Bienal

de San Pablo e inició una gira por América Latina para dar conferencias,

durante la cual difundió la doctrina suiza de Konkrete

Kunst, caracterizada por la modularidad, los elementos seriales y

las cantidades mesuradas de color que surgen de la “lógica interna”

de una obra de arte. Bill describía este proceso sumamente racional

de estructuración de la forma como un enfoque lógico de los problemas

del arte. Esto significaba que cada parte del proceso creativo

seguía, conscientemente, los pasos de un análisis lógico.31 El artista

institucionalizó esta metodología programática en la Hochschule

für Gestaltung de Ulm, de la que fue cofundador y que dirigió hasta

1956, cuando fue remplazado, no sin polémicas, por Maldonado,

quien había hecho conocer a Bill en la Argentina. Durante su auge,

en la década de 1950, la escuela recibió alumnos de todo el mundo y

atrajo a destacados docentes, entre ellos a Johannes Itten y Albers,

ex profesores de Bill en la Bauhaus.

El grupo suizo, que había heredado algunos de los ideales

utópicos de De Stijl y establecía pocas diferencias cualitativas

entre las bellas artes y las artes aplicadas, también abogaba por la

integración del orden geométrico en el ambiente cotidiano. Tanto

en sus enseñanzas como en su trabajo en el taller, Bill promovía

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la teoría del “diseño total”, que integraba el arte a un medio más

amplio; un enfoque holístico transdisciplinario que tenía ramificaciones

no solo en la composición de pinturas y esculturas, sino

también en la concepción de la arquitectura y el diseño industrial.

Tales ideas culminaron en el estilo internacional de la arquitectura

y el diseño, una estética que reconoce sus orígenes en el constructivismo

suizo y alemán y que estandarizó el vocabulario modernista

y se convirtió en el estilo favorito de las ciudades socialmente progresistas

hasta la década de 1960. Este inspiró proyectos urbanos

vanguardistas, como la Ciudad Universitaria de Caracas, de Carlos

Raúl Villanueva, que combinó con éxito la arquitectura de avanzada

y el arte de Victor Vasarely, Alexander Calder y Nikolaus Pevsner

en un monumento al modernismo.

El concepto de De Stijl de “arte en la vida” también se

mantuvo vivo en los Países Bajos por obra del artista y arquitecto

Joost Baljeu y los artistas constructivos que se congregaron en

torno de su influyente revista Structure. Este movimiento tuvo

adherentes en todo el mundo y, cuando la revista dejó de publicarse,

se lanzó una versión canadiense llamada The Structurist,

que daba voz a un movimiento norteamericano epónimo del que

formaban parte el artista estadounidense Charles Biederman y el

canadiense Eli Bornstein, quienes integraban la pintura, la escultura

y la arquitectura en relieves murales construidos con planos.

La utópica misión de Mondrian de “la vida abstracta real” también

inspiró en 1951 la formación en París del Groupe Espace, cuyos

miembros procuraban realizar su sueño de larga data del “fin del

arte como algo separado del medio que nos rodea, que es la verdadera

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realidad plástica”. Como vaticinó Mondrian, “la pintura y

la escultura no se manifestarán como objetos separados, ni como

‘arte mural’, ni como ‘arte aplicado’, sino que, al ser puramente

constructivas, contribuirán a la creación de una atmósfera no

meramente utilitaria o racional sino también pura y completa en

su belleza”.32

En la década de 1950 la dimensión de la abstracción geométrica

fue confirmada por una multiplicidad de exposiciones que

se realizaron en Europa y las Américas. Las bienales de Venecia y

San Pablo, la Trienal de Milán, la Pittsburgh International Exhibition

y el salón anual Réalités Nouvelles, en París, surgieron como importantes

vidrieras de las tendencias mundiales de la abstracción. La

recepción de la crítica y el reconocimiento internacional alentaron

el desarrollo de nuevos micromovimientos de arte concreto en

todo el mundo. En Zagreb se formó en 1951 el grupo Exat 51, constituido

por artistas y arquitectos que apoyaban la abstracción y

su síntesis con las artes aplicadas. Al año siguiente, en San Pablo,

Lothar Charoux cofundó el Grupo Ruptura, cuyo manifiesto expresaba

su lealtad a un arte basado en “principios claros e inteligentes”,

reflejando las teorías de Max Bill. El grupo, que incluía a artistas de

Polonia, Hungría y Austria, encarnaba las corrientes multiculturales

del momento. Poco después, una ideología igualmente racional de

inspiración suiza sentó las bases para la fundación en San Pablo

del Grupo Frente, integrado, entre otros, por Ferreira Gullar, João

José da Silva y Lygia Clark. Algunos de sus miembros participaron

tiempo después en el influyente movimiento neoconcreto, cuyo

manifiesto de 1959 instaba a un uso más expresivo de las formas

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geométricas que les permitiera convertirse en “vehículos para

la imaginación”. Entre la nueva oleada de grupos artísticos en la

Argentina, los más destacados fueron la Asociación Arte Nuevo

(1956), entre cuyos fundadores figuraba Arden Quin, y el Grupo

de Arte Generativo, surgido varios años más tarde con un manifiesto

que preconizaba composiciones de elementos con la libertad

de “vibrar” y “girar”, que “hemos identificado […] con el presente y

el futuro”.33 Esta estética dinámica está tipificada en la obra del integrante

del grupo Eduardo Mac Entyre, cuyas complejas estructuras

lineales se vinculan a las representaciones de las fuerzas vitales

del libro de 1905 Formas del pensamiento, a la vez que presagian los

futuros fractales generados por computadora.

ABSTRACCIÓN POSPICTÓR ICA EN LO S ESTADOS UNIDOS

Al fracturarse el movimiento concreto en múltiples grupos, los

artistas geométricos de diferentes ideologías de todo el mundo

hallaron un terreno común en su rechazo unilateral del arte de expresión

personal que, tras los catastróficos acontecimientos de la

guerra, cobraba fuerza en Europa, y en especial en los Estados

Unidos. El expresionismo abstracto y los movimientos con él

relacionados del arte informal y el tachismo, que representaban un

punto de vista introspectivo y existencial que exaltaba el culto del

artista individual, estaban en notable oposición con los objetivos

colectivos de los artistas concretos. El expresionismo abstracto

recibió la parte del león del apoyo crítico e institucional durante

la década de 1950, y fue promovido a regañadientes en exposiciones

organizadas por el Departamento de Estado de los Estados

Unidos como un símbolo de la democracia y el libre albedrío de la

Page 47: Catalogo Word (1)

sociedad americana, mientras que el constructivismo se asoció,

aunque brevemente, con la causa comunista. Contrariamente al

arte de la emoción y la espontaneidad reivindicado por personalidades

como Jackson Pollock y Pierre Soulages en los años 50

y 60, el arte geométrico llegó a ser considerado como comparativamente

decorativo y conservador, especialmente en los Estados

Unidos. No obstante, artistas de todo el país estaban decantando

silenciosamente los principios del concretismo en geometrías más

expansivas y evocadoras.

L os jóvenes artistas geométricos de la costa este se repartieron

en dos tendencias simultáneas: Kenneth Noland y Jules

Olitski eran parte de un grupo emergente de color-field painters

(pintores de campos de color) que buscaban integrar el color en la

superficie plana de telas manchadas de pintura y, en Nueva York,

Ellsworth Kelly, Alexander Liberman y Leon Polk Smith representaban

un grupo complementario de abstraccionistas hard edge

(cultores de la pintura de bordes netos). Ambos grupos encontraban

su inspiración al otro lado del Atlántico y se valían de los

ejemplos del modernismo europeo para conformar en los Estados

Unidos una abstracción sobria pero evocadora. El arte geométrico

de Nueva York y Washington D.C. se distinguía por su gran

escala, que era más adecuada para competir con las proporciones

heroicas del expresionismo abstracto y los grandes espacios

museísticos en los que esta pintura se exhibía cada vez más frecuentemente.

En Los Ángeles, donde el expresionismo abstracto tenía

menos presencia, John McLaughlin, Lorser Feitelson, Karl Benjamin

y Frederick Hammersley desarrollaban un tipo más modesto y

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austero de pintura geométrica. Apodados los “Cuatro clasicistas

abstractos” por el crítico y curador Jules Langsner en 1959, su tipo

de abstracción, a la vez espaciosa e introspectiva, exhibía influencias

únicas en la costa del Pacífico. McLaughlin, el vocero de más

edad del grupo, tenía lazos de larga data con la cultura asiática

y había trabajado como traductor en Japón durante la guerra. Sus

composiciones delicadamente equilibradas reúnen las dispares

influencias del neoplasticismo y el arte asiático en una neutralidad

que se aproxima al zen, orientada a “inducir o intensificar

el deseo natural de contemplación del observador”.34 En la obra

de Feitelson, quien nunca abandonó por completo las formas y

los contornos en arabesco que suelen asociarse con las variedades

iniciales de la abstracción orgánica en los Estados Unidos,

se observa un enfoque más lírico. Sus Magical Space Forms, una

serie pintada entre fines de los años 40 y principios de los 60,

están animadas por formas excéntricas y un sentido ambiguo

y lúdico de la dimensión. En contraste, Benjamin y Hammersley

prestaban más atención al orden geométrico, pero empleaban

con frecuencia el color para lograr un efecto visual más equilibrado,

con tonos saturados que expresaban la claridad de la luz

del sol de California. A pesar de su gran variedad de temperamentos,

la obra de los clasicistas abstractos se caracteriza por

poseer mayores resonancias sensuales y emocionales que la de

sus contemporáneos de otras partes del país.

L os movimientos de arte geométrico de las costas este

y oeste se unieron con el tiempo bajo la abarcadora denominación

de “abstracción pospictórica”, un término tomado del título de

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una influyente exposición realizada en Los Ángeles en 1964 y

curada por Clement Greenberg, una poderosa voz de la crítica

en el arte estadounidense de posguerra. Greenberg, que había

promovido el arte de Pollock y el expresionismo abstracto, consideraba

que los artistas pospictóricos habían llegado más lejos

en la reducción de la pintura a su esencia, un estado de “pureza”

material y filosófica. Pensaba que la evolución futura del arte

moderno residía en ese enfoque “formalista” o autocrítico del

medio del que el artista disponía. Por ende, aconsejaba al pintor

interrogar al material, las formas y los procesos propios de su

arte para llegar a una “autocrítica de verdad”.35 Esto desembocó,

finalmente, en lo que Noland y sus pares llamaron sin rodeos

“arte chato”, caracterizado por rayas ilimitadas, diseños circulares

y formas amorfas fusionadas con la superficie de la

tela, mediante técnicas de manchado o pintura con rodillo que

eliminaban las huellas de la pincelada característica del autor.

El desafío lanzado por Greenberg de descubrir la “esencia irreductible”

del medio del artista sería recogido en forma más

convincente en los años 60 por un tipo reduccionista de pintura

monocroma y los objetos literales de la escultura minimalista,

que implicaban una forma aún más mecánica de pintar y más

distante de fabricar.

LA CUALIDAD PRIMOR DIAL DE LA VISIÓN

En coincidencia con el desarrollo de la pintura formalista, que nació

de un idealismo o esencialismo filosófico, surgió un tipo fenomenológico

de abstracción que abarcaba las facultades físicas

y perceptivas del observador. En este planteamiento tuvo gran

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importancia la reciente teoría de la Gestalt, que fue difundida entre

los artistas por el psicólogo Rudolf Arnheim. Su influyente libro

Arte y percepción visual: psicología del ojo creador (1953) señalaba

que la visión es una función dual de la óptica y la neurología, y explicaba

lo que sucede cuando se produce una desconexión entre lo

que vemos y lo que sabemos. Las anomalías visuales que derivan

de ello, la incongruencia espacial y otros efectos de inestabilidad

sensorial ofrecían nuevas herramientas con las cuales los artistas

podían lograr una experiencia del arte más dinámica y visceral.

Entre los que abrazaron totalmente la nueva psicología de la percepción

estaba el húngaro Victor Vasarely, que se había establecido

en París en 1930. Sus pinturas y construcciones esculturales

basadas en los fenómenos perceptivos, que comenzó a exponer

internacionalmente en 1954, impulsaron un nuevo metamovimiento

en la abstracción. La tendencia fenomenológica naciente

en el arte geométrico fue señalada por la muestra pionera

Le Mouvement, que Vasarely organizó para la galería Denise René en

1955. La exposición abarcaba los diversos efectos del color, la luz,

el espacio y el tiempo manifestados con diversos medios, incluyendo

los móviles colgantes de Carter, las máquinas-escultura de

Jean Tinguely, las construcciones de múltiples capas de Soto y los

relieves de metal de Vasarely. Esta innovadora exhibición tuvo un

profundo efecto en la generación más joven de artistas geométricos.

Carlos Cruz-Diez, que viajó desde Madrid para ver la muestra

cuando ya estaba siendo desmontada, se sorprendió al comprobar

que también otros estaban explorando las fronteras de la percepción

mediante formas de pintura y escultura no convencionales. El

Page 51: Catalogo Word (1)

catálogo de Le Mouvement, un fascículo impreso en papel amarillo

brillante, contenía las Notas para un manifiesto, de Vasarely, que

postulaban un nuevo papel más vital para la abstracción y subrayaban

las implicaciones sociopolíticas de un arte más “generoso” que

invitaba a la participación activa del espectador. En el Manifiesto

amarillo, como también se lo conoce, Vasarely abogaba por un arte

de “presencia” que no requería conocimientos sobre la abstrusa

estética moderna: “Puesto que la sensibilidad es esencialmente una

facultad humana, nuestro mensaje ciertamente llegará al hombre

común a través de la vía normal de su receptividad emotiva”.36

Vasarely relacionaba instintivamente la psicología de la

percepción con los conceptos avanzados de la física, incluyendo

la mecánica ondulatoria, la cibernética y la teoría de partículas,

y buscaba métodos análogos para traducirlos gráficamente.

