ciencias de investigación social

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Ciencias de investigación social de carlos sabino.

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  • capftu10 7 LA ACTITUD CIENTIFICA COMO ESTILO DE VIDA

    Las circunstancias de nuestro trabajo profesional pueden determinar la necesidad de realizar una mayor o menor cantidad de investigaciones, pue-den exigirnos un mayor o menor nivel tcnico-cientfico, pero de lo que no podemos eximirnos nunca es de asumir una actitud cientfica, como actitud presente en todas las manifestaciones de nuestra vida y como antesala para aprender a vivir con sabidura.

    Este captulo difiere del resto del libro; no se trata tanto de adquirir co-nocimientos, como de sensibilizar para asumir una actitud vital que se deriva de la insaciable bsqueda de verdad y de la permanente problematizacin de la realidad. Cinco grandes cuestiones ponemos a consideracin:

    1. La esencia de la actitud cientfica: bsqueda de la verdad y curio-sidad insaciable

    2. Formas de ser que expresan una actitud cientfica 3. Obstculos al desarrollo de una actitud cientfica 4. La tica de la investigacin 5. La actitud cientfica como proyecto y estilo de vida

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  • Si el lector cuenta entre sus conocidos a algn eminente hombre de ciencia, acostumbrado a la ms minuciosa preci-sin cuantitativa en los experimentos y a la ms abstrusa habi-lidad en las deducciones de los mismos, somtalo a una pe-quea prueba, que muy probablemente dar un resultado ins-tructivo. Consltele sobre partidos politicos, teologia, impues-tos, corredores de rentas, pretensiones de las clases trabajado-ras y de otros temas de (ndole parecida, y es casi seguro que al poco tiempo habr provocado una explosin y le oir expresar opiniones nunca comprobadas con un dogmatismo que jams desplegara respecto a los resultados bien cimentados de sus experiencias de laboratorio.

    Este ejemplo demuestra que la actitud cientrfica es en cierto modo no natural en el hombre.

    Por todas estas razones -comenzando por las necesidades actuales de trabajo y el dominio de lo real. hasta llegar al domi-nio uno mismo, de la adquisicin del mtodo cientifico hasta la formacin de la tica individual -la formacin en el espritu cientffico y en las ciencias aparece como una de las finalidades fundamentales de todo sistema educativo contemporneo.

    APRENDER A SER. UNESCO

    BERTRAND RUSSEL

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  • E = mC 2 Albert . Elnsteiriij$;;~(i:~tL,/ . , ....

    120

  • 1. La esencia de la actitud cientfica: bsqueda de la verdad y curiosidad insaciable Una persona puede haber adquirido una buena formacin terica y una

    buena formacin sobre mtodos y tcnicas de investigacin social y, sin em-bargo, ciertas actitudes vitales y ciertas caractersticas de su personalidad pueden constituir un obstculo para la investigacin. De ah la necesidad de asumir una actitud cientfica, no como forma de ser para cuando se hace ciencia, sino como actitud vital en todas las circunstancias y momentos de la vida. Esto es lo que llamamos la actitud cientfica como estilo de vida.

    Qu es y en qu consiste esta actitud cientfica? En trminos generales, puede definirse como la predisposicin a detenerse frente a las cosas para tratar de desentraarlas. El trabajo cientfico, en lo sustancial, consiste en for-mular problemas y tratar de resolverlos. Es lo que algunos llamaron reflejo del investigador y que Pavlov denomin reflejo Que es esto?. Este inte-rrogar e interrogarse orienta y sensibiliza nuestra capacidad de detectar, de admirarse, de preguntar. iOh, la nefanda inercia mental, la inadmirabilidad de los ignorantes! exclamaba Ramn y Cajal frente a aqullos que eran inca-paces de detenerse junto a las cosas, de admirarse y de interrogarlas (1).

    Ahora bien, esta capacidad de admiracin e interpelacin ante la realidad exige dos atributos esenciales: bsqueda de la verdad y curiosidad insaciable.

    Consagrarse a la bsqueda de la verdad es el punto de arranque desde el cual es posible asumir una actitud cientfica, o sea, es preguntarse y realizar el esfuerzo de resolver, con el mximo rigor, las cuestiones planteadas como problemas.

    Quien no busca la verdad es porque se cree en posesin de ella, conse-cuentemente nada tiene que encontrar y nada tiene que aprender. Los pro-pietarios de la verdad absoluta son unos necios en su seguridad, pues tienen la desgracia de ignorar la duda. Desde esa instalacin es imposible el menor atisbo de actitud cientfica, que es, sobre todo, actitud de bsqueda. El cient-fico -lo deca Claude Bernard en 1 865- es el que pasa de las verdades par-ciales a las verdades ms generales, pero sin pretender jams que se halla en posesin de la verdad absoluta (2). El buscador de verdad slo se instala en la dinmica de la provisoriedad, lo que quiere decir que es un buscador de-sinstalado, ya que sus conclusiones cientficas siempre son relativas y nunca definitivas.

    La curiosidad insaciable, en cuanto interrogacin permanente de la rea-lidad, es el reverso de lo anterior. Ningn cientfico autntico, ningn investi-

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  • gador consciente de su labor puede decir que su bsqueda ha terminado. El cientfico es insaciable en su curiosidad, sabe que ante s tiene un ocano inexplorado (*). No hay lmites para esa curiosidad, porque la verdad cientfica es dinmica y las verdades que se adquieren son parciales, siempre sujetas a correccin.

