cee- ambientación y arte en el lugar de la celebración.pdf

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  • Directorio litrgico-pastoral sobre AMBIENTACIN Y ARTE EN EL LUGAR DE LA CELEBRACIN

    Secretariado Nacional de Liturgia Promocin Popular Cristiana, Madrid, 1987

  • Indice INTRODUCCIN....................................................................4

    1. Motivos del directorio ...................................................4 2. Finalidad ................................................................4 3. Destinatarios ............................................................4

    PRIMERA PARTE. ORIENTACIONES GENERALES..........................................5 4. El lugar de la celebracin ...............................................5 5. Espacio y ambiente .......................................................5 6. Noble belleza ............................................................6 7. Cualidades de las formas artsticas ......................................6 8. Culto y cultura en la celebracin ........................................7

    SEGUNDA PARTE. NORMAS PRCTICAS.................................................8 9. La iglesia ...............................................................8 10. Visibilidad y acstica ..................................................8 11. El presbiterio ..........................................................9 12. El altar ................................................................9 13. Ornato del altar y accesorios ..........................................10 14. La sede y los asientos de los ministros ................................11 15. El ambn ...............................................................11 16. Lugar de los cantores y del rgano .....................................11 17. La capilla del Santsimo ...............................................12 18. El Sagrario ............................................................12 19. El baptisterio .........................................................12 20. La fuente bautismal ....................................................13 21. La capilla de la reconciliacin ........................................13 22. El retablo y las imgenes ..............................................13 23. Otras dependencias del templo ..........................................14 24. Dedicacin y bendicin de iglesias y altares ...........................14 25. Los vasos sagrados .....................................................15 26. Los libros litrgicos ..................................................16 27. Las vestiduras sagradas ................................................16 28. Otros objetos ..........................................................17 29. Bendicin de los objetos litrgicos ....................................17

    CONCLUSIN.....................................................................17 30. Importancia del estudio del arte sacro para la liturgia ................17

    APNDICE I. NORMAS DE ACTUACIN SOBRE EL PATRIMONIO CULTURAL DE LA IGLESIA ....................................................................18

    APNDICE II. BIBLIOGRAFA SELECTA SOBRE ARTE SACRO.............................19 1. Documentos de la Iglesia ................................................19 2. Arte y belleza en la liturgia ...........................................20 3. Arquitectura: espacio y celebracin .....................................20 4. Lugares de la celebracin ...............................................22 5. Vestidos y objetos litrgicos ...........................................23 6. Iconografa cristiana ...................................................23 7. Ritual de la dedicacin de iglesias y altares de 1977 ...................24 8. Directorios litrgico-pastorales de la Comisin Episcopal de

    Liturgia ...............................................................24

  • SIGLAS UTILIZADAS B ........................... Bendicional, 1984 CDC ......................... Cdigo de derecho cannico, 1983 CE .......................... Caeremoniale episcoporum, 1984 EM .......................... Instruccin Eucharisticum mysterium, 1967 GS .......................... Constitucin Apostlica Gaudium et Spes, 1965 IOec ........................ Instruccin Inter Oecumenici, 1964 OGMR ........................ Ordenacin general del misal romano, 1970 OLM ......................... Ordo lectionum Missae, 1969 RBN ......................... Ritual del bautismo de nios, 1969 RDIA ........................ Ritual de la dedicacin de iglesias y altares, 1979 RP .......................... Ritual de la penitencia, 1973 SC .......................... Constitucin Apostlica Sacrosanctum Concilium, 1963

  • INTRODUCCIN

    1. Motivos del directorio El presente directorio litrgico pastoral guarda estrecha relacin con los que ya

    se han publicado siguiendo el Plan de accin de la Comisin Episcopal de Liturgia para el trienio 1984-1987. En efecto, mejorar la celebracin, objetivo propuesto para este trienio, requiere que se preste tambin atencin especial a la ambienta-cin y el arte de lo que se llama espacio celebrativo o lugar de la celebracin. El lugar en el que nos movemos y los objetos que usamos tienen mayor influencia de lo que se cree sobre nuestro comportamiento y, en el caso del espacio litrgico, sobre nuestra plegaria y nuestras actitudes como celebrantes.

    Por otra parte, concluida prcticamente la reforma litrgica ordenada por el Con-cilio Vaticano II con la promulgacin de los libros de la celebracin y actualizado el Cdigo de Derecho Cannico, es hora ya de poner fin a una etapa de provisionali-dad, de ensayos y tanteos que se ha notado especialmente en este campo de los luga-res y de los objetos de la celebracin. (cf. Instr. Liturgicae Instaurationes n. 10).

    2. Finalidad Es necesario intensificar la tarea de renovacin litrgica en el sentido propues-

    to por la Comisin Episcopal de Liturgia en sus ms recientes documentos orientati-vos y como ha pedido tambin la Asamblea Extraordinaria del Snodo de los Obispos en 1985: La participacin activa no consiste slo en la actividad externa, sino, en primer lugar, en la participacin interna y espiritual, en la participacin viva y fructuosa del misterio pascual de Jesucristo (cf. SC 11). Precisamente la liturgia debe fomentar el sentido de lo sagrado y hacerlo resplandecer. Debe estar imbuida del espritu de reverencia y de glorificacin de Dios (Relacin II, B, b, l).

    El presente directorio pretende recoger y recordar de manera sencilla y ordenada las principales orientaciones y normas litrgicas que afectan al espacio celebrativo y a los lugares de la celebracin. Es necesario tener en cuenta en la practica todo cuanto pueda contribuir a mejorar las condiciones objetivas de una buena celebracin en la lnea apuntada antes. Por otra parte, el directorio quiere contribuir tambin a la necesaria tarea de conservacin y restauracin de los lugares y objetos de cul-to que forman parte del patrimonio cultural de la Iglesia. Con este motivo se publi-ca un Apndice preparado por el Secretariado de la Comisin Episcopal para el Patri-monio Cultural.

    3. Destinatarios Los directorios litrgicos pastorales no son documentos oficiales de la Comisin

    Episcopal de Liturgia, sino medios de carcter tcnico, orientativo y catequtico que el Secretariado Nacional de Liturgia, con la explcita aprobacin de la Comisin Episcopal, pone en manos de los sacerdotes rectores de iglesias, superiores religio-sos, responsables de la formacin litrgica de los seminarios y noviciados equipos de liturgia, catequistas y laicos que desempean los diversos ministerios y funcio-nes en la celebracin

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    En el caso particular de este directorio, ste se ofrece tambin a las Comisiones Diocesanas del Patrimonio Histrico Artstico de la Iglesia, a las Juntas Econmicas diocesanas y parroquiales y, en general, a todas las personas que por su profesin o dedicacin intervienen o colaboran en la creacin, conservacin, adaptacin o res-tauracin de los lugares destinados a las celebraciones litrgicas.

