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a CINCUENTA AÑOS DEl ... UNIVERSIDAD NACIONAL Gonzalo Celorio 54 Palabras pronunciadas en la inauguración del homenaje de la UNAM a los profesores espar'loles exiliados. Auditorio Alfonso Caso . Torre de Humanidades. 26 de diciembre de 1989. Este año de 1989 se cumplen cincuenta del desembarco en el puerto de Veracruz de los primeros exiliados republicanos españoles, que a bordo del Sinai a os cilaban, sobre las aguas del Atlántico, entre la impotencia y el coraje reivindicatorio; entre la inminente nostalgia por la tierra dejada y la esperanza por la tierra prometida, y que una vez en tierra firme -porque de tierra hablamos: de casa, de patria , de residencia en la tierra , como diría Neruda- se acogieron, agradecidos y empeñosos ,a la ya proverbial hospitalidad mexican a, r epresentada a la sa- zón por el presidente Lázaro Cárdenas. Si a lo largo de este medio siglo la presencia de los mejores hombres del exilio español ha dejado una impronta perdura- ble en la cultura mexicana, tal presencia y tal huella cobran mayor significado y mayor hondura precisamente en nuestra institución, que es la más alta depositaria de los bienes cultura- les del país ; que es, asimismo, generadora fecunda de muchos de esos bienes , y responsable, también , de su repercusión y de su trascendencia en la vida nacional. A cincuenta años de la llegada de sus primeros exponentes , la Universidad Nacional Autónoma de México quiere rendir homenaje a sus maestros provenientes de tan malhadada y do- lorosa gesta . Alma mater , la Universidad los acogió en su seno. Sus nuevos hijos correspondieron con creces al amparo. En pusieron sus renovados esfuerzos para brindar a las generaciones mexicanas sus conocimientos amplios y profun- dos en los diversos campos del quehacer universitario: en las ciencias , en las humanidades , en la difusión de la cultura . Cin- cuenta años después, sus mejores frutos se reúnen en este magno homenaje. En efecto, cincuenta destacados profesores universitarios mexicanos -cada uno en representación de cada año de este exilio sin fin, como lo llamó Adolfo Sánchez Váz- quez- darán testimonio del enriquecimiento de nuestra Uni- versidad, merced al concurso de sus profesores republicanos españoles, en las ciencias sociales y políticas, en la historia, en la filosofía, en la jurisprudencia, en las ciencias exactas y natu- rales, en la antropología , en la literatura, en la música, en la historia del arte, en las publicaciones, en la radiodifusión uni- versitaria. En un acto como el que hoy se inaugura, si bien definido por el reconocimiento académico , también tocado por la remembranza , por la gratitud y por el afecto, no puedo sus- traerme a los recuerdos, a las deudas y a los cariños persona- les. No puedo, por tanto , limitarme a formular una declara- toria inaugural. Habrán de perdonar que aproveche este micrófono para rendir, aunque sea por la vía meramente enunciativa, mi propio y personal tributo a.los exiliados espa- ñoles , que , si no fuera 'representativo como espero, podrá, al menos, compartirse en esta sala . Ahora que , movido por la organiz a ci ón <l e este homenaje. he tenido la ocasión de re cap itul ar la pr esen cia <Id ex ilio repu- blicano en nuestra Universidad, caigo en la cuenta - no otra cosa es la culrura - de que mi vida, CO IIIO '>('guraml"nte la de muchos de nosotros. está signada. en lIIa)'OI medida de lo sos- pechado. por la Repúbli ca espa ñola . Apenas dir é que la primerapcr mn a !fue eonocl en este mundo, o mejor tlue me co noci ó, ¡ 11m ;1111 t·, !fUt ' mi madre (que sólo sabia de mi por la e-n so ñaci ón !fl'" va I"l mligurando la esperanz a) fue un ilustre médico rrpub lic lIIo. Ape nas diré que no puedo di sociar mi inf;IIKia <le la illl.Igrn <l rl 110 Paco, hermano de aq l y méd ico tamb ién, t lur pr ;ll t i( ;111;, el jura- mento de Hipócrat es en cada visita do m i( ili.u i.•: IIMbv\¡, siento en la nuca su caricia en érg ico, . !fur m.h (Iur 1 .1 emulsión de Scott, y veo el serrucho con r l (Iur '\C' l" n rnt ó en casa, en vez del maletín. pa r ol co rtar lo, giKanlr'>(a " ig urr a , (U)'ll\ frutos inmaduros rnaltrat.. ban los dtKr r'I (¡nlO'Kll\ <Ir mi numerosa familia . Apenas diré que mi sur gru lue rr-p u h li, ano y tlue a su muerte hered ó a mis hijm, sin s:, hr r!o. un V;I\lo ¡,,,mulario de preguntas acaso sin respur5\¡ 1S y UI ... ' lIho, r\( rnl ia <I r r.uninos que habrán de recorrer hafia a lrá, y "'H i;1 ;lIlrlanlr . Cuando ingresé en la Universidad. la Fa(ultud <I r Filoso fia y Letras me recibió con un ('rCrO tlur yo r nlo ll< r' "illrlllé más con las letr as españ olas ;1 r u)'o r\lud io dirigl;1 mi \"IM'; llió n <¡u e con el exilio que asi se pronur uiaba . Tr;l lI,ilr ;1 lo 1;lrgo de la Edad Media hi spáni ca guiado por el án gr l dr l.uis Rius, cuyo ademán siempre preced ía 01 101 palab ra y en qu ie-n cobraba realidad la imagen que (; ar cla I.or ra ded ic ó 01 Sáll dlr l Mej ías: Aire de Roma andaluz a le doraba la cabeza donde su risa era un nardo de sal y de inteligen cia . Ya la entrada de los Siglos de Oro. Artur o Sc l UIO, ro n sereni- dad y erudición, les dio rigor a mis primeros de slumbrarn ien- tos. Asistí a algunas clases de Ram ón Xi rau y 01 var ias de sus conferencias, y si acaso mi mal oído no pudo S( 'gllir sus disqui- siciones, articuladas siempre en voz baja. en la intimidad del claustro, leí en cambio sus sonoros textos lite rar ios . Ta rdía- mente conocí el explosivo corazón de César Rodr íguez Chi- charro . No lo acompañé a la lucha libre. co mo algun os de mis condiscípulos, pero supe de su lucha trabada con el mundo y con la palabra que lo nombra : Donde fijo los ojos la voz se vuelve e spanto. Fueron mis maestros. Mis primeros maestr os univer sitarios. Niños llegaron a México y aquí se hicieron h ombre s. pero vi- 1 l \ \ - 1