En los años 50 halló un vehículo flexible para ello en la “unidad

plástica”, una forma esencial, como un cuadrado, un círculo o una

línea, que podía·disponerse en una inagotable variedad de redes

y estructuras. Con esta unidad modular Vasarely logró explotar

en sus telas la dinámica de las formas positivas y negativas, un

efecto que se acentuó con el uso de una paleta limitada al blanco

y el negro. Consideraba que estos dos colores constituían un contraste

complementario inseparable asociado con “el bien y el mal”,

“lo físico y lo psíquico”, “el sí y el no”, y se refería a él como su

“lenguaje binario para constituir un ‘banco’ de imágenes plásticas

en un cerebro electrónico”.37 Su obra Avall, pintada en 1975, según

un diseño concebido en los años 60, demuestra, en su composición

vertical de rayas alternadas blancas y negras, el perdurable interés

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del autor en la oposición binaria de fuerzas positivas y negativas.

Estratégicas interrupciones de esta secuencia lineal dan lugar a

formas geométricas ilusorias, agregando una irresistible ambigüedad

espacial a la inversión subyacente de figura-fondo. Como en

todas las obras de Vasarely –en algunas de las cuales este utiliza

pintura metalizada y superficies espejadas–, la visión fluctúa, lo

cual hace del arte una experiencia individualizada y participativa.

Este enfoque centrado en el observador, que contribuía a

lo que Vasarely esperaba que fuera “la democratización del arte”,

proporcionó a los artistas geométricos un medio de refutar el solipsismo

del expresionismo abstracto, en favor de un arte acorde

con una reforma social igualitaria mundial. Las nuevas estrategias

centradas en la percepción se oponían a los absolutos filosóficos del

arte concreto del pasado, y adoptaban en cambio la ambigüedad y

la transformabilidad. Como lo testimonian Le Mouvement y otras

exposiciones posteriores, en diversas partes del globo distintos

artistas estaban indagando simultáneamente las posibilidades del

arte perceptual y cinético y liberando la abstracción de los confines

estáticos de dos dimensiones, la virtual y la real. Este Zeitgeist

estético, o espíritu de la época, fue celebrado en Zagreb con la

exposición y el simposio de 1961 Nove Tendencije, un proyecto iniciado

por Almir Mavignier –que entonces vivía en Alemania– en

colaboración con el historiador de arte yugoslavo Matko Meštrović.

Ex alumno de Albers y miembro del grupo ZERO , de orientación

conceptual, la obra de Mavignier tenía como guía la teoría de la

Gestalt. Este invitó a participar a artistas de toda Europa que

representaban la orientación perceptual, que según él no expresaba

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“ni construcción ni composición. Fascinación”.38 Los proyectos de

la Nove Tendencije, que se prolongaron de diferentes formas hasta

1973 y, con el tiempo, representaron a artistas de todo el mundo,

revelaban la amplia influencia de la psicología y la tecnología en el

arte contemporáneo durante la apasionante época de la experimentación

formal.

L os artistas que encarnaban la nueva tendencia estética

compartían el interés por las composiciones no jerárquicas y la

repetición modular, así como una propensión al uso de materiales

industriales no convencionales. En Italia, Getulio Alviani, Alberto

Biasi, Toni Costa y Dadamaino investigaban estructuras periódicas

en composiciones reticulares y radiales, a menudo de acero inoxi

dable y plástico transparente. Dinamica visiva (1973), de Biasi, utiliza

un material de PVC similar a cintas para generar incongruencias

estereoscópicas, algo que interesaba al Gruppo N de Padua y al

Gruppo T de Milán. En Alemania, integrantes de ZERO como Heinz

Mack y Enrico Castellani experimentaban con diseños geométricos

en relieve. Mack utilizaba vidrio granulado para crear una luminosidad

parecida a la de las joyas en sus construcciones industriales.

Anthony Hill y Kenneth Martin encabezaron una nueva generación

de artistas británicos que indagaba la “fenomenología de la estructura”

en construcciones geométricas reticulares.39 En Francia, Soto

y Antonio Asís llevaban adelante investigaciones independientes

sobre el efecto moiré, un fenómeno derivado de la desalineación de

estructuras lineales superpuestas. Los relieves de Asís –en esencia,

rejillas de metal suspendidas sobre un dibujo pintado contrastante–,

que encarnan la nueva estética tecno-perceptual, logran impresionantes

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distorsiones espaciales que sufren metamorfosis a medida

que se modifica la posición del observador. Un denominador

común de todos estos experimentos es que se basan en un

compromiso activo del espectador con la obra de arte. Este

elemento participativo se volvió programático para el Groupe de

Recherche d’Art Visuel (GRAV), un colectivo parisino integrado por

Julio Le Parc, Francis Sobrino, Joël Stein, François Morellet, Luis

Tomasello y Jean-Pierre Yvaral, el hijo de Vasarely. En 1965 Yvaral

señaló: “Nuestro objetivo es restablecer la cualidad primordial de

la visión, eliminando de nuestras obras todo significado ajeno a

ellas y en virtud del cual serían meramente una representación”.

El resultado de liberar al “ojo del espíritu” con sus obras y acontecimientos

multimedia, concluía Yvaral, era “una educación de la

percepción visual en sí”.40

Mientras que las investigaciones de la percepción en Europa

se orientaban a formas de arte híbridas –incluyendo construcciones

escultóricas y obras dotadas de luz y movimiento–, en las Américas

predominaba el formato más tradicional de la pintura, donde el

movimiento estaba sugerido principalmente en dos dimensiones,

mediante complejos diseños en blanco y negro y vibrantes contrastes

de color. En los años 50 y 60, los artistas estadounidenses, que

tenían pocos antecedentes en materia de grupos organizados, trabajaban

fuera de las corrientes dominantes, en relativo aislamiento

en comparación con sus colegas europeos y latinoamericanos. Sólo

un colectivo de artistas, el grupo Anonima, logró florecer en los

Estados Unidos en ese tiempo.41 Pero, a pesar de su independencia

entre sí, muchos artistas geométricos de ese país tenían en común

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la influencia del concretismo europeo, en especial la difundida por

los ex profesores de la Bauhaus que en ese momento estaban al

frente de algunos de los programas artísticos más importantes de

la nación. Este influjo fue decisivo en Julian Stanczak y Richard

Anuszkiewicz, quienes en 1954 dejaron su hogar en el Medio Oeste

para estudiar con Josef Albers en la Yale University. La influencia

combinada de las teorías de Albers sobre la interacción de colores

y de la reciente publicación de Arte y percepción visual, de Arnheim,

inspiraron a los jóvenes artistas para arriesgarse a una variedad más

innovadora de pintura perceptual. Hacia 1960, sus obras, que

fundían diseños de figura-fondo con colores contrastantes que a

menudo generaban intensas vibraciones ópticas, comenzaron

a despertar interés. Si bien pintado en blanco y negro, Linear Transit

(1967), de Stanczak, genera ese mismo poderoso efecto visual. Una

forma geométrica excéntrica –que debe mucho a los dibujos de

Constellation de Josef Albers, de estructuras dimensionalmente

ambiguas–, ubicada contra un fondo de apretadas líneas horizontales,

parece temblar y combarse inexplicablemente. A medida que

estos estímulos se acumulan en la visión del observador, desde

los pliegues blancos y negros del fondo empiezan a vibrar colores

fantasmas magenta, amarillo y cian. Estos fenómenos inducidos

por estructuras periódicas o diseños en blanco y negro también

estaban siendo investigadas por Wolfgang Ludwig en Alemania,

François Morellet en Francia y Bridget Riley en Inglaterra, artistas

que han declarado desconocer cada uno lo que hacían los demás

en esa época. Aunque Stanczak y Anuszkiewicz explotaban ambos

la oposición del blanco y el negro, demostraron ser más hábiles en

Page 56: Catalogo Word (1)

ampliar los límites de la interacción de colores en sus intrincadas

composiciones geométricas. Anuszkiewicz utilizaba a menudo

rojos, azules y verdes saturados para provocar al ojo con imágenes

residuales y otros fenómenos ópticos generados por los fuertes

contrastes de colores complementarios, en pinturas metódicas y

mesuradas. Las composiciones reticulares y radiales de sus telas

estaban orientadas principalmente a realzar las propiedades de

varios tonos: “La función del color”, declaró, “se convierte en mi

tema, y su comportamiento es mi pintura”.42

os efectos dinámicos del color también motivaron a

artistas europeos como Mavignier, el italiano Francisco Sobrino y

el escultor y pintor francés Joël Stein, cada uno de los cuales halló

métodos únicos de animar la pintura tradicional mediante colores

ordenados dinámicamente. Cruz-Diez, que a fines de los años 50

repartía su tiempo entre París y su Venezuela natal, fue aún más

lejos en la instrumentación de una experiencia física del color. En

1959 se embarcó en una larga serie de cuadros tridimensionales

llamados Physichromies, relieves lenticulares creados pintando

colores contrastantes en los lados opuestos de delgadas hojas de

cartón o plástico que luego comprimía juntas en composiciones

más grandes. Cuando se pasa por delante de la vasta extensión

de su Physichromie Nº 321-B, los colores se mezclan en diferentes

proporciones según la posición del ojo, y se genera así un paisaje

móvil de color.

ABSTRACCIÓN INMERSIVA Y PRO GRAMÁTICA

El arte óptico y cinético, emblemático de una época orientada por

la ciencia y la tecnología, se difundió extensamente y ensombreció

Page 57: Catalogo Word (1)

el reciente ascenso del pop art. Hacia mediados de los años 60, el

fenómeno global de la pintura y la escultura de estimulación óptica

ganaba reconocimiento tanto del público como de la crítica. En 1965

el Museum of Modern Art de Nueva York registró esta tendencia

emergente en su histórica muestra The Responsive Eye. Bajo la

amplia bandera estética del “perceptualismo”, el curador William

Seitz reunió un gran abanico de cien artistas y grupos geométricos

internacionales, incluyendo a figuras reconocidas como Albers,

Noland y Vasarely y otras relativamente nuevas como Cruz-Diez,

Riley y el japonés-estadounidense Tadasuke Kuwayama, conocido

como Tadasky. Tanto Riley como Tadasky pintaban fascinantes

diseños lineales –sumamente gráficos y reproducibles– que los

convirtieron en íconos del nuevo movimiento vanguardista. Si bien

abundaban las diferencias, Seitz sostenía que, vistas en conjunto,

las obras de estos artistas “inauguraban una nueva etapa en la

gramática del arte”.43 Como lo demostraron otras exposiciones posteriores

de arte perceptual realizadas ese mismo año –entre ellas,

Art and Movement, en Edimburgo; Lumière, mouvement et optique,

en Bruselas, y Art et mouvement, en Tel Aviv–, se había producido

un cambio radical en la abstracción. La abstracción perceptual u

óptica –op art, como se la conocía popularmente– privilegiaba al

observador en una medida sin precedentes, aun hasta el extremo

de sugerir el anonimato de los artistas, con lo que redefinía una

relación de siglos entre artista, objeto y espectador. La obra de arte

perceptual ofició de catalizador para una experiencia estética, y el

artista se convirtió en un facilitador de ese hecho. Como señaló

Stanczak, “yo no soy importante; el observador lo es”.44

Page 58: Catalogo Word (1)

L a fascinación pública generó la rápida adopción de motivos

op en el cine, la moda y la publicidad, así como en objetos hogareños

como muebles y papel de empapelar. La comercialización de

la nueva estética resultó aleccionadora para artistas como Riley y

Anuszkiewicz, cuyas sublimes composiciones se reprodujeron en

contextos insólitos, una degradación que dio pasto a los críticos

que consideraban su obra superficial. Más aún, el término “op art”

fue acuñado en 1964 por el escultor y escritor Donald Judd en su

sarcástica reseña de la primera muestra individual de Stanczak en

Nueva York, Optical Paintings, realizada meses antes de la inauguración

de The Responsive Eye.45 Judd, crítico a tiempo parcial,

integraba un grupo de la prensa sobre arte que se hacía oír cada

vez más, el cual defendía una forma de abstracción minimalista

basada en reglas, más teórica y, por ende, menos populista. Pocos

meses después de esa reseña, Judd publicó su influyente ensayo

Specific Objects, que censuraba las imágenes ilusorias del op art

y se pronunciaba a favor de los objetos más literales del minimalismo.

Pero esa áspera crítica, que antes se había concentrado en

las imágenes amenas del pop, no podía ocultar el hecho de que el

arte perceptual había estimulado un profundo e histórico cambio

de foco, desde un arte de objetos hacia un arte de experiencia.

Hacia fines de 1960, los artistas perceptuales buscaban un

foro más espectacular, que trascendiera los límites de los medios

tradicionales y las técnicas del pasado. El GRAV, por ejemplo,

comenzó a organizar “interrupciones” en las aceras de París, carreras

de obstáculos esculturales que luego evolucionarían hacia entornos

para la participación de los espectadores. Soto ideó ambientes

Page 59: Catalogo Word (1)

efímeros y Penetrables hechos con tiras de plástico colgantes a

través de las cuales el público caminaba para experimentar nuevas

sensaciones ópticas y físicas. Y Cruz-Diez diluyó aún más el color

en la atmósfera con sus cámaras de Chromosaturation, una serie de

salas contiguas iluminadas sucesivamente con colores contrastan-

tes para inducir una experiencia visual hipersensible. Tanto Soto

como Cruz-Diez ampliaron más tarde esas ideas al espacio arquitectónico

y social, fusionando el color y la geometría en proyectos de

gran escala en fachadas de edificios, pavimentos de calles y plazas

públicas del medio urbano. El resultado fue un arte de inmersión

que casi prescindía por completo del objeto e integraba una oleada

de estrategias alternativas de instalación y performance que era

atrevidamente antiobjetual, antiinstitucional y anticapitalista.

L as tecnologías emergentes y los nuevos materiales industriales

también ofrecían una amplia gama de posibilidades para la

abstracción. Vasarely había abierto el camino para un arte futurista

con pintura reflectante y soportes plásticos y metálicos, en pinturas con

títulos cósmicos tales como Novae, Centaurie y Orion. Hacia mediados

de la década de 1960 más artistas estaban experimentando con

materiales sintéticos, cuyas propiedades tenían consecuencias

formales y conceptuales. Gyula Kosice se aventuró mucho más allá

de sus raíces Madí y creó obras luminocinéticas que incluían formas

plásticas escultóricas, que evolucionaron hacia las fantasías escultóricas

de sus futuristas y utópicas Ciudades hidroespaciales.