    PRIMERA PARTE. ORIENTACIONES GENERALES

    4. El lugar de la celebracin La celebracin litrgica est fuertemente condicionada por el marco en el que se

    desarrolla. El lugar que ocupamos, el espacio donde nos movemos, forma parte de no-sotros mismos como expresin de nuestra corporeidad. Entre el lugar y las personas que lo ocupan se produce una especie de simbiosis. El ser humano siente la necesidad de proyectar sobre el entorno que le rodea sus pensamientos y su manera de sentir y de vivir. De este modo se encuentra inmerso en un ambiente que le es familiar y con-natural, deseado y creado por l mismo.

    El espacio destinado a las celebraciones litrgicas no escapa a esta ley profun-damente humana. El lugar de la celebracin est impregnado de la experiencia que el hombre vive en los confines del misterio, de manera que la arquitectura y la orna-mentacin expresan y traducen en sus elementos y en sus formas la vivencia de la fe y del sentido religioso.

    Los lugares de la celebracin de los cristianos, desde los primeros tiempos cuan-do se reunan en las casas para la fraccin del pan y para la oracin (cf. Hch 1, 13; 2, 46; 12, 12; 20, 8; Mc 14, 14-15; etc.), se convirtieron muy pronto en espa-cio-signo del templo viviente que es la comunidad cristiana cimentada en Cristo, la piedra angular (cf. Ef 2, 20-22; Pe 2,5). Prcticamente desde siempre la Iglesia ha cuidado mucho ms el arte y la expresividad de los interiores que la misma monumen-talidad de los edificios.

    El espacio destinado a la celebracin ha sido organizado y distribuido en cada poca de la historia de acuerdo con las necesidades litrgicas y espirituales de la Iglesia. Los principios que han orientado la reforma litrgica en el campo de la disposicin de los lugares de la celebracin se condensan en estas palabras de la constitucin Sacrosanctum Concilium y de la instruccin Inter Oecumenici: Al cons-truir nuevas iglesias, al reconstruirlas o adaptarlas, procrese con diligencia que resulten adecuadas para celebrar las acciones sagradas, conforme a su autntica na-turaleza, y a obtener la participacin activa de los fieles (SC 124; IOec 90).

    5. Espacio y ambiente No es nicamente la funcionalidad de los lugares de la celebracin lo que ha pre-

    tendido el Concilio Vaticano II. El beneficiario de la construccin y de la adapta-cin de los lugares destinados a la liturgia es el Pueblo de Dios que se rene en ellos para celebrar el misterio de Cristo y la obra de la salvacin, pero es tambin cada fiel aisladamente, que busca un lugar favorable para su plegaria personal y su devocin. Incluso es tambin el visitante que parece no tener otra motivacin que la puramente esttica o turstica.

    Por eso, la reforma litrgica ha dado la primaca a las personas sobre los obje-tos y ha procurado por todos los medios que el edificio eclesial, el altar, el am-

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    bn, y todos los lugares de la celebracin estn realmente al servicio de la asam-blea y de cada uno de los feles. Se trata de crear un espacio apto para celebrar el misterio y para expresar la fe, a sabiendas de que la celebracin y la fe comportan una fuerte tensin entre la expresin comunicativa humana y Dios mismo, a quien no es posible alcanzar con ninguna de nuestras palabras, imgenes o formas artsticas.

    Sin embargo, todas las formas artsticas pueden dedicarse a Dios y contribuir a su alabanza y a su gloria colaborando a orientar a los hombres hacia l. Por esta razn, la Santa Madre Iglesia, que fue siempre amiga de las bellas artes, busc constantemente su noble servicio, principalmente para que las cosas destinadas al culto sagrado fueran en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y smbolos de las realidades celestiales (SC 122).

    6. Noble belleza El arte sacro y, en general, la ambientacin del lugar de la celebracin, se pro-

    ponen expresar lo que acontece en la intimidad de la asamblea litrgica, es decir, la presencia de Cristo y la actualizacin de la obra de nuestra redencin (cf. SC 2). La liturgia no busca la belleza por s sola, sino unida a otros valores. Lo esencial de la celebracin es el encuentro con Dios en Jesucristo, el acercamiento de la criatura al Padre Creador, la posesin de la vida divina y de la salvacin. Cuando as procedamos, es cuando se nos dar, como premio y aadidura, el regalo egregio de la belleza. Solamente cuando vivamos y nos asociemos intensamente a la severa realidad de la liturgia, es cuando se nos revelar en su integral perfeccin, con toda la plenitud de vida y de eficacia que en ella se contiene (R. GUARDINI, El espritu de la liturgia, Barcelona, 1962, pg. 179).

    Al promover y favorecer un arte autnticamente sacro, es preciso buscar ms una noble belleza que la mera suntuosidad (SC 124). El arte ha de ser un elemento expre-sivo, digno y funcional en el espacio y en el ambiente de la celebracin. La belleza simple y atractiva constituye una buena invitacin a profundizar y a vivir la expe-riencia del misterio. La ambientacin del espacio celebrativo y la disposicin arm-nica y jerarquizada de todos los objetos sagrados produce una impresin de buen gus-to que no slo distrae, sino que centra la atencin en lo fundamental y favorece la participacin plena y fructuosa en la liturgia.

    7. Cualidades de las formas artsticas He aqu algunas cualidades que deben poseer las manifestaciones del arte sacro: Autenticidad, es decir, que los materiales que componen o adornan los lugares

    de la celebracin y los objetos litrgicos sean realmente lo que parecen. La Iglesia promovi con especial inters que los objetos sagrados sirviesen al esplendor del culto con dignidad y belleza, aceptando los cambios de materia, forma y ornato que el progreso de la tcnica introdujo con el correr del tiem-po (SC 122).

    Sobriedad o sencillez de acuerdo con el espritu evanglico y con el gusto mo-derno que en la arquitectura, en la decoracin, en el mobiliario y en el ves-tido buscan ms una adecuada funcionalidad que la complicada suntuosidad de otras pocas (cf. SC 124).

    Actualidad y apertura al arte de nuestro tiempo y de todos los pueblos y re-giones (cf. SC 123). En la construccin o adaptacin de los lugares de la ce-

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    lebracin se debe procurar que todos los elementos hablen al hombre de hoy, sin falsos modernismos que buscan solamente la ltima moda, y sin arqueologis-mos que pretenden canonizar todo lo antiguo. Este criterio ha de conjugarse con el respeto y la conservacin del patrimonio artstico del pasado.

    Creatividad o huida, en cuanto sea posible, de la produccin en serie de im-genes y objetos litrgicos. Siempre se ha considerado ms digno aquello que ha sido realizado mediante el ingenio, la inspiracin, la habilidad y el esfuerzo humano, de manera que el objeto sea en s mismo un signo de la entrega perso-nal al servicio de Dios y de la comunidad. El trabajo de los artistas es una imitacin de la accin creadora de Dios y una contribucin a la educacin de los feles (cf. SC 127).