    De ah que la actitud de bsqueda y de curiosidad insaciable lleva a una permanente tensin interrogativa, abierta a la duda y al reexamen de lo ya descubierto e interpelada por lo que no se conoce. El pensamiento cientfico, deca Bachelard, es un libro activo, un libro a la vez audaz y prudente, un li-bro del que quisiramos dar ya una nueva edicin mejorada, refundida, reor-ganizada. Se trata realmente del ser de un pensamiento en vas de crecimien-to (3). Por eso, la actitud cientfica es la actitud del hombre que vive en un in-dagar afanoso, interpelado por una realidad a la que admira e interroga. Si un cientfico dijese: hemos llegado a un trmino; ya sabemos todo lo que se puede saber sobre este punto, en ese momento dejara de ser cientfico. El investigador es siempre un problematizador.

    Bsqueda de la verdad y curiosidad insaciable conducen a una actitud existencial en la que la vida y la ciencia no se separan. Ambas cosas no slo no deben disociarse, sino que cada una ha de servir para enriquecer a la otra, teniendo en cuenta que la vida es una totalidad y la ciencia un aspecto de esa totalidad. El ncleo de lo que nosotros queremos expresar en este captulo es lo siguiente: el que asume una actitud cientfica tiene un determinado modo de existir, esto es, de estar presente en el mundo y de acercarse a la realidad. Para decirlo en breve: no se puede ser cientfico (cualquiera sea el campo o especialidad) y luego andar por la vida respondiendo a otros problemas con lugares comunes, opiniones superficiales, explicaciones mgicas. Tampoco se puede tener una actitud cientfica y la fe del carbonero, adhirindose a doc-trinas como si fuesen reservas sagradas de principios incuestionables. Sin embargo, no debe entenderse lo anterior de un modo inflexible; no queremos decir que un cientfico haya de responder a todo lo que acontece en su vida con respuestas cientficas; es imposible, puesto que el saber de la vida coti-diana se sirve de muchas verdades no expresadas cientficamente ... Es por esto que hablamos de actitud cientfica, no como doctrina sino como estilo de vida.

    Ningn hombre de temperamento cientfico afirma que lo que ahora es crefdo en ciencia sea exactamente verdad; afirma que es una etapa en el camino hacia la verdad ...

    Bertrand Russell

    20 Formas de ser que expresan una actitud cientfica Las formas de ser, como formas de estar presente en el mundo y de acer-

    (O) Beveridge trae la siguiente frase, que se atribuye a Newton poco antes de su muerte: No s qu puedo parecerle al mundo, pero a m mismo me parece haber sido s610 como un muchacho que jugaba en una playa y que me divertla de vez en cuando al encontrar una piedrecilla ms suave o una concha ms bonita de lo comn, mientras el gran ocano de la verdad permane-cla inexplorado ante m .

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  • carse a la realidad, expresan toda una serie de valores, maneras de pensar y actitudes subyacentes. Aqu lo que pretendemos es sealar algunas formas de conducta que expresan una actitud cientfica. Cules son esas conductas o cualidades?

    Sin lugar a dudas, una cualidad capital, pero no exclusiva del cientfico, es la tenacidad, perseverancia y disciplina. La historia de los grandes hombres de ciencia pone de relieve que esta caracterstica es comn a todos ellos. Djeme decirle -manifestaba Pasteur a un interlocutor- el secreto que me ha conducido hasta mi meta. Mi nica fuerza reside en mi tenacidad. V Ramn y Caja!, en un libro destinado a dar pautas para la investigacin cientfica, se ex-presaba de manera similar: es necesaria la orientacin permanente, durante nieses y aun aos, de todas nuestras facultades hacia un objeto de estudio. V, en otra parte, agregaba: toda obra grande, en arte como en ciencia, es el resultado d~ una gran pasin puesta al servicio de una gran idea (4). Para no abundar en ejemplos sobre este punto, permtasenos citar, por ltimo, a uno de los ms grandes sabios de toda la historia de la humanidad, Albert Eins-tein: Para nuestro trabajo, deca, son necesarias dos cosas: una de ellas es una persistencia infatigable; la otra es la habilidad para desechar algo en lo que hemos invertido muchos sudores y muchas ideas.

    Es muy probable que, para la gente que trabaja en el mbito de las cien-cias humanas, esta idea de la tenacidad y la perseverancia pueda resultar un tanto ajena, ya que, para ser un cientfico social, no parecen ser necesarias es-tas exigencias, como en el caso de los cientficos que pertenecen al campo de las ciencias fsico-naturales. Esta actitud es muy frecuente; Gino Germani -uno de los socilogos que ms ha trabajado para llevar a la sociologa lati-noamericana a un estadio cientfico- ha denominado esta actitud como no-cin romntica de la investigacin.