Para ese tiempo, los artistas también se enfrentaban a lo

que François Morellet identificó como “la elección cibernética”.46 Él

y Vasarely formaban parte de un conjunto de artistas geométricos

Page 60: Catalogo Word (1)

que imaginaban el potencial de la abstracción “programada”, que

condujo a algunos –incluido Vasarely– a buscar la colaboración de

ingenieros en computación. En 1962, Bruno Munari y sus colegas

italianos del Gruppo N y el Gruppo T participaron en una profética

muestra en la sala de exposiciones de la empresa tecnológica

Olivetti, titulada Arte Programmata, un término que el filósofo

Umberto Eco había asignado al arte inspirado en la informática. Tras

una gira europea, sucesivas versiones de Arte Programmata viajaron

al Reino Unido y los Estados Unidos, en coincidencia con el lanzamiento

de la primera computadora personal de Olivetti. En una declaración

para la muestra, Munari explicaba la motivación en la que

se fundaba esta forma de arte naciente: “A medida que cambian los

tiempos, la sensibilidad del hombre cambia con ellos. Una imagen

estática, única y final no contiene la cantidad de información suficiente

para interesar al observador contemporáneo, que está acostumbrado

a vivir en un entorno sujeto a estímulos simultáneos y

variopintos procedentes de las fuentes más variadas”.47

Las tendencias internacionales del arte programado figuraron

en las muestras de Nove Tendencije que se iniciaron en 1965;

en 1968 sus organizadores también lanzaron la revista pionera Bit

International. A fines de los años 60, las exposiciones de Zagreb

incorporaron a artistas conceptuales y “seriales” como John

Baldessari y Sol Lewitt, así como a colectivos con conocimientos

tecnológicos, como el grupo alemán Effekt, el italiano Gruppo di

Ricerca Cibernetica, el Art Research Center de Kansas City y el

Grupo de Arte y Cibernética de Buenos Aires, que contaba entre sus

miembros a Eduardo Mac Entyre y Rogelio Polesello. Las formas

Page 61: Catalogo Word (1)

secuenciales y seriales de abstracción ofrecían alternativas críticas

al arte geométrico previo nacido de la intuición y la invención.

A fines de los 60 los artistas perceptuales y los minimalistas se

volcaron hacia el arte de procesos o “antiformal”, una indicación

de que las viejas distinciones y oposiciones se estaban debilitando

rápidamente. Incluso un abstraccionista clásico como Frederick

Hammersley estaba produciendo dibujos generados por computadora

juntamente con sus pinturas formalistas al óleo.

LA ABSTRACCIÓN GEOMÉTRICA DESPUÉS DEL FIN DEL ARTE

En la atmósfera estética pluralista de la década de 1970, el feminismo,

la semiótica y varias otras críticas culturales desafiaron el

supuesto predominio de cualquier perspectiva ideológica única. El

formalismo y el conceptualismo, que se habían vuelto primordiales

en el discurso de la prensa internacional sobre arte, encontraron

una correspondencia en las prácticas posminimalistas que devolvieron

a la pintura y la escultura la sensualidad, el cuerpo y los ornamentos

decorativos. Ejemplos de una visión más humanista e

intuitiva de la abstracción son los cuadros multicolores inspirados

en la naturaleza de Brice Marden, hechos con pintura a la cera,

que evocan memorias sensoriales en una forma que Noland y otros

miembros del círculo “esencialista” de Greenberg hubieran evitado.

No limitados ya por la máxima de lo plano, los artistas geométricos

eran libres de deleitarse con el color, la forma y la materialidad,

así como con todas las asociaciones que quisieran invocar para el

observador. Uno entre muchos de los que exploraron la sensualidad

del material con romántico abandono es el pintor alemán Günther

Förg. En obras de grandes dimensiones como Sin título (2001),

Page 62: Catalogo Word (1)

pintada en una enorme plancha de plomo sin tratar, el idealismo de

la pureza formalista adquiere una importante –y sucia– presencia

con alusiones industriales y arquitectónicas.

El fin de los artistas minimalistas, que condujo al serialismo,

la pintura monocroma y otras estrategias igualmente deductivas

y reduccionistas para la práctica artística, alimentó una desilusión

cada vez mayor con respecto a la vanguardia modernista y, en

general, una desconfianza del progreso histórico. En medio de la

creciente retórica sobre la muerte de la pintura, si no el fin total

del arte, los antiguos conceptos de pureza y universalidad fueron

desafiados por los teóricos posmodernos, quienes, escépticos sobre

los absolutos, consideraban la historia socialmente construida y

semánticamente maleable. El filósofo francés Jean Baudrillard

llegó incluso a proponer que, en una sociedad electrónica y saturada

de imágenes, el mundo real había sido suplantado por su

imagen manufacturada, dejándonos a la deriva en un universo de

signos, o “simulaciones”, separados de su significado original. Este

escepticismo acerca de los órdenes establecidos era compartido por

artistas que también buscaban interrogar o descifrar esos signos

culturales. Hacia principios de los años 80, el “lenguaje absoluto”

de la abstracción geométrica estaba siendo deconstruido por una

generación de artistas a quienes la prensa dio el apodo simplista

de “neo-geo”. El vocero que mejor expresaba esta estética era el

pintor neoyorquino Peter Halley, quien invocaba a Baudrillard en

sus discusiones sobre la nueva abstracción cultural, e identificaba

una “crisis de la geometría” originada en una “crisis del significado”.

Halley conjeturaba: “Ya no parece posible aceptar la forma geométrica

Page 63: Catalogo Word (1)

como orden trascendental, significante objetivo, o como

la Gestalt básica de la percepción visual (como lo hizo Arnheim)”.47

En pinturas esquemáticas influidas por la arquitectura de estilo in

ternacional de su ciudad natal –se crió en un rascacielos de Nueva

York–, Halley interpretaba la forma geométrica como una clave del

fracaso de las ideologías utópicas. El cuadrado, que había tenido

valor emocional para Malevich y luego constituyó una puerta perceptual

para Albers, se convirtió en manos de Halley en una celda

representada con rutilantes colores fluorescentes.

L a relación entre la pintura abstracta y la arquitectura urbana

ha sido explorada desde entonces en formas muy diferentes por

el argentino Guillermo Kuitca y la artista británica residente en

los Estados Unidos Sarah Morris, quienes, como Halley, asocian

la geometría con sistemas de control social. Kuitca traslada a sus

telas plantas de edificios públicos, con pinceladas que recuerdan los

dibujos con tiza en un pizarrón. En obras como Sin título (1998), la

pureza y el optimismo de las austeras estructuras de Mondrian se

convierten en planos laberínticos de cuartos cerrados que trasmiten

una visión pesimista del urbanismo moderno como modelo de confinamiento.

Las lustrosas pinturas de sedes corporativas de Morris

ofrecen una crítica de diferente tipo. En Sony (Los Angeles), de 2004,

la estructura neoplasticista adopta el brillo burdo de los colores

industriales dentro de una vertiginosa mezcla de líneas ortogonales

que se entrecruzan. La arquitectura de Morris, presentada en telas

de escala monumental, se transforma en un símbolo del exceso

capitalista y el esplendor superficial, una espectacular fachada

óptica y físicamente abrumadora, pero emocionalmente vacía.

Page 64: Catalogo Word (1)

Mientras que la arquitectura y la industria continúan permeando

las obras de los artistas contemporáneos, la aparición de

nuevos medios de comunicación ha tenido un impacto muy profundo

en la abstracción geométrica desde la década de 1990. En

esta era digital, el código incorpóreo de la información constituye

un entorno tan real como los objetos físicos de fabricación humana.

Los artistas que se criaron con los medios electrónicos y digitales

dotan sus abstracciones de color, formas y estructuras que expresan

la velocidad y la mutabilidad de la trasmisión electrónica y la digitalización.

Parece que hoy se ha cumplido la premonición digital de

Vasarely de hace medio siglo. El potencial de transformación de la

tecnología informática ya está alterando profundamente nuestra

percepción del mundo. Así como la realidad puede ser actualmente

volcada en bits de datos reconfigurables, en las pinturas geométricas

de Gabriela Böer todas las formas se reducen a la esencial

del píxel. Esos bytes rectangulares de colores saturados parecen

proliferar en una reacción en cadena, transformando la ordenada

cuadrícula de los Boogie Woogie de Mondrian en un embotellamiento

cibernético. La compleja geometría de estructuras caóticas

y discordantes interacciones de color de Böer es conceptual y físicamente

desestabilizadora para el observador; un modelo estético

adecuado para un mundo en continuo fluir. Esta precaria situación se

manifiesta en la trémula escultura de Knopp Ferro, cuyos delgados

tentáculos de alambre oscilan a la menor corriente de aire, tornando

imposible lograr una perspectiva fija de la estructura real de la obra.

L a abstracción geométrica, que siempre ha proporcionado

un modelo flexible para la comprensión del mundo, continúa ofreciendo

Page 65: Catalogo Word (1)

nuevos recorridos para que los artistas exploren. Si bien originalmente

se definía a sí misma en oposición a un arte de mimesis y

expresión personal, ya no puede reivindicar pureza o no objetividad.

La investigación de las variadas estrategias del arte constructivo,

concreto, formalista y perceptual llevada a cabo durante el siglo

pasado ofrece una dimensión histórica, así como múltiples facetas

de significado, al arte geométrico del siglo XXI. Sin duda este

ilustre pasado vuelve a la estética geométrica aún más atractiva

para que los artistas la reinterpreten en nuevos objetos y experiencias.

Un conmovedor recordatorio de ello es una obra reciente

del artista argentino contemporáneo Lucio Dorr llamada Sin título

(Misunderstood) (2009). La instalación de Dorr, compuesta

por trozos de tela dispuestos en una cuadrícula que cuelgan

lánguidamente de una serie de alambres tensados tendidos sobre

una pared del museo, asocia la perdurable estructura de la retícula

modernista –la base de la abstracción geométrica– con una imagen

de ropa colgada a secar, ahora limpia de sus estorbos pasados y lista

para volver a ser usada.

Notas Notes

Cita de la conferencia “Modern Painting”, dada en Alemania durante una

exposición de las nuevas pinturas de Robert Delaunay y publicada luego en

Der Sturm, febrero de 1913. Cohen, The New Art of Color, p. 101.

Esta transición de referencias descriptivas a un sistema de identificación

genérica marca un cambio radical entre los artistas de toda Europa que se

dedicaban a la abstracción. Hacia 1913, cuando los cuadros de Mondrian

alcanzaron una mayor autonomía, este comenzó a asignarles títulos tales como

Tableau, Composition o Gemelde. Composition Nº II recibió probablemente este

Page 66: Catalogo Word (1)

nombre poco después de terminado. Delaunay usó el título Disque para su serie

de 1913 en la primera exhibición de esta en Berlín, ese mismo año, en la que

puede haberse incluido Le Premier Disque, aunque es posible que el artista le

diera este título al menos dos años más tarde. Si bien se conservan dibujos de

los telones de fondo geométricos de Malevich de 1913 en adelante, la pintura

más antigua de ellos que ha sobrevivido es, según se estima, de 1915 (Museo

Tretyakov, Moscú), y fue expuesta en la muestra 0.10 en esa ciudad. Otra

versión existente en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo, tiene en el

dorso la inscripción “1913” hecha por el artista, pero hoy se cree que data de

la década de 1920 o 1930. Para un análisis detallado de títulos y fechas, véanse

Janssen, Mondrian: The Path to Abstraction; Spate, Orphism; Krau y Emslander,

From Surface to Space.

Entre sus defensores estaba el educador británico William Schooling, quien

impulsaba una nueva forma de ar te que desper tara “sentimientos tan

profundos y receptivos como los que provoca la música”. En 1893 propuso

la posibilidad de proyecciones de luz eléctrica de gran tamaño en las que los

colores se movieran y combinaran en sutiles variaciones. Ya había inventado

un órgano eléctrico cuyo teclado iluminaba lámparas de distintos tonos,

que describió en su artículo “Colour-Music: A Suggestion of a New Art”, The

Nineteenth Century, julio de 1895, pp. 125-134.

Kandinsky, Concerning the Spiritual in Art, p. 47.

Mondrian, en una carta al crítico Israel Querido publicada en De Controleur,

octubre de 1909, transcrita en Holtzman, The New Art - The New Life, p. 13.

Mondrian, en una carta de enero de 1914 al crítico H. P. Bremer, ibid., p. 14.

Apollinaire en L’Intransigeant, 18 de marzo de 1913. Citada en Janssen,

Mondrian: The Path to Abstraction.

Cohen, The New Art of Color, pp. 81–86.

Page 67: Catalogo Word (1)

Sonia Delaunay-Terk, Contrastes simultanés (1913), acuarela y crayón sobre

papel, 27 x 21 cm, colección privada.

Cohen, The New Art of Color, p. 93.

Malevich y Hilberseimer, The Non-Objective World, p. 68.

Ibid., p. 68.

Malevich, “The New Realism in Painting”, 1916, en Harrison y Wood, Art in

Theory: 1900-2000, p. 173.

Ibid., p. 98.

Rodchenko y Stepanova, “Program of the Productivist Group”, 1920, en Bann,

The Tradition of Constructivism, p. 19.

Ibid., p. 19.

Ibid., p. 20.

bid., p. 98.

Mondrian, en su ensayo “Natural Reality and Abstract Reality”, 1919-1920,

traducido en The New Art, p. 99.

Gabo, “The Constructive Idea in Art”, art. cit.

Rickey, Constructivism, p. 46.

El término “pos-Mondrian” fue acuñado por Robert Pincus-Witten en la

exposición de 1973 Post-Mondrian Abstraction in America, en el Museum

of Contemporary Art de Chicago. Véase Pincus-Witten, Post-Mondrian

Abstraction in America, s/p.

Bill, “Concrete Art”, 1936, en Alloway et al., Max Bill, p. 47.

Torres García, “Constructivist Tradition in the Americas,” en Círculo y Cuadrado,

Nº 7, 1938, traducido por Cecilia Buzio de Torres en Keldner, Circle and Square,

p. 7.

Arturo incluía la declaración “INVENCIÓN contra AUTOMATISMO”. El

automatismo fue a menudo anatemizado en ulteriores manifiestos como

Page 68: Catalogo Word (1)

contrario al nuevo espíritu en el arte.

Inventionist Manifesto, Asociación Arte Concreto-Invención, 1946, traducido

en Bois y Herkenhoff, Geometric Abstraction, p. 146.

Kosice, Arte Madí, pp. 12-13.

Inventionist Manifesto, op. cit., p. 146.