    Elegancia, especialmente en los vestidos litrgicos. Evitando caer en el vano esteticismo y en la afectacin, no menos que en la rigidez y complicacin de la indumentaria de otras pocas, los vestidos litrgicos deben tener un toque de distincin, elegancia y virilidad. Estas cualidades son perfectamente com-patibles con una mayor riqueza o calidad artstica, dentro de la sobriedad se-alada antes.

    Limpieza de los exteriores e interiores del lugar de la celebracin y esmero en todos los elementos y objetos litrgicos; constituyen tambin un signo y una llamada a la pureza interior como condicin indispensable para participar activa y fructuosamente en la liturgia (cf. EM 24; CE 38).

    8. Culto y cultura en la celebracin La Iglesia nunca consider como propio ningn estilo artstico, sino que, acomo-

    dndose al carcter y las condiciones de los pueblos y a las necesidades de los di-versos ritos, acept las formas, de cada tiempo, creando en el curso de los siglos un tesoro artstico digno de ser conservado cuidadosamente (SC 123; cf. GS 62).

    En efecto, la liturgia se ha expresado siempre en el interior de la cultura de un determinado pueblo o poca. En la celebracin y en los lugares destinados a ella se han unido en perfecta simbiosis el culto a Dios en el Espritu y la verdad (cf. Jn 4, 23-24) y la cultura como expresin de la presencia consciente del hombre en el mundo, de manera que las formas artsticas que intervienen en la liturgia son el resultado de la sntesis entre la fe que vive y actualiza el misterio y la capacidad humana de transcender lo material e inmediato.

    La fe ha encauzado la actividad artstica, siendo el arte sacro en general una de las ms logradas manifestaciones de la unidad entre culto y cultura (cf. SC 122). El arte sacro ofrece al culto un medio de expresin de las realidades espirituales. La cultura encuentra en el arte sacro la concrecin sensible y esttica de valores transcendentes que ella misma busca. Esto hace que el patrimonio artstico de la Iglesia, materializado en gran parte en los lugares de la celebracin, plantee cues-tiones especiales tanto en lo que se refiere a su utilizacin litrgica como en lo que se refiere a su conservacin y acceso pblico, ya que es un bien social y cultu-ral que afecta tambin a las instituciones civiles y a toda la sociedad.

    Aunque el arte no constituye la esencia de la liturgia de manera que sta puede prescindir de l s supusiera un obstculo para su misin (cf. SC 124), de hecho liturgia y arte han estado tan identificados que no se concibe una celebracin sin la esttica del gesto, de la palabra, del canto, de la msica, de los objetos y del

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    espacio destinado a la accin sagrada. La celebracin misma es un arte, el arte de celebrar y, por lo mismo, un medio tambin de evangelizacin y de insercin de la fe en la cultura de los hombres.

    En este sentido, la atencin, el cuidado y la ambientacin de los lugares de la celebracin deben extenderse tambin a las mismas acciones litrgicas. Estas deben ser siempre dignas, decorosas y bellas. Lo exige su condicin de actos de Cristo y celebraciones de la Iglesia (cf. SC 7 y 26) y lo pide tambin el carcter significa-tivo y expresivo de los signos sagrados en orden a la educacin de la fe y a la ini-ciacin en el misterio (cf. SC 33 y 59-60).

    SEGUNDA PARTE. NORMAS PRCTICAS

    A) EL EDIFICIO DE LA CELEBRACIN

    9. La iglesia El edificio destinado a las celebraciones litrgicas como lo exige su naturaleza,

    debe ser hermoso, con una noble arquitectura, proporcionada al espacio circundante y a las necesidades de la comunidad. Ha de ser un autntico smbolo y signo de las realidades sobrenaturales, en el que todo resplandezca por la cuidada limpieza, la sencillez y el arte. La idiosincrasia y la tradicin de cada lugar aconsejarn qu elementos habrn de emplearse y cmo habrn de disponerse para sugerir al Pueblo de Dios el significado de la Iglesia (cf. RDIA 11, 1-3; OGMR 253).

    Se debe dedicar una atencin especial al espacio interior que debe servir para reunir la comunidad cristiana local en un ambiente que facilite el desarrollo normal de todas las acciones litrgicas, de algunos ejercicios piadosos y de la oracin individual. La disposicin general del edificio debe ser como una imagen de la asam-blea eclesial, que permita un proporcionado orden de los diferentes roles o funcio-nes litrgicas y que favorezca el ejercicio de todos los ministerios, dentro siempre de una concepcin del espacio eclesial como un todo nico y armnico. En este espa-cio unitario existen diversos sectores correspondientes a los diferentes roles li-trgicos, pero la unidad espacial debe destacar por su evidencia (cf. OGMR 257).

    Es muy conveniente disponer de atrio o de espacio de transito desde la calle, abiertos o cerrados, que permitan rodear de respeto y de silencio el lugar de la celebracin y en los que sea posible saludarse antes o despus de las celebraciones. Estos recintos favorecen las condiciones psicolgicas necesarias para crear un clima de comunidad y de participacin litrgica.

    10. Visibilidad y acstica El espacio de la celebracin debe producir una buena impresin en trminos de

    acogida, calor humano y sensibilidad. Algunos factores son decisivos como la dispo-sicin de los asientos de los fieles, la amplitud, la visibilidad, la iluminacin y la acstica. Por eso deben ser objeto de mayor atencin por parte de los responsa-bles de los templos y de la liturgia en general (cf. IOec 98; OGMR 273). El ambiente es funcional cuando invita a permanecer en el lugar y cuando permite a todas las personas reunidas seguir una accin litrgica de manera que se sientan implicadas en ella. Han de tenerse en cuenta tambin las condiciones que ayudan a la comodidad de los fieles como suele hacerse en los sitios normales de reunin (cf. OGMR 280).

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    La visibilidad no consiste slo en que todos los presentes puedan ver el rea donde se desarrolla un rito, sino sobre todo en la sensacin de que todos se sientan cercanos entre s. La visibilidad se consigue con una adecuada distribucin del es-pacio celebrativo y del lugar de la asamblea, pero tambin por medio de una buena iluminacin, natural o artificial, que resalte aquello que se debe ver y favorezca la ambientacin apropiada para cada celebracin.

