circular 936
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Nuestro corazón está lleno de alegría por
cuanto hemos vivido en este último período. La
elección del Papa Francisco ha sido un
fuerte soplo del Espíritu y ha traído un aire de
primavera
En nuestro corazón conservamos un profundo agradecimiento al Papa
Benedicto XVI que ha renunciado al Pontificado con un admirable gesto de amor. Él ha enriquecido la Iglesia y el mundo con su Magisterio profundo y de
gran actualidad.
Además la Fiesta de la Gratitud a nivel
mundial es motivo de alegría porque
alimenta el sentido de familia, de profunda
comunión y de participación en la
solidaridad.
Otro momento importante es la cercanía del CG XXIII como camino del Instituto.
Os agradezco el ser «piedras vivas» del Monumento soñado por D. Bosco y que nosotras queremos
mantener, librándolo del polvo que puede haber oscurecido la
belleza original.
Es un desafío que tenemos como
Instituto: mantener la fidelidad al
carisma e identificar el camino para responder a las
exigencias educativas y para anunciar la Buena
Noticia del Evangelio de Jesús.
El Papa Francisco ha dicho que «se cambia cuando se es fiel». La fidelidad es siempre un cambio, un florecer, un crecimiento porque
el Señor obra en aquel que le es fiel.
Expreso una especial gratitud a las FMA ancianas y enfermas que constantemente oran y ofrecen para que la vida y misión que se nos ha
confiado responda cada vez mejor a las expectativas de Dios y de los jóvenes de hoy.
Miremos a María que con su SÍ fue el seno de la Palabra. Ella es el primer sagrario que
ha acogido a Jesús y lo ha cuidado; la primera
evangelizadora que se hizo misionera acercándose sin
vacilación a su prima Isabel. Fue para ayudarla pero
principalmente para participar del asombro y de la alegría del misterio que
llevaba en sí.
Solo con Isabel podía hacerlo porque también ella
custodiaba la vida en su seno de quien sería el precursor. Un
encuentro divino y exquisitamente humano que nos habla también a nosotras
llamadas por vocación a donarnos recíprocamente en
relaciones humanas auténticas, transparentes, siendo pequeñas luces de esperanza para las otras.
La página bíblica que encontramos en la convocación del CGXXIII recorre las etapas de la vida de María que ha construido su existencia sobre la
roca. Ella es para nosotras, para la comunidad educativa , para las jóvenes generaciones modelo de total abandono a la Palabra.
Reabrir las puertas de nuestra existencia a aquella que es
Madre y Auxiliadora nos ayuda a profundizar un aspecto importante de
nuestra espiritualidad que debemos hacer resplandecer
con toda su luz.
Os auguro que acojáis con todo vuestro ser a María,
para entrar en una relación familiar con ella casi para
establecer un explícito entendimiento con ella para ir juntas al encuentro de Jesús. Es necesario que descubramos
la relación entre María de Nazaret y la escucha creyente
de la Palabra.
Me encuentro en plena sintonía con el Papa Francisco: «Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino que desea la fidelidad a su Palabra, a su Voluntad, es Dios mismo el que construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu.
La mundanidad espiritual de la que nos habla el Papa Francisco
puede ser un riesgo para nosotras cuando
nos alejamos de la Palabra, cuando
cedemos a la superficialidad que
entristece la vida y la hace insignificante y no
fecunda
María ha escuchado la Palabra, la ha acogido y ha obedecido. Con ella
estamos llamadas a caminar siempre personal y
comunitariamente por el camino que nos abre Jesús para no ceder a lo que el
mundo ofrece como camino de felicidad
María nos orienta en el camino de la luz, de la esperanza, de la verdad de la Palabra. Confiemos totalmente en Aquella que ha sido la Inspiradora
de nuestro Instituto y es la Maestra y la Madre.
La convocatoria al CGXXIII entiende el término CASA como un modo de ser y ser en relación, un clima humano y espiritual hecho de confianza, de
diálogo intergeneracional, de escucha y enriquecimiento recíproco.
Se trata de custodiar y construir una CASA sobre bases sólidas y graníticas como se hizo en Mornés y
en Valdocco donde todo se ha hecho con presencia
insustituible de María. «Yo te daré la Maestra» No es
una frase retórica o de circunstancia.
Donde está la Virgen hay futuro, hay apertura y grandes horizontes que
van más allá de nuestras programaciones y de
nuestras fatigas individuales. D. Bosco y
M. Mazzarello han apuntado al futuro con
una gran fe, una confianza ilimitada, y
con una valerosa humildad.
Tanto en Mornés como en Nizza María no es solamente un huésped constante y familiar. Las llaves de la casa se las confiaban a Ella como
también las llaves del corazón de las personas. Colocar las llaves a los pies de la Virgen tiene un valor altamente simbólico. Expresa la disponibilidad
de no tener nada para sí
En Valdocco D. Bosco había construido una
Basílica como «casa de María» peo no le bastaba, quería
ofrecerle un Monumento de piedras vivas. De
aquí la idea del Instituto madurada en su
corazón propiamente cuando se estaba construyendo e
inaugurando el templo
El nombre del nuevo Instituto es un símbolo
de una identidad: FMA, monumento vivo
de gratitud. Si el nombre expresa la
identidad mariana del Instituto, a nivel
formativo se necesita plasmar la propia vida a imagen de María. Lo
recomendaba M. Mazzarello a las primeras Hermanas:
«Sed verdaderas imágenes de María»
María en Mornés ha alimentado la interioridad, la escucha de Dios y de las situaciones, ha
reforzado la comunión en el verdadero espíritu de familia, ha intensificado el ardor misionero
de muchas Hermanas.