O’Hare, Constructive Spirit, p. 11.

Bill, “The Mathematical Approach in Contemporary Art”, en Selz, Theories and

Documents of Contemporary Art, pp. 74-77.

Max Bill in Alloway et al., Max Bill, p. 186.

Mondrian, “ Plastic Ar t and Pure Plastic Ar t”, 1938, en Martin, Nicholson y

Gabo, CIRCLE, p. 56.

Prólogo del catálogo para la primera exposición de Arte Generativo, traducido

en Squirru, Eduardo Mac Entyre, p. 27.

McLaughlin, John McLaughlin: A Retrospective Exhibition, p. 9.

Greenberg, "Modernism", 1960, en Collected Essays, p. 86.

Joray y Vasarely, Vasarely: Plastic Arts of the Twentieth Century, p. 117.

Hill, DATA, p. 106.

Declaración de Mavignier en el catálogo de la primera Nove Tendencije, in 1961;

en Margit Rosen, A Little Known Story, p. 83.

Anthony Hill en Bann, Constructive Context, p. 22.

Ibid., pp. 9, 270-271.

Formada en 1960 por los pintores Ernst Benker t, Francis Hewitt y Ed

Mieczkowski, Anonima trabajaba en forma cooperativa en una investigación

programática de la percepción, cuyos resultados presentaron en su propia

revista y su galería de Nueva York. El anonimato, o supresión del ego individual

del artista, fue mejor recibido en el exterior, en exposiciones en Varsovia y

Zagreb, incluyendo dos muestras de Nove Tendencije.

Page 69: Catalogo Word (1)

Anuszkiewicz, citado en Lunde, Anuszkiewicz, p. 9.

Seitz, The Responsive Eye, p. 43.

Julian Stanczak, citado en McClelland, Julian Stanczak, p. 36.

Donald Judd, “In the Galleries”, pp. 65-69. A menudo se cita erróneamente un

artículo de Jon Borgzinner aparecido en Time Magazine del 23 de octubre de

1964 como el primero en que se utilizó el término “op art”, pero la reseña de

Judd se publicó antes en ese mismo mes.

Morellet describe “la elección cibernética”, en la que “las máquinas, gracias

a su memoria y su capacidad para enfrentar distintas posibilidades, determinan

la elección. Esta elección, pues, no necesita nada más para su realización

que abastecer las máquinas (programarlas) en forma teóricamente objetiva”.

Morellet, “The Choice in Present-Day in Art”, en Hill, DATA, p. 236.

Bruno Munari, declaración “Arte Programmata” para la versión presentada en

la Smithsonian Institution de los Estados Unidos de la muestra itinerante Arte

Programmata de Olivetti, reproducida en Hill, DATA, p. 176.

Peter Halley, “The Crisis in Geometry”, en Peter Halley: Collected Essays, p. 103.

Cuatro Temas

Los artistas que figuran en Intercambio global representan una

amplia variedad de enfoques personales y tendencias colectivas

del arte de las últimas seis décadas. Mientras que cada obra constituye

un complejo de ideas e influencias único en sí mismo, juntas

definen un nítido conjunto de temas que siguen siendo centrales

en la abstracción geométrica a lo largo de los años. Entre ellos se

destacan cuatro de las facetas fundamentales del arte geométrico:

estructura, color, formato y, más recientemente, crítica cultural.

Vistas unas junto a otras, estas piezas revelan tanto las conexiones

Page 70: Catalogo Word (1)

como las diferencias entre artistas de distintas procedencias.

Si bien las yuxtaposiciones pueden llevarnos a considerar las

obras separadamente de sus contextos sociopolíticos originarios,

es posible discernir un intercambio transcultural de ideas, un hilo

conductor que las vincula al contexto más amplio del lenguaje de

la abstracción geométrica. Como lo explicita mejor la colección

del MCBA en su conjunto, los artistas reunidos aquí son, en última

instancia, participantes de un diálogo que trasciende la especificidad

regional y temporal y que se dirige a nosotros independientemente

de nuestras circunstancias.

Orden e inestabilidad abarca piezas cuyo carácter se basa

en gran medida en sus estructuras compositivas subyacentes.

Victor Vasarely, un pionero en palabras y en obras, estuvo entre

los primeros artistas geométricos que promovieron la conciencia

perceptiva generando una amplia variedad de efectos visuales

mediante sistemas modulares y estructuras periódicas. La interacción

de formas positivas y negativas –o tensión entre figura y

fondo– de su dinámica pintura Avall (1975) crea una ambigüedad

espacial que tiene un vertiginoso efecto estroboscópico. Esta

clarividente tela de Vasarely proporciona un punto de partida para

comprender el sustento estructural de obras tan diversas como los

diseños ópticamente energizantes de Julian Stanczak y las variaciones

sistémicas de los relieves Chromoplastique de Luis Tomasello.

Vigorosas y delicadas a la vez, los trabajos de estos artistas interrumpen

y contradicen la lógica de su estructura subyacente para

generar perturbaciones ópticas. La mayoría de estas piezas están

ejecutadas en blanco y negro o en duotonos, lo cual hace resaltar

Page 71: Catalogo Word (1)

aún más su estructura interna por sobre otros aspectos conceptuales

o perceptivos. En contraste, las coloridas composiciones de

Juan Melé y Frederick Hammersley ponen de manifiesto un orden

estoico y racional. Manteniéndose fiel a la cuadrícula básica de ejes

horizontales y verticales, sus pinturas resaltan las relaciones internas

de sus geometrías y hacen avanzar hacia una nueva etapa las

ideas filosóficas de pureza y orden de Mondrian.

Efectos del color comprende a un grupo de artistas para

los cuales el color es de suma importancia. Tal vez ninguno se consagró

tanto al estudio de este tema como Carlos Cruz-Diez, quien

ha explorado sistemáticamente las complejas interacciones del

color desde la década de 1950. Sus características Physichromies,

relieves lenticulares de colores contrastantes, atraen el espectador

óptica y físicamente. A medida que cambia nuestra posición de

observación, aparecen nuevas mezclas de colores y se fusionan y

desintegran formas fantasmales, lo cual nos otorga una conciencia

más profunda de nuestras propias facultades de percepción.

Tomando a Cruz-Diez como modelo para comprender el proceso

dinámico de la percepción del color podemos apreciar mejor las

diversas formas en que los demás artistas han empleado el color

como principal catalizador de la experiencia sensorial. Los integrantes

del Groupe de Recherche d’Art Visuel (GRAV) Joël Stein y

Julio Le Parc exploran, asimismo, la inestabilidad de la percepción

en sus obras. Cercle chromatique (1966), de Stein, y Serie 26D, N°

1-3 3-1, 3-1 1-3 (1979), de Le Parc, investigan esa inestabilidad y demuestran

la fascinación imperecedera de los poderosos efectos del

color. El estadounidense Tadasky combina estructuras periódicas

Page 72: Catalogo Word (1)

de círculos concéntricos con secuencias de colores establecidas al

azar con las que genera un efecto absolutamente deslumbrante. El

pintor canadiense Guido Molinari, en cambio, adopta un enfoque

más formalista, y crea una ordenada síncopa de tonos, un delicado

acto de equilibrio en el cual cada color mantiene su propia personalidad,

y ninguno predomina. Karina Peisajovich une secuencias

computacionales con proyecciones luminosas para generar

una experiencia de inmersión en la mezcla aditiva de colores. Su

innovadora Máquina de hacer color (Suite para ocho movimientos)

(2010) demuestra cómo la nueva tecnología puede ayudarnos a

experimentar la naturaleza primordial del color surgido de la sus-

largetancia

de la luz y constituye una prueba del duradero atractivo del

medio y el tema del color.

Formas en expansión describe los logros de un conjunto

de artistas que, insatisfechos con los estrictos parámetros de la

pintura tradicional, buscaron dar nueva forma a la pintura desde

el punto de vista físico y conceptual. Entre los pioneros reconocidos

de esos formatos alternativos figura Carmelo Arden Quin,

cuyo cuadro de 1950 Carré rouge toma su forma de la composición

que contiene, lo que da como resultado un panel poligonal que

responde dinámicamente a la estructura lineal que encierra.

También descontento con los límites arbitrarios de la tela rectangular,

el pintor estadounidense Kenneth Noland amplía las ideas

defendidas por Arden Quin y sus contemporáneos argentinos del

grupo Madí. Monumental en comparación con la escala más íntima

de la pintura Madí, Sails Pride, de Noland (1977), de forma irregular,

Page 73: Catalogo Word (1)

interactúa dinámicamente con la arquitectura circundante, animando

toda la pared en la que está colgado. Como lo demuestra

fehacientemente la obra de Alexander Liberman, contemporáneo

de Noland, un formato rectangular estándar puede implicar un

campo igualmente expansivo. En Omega XIV (1961) alcanzamos a

ver lo que parece ser solo una porción de composición circular que

irradia más allá del borde del cuadro. Las posibilidades espaciales

de la pintura son invocadas más ampliamente por Fénix, de César

Paternosto (1974), en el que varias telas están dispuestas en una

activa relación entre sí. Al limitar el color a los bordes exteriores de

los polípticos, Paternosto nos persuade de percibir la pintura como

un objeto escultórico, que debe ser comprendido en su totalidad

de superficie, estructura y soporte arquitectónico, y –al igual que

otros artistas de esta sección– desafía nuestras nociones sobre

cómo se comporta la pintura.

Nuevos trayectos fueron trazados, en la época posmoderna,

por los artistas geométricos cuyas abstracciones se basan

conscientemente en las condiciones materiales y culturales de su

creación. Sarah Morris, en sus abstracciones culturales, encara la

arquitectura como un sistema de relaciones de poder. Para Morris,

así como para su contemporáneo Guillermo Kuitca, el nuevo orden

mundial que una vez prometió la modernidad se ha vuelto corrupto,

y la estabilidad geométrica se torna fraudulenta e inhumana

En tanto que el trabajo de estas abstracciones ha sido guiado por

la teoría crítica, otros han hallado significados en las posibilidades

materiales y espaciales de la pintura. Utilizando cinc pintado,

enrollado apretadamente en una composición en espiral, Roda azul

Page 74: Catalogo Word (1)

(2008), de Marcos Coelho Benjamim, se deleita en su propia sensualidad

textural y despierta asociaciones con el reciclado y con las

artesanías de Minas Gerais, el estado natal del autor, en el Brasil.

La pintora española Rosa Brun y la artista multimedia argentina

Marta Minujín fusionan aspectos vinculados a la pintura, la escultura

y el medio ambiente en sus obras de gran escala, destacando

la experiencia perceptiva del espectador de una desmaterialización

del color y la superficie.

L os trabajos de los pintores más jóvenes de la exposición

revelan el profundo impacto de la tecnología en la vida contemporánea.

Fabián Burgos sumerge al observador en un campo de

color espectral dispuesto en líneas horizontales que atraviesan la

tela, muy similares a las líneas de una proyección de video. Como lo

sugiere el título Velocidad (2009), su obra procura expresar el ritmo

acelerado de la vida contemporánea. Sin título, de Graciela Hasper

(2001), está poblado de un colorido conjunto de marcos vacíos que

parecen reproducirse en nuestro campo visual, de manera parecida

a las ventanas emergentes que se disputan nuestra atención en una

pantalla de computadora, llenas de nerviosa energía, pero tal vez

carentes de todo significado. Este efecto alcanza una masa crítica

en la geometría pixelada de Gabriela Böer, cuya pintura de 2011 es

la más reciente de la muestra. Las piezas de estos artistas sugieren

que, si bien la abstracción geométrica aún está enraizada en las

obras pioneras de hace un siglo, sigue siendo un lenguaje flexible y

elocuente que, sin duda alguna, será revisado, reciclado y reiniciado

por las generaciones futuras.

Page 75: Catalogo Word (1)

Contextualización de

Avall, de Vasarely (1975)

Si asumimos que el lenguaje es una estructura que genera significado,

las pinturas de Victor Vasarely contienen todos los ingredientes

necesarios. Podemos considerar sus cuadros como un lenguaje

visual compuesto por elementos estructurales. Algunos podrían

alegar que, puesto que sus obras son abstractas, el significado es

tal vez menos obvio o más oscuro que en las pinturas que representan

lo que vemos en el mundo cotidiano. Sin embargo, en la historia

reciente del arte, el significado puede existir no solamente como

un espejo de lo que vemos, sino también como una composición

estructural de formas y colores. Estas formas y estos colores, que

incluyen el blanco y el negro, crean su propio significado, independientemente

de lo que podemos ver en el mundo de todos los

días. Además, los cuadros de Vasarely pueden provocar vibraciones

ópticas que parecen proyectarse desde la superficie y que dan

a menudo una impresión ilusoria de amplitud y profundidad. Por

cierto, hay pocos pintores abstractos capaces de hacer esto de una

manera tan convincente, sutil y elegante.

U n factor importante en la producción de Vasarely desde

fines de la década de 1950 es que los efectos ópticos no existen

aisladamente, sino que la estructura es lo primero. Cuando hablamos

de estructura, nos referimos a cómo están organizados

los elementos de una pintura, lo que equivale a decir cómo una

pintura se convierte en una pintura. En la obra de Vasarely, una

Page 76: Catalogo Word (1)

pintura está construida paso a paso, de borde a borde, y formulada

sobre la base de un diseño predeterminado. En esos cuadros es

posible distinguir su aguda conciencia visual de la forma, la línea y el

color, que confiere al espacio de la superficie una marcada sensación

de simultaneidad cuando se expande y se contrae ópticamente. El

vocabulario estructural aparentemente innato e infinito del artista,

a partir del cual genera diseños de densa complejidad, desafía con

frecuencia las reglas gramaticales utilizadas normalmente en la

composición. En la pintura de Vasarely el lenguaje del arte tiene

su propio significado, un significado que se refiere específicamente

a cómo se concreta la estructura de los elementos de una pintura.