    Es fundamental tambin el que todos puedan or cmodamente a los ministros y aun a la misma asamblea. El ideal sera que no fuese necesaria la amplificacin de la voz, para que sta se propague con naturalidad en todas las direcciones. Cuando es indispensable un sistema de amplificacin se debe estudiar cuidadosamente el empla-zamiento de los micrfonos (por ejemplo, en el altar, en el ambn, en la sede, en el lugar del comentarista o del coro, etc.) y el de las columnas sonoras. La consulta a un experto puede ayudar a encontrar la cobertura sonora y el volumen y tono adecuado para la palabra hablada y el canto. Un ambiente sobrecargado de sonido hace muy di-fcil la participacin litrgica. Por otra parte, es conveniente disimular al mximo los cables destinados a conectar los micrfonos y no dejar stos, por ejemplo sobre el altar, ms tiempo del estrictamente indispensable. El micrfono no es un objeto litrgico. S los medios econmicos lo permiten, sera aconsejable el uso de micr-fono sin cable.

    11. El presbiterio Teniendo en cuenta la concepcin unitaria y representativa de la totalidad de la

    asamblea eclesial, que debe tener el interior de la iglesia, el presbiterio no puede aparecer como un lugar de separacin, sino de significacin del ministerio. El presbiterio queda bien diferenciado respecto de la nave de la iglesia, sea por su diversa elevacin, sea por una estructura y ornato peculiar. Sea de tal capacidad que puedan cmodamente desarrollarse en l los ritos sagrados (OGMR 258).

    El presbiterio debe favorecer la comunicacin de los ministros con el resto de la asamblea. Por tanto, no basta con atender arquitectnicamente a esta proximidad en-tre los ministros y el pueblo, sino que tambin es necesario evitar, al colocar la sede y los asientos, que se cierre el paso al altar o se site al que preside en una posicin de dominio o de distanciamiento. Durante las celebraciones pueden estar en el presbiterio los presbteros y otros ministros, aunque no concelebren, pero deben llevar vestiduras sagradas o hbito coral (cf. CE 50).

    El acondicionamiento del presbiterio comprende la colocacin del altar, de la se-de y del ambn, elementos que merecen una atencin especial dada la preeminencia que tienen sobre los restantes.

    12. El altar El altar, en el que se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos

    sacramentales es, adems, la mesa del Seor... y el centro de la accin de gracias que se realiza en la Eucarista (OGMR 259). Esta triple expresividad del altar se manifiesta en los materiales de su construccin, en la colocacin, elevacin e ilu-minacin, y en el ornato y accesorios que lo acompaan. El trazo y la construccin del altar deben ser de lo ms noble y hermoso que la comunidad pueda aportar.

    La materia del altar fijo es, ante todo, el bloque de piedra natural, pero puede usarse tambin la madera natural y aun el bloque de cemento dignamente elaborado

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    (CDC 1236/2). Conviene que en todas las iglesias haya gradas; el altar puede ser fijo o mvil (CDC 1235/2). El altar debe construirse separado de la pared, de modo que se le pueda rodear fcilmente y la celebracin se pueda hacer de cara al pueblo. Ocupe el lugar que sea de verdad el centro hacia el que espontneamente converja la atencin de toda la asamblea de los fieles (OGMR 262). Este centro no es necesaria-mente el centro geomtrico del templo o del presbiterio, sino el centro psicolgico de las miradas de todos.

    El altar debe ser proyectado y realizado para la accin litrgica de la comunidad que se rene en el templo y para la actuacin del sacerdote y de un dicono o minis-tro al menos, tenindose en cuenta tambin las proporciones del lugar y el estilo del conjunto.

    En la concelebracin no es necesario que todos los concelebrantes estn detrs del altar o en torno a l, para no impedir la marcha de los ritos y que los fieles tengan buena visibilidad (cf. OGMR 167).

    La mesa no debe ser alargada, sino ms bien cuadrada o ligeramente rectangular, digna y elegante; de acuerdo con la forma tradicional. La base del altar puede ser un sistema de columnas, o un sostn o podio que d mayor solidez al conjunto. Con-viene que la base del altar descanse sobre una grada, que ha de ser de tal extensin que rodee por igual todos los lados del altar y permita circular cmodamente sobre ella. Tngase en cuenta tambin la antigua tradicin de colocar reliquias autnticas de mrtires o de santos debajo de la mesa del altar segn las normas litrgicas (cf. RDIA 11, 11; CDC 1237/2).

    La funcin simblica del altar queda disminuida cuando hay varios altares en el mismo espacio litrgico. Conviene, pues, que haya un solo altar. Sin embargo, en la capilla destinada a la reserva del Santsimo Sacramento y separada de la nave de la Iglesia, se podr colocar otro (RDIA 11, 7). Asimismo, cuando exista un altar anti-guo que haga difcil la participacin del pueblo y no se pueda trasladar sin detri-mento de su valor artstico, debe construirse otro altar fijo, confeccionado con arte y dedicado, sobre el que se harn las celebraciones (CE 48).

    13. Ornato del altar y accesorios El altar debe estar cubierto para la celebracin por un mantel al menos, que en

    la medida y ornamentacin sea adecuado a la forma de la mesa. Sobre el altar o junto a l se colocan la cruz y un mnimo de dos candeleros con sus velas, cuatro o seis, o siete cuando el obispo celebra la misa estacional, pero de manera que armonicen con la estructura del altar y no impidan a los fieles ver lo que se hace o coloca sobre l, y no sean obstculo para acercarse o moverse alrededor (cf. OGMR 79; 84; 268-270).

    El altar se adorna con flores, excepto desde el mircoles de ceniza hasta el Glo-ria in excelsis de la Vigilia Pascual, y en las celebraciones de Difuntos. Dentro de la Cuaresma se adorna el altar en el domingo IV (Letare) y en las solemnidades y fiestas (CE 48).

    Sobre el altar no deben colocarse los vasos sagrados, los objetos litrgicos o el misal hasta el momento de la presentacin de los dones en el ofertorio de la misa. Para contener estos objetos debe utilizarse la credencia, a donde se llevarn otra vez despus de la comunin (cf. OGMR 80c; 120). Se excepta el Evangeliario, que

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    puede estar sobre el altar desde el principio, a no ser que se lleve en la procesin de entrada (OGMR 79; cf. CE 129; 140).

    Desde muy antiguo se us el baldaquino sobre el altar, para darle prestancia y honor. Pero resulta ms aceptable hoy la forma de corona suspendida que el baldaqui-no apoyado sobre columnas, para permitir un mejor desarrollo de la celebracin e iluminar ms cmodamente el altar.

    14. La sede y los asientos de los ministros La sede para el que preside la asamblea litrgica y los asientos para los conce-

    lebrantes y los ministros deben colocarse en el sitio ms conveniente del presbite-rio para que puedan ejercer sus respectivos oficios. La disposicin y la visibilidad han de permitir que todos aparezcan claramente como parte de la asamblea. Desde la sede se hace la homila (cf. OGMR 97).