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CINCUENTA AÑOS DEl...

UNIVERSIDAD NACIONALGonzalo Celorio

54Palabras pronunciadas en la inauguración del homenaje de la UNAM a los profesores espar'loles exiliados. Auditorio Alfonso Caso . Torre deHumanidades. 26 de diciembre de 1989.

Este año de 1989 se cumplen cincuenta del desembarco en

el puerto de Veracruz de los primeros exiliados republicanosespañoles, que a bordo del Sinai a oscilaban, sobre las aguas delAtlántico, entre la impotencia y el coraje reivindicatorio; entre

la inminente nostalgia por la tierra dejada y la esperanza porla tierra prometida, y que una vez en tierra firme -porque de

tierra hablamos: de casa, de patria, de residencia en la tierra,como diría Neruda- se acogieron, agra decidos y empeñosos, ala ya proverbial hospitalidad mexicana , representada a la sa­

zón por el presidente Lázaro Cárdenas.Si a lo largo de este medio siglo la presencia de los mejores

hombres del exilio español ha dejado una impronta perdura­ble en la cultura mexicana, tal presencia y tal huella cobran

mayor significado y mayor hondura precisamente en nuestrainstitución, que es la más alta depositaria de los bienes cultura­les del país ; que es, asimismo, generadora fecunda de muchosde esos bienes, y responsable, también , de su repercusión y desu trascendencia en la vida nacional.