A partir de 1947, luego de dos importantes exposiciones

en la galería Denise René de París, las intenciones abstractas de

Vasarely se volvieron claras. Al pasar de sus cebras y otras obras

figurativas iniciales al campo de la abstracción,1 el artista comenzó

a desarrollar una serie de variaciones espaciales cuidadosamente

planeadas, pero sin embargo impredecibles, que indicaban la posibilidad

de hallar una resolución en la pintura; en otras palabras,

una forma de determinar la apariencia estructural del producto

terminado. Esta resolución se alcanza cuando las tensiones formales

de la superficie parecen haberse transformado en un estado

de equilibrio óptico. Durante un tiempo, esas complicadas maniobras,

a menudo orquestadas en forma desafiante, se convirtieron

en el logo de Vasarely; su eufórica iniciativa, por así decirlo. En ese

período comenzó a buscar en su pintura una síntesis del orden cognitivo

y el sensible, lo que con el tiempo se conoció como “unidad

plástica” (alphabet plastique), en gran parte coincidente con la

Page 77: Catalogo Word (1)

teoría de la Gestalt.2 Este tipo de orden sintético estaba supeditado

a una visión particular de la estructura que predeterminaría

y a la vez suspendería el carácter definitivo de la forma. En última

instancia, la estructura era su agobiante preocupación.

Dicho esto, viene a mi memoria una afirmación hecha por

el filósofo de principios del siglo XX Ludwig Wittgenstein en una

publicación llamada Tractatus (1921): “La forma es la posibilidad de

estructura”. Esta aseveración modifica una proposición en la cual el

filósofo define las condiciones o el “estado de cosas” que otorgan

significado a algo experimentado empíricamente. Por ejemplo, la

forma en que un libro está colocado en una mesa o un cigarrillo

arde en un cenicero sería el estado de cosas que da significado a

un objeto. A pesar de su brevedad y ambigüedad, esta afirmación

puede ser útil para comprender la noción de Vasarely de folklore

planétaire, un intento de descubrir signos autóctonos con significados

similares en diversas culturas. Los signos, que, con el tiempo,

se habían modificado, es decir, vuelto abstractos, como se modifica

cualquier lenguaje, se convirtieron en los elementos o materia

prima de muchas de las pinturas de Vasarely. Si bien Wittgenstein

presentaba su razonamiento dentro del contexto de la filosofía,

términos como “forma” y “estructura” también son propios del

lenguaje del arte. Aunque la estructura de una pintura puede

comenzar con los términos (signos) de un lenguaje, la forma de

estos le otorga su orden final o resolución. Una vez que la resolución

se logra a través de la forma, puede trasmitirse el contenido

o sensación al observador.

Vasarely trabaja en relación con la estructura. Sus cuadros de

Page 78: Catalogo Word (1)

1947 en adelante ofrecen una impresión combinada de opticidad y

resolución sistemática, lo que el historiador de arte alemán Werner

Spies entiende como el pasaje de la percepción a la apercepción,

es decir, una cualidad “más allá y por encima de la percepción”.3

Este enfoque lingüístico de la pintura –que antes había inspirado al

influyente pintor suprematista ruso Kasimir Malevich– podría haber

sido el catalizador que liberó a Vasarely de la influencia inicial que

había ejercido sobre el seguidor de la Bauhaus Sandor Bortnyik en

Budapest.4 No es sin duda una coincidencia que en 1952 Vasarely se

haya embarcado en su Homenaje a Malevich (completado en 1958),

en el cual un cuadrado negro se transforma en un rombo.

En Avall (1975)5 el artista estaba interesado en la exploración

matemática de los algoritmos, y utilizó los aparatos ópticos y la

forma modular como medio para representar unidades de tiempo

cinéticas. Los diversos elementos estructurales que contiene la

pintura –específicamente, las rítmicas formas lineales blancas

y negras– son enteramente visibles en la superficie. Nada está

oculto a la vista. Mediante esta suspensión de la forma, el lenguaje

estructural de Vasarely se mantiene perpetuamente en el filo de la

tensión dinámica. Diversas variantes de este fenómeno continuaron

ocupando un lugar esencial en sus pinturas durante el resto

de su carrera. Si abordamos la estructura como supeditada a la

suspensión de la forma, podemos emprender un análisis más específico

y comprensivo de Avall.

Avall se parece mucho a una pintura acrílica en blanco y negro del

artista titulada Yvalla (1968). Pero mientras que Yvalla tiene dos

formas diagonales en la parte superior, que atraviesan un regimiento

Page 79: Catalogo Word (1)

de líneas verticales blancas y negras, en Avall estas formas

diagonales están invertidas en el sector inferior de la tela.6 En tanto

que la composición que contiene los elementos estructurales es

idéntica en cada pintura, Yvalla es mucho mayor (253 x 213 cm).

Es curioso que Vasarely haya sido aparentemente tan riguroso al

reducir a escala el original Yvalla, que estuvo en la colección de

su hijo Jean-Pierre Yvaral y ha permanecido en la familia desde su

muerte. Es posible que la versión inicial haya sido concebida como

un regalo privado a Yvaral, mientras que Avall estuviera destinado a

la exhibición pública. Los títulos de ambos cuadros son variaciones

del nombre de su hijo.

Dada su propensión a llegar a la estructura por vía de las

matemáticas, Vasarely estaba en condiciones de reducir o ampliar

fácilmente y, en ese proceso, trasladar un orden de forma a otra

superficie con palmaria precisión y claridad de definición. Se podría

considerar que la forma, en este contexto, está relacionada con la

escala y, a la inversa, que la escala está relacionada con la forma.7

Con Vasarely, se puede reconocer que, puesto que sus cálculos

considerablemente más complejos fueron hechos en una escala

algorítmica, el pasaje de una superficie mayor (Yvalla) a una más

pequeña (Avall) sería un tanto, aunque no enteramente, mecánico.

Dado que la escala es un aspecto de la estructura (como el color y

la forma), y que la estructura puede llevar a una resolución formal,

¿no sería posible sugerir que la decisión de Barnett Newman

de ubicar su “zip” o cremallera en un lugar diferente en cada una

de sus telas era simplemente otra forma de manipular un elemento

estructural que le conferiría a cada cuadro un punto de vista único?

Page 80: Catalogo Word (1)

Trabajar en relación con las matemáticas no es enteramente

lo opuesto a trabajar de acuerdo con la intuición. Piet Mondrian

expresó esta idea junto con otros artistas que van desde Amédée

Ozenfant a Auguste Herbin, en París. La respuesta visual y/u óptica

del observador a un esquema de signos abstractos en la superficie

de una pintura era una manera de decodificar el lenguaje en

el arte, y también un modo de abrir la puerta a nuevas formas de

ver. Mondrian fue más preciso que Malevich, pero la intuición era

una cualidad que ambos compartían. Con Vasarely hubo un avance

en la formulación de sus intenciones como pintor que le permitió

evolucionar en una dirección diferente que, con el tiempo, se fue

perfeccionando. Al pasar al terreno de los algoritmos por medio de

su alphabet plastique, modificó la relación entre la precisión de las

matemáticas y los supuestos aleatorios asociados con la intuición.

Un trabajo anterior sobre cartón de Vasarely titulado Calcis (1956)

tiene una gran afinidad con Avall.8 Pintado previamente a la resolución

formal de Homenaje a Malevich, es claro que las matemáticas

desempeñaron un importante papel en el diseño de su estructura,

El parecido visual entre ambas obras es estilístico: las barras verticales

blancas y negras interrumpidas por cortes diagonales en la

parte superior crean una combinación de elementos repetitivos e

impredecibles a la vez. El hecho de que Calcis preceda a Yvalla y a

Avall sugiere la noción de un diseño carente de significado. Vale la

pena recordar que los afiches y la publicidad tuvieron un impacto

considerable en Vasarely cuando este llegó a París a mediados de

la década de 1930. El blanco y negro también tuvo preferencia en

obras importantes, como L’Échiquier (1935), donde, en lugar de las

Page 81: Catalogo Word (1)

líneas verticales de Calcis y Avall, el motivo de un tablero de ajedrez

sirve de base para las cuadrículas diagonales torcidas de la parte

superior.

El diseño sin significado implica una propuesta predeterminada,

si no “conceptual”, donde la noción de composición se

torna superflua para el efecto óptico global. Si suponemos que el

diseño en el papel es, principalmente, un vehículo para publicitar

algo para ser dicho o vendido, entonces Vasarely realmente alteró

los términos. Específicamente en las pinturas en blanco y negro

de mediados de su carrera, hace valer la presencia de la estructura

mediante la postergación de la forma. Esto no es pragmático ni

ontológico, y tampoco expresionista ni concreto. El hecho determinante

es permitir que la estructura sea guiada según un conjunto

dado de parámetros. Siento que esto es así tanto en Yvalla como

en Avall, y prefiero, en ambos casos, ver las diagonales en la parte

superior, aunque tal vez esto no fuera la intención del artista.

L as obras en color, como las incluidas en las series Vega y

Gestalt, que evolucionaron simultáneamente en los años entre las

dos pinturas en blanco y negro en cuestión, son menos convincentes

en su postergación de la forma, lo cual sugiere un debilitamiento

de la capacidad del artista para realizar pinturas que vayan más

allá de un efecto puramente óptico. Obras como Vega-Miroir (1974)

y Dyevat (1975) parecen dejar de lado el abrir puertas al pasaje entre

percepción y apercepción. En cambio, el color estático colocado

simétricamente tiende a una dirección más comercial. En lugar de

llegar a una resolución formal, hay una coerción de la forma que

desplaza la necesidad de explorar las complejidades estructurales

Page 82: Catalogo Word (1)

y los deliciosos desequilibrios que ofrecen un importante paralelo

para la lectura de la condición humana.

Aun así, hay mucho para decir en defensa de Vasarely, como

he propuesto en otro trabajo. Su producción llena de energía está

cargada de importantes ideas que contribuyeron a promover, a

fines del siglo XX, el concepto de “la era del espacio”. Su análisis

de la percepción como un lenguaje universal en estética, junto con

su inmensa aptitud científica, ayudaron a iniciar una conversación

entre diversos campos de investigación. Considero que Avall es una

pintura importante. Junto con Yvalla –de la que no puede separarse

fácilmente–, revela el genio de Victor Vasarely para organizar el

espacio de maneras a la vez distantes y democráticas, fundamentales

para nuestras aspiraciones humanas a medida que aprendemos

a captar los adelantos tecnológicos que están cambiando el

mundo en que vivimos.

Notas Notes

Morgan, Vasarely, p. 23.

Spies, Vasarely, p. 5.

Ibid., pp. 5-6.

Morgan, op. cit., p. 92.

La pintura está fechada en 1975 en el reverso de la tela. El MACBA ha

determinado que las atribuciones previas de 1975/1988, que aparecen

sistemáticamente desde el primer documento de subasta, en Limoges

(21 de julio de 1996), eran un error basado en el certificado autenticidad,

que el artista firmó en 1 998.

La obra ha aparecido previamente en publicaciones y muestras con diferentes

orientaciones. Las anotaciones en el reverso de la pintura, con dos flechas,

Page 83: Catalogo Word (1)

una cerca de la parte superior con la inscripción “haute: No. 1”, y otra cerca de

la parte inferior con la inscripción “sens: # 2” –presumiblemente, de la mano

del artista–, sugieren que puede no haber una única orientación “correcta”.

La investigación sobre la fecha y la orientación de Avall fue facilitada por Joe

Houston, curador de Intercambio global.

Esta idea esencialmente formalista plantea nuevamente el problema de la

exactitud del mapa de bits o el examen digital con respecto a esta pintura.

Calcis (1956), de Vasarely, mide 47,5 x 35 cm.

La liberación del color

de Carlos Cruz-Diez

Indagar por tantos años la percepción del

fenómeno cromático me ha revelado que apartándose

de los conceptos arraigados durante siglos,

el color es un universo a descubrir y a explorar.

El color no es solamente una materia aplicada sobre

Page 84: Catalogo Word (1)

un soporte, el espacio también está coloreado

y no lo percibimos, no nos damos cuenta.1

Carlos Cruz-Diez ha dedicado su carrera a explorar el potencial del

color. Profundamente interesado en la ciencia, la óptica y la teoría

del color, y con una lectura crítica constructiva de los intentos

artísticos previos por expresar la naturaleza cambiante del color, ha

logrado una nueva forma de pintar que representa un importante

avance en la historia del arte: libera el color, proyectándolo fuera

de la tela y revelándolo como el elemento autónomo y efímero

que es. Su Physichromie Nº 321-B (1967) ofrece un ejemplo de esta

interpretación integral del color como una evolución histórica

interdisciplinaria.

Las Physichromies constituyen un vasto conjunto de obras

caracterizadas por la integración activa del observador, que se convierte

en el locus de un acontecimiento cromático que se despliega

en el tiempo y el espacio y está subordinado a las subjetividades

personales. Esta experiencia sensorial ha sido el leitmotiv de la

producción artística de Cruz-Diez: la manifestación del color es una

realidad autónoma, despojada de su carga de representación y libre

para manifestar sus cualidades cambiantes. El término “physichromie”

(fisicromía), que significa color físico, se refiere a la creación

de un soporte que expone la realidad plástica del color generada

por la interacción de un sistema cromático con la luz. Physichromie

Nº 321-B es una secuencia de tres rectángulos consecutivos, cada

uno de los cuales contiene otros dos que parecen estar proyectados

en cuatro capas. Estas configuraciones geométricas constan

de dos niveles: un fondo de líneas de color paralelas perfectamente

Page 85: Catalogo Word (1)

rectas y una secuencia de franjas plásticas coloreadas (o “filtros de

luz”) que sobresalen de él con un ritmo regular. Las superficies de

color crean un “módulo de acontecimiento cromático” en el que

la luz se refleja fuera de los planos adyacentes y hacia el espectador,

produciendo un efecto mayor que el de “los colores químicos

utilizados en todos esos planos. El efecto obtenido es el del color

físico, el color de la luz o la atmósfera coloreada”.2

Las “situaciones cromáticas” resultantes son activadas por

la luz y el desplazamiento del observador, con lo que se logran

efectos de color precisos que Cruz-diez ha clasificado en tres tipos:

color aditivo (los colores del panel, que pueden distinguirse cuando

el observador se acerca, pero se funden a distancia), color sustractivo

(el efecto producido por la luz matizada que cruza diagonalmente

los filtros de luz coloreados y afecta los tonos de los colores

del fondo) y color reflejo (cuando la luz ingresa en el módulo de

acontecimiento cromático y rebota hacia los filtros de la estructura).