    Por consiguiente, la sede ha de estar en lugar preeminente, de cara al pueblo, pero sin que d la sensacin de dominio o de excesiva distancia, que haga difcil la comunicacin entre el sacerdote y la asamblea. Ha de evitarse toda apariencia de trono (cf. OGMR 271). Habitualmente no debe colocarse la sede delante del altar, porque usurpara a ste su carcter de centro de la atencin de la asamblea.

    La sede del presbtero celebrante en la iglesia catedral ha de ser diferente de la ctedra del Obispo. Esta es nica y fija, y permanecer vaca mientras no la ocu-pe su titular, como signo del Magisterio del Obispo sobre toda la comunidad diocesa-na (cf. CE 47).

    15. El ambn En la iglesia ha de haber, de conformidad con su estructura y en proporcin y ar-

    mona con el altar, un lugar elevado y fijo (no un simple atril), dotado de la ade-cuada disposicin y nobleza, que corresponda a la dignidad de la Palabra de Dios y ayude lo mejor posible a la audicin y atencin por parte de la asamblea (cf. OLM 32). El ambn debe tener amplitud suficiente, ha de estar bien iluminado y, si es necesario, dotado de micrfono para que los feles puedan or cmodamente. El ambn puede adornarse sobriamente, por lo menos en los das ms solemnes, con un pao pre-cioso sobre el atril e incluso con flores.

    Desde el ambn se pronuncian las lecturas, el salmo responsorial y el pregn pas-cual. Pueden hacerse tambin desde l la homila y la oracin de los fieles. Sin embargo, no es aconsejable que suban al ambn el comentarista, el cantor o el direc-tor del canto. Para stos es conveniente disponer de otro lugar ms sencillo cerca de los fieles.

    Despus de la celebracin, puede permanecer el Leccionario abierto sobre el ambn como un recordatorio de la Palabra proclamada.

    16. Lugar de los cantores y del rgano Los cantores deben estar reunidos en un mismo lugar de modo que aparezca clara-

    mente que forman parte de la asamblea, puedan participar plenamente en la celebra-cin y les sea ms fcil el desempeo de su ministerio litrgico. El rgano y los dems instrumentos musicales tienen su propio lugar, es decir, donde puedan ayudar a los cantores y al pueblo y donde, cuando intervienen solos, puedan ser bien odos por todos.

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    La separacin de las consolas de los rganos tradicionales de tubos puede ser una ventaja al acercar al organista a los cantores. Sin embargo, puede constituir tam-bin un perjuicio para la calidad interpretativa del instrumento. Hay que tener en cuenta todos los factores para hacer en cada caso la solucin ms apta.

    17. La capilla del Santsimo Es conveniente que se destine para la reserva de la Sagrada Eucarista una capi-

    lla o lugar fuera del cuerpo central de la iglesia, adecuado para la adoracin y la oracin privada de los feles. Este lugar ha de ser verdaderamente destacado y no-ble, de fcil acceso desde el atrio o prtico y desde la nave de la iglesia. El am-biente debe ofrecer un clima de recogimiento y de atencin a la presencia eucarsti-ca.

    En esta capilla puede colocarse un altar para celebrar la misa con pequeos gru-pos de fieles, en los das entre semana. Esta capilla es an ms necesaria en las iglesias en las que se celebran con frecuencia matrimonios y funerales y en los lu-gares que son muy visitados.

    Donde no pueda contarse con un lugar destinado a la reserva de la Eucarista, el Sagrario se pondr, segn la estructura de cada iglesia y las legtimas costumbres de cada lugar, en algn altar distinto del principal, o en algn nicho u hornacina del muro o sobre una columna, que estn bien ornamentados (cf. OGMR 276).

    18. El Sagrario La Sagrada Eucarista se reservar en un sagrario inamovible y slido, no trans-

    parente y de tal manera cerrado que se evite al mximo el peligro de profanacin. Como norma general, en cada iglesia no habr ms que un sagrario (cf. CDC 938).

    La presencia del Santsimo Sacramento en el Sagrario debe indicarse por el cono-peo o por otro medio determinado por la autoridad competente. Ante l ha de lucir constantemente una lmpara especial, como signo de honor tributado al Seor (cf. en. 940). Es aconsejable que esta lmpara sea de aceite o de cera.

    En la iglesia puede haber un trono o expositor destinado a la exposicin prolon-gada del Santsimo Sacramento, situado en un lugar eminente y elevado, por ejemplo en el retablo central; pero evtese que est demasiado distante (cf. EM 62).

    19. El baptisterio El baptisterio es el lugar donde brota el agua de la fuente bautismal o est co-

    locada la pila. Debe ser verdaderamente digno, de manera que aparezca con claridad que all los cristianos renacen del agua y del Espritu Santo (cf. Jn. 3,5).

    El baptisterio, situado en alguna capilla dentro o fuera de la iglesia, o coloca-do en alguna parte de ella a la vista de los fieles, debe estar ordenado de tal ma-nera que permita la participacin de una asamblea numerosa. Sin embargo, nada impide que dentro del baptisterio slo se realice el rito de la ablucin bautismal y el resto de la ceremonia tenga lugar donde habitualmente se rene la asamblea litrgica (cf. RBN I, 25-26).

    Tanto si el baptisterio se halla separado del recinto de la iglesia, como si se trata de una fuente o pila colocada en la misma iglesia, habr de disponerse todo de forma que ostensiblemente quede resaltada la vinculacin que existe entre el bautis-

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    mo, la Palabra de Dios y la Eucarista, que constituye la coronacin de la inicia-cin cristiana (cf. B 936). Esto se puede conseguir cuando se proyectan y disponen los lugares de la celebracin con sentido unitario y global, acercando material y psicolgicamente el baptisterio, el ambn y el altar.

    En el baptisterio debe conservarse el cirio pascual una vez concluido el tiempo de Pascua. Durante la celebracin del bautismo, el cirio deber estar encendido. Donde sea costumbre pueden tambin guardarse los santos leos y el crisma en un lu-gar destacado dentro del baptisterio.

    20. La fuente bautismal En las iglesias parroquiales y en las que habitualmente se celebra el bautismo y

    no pueden contar con baptisterio propiamente dicho, debe colocarse la fuente bautis-mal en el lugar ms adecuado, prximo al ambn, pero no en el presbiterio. Restit-yanse al uso litrgico las pilas de piedra, que por la nobleza de su material y va-lor artstico nunca debieron arrinconarse.

    La pila bautismal debe ser fija, sobre todo en el baptisterio, construida de ma-teria apropiada y con arte, apta incluso para el caso del bautismo por inmersin. Con el fin de que resulte un signo ms pleno, puede construirse de forma que el agua brote como de un verdadero manantial. No deben usarse recipientes mviles ms que en el caso en que se haya de celebrar el rito del bautismo en el presbiterio, por ejem-plo, cuando el bautismo se celebra dentro de la misa (cf. RBN 46).