Como leemos en el Proyecto
Formativo: «la vida de María no es una realidad estática, realizada una vez para siempre sino una realidad que
fluye y se concretiza en la existencia de
sus hijas»
María es Madre porque nos genera en
la fe con todas sus exigencias.
Acojámosla en casa sin temor. Con ella
continuamos nuestro camino en la Iglesia, entre los jóvenes y
con los jóvenes
Nos acercamos a celebrar el mes de
mayo: mes mariano. Salgamos de los
esquemas de una oración rutinaria, de un conocimiento superficial de la figura de María y profundicemos su papel
en la Iglesia, en la historia de la
humanidad, en nuestra historia personal y
comunitaria.
Releamos nuestro camino vocacional a la luz de su presencia y en la medida de lo posible hagámoslo objeto
de un compartir entre nosotras.
¿Qué puede haber más grande y fecundo que construir con Ella «una casa que evangeliza»?.
¿Sentimos viva esta presencia en nuestra vida,
en la misión y entre las jóvenes generaciones?.
¿Los cambios culturales y las problemáticas sociales nos empujan a ser hoy con
los jóvenes una realidad que se deja evangelizar y
por lo tanto fecunda y contagiosa en el anuncio?
La preparación al CG XXIII sea para todo el Instituto una oportunidad para decidir el construir juntas, bajo el soplo
del Espíritu Santo y en compañía de María, comunidades de fe
fundamentadas en la presencia del Resucitado,
comunidades en las que nos sostengamos las unas a las otras transformadas por la Palabra, comunidades que resplandezcan por los gestos de bondad, de ternura, de
perdón, de pasión apostólica.
Una contribución que cada una y cada
comunidad puede dar al CG fuera de la
oración y el compartir sería el decidirse a no
pensar y hablar mal las unas de las otras, sino valorar lo positivo que
hay en cada una y extender esta actitud en
las relaciones con los jóvenes y con todas las personas con quienes
compartimos la misión.
Cada pensamiento, cada palabra, cada gesto es una semilla que marca la historia en positivo o negativo, un germen de vida nueva o una semilla de muerte. Pienso que
esta decisión puede cambiar el aire en cada
casa. ¿Por qué no probamos?
Hay gestos que nos enseñan a salir de
nosotras mismas para ir a las periferias de la existencia, ir hacia
nuestros hermanos y Hermanas sobre todo a
los que tienen mayor necesidad que necesitan comprensión, consuelo y
ayuda.
En todas hay un gran deseo de hacer crecer un auténtico
espíritu de familia, de aceptarnos las unas a las otras, de gozar con quien
goza y sufrir con quien sufre, llevando luz y amor a las
personas que encontramos sobre todo a las más
cercanas.
La ternura «no es la virtud de los débiles, al contrario, denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, apertura verdadera al otro, capacidad de amor. No debemos tener temor de la bondad, de la ternura» (Homilía del 19 de marzo del Papa Francisco).
No nos faltan pruebas y desafíos que nos acercan
a la cruz de Jesús. Miremos a la cruz con la
mirada de María que aún sufriendo en su corazón de Madre, acogió como
un acto supremo de amor, la entrega de la vida de su Hijo hacia la
humanidad, hacia nosotros, hacia mí.
Tenemos necesidad de ir a las raíces, a la
esencialidad de nuestra vida. María es nuestra
ayuda en este camino no agradable pero feliz, de aquella felicidad que no es conquista nuestra, sino
fruto de la gracia del Espíritu Santo que obra dentro de nosotras con
fuerza creativa
«Jesús no tiene casa porque su casa es la gente». Papa Fco
La casa somos todas nosotras FMA, son los
jóvenes, los más lejanos, los más pobres, los
privilegiados por Jesús. aquellos que sufren la dureza de la vida, la
indiferencia yla derrota.
Preguntémonos: ¿Cómo ser hoy con los
jóvenes «casa que evangeliza?
Los jóvenes deben decir al mundo que es
hermoso seguir a Jesús, caminar con Él, acoger su mensaje;
que es bueno salir de si mismos, ir a las
periferias del mundo y llevar su amor.
La propuesta vocacional explícita lanzada con
valor y fuerza por el Papa nos llama profundamente
como comunidad educativa, sacude nuestra
responsabilidad en el anuncio de la Buena
Noticia del Evangelio de Jesús y nos lanza a ser
constructores de una casa teniendo en cuenta que
Dios es el constructor.
Nos produce alegría ser con las y los jóvenes aquellos que trabajamos en la edificación de un lugar habitable que emana perfume de solidaridad,
de comunión, de acogida porque Cristo es el centro de toda acción.
El es el sentido primero y último de
la propuesta vocacional también
en el desierto de valores que en
muchas partes del mundo tenemos que
afrontar.
Este camino podrá parecernos fatigoso y a veces imposible de
recorrer, pero como en la noche del desierto las estrellas se hacen más luminosas, así en
el cielo de nuestro camino resplandece con vigor la luz de
María, estrella de la Nueva Evangelización a quien nos confiamos.
El 24 de mayo en la Basílica de María
Auxiliadora en Turín, pediré a María por
intercesión de M. Mazzarello que
continúe ayudándonos a edificar la casa construida
con piedras sólidas, prontas a desafiar las
intemperies que inevitablemente se dan
en nuestra realidad.
A todas os auguro una alegría profunda y un
gran sentido de responsabilidad en el
camino hacia el CGXXIII en este «Año de la fe»
que nos ve con más decisión, discípulas de
María, así como en Valdocco y Mornés.