El fuerte anclaje de la obra de Cruz-Diez en la ciencia y la

física se refleja en el riguroso diseño del soporte y en la precisión

de su ejecución –cabe recordar que se requiere la perfección de

una máquina para lograr su objetivo, que es “separar el color del

soporte y hacerlo existir en el espacio”.3

Fue mediante la observación de la naturaleza como Carlos

Cruz-Diez advirtió que la inestabilidad es el estado natural del color.

Para evidenciar esto él disfruta recordando la anécdota de un fenómeno

atmosférico que se produce los días cálidos y húmedos en los

llanos venezolanos, cuando, al anochecer, el tono de la luz del sol

baña todo lo que toca y hasta el aire se colorea.4 Con un renovado

Page 86: Catalogo Word (1)

espíritu de romanticismo, Cruz-Diez ha utilizado sus Physichromies

como “trampas de luz” para expresar la realidad dinámica y vital

del color pintado y su capacidad para revivir las sensaciones producidas

por la naturaleza. En sus propias palabras, su objetivo es “no

pintar una puesta de sol que sea un testimonio de algo que ocurrió,

sino atraer el mismo placer y emoción fugaz que sentimos cuando

experimentamos los innumerables momentos proporcionados por

la naturaleza, como una puesta de sol”.5 Así, sus Physichromies

generan “una situación objetiva que tiene que ver con el verdadero

comportamiento del color, que es enteramente diferente de la

respuesta subjetiva provocada por la pintura tradicional”, y crean

situaciones cromáticas que desencadenan “una relación dialéctica

y emocional diferente entre el observador y la obra de arte”

A partir de Newton y Goethe, múltiples teorías científicas

despejaron el camino para entender el misterioso fenómeno de

la percepción del color. Misterio que, sin embargo, se perpetúa

en manos del artista.7

Las ideas de Goethe sobre la subjetividad de la percepción y la

teoría de Helmholtz sobre la mecánica de la visión fueron los fundamentos

para la interpretación integral de la percepción propuesta

por la psicología de la Gestalt, que, en el clima científico revolucionado

por la teoría de la relatividad de Einstein, dio lugar a una

profusión de movimientos artísticos que redefinieron la relación

sujeto-objeto y exploraron los fenómenos perceptivos. Estudiando

la teoría del color y la historia del arte, Cruz-Diez advirtió la

imposibilidad de expresar la naturaleza cambiante del color mediante

los modos tradicionales de pintar. Puede considerarse que

Page 87: Catalogo Word (1)

la exploración científica del color comenzó en el siglo XVII, cuando

los arcoíris y los espejismos dejaron de ser vistos como manifestaciones

mágicas y se convirtieron en enigmas para ser descifrados

por la ciencia. Es justo decir que, a partir del análisis del fenómeno

óptico del arcoíris por René Descartes y la explicación atmosférica

de Athanasius Kircher del tipo de espejismo conocido como Fata

Morgana, la fe en la ciencia y la fascinación por ella adquirieron

un impulso inusitado. En términos artísticos, estos pensadores no

solo cambiaron las formas de ver, sino que también plantaron las

semillas de nuevas formas de pintar. Antes de esto las matemáticas

habían sido utilizadas por los artistas para lograr armonía y

crear perspectiva mediante puntos de fuga; después, se convirtieron

en una herramienta empleada por aquellos para trasmitir un

mensaje, a veces oculto bajo la estructura de la composición y otras

expuesto deliberadamente como forma de expresar una realidad

más elevada. El punto culminante de esta progresión es el arte

cinético y perceptual, en el cual la obra de arte en sí se transforma

en la representación de una configuración geométrica precisa que

produce efectos visuales.

L os descubrimientos y los avances en el estudio físico,

fisiológico y psicológico del color han contribuido a convertir a este

en un valor autónomo. Alrededor de 1665, utilizando un prisma de

vidrio en una habitación oscura, Isaac Newton separó un rayo de sol

en el espectro de colores que lo componen, con lo que demostró

empíricamente que la suma de todos los colores da como resultado

la luz blanca y creó el disco de colores. Años más tarde, profundamente

influido por los principios matemáticos de la música, estableció

Page 88: Catalogo Word (1)

una correspondencia entre las siete franjas del espectro y los

intervalos de la escala musical. Las ideas expresadas en su Opticks

(1704) condujeron a la creación de modelos teóricos basados en la

correspondencia entre el color y la música, que, a su vez, llevaron a

inventos como el clavicordio ocular propuesto en 1725 por el monje

Louis Bertrand Castel, en el cual al presionar las teclas, además

de surgir sonidos, se iluminarían pequeños paneles de vidrios

coloreados. El comienzo del siglo XX se caracterizó por la creación

de innovadoras abstracciones por medio de la combinación de color

y música, como el orfismo de František Kupka, las pinturas polifónicas

de Paul Klee y la visión sinestésica de Kandinsky.

Durante los siglos XIX y XX hubo, en el arte, una evolución

gradual hacia la emancipación del color de su carga representativa,

a menudo en combinación con un creciente interés en la participación

activa del observador en la experiencia artística.8 William

Turner y Eugene Delacroix adoptaron un enfoque romántico del

color y su poder sensorial. Buscando ampliar las sensaciones inducidas

por la experiencia de la naturaleza, Turner, gradualmente,

se abstuvo en sus pinturas de la descripción realista, sugiriendo

el movimiento y el espacio mediante manchas de color. Delacroix

revolucionó el uso del color empleando una teoría de contraste

simultáneo basada en el sistema de Chevreul, que reconocía los

efectos ópticos de los colores adyacentes. Opticks, de Newton,

impulsó hacia la luz el interés de los coloristas. Tras los experimentos

impresionistas con la interacción del color y la luz reflejada, los

neoimpresionistas Georges Seurat y Paul Signac propusieron un

enfoque más científico para pintar los efectos de la luz y el color,

Page 89: Catalogo Word (1)

mediante la utilización de puntos coloreados, como una especie de

máquina impresora Ben-Day humana que requería que los observadores

ajustaran su distancia del cuadro para percibir la convergencia

óptica que daba como resultado una imagen. “El de Seurat

fue el primer estilo pictórico basado en una teoría psicofísica, pero

fue el primero de muchos, desde los exponentes iniciales de la

abstracción como Kandinsky y Mondrian, que recurrieron a la psicología

experimental de la última parte del siglo XIX, hasta los artistas

op y los exponentes de la color-field painting (pintura de campos

de color) de las décadas de 1950 y 1960, cuyas preocupaciones

están bien reflejadas en Interaction of Color (1963), de Josef Albers,

un libro que vuelve al trabajo con el color emprendido, bajo la

influencia de la psicología experimental, en la Bauhaus de Weimar

y de Dessau en la década de 1920”.9

L as obras suprematistas de Malevich, como Cuadrado blanco

sobre fondo blanco (1918), son pinturas monocromas no objetivas

que significaron un hito en su búsqueda para alcanzar una realidad

metafísica, y son inestimables precedentes con respecto a

la emancipación el color. Otro precedente es el espacialismo

italiano, liderado por Lucio Fontana, autor del Manifiesto blanco

(1946), quien proponía un nuevo arte que sintetizara el color, el

sonido, el espacio, el movimiento y el tiempo, y cuyas telas tajeadas

rechazaban la representación ilusionista tradicional y cuestionaban

las capacidades espaciales de la pintura. Tanto el suprematismo

como el espacialismo prepararon el terreno para el surgimiento

de experimentos en los cuales el color se convirtió en el medio

exclusivo para materializar la sensibilidad. Los monocromos de

Page 90: Catalogo Word (1)

Yves Klein implicaban el uso del color como una experiencia completamente

sensorial, al igual que los Achromes de su homólogo

italiano Piero Manzoni. La misma aspiración de trascendencia

mediante la hegemonía del color fue fundamental en el movimiento

estadounidense de la color-field painting.

En las Physichromies de Cruz-Diez, el color está liberado

del soporte. Aunque es una construcción estática, es cinética: no

percibimos Physichromie Nº 321-B como una representación única,

sino que llegamos a una idea general de esta recordando tantas

imágenes mentales como nos sea posible en relación con el tiempo,

el espacio y nuestras sensaciones. El término “cinético” abarca el

movimiento de mecanismos dentro del arte mismo, el movimiento

activado por el desplazamiento del observador y el movimiento

experimentado a nivel de la retina; el tiempo se convierte en un

elemento intrínseco de la experiencia de tal arte. Mientras que

el arte cinético anterior estaba centrado específicamente en el

movimiento, el cinetismo de Cruz-Diez es un medio utilizado para

tornar evidente la naturaleza inestable del color. Un importante

precedente de las cualidades cinéticas de las Physichromies es el

Manifiesto realista de Naum Gabo (1920), presentado junto con su

escultura cinética Onda en posición vertical (1920), una obra que,

abarcando el tiempo y la espacialidad, resaltaba una ruptura con

la realidad relacional, aunque desestimaba el color como valor pictórico.

El dinamismo del color generado por Physichromie Nº 321-B

también vincula esta pieza con los experimentos cinéticos que

hicieron erupción en Francia a mediados de la década de 1950. En

1955, por ejemplo, la galería Denise René presentó Le Mouvement,

Page 91: Catalogo Word (1)

la primera muestra dedicada al arte cinético que ponía en evidencia

la nueva correspondencia entre la obra de arte y el observador.

El creciente entusiasmo por las ideas acerca del tema de la participación

activa condujo a la creación, en 1961, de un grupo de artistas

llamado Groupe de Recherche d’Art Visuel (GRAV), que destacaba

la importancia de una relación constante entre el ojo y el objeto

plástico.10 La estructura de las Physichromies está concebida para

permitir “diferentes resultados de visión, no solo en el movimiento

paralelo sino también en el perpendicular. El proceso aditivo,

el color subjetivo, la construcción y deconstrucción de planos se

tornan más o menos complejos mientras el espectador se desplaza

frente a la obra”.11

Como sugiere esta breve historia del color, la cualidad

inmaterial de este alcanzada en la obra de Carlos Cruz-Diez estuvo

lejos de ser una verdad evidente a lo largo de siglos de investigación

científica y artística. La realidad dinámica del color estuvo, durante

mucho tiempo, constreñida por la tela. Cruz-Diez es el primer

artista que logró trascender los límites físicos de esta solución

estática para su expresión, fusionando con gran sensibilidad las

investigaciones científicas sobre el color y la dinámica participativa

del arte cinético para hacer que los colores se liberaran del soporte

elevándose en el espacio.

Deambulamos en un espacio coloreado del que no tomamos conciencia,

porque vivimos dentro de él. Solo vemos la materialidad

de la forma, y no lo inmaterial del color. Habitamos un universo

donde el espacio se tiñe continuamente de sutiles colores, a

medida que el Sol cumple su ciclo diario. El hecho de convivir

Page 92: Catalogo Word (1)

con el color nos acostumbró a obviarlo, a no verlo. No tomamos

conciencia de que nosotros también estamos coloreados, igual

que el espacio y los objetos que nos rodean.12

Notas Notes

Cruz-Diez, “‘Color on Color’ Exhibition”, en Cerullo, Color on Color, p. 78.

Cruz-Diez, “Fisicromías”, en Rangel, Carlos Cruz-Diez, p. 92.

Ramírez, “Four Situations Involving Color”, en Carlos Cruz-Diez, p. 226.

Continúa: “Los colores que aparecen en el espacio no son los que vemos porque

evolucionan con la ayuda de la luz y de nuestro desplazamiento”.

Ibid., p. 227.

Ibid., p. 95.

Ibid., p. 96.

Cruz-Diez, “’Color on Color’ Exhibition”, op. cit., p. 79.

Aun antes de estos experimentos, hubo ejemplos más antiguos de pinturas

que requerían que el observador se desplazara porque “se resistían” a ser vistas

completamente de una sola vez; es el caso de la obra de Antoine Watteau (1684-

1721) y, antes de él, de Hans Holbein (1497-1543), que trabajaba con un efecto

visual conocido como anamorfosis, una proyección distorsionada que necesita

un punto de vista específico para ser revelada

Gage, Color and Meaning, p. 163.

Muchos de los artistas que debutaron en Le Mouvement fueron luego incluidos

en la trascendental muestra The Responsive Eye (1965), en el Museum of Modern

Art, la primera exposición que presentó el op art al público estadounidense.

Cruz-Diez, “Fisicromías”, op. cit., p. 92.

Cruz-Diez, “‘Color on Color’ Exhibition”, op. cit., p. 79.

Page 93: Catalogo Word (1)

Dando forma al espacio:

Sails Pride,

de Kenneth Noland

Durante mucho tiempo una avanzada provincial, Nueva York se

convirtió en la capital del modernismo en los años que siguieron a

la Segunda Guerra Mundial. Esta transformación fue obra de los

expresionistas abstractos, un grupo dispar de pintores que incluía

a Barnett Newman en un extremo y a Jackson Pollock en el otro.

Estos artistas y sus seguidores, que dominaron el mundo del arte

estadounidense hasta fines de los años 50, enfrentaron un desafío a

principios de la década siguiente, cuando los artistas pop cargaron

con nueva energía las imágenes figurativas. Pronto el minimalismo

cobró forma a partir de dudas acerca del valor de la pintura de

cualquier estilo. Pintar es crear ilusiones, realidades secundarias,

o al menos eso sostenían Donald Judd y sus compañeros minimalistas.

1 Para ser buena, una obra de arte debe mostrar realidades

literales en lugar de efectos pictóricos. Desafiando la literalidad

minimalista, un pequeño grupo de pintores abstractos reivindicaba

una importancia estética superior –y, por ende, una realidad

superior– para los efectos de luz y profundidad generados por los

pigmentos de colores brillantes. El grupo, apodado color-field painters

(o pintores de campos de color), incluía a Helen Frankenthaler,

Morris Louis, Jules Olitski y Kenneth Noland. En su opinión, el

camino principal del modernismo estadounidense se iniciaba con

los expresionistas abstractos –Pollock, en particular– y conducía

directamente a ellos.

Noland está representado en Intercambio global con Sails

Page 94: Catalogo Word (1)

Pride (1977), un hexágono irregular de más de dos metros de alto

y algo más de uno ochenta de ancho. Sus dinámicas bandas de

color le otorgan una presencia espectacular, pero no es meramente

espectacular, como lo son los efectos especiales de las películas

o los llamativos decorados de los musicales de Broadway. Esos espectáculos

nos dejan un poco aturdidos, mientras que la pintura de

Noland nos desafía a aguzar nuestras percepciones y tomar conciencia

de nuestras sensaciones. Este desafío es lo que la califica

como obra de arte.