    21. La capilla de la reconciliacin Es conveniente destinar uno o ms lugares, a la entrada de la iglesia o cerca del

    baptisterio, para la reconciliacin individual de los penitentes. La disposicin y la decoracin han de ser simples y austeras: una cruz o un crucifijo, el confesiona-rio tradicional o una sede alternativa, apropiada para que el penitente puede elegir entre el encuentro cara a cara o el anonimato detrs de una rejilla. La posibilidad de hacer fuera del acto penitencial la lectura bblica, el examen de conciencia y la accin de gracias, requiere tambin que haya asientos y reclinatorios para los fie-les.

    El lugar de la reconciliacin ha de ser discreto pero, a la vez, no debe perder el carcter de lugar visible e iluminado, como corresponde a una accin litrgica, y dispuesta de tal manera que sea posible realizar el rito ntegro, especialmente la lectura bblica y la extensin de las manos sobre la cabeza del penitente para la absolucin (cf. RP 75).

    22. El retablo y las imgenes Hoy ya no se concibe el retablo como prolongacin del altar, sino como ambienta-

    cin general del templo o de una nave. En las iglesias de nueva construccin se pre-fiere ambientar el presbiterio realizando los motivos iconogrficos en pintura, es-cultura, mosaico, vidriera, etc. Sin embargo, se ensaya tambin con xito la inte-gracin de retablos artsticos antiguos en espacios celebrativos de factura moderna, crendose ambientes muy aptos para la vivencia del misterio litrgico. Muchos reta-blos, aligerados de algunas imgenes que se les aadieron posteriormente a su cons-truccin y de inferior valor artstico, causan todava una esplndida impresin cuando estn limpios y bien iluminados.

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    Las imgenes del Seor, de la Santsima Virgen y de los santos que se exponen a la veneracin de los fieles deben ajustarse a una serie de normas que favorezcan la autntica piedad cristiana. Su nmero depender del tamao y disposicin del edifi-cio y de la devocin de cada comunidad. Pero tngase cuidado de que no se presenten en nmero excesivo y que en su disposicin haya un justo orden y no distraigan la atencin de los fieles en la celebracin. No hay ms de una imagen del mismo santo (OGMR 278; SC 125).

    Entre todas las imgenes, ocupa el primer rango la representacin de la Cruz, smbolo de todo el misterio pascual. La cruz con la imagen de Jess crucificado debe ocupar lugar preeminente en la iglesia (cf. B 1092). Asimismo nunca debe faltar en ella la imagen de Mara como evocacin permanente del culto que se debe a la Santa Madre de Dios y figura de la Iglesia.

    Las imgenes han de tener valor artstico, debiendo retirarse con prudencia y tacto las mediocres o producidas en serie, que no pocas veces han sido introducidas obedeciendo a gustos particulares, arrinconando otras ms valiosas. Algunas imgenes pueden ser expuestas circunstancialmente, cuando llegue el momento de su fiesta o veneracin. No es necesario ni an aconsejable relacionar las imgenes con el altar de forma que parezca que la misa tiene como fin principal la glorificacin del san-to. Ser suficiente mantener en los retablos las imgenes propias y colocar las de-ms adosadas a las columnas o paredes segn lo permita el criterio esttico y pasto-ral.

    Cuando en una iglesia se erijan las estaciones del va crucis, los cuadros con sus correspondientes cruces o las cruces solas habrn de disponerse de modo conve-niente a la vista de los fieles en lugar oportuno.

    23. Otras dependencias del templo Adems de la sacrista, en la que se conserva todo el ajuar litrgico y en la que

    pueden prepararse el celebrante y los ministros para la celebracin de los das or-dinarios, sera deseable disponer de una sala digna, que en la medida de lo posible, estuviese prxima a la entrada de la iglesia.

    En esta sala se revestiran el celebrante y los ministros los domingos y das ms solemnes y desde ella se iniciara la procesin de entrada.

    La antigua costumbre de convocar al pueblo cristiano a la asamblea litrgica me-diante el sonido de las campanas, y advertirle tambin a travs de estos signos de los principales acontecimientos de la comunidad local, invita a completar el edifi-cio eclesial con la torre o campanario, unido a l o en sus inmediaciones. Aunque no es esencial al edificio, completa el conjunto y refuerza el simbolismo de la iglesia elevndose sobre los edificios circundantes para pregonar la presencia de lo trans-cendente en la ciudad terrena. El remate del campanario ha de ser la cruz, con pre-ferencia a cualquier otro smbolo.

    24. Dedicacin y bendicin de iglesias y altares Los lugares de la celebracin deben ser destinados por la comunidad cristiana ex-

    clusivamente a esta finalidad. No tanto por el lugar en s cuanto por el simbolismo que representa, la iglesia debe ser dedicada al Seor con un rito solemne, segn la costumbre antiqusima de la Iglesia. Este rito contribuye eficacsimamente a que los fieles vean en los edificios del culto el signo peculiar de la Iglesia que peregrina

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    en la tierra y se rene en l para edificarse a s misma en la escucha de la Palabra de Dios, en la oracin comn y en la participacin en la Eucarista y dems sacra-mentos.

    El ritual de la dedicacin de iglesias y altares contiene suficientes elementos catequticos, teolgicos, mistaggicos y pastorales como para llevar a cabo fructuo-samente la dedicacin de un lugar de celebracin. Cuando se empieza la construccin de una nueva iglesia, conviene celebrar el rito de bendicin del terreno y de la bendicin y colocacin de la primera piedra. Una vez terminada la construccin y antes de usarla para las celebraciones litrgicas, debe ser dedicada o bendecida cuanto antes. Con rito solemne dedquense sobre todo las iglesias catedrales y pa-rroquiales (cf. CDC en. 1217). La dedicacin de la iglesia puede hacerse tambin en los templos donde ya se celebra habitualmente, con ocasin, por ejemplo, de la dedi-cacin del altar o de una restauracin radical. La dedicacin de la iglesia es inse-parable de la dedicacin del altar.

    Conviene que en toda iglesia haya un altar fijo y dedicado solemnemente. Cuando se vaya a dedicar un altar, no se puede celebrar en l la Eucarista hasta que no se haya realizado la dedicacin, porque la celebracin eucarstica se relaciona ntima-mente con el rito, de manera que la Eucarista santifica y consagra tambin el al-tar. Los altares mviles, si no se consagran, al menos deben bendecirse antes de ponerse en servicio, segn el rito descrito en el Ritual.

    B) LOS OBJETOS LITRGICOS

    25. Los vasos sagrados En general todos los objetos litrgicos deben ser dignos, duraderos, adecuados al

    uso exclusivo a que se les destina, y de tal calidad material y artstica que mani-fiesten la importancia de la accin ritual (cf. SC 122).