    Germani considera que se trata de una postura completamente despro-vista de sentimiento de la realidad, que fantasea una actividad puramente re-creativa en la que el cientfico tan slo se abandona al juego libre de su ima-ginacin, y en la que el trabajo rutinario queda al cuidado del personal au-xiliar. Nada ms alejado de la realidad en cualquier trabajo individual -incluso el trabajo artstico-, pues la actividad puramente creativa se halla unida de modo indisoluble con un trabajo duro, regular, sistemtico, con esfuerzos constantes y de larga duracin, en lo que el acto imaginativo s~ manifiesta a travs de tareas que, segn la aludida actitud romntica, deberan conside-rarse rutinarias, materiales. La famosa descripcin del genio, que pode-mos aplicar al trabajo cientfico: 10% de inspiracin y 90% de transpira-cin, es de rigurosa aplicacin a toda tarea intelectual: la del escritor, del ar-tista, del cientfico natural y, por supuesto del socilogo (5).

    Sinceridad intelectual y capacidad de objetivar. Otra caracterstica que expresa una actitud cientfica es la sinceridad intelectual frente a los hechos que se estudian. Esta condicin es indispensable y presupone la capacidad de autocrtica y el valor de tirar por la borda todo conocimiento, todo enunciado, toda formulacin que hemos sostenido pero que la realidad nos revela como falsa, insuficiente e ineficaz. Una actitud cientfica nos lleva a aprovecharnos de nuestros errores ... Para el que tiene sinceridad intelectual, un error no es una frustracin, sino un estmulo para avanzar.

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  • Estrechamente ligada a la sinceridad intelectual, o como un aspecto de la misma, est la capacidad de objetivar, es decir, de estudiar los hechos sin aferrarse a opiniones e ideas preconcebidas, prestos a abandonar cualquier posicin que hemos comprobado como inadecuada o no satisfactoria. Claude Bernard adverta que los hombres que tienen una fe excesiva en sus teoras o en sus ideas, estn mal preparados para ser investigadores. Este desapego de las propias ideas habilita al hombre para someterse a los hechos tal como son.

    Decimos que la capacidad de objetivar es la cualidad de estudiar la reali-dad sin aferrarse a prejuicios, pero no afirmamos que esa capacidad signifique prescindir de lo que el sujeto cognoscente es. Casi todos los autores afirman hoy que el observador influye, en alguna medida, sobre la observacin misma de los datos que recoge; es lo que, en fsica cuntica, se ha denominado la perturbacin de Heisenberg. Este inevitable sello que la subjetividad im-prime en los datos observados es lo que se reconoce como distorsin de la realidad o bias producida por la ecuacin personal. Conviene que el investi-gador social ubique, dentro del proceso de la investigacin, su propia ecua-cin, a fin de lograr la mxima validez de los resultados.

    En efecto, si en la fsica cuntica, el principio de incertidumbre o indeter-minacin manifiesta que la intervencin del observador es lo suficientemente importante como para no hablar de objetividad, tal como se vena entendien-do, el problema se presenta ms agudamente en las ciencias sociales. La ob-jetividad en el sentido tradicional -objetivismo ingenuo- olvida que todo co-nocimiento es asumido desde un sujeto que sirve como teln de fondo o re-ceptor y que tiene una estructura mental, determinada por su proceso de so-cializacin, por su cultura, por sus concepciones y sus valores. El conocimien-to cientfico no emerge aislado y desconectado, como un apndice indepen-diente de la biografa del cientfico; la objetividad del mtodo cientfico no puede prescindir de su raz existencial, como tampoco prescinde de los condi-cionamientos sociales dentro de los cuales esos conocimientos se producen. En suma: un hecho es un dato real y objetivo. Pero es un dato que se da a un sujeto cognoscente que interroga la realidad y que analiza e interpreta los da-tos que recoge. Esto nos leva a desechar la opinin, expresada en algunos li-bros de metodologa, segn la cual es posible realizar un trabajo cientfico in-dependienterpente de los valores, ideologa y sentimientos del investigador; decimos desechar, no porque no sea deseable, sino porque se puede ser objetivo tanto como lo permite la naturaleza humana o tanto como somos ca-paces de controlar nuestra propia ecuacin personal.

    3. Obstculos para el desarrollo de una actitud cientfica Hay personas que tienen un buen dominio de mtodos y tcnicas de in:-

    vestigacin, una excelente formacin terica y hasta pueden ser ideolgic-mente revolucionarios, pero ... psicolgicamente son dogmticos y cultural-mente provincianos. Unos porque lo interiorizaron en sus prcticas polticas, que les imprimieron hbitos autoritarios, otros porque fueron socializados con esquemas autoritarios y no han sido capaces de tomar distancia de su propio proceso de socializacin o bien porque el dogmatismo interiorizado les ha

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  • :. puesto anteojeras. En otros casos, el etnocentrismo los incapacita para ser ' conscientes de su ombliguismo (todo es valorado desde su propia mirilla inte-lectual), que no es ms que una forma de provincianismo cultural.

    Nosotros vamos a examinar cuatro obstculos principales al desarrollo de una actitud cientfica: el dogmatismo, el espritu de gravedad, el etnocentris-mo o provincianismo cultural y el uso de los argumentos de autoridad.

    Dogmatismo. Es un modo de funcionamiento cognitivo totalmente con-trapuesto al modo cientfico de conocer la realidad. Se expresa en la ten den-.cia a sostener que los propios conocimientos y formulaciones son verdades ,incontrovertibles. Para el dogmtico, la doctrina que sostiene escapa a cual-quier discusin. Con ella valora los hechos a priori de la observacin de los mismos, y plantea soluciones aplicando a ciegas y mecnicamente los princi-pios doctrinales.

    Como el dogmatismo conduce a una mentalidad cerrada, slo se pueden ver de la realidad aquellos aspectos o elementos que coinciden con el esque-ma incuestionable de interpretacin de la realidad. En algunos casos, se sus-tituye sin ms la observacin de la realidad con la simple recurrencia a los textos sagrados de la doctrina (que reviste la forma de dogma). El dogmti-.C.O siempre apela al depsito de los conocimientos adquiridos, a los que considera como verdades Gonsagradas e indiscutibles.

    Adems, por su estructura mental y caracterial, el dogmtico es sectario: no entiende ni tolera a quienes no pertenecen a su secta, con prescindencia, ms o menos total, de la verdad que puede haber en las argumentaciones y razonamientos de los otros.

    Puede decirse, por consiguiente, que el dogmtico no razona, de ah que no responda con argumentos, datos, hechos, sino que recurra al fcil expe-diente de poner etiquetas, descalificando todo lo que no pertenece a su secta. Aqu aparece su otra caracterstica: la propensin excomulgatoria (extra eccle-sia non est salut fuera de la iglesia no hay salvacin). Fuerte o suave, en el dogmtico siempre flota un olor a nauseabunda inquisicin.

    Todo esto adquiere un carcter tragicmico cuando el dogmtico -que es inepto e inapto para el trabajo intelectual- tiene la osada de darse aires de in-telectual. Seguro en la ignorancia, segrega de su castracin juicios definito-rios. Adems, cuando el sectario es de izquierdas, se siente la vanguardia (de 'ordinario no tiene retaguardia, salvo los tres o cuatro seguidores de su secta). Como el sectario es la vanguardia, todo lo anterior est superado. Estos son Jos dogmticos paletos: quieren estar a la vuelta de todo sin haber ido nun-ca a ninguna parte. Piensan que con ellosl comienza la historia. Si el sectario es de derechas, por lo comn est condenando toda la perdicin del presente, al tiempo que propugna el retorno al pasado, que valora y mitifica.

    Cuanto se lleva dicho basta para comprender que el dogmatismo es lo ms lejano a la actitud cientfica, pues para la ciencia las verdades son parcia-les y siempre sujetas a correccin. El dogmatismo no tiene apertura a otra cosa que no sean sus dogmas, esquemas y, a veces, los simples slogans o es-tereotipos configurados en la infancia.

    Un segundo obstculo -muy parecido al anterior y que casi siempre va

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  • unido a l- es lo que Niestzche llam el espritu de gravedad. Consiste en la conviccin de que las actuales estructuras de la sociedad y su jerarqua de valores son algo indiscutible. En consecuencia, todo lo que no se acomoda, no se ajusta o no se adapta a lo ya existente constituye una anormalidad, una desviacin, una manifestacin patolgica.

    A decir verdad, el espritu de gravedad no es sino una fachada barroca en la que se manifiesta lo que Fromm llamaba la patologa de la normalidad, y que en la prctica no es otra cosa que el culto supersticioso a lo establecido y la instalacin en el conformismo.

    Un individuo totalmente ajustado a la sociedad, conformista y acrtico, no est en condiciones de asumir una actitud cientfica, porque vive lo dado como lo que debe ser. Se trata de un pensamiento esclerotizado en relacin con una realidad que considera inamovible, de ah que su razonamiento se in-movilice en torno a esquemas y categoras rgidas. Por el contrario, la actitud cientfica todo lo interroga, lo investiga, lo cuestiona, lo revisa, lo reformula ... hasta el propio pensamiento.

    El espritu de gravedad es una visin fijista de la realidad que produce una sacralizacin de valores e instituciones; el espritu cientfico, en cambio, es una invitacin a la desinstalacin constante a medida que se desvelan nuevos aspectos o dimensiones de la realidad. En otras palabras, el espritu de grave-dad cumple de hecho una funcin sacralizadora del statu quo; el espritu cientfico, por e'l contrario, desacraliza la realidad con una criticidad abierta hasta un horizo!lte sin lmites, dentro de la dinmica de la provisoriedad que se da en el proceso histrico. El espritu de gravedad conduce a lo que Popper considera el oscurantismo y anquilosamiento de la sabidura convencional: deja de lado la marcha de los acontecimientos, la evolucin de la realidad y apela a su depsito de verdades consagradas. Y con ellas sigue interpretan-do el mundo.

    Vinculado a lo anterior, aparece un tercer obstculo: el etnocentrismo o provincianismo cultural. Es la tendencia a ver los procesos sociales, valores, costumbres, instituciones, papeles sociales y todo aqullo que forma parte de una sociedad bajo la ptica de la propia cultura.

    Este modo de ver las cosas es lo que los antroplogos han denominado etnocentrismo, indicando con este trmino una visin de la realidad distorsio-nada por la mirilla de los valores culturales del propio grupo, pues se trata de un modo de ver las otras sociedades partiendo del supuesto de que las pro-pias pautas culturales constituyen la forma correcta de pensar y de actuar. La manera concreta como cada cultura condiciona la manera de ver la realidad da lugar a diferentes y variadas formas de provincianismo cultural.

    Como un aspecto parcial de este problema, tambin se presentan como obstculos las distorsiones provenientes de la propia subcultura profesional, expresadas frecuentemente en las simplificaciones y reduccionismos, ya sean psicologismos, sociologismos, economicismo, etc., y en actuar como si la ciencia que cultivamos fuese capaz de dar respuesta a todos los problemas o, lo que es ms frecuente, considerarla como la ms importante.

    El uso de los argumentos de autoridad. Apelar a argumentos de autori-dad para reflexionar sobre la realidad es una forma de dejar de lado esa reali-

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  • dd.La falsa erudicin, adverta Claude Bernard, al colocar la autoridad del hombre en lugar de los hechos, mantuvo a la ciencia durante siglos a la altura di:llas ideas de Galeno, sin que nadie se atreviese a tocarlas; y esta supersti-cin cientfica fue tal que Mundini y Vesalio, que fueron los primeros en con-tradecir a Galeno confrontando sus opiniones con disecciones de animales, fueron considerados innovadores y revolucionarios (6).

    ,~I , : Recurrir a argumentos de autoridad no es citar a otros para aclarar o pro-fundizar la propia manera de pensar, se puede y debe recurrir a las opiniones J'e}:otros, pero utilizndolas slo como opiniones y no como pruebas. Esgrimir argumentos de autoridad consiste en apoyar los puntos de vista propios en teoras, afirmaciones y opiniones, sostenidas por personas o instituciones '(iglesia o partido), como si ellas tuviesen mayor validez que las pruebas emp-

    r~c's. Este estilo de razonar, apoyado en argumentos de autoridad, no siempre ~xc,luye la verificacin emprica, pero casi sin excepcin conduce a un violen-tar la realidad para adaptarla a lo que dice la autoridad, o bien a mirar la rea-lidad' de manera selectiva. Naturalmente, esta selectividad tiene un sistema de p,referencia que coincide con lo que dice el maestro (magster dxt) o la doc-trina a la que se adhiere el individuo con ciega incondicionalidad.

    ~, En la historia de la ciencia, el caso de Galileo es ejemplificador, y la sen-tencia de la Inquisicin no lo es menos (pero en sentido contrario). Bertrand Russell recuerda una ancdota de Galileo que viene muy bien para ilustrar este punto. Siendo muy joven, y profesor en la Universidad de Pisa, los profe-'$QJres de la misma sostenan que un cuerpo de diez libras de peso tardara en ,caer un tiempo diez veces menor al que empleara otro peso de una libra si-tuado a la misma altura. Una maana subi Galileo a lo alto de la torre inclina-da de Pisa, con dos pesos de una y diez libras respectivamente, y en el mo-mento en que los profesores se dirigan con grave dignidad a sus ctedras, en presencia de los discpulos, llam la atencin y dej caer los dos pesos a sus pies desde lo alto de la torre. Ambos pesos llegaron prcticamente al mismo t,iernpo. Los profesores, sin embargo, sostuvieron que sus ojos deban haber-les engaado, puesto que era imposible que Aristteles se equivocase ... Aos Q:espus -y sta es una segunda ancdota-, cuando hizo un telescopio e invi-,tq a los profesores a mirar los satlites de Jpiter, estos rehusaron, exponien-do como motivo que Aristteles no haba mencionado dichos satlites y que, por tanto, cualquiera que pensase que los vea tena que estar equivocado ... H'asta aqu las ancdotas relatadas por Russell (7).

    Un ejemplo ms reciente -y por eso ms oscurantista y retrgrado- del liso de la autoridad para descalificar una formulacin cientfica es la conde-na de la teora de la herencia apoyada en las leyes de Mendel. Esta condena I:ue decidida por otro pontfice (Jos Stalin), de otra iglesia (el partido comu-nista de la URSS), quien, apoyado en los Libros Sagrados (textos de Marx, En-_g,l1ls, Lenin y Stalin), que contienen la verdad ntegra y definitiva, consider qye las teoras de Mendel eran una reaccin ideolgica de la burguesa, que niega las leyes objetivas del desarrollo de la materia, Felizmente, segn la autoridad del partido, versados en el mtodo dialctico, los bilogos soviti -

    ~s han rechazado todas las deformaciones idealistas y mecanicistas de la nocin de desarrollo de la vida y han puesto de relieve sus contradicciones fundamentales, verdaderas fuerzas motrices de la evolucin de los organis-mos y de las especies,

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  • Esta superacin y descalificacin de las teoras de Mendel, debida sobre todo a Lisenko, se logr gracias al estudio de las obras de los clsicos del marxismo-leninismo. El dogmatismo de (la ciencia marxista-staliniana no tie-ne desperdicio en este punto) Lisenko, a partir del materialismo dialctico, aport -segn la versin oficial del partido- un gran nmero de hechos expe-rimentales que refutan enteramente el mendelismo y sus pseudoleyes (*).

    Todos sabemos -porque se trata de hechos muy conocidos y de simple cultura general- que Lisenko no aport ningn hecho y que, adems de dete-ner el desarrollo de la gentica en la URSS, hizo asesinar a los cientficos que no pensaban como l.

    Hoya nadie se le ocurre, en el campo de la fsica, de la qumica o de la biologa -para no indicar sino algunas ciencias- utilizar argumentos de autori-dad o hacer interpretacin de textos para dirimir una discusin cientfica; la verificacin emprica y la prctica son los nicos jueces, aunque slo sean provisionales, de las cuestiones cientficas. Sin embargo, en el campo de las ciencias sociales, existe esta forma de subdesarrollo cientfico, que es el ape-lar a los argumentos de autoridad. En el fondo, es una manera de recubrir, con la ortodoxia dogmtica, la propia indigencia cultural y el bajo nivel cientfico.