Sails Pride está brillantemente unificada, como coincidiría

en afirmar la mayoría de los observadores experimentados; sin

embargo, no hay esperanza alguna de una interpretación única de

esta pintura incorregiblemente ambigua. Esto no es malo, porque

la ambigüedad genera significado. No obstante, algunos críticos

de arte destacados de los años 60, en especial Clement Greenberg

y Michael Fried, trataron de establecer la única forma correcta de

leer las obras de Noland y otros color-field painters. Esos escritores

son conocidos como formalistas, porque sostenían que la pintura

progresa refinando continuamente sus medios formales y volviéndose

así cada vez más pictórica. Insistían en que el recurso esencial

de la pintura es el color, el cual debe ser desarrollado según modos

que creen “espacio óptico”, es decir, profundidades pictóricas que

parecen excluir las imágenes de cosas tangibles. El “espacio óptico”

no contiene nada más que relaciones de color. En cercana coincidencia

con Greenberg en este punto, Fried propuso su propia teoría

de la línea y la forma: el pintor debe deducirlas del framing edge, el

nombre que le daba al contorno de la tela.

Page 95: Catalogo Word (1)

Fried nunca escribió sobre Sails Pride, pero sus comentarios

sobre las pinturas anteriores de Noland establecían un procedimiento

rígido. En primer lugar, él evaluaba el espacio de una

pintura: ¿puramente “óptico” o no? Luego decidía sobre la cuestión

de la forma lineal: ¿convincentemente deducida del framing edge

o no? Si la respuesta a estas dos preguntas era sí, consideraba que

el cuadro era bueno. Si la respuesta era no, no lo era. Tales juicios

procedían de la creencia de que, como decía Fried, la mejor pintura

muestra “una preocupación por los problemas intrínsecos de la

pintura en sí”.2 Esta no es una idea totalmente original.

En 1938, el artista suizo Max Bill declaró su preferencia por

las pinturas que se crean “sobre la base de sus propios medios y

leyes innatos”.3 Estudiante de la Bauhaus de Dessau a fines de la

década de 1920, Bill hizo pinturas abstractas en un estilo relacionado

con la abstracción geométrica de Piet Mondrian y Theo van

Doesburg. Para él, una tela lograda mostraba “la relación pura del

color y la forma en una superficie”. Además, esta pureza estética

crea la “posibilidad técnica y social de un nuevo mundo, un camino

hacia un orden armonioso”.4 En los años de la entreguerra, Bill yuna

amplia falange de pintores geométricos coincidían con sus enemigos

estilísticos, los surrealistas, solo en un punto: la innovación

estética tiene el poder de cambiar el mundo, tal vez hasta de perfeccionarlo.

Al destruir esta esperanza, la Segunda Guerra Mundial

privó a la vanguardia de su intención utópica. El pesar derivado de

esta pérdida puede muy bien merodear en la idea del expresionismo

abstracto del arte como el medio del yo interior del artista.

Los críticos formalistas fueron más lejos, al definir la pintura como

Page 96: Catalogo Word (1)

una empresa tan focalizada en las cuestiones pictóricas que reduce

el yo a un fantasma en la máquina analítica.

Impresionados por la sofisticación pictórica de Noland, los

críticos formalistas dirigieron hacia él la atención del mundo artístico;

sin embargo, no le hicieron justicia al desconectar su arte de

todo salvo un conjunto de conceptos cuestionables como “espacio

óptico” y “estructura deductiva”. La noción de espacio óptico es

especialmente dudosa, puesto que exige que aislemos la visión de

nuestras demás facultades. Esto no solo es indeseable, sino que es

imposible. Imaginando nuestro recorrido por Sails Pride, seguimos

sus cinco bandas de color en su movimiento hacia arriba, en el que

se van angostando. También podríamos verlas ensanchándose al

precipitarse hacia abajo y hacia afuera. De cualquiera de las dos

formas, esas bandas de color implican una perspectiva de un solo

punto, con el punto de fuga situado en algún lugar por encima del

borde superior de la tela.

Con esta perspectiva implícita, Sails Pride atrae nuestra

percepción físico-visual tan enteramente como cualquier paisaje

renacentista salpicado de edificios, arboledas y una o dos figuras

humanas. Por supuesto, Noland no presenta ningún equivalente de

una línea del horizonte; lo que es más importante, los colores de las

franjas que fluyen las sujetan a la superficie de la tela, y por lo tanto

no hay sensación de estar mirando, tras un primer plano estático,

profundidades igualmente estáticas. Al moverse las bandas en el

espacio, tenemos la impresión de que están dándole forma, tal vez

incluso creándolo, y nos identificamos con su energía.

Al principio podría parecer que las franjas negras se hunden

Page 97: Catalogo Word (1)

un poco bajo el plano del cuadro, mientras que la amarilla levita

ligeramente por sobre él. Después de todo, los colores oscuros se

alejan, mientras que los claros avanzan. La representación de los

objetos en el espacio depende de esta poderosa regla. Noland,

sin embargo, no representa nada y, por lo tanto, es libre de disponer

las tonalidades claras y oscuras en formas que la subvierten.

Si miramos Sails Pride con mucha atención veremos que las

franjas negras avanzan hasta que están al mismo nivel del plano

en que se encuentra la amarilla. Esto es sutilmente alarmante, y se

experimenta una especie de conmoción al advertir que la banda

que corre del lado derecho de la pintura no se desvía hacia afuera

ni se aparta del patrón general, como podría hacernos suponer su

rosa subido. Más bien se alinea con la franja negra de la derecha

para mantener en su sitio toda la configuración.

En algún momento, tenemos la impresión de que los

movimientos de las bandas de color hacia y desde el punto de fuga

son simultáneos, de modo que el cuadro –o nuestra visión– logra

un equilibrio. Además, el ensanchamiento contrarresta el estrechamiento,

lo cual equilibra las energías laterales de la pintura,

tal como el retroceso tonal tiene respuesta en su opuesto, con el

negro que retrocede a la vez que avanza. Por más dispares que

sean, estos efectos se entrelazan y establecen una sincronía tal

entre el diseño de los colores y la forma del cuadro que no podemos

determinar qué estuvo primero: el diseño o la forma. Parecen

inseparables. Experimentar esta inseparabilidad es sentirse en

armonía con una presencia ricamente modulada, una experiencia

tan corporal como visual.

Page 98: Catalogo Word (1)

Sails Pride atrae totalmente al observador, y eso es gratificante.

Sin embargo, una pregunta ronda: ¿qué importa todo esto?

¿Qué importa si Noland contraviene la regla sobre el comportamiento

pictórico de los tonos claros y oscuros? ¿Y qué es lo que

pone en juego al componer un diseño en perspectiva que corre

en ambos sentidos, hacia adelante y hacia atrás, y se estabiliza en

un equilibrio provisional? Esta es una pregunta sobre significados

que tenemos mejores posibilidades de precisar –o, al menos, lograr

enfocar por un momento– si nos basamos en el supuesto de que los

colores, las líneas y los diseños de esta pintura surgieron no solo

cada uno en respuesta a los demás, sino también en respuesta a

algo del propio artista. Porque, desde luego, tiene sentido decir

que Sails Pride satisfizo la necesidad de Noland de un cierto tipo de

orden: complicado pero no rígido, digamos, o monumental pero,

sin embargo, dependiente de ajustes de color, tono y forma que

son delicados hasta el extremo de la invisibilidad.

Por supuesto, nunca podremos saber con exactitud qué fue

lo que obligó al pintor a hacer este cuadro precisamente como lo

hizo. Lo que sí pueden conocer los observadores es el conjunto

de sensaciones que esta obra de arte genera en ellos. ¿Qué lecturas

de la forma y el color son especialmente atractivas? Cuanto más

detalladamente respondamos a esta pregunta, más probable es

que la afirmación de nuestras preferencias promueva una conciencia

de nuestros valores. Lo que estoy proponiendo es muy diferente

del enfoque formalista, que insiste en que la pintura es significativa

solo en la medida en que no trate sobre nada más que ella misma.

Tampoco soy un utopista que busca en la abstracción geométrica

Page 99: Catalogo Word (1)

el modelo para una sociedad perfecta. Más bien estoy llevando la

experiencia del arte a la escala del individuo, donde infinidad de

interpretaciones son posibles y la elección entre ellas está orientada

por predilecciones profundas y absolutamente personales.

Puede que vea Sails Pride como un magnífico ejemplo de

lograda estabilidad, con algunas ambigüedades residuales solo

para recordarnos el caos que ha sido superado. Ser plenamente

consciente de ver el cuadro de esta forma es saber que podría

verse de otro modo: por ejemplo, cargado de inestabilidad, con

una unidad tan provisional que el observador debe construirla y

reconstruirla por momentos, según la mirada se fije en el color, la

línea, la forma o el contraste de colores. Ambas lecturas son plausibles,

y la elección es enteramente mía. No hay autoridad suprapersonal

que me guíe aquí. ¿Al dar mi propio sentido a Sails Pride

soy como Parménides, el filósofo antiguo que intuyó una unidad

estática bajo la apariencia cambiante del mundo? ¿O soy más bien

como Heráclito, que consideraba la inestabilidad y el cambio como

la esencia de las cosas? ¿Veo Sails Pride reducido a una claridad

manifiesta que lo asocia con la literalidad de un objeto minimalista?

¿O lo veo impetuoso y agitado por energías pictóricas que, a

su manera, son tan elusivas como las de una drip painting (pintura

chorreada) de Pollock?

Si no se la detiene, la interpretación del arte se convierte en

autointerpretación, pues me encuentro preguntándome: ¿quién

soy, quién debo ser, para ver los cuadros como lo hago? Porque

somos aquellos que nos volvemos cuando buscamos significado

en las palabras, las acciones y las invenciones de otros. Admitamos

Page 100: Catalogo Word (1)

que el arte es sutil y a veces su significado se pierde en la precipitación

de la moda o es reprimido por las brutalidades del dogma, Sin

embargo, las obras de arte enteramente logradas nunca pierden su

poder de generar significado y de iluminar nuestra parte indispensable

en el proceso; como lo hace Sails Pride de modo tan ejemplar.

Notas Notes

Judd, “Specific Objects”, en Harrison y Wood, Art in Theory: 1900-2000,

pp. 825-827.

Fried, “Three American Painters”, en Art and Objecthood, pp. 214, 224-225,

232-234, 239 y ss.

Bill, “Konkrete Gestaltung”, citado en Hillings, “Concrete Territory,” en

Zelevansky, Beyond Geometry, p. 52.

Bill, “Dall’arte astratta all’arte concreta”, en Arte astratta e concreta, citado en

Hillings, “Concrete Territory”, en Zelevansky, op. cit., p. 52. Las declaraciones

de Bill coinciden con las de muchos utópicos modernistas, incluyendo a

Mondrian, quien escribió que pintar bien es situar los elementos formales de

un medio en las “relaciones equilibradas” que “en la sociedad representan

lo que es justo”. Véase Mondrian, “A Dialogue on Neoplasticism”, en Jaffe,

De Stijl, pp. 121 y 123.

Page 101: Catalogo Word (1)

Nuevo strayectos

Sarah Morris: la abstracción

como crítica cultural

Cuando el posmodernismo tomó forma, a fines del siglo XX, la

redefinición de los paradigmas culturales presentaba varios

obstáculos para la pintura, y en particular para la abstracta, la

cual, dada por muerta en la década de 1970, estaba tan inextricablemente

ligada al arte moderno –es, según Yve-Alain Bois,1 el

emblema de este– que el fin del modernismo parecía reducir el

arte abstracto a un estilo –o incluso una moda– condenado a un

estatus retrógrado. Su reaparición esporádica en una considerable

cantidad de exposiciones fue descrita, de manera previsible, como

un resurgimiento, que la relacionaba con el pasado sin promesa

alguna de futuro. Los artistas de los años 80, al rechazar la fe en

el progreso y la originalidad, “la tradición de lo nuevo” y la táctica

corporativista de la “obsolescencia programada”, comenzaron

a redefinir el significado y la función del arte contemporáneo a

través de la estrategia de la apropiación. Pero el reciclado de estilos

“anticuados” como el expresionismo, la color-field painting

(o pintura de campos de color) o el op art tornaron esos primeros

intentos retrospectivos más que innovadores. Posteriormente,

muchos de los artistas jóvenes de hoy, como Sarah Morris, adoptaron

la abstracción como una metodología crítica con el potencial

de deconstruir –de revelar discursivamente más que simplemente

reflejar– el artificio y los efectos mediatizados de los ámbitos

Page 102: Catalogo Word (1)

sociales, físicos y mentales que ocupamos. Con alguna distancia de

la agitación desorientadora del posmodernismo, la viabilidad del

lenguaje de la abstracción como forma legítima de comunicación

visual en nuestra progresivamente atomizada, dispersa y abstracta

cultura parece mucho más segura.

El efecto más liberador y rejuvenecedor de la teoría posmoderna

se tradujo, en la década de 1970, en la crítica de la representación,

que puso en entredicho el potencial de objetividad

y transparencia de esta, y que se puede encuadrar, según el crítico

Craig Owens, como “un intento de usar la representación en contra

de sí misma para desafiar su autoridad, su pretensión de poseer

verdad o valor epistemológico”, revelando que no es desinteresada

ni “políticamente neutral”.2 El teórico francés de la cultura

Jean Baudrillard fue más lejos, argumentando que, una vez que

la representación es reconocida como un constructo ideológico

y la correspondencia directa entre representación y realidad se ha

roto, la realidad misma deja de existir: “Ya no se trata de una falsa

representación de la realidad (ideología), sino de ocultar el hecho

de que lo real ya no es real”.3 La representación es remplazada por

un proceso de simulación, “la generación de modelos de un real

sin origen ni realidad: un hiperreal”. Mientras que antes se suponía

que la representación reproducía una realidad preexistente y bien

definida, el estado actual de hiperrealidad es un producto de la

simulación, del que son ejemplo los reality shows televisivos, las

noticias sobre las celebridades y los medios de comunicación social.

“La simulación”, continuaba Baudrillard, “envuelve todo el edificio

de la representación tomándolo como simulacro”.4

Page 103: Catalogo Word (1)

Esos desafíos a la noción de representación significaban

que la interpretación del arte tenía urgente necesidad de revisión.