    En particular, los vasos sagrados que se destinan a contener el Cuerpo y la San-gre del Seor como la patena, el copn, la pxide, el ostensorio o custodia y el cliz, han de hacerse de materiales no frgiles, e inalterables. Si son de metal, deben llevar la parte interior dorada, en el caso de que el metal sea oxidable. Los clices deben tener la copa de tal material que no absorba los lquidos.

    Respecto de la forma de los vasos sagrados, corresponde a los artistas crearlos, segn el modelo que mejor corresponda a las costumbres de cada regin, siempre que cada vaso sea apto para el uso litrgico. No pueden usarse simples cestos u otros recipientes destinados al uso comn fuera de las celebraciones, o de baja calidad o carentes de estilo artstico.

    En las iglesias principales conviene tener un cliz de mayor capacidad para la concelebracin, pues el excesivo nmero de clices sobre el altar perjudica a su simbolismo. Por otra parte, los clices de tamao reducido que pueden unirse a una patena para la comunin bajo las dos especies, no deben usarse ms que en los casos en que se distribuya la Eucarista de esta forma, y nunca como cliz del celebrante principal.

    Son tambin objetos sagrados las crismeras o recipientes de los leos y del Santo Crisma. Dichos recipientes deben ser de materia apta para conservar el leo, estar limpios, y contener suficiente cantidad de leo para hacer verdaderas unciones, evi-

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    tndose que se derrame. Cuando no se usen han de guardarse en lugar apropiado, por ejemplo, dentro del baptisterio.

    26. Los libros litrgicos Hay que procurar que todos los libros que se usan en la celebracin sean realmen-

    te dignos, decorosos y bellos, de modo particular los que contienen las lecturas de la Palabra de Dios. El misal ha de ser de tamao funcional, para que su manejo sea fcil y no obstaculice la accin y la visibilidad de lo que ocurre en el altar.

    La tradicin litrgica tanto occidental como oriental, ha introducido alguna dis-tincin entre los libros de las lecturas. El libro de los Evangelios, distinto de los otros Leccionarios (cf. OGMR 79) por su impresin, encuadernacin, guardas y adornos, es un signo de la Palabra de Cristo. Es el nico libro que recibe honores litrgicos y se deposita sobre el altar. Es muy conveniente que las catedrales, pa-rroquias e iglesias ms importantes y frecuentadas dispongan de un Evangeliario ar-tstico (cf. OLM 36). Hay que recuperar el tratamiento que el arte dispens al Libro de la Palabra de Dios y volver a contar, otra vez, con ejemplares destacados que hablen tambin con el lenguaje de su simbolismo y belleza.

    Los libros litrgicos deben ser tratados con cuidado reverente. Por ello, se ha de procurar disponer de los libros litrgicos oficiales, en sus ediciones actualiza-das, y bien encuadernados. En la sacrista se debe disponer de un estante apropiado para los libros, no debiendo quedar amontonados en la credencia o en el ambn. Des-pus de la celebracin, el nico libro que debe permanecer en su lugar es el Leccio-nario o el Evangeliario.

    27. Las vestiduras sagradas Ayuda mucho a la dignidad de la celebracin el gnero y el estilo de las vestidu-

    ras sagradas. Estas asumen varias funciones: en primer lugar contribuyen al carcter sagrado y festivo de la misma celebracin, y ponen de manifiesto la diversidad de ministerios, ya que constituyen un distintivo propio del oficio que desempea cada ministro. En segundo lugar, por medio de los colores, expresan eficazmente tanto las caractersticas de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del ao litrgico (cf. OGMR 287 y 307-308).

    Cuanto mejor cumplan su objeto las vestiduras sagradas gracias a la elegancia de su diseo, confeccin y calidad, tanto menos ser necesario explicar su significado. La belleza y nobleza de las vestiduras debe buscarse, no en la abundancia de sus adornos, sino en el material que se emplea y en su corte. Pero es indispensable tam-bin el vestirlas de manera adecuada.

    El vestido sagrado comn para todos los ministerios de cualquier grado es el al-ba, que, si es necesario, se cie con el cngulo a la cintura. Si el alba no cubre adecuadamente el cuello, debe colocarse el amito antes de aqulla. Como se trata de una prenda personal, es aconsejable disponer de albas hechas a la medida de cada celebrante. El alba es obligatoria bajo la casulla o la dalmtica, y cuando la esto-la cumple la funcin de estas vestiduras. El hbito religioso o monacal, aunque sea de color blanco, no sustituye al alba.

    La casulla es el vestido propio del sacerdote que celebra la misa y otras accio-nes sagradas relacionadas con ella. En la concelebracin, cuando es muy numeroso el nmero de concelebrantes o faltan ornamentos, los concelebrantes, a excepcin del

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    que preside, pueden suprimir la casulla, llevando solamente la estola sobre el alba (cf. OGMR 161).

    A veces puede ser oportuno el uso de frontales o paos decorativos, ms o menos preciosos, en el altar y en el ambn, especialmente en algunas solemnidades. Se de-ber procurar que por su forma, medida y ornamentacin, cuadren bien con la estruc-tura del lugar.

    28. Otros objetos En la liturgia se usan otros objetos litrgicos como la cruz procesional, los

    candeleros, el cirio pascual, el incensario y la naveta, las vinajeras, el lavabo, el acetre y el aspersorio, las cestitas de la colecta, los corporales y purificado-res, etc. Todos los objetos destinados a la celebracin deben distinguirse por su dignidad y limpieza (cf. OGMR 312). De cmo se presenten y se usen depender muchas veces la belleza de la celebracin o el descrdito de los celebrantes.

    La sencillez, funcionalidad y el buen gusto deben estar siempre presentes en la eleccin y en el cuidado de todo objeto que, al entrar en el uso litrgico, adquiere la categora de signo integrante de un gesto sacramental o de una accin sagrada. Por insignificantes que parezcan, pueden contribuir decisivamente a la ambientacin esttica de la celebracin y a la participacin ms plena de los fieles en la litur-gia.

    29. Bendicin de los objetos litrgicos Los vasos sagrados, especialmente el cliz y la patena, por estar destinados de

    manera exclusiva y estable a la celebracin de la Eucarista, deben ser bendecidos ante la comunidad de los fieles, preferentemente dentro de la misa, como se describe en el Ritual de la Dedicacin de la Iglesia y del Altar: Bendicin del cliz y de la patena y en el Bendicional (n. 1186 ss). Esta bendicin la puede hacer cualquier sacerdote {ib. n. 1188).

    Los restantes objetos que se usan en las celebraciones deben bendecirse tambin para expresar su destino litrgico, de acuerdo con los ritos del cap. XXXV del Ben-dicional. Tngase en cuenta que estos sacramentales, por la oracin de la Iglesia, disponen a los fieles a participar con ms fruto en las celebraciones litrgicas (cf. SC 60).