A cincuenta años de la llegada de sus primeros exponentes,la Universidad Nacional Autónoma de México quiere rendirhomenaje a sus maestros provenientes de tan malhadada y do­

lorosa gesta. Alma mater, la Universidad los acogió en suseno. Sus nuevos hijos correspondieron con creces al amparo.En ~Ia pusieron sus renovados esfuerzos para brindar a lasgeneraciones mexicanas sus conocimientos amplios y profun­dos en los diversos campos del quehacer uni versitario: en lasciencias , en las humanidades, en la difusión de la cultura. Cin­cuenta años después, sus mejores frutos se reúnen en estemagno homenaje. En efecto, cincuenta destacados profesoresuniversitarios mexicanos -cada uno en representación de cadaaño de este exilio sin fin , como lo llamó Adolfo Sánchez Váz­quez- darán testimonio del enriquecimiento de nuestra Uni­versidad, merced al concurso de sus profesores republicanos

españoles, en las ciencias sociales y políticas, en la historia, enla filosofía, en la jurisprudencia, en las ciencias exactas y natu­rales, en la antropología, en la literatura, en la música, en lahistoria del arte, en las publicaciones, en la radiodifusión uni­versitaria.

En un acto como el que hoy se inaugura, si bien definido

por el reconocimiento académico, también tocado por laremembranza, por la gratitud y por el afecto, no puedo sus­traerme a los recuerdos, a las deudas y a los cariños persona­les. No puedo, por tanto, limitarme a formular una declara­toria inaugural. Habrán de perdonar que aproveche estemicrófono para rendir, aunque sea por la vía meramenteenunciativa, mi propio y personal tributo a . los exiliados espa­ñoles , que, si no fuera 'representativo como espero, podrá, al

menos, compartirse en esta sala .

Ahora que, movido por la organiza ci ón <le este homenaje.

he tenido la ocasión de recap itular la presen cia <Id ex ilio repu­blicano en nuestra Unive rsida d , caigo en la cuenta - no otracosa es la culrura- de que mi vida, CO IIIO '>('guraml"nte la de

muchos de nosotros. está signada. en lIIa )'OI medida de lo sos­pechado. por la República espa ñola .

Apenas diré que la primera pcrmna !fue eonocl en estemundo, o mejor tlue me co noci ó, ¡11m ;1111t·, !fUt' mi madre(que sólo sabia de mi por la e-nso ñaci ón !fl'" va I"l mligurandola esperanza) fue un ilustre m édico rrpublic lIIo . Ape nas diré

que no puedo di sociar mi inf;IIKia <le la illl.Igrn <lrl 110 Paco,hermano de aquél y méd ico también, tlur pr ;ll t i( ;111;, el j ura­mento de Hipócrates en cada visita do m i( ili.u i.•: IIMbv\¡, siento

en la nuca su car icia en érgico, . !fur nll~,I I;' m.h (Iur 1.1 emulsiónde Scott, y veo el ser r ucho con r l (Iur '\C' l" n rnt ó en casa , envez del maletín. pa rol co rtar lo, giKanlr'>(a " igurra , (U)'ll\ frutos

inmaduros rnaltrat..ban los dtKr r'I (¡nlO' Kll\ <Ir mi numerosafamilia . Apenas diré que mi surgru lue rr-p u h li, ano y tlue a sumuerte heredó a mis hijm, sin s:,hrr!o . un V;I\lo ¡,,,mular io de

preguntas acaso sin re spur5\¡1S y UI ... 'lIho,r\( rnl ia <Ir r.uninos

que habrán de reco r re r hafia a lrá, y "'Hi;1 ;lIlrlanlr .Cuando ingresé en la Universidad . la Fa( ultud <I r Filoso fia y

Letras me recibió con un ('rCr O tlur yo r nlo ll< r' "illr lllé máscon las letras españ o las ;1 r u)'o r\lud io d ir igl;1 mi \"IM ';llión <¡ue

con el exilio que asi se pronur uiaba . Tr;l lI,i lr ;1 lo 1;lrgo dela Edad Media hispánica guiad o por e l ángrl dr l.uis Rius,cuyo ademán siempre precedía 01 101 palab ra y en qu ie-n cobra barealidad la imag en qu e (;arcla I.orra ded ic ó 01 Sálldlr l Mej ías:

Aire de Roma andaluzale doraba la cabezadonde su risa era un nardode sal y de inteligencia .

Ya la entrada de los Siglos de Oro. Arturo Sc l UIO, ron sere ni­dad y erudición, les dio rigor a mis primeros de slumbrarn ien­tos. Asistí a algunas clases de Ram ón Xirau y 01 var ias de susconferencias, y si acaso mi mal oído no pudo S('g llir sus disqui­siciones, articuladas siempre en voz baja. en la int imidad delclaustro, leí en cambio sus sonoros textos lite rarios . Tard ía­mente conocí el explosivo corazón de Césa r Rodríguez Chi­

charro. No lo acompañé a la lucha libre . co mo algunos de miscondiscípulos, pero sí supe de su lucha trabada co n el mundoy con la palabra que lo nombra :

Donde fijo los ojos la voz se vuelve espanto.