    En las consideraciones que hemos hecho en este pargra-fo, no pretendemos, ni mucho menos, una exhaustiva explica-cin de los obstculos psicolgicos y socioculturales que difi-cultan adquirir -ir adquiriendo- una actitud cientfica como es-tilo de vida. Sin embargo, aun cuando no quede dicho todo lo que puede decirse, cerramos nuestro anlisis sobre este pro-blema ... Son notas y apuntes para la reflexin de quienes se ini-cian en el campo de la investigacin social.

    4, La tica de la investigacin Es un aspecto al que a menudo no se presta bastante atencin. Para algu-

    nos, el hacer ciencia aparece como algo neutro, sin connotaciones teleolgi-cas, ticas, polticas e ideolgicas ... Como si la ciencia estuviese ms all del bien y del mal, y como si el cientfico pudiera prescindir de toda postura mo-ral.

    Comenzamos nuestro anlisis por aquellos aspectos que, segn Beverid-ge, son esenciales en la tica de todo cientfico:

    * reconocimiento de los trabajos que han sido utilizados para obtener in-formacin, y de cualquier persona que haya colaborado en el trabajo,

    * no utilizar ideas o resultados preliminares ajenos que se hayan dado a conocer en una conversacin, sin permiso para hacerlo,

    * no usurpar, calificando como propio, el trabajo que slo se ha supervi-sado como director de un instituto, presentndose como coautor y co-locando su nombre en primer lugar (8).

    Con esto, naturalmente, no se agota la tica de la investigacin. Otro as-pecto, que no aparece directamente como tico, es el de la necesidad de for-(') Todo lo que est entre comillas est tomado del Pequeo Diccionario Filosfico, publicado en la URSS en 1955.

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  • macin permanente. No slo un graduado universitario, sino tambin cual-(!luier cientfico, por eminente que haya sido en sus contribuciones, es siempre un producto semi-elaborado. La celeridad de las transformaciones que ex-perimenta el mundo actual exige un aggiornamento, una puesta al da per-manente para no ser superados o desbordados por los acontecimientos. Una elemental honestidad profesional y cientfica exige proseguir la formacin du-r:ante toda la vida activa.

    Se estima que, desde comienzos de siglo, los conocimientos cientficos registran un doubling time entre 10 Y 15 aos. Y, segn un conocido estudio de la UNESCO, el 90% de todos los hombres que en la historia de la humani-dad han realizado nuevos inventos o nuevos aportes a las ciencias vive hoy eh da. Para ilustrar con otro ejemplo, digamos adems que, cuando un nio nacido hoy regrese de la universidad, la totalidad de los conocimientos huma-nos ser cuatro veces mayor que en la actualidad. '..J ) " Todo esto nos revela que la formacin adquirida en la universidad se ~s{;aloriza con una rapidez desconcertante. De esto, que es vlido para todo ~'flHacer huma~o -consecuent~mente para to.~as las profesiones-, surge la

    n~tJsidad, propiamente dramtica, de formaclon permanente. Es lo que ya h86~n algunas universidades con sus profesores y grandes empresas con su ~'~onal superior bajo el nombre de reciclaje profesional. I

    , : '~ " De cuanto se lleva dicho, resulta claro que el hombre del mundo moderno est~ instalado en la provisionalidad: los escenarios y los contextos cambian aceleradamente. Un planteo terico o una tcnica de trabajo pueden quedar rpidamente fuera de poca, aunque hayan servido en otra coyuntura. En un mundo que cambia, que cambia aceleradamente y que cambia cada vez ms 'iqeleradamente, todo cientfico ha de tener conciencia de que debe realizar 'i"I 'esfuerzo permanente por actualizarse. Lo mencionado hasta ahora y la 'fWjeriura de espritu necesaria para tirar por la borda todo aqullo que ya no ~irve, o que es menos vlido o eficaz, constituyen hoy aspectos esenciales y "I1ementales de una exigencia cientfica . "' :, . Existe otro aspecto tico en la actitud cientfica. Si no hay -como ya se ~)ne! a los dems una interpretacin particular de la verdad ... Pero tiene el .d,~recho y el deber de vivir segn sus propias ideas y de oponerse a todo lo

    .~ue, le parezca incorrecto o falso en las ideas ajenas. " No podemos dejar de mencionar, y de destacar de manera muy particular, J;aspecto ms importante -y con frecuencia olvidado- en la tica del investi-~dQr: ser responsable de las consecuencias de las propias investigacio-pes ... Me siento casi ridculo al escribirlo, pues pienso que para muchos cien-t fficos esto provocara risa por su candidez e ingenuidad. Por qu? ... Hoy, a iP'pmienzos de la dcada del 80, el 50% de las investigaciones cientficas que

    ,~ realizan a escala mundial son de carcter militar. Traducidos estos gastos .~, cifras ascienden (ao 1981) a 25.000 millones de dlares y requieren los ,~erVicios de unos 400.000 investigadores: prcticamente el cincuenta por J?,iento del personal cientfico y tcn ico que existe en el mundo. Esto significa ;(fue la mitad de las investigaciones que se realizan est destinada al extermi-nio y que la mitad de los cientficos trabaja en contra de la humanidad.

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  • En el contexto de esta realidad, afirmar o reivindicar una tica de la cien-cia que fije criterios para juzgar el bien o el mal acerca de lo que se investiga y del destino de las investigaciones parece ser una inmensa ingenuidad. El que paga el violinista, elige la meloda dicen los realistas (en contraposicin a los idealistas, en el sentido tico del trmino). Muchos cientficos declaran que la ciencia es tica y polticamente neutral, con lo cual rechazan cualquier remordimiento tico. Sin embargo, despus de la construccin de la bomba atmica, algunos manifestaron no pocas inquietudes de conciencia.

    Sin hacer consideraciones ticas acerca de lo denigrante que es vender-se, si aplicamos el mismo rigor que exige el mtodo cientfico para la obser-vacin de los hechos; en este caso a la observacin de la ciencia como hecho social, hemos de concluir que la ciencia no es neutral (ni tampoco el que la cultiva). La actividad cientfica es un hecho con implicaciones en todos los mbitos de la vida en la sociedad. Actualmente, el trabajo cientfico (qu in-vestigar y para que), no es tarea que decida el hombre de ciencia; el trabajo de los cientficos depende del orden poltico, o mejor, del poder poltico. Pero ah no termina el destino trgico del hombre de ciencia despreocupado de las consecuencias de sus investigaciones, le acongoja que los resultados del tra-bajo cientfico hayan suscitado una amenaza para la especie humana, al caer en manos de poseedores del poder poltico moralmente ciegos. Esta preocu-pacin, que Albert Einstein manifestaba en 1950 en el mensaje que dirigi al 43.0 Congreso de la Sociedad Italiana para el Progreso de la Ciencia, hoyes una realidad trgica: la ciencia ha multiplicado el poder de exterminio y de discriminacin y ha permitido reunir esa capacidad bajo el control de centros de decisin cada vez ms concentrados.

    El hombre de ciencia -volvemos al mensaje de Einstein- ha llegado has-ta aceptar como algo fatal e ineluctable la esclavitud que le impone el Estado. y se ha envilecido hasta el extremo de contribuir obedientemente a perfeccio-nar los medios para la destruccin total de la humanidad.

    No hay, pues, escapatoria para el hombre de ciencia? Debe realmente tolerar y sufrir todas esas ignominias? ... He aqu mi respuesta: se puede des-truir a un hombre esencialmente libre y escrupuloso, pero no esclavizarlo ni utilizarlo como un instrumento ciego.

    Si los hombres de ciencia pudieran encontrar hoy da el tiempo y el va-lor necesarios para considerar honesta y objetivamente su situacin y las ta-reas que tienen por delante, y si actuaran en consecuencia, acrecentaran considerablemente las posibilidades de dar con una solucin sensata y satis-factoria a la peligrosa situacin internacional presente (9).

    Sin tica cientfica, o sin tica de los cientficos, no habra posibilidad de resistir al totalitarismo tecnolgico. Por eso, cuando se insiste en que los cientficos deben ser apolticos, no se hace otra cosa que propugnar que los cientficos sean idiotas tiles del sistema poltico.

    Esta tica podra centrarse en un principio bsico, expresado -lamentablemente- en una frase que ha terminado por ser una ligereza tpica: la ciencia al servicio del hombre, la ciencia dirigida a satisfacer las necesi-dades de la sociedad. No cabe duda de que a muchos cientficos ni siquiera les preocupa compatibilizar lo que hacen con la conservacin de la naturaleza, para no poner sino un ejemplo.

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  • Al estudiante que, con este libro, se inicia o se introduce en el mtodo cientfico, Y que realizar en plenitud su accin profesional en el siglo XXI, slo le hago una invitacin para que tenga el valor de plantearse el problema; un recordatorio: la ciencia no es neutral, tiene una intencionalidad por la que se orienta a donde la quieren llevar. Manifiesto un deseo, adems: que en este

    , siglo desaparezca la fe ciega en las posibilidades supuestamente ilimitadas de la ciencia Y la tecnologa, y expreso una esperanza -directamente relacionada

    l' ontigo, amigo estudiante-: que este libro te ayude a tener conciencia de que no se puede ser indiferente al uso de la propia ciencia. Y si seguimos en una

    " sociedad dividida en clases, en donde hay un uso clasista de la ciencia, tam-bn aqu existen posibilidades de una opcin de clase; de cada uno de noso-tros depende estar al servicio de los dominadores o al servicio del pueblo.

    6. l.a actitud cientfica como proyecto y estilo de vida ;, .En ltima instancia, la actitud cientfica es un estilo de vida. Hablando fi-losficamente, la vida del cientfico presenta las caractersticas de un proyec-to :'Enterwurf-, es decir, una manera concreta de encarar el mundo y los otros. Este estilo es una forma de ascetismo mundano a la manera que des-cribi Weber, y esta exigencia -bueno es que no lo olviden . los intelectuales de toda orientacin- es por completo independiente del modelo de desarro-llo que se asuma (occidental, oriental o trmino medio), del mismo modo que lo es el tipo de ciencia o de mtodo que se adopte o practique (10).

    El trabajador social no es un cientfico social, no es un investigador social en sentido estricto, pero debe asumir igualmente una actitud cientfica. La cien.cia y la tcnica no son, como ya indicamos, el nico modo de acceso a la -realidad; no son tampoco la panacea universal para todos los males, pero ni de una ni de otra podemos prescindir. Es impropio de un profesional que vive e,nJaera de la ciencia no asumir una actitud cientfica en todas las circunstan-cias; de su vida; actitud ticamente valiosa pues da a los hombres una apertu-ra,spiritual e intelectual para un dilogo sin barreras de ninguna ndole; por-qUf-hace flexible la mente de los hombres, capacitndoles para liberarse de tado aqullo que verifican no ser verdadero; porque libera a los hombres de la ejlJjenacin del error y la ignorancia. En suma, una actitud cientfica hace al

    h~inbre ms hombre, puesto que, frente a las dos actitudes humanas bsicas: latexistencia autntica y la existencia inautntica, opta por la primera, que es d'} s.inceridad fundamental, mientras que la otra ofrece~ segn la conocida ex-presin de Heidegger, el descanso mediante el enajenamiento de s mismo. , Nuestro anlisis quedara incompleto si no volvisemos a recalcar la insu-

    ft'ciencia de la ciencia, del mtodo cientfico y aun de una actitud cientfica, "ra 'resolver los problemas humanos. Aunque parezca una paradoja, termina-ros estas reflexiones sobre la actitud cientfica como estilo de vida negando q~e la ciencia sea la nica fuente de verdad y el nico instrumento de que dis-pqne el hombre para mejorar la vida, construir una sociedad ms justa y fra-ternal e inventar el porvenir. la creenoia en el poder de la ciencia para resolver todos los problemas es una forma de fetichizacin de la misma, o si se quiere, es una forma de transformarla en un credo, una fe y una religin, La ciencia no es valor supremo del hombre.

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  • Por consiguiente, recordamos con Bertrand Russell, para que una civili -zacin cientfica sea una buena civilizacin, es necesario que el aumento de conocimiento vaya acompaado de un aumento de sabidura. Entiendo por sabidura una concepcin justa de los fines de la vida. Esto es algo que la ciencia por s misma no proporciona. El aumento de la ciencia en s mismo no es, por consiguiente, bastante para garantizar ningn progreso genuino, aun-que suministre uno de los ingredientes que el progreso exige ... . En este cap-tulo hemos hablado de actitud cientfica, nada se habl de la sabidura. Es oportuno recordar, sin embargo, que esta preocupacin es parcial y necesita ser corregida si ha de llevarse a cabo una contemplacin equilibrada de la vida humana (11).

    BIBLlOGRAFIA CITADA:

    La gente normil condena la separacin absurda de la ciencia y la sabidura, en el sentido ms clsico de la palabra. Se trata, en suma, de una clara separacin, que adems cada vez es mayor, entre la inmensidad de los medios puestos a su disposicin y su impotencia para subordinarlos con fines hu-manos y no claramente irracionales, como ocurre por ejemplo con la carrera armamentista.

    Roger Garaudy

    1. RAMON y CAJAL, Santiago. Los tnicos de la volvndad, lB97, Espasa-Calpe, Madrid, 1963. 2. BERNARD, Claude. Introduction a /'tude de la medecine exprimentale. lB61 , Flamarion, Paris, 1965. 3. BACHELARD, Gastn. La formacin del espfriru cienrffico. Siglo XXi, Mxico, 1972. 4. RAMON y CAJAL, Santiago. Op. cit. 5. GERMANI, Gino. La sociologfa en Amrica Latina. Problemas y perspectivas. Eudeba. Buenos Aires, 1964. 6. BERNARD, Claude. Op. cit. 7. RUSSELL. Bertrand. La perspectiva cientffica. Ariei, Barcelona, 1969. B. BEVERIDGE, W.F. El arte de la investigacin cientlfica. Ed. Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela,

    Caracas, 1966. 9. EINSTEIN, Albert. Mensaje al 43. ' Congreso de la Sociedad italiana para el progreso de la ciencia, 1950.

    10, GERMANI, Gino. Op. cir. 11 . RUSSELL, Bertrand. Op. cir.

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  • La adopcin universal de una actitud cientfica puede hacernos ms sabios: nos hara ms cautos, sin duda, en la re-cepcin de informacin, en la admisin de creencias y en la formulacin de previsiones; nos hara ms exigentes en la contrastacin de nuestras opiniones, y ms tolerantes con las de otros; nos hara ms dispuestos a inquirir libremente acer-ca de nuevas posibilidades, y a eliminar mitos consagrados que slo son mitos; robustecera nuestra confianza en la expe-riencia, guiada por la razn, y nuestra confianza en la razn contrastada por la experiencia; nos estimulara a planear y controlar mejor la accin, a seleccionar nuestros fines y a bus-car normas de conducta coherentes con esos fines y con efII--=':!: conocimiento disponible, en vez de dominadas por el hbito y por la autoridad; dara ms vida al amor de la verdad, a la dis-posicin a reconocer el propio error, a buscar la perfeccin y a comprender la imperfeccin inevitable; nos dara una visin del mundo eternamente joven, basada en teoras contrasta-das, en vez de estarlo en la tradicin, que rehye tenazmente

    ,. ... ~.J-0do contraste con los hechos; y nos animara a sostener una visin realista de la vida humana, una visin equilibrada, ni op-timista ni pesimista.

    Mario Bunge

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