    CONCLUSIN

    30. Importancia del estudio del arte sacro para la liturgia Los principios, las orientaciones y las normas sobre los lugares y los objetos de

    la celebracin deben ser suficientemente conocidos para ser aplicados. No se trata solamente de llevar a la prctica unas disposiciones cannicas o pastorales, sino de crear las mejores condiciones ambientales para que las comunidades cristianas, que se renen para celebrar los misterios de la salvacin, puedan expresar su fe y su encuentro con el Seor de la manera ms expresiva y digna desde el punto de vista humano, y de la manera ms autntica desde el punto de vista eclesial.

    Para ello, es absolutamente indispensable el estudio y la formacin artstica de los responsables actuales o futuros de la pastoral litrgica, y la formacin en el

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    sentido de la liturgia de los artistas y de cuantos proyectan o ejecutan obras des-tinadas a la celebracin, como pidi el Concilio Vaticano II (cf. SC 127 y 129).

    APNDICE I. NORMAS DE ACTUACIN SOBRE EL PATRIMONIO CULTURAL DE LA IGLESIA

    1. Toda accin tendente a la conservacin, restauracin promocin y acrecenta-miento del patrimonio cultural de la Iglesia deber estar de acuerdo con la legisla-cin civil y cannica vigente.

    2. Las Comisiones y Delegaciones Diocesanas del patrimonio cultural de la Iglesia sern el cauce normal y ordinario obligatorio en la tramitacin de cuanto se rela-cione con la conservacin y restauracin de los lugares y objetos de la celebracin. (Esta norma determina concretamente el organismo diocesano responsable directo en materia de patrimonio cultural, con personalidad para actuar en nombre del obispo. As se evitar que cada uno acte por su cuenta o que los responsables y encargados de lugares de culto puedan recibir rdenes de organismos extraos a la Iglesia.)

    3. Las actuaciones para una mejor conservacin de los lugares y objetos de cele-bracin, unas son ordinarias y otras son especiales o extraordinarias. Las primeras no precisan generalmente de asesoramiento especial. Las segundas, como toda accin de restauracin, slo podrn hacerse con el asesoramiento de los tcnicos y especia-listas en la materia.

    4. Acciones de conservacin ordinaria a) Lograr una buena ambientacin para los lugares del culto. Los enemigos de las

    obras artsticas all depositadas suelen ser, entre otros, los hongos y los xilfa-gos. Ser conveniente airear y solear las piezas, evitar los rayos directos del sol, abrir las ventanas en das secos, y conseguir que las tablas y lienzos pintados no reciban humedad de las paredes, etc.

    b) Revisar las instalaciones elctricas de los templos, principalmente de techum-bres y retablos, y reparar las deficiencias que puedan ser causa de siniestros.

    c) Tomar las debidas precauciones para que el uso tradicional de velas e ilumina-cin elctrica de imgenes y retablos no resulte peligroso ni antiesttico.

    d) Repasar cada ao las cubiertas y tejados de los templos para evitar goteras y filtraciones de agua.

    e) Tener siempre ordenados y limpios, tanto los lugares de celebracin como los objetos de culto y veneracin. Tener al da los inventarios de cada parroquia, con-vento, ermita, etc., completos, y a ser posible, acompaados de una coleccin de fotografas.

    f) Esmerar al mximo las precauciones en lo referente a la limpieza de imgenes y pinturas. Slo deber hacerse con el asesoramiento y bajo la direccin de los exper-tos.

    g) Dotar a todos los templos de las medidas precisas de seguridad, fsica y elec-trnica.

    5. Acciones de conservacin especiales a) Las obras artsticas y monumentales de la Iglesia debern conservarse en la

    medida de lo posible in situ, all donde estn y para lo que fueron hechas o dona-

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    das. Si por las circunstancias especiales esto no pudiera lograrse en algn caso, mientras llegan soluciones nuevas y mejores debern depositarse en el Museo Diocesa-no. All podrn conservarse y ofrecerse a la contemplacin de todos, como huellas e instrumento de evangelizacin.

    b) En algunos lugares de celebracin se hace necesaria una purificacin artsti-ca, consistente en corregir el desorden, la falsedad y fealdad en objetos y utensi-lios, la disposicin interna, etc., con el fin de conseguir que todo sea ordenado, digno, decoroso y bello. Esta accin, como todas las especiales o extraordinarias, no deber hacerse por propia iniciativa, sino consultando a la Comisin Diocesana.

    c) No debe realizarse accin alguna sobre el patrimonio histrico, artstico y documental, especialmente cuando se trate de restauracin, sin la previa presenta-cin del proyecto por escrito a la Comisin Diocesana, y sin haber antes recibido autorizacin por escrito de la misma. Algunas actuaciones, hechas sin acierto, han sido un atentado contra el arte, la belleza y la cultura.

    6. Para otras situaciones o acciones especiales en relacin con la conservacin y promocin de este patrimonio, puede consultarse el Directorio del Patrimonio Cultu-ral de la Iglesia.

    APNDICE II. BIBLIOGRAFA SELECTA SOBRE ARTE SACRO

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    1986. Creatividad y fidelidad en la liturgia, PPC (DE 118), Madrid, 1986. Salmo responsorial y ministerio del salmista, PPC (DE 120), Madrid, 1986. Ambientacin y arte en el lugar de la celebracin, PPC (DE 125), Madrid,

    1987.

    INTRODUCCIN1. Motivos del directorio2. Finalidad3. Destinatarios

    PRIMERA PARTE. ORIENTACIONES GENERALES4. El lugar de la celebracin5. Espacio y ambiente6. Noble belleza7. Cualidades de las formas artsticas8. Culto y cultura en la celebracin

    SEGUNDA PARTE. NORMAS PRCTICAS9. La iglesia10. Visibilidad y acstica11. El presbiterio12. El altar13. Ornato del altar y accesorios14. La sede y los asientos de los ministros15. El ambn16. Lugar de los cantores y del rgano17. La capilla del Santsimo18. El Sagrario19. El baptisterio20. La fuente bautismal21. La capilla de la reconciliacin22. El retablo y las imgenes23. Otras dependencias del templo24. Dedicacin y bendicin de iglesias y altares25. Los vasos sagrados26. Los libros litrgicos27. Las vestiduras sagradas28. Otros objetos29. Bendicin de los objetos litrgicos

    CONCLUSIN30. Importancia del estudio del arte sacro para la liturgia

    APNDICE I. NORMAS DE ACTUACIN SOBRE EL PATRIMONIO CULTURALAPNDICE II. BIBLIOGRAFA SELECTA SOBRE ARTE SACRO1. Documentos de la Iglesia2. Arte y belleza en la liturgia3. Arquitectura: espacio y celebracin4. Lugares de la celebracin5. Vestidos y objetos litrgicos6. Iconografa cristiana7. Ritual de la dedicacin de iglesias y altares de 19778. Directorios litrgico-pastorales de la Comisin Episcopal