Fueron mis maestros. Mis primeros maestros universitarios.Niños llegaron a México y aquí se hicieron hombres. per o vi-

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EXILIO ESPANOLEN LAAUTÓNOMA DE MÉXICO

nieron ca rl{ando la tradición libertaria que aquí acabaron deco nfigurar para ofrecerla a sus a lumnos. No fui discípulo di­recto de Ed ua rdo icol, de Wenceslao Roces, de Adolfo S án­

chez V ¡"¡/ (I U CZ, pero en e llos respa ldé mi pertenencia universi­laria. CÚIIlO no sen tir la garantia intelectual de la Universidadal saber ( IUl' ahí, n lo mismos pasillos de la Facultad pordonde IIllO deambula , caminan y hablan y discuten cual mor­tales. nuest ro 1Il{IS promin en te filósofo metafísico, el traductor<1(' Marx a nu -srra I ngua , y el que le dio sistema al inefablemundo <1<' la ('xp r rsión artística .

C0ll10 pan' de ta conmemoración del exilio republicano,nu estra Casa de F tudios, con la participación de la Universi­dad Aut óno ma f tropolitana y las editoriales La Oca y Re­

darl a. ha edi tado un fa Irnil del Diario del Sinaia con unaconmovedo ra pr nta i6n y un lúcido epílogo de Adolfo S án-

chez Vázquez. En este periódico, que se imprimía mimeografi­camente a bordo del barco que trajo la primera expedición derepublicanos españoles a México, como reza el subtítulo, sedan noticias de los acontecimientos internacionales y avisosprácticos a los tripulantes; se ofrecen artlculos sobre el arte yla cultura mexicanos y análisis del ideario político de LázaroCárdenas; se mantiene el humor y el entusiasmo a pesar de laadversidad y se publican los primeros textos -de la literaturadel exilio , como el espléndido poema de Pedro Garfias, titu­lado " Ent re España y México". Pues bien, el original com­pleto del cual procede el facsímil, fue encontrado entre lospapeles de mi querido maestro Isidoro Enríquez Calleja , acuya vera, hace veinte años, impartí mis primeras clases deliteratura en el Instituto Politécnico Nacional. No puedo, enestos momentos de recapitulación, dejar de referirme a su en­tereza magisterial, a la sabrosura de su conversación y a la ,fam iliaridad con la que trataba , para mi provecho , a los gran~

des escritores de la literatura española de este siglo. Para él,Gómez de la Serna era Ramón, y Garda Larca, Federico.

Para terminar con esta enunciación, que no es más que unbotón de muestra de lo que en tantas áreas y en tantos corazo­nes representó el exilio, habré de mencionar, y sólo mencio­nar, en el itinerario de mi propia vida, los nombres de JoséGaos, muerto en el ejercicio de la docencia en un examendoctoral de El Colegio de México, originalmente Casa de Es­paña; de Tomás Segovia, cuya cadenciosa voz, antes de quefundara su libérrimo seminario titulado De mi ronco pecho,me aventuró por los sinuosos caminos del surrealismo y de laliteratura francesa; de Genaro de la Colina y de José Virgili,quienes en la Comisión Nacional de los Libros de Textos Gra­tuitos y en la Editorial Oasis, donde trabajé, me enseñaronque una errata 'tipográfica es una cuestión de honor y que elespacio sideral se mide en cuadratines.

En fin. Sólo caí en la cuenta. Limitándome a mi propiotranscurso, evidentemente sin ánimo de exhaustividad ni si­quiera en mi personal recuento, sino a manera de ejemplo, caí

en la cuenta de que nos llegó, como dice Pedro Garfias,

.. .un río español de sangre rojade generosa sangre desbordada.

Caí en la cuenta de que la voz de Federico o de Miguel Her­nández, portavoces a su vez de miles y de milenarias vocessilenciadas siguieron resonando en las voces transterradas deLuis Cernuda y León Felipe, y convocaron a otras voces conti­nentales: las voces de Alfonso Reyes y Alejo Carpentier, dePablo Neruda y César Vallejo : "¡Espafia, aparta de mí este

cáliz!" O