En sus primeros ensayos sobre crítica literaria, Roland Barthes

identificaba el “texto”, más que la “obra”, como el objeto de interpretación,

y al “lector”, más que al “autor”, como el origen del

significado. El texto, sostenía, es abierto y plural, no cerrado y

singular, y se nutre de muchas fuentes y metodologías más allá

de la forma de la obra.5 Ese potencial ilimitado abrió la pintura

abstracta a temas tales como la sociedad, la política, la historia, la

guerra, el transporte, la música y la arquitectura, cuyas estructuras

abstractas pueden ser reproducidas o “simuladas” por la pintura

sobre tela o sobre tabla. Hacia mediados de los 80, varios pintores

abstractos jóvenes de Nueva York, entre ellos Philip Taaffe, Ross

Bleckner y Moira Dryer, trabajaban con un lenguaje geométrico

imbuido de referencias y narrativa. Los cuadros y los textos críticos

de Peter Halley son ejemplo de ello. Sus composiciones, pintadas

con acrílico fluorescente opaco, mezclado en parte con Roll-A-Tex

–un aditivo de textura granular que simula yeso–, están divididas

en una serie de rectángulos conectados por elementos lineales que

él identificaba como “células” y “conductos”. En ensayos contemporáneos,

Halley, influido por Vigilar y castigar, de Michel Foucault,

observaba que la cuadrícula, la estructura básica de tantas pinturas

y esculturas modernistas, no era neutra, muda y anónima, sino que

estaba llena de significado social. “El despliegue omnipresente de

estructuras geométricas en ciudades, fábricas y escuelas, en las

viviendas, el transporte y los hospitales, se revela como un origi-

nal mecanismo mediante el cual la acción y el movimiento (y todo

Page 104: Catalogo Word (1)

comportamiento) podrían ser canalizados, medidos y normalizados”.

6 La estructura rectangular de las pinturas de Halley recuerda

la “geometría dura” de la arquitectura, como la de las prisiones

o las comunidades planificadas, que controla la actividad social.

También inspirados en el análisis de Baudrillard de las “geometrías

blandas de las autopistas, las computadoras y los juegos electrónicos”,

7 los diseños lineales de los cuadros de Halley aluden a los

cables e instalaciones eléctricas de nuestros hogares y oficinas. La

concepción de Halley de las pinturas como “diagramas” discursivos

de espacio social autoritario y sistemas de circuitos electrónicos

proporcionó un modelo crítico para una nueva lectura de la abstracción

posmoderna.

El predominio del espacio sobre el tiempo es uno de los

aspectos más decisivos, si no definitivos, de la experiencia posmoderna.

8 La temporalidad de la modernidad es evidente en la

valorización del progreso y la fe en el futuro. En la pintura moderna

la ilusión de profundidad pictórica dio paso a una insistente materialidad

y ausencia de relieve que refleja la menor importancia

del espacio en la vida moderna. Sin embargo, como la distancia

física se ve cada vez más reducida por las tecnologías electrónicas

y digitales, las representaciones tradicionales del espacio son

remplazadas por modelos estructurales de este. Hoy la representación

pictórica ya no depende del parecido visual. Como precedente

del espacio en la pintura posmoderna, La mariée mise à nu

par ses célibataires, même (Le Grand Verre) (La novia desnudada

por sus solteros, incluso [El gran vidrio]) (1915-1923), de Marcel

Duchamp, que se asemeja a un mapa interactivo de formas

Page 105: Catalogo Word (1)

abstractas mecanomórficas sobre vidrio transparente, expresa una

idea sobre relaciones sexuales en un espacio mental o conceptual.9

En lugar de la ausencia de relieve y el carácter no referencial de

la abstracción modernista y la profundidad coherente del espacio

perspectivo premoderno, los espacios físico, social y mental son los

territorios de artistas abstractos contemporáneos como la pintora

y cineasta Sarah Morris.10

L a abstracción geométrica se presta a la pintura contemporánea

que adopta como tema el análisis de los sistemas de

poder; los implacables bordes netos de las formas geométricas y la

rigidez despersonalizada de la cuadrícula subyacente son perfectos

equivalentes del despiadado control del capital. El tema de Morris

es el espacio abstracto del capitalismo materializado en los

paisajes de la arquitectura corporativa. Sus grandes telas cuadradas

están pautadas por cuadrículas de formas entrelazadas bien

delimitadas, y los colores, obtenidos con esmalte brillante para

exteriores, son fuertes y vivos. “El uso de esmalte brillante me

permite un tipo de manipulación del color que no veo como inspirada

en la historia del arte, sino derivada del mundo comercial e

industrial”, dice Morris de su material.11 Sus primeras pinturas arquitectónicas

de 1998 y 1999 se basaban en los altos edificios comerciales

del centro de Manhattan, representados como cuadrículas

oblicuas o sometidas a torsión. En los cuadros de Las Vegas

(1999-2000), líneas horizontales, verticales y diagonales delinean

un dibujo fracturado de fragmentos que evoca los relucientes edificios

espejados de la ciudad. Luego de realizar series sobre Miami

y Washington D.C., Morris recurrió a Los Ángeles y la industria

Page 106: Catalogo Word (1)

cinematográfica, con colores más fríos y diseños geométricos vertiginosos.

La paleta de estas pinturas incluye el magenta intenso

con tonalidad de joya de la alfombra roja, el tono cian de la pantalla

azul de los telones de fondo y el papel con codificación de color

que se utiliza para copiar los sucesivos borradores de los guiones

(que se ven en el film sobre la semana de los Oscar que acompaña

las obras). La atractiva paleta de los Rings, una serie que incluye la

película de Morris sobre los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008,

está inspirada en enormes acumulaciones, en China, de productos

manufacturados de plástico y goma. El símbolo de los juegos, los

cinco anillos entrelazados, subyace tras el motivo circular helicoidal

de estas piezas, en las que predomina un turquesa brillante,

derivado del paquete de una marca de cigarrillos china.

En sus fotografías preparatorias para la serie Midtown, la

artista reconoció el potencial cinemático de la arquitectura observada

por el peatón. Esto orientó la dirección de su primer corto,

Midtown (1998), que yuxtapone imágenes de las atestadas calles

de Nueva York y el empuje vertical de los rascacielos acristalados

a los que Liam Gillick, el esposo de Morris, impuso una cadencia

rítmica que crece hacia un clímax que nunca llega. La representación

de Washington D.C. que hace Morris en Capital (2000) intercala

escenas de personas que practican aerobismo por la mañana,

la caravana presidencial, el hotel Watergate, y hasta una reunión

en el Cabinet Room de la Casa Blanca en la época de Clinton, con

similares efectos ominosos. Todos los films de Morris, que ella

describe como “un índice para cada cuadro”,12 pueden extraerse

de este único ímpetu: la deconstrucción de los sistemas de poder.

Page 107: Catalogo Word (1)

Desde el corporativismo del centro de Nueva York, representado

por modernos rascacielos y nerviosas publicidades de LED, hasta

el glamour y el lujo de los premios de la Academia en Los Angeles

(2004), el arte de Morris reconoce que “el poder es espacial”.

Ya sea que esté explorando el gobierno de Clinton, la

industria cinematográfica de Hollywood o los Juegos Olímpicos,

la artista depende de la autorización de una compleja burocracia,

“un sistema de conexiones interrelacionadas” que sus pinturas y

películas intentan sortear.13 Adaptando los métodos de la crítica

deconstructiva, investiga a fondo esos sistemas con las herramientas

y el lenguaje propios del sistema, como los códigos de color de

los guiones. Así, Morris está paradójicamente “enredada”, como

ella dice, en el objeto mismo de su crítica.14 Cuando preparaba

el film sobre los Oscar, construyó un organigrama de contactos

de Hollywood que podían otorgar permiso para fotografiar a las

estrellas de cine y los estudios, los acontecimientos privados y los

hogares. El mapa de esos centros de poder entrecruzados debe

de haber tenido un aspecto similar a las pinturas de Morris de la

serie Los Angeles, que muestran polígonos que colisionan y se superponen.

Ella atribuye su acceso privilegiado a la ceremonia de

premiación de la Academia al vicepresidente de esta, Sid Ganis.15

Como director de su propia compañía productora, las oficinas de

Ganis estaban en los terrenos de Sony Pictures, a lo cual alude

el título Sony (Los Angeles) (2004). Su dibujo de bandas diagonales

azules, verdes y anaranjadas es interrumpido por un par de

octógonos transparentes de contornos blancos. Varios octógonos

más pequeños, de contornos verdes, parecen multiplicarse como

Page 108: Catalogo Word (1)

cadenas de células o burbujas. Dentro de los octógonos, el color

de las bandas pasa del azul oscuro al verde claro, por ejemplo, o del

negro al verde oscuro, lo que da lugar a una compleja superposición

de “portales” y “vectores” –como describía a sus contactos de la

industria– que se intersecan.16

O tra pintura de Los Angeles se basa en el hotel Bonaventure,

un histórico ejemplo de arquitectura posmoderna. El Bonaventure,

una construcción cilíndrica con cuatro torres más pequeñas que

rodean su perímetro, está revestido de vidrios espejados que reflejan

el paisaje urbano. El edificio es, por eso, difícil de distinguir a

la distancia, porque parece disolverse en el aire. En alusión a su

estructura, en la obra se identifica un grupo de prismas octogonales.

Otras formas parecen menos tridimensionales; se reflejan,

rotan y se disipan interminablemente. La circularidad del lobby del

hotel Bonaventure y sus torres satélites idénticas es igualmente

desorientadora. En la caracterización de Fredric Jameson, es un

“hiperespacio posmoderno” que “ha logrado finalmente trascender

las capacidades del cuerpo humano individual para ubicarse, para

organizar perceptivamente su entorno inmediato y localizar cognitivamente

su posición en un mundo exterior pasible de ser llevado

a un mapa”. Sugiere que esta experiencia de ambigüedad espacial

es similar a “la incapacidad de nuestras mentes, al menos actualmente,

de trazar el mapa de las grandes redes de comunicación

globales, multinacionales y descentradas en las que nos hallamos

atrapados como sujetos individuales”.17 Para Morris, la descripción

de Jameson del espacio posmoderno es análoga a la incapacidad

para orientarse cuando se conduce en las carreteras de circunvalación

Page 109: Catalogo Word (1)

que rodean Beijing,18 las cuales reiteran espacialmente la

vertiginosa escalada del capital multinacional que se apodera de

China.

El examen de Morris del “espacio psicológico en el que uno

funciona cuando está en esas ciudades”19 recuerda la práctica de

la “psicografía” por parte de los miembros de la Internacional

Situacionista de París en los años 50 y 60, cuya exploración de la

estructura de la ciudad incluía la dérive (deriva), “una técnica de

pasajes rápidos por varios ambientes. Dérives implica compor-

tamiento lúdico-constructivo y conciencia de los efectos psicogeográficos”.

20 Al investigar las motivaciones únicas de las ciudades

o los barrios, las dérives urbanas revelaron con frecuencia las

manifestaciones espectaculares del capital, enmarcadas por cada

vidriera y cada cartel publicitario. Psicogeográficamente, las pinturas

y los films de Morris son “críticas del capitalismo” que crean

equivalentes espaciales de sistemas ideológicos, desde la macroestructura

de los sistemas económicos hasta la microestructura

del juego de Las Vegas, desde Manhattan hasta Beijing.21 Es más,

revelan un “capitalismo rampante, fuera de control”, que sugiere

“hasta qué punto estamos hoy implicados en esas fuerzas capitalistas

muy tardías”, las fuerzas del capitalismo en crisis.22 Desde

el interior del catalizador financiero distintivo de cada ciudad –para

la artista, “el lugar más vital en el que podemos situarnos”–, Morris

describe la desorientadora e ineludible red del capital.23

Notas Notes

Bois, Painting as Model, p. 230.

Owens, Beyond Recognition, p. 88.

Page 110: Catalogo Word (1)

Baudrillard, “Precession of Simulacra”, en Simulations, p. 25.

Ibid., pp. 2-11.

Barthes, Image–Music–Text, pp. 142-148.

Halley, “The Crisis in Geometry”, en Collected Essays 1981-87, pp. 76-78.

Ibid., p. 95.

Jameson, Postmodernism, pp. 38-45 y 154-180.

El espacio mental es una de las tres categorías espaciales analizadas por Henri

Lefevre, junto con el espacio físico de la realidad natural y material y el espacio

social del lenguaje y las relaciones sociales. Lefevre, The Production of Space,

pp. 11-20.

Artista estadounidense nacida en Inglaterra en 1967, Sarah Morris estudió

en la Brown University semiótica y cine, temas que la prepararon para la

dimensión teórica de su obra. En 1989-1990, mientras participaba en el

Independent Study Program –un legendario campo de entrenamiento para

artistas con orientación intelectual del Whitney Museum of American Art–,

Morris fue asistente de Jeff Koons, quien en esa época trabajaba en escultura.

Sin embargo, Morris optó por el poco favorecido medio de la pintura. “Elegí

la pintura porque era lo más simple, lo más funcional”, dijo. “No tuve los

complejos de mis amigos porque no fui a la escuela de bellas artes”. Wood,

“Cinéma Vérité,” The Observer Magazine, 23 de mayo de 2004, p. 25.

“Sarah Morris Interviewed by Michael Tarantino and Rob Bowman”, en

Bracewell, Sarah Morris: Modern Worlds, s/p.

Bürgi, “Sarah Morris in Conversation with David Daniel”, en Sarah

Morris, p. 66.

Obrist, “Sarah Morris”, en Hans Ulrich Obrist: Interviews, p. 751.

Ibid.

Petronio, “Bar Nothing by Sarah Morris”, en Self Service, nº 21,p. 337.

Page 111: Catalogo Word (1)

De Looz, “China 2008 and Other Power Plays According to Sarah Morris”, en

Sarah Morris: Lesser Panda, p. 17.

Jameson, op. cit., p. 44.

De Looz, op. cit., p. 26.

Petronio, art. cit., p. 337.

Debord, “Theory of the Dérive”, en Knabb, Situationist International

Anthology, p. 62.

Turner, “Beijing City Symphony”, en Modern Painters 20, nº 6, p. 57.

Eratalay, “Interview with Sarah Morris”, en Res, nº 1, p. 7.

